Aportes de La Psicologia Forense No. 2

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CURSO DE PROFUNDIZACIÓN

APORTES DE LA PSICOLOGÍA FORENSE AL ABORDAJE DE LOS DELITOS


SEXUALES

APORTES DE LA PSICOLOGÍA FORENSE AL

ABORDAJE DE LOS DELITOS SEXUALES

Adriana Espinosa Becerra

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APORTES DE LA PSICOLOGÍA FORENSE AL ABORDAJE DE LOS DELITOS


SEXUALES

CONTENIDO
1. ASPECTOS MOTIVACIONALES ............................................................................................................................. 3

2. MAPA CONCEPTUAL.................................................................................................................................................. 4

3. OBJETIVOS Y COMPETENCIAS ............................................................................................................................. 4

4. EXPERIENCIAS PREVIAS DE APRENDIZAJE.................................................................................................. 5

5. DESARROLLO DE CONTENIDOS.......................................................................................................................... 6

DIFERENCIAS ENTRE PSICOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOLOGÍA FORENSE.............................................. 6

PSICOLOGÍA CLÍNICA .................................................................................................................................................... 6

PSICOLOGÍA FORENSE.................................................................................................................................................. 7

ACCESO AL PROFESIONAL ......................................................................................................................................... 8

CONTEXTO ........................................................................................................................................................................10

OBJETIVOS.........................................................................................................................................................................10

METODOLOGÍA...............................................................................................................................................................10

FASES DEL PROCESO...................................................................................................................................................11

PRODUCTO........................................................................................................................................................................12

ASPECTOS ÉTICOS ........................................................................................................................................................13

DIFERENCIAS ENTRE PERITO Y PERITO FORENSE....................................................................................20

DIFERENCIAS ENTRE ENTREVISTA, VALORACIÓN PSICOLÓGICA Y VALORACIÓN


PSICOLÓGICA FORENSE.............................................................................................................................................23

6. EVALUACIÓN PSICOLÓGICA FORENSE EN DELITOS SEXUALES .....................................................30

FASES DEL PROCESO...................................................................................................................................................30

PROTOCOLOS DE ABORDAJE DE TESTIMONIOS ..........................................................................................34

SISTEMA DE ANÁLISIS DE LA VALIDEZ DE LAS DECLARACIONES (SVA) ......................................41

PRINCIPALES ERRORES EN LOS ABORDAJES A MENORES, PRESUNTAS VÍCTIMAS DE


DELITO SEXUAL .............................................................................................................................................................45

REFERENCIAS.......................................................................................................................................................................50

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UNIDAD TEMÁTICA 2. ACERCA DE


LOS DIFERENTES ABORDAJES AL
INTERIOR DE LA PSICOLOGIA
FORENSE

1. ASPECTOS MOTIVACIONALES

Cuando una ciencia hace un ejercicio de externalización e inmersión en otro contexto


debe dar suficiente claridad en relación con los términos, procesos, técnicas, entre otros
aspectos que hacen parte de su disciplina; con el fin de no generar confusiones, más aun
cuando es probable que los resultados y conclusiones de la labor profesional impacten
en la toma de decisión de una autoridad. Este es el caso de la Psicología que al tener un
espacio en la administración de justicia en su papel de asesora, como otras disciplinas
forenses, y que formalmente se estructura en una especialidad conocida como
Psicología Forense, está en la obligación de dar claridad y suficiente argumentación en
relación con las diferencias existentes entre los procesos que adelanta, y a su vez
diferenciarse de otras especialidades y disciplinas con las que se comparten algunas
herramientas.
Muchos de los términos que describen los procesos que se desarrollan al interior de la
Psicología Forense se manejan de manera indistinta, generando equivocaciones en el
momento de valorar la idoneidad y cientificidad de los resultados emanados por
profesionales de la psicología; por esta principal razón, en esta unidad se establecerá la
diferencia entre términos, metodologías y roles, que le permitirán al estudiante tener
argumentos suficientes para interpretar y analizar la pertinencia, compatibilidad y
conducencia de los aspectos en mención dentro del manejo y estructuración de una
defensa técnica en un proceso por presunto delito sexual.

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2. MAPA CONCEPTUAL

3. OBJETIVOS Y COMPETENCIAS

Ofrecer a los estudiantes conocimientos y argumentos, que les permita evaluar y


analizar la pertinencia, compatibilidad y conducencia de los medios de conocimiento
allegados, y por estructurar, a partir de la diferencia entre términos, metodologías y
roles posibles manejados desde la psicología forense.

COMPETENCIAS INDICADORES DE DESEMPEÑO


COGNITIVAS  Identifica las diferencias entre psicología clínica y
psicología forense.
 Reconoce la diferencia entre perito y perito forense.
 Establece y explica las diferencias entre entrevista,
valoración psicológica y evaluación psicológica forense.
 Conoce la forma como se adelanta una evaluación

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psicológica forense.
 Identifica los principales errores que a la luz de la
investigación científica se pueden presentar en el abordaje a
presuntas víctimas de delito sexual.
PRAXIOLÓGICA  Reconoce la importancia de la relación interdisciplinaria
inmersa en el ejercicio de la defensa, y por ende la
necesidad de trabajar en equipo.
 Argumenta la pertinencia y conducencia de medios de
conocimiento allegados y por estructurar en relación con la
idoneidad de los mismos.
 Propone y estructura medios de conocimiento teniendo
claridad en términos adecuadamente utilizados,
metodologías idóneas y roles compatibles.
AXIOLÓGICA  Reconoce y actúa de acuerdo con un marco ético y
disciplinar.
 Identifica y construye un marco ético relacionado con el
quehacer de la defensa en temas relacionados con la
problemática del delito sexual.
COMUNICATIVA  Argumenta la exclusión de medios de conocimiento
allegados, teniendo claridad en términos adecuadamente
utilizados, metodologías idóneas y roles compatibles.
 Argumenta la presentación de medios de conocimiento
allegados, teniendo claridad en términos adecuadamente
utilizados, metodologías idóneas y roles compatibles.
 Demuestra dominio en intervenciones orales, maneja un
adecuado nivel de fluidez verbal, poniendo en práctica
competencias cognitivas especialmente la argumentativa.

4. EXPERIENCIAS PREVIAS DE APRENDIZAJE

El estudiante debe conocer y manejar las disposiciones legales relacionadas con la


prueba pericial y los criterios de admisión y exclusión; a partir de la conducencia y
pertinencia de los medios de conocimiento y la idoneidad de los testigos y/o peritos
que introduzcan dichos medios.

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5. DESARROLLO DE CONTENIDOS

DIFERENCIAS ENTRE PSICOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOLOGÍA FOR ENSE

Como se pudo apreciar en la anterior unidad, al interior de la Psicología existen


diversas especialidades, unas de mayor trayectoria y fortaleza teórica y metodológica; y
otras contemporáneas que han venido respondiendo a las necesidades de los individuos
y grupos sociales, y que continúan estructurándose como especialidades autónomas. En
este gran espectro unas aportan mucho de sus marcos conceptuales a otras, este es el
caso de la psicología clínica respecto de la psicología forense. La primera aporta y
comparte propuestas metodológicas en relación con la evaluación de fenómenos de
interés para la psicología; esto ha hecho que con frecuencia se confunda una
especialidad con la otra especialmente en escenarios judiciales.

La evaluación psicológica clínica y la forense comparten un interés común por la


valoración del estado mental del sujeto explorado. La primera tiene como objetivo
principal de su actuación poder llevar a cabo una posterior intervención terapéutica; la
segunda, analizar las repercusiones jurídicas de los trastornos mentales. Las diferencias
en relación al contexto de aplicación (clínico o judicial) y al objeto de la demanda
(asistencial o pericial) marcan las características propias que adquiere el proceso de
evaluación psicológica en cada uno de los dos ámbitos (Ackerman, 2010; citado en
Echeburúa, Muñoz, Loinaz, 2011).

A continuación se expondrán a partir de puntuales categorías aspectos diferenciadores


de estas dos especialidades.

PSICOLOGÍA CLÍNICA

Según Goldenberg (1973 citado en Bernstein y Nietzel, 1998) “La especialidad de la


psicología clínica se puede definir como una rama de la psicología que investiga y
aplica los principios de la psicología a la situación única y exclusiva del paciente, para
reducir sus tensiones y ayudarlo a funcionar en forma eficaz y con mayor sentido” (p.
5). Según Rotter (1971 citado en Bernstein y Nietzel, 1998) “En términos generales la
psicología clínica es la aplicación de los principios de la psicología a la situación
psicológica del individuo, para una mejor adaptación a la realidad”. Según Koorchin
(1976 citado en Bernstein y Nietzel, 1998) “La psicología clínica se preocupa por
entender y mejorar la conducta humana… su aspecto clínico consiste en mejorar la
situación de las personas que se encuentran en problemas, utilizando para ello los
conocimientos y las técnicas más avanzadas” (p.6).

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Como se puede apreciar esta especialidad de la psicología es clara en advertir que su


único interés y objeto de estudio es el individuo, su problemática y la forma como los
conocimientos científicos se ponen al servicio de este para ofrecerle herramientas en la
resolución de su situación.

Como en la mayoría de las ciencias de la salud, el profesional al culminar sus estudios


de pregrado en Psicología, obtiene su titulación como Psicólogo, y aunque ninguna
facultad en Colombia utiliza el término “general”, lo importante si es clarificar que el
profesional que se postule como clínico, ha tenido que adelantar formación académica y
experiencia en dicha área para que pueda ser considerado como especialista.

PSICOLOGÍA FORENSE

La psicología forense por su parte, en el concepto de quien escribe, es una


subespecialidad de la Psicología Jurídica que asesora a la parte procesal que lo requiere
y eventualmente a la administración de justicia en presencia de un foro, sobre un caso
en particular que requiera de alguna actividad de evaluación psicológica o de emisión
de concepto desde postulados teóricos y científicos; siendo posible que sus resultados y
conclusiones sean tenidos en cuenta en la toma de decisión judicial.

Ávila y Rodríguez-Sutil (1998) reconocen como uno de los principales retos de la


Psicología Forense: “la adaptación de los conocimientos psicológicos al marco legal”; y
entre las actividades de evaluación psicológica planteadas por estos mismos autores en
escenarios forenses enumeran las siguientes: la evaluación de testimonio, la
imputabilidad de los hechos, la competencia para ostentar la guarda y custodia, la
evaluación del daño psicológico sufrido, entre otras.

Sin embargo, aunque la mayoría de los autores enumeren las actividades que se pueden
desarrollar desde la psicología forense, es importante reconocer que el derecho es local
y que las actividades de evaluación psicológica forense varían dependiendo del
contexto jurídico en el que se solicitan, de allí la importancia que el psicólogo forense
tenga conocimiento de los aspectos sustantivos, procedimentales y hasta protocolarios,
en el que se desarrolla su labor; así como del manejo riguroso de las herramientas de
evaluación para emitir conceptos ajustados a los planteamientos teóricos y científicos
de la Psicología y que respondan de manera oportuna, efectiva y suficiente a las
preguntas de los operadores judiciales.

Por esta razón el profesional especialista en esta área debe poseer formación académica
a nivel de posgrado en psicología jurídica y/o forense, experiencia en el medio, pero
sobre todo claridad en el objeto de estudio y en sus límites y alcances comprendiendo el
rol y responsabilidad que asume en este campo de especialidad.

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Un área de aplicación que cobra especial importancia en el manejo de los delitos


sexuales es la Psicología del Testimonio, la cual se define como una subespecialidad de
la psicología jurídica que denota su campo de aplicación dentro de la psicología
forense, que tiene como objeto de estudio el testimonio y los factores que median en su
exactitud, teniendo en consideración la forma como los procesos superiores, en especial
la memoria, la percepción y la atención influyen en el mismo; de igual manera se nutre
constantemente de la investigación científica que le ha aportado diferentes herramientas
de validación de los testimonios y detección de engaño (Espinosa, 2011).

Estos cuerpos teóricos tanto el de la Psicología del Testimonio como el de la Psicología


Forense, se estructuran como producto de investigación científica, y desde sus
definiciones enmarcan objetos de estudio que los postulan de manera diferente a los de
las otras especialidades.

Sin embargo aunque al interior de la Psicología Forense esta claridad está bien definida,
en los pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia no se evidencia la misma
situación, por ejemplo en la sentencia de casación 32868 del 10 de Marzo de 2010.
M.P. Sigifredo Espinosa, se confunden los roles entre psicólogo clínico (terapeuta) con
psicólogo forense. Esto que pareciera elemental, pone de manifiesto la brecha existente
entre la ciencia y el entendimiento que le pueda dar la administración de justicia a la
misma; e igualmente salta a la realidad los retos que se deben asumir en este contexto
para que cada vez este distanciamiento sea menor.

ACCESO AL PROFESIO NAL

Las diferencias entre estas especialidades a parte de los aspectos sustanciales, como el
objeto de estudio, los marcos conceptuales y metodológicos, que incluso se evidencian
a partir de sus definiciones; también se pueden apreciar en cuestiones más formales,
como la manera en que las personas acceden a los especialistas de estas dos áreas.

Una persona que tiene un motivo, una problemática, una situación que ya no le es
manejable desde su perspectiva, y ve la necesidad de ser atendida por un experto,
buscará entonces un psicólogo clínico; la forma como acudirá a este profesional será
por interés propio de buscar ayuda y mediará la voluntad de adhesión a un tratamiento y
la voluntad de cambio. La persona busca esta ayuda terapéutica con el objetivo de
solucionar su problemática, de ponerle fin a aquello que le aqueja.

Existen otras alternativas de acceso a un psicólogo clínico, y es por remisión; esta


remisión se puede presentar por necesidad de un contexto, por ejemplo el escolar; o por
remisión de otro profesional afín, por ejemplo del psiquiatra al psicólogo, del trabajador

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social al psicólogo, entre otros. Sin embargo aún y con estas otras posibilidades, la
voluntad sigue siendo el principal factor de adhesión a un tratamiento clínico, ya que
sin el interés y decisión del paciente para adelantar una intervención clínica, será
imposible lograr objetivos terapéuticos de mejoría para quien consulta.

Un ejemplo de atención por parte de un psicólogo clínico sería con una persona que ha
perdido un ser querido, que está atravesando un proceso de duelo, y que encuentra que
lleva mucho tiempo sin poder asimilar el evento, que ha perdido el interés en las
actividades que realiza y con anterioridad disfrutaba, que presenta insomnio, fatiga y
pérdida de energía, sentimientos de inutilidad, entre otros; y que no ha visto mejoría,
muy seguramente ante la imposibilidad de solucionar la situación decidirá que necesita
ayuda profesional; en esta persona primero se apreciaría un interés propio por darle
solución a su problemática y voluntad de adelantar y adherirse a un proceso terapéutico
que sumado a una intención de cambio al final verá objetivos terapéuticos logrados, y
representados en la mejoría de su condición.

De otro lado, las personas que tienen acceso a un profesional de la psicología forense lo
hacen la mayoría de las veces por la solicitud, y en algunos casos orden, de una
autoridad competente o de una parte procesal interesada, dentro de un marco judicial y
una actividad y rol específico, dependiendo de la rama del derecho en la que se
encuentre la persona en conflicto con la ley. Será la parte procesal entonces, quien
encuentre la necesidad de construir un medio de conocimiento, una prueba pericial,
producto de una evaluación psicológica forense que corresponda con su teoría del caso,
o con sus intereses particulares; para obtener de la administración de justicia aquello
que considera justo y razonable. Aquí no se presenta el interés propio de solución a sus
problemas psicológicos y la voluntad de cambio, que se percibe en la psicología clínica;
la necesidad de una labor en psicología forense se presenta por intereses judiciales y
tiene un fin estratégico dentro de un proceso judicial. La voluntad tiene otra modalidad,
se sigue considerando en la media en que el evaluado debe estar de acuerdo o consentir
la evaluación, pero no porque vea allí una ayuda profesional para manejar sus
problemas psicológicos, sino porque comprende que puede constituir un medio de
conocimiento en su causa dentro de un proceso judicial.

Un ejemplo de labor desde la psicología forense, podría presentarse con una persona
que padece un retraso mental y que se encuentra vinculada en un proceso judicial como
imputado, la solicitud de una evaluación psicológica forense de esta persona por parte
de la defensa corresponderá a unos intereses puntuales desde su teoría del caso para
acceder a sus objetivos judiciales, tendrá una intención estratégica.

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CONTEXTO

El contexto y el objeto de la exploración psicológica delimitan las diferencias entre la


evaluación clínica y la evaluación forense. El marco mismo de la intervención (en un
caso un consultorio clínico, un escenario ambulatorio o un hospital; en el otro, un
calabozo, un juzgado o una prisión) marca pautas relacionales distintas entre el
profesional y el sujeto evaluado (relación empática en el contexto clínico; relación
escéptica en el contexto forense) (Ackerman, 2010, citado en Echeburúa, Muñoz,
Loinaz, 2011).

Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto se entenderá que la Psicología clínica se


desarrolla en un contexto terapéutico, de tratamiento de enfermedades, de cura, dentro
de un ámbito de salud, que para el caso será de salud mental. En donde lo que se busca
es la mejoría del paciente.

Mientras que la labor del psicólogo forense, se desarrolla dentro de un contexto judicial,
en donde lo que prima es la asesoría a la administración de justicia.

OBJETIVOS

La evaluación forense presenta diferencias notables respecto a la evaluación clínica. Al


margen de que en uno y otro caso el objetivo pueda ser la exploración del estado mental
del sujeto evaluado, el proceso psicopatológico en la evaluación forense sólo tiene
interés desde la perspectiva de las repercusiones forenses de los trastornos mentales, a
diferencia del contexto clínico, en donde se convierte en el eje central de la intervención
(Archer, 2006, citado en Echeburúa, Muñoz, Loinaz, 2010).

El objetivo de la Psicología Clínica será entonces ofrecer herramientas a sus pacientes


para el manejo y/o solución del motivo de consulta y otras problemáticas descubiertas a
lo largo del proceso terapéutico.

El objetivo de la Psicología Forense es asesorar a quien solicita y en la eventualidad a la


administración de justicia en presencia de un foro.

METODOLOGÍA

Algunas técnicas e instrumentos de evaluación son compartidos por ambas


especialidades. Los instrumentos de evaluación tienen como objetivo explorar a

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profundidad constructos psicológicos que son intangibles, entre ellos se encuentran:


ansiedad, inteligencia, depresión, adaptación, personalidad, impulsividad, entre otros.
Estos constructos pueden ser del interés tanto de la psicología clínica como de la
psicología forense, la diferencia radica en el objetivo de la evaluación y los fines de
utilización del instrumento.

Sin embargo, ambas especialidades han venido desarrollando sus propios instrumentos
que corresponden totalmente con sus intereses de evaluación.

En psicología forense se espera que las herramientas utilizadas sean de especificidad,


que permitan la confirmación de una hipótesis psicológica de relevancia en un proceso
judicial; además que cuenten con un alto grado de aceptación por parte de la comunidad
científica forense y que tengan la capacidad de demostrar su idoneidad y suficiencia
científica.

FASES DEL PROCESO

En Psicología Clínica, de manera general, se adelantan las siguientes fases dentro del
desarrollo de su proceso terapéutico: evaluación, diagnóstico, tratamiento y
seguimiento; cada una de estas fases tendrán un objetivo por cumplir y un tiempo
prudencial para su realización, así como unos criterios puntuales y específicos para
saber cuándo se ha agotado cada etapa, estas fases se proponen por el terapeuta y se
conciertan con el paciente, teniendo siempre en cuenta el cumplimiento de los objetivos
terapéuticos. Pueden existir procesos terapéuticos llevados a cabo en meses, incluso en
varios años, esto dependerá del enfoque manejado por el profesional de la psicología,
de la adherencia al tratamiento por parte del paciente y del cumplimiento de metas.

Resnick (1991 citado en Phares, 1999) indica: “Las áreas de habilidad que se
consideran esenciales para el campo de la psicología clínica incluyen: evaluación y
diagnóstico, intervención o tratamiento, consultoría, investigación y aplicación de
principios éticos y profesionales”. (p. 4).

En Psicología Forense se puede señalar el desarrollo de las siguientes fases: evaluación,


diagnóstico, estructuración del informe pericial y preparación para la sustentación o
ratificación en audiencia de juicio oral (en escenarios penales).

Es importante advertir que las dos especialidades comparten las dos primeras fases:
evaluación y diagnóstico, aunque con objetivos y finalidades diferentes, como ya se
indicó; y aquí radica una de las principales diferencias entre estas especialidades y es
que en psicología forense nunca se adelanta una intervención o tratamiento con el
evaluado; en adelante el interés de la Psicología Forense será servir como asesora de la

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administración de justicia y hacer que sus conocimientos, resultados y conclusiones,


sean útiles para el proceso de toma de decisión judicial. Por ello es tan importante para
un perito en psicología forense elaborar el informe pericial producto de su labor y su
preparación para presentarse en audiencia pública de juicio oral.

PRODUCTO

El producto de la labor adelantada desde la Psicología Clínica se condensa y se


documenta a través de la Historia Clínica; un documento privado, al que lo cobija la
reserva, que le pertenece únicamente al paciente y donde el profesional es su custodio.
La Corte Constitucional se ha pronunciado frente al tema, en casos relacionados con la
medicina y que por analogía aplican también al ejercicio de la psicología clínica de la
siguiente forma, haciendo un ejercicio de recopilación de otros pronunciamientos
jurisprudenciales en la sentencia C – 264/96 M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, se rescata
lo siguiente:

1. La historia clínica, su contenido y los informes que de la misma se deriven,


están sujetos a reserva y, por lo tanto, sólo pueden ser conocidos por el médico y
su paciente (Sentencia T-161 de 1993. M.P. Antonio Barrera Carbonell).
2. Sólo con la autorización del paciente, puede revelarse a un tercero el contenido
de su historia clínica (Sentencia T-413 de 1993. M.P. Carlos Gaviria Díaz).
3. Levantada la reserva de la historia clínica, su uso debe limitarse al objeto y al
sentido legítimo de la autorización dada por el paciente (Sentencia T-413 de
1993 M.P. Carlos Gaviria Díaz).
4. Datos extraídos de la historia clínica de un paciente, sin su autorización, no
puede ser utilizados válidamente como prueba en un proceso judicial (Sentencia
T-413 de 1993. M.P. Carlos Gaviria Díaz).

Estos puntos tratados por la Corte dan cuenta de la delicadeza en el tratamiento de la


historia clínica y deben ser tenidos en cuenta cuando se está ante la labor de un
profesional de la psicología clínica.

El producto de un labor desde la psicología forense se plasma en un informe pericial,


documento científico de carácter público, que para la ley se convierte en la base de la
opinión pericial, al cual no le aplica reserva entendiendo que con el consentimiento y
autorización del evaluado los resultados de la labor van a ser conocidos por las partes
procesales interesadas y eventualmente expuesto de manera oral y pública ante un juez
y un foro. El informe pericial por tener especial trascendencia se tratará en otra unidad
temática.

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ASPECTOS ÉTICOS

La entrada en vigencia de sistemas de corte adversarial en la administración de justicia


de un país genera cambios radicales en la forma de percibir, analizar, aprehender y
tratar los fenómenos inmersos en contextos jurídicos a la espera de una toma de
decisión judicial que dirima el conflicto. Soria (2007) enumera y argumenta varios
tópicos relacionados con las influencias extrajudiciales que reciben jueces y jurados en
el proceso de toma de decisión judicial, advirtiendo entre ellas la evaluación de las
pruebas forenses; siendo consideradas como aquellas que son más tenidas en cuenta por
jueces y jurados, y por ende los testimonios de los peritos forenses son los de mayor
impacto. Reconociendo la relevancia que cobra la práctica forense en general, y el papel
de la psicología jurídica y forense, en particular, los aspectos éticos juegan un papel de
especial trascendencia, y el secreto profesional en este contexto tiene una naturaleza
exclusiva.

En este escenario de especialidad de la psicología, los dilemas éticos siguen estando


presentes en cada una de las actuaciones del profesional de ésta área. Los temas que se
tratan, a menudo tienen un alto contenido de contraposición de derechos fundamentales,
de inequidad entre los actores, de falta de correspondencia entre la norma y la realidad
social de los grupos destinatarios de las mismas, de interpretaciones erróneas y
subjetivas de la ley, entre muchos factores que ubican al psicólogo jurídico y/o forense
en circunstancias complejas; siendo el secreto profesional, parte de este denso
panorama que invita a realizar una lectura especial del mismo en este contexto.

Es por esto, que profesionales de la psicología con formación académica y experiencia


en otras áreas presentan en la mayoría de los casos inhabilidades e incompetencias en
escenarios jurídicos y forenses.

Es clara la dificultad que existe aún para consolidar que las características particulares
de cada profesional, el manual de funciones, las instituciones y las poblaciones objeto,
confluyan de manera armónica en un rol estructurado por parte del profesional de la
psicología, ajustado a la norma y sobre todo ajeno a la probabilidad de incurrir en faltas
éticas y jurídicas. Lo anterior trae consigo que aún existan temas que en la praxis se
convierten en un asunto de alta sensibilidad como lo es el secreto profesional. Tal y
como lo afirma Carreño y Piñeros (2003) a los psicólogos dentro de su ejercicio se les
atribuye una “licencia para la intromisión” en la vida del otro, en sus conflictos, en sus
temores, en sus esperanzas; lo que coloca al psicólogo en un lugar muy singular frente a
las demás disciplinas. Y si a esto le sumamos el efecto que tal “intromisión” genera en
otros espacios diferentes al de la esfera del propio consultante, la situación se complica.
Es necesario distinguir el objeto de estudio, los fines del mismo, la metodología a
emplear, el marco conceptual y epistemológico y los límites y alcances en los que opera
cada especialidad. Es importante que cada profesional identifique cada uno de los
aspectos anteriormente nombrados para así entender el contenido deontológico de su

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labor. Y en últimas asumir una posición respetuosa de las demás especialidades para no
generar ambivalencias e inducir a errores a los actores de los espacios en donde la
psicología hace un ejercicio de inmersión.

Vásquez (2008) planteando aspectos diferenciadores entre una labor clínica y una
forense, expone entre otros, que el forense actúa dentro de un proceso judicial no en
función de las necesidades de una persona concreta sino en función de las necesidades
del procedimiento, aunque aclara que las necesidades de uno y otro no son excluyentes
e incompatibles, y que sigue siendo de especial consideración la persona a evaluar. Lo
anterior, enfatiza en el fin último de la labor de un forense el cual es, como ya se ha
dicho con anterioridad, asesorar al sistema administrador de justicia. Razón por la cual
se evidencian los subsecuentes aspectos diferenciadores entre las especialidades.

Todo esto obliga a un control sobre la privacidad de la información y la posible


utilización de la misma por los profesionales de la psicología. Font (1998 citado en
Soria, 2007) expone como uno de los marcos de análisis desde la reflexión ética, la
relación con el usuario, desde el cual advierte que al estar el sujeto a evaluar dentro de
un proceso judicial, es necesario tener en cuenta que este hecho tendrá preponderancia
sobre la relación con el profesional, impidiendo cualquier vínculo terapéutico o de otra
clase, más cuando en ningún caso será el objetivo de trabajo del psicólogo forense. Sin
embargo, este mismo autor señala: <<Este hecho no implica que la relación no sea
positiva para el sujeto en cuanto a velar por sus derechos, bienestar y ofrecerle la
información de manera inteligible desde nuestro campo profesional>> (p. 24).

Por otro lado, el producto de la labor entre un profesional y otro, también enmarca
grandes diferencias. El resultado de una actuación desde la psicología clínica se
estructura en un documento reservado y de propiedad del paciente como lo es la historia
clínica, donde el terapeuta actúa como custodio de la misma y a la cual se le otorga un
estatus de protección especial en virtud del secreto profesional; mientras que el
resultado de la labor forense se estructura en un informe pericial, el cual puede llegar a
ser de dominio público en la medida en que tenga curso y trámite dentro de un proceso
judicial, incluso llegar a la publicación de los resultados obtenidos en la evaluación
psicológica forense en un estrado judicial ante la presencia no sólo de los operadores
judiciales sino de la audiencia interesada en conocerlos. Esto implica un camino
diferente en el manejo de la relación con el usuario y de la información aportada por
este.

Este interés por establecer diferencias entre un campo de aplicación de la psicología y


otro aplica en igualdad de condiciones a las demás especialidades; la educativa, la
organizacional, la social comunitaria, la deportiva, entre otras. Sin embargo, se
considera de especial necesidad la divergencia establecida con la clínica ya que en la
praxis se evidencia mayor actuación y confusión del rol de estos especialistas en
contextos jurídicos, lo que trae consigo inducción a errores en la administración de
justicia y faltas éticas y disciplinarias por parte de los profesionales de la psicología.

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Siendo estos aspectos diferenciadores entre la psicología clínica y forense identificados


por los autores, llama la atención el manejo que de la información ofrecida por el
usuario debe dar el psicólogo clínico y el psicólogo jurídico y/o forense
respectivamente. Soria, Garrido y González (2005 citados en Soria, 2007) recogen la
casuística de la Comisión Deontológica del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña,
resaltando entre otras faltas las siguientes: Custodia de la información (historia clínica);
secreto profesional: derecho y preservación de la intimidad; aceptación de casos
incompatibles; límites del secreto profesional; peritajes de parte; duplicidades: perito –
terapeuta. Los autores indican que la mayoría de los casos corresponden al área de la
psicología jurídica y al área de la psicología clínica o la práctica terapéutica y muchas
de estas faltas están justamente relacionadas con el manejo de la información.

Diferentes artículos de los diversos códigos deontológicos iberoamericanos, dedican


especial atención al secreto profesional. Desde una perspectiva, en la mayoría de los
casos, clínica – terapéutica ordenando la práctica del secreto profesional y
especificando excepciones al deber; generando ambivalencias, específicamente para el
caso colombiano con el mandato constitucional de inviolabilidad. Es así como, en
concordancia con lo que se ha expuesto, el clínico debe hacer una revisión concienzuda
frente al manejo de la información, al igual que las otras especialidades, ya que en
muchas oportunidades es llamado por los estrados judiciales para que ante una
audiencia declare en relación con la información que conoce en virtud del desarrollo de
su labor profesional con un consultante en particular, siendo invitado a vulnerar el veto
que le cobija en razón de la guarda del secreto profesional y expuesto a una falta ética,
disciplinaria y jurídica, aun existiendo excepciones constitucionales plasmadas en al art.
385 del Código de Procedimiento Penal, y en donde expresamente se enlista la relación
entre el psicólogo y su paciente (se entenderá psicólogo clínico) muchas veces se pasa
por alto tanto por profesionales como por operadores judiciales esta expresa condición.

Haciendo referencia a las habilidades de los psicólogos con finalidades clínicas,


Gongora (2005) señala la necesidad del terapeuta de generar habilidades para
entrevistar y entre ellas hace relación a las habilidades empáticas que según la autora
son extremadamente citadas en la práctica clínica bajo los diferentes enfoques teóricos,
pero que en general se refieren a los comportamientos y sentimientos positivos que el
terapeuta debe desarrollar en la relación con el paciente. Estas habilidades empáticas se
desarrollan dentro de un marco de inhibición inicial por parte del consultante, resultado
de encontrarse ante un extraño al que debe informar sobre sus problemas e intimidades;
y por ello tal y como lo afirma Muñoz (2005) es necesario crear un marco de confianza
y libertad para que el paciente pueda expresarse, en un lugar seguro y confortable donde
pueda exponer sus sentimientos, y para conseguir esto sugiere entre otras como
actuación del profesional explicar la naturaleza de la relación terapéutica indicando los
objetivos de su labor sustentados en la ayuda y el apoyo hacia el paciente, cuáles son las
reglas sobre las que se harán las intervenciones, entre otras. Y justamente en estas
reglas sobre las que se harán las intervenciones muchos de los terapeutas postulan el

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secreto profesional como uno de los derechos del consultante, primero porque así debe
ser y segundo como estrategia de creación y mantenimiento de una relación terapéutica.
En este sentido, Barnett (2008) enfatiza en que la confidencialidad se aplica más
específicamente al trabajo clínico con menores y sus familias, aunque muchos autores
lo entienden de aplicación estricta para todas las poblaciones.

Saber si un terapeuta debe comparecer ante el llamado de un juez para que exponga
información relativa a su paciente dentro de un proceso judicial, decidir si se denuncia o
no una presunta conducta punible cuando la víctima es un paciente que ofreció esa
información en un contexto terapéutico, aceptar un relato de responsabilidad por parte
de un procesado en una evaluación psicológica forense, entre otros muchos ejemplos
son dilemas que se encuentran en relación con el manejo de la información en la
práctica tanto clínica como jurídica y/o forense. Hierro (2002) señala:

…una conducta es deontológicamente correcta cuando es adecuada al rol que


corresponde a la profesión ejercida. La deontología, como ética aplicada al
ejercicio de actividades profesionales, se ha ido cada vez más fundamentando
sobre un desarrollo de los roles que la comunidad atribuye a cada profesión (p.
595).

En un estudio hecho por Kämpf, McSherry, Thomas y Abrahams (2008) de la


percepción de los psicólogos frente a los requerimientos éticos y legales de la violación
al secreto profesional en la relación terapéutica, la gran mayoría de participantes indicó
que reconocen que la ley permite que se divulgue la información confidencial y que hay
un deber ético para divulgar dicha información a terceros cuando perciben que puede
haber un peligro para el paciente. Los resultados sugieren que hay una cierta
incertidumbre en cuanto al manejo de la confidencialidad en la práctica y se estima que
la ley ha dado un carácter aún más complejo en esta área, resaltando que las pautas
deben ser más claras y necesarias para asistir a los psicólogos en su práctica clínica.

Por su parte, el psicólogo jurídico y/o forense también debe desarrollar su labor dentro
del marco de los principios éticos universales, las peculiaridades de esta especialidad
implican que de los principios deontológicos algunos tengan una importancia
preponderante y otros más que tener una expresa claridad se convierten en dilemas no
resueltos por la normatividad vigente y más específicamente por los diferentes códigos
deontológicos de la disciplina manejados en diversos países. A continuación se hace
alusión a algunos de los principios deontológicos que merecen un especial análisis en
contexto forense.

Como principios de organización profesional y de relación interprofesional, Hierro


(2002) resalta el principio de imparcialidad como exigencia ante intereses personales e
institucionales contrapuestos, este tiene una estrecha relación con el principio de
objetividad científica, siendo uno de los principales derroteros en el ejercicio de la
psicología jurídica y/o forense. Este principio tiene correspondencia con lo expuesto en

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la Ley 1090 de 2006; por la cual se reglamenta el ejercicio de la Psicología en


Colombia, se dicta el Código Deontológico y Bioético y otras disposiciones; la cual
indica: <<Cuando se halle ante intereses personales o institucionales contrapuestos, el
profesional realizará su actividad en términos de máxima imparcialidad>> (artículo
20). Así, el psicólogo jurídico y/o forense, siempre deberá responder a este principio
independientemente de la institución jurídica estatal para la cual trabaje, en el campo
público; y de la parte para la cual sea contratado, en el campo privado.

Otro de los principios que toma especial relevancia en la práctica forense es el de


lealtad interprofesional, tal y como lo entiende Hierro (2002) son todas aquellas
obligaciones de respeto tanto para los colegas como para los profesionales de otras
disciplinas, especialmente las más cercanas al área de actividad. La Ley 1090 de 2006,
arriba mencionada, indica:

El ejercicio de la Psicología se basa en el derecho y en el deber de un respeto


recíproco entre el psicólogo y otras profesiones, especialmente las de aquellos
que están más cercanos en sus distintas áreas de actividad.

El psicólogo no desacreditará a colegas u otros profesionales que trabajan


con sus mismos o diferentes métodos, y hablará con respeto de las escuelas y
tipos de intervención que gozan de credibilidad científica y profesional.

La lealtad y el respeto entre el psicólogo y los demás profesionales con


quienes interactúe para fines de su ejercicio como tal, constituyen elementos
fundamentales de su práctica profesional. Por tanto, incurrirá en falta contra
la ética profesional quien censure el diagnóstico, las intervenciones y
recomendaciones o exprese dudas sobre el sistema de trabajo o la capacidad
de otros profesionales, sin la suficiente sustentación crítica basada en el
desarrollo investigativo del conocimiento (artículo 37).

Es importante señalar por qué cobra especial trascendencia este principio en la práctica
forense. Una de las actuaciones que más difusión tiene por parte del psicólogo forense
es lo denominado por algunos autores como “contraperitaje” o “contrainforme pericial”,
dejando claridad que para la autora del presente artículo estos términos adolecen de
especificidad y traen consigo ambivalencias éticas, razón por la cual propone la
utilización del término: “concepto técnico psicológico forense”. Hecha esta salvedad, en
muchas oportunidades al psicólogo jurídico y/o forense le solicitan realizar una revisión
analítica del pronunciamiento hecho por un colega y que de alguna forma se ha
convertido en un medio de conocimiento que alguna de las partes está interesada en
aportarlo al proceso judicial, por supuesto superando las disposiciones procedimentales
expresas para tal fin.

En esta labor el forense realiza un estudio y emisión de concepto del elemento o


elementos que la parte considera debe ser analizado (informe de la actuación de un

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colega o de profesional afín) los cuales son sometidos a análisis metodológico a través
de la literatura científica y de los pronunciamientos de la comunidad científica forense.
Con posterioridad el forense emite un “concepto técnico psicológico forense” con el
cual adelanta una de las funciones de los profesionales especialistas en esta área y es el
de asesoría a la parte solicitante y en la eventualidad al sistema administrador de
justicia. Este concepto se emite en relación exclusiva con lo expuesto en el informe por
parte del colega o profesional afín, nunca en contra del colega como persona.

Aunque pareciera que con la emisión de conceptos técnicos psicológicos forenses se


percibiera difuso este principio y en algunas ocasiones vulnerado, es importante resaltar
que este ejercicio se hace en consideración de lo expuesto por la comunidad científica y
que de ninguna manera se puede emitir un concepto de estas características sin el
suficiente respaldo teórico. El Colegio Oficial de Psicólogos de España (1987 citado
por Hierro, 2002) indica que el principio de lealtad interprofesional se manifiesta en
<<la obligación de respeto a los demás colegas, a sus métodos, y a las escuelas y tipos
de intervención de credibilidad científica, sin perjuicio de la crítica científica>> (p. 603)
y por su parte la Ley 1090 de 2006 indica:

Por tanto, incurrirá en falta contra la ética profesional quien censure el


diagnóstico, las intervenciones y recomendaciones o exprese dudas sobre el
sistema de trabajo o la capacidad de otros profesionales, sin la suficiente
sustentación crítica basada en el desarrollo investigativo del conocimiento
(artículo 37).

De las anteriores disposiciones normativas se puede inferir que es posible hacer un


análisis riguroso, metodológico y científico, siempre respetuoso, a la labor de un colega
y de otros profesionales afines, con la suficiente sustentación crítica basada en el
desarrollo del conocimiento a través de los pronunciamientos de la comunidad
científica como producto del desarrollo de la investigación. Además que lo anterior
debe corresponder a la evolución de la disciplina, especialmente en la praxis de la
misma, en virtud de la sana crítica científica y con fines de autorregulación.
Cumpliendo incluso con el deber de minimizar a su mínima expresión la mala praxis
rampante en este contexto.
Otros principios expuestos por Hierro (2002) son: el principio de competencia
profesional, el cual se refiere a la capacitación, formación y constante actualización del
profesional frente a las exigencias de su trabajo, es lo que en instancias jurídicas y
forenses se denomina idoneidad del perito en cuanto a su acreditación; el principio de
progresión científica, relacionado con el aporte que el profesional puede ofrecer al
progreso de la ciencia a través de la investigación científica y el principio de
interdisciplinariedad, de suma relevancia en el ámbito forense debido a la necesidad de
trabajar en equipo y total cooperación con profesionales de otras disciplinas. Estos
principios como se puede reconocer, son de especial aplicación en el ejercicio de la
psicología jurídica y/o forense y por ende se convierten en competencias a desarrollar
por parte de este profesional.

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Un elemento que reviste atención en el campo de la psicología forense es el manejo del


secreto profesional. A diferencia de lo que sucede en el abordaje desde la psicología
clínica, en donde como estrategia es válido exponerlo al paciente para generar un clima
de confianza y libertad para que pueda expresarse, en contexto forense este no opera de
manera semejante. Al respecto Urra (2002) afirma: <<Lo antedicho quiebra en
términos generales la confidencialidad, porque el destinatario del informe no es por
definición el paciente; ello obliga a que esta circunstancia sea siempre conocida de
forma inequívoca por el mismo…>> (p. 614).

Teniendo en cuenta lo anterior se desprende otro tema de especial interés en el ejercicio


de la psicología, el consentimiento informado. Este se encuentra expreso como
excepción a la vulneración de la confidencialidad en la mayoría de los códigos
deontológicos iberoamericanos y se entiende como aquella autorización del cliente,
consultante, evaluado o paciente, para levantar el secreto profesional y exponer la
información obtenida en el ejercicio de la profesión ante quien la solicite, o con el
ánimo de iniciar alguna acción o convocar a un tercero. Aunque este elemento pareciera
tener completa claridad en su utilización, algunos autores plantean reservas en la
utilización del consentimiento informado. Calo (2002) sugiere una revisión especial a
las excepciones de la guarda del secreto profesional y entre ellas advierte frente al
consentimiento de la persona asistida lo siguiente:

Posibilidad contemplada en algunos códigos, pero que debe ser puesta en


cuestión a partir de la fuerte influenciabilidad que los pacientes suelen tener
en relación con sus terapeutas. Una situación como esta podría derivar en un
consentimiento inválido; por lo cual creo que puede considerarse
recomendable contar con el acuerdo del paciente, pero no deberá valorarse
como suficiente. En la misma línea de lo que digo puede considerarse la
siguiente afirmación del Código de Ética de los psicólogos de la Provincia de
Buenos Aires: “El psicólogo no debe admitir que se le exima de ella (de la
obligación de guardar secreto) por ninguna autoridad o persona, ni por los
mismos confidentes” (p. 144).

Sin embargo, aunque es necesario ser muy cuidadosos con la utilización del mismo, es
la única y principal herramienta para responder a los principios éticos y deontológicos,
para proteger los derechos y necesidades de los usuarios de la psicología y para generar
un blindaje frente a posibles quejas y denuncias ante una presunta falta ética y
disciplinaria por parte del profesional. Esta herramienta es imprescindible en todos los
escenarios en los que incursiona la psicología, y el ejercicio de lo forense no se escapa
de su alcance.

Se presenta la errónea creencia que por encontrarse en contextos jurídicos y/o actuar de
acuerdo a la solicitud de autoridad competente se puede prescindir de la utilización del
consentimiento informado. Y es que precisamente, ante la no posibilidad de asegurar

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confidencialidad e informárselo al evaluado, esto debe quedar completamente claro, es


posible que el usuario reciba la advertencia por parte del profesional pero que éste no
dimensione las consecuencias de esta situación y con posterioridad se sienta maltratado
y asaltado en su buena fe. Por esto, el profesional debe asegurarse del cabal
entendimiento de esta situación a través del diligenciamiento libre y voluntario del
consentimiento informado, ya que de no contar con la colaboración del usuario ante esta
ausencia de confidencialidad la labor no podría llegar a desarrollarse.

En conclusión, considerando todo lo anteriormente expuesto, se pueden concretar las


calidades y cualidades de los peritos psicólogos forenses. En primer lugar, el
profesional de esta área tiene la imperiosa necesidad de conocer y comprender la
estructura jurídica en la cual está inmersa su labor, debe desarrollar como competencia
la capacidad de análisis y visión crítica de la norma, de lo sustantivo, de lo
procedimental y de lo protocolario; comprende y argumenta los aspectos
diferenciadores de este campo de aplicación con otras especialidades; es conocedor de
los límites y alcances de su labor, de las consecuencias de las mismas y de las demás
disposiciones normativas. Por otro lado, y ateniendo a los principios éticos universales
y específicos, del psicólogo forense se espera entre otras calidades deontológicas las
siguientes: respeto a la persona, responsabilidad, imparcialidad – objetividad científica,
lealtad interprofesional, honestidad, competencia profesional, interdisciplinariedad,
progresión científica, información clara, precisa y rigurosa, además de oportuna, entre
otras. Todo lo anterior reconociendo y asumiendo las exigencias y responsabilidades de
este contexto.

DIFERENCIAS ENTRE PERITO Y PERITO FORENSE

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define el término perito de


la siguiente forma: Perito (Del lat. perītus), siendo pertinentes para los efectos de este
escrito las definiciones 1 y 3, que rezan así:
1. adj. Entendido, experimentado, hábil, práctico en una ciencia o arte.

3. m. y f. Der. Persona que, poseyendo determinados conocimientos científicos,


artísticos, técnicos o prácticos, informa, bajo juramento, al juzgador sobre puntos
litigiosos en cuanto se relacionan con su especial saber o experiencia.

La ley procedimental colombiana en materia penal identifica como perito a las


siguientes personas, según el artículo 408 del C.P.P.

Podrán ser peritos, los siguientes:

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1. Las personas con título legalmente reconocido en la respectiva ciencia,


técnica o arte.

2. En circunstancias diferentes, podrán ser nombradas las personas de


reconocido entendimiento en la respectiva ciencia, técnica, arte, oficio o
afición aunque se carezca de título.

A los efectos de la cualificación podrán utilizarse todos los medios de prueba


admisibles, incluido el propio testimonio del declarante que se presenta como perito.

Esta definición de la ley se percibe laxa en la medida en que parecieran no ser mayores
las exigencias en términos de idoneidad del profesional frente a la responsabilidad que
tiene con la construcción y producción de una prueba pericial; una persona recién
egresada de un programa de pregrado que acredite un título legalmente reconocido
puede presentarse como perito ante la administración de justicia, sin considerar
realmente su cualificación y experticia; y aunque el mismo Código de Procedimiento
Penal en su artículo 413 indica: “Las partes podrán presentar informes de peritos de su
confianza y solicitar que estos sean citados a interrogatorio en el juicio oral y público,
acompañando certificación que acredite la idoneidad del perito”. No existe un ente, una
institución o similar que expida “certificados de idoneidad”.

De igual forma, poco riguroso es el sistema en exigir la compatibilidad de la


denominación de los cargos, las profesiones que ostentan los funcionarios, las funciones
descritas en su manual de funciones y el rol que asumen en el sistema, generando malos
entendidos al no tomarse el tiempo de verificar que esto confluya de manera sana, ética
y profesional, desconociendo la magnitud de lo que implica otorgar una condición de
perito. Es así que se aprecian profesionales de la psicología, con cargos de
investigadores criminalísticos, con funciones de investigación, efectivamente
cumpliendo con ellas, realizando entrevistas judiciales; fungiendo luego en un estrado
judicial como peritos.

Es por esta razón que ante las pocas exigencias de la ley frente a la figura del perito, es
necesario establecer la diferencia entre un perito y un perito forense.

Como ya se ha anotado el perito, es aquella persona que posee conocimiento por


encima de la media poblacional en ciencia, arte, oficio o profesión; y por eso se le da la
condición de experto; un perito forense es un experto entrenado en lograr que sus
conocimientos científicos, técnicos o artísticos sean útiles al ejercicio de la
administración de justicia; comprende a la perfección la responsabilidad que se le
asigna al construir una prueba pericial, el impacto que pueden llegar a tener sus
conclusiones, que su labor se debe apartar de la especulación para tener una suficiencia
científica que le permita a la autoridad tomar la decisión judicial correcta y más
ajustada, debe entender la naturaleza del proceso en el que está actuando desde lo
sustantivo, lo procedimental hasta lo protocolario.

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Un perito forense, comprende que su labor se debe a la asesoría científica que le puede
suministrar a la administración de justicia y no a los intereses particulares. Por eso se
encuentran como cualidades del perito forense la imparcialidad, la objetividad, altas
condiciones éticas, que sea un profesional oportuno, preciso, entre otras muchas
cualidades; para lograr estas condiciones se espera que el profesional tenga una
formación académica y una experiencia que le permita acreditarse como un experto.
Mora y Sánchez (2007) definen al testigo perito de la siguiente forma: “Es una persona
que posee, conocimiento especializado sobre una ciencia, una técnica, un arte, un
oficio, una afición o un idioma, quien ha examinado la evidencia y ha sido designado
para producir prueba pericial dentro del proceso. Se les permite opinar bajo juramento y
les está permitido sacar deducciones y hacer inferencias expertas llamadas
conclusiones, dentro de la producción de la evidencia pericial” (p. 98).

Esta condición atribuida por el sistema a un profesional debe ser asumida con los más
altos estándares de calidad, ya que debe entender que tiene en sus manos la
construcción de una prueba pericial, que en términos generales se puede definir como:
un medio de conocimiento, que es procedente cuando sea necesario efectuar
evaluaciones que requieran conocimientos científicos, técnicos, artísticos o
especializados de un problema fáctico, probatorio y jurídico (problema científico que se
construye), que es solicitado por una de las partes a un perito el cual realiza una
investigación, rinde un informe pericial y lo presenta en juicio ante el juez; quien lo
valora y determina si lo admite o no como prueba. (Capítulo III Parte III. Artículo 405 y
ss. del C.P.P.).
En ese orden de ideas el perito forense asume la responsabilidad de la construcción de
una prueba pericial como una investigación científica a pequeña escala, en donde debe
corresponder con las exigencias del método científico, adelantando una actividad
metódica que le permita argumentar con suficiencia sus conclusiones.
Esta laxitud en denominar a un profesional como perito ante la administración de
justicia se comprueba en pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia Sala de
Casación Penal; en proceso 32595 de noviembre de 2009, al negar el recurso de
casación interpuesto por el abogado defensor al considerar que debía modificarse la
sentencia condenatoria basado en el primer argumento que expuso de la siguiente
manera: “Sostuvo el libelista que en la apreciación de los medios de prueba el juzgado
falló en el razonamiento, desconoció las reglas de la sana crítica, incurrió en errores de
hecho al apreciar la valoración psicológica que realizó la doctora… investigadora
judicial y sicóloga del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía General de la
Nación, porque la profesional no es un perito debidamente especializado en la materia y
se abrogó el derecho de realizar entrevista a la víctima, careciendo del estudio que para
el caso concreto debe tener”. Al respecto y en respuesta a la anterior apreciación la
Corte profirió las siguientes consideraciones: “La entrevista no requiere (por sí) que sea
practicada por un profesional de la psicología titulado, como parece entenderlo el
recurrente; basta con el recaudo de la versión mediante el apoyo de una persona

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(testigo de acreditación) con alguna experiencia y aptitud para orientar adecuadamente


la conversación, que garantice el respeto a toda forma de violencia (art. 44 C. Pol.).
En esos propósitos, pueden colaborar con la Administración de Justicia los psiquiatras,
los psicólogos, los estudiantes que ya poseen alguna formación que los hace idóneos,
los profesionales de la salud, los peritos, los policías judiciales capacitados en derechos
humanos y de infancia y adolescencia, las madres comunitarias, en fin, personas que
puedan concurrir al proceso penal como testigo, cuya aptitud e idoneidad les permita
obtener la información mediante procedimientos éticamente aceptables, válidos, lícitos,
limpios, respetuosos de los derechos humanos (…) La acreditación del testigo tiene por
finalidad que el juez aprecie la confiabilidad y la validez del medio de convicción que
por su conducto se aporta (entrevista, dictamen, etc.); la acreditación se vincula con la
legalidad del recaudo de la evidencia, mas no suple la función del juez como perito de
peritos, porque es al juez a quien corresponde apreciar las pruebas y asignarles mérito
persuasivo”. La misma postura se aprecia en la sentencia de Casación 32103 del 21 de
Octubre de 2009.
En otra sentencia la casación 31950 del 19 de Agosto de 2009. M.P. Sigifredo Espinosa
Pérez, se le permite conclusiones y valoraciones subjetivas a testigos no idóneos para
estos fines.

DIFERENCIAS ENTRE ENTREVISTA, VALORACIÓN PSICOLÓGIC A Y


VALORACIÓN PSICOLÓGICA FORENSE

En la praxis, se encuentra que el psicólogo en escenarios contenciosos responde a las


preguntas judiciales que en sus contextos le formula la autoridad competente,
convirtiendo su labor en una actividad forense, aunque en muchos de los casos adolece
del rigor que en este medio se exige y requeriría para tal fin. Además, sigue siendo clara
la dificultad que existe para consolidar el que las características particulares de cada
profesional, el manual de funciones, las instituciones y las poblaciones objeto,
confluyan de manera armónica en un rol estructurado por parte del profesional de la
psicología, ajustado a la norma y sobre todo ajeno a la probabilidad de incurrir en faltas
éticas y jurídicas. En instancias judiciales se ve la falta de correspondencia entre las
labores solicitadas a los psicólogos, su rol, sus límites y alcances, entre otros aspectos,
con los lineamientos y responsabilidad que implica un concepto forense; es así que se
ve psicólogos con formación y funciones relativas a la psicología clínica en escenarios
judiciales y compareciendo ante los estrados judiciales, pasando por alto incluso
obligaciones éticas (Espinosa, 2011)

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En el mejor de los casos, esta situación genera ambivalencias, dudas y dilemas por parte
de quienes se ven enfrentados a realizar las labores que de su trabajo se derivan,
cuestionándose constantemente desde una perspectiva teórica, metodológica y ética
sobre el desarrollo de su ejercicio profesional y las implicaciones que este conlleva y
buscando de manera vehemente un punto de equilibrio entre el rol asignado, el rol
asumido y el rol posible, que le permitan manejar el conflicto generado por esta falta de
correspondencia. Pero lamentablemente se encuentra la otra postura frente a la misma
situación y es la alienación al contexto en el que se opera, la vivencia patológica de un
síndrome de institucionalización que castra la mirada crítica y objetiva de las cosas y
que establece de manera mecánica, obtusa y absoluta el manejo de su labor. Esto se
espera que se maneje y resuelva en un futuro cuando haya una comunicación fluida y
acompañamiento ininterrumpido de la academia y la investigación científica en el
aparato legislativo y judicial de un país.

Desde esta perspectiva el manejo que le dan algunos psicólogos encargados de la


obtención y validación de un testimonio en países en vía de desarrollo y con órganos
acusatorios, de defensa y asistenciales aún incipientes es preocupante, actúan
completamente alejados de los postulados teóricos y metodológicos planteados por la
comunidad científica internacional y lo peor, haciendo incurrir en error a los operadores
judiciales y por ende al sistema administrador de justicia.

Precisamente en este contexto, y en relación con lo anterior, en muchos casos no se


marca contraste entre las diferentes posibilidades de abordaje que puede desarrollar un
psicólogo tratándose de necesidades forenses. Es así, que se denota la imperiosa
necesidad de conceptualizar y establecer las diferencias entre entrevista, valoración
psicológica y evaluación psicológica forense, términos que se manejan erróneamente de
manera indistinta, y que en el ámbito judicial requieren un manejo claro y responsable.

Entrevista

“La entrevista es un proceso complejo que a veces se topa con oposición. Es posible
que los entrevistados consideren que la entrevista invade su intimidad, que los priva
de sus derechos y constituye una intromisión injustificada en sus secretos” (Yeschke,
2006, p. 17).

La entrevista entendida como el desarrollo de un proceso de comunicación y por ende


de interacción entre dos o más personas, en donde existe un objetivo, un contexto, un
código, un mensaje y una estructura específica, cuyo fin es la obtención de
información. Dependiendo de los elementos nombrados, la entrevista tiene múltiples
clasificaciones, entre ellas: entrevista de selección o laboral, entrevista clínica,
entrevista periodística, entrevista judicial, entrevista semiestructurada, entrevista
forense, etc; en esta clasificación cada una de ellas tiene una definición, identificación
de roles, códigos, mensajes y/o canales específicos para su buen desarrollo, habilidades

Adriana Espinosa Becerra Página 24


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y competencias en quien recae la responsabilidad de adelantarla, objetivos, límites y


alcances, entre otros. En contexto judicial y forense la entrevista es un medio que
reviste especial valor, la Fiscalía General de la Nación de Colombia en su manual de
procedimientos de policía judicial indica lo siguiente:

La importancia de la entrevista y/o interrogatorio radica en la obtención de


información veraz, certera y eficaz para la investigación. Lo anterior implica
hablar y escuchar, clasificar y analizar, seleccionar y evaluar la información
y al entrevistado o interrogado. Su éxito depende de los objetivos y la
planeación.

La entrevista y/o interrogatorio es el método más directo y económico para


obtener información, no puede basarse en parámetros rígidos por cuanto
cada hecho a investigar es diferente, así como la persona a entrevistar o a
interrogar. Por tanto el servidor debe identificar y aplicar correctamente las
técnicas de la entrevista.

La entrevista y/o interrogatorio más que una ciencia, es un arte, por lo cual
es importante que el investigador descubra y practique sus habilidades en
este campo (p. 129).

De igual forma se advierte que dentro de las actuaciones de la policía judicial en


indagación e investigación que se pueden presentar por iniciativa propia y con control
posterior del fiscal, esta justamente: “Entrevistar a presuntas víctimas o testigos
presenciales de un delito observando las reglas técnicas de rigor y registrarlas en
grabación magnetofónica o fonóptica o en cualquier otro medio que la ciencia
ofrezca” (“Manual de procedimiento de Fiscalía en el sistema penal acusatorio” p. 45).
Este señalamiento igualmente tiene correspondencia con lo expuesto en el código de
procedimiento penal colombiano: “[…] La entrevista se efectuará observando las
reglas técnicas pertinentes y se emplearán los medios idóneos para registrar los
resultados del acto investigativo […]” (artículo 206). De esta forma se deja claridad
que las entrevistas en escenario judicial deben ser debidamente registradas, esto
permite básicamente dos cuestiones a saber: uno, la prevención de futura
revictimización a través de nuevas entrevistas por parte de otros funcionarios y/o
profesionales y dos, la posibilidad de pleno ejercicio de verificación y/o controversia y
contradicción de la contraparte dentro del marco que exige el principio de lealtad
procesal.

Según las disposiciones normativas de un país, este tipo de labor se le encomendará a


determinados servidores que en función de su cargo tengan la tarea de adelantar
investigaciones dentro de unos hechos materia de investigación jurídica, tratándose del
ente acusador a este servidor se le atribuyen funciones de policía judicial, y en este
sentido denominan a la entrevista adelantada por estos funcionarios como entrevista
judicial. Dependiendo de los criterios de selección de estas instituciones, diferentes

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tipos de profesionales pueden ser vinculados para asumir estas tareas, por ejemplo los
psicólogos asumiendo un cargo de investigador adelantan este tipo de labores,
entrevistas judiciales. Si bien se espera que estos profesionales por su formación
académica y entrenamiento tenga determinadas habilidades y destrezas que lo
convierten en un actor mucho más eficiente y efectivo no por ello están adelantando
procesos muchos más complejos dentro de la psicología como la valoración o la
evaluación, términos a definir más adelante.

En una entrevista judicial, por solicitud del representante del ente acusador o con el
control posterior de éste, el investigador adelanta este procedimiento con el fin de
recuperar información que permita establecer circunstancias de tiempo, modo y lugar
de unos hechos, por supuesto esto hace que lo recuperado adquiera en muchas
ocasiones naturaleza de testimonio, pero esto no significa que dentro de la dinámica de
una entrevista judicial se adelante un ejercicio de evaluación de credibilidad, no por lo
menos desde la perspectiva de la psicología jurídica y forense y mucho menos desde
los postulados teóricos de la psicología del testimonio. En definitiva, una entrevista
judicial practicada por un profesional de la psicología, sigue siendo una labor de
investigación criminal de un funcionario adscrito al ente acusador con funciones de
policía judicial, tendiente a la recuperación de una información judicialmente
relevante, más no una labor de valoración y/o evaluación psicológica propiamente
dicha, que le permita a este profesional ofrecer conceptos u opiniones avaladas
metodológica y teóricamente por la comunidad científica.

Otro término que tiene cabida en este escenario es el de entrevista forense. Este tipo de
entrevista es la utilizada por los profesionales de diferentes disciplinas forenses
independientemente de la parte procesal para la cual trabajen o incluso desde el
ejercicio privado, que asumiendo un rol de peritos deben interactuar con un testigo
para obtener de ellos información relevante para el cumplimiento de su labor que
eventualmente puede ser tenida en cuenta como medio de conocimiento dentro del
acervo probatorio de un proceso. Franco (2008), al respecto afirma:

Al igual que las anteriores, la entrevista forense tiene como objetivo obtener
información, pero su fin varía radicalmente ya que esta no busca, como en la
entrevista de selección, determinar cuál es la persona adecuada para un
cargo, o como en la entrevista psicológica que tiene como fines terapéuticos.
En la entrevista forense se busca obtener información respecto a hechos
relacionados con conductas punibles. El entrevistador no se “involucra” con
el entrevistado, pues su único fin es la obtención de información, la cual
servirá para esclarecer la comisión de un delito.

En esta entrevista el entrevistador no actúa como terapeuta, no da por


“cierta” o definitiva la información recibida que, a diferencia del terapeuta
en la entrevista psicológica, asume como real y verídica la información
suministrada por el paciente. En la entrevista forense no se pretende ayudar

Adriana Espinosa Becerra Página 26


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SEXUALES

al testigo, víctima o acusado, se busca analizar y evaluar la probabilidad que


tenga el relato de ser verídico. Esta veracidad no hace referencia al criterio
de certeza con respecto a la verdad o el engaño en un relato, sino que se
enfoca a la probabilidad de lo creíble en un testimonio (p. 26).

Cada una de estas entrevistas se desarrollan en diferentes fases que tienen como
objetivo invitar a la planeación de las mismas. De igual manera se espera unas
adecuadas habilidades y condiciones personales del entrevistador como: capacidad de
escucha, flexibilidad, perseverancia, integridad, objetividad, autocontrol, sagacidad,
planeación, pertinencia, verificación, comprensión, entre otros. (Franco, 2008).

Valoración psicológica en contexto judicial

Se trata de aquella acción emitida por el profesional en donde aprecia a través de los
órganos de los sentidos aspectos que tienen relación con materias propias de la
disciplina de la psicología, haciendo una cuidadosa observación del comportamiento
del sujeto, de su lenguaje verbal y no verbal, y de los procesos superiores a través del
barrido general que permite hacer el examen del estado mental, además aborda
aspectos inherentes al sujeto a través de entrevista semiestructurada, con el fin de
facilitar el acercamiento y obtención de la información mínima requerida para estos
fines.

Según Flaherty, Channon y Olson (1991) el examen del estado mental se centra en los
hechos observables más que en la información histórica. Dentro del examen se incluye
la exploración del aspecto general del examinado; el estado afectivo – anímico;
discurso; procesos de pensamiento: forma, contenido, capacidad de abstracción;
percepción, área cognoscitiva: conciencia, orientación, memoria y dentro de ella
memoria inmediata, recuerdo, memoria reciente y memoria remota; función
intelectual: conocimientos generales, cálculo, juicio y comprensión, entre otras.

Este ejercicio es limitado en tiempo y en recursos, razón por la cual sólo le permite al
profesional tener una impresión sobre un fenómeno en particular, sin que ello le
habilite para ofrecer un diagnóstico estudioso y preciso del fenómeno abordado y
mucho menos de una entidad clínica, si fuera el caso. La no utilización de herramientas
de evaluación en este tipo de abordajes exige del profesional de la psicología mesura
en sus apreciaciones y conciencia frente a sus limitaciones.

En relación con la obtención y validación de un testimonio, sería viable que en este


tipo de actuaciones, el profesional encargado recuperara con la ayuda de un protocolo
de abordaje (tratándose específicamente de testimonio infantil) el reporte que frente a
unos presuntos hechos materia de investigación jurídica posee el niño. La selección de
este protocolo de abordaje debe obedecer a las características propias del testigo
infantil, a la ausencia de sesgos y/o reactivos o pasos que impliquen sugestión o

Adriana Espinosa Becerra Página 27


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inducción, entre otros factores que pudieran llegar a contaminar el testimonio. Es


importante resaltar que la utilización de estos protocolos per se, no facultan al
encargado para hacer pronunciamientos sobre la credibilidad del testimonio, a lo sumo
podrá emitir una impresión frente a la solidez del relato en cuanto a estructura,
vocabulario empleado, ubicación espacio temporal, correspondencia entre lenguaje
verbal y no verbal y comprensión de preguntas.

Evaluación psicológica forense

Este tipo de abordaje del cual se encarga un profesional de la psicología con formación
académica y experticia en el área obedece al planteamiento riguroso que el modelo
ideal ofrecido por la comunidad científica y la academia espera se desarrolle en
contextos judiciales y en función de una labor forense. Según Grisso (1986, 1987
citado en Ávila & Rodríguez – Sutil, 1998) es tarea prioritaria de la Psicología
Forense:

Establecer nuevos modelos conceptuales, diferentes de los que están en uso


en la clínica. El psicólogo forense tiene que establecer los objetivos de la
evaluación y construir procedimientos que sean legalmente relevantes. Se
debe esforzar en traducir los conocimientos psicológicos para que sean útiles
desde el punto de vista legal. Como es obvio, el psicólogo o psicóloga
forenses debe poseer un conocimiento suficiente de las características del
Sistema Jurídico en el que va a operar […] (p. 149).

En la evaluación psicológica forense se hace un despliegue de protocolos, técnicas e


instrumentos de evaluación psicológica que respondan a las necesidades de la labor
encomendada a través de recursos idóneos que cumplan con tal fin. Estos deben hacer
parte de una planeación previa de dicho procedimiento con miras a responder a la
pregunta judicial dependiendo de diferentes variables como edad del evaluado,
condición dentro del proceso, tipo de proceso, constructos psicológicos a evaluar, entre
otros. Las etapas de las cuales consta un proceso de evaluación psicológica forense, en
el concepto de quien escribe son:

1. Recepción de la solicitud por la parte procesal interesada


2. Puntualización de los objetivos de la evaluación
3. Revisión de documentos allegados al proceso
4. Generación de hipótesis forenses (transversal y dinámica)
5. Estructuración de la evaluación. Selección de estrategias (protocolos,
técnicas e instrumentos de evaluación psicológica)
6. Consecución de los elementos de logística y bateria de instrumentos de
evaluación (validez y fiabilidad).
7. Puesta en marcha del proceso de evaluación

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8. Recogida de datos no obtenidos de las fuentes de información hasta el


momento agotadas. Entrevistas colaterales. Trabajo interdisciplinario con
investigador y/o demás profesionales.
9. Análisis e interpretación de resultados
10. Interconsulta (colegas y/o profesionales forenses afines)
11. Confirmación y/o descarte de hipótesis forenses
12. Elaboración de informe pericial
13. Preparación de la sustentación en Audiencia de Juicio Oral (eventual)

Tratándose de testimonio, este tipo de actuaciones obedece a la solicitud que se


emanaría de la autoridad competente en relación con la determinación de credibilidad
o no de un testimonio, y se enmarcaría entonces dentro de un proceso de evaluación
psicológica forense compleja entendiendo las dificultades y responsabilidades que
implica este tipo de labor. En este ámbito el concepto último será en relación con
credibilidad y no con verdad – mentira, entendiendo lo intangible y etéreo de este
binomio. Al respecto Urra (2002) indica: “recordemos que es distinto que una
revelación resulte creíble a que sea válida y veraz, es decir que además de ser
coherente en lo verbalizado (cogniciones, emociones y conductas) sea un recuerdo
correcto de lo sucedido, mostrando la realidad acontecida” (p. 432).

El encargado de una evaluación psicológica forense en relación con la credibilidad de


un testimonio, dispondrá entonces, desde los recursos logísticos como espacios
adecuados, medios idóneos de filmación, entre otros; hasta de instrumentos de
evaluación psicológica que permitan explorar y estimar los constructos asociados o
directamente relacionados con el fin de la evaluación y con el escenario jurídico en el
que se esté desarrollando.

El Committee on Ethical Guidelines for Forensic Pshychologists (1991citado en


Hilterman & Andrés-Pueyo, 2005) señala:

[…] los evaluadores forenses deben emitir juicios rutinariamente acerca de


la credibilidad de diversas fuentes de información, intentar conciliar
informaciones contradictorias, y determinar si la información es o no
suficientemente comprensible para permitir una toma de decisiones ajustada
a la información de que se dispone. Se deben incluir y contrastar en un
informe oral o por escrito las decisiones tomadas acerca de la precisión de la
información recogida (p. 15).

Este señalamiento confirma la rigurosidad exigida a un evaluador en ámbito forense y


la necesidad de adelantar los pasos enumerados con anterioridad.

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6. EVALUACIÓN PSICOLÓGICA FORENSE EN DELITOS


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FASES DEL PROCESO

1. Recepción de la solicitud por la parte procesal interesada


El perito forense recibirá una solicitud de la parte procesal interesada en
donde se le expondrá el motivo del peritaje, identificará de dicha solicitud si
la evaluación psicológica forense es para la presunta víctima o el presunto
agresor y cuál es el interés de la evaluación. Las solicitudes más comunes en
delitos sexuales con respecto a la evaluación de la presunta víctima están
relacionadas con la evaluación de la credibilidad del testimonio y la
presencia de sintomatología asociada a abuso sexual; con respecto al
presunto agresor están dirigidas a la evaluación de patrones de
comportamiento y a la probabilidad de emisión de conductas asociadas al
delito que se le imputa.

2. Puntualización de los objetivos de la evaluación


Uno de los principales retos del psicólogo forense es articular la pretensión
de la parte solicitante (la cual corresponderá con un interés particular, con
una pregunta judicial que surge a partir de un proceso que se está
adelantando) con los límites y alcances que tiene la ciencia para poder dar
respuestas. El perito forense estructurará los objetivos de su evaluación,
logrando una total correspondencia entre lo solicitado y lo que su disciplina
le permite hacer con los postulados teóricos y metodologías dispuestas para
tales fines.

3. Revisión de documentos allegados al proceso


Una actividad pericial la mayoría de las veces surge con el transcurrir de un
proceso, con posterioridad a otras actividades principalmente de carácter
investigativo que muy seguramente han quedado documentadas y que
reposarán en la carpeta del proceso que se está adelantando; aun cuando la
tendencia procesal sea la oralidad.

Los resultados de estas actividades son de especial interés para el perito ya


que se convierten en referentes, en antecedentes de especial relevancia para
la generación de hipótesis forenses de trabajo que direccionarán la labor
pericial. De igual manera le permiten encontrar puntos de confrontación que

Adriana Espinosa Becerra Página 30


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son susceptibles de abordar con el evalEn un proceso de delito sexual, por lo


general se encuentran entrevistas practicadas por varias entidades y
profesionales, entre médicos, psicólogos y trabajadores sociales, además de
los resultados del examen sexológico forense, adelantado por médico
forense.

4. Generación de hipótesis forenses


Esta es una de las fases más importantes del proceso de evaluación, que por
su naturaleza transversal y dinámica, acompañan de principio a fin la
actividad pericial. Un perito forense desde el momento en que recibe la
solicitud empieza la construcción de diferentes hipótesis forenses de trabajo
que direccionen la actividad pericial y que dan explicación científica
suficiente a la pregunta judicial.

La actividad pericial debe entenderse como una actividad de investigación


científica a pequeña escala, en donde el perito forense esta llamado al
desarrollo de una actividad metódica enmarcada dentro del método
científico.

De manera inadecuada se observa como en las entrevistas a presuntas


víctimas de delito sexual desde su inicio se asume el hecho de que la persona
vivenció una situación de abuso, no se evidencia el contraste de hipótesis
contrarias, fundamentales para poder desarrollar de manera adecuada una
evaluación psicológica que permitiría descartar o reafirmar alguna de las
mismas, ya que como lo postula Urra (2006), dentro del proceso de
evaluación se encuentra la formulación de hipótesis de tipo correlacional
donde se conjugan las variables psicológicas para poder dar respuesta a las
preguntas judiciales.

El perito deberá formular hipótesis explicativas afirmativas y negativas que


le permitan acercarse al fenómeno de la manera más objetiva, sólo su trabajo
riguroso con la aplicación de la metodología idónea le permitirá confirmar
una de ellas, la cual gozará de suficiencia explicativa a la luz de la ciencia.

5. Estructuración de la evaluación. Selección de estrategias (protocolos,


técnicas e instrumentos de evaluación psicológica)

Dependiendo de todas las variables inmersas en un caso en particular, el


perito forense hará la selección de las estrategias de evaluación que
respondan a las necesidades del caso. Escogerá la metodología más adecuada
y sobre todo pertinente para el desarrollo de los objetivos de evaluación.

Por lo general se hace una clara delimitación de las variables y constructos


psicológicos a evaluar y se escogerá una estrategia que responda a ese interés

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entre las herramientas con las que cuenta el profesional; entre éstas:
instrumentos de evaluación, protocolos, listas de chequeo, técnicas, entre
otros.

En delitos sexuales, es importante verificar la presencia de sintomatología


asociada a abuso sexual, por ejemplo se tendrá que evaluar presencia de
sintomatología asociada a depresión, ansiedad, problemas de adaptación,
entre otros. Y frente a la evaluación de la credibilidad de testimonio tendrá
que acogerse a la propuesta metodológica de mayor aceptación, que para este
caso es el SVA (Statment Validity Analysis), del cual se hablará más
adelante.

6. Consecución de los elementos de logística y bateria de instrumentos de


evaluación (validez y confiabilidad).

El profesional encargado de realizar la evaluación psicología forense debe


contar con un espacio adecuado para tal fin, el modelo ideal propone la
utilización de una cámara Gesell, que es un espacio físico compuesto por dos
habitaciones separadas por un vidrio de visión unidireccional que permite la
observación de lo que ocurre en una de las habitaciones sin que perturbe el
desarrollo del proceso de evaluación, esta cámara cuenta con equipos de
audio y video para la grabación.

Sin embargo, aunque no se cuente con una Cámara Gesell, el espacio debe
ser adecuado, evitando la presencia de terceras personas y de distractores,
pero garantizando la filmación del abordaje.

De igual manera el profesional debe haber adelantado una búsqueda y


consecución de las herramientas que va a utilizar, considerando la
confiabilidad y validez de los mismos.

7. Puesta en marcha del proceso de evaluación


En un espacio adecuado el perito forense pondrá en marcha la estrategia de
evaluación planeada, adelantará la entrevista y aplicará los instrumentos y
herramientas que haya destinado para tal fin.

8. Recogida de datos no obtenidos de las fuentes de información hasta el


momento agotadas. Entrevistas colaterales. Trabajo interdisciplinario con
investigador y/o demás profesionales.

El proceso de evaluación se nutre de la información que pueden ofrecer


fuentes y/o personas cercanas al evaluado, las entrevistas colaterales se
adelantan con padres, cuidadores, profesores y demás personas allegadas a la
persona que está siendo evaluada. De igual forma es importante contar con

Adriana Espinosa Becerra Página 32


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los aportes y referentes que ofrecen investigadores y demás profesionales


que intervengan en el caso.

9. Análisis e interpretación de resultados


Con posterioridad al despliegue de toda la actividad de evaluación el perito
forense tendrá que darle tratamiento y análisis a toda la información
recolectada, de igual forma tendrá que interpretar los resultados de los
instrumentos de evaluación empleados y articularlos con las demás
estrategias desarrolladas.

En la evaluación de la credibilidad de un testimonio de una presunta víctima


de abuso sexual, la información obtenida sobre la presunta situación de
abuso, tras ser filmada se transcribe de manera fiel, con posterioridad se le
da tratamiento y análisis a la información recibida a la luz de lo que expone
la técnica SVA, la cual se expondrá de manera breve más adelante, con su
principal componente CBCA. Este análisis se hace a través de unas matrices
descriptivas como resultado de un análisis de contenido de la declaración
misma.

10. Interconsulta (colegas y/o profesionales forenses afines)


Este es un paso de especial importancia dentro del proceso de evaluación, ya
que el perito buscando minimizar sesgos y perdida de objetividad consulta a
colegas y otros profesionales afines los resultados que hasta el momento ha
obtenido de su actividad pericial; esto le permite considerar aspectos no
abordados y tener un referente profesional frente a su actividad.

11. Confirmación y/o descarte de hipótesis forenses


En esta etapa el perito ya tendrá una hipótesis de trabajo forense confirmada
sobre la cual girará su conclusión profesional, al ser el resultado de una
actividad metódica gozará de suficiencia teórica, metodológica y científica,
para dar respuesta a la pregunta o inquietud judicial planteada en la solicitud.

12. Elaboración de informe pericial


El perito plasmara toda su actividad pericial en un informe, el cual desde la
perspectiva de la comunidad científica debe ser completo, amplio, suficiente
y justo con la actividad desplegada.

13. Preparación de la sustentación en Audiencia de Juicio Oral (eventual)


Eventualmente el perito forense se preparará para ratificar su actividad y
resultados en una audiencia de juicio oral, ante un juez, las partes procesales
y un foro; el profesional será interrogado y contrainterrogado por las partes a
fin de presentar y controvertir, según sea el caso, su labor pericial.

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SEXUALES

Todo lo anterior corresponde con una amplia trayectoria de la investigación científica


en el tema y las diferencias entre estos tres abordajes impacta en la forma como
debería igual diferenciarse un investigador, un perito (tal y como lo entiende la ley) y
un perito forense; y en la calidad de lo que se está ofreciendo como prueba pericial.
Sin embargo la dificultad en reconocer estas diferencias impacta en la interpretación de
las altas Cortes y en sus pronunciamientos. Las sentencias de la Corte Constitucional T
078/10 y T 1015/10 en unos de sus apartes indican lo siguiente:

“…además de no existir formalidades legales para las entrevistas y valoraciones


psicológicas de los menores en el régimen jurídico colombiano, la finalidad de las
pruebas psicológicas es incorporar reglas de la experiencia ajenas al juez por su
carácter especializado y, principalmente, acercar el dicho del menor al operador
judicial, independientemente de la técnica utilizada por el experto…”

“Las técnicas para la elaboración de la entrevista a las víctimas de abusos


sexuales que las sentencias echan de menos, no son exigibles en la legislación
colombiana, ni existe ningún documento que contemple la obligatoriedad de las
mismas bajo ciertas y estrictas modalidades. Es posible que la doctrina y la práctica
extranjera prevean tales exigencias al punto de que su ausencia genere una entrevista
inválida. || No es el caso colombiano y por ello, recurrir a ellas como requisito sine
qua non de un peritazgo psicológico es simplemente darles una connotación que no
tienen, agregar requisitos que no existen e incurrir por ende, en una valoración
defectuosa de la prueba que a la postre terminó afectando los derechos de la víctima
(…) lo medular de la exploración psicológica es que el método empleado (…)tenga
como finalidad minimizar el posible daño que ya se le causa al menor con el
interrogatorio y acompañar a la menor en su relato”.
Estos pronunciamientos siguen dejando claridad de la falta de sinergia entre la ciencia
y la administración de justicia; el que los postulados teóricos avalados por la
comunidad científica, sus modelos y recomendaciones no se encuentren taxativamente
plasmados en una ley, no significa para un profesional formado en ciencia que deba
desconocerlos. Sería impertinente e insensato suponer que todas la teorías, marcos
epistemológicos, método científico, técnicas y demás aspectos de todas las disciplinas
del saber se encuentren plasmadas en la ley para que sean tenidas en cuenta tanto por
profesionales como por los operadores judiciales, y se les pueda entonces atribuir
condición de obligatoriedad.

PROTOCOLOS DE ABORDAJE DE T ESTIMO NIOS

Grupos de investigación científica, la academia y algunas instituciones, entendiendo las


dificultades de recepcionar un testimonio han propuesto diferentes alternativas para el
manejo de este tipo de labores. Estos protocolos actúan como guías, como instructivos,

Adriana Espinosa Becerra Página 34


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SEXUALES

más no como técnicas ni instrumentos de evaluación per se. Su aporte está en indicarle
paso a paso al entrevistador como debe adelantar su labor de recogida de un testimonio,
pero este no le permite hacer pronunciamientos acerca de la credibilidad del testimonio,
ni al psicólogo que los utilice la competencia para hacer un diagnóstico o emitir un
concepto definitivo a la luz de una evaluación psicológica forense (Espinosa, 2011).

Los protocolos encontrados están todos relacionados con manejo de testigos infantiles
presuntas víctimas de algún tipo de maltrato especialmente de delitos sexuales, muy
seguramente esta situación obedece a que en primer lugar el abordaje de población
infantil posee una complejidad especial y en segundo lugar que la problemática de
abuso sexual infantil cada vez va en aumento exigiendo de los sistemas administradores
de justicia exclusivo tratamiento. Steller (1992 citado en Garrido & Masip, 2005) al
respecto afirma:

A lo largo de estos últimos años, el abuso sexual infantil se ha convertido en


un tema de gran preocupación pública y profesional. Algunos países (por ej.,
los EUA) han experimentado un enorme incremento en el número de
denuncias. En muchos países, el número creciente de publicaciones relevantes,
las noticias de los medios de comunicación, congresos, así como la creación
de instituciones para el apoyo del niño, se pueden considerar signos de que se
empieza a tener conciencia de que el abuso sexual infantil es un tema que
merece los máximos esfuerzos posibles, a nivel interdisciplinario, para su
prevención y tratamiento. Desde el punto de vista de los problemas comunes a
las áreas del derecho y la psicología, las influencias psicológicas
potencialmente negativas en niños que actúen como testigos en casos de abuso
sexual infantil parecen ser de especial importancia. Considerando la práctica
jurídica en la mayoría de los países, la provocativa pregunta de si los
tribunales abusan de los niños todavía no se puede responder
satisfactoriamente con un simple “no” (p. 25).

Arruabarrena y De Paúl (2005) por su parte indican:

Una vez que se establecen las diferentes tipologías de maltrato infantil se debe
tener en cuenta que en un importante porcentaje de casos se produce cierto
solapamiento entre ellas. Es frecuente que se den casos en los que aparezcan
simultáneamente el maltrato y el abandono físico, o el maltrato físico y el
abuso sexual […] (p. 35)

Desde la perspectiva clínica terapéutica que estos mismos autores manejan advierten lo
siguiente:

Una de las premisas básicas para desarrollar una intervención eficaz, o


cuando menos apropiada, en las situaciones de maltrato infantil consiste en
haber realizado previamente una valoración adecuada de qué es lo que ha

Adriana Espinosa Becerra Página 35


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sucedido, cuáles han sido exactamente sus consecuencias, por qué se ha


producido y que es lo que sería necesario para su corrección o resolución. Tal
valoración es en realidad un proceso en el que se ha de dar respuesta de
manera sucesiva a una serie de preguntas con un contenido claramente
diferente. Así, preguntarse acerca de las causas del maltrato en una familia no
tiene sentido alguno si no se ha confirmado previamente que se ha producido,
ni tampoco sería necesario preguntarse cómo modificar o corregir un
determinado comportamiento parental si éste no resulta en absoluto dañino
para el niño (p. 67).

A partir de esta misma necesidad terapéutica como fuentes y métodos de recogida de


información es necesario adelantar: entrevistas; observación; cuestionarios, inventarios
o escalas autoaplicadas y registros conductuales (Arruabarrena y De Paúl, 2005).

En escenario jurídico y forense se manifiestan otro tipo de preocupaciones relacionadas


específicamente con la emisión de conceptos sesgados y por supuesto erróneos, y por la
tasa de denuncias falsas. “Esta preocupación ha suscitado un interés cada vez mayor por
la fiabilidad y la validez de los procesos de evaluación del abuso sexual infantil” (Wood
et al., 1996 citados en Cantón, 2004, p. 288).

Según Cantón (2004) la entrevista para conseguir que el niño revele el abuso
sexual ha sido objeto de duras críticas, fundamentalmente por la posible
influencia del entrevistador en la declaración del niño. Policías y abogados
defensores se quejan con frecuencia de que el entrevistador pone las palabras
en la boca del niño, poniendo en duda la validez de estas entrevistas como
pruebas en un proceso legal (p. 289).

Justamente este tipo de dificultades se encuentran dentro de la mayoría de los sistemas


administradores de justicia y se ven de manera más crítica en aquellos países en donde
se encuentran manejos precarios a este tipo de fenómenos. Investigaciones judiciales en
donde se realizan tres y más entrevistas por parte de diferentes funcionarios y/o
profesionales, con diferentes objetivos, diferentes metodologías, entre otros factores se
convierten en el mejor espacio de contaminación de testimonios y revictimización.
Entendiendo precisamente estos aspectos de difícil manejo se han estructurado
diferentes guías y protocolos que pretenden minimizar muchas de estas variables
además de considerar aspectos psicológicos inherentes en un testigo infantil. Al
respecto Berliner y Conte (1993 citados en Cantón, 2004) señalan:

Todas las guías y protocolos pretenden mejorar la validez de los juicios


emitidos por los profesionales incorporando los conocimientos científicos
relevantes y reconociendo la importancia de acomodarse al nivel de
desarrollo social, emocional y cognitivo de los niños. La mayor parte del
debate sobre la competencia de los niños pequeños para prestar declaración
se ha centrado en cuatro temas fundamentales, concretamente en la fantasía

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SEXUALES

(capacidad para distinguir fantasía y realidad), el lenguaje (incapacidad para


expresarse de manera clara y sin ambigüedad), la memoria y la
sugestionabilidad (incapacidad para resistirse a las sugerencias). Los
resultados de los estudios indican que los niños pueden recordar detalles
importantes de incidentes que hayan observado o experimentado. Además,
aunque sus explicaciones puedan ser manipuladas bajo ciertas circunstancias,
un entrevistador que sea consciente de las capacidades y deficiencias de los
niños puede evitar muchos de los problemas que surgen por plantearles
preguntas que los fuerzan a operar en el límite o más allá de sus capacidades
(p. 289).

En esta misma línea Lamb, Sternberg y Esplin (1994 citados en Cantón, 2004) indican:

Las dificultades lingüísticas y de memoria de los niños pequeños no los


convierten en testigos incompetentes; por el contrario, una comprensión
adecuada de sus capacidades y limitaciones debería influir en la forma en que
se les entrevista y en que se interpretan sus explicaciones […] será más
probable que el niño aporte una información exacta cuando se encuentre en
una situación confortable y sin que el entrevistador lo presione, pudiendo
describir lo sucedido con un mínimo de preguntas sugerentes por parte del
entrevistador y concentrar su atención en lo que está contando sin que lo
distraiga muñecos, juguetes y otro tipo de materiales (p. 290).

Otros autores que han investigado y se han pronunciado acerca de estas temáticas han
sido Goodman y Clarke-Stewart (1991 citados en Cantón, 2004) quienes exponen
factores que afectan los testimonios infantiles en relación con la inexactitud de sus
declaraciones, entre ellos enumeran: niños muy pequeños, entrevistas realizadas
después de mucho tiempo en relación con el incidente, intimidación por parte del
entrevistador, comentarios y preguntas planteados con fuerza y de manera reiterativa
por más de un entrevistador. Por su parte, en la revisión de la literatura sobre la
sugestionabilidad del niño, Ceci y Bruck (1993 citados en Cantón, 2004) concluyeron
que los niños de preescolar son mucho más vulnerables a la sugestión que los niños de
edad escolar o que los adultos.

Teniendo en cuenta lo anterior un abordaje a un testigo infantil debe realizarse


considerando los postulados teóricos y científicos relacionados con esta población y
esperando del entrevistador total neutralidad y objetividad. A continuación se exponen
de manera breve unos de los protocolos de mayor utilización en la obtención de
testimonios infantiles.

Entrevista Paso a Paso

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Según Garrido y Masip (2006) el objetivo esencial de la entrevista consiste


en obtener el máximo de información que el entrevistado pueda ofrecer
sobre lo sucedido, y que esta información sea lo más exacta posible. Se trata
fundamentalmente de aprovechar al máximo las capacidades del
entrevistado, evitando las dificultades derivadas de sus limitaciones. Dicho
entrevistado puede ser un niño, una persona con dificultades cognitivas o
con patología psiquiátrica, o un adulto sin ninguna problemática en especial
(p. 385).

Yuille, Hunter, Joffe y Zaparniuk (1993 citados en Cantón y Cortés, 2007) indican
que el formato global de la entrevista paso a paso implica nueve pasos básicos:

construcción del rapport, pedir que recuerde dos sucesos específicos,


explicarle al niño la necesidad de decir la verdad, introducir el tema objeto
de la entrevista, estimular una narración libre, plantear preguntas
generales, plantearle preguntas específicas (si es necesario), utilización de
instrumentos de ayuda en la entrevista (si es necesario) y conclusión de la
entrevista (p. 131).

Varios autores coinciden en indicar que la entrevista debe hacerla un entrevistador


adecuadamente entrenado y con experiencia (Cantón, 2004, 2007; Garrido, 2005,
2006; entre otros). De otro lado, Yuille et al. (1993 citado en Garrido y Masip, 2006)
indica:

La entrevista se grabará, a ser posible en video. Esta grabación permitirá:


(a) examinar si realmente la entrevista se ha hecho de forma correcta, (b)
disponer de un registro literal de los sucedido durante la misma y de lo
dicho por el entrevistado, y (c) hacer que el entrevistado no deba ser
sometido a sucesivos interrogatorios. Una fuente de incomodidad para
muchas víctimas consiste en tener que ser entrevistadas repetidamente (p.
386).

Guía de Poole y Lamb. Protocolo de Michigan

Poole y Lamb (1998 citados en Cantón, 2007) recomiendan que el entrevistador debe
prepararse para hablar con los niños procurando obtener el máximo de información
sobre su situación; también debe familiarizarse con temas que faciliten la construcción
del rapport; además de conocer datos de utilidad dentro de la entrevista como
conformación del núcleo familiar, custodia, nombres de sus familiares y amigos, entre
otros datos que deben recuperarse a través de entrevistas colaterales, revisión de
documentos, revisión de informes policiales, entre otras fuentes de información.

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Los postulados teóricos producto de la investigación científica y la guía propuesta por


Poole y Lamb fueron adoptados por el grupo de trabajo del gobernador para la justicia
del menor y la agencia para la independencia de la familia del Estado de Michigan,
razón por la cual la propuesta de estos autores es también conocida como el Protocolo
de Michigan (1998), esta guía tiene los siguientes componentes: preparar el entorno,
presentación del entrevistador, exploración de la competencia legal (identificación y
diferenciación del entrevistado frente al binomio verdad/mentira), establecimiento de
reglas de base, completar el establecimiento del rapport con una entrevista de práctica,
introducción del tema, narrativa libre, interrogatorio y clarificación, y cierre.

Protocolo NICHD

Orbach, Hershkowitz, Lamb, Sternberg, Esplin y Horowitz (2000) investigadores del


National Institute of Child Health and Human Development (NICHD), propusieron una
guía para facilitar el abordaje a menores presuntas víctimas, ésta tiene muchos aspectos
en común con los demás procedimientos empleados para estos fines.

Según Cantón (2007) el protocolo NICHD esta diseñado para que los niños
practiquen explicando con detalle sucesos que hayan experimentado, antes de
que el entrevistador les pida que narren el suceso objeto de la entrevista. Se les
advierte que deben decir la verdad, al tiempo que se les estimula para que
corrijan al entrevistador o para que contesten con un “no lo sé” cuando sea
pertinente. También incluye técnicas de reconstrucción del contexto, como
visitar la escena de los sucesos denunciados.

El protocolo NICHD incluye una secuencia de dieciocho fases para la


celebración de la entrevista: presentación de las partes y sus funciones, la
cuestión de la verdad y la mentira, la construcción del rapport, un muestreo del
lenguaje, describir un suceso importante reciente, la primera narración
explicativa del suceso alegado, explicación del último incidente (si ha
informado de múltiples incidentes), realizar preguntas aclaratorias […], hacer
preguntas abiertas complementarias sobre el último incidente, narración del
primer incidente, preguntas indicio sobre el primer incidente, preguntas
abiertas/cerradas complementarias sobre el primer incidente, narración de otros
incidentes que el niño también recuerde, preguntas aclaratorias, preguntas
directas complementarias sobre el incidente, planteamiento de preguntas
conductivas sobre detalles importantes desde un punto de vista judicial y que el
niño no hubiera mencionado, invitación para que aporte cualquier otra
información que estime oportuna y, finalmente, volver a un tema neutro (p.
142).

Entrevista de Corner House. SATAC-RATAC

Adriana Espinosa Becerra Página 39


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SEXUALES

Con la puesta en marcha de programas de cooperación internacional, América Latina y


en especial Colombia se ha visto beneficiada de capacitación en diferentes temas
relacionados con el fortalecimiento de la administración de justicia, uno de ellos ha sido
la entrevista a testigos infantiles presuntas víctimas de abuso sexual, en donde las
agencias encargadas de cumplir con este objetivo han impartido la utilización de guías
como el SATAC. Esta entrevista comparte como la mayoría de estos modelos unos
pasos a seguir dentro del abordaje a menores presuntas víctimas de delito sexual, a
saber:

Simpatía, el propósito es el establecimiento de la comodidad, la comunicación y la


competencia (según el desarrollo cognitivo y la habilidad del niño); identificación de
anatomía: tiene dos propósitos, uno para determinar el entendimiento del niño y su
habilidad de distinguir entre los sexos, y dos para llegar a un idioma común referente a
los nombres de las partes del cuerpo; la indagación del tacto o de tocamientos: el
propósito es el ensayo de la habilidad del niño para entender y comunicar acerca de los
toques que recibe y da; escenario del abuso: tiene dos objetivos: permitir al menor
relatar los detalles de su experiencia y explorar hipótesis alternativas y la clausura o
cierre: el cual tiene tres objetivos a cumplir, educar al menor con relación a su
seguridad personal, explorar opciones de seguridad y proveer un fin adecuado a la
entrevista (“Curso de entrevistas forenses a niños y su preparación para el juicio”,
2007).

Es importante recordar que estos protocolos tienen como objetivo principal ofrecer un
instructivo a las personas encargadas de abordar testigos infantiles pero no se
convierten en la herramienta que permite ofrecer un concepto de credibilidad de
testimonio ni mucho menos un diagnóstico en relación con el entrevistado. De hecho
este protocolo es aplicado por policías, que no tienen como requisito ser psicólogos,
sino que como función tienen adelantar entrevistas con niños y por eso son entrenados
bajo estos parámetros, es importante insistir que especialmente este protocolo fue
creado y manejado dentro de un marco de actividad investigativa no pericial.

Entrevista Cognitiva

La entrevista cognitiva fue diseñada en el año de 1984 por Geiselman y Fisher en la


Universidad de California en Los Ángeles como una técnica para obtener información
de testigos adultos con el propósito de subsanar las deficiencias de la psicología de
testigos. Geiselman y Fischer (1994 citados en Manrique, 2006) desarrollaron un
completo procedimiento de entrevista dirigido a la obtención de información
cuantitativa y cualitativamente superior a la que es posible obtener mediante las
entrevistas estándar.

Adriana Espinosa Becerra Página 40


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SEXUALES

“La entrevista cognitiva consta de cuatro técnicas generales de incremento de la


memoria, más varios métodos específicos para aumentar el recuerdo del testigo de los
sucesos” (Geiselman y Fisher, 1994, p. 170). Dentro de estas técnicas en la propuesta
original de los autores se encuentra: Reconstrucción de las circunstancias, compleción,
recordar en diferente orden y cambiar de perspectiva; además invitan al uso de otras
técnicas mnemónicas específicas para elicitar datos específicos de información como:
apariencia física, nombres, números, características del habla y conversación; todas
ellas llevadas a cabo a través de preguntas cerradas y secuenciales que le permiten al
entrevistado evocar la información.

Debido a la gran acogida que ha tenido la entrevista cognitiva desde sus inicios con el
respaldo en términos de eficacia que ha dado la investigación se ha demostrado que la
utilización de la entrevista cognitiva permite obtener más información de los testigos
que una entrevista estándar, sin que se incremente la información incorrecta (para
extensos estudios sobre la temática ver Köhnken, 1995, 1999 citado en Cantón, 2007 y
Garrido y Masip, 2006; Geiselman y Fisher, 1994; Poole y Lamb, 1998, entre otros).
Sin embargo a pesar de las ventajas de la entrevista cognitiva pueden resultar algunas
de las técnicas problemáticas cuando se aplican con niños menores de siete u ocho años
de edad (Poole y Lamb, 1998 citados en Cantón, 2007). Ante la posibilidad de que los
niños no entiendan bien determinados procedimientos de la entrevista cognitiva,
algunos autores han optado por darles un entrenamiento especial, modificando para ello
la entrevista cognitiva (Geiselman, Saywitz y Bornstein, 1993 citados en Cantón, 2007).
Para evitar las dificultades que plantean determinados componentes de la entrevista
cognitiva cuando se usan con los niños, un equipo de investigadores ingleses y
alemanes ha llevado a cabo una serie de estudios para la elaboración de la Entrevista
Estructurada (por ejemplo, Memon, Holley, Wark, Bull y Koehnken, 1996; Memon,
Wark, Bull y Koehnken, 1997; Memon, Wark, Holley, Bull y Koehnken, 1997).
Básicamente se trata de aplicar sólo aquellos componentes de la entrevista cognitiva
que presentan menos dificultades, aunque manteniendo los elementos esenciales que
permitan la obtención de una descripción detallada (Cantón, 2007, p. 126)

La entrevista cognitiva y la investigación derivada de ella han tenido una gran


influencia en la elaboración de los demás protocolos, la mayoría de los cuales
recomiendan el seguimiento de una determinada secuencia: construcción del rapport,
suministrar instrucciones claras sobre el objetivo y las reglas de la entrevista, centrarse
en la obtención de una narración libre sin interrupciones por parte del entrevistador, la
clarificación y el cierre de la entrevista (Poole y Lamb, 1998 citados en Cantón, 2007).

SISTEMA DE ANÁLISI S DE LA VALIDEZ DE LAS DECLARACIONES (SVA)

Adriana Espinosa Becerra Página 41


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SEXUALES

La víctima, como testigo, hace frente al problema de su credibilidad, se


duda de su testimonio precisamente cuando muchos delitos se producen en
situaciones de intimidad en las cuales no hay otros testigos y no producen
secuelas físicas objetivables y nos encontramos ante dos declaraciones
contradictorias: la del acusado y la de la víctima (Hernández, 2002, p. 260).

En el mismo sentido Vásquez (2008) indica: “El que este tipo de delitos […] casi
nunca deje huellas físicas, obliga a los tribunales a tomarse con sumo cuidado el
testimonio de la víctima” (p. 123). La técnica más conocida e investigada en el
enfoque de los indicadores verbales es el método conocido como Análisis de la
Validez de la Declaración (Statement Validity Analysis, SVA) y su elemento central,
el Análisis del Contenido Basado en Criterios (Criteria Based Content Analysis,
CBCA) que se centra en la declaración directa sobre el abuso sexual.

El SVA tiene tres componentes principales: Primero el protocolo de entrevista,


utilizado para recoger información; la entrevista la debe hacer una persona entrenada,
en ella se exploran sistemáticamente una serie de hipótesis, y se sigue un protocolo
para no sesgar las respuestas del niño. Segundo se desarrolla el Análisis del
Contenido Basado en Criterios (CBCA), utilizado para analizar la información
recogida con la entrevista; el CBCA se aplica sobre la transcripción de la entrevista,
consiste en una lista de 19 criterios de realidad o de contenido cuya presencia en la
declaración es un indicador de la validez de la misma. Y tercero, la lista de validez,
desarrollada para cualificar los resultados del análisis y tomar una decisión final;
entre otras cosas, la lista de validez comprueba que la entrevista se haya hecho
correctamente, que el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño sea el adecuado, y
que la evidencia externa más sólida no contradiga los resultados del análisis de la
declaración (Masip y Garrido, 2007).

La entrevista como se ha anotado con anterioridad debe ser adecuada y en


extremo rigurosa, evitando contaminación del testimonio y facilitando de
manera constante los procesos de memoria. Cortés y Cantón (2007)
aseguran que para situar las declaraciones en un contexto más amplio se
realiza también una evaluación psicológica que proporcione una imagen de
los aspectos positivos y negativos del niño, del contexto y del nivel general
de funcionamiento de la familia. Se deben utilizar medidas estandarizadas
que permitan recabar información sobre la salud física del niño y sobre su
desarrollo social, emocional, sexual, cognitivo y lingüístico (p. 205).

Por otro lado, el CBCA se puede considerar como un intento de construir un


procedimiento estandarizado que permita determinar el valor que tiene
como prueba una determinada declaración. Su base teórica radica en la
Hipótesis de Undeutsch de que las afirmaciones realizadas por un niño
sobre sucesos que realmente ha experimentado difieren de manera
cuantificable de las afirmaciones falsas o producto de la fantasía, de

Adriana Espinosa Becerra Página 42


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SEXUALES

manera que un análisis de la declaración realizada puede discriminar entre


una declaración verdadera o falsa sobre lo sucedido. Los sucesos
experimentados se describen con una mayor riqueza de detalles y con unas
vinculaciones más claras con otros sucesos del mundo real, en comparación
con los sucesos que han sido inventados o imaginados. Además, Undeutsch
afirmaba que la evaluación científica de la veracidad de un testimonio se
fundamenta en dos pilares: la entrevista y el análisis de la declaración
obtenida. Juntos forman un conjunto metodológico (Cortés y Cantón, 2007,
p. 204).

De esta forma, partiendo de una adecuada entrevista, en donde el entrevistador hace


un esfuerzo considerable por minimizar las variables de contaminación y obtener el
máximo de información por parte del niño procurando que ésta sea lo más exacta
posible, se realiza la transcripción literal y fiel de la misma y sobre ésta se da
aplicación al CBCA.

Tal y como lo describen Steller y Köhnken (1990, 1994 citados en Masip y Garrido,
2007), el CBCA consta de una serie de 19 criterios de veracidad o de contenido cuya
presencia en la declaración es un indicador de que ésta se basa en la experiencia
personal del narrador, más que en mentiras o sugestiones de otras personas (por ej.,
Raskin y Esplín, 1991). Los criterios del CBCA son los siguientes (p. 110):

a. Características Generales: los discernimientos abordados en esta categoría se


refieren a la declaración como un todo y valoran la coherencia y capacidad
informativa. Dentro de esta se encuentran los siguientes criterios: estructura
lógica, elaboración no estructurada y cantidad de detalles.
b. Contenidos Específicos: En esta categoría adquieren especial relevancia los
detalles. “Se asume que un niño que inventara la declaración no sería capaz de
incluir en la misma estos contenidos, ya que ello superaría sus capacidades
cognitivas” (Masip y Garrido, 2007, p. 111). Dentro de esta se encuentran:
engranaje contextual, descripción de interacciones, reproducción de
conversaciones y complicaciones inesperadas.
c. Peculiaridades del contenido: En este apartado se esperan reportes específicos
que aumenten el grado de convicción acerca de la declaración, en donde se
esperan pormenores en relación con la situación. En esta categoría se
encuentran los siguientes criterios: detalles inusuales, detalles superfluos,
incomprensión de detalles que se narran con precisión, asociaciones externas
relacionadas, alusiones al estado mental subjetivo, atribución del estado
mental del autor del delito.
d. Contenidos referentes a la motivación: En esta condición se encuentran
correcciones espontáneas, admisión de falta de memoria, plantear dudas sobre
el propio testimonio, autodesaprobación, perdonar al autor del delito. Y la
última categoría es

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SEXUALES

e. Elementos específicos del delito: en donde se contrasta el reporte con las


declaraciones que son propias o características de este tipo de
acontecimientos, su único criterio se denomina: detalles característicos del
delito. Para una revisión extensa de las especificaciones de cada uno de los
criterios consultar Masip y Garrido, 2007; Pozo, 2007; Vásquez, 2008, entre
otros.

Es así, que como se ha insistido, con una entrevista idónea, la grabación de la misma
y la posterior transcripción literal y fiel, se adelanta sobre esta última el CBCA, en el
momento de hacer el análisis se considerarán solamente los contenidos referentes al
presunto incidente sexual.

Según Vásquez (2008) la evaluación debe hacerse por dos psicólogos expertos. El
análisis de la entrevista grabada debe ser analizada [sic] por cada uno de ellos y por
separado. Tras evaluar individualmente cada criterio, hay que tomar una decisión
global de la validez del testimonio. Después se ponen las evaluaciones y conclusiones
en común. El informe final es producto del acuerdo interjueces (p. 137).

El SVA con su principal elemento el CBCA ha sido sujeto de múltiples trabajos de


investigación científica en diferentes latitudes; una de las premisas producto de tan
ardua labor es justamente la expuesta por Masip y Garrido (2007):

Es importante señalar que, aunque el CBCA (y el conjunto global de la SVA) se


desarrolló para la evaluación de las declaraciones infantiles de abuso sexual, la
investigación empírica que revisa Vrij ha examinado si el procedimiento discrimina
adecuadamente ente declaraciones verdaderas y falsas ofrecidas por adultos y no sólo
por menores, ofrecidas no sólo por posibles víctimas sino también por testigos u otras
personas, y referentes no sólo al abuso sexual sino también a otros temas (p. 114).

En otras de sus revisiones Masip y Garrido (2005) en relación con el CBCA advierten
lo siguiente:

[…] algunas técnicas concretas (como el CBCA) están orientadas a confirmar la


declaración, y no a refutarla (identificar mentiras). Además una aproximación
neutral al tema exige, como es el caso en la investigación experimental, explorar de
forma exhaustiva todas las posibilidades, tanto la de que se mienta como la de que se
diga la verdad, erradicando en la medida de lo posible toda preconcepción o sesgo
previo […] El empleo de la fórmula “evaluación de la credibilidad” pretende
adoptar una actitud más neutral, así como reflejar la realidad de que, mientras la
mayoría de orientaciones presentan un sesgo inicial a la identificación de las
mentiras, otras – como el CBCA- parecen orientadas a verificar verdades (p. 145).

Por último se tiene la Lista de Validez, con esta se pretende apreciar toda la
información a la que pueden tener acceso los evaluadores para finalmente ofrecer un

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SEXUALES

concepto sobre la validez de la declaración. Algunos autores exponen que esta fase
esta constituida por 11 criterios (ver Vásquez, 2008), sin embargo otros autores
indican la presencia de 13 criterios enmarcados en dos categorías como Masip y
Garrido (2007), dicha lista de validez comprendería los siguientes elementos:

I) Factores relacionados con la declaración


a) Características psicológicas: limitaciones cognitivo-emocionales, lenguaje
y conocimiento, emociones durante la entrevista y sugestionabilidad.
b) Características de la entrevista: procedimientos de entrevista e influencia
sobre los contenidos de las declaraciones.
c) Motivación: circunstancias de la alegación original, motivación para
declarar, influencia por parte de otros.

II) Cuestiones investigativas


a) Falta de realismo (inconsistencia con las leyes de la naturaleza),
b) declaraciones inconsistentes,
c) cevidencia contradictoria y
d) características del delito.

El control de la realidad (RM)

Jhonson y Raye (1981 citadas en Masip y Alonso, 2006) indicaron la diferencia entre
dos posibles orígenes de los recuerdos: un origen externo, basado en procesos
perceptivos, y un origen interno, basado en el razonamiento, la imaginación y/o el
pensamiento.

Especificaron cuatro tipos de información que podrían hallarse en los


recuerdos: atributos contextuales (espaciales y temporales), atributos
sensoriales (formas, colores, olores, sonidos, etc.), atributos semánticos, y
operaciones cognitivas. Propusieron que los recuerdos de origen externo (de
eventos percibidos) tendrán más atributos contextuales, sensoriales, y más
detalles semánticos que aquellos de origen interno (imaginados). Estos
últimos, por su parte, tendrán más alusiones a procesos cognitivos (p. 518).

PRINCIPALES ERRORES EN LO S A BORDAJES A MENORES, PRESUNTA S


VÍCTIMAS DE DELITO SEXUAL

Basándose en los análisis de transcripciones obtenidas de jueces, abogados, padres,


psicoterapeutas y pediatras, así como en otros estudios publicados, Bruck y otros

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SEXUALES

(2001), enumeran los siguientes procedimientos que a menudo se emplean en las en-
trevistas. Es importante tener en cuenta que esta lista se basa en el examen de
entrevistas reales, no en suposiciones.

1. No se hacen preguntas que exploren explicaciones alternativas al abuso sexual.


2. No se pregunta sobre acontecimientos inconsistentes con la hipótesis del
abuso sexual.
3. Cuando las declaraciones del menor son consistentes con esta hipótesis, no
se somete a prueba su autenticidad.
4. Si el niño ofrece evidencia inconsistente, esta se ignora o se reinterpreta para
que "encaje" en la hipótesis del abuso.
5. Se interpela repetidamente al niño hasta que se obtiene la respuesta deseada.
6. Se refuerzan selectivamente determinadas respuestas; en ocasiones llegan a
emplearse amenazas y sobornos.
7. Se emplean muñecos anatómicamente correctos.
8. Se inducen estereotipos; por ejemplo, se dice al niño que el sospechoso "es
malo" o "hace cosas malas".
9. Se utiliza la "imaginación guiada" o disclosure work: "Se pide a los niños que,
en primer lugar, intenten recordar o fingir si algún acontecimiento ocurrió y que
luego se hagan una imagen mental del acontecimiento y piensen en sus detalles.
En algunos casos los entrevistadores piden a los niños que imaginen aconteci-
mientos que son consistentes con las creencias de los entrevistadores, pero que
no han sido mencionadas por los niños testigos" (Bruck y otros, 2001, p. 98).
10. No se formulan preguntas abiertas, sino muy cerradas y dirigidas.
En un trabajo inédito, Sachsenmaier y Watson (1998, citados en Masip y Garrido,
2007) observan también que las personas que ellos denominan "validadores" (quienes
contribuyen a validar falsas alegaciones), se caracterizan por los siguientes elementos:
1. "Yo no soy un policía; simplemente considero verdadero lo que me dice". Esta
actitud sólo es admisible si el profesional está tratando a una víctima cuyo trauma
es evidente e inequívoco.
2. Creencia de que los niños nunca mienten sobre el abuso sexual.
3. Creencia de que si el niño habla del abuso sexual, entonces esto es "la verdad",
pero que si dice que el abuso no sucedió, entonces esto no es "la verdad".
4. Algunos evaluadores creen cualquier alegación, con independencia de lo absurda,
bizarra e improbable que sea (ej., abusos con sacrificios rituales, etc.).
5. Empleo reiterado de preguntas sí/no
6. Diagnosticar el abuso sexual a partir de sus síntomas conductuales
7. Secretismo: creencia de que si un menor no informa del abuso pero muestra
conductas que el entrevistador cree que se asocian al abuso sexual, entonces es
que el abuso ha sucedido pero el niño ha sido amenazado para que no hablara.
8. Empleo inadecuado de la autoridad.

Adriana Espinosa Becerra Página 46


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9. Combinación de los papeles de evaluador y terapeuta. El evaluador debe ser


alguien neutral cuyo objetivo consista en alcanzar la verdad de lo sucedido. El
terapeuta debe ser un defensor del menor y un apoyo para él. Su función consiste
en lograr la adaptación del niño y la superación del trauma una vez se haya
probado el abuso, no debiera ser la misma persona quien asumiera ambos roles.
10. Basar las conclusiones (que se prefieren) sólo en una parte de los datos disponibles.
11. No permitir que el niño diga que el abuso no se ha producido. La negación del
niño no consiste necesariamente en una retractación debida a amenazas del
abusador o a cualquier otra razón.
12. Realizar múltiples entrevistas y no grabarlas. Si se grabaran, no habría necesidad
de interminables series de entrevistas que agotan al menor y son en si mismas una
forma de abuso. Además, podría examinarse si la entrevista se ha hecho bien
(Lamb, 1994).

Justo es decir que la mayor parte de los profesionales emplean estos procedimientos con
la mejor voluntad, para lograr ayudar al niño y descubrir un abuso que están convencidos
que se ha producido. Sin embargo, toda asunción a priori basada en meras intuiciones
resulta peligrosa, a la luz de lo sugerentes que pueden ser los procedimientos
enumerados. Muchos de los profesionales que emplean estas técnicas quizás no estén
informados de sus peligros. Es necesario que tomen conciencia de ellos (Masip y
Garrido, 2007).
Otros errores que enumeran Masip y Garrido (2007) en su amplio trabajo de
investigación y revisión de carácter transcultural aparecen:
1. La utilización de premios, alabanzas y castigos, tanto verbales como físicos.
Esta técnica consiste en decir al niño que declara los abusos que es muy
bueno, inteligente, que colabora con la justicia, así como llamar tonto al
que no admite los abusos, o castigarlo sin ir al servicio hasta que los
admita.

2. La presión social, que consiste en decir al niño que otros compañeros ya


han confesado y que a ver qué va a hacer él. Sabido es en psicología social,
que esta práctica produce asentimientos incluso en contenidos que son
evidentemente falsos, y que hasta en el testimonio de adultos genera
seguridad en sus declaraciones (Cutler y Penrod, 1995). Es, también, una
estratagema muy coercitiva utilizada por los policías para obtener
declaraciones de los sospechosos (Conti, 1999; Drizin y Leo, 2004;
Qudjonsson, 1992; Inbau y otros, 2001; Kalbfleisch, 1994; Kassin, 1997,
2005, citados en Masip y Garrido, 2007).

3. El forzar a los niños a imaginar cómo pudieron haber sido los hechos. Es lo
que normalmente se entiende por disclosure work.

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4. Empleo de muñecos anatómicamente correctos, dibujos y técnicas


proyectivas. Quizás el tema de los muñecos anatómicamente correctos sea
uno de los más controvertidos y con mayor disparidad de opiniones,
aunque, las revisiones son concluyentes. Los profesionales alegan que el
empleo de muñecos resulta de ayuda con niños muy pequeños, debido a sus
capacidades lingüísticas limitadas. Sin embargo, no hay evidencia empírica
de que un menor pueda representar con un muñeco lo que no puede
expresar verbalmente (Wakefield y Underwager, 1994). Tampoco existe
ningún protocolo estándar para el empleo de los muñecos (APA, 1991), con
lo que este se deja a la idiosincrasia de cada investigador, y no debe
confundirse la experiencia profesional con la evidencia científica (Skinner,
Derry y Giles, 1992, citado en Wakefield y Underwager, 1994).

i. "Algunos niños que no han sido abusados pueden iniciar conductas de


juego sexualizado cuando se les ofrece muñecos anatómicamente
detallados, aunque
dicho juego es más común en los niños abusados. No obstante, la
mera presencia de juego sexualizado con muñecos no debería ser
empleada en y por sí misma
para concluir que un niño ha sido abusado sexualmente" (Lamb,
1994, citado en Masip y Garrido, 2007).

5. La validez de dibujos y técnicas proyectivas relacionadas, como el test de


dibujar una persona, el test casa-árbol-persona, el dibujo de una familia,
etc., no se ha visto apoyada por la investigación empírica rigurosa (Masip y
Garrido, 2007). Steller (2000) expone lo siguiente:

"Nos encontramos con todo tipo de interpretaciones claramente absurdas


de los dibujos de los niños, materiales proyectivos o las interacciones de
los niños con los llamados muñecos anatómicamente correctos. Estas
interpretaciones se suelen formular con terminología psicoanalítica, pero a
menudo constituyen la peor psicología de andar por casa”.

6. Preguntas cerradas durante la entrevista. Es importante que los niños


víctimas de abuso sexual sean capaces de proporcionar declaraciones que
contengan la adecuada cantidad de información y de detalles relevantes para
el caso. Para ello, deben emplearse preguntas abiertas.

7. Entrevistas repetidas. Un serio problema de las entrevistas repetidas es que


la información engañosa que pueda introducirse en una entrevista se habrá
incorporado a la memoria la próxima vez que se pregunte al niño. Ni
siquiera el primer profesional que vea al niño será, con toda probabilidad,
el primero en entrevistarle, lo cual supone un serio problema. El niño será

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entrevistado en primer lugar por los padres y/o los profesores, luego por
los compañeros, otros familiares, algún pedíatra, la policía, el psicólogo
clínico; posteriormente deberá declarar una o varias veces durante la
instrucción del caso, de la instrucción al experto y finalmente en el juicio
oral. Si en cada una de esas entrevistas se va aportando información
engañosa (y es natural que se haga, dado el desconocimiento de legos y de
no tan legos sobre técnicas sugerentes), al final el profesional se encuentra
con una enorme dificultad para poder llegar a una conclusión de
credibilidad (Masip y Garrido, 2007).

8. Empleo inadecuado de la autoridad. Si tenemos en cuenta quiénes son las


personas que suelen interrogar al niño en los contextos legales, se
entenderá que todas actúan en nombre de la autoridad que les confiere no
ya ser meramente adultos, sino además ser maestros, padres, policías,
jueces, psicólogos y, por encima de todo, que estos interrogatorios se
hagan en un contexto legal.

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