Aportes de La Psicologia Forense No. 2
Aportes de La Psicologia Forense No. 2
Aportes de La Psicologia Forense No. 2
CONTENIDO
1. ASPECTOS MOTIVACIONALES ............................................................................................................................. 3
2. MAPA CONCEPTUAL.................................................................................................................................................. 4
5. DESARROLLO DE CONTENIDOS.......................................................................................................................... 6
PSICOLOGÍA FORENSE.................................................................................................................................................. 7
CONTEXTO ........................................................................................................................................................................10
OBJETIVOS.........................................................................................................................................................................10
METODOLOGÍA...............................................................................................................................................................10
PRODUCTO........................................................................................................................................................................12
REFERENCIAS.......................................................................................................................................................................50
1. ASPECTOS MOTIVACIONALES
2. MAPA CONCEPTUAL
3. OBJETIVOS Y COMPETENCIAS
psicológica forense.
Identifica los principales errores que a la luz de la
investigación científica se pueden presentar en el abordaje a
presuntas víctimas de delito sexual.
PRAXIOLÓGICA Reconoce la importancia de la relación interdisciplinaria
inmersa en el ejercicio de la defensa, y por ende la
necesidad de trabajar en equipo.
Argumenta la pertinencia y conducencia de medios de
conocimiento allegados y por estructurar en relación con la
idoneidad de los mismos.
Propone y estructura medios de conocimiento teniendo
claridad en términos adecuadamente utilizados,
metodologías idóneas y roles compatibles.
AXIOLÓGICA Reconoce y actúa de acuerdo con un marco ético y
disciplinar.
Identifica y construye un marco ético relacionado con el
quehacer de la defensa en temas relacionados con la
problemática del delito sexual.
COMUNICATIVA Argumenta la exclusión de medios de conocimiento
allegados, teniendo claridad en términos adecuadamente
utilizados, metodologías idóneas y roles compatibles.
Argumenta la presentación de medios de conocimiento
allegados, teniendo claridad en términos adecuadamente
utilizados, metodologías idóneas y roles compatibles.
Demuestra dominio en intervenciones orales, maneja un
adecuado nivel de fluidez verbal, poniendo en práctica
competencias cognitivas especialmente la argumentativa.
5. DESARROLLO DE CONTENIDOS
PSICOLOGÍA CLÍNICA
PSICOLOGÍA FORENSE
Sin embargo, aunque la mayoría de los autores enumeren las actividades que se pueden
desarrollar desde la psicología forense, es importante reconocer que el derecho es local
y que las actividades de evaluación psicológica forense varían dependiendo del
contexto jurídico en el que se solicitan, de allí la importancia que el psicólogo forense
tenga conocimiento de los aspectos sustantivos, procedimentales y hasta protocolarios,
en el que se desarrolla su labor; así como del manejo riguroso de las herramientas de
evaluación para emitir conceptos ajustados a los planteamientos teóricos y científicos
de la Psicología y que respondan de manera oportuna, efectiva y suficiente a las
preguntas de los operadores judiciales.
Por esta razón el profesional especialista en esta área debe poseer formación académica
a nivel de posgrado en psicología jurídica y/o forense, experiencia en el medio, pero
sobre todo claridad en el objeto de estudio y en sus límites y alcances comprendiendo el
rol y responsabilidad que asume en este campo de especialidad.
Sin embargo aunque al interior de la Psicología Forense esta claridad está bien definida,
en los pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia no se evidencia la misma
situación, por ejemplo en la sentencia de casación 32868 del 10 de Marzo de 2010.
M.P. Sigifredo Espinosa, se confunden los roles entre psicólogo clínico (terapeuta) con
psicólogo forense. Esto que pareciera elemental, pone de manifiesto la brecha existente
entre la ciencia y el entendimiento que le pueda dar la administración de justicia a la
misma; e igualmente salta a la realidad los retos que se deben asumir en este contexto
para que cada vez este distanciamiento sea menor.
Las diferencias entre estas especialidades a parte de los aspectos sustanciales, como el
objeto de estudio, los marcos conceptuales y metodológicos, que incluso se evidencian
a partir de sus definiciones; también se pueden apreciar en cuestiones más formales,
como la manera en que las personas acceden a los especialistas de estas dos áreas.
Una persona que tiene un motivo, una problemática, una situación que ya no le es
manejable desde su perspectiva, y ve la necesidad de ser atendida por un experto,
buscará entonces un psicólogo clínico; la forma como acudirá a este profesional será
por interés propio de buscar ayuda y mediará la voluntad de adhesión a un tratamiento y
la voluntad de cambio. La persona busca esta ayuda terapéutica con el objetivo de
solucionar su problemática, de ponerle fin a aquello que le aqueja.
social al psicólogo, entre otros. Sin embargo aún y con estas otras posibilidades, la
voluntad sigue siendo el principal factor de adhesión a un tratamiento clínico, ya que
sin el interés y decisión del paciente para adelantar una intervención clínica, será
imposible lograr objetivos terapéuticos de mejoría para quien consulta.
Un ejemplo de atención por parte de un psicólogo clínico sería con una persona que ha
perdido un ser querido, que está atravesando un proceso de duelo, y que encuentra que
lleva mucho tiempo sin poder asimilar el evento, que ha perdido el interés en las
actividades que realiza y con anterioridad disfrutaba, que presenta insomnio, fatiga y
pérdida de energía, sentimientos de inutilidad, entre otros; y que no ha visto mejoría,
muy seguramente ante la imposibilidad de solucionar la situación decidirá que necesita
ayuda profesional; en esta persona primero se apreciaría un interés propio por darle
solución a su problemática y voluntad de adelantar y adherirse a un proceso terapéutico
que sumado a una intención de cambio al final verá objetivos terapéuticos logrados, y
representados en la mejoría de su condición.
De otro lado, las personas que tienen acceso a un profesional de la psicología forense lo
hacen la mayoría de las veces por la solicitud, y en algunos casos orden, de una
autoridad competente o de una parte procesal interesada, dentro de un marco judicial y
una actividad y rol específico, dependiendo de la rama del derecho en la que se
encuentre la persona en conflicto con la ley. Será la parte procesal entonces, quien
encuentre la necesidad de construir un medio de conocimiento, una prueba pericial,
producto de una evaluación psicológica forense que corresponda con su teoría del caso,
o con sus intereses particulares; para obtener de la administración de justicia aquello
que considera justo y razonable. Aquí no se presenta el interés propio de solución a sus
problemas psicológicos y la voluntad de cambio, que se percibe en la psicología clínica;
la necesidad de una labor en psicología forense se presenta por intereses judiciales y
tiene un fin estratégico dentro de un proceso judicial. La voluntad tiene otra modalidad,
se sigue considerando en la media en que el evaluado debe estar de acuerdo o consentir
la evaluación, pero no porque vea allí una ayuda profesional para manejar sus
problemas psicológicos, sino porque comprende que puede constituir un medio de
conocimiento en su causa dentro de un proceso judicial.
Un ejemplo de labor desde la psicología forense, podría presentarse con una persona
que padece un retraso mental y que se encuentra vinculada en un proceso judicial como
imputado, la solicitud de una evaluación psicológica forense de esta persona por parte
de la defensa corresponderá a unos intereses puntuales desde su teoría del caso para
acceder a sus objetivos judiciales, tendrá una intención estratégica.
CONTEXTO
Mientras que la labor del psicólogo forense, se desarrolla dentro de un contexto judicial,
en donde lo que prima es la asesoría a la administración de justicia.
OBJETIVOS
METODOLOGÍA
Sin embargo, ambas especialidades han venido desarrollando sus propios instrumentos
que corresponden totalmente con sus intereses de evaluación.
En Psicología Clínica, de manera general, se adelantan las siguientes fases dentro del
desarrollo de su proceso terapéutico: evaluación, diagnóstico, tratamiento y
seguimiento; cada una de estas fases tendrán un objetivo por cumplir y un tiempo
prudencial para su realización, así como unos criterios puntuales y específicos para
saber cuándo se ha agotado cada etapa, estas fases se proponen por el terapeuta y se
conciertan con el paciente, teniendo siempre en cuenta el cumplimiento de los objetivos
terapéuticos. Pueden existir procesos terapéuticos llevados a cabo en meses, incluso en
varios años, esto dependerá del enfoque manejado por el profesional de la psicología,
de la adherencia al tratamiento por parte del paciente y del cumplimiento de metas.
Resnick (1991 citado en Phares, 1999) indica: “Las áreas de habilidad que se
consideran esenciales para el campo de la psicología clínica incluyen: evaluación y
diagnóstico, intervención o tratamiento, consultoría, investigación y aplicación de
principios éticos y profesionales”. (p. 4).
Es importante advertir que las dos especialidades comparten las dos primeras fases:
evaluación y diagnóstico, aunque con objetivos y finalidades diferentes, como ya se
indicó; y aquí radica una de las principales diferencias entre estas especialidades y es
que en psicología forense nunca se adelanta una intervención o tratamiento con el
evaluado; en adelante el interés de la Psicología Forense será servir como asesora de la
PRODUCTO
ASPECTOS ÉTICOS
Es clara la dificultad que existe aún para consolidar que las características particulares
de cada profesional, el manual de funciones, las instituciones y las poblaciones objeto,
confluyan de manera armónica en un rol estructurado por parte del profesional de la
psicología, ajustado a la norma y sobre todo ajeno a la probabilidad de incurrir en faltas
éticas y jurídicas. Lo anterior trae consigo que aún existan temas que en la praxis se
convierten en un asunto de alta sensibilidad como lo es el secreto profesional. Tal y
como lo afirma Carreño y Piñeros (2003) a los psicólogos dentro de su ejercicio se les
atribuye una “licencia para la intromisión” en la vida del otro, en sus conflictos, en sus
temores, en sus esperanzas; lo que coloca al psicólogo en un lugar muy singular frente a
las demás disciplinas. Y si a esto le sumamos el efecto que tal “intromisión” genera en
otros espacios diferentes al de la esfera del propio consultante, la situación se complica.
Es necesario distinguir el objeto de estudio, los fines del mismo, la metodología a
emplear, el marco conceptual y epistemológico y los límites y alcances en los que opera
cada especialidad. Es importante que cada profesional identifique cada uno de los
aspectos anteriormente nombrados para así entender el contenido deontológico de su
labor. Y en últimas asumir una posición respetuosa de las demás especialidades para no
generar ambivalencias e inducir a errores a los actores de los espacios en donde la
psicología hace un ejercicio de inmersión.
Vásquez (2008) planteando aspectos diferenciadores entre una labor clínica y una
forense, expone entre otros, que el forense actúa dentro de un proceso judicial no en
función de las necesidades de una persona concreta sino en función de las necesidades
del procedimiento, aunque aclara que las necesidades de uno y otro no son excluyentes
e incompatibles, y que sigue siendo de especial consideración la persona a evaluar. Lo
anterior, enfatiza en el fin último de la labor de un forense el cual es, como ya se ha
dicho con anterioridad, asesorar al sistema administrador de justicia. Razón por la cual
se evidencian los subsecuentes aspectos diferenciadores entre las especialidades.
Por otro lado, el producto de la labor entre un profesional y otro, también enmarca
grandes diferencias. El resultado de una actuación desde la psicología clínica se
estructura en un documento reservado y de propiedad del paciente como lo es la historia
clínica, donde el terapeuta actúa como custodio de la misma y a la cual se le otorga un
estatus de protección especial en virtud del secreto profesional; mientras que el
resultado de la labor forense se estructura en un informe pericial, el cual puede llegar a
ser de dominio público en la medida en que tenga curso y trámite dentro de un proceso
judicial, incluso llegar a la publicación de los resultados obtenidos en la evaluación
psicológica forense en un estrado judicial ante la presencia no sólo de los operadores
judiciales sino de la audiencia interesada en conocerlos. Esto implica un camino
diferente en el manejo de la relación con el usuario y de la información aportada por
este.
secreto profesional como uno de los derechos del consultante, primero porque así debe
ser y segundo como estrategia de creación y mantenimiento de una relación terapéutica.
En este sentido, Barnett (2008) enfatiza en que la confidencialidad se aplica más
específicamente al trabajo clínico con menores y sus familias, aunque muchos autores
lo entienden de aplicación estricta para todas las poblaciones.
Saber si un terapeuta debe comparecer ante el llamado de un juez para que exponga
información relativa a su paciente dentro de un proceso judicial, decidir si se denuncia o
no una presunta conducta punible cuando la víctima es un paciente que ofreció esa
información en un contexto terapéutico, aceptar un relato de responsabilidad por parte
de un procesado en una evaluación psicológica forense, entre otros muchos ejemplos
son dilemas que se encuentran en relación con el manejo de la información en la
práctica tanto clínica como jurídica y/o forense. Hierro (2002) señala:
Por su parte, el psicólogo jurídico y/o forense también debe desarrollar su labor dentro
del marco de los principios éticos universales, las peculiaridades de esta especialidad
implican que de los principios deontológicos algunos tengan una importancia
preponderante y otros más que tener una expresa claridad se convierten en dilemas no
resueltos por la normatividad vigente y más específicamente por los diferentes códigos
deontológicos de la disciplina manejados en diversos países. A continuación se hace
alusión a algunos de los principios deontológicos que merecen un especial análisis en
contexto forense.
Es importante señalar por qué cobra especial trascendencia este principio en la práctica
forense. Una de las actuaciones que más difusión tiene por parte del psicólogo forense
es lo denominado por algunos autores como “contraperitaje” o “contrainforme pericial”,
dejando claridad que para la autora del presente artículo estos términos adolecen de
especificidad y traen consigo ambivalencias éticas, razón por la cual propone la
utilización del término: “concepto técnico psicológico forense”. Hecha esta salvedad, en
muchas oportunidades al psicólogo jurídico y/o forense le solicitan realizar una revisión
analítica del pronunciamiento hecho por un colega y que de alguna forma se ha
convertido en un medio de conocimiento que alguna de las partes está interesada en
aportarlo al proceso judicial, por supuesto superando las disposiciones procedimentales
expresas para tal fin.
colega o de profesional afín) los cuales son sometidos a análisis metodológico a través
de la literatura científica y de los pronunciamientos de la comunidad científica forense.
Con posterioridad el forense emite un “concepto técnico psicológico forense” con el
cual adelanta una de las funciones de los profesionales especialistas en esta área y es el
de asesoría a la parte solicitante y en la eventualidad al sistema administrador de
justicia. Este concepto se emite en relación exclusiva con lo expuesto en el informe por
parte del colega o profesional afín, nunca en contra del colega como persona.
Sin embargo, aunque es necesario ser muy cuidadosos con la utilización del mismo, es
la única y principal herramienta para responder a los principios éticos y deontológicos,
para proteger los derechos y necesidades de los usuarios de la psicología y para generar
un blindaje frente a posibles quejas y denuncias ante una presunta falta ética y
disciplinaria por parte del profesional. Esta herramienta es imprescindible en todos los
escenarios en los que incursiona la psicología, y el ejercicio de lo forense no se escapa
de su alcance.
Se presenta la errónea creencia que por encontrarse en contextos jurídicos y/o actuar de
acuerdo a la solicitud de autoridad competente se puede prescindir de la utilización del
consentimiento informado. Y es que precisamente, ante la no posibilidad de asegurar
Esta definición de la ley se percibe laxa en la medida en que parecieran no ser mayores
las exigencias en términos de idoneidad del profesional frente a la responsabilidad que
tiene con la construcción y producción de una prueba pericial; una persona recién
egresada de un programa de pregrado que acredite un título legalmente reconocido
puede presentarse como perito ante la administración de justicia, sin considerar
realmente su cualificación y experticia; y aunque el mismo Código de Procedimiento
Penal en su artículo 413 indica: “Las partes podrán presentar informes de peritos de su
confianza y solicitar que estos sean citados a interrogatorio en el juicio oral y público,
acompañando certificación que acredite la idoneidad del perito”. No existe un ente, una
institución o similar que expida “certificados de idoneidad”.
Es por esta razón que ante las pocas exigencias de la ley frente a la figura del perito, es
necesario establecer la diferencia entre un perito y un perito forense.
Un perito forense, comprende que su labor se debe a la asesoría científica que le puede
suministrar a la administración de justicia y no a los intereses particulares. Por eso se
encuentran como cualidades del perito forense la imparcialidad, la objetividad, altas
condiciones éticas, que sea un profesional oportuno, preciso, entre otras muchas
cualidades; para lograr estas condiciones se espera que el profesional tenga una
formación académica y una experiencia que le permita acreditarse como un experto.
Mora y Sánchez (2007) definen al testigo perito de la siguiente forma: “Es una persona
que posee, conocimiento especializado sobre una ciencia, una técnica, un arte, un
oficio, una afición o un idioma, quien ha examinado la evidencia y ha sido designado
para producir prueba pericial dentro del proceso. Se les permite opinar bajo juramento y
les está permitido sacar deducciones y hacer inferencias expertas llamadas
conclusiones, dentro de la producción de la evidencia pericial” (p. 98).
Esta condición atribuida por el sistema a un profesional debe ser asumida con los más
altos estándares de calidad, ya que debe entender que tiene en sus manos la
construcción de una prueba pericial, que en términos generales se puede definir como:
un medio de conocimiento, que es procedente cuando sea necesario efectuar
evaluaciones que requieran conocimientos científicos, técnicos, artísticos o
especializados de un problema fáctico, probatorio y jurídico (problema científico que se
construye), que es solicitado por una de las partes a un perito el cual realiza una
investigación, rinde un informe pericial y lo presenta en juicio ante el juez; quien lo
valora y determina si lo admite o no como prueba. (Capítulo III Parte III. Artículo 405 y
ss. del C.P.P.).
En ese orden de ideas el perito forense asume la responsabilidad de la construcción de
una prueba pericial como una investigación científica a pequeña escala, en donde debe
corresponder con las exigencias del método científico, adelantando una actividad
metódica que le permita argumentar con suficiencia sus conclusiones.
Esta laxitud en denominar a un profesional como perito ante la administración de
justicia se comprueba en pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia Sala de
Casación Penal; en proceso 32595 de noviembre de 2009, al negar el recurso de
casación interpuesto por el abogado defensor al considerar que debía modificarse la
sentencia condenatoria basado en el primer argumento que expuso de la siguiente
manera: “Sostuvo el libelista que en la apreciación de los medios de prueba el juzgado
falló en el razonamiento, desconoció las reglas de la sana crítica, incurrió en errores de
hecho al apreciar la valoración psicológica que realizó la doctora… investigadora
judicial y sicóloga del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía General de la
Nación, porque la profesional no es un perito debidamente especializado en la materia y
se abrogó el derecho de realizar entrevista a la víctima, careciendo del estudio que para
el caso concreto debe tener”. Al respecto y en respuesta a la anterior apreciación la
Corte profirió las siguientes consideraciones: “La entrevista no requiere (por sí) que sea
practicada por un profesional de la psicología titulado, como parece entenderlo el
recurrente; basta con el recaudo de la versión mediante el apoyo de una persona
En el mejor de los casos, esta situación genera ambivalencias, dudas y dilemas por parte
de quienes se ven enfrentados a realizar las labores que de su trabajo se derivan,
cuestionándose constantemente desde una perspectiva teórica, metodológica y ética
sobre el desarrollo de su ejercicio profesional y las implicaciones que este conlleva y
buscando de manera vehemente un punto de equilibrio entre el rol asignado, el rol
asumido y el rol posible, que le permitan manejar el conflicto generado por esta falta de
correspondencia. Pero lamentablemente se encuentra la otra postura frente a la misma
situación y es la alienación al contexto en el que se opera, la vivencia patológica de un
síndrome de institucionalización que castra la mirada crítica y objetiva de las cosas y
que establece de manera mecánica, obtusa y absoluta el manejo de su labor. Esto se
espera que se maneje y resuelva en un futuro cuando haya una comunicación fluida y
acompañamiento ininterrumpido de la academia y la investigación científica en el
aparato legislativo y judicial de un país.
Entrevista
“La entrevista es un proceso complejo que a veces se topa con oposición. Es posible
que los entrevistados consideren que la entrevista invade su intimidad, que los priva
de sus derechos y constituye una intromisión injustificada en sus secretos” (Yeschke,
2006, p. 17).
La entrevista y/o interrogatorio más que una ciencia, es un arte, por lo cual
es importante que el investigador descubra y practique sus habilidades en
este campo (p. 129).
tipos de profesionales pueden ser vinculados para asumir estas tareas, por ejemplo los
psicólogos asumiendo un cargo de investigador adelantan este tipo de labores,
entrevistas judiciales. Si bien se espera que estos profesionales por su formación
académica y entrenamiento tenga determinadas habilidades y destrezas que lo
convierten en un actor mucho más eficiente y efectivo no por ello están adelantando
procesos muchos más complejos dentro de la psicología como la valoración o la
evaluación, términos a definir más adelante.
En una entrevista judicial, por solicitud del representante del ente acusador o con el
control posterior de éste, el investigador adelanta este procedimiento con el fin de
recuperar información que permita establecer circunstancias de tiempo, modo y lugar
de unos hechos, por supuesto esto hace que lo recuperado adquiera en muchas
ocasiones naturaleza de testimonio, pero esto no significa que dentro de la dinámica de
una entrevista judicial se adelante un ejercicio de evaluación de credibilidad, no por lo
menos desde la perspectiva de la psicología jurídica y forense y mucho menos desde
los postulados teóricos de la psicología del testimonio. En definitiva, una entrevista
judicial practicada por un profesional de la psicología, sigue siendo una labor de
investigación criminal de un funcionario adscrito al ente acusador con funciones de
policía judicial, tendiente a la recuperación de una información judicialmente
relevante, más no una labor de valoración y/o evaluación psicológica propiamente
dicha, que le permita a este profesional ofrecer conceptos u opiniones avaladas
metodológica y teóricamente por la comunidad científica.
Otro término que tiene cabida en este escenario es el de entrevista forense. Este tipo de
entrevista es la utilizada por los profesionales de diferentes disciplinas forenses
independientemente de la parte procesal para la cual trabajen o incluso desde el
ejercicio privado, que asumiendo un rol de peritos deben interactuar con un testigo
para obtener de ellos información relevante para el cumplimiento de su labor que
eventualmente puede ser tenida en cuenta como medio de conocimiento dentro del
acervo probatorio de un proceso. Franco (2008), al respecto afirma:
Al igual que las anteriores, la entrevista forense tiene como objetivo obtener
información, pero su fin varía radicalmente ya que esta no busca, como en la
entrevista de selección, determinar cuál es la persona adecuada para un
cargo, o como en la entrevista psicológica que tiene como fines terapéuticos.
En la entrevista forense se busca obtener información respecto a hechos
relacionados con conductas punibles. El entrevistador no se “involucra” con
el entrevistado, pues su único fin es la obtención de información, la cual
servirá para esclarecer la comisión de un delito.
Cada una de estas entrevistas se desarrollan en diferentes fases que tienen como
objetivo invitar a la planeación de las mismas. De igual manera se espera unas
adecuadas habilidades y condiciones personales del entrevistador como: capacidad de
escucha, flexibilidad, perseverancia, integridad, objetividad, autocontrol, sagacidad,
planeación, pertinencia, verificación, comprensión, entre otros. (Franco, 2008).
Se trata de aquella acción emitida por el profesional en donde aprecia a través de los
órganos de los sentidos aspectos que tienen relación con materias propias de la
disciplina de la psicología, haciendo una cuidadosa observación del comportamiento
del sujeto, de su lenguaje verbal y no verbal, y de los procesos superiores a través del
barrido general que permite hacer el examen del estado mental, además aborda
aspectos inherentes al sujeto a través de entrevista semiestructurada, con el fin de
facilitar el acercamiento y obtención de la información mínima requerida para estos
fines.
Según Flaherty, Channon y Olson (1991) el examen del estado mental se centra en los
hechos observables más que en la información histórica. Dentro del examen se incluye
la exploración del aspecto general del examinado; el estado afectivo – anímico;
discurso; procesos de pensamiento: forma, contenido, capacidad de abstracción;
percepción, área cognoscitiva: conciencia, orientación, memoria y dentro de ella
memoria inmediata, recuerdo, memoria reciente y memoria remota; función
intelectual: conocimientos generales, cálculo, juicio y comprensión, entre otras.
Este ejercicio es limitado en tiempo y en recursos, razón por la cual sólo le permite al
profesional tener una impresión sobre un fenómeno en particular, sin que ello le
habilite para ofrecer un diagnóstico estudioso y preciso del fenómeno abordado y
mucho menos de una entidad clínica, si fuera el caso. La no utilización de herramientas
de evaluación en este tipo de abordajes exige del profesional de la psicología mesura
en sus apreciaciones y conciencia frente a sus limitaciones.
Este tipo de abordaje del cual se encarga un profesional de la psicología con formación
académica y experticia en el área obedece al planteamiento riguroso que el modelo
ideal ofrecido por la comunidad científica y la academia espera se desarrolle en
contextos judiciales y en función de una labor forense. Según Grisso (1986, 1987
citado en Ávila & Rodríguez – Sutil, 1998) es tarea prioritaria de la Psicología
Forense:
entre las herramientas con las que cuenta el profesional; entre éstas:
instrumentos de evaluación, protocolos, listas de chequeo, técnicas, entre
otros.
Sin embargo, aunque no se cuente con una Cámara Gesell, el espacio debe
ser adecuado, evitando la presencia de terceras personas y de distractores,
pero garantizando la filmación del abordaje.
más no como técnicas ni instrumentos de evaluación per se. Su aporte está en indicarle
paso a paso al entrevistador como debe adelantar su labor de recogida de un testimonio,
pero este no le permite hacer pronunciamientos acerca de la credibilidad del testimonio,
ni al psicólogo que los utilice la competencia para hacer un diagnóstico o emitir un
concepto definitivo a la luz de una evaluación psicológica forense (Espinosa, 2011).
Los protocolos encontrados están todos relacionados con manejo de testigos infantiles
presuntas víctimas de algún tipo de maltrato especialmente de delitos sexuales, muy
seguramente esta situación obedece a que en primer lugar el abordaje de población
infantil posee una complejidad especial y en segundo lugar que la problemática de
abuso sexual infantil cada vez va en aumento exigiendo de los sistemas administradores
de justicia exclusivo tratamiento. Steller (1992 citado en Garrido & Masip, 2005) al
respecto afirma:
Una vez que se establecen las diferentes tipologías de maltrato infantil se debe
tener en cuenta que en un importante porcentaje de casos se produce cierto
solapamiento entre ellas. Es frecuente que se den casos en los que aparezcan
simultáneamente el maltrato y el abandono físico, o el maltrato físico y el
abuso sexual […] (p. 35)
Desde la perspectiva clínica terapéutica que estos mismos autores manejan advierten lo
siguiente:
Según Cantón (2004) la entrevista para conseguir que el niño revele el abuso
sexual ha sido objeto de duras críticas, fundamentalmente por la posible
influencia del entrevistador en la declaración del niño. Policías y abogados
defensores se quejan con frecuencia de que el entrevistador pone las palabras
en la boca del niño, poniendo en duda la validez de estas entrevistas como
pruebas en un proceso legal (p. 289).
En esta misma línea Lamb, Sternberg y Esplin (1994 citados en Cantón, 2004) indican:
Otros autores que han investigado y se han pronunciado acerca de estas temáticas han
sido Goodman y Clarke-Stewart (1991 citados en Cantón, 2004) quienes exponen
factores que afectan los testimonios infantiles en relación con la inexactitud de sus
declaraciones, entre ellos enumeran: niños muy pequeños, entrevistas realizadas
después de mucho tiempo en relación con el incidente, intimidación por parte del
entrevistador, comentarios y preguntas planteados con fuerza y de manera reiterativa
por más de un entrevistador. Por su parte, en la revisión de la literatura sobre la
sugestionabilidad del niño, Ceci y Bruck (1993 citados en Cantón, 2004) concluyeron
que los niños de preescolar son mucho más vulnerables a la sugestión que los niños de
edad escolar o que los adultos.
Yuille, Hunter, Joffe y Zaparniuk (1993 citados en Cantón y Cortés, 2007) indican
que el formato global de la entrevista paso a paso implica nueve pasos básicos:
Poole y Lamb (1998 citados en Cantón, 2007) recomiendan que el entrevistador debe
prepararse para hablar con los niños procurando obtener el máximo de información
sobre su situación; también debe familiarizarse con temas que faciliten la construcción
del rapport; además de conocer datos de utilidad dentro de la entrevista como
conformación del núcleo familiar, custodia, nombres de sus familiares y amigos, entre
otros datos que deben recuperarse a través de entrevistas colaterales, revisión de
documentos, revisión de informes policiales, entre otras fuentes de información.
Protocolo NICHD
Según Cantón (2007) el protocolo NICHD esta diseñado para que los niños
practiquen explicando con detalle sucesos que hayan experimentado, antes de
que el entrevistador les pida que narren el suceso objeto de la entrevista. Se les
advierte que deben decir la verdad, al tiempo que se les estimula para que
corrijan al entrevistador o para que contesten con un “no lo sé” cuando sea
pertinente. También incluye técnicas de reconstrucción del contexto, como
visitar la escena de los sucesos denunciados.
Es importante recordar que estos protocolos tienen como objetivo principal ofrecer un
instructivo a las personas encargadas de abordar testigos infantiles pero no se
convierten en la herramienta que permite ofrecer un concepto de credibilidad de
testimonio ni mucho menos un diagnóstico en relación con el entrevistado. De hecho
este protocolo es aplicado por policías, que no tienen como requisito ser psicólogos,
sino que como función tienen adelantar entrevistas con niños y por eso son entrenados
bajo estos parámetros, es importante insistir que especialmente este protocolo fue
creado y manejado dentro de un marco de actividad investigativa no pericial.
Entrevista Cognitiva
Debido a la gran acogida que ha tenido la entrevista cognitiva desde sus inicios con el
respaldo en términos de eficacia que ha dado la investigación se ha demostrado que la
utilización de la entrevista cognitiva permite obtener más información de los testigos
que una entrevista estándar, sin que se incremente la información incorrecta (para
extensos estudios sobre la temática ver Köhnken, 1995, 1999 citado en Cantón, 2007 y
Garrido y Masip, 2006; Geiselman y Fisher, 1994; Poole y Lamb, 1998, entre otros).
Sin embargo a pesar de las ventajas de la entrevista cognitiva pueden resultar algunas
de las técnicas problemáticas cuando se aplican con niños menores de siete u ocho años
de edad (Poole y Lamb, 1998 citados en Cantón, 2007). Ante la posibilidad de que los
niños no entiendan bien determinados procedimientos de la entrevista cognitiva,
algunos autores han optado por darles un entrenamiento especial, modificando para ello
la entrevista cognitiva (Geiselman, Saywitz y Bornstein, 1993 citados en Cantón, 2007).
Para evitar las dificultades que plantean determinados componentes de la entrevista
cognitiva cuando se usan con los niños, un equipo de investigadores ingleses y
alemanes ha llevado a cabo una serie de estudios para la elaboración de la Entrevista
Estructurada (por ejemplo, Memon, Holley, Wark, Bull y Koehnken, 1996; Memon,
Wark, Bull y Koehnken, 1997; Memon, Wark, Holley, Bull y Koehnken, 1997).
Básicamente se trata de aplicar sólo aquellos componentes de la entrevista cognitiva
que presentan menos dificultades, aunque manteniendo los elementos esenciales que
permitan la obtención de una descripción detallada (Cantón, 2007, p. 126)
En el mismo sentido Vásquez (2008) indica: “El que este tipo de delitos […] casi
nunca deje huellas físicas, obliga a los tribunales a tomarse con sumo cuidado el
testimonio de la víctima” (p. 123). La técnica más conocida e investigada en el
enfoque de los indicadores verbales es el método conocido como Análisis de la
Validez de la Declaración (Statement Validity Analysis, SVA) y su elemento central,
el Análisis del Contenido Basado en Criterios (Criteria Based Content Analysis,
CBCA) que se centra en la declaración directa sobre el abuso sexual.
Tal y como lo describen Steller y Köhnken (1990, 1994 citados en Masip y Garrido,
2007), el CBCA consta de una serie de 19 criterios de veracidad o de contenido cuya
presencia en la declaración es un indicador de que ésta se basa en la experiencia
personal del narrador, más que en mentiras o sugestiones de otras personas (por ej.,
Raskin y Esplín, 1991). Los criterios del CBCA son los siguientes (p. 110):
Es así, que como se ha insistido, con una entrevista idónea, la grabación de la misma
y la posterior transcripción literal y fiel, se adelanta sobre esta última el CBCA, en el
momento de hacer el análisis se considerarán solamente los contenidos referentes al
presunto incidente sexual.
Según Vásquez (2008) la evaluación debe hacerse por dos psicólogos expertos. El
análisis de la entrevista grabada debe ser analizada [sic] por cada uno de ellos y por
separado. Tras evaluar individualmente cada criterio, hay que tomar una decisión
global de la validez del testimonio. Después se ponen las evaluaciones y conclusiones
en común. El informe final es producto del acuerdo interjueces (p. 137).
En otras de sus revisiones Masip y Garrido (2005) en relación con el CBCA advierten
lo siguiente:
Por último se tiene la Lista de Validez, con esta se pretende apreciar toda la
información a la que pueden tener acceso los evaluadores para finalmente ofrecer un
concepto sobre la validez de la declaración. Algunos autores exponen que esta fase
esta constituida por 11 criterios (ver Vásquez, 2008), sin embargo otros autores
indican la presencia de 13 criterios enmarcados en dos categorías como Masip y
Garrido (2007), dicha lista de validez comprendería los siguientes elementos:
Jhonson y Raye (1981 citadas en Masip y Alonso, 2006) indicaron la diferencia entre
dos posibles orígenes de los recuerdos: un origen externo, basado en procesos
perceptivos, y un origen interno, basado en el razonamiento, la imaginación y/o el
pensamiento.
(2001), enumeran los siguientes procedimientos que a menudo se emplean en las en-
trevistas. Es importante tener en cuenta que esta lista se basa en el examen de
entrevistas reales, no en suposiciones.
Justo es decir que la mayor parte de los profesionales emplean estos procedimientos con
la mejor voluntad, para lograr ayudar al niño y descubrir un abuso que están convencidos
que se ha producido. Sin embargo, toda asunción a priori basada en meras intuiciones
resulta peligrosa, a la luz de lo sugerentes que pueden ser los procedimientos
enumerados. Muchos de los profesionales que emplean estas técnicas quizás no estén
informados de sus peligros. Es necesario que tomen conciencia de ellos (Masip y
Garrido, 2007).
Otros errores que enumeran Masip y Garrido (2007) en su amplio trabajo de
investigación y revisión de carácter transcultural aparecen:
1. La utilización de premios, alabanzas y castigos, tanto verbales como físicos.
Esta técnica consiste en decir al niño que declara los abusos que es muy
bueno, inteligente, que colabora con la justicia, así como llamar tonto al
que no admite los abusos, o castigarlo sin ir al servicio hasta que los
admita.
3. El forzar a los niños a imaginar cómo pudieron haber sido los hechos. Es lo
que normalmente se entiende por disclosure work.
entrevistado en primer lugar por los padres y/o los profesores, luego por
los compañeros, otros familiares, algún pedíatra, la policía, el psicólogo
clínico; posteriormente deberá declarar una o varias veces durante la
instrucción del caso, de la instrucción al experto y finalmente en el juicio
oral. Si en cada una de esas entrevistas se va aportando información
engañosa (y es natural que se haga, dado el desconocimiento de legos y de
no tan legos sobre técnicas sugerentes), al final el profesional se encuentra
con una enorme dificultad para poder llegar a una conclusión de
credibilidad (Masip y Garrido, 2007).
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