Ética en Psicología
Ética en Psicología
Ética en Psicología
tica y psicologa
En trminos comunes, la tica es el conjunto de principios que definen lo
que es bueno y lo que es malo en la vida humana. Alguien es calificado de
tico cuando su actividad es consecuente con esos principios y realiza
aquello que una determinada sociedad estipula como bueno.
Toda profesin, en sentido amplio, supone un saber cientfico y
tcnico, tanto en el orden terico como en el orden prctico. Es decir, toda
profesin supone un conocimiento ms o menos especializado y unas
habilidades vinculadas a ese conocimiento y que permiten actuar el saber.
Se trata, por consiguiente, de un saber terico-prctico. La profesin,
adems, supone un ejercicio de ese saber a nivel pblico al interior de una
determinada sociedad. La tica profesional es, en un primer momento,
aquel conjunto de principios que permite distinguir lo bueno de lo malo en
ese quehacer de un saber terico-prctico en una sociedad, es decir,
cundo ese quehacer es bueno y cundo es malo.
Existen algunas concepciones sobre la tica profesional, muy
extendidas en nuestro medio, y que, en nuestra opinin, representan dos
enfoques errneos que acarrean graves consecuencias: la concepcin de la
tica como un aditamento postizo y la concepcin de la tica como un
conjunto de ideales abstractos y universales.
La tica postiza
La tica profesional es entendida, a veces, como un aditamento, una
aadidura ms o menos postiza, al cuerpo cientfico y tcnico que una
persona o una serie de personas (como entidad personal o colectiva)
ejercen pblicamente en una sociedad. Para ser profesional mdico,
*
Texto introductorio a un libreto organizado por Martn-Bar en 1980 que contiene tres textos: (a) el que se
publica aqu; (b) un texto con las intervenciones de Carl Rogers y B. F. Skinner en un simposio en 1956 de la
Asociacin Psicolgica Americana sobre el control de la conducta humana (vase: Rogers & Skinner,
1956/1972); (c) la ley que regula la prctica profesional de los psiclogos salvadoreos.
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492 Martn-Bar
La tica idealista
Un segundo enfoque, en nuestra opinin errneo, de la tica profesional es
el de partir de un esquema de principios generales, presuntamente
vinculados a una serie de valores absolutos, y en postular que esos
principios se cumplan siempre, en todo lugar y por todos.
Segn esta concepcin tica, habra unos principios que seran
vlidos siempre y en todo lugar, ya que estaran vinculados a la naturaleza
humana como tal. Se tratara, por tanto, de unos principios ticos que
desbordaran la historia (a-histricos o meta-histricos). Ahora bien, este
tipo de tica se apoya en una concepcin peculiar del ser humano, que
prescinde o minusvalora la dimensin histrica. Desde esta perspectiva, el
hombre a lo ms cumple un proceso de desarrollo, pero no una evolucin,
y mucho menos una evolucin dialctica. Si hay unos principios
igualmente aplicables en todo tiempo y lugar, es porque no hay diferencias
esenciales entre el hombre del Imperio Romano, de la Edad Media y de
1982, entre un norteamericano y un saharaui.
En psicologa se encuentran con bastante frecuencia versiones
ahistricas de la naturaleza humana. En general, tienden a incurrir en
este peligro todas aquellas teoras y modelos de la personalidad que
pretenden entender la realidad humana en base a los modos y formas,
ms que a los contenidos, y terminan generalizando esas formas como
principios genricos de comprensin. Algo as ha sucedido con el principio
de la homestasis o con no pocos modelos sobre las escalas de
necesidades. El formalismo en psicologa permite la generalizacin, pero no
la comprensin de aquellas sociedades, personas y acciones que difieren
radicalmente de la sociedad, personas y acciones que sirvieron para la
generalizacin.
En el fondo, un anlisis ideolgico de estas generalizaciones a
histricas y, en general, de esta postura sobre la naturaleza humana
acaba por descubrir tras esa naturaleza genrica y esttica una naturaleza
muy concreta y determinada; una naturaleza que tipifica y absolutiza una
serie de valores (e intereses sociales) muy concretos. Se descubren
aquellos valores que expresan y justifican el orden vigente en un lugar y
momento de la historia. Y el orden vigente es, de hecho, el orden de quien,
en cada caso concreto, detenta el poder.
Aranguren pone a este respecto un ejemplo muy significativo, a
propsito de la moral sexual. En el siglo XIX, nos dice, se instaura la
moral burguesa, que
procede de una cosmovisin individualista, es
fundamentalmente moral de clase, y se presenta como
expresin de un idealismo espiritualista. Las virtudes
cardinales de esta moral son, aparte la laboriosidad (), la
previsin y el ahorro, la virtud del orden, la pulcritud y
limpieza, la seriedad y honradez en los tratos comerciales,
y el buen nombre, es decir, la respetabilidad (Aranguren,
1972, p. 38).
Este cdigo moral, obviamente expresin de unos intereses
concretos, llega a convertirse en el sentido de la moral cristiana sexual,
con lo que las virtudes cristianas fueron as utilizadas para ser puestas al
servicio de una promocin social o de su consolidacin (Aranguren, 1972,
p. 39); de este modo
se entiende bien la conversin de la virginidad, cuyo
sentido genuino slo puede ser la ofrenda del cuerpo y del
Psicologa y moral
Enraizamiento histrico-poltico
Toda actividad, todo hecho, todo suceso ocurre, necesariamente, en una
situacin muy concreta. Esta situacin puede caracterizarse desde dos
aspectos distintos, aunque complementarios e inseparables: el aspecto
socio-histrico y el aspecto socio-poltico.
(a) El aspecto socio-histrico pone de relieve aquellas caractersticas
de las acciones y hechos que son determinadas por su concrecin
temporal. Puesto que todo suceso ocurre en un tiempo concreto, esa
definicin temporal encuadra su posible significado. Se pueden sealar al
Ideologizacin de la psicologa
El tecnocratismo
Los griegos usaban el trmino tcne para designar una
habilidad mediante la cual se hace algo generalmente, se
transforma una realidad natural en una realidad
artificial. La tcne no es, sin embargo, cualquier
habilidad, sino una que sigue ciertas reglas. Por eso tcne
significa tambin oficio. En general, tcne es toda serie de
reglas por medio de las cuales se consigue algo (Ferrater
Mora, 1966, p. 763).
El individualismo psicolgico
Uno de los aspectos que ms dao ha hecho a la actividad psicolgica es la
concepcin individualista, que arranca de una ignorancia sobre la
situacionalidad socio-poltica de la persona humana. Ha sido bien
frecuente definir la psicologa como la ciencia de la conducta individual, y
de ah se ha deducido no pocas veces que individuo se contrapona a
realidad social. El mito de Robinson ha tenido vigencia en la psicologa,
como si el psiquismo humano tuviera sentido y aun entidad posibles
abstrado de su incardinacin radical en lo social.
EL individualismo metodolgico suele ir ligado al individualismo
hednico, con lo que se presupone que la verdadera dinmica del ser y
quehacer humanos parten y terminan en el placer de cada una de las
personas. De ah a la cultura del narcisismo de la que se ha hablado
recientemente no hay ms que un paso lgico. Por otro lado, con el
presupuesto individualista el horizonte del psiclogo queda reducido a lo
que los factores individuales pueden explicar que, a la luz de los
fenmenos sociales de cierta importancia, es poco y discutible.
persona requiere para llegar a ser aquello que debe ser. Ahora bien, dentro
de la escala de necesidades hay que distinguir: (1) lo esencial primaria y
universalmente y (2) lo optativo histrico y, por tanto, necesario slo
secundaria y personalmente. Lo primero es ser persona, es decir, el
derecho bsico a la vida humana; lo segundo es ser ms adecuadamente
persona, es decir, el derecho a desarrollar las potencialidades humanas.
Hay que subrayar esta distincin, pues la discusin sobre los llamados
derechos humanos suele incurrir en ambigedades ideologizadas. No se
puede comparar una situacin donde lo que est en juego es la vida de las
personas, con una situacin donde lo que est en juego son varias
libertades polticas, importantes, pero no comparables a la existencia.
Quizs el esfuerzo ms conocido por elaborar una escala de las
necesidades humanas desde la perspectiva psicolgica sea el realizado por
Abraham Maslow. Maslow (1954; 1962) distingue entre necesidades de
autoconservacin y necesidades de desarrollo, entre la motivacin de
dficit y la motivacin de crecimiento. Maslow trata de fijar la distinta
significacin de las necesidades para las personas con la afirmacin de que
satisfacer las carencias evita la enfermedad; las satisfacciones del
crecimiento producen la salud positiva.
El principio de distincin planteado por Maslow parece vlido,
aunque la concrecin de su escala no lo es tanto. Posiblemente, esta
escala constituya una racionalizacin de la situacin histrica que a
Maslow lo toc vivir: la situacin de la sociedad norteamericana. Toda la
axiologa implcita en esa escala de valores correspondiente a la de
necesidades adolece del pecado original del individualismo ahistrico.
Todas las necesidades se establecen a partir del individuo como realidad
primera y absoluta, como realidad primera universal. El otro, es decir, la
instancia social, slo entra como referencia necesaria para mi satisfaccin,
sin que lo comunitario o la peculiaridad histrica de las diversas
sociedades sean consideradas como principios de determinacin bsicos.
De hecho, cualquier escala de necesidades que desborde el nivel de
los estrictamente biofisiolgico es una escala histrica, y lo es a menudo
en la especificacin de lo biolgico. La configuracin de las necesidades
humanas no es un dato previo del que parta cada ser humano, sino algo
que se va formando y afianzando en un proceso histrico. En este sentido,
la misma psicologa no slo descubre necesidades, que lo son de una
sociedad o grupo humano histrico, sino que tambin puede crearlas o
fortalecer unas y debilitar otras. La psicologa interviene as activamente, y
no como un mero espejo revelador, en la determinacin de las necesidades.
La cultura narcisista (Lasch, 1979), con su exigencia de
autorrealizacin, con su bsqueda desaforada del placer, ha sido
recientemente un producto a cuyo parto contribuy la psicologa.
Herbert Marcuse (1969) ha hablado de necesidades y de
pseudonecesidades. Una labor necesaria como exigencia tica constituye
Referencias 1
Aranguren, J. L. (1972). Erotismo y liberacin de la mujer. Barcelona:
Editorial Ariel.
Bandura, A. (1969). Principles of behavior modification. New York: Holt,
Rinehart and Winston.
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Barcelona: Anagrama.
Ferrater Mora, J. (1966). Diccionario de Filosofa (vol. II). Buenos Aires:
Editorial Sudamerica.
Fiori, E. M. (1970). Aprender a decir su palabra: El mtodo de
alfabetizacin del profesor Paulo Freire. En P. Freire, Pedagoga del
oprimido. Montevideo: Tierra Nueva.
Lasch, C. (1979). The culture of narcisism. New York: Warner Books.
Marcuse, H. (1969). El hombre unidimensional. Barcelona: Seix Barral.
Maslow, A. (1954). Motivation and personality. New York: Harper.
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En el texto escrito por Martn-Bar hay muchas referencias que no aparecen al final del texto. La presente
lista ha sido creada sobre la base de mi propia investigacin (Fernando Lacerda Jr.), pero slo cuando ha sido
posible identificar claramente la referencia. Algunas referencias citadas por Martn-Bar que yo no pude
identificar fueron suprimidas de la lista.