Origen Del Castellano
Origen Del Castellano
Origen Del Castellano
Los primeros habitantes de la Península Ibérica de los que se tiene noticia, eran pueblos de diversas
procedencias, que hablaron lenguas también diversas —célticas, ligures, ibéricas, etc.—; pero el
conocimiento que tenemos de ellas es muy escaso y confuso. En algunas zonas del Sur de Levante,
donde los fenicios (desde el Siglo XI A.E.) y los griegos (desde el VII A.E.) fundaron una serie de
colonias, fueron habladas las lenguas de estos pueblos.
En el Siglo VII A.E. un nuevo pueblo fenicio, el de la ciudad de Cartago (en el Norte de África), tras
establecer una colonia en la isla de Ibiza, inició una larga dominación en el Sur de la Península. Esta
dominación, cuando los cartagineses lucharon contra los romanos y fueron vencidos por ellos, trajo
como consecuencia un acontecimiento de importancia fundamental para la futura nación española: La
presencia, en el suelo ibérico, del pueblo, la cultura y la lengua de Roma. La Península Ibérica fue
romana desde finales del Siglo II A.E. hasta los comienzos del V D.E. Tan honda fue la huella que en
esta tierra dejó la civilización romana, que no sólo quedó casi totalmente olvidado lo anterior, sino que
quedó definitivamente marcado por ella todo lo que vino después.
De todas las lenguas que existían el la Península antes de la dominación romana —y que por ello
llamamos prerromanas— sólo una quedó en pie y ha llegado viva hasta nuestros días: El euskera. El
vascuence no ha dejado de influir algo sobre la lengua castellana. Algunos rasgos fonéticos y algunos
elementos morfológicos de ésta parecen ser de origen vasco; en el vocabulario se señalan algunos
vasquismos. También de las lenguas desaparecidas han quedado reliquias aisladas dentro del
vocabulario español. Algunas de las palabras que se suelen citar como vasquismos pudieran proceder
realmente de esas lenguas de donde pasaran juntamente al euskera y al castellano. Donde más
abundante es el recuerdo de aquellas viejas lenguas es en los nombres fósiles de la Geografía.
También infinidad de comarcas y regiones han conservado a través de más de dos mil años los
nombres que ya tenían cuando empezó a existir en la historia esta Península, como los fenicios Cádiz y
Málaga, y los celtas Sigüenza y Segovia.
En el año 218 A.E. desembarcó en Ampurias un ejército romano que venía a combatir contra los
cartagineses, en la guerra que la ciudad de Roma sostenía contra éstos. Así comenzó una dominación
que había de durar más de seis siglos.
Hispania fue declarada en seguida provincia romana, y sus conquistadores, dotados de gran sentido
práctico y talento organizador, fueron colonizando la mayor parte del territorio y explotando sus recursos
humanos y naturales. Los hispanos, que se vieron obligados a incorporarse al modo de vida implantado
por los romanos, hubieron de aprender, entre otras muchas cosas, el idioma de éstos. Aunque las viejas
lenguas prolongaron su vida en algunos lugares durante muchos años (como el euskera), fueron poco a
poco replegándose ante las ventajas que ofrecía el uso de una lengua oficial común, que a la vez era
indispensable para la relación con los dominadores.
¿Qué lengua hablaban los romanos? Como la ciudad de Roma está situada en la región del Latium —
que fue al primera frontera de la expansión romana—, su lengua se ha llamado latina.
El latín es una de las lenguas itálicas, grupo de lenguas hermanas habladas en la península de este
nombre unos siglos antes de Cristo, variedades de una lengua anterior, el itálico, la cual sólo
conocemos a través de sus hijas. El itálico, a su vez, era una rama del antiquísimo tronco indoeuropeo.
Todo lo que sabemos de la lengua indoeuropea es también a través de sus descendientes: Se conoce
su existencia —que hubo de ser en época muy remota, anterior a los milenios a la invención de la
escritura— por las numerosas semejanzas que se descubren en una serie de lenguas aparentemente
muy distintas y hoy muy alejadas entre sí geográficamente, semejanzas que sólo son explicables
suponiendo un origen común. Así se sabe que, al lado del latín —con toda su descendencia— y las
otras lenguas itálicas, son indoeuropeas las lenguas célticas —tanto las que se hablaron en Hispania
prerromana como las que hoy perviven en las Islas Británicas—, el griego, el albanés las lenguas
germánicas, y las eslavas. Casi todas las lenguas de Europa pertenecen, pues, como el latín, a la
familia indoeuropea. Dentro de este árbol genealógico, el latín tuvo un destino muy singular. Empezó
siendo la lengua de una comarca en el centro de la Península Itálica y llegó a ser, tras la expansión del
poderío romano, la lengua del mayor imperio conocido en la antigüedad. Hoy el latín vive, bajo distintas
formas de evolución, en Portugal, en España, en Francia, en Bélgica, en los extensos territorios adonde
lo llevaron los españoles, los portugueses y los franceses. Un hecho religioso importante, el
establecimiento de los pontífices cristianos en la ciudad de Roma, dio lugar a una larga pervivencia del
idioma del Imperio romano —desde el Siglo III hasta nuestros días— como lengua universal de la
Iglesia católica.
También, la lengua latina alcanzó un gran nivel literario bajo el influjo que la gran cultura griega ejerció
sobre las clases letradas de Roma, y sirvió como vehículo a una importante producción científica. Como
consecuencia de esto, mucho después de la desaparición del Imperio romano, una larga época de la
cultura moderna —del Siglo XV al XVIII—, recuperado el latín y las obras maestras de la poesía y del
saber antiguo en él escritas, revitalizó el estudio de este idioma y su cultivo, que ya venía de la Edad
Media, como lengua universitaria y científica. Pero esta vida del latín como lengua de la ciencia y como
lengua eclesiástica es completamente artificial, a diferencia de la verdadera continuación que son las
lenguas neolatinas, es decir, las «Nuevas lenguas latinas», que también se llaman románicas o
romances, y son: El francés, el provenzal, el italiano, el retro románico o romanche y el rumano, además
de las lenguas que ahora se hablan en la Península Ibérica (a excepción del euskera).
En ninguna lengua habla igual el nacido en una región que en otra, ni un hombre culto habla igual que
un analfabeto, ni tampoco se habla igual que se escribe.
Estas diferencias son más notables en unas lenguas que en otras. Y en el latín eran mayores que lo son
en el español de hoy. Se llama latín vulgar la forma hablada por el pueblo de Roma y de las diversas
provincias y colonias. Y es este latín, y no el usado por los escritores —latín clásico—, el que fue
evolucionando poco a poco en todos esos territorios hasta llegar a las actuales lenguas románicas.
La fecha del comienzo de la conquista de un territorio determinaba que en su lengua tuviese rasgos
más arcaicos, o más modernos. Otro factor influyente era la procedencia de una región u otra itálica que
predominase en los soldados que ocupaban el país. Otro era la mayor o menor distancia, la mejor o
peor comunicación con la metrópoli. Otro era, naturalmente, la lengua nativa de los habitantes
sometidos, que introducían algunos de sus hábitos de pronunciación y parte de su vocabulario en el
latín que ellos hablaban.
Pero al llegar el Siglo V, la invasión de todas las provincias romanas de Occidente por los pueblos
germánicos, aisló cada provincia de las demás y fue tomando más fuerza el latín hablado en cada una
de ellas.
De todos modos, en los lugares dónde más influencia habían tomado la lengua y la civilización latina,
fueron éstas abrazadas por los conquistadores. Hispania fue uno de los sitios dónde ocurrió esto. El
pueblo germánico que más fijamente se afincó en las Península, los visigodos, aunque no abandonó
muchas de sus costumbres, se romanizó bastante, sobre todo a partir de su conversión al catolicismo.
Pero esta mezcla de dos culturas tampoco se pudo realizar sin la marca germánica en el idioma.
Por otra parte también era inevitable que los hispanos romanos adquiriesen, no sólo usos nuevos, sino
también voces nuevas. En realidad, ya antes de las invasiones del Siglo V el latín general del Imperio
había tomado de los germanos algunas palabras que aun viven en las lenguas románicas. A ellas se
unieron en la Península otras en la época de los visigodos.
Durante la época visigoda se inició en Hispania el crecimiento del vulgarismo en el latín hablado en ella,
como consecuencia de los dos factores que favorecieron en toda la Europa romana invadida por los
germanos: descenso de nivel cultural y aislamiento. Pero no sólo se produce una evolución respecto al
latín clásico, sino que sigue diferentes caminos según las regiones. A partir de ahora se puede hablar
de la existencia de unos dialectos del latín hispánico. Es el nacimiento de las lenguas romances de la
Península.
Sin embargo hasta pasados varios siglos no se aclaran suficientemente los distintos dialectos.
Alrededor del año 95O, dos tercios de la Península están en poder de los musulmanes. En todo Al
Ándalus la lengua oficial de los dominadores, el árabe, hablan su latín vulgar.
Como estos hispanos que habitaban en territorio árabe se llamaban mozárabes. Mozárabe es el nombre
que se da también a su lengua. En ella están redactados los primeros textos literarios en lengua
romance: las jarchas.
El mozárabe, fue desapareciendo poco a poco a medida que sus hablantes, al avanzar la Reconquista,
eran incorporados a los reinos cristianos del Norte y adoptaban su lengua, que eran otros romances.
Los romances avanzaron hacia el Sur a medida que los territorios se expandían. Uno de estos
romances será el que dará lugar al Castellano.
El Castellano, el dialecto de un pequeño rincón de la frontera oriental del reino leonés, zona militar
batida por los asaltos de los musulmanes, empezó siendo un bárbaro lenguaje que motivaba las risas
de los cortesanos de León. Castilla, primero condado dependiente de los reyes leoneses, después
estado soberano, asumió la iniciativa de la Reconquista en la Meseta y acabó sometiéndose
políticamente a León.
El dinamismo castellano no sólo avanzó hacia el Sur musulmán, sino que desplegó su influencia sobre
el Oeste y el Este cristiano.
La primera noticia que se tiene de la existencia de un dialecto castellano corresponde al Siglo X. Era al
principio sólo el dialecto que se hablaba en unos valles al Nordeste de Burgos, lindantes con la región
cantábrica y vasca.
¿Cómo creció desde su humilde cuna hasta llegar a ser una de las grandes lenguas del mundo? La
situación de aquella primera Castilla, tierra de fortalezas, línea defensiva de los Reyes de León,
expuesta constantemente al peligro enemigo moro, constituida por gentes que no se sentían ligadas a
una tradición romano visigoda, dio a los castellanos un espíritu revolucionario, que se reflejó en su
política, costumbres y lenguaje.
El dialecto castellano presentaba una personalidad muy marcada frente a los otros dialectos
peninsulares. Se formaba en una zona más débilmente romanizada que los otros, y por eso estaba más
vivo en el recuerdo de viejas lengua.
Mientras en el romance de otras regiones pesaba una fuerte romanización, en el castellano, que nacía
en una tierra agreste y malamente comunicada, no se sentía ligada a ninguna regla ni tradición que
perjudicara su evolución. Esta es la explicación de sus innovadoras características frente a otros
dialectos.
La presencia en la Península de los musulmanes durante más de ocho siglos había de dejar
necesariamente la huella de su lengua. El mayor peso de la influencia árabe debió darse en los
primeros Siglos de dominación cuando su cultura era increíblemente superior a la pobrísima de los
reinos cristianos. Todavía hoy, numerosas palabras del árabe dan a nuestra lengua un matiz exótico. Se
ha calculado en un 8 % el total de arabismos en nuestra lengua.
1º. Acción disgregadora: Presentaba muchísimas particularidades que producían una desigualdad con
los demás romances.
2º. Acción integradora: Adaptaba a su caudal léxico vocablos procedentes de otras lenguas a las que
se sobreponía.
Esto era consecuencia del desarrollo de Castilla como potencia política. Pero la consecuencia más
importante fue la creación de una «Forma literaria» del castellano, transformando éste dialecto en una
verdadera lengua.
Este cambio puede fecharse en el Siglo XIII. Hasta entonces sólo existían los Cantares de Gesta, —el
Cantar del Mío Cid,— difundida en una lengua que buscaba una unidad, ya que estos cantares se
difundían por todas las regiones. Este lenguaje de los Cantares de Gesta fue el primer paso hacia el
establecimiento del castellano.
Pero el momento decisivo de la unificación y fijación del castellano llega en el reinado de Alfonso X el
Sabio. Las obras literarias y científicas concebidas en su corte eran de carácter culto, pero en lugar de
ser difundidas en latín, se difundieron en castellano.
Por ésta misma época (descubrimiento de América), Antonio de Nebrija había escrito ya la primera
gramática del castellano (1492)
Por estos años también se toma español como sinónimo de castellano. Y, en efecto, fueron muchos los
escritores no españoles que utilizaron el español en sus obras.
En el Siglo XVI y siguiente, se produce una de las cumbres literarias del español. Son los años de los
grandes clásicos: Garcilaso de la Vega, «El Lazarillo de Tormes», San Juan de la Cruz, Cervantes,
Lope de Vega, Góngora y Quevedo.
206 años antes de Cristo: Los romanos emprenden la conquista de Hispania, nombre latino de
la griega Iberia, e imponen en ese territorio el latín vulgar, una lengua itálica perteneciente al tronco
indoeuropeo. La evolución del latín, que tuvo contacto en Hispania y otras regiones del Mediterráneo
con las lenguas de los griegos y los vascones, dio lugar a las actualmente llamadas lenguas romances,
entre ellas el español o castellano.
Siglos III y V después de Cristo: La península Ibérica es fuertemente influida por los
germanismos, debido al contacto del latín con los pueblos bárbaros, mezcla de la cual se heredaron
palabras como 'guerra', 'ganar', 'heraldo' y 'burgos'.
Siglo VII: Los musulmanes invadieron la península Ibérica y contribuyeron a la evolución del
español con palabras de origen árabe como 'alcaldes', 'almacenes', 'alguaciles', 'quilates', 'arrobas',
'aljibe', 'albañil', 'alcantarilla', 'azadones', 'azoteas' y 'acequias'.
Siglo X: Se escriben las Glosas Silenses y Emilianenses, consideradas los primeros textos en
castellano.
Siglo XIII: El Rey Alfonso X convirtió al castellano en la lengua oficial del reino de Castilla y
León, el predominante en la península Ibérica, y ordenó componer en esa lengua romance, y no en
latín, las obras legales, históricas y astronómicas del reino.
Siglo XV: Elio Antonio de Nebrija publicó la Primera Gramática Castellana en 1492, año del
Descubrimiento de América impulsado por los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla
y de la toma de Granada, último reducto musulmán. La publicación de la Gramática marca el inicio del
castellano moderno.
Siglos XV y XVII: La lengua española o castellana se nutre de italianismos que forman palabras
como 'escopeta' y 'aspaviento'; galicismos que dieron origen a vocablos como 'paje', 'sargento', 'jardín' y
'jaula', y americanismos como 'cóndor', 'alpaca', 'vicuña', 'pampa', 'puma', 'canoa', 'huracán', 'maíz',
'colibrí', 'cacique', 'caribe', 'caníbal', 'chocolate', 'aguacate', 'tomate', 'hule' y 'cacao', que provienen de
varias de las 123 familias de lenguas indígenas de América.
Siglo XVI: En 1539 nació en el Cuzco, actual Perú, Inca Garcilaso de la Vega, hijo de español e
indígena. El libro de Garcilaso de la Vega 'Comentarios reales', cuya primera parte dedicada al imperio
de los Incas se publicó en Lisboa en 1609, es considerado el primer texto en castellano escrito por un
mestizo.
Siglo XVII: En 1605 se publica la primera parte de El Quijote, la obra cumbre de Miguel de
Cervantes Saavedra, considerado el padre de las letras castellanas.
Siglo XVIII: En 1713 se fundó la Real Academia Española de la Lengua, hecho que marcó el
inicio del español contemporáneo.