De Santiago de Guatemala A La Villa de L

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 199

DE SANTIAGO DE GUATEMALA A LA VILLA DE

LA ANTIGUA GUATEMALA,TRANSFORMACIÓN Y
VIDA SOCIAL ANTE UNA CRISIS

RENÉ JOHNSTON AGUILAR
DE SANTIAGO DE  GUATEMALA  A
LA VILLA DE LA ANTIGUA GUATEMALA,

TRANSFORMACIÓN Y VIDA SOCIAL

ANTE UNA CRISIS

UNIVERSIDAD DEL VALLE DE GUATEMALA

Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Historia

Serviprensa, Guatemala 1997
CONTENIDO
Páginas

I. INTRODUCCION 1

II. ETAPAS DEL PROCESO URBANO, 1770-1820 7

A. De 1773 a 1775: destrucción, traslado provisional y definitivo. 8

B. Etapa de transición, de 1776 a 1798: una ciudad sin ayuntamiento. 12

C. Etapa de autoridades municipales, de 1799 a 1820 15

III.- EL GOBIERNO LOCAL DE LA VILLA 17

A. Pérdida de su nombre y autoridades 17

B. Problemas de una urbe sin gobierno 18

C. Restablecimiento del cabildo 20

IV. LA ANTIGUA DESPUES DEL TRASLADO PROVISIONAL Y EL DEFINITIVO


23

A. Distribución socioeconómica de la población 23


1. Desaparición de algunos barrios 31
2. El servicio de agua 35
3. Los miembros de la Iglesia dentro del contexto social 41
a. Organización eclesiástica parroquial 44

B. Consecuencias sociales del abandono 47


1. Aumento en la delincuencia 48
2. Problemas de higiene y salud 52
a. Basura. 53
b. Cementerios. 55
c. Cárceles. 57
c. Prisiones 57
d. Hospitales. 57
3. Calles y callejones abandonados 59
4. Invasión y reparto de sitios baldíos 62

V. LA ACTIVIDAD ECONÓMICA, 1775-1820 68

A. Reducción de la economía urbana 68


B. Artesanos que permanecieron. 74

C. Compraventa de inmuebles 77
1. El escribano y su protocolo 77
a. Número de escribanos 80
2. Compraventa de propiedades inmuebles 81
a. Período de 1770 a 1773 82
b. Período de 1774 a 1775 87
c. Período de 1776 a 1798 89
d. Período de 1799 a 1820. 91
3. Alquiler y venta de monumentos e iglesias 94
4. Compraventa de propiedades por miembros de la Iglesia 97

D. Reorganización de los ingresos del ayuntamiento 103


1. Ramo de Agua. 105
2. Cajones. 107
3. Garitas. 109
4. Alquileres. 110
5. Calles y callejones 112
6. Rastro y carnicerías 112

VI.- DEMOGRAFÍA 115

VII. CONCLUSIONES 123

VIII. COMENTARIOS SOBRE LAS FUENTES 129

IX. BIBLIOGRAFIA 139

A. Compraventa de propiedades 147

B. Desglose de compradores y vendedores 149

C. Individuos que sabían firmar 150

D. Residencia de los contratantes 151

E. Compraventa de propiedades por barrio 152

F. Propiedades con conexión de agua 153

G. Censos enfitéuticos por período 154

H. Desglose del volumen de censo 155

I. Establecimientos de servicios localizados 156


1 Tiendas 156
2 Estanquillos de aguardiente y tabernas 158
3 Enfermería 158
4 Carnicerías 159
5 Tenerías 160
6 Almacenes y billar 161
7 Molinos 161
8 Boticas y boticarios 162
9 Camposantos y cementerios 163
10. Rastro 163
11. Mesones 16464
12 Herrerías 165
13 Trapiches 1655

J. Artesanos y otros oficios 1666

K. Variación de habitantes 171

L. Escribanos que ejercieron de 1770 a 1820 1733

M. Padrón del año 1820 176

N. Ingresos de propios año de 1826 179

O. Demarcación de los cantones 181


LISTA DE GRÁFICAS Y MAPAS

Tabla Página

4.1 La ciudad de Santiago en 1773 28


4.2 Nombres de las calles a finales del s. XVIII
Área central 29
Área oeste 30
Área sur 31
4.3 Los barrios antes del abandono 35
4.4 Barrios y calles que desaparecieron 36
4.5 Propiedades con conexión de agua 41
4.6 Las parroquias antes del abandono 43
5.1 Compraventa de propiedades 1770-1820 88
5.2 Área vendida por período 89
5.3 Valor por vara cuadrada de terreno 91
5.4 Volumen global de compraventas en pesos 95
5.5 Comparación de censos 99
5.6 Ingresos a propios año de 1826 105
6.1 Padrón poblacional de 1804 117
6.2 Padrón poblacional de 1816 118
6.3 Padrón poblacional de 1820 119
6.4 Variación de niveles de población 1773-1820 121
1. INTRODUCCIOÓ N

La ciudad de Santiago de Guatemala fue la capital de un


extenso Reino que lindaba por el norte con Oaxaca del
Virreinato de La Nueva España, y por el sur con Chiriquí,
frontera del Virreinato de Nueva Granada, jurisdicción de Santa
Fe de Bogotá. Hacía 1810 tendría el Reino alrededor
de un millón de habitantes, y el territorio
de la actual República de Guatemala, unos 400,000 habitantes.
La capital del Reino contenía, antes del terremoto de
1773, una población de unos 30,000 habitantes. Fue por más de
dos siglos la capital del Reino, sede de obispado y a partir de
mediados del siglo XVIII de Arzobispado y una de las más
bellas de este hemisferio. Era rica en las diferentes
ramas de las artes plásticas, con sus bellos monumentos
arquitectónicos, y magníficos artistas en el arte de la
escultura, la pintura, etc., que exportaban sus obras hacia
otros reinos y aun a la metrópoli peninsular.
Desde su fundación, en 1524, la ciudad sufrió calamidades,
tanto naturales como sociales, que obligaron a trasladar su sede
en varias ocasiones. Cuando se estableció en el valle de
Panchoy, ya había soportado una serie de catástrofes naturales,
tales como inundaciones, epidemias, erupciones volcánicas y
terremotos. Estos fenómenos, junto a las Ordenanzas Reales
sobre la construcción de las ciudades, incidieron directamente
en su particular arquitectura, su localización y en su
disposición urbanística.
A raíz de los terremotos de Santa Marta, en julio de 1773,
dio principio a un proceso que eventualmente condujo a la
desaparición de ésta como había sido hasta entonces. Después
2
del terremoto, un grupo poderoso, capitaneado por el Presidente
Martín de Mayorga, decidió el traslado de la ciudad.
El traslado definitivo hacia el lugar que ocupa hoy se
llevó a cabo no sólo a causa de la destrucción por los
terremotos de julio y diciembre de 1773, sino posiblemente
también por razones de orden político y económico, tales como
la atadura de las deudas de censo a las
diferentes órdenes religiosas; los conflictos
entre diferentes grupos de poder económico, tales
como los tradicionales núcleos de poder familiar y
las nuevas clases medias emergentes, etc.
Con el traslado emigraron de la urbe las autoridades
reales, la mayor parte de los miembros de la Iglesia, sus
vecinos acaudalados y la mayor parte de los artesanos y mano
de obra en general. Se fue de la arruinada ciudad su
riqueza. Después de haberse ordenado el traslado al nuevo
sitio, ésta se fue despoblando, pero nunca totalmente, ya que
se quedaron unos
6,000 habitantes de los 30,000 que tenía anteriormente. Esta
gente debe haber sufrido mucho, ya que la ciudad había perdido
gran parte de la población económicamente activa, por lo tanto,
escaseaba el trabajo. Al disminuir la población, la ciudad
perdió ingresos por falta de recaudación de impuestos, por lo
que no podía mantener sus servicios básicos, y menos reconstruir
y reparar su infraestructura. Se fueron muchos artesanos, por
lo que no había suficientes albañiles que supieran restaurar los
edificios destruidos, no había suficientes herreros, zapateros,
orfebres, panaderos, etc. Se fueron los comerciantes, por lo
que eran escasos los productos comestibles y de primera
necesidad, las herramientas, etc., posiblemente escasearon otras
muchas cosas de las cuales no tenemos información.
Muchas familias de gran poder económico, aunque se
trasladaron a la Nueva Guatemala, mantuvieron sus casas y
propiedades en la arruinada ciudad. Ante esas circunstancias, a
3
la gran mayoría no le era apetecible vivir allí. El estado de
depresión económica alcanzó todos los niveles y formas, por lo
que la propiedad perdió gran parte de su valor. Los pocos que
se quedaron posiblemente lo hicieron por necesidad o amor a su
terruño.
Tomando en cuenta toda la anterior, es difícil entender
cómo una ciudad que por tanto tiempo fue tan importante se
abandonó a su suerte y casi se borró de la memoria colectiva.
De ella se fueron sus autoridades municipales, llevándose
consigo todos los títulos y privilegios. Quedó en el sitio una
urbe acéfala, sin autoridades y con una población muy reducida.
La capital del Reino se trasladó y cambió su nombre por un
tiempo al de la Nueva Guatemala y posteriormente a Nueva
Guatemala de la Asunción. La ciudad de Santiago desapareció de
su antiguo asentamiento y pasó a formar parte de la historia.
Las penalidades de sus habitantes continuaron. En el sitio
quedó un asentamiento humano que las autoridades reales
querían hacer desaparecer, amenazando a sus pocos habitantes
para que la abandonaran so pena de castigo. Se cegaron las
fuentes de agua, se prohibió el funcionamiento
de tiendas, el ingreso de comestibles, el
funcionamiento de obrajes y todo aquello que necesita una
población para sobrevivir. Así, la urbe quedó destruida y
con pocos habitantes. Olvidada por las autoridades
reales, relegada a categoría de villa y ocupando el lugar de
una población de segunda o tercera categoría.
La evolución de su nombre es indicativo del proceso que se
dio a partir del terremoto. Al emigrar la ciudad, a otro sitio,
la población que quedó perdió su nombre de Santiago de
Guatemala, y se quedó sin apelativo propio por un tiempo. Se le
llamó “la arruinada ciudad”, “la destruida ciudad”, “la antigua
ciudad”, “la antigua capital”, y existen documentos de la
década de 1780 en que ya se le comenzaba a conocer como ¨La
Antigua
4
Guatemala¨, lo que indica que se escogió ese nombre, porque era
con el que ya se le conocía.
Durante ese tiempo se dio un proceso de cambio, por medio
del cual tuvo que ser reorganizada otra distinta, con una
población a la que sele sumó una que, aprovechando la
despoblación y exceso de vivienda abandonada, inmigró de los
pueblos y provincias cercanas hacia la arruinada urbe. Se
aumentó así el número de habitantes, y los inmigrantes se
asentaron junto a los habitantes establecidos, creando una nueva
distribución social y espacial. La villa vivió sin autoridades
propias hasta 1799, y cuando por fin se reconoció la realidad y
ya tuvo gobierno municipal, era un centro urbano DISTINTO.
De esta época hay un vacío bibliográfico. El propósito de
esta tesis es ayudar al rescate de los acontecimientos y hechos
históricos que sucedieron a partir del abandono de la ciudad,
hasta que comenzó a reinventarse a sí misma. Se basa en la
hipótesis de que Santiago de Guatemala y La Antigua son dos
urbes DISTINTAS, que circunstancialmente ocupan un mismo sitio
geográfico. La causa por la cual se transformó socialmente de
una a otra fue una crisis cuyos orígenes estuvieron muy
claramente definidos: el terremoto de 1773 que inició el
proceso de cambio.
Este trabajo abarca temporalmente los años posteriores al
terremoto de 1773 hasta 1820, y se circunscribe a los hechos
que se dieron dentro de los límites
urbanos (intramuros) de la ciudad. Se
incluye cierta información estadística sobre hechos anteriores
al terremoto con el propósito de formar una base con la cual
se puedan comparar las variantes que se dieron en el proceso
de cambio de una ciudad a otra con el ánimo de constatar que sí
se dieron, y en qué magnitud.
Existe mucha información de archivo que no se ha
investigado de la época del traslado, el abandono y consiguiente
5
resurgir de una nueva ciudad. Para comprobar el proceso de
cambio, esta investigación se basó principalmente en una sola
faceta de este proceso, utilizándose todas las escrituras de
compraventa de inmuebles contenidas en los libros de protocolo
de los escribanos de 1770 a 1820.
La información bibliográfica sobre la época del abandono y
primeros años de existencia de La Antigua es escasa y la poca que
hay está muy dispersa. Para hacer esta investigación
se recurrió principalmente a fuentes directas de primera
mano. En ella se localizó, y se incluyó en este
trabajo, información que tiene la intención de comenzar a formar
una imagen del entorno y de una época de la ciudad que está
prácticamente borrada de la memoria colectiva. La información a
veces parecería no congruente con el tema investigado, pero no
sólo sirve para crear imagen, sino que puede ser una
herramienta para otros investigadores que trabajen esta etapa de
la ciudad.
II. ETAPAS DEL PROCESO URBANO, 1770-1820

El proceso de cambio que sufrió la ciudad para


convertirse de Santiago de Guatemala en La Antigua Guatemala
se dio a través de transformaciones que son identificables
en su temporalidad, como resultado de diversas
circunstancias cuya comprensión requiere su periodización,
presentando los hechos que justificaron los cambios y
describiendo las características que presentan cada uno de
los períodos.
El fin del proceso histórico de la ciudad de Santiago se
inició al darse la orden de traslado provisional al Valle de
la Ermita, con lo cual comenzó el abandono de autoridades y
personas. Simultáneamente se provocó el inicio de otro, que
fue el surgimiento de una nueva urbe en el mismo sitio
geográfico. Como cualquier otro proceso histórico, no es
posible aislarlo en fechas determinadas, pero sí es obvio
que estuvo relacionado con los acontecimientos que
se dieron después de los terremotos de 1773. Lo que
sí se puede apreciar es la sustitución de la capital
del Reino por otra de muy inferior categoría.
Este proceso tuvo hechos históricos específicos que
fueron claves para su desenvolvimiento, para los cuales es
conveniente periodizarlo en tres etapas: una inicial que va
desde los terremotos de Santa Marta a la llegada de la
decisión de traslado definitivo, o sea de 1773 a 1775; un
segundo, que se extiende desde el primer cabildo en la Nueva
Guatemala hasta el último momento en que la ciudad
permaneció sin autoridades municipales, de 1776 a 1798; y un
tercero que se inicia con la designación del primer
ayuntamiento hasta
1820, época pre independentista.
8

A. De 1773 a 1775: destrucción, traslado provisional y definitivo.

Presenta las características de una etapa en la que por


la destrucción, la población tuvo que abandonar
momentáneamente la forma de vida que la había caracterizado.
El descalabro se amplió aún más con la orden de traslado
provisional a un nuevo sitio. En esta etapa desapareció
definitivamente la ciudad de Santiago y, a la vez, comenzó a
gestarse una con nuevas características.
El terremoto dejó como secuela la destrucción, si no
total sí por lo menos parcial, de la mayoría de las casas
particulares, edificios de gobiernoy religiosos. En un
primer momento, muchos de los vecinos, encabezados por el
Presidente de la Real Audiencia Martín de Mayorga,
consideraron que era mejor trasladar la ciudad a un sitio
más seguro, por lo que solicitaron de inmediato a la
Corona la autorización. Con el ánimo de ayudar, el 16 de
junio de 1774 la corona otorgó una Real Cédula por la que
cedía la renta de alcabalas por diez años, pero dio
instrucciones para que "no se haga ni se permita hacer en la
ciudad arruinada ni en los interinos establecimientos en
que os halláis obra formal alguna, salvo
las muy indispensables" (Zilbermann de Luján
1987:72).1
La vida de los habitantes inmediatamente posterior a
los terremotos y al abandono tiene que haber
sido difícil. Muchas casas, edificios públicos
y templos quedaron dañados; las calles de la ciudad y los
caminos de acceso estaban muy destruidos, con lo que se
dificultaba el abastecimiento de
alimentos; el sistema de introducción de agua potable y

1
cita AGCA, A 3.5 leg 686 exp 12,958, fol. 29a. También AGI, Guatemala
661, Real Cédula de cesión de la renta de alcabalas.
9

cañerías se encontraban bastante dañados; para colmo, según


Carlos Martínez Durán, en 1774 apareció una epidemia de
tifus que causó gran mortandad (Las Ciencias Medicas en
Guatemala
1964:178, citado en: C. Zilbermann de Luján
1987:70).
Hasta el 21 de septiembre de 1775 el rey autorizó el
traslado; es decir que, pasaron casi dos largos años para
que se permitiera el traslado, llegando a Guatemala con
bastante rapidez, ya que se recibió el 1 de diciembre de
ese mismo año. Inmediatamente, el Presidente Mayorga empezó
a presionar a los vecinos, al ayuntamiento y
al claustro de la universidad para que se
trasladaran al sitio de la Nueva Capital.
Con la orden de traslado vino también la de la
desamortización y rebaja de las propiedades gravadas a
censo.
Se trató de cerrar un período caracterizado por las
polémicas, dudas e incertidumbre entre los habitantes, pero
que de inmediato fue rechazado por una gran parte de la
población. Los más de dos años que tardó la Corona en tomar
la decisión, las malas comunicaciones y el largo tiempo que
se tardaba en enviar y recibir correspondencia con la ciudad
de Guatemala, habían hecho cambiar de parecer a muchos de
los habitantes, quienes desde hacía tiempo preferían
quedarse en la arruinada ciudad y no trasladarse hacía el
nuevo asiento. Cuando se recibió la orden de traslado,
sus habitantes ya habían retornado a la normalidad de la
vida diaria. Durante esos dos años éstos
posiblemente ya habían reparado sus hogares, para
así vivir con cierta comodidad. Yendo en contra de las
órdenes del rey, se empezó a reconstruir. Hay documentos
que lo comprueban. Por ejemplo, el 26 de marzo de
1774 Mateo Bernal, comerciante español, y Rosa Pleitez,
ambos
10
vecinos de San Salvador, pero residentes en Santiago,
celebraron un contrato para la reconstrucción de dos casas
en
11

el barrio de San Francisco (AGCA, A.1 20 leg. 977, exp.


9479, fol. 103a-108a).En 1775, a Don Nicolás Letona, Felipe
Rubio y el presbítero Carlos Suncín, párroco de San
Sebastián, se les multó con 1,000 pesos y se les mandó a
destruir la casa que estaban haciendo (Zilbermann de Luján,
1987:72).2
Se había iniciado el calvario y enfrentamiento de los
habitantes. El 30 de diciembre de 1775, el Presidente
Martín de Mayorga emitió una orden para que la población
abandonara la arruinada capital, dándoles el plazo de un
mes; si no lo hacían, en vez de recibir un solar o
solares similares a los que habían tenido en la antigua
capital, tendrían que pagar el justo valor de éstos.
El traslado no debe haber sido fácil. En el nuevo
asiento no había nada, lo que obligaba a las personas a
acarrear todo lo necesario para la construcción de las
nuevas moradas, tales como los efectos de uso personal,
utensilios de cocina, mobiliario, etc. Para la construcción
era menester transportar todo cuanto fuera posible,
puertas, ventanas y cuanto material útil se pudiera
encontrar dentro de los escombros. El transporte
de los materiales era caro; por ejemplo, María Josefa
Santa Cruz pagó 200 pesos por trasladar sus enseres
personales, mobiliario y materiales de construcción
del barrio de Los Remedios haciala Nueva
Capital (AGCA, A.1 20 leg. 3040, fol. 23r-25a, del protocolo
de Antonio José España).
Inmediatamente después del terremoto, el Arzobispo
Cortés y Larraz se había trasladado, junto con gran cantidad
de religiosos, a los terrenos de La Chácara, donde se
establecieron por bastante tiempo. Esta se encontraba

2
Cita los siguientes documentos: AGI (Sevilla), Guatemala 557 y
462. También AGCA, A.1 10 leg. 55 exp 1358 y A.1 10 leg. 5921 exp
51,330.
12

situada en las ¨goteras¨ de la ciudad. El arzobispo pronto


se convirtió en el líder de la población y de los religiosos
que se oponían a la traslación hacía el nuevo sitio, los
llamados "terronistas". Esta oposición resultó funesta, ya
que no sólo retrasó el traslado, sino que le sirvió de
excusa al Presidente Mayorga para presionar a
la población a trasladarse. En diciembre de
1775había un clima de oposición, por lo
que Mayorga amenazó con arrasar los edificios que
aún quedaban en pie (Galicia Díaz, 1976:24). Varios de
los miembros del ayuntamiento se negaron a
trasladarse y utilizaron subterfugios para quedarse, Mayorga
los acusó de entorpecer la administración y dificultar el
traslado (Zilbermann de Luján, 1987:85).
Como resultado del traslado de las autoridades reales
al valle de la Ermita, la sede abandonada no sólo perdió
su poder político y económico como capital del Reino, sino
que también sus vecinos más ricos y la mayoría de sus
artesanos y pueblo en general.
13

B. Etapa de transición, de 1776 a 1798: una ciudad sin ayuntamiento.

Esta etapa se caracterizó por ser un período


intermedio, en el que la urbesufrió de la
política oficial de aniquilamiento primero, y
de olvido después, así como de la falta de autoridades
propias.Predominó la anarquía con una cierta depresión
económica.
Una vez que se ordenó el traslado de la capital del
Reino hacia la Ermita, tardó en normalizarse la vida de la
anterior sede gubernamental. Se debe considerar como
normalización: el restablecimiento del abastecimiento de
alimentos y artículos de consumo; la reparación la
infraestructura; la reparación y re edificación de viviendas
particulares, así como de edificios públicos y religiosos;
y la reinstalación de las autoridades civiles y militares.
El Presidente Martín de Mayorga mantuvo su política
de forzar a todos los habitantes que quedaban en la
arruinada ciudad a trasladarse a la Nueva Capital.
Desde 1774 había ordenado que todo el material de
construcción aprovechable de los edificiosreales, iglesias
y casas particulares, como puertas, ventanas,
rejas, clavos, cerrajería, columnas, dinteles,
madera, teja, etc., y cuanto material se
considerara útil, fuera sustraído de las ruinas y trasladado
hacía la nueva ciudad. Este material fue almacenado en las
ruinas de lo que había sido el Real Palacio, de donde era
trasladado en carretas hacía la nueva ciudad. Este despojo,
el descuido por la falta de mantenimiento, el abandono, los
efectos de la naturaleza, así como el uso de algunas de las
ruinas para secar grana y añil contribuyeron con el tiempo a
que se destruyeran aún más las construcciones.
14

Según José Joaquín Pardo (1943:214), en 1777 las


autoridades locales se quejaron ante la Audiencia por no
permitírselo a los vecinos reconstruir sus viviendas, lo
que le representaba pérdidas en el ingreso por
el cobro de arbitrios.
El presidente Mayorga, ante la negativa de los
habitantes para trasladarse, promulgó un bando, en julio de
ese mismo año, en el que ordenaba "a la población a
trasladarse y de terminarse ésta en el término de un año,
que los religiosos y prelados se deben de trasladar en un
plazo máximo de dos meses.... que al fin del período de un
año la población debe quedar extinguida y la ciudad
asolada".
En enero de 1778 Mayorga prohibió la existencia de una
guarnición militar, y en julio la entrada de mercaderías a
la villa; también ordenó el cierre de las tiendas
(Zilbermann de Luján, 1987:90). Si bien las fuerzas
regulares abandonaron la ciudad, dejando a la
población desprotegida de la delincuencia, se
sabe que varios militares nunca salieron de la ciudad (ver
el Apéndice J). En lo que se refiere al abastecimiento
de las tiendas, como nunca se llegó a
despoblar completamente la ciudad, éste pudo haber sido
defectuoso pero de algún modo continuó.
En 1779 continuaba teniendo muchos vecinos, entre los
que se encontraban numerosos artesanos. Por bandos
promulgados el 19 de mayo y el 9 de junio de ese año,
nuevamente se les conminó a trasladarse, amenazándolos con
severas sanciones, dándose un plazo máximo de cinco días
para dejar la ciudad. A todos los artesanos y
mercaderes se trató de obligar a abandonar la
arruinada ciudad y a establecerse en la Nueva
Capital o en pueblos que estuvieran a no menos de cinco
leguas de la arruinada ciudad. Con el
15

propósito de que los artesanos no tuvieran que abandonarla,


el Alcalde Mayor Lorenzo Montúfar intervino a su favor en
sesiones con el Justicia Mayor Guillermo Macé el 26 y 28 de
mayo de 1779. Asimismo, una comisión se abocó al Presidente
Mayorga, pero sin ningún resultado. La ejecución de este
bando estuvo a cargo del Justicia Mayor Macé, la ciudad
quedó momentáneamente despoblada, pero tres meses después
volvió a poblarse de nuevo, y muchos artesanos seguían
ejerciendo sus oficios en la misma a despecho de las
autoridades. En 1780 el Justicia Mayor Macé inició
proceso contra varios herreros y tintoreros, que fueron
encarcelados, pero después puestos en libertad y únicamente
apercibidos por orden del Presidente Matías de Gálvez
(Héctor Samayoa Guevara, 1962:48-49).
En 1779 se había nombrado como nuevo Presidente a
Matías de Gálvez. En un principio, Gálvez continuó con la
política de forzar a la población a
trasladarse hacía la nueva capital. Poco a poco el
Presidente y los miembros de la Real Audiencia fueron
perdiendo el interés por la despoblación total
de la arruinada ciudad, hasta que ésta se abandonó por
completo.
La urbe sufrió aún más a causa del vacío de autoridades
y al empobrecimiento general de la población. Grandes
sectores y muchos sitios se encontraban despoblados, lo que
dio origen a un aumento en la delincuencia.
16

C. Etapa de autoridades municipales, de 1799 a 1820.

Después de muchos años de olvido oficial, se inicia


este período con el resurgimiento a través de la
reinstalación de sus autoridades propias. En esta etapa se
vinieron a confirmar hechos que ya se habían comenzado a
generar desde hacia algunos años, en la que su propia
identidad es claramente identificable.
Al comenzar el año de 1799 se encontraba la ciudad
poblada por gente que había llegado de los pueblos cercanos
y por quienes no la quisieron abandonar. La necesidad y
aferrarse al terruño deben haber sido muy grandes, ya que la
urbe se encontraba aún en un estado lamentable de abandono y
de olvido por las autoridades reales. La mayoría de
edificios se encontraban en ruinas o en mal estado; el
servicio del agua, la recolección de basura, los
cementerios, los hospitales o funcionaban mal o no
existían. Muchas de las calles estaban aún cerradas al
paso, llenas de ripio y basura o eran usadas para siembras.
Entonces era un poblado de poca importancia,
pero el proceso de cambio ya había comenzado.
Ya habían pasado casi 26 años desde el terremoto.
Entonces comenzó a definirse la situación administrativa con
el restablecimiento del cabildo y el reconocimiento oficial
del nombre para la ciudad: La Antigua Guatemala, con el que
ya se le conocía desde años atrás.
A partir de entonces y hasta la etapa pre
independentista, la ciudad consolidó su propia identidad. Se
abrió un período en el que el ayuntamiento restauró los
servicios básicos. Su fisonomía había cambiado debido a los
17

grandes espacios vacantes que antes habían estado poblados,


que resultaron ser un problema para el cabildo y los
vecinos, lo que provocóuna mayor concentración de
una disminuida población en áreas más cercanas
al centro de la ciudad.
Para esta época la ciudad y sus habitantes habían
logrado ya definirse e identificarse, entrando a participar
en el devenir histórico claramente como “antigüeños”.
III.- EL GOBIERNO LOCAL DE LA VILLA

En los años posteriores a 1776 se encontraba la que


fuera la “muy noble y muy leal” ciudad de Santiago, con la
mayoría de sus edificios arruinados y abandonados, bastante
despoblada, sin nombre propio oficial, sin privilegios ni
prerrogativas, sin su propio gobierno local y regida por un
justicia mayor encargado de cuidar el orden, de que no se
reconstruyan las viviendas e interesado en cumplir la orden
del traslado de sus vecinos hacía la Nueva Guatemala.

A. Pérdida de su nombre y autoridades

Como resultado del traslado de las autoridades al


establecimiento provisional de La Ermita, en 1774, la ciudad
dejó de llamarse Santiago de Guatemala. Con la disposición
real de 1775 para el traslado oficial al nuevo sitio y con
el establecimiento del ayuntamiento en el valle de la
Virgen y el inicio de sus sesiones el 2 de enero de
1776, se transfirieron también los títulos y
privilegios.
No se tomó en cuenta el nombre que debería de asumir la
anterior ciudad, ya que se pensaba que desaparecería, y por
varios años, se le conoció únicamente como “la destruida
ciudad” o la “arruinada ciudad”.
El ayuntamiento desapareció con la orden real de
traslado de 1775. La arruinada ciudad ya había dejado de
ser la capital del Reino y sede de la Audiencia. La
autoridad máxima de la ciudad pasó a ser el
alcalde mayor de Sacatepéquez. Por no tener
denominación propia, ni siquiera se le consideraba
oficialmente como poblado.
18

La Corona estaba interesada en que desaparecieran del


sitio de la arruinada ciudad todos los vestigios de una
comunidad organizada, en que se interrumpiera todo el
comercio y la abandonaran todos sus habitantes: en suma,
que ya no existiera.

B. Problemas de una urbe sin gobierno

Al no existir un gobierno municipal, se dejaron de


prestar todos los servicios inherentes a un ayuntamiento.
La ex ciudad era parte de la Provincia de Amatitanes y
Sacatepéquez, que era gobernada desde su cabecera, el pueblo
de San Juan Sacatepéquez. En 1776, por Real Acuerdo, se
nombró al militar Guillermo Macé como Alcalde Mayor y Juez
General, quien trató con dureza a los habitantes de la villa
a fin de hacer cumplir a cabalidad las órdenes del
presidente Mayorga sobre su total abandono.
Afortunadamente, para alivio de los residentes,
fue transferido a otro puesto en San Pedro Sula.
En diciembre de 1779 fue nombrado Miguel Mariano
Iturbide como nuevo Justicia Mayor, pero no tomó posesión
del cargo hasta el 6 de enero de 1780, fungiendo hasta
1784. Este informó al presidente del regreso de algunos
pobladores que se dedicaron a limpiar las calles,
construyeron una pila para abastecerse de agua, a la
reapertura de tiendas, ventas de alimentos y talleres, sin
que se les haya castigado por estar en contra de la
prohibición de repoblar la ciudad (AGCA A.1 .37.9 Legajo 10
exp 220, según Rubio Sánchez, 1989:74-
75). Poco a poco se fue perdiendo, por parte del presidente
y de los miembros de la Real Audiencia, el interés por la
despoblación total de la arruinada ciudad. Los subsiguientes
19

presidentes cambiaron de actitud, perdiendo todo interés en


despoblarla, cayendo en una especie de olvido.
En 1784 el Presidente Estachería nombró a Nicolás
Obregón como Alcalde Mayor de Sacatepéquez y como
Justicia Mayor a Lorenzo Montúfar, asignándole un sueldo de
mil pesos anuales por residir en la villa. Este sueldo se
pagó con un arbitrio de cuatro reales porcada
carga de panela que entraba a ella (Rubio
Sánchez, 1989:89). Montúfar fue el primer Justicia Mayor
que residió en la arruinada ciudad. El nombramiento de
Montúfar fue una gran mejora para la villa, ya
que como oriundo y residente, trató de mejorarla, aunque con
limitado éxito. En 1788 Montúfar fue nombrado Alcalde
Mayor de la villa y ese mismo año también se le
nombró Alcalde Mayor de Sacatepéquez, siendo el primero en
ocupar ambos puestos simultáneamente. Lorenzo Montúfar fue
el último en gobernar la ciudad con ese título y fue uno de
los principales instigadores para concederle oficialmente a
la villa en 1799 un nombre propio y nombrársele
ayuntamiento.
Según Pérez Valenzuela (1964:486), por Real Cédula del
4 de agosto de 1786, se le otorgó el título de "villa"
(no indicó la fuente de dicha información).
20

C. Restablecimiento del
cabildo

El 30 de marzo de 1799 se le dio un nombre oficial a la


villa, dejando de ser la "arruinada ciudad" para en lo
sucesivo llamarse La Antigua Guatemala (AGCA A.1.21.2 leg
1805 exp 11811). Es necesario aclarar que el nombre de ¨La
Antigua¨ ya se se le venía dando a la villa desde antes,
entre los que se pueden mencionar los protocolos de algunos
escribanos, el informe de la visita que llevó a cabo el
arzobispo Francos y Monroy en 1786 (Archivo Histórico
Arquidiocesano, tomo 329) e inclusive en algunos documentos
oficiales, tales como el del 27 de marzo de 1784 en que
el Presidente Estachería nombró a
Lorenzo Montúfar como “Justicia Mayor de La
Antigua Guatemala” (AGCA A1.40.9 exp
22262 leg 2654).
El 20 de marzo de 1799 el Presidente D. José Domás y
Valle decidió que se restableciera el ayuntamiento, con el
objeto de formar un gobierno que velara por el
funcionamiento de los servicios, la seguridad pública, el
restablecimiento de la economía, etc. de la ciudad. En
las instrucciones para el manejo de los Alcaldes Mayores
dice: “....continuará la población por ahora con el nombre
de Antigua Guatemala, reservándose su Majestad, la
denominación de que haya de tener, como
ciudad o villa, señalamiento de armas y demás
condecoraciones....”. Fue ésta la primera vez que se usó
oficialmente el nuevo nombre de la ciudad que, aunque
provisional, se convirtió en el suyo propio (AGCA A.1.21.2
leg 1805 expediente 11812).
Para restablecer el ayuntamiento, el Presidente Domás y
Valle nombró a las personas que deberían organizar el
21

cabildo. Como no pudo estar presente en la ceremonia,


nombró como su representante personal al regente de la
Audiencia D. Ambrosio Cerdán y Pontero. El 7 de abril de 1799
se llevó a cabo la toma de posesión delas primeras
autoridades designadas para dirigir el ayuntamiento.
Fue esta la primera sesión de cabildo en que la ciudad
recobraba oficialmente su personería jurídica.
En la escritura levantada por el Escribano de Cámara
del Crimen de la Real Audiencia, se hizo constar que el
regente de la Real Audiencia del Reino, Ambrosio Cerdán y
Pontero, tomó la juramentación del Alcalde ordinario de
primer voto, Manuel del Castillo; del alcalde ordinario de
segundo voto Tomás Beteta y del Síndico Procurador
Atanasio Gutiérrez. Estaba presente Lorenzo
Montúfar, Alcalde Mayor y Juez General por la
Provincia de Sacatepéquez (AGCA A1.21.2 legajo
1805, exp 11812, folio 2, del primer libro del Cabildo de La
Antigua, del 7 de abril de
1799).
La primera sesión fue para tratar sobre "...el Gobierno
y la Policía de la ciudad ...se le dan las gracias a S. M.
el Rey por suspender la ira de su Justicia en inclinar a
los superiores que actualmente gobiernan y que
miren con benevolencia este lugar que veíamos
caminar a su actual exterminio: y pidiéndole nos
alumbre para desempeñar la confianza que se
ha hecho de nuestras personas que encargarnos la
tutela de este Público desamparado y despojado de todos
los auxilios de buen gobierno y lossocorros
temporales...". Hay también una resolución en cuanto a lo
que se consideraba de más urgencia: la reparación de las
cajas y la limpieza de las obstrucciones del acceso al
servicio del agua. Otra resolución dice que se colgará un
cuadro de Ambrosio Cerdán y Pontero en la sala capitular del
22

Cabildo, en agradecimiento por sus buenos oficios para que


se devolvieran a la ciudad sus autoridades propias (Libro
de Cabildo de 1799, folio 3).
Para informar a la población de los sucesos, se publicó
un bando que fue leído el 6 de abril, por el escribano real
y público de cabildo Juan Corzo ¨...en las
esquinas de más transito, en la Plaza Mayor y
principales calles de la ciudad, acompañado por el
cabildo, veinticinco soldados, un oficial, un cabo y una
banda de músicos. La población dio gritos de alegría y
manifestó gran júbilo. En la Plaza Mayor se presentó una
banda de veinticinco músicos y se quemaron cohetes hasta
las nueve ymedia de la noche¨ (Libro de
Cabildo de 1799, folio 16).
Lo anterior le da al lector una buena imagen del
sentimiento de abandono total que debe haber prevalecido
entre la población residente en La Antigua. Se puede decir
que a partir de este momento terminó oficialmente el deseo
oficial de despoblar y desolar la arruinada ciudad. El nuevo
cabildo, reflejando el sentir generalizado de la población,
agradeció EN SU PRIMERA SESIÓN ORDINARIA Y COMO PRIMER PUNTO
DE ACTA a las autoridades reales por el fin del acoso
oficial que vivió a partir de la orden de traslado
definitivo.
Según una breve nota de Pedro Pérez Valenzuela, fue
hasta 1813que le fueron nuevamente concedidos los
privilegios de ciudad a La Antigua (Pérez Valenzuela, 1964:
486).3

3
Pedro Pérez Valenzuela no indicó la procedencia tanto de este
documento como el de la Real Cédula en que se le otorgaba el título de
villa. Los
originales de estos documentos no ha sido posible localizarlos, pero como
los mencionó, lo más probable es que lo haya visto, posiblemente Archivo
General de Centro América.
IV. LA ANTIGUA DESPUES DEL TRASLADO PROVISIONAL Y EL DEFINITIVO

A. Distribución socioeconómica de la población.

La ciudad Hispanoamérica colonial se trazaba a partir


de una plaza mayor central de la que salían las calles hacía
los cuatro puntos cardinales. Era usual que tuvieran
mayor valor los solares más cercanos a la plaza mayor, por
lo que en ella se establecían los pobladores de más
categoría social. De acuerdo a lo anterior, se
puede apreciar que la ciudad coincidió con una
sociedad estratificada, y que había una disminución
de calidad jerárquica entre el centro y la
periferia. El aspecto de la ciudad variaba según se alejaba
de la Plaza Mayor, y cambiaba el aspecto de la construcción.
Las casas en lo que se denominaba la "ciudad" (lo que no
estaba en el casco central original eran los barrios), eran
sólidas construcciones con techo de teja. Hay que considerar
que el techo de teja era un símbolo de posición social, ya
que era más caro que el de paja. Aunque en algunos de los
barrios también había casas con techo de teja, la mayoría
era de paja. En los barrios más pobres los
materiales de construcción eran el adobe, la madera, la
paja, el bajareque y otros materiales perecederos.
El anterior esquema de apreciación y jerarquización
social a partir de la plaza mayor se vino a romper con el
terremoto, traslado y posterior abandono del sitio. Muchas
construcciones y sitios perdieron su valor original; además,
hubo frecuentes casos en que los que adquirieron u ocuparon
quienes tuvieron la posibilidad de hacerlo.
Se consideraban como “barrios”, todas aquellas partes de
la ciudad que estaban fuera del casco central o parroquia del
24

Sagrario, pero siempre dentro de sus límites, también


denominado “intramuros”. Dentro de éstos se incluían los
situados en las laderas de los cerros al norte y oriente
de la ciudad.
Las familias más pobres estaban formadas mayormente por
indígenas, mestizos y mulatos, que se amontonaban en los
barrios circundantes, que desde principios del siglo XVII
habían comenzado a extenderse a las laderas de los cerros.
Fuentes y Guzmán hizo una magnífica descripción de cómo era
la ciudad de Santiago y sus alrededores a finales del siglo
XVII (1932:134-137). En esa época sólo describió once
barrios, pero en 1773 la ciudad había crecido y ya eran 17;
Cristina Zilbermann de Luján (1987:43-44) los actualiza y
los enumera así, comenzando por el sudeste:

" 1.- San Francisco, posiblemente el más antiguo; 2.-


Los Remedios, en la parroquia del mismo nombre, surgido
desde principiosdel siglo XVII y para mediados
del XVIII era probablemente el más numeroso,
hacia el sur; 3.- el de El Calvario, más al sur del
anterior, que se desarrolla en el siglo XVIII en los
alrededores de la ermita de ese nombre;
4.- el de Tortuguero, al sudoeste del centro, en la parte
más
llana y baja; 5.- el del Espíritu Santo, al oeste del
anterior, confundiéndose con el pueblo de San Bartolomé
Becerra; 6.- el de La Pólvora, donde estuvo el molino de
ese estanco, al oeste del centro; 7.- el de San Jerónimo, en
los alrededores del edificio del que habría sido colegio de
ese nombre y que se usaba de aduana; 8.- La Recolección, al
oeste del anterior, que crecía alrededor del convento de
Propaganda Fide, conocido popularmente con el nombre de la
Recolección;
25

9.- el de Santiago, al noreste los dos anteriores; 10.- el


de San Antón o San Antonio Abad, un poco más al norte; 11.-
el de la Joya que se confundía con el de Manchén, ambos al
pie y en la ladera del cerro del Manchén; 13.- el de
Candelaria, en la parroquia del mismo nombre, hacia el
norte; 14.- el de Santo Domingo; 15.- La Chácara que
aunque en las afueras de la ciudad, en el
camino hacia las provincias,también se puede
considerar un barrio; 16.- el de Chipilapa, a orillas del
río Pensativo, hacia el oriente; y finalmente el de La
Santa Cruz, contiguo al de San Francisco".

En 1773 el Agrimensor José Rivera y Gálvez hizo un


plano de la ciudad. Sin embargo, le faltó incluir parte
de las calles de la población establecida en la periferia y
en los cerros alrededor de la ciudad. Los límites exactos
de 1773 estánperdidos, ya que áreas que habían
sido barrios densamente poblados de la ciudad
fueron sembrados primero de nopales conel propósito
de criar cochinilla (grana), y después cuando este
cultivo se volvió pocolucrativo, se cambio por café.
Como las casas de los barrios periféricos seconstruían
de materiales perecederos, estos se
descompusieron con el tiempo o fueron destruidos por los
cultivos, por lo que quedan pocos vestigios de las áreas que
estos barrios ocuparon.
Héctor Samayoa Guevara en Los Gremios de Artesanos en
la ciudad de Guatemala (1962:40) hizo una descripción de
como los artesanos se establecieron con sus talleres y
obrajes en ciertas calles y barrios de la ciudad. Así, por
ejemplo, los panaderos lo hicieron en el "Portal de las
Panaderas", justo frente a la Plaza Mayor; los herreros
en la Calle de los
26

Herreros. En el barrio de Santo Domingo se agrupaban las


tiendas de mercaderes; los plateros y las carnicerías se
ubicaban en distintas calles. En el barrio de San
Sebastián se agrupaban los telares, etc.
El anterior esquema se mantuvo en parte después del
abandono y a principios del siglo XIX. Los sitios más
apreciados continuaban siendo los más cercanos a la
Plaza Mayor y los barrios más pobres continuaron hacía la
periferia de la ciudad. Como la ciudad se redujo en
habitantes y en área, estos se tendieron a concentrar más
cerca del núcleo central alrededor de la Plaza Mayor.
Aunque el número de artesanos se redujo con el traslado,
los que se mantuvieron como vecinos de la ciudad,
continuaron ocupando las áreas y calles que les eran
tradicionales (ver Apéndices I y J). Esto también se puede
comprobar con un padrón que se levantó del Barrio de San
Sebastián, con motivo de la visita del arzobispo Ramón
Casaus y Torres el 27 de diciembre de 1813 (Archivo
Histórico Arquidiocesano tomo 44
T5-70). Se hizo un recuento de cada casa del barrio,
incluyéndose los datos de los inquilinos y su
oficio.
27

MAPA 4.1
La ciudad de Santiago en 1773

Según el Agrimesor José Rivera y Gálvez en 1773


28

MAPA 4.2
Nombres de las calles a finales del siglo XVIII
1. Área del centro hacía el norte
29

2. Área del oeste


30

2. Área del
sur
31

1. Desaparicióó n de algunós barriós

La fisonomía de la ciudad cambió cuando se abandonó.


De más de 30,000 habitantes que tenía la ciudad antes del
terremoto, la población bajó a unos 12,000, o quizás menos,
habitantes en 1778. Esa tendencia a la baja se mantuvo
hasta que se estabilizó en los últimos años del siglo XVIII
en unos 6,000 ó 7,000 habitantes (ver apéndice K). Esta
despoblación creó un gran vacío que dejó extensos espacios
vacantes que anteriormente habían estado habitados.
A partir del traslado de la capital, la mayor parte de
habitantes se mudaron. La nueva ciudad requería de mucha
mano de obra para la construcción por lo que el traslado fue
conveniente para muchas personas, además de que allí les
fueron cedidos terrenos planos que estaban libres de
gravamen. El traslado de dicha mano de obra provino de los
pueblos circundantes a la arruinada ciudad y de la población
de los barrios de más baja condición económica, localizados
en las laderas de los cerros y en los sitios más pobres y
más alejados del centro. Las casas en que esa gente vivió
hasta el terremoto estaban construidas de material débil y
perecedero, por lo que desaparecieron fácilmente.
Había barrios y distritos enSantiago que se sabe
estaban densamente poblados que aún hoy están totalmente
despoblados. Lo anterior se puede comprobar de dos maneras,
la primera y másobvia, es el hecho de que aún quedan
escasos vestigios arqueológicos de los materiales de
construcción de dichas viviendas y que aún hoy, esos mismos
espacios no han sido repoblados. Segunda: que existe
amplia documentación sobre la existencia de esos barrios.
32

Como se nota en el Apéndice E, antes del terremoto se


vendieron varias casas y sitios en esos barrios, pero en los
años posteriores al traslado, en algunas áreas casi se
suspendieron las ventas de propiedades y en otros fue nula
a partir de la orden de traslado.
El único barrio que se puede decir que desapareció por
completo es el de la Santa Cruz, que estaba localizado al
oriente de las Beatas y Hospital de Belén y del río
Pensativo. De este barrio sólo quedan vestigios de la
iglesia de la Santa Cruz, de las cajas de agua que lo
surtían cuyo caudal provenía del acueducto que venía del
pueblo de Santa Ana, y alguno que otro muro o pila
diseminado dentro de los cafetales de la finca particular
que conserva el mismo nombre del barrio desaparecido. De
sus calles no queda ningún vestigio.
Por otro lado, hubo sectores de algunos barrios que
desaparecieron. En Los Remedios, ya no existe el sector a
ambos lados de La Alameda, la pila del Campo y al oriente de
la parroquia. En el de Chipilapa, ya no estaba lo que se
extendía por la ladera del cerro de la Santa Cruz o de
Chipilapa hasta lo que es lo que es hoy la salida hacia la
ciudad de Guatemala. Del lado poniente del río,
desaparecieron lo que eran lascalles alrededor de la
iglesia de la Cruz del Milagro, así como los alrededores de
Santa Rosa y de las Beatas de Indias hasta Santo Domingo al
sur y al norte hasta la parroquia de Candelaria. En el
barrio de Candelaria, ya no existe la parte hacia el norte
de la ladera del cerro del Manchén hasta llegar a la iglesia
de los Dolores del Cerro y hacia el poniente, en dirección
de la desaparecida iglesia de los Dolores de Abajo. Las
laderas orientales del cerro del Manchén, en la que se
33

encontraba la llamada calle y paraje de La Joya ylos


alrededores de la iglesia de Nuestra Señora del Manchén han
desaparecido. Así como los sectores orientales hacía el Río
Guacalate de los barrios de SanAntón, Santiago y del
Espíritu Santo. En los barrios de La Recolección y de San
Jerónimo, se perdió el sector que ahora es el mercado y
estación de autobuses extraurbanos y en el barrio de San
Lázaro, la parte donde se encuentra localizado actualmente
el cementerio de la ciudad. También se vio afectada la
zona al sur de la iglesia de San José el Viejo y al
poniente, la cual formaba parte del antiguo barrio del
Tortuguero.
34

MAPA 4.3
Los barrios antes del abandono
35

MAPA 4.4
Barrios, calles y áreas que desaparecieron
a partir del traslado
36

2. El servició de agua

La forma en que estaba distribuida la población


determinó los sectores de la ciudad a los que se les
introdujo el servicio domiciliar. Los habitantes de alta
capacidad económica tendieron a asentarse en las partes de
la ciudad en que era fácil el acceso a ésta y los que no, en
los barrios que no tenían acceso a ella o que estaban
localizados en las laderas de los cerros. El acceso a
este servicio fue por lotanto, otro factor que influyó
en el valor de la propiedad. A manera de ejemplo, uno de
los barrios más ricos y prestigiosos, el de Santo Domingo,
estaba precisamente en la parte alta de la ciudad, por
donde pasaba la cañería con la que se introducía el
caudal proveniente de San Juan Gascón.
Sólo algunos barrios de la ciudad contaban con servicio
de agua potable domiciliario. La mayor parte de la población
tenía que surtirse de agua de las fuentes públicas. Sectores
completos de la ciudad, como el sudoeste, nunca gozaron
de ese servicio; los barrios más pobres situados en las
laderas de las montañas tampoco lo tuvieron.
El sistema de agua funcionaba a base de gravedad y era
abierto, en el sentido que por carecerse en esa época de
válvulas, este fluía constantemente de las taujías de
entraba hacía las pilas. En algunos protocolos aparecen
escrituras donde se indica que en algunos casos el agua
limpia que no se utilizaba no se desperdiciaba, ya
que era vendida al siguiente vecino que por
estar a un nivel más bajo, la podía utilizar (ejemplo del
año 1770: AGCA leg 922 fol. 68). Tal fue el caso, por
ejemplo, de La Merced, que vendió el
excedente de sus fuentes a sus vecinos, o el de otros
37

particulares que hicieron lo mismo. Esta práctica, y la de


sub-distribuir a los vecinos, le restaba ingresos al
ayuntamiento.
La introducción de agua a una residencia particular era
cara. El interesado debía gastar en la compra del derecho
para el uso del agua al ayuntamiento, instalar las cañerías
de acceso, hacer cajas de distribución y finalmente
construir una pila. Estos gastos sólo los podían
hacer quienes tuvieran una alta capacidad económica.
Tener instalada agua corriente era un símbolo de
prestigio y de una alta condición social, similar al de
tener un techo de teja, aunque era más exclusivo. A
mediados del siglo XVIII, sólo 168 familias llegaron a
disfrutar de este servicio (Webre, 1990:74).
En el período de 1770 a 1773, de 227 escrituras de
compraventa localizadas, únicamente 42 (19%) contenían información
acerca de su acceso a la red de distribución del líquido.
Recibían el
siguiente caudal: 7 con una medida de un cuartillo; 3 con ½ real;
3 con ½ paja; 23 con una paja; 1 con una y ¾ pajas; 1 con dos
pajas; 2 con tres pajas; y
1 con tres pajas y
1/2.
El servicio de agua sufrió grandes daños con los
terremotos de 1773. Se rompió o dañó la mayor parte del
sistema, desde la captación hasta las redes de distribución.
Para reanudar su distribución, el ayuntamiento primero se
preocupó de poner en servicio las fuentes públicas, tal fue
el caso de la fuente que existía al poniente del Arco del
Matasanos. En el caso de la distribución domiciliaria, fue
otra la realidad, ya que con el abandono de la ciudad, y la
falta de autoridades ediles, no se pudo realizar. Muy pocas
residencias continuaron disfrutando del servicio y cuando
sufrieron daño, tuvieron sus propietarios que hacer sus
propias reparaciones. De acuerdo a las escrituras de
38

compraventa de inmuebles, eran muchas las casas que tenían


taujías y pilas, pero que se encontraban secas porque aún
estaban rotas las cañerías de las calles. Este fenómeno era
aún perceptible en la segunda década del siglo XIX.
El caso de La Antigua es singular ya que los dos ríos
que la atraviesan tenían entonces un caudal constante todo
el año, y el nivel freático era bastante superficial, por lo
que se podía acceder al agua con pozos
pocos profundos. Es posible que ésta haya sido la
solución que la población le dio a la falta del servicio de
agua.
La reparación del sistema preocupó constantemente a los
vecinos. Al restablecerse el ayuntamiento, en 1799, éste
fue uno de los principales puntos en la agenda de trabajo
del nuevo cabildo.
En el período de 1776 a 1830 se encontró que de las
212 escrituras de compraventa de inmuebles que
se realizaron, únicamente 35 casas tenían
funcionando el servicio de agua.
El número de abonados se había reducido. En un padrón del
año 1800 se enumeraron los nombres de los 80 propietarios
con conexión domiciliaria (AGCA A1.21.2 leg 1808). Si
se considera que la población de ese año era de unos 6,000
habitantes y que había cinco habitantes por casa,
únicamente 7% gozaban de ese servicio en ese año.
Según el estado de cuentas por ingresos
a Propios del Ayuntamiento del año 1826 (Archivo Histórico de
la Antigua Guatemala, ver apéndice # M), habían 129
conexiones domiciliarias, si tenía entonces la ciudad una
población de aproximadamente unos 7,000 habitantes, se sirvió
al 10% de los habitantes, lo que demuestra no sólo un aumento
en el número de personas que gozaban del servicio.
Aunque lentamente, el ayuntamiento reparó el sistema. Esto
se puede apreciar en unos planos (Archivo Histórico de
Antigua
39

Guatemala, documento no clasificado) que el ayuntamiento


levantó en 1830 de las cajas que surtían las taujías
domiciliarias.
Cuando se construyeron los diferentes acueductos de
acceso, se canalizó el agua hacia las fuentes públicas. De
esas arterias principales se construyeron ramales
secundarios hacia las zonas, que por su localización
geográfica y nivel, podían tener acceso a ella. El agua
entonces se distribuía por cañerías hacia
diferentes cajas de captación
estratégicamente localizadas en ruta hacía las fuentes. De
las cajas se sacaban las tuberías para alimentar las
instalaciones domiciliarias. Como en la antigua Roma, el
derecho lo vendía el ayuntamiento no de acuerdo al volumen o
consumo del agua, sino del área del orificio de salida
(data) puesto en la caja de agua apropiada, que a su vez
determinaba el caudal. Las medidas de estos orificios
correspondían al tamaño de las monedas en circulación,
siendo la base de esta el tamaño o diámetro de un real de
plata.El dueño de un real de agua poseía el derecho al
equivalente del gasto de agua a través de un orificio de
ese tamaño. El agua era vendida a base de múltiplos o
fracciones de estas monedas. El diámetro más estrecho era
el de una paja (que equivalía a un octavo de real), le
seguía un cuartillo, un real y la más grande era la de un
peso, equivalente a ocho reales (Webre,
1990:70-71 y Chinchilla Aguilar, 1953:20).
El derecho de agua era vendido a quienes pudieran pagar
el valor de éste. De acuerdo a la información en las
escrituras de compraventa de propiedades inmuebles, a
finales del siglo XVIII la paja de agua valía entre 100 y
150 pesos. Si se compara este precio con el valor de
una propiedad inmueble en los barrios periféricos, que
oscilaba entre 100 y
40

200 pesos, se comprende por qué era inaccesible para la


mayor parte de la población.
El cabildo también aprovechaba la venta del derecho de
agua dando el valor total o parcial de ésta a censo
enfitéutico, con réditos del 5% anual, garantizándose así
fondos para el futuro. Entre los años 1770 a 1820 se
encontraron 26 escrituras de compraventa que incluían censos
al ayuntamiento, con un valor global de 2,880 pesos a censo
de propios del ayuntamiento, de éstas 22 pertenecían a
censos antes del terremoto y sólo cuatro más hasta 1778,
después de ese año ya no apareció ninguna.

TABLA 4.5
Propiedades con conexión de agua
en las escrituras de compraventa

1770-73 1774-75 1776-98 99-1820 1821-30 TOTALES


ESCRITURAS 279 28 58 86 40 491
Si había * 2 0 4 11 5 22
CUARTILLO 7 0 1 0 0 8
1/2 REAL 3 0 1 0 0 4
UN REAL 0 0 1 0 0 1
½ PAJA 3 0 2 0 0 5
1 PAJA 23 8 3 2 2 38
1 ¾ PAJA 0 0 0 0 1 1
2 PAJAS 1 0 0 0 1 2
3 PAJAS 2 0 0 0 1 3
3½ pajas 1 0 0 0 0 1
TOTAL 42 36 70 99 50 297
Nota: son valores absolutos, hay que tomar en cuenta que algunas
propiedades se vendieron más de una vez dentro de estos 60 años.
* Sí había: son aquellas escrituras en que se indica que
tenían instalación domiciliaria de agua, pero no especifican cuál era el
caudal.
41

3. Lós miembrós de la Iglesia dentró del cóntextó


sócial

La Iglesia católica era muy importante y numerosas las


personas eclesiásticas que habitaban en Santiago. Su
influencia económica y social era muy grande. En 1773 había
33 establecimientos religiosos en la ciudad, en los que
vivían unos 1,000 individuos. El clero, tanto en lo
individual como institucionalmente, se dedicaba no sólo a
los menesteres propiamente eclesiásticos, sino también a
asuntos mundanos tales como: la compraventa de propiedades
inmuebles; préstamos en efectivo a rédito (normalmente al
5% anual); préstamos para la compraventa de propiedades
inmuebles y la propiedad y manejo de negocios comerciales.
Eran muchas sus propiedadesy se localizaban en todos
los barrios de la ciudad. Muchos miembros del clero
compraban y vendían propiedades que podían ser desde
una lujosa mansión hasta una pequeña propiedad en un
barrio pobre, o inclusive algún obraje o taller.
También había quienes, en lo particular, compraban o
vendían propiedades o tenían negocios, como por ejemplo el
presbítero Francisco Almenteros, quien compró un mesón
frente al convento de la Concepción en 1770 (el
llamado ¨Mesón de Almenteros¨), o una monja del convento de
la Concepción que vendió una tenería situada frente a la
finca La Chácara y el río Pensativo.
De las órdenes religiosas que había en la ciudad
algunas eran más ricas y poderosas que otras. Según
Pedro Pérez Valenzuela (1964:328), antes del terremoto las
rentas de la órden mercedaria alcanzaban un
capital de 110,000 pesos, impuesto a
censo sobre solares, casas y haciendas.
42

MAPA 4.6
Las parroquias antes del abandono
43

Quizás la orden más rica era la de los dominicos, pero


también los franciscanos y los conventos de Santa Clara y
Concepción tenían grandes intereses financieros. Casi todos
los establecimientos religiosos también lo hacían, pero en
menor cuantía (ver apéndice H).
La capellanía era otra fuente de ingreso eclesiástico,
que podía consistir en propiedades o dinero legados a algún
establecimiento religioso o eclesiástico para la celebración
de misas a la memoria del alma del donador. Generalmente,
las capellanías se hacían a nombre de un beneficiado o
capellán, quien recibía a su nombre el valordel rédito.
Éstas podían ser de unos pesos a grandes cantidades de miles
de pesos. Por la misma naturaleza de la donación, ésta
estaba más diseminada en los diferentes establecimientos
religiosos. Entre los años 1770 a 1773 se encontraron 42
escrituras en la que se mencionan capellanías por un valor
de
31,551 pesos.
44

a. Organización eclesiástica parroquial

La ciudad estaba dividida eclesiásticamente en


parroquias. Una parroquia es un territorio bajo la
jurisdicción espiritual de un cura párroco, la cual se
usaba como una demarcación local, para muchos
fines no eclesiásticos. En 1767 la ciudad
estaba distribuida en cuatro parroquias (Cortés
y Larraz, 1958:22): 1.- El Sagrario, 2.- Los
Remedios,3.- Candelaria y 4.- San Sebastián. La
primera era servida por dos curas párrocos y las otras tres
por uno cada una.
En 1767, según el arzobispo Cortés, había seis
conventos de religiosos; cinco de monjas con 165 religiosas;
tres beaterios con 66 beatas; una universidad y dos colegios
y un niñado para atender huérfanos o niños desamparados.
Con la ruina de los templos, la orden de traslado y la
reducción de la población, esto cambió radicalmente. En su
visita pastoral de 1786, el arzobispo Cayetano Francos y
Monroy visitó las parroquias de la villa, a la que en su
informe llamó La Antigua Guatemala, que en ese momento eran:
la parroquia provisional de San Antón, la ¨antigua¨
parroquia de los Remedios y la ¨antigua¨ parroquia de
Candelaria. No explica el documento la razón de la
exclusión de la parroquia de San Sebastián, pero es de
suponerse que San Antón la substituyó provisionalmente
(Archivo Histórico Arquidiocesano Tomo 32, folio 250).4

4
Aunque el nombre de la ciudad aún no era oficialmente conocido como
el de La Antigua, en algunos protocolos de escribanos, y en el caso de
la visita del arzobispo Cayetano Francos y Monroy, se le nombró así.
45

Cuando en 1804 el arzobispo Luis Peñalver y Cárdenas


hizo su visita pastoral, eran ya solamente dos la
parroquias: la de San Sebastián y la de Los Remedios.
En ambas visitas (la de 1786 y de 1804) se quejaron los
curas con los arzobispos de la dificultades económicas que
tenían porque los vecinos no pagaban puntualmente sus
diezmos, probablemente por la pobreza generalizada en la
villa.
En febrero de 1816 hizo su visita a La Antigua el
arzobispo Ramón Casaús y Torres (Archivo Arquidiocesano,
tomo 44 T5-70 folios 107-120). Visitó las parroquias de San
José (hoy San José El Viejo, que posteriormentefue
trasladada a una parte del sitio de la antigua catedral) y
la de San Sebastián, en el templo de ese nombre. La de Los
Remedios ya había perdido su calidad de parroquia y sólo se
le reconocía como filial de San José. El 22 de febrero de
ese año el cabildo aprovechó esa visita para solicitarle
que fuera reparada la antigua iglesia de La Merced. Según
una solicitud que dice:”...ya que le hace falta a la
población, ya que por solo haber dos parroquias en la ciudad
les queda muy lejos poder asistir a misa; a los pobres les
es difícil atender la misa ya que tienen que ir las familias
unos primero y otros después, ya que a causa de su pobreza
solo tienen un mismo vestido, y que algunos se tienen que
quedar cuidando la casa...” (AGCA, A.1 21.2 legajo 1805,
expediente 11818, folios 5-22, libro de Cabildo de 1816).
Está muy clara la referencia a la dificultad de asistir a la
iglesia y a la pobreza en que se encontraba sumida la
población de la ciudad. Años después la parroquia de San
Sebastián, sin cambiar su nombre, se trasladó a la Merced
cuando esta fue reconstruida.
46

En el libro de Cabildo de 1819 (AGCA A.1 21.2,


expediente 11821, legajo 1805, folio 17 a 32) se hizo
referencia a la existencia de tres parroquias en La Antigua,
siendo estas: la de San Sebastián, la de San José el Viejo,
que es la misma que posteriormente se trasladó a la antigua
catedral metropolitana y la de Los Remedios que nuevamente
adquirió la calidad de parroquia.
La disminución en el número de parroquias y el cambio
de la asignación parroquial, es un claro signo de
transformación de la ciudad. Fue un resultado del menor
número de habitantes y del cambió en la ubicación de la sede
del arzobispado.
47

B. Consecuencias sociales del


abandono

En la villa se produjo un empobrecimiento general de la


población, así como problemas sociales y morales, tales
como: alcoholismo, juego y prostitución;
fenómenos que generalmente se presentan
cuando ocurre una alta tasa de desocupación. En la
visita pastoral del arzobispo Francos y Monroy (Archivo
Histórico Arquidiocesano, tomo 32, folios
230-245), en julio de 1786, en su visita a la Parroquia de
los Remedios, escribió: “existe una ruina total y espiritual
de la república y que se ex comunicará a quien persista en
jugar y esa forma de vida....que para salvarse deben volver
a la fe cristiana y que deben de rezar y volver a las
buenas costumbres.... muchos son los escándalos de los
vecinos .... muchos juegan.... la embriaguez ésta demasiado
extendida .... muchos escándalos con mujeres
deshonestas.... Viven juntos como que si estuvieran
casados.... son muchos los ebrios.... y que si persisten
en no enmendar se y volver a la fe
cristiana, serían excomulgados...”. El arzobispo recomendó a
los parroquianos que “para salvarse deben de volver a la fe
cristiana, que deben de rezar y volver a las buenas
costumbres”.
El arzobispo Peñalver y Cárdenas (Archivo
Arquidiocesano, tomo 39, folios 19-80) en febrero de 1804,
se refirió, en la antigua parroquia de La
Candelaria, a los escándalos “que han hecho un
grupo de vecinos de la parroquia con mujeres deshonestas”,
recomendó el visitador a todos los parroquianos que
enderezar su forma de vida y que volvieran al cristianismo.
Además se quejaron los párrocos que por la
pobreza tan extendida les era difícil cubrir sus gastos, ya
48

que los parroquianos no cumplían con pagar su diezmo. Los


curas párrocos presentaron listas de los nombres de los
ebrios, de los que vivían escandalosamente y de las personas
que no cumplían con el diezmo y la limosna.

1. Aumentó en la delincuencia

Como en cualquier ciudad, existieron en Santiago desde


antes del terremoto, barrios en los que había un índice
mayor de delincuencia y que se consideraban muy peligrosos.
Estos incluían al barrio del Manchén; el área
alrededor de la Cruz de Salinas (también llamada la Cruz de
Piedra) localizada en el Barriode San Sebastián, sobre
la calle ancha de Jocotenango; y los barrios de
Santiago y Santísima Trinidad, barrio también conocidocomo El
Chajón (Franz Binder, comunicación personal en
el AGCA, 15 de abril de 1996).
Después del terremoto la delincuencia se generalizó y
se extendió a todos los barrios y rumbos de la ciudad.
Pronto se hizo sentir el vacío de autoridad por la
falta de municipalidad y la inexistencia de agentes
del orden. El índice de delincuencia se incrementó con la
destrucción de la ciudad, y luego con la orden de traslado
y de abandono. A los habitantes de la villa les preocupaba
la proliferación de la delincuencia, la prostitución,
el alcoholismo y la vagancia. Como no había una
autoridad legítima que los protegiera contra
este problema, los vecinos organizaron patrullas que
recorrían las calles y así protegerse de la delincuencia.
El 26 de abril de 1814 el Cabildo solicitó a la
Comandancia de Armas que se “continuaran las patrullas de
49

vecinos y milicianos ya que hay muchos vagos


perjudiciales...”. En 1820 volvió el Cabildo a
reorganizar las rondas, distribuyéndolas entre
todos los vecinos y encargando a los síndicos
organizarlas y participar en ellas (Libro de Cabildo de
1814, AGCA A1.21.2 legajo 1805, exp.
11817, folios 36-37 y exp 11822 de 1820), lo anterior indica
que estas ya existían, y es posible que debido a las
circunstancias de inseguridad y delincuencia imperantes, se
hayan organizado desde después de la orden de traslado
definitiva. Las patrullas debían velar por que “....se
mantuviera la paz y el orden en los barrios, en las tabernas
y cajones de bebidas se observaran los bandos y reglamentos
del orden y policía y hacer rondas nocturnas y recoger a
los alborotadores y ebrios...”.5 Años más tarde, cuando
fueron creadas las alcaldías auxiliares, eran sus titulares
los responsables de velar porque se mantuviera el orden por
medio de patrullas y rondas nocturnas.
El 8 de octubre de 1783 Don Lorenzo Montúfar y Don Pedro
José Beltranena (Torres Ramírez, 1984:338) informaron al
Consejo de Indias de “...la deplorable situación en que se
encuentra la República por la abundancia de delincuentes y
vicios que intranquilizan a los vecinos y que si la justicia
era el único medio que los pudiere contener, el temor a ella
ya no existe, por lo que la mayoría de los delitos se quedan
impunes...”.
En todos los barrios de la villa había ruinas de
iglesias, edificios de gobierno y casas particulares.

5
Estas patrullas y rondas se mantuvieron y fueron reglamentadas por el
ayuntamiento en 1826, cuando se formalizaron y organizaron a partir de
las alcaldías auxiliares, que eran las encargadas de velar por el orden.
Decreto del cabildo de 29 de marzo de 1826 en se crearon los cantones de
la ciudad y se fijaron las atribuciones del alcalde auxiliar de cada
uno de los cantones. AHMA documento no clasificado.
50

Existían muchos sitios baldíos con escombros que por estar


abandonados, se llenaban de monte o eranusados como
basureros. De muchas de estas propiedades se ignoraba
quiénes eran sus legítimos propietarios, sea porque éstos
se habían trasladado hacía la nueva capital, o porque
habían muerto. Muchas de las calles y callejones continuaban
con montones de ripio, y algunas de las calles se
encontraban desoladas, ya que todos sus habitantes
las habían abandonado. La población se
quejaba de que éstos eran escondites de
maleantes, que desde allí acechaban a sus víctimas para
atacarlas.
En varias escrituras de compraventa de inmuebles
aparecen listas de materiales de construcción que habían
quedado abandonados. De muchos de estos sitios no se conocía
quién era el propietario, y los invasores de los sitios y
los ladrones se aprovechaban para sustraer
materiales de construcción como teja, madera,
piedra, etc., y otros utensilios, como
puertas, pilas, ventanas, piezas de piedra labradas,
diferentes tipos madera, etc. A manera de ejemplo, se
presenta un caso documentado que lo ilustra:
En 1778 fue alquilada una casa semidestruida en la
calle de San Jerónimo, que contenía pilares de madera,
puertas y otros materiales de construcción. Cuando ésta
fue vendida a un clérigo, se descubrió que el antiguo
inquilino se había robado todos esos materiales y quemado
la madera que no se pudo llevar (AGCAA.1 20
legajo 978, del 24 de julio de
1778).
En 1819 fueron alquiladas las ruinas del convento de
Santo Domingo “para evitar que continuaran los robos de los
materiales y fragmentos” (AGCA A1.20 leg 3030). Ese mismo
año se vendió un sitio de una manzana al norte de San
51

Agustín, ya que “era usado por los maleantes para cometer


robos” (AGCA A1.20 leg 3031 fol. 259), y otro en la calle de
Santa Clara que se vendió por las mismas razones (AGCA A.1
20 leg 3031 fol. 74-79). En varias otras
escrituras los otorgantes hicieron un
inventario de los materiales de
construcción que entregaban al comprador y que se
encontraban dentro de los sitios y casas en venta. La
preocupación por el saqueo y robo de estos materiales era
evidente.
Como ya se vio, el cabildo y la población en general se
quejaba de los continuos asaltos y robos a que estaban
expuestos, al amparo del ripio y la basura en las calles y
de la desolación y abandono de grandes sectores de la
ciudad. Este fenómeno es un claro reflejo de la falta de
trabajo y la vagancia.
En 1826 se reorganizó la distribución de la ciudad en
cantones (ver apéndice O), siendo estos: Concepción, San
Sebastián, Los Remedios, de la Compañía de Jesús, Santa
Lucía, Candelaria, San Antón y Zacateros. Para cada cantón
se crearon las alcaldías auxiliares, entre cuyas
atribuciones se encontraba: “que cuiden del orden y
quietud del barrio, que en las tabernas y estancos de
bebidas se observen los bandos y reglamentos de buen
gobierno y policía...velar sobre la conducta de los
hombres y cortar toda riña....dar a la justicia nombres
datos sobre delitos...hacer las rondas nocturnas y
recoger a ebrios....” (Archivo Histórico
Municipal de La Antigua, Decreto Municipal del 26 de marzo
de
1825, documento sin clasificar).
52

2. Próblemas de higiene y
salud

Como ya se vio, en la villa abundaban las calles llenas


de ripio y de basura con ruinas y sitios baldíos que eran
refugio de delincuentes o eran usadas para siembras. También
deambulaban por las calles cerdos y ganado. Recién
establecido el ayuntamiento en abril de 1799 este emitió
un bando en él se anunciaba "que serán exterminados los
cerdos y otros animales de campo que pacen dentro de la
ciudad y que perjudican las fábricas por interés del
salitre...se le indica a los salitreros que
por el orden con que toman las tierras de los sitios y
solares despoblados para extracción de salitre¨, así como
“de compostura y limpia de calles y cañerías...causando
daño a los edificios” (AGCA A1 21.2 leg
160 exp 3233 folio 4). También en 1816 se emitió un bando
en el que se les informaba a los vecinos que debían cuidar
de su ganado, y que serían sacrificados
porque "arruinaban las calles y campos de
la ciudad".
Con el uso de terrenos baldíos para siembras se dieron
situaciones muy particulares. En el Libro de Cabildo de
1819 aparece un solicitud que dice: “....algunos individuos
se han quejado...el último hecho por Manuel Antonio Batres
acerca de las molestias que causan los trapiches que han
puesto dentro de esta población, pertenecientes el uno al
señor vocal del cabildo don Rafael Escobar y el
otro a Francisco Romero, siendo perjudicial a
la salud pública la siembra de caña y el acopio de
pájaros....acordaron...que se sirva trasladar la siembra y
maquinaria a otro destino fuera de la ciudad...” (AGCA leg
1805 exp 11821, folio 37 del 26 de noviembre de
1820). No se indica en qué sitio se localizaban las
siembras
53

y los trapiches. Frente a la plazuela de San Sebastián,


sobre lo que fue el antiguo portal, también había un
trapiche en 1813.

a. Basura.
Las quejas de la población por la gran cantidad de basura
que había por toda la villa se reflejó en las
constantes menciones de este problema en los libros
de cabildo y aun en las escrituras de compraventa de
propiedades. Lo anterior indica que no existía un
programa sistemático para deshacerse del desperdicio y
basura. Antes del terremoto no se han encontrado
indicios de que existiera dicho problema en
Santiago de Guatemala, y si lo hubo posiblemente fue mínimo.
No se conoce un reglamento para la villa de La Antigua, pero
de acuerdo al primer Reglamento de Seguridad, Salubridad y
Ornato de la ciudad de Guatemala de 1839, era obligación de
los vecinos cuidar de la limpieza de la calle y el frente de
su casa. Según el reglamento a nadie se le permitía arrojar
basura a las calles, plazas o acequias. Si alguien
contravenía estas disposiciones se le imponía una multa que
oscilaba entre 3 pesos y cuatro días de cárcel (E.
Chinchilla Aguilar, 1961:291-293). Por la gran cantidad
de basura depositada en las calles y en los lotes
baldíos se concluye que posiblemente la mayoría de la
población de La Antigua no tomaba en cuenta la necesidad
de mantenerla limpia. Había edificios en toda la
ciudad, y aún alrededor la misma plaza mayor que se
encontraban abandonados y en ruina. La población
utilizaba como basurero los sitios abandonados,
las calles y aun la misma plaza mayor para deshacerse de sus
desperdicios. Se encontraron en varias escrituras y en los
54

libros de Cabildo mencionados siete sitios queestuvieron


abandonados por muchos años en el Portal de Panaderas y que
fueron utilizados como basureros (AGCA A.1 20 leg 3040, 14
de noviembre de 1810, protocolo de Alejandro
España). Los propietarios de estos sitios fueron
desposeídos por el Arzobispado por falta de
pago de sus respectivos censos, estuvieron sin
poderse vender por muchos años por el elevado valor
acumulado de los réditos, hasta que en 1810 fueron
rematados a sólo 300 pesos cada uno (AGCA A.1 20 leg 3040).
Los vecinos hicieron repetidas solicitudes al
ayuntamiento para que se limpiara la Plaza Mayor de los
montones de basura que había. El cabildo nombró a
responsables de la limpieza en varias ocasiones, pero no se
ha logrado establecer por qué no se llevaba a cabo con la
prontitud requerida.
En el libro de Cabildo de 1813 aparece una anotación en
la que el cabildo encargó a uno de los síndicos para que
supervisara la limpieza de las calles, recogiendo el ripio y
la basura. En 1814, el Juez de Policía informó al
Ayuntamiento sobre la resistencia de algunos vecinos para
limpiar las calles que les correspondían. Ante esa actitud,
el consejo decidió emplear gente para llevarla a cabo, el
costo de la mano de obra debería reintegrarse al
ayuntamiento por las personas a quienes les correspondía
dicha limpieza. En cuanto a las calles con casas
deshabitadas, se utilizaron reos para efectuar la limpieza.
Como resultado de la basura, abundaban los perros
callejeros. En dos ocasiones (en 1814) el cabildo ordenó
que fueran eliminados. Muchos de ellos tenían
rabia y mordieron a varios vecinos,
contagiándolos. La matanza se acordó
pagándose el "acostumbrado cuartillo por cada perro muerto".
55

Dice el acta del 7 de octubre de 1814 que "se hace anotación


de las resultas que puede haber de salir solos los indios a
la matanza de perros...por lo que se nombró a los miembros
de este cuerpo (Cabildo) para que salgan
a custodiar a los indios".
Existieron basureros en el convento e iglesia de La
Compañía y también en Santa Teresa. En 1819 ordenó el
Cabildo "que se fijen cartelones convidando [a alguna]
persona que quisiera hacerse cargo de la limpieza de la
esquina de Santa Teresa, ofreciendo dar el uso del sitio que
en ella se halla...ya que los legítimos dueños [se]
desatendieron de ella y no quitaron el basurero [que] en él
se ha hecho". Por lo anterior se deduce que no había un
sistema de recolección de basura y que no había en la villa
un lugar adecuado donde se pudieran depositar los
desperdicios, por lo que la población se deshacía de ellos
en cualquier sitio. Debido a las constantes solicitudes
que los vecinos le hicieron al ayuntamiento, se nota
que a la población le preocupaba el
amontonamiento de basura. Es posible que la
municipalidad no haya podido resolver este problema por la
estrechez económica de la municipalidad.

b. Cementerios.
Antes del terremoto y del abandono de la ciudad se
utilizaban para enterrar a los muertosúnicamente
las iglesias y establecimientos religiosos.
Después del terremoto y posterior abandono, la
población se encontró con que no había sitios apropiados
para enterrar a sus muertos. Ante la imperativa
necesidad de hacerloen algún lado, fueron
utilizados los sitios abandonados de los establecimientos
56

religiosos y aún la antigua catedral, en los que se hacían


enterramientos superficiales, que con facilidad afloraban
con las lluvias. A fines del siglo XVIII y principios del
XIX la ciudad no contaba con cementerio fuera del casco.
En la visita del arzobispo Ramón Casaús y Torres, en
1816, solicitó a todos los curas de la Antigua que “recojan
los huesos de los fieles difuntos que andan rodando en las
iglesias arruinadas y que los sepulten en los cementerios
fijos de ese lugar...”. Cada uno de los párrocos confirmó
por escrito que los curas de su parroquia habían recogido
todos los huesos de las iglesias y que se habían metido en
cajas “....todos juntos dándoles cristiana sepultura”
Archivo Histórico Arquidiocesano tomo 44 T5-70, folio 107).
A la ciudad le hacía falta un cementerio. El cabildo
mostró preocupación ante este problema en 1819. En
agosto y septiembre de ese año se discutió la posibilidad de
construir uno en las afueras de la ciudad. Como el
costo deese proyecto resultaba elevado, se
comisionó "...al perito Francisco Estrada para que
proceda en formar el cálculo o presupuesto del costo que
pueda tener la cubierta de la iglesia de San
Lázaro para tal efecto...". El 17 del mismo mes informó
el vicario que los tres curas parroquiales
estaban de acuerdo condicho proyecto, "ya que hacer el
enterramiento fuera de la ciudad sería muy caro y era mejor
aprovechar los fondos en el Lazareto..." (AGCA A1.21.2 leg
1805, exp 11818 folios 28-30, libro de Cabildo de
1819).
Por lo limitado de sus ingresos, el ayuntamiento
tampoco pudo resolver este problema y continuaron los
enterramientos ilícitos. Bastantes años después fue
resuelto, utilizando los terrenos aldeanos a la iglesia de
San Lázaro.
57

c. Cárceles.
El estado de las cárceles fue también motivo de preocupación
para los miembros del concejo. Su estado era lamentable. La
vieja sede de la Casa de Moneda se utilizaba como prisión de
mujeres. Dice una de las actas de Cabildo del año de 1812
que: "...la funesta situación que se encuentran las
miserables mujeres que se reclusan en la arruinada casa de
moneda y por la mucha humedad que se ha concentrado en la
poca habitación que tiene y el evidente peligro en que están
reducidas por lo muy cuarteado de sus edificios...", se le
solicitó a las monjas del monasterio de Santa Clara en la
Nueva Guatemala, para las reclusas el uso de dos cuartos del
abandonado convento en La Antigua que aún se encontraban en
buenas condiciones. Seis meses más tarde, en agosto de 1812,
se volvió a mencionar que se necesitaba reubicar a las
reclusas, por lo que se puede inferir que no fue resuelta
favorablemente la solicitud (AGCA A1 21.2 leg. 1805 exp
11814, folios 3,4 y 38, del libro de Cabildo de 1812). Como
el Ayuntamiento no tenía fondos, el Contador de Propios de
la ciudad,
Fernando Palomo, sugirió que “....sólo se necesitan
102 pesos para la reparación de las cárceles (incluyendo la
de hombres).... que se les permita a los presos fabricar
pita y no soga, pero con moderación, para su propio
sustento....” (AGCA A1 21.2 leg 1805, exp 11815, folio 35
del libro de Cabildo de 1815).

d. Hospitales.
Los edificios del Hospital Real de Santiago (también
conocido como de San Juan de Dios y localizado en la calle
del Monasterio de Concepción hacía la Plaza Mayor) y el
Hospital de Indios de San Alejo (localizado en el callejón
de
58

Santo Domingo, al norte del convento de Santo Domingo)


fueron destruidos por el terremoto de 1773,
y tuvieron que ser abandonados. Por
ello, únicamente quedó funcionado una parte del hospital
para eclesiásticos de San Pedro (que a partir de entonces
atendió a toda clase de personas) y el lazareto, para
leprosos que se trasladó provisionalmente al Beaterio de
Belén (Luis Luján Muñoz, 1969:191-199).
En 1815 se notificó al ayuntamiento de La Antigua sobre
una epidemia de viruela. Como eran muchos los casos y no se
contaba con suficiente espacio en los hospitales (de San
Juan de Dios y del Beaterio de Belén) para todos los
enfermos, el Cabildo decidió el 13 de febrero de ese mismo
año, habilitar como hospital las ruinas de la antigua
iglesia de San Lázaro. El cajón de la iglesia tenía uno de
sus muros destruido; como el ayuntamiento no
contaba con suficientes fondos para
repararlo, dispuso únicamente en limpiar el piso de ripio y
que se hiciera y colocara un petate en lugar del muro, para
taparlo y así proteger a los enfermos. En esa misma fecha se
decidió llevar a cabo una campaña de vacunación en todos
los barrios de la ciudad y en los pueblos de alrededor
de la villa (Libro de Cabildo de 1815, AGCA A1.21.2
legajo 1802, exp. 11818).
Hay evidencia de la existencia, en 1829, de una
“Primera enfermería”, localizada sobre la calle de
Capuchinas, a una cuadra de la iglesia (AGCA A1. 20 leg.
510, folio 537).
59

3. Calles y callejónes abandónadós

Aún en la segunda década del siglo XIX muchas de las


calles se encontraban aún con ripio y desechos.
Algunas calles fueron cerradas por los vecinos en las
últimas décadas del siglo XVIII. No se sabe si esto fue
autorizado o espontáneo, aprovechando su abandono. Con la
instalación del cabildo se le requirió a los vecinos que
desearan alquilar una calle presentar una solicitud por
escrito que describiera la calle que se deseaba cerrar y el
uso y razón para cerrarla. En sesión del consejo se votaba
si se aprobaba la solicitud o no. Hay evidencia de varias
solicitudes que fueron rechazadas.
Se cerraron calles en todos los rumbos y barrios de la
ciudad, incluyendo algunas cercanas a la Plaza Mayor. A
manera de ejemplos de lo anterior:
El 18 de junio de 1813, Manuel Eusebio Sánchez solicitó
el cierre de un callejón, que le fue aceptado por el cabildo
(AGCA A1.21.2 leg 1805 exp 11816 folio 32).
En 1816 se solicitó cerrar la calle de Carroceros “ya
que sólo servía de excusado y para maldades”, no lo autorizó
el cabildo (AGCA A1.21.2 leg 1805 exp 11819 folio 9).
La calle del antiguo convento de La Compañía fue
cerrada en 1818, ya que era intransitable y los
edificios del convento e iglesia eran utilizados como
basurero. Una solicitud similar de cierre se hizo al
cabildo en 1814 sobre la calle de San Agustín a un costado
del mismo convento ya que “por el ripio y
basura era abrigo de maldades” esta solicitud fue
denegada, pero el cabildo ordenó que se
60

procediera a su inmediata limpieza (AGCA A1.21.2 leg 1805


exp
11817 fol. 68).
En la sesión de Cabildo del 26 de junio de 1819 se hizo
el primer intento efectivo de limpiar completamente la
ciudad, por lo que se nombró una comisión para la
"exploración de las calles tapadas y se acordó que se abran
por convenir a la hermosura de la ciudad¨. El Ayuntamiento
dio a las personas que tenían cerradas las calles un plazo
de ocho días para abrirlas y limpiarlas de ripio. Las
primeras en limpiarse fueron la calle frente al antiguo
Colegio de Niñas y la que iba del Hospital de San Juan de
Dios para el antiguo convento de Concepción;
posteriormente se fueron limpiando otras (AGCA, A.1 21.2
leg 1805 exp 11821, folios
20-22, Libro de Cabildo de 1819). Este primer intento
fracasó parcialmente, ya que quedaron
algunas calles cerradas y arrendadas por
muchos años más.
Acerca de una calle que se encontraba tapada, se nombró
en 1819 a un vocal del cabildo que fuera a reconocer la
calle indicada para que se mandara abrirla al paso,
“...siempre y que no estuviera
sembrada...”(AGCA A1.21..2 leg 1805 exp
11821, folio 21).
En un documento titulado "Representantes de varios
individuos para que abran algunas calles tapadas",
solicitaron que se les arrendara el cerro del Manchén,
al norte de la Candelaria. Se quejaban los
peticionarios de la gran cantidad de arena y desperdicios de
las casas que había en las laderas de los cerros y que
les caían en época de invierno, lo cual “les causaban
gran daño por las inundaciones y
asolvamientos en la época de lluvias, por lo que era mejor
que se les arrendaran para la siembra de
61

grana...” (Archivo Histórico Municipal de La Antigua, legajo


del año 1826, folio 266, número 348);
En 1826 los ciudadanos Juan José Morales, Paulino
González y Manuel Sánchez solicitaron y les fueron
extendidos los arrendamientos de las calles que tenían
en posesión "...en las calles que comienzan desde
la esquina de San Miguelito, de sur a norte, hasta la
esquina de la plazuela de Santo Domingo, además de las
calles de Campanero y la de Batres...solicitan que se les
continúe siendo arrendadas ya que es mejor y conveniente
para cortar emboscadas de pícaros y usurpaciones de
maldades y que continuaran con sus sementeras de
nopales en las dichas calles..." (Archivo Histórico Municipal de
La Antigua, legajo del año 1826, folio 265). Ese mismo año,
Valentín Molina solicitó que fueran abiertos los
callejones tapados de escombros que iban a dar a la calle de
Carniceros, en el Barrio de Santo Domingo, ya que en la
época de lluvia se anegaban y arruinaban las casas de los
vecinos (Archivo Histórico Municipal de La Antigua, legajo
del año
1826, folio 266). También se solicitó en arrendamiento la
calle llamada de la Carnicería de San Francisco, "ya que en
ella abundan los ociosos y mal entendidos y que es un
emboscadero" (Archivo Histórico Municipal de La Antigua, 4
de noviembre de 1826, folio 233).
Así quedaron abandonados y olvidados bastantes calles y
callejones por muchos años. Esta es la razón por la que en
la actualidad haya calles en La Antigua que topan con
paredes y casas. Por ejemplo, el final de la que hoy es
la 6a calle oriente (a finales del siglo XVIII se llamaba
la calle de Peregrinos) termina abruptamente en
un muro, pero entonces llegaba hasta la desaparecida
plazuela de la Cruz del Milagro.
Al sur de la calle de Peregrinos y paralelas a esta
62

estaban los callejones de Mariposas y de San Antonio, hoy


desaparecidos. En lo que fue el convento y que es hoy el
hotel Santo Domingo había una calle que salía de la calle de
Almenteros frente al Monasterio de Concepción y llegaba
hasta la plazuela de frente a la iglesia de Santo
Domingo, hoy desaparecida. Al norte de la Merced había dos
callejones, uno llamado de Camposeco, que llegaba hasta el
camposanto del convento, y más hacia el norte uno llamado
el callejón del Camarín (ver los mapas de las calles del
S. XVIII, página
28).

4. Invasióó n y repartó de sitiós


baldíóós

En todos los rumbos de la ciudad había sitios baldíos


que, como se vio antes, eran un problema para el cabildo y
los vecinos. Como la población era poca, en comparación de
la extensión de la ciudad, existía una reducida demanda
para su compra. El abandono de esas propiedades y la
despoblación de la ciudad fue aprovechada
por algunos para invadir las propiedades y
habitarlas ilícitamente. En algunos casos los invasores
reconstruyeron la propiedades que no les
pertenecían. Los invasores y ladrones aprovechaban que en
muchas de las propiedades abandonadas fuerondejados y
abandonados materiales de construcción para con ellos mismos
reconstruirlas.
Como en muchos casos se ignoraba a quién pertenecían los
sitios, muchos fueron invadidos. Era ésta una manera fácil
de adquirir una propiedad. Es posible que haya sido un
atractivo para fomentar la inmigración de los pueblos
vecinos, ya que sólo era cuestión de tomar posesión de
los
63

sitios, con la posibilidad de que no habría quien lo


reclamara. Este atractivo de fácil adquisición de vivienda
pudo haber sido una de las causas de la emigración hacía La
Antigua y que la población comenzara a aumentar a partir de
comienzos del siglo XIX.
Para aquellos que querían hacerse de un sitio de una
manera legal, había otro camino. Se aprecia que desde la
década de 1780 se hicieron solicitudes a la Alcaldía Mayor
de Sacatepéquez para que se repartieran los solares
abandonados. El Justicia Mayor Nicolás Obregón hizo pregón
(posiblemente en 1781) para que unos sitios abandonados en
la manzana al norte de San Agustín fueran cercados o
vendidos. Como no aparecieron los legítimos dueños el
Justicia Mayor le donó el terreno de 18,000 varas al
capitán José María Escobar. De los sitios
abandonados que le fueron entregados, sólo
apareció el propietario de unas 2,100 varas, quien reclamó y
se le devolvió su pedazode tierra. El capitán Escobar
compró más terrenos colindantes, incluyendo uno de más de
2,000 varas que pertenecía a las monjas de Concepción, pero
por no tener las monjas los papeles que comprobaban su
propiedad, sólo les pagó 6 pesos por el sitio. Los terrenos
los utilizó para siembra de caña y alfalfa. El sitio lo
vendió el capitán en 1822 en solamente 200 pesos (AGCA A1.20
leg 3031 fol. 259).
Fue bastante común que por la ruina o el abandono se
hubieran perdido los documentos originales que comprobaban
la propiedad de los inmuebles. Para solventar este
problema se acostumbraba demostrarlo por medio de
testigos. Estos eran generalmente vecinos colindantes o
personas de edad avanzada y de reconocida honorabilidad, que
juraban e identificaban al legítimo propietario. En
el períodoque va de los años
64

posteriores al terremoto hasta 1830 se localizaron 15


escrituras con esa peculiaridad.
El problema de la cesión de sitios abandonados preocupó
a varios de los alcaldes, ya que por lo visto se encontraron
ante el dilema de la justificación de la legitimidad de la
posesión. En 1787, el Alcalde Mayor Lorenzo Montúfar le
consultó al gobierno si se podían otorgar escrituras sobre
los solares abandonados (AGCA A1 21.2 leg 153 exp 3025).
Posiblemente lo hizo ante la duda de la entrega de solares y
sus repercusiones en caso de aparecer los auténticos dueños.
Era muy común que en todos los rumbos de la ciudad
existieran solares y sitios baldíos de los que no se conocía
al propietario. Son muchas las escrituras de venta de
propiedades en las que se anotaron linderos con sitios o
casas cuyos propietarios no se conocían. En algunos, por no
conocerse quiénes eran los colindantes, se recurría al uso
de testigosque afirmaban en la escritura de venta de
la propiedad y que ante el escribano,
juraban sobre la autenticidad de la propiedad del
otorgante y sobre cuáles habían sido los linderos
tradicionales.
A partir de la organización del nuevo cabildo, en 1799,
hubo personas que hicieron solicitudes para adquirir en
propiedad casas en ruinas y terrenos cuyos legítimos
propietarios no se conocían, y que habían estado abandonadas
por mucho tiempo. El solicitante se comprometía a pagar al
legítimo dueño el precio justo y el arrendamiento por el
tiempo que había ocupado el sitio, en caso de que éste
apareciera. El cabildo resolvía por medio del concejo si se
aceptaba la solicitud o no. No se encontró evidencia de que
el ayuntamiento cobrara por este servicio. Posiblemente lo
65

hacía para repoblar la ciudad y evitar basureros y


escondites de ladrones.
Algunos ejemplos de cesión de sitios baldíos:
En noviembre de 1785 se vendió un sitio de más de 2,700
varas localizado frente al antiguo Hospital de San Juan de
Dios. Había sido una casa de grandes dimensiones que quedó
destruida por el terremoto y abandonada con una gran
cantidad de materiales de construcción. Las ruinas fueron
invadidas por varios grupos en contra del deseo de la
propietaria que no pudo hacer nada para evitarlo, ya que
residía en la Villa Nueva de Petapa, los invasores
reconstruyeron una parte utilizando los materiales
abandonados. Entre quienes la invadieron se
encontraba un boticario que incluso tenía instalada
su botica en ella. La propiedad fue valuada 458 pesos y 4
reales. La legítima propietaria decidió vender el
inmueble pero por estar invadida no encontró comprador. La
casa tenía un gravamen por capellanía de 1,500 pesos que no
había sido pagado desde el terremoto, razón por la cual fue
sacada a pública subasta tres veces, pero sólo hubo un
postor, el mismo boticario que ya la ocupaba ilegalmente.
Este ofreció únicamente el valor del avalúo, negándose
además a reconocer el valor del censo que pesaba
sobre la construcción (AGCA, A.1 20 legajo 979, s/número
de folio, del
28 de noviembre de 1785). Se infiere en esta transacción,
que entre los invasores de sitios abandonados no solamente
había gente de un nivel socioeconómico bajo, sino que
también gente con algunos medios, como el boticario.
El 21 de octubre de 1820 el ayuntamiento cedió un sitio
que contenía una casa destruida que estaba localizado en la
calle de Santa Clara. La escritura no dice las medidas del
sitio. Por no conocerse su verdadero valor, se utilizaron
66

los servicios del “perito valuador” Francisco Estrada


Salazar, quien lo valuó en 71 pesos 6 reales, cantidad que
el solicitante entregó al ayuntamiento. Dice la escritura
que “...se solicita al ayuntamiento un sitio que se
halla abandonado, que por no saberse ni quién es el
dueño.... que cuando este aparezca, el dueño le pagara el
justo valor del sitio, pagándole intereses desde el día en
que tome posesión del terreno. Se compromete el comprador
ante el ayuntamiento a construir...” A la escritura de
compra de la propiedad se adjuntó una copia de la resolución
del ayuntamiento en la que se especificó que se le otorgaba
la concesión debido que así se evitaban “...desórdenes y
maldades que propicianlos sitios abandonados....”
(AGCA A1 20 leg. 3031, folios 74a-
79a, del 21 de octubre de
1820);
En 1820 el ayuntamiento le cedió un terreno a un indio,
no dice tamaño, localización, ni valor (AGCA A.1 45.3 leg
2776). En 1821 otro indio vendió en la Calle Ancha de
Jocotenango, barrio de San Sebastián, tres terrenos juntos
en
36 pesos (AGCA A.1 20 leg 3031, fol.
174).
Se cedió en 1821 un sitio abandonado en el barrio de San
Francisco, no dice el documento cuál sitio ni a quién (A.1
45.3 leg 1812).
En 1821 le fue cedido un sitio a José “el baulito”,
situado en el callejón del Carmen, cerca de Santa Clara
(AGCA A1.21.2 11989 leg 1812).
El año de 1822 el ayuntamiento cedió seis sitios en el
barrio de Los Remedios, a 15 pesos cada uno. Se cedieron por
“estar desiertos y no conocerse a sus dueños”, los sitios se
utilizaron para la siembra de maíz (AGCA A1.20 leg 3031 fol.
298).
67
V. LA ACTIVIDAD ECONOÓ MICA, 1775-1820

A. Reducción de la economía
urbana

No se conoce suficientemente acerca de la economía


urbana en Santiago y después en Antigua, y sobre todo en
relación a la configuración de los diferentes sectores
económicos. En la ciudad de Santiago había numerosos
talleres de oficios mecánicos, de artes (plateros, orfebres,
escultores, doradores, encarnadores, etc.); pequeñas
fábricas de cerámica, pólvora, salitre, ladrilleras, etc.,
así como molinos y obrajes o pequeños telares que
fabricaban paños y jergas.
La reducción de la economía urbana tuvo causas muy
claras: los terremotos y el posterior abandono, lo cual no
sólo afectó gran parte de sus edificios, sino que también
las fuentes de trabajo, dejando a buena parte de la
población sin fuentes de ingreso.
El terremoto afectó devastadoramente la economía de la
urbe. Desde el primer momento hubo una gran inestabilidad,
ya que la Corona tardó más de dos años para aprobar el
traslado de la ciudad, y el conflicto entre terronistas y
traslacionistas no sólo demoró el traslado, sino que
paralizó la economía de la ciudad.
Hubo factores que empobrecieron a la ciudad, como la
paralización de la vida pública por el traslado masivo de
la población hacia la nueva ciudad; la pérdida que tuvieron
los comerciantes de su mercadería por la destrucción causada
por el terremoto y posteriores saqueos, sumados a la
disminución de mercados por la declinación del número de
habitantes y el menoscabo del poder
adquisitivo de la población; la
69

destrucción y posible saqueo de talleres y obrajes. Otros


factores que influyeron fueron la orden de traslado de
materiales de construcción que se rescataron de las
ruinas: la merma de rentas por bienes de propios del
ayuntamiento que imposibilitó la pronta reparación de la
infraestructura; la interrupción de vías de comunicación y
transporte; el orden de traslado según oficio y la
propiedad y la reducción en la capacidad adquisitiva de
la población trajo consigo el desplome y
colapso efectivo de la economía urbana.
Otro factor de problemas y empobrecimiento fue el
encarecimiento de los alimentos. Para colmo de males, a
finales de la década de 1770 y los primeros años de la
siguiente se presentó el problema de la escasez de productos
alimenticios, que se suscitó por lo extendido del cultivo
del añil. Este se llegó a extender tanto, que los
productores "poquiteros", que antes tenían crianza de
ganado, o siembras de maíz, frijol, arroz y otros
alimentos, habían abandonado estas actividades en favor
del añil. Esto causó una gran escasez de alimentos
que trajo como resultando su encarecimiento (Floyd,
1980:311).
El gasto del traslado y construcción de la Nueva
Capital fue enorme.6 Aunque sufragado en parte por la
Corona, con la cesión del impuesto de la alcabala para la
reconstrucción, los vecinos tuvieron pérdidas por las
propiedades inmuebles abandonadas, la disminución
patrimonial por la baja en el valor de la propiedad
y los grandes gastos de traslado. Estos
gastos no sólo fueron económicos sino que también
sociales, y su costo fue tan grande que 40 ó 50 años
después,

6
El costo del traslado de los enseres domésticos y materiales de
construcción rescatados de los escombros de una casa localizada en el
barrio de Los Remedios, pegada al quinto vía crucis del Campo del
Calvario, hacia 70
71

no se había recuperado la economía urbana de la Nueva


Guatemala de la Asunción, ni se había terminado de construir
una ciudad con los servicios y edificaciones que había
tenido Santiago.
Otro factor importante en el general proceso de
empobrecimiento que sufrió el Reino, fue la guerra contra
Inglaterra. España e Inglaterra mantuvieron una guerra de
1779 a 1783. Por el bloqueo inglés, bajó considerablemente
el comercio con la metrópoli. Esto afectó primordialmente
los principales productos de importación y exportación,
entre ellos al más importante, el añil. A causa de la
disminución de ingresos por la baja de exportaciones
lacapacidad financiera de los
habitantes de la urbe se debe haber deprimido.
Se juntaron una serie de causas, entre ellas las
expuestas anteriormente, que fueron circunstanciales si se
quiere, pero que todas unidas vinieron a empobrecer a la
población en general y contribuyeron a la pérdida de
circulante, no sólo en la capital, sino que en todo el
Reino, y en este caso, también en la arruinada ciudad.
Entre otras, se encontró en las distintas fuentes
investigadas la destrucción en los siguientes
establecimientos comerciales y fuentes de trabajo:

-abasto de carne: se arruinó el rastro de ganado mayor,


situado en la margen sur del río Pensativo; asimismo se
destruyó un pequeño rastro de ganado menor (de carneros
y marranos) situado a inmediaciones del Arco de la Cochera,
que
se localizaba también cerca del río Pensativo, del lado del

la Nueva Capital, tuvo un costo de 200 pesos (A.1 20 leg 3040 folios
23r.26a, protocolo de Alejandro José España).
72

barrio de la Santa Cruz, al otro margen del hospital de


Belén, y que se le conocía como el rastro de carneros de San
Juan. Se destruyeron varias carnicerías, entre ellas: la
llamada Carnicería Mayor o Carnicería Grande, a media cuadra
de la Plaza Mayor, al lado izquierdo de la calle de Santa
Catarina o de Mercaderes, así como varias de las carnicerías
de los barrios, como la de San Sebastián, localizada sobre
un portal se encontraba en el lado norte de la plazuela
frente de la parroquia. En dichoportal estaban
también una tienda, una panadería, una botica, ventas de
tortillas y un pequeño colegio que pertenecía a
La Merced(AGCA A.1 20
legajo 574 folio 73).7 Lo mismo le sucedió a la Carnicería
de San Francisco, localizada sobre la Calle de la
Carnicería, a un costado del convento de San Francisco, y
la carnicería del barrio de Candelaria, que se encontraba
“en la calle que sale del patio de la iglesia para Santo
Domingo”, según la identificó un escribano en una
escritura de compra venta (AGCA, A.1 20 legajo 895 folio
73, del protocolo de Sebastián González). Los problemas
causados por la ruina de los rastros y de las
carnicerías fueron la causa que se destazara ganado mayor
y menor en casas particulares y se vendiera
carne de una forma desordenada y sin higiene, lo cual causó
problemas al ayuntamiento, ya que perdió el control y los
ingresos a propios por el destace y venta de carne en los
puestos localizados en las calles y en el portal del
ayuntamiento, precisamente frente a la puerta de acceso a
éste.

7
Este colegio se llamaba el Colegio de Estudios del Convento de
la Merced y estaba localizado precisamente en la esquina del ahora
desaparecido portal.
73

- tiendas y panaderías: hay bastante evidencia de la


ruina de comercios en toda la ciudad. Se arruinaron las
panaderías y tiendas localizadas en el Portal de Panaderas
(AGCA A1.20 leg 3040); las tres tiendas (dos construidas de
“paredes formales y una de paja”) propiedad de los
mercedarios que se encontraban localizadas sobre la calle
ancha de Santa Lucía, a un costado de la Real Aduana (AGCA
A1.20 leg 923 fol. 123); una tienda en la calle que salía
para Ciudad Vieja ; dos tiendas en el barrio de San
Sebastián, una en el portal frente a la plazuela (AGCA A1.20
leg 3052) y otra en la esquina opuesta a la Cruz de Piedra
(AGCA A1 20 leg. 979), y como ellas, muchas otras.

- boticas: se destruyeron tres, la que perteneció a un


tal Eugenio de Lara, localizada a un costado del Hospital
San Juan de Dios (AGCA A1.20 leg 979), la botica que
existió en el portal de San Sebastián (AGCA A1.20 leg 3052)
y la botica de Esquivel (AGCA A1.20 leg 3052).

- mesones: existían en la ciudad varios mesones para


viajeros (ver ApéndiceI). Entre ellos, el mesón de
Almenteros (propiedad del presbítero Francisco Almenteros),
en la esquina de la calle de Concepción y callejón de
Almenteros, hoy Calle del Sol, sobre el lado izquierdo (AGCA
A1.20 922, fol. 12 y leg. 3040 folio 11). Yendo de oriente a
poniente, a una cuadra de la fuente (éste es posiblemente el
mismo que después se llamó el Mesón y Hospedaje de Viajeros,
construido en una casa que perteneció, en su tiempo, a
Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, (AGCA, A.1 20 legajo
978, sin número de folio, del 12 de febrero de 1779); el
mesón de Loaiza, frente al convento de Concepción (AGCA A1.20
74

leg 978); el mesón de Santo Domingo, propiedad primero de un


tal Nicolás Cervantes (AGCA A1.20 leg 1340 fol. 20) y
después de Miguel Molina, en la calle que va de Santo
Domingo para San Francisco (AGCA A1.20 leg 978); el
mesón de José Barrientos y Montoya (también
llamado el mesón de Barrientos),
localizado en la calle San Buenaventura, del
barrio de Santo Domingo (AGCA A1.20 leg 899 fol60 y leg.
3031 fol. 143); el mesón de Tobillas, localizado en la calle
que de Concepción va para la Plaza mayor (AGCA A!.20 leg
3052); mesón de Jovita, localizado frente a las ruinas de
Concepción (AGCA A1.20 leg 3040 fol. 38); mesón de Retana,
localizado en la calle de Candelaria, en la calle que iba
hacía la ermita de los Dolores de arriba (AGCA A1.20 leg 922
fol. 12 y leg. 895 fol. 141). Todos ellos se destruyeron en
mayor o menor grado.

-Tenerías: Se sabe que varias de las tenerías de la


ciudad se destruyeron o sufrieron deterioro, tales como dos
localizadas frente a La Chácara, una perteneciente a un tal
Ruiz Aguilés (que le había comprado el terreno a los indios
del pueblo de Santa Inés. AGCA A1. 20 leg 777 folio 60), y
otra que perteneció a una monja del convento de la
Concepción que la vendió en únicamente 175 pesos por tener
sus galeras, pilas, salón de curtir pieles y casa destruidas
A1.20 leg 777 folio 60). También se destruyeron la
ladrillera, dos molinos de trigo y la tenería localizada en
la Chácara, perteneciente a los dominicos A1.20 leg. 922
folio 206).
- Molinos: también se sabe que algunos molinos
sufrieron por los terremotos, tales como el molino de
¨Los Ojitos¨, propiedad del convento de La Merced, que
estaba localizado en la calle que venía de La Recolección
hacía el arco o puente
75

de los Ojitos que cruzaba el río Guacalate (A1.20 leg 922


folio 166); los dos molinos de trigo localizados en la finca
La Chácara, propiedad de la orden dominica (A1.20 leg 3030
folios 213-217); y el localizado en el portal de San
Sebastián (A1.20 leg. 897 folio 385).
Los molinos y tenerías tenían necesidad de mucha agua
para su funcionamiento, por lo que se localizaban en las
fuentes de agua o cerca de ellas.

B. Artesanos que
permanecieron.

Con la orden de traslado no abandonaron la antigua


capital todos sus habitantes ni artesanos. Como se vio
anteriormente, quedaron bastantes artesanos de casi todos
los oficios, prueba de ello es la lista de los que
aparecieron en las escrituras de compraventa de
propiedades (ver Apéndice J). Por un bando del 26 y 28 de
mayo de 1779 se obligaba a todos los artesanos y
mercaderes a abandonar la arruinada ciudad y establecerse
en la Nueva Capital o en pueblos que estuvieran a no menos
de cinco leguas de la arruinada ciudad, unos tres meses
después de emitidos los bandos muchos
artesanos ya que retornaron a ejercer sus oficios (Samayoa
Guevara, 1962:48-49) y a asentarse en las mismas calles y
barrios en que tradicionalmente habían ejercido. Según esos
autos, en 1780 se inició un proceso en contra de herreros y
tintoreros por desobedecer el bando de traslado.
Varios gremios de artesanos también continuaron
asentados en la villa. En 1795 el gremio de coheteros
nombró su propio alcalde y veedor. En 1803 el platero
Francisco Aguilar solicitó que se le nombrara ensayador o
contraste de
76

La Antigua, exponiendo como razón la abundancia de talleres


y la gran cantidad de piezas de oro y plata que labraban.
Ese
año se volvió a reorganizar el gremio de plateros (Samayoa
G.
1962:48).
Un oficio que floreció en La Antigua fue el de
tejedores, que en 1795 llegó a contar con unos 1,000
agremiados (Samayoa Guevara 1964:49). Era tan importante
esta industria que en 200 días de trabajo al año, se
consumían 50,000 libras de hilo y 80,000 arrobas de algodón
en rama (J. C. del Valle “Guatemala hace cien años”, en:
Anales 1928:244 y 263). Por la misma naturaleza artesanal,
los obrajes de hilados y telares para el hilado de paños
funcionaba en una multitud de pequeños talleres, diseminados
distintas áreas de la ciudad, pero en especial en los
barrios de San Sebastián y de la Recolección. En este
último había una calle con el nombre de ¨Calle de
tejedores¨. En el barrio de La Candelaria también
existió una calle con el nombre de ¨callejón de la
tela¨ (ver el mapa 4.2 de las calles de la villa a fines
del siglo XVIII).
Hubo ciertos oficios a los que resultaba inconveniente
emigrar a la Nueva Capital por diversas razones. Entre estos
los que permanecieron había salitreros, obrajes para la
fabricación de paños y jergas, tenerías, molinos, fábricas
de pólvora, loza y cerámica y otros talleres necesitaban
para su funcionamiento de una fuente constante de agua
abundante y cercana. En La Antigua, esta fuente eran los
ríos Pensativo y Guacalate, que prácticamente estaban en los
linderos de la villa, a comparacióncon los de la
Nueva Guatemala, las corrientes de agua se encontraban
en profundos barrancos de difícil e impráctico acceso.
La construcción denuevos hornos para la
fabricación de cerámica y ladrillos era cara y
77

difícil, en cambio en la villa ya existían. Además, el barro


que se utilizaba en la fabricación de la cerámica se
encontraba cerca de La Antigua.
El salitre, que se utilizó como sazón alimenticio y
materia prima para la fabricación de pólvora, se encontraba
abundantemente en La Antigua. Como ya se vio antes, La
Antigua se localiza en un sitio que por el constante flujo
de sus dos ríos y alto índice de precipitación pluvial, ha
sido siempre de suelo muy húmedo. Esta humedad, al
filtrarse a través de algunos muros o taludes, arrastra
las sales que contiene la tierra y que al tener contacto
con el aire se cristalizan. Estas sales las raspaban
los ¨salitreros¨ de los muros y las recolectaban y
posiblemente la refinaban. El salitre lo comercializaban
vendiéndoselos a los fabricantes de pólvora (que es una
mezcla de carbón, azufre y salitre) y comerciantes. Fue
hasta 1796 cuando se organizó el gremio de salitreros,
esto indicaría que antes no había suficientes
salitreros para justificar la creación de un gremio. Existió
una calle que partía de los muros de La Recolección hacía el
norte, que se llamó ¨Calle de Salinas¨.
78

C.- Compraventa de inmuebles.

La venta de propiedades proporciona indicios sobre


aspectos sociales y económicos de la población. La
localización de la propiedad, su estado y la oferta y
la demanda determinaban su precio. En ello influyeron,
asimismo, las circunstancias políticas,
religiosas y económicas.

1. El escribanó y su prótócóló

Para esta investigación, en lo posible, se recurrió a


fuentes de primera mano. Entre ellas, se consultaron los
protocolos de escribanos que se conservan en el Archivo
General de Centro América (AGCA) de 1770 a 1830. La mayoría
de las compraventas de inmuebles se realizaron en escrituras
solemnizadas ante escribano, y que, por lo tanto, se
conservan en sus protocolos.
Para una mejor comprensión de este aspecto es preciso
conocer la función del escribano, lo cual se recabó de
Los escribanos en las Indias Occidentales, de Jorge Luján
Muñoz. Sus funciones eran similares a los
notarios actuales: la autorización de escrituras y
contratos entre particulares, que se recopilaban
en el libro de protocolos, los cuales debían
conservar con todo cuidado y bajo su responsabilidad. En
ellos debía reunir todas las escrituras, cocerlas y
encuadernarlas en forma de libro para su mejor protección.
Llenados todos los requisitos, la escritura era un
instrumento que hacía plena prueba. Las escrituras de compra
venta, hechas en la capital del Reino debían ser registradas
79

dentro de los seis días subsiguientes de su otorgamiento en


el archivo de escribanos públicos y reales, adscrito al
Ayuntamiento. La escritura debía ser refrendada por tres
testigos (a principios del siglo XIX se acostumbró el uso de
solamente dos personas, cuyos nombres se repetían
continuamente en los protocolos de cada escribano,
posiblemente porque eran las personas conocidas y de
confianza del escribano) y firmada por los otorgantes (en
caso que éstos no supieran hacerlo, lo hacían los testigos
en su nombre). Las escrituras estaban redactadas en un
idioma lleno de formulismos,modismos del entorno
histórico y cultural de la época, que a veces son de
difícil comprensión para el lector contemporáneo.
Las escrituras de compraventa contenían: la fecha y el
lugar de la escritura; el nombre del comprador(a) o de los
compradores(as) y vendedores(as); su vecindad y oficio; si
era venta de casa o sitio baldío, el valor de la propiedad y
la forma de pago. Si se refería a una casa, no se
acostumbraba describir eltipo, tamaño y forma de la
construcción y su contenido, sólo decían si el techo era de
teja o de paja o en algunos casos si la construcción era de
paredes formales o de paja. Se describía el sitio, dando la
orientación y medidas del ancho o frente y el largo o fondo
en varas castellanas y el nombre y oficio de los
propietarios colindantes. Como los nombres de la mayoría
de los vecinos eran conocidos, no se acostumbraba
hacer un detalle de la localización del sitio. Este
detalle incluía el barrio y a veces el nombre de la calle
o la situación de acuerdo a un sitio conocido, por
ejemplo una iglesia, una plazuela, el nombre de un vecino
de notoriedad, etc. Los nombres de las calles dan
lugar a confusión, ya que este
80

podía cambiar de cuadra en cuadra o también con el paso de


los años. Se especificaba si la propiedad estaba libre de
gravamen, si estaba gravada se ponía el monto y a quién. A
veces se incluía el año y el nombre de quién había comprado
la propiedad el vendedor. Se ponía el nombre de dos o tres
testigos que atestiguaban la operación yque firmaban a
nombre del otorgante que no sabía hacerlo, cada escribano
generalmente usaba a los mismos testigos. Los escribanos no
siempre cumplían con incluir todos los anteriores datos.
La Iglesia gozaba de una buena organización económica,
era propietaria de bienes raíces y capitales propios que no
podían enajenarse. Los bienes raíces se explotaban
directamente o se daban en arrendamiento. El capital líquido
se prestaba a un interés del 5%, a plazos prorrogables de
cinco a nueve años, que por lo general se garantizaban con
hipotecas sobre propiedades de los deudores (García
Añoveros,
1994:71). En las escrituras, a estos gravámenes se les
llamaba censos, en el Diccionario de la Lengua Española
(1992:332) estos se describen como una imposición sobre
bienes raíces que se pagaba como una pensión anual al
propietario del censo y donde se obligaba al adquiriente a
no enajenar la propiedad sin su permiso, en este caso de
la orden, iglesia o miembro de algún establecimiento
religioso. El Ayuntamiento también proporcionaba
financiamiento a censo para la compra y arrendamiento de
agua y contra ciertas de sus propiedades que arrendaba o
vendía. La Capellanía era otra fuente de ingreso
eclesiástico, que podía ser propiedades o
dinero legados a algún establecimiento religioso
o eclesiástico, para la celebración de misas a la memoria
del alma del donador.
81

a. Número de escribanos

Se consultaron todos los protocolos de escribanos que


se encuentran en el Archivo General de Centro América entre
1770 y 1830. Se localizaron protocolos de 53 escribanos. No
todos contenían escrituras de compraventa en la ciudad de
Santiago, en la arruinada ciudad o en La Antigua. Es posible
que hubiera más escribanos, ya que en algunas escrituras se
menciona el nombre de algunos otros que ejercían tal oficio
y cuyos libros no aparecen en el AGCA (ver Apéndice # K y
la sección de fuentes directas).
En la ciudad de Santiago había entre 1770 y 1773 13
escribanos. Durante el período de 1774 a 1775 eran 11. En
la arruinada ciudad quedaron únicamente cinco en 1774 y
cuatro en 1775. De 1776 a 1798, un período de 26 años, hubo
27 escribanos residentes tanto en la capital como en la
arruinada ciudad. De estos, siete residían en la destruida
ciudad en 1776, cuatro en 1777 (año en que el Presidente de
la Audiencia decretó el abandono total de la villa), cuatro
en 1778; y de 1779 a 1787 sólo uno, Manuel Vicente Guzmán,
quien hizo pocas escrituras de compraventa de inmuebles,
aunque bastantes de carácter comercial, lo que indica que
había actividad mercantil entre la villa y el resto de la
provincia. De 1788 a 1790 hubo uno solo, José María
Martínez de Ceballos; de 1791 a 1794 ejerció únicamente
Bernardino Lorenzana; de 1805 a 1812 en
exclusividad Alejandro José España; de 1816 a 1817 el
único fue Antonio Oloaizola; en
1823 Nicolás Avendaño, residente en la Nueva Capital, se
mudó
a La Antigua. Aparentemente, hubo algunos años en que no
hubo escribanos residentes en La Antigua, siendo las
82

escrituras de compraventa de esos años realizadas por


escribanos residentes fuera de ella.
En 1787 el Alcalde Mayor Nicolás Obregón se quejó ante
el Fiscal Real de que el escribano Sebastián González se
hallaba en la arruinada ciudad haciendo escrituras y
testamentos, y que eran tantas las personas que requerían
sus servicios que ni con dos ayudantes se alcanzaba (AGCA
A1.14 leg exp 3026). El reducido número de escribanos
refleja la limitada demanda para sus servicios. Los
protocolos de dichos escribanos son poco voluminosos.

2. Compraventa de propiedades inmuebles

El precio de las propiedades inmuebles respondía a


varios factores ya mencionados. Las propiedades más cercanas
a la Plaza Mayor, las plazas de las parroquias y de ciertos
barrios, como el de Santo Domingo, tenían un precio más
alto; según se alejaban los sitios de la plaza iban
reduciendo su valor, hasta llegar a las más baratas,
localizadas en las laderas de los cerros. Lo anterior
también era válido dentro de los mismos barrios, ya que si
el sitio estaba localizado en un sitio más apetecible, por
ejemplo, frente a la plaza de la parroquia de San
Sebastián, ésta tenía más valor que un sitio localizado en
las faldas del cerro del Manchén, aunque ambas estuvieran
dentro del mismo barrio. Además, el valor de la propiedad
variaba de acuerdo al tamaño del sitio y área construida,
su localización, acceso al agua y al tipo de
construcción (si los muros eran de piedra, bajareque o paja
y si el techo era de paja o teja), su estado e
instalaciones (tipo de ventanas, puertas, etc.).
83

Es difícil hacer comparaciones o llegar a conclusiones


sobre el valor de los inmuebles en los distintos barrios, ya
que en las escrituras casi nunca se detallaba toda la
información necesaria. Sólo se puede apreciar y comparar el
precio total y la localización de éstas. Los ejemplos que se
dan a continuación son ilustrativos de los años anteriores a
la destrucción.

a. Período de 1770 a 1773

Fue esta época un período de auge en la producción y


exportación de añil, plata, oro, cacao, etc.; hubo un apogeo
en el comercio con la metrópoli e intracolonial que
contribuyó al incremento de ingresos fiscales. Sin duda
aumentó el volumen y la velocidad del circulante, una de
cuyas manifestaciones fue el incremento en la venta de
inmuebles.
Durante el período de 1770 a 1773 se encontraron 279
escrituras de compraventa de propiedades inmuebles. Previo
al terremoto, en especial en los meses y semanas anteriores,
se nota una inusitada actividad de compraventa de
propiedades, reflejo de una sociedad con una economía activa
y considerable fluidez de dinero.
Las propiedades mejor construidas estaban alrededor de
la Plaza Mayor que incluían construcciones de dos pisos con
techo de teja. Estas tenían locales comerciales en la
planta baja y vivienda en el segundo piso, y estaban
localizadas en las manzanas al norte y oriente de la plaza.
Por ejemplo: en mayo de 1770 se vendió una
casa localizada frente a la carnicería
mayor, en la calle de Mercaderes, a media cuadra
84

de la plaza: tenía la casa dos pisos, techo de teja, siete


tiendas en la planta baja y dos accesorias. La casa se
vendió en 7,000 pesos, el valor de esta misma propiedad en
1769 había sido de 5,000 pesos, lo que indica una plusvalía
de casi el 30% en poco más de un año. En febrero de 1770
una señora vendió en 4,000 pesos una casa de dos pisos con
una paja de agua localizada frente a la Casa de la Moneda.
Barrios como el de Santo Domingo eran también bastante
apreciados; el valor de la propiedad allí era bastante
alto, con casas de un valor promedio de entre unos 2,000 a
3,000 pesos. Los precios eran un poco más bajos en el
barrio de San Francisco, también con áreas más apreciadas
que otras, tal como las áreas alrededor de la plaza de San
Pedro y las inmediaciones de Santa Clara. En la
cercanía de las parroquias y templos, tales
como Candelaria, San Agustín, Los Remedios y San Sebastián,
una casa valía alrededor de entre
1,000 a 1,500 pesos.
El barrio de San Sebastián era una excepción; era el
más poblado y donde vivían habitantes de diferentes
niveles económicos y ocupacionales. Las personas
de más alto nivel económico preferían los sitios alrededor
de la plazuela de la parroquia de San Sebastián, en la
que se localizaba un portal (hoy desaparecido). En
este barrio sucedía el mismo fenómeno que en la plaza
mayor, el valor de la propiedad descendía entre más se
alejaba de la plazuela, hacia el cerro del Manchén o en
dirección de los barrios de Santiago y San Antón. En los
barrios localizados cerca de la Calle Ancha de Santa Lucía,
como San Jerónimo, ElEspíritu Santo, El
Tortuguero y el barrio de la Santa Cruz, el valor de una
propiedad oscilaba de entre unos 500 y 1,000 pesos. Por
último, estaban los barrios de menor nivel socioeconómico.
85

Estos comprendían sectores localizados en los confines de la


ciudad o en las laderas de los cerros. Dentro de éstos se
podían incluir al de San Antón y Santiago (barrios con un
alto índice de criminalidad en esta época), La Joya y los
alrededores de la iglesia de Los Dolores, en el cerro del
Manchén y el de Chipilapa. En estos barrios aún había
bastantes sitios baldíos. Una casa podía valer alrededor de
los 100 pesos.
En este período, de únicamente tres años (comparado con
el resto de períodos, que abarcan hasta el año de 1820), se
comprobaron los siguientes hechos:
Los 279 inmuebles negociados equivalen al 52% de todas
las ventas que se hicieron durante el período de 60 años
bajo estudio, que comprendió de 1770 a 1830.
El valor global de las ventas fue de 226,307 pesos,
equivalente al 70% del total en esos 60 años. Se vendieron
un total de 231,502 varas cuadradas. El valor promedio por
vara cuadrada fue de 0.98 de peso. Para calcular el valor
por vara cuadrada sólo se tomaron las medidas de los
linderos que indicaban las escrituras. El valor por
vara permite apreciar la fluctuación del precio con el
paso del tiempo.
El valor de los inmuebles llegó a su más alta expresión
en el lapso de 1770-1773. Este se utilizará, de aquí en
adelante, como punto comparativo para ver cómo se devaluó la
propiedad a partir del terremoto. Como ejemplo se puede
citar el hecho que en 1800 una tal Dolores Rizo compró en la
esquina a un costado del arzobispado y del ayuntamiento, un
sitio que contenía una casa destruida (la casa tenía una
pila, que no funcionaba ya que la cañería de la calle aún se
encontraba rota), a 1 peso la vara, este mismo sitio había
86

sido valuado en 4 pesos antes del terremoto de 1773 (AGCA A.1


20 legajo 3040, sin número de folio, del 5 de marzo de 1810).
Entre 1770 y 1773 se vendieron 19 solares, 185 casas
con techo de teja, 68 con techo de paja y tres
que no especifican, de la manera siguiente: 16 en
el Sagrario; en los barrios: 7 en San Antón, 32 en
Candelaria, 1 enel Calvario, 3 en los Chajones, 17
en Santo Domingo, 1 en el Espíritu Santo, 21 en San
Francisco, 13 en San Jerónimo, 4 en San Lázaro, 10 en
Santa Lucía, 5 en el Manchén, 3 en la Recolección, 18 en
Los Remedios, 4 en el de Santiago y 32 en El Tortuguero, la
diferencia no dice el barrio. Se hicieron operaciones
en un espacio bastante amplio de la ciudad,
incluyendo en los barrios populares.
En dicho lapso únicamente se remataron tres propiedades
en pública subasta, por deudas pendientes con algún
establecimiento religioso. Lo anterior indica un mercado
activo de oferta y demanda de inmuebles, que nos hace llegar
a la obvia conclusión que la propiedad llegó a su precio más
elevado y que del terremoto en adelante solamente bajó.
De los otorgantes en las escrituras se puede decir lo
siguiente:
-sólo 11 personas (seis compradores y cinco
vendedores) residían fuera de
Santiago;
-54 de ellos, el 10%, formaban parte el
clero, todos sabían firmar;
-221, un 40%, eran del sexo masculino,
sabían firmar 65% de éstos;8
-210, el 49%, eran del sexo femenino, de las
cuales reportaron saber firmar únicamente
30%.
87

Llama la atención la elevada proporción de mujeres que


eran propietarias de inmuebles (ver apéndice B). Estas no
sólo incluían casas, sino que también, mesones, comercios,
tenerías, etc. En los períodos pre y post terremoto más del
50% de las escrituras de compraventa de inmuebles fueron
hechas por mujeres. Este porcentaje declinó hasta que se
situó en el 23% para el período comprendido de 1821 a 1830.
Se notó, en algunos casos, la repetida participación de
una misma persona en operaciones de esta clase, lo que
indica que algunas lucraban con la compraventa de bienes
raíces. Tal es el caso de Dolores Rizo y del presbítero
Pedro Ruíz de Bustamante. En el caso de DoloresRizo,
se localizaron varias escrituras de compraventa de
propiedades, la primera fue por la compra una pequeña
tienda frente al arco del Matasanos (barrio de
Santo Domingo) a un costado de su vivienda. Su
casa original aparentemente estaba en un sitio depequeñas
dimensiones, pero que fue agrandando con la compra
de un terreno y de una casa colindante. Su fortuna ha de
haber sido considerable ya que en su testamento dejó un
fondo de 5,000 pesos que se utilizó en 1819 para principiar
a hacer los estudios y primeros trabajos de la
reconstrucción de la parroquia de San José en lo que fue la
antigua catedral (AGCA A.21.2 leg 1805 exp 11814, fol. 26).
A partir de finales de julio de 1773, se suspendieron
las escrituras de venta de inmuebles, y sólo se reanudaron
hasta en enero de 1774.

8
El hecho de saber firmar no les hacía automáticamente alfabetos.
88

GRÁFICA # 5.1

VENTAS DE PROPIEDADES 1770-1820


89 300
250

CANTIDAD
200
150
100
50
0
17 1775 1785 1795 1805 1815
70-
73
AÑOS

b. Período de 1774 a 1775

En este corto período de dos años, se encontraron sólo


28 compraventas, 27 de ellas en 1774 y una sola en julio
de
1775. Lo anterior muestra que en 1774 había alguna
confianza en la reconstrucción y deseo de permanencia, lo
cual había desaparecido en 1775, ante la demora de la
respuesta de la corona primero, y después la resolución en
favor del traslado al Valle de La Ermita, lo cual anuló
completamente la demanda de compra de propiedades inmuebles.
Estos 28 casos, con un área total de 28,487 varas
cuadradas, se vendieron en 12,910 pesos, con un precio de
venta promedio de 0.43 de peso por vara cuadrada. Si se
compara con las del período anterior al terremoto; entre
1770-1773, con un área de 231,502 varas
cuadradas con un valor total global de 226,307 pesos, o sea
un precio de venta promedio de 0.98 de peso por vara
cuadrada.
GRÁFICA # 5.2

AREA VENDIDA POR PERIODO

250000

200000
VARAS CUADRADAS

150000

100000

50000
0
1770- 1774- 1776- 1799-
73 75 98 1820

PERIODO
S

En este período, las estadísticas sobre los vendedores


y compradores fueron así: a) en cuanto al sexo, femenino el
52% y masculino el 34%; b) en cuanto al clero, el 13%.
Continuó
el fenómeno que se detectó para el período anterior: un alto
porcentaje de participación de la mujer.
c. Período de 1776 a 1798

En este período ya se había roto el orden jerárquico-


apreciativo del valor de la propiedad inmueble anterior al
terremoto. El traslado produjo el abandono de las clases
gobernantes y las más poderosas económicamente, que ocupaban
el centro de la ciudad y ciertos barrios.
Una muestra de la devaluación de la propiedad es el
siguiente caso: el 22 de diciembre de 1777 se vendió un
sitio, en el que por mucho tiempo había existido un mesón
pero que por entonces estaba destruido. Se hallaba en la
calle del convento de la Concepción hacía la Plaza Mayor.
Tenía el sitio 900 varas cuadradas y se vendió en solamente
50 pesos. Dice la escritura: "...sitio y suelo yermo y
despoblado como se haya y a riesgo y aventura del citado
comprador, que en adelante contendrá respecto a la
traslación que se esta haciendo a la Nueva Ciudad de la
Asunción, sobre que se trata de asolar esta vecindad...el
comprador se obliga a pagar 100 pesos [más] por el valor de
la paja de agua solo si el Rey permite la repoblación de la
ciudad..." (AGCA A.1
20 exp 9458, legajo 978 del protocolo del Escribano Real
Manuel Vicente Guzmán).
Sólo se localizaron 58 escrituras de compraventa de
inmuebles de 1776 a 1798, número sumamente bajo, ya que son
22 años. Las operaciones se hicieron así: hubo 11 en 1776,
entre una y cuatro de 1777 a 1797 y ninguna en 1780, 1791 y
1795. De los bienes raíces vendidos, 32 se describieron
como en ruinas, o sea más del 50%. Se nota claramente que
sólo sehicieron algunas ventas antes de la orden que
obligaba al traslado y despoblación de la ciudad, y después
muy pocas, y por años, ninguna.
GRÁFICA # 5.3

VALOR DE UNA VARA CUADRADA DE TERRENO

1
0.9
0.8
VALOR EN PESOS

0.7
0.6
0.5
0.4
0.3
0.2
0.1
0
1770-73 1774-75 1776-98 1799-1820 1821-1830

PERIODO
S

El volumen total de ventas fue de únicamente 22,393


pesos, arrojando un promedio de 0.37 pesos por vara, muy por
debajo del nivel de 0.98 peso a que se había cotizado la
vara hasta 1773, claro indicio de una gran devaluación y un
mercado con escasísima demanda. A manera de ejemplo de lo
drástico de la devaluación he aquí algunos casos: una casa
de la parroquia del Sagrario se vendió en 1750 en 5700 pesos
y en 1776 en 4000 pesos; otra cerca de la anterior se vendió
en 1773 en 3440 pesos y en 1792 en 825 pesos; una casa del
barrio de Santo Domingo se vendió en 4000 pesos en 1771, el
sitio en ruinas fue vendido en 1781 por únicamente 100
pesos; otra casa en el mismo barrio se vendió en 2000 pesos
en 1773 y su ruina se vendió en 1781 en sólo 100 pesos; en
el barrio de San Sebastián se vendió una casa en 40 pesos
que había costado antes del terremoto 145 pesos. Son muchas
las escrituras en donde los vendedores se lamentan la gran
pérdida que sostuvieron al vender su propiedad, pero se
anota que lo hacían por urgente necesidad.

d. Período de 1799 a 1820.

En el período comprendido de 1799 a 1820 prácticamente


ya no existía la distribución espacial de la población
predominante antes del terremoto y la propiedad pasó a manos
de quien estuviera en condiciones económicas de adquirir los
sitios no importando su clase social. Se localizó la venta
de dos casas, una en el centro y la otra no muy lejana, que
fueron adquiridas por indígenas y tres terrenos en el barrio
de San Sebastián que fueron vendidos y comprados por indios.
Antes del terremoto esto no hubiera ocurrido.
Con la reducción en el número de habitantes y
despoblación de ciertas áreas de la ciudad, los habitantes
tendieron a concentrarse más hacía el áreacentral de la
urbe. La compraventa de propiedades reflejó este fenómeno,
ya que únicamente se vendieron cinco propiedades en los
barrios considerados como periféricos y de bajo nivel
económico, barrios que se encontraban bastante despoblados.
Las propiedades fueron cuatro en el barrio de San Antón y
una en El Tortuguero, el resto se vendieron en
barrios que tradicionalmente tuvieron, y tienen aún,
mayor prestigio: ocho en Santo domingo y 13 cada uno
en los barrios de San Francisco y San Sebastián.
La ciudad continuaba con muchas propiedades que aún se
encontraban destruidas. Es posible que las mismas
circunstancias de despoblación y baja en su valor no
hayan propiciado su reconstrucción y si su abandono.
De los 86 inmuebles que se vendieron, 34 estaban
en ruinas, o sea 40%. Los preciosde los inmuebles
siguieron bajando. Esto se puede comprobarse por
medio de dos escrituras en que aparecen avalúos de
inmuebles. Uno dice que en marzo de 1800 un terreno de
350 varas cuadradas, localizado frente a la Plaza Mayor, en
la esquinafrente al ayuntamiento y al antiguo
palacio arzobispal, con las ruinas de una casa y acceso de
agua que no funcionaba por estar rota la cañería, fue
vendido únicamente por el valor de una capellanía
de 100 pesos. Cuando se hizo el avalúo del sitio en
1810, el valor por vara cuadrada había bajado de cuatro
pesos, que valía antes del terremoto de 1773, a un peso.
El otro avalúo, hecho en enero de 1809, de un
sitio de 969 varas cuadradas localizado frente a la iglesia
de San Agustín, y contra esquina de la casa que fue de
Lorenzo Montúfar, había bajado a sólo ½ real la vara,
vendiéndose el terreno en sólo 29 pesos 6 reales.
En el período de 21 años que cubre de 1799 a 1820 hubo
muy poco movimiento de compraventa de propiedades. Se
encontraron únicamente 86 escrituras. En los períodos
comprendidos de 1799 a 1804 y de 1813 a 1814 no se vendió NI
UNA SOLA propiedad. Durante el resto de los años sólo se
vendió un promedio de cinco propiedades por cada año. El
valor promedio por vara cuadrada bajó a solamente 0.33
pesos. Aún dentro del mismo período (1798 a
1820) se nota una continua devaluación, ya que de
1798 hasta 1810 el promedio de venta por vara fue de 0.55
pesos, y éste siguió bajando hasta llegar a 0.29 pesos
por vara en los años de 1811 a
1820. El valor total de operaciones fue de 37,486 pesos,
con un total de 112,321 varas cuadradas vendidas. Esto
arroja un promedio por operación de 435 pesos y 1,306 varas
cuadradas cada una. Como se puede apreciar, las
propiedades eran de cierta extensión pero se
encontraban muy devaluadas. El promedio de
extensión de todos los sitios y casas que se vendieron
entre 1799 y 1820 a un valor menor a los 100 pesos, dan un
promedio de 1502 varas cuadradas cada uno. Este hecho es
sorprendente, ya que un sitio de ese tamaño se puede
considerar como grande. Es posible que la extensión del
sitio no influía demasiado en el precio, por ejemplo, en
1819 se vendió uno en el barrio de San Francisco de 800
varas cuadradas en únicamente 8 pesos (AGCA A1.20 leg
3030 fol.
237).
Tomando todo lo anterior en consideración, se puede
apreciar que el valor de un sitio o casa durante este
período era de aproximadamente 25% de su precio antes del
terremoto.
Los propietarios de solares que vivían fuera de la urbe
continuaron tratando de vender sus propiedades en La
Antigua. Casi todos los inmuebles de su propiedad estaban
en ruinas. Del total de 86 inmuebles vendidos en el
período, 30 fueron hechos por capitalinos y sólo compraron
cinco, nueve fueron comprados por residentes de otros
pueblos delreino y el resto por residentes de La
Antigua. La mayor parte de las escrituras del período
fueron hechas por escribanos residentes
enla capital, aunque el comprador y vendedor
residieran en La Antigua, claro signo de la escasez de
escribanos residentes en La Antigua. A travésde los
distintos períodos, fue descendiendo el volumen total en
dinero que se invirtió anualmente en la compra de inmuebles.
GRÁFICA # 5.4

1770-73 226300
1774-75 13000
1776-1798 22400
1799-1820 37500
1821-1830 25700

VOLUMEN GLOBAL EN PESOS

250000

200000

150000
PESOS

100000

50000

3. Alquiler y venta de mónumentós e iglesias

La venta y alquiler de las propiedades inmuebles


destruidas y abandonadas se hizo por una simple razón: estas
ya no eran de utilidad a las diferentes órdenes religiosas y
al ayuntamiento. Por otro lado, era oneroso mantener una
propiedad que no sólo se había devaluado, sino que no tenía
ningún uso. Estos edificios eran propiedad de la Iglesia,
el ayuntamiento o de eclesiásticos que los habían adquirido
en forma particular, y se vendieron o alquilaron a
ciudadanos particulares, que eran o no residentes de la
villa. Dado el estado de depresión económica y la
escasa población, estos inmuebles habían bajado
drásticamente de valor. Por la poca demanda que
existía, muchos de ellos permanecieron muchos
años abandonados.
Para ilustrar lo anterior, a continuación se presentan
algunos ejemplos localizados en los protocolos de
escribanos: En 1789 un vecino de la ciudad compró a otro las
ruinas
del Convento de Santa Clara en 300 pesos, lo que no dice la
escritura es cómo el vendedor había adquirido la propiedad
(AGCA A.1 20 leg 1491 folios 21a-21r). El 1 de enero de 1813
la orden volvió a venderlas, ésta vez a un tal José Luis
Betancurt que “...las compraba para siembras...” (no dice de
que), por un valor de 1000 pesos pagaderos en plazos de 100
pesos anuales (AGCA A1.20 leg. 770, según Luis Luján Muñoz
en La Pilastra Balaustrada Serliana en el Reino de
Guatemala, página 61, 1965);
Convento de Santa Catarina: en 1804 Silvestre Tobar
(vecino de Dueñas) compró toda la manzana del antiguo
convento, no dice en cuanto, al Dr. Mariano Ángel de Toledo
(administrador del convento de Santa Catarina de la
Nueva Guatemala), en 1809 vendió en 200
pesos una parte del terreno, que contenía dos
“ranchitos” en el patio central (AGCA A1.20 leg 3040 del
11 de julio de 1809). En 1805 la orden vendió el
antiguo monasterio y la portería en 1,200 pesos.Esta
operación no incluyó el cajón de la iglesia. Dice la
escritura que antes el mismo sitio había sido vendido por la
orden en sólo 170 pesos pero, el comprador no pudo
pagarlos y se lo quitaron. Esta escritura no concuerda con
la anterior, porque parecería que la orden ya había vendido
toda la propiedad (AGCA A1.20 leg 819, fol. 232-234 del 22
de octubre de 1805);
San Agustín: en 1805 se vendieron las 533 varas de
terreno del convento en 170 pesos 3.5 reales, no se incluyó
el cajón de la iglesia (AGCA A1.20 leg 819, folios 232-234);
Monasterio de Concepción: en 1812 el presbítero Pedro
Ruiz de Bustamante adquirió por un valor de 400 pesos las
ruinas del antiguo monasterio (AGCA A1 20 leg 3031 fol.
307). El presbítero Laureano Nova, cura domiciliario del
pueblo de Tejutla, que en 1812 compróen 400 pesos las
ruinas del presbítero Pedro Ruiz de
Bustamante, las cedió en forma gratuita a
quien fuera el cura de la parroquia de San José, éste
inmueble tenía un gravamen por capellanía de 700 pesos
(AGCA A1.20 leg 3031 folio 307 del 6 de noviembre de 1822);
Capuchinas: el síndico del monasterio, José Ignacio
Izaguirre, vendió a Sebastián Maldonado el predio y
edificios del viejo monasterio (AGCA A1. 20 leg 828, 12 de
febrero de
1814, según Jorge Lújan M., en: El monasterio de Nuestra
Señora del Pilar de Zaragoza en la ciudad de Guatemala
1724-
1874, 1963);
Hospital San Juan de Dios: en 1815 fue vendida la
cochera del antiguo camposanto del hospital únicamente por
el valor del censo (AGCA A.1 20 leg 829);
Santo Domingo: las ruinas del convento y patio de la
iglesia fueron arrendadas en 1819 por un plazo de nueve años
a 12 pesos anuales para labrar el terreno y cuidar que no
fueran robados "los fragmentos y materiales viejos" (AGCA A1
20 leg 3030 folios 211-213, del 11 de mayo de 1819). La
Chácara con sus dos molinos, presa, casa y todas sus
herramientas fue arrendada por los dominicos por nueve años
a
350 pesos anuales en 1819 (AGCA A.1 20 leg 3030);
Palacio Arzobispal y catedral: en 1820 se arrendaron
las ruinas abandonadas en 60 pesos anuales por plazo de 3
años (AGCA A1.20 leg 3031 folio 88 del 22 de noviembre de
1820);
San Lázaro: María García de Quiñónez solicitó el 19 de
marzo de 1826 la antigua iglesia para la siembra de grana
(AHMA, legajo de 1826 folio 2467);
El Calvario: en agosto de 1826 se solicitaron los
campos de la iglesia en arrendamiento para labranza y
cultivo de grana (AHMA folio 238 del 18 de agosto de 1826);
Espíritu Santo: se vendieron las 37,000 varas del sitio
y el cajón de la iglesia en 3,300 pesos, el sitio era vecino
a la casa de Mariano Gálvez (AGCA A1.20 leg 510 folio 508,
del 7 de sept. de 1827):
Compañía de Jesús: a José María Samayoa, dueño del
estanco de aguardiente y un conocido empresario y
prestamista de la época, se le concede el uso de las
ruinas, no dice el valor del arrendamiento ni plazo o el
uso (AHMA, folio 2457 del año 1857).

4. Cómpraventa de própiedades pór miembrós de la Iglesia

En todos los años investigados se localizaron numerosas


escrituras de compraventa de inmuebles efectuadas por
eclesiásticos, que lo hicieron en forma personal o en
representación de sus respectivas órdenes.
Entre los años 1770 y 1773 se localizaron 26 vendedores
y 28 compradores eclesiásticos de propiedades inmuebles, que
hacen un total de 54 operaciones en las que actuó algún
miembro del clero. De las 279 operaciones de compraventa de
propiedades registradas para esos años, 184 estaban gravadas
por censo o capellanía y únicamente 43 no tenían gravamen de esa
clase, el resto no dice, ver la gráfica 6.5. El valor total
de dichas
operaciones fue de 226,306 pesos, de los cuales 212,864
pesos tenían censo, es decir el 94%. Aunque algunas de las
propiedades se hayan vendido o comprado más de una vez, es en
si un porcentaje muy alto. En esa época no existían bancos,
por lo que las órdenes religiosas y algunos particulares actuaban
como prestamistas.
Únicamente 22 escrituras se hicieron con censo a propios
del ayuntamiento, por apenas 2,480 pesos, generalmente por el
derecho al uso del agua. Los préstamos entre particulares
eran poco comunes y muy reducidos, ya que aunque fueron 14,
sólo tuvieron un volumen de 10,963 pesos.

GRÁFICA # 5.5
Comparación de censos
1770-1773

90%

80%

70%

60%

50%

40%

30%

20%

10%

0%
clero cabildo particulares libre
Entre 1774 y 1776 se redujeron las compraventas de
inmuebles. De éstas, que fueron apenas 28, el clero
participó en siete escrituras como comprador o vendedor
(el
25% del total); ocho estaban libres de todo gravamen, 16
estaban gravadas a algún establecimiento religioso o
capellanía (el 92% de las gravadas), tres a propios del
ayuntamiento y una sola a un préstamo privado.
En el período de 1776 a 1798 también el clero
participó, aunque no tan activamente, en el mercado de
compraventa de propiedades inmuebles. Estos participaron
como compradores o vendedores en únicamente el 10% del
número total de operaciones, las que fueron selectivas ya
que pese a ser su número menor, los censos representaron el
96% del valor, o sea que aunque fueran menos, se trató de
las propiedades más valiosas.
De 1799 a 1820 individuos pertenecientes al clero y
establecimientos religiosos continuaron comprando y
vendiendo inmuebles. En el 37% de las operaciones
participó alguno de ellos. Llama la atención el caso del
clérigo Pedro Ruiz de Bustamante, que compraba y vendía
casas y sitios en todos los rumbos de la ciudad.
A veces compraba una propiedad un día y al día
siguiente la vendía; ha de haber acumulado muchas
propiedades incluyendo propiedades que pertenecieron a algún
establecimiento religioso, como parte del monasterio de
Santa Catarina.
El sistema para valuar y establecer censos también
cambió. De acuerdo a lo ordenado por la corona en 1775,
debían de eliminarse todos los censos enfitéuticos. Pero,
no fue así. De 1799 a 1820 todavía existían propiedades con
censos adquiridos antes del terremoto y se establecieron
nuevos. Se rebajó mucho el valor del censo de los inmuebles
gravados, lo que se debió principalmente a que los
propietarios ya no podían hacer los pagos anuales de los
réditos por el empobrecimiento general y que las propiedades
perdieron su valor por la ruina, el abandono o el escaso
mercado inmobiliario. Varios vecinos negociaron la rebaja
del censo, aduciendo que la ruina había rebajado el valor de
la propiedad y que no estaban en condiciones de seguir
pagando el valor total de éste. Los gravámenes por
capellanías se negociaban directamente con el beneficiario
de la capellanía, o se hacían ante un representante cuando
los establecimientos o los religiosos estaban establecidos
fuera de la ciudad, lo cual era lo más común dado que
éstos casi siempre residían en la nueva capital.
Ejemplos:
En 1774 se vendió una casa derruida en el barrio de los
Remedios por sólo el valor del censo de 50 pesos, el
propietario tenía un censo de 500 pesos con La Merced,
pero desde el terremoto ya no había pagado los réditos
(AGCA A.1
20 leg 3052).
El monasterio de Santa Clara compró en 400 pesos en
1792 un sitio en el barrio de San Sebastián que contenía el
cajón de una casa arruinada. El convento la vendió ese mismo
año a censo, en los mismos 400 pesos. La casa había
tenido un censo de 3,440 pesos en 1773 (AGCA A.1 20 leg
3052).
En 1793 se vendió una propiedad en ruina que tenía un
censo de 300 pesos; aunque el censo ya había sido reducido
de
450 pesos, el propietario solicitó una nueva rebaja (AGCA
A.1
20 leg 3052).
En 1794 fue vendida una propiedad cerca de la Compañía
de Jesús en solamente 200 pesos; la compradora había
invadido la propiedad hacía más de año y medio, y adujo
que como ya
había invertido 940 pesos en la reconstrucción, no podía
pagar más.
En 1806, en la calle de Mercaderes, se vendió una casa
a la cual, por estar derruida, se le rebajó el censo de
2,500 a
500 pesos. La propiedad tenía una paja de agua, pero como
no estaban reparadas las cañerías, no funcionaba.
Una casa reconstruida, con techo de teja, balcones de
madera, puerta decalle y fuente de agua corriente
funcionando, con 1,874 varas cuadradas de terreno,
localizada en la calle de San Buenaventura del barrio de San
Francisco, fue rematada en pública subasta en 1810 por el
Juzgado de Capellanías. Las dueñas, dos señoras,
no habían podido pagar los réditos de 591
pesos que debían a la catedral
metropolitana por una capellanía de 2,500 pesos.
La catedral metropolitana decidió vender siete sitios
abandonados en el Portal de Panaderas, que posiblemente eran
los mismos que causaron problemas a la población y al
ayuntamiento, ya que se utilizaron por muchos años como
basureros, pues en la escritura se describen como
abandonados, aterrados y llenos de basura. El cabildo
eclesiástico había quitado los sitios a los antiguos
propietarios por no pagar los réditos. Los censos eran de
1,400, 2,100, 1,100, 900, 2,000, 1,000 y 1,525 pesos,
respectivamente, que sumaban un total de 10,125 pesos. El
cabildo decidió venderlos por el valor de un nuevo censo de
300 pesos a cada uno, o sea un total de 2,100 pesos. No se
sabe por qué la escritura no corrió (AGCA A1.20 leg 3040,
del
14 de noviembre de 1810).
En 1810 se vendió una casa destruida, de dos pisos, al
presbítero Pedro Ruiz de Bustamante. Esta tenía siete
tiendas y estaba situada en la calle de Mercaderes, a
media
cuadra de la Plaza Mayor. Su valor fue de 300 pesos, que
era únicamente el valor del censo rebajado; esta misma
casa la habían comprado los vendedores en 1772 al valor del
censo de capellanía de entonces que era de 7,000 pesos
(AGCA A1 20 leg. 824 fol. 12).
En mismo año de 1810 la iglesia catedral vendió en
remate, por medio del Juzgado de Capellanías, un sitio en el
barrio de San Francisco quecontenía una casa; por estar
destruida, se le había reducido el censo de 2,500 pesos a
591 pesos, el comprador fue un cura (AGCA A.1 20 leg. 3040).
En 1811 el síndico del convento de Santa Clara en la
Nueva Guatemala vendió por 250 pesos una casa localizada en
el barrio de Los Remedios: esta casa la había comprado el
vendedor a un religioso en 1,300 pesos más 1,900 pesos de
réditos atrasados (AGCA A.1 20 leg 825 fol. 71-73).
En 1815 se vendió en 850 pesos una casa de dos pisos
localizada en la calle de Mercaderes, cerca de la Plaza
Mayor, con un censo rebajado de 2,000 a 800 pesos ( AGCA A.1
20 leg 829 fol. 122).
En 1819 los mercedarios vendieron un sitio en el barrio
de Los Remedios que contenía una casa destruida al que se le
había rebajado el censo de 320 pesos a 105 pesos (AGCA A.1
20 leg 3030).
En 1822 se remató una casa en la calle de Santa
Catarina, en 793 pesos, que era el valor del censo. La casa
estaba ilegalmente ocupada desde hacía varios años, y no
apareció ningún otro comprador más que quien ya la ocupaba,
posiblemente sin autorización. Esta persona se comprometió a
hacer pagos anuales hasta cubrir el valor del censo (AGCA
A.1
20 leg 3031 fol. 222);
Sin embargo, también se establecieron nuevos censos
sobre propiedades que eran de algún
establecimiento religioso, o simplemente a manera
de financiamiento para la adquisición de la propiedad.
La orden más activa fue la mercedaria, que no sólo
rebajó censos por devaluación de aquellas propiedades que ya
los tenían desde antes del terremoto de 1773, sino que también
creó nuevos. En menor proporción lo hicieron otras órdenes y
el arzobispado. En algunas escrituras de venta de
propiedades se explicaba que se había convenido la rebaja hasta
el 20 ó 25% del valor que tenían antes del terremoto.
Esta rebaja es congruente con la devaluación de la
propiedad, que también disminuyó a más o menos una cuarta
parte de lo que era antes del terremoto.

D. Reorganización de los ingresos del ayuntamiento.


Los problemas que tenía la villa eran muchos y
variados. Habían pasado ya décadas desde la ruina; el
tiempo, los elementos y la despoblación habían
acrecentado el deterioro. En 1799 el recién nombrado
cabildo se encontróconuna inmensa tarea de
organización y de restablecimiento de los servicios,
tareas que inició de inmediato. Se necesitaba generar
ingresos para poder trabajar. El problema era que por
muchos años no existían sistemas de control. Para poder
cobrar arbitrios se requería información a fin de saber qué
servicios se prestaban y a quién, información que se
ignoraba por completo. Como no había existido la
recaudación de propios hubo de crearse un nuevo sistema.
El cabildo nombró a personas honorables y de edad que aún
recordaban cómo, cuánto y a quién se había cobrado antes.
El 28 de junio de 1799 el
cabildo nombró al primero de ellos, Manuel Sárate, ¨vecino
de muchos conocimientos antiguos y prácticos de
los terrenos dados a censo y de pensión o canon que
pagaban cada año, por lo que se le da la comisión para
que averigüe el estado de los potreros, y cuáles se les
podría cobrar arrendamiento, tanto por el terreno como por
el agua que disfrutan....y de los solares y sitios
inclusos en los ejidos de esta ciudad...¨ (AGCA A.1
21.2 leg 1805, exp 11812, folio 8 del Primer libro de
Cabildo de La Antigua).
Los ingresos del ayuntamiento eran lamentablemente
bajos. En el estado de cuentas de ingresos e egresos del
Mayordomo de Propios, Miguel Arroyo, del año de 1826, (AHMA,
documento sin clasificar, ver apéndice N) se pueden apreciar
tales deficiencias. Se cobraban arbitrios por el
arrendamiento de potreros, de locales en los edificios en
ruinas propiedad del municipio, de terrazgos, y por las
calles y callejones que se alquilaban. También se cobraban
en los ramos de vinos (a cuatro poseedores de licencia), de
tabernas (a tres), y por servicio de agua. El total de lo
asignado en ese año fue de 1,985 pesos 5 reales, aunque el
ingreso efectivo fue de sólo 1,437 pesos 1 real. Con tan
pocos fondos le era muy difícil hacer obra.
GRÁFICA # 5.6
INGRESOS A PROPIOS AÑO DE 1826

600

500

400

300

200

100

0
garitas cajones agua terrazgos vinos tabernas calles terrenos locales

Con el ánimo de ilustrar el lamentable estado de


recaudación de propios del ayuntamiento y la situación de la
villa se presentan algunos ejemplos de los distintos rubros
de recaudación:

1. Ramó de Agua.
El cabildo consideró como de mayor urgencia la reparación
del sistema de agua, limpiando las cajas y eliminando las
obstrucciones, y así tener ingresos por el uso y la venta
del agua. El 13 de abril de 1799 decidió que
se repararan las cajas de agua y se quitara lo que
impidiera el acceso. Para
financiar este proyecto se venderían pajas de agua a quienes
lo solicitaran, y con ese dinero se repararía el sistema de
agua, pero se fracasó por falta de fondos. Manuel Rubio
Sánchez (1989:121) localizó un documento que enumera los
nombres de los vecinos que tenían, en 1800, instalación
domiciliaria de agua, siendo éstos únicamente 80.
En la ciudad no había fontanero que limpiara la basura
que solían echar los vecinos en las cajas e hiciera
reparaciones al sistema. En 1814 el ayuntamiento designó un
mozo para que las limpiara y cuidara en toda la ciudad. La
reparación y habilitación de las cajas y tuberías fue
sumamente lento. En 1826 se distribuían únicamente 109 pajas
provenientes de todos los acueductos, por lo que el
ayuntamiento recibía un ingreso anual de 347 pesos. Los
bajos ingresos en el ramo de aguas imposibilitaban la
reparación completa del sistema de distribución, y al no
repararse estos no aumentaban. Era un círculo vicioso.
Por supuesto, antes del terremoto se distribuía agua a
más conexiones domiciliarias y fuentes públicas que a las
que se servía en esta época.Muchos ramales y cajas
continuaban rotas. Enlas escrituras de ventade
inmuebles aparecen varias donde se indicaba que
tenían pilas y fuentes de agua, pero que estaban secas y
no funcionaban porque no estaban reparadas las cañerías.
Los ingresos por agua o propiedades a censo a favor del
ayuntamiento también bajaron mucho a causa de la pérdida de
los registros. De 1799 a 1820 no se registró ninguna venta
de propiedades a censo para el ayuntamiento. Desde que se
reorganizó el cabildo y se fue reparando el sistema de
distribución fueron ofrecidas pajas de agua a censo. De
acuerdo con el estado de cuentas de ingreso a propios para
el año de 1826, únicamente se recaudaron fondos a censo en
el ramo de aguas.

2. Cajónes.
Con el nombre de cajones se conocía a los comercios fijos
que se hallaban localizados sobre todo en el mercado,
calles, portales y plazas de las ciudad. Éstos
generalmente estaban construidos de tablas o bajareque con
techo de teja. Algunos de éstos llegaban a ser bastante
grandes, por ejemplo los de las carnicerías tenían 20 varas
de frente. El ayuntamiento cobraba un arbitrio por el uso
del piso que ocupaban. Se pudo establecer que éstos
variaban: a algunos se les cobraba una tasa mensual por
vara cuadrada y a otros por semestre o por año. Aunque
se sabe que había cajones en otros puntos de la ciudad, sólo
hay evidencia que se cobraba el arbitrio a los que estaban
localizados en la Plaza Mayor, en portales del antiguo
Palacio Real y el conocido como ¨De Panaderas¨, en el lado
poniente de la plaza. En 1826 se cobraba
arbitrio sobre 20 cajones. En 1839 el viajero John L.
Stephens (1969:267) visitó La Antigua y en su obra incluyó
un dibujo de la plaza mayor donde se pueden apreciar los
cajones, en esa época éstos se encontraban alineados al lado
sur de la plaza, frente al portal del antiguo Palacio Real.
Desde la época medieval había la costumbre de usar
plazas principales y otras plazuelas de las ciudades, se
usaban para realizar mercados. En la Plaza Mayor de La
Antigua se localizaba el mercado y había comercios
formalmente instalados en los edificios y manzanas que
la rodeaban. Generalmente las ventas se
agrupaban por los artículos que vendían, había entre
estos ventas de licores
nacionales, los llamados vinos ¨peruleros¨ (del Perú) y
vinos importados, así como nagüeras, etc. Las carnicerías
estaban en el portal del antiguo palacio real, las
tortilleras al lado sur poniente de la plaza, y las
panaderas en el portal del mismo nombre.
El 5 de julio de 1799 el cabildo comisionó a Josef
María Figueroa para que estableciera cuántas varas
de terreno ocupaban los cajones de comercio que se
encontraban en la Plaza Mayor y en los portales
que la rodeaban, pues se ignoraba. Al año
siguiente, ya se había reorganizado el cobro del
arbitrio por el ¨uso del piso¨, que tenía un valor de un
real mensual por vara cuadrada de cada cajón. Una vez que
se aclaró la situación, el cabildo ordenó que se
reorganizaran los cajones, ya que se habían construido de
manera desordenada. Se ubicaron de forma que hubiera
pasillos entre ellos y fuera más fácil el paso de la gente.
Se dieron licencias a partir de 1812 para que se
construyeran nuevos cajones, entre las que se cuentan
para la venta de licores nacionales e importados, a los que
se les cobraba 12 pesos 4 reales semestrales.
En 1812 se comisionó otra vez al síndico Josef María
Figueroa para que comprobara cuántas varas ocupaban y cuánto
pagaban los cajones. Cada uno debía pagar un arbitrio de 2
pesos por vara cuadrada anual a Propios del Ayuntamiento
(AGCA A.1 21.2 leg. 1805 exp 11814, folio 20 del 13 de marzo
de 1812) es decir, que se aumentó el cobro en seis reales
anuales. Se quejaba el síndico de que los cajones se
encontraban en malas condiciones y desalineados, por lo que
el cabildo ordenó que fueran destruidos los muy deshechos y
desalineados (folio 13 del mismo documento). A las
carnicerías se les asignó la construcción de sus cajones en
la parte oriental del portal del antiguo palacio real, las
que debían pagar también un arbitrio de 2 pesos por vara
cuadrada. En 1826 había 20 cajones en la plaza, que rendían
un promedio de entre 10 y 28 pesos anuales cada uno, con una
recaudación total de 324 pesos.

3. Garitas.
Eran puestos para controlar el ingreso y egreso de
mercaderías y ganado, situados en cada una de las entradas
de la ciudad, a fin de cobrar la tasa correspondiente.
Antes del abandono también enellas se
recaudaban algunos impuestos reales. En el camino
hacia la nueva capital, en el pueblo de Santa Inés y frente
a la Chácara, se encontraba la llamada garita de Las Ánimas;
en el camino hacia Occidente, al final de la Calle
Ancha, en los linderos de Jocotenango, estaba la garita de
Jocotenango; hacía el sur, en el camino real de Ciudad
Vieja cerca del llamado Arco o puente de
Medina, que cruzaba el río Guacalate, estaba localizada la
tercera.
Los propietarios de cajones de pan pagaban un real y un
cuartillo por el ingreso de una fanega de harina en la
garita de Jocotenango. A partir de 1819 se cobró un
arbitrio de un cuartillo por cada carga de maíz o cal,
recaudación que se destinó a la reconstrucción de
una parte de la antigua catedral, que se iba a
convertir en templo parroquial. Por cada ¨tiro¨ (una
medida que posiblementerepresentaba una carga de una
mula) de madera que se introducía se cobraba igual
cantidad que laalcabala; y posiblemente de otros
artículos. Es posible que hayan habido otros arbitrios,
pero no se han localizado. Se incluyen como
ilustración los
montos asignados en 1784 en las garitas de la Nueva
Guatemala, es posible que los arbitrios de ingreso a La
Antigua fueran más bajos. Por una arroba de azúcar, 2
reales; por la carga de panela, 2 reales; por la fanega de
harina que salía de la ciudad, ¼ de real (Chinchilla
Aguilar,
1961:287-288). Es posible también que en las garitas se
controlara el ingreso y salida de las personas,
especialmente cuando existía el peligro del ingreso a la
ciudad de alguna enfermedad, o peste, como se les conocían
entonces.

4. Alquileres.
El ayuntamiento daba en alquiler locales que eran de su
propiedad, como los antiguos real palacio, catedral y
arzobispado. En el primero se alquilaban 10 piezas para
vivienda de particulares, a razón de seis pesos
anuales. Los inquilinos solicitaron en 1818 al ayuntamiento
que fueran reparadas, ya que las paredes eran muy húmedas y
se colaba el agua por los techos. Ese mismo año se le
cedió por nueve años, en 150 pesos a censo, al maestro
de Primeras Letras Matías Lima, un cuarto y un pedazo de
terreno que había servido de huerta en el antiguo palacio
(AGCA A1.21.2 leg
1805 exp 11820 fol. 11). También se alquilaban locales
comerciales en lo que había sido el Palacio Arzobispal y la
catedral. En 1814, cuando se comenzó la reconstrucción de
parte de ese edificio, el ayuntamiento tuvo problemas para
sacar a unas inquilinas que habitaban el campanario. Las
ruinas del Palacio Arzobispal y [parte de] catedral fueron
arrendados en 1820 a un tal Antonio García por un término de
tres años, a 60 pesos anuales, no se indica el uso que esta
persona les dio.
El ayuntamiento también alquilaba sitios baldíos dentro
de la ciudad para siembras de maíz, nopal, alfalfa, etc. Lo
que se desconoce es cómo llegaron esos terrenos ser
propiedad del ayuntamiento.
Otros ejemplos que se encontraron en los
Libros de Cabildo:
En 1812 se expidió una autorización para que se
siguiera sembrando en el sitio de
El Calvario. Ese mismo año se alquiló un terreno cerca de
la Plaza Mayor (no dice dónde) a Juana y Pedro Aguilar para
poner una taberna y vender licores de España. También se
autorizó a Gregorio Toledo abrir un tienda en un sitio
(no dice dónde) para la ¨expender una porción de caldos y
licores peruleros¨; debía pagar 12 pesos
4 reales de renta semestral;
En 1814 se solicitó en arrendamiento el terreno del
antiguo Colegio de Niñas. Ese mismo año el cabildo decidió
rematar los terrenos que antiguamente ocupaban el Colegio
de Misioneros de Cristo, aunque no se especificó el
precio;
En 1818 se alquiló a José Bancells el antiguo convento
de la Compañía de Jesús, a condición que levantara paredes a
su alrededor ya que los vecinos lo utilizaban como basurero.
No dice el valor del arrendamiento. Se alquilaron en el
antiguo real palacio, posiblemente para comercios, un cuarto
a Manuel Castellanos, Toribio Quiñónez y a María, conocida
como ¨la menuditos¨, a 6 pesos anuales cada uno;
En 1819, por falta de pago, se sacó a remate para uso
del asiento de aguardiente, el alquiler del cuarto que
ocupaba Toribio Quiñónez en el antiguo real palacio;
En 1826 se le alquiló lo siguiente: un sitio localizado
al final de la calle de la carnicería de San Francisco a un
soldado que hacía patrullas en las calles; a una señora un
terreno en el portal frente a la plazuela de San
Sebastián,
donde estuvo la carnicería, que estaba abandonado y
enmontado desde la ruina de la ciudad; un tal
Manuel Caravantes solicitó los campos del
Calvario para siembras; Juana García de Quiñones
pidió el sitio abandonado de San Lázaro para siembra de
grana.

5. Calles y callejónes.
El ayuntamiento aprovechó para hacerse de algunos fondos al
alquilar algunas calles y edificios para siembras, con tal
de que se removiera el ripio y fueran cercadas. En
1826 el valor del arbitrio anual era de 1.50 pesos por
calle y de 1 peso por callejón (Archivo Histórico
Municipal de Antigua, Estado de Cuentas por Ingreso
de Propios, año de 1826, documento sin
clasificar).

6. Rastró y carniceríóas.
La matanza de ganado se hacía de manera muy irregular debido
a que los rastros de ganado mayor y menor aún se encontraban
destruidos.
Antes del terremoto, la venta y destace de carne estaba
regulada por el Ayuntamiento. Sólo se podía destazar carne
en los rastros del ayuntamiento y venderla en las
carnicerías debidamente autorizadas. Hasta 1773 cuando
se destruyó, la carniceríamás importante de la ciudad era
la Carnicería Mayor o Grande, que se encontraba en la
Calle de Mercaderes, al lado poniente de la calle, y a
media cuadra de la Plaza Mayor. Había otras carnicerías
en algunos de los barrios de la ciudad. Por ejemplo
existió una en el portal de San Sebastián, situado del
lado norte de la plazuela frente a la parroquia; había una
en la llamada calle de la Carnicería, en
el barrio de San Francisco, en la calle que ¨...va de San
Francisco para Santa Clara y los campos del prado del
Calvario....¨ (AGCA A.1 20 leg 899 fol. 108); y otra en
el barrio de Candelaria, ¨...en la calle que
sale de la iglesia para Santo
Domingo...¨(AGCA A.1 20 leg 895 fol. 73).
Antes del restablecimiento del ayuntamiento, el destace
y venta se desorganizó, haciéndose en casas particulares.
Las ventas de carne se instalaron en los diferentes barrios
de la ciudad, en el mercado de la Plaza Mayor y por mujeres
en los portales del ayuntamiento, frente a su misma puerta.
En 1800 el cabildo (AGCA A1 21.2 leg 1805 exp 11812 fol. 13)
decidió rehabilitar el antiguo rastro y prohibir la matanza
en casas particulares, este proyecto no llegó a realizarse
en ese momento por faltade fondos. En
1817, la junta de Mejoras de la Ciudad proyectó la
reconstrucción del antiguo rastro, y en 1818 el Presidente
de la Audiencia pidió que se pasaran los autos para
comenzar con la reconstrucción del rastro de ganado mayor
en La Antigua (AGCA A1 21.2 leg 160, exp 3233 y leg 2775
exp 24207), lo que no tuvo efecto. El rastro de ganado
menor nunca se reconstruyó. Para promover la higiene,
controlar la cantidad de animales destazados (y por lo
tanto la recaudación de su arbitrio) así como evitar el
desorden, el cabildo ordenó que se vendiera la carne
únicamente en las dos carnicerías que se establecieron en
cajones en la esquina sur del portal del antiguo palacio
real (AGCA A.1 21.2 legajo 1805 exp 11812 folio 13, enero
1800). Posteriormente, el cabildo autorizó el
establecimiento de otras carnicerías en cajones dentro
del mismo portal, costumbre que continuó hasta ya
entrado el presente siglo. Cuando se reorganizó el cobro
del arbitrio, éste se fijó en dos pesos por cada res
destazada.
VI. DEMOGRAFIÓA

Para Christopher Lutz (1984:11-13), la población de la


ciudad de Santiago de Guatemala durante sus últimos años
como capital de la Audiencia, era de unos 33,000 habitantes.
Esta
cantidad no había variado mucho, ya que en la década de
1680-
89, incluyendo a las cuatro comunidades de indígenas de
afuera, serían unos 37,500 habitantes, pero sí se excluyen
serían entonces unos 26,750 habitantes.
A partir del terremoto se produjo un marcado descenso.
Al momento de darse la orden de traslado, la población de la
ciudad estaba bastante reducida. ¨Según un padrón del 22 de
octubre de 1773 se encontraban en la ciudad solamente 9,203
vecinos, correspondientes a 1,532 familias. Esta rápida
disminución de la población hasta un tercio de la
existente antes de la catástrofe, se debe ante todo a la
ausencia de mujeres y niños que buscaron refugio en los
pueblos cercanos por el caos reinante en la ciudad, a
falta de alimentos y epidemias que proliferaron en esos
meses¨ (Gísela Gellert, Desarrollo Histórico Urbano,
pp. 81-82). Posiblemente algunos de
éstos regresaron a la ciudad una vez se
¨normalizó¨ la situación.
La salida de la población de Santiago fue bastante
acelerada, ya que según un informe del Presidente Mayorga,
hasta noviembre de 1774 se habían trasladado al asentamiento
de La Ermita 4,328 vecinos, entre ellos 1,876 españoles
(Langenberg, 1981:244), de los que la mayoría provenían de
la arruinada ciudad.
Al confirmarse la orden de traslado, éste debe haberse
acelerado. El 30 de diciembre de 1775, el Presidente
Mayorga
116

emitió una orden para que la población se trasladara a la


nueva capital, y dio el perentorio plazo de un mes.
De acuerdo a una carta del arzobispo Cortés y Larraz al
rey, decía que la población de la arruinada ciudad era
similar a la que teníaantes del terremoto. El prelado
afirma en junio de 1776 ¨...los vecinos y habitantes de
Guatemala (la antigua) son con no mucha diferencia tantos
como antes de la ruina, y cuando más faltará una cuarta
parte y no me lo persuado¨ (citado en C.
Zilbermann de Luján (1987:119), y al año siguiente, el
12 de junio de 1777 dice el arzobispo que ¨...una ciudad
numerosa como ésta..., en donde se cuentan de
veintiséis a treinta mil personas de comunión en este
año de 1777¨. Según explica, no puso la cantidad exacta
por no haberle presentadolos curas los padrones,
¨aunque se me ha dicho que en esta catedral hay nueve
mil, y once mil en la de San Sebastián; y las dos que
restan de Los Remedios y Candelaria no han de ser muy
numerosas¨ (ibíd.: página 119). Poca duda hay de la
exageración y poca credibilidad de estas cifras, que por su
pasión ¨terronista¨ él aumentó.
En la Gazeta de Guatemala en 1802 se publicaron las
cifras de un padrón de todas las ciudades, villas y pueblos
del Reino, ordenado por el Presidente Mayorga en 1778. En él
se dice que en el Partido de La Antigua Guatemala (que
incluía a la villa y a zonas aldeañas) había 12,468
habitantes (Arias de Blois, 1994:114). Aunque en 1778 la
arruinada ciudad pertenecía al Partido de Amatitanes y
Sacatepéquez, y no existía el Partido de La Antigua, la
cifra puede ser aproximada, aunque casí seguramente incluía
no sólo la población urbana, sino la rural.
117

Lo más probable es que en las últimas décadas del siglo


XVIII y principios del XIX, el número de habitantes urbanos
había descendido a alrededor de 6,000 habitantes. La
población debió estabilizarse en ese número por algunos
años.
Pude localizar tres padrones levantados en las primeras
décadas del siglo XIX, que demuestran que la población
había llegado a su nivel más bajo, pero que a partir de
entonces, comenzó a recuperarse:
Con ocasión de la visita pastoral del arzobispo
Peñalver y Cárdenas, en 1804, se levantó un padrón parroquial
¨de los indiviuos del curato¨, que dio los siguientes
resultados (Archivo Histórico Arquidiocesano tomo 39, folios
19-69):

CUADRO # 6.1
Padrón parroquial, 1804

Parroquia Españoles Mulatos/ladinos Indios suma


Totales: 1,113 5,179 217 6,509
Candelaria 124 1,257 217 1,598
San Sebastián 757 2,043 0 2,800
Los Remedios 232 1,879 0 2,111

En febrero de 1816 se hizo un padrón con ocasión de la


visita pastoral del arzobispo Ramón Casaus y Torres. Este
padrón tiene el defecto de que en la parroquia de Los
Remedios únicamente fueron contadas los mayores o almas de
confesión, faltando incluir a los menores. No aclara si en
118

las otras parroquias se incluyen a todos los vecinos o


feligreses o sólo se contaron las almas de confesión
(Archivo Arquidiocesano Histórico, tomo 44, folios 107-130):

CUADRO # 6.2
Padrón parroquial de almas, 1816

Parroquia

Total 7,106
San José 3,439
San Sebastián 2,849
Los Remedios (a) 818

A: incluye sólo almas de


confesión.

Existe, por otra parte, un padrón que se levantó en


1820 para todo el partido de los Amatitanes y
Sacatepéquez, con ocasión de la elección de diputados para
asistir a las Cortes (ver apéndice K).En este se incluyeron
“las almas de todas las clases y edades deducido de padrones
que se han formado y noticias exactas que se han
recibido de los padres curas”. En éste se incluyeron las
parroquias de La Antigua y todos los pueblos y sus anexos
del partido. Este padrón tiene la peculiaridad que se
nombró a tres laicos residentes de La Antigua para contar
la población de cadauna de las
parroquias de la villa (AGCA A1.21.2 legajo 1805, exp
11822 folios 58-59, libro de Cabildo de 1820):
119

CUADRO # 6.3
Padrón de 1820

Parroquia

Total 6,763
San José 2,270
San Sebastián 3,200
Los Remedios 1,293

Después de la independencia, Guatemala fue visitada por


una serie de viajeros extranjeros que llegaron con la
intención de conocer la realidad del país e informar a sus
respectivos gobiernos. Entre los datos que proporcionaron,
hicieron estimaciones sobre el número de habitantes que
residían en La Antigua y que probablemente fueron hechos con
base en la información que recibieron de algunos vecinos.
Como datos subjetivos son de dudosa credibilidad, pero son
los únicos que existen de la época. Así por ejemplo: G.A.
Thompson (1926:225) estimó la población en 1825 en 18,000
personas; en 1827 Henry Dunn (Jickling, 1982:64) la calculó
en 16,000; en 1834 la visitó E. Leigh Page (1981:204) y la
estimó en 12,000. Nótese que según estos datos, la población
decreció de 1825 a 1834. Los datos que proporcionaron estos
viajeros son poco confiables y se incluyen sólo como
material ilustrativo ante la falta de otras fuentes.
Los padrones de 1804 (6,509 habitantes), de 1816
(7,016) y de 1820 (6,763) se pueden considerar bastante
confiables. Se nota un pequeño crecimiento del 3% entre 1804
y 1820. El aumento que indica el padrón de
1816 pueda deberse por diferencias en
el sistema de conteo. Aun así estos tres
120

padrones indican que la población se mantuvo bastante


estable.
Es posible que el origen del leve aumento de la
población proviniera de: la inmigración de gente de los
pueblos vecinos y el cultivo de nopales para grana, a partir
de la segunda década del siglo XIX. Era muy cómodo y fácil
mudarse a una ciudad abandonada que tenía poca población y
con un exceso de vivienda abandonada, aunque fuera en
ruinas. Se tomaba posesión de una casa o de un sitio
abandonado, teniendo el cuidado de averiguar sobre alguno
que no tuviera dueño. Lo anterior es particularmente creíble
si se considera que aumentó la población y los barrios
periféricos y los localizadosen las laderas de
los cerros nunca fueron repoblados, ni lo están
hasta el día de hoy. Las solicitudes de adjudicación de
solares que aparecieron en los libros de cabildo fueron
relativamente pocas, por lo tanto debe haber habido muchas
invasiones y toma ilegal de sitios.
A continuación se incluye una gráfica que contiene
resumida la poca información que se ha podido localizar de
la fluctuación de los niveles demográficos de la ciudad. Se
incluyeron datos anteriores a la época de abandono con la
intención de demostrar gráficamente los cambios en los
niveles de éstos, la poca información que existe al respecto
y lo inexacto y subjetivo de algunos de ellos.
121

GRÁFICA # 6.4

VARIACIÓN EN LOS NIVELES DE


POBLACIÓN Cambios demográficos

35000

30000

25000
20000 122
HABITANTES

15000

10000

5000

0
1773a 1773b 1804 1816 1820
AÑOS

Nota: 1773a es la estimación de Christopher Lutz de antes del terremoto


y
1773b es de un padrón de octubre de 1773, después del terremoto. Los
datos poblacionales indicados por los viajeros no se incluyen en ésta
gráfica por no considerarse confiables. Ver apéndice K.
VII. CONCLUSIONES

El traslado y abandono de Santiago de Guatemala a un


nuevo sitio no era necesario. Este cambio forzoso se dio
principalmente a causa de la inflexible posición de los
traslacionistas liderados por el Presidente Martín de
Mayorga, quien no sólo insistió en el traslado, sino que fue
fuente de continua presión para que la antigua capital fuera
totalmente abandonada y desmantelada. Sólo hasta que fue
sustituido, el gobierno comenzó a relajar la presión para su
abandono. Probablemente también influyeron los intereses
creados de un pequeño grupo dominante, que se aprovechó de
la eliminación de deudas por censos dictada por el rey y de
las grandes ganancias comerciales que les podía
producir el traslado. Por ser innecesario fue un grave
error que causó a sus habitantes inmensos sufrimientos.
No había sido la primera vez que se
destruía la ciudad y que se reconstruía después de un
terremoto, como ocurrió en 1717, el cual fue posiblemente
más destructivo; en esa ocasión también existió un grupo de
traslacionistas, liderados por el obispo Fray Juan
Bautista Álvarez de Toledo, pero que no lograron su
objetivo.
Esta decisión fue el principio de un proceso de cambio
por el cual una ciudad desapareció, dando lugar a otra
DISTINTA en el mismo lugar.
Con la orden de abandono emigraron de la ciudad las
autoridades reales y sus burócratas; el ayuntamiento y los
privilegios y prerrogativas de la ciudad; los vecinos
más acaudalados con su dinero; casi todos los
establecimientos
124

religiosos y sus miembros, con su capacidad de


financiamiento, así como la mayor parte de la población,
incluyendo a gran número de artesanos y mano de obra. Con
ello descendió el número de consumidores. Quedó el poblado
sin nombre ni autoridades que lo regularan. El abandono
creó un gran vacío social, político, económico y
demográfico.
Por décadas sus edificios gubernamentales y religiosos
quedaron abandonados y en ruinas. De haber sido la capital
de un Reino, pasó a simple villa que ni siquiera era
cabecera de municipio. Sus calles quedaron
abandonadas, llenas de ripio, utilizadas como
refugio de delincuentes y para sementeras. Los
habitantes se encontraron sin suficientes fuentes de
trabajo, lo que dio lugar a la proliferación del
alcoholismo y la prostitución.
Con ello se rompió la antigua distribución de jerarquía
social y espacial urbana que había existido hasta antes del
terremoto, la cual se basaba en el asentamiento de la
población con mayor riqueza y prestigio social en los
solares alrededor de la Plaza Mayor y ciertos barrios y
plazas en distintos puntos de la ciudad.
Todo lo anterior es cierto, pero también lo es el hecho
que todo ello produjo un proceso de transformaciones. Este
se inició con la decisión de las autoridades reales de
desolar la ciudad. Es posible que las etapas y
características de este proceso hayanpasado inadvertidas
para los vecinos de la ciudad, pero, viéndolo a través del
lente del tiempo, es posible visualizarlo con claridad. El
proceso tuvo ciertas características:
1.- La población de la ciudad era de unos 30,000
habitantes en 1773. Este nivel de población comenzó a
descender inmediatamente del terremoto y se aceleró con la
125

orden provisional de traslado. Sin embargo, la villa nunca


quedo totalmente despoblada. El número de habitantes
descendió a unos seis o siete mil durante las últimas
décadas del siglo XVIII, nivel que se mantuvo por
muchos años más. La orden de abandono no fue cumplida ya
que no todos los artesanos se fueron, y muchos que lo
habían hecho regresaron, quedando representantes de muchos
oficios, incluyendo algunos militares.
2.- En la organización y presencia de los miembros de
la Iglesia también hubo cambios, aunque ésta tampoco nunca
abandono totalmente la población. Por el descenso en la
densidad demográfica, se redujo el número de parroquias. De
las cuatro que hubo antes del abandono, se redujo en la
década de 1780 a dos, que a principios del siglo XIX, se
incrementaron a tres. De los aproximadamente mil miembros
que tenían los establecimientos religiosos, el número se
redujo a unos pocos. Aunque no se conoce cuántos quedaron en
la ciudad, estos posiblemente no eran muchos.
La capacidad económica de la villa se redujo mucho por
las siguientes razones: la orden real de rebaja a los
censos, la devaluación de la propiedad y el
traslado a lanueva capital de las órdenes más ricas. El
valor de su patrimonio disminuyó, no sólo con la pérdida de
los censos, sino que también con el abandono de
edificaciones y propiedades grandes y pequeñas, tales
como la catedral, el arzobispado, casi todos los
establecimientos religiosos, casas, obrajes, talleres,
sitios, etc. Trataron de vender o arrendar sus
propiedades, pero por la escasa demanda lo tuvieron que
hacer a precios bajísimos. Con tal de obtener beneficio
económico, algunas órdenes residentes en la Nueva Guatemala
continuaron haciendo unos pocos préstamos. Al
disminuir la presencia de
126

los miembros de los establecimientos religiosos, también se


redujo la influencia de la Iglesia en la sociedad local.
3.- Con la real orden de traslado el ayuntamiento
desapareció y quedó la urbe por décadas sin autoridades
locales. La autoridad máxima de la ciudad pasó a ser un
Alcalde Mayor que no residía en la villa y que sólo le
interesaba el traslado y total abandono de la villa. Esta
pasó a un estado de olvido oficial al que ni siquiera se le
consideraba oficialmente como poblado.
Cuando esta política cambió, se nombraron Alcaldes
Mayores y de Justicia que actuaron sin mucha voluntad o
motivación. Tuvieron limitada autoridad y carecieron de una
organización municipal que les permitiera recaudar
arbitrios. No pudieron resolver los graves problemas que
surgieron en una ciudad que se encontraba en ruinas y con
poca población.
4.- Luego que la ciudad había permanecido olvidada
durante muchos años por las autoridadesreales y que los
vecinos habían rogado insistentemente para que se
estableciera su propio ayuntamiento y autoridades de
cabildo, éstos fueron autorizados hasta en 1799. La
población se sintió aliviada y demostró gran júbilo,
ya que pensó que era el fin de una época de olvido y el
principio de una nueva era, en la que la ciudad
sería reedificada ysu infraestructura
reparada.
El nuevo cabildo demostró desde un principio una gran
energía y actividad para resolver los graves problemas que
tenía la ciudad, aunque tuvo la limitación de sus bajos
ingresos por arbitrios, lo que no le permitió atender las
necesidades de la villa con la rapidez que la población
hubiera deseado.
127

5.- Como resultado de la desolación y el abandono, las


condiciones de higiene en la ciudad eran terribles. Los
problemas más importantes que tuvo que resolver el nuevo
cabildo eran: la reparación y restablecimiento del servicio
de agua de todo el sistema de distribución; los basureros
callejeros; la puesta en funciones de los rastros y la
distribución apropiada de la carne destazada; la falta de
hospitales y lanecesidad de un cementerio adecuado. Al
llegar la emancipación ninguno de estos había sido
totalmente resuelto.
6.- La compraventa de propiedades inmuebles da un
indicio de la distribución social y económica de la
población. El precio de la propiedad está relacionado con
el valor que la sociedad le da, y a los factores de la
oferta y la demanda. Estas son leyes económicas
universales, que por las particulares circunstancias que
vivió la villa, se dieron los resultados que podrían ser
los esperados. La orden de traslado y el abandono
produjeron los siguientes cambios en cuanto a los
inmuebles:
a). La antigua distribución espacial fue substituida
por otra, donde que la adquisición de inmuebles dependió
más de la capacidad económica de las
personas para adquirirlos inmuebles y el fenómeno
de la invasión de sitios abandonados y no a su condición
social o étnica.
b). Ocurrió, como era de esperar en una ciudad en
crisis y con baja de su población, que descendió el precio
de los inmuebles y se restringió el mercado de compraventa.
7. La reducción de la economía de la villa fue
producida, entre otros factores, por la destrucción causada
por el terremoto; por el abandono de la ciudad de la mayoría
de sus pobladores, entre quienes se encontraban aquellos con
128

mayor capacidad y riqueza, que se llevaron a la Nueva


Guatemala sus fortunas, y con ello el circulante; la
pérdida de fuentes de trabajo, etc. Fue ésta una época de
pobreza y estrechez económica para la mayoría
de habitantes de la población.
8.- Aunque las autoridades quisieron obligar al cierre
y abandono de comercios y fuentes de trabajo, ello no
sucedió en su totalidad. Nunca dejó de funcionar el
mercado de la Plaza Mayor y algunos
comercios mantuvieron surtida de insumos a la
población. Tampoco la abandonaron algunos
oficios, quienes debido a la circunstancias particulares no
pudieron o no quisieron hacerlo, tales como los hilanderos y
tejedores por el fácil acceso al agua; los salitreros por la
abundancia a la materia prima; y las fábricas de cerámica,
por la cercanía a la materia prima y tener sus hornos ya
construidos.
9.- Y por último, el más obvio y quizás más importante:
el cambio gradual de nombre de la ciudadde Santiago de
Guatemala al de La Antigua Guatemala. Éste no fue súbito,
ya que cuando fue trasladada la ciudad a su nuevo sitio, el
nombre de Guatemala se fue con ella y el de Santiago fue
descartado y relegado a la historia. Los escribanos en sus
protocolos, al no saber como llamarla, la llamaban la:
“destruida ciudad”, “abandonada ciudad”, “sitio abandonado”
o más frecuentemente “la arruinada ciudad”. Fue hasta en
1799, con el restablecimiento del ayuntamiento,
que se le oficialmente nombrópor primera vez
como la ciudad de “Antigua Guatemala”, aunque hay
evidencia que por años ya se le había llamado así.
VIII. COMENTARIOS SOBRE LAS FUENTES

I.- Archivo General de Centro América (AGCA):


A. Listado de los escribanos cuyos protocolos fueron
consultados para establecer el intercambio de propiedades.
Sólo se anotaron aquellas escrituras en las que se
llevó a cabo una operación de tipo comercial; o sea que el
cambio de propiedad se hizo a través de una operación en la
que hubo dinero de por medio; no se incluyeron
en este trabajo cambios de propiedad por herencia,
donación o cualquiera otra que no fuera por dinero, ya que éstas
no nos indicarían si la propiedad se devaluó o revaluó en la
época investigada.
Se consultaron todos los protocolos de escribanos entre
los
años comprendidos de 1770 a 1830, siendo estos los siguientes:

ESCRIBANO AÑOS

ALVARADO Y GUZMAN, PEDRO. A.1 20 LEG 482 Y 483 1774-1778


LEG 484 Y 485, vecino de la Nueva Capital 1779-1789

ALVAREZ, PEDRO A.1 20 LEG 3061, vecino Nueva


Guatemala 1771-1781

ARRAZOLA, VICENTE A.1 20 LEG 3030-3031, vecino


de La Antigua 1817-1822

ARROYAVE Y BETETA, ANTONIO A.1 2O LEG 3032, vecino de


la Nueva Guatemala 1805-1814
130

AVENDAÑO, ALEJO JOSE A.1 20 LEG. 504 A 508,


vecino de la nueva capital 1778-1785

AVENDAÑO, MIGUEL JERONIMO A.1 20 LEG. 498,


residió en el Establecimiento Provisional de la
Ermita y después en la Nueva Capital, contiene
muchas escrituras de compra venta de sitios y
casas recién entregados, ya que recientemente
se
habían trasladado de la arruinada ciudad 1776-1786

AVENDAÑO, NICOLAS A.1 20 LEG 509 -510, vecino


de la nueva capital hasta 1823 que se mudó
a
La Antigua 1791-1833

BERDUGO, FRANCISCO A.1 2O LEG 3033 exp 29305 residente


en la nueva capital 1805-1814

CABADA, MANUEL DE LA, Escribano Público de Provincia


A.1 20 LEG 543-545 residente en la
nueva capital 1791-1800

CAMPA, FELIX DE LA CAMPA A.1 20 LEG 556 AL 559


vecino del Establecimiento Provisional y
de
la nueva capital 1774-1782

CAMPO, GERARDO DE A.1 2O LEG 1486: contiene escrituras


de varios escribanos en desorden, son del siglo
XVII y otros de principios del XIX, pocas son de este
escribano cuyo apellido con el que firmaba era el de
Ocampo.
131

CARCAMO, MANUEL IGNACIO A.1 20 9067 LEG. 574/574 A


vecino de Santiago 1770-1773

CASTRO, JUAN JOSE A.1 20 LEG 549 Y 1482 1794-1811


vecino de la nueva capital con escrituras de
las provincias de El Salvador y Nicaragua.

CORDOVA, MIGUEL JACOBO A.1 20 LEG 1484 Folios 366-409


Vecino de la Nueva Guatemala 1806

DARDON, ANDRES A.1 20 LEG 3038 vecino de la


Nueva Guatemala 1821-1825

DIAZ GONZALEZ, JOSE A.1 20 LEG. 934 Y 935 vecino


de la nueva capital 1780-1781

ESPAÑA, ALEJANDRO 29312 LEG. 3040,


vecino de La Antigua 1805-1812

ESTRADA, JOSE MARIA: 9255 LEG 762 vecino de la Nueva


Guatemala 1792-1793

ESTRADA, JOSE MARIA A.1 20 LEG 763-764 vecino de


la nueva capital 1794-1797

ESTRADA, JOSE DOMINGO A.1 20 LEG 3041A y 3043 1791-1808


escribano residente en Quetzaltenango 1819-20

FIGUEROA, CARLOS A.1 20 9270 LEG 777


se mudó a la Nueva Guatemala en Dic 1774 1773-1774
Leg 778 a 780 1774-1785
132

GARCIA ZELAYA, JOSE: 29319 LEG. 3044 Y 51 vecino


de la nueva capital 1804/5, 1823

GAVARRETE, JOSE FRANCISCO 9310 LEG 816/837, vecino


de la nueva capital 1797-1830

GONZALEZ, MIGUEL: 9424 LEG 931, 932 y 933 vecino de la


Nueva Guatemala 932 1791-1801

GONZALEZ, MANUEL A.1 20 9415 LEG. 922 y 923,


vecino de Santiago Leg 924/925 al 933 vecino de la
nueva capital 1771-1775 y 1776-1801

GONZALEZ, SEBASTIAN: A.1 20 9388 LEG 895-98


896-97-98, vecino de Santiago 1770-73
leg 899/902, se mudó en 1777 a la nueva capital 1774-
79 leg 905-906 1780-83
leg 907-918 1784-1810

GONZALEZ, RAFAEL MA. A.1 20 LEG 855 vecino de la


Nueva Guatemala 1792-1803

GUZMAN, FRANCISCO ANTONIO A.1 20 9460 LEG. 967-68 1770-1778


Vecino de Santiago, se mudó en 1774 al Establecimiento

Provisional

GUZMAN, MANUEL VICENTE A.1 20 LEG 975-979 1770-1788


-vecino de Santiago, y único escribano en la
arruinada ciudad por unos años. El protocolo del año
133

1776 contiene escrituras de tipo comercial


(poderes, hipotecas, préstamos, venta de
artículos de comercio como telas etc.);
-en enero del año 1779 este escribano
residente
en la arruinada ciudad (Antigua) nombra la ciudad como
"Santiago de Guatemala Antiguo". En sus escrituras
desde el 3 de febrero de 1777 se notan muchas
escrituras con movimiento comercial en la arruinada
ciudad con provincia, lo que nos indica que aún
había vecinos que eran comerciantes, lo mismo se puede
decir del año 1779.

LAPARTE, MANUEL A.1 20 9515 LEG. 1022-24 1771-1774


leg. 1025 vecino de la Nueva Capital 1775-1785

LEON, JOAQUIN DE A.1 20 LEG 3035-3037


escribano de Quetzaltenango 1808-1828

LOPEZ, PEDRO MIGUEL A.1 20 LEG 1483 folios 120-178


vecino de Nueva Guatemala, protocolo en mal estado
1800

LORENZANA, BERNARDINO A.1 20 29324 LEG 3052 Escribano


Público de la Gobernación de Sacatepéquez 1791-1794

MANZO Y VELASCO, JOSE VENTURA A.1 20 Leg 4551


escribano de la provincia de Atitlán; protocolo
muy destruido: además este legajo contiene otras
escrituras en lenguas indígenas que fueron
hechas sin la presencia de escribano público en
pueblos
alrededor del lago de Atitlán 1770-1774

MARISCAL, EUGENIO A.1 20 LEG 1484 de la


134

Nueva Guatemala 1823

MARTINEZ DE CEBALLOS, JOSE MA. A.1 20 LEG 1491,


vecino de la arruinada ciudad 1778-1780

MILAN, DIEGO ANTONIO: A.1 20 9566 LEG 1073 vecino de


Santiago 1770-1773

MOLINA, JOSE MA. A.1 20 LEG 1484, vecino de la Nueva


Guatemala 1804, 07,23 Y 26

ORENO, PEDRO DOMINGO: A.1 20 38554 LEG. 4547-1042


vecino de Santiago 1773

OLAIZOTA, ANTONIO A.1 20 LEG 3052 Escribano


público de Amatitlán y Sacatepéquez 1815-1817

OROZCO Y CASTILLO, FRANCISCO, no existe su protocolo,


lo mencionó el escribano Manuel Vicente Guzmán
en
A.1 20 leg 979 s/f 30 junio de 1787.

PALACIOS, JOSE DE A.1 20 LEG 1487 vecino de la Nueva


Guatemala 1791-1801

PIZANA, ANTONIO DE A.1 20 LEG 2876 muy destruido su


protocolo, vecino de la Nueva Guatemala 1785-1786

RENDON, FRANCISCO MARQUES A.1 20 9613 LEG. 1120-21


leg 1491 vecino de Santiago, 1770-1773
vecino de San Juan Sacatepéquez 1781-1790
135

RODRIGUEZ CARVALO, JOSE A.1 20 LEG 498 vecino de la


nueva capital 1782-1783

RISO, ANACLETO VENTURA. No existe su protocolo en el AGCA,


lo mencionó Manuel Vicente Guzmán como escribano
residente en Santiago en 1775
(A.1 20 leg 978 del año 1778).

SALAZAR, PAULINO A.1 20 LEG 3053 vecino de


la nueva capital 1810-1813

SANCHEZ DE LEON, JOSE: A.1 20 9844 LEG. 1353-55


vecino de Santiago 1770-1773

SANTA CRUZ, ANTONIO: 9831 LEG. 1340 1771-1773


Leg. 1341, 1342 y 1343 vecino de la
Nueva Capital 1774-1785

SARAVIA, JUAN JOSE A.1 20 LEG 3054-3056


vecino de la Nueva Guatemala 1805-1828

SOLIS, JOSE ANTONIO A.1 20 LEG 4549 la Nueva


Guatemala 1820-21-22-23

TORO, JUAN BARTOLOME A.1 20 LEG 1483


vecino de la Nueva Guatemala 1800-1803

VALDEZ, FRANCISCO MA. A.1 20 LEG 1443. Vecino de la


nueva capital 1781-1784

VILLATORO, VICENTE ANTONIO A.1 20 LEG 1448-1449


136

(este legajo muy deteriorado) y 1450 vecino


de la Nueva Guatemala 1797-1803

VERGARA, JOSE MARIA A.1 20 leg 1484 folios 411-470


vecino de la Nueva Guatemala 1812-17

ZAPATA, MANUEL LEG 1451ª. Esta registrado y fichado en AGCA,


pero no apareció su protocolo.

Nota: Se notó en todos los protocolos que a partir del terremoto


de 1773 aumentó el número de testamentos.
137

b.- Los libros de Cabildo de La Antigua de 1799 a 1820,


todos bajo la signatura A1.21.2:

EXPEDIENTE LEGAJO AÑOS


11812 1805 1799, 1800, 1803, 1805,
1808
11813 1805 1805
11814 1805 1812
11815 1805 1813
11816 1805 1814
11817 1805 1814
11818 1805 1815
11819 1805 1816
11820 1805 1818
11821 1805 1819
11822 1805 1820

II.- Archivo Histórico de Antigua Guatemala (AHAG):


localizado en la antigua sede de la Compañía de Jesús,
documentos aún sin clasificar;

III.- Archivo Histórico Arquidiocesano ¨Francisco de Paula


García Peláez¨ (AHA):
visita de M. Francos y Monroy, año de 1786 tomo 32;
visita de M. Peñalver y Cárdenas, año de 1804, tomo 39;
visita de M. R. Casaus y Torres, año de 1816, tomo 44
T5-70.
138
IX. BIBLIOGRAFIA

Annis, Verle. The Architecture of Antigua Guatemala,


1968 1543-1773. Guatemala, Universidad de San
Carlos de Guatemala.

Arana, Tomás; Cristóbal Hincapié Meléndez y Agustín


1980 Gómez Carrillo. Terremotos (1717 y
1773), Guatemala, Editorial José de
Pineda Ibarra, (Biblioteca de Cultura
Popular "Veinte de Octubre", Volumen
57).

Arias De Blois, Jorge. "Demografía". En: Historia


1994 General de Guatemala, Tomo III:
Guatemala, Asociación de Amigos del País,
Fundación para la Cultura y Desarrollo.

Belzunegui Ormazábal, Bernardo. Pensamiento Económico y


1992 Reforma Agraria en el Reino de Guatemala,
1797-1812. Guatemala, Comisión
Interuniversitaria Guatemalteca de
Conmemoración del Quinto Centenario
del Descubrimiento de América.

Berlin, Heinrich. Ensayos Sobre Historia del Arte en


1988 Guatemala y México. Guatemala, Academia de
Geografía e Historia de Guatemala.

Cortés y Larraz, Pedro. Descripción Geográfico-moral


1958 de la Diócesis de Goathemala.
Guatemala, Sociedad de Geografía e
Historia de
Guatemala.

Chinchilla Aguilar, Ernesto. El Ayuntamiento Colonial


1961 de La Ciudad de Guatemala.
Guatemala, Editorial Universitaria.

-----------. Los Hábitos de los Religiosos en el ocaso


1973 de la Vida Colonial Guatemala, 1787.
Guatemala, Unión Tipográfica.
-----------. ¨El ramo de aguas de la ciudad de
Guatemala 1953 en la época colonial¨. Antropología e
Historia de Guatemala (Guatemala) 5:2.
140

De La Peña, José F. "Comercio y Poder-Los Mercaderes y


1981 el Cabildo de Guatemala 1592-1623". Historia
Mexicana. (México); (120): 469-505.

Decretos del Gefe de Estado de Guatemalan, Dr. C.


1833 Mariano Gálvez años de 1832-33.
Guatemala, Imprenta de la Unión.

Fernández Hernández, Bernabé. El Reino de Guatemala


1993 durante el Gobierno de Antonio González
Saravia 1801-1811. Guatemala, Comisión
Interuniversitaria Guatemalteca de
Conmemoración del Quinto Centenario
del Descubrimiento de América.

Floyd, Troy S. "Los comerciantes guatemaltecos, el


gobierno 1980 los provincianos, 1750-1800".
En: Economía de Guatemala 1750-1940.
Antología de Lecturas y Materiales. Jorge
Luján editor. Tomo II. Guatemala,
Facultad de Humanidades, Universidad de
San Carlos; (1): 289-318.

Fuentes y Guzmán, Francisco Antonio de. Recordación


1932 Florida. Discurso historial y demostración
natural, material, militar y política del
Reyno de Guatemala. Guatemala, Sociedad de
Geografía e Historia, en tres volúmenes.

Galicia Díaz, Julio. Destrucción y Traslado de la


1976 Ciudad de Guatemala. Guatemala, Editorial
Universitaria.

García Añoveros, Jesús María. ¨La Iglesia en la


1994 Diócesis de Guatemala¨. En, Historia General
de Guatemala. Guatemala, Asociación de
Amigos del País, Fundación para la Cultura
y Desarrollo; (3): 57-81.

Gellert, Gisela. "Desarrollo Histórico Urbano". Plan


Maestro de Revitalización Integral del
Centro Histórico de LA ANTIGUA GUATEMALA.
Guatemala, Agencia Española de Cooperción
Internacional, documento inédito; (1.1):10-
205.
141

--------------. ¨Ciudad de Guatemala: factores


1994 determinantes en su desarrollo urbano (1775
hasta la actualidad) ¨. Mesoamérica, (27) 1-
68.

Haefkens, Jacobo. Viaje a Guatemala y Centroamérica.


1969 Guatemala, Sociedad de Geografía e Historia
de Guatemala, (Serie Viajeros, Volumen 1).

Índice de los documentos existentes en el Archivo


1945 General de Gobierno. Guatemala, Tipografía
Nacional.

Jickling, David. "Fuentes documentales y bibliográ-


1982 ficas". Mesoamérica, (3) 145-231.

---------------, recopilador. La Ciudad de Santiago de


1987 Guatemala. La Antigua (Guatemala), Centro de
Investigaciones Regionales de Centro
América.

Juarros, Domingo. Compendio de la Historia de la ciudad


1981 de Guatemala. Guatemala, Editorial Piedra
Santa.

Kinsbruner, Jay. ¨Caste and Capitalism in the


1990 Caribbean: Residential Patterns and House
Ownership among the Free people of Color of
San Juan, Puerto Rico¨. Hispanic American
Historical Review, 70 (3) 433-462.

LANGENBERG, Inge: "La estructura urbana y el cambio


1989 social en la ciudad de Guatemala a fines de
la época colonial (1773-1824)". La sociedad
colonial en Guatemala: estudios regionales
y locales. Edición de Stephen Webre. Centro
de Investigaciones Regionales de Mesoámerica,
(Guatemala) ;(5) 221-249.

Libro Viejo de la Fundación de Guatemala. Edición


1991 crítica de Carmelo Sáenz de Santa María.
Guatemala, Academia de Geografía e Historia
de Guatemala.

Lipsett-Rivera, Sonya. "Water and bureaucracy in


142

1993 colonial Puebla de los Angeles". Journal of


Latin American Studies. (25): 25- 45.

Luján Muñoz, Jorge. El Monasterio de Nuestra Señora del


1963 Pilar, de Zaragosa en la ciudad de Guatemala,
1724-1874. Tesis (Licenciado en Historia
)- Universidad de San Carlos de Guatemala,
Facultad de Humanidades. (Mimeografiado).

------------. ¨Tres planos de Santiago de


1974 Guatemala de la década de 1770". En,
Retablo Barroco de la memoria de Francisco
de la Maza. México, Universidad Autónoma
de México, Instituto de Investigaciones
Estéticas. 243-248.

------------. Sebastian Serlio, Martín de Andujar y


1977 Joseph 1977 de Porres, y las Catedrales de
Santiago de Guatemala y Ciudad Real de
Chiapas". Anales de la Academia de Geografía
e Historia de Guatemala, (Guatemala); (L)
35-60.

------------. Algunos ejemplos de urbanismo en


1978 Guatemala en la última parte del Siglo XVIII.
Guatemala, Facultad de Humanidades, USAC.

------------. Economía de Guatemala 1750-1940,


1980 antología de lecturas y materiales.
Guatemala, Facultad de Humanidades,
Universidad de San Carlos.

------------. Los Escribanos en las Indias


1982 Occidentales. México, Universidad Autónoma
de México, Instituto de Estudios y
Documentos Históricos, A.C.

-----------. Aportaciones al Estudio Social de la


1994 Independencia de Centroamérica. Guatemala,
Procuraduría de Los Derechos Humanos.
(Colección Civíca del Procurador de los
Derechos Humanos, No. 2).
143

----------. ¨Centro y periferia en el Reino de


Guatemala durante la dominación española¨.
En: II Congreso de Academias
Iberoamericanas de la Historia. Factores de
diferenciación e
instancias integradoras en la experiencia
del mundo iberoamericano. Madrid, 8 al 14 de
noviembre de 1992. Madrid: Real Academia de
la Historia-Comisión Nacional V Centenario-
Consorcio Madrid Capital Europea de la
Cultura, 1994; pp. 335-349.

Luján Muñoz, Luis. La Pilastra Balaustrada Serliana en


1965 el Reino de Guatemala. Tesis (Licenciado
en Historia), Universidad de San Carlos de
Guatemala, Facultad de Humanidades.
Mimeografiado).

----------. La Plaza Mayor de Santiago de Guatemala


1969 hacía 1678. Guatemala, Instituto de
Antropología e Historia, Publicación
especial No. 3.

----------, J. Joaquín Pardo y Pedro Zamora


1969 Castellanos. Guía de La Antigua Guatemala.
Guatemala, Editorial José de Pineda Ibarra.

----------. El Arquitecto Mayor Diego de Porres


1982 -1741. Guatemala, Editorial Universitaria.

----------. Fuentes de La Antigua Guatemala. Guatemala,


1991 Consejo Nacional para la Protección de
Antigua Guatemala.

Lutz, Christopher H. Historia Sociodemográfica de


1984 Santiago Guatemala 1541-1773. Guatemala,
Cirma.

Martínez Peláez, Severo. La Patria del Criollo. México,


1992 Ediciones en Marcha.

Markman, Sidney David. Colonial Architecture of Antigua


1966 Guatemala. Philadelphia: The American
Philosophical Society.

Mencos Franco, Agustín. Estudios históricos sobre


144

1982 Centro América. Guatemala, Editorial José


Pineda Ibarra. (Biblioteca Guatemala de
Cultura Popular 15 de septiembre.
Vol.113).

Morelet, Arthur. Viaje a América Central (Yucatán y


1990 Guatemala). Guatemala, Academia de
Geografía e Historia de Guatemala.

Ots Capdequí, José María. El estado español en Indias.


1993 México, Fondo de Cultura Económica.

Page, E. Leigh. "Notas Sobre un viaje de Belice a


1981 Guatemala y regreso por el río Polochic en
1834". Anales de la Academia de Geografía e
Historia de Guatemala, (Guatemala) (LV): Pp.
211-219.

Palma Murga Gustavo. "Núcleos de poder local y


1986 relaciones familiares en la ciudad de
Guatemala a finales del siglo XVIII".
Mesoamérica, V (12): 241-308.

Pardo, José Joaquín. Efemérides de la Antigua


1944 Guatemala, 1541-1779. Guatemala, Unión
Tipográfica.

-----------------. Efemérides. Ciudad de Santiago de


1944 los Caballeros del Reino de Guatemala.
Guatemala, Tipografía Nacional.

-----------. Miscelánea Histórica. Guatemala Siglos 16


1978 al 19: Vida, Costumbre, Sociedad.
Guatemala, Editorial Universitaria.

Pérez Valenzuela, Pedro. La Nueva Guatemala de la


1964 Asunción. Guatemala, Editorial José de
Pineda Ibarra. (Biblioteca Guatemalteca de
Cultura Popular, vol. 77 y 78).

---------- Don Martín de Mayorga y otras calderillas


1984 históricas. Guatemala,. Academia de
Geografía e Historia. (Publicación Número 24)

Recopilación de leyes de los Reinos de Indias. Madrid,


1973 Ediciones Cultura Hispania.
145

Rubio Sánchez, Manuel. "Historia del Edificio del


1982 Ayuntamiento de la Ciudad de Antigua
Guatemala". Anales de la Academia de
Geografía e Historia de Guatemala,
(Guatemala); (LVI): 15-46.

--------------; Monografía de la ciudad de Antigua


1989 Guatemala. Guatemala, Tipografía Nacional
(Colección Guatemala Volumen XLIX, Serie
Francisco Vela 2).

Samayoa Guevara, Héctor Humberto. Los Gremios de


1962 Artesanos en la Ciudad de Guatemala (1524-
1821). Guatemala, Editorial Universitaria.

Smith, Robert S. "La producción y el comercio del añil


1980 Reino de Guatemala". Jorge Luján M., editor,
Economía de Guatemala 1750-1940 Antología de
Lecturas y Materiales. Guatemala, Facultad
de Humanidades, Universidad de San
Carlos de Guatemala; (1); 215-289.

Squier, E.G. Notes in Central America. New York, Harper


1855 & Brothers Publishers.

Stephens, John L. Incidents of Travel in Central


1969 America, Chiapas and Yucatan. New York, Dover
Publications.

Tatjer Mir, Mercedes. Burgueses, Inquilinos y


1988 Rentistas. Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas.

Thompson, G.A. "Narración de una visita oficial a


1926 Guatemala viniendo de México, en el año
1825", Anales de la Academia de Geografía e
Historia de Guatemala (Guatemala); III (2):
191-229.
146

Toledo Palomo, Ricardo. Las artes y las ideas del arte


1977 durante la Independencia (1794-1821).
Guatemala, Sociedad de Geografía e Historia.

Torres Ramírez, Bibiano, Juana Gil-Bermejo García,


1984 Enriqueta Vila Vilar y Javier Ortiz de la
Tabla. 1984 Cartas de Cabildos
Hispanoamericanos Audiencia de Guatemala.
Sevilla, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos.

Van Oss, Adriaan C. Catholic Colonialism. A Parish


1986 History of Guatemala 1524-1821. Cambridge,
Cambridge University Press.

Wagner, Regina. Historia Social y Económica de


1994 Guatemala 1524-1900. Guatemala, Asociación
de Investigación y Estudios Sociales (ASIES).

Weckmann, Luis. La herencia medieval de México. México,


1994 El Colegio de México.

WEBRE, Stephen. "Agua y sociedad en Santiago Guatemala,


1990 1773". Anales de la Academia de Geografía e
Historia de Guatemala (Guatemala); (LXIV):
61-86.

WORTMAN, Miles L. Goverment and Society in Central


1982 America, 1680-1840. New York, Columbia
University Press.

ZAMORA CASTELLANOS, Pedro, J. Joaquín Pardo y Luis


Luján
1969 Muñoz. Guía de Antigua Guatemala. Guatemala,
Instituto de Antropología e Historia.

ZILBERMANN DE LUJAN, Cristina. Aspectos


1987 Socioeconómicos del Traslado de la Ciudad de
Guatemala (1773-1783). Guatemala, Academia de
Geografía e Historia de Guatemala.

---------- "El estanco de nieve en Guatemala".


Anales de la Academia de Geografía e Historia de
Guatemala, 1980 (Guatemala), LII: 159-
169.
147

APÉNDICES

APEÓ NDICE A Cómpraventa de própiedades

AÑOS 1770-73 1774-75 1776-98 1799-1820 1821-1830 TOTALES


ESCRITURAS (1) 279 28 58 86 40 491
*VALOR EN $(2) $226,307 $12,910 $22,393 $137,486 $25,733 $424,829
ÁREA (3) 231,502 28,487 60.063 112,321 $110,680 543,053
VARA (4) $ 0.98 $ 0.45 $ 0.37 $ 0.33 $ 0.23
PERDIDA (5) 0 0 8 5 2 15
SOLARES (6) 19 0 10 37 23 89
DESTRUIDO (7) 0 23 32 34 24 202
TECHO TEJA (8) 185 15 38 54 17 309
TECHO PAJA (9) 68 4 3 5 4 84
REMATE (10) 3 0 5 4 3 15

* Promedio por año.


(1) Se revisaron todos los protocolos de escribanos en el
Archivo General de Centro América, encontrándose un total
de 491 escrituras de compraventa, para el período
comprendido de 1770 a 1830.
(2) Corresponde al valor en pesos de las operaciones de
compra y venta localizadas.
(3) Se sumó el área en varas cuadradas cuando éstas
aparecieron en las escrituras. Sólo es un indicativo, ya
que en las escrituras sólo se incluyeron los largos de los
linderos (en varas) y el nombre de los colindantes y no se
aclaran la calidad o tipo de construcción que se estaba
vendiendo.
148

(4) Para poder comparar y estimar el valor de la tierra, se


dividieron las varas cuadradas entre el valor total de las
propiedades.
(5) Es el número de escrituras en que alguno de los
otorgantes no pudo presentar los documentos que amparaban
la propiedad, por haberlos perdido entre los escombros.
(6) Solares son terrenos sin construcción. En algunas
escrituras hechas después del terremoto no son muy claras
en cuanto a si contenían casas o edificios destruidos.
(7) Son aquellas propiedades que contenían escombros,
materiales de construcción de éstos o simplemente ruinas.
(8 Y 9) Tipo de techo que tenía la construcción, las de
teja tenían paredes formales de ladrillo o adobe; las de
techo de paja podían tener paredes de piedra, adobe,
bajareque o paja.
(10) Son propiedades que fueron rematadas en subasta pública
por estar insolvente el pago de intereses o capital a alguna
institución religiosa. Estos remates se llevaban a cabo
después de haberse pregonado el remate tres veces en los
portales frente a la Plaza Mayor. La adjudicación de la
propiedad después del terremoto. Se hacía por el valor
base. En algunos casos, subió éste en cantidades muy
pequeñas, ya que generalmente se presentaban muy pocos
interesados.
149

Apeó ndice B Desglóse de cómpradóres y vendedóres

VENDEDOR COMPRADOR
AÑO ESCRITURAS clero fem masc clero % fem % masc %
(a) (b) (c) (d) (e) (c) (d)
1770-1773 279 26 143 103 28 10 126 49 118 40
1774-76 28 5 17 5 2 13 12 52 14 34
1776-98 58 8 26 23 3 10 23 43 29 45
1799-1820 86 22 31 29 12 20 32 37 38 39
1821-30 40 8 14 18 5 17 12 33 23 52
TOTALES * 491 69 231 178 50 13% 202 44 223 41%
%

(a) fichas: total de escrituras localizadas para cada uno de


los períodos;
(b) clero: individuos que pertenecían al clero secular o
alguna orden religiosa;
(c) fem: personas del sexo femenino que actuaron,
individualmente o con autorización de su cónyuge, en la
compra o venta de alguna propiedad;
(d) masc.: individuos del sexo
masculino;
(e) %: porcentaje de la suma total de los compradores y
vendedores para cada periodo.
*: Suma de cada columna; excepto en los porcentajes, que son
la
suma de los totales de los compradores y
vendedores.
150

Apeó ndice C Individuós que sabíóan firmar

AÑO MASCULINO FEMENINO


SI % NO % SI % NO %
1770-1773 112 65 60 35 78 30 182 70
1774-1775 16 62 10 28 6 28 16 72
1776-1798 26 62 16 38 20 39 32 61
1799-1820 44 79 12 21 40 67 20 33
1821-1830 28 74 10 26 12 40 18 60
TOTALES 226 68% 108 32% 156 37% 268 63%

Nota: no en todas las escrituras se especificó claramente si


los comparecientes sabían o no firmar, se incluyeron sólo
aquéllas donde se especificó que sabían o no hacerlo. Que
supieran firmar no les hace automáticamente alfabetos. Todos
los miembros del clero que aparecen en las escrituras sabían
firmar.
151

Apeó ndice D Residencia de lós cóntratantes

FICHAS CIUDAD NVA (c) OTROS CIUDAD NVA c) OTROS


(a) (b) Guatemala (d) (b) residernc (d)
ia
1770-73 279 265 0 6 260 0 5
1774-75 28 26 0 1 27 0 1
1776-78 58 39 16 1 50 0 3
1779-820 86 42 38 2 69 5 7
1821-30 40 30 8 2 38 0 2
TOTALES 491 402 62 12 444 5 18

Nota: No todas las columnas suman igual al número de


escrituras de compra y venta localizadas en los respectivos
períodos, ya que en ocasiones no se mencionó la residencia
de los comparecientes;
(a) fichas: escrituras localizadas en los protocolos de
escribanos para cada uno de los períodos;
(b) Ciudad: residencia en la ciudad de Guatemala o en su
caso
en la Arruinada Ciudad, la Villa o, posterior a 1799, en La
Antigua;
(c) otros: personas que residían otros lugares que no eran
ni
Santiago ni La Antigua.

Este cuadro se incluye para comprobar que los residentes en


la Nueva Guatemala con propiedades en La Antigua preferían
vender (y no comprar) propiedades debido a la escasa demanda
y devaluación de la propiedad en La Antigua. Los compradores
fueron generalmente residentes de la villa.
152

Apeó ndice E Cómpraventa de própiedades pór barrió

BARRIO 1770-73 1774-75 1776-78 1779-820 1820-30 TOTALES


CENTRO 16 3 8 30 12 69
SAN ANTON 7 1 1 4 0 13
CALVARIO 1 0 0 0 0 1
CANDELARIA 32 0 0 0 1 33
EL CHAJON 3 0 0 0 0 3
CHIPILAPA 8 1 0 0 0 9
SANTA CRUZ 4 0 0 0 0 4
FINCA LA CHÁCARA 0 1 0 0 0 1
STO. DOMINGO 17 2 5 8 3 35
ESPÍRITU SANTO 1 1 1 0 1 4
SAN FRANCISCO 21 3 6 16 4 50
SAN JERONIMO 13 2 4 0 1 20
SAN LÁZARO 4 0 0 0 0 4
SANTA LUCIA 10 0 3 4 0 17
MANCHEN/LA JOYA 5 0 2 0 0 7
RECOLECCIÓN 3 0 0 0 1 4
LOS REMEDIOS 18 2 3 5 8 36
SANTIAGO 4 1 3 0 1 9
SAN SEBASTIÁN 78 8 13 13 12 124
TORTUGUERO 32 2 2 1 1 38
TOTALES 277 27 51 81 45 481

Nota: Como algunas escrituras no incluyen el barrio donde


que se hizola compra/venta de la
propiedad, la sumas no concuerdan
con las escrituras localizadas. En los barrios que no
aparecen listados no se localizó ninguna escritura.
153

Apeó ndice F Própiedades cón cónexióó n de agua

1770-73 1774-75 1776-98 1799-820 1821-30 TOTALES


ESCRITURAS 279 28 58 86 40 491
Si 2 0 4 11 5 22
CUARTILLO 7 0 1 0 0 8
1/2 REAL 3 0 1 0 0 4
UN REAL 0 0 1 0 0 1
½ PAJA 3 0 2 0 0 5
1 PAJA 23 8 3 2 2 38
1 ¾ PAJA 0 0 0 0 1 1
2 PAJAS 1 0 0 0 1 2
3 PAJAS 2 0 0 0 1 3
3½ pajas 1 0 0 0 0 1
TOTAL 42 36 70 99 50 297

Nota: son valores absolutos, hay que tomar en cuenta que


algunas propiedades se vendieron más de una vez dentro de
estos 60 años.
El agua para las instalaciones domiciliarias la vendía
el ayuntamiento de acuerdo a las medidas del diámetro de
las monedas en circulación, este diámetro proporcionaba el
caudal de acceso;también se vendía por paja.
Sí: son aquellas escrituras donde que se indica que SÍ
había instalación domiciliaria de agua, pero no especifica
cuál es el caudal.
154

Apeó ndice G Censós pór períóódó

AÑO ESCRITUR LIBRE % PRIVADO PROPIOS CLERO TOTALES


AS
No VALOR % No VALOR % No VALOR %
1770-73 279 43 16 14 10963 10 22 2480 3 192 101422 89 114865
1774-75 28 8 29 1 500 5 3 300 3 16 9078 92 9878
1776-78 58 31 54 1 100 2 1 100 2 24 5202 96 5402
1779-820 86 50 59 3 1700 8 0 0 0 22 11871 88 13571
1821-30 40 31 78 4 5743 71 0 0 0 4 2270 28 8013
TOTAL 495 163 33 23 19006 12 26 2880 2 258 129843 86 151729

Notas:
Libre: libre de todo
gravamen;
%: el porcentaje del total de escrituras gravadas, en el
caso de los porcentajes de la cantidad
de dinero, éstos se calcularon sobre los valores
absolutos;
Valor: valor total en dinero de las propiedades expresado en
pesos; Privado: operaciones donde que existió un
préstamo entre particulares, siempre a un
rédito anual del 5%;
Propios: censo extendido por el ayuntamiento a un individuo,
generalmente por el uso de
agua;
Clero: censo enfitéutico que incluye capellanías, obras pías
o censo de algún establecimiento religioso. Consulte el
cuadro siguiente para ver su desglose.
155

Apeó ndice H Desglóse del vólumen censó pór establecimientó


ESTABLECIMIENTO 1770-1773 1774-1775 1776-1798 1799-1820 1821-1830 TOTALES
# VALOR # VALOR # VALOR # VALOR # VALOR # VALOR
CAPELLANÍAS 42 31551 6 3821 9 1502 5 3455 2 1200 64 41529
OBRA PÍA 3 1000 - - - - - - - - 3 1000
ANNUNCIATA* 1 450 - - - - - - - - 1 450
SAN AGUSTÍN 1 45 - - - - - - - - 1 45
ARZOBISPADO - - - - - - 4 3475 - - 4 3475
CATEDRAL 7 2225 - - - - 1 591 - - 8 2816
BEATAS BELÉN 3 3650 - - - - 2 700 - - 5 4350
BEATAS INDIAS 1 400 - - - - - - - - 1 400
EL CALVARIO 1 95 - - - - - - - - 1 95
CANDELARIA 2 1145 - - - - - - - - 2 1145
CARMEN 1 300 - - - - - - - - 1 300
STA.CATARIANA 16 8815 2 1950 - - 1 1200 - - 19 11965
STA. CLARA 6 8350 - - 4 800 1 200 - - 11 9350
CONCEPCIÓN 8 1502 2 900 2 1050 2 1000 - - 14 4450
COLEGIO NIÑAS - - - - 1 150 - - - - 1 150
STO. DOMINGO 26 14489 1 1000 - - - - - - 27 15489
FELIPE NERI 1 200 - - - - - - - - 1 200
SAN FRANCISCO 16 4620 2 522 2 600 - - - - 20 5742
HOSP SN ALEJO 2 500 - - - - - - - - 2 500
HOSP SAN JUAN 2 550 - - - - - - - - 2 550
STA. LUCÍA 1 200 - - - - - - - - 1 200
MANCHÉN 1 50 - - - - - - - - 1 50
MERCED 37 15475 2 485 6 110 6 1250 1 70 52 17390
RECOLECCIÓN 2 5000 - - - - - - - - 2 5000
CASA RECOGIDA 1 200 - - - - - - - - 1 200
REMEDIOS 1 60 - - - - - - - - 1 60
STA. ROSA 2 550 - - - - - - - - 2 550
SN SEBASTIÁN 8 1710 1 400 - - - - - - 9 2110
TOTALES 100 101322 16 9078 24 5202 22 11871 4 2270 257 129561
* Nuestra Señora de la Annunciata, que fue de la Compañía de Jesús. Los
valores se expresan en pesos.
156

Apeó ndice I Establecimientós de serviciós lócalizadós

Detalle de establecimientos de servicios localizados en


el período investigado en protocolos de escribanos, libros
de cabildo y otros documentos. Las descripciones de las
direcciones que se utilizan son aquellas que los mismos
escribanos indicaron.

1. Tiendas

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE


7 tiendas en una casa 02-05-70 Manuel González Leg. 922 fol. 114
de dos pisos en la
calle que de la Plaza
Mayor va para Sta.
Catarina, al norte de
la Carnicería Mayor.
Casa con 2 tiendas, 17-05-71 Manuel González Leg. 922 fol. 123
barrio de San
Sebastián en la calle
ancha de Jocotenango.
3 tiendas en un sitio 22-01-72 Manuel González Leg. 923 f 16
pegado a San Jerónimo,
calle ancha de Sta.
Lucía.
Tienda propiedad de 07-05-72 Manuel González Leg. 923 f 64
los mercedarios, patio
de la Real Aduana.
Menciona tiendas en la 03-03-72 Pedro Domingo Leg. 1042 fol. 18
calle ancha de Sta. Moreno
Lucía.
Tienda en el Portal de nov 1772 Antonio Santa Cruz Leg. 1340 fol. 17
Panaderas de la Plaza
Mayor.
Las mismas 7 tiendas 12-01-73 Manuel González Leg. 923 fol. 2
del fol. 114, del 02-
05-70
casa con 4 tiendas en 26-03-74 Manuel Vicente Leg. 977 exp 9470
la calle que sale de Guzmán sin fol.
Sto. Domingo para el
patio de San
Francisco.
Casa con 3 tiendas que 11-05-74 Joseph Laparte Leg. 1022 fol. 40
vendían telas, con sus
cocinas, dan hacia la
calle del convento de
Sta Teresa que va para
157

la Plaza Mayor, el
estanco de tabaco que
estaba al traspatio
(norte).
Tienda en la calle de 05-11-76 Sebastián González Leg. 901 fol. 546
la Plaza Mayor va para
la Cía. de Jesús.
2 tiendas en el Mesón 12-02-79 Manuel V. Guzmán Leg. 979 sin folio
y Hospedaje de
Forasteros, frente al
antiguo Convento de
Concepción.
Tienda en el corredor 12-02-82 Manuel González Leg. 979
dentro de una casa,
calle ancha de
Jocotenango, a
espaldas de San
Sebastián, frente al
cerro del Manchén.
Casa con 4 tiendas 28-11-85 Manuel González Leg. 979
frente al hospital San
Juan de Dios.
Tienda en el barrio de 08-05-88 Manuel González Leg. 979
Sta Lucía.
Tienda en la calle de 29-10-92 Bernardino Exp. 29324 leg.
Concepción que baja Lorenzana 3052 sin folio
del Mesón de Tobilla a
la Plaza Mayor.
Tienda frente al 30-07-1806 Alejandro España Leg. 3040 fol. 38
antiguo Convento de
Concepción.
Tienda en la Calle de 07-01-1807 Alejandro España Leg. 3040 fol. 1
Mercaderes, linda al
oriente con la bodega
de materiales del
ayuntamiento.
Tienda en la esquina. 09-03-1808 Alejandro España Leg. 30340 sin
del arco del Matasano. folio
Casa con tienda esq. 11-12-1816 José Fco. Gavarrete Leg. 830 fol. 261
de la Plaza Mayor con
la calle que va para
Sta. Catarina.
Tienda para vender 04-09-1812 Acta de Cabildo Leg. 1805 exp
caldos y licores 11814
peruleros (licores fol. 46
nacionales) en la
Plaza Mayor
(posiblemente en un
cajón).
Casa con 9 tiendas y 21-11-1829 Nocivas Avendaño Leg. 510 fol. 541
un mesón, con 12 camas
y 12 mesas, no dice
dirección.
Barrio San Sebastián, 07-12-1820 Vicente Arrazola Leg. 3031 fol. 94-
callejón del tanque de 102
Jocotenángo.
158

2. Estanquillos de aguardiente y tabernas

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Juana y Pedro 14-02-1812 Acta de Cabildo leg 1805 exp
Aguilar tienen una 11814 folio 12
taberna a
inmediaciones de
la Plaza Mayor
para la venta de
licores de España.
Venta de licores y 13-03-1812 ídem ídem folio 20
vinos en un cajón
de la Plaza Mayor.
Permiso para abrir 1812 A.1 21.2 exp
taberna en la 11868
Plaza Mayor.
Tienda que vende 04-09-1812 ídem leg 1805 exp
caldos y licores 11814 fol. 46
peruleros (licores
nacionales) en la
Plaza Mayor.
Fianzas para 4 24-09-1818 Vicente Arrazola Leg. 3030 folio
estanquillos de 97
aguardiente.
Asiento de 30-07-1819 Acta de Cabildo Leg. 1805 exp
estanquillo de 11821 fol. 26
aguardiente dentro
del antiguo
Palacio Real.

3. Enfermería

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA


A1.20
Se le llamaba: ¨la 02-10-1829 Nicolás Avendaño Leg. 510 folio
primera 537
enfermería¨,
localizada a una
cuadra de
Capuchinas.
159

4. Carnicerías

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Carnicería del barrio de 08-02-70 Manuel Cárcamo Exp. 9067 leg.
San Sebastián en el 574 folio 35
portal de dicho barrio.
La del barrio de 15-03-70 Sebastián González Leg. 895 folio 73
Candelaria, en la calle
que sale del patio de la
iglesia para Santo
Domingo.
Carnicería Mayor en la 02-05-70 Manuel González Leg. 922 folio
calle que sale de la Plaza 114
Mayor hacia Sta. Catarína
en la primera cuadra, del
lado oriental (también se
le llamó Carnicería
Grande).
Carnicería del barrio de 12-09-71 Antonio Santa Cruz Leg. 1340 folio 4
San Sebastián.
Carnicería del barrio de 12-04-74 Sebastián González Leg. 899 folio
San Francisco 108
(posiblemente perteneció a
los franciscanos) en la
calle que de San Francisco
va para Santa Clara y el
prado del Calvario.
Carnicería Grande, calle 05-11-74 ídem Leg. 901 folio
inmediata a la Plaza Mayor 546
que va para Santa
Catarina.
Dos carnicerías se 01-01-1800 Acta de Cabildo Leg. 1805 exp.
autorizaron para 11812 fol. 13
establecerse en el portal
del antiguo Palacio Real,
lado oriental.
Una carnicería en ruinas 07-05-1814 Acta de cabildo Leg. 1805 exp.
de San Francisco. 11817 folio 42
Se autorizó la instalación 07-11-1820 Acta de Cabildo Leg. 1805 exp.
de otra carnicería dentro 11822 folio 54
del portal del antiguo
Palacio Real.
160

5. Tenerías

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Tenería de la Chácara, 05-10-1770 Francisco Márquez Leg. 1120 folio
junto al río Rendón 153
Pensativo.
Tenería propiedad de 20-11-70 Francisco Márquez Leg. 1120 folio
los mercenarios en 175
la calle que sale de
la Recolección.
Tenería, ladrillera y 22-09-71 Manuel González Leg. 922 folio
alfarería, anexa a la 206
Chácara,
perteneciente a los
dominicos.
ídem 13-01-73 Sebastián González Leg. 898 folio 13
En Camino Real frente 20-07-1774 Carlos Figueroa Leg. 777 folio 60
a la Chácara, y cerca
de la garita de las
Animas perteneciente al
clérigo Manuel Isidro
Batres, contiene una
casa, dos pilas y
salón de curtir pieles
con
una paja
Frente al de agua.Real
camino 20-07-1774 Carlos Figueroa Leg. 777 fol. 60
cerca de la garita
de las Animas frente
a la Chácara otra
vecina a la anterior
propiedad de Ruiz y
Aguilera. de los
Propiedad 22-08-1774 Sebastián González Leg. 899 fol. 241
mercenarios en la
calle que baja de la
Cruz de Salinas para
la Recolección.
Tenería de Mogollón 27-08-1774 Carlos Figueroa Leg. 777 folio 69
en el barrio de San
Jerónimo.
Tenería para 02-04-1811 Alejandro España Leg. 3040
fabricar suelas y
baquetas, no dice
dirección
Tenería de. Máximo 22-12-1821 Vicente Arrazola leg 3031 folio
Coronado, no dice 231.
dirección solo se
menciona como
vecina.
Se venden varios 22-10-1823 Nicolás Avendaño Leg. 510 folio
terrenos juntos entre 536
los que esta lo que
fue la tenería de
Mogollón con dos
pilas, una paja de
agua, y dos galeras.
161

6. Almacenes y billar

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Fábrica y almacén de 18-12-1818 Acta de Cabildo Leg. 1805 exp
pólvora en el antiguo 11820 fol. 31
Convento de Capuchinas.
Almacén de materiales de 7-01-1807 Alejandro España A.1 20 leg. 3040,
construcción, costado folios 1a-3a
norte, edificio del
ayuntamiento. Otro: sobre
la calle de Mercaderes una
casita de Propios del
Ayuntamiento
Se autorizó la instalación 10-05-1814 Acta de cabildo Leg. 1805 ex 11817
de un billar, no dice fol. 39
dirección.

7. Molinos

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Molino ¨Los Ojitos¨, no 20-03-1770 Manuel González Leg. 922 folio
dice dirección, pero 166
posiblemente en el paraje
y Arco de los Ojitos, que
cruzaba el río Guacalate
tras la Recolección,
propiedad de los
mercedarios (según P.
Pérez Valenzuela pág. 327
La Nueva Guate...).
Molino de Obregón, barrio 11-09-71 Francisco Leg. 1120 folio
de San Sebastián. Márquez Rendón 328
Molino Los Ojitos, barrio 06-12-71 Sebastián Leg. 896 folio
de San Sebastián, mismo González 490
que el de arriba.
Arrendamiento de 2 molinos 12-05-1819 Vicente Arrazola Leg. 3030 fol.
de trigo, herramienta, 213r-217r
presa, casa de habitación
todo destruido, en la
Chácara de la orden
dominica de la capital en
350 pesos anuales por 9
años.
162

Molino del Portal, barrio 14-12-72 Sebastián Leg. 897 folio


de San Sebastián, González 385
posiblemente en el portal
que existió en dicho
barrio.

8. Boticas y boticarios

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Esteban Pérez, en la 11 mayo 1774 Joseph M. Laparte A.1 20 leg. 1022
calle de Santa teresa,
esquina de la calle que
va para Sta. Catarina y
a la Plaza Mayor
Eugenio de Lara Maestro 28-11-1785 Manuel V. Guzmán Leg. 979 sin
Botanista (boticario) folio
colinda con el hospital
San Juan de Dios en la
calle que va para la
Plaza Mayor. El
protocolo incluye un
plano de la casa.
Manuel, el boticario, 30-06-87 ídem ídem
alias ¨coscorrón¨,
barrio de San Francisco,
calle que de Santa Clara
baja para el Calvario.
Botica de Atanasio 14-01-1811 Alejandro España leg 3040 sin
Flores, en la esquina folio
frente a la Capilla del
Socorro de la antigua
catedral y arzobispado
(contra esquina de la
Plaza Mayor).
Botica de Esquivel, 13-11-1817 Antonio Olaiza leg 3052 exp
frente al patio de la 29324 sin folio
Merced.
Botica Palacios frente 20-11-1816 ídem ídem
al patio de San
Sebastián.
163

9. Camposantos y cementerios

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Camposanto de la Iglesia 10-12-1770 Sebastián González 9388 leg. 895 fol.
de San Agustín. 485
Camposanto de San 30-10-71 Francisco Márquez Leg. 1120 fol. 352
Francisco.
Cementerio de Belén. 04-12-71 ídem Leg.1354 folio 197
Cementerio de la Iglesia 21-10-72 Sebastián González 9388 leg 897 fol.
de San Pedro. 292
Camposanto de San 0-06-1770 Sebastián Leg. 895 fol. 268
Sebastián. González
Camposanto y cementerio 01-01-1812 José V. Gavarrete Leg. 826 folio 33
del Hospital San Juan de
Dios.
Venta de lo que fue la 12-07-1815 JOSÉ V. Gavarrete Leg. 829 folio
cochera del antiguo 151
Hospital San Juan de Dios.
Cementerio de la Iglesia 05-12-1823 Nocivas Avendaño Leg. 510 folio 451
de la Compañía de Jesús.
Camposanto del Convento de 23-06-1821 Vicente Arrazola Leg. 3031 fol.
la Merced cuya puerta daba 182
hacia el Callejón del
Camposeco en el barrio de
San Sebastián.
Se mencionó por primera 20-08-1819 Actas de Cabildo leg 1805 exp 11821
vez la necesidad de fol. 28
construir un cementerio en
San Lázaro debido a los
enterramientos
clandestinos en los
antiguos camposantos.
Se menciona la necesidad ídem ídem ídem folio 30
de hacer enterramientos
fuera de las tres
parroquias de la ciudad
(San Sebastián, las
Remedios y San José).

10. Rastro

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Rastro de carneros 03-06-76 Sebastián Leg. 901 fol. 289
localizado en el barrio de González
los Remedios, junto al río
Pensativo y al arco de la
cochera, destruido por el
terremoto. A este rastro
se le conocía como el
rastro de carneros de San
Juan.
164

11. Mesones

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Mesón de Loaiza, barrio de la 28-04-70 Sebastián González Leg. 895 fol. 141
Candelaria en la calle que
sube a la ermita de Ntra.
Sra. de los Dolores del Cerro.
Mesón de Retana, barrio de 14-12-71 Sebastián González Leg. 896 folio
Candelaria, en la calle que 604
baja de la Candelaria.
Mesón de Tonilla, barrio de 24-02-72 José Sánchez de Leg. 1355 folio
Santo León 38
Domingo.
Atrás de Santo Domingo, nov. 1772 Antonio Santa Cruz Leg. 1340 folio
propiedad de Nocivas Cervantes. 20
Mesón de Méndez, calle de la 24-05-73 Sebastián González Leg. 898 folio
Concepción. 176
Mesón de José Barrientos y 03-03-74 Sebastián González Leg. 899 folio 60
Montoya, barrio de Sto.
Domingo, en la calle que sube
del arco de San Buenaventura.
Mesón de Miguel Molina en la 26-03-74 Miguel Guzmán Leg. 978 sin
calle que sale de Santo folio
Domingo para San Francisco.
Mesón de Loaiza, destruido pero 22-12-77 Miguel Guzmán Leg. 978
funcionando, frente a
Concepción, propiedad de
Francisco
Almenteros.
Mesón y Hospedaje de 12-02-79 Miguel Guzmán Leg. 978 s/f
Forasteros, arruinado y
reconstruido; frente al
Convento de Concepción, fue
del Dr. Juan José Batres
Avendaño, de la catedral.
La casa fue de Francisco
AntoniodedeTobilla,
Mesón Fuentes en
y Guzmán.
la calle 29-10-92 Bernardo Lorenzana Leg. 3052 exp.
que de la Concepción va para 29324 sin folio
la Plaza Mayor.
Mesón destruido en el callejón 10-03-1807 Alejandro España Leg. 3040 fol. 11
de Almenteros y calle de
Concepción, no es el mismo
mesón de forasteros, es otro,
perteneció anteriormente a
Francisco Almenteros, con la
destrucción
del terremoto se reconstruyó
como casa
Mesón particular.
de Jovita frente a 30-07-1806 Alejandro España Leg. 3040 folio
Concepción. 38
Venta del Mesón de Barrientos, 09-05-1821 Vicente Arrazola Leg. 3031 folio
en la calle del Convento de 143
Concepción.
Arrendamiento de un mesón con 21-11-1829 Nicolás Avendaño Leg. 510 folio
12 camas, 12 mesas y 9 541
tiendas, no dice dirección por
200 p al año por 7 años, la
arrendadora se
165

compromete a construir
una galera para
caballeriza.

12. Herrerías

DIRECCIÓN FECHA ESCRIBANO FUENTE AGCA A1.20


Felipe, maestro herrero, 09-04-1770 Manuel V. Guzmán Leg. 975 exp 9468
en la calle de Chipilapa fol. 16
que remata con el
Matasano.
Herrería de la orden 27-10-70 Sebastián González Leg. 895 ex 9388
mercedaria, barrio de San fol. 493
Sebastián, en la calle que
de la Cruz de Salinas va
para la Recolección.
Herrería de Nicolás Santa 26-08-71 Sebastián González Leg. 896 ex. 9388
Ana, barrio de San fol. 366
Sebastián.
Nocivas Santa Ana, en la Nov. 1772 Antonio Sta. Cruz Leg. 1340 fol. 6
calle de los maestros
plateros, barrio de San
Sebastián.
Herrería que fue del 07-11-83 Manuel V. Guzmán Leg. 979 sin
Capitán Diego Morales, en folio
la calle que baja de norte
a sur de la Cruz de
Piedra.
Maestro herrero José María 06-10-1820 Vicente Arrazola 29303 leg. 3031
Palencia, calle ancha de fol. 69
Jocotenango.

13. Trapiches

DIRECCIÓN FECHA EN FUENTE AGCA


A1.20
Terreno con siembras de 26-11-1819 Acta de Cabildo Leg. 1805 exp
caña y dos trapiches que 11821 fol. 21
funcionaban dentro del
casco de la ciudad, no se
mencionó dirección.
166

Apeó ndice J Artesanós, artistas, prófesiónales y de ótrós óficiós

Lista de artesanos, artistas, militares y de otras profesiones


y oficios vecinos de Santiago o de La Antigua, que fueron
localizados en las escrituras de compra y venta de propiedades
revisados (de 1770 a 1830), tanto como compradores o vendedores
de algún inmueble o como propietarios de casas y terrenos
colindantes.

OFICIO FUENTE FECHA NOMBRE DIRECCIÓN


AGCA A1.20
Agrimensor leg 3040 fol. 5 23-01-1809 Cayetano Díaz no dice
Albañil leg 1073 folio 31-03-1770 Joseph Ramírez barrio y callejón de San
249 Jerónimo
Albañil leg 979 sin 16-05-1788 maestro Manuel casa en la calle ancha de
Santa
folio Joseph Ramírez
Lucía
Arquitecto leg 975 sin 11-05-1770 Francisco de no dice dirección
folio Estrada
Arquitecto leg 922 fol. 05-05-1770 Bernardo Ramírez, Calle ancha de Santa
187 maestro Mayor de Lucía, barrio de San
Obras de Sebastián, posiblemente
Arquitectura frente a San Jerónimo
Arquitecto leg 896 folio 16-03-1777 Bernardo Ramírez callejón Retalhuleu a
82 un costado de la iglesia
del Espíritu Santo, barrio
de Tortugueros
Arquitecto leg 968 fol. 31 07-12-1772 Diego de Porras, casa de habitación, en la
Maestro Mayor de calle que baja del Convento de
Arquitectura Santa Clara para el Calvario
Armero leg 979 sin 30-06-1787 Sebastián de la barrio de San Francisco, calle
folio Cruz que baja de Santa Clara para
el Calvario
Barbero 9388 leg 895 05-04-1770 Enrique el Barbero barrio del Manchén, calle
fol. 103 que sale para San Felipe
Bajonero Leg. 895 fol. 29-01-1772 Francisco barrio de Candelaria
21 Velázquez
Boticario Leg. 1022 11-05-1774 Esteban Pérez Calle de Sta. Teresa
esquina con la que va para
Sta.
167

Catarina
Botonera Leg. 896fol.462 09-11-1771 María Botonera barrio los Chajones
Baratijas Leg.897 fol.157 27-05-1772 Bernarda Baratijas barrio el Manchén
Cacahuatera Leg.922.folio 14-02-1770 Dominga barrio los Remedios
72 Cacahuatera
Carpintero leg 975 sin 11-05-1770 Miguel Caceros no dice dirección, hace
folio un avalúo de propiedad
Carpintero leg 896 fol. 69 28-02-1771 Santiago Benítez barrio San Sebastián
Carpintero ídem fol. 378 31-08-1771 Agustín el barrio San Francisco
carpintero
Carpintero Leg. 1355 fol. 24-02-1772 Manuel Martínez callejón y barrio de San
38 Jerónimo
Carpinteros Leg. 975 sin 26-03-1774 Gregorio Calvillo, no dice dirección
folio padre, y Joseph
Calvillo, hijo,
maestros ¨de lo
blanco¨¨
Cerero Leg. 896 fol. 12-11-1771 Manuel González barrio San Sebastián, calle
470 ancha de la cruz de Piedra
a Jocotenango
Cerero leg 1120 fol. 05-10-1770 Esteban Cerero barrio Santo Domingo, calle
153 que sale del Matasano
Cirujano leg 895 fol. 09-04-1770 Andrés González barrio San Francisco, en la
112 calle que baja de Santa
Clara para el Calvario
Cirujano leg 1340 fol. 15-10-1771 Cristóbal de medico profeso, barrio de
21 Hincapié, difunto San Sebastián, calle que de
la iglesia va para la Cía.
de Jesús
Cohetero leg 896 fol. 31-08-1771 Agustín el barrio de San Francisco
378 cohetero
Curtidore leg 896 fol.430 23-10-1771 Tomás el curtidor barrio de Candelaria
Cuerdero leg 1340 fol. 2 23-01-1772 Manuel Fuentes barrio el Tortuguero
Piteros leg 1805 exp 23-06-1812 presos fabricaban pita los presos
11814 fol. 35 en la cárcel para ayudar a
su manutención
Dorador leg 3052 sin 07-08-1793 no dice barrio San Sebastián,
folio calle ancha de Jocotenango
Ebanista leg 1355 fol. 24-02-1772 maestro Fernando barrio Santo Domingo
38 Arroyo
Fontanero leg 1805 exp 01-02-1812 el ayuntamiento crea una
11817 fol. 37 plaza ya que por no había
en la
168

ciudad
Fundidor, leg 922 folio 11-07-1771 Pedro Sánchez de calle que baja de la
ensayador, 156 Guzmán plazuela de San Pedro para
marcador de la la calle ancha de Santa
casa de la Lucía
moneda
Herrador leg 922 fol. 26-10-1770 Lorenzo el barrio del Tortuguero, en la
347 herrador calle que va de la Cruz del
Milagro para la de Sta.
Herrero leg 975 fol. 16 09-04-1770 Felipe maestro Lucia de Chipilapa que
calle
herrero remata con el Arco del
Herrero leg 896 fol. 28-08-1771 Nocivas Santa Ana Matasanode San Sebastián,
barrio
366 calle de maestros plateros
Herrero leg 1340 fol. 01-11-1772 maestro herrero barrio de San Sebastián
6a-6r Santa Anna
Herrero leg 3031 fol. 06-10-1820 José María calle ancha de Jocotenango
69 Palencia
Impresor leg 574 fol. 14-08-1770 Sebastián Acevedo impresor de tribunales vivía
169 en el barrio de los Chajones
Jabonera leg 897 fol. 30-12-1772 Gertrudis Jabonera barrio del Tortuguero, junto
107 al arco de Santa Lucía
Lavandera leg 898 folio 11-05-1775 Manuela lavandera barrio de los Remedios
156
Maestro de leg 1805 exp 01-02-1812 Miguel Marroquín en varias actas de Cabildo se
Primeras Letras 11814 fol. 8 menciona a este maestro por la
dificultad que tienen por la
falta de pago de los padres
de los niños y la necesidad de
aumentarle el sueldo a 12
Militar leg 574 fol. 07-09-1770 coronel de pesos del Tortuguero
barrio
180 milicias de
Escuintla y
Guanagazapa
Militar leg 896 fol.132 20-04-1771 capitán Joseph barrio de San Francisco, en
Antonio de Guzmán la calle que va de la
plazuela de Sta. Clara para
Militar leg 1023 fol. 22-07-1772 capitán Sebastián el Calvario
barrio de San Sebastián,
104 Lucas calle ancha de Jocotenango
Militar leg 896 fol. 17-08-1771 capitán Juan calle ancha de San Sebastián
337 Agustín Chavarría que va para la cruz de
Militar leg 1340 fol. 01-11-1772 capitán Joseph piedra
calle ancha de Santa Lucía
6r-7r Morales
169

Militar leg 3040 fol. 10-09-1805 sargento retirado testigo de escritura, no


30 Manuel Tánchez dice dirección
Militar leg 3040 fol. 5 23-01-1809 capitán de Milicia compra sitio con escombros
Rafael Escobar frente a la Iglesia de San
Agustín, frente a la casa
de Lorenzo Montúfar
Militar leg 3031 fol. 20-05-1822 capitán José María en una manzana de terreno al
259 Escobar norte de San Agustín que
dedico a la labranza
Médico leg 899 fol. 04-05-1774 médico de no dice
140 profesión Felipe
Flores
Melcochero leg 979 sin 30-06-1787 Manuel el barrio de Santa Lucía, patio
folio melcochero de la iglesia
Morcillero leg 1353 folio 10-05-1770 Romualda morcilla barrio de los Remedios
190
Nagúeras leg 3040 folio 26-08-1805 sus cajones se localizaban
24 en la parte norte de la
Plaza Mayor
Porquero leg 898 folio 4 30-12-1773 Felipe porquero barrio de San Sebastián,
calle ancha de Jocotenango
Panadera leg 574 fol. 28-09-1770 Magdalena la barrio de Tortuguero
192 panadera
Panadera leg 1353 folio 26-01-1770 Tomasa Lara la barrio de San Francisco, el
33 panadera callejón que sale de la
Escuela de Cristo
Pastelero leg 901 fol.159 22-03-1776 Pedro Castillo barrio de San Francisco
Partera leg 897 fol24 28-01-1772 Tomasa la partera barrio el Tortuguero
Peinero leg 777 fol. 79 10-07-1773 Juan de los barrio de Candelaria,
Santos, oficial posiblemente en el cerro
peinero del Manchén
Platero leg 574 fol. 07-06-1770 maestro Flavio barrio de Santa Cruz
140 Flores
Platero leg 1340 fol. 01-11-1772 maestro Ayala barrio de San Sebastián ,
6a-6r calle de los maestros plateros
Platero leg 1340 folio 16-03-1773 Antonio de Ávila barrio San Sebastián en
39 la calle de la Joya
Platero leg 777 12-07-1773 Blas de Ávila ídem
Platero leg 979 sin 12-07-1773 Pedro y Antonio de casa que fue de los maestros
folio Castro plateros, cerca de Santa
Platero leg 979 sin 30-06-1787 Clara calle que baja de Santa
Pedro y Antonio de ídem,
folio Castro Clara para el Calvario
170

Pintor leg 3040 fol. 2 15-01-1805 Roberto el pintor barrio Los Remedios
Pintor leg 922 fol. 72 14-02-1770 Catarína pintora barrio de Chipilapa
Sargento de leg 895 fol. 31-08-1770 Ermeregildo Guerra barrio San Sebastián
milicia 359
Sargento leg 979 29-03-1785 sargento mayor barrio San Sebastián
Manuel Muñoz
Sargento leg 902 fol. 17-07-1777 sargento de la barrio de San Francisco en
249 Guarnición de la calle que de Santa Clara
Dragones del va
Palacio Real para el prado del Calvario
Sombrerero leg 574 fol. 28-09-1770 Manuel el barrio del Tortuguero, en
192 sombrerero la calle real que va a dar
al altar de los 5 señores
(al final es el portón de
San Francisco)
Sombrerero leg 979 23-03-1786 maestro Joseph barrio de san Sebastián
Martínez
Sastre leg 922 folio 4 02-01-1772 Martel el sastre barrio del Tortuguero
Tamalera leg 897 fol15 17-01-1772 Manuela tamalera barrio de San Sebastián,
calle de la ermita de Silvera
Tamalera leg 899 fol. 19 26-01-1773 Manuela tamalera barrio San Antón
Tintorero leg 897 fol. 14-12-1772 Mauricio Tintorero barrio de San Sebastián,
385 calle que va del molino para
el portal de San Sebastián
Tortilleras leg 3040 folio 26-08-1805 se localizaban en la
24 parte poniente de la
Vendedora leg 1120 folio 06-08-1770 Felipa la Plaza Mayor
portal de la plazuela de San
124 vendedora Sebastián
Zapatero leg 1353 folio 26-01-1770 Santos el zapatero callejón que sale del patio
33 de la Escuela de Cristo
Zapatero leg 895 fol. 11-09-1770 Laureano el barrio de Santo Domingo,
370 zapatero linda con la casa de un
negro y los muros del
Zapatero leg 895 fol. 20-04-1770 Juan el Zapatero Beatario
callejón de Indias
Santiago
148
171

Apeó ndice K Variacióó n de habitantes

AÑO Habitantes FUENTE


1659 17,500 Christopher Lutz (1984:12)
1689 26,750 C. Lutz (1984:12)
1740 10,150 Según Relación Geográfica de 1740 AGCA A1.17 leg 210
exp 5002)9
1759 28,300 C. Lutz (1984:12)
1768-70 27,940 Cortés y Larraz (Lutz, 1984:15)10
1773 33,000 Lutz (1984:13)
1773 9,144 padrón de 12 octubre de 1773, de 1630 familias (Rubio
Sánchez, 1989:18)11
1778 12,468 padrón levantado por Martín de Mayorga (Arias
de Blois, 1994:114)
1804 6,409 padrón visita arzobispo Peñalver y Cárdenas12
1816 7,106 padrón visita arzobispo Casaus y Torres13
14
1820 6,763 Libro de Cabildo de 1820

9
Población del Valle de Guatemala según la Relación Geográfica del Valle
de Guatemala, el recuento no incluyó al clero, mulatos, esclavos y negros,
personal de servicio y de oficios mecánicos. Se incluyó este dato que
demuestra lo incompletos que muchas veces eran éstos padrones. 1740, AGCA
A1.17 5002 leg 210.
10
para éste cálculo Lutz utilizó los datos de Cortés y Larraz, en:
Descripción Geográfico moral..., pp. 24-34.
11
cita: AGCA A1.10 exp 1535 leg. 55, es un padrón hecho por D. Jacobo
Thornamoye en la que se da el nombre y el apellido de todas las cabezas de
familia y el total que componía la familia en las cuatro parroquias de la
ciudad, detalla también el número de personas que viven en las distintas
plazas de la ciudad y en los pueblos vecinos.
12
Archivo Histórico Arquidiocesano, tomo 39 folios 19-80, visita pastoral de
M. Peñalver y Cárdenas el 26 de febrero de 1804 que se distribuyó así:
Parroquia de Candelaria 124 españoles, 1257 mulatos y 217 indios; Parroquia
de San Sebastián 2043 ladinos y 757 españoles; Parroquia de los Remedios
232 españoles, sin indios y 1879 ladinos.
13
Archivo histórico Arquidiocesano visita de M. Ramón Casaus y Torres en
febrero de 1816, tomo 44, T5-70, folios 107 a 130, parroquias así: San José
3439 almas; San Sebastián 2849 almas; Los remedios 818 almas de confesión, no
es completo en esta parroquia. Suma 7106.
14
Padrón levantado por los curas parroquiales de todo el Partido de Amatitlán
y Sacatepéquez, en el que se incluyó la población de las tres parroquias de la
ciudad así: parroquia de San José, 3,707 habitantes; parroquia de San
Sebastián, 3,200; y parroquia de Los Remedios 1,293 habitantes, en: AGCA
A1.21.2 exp 11822 leg. 1805 folios 58a y 58r, en el Libro de Cabildo de 1820,
172

1825 18,000 G.A. Thompson, viajero (1926:225)


1827 12,000 Henry Dunn, viajero (Jickling, 1982:64)
1829 16,000 Jacobo Haefkens, viajero (1969:268)
15
1830 5,708 padrón levantado para un impuesto
contribuyentes
1834 12,000 E. Leigh Page, viajero (1981:214)
1838 10 a 12,000 G. W. Montgomery, viajero (Markmann, 1966:19)

con fecha de 21 de noviembre de 1820. Ver apéndice con la transcripción


completa.
15
El 18 de marzo de 1833 el Ministerio de General de Gobierno Supremo del
Estado de Guatemala, decretó que todos los ciudadanos de entre 18 y 46 años
deberían de pagar un impuesto de 12 reales anuales cada uno, llamado de
Capacitación. Según el Decreto del Gefe de Estado Mariano Gálvez, op. Cit.,
sin número de folio o página.
173

Apeó ndice L Escribanós que ejercierón de 1770 a 1820

Se consultaron todos los libros de protocolos que existen en


el Archivo General de Centro América, de los
escribanos que ejercían su oficio, tanto en la arruinada capital,
como en la Nueva Capital, en el período comprendido entre 1770 y
1830. La nómina completa se encuentra en la sección de FUENTES,
más adelante. Es necesario aclarar que sí
ejercieron más escribanos en dicho período, pero o se perdieron sus
protocolos o no están registrados. Asimismo algunos de los
protocolos registrados no aparecen los libros o están incompletos
(ej.: Zapata, Manuel)
Los escribanos que en cada periodo ejercieron en Santiago, La
Arruinada Ciudad y La Antigua fueron:

1770 a 1773:
Cárcamo, Manuel Ignacio
Figueroa, Carlos
González, Miguel
González, Sebastián
Guzmán, Francisco Antonio
Guzmán, Manuel Vicente
Laparte, Manuel
Márquez Rendón, Francisco
Milían, Diego Antonio
Sánchez de León, José
Santa Cruz, Antonio
1774:
Campa, Félix (1774-1788) se trasladó en marzo de
1774. Figueroa, Carlos (1771-1785) ejerce hasta
diciembre
de 1777, año en que se traslada.
174

González, Miguel José (1764-1810) se traslada en


Enero de 1776.
González, Sebastián (1764-1810) se traslada en
enero de 1778.
Guzmán, Manuel Vicente (1770-1788)
Laparte, José Manuel (1771-1797), se trasladó en abril
de 1776.
Santa Cruz, Antonio (1771-1779) se trasladó en
enero de 1774.
1775:
Figueroa, Carlos de
González, Miguel José
González, Sebastián
Guzmán, Manuel Vicente
Laparte, José Manuel
1776:
Avendaño, Miguel (1776-1792), se trasladó en junio de
1776
Alvarado y Guzmán, Pedro (1776-1781), se trasladó en
diciembre de 1778.
Figueroa, Carlos
González, Miguel José
González, Sebastián
Guzmán Manuel Vicente
Laparte, José Manuel
1777:
Alvarado y Guzmán, Pedro
Figueroa, Carlos de
González, Sebastián
Guzmán, Manuel Vicente
1778:
175

Alvarado y Guzmán
Avendaño, Alejo José (1778-1792), se trasladó
a finales de 1778.
González, Sebastián en enero se trasladó
Guzmán, Manuel Vicente
1779 a 1785:
Avendaño, Alejo José
1786 a 1787
Guzmán, Manuel Vicente
1788 a 1790:
Martínez de Ceballos, José María
1791 a 1794:
Avendaño, Nicolás
Lorenzana, Bernardino
1795 a 1804
Avendaño, Nicolás
1805 a 1812
Avendaño, Nicolás
España, Alejandro
1813 a 1816
Avendaño, Nicolás
1817 a 1820
Avendaño Nicolás
Arrazola, Vicente
176

Apeó ndice M Padróó n del Partidó de lós Amatitanes y Sacatepeó quez anñ ó de 1820

Se localizó en el Archivo General de Centro América


clasificado como A1.21.2 expediente 11822, legajo1805,
folios 58 y 59 del Libro de Cabildo del año de 1820. Los
señores Figueroa, Morales y Valle, que se mencionan en el
padrón, son las personas que fueron asignadas para hacer el
recuento de la población. Dice así el documento:

folio 0058
“Estado que manifiesta el que tiene este Partido de los
Amatitanes y Sacatepéquez de almas de todas clases y edades
deducido de patrones que se han formado y de noticias
exactas que se han recibido de los P.P. curas.

1. PARROQUIA DE SAN JOSÉ TOTALES


Centro de la población 2,270
Del arco a las Cañas, por el
Sr. Morales 150
San Felipe Milpas Altas 170
Magdalena 317
Santo Tomás 500 3,707

2. PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN


Tiene con inclusión de los de
San Felipe y barrio de San Antón 3,200

3. PARROQUIA DE LOS REMEDIOS


Por el Sr. Figueroa 1,061
Por el Sr. Morales 720
177

Por el Sr. Valle 521 1,293

4. SAN JUAN Y SANTA MARIA DE JESUS


Con inclusión de Santa Catalina y El Alto tiene 2,600

5. SAN CRISTÓBAL AMATITÁN


Según padrón que acaba de formar su cura
don Mariano Maceda 3,000

6. AMATITAN
Entre ambos gremios tiene 2,864

7. PETAPA Y VILLANUEVA
Con inclusión de los Datos que reconocen
la parroquia de Petapa tiene 3,600

8. PINULA
Consta que tiene por certificada
de su actual cura 5,500

A la Vuelta 25,764
folio 0059 178
De la Vuelta 25,764

9. CHINAUTLA
Consta que tiene 2,243

10. PALENCIA
Consta que tiene 2,971

SAN RAIMUNDO
Es el pueblo y su hacienda 1,975

SAN JUAN
Padrón de indios 9,600
Idem de ladinos 700
10,300

11. SAN LUCAS Y SUS ANEXOS


Contiene 6 pueblos y en todos 3,480

12. TEJAR
Contiene 5 pueblos y en todos hay 2,600

13. XENACOJ
Con su anexo San Pedro tiene 5,670

14. MIXCO
En ambos gremios tiene 5,120

15. CIUDAD VIEJA


Según el padrón que acaba de formarse 2,401

16. SUMPANGO
Tiene entre ambos gremios 4,680

19 Suma total 67,204

ANTIGUA GUATEMALA NOVIEMBRE 21 DE 1820

Gerónimo Sánchez
Apeó ndice N Ingresós de Própiós anñ ó de
1826

Documento localizado en el Archivo Histórico Municipal


de La Antigua, identificado con el número 227. El documento
es un cuadernillo de las cuentas de ingresos por cobros de
arbitrios de los distintos rubros de enero a diciembre de
1826, elaborado por el Mayordomo de Propios C. Miguel
Arroyo.
Este se encuentra se encuentra mutilado, incompleto y las
sumas a veces no concuerdan, pero se transcribe por su
valiosa información. A continuación un extracto de los
ingresos de los distintos rubros:

- Cobros por garitas 603 pesos 6r


- Cuenta por lo cobrado por manzanas
de
terreno de los campos del Calvario y Retana 296 pesos 6r
- Recaudado por cajones a 20
arrendatarios
con un valor anual que varía de 10 a 28 pesos 522 pesos
- Arrendamiento de locales en el
antiguo
palacio y casa de recogidas a 10 arrendatarios
a razón de 6 a 19 pesos cada uno 149 pesos 6r
- Cobrado por el ramo de aguas de
Panputique
a 20 arrendatarios con 27.5 pajas distribuidas 93 pesos
- Por el ramo de terrazgos a 7
poseedores
Santa Lucía arrendamiento anual 24 pesos
San Lázaro 22 y 119 pesos
- Ramo de vinos a 4 poseedores a razón
de
24 pesos al año 98 pesos
- Ramo de tabernas a 3 individuos 41 pesos
- Calles y callejones a 15 individuos
arrendantes con un valor de 1.5 pesos por calle
y 1 peso por callejón 46 pesos
- Otro del ramo de calles y callejones a 11
individuos 24 pesos
- Ramo de Agua, con un total de 109 pajas en
todos los accesos con un ingreso de 347 pesos

Cuentas al 15 de enero de 1827:


Suma total de lo cobrado 1,989 pesos 5 reales
Recibido 1,437 pesos 1 real
Diferencia [en blanco]
Apeó ndice O Demarcacióó n de lós cantónes

La Antigua anñ ó de 1826


En un decreto municipal del 26 de marzo de 1826 se
crean los cantones y las alcaldías auxiliares de cada
uno. El documento se encuentra en el Archivo
Histórico Municipal de La Antigua. No ésta clasificada. La
demarcación dice así textualmente:
Demarcación de los cantones de Antigua Guatemala
1. Cantón Compañía. Comienza desde la esquina del cabildo tomando la
dirección al norte hasta la esquina de Santa Teresa; luego
se da vuelta sobre la izquierda así al poniente hasta la
iglesia de la Recolección, da vuelta al sur a salir a la
calle de Santa Lucía y después tomar la calle de La
Compañía y volver al Cabildo.
2. Cantón Candelaria. Comienza desde la casa de Señor Miguel Gálvez así
al oriente hasta el Arco del Matasano; luego se toma la
calle de la Chácara de ambos lados, hasta coger todo el
Barrio de Candelaria bajando hasta la esquina
del potrerito [de] la Señora Martina Bancells, y
volver a la esquina de Gálvez.
3. Cantón Plaza. Comienza por la plaza mayor hasta el tope, calle de
Santa Lucía y de San Lázaro dar vuelta a salir al patio
de Santa Lucía tomando la izquierda hasta dar vuelta a la
Manzana de Chamorro y salir a la misma plaza.
4. Cantón de Concepción. Comienza con la Manzana de Catedral, hasta
tres Manzanas así al sur, se da vuelta a tomar la calle
de San Francisco hasta el tope de Chipilapa, hasta tocar el
Arco del Matasano y volver hasta la misma Manzana de la
Plaza.
5. Cantón de San Sebastián. Comienza desde la esquina de Santa
Teresa hasta la recolección dando vuelta por el Chajón a
salir al
patio de San Sebastián y casa de los padres Barrutias y
rematar dando vuelta por el Manchén a salir a la misma
esquina.
6. Cantón de San Antón. Comienza desde la esquina de la casa del Manchén
a salir a la Calle de los Sacateros, dando vuelta por la
salida de San Felipe a salir al primer callejón a la calle
ancha hasta la división de Jocotenango, luego se coge a
salir al Portal dando vuelta por Santiago a
salir al mismo patio de San Sebastián.
7. Cantón de Santa Lucía. Comienza desde la esquina de Aponte por
la izquierda hasta Santa Lucía abrazando el camino real de
Ciudad Vieja hasta el arco de Medina dando vuelta hasta
Miraflores el Pintado, para salir por San Ignacio, luego
se sale por el potrero de Pavón y salir a la calle de las
Trujillo y llegar a la misma calle de Aponte.
8. Cantón de Los Remedios. Comienza en la esquina de
Aponte calle recta hasta salir al rastro dando vuelta por San
Ignacio hasta la Cruz de San Pedro las Huertas luego da
vuelta a la esquina de San Gaspar cogiendo el
camino real hasta el Calvario, y luego se
coge la calle del Campo y dando vuelta por detrás de Belén
hasta llegar a la esquina de la Cruz de los Milagros, luego
se toma la calle recta de San Francisco hasta la misma
esquina de Aponte.

También podría gustarte