Critica Efimera PDF
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UBLICADAS íf •
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A zorín : J . M.a S alaverría :
P arlam entarism o El Poema de la Pampa 4,— PTS.
español ....................... 3,50 p t s .
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(d i v e r t i m i e n t o s f il o l ó g ic o s )
,3 1 B L I 0 T Et
Los precios señalados son de la
edición en rústica. En tela aumen
De los seis primeros títulos se
han tirado 100 ejemplares nume
BIBLIOTECA
3 A L L E ]
ta el precio 1,50 pesetas y dos para rados en papel especial de hilo.
Berruguete y su obra. 1 .a S E RI C A L L E J A
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EN PREN SA
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C rítica profana : « Azoríns>, V alle-Inclán R i
cardo León (2.a ed ición).
D iccionario breve francés- español y español-
francés .
■J
ÍNDICE ÍNDICE
Páginas.
Páginas.
«Chantage»......................................................
Para alusiones................................................... 2¡,3
«Bidé»................................................................
¿Americanismos;2.................................................
«Valer la pena»....................... ....................
El castellano en América....................................
De la launa literaria............................................. 27^
UN ESCOLIASTA DE LOS CLÁSICOS
(d o n ju l io c e ja d o r y f r a u c a )
A P É N D IC E
UN C R ÍT IC O F IL O L Ó G IC O
(DON ANTONIO DE VALBUENa )
9
*
C
ON La mayor curiosidad recibo y leo las
capillas de su Crítica efímera, y celebro
que este nuevo libro de usted venga a quitar el
e f amerismo propio de las columnas de un diario
a tantos artículos dignos de más larga vida. Por
m i parte, yo apenas conocía mas que la preciosa
monografía acerca de Alinde, con otro p a r de
artículos, y acaso suceda algo semejante a buena
parle de los muchos lectores que deseo a su nueva
publicación.
L a oportunidad de ésta creo que ha de ser
grande. Cunde mucho la afición de nuestra pren
sa diaria a tratar asuntos gram aticales; pero
quien no toma tales asuntos como un dudoso e
indiferente pasatiempo, acaba por dolerse de se
mejante afición a l ver a famosos filólogos de dia
rio navegar siempre con rumbo a las Batuecas.
Bienvenidos sean a esa crítica efímera artículos
como los de usted, que pueden poner en ella y en
sus aledaños un fren o de competencia, de buen
i 3
PRÓLOGO
método...y de probidad, p^es hasta la probidad también, un significado bastante análogo a abu
fa lta a veces. rrir. De modo que si no creo en la identidad de
Y claro es que el libro de usted no puede lograr aburrir, burrir y apurrir, purrir, creo a l menos en
este objeto sino teniendo también, además del la influencia del uno sobre el otro.
mérito de la vulgarización de rectos principios, el Mucho encuentro que alabar en sus artículos
valor de gran número de observaciones originales acerca de la fam osa fra se en cierne, sobre que
relativas a l léxico, a la gram ática y a la inter tanto se ha divagado. Pero usted hace argumento
pretación de textos, que en cualquiera de los de que los nombres de acción en -e, sacados del
artículos hallará el lector aficionado. verbo, son masculinos, como desarme o cruce, y
Sólo para mostrar a usted la atención que esas esta regla es exacta siempre que no se la quietu
observaciones me inspiran, quisiera apostillar hacer absoluta, como usted desea (p. i ç i ). Re
ligeramente un p a r de artículos en que no hallo cuerde usted a este propósito las creces, y este
la evidencia qtie en otros. E n el estudio sobre mismo nombre (unido a otros como el tuerce), le
Aburrir, e l texto del libro de Apolonio 277 no lo servirá para in validar el otro principio de que
englobaría yo con los otros que usted le pone a l los verbos en -er no prodticen nombres verbales
lado, pues en él está claree la acepción de ‘aban en -e (p. 206) En cambio, la verdadera dificul
donar’ con que se usa por otros varios autores, y tad está en que de cierne no puede derivarse
la cual, con tina aplicación muy restringida, fig u cerner, como de grano se deriva granar (i).
ra también en el diccionario académico. De esta Su artículo sobre el pronombre le que anuncia
acepción, heredada del latín, habrá que partir un plu ra l resuelve acertadamente la cuestión. A
para explicar la de '■ entregar o d a r’, que creo la bibliografía del asunto que tisted da en la
adquirió por sí mismo este verbo, pues juzgo poco página n o , bueno será añadir que el inolvidable
probable su derivación de porrigere, que tisted D . Rufino Jo sé Ctiervo trata tina vez más ei
propone. No obstante, la form a burrir, que existe asunto en el estudio m agistral que acerca del
a l lado de aburrir,^ que usted tan cumplidamente pronombre de tercera persona publicó en la re
documenta, revela, en la aféresis de la a-, una vista Romania; y que el doctísimo hispanista
influencia del verbo purrir (derivado cierto de K. Pietsch, de la Universidad de Chicago, tam-
porrigere), que a l lado de apurrir tenía, de suyo (1) Véase la pág. 313.
i 4
PROLOGO
bien lo trató hace años en la revista Modera
Language Notes, suscitando la importante cues
tión de por qué no se halla también lo y la anun
ciando un acusativo plural.
Escribo a usted apartado de mis libros y
apuntes, y no puedo, de memoria, hacerle alguna
otra observación bibliográfica, que probablemente
no tendría gran interés. P o r ejemplo, su hermosa
nota acerca de Biombo no pierde valor alguno
porque el origen japonés de la voz fuese anun
ciado de pasada hace algunos años por Folekev,
en la Zeitschrift [für romanische Philologie.
Basta, pues, de apostillas.
A l desear el mejor éxito a su mievo libro, es
pero que podrá producir un muy apreciable
resultado: el de servir de guía a muchos de sus
lectores haciéndoles adquirir el necesario instinto
para distinguir, entre los artículos y libros de
vulgarización lingüística que caigan en sus ma
nos, aquello a que deben consagrar atención y
aquello que de ningún modo merece el tiempo de
ser leído.
De usted muy atento amigo,
R . M e NÉNDEZ PlDAL.
1 6
ALINDE
C
ON ocasión de ciertos estudios de litera
tura contemporánea que traía entre ma
nos, tropecé, hace algún tiempo, con un escrito
de Azorín en que se habla de la «columnita de
alinde» del termómetro (i). Parecióme adver
tir que ese vocablo, tomado aquí como equiva
lente de mercurio, no estaba usado con pro
piedad, y acudí en consulta al Diccionario de
la Real Academia, donde se lee la definición
siguiente: «m. ant. Amalgama para azogar es
pejos». Esto hubiera bastado para declarar la
impropiedad; mas como la citada definición no
confirmaba el sentido, algo incierto en verdad,
pero muy diferente, que yo había dado al vo
cablo en mis lecturas de los clásicos, resolví
apurar las autoridades generalmente conocidas
y allegar algunas otras de mLcosecha; de todo Examinemos ahora las distintas acepciones
lo cual quiero dar cuenta sucinta, con el deseo que tuvo la palabra desde su introducción en
de que manos más doctas logren utilizar mis el romance, la primera de las cuales debió de
modestas conjeturas para cabal esclarecimiento ser, naturalmente, la etimológica.
del asunto. Con efecto, en la Vida de Santo Domingo de
Lo primero que se echa de ver es que no Silos, que publicó en 1736 el padre Sebastián
merece el sambenito de anticuada una voz em de Vergara, reproduce éste tres textos anti
pleada por los clásicos en el siglo xvii y usada guos, que «da a la Prensa (según dice en el
actualmente, no sólo en el estilo literario, sino párrafo 7 del prólogo) con las voces de sus ori
en artículos técnicos y en obras de consulta (i). ginales». Entre ellos figuran los M iráculos de
En punto a etimología, la propuesta por la Santo Domingo de Silos, de Pedro Marín, que
Academia en su última edición (del árabe al- murió hacia 1293. Pues bien, en dicho texto se
hind, acero) (2), no sólo ofrece la necesaria evi lee lo siguiente:
dencia filológica, sino que puede considerarse «Metiéronlo (al Santo) en grandes fierros & labraba
además, como veremos, plena y definitivamen de día alhinde (con cursiva en el texto) que tanto
te confirmada. quiere decir en algaravia como azero muy fuerte con
que calzan las espadas & las azagayas.»
(1) V. el artículo «Espejo» en el Diccionario His
Igual acepción parece tener la palabra en el
pano-Americano de Montaner y Simón.
(2) Se ha corregido muy acertadamente la que Cancionero de Baena, si bien la escasa fe que se
figuraba en la edición anterior, pues alhindt, a seme da a la edición de Pidal (i) y la índole misma
janza de los demás vocablos arábigos que tenían el
sufijo i de adjetivo, lo hubiera conservado en roman de las composiciones, permiten cierta holgura
ce, como ja b a lí, zahori, neblí, etc. en la interpretación. En la cuarta respuesta que
Cejador cree que alinde es un posverbal de alindar da Rodrigo de Arana al reto de Baena, se ha
y que se decía «espejo de alinde el de aumento que
usaban las damas para alindarse» (!). (La Celestina, llan estos versos:
edición de L a Lectura, 1, pág. 57.)
En el glosario que va a continuación del Cancione (1) Madrid, 1851. Sacacte principalmente de las co
ro de Baena, en la edición de P. J. Pidal, se propone pias de Eugenio de Ochoa. El segundo verso de los
como etimología de alinde: taliimde, de otra parte, de citados dice en el texto «o quando», pero la errata
tierra lejana». está salvada en las notas que van al final.
2 o 2 1
JULIO CASARES CRÍTICA E F ÍM E R A
«Ca sabe de cierto que mi amargura aun si estuviese por encarados, habría de estar
Es toda de alhynde e quando me arneso después de luzios, acudí a comprobar el pasaje,
A quien yo me pago echo mal preso
que, por cierto, no se halla en el original latino,
De barvas en tierra sobre la vasura.»
y leí, según he transcrito, cavados, es decir,
Tomándose alguna licencia con el texto, cóncavos', con lo cual, expresada por este adje
cabe suponer: «mi arm adura es toda de alhyn tivo la forma y propiedad de los espejos, que
de (acero) y cuando me pongo el arnés...» daba el alinde para significar la materia de que
El texto que sigue es del Regimiento de P rín estaban hechos, es decir, el acero.
cipes (i) y fué utilizado en el Diccionario de Igual valor ha de atribuirse a la palabra en el
Autoridades, pero con una errata, que para texto del Corbacho (2, 3):
nuestro fin no carece de importancia:
«El espejo de alinde para apurar el rostro...»
«Algunas veces se pueden ganar y ganaron (las for
talezas) por fuego lanzándoles de dentro fuego que
También confirma este significado el Vocabu
mándolos biuos. Asy como fazen en las ñaues: quando lista de Pedro de Alcalá (i).
guerrean que echan fuego de alquitrán de una parte
«Alind Espejo m iri min hind.i>
ala otra: O poniendo grandes espejos de alinde caua-
dos e luzios contra el sol: quando fiere el sol mas re- Que la acepción de acero era aún conocida a
zio al medio dia: E asy tomo Alixandre muchas cibda-
fines del siglo xvm puede verse en la segunda
des encendiéndolas de dentro por esta manera.»
edición del Diccionario de la R eal Academia,
En el Diccionario se lee: «espejos de alinde artículo «Espejo»:
carados e luzios contra el sol», y como del tex
« E sp e jo d e a l in d e = Espejo de acero.»
to se deduce que esos espejos eran ustorios y,
por tanto, cóncavos o de aumento, creyóse que A l entrar en el siglo xvi, el vocablo cambia
era esta cualidad la expresada por alinde. Mas de significación por olvido de su valor etimoló
como quiera que carados no significa nada, y gico. De los textos que vamos a traer a colación
(i) De Gil de Roma, lib. m, parte 3.a, cap. xvi, (1) Vocabulista de romance en arábigo. Grana
edición de Sevilla, 1494, fol. 238 v.° da, 1505.
2 2 2 3
J U L I O C A S A R E S CRÍTICA EFÍMERA
se sigue, casi con certeza, que, entre los espejos Es decir, que ya el alinde no es exclusiva
de acero que entonces se usaban, los había, pro mente acero, sino más bien la propiedad de
bablemente los destinados al tocado de las da ciertos espejos de producir imágenes aumen
mas, ligeramente cóncavos y, por consiguiente, tadas que, como es natural, dada la imperfec
de aumento (i).
ción de la técnica por entonces, se representa
Oigamos al doctor Bernardino Montaña: ban «con mucha confusión y falsamente» y «sin
«Dare a V. S. un exemplo muy claro y es que lo certidumbre».
que se vee en el espejo de alinde representa su figura Véanse otros textos donde también se des
en él muy mayor de lo que es, pero no por esso dezi cubre claramente la idea del espejo de aumento:
mos que tiene mas fuerza para representarse en el es
pejo que fuera del, antes lo contrario es la verdad «... Y así los ojos ven, como espejo de alinde, que
porque representa su figura con mucha confusión y todas las cosas se les hacen mayores.» (Cervantes) (1).
falsamente; por lo contrario fuera del espejo se repre
senta con verdad, y ansi digo que la colera en el sue Otro:
ño representa el calor como en espejo de alinde, es
Bien dixo aquel qu’ el celoso es loco de arte ma
a saber muy mayor de lo que es y sin certidum
bre...» (2). yor, pues como tal tiene miedo hasta de su mesma
sombra y de cosas nunca vistas, oydas ni pensadas;
mirándolas como en espejo de alinde que se las repre
(1) La existencia de espejos cóncavos de vidrio senta muy mayores de lo que son.» (Alfonso Veláz-
no puede suponerse en aquella época, por cuanto el quez) (2).
complicado procedimiento para el azogado de super
ficies curvas no se puso en práctica sino mucho más
tarde. A veces la idea de espejo desaparece ente
Los de acero labrado, por el contrario, podían ramente y queda sólo la de aumento:
recibir con la mayor facilidad una curvatura aproxi
madamente esférica, como la que se da a algunas co «Con ojos de alinde, con que lo poco parece mucho
berteras, que, convenientemente bruñidas, llegan a e lo pequeño grande.» (La Celestina) (3).
producir una imagen aumentada y tanto menos con
fusa cuanto más regular sea la curvatura. (V. F. Cre
mer: Die Spiegel-Fabrication. Viena, 1888.) (1) La Galatea, lib. 11, pág. 30,edición Rivadeneira.
(2) V. el Sueño del Marqués de Mondéjar, que va (2) L a Lena, edición de Menéndez Pelayo, Oríge
a continuación de la Anathomia del Hombre. Vallado- nes de la Novela, m, pág. 434.
lid, 1551, fol. 124. (3) Edición de La Lectura, 1, pág. 57.
2 4
2 5
J U L I O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
Con igual significación se aplicó la voz alinde exclusión que, pues aquí alinde no es amalgama
a los anteojos: ni acero, debe de ser aumento, como en las
«Nunca los celos, a lo que imagino —dijo Precio citas precedentes (i). Dice así:
sa—, dejan el entendimiento libre para que pueda «¿Sabes qué me pareces? Ojos de Argos
juzgar las cosas como ellas son: siempre miran los ce Si esplicas el cadaber a los ojos
losos con antojos de alinde que hacen las cosas pe Con ronçhas y carbuncos tan margos (sic).
queñas grandes, los enanos gigantes y las sospechas Pues nunca el tygre servirá despojos
verdades.» (Cervantes) (i). Con tanta variedad a los manguillos
Ni el alinde al christal de los antojos. »
E l erudito y benemérito folklorista Rodrí
(Villegas) (2).
guez Marín, en su edición de las Novelas ejem
p lares, escribe «antojos de allende» y comenta Y a por la época a que se refiere este último
como sigue: «Algunos, entendiendo que de texto, la floreciente industria veneciana había
allende era errata, leyeron, malamente, de alin popularizado en España los espejos planos, de
de, o sea de acero, o azogado como los espejos. vidrio azogado, a los cuales no podía propia
Esto sucedió al maestro Correas, que dice en mente aplicarse la voz alinde, puesto que no
su Vocabulario de refranes..., pág. 6 15, a: «Ver eran de acero ni de aumento. Estaba, pues,
con antojos de alinde. (Por ver mal.)» condenado el vocablo a morir o a entrar en una
Ahora bien, si cotejamos el texto de L a Gita- nueva fase semántica, precedida probablemente
nilla con el de L a Galatea, antes citado, y con de un período de vaguedad e incertidumbre,
el de L a Lena, del cual parece mera imitación, durante el cual alinde significaría simplemente
veremos que el maestro Correas no anduvo «espejo», «brillo», «superficie bruñida», etc.
descaminado y que debe volvérsele su fama. Oigamos a Lope: N
Aún hay otro pasaje donde se habla de alin «Yo fui quien a Medusa, Monstruo bello,
de y de antojos, y si bien es verdad que no doy Osé buscar en su castillo fuerte,
con el sentido cierto de los versos, deduzco por
(1) En el Diccionario de Sobrino se define la voz
alinde como sigue: «Sorte de lunette qui sert à faire
(1) Novelas ejemplares, edición de L a Lectura, 1, voir les objets plus grands qu’ils ne sont.»
página 90. (2) Las Eróticas, 2.a parte, elegía 4.a Nájera, 1617.
2 7
CRÍTICA EFÍMERA
JULIO CASARES
parecer: 1.a Debe mantenerse en el Diccionario
Y asiendo las culebras del cabello
Le di dos veces sueño con la muerte: la acepción que figura actualmente, pues aun
Yo le corté con esta espada el cuello, que no tuviese en su favor autoridad alguna de
Que aun hasta agora humor sangriento vierte los clásicos, basta la que le dio su permanencia
Cubierto de cristal, a cuyo alinde durante casi dos siglos en el Léxico oficial.
Toda soberbia indómita se rinde.»
2.a Creo que merece siquiera un recuerdo la
(La Filomena) (i).
acepción primitiva de acero. 3 -a Urge incluir en
En los siguientes versos de Valbuena se des el Diccionario la significación de «aumento»,
cribe un espejo mágico: sin la cual no pueden entenderse los pasajes
«Era el valiente, artificioso espejo citados de L a Celestina, La Lena, La Galatea,
De medio globo en proporción ovado La Gitanilla, etc., etc.
De alto diez codos, de cristal parejo,
*
* *
Así en tan nueva perspectiva hecho,
Que salir de su centro parecía
Un movible escuadrón, que trecho a trecho Después de publicado el precedente artículo
Por el lustroso alinde se extendía.» en el Boletín de la Real Academia Española (i),
(E l Bernardo) (2). he tropezado con nuevas autoridades que corro
Y para terminar, allá van las conclusiones que boran las enunciadas y dan sólido apoyo a mis
yo formularía, si valiese para algo mi humilde conjeturas. Las expondré sumariamente.
Por si quedaba alguna duda de que el maes«
tro Correas no leyó, malamente, de alinde, en
(1) L a Filomena con otras varias Rimas, etc. Andro
meda, íol. 102, edición 1621. el lugar citado por Rodríguez Marín, copiare
(2) E l Bernardo, libro xxi, edición Rivad. No creo mos otro pasaje del mismo Vocabulario de re
que deba entenderse que ese «lustroso alinde» es la fran es..., pág. 544, a:
amalgama de azogue. Las imágenes virtuales de los
espejos planos («de cristal parejo») las referimos siem «Ojos de alinde.-» (Al que no ve bien.)
pre a un espacio posterior, tanto más extenso cuanto
más lejano; y para ver, aunque por modo fantástico,
«escuadrones movibles», no cabe pensar que éstos se
(1) Febrero de 1915.
moviesen en la superficie misma del espejo.
2 8
J UL IO CASARES CRÍTICA EFÍM ERA
Esta cita, que concuerda con la de L a Celes También habla de los espejos de alinde Juan
tina, ya anotada, recibe nueva autoridad si se de Espinosa, en su Diálogo en Lavde de las
coteja con la siguiente frase, tomada de La Lo Mvgeres, intitulado Ginaecepaenos, publicado en
zana andaluza, de Francisco Delicado (i): Milán en 1580, y reproducido por Sbarbi en su
Refranero General Español (i):
«Porque de otra manera yo haría que me mirasen
con ojos de alinde.» «.. la desverguença y extrema disolution conque
un principe que antiguamente huuo en tiempos de
En esta misma obra vemos también usado el augusto, llamado Hostio, tan suziamente vsaua de los
espejo de alinde (2): spejos de alinde...»
«Cuando ella oyó esto me llamó y dixo: dame acá En cuanto a la única acepción recogida en el
aquel espejo de alinde, y miró y respondió...» Diccionario académico vigente, declaro no ha
ber dado, hasta ahora, con un solo autor clási
La comparación de los celos con el espejo de
co que la abone. ¿De dónde salió, pues, esa
alinde, que hace «las cosas pequeñas grandes»,
«amalgama para azogar espejos»?
usada, como hemos visto, por Alfonso Veláz-
También he tenido la suerte de poder escla
quez y por Cervantes, debió de ser por enton
recer este punto. Dicha acepción, registrada ya
ces un tópico vulgar, por cuanto en una obra,
en el suplemento a la segunda edición del lé
tan remota por su asunto de La Lena y de las
xico de la Academia, está sacada del Vocabola-
Novelas ejemplares, como el Coloquio del Cono
rio de Franciosini (2), y en él figura junto a la
cimiento de sí mismo, de Doña Oliva Sabuco,
de «espejo de aumento» que quedó olvidada.
volvemos a topar con el repetido símil (3):
Dice así el artículo correspondiente:
«Son los zelos como el espejo de Alinde, donde todo « A l in d e . —E lo stagno, che si pone dietro alio spec-
parece mayor de lo que es...» chio, o vero e uno spechio, che rapresenta maggiori
le cose di quello che sono.»
E
N T R E los significados del verbo aburrir
figura en el Diccionario académico, desde
su segunda edición, la acepción familiar siguien
te: «A burrir, fam. Aventurar, o gastar algún di
nero con el fin de lograr alguna ganancia o di
versión; y así se dice: A b u rriré mil doblones en
esta flota: quiero aburrir cien doblones por ver
las fiestas Reales. Dícese también del tiempo;
como: he de aburrir una tarde por salir de esta
curiosidad.»
¿De dónde habrá nacido esta acepción? Por
que todas las demás de aburrir (molestar, can
sar, aborrecer, etc.) guardan visible relación
entre sí y con el sentido etimológico; pero, ¿qué
parentesco se descubre entre «fastidiar al pró
jimo» y «gastar dinero para divertirse»? ¿Qué
desviación semántica o qué empleo metafórico
han mediado para que un verbo de aplicación
Critica efímera. 3 3 3
JULIO CASARES CRITICA EFÍMERA
precisa y definida pase a significar cosa tan ajena «En montañas por da, dicen purre, de porrigit».
a su oficio? La etimología del antiguo gramático es irrepro
La dificultad que hallo para contestarme sa chable, pues del latín porrigere, en la acepción
tisfactoriamente estas preguntas me ha llevado de «alargar la mano para dar», «ofrecer», etc.,
a buscar la solución por otro camino, y me ha proceden p u rrir y apurrir.
hecho sospechar que, tal vez, algún verbo de De todo lo dicho bien pudiera sacarse algún
origen y significado distintos, pero de forma argumento en apoyo de mi conjetura; pero no
igual o parecida, haya venido a fundirse con es necesario aguzar el ingenio en busca de una
aburrir y haya dejado, a beneficio de éste, demostración que nos van a dar hecha. Por si
esa acepción extraña que ahora tratamos de no fuese llanísimo y común el cambio de p in
aislar. terior en b (para pasar de apurrir a aburrir), y
Y a en este terreno, en seguida viene a las por si el sentido de «dar», que hemos compro
miantes el término dialectal apu rrir, que el Dic bado cumplidamente, no estuviese bastante pró
cionario de la Academia trae como propio de ximo al de «gastar», «invertir», que andamos
Santander, aunque es común, en realidad, a buscando, he aquí que el propio Correas nos
montañeses y asturianos (i). A p u rrir significa ofrece la forma intermedia, con b y con la pre
«dar una cosa en la mano» o «ponerla al alcan cisa acepción de «gastar», en otro refrán de su
ce de otro», lo cual nos acerca bastante a la Vocabulario: «Pastor bueno, pastor malo, por
acepción que perseguimos. Este mismo verbo, un paso burre cuatro». Y no hay que pensar
sin el prefijo a -, figura en textos antiguos, como que este burre sea errata, por cuanto el refrán
el Vocabulario de Refranes del maestro Correas, figuraba ya, con igual forma, en la colección del
donde se lee: «El cuerdo viene por lumbre y el Comendador Hernán Núñez (i). Aquí burrir
necio se lo purre». La identidad de este verbo equivale, bien claramente, a «emplear», «gas
con el apu rrir actual queda probada por la ex tar»; así lo exige el sentido de la frase, y, ade
plicación que añade Correas al refrán anterior: más, para que no nos quede en este punto la
más leve sombra de duda, el solícito catedráti-
(i) Véase el Vocabulario de las palabras y frases
bables... de Rato y Hevia. (i) Folio 86 a.
3 4 3 5
I
JULIO CASARES
co del Trilingüe, de Salamanca, aclara amable
mente: «Burre, por pone, echa o gasta-».
Queda, pues, comprobada la existencia de un
bu rrir con el significado de «gastar», que, pro
visto o no del prefijo a-, pudo muy bien ser el
verbo desaparecido, padre de la acepción que
motiva este artículo. ¿VUELTA A «ABURRIR»?
Si lo que en él se dice mereciese ocupar la
atención de los señores académicos, y si mis
modestas conjeturas pudiesen elevarse a dicta
men de la correspondiente comisión, habría que
E
L inteligente escritor y distinguido periodis
añadir tres artículos al Diccionario: l.°) P u rrir, ta D. Víctor Espinós ha tenido la bondad
de porrigere; 2 °) B u rrir, de p u rrir, y 3.0) un de dedicarme, en E l Universo, un artículo des
nuevo artículo de A bu rrir (de a y burrir) con tinado a comentar mi último «divertimiento
la definición que hemos copiado al principio. filológico». Trataba éste — y quiero suponer
En cuanto a p u rrir se da el caso de que los es que todavía lo recordarán algunos lectores—
pañoles no lo veamos en el léxico oficial, mien del empleo del verbo aburrir en el sentido de
tras los alemanes pueden ver dicho verbo re «gastar», y del posible origen de tan peregrina
gistrado en el Diccionario Románico de Meyer- acepción.
Lübcke. A vueltas de adjetivos cariñosos y de frases
corteses, que agradezco muy de veras, el Sr. Espi
nós deja entrever que no le han convencido mis
razones: ¡Qué hemos de hacerle! Ni es raro que
toda nueva conjetura etimológica tropiece con
lectores incrédulos, ni es extraordinario, aun
que sea poco frecuente, que el autor de la conje
tura la eche a volar sin inquietarse de su futura
suerte y sin poner en ello la más ligera sombra
3 6 3 7
I
de amor propio. El Sr. Espinós no impugna como peculiar del valenciano, es común todavía
ninguno de mis datos ni mi argumentación: se a varias lenguas romances, y fué, en un princi
limita a ofrecerme una hipótesis que se le ha pio, regla general. En cuanto al castellano, desde
ocurrido y que resulta, a su juicio, «más senci los orígenes de la lengua hasta un momento que
lla». Veámosla. pudiera fijarse hacia fines del siglo xvii, no tuvo
«La fórmula «aburriré unos duros para adqui- para el verbo aburrir más significado que el eti
»rirtal o cual cosa», la hemos visto emplear poco mológico («mirar con horror o animadversión»,
»en castellano; en cambio, es muy frecuente en del latín abhorrere), entendido con más o menos
»lemosín. «Cuansevol nit aborriré uns quinsets flexibilidad. Berceo, por ejemplo, refiriéndose
»y aniré a la comedia». O sea: una noche cual- a la ciudad de Cantabria que había de destruir
squiera aborreceré unos reales para ir al teatro.» «Leovirgillo» (Leovigildo), escribe:
Hasta aquí no tengo nada que objetar. El «Si non se meiorase, que serie destruida,
Sr. Espinós refuerza con su autoridad la de los Ca eral(e) Dios irado, avíela àbàrrida* (i);
diccionarios catalanes modernos que recogen la
donde aburrir no significa «fastidiar o cansar»,
acepción de aborrir por «gastar», y añade que
en «lemosín» es más frecuente dicha acepción sino «aborrecer, odiar». Con igual valor, y aun
en frase muy semejante, emplea el participio
que en castellano. Por lo menos el Sr. Espinós
aborrida el Arcipreste de Hita. Habla de la
la ha visto emplear más en valenciano. Confor
dueña que ha sido «de varón escarnida», y
mes y adelante.
«Como seguramente sabe el Sr. Casares, en dice:
»valenciano, como en catalán, aborrir., en su «Es de Dios ayrada e del mundo aborridat> (2).
»forma activa, no significa, en general, «aburrir»,
»sino «aborrecer». En su forma reflexiva sí ad- El mismo sentido tiene la palabra en el
»quiere plenamente la acepción de fastidiar o Fuero Juzgo, donde, al tratar del castigo de
»cansar». cien azotes que ha de aplicarse a los agore-
Efectivamente, el Sr. Casares, dicho sea sin
inmodestia, conoce ese pormenor y sabe, ade (1) L a Estoria de Sennor Sant M illan, estrofa 281.
más, que ese hecho, que el Sr. Espinós señala (2) Libro de Buen Amor, copla 1.422.
3 8
/
J U L I O CASARES CRÍTICA EFIMERA
ros y a quienes se dejen embaucar, se añade (odiar) y la actual (fastidiar), y producida, pro
que «esos atales agoradores son aborridos de bablemente, por la inversión de significado que
Dios» (i). respecto del verbo correspondiente presentan
Por una extensión de significado fácilmente ciertos participios pasivos.
explicable, aburrir llegó a expresar, ya en lo Esta inversión, que llamaron nuestros gramá
antiguo, no sólo «mirar con animadversión», ticos «hispanismo», consiste en que tales partici
sino la natural consecuencia de este sentimien pios toman valor de activos y aun adquieren, a
to, que nos lleva a «causar daño o molestia» a veces, un sentido distinto del de su respectivo
la cosa o persona aborrecida. El propio Berceo verbo. «Persona odiada» es la que inspira el
nos da un ejemplo terminante: odio y no la que odia: esto es lo regular, lógica
y gramaticalmente; en cambio, «persona agra
«El coro de los martyres que por Christo morieron,
decida» no es la que inspira el agradecimiento,
Que por salvar las almas las carnes aburrieron» (2).
sino la que siente o demuestra gratitud. Un in
Y en el Libre de Appollonio, cuando exigen dividuo «muy m irador no es precisamente el
al rey de Tiro que arroje al mar el supuesto ca que sirve de blanco a muchos ojos, sino el que
dáver de la reina, exclama aquél: procede con gran miramiento; «leído» es quien
lee mucho; «osado», el que muestra osadía;,
«Commo me lo podria el coraçon sofrir
etcétera.
Que yo a tal amiga podiesse aborrir» (3).
Pues bien, en el Vocabolario de Franciosini
Con muy ligeras variaciones de sentido, que (1620) hallamos ya, junto a «A burrir. — Odia
renunciamos a exponer por falta de lugar, re re», <s.A burrido. — Disperato. Malcontento»;
corre varios siglos nuestro vocablo hasta llegar acepciones ambas que concuerdan exactamen
al xvii, en que comienza a verse registrada una te con las del Tesoro de Covarrubias ( 16 11):
nueva acepción, intermedia entre la etimológica «Aburrir, vale aborrecer', aburrido el descon
tento de sí mesmo, despechado y medio des
(1) Libro vi, título n, legajo 3.0 (página 105 de la esperado». Es decir, que, siendo aburrir igual
edición de la Academia).
(2) Obra citada, 305.
a «aborrecer», el aburrido no es el que ins
(3) Copla 277. pira aborrecimiento, como lógicamente había
4 o 4 i
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
de entenderse, sino que lo siente «de sí mes- se contenta con cousa alguna, que se queixa
mo> (i). de tudo o que se lhe faz». No puede darse más
En esta fase de su evolución semántica re exacta explicación del «aburrimiento» contem
cogieron el vocablo los primeros académicos y poráneo.
dieron de él la siguiente definición: «A bu rrir. La perfecta sinonimia que existió en un
Apesadumbrar mucho, hacer despechar y des principio entre aborrecer y aburrir, y que aun
asosegar a uno, de suerte que no sólo se en se mantiene en los diccionarios, no se conser
tristezca, sino que casi llegue a aborrecerse.» va ya en el uso corriente: hoy «aborrecer» es
Las autoridades alegadas en apoyo de este «odiar», y aburrir equivale a «fastidiar», salvo
significado son del P. Joseph de Acosta (H is en Aragón, donde aborrecer significa preferen
toria naturaly moral de Indias, lib. iv, cap. xli), temente «molestar, cansar, importunar» («es
y de Quevedo (Musa ó.a). toy aborrecido-», por «aburrido»; «ya me abo
Vemos, pues, cómo desde el primitivo sen rrezco con tanto esperar», por «ya me abu
tido de «odiar a otro» hemos llegado al de rro», etc.).
«aborrecerse a sí mismo», que expresa ya un Del amable y discreto artículo del Sr. E s
estado de ánimo lindante con el de «aburrirse» pinós sólo nos queda por tocar un punto que
(fastidiarse) moderno. Esta última acepción, se relaciona no tanto con la lingüística como
que en castellano no estaba aún, por lo visto, con la psicología regional. Dice así: «¿No ha-
bastante diferenciada cuando se formó el Dic »brá una mala traducción de la pintoresca y
cionario de Autoridades (el tomo de la A se »traslaticia acepción valenciana del «aborre-
publicó en 1726), aparece ya por entonces, en »cer», que da por hecho que hay que aborrecer
portugués, perfectamente cristalizada, a juzgar »el dinero para gastarlo?»
por la siguiente definición del P. Bluteau Desconozco las relaciones afectivas que man
(17 12 ): «Aborrido: Aquelle que he de mao tienen con su dinero los felices habitantes de
humor e se enfada de qualquer cousa: que nao1 la hermosa región levantina y no sé si, en este
respecto, constituyen una excepción de lo co
rriente en la Península. Hasta ahora, todos los
(1) Por cierto que Covarrubias considera que abu
rrir es «término más grosero» que aborrecer.
españoles que he tratado se separan del nu-
4 2 4 3
J U L I O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
marcas dei Imperio, sin excluir Kioto, que era de la m convencional (realmente lo que se pro
la capital a la sazón. Los frutos de este aposto nuncia es una n) delante de la b, para formar
lado fueron tales, que el número de cristianos biombo, no es fenómeno nuevo en castellano
pasaba de 600.000 cuando comenzaron las per (compárese con «embriago», de ebriacus); pero
secuciones religiosas. En cuanto a los holande el caso presente no necesita de esta justifica
ses, no aparecen instalados en el Japón has ción. Los portugueses y españoles oirían y
ta 1600. transcribirían, desde luego, bionbo, porque la o
Pues bien; si por otros caminos no estuviese larga de byó, según he podido comprobar sobre
suficientemente averiguado cuál fué la primera el terreno, suena, en boca de los japoneses, con
de dichas colonias que extendió por Europa el un timbre nasal bastante marcado. Los ideo
conocimiento de las cosas y costumbres japo gramas antes mencionados, byó y bu, significan,
nesas, he aquí que una voz usual de nuestro respectivamente, «protección» y «viento», de
léxico podría servir de indicio para dar con la manera que el francés «paravent» y el italiano
ignorada trayectoria. Esta voz es biombo. «paravento» traducen exactamente el vocablo
No hemos de pararnos a discutir ciertas eti japonés.
mologías pintorescas, como la de Rodríguez Na No es fácil determinar si fueron los españo
vas con su fantástico bis-umbra, «doble som les o los portugueses quienes trajeron a la Pen
bra» (| I), que, ni por razón del significado, ni ínsula el vocablo. Entre nosotros, el primero de
por la forma, guarda la más remota relación quien consta que lo empleó fué Solís, en su H is
con el biombo. El Diccionario vigente de la A ca toria de Nueva España (1684). En Portugal lo
demia, al explicar el vocablo como «voz china», usó, entre otros escritores, F r. Antonio das
se acerca mucho a la verdad, aunque no tanto Chagas, en sus Cartas espirituales (1690), don
como el de Autoridades, donde se lee textual de, al hablar de ciertos obstáculos que se inter
mente: «Es alhaja que nos vino modernamente ponen entre Dios y el alma, los llama «biombos
de China o Japón, y con ella el nombre.» do espíritu». Como se ve, la voz está tomada
Del Japón, en efecto, procede la palabra, y aquí en sentido metafórico, lo cual supone un
se escribe con dos ideogramas chinos, cuya período anterior en que el vocablo fué conocido
pronunciación japonesa es byó-bu. La aparición en su significado material.
5 o S '
CRÍTICA EFÍMERA
J U L I O CASARES
holandés, spaansche wand; en alemán, spanis-
Lo que sí consta es que Pelipe II recibió con
che Wand), y que significa literalmente «mam
gran pompa una embajada de los cristianos ja
para española», muestra bien a .las claras que
poneses, que salió de Nagasaki hacia 1582 y
de España recibieron el mueble, y que lo cre
estuvo también en Roma para visitar al Papa
yeron oriundo de nuestra Patria.
Sixto V . Y no es aventurado suponer que entre
Aun podríamos aducir algún otro ejemplo
los presentes enviados con tal ocasión a la Cor
para mostrar cómo pueden formarse conjeturas
te de España viniese algún biombo, ya que este
de muy distintos órdenes alrededor de una sim
mueble no sólo es característico del país, sino
ple etimología. Pero basta por hoy.
que, cuando se construye con lujo para fines de
corativos, se convierte en un verdadero objeto
de arte. Un escritor portugués de la época men
ciona unos biombos «isto he, panos de armar de
tanta estima que todos os desejavao ver».
Ahora bien; admitiendo que el biombo hubie
se llegado simultáneamente a España, a Ho
landa y a Portugal, ¿cuál de estas naciones
difundió el uso del mueble por el resto de Euro
pa? Aquí es donde entra la filología, y por cier
to para inclinar la presunción a nuestro favor.
En Francia, la palabra paravent no fué em
pleada, que yo sepa, hasta que Lesage publicó
su Vie de Guzman d ’Alfarache (1732). En Italia
hallamos la voz biomba, por primera y quizá
única vez, en la traducción que hizo un acadé
mico de la Crusca (Corsini, 1699) de la Histo
ria de Solís, antes mencionada. Y por lo que
hace a Alemania, Austria y Holanda, la deno
minación que estas naciones dieron al biombo (en
5 2
\
«RAMA»
E
STUDIANDO recientemente una singular
acepción de «aburrir», sacábamos en con
secuencia que tal vez no tuviese el mismo ori
gen que las demás acepciones de dicho verbo,
y conveníamos en que, si la hipótesis propuesta
era admisible, habría que abrir un nuevo articu
lo en el léxico oficial, según el criterio seguido
por la Academia en tales casos. De igual ma
nera que el «pez», del latín piscis, figura sepa
radamente de la «pez», de p ix , así también
nuestro supuesto «aburrir» (gastar), de a y
porrigere, no podría seguir confundido con el
«aburrir», de ahhorrere.
Hoy vamos a tratar de otro desdoblamiento
parecido, con la ventajosa circunstancia de que
esta vez las conjeturas tendrán como punto de
arranque la indicación que formulo hace ya más
de medio siglo el ilustre filólogo alemán Fede
rico Diez.
5 5
J U L I O C A S A R E J CRÍTICA EFÍMERA
Es el caso que la palabra rama, además de de bastidor tan ancho y largo como las mayo
su sentido más corriente y propio, «brazo o ta res piezas de paño, de modo que se puede ten
llo que nace del tronco», y del significado tras der la tela y estirarla dejándola asida a una fila
laticio «línea de un árbol genealógico», tiene de clavijas». Naturalmente, hoy, por virtud del
en el Diccionario, como tercera acepción, usa general adelantamiento de las industrias, esta
da entre impresores, la siguiente: «Cerco de rama se ha convertido en una máquina bastan
hierro con que se ciñe el molde en la prensa, te complicada, aunque sin perder lo caracte
apretándolo con varias cuñas o tornillos que rístico de su estructura que le da nombre.
hay para este fin». No vamos a discutir ahora Pues bien, si la noción de «marco» o «cerco»,
si el vocablo rama (de árbol) procede del latín de algo que encierra, aprieta, contiene o limi
ramus a través de castellano ramo, como quie ta, no estuvo nunca en el latín ramus, ni en
re la Academia, o por mediación de un colecti ninguno de sus derivados romances, ¿de dónde
vo latino rama, formado a imitación de fo lia habrá salido? Aunque, oficialmente al menos,
(de «folium»); para nuestro propósito sólo nos no nos hayamos dado aún por enterados, ya
interesa hacer constar que ramus no tiene en nos lo dejó dicho el fundador de la filología ro
latín ninguna acepción de donde se pueda sa mánica en su Diccionario etimológico:'la rama
car, sin violencia, ese significado de «cerco» o de los impresores y tejedores procede direc
«marco», aplicado a un instrumento del arte tamente del vocablo Rahmen, del alto alemán,
de imprimir. que significa precisamente «marco, cerco, basti
Dicho significado no está sólo en la lengua dor, cuadro», etc. Fonéticamente la derivación
de los impresores, sino que se repite en la rama no presenta dificultad alguna y, en cuanto al
de los fabricantes de paños, no incluida en el sentido, la filiación es tan evidente que parece
Diccionario académico por inexplicable omi innecesario reforzar la autoridad de Diez con
sión. El correspondiente artefacto puede verse la de otros filólogos modernos que han patro
descrito en las obras especiales o en cualquier cinado su etimología.
diccionario enciclopédico, y fué ya exactamente Es, en efecto, cosa corriente, y harto lo ve
definido por el P. Terreros, en el siglo xvm, tal mos comprobado en nuestros días, que las no
como por entonces se usaba: «Es una especie vedades o inventos que nos llegan de fuera sean
5 6 S 7
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
recibidos con el nombre que les pusieron en los trabajos de una sola página, como los anun
el país de origen o en el que les sirvió de trán cios».
sito: valgan de ejemplo los «aterrizajes», «han La otra rama, la de los fabricantes de pa
gares», vuelos «planeados», «pannes», «embra ños, o sea el «bastidor para secar y estirar las
gues», «desembragues» y demás barbarismos piezas de tela», procede también del Rahmen
que el aeroplano y el automóvil han introdu alemán, aunque tal vez haya llegado a nosotros
cido en nuestra lengua. Habiendo, pues, nacido pasando por el holandés raam. En esta acep
la imprenta en Alemania y siendo alemanes ción sí se conserva el francés rame y hasta exis
los que la implantaron en todo el continente, te un verbo ramer, que no he visto en los dic
habremos de admitir sin dificultad que, al paso cionarios, pero que es muy usado entre la gente
que difundían el invento de Gutenberg y acli del oficio: «ramer un drap», «machine à ra
mataban la letra gótica, hiciesen conocer los mer», etc.
instrumentos del nuevo arte por el nombre ale Supongo que, si los señores académicos no
mán, más o menos adulterado, según la fonética se reservan alguna razón que oponer a las que
ambiente. quedan asentadas, no se desdeñarán de tener
Claro es que por muy rudimentaria que fue cuenta de ellas, pues ya va siendo hora de que
se la instalación de las primitivas oficinas de nuestro léxico oficial no aparente ignorar lo
imprimir no había de faltar en ellas el «cerco que casi se olvida de puro sabido.
para sujetar la forma», llamado en alemán, hoy
como entonces, R ahnen, palabra que se con
virtió, para el castellano y rumano, en rama, y
para el francés, en rame. Hay que advertir que
esta forma francesa, rame, debió de perderse
muy pronto puesto que no aparece en la len
gua escrita, pero su existencia queda asegu
rada por el diminutivo ramette con que actual
mente se designa la «rama pequeña, sin cruce
ro o travesano, que se emplea para imponer
5 8 5 9
«M AY E S T Á TICO»
E
N T R E las palabras que recientemente han
venido a engrosar el caudal de la lengua,
oficialmente inventariado, se cuenta, desde la
última edición del Diccionario académico, el
adjetivo mayestático. Para otorgar su alta san
ción a este enfático barbarismo, la Academia
habrá tenido, sin duda, poderosas razones que
se calla; lo que no hubiera debido callar, si
lo sabía, es el origen del vocablo, para no dar
pie con su silencio a conjeturas formuladas sin
la competencia y autoridad convenientes. Por
que, ¿qué hemos de hacer los que sentimos
curiosidad por estas minucias, sino echarnos a
fantasear por cuenta propia?
El adjetivo mayestático, por su y , con pro
nunciación fricativa (de i griega), es, desde
luego, un engendro moderno. Hasta aquí va
mos sobre seguro. A l aparecer en castellano el
6
J U L I O CASALES CRÍTICA EFÍMERA
conforme consigo mismo. Para el caso es igual, mos, a corta distancia unas de otras, las si
pues lo único que vamos a recoger de las pala guientes frases: «Cuestan estos Cuerpos (Ala
bras antes copiadas es el reconocimiento de la barderos y Escolta Real) adscritos al honor
invasión de barbarismos que, en efecto, apareció mayestático...'»] « Y si alguna otra relación que
formando el séquito de honor de las filosofías esa, puramente de fastuoso honor mayestáti
que se trajo de Alemania el señor Sanz del Río. co...»] «... y para que en vez de seguir éste (el
Claro es que los absurdos neologismos del en Ejército) afecto a la mera defensa de las insti
revesado expositor deKrause, tales comola«sei- tuciones mayestáticas...»
dad», la «inneidad», los «contraseres», la «formei- Entre los escritores contemporáneos, el vo
dad», el verbo «quotuplar» y demás adefesios cablo no disfruta de gran predicamento, si bien
por el estilo, no podían tomar carta de natura un estilista tan cuidadoso como D. Ricardo
leza en nuestro idioma; pero junto a tan mons León no se ha desdeñado de emplearlo en su
truosos vocablos vendrían otros menos indiges novela Alcalá de los Zegríes.
tos, y entre ellos sospecho yo que pudo desli ¿Nos hacía falta en castellano ese adjetivo?
zarse el mayestático que andamos persiguiendo. Y o creo que no, y que, si hubiese sido necesa
Un discípulo predilecto de Sanz del Río, el rio, la lengua habría formado por la vía natural
que de modo más resonante había de interve un «majestático», que conviviese dignamente
nir en la vida pública española, fué el encar con los demás derivados de su familia y no
gado de autorizar y difundir con su oratoria disonase como bastardo junto a las formas con
elocuentísima la nueva palabreja. Para D. Nico jota. En las frases antes citadas, si prescindimos
lás Salmerón, que en sus oraciones parlamen de la utilidad circunstancial del vocablo, como
tarias había de rozar constantemente la campa eufemismo, debida precisamente a su carácter
nilla presidencial, el adjetivo mayestático cons exótico y a lo impreciso de su significado, lo
tituía un eufemismo inapreciable, y así no se le suplirían con ventaja los adjetivos «real», «so
caía de los labios. Basta tomar a la ventura berano», «supremo», «monárquico»,etc., según
cualquiera de sus discursos. En el que pronun los casos. Confiemos en que no hará los huesos
ció en los primeros meses de 1906, acerca del duros y en que ese mismo énfasis que nos lo
presupuesto del Ministerio de la Guerra, halla- hace antipático será la causa de su ruina. Amén.
6 4 Critica efímera. 6 5 5
«VERIFICADO RES»
bien es cierto que comienza a ser general el como los que patrocinad Sr. A ..., y un día en
empleo de verificarse como sinónimo de acon tre a decirnos la criada: «Señorito, ahí está el
tecer, se trata de una incorrección no autorizada ¡inquisidor del Gobierno! que viene a ver lo de
por la Academia, y que aun cuando lo fuera la luz».
no privaría al verbo verificar de las acepciones ¡Ah! Se me olvidaba decirle al denunciante
castizas que quedan mencionadas, y a las cua que eso de «protestar de» («la Academia no
les jamás se permitió aspirar el avoir lien protestó del atentado») es un régimen «no usa
francés. do con el sano cultivo del castellano».
En cuanto al substantivo vérifieur, con que
nuestro compatriota ha enriquecido generosa
mente el léxico francés, nos gustaría saber de
dónde lo ha sacado, pues hasta ahora nuestros
vecinos, por ignorancia, seguramente, venían
diciendo «.vérificateur des poids et mesures».
No hay, pues, dislate, ni menos galicismo,
en llamar verificador al funcionario encargado
de «comprobar o verificar» si las manecillas del
contador están amaestradas para correr, como
piensan los abonados, o si señalan menos de lo
gastado, como pretenden las Compañías. Por
tanto, si la palabra es expresiva, conveniente y
bien formada, ¿no creen los señores académi
cos que, después de contar el vocablo con va
rios lustros de curso forzoso en las disposicio
nes legales, es hora ya de incluirlo en el Dic
cionario? No vaya a ser que, a propuesta de
algún «defensor» de la «hermosa lengua, etc.»,
se adopte oficialmente cualquier mote ridículo,
7 2 7 3
¿«IRSE» O «MARCHARSE»?
A
SÍ como la interjección soez ha tenido la
eficacia de igualar el lenguaje de los du
ques con el de los carreteros, supliendo en las
conversaciones masculinas la falta de expresión
y de brío, así la frase de doble sentido, gene
ralmente obscena, ha venido a representar la
flor de la agudeza en cafés, teatruchos y ofici
nas, y a servir de filón inagotable para el inge
nio pobre y poco escrupuloso de los cultivado
res del semanario alegre. Con suponer detrás
de cada pronombre un significado torpe y con
sacar de sus quicios cuatro verbos de los más
inocentes y usuales, cátate al señorito y al ru
fián pasando plaza de graciosos, y hermanados
por la virtud del chiste nivelador y democrá
tico.
Alguna vez, las palabras de la madre o de la
hermana, usadas en el sentido noble, recto y
7 5
JULIO CASALES CRÍTICA EFÍMERA
7 6 7 7
J U L I O CASA RES CRÍTICA EFÍMERA
partió esta contienda», berceo ); apartar (par ces oímos o decimos: «parto, que se hace tar
tios de la puerta», mío cid ); alejarse («por par de. — No partas todavía, que es temprano.
tirme del mundo voto e prometido», berceo), —¡P arta usted de aquí! —El señor ministro
y, por último, irse («por pagados se parten», acaba de partir-i), etc., etc.?
mío cid ). Nunca fue tan fecundo en acepciones Y a han dado ustedes, seguramente, con el
el p a rtir francés como el español; pero ambos verbo moderno y extranjerizo que se ha alzado
conservaban en el siglo xvi los dos oficios fun con todos los empleos de irse, pa rtir, andar,
damentales: el de repartir («nous partons le caminar, progresar, salir, etc. No te equivocas,
fruict de notre chasse avecques nos chiens», lector, es el mismo que piensas. Es aquel verbo
Montaigne ), y el de alejarse, irse («Cela fait, que Pedro de Salazar tomó del italiano y em
Théseus se partit», amyot); («Ainsi se partit pleó en su H istoria de la guerra de Alem ania,
ce berger», d ’urfé ). por lo cual incurrió en las censuras de Hurtado
Desde este punto, la forma reflexiva partirse, de Mendoza. P2s ese verbo que Italia había to
en el sentido de irse, comienza a declinar, para mado del francés para usos puramente milita
lelamente en ambos idiomas, hasta que desapa res y que pasó a significar «andar y caminar»
rece por completo; y en tanto que, siguiendo por extensión abusiva, reprobada por Fanfani
rumbos divergentes, el francés p a rtir, definiti y otros lexicógrafos. E s, en fin, el rítmico, el
vamente divorciado del significado original, se altisonante, el guerrero marchar, verbo proteo
reduce, como neutro, a la acepción de irse, ale y facilitón desenfadado de la charla actual.
jarse, el castellano partir., arrepentido de su ex — «¡Márchate!» (vete). «Me marcho en el rá
cursión semántica, vuelve como hijo pródigo al pido» (salgo). «Marchaba por la carretera» (ca
seno del partire latino, para expresar modesta minaba). «La tienda marcha» (prospera). «El
mente dividir, separar. Es verdad que aun se asunto marchas) (está en buen camino). «El
dice en lenguaje literario «la condesa a p a r t i reloj no marcha» (no anda, no funciona). «La
do para sus posesiones», y es tristemente cier civilización marcha» (progresa). Y hasta para
to que la frase galicana «a p a rtir de», como dar a entender que gozamos de buena salud,
otras muchas de su pelaje, goza de vida flore cuando nos preguntan: «¿Qué tal?», responde
ciente; pero en la lengua hablada ¿cuántas ve- mos: «Vamos marchando». ¡Singular afición a
7 8 7 9
J U L I O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
las marchas de todas clases en un pueblo tan Gramática se queja de que el empleo abusivo
pacífico e indolente como la España de hoy! de «ocuparse» empobrece el idioma, por cuanto
Si el origen inmediato de este verbo es el quita ocasión de lucimiento a muchas otras vo
francés marcher, como asegura la Academia, o ces, ha sancionado en marchar las acepciones
el italiano murciare, como sospecho yo, no es propias de ocho o diez verbos y hasta le ha re
cosa para dilucidada en este momento. Lo que conocido la forma reflexiva marcharse, no to
sí me parece indudable es que el padre común lerada en Francia, ni en Italia, ni en Portugal.
de las formas romances no debió de ser el latín No seré yo quien trate de atajar semejantes
marcus (martillo) propuesto por Diez, sino el novedades. Mi único propósito al trazar las
marhan germánico, cuyas dos acepciones, «pi presentes líneas es el de mostrar cómo un voca
sar» y «caminar hacia adelante», pasaron al blo de importación relativamente moderna va
marcher francés. De la primera acepción queda desalojando del idioma a otros muchos más
rastro: en el tecnicismo de tejeros y alfareros, propios y castizos, y señalar, en lo tocante al
que aun emplean la frase marcher l'argile (pi verbo irse, la parte que tienen en su actual des
sotear, amasar con los pies la arcilla); en los uso las posibles interpretaciones maliciosas.
susbtantivos marche (escalón), marchepied (esca Prescindamos, pues, de ellas, por entero; diga
bel, estribo), y en el vocablo italiano marciapiede mos con toda llaneza, me voy, al alejarnos de
(tarima, acera, etc.l. La idea de «pisar» o «gol un lugar; hablemos y escuchemos limpiamente,
pear con los pies», combinada con el significa y váyanse noramala los malpensados y soeces,
do de «avanzar», debió de dar origen a la acep que nos corrompen el idioma con sus chistes.
ción de marcher, en el sentido de «caminar
marcando el paso» con cierto ritmo y energía,
como hacen los soldados. Ello es que así en
tró el verbo marcher en italiano, que así lo ad
mitieron nuestros clásicos, y que así anotó el
Diccionario de Autoridades nuestro marchar
castellano: como término propio de milicia.
Posteriormente, la Academia, que, en su
8o Critica efímera. 8 i 6
S
E trata, amables lectores, y ustedes perdo
nen el atrevimiento, de romper una lanza
en favor de cierta humilde dicción, que, sobre
ser vulgar, y ya es bastante, figura en el sam
benito de los penitenciados por expresa conde
nación de la Gramática oficial. Jamás bajó a los
puntos de la pluma de esas personas cultas, que
escriben sin rebozo presupuestar, no me extra
ña, solucionar, tomar acta, aterrizar, etc., y se
cortarían la mano antes que profanar su prosa
con un giro que sólo es lícito, al parecer, para
hablar a la criada o al mozo de cuerda. Y es
que, por una hipocresía sostenida, la divergen
cia entre el lenguaje hablado y el escrito se
agranda cada día más, para mal de este último,
que sólo se nutre con relieves de mesas ajenas,
mal ingeridos y peor asimilados, mientras aquél
vive y se renueva en la boca del pueblo.
S 3
J U L I O CASARES
Desde aquí oigo la respuesta: ¡Solecismo! De los motivos que tengan reservados los
¡Vulgaridad! ¡Grosería! puristas para proscribir el ayuntamiento de es
Tregua, señores, y estemos a razones. tas proposiciones, sólo dos se me alcanzan. Uno,
Sabed, primero, que yo no habría salido a la el de no ajustarse nuestra dicción plebeya al
arena con mis porrísimos arreos y escasas fuer figurín de París, ni a la moda de Londres, ni a
zas, si no se me hubiera adelantado, predicando los usos de Alemania y demás naciones que
con el ejemplo, un ilustre humanista, pensador nos surten de cultura. Nosotros, en esos mo
fuerte y original, poeta a ratos y ex-rector, por mentos en que la elipsis es una economía pre
más señas, de la Universidad de Salamanca. En ciosa, podemos ordenar sin verbos: tú, a la boti
el artículo Rebeca, publicado en Los Lunes de E l ca; tú, a por el médico.Líste a por, que significa,
Im parcial del 2 de marzo de 19 14 , pueden us no sólo ir a buscar al médico, sino traerlo consi
tedes leer, por dos veces, ir a por agua. Y por go, hay que expresarlo en francés con los dos
si alguien quisiere argüirme con el aliquando verbos aller chercher, y en inglés y alemán, con
bonus, etc., lea por adelantado la advertencia los verbos to fétch y holen, respectivamente.
que el propio Unamuno tiene dispuesta para el El segundo motivo no es de tan poca monta:
caso: «No creo que deba ser ilimitado el respe los clásicos no conocieron la forma ir a por.
t o a la lengua literaria, y por decirlo así, ofi Así es en verdad. Ni en los que yo he leído, ni
c ia l; de donde muchos que parecen descuidos en el Vocabulario del maestro Correas he po
»los dejo caer adrede. Y como en esto me en dido hallar asidero para mi propósito. Pero ¿se
cuentro apercibido a la defensa, no prosigo.» rían capaces los de la cultiparla, y aun los pro
También el ilustre Azorín, en las páginas pios autores del Diccionario de la Academia, de
más atildadas que han salido de su pluma, ha sacar ese cristo para juzgar un hecho lingüísti
escrito: «... aquella casilla medio derrumbada co, meramente vernáculo, cuando no se ven
en qué vivía una vieja que todas las mañanas hartos de pactar con barbarismos descarados y
salía a por vino con un jarrico...» (1).1 con giros exóticos que pugnan con el genio de
nuestra lengua?
(1) Castilla, pág. 65. Porque si es verdad que los clásicos no es
8 4 cribieron a por, no es menos cierto que el em-
3 5
CRÍTICA e f í m e r a
JU L IO CASARES
De aquí que en las expresiones elípticas a
pleo de dos preposiciones juntas es régimen
corriente en nuestro idioma, como se advierte Roma por todo, a la guerra, a votar, etc., baste
y sobre con dicha preposición para suplir el
en las siguientes frases: «lo tomó de sobre la
mesa»; «nuestros deberes para con Dios»; «re sentido del verbo «ir», sobrentendido.
No es tan claro el oficio de la partícula por
sucitó de entre los muertos»; por ante mí el no
en la frase voy por vino (o a por vino), ya que
tario»; «depor sí»; «de a pej-ra chica»; «por en
el significado de por encargo, que le asigna el
tre unas matas», etc., etc.; sin tener cuenta de
P. Juan Mir, o el de a traer, que le atribuye la
los innumerables adverbios procedentes de la
Academia, ni estaban en el latino per ni se sabe
fusión de preposiciones, como el anticuado
de dónde han salido. Quizá en un principio ir
enantes (de en y ante), atrás (de a y tras), de
trás (de de y tras), etc. por el vino a alguna parte denotase no tanto ir
Pero, sin apartar los ojos de nuestro pleito, a buscarlo o con encargo de traerlo, cuanto ir
veamos la significación propia de las preposi por causa o con ocasión del vino.
Pero dejemos este punto para más señores,
ciones a y por antes de resolver si han de darse
y veamos ahora los argumentos que podían
mutuamente libelo de repudio. La partícula a,
alegarse para la revisión del fallo de mi patro
como heredera de la latina ad, denota movi
miento, dirección, proximidad, situación, modo cinado.
Primero. Allá, en la cuna del romance,
de acción y muchas otras relaciones que no son
cuando el humilde ju g la r de Berceo rimaba sus
del caso. El sentido que ahora nos interesa es
versos candorosos por la cuaderna vía, las pre
el de dirección y destino, que hace, de la pre
posiciones por y a, que la lengua literaria ha
posición a, séquito ordinario de los verbos ir,
pretendido malquistar entre sí, no sólo gusta
correr, subir, bajar y otros, cuando expresan
ban de verse juntas, sino que se enlazaron con
movimiento de algo que se aleja del lugar en
vínculo permanente para dar vida a la prepo
que estamos. Esta condición suya le ha hecho
sición pora, hoy para, que no existió en el
juntarse con algunos adverbios, como donde,
idioma latino. Los siglos han sancionado esta
dentro, fuera, delante, etc., aportando, a la idea
de lugar, la de movimiento que le es propia unión sin precedentes.
Segundo. La correspondencia usual entre
(adonde, adentro, ¡afuera! ¡adelante!).
3 6
J U L I O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
pregunta y respuesta pide que, al omitir en gusto, venir por necesidad, ir por su pie, etc.,
ésta el verbo de aquélla, se conserve la misma forma parte integrante de estos modos adver
preposición: ¿Por quién preguntas? Por tu p a biales.
dre. —¿De quién murmuras? De m i jefe. —¿Con Ci'eo, pues, que ese a por ha venido a llenar
quién hablas? Con mi amigo, etc. Este mismo un vacio, como dice la gente fina, y aquí me
uso hace que a la pregunta ¿a qué vas a la estoy, no apercibido a la defensa, como puede
fu en te?, se conteste: a por agua. hacerlo Unamuno, sino resignado a escuchar
Tercero y último. Cuando el lenguaje po los improperios de los hablistas pacatos y de
pular acierta a destruir con instinto admirable los escritores relamidos.
una anfibología del idioma, de un modo sobrio
y eficaz, ¿en nombre de qué principios se des
deña su obra?
Ejemplos al canto: Voy a l teatro por la mú-
sica, puede significar que voy por escucharla o
a buscarla; a por la música no puede significar
más que esto último. Para que la criada baje
del piso principal una escalera de mano, le
digo: Sube por la escalera. Sonríe y aguarda. La
sonrisa quiere decir: ¡N o, que iba a subir por el
balcón! La espera tiene por objeto averiguar
para qué ha de subir. Sube a por la escalera no
admite anfibología. Y podrían multiplicarse los
ejemplos (ir por agua = ir a buscarla o ir em
barcado] ir por tierra, etc.), aun sin traer a co
lación muchos retruécanos sobradamente fami
liares, que me retozan en la pluma, y sin hacer
valer la conveniencia de distinguir el por, que
sustituye a buscar, del que, en las frases ir por
8S
«OCUPARSE DE»
C
IERTO distinguido escritor, con quien
apenas he cambiado cuatro frases de cor
tesía, ha tenido la bondad de juzgarme ante un
corrillo literario, y ha resumido su lisonjera
opinión con estas palabras: «¡Lástima de mu
chacho! Todavía relativamente joven y ya «pu
rista».
No es la primera vez que me veo así catalo
gado, y bien sabe Dios que no me pesa. Es
verdad que ese mote de «purista» se aplica
vulgarmente a ciertos inválidos de la literatura
que, al amparo de la Academia, se consuelan
de su esterilidad colocando chinitas gramatica
les en la senda de los escritores en activo; pero
así y todo, tengo por uno de los más nobles
ministerios de la república de las letras el de
velar en cualquier forma por la limpieza y pros
peridad del lenguaje, y sólo siento carecer de
9 1
CRÍTICA EFÍMERA
JULIO CASAL E S
¿qué mejor prueba de que el tal galicismo bro
autoridad y ciencia para cumplir digna y efi
tó de la entraña misma de la lengua, que la
cazmente tan honrosa misión.
de verlo, siquiera sea por descuido, lozanear en
I ero es el caso que mi modestísima actua
la pulida prosa de escritores como Revilla el
ción en asuntos de! idioma se compagina a du
retórico, Estébanez Calderón el estilista, Vale-
ras penas con el concepto usual del purismo.
ra el neoclásico y Cejador el filólogo?
Me estrené en los Lunes de E l Im parcial de
Si aun hay quien descubra un remedio eficaz
fendiendo la locución «ir a por», contra las sen
para desterrar el abuso, desde ahora me alisto
tencias oficiales y el uso de las personas cultas;
en la cruzada; mas si, como creo, se ha demos
prohijé más tarde buen número de atrevidos
trado ya que la persecución es inútil, pongá
neologismos, y hoy, sin ir más lejos, vengo a
monos de acuerdo, pidamos el indulto a la A ca
abogar en pro de un galicismo convicto y con
demia, y convengamos en que, a contar de cier
feso, sobre quien pesan cien años de anatemas.
ta fecha, que bien pudiera ser la de la próxima
Desde Salvá y Baralt, hasta Cuervo y el P. Juan
edición de la Gramática oficial, será lícito es
Mir, para no citar otras autoridades de menor
cribir y decir lo que vergonzosamente decimos
cuantía, la doctrina ha sido constante y la con
y escribimos todos.
denación unánime. Y con todo, el pobrecito
Los remedios propuestos hasta ahora se re
galicismo, que se supone introducido de matu
ducen a prescindir del verbo «ocuparse» o a
te por malévolos traductores a principios del
usarlo con las preposiciones «en» o «con». Lo
siglo xix, ha sabido burlar a sus esbirros e infil
primero es más fácil de aconsejar que de poner
trarse en todas las capas del idioma, de donde,
en práctica, pues la escasez de léxico de la ma
en mi opinión, no podrá ya ser expulsado.
yoría de los españoles no nos permite desdeñar
Y o he oído la locución nefanda en los perio una palabra que para múltiples oficios tiene
dos elocuentes de nuestros más gloriosos tri aplicación. La segunda propuesta es de todo
bunos, la he escuchado en boca de la plebe
punto inaceptable, porque «ocuparse de» co
ciudadana, y la he usado, como tú, lector, en
rresponde a un concepto tan distinto de «ocu
las conversaciones familiares. En cuanto a es
parse en» u «ocuparse con», que no es posible
cribirla de propósito no creo que ninguna pin-
usar una preposición por otra. Así, por ejem-
ma atildada se haya arrojado a tanto: pero
9 3
9 a
JULIO CASARES CRÍTICA EFIMERA
pío, en la frase «me ocuparé de tu recomenda régimen, una diferencia sutil entre dos concep
da», no hay quien se atreva a emplear el régi tos tangentes. Una persona puede entender
men castizo. Y es que, ya sea por influencia «de» ciertos asuntos sin más que el conoci
del francés («s’occuper de», es también relati miento teórico de ellos; en cambio, quien en
vamente moderno en este idioma) o por espon tiende «en» un asunto no puede excusar su in
tánea desviación del régimen primitivo, tene tervención directa y personal en el manejo y
mos hoy, junto a la forma antigua, una nueva, resolución del mismo.
que reclama carta de vecindad en el lenguaje. Parecida es la distinción que el uso ha esta
La cosa no me parece inusitada ni censura blecido entre «ocuparse en» y «ocuparse de».
ble. Un caso paralelo es el de «entender en» La primera forma indica un empleo de la acti
que, según el Diccionario, equivale exactamente vidad, que es, en cierto modo, exterior al ob
a «ocuparse en». Para los clásicos «entenderen jeto de ella: «Fulano se ocupa de obras hidráu
algo» era trabajar en ello, emplear en ello la licas», significa que las estudia o trata de ellas;
actividad mental o corporal; y «entendérsele a pero no que las ejecuta. «Zutano se ocupa en
uno de alguna materia» valía tener conocimien obras hidráulicas», da a entender, por el con
to o práctica de ella. Aun se dice hoy «enten trario, que toma parte activa en la ejecución de
dido en música», y no «entendido de música». dichas obras, que contribuye directamente a
A pesar de esto, ¿a qué oído español disuena o realizarlas, que está «metido» en ellas.
qué autoridades han censurado el régimen «en Como vengo a pedir gracia y no justicia, dejo
tender de»? La Academia, que no lo menciona pasar por alto ciertas razones que con más es
en su Diccionario, lo incluye en la Gramática, pacio se podrían alegar en pro de la locución
de acuerdo esta vez con el uso moderno que condenada; ni siquiera citaré las varias docenas
pide «no entiendo nada de sintaxis», en lugar de de galicismos innecesarios, circunstanciales y de
«no se me entiende nada de sintaxis», como muy reciente importación que ya gozan del
hubieran preferido los clásicos. La coexistencia favor académico, sin que los abone el uso co
de las dos formas «entender de» y «entender mún ni la autoridad de escritores ilustres, mien
en», antes es ventaja que inconveniente, puesto tras el desafortunado «ocuparse de», no obs
que permite distinguir, con sólo un cambio de tante haber servido cumplidamente a tres o
9 4 9 5
UN ERUDITO COMO HAY POCOS
(DON FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN)
Critica efímera. 7
U NA EDICIÓN C RÍTICA D EL «QUIJOTE»
S
E compran botellas y sifones.»
(Los lectores me perdonarán que traiga
a cuento una reciente anécdota, tan trivial
como verdadera y, si no me equivoco, signifi
cante. Para el ilustre cervantista, cuya es la
obra de que voy a tratar, no he menester ex
cusas: demasiado sabe él cuán irresistible es la
tentación de intercalar en el más reverente es
crito algún dicho gustoso o tal cual breve cuen-
tecillo, a poco que se nos antojen en sazón.)
—¿Cuánto da usted por este montón de bo
tellas? .—le preguntaron a un trapero que anun
ciaba su tráfico con el pregón antes copiado.
— Verá usted —respondió después de exa
minar atentamente la ringlera de cascos que le
ofrecían— . S i fueran sifones, los pagaría bas
tante bien; pero las botellas, francamente, pe
san mucho y dejan poca ganancia.
9 9
J U L I O CASARES
CRÍTICA EFÍMERA
Un momento después, plantado en la calzada, mercancía y lamentando uno tras otro: ¡Lásti
terciado el saco de arpillera y puesta la mano a ma que no sea una interpretación interna, o
modo de bocina, el impúdico traficante daba a una evocación subjetiva, o un comentario psi
los cuatro vientos las notas prolongadas y me cológico, o una glosa sentimental! ¡S ifu era n si
lodiosas de su cantilena falaz. fones!...
¿Por qué curiosa asociación de ideas me re Cuando Azorín publicó L a neta de Don Qui
presenta este trapero a... (el lector puede poner jote, y Unamuno la Vida de Don Quijote y San
aquí los nombres propios) ciertos escritores cho, y Ortega y Gasset las Meditaciones del
del 98? Oídles pregonar: La erudición es nobi Quijote, nadie les exigió, que yo recuerde, la
lísimo y difícil menester, ocupación fructífera, última palabra sobre los duelos y quebrantos,
labor meritoria e imprescindible. Sin ella no nadie les preguntó por los bancos de Flandes,
habría historia literaria, y sería letra muerta una nadie les pidió que aclarasen uno solo de los
parte no despreciable de nuestro más rico te puntos obscuros que abundan en la obra in
soro. ¿Para qué sirve el más agudo ingenio crí mortal. Si Unamuno puso al fin de su libro, de
tico frente a un texto que, por ignorancia de propina, algunas notas lexicológicas, lo hizo es
copistas o impresores, desfigura o contradice el pontáneamente, para demostrarnos que no le
pensamiento del autor? ¿Play algo más ridículo llama Dios por ese camino y que es menos
que un comentario trascendental hecho — como arriesgado jugar a las paradojas que razonar
hay ejemplos— sobre la torcida interpretación una etimología fantástica.
de un pasaje o basado en el desconocimiento Veamos, en cambio, lo que ocurre con Ro
de un vocablo? Venga, pues, ante todo y sobre dríguez Marín. En primer término, ¿quién ne
todo, el texto depurado y esclarecido. ¡Paso a gará de buena fe que el actual director de la
los eruditos! Biblioteca Nacional representa un positivo va
Pero cada vez que se les ofrece una edición lor en nuestras letras? Dejando a un lado otros
crítica, con sus obligadas gramatiquerías, filo aspectos de su personalidad y sin salir del úni
logías, concordancias y demás cosas cuyo exa co que por ahora nos interesa, hemos de con
men «pesa mucho y deja poca ganancia», ya venir en que, aun cuando el sabio académico no
están nuestros traperos literarios desdeñando la actúa de filólogo científico, ni pretende pasar
I o o 1 o i
J U L I O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
por tal, es un lexicólogo excelente y un gramá Cervantes revolucionario, Cervantes teólogo, et
tico experto y bien orientado que conoce al cétera, etc.
dedillo y beneficia con acierto cuanto se ha es El designio del Sr. Rodríguez Marín era
crito últimamente sobre la materia en España bastante más humilde: poner en su lugar los
y en el extranjero. Como escritor, se juntan en puntos y las comas, restablecer la verdadera
su estilo el donaire y la amenidad, y, en punto lección en los pasajes alterados, explicar el sen
a limpieza de léxico y corrección de forma, es tido de las voces y construcciones caídas en
su pluma, entre las que hoy rasguean el caste desuso, sacar a luz las figuras históricas o de
llano, una de las cuatro o seis mejor cortadas. ficción encubiertas aquí y allá, cumplir, en fin,
hasta donde sus fuerzas alcanzasen, aquella
Esto ya es algo ¿verdad?
Después de muchos años de escudriñar, pa parte del programa de Menéndez Pelayo que
rejamente y con fruto copioso, la lengua de los dice así:
«Luz, más luz es lo que esos libros inmorta
clásicos y el habla popular, nuestro docto co -
les requieren; luz que comience por esclarecer
mentarista publicó, entre otros muchos trabajos
los arcanos gramaticales y no deje palabra ni
de mérito, los importantes estudios literarios
frase sin interpretación segura, y explique la
E l Loaysa, L u is Barahona de Soto, Pedro
génesis de la obra y aclare todos los rasgos de
de Espinosa y la magnífica edición crítica de
costumbres, todas las alusiones literarias, toda
Rinconete y Cortadillo, obras todas premia
la vida tan animada y compleja que Cervantes
das por la Real Academia Española. ¿Cómo no
ver aquí un estímulo para más altas empresas refleja en sus libros.»
Pues bien, ya está aquí la obra. En seis grue
y un presagio de su feliz acabamiento? El señor
sos tomos de esmeradísima impresión, el texto
Rodríguez Marín planeó entonces una edición
cervantino corre limpio y desembarazado sobre
anotada del Quijote. No se proponía alquitarar
el enorme cúmulo de notas que, al pie de las
la significación filosófica de la novela, ni hallar
páginas, esperan humildemente, sin llamadas
en ella las normas para la regeneración nacio
importunas, al curioso lector que necesite o
nal, ni siquiera descubrir en su autor un nuevo
desee consultarlas. ¿Queréis saber lo que ante
aspecto que enriqueciese la pintoresca colec
este acontecimiento literario han dicho nues-
ción de Cervantes fisiólogo, Cervantes viajero,
i o 3
I 0 2
J U L I O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
tros consabidos censores? Los más han perma de que esa crítica es posible, ni de que sería
necido mudos. Sólo el feriante de viejo, el que instructiva y conveniente? ¡Pero es tan cómodo
hurgando a la ventura en los montones de li ocultar la incompetencia so capa de un aparen
bros simula una erudición de que carece y des te desdénl
cubre mediterráneos en los puestos del Paseo Bien a mi pesar, y por exceso de ocupacio
de Atocha... sólo ese ha dado su opinión, de nes menos gratas, no me ha sido aún posible
soslayo, según costumbre, y por cierto con cua examinar con el merecido detenimiento toda
tro cuchufletas indignas de su habitual discre la labor realizada por el Sr. Rodríguez Ma
ción. rín; pero, a juzgar por los primeros tomos, no
Cuando hace tiempo anticipó el Sr. Rodrí me parece aventurado asegurar que la nueva
guez Marín, en la colección de Clásicos cas lección supera a todas las anteriores, que más
tellanos, parte de la labor preparada para la de un punto obscuro ha quedado definitiva
magna edición actual, decía Azorín en A B C: mente resuelto, que no pocas dificultades de
«La labor realizada en las notas no puede ser interpretación, rehuídas hasta ahora, se ponen
expedida en cuatro palabras; requiere un exa lealmente a discusión, que se aclaran bastantes
men detenido, especial. Lo haremos otro día.» enigmas literarios, que se estudian por primera
Ese día aun no ha llegado, que yo sepa, a pe vez interesantes fenómenos gramaticales, y que,
sar de que han transcurrido cinco años, y es en suma, la nueva edición del Quijote repre
de temer que no llegue nunca. Porque para senta, para la obra capital de nuestra literatura,
atacar al Sr. Rodríguez Marín en su terreno, un paso grande hacia la luz que pedía Menén-
en la liza donde él emplaza a sus censores, ha dez Pelayo.
bía que demostrar, por ejemplo, que tal expli Bien merece, pues, quien a tan alta empresa
cación era innecesaria, que tal supuesta nove consagró quince años de vida laboriosa, que
dad era ya rancia, que tal doctrina gramatical se le haga justicia y que, junto con el favor del
no era admisible, y había que sustentar opi público, le llegue, respetuoso y sincero, sin
nión propia y discutir la ajena, y oponer a una distingos hipócritas, el fervoroso aplauso de la
autoridad otra, y substituir una hipótesis defec crítica.
tuosa por otra mejor asentada... ¿Quién duda «Otro-día», que, si Dios quiere, no se hará
i o 4 * 0 5
JULIO CASARES
esperar tanto como el «otro día» de Azorín,
hablaremos, por vía de ejemplo, de alguna de
las anotaciones gramaticales hechas por el eru
dito comentarista, y trataremos de hacer ver la
importancia de los problemas que en ellas se
discuten.
a apuntar, con referenda a varios pasajes del lugar de «les»? Pues bien, varios de los inte
citado Epistolario, que en ellos «el «le» ad rrogados, y por cierto de los más cultos, me
quiere cierta indeterminación por la cual se han dado la misma razón que dió al Sr. Rodrí
aplica lo mismo a singular que a plural». guez Marín su hijo.
El Sr. Rodríguez Marín es el primero que, Pero, con ser a primera vista tan satisfacto
aunque en forma interrogativa y sin aceptar ria la hipótesis, no resiste el examen detenido.
compromiso, expone una explicación concreta Según ella, el le de « dale recuerdos a to
del fenómeno. Leíale un hijo suyo una carta dos», está en singular, porque, equivocadamen
que había escrito a su madre, en la que decía: te, se concierta con el sujeto de «da» en vez de
«Escríbeme pronto y «dale» muchos recuerdos hacerlo con el dativo «a todos»; de manera
a todos». Y como el padre le preguntase: «¿Por que, persistiendo el error de óptica, cuando el
qué pones «dale» y no «dales»?, respondióle el sujeto esté en plural la falsa concordancia pon
muchacho: «Porque es «dale tú», y no iba a drá en plural el pronombre y tendremos, o
decir «dales» en plural, siendo «tú» singular». bien «dadles recuerdos a mi tía», caso que no
«Esto oído — añade el ilustre académico— se ocurre jamás, o bien «dadles recuerdos a to
ocurre preguntar: ¿No habrá en tal fenómeno, dos», con lo cual habrá desaparecido el sole
antes que otra cosa, un sencillo error de óptica cismo. Es decir, que éste sólo se produciría
intelectual, que nos haga trastrocar los lugares con sujetos en singular. Si repasamos ahora los
de objetos y sujetos?» ejemplos de Cervantes y otros autores, aduci
La conjetura es, desde luego, interesante, in dos por el Sr. Rodríguez Marín, veremos que,
geniosa y no indigna de personas mayores. E x precisamente, en la mayoría de los casos está
perimentando yo recientemente con individuos el sujeto en plural y el «le» en singular. Esto
de muy distinta condición social, para conven basta para probar, de manera concluyente,
cerme de la extensión y arraigo del solecismo que el mal no puede atribuirse al trastrueque
que nos ocupa, he procurado disimuladamente de objetos y sujetos.
inducirlos a pecar, cosa que, dicho sea en ver Fuerza es, por tanto, abandonar la conjetura
dad, he conseguido casi siempre, y después les del Sr. Rodríguez Marín y buscar otra expli
he preguntado: —¿Por qué dice usted «le» en cación, tomando como punto de arranque el
i i 2 Critica efímera. I I 8
J U L I O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
valioso caudal de observaciones aportado al a los dos números, representada hoy por el
problema por el insigne director de la Bibliote pronombre invariable se: «Se lo diré» (a tu
ca Nacional. amigo); «Se lo contaré» (a tus amigos).
Otro día lo intentaremos. El proceso de tal mudanza puede explicarse
como sigue. Si en la oración «da el libro a tu
amigo» sustituimos el complemento directo («el
II libro») por el correspondiente pronombre lo,
tendremos «dalo a tu amigo»; y si en lugar de
Una vez asentado que este hecho lingüístico representar con un pronombre «el libro», re
(uso de le por les) viene existiendo desde hace presentamos el complemento indirecto («a tu
varios siglos, y comprobada su actual extensión amigo»), la frase será: «dale el libro». Pero
a todos los dominios del castellano, habíamos también puede ocurrir que necesitemos susti
convenido en intentar una explicación de tan tuir ambos complementos por los respectivos
interesante fenómeno. Vamos a hacerlo ahora; pronombres, y entonces resultará, o bien «da lo
pero antes de entrar en materia, y por si algún le» como en francés («donne le lui»), o bien
lector prefiere no pasar adelante, debo advertir «da le lo», según el orden preferido por el cas
que, aun sin salir del tono de vulgarización que tellano. Suponiendo ahora el complemento in
me he propuesto sostener en estos artículos, tal directo en plural («a tus amigos»), tendríamos
vez tropecemos en el de hoy con más grama- «da lo les» en la colocación francesa («donne le
tiquerías que de costumbre. leur»), y «da les lo» en la sintaxis castellana.
Lo primero que hemos de recordar es que la De que así sucedió, en efecto, dan testimo
pérdida de la í del dativo plural del pronom nio los textos antiguos y el habla local contem
bre de tercera persona («les») se efectuó ya, poránea de algunas regiones de la Península. En
para ciertos casos y con carácter definitivo, en el Poema de Yuçuf se lee: «él les lo otorgó»
la época anteclásica del castellano. Allá en los (por «lo otorgó a ellos»); en Aragón se oye
orígenes de la lengua, el le (por «a él») y el aún «no les lo digas», y en el dialecto leonés
les (por «a ellos») se fundieron de un modo subsiste la forma «dió-lles-lo» (por «diólo a
permanente en una sola forma singular, común ellos»). La concurrencia de los dos casos (acu-
! i 4 i 1 5
JU L IO CA S A RE S CRÍTICA EFÍMERA
sativo y dativo) del mismo pronombre en la mi humilde parecer— es de índole muy dis
combinación «le-lo» o «lles-lo» debió de pro tinta.
ducir en castellano la pérdida de la 5 ante la / — «Ahí hay dos caballeros que desean ver al
siguiente, de donde resultó un le dativo plu señorito. ¿Qué les digo?»— . En la anterior pre
ral, que en el Fuero Juzgo aparece oscilando gunta, ni la criada, ni la señora, ni el señor, ni
entre las formas li, le, ie, lie, g i, ge (pronuncia ningún ser nacido en los dominios del castella
da la g entre ch y j francesas), y que, al fin de no, es capaz de emplear «le» por «les». ¿Por
su evolución fonética, vino a fijarse en el se ac qué? Porque aquí el pronombre está desempe
tual, común a singular y plural: «dájílo» (a él) ñando de manera insustituible su peculiar oficio
«quitadlo» (a ellos), enteramente distinto del gramatical: representa a «dos caballeros», y si
se reflexivo (en latín se, de suï). Por cierto que le quitamos la s no podrá referirse más que a
la reacción de la lógica para restablecer en el uno. En cambio, cuando decimos «dile a Pedro
plural la s, suprimida por comodidad de la pro que venga», ese le, destinado a sustituir a Pedro,
nunciación, produjo un desplazamiento absurdo carece de justificación lógica, puesto que el com
de dicha s, dando origen con ello a otro vicio plemento en cuya representación interviene
de dicción registrado en los documentos anti («Pedro») se halla expreso e inmediato. La ora
guos y subsistente aún en España y América; ción, en efecto, no pierde claridad ni correc
ya que no se podía decir «dáselo» se dijo «dá- ción gramatical, si, suprimido el le, decimos «di
selos»', «se los diré» (por «lo diré a ellos»), et a Pedro que venga».
cétera. Pero el uso, que en materia de lenguaje más
Vemos, pues, que, si la incorrección que es se deja guiar, a veces, por la rutina del oído que
tudiamos lograse algún día la sanción del uso por las conveniencias de la lógica, no se decide
general, no le faltarían rancios precedentes, en a prescindir de ese le pleonástico siempre que
cuanto a la reducción de ambos números del pudiera hacerlo. Especialmente en el lenguaje
pronombre a un singular invariable, si bien en familiar pululan los les redundantes y no es
la corruptela actual no entra por mucho la fo posible huir de ellos sin incurrir en intolerable
nética, pues la principal causa de que el «les» afectación.
pierda hoy su s — y aquí empiezo a enunciar Las consecuencias de este abuso han sido
i i 6
CRÍTICA e f í m e r a
que el pronombre, privado a cada paso de su tícu la expletiva o adverbial, ya no era necesa
función de tal, haya descendido unas veces a la rio el esfuerzo mental indispensable para man
categoría de mera partícula expletiva destina tener la concordancia con un complemento,
da a redondear la locución, o haya adquirido a veces remoto, ni había que forzar la voz para
en otras circunstancias un carácter marcada hacer oir en sílaba átona la j del plural. Y así
mente adverbial que le exime de toda concor pudo presentarse, a mi juicio, la incorrección
dancia. En este último caso el le ha venido que examinamos: primero, en el habla vulgar, y
a convertirse en algo así como una flecha o ma después, por descuido, en el lenguaje culto.
necilla indicadora de dirección, que, señalando La hipótesis es, naturalmente, discutible,
hacia atrás o hacia adelante, recuerda o anun pero, por lo que hace al intercambio de fun
cia el complemento indirecto de la acción, sin ciones entre el pronombre de tercera persona
aspirar a representarlo propiamente. y ciertas partículas adverbiales, conviene ad
Cuando digo «compra de mi parte alguna vertir que ni es cosa inventada por mí en este
chuchería para los niños», la persona que escu momento, ni exclusiva del caso presente, ni si
cha ignora, hasta el final de la frase, que la quiera peculiar del castellano.
acción del verbo va a redundar en provecho de En francés, durante la época clásica, se usó
alguien; pero, si digo «compra/,?, de mi parte, frecuentemente el adverbio y en funciones de
una chuchería a los niños», apenas enunciado dativo de tercera persona, para singular y plu
el verbo con su enclítico, ya es seguro que la ral, como se ve en el siguiente pasaje de Ma-
compra afectará a un tercero. El le ha servi dame de Sevigné: «Mes pauvres lettres n ont
do de anunciador, de heraldo: es la flechita que de prix que celui que vous y donnez en les
mira hacia adelante señalando al complemento lisant comme vous faites». Aquí y equivale,
indirecto. Esta colocación anticipada del pro con toda exactitud, al francés «leur» y a nues
nombre es la que ocurre en casi todos los ca tro les. En el dialecto ribagorzano, el adver
sos ciertos, antiguos y recientes, en que he bio y sustituye también, normalmente, al pro
podido comprobar el indebido empleo de le nombre: «Lo y va da» (diÓJílo); y en catalán,
por les. como es sabido, la partícula hi, llamada por los
Una vez reducido el le al papel de par gramáticos «adverbio pronominal», hace indis-
i i S i i 9
JULIO CASARES
i 2 o
«CHANTAGE»
He aquí el ejemplo que propone Un Chico forzosa, que él señala, no la trae el Diccionario
del Instituto: de la Academia. Anotémosla, pues, como nue
«Dice M. Durand: C'est ungrédin qui veut me va, aun sin saber si la tomó del vulgo o de los
fa ire un chantage. clásicos, y pasemos a otra cosa.
Y dice el amigo Gutiérrez: E s un tunante ¿Dónde y cuándo tuvo su origen el chantage?
que quiere hacerme la forzosa ». ¿En Roma? ¿En Grecia? Y o creo que el procedi
Prescindiendo de que M. Durand suele decir miento, en esencia, es tan antiguo como la hu
fa ire chanter y no fa ire un chantage, diremos manidad. El día en que Caín dijo a su hermano:
con todo respeto que las acepciones que cono «Si no me das parte de tu merienda le digo a
cíamos los mortales (y aun los «inmortales» de papá que has matado una oveja», fué un pre
la calle de Felipe IV) de la locución «la forzosa» cursor genial de muchos vividores contemporá
no implican, ni remotamente, la idea de exac neos. En cuanto al delito especial bautizado con
ción ilegítima mediante amenaza de escándalo el nombre de chantage, e ^incluido desde 1863
o difamación. La frase completa «hacer la for en la legislación penal de Francia, es de origen
zosa» («la forzosa», sin más, no significa nada) relativamente moderno, ya que hasta el naci
vale, sencillamente, poner a alguno en trance miento de la Prensa periódica no existió instru
de que haga lo que no quisiera, aprovechándo mento adecuado para que la amenaza de escán
se para ello de las circunstancias o disponiendo dalo pudiera trocarse en realidad de un modo
las cosas al efecto. El boticario que nos vende rápido, resonante y efectivo.
un tubo de aspirina por el quíntuplo de su pre Si es o no cierto que el chantage lo inventó,
cio, o el revendedor que nos pide un ojo de la como asegura Balzac, la prensa inglesa, a los
cara por una entrada para los toros, nos «hacen eruditos toca averiguarlo. Nosotros lo recibimos
la forzosa» sin recurrir en modo alguno a la de Francia, como tantas otras conquistas de la
consabida amenaza de escándalo. civilización y, al adoptar la cosa con el nombre,
Nuestro habilísimo estudiante, que más pa no hicimos sino poner por obra el procedimien
rece doctor en varias facultades que aspirante a to que siguen todos los idiomas en casos aná
bachiller, se adelanta a los reparos que hemos logos.
formulado, y nos advierte que la acepción la Ahora bien: ¿qué iríamos ganando con des-
I 2 4 i 2 5
J U L I O CASARES
R
un nombre, nos bastará escribir y pronunciar a ECIBE ante todo, mi admirado estu
la española chantaje y chantajista (voces cuya diante, un escogido manojo de gracias
estructura y sonoridad no desdice de la de otras por aquello de la «notoria y temida compe
castizas), con lo cual, en vez de cometer un ga tencia» con que me regalaste públicamente no
licismo, habremos enriquecido el léxico caste hace mucho. No soy, en verdad, sino un mo
llano por un procedimiento irreprochable. desto e inofensivo aficionado, como alguien,
Esta es mi manera de pntender eso que lla con vano intento de agraviarme, ha declarado
man el purismo. en los papeles; pero acepto de tu benévola li
sonja la intención amable, y la agradezco muy
sinceramente, a fuer de bien nacido.
Y ahora dame licencia para el leve reparo
que se sigue, pues a mi ver no ha de llevarse a
mal que cuantos rendimos al idioma el home
naje, valioso o humilde, de nuestros estudios,
guardemos para él todas las reverencias, en
lugar de obsequiarnos mutuamente con genu
flexiones y zalemas, según es uso en algunas
modernas cofradías.
t 2 6 I 2 7
JULIO CASALES CRÍTICA EFÍMERA
Porque has de saber, aventajado compañero, acepción nueva, dando así pie a anfibologías o
que el cacharrero de tu historia, al anunciar, retruécanos de mal gusto; en cambio, por el
como lo hizo, el artefacto de higiene reser procedimiento adoptado se ha enriquecido el
vada, que los franceses llaman bidet, tenía léxico con una voz, que no desdice de la foné
en su apoyo cierta autoridad, que no hemos de tica de nuestro idioma, y que tiene la ventaja
poner en entredicho, y por lo que a ti toca, no despreciable de aplicarse exclusivamente a
ahora menos que nunca: la Academia de la un objeto.
Lengua. Esta Real Corporación, que ya había Creo, pues, que esa señora (cuyos pies beso)
admitido en el léxico oficial muchas otras vo tan culta, que se honra con tu amistad, y tan
ces de igual origen y de idéntica fisonomía, poco pudorosa, que confía a un servidor del
como cabriolé, minué, corsé, cupé, canapé, etc., sexo fuerte la preparación de su tocado íntimo,
ha dado forma castellana al bidet francés, sin lleva trazas de quedarse sola en lo de llamar
más que quitarle la «te» final, y lo ha incluido «jaquita» al bidé.
en la última edición de su Diccionario. ¿No te Y a te dije en ocasión reciente, estudiando la
parece que ha hecho bien? equivalencia que propusiste para el chantage
El útilísimo artefacto, desconocido de nues francés («la forzosa»), que, según mi parti
tros abuelos, que verían en él, como el curial cular criterio de purismo, cuando una voz de
de marras, «una ensaladera con patas, en forma extranjís se nos entra como marbete de algo
de guitarro», no podía tener nombre castizo. desconocido y, por tanto, innominado en nues
Cierto es que al importar la cosa pudo haberse tro idioma, no hay sino acogerla de buen
traducido su nombre según tú propones ahora, grado, después de adecentarla, si es necesario,
y hasta creo recordar que Monlau, el ilustre con arreglo a la moda española. ¿Qué nos es
filólogo e higienista, llamaba «caballito» al tal torba hoy, por ejemplo, tener un vocablo es
guitarro, en su famosa Higiene del matrimo pecial para el «trole» de los tranvías, en lugar
nio, publicada hacia 1850. De esta manera de haber acudido, por escrúpulo, a una pará
habríamos recargado la palabra «caballo» (o frasis castiza? Cunda, pues, el bidé académico,
cualquiera de sus equivalentes despectivos: como, por gran fortuna, va cundiendo el uso del
«penco», «jamelgo», «jaco», etc.), con una higiénico cacharro.
1 28 Critica efímera. I 2 9 9
•r
J U L I O C A S A R E S CRÍTICA EFÍMERA
Y ya que he recordado aquel de mis «di Perdona la franqueza, Chico ilustre, y ya
vertimientos» en que hablaba del chantage, diré sabes que te admira y respeta este neófito, que
algo que entonces no sabía y he aprendido apenas llega a parvulito de primeras letras
luego. Sigo pensando, como entonces, que y se honra con ser tu agradecido servi
nada gañiríamos «con desenterrar o discurrir dor, q. b. t. m.
para el recién importado chantage una deno
minación castiza»; pero así como antes duda
ba de la existencia de dicha denominación,
ahora puedo decir que la he hallado, y tal que
no habrá quien se atreva a ponerle una tilde.
Dice así la edición segunda (y supongo que
también la primera, que no tengo a mano) del
Diccionario de la Academia, alterando, por
cierto, la definición de Covarrubias: «ACHA
QUE. Según Covarrubias en su Tesoro, sig
nifica la denunciación de algún contrabando
u otra cosa, que se hace secretamente y con
soplo, para componerse con la parte y sacarle
algún dinero, sin proseguirle ni hacerle causa».
(Covarrubias no habla del contrabando para
nada, con lo cual la definición conviene a toda
clase de denunciaciones.)
Le regalo el hallazgo a quien lo quiera, pues
fuera de probarse con él, una vez más, la gran
riqueza no beneficiada de nuestro idioma, no
creo que la acepción transcrita, aun apoyada
por todo Un chico del Instituto, pueda vencer al
exótico chantage.
i 3 o
i 3 i
«V A LER L A PENA»
E
N una carta que acabo de recibir de Gra
nada, suscrita por «Un maestro normal»,
me participa el anónimo firmante, sin duda con
la más cristiana intención, lo que sigue:
«Con pocos días de diferencia me he echado
a la cara un artículo del maestro Cavia, en que
habla de los que «pedescriben» la frasecilla ga
licursi vale la pena, y otro de usted en que
emplea dicha frase. Esto me ha producido un
mar de confusiones, porque..., etc.» Siguen unas
palabras lisonjeras para mí, destinadas a dorar
la amarga píldora que el comunicante granadino
entiende haberme administrado, y termina la
carta con un requerimiento para que, mediante
la oportuna explicación, ponga yo fin a la «te
rrible incertidumbre» de «Un maestro normal».
Con mucho gusto voy a intentar la aclaración
solicitada; pero antes advertiré al malévolo con
frontador que no le arriendo la ganancia si está
J U L I O C A S A R E S CRITICA EFÍMERA
dispuesto a perder el sosiego cada vez que des Parece claro que esta pena no significa aquí
cubra un galicismo en la prosa de los escritores «castigo» ni «pesadumbre», sino «esfuerzo, tra
contemporáneos, pues, cuál más, cuál menos, bajo, fatiga», o cosa análoga; pero aunque así
todos «pedescribimos» un poquito cuando se no fuese, hay muchas y buenas razones para
tercia la ocasión, salvo (para que el diablo no se suponer que el sentido de «trabajo, dificultad»
ría de la mentira) muy honrosas y escasas ex no está reñido con la pena castellana. Así de
cepciones, como el P. Mir y Noguera, el Sr. Sanz bieron de entenderlo los primeros académi
y Aldaz, y algún que otro purista sin trampa ni cos de la Española, ya que en el Diccionario de
cartón. Autoridades asentaron sin la menor vacilación:
Y ahora, dando por buenos los datos de mi «PENA. Se toma asimismo por dificultad y tra
comunicante, que no precisa lugar ni fecha de bajo; y así se dice: Con pena lo conseguirá».
sus citas, vengamos a nuestro pleito. Este dictamen, reforzado, como se ve, con un
Es cierto que la frase valer la pena ha sido ejemplo, para mayor claridad, me parece bas
impugnada más de una vez, y es igualmente tante concluyente.
verdad que lo ha sido, no como tal frase, ni por En apoyo de esta opinión viene la frase, que
lo que toca al verbo «valer», sino precisamente nadie tachará de galicursi, «a duras penas», em
a causa de que la palabra pena no tiene en cas pleada en todos los rincones de España, por
tellano, según los censores, la significación de rústicos y urbanos, para significar «con gran
«trabajo, esfuerzo, molestia o dificultad», que se dificultad y trabajos, así como el adverbio «ape
encierra en la voz francesa «peine». Jamás tu nas» (de «a» y «penas»), una de cuyas acep
vieron noticia los clásicos autores — se nos ciones vale también «difícilmente, trabajosa
dice— de esa acepción de la palabra pena. mente».
Para tomar este primer reducto quizá basta De pena salió penoso, que es «lo que causa
sen los siguientes versos de Hernando de Acu pena o cuesta gran dificultad o trabajo», según
ña, en su poesía A un mal poeta: el Diccionario de Autoridades, abonado por
sendos pasajes de Gracián y Calderón. Penosa
« Y e s m u y a v e r ig u a d o
mente y penadamente valen asimismo «con
q u e c o u tra b a jo y pena
e l o ro n o s e s a c a d o n o h a y v e n a .»
pena, dificultad o molestia»; penante es, en el
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J U L I O C A S A R E S CRÍTICA EFÍMERA
citado Diccionario, «el que sufre pena y padece Las Zahúrdas de Pintón («doncellas penadas
algún trabajo u descomodidad», y penado tiene como tazas») y otro de Fr. Pedro de Vega en
una acepción que significa io mismo. la Declai'ación de los siete Psalmos penitenciales
Por cierto que Cervantes, en el capítulo xvn (...vemos usar las copas, que llaman penadas,
de la primera parte del Quijote, habla del «pe porque escasean la bebida, tarda en colar, dura
nado galope» de Rocinante, y dice a este pro y son mayores sus sabores») (i).
pósito su ilustre comentador Rodríguez Marín, Siendo yo niño, he tenido en mis manos, por
en la magnifica edición crítica que está publi los pueblos de Andalucía, varias de esas vasi
cando: i.Pena, en una de sus acepciones, signi jas de vidriado que llaman penadas o penadi-
fica trabajo, y de aquí se dijo valer, o no valer llas, y que también se conservan en Asturias
la pena una cosa, frase que injustamente ha con el mismo nombre. Rato y Hevia, en su Vo
puesto en entredicho algún muy docto hablista cabulario Bable, describe la penada como si
y teólogo de nuestros días. gue: «Jarra de barro para agua, de dos asas,
Así,penado equivale en este lugar a penoso o cerrada por el cuello, con un colador del mismo
trabajoso.» barro, y a cuya jarra le colocan en el interior
¿No le va pareciendo al «maestro normal» de una bolita también de barro, del tamaño de un
la hermosa ciudad de los cármenes, que los «pe- garbanzo.» Esta bolita es la que, al empinar el
descritores» no están del todo descaminados, o codo el bebedor, obtura el orificio de salida y
que, por lo menos, andan en muy decorosa dificulta así el consumo del líquido.
compañía? Vemos, pues, que en todo el grupo de voca
También viene en defensa de la acepción blos que forman la palabra pena y sus deriva
puesta en picota el adjetivo penado, que se dos y afines (tales como penalidad, etc.), está
aplica al «vaso, copa o taza que da la bebida encerrado de modo indubitable el concepto de
con dificultad y escasez; y por extensión se dice «trabajo, dificultad, molestia», etc..., quod erat
de otras cosas». El Diccionario de Autoridades demostrandum.
allega para este caso pasajes de Gracián y de En cuanto a la frase íntegra valer la pena, la
Solís, y pudiera haber aducido muchos otros,
entre los cuales recuerdo uno de Quevedo en (i) P s a lm o 7.
1 3 6 ■ 3 7
J U L I O CASAR E S
' 3 8
A PROPÓSITO DE LOS «SUEÑOS»
DE QUEVEDO
E
L ilustre hispanista Morel-Fatio ha pu
blicado en la Revue des Deux Mondes un
interesante artículo consagrado, en aparien
cia, al Centenario de Cervantes, pero princi
palmente encaminado a demostrar que, en la
actual contienda europea, el inmortal autor de
Don Quijote hubiera estado, sin duda alguna,
junto a los enemigos de Alemania. No nos
coge de nuevas la tesis ni la manera de inten
tar probarla con pasajes hábilmente escogidos.
Precisamente, apenas iniciada la campaña, se
dedicó por acá algún escritor al estéril pasa
tiempo de exhumar frases y párrafos desfa
vorables a los teutones, espigando en obras
antiguas y modernas; otros escritores rectifica
ron las citas o desenterraron, como respuesta,
pasajes ofensivos para los franceses, con lo
i 4 i
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
cual quedó el procedimiento pronta y definiti Pero nada de esto interesa, por ahora, a mi
vamente desacreditado. propósito. He mencionado el artículo de la
Algo más importante, por su manifiesta im Revue des Deux Mondes, para recoger el juicio
prudencia, es la personificación con que ter que, con su innegable autoridad, formula Mo
mina el artículo del profesor francés. Don rel-Fatio acerca de nuestras ediciones críticas
Quijote y Cervantes — según el Sr. Morel-Fa- de autores antiguos. Según el erudito francés,
tio— , por su grandeza de alma, por sus senti nuestros anotadores «no tienen aún la destreza
mientos humanitarios y por su generosidad, ni el riguroso método de los editores de Sha
representan a los franceses y a quienes simpa kespeare y de Dante, o de los colaboradores
tizan con ellos. En cambio, Sancho Panza, por de la colección de Grands Ecrivains. El arte
cuanto tiene de bajo y despreciable, «por su de editar un texto, de volverlo y revolverlo
afición a los bienes ajenos, cuando sabe que para extraer todo su jugo, exige una paciencia
podrá apoderarse de ellos- sin riesgo; por su y una minuciosidad que no son del agrado de
astucia solapada», etc., es el obligado admira los españoles».
dor del imperialismo germánico, «admirador Nosotros creíamos que, por ejemplo, la edi
prudente, bien decidido a no comprometer su ción del Cantar de mío Cid, hecha por Menén-
tranquilidad y a mantenerse lejos de la re dez Pidal, no tenía nada que envidiar a las me
friega. En resumen: Sancho responde por en jores obras de igual género publicadas en otros
tero al estado de ánimo del germanófilo espa países; pero puesto que la opinión de Morel-
ñol neutralista». Fatio en este punto no debe sernos molesta y,
Mucho y muy substancioso es lo que po antes bien, pudiera despertar una beneficiosa
drían replicar los españoles neutralistas, ger- emulación en el ánimo de nuestros comenta
manófilos o no, a estas frases tan poco delica ristas, me ha parecido conveniente reprodu
das y tan inoportunas. Recordemos tan sólo al cirla.
Sr. Morel-Fatio, por lo que hace a la afición a Precisamente en estos días ha llegado a mis
los bienes ajenos, lo que de sus compatriotas se manos el tomo xxxi de la colección de «Clási
afirman documentadamente en la página 257 del cos castellanos», de La Lectura, correspon
tomo xxv de la Historia de España de Lafuente. diente a los Sueños, de Ouevedo. Con decir
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JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
que la edición, el prólogo y las notas son de había ensañado con el gran satírico, recoge
don Julio Cejador excusamos el pormenor de éste las ediciones de los Sueños, las somete a
los aciertos, y queda la obra recomendada de la censura de los calificadores del Santo Oficio
manera eficaz. Ahora bien: sin olvidar que y castiga y mutila el texto primitivo, hasta de
«Clásicos castellanos» es una colección popu jarlo, a veces, incoloro, insulso y aun sin sen
lar, cuyos límites materiales no consienten el tido.
estudio profundo de los problemas literarios ni Pues bien: si Quevedo, oprimido por las cir
la muchedumbre de anotaciones y concordan cunstancias, se sometió a tamaña humillación,
cias, propias de una edición verdaderamente ¿no hubiera sido más grato a su memoria y
crítica, ¿será lícito formular algunas adverten más interesante para los lectores modernos la
cias y reparos, que en nada amenguan el mé reimpresión de las ediciones primeras? Es
rito del comentarista ni el valor de su trabajo? cierto que la redacción de éstas puede, en
Vamos a intentarlo. parte, reconstituirse merced a las variantes que
En cuanto a la edición reproducida, el señor en forma de notas incluye el señor Cejador;
Cejador, siguiendo a sus predecesores y ate pero siempre queda, como texto de lectura, el
niéndose a la última voluntad de Quevedo, ha menos quevedesco de todos.
elegido la redacción revisada por los teólogos De las notas lexicográficas y gramaticales
de la Inquisición y publicada con el título de hablaremos más adelante.
Juguetes de niñez. Está bien: nada hay que ob
jetar; pero tal vez hubiera sido conveniente en
este caso no respetar la tradición ni la apa
rente voluntad del autor. El Quevedo caballe
resco, temerario y desenfadado, cuyo recuerdo
ha llegado hasta nosotros, compuso allá en sus
mocedades unos Sueños que corrieron profusa
mente dentro y fuera de España, granjeando
al autor inmensa nombradía y enemistades sin
cuento. Años después, cuando la adversidad se
i 4 4 Critica efímera. I 4 5 10
E L COMENTARIO G RAM ATICAL
A
es el colectivo gente*. SÍ como de las observaciones gramatica
Y ahora es cuando se dificulta la inteligencia les, interesantes o no, puede prescindirse
del pasaje; porque, evidentemente, el sujeto de por entero en una edición crítica popular, en
atienden no es gente, sino los muertos. A Que- cambio no parece excusable el comentario de
vedo le parece «que los muertos pocas veces cuantas voces ofrezcan alguna dificultad por
se burlan», y le parece también que los muer anticuadas o por poco conocidas.
tos, «gente sin pretensión y desengañada, más De cómo ha sabido Cejador beneficiar para
atienden a enseñar que a entretener». Las pa este propósito su conocimiento de la lengua y
labras «gente sin pretensión y desengañada», literatura clásicas dan fe cumplidamente sus
que para mayor claridad están entre comas, ediciones de E l Libro del Buen Apior, de La
son una aposición del sujeto sobrentendido «los Celestina y de E l Lazarillo, publicadas en la co
muertos». Suprimidas dichas palabras, la frase lección de «Clásicos Castellanos»: no sólo con
conserva su sentido. tienen copia de explicaciones y concordancias,
Estos leves reparos no se encaminan a poner, sino que llevan al final un útilísimo glosario que,
frente a una interpretación gramatical discuti por cierto, se echa menos en los demás volúme
ble, otra que también puede serlo, sino a apoyar nes de la misma colección.
en casos concretos la recomendación de sobrie Respecto del ilustre satírico, cuyos Sueños,
dad que hemos formulado al principio. editados por Cejador, sirven de base a las pre
sentes líneas, la necesidad de explicación es más
urgente que con otros autores, puesto que en
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JULIO CASARES CRITICA EFÍMERA
el peculiar estilo de Quevedo, lleno de ingenio beros, escribe Quevedo: «Y me parecía que aun
sos y violentos retruécanos, se entremezclan el diablo era poca cosa para tan maldita gente,
con el significado recto todas las posibilidades cuando veo venir gran ruido de guitarras. A le
de doble sentido que encierran las palabras. gróme un poco. Tocaban todos pasacalles y va
Claro está que, al pedir la aclaración de las cas». ¿Qué será eso de vacas?¿Será algún chiste
voces dudosas, nos referimos a las que pueden retorcido? ¿Cómo el comentador, que nos expli
serlo para un lector de mediana cultura, y que, ca varias páginas antes (202) lo que son pasaca
por el contrario, la definición de raso (como tela lles, deja pasar por alto las vacas? Y o pienso que
y como estado del cielo), que inserta Cejador en era inexcusable advertir al lector que «las vacas
la página 120, creemos que hubiera podido su es una cierta sonada entre músicos, y sobre ella
primirse. ¿Dónde habrá un español, zafio o letra han hecho grandes diferencias de contrapunto
do, que ignore el significado de dicha palabra? y pasos forzados. Y dixose assi por empezar el
1 ambién explica Cejador innecesariamente, a villancico con estas palabras: «Guárdame las va
mi juicio, no pocas voces o locuciones de uso cas carillejo por tu fe...» (Covarrubias.) A esta
frecuente, como por la posta, a tontas y a locas, cita hubiera podido añadirse la de fray Martín
etcétera, y otras menos corrientes, pero que tie de Torrecilla, que trae el Diccionario de Auto
nen en el texto de Quevedo el mismo sentido ridades: «Lo mismo que cuando un organista,
que hoy les damos y figuran en cualquier dic que sabe poco, en una aldea tañe en lugar de
cionario de la lengua, v. gr.: tara, silo, cecina, kyries unas vacas».
quiromántico, etc. Y para mostrar que las vacas eran, a más de
Y es tanto más extraña esta profusión de de «sonada», un baile popular, también habría sido
finiciones, cuanto que al propio tiempo quedan oportuno recordar los siguientes versos de Lope
sin explicar algunos vocablos, de cuya significa de Vega en La Villana de Xetafe:
ción no tienen noticias muchos lectores ni la ha
llarían aunque la buscasen en el vigente Diccio In é s. «¿Q ué e s lo q u e q u e r é is b a ila r?
Ma r t ín e z . L o q u e s e p á is , se ñ o ra .
nario de la Academia.
D .a B e a t r iz . Vacas.
En la Visita de los Chistes (pág. 207), por In é s. A u n q u e la b ra d o r a ,
ejemplo, para anunciar la presencia de los bar d am a, n o las s é b a ila r.»
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JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
También merecían un comentario los potajes para bien de las letras. ¡Lástima que no se pue
del pasaje siguiente: «... os quiero decir (habla da desmentir con su ejemplo la afirmación de
un demonio) que estamos muy sentidos de los Morel-Fatio, cuando dice que «la paciencia y la
potajes que hacéis de nosotros, pintándonos con minuciosidad no son del agrado de los espa
garras sin ser aguiluchos; con colas, habiendo ñoles»!
diablos rabones; con cuernos, no siendo casa
dos...» Aquí la frase «hacer potajes» parece
equivalente a «calumniar» (compárese con el
francés potiner, fa ire des potins), «representar
falsamente las cosas con intención ofensiva», y
éste es probablemente también el sentido con
que la he visto usada en cierto pasaje de Malón
de Chaide: «.... haciendo en su desenfrenado
apetito más potajes de ti que los que sufriría la
más vil y profana mujercilla de la tierra» (i).
Todo cuanto, por vía de ejemplo, se ha di
cho en estos artículos, y mucho más, lo sabe,
seguramente, mi ilustre tocayo D. Julio Cejador;
pero son tantos y de tal empeño los trabajos
que al mismo tiempo trae entre manos, que
sería maravilla verle siempre avanzar sin el más
ligero tropiezo. Y a dice él, en el prólogo de su
Historia de la Lengua y Literatura Castellana,
que le igualarán pocos «a laboriosidad y dili
gencia». Es verdad, y debemos desear que sea
C
UANDO el distinguido catedrático de la
Universidad Central, D. Julio Cejador y
Franca, publicó el primer volumen de su edición
de los Sueños, de Quevedo, me permití formu
lar algunos reparos en cuanto a la pertinencia y
acierto de algunas notas; señalé la falta de otras,
que eran indispensables a mi juicio, y traté de
excusar las distracciones del comentarista, atri
buyéndolas a lo variado y extenso de las em
presas en que andaba metido. «Son tantos y
de tal empeño — escribía yo en descargo del
Sr. Cejador— los trabajos que al mismo tiempo
trae entre manos, que sería maravilla verle
siempre avanzar sin el más ligero tropiezo».
Desde entonces acá ha transcurrido más de
un año. El Sr. Cejador ha seguido echando vo
lúmenes al mundo; lo que yo juzgué precipita
ción circunstancial ha pasado a ser ligereza
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J U L I O C A S A R E S CRITICA EFÍMERA
crónica y, naturalmente, los tropiezos leves se cia a una cosa; lograda, el deseo desaparece,
han convertido en caídas estruendosas, como quedando uno descontento, porque todo el con
las que hace poco denunció el implacable crí tento se cifraba no en la cosa sino en desear
tico Sr. Icaza, en su libro titulado Superche la». Para que esta lección de filosofía barata
rías y errores Cervantinos. He tenido, pues, fuese enteramente aceptable, habría que entrar
que rectificar, y no en sentido favorable, mi en no pocos distingos en cuanto a la índole y
anterior concepto acerca de la seriedad litera jerarquía de los deseos. El Sr. Cejador no nos
ria del expeditivo compilador de la Historia de hará creer que, cuando aspiraba a la cátedra
la Lengua y Literatura Castellana. que hoy disfruta, su contento se cifraba en de
Tal vez esto me ha hecho mirar con más de searla y que, una vez lograda, el descontento
tenimiento el segundo tomo de los Sueños y se adueñó de su espíritu. Pero aunque la doc
me ha llevado a descubrir, junto a las deficien trina fuese cierta, ¿qué justificación puede tener
cias imputables a falta de preparación o de es esa nota, si no es el propósito de que haga
tudio algunas de las cuales nos servirán hoy bulto, a falta de algo más pertinente y substan
divertimiento— , algo peor, que no me atreví cioso?
a sospechar cuando recorrí el primer volumen La apostilla que viene inmediatamente reza
de la obra; algo que... pero no adelantemos así: «Desmentir es lo que hoy dicen despistar
los acontecimientos. o hacer perder la pista, bonito verbo moderno,
La primera nota puesta por el Sr. Cejador al bien formado y que no tiene que ver con el dé-
discurso de E l Mundo por de dentro, con que pister francés, que vale lo contrario, dar con la
empieza el volumen, corresponde a un pasaje pista de alguno, descubrir, indagar...» Fuera
clarísimo, donde Quevedo, hablando del «de de que el tal verbo sea «bonito» {cuestión de
seo», dice que «en llegando cualquiera a ser gustos) y de que es, efectivamente, moderno,
poseedor» (de lo que desea) «es justamente todo lo demás necesita rectificación. Despistar
descontento». Aquí el solícito comentarista nos no está bien ni mal formado en castellano,
emplaza al pie de la página para darnos la si puesto que no procede de pistar, ni de pista,
guiente explicación: ni siquiera de pisto. Ese despistar, que, según
«Descontento. Como que el deseo es tenden- el Sr. Cejador, «no tiene que ver con el francés
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JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
dépister», es el mismísimo dépister, introducido cambio, si lo que se ahorca es cosa que no tie
como galicismo en el último tercio del siglo xix ne piernas, como los habitos, por ejemplo, no
y admitido por la Academia en la duodécima hay perneamiento posible. Pero Quevedo no se
edición de su Diccionario (1884), con la acep acordó aquí para nada de la víctima, sino del
ción moderna de «faire perdre sa trace à quel- verdugo, que, en la pena de horca, se montaba,
qu’un qui nous suit» (Larousse). A más de esto a veces, en los hombros del ahorcado para pre
la nota es incongruente con el pasaje de Queve- cipitar la muerte; por eso en otro pasaje del
do. Dice nuestro satírico que el Desengaño, mismo Sueño (pág. 156) vemos que se llama
personificado en un «viejo venerable», hablaba al verdugo «jinete de gaznates».
con un mozo y que, «Desmintiendo sus senti No es cosa de seguir aquilatando a este te
mientos, riéndose, dijo:...». Desmentir vale aquí, nor, página por página, la oportunidad y exac
con significación propia y clarísima, que a nadie titud del comentarista: haría falta para ello un
cogerá de nuevas, «disimular», «disfrazar», y espacio de que no disponemos; pero, ya que
nada más. ¡Bonito sentido haría la frase si hu hemos sacado varias muestras de apostillas in
biésemos de entender que el Desengaño des tempestivas, será bien que pongamos algún
pistaba sus sentimientos! El despistado, en todo ejemplo de aclaraciones que hubieran estado
caso, sería el mozo con quien hablaba. muy en su punto y se quedaron en el tintero.
Si pasamos más adelante (pág. 83) halla En La Hora de todos (pág. 204) tse lee:
remos otra aclaración tan innecesaria como las «Quien llamó hermanas las letras y las armas
precedentes e igualmente equivocada. Cuenta poco sabía de sus avalorios, pues no hay más
Quevedo que a un galeno que iba en busca de diferentes linajes que hacer y decir». Si estos
calenturas «le cogió la Hora, y se halló de ver avalorios no son, como sospecho, obra del se
dugo perneando sobre un enfermo...» El señor ñor Cejador, y se hallan, efectivamente, en el
Cejador ha creído conveniente advertirnos que manuscrito reproducido, hubiera sido conve
«Pernear suele decirse del ahorcado, menear niente advertir que no se trata para nada de
las piernas...» Pernear, Sr. Cejador, se ha di las cuentecitas de vidrio o de azabache («aba
cho siempre de todo el que, teniendo piernas lorios»), sino de una evidente errata por «abo-
a su disposición, las mueve violentamente; en lorios», es decir, «abolengos».
I 6 I II
1 6o Critica efímera.
JlF-LIO C A S A R E S CRÍTICA EFÍMERA
Más importante es Ia omisión del significado se volvía a ver. Suprimido más tarde el com
de la voz velicomen (pág. 278), ausente tam ponente Becher y olvidada la distinción entre
bién del Diccionario oficial, y cuyo sentido fué Willkommen y Wiederkommen, ambas palabras
hasta hace poco impenetrable, aun para los mis se hicieron sinónimas: la primera pasó al caste
mos eruditos. El primero que tropezó con la pa llano en forma de velicomen y la segunda dió
labra fué el Sr. Bonilla y San Martín en su pri origen al vidrecome francés, que significa lo
mera edición de E l Diablo cojuelo. Dice el texto mismo.
de Vélez de Guevara: «Aquellos que van sobre Nada de esto debió ignorar el Sr. Cejador,
cubas con ruedas, y velicómenes en las manos, tanto más cuanto que la discusión acerca del
dando carcajadas de risa, son sus gentiles hom velicomen no se mantuvo exclusivamente en las
bres de la copa, que han sido taberneros de Revistas especiales. Del asunto trató extensa
Corte primero». El Sr. Bonilla confesó honra mente en L a Ilustración Española y America
damente que no sabía el valor exacto del voca na el ingenioso y erudito escritor Felipe Pérez
blo y se lanzó a conjeturar, con esbasa fortuna, y González.
por cierto, por los campos de la cirugía y de la
marina. Mientras tanto se había publicado en
la Revista Romania un estudio del Sr. Menén-
dez Pidal sobre «Etimologías españolas», y en
él se aclaraba el misterio. Los velicómenes de
Vélez de Guevara y el velicomen de ambrosía
de que habla Ouevedo, corresponden a la voz
alemana Willkommen, «bienvenida», que, en
unión de la palabra Becher, vaso, significaba
«vaso de bienvenida», vaso grande con que se
brinda a la salud de un huésped y se le ofrece
de beber. Wiederkomm-becher (de wiederkom-
men, volver, regresar) era igualmente un vaso
para celebrar la presencia de la persona a quien
1 6 2 i 6 3
E L COMENTARIO... PLAGIADO
H
A B L A B A en mi anterior artículo de la
edición de los Sueños, de Quevedo, que
viene publicando el Sr. Cejador; y lo hacía
—justo es confesarlo— apartándome un poco de
la respetuosa mesura con que, en otras ocasio
nes, he rectificado los deslices de tan negligente
comentarista. No eran veniales ni escasas, como
ya vieron los lectores, las faltas apuntadas en
el citado artículo; pero, aunque hubiesen sido
más abundantes y de mayor gravedad, no por
eso habría subido de tono mi censura. Lo que
hay es que el Sr. Cejador no se ha contentado
esta vez con equivocarse buenamente, como
hacemos los demás, sino que, sobre rebasar
el máximum de negligencia disculpable, ha
echado mano, con descaro y reiteración, de
cierto arbitrio que, aun sancionado prácti
camente por ilustres ingenios de todas las épo-
i 6 5
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
cas, desde Virgilio a Valle Inclán, no me acaba «En todas las impresiones españolas que he
de parecer enteramente lícito. Quiero decir manejado — escribe el comentarista— falta
que el docto catedrático de la Central, enamo este capítulo de E l Criado favorecido y el amo».
rado de los «siglos dichosos aquellos a quienes ¿Habría yo leído, sin saberlo, alguna edición
los antiguos pusieron nombre de dorados», ha rarísima, desconocida del Sr. Cejador, o se me
querido resucitar en nuestros días «aquella habría representado en sueños, punto por pun
venturosa edad», no por otra cosa «sino por to, la turbulenta escena que describe el gran
que los que en ella vivían ignoraban estas dos satírico? Porque el capitulo me era peifecta-
palabras de tuyo y mió». mente conocido y yo no había tenido nunca
Tuve la primera sospecha cuando, al llegar a mano sino «impresiones españolas» de las
al capítulo décimo de La Hora de todos, hallé obras de Quevedo.
una nota acerca de la voz carcavueso, con la Todo esto sucedía en un pueblecito de la
siguiente censura: «El Diccionario de la A ca Sierra, durante el veraneo, lejos de toda biblio
demia no se acuerda de esta palabra, como ni teca y de mis propios libros, y así no pude sa
de otras muchas». Estaba yo seguro de haber lir de dudas en el acto, como hubiera sido mi
visto en el léxico oficial, aun antes de la última deseo. Seguí, pues, leyendo, a pesar de que a
edición, el tal vocablo, y hasta creía haberlo cada paso me sentía más desorientado por las
incluido en mi Diccionario Francés-Español, terminantes afirmaciones del Sr. Cejador: «Este
pero, ¿sería posible que el Sr. Cejador hablase párrafo no ha sido nunca impreso en España»:
al buen tuntún en cosa de tan fácil comproba «todas las ediciones hasta hoy han reproduci
ción? No; un escritor serio, que es, además, do este desatino»; «en ninguna edición españo
filólogo profesional, no afirma que un vocablo la se halla el párrafo anterior»... Estas y otras
está o no está en tal sitio sin haberlo mirado y advertencias por el estilo eran tan contrarias a
remirado antes. El equivocado, indudablemen lo que yo tenía por verdadero que, al fin, co
te, era yo. mencé a pensar que, o yo había perdido el
Proseguí mi lectura, pero aun no había tras seso, o el Sr. Cejador se burlaba de sus lec
puesto el brevísimo capítulo siguiente, cuando tores.
di con otra llamada que me llenó de confusión. No tengo que decir que una vez de regreso
i 6 6 i 67
J U L I O C A S A L E S C RÍT IC A EF i M E RA
biblioteca y pedir las obras de Quevedo en la Carcabueço dicen con b y Carcabueço dicen con b y
edición más corriente de todas, la más comple con ceáilla el manuscrito de con cedilla el manuscrito de
Frías y la edición de Zarago Frías y la edición de Zarago
ta, la que todo el mundo ha leído, la que na za. Escrita del propio modo za. Escrita del propio modo
die que trate de Quevedo puede lícitamente se ve en La culta latiniparla se ve en L a Culta latiniparla
y en otros manuscritos y li y en otros manuscritos y li
desconocer: la edición de Rivadeneira. Bien bros antiguos. El Diccionario
bros antiguos. El Diccionario
pronto pude respirar satisfecho. Lo que salía de la Academia no se acuer de la Academia no se acuer
da de esta palabra, como ni da de esta palabra, como ni
malparado de la prueba no era, por fortun a, de otras muchas. He acepta
de otras muchas. He acepta
mi pobre entendimiento, sino la seriedad del do la ortografía de Terre do la ortografía de Terre
ros porque, significando car- ros porque, significando car-
Sr. Cejador. (El ilustre descubridor de la len cavueso lo mismo que carca
cavucso lo mismo que carca
gua primitiva me perdonará el egoísmo; pero, vón (aumentativo de cárcava) vón , aumentativo de cárcava,
una zanja u hoyo grande una zanja u hoyo grande
entre verle a él perder algo del mucho crédito
para sepultar muchos muer para sepultar muchos muer
que tiene, y recobrar yo alguna confianza en tos juntos o arrojar sus hue tos juntos o arrojar sus hue
mis facultades mentales, la elección no podía sos, parece que no tiene lu sos, parece que no tiene lu
gar en esta voz la z, cuya gar en esta voz la 2, cuya
ser dudosa. Por eso digo «por^fortuna».) El letra, aunque entra en los au letra, aunque entra en los au
flamante escoliasta de Quevedo no había con mentativos, se combina de mentativos, se combina de
otra manera. otra manera.
sultado el Diccionario, no había manejado edi (Los Sueños, edición de La
(Biblioteca de Autores espa
ciones españolas ni extranjeras, ni manuscritos, ñoles, tomo xxin, pág. 388.) Lectura, tomo 11, pág. 97.)
edición Rivadeneira, tomo xxm, págs. 139 y mir las obras de Quevedo, pudo decir con ver
siguientes.) dad que, hasta él, tal manuscrito era descono
He supuesto que el Sr. Cejador mandó co cido, o tal párrafo estaba inédito, o tal dispara
p ia r los comentarios que se apropia, porque, te venía corriendo como válido, con lo cual
si él mismo hubiese hecho los traslados, segu tachaba de ignorantes o descuidados a cuantos
ramente no habría reproducido con tan servil editores le precedieron, es evidente que el se
fidelidad las palabras de su inocente víctima. ñor Cejador, al repetir textualmente las pala
Ese cuya de la cita anterior («la z, cuya le bras de Fernández-Guerra, no sólo le despoja
tra...»), que se le escabulló a Fernandez-Gue- hasta de la respiración (puntos y comas), sino
rra, no hubiera podido pasar por la pluma de que le hace figurar entre los necios que enten
nuestro moderno gramático. También habría dieron almorzar por almohazar, mujer por ma
suprimido el Sr. Cejador la censura a los «in guer, cuerno por cuerno, anexión por abejón, et
mortales», tan en su punto hace setenta y tan cétera, etc.
tos años como ridicula hoy que el carcavuezo Ahora, dos palabras a la casa editorial de
está harto de gozar los honores del léxico aca «La Lectura». Para desagraviar la memoria
démico; y hasta creo que, en vez de copiar de Fernández-Guerra, y para remediar, en lo
«He aceptado», habría puesto alguna fórmula posible, el daño que las ligerezas del Sr. Ceja
impersonal para no suplantar tan abiertamente dor hayan podido inferir a la merecida reputa
al legítimo autor del comentario. ción de los «Clásicos castellanos», entre cuyos
Esas ligeras precauciones, útiles para despis comentadores hay nombres tan respetables
tar (¡aquí sí que está en su lugar el «bonito como los de Menéndez-Pidal, Rodríguez Marín,
verbo moderno bien formado»!), hubieran ser Said Armesto, Narciso Alonso Cortés, García
vido al propio tiempo para evitar que al saqueo de Diego, etc... ¿no sería conveniente, en las
se añadiese, involuntariamente, la calumnia. ediciones sucesivas de Pos Sueños, poner entre
Porque si el sabio, diligente y honradísimo «co comillas todo lo hurtado a Fernández-Guerra y
lector» (como él modestamente se nombraba), añadirle F .-G ., entre paréntesis, para indicar la
D. Aureliano Fernández-Guerra, después de verdadera procedencia?
emplear sus mejores años en estudiar e impri
17 o 1 7 ‘ .
«DESDE E L PUNTO DE V IST A »... AJENO
S
I alguien dudase de la eficacia que, para
remediar los extravíos del idioma, tiene la
censura razonada y discreta, bastaría aducir,
como ejemplo convincente, el de la locución
bajo el punto de vista. Ilustres escritores, como
Balmes, Donoso Cortés, Lafuente, Gayangos,
etcétera, empañaron sus páginas con tan feo
galicismo, y aun el propio Baralt, que, con
tanto fundamento y energía lo condenaba en
su Diccionario, lo sacó alguna vez enredado
en los puntos de la pluma (l). El anatema de la
Real Academia y las burlas de esos ingenios
beneméritos, que, como hoy Mariano de Cavia,
aprovechan la difusión del periódico para cas
tigar los vicios del lenguaje, lograron en pocos
años desterrar del uso la citada locución. Tam
bién tuvo efímera lozanía el modismo bajo ¡a
i 7 3
JULIO CASALES CRÍTICA EFÍMERA
base, y bastó, para desarraigarlo, que alguien mostración el erudito catedrático de la Univer
pusiese de manifiesto lo absurdo de la metáfo sidad Central, se ha inspirado en las palabras
ra, advirtiendo que bajo la base «nada hay ni del P. Juan Mir, a quien no cita; ha coincidido
puede haber» (i). con él al aducir autoridades de Fray Agustín de
Pero a veces los censores, llevados del lau Jesús María, Fray Diego Malo de Andueza,
dable afán de restaurar el pasado esplendor de Fray Diego Niseno y Fray Miguel de la Sierra,
nuestro idioma, extreman su celo hasta el punto y hasta se le ha ocurrido criticar el mismo p a
de dificultarnos la expresión de los conceptos saje de un texto académico criticado por el
a cuantos no disponemos de la inmensa riqueza P. J. Mir; pero, a fin de que no se diga que el
fraseológica atesorada por nuestros clásicos. Sr. Cejador está a las maduras y no a las duras,
«B ajo el punto de vista, se nos advierte, es ha cargado también con algunos de los errores
incorrecto; dígase desde.* Se alegan razones que halló a mano en el Prontuario de H ispanis
convincentes; se propone un remedio fácil: mo y Barbarism o del docto jesuíta (r).
todos obedecemos sin rechistar. Mas he aquí ¿De dónde saca, por ejemplo, el Sr. Cejador
que se quiere apurar el argumento, y se intenta que la locución puesta en entredicho es traduc
demostrarnos que tampoco es lícito emplear la ción de la francesa des le point de vue? ¿Existe
locución desde el punto de vista. ¿Será verdad? acaso tal locución francesa? Yo, al menos, no la
El Sr. Cejador, en su libro titulado Pasavo conozco. Ni está en los Diccionarios modernos
lantes (2), dedica veinticinco páginas a probar ni consta que se haya usado en ninguna época
que la tal frase «es más sosa que el agua de ce de la lengua; hasta se podría afirmar que no ha
rrajas», que es traducción de des le point de existido nunca, por cuanto el empleo de point
vue, «disparate de a folio que se tragan los fran de vue en sentido metafórico es de fecha recien
ceses», y que, por tanto, «debe desterrarse a te, cuando ya muchas de las antiguas aplica
Francia, de donde vino...» Para explanar su de-12 ciones de la preposición des habían caído en
desuso. Las preposiciones con que realmente
(1) A lc a lá G a lia n o : Revista de Europa, 15 d e J u lio
se forma la locución francesa son á, de, dans y
d e 184 6 .
(2) Pasavolantes, M a d rid , 1 9 1 2 , a r t íc u lo A propósito
del '¡■ Desde el punto de vista», p á g s . 2 7 1 a 2 9 3. (1) A r t íc u lo Desde elpunto de vista.
i 7 4 i 7 5
y UL I O CASARES
ORÍ T I C A E F Í M E R A
sous, unas más correctas que otras, pero todas
cordarle al escritor moderno los elegantes mo
atestiguadas con ejemplos en los Diccionarios
de Littré, Darmsteter y otros. dismos del siglo de oro, y otra prohibirle, fun
En cuanto a que los clásicos no conocieron dándose en que no las usaron los clásicos, fra
ses a que está habituado y que no pugnan ni
la frase desde el punto de vista, estoy conforme
con el genio de la lengua ni con la lógica más
con el P. J. Mir. Es más, la forma en el punto
exigente. ¿Quién duda de que en muchos casos
de vista, que, según Baralt, usaron nuestros bue
en que se echa mano del punto de vista, sería
nos escritores hasta principios del siglo xiv, no
mejor escribir a la luz, a l viso, a la inspección,
debe de ir, a mi juicio, más atrás del siglo xvm,
etcétera? Pero no siempre sucede esto. Coloca
pues todavía cuando se publicó el Museo Pictó
da una persona frente a una esfera, los rayos de
rico de Palomino ( 17 1 5) se decía el punto de la
luz, que la hacen visible, forman un cono cuyo
vista, como término de perspectiva, sin sentido
vértice se halla en el ojo del espectador. Si la
metafórico, y así recogió la frase el Diccionario
esfera representa un globo terráqueo, habrá un
de Autoridades.
punto, uno solo, desde el cual se verá, por ejem
Pero ya no se trata de si debe escribirse «.en
plo, que, mientras desaparece por la derecha la
el punto, desde el punto o bajo el punto», sino
isla de Ceilán, apunta por la izquierda el canal
de desterrar la locución entera. Y aquí es donde
de Panamá. Pues bien, siempre que se quiera
el purismo remilgado empieza a ser molesto: o
obtener esta misma visión, habrá que colocar
se expone uno a ser tachado de «galicursi», o
se, exactamente, en el mismo punto del espa
ha de prescindir por entero de una expresiva
cio, habrá que contemplar el globo (el asunto,
metáfora, que es hoy insustituible en casi todas
la cuestión, el problema, etc.) desde un punto de
las lenguas europeas (i). Porque una cosa es re-
vista determinado, independientemente de las
(1) Ita lia n o , punto de vista; p o r tu g u é s , ponto de
luces, visos, respectos, perjiles, etc.
vista; point o f view; a le m á n , Gesichispunkt; h o
in g lé s , A esto arguye Cejador que como «jamás vale
la n d é s , gezichtspuni; s u e c o y d a n é s , Synspunkt; h ú n g a punto, lugar o espacio en castellano, esa metá
ro , láipont (d e Idtni, v e r ); ru s o , i o c h k a s r i e ñ i a = pun fora del punto de vista, sea desde, bajo, en, a, tie
ió d e vista ); p o la c o , stanowisko widzenia (lit. = p u n to ne que chocar y darse de puñadas con el genio
d e v ista ); c h e c o , zorny bod (íd e m , id .), e tc .
de nuestra lengua y no puede significar más que
1 76
Critica efímera. 1 7 7 12
JU L IO CASARES CRITICA EFÍMERA
algún disparate. De hecho, puesto que punto puntos cardinales, tenemos algunas docenas de
vale momento, desde el punto de vista equivale acepciones que expresan lugar, situación, distan
a desde el momento de vista-». Es cierto que el cia y denflás conceptos «espaciales ». Cuando San -
punto castellano, en varias acepciones, expresa cho, al recibir el castigo debido a sus irreveren
un concepto de tiempo («a punto, las cinco en cias, después de la famosa aventura de los ba
punto, puntualmente», etc.); pero Cejador pa tanes, dijo que su amo había sabido «poner en
rece olvidar aquí lo que poco antes tenía bien su punto el lanzón», no aludía, como es sabido,
sabido: que «las nociones espaciales... forman al punctum temporis, ni a ninguna otra acepción
la base de todas nuestros conocimientos y del abstracta, sino a un lugar de su propio cuerpo,
lenguaje, el cual sólo los conceptos de espacio las espaldas, enteramente concreto, material y
son los que expresa propiamente, expresando pasible.
(¡bonito lenguaje!) todo lo demás por metáforas Resulta, pues, que en la frase impugnada no
del espacio». Así es, en verdad. se descubre ningún defecto que la haga repren
Punctum (de pungiré, punzar, pinchar), em sible. Y en cuanto a la infundada acusación
pezó por «expresar expresando» el pinchazo, de que sea un galicismo, no haremos ningún
la huella de la punción, o sea el punto material cargo al Sr. Cejador: no fué él quien levantó el
y extenso, del cual es abstracción el punto in falso testimonio. Al coincidir con el beneméri
extenso o matemático. Trasladadas, después, to P. Juan Mir y tomar para sí el «punto de
estas nociones espaciales al concepto de tiempo, vista» ajeno, se olvidó de separar el grano de
imaginado como una línea sin fin, vino a repre la paja, y en el pecado ha llevado la penitencia.
sentarse metafóricamente el «instante», como
un punto de dicha línea. Pero, dejando a un lado
estas metafísicas, hay que ponerse de espaldas al
idioma para sostener, como hace Cejador, que
«jamás significó ni lugar ni espacio el punto cas
tellano»; pues, desde los varios puntos que sir
ven de medida longitudinal (tipográfica, zapate
ril, etc.), hasta el punto de coches, pasando por los
' 78 i 7 9
«EN CIERNE»
E
L distinguido dómine D. Antonio de Val-
buena, que, con un poco de latín, un
mucho de acrimonia y algo de sal común, viene
amargando la vida a varias generaciones de
académicos, arremete ahora de soslayo, en E l
Imparcial, contra Un Chico del Instituto, porque
éste ha defendido la frase en cierne, usada por un
académico, y porque se ha apoyado para ello
en el Diccionario oficial. ¡Doble claudicación!
Ni yo soy cirineo de nadie ni me parece mal
que, con la debida cortesía, se formulen obser
vaciones y censuras encaminadas a mejorar el
inventario de nuestra lengua. No hace mucho
tuve ocasión de rectificar un artículo del Dic
cionario, y hallé hospitalidad para hacerlo en
el propio Boletín de la Academia (i). Pero de
■ 8 3
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
esto a tomar a chacota las definiciones del co. Lea el Sr. Valbuena o vuelva a leer Los
léxico oficial, ya sea por desconocimiento de la nombres de Cristo, de fray Luis de León; Lo
lengua clásica o porque, en clase de autoridades, que ha de ser, de Lope, y E l Viaje del Parna
la abuela del censor o el sacristán de su pueblo so, de Cervantes, para no hablar de otros auto
usaban o no tal o cual acepción, hay una res» res menos conocidos. Si no da con los pasajes
petable distancia. o le molesta la tarea de buscarlos, yo le señala
Como no tengo espacio para señalar todos ré la edición y la página, y si no le bastan esas
los errores e incongruencias que contiene el autoridades, le indicaré algunas más (i).
citado artículo del Sr. Valbuena, recogeré tan
sólo lo esencial.
( i) C o m o e n lo s a r tíc u lo s s ig u ie n t e s h e m o s d e u t i
El censor asegura rotundamente que, en liz a r n o p o c a s d e e s a s a u to r id a d e s , s ó lo in d ic a r e m o s
sentido natural, nadie «dice ni escribe en cierne, a q u í a lg u n a s d e las r e s ta n te s : C e r v a n t e s : e n tr e m é s d e
ni tampoco en ciernes, sino en cierna»; añade E l Viejo Celoso y Viaje del Parnaso, c a p . i.— L o p e : Lo
luego que «en el sentido figurado tampoco, que ha de ser, acto i, e sc e n a x v i , y Castelvines y Mon
fuera de la Academia, dice nadie en cierne», y teses, a cto m , e s c e n a x v i . — F r a y A n to n io d e G u e v a r a :
Relox de Principes, M a d rid , 16 5 8 , p á g s . 127, 271 y 300.—
remata la suerte de este modo: «Si queriendo
D o c t o r L a g u n a : Dioscorides, e d ic ió n R ib e r a , ir, p á g i
decir que los trigos están en flor se dice que n a 89.— B a lta s a r P é r e z d e l C a s tillo : Teatro del Mundo,
están en cierne, se dirá un disparate». Es verdad lib r o 11.— Je r ó n im o d e A lc a lá : Donado hablador, B ib . d e
que la cita del padre La Parra que trae el Dic A u t . E s p .,p á g . 5 1 3 . — B e r n a r d o d e V a lb u e n a : Grandeza
cionario de Autoridades haría dudar a cual Mejicana, ca p . i.-— C a ld e ró n : E l Pastor Fido, a c to 11.—
T ir s o d e M o lin a: Santa Juana , p r im e r a p a rte , a c to 1,
quiera; pero el Sr. Valbuena no se para en pe
e s c e n a ix . — R u iz d e A la r c ó n : E l examen de Maridos,
lillos: donde di ce en cierne debe decir en cierna.
B ib . d e A u t. E s p ., p á g . 471 .—E l Estebanillo González:
Es una errata. B ib . d e A u t. E s p ., p á g . 361.
Como verán los lectores, no cabe hablar con N o to d a s e s ta s a u to r id a d e s m e e ra n c o n o c id a s e n e l
mayor énfasis de una cosa que se ignora. Los m o m e n to d e e s c r ib ir e l p r e s e n t e a r tíc u lo ; a lg u n a s d e
e lla s la s h a llé p o s te r io r m e n te y o tr a s la s h e to m a d o
pasajes de los autores clásicos que emplearon
d e l tra b a jo q u e , co n o c a s ió n d e la p o lé m ic a c o n V a l -
la frase en cierne (¡sin erratal) en sentido recto
b u e n a , p u b lic ó en e l Boletín de la Real Academia E s
o figurado, ocuparían una columna de periódi- pañola e l S e c r e t a r io d e e sta C o r p o r a c ió n , S r . C o ta re lo .
i S 4
18 5
J U L I O C A S A R E S
D
ESPU ÉS de publicado mi anterior ar
ignore estas menudencias; lo inexplicable es tículo a manera de escaramuza de van
que, con la palmeta en ristre, se atreva a ter
guardia, el propio Chico del Instituto y otros
ciar en un debate donde nadie lo llama.
ingenios de la mayor autoridad, han acudido
Lo castizo y correcto, señor dómine, es en
a robustecer con nuevas citas mi defensa de la
cierne. De aquí, por imitación de otros modos
frase adverbial en cierne; este extremo del ar
adverbiales que terminan en s (en sueños, en
tículo del Sr. Valbuena está ya, pues, definiti
mantillas, en volandas, etc.), ha nacido la forma
vamente resuelto. Pero, nuestro censor había
vulgar en ciernes, de uso general y relativamen
tocado, de pasada, otros puntos que, no obs
te reciente. ¡Ambas formas le parecen al señor
tante la ulterior intervención de los eruditos,
Valbuena «igualmente absurdas»! Todo sea
han quedado, a mi entender, sin solución satis
por Dios.
factoria. Vamos a tratar de buscarla; y a cuenta
Hace poco, a propósito del chantage, tuve
de que el lector me siga sin recelo, yo le pro
que poner algún reparo a la equivalencia cas
meto simplificar de tal manera el tecnicismo
tellana propuesta por Un Chico del Instituto;
gramatical que, hasta el más lego en la materia
hoy, que toda la razón está de su parte, me
podrá leerme sin esfuerzo.
complazco en reconocerlo así.
Repitiendo lo que ya había dicho hace mu-
1 8 6
i 8 7
JULIO CASASES CRITICA EFÍMERA
chos años, en su Fe de erratas, el Sr. Valbuena clásicos, y que de cierna, por el contrario, sólo
sólo admitía como frase correcta en cierna; y se conoce un ejemplo, no resistió a la tentación
tan aferrado estaba a su opinión, que al dar de de desvirtuarlo. «Venegas —decía el Sr. Cota-
ojos en la cita del P. La Parra, única autoridad re¡0— ) que, como es sabido, escribía en Tole
adversa de que tenía noticia, trató de quitársela do a fines del siglo xv y primeros años del xvi,
de en medio. «¿No es harto probable — escri no es autoridad de mucha fuerza, a causa de
bía— que la imprenta que puso a por e en sus tendencias al arcaísmo y a emplear mane
alientan (en vez de alienten), e hizo otros tres ras de decir poco comunes. Y la verdad es que
cambios de letras en la misma columna, pusie en este punto (en el uso de cierna) está com
ra e por a en cierne (en lugar de cierna)...?» La pletamente solo; a lo menos nosotros no le he
respuesta a tan socorrida suposición fue un di mos hallado compañero.»
luvio de textos que, con irrecusable unanimi No puedo yo decir lo mismo, pues he tenido
dad, acreditaban la forma en cierne. la fortuna de dar con cierto texto que hace
A favor del modo adverbial en cierna, el se buena pareja con el de Venegas. En una edición
ñor Valbuena no aportaba más autoridad que de la famosa Agricultura, de Herrera, publi
la suya propia, con referencia al habla popular cada en Pamplona el año de 1605, por Mathias
de León; y en cuanto al substantivo cierna, se Mares, tuvo éste a bien insertar, como apéndi
remitía al pasaje de la Agonía de la muerte, del ce, un «Sumario del libro intitulado Discursos
maestro Venegas, recogido en el Diccionario delpan y del vino del Niño Jesús, compuesto por
de Autoridades. Diego Gutiérrez de Salinas, vezino de la villa de
Un criterio diametralmente opuesto al de Brihuega del Rey no de Toledo». En este Su
Valbuena, aunque sin extremarlo como éste, y mario, al folio 2 1 X vuelto, se lee: «... y si a caso
dentro de la más exquisita discreción, fué el se passare el tiempo de labrarlas (las viñas), por
que adoptó el ilustre académico Sr. Cotarelo. estar en cierna, o brotando las yemas...». El
No negó la existencia de cierna, ni la posibili texto es terminante; y para que no me lo inva
dad de que esta voz se use hoy en alguna pro liden con sospechas de errata, diré que he co
vincia; pero, considerando de una parte que tejado el pasaje del Sumario con la edición
cierne está abonado por innumerables textos original de Gutiérrez de Salinas, impresa en
i 8 S i 8 9
J U L I O -C A S A R E S CRITICA EFÍMERA
Alcalá (año 1600, folio 92), y está conforme. en ñ o r, q u e co m ú n m en te llam an en cierne, y
Anotemos, pues, para satisfacción del señor p o r ta rd a r ta n to en flor pocas escapan de aguas,
Valbuena, que la frase que él defendía (en cier o de v ientos, an te s q u e salga della; digo de la
na) no está ya huérfana de antecedentes litera
ciernen
rios, y vamos a otra cosa. Otro punto resuelto. Se podrá discutir si la
¿A qué género pertenece cierne? En otros cierne ostenta, como yo creo, mejor derecho y
términos: ¿se ha de decir el cierne o la cierne? más rancio título que el cierne; pero es inne
Según Correas, el substantivo es masculino: gable que el vocablo se usó en la época clásica
«... quiere (la viña) ser cavada tras la poda antes como femenino.
que llore la podadura, y binada antes que saiga Este dato, al parecer insignificante, no lo he
el cierne y flor.» De igual parecer son los acadé
asentado a humo de pajas, sino porque sospe
micos actuales. En cambio, el Diccionario de cho que nos va a ser de gran utilidad. Pero
Autoridades hizo el vocablo femenino, y yo, en antes de pasar adelante, y como quien no
este punto, como en tantos otros, me estoy con quiere la cosa, vamos a formular para nuestro
los primeros académicos. En los Diccionarios uso una nueva ley gramatical, cuya comproba
de Terreros y Larramendi, que no hacen ex ción dejaremos a cargo de los profesionales.
presa declaración de género, se da a entender Hela aquí: «Los nombres de acción sacados de
también que la palabra «cierna o cierne» es fe verbo y terminados en e (como desarm-e, de
menina. Sobrino anota asimismo como feme desarm-ar; quit-e, de quit-ar, etc.) son siempre
nina la «cierne de la viña»; y en cuanto a tex masculinos.» O a la inversa: «No procede de
tos literarios citaremos el del P. Bernabé Cobo verbo ningún nombre que acabe en e y se use
en su Historia del Nuevo Mundo: «... son como en femenino.» Es decir, que, según esto, corte
agraz que sale de la cierne...», y un pasaje del podrá derivar (y, en efecto, deriva) de cortar,
ya mentado Herrera, cuya excepcional autori cuando sea masculino, como en un corte de cuen
dad en lo referente a agricultura no es necesa tas; pero si hablamos de la corte italiana o de
rio encarecer. Dice así: «Esta uva (la variedad las cortes actuales, ya podemos estar seguros
hebén) suele hardalear que es quedar rala en de que ambas cortes femeninas no tienen nada
los razimos, y esto viene porque tarda mucho que ver con el verbo cortar. Por tanto, y míen-
1 g o
J U L IO CASARES CRITICA EFIMERA
tras no nos chafen la flamante ley con excep se halla el mayor número de ambiguos de la
ciones indiscutibles, afirmaremos que el caste lengua castellana (arte, dote, fren te, hojaldre,
llano no toleró nunca el femenino en los nom lente, pítente, etc.).
bres en e (sacados de verbo), y que así como ¿Cuál podrá ser, entonces, la etimología de
sería inadmisible la vacilación entre el querer y cierne? Trataremos de buscarla; pero antes ne
la querer, un decir y una decir, etc., no se con cesitamos precisar la significación propia del
cibe que en ningún período de la lengua se vocablo.
haya dudado entre el toque (de diana) y la to
que (de rancho), el desenlace y la desenlace, el
desmigue y la desmigue, etc.
¿Se ve ya adónde vamos a parar? Pues nada
menos que a echar por tierra la tradicional eti
mología de cierne, expuesta por Covarrubias
en su Tesoro, patrocinada por la Academia y
sancionada por filólogos de tan universal re
nombre como Cuervo, en sus Apuntaciones
críticas a l lenguaje bogotano, y Meyer-Lübcke,
en su Diccionario etimológico, actualmente en
publicación. Porque siendo cierne un nombre
acabado en e, y habiendo figurado como feme
nino en los mejores tiempos del idioma, o
miente nuestra ley o el tal nombre no puede
haber salido de cerner., como hasta hoy se ha
venido sosteniendo. En cambio, si le supone
mos cualquier otro origen, no habrá dificultad
en que cierne sea femenino ni en que se haya
usado indistintamente en ambos géneros, pues
precisamente entre los nombres acabados en e
i 9 2 Critica efímera. i 9 3 13
¿OUÉ SIGNIFICA «CIERNE»?
D
EMOSTRADA ya, en un artículo ante
rior, la perfecta correspondencia de la
cierna, la cierne y el cierne, como variantes de
una misma palabra, trataremos ahora de inqui
rir su verdadera significación, según habíamos
anunciado.
Sé que van a llamarme reaccionario. Lo sé;
pero no tengo yo la culpa, si, cogido entre dos
opiniones encontradas, la de los académicos
del siglo xvm y la de los modernos, he de adhe
rirme, por centésima vez, al dictamen de los
antiguos. Empieza la Academia del siglo xx
por diferenciar, sin ningún fundamento, a mi
juicio, la cierna de la cierne, definiendo aquélla
como «la antera de la flor del trigo» y de otras
plantas, y ésta como la acción de «estar fecun
dándose la flor». Según esto, la frase «estar en
cierne*, aplicada a las plantas, significaría «es
tar en fecundación», y dicha de personas sería
' 9 5
•V
de todo punto inadmisible, aun en sentido me contiene el polen? Véase por qué considero
tafórico. Y si la forma empleada fuese «estar más cercanos de la verdad a los autores de la
en ciernan, entonces habría que entender «es segunda edición del Diccionario (1780), que
tar en antera», cosa también absurda. Natural estamparon en él la siguiente definición: « C i e r
mente, el mismo Diccionario que nos da estas n a . Especie de flor que echan el trigo y otras
definiciones se olvida, al explicar el modo ad semillas al empezar a formarse el grano, y las
verbial «en cierne», de los distingos anteriores, y vides al tiempo de formarse los racimos». Re
anota como equivalencia: «en flor», frase que, trocediendo, pues, cerca de siglo y medio, la
con estricta propiedad y sin menoscabo de la significación de la palabra discutida se amplía
decencia, puede aplicarse a cosas y a personas. desde una parte del estambre a toda la flor.
Esto de traducir por «flor» la cierne (o la Ahora bien; ¿por qué se dice que la cebada
cierna) tiene ya más visos de acierto, puesto está en cierne y no se ha dicho nunca que está
que se trata, no de un tecnicismo científico en cierne un rosal lleno de flores? ¿Qué carac
(como la voz «antera», traída expresamente teres habrá de tener la flor para que propia
del griego), sino de un vocablo popular, lo mente pueda recibir el nombre de cierne? Lo
cual impide suponer que el vulgo lo reservase primero que echaremos de ver, si atendemos
para designar, con exactitud botánica, a prin principalmente al sentido metafórico, es que
cipios del siglo xvi, una parte minúscula del cierne tiene la significación de algo iniciado y
órgano masculino de ciertas flores. A más de no cumplido, de algo que está en camino de
que, entendido con semejante restricción el ser, pero que todavía no es. El racimo de agraz
vocablo, la mayor parte de los pasajes en que está en cierne porque de él saldrán las uvas; y
lo usaron los autores clásicos quedarían sin en el mancebo que empieza a hacer versos po
sentido. Cuando, por ejemplo, el maestro Ve- demos ver la cierne de un poeta. Bretón de los
negas habla de que «el cuclillo se coma la Herreros llama a un enamorado «novio en cier
cierna», ¿había de referirse tan sólo a la termi ne» (i) y «cuñado en ciernen (2) al hermano de
nación del estambre? ¿Pensaría el P. Cobo, al
escribir «... son como agraz que sale de la cier (1) E l editor responsable, a cto 1, e s c e n a v m .
ne...-», que fas uvas se forman en el saquito que (2) Lo vivo y lo pintado, a cto 11. e sc e n a ti.
1 9 7
i 96
y U L I O CA S A R E S CRÍTICA EFÍMERA
una «novia presunta»; Torres Villarroel equi de Castilla. Henos aquí en un nuevo atollade
para a los «recién condenados» con «demonios ro, del que no podríamos salir sin retroceder
en cierne » (i), y D. Francisco Monteser (2) dice más allá del siglo xvm. Sigamos, pues, adelan ■
que «todavía está en cierne» cierta joven, com te, o, mejor dicho, hacia atrás, y preguntemos
parada con otra «mujer más hecha». En todos a quien pueda darnos razón.
estos casos está bien patente el concepto de Al traducir literalmente el versículo 15 del
una futura perfección aun no lograda; en el ro capítulo 11 de E l cantar de los cantares, escribe
sal florido, por el contrario, falta dicho concep Fray Luis de León: «Prendedme las raposas
to, pues, una vez abiertas las rosas, nada me pequeñas, destruidoras de viñas; que la nuestra
jor podemos esperar de la planta. viña está en cierne.» Este texto, por sí, no nos
¿Bastará, entonces, que la flor sea promesa de da luz alguna; pero luego, en el «comento» sub
fruto útil para que merezca el nombre de cier siguiente, el místico sublime nos explica las úl
ne? Si hemos de atenernos al uso constante, no timas palabras copiadas, diciendo: «... que nues
basta. Frutales son, por ejemplo, el granado, el tra viña está en flor y con pequeñas uvas.» Es
almendro y el naranjo, y por cierto que no se decir, que en la viña en cierne existe algo que
sabe si admirar más la hermosura y delicadeza no es la flor, a saber: las uvitas nacientes. Esta
de sus flores o lo regalado del fruto, y, con interpretación se halla confirmada en otro pa
todo, de ninguno de ellos se ha dicho que está saje de la misma obra: «... las uvas pequeñas
en cierne cuando florece. En cambio, el trigo, dan olor, esto es, están, como decimos en es
la cebada y otras plantas, cuya flor insignifi pañol, en cierne.» Son, pues, las uvas pequeñas
cante y fugaz suele pasar inadvertida, tienen las que caracterizan el estado de cierne, lo cual
perfecto derecho a estar en cierne o, en cierna, corrobora también Covarrubias en su Tesoro,
con arreglo al lenguaje escrito de la época clá cuando dice: «Cerner las vides es empezar a
sica y al hablado actualmente en los campos12 mostrar el fruto en flor.»
Habíamos pasado de la «antera» a la flor ín
tegra, y ahora aparece junto a ésta un elemen
(1) Sueños morales, ed. 1794, pág. 224.
(2) La Tíá, entremés; Bib. de Aut. Esp., tomo xvi,
to nuevo, el fruto, que unas veces hace el prin
pág. 369. cipal papel, y otras, el secundario. En este pun
1 9 8 i 9 9
JULIO C A S A R ES CRi T I C A E F Í M E R A
to, y limitándonos por ahora a las viñas, dire Luego la cierne de la viña debe de ser un es
mos que la confusión es general y perfectamente tado del fruto inmediatamente anterior al de
explicable. A los ojos del vulgo lo que caracte agraz, con el cual puede equipararse, hasta el
riza una flor es la corola, y ésta se cae en las punto de que el modo adverbial «en agraz» re
vides, como es sabido, inmediatamente después produce exactamente todos los significados de
de abrirse la flor. Es verdad que aun subsisten, «en cierne», en sentido recto o figurado.
durante algunos días, los estambres, pero ya Por lo que hace a la cierne (o cierna) del
entonces lo que se muestra más visible es el trigo, de la cebada y del centeno, ha de enten
ovario, o sea la futura uva, que queda al des derse que se refiere también al «grano en for
cubierto. Cuándo acaba la flor y cuándo em mación», y no a las anteras que salen de la glu-
pieza el fruto, no es fácil decidirlo; por eso, al milla.
cotejar los textos antiguos acopiados, se ad Y aquí hacemos alto, por hoy, a reserva de
vierte que unos autores se refieren más bien a confirmar nuestras conjeturas con lo que nos
la flor, y otros, a la uvita naciente. ¿Dónde enseñe la etimología del vocablo. Mientras tan
está la verdad? to, creo de justicia dedicar un recuerdo a los es
En busca de ella acudiremos, como tantas tudiosos y concienzudos autores del primer Dic
veces, a la reconocida competencia del maestro cionario de la Academia, que sigue siendo el
Correas (siglo x v i i ), el cual, comentando un re mejor timbre de gloria de esta Real Corpora
frán de su inapreciable Vocabulario, nos expli ción. Es verdad que en las ediciones posteriores
ca que la viña quiere ser «binada antes que se han ido mejorando las etimologías y los ar
salga el cierne y la flor». Aquí no cabe ambi tículos que resultaban rezagados con relación al
güedad: el cierne no es la flor. Igual consecuen progreso de las ciencias; pero, en cuanto al co
cia parece deducirse del siguiente pasaje de La nocimiento del idioma, en general, y de la len
Ulixea de Homero, traducida por Gonzalo Pé gua antigua, especialmente, el léxico oficial, di
rez (1550): cho sea con el debido respeto, antes atrasa que
adelanta.
« ... sé le cae
Si, por vía de ejemplo, buscásemos, en el
la flo r y está aún en cierne y n o m u y le jo s
comienza a madurar el dulce fruto.» monumental y nunca bastante elogiado Diccio-
2 0 0 2 OI
JULIO CASARES
lante aclararemos el error que ha servido de castellano de América, y se usa para designar la
base para estas explicaciones. «solidez y resistencia de las maderas». En ga
En artículos anteriores hemos probado ya que llego, el vocablo correspondiente es cerna, y,
tales etimologías son inadmisibles, por cuanto ni según Valladares, «llamábase así la parte verda
la cierne tiene nada que ver con la operación de deramente leñosa en el tronco y ramas de los
cribar, ni es posible, según cierta regla ae deri árboles». Terreros en su Diccionario anota cier
vación oportunamente formulada, que un nom no, que, «en los árboles o madera, es lo mismo
bre, usado como femenino y terminado en e, que meollo».
proceda de verbo. A esto se puede añadir que, ¿Y qué hemos adelantado —se dirá el lec
en castellano, los verbos de la segunda conjuga tor— con agrupar todos estos datos? ¿Qué tiene
ción, como «cerner», no dan nombres en e, mas que ver el cerne, «corazón de árbol», con la
culinos ni femeninos. Sólo conozco el «debe», cierne del trigo? Un poco de paciencia, que aun
usado exclusivamente en los libros de comercio faltan varias lenguas neolatinas, y de las princi
y ajeno, por tanto, a la lengua hablada. pales. En Italia, después de investigar por dis
¿Cuál es, entonces, el origen de nuestro voca tintos caminos, hallamos que no hay nada apro
blo? Veamos qué contestan las lenguas herma vechable para nuestro propósito; en Rumania
nas del castellano. De primera intención, nada: nos espera la misma decepción. ¿Y en Francia?
en ninguna de ellas existe cierne; pero como sa Aquí, a primera vista, también resultan vanas
bemos que, en ciertos casos, nuestro diptongo nuestras pesquisas; pero, afinando un poco más,
ie debe estar representado por e en dichas len descubrimos el substantivo cernean, cuyo su
guas, buscamos cerne, y empezamos a ver algu fijo diminutivo -eau nos permite restablecer el
na luz. En portugués hay un cerne, que significa primitivo cerne, del cual deriva (como tornean,
«corazón del árbol», es decir, «a parte interior de tonne; pigeonneau, de pigeon\ chevreau, de
do lenho»; así consta en la Ethiopia Oriental, ch'evre, etc.). Este nombre de cernean se aplica
de Fr. Joao dos Santos (1609): «...tronco, tao especialmente a las nueces y a ciertos frutos
gastado do tempo que nao ficou mas que o cer oleosos aún no maduros, es decir, «en agraz».
ne de dentro». Este mismo cerne, ligeramente La coincidencia es tan interesante que nos con
alterado en cuanto al sentido, se conserva en el suela de los fracasos anteriores. A la aceituna
206 2 0 7
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
germanas, y de las celtas, ofrece graves dificul ción, hayamos suprimido algunas etapas, no
tades de orden fonético; de las lenguas eslavas por eso quedan sin razonar nuestras conclusio
hemos de prescindir por razones históricas, nes. Habíamos deducido del examen de los tex
pues su influencia quedó localizada en el latín tos clásicos que cierne significaba «grano» (en
de Oriente; en cambio, la derivación del alto las cereales) o «núcleo inicial de un fruto» (en
alemán reúne todas las circunstancias favora la vid, el olivo, etc.); hoy llegamos al mismo
bles. Históricamente la entrada de elementos resultado por el camino etimológico. También
germánicos en el territorio romance occiden habíamos sostenido que la cierne no podía de
tal, tanto en el período germano común como rivar de un verbo; ahora nos permitimos afir
después de la división en dialectos, está sufi mar que el cerner de las vides y los trigos no
cientemente probada. Fonéticamente, la mu tiene nada que ver con el cerner (cribar) ni con
danza de ke o che en ce (para pasar de kerne a el cernerse (flotar en el aire). Así como de «gra
cerne o cierne') es perfectamente regular, según no» se formó «granar», se ha formado de cier
se ve, para no citar más que un ejemplo, en el ne un verbo cerner, que la Academia no cono
latín cerous (pronunciado «kervus»), que ha ce, y que significa exactamente lo mismo; de
dado en rumano cerb, en italiano cervo., en manera que cuando nos digan que una viña
francés cerf, en portugués cervo y en castella cierne o que los panes ciernen, entenderemos
no ciervo. Y semánticamente, o sea en cuanto lisa y llanamente que granan, es decir, que
al sentido, ¿qué mejor prueba de paternidad empiezan a cuajar el fruto, sin acordarnos nun
que la de ver reunidas en el vocablo Kern to ca más de aquellas absurdas y retorcidas expli
das las acepciones que hoy ostentan sus hijos? caciones de que «parece con lo blanco haber
En efecto, dicho vocablo se emplea para hablar cernido... harina», o de que por «caer y cerner
del grano de los trigos, del meollo de los árbo se el polen... se dice que ciernem.
les, del núcleo o parte interior más dura de al
gunos cuerpos, de las nueces no maduras, et
cétera, etc.
Hemos llegado al final de nuestra jornada, y
aunque, para no rebasar el tono de vulgariza
2 1 2 2 i 3
HUÉSPED
C
ON el título de N i limpia ni fija , que pa
rece respuesta al lema «Limpia y fija»
de E l Chico del Instituto, ha inaugurado E l L i
beral una sección «que servirá para regocijar e
instruir a sus lectores» mediante artículos de
lexicología y gramática, encomendados a don
Antonio de Valbuena. No hay para qué decir
cuánto nos satisface, a los que cultivamos por
afición tales disciplinas, ver que en plena ca
restía del papel y con la consiguiente falta de
espacio, hay grandes diarios que no escatiman
«us columnas para estas menudencias. Felicite
mos, pues, al colega por su iniciativa y pase
mos a examinar el contenido del artículo inau
gural del Sr. Valbuena, a quien suponíamos
definitivamente jubilado desde el revolcón me
morable que le acarreó su arremetida contra
Cavia, a propósito de la locución en cierne.
2 i 5
JULIO CASARES CRITICA EFÍMERA
Confieso que me causa tristeza contender palabra dos significados contrarios, del todo in
con el celebrado autor de los Ripios, que vuel compatibles?» Claro que cabe, señor crítico filo
ve ahora al palenque sin el ingenio y gallardía lógico: la de suponer que son los diccionarios
de la juventud y con los mismos arreos, rudi los que dan y quitan significados. Fuera de que
mentarios y maltrechos, que lució hace veinte la oposición o incongruencia de acepciones de
o treinta años. Pero, como no es sólo E l Libe un mismo vocablo sólo puede sorprender a
ra l quien tiene al Sr. Valbuena por «el más quien jamás haya estudiado el mecanismo y la
docto de nuestros críticos filológicos», no es vida del lenguaje. En todos los idiomas pueden
lícito dejar que corran sin reparo sus dictáme citarse muchos casos de voces que, en su evo
nes, so pena de convertirse, por mal entendido lución semántica, han pasado por acepciones
respeto, en encubridor de delitos contra el diametralmente opuestas. Sirva de ejemplo, en
lenguaje y contra la verdadera doctrina filo castellano, la palabra «prestigio», que hoy em
lógica. pleamos en el sentido de «ascendiente, autori
Ensalada de huéspedes titula su primer ar dad moral», y en otro tiempo equivalía a «en
tículo el Sr. Valbuena, y en él saca a la pública gaño, artificio para embaucar». Respecto de
vergüenza una larga serie de diccionarios, in estas voces, lo que se puede censurar, y yo lo
cluyendo, naturalmente, el de la Academia,, he hecho en alguna ocasión (i), es el empleo
para repartir sendos palmetazos a los «majade simultáneo de significados contrapuestos, a no
ros» autores, por el hecho de haber dado cabi ser que ese empleo sea un arbitrio para jugar
da a cierta acepción de huésped, que el Sr. Val- del vocablo, como ocurre en algún pasaje que
buena considera «irracional». veremos más adelante.
Es el caso que la palabra huésped, que hoy Pero, los pobrecitos «diccionaristas» ¿qué
se aplica casi exclusivamente al que «come o culpa tienen de estos y otros caprichos de las
está alojado en una casa que no es la suya», sig lenguasr Cuando un lexicógrafo comprueba la
nificó también, en otro tiempo: «Persona que existencia de acepciones encontradas de una
hospeda en su casa a uno». Y esto no puede
tolerarlo el Sr. Valbuena. «¿Cabe mayor insen (i) Véase en mi Crítica profana el capítulo n del
satez —pregunta— que la de dar a una misma estudio dedicado a Ricardo León.
2 I 6 2 i 7
J U L IO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
misma palabra, ¿qué ha de hacer sino anotar Empezando por el italiano, hallamos que la
las aun a trueque de que algún... Valbuena le palabra osle se aplica «non solo all’albergatore,
llame «majadero», «insensato» y otras lindezas anche all’albergato». Ambos sentidos se ofre
por el estilo? cen en los siguientes pasajes de una misma
El Sr. Valbuena arremete contra la coexis obra de Boccacio (el Decameron): «Volendo,
tencia en los diccionarios de significados con- per andarsene, Yoste pagare, non si trovo da-
^ trapuestos, que es, a su juicio, un «disparatón», najo». (Queriendo pagar al huésped —aloja
una «atrocidad», etc., etc., y deshace el entuer dor-—para irse, se halló sin dinero) (i). «lo
to asegurando que huésped no ha tenido jamás, me n’andava dirittamente nel letto degli osti
ni en latín, ni en castellano, la acepción de miei». (Me iba derechamente al lecho de mis
«persona que aloja a otra». Vamos a ver si, huéspedes —alojados) (2).
con la ayuda de Dios, podemos redimirle de En francés, según puede ver el Sr. Valbuena
su error. en cualquier diccionario, hote es el que da hos
En cuanto al latín, para no fastidiar a los pitalidad y el que la recibe. Compárese, al
lectores con citas ininteligibles para la mayoría, efecto, el significado de la palabra Jiote en los
remitiré al descomedido censor al diccionario siguientes versos de los Idylles de Andrés
de Freund (edición traducida por Theil), donde M. Chenier («Le Mendiant»):
hallará textos abundantes, no inventados por
«Mon hóte, maintenant que, sous tes nobles toits,
el lexicógrafo, sino sacados de los clásicos lati De l’importun besoin j ’ai calmé les abois...
nos. En este punto, si el Sr. Valbuena no quiere [Hóte = anfitrión.)
rendirse a la evidencia, habrá de demostrar o
Mon hóte, tu íranchis le seuil de ma famille
que las citas son falsas o que la traducción es A l’heure qui jadis a vu naitre ma filie.
infiel. A más de esto podemos examinar, por {Hote = convidado.)
vía de contraprueba, la hipótesis siguiente: —Si
La misma dualidad existe en portugués.
el hospes latino tenía la significación de «aloja
Hospede es tanto «o honren que da posada e
dor» y «alojado», deben quedar huellas de esta
contradicción en alguna de las lenguas neolati (1) Novela cuarta.
nas. ¿Es así? (2) Novela sexta.
2 i 8 2 1 9
agasalha a gente», como «aquelle que he hos
pedado».
¿Qué tal le va pareciendo el experimento al
señor Valbuena? Y a puede desde ahora multi
plicar por cuatro la lista de «diccionaristas ma
jaderos» (en latín, francés, italiano y portugués),
mientras allegamos las autoridades castellanas HUÉSPEDA
de Cervantes, Quevedo, Vélez de Guevara, Co-
varrubias, Correas y demás «insensatos».
ESTROPAJO»
P
OR fortuna para el Sr. Valbuena son
muy escasas las chicas de servir a quie
nes no estorba lo negro (me refiero a la tinta
de imprenta.) Si así no fuese, pudiera darse el
caso de que alguna fregona, blandiendo airada
el humilde instrumento de su oficio, y echando
espuma (espuma de jabón) por todos los es
V T. ó
partos, se encarase con su colega de fregadero
en esta o parecida forma:
—Mira tú que salir ahora un señor en los
papeles a explicarle a una cómo se llama esto,
después de los años que lleva una desportillan
do platos... [Vamos, le daba así!...
Realmente, la ocurrencia del Sr. Valbuena
no puede ser más peregrina. Asegura, y no
seré yo quien lo niegue, que en la «tierra clá
sica del bien hablar» (Léase Pedrosa del Rey,
pueblo de la provincia de León, cuna del «más
2 2 8
2 2 9
M N M a M I H M i lili lili 1
docto crítico filológico» del siglo xx), se dice vento académico, y que debe decirse «estropa
estrapajo y no estropajo. Hasta aquí vamos jo , y no estropajo, como quiere la Academia,
bien. La cosa no tiene nada de inverosímil, y pues ni el estro, ni el tropo, ni la tropa, tienen
aun merece anotarse como dialectismo curioso nada que ver con la palabra.» Es decir, que,
o, cuando menos, como caso de patología lin desde los escritores del siglo de oro (Cervan
güística. Yo he comprobado que todos los tes, Fray Luis de Granada, Quevedo, etc.) has
miembros de una numerosísima familia, que ta las fregonas del siglo xx, todos cuantos em
casi constituye una tribu en Tetuán de las Vic plearon o emplean la palabra estropajo, se han
torias, llaman «formón» a lo que el resto de los hecho reos de solecismo por hablar «como
mortales denomina «flemón». He anotado el quiere la Academia».
hecho, lo he comparado con otros similares, No sé si el Sr. Valbuena habrá oído nom
he sacado para mi uso algunas conjeturas, y brar cierto fenómeno lingüístico, que llaman los
nada más. Ni he tomado pie del hallazgo para filólogos — los de veras— «etimología popu
hacer un cargo gratuito a la Academia, cuando lar». Consiste dicho fenómeno en la deforma
tantos y tan fundados se le pueden hacer, ni ción que el vulgo impone a ciertas voces para
he deducido del caso consecuencias etimológi mejor acomodarlas al origen que, equivocada
cas, ni menos he pensado que los «tetuaníes» mente, les atribuye. Así, por ejemplo, el ve
del populoso arrabal madrileño puedan tener ruculum latino, antecesor de nuestro actual
razón frente a los millones de españoles que «cerrojo», dió, en castellano antiguo, berrojo.
desde hace siglos vienen ateniéndose a la for El pueblo, que ignoraba la verdadera etimolo
ma correcta. gía de la palabra y pensaba que el objeto debía
El Sr. Valbuena, por el contrario, ha sacado su nombre a la operación de «cerrar» a que
todo eso, con más algún chiste mohoso, de su estaba destinado, no tardó en hacer de berrojo
dilecto estrapajo lugareño. Con él, no sólo «cerrojo», mientras en francés subsistía la for
quiere echar por tierra la etimología probable ma etimológica verrón.
de la forma tradicional, sino que, franqueando Actualmente, tales deformaciones, aunque se
gallardamente las fronteras de lo ridículo, se produzcan, no suelen prosperar, porque la enor
arroja a sostener que la voz estropajo es un in- me difusión que alcanza la palabra escrita sirve
2 3 0 2 3 1
JULIO CASARES g r ít ic a e f ím e r a
de freno a los extravíos populares. Mas, con más probable cuanto que en muchos lugares
todo, no dejan de ocurrir a nuestra vista al<m- aun no se emplea el esparto para estos uten
nos casos de etimología popular, como el de silios, sino que se usa, como en tiempos de
los «rosales palmerones*, que he estudiado en Covarrubias (ió ll), un «paño vil y recio». El
otra ocasión (l),o como el de las «naranjas mon- esparto no aparece hasta el Diccionario de
dannas», de que voy a hablar ahora. Autoridades (1726 a 1736), y no como mate
La gente del pueblo, que conserva, al menos ria propia del estropajo, puesto que advierte
en Madrid, la locución «naranjas de la China» la Academia que «por extensión, también se
para expresar festivamente duda o desconfian llama así el mechón de esparto desecho». El
za, no sabe que, en efecto, del país de los estropajo, pues, era y es aún un trapo vil, un
«mandarines» procede cierta clase de naranjas trapajo, lo cual explica que, por un falso análi
cuyo cultivo se halla hoy extendido por toda sis (otro fenómeno que también estudian los
la Europa meridional. Pues bien, la variedad de filólogos), el vulgo de Pedrosa del Rey haya
citrus que lleva el nombre de «mandarina» deformado el estropajo para convertirlo en un
(quizá distinta de la mandarina verdadera) tie compuesto de es- (del intensivo ex, como
ne la cáscara casi completamente despegada de en «escalentar», «estropezar», etc.) y tra
la carne, por lo cual se «monda» con suma fa pajo.
cilidad; y como el vulgo ve en esta circunstan Ahora bien, ¿es lícito deducir de aquí, con
cia la principal característica de tal variedad de tra el dictamen de la antigüedad clásica y con
naranjas, ha empezado a llamarlas mondarinas tra el testimonio de la lengua hablada, que
(de «mondar»), a semejanza de «saltarina» (de estropajo es una forma bastarda inventada e
«saltar»), «bailarina» (de «bailar»), etc. impuesta autoritariamente por la Academia»?
Idéntico proceso mental deben de haber se ¿Supone el Sr. Valbuena que de su estrapajo,
guido los familiares y convecinos del Sr. Val- meramente local, del cual no hay el menor
buena, para trocar en estrapajo el estropajo, vestigio en la lengua antigua, han salido los
común en toda España. La hipótesis es tanto vocablos castellanos estropajo, estropajoso, estro
pajosamente, estropajeo y estropajear, amén del
(0 Véase mi Critica profana. portugués estropalho, y del italiano stroppaglio?
2 3 2
2 3 3
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
No; el Sr. Valbuena no supone eso... ni lo con es evidente que la derivación normal castellana
trario, sencillamente porque desconoce los da había de ser estopajo (pronunciado estopayo).
tos del problema que ha planteado sin saber ¿Existió esa forma intermedia? Y o lo he hallado
lo. Él se proponía tan sólo hacer unas cuantas en Eranciosini (1620) y en Arnaldo de la Porte
chirigotas a costa de muy respetables lexicó (1659). El Diccionario de Autoridades dice a
grafos, como Salvá, Raimundo Miguel, Manuel este propósito: «Díxose estropajo del nombre
Valbuena, el marqués de Morante y otros, para estopa, como si se dixera estopajo, por ser de
«regocijar e instruir* (¡ 1) a los lectores de E l ordinario estos trapos o paños de estopa fuerte,
Liberal; pero ha tenido la mala fortuna de que después de estar medio gastada.» Este estopajo
el ingenio se le muestre rebelde y de que las concuerda con el stoppacio italiano (bola o taco
burlas se vuelvan contra el burlador. de estopa), cosa que ya advirtió Covarrubias:
«¿Saben ustedes —pregunta nuestro dómi «Díxose assi quasi estopado, porque la tela de
ne— la oriundez que la Academia atribuye a estopa es áspera y a propósito para este minis
su estropajo}... Pues tiene gracia, porque dice terio» (para fregar). Y , por ultimo, el stroppa-
que viene de stuppa, como si fuese cosa llana g/io es «quello che comunemente si dice stop
el trueque de estúp en estro.* ¿Pero de dónde pacio» (i).
habrá salido este «crítico filológico» —pregun Puesto que el paso de stup- a esto- (stuppa,
to yo — para que le hagan gracia cosas tan sa «estopa») es innegable, sólo queda por aclarar
bidas?
la aparición de la r de «estropajo». ¿Es esto lo
Dice la Academia que «estropajo» procede, que le hace gracia al Sr. Valbuena? Si no te
no de stuppa (hay que citar honradamente, se miera abusar, en este artículo, de la filología
ñor Valbuena), sino de un derivado latino de barata, le explicaría al terrible censor de la Fe
dicha voz, y se refiere, sin duda, al hipotético de erratas, que hay una cosa que se llama
stuppaculu. Este es el único punto conjetural de «epéntesis» y unas letras que se llaman «pará
la etimología (i); pero admitido el stuppaculu, sitas»... Para el caso presente bástele saber que
del latín stella, sin r , salió el castellano «estre-
(i) Meyer-Lübcke, en su Diccionario Románico
Etimológico, propone como origen stroppus, correa. (1) Véase el Diccionario de Tommaseo.
23 4 2 3 S
JULIO CASARES
lia»; y de tonu, «trueno»; y de regestu, «regis
tro», etc., etc.
Va han visto mis lectores cómo no exagera
ba al afirmar que el trabajo con que el Sr. Val-
buena inauguró su sección de N i limpia nijija ,
no tenía desperdicio. Si quiso poner tienda
fíente a E l Chico del Instituto, que, siempre «YESCA»
cortes, comedido y modesto, «limpia y fija»
con agudeza y discreción, se ha lucido.
N i limpia ni jija ... ni pincha ni corta.
I un gran rotativo madrileño abriese maña
S na una sección de higiene y en ella toma
se la pluma un supuesto especialista, el «más
docto» de todos, para recomendar las friegas
con orines, el emplasto de moscas (para los or
zuelos), el excremento de paloma, la enjundia
de gallina y demás porquerías por el estilo, ¿no
tendrían motivo los lectores para considerarse
vejados? ¿Y no sería vituperable en los médicos
de veras y hasta en los estudiantes del prepa
ratorio que, por toda protesta, se limitasen a
sonreír para sus adentros?
Trasladado el caso a la Filología, y sin salir
de mi categoría de estudiante, contesto que no
es lícito, aunque sea cómodo, oponer el desdén
silencioso a la incompetencia atrevida, y que,
hasta donde mis fuerzas alcancen, todo el que
hable de lo que no sepa, tendrá que oírselo de-
2 3 6
JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
cir públicamente, quedando yo, naturalmente, tan disparatado como la etimología y la defini
a la recíproca y muy agradecido de antemano ción deyesca». La etimología reza: Y e s c a (del
a mis censores. Si cada cual hiciese lo mismo latín esca, comida, alimento, por serlo del fue
en su terreno, pronto se verían los frutos de go)». Y el Sr. Valbuena, luego de burlarse a
tan útil labor de policía. este propósito, no sólo de los «novísimos Cota-
Sirva este exordio para que no se tomen a relos, Mauras, Leones, Sereixes, Picones y Ce-
ensañamiento o rencor personal mis reiterados rralbos», sino también de los autores de ese
ataques al señor Valbuena, a quien no tengo el glorioso monumento que se llama Diccionario
gusto de conocer, y cuyos méritos, en otros de Autoridades, pregunta: «¿Quién lo ha dicho?
órdenes de la vida y de la literatura, soy el pri ¿Quién dice que la yesca es alimento del fuego?»
mero en celebrar. Como el latín, por lo menos el latín sacrista-
Es hoy el caso que, aprovechando el circuns nesco, no tiene misterios para nuestro dómine,
tancial eclipse de Cavia, nuestro avinagrado me limitaré a copiarle la respuesta que le dejó
preceptor se ha encaramado a la que fué, en escrita un tal San Isidoro, que vivió allá por el
E l Imparcial, ingeniosa, culta y discreta cáte siglo v i i : «Esca vulgo dicitur quod fomes sit
dra de purismo; ha reanudado en ella la sección ignis». Y en cuanto a que la voz «esca» tuviese
«Ni limpia ni fija», fracasada en E l Liberal, y ya en el bajo latín el significado actual de yes
ya le tenemos otra vez a sus anchas, desbarran ca, vea el siguiente texto que, con otros no
do doctoralmente. menos elocuentes, figura en el Glosario de Du-
En el último artículo sobre la yesca, el señor cange: «Offertur vero episcopo Petra et esca et
Valbuena se supera a sí mismo. Ya nos había excussorium».
enseñado a decir e s t r a p a j o en vez de estropajo; ¿Qué tal, Sr. Valbuena? ¿No siente usted un
hoy nos manda que pronunciemos y e z c a y no ligero rubor en las mejillas?
yesca. ¿Por que? Eso ya es mucho preguntar. Prosigue el magister. «Mas aparte de no ser
Porque sí, porque lo dijo Blas... verdad lo del alimento» (ya hemos visto que sí
Después añade que «con haber en el Diccio es verdad), «el que de la esca viniera la yesca
nario tantos disparates, absurdos y ridicule es contra las leyes de transformación de las pa
ces», no hay nada «tan ridículo, tan absurdo y labras». Confieso que me da vergüenza enseñar
238 2 3 9
CRÍTICA EFÍMERA
a estas alturas cosas tan elementales a todo un
latinos les regalaron también los Reyes Magos
señor «crítico filológico», que lleva casi medio
una y para que dieran yegua, yermo, yerto, etcé -
siglo repartiendo palmetazos; pero, ¿es posible,
tera, etc. También le podrían decir los tiernos
es decoroso siquiera hablar de «las leyes de
parvulitos de la escuela que la i misteriosa apa
transformación de las palabras», ignorando has
rece en la conjugación de muchos verbos (de
ta el abecé de la lingüística? ¿No ha oído hablar
«acertar», «aczerto»; de «helar», «hz'ela»), y
el Sr. Valbuena de las leyes de diptongación?
que cuando cae al comienzo de la palabra se
¿No sabe que entre las lenguas romances hay
suele convertir en «y» griega (como de «errar»,
unas que necesariamente digtongan la e latina
«j/erro»; de «erguir», «yergo»).
en ciertos casos, y otras que no conocen tal fe
Hasta aquí hemos contestado a la parte de
nómeno? No, el inventor del e s t r a p a j o no sabe
crítica negativa. Pero el Sr. Valbuena no se ha
nada de esto.
contentado con censurar: después de haber de
El vocablo latino esca había de dar, y dió
molido a la Academia, ahora va a reconstruir
efectivamente, en castellano iesca (luego yesca),
de nueva planta. La yesca, como él dice, es
por la misma razón que dió en rumano iasca,
«una excrecencia del haya, y en el haya tiene
mientras continuaba como esca para el italiano,
su filiación, su etimología: por ser una excre
gallego, catalán, asturiano, etc.; de igual ma
cencia del haya se la llamó hayezca o kayesca,
nera que el latín herba tenía que ser en caste
pues ambas formas indican procedencia o per
llano hierba (yerba) y en rumano iarba, al paso
tenencia pasiva ([ 1); siendo, como era, de géne
que la e se transmitía sin diptongar al francés,
ro femenino se la puso el artículo femenino
al provenzal, al italiano, al catalán, al asturiano,
«la», se dijo la hayezca; y cuando dejó de aspi
al portugués, etc.
rarse la hache, de la confusión del artículo con
«¿Quién o por qué —pregunta el Sr. Valbue
la «a» primera del nombre, resultó la elimina
na con dudosa sintaxis— había de haber rega
ción de ésta, como en tantísimos casos análo
lado a la esca esajz inicial...?» Ya queda satis
gos, y quedó la yezca.D
fecha su curiosidad. Si no le bastan los ejem
Si digo que en las líneas copiadas no hay
plos citados, abra cualquier Diccionario y verá
una que no tenga un desatino van a creer los
que a equa, eremus, erectus y otros vocablos
lectores que exagero. La yesca de que habla el
Critica efímera. 2 4 I 15
J U L I O CA SA R ES
N
para salir del paso. ¿Cuántos nombres se atre
vería a citarnos terminados en «ezca»? A más viene a dolerse amargamente en E l Im
de que si idealmente existiese ese sufijo y se parcial (i) de un artículo mío publicado hace
aplicase a las «excrecencias» de los árboles, justamente veintidós meses. Al cabo de tan
habríamos de tener, junto a la hayezca (yesca larga incubación, no es extraño que mis pala
de haya), la abedulezca, la roblezca y la enci- bras se hayan enconado en los oídos del señor
nezca. Valbuena, ni que éste, sin duda por error, me
Como se ve, todo el artículo es una verda atribuya afirmaciones radicalmente contrarias
dera fantasía «valbuenezca». a las que clara y repetidamente he expuesto. En
¿Quiere usted, Sr. Valbuena, escuchar un su airada ofuscación llega el pobre Valbuena
consejo leal? Jubílese. Aun perdura el recuerdo hasta falsear mis recientes «divertimientos» de
de los primeros Ripios y de las carcajadas con A B C , pretendiendo tirarme a la cabeza cier
que fueron acogidas las agudezas de la F e de tos textos, hallados no por él, sino por un
erratas. Conténtese con ese recuerdo; piense amigo, probatorios del uso de cierna. ¡Como si
que los tiempos han cambiado y medite la triste yo hubiese impugnado dicha voz! ¡Cuando pre
diferencia que hay entre hacer reir a costa cisamente esas citas modernas, allegadas por
ajena y servir de irrisión por cuenta propia.
(1) De 20 de Abril de 1918.
242 2 4 3
1
JULIO CASARES
Los musulmanes la tuvieron siempre por una (3) Mal Lara: Filosofía vulgar, Madrid, 1618, folio
249
PA RA ALUSIONES
ra sea en calidad de «omega» y como término que, en hipótesis, hace el Sr. Blanco-Fombona
inferior de comparación, es cosa que no le a la mano de doña Leonor.
sucede a uno todos los días; y en cuanto a la Lo que no acierto a comprender es cómo el
diferencia que el señor Rufino establece entre Sr. Blanco-Fombona, que llama «gliptodontes»
su personalidad literaria y la mía, no he de a los defensores de la pureza del lenguaje, se
ocultar que me satisface en extremo. Para mí ha atrevido a poner debajo de la gloriosa advo
es doble motivo de orgullo el título de escritor cación de Andrés Bello la biblioteca que dirige,
español, tanto por haber nacido en España sin pensar que el insigne gramático se volvería
como por escribir en castellano; en cambio, el a morir, de vergüenza esta vez, si viese en
Sr. Blanco-Fombona, que ha nacido en Vene libros que llevan su nombre por bandera gali
zuela y publica en Madrid libros en castellano, cismos tan sucios y ridículos como orduras,
más o menos puro, no quiere ser, según he ludia, solitud, etc., etc.
leído, escritor venezolano, y rechaza indignado «Juzgo importante —decía Bello— la conser
el calificativo de español. «Si, como supongo vación de la lengua de nuestros padres en su
— dice encarándose con el Sr. Cansinos—, esta posible pureza, como un medio providencial de
comunidad de los iguales en que se me admite comunicación y un vínculo de fraternidad entre
es la de los escritores españoles, se equivoca las varias naciones de origen español desparra
usted: ni nunca solicité esa admisión ni la nece madas sobre los dos continentes.» Y en opinión
sito, ni la acepto.» Y añade poco después: «Soy de Cuervo, el más eminente gramático moder
un escritor de América, y esto me basta.» Es no de lengua castellana, «nadie hace tanto por
como si Maeterlinck (que me perdone la compa el hermanamiento de las naciones hispano
ración) no quisiese figurar entre los escritores americanas como los fomentadores de aquellos
belgas y desdeñase el título de escritor francés estudios que tienden a conservar la pureza de
para llamarse «escritor de Europa». su idioma, destruyendo las barreras que las
Al fin y a la postre, bien puede cada autor diferencias dialécticas oponen al comercio de
ponerse el rótulo que más le convenga, y es de las ideas».
esperar que la comunidad de los escritores es La otra cariñosa alusión que me hace el «es
pañoles se consuele fácilmente de la renuncia critor de América» está en el prólogo de su
2 5 4 2 5 5
J U L I O CAS A R E S CRÍTICA EFÍMERA
novela, y reza así: «Se encontrarán en E l hom lo erróneo) de los contados escritores españo
bre de oro, en abundancia, americanismos (¡j'a les que en nuestro tiempo tienen méritos su
lo creo!), arcaísmos, galicismos y otros ismos ficientes para representar la lengua literaria e
que espeluznan a los más espeluznantes puris influir en su evolución, me parece tan útil e
tas.» Y por aquí es por donde podría colum interesante como estéril y fastidiosa es, sin
brarse la asociación de ideas que hizo pensar duda, la caza de gazapos inofensivos, por el
al Sr. Blanco-Fombona en mi modesto nombre. mero placer de cazarlos.
Es el caso, en efecto, que en un reciente Por lo que hace a los escritores americanos,
librejo mío (i), del cual se ha hablado ya más más afortunados en esto que los peninsulares,
de lo que merece, salen a la vergüenza pública ya tuvieron una verdadera legión de gramáti
unas cuantas docenas de barbarismos y otros cos meritísimos, merced a cuya eficaz actua
ismos, para escarmiénto de engreídos y ense ción, si hiciésemos un cómputo de los autores
ñanza de principiantes; y el Sr. Blanco-Fom que actualmente escriben en correcto caste
bona, creyendo, tal vez, que yo iba a perder el llano, tal vez estuviesen en mayoría los de
tiempo para poner en solfa sus deslices grama allende los mares.
ticales, acudió de antemano con la venda y Y ahora cuatro palabras acerca de la novela
extendió hasta mi insigniñcancia el magnífico que motiva indirectamente estas líneas:
desdén que venía reservando para la Academia El Sr. Blanco-Fombona, escritor de verda
Española y para la «crítica ratonil e insincera» dero mérito, rico de léxico y más castizo de lo
de D. Antonio de Valbuena. que él cree, traza en E l hombre de oro un aca
Yo no sé si el celebrado autor de los Ripios bado cuadro de la vida política y social de su
ultramarinos tendrá ocio y humor para divertir país. Sobresale el autor en la pintura de carac
a sus lectores a costa de E l hombre de oro', lo teres y en el análisis psicológico, y huye del
que sí puedo asegurar es que jamás me pasó «descripcionismo» convencional, que es una de
por las mientes emplearme en tan menguada las mayores plagas que padece la novela mo
tarea. El estudio del léxico (en lo acertado y en derna.
La circunstancia de ser algunos personajes,
(i) Critica profana, Madrid, 1916. según creo, fiel trasunto de personas vivas,
256 Critica efímera. 2 5 7
>7
JULIO CASARES
hace que a veces el autor se olvide de la novela
y se ensañe en los hijos de su fantasía, con
pasión y lenguaje propios del libelo. I al vez
por esta causa resulte algo borroso el tipo de
Andrés Rata. En cambio, las Agualonga y el
mismo Irurtia, concebidos con verdadera ecua
nimidad literaria, constituyen, a mi juicio, un
¿AMERICANISMOS?
verdadero acierto.
D
ECÍA yo en mi último artículo, a propó
sito del Sr. Rlanco-Fombona, que es su
prosa más castiza de lo que él cree, y hubiera
podido añadir, aplicando la tesis a buena parte
de los literatos americanos, que no es empresa
tan llana como se piensa la de burlar los fueros
del lenguaje. Un escritor que, aun a riesgo de
no ser entendido, se lanzase a imaginar nuevas
formas o derivaciones de voces castellanas, no
podría jactarse de que sus engendros no hu
biesen ya vivido en algún rinconcito de España
o en determinado período de la evolución del
idioma. ¡ Es tan difícil ser verdaderamente ori
ginal en cualquier lineal A veces, cuando más
creemos apartarnos de la tradición, vamos a
dar de ojos en los giros más castizos o en las
acepciones más rigurosamente etimológicas.
3 5 9
JULIO CASARES CRÍTICA EF Í MER A
Ahora bien, como el tesoro de la lengua está pues, de extraño que los naturales de un país
aún a medio inventariar, y como apenas está en que tal acepción es vulgar la tomen por
iniciado en España el estudio de los dialectos cosa peculiar suya y recaben el derecho de
regionales, no basta comprobar que una pala invención?
bra no figura en el léxico oficial vigente para Pero si recorremos hacia atrás las ediciones
tenerla al punto por mostrenca y adjudicársela del Diccionario académico, hallaremos, no más
en propiedad a la primera nación americana allá de la penúltima, un verbo enjorguinar, que
significa «tiznar con jorguín u hollín», si bien
que la reclame (i).
Pongamos un ejemplo, tomado de la última en el lugar correspondiente no figura la voz
novela del Sr. Blanco-Fombona: jorguín. ¡Ya estamos encarrilados. Del sentido
«El tiempo... obraría tal vez el milagro de recto «tiznar» sale con toda propiedad el me
que Caracas los olvidase, o, por lo menos, de tafórico «ennegrecer, mancillar la honra», que
que, habituándose, ya no enjorquinara la repu nos aclara completamente el texto antes ci
tado.
tación del marido...»
—¿Qué será eso de enjorquinar? —se pre Continuando la excursión retrospectiva, ve
gunta al pronto el lector español; y acude al mos que el enjorguinar aparece por primera
Diccionario de la Academia, donde sólo halla: vez en la cuarta edición del Diccionario. Hasta
«Enjorguinarse. Hacerse hechicera». Es indu entonces había sido enjorginar, y así se ve en
dable que esta acepción no sirve para salir de el Tesoro de la Lengua, de Covarrubias (16 11),
dudas. La etimología de en y jorguina, «hechi donde hallamos la siguiente curiosa explicación:
cera» en vascuence (propiamente sorguiña), «Tiznarse la cara con el hollín de la chimenea;
no da tampoco luz alguna. Del texto parece y este término tuvo origen de la opinión del
deducirse que el vocablo significa algo así como vulgo que, cuando se untan las hechiceras, y el
«perjudicar, ensuciar, mancillar». ¿Qué tiene, demonio las lleva por los aires, que salen por
el cañón de la chimenea, y assi se tiznan con el
hollín». Covarrubias añade en otro lugar (voz
(i) «El día que tengamos un diccionario de an
Bruxa) que tal acepción se emplea en «tierra
dalucismos, hallaremos maravillas los americanos».
Cuervo: Apuntaciones criticas... París, 1914; pág. 673. de Salamanca». La etimología propuesta aquí
260 2 6 i
t
y V L 1 O CASARES CRÍTICA EFÍMERA
por el gramático español ha sido patrocinada festivo, para significar que se «endosa» o «co
en nuestros días por el sabio filólogo alemán loca» algo molesto o poco apetecible: «Fulano
Federico Diez, y más recientemente por Baist nos ha endilgado un discurso de dos horas».
y otros. Con arreglo a este uso, parece ajena a nuestro
La primera edición del Diccionario de la lenguaje la frase siguiente, tomada también de
Academia alega la autoridad de Covarrubias en E l hombre de oro: «No costó a Don Camilo el
cuanto al significado del verbo enjorginarse; dar con la pulpería del curandero. Harto cono
pero ofrece distinta etimología. «Es voz usada cida era. El primero a quien hizo la pregunta lo
del vulgo en Castilla la Vieja —dice la Acade endilgó^ (es decir, lo encaminó).
mia—, y formada del nombre hollín, corrupta Consultado el Diccionario, vemos que calla
mente dicho jo rg im . Esta segunda hipótesis, la acepción moderna, única que nos es familiar,
que no está tampoco exenta de reparos, tiene y conserva, en cambio, la castiza, que se ha
en su apoyo la existencia de la forma holgln, perpetuado en América, tal como se ve usada
holgina, que el mismo Covarrubias trae como en el Centón epistolar: «E me endilgaré (me en
sinónimos de jorgín, Jorgina (en la voz «Hol caminaré) con el Adelantado, como vos, señor,
gado »). La Academia, por razones que no se lo ordenáis». Yo creo que debían figurar am
me alcanzan, suprimió de su último Diccionario bas acepciones en el Diccionario, y hasta sos
el casticísimo enjorguinar, de que venimos ha pecho que el actual significado de endilgar no
blando, y puso en su lugar ese enjorguinarse fué desconocido en el siglo de oro. Así parece
(«hacerse hechicera»), fundado, sin duda, en indicarlo el texto de Quevedo, citado por el
autoridades muy respetables, que desconozco. Diccionario de Autoridades, en el vocablo en-
Ello es, para venir a nuestro pleito, que el dilgador, y la misma definición de éste, califi
enjorquinar, usado por el Sr. Blanco-Fombona cado de «voz jocosa, que regularmente se toma
como americanismo venezolano, era voz popu en mala parte».
lar en el riñón de Castilla a principios del si Podrían multiplicarse los ejemplos por el es
glo xvii. Veamos otro caso parecido. tilo de los que preceden, para probar que mu
El verbo endilgar es hoy común en toda chas voces y acepciones de que los americanos
España y se emplea, casi únicamente, en tono se jactan como de cosa propia no son sino pa-
2 6 2 263
y ÜLI O CASARES
labras castellanas, y justamente del mejor pe
ríodo de la lengua, que por acá han caído en
desuso, o cuyo significado, por efecto de la
evolución semántica, se ha apartado ligeramen
te, en España o en América, del que predo
minó en la época de la colonización.
EL CASTELLANO EN AMÉRICA (1)
P
OCAS naciones habrá tan celosas de su
independencia y tan extremadas en acha
que de patriotismo como Suiza, y, sin embargo
de esto, no pienso que allá se haga creer a los
niños que hablan «suizo» cuando se expresen,
según el cantón a que pertenezcan, en francés,
en italiano o en alemán.
Los angloamericanos, por su parte, tampoco
r———----
país de América deseamos «independizar» la
donde hay que estudiarlo». ¿Leyendo a los clá
-
lengua, es decir, crear una lengua nacional. No,
sicos? ¡Vamos, hombre! ¿Y si resultase que ja
no somos tan estúpidos.» Léase ahora lo que
más usó ningún clásico la voz enjorquinar? ¿No
yo escribí: «En cambio, algunos sudamerica
comprende don Rufino que quedará más corri
nos que, por fortuna, no son los más ni los me-
do que una mona mientras no demuestre lo
jores, entienden robustecer el sentimiento pa
contrario, y que, no ya los chicos de la calle,
triótico de sus conciudadanos haciéndoles creer
sino hasta los más graves varones, se reirán de
que su habla nacional es cosa diferente de la
277
276
CRITICA EF ÍM E RA
JULIO CASARES
ga(por «loza» o «porcelana»),/<?£*? (ya corrien
verle metido en «minucias» filológicas, sin sa
te en América, por «látigo»), lubia (por «capri
ber por dónde salir? Si el vocablo es o no de
cho»), magro (por «escaso»), retardatario (por
uso vulgar en algún paraje de América, no es
«retrasado»), solitud (por «soledad»), ordura
cosa que podamos resolver desde aquí. El se
(por «basura»), etc., etc.
ñor Blanco-Fombona no ha leído enjorquinar
¿Es esto perpetuar y remozar la lengua? ¿Es
en ningún libro de autor americano; yo, sí: en
esto crear belleza? Respondan los «insignes le
E l hombre de oro.
gisladores» Bello, Cuervo y Baralt; dígalo Cavia,
Respecto de endilgar, añadiré a lo dicho en
E l Chico del Instituto, que pasó lo mejor de su
mis artículos anteriores que la acepción de
vida en servir al idioma, con afecto «negativo
«encaminar» subsiste en el indilgar gallego, en
hasta cierto punto», limpiándolo de «orduras».
el endilgar bable y en el asturiano occidental
Y aquí termino.
(endilgóse con elli, se encaminó con él).
Antes de mis artículos, era yo para el señor
«Un sentimiento muy respetable, dice Blan
Blanco-Fombona un «gliptodonte». Después,
co-Fombona, resplandece en el Sr. Casares: el
cuando se ha propuesto tratarme (según me
amor a nuestra magnífica lengua de Castilla.
consta de modo auténtico) «con la misma cor
Sólo que él la ama a su modo y nosotros al
tesía» con que yo lo traté, me pasa de la pa
nuestro; el afecto suyo es negativo hasta cierto
leontología al terreno mitológico y me presenta
punto: consiste en cazar gazapos; nosotros la
como un «cancerbero», cuya cola empuña el
amamos, cultivándola, creando en castellano la
propio Sr. Blanco-Fombona para irrisión, según
hermosura hasta donde nuestras fuerzas alcan
dice, de los chicos de la calle. Por aquí se ve
zan, perpetuando, remozando esa lengua...»
cómo cada cual es cortés a su manera y cómo
Y a que el Sr. Blanco-Fombona acude a «don yo podría, sin molestar al distinguido «escritor
Mariano, el del Instituto», para que le confirme de América», y aun alzándole a los más altos
un derecho que nadie ha puesto en duda, no grados de la escala evolutiva, compararle con
sería malo que le pidiese parecer respecto del un antropoide o cualquier otro animal superior.
siguiente ramillete de galicismos, cogidos a la Pero esto, sobre ser de mal gusto, sería poco
ventura en E l hombre de oro: acreencias (por científico. Nuestro escritor está ya perfecta-
«deudas»), cuestionar (por «preguntar»), fayen-
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I
J U L I O CA S A R ES
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EL «EPÍTOME» DE L A ACADEMIA
representa por las iniciales H. P., de las voces o voluntariamente infiel, por cuanto esa su
griegas (| !) correspondientes». Por lo visto, o puesta decisión de la Academia, tan absurda
el distinguido catedrático no se ha enterado de como pueril, no ha podido existir jamás. Yo es
que H. P. es la abreviatura de horse power, o toy seguro de que no hay un solo académico
confunde la lengua de Lloyd George con la de dispuesto a sacar la cara por el Epítome. ¿Que
Venizelos. Triste cosa es pensar que esto pue me equivoco? ¿Que hay alguno? A ver, que le
de suceder en la capital de España, y a más de vante el dedo.
triste, vergonzoso para el Estado y para los Suponiendo que la doctrina gramatical de la
propios organismos docentes ver que tamaños Academia fuese tan infalible e inmutable como
dislates se imprimen y circulan sin correctivo. la doctrina cristiana, y su acatamiento tan obli
Claro es que al Sr. Rivas Mateos le esperan gatorio para los que hablan español como los
no pocas desazones si se propone pasar del di preceptos de nuestra Santa Madre Iglesia lo
cho al hecho. Reciente está su primera escara son para los católicos, queda aún el aspecto pe
muza reñida, por cierto, con la Academia de dagógico, respecto del cual todos podemos opi
la Lengua. Recordarán los lectores que a poco nar libremente. Yo no temo incurrir en anate
de haber mencionado el director de Primera ma si digo, por ejemplo, que el lenguaje del
enseñanza, entre los textos urgentemente ne catecismo de Ripalda, que aun sirve de texto
cesitados de reforma, el Epítome de la Gramá en las escuelas primarias, resulta hoy impropio
tica oficial, se dijo que los académicos, en son y hasta ridículo. Cuando ya nadie usa en Es
de protesta, habían acordado mantener íntegro paña, dirigiéndose a una sola persona, los plu
el tal librito hasta que cesase en su cargo el rales «venid», «sentaos», etc., y cuando todo
actual director; a lo cual respondió éste, por el mundo llama de «tú» a los niños, el citado
medio de la Prensa, que si lo que se quería era catecismo habla de vos a los parvulitos de cin
su cabeza estaba dispuesto a dejarse decapitar, co y seis años, como hace tres siglos, y les
administrativamente se entiende, en holocaus hace preguntas de este tenor: «¿Qué entendéis
to a la Real Corporación. vos por infierno?»; o bien: «Decid, niño, ¿cómo
Demasiado se advierte que en todo esto os llamáis?» Y menos mal que, después de la
hubo de mediar alguna referencia equivocada conocida respuesta de «Pedro, Juan, Francisco,
284 2 8 5
J U L IO CASARES
CRITICA EFÍM ERA
etcétera», no se añade «al servido de vuesa
cidas en el texto fundamental modificaciones
merced», o cualquier otra fórmula por el estilo.
esenciales, los textos reducidos correspondien
No se emplea este lenguaje en el Epítome,
tes a ediciones caducas quedan, ipso facto, de
pero sí el mismo desacreditado sistema de pre
rogados. Así ha ocurrido ahora.
guntas y respuestas, que han de aprenderse de
Poco antes de terminar el año 19 17 , la Aca
memoria. Antes de mediar el capítulo primero,
demia ha publicado una nueva edición, que, den
los niños han tenido que tragarse una veintena
tro de la marcha lentísima, mejor diríamos es
de definiciones abstractas, sin el apoyo de un
tancamiento, de la gramática oficial, representa
solo ejemplo. Han aprendido que palabra es
un avance gigantesco. La reforma no alcanza,
«la sílaba o conjunto de sílabas que tiene exis
por ahora, más que a la sintaxis; pero es tan
tencia independiente para expresar una idea»;
radical, en cuanto a la doctrina y al método de
pero, en cambio, nadie les ha dicho qué es una
exposición, que si, como es de desear, pronto
sílaba; saben que oración es «la palabra o pala
se amplía al resto de la materia, podremos va
bras con que se expresa un concepto», pero
ticinar con regocijo la posible y próxima incor
ignoran con qué se comen los «conceptos», y
poración de la Real Academia al movimiento
así sucesivamente. ¿Verdad que la Academia
científico moderno. Naturalmente, la nueva
del siglo xx no puede creer que sea éste el texto
Gramática se da de bofetadas con el Epítome
ideal para infundir en los cerebros infantiles el
vigente; y así, para no citar más que un caso,
conocimiento de la gramática?
mientras éste sigue diciendo que el adjetivo
Si pedagógicamente el Epítome resulta a todas
es una parte declinable de la oración, y expli
luces indefendible, justo es reconocer que, desde
ca cómo se declina, aquélla afirma en redondo
el punto de vista científico, está también man
que «el adjetivo no es declinable en nuestra
dado retirar. Es más: de hecho, estaba ya pri
lengua». Luego si la Academia no retira de la
vado de vigencia oficial cuando el Sr. Rivas
circulación el Epítome, ¿podrá extrañar que se
Mateos reclamaba la revisión. Supuesto que la
la acuse de enseñar reglas y definiciones a sa
Academia define y fundamenta su doctrina en
biendas de que son falsas?
Gramática, la abrevia en el Compendio y la ex
Yo propondría una solución inmediata, pero
tracta en el Epítome, es evidente que, introdu-
temo que no me van a hacer caso. Hela aquí, en
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287
JULIO CASARES
JULIO CASARES c r ít ic a e f í m e r a
y agusanarse»; y para pintarnos la redacción muy bien que tanta expresión y realidad pue
de «La Independencia», que era «una perfecta de lograrse —si no más— en la caricatura como
jamerdana», hilvana nuestro autor un par de en el más minucioso y académico retrato; pero,
páginas, que parecen sacadas de «Las Zahúr ¿será posible, copiando con cuadrícula unas
das de Plutón», a este tenor: «... mesas tan ne figuras y trazando en caricatura las restantes,
gras como la tinta, y tinta más clara que las reproducir un cuadro de costumbres que dé
paredes; libros de esos que se imprimen para una intensa sensación de realidad y de vida?
que, después de leerlos el corrector y de escu En lo que, de pasada, queda dicho acerca
charlos el atendedor, los entierre el polvo; sillas del léxico de Parmeno, aparecen ya deslinda
lisiadas, que vengábanse lisiando; divanes ro dos los dos filones que preferentemente bene
tos que aspiraban a empalar; plumas caritati ficia nuestro autor: el erudito y el vulgar. En
vas que negábanse a escribir y cuartillas a las cuanto a este último, salvo las exigencias cir
que el miedo a las sandeces que pudieran man cunstanciales de propiedad y buen gusto, ¿dón
char su impoluta superficie daba un color de de hallaríamos vena tan rica y de tan buena
cirio». ley como la que ofrece el habla del pueblo? Y
Que esta segunda manera de estilo es tan le dentro de ésta, ¿qué región española puede
gítima y respetable como cualquiera otra, y que competir con Andalucía, patria del Sr. Pini-
revela fertilidad de imaginación y agudeza de llos, en caudal de voces castizas, expresivas y
ingenio nada comunes, no creo que nadie se pintorescas, no incorporadas aún al lenguaje
atreva a negarlo; que sea esa fórmula especial literario? En este punto, pues, la copiosa apor
mente apropiada para la novela, tal como hoy tación que el autor de Doña Mesalina viene
se entiende y practica este género en todas las realizando en todas sus novelas, no merece sino
literaturas, es cosa, cuando menos, discutible; alabanzas.
lo que parece más dudoso es que puedan usar En cambio, por lo que toca al uso de pala
se alternativamente dos procedimientos litera bras de origen erudito, conviene proceder con
rios tan opuestos como el naturalismo y la sá toda parquedad. Probablemente muchos cen
tira, sin que resulte rota la unidad sentimental tenares de voces recogidas en el diccionario
de la obra y falseada su verdad artística. Sé oficial no han sido pronunciadas nunca por la-
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JULIO CASARES CRÍTICA EFÍMERA
bios españoles; y si el hecho de que un huma construcción, justamente censurada por Bello,
nista o un poeta de los siglos clásicos hayan disuena en los oídos bien educados.
tomado del latín una palabra, por una sola Igual falta comete el Sr. Pinillos con el pro
vez, es causa suficiente para que la Academia nombre /¿, a más de concertarlo mal en oca
la registre en su léxico, esto no quita que siones, y de prodigarlo sin tino a costa de la
parezca afectado y pedante escribir hoy, por claridad de la frase. En la página 103 de E l
ejemplo, que una persona está «martirizada Luchador leemos que Garcés se «embriagaba
por la inedia», en lugar de decir «que tiene alguna vez, porque sabido es que Platón le con
hambre». sentía la borrachera a los que pasaban de cua
Como el estudio del estilo del Sr. Pinillos, renta años, por ser Dionisio el dios que le de
en lo que se refiere a la sintaxis, alargaría más vuelve la alegría a los hombres...». Ambos le
de lo justo el presente artículo, anotaremos tan están demás, fuera de que a primera vista re
sólo cierta incorrección, que le es habitual, en sulta que Platón se había adelantado a discul
el empleo de los pronombres. par, no a los borrachos cuarentones, sino jus
El uso de se como enclítico (esto es, adheri tamente a Garcés (i).
do al final del verbo: «díce.57?», «cayój*?», etc.), Bastante más graves que las incorrecciones
que de día en día desaparece de la lengua ha apuntadas son las frecuentes anfibologías en
blada, salvo en los tiempos en que tal coloca que incurre el Sr. Pinillos por la defectuosa
ción es imprescindible, subsiste en el lenguaje sintaxis de su prosa. Aquí ya no se trata de la
literario y comunica a las cláusulas singular cadencia del período ni de escrúpulos grama
elegancia cuando se aplica con oportunidad y ticales, sino de que los lectores entiendan lo
discreción. En cambio, el abuso de dicho en contrario de lo que quiso decir el autor. Esto
clítico no sólo da al estilo amaneramiento y ocurre, para no citar más que un ejemplo, en
monotonía, sino que determina, a veces, ver el párrafo decisivo de la página más dramática
daderas faltas de sintaxis. Así, en el pasaje de del capítulo culminante de E l Luchador. Ro-
E l Luchador, últimamente citado, hallamos las sina («la Golondrina») y Paredes luchan furio-
oraciones «sillas lisiadas, que vengábaníí...»,
«plumas caritativas que negábame...», cuya (1) Véase la página 107 del presente volumen.
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JULIO CASARES
sámente sobre una cama. «La Golondrina, em
pujándole frenéticamente, le había llevado al
borde del lecho; vió de pronto, al alcance de
su mano, en una mesita, junto a unos libros, el
puñal que servíale («le» incorrecto) de plega
dera al «luchador», y sin reflexionar, como si UNA DEMOSTRACIÓN FA LLID A
hubiesen entenebrecido su alma los instintos
bestiales, cual una alimaña que muerde para
huir, se lo clavó en el pecho hasta el pomo...» ¡Pensarán vuesas mer
De lo copiado se deduce evidentemente que cedes ahora que es poco
trabajo hinchar un perros
Rosina empujó a Paredes, que vió el puñal y
C erv a n tes : Prólogo de la
se lo clavó a alguien en el pecho. ¿A quién? ¿A segunda parte del Qui
sí misma? ¿A Paredes? ¿Al «Luchador»?... Nada jote.
P
Tropiezos de este género, corrientes en la A R A estudiar la obra de tres ilustres es
mayor parte de los escritores y bien fáciles de critores, aclamados como los más brillan
remediar, no debían deslucir, a mi juicio, la tes estilistas contemporáneos, publiqué no hace
prosa de un literato de positivo mérito como mucho un volumen (i), del cual, entre diatri
el Sr. Pinillos. Por eso me he detenido a formu bas, juicios benévolos y alguna que otra ré
lar las advertencias que preceden. ¿Que son plica vergonzante, se ha hablado ya más de
poco agradables? Es posible. Yo sólo aspiro a lo justo. Hubiera sido preferible, a mi juicio,
que sean provechosas. una controversia objetiva, una discusión de
doctrinas o puntos concretos, para que el co
mentario, en vez de interesar únicamente a la
vanidad de cuatro personas, tuviese una utili-
dad general; pero, hasta ahora, sólo han com ventud tierna» no se acercó jamás a ningún
parecido en clase de impugnadores los amigos triclinio.
incondicionales, más o menos sinceros, que, Pero nuestro lírico paladín ha querido pro
en función de desagravio, acuden con afirma bar de paso, empleando para el experimento
ciones huecas y frágiles, como los exvotos mi humilde prosa, que «no hay nada más fácil
de cera, para colgarlas en el camarín de sus que ejercer esa crítica» que él llama «de ge
ídolos. rundios y galicismos», o sea el estudio del len
Una sola excepción tengo que señalar, y es guaje de los estilistas, al cual dedico varios ca
la que motiva estas líneas. El Sr. Cansinos- pítulos de mi citado libro. «Quien quisiera
Assens ha dedicado un largo artículo a casti —dice— herir al Sr. Casares con sus propias
gar «la temeraria osadía» del «hombre oscuro» flechas, podría reprocharle... que sus páginas
(servidor de ustedes) que «ha puesto su nom no están exentas de galicismos —en una sola,
bre opaco en la portada de un libro al lado de la 318, he subrayado consignar en el sentido
tres nombres radiantes» (i). El eminente crí de anotar; convencionales)fortuna., en el sentido
tico y literato, estremecido de horror ante el de suerte, sin contar locuciones como ésta:
sacrilegio, entona un inspirado himno en de Dado su programa, pág. 221, etc.»
fensa de la generación del 98, y nos cuenta Lo exiguo de la cosecha, comprendido el
cómo aprendió a amarla, ora sentándose «al etcétera, bastaría para llenar de orgullo al pu
borde de los triclinios», ora acompañando, con rista más exigente, cuanto más a un modesto
una «juventud tierna», la «virilidad literaria» escritor que, como yo, no aspira a éontinuar el
de sus hermanos mayores. Toda esto está muy siglo de oro. Mas, por desgracia, este fracaso
bien. El Sr. Cansinos-Assens, que gozó de tan del experimento no prueba que mi obra esté
íntimas fuentes de conocimiento para apreciar — ¡qué ha de estarl— exenta de impurezas: lo
la labor de los «actuales maestros del habla que sí prueba es que al Sr. Cansinos-Assens y
castellana», no había de compartir la opinión a cuantos como él fingen desdeñar ciertos es
de un intruso (servidor de ustedes) cuya «ju-1 tudios de que son incapaces, les estaría bien no
hablar de lo que no entienden.
(1) La Nueva Literatura, 1, pág. 275. Madrid, 1917. Vengamos a cuentas. Consignar, en el sen-
3°4 Critica efímera. 3 o 5 20
J U L I O C A S A R E S CRÍTICA EFÍMERA
tido de «anotar», o, como dice la Academia, en francés como en castellano, significa «lo re
«asentar por escrito», figura en el léxico oficial lativo al convenio» expreso o tácito; verbigra
desde hace medio siglo (i). La acepción es ri cia: «El billete de Banco tiene un valor conven
gurosamente etimológica y estaba ya en el con cional»; «El fundamento de las reglas de urba
signare latino, según se ve en el siguiente pa nidad es de índole convencional», etc. Y así
saje de Cicerón: «Ut literis consignamus quae escribí yo, irreprochablemente: «... en las so
monumentis mandare volumus...» (Acad., 2, ciedades modernas, basadas sobre el intercam
i, 2.) Literalmente: «Así como consignamos con bio de síntesis convencionales...» El vocablo
letras (asentamos por escrito) aquello de lo está incluido en el Diccionario académico desde
cual queremos dejar monumento...» su primera edición, apoyado por un pasaje de
Modernamente, el empleo de consignar en el la Recopilación de las Leyes de Indias y por
sentido de «anotar» lo autorizan, entre otros otro del Manual de Confesores de Azpilcueta.
escritores, los siguientes: ♦ Se me dirá que cuanto voy explicando es de
Severo Catalina: «Un escritor lo ha consig clavo pasado. Lo reconozco; pero desde el mo
nado y a fe que es una gran verdad». La Mu mento en que uno de nuestros más cultos lite
jer, cap. 2, párrafo 3 (2). ratos se permite ignorar públicamente estas
Donoso Cortés: «Conviene a mi propósito minucias...
dejarlo consignado aquí». Ensayo, lib. 1, capí Respecto de fortuna, el Sr. Cansinos-Assens
tulo 6 (2). ha oído campanas, sólo que se ha equivocado
Balmes: «No debo ahora explicarla causa de de barrio y ha tenido la desdichada ocurren
estos hechos, me basta consignarlos». Protes cia de ir a impugnar precisamente la única
tantismo, cap. 27 (2). acepción castiza de las dos que modernamente
Valera: «No digo esto para lamentarlo, sino tiene el vocablo. Si yo hubiese escrito fortuna
para consignar un hecho» ^3). con el significado de «hacienda», «bienes» o
Pasemos a otro punto. Convencional\ tanto «caudal», la acusación de galicismo habría teni
do algún fundamento, ya que tal acepción nos
(1) Véase la 1 i.a edición.
ha venido recientemente del francés y no se
(2) Citado por el P. J. Mir, en su Prontuario.
(3) Citado en el Dic. Enciclop. Hisp. Amtr. sabe que la emplearan los clásicos. En cambio,
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JULIO CASARES
CRÍTICA EFÍMERA
esa <<fortuna en el sentido de suerte», que el
Sr. Cansinos-Assens me reprocha — ¡!o que es Granada— que Dios sea la primera causa que
hablar al buen tuntún!— lozanea en la prosa mueve todas las otras causas...» (i). iDado
de todos los buenos escritores antiguos y mo que Cristo — dice Fray Luis de León— es uni
dernos y es frecuentísima en el lenguaje vul- versal señor de todas las cosas...» (2). En estos
gar. ¿Que significa la frase corriente «probar pasajes y en otros de igual índole dado equivale
evidentemente a «supuesto», «admitido», «con
fortuna» si no es «correr un riesgo» o «echarse
en brazos de la suerte»? En este punto el dis cedido», como en la locución impecable idado
parate del censor es tan manifiesto que sería su programa», que el improvisado censor ha
imperdonable gastar tiempo y papel en reba tenido el capricho de afearme.
tirlo. «Nada más fácil —aseguraba el Sr. Cansi
Y ya sólo queda por aclarar la locución nos-Assens— que ejercer esa crítica de gerun
«dado su programa». También aquí ha podido dios y galicismos.» En efecto, cogió la pluma y
oir campanas el Sr. Cansinos-Assens, pues, en ya han visto los lectores... ¡Ni por casualidad
efecto, el uso de dado, con valor de adjetivo y ha acertado una vezl
con la significación de «cierto», «especial», «Tornaos —respondo yo— a vuestro me
«determinado», ha merecido la condenación de nester, que zapatero solíades ser.» Vuélvase
algunos puristas (í). En la frase «en un mo nuestro fracasado gramático a-sus ditirambos
mento dadoi (a un moment donné) se ha re floridos donde nadie le ha de ir a la mano, y
prendido dado como galicismo; pero esto no continúe, según cierta metáfora que le es parti
reza para nada con otros empleos del participio cularmente grata, ensayando en «agua fuer
dado, perfectamente castizos y aun peculiares te» (!) las «raras gemas (!) del espíritu».
de nuestra lengua. ¿Cómo notar, por ejemplo, No es tan fácil como parece hinchar un pe
de galicismo el ablativo absoluto «dado caso», rro, Sr. Cansinos-Assens.
cuando no podría ser traducido al francés sin
(1) Introducción del Símbolo de la Fe, Bib. Aut
un rodeo? «Dado caso —escribe Fray Luis de
Esp., vr, 195.
* (2) Los Nombres de Cristo, «Jesús»
(i) Baralt: Diccionario de Galicismos, artículo Dado.
308
3 0 9
ALCANCE
Y
A a punto de tirarse el último pliego de
este libro llega a mis manos la obra de
Antoine Thomas, Nouveaux Essais de Philologie
française. No es que acabe de publicarse; vió
la luz hace años, y yo tuve oportunamente
noticia, por una referencia de Meyer-Lübcke,
de que en dicha obra se estudiaba la etimolo
gía de cernean. Era, pues, natural que al ocu-
rrírseme emparentar esta palabra francesa con
la castellana cierne (i), tratase de conocer qué
origen proponía para aquella voz el ilustre
filólogo francés. Y lo intenté con gran empe
ño; pero, ni pude dar en Madrid con el libro,
ni hasta hoy conseguí recibirlo de Francia (2).
L I S T A DE V OC E S
CITADAS EN EL T E X T O
hospede, 219, 221. les, 107 a 120, ocuparse con, 93. progresar, 79.
hospes, 218. leu?', 119. ocuparse de, 91 a 96. Protesilaos, 292.
huésped, 215 a 227. li, 116. ocuparse en, 93 a 95. protestar de, 73.
huéspeda, 221 a 227. lilao, 291. ordura, 255, 279. puente, 193.
hundir, 283. lo, 115. oste, 219, 221, 226. punctum, 178, 179.
iarba, 240. lubia, 255, 279. palmerón, 232. pungere, 178.
iasca, 240. luz (a la), 177. panne, 58. punto, 177 a 179.
ie, 116. He, 116. para, 87. punto de vista, 173 a 179.
iesca, 240. lluvia, 270. paravent, 51, 52. puñaláa, 293.
ignífero, 297. maestatico, 63. paravento, 51. pu'rrir, 35, 36, 47-
inedia, 297. maguer, 171. partir, 77. querer, 192.
inneidad, 64. majestad, 62, 63. partiré, 77, 78. quiromántico, 152.
inspección (a la), 177. majestas, 62. partirse, 77, 78. quite, 191. -
ir, 76. majestatic, 63. pena, 133 a 138. quotuplar, 64.
ir a por, 85. majestático, 62, 65. penadamente, 135. raam, 59.
irse, 75 a 81. majestalique, 62. penadas, 137. Raimen, 57 a 59.
isca (boleto), 242. majestaiisch, 63. penadillas, 137. rama, 55 a 59.
jabalí, 20. majestic, 63. penado, 136. rame, 58, 59.
jamerdana, 297, 298. majestoso, 62. penalidad, 137. ramer, 59.
jorgin, 262. majestuosidad, 62. penante, 135. ramette, 58.
jorgina, 262. majestuoso, 62, 63. penosamente, 135. ramo, 56.
jorguín, 261. ?>iajore, 62. penoso, 135. ramus, 56, 57.
jorguina, 260. mandarina, 232. per, 87. raso, 152.
jubilado, 271. mantillas (en), 186. perfil, 177. regestu, 236.
jubilarse, 271. ?narciapiede, 80. pernear, 160. registro, 236.
kaurna, 211. marciare, 80. pez, 55 - repletar, 271.
Kern, 211, 212, 312. marcus, 80. pigeonneau, 207. respecto 177.
heme, 211, 212. marchar, 79. pipiripao, 291. retardatario, 279.
Mrne, 211. marcharse, 75 a 81. piscis, 55. rosa, 272.
kiarni, 2 11. ?narche, 80. pista, 159. salir, 79.
korn, 211. ??iarchepied, 80. pistar, 159. saltarina, 232.
lacre, 271, 272. ?narcher, 80. pisto, 159. se, 108, 115, 1 16, 300.
Ladisláa, 289 a 294. magro, 279. pix, 55. seidad, 64.
Ladislada, 289 a 294. marhan, 80. planeado, 58. se los (por «se lo»), 116.
Ladislao, 290, 293. mayestático, 61 a 65. pluja, 270. senao, 293.
Ladislás, 292. Menélaos, 292. pluvia, 270. silo, 152.
Ladislasa, 292. Ménélas, 292. pointdevue, 174, 175. —slas, 292.
Ladislaw, 292. Menelaus, 292. por, 83, 87, 88. —slaus, 292.
—lao, 292. minué, 128. por la posta, 152. —slaw, 292.
—laos, 292. mondarina, 232. pora, 87. solitud, 255, 279.
—las, 292. neblí, 20. porrigere, 14, 35 , 36, 4 5 , 55 - solucionar, 83.
—laus, 292. Nicolás, 292. potajes, 154. sorguiña, 260.
lavatorio, 272. Nicolasa, 292. potiner, 154. sous, 176,
le, 107 a 120, 301, 302, Nicolaus, 292. prestigio, 217. s'occuper de, 94.
lente, 193. Nikdlaos, 292. presupuestar, 83, spaansche wand, 53.
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