Novena Cruzada
Novena Cruzada
Novena Cruzada
Algunos momentos del período final de la Reconquista recibieron del papa la calificación
de cruzada, dada su condición de enfrentamiento de reinos cristianos contra reinos islámicos.
No obstante, la motivación de la búsqueda de tal denominación no era tanto el interés por
lograr la presencia de nobles europeos del otro lado de los Pirineos (muy poco importante),
como la de obtener algún tipo de derechos fiscales para la monarquía (sobre los ingresos del
clero o como Bula de Cruzada). Las ocasiones principales fueron la batalla de Las Navas de
Tolosa (1212), en la que estuvieron presentes casi todos los reyes cristianos peninsulares, y
la guerra de Granada (1482-1492).
El avance turco sobre el Reino de Hungría resultaba inminente. El fracaso de los ejércitos
cruzados del rey Segismundo de Hungría en la batalla de Nicópolis de 1396 y la derrota de los
ejércitos húngaros en la batalla de Varna en 1444 en la cual murió el rey Vladislao I de
Hungría le dio fortaleza al Imperio otomano. De esta forma, continuó su marcha en dirección
hacia Belgrado, ciudad serbia fronteriza con el reino húngaro en 1456. De inmediato, el
regente húngaro Juan Hunyadi (quien tras la muerte del monarca conducía el reino mientras el
príncipe heredero Ladislao el Póstumo cumplía la mayoría de edad para ascender al trono)
respondiendo al llamado del papa Calixto III y asistido por san Juan Capistrano, organizaron
un ejército cruzado húngaro que hizo frente a los otomanos invasores. La batalla concluyó con
una total victoria para el regente húngaro y la amenaza turca fue detenida por casi un siglo
más. Ante la victoria de Belgrado de los húngaros, el papa ordenó que las campanadas del
mediodía en las iglesias de todo el mundo sonasen en honor a tal acontecimiento.