Alon Confino
Alon Confino
Alon Confino
Presentación
Estudios
Presentación
Xosé M. Núñez Seixas
Universidade de Santiago de Compostela
lismen in europäischen Zwischenräumen seit der Mitte des 19. Jahrhunderts, Marburg
an der Lahn, Verlag Herder-Institut, 2003.
4
Por ejemplo, PETRI, R.: «Heimat/Piccole patrie. Nation und Region im deuts-
chen und im italienischen Sprachraum», Geschichte und Region/Storia e regione, 12
(2003) 2, pp. 191-212.
rra del bando insurgente durante la Guerra Civil, así como de las con-
tradicciones internas dentro del primer franquismo acerca del lugar
de la región en el imaginario nacionalista español.
Toda gran obra es una obra colectiva, y para cualquier profesional
es un privilegio el poder presentar al público lector contribuciones
como las que componen este dossier. Es ahora el turno de la crítica y
la discusión. Por nuestra parte, sólo nos resta agradecer a los autores
su colaboración, así como al Consejo de Redacción de la revista Ayer
la acogida de este proyecto, y particularmente a su secretaria, M.ª
Cruz Romeo, su paciencia y cooperación.
Brión, septiembre de 2006.
Abstract: A grand shift in the study of nationhood has happened in the last
generation: whereas once the national was seen as simply obliterating or
ignoring the local, we now insist on how the local molded the national,
and how the nation claims to actually be the local. Who would have
thought two decades ago that it would make no sense- on grounds of
method, theory, and empirical research- to understand the national with-
out the local? This text, part of my forthcoming book Germany as a Cul-
II
Vandenhoeck & Ruprecht, 2000; RETALLACK, J. (ed.): Saxony in German History. Cul-
ture, Society, and Politics, 1830-1933, Ann Arbor, University of Michigan Press, 2000;
UMBACH, M. (eds.): German Federalism: Past, Present, Future, Basingstoke, Palgrave,
2002; GLENN PENNY, H.: Objects of Culture: Ethnology and Ethnographic Museums in
Imperial Germany, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2002; JENKINS, J.:
Provincial Modernity: Local Culture and Liberal Politics in Fin-de-Siécle Hamburg,
Ithaca, Cornell UP, 2003; WEICHLEIN, S.: Nation und Region. Integrationsprozesse im
Bismarckreich, Dusseldorf, Droste, 2004; REAGIN, N.: «Recent Work on German
National Identity: Regional? Imperial? Gendered? Imaginary?», Central European
History, 37:2 (2004), pp. 273-289. Véase, igualmente, GREEN, A.: «The Federal Alter-
native? A New View of Modern German History», The Historical Journal, 46:1
(2003), pp. 187-202.
14
Sobre las diversas apropiaciones del concepto de Heimat, CREMER, W., y KLEIN, A.
(eds.): Heimat. Analysen, Thesen, Perspektiven, Bonn, Bundeszentrale für politische
Bildung, 1990; KLUETING, E. (ed.): Antimodernismus und Reform. Zur Geschichte der
deutschen Heimatbewegung, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1991;
REEKEN, D. VON: Heimatbewegung, Kulturpolitik und Nationalsozialismus: Die Ges-
chichte der “Ostfriesischen Landschaft”, 1918-1949, Aurich, Ostfriesische Landschaft,
1996; WEIGAND, K. (ed.): Heimat: Konstanten und Wandel im 19./20. Jahrhundert.
Vorstellungen und Wirklichkeiten, Múnich, Bergverlag Rother, 1997; KOSHAR, R.: Ger-
many’s Transient Pasts: Preservation and National Memory in the Twentieth Century,
Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1998; PALMOWSKI, J.: «Building
an East German Nation: The Construction of a Socialist Heimat, 1945-1961», Central
European History, 37:3 (2003), pp. 365-399; SCHAARSCHMIDT, T.: Regionalkultur und
Diktatur. Sächsische Heimatbewegung und Heimat-Propaganda im Dritten Reich und in
der SBZ/DDR, Colonia, Böhlau, 2004; OBERKROME, W.: «Deutsche Heimat.» Nationale
Konzeption und regionale Praxis von Naturschutz, Landschaftsgestaltung und Kulturpo-
litik in Westfalen-Lippe und Thüringen (1900-1960), Paderborn, Schöningh, 2004.
Sobre el concepto de Heimat en el cine, la literatura, la arquitectura y el arte en gene-
ral, JEFFERIES, M.: Politics and Culture in Wilhelmine Germany: The Case of Industrial
Architecture, Oxford, Berg, 1995, cap. 2; FEHRENBACH, H.: Cinema in Democratizing
Germany: Reconstructing National Identity after Hitler, Chapel Hill, The University of
North Carolina Press, 1995, cap. 5; WILHARM, I.: «Der Heimatfilm in Niedersachsen»,
en WEISBROD, B. (ed.): Von der Währungsreform zum Wirtschaftswunder. Wiederaufbau
in Niedersachsen, Hannover, Hahn, 1998, pp. 47-56; WICKHAM, C.: Constructing Hei-
mat in Postwar Germany: Longing and Belonging, Lewiston, NY, Mellen Press, 1999;
BOA, E., y PALFREYMAN, R. (eds.): Heimat: A German Dream. Regional Loyalties and
National Identity in German Culture 1890-1990, Oxford, OUP, 2000; MOELLER, R.:
War Stories: The Search for a Usable Past in the Federal Republic of Germany, Berkeley,
University of California Press, 2001, cap. 5; BLICKLE, P.: Heimat. A Critical Theory of
the German Idea of Homeland, Rochester, NY, Camden House, 2002; KNOCH, H. (ed.):
Das Erbe der Provinz. Heimatkultur und Geschichtspolitik nach 1945, Göttingen, Walls-
tein, 2002; MOELLER, R.: «Sinking Ships, the Lost Heimat and Broken Taboos: Günter
Grass and the Politics of Memory in Contemporary Germany», Contemporary Europe-
an History, 12 (2003), pp. 1-35; UMBACH, M., y HÜPPAUF, B. (eds.): Vernacular Moder-
nism: Heimat, Globalization and the Built Environment, Stanford, Stanford UP, 2005;
MOLTKE, J. VON: No Place Like Home: Locations of Heimat in German Cinema, Berke-
ley, University of California Press, 2005. Sobre la idea de Heimat y su relación con la
Naturaleza, WILLIAMS, J.: «“The Chords of the German Soul are Tuned to Nature”
The Movement to Preserve the Natural Heimat from the Kaiserreich to the Third
Reich», Central European History, 29:3 (1996), pp. 339-384; FRESE, M., y PRINZ, M.
(eds.): Politische Zäsuren und gesellschaftlicher Wandel im 20. Jahrhundert. Regionale
und vergleichende Perspektiven, Paderborn, Schöningh, 1996, pp. 401-543; ROLLINS, W.:
A Greener Vision of Home: Cultural Politics and Environmental Reform in the German
Heimatschutz Movement, 1904-1918, Ann Arbor, Michigan UP, 1997, y LEKAN, T.:
Imagining the Nation in Nature: Landscape Preservation and German Identity, 1885-
1945, Cambridge, Mass., CUP, 2004. Acerca de la relación entre la idea de Heimat y la
Antropología, AMASE, K.: «Nahwelten zwischen “Heimat” und “Kulisse”. Anmerkun-
gen zur volkskundlich-kulturwissenschaftlichen Regionalitätsforschung», Zeitschrift
für Volkskunde, 94:1 (1998), pp. 53-70, así como el exhaustivo artículo bibliográfico de
PETRI, R.: «Deutsche Heimat 1850-1950», Comparativ, 11:1 (2001), pp. 77-127.
Centralismo estatal
y nacionalismo regionalizado.
Las paradojas del caso francés *
Anne-Marie Thiesse
CNRS, París
El jacobinismo francés
nes. Radical, y ejecutado con la mayor celeridad en los inicios del pro-
ceso revolucionario, la división departamental se ha revelado como
una estructura sorprendentemente duradera, ya que todavía hoy
constituye la forma principal de la organización territorial francesa,
en forma apenas modificada. Un hecho da medida del lugar funda-
mental jugado por el departamento en la concepción concreta y sim-
bólica del espacio francés: las regiones administrativas actuales no
son sino simples agrupaciones de departamentos. Lejos de sustituir a
la estructura territorial revolucionaria, la reestructuración contempo-
ránea la ratifica y la consolida cual una base irrenunciable.
Sería osado querer ofrecer una explicación simple a esa perviven-
cia en la larga duración, más allá de los cambios de régimen político,
de la división departamental. Se puede señalar que el desarrollo de
los intercambios económicos y de las formas de producción empuja-
ba más hacia el mantenimiento de una organización uniformizada
que hacia un retorno a las infinitas disparidades del Antiguo Régi-
men. Las corrientes monárquicas, a lo largo del siglo XIX, reivindica-
ron el reestablecimiento de las «libertades de las antiguas provin-
cias», postulado que subsiste en Charles Maurras a fines de esa
centuria. Pero esas provincias «históricas», de hecho, no configura-
ban espacios unificados en el Antiguo Régimen, pues en su seno se
reproducían de modo escalonado las disparidades territoriales. Para-
dójicamente, se puede señalar que la división en departamentos sir-
vió a una centralización creciente del poder tras la Revolución. Deci-
mos paradójicamente porque, a priori, la división departamental iba
de la mano de una nueva concepción del poder, la de la nación sobe-
rana. El conjunto de los ciudadanos, cualesquiera que sea su origen
social y geográfico, debía formar un cuerpo político único, del que
emanaban sus poderes legítimos. Contra el principio del centralismo
monárquico versallesco prevalecía inicialmente el principio de los
poderes compuestos de representantes de los ciudadanos, elegidos
según un principio local (Asamblea nacional, administración muni-
cipal e incluso responsables de la Administración y de la Justicia). La
Fiesta de la Federación, el 14 de julio de 1790, debía celebrar una
Francia nueva, en la que la antigua dinámica de la dominación de un
territorio dispar a partir de un centro todopoderoso abriría paso a la
convergencia voluntaria hacia un centro simbólico de un pueblo uni-
ficado. Pero, como es sabido, la violencia de los conflictos sociopolí-
ticos que se sucedieron tras 1789, la guerra en las fronteras, las insu-
8
GRAS, Ch., y LIVET, G. (dirs.): Régions et régionalismes en France du XVIIIe siècle
à nos jours, París, PUF, 1977. Igualmente, RIEMENSCHNEIDER, R.: «Décentralisation et
régionalisme», Romantisme, núm. 35 (1982), pp. 115-133.
16
THIESSE, A.-M.: La création des identités nationales, Europe XVIII-XXe siècle,
París, Seuil, 1999.
17
Entre las principales variedades lingüísticas en uso en el territorio francés en
1789 figuraban los diversos dialectos occitanos y del francés, bretones, vascos, germá-
nicos, flamencos, italianos (corsos) y catalanes.
teenth-Century France, Cornell UP, 2003. Igualmente, GASNIER, Th: «Le local...»,
op. cit.
31
MICHELET, J.: Le Tableau de la France, t. III de su Histoire de France [1833],
París, Olivier Orban, 1987.
que flota por encima de las diferencias regionales. Las compensa y las combi-
na en un todo; y, no obstante ello, esas variedades subsisten, están vivas» 32.
París/Poder(es)/Ciudad/Modernidad/Cosmopolitismo
versus
Provincia(s)/Dominados/Mundo rural/Tradición/Nación originaria
cuyo presidente honorario era Marcel Cachin, senador comunista y director del perió-
dico L’Humanité. Desde War Sao se propugnaba un «Frente Popular bretón contra el
fascismo opresor del individuo y de los pueblos», y se afirmaba que «queremos respe-
tar y amar la lengua bretona, la cultura bretona, la tradición bretona, la historia breto-
na. Queremos ser los más audaces pioneros y constructores de la verdadera civiliza-
ción humana del mañana. Pero contribuiremos a esa gran obra con las cualidades y
virtudes propias del pueblo del que hemos salido, del que estamos orgullosos y al que
estamos vinculados de modo filial por todos nuestros sentimientos y nuestros pensa-
mientos». Citado en LE COUEDIC.: «Les Seiz Breur et la littérature», en Ar Seiz Breur,
op. cit., pp. 179-80. Sobre el regionalismo «de izquierdas», véase particularmente el
monográfico Les Petites patries dans la France républicaine de los Cahiers Jean Jaurès,
núm. 152 (1999).
40
LABBÉ, E.: Le Régionalisme et l’Exposition Internationale de Paris, 1937, París,
Imprimerie nationale, 1936.
41
FAURE, Ch.: Le Projet culturel de Vichy, Lyon, Presses Universitaires de Lyon,
1989.
en comparación con los poderes de que disfrutan los poderes regionales en Italia,
España, Gran Bretaña o los Länder alemanes. Criticada con vehemencia, la reforma de
Raffarin fue identificada con una forma enmascarada de privatización de servicios
públicos, al disminuir el peso de un centralismo que parece indisolublemente ligado a
la acción del Estado.
At the end of the article, the author turns to the dynamics of national
identification on the local and regional level and develops the theory of
the «imagined territory» as a discursive pattern for all national move-
ments of the Habsburg Empire and beyond.
Key words: Hapsburg Empire, 18th-19th centuries, regional identity,
nationalism.
ciones de esos actores no sólo podían jugar un papel decisivo los fac-
tores y relaciones de índole estrictamente regional, sino también la
densidad y carácter de sus contactos desde dentro de la región hacia
afuera. Y para no caer en una suerte de ontología del espacio 15, tam-
bién era necesario ampliar la mirada historiográfica a través de plan-
teamientos que permitiesen contemplar las expresiones territoriales
de las prácticas sociales. En este aspecto, la microhistoria ofreció una
sólida herramienta, al centrar su mirada y su labor de reconstrucción
en las identidades y mundos vitales individuales, y al llamar la aten-
ción sobre alternativas locales antes imperceptibles para el historia-
dor 16. Para una historia regional de los contactos y del conflicto, sin
embargo, la microhistoria sólo podía convertirse en una mirada fruc-
tífera cuando podía ser integrada en un enfoque más amplio que tam-
bién tuviese en cuenta cuál era la interacción de esos mundos locales
con otras esferas y espacios vitales y territoriales. Lo mismo vale para
una historia regional que investiga las regiones como unidades defini-
das por la acción social, sin establecer previamente cuáles son sus cri-
terios para delimitar metodológicamente las unidades territoriales
que son objeto de estudio, ni plantearse como objetivo el querer
representar una «historia total» del área investigada.
Como punto de partida de las reflexiones que siguen, abordare-
mos la cuestión de cómo el principio territorial o regional se puede
manejar con respecto a la nación en una zona del continente europeo
que se caracteriza por una distribución de sus componentes naciona-
les, lingüísticos y culturales cuando menos caprichosa, y en donde
hasta la Primera Guerra Mundial no se puede hablar de la existencia
de una relación de legitimación mutua entre el Estado y los movi-
mientos nacionalistas. Nos referimos en concreto al área ocupada por
el Imperio habsbúrgico, después denominado Imperio austrohúgaro,
que —con la excepción de la parte húngara del Imperio desde
1867— careció de idioma oficial del Estado 17, y en donde las diversas
unidades territoriales desarrollaron una vida política y simbólica pro-
15
KAISER, W.: «Regionalgeschichte, Mikro-Historie und segmentierte Öffentlich-
keiten. Ein vergleichender Blick auf die Methodendiskussion», en BRAKENSIEK, J.
(ed.): Regionalgeschichte in Europa, pp. 25-44 (cita en p. 26).
16
FLÜGEL: «Chancen der Regionalgeschichte», p. 35.
17
BURGER, H.: «Über das Problem der Staatssprache», en MENZ, F., y WODAK, R.
(eds.): Sprache in der Politik – Politik in der Sprache. Analysen zum öffentlichen Sprach-
gebrauch, Klagenfurt, Drava, 1990, pp. 13-19.
tenían en última instancia un fin político 20. Esta política creó zonas de
contacto especialmente favorables a una relación más intensa con el
mundo exterior, mientras que a través de una administración mejora-
da de las fronteras en otras pequeñas regiones se intensificaron los
contactos transfronterizos. Así se aprecia en la comparación de la
evolución de la zona de Görz/Goricia e Istria con la región de Tries-
te, una metrópoli comercial, que experimentó un dinámico creci-
miento económico, eso sí al precio de ver socavado su autogobierno y
sufrir una lenta integración en la Administración central de su terri-
torio condal 21.
Las reformas administrativas introducidas en 1749 por María
Teresa (1740-1780) se orientaban hacia la creación de un aparato de
Estado centralizado de impronta burocrática y moderna. Esta políti-
ca tuvo expresión, por un lado, en una paulatina transferencia de
competencias desde los organismos corporativos regionales, como
las Dietas regionales, hacia las instituciones estatales. Proceso que no
dejó de provocar resistencias, aunque ninguna de ellas digna de men-
ción —con la importante excepción de Hungría— 22. Incluso allí
donde la corrección de disfunciones pasadas llevó a una devolución
de competencias a las instancias territoriales de tipo corporativo,
esto no había sido un resultado de la presión de las corporaciones o
de las elites mercantiles, sino que había sucedido de modo calculado,
en el marco de un diseño de política administrativa, militar y econó-
mica de signo centralizador 23. No obstante ello, en conjunto el prin-
cipio corporativo-territorial continuó en pie como elemento caracte-
20
Para el siglo XVIII, HELMEDACH, A: Das Verkehrssystem als Modernisierungs-
faktor. Straßen, Post, Fuhrwesen und Reisen nach Triest und Fiume vom Beginn des 18.
Jahrhunderts bis zum Eisenbahnzeitalter, Múnich, Oldenbourg, 2002.
21
MILLO, A.: «Trieste 1719-1954», en MORITSCH, A. (ed.): Alpen-Adria-Städte im
nationalen Differenzierungsprozeß, Klagenfurt / Ljubljana/ Viena, Hermagoras, 1997,
pp. 111-37; DAROVEC, D.: «Istra od srede 13. do za?etka 19. stoletja v lu?i gospodars-
kozgodovinske literature: Rezultati in perspektive», Annales, 10 (1997), pp. 107-116.
22
Véase sobre el particular SPREIZHOFER, K.: «Die Innerösterreichischen Zen-
tralbehörden und die Verwaltung der innerösterreichischen Länder bis zur Mitte des
18. Jahrhunderts», en ZONTAR, J. (ed.): Handbücher und Karten zur Verwaltungsstruk-
tur in den Ländern Kärnten, Krain, Küstenland und Steiermark bis zum Jahre 1918. Ein
historisch-bibliographischer Führer, Graz, Steiermärkisches Landesarchiv, 1988,
pp. 18-30.
23
Para la zona costera, FABER, E.: Litorale Austriaco. Das österreichische und kro-
atische Küstenland 1700-1780, Graz-Trondheim, Historisk Inst., 1995.
muladas con ayuda del bagaje conceptual del territorio imaginado 47.
Como tal se entiende un territorio delimitado, sobre el que se funda-
menta de modo indisoluble un discurso nacional y que define y sim-
boliza territorialmente lo «socialmente propio» en el nivel concep-
tualmente más elevado posible, que es el de lo nacional. Esta
concepción del espacio fue generada en un estadio temprano de la
socialización nacionalista a través de un discurso político, científico y
literario, así como en el ámbito de las artes. En el caso ideal, el terri-
torio imaginado es definido de modo idéntico en toda su extensión, en
todos los niveles y ámbitos sociales que deben ser incorporados al
proceso de integración nacional. Sólo así adquiere este constructo la
necesaria capacidad vinculante, tanto en el terreno comunicativo
como en lo relativo a su capacidad de orientar la acción social. La
integración nacional sólo se consideraba un éxito, por lo general,
cuando el conjunto de regiones previamente incluidas en una «lista»
de territorios a integrar eran puestas a plena disposición del poder de
la nación, es decir, cuando eran anexionadas a su Estado nacional
propio.
El territorio imaginado funciona por lo general en los discursos
nacionalistas como un elemento simbólico central del colectivo, de
forma semánticamente equiparable al grupo nacional. Pero cumple,
en comparación con este último, funciones apelativas totalmente dife-
rentes. Una población definida desde puntos de vista determinados
también debe ser pensada de forma independiente de sus lugares, y
puede sufrir un proceso de declive demográfico. Por ello, el territorio
imaginado simboliza la reivindicación materializada de autenticidad y
la existencia duradera de la nación como grupo en el espacio y en el
tiempo. De ahí que, por lo general, nación y territorio se interrelacio-
nen conscientemente en todas las esferas relevantes de la comunica-
47
Un primer borrador de este modelo en HASLINGER, P., y HOLZ, K.: «Selbstbild
und Territorium. Dimensionen von Identität und Alterität», en HASLINGER, P. (ed.):
Regionale und nationale Identitäten. Wechselwirkungen und Spannungsfelder im Zei-
talter moderner Staatlichkeit, Würzburg, Ergon-Verlag, 2000, pp. 15-38, y de modo
más desarrollado en HASLINGER, P.: «Imagined territories – Nation und Regionale
und nationale Identitäten. Wechselwirkungen und Spannungsfelder im Zeitalter
moderner Staatlichkeit Territorium im tschechischen politischen Diskurs 1889-
1938», Tesis de habilitación, Universidad de Freiburg im Breisgau, 2004. Véanse tam-
bién reflexiones semejantes en WHITE, G. W.: Nationalism and territory. Constructing
group identity in Southeastern Europe, Lanham u.a., Rowman & Littlefield, 2000,
pp. 15-34.
49
WEICHHART, P.: Raumbezogene Identität. Bausteine zu einer Theorie räumlich-
sozialer Kognition und Identifikation, Stuttgart, Steiner, 1990, pp. 36-37.
also displayed a positive attitude towards local and regional cultural tra-
ditions, and saw in the «local Fatherland» a kind of bridge that enabled
the imagination of national identity from the local sphere. Local culture,
particularly promoted through the fostering of folklore, was seen in the
light of its most traditionalist aspects.
Key words: Italy, regionalism, local identity, folklore, Fascism.
los dialectos era, en puridad, una elección estética, que elevaba a tal
condición a un estándar literario regionalizado, que subsumía un pano-
rama de variantes lingüísticas bastante más fluido. Si el fenómeno de la
interrelación y la contaminación entre estándar cultivado y lengua dia-
lectal ha sido una constante en la historia de la literatura italiana 32, como
ya observaron algunos autores contemporáneos, el propio hecho de ela-
borar un canon lingüístico común entre la variedad de hablares dialec-
tales de una región podía prestar una contribución decisiva a la cons-
trucción de un paradigma identitario regional. Al poeta valdostano
Cerlogne en el siglo XIX se le reconocía el mérito de haber operado una
«difícil selección de vocablos, creando una lengua un poco artificial,
menos ruda y de comprensión más extendida por toda la región», a partir
del «gran número de variedades locales» y las «formas a veces extrañas
y muy divergentes» de los dialectos vernáculos locales 33. La construc-
ción de la identidad regional pasaba también, en esencia, por la unifor-
mización de la producción literaria en un dialecto literario común 34.
La elaboración de diccionarios dialectales no sólo constituía una
recopilación del tesoro de la lengua, sino que también podía cumplir
una función normativa. Desde este punto de vista, la construcción de
cánones dialectales y la propia producción en dialecto podían ayudar a
la construcción de las identidades locales y regionales. Según el primer
editorial de la Rivista di Letteratura Dialettale, en 1903 no faltaba «ciu-
dad o villorrio que no guardase dentro de sus murallas algún poeta dis-
creto, o algún estudioso asiduo del vernáculo patrio» 35. Estas tenden-
cias contribuían en medida significativa a definir las fisonomías de las
culturas locales y de las regionales en formación. Sin embargo, aún más
importante fue la contribución aportada por los intelectuales provin-
ciales que exploraban el territorio en el que vivían, estudiando su his-
toria, su geografía o su literatura. La proliferación de revistas de alcan-
ce regional y local que celebraban la vida pasada y presente de
32
PACCAGNELLA, I.: «Plurilinguismo letterario. Lingue, dialetti, linguaggio», en
ASOR ROSSA, A. (dir.): Letteratura italiana, vol. II, Produzione e consumo, Turín,
Einaudi, 1983, pp. 103-167.
33
RAVELLA, F.: «Un poeta valdostano. L’abate di F.B. Cerlogne», Rivista di lette-
ratura dialettale, I (1903), p. 365 (cursiva mía, S. C.).
34
Al friuliano Pietro Zorutti se le atribuía el mérito de haber simplificado y cano-
nizado el dialecto literario (ARBOIT, A.: «Del dialetto friulano e delle sue canzoni
spontanee», Estratto dagli Atti dell’accademia di Udine, vol. III, Lettura fatta nell’acca-
demia di udine il 27 Novembre 1874, p. 6).
35
O. B. [=Orsini BEGANI]: «Ai lettori», Rivista di letteratura dialettale, 1903, p. 3.
geniales y las bellas fiestas históricas» que guardaban «un eco, un pál-
pito de los siglos que fueron» y en las que se revelaba «el así llamado
color local» 53. Existía, por lo tanto, una convergencia entre intereses
turísticos e identitarios que impulsaba la reinvención de las fiestas
populares. Desde la década de 1920 el turismo italiano intentó basar-
se en lo pintoresco y lo típico para atraer el flujo de forasteros. Así, el
turista que se acercase a Ciociaria, una zona en el interior del Lazio,
podría encontrar mujeres ataviadas con vestidos tradicionales que el
organismo estatal para el turismo presentaba como una señal de cómo
el tiempo se había detenido en esa zona 54.
En algunas regiones, la promoción de una imagen pintoresca fue
particularmente intensa. En el caso de la Toscana, el esfuerzo de pro-
mover el turismo podía vincularse a una tradición que se remontaba al
grand tour, pero que ahora buscaba ofrecer una imagen redonda de las
ciudades artísticas, en las que el turista, que ya no sólo era de elite, se
podía sumergir en un clima medieval, sentirse parte de ellas. La Tos-
cana fue de las primeras a la hora de reexhumar las fiestas de corte
medieval y renacentista, como el Torneo del Saracino de Arezzo o el
Calcio florentino, que se asociaban de modo ideal con los momentos
de esplendor en el pasado de aquellas ciudades y permitían ofrecer un
fulgor particular, plenamente integrado en el modelo de ciudad de
arte que se presentaba a ojos del turista. El punto de referencia para
este género de reexhumaciones, que fueron realizadas en varias zonas
de la península itálica, era Siena con su Palio, modelo de plena inte-
gración entre fiesta y cultura ciudadana 55. El turista captaba así «el
elemento característico», aunque le quedase prohibida a los ojos de
los cultivadores del folclore local, «el alma popular» 56. La interrela-
ción entre valorización del turismo y construcción identitaria configu-
raba un proceso de reinvención de las tradiciones populares que los
folcloristas alemanes habían denominado Folklorismus, término usa-
do para distinguir el folclore inventado del auténticamente genuino 57.
53
BRANCA, G.: «Luigi Mannocchi e il “folklore” marchigiano», Picenum, XVIII
(1921), p. 58.
54
Por ejemplo, ENIT, La Ciociaria, Roma, 1923.
55
Para este tema, remitimos a CAVAZA, S.: Piccole patrie..., op. cit., cap. III, en parti-
cular sobre el modelo de Siena (pp. 187-198) y las reinvenciones de fiestas (pp. 98-207).
56
MANGANO, L.: «Feste tradizionali e folklore messinese», Sicilia, 1931, p. 2.
57
Sobre el folclorismo, MOSER, H.: «Von Folklorismus unserer Zeit», Zeitschrift
für Volkskunde, LVIII (1962), pp. 177-209.
Se trataba de una tendencia que no era sólo italiana y que era anterior
al régimen. Pero que disfrutó de un amplio espacio bajo el fascismo.
El conjunto de las tradiciones populares fue absorbido rápidamente
dentro de los programas de entretenimiento organizados por la Ope-
ra Nazionale Dopolavoro (OND), la institución fascista encargada de
la planificación del ocio y tiempo libre 58. Todas las manifestaciones
folclóricas acabaron por ser organizadas por la OND, que acentuó la
burocratización y uniformización de las coreografías y de los modelos
organizativos. Los diversos estudiosos también fueron cooptados en
el seno de la OND, pasando a jugar el papel de expertos en los pro-
cesos de reinvención 59.
musicados con textos escritos por poetas locales, de los que el más
importante era sin duda Aldo Spallicci, un personaje desafecto políti-
camente al régimen, pero bastante apreciado como poeta dialectal.
Los cantores de Lugo, pertenecientes a la OND y dirigidos por Fran-
cesco Balilla-Pratella, habían celebrado en 1928 nada menos que 174
veladas 71. En 1929 se formó otro grupo en San Pietro in Vincoli, tam-
bién compuesto por «modestos obreros y campesinos auténticos,
dirigidos por el farmacéutico del lugar, ignorantes todos ellos de las
más elementales nociones musicales», que se ufanaban de contar en
su repertorio con canciones de claro sabor patriótico como La Canta
del fante y La Canta d’Africa, inspirada de las hazañas de Dogali 72.
También en otras zonas se registraban fenómenos similares, como los
cantores del Etna, que a menudo también encontraban, bajo el signo
del tipismo, una caja de resonancia en los nacientes medios de comu-
nicación de masas como la radio y el cine 73.
Con todo, si el esfuerzo por resucitar tradiciones de canto dialec-
tal encajaba en las iniciativas de ámbito general promovidas por el fol-
clorismo fascista para utilizar el sentimiento local en beneficio de la
formación del consenso social, y se orientaba a difundir valores sanos
y contrapuestos a los de la modernidad urbana, el resultado quedaba
con frecuencia lejos de los deseos, del mismo modo que ocurría con
la invención de costumbres de corte folclorístico. Por un lado, eran
continuos los lamentos sobre la persistente crisis de inspiración del
canto popular, atribuida a veces a la artificiosidad de fiestas de la can-
ción faltas de tradición 74. Por otro lado, el dialecto sufría la doble
competencia de los modelos extranjeros y de la canción en lengua ita-
se. BALILLA-PRATELLA, F.: «I Canterini romagnoli», La Piè, IV:2 (1923), p. 27, y «Noti-
ziario», La Piè, III (1923), p. 211.
71
OND: Dopolavoro provinciale di Ravenna, Il dopolavoro istituzione fascista. I con-
gresso provinciale del Dopolavoro di Ravenna 21 Aprile 1929, Rávena, 1929, pp. 92-93.
72
Carta de Cairoli a Mussolini, 21 de abril de 1934, Archivio centrale dello Stato,
Segreteria Particolare del Duce, Carteggio Ordinario, f. 9.341.
73
«Tripudio di canti e di primavera al teatro Greco di Taormina», Sicilia, 1931,
p. 5.
74
La mayor parte de los 159 trabajos presentados en 1930 al certamen de la can-
ción de la romana Fiesta de Noantri resulto estar «lejana del concepto que informa
este certamen» («Creazione festa di Noantri», Il Giornale d’Italia, 10 de julio de 1930).
Y ninguna de las obras presentadas a la fiesta de la canción siciliana de 1930 podía ser
considerada «verdadera y clásica canción siciliana» («Festa della canzone siciliana»,
Lu Marranzanu, III:2, 10 de enero de 1930).
Conclusiones
Resumen: Este artículo plantea una revisión del lugar jugado por la cons-
trucción de las identidades regionales en el imaginario nacional español
de la Restauración. Si en la mayoría de los estudios dedicados hasta la
fecha al tema, el imaginario de lo regional ocupa un lugar menor, este tra-
bajo plantea la necesidad de resituar la centralidad del mismo. Para ello
se abordará su presencia a través de diversos materiales culturales, ya
sean científicos (geográficos, antropológicos) o estéticos (literatura,
música y artes plásticas). Por último, este texto argumenta en favor de
considerar la modernidad de la región frente a la extendida visión que la
vincula con el inmovilismo y el arcaísmosocial.
Palabras clave: regionalismo, Restauración, España, siglos xix y xx
Abstract: This article seeks to offer a new interpretation of regional identities
thorough the Spanish Restoration national imaginary. Using new
approaches and theoretical perspectives, it is argued here an alternative
interpretation of the relationship between region and nation in Spain.
Focusing on the cultural imaginary of the nation, here will be analised the
role played by scientific (geographical and anthropological) and aesthet-
ic discourses. Finally, this text argues against the vision of region and
region-building as an out of date and non modern process.
Key words: regionalism, Restoration, Spain, 19th and 20th centuries.
* Este trabajo forma parte del proyecto HUM20005-03741 del MEC. El autor
agradece a la profesora M.ª Cruz Romeo Mateo sus sugerencias.
Ferrán Archilés Cardona «Hacer región es hacer patria»
templó la región; así el anarquista Ricardo Mella en sus artículos de 1912, «Monografías
regionales», caracterizó las regiones, especialmente Andalucía (estos artículos pueden
encontrase ahora en MELLA, R.: Ideario, Barcelona, Producciones editoriales, 1978,
pp. 236-246). Por su parte, el socialista Juan Antonio Meliá es coautor de una recopila-
ción de canciones populares españolas estructurada por regiones (publicada con el seu-
dónimo de MONTERILLA: Ecos de España, Sevilla, Imprenta de G. Álvarez, 1923).
34
ABAD DE SANTILLÁN, D.: Psicología del pueblo español, Madrid, Imprenta de
Felipe Peña Cruz, 1917, especialmente las pp. 114-130. En un sentido similar se situa-
ron obras posteriores, como la ya tardía del género como es la de VERRUGA, J.: Psico-
logía del pueblo español. Ensayo de un análisis biológico de alma nacional, Madrid,
Librería Bergua, 1934, especialmente las pp. 346-458.
35
SAZ, I.: España contra España. Los nacionalismos franquistas, Madrid, Marcial
Pons, 2004.
mera vez en plenitud con la vanguardia europea. Cfr. CASARES, E.: «La música espa-
ñola hasta 1939, o la restauración musical», en España en la música de Occidente,
vol. 2, Madrid, INAEM, 1985, pp. 261-231. Sobre otros músicos nacionalistas regio-
nales, véase MARCO, T.: Historia de la música española, 6, Siglo XX, Madrid, Alianza
Editorial, 1982, pp. 89-104.
59
Aunque inconclusa, véase una muestra en la monumental obra de MIRALLES,
E.: Biblioteca de las literaturas regionales: Siglo XIX: autores bilingües (obra en castella-
no), Madrid, Fundación Universitaria española, 2001, donde cita hasta 887. O tam-
bién en el género chico y la zarzuela finisecular, ESPÍN TEMPRADO, M. P.: El teatro por
horas en Madrid (1870-1910), Madrid, IEM-Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero,
1995, pp. 50-51; ROMERO FERRER, A.: Antología del género chico, Madrid, Cátedra,
2005; «Del costumbrismo al regionalismo andaluz en el teatro del siglo XIX», Gades,
22 (1997), pp. 533-549.
60
Este cambio ya lo hizo notar J. C. Mainer, señalando además que la distancia de
la nueva novela de los años ochenta con sus precedentes afectaba incluso a la obra de
Pereda comparada con sus coetáneos, a pesar de aparentes similitudes. Véase MAI-
NER, J. C.: «Costumbrismo, regionalismo, provincianismo en las letras europeas y
españolas del siglo XIX», en Congreso de literatura (hacia la literatura vasca), Madrid,
Castalia, pp. 193-210.
61
DORCA, T.: Volverás a la región. El cronotopo idílico en la novela española del
siglo XIX, Madrid, Iberoamericana-Vervuert, 2004.
Restauración, además de los autores más clásicos. AZORÍN: Obras completas, t. III,
Madrid, Aguilar, 1947, pp. 1117-1248.
66
Aunque conviene no olvidar que la primera de las novelas modernas de GAL-
DÓS, Doña Perfecta, no es sino un agudo contraste entre la ciudad y el mundo de pro-
vincias, Orbajosa respecto del mundo de la capital.
67
No es un tema menor el de la influencia krausista. Y no sólo porque (como era
el caso de Giner) se buscara incesantemente una literatura nacional, sino por la con-
cepción organicista del krausismo español y la articulación de sus partes y regiones.
68
Reflexiones muy sugerentes son, además de los trabajos ya citados, MIRA-
LLES, E.: «Pereda y los nacionalismos (regionalismos) peninsulares», en «“Peñas arri-
ba”. Cien años después, José María de Pereda, crítica e interpretación, Santander, Socie-
dad Menéndez Pelayo, 1997, pp. 197-229; MAINER, J. C.: «Notas sobre el regionalis-
mo literario en la Restauración: el marco político e intelectual de un dilema», en MAI-
NER, J. C., y ENGUITA, J. M (eds.): Entre dos siglos. Literatura y Aragonesismo, Zarago-
za, Institución Fernando el Católico, 2004, pp. 7-28.
69
SOTELO VÁZQUEZ, A.: «Narcís Oller y las relaciones literarias entre Cataluña y
España (1884-1902)», en El Segle Romàntic. Actes del Col.loqui Narcís oller, Lleida,
Cossetània, 1999, pp. 107-129.
70
MAINER, J. C.: «La invención estética...», op. cit., p. 31.
71
Especialmente sus cinco novelas del llamado ciclo valenciano, Arroz y Tartana,
Flor de Mayo, La barraca, Entre naranjos y Cañas y barro, publicadas entre 1894 y 1902.
Blasco dio pie incluso a la elaboración de una Psicología del pueblo valenciano según
las novelas de Blasco Ibáñez en 1923 a cargo del médico valenciano Pedro GÓMEZ
MARTÍ y publicada por el Centro de Cultura Valenciana.
72
ORTEGA Y GASSET, J.: op. cit., pp. 252 y ss.
73
Sobre la influencia de los geógrafos en Ortega, véase MARTÍNEZ DE PISÓN, E.:
Imagen del paisaje. La generación del 98 y Ortega y Gasset, Madrid, Caja Madrid, 1998,
especialmente pp. 206-213.
Covadonga y el regionalismo
asturiano *
Carolyn P. Boyd
University of California, Irvine
na Press, 1997; HAUPT, H. G., et al. (eds.): Regional and National Identities in Europe
in the XIXth and XXth Centuries/Les Identités régionales et nationales en Europe aux
XIXe XXe siècles, The Hague, Kluwer Law International, 1998; THIESSE, A.-M.: La Cré-
ation des identités nationales. Europe XVIIIe-XXe siècle, París, Seuil, 1999; STORM, E.:
«Regionalism in History, 1890-1945: The Cultural Approach», European History
Quartely, 33, 2 (2003), pp. 251-265. Para España, véanse NÚÑEZ SEIXAS, X. M.: «The
Region as Essence of the Fatherland: Regionalist Variants of Spanish Nationalism,
1840-1936», European History Quarterly, 31, 4 (2001), pp. 483-518, y «Region-buil-
ding in Spain during the 19th and 20th centuries», en BRUNN, G. (ed.): Region und
Regionsbildung in Europa: Konzeptionen der Forschung und empirische Befunde,
Baden-Baden, Nomos, 1996, pp. 175-210; FRADERA, J.: «El proyecto liberal catalán y
los imperativos del doble patriotismo», Ayer, 35 (1999), pp. 87-100; ARCHILÉS, F., y
MARTÍ, M.: «Ethnicity, region and nation: Valencian identity and the Spanish nation-
state», Ethnic and Racial Studies, 24, 5 (2001), pp. 779-797; SUÁREZ CORTINA, M.:
«Región, regionalismo e historia. La invención de la tradición en la Cantabria con-
temporánea», Historia Contemporánea, 11 (1994), pp. 215-240; FORCADELL, C.
(coord.): Cultura y política del recuerdo: en el centenario del monumento al Justiciazgo,
1904-2004, Zaragoza, Justicia de Aragón, 2004.
3
NÚÑEZ SEIXAS, X. M.: «Region-building in Spain...», op. cit.
«Que nuestro siglo tiene marcado parecido con el siglo de Pelayo [...] no
hay porqué demostrarlo. Los moriscos de nuestros días no esgrimen cierta-
mente la cimitarra, ni se apoderan en son de guerra de vuestros cuerpos y de
vuestros bienes; pero esgrimen el libro, el folleto, el periódico, la caricatura
y la palabra, la burla y el sarcasmo para envenenar los corazones, pervertir
28
HEVIA, D.: Covadonga..., op. cit., p. 107.
29
VVAA: Covadonga..., op. cit., pp. 191-192.
donando 20.000 pesetas para las obras de construcción 34. Sin embar-
go, la mayoría de donaciones continuaron afluyendo de los miembros
de la burguesía asturiana, de los emigrantes asturianos en las Améri-
cas y, tras 1898, de los «indianos» que habían regresado 35. Los astu-
rianos constituían en estas fechas la mayoría de peregrinos, aunque la
Virgen de Covadonga no parecía despertar la misma devoción que
otras imágenes de María con hondas raíces en la cultura local 36. No
obstante, a partir del cambio de siglo aparecieron imágenes de la san-
tina en las iglesias parroquiales de la provincia por la insistencia del
infatigable Martínez Vigil. La construcción de un palacio episcopal y
una nueva residencia para los canónigos de la colegiata elevaron el
estatus del santuario en la diócesis. Como en el caso de recientes san-
tuarios en el norte y el noreste de la península, la Virgen de Covadon-
ga se convirtió en un vehículo para crear una identificación supralo-
cal e interclasista con la diócesis, en un momento en que entre los
católicos cundía la sensación de estar sitiados.
El clero secular de Covadonga parece haber estado en la van-
guardia de la campaña integrista católica para movilizar a la nación
en defensa de la fe y la tradición. Mientras estuvo de canónigo en la
basílica, Fr. Pedro Poveda organizó una Congregación Nacional
dedicada a la Virgen de Covadonga que recibió estatus canónico en
1908. La congregación animaba a todos los españoles, pero especial-
mente a los asturianos, a realizar varios tipos de ejercicios espiritua-
les, peregrinaciones y devociones, el espíritu de los cuales se hace
patente en la jaculatoria: «Madre mía de Covadonga, salvadme y sal-
vad a España» 37.
II
«La periferia española [...] los pueblos de nuestras costas, han tenido
ocasión, con motivo de la guerra, de abrirse plenamente al mundo y recoger
67
El Siglo Futuro. Diario católico, 16 de septiembre de 1918.
68
Batalla y santuario de Covadonga. Tradición. Monumentos. Historia, Oviedo,
2001. LÓPEZ GARCÍA-JOVÉ, L.: La batalla de Covadonga..., op. cit., pp. 166-167; VVAA:
Covadonga, pp. 450-456. La letra y la música completa del himno de Covadonga están
disponibles en una edición conmemorativa.
aciertos como las limitaciones del estudio de RUBIO POBES, C.: La identidad vasca en el
siglo XIX. Discurso y agentes sociales, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, pp. 39-177,
sobre todo pp. 39-87 y 132-145. La dualidad aludida en MOLINA, F.: La tierra del mar-
tirio español. El País Vasco y España en el siglo del nacionalismo, Madrid, CEPC, 2005,
pp. 44 y 285, e id.: «Modernidad e identidad nacional. El nacionalismo español del
siglo XIX y su historiografía», Historia Social, 52 (2005), p. 162. Cuestiono las tenden-
cias «prenacionalizadoras» del fuerismo, que implican una asimilación (en ocasiones,
inconsciente) de la memoria del nacionalismo vasco, en «La disputada cronología de
la nacionalidad. Fuerismo, identidad vasca y nación en el siglo XIX», Historia Contem-
poránea, 30, en prensa.
2
HROCH, M.: Social Preconditions of National Revival in Europe. A Comparative
Analysis of the Social Composition of Patriotic Groups among the Smaller European
Nations, Cambridge et al., CUP, 1985, pp. 8-10 y 22-30 (ha flexibilizado su teoría en
La naturalesa de la nació, Catarroja, Afers, 2001); CALHOUN, C.: Nationalism, Minnea-
polis, University of Minnesota Press, 1997, pp. 45-50. Pese a ello, los bardos de la
patria siguen a lo suyo, y despropósitos históricos como el de HASTINGS, A.: The cons-
truction of Nationhood. Ethnicity, Religion and Nationalism, Cambridge et al., CUP,
1999, causan entusiasmo entre los que confunden historia y proselitismo identitario.
Caso de, por ejemplo, URZAINKI, T.: El Estado navarro, Pamplona, Pamiela, 2001.
nal generaba una lealtad tan sólida como la nacional pues ambas se
hacían entre sí. Smith subraya que la identidad nacional se va hacien-
do por medio de «sucesivos círculos concéntricos de lealtad y perte-
nencia», en los que el mayor corresponde a la nación, pues constituye
una lealtad de mayor capacidad movilizadora. No comparto esta últi-
ma impresión. Siendo las identidades sociales, como recuerda Eric
Hobsbawm, «más camisas que piel», la existencia de lealtades múlti-
ples no implica una subordinación de unas a otras según un esquema
rígido. Lo que hay es una interferencia de los anillos concéntricos de
lealtad, que genera auténticas ondulaciones dispares que se intercam-
bian según las circunstancias.
Stringer, que también habla de las «lealtades concéntricas» como
un fenómeno definitorio de la identidad nacional, afirma que la fuer-
za de ésta dependerá de la medida en que consiga identificarse con
espacios locales, cercanos a la familia, auténtico grupo primario de
identificación de todo individuo. Debido a ello, el concepto de
«círculos de lealtad» de Smith me resulta, en último término, menos
interesante que el de «esferas de afecto» que propone Martha C.
Nussbaum. Se trata de una metáfora muy similar a la de los «anillos»
o «círculos» que persigue un mismo fin: subrayar la disparidad de
pertenencias colectivas compatibles que todo individuo puede gene-
rar. Sin embargo, la apelación que hace esta politóloga a un factor
emocional como es el afecto resulta, en mi opinión, más útil que la que
hace Smith a una lealtad, pues permite mostrar lo voluble de ésta,
dependiente siempre de contextos emocionales muy determinados.
Sea como fuere, la nación es una identidad colectiva en permanente
proceso de construcción dotada de una extraordinaria potencia inte-
gradora, que la convierte, afirma David McCrone, en un factor aso-
ciativo que va desde la esfera local a la imperial. Tal factor permite a
Prasenjit Duara presentarla como una identidad «relacional» æo
«referencial», como la califica Smithæ 7.
7
SMITH, A. D.: National Identity, Londres, Penguin Books, 1991, pp. 4-13, 143 y
175-176; HOBSBAWM, E. J.: «Izquierda y política de identidad», El Viejo Topo, 107
(1997), p. 24; STRINGER, K.: «Social and Political Communities in European History:
Some Reflections on Recent Studies», en BJORN, C.; GRANT, A., y STRINGER, K. J.:
Nations, Nationalism and Patriotism in the European Past, Copenague, Academic
Press, 1994, pp. 9-13; SMOUT, T. C.: A century of the scottish people 1830-1950, Lon-
dres, Collins, 1986, pp. 237-238; id.: «Perspectives on the Scottish Identity», Scottish
Affairs, 6 (1994), pp. 102-112; MCCRONE, D.: The Sociology of Nationalism, Londres,
Routledge, 1998, pp. 138-139; NUSSBAUM, M. C.: Los límites del patriotismo. Identi-
dad, pertenencia y «ciudadanía mundial», comentarios de Michael WALZER, Barcelona,
Paidós, 1999, pp. 153-155, y DUARA, P.: «Historizing National Identity, or Who Ima-
gines What and When», en ELEY, G., y GRIGOR SUNY, R. (eds.): Becoming national. A
reader, Nueva York, Oxford UP, 1996, p. 163.
8
Es la tesis que defiendo en La tierra del martirio..., op. cit. Las referencias hechas
son GRODZINS, M.: The Loyal and the Disloyal. Social Boundaries of Patriotism and Tre-
ason, Chicago, University of Chicago Press, 1956, pp. 40-41; SMOUT, T. C.: A Century
of..., op. cit., pp. 238-239, y STRINGER, K. J.: «Social and Political...», op. cit., p. 30.
9
Mi impresión acerca de esa diferencia que ARCHILÉS y MARTÍ («La regió...»,
op. cit., pp. 289-290) señalan entre las «pequeñas patrias» regionales sin componentes
étnicos diferenciadores del Estado y las que sí disponían de éstos, es que dicha dife-
rencia tuvo menos peso del que en un principio pudiera pensarse. La región como
«mecanismo nacionalizador» fue más homogénea en su orientación nacional (de Esta-
do) que lo que pudiera pensarse de tal distinción.
10
«Táctica antifuerista», La Paz, 12 de septiembre de 1877.
En las dos décadas finales del siglo, la unanimidad de las elites fue-
ristas en torno al concepto de identidad dual derivó en un reforza-
miento del patriotismo etno-regional, fuertemente vehiculado en eso
que Rubio Pobes ha denominado «la memoria de la foralidad perdi-
da». En la fabricación de ésta tuvieron un importante papel las políti-
cas simbólicas y culturales que emprendieron las elites fueristas desde
las diputaciones «provinciales». Podrían mencionarse muchísimas
iniciativas de recuerdo de la «memoria de los fueros» y de redefini-
ción de la identidad étnica asociada a ellos. Suscripciones patrióticas
para elevar estatuas de los patricios que defendieron los fueros o la
15
SORALUCE, N. DE: «Adición a la Memoria de la Real Compañía Guipuzcoana
de Caracas. Disputa entre un burgalés y un vizcaíno», La Paz, 8 de junio de 1876 y ss.
[contestaba a ZARAGOZA, J.: «Disputa entre un burgalés y un vizcaíno sobre la lealtad,
honra, hidalguía y limpieza de castellanos y vascongados», La Revista Europea,
año III, 117 (1876)]; «Los vascongados en ultramar», La Paz, 17 y 20 de enero de
1877; Exposición dirigida a las Cortes de la Nación por las Diputaciones de las Provin-
cias Vascongadas en 16 de junio de 1876, Madrid, Imprenta de DRP Infante, 1876,
pp. 6-7 y 16-20; discurso del Conde de Llobregat, 12 de julio de 1876, Diario de Sesio-
nes de las Cortes, Congreso, Legislatura 1876-1877, t. I, p. 2.955. La recepción en la
prensa de estos discursos, por ejemplo, en «Discurso pronunciado por el Sr. D. Cami-
lo Villavaso contra el proyecto de ley de abolición de los fueros», El Noticiero Bilbaí-
no, 5 de agosto de 1876.
24
«Address by The Right Honourable Archibald Philip Vth Earl of Rosebery
K. G., Ll. D., D. C. L. Lord Rector, Nov. 4, 1882», en STODART-WALKER, A. (ed.): Rec-
torial addresses delivered before the University of Edimburgh 1859-1899, Londres,
Grant Richards, 1900, pp. 209-210 (traducción mía).
25
Remito a los estudios de Celia Applegate o Alon Confino sobre Alemania; de
Anne-Marie Thiesse o Jean-François Chanet sobre Francia; al análisis comparado de
ambos casos de Charlotte Tacke; al trabajo sobre Escocia y Gran Bretaña de Graeme
Morton o Murray G. H. Pittock; o a episodios singulares como el expuesto por
CARON, V.: Between France and Germany. The Jews of Alsace Lorraine, 1871-1918,
Stanford, Stanford UP, 1988. Una panorámica general en APPLEGATE, C.: «A Europe
of Regions: Reflections on the Historiography of Sub-National Places in Modern
Times», American History Review, 104 (1999), pp. 1151-1182, y STORM, E.: «Regio-
nalism in History, 1890-1945: The Cultural Approach», European History Quatterly,
vol. 33, 2 (2003), pp. 251-265.
Abstract: The nationalist creed of the insurgents during the Spanish Civil
War (1936-1939) had as a crucial tenet the defence of Spain’s unity
against separatism. However, it also proved to be able to use as a mobil-
ising discourse a repertory of images and symbols of regional and local
compass, whose aim was to recruit adherents and to satisfy those sectors
of the rebel side which were not opposed to a moderate decentralisa-
tion, or at least to a recreation of subnational identity as a means to pre-
serve tradition. This tendency clashed with the homogenising integral
nationalism of some other political factions, as well as with the fear of
dad por las tropas sublevadas era considerada como una «reincorpora-
ción» a España 3. Pues la patria era un concepto espiritual y no mera-
mente geográfico. Pero sobre todo se trataba de doblegar a las regiones
rebeldes, Cataluña y el País Vasco. Aquéllas que desafiaban la «Unidad
de Destino, impuesta por Dios y expuesta en la Historia», que estaba
por encima de «las diferencias de raza, [...] de las diferencias de len-
gua, [...] de todos los hechos diferenciales de todos los pueblos de
España» 4. Al glosar la toma de Bilbao en junio de 1937, Víctor Ruiz
Albérniz (El Tebib Arrumi), cronista del Cuartel General del Generalí-
simo, expresaba ufano que se extirpaba un «cáncer de nuestro cuerpo
nacional [...] y uno por lo que nos alzamos el 17 de julio en la Cruzada
Redentora» 5. Y la caída de Cataluña en enero de 1939 era saludada por
la prensa falangista en términos que oscilaban entre la reivindicación
del derecho de conquista y el amor a la hermana descarriada 6.
Para muchos voluntarios de base enrolados en las fuerzas rebel-
des, que procedían de medios sociales de clase media rural y católi-
ca, la defensa de la unidad de España frente a los separatismos cons-
tituía, asimismo, un fuerte ingrediente de su motivación política para
ir al frente. Desde su perspectiva, anarquía, desorden, falta de reli-
gión y república estaban íntimamente unidos a otro mal equiparable,
cuando no peor: la desmembración territorial de la única nación, la
española 7. Incluso para los voluntarios carlistas vascos y navarros,
celosos en preservar un cierto credo regionalista basado ante todo en
un concepto tradicionalista y austracista de España como una
3
Por ejemplo, cf. la descripción de la toma de Málaga en Unidad (San Sebastián),
8 de febrero de 1937, p. 1.
4
VALDÉS LARRAÑAGA, M.: «Alocución el Día de la Fiesta del Trabajo ante cien mil
camisas azules» (Madrid, 18 de julio de 1939), en id.: Discursos, Madrid, Editora
Nacional, 1949, pp. 19-33.
5
EL TEBIB ARRUMI: La conquista de Vizcaya (Las Crónicas de El Tebib Arrumi III),
Valladolid, Librería Santarén, 1938, pp. 16-17, 62-64, 232-235 y 238-241.
6
Véanse, por ejemplo, el poema del falangista vasco [Esteban] CALLE ITURRINO:
«Romance de Cataluña», en id.: Roancero de la guerra, Bilbao, Escuelas Gráficas San-
ta Casa de la Misericordia, s. f. (1939), pp. 169-172, o el discurso radiofónico de
Ernesto GIMÉNEZ CABALLERO a fines de enero de 1939, reproducido en id.: Amor a
Cataluña, Madrid, Ediciones Ruta, 1942, pp. 17-23.
7
Véanse, por ejemplo, el discurso del dirigente falangista coruñés PÉREZ HERVA-
DAS, E.: Sinfonía en azul, A Coruña, Imp. El Ideal Gallego, 1937, pp. 8-9, o el testi-
monio del estudiante monárquico salmantino Juan Crespo, en FRASER, R.: Recuérdalo
tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española, vol. I, Barcelona, Gri-
jalbo-Mondadori, 1997, pp. 235-236.
Fallidas esperanzas
Al principio, hubo tímidos intentos para que la nueva España pre-
miase a unos territorios por su lealtad con concesiones político-admi-
nistrativas. Algunas instituciones municipales aragonesas y navarras
jugaron en el otoño de 1936 con la idea de ganar territorio para sus
provincias a costa de los territorios rebeldes, como Guipúzcoa o Cata-
luña. Algo abonado incluso por unas declaraciones del general Mola
a Le Temps en octubre, en las que se mostraba partidario de la restau-
ración foral y del regionalismo sólo para Navarra y hasta de propor-
cionarle una salida al mar 14. Algunos publicistas llegaron a proponer
que, además de castigar a las provincias traidoras, en la nueva España
debían reservarse privilegios y concesiones a las regiones más leales:
«Navarra, Galicia y Aragón, que con su bravura y su nobleza evitaron
la desmembración de la patria» 15.
No era tan extraño. Durante los primeros meses de guerra persis-
tía en la zona rebelde una cierta indefinición acerca de la estructura
territorial que adoptaría el nuevo Estado. A comienzos de 1937, tres
juristas que acometieron la tarea de condensar los modelos de organi-
zación corporativa de otros Estados europeos todavía pronosticaban
que dentro del futuro Estado totalitario español habría un cierto
espacio para la vida institucional y el cultivo de la peculiaridad cultu-
ral e histórica de las regiones:
13
Véase BARÓN RADA, B.: Romancero popular navarro: Recopilación de romances
escritos con motivo de la gloriosa gesta de Navarra, 3 vols., Pamplona, Imp. y Libr. Jesús
García, 1937.
14
Véanse las declaraciones de Mola en La Humanitat, 18 de noviembre de
1936, p. 5.
15
NOVO CAMPELO, A.: «España nueva», Faro de Vigo, 10 de octubre de 1936, p. 1.
Otros iban más allá. En un folleto donde recogía para uso de los
requetés el ideario de la Comunión Tradicionalista, obra del navarro
Jaime del Burgo y fechado el 10 de marzo de 1937, se seguían reco-
giendo los postulados clásicos del tradicionalismo en lo referente a la
estructura del Estado, y que bebían del legado doctrinal tanto de
Menéndez Pelayo como de Vázquez de Mella. Las regiones «históri-
cas» habían sido otrora «reinos, principados y señoríos indepen-
dientes», es decir, «principios de nacionalidad, cuyo desarrollo cul-
minó en la unidad española conseguida por los Reyes Católicos».
Pero esa unidad no significaba uniformidad, pues las regiones
seguían teniendo «derechos por ley natural». Razón por la que los
requetés debían seguir siendo «regionalistas. Y pretendemos restau-
rar los principios forales, con las modificaciones que sean de actuali-
dad». Las regiones, además de sus «leyes sabias», también tendrían
derecho a «usar su lenguaje», a administrarse «con arreglo a sus bue-
nos usos y costumbres» y a «mantener su legislación civil». Cada
región debería tener unas Cortes regionales de representación cor-
porativa, con funciones legislativas y ejecutivas, un Consejo y un pre-
sidente que «representa al Rey ante la Región. Y la Región ante el
Rey» 17. Por las mismas fechas, Manuel Fal Conde afirmaba que la
España que saldría «redimida de este baño de sangre» habría de ser
«católica, regionalista, corporativista, antidemocrática, antiliberal y,
naturalmente, monárquica» 18. El 3 de junio, el delegado provincial
de FET-JONS en Guipúzcoa todavía hacía un guiño a las «diferen-
ciaciones marcadas por la geografía, proclamadas por la historia y
recogidas por sabias legislaciones forales que desembocan en fecun-
das autarquías» 19. Y el ABC sevillano ensalzaba el «profundo y recio
16
SANCHO IZQUIERDO, M.; PRIETO CASTRO, L., y MUÑOZ CASAYÚS, A.: Corpora-
tismo. Los movimientos nacionales contemporáneos. Causas y realizaciones, Zaragoza-
Granada, Editorial Imperio, 1937, p. 189.
17
BURGO, J. DEL: Comunión Tradicionalista. Ideario, Pamplona, s. e., 1937, pp. 6-7
y 13-14.
18
Véanse las declaraciones reproducidas en LUR-GORRI: «Todo un programa»,
Euzkadi, 28 de enero de 1937, p. 1.
19
Véase Unidad, 4 de mayo de 1937, p. 3.
PABLO, S. DE (eds.), Historia del País Vasco y Navarra en el siglo XX, Madrid, Bibliote-
ca Nueva, 2002, pp. 89-115, así como AZCONA PASTOR, J. M.ª, y GORTARI UNANUE, J.:
Navarra y el nacionalismo vasco. Ensayo histórico-político sobre las señas de identidad
originaria del Viejo Reino, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001, pp. 199-211.
24
GARCÍA MERCADAL, J.: Tres reductos, Zaragoza, Tip. La Académica, 1938, p. 12.
25
VALDÉS LARRAÑAGA, M.: «Alocución...», op. cit., p. 26.
26
MARTÍN ABRIL, F. J.: Castilla y la guerra, s. l. (Valladolid), Cuesta, 1937; e, igual-
mente, SANZ RUIZ DE LA PEÑA, N.: Romancero de la Reconquista (1937), Valladolid,
Santarén, 1937.
27
ORTIZ MUÑOZ, L.: Glorias imperiales. Libro escolar de lecturas históricas,
Madrid, El Magisterio Español, 1940, pp. 130-131.
34
«Homenaje a las Brigadas Navarras», Vértice. Revista Nacional de la Falange, 6
(noviembre de 1937), s. p., y PABLO, S. DE: Tierra..., op. cit., pp. 42-44 y 63-64.
35
GIMÉNEZ CABALLERO, E.: Triunfo del 2 de Mayo, s. l. (Madrid), Ediciones «Los
Combatientes», 1939, pp. 28-29; SANZ Y DÍAZ, J.: Por las Rochas del Tajo. Visión y
andanzas de guerra, Valladolid, Santarén, 1938, pp. 20-21.
36
«Navarra», en Laureados. II. 18 de julio de 1936, San Sebastián, Ediciones
Cigüeña, 1940, pp. 71-74.
37
COSSÍO, F. DE: Hacia una nueva..., op. cit., pp. 103-104.
también de la identidad regional 47. Tanto era así, que José García
Mercadal propugnaba en 1937 que, cuando Cataluña fuese recon-
quistada, se hiciese pagar al pueblo catalán un impuesto especial para
resarcir a Aragón de los daños causados por tropas separatistas en el
frente aragonés 48. Igualmente, la defensa de la especificidad y de la
identidad mallorquina fue enarbolada en agosto y septiembre de 1936
frente al intento «anexionista» de la expedición de Alberto Bayo, des-
crita como una banda de nuevos berberiscos separatistas 49. Cuando
el 30 de agosto de 1936 se celebró en Palma de Mallorca la fiesta de la
bandera, la misa de campaña en la Rambla de la ciudad fue oficiada
desde un altar situado al lado de la estatua de Raimundo Lulio, como
«primer mallorquín» consciente que había sido en el pasado. El mis-
mo emplazamiento se escogió para la misa del 6 de septiembre, en
conmemoración de la victoria sobre el intento de invasión lanzado
desde Barcelona el mes anterior 50. No faltó tampoco propaganda
patriótica en mallorquín 51.
Los estereotipos regionales podían ser transformados en un arma
movilizadora de cierta eficiencia, particularmente cuando un territorio
en su conjunto era presentado como una avanzada de la nueva España
dispuesta a ganar para la causa a otras regiones descarriadas. Para ello,
se apelaba al ancestral papel de esas regiones en la preservación del
auténtico carácter de España, y a veces se utilizaban idiomas diferentes
del castellano. El gallego, por ejemplo, fue utilizado en algunas publi-
47
Por la Fe y por la Patria. Jornadas del movimiento nacional en España. Julio-
Agosto de 1936, s. l. (Zaragoza), s. e., s. f. (1936), pp. 56-57; GRACIA, V.: Aragón,
baluarte de España. Su concurso a la causa nacionalista. Gesta heroica de su guerra, Zara-
goza, Talleres El Noticiero, 1938, y ARAGONÉS, P.: «Primavera de heroísmos», ABC
(Sevilla), 30 de abril de 1937, p. 4. Para las canciones y jotas patrióticas, véase la reco-
pilación de ABAD TARDEZ, Á.: Coplas patrióticas de jota aragonesa, s. l. (Zaragoza), s. e.
(Gráficas Uriarte), 1936.
48
GARCÍA MERCADAL, J.: Frente y retaguardia (impresiones de guerra), Zaragoza,
Tip. La Académica, 1937, pp. 201-205.
49
PALMA, A. de: Mallorca en guerra contra el marxismo (julio-septiembre 1936),
2.ª ed., Palma de Mallorca, Antonio Sabater Mut, 1936, pp. 63-64 y 85.
50
QUINTANA, L.: Dos páginas de la historia de una revolución. Mallorca siempre
española. Días rojos en una ciudad bética (Impresiones, enseñanzas y contrastes), Cádiz,
Cerón, 1937, pp. 43 y 57.
51
Por ejemplo JUAN SOLÉ, O.: 18 de juliol: décimes amb mallorqui d'es moviment
gloriós, Palma de Mallorca, s. e. (Imp. Independencia), 1938. Ejemplos en MASSOT I
MUNTANER, J.: El primer franquisme a Mallorca. Guerra civil, repressió, exili i represa
cultural, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1996, pp. 429-433.
57
MOURE-MARIÑO, L.: Galicia..., op. cit., pp. 252-255.
58
GARCÍA MERCADAL, J.: Frente y..., op. cit., pp. 211-217.
«Vale mejor decir: todo lo que es español es nuestro. Son nuestros todos
los paisajes españoles, todos los acentos y costumbrismos provinciales, toda
la variedad de modalidades y dialectos. Siempre que previamente se haya
realizado una saturación profunda de españolismo, sin olvidar por un ins-
tante la vigilancia de las manifestaciones regionales, para impedir que incu-
rran en la exageración de los nacionalismos separatistas. Y esto requiere un
gran tacto.
Está bien que el catalán sea hablado libremente, numerosamente, entre el
respeto y la complacencia de todos; pero no debe consentirse de ninguna
manera que se convierta en un idioma “político” [...]; no puede tolerarse que
el catalán pase a ser el lenguaje “oficial” en la vida pública de Barcelona [...].
Nada de segunda enseñanza en catalán; nada de Universidad catalana [...].
Está bien que el cura confiese en vascuence, que se predique en vascuence en
las iglesias de los pueblos, que hable y aconseje a sus feligreses en la lengua
familiar; pero no ha de consentirse ya nunca que el Seminario de Vitoria se con-
vierta, como se había convertido, en un vivero de sacerdotes separatistas» 63.
73
SERRANO DE HARO, A.: España es así, Madrid, Editorial Escuela Española,
1942, pp. 134-135.
74
Citado en CÁMARA, G.: Nacionalcatolicismo y escuela. La socialización política
del franquismo (1936-1951), Jaén, Hesperia, 1984, p. 79.
75
Discurso de José María de Areilza el 1 de julio de 1937 en el Coliseo Albia de
Bilbao, reproducido por ELÓSEGI: Quiero mori..., op. cit., pp. 219-223.
del euskara por parte de reclutas vascos de zonas rurales: «Los caste-
llanos me ponen en verdaderos apuros, cuando vienen indignados a
denunciarme que los vascos hablan entre sí en vascuence, lo cual hoy
es grave delito. [...] No comprenden que estos vascos hablan vas-
cuence porque no saben otra cosa». Esos mismos soldados franquis-
tas también se mostraron especialmente intolerantes hacia el uso
público del catalán en la Cataluña ocupada. El 11 de enero de 1939,
Arteche anotaba que en el pueblo tarraconense de Vimbodì «el pre-
gonero ha promovido un alboroto entre los soldados, soliviantados al
oírle un bando en catalán» 79.
La crítica pública del uso oral de lenguas diferentes del castella-
no, al menos extramuros de la casa familiar, se convirtió relativa-
mente pronto en un fenómeno frecuente en la retaguardia franquis-
ta, y en primer lugar en la prensa y radios de influencia falangista,
donde menudearon las exhortaciones imperativas a que se hablase
exclusivamente en castellano en el espacio público. Algo que iba
dirigido en buena medida a los numerosos refugiados catalanes en la
España rebelde. El diario donostiarra Unidad urgía así en tono apre-
miante a fines de marzo de 1937 a que los «idiomas regionales» se
relegasen a la intimidad 80. Pero también en ella debía el buen patrio-
ta hablar sólo en castellano, afirmaban otros. Luis Hurtado Álvarez
defendía que, aunque la Falange acogía a todos los buenos catalanes
y vascos en su seno, la nueva Reconquista de España sólo vendría de
aquellos que «hablan en español y consideran el español como su
única lengua» 81. Si Castilla era la esencia de España, escribía Cossío,
y si con las provincias rebeldes sólo cabía la conquista pura y dura,
era igualmente intolerable que el idioma castellano no se impusiese
totalmente en esos territorios 82. El falangista catalán Víctor d’Ors
añadía que la homogeneidad de España era y debía ser un requisito
previo para que se pudiese proceder a su regeneración autoritaria
por el nuevo Estado. En razón de ello, todo reconocimiento ofi-
cial de la diferencia regional, por nimio que fuese, podría resultar
contraproducente:
79
ARTECHE, J.: El abrazo de los muertos, Zarautz, Icharopena, 1970, pp. 145
y 276.
80
«Unidad e idioma», Unidad, 31 de marzo de 1937, p. 1.
81
HURTADO ÁLVAREZ, L.: «Si eres español habla en español», Unidad, 18 de mayo
de 1937, p. 6.
82
COSSÍO, F. DE: Guerra de salvación..., op. cit., pp. 115 y 169.
«¿Cómo decir que la “España una”, esta España que cree en valores
absolutos y va a una unificación en lo perfecto, no puede admitir el relativis-
mo diferencial de los “regionalismos”? Esto es un problema radical —de
raíz— que radicalmente debe ser resuelto. Y no caben términos medios. No
vale decir: “autonomía política, no; administrativa, sí” o bien: “lengua oficial,
no; lengua de familia, sí”. Todo esto son torpezas. No hay administración sin
política, ni lenguaje familiar que no se pueda, y se convierta en efecto, en len-
gua de cultura. Y una lengua de cultura ¿por qué no ha de tener consagra-
ción oficial?
No. Vamos a construir la nueva España con solidez sin igual. Y por ello
decimos una vez para todas: todo elemento de diferenciación que pueda irre-
mediablemente separar moral o materialmente a los españoles, debe ser evi-
tado y, si es preciso, aniquilado» 83.
Cfr. igualmente À. DUARTE: «El catalán en su paisaje. Algunas notas sobre los usos del
imaginario del paisaje catalán, y catalanista, en el primer franquismo», Historia y Polí-
tica, 14 (2005), pp. 165-190.
106
Cfr., para el caso de Vilanova i La Geltrú, A. M.ª CANALES SERRANO, Las otras
derechas. Derechas y poder local en el País Vasco y Cataluña en el siglo XX, Madrid, Mar-
cial Pons, 2006, pp. 295-301.
Solidaridad Gallega
y el desafío al sistema
de la restauración, 1907-1911 *
Miguel Cabo Villaverde
Universidade de Santiago de Compostela
22
CABO VILLAVERDE, M.: A integración..., op. cit., pp. 87-88.
«El caciquismo es una araña de tantas patas y asideros como pueblos hay
en España. En cada municipio una patita, y el gordo cuerpo, como el de una
araña en medio de su tela, en Madrid. Y esa maldita araña que todo lo chupa
y todo lo atrapa sin moverse, tiene un remedio largo pero seguro: el de irle
cortando las patitas y asideros» 24.
Mapa 1
Candidatos agrario-solidarios electos en la provincia
de A Coruña a lo largo de 1909
Mapa 2
Sociedades fundadoras de la «Federación Agrícola
de Ferrol-Pontedeume» (1910)
36
«Comentando», La Voz de Galicia, 10 de mayo de 1910.
Mapa 3
Año de aparición de la primera sociedad
por ayuntamientos (mutuas excluidas).
Provincia de A Coruña
propia que podía ser canalizada o aprovechada desde fuera pero que
no era dependiente exclusivamente de estímulos externos. De las 38
sociedades agrarias de filiación solidaria comprobada en la provincia
coruñesa, algo más de la mitad se disuelven al desaparecer la SG o bien
lo hacen en los años inmediatamente posteriores. Sin embargo, dieci-
séis siguen existiendo en 1918 y ocho llegan todavía en activo a la
Segunda República. La Federación de Ferrol-Pontedeume también
siguió en activo, de hecho en 1922 se integraría en la Confederación
Regional de Agricultores Gallegos liderada por Basilio Álvarez.
Gráfico 1
Asociacionismo agrario. Provincia de A Coruña
Línea horizontal:
media 1887-1941
46
FERNÁNDEZ PRIETO, L., y CABO VILLAVERDE, M.: «Agrarismo y regeneracionis-
mo en la Galicia de comienzos del siglo XX. El discurso del regionalismo agrícola», en
Agricultura y Sociedad, 86 (1998), pp. 133-161. La cita en ARIAS SANJURJO, J.: A las
sociedades de labradores de Galicia, hoja datada el 10 de febrero de 1918.
47
Santiago Casares Quiroga (A Coruña, 1884-París, 1950), vástago de una de las
sagas familiares del republicanismo coruñés, ejerció la abogacía en su ciudad natal,
donde fue concejal desde 1907. En 1930 representa al republicanismo gallego en el
Pacto de San Sebastián y durante la República ocupará los ministerios de Marina y
Gobernación hasta acceder a la jefatura de gobierno en vísperas de la Guerra Civil.
48
Manuel Lugrís Freire (Sada, 1863-A Coruña, 1940) emigró en 1883 a Cuba,
donde comienza su actividad literaria y periodística. A su regreso en 1896 se convier-
te en uno de los impulsores de la Liga Gallega. Se le considera autor del primer dis-
curso político en gallego en el transcurso de un mitin solidario en Betanzos en octubre
de 1907. Puso sus dotes periodísticas y literarias (tanto dramas como relatos y poe-
mas) al servicio de la causa regionalista y posteriormente nacionalista.
49
Sin embargo, los republicanos coruñeses en los años siguientes se volvieron a
refugiar en su espléndido aislamiento y concentraron sus esfuerzos en superar la divi-
sión creada precisamente por el experimento de la SG (simbolizada por la existencia
entre 1913 y 1915 de dos Casinos Republicanos).
El crimen de Trubia.
Género, discursos
y ciudadanía republicana *
Nerea Aresti
Universidad del País Vasco
Euskal Herriko Unibertsitatea
Resumen: El presente artículo ofrece una nueva visión del clima político que
acompañó al advenimiento de la Segunda República, planteando que las
expectativas de cambio afectaron también al ámbito privado y a las rela-
ciones de género. En particular, existía la esperanza en que el nuevo
régimen pusiera un freno al problema de la irresponsabilidad paterna.
Un caso criminal en el que una joven asturiana asesinó a su novio días
antes de dar a luz sirve de telón de fondo al argumento. La ola de soli-
daridad con la joven interpretó su absolución como una victoria de la
justicia republicana, una justicia inspirada por unos ideales de género
renovados. Las claves metodológicas del estudio otorgan un lugar cen-
tral a los discursos y al papel de los mismos en los procesos de construc-
ción identitaria.
Palabras clave: género, Segunda República, caso criminal, discurso, ciu-
dadanía, identidad.
Abstract: This article explores the political milieu of the Second Republic
from a new perspective, by suggesting that popular expectations for
social change reached the private realm and gender relationships. In
fact, people expected that Republican politicians would solve the prob-
lem of paternal irresponsibility. This study focuses on a criminal case, in
which a young woman from Asturias killed her boyfriend just a few
days before giving birth to their child. A wave of solidarity with the
young mother interpreted her acquittal as a victory for Republican jus-
tice, which was inspired by new gender ideals. The methodology for
this study focuses on the role of discourse in the shaping of gender
identities.
Key words: Gender, Spanish Second Republic, Criminal case, Discourse,
Citizenship, Identity.
a su reciente Taking Back the Streets: Women, Youth, and Direct Democracy, Berkeley,
University of California Press, 2004.
3
Sobre la evolución de los ideales de género en España, ver, entre otros, NASH,
M.: «Identidad cultural de género, discurso de la domesticidad y la definición del tra-
bajo de las mujeres en la España del siglo XIX», en DUBY, G., y PERROT, M. (eds.): His-
toria de las mujeres. El siglo XIX, vol. IV, Madrid, Taurus, 1993, pp. 585-597; GÓMEZ
FERRER, G.: Hombres y mujeres: El difícil camino de la igualdad, Madrid, Editorial
Complutense, 2002; SEGURA, C., y NIELFA, G. (eds.): Entre la marginación y el des-
arrollo: hombres y mujeres en la historia, Madrid, Ediciones del Orto, 1996; AGUADO,
A., y RAMOS, D.: La modernización de España (1917-1939) Cultura y vida cotidiana,
Madrid, Síntesis, 2002; JAGOE, C.; BLANCO, A., y ENRÍQUEZ DE SALAMANCA, C.: La
mujer en los discursos de género. Textos y contextos en el siglo XIX, Barcelona, Icaria,
1998; ARESTI, N.: Médicos, donjuanes y mujeres modernas. Los ideales de feminidad y
masculinidad en el primer tercio del siglo XX, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2001;
ARBAIZA, M.: «La “cuestión social” como cuestión de género. Feminidad y trabajo en
España (1860-1930)», en Historia Contemporánea, 21 (2000), pp. 395-458; SANFELIU,
L.: Republicanas. Identidades de género en el blasquismo (1895-1910), Valencia, PUV,
2005; PÉREZ FUENTES, P.: «Ganadores de pan y amas de casa: los límites del modelo
de “Male Breadwinner Family”, Vizcaya, 1900-1965», en SARASÚA, C., y GÁLVEZ
MUÑOZ, L. (eds.): ¿Privilegios o eficiencia?: mujeres y hombres en los mercados de tra-
bajo, Alicante, Universidad de Alicante, 2003, pp. 217-240; LLONA, M.: Entre señori-
ta y garçonne. Historia oral de las mujeres bilbaínas de clase media (1919-1939), Mála-
ga, Universidad de Málaga, 2002; DÍAZ FREIRE, J. J.: «Cuerpos en conflicto. La
construcción de la identidad y la diferencia en el País Vasco a finales del siglo XIX», en
NASH, M., y MARRE, D. (eds.): El desafío de la diferencia, Bilbao, Universidad del País
Vasco, 2003, pp. 61-94; CHARNON-DEUTSCH, L., y LABANYI, J.: Culture and Gender in
Nineteenth-Century Spain, Oxford, Oxford University Press, 1995, y el dossier sobre
«República y republicanas en España», editado por RAMOS, D.: Ayer, 60 (2005). Sobre
la secularización de los discursos de género, el dossier sobre género, religión y laicis-
mo del núm. 53 de la revista Historia Social (2005); SALOMÓN CHÉLIZ, P.: «Laicismo,
género y religión. Perspectivas historiográficas», Ayer, 61-1 (2006), pp. 291-308, y
BLASCO, I.: Paradojas de la ortodoxia. Política de masas y militancia católica femenina
en España (1919-1939), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2003.
dito, ni siquiera por los más sugerentes desde el punto de vista pre-
sente, sino fundamentalmente por aquellos que lograron con éxito
interpelar a los individuos 12, modificar/reafirmar su percepción de
las cosas y de sí mismos (es decir, dotarlas/le de significado) y tener un
impacto sobre el hacer de las personas. Le interesan las categorías y
las ideas que (re)crearon identidad y (re)construyeron los sujetos his-
tóricos. A esa historia le interesa, por lo tanto, determinar las condi-
ciones que hacen posible que un discurso pueda llegar a ejercer esta
acción eficiente. Desde mi punto de vista, para que esto suceda es
necesario que el discurso establezca una relación fecunda con el pasa-
do, con el presente y con el futuro de la sociedad sobre la que opera.
Primero, el discurso en cuestión deberá conectar con elementos
ya arraigados en la subjetividad de las gentes, base sobre la cual actua-
rá la nueva retórica. En su relación con el presente, el emisor del dis-
curso debe gozar de legitimidad 13 y disponer de medios para que el
mensaje alcance su destino. Además, la interpelación será capaz de
provocar emoción, es decir, una reacción más que estrictamente inte-
lectual en los sujetos a los que va dirigida 14. Especialmente si el pre-
sente está marcado por la existencia de un malestar, el éxito de un dis-
curso dependerá también de su capacidad para ofrecer una imagen de
futuro, la propuesta de un horizonte distinto 15. Como veremos en las
próximas páginas, el discurso republicano en torno a las reglas que
debían regir las relaciones entre mujeres y hombres cumplía estas
condiciones y logró redefinir, en cierta medida al menos, las identida-
des de género.
Mi visión del ejercicio de los discursos sobre los individuos/colec-
tivos dista mucho de la de una operación unilateral por parte de los
12
Considero útil el concepto de interpelación de Althusser, si bien subrayando la
idea de que la interpelación puede de hecho fallar a la hora de construir una posición
de sujeto. ALTHUSSER, L.: «Idéologie et appareils idéologiques d’Etat», La Pensée, 151
(1970), pp. 3-38.
13
Pierre Bourdieu ha analizado las condiciones que dan legitimidad a un discur-
so. BOURDIEU, P.: Sociologia, Sao Paulo, Editora Atica, 1983, p. 163.
14
La importancia de este elemento subjetivo ha sido puesta de relieve por histo-
riadores de diferentes ámbitos. Veéase DÍAZ FREIRE, J. J.: «Cuerpos en conflicto...»,
op. cit., particularmente pp. 62-70, y CLARK, A.: The Struggle for the Breeches. Gender
and the Making of the British Working Class, Berkeley, University of California Press,
1995, p. 8.
15
Aspecto destacado por STEDMAN JONES, G.: Lenguajes de clase. Estudios sobre
la historia de la clase obrera inglesa (1832-1892), Madrid, Siglo XXI, 1989, p. 92.
16
Es precisamente la capacidad de los discursos para adoptar nuevos significa-
dos al enfrentarse a construcciones subjetivas distintas y contextos diferentes lo que
abre el espacio para la resistencia. En este sentido, la obra de Derridá es una pieza
clave para la historia discursiva que pretende huir del determinismo lingüístico.
DERRIDÁ, J.: «La différance», en VVAA: Teoría de conjunto, Barcelona, Seix Barral,
1971, pp. 49-79; id., La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989. En rela-
ción con la cuestión de género, Mary Poovey ha destacado la complejidad del proce-
so por el que los discursos y las categorías son construidos, asimilados o rechazados:
POOVEY, M.: Uneven Developments. The Ideological Work of Gender in Mid-Victo-
rian, England, Chicago, The University of Chicago, 1988, pp. 4 y ss. Judith Butler ha
hecho una aportación decisiva al análisis de la construcción de las identidades desta-
cando su carácter performativo. La filósofa ha señalado: «La anticipación de una
revelación fidedigna del significado es el medio por el cual esa autoridad se atribuye
y se instala: la anticipación conjura su objeto». BUTLER, J.: El género en disputa. El
feminismo y la subversión de la identidad, México, Paidós, 2001, p. 14.
17
Joan W. Scott ha sabido mostrar la complejidad de este juego de integración y
resistencia en la conformación de las identidades políticas y, concretamente, en el
feminismo. SCOTT, J.: Only Paradoxes to Offer: French Feminists and the Rights of
Man, Cambridge, Harvard University Press, 1996.
dida de los peligros que podía entrañar para su porvenir una caída
semejante» 19. Sin embargo, Josefa acabó accediendo a los deseos
de su novio porque, según señaló en el juicio, ella «creía en la sin-
ceridad de las palabras de Enrique» y confiaba en que él cumpliría
su promesa de matrimonio. Un dato adicional alimentó la confian-
za de la joven en su prometido. A la vuelta de su servicio militar,
Enrique había traído un machete consigo, y con el ánimo de mos-
trar a Josefa la firmeza de su compromiso, se lo dio a su novia
diciéndole: «Toma este machete. Si no cumplo contigo, mátame
con él» 20.
Pocos meses después de estos hechos, en enero de 1932, Josefa
quedó embarazada. Enrique, tan pronto como se enteró, decidió
romper su compromiso y dar fin a su relación. Durante un tiempo,
tanto Josefa como su familia conservaron la esperanza en que el joven
se arrepintiera de su actitud y volviera con ella. Según pasaron los
meses, sin embargo, esta esperanza se fue desvaneciendo. El inicio de
una nueva relación entre Enrique y una muchacha campesina de die-
ciocho años, de una aldea cercana, puso en evidencia que el joven no
tenía la más mínima intención de respetar su promesa de matrimonio.
Cuando los periodistas de La Voz de Asturias visitaron a Honorina
Fernández —tal era el nombre de la nueva novia—, ella aseguró que
su relación con Enrique era formal y que él visitaba a su familia regu-
larmente. Enrique le había contado que en el pasado había estado
comprometido, pero que todo aquello había acabado. Poco antes de
los sucesos que acabaron con la muerte del joven, Josefa y su madre
visitaron a Honorina, confirmando entonces que también esta vez
Enrique había realizado promesa de matrimonio. De hecho, la boda
con Honorina iba a celebrarse en breve.
Cuando el anuncio de boda llegó a oídos de Josefa, la joven aban-
donada estaba embarazada de nueve meses. En aquellos momentos,
vivía con una tía que se apiadó de ella cuando la familia de Josefa,
negándose a aceptar la vergüenza de un nacimiento ilícito, expulsó a
la muchacha de la casa familiar. Josefa, alegaron más tarde, había tra-
ído la «deshonra para todos». Josefa y su tía Rogelia intentaron hasta
el último momento impedir la celebración de la boda con Honorina,
sin éxito. Rogelia acabó advirtiendo a Josefa que si Enrique no la lle-
19
La Voz de Asturias, 14 de septiembre de 1932.
20
Ibid.
vaba al altar antes del nacimiento del hijo, la joven madre debería
abandonar también su casa 21.
Unos días antes de la anunciada boda de Enrique con Honorina,
Josefa se encontraba en una situación desesperada, de total desampa-
ro, literalmente en la calle y a punto de dar a luz. Josefa sufría la tira-
nía de una moral inflexible con las faltas femeninas, y de una visión
tradicional según la cual la maternidad no era en sí misma una condi-
ción dignificadora y merecedora de protección y apoyo social. Desde
este punto de vista, por encima de la condición maternal estaba el
estado civil de la madre soltera, que era, más que cualquier otra cosa,
una pecadora merecedora de castigo. Josefa era también víctima de
una situación en la que los mecanismos tradicionales de los que dis-
ponían las mujeres para garantizar el cumplimiento de las promesas
de matrimonio habían entrado en crisis, y otros nuevos mecanismos
de corte moderno no habían venido a sustituir a los antiguos. En esta
suerte de interregno en las relaciones entre los sexos, los casos de
irresponsabilidad paterna crecieron y la balanza de poder basculó
hacia el lado de los hombres, quienes pudieron sacar provecho, de
quererlo, de una situación en la que ni la comunidad ya, ni el Estado
todavía, cumplían su papel regulador, coercitivo o persuasivo, en las
relaciones de género 22.
En un último intento de encontrar una salida a su situación, Jose-
fa salió de casa de su tía determinada a hacer entrar en razón a Enri-
que. Cuando a las cinco de la tarde del 12 de septiembre, él se dirigía
a su casa de vuelta del trabajo con dos compañeros, Josefa le estaba ya
esperando en el puente de Quintana. Ella portaba en sus manos aquel
machete de mango de madera y hoja de veintidós centímetros de lon-
gitud que Enrique le diera otro día como garantía del cumplimiento
de su palabra. El cuchillo militar estaba envuelto aún en el mismo
trozo de papel de entonces. Algunos periodistas aseguraron, tras los
sucesos, que su intención era devolverle el arma 23. Tras llamar a Enri-
21
El Comercio, 22 de junio de 1933.
22
Algo semejante sucedió en otros países como Francia durante el periodo de la
Tercera República, y en Inglaterra, según han puesto de manifiesto Anne Mary Shon
y Jeffrey Weeks, respectivamente. Véase SHON, A. M.: «The Golden Age of Ma-
le Adultery: The Third Republic», Journal of Social History, 28-3 (1995), p. 40, y
WEEKS, J.: Sex, Politics and Society: The Regulation of Sexuality since 1800, Londres,
Longman, 1989, pp. 64-65.
23
Avance, 22 de junio de 1933.
que aparte, quedando los dos amigos esperando a un lado del cami-
no, la pareja intercambió unas cuantas palabras. Ella «le hizo presen-
te su promesa de matrimonio», y le pidió que, al menos, reconociera
al hijo de ambos 24, a lo que él contestó que aquel niño no era suyo,
que ella «era una golfa y no tenía que pagar los vidrios rotos de
otro» 25. Enrique se mostró implacable y se negó a seguir hablando
con ella. Tratando de impedir que se fuera, Josefa le cogió por el bra-
zo. Enrique reaccionó violentamente, golpeando y empujando a Jose-
fa hasta tirarla al suelo. Incluso rompió su paraguas a base de pegar
con él el cuerpo de la joven tendido en el puente. Varios testigos die-
ron razón de las muchas patadas que Enrique le propinó en el estó-
mago. Josefa consiguió incorporarse y, en el forcejeo posterior, y en el
justo momento en que Enrique se disponía a pegarla de nuevo, ella le
asestó dos puñaladas mortales en el abdomen con el filo oxidado del
machete, sin ni siquiera sacarlo del papel de periódico en el que esta-
ba envuelto.
Josefa escapó de la escena del crimen, mientras Enrique, grave-
mente herido, caía al suelo. Él aún tuvo fuerzas para levantarse, aga-
rrándose con una mano el estómago y apoyándose con la otra en el
paraguas roto. Los dos amigos le trasladaron al cuarto de socorro,
pero una intervención de urgencia no pudo impedir los mortales efec-
tos de las cuchilladas. A las dos horas de ingresar en el Hospital de
Oviedo, Enrique falleció. La policía local ordenó inmediatamente el
arresto de Josefa, quien fue detenida en la casa de su tía tan solo unos
minutos más tarde, sin ofrecer resistencia alguna. Ya en el Juzgado de
Oviedo, Josefa fue interrogada y sometida a un examen médico, sien-
do trasladada a continuación al Servicio de Maternidad del Hospital
de Oviedo. Allí dio a luz a un niño, y madre e hijo esperaron interna-
dos en el Hospital hasta la celebración del juicio en junio del año
siguiente, 1933. El fiscal pidió para ella una pena de doce años de pri-
sión y una cuantiosa multa para la indemnización de la familia de
Enrique, pero el Jurado Popular la consideró no culpable. Josefa fue
absuelta y quedó en libertad sin cargos.
24
Noroeste, 22 de junio de 1933.
25
Avance, 22 de junio de 1933.
que había puesto en franco peligro la vida del futuro hijo. La actitud
peyorativa del novio con respecto al embarazo de Josefa y sus inten-
ciones explícitas de provocar un aborto en ella fueron decisivos para
la causa de la defensa. Buylla planteó que Josefa «obró en legítima
defensa al defender al hijo que llevaba en las entrañas de los bárbaros
ataques de Enrique» 39. El Código Penal permitía considerar como
legítima defensa la ejercida a favor de los parientes más cercanos 40.
Así, la defensa privilegió la condición de Josefa como madre por enci-
ma de cualquier otro tipo de consideración. Primero, como mujer
embarazada cuyo peculiar estado psicológico creaba un estado men-
tal vulnerable. Segundo, como madre valiente y arrojada dispuesta a
todo por salvar la vida de su hijo.
A través de su defensa de Josefa madre, Buylla realizó un discurso
de elogios y exaltación de las mujeres y su papel en la sociedad. La
prensa local calificó sus palabras de «sentido canto a la mujer» 41. Esta
visión enaltecedora de las mujeres dependía básicamente del efecto
dignificador de la maternidad. Buylla confiaba en que las mujeres del
jurado entenderían bien su punto de vista ya que «como mujeres,
saben del amor a los hijos y de cuánto por ellos es capaz la madre para
defenderlos» 42. Pero, más allá de aquellas mujeres, el interlocutor de
su discurso era una sociedad que estaba construyendo un sujeto
femenino dignificado, a la vez que encerrado en los estrechos límites
de un destino biológico ineludible. Quiero advertir que la vitalidad
de esta visión, y su larga vigencia en el tiempo, no significan que se
trate de un fenómeno a-histórico. Al contrario, el siglo XX asistió al
desarrollo incipiente, a los momentos más álgidos y la franca deca-
dencia de este ideal de feminidad. En los años veinte y treinta, esta
relación entre feminidad y maternidad, que hoy denominamos
comúnmente tradicional, era novedosa y moderna frente a otras visio-
nes entonces tradicionales.
El tipo de defensa desarrollado por el abogado defensor y la
repercusión del caso en la prensa nos sitúan también en una nueva
formulación del sistema de expectativas recíprocas en las relaciones
entre hombres y mujeres. Tanto Buylla como los titulares de la prensa
lo presentaron como «un caso de justicia». A diferencia de lo que
39
Avance, 22 de junio de 1933.
40
Gaceta de Madrid, 13 de septiembre de 1928, artículo 57, p. 1458.
41
Avance, 22 de junio de 1933.
42
El Carbayón, 22 de junio de 1933.
to» 55. Al contrario, las mujeres cogieron al niño, que había quedado
al encargo de una pariente, y lo elevaron en brazos «como un precio-
so trofeo» al frente de la manifestación, camino de la estación a través
de la calle Uría, aireando sus banderas republicanas y profiriendo con
entusiasmo los mismos gritos con los que habían dado la bienvenida
a la sentencia.
Las demostraciones de solidaridad con Josefa Menéndez se con-
virtieron en una fiesta. Todavía hoy, la gente mayor de Trubia recuer-
da aquel día, cuando todo el pueblo tomó el tren en dirección a Ovie-
do, cargados con sus banderas y estandartes, con sus gaitas y tambores.
Iban a la capital dispuestos a reclamar justicia y confiaban en poder
celebrar su victoria. El triunfo materializado en la sentencia absoluto-
ria convirtió la manifestación reivindicativa en una celebración popu-
lar. Pero aun antes de conocer la decisión del Jurado, la confianza en
que la justicia republicana respondería a sus expectativas era general.
Los periodistas presentes en el juicio describieron cómo las mujeres
rodeaban a Josefa transmitiéndole su optimismo y su certeza en que la
República entendería la justicia tal y como ellas lo hacían. «No te pre-
ocupes —le decían— que no te va a pasar nada. Todos estamos conti-
go. Hasta los jueces» 56. El veredicto final confirmó el fundamento de
una confianza en la República que no se limitaba al terreno de lo públi-
co, sino que afectaba también a la capacidad del nuevo régimen para
crear un nuevo fundamento legal para las relaciones de género y llenar
el vacío provocado por el proceso de tránsito a la modernidad. Más
importante aún desde el punto de vista de la construcción identitaria,
aquellos acontecimientos tuvieron un poder creativo capaz de ejercer
un impacto sobre la subjetividad de hombres y mujeres. Se trataba
además de una estrategia consciente. Para los defensores de la causa de
Josefa, la sentencia no era únicamente el reflejo de un nuevo estado de
opinión, sino que actuaría a su vez en un sentido educador y disuaso-
rio. Un periodista de El Carbayón lo expresaba del modo siguiente:
«Hacemos votos por que sirva de educador escarmiento en el ambien-
te andariego de los burladores de doncellas» 57.
¿Aspiraban los gobernantes de la República a restaurar los meca-
nismos que tradicionalmente habían regido las relaciones entre los
55
Ibid.
56
Ibid.
57
El Carbayón, 21 de junio de 1933.
El turismo político
durante la Guerra Civil:
viajeros británicos
y técnicas de hospitalidad
en la España republicana,
1936-1939 *
Hugo García
UNED
nished the greater number of «war tourists» to the loyalist side: Great
Britain. Drawing on Spanish and British sources, it describes thoroughly
the services which organized the trips, the motivations of each tourist,
the content of their visits, and their impact on British media and politics.
The author concludes that the Republican campaign was a remarkable
propaganda exercise, although it did not achieve the desired results and
was therefore a waste of money and efforts.
Keywords: political tourism, organized tours, Spanish Civil War, Repu-
blican propaganda, British public opinion.
Los viajeros
Los viajes
El regreso
81
AZAÑA, M.: Diarios completos, Barcelona, Crítica, 2000, p. 1097. Véase el artí-
culo aparecido en el Daily Herald de 30 de noviembre de 1938 sobre la «conversión»
al republicanismo del diputado conservador Michael Weaver tras su viaje.
82
SPENDER, S.: World within World, Londres, Faber and Faber, 1991, p. 247.
83
La Vanguardia, 3 de febrero de 1938.
84
LUNN, A.: Spanish Rehearsal, Londres, 1937, p. 209.
85
La política del gobierno británico respecto a los viajes se refleja en «Restric-
tions on British Subjects to Spain», abril de 1937, PRO, FO 371 / 21394, W 7390.
86
SHINWELL, E.: Conflict without Malice, Londres, 1955, p. 141.
Liberales y liberalismos *
Carmen García Monerris
Universitat de València
* Este trabajo forma parte del proyecto de investigación HUM 2004-04527, del
Ministerio de Educación y Ciencia, financiado con fondos FEDER.
1
Me refiero al conjunto de trabajos coordinados por VARELA SUANZES-CARPEG-
NA, J. (coord.): Álvaro Flórez Estrada (1766-1853). Política, economía, sociedad, Ovie-
do, Junta General del Principado de Asturias, 2004; y a las dos monografías: VARELA
SUANZES-CARPEGNA, J.: El conde de Toreno. Biografía de un liberal (1786-1843),
Madrid, Marcial Pons, 2005, y SÁNCHEZ GARCÍA, R.: Alcalá Galiano y el liberalismo
español, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005.
Carmen García Monerris Liberales y liberalismos
tares públicos del protagonista con los más generales de carácter polí-
tico nacional o internacional, así como con una utilísima bibliografía
entre la que destaca, tanto por su número como por su calidad, la del
propio Joaquín Varela.
Hay, sin embargo, una cierta ambigüedad calculada en el enfoque
de este libro. El tiempo de lo que se narra es el tiempo vital del prota-
gonista. De ahí, efectivamente, el subtítulo, «Biografía de un liberal».
Pero una biografía que un poco más arriba ha sido notablemente
reducida en sus objetivos: «Es sobre todo su pensamiento político-
constitucional lo que va a estudiarse aquí de forma primordial»
(p. 21). Con mucha razón, Miguel Artola afirma en el prólogo a este
libro que la biografía que hace Joaquín Varela se ajusta al tradicional
patrón de «vida y obra [...] en la que la descripción y el comentario
suplen lagunas insalvables». Es una limitación, desde luego, asumida
y explicitada por el autor y justificada por unas especiales circunstan-
cias, entre las que están la pérdida de archivos personales y familiares
y la utilización como fuente, casi de manera exclusiva, de los discur-
sos parlamentarios, algo que, según afirma el veterano profesor, si «lo
ha hecho así es tanto por la importancia histórica de la época como
por la falta de noticias sobre el personaje» (pp. 13-14). En la dialécti-
ca y tensión entre experiencia vivida e historia, acaba imponiéndose
esta última o, como un poco más adelante se afirma, se trata «sobre
todo de explicar a través de él la trayectoria del constitucionalismo
español» (p. 25). Desde esta perspectiva y debilidad confesada, el
subtítulo del libro puede ser interpretado como una cierta concesión
a la moda de las biografías.
Tampoco tiene ningún pudor el autor en confesar algo que consti-
tuye uno de los peligros del género y que no es otra cosa que una
extralimitación de aquello que los historiadores conocemos como
empatía: la fascinación por el biografiado y el deseo de establecer una
relación cómplice con el lector al respecto. Con todo, el problema no
es exactamente esta fascinación, cuanto el sucumbir, pese a afirma-
ciones en contra, a un afán restitutorio que queda evidente en el
momento de reconstruir determinados episodios del personaje, como
los de venalidad al final de su trayectoria política. Pese a las concesio-
nes, las más de las veces formales, al género de la biografía, el autor es
consciente de que su libro, al final, habrá de ser valorado no como la
o una biografía sobre el conde de Toreno, sino como una aportación
nada desdeñable a la historia constitucional y al pensamiento liberal
español.
Orígenes y formación
ca que en ellos tenía puesta no se sabe muy bien qué generación toda-
vía por nacer o qué proyecto político todavía no desarrollado. Y por
eso también, como en el caso de Flórez Estrada, términos o concep-
tos de la época como «liberal exaltado» o «radical» son sustituidos,
desde mi punto de vista de manera totalmente innecesaria, por otros
mucho más contundentes como los de «liberal de izquierdas» o,
incluso, para una realidad como la de la primera mitad del siglo XIX
hablamos de un problema de la «democracia» y de una «cuestión
social», cuando resulta evidente, al menos en el primer caso, que tal
preocupación no entraba en el horizonte del primer liberalismo y
cuando lo hacía lo era desde unos presupuestos que más tenían que
ver con concepciones no estrictamente liberales de la soberanía, de la
representación y de la participación política.
En este sentido, creo que uno de los autores que más acierta en
alguna de las claves del Flórez Estrada anterior a 1808 es Salvador
Almenar, el estudioso que más años ha pasado «al lado» del econo-
mista asturiano en lo que él mismo describe como un diálogo perma-
nente durante casi treinta años «con la elusiva trayectoria vital y las
obras de don Álvaro». Y lo hace desde conceptos claves como
«humanismo cívico», teoría de las «pasiones» o de los «intereses»,
conceptos de «bien común» o general, «virtud», «felicidad pública»
o lo que él denomina como una concepción copulativa de la política y
de la economía clásica. Armado con este bagaje, Salvador Almenar
está en inmejorables condiciones no sólo de atravesar el territorio
siempre difícil de los años de formación intelectual, en un horizonte
no liberal, sino de manera muy significativa de replantear el sentido
último de obras y actitudes maduras o posteriores como La cuestión
social de 1839, sus propias opiniones y propuestas sobre la desamor-
tización o el mismo Curso de Economía. Se trata de precisar la influen-
cia que en sus primeras obras ejercieron autores como Antoine Yves
Coguet, Bernardin de Saint-Pierre, amigo de Rousseau, o el abate
Mably, autor clave este último para la reconstrucción en el seno de la
Ilustración del republicanismo clásico. No se trata, además, de una
reconstrucción de «años oscuros» o hasta este momento vacíos, sino
de un auténtico esfuerzo por descifrar la significación de sus primeras
obras y, sobre todo, de alumbrar nuevas perspectivas para una valo-
ración y análisis de las posteriores a través de un juego permanente de
continuidades y rupturas. «El ámbito más general para abordar estas
cuestiones —dice el autor— se refiere a la relación entre sus ideas
políticas y económicas, pero éstas habían sido abordadas de forma
El momento de la Constitución
Fernando VII 13. Y, seguramente, también como él, entre don Carlos
y la Infanta Isabel, acabaría llegando a la conclusión de que la hija
del rey era el mal menor: otra cosa bien distinta era hasta qué punto
ese expresado deseo, aunque ya no de una nueva dinastía, pero sí de
una educación liberal podría llegar a cumplirse en la nueva reina.
Haber sobrevivido diez años a la mayoría de edad de Isabel II no
debió ser tiempo suficiente para darse cuenta de la frustración de
sus sueños.
También fue durante el exilio, pero esta vez en París, el destino
soñado por muchos de los que se veían obligados a soportar los des-
abrimientos del clima londinense, cuando el conde de Toreno acome-
tió su reflexión personal sobre los decisivos acontecimientos vividos
en su Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución en España.
Algunos de sus capítulos más importantes, aquellos precisamente que
contienen el grueso de su postura política y constitucional, fueron
redactados coincidiendo con los acontecimientos de julio de 1830 en
París y con el proceso de independencia de Bélgica. Poco más de lo ya
sabido conocemos de la segunda estancia del conde entre 1823 y 1833
en París; es toda su actividad y sus contactos en Francia, tanto duran-
te el primer exilio como durante éste, los que están por investigar. Su
situación personal, con todo, se intuye bastante cómoda, bastante dis-
tinta, por ejemplo, a la que pudieran estar pasando correligionarios
suyos como Agustín Argüelles, Canga Argüelles o paisanos como Fló-
rez Estrada.
Las páginas dedicadas al análisis de la doctrina constitucional
contenida en su Historia son, sin lugar a dudas, de las más esclarece-
doras del libro. El doceañista que no reniega, en absoluto, de su pasa-
do; el analista que expone el resultado de 1808 y 1812 como produc-
to de la excepcional situación española y que intenta comprender
cómo la Constitución de Cádiz es todavía para los liberales del inte-
rior el único faro al que acogerse, aunque se muestra convencido de
que todos querrían modificarla; el orador brillante que apela a la tole-
rancia a la vista de las flaquezas humanas y reconoce implícitamente
desengaños...; este conde de Toreno es, antes de su regreso a España
en 1833, un liberal que, sin renunciar a la necesidad de una unión y
fusión de las distintas facciones, expone de forma nítida el ideario de
un liberalismo no revolucionario. Sin renunciar explícitamente al
13
ROMERO ALPUENTE, Discurso sobre lo que con la muerte de Fernando VII suce-
derá a la España, Burdeos, 1834.