Antonio San Cristobal-Comp
Antonio San Cristobal-Comp
Antonio San Cristobal-Comp
AREQUIPA-AYACUCHO-PUNO
1. Antonio San Cristóbal
El R. P. Antonio San Cristóbal
(Segovia, 1923), de la orden
Claretiana, doctor en Filosofía y en
Educación. Ejerció la docencia en
varias universidades y es fundador de
la Universidad Ricardo Palma, en la
cual se desempeñó como vicerrector.
Su interés por la arquitectura peruana
virreinal lo ha llevado a realizar
constantes investigaciones de campo y
en archivos históricos y a publicar
numerosos libros y artículos que han
renovado el conocimiento científico
de la arquitectura virreinal peruana.
Entre los reconocimientos que le fueron otorgados están: doctorado Honoris Causa por la
Universidad Nacional de San Agustín, la Medalla Cívica de la Municipalidad de Lima.
La Encomienda de la Orden de Isabel la Católica y el reconocimiento y especial distinción
del Colegio de Arquitectos del Perú.
2. Obra
La obra de Antonio San Cristóbal es amplia y representa un aporte invaluable para el
conocimiento de las ciudades, la arquitectura virreinal del Perú y sus características
particulares en cada región, pues no solo se limitó al análisis de la arquitectura virreinal
limeña, sino que de sus viajes al interior del país tuvo como resultado la publicación de
obras relacionadas a las escuelas regionales, entre ellas Arequipa, Ayacucho y Puno. Las
obras que dedican especial atención a esas regiones del país y que serán analizadas a
continuación son las siguientes:
“La arquitectura virreinal peruana como hecho cultural tiene una amplia historia. Es
una historia interpretativa, y no simplemente narrativa de datos. Ha sido interpretada
esta arquitectura desde posiciones antagónicas que no siempre salvan su especifidad.
El libro enjuicia estas interpretaciones para valorar su capacidad de comprender la
arquitectura virreinal. Se sistematizan las diversas formulaciones de esta historia, sus
métodos de análisis, y los modelos histsóricos que proponen. El autor revisa las
interpretaciones más influyentes: la de la geografía histórica, la exégesis hispanista,
las teorías metahistóricas, la versión panamericana y la historiografía europeocéntrica,
que diluyen la especificidad y autonomía de la arquitectura virreinal peruana”.
Esta descripción nos da una visión general del contenido del libro, el que está
compuesto de once capítulos. Para objetivos de este estudio se toma con mayor
detenimiento el capítulo VI: La geografía artística de la arquitectura regional, en el cual
se hace un estudio de las definiciones que tienen algunos investigadores como Marco
Dorta, Wethey y Gasparini, sobre la arquitectura regional, geográfica y presencia de
escuelas regionales, Antonio San Cristóbal después de analizar las posturas de estos
investigadores hace una crítica y un análisis de sus aportes para establecer cuál de ellos
define mejor la arquitectura de las regiones del Perú.
A continuación, se presenta el índice de todo el contenido de este libro para tener una
idea general de las partes que lo componen.
San Cristóbal también nos dice: “La diferencia entre las escuelas regionales era para
Marco Dorta meramente empírica y descriptiva” (San Cristóbal, 1999, p.218). También
explica que las diferencias entre ellas son básicamente ornamentales.
Pero la labor de San Cristóbal no se limita solo a recoger los aportes de estos autores,
al final del capítulo nos ofrece la conclusión a la que deriva con respecto a las
categorizaciones de estos investigadores:
Consideramos que la categoría de “ejemplos periféricos”, usada reiteradamente por
Gasparini, carece de toda validez científica, porque no ha explicado este expositor con
relación a qué centros urbanos hayan resultado periféricas las arquitecturas de
Cajamarca, Arequipa y el Collao; y mucho menos qué clase de modelos se hayan
irradiado desde los ignotos centros urbanos hacia esos denominados centros
periféricos virreinales mediante el proceso de las trasmisiones internas que emplea en
abstracto Gasparini. (San Cristóbal, 1999, p.237).
A continuación, una recopilación de las partes más resaltantes de cada uno de los
capítulos del libro.
Para completar las ideas de Gasparini y Tord, San Cristóbal pasa a hacer una
descripción más precisa de las diferencias visibles en la portada lateral de la Compañía.
Pero para concluir la caracterización de estos San Cristóbal (1997) dice: “Ninguno de
estos tres elementos estructurales basta por si solo para caracterizar el diseño de portadas
en la escuela arequipeña; pues solamente la correlación entre los tres confiere unidad
estructural al nuevo diseño” (p.76).
Existen algunas variantes de unas portadas a otras. Las portadas laterales de Santo
Domingo y de Santa Roa sólo muestran pilastras, las portadas laterales de Paucarpata
y de Chiguata incorporan columnas (…) las portadas principales de Cayma y de
Yanahuara duplican las columnas laterales, pero las colocan tan juntas que entre ellas
no cabe el espacio intercolumnio (…) estas dobles columnas del primer cuerpo
determinan en Cayma y en Yanahuara que en el segundo cuerpo se ensanchen en la
misma medida los machones que las prolongan verticalmente, de tal modo que en
Yanahuara dan cabida a unas hornacinas que albergan imágenes, y en Cayma son
planos en todas su anchura con profusa ornamentación textilográfica. (San Cristóbal,
1997, p.102).
Las portadas menores civiles también presentar particularidades en su primer cuerpo,
San Cristóbal (1997) las describe así:
La variación de las portadas eclesiásticas menores a las civiles consiste en que éstas
suprimen el arco de entrada semicircular, y colocan en su lugar sobre las impostas
corridas de que habría de partir este arco semicircular, un ancho dintel horizontal que
contiene una franja decorada, y que da cabida en el centro, interrumpiendo su cornisa
superior más saliente de este dintel horizontal asienta el frontis tallado (1), con las
mismas características que el de las portadas menores de las iglesias, a saber: anchas
cornisas enrolladas en el extremo superior, encerrando entre ellas un escudo o adorno;
y machones laterales que prolonguen verticalmente las pilastras laterales de la puerta.
De la portada de la Casa Iriberry escribe Marco Dorta que se “relacionan en cierto
modo con el viejo modelo de la de Santo Domingo” a causa del menor desarrollo del
frontis que queda rebajado (2). (San Cristóbal, 1997, p.103).
Segundo esquema estructural: el frontis
San Cristóbal las describe como los componentes de la portada que “delimitan a modo de
marco externo toda la parte ornamentada de la fachada.
Esquema de portada
liberada, Iglesia de
la Compañía
Las portadas de
Arequipa son portadas
exentas y liberadas; se
expanden sin las
restricciones impuestas
por los inexistentes
cuerpos bajos de las
torres, como por la
altura curca del muro de
los pies.
4.5. Capítulo V: Los componentes arquitectónicos de las Portadas de Arequipa
Fueron asumidos los elementos propios de la arquitectura virreinal peruana, pero algunos
elementos fueron reinterpretados para adaptarse a la escuela regional. Entre ellos están:
a) Las hornacinas ventanas, “El vano central ofrece la clásica conformación de las
hornacinas, con la oquedad del muro abierta en forma curva, y con una gran
venera para cerrar el intradós del arco terminal”. (San Cristóbal, 1997, p.127).
b) Desconexión de la correlación ménsula – hornacina, “la ménsula colocada en el
centro discontinuo del entablamento adquiere su propia consistencia, aunque no
corresponda a alguna hornacina superpuesta”. (San Cristóbal, 1997, p.128).
c) Descomposición del entablamento. “el entablamento se diluye en el tramo de la
calle central, pues desaparece el arquitrabe inferior y el friso se ha
metamorfoseado en las enjutas del arco de entrada”. (San Cristóbal, 1997, p.128).
a) Alteración del módulo de las columnas. “la
proporción entre altura y diámetro de las
columnas arequipeñas no es la correspondiente
al orden corintio”, además también existe una
reinterpretación de las proporciones que
corresponden al fuste: “La división no se hace
en Arequipa por tercios iguales; de suerte que
la proporción aproximada viene a ser de cuatro
novenos para el sector inferior”. (San
Cristóbal, 1997, p.128).
Gruesos pilares cuadrados, fabricados con el clásico sillar, soportan las roscas de los
arcos de medio punto. Por la parte externa de las arquerías suele correr continua de
unos arcos a otros una moldura o imposta sobresaliente, a manera de archivolta, que
en algunos claustros semeja un alero protector del sol. No queda ningún otro adorno
en los frentes de las arquerías, excepto las gárgolas talladas con cara de animal, para
permitir el desagüe de las lluvias desde los techos. (San Cristóbal, 1997, p.128).
San Cristóbal nos describe los motivos grutescos y entre ellos hay algunos que
resaltan: “Las sirenas aparecen con alguna frecuencia en la decoración arquitectónica
surperuana, como ya lo señalaba Wethey, y su origen es incuestionablemente europeo:
pero todavía no se ha investigado por completo la significación que les fue atribuida por
las masas indígenas”. (San Cristóbal, 1997, p.204).
Otro motivo que también resalta San Cristóbal son las orlas laterales, característico de
las portadas no solo de Arequipa sino también del Collao. Y sobre su clasificación San
Cristobal (1997) dice: “Creemos que este motivo no tiene origen en los grutescos
platerescos españoles, sino que es un esquema ornamental prehispánico”, ya que
encuentra diferencias entre los tallos europeos “cortos y discontinuos” con los de la
escuela arequipeña “tallo vegetal y lo ensamblaron con una profusa ornamentación
textillográfica”. (p.205).
5. Esplendor del barroco en Ayacucho: retablos y arquitectura religiosa en
Huamanga
CAPITULO I
La arquitectura barroca en Ayacucho
CAPITULO II
Las fachadas barrocas de Ayacucho
CAPITULO III
Las torres ayacuchanas
CAPITULO IV
Los retablos barrocos de Ayacucho
CAPITULO V
El retablo renacentista de Cabana
CAPITULO VI
Informaciones documentales sobre algunos retablos, por Raúl H. Mancilla Mantilla
Antonio San Cristóbal hace hincapié y resalta las cualidades de sencillez y modestia
de la arquitectura religiosa en la ciudad. Y establece una comparación con la imagen de
otras ciudades virreinales para un mejor entendimiento de estas características exteriores
de la arquitectura religiosa ayacuchana.
A cualquier observador que previamente haya visitado las iglesias urbanas y rurales
del Cusco, Puno y Arequipa, y que deambule después por las calles de Ayacucho sin
penetrar en el interior de sus iglesias, les parecerá que esta ciudad ha quedado
marginada del gran movimiento barroco que todavía podemos admirar en el sur
peruano. (San Cristóbal, 1998, p.33).
San Cristóbal hace también una distinción de dos etapas que él considera que son
fácilmente distinguibles como en ninguna otra ciudad. “La primera etapa ayacuchana
corresponde al siglo XVI: en ella se edifican las primeras iglesias y conventos con
dimensiones sencillas y reducidas”. Mientras que:
San Cristóbal indica que, aunque muchos investigadores son reticentes a la existencia de
las escuelas regionales, calificando la arquitectura virreinal de todas las regiones como
una sola, existen características físicamente expresas que establecen la diferencia de la
escuela ayacuchana con respecto a otras:
En este capítulo San Cristóbal ofrece una descripción y caracterización de los retablos
ayacuchanos, describe sus elementos y las variantes entre ellos, todo esto para lograr un
mejor entendimiento de la importancia de estos retablos a diferencia de otras ciudades
donde lo que resalta es el exterior.
Los retablos ayacuchanos del siglo XVII representan dignamente la etapa inicial del
barroco peruano, muy sobrio en cuanto a la ornamentación y muy estricto por el rigor
y precisión de sus líneas arquitectónicas. Corresponden a una etapa genérica del
barroco peruano, previa a la diferenciación de las escuelas regionales. Tanto por el
diseño, como por sus caracteres morfológicos, estos retablos de Santa Clara y Santo
Domingo pueden vincularse con el barroco inicial del Cuzco de mediados del siglo
XVII. No caracterizan, pues, una escuela o tendencia estilística propia de Ayacucho.
Sin embargo, su influencia sobre los retablos posteriores de la misma ciudad fue
decisiva para impulsar el desarrollo de corrientes específicas de la escuela ayacuchana
de retablos. (San Cristóbal, 1998, p.107).
San Cristóbal establece dos etapas de derivación de los retablos ayacuchanos, basado
en la diferenciación de los tipos de diseños más que en la cronología, sobre la primera
derivación nos explica:
Por otro lado, resalta las características del retablo mayor de la Compañía de Jesús,
especialmente por la influencia de la escuela limeña que según San Cristóbal (1998)
“contribuyó decisivamente a desarrollar la segunda versión específica de los retablos
ayacuchanos”. (p.115).
En la segunda derivación de los retablos ayacuchanos que “derivan del retablo mayor
de la Compañía”, San Cristóbal (1998) precisa que “Todos ellos adoptaron el esquema
rectangular de cuadrícula regular completa distribuida en dos cuerpos y tres calles
similares en cada cuerpo, según el diseño impuesto por el retablo mayor de la Compañía”.
(p.122).
Entre algunas de las conclusiones que establece finalmente San Cristóbal están las
siguientes:
“El modelo de los retablos todavía clasicistas del siglo XVII no definía una escuela
propia de Ayacucho, porque expresaba modelos vigentes en otras escuelas regionales”.
(San Cristóbal, 1998, p.139). y se establece que estos no tuvieron influencia sobre los
posteriores retablos barrocos de la escuela ayacuchana.
Antonio San Cristóbal establece tres grupos fundamentales de iglesias puneñas, por su
ubicación geográfica y sus características arquitectónicas.
Se difundieron de este modo por todo el Altiplano de Puno, durante una primera época
histórica, numerosas iglesias con características arquitectónicas renacentistas
mudéjares. Otra hubiera sido la conformación arquitectónica de aquellas primeras
iglesias puneñas más generalizadas, si durante aquel período rigiera otro estilo en la
arquitectura virreinal inicial. Ciertamente, no hubo libre elección del estilo, sino la
aceptación simple y común del que regía en la época de las “reducciones toledanas”.
(San Cristóbal, 2004, p.26).
Predominan además en la zona del altiplano puneño las iglesias con portadas
renacentistas de un cuerpo y muchas de ellas también con una sola calle.
Existe entre las portadas puneñas de una sola calle una variada diferenciación en
cuanto al modo de distribuir el mismo esquema de diseño, en el uso de los elementos
componentes y en la añadidura de algunas ornamentaciones. Todo ello presupone una
cierta continuidad sucesiva entre ellas, además de una notoria evolución dentro del
mismo modelo. Las portadas puneñas ocupan distintas posiciones dentro de la misma
iglesia: unas están situadas en el muro de los pues, otras en uno de los muros laterales,
y algunas se alzan en los muros internos de la nave, en la entrada desde el gran espacio
de los fieles hacia las capillas laterales. (San Cristóbal, 2004, p.67).
Antonio San Cristóbal en todos sus textos, cuando se refiere a la relación entre escuela
puneña y arequipeña, apunta a resaltar la influencia que habría tenido la arquitectura
religiosa arequipeña en la puneña, específicamente en relación a sus portadas.
Ha resultado esta portada puneña una reproducción algún tanto libre del diseño de las
grandes portadas arequipeñas, como lo han advertido diversos historiadores del arte en
pos de Wethey. El diseño adopta la estructura de cuadrícula incompleta desplegada en
dos cuerpos: el primero, de tres calles; y el segundo, con una sola calle de la misma
anchura que la calle inferior en el primer cuerpo. Este modelo se ha reiterado en
diversas portadas peruanas, desde la de Ferreñafe hasta la de Zepita; pero la añadidura
de trozos de pilastras como prolongación de las columnas externas inferiores y con
arcos de cornisa sobrepuestos, y la posición de orlas ornamentales laterales a los lados
de ambos cuerpos, confieren a la portada puneña cierta semejanza con las grandes
portadas de Arequipa. La semejanza, sin embargo, no es completa, ya que el arco
trilobulado que cierra la calle del segundo cuerpo de la portada puneña no equivale al
amplio frontis clásico de Arequipa, tan resaltado en La Compañía. El arco trilobulado
puneño solo cubre la entrecalle, pero no toda la anchura de la portada incluyendo los
soportes superiores. Otras portadas de Arequipa han influido sobre esta de Puno, como
la de San Agustín y la de Yanahuara, de la que copia las caras de ángeles en el borde
de la venera de la gran hornacina central. (San Cristóbal, 2004, p.143).
Han sugerido algunos historiadores del arte peruano que estas portadas puneñas
laterales imitan el diseño de las pequeñas portadas arequipeñas, como las de Santo
Domingo y la de Paucarpata. Se observa, no obstante, que la manifiesta intención de
copiar las portadas de Arequipa, en lugar de expresarse en un esquema conformado de
acuerdo con los lineamientos estilísticos del modelo, ha derivado en la descomposición
popular e imperita de la estructura propia de las portadas virreinales peruanas. (San
Cristóbal, 2004, p.148).
7. Conclusiones
La obra del R.P. Antonio San Cristóbal en relación a las escuelas regionales de Arequipa,
Ayacucho y Puno es invaluable, recoge todos los detalles característicos de la arquitectura
religiosa virreinal de cada ciudad lo que permite una comparación entre ellas y así mismo
determinar cuáles fueron los aportes arquitectónicos locales.
Recoge los aportes de investigadores como Kubler, Gasparini, Luks y Wethey, pero no
se limita a describirlos, sino que ofrece una crítica de cada uno de ellos y fundamenta que
aseveraciones son reales y cuales son carentes de sustento, por tanto, no aplicables para
la definición de los contenidos expuestos en relación a la arquitectura religiosa virreinal
regional.
El estudio que nos ofrece San Cristóbal hace incidencia sobre todos los componentes
arquitectónicos: exteriores e interiores, establece una valoración de ellos de acuerdo a
cada región, como el caso de Ayacucho donde el mayor aporte se encuentra en los retablos
interiores. Y por otro lado también nos da una mirada sobre la evolución de los elementos
que caracterizan a cada escuela regional, y si existe una relación entre ellos o la
posibilidad de que alguno haya influenciado sobre otro, como en la semejanza de algunas
portadas puneñas con portadas arequipeñas.
BIBLIOGRAFIA