Duelo Infantil PDF
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INTRODUCCIÓN:
El anhelo del hijo por el padre muerto es especialmente intenso y penoso, sobre todo
cuando las cosas se vuelven más difíciles de lo que eran antes. Ante la noticia de
pérdida de un padre algunos niños lloran otros, en cambio, no. La tendencia a llorar se
manifiesta poco en niños menores de 5 años y en los mayores de 10 es prolongada.
Al igual que los adultos, algunos niño tienen en ocasiones imágenes vívidas del padre
muerto, las que están vinculadas con la esperanza de su regreso.
Finalmente, creemos que sería importante el pronto inicio de una investigación seria
en este campo ya que la bibliografía e información son escasos, lo que puede presentar
problemas al clínico en un caso de éstos, ya que tendría que actuar en forma
experiencial lo que implica un gran gasto de energía tanto para él como para el paciente.
El camino que tome el duelo, esta profundamente influido por la manera en que sea
tratado, el padre sobreviviente, por sus parientes y amigos durante las semanas y meses
que sigan a la pérdida.
Cuando muere uno de los padres, casi siempre es el progenitor sobreviviente el que
informa a los hijos de éste hecho, lo que obviamente es un paso penoso y difícil.
En la mayor parte de los casos, esta información se entrega en forma inmediata, pero en
algunos llega a postergarse por semanas e incluso meses.
Generalmente, se le informa al niño que el padre muerto se ha ido de viaje o que está en
el hospital. El padre sobreviviente es muy llevado a decir, también al niño, que el otro
se fue al cielo, esto en una familia devota no presenta mayores dificultades, pero cuando
la familia no lo es se crean dificultades pues hay una discrepancia entre lo que el padre
cree y lo que se le dice al niño. En este caso, el cielo, para el niño, no pasa a ser
diferente de otros lugares físicos como Rancagua, Arica, etc, y el niño comienza a
preguntar donde queda este lugar, quienes viven ahí, etc. El niño, suele creer entonces
que el padre muerto regresará pronto; Ej: a un niño de 4 años le dijeron que su padre
muerto se había ido al cielo, el día de su cumpleaños lloró porque éste no llegó a verlo.
Otra explicación que se les da a los niños cuando muere alguien es que esta persona se
ha ido a dormir, el niño no entiende que se trata sólo de una metáfora y para él, el irse a
dormir, pasa a convertirse en un hecho peligroso.
Ahora bien, los dos tipos de informaciones decisivas que se le deben entregar al niño
son:
- El padre muerto no regresará.
- El cuerpo se encuentra sepultado bajo tierra.
Se debe tener en cuenta que los niños interpretan rápidamente los signos, y cuando un
padre teme expresar sus sentimientos, los hijos también reprimen los suyos y dejan de
hacer preguntas al respecto, por este motivo algunos niños suelen negar la muerte de un
padre.
-El 1º paso consiste en brindar apoyo al padre sobreviviente de manera tal que
pueda reflexionar sobre lo ocurrido. Se le debe ayudar a expresar sus
sentimientos e impulsos, de esta manera el duelo toma un camino sano. Una vez
producido esto, se hace menos dura la tarea de incluir a los hijos en el proceso
de duelo.
Las ideas de muerte de un niño derivan de sus tradiciones familiares y de la relación con
su grupo de pares.
Los niños comienzan a preguntar sobre la muerte cuando ven a un insecto o a un ratón
muerto; es importante, en este momento, responder todas sus dudas para que se forme
en él una adecuada idea de muerte. Lo más importante es decir al niño desde pequeño
que todos vamos a morir algún día, que esta es una ley de la naturaleza y que en ese
momento es natural sentir pena y deseos de que esa persona regrese con nosotros.
Siempre que las condiciones sean favorables, todo niño va a llorar a un padre
desaparecido, igual que en el duelo sano del adulto.
Las condiciones para el duelo infantil no son tan diferentes a las del duelo del adulto.
Las más significativas son:
- Que haya mantenido una relación razonablemente segura y afectuosa con sus
padres antes de sufrir la pérdida.
El niño responderá mejor a los nuevos rostros si el padre sobreviviente y/o la nueva
figura parental son sensibles al recuerdo del niño por la relación anterior.
4.- Respuesta a la Partida
La ansiedad: un niño que sufrió una pérdida teme sufrir otra. Esta actitud lo hará
especialmente sensible a toda separación de la figura que cumple con las
funciones de maternidad y también a cualquier hecho que le parezca indicar otra
pérdida, es propenso a buscar consuelo en algún juguete viejo o manta, algo
esperable a su edad.
Cuando las condiciones de duelo son desfavorables, los niños a los que se les murió un
padre suelen convertirse más que otros en pacientes psiquiatricos. La sintomatología
dependerá de la forma en que fue elaborado el duelo. Estos niños muestran extremada
pesadumbre emocional durante la primera parte de la vida adulta.
Existe una significativa correlación entre el sexo del niño remitido a tratamiento y el
sexo del padre muerto. Es más frecuente en niñas que se les murió la madre, y en niños
que se les murió el padre. Los síntomas y problemas presentados por los niños suelen, a
si mismo, tomar la forma de enfermedades neuróticas o trastornos neuróticos, como
conducta antisocial o delincuencia.
Los factores posteriores a la muerte son tan o más importante que la muerte misma en
cuanto a la aparición de la misma. La mayoría de los procesos patológicos son el
producto de la interacción de condiciones adversas posteriores a la pérdida con los
procesos de duelo puestos en marcha por ello.
De todas las atribuidas a la pérdida temprana la conducta suicida es la que más aparece
en el testimonio, otras son
Con respecto a las depresiones, las ideas suicidas son más elaboradas y persistentes que
en los otros grupos (separación y divorcio), muchas veces les resultaban difíciles de
controlar por lo que buscan ayuda para protegerse. Muchos de los intentos suicidas
estaban precedidos por la pérdida o por la amenaza de una pérdida de una persona
importante para ellos.
VARIEDADES PATOLÓGICAS
Quienes pierden a un padre temen perder también al otro, ya sea por abandono o
por muerte. Esto puede evitarse si es que se le explica en forma clara al niño la
causa de muerte del otro padre, respondiendo, además todas sus preguntas al
respecto. También deben evitarse observaciones que directa o indirectamente
hagan al niño sentirse responsable de la muerte del padre o del estado de salud
del sobreviviente.
Otro problema es que los niños suelen asociar la muerte con algún hecho
cercano y tratan de evitarlo, en lo futuro, para no morir; Ej: A una madre
embarazada se le detecta un cáncer y, debido a su estado y a que este cáncer se
encontraba muy avanzado, la madre muere. Tiempo después la hija manifiesta,
en el colegio y en la casa, que no desea tener hijos y que cuando grande va a ser
monja. Una vez en terapia la niña manifiesta que este temor se debe a que ha
asociado el embarazo con la muerte.
Es común que los niños guarden la esperanza de reunirse con el padre muerto. Esto se
manifiesta de dos maneras:
Es muy fácil que un niño le eche la culpa a algo o alguien (incluso a sí mismo) por la
muerte de uno de los padres, ésto se debe a dos razones:
El 60% de los niños se culpa, o culpa al padre por la muerte del otro. Un niño se echará
la culpa si el padre que muere o el padre sobreviviente trataron de controlarlo diciéndole
que su conducta estaba enfermándole o que sería la causa de su muerte, así mismo
cuando oye que un padre amenaza a otro.
4.- Hiperactividad:
Cuando un niño se muestra excesivamente activo o agresivo, resulta difícil asociar ésto
con la pérdida de uno de los padres. Los niños suelen responder de esta manera cuando
el padre sobreviviente no demuestra cariño por el niño o cuando ambos se llevan mal.
Esta respuesta se da cuando se es incapaz de una adecuada respuesta de duelo, también
se da en los adultos por esta causa.
Cierto grado de euforia es común en niños que no han pasado por el adecuado proceso
de duelo, algunas veces parece probable que se deba a una expresión de alivio por
quedar ahora anuladas las molestas restricciones impuestas por el padre muerto.
También se da porqué los niños manifiestan que no quieren estar tristes, el
razonamiento es que la persona feliz no muere.
Otro motivo para presentar euforia, se debe a lo descrito por Mitchel en 1966: "La
característica más típica de la persona muerta es su inmovilidad, por lo tanto es natural
que un niño que tema morir se mantenga en constante movimiento. Incluso la idea de
mantener con vida a otras personas contribuye a esta respuesta".
Muchos clínicos creen que aquellos niños que han sufrido una pérdida son más
proclives a sufrir accidentes que otros, muchos antecedentes circunstanciales apoyan
esta tesis, aunque no se ha hecho un estudio serio al respecto.
Viudas: Cuando un padre muere es inevitable que cambie el modo de tratar a los hijos
del sobreviviente, pues ahora se encuentra en un estado de aflicción y además es el
único responsable de los hijos. La madre sobreviviente debe desempeñar dos roles.
La muerte modifica todos los planes y esperanzas del futuro y precisamente cuando un
niño está más necesitado de afecto, paciencia y comprensión de los adultos que están a
su lado, éstos no se encuentran en condiciones de brindárselos. Una de las posibilidades
que se presentan es la de enviar a los niños a otra parte, otra forma frecuente de
reaccionar es la contraria, es decir, que el padre busque consuelo para sí en los hijos, en
estos casos los hijos suelen compartir la cama con el padre sobreviviente. También es
común que se abrume al niño con responsabilidades o exigencias demasiado elevadas
que no le son fáciles de llevar, en otros casos se le exige al niño que sea una replica del
padre muerto, asimismo se observa ansiedad y preocupación por la salud del niño y de
la propia.
Ansiosa y emocionalmente inestable una viuda suele ser excesivamente laxa en los
modos de disciplina con los hijos, pasando frecuentemente de un extremo a otro, o sea
puede llegar a ser muy estricta también.
Viudos: Cuando se trata de hijas, los padres viudos suelen exigirle demasiado en cuanto
a la compañía y el consuelo. Cuando se trata de hijos pequeños, el padre encarga el
cuidado de los hijos a otra persona y los ve menos.
Finalmente, muchas de las dificultades que experimenten los niños luego de la pérdida
de uno de los padres dependerá de la conducta del padre sobreviviente con ellos.
INTERVENCIÓN TERAPEUTICA
El poema nos lleva a reflexionar sobre el tema de las pérdidas, el final de la existencia
humana, el constante transitar entre el tener y perder, el tomar y el aprender a soltar. En
un ejercicio diario nos encontramos en este constante vaivén, que nos impulsa al
crecimiento: dejar el útero fue doloroso, dejar atrás la infancia fue un proceso doloroso,
dejar atrás la adolescencia lo fue también. Entonces recordamos que el duelo duele, pero
por más extraño que parezca, es necesario vivir la experiencia para nuestro propio
desarrollo y crecimiento. Vivir la pérdida es sentir el vacio, es caminar por el sendero de
nuestros sentimientos, es afrontar desde el corazón y no desde la razón, es aprender a
desapegarnos de aquello que amamos y nos sujetamos con fuerza, es readaptarnos a una
situación nueva, es levantarse y seguir adelante para después sentir la calma y la
aceptación.
Ante tal situación los niños no son la excepción, y nos percatamos del impacto que
provoca en ellos, por momentos tan similares a los de un adulto, y en otros casos, tan
diferente. Entonces surgen diferentes cuestionamientos: ¿Qué idea tiene el niño (a)
sobre la muerte?, ¿Qué se pregunta? ¿Y que se responde? ¿Cómo puedo acompañarlo en
tan difícil proceso?
•Manifestaciones conductuales como los trastornos del sueño, comer demasiado o muy
poco, conducta distraída, aislamiento social, soñar con el difunto, evitar recuerdos,
buscar y llamar en voz alta al difunto.
•Los sentimientos como la tristeza, enfado, culpa y auto reproches; la ansiedad, soledad,
fatiga, apatía, indiferencia, impotencia, anhelo, liberación, alivio, insensibilidad.
Dichas manifestaciones, que son inherentes a cualquier tipo de pérdida, tendrán un nivel
de intensidad dependiendo de la edad del niño. ¿Pero qué entiende el niño sobre la
muerte? ¿Y qué podemos hacer para apoyarlo?
Los estudiosos en la psicología del desarrollo que se han realizado sobre el concepto
infantil de la muerte, se ha encontrado que:
De 0 a 2 años
2-6 años
•La muerte similar al dormir. Los muertos continúan viviendo de alguna otra forma.
•La muerte es temporal no final.
•La muerte es reversible.
• Hace muchas preguntas (¿Cómo van al baño? ¿Cómo comen?).
•Trastornos en el comer, el dormir y el control de los intestinos y la vejiga.
•Miedo al abandono. Rabietas.
•El pensamiento mágico (¿Pensé o hice algo que causó esta muerte? Como cuando dije
que te odio y cuando dije que deseaba que te murieras.)
6-9 años
9 años en adelante
Como bien se sabe la familia es un pieza clave para la resolución del duelo infantil, por
tal motivo es importante procurar las muestras de afecto y apoyo en la familia, puede
buscar actividades para realizar en compañía de sus hijos y procurar las reuniones
familiares diariamente. Siéntese con sus hijos a recordar a la persona fallecida; Cómo
era, qué solían hacer junto, alguna anécdota agradable. Recuerde que hablar del duelo es
importante para sanar y reubicar a la persona fallecida. Procure ser tolerante con las
expresiones de ira, enojo, tristeza y aquellas conductas regresivas que se presentaran
principalmente en las primeras fases de la pérdida. Elabore en conjunto con sus hijos
rituales sobre el duelo.
Ten presente, que la falta de estabilidad familiar, como el maltrato, los regaños con
ofensas e insultos no le ayudaran al doliente a elaborar su duelo, así como la falta de
información de lo ocurrido, la indiferencia, la omisión de expresión emocional, el no
respetar los derechos de los niños en duelo o incluso pensar que “el tiempo lo cura
todo” son factores que entorpecerán las tareas del duelo.
Recuerda que puedes acudir con un especialista en psicoterapia infantil para buscar
apoyo.
Por último, recuerda que aunque la vida tendrá obstáculos que superar y que el dolor
está implícito en nuestro andar por la vida. Vive la vida y persevera a pesar de las
circunstancias
MANUAL DE PSICOTERAPIA COGNITIVA
Con respecto a las características personales, Bowlby destaca que hay tres grupos de
personas vulnerables a desarrollar duelos patológicos: Aquellas que establecen
relaciones afectivas cargadas de ansiedad y ambivalencia (apego ansioso); aquellas que
establecen sus relaciones afectivas a través de cuidar compulsivamente a otros; y
aquellas que afirman de modo compulsivo, su autosuficiencia e independencia respecto
a los vínculos afectivos. Estos tres grupos de personas ante la pérdida del ser querido
reaccionan con culpa y autocríticas por el suceso; reacción prolongada que produciría el
duelo patológico. Estas personas desarrollaron en su infancia una peculiar manera de
vincularse a sus cuidadores, debido a determinadas experiencias. Así, las personas con
un apego ansioso tuvieron experiencias con sus padres (o sustitutos) donde estos le
amenazaban con el abandono o suicidio, o bien con amenazas más sutiles como la
retirada de afecto si no cumplían sus exigencias, o bien le referían lo detestable que era
el sujeto para sus padres y lo que les hacía sufrir. En cambio las personas predispuestas
a prodigar cuidados compulsivos, tuvieron experiencias por parte de sus padres en el
sentido de que estos le hacían sentir responsables de su enfermedad (padres enfermos
reales, o hipocondriacos) o bien de inducirles la obligación de cuidarlos, o ambos
aspectos conjuntamente.
Figuras De Apego (1) Relaciones Afectivas Con El Difunto De Tipo Patológico (2)
3. OBJETIVOS TERAPÉUTICOS
Siguiendo la explicación que da Bowlby (1980) a porqué funciona la terapia del duelo,
concluimos 3 objetivos de esta:
Estamos de acuerdo con Raphael (1977) es dividir el proceso de la terapia del duelo
patológico en tres fases:
1ª Alentar al paciente a que hable de las circunstancias que condujeron a la
pérdida, su reacción a esta, y el papel que cree que desempeñó en la misma
(atribuciones).
En general el terapeuta puede seguir esta secuencia. Pero Ramsay (1977) ha apuntado
una serie de técnicas que pueden contribuir al proceso de "elaboración" del duelo que
apuntamos a continuación.