1 Beverley Testimonio PDF
1 Beverley Testimonio PDF
1 Beverley Testimonio PDF
ANATOMÍADEL TESTIMONIO*
John Beverley
Se habla mucho estos días del "testimonio". ¿Pero qué es, precisamente, un
testimonio? ¿Una forma discursiva o varias? ¿Algo con un valor esencialmente
"documental", extraliterario, o un nuevo género literario? Y sí es de hecho un
nuevo género literario, ¿en qué consiste su efectividad estética particular?
¿Cómo se distingue de formas como la autobiografía o la novela narrada en
primera persona, como la picaresca? Pensando en estas preguntas, logro reunir
de los materiales que te'ngo por casualidad en casa el siguiente corpus testimo-
nial ad hoc (que refleja en parte mís intereses como profesor de literatura, en
parte mi militancia en el movimiento de solidaridad con Centroamérica en mi
cíudad):
Nicaragua,Revolución,relatos de combatientes del Frente Sandinista, publi-
cada por Siglo XXI en su colección "Historia Inmediata".
Cabezas, Ornar: La montañaes algomásque una inmensaestepaverde,relato
de un comandante sandinista, publicada por Siglo XXI en su colección "La
Creación Literaria".
Zaga, Angela: Aquí no ha pasadonada,la "educación sentimental" de una
joven venezolana a través de su participación en la lucha armada en su país.
Llegó a ser un best-sel!eren Venezuela.
El diariode campañadel Che Guevaraen Bolivia,con una foto-reproducción
de las hojas del manuscrito original, escrito a mano por el Che, publicada por el
Instituto de Libro Cubano en 1968.
Hirshon, Sheryl y Judy Butler: And A/so Teach Them to Read, narración
basada en los diarios del campo de una maestra norteamericana que participó
en la campaña de alfabetización en Nicaragua.
Rechy, John: The Sexual Outlaw, diario chicano de la vida nocturna en la
subcultura homosexual de la ciudad de Los Angeles, descrito por su autor
como "a documentary" (un documental).
variación tan grande. Para comenzar, ¿cuáles de estos textos caben dentro de lo
que solemos llamar "literatura", cuáles no? La respuesta no es simple: Para
Siglo XXI los relatos de los combatientes sandinistas son "historia viva", el del
comandante Cabezas "creación literaria". De ahí quizás la proliferación en la
crítica de oximorones para describir el testimonio: novela-testimonio, narra-
ción o novela documental, nonfictionnovel, socioliteratura, "literatura facto-
gráfica" (término que recogió Roque Dalton). Parte de la razón de ser del
testimonio es que escapa a nuestras categorizaciones usuales, y en particular a la
distinción entre lo literario y lo no literario.
Podemos, sin embargo, distinguir en nuestra selección una forma general:
un testimonio es una narración -usualmente pero no obligatoriamente del
tamaño de una novela o novela corta- contada en primera persona gramatical
por un narrador que es a la vez el protagonista (o el testigo) de su propio relato.
Su unidad narrativa suele ser una "vida" o una vivencia particularmente signifi-
cativa (situación laboral, militancia política, encarcelamiento, etc.). La situación
del narrador en el testimonio siempre involucra cierta urgencia o necesidad de
comunicación que surge de una experiencia vivencia! de represión, pobreza,
explotación, marginalización, crimen, lucha. En la frase de René Jara, el testi-
monio es una "narración de urgencia" que nace de esos espacios donde las
estructuras de normalidad social comienzan a desmoronarse por una razón u
otra 1. Su punto de vista es desde abajo. A veces su producción obedece a fines
políticos muy precisos. Pero aun cuando no tiene una intención política explíci-
ta, su naturaleza como género siempre implica un reto al statu quo de una
sociedad dada.
Debido a su situación vivencia!, el narrador del testimonio en muchos casos
es o analfabeto o excluido de los circuitos institucionales de producción perio-
dística o literaria. Por lo tanto, el modo de producción de un testimonio suele
involucrar la grabación, transcripción y redacción de una narración oral por un
interlocutor que es un etnógrafo, periodista o escritor profesional. La naturale-
za de esta función "compiladora" es uno de los puntos más debatidos en la
discusión del género;_ volveremos a ello.
Como sugiere nuestra selección arriba, el desarrollo del testimonio ha sido
particularmente concentrado en los países del Tercer Mundo o entre las mino-
rías nacionales o subculturas de las metrópolis. En el caso de América Latina,
comienza a generalizarse en los 60. Cuando Miguel Barnet publica su Biografía
de un cima"ón en 1966 -primer gran éxito de la llamada "novela-
testimonio"- ya existía en Cuba, una abundante producción de testimonios
sin pretensiones literarias (reportajes, memorias de combatientes, etc.). En
1970, Casa de las Américas establece un premio en testimonio entre sus otras
categorías (novela, cuento, poesía, teatro, ensayo). En Venezuela entre 1968 y
1975 (para dar un.ejemplo más), una serie de testimonios de ex-guerrilleros de
J. Jara, René : prólogo a Testimonio y Literatura,p. 2, donde señala que el testimonio "es, casi
siempre, una imagen narrativizada que surge, ora de una atmósfera de represión, ansiedad y
angustia, ora en momentos de exaltación heroica, en los avatares de la organización guerrillera,
en el peligro de la lucha armada".
10 JOHN BEVERLEY
2. Sobre este punto, véase el estudio de Duchesne,Juan: "Las narraciones guerrilleras: Configura-
ción de un sujeto épico de nuevo tipo", en: Testimonio y Literatura, pp. 185-137.
ANATOMÍADEL TESTIMONIO 11
3. Evidentemente, un testimonio nunca puede ser la historia "real"; más bien se trata en ello de la
producción de una sensaciónde autenticidad.Elzbieta Sklodowska apunta, por ejemplo, que
"sería ingenuo asumir una relación de homología directa entre la historia y el texto. El discurso
del testigo no puede ser un reflejo de su experiencia, sino más bien su refracción debida a las
vicisitudes de la memoria, su intención, su ideología. La intencionalidad y la ideología del autor-
editor se sobrepone al texto original, creando ambiguedades, silencios y lagunas en el proceso
de selección, montaje y arreglo del material recopilado conforme las normas de la forma litera-
ria. Así pues, aunque la forma testimonial emplea varios recursos para ganar en veracidad y
autenticidad-entre ellos el punto de vista de la primera persona-testigo- el juego entre ficción
e historia aparece inexorablemente como un problema". "La forma testimonial y la novelística
de Miguel Barnet", Revista/ReviewlnteramericanaXII, Nº. 3 (1982), p. 379. Sin embargo, se
trata de la naturaleza particulardel "efect0 di: lo real" testimonial, no simplemente de señalar la
distinción entre (cualquier) discurso y la realidad. "Más que una interpretación de la realidad",
apunta Jara (acertadamente en mi opinión), el testimonio es " ...una huella de lo real, de esa
historia que, en cuanto tal, es inexpresable". En: Testimonioy literatura,p. 2 (énfasis mío).
12 JOHN BEVERLEY
quiero hacer un enfoque que no soy la única, pues ha vivido mucha gente y es la vida
de todos. La vida de todos los guatemaltecos pobres y trataré de dar un poco mi
historia. Mi situación personal engloba la realidad de un pueblo. 4
Rigoberta Menchú pertenece a la etnia Quiche en Guatemala. Tenía apenas
23 años cuando dictó su testimonio. Era entonces un líder, a la vez, de su
comunidad y de una organización nacional campesina, la CUC, que incluía
personas de otras etnias. Concibió su testimonio como una extensión de estas
responsabilidades políticas. Por lo tanto, su declaración de principios como
narradora es más explícita de lo normal en un testimonio. Pero aun cuando el
narrador es un delincuente o drogadicto, sin responsabilidad o sentimientos
comunitarios, este efecto metonímico que equipara la situación del narrador
con una situación social colectiva esta presente, es otro elemento de la conven-
ción narrativa del género. De ahí que el testimonio sea una forma cultural
esencialmente igualitaria ya que cualquier,vida popular narrada puede tener un
valor testimonial. Cada testimonio particular evoca en ausencia una polifonía
de otras voces posibles, otras "vidas" (una variación de la forma general es
precisamente el testimonio polifónico, compuesto por testigos diferentes del
mismo evento).
Lo que el testimonio comparte plenamente con la novela picaresca, sin em-
bargo, es esa afirmación textual del hablante-narrador como sujeto. El aspecto
formal principal del testimonio es esa voz que interpela al lector en la forma de
un "yo" que exige constantemente su atención: "Me llamo ... Quisiera dar ... Yo
quisiera enfocar ... Me cuesta ... Yo creo". Esta presencia de la voz, con las
marcas conversacionales de habla directa, significa el deseo por parte del narra-
dor de no ser silenciado, de imponerse a una institución del poder como es la
literatura desde una posición excluida o marginal. De ahí, la insistencia en el
sujeto humano de títulos como Me llamo RigobertaMenchú, Si me permiten
hqblar,Soy un delincuente, "Somos milliones".
La voz testimonial implica un reto a la pérdida de la oralidad en el contexto
de los procesos de modernización cultural que privilegian el alfabetismo y la
literatura como normas de expresión; pero a la vez permite el acceso a la litera-
tura (y a un público lector nacional e internacional) de personas normalmente
excluidas de ella, que anteriormente tuvieron que resignarse a "ser representa-
dos" por escritores que no pertenecían a su clase, etnia o subcultura.
Desde el renacimiento, nuestro concepto de la literatura ha estado relacio-
nado con el concepto de autor (o en casos de anonimato con una voluntad o
"íntencionalidad" autoría!). Pero un testimonio no tiene, en realidad, un autor.
En la frase de Barnet, el autor ha sido reemplazado por la función de un compi-
lador o "gestor". 5 (Las editoriales y bibliotecas ponen como autor de un testi-
monio a veces el nombre del interlocutor, a veces el del narrador, a veces
Por lo tanto, el testimonio aparece muchas veces como una forma extralite-
raria o aun antiliteraria. Paradójicamente esto es precisamente la base de su
"efecto estético". En América Latina ha representado en particular una alterna-
tiva a la narrativa del boom (de hecho, el testimonio recupera una serie de
elementos de la novela social rechazados por el boom). A diferencia de novelas
como Paísportátil,El librode Manuel o Abaddón el exterminadorescritos sobre
la militancia revolucionaria en los 60 y 70, un testimonio guerrillero tiene el
atractivo de ser algo producido "por nosotros", si se quiere, un poco como en
el caso paralelo de lo que Retamar llama "poesía conversacional". De hecho, en
la producción de algo como los talleres de poesía en Nicaragua podemos ver la
aparición de una especie de lírica testimonial; igualmente hay formas testimo-
niales de teatro, cine, vídeo. (El video en particular tiene grandes posibilidades
testimoniales, porque su tecnología es relativamente accesible y fácil de ma-
nejar: ya tenemos videos salvadoreños, por ejemplo, hechos por los propios
combatientes guerrilleros).
La reacción del establishment literario ante la naturaleza de este "efecto
testimonial" ha sido interesante. Si la novela picaresca era la pseudo-
autobiografía de un hablante popular, ahora tenemos 1) novelas que son de
hecho pseudo-testimonios (por ejemplo, El vampirode la ColoniaRoma de Luis
Zapata, Un día de vida de Manlio Argueta, o Cuandoquiero llorarno lloro de
Miguel Otero Silva); 2) una preocupación por conseguir una "presencia" o voz
testimonial (Grandesertíio:Veredas;Libro de Manuel,-Yo el Supremo;Crónica
de una muerte anunciada,·Historia de Mayta; etc.); y 3) formas intermediarias
entre el testimonio puro y una novela "autoría!" como son Operaciónmasacre,
La noche del Tlaltelocoo Canciónde Raquel.
La intensificación semiótica de "efecto de realidad" casi siempre se asocia
en la historia cultural con una postura contestataria del sistema establecido y
sus formas de legitimización e idealización cultural. Fue el caso precisamente
del Lazanllo y la primitiva novela realista. ¿Pero qué ocurre con la apropiación
del testimonio por la "literatura"? ¿Representa una neutralización de su efecto
ideológico-estético particular, que depende de su caracter extraliterario?
Pero si el testimonio se situa al margen de lo que se considera literatura es
evidente al mismo tiempo que constituye un nuevo género literario post-
novelesco. Recordemos que el Lazarillotambién era considerado extraliterario
en su época: su héroe no era "universal"; estaba escrito en "grosero estilo"; etc.
El testimonio guarda la misma relación con la novela moderna que la novela
picaresca con los géneros de narrativa idealista del Renacimiento. Si la novela
tuvo una relación especial con el desarrollo de la burguesía europea y con el
imperialismo, el testimonio es una de las formas en que podemos ver y partici-
par a la vez en la cultura de un proletariado mundial en su época de surgi-
miento.