DIEZ - La Comedia en Roma PDF
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La comedia en Roma
Diez, Viviana
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1.- EL NACIMIENTO DEL TEATRO EN ROMA
Al promediar el siglo III a.C., exactamente en el año 240 a.C., en ocasión de los
Ludi Romani, se representa en Roma por primera vez una obra teatral, escrita y
montada por Livio Andronico y este hecho señala además la aparición de la litera-
tura formal en Roma1. Este dato, pese a su precisión, poco frecuente en las historias
de otras literaturas, no nos dice demasiado acerca de los orígenes de la comedia, ya
que no sabemos qué tipo de pieza fue la representada y además existen otros ante-
cedentes, referidos por autores latinos, que dan cuenta de que el fenómeno dramá-
tico, para los romanos, tiene una historia que antecede a esta puesta en escena del
dramaturgo de origen griego. Estas tres fuentes latinas son Tito Livio (VII.2), Hora-
cio (Epistulae II 1) y Valerio Máximo (II.44). Nos centraremos en los testimonios de
los dos primeros, dejando de lado al tercero, que sigue, en lo central de su relato, la
versión de Tito Livio.
Según Tito Livio, la instauración de los ludi scaenici tuvo lugar en los años 365-
364 a.C. con el fin de aplacar a los dioses por una peste que asolaba Roma. Estos
juegos (ludi) son una cosa nueva (noua res), dado que anteriormente, sólo existían
los espectáculos circenses. Para llevarlos adelante, hacen su aparición los ludiones,
venidos de Etruria, que danzaban al son de la flauta, sin texto previo (sine carmine
ullo). La juventud romana comienza a imitarlos, añadiendo bromas en versos ru-
dos (inconditis ... uersibus) y más tarde, estas representaciones se popularizan, ahora
a cargo de actores profesionales nativos, denominados con el término etrusco his-
triones. Ya no intercambian versos improvisados, sino que representan saturae, una
mezcla de canto y danza con acompañamiento de flauta. Posteriormente, Livio
Andronico pasa de la satura a la fabula, como autor y actor de sus composiciones.
Por su parte, la juventud vuelve a realizar actuaciones intercaladas con versos jo-
cosos, al modo de las atelanas (atellanae), vedadas a los actores profesionales. En
cuanto a Horacio, en su epístola a Augusto ofrece la descripción, por un lado, de
una poesía presente en la sociedad rural y sencilla, que disfruta de los versos fes-
ceninos (versus fescennini), y, por otro, recuerda el aporte hecho por Grecia, que
luego de las guerras púnicas, ofrece a Roma sus formas dramáticas, que son toma-
das, por ejemplo, por Plauto, a quien Horacio menciona de forma poco elogiosa.2
Tal como lo señalan Lopez y Pociña3, más allá de las posibles objeciones al rela-
to de Tito Livio y de que éste se ocupa más del nacimiento del teatro como institu-
ción social, mientras que el interés horaciano atiende mayormente a la cuestión
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literaria, podemos identificar tres tipos de influencias en el nacimiento del teatro
en Roma:
Como hemos visto, los latinos conocieron al menos tres formas del drama
preliterario en Roma, que favorecieron la adopción de un teatro, originalmente
proveniente de Grecia, que se desarrolló y adquirió características distintivas. Éstos
son los versus fescennini, la satura y la atellana. Acerca de estas manifestaciones de
los comienzos de la poesía latina, existen muchos interrogantes que no han podido
develarse fehacientemente.
Los versos fesceninos han sido objeto de un intento de definición por los
gramáticos, especialmente por Festo, y han sido referidos en los testimonios que ya
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hemos examinado de Tito Livio y Horacio, como así también en las Geórgicas de
Virgilio (Geor.II, 389ss.). Desde época antigua, se los vinculó con las bodas y los
festivales agrarios y de acuerdo a estos autores, su naturaleza es claramente festiva,
constituyendo así un antecedente de la comedia. Incluso Virgilio indica el uso de
máscaras en su representación.
Parecen haber sido compuestos en metro saturnio4 y sobre su nombre ‘fescen-
ninus’,algunos sostienen que es una derivación del nombre de una ciudad etrusca
denominada Fescennium y otros lo asocian con la palabra fascinum5.
Con respecto a la satura, podemos observar que Tito Livio (y también Valerio
Máximo) la señalan como un estadio más desarrollado del drama, en el que se en-
tremezclaban danzas burlescas y bromas versificadas, con un resultado más pró-
ximo a lo que hoy entendemos por comedia6. Acerca de su nombre, señala Beare7:
“Cuando se la utiliza para describir un tipo de composición literaria o de represen-
tación dramática, significa ‘mezcla’ o ‘miscelánea’, sea de metros o de tópicos”.
Finalmente, la atellana es una composición que surge en el s.IV a.C y es origi-
naria de Atella, ciudad osca ubicada entre Nápoles y Capua. Se trata de una repre-
sentación sin texto previo y de situaciones breves bufonescas. Su característica dis-
tintiva es que los actores llevan máscaras y que sus personajes son estereotipados y
grotescos: Maccus (el loco o el tonto), Bucco (el glotón), Pappus (el anciano avaro y
ridículo), Dosennus (el filósofo). En sus orígenes, su desarrollo se libraba al ingenio
y la improvisación de los actores, que a partir de su caracterización provocaban la
hilaridad del público8.
7 W. Beare (1964:13).
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rededor del 260 a.C y segundo dramaturgo latino del que tenemos noticia, que es-
cribe en los primeros momentos del desarrollo de este género en Roma. Las razo-
nes de esta distancia de la comedia aristofánica no residen en el desconocimiento o
el desinterés, sino más bien en la dificultad de reponer el contexto de este tipo de
obra, con un alto contenido de referencias a la vida social y política griegas del
momento de su composición. Por su parte, la comedia media pudo haber consti-
tuido un modelo para la comedia latina, pero la crítica ha identificado solamente
algunos rastros de ella en pocas obras de Plauto (Amphitruo, Menaechmi, Persa y
Poenulus) 9.
En cambio, la comedia nueva, en particular la de Menandro, es la que consti-
tuye la referencia fundamental de la palliata. De acuerdo a la opinión de Pociña, la
principal razón sería la exclusión de la crítica política o personal de sus argumen-
tos, que permitía ofrecer un producto libre de los problemas de la censura y ade-
cuado al contexto de un espectáculo organizado por el Estado. Además, señala:
“Un carácter mucho más fácil de universalizar era el que ofrecía la comicidad de
tipo menandreo. Sin olvidar, en fin, la proximidad en el tiempo, (...) Menandro
muere en Atenas en el 293 o 292 a.C., esto es, a unos 50 años tan solo del primer
estreno de palliata en Roma”10.
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• Togata: comedia sin modelo directo griego, de ambientación y personajes ro-
manos o itálicos, con argumento complejo de naturaleza festiva y atención prio-
ritaria a lo literario sobre lo corporal13.
• Mimus: comedia con precedentes griegos, a veces tomados como modelos, am-
bientación y personajes griegos o itálicos, argumento simple de naturaleza festi-
va y predominio de lo corporal sobre lo literario15.
13 Incluimos la definición más precisa, brindada por A. López López (1983:19-20): “Se llaman togatae
las comedias que se escribieron conforme a las costumbres y vestimentas de los togados, esto es, de
los romanos, a excepción de héroes, generales y militares y reyes, compuestas al modo de las come-
dias palliatae.”.
14 Al respecto, señalan A. López y A. Pociña (2007:35): “Que este tipo elemental de comedia aparez-
ca en los albores del teatro latino, según el relato de Tito Livio, y mucho más tarde sea elevado a la
categoría de obra literaria hacia el año 100 a.C. fue el resultado de una necesidad el momento y no
de un desarrollo paulatino de aquel fermento de teatro ... sus posibilidades de desarrollo quedaron
cortadas por la novedad aportada por Livio Andronico, al pasar de los distintos tipos de manifesta-
ción pre-teatral o ya teatral a la incorporación directa el teatro al modo griego”.
15 En opinión de W. Beare (1964:133): “Breve, divertido, tópico, no limitado en absoluto por conside-
ración alguna de técnica o decencia, aunque capaz de adoptar en ocasiones un estilo muy senten-
cioso, el mimo se aproximó más que cualquier otra forma del drama a los verdaderos gustos del
populacho romano”.
16 Cf. A. Pociña (2000ª: 110).
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3. -LA REPRESENTACIÓN DE LAS COMEDIAS
Dado que estamos refiriéndonos a textos dramáticos, esto es, textos concebidos
para ser representados por actores, destinaremos la siguiente sección a caracterizar
algunos aspectos de las condiciones concretas de representación de las comedias: el
espacio temporal, la organización y financiamiento del espectáculo, el lugar y el
público.
21 W. Beare (1964:141).
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libertad de los empresarios dentro de ciertos límites. El hecho de que tan grande
parte del electorado se reuniera tenía significación desde el punto de vista político.
Valía la pena entretenerlos, porque representaban votos ...”. También podemos
observar la importancia, en términos de hecho político, que la elite atribuye a estos
eventos en el pasaje de Cicerón22 en el que afirma que son los ludi scaenici y no los
comitia, el lugar por excelencia donde pueden observarse las verdaderas opiniones
del populus romanus.
La atención prestada por los sectores más poderosos de Roma a estos espec-
táculos puede observarse también en lo que concierne al espacio físico concreto de
representación. En los siglos III y II a.C. no existían teatros permanentes de piedra
y las representaciones se hacían en escenarios temporales, construidos ad hoc y
desarmados luego de los ludi. En 155 a.C. comenzó la construcción de un teatro de
piedra, pero un decreto del senado “ordenó la demolición de lo ya construido, ante
la posibilidad de que la normalización de la costumbre de asistir a los espectáculos
teatrales fuese en detrimento de las buenas costumbres”23. Vemos así como la pues-
ta en escena de la comedia era un hecho atendido, al que se le otorgaba importan-
cia, tanto en términos de su relevancia política, como de la supuesta amenaza que
podría constituir, en virtud de su poder de convocatoria. La construcción del pri-
mer teatro permanente de piedra en Roma se produce recién en el 55 a.C. (teatro de
Pompeyo), hecho que señala una modificación en las condiciones del espectáculo
teatral.
3.2.- EL PÚBLICO
La gratuidad de los espectáculos, el gusto de los romanos por los ludi y la ausencia
de trabas en la asistencia, son condiciones que determinan que el público fuera
muy abundante en las representaciones. Sabemos que estos espectadores pertene-
cían a diferentes estratos sociales, tal como lo atestigua el prólogo de Plauto del
Poenulus, en el que pide silencio a la multitud, integrada por nodrizas, matronas,
prostitutas, esclavos, etc24. Por otra parte, los miembros de la elite también forma-
ban parte de este conjunto, como lo prueba la referencia de Tito Livio a la orden de
otorgar lugares especiales a los senadores, dada por los censores en 194 a.C.25.
25 Liv. XXXIV.44.
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4. CARACTERÍSTICAS DE LA PALLIATA
Nos centraremos ahora en la palliata, que es el tipo de comedia romana que gozó
de una gran popularidad y de la que conservamos un conjunto significativo de tex-
tos. Los autores que consideraremos dentro de este género son Plauto y Terencio,
cuyas obras nos han llegado en cantidad suficiente como para poder componer una
idea bastante minuciosa de las características de este espectáculo.
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rado y ocurrente de palabras pertenecientes, por caso, al vocabulario militar29. Co-
mo señala Habinek30, esto es una muestra de la permeabilidad de los límites cultu-
rales y lingüísticos entre las comunidades latino y heleno parlantes, ya que Plauto
no toma el griego de la elite literaria, sino de los usos populares, en un proceso que
podría haberse dado en paralelo o incluso con anterioridad a la helenización de las
clases dominantes.
Así, observamos el uso conjunto de referencias a la vida cotidiana de los es-
pectadores en un escenario con rasgos e incluso con lengua griega, que ignorando
todo verosímil, convocaba la risa del público, generada por la capacidad de identi-
ficarse y burlarse de su propia sociedad. Sin embargo, esto podía darse en un con-
texto que evadía la censura, porque, al fin y al cabo, seguía siendo extranjero y por
lo tanto, no se encontraba sometido a las exigencias de la moral republicana.
El caso de Terencio es diferente. Su voluntad de mantener una mayor fideli-
dad a los originales griegos y sostener el verosímil hizo que prescindiera de todo lo
que pudiera tener sabor a romano31, hecho al que deba, tal vez, una popularidad
mucho menor a la de su antecesor.
32 Se denomina así al método de composición que consiste en fundir en una comedia latina material
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repertorio de combinaciones33. Esto determina la necesidad de un equilibrio, que
alterne la introducción de cierto grado de sorpresa, esperable en cualquier espec-
táculo, y mantenga un estructura fácilmente reconocible, en particular para unos
espectadores expuestos a todo tipo de distracciones (dado el contexto de represen-
tación de las obras).
4.3.- CARACTERES34
Su deseo por una mujer es lo que motiva la acción. Ésta puede ser una prostitu-
ta, que alquila o compra, o una joven de origen libre, que en el comienzo de la
comedia es esclava, cortesana o pobre. No es capaz de urdir los medios para sa-
tisfacer su deseo y se limita a seguir las indicaciones de su esclavo. En algunas
ocasiones, más en Terencio que en Plauto, aparece el enfrentamiento entre pa-
dres e hijos, ofreciendo una oportunidad para desplegar el conflicto generacio-
nal. En todos los casos, los jóvenes comparten la característica de “no emancipa-
dos”, es decir que se encuentran bajo la tutela del padre y no pueden disponer
de dinero.
Es el dueño de casa y aparece en casi todas las comedias. Puede ser avaro, iras-
cible y autoritario (como en Aulularia) o en extremo complaciente. El más ridícu-
lo es el senex enamorado, que es ineficaz en engañar a su esposa y compite con
su hijo (como en Casina o Mercator). Puede funcionar también como amigo de
otro senex, o como hermano (Adelphoe) e incluso como vecino. Muchas veces
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queda expuesto a situaciones de mucha comicidad en su intento de auxiliar a un
par. En las comedias de reconocimiento, es el padre del hijo o hija perdidos.
• Seruus (esclavo)
Es uno de los personajes con mayor atractivo y aparece en todas las comedias la-
tinas. En su variante más activa es el seruus callidus y podemos definirlo como
aquel que organiza los medios necesarios para que otro pueda salir del conflicto
en que se encuentra, en general a través de mentiras y engaños (architectus doli).
Los esclavos plautinos actúan con inteligencia, astucia y sin ingenuidad, mien-
tras que los de Terencio no son tan efectivos en el manejo de la mentira y están
exentos del cinismo y desfachatez de los primeros. También puede tener la fun-
ción de provocar la comicidad, a veces siendo engañado por sus propios pares
(como Sosia en Amphitruo).Otras características de estos personajes son el ansia
de libertad (que en algunos casos ocurre) y las referencias al miedo al castigo fí-
sico.
• Matrona
Las matronae ueden ser exigentes, codiciosas o malhumoradas y poseer una
abundante dote (uxor dotata), o ser devotas de sus maridos. Un ejemplo del pri-
mer tipo lo constituye Cleóstrata de Casina y del segundo, las hermanas de Sti-
chus. Alcmena (Amphitruo) constituye un tipo especial de matrona, que encarna
en su discurso los preceptos morales romanos y no presenta ninguna rasgo irri-
tante o reprochable.
• Meretrix
Por su parte, las meretrices pueden estar enamoradas del adulescens y desear ser
liberadas, o ser experimentadas y estar movidas por el dinero, como en Curculio,
Planesia, y en Menaechmi, Erocia, respectivamente.
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Al respecto de estos personajes, señalan B.Rabaza-A.Pricco-D.Maiorana35: “Resulta
interesante cómo de la serie de los personajes femeninos surgen como roles más
importantes la meretrix y la matrona. Entre ambos tipos se instaura un agón que
pone en escena los dos extremos del sistema axiológico. La matrona como la pala-
bra rectora, la que marca siempre el deber ser, la que prácticamente niega la activi-
dad sexual, la que cuida el patrimonio, la que niega el valor del cuerpo como mer-
cancía. En cambio, la meretrix se erige como la que ‘acumula’, la que vectoriza la
dilapidación del patrimonio del ‘cliente’, la que ostenta su cuerpo, comercia se-
xualmente, engaña. Cada una, a su manera, ayuda a construir la identidad de los
personajes masculinos: la primera establece el deber conductual, que se transgrede,
la segunda es el vehículo de la trasgresión”.
• Miles:
El soldado se caracteriza por su jactancia y rivaliza con el adulescens por una
cortesana. Utiliza un léxico militar (como otros personajes de la comedia), que es
profundamente romano, y su lenguaje es altisonante y ampuloso. El más impor-
tante es Pyrgopolinices, el protagonista de la comedia plautina Miles Gloriosus.
• Leno (rufián)
Es un personaje cruel, sórdido, de poca inteligencia. El ansia de dinero es su
prioridad y no duda en estafar, mentir y engañar, aunque con grandes dosis de
cobardía. Todos sus vicios justifican los trucos del esclavo para engañarlo, ya
que el castigo del ‘malo’ forma parte de los convencionalismos del género. El
ejemplo de leno más destacado es el de Balión, de Pseudolus.
• Parasitus
Su principal preocupación es la comida y se caracteriza por su voracidad sin lí-
mites. En su afán de conseguir alimento, es adulador y bromista. Desde el punto
de vista de la función dramática, el parásito puede ser una variante del esclavo,
ya que utiliza los recursos de éste, el léxico, la desvergüenza y el temor al casti-
go para generar comicidad. Es un personaje con variedad de matices, por lo que
resulta difícil generalizar acerca de él.
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Al estudiar la comedia latina, debemos incorporar una noción que nos es un
tanto ajena en el teatro contemporáneo. Tanto las obras de Plauto como las de Te-
rencio, están escritas en verso. Estos versos tienen metros variados, que son com-
binaciones fijas de sílabas largas y breves con sus propios acentos, y a partir de los
cuales se disponen las palabras y las oraciones.
Las fuentes antiguas coinciden en que en la comedia latina estos metros apa-
recen en dos elementos que, reunidos, constituyen el conjunto de la obra: diuerbium
y canticum (sin parte coral, que no existe en la comedia latina)36. Suponemos natu-
ralmente que canticum significa canción y diuerbium, parte hablada37.
Mientras que en Terencio predominan las partes habladas, Plauto desarrolla
ampliamente estos elementos musicales (cantica), que podían ser partes recitadas
con acompañamiento musical o escenas directamente cantadas al son de la música,
con danza, propias del elemento festivo que aparece en el cierre de algunas come-
dias, como el Stichus.
Lamentablemente, no sabemos casi nada acerca de la música en Roma, por lo
tanto es objeto de extensos debates determinar con exactitud la forma de interpre-
tación de las piezas, pero es importante señalar la innovación plautina en cuanto al
uso del ritmo con fines dramáticos, para tener una idea más cercana a la forma de
representación de sus textos.
Repasaremos ahora las principales convenciones teatrales de las que se valieron los
autores de la palliata, que son heredadas de la comedia griega.
• La escena38
La escena permanente consistía en una pared lisa en el fondo con tres puertas, las
dos alas laterales con las entradas correspondientes, un techo chato (que se utiliza
en Amphitruo) y un altar en la escena misma. La acción está condicionada a desa-
rrollarse en este espacio fijo, sin cambios escenográficos. Si la acción estaba ubicada
en la ciudad, una entrada conducía al centro de la misma y otra al puerto, o en al-
gunos casos al campo. El significado de las puertas del fondo y las entradas latera-
les se aclara en cada obra, o bien en el prólogo, o bien en los dichos de los persona-
36 Sin entrar en detalle, mencionaremos algunos de ellos. El metro utilizado en la partes habladas es
el senario yámbico; en las recitadas el septenario trocaico, y con menos frecuencia el octonario tro-
caico, el septenario yámbico y el octonario yámbico, reservado a los soliloquios. Los cantica propia-
mente dichos están compuestos por un sistema de metros variados, que incluyen los ya citados y a
otros como créticos, anapésticos, jónicos, eólicos, etc.
37 Cf. W. Beare (1964:193).
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jes. Por carecer de telón, esta escena quedaba permanentemente a la vista. Por eso,
al comienzo los personajes entran por alguna de las puertas o los laterales y expli-
can quiénes son y adónde van. Al final de la obra, se ofrece alguna justificación de
la partida de los actores del escenario, pero antes de irse uno de ellos informa que
la obra ha terminado y solicita el aplauso.
Con el objeto de hacer más comprensible la trama, es habitual que se anuncien las
entradas en escena durante los diálogos o al poner fin a un monólogo. Estos anun-
cios sirven como indicaciones escénicas, para dar pie a un actor que está esperan-
do. Esta convención produce resultados interesantes, como que un actor anuncie a
otro que ve venir por la calle, del puerto o de la ciudad, antes de que lo vean los
espectadores, en una formulación verosímil. Pero otras, como la aparición desde
dentro de una casa, que no podía ser vista por quien estuviera en la calle, se re-
suelve con recursos como hacer crujir la puerta, y así llamar la atención del actor
que está en escena, a fin de que pueda anunciar la identidad de quien ingresa. Era
obligatorio que el actor que salía por una puerta, volviera a ingresar por la misma.
De no suceder así, debía explicarse el motivo. Estas entradas y salidas, suelen dar
lugar a intercambios de saludos, muchas veces cómicos, y a fórmulas del tipo ‘ec-
cum video’, ‘venit’.
• Espías y apartes40
Un importante principio escénico establece que un personaje solo vea y oiga lo que
el dramaturgo quiere. Así, es frecuente que un actor espíe a otro y escuche sus pa-
labras, sin que el primero advierta su presencia. Esto suele dar pie al aparte, que es
audible para los espectadores y no para el otro personaje, ubicado a escasos metros
del que habla. El aparte, que puede darse de esta forma, o intercalado en el diálogo
entre dos o más personajes, permite hacer comentarios irónicos o burlescos, que
provocan la comicidad, como sucede en la Mostellaria con los comentarios que hace
Filolaques mientras Escafa instruye a Filemacio acerca de las artes de su quehacer
meretricio.
• Prólogo41
15
El prólogo es la parte que antecede a la comedia propiamente dicha, en la que se
da la bienvenida a la función. Los elementos que frecuentemente aparecen en él
son: el nombre de la obra y del original griego en algunos casos, la exposición del
argumento y petición de atención. Se conservan todos los prólogos de Terencio y
algunos de Plauto. La diferencia fundamental entre ellos es que éste último expone
el argumento de la comedia, mientras el primero prefiere tratar cuestiones de estilo
y composición de la obra y críticas literarias contemporáneas a ella. En el caso de
Plauto, varias comedias cuentas con prólogos que son sin duda posteriores a la
primera representación de la obra, como el caso de Casina, que se refiere a una de
sus reposiciones.
• Monólogo
16
placer a esa audiencia. Por el otro, parte de esa satisfacción de los espectadores
consiste en poder reírse de sí mismos, siempre en el espacio acotado de la repre-
sentación de la comedia, que invierte las jerarquías temporalmente. Plauto no
permite a su audiencia olvidar nunca la inferioridad de los actores, pero usa la li-
cencia de la que éstos gozan para constituir a ese público en objeto de burla cómi-
ca e ironía. Así, abre el camino para la paradójica pero efectiva unión de gratifica-
ción, evasión y crítica social que, con diversos matices, atraviesa toda su obra y le
ha valido el favor de los espectadores mucho más allá de los límites de su vida.
BIBLIOGRAFÍA
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