Rugby 01 - The Hooker and The Hermit - L.H. Cosway & Penny Reid

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1

2
Staff
Fiorella ♥

Fiorella ♥ Bett G.
Ione Mae
Blackrose10 Apolineah17
July Styles Tate Ana09
Lipi-Lipi Martinafab
Alysse Volkov Minia16 3
Eli Hart

*Andreina F*

Maeh & Carolina Shaw


Sinopsis
Índice Capítulo 14
Capítulo 1 Capítulo 15
Capítulo 2 Capítulo 16
Capítulo 3 Capítulo 17
Capítulo 4 Capítulo 18
Capítulo 5 Capítulo 19
Capítulo 6 Capítulo 20
Capítulo 7 Capítulo 21
Capítulo 8 Capítulo 22
Capítulo 9 Capítulo 23
Capítulo 10 Epílogo
4
Capítulo 11 Próximo Libro
Capítulo 12 Sobre el autor
Capítulo 13
Sinopsis
New York’s Finest
Blogueando cómo *The-Socialmedialite*
22 de abril
¡DAMAS Y CABALLEROS! ¡Tengo un anuncio!
¿Conocen a ese tipo que mencioné en mi blog hace unos meses?
¿El real, realmente caliente, jugador de rugby irlandés, quien juega
la posición de “hooker”1 en la LIR (Liga Internacional de Rugby)?
¿El que tiene problemas de manejo de la ira, el cuerpo de un
gladiador y el rostro de una estrella de cine? ¿El único con las
cuestionables decisiones a la hora de vestir que me llevaron a
preguntarles si era el hijo de un duende y un hobbit? ¿Ronan
Fitzpatrick? Seeh, ese tipo.
5
Bueno, tengo que hacer una confesión…

El Hooker

1Es una posición en el rugby, sin embargo también puede significar puta. En el libro
utilizan la definición con doble sentido.
6
El comprobador de E-mail: Cuando uno hace como que comprueba el correo en
el móvil pero está, de hecho, sacando una foto de una persona o gente que se halla justo en
frente de él/ella.
Mejor para: La mayoría de las situaciones en las que es socialmente aceptado
mirar el correo, por ejemplo, en cafeterías, mientras cenas solo en un restaurante, esperando
al transporte público.
No utilizar: En sitios en los que no hay cobertura o internet.

Traducido por Ione & BlackRose10

N
o voy a hacer como que tengo buenas intenciones. Pero, para
ser justos, cuando al principio entró en el restaurante, ya
revisaba mi correo.
De hecho, no levanté la vista del móvil hasta que escuché los
sonidos de conmociones y graznidos de las excitadas mujeres. Esos
sonidos de risitas, chillidos y susurrados oooohhhh, ¡oh Dios mío! y ¿de
verdad es él?, que normalmente acompañaban a la entrada de un hombre
famoso. Especialmente me centro en los signos y síntomas por dos
razones: mi trabajo y mi afición.
Soy la principal líder del proyecto de la Social Media Marketing en
Davidson & Croft Media. Mi especialidad es transformar la reputación en la
corte de la opinión pública. Denme una persona famosa en desgracia, un
político o una figura pública; un escándalo de un video sexual, dispositivos
intrauterinos, arrestos, la gran escapada de rehabilitación, mensajes
sexuales con un interno (lo que llamo “Burradas Impresionantes”), y yo
transformo la imagen de esa persona.
Le haré brillar. Le haré resplandecer. Soy legendaria en mi campo.
Soy la mejor en lo que hago.
Y admito esto como la verdad sin ninguna presunción o vanidad
porque soy terrible en casi todo lo demás en la vida. Andar y hablar, por
ejemplo, no importa si son al mismo tiempo. O sonreír. O no ser rara. O no
asustar a la gente. O no ser la causa de cada silencio incómodo en cinco
millas de radio.
Las otras únicas cosas en las que sobresalgo son:
1) Soy responsable en el planeamiento financiero,
2) Mi blog de pasatiempo, y
3) Comer.
Lo que me trae aquí, Tom’s Southern Kitchen, y el grupo de mujeres
que mueven sus plumas de izquierda a derecha en su intento por hacerse
notar ante el extraordinariamente atractivo hombre y musculoso que
acaba de entrar.
Justo acababa de levantar la vista, atisbándole a él y a las mujeres,
mientras intentaba recordar su cara. Se hallaba de pie de perfil y su
preciosa boca se encorvaba en una paciente y amable sonrisa. No sabría
decir si disfrutaba del momento de atención o si simplemente tenía una
perfecta y excelente educación.
A pesar de todo, se parecía bastante al actor irlandés Colin Farrel,
8
excepto porque sería un Colin Farrel que hubiese estado poniéndose en
forma sin parar, tuviera piernas como tres troncos y fuera porque era unos
diez o quince años más joven. Así que, puede que Colin haya ido a hacerle
una visita al cirujano plástico y a un campamento de CrossFit. Este
glorioso espécimen de la hombría tenía el cabello moreno oscuro,
puntiagudo y corto. Su nariz era perfecta, casi adorable; pero de alguna
forma, encajaba en su cara. La mandíbula era angulosa y fuerte. Incluso
tenía los pómulos altos, cejas marrones oscuras, pestañas gruesas y ojos
astutos.
No podía decidir si este chico era un doppelgänger 2 o si era de
verdad, pero no importaba en realidad. Sería perfecto para mi publicación
de Saturday Celebrity Stalker. Era, sin dudarlo, la publicación más
popular de la semana.
Lo que me lleva a mi mayor y mejor guardado secreto. La verdad es
que yo, Anne Catrel, soy la dueña de The Socialmedialite y la proveedora
del blog New York’s Finest.
Eso es.

2Es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico de una persona viva. La
palabra proviene de doppel, que significa «doble», y gänger, traducida como «andante».
Soy The Socialmedialite.
Soy esa chica, la bloguera más influyente de información y
entretenimiento del mundo.
Y, porque soy meticulosa sobre mis protocolos de seguridad, nadie
sabe quién soy… que soy ella… que ella es yo.
No importa. Ya saben lo que quiero decir.
De cualquier manera, Saturday Celebrity Stalker es mi entrada
semanal dedicada a los famosos o a sus parecidos en características físicas
y escogidos al estilo de John Madden (John Madden siendo el famoso
entrenador y posterior anunciante de fútbol americano a quien le
encantaba dibujar en las pantallas de televisión de los espectadores
círculos, arcos y rayas al azar para demostrar los errores en los partidos
de futbol).
Excepto que lo hago con famosos (casi exclusivamente hombres
famosos) y cuestiono su juicio en el aseo, el maquillaje, (sí, maquillaje) su
ropa y sus elecciones de accesorios. Y, si están sacando al perro, hago lo
mismo con el pequeño perro también.
El grado con el que tomo la falta de juicio de un famoso depende de
varios factores, y soy la primera en admitir que me porto bien y/o los trato 9
mejor a esas personas con talento que a las celebriturds (personas que son
famosas porque son famosas o ricas pero que no tienen ninguna cualidad
que ofrecerle a la sociedad) y a los celebritrash (clebriturds que son,
además, putas de la fama).
Sin embargo, intento no comentar mucho sus cuerpos ni
características faciales. Personalmente creo que, en la cultura occidental,
se está demasiado obsesionado por el cuerpo; no necesito unirme a esa
histeria. Especialmente desde que la gente famosa ya me da mucho con
sus ridículas riñoneras de millones de dólares (hechas en talleres
clandestinos del tercer mundo) y sus asas de seda de oro chapado.
¿Por qué alguien necesita un asa de seda de oro? Díganme. ¿Por
qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
No lo sé. No lo entiendo.
A la mayoría de los hombres les encantaba salir en mi blog. Mis
entradas terminaban en correos de elogios y agradecimientos de los
agentes hambrientos por publicidad y famosos. A veces harían una
donación para la caridad en nombre del blog o respondían con una
autocrítica parodia en YouTube.
Me esfuerzo por enfocarme en la sátira, burlándome en los extremos,
juguetonamente criticando a estos dioses intocables de entre los hombres.
Las mujeres, especialmente las que tienen escándalos, en nuestra
sociedad tienen que callarse y tragar dosis de críticas sobre todo:
demasiado gorda, demasiado delgada, llevar el mismo atuendo dos veces
en público, tener una opinión; de falsos personajes de la televisión y de los
buitres de la prensa.
En comparación con estos vampiros de baja autoestima, yo proveo
un servicio público. Me burlo de esta específica gente famosa peculiar en
un blog que siguen veinte millones de personas. Es todo de buena onda.
El muy bien parecido siguió sonriendo y firmando servilletas para el
grupo de chicas. Puede que no fuera, de hecho, el actor irlandés, pero era,
definitivamente, alguien. Por suerte para él, eran las tres y media de la
tarde de un jueves; eso significaba que Tom’s Southern Kitchense
encontraba virtualmente vacío de clientes. A escondidas, apunté mi
teléfono y salí del correo, abriendo la cámara de mi teléfono inteligente.
Después, tomé como unas cuarenta o cincuenta tomas durante los
siguientes dos minutos hasta que mi vista del barullo estuvo bloqueada
por un camarero que me traía mi bolsa para llevar. No hice casi ni
contacto visual con el camarero cuando pagué por mi comida, recogí mis
cosas con la menor prisa posible y salí del restaurante.
El contacto visual es difícil para mí. Sé que parece raro; es raro. Por
10
un largo tiempo, asumí que era porque simplemente era muy tímida; eso
es hasta que empecé a relacionarme con gente online. Ahí es cuando
descubrí que la Annie de la vida real podría ser introvertida. Es solitaria y
callada. Observadora. Rara vez habla. No le gusta la atención de ningún
tipo.
Pero The Socialmedialite, mi persona online, es sociable y tonta. Es
dogmática. Busca la interacción y la atención. Es lista e ingeniosa (más
que nada, porque, en la red, el ingenio no es una cuestión de tiempo; en la
vida real tienes que ser ingeniosa rápidamente para que se te considere
ocurrente).
El bolso se balanceaba en mi hombro, llevaba la comida para llevar
en una mano y el teléfono en la otra. Me sentía ansiosa por pasar el dedo
por las nuevas fotos en el corto paseo a mi apartamento. No me di cuenta
de mucho de lo que pasó mientras estuve sentada a la mesa, haciendo
como que comprobaba el correo electrónico, excepto por el parecido del
chico con el actor irlandés.
Además, me sentía ansiosa por analizar lo que él llevaba puesto, lo
que llevaba y cualquier otra manifestación potencial remarcable de
excentricidad. Giré la esquina, ahora a medio bloque de mi edificio y
estudié las imágenes.
Al principio, todo lo que vi era a un chico que se parecía a Colin
Farrel con una cosa de extraña apariencia, aunque pequeño aparato atado
a su espalda, con los pies en esos horribles zapatos que hacen que el que
los lleve parezca en hobbit. Tenía la camisa verde lima, apretada a la piel,
destacando su físico impresionantemente musculoso y que parecía hecha
de licra; sus muslos eran como robles gruesos, claramente visibles porque
llevaba spandex, spandex negros, no verde lima.
En el 99.9% de las personas, este atuendo habría sido
completamente ridículo. Pero no en este tío. Se veía caliente. Muy, muy
caliente.
Sin embargo, durante mi segundo, tercero y cuarto examen
concienzudo, y especialmente en las fotos donde tenía la cara girada hacia
la luz natural de las ventanas, me di cuenta de algo singular en sus ojos.
Aunque su boca tenía una sonrisa enorme y de bienvenida, sus ojos me
parecían tristes. Terriblemente, terriblemente tristes. Y, cuando digo que
me llamó la atención, quiero decir que sus ojos me hicieron ralentizar y
titubear en mis pasos y me causaron coger una involuntaria bocanada de
aire.
Aquí se hallaba este chico, la perfección física, obviamente viviendo
una vida encantada, paseando por ahí con ojos expresivos e 11
hiptonizantemente tristes. Eran la clase de ojos que te atraen, te atrapan y
te obligan a que mantengas un enfoque en tus prioridades.
Me quitaron el aliento.
Algún extraño, latente y fuertemente reprimido instinto me instaba a
correr de vuelta al restaurante y ponerlo entre mis brazos. Mi corazón dio
un pequeño vuelco. Quería besarle hasta que se le fueran las penas… o
por lo menos hacerle a sus penas algunas galletas.
Me sacudí a mí misma, forcé a mis pies a moverse hacia mi casa con
propósito, donde pretendía enterrar estas notables y molestas instintivas
reacciones.
La crítica en mí repasó la imagen y no podía ignorar los zapatos que
muestran la forma de los dedos, la camiseta de deporte verde lima ni las
mallas de licra que llevaba de pantalones cortos —¡MALLAS DE LICRA!—
Incluso el 1% de los hombres más guapos deberían saberlo mejor como
para llevar mallas fuera de un evento deportivo.
Simplemente… no.
Triste y conmovedoramente, este hombre necesita una intervención.
Aunque las mallas son buenas para destacar.
Golpeada por la repentina curiosidad, y porque soy una mujer de
sangre caliente, enfoqué el área de su ingle.
Así es, soy una pervertida confinada, y no me disculpo por ello. Y,
dándole a la cuestión un poco de reflexión, una pervertida confinada es
mucho más preferible a una pervertida extrovertida. También podría estar
un poco hambrienta sexualmente, ya que evito toda interacción física
humana en la vida real.
Sólo un poco.
Pasé junto a mi portero en mi edificio, manteniendo mi atención fija
en el teléfono mientras estudiaba el bulto en los pantalones cortos de
spandex de aquel hombre. Rasgando mi labio inferior entre mis dientes,
me subí al ascensor y probé otra imagen; en ésta, él se inclinaba hacia la
ventana, de perfil a la cámara. Me acerqué un poco más.
—Lo que sea que estás viendo debe ser muy interesante.
Salté hacia atrás y lejos de la voz, inhalando un aliento asustado,
empujando la bolsa de comida para llevar en mi mano y agarrando mi
teléfono a mi pecho. No me di cuenta de que no me encontraba sola en el
ascensor.
Encontré a mi compañero mirándome con una sonrisa divertida. Sus 12
ojos azules eran rendijas sospechosas, pero de buen carácter. Lo reconocí
de inmediato como mi muy alto, muy apuesto, ambiguamente soltero,
vecino de al lado.
Ambiguamente soltero porque siempre tenía una cita, pero nunca
era la misma chica dos veces.
No lo culpo, para nada. Por todas las apariencias, este tipo era una
mercancía caliente. Un impecable traje de diseñador y zapatos de cuero
italianos que anunciaban tanto su poder como riqueza; una mandíbula
cincelada por debajo de los labios perfectamente formados que
enmarcaban unos dientes increíblemente blancos; una nariz fuerte y unos
ojos azules brillantes, un cabello rubio expertamente peinado en picos. Se
veía como el tipo de chico que se suscribía a un régimen de belleza. Me
hallaba bastante segura de que sus cejas eran depiladas y formadas por
un profesional.
Adivine su edad como de apenas cercano a los treinta; difícil de decir
por la metrosexualización de su aspecto. Añade a todo esto un cuerpo que
me recordó al de un ciclista o un corredor—delgado y bien mantenido— y
era un bien arreglado lobo con piel de lobo, y las hembras en Manhattan
eran ovejas indefensas.
Después de dos segundos de mirarlo fijamente sorprendida,
arranqué mis ojos de su mirada entrecerrada y divertida, parpadeé
alrededor del espacio del espejo, tratando de orientarme.
—Lo siento—dijo, sin sonar arrepentido; de hecho, estaba bastante
segura de que trataba de no reírse—. Siento haberte asustado.
Negué con la cabeza, mi teléfono aún agarrado contra mi pecho, y
fijé mi atención en el piso del ascensor.
—Está bien. Sólo me sorprendiste —dije, tragando.
Nos quedamos en silencio por un instante, pero podía sentir sus ojos
en mí. Eché un vistazo a la pantalla de los botones de cada piso, tratando
de medir cuánto tiempo más iba a tener que compartir el ascensor con el
Sr. Ambiguamente Soltero.
Para mí desconsuelo, volvió a hablar. —Eres Annie, ¿verdad?
Asentí, mis ojos parpadeando a un lado para echar un vistazo a él y
luego de vuelta a la pantalla.
—Soy tu vecino, Kurt. —En mi visión periférica, vi que se volvió
completamente hacia mí y me tendió la mano.
Le eché un vistazo de nuevo, a su amigable y fácil sonrisa y a sus 13
amigables y fáciles ojos. Entonces miré a la bolsa de comida para llevar en
mi mano derecha y al teléfono que sostenía contra mi pecho. Seriamente
me debatí entre si encogerme de hombros y no decir nada o no.
Verás, el problema de ser una ermitaña muy bien remunerada es
que no tienes ningún incentivo para cumplir con las sutilezas sociales y
sus normas. Mi compañía me ama (la mayor parte del tiempo); los clientes
me aman; aman la magia que creo. Rara vez voy a la oficina, sólo miércoles
y viernes. Tengo una oficina; sencillamente prefiero trabajar en casa.
No soy agorafóbica 3 . Salgo en público, camino cinco millas en el
parque todos los días, me encanta el Museo de Historia Natural y lo visito
una vez por semana; además, frecuento lugares donde las celebridades
suelen ser pilladas, así puedo conseguir fotos para el blog. Al ser una
acechadora no se requiere interacción social. Sí, suelo observar a la gente,
pero he aprendido hace mucho tiempo a enterrar los sentimientos de
envidia al ver escenas de conexión humana, tales como grupos de mujeres,
amigas cercanas, compartiendo una tarde de compasión y confianza, o
una pareja amorosa tomados de las manos por el parque.

3Temor obsesivo ante los espacios abiertos o descubiertos que puede constituir una
enfermedad.
Por lo tanto, si hablo en persona a más de diez personas durante
una semana cualquiera, entonces ha sido una semana por encima del
promedio.
Sin embargo, una parte de mí se rebeló en contra de ser grosera.
Podría contemplar volverme una reclusa chiflada en mi cerebro, pero
nunca podría comprometerme plenamente con el papel. Por lo tanto,
cambié mis pertenencias, puse mi teléfono—con la foto de la entrepierna—
en mi bolsa, y acepté su mano para un rápido saludo.
Pero no fue un rápido saludo. Sus dedos se apretaron alrededor de
los míos hasta que levanté mis ojos a los suyos y relajé mi mano. Su
mirada era expectante, interesada, su sonrisa suave y realmente muy
atractiva. Tenía dudas de por quédirigía ambas en mi dirección.
—Es un placer conocerte finalmente, Annie. —Sonaba como que lo
decía en serio.
Le devolví la sonrisa lo mejor que pude, sintiendo mis cejas
levantarse en mi frente. —Igualmente, Kurt.
—Deberíamos juntarnos algún día. Llegar a conocernos. —Dijo estas
palabras con afán, casi como temiendo que podría desaparecer antes de
que terminara de hablar. 14
—Sí. —Asentí con la cabeza, tratando de imitar su entonación de
sinceridad—. Claro. Deberíamos hacer eso.
Afortunadamente, las puertas se abrieron. Aproveché la distracción
para sacar mi mano de la suya y salir disparada del ascensor. Obviamente,
me siguió de cerca ya que ambos vivíamos en el mismo piso.
—Sabes, hemos vivido lado a lado por dos años, y ¿esta es la
primera vez que hemos hablado?—preguntó esto conversacionalmente con
una cadencia de humor en su voz.
—Umm—fue todo lo que dije, poniendo mi comida para llevar en el
suelo y excavando en mi bolso por mi llave.
Sí, lo sabía. Pero no creía que fuera tan increíble. Él era un playboy
de buen aspecto que probablemente gastaba más en una botella de crema
hidratante que yo en todos mis productos para la higiene en el transcurso
de un año.
Hacía mi mejor esfuerzo para ser una tímida, de bajo
mantenimiento, ermitaña. Las posibilidades de que nos moviéramos en
círculos sociales similares o tuviéramos intereses similares no eran altas.
No eran altas para nada. ¿Para qué hablar con alguien si no tenías nada
en común con ellos? ¿Eso qué lograría, que no sea una conversación
dolorosamente atrofiada?
Exitosamente abriendo la puerta, tiré las llaves de nuevo en mi bolso
y cogí la comida. Kurt se cernía a mi lado, apoyado en la pared. Una vez
más pude sentir sus ojos en mí. En lugar de ignorarlo y resguardarme en
mi apartamento, me volví un poco y le di una pequeña despedida.
—Bueno, ahora voy a entrar y comerme esta comida. —Subí la bolsa
como evidencia—. Nos vemos.
—Debemos intercambiar números—dijo, metiendo la mano en el
bolsillo de atrás por su teléfono—, para que podamos organizar la cena.
Mi sonrisa se transformó en un ceño fruncido, y lo miré fijamente,
mis siguientes palabras deslizándose antes de que pudiera atraparlas. —
¿Es en serio?
Los ojos de Kurt se posaron en los míos, una sonrisa torcida tirando
de la comisura de su boca. —Por supuesto que lo digo en serio. Nunca
bromeo acerca de la cena.
Dijo las palabras tan suavemente, como las palabras deberían ser
dichas, como un experto en bromas y coqueteo. Mi corazón dio un giro
incómodo y luego se desbocó en un galope. Una cosa era al intercambiar
un poco de charla educada en el ascensor con mi hermoso vecino cuando
sabía que no iba a llevar a ninguna parte. Otra muy distinta era dar al 15
previamente mencionado hermoso vecino mi número de teléfono y, por lo
tanto, permiso para ponerse en contacto conmigo para una comida
compartida.
No podía hacer eso.
No podía.
Mis modales en la mesa eran terribles. Nunca me enseñaron.
Apestaba en la conversación y por lo tanto siempre terminaba muda,
silenciosa, y roja como una remolacha.
Maldecía como un marinero.
Mi cara en forma de corazón era muy bonita; sabía eso. Me lo
recordaron con frecuencia mientras crecía, nadie quería que olvidara lo
bendecida que era por tener una cara tan bonita. Mis ojos eran bastante
grandes y de color marrón claro, bordeados con gruesas pestañas; tenía
una nariz linda que satisfizo mis características; mis pómulos eran altos,
tenía labios llenos, y mi barbilla terminaba en un punto adorable.
Razón por la cual, mi guardarropa consistía en pantalones, faldas y
medias negras, grises o marrones, así como suéteres negros, grises o
marrones de gran tamaño.
Trataba de ser como papel tapiz. Era a propósito. La ropa, mi falta
de maquillaje o peinado, mi comportamiento tranquilo y retirado eran
típicamente suficientes para disuadir el interés.
Me quedé mirando su teléfono en pánico; confundida, indefensa,
horrorizada. Esperé un poco para que él dijera: “Es broma”
Pero no lo hizo. En cambio, levantó su mirada a la mía. Se movió
sobre mi cara luego de vuelta a mis ojos, los suyos todavía eran fáciles y
amigables, y me sentía paralizada.
Su sonrisa se ensanchó. —Eres demasiado linda....—dijo estas
palabras como si estuviera hablando para sí mismo.
Lo miré fijamente, me estremecí, mis pestañas revoloteando ante el
cumplido no deseado, y me entregué al pánico. Mirando a todas partes
menos a él, me precipité en mi apartamento, diciendo sin convicción—:
Uh, mi teléfono está roto o necesita reparación o se perdió, así que sólo te
voy a dar el número más tarde, cuando sea arreglado o encontrado. Pero
fue realmente agradable conocerte. Adiós.
Y con eso, cerré la puerta en la cara de Kurt.

16
New York’s Finest
Blogueando cómo * The-Socialmedialite *
8 de marzo
Si Sporty Spice4 se casara con un hobbit, tuviera un trío con un
duende irlandés, y luego diera a luz a un atractivo y extraño bebé
(paternidad desconocida).
¿Adivina quién fue descubierto esta semana viéndose a partes
iguales caliente y ridículo en todo tipo de tejido sintético actualmente
fabricado por el milagro de la ingeniería química? Nada menos que Colin
Farrell (o su doble) cerca de The Village5. Obviamente, nadie lo ama. Los
amigos no dejan que sus amigos se vistan así (a menos que sea un disfraz
o parte de un juego de rol de fantasía de dormitorio). Si usted echa un
vistazo a las imágenes de arriba, sin duda va a entender mi horror al
encontrar a alguien dispuesto a llevar una licra verde lima y un
pantalones cortos para correr. La única explicación que se me ocurre es
que se encontraba borracho (usted sabe cómo disfrutan los irlandeses su
whisky... y cerveza... y cualquier y todo tipo de alcohol).
Podría haber perdonado el spandex, pero no puedo perdonar los
extraños pies. Los zapatos que imitan la forma de los dedos del pie nunca
17
están bien. Son extraños e inquietantes y muy, muy pretenciosos. Y, como
un aporte, para aquellos de ustedes que estén interesados en el aspecto de
un hobbit, esta marca particular de zapatos les costará seiscientos
treinta y cinco dólares. ¡Así es! Usted también puede verse como un
hombrecillo extraño por el muy bajo precio de ¡¡¡seiscientos treinta y
cinco dólares!!! ¿Me Estás Jodiendo?
También, para que conste, Colin necesita invertir en un protector.
Sí, me gusta un bulto de vez en cuando, pero esta protuberancia se
hallaba al borde de la condición de arma oculta. Si continúa corriendo en
estos pantalones cortos de spandex, sólo él mismo tendrá la culpa de los
toqueteos. Por Dios, si hubiera estado al alcance del brazo, sin duda
hubiera robado un toquecito. ¿No es así, señoras? Todas ustedes saben
cómo me gustan mis salchichas y puré, ¡y no hay nada más irlandés que
la salchicha!
¡Tómala!
<3 The Socialmedialite.

4 Las Spice Girls fueron un grupo pop británico durante los años 90 en donde cada
miembro tenía una característica diferenciadora. Aquí, Annie hace referencia a Melanie C
“La Deportista”.
5Greenwich Village es una gran área residencial en el lado oeste de Manhattan en Nueva
York.
Calorías: 4000.
Entrenamiento: 4.5 horas en total.
Huevos: Podría ir a mi tumba felizmente sin ver otro.

Traducido por Mae & Apolineah17

Ronan 18
A
cababa de terminar de hacer cincuenta flexiones cuando el
teléfono empezó a sonar.
Y si esa no fuera la línea de apertura de un narcisista,
entonces no sabía cuál era. Pasé demasiado tiempo en torno a
privilegiados mocosos de educación privada del rugby, y finalmente se me
contagiaron sus mañas.
Por lo menos no dije que estaba fortaleciéndome.
De todos modos, no soy un narcisista. Sin embargo, podría ser un
idiota con cabeza de toro con muy poco cerebro que permite que su
temperamento lo controle cuando no hay paparazzi cerca, pero eso es una
historia para otro día. O podrías salir y recoger un periódico
sensacionalista.
Sí, pasaba por un momento amargo, pero tenía todo el derecho. Me
sentía harto de que mi vida privada fuera salpicada en todos los
periódicos. De alguna manera, nunca conecté la idea de ser bueno en un
deporte con la posibilidad de convertirme en una "celebridad".
Comprendía mi papel; hacía lo que podía por mi liga y el deporte.
Sabía lo que el rugby necesitaba de mí, y no pensaba en dejar a nadie.
Pero si existía algo que odiaba en este mundo, era a la gente que escribía
sobre la vida personal de otros para ganarse la vida. Esas personas
podrían saltar desde un edificio muy alto, en mi opinión.
¿Ves?, amargo.
Recogiendo una toalla, sequé el sudor de mi cuello y luego fui a
tomar el teléfono. El rostro de mi hermana pequeña, Lucy, parpadeando en
la pantalla me hizo menos reacio a contestar. Pensé que podría ser mi
publicista, Sam, con algunas nuevas instrucciones sobre cómo podría
limpiar mi imagen pública, y no me sentía de humor para esa mierda.
—Luce, ¿cómo estás? —dije mientras sostenía el teléfono contra mi
oreja y miraba el horizonte de Manhattan ante mí. Algunas personas
podrían haber querido vivir en un ático en el centro de Nueva York, y sí,
fue mi elección venir aquí; pero no preví que no habría lugar para
conducir. Conducir era una de las pocas cosas que me mantenía cuerdo.
Yo y mi Chevy Camaro de 1969 y el camino abierto. Sin estrés, sólo millas
y pura libertad. Ah, esa era vida.
Debí investigar.
Con el fin de compensar la falta de conducción, estuve ejercitando
más de lo habitual, lo que siempre era bueno cuando jugabas rugby
profesional para ganarte la vida. Bueno, técnicamente me suspendieron
del equipo; pero cruzaba los dedos por regresar en un par de meses, y
quería volver en plena forma. No pensabas eso al ver las oscuras cejas mal
humoradas que llevaba, pero era algo como el lado amable. No era mi
19
intención ser irritable; la vida me había dado una mano de basura
últimamente.
—Buenos días, hermano. Suenas sin aliento. ¿Te atrapé en un mal
momento? —respondió Lucy. Había algo en su tono que me puso en el
borde. Por lo general, era alegre y optimista. La chica se encontraba llena
de luz. Ahora sonaba vacilante, y, casi como si tuviera una premonición,
sabía que no me iba a gustar la razón.
—En perfecta sincronización. ¿Cómo va todo en casa?
—Oh, ya sabes, lo de siempre. Ma sigue gastando demasiado dinero
en ropa. Estoy tratando de enseñarle que las posesiones materiales no la
hacen igual de feliz. Es un trabajo en progreso.
Desde que alcancé la cima, mi madre adquirió gustos caros. No me
importaba. Mi madre y mi hermana eran la única familia real que tenía. Si
mi dinero podría darles una buena vida, entonces se los daría.
Me reí en voz baja. —No es como si inhalara cocaína, Luce. Le
gustan los vestidos. ¿A qué mujer no?
—Hay tantas cosas mal con lo que acabas de decir, ni siquiera sé
por dónde empezar, Ronan.
Mi sonrisa creció. Siempre disfrutaba enojarla. —¿Qué? A las chicas
les gustan las cosas bonitas. Es un hecho conocido.
—Sabes qué, ni siquiera me siento mal por lo que tengo que decir
ahora. Saca tu computador. Hay algo que tienes que ver.
Mi sonrisa se desvaneció y fue reemplazada de inmediato con un
ceño fruncido mientras caminaba a través del ático para encontrar mi
portátil. Lo abrí y apareció una nueva ventana. —¿Qué es esta vez? ¿Brona
ha estado difundiendo sus mentiras otra vez? —le pregunté.
—No, no, no es nada de eso. En realidad es un poco raro. Leo este
blog todo el tiempo porque me agrada la chica que lo escribe. Por lo menos,
creo que es una chica. Podría muy bien ser un viejo calvo en un sótano
con un conejo como mascota. Se llama New York´s Finest, y fuiste
nombrado el sábado. Sólo escucha esto, piensa que eres Colin Farrell.
¿Cuán hilarante es eso?
Mi ceño desapareció lentamente mientras escribía el nombre de la
página web y este aparecía. Ser confundido con un famoso actor irlandés
cuando eras, de hecho, un famoso jugador de rugby irlandés era
positivamente caprichoso en comparación con algunos de los desastres de
relaciones públicas que experimenté en los últimos tiempos. A
continuación, el artículo apareció, y fruncí el ceño de nuevo.
20
Había una foto mía de pie junto a la barra del restaurante con mi
compañero, Tom, la semana pasada, firmando autógrafos para un par de
mujeres. Parecía que fue tomada desde un ángulo bajo, como si la persona
que la tomó hubiera estado sentada en una mesa. Era una imagen
completamente nada excepcional hasta que divisabas la gran cantidad de
flechas rojas que la rodeaban, cada una apuntando a algún defecto
percibido en mi apariencia.
Al parecer, elegí mi conjunto estando ebrio, mi calzado era
inquietante, y mi polla y pelotas se exhibían. Fruncí el ceño y traté de no
enojarme. Tendría presión arterial alta si no dejaba de enojarme con los
medios de comunicación. Aun así, me irritaba cómo este blogger criticó por
completo lo que llevaba puesto. La ropa para mí era todo sobre la función.
Me ponía lo mejor para fines de entrenamiento y no me importaba ni un
ápice cómo me veía.
Desplazándome hacia abajo, había un breve artículo escrito por
alguien que se refería a sí mismo como The Socialmedialite, que me llamó
tanto un duende y un hobbit, y luego llegó a sugerir que llevaba
suspensorio. Bueno, cuando digo “yo”, me refiero a Colin Farrell, porque es
lo que esta persona pensaba que era, lo cual era ridículo porque apenas
me parecía a él.
—Oh, te ves como él, Ronan. —Lucy no estaba de acuerdo en la
línea, y me di cuenta de que dije eso en voz alta.
—No. Esta blogger es idiota si no puede ver lo mucho que no me
parezco a él. Apuesto a que hace su investigación en Wikipedia, amateur.
Me desplacé por la página hacia el siguiente post para ver que
contenía una foto de Bradley Cooper saliendo de su auto en ropa de
entrenamiento. Tenía una mancha húmeda en sus pantalones que era,
obviamente, sudor o líquido derramado. Sin embargo, The Socialmedialite
compuso un artículo que contenía una lista de posibilidades en cuanto a
cómo se produjo la mancha. Algunas de las historias eran demasiado
detalladas, me hacían pensar que seriamente necesitaba una vida. Un
número de lectores, incluso comentaron con sus propios escenarios. Una
persona creía que su peluquero personal trató de colocar una botella de
aceite de clavo en él para afeitarle la cara, y Bradley se había alejado del
artículo en cuestión, afirmando que nunca afeitaría la fuente de todo su
poder atractivo, lo que resultó en la mancha.
En serio, qué personas.
—Este sitio es ridículo —murmuré mientras Lucy reía en
respuesta—. Ni siquiera es gracioso. Y la salchicha es más alemana que
irlandesa.
21
—¿De qué hablas? Es hilarante. Objetiva a los hombres de la misma
manera en que las mujeres se han objetivado por siglos. Un giro
inesperado es juego limpio, ya sabes.
—Es estúpido. Y de todos modos, soy demasiado alto para ser un
hobbit. —Me puse de pie y me acerqué a mirarme en el espejo. Con mi
metro ochenta, pensaba que era una altura decente para un hombre.
—Oh, guau. Vanidad, tu nombre es Ronan. Ella ya te está
molestando, ¿no? Y te llamó hobbit a causa de esos zapatos horribles que
llevabas.
—Mi entrenador lo sugirió —me quejé—. ¿No tienes tu clase de yoga
esta mañana?
—Sí, lo sé, malhumorado. Obviamente, estás llevando todo esto por
el camino equivocado. ¿No sabes que la capacidad de reírse de uno mismo
es la cualidad más deseable de todos?
—En realidad, no rio mucho estos días, Luce —respondí con tristeza
y saqué una botella de agua de la nevera.
Pude escuchar su suspiro en la línea. —Lo sé. Lo siento. Trataba de
animarte. Prometo que es así. ¿Cómo va todo en la Gran Manzana? ¿Te
adaptas bien?
—No te disculpes. Soy un bastardo viejo gruñón. Y sí, estoy bien. Mi
auto llegó ayer y fue una especie de broma cruel ya que todo lo que puedo
hacer es sentarme en el tráfico. Nunca debí dejar que Tom me convenciera
de tomar tiempo libre en Nueva York. Quería ir a Canadá, perderme en las
montañas o algo así.
—Sí, eso hubiera sido genial. Pero, al menos, de esta manera verás
al vaquero desnudo.
—No sé quién o qué es eso, pero creo que voy a pasar.
—Aguafiestas. Me quedé con ganas de una foto de ustedes dos. De
todos modos, será mejor que me vaya.
—Está bien, ten cuidado, Luce. Te amo.
Hizo un sonido de beso en su teléfono que casi me ensordeció. —
¡También te amo!
Al momento de colgar, mi teléfono empezó a sonar de nuevo, y esta
vez era Sam, mi agente de relaciones públicas. Consideré brevemente
ignorar su llamada, pero sabía que tendría un ataque si no respondía. El
hombre tenía más alteradas las hormonas que Margaret Thatcher, que en
paz descanse.
—Sam, ¿qué puedo hacer por ti, amigo?
22
—Oh, es más una cuestión de lo que puedo hacer por ti, amigo mío.
Pero primero, ¿viste tu aparición en New York´s Finest el sábado?
En serio, sentía como si estuviera atrapado en el Día de la Marmota,
y ese filme siempre me fastidiaba. —Sí, mi hermana tuvo la buena gracia
de informarme.
—Bueno, no sé por qué suenas tan triste al respecto. Esto es bueno,
Ronan. Eres prácticamente desconocido en los Estados Unidos. Esto
podría ayudarte a llegar a América. Puedo verlo ahora, una foto de ti
reclinado en una publicidad de calzoncillos blancos para Calvin Klein en el
lado de un rascacielos.
—Joder, hombre. ¿Eres psíquico? ¿Cómo supiste que ese es mi
único y verdadero sueño?
Prácticamente podía oírle frunciendo los labios con irritación. —Voy
a ignorar tu sarcasmo porque tengo más noticias, y no tengo tiempo para
tu actitud odiosa. Tengo un amigo que trabaja para Davidson & Croft
Media allí en Nueva York, y tienen ganas de conocerte. Piensan que
pueden volverte una marca. Limpiar tu imagen. Ya sabes, te convertirán
en el David Beckham del rugby.
—Una vez más, tienes una bola de cristal, porque esta mierda es de
clarividente.
—Quieren conocerte hoy a la una. Te estoy enviando en un correo la
dirección —dijo con impaciencia.
Miré el reloj. —Ya son las once y media. Tengo que ducharme, y el
tráfico en esta ciudad es una pesadilla. ¿Podemos reprogramarlo?
Lo que realmente quería decir era, ¿podemos olvidarnos de ello por
completo? Pero todavía tenía sentido de profesionalismo, y sí, adivinaba
que trabajar con esta agencia probablemente podría ser algo bueno. Sería
difícil, pero sabía que todo lo que valiera la pena era por lo general difícil.
Terminé la llamada y fui a la ducha. Salí en menos de diez minutos y me
vestí rápidamente. Cuando entré por mi computadora, me di cuenta de
que el sitio seguía abierto, y tuve un repentino impulso de desahogarme.
Parecía que mi vida era controlada por personas sin rostro que se
sentaban detrás de ordenadores escribiendo historias sobre mí, y me
sentía cansado de eso. Sam siempre me entrenó para tener una política
“sin comentarios” en este tipo de cosas, pero quería tener mi opinión por
una vez.
Meses de silencio significaba que tenía mucho que sacar de mi
pecho, después de todo.
Así que me senté frente a mi ordenador portátil, abrí el correo 23
electrónico, y comencé a escribir. A la mierda si llegaba tarde a la reunión.
Si estas personas se sentían tan ansiosas por verme, podían esperar.

10 de marzo
Estimada The Socialmedialite,
Pensé en iluminar tu pequeña mente vacua en un par de cosas.
1.) No soy Colin Farrell, soy Ronan Fitzpatrick. Búscame. Te dará una lectura
colorida.
2.) Tu fijación en los pequeños detalles de la forma masculina me lleva a creer que
uno, no tienes vida, y dos, no has follado en un muuuucho tiempo.
3.) Creo que si vas a hacer este tipo de juicios en la apariencia de los demás, entonces
al menos debes estar abierta acerca de quién eres. El anonimato es la elección de los
cobardes.
Mis sugerencias:
1.) Realmente haz tu investigación y asegúrate de que cuando piensas que recibes una
imagen de Colin Farrell, en realidad sea Colin Farrell. Para tu información: Oír la
conversación de un grupo de mujeres riendo no constituye investigación.
2.) Ve y toma una copa. Habla con un chico. Que alguien te folle. Te sorprenderás de
lo que sacar esas telarañas puede hacer por tu estado de ánimo.
3.) Pon una imagen. Diles a todos quien eres. Vamos a ver si puedes manejar a la gente
criticando tu aspecto de la misma manera que críticas los suyos.
De nada.
Ronan Fitzpatrick.

Y enviado.
Eso se sintió bien.
Rápidamente hice una nota de la dirección que Sam me envió y
luego fui a agarrar un taxi. Al llegar al edificio de la agencia, me quedé
viendo la gran altura antes de entrar y anunciar mi presencia a la
recepcionista. Era una delgada y atractiva rubia y de inmediato me dio el 24
buen vistazo después de que tomó nota de mi apariencia. Si fuera el
mismo chico que era cuando tenía veintidós años, habría estado allí en
traje de baño. Desafortunadamente, era un cínico y desilusionado hombre
de veintisiete años de edad, sin paciencia para las mujeres y sus
artimañas. En este momento, me encontraba en el mercado por sexo sin
compromiso. Durante años le fui fiel a Brona, y entonces ella se fue y
lanzó la fidelidad en mi cara empujando la polla de mi compañero de
equipo por su garganta.
Pero tal vez Brona me hizo un favor. Mi visión ahora era muy clara.
Estas mujeres eran todas ojos brillantes y seductores y proposiciones poco
profundas. Todo lo que podía ver era otra versión de ella: superficiales,
tontas, putas materialistas de la fama, buscando un lugar para enganchar
su estrella, únicamente por lo que pudieran conseguir. No era de
sorprender que eso fuera suficiente para desinflar incluso mi más
determinada erección.
—Estoy buscando Davidson &Croft. ¿Puedes ayudarme —Miré la
etiqueta con su nombre antes de terminar—, Stephanie?
Sonrió, toda dientes blancos y labios brillantes, antes de darme
instrucciones para tomar el ascensor hasta el doceavo piso. Cuando
finalmente llegué a las oficinas ocupadas, un responsable esperaba por mí,
más labios brillantes y dientes blancos. Comprobé su trasero mientras era
llevado a una habitación donde varias personas se sentaban alrededor de
una mesa, vestidas en elegantes ropas de negocios. Me veía
completamente fuera de lugar en mi chaqueta de cuero marrón oscuro,
botas, vaqueros y sencilla camiseta negra.
Todos ellos se pusieron de pie en el momento en que entré, y una
mujer de baja estatura, quien, malditamente no te miento, parecía como
Danny DeVito, se acercó y me ofreció su mano.
—Sr. Fritzpatrick —dijo en una voz que era sorprendentemente
femenina, dada su apariencia—. Es un placer conocerlo. Soy Joan
Davidson, y estos son mis socios, Rachel Simmons e Ian Timor. Vamos,
tome asiento.
La evalué rápidamente. Definitivamente era la persona a cargo;
existía algo imponente, casi intimidante, en ella a pesar de su tamaño.
—Lo mismo para ti, Joan. Y puedes llamarme Ronan.
Asentí un hola hacia Rachel y hacia Ian antes de sentarme como me
instruyeron. Un momento de silencio se produjo mientras me aclaraba la
garganta, me incliné hacia delante, y levanté los dedos frente a mí sobre la
mesa.
Joan tamborileó un dedo en su barbilla a medida que me 25
contemplaba.
—Así que, Ronan. Tengo que decir que me interesa mucho trabajar
contigo. He estado en este negocio por mucho tiempo, y me encanta un
reto. He estado familiarizándome con los detalles de tu carrera, y lo que he
aprendido me lleva a creer que podríamos hacer una gran diferencia
trabajando juntos. Por lo tanto, ¿qué te gustaría lograr con nosotros?
Quiero saber tu visión para que podamos ayudarte a actualizarla. Nos
gusta adaptar la experiencia aquí en Davidson & Croft al individuo.
Dejé escapar un largo suspiro.
—Voy a ser sincero contigo, Joan… Mi agente de regreso en casa
lanzó esta reunión sobre mí hace poco menos de una hora. La publicidad
no es lo mío. Soy un atleta, y no entiendo todo el círculo mediático que ha
estado rodeando mi vida últimamente. Sólo quiero jugar rugby y que me
dejen en paz.
—Bueno, eso es positivamente aburrido. —Joan se rio entre dientes,
solicitando sonrisas de los hasta ahora silenciosos Rachel e Ian, y
consiguiendo una mirada fulminante de mi parte—. Y ser dejado en paz no
es una opción, me temo. Eres el chico malo del rugby, por el que todas las
chicas se desmayan.
Hice una mueca.
—Sí, entiendo lo que se espera. Soy consciente de lo que la liga
espera lograr a través de mí, pero me gustaría que sea sobre la forma en
que juego el deporte en el campo.
Continuó como si yo no hubiera hablado—: El problema es que estás
un poco demasiado mal ahora. Necesitamos limpiar lo malo a
aceptablemente malo. Queremos que seas Mark Wahlberg, no Charlie
Sheen. Queremos reformarte. Creo que Robert Downey Jr., pero más joven
y sin ningún período en prisión.
Frotándome la parte trasera de mi cuello, respondí—: Verás, ese es
el problema. Todo lo que acabas de decir fue justo sobre mi cabeza, amor.
—Jugaba al tonto, y parecía que Joan era lo suficientemente astuta para
sentir eso.
—Hospitalizaste a uno de tus compañeros de equipo, Ronan.
Mi mandíbula se tensó. ¿A quién pensaba esta mujer que le
hablaba?
—¿Y qué?
—Eso no es algo bueno.
—Eso es rugby. 26
—Por lo general se supone que sea un adversario, ¿no es así? No
uno de los tuyos.
Me encogí de hombros.
—Por lo general. Pero esta vez hice una excepción porque él se
acostó con mi prometida.
Me rechazó con la mano.
—No hay necesidad de estar a la defensiva. Estoy aquí para
corregirte, no para incitarte.
Parpadeé hacia ella. ¿Se encontraba aquí para corregirme?
Joan sonrió.
—Mira, lo que hiciste estuvo mal, pero no es lo peor que podrías
haber hecho. Entre más tiempo pase, más personas lo olvidarán. Y estarás
sorprendido de la facilidad con la que puede hacerse. Conseguiremos que
seas visto yendo a una cita con una actriz muy querida, tal vez dando una
donación o dos a una organización benéfica, y la mancha en tu reputación
comenzará a desaparecer. ¿Qué dices?
Le fruncí el ceño y trabajé mi mandíbula. Todo este asunto
empezaba a escocerme, y necesitaba salir de aquí.
—Digo que tengo que ir a orinar.
Joan ni siquiera pestañeó ante mi dura respuesta.
—Muy bien. Los baños se encuentran al final del pasillo, la puerta
azul a la derecha.
La mujer llamada Rachel se puso de pie como si fuera a
acompañarme. Miré a Joan, quien al parecer entendió mi irritación porque
le hizo una seña a Rachel para que se sentara y negó con la cabeza.
Rápidamente me levanté de mi silla y salí de la habitación. Pisando
fuerte por el pasillo, me detuve a la mitad del camino y pasé una mano por
mi rostro. Me sentía ridículamente cansado. No dormía como solía hacerlo.
Pensé que pasar un par de meses en un lugar lejos de donde venía
funcionaría, me ayudaría a desprenderme de todo lo que sucedió. Lástima
que mi cerebro no supiera cómo terminarlo.
Encontrando el baño, rápidamente me sentí aliviado y entonces
empecé a hacer mi camino de regreso a la reunión. Pasaba por lo que
parecía ser la sala del descanso del personal cuando me detuve,
considerando abandonar todo esto y partir hacia la casa de Tom por un
tiempo.
Echando un vistazo por la puerta, vi a una mujer de cabello oscuro
sentada en una mesa. Me di cuenta de que tenía una taza de té frente a 27
ella y llevaba un pastel de crema a su boca para darle un bocado.
Sus gruesos labios se curvaban hacia un lado en una sonrisa de
satisfacción mezclada con evidente anticipación. Nunca vi a alguien lucir
tan caliente por una golosina antes. Era algo sexy; y no estoy seguro de
por qué, pero eso me hizo sonreír la primera sonrisa completa que tuve en
semanas.
Entonces abrió la boca, poniendo el suave y dulce pastel sobre su
lengua rosada, y casi gemí. El algo sexy transformado en jodidamente
caliente. No conocía a esta mujer en absoluto, pero me pregunté
brevemente si iba por un poco de diversión sin ataduras.
Debí haber hecho algún movimiento para alertarla de mi presencia
porque levantó la mirada rápidamente, enormes ojos marrones abriéndose
cuando me vio. Tragó justo mientras un pegote de crema caía del pastel y
aterrizaba directamente en su blusa.
Me reí, sobre todo para ocultar mi voyerismo, y di un paso hacia la
habitación.
—Sucios bastardos, esos pastelitos de crema.
Sólo siguió mirándome, sus ojos haciéndose cada vez más y más
grandes a cada segundo. Esperé un par de segundos a que dijera algo,
pero parecía aturdida hasta el silencio. Mierda, me di cuenta de que me
reconoció.
Por voluntad propia, mi mirada deambuló sobre su figura, o lo que
podía ver de ella: exuberantes caderas, figura llena pero no gorda. Llevaba
una falda marrón, medias negras, y una blusa larga color gris, y su cabello
marrón oscuro en un pulcro moño. Su ropa era sencilla. Sin embargo,
mientras asimilaba su rostro correctamente, me di cuenta de que ella no
necesitaba ninguna ostentación. Era increíblemente llamativa de una
manera muy natural. Sobre todo porque sus mejillas y parte superior de
su hermosa nariz empezaban a volverse de un rosa brillante.
Bajando los ojos, sus pestañas negras marcaron un claro contraste
contra su estupenda piel, tomó una servilleta y comenzó a frotar la crema
furiosamente de su blusa. Sólo empeoraba las cosas. Me acerqué a ella,
me arrodillé, y tomé la servilleta de su mano. En realidad se estremeció
cuando la toqué. Jesús.
—Déjame ayudar. La idea es dar unos toquecitos, no frotar —dije,
irrumpiendo en su espacio. Metí mi mano debajo de su blusa para tirar del
material, así podría limpiarlo. Mis nudillos rozaron su estómago, y la
escuché aspirar una áspera respiración. Su piel era maravillosamente
suave. Le di unos golpecitos a la tela, y el aire de la habitación pareció 28
espesarse. Duró sólo un momento antes de que ella tentativamente
empujara mi mano lejos, agarrara la servilleta, y se echara hacia atrás.
—Puedo manejarlo por mi cuenta, gracias. —Su tono fue
impecablemente educado, sus mejillas ahora se veían completamente
rojas. Definitivamente se sentía avergonzada. Fui demasiado cerca. Sin
embargo, cuando me sentía atraído por alguien, a menudo me olvidaba de
las fronteras.
—Soy Ronan —dije y le presenté mi mano. Su mirada parpadeó
hacia ella por un breve momento, y observé a medida que tomaba una
profunda respiración, casi como si estuviera invocando coraje. Encajó sus
dedos en los míos rápidamente, dándome un firme apretón.
Su mano era suave y cálida. Además tembló cuando la retiró
rápidamente.
—Annie —dijo, en voz tan baja que casi no la escuché. Sus ojos
apenas se centraron en los míos antes de que apartara la mirada
nuevamente. Su hermosa y pálida garganta trabajaba sin tragar.
—Es un placer conocerte, Annie. —Cristo, era bonita. Era una
lástima que pareciera que iba a tener un ataque al corazón si no me iba
pronto.
Su piel era impecable, radiante. Pero sus ropas se convirtieron en
una fuente de irritación; bien podría haber estado usando una tienda de
campaña. Quería ver la forma de lo que yacía debajo.
También parecía un poco aprensiva. Tal vez pensaba que era un
psicópata que golpeaba a sus amigos y los mandaba al hospital. Nunca
sabía lo que la gente había leído sobre mí o lo que creía.
Cuando consiguió quitar la mayor parte de la mancha, sus ojos se
dispararon hacia mí, y había algo vigilante y defensivo en ellos, casi como
si estuviera preparándose para una pelea.
—¿Puedo ayudarte con algo?
Decidiendo que al infierno con ello, fui con todo. No sentía una
atracción hacia alguien en meses, así que no iba a dejar que ella se
deslizara a través de mis dedos.
—Tu número sería un buen comienzo —dije en voz baja.
Sus ojos se abrieron de nuevo, y era demasiado obvio que la atrapé
con la guardia baja. Rápidamente, la vulnerabilidad se fue; siendo
reemplazada con confusión nerviosa y después determinación endurecida.
—No. 29
Su negación de una sola palabra me hizo fruncir el ceño. Antes de
que pudiera preguntarle a Annie si ya salía a alguien, Joan entró a la
habitación.
—Ah, Ronan. Pensé que te habíamos perdido en tu camino de
regreso desde el baño.
—Simplemente llegaba a conocer a tu encantadora empleada aquí —
dije, dándole a Annie un guiño coqueto. Parecía que quería devolvérmela,
pero no podía hacerlo ya que su jefa se encontraba allí de pie.
—Oh, Annie es nuestra mejor y más brillante empleada —dijo Joan
con una expresión que mostraba que realmente respetaba a la mujer.
Entonces hizo una pausa por un segundo como si fuera golpeada por una
idea—. Sabes, dime si suena loco, pero acabo de tener una idea. —Me
miró—. Ronan, dijiste que no tenías ni idea cuando se trataba de
publicidad, y Annie aquí es una genio en cultivar una presencia popular
en línea para nuestros clientes. Creo que necesito juntarlos. Annie puede
enseñarte las tretas de los medios sociales, mostrarte cómo jugar el juego,
mientras nuestro equipo se pone a trabajar en la revitalización de tu
imagen pública.
—Sabes qué, Joan, creo que es una idea brillante. —Le sonreí. Por
supuesto que lo pensaba. Si esto significaba pasar tiempo con esta
hermosa Annie, entonces sufriría la náusea que las redes sociales
representaban. Y, honestamente, de cierto modo, su rechazo era
refrescante. La mayoría de las mujeres veían mi riqueza y mi fama e
instantáneamente tenían símbolos de dólares parpadeando en sus ojos.
Annie no parecía tan entusiasmada con la idea de formar equipo, y
bueno, tal vez podía entender su vacilación. Prácticamente la manoseé
bajo el pretexto de ayudarla a quitar una mancha, pero aun así, parecía
como si me encontrara tan atractivo como un par de calzoncillos de
segunda mano.
Ella se aclaró la garganta, la cual noté que seguía roja por la
vergüenza, y habló—: Estoy muy ocupada en este momento, Joan. Tal vez
alguien más podría ayudar.
Joan despidió con la mano sus protestas.
—Tonterías. Dile a Rachel que tome algo de tu carga de trabajo,
libera tu horario. Creo que ustedes dos trabajarán bien juntos. Tengo un
presentimiento.
Había algo en la expresión de Joan que no admitía más discusión, y
Annie parecía resignada a medida que daba su consentimiento, sus
enormes ojos marrones parpadearon hacia los míos y luego hacia su taza
de té. 30
Joan aplaudió.
—¡Maravilloso! Ven conmigo, Ronan, vamos a planear un calendario.
—Mientras la pequeña mujer me guiaba fuera de la habitación, le di a
Annie una última mirada intensa.
Este día ya empezaba a mejorar.
El Kinnear: Cuando uno a escondidas le saca una foto a otra persona (usualmente un
famoso) sin que nadie más se dé cuenta de que el fotógrafo está usando su teléfono móvil.
Típicamente, el móvil se halla completamente escondido.
Mejor para: En multitudes, por ejemplo, aeropuertos, restaurantes, mientras estás de
compras.
No utilizar: En lugares callados o en situaciones donde los movimientos son restringidos.

Traducido por Ione &Apolineah17

31

R
onan Fitzpatrick.
Su nombre era Ronan Fitzpatrick y su mano acababa de
estar sobre mi camisa.
La parte de atrás de sus dedos se han rozado contra mi piel
desnuda, enviando unos muy, pero que muy deliciosos cosquilleos a la
parte baja de mi estómago y hacia arriba a mi pecho, cuello y mi cabeza.
Se me ha parado momentáneamente el cerebro.
He estado sola, comiéndome mis sentimientos después de que mi
alter ego, The Socialmedialite, recibió un email verdaderamente atroz. Lo
leí hace menos de una hora; era del cara-culo que confundí con Colin
Farrel el pasado jueves y sobre el que escribí el sábado; pero que, en
realidad, era un desgraciado jugador irlandés de rugby… llamado Ronan
Fitzpatrick. Y le acabo de conocer. En persona.
Debo de haber leído el correo unas tres veces.
Bueno, estoy mintiendo. Lo he leído por lo menos unas veinte veces.
Después, busqué toda su mierda en Google. Tenía razón. Es una
lectura entretenida. Ronan Fitzpatrick, de los elegantes y pretenciosos
Fitzpatrick del sur de Dublín, es un jugador de rugby de la realeza. Su
padre fue un famoso jugador de rugby hasta que murió en un accidente de
coche hace unos veinte años.
También, la familia de su padre era apestosamente rica. Muy, muy,
muy rica. El tipo de dinero que los americanos apenas pueden
comprender. Como, de cientos de años de antigüedad de dinero y
aristocracia. Me duele el estómago. Ni siquiera sabía quién era mi hermano
biológico y este chico podría dibujar su árbol genealógico de aquí a hace
trescientos años.
Para añadir a su aparentemente encantadora vida y su crianza de
cuchara de plata, Ronan era, si los papeles fueran creíbles, el mejor
hooker que salió de Irlanda, puede que, de todos los tiempos. Y, por
“hooker”, no me refiero a prostituto. Hooker es una posición, una muy
buena posición, en el campo de rugby. Basándome en una rápida
búsqueda, parecía ser el equivalente en rugby al mariscal de campo de un
equipo de fútbol americano.
Ronan era, aparentemente, el mejor hooker que se ha visto y que se
verá, amén.
Sin embargo, más recientemente, la infamia de Ronan proviene,
supuestamente, por hospitalizar a uno de sus compañeros de equipo
durante una reyerta en el campo. Además, últimamente existían unas
32
cuantas imágenes de Ronan compartiendo la página principal en los
medios con una rubia de bote. Se hallaba etiquetada como actriz, cantante
y la ex prometida de Ronan: Brona O’Shea. Las fotos aparecían en un
estilo de película, como si se hubiera partido en dos.
Me sentí, a la vez, juiciosa y preparada para enjuiciarle cuando la vi.
Obviamente, tiene unas cuantas cirugías plásticas. Solo para estar segura,
busqué imágenes de ella de los últimos cinco años. Como sospechaba, su
apariencia ha cambiado drásticamente con el tiempo.
En principio, era una cara fresca irlandesa y una rosa: mejillas
rosas, cabello rubio arenoso y ojos azules claros. Sus últimas fotos me
hacen hacer muecas. Bronceado falso, tetas falsas, liposucción,
inyecciones en los labios, botox, arreglo de nariz. Dios, ¿qué clase de
infierno debe de haberle pasado para acabar con alguien como Ronan? ¿Se
cambió tan drásticamente para complacerle? ¿Y simplemente le dejó
después de proponerle matrimonio? Me sentía disgustada.
Después de mi glotón festival de Google, leí su correo otra vez.
Al principio me encontraba en shock de nuevo, sorprendida, de
hecho. Después, me sentía indignada. Probablemente se debió a su
evaluación de mis telarañas y cobardía; lo que tocó una fibra sensible.
Tenía razón, claro está. Era una cobarde cubierta en telarañas. Pero
eso no me hacía estar menos enfadada por su ataque personal de insultos.
La mayoría de la gente podía ver la tontería en mis publicaciones en
el blog, reírse de sí mismos, lo aceptaban con gracia.
El Sr. Ronan Fitzpatrick, al parecer, no era como la mayoría de las
personas. Era, obviamente, un gilipollas privilegiado, que está
acostumbrado a salirse con la suya y que los demás no le importan.
Conocía a los de su tipo. Su tipo era lo que yo prefería confundir con un
poster. Su tipo era por lo que era cobarde y cubierta de telarañas.
Después de recibir su correo, leyéndolo hasta el hastío, intentando
tragarme el nudo de mal humor y de dolor incluso aunque sabía que
nunca podría responderle, decidí calmarme. Decidí que necesitaba terapia
de comida.
La primera cosa que hice fue enviar un mensaje a mi mejor
camarada en la red.
@Socialmedialite a @WriteALoveSong: Acabo de recibir el correo más
cabrón de todos los tiempos. Recuérdame no escribir nunca sobre hombres famosos de los
deportes de nuevo. Sus carnosas cabezas son impermeables a las bromas. 33
Eché a andar, mis pies me llevaban a mi pastelería francesa favorita
que quedaba a dos bloques, y después de vuelta a las oficinas de Davidson
& Croft. Me desvié a la sala de descanso con la intención de coger mi
especial té de menta; nunca me encontré con un problema que no se
pudiera solucionar con dulces y té. Justo cuando me senté, leí la
respuesta de mi amiga.
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: ¡Oh no! Es justo como siempre
te digo: los deportistas son pollas. Lo siento. :-/
Eso me hizo sonreír. Siempre podría contar con ella para que me
hiciera sonreír.
Pero entonces, un minuto sonreía por el chiste de mi amiga,
disfrutando en silencio de lo más cercano a un orgasmo que estuve en esos
días, con un pastelito relleno de crema de Jean Marie’s en la quinta
avenida; y al siguiente minuto, se hallaba ahí.
Me sentía impactada por la vista, el olor, y los tristes y
conmovedores ojos de Ronan Fitzpatrick.
La paralización no fue lo que me desconcertó, ni tampoco cómo mi
ritmo cardiaco se disparó por su proximidad. La fuente de mi
desconcertante ansiedad era que, incluso después de que las ruedecillas
de mi cerebro empezaran a girar de nuevo, no le aparté. Su mano se
encontraba encima de mi camiseta, su cara a unos meros centímetros de
la mía y no le aparté.
No podía.
Olía jodidamente bien, como a un hombre limpio y jabón, con la
mínima pizca de loción y menta. Me quedé mirándole, a sus labios que se
torcían a una seductora sonrisa a un lado; al cuello de su chaqueta de
cuero donde le tocaba el cuello; a las piernas cubiertas por vaqueros,
gruesas, musculosas y poderosas; a sus ojos llenos de pestañas, tristes y
conmovedores. Cada uno de mis nervios ardía.
Santo pagano en el cielo, ni siquiera era por su apariencia.
Era… abrumante y magnético. Sensual y sexual. Y para no ayudar
con el tema, no tenía el mínimo concepto del espacio personal.
Al final, me las apañé para apartarme de él, pero mi esfuerzo fue
queriéndolo a medias y con las manos temblándome. El resto de nuestra
conversación era borrosa, justo hasta que Joan entró y rápidamente nos
emparejó.
Me quedé mirando al marco de la puerta vacío por donde se acababa
de ir, con la mente trabajando sin ningún propósito, intentando absorber
todo lo que acababa de pasar. Despacio pero con cuidado, mi brumosa 34
irritación pasó a la anterior indignación y dolor que sentía desde que recibí
el sucio correo de Ronan Fitzpatrick.
De ninguna manera.
De ninguna manera podría emparejarme con este tío, el epítome
atractivo de hombre privilegiado y con títulos. Era todo lo que yo detestaba
enrollado en un paquete apretado, delicioso, musculoso, embriagador y
seductor. Fobias sociales a un lado, necesitaba un tiempo a solas con
Ronan tanto como un coche un chapuzón en el océano.
Me encontraba de pie, agarrando el respaldo de la silla en la que me
sentaba, con mi té ahora frío, mi pastelito relleno de crema a medio comer;
cuando Joan entró bailando a la sala de espera de nuevo. Miré detrás de
ella, buscándolo, con una nueva oleada de pánico recorriéndome el pecho.
Noté, aliviada, que se hallaba sola. También me di cuenta de que sonreía.
Joan nunca sonreía.
Vino hacia mí como si fuera a noquearme a mí y a la silla, pero paró
a un metro de la mesa.
—No sabía que ibas a venir hoy, querida —dijo las palabras con
alegría y sus pequeños ojos entrecerrándose y la sonrisa ampliándose.
Le devolví la mirada pero no la sonrisa, ya que me encontraba
demasiado ocupada en decidir la mejor forma de actuar. Podría fingir un
tumor cerebral y pedir una baja de seis meses. Ella pillaría cualquier
intento, claro está. Joan era perspicaz de la misma forma en la que otros
son altos; lo tenía en su ADN.
—Joan —empecé, rápidamente aclarándome la garganta y decidí que
la honestidad era la mejor política porque nunca sería capaz de maniobrar
con ella ni de manipularle—. Yo de veras, de verdad, que no quiero
trabajar con ese hombre. Entiendo si necesitas asignarme a mí su
campaña, pero emparejarnos no sería beneficioso para nadie. —Mi corazón
todavía no se ha recuperado de la mano del señor Fitzpatrick en mi
camisa; además, intentaba recuperar incluso hasta la respiración.
—Querida, emparejarlos a ambos ya ha sido beneficioso para todo.
—La sonrisa se volvió pequeña, una sonrisa conocedora; y le brillaban los
ojos. De repente, se volvió y me habló por encima del hombro—. Sígueme.
Lancé un suspiro de resignación, cogí rápido mi té y mi pastel y la
seguí a través del laberinto de pasillos de la gigantesca oficina.
Me esperaba en su puerta y la cerró después de decirle a su
secretaria—: No me pases llamadas y dile a todo el mundo que se vaya
hasta que acabemos. —Entonces se volvió hacia mí y me llevó del hombro
hasta que me sentó en una de las sillas de enfrente de su mesa—. Tú
siéntate y come. Yo hablo.
35
Una vez que me hallaba donde me quería, se fue hacia su gigante
escritorio y se adueñó de su gran silla de cuero rojo. Tras ella había una
ventana enorme que daba a Manhattan. Como siempre, estaba en la
posición de poder.
—Vayamos directas al grano, querida. El Sr. Fitzpatrick obtiene lo
que el Sr. Fitzpatrick quiere. Y, como tengo ojos, me tomó menos de tres
segundos entender que el Sr. Fitzpatrick te quiere a ti.
Si hubiera estado bebiendo mi té, me habría ahogado con él. Como
era, no estaba bebiendo mi té; por lo tanto, me atraganté con mi lengua,
pero el efecto fue el mismo. Empecé a toser y escupir; sentí que mis ojos se
abrían del tamaño de un platillo.
—¿Estás… estás sugiriendo… estás diciendo…?
Joan ondeó su mano en el aire como si estuviera alejando mis
pensamientos medio-formados con sus dedos.
—No, no, querida. Nada tan lascivo. Déjame ver cómo poner esto…
—Entrelazó sus dedos y me miró por encima de ellos—. Vamos a empezar
con lo básico. ¿Sabes quién es él?
Dudé. Podría recitar todos los detalles que acabada de aprender
mientras lo acechaba cibernéticamente vía las noticias de Google, o podría
hacerme la tonta. Pero si pretendía ser ajena, Joan ciertamente vería a
través de mi pretexto de ignorancia.
Decidí revelar sólo lo más básico de mi conocimiento, por lo que
respondí—: Es un jugador de rugby.
Joan asintió.
—Eso es correcto. Pero, ¿sabes quién es él?
Parpadeé lentamente y apreté los dientes.
—¿Cómo podría? Acabo de conocerlo.
—Es la estrella más brillante del rugby. Tiene potencial para ser el
rostro del deporte alrededor del mundo… piensa en David Beckham para
el fútbol, simplemente infinitamente más masculino, más sucio, más rudo,
y con una boca infame. Y está en el precipicio de la grandeza.
Hizo una pausa, tal vez esperando que expresara mi entendimiento
de su explicación inferida, pero estaba perdida. Por lo general tenía un
contacto mínimo con los clientes. Mis informes y presentaciones
usualmente eran manejados por Rachel, los Vicepresidentes de Proyectos,
o por Joan directamente. No veía por qué este hombre era algo más que
cualquier VIP o merecía toda mi atención más que el resto de nuestra lista
A.
36
Al darse cuenta de mi falta de comprensión, tomó una respiración
profunda.
—Annie, las personas del rugby, específicamente la Federación de la
Liga Internacional de Ruby, están dispuestos a lanzarnos dinero para
hacernos cargo de él. Están convencidos de que es quien pondrá al deporte
en el centro de atención, específicamente, trayendo interés y anhelo a los
EE.UU., y quieren que nosotros lo cultivemos. ¿Ahora lo entiendes?
Sintiéndome terca, fruncí el ceño.
—Por supuesto que entiendo por qué quieres al cliente, y estoy feliz
de ayudar a dirigir el grupo de medios de comunicación para limpiar su
imagen, pero, con todo el debido respeto, Joan, no entiendo por qué
sugerirías que el Sr. Fitzpatrick y yo hagamos pareja, como dices.
Joan se inclinó hacia adelante, apoyando su ligero peso sobre sus
codos. Típicamente era diez centímetros más baja que mi metro sesenta y
siete centímetros de altura, pero desde su posición elevada, parecía
cernirse desde una altura considerable y amenazante. Me pregunté
brevemente si sus pies tocaban el suelo o si ella utilizaba un taburete para
ascender a tan impresionante altura.
—Necesitamos su cooperación —dijo estas palabras lentamente, sus
ojos moviéndose sobre mi suéter gris y mi falda marrón y luego de regreso
a mis ojos—. Antes de verte, Ronan Fitzpatrick no nos iba a dar ni dos
minutos, por no hablar de los meses que necesitamos para establecer su
imagen en el camino correcto. Pero en el momento en que menciono
emparejarlos a los dos, él está sonriendo. Ha sugerido otra visita a la
oficina, está preguntando cuando podemos empezar.
Tragué saliva, un creciente temor desplegándose en mi estómago. Me
preocupaba un poco que Ronan de alguna manera hubiera descubierto
quién era, que supiera que yo era The Socialmedialite, que me hubiera
recordado del restaurante, que me hubiera visto tomándole fotografías, y
que estuviera esperando nuestro trabajo en equipo con el fin de llevar a
cabo su venganza.
Pero rápidamente descarté el pensamiento tan absurdo. Cuando se
acercó a mí en la sala de descanso, no demostró ningún signo de
reconocimiento, sólo interés.
Sólo caliente, intenso, determinado, penetrante, interés carnal
masculino.
Joan debió haber percibido el alcance de mi ansiedad porque asumió
una postura menos opresiva, inclinándose en su asiento, y se encogió de
hombros.
37
—Una vez más, no sugiero que regreses sus atenciones.
Simplemente te estoy pidiendo que vengas a la oficina cuando él esté aquí,
discutas nuestros planes con él en persona, lo lleves para los almuerzos
con los clientes y la cenas, lo ayudes personalmente con las complejidades
de navegar su lanzamiento en el escenario mundial, ya sabes,
precisamente lo que le pediría a cualquier otro miembro del equipo que
hiciera. Ni más ni menos…
Cerré los ojos, reuniendo varias respiraciones tranquilizantes a
través de mi nariz; apretaba mi mandíbula tan fuerte que mis sienes
dolían.
Comprendía totalmente el no-tan-sutil punto de Joan, el cual era
que me encontraba con frecuencia en el extremo receptor de un
tratamiento especial. Era la única absuelta de las reuniones, excusada de
las conferencias, almuerzos, cenas, grupos de reflexión, presentaciones,
etc.
Básicamente, hacía lo mío. Lo hacía sola. Y tenía una autonomía
casi completa. No tenía que ser un jugador de equipo. Además de los
intermitentes correos electrónicos infográficos, nunca tuve que codearme
con un cliente.
Pero ahora llamaba a mi tarjeta de ermitaña. Esta era Joan
recordándome lo bueno que tenía aquí. Tenía que admitir, que tenía razón.
Lo tenía fácil. Lo tenía bien.
Relajando mi mandíbula, abrí los ojos y la encontré mirándome. Una
vez más, ella sonreía, con los ojos brillantes.
Asintió lentamente.
—Veo que nos entendemos.
Apreté mis labios juntos, los giré entre mis dientes para evitar gritar
de frustración, y le devolví la inclinación de cabeza. Sin importar el hecho
de que cada fibra de mi ser quería huir, tal vez encontrar una cabaña en
Maine, quizás convertirme en una verdadera ermitaña que sólo comía
fríjoles enlatados.
No duraría tres horas sin acceso a internet, por no hablar de la
privación de la gastronomía de Nueva York. No más pastelitos rellenos de
crema de Jean Marie’s, nada de tortillas de Flor’s Dinner, sin camarones y
sémolas de maíz de Tom’s Southern Kitchen, nada de pollo kung pao del Sr.
Hung Dong. Moriría por hastío de alimento.
—Bien —dijo ella a la ligera, obviamente complacida—. Empezamos
mañana. 38
Asentí rígidamente, y recogí mi taza y los accesorios de la pequeña
mesa al lado de mi asiento. Sosteniendo mi pastel de hojaldre y mi té frío
de menta en mi pecho, me di la vuelta para irme, con mis pensamientos en
un estado de agitación. Pero la voz de Joan me detuvo justo cuando llegué
a la puerta.
—Una cosa más, Annie. Usa tu cuenta de negocios para comprar
algo de ropa nueva. Creo que usas el mismo atuendo cada vez que te veo.
Eres una representante de la compañía. Si vas a ser tomada con el Sr.
Fitzpatrick, tendrás que lucir esa parte.
Me puse rígida y me giré hacia ella; sabiendo que no había ningún
punto en argumentar, decidí contenerme.
—Eso está bien, pero tendrá que ser la próxima semana. Y, si tomaré
la cuenta del Sr. Fitzpatrick, voy a tener que pasarle The Starlet a Becky.
Joan se quedó pensativa por un momento. The Starlet era uno de
nuestros mayores clientes individuales y era nuestro nombre en clave para
Dara Evans, cuatro veces nominada al Oscar con un problema perpetuo de
imagen. Ella tenía un problema de imagen porque era una perra rabiosa.
La seguíamos viendo como flores y sol; nos mantenía en pie con
conducciones bajo la influencia del alcohol y cargos de asalto. Su más
reciente debacle era de este fin de semana pasado. Una toma de video de
un aficionado con un teléfono celular la mostraba en un juego de los
Yankees, donde arrebataba una bola nula de las manos a un niño lisiado
de cinco años de edad (quien legítimamente la había atrapado). Entonces
se burlaba de su discapacidad y levantaba la pelota justo fuera de su
alcance.
Sí, tan… perra rabiosa.
—Bien. —Asintió Joan.
Inmediatamente me di la vuelta y me fui, asumiendo que el “bien”
era en referencia a ambas cosas, tanto entregarle Dara Evans a Becky
como retrasar las nuevas adiciones a mi guardarropa.
Me apresuré por el pasillo, asintiendo educadamente a mis
compañeros de trabajo, pero no deteniéndome el tiempo suficiente para
charlar. Estuve trabajando en Davidson & Croft Media desde que me
gradué con mi título de maestría hace doce meses; en ese tiempo, las
personas se acostumbraron a mi comportamiento y muy rara vez trataban
de arrastrarme a una conversación.
Finalmente, estuve de regreso en el paraíso de mi oficina. Cerré la
puerta y me acerqué a mi silla, dejándome caer en ella y depositando mi
pastelito de crema y la taza de té sobre el escritorio. Traté de envolver mi 39
mente en torno a cómo me metí en este lío. Entonces pensé otra vez
brevemente en cómo podría escapar de tener que pasar tiempo con Ronan.
Entonces nuevamente empujé esos pensamientos lejos.
Si quería seguir en Davidson & Croft Media, y quería seguir en
Davidson & Croft Media porque nadie más pagaría tan bien y aguantaría
mis excentricidades, simplemente tendría que soportarlo y vivir por los
próximos meses.
Desbloqueé mi computadora, planeando mi mensaje para Becky,
tratando de encontrar las palabras para comunicarle que se estaría
haciendo cargo de la contención de los medios de comunicación para The
Starlet. Sentí una pizca de culpabilidad. Becky parecía una buena persona.
No le desearía a Dara Evans ni a un perro que no me gustaba.
Cuando mi pantalla se encendió, me estremecí. Había dejado abierta
la cuenta de correo electrónico de The Socialmedialite, y el odioso mensaje
de Ronan se burlaba de mí. Me le quedé viendo por un momento, mis
dedos tamborileando impacientemente sobre mi escritorio.
En circunstancias normales, nunca respondería un mensaje como el
suyo. Lo eliminaría, lo ignoraría, y lo pondría en mi lista negra de
celebridades (a quienes nunca discutía, referenciaba o mencionaba de
nuevo). Sabía que lo peor que le podía pasar a una celebridad era volverse
irrelevante. La ambivalencia de la sociedad era la muerte de la notoriedad.
Pero ahora, ahora que iba a tener que sufrir las interacciones reales
en persona con Ronan, no podía contener mi deseo de arremeter contra él
de alguna manera y responderle su insufrible mensaje con una respuesta
digna de mi angustia y agresión.
Annie podría tener que ser amable con Ronan, pero eso no
significaba que The Socialmedialite tuviera que tomar algo de su mierda.
Sin realmente pensarlo bien, abrí la cuenta de correo electrónico de mi
alter ego y rápidamente escribí un mensaje.

40
10 de marzo
Estimado Sr. Fitzpatrick,
Por favor, acepte mis más humildes disculpas.
Si hubiera sabido que la pequeña y benigna publicación en mi blog iba a ponerlo todo
caliente y molesto, se la habría enviado a usted directamente y habría arreglado un
encuentro para nuestra satisfacción mutua. A pesar de su propensión a vestirse como el
amor de la infancia de un hobbit y un duende, no puedo negar, a pesar de los zapatos de
punta, que no me opondría a su inmersión en mi olla de oro, sobre todo si ese bulto fuera
natural. Aunque, con su complejo de superioridad, sospecho que era un calcetín. Déjeme
adivinar, conduce un automóvil rápido… ¿verdad? ¿Tal vez algo con un montón de cilindros
para compensar otras deficiencias?
También, gracias por probar que todos los estereotipos irlandeses son 100%
correctos. Ahora sé que la predisposición de ciertas personas hacia la histeria y el
dramatismo no ha sido exagerada. Bien hecho, usted. Siga con el buen trabajo.

41
Atentamente, The Socialmedialite.
Calorías: 4500.
Entrenamiento: 5 horas en total.
Pollo al vapor: Empezando a fantasear con freír, asar, saltear, a la parrilla, estofar,
barbacoa…

Traducido por BlackRose10

Ronan
42
S
eis y media de la mañana, y estoy mirando la pantalla de mi
portátil, cabreado. La única razón por la que tuve la cosa era
para poder mandar correos electrónicos a Lucy y hablar por
Skype con ella y Ma de vez en cuando. Aparte de eso, no era el tipo de
chico interesado en el Internet. Cuando la gente me preguntaba si tenia
cuenta en Facebook y decía que no, me miraban como si fuera un
extraterrestre de otro planeta.
Me gustaba la interacción cara a cara, quería ser capaz de ver, oler,
y medir a la gente en la carne. Las pantallas para mí, eran simplemente
espejos negros y planos. Eliminaban todas las cosas más importantes y
emocionantes acerca de una persona, dando una representación blanda y
unidimensional en su lugar.
Hice la concesión de enviar correos a Lucy debido a la diferencia
horaria cuando viajaba. Si me encontraba en un lugar como Australia,
estábamos en extremos opuestos del globo, y era casi imposible encontrar
una hora decente que se adaptara a los dos para hablar por teléfono.
Lo que nos trae al presente y al por qué estoy mirando un mensaje
altamente ofensivo de The Socialmedialite que hizo su camino a mi
bandeja de entrada. Asumía que la bofetada-de-chulo virtual que le di
sería mi última palabra triunfal. (Las bofetadas-de-chulo virtuales eran
válidas en mi libro; los de la vida real, no tanto.)
En el espacio de dos cortos párrafos, se las arregló para exprimir
una cacofonía de insultos. Era de nuevo, un hobbit/duende, rellenaba mis
pantalones para correr con un calcetín de tubo, conducía un auto rápido
para compensar mi pequeña verga, y era un merecido homenaje al
malgeniado, temperamental, estereotipo irlandés.
Casi que por su propia voluntad, mis manos se movían sobre el
teclado, haciendo clic en “responder”, y furiosamente ventilando la ira que
sentía en mi interior. De alguna manera, canalizaba todo mi odio hacia los
medios de comunicación en esta persona sin rostro. Creo que jamás
escribí tan rápido en mi vida. Ya había escrito una larga diatriba en un
párrafo cuando miré de nuevo a la pantalla, inmediatamente seleccioné
toda la cosa, y luego golpeé “borrar”.
No iba a dejar que esta blogger supiera que me molestaba. Iba a ser
tan cortante como ella fue, sin transmitir el hecho de que me importaba.
Por supuesto, extrañamente, me importaba, me importaba un montón. No
era sólo por mi legendario mal genio, tampoco, pero no iba a darle la
satisfacción de saber cuánto.
Así que tomé una respiración profunda, me preparé, y empecé desde
cero.
43
11 de marzo
Estimada TheSocialmedialite,
Es obvio que usted vive en un mundo de fantasía debido a las siguientes razones:
1.) Cree en hobbits y duendes.
2.) Llama a su vagina una olla de oro.
3.) Cree que alguna vez estaría interesado en su olla de oro.
4.) Cree que un calcetín parece una verga.

Ronan Fitzpatrick.
P.D. Su xenofobia realmente no tiene límites. Los estereotipos son una mierda, pero
supongo que tiene sentido que usted los esparza, siendo el vendedor ambulante de mierda que
es.
Me senté de nuevo, flexioné mis manos, y pulsé “enviar”, sintiendo
una oleada de satisfacción mientras me preguntaba cómo iba a reaccionar
ante mi respuesta. Tratando de no profundizar demasiado en la idea de
que tal vez en realidad disfrutara de luchar con esta persona, rápidamente
envié un mensaje a Lucy. Incluí un par de cosas que pensé que podrían
potencialmente interesarle, principalmente cuánto odiaba tener que
trabajar con esta empresa de relaciones públicas, pero que había una
chica bonita llamada Annie con la que me iban a emparejar, por lo que no
era una pérdida completa. Desde Brona, Lucy estuvo tratando de
animarme a volver al mundo de las citas, así que menciono a Annie
solamente para mantenerla feliz. Hasta ahora tuve un par de encuentros
sórdidos de una sola noche, y, como ya he dicho, eso es todo lo que busco.
Un breve recuerdo de la sensación suave y sedosa de la piel de Annie
contra mis nudillos me golpeó, y fue una distracción bienvenida. El
recuerdo era tan visceral en su sencillez que me sentí endurecer.
Oficialmente, había sido demasiado tiempo desde mi última tirada.
Mientras hacía mi camino en el gimnasio y sacaba mi iPod del
bolsillo, me pregunté cuánto tiempo me tomaría para atraer a Annie en
derramar su ropa. La disfrazaban bien, pero me di cuenta de la curva sutil
de su cintura y pechos. Ella sería exquisita cuando lograra desnudarla, en 44
total contraste con la forma plana y sin gracia en la que estoy seguro ella
pensaba que la mayoría de la gente la percibía. Y a pesar del hecho de que
me frustró, existía algo en su timidez que me atrajo en un nivel muy
básico. Simplemente me podía imaginar lo fácil en que ella... se sometería.
Mis pensamientos me estaban haciendo demasiado excitado para las
ocho de la mañana. Brevemente consideré una larga ducha en lugar de
entrenar, pero me obligué a seguir adelante. Tal vez golpeando la cinta de
correr más duro trabajaría algo de la frustración sexual. Prendiendo mi
iPod, seleccioné mi lista de reproducción favorita para entrenar y comencé
a correr lento. “The Final Countdown” sonó, poniéndome inmediatamente
en la zona.
Crestas de camionero y cuestionables pantalones ajustados a un
lado, la mejor música en el mundo era el rock de los años 80, y no tenía
ningún reparo en admitirlo. No quería música que era sensiblera y
deprimente, quería música que me pusiera de buen humor e hiciera el
mundo un lugar un poco más brillante.
Dos horas más tarde me duché, me vestí y me puse en camino a mi
segunda reunión en Davidson & Croft. Joan programó conmigo ayer,
asegurándome que Annie estaría allí. Y sí, lo hice una clase de requisito
para mi participación y asistencia. Quiero decir, la única razón por la que
hacía esto era porque quería conocerla. Si podía limpiar mi reputación,
mientras que entraba en las bragas curvas de Annie, entonces sería un
campista contento y sexualmente saciado.
Para mi irritación, cuando llegué a las oficinas, me hicieron pasar a
una pequeña sala de conferencias con Rachel e Ian, y sin Annie a la vista.
—¿Dónde está Annie?—dije, cruzando los brazos y nivelando mi
mirada con Rachel. Parecía estar más abierta a charlar que el Ian de rostro
severo.
Rachel barajó sus papeles. Parecía un poco nerviosa. —Oh, podría
llegar más tarde. Annie no siempre trabaja en la oficina.
Me incliné hacia delante, ansioso por más información. —¿Dónde
más trabaja?
—Desde casa. Aparte de Joan, ninguno de nosotros realmente la
conoce bien, pero por lo que he oído, es un poco ermitaña. Los brillantes
siempre son un poco raros, sabes.
—¿Los brillantes?
—Bueno, sí, Annie puede darle vuelta a tu imagen pública sin
ayuda. ¿Te acuerdas de la ganadora del Oscar que casi atropelló a una
señora de ochenta años estando borracha? 45
—Eh, no...
Rachel sonrió. —Exactamente. Annie entierra el mal y, o bien exalta
o fabrica los buenos logros, colocando los logros en un brillante pedestal
con un foco que nadie puede ignorar. Nunca he visto nada igual, y he
estado en este negocio por mucho tiempo.
Me pregunté si Annie pensaba que era ético encubrir cosas por el
estilo, o si sólo lo hacía porque era su trabajo. Existía algo en ella que me
hacía pensar que, a diferencia del entorno privilegiado y distinguido que se
informó que yo tenía, Annie era muy parecida a mí. Viniendo de la nada
pero tratando de construirse un lugar sólido en el mundo, dispuestos a
hacer cosas con las que no necesariamente se está de acuerdo con el fin de
sobrevivir. Llevo el nombre Fitzpatrick, pero nunca he sido aceptado por la
familia de mi padre. Ellos no aprobaron cuando mi padre se casó con mi
madre, una chica sin recursos ni posición social. Así que, cuando era
apenas un niño y él murió en un accidente automovilístico, básicamente
nos repudiaron a mí y a Lucy.
Mantuve mi voz desinteresada, conversacional, y empujé a Rachel
por más información. —¿Dónde aprendió a hacer eso?
—Se graduó primera de su clase en Wharton 6 . —La sonrisa de
Rachel se amplió, como si estuviera orgullosa de los logros de Annie.
—¿Wharton? ¿No es esa una Ivy League7 en Estados Unidos? ¿Como
esos ñoños de Cambridge y Oxford?—Sabía que sonaba poco
impresionado. Me decepcioné ante la idea de que Annie fuera de sangre
azul.
Rachel se encogió de hombros, aunque parecía divertida, como si
estuviera tratando de no reírse. —Algo así.
Fruncí el ceño. —Entonces, es un poco elitista, ¿no? ¿Viene de una
familia rica?
Negó enérgicamente con la cabeza. —Dios, no. De ningún modo.
Creo que se crio en Scranton 8 . —Rachel frunció la nariz, como si la
palabra “Scranton” supiera a pis—. A ella simplemente le gusta
mantenerse para sí misma, y como he dicho, es completamente brillante
en lo que hace. Tuvo su elección de empresas de todo el mundo que
trataron de conquistarla, pero ella nos eligió. Es por eso que Joan le
permite sus excentricidades. Todos sabemos que tenemos suerte de
tenerla.
Me quedé mirando a Rachel, pensando en todo esto. 46
Al crecer, tuvimos muy poco. Ma tuvo que trabajar duro para
ponerme a través de Belvedere, la misma escuela a la que papá asistió, y
siempre estaré agradecido por eso. Me pregunté quien habría trabajado
duro para ayudar a Annie a ir a Wharton.
—Entonces, señor Fitzpatrick—comenzó Ian, todo negocios—, Rachel
y yo hemos elaborado la propuesta preliminar, y me gustaría correr a
través de ella con usted si eso está bien.
—Claro, adelante—contesté, encogiéndome de hombros, y esa fue mi
señal a la zona de descanso.
Ian parecía estar perdiendo poco a poco su temperamento mientras
yo continuamente chasqueaba un bolígrafo mientras hablaba. Podía
ponerse tan enojado como él quisiera. Joan me prometió que Annie estaría

6La Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, es una


de las escuelas de negocios líderes y más prestigiosas del mundo.
7 Grupo de universidades, que tienen en común unas connotaciones académicas de
excelencia, así como de elitismo por su antigüedad y admisión selectiva.
8 Ciudad del noreste de Pensilvania, Estados Unidos, en el condado de Lackawanna. Su
población está por encima de los 72.00 habitantes y enfrenta una crisis económica desde
los años ochenta.
aquí hoy. Así que me sentía un poco estafado con toda la situación “cero
Annie”.
—Nos gustaría que asista a algunos estrenos de películas de alto
perfil y a entregas de premios en las próximas semanas. Tenerlo
fotografiado en la alfombra roja le conseguirá aparecer en revistas y en
sitios web, le pondrá en el radar, por así decirlo—dijo Ian antes de bajar la
mirada a los papeles que tenía delante de él y continuar en voz baja—, por
lo que debemos buscar vetar posibles citas para usted.
—Ay—dijo Rachel con entusiasmo—, tengo buenas relaciones con la
gente de Taylor Swift. Tal vez podría conseguirte una presentación —Miró
a Ian—, ¿está soltera ahorita?
Ian se encogió de hombros. En mi interior, me enojaba la idea de ser
emparejado así; en el exterior, decidí joderlos.
—Saben por quién siempre he tenido una cosa, esa tal Rosie
O'Donnell. ¿Creen que estaría un poco dispuesta a la cosa joven?
Rachel obviamente no entendía el sarcasmo porque me dio una
mirada confusa. —Um, estoy bastante segura de que es lesbiana. Y esa no
es realmente la imagen por la que vamos. Tienes que salir con alguien
joven y atractiva, alguien que le guste mucho a la prensa. 47
En ese momento la puerta se abrió, y Joan asomó la cabeza. —Hola
de nuevo, Sr. Fitzpatrick. ¿Estás siendo bien atendido?
Incliné mi cabeza hacia ella. —Pensé que Annie iba a estar aquí.
Joan frunció el ceño por un momento. —Se suponía que debía estar.
—Miró a Ian—. ¿Annie no apareció hoy?
—No la he visto —contestó.
—Bueno... no es esto curioso. —Y con eso salió de la habitación.
Miré de nuevo a Rachel e Ian. —Creo que hemos terminado aquí.
—Pero, Sr. Fitzpatrick, todavía tiene que repasar el resto de la
propuesta preliminar. Ni siquiera hemos cubierto el aspecto relacionado
con redes sociales y los comunicados de prensa planeados, y me gustaría
su opinión en algún momento, también.
Ya me hallaba de pie. —Sí, sí, voy a ir a los estrenos y todo eso. Sólo
deme la advertencia unos días antes para que pueda asegurarme de estar
disponible.
—Por supuesto—dijo Rachel.
Ian no discutió más. Para ser honesto, creo que se sentía contento
de ver la parte de atrás de mí. Mientras hacía mi camino a los ascensores,
Joan me interrumpió. Era curioso cómo una mujer de metro y medio de
nada podía aparecerse de modo tan premonitorio. Me detuve y la miré. No
me miraba detalladamente, y tampoco fruncía el ceño; pero
definitivamente emanaba hostilidad.
—Hicimos un trato, señora Davidson.
—Eso hicimos, y el acuerdo sigue en pie—dijo y me entregó una
pequeña tarjeta de visita blanca—. Esto tiene todos los datos de contacto
de Annie. Ella ha estado inesperadamente ocupada hoy, pero dijo que le
gustaría que le des una llamada para que los dos puedan concertar una
cita.
Tomé la tarjeta, momentáneamente pacificado, y la metí en el bolsillo
trasero de mis jeans. —Voy a estar seguro de hacer eso. Que tengas un
buen día. —Asentí y caminé a su lado, yendo hacia los ascensores. Fue un
largo camino por el pasillo. Cuando por fin llegué a la esquina, vi una
figura familiar apresurada que llevaba un abrigo gris entrar a uno de
losascensores. Murmuraba para sí misma, pero no podía entender lo que
decía. Corrí hacia delante y me metí en el ascensor justo cuando la puerta
se cerraba.
Cuando Annie vio que era yo la persona que acababa de entrar, sus
ojos se pusieron gigantes, igual que lo hicieron ayer. Entonces miró hacia
otro lado y estudió el suelo. Se puso de pie en la esquina, y yo me
48
encontraba a treinta centímetros de ella. Parecía estar deseando que le
diera un poco de espacio, pero de alguna manera no me sentía
misericordioso.
Me preguntaba qué tenía ella que me hacía querer estar tan cerca,
pero ya lo sabía. Era increíblemente hermosa y una candidata perfecta
para explorar mis necesidades más básicas.
El ascensor se detuvo, ninguno de nosotros había seleccionado un
piso aún. Di un paso hacia delante y pulsé el botón del vestíbulo,
escuchándola exhalar aliviada y murmurar palabras indistintas a sí
misma de nuevo.
—Me alegro de verte, Annie—dije, sonriendo amablemente. No es
como si la sonrisa estuviera teniendo mucho efecto ya que se negaba a
mirarme. El ascensor comenzó a descender.
—Sí, yo también—respondió, levantando los ojos hacia mí con
esfuerzo concertado.
Sentí como si acabaran de darme un regalo. Esos ojos eran
insondablemente grandes y marrones, como chocolate derretido. Incluso
pensé que podía ver manchas doradas. Después de haber hablado con
Rachel, ahora empezaba a entender que Annie podría ser un poco fóbica
socialmente. ¿Por qué otra razón preferiría trabajar desde casa la mayor
parte del tiempo? ¿Y por qué otra razón estaría tan incómoda hablando
conmigo? Eso hizo que algo en mi estómago se apretara.
Simultáneamente, amaba y odiaba que se encontrara tan atormentada de
estar de pie, sola, en un ascensor conmigo.
El protector dentro de mí tenía el ceño fruncido mientras el
depredador absorbió su incomodidad con alegría.
Aun así, quería que ella se relajara. Bueno, eso era una mentira.
Quería que perdiera el control, y meditaba cómo podría convencerla para
que hiciera justamente eso. Ella miraba de nuevo hacia otro lado mientras
yo la miraba de reojo, considerando. Lo que hice a continuación podría
haber sido una mala idea, pero tenía que ver si empujar sus límites podría
resultar. Dado que ella se apoyaba contra la pared en la esquina, se
hallaba en la posición perfecta para enjaularla.
Descaradamente, golpeé el botón “parar”, y el ascensor se detuvo
inestablemente.
—¿Qué haces?—preguntó Annie, una pizca de nervios elevando su
voz.
Me di la vuelta y caminé hacia ella, colocando las manos en la pared
del ascensor detrás de ella sobre ambos lados de sus hombros. Mi mirada 49
vagó sobre sus facciones, labios deliciosos, nariz dulce, pestañas largas,
putamente hermosos ojos que parpadeaban rápidamente entre los míos. Oí
como su respiración escalaba.
Inclinándome un poco para estar casi al mismo nivel, levanté una
mano de la pared y froté el pulgar a lo largo de su barbilla.
—Me gustas—dije.
Tragó saliva, su voz sonaba áspera y desigual. —Sr. Fitzpatrick, se
supone que ese botón es solamente para ser usado en caso de una
emergencia.
Obviamente, sabía eso, pero pensé que podía lidiar con las
consecuencias después de conseguir un poco de su sabor. Quería probar
esos bonitos labios.
—Entonces, me estoy comportando a la altura de mi reputación de
chico malo, ¿no?—murmuré, dejando caer mi mano en su clavícula, la
palma de mi mano contra su esternón. Su corazón se aceleró—. ¿Tu
corazón late así de rápido porque te gusta cuando te toco o porque no?
Hubo un momentáneo destello de temperamento en su expresión. —
Obviamente, lo último.
—Cena conmigo—dije, ignorando su respuesta. Mi mirada vagó a su
boca, la cual, muy brevemente, humedeció sus labios. Me pregunté si se
sentía atraída por mí, pero trataba de ocultarlo.
—Po-por supuesto que cenaremos juntos. —Se aclaró la garganta y
sus ojos finalmente se establecieron en los míos—. Davidson & Croft
frecuentemente establecen cenas con los clientes.
—No hablo de cenas con los clientes.
Tragó saliva. —Vamos a trabajar juntos, por lo que las cenas de no-
clientes serían poco profesionales.
Llevé mi boca más cerca a la de ella, y nuestras respiraciones se
mezclaron cuando dije en voz baja—: Seamos poco profesionales juntos,
Annie.
Sus ojos parecían un poco vidriosos después de lo que dije, lo que
me hizo sonreír, porque parecía que ella imaginaba cómo sería. Quería ser
tan putamente poco profesional con ella, que no era gracioso.
Rápidamente, se enderezó, llevó sus manos a mi pecho, y me empujó. Las
atrapé, manteniéndolas en las mías, mi pulgar rozando su muñeca
interna. Se estremeció. Sus manos temblaban.
—Nada puede suceder entre nosotros, Sr. Fitzpatrick. —No parecía 50
convencida.
—Ya está sucediendo, señorita… —Hice una pausa, solté una de sus
manos, y saqué la tarjeta que Joan me dio de mi bolsillo trasero para
leerla—, Catrel.
Se concentró en la tarjeta de visita, y el pánico brilló sobre sus
características antes de que se endurecieran. —¿Quién te dio eso?
—Joan —respondí alegremente—. Quería asegurarse de que sería
capaz de ponerme en contacto contigo directamente, ya que faltaste a la
reunión de hoy. Me decepcioné mucho cuando no te presentaste.
Trató de agarrar la tarjeta, pero di un paso atrás y la mantuve fuera
de su alcance.
—Dame eso. No la necesitas. Te contactaré si alguna vez nos
tenemos que reunir —dijo desesperada.
Me reí mientras avanzaba hacia mí hasta que era yo quien se
apoyaba en la esquina opuesta del ascensor. Su pecho empujó el mío
mientras se empinaba, todavía intentando robarme la tarjeta. —Mírate,
Annie; estás toda sobre mí —bromeé.
Inmediatamente, retrocedió, frunciendo el ceño y cruzando los
brazos sobre el pecho. —No quiero que me llames a menos que sea
relacionado con el trabajo—dijo derrotada.
Mi sonrisa taimada le dijo que no tenía la menor intención de
apegarme a esa regla.
—Oh,no soñaría con ello. —Ronroneé, escaneando perezosamente su
figura. Su abrigo era largo y voluminoso, cubriendo todo. Era una buena
cosa que tuviera una buena imaginación—. Apuesto a que tienes un
cuerpo asesino bajo todas esas capas—dije con voz ronca, todavía en un
estado de ánimo burlón.
Ella parpadeó, y su boca se enderezó en una línea firme. —Algunos
de nosotros no sienten la necesidad de hacer alarde de nuestra apariencia,
y estoy muy contenta con mis capas.
El comentario obviamente era dirigido a mí, y no entendía por qué
parecía tan reacia a ser amable. No era un tipo tan malo. Bueno, no
realmente. —Eso no es lo que quise decir. Trataba de hacerte un cumplido,
Annie.
Mis palabras fueron bajas, tiernas; mi sinceridad pareció provocar
una reacción en ella. Su descontento anterior se desinfló. Era verdad. Por
alguna razón, pensaba que era la combinación perfecta entre genuinidad,
belleza y sexualidad. No me hallaba acostumbrado a lo genuino. Me miró,
abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró de nuevo.
51
Justo en ese momento una voz crujió a través de los altavoces,
solicitando saber por qué el ascensor se detuvo.
—No es nada. Estamos bien —dijo Annie, aclarándose la garganta
otra vez y hablando al altavoz—. ¿Puedes reiniciarlo de nuevo, por favor?
Segundos más tarde, nos estábamos moviendo de nuevo. Di un paso
hacia ella, pero la mirada que me dio me dijo que sería una buena idea
mantener mi distancia. La gente empezó a subir y bajar, y una vez que
llegamos al primer piso, Annie se alejó rápidamente de mi lado, se
apresuró hacia fuera del vestíbulo y montó en un taxi amarillo. No me
importó su escape mientras miraba la tarjeta que todavía tenía en la
mano.
Ahora tenía su número, y tenía toda la intención de usarlo.
La Selfie Rastrera: Cuando uno toma una selfie con el expreso propósito de incluir a
alguna persona o acción en el fondo. Por lo general sólo una parte del rostro del fotógrafo
está presente en la fotografía —por lo general los ojos, pero a veces la mitad del rostro—
con el fin de mostrar sorpresa, emoción o disgusto.
Ideal para: Situaciones caóticas, cuando los demás centran su atención en la acción que el
fotógrafo trata de documentar. Además, de los aviones.
No utilizar: En restaurantes o cerca de espejos.

Traducido por Apolineah17 & Alysse Volkov

52

S
eguí el intercambio de correos electrónicos entre mi asistente
administrativo, Gerta, y Ronan Fitzpatrick el miércoles por la
mañana durante alrededor de dos horas. Abarqué una suma
total de treinta correos electrónicos antes de que finalmente interviniera en
el debate.
Pobre Gerta. Todo lo que trataba de hacer era establecer una
reunión con él para esta semana, y él lo convirtió en un debate sobre
James Joyce, menores de edad en el rugby, y si el Colegio Clongowes Wood
en Clane, Co. Kildare, era el último responsable de Ulysses. Hice una nota
mental para darle un aumento de sueldo. Gerta lo merecía. Realmente era
una santa.
Parecía que el Sr. Fitzpatrick no exageraba cuando dijo que quería
contactarse conmigo directamente. No sabía qué hacer con su persistencia
porque no creía que alguien alguna vez hubiera estado tan decidido a
ponerse en contacto conmigo.
Al final, suspiré fuertemente, abrí una ventana en
Infographicsgenerator.net, y redacté mi correo electrónico para el Sr.
Fitzpatrick.
Cuando se trataba de comunicarse con los clientes, utilizaba
infografías casi exclusivamente. Me parecía que la mayoría de nuestros
clientes, tan ocupados como están y tan faltos de paciencia, no responden
bien a los correos electrónicos de texto (a saber, los correos electrónicos
contienen sólo palabras); prefieren los atajos de imágenes. Una
representación gráfica de mis pensamientos y/o la información que
necesito para comunicarme le permite al cliente absorber la información
más rápido y recordarla durante un período de tiempo más largo.
Las Infografías como un Medio Efectivo para Trasferir Conocimiento
Reduciendo el Sesgo del Consumidor fue el título de mi tesis de Maestría de
las Ciencias en Wharton. La idea se me ocurrió cuando mi profesor de
tesis de la maestría mencionó que mis correos electrónicos y la
correspondencia escrita a menudo llegaban a ser demasiado concisa y
condescendiente.
Lo bueno de las imágenes con infografías es que siempre son
imágenes positivas. Las imágenes no están abiertas a tono, inflexión o
interpretación de selección de palabras porque son intrínsecamente felices.
No tengo que preocuparme por las personas entendiendo la sintaxis de
múltiples sílabas. Por no hablar de que las pequeñas personas ilustradas
siempre están sonriendo, incluso cuando yo no. 53
Piensa en ello como enviar a alguien un emoticón sonriente en lugar
de escribir las palabras “me haces feliz”.
O enviar un emoticón de pulgares arriba en vez de “estoy de
acuerdo”. O “me gusta eso”. O “buen trabajo”.
Desde la escuela de posgrado, he encontrado los correos electrónicos
con menos texto ser invaluables como un ahorro de tiempo y como un
medio para asegurar que toda la correspondencia de negocios sigue siendo
positiva y estrictamente profesional. Funciona para mí. Funciona para mis
clientes. Funciona para mis compañeros de trabajo. Todo el mundo gana.
La única persona con la que interactúo en el trabajo y quien no
permite mis infografías es Joan. Supongo que es porque es un poco
anticuada en su consumo de datos. Sin embargo, eventualmente, tendrá
que hacer el cambio. Como sociedad, nos estamos alejando de la palabra
escrita. Queremos el acceso directo. No queremos tener que pensar en el
significado de las palabras —de las nuestras o de las de alguien más— y
en el cómo nos afecta o a aquellos que nos rodean. Queremos sentirnos
bien.
Rápidamente armé el gráfico que necesitaba —básicamente un reloj
con un signo de interrogación, una imagen de un calendario, y una serie
de opciones de alimentos— y opté por un esquema de colores verde,
naranja y blanco. Sentí que la sutil inclusión de los colores de la bandera
irlandesa harían al Sr. Fitzpatrick sentirse bien como para poder alentar
su cooperación.
Guardé el archivo y lo remití al Sr. Fitzpatrick.
Inexplicablemente, mi corazón dio un vuelco en mi pecho, y presioné
la palma contra mis costillas. También me di cuenta de que tenía un nudo
en la garganta cuando presioné “enviar”. Esta aguda ansiedad era
probablemente atribuible al hecho de que la última vez que vi a Ronan, él
me tocaba, diciéndome que le gustaba, y sugiriendo que nos
involucráramos en un comportamiento poco profesional.
Y como que, en realidad, verdaderamente me gustó.
Ronan —es decir, el Sr. Fitzpatrick— tenía la extraña habilidad de
meterse bajo mi piel y de robar mis pensamientos. No había dejado de
pensar en él desde que salí corriendo del ascensor hace menos de
veinticuatro horas. Por supuesto, estuve pensando mucho en él dado que
The Socialmedialite recibió su primer correo electrónico furioso.
Desde nuestro primer encuentro en persona y nuestro intercambio
inicial de correspondencia virtual, hice una cantidad significativa de
investigación sobre él. Por lo general, delegaría este tipo de tarea a un
miembro subalterno del personal y revisaría un informe resumido. Pero no 54
esta vez. Esta vez, quería hacer yo misma las llamadas.
Entré en contacto con su universidad, donde estudió fisioterapia, y
hablé con su profesor, y entonces pedí una transcripción. También charlé
con su agente, su entrenador, el coordinador ofensivo de su equipo, dos de
sus compañeros, su entrenador físico y su nutricionista en Irlanda.
Todos ellos tenían ideas similares con respecto al Sr. Fitzpatrick.
En primer lugar, tenía temperamento, pero no como lo retrataron los
medios. Todos acreditaron su temperamento con tendencia a convertirse
en pasión —por su madre, su hermana y las personas que le importaban—
y no rabietas sin sentido o infantiles (como los medios de comunicación
sugerían).
En segundo lugar, Ronan era dedicado y honorable, aunque
demasiado serio y un poco aguafiestas. Esta descripción de él,
proporcionada por sus compañeros de equipo y confirmada por su
entrenador de la universidad, me hizo reír, sobre todo porque era tan
completamente inesperado y ajeno al hombre coqueto que me acorraló en
el ascensor.
Parecía que el Sr. Fitzpatrick llevaba su salud física y su preparación
para la competencia a un nivel cerca de la obsesión. Cuando el resto del
equipo se reunía después del partido para beber en un bar cercano, Ronan
siempre era el conductor designado. Su apodo era Madre Fitzpatrick.
En tercer lugar, todos en Irlanda, de acuerdo a mis contactos,
conocían la razón por la que Ronan perdió los estribos en el campo y le dio
una paliza a su compañero de equipo, y su nombre era Brona O’Shea.
Había un video en YouTube de la pelea que ganó millones de visitas. A
pesar de que él era el único haciendo daño —y, chico, sabía cómo lanzar
un puñetazo— me sentí mal por Ronan cuando lo vi. Tenía una especie de
dolor en sus ojos que tocó una fibra sensible en mí. Cuando hablé con su
nutricionista, Jenna McCarthy, sobre Ronan y Brona, lo hizo sonar como
si fueran una popular pareja dorada, y toda Irlanda siguiera todos sus
movimientos. Además, nadie en toda Irlanda (todos los cinco millones de
personas) entendía por qué Ronan Fitzpatrick soportó a Brona O’Shea.
—Porque, justo como le decía a mi marido la otra noche —dijo
Jenna, sonando de lejos demasiado informada sobre el estado de las
relaciones de Ronan—. Dije que esperaba que Ronan no la aceptara de
regreso esta vez. Ella es una serpiente, una completa serpiente, y lo está
reteniendo.
—¿Esta vez? ¿Se han separado antes? —presioné, diciéndome a mí
misma que necesitaba entender la historia de la relación de Ronan con
Brona con el fin de elaborar una imagen integral del perfil para nuestro
equipo de medios de comunicación. 55
—Ah, sí, pero no ha sido tan público antes. Esta vez ella cruzó una
línea. En vez de coquetear con alguna estrella de rock, se acostó con su
compañero de equipo, su flánker9, Sean Cassidy.
—Ella… —Mi boca se movió, pero me costó encontrar las palabras.
Me sorprendí—. ¿La Sra. O’Shea engañó al Sr. Fitzpatrick? —Hice una
nota mental para buscar una imagen en Google de Sean Cassidy. De
hecho, lo hice clandestinamente mientras hablaba con Jenna. Era un
ardiente rubio, del tipo de chico bonito.
—¡Por supuesto! ¿De qué crees que estamos hablando? Es una
mujer de virtud fácil, esa Brona. Pregúntale a cualquiera. ¡Ronan es la
persona más fiel que conozco, oh! —Jenna hizo un sonido triste, y la
escuché suspirar antes de que continuara—. Creo que Brona engañándolo
con su flánker fue la gota que colmó el vaso. Él protestó sobre ella
cambiando el aspecto que tenía, la ayudó con su broma de carrera
musical, y cualquier otra basura. Si me preguntas, el hombre merece una
medalla.

9 Ala (flánker en inglés), es la denominación que recibe una posición en el juego del rugby
que integra el grupo de delanteros, en la que el jugador se ubica en los flancos del scrum
o melé.
—Así que… —Hice una pausa, reflexionando sobre esta información
antes de preguntar—. Entonces, ¿el Sr. Fitzpatrick no es responsable de la
apariencia alterada de la Sra. O’Shea?
—¿Eh? ¿Qué es eso? ¿Te refieres a sus cirugías plásticas, las tetas
falsas y el resto de ello? No, no. Esas fueron todas obra suya.
—¿Qué pasa con su familia? ¿Qué piensan ellos de su relación con
Brona O’Shea y su comportamiento? —Le hice esta pregunta a todos, y
todos me dieron más o menos la misma respuesta.
—Oh, ¿los altos y poderosos Fitzpatrick? Ni siquiera le hablarán a
Ronan, nunca lo han hecho. Su mamá lo crío a él y a su hermana por sí
misma. Los Fitzpatrick ni siquiera lo reconocen. Él está mejor sin ellos, en
mi opinión. Son los tipos elegantes de la sociedad. Creen que todo lo que
tienen que hacer es brillar y todo lo que él hace es una mierda. Pero él no
dirá ni una palabra dura contra ellos. Es demasiado bueno para ellos, si
me preguntas.
Ir a la fuente sin duda me dio mucho qué pensar, como por ejemplo,
los prejuicios injustos que hice.
Sabía mejor que nadie que la información encontrada en internet era
sospechosa en el mejor de los casos, y me reprendí a mí misma por creer, 56
incluso por un corto período de tiempo, la representación de Ronan en las
revistas de chismes. Ciertamente eso explicaba su ira y su reacción
exagerada sobre mi artículo en el New York’s Finest el sábado pasado y
sus correos electrónicos a The Socialmedialite; fue explotado por
chismosos hambrientos de dinero. Odiaba a los medios de comunicación.
Decidí posponer la respuesta de su último correo electrónico, en el
que llamó xenofóbica a The Socialmedialite. No sabía qué decir. No quería
pelear con él o añadir más a su agravación. Pero tampoco me gustaba que
hubiera agrupado al New York’s Finest con la basura, la basura de
información y entretenimiento que lo estuvo destrozando.
Ninguno es verdaderamente su personaje en línea o en los medios de
comunicación. Para bien o para mal, la condición humana, los deseos y las
fallas son mucho más fuertes que los píxeles en una pantalla o las
palabras debajo de un pie de foto.
Sin embargo, lo fuerte no es mi trabajo ni es la realidad.
Mi trabajo consiste en accesos directos, fragmentos de sonido y
manipulación de la percepción. Pero es mucho más agradable cuando la
imagen que creo es representativa de la persona real. Nunca disfruto poner
brillo de perfección en un pedazo de mierda, a lono es excremento, es
chocolate… simplemente no trato de comerlo porque está lleno de bacterias.
No podía decidir si me sentía mejor o peor después de hablar con
Jenna y los demás. Además de mi inconveniente y contundente atracción
física por Ronan Fitzpatrick, también descubrí que él me gustaba,
específicamente el pintado por mis llamadas a sus conocidos y
compañeros de equipo, lo cual era probablemente aún más inconveniente.
Y mientras esperaba a que Ronan —quiero decir, el Sr. Fitzpatrick—
respondiera mi correo electrónico de infografía y convocara una reunión,
mi mente divagó y luego aterrizó en el recuerdo de estar atrapada en el
ascensor con él. No me sorprendió. Tenía dificultad de pensar en otra cosa.
Él se encontraba tan… presente.
Cuando me miraba me sentía tan completamente vista. Pero era más
que eso porque me daba la impresión de que no sólo me miraba cuando
estábamos juntos. Sí, me observaba, pero también me tocaba y me sentía.
Me escuchaba y no únicamente mis palabras; escuchaba los sonidos que
mi cuerpo hacía mientras se movía, como si buscara una pista o un
indicio.
Me preguntaba si esto, este estar presente y concentrado en más que
sólo lo superficial, era una habilidad aprendida, parte de lo que lo hacía
un atleta de clase mundial.
57
También tenía la clara impresión de que, cuando se inmiscuyó en mi
espacio, trataba de olerme y se las arregló para hacerlo sin aparentar ser
una enredadera escalofriante.
Es cierto que si fuera menos épicamente apuesto, podría haber
aparentado ser una enredadera escalofriante. Pero, como tenía el cuerpo
de un gladiador y el rostro de una estrella de cine, me sentía aturdida,
halagada y excitada. El hecho de que me sintiera halagada me hizo sentir
como una idiota. Odiaba esto de mí misma. Odiaba que, a pesar de que lo
sabía mejor, la buena apariencia negaba el buen comportamiento.
Su comportamiento extraño era que trató de usar todos sus cinco
sentidos para que yo experimentara la vez que quedamos atrapados en un
ascensor; no dudo que, si le di alguna indicación de que me hallaba a
favor de sus avances, trataría de probarme también.
Me estremecí ante la idea, una ola de calor se extendió desde mi
pecho a la boca del estómago, punzante y repentino, como un destello
caliente. Perdí mi aliento un poco, imaginando lo que sería como para
besarlo. Era tan confiado en la vida real, de una manera que era un
enigma completo para mí, y parecía sobresalir en todo lo que intentaba. Si
trataba de usar los cinco sentidos al hablar conmigo en un ascensor,
esperaba que sus besos fueran también de la variedad de clase mundial.
Me levanté de mi computadora, di una vuelta alrededor de mi
apartamento, entonces opté por echarme un poco de agua fría sobre mis
muñecas para que se enfriaran. Como trabajaba desde casa, todavía usaba
mis pantalones de yoga y una camiseta de manga larga de la Semana del
Tiburón de mis ejercicios matutinos.
En el interior del cuarto de baño, miré mi reflejo en el espejo,
encontrando mis ojos brillantes y emocionados, mi piel enrojecida. Hice
una mueca. Esto no era bueno. Iba a tener que interactuar con Ronan—
¡Oops! ¡El Sr. Fitzpatrick! Su nombre es Señor Fitzpatrick, y lo llamaré Señor
Fitzpatrick— en los próximos meses.
Mantener mi distancia siempre ha sido fácil para mí porque la
alternativa no tenía ningún encanto. O mejor dicho, desde la escuela
secundaria nunca conocí a alguien lo suficientemente atractivo para
cuestionarme sobre mantener mi distancia.
Mi teléfono sonó, alertándome de un mensaje. Eché un vistazo a la
pantalla y vi que era de mi mejor amiga en línea @WriteALoveSong.
En verdad, no sabía mucho sobre ella. Me encontraba bastante
segura de que vivía en Nueva York y trabajaba en algún campo relacionado
con la industria de la música. Su blog, Ironía para los principiantes, se
centraba más en la escena indie, mientras que mis mensajes eran más
58
convencionales. Parecía disfrutar de su anonimato casi tanto como yo lo
hacía.
Sin embargo, nos ponemos en contacto cada pocos días, si no todos
los días. Compartía noticias conmigo, y me gustaba enviar sus imágenes
de artistas indies o cualquier cosa que podría estar relacionado con su
enfoque. Además, estaríamos enviando mensajes de un lado a otro sobre
nuestros días o blogs o la vida en general, siempre atenta a no revelar
demasiado.
Tenía varios amigos en línea, pero ella era mi mejor amiga. Esperaba
con ansias por sus mensajes. En éste, ella escribió:
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: ¿El atleta arrogante todavía te
da problemas? Le daré una paliza por ti.
Rápidamente respondí:
@Socialmedialite para @WriteALoveSong: Lo estoy ignorando. Espero que
desaparezca si ve que soy indiferente.
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: Buena suerte con eso. Oye, ¿por
qué el hipster deja el océano?
Me preparé mientras escribía:
@Socialmedialite para @WriteALoveSong: ¿Por qué?
A WriteALoveSong (cómo me la imaginaba en mi cabeza) a veces le
gustaba enviarme chistes hipster. Siempre eran cursi y tontos. Como que
los amaba un poco.
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: Porque es demasiado
corriente… ba-da-da-dum.
@Socialmedialite para @WriteALoveSong: Ya veo…
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: ¡Oh, no! ¡No es un juego de
palabras del océano! Ahora estás siendo egoísta10.
Me reí y apagué el teléfono. Sin embargo, me encantaba que
WriteALoveSong y yo pudiéramos tener tanta diversión, nunca nos hemos
conocido en persona. Funcionábamos, porque nuestra amistad funcionó,
porque no nos empujamos mutuamente por más. Nosotros no tenemos
que vernos para conocernos. Éramos felices en nuestras sombras del
anonimato.
Mientras que el Señor Fitzpatrick podría ser un buen tipo, un tipo
serio, un generoso aguafiestas leal de hombre, pero también vivió su vida
en el centro de atención. Siempre empujaba. Tomó un gran esfuerzo para
59
volar bajo el radar y mezclarme con los muebles. Nací introvertida, y la
experiencia de vida demostró que mis instintos naturales eran en realidad
una bendición.
En la vida real, podía contar conmigo. Podía confiar en mí. Nunca
me abandonaría. Nunca retrocedería a mi palabra o mentirme a mí misma
o dejarme caer. La forma en que lo veía, todo el mundo era un comodín, y
eso incluía al Sr. Fitzpatrick.
Además, no me gustaba la forma desordenada e irresponsable en
que me hacía sentir, como consciente de mi cuerpo y los latidos de mi
corazón. Me hacía querer… cosas, cosas que aprendí a enterrar y
renunciar. Mi vida fue acerca del control: sobre mis pensamientos,
emociones, el medio ambiente, y por lo tanto, sobre mi destino.
Mi pulso se calmó a un agradable ritmo constante; tomé una
respiración calmante más, luego regresé a mi computadora, empeñada en
ignorar estos sentimientos y deseos clamadores. En cambio, me centraría
en preparar mi parte de la propuesta del Sr. Fitzpatrick y luego escribir

10 Juego de palabras donde @Socialmedialite dice I sea… que literal es Yo mar pero la
pronunciación es casi igual al verbo See que es ver. Y donde @WriteALoveSong le escribe
Shell-fish que literal es concha-pescado pero su pronunciación es casi igual a Selfish que
significa egoísta.
una nueva entrada del blog que no tenía nada que ver con deportistas
engreídos.
El timbre de mi correo electrónico sacó mi atención a un nuevo
mensaje en mi buzón del correo del trabajo. Era del Sr. Fitzpatrick, y era
una respuesta a mi solicitud de reunión en infografía. Contuve la
respiración, con la intención de controlar la alarmante reacción
instantánea de mi cuerpo por todo lo relacionado con el magnífico jugador
de rugby.
A pesar de mis mejores intenciones, hice clic en el mensaje y devoré
su contenido.
Decía:

12 de marzo
Annie querida,
Si insistes en enviarme imágenes, preferiría que sean de ti.
Nos vemos mañana a las ocho.
Cariñosamente, Ronan.
60
P.D.: No puedo comer ninguna de las cosas que enviaste. Una vez más, si hubieras
enviado una foto de ti, entonces sería una historia completamente diferente…

Como era de esperar, mi pulso se aceleró ante el doble sentido de su


última línea. No podía comer nada de la comida, pero si hubiera enviado
una imagen de mí, él hubiera… hubiera…
Gemí.
Entonces corrí al baño. Esta vez optando por una ducha de agua
fría.
New York’s Finest
Blogueando cómo *The-Socialmedialite*
13 de marzo
¿Han notado que la relación de las supermodelos en la comitiva de
Jason Carter al número de Jason Carter´s ha ido disminuyendo de forma
constante durante los últimos veinticuatro meses? El número de Jason
Carter´s se ha mantenido constante en uno (o dos, si se cuenta su mochila
de Louis Vuitton a medida como un ser sensible aparte), mientras que el
número de supermodelos ha disminuido de diecisiete a seis en sólo dos
años.
Anexo A (imagen 1) fue tomada hace casi veinte meses, mientras él
y su harén de diecisiete dejaba Tiffany’s.
Ahora mira al Anexo B (imagen 2). Esta foto fue tomada hace
nueve meses. Aquí se ha reducido a doce.
Ahora mira el Anexo C (imagen 3). Esta fue tomada la semana
pasada. Una vez más, tenemos a Jason Carter y su cangurera, pero un
séquito de sólo seis.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO, GENTE? 61
¿Por qué el número decreciente de modelos?
¿¿No sabe que él es la fuente primaria de la fama de estas mujeres?
¿No le importa que vayamos a tener supermodelos pobremente vestidas si
él y su cangurera no dan un paso adelante y pagan la factura de sus
bolsos de Jimmy Choo y Louis Vuitton??
Pensé que podía contar con tres cosas que nunca cambiarían en la
vida: la muerte, los impuestos, y el séquito de Jason Carter (y su
cangurera).
¿Es que nada es sagrado? ¿Qué sigue? ¿¡¿¡¿ George Clooney saliendo
con alguien de su misma edad?!?!?
Sintiéndome un poco de mal humor hoy…
<3 The Socialmedialite.
Me sentía incómoda.
Y eso era decir poco.
Traté de cruzar las piernas, pero la falda de seda azul cielo, la cual
caía justo encima de mis rodillas, se sentía demasiado corta; he optado por
cruzarlas en el tobillo en su lugar. También forcejeé, esperaba
secretamente que, la camisa manga larga de color crema con cuello V,
mostrara escote. Mostraba mi escote. Mi escote se mostraba. Además, la
camisa se ajustaba a la silueta y claramente mostraba la forma de mi
estómago, la espalda, los hombros y el pecho.
Era una pesadilla.
Quería correr a mi oficina, agarrar mi Snuggie (que es básicamente
una manta con mangas), y cubrirme.
Por desgracia, Joan se sentaba frente a mí, mirándome como un
halcón. Yo era un ratón, y ella era un halcón peregrino. La resistencia era
inútil. Llegué al edificio y la encontré en mi oficina a las siete y cuarto de la
mañana, con cinco bolsas de ropa llenas de ropa tendida en el sofá. Bebía
un capuchino de mi máquina y me sonreía como si acabara de ganar algo.
—Sé que estás ocupada, así que tuve que poner a uno de los
asistentes de compras a conseguirte un nuevo guardarropa —me dijo, 62
sosteniendo un traje—. Cámbiate a éste ahora. —Cuando abrí mi boca
para objetar, añadió—: Lucir profesional es más de lo que pediría de
cualquiera de mis empleados.
Objetivamente, sabía que la ropa que el asistente de compras escogió
eran preciosas. Eran elegantes, bien hechas, muy caras, y, sin duda, de
aspecto profesional. Es sólo que no eran de color marrón o azul marino o
gris. No eran holgadas. Se adaptaban, y se ajustaban muy bien, como si
hubieran sido hechas para resaltar mis curvas y… activos. Lucía bonita en
ellas, como una chica. Como una chica femenina. Y, añadiendo a mi
horror, ¡había zapatos! Tacones pequeños y tacones de aguja y todo en
medio, un par para cada traje.
La gente me miraba cuando entré en el pasillo. Podía sentir sus ojos
postrados en mí, aunque seguí mi camino en la alfombra del pasillo.
Escuché claramente uno de los asociados de Printed Media decir—: ¿Es
nueva? ¿Quién es esa?
Cuando entré en la sala de conferencias, toda conversación se
detuvo. Mi equipo se quedó boquiabierto. Rachel se quedó sin aliento. Ian
miró fijamente. Y Joan sonrió. Me sentí como un espectáculo en el circo, la
clase donde la gente mira y punto.
Una vez más, era una pesadilla.
Me arrastré y ojeé mi pila de papeles. Me volví a Gerta, tratando de
ignorar su mirada aturdida, y le pregunté si hizo suficientes copias para el
equipo. Me senté a propósito cerca de la puerta por si acaso tenía que
hacer una salida rápida. En el peor de los casos, podría fingir que tenía
problemas gastrointestinales.
Todavía formaba mi plan de escape y trataba de luchar contra mi
sonrojo de intenso malestar cuando el Señor Fitzpatrick llegó.
Llegaba cinco minutos antes.
—Pendejadas, perras y Battlestar Galactica —murmuré.
Tengo el mal hábito de murmurar malas palabras cuando me siento
agravada; honestamente, creo que podría tener un ligero caso de Síndrome
de Tourette. Para suavizar la cadena de lenguaje sucio y hacerme sentir
menos como un monstruo, trato de lanzar una referencia de cultura pop al
final. Por lo general funciona, pero hoy no.
Cerré mis ojos brevemente, tomé una lenta y tranquilizante
respiración por la nariz y traté de forzar el pico de adrenalina en sumisión.
La gente se movía a mí alrededor, cruzando la puerta y estrechando su
mano, presentándose a sí mismos. Me puse de pie lentamente, mi
mandíbula apretada con tanta fuerza que pensé que podría romperme un 63
diente, y me di la vuelta.
Pero no podía atreverme a levantar mis ojos hacia él. Así que esperé,
usando mi cabello como una cortina, sumergiendo la barbilla en mi pecho,
y pretendiendo leer los papeles que traje y que sabía de memoria. Esperé
hasta que todos fueron presentados y habían recuperado sus lugares
alrededor de la sala de conferencia. Esperé y escuché como Joan invitaba
al Sr. Fitzpatrick a tomar asiento junto al mío.
Esperé hasta que él arrastró las palabras.
—Seguimos teniendo este problema de comunicación, Joan. Tenía la
impresión de que todo el equipo estaría aquí.
Levanté la barbilla justo cuando los ojos de Joan parpadearon hacia
mí, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Comenzó—: Creo, Sr.
Fitzpatrick…
Pero la interrumpí con—: Creo que todos están aquí.
Ronan me miró e hizo un completo ridículo, una caricaturesca
doble-toma completa con ojos muy abiertos, boquiabierto, cejas levantadas
y tres parpadeos. Su confusión no duró mucho tiempo, tal vez dos
segundos completos, antes de que sus ojos viajarande arriba abajo,
apreciando rápidamente mi cuerpo como si pudiera ser una aparición y
pudiera desaparecer por arte de magia. Cuando sus ojos se encontraron
con los míos de nuevo, lucían contentos y medio abiertos. Una sonrisa
perezosa reclamó sus labios e hizo cosas terribles a mi estado de ánimo.
Su mirada me quemó; mi cuerpo se encendió en un instante hasta
que estuve sudando entre mis muslos, debajo de mis brazos, en mi
estómago, y por mi espalda. Ardía.
Oficialmente era una lunática.
Presionando mis labios y apartando mis ojos. Hice señas hacia su
silla, al lado de la mía, y me aclaré la garganta.
—Por favor, Sr. Fitzpatrick, ¿no se sentará?
—Sí —dijo un poco demasiado apresurado, con un toque de
demasiado entusiasmo.
Básicamente caí en mi asiento, mis rodillas ya no cooperando, pero
cubrí la descompostura un poco torpe acercándome más a la mesa y
enderezando la pila de papeles delante de mí innecesariamente. Hice todo
lo posible por ignorar la forma en que mi blusa se pegaba a mi abdomen,
sin importar el hecho de que Ronan —quiero decir, el Sr. Fitzpatrick—
siguiera mirándome descaradamente. Podía verlo en mi visión periférica.
Como una contramedida, liberé la cortina de cabello de donde la
había metido detrás de mi oreja, bloqueando esencialmente mi rostro de la
64
vista. Tenía que sentarme a lo largo de esta reunión, y tal vez un centenar
más como ésta, vestida en estas malditas ropas, así que merecía una
estrategia de supervivencia. Escondiéndome detrás de mi cabello tendría
que ser.
—Sí, bueno… vamos a empezar. —Joan se sentó al otro lado del Sr.
Fitzpatrick, su voz cortando a través de la charla—. Ian, ¿puedes llevarnos
a través de los avances hasta la cita?
Todavía sentía los ojos del Sr. Fitzpatrick en mí, pero
afortunadamente Joan decidió empezar con la actualización de Ian en vez
de con mi parte. Apenas escuché a Ian. En realidad no importaba; leí su
memorándum, así que sabía que el equipo investigaba actrices, modelos,
clases sociales y atletas en su búsqueda de las mujeres adecuadas para
actuar como sus citas “falsas”.
Parte de mí se alegró. Palidecería en comparación con esas mujeres,
y la atención de Ronan seguramente se enfocaría en otro lugar.
Otra parte de mí no podía pensar en Ronan asistiendo a un evento
de alfombra roja, con una supermodelo de su brazo, sin querer apuñalar
algo. Creo que me sentía obsesionada con él después de hablar con sus
compañeros de equipo.
Después de Ian, Rachel fue la siguiente. Cubrió los medios tangibles
de comunicación, tanto impresos como televisivos, y llevó al equipo a lo
largo de la revistas programadas extendidas en Sports Illustrated, Men’s
Health, GQ y Playboy.
—Voy a decir “no, gracias” a la idea de Playboy —se burló Ronan y
luego prosiguió con humor—, por lo menos hasta después de que me haya
hecho las tetas.
Traté de no sonreír. Rachel gorjeó una risa, e Ian entrecerró los ojos.
—Sr. Fitzpatrick, nuestro objetivo es hacer que la mayor cantidad de
personas sepan de usted como sea posible, y Playboy tiene una audiencia
muy grande.
Ronan se cruzó de brazos y lo miró con frialdad.
—Pensé que se suponía que estábamos mejorando mi imagen, ya
sabes, limpiándola.
—Sí, por supuesto. Pero tampoco estamos buscando convertirlo en
un monaguillo.
—Espero que no. Todos los monaguillos que conocía ahora son
adictos a la heroína. 65
—Annie… —Joan hizo una pausa, esperó a que me encontrara con
su mirada, y luego dijo—: Ayúdanos aquí.
Asentí y le deslicé a Ronan uno de mis paquetes, retirando mis
dedos antes de que él pudiera hacer contacto. Si me tocaba, mi mente se
pondría en blanco, y estaría aún más haciendo un espectáculo. Puse mis
manos sobre mi regazo; empezaban a temblar.
Esta era la parte de la presentación que Joan o Rachel por lo general
hacían. Yo preparaba los materiales, y alguien del equipo daría la perorata.
Pero no esta vez. No, no, no… no esta vez.
Me aclaré la garganta y miré rápidamente alrededor de la mesa.
Todos los ojos se hallaban puestos en mí. Mi corazón latía más rápido,
tamborileando incómodamente en mi pecho. Todos los reunidos ya habían
leído la propuesta y firmado en los detalles de la declaración de la misión,
el boceto de la imagen ideal y la campaña de medios de comunicación.
Todos sabían que este era mi trabajo. Sin embargo, no hacía más fácil
hablar frente a un público.
—Yo, uh… —Solté un tembloroso suspiro, queriendo que mi mente
se concentrara y cooperara, pero no sirvió de nada. Podía sentir el
creciente pánico, ahogándome como aguas abrumadoras. Tragué saliva, el
papel delante de mí volviéndose borroso.
De repente, la voz de Joan cortó mi espiral cuesta abajo, firme y
constante.
—Bueno, miren el tiempo. Lo siento, Sr. Fitzpatrick, pero el equipo
tiene otra reunión. Parece que vamos a tener que dejarlos a usted y a la
Sra. Catrel solos para discutir los detalles del boceto de la imagen ideal.
¿Espero que no le importe?
—No… —respondió él casi distraídamente por un momento, su voz
sonando preocupada, y luego respondió en tono normal—. No, no en
absoluto. Entiendo completamente. Estoy seguro de que la Sra. Catrel y yo
podemos tomarlo a partir de aquí.
Volví a mí misma mientras los sonidos de las sillas siendo
desocupadas y de las personas dejando la habitación proporcionaban un
telón de fondo a mis ejercicios de respiración. Mi ropa se pegaba a mí.
Estaba segura de que mi labio superior y mi frente comenzaron a sudar.
Me sentía caliente, pegajosa e incómoda, pero al menos, no tendría que dar
mi presentación delante de todo el equipo.
No. Sólo de Ronan Fitzpatrick.
—Mierda, mierda, mierda, mierda, Pedro Picapiedra —murmuré.
Los últimos sonidos de mis compañeros de equipo saliendo fueron 66
enfatizados por el clic de la puerta cerrándose a mis espaldas, aún no
levanté la mirada de la mesa hasta que varios segundos adicionales
hubieron pasado. Me permití un breve vistazo de Ronan y me sorprendió
encontrarlo leyendo el paquete que puse delante de él.
Sin levantar la mirada, preguntó—: ¿Qué significa “boceto de imagen
ideal”?
Una oleada de gratitud se apoderó de mí, y con eso mi corazón
tartamudeando se ralentizó. No sabía si Ronan se centraba en mi trabajo
en un esfuerzo por liberar la tensión ocasionada por mi casi ataque de
pánico o si se interesaba realmente en el contenido del plan. Supuse que lo
primero. A pesar de eso, dejé escapar un suspiro silencioso y me enderecé
en mi silla.
Antes de que pudiera responder, él continuó—: ¿Quién hizo esto?
—Yo.
Sus ojos se dispararon hacia los míos, un pequeño ceño fruncido
acrecentándose en su frente, y entonces regresó nuevamente hacia el
paquete.
—No pensé que estuvieras tan involucrada hasta ahora.
—He estado involucrada con la propuesta, Sr. Fitzpatrick, incluso si
no estuve presente en la reunión inicial. Los detalles preliminares fueron
discutidos con usted el lunes y el martes, y lo que Rachel e Ian revisaron
hoy incluye las estrategias básicas de sentido común. Ahora, el trabajo que
yo hago está mucho más enfocado a los detalles, en la conformación del
mensaje y la creación de su imagen ideal.
—¿Mi imagen ideal? —Su voz carecía de entonación. Todavía no me
miraba.
Levanté la barbilla, lanzando mi cabello sobre mi hombro,
enfrentándolo.
—Sí. La versión de usted que queremos que el público vea.
—¿Qué hay de malo con mi actual imagen? —Los ojos marrones de
Ronan se encontraron con los míos, y contenían un desafío; me enfrentó,
empujando su silla hacia atrás un poco, poniendo nuestras rodillas a unos
centímetros de distancia. Su boca se curvó en una ligera mueca como si lo
hubiera ofendido.
Me tragué mis nervios, apretando en puños mis manos en mi regazo.
Esta era otra área donde fallaba completamente: el uno-a-uno, la
comunicación con tacto con los clientes. No sabía cómo decirles a los
clientes la verdad, que el público no quería ver al verdadero Ronan
Fitzpatrick, que necesitábamos hacer de él una diferente versión de sí 67
mismo con el fin de maximizar el aprovechamiento de sus talentos y
hacerlo avanzar en su carrera, sin molestar a los clientes.
—Por favor, entienda que no estoy sugiriendo que le diga cómo vivir
su vida, su verdadera vida. No estoy en absoluto capacitada para darle
algún consejo sobre vivir la vida, y no estoy de ninguna manera juzgándolo
en absoluto. —Respiré tranquilamente y añadí en voz baja—: De hecho, soy
la última persona en la tierra que alguna vez debería darle a cualquier
persona algún consejo sobre la vida real.
—¿Qué fue eso?
—Nada, lo siento. —Miré la propuesta y luego volví a su mirada
penetrante—. De lo que estoy hablando aquí es de su imagen pública. Soy
una experta en la percepción, en cómo usar los medios de comunicación
para logar ganancias en la opinión pública. No hay nada malo con su
imagen actual, es sólo…
—Entonces, ¿te gusta mi imagen?
—Por supuesto que sí, quiero decir…
—Específicamente, ¿qué te gusta de mi imagen? —Ahora la comisura
de su boca tiraba ligeramente hacia arriba, y sus ojos danzaban, oscuras
piscinas de diversión.
Apreté mis labios, tratando de ahogar mi sonrisa en contestación,
sabiendo que caminaría directo a eso.
—Bueno, me gusta que sus compañeros de equipo lo llamen Madre
Fitzpatrick.
Fui gratificada al ver sus cejas alzarse ligeramente ante el uso de su
apodo, su boca abierta con partes iguales de sonrisa y sorpresa.
—Veo que has estado haciendo tu investigación.
—Por supuesto. Si espero darle forma a su imagen, necesito
entender las materias primas con las cuales se espera que trabaje.
—Las materias primas… —Sus ojos danzaban positivamente, y su
sonrisa crecía, como si supiera algo acerca de mí o sospechara algo y le
gustaba—. ¿Con quién hablaste?
—Bueno, para empezar, con Jenna McCarthy, su nutricionista
—Umm… —No parecía contento o disgustado, obviamente
estudiando su reacción—. ¿Quién más?
—Su principal profesor en la universidad, su entrenador, su
entrenador físico, y dos de sus compañeros de equipo.
Se puso rígido ante la última mención, y sus ojos se entrecerraron.
68
—¿Qué compañeros de equipo?
—El Sr. Flynn y el Sr. Leech.
—Ah, ellos son buenos tipos. —Asintió y añadió como una
ocurrencia tardía—. Son buenos tipos, pero a veces toman decisiones de
mierda.
Pensé que eso era terriblemente generoso de su parte, teniendo en
cuenta que su prometida la jodió con su flánker, como dijo Jenna.
Ronan parecía estar pedido en sus pensamientos, así que tomé la
oportunidad para estudiarlo. Sentí que mi expresión se suavizaba mientras
mi mirada viajaba sobre su frente, su nariz, sus mejillas y sus labios.
Tenía unas cuantas cicatrices que no noté antes: una en la esquina y
debajo de su ojo derecho, cerca de cinco centímetros de largo con un
zigzag cerca de la mitad, como si hubiera sido el resultado de un corte
irregular. Tenía otra, mucho más pequeña y apenas visible, también
ligeramente debajo de su labio inferior.
Era tan guapo, pero más que eso, existía un aura de sensualidad
salvaje en él, algo poderoso y magnético. Llevaba su sexualidad
abiertamente. Era tan contundente y honesto sobre sus deseos, sobre
quién era. Y si sus amigos y sus compañeros de trabajo eran dignos de
confianza, también era intensamente adorable, determinado, e inteligente
con un corazón bueno, leal y generoso.
Sí… estoy un poco obsesionada.
—¿Por qué no viniste directamente a la fuente?
Su pregunta me sorprendió, y parpadeé hacia él, tratando de darle
sentido al revoltijo que acaba de decir. Cuando me di cuenta de que no
podía recordar su pregunta, dije—: Lo siento, ¿qué fue eso?
Me dio una pequeña sonrisa, sus ojos diciéndome que se sentía
encantado. Inclinándose hacia mí, Ronan metió los dedos detrás de mis
rodillas y tiró de mí hacia delante, entre sus piernas. Luego puso sus
manos sobre mis muslos, apoyándolas sobre el material de mi falda, y
mordió su labio, mirándome como si quisiera saber todos mis secretos, o
por lo menos tomarlos prestados.
No protesté. Al principio me encontraba demasiado sorprendida.
Luego me sentía completamente hipnotizada por la forma en que se mordía
el labio.
—Annie… —dijo.
—¿Sí? 69
Hizo una pausa hasta que mi mirada se levantó de su boca, y se
encontró con sus ojos.
—¿Por qué no viniste directamente a la fuente? —La pregunta fue un
bajo murmullo masculino, casi un susurro, sus pulgares se movían hacia
delante y hacia atrás sobre la seda de mi falda, enviando encantadores
pinchazos de conciencia y placer a mi pelvis.
—¿La fuente?
—Sí. Si querías saber sobre mí, ¿por qué simplemente no
preguntaste? Te diré todo lo que quieras saber…
—Uh… —Me lamí los labios, y sus ojos parpadearon hacia mi boca.
Deseé entonces saber lo que pensaba.
Luego me maldije por desearlo porque él dijo—: Me pregunto cómo
sabes…
Calorías: 3.500
Entrenamiento: 3 horas en total.
Crema de avena: No puede ser redimida por frutos secos, canela, o grandes cantidades de
miel.

Traducido por Mae, BlackRose10 & SOS por July Styles Tate

Ronan
70
S
us muslos se sentían bien en mis manos, demasiado bien, en
realidad, bien formados y suaves y todo lo que amaba de una
mujer.
Al ver a Annie con la ropa que llevaba puesta hoy, en realidad no la
reconocí por un segundo. El contraste entre lo que llevó las dos últimas
veces que la vi y ahora era sorprendente. Como que quería que llevara la
ropa vieja porque verla así probaba mi fuerza de voluntad. Era toda curvas
deliciosas. Era un milagro que pudiera controlar las manos a lo largo de la
reunión.
Fue un alivio cuando los demás nos dejaron hablar solos. Sabía que
mi atención ponía a Annie nerviosa, pero al menos ahora podía soltar unas
palabras. Antes, cuando sus compañeros se hallaban en la habitación, me
di cuenta de que tenía dificultades para encontrar su voz. Su impotencia
en ese momento me hizo querer rescatarla. Ser su héroe.
Y ahora agarraba sus muslos, pasando mis pulgares hacia atrás y
adelante sobre la tela de su falda, y deseando que fuera su piel. En un
instante, fui de salvador a depredador.
—¿Lo repites? —preguntó en voz baja, y repetí mi declaración
anterior.
—Dije: Annie querida, me pregunto a qué sabes.
Nuestras bocas se encontraban a sólo pulgadas de distancia, y sentí
el movimiento del aire cuando inhaló suavemente como si estuviera
preparándose. Nos miramos el uno al otro durante un largo momento,
atrapados en el silencio interrumpido sólo por el sonido de nuestra
respiración. Sonreí cuando su cuerpo se movió hacia delante por la
fracción más pequeña como si fuera arrastrada hacia mí en contra de su
mejor juicio.
Podía besarla ahora.
Cambió en su asiento, tragó saliva y finalmente habló. —¿No es algo
íntimo para decirle a una extraña? —Su tono la traicionó. Sabía cómo leer
el lenguaje corporal, y el de ella me decía que le interesaba. Había más que
despertado su curiosidad.
—Ah, no somos extraños, Annie —susurré contra sus labios—.
Nosotros ya hemos compartido un acogedor viaje en ascensor, he limpiado
tu blusa, y me has enviado una muy extraña imagen de un reloj con signo
de interrogación. Estamos prácticamente saliendo.
—Yo no salgo, señor Fitzpatrick.
—¿No? —murmuré.
Mis pulgares todavía acariciaban sus muslos; y si ella me sentía 71
como la sentía a ella, sabía que tenía que estar un poco húmeda en este
momento. El pensamiento casi me hizo gemir, y no me pude contener por
más tiempo.
Decisión tomada.
Agarrándola con fuerza, llevé mi boca a la suya y la besé con avidez.
Cuando nuestros labios se encontraron, oí un sonido pequeño. Su cuerpo
se puso rígido, y no respondía. Sin embargo, pensé que podría haberse
desmayado, porque cuando mi lengua se deslizó más allá de la costura de
sus labios, los abrió de buena gana y tembló en mi contra.
Mis dedos se clavaron en sus muslos, y la atraje hacia mí. Ardía,
sentía como si estuviera fundiéndome en ella. Nunca antes un simple beso
me excitó tanto. Sabía a chocolate y menta. Annie se sacudió, y luego sentí
su lengua moverse de forma experimental contra la mía. Ante su voluntad,
un gemido emanó de lo profundo de mi pecho. Cuando llevé mis manos a
su cuello y masajeé su garganta, gimió. Ya me encontraba duro como una
roca. Sus manos empuñaban mi camisa, casi como si no supiera si quería
alejarme o acercarme.
Entonces el ruido más lindo del mundo salió de ella cuando su
estómago rugió en voz muy alta. Inmediatamente, se apartó, sus mejillas
se sonrojaron. Apenas podía mirarme a los ojos.
—Señor Fitzpatrick, yo...
La corté. —Es Ronan, Annie. Llámame Ronan.
Me miró entonces, y nos miramos durante un largo momento.
Quería besarla de nuevo. Mi corazón latía. Todavía podía saborearla.
—No puedo llamarlo Ronan.... —dijo esto, y no sabía si me hablaba a
mí o a sí misma; sus dedos distraídamente se trasladaron a sus labios,
tocándolos suavemente.
—Sí puedes.
—Sería muy familiar. —Una vez más, sonaba como si estuviera
hablando para sí misma.
—Me gusta lo familiar. —Me acerqué más.
—Sería un error. —Sus ojos lucían desenfocados.
—Suena divertido.
—No puedo correr el riesgo...
Sin duda se hablaba a sí misma, y las palabras tuvieron un efecto
aleccionador. Me calmé y me incliné un poco hacia atrás, mirando su
rostro, recordando su declaración anterior. 72
—Annie, ¿por qué no tienes citas?
Tenía curiosidad. No me involucraba en relaciones, no después de
Brona; así que me preguntaba si, como yo, Annie tenía alguna razón
profunda para no tener citas.
—¿Eh? —Parpadeó, aturdida. Apartó sus dedos de su boca como si
acabara de darse cuenta de lo que hacía y negó con la cabeza.
Sonreí porque el beso parecía haberla atontado. —Dijiste antes que
no tenías citas. ¿Por qué?
—Simplemente no lo hago. —Sus ojos se apartaron y luego se
levantaron de nuevo a los míos como si tratara de ser valiente. Pensé que
la forma de hablar con frases cortas era más por su ansiedad social en
lugar de no tener más que decir. Era como si las palabras estuvieran allí,
pero se quedaran atascadas en su garganta.
—Una mujer hermosa como tú debería tener citas. Es una lástima
desperdiciar toda esa piel bonita —Me incliné hacia delante, sus dulces
labios eran demasiado tentadores; pero sus ojos brillaron, y se apartó.
Retiró su silla y se alejó de mí. —No veo cómo no tener citas sea
desperdiciar... piel. —Annie frunció el ceño y tiró de su manga, sentándose
más derecha ahora y, obviamente, tratando de recuperar un aire de
profesionalidad. Era demasiado tarde para eso.
Sólo levanté una ceja en respuesta, ante cómo se había apartado,
porque sabía que se hacia la tonta ahora. La miré fijamente, tratando de
averiguar cómo pasamos de besarnos a esto. No me sentía dispuesto a
hablar de negocios de nuevo, todavía no, tal vez no con ella. No cuando
habíamos estado envueltos alrededor del otro y no sabía por qué nos
detuvimos.
Un segundo después, su estómago rugió de nuevo, y sus mejillas se
volvieron más rojas.
Vi mi oportunidad, y la tomé. —Estás hambrienta. Vamos a buscar
algo de comer. —Me puse de pie, extendiendo mi mano hacia ella.
Me miró y luego se centró en mis dedos. Miraba mi mano como si
pudiera morderla. —Te dije que no tengo citas.
—Alguien piensa muy bien de sí misma —bromeé, queriendo aliviar
la tensión—. No te estoy pidiendo una cita. Esto es trabajo. Todavía
tenemos que terminar aquí, y estás claramente demasiado hambrienta
para continuar. —Obviamente, parafraseaba, dado que acababa de tocarla,
diciéndole que me preguntaba cómo sabía, y besándola hasta quedarnos
sin aliento. Pero quería que se sintiera lo suficientemente cómoda para
pasar tiempo conmigo para que yo pudiera, bueno, para que pudiera
entrar en sus pantalones. Y, sorprendentemente, a pesar de mí mismo,
73
como que quería llegar a conocerla mejor, también, pero me negaba a
analizar por qué.
Tímidamente, envolvió sus brazos alrededor de su cintura, todavía
aturdida. —Puedo tomar algo aquí. Tengo algunas barras de Snickers en
mi oficina.
La miré fijamente, frunciendo el ceño. Ella murmuró algo en voz baja
sobre idiotas y Pepe Le Pew.
—No voy a dejarte comer barras de Snickers para almorzar.
Necesitas comida de verdad. Te llevaré al restaurante de mi compañero.
¿Conoces Tom Southern´s Kitchen?
Sus ojos se abrieron de una manera extraña y se levantaron a los
míos, y hubo un momento de silencio. —Sí, lo conozco. Me gusta mucho la
comida allí —admitió, casi a regañadientes.
—Bueno, entonces, ¿cómo puedes negarte? —pregunté, aun
extendiendo mi mano hacia ella. La miró de nuevo, con la boca haciendo
una línea firme, y luego se volvió y recogió sus cosas, poniéndose de pie
sin mi ayuda. Vaciló en la puerta, mirándome por encima del hombro. Me
apresuré a acercarme y abrí la puerta para ella, y pareció sorprendida por
el gesto.
Me dio una mirada de debajo de sus largas pestañas y luego siguió
caminando. La seguí, apreciando mi vista de su trasero cuando dejamos
las oficinas.
—¿Conduce usted, Sr. Fitzpatrick? —preguntó Annie cuando
entramos en el ascensor. Por desgracia, no estábamos solos; otros tres
tipos de profesionales subieron al ascensor con nosotros.
Me di cuenta de que Annie seguía insistiendo en abordarme
formalmente, pero no iba a dejar que me afectara. A decir verdad, el que
me llamara Sr. Fitzpatrick era un poco excitante. Podía imaginarla debajo
de mí, rindiéndose, rogando al Señor Fitzpatrick por más. Sólo estar
alrededor de esta mujer me tenía todo excitado, haciendo trabajar a la
parte sucia de mi cerebro.
—Porque si lo hiciera, puedo coger un taxi y encontrarlo en el
restaurante —continuó cuando se abrieron las puertas del vestíbulo, todo
el mundo salió.
Apoyé una mano en su espalda y la sentí estremecerse ante el
contacto, su espalda se enderezó. Pero luego se relajó y me dejó guiarla a
través del vestíbulo.
—No, no conduzco hoy. Aunque me encantaría llevarte a dar una 74
vuelta en algún momento. Será una experiencia real para ti. —Puse una
mano en su codo justo cuando pasamos por las puertas y me pregunté si
entendió la insinuación. Se detuvo cuando llegamos a la calle, y vi su
garganta moverse. Cuando me miró, su mirada se calentó mientras se
movía de mis ojos a mi mano en su brazo, y sus mejillas y cuello eran una
sombra deliciosa de rosa.
Supuse que mi oferta de darle un paseo ponía pensamientos
agradables en su cabeza.
—Mientras tanto —dije con indiferencia forzada, tratando de formar
una sonrisa—, vamos a tomar un taxi juntos. De esa manera, podemos
compartir el costo. —Guiñé un ojo, sin tener intención de dejarla pagar.
Me miró en silencio, pero parecía aprobar el dividir los gastos. Tomé
nota de ello. A pesar de su aparente timidez, Annie era del tipo ferozmente
independiente. Pensé que podría ser un motivo de orgullo para ella nunca
dejar que un hombre (o cualquier persona) la mangoneara.
Cristo, sabía cómo elegirlas.
Le hizo señas a un taxi con la suficiente rapidez y no protestó
cuando deslicé mi mano en la de ella para ayudarla a entrar. Me senté a
su lado, extendiendo mis piernas y ocupando tanto espacio como era
posible. Tuvo el ceño fruncido todo el rato, y le di la dirección al conductor.
Recuperando el control, abrió una de las carpetas que llevaba y empezó a
ojear algunas páginas.
—Nos llevará un par de minutos llegar al restaurante. Debemos usar
el tiempo para hablar de algunas cosas antes de llegar allí.
Me incliné más cerca, mi brazo rozó el suyo. —Soy todo oídos.
Tragando, pasó un dedo por las viñetas en la página. —Creo que
deberíamos empezar creándole una cuenta de Twitter. Es bastante sencillo
y le dará una idea de unión con la gente en línea, atrapar a su audiencia.
Podemos conectar el Twitter a Instagram y Tumblr.
—No, gracias. No soy un chico de “Twatter”.
Sus labios se movieron como si estuviera tratando de no sonreír,
pero luego los aplastó en una línea dura. —Es Twitter. Por favor, no
descuente cada idea antes de que haya tenido la oportunidad de
explicársela, Sr. Fitzpatrick. Sólo trato de hacer la vida más fácil para los
dos.
La forma exasperada en la que hablaba me hizo sentir mal, por lo
que respondí—: Está bien. Adelante. Dime todo acerca de este Twatter.
—No es…. 75
—Ya sé—interrumpí, sonriendo cálidamente—. Sólo te estoy
tomando el pelo, cariño.
Sacudió la cabeza y sus ojos se establecieron sobre sus papeles,
aunque tuve la sensación de que los usaba como una manta de seguridad
en lugar de necesitarlos realmente. Después de todo, estuve
intencionalmente tratando de entrar en su espacio personal tanto como
pudiera desde que nos conocimos.
—En pocas palabras, Twitter implica el envío de pequeñas pepitas de
información sobre lo que pasa en tu vida por el mundo en forma de tweets.
Cada tweet no puede tener más de ciento cuarenta caracteres. Sugiero
revisar los perfiles de algunos otros deportistas famosos para ver cómo
funciona. Es más fácil aprender a cogerle el tiro a medida que avanzas en
lugar de que yo te dé una lección porque sólo te voy a aburrir.
—Oh, Annie, nunca podrías aburrirme.
Nuestros ojos se encontraron, y se quedó en silencio, entonces, sus
labios se abrieron como si quisieran decir algo, pero no pudieron. Un par
de minutos más tarde, el taxi se detuvo.
—Eso va a ser doce con noventa—dijo el conductor, y rápidamente
saqué un billete de veinte, diciéndole que se quedara con el cambio,
mientras que Annie rebuscaba en su pequeña bolsa de bolsillo. Puse mi
mano sobre la de ella para detenerla, y su cuerpo quedó inmóvil.
—Cubro esto. La próxima te toca a ti.
Me miró, frunció el ceño, asintió con la cabeza, y luego se dirigió
hacia fuera del vehículo. La fiebre del mediodía se hallaba en su apogeo
cuando entramos dentro del restaurante de Tom. No era un lugar lujoso,
pero siempre se encontraba ocupado; y dado que sólo había estado abierto
por dos años, le iba bastante bien. Tom y yo habíamos ido juntos a la
escuela, e incluso en ese entonces estuvo obsesionado con convertirse en
un chef y abrir su propio restaurante. Creo que ninguno de nosotros
alguna vez esperó que terminara dirigiendo una de las cocinas más
populares de Nueva York, pero por otra parte, tampoco esperábamos que
me convertiría en el chico malo del rugby.
Y sí, tiemblo cada vez que tengo que decir eso.
Colocando mi mano en la base de la columna vertebral de Annie—
esta vez sin inmutarse—la guío al interior mientras una camarera nos lleva
a una mesa y nos da dos menús. Annie se sentó al otro lado de mí y ni
siquiera abrió su menú para echar un vistazo.
—¿Ya no tienes hambre?—pregunté, levantando una ceja.
Sacó su teléfono y pasó el dedo por la pantalla, su atención en sus
mensajes, o lo que fuera que revisaba. —Sí. Sólo ya se lo que quiero. He 76
estado aquí antes un par de veces.
Sonreí. —Ah, sabía que existía una razón por la que me gustabas.
Su nuevo rubor era minúsculo, pero sin duda estaba allí. Oí a Tom
acercarse antes de verlo. —Bueno, pero mira quién es, el Sr. Músculos.
Espero que no creas que vas a recibir esa mierda de brócoli al vapor de
nuevo. Me niego a cocinar alimentos sin sabor.
Me puse de pie y palmeé a mi amigo de cabello castaño rojizo en el
hombro. —Vas a hacer lo que pida.
Él sólo resopló en respuesta antes de que su atención cayera en
Annie. —¿Y quién es esta linda joven?
—Annie, Tom; Tom, Annie— dije, haciendo las presentaciones.
Annie sonrió ampliamente, su atención ya no estando en su teléfono.
De hecho, parecía muy contenta de estar conocido a Tom. —Es un placer
conocerte, Tom. Como aquí todo el tiempo. Eres un chef increíble.
No me jodas. ¿Se comportaba toda fan con él?
Él le guiñó un ojo, le tomó la mano y se la llevó a la boca para un
beso, el oportunista. —El placer es todo mío. —Luego se volvió hacia mí y
negó con la cabeza—. Mírate, vestido como para ir al mercado. ¿No podrías
haber hecho un esfuerzo para la hermosa Annie aquí?
Bajé la mirada a mis jeans y la camiseta que llevaba puesta.
—Oh, no estamos en una cita. Estoy…
—Ella me está enseñando cómo Twatterar—interrumpí.
—Suena sucio. —Tom se rió entre dientes—. Bueno, será mejor que
regrese a la cocina. El mundo no puede esperar más mi genialidad
culinaria.
Se fue, y Annie seguía sonriendo a su forma en retirada.
—Pequeña coqueta —declaré, apoyado los codos en la mesa y
sonriendo—. Así que, ¿es eso lo que se necesita para poner en evidencia tu
lado coqueto, un chef?
Su expresión se serenó rápidamente. —Sólo era amable con tu
amigo.
—Ajá.
La camarera volvió a tomar nuestros pedidos, y Annie pidió el
jambalaya 11 . Hice una petición especial para el puré de papas sin
mantequilla y crema, dos pechugas de pollo al vapor y una ensalada de
espinaca cruda. A Tom siempre le gustó burlarse de mis planes de
comidas ordenadas compulsivamente; pero si quería alcanzar mis metas 77
físicas, entonces no podía permitirme el lujo de aflojar. Sí, a veces la
comida era aburrida como el infierno, pero mi nutricionista adaptaba mi
dieta para adaptarse a mi estilo de vida perfectamente.
Annie se enfocaba en su teléfono de nuevo, así que me incliné sobre
la mesa y le toqué la muñeca. —Oye, no sé tú, pero en mi libro, es de mala
educación ignorar a alguien cuando tienen una comida juntos.
Sus ojos se encontraban en mi mano en lugar de mi cara cuando
respondió—: Nuestra comida no ha llegado todavía.
—Ese no es el punto, Annie. Baja la tonta tecnología por medio
segundo, y habla conmigo. Eso es por lo que estamos aquí para hacer,
¿verdad?
Dejó su teléfono sobre la mesa, y retiró la mano. —Pido disculpas,
Sr. Fitzpatrick. Le enviaba un correo electrónico a mi asistente, Gerta, creo
que ustedes se han conocido a través del teléfono y correos electrónicos,
acerca de tu cuenta de Twitter. Ella te va a enviar la información de acceso
junto a un tutorial sobre cómo utilizar el sitio.
—Apuesto a que va a ser una cosa fascinante.

Plato típico de la cultura cajún (Nueva Orleans) a base de arroz, pollón, jamón crudo y
11

mucha pimienta.
Ignoró mi comentario sarcástico y continuó al detalle los entresijos
de las redes sociales. El tema me aburre, pero afortunadamente me sentía
fascinado por la forma en que su boca se movía cuando hablaba y la suave
y melódica calidad de su voz. Además, definitivamente no era una
dificultad el mirarla.
Consiguió unos buenos diez minutos de hablar cuando nuestra
comida llegó, y entonces se quedó en silencio mientras comía. Me encontré
recostado observándola. Al igual que cuando se manchó con el pastel de
crema esa primera vez, se hallaba tan completamente centrada en su
comida, y era jodidamente sexy. No tenía ni idea de por qué me resultaba
atractivo, pero ahí lo tenía.
Antes de conocer a Annie, nunca me di cuenta mucho acerca de los
hábitos alimenticios femeninos, probablemente porque mi ex, Brona,
comía una dieta a base de café negro y ensaladas verdes.
Sí, es correcto; ella toma su café negro para que coincida con su
corazón, reflexioné con amargura.
—Así que, ¿qué pasa con el cambio de vestuario?—pregunté—.
Déjame adivinar, ¿esas dos primeras veces que te vi eran días de
lavandería?
78
Reprimió una sonrisa, y yo estaba contento de que divertirla.
—Mi jefe, Joan, está tratando de que me vista más apropiadamente
en la oficina. Al parecer, mi falta de estilo no es buena cuando se trata
de... clientes. —Parecía un poco angustiada por esto lo que me hizo pensar
que no se sentía muy contenta con la idea.
Me irritaba porque Annie era claramente una mujer hermosa, y yo
pensaba que Joan podría estar tratando de sacar provecho de su atractivo
resaltando su sensualidad. A pesar de que la quería que en mi cama, el
pensamiento de otros clientes masculinos siendo más susceptibles a
trabajar con la empresa debido a Annie me hizo apretar los puños bajo la
mesa. Mi actitud protectora enojada fue un poco inesperada, pero por otra
parte, siempre había odiado cuando se aprovechaban de las personas que
eran demasiado tímidas para defenderse.
—No dejes que Joan te intimide. Sólo debes usar lo que te hace
sentir cómoda siempre.
Mis palabras parecieron sorprenderla. —Está bien. Joan es sólo,
bueno, Joan.
Me incliné hacia delante, tomé su mano en la mía, y me dejó. —
Puedo hablar con ella si quieres, decirle que retroceda. El hecho de que
sea una mujer no significa que no puede ser acusada de sexismo en el
lugar de trabajo. Dudo que alguna vez le haya dicho a Ian que dejara de
usar esos pantalones marrones sin forma en el trabajo sólo porque no son
elegantes.
—Eso no es necesario, Ronan. Puedo manejar Joan.
Traté de no mostrar mi sorpresa cuando utilizó mi nombre de pila.
Sacó su mano de la mía y sostuvo la barbilla alta. No la presioné más,
sintiendo que no quería hablar de eso nunca más. Aun así, iba a decirle
algo a Joan, con o sin el consentimiento de Annie. Hacer a la muchacha
usar cosas que no quería era jodido.
Terminé mi comida, y la próxima vez que miré, encontré a Annie
mirándome. Fue inesperado, porque por lo general ella buscaba la manera
de evitar el contacto visual. Una lenta sonrisa se extendió por mi rostro.
—Echando una buena miradita, ¿verdad?—dije y pasé una mano por
mi pecho—. Esto es lo que te estás perdiendo, Annie. Apuesto a que deseas
haber dicho sí a la cena ahora. —Puse énfasis adicional en la palabra para
expresar que por “la cena”, no me refiero a la cena.
—¿Cómo conseguiste tus cicatrices?—espetó, cambiando por
completo el tema, y sonó como si no hubiera tenido intención de hacer la
pregunta.
Levanté una ceja y señalé a la de abajo de mi ojo. —Esta me la hice 79
al caerme de un caballo cuando era un adolescente, lo creas o no. La
familia que vivía al lado mío tendría caballos de vez en cuando, y como la
mierdita estúpida que era, pensé que tendría una oportunidad. Podría
haberme roto el cuello.
—Ouch. —Hizo una mueca y luego continuó—: Eso debe haber sido
un lugar muy elegante, para tener caballos.
Inmediatamente, me eché a reír.
Frunció el ceño. —¿Qué es tan gracioso?
—No hay nada lujoso acerca de donde crecí. De donde vengo, los
caballos en el campo son de lujo; mientras que los caballos en una
urbanización están allí porque algún cabrón los compró ilegalmente de
algún otro cabrón, y pensaron que sería divertido ir al galope por un
tiempo.
—Oh. —Su ceño fruncido—. No encontré nada de eso en mi
investigación. Por lo que pude reunir, vienes de una...—Vaciló como si
estuviera escogiendo sus palabras—. Tu familia era privilegiada.
Ahora era mi turno para fruncir el ceño. —Realmente necesitas
empezar a venir a la fuente por tu información, Annie. Esa es la única
forma en que vamos a obtener una imagen clara.
Se inclinó hacia delante y juntó las manos. —Está bien, entonces,
voy a ir a la fuente ahora. Dime cómo creciste.
—En primer lugar, mi familia no era privilegiada. Mi madre se partió
el culo para enviarme a la escuela.
—Pero la familia de tu padre, ¿no son el tipo acomodado?
Me di cuenta de que ella estaba pescando, en busca de algo en
particular. No tenía ganas de hablar de la familia de mi padre, porque eran
todos unos putos bastardos, la gran cantidad de ellos. Y cuando hablaba
sobre ellos, sobre la forma en que dejarona mi madre y mi hermana y a mí
morir de hambre, yo normalmente perdía mi mierda.
Me rasqué la parte de atrás de mi cuello, un gesto nervioso, y sacudí
la cabeza. —No hablo de los Fitzpatrick´s—dije, sabiendo que mi voz era
fría y acerada.
Sus cejas se levantaron una muesca, y su mirada buscó la mía.
Pude ver su curiosidad, su interés, pero me sentí aliviado cuando dejó caer
el tema. —Entonces, si no te importa, me cuentas más acerca de tu
infancia.
Y así lo hice. Nos sentamos allí durante la próxima media hora, y le
conté sobre mis extraños contrastes, de asistir a una escuela para niños 80
adinerados y luego volver a casa en un estado del concejo de mierda cada
noche. Cómo solía desear que Ma no me presionara para emular la
educación de mi padre, porque caminar por la finca llevando ese uniforme
cada noche significó que rápidamente tuve que aprender a pelear. Annie
quedó atrapada por mi historia, pendiente de cada palabra.
—Los niños de la localidad me acusaban de pensar que era mejor
que ellos, y luego en la escuela la mayoría de los estudiantes pensaban
que eran mejores que yo. Fue una broma. —Negué con la cabeza ante el
recuerdo.
—Siento que hayas tenido que pasar por eso. —Su expresión se
volvió suave, preocupada.
—Nah. La lucha es una buena práctica dentro y fuera del campo. En
un partido, no se puede dudar en ponerse rudo.
—Suena violento.
—Tal vez —concedí, tratando de ver mi infancia y el deporte del
rugby desde su punto de vista—. Pero es real, ¿sabes? Cuando luchas con
los puños, es real; no es juegos mentales y manipulación. No me importa
tanto la violencia. Es la falta de sinceridad, la falta de honestidad con la
que tengo un problema.
Asintió fervientemente. —Sí. Sí, precisamente. Confiar en la gente es
imposible porque nunca se sabe, nunca se puede saber, cuáles son sus
intenciones realmente. A veces ni siquiera saben.
—Eso no es lo que dije, Annie. Confiar en la gente, no es imposible.
Confío en mi madre y mi hermana, en mi familia. A veces ni siquiera sé de
dónde recibía Ma el dinero para pagar los gastos de matrícula, pero se las
arregló de alguna manera. Supongo que ahora que le puedo dar una
buena vida, toda la lucha valió la pena.
Cuando terminé de hablar, se sentó y cruzó las manos sobre el
regazo. —Tienes suerte de tener una madre como apoyo. Estoy segura de
que está muy orgullosa —dijo y luego estuvo en silencio por un largo
tiempo, como si se perdiera en sus pensamientos.
Tratando de aligerar el estado de ánimo, añadí—: Bueno, al final,
tuve mucho que ver con mi propio éxito. Pero no todo fue obra de Ma.
Cuidado, hieres mi delicado ego masculino.
Sus ojos se posaron en los míos, y se rió en voz baja. Era un sonido
magnífico.
»Mira, puedo hacerte reír. No soy tan aborrecible, ¿lo soy? —
murmuré. 81
—No —susurró—. No eres aborrecible en absoluto.
—¿Incluso con todas mis cicatrices horribles?
Sus ojos parpadearon sobre mis facciones como acariciando cada
una de las líneas ásperas, y cuando habló, sonaba distraída. —Me gustan
tus cicatrices. Tu cara sería demasiado perfecta sin ellas.
—¿Perfecta? ¿Te refieres a tu cara? —Me encantó lo mucho que me
hablaba.
Su nariz se arrugó de forma automática, una respuesta
completamente natural y genuina a mi elogio, como una refrescante de
modestia completamente natural y honesta. Dios, era tan diferente de las
mujeres que por lo general conseguía. Era aire fresco. Era perfecta.
Ella es lo que necesitas... La idea surgió de la nada, y fue
aleccionador. Esta no era una chica que sería capaz de joder y olvidar.
—No hay nada perfecto sobre mi cara.
Me aclaré la garganta, tratando de forzar las burlas de nuevo en mi
tono. —Tus labios son perfectos.
—No.
—Sí.
—No. —Los puso entre sus dientes.
—Olvidas que he besado esos labios, por lo que ahora soy un
experto.
Le sorprendió. La expresión de su rostro delataba que recordaba
nuestro beso. Parecía repentinamente avergonzada de nuevo. Disfrutaba
de hablar con ella y su compañía más de lo que me gustó estar con nadie
durante mucho tiempo. No quería que se fuera, sin embargo, rápidamente
cambié de tema.
—Pero es suficiente sobre tu cara hermosa. Siento que te he dado
una visión confusa de mi infancia. Crecer no era todo acerca de peleas.
Tenía algunos muy buenos momentos, como la Navidad, cuando tenía
quince años. Fue un año apretado para nosotros porque Ma perdió uno de
sus puestos de trabajo en un café en la ciudad. Siempre puso el pago de
mis estudios primero, así que terminamos comiendo frijoles en tostadas la
mayoría de las noches. Me sentí mal porque mi hermana, Lucy, iba con los
justo para que yo pudiera ir a una escuela de lujo. Un par de meses antes,
empecé a trabajar de repartidor de periódico, y había ahorrado casi todo el
dinero que ganaba. Luego, el día antes de Nochebuena, fui de compras.
Compré a Ma una botella de su perfume favorito, y a Lucy un set de
fabricación de joyas que estuvo esperando todo el año. Luego fui al 82
supermercado y gasté hasta el último centavo que tenía en la comida más
elegante que pude encontrar.
Annie se encontraba absorbida de nuevo en mi historia, sus ojos
grandes e interesados. —¿Qué obtuviste?
—Toda clase de cosas. Lo juro por Dios, me sentí como el jodido
Willy Wonka cuando llegué a casa, cargado con bolsas llenas de golosinas.
Y la mirada en el rostro de Lucy cuando vio todo el chocolate, nunca la
olvidaré. Aunque, el problema era, cuando estás acostumbrado a tan poco,
tu estómago no sabe realmente cómo tratar con indulgencia. Ambos
terminamos tendidos en el suelo del salón con dolores de estómago, y ni
siquiera habíamos comido mucho. —Me reí.
Annie asentía como si estuviera de acuerdo, una sonrisa en su
rostro. —¡Eso es muy cierto! Recuerdo esto una vez que una familia me
llevó a cenar en este restaurante muy elegante y me dijo que podía pedir lo
que quisiera en el menú. Planeé comer hasta la última migaja de los
cuatro platos, pero en el momento en que conseguí llegar a mitad del
segundo, me sentía demasiado llena para nada más. Me fui a casa toda
decepcionada de mí misma.
La miré con curiosidad. —¿Una familia? ¿Quieres decir, tu familia?
Le tomó un momento para responder, y no haría contacto visual
cuando lo hizo. —Oh, uh... era sólo una, uh, la familia de un amigo. —Por
alguna razón, tenía un tiempo difícil para creer esa respuesta, y no podía
precisar qué. Se volvió hacia el lado y sacó una tarjeta de crédito de su
bolsillo, evitando mi mirada.
En primer lugar, había definitivamente algo raro en su explicación;
Tendría que presionarla sobre esta cuestión más adelante. Y en segundo
lugar, tenía su mierda en cubos si pensaba que la dejaría pagar.
—La comida es por la casa. Tom me permite comer aquí de forma
gratuita —mentí.
Sus cejas se dispararon. —¿En serio?
—Ajá.
—Guau, estoy realmente celosa. —Guardó su tarjeta, y luego parecía
que nuestro pequeño corazón a corazón había terminado porque era toda
negocios de nuevo—. Bien, bueno, tengo que volver a la oficina ahora. Por
favor, consulta tu correo electrónico cuando llegues a casa, y Gerta se
pondrá en contacto con más información en los próximos días.
Se puso de pie, y yo también, bloqueando su camino para salir del
restaurante. —¿Por qué Gerta? —pregunté, en voz baja—. ¿Por qué no tú?
—Yo soy... es sólo que no suelo trabajar directamente con los
clientes, Sr. Fitzp…
83
Puse mi dedo en sus labios antes de que pudiera terminar la frase, y
se quedó completamente inmóvil. —¿Qué necesito para conseguir que me
llames Ronan todo el tiempo, eh?
Respiró hondo y luego dio un paso atrás así no la tocaba. Se inclinó
hacia delante cuando me retiré, pero luego se contuvo.
—No puedo llamarle Ronan todo el tiempo. Sería poco profesional.
—Pero quieres. Te gustaría mucho llamarme Ronan todo el tiempo.
Sus grandes ojos se posaron en mis labios y luego bajó a mi cuello.
—Tenemos una relación de negocios. Lo que quiero es irrelevante.
—No para mí. Me gustaría darte todo lo que quieras.
La mirada de Annie saltó a la mía, y soltó su siguiente pregunta
como si realmente no tuviera intención de hacerla. —¿Por qué?
—Eres es muy real, Annie. Me gusta que seas sin pretensiones. Me
gusta que seas inteligente y sexy como el infierno sin mucho alboroto. Me
gusta lo que eres.
—Nos sabes eso. Podría ser terriblemente molesta. No me conoces.
Sentí mi boca curvarse hacia un lado. —Entonces dime.
Parecía que había un conflicto en sus ojos, y sabía que luchaba por
seguir siendo reservada. Podría haber matado para saber lo que pensaba.
Por fin, apartó la mirada. —Como ya he dicho, Sr. Fitzpatrick, Gerta
se pondrá en contacto. —Su voz era baja y suave, y tembló un poco. Con
eso, rápidamente se hizo a un lado junto a mí y salió disparada del
restaurante.
Me quedé allí, indeciso, considerando si debía o no ir tras ella. Sin
embargo, no quiero ser insistente, así que me dejé caer hacia abajo en mi
asiento. Decidí que debía esperar a que ella hiciera el siguiente
movimiento. La besé. Sabía que la deseaba ahora, por lo que la pelota
estaba bien y verdaderamente en su cancha. El problema de este plan era
que Annie era demasiado asustadiza, podría estar esperando un centenar
de años para que ella hiciera un movimiento.
Lo que tenía que hacer era encontrar una manera de atraerla sin
empujar. Sacando mi teléfono, me encontré con un nuevo correo
electrónico de mi hermana, Lucy, contándome acerca de su día. Hubo otro
de Gerta con toda la información de Twitter, pero pensé que podría esperar
hasta mañana.
Cuando llegué a casa, trabajé durante un tiempo y luego cené. Me
hallaba solo, y mis dedos picaban con el impulso de llamar a Annie. Sin
84
embargo, habría sido inútil, porque Gerta siempre era la que respondía, y
Annie siempre se encontraba cómodamente ocupada. Esa noche mi
teléfono pitó alertándome de un correo, y casi ni siquiera me molesté en
comprobar. Sin embargo, al ser tan aburrido y solitario como yo, me
encontré revisándolo con el tiempo.
Lo que sorprendió la mierda fuera de mí. The Socialmedialite decidió
responder a mi último mensaje, y no era nada parecido a lo que esperaba.

13 de marzo
Ronan,
¿Puedo llamarte Ronan? Ronan, necesitas una intervención. Lo siento por
adelantado que este correo electrónico sea tan largo.
Voy a ser franca: necesita relajarse, Ronan. Relájese. Es serio exageradamente. De un
paso atrás, y realmente, realmente piense en lo que realmente está pasando aquí. Desde que te
gustan las listas numeradas, voy a utilizar ese formato.
1.) Ser exhibido en mi blog, sobre todo como te he exhibido en mi blog, no es una mala
cosa. Es algo bueno. Podrías haber utilizado esto para enviarme un correo electrónico para
resaltar una caridad cercana y estimada por su corazón; en cambio, me enviaste un correo
electrónico de odio. : - \
2.) Debe saber mejor antes de enviarun correo electrónico aleatorio, los bloggers son
anónimos. Podría ser un varón, un ex empleado postal de sesenta y siete años en el Bronx con
una inclinación por los gatos pelirrojos. Podría tener un hueso vengativo. ¿Y si hubiera
tomado su correo electrónico y lo publicaba en línea? Eso lo habría hecho parecer
completamente loco y añadirlo a sus problemas.
3.) No voy a enviar su correo electrónico en línea porque no soy una adepta, y parece
(a pesar de su mal genio) una persona agradable, aunque quizás un poco demasiado honesto
y sincero acerca de sus sentimientos. A veces es mejor mantener sus sentimientos para sí
mismo. No tiene que compartir lo que siente cada vez que está sintiendo. Mantenga sus
emociones prudentes, le mantendrá lejos de salir dañado por la crueldad de la mayoría de la
gente.
4.) Necesita relajarse sobre toda esta mierda de los medios. Haz lo que dice la canción
y Déjalo. Ir. Sólo déjalo ir. Concéntrese en lo positivo, e IGNORE LO NEGATIVO. Lo
siento por gritarle, pero, como he dicho, de la investigación que he hecho de ti, pareces una 85
buena persona.
En resumen, hágamelo saber si quiere que destaque cualquier obra de caridad, en
particular, nunca envíe correos electrónicos a personas que no conoce personalmente,
comparta sus pensamientos y sentimientos sólo con aquellos de su confianza, y deje de lado lo
negativo, céntrese en la positivo.
Espero sinceramente que tome mi consejo.
Todo lo mejor, The Socialmedialite.

La primera vez que lo leí, me sentía enojado. La segunda vez, mi ira


poco a poco comenzó a desinflarse porque, a pesar de que iba a venir a
través de un poco alto y poderoso, también me di cuenta de que trataba de
ser amable, y no sabía cómo manejar eso. Me dio consejos. Buenos
consejos. En circunstancias normales, habría dejado nuestra
correspondencia donde estaba. Pero ya era tarde, y me hallaba solo por la
compañía.
Me sentía nostálgico, pero al mismo tiempo, no podía volver todavía.
Existían demasiados malos recuerdos allí, demasiados sentimientos
dolorosos. Y Brona se encontraba allí. No quiero estar en el mismo país
que ella, no todavía. Era triste, pero creo que hubiera contestado al mismo
diablo en ese momento, me hallaba tan desesperado por alguien con quien
hablar. Quería que fuera Annie, pero me conformaría con esta blogger en
línea.

13 de marzo
Estimada Socialmedialite,
Gracias por su consejo. Usted no se merece soportar el peso de mi ira. Se trata
simplemente de un caso de mal tiempo. Cuando vi su artículo, había estado conteniendo la
lengua durante semanas, permitiéndole a la gente escribir mentiras acerca de mí y nunca
luchar.
Supongo que no eres tan mala como lo hice ver, ¿verdad?
Lo creas o no, estoy tratando de dejarlo ir. De hecho, estoy en lo que llamarían la
formación de medios en este momento. Así que esto es progreso, ¿no? Es aburrido como la
mierda, pero al menos estoy tratando.
Saludos,
86
Ronan Fitzpatrick.
P.D. ¿Eres realmente un ex empleado postal de sesenta y siete años de edad del Bronx?
Porque esa visión está matando totalmente mi emoción. Te estoy imaginando como un tipo
de dominatrix bibliotecaria sexy. No me importa si no lo eres. Imaginarte de esa manera es
lo que me hace feliz, así que vas a tener que vivir con ello.
P.P.D. Cualquier caridad para los niños desfavorecidos funciona para mí.

Sabía que mi respuesta era demasiado amable y personal, coqueta


incluso. ¿De qué iba? Me sentía temerario y pulsé "enviar" antes de
repensarlo; luego me arrepentí. Fui de ida y vuelta en esto hasta que vi un
nuevo mensaje viene en mi bandeja de entrada.

Ronan,
Siéntase libre de visualizar lo que quiera. Eso no cambia el hecho de que tengo una
barba desaliñada, vientre de cerveza, y un tatuaje gigante de una sirena en topless en mi
brazo.
SML.
Me reí y de inmediato tecleé la respuesta.

SML,
Sólo por curiosidad, ¿de qué tamaño es la sirena?
Ronan.

Fui e hice mi batido de noche de proteína. Cuando regresé a mí


portátil veinte minutos más tarde, vi su respuesta.

Ve a la cama, Ronan.

Y así lo hice.
87
La farsa: Cuando el fotógrafo pretende estar tomando una foto de una cosa (tal vez un
grupo de personas o una atracción turística) pero está tomando una foto de algo o de alguien
más.
Ideal para: Monumentos nacionales, lugares de interés/importancia.
No utilizar: Si no hay nada interesante cerca.

Traducido por BlackRose10 & Fiorella

88

E
l primer regalo llegó en la tarde del catorce de marzo.
Cuando el conserje del edificio me llamó, yo seguía en
pijama.
—Señorita Catrel, es Tony de la planta baja. Siento llamar
pero tiene una entrega especial, y el chico aquí no me deja firmar por ella.
—Oh.... ¿Estás seguro de que es para mí?
—Síp. Dice “Annie Catrel” en el frente.
—Um... hmm. —Fruncí el ceño, sin saber qué hacer. No conozco a
nadie, no realmente. No tenía amigos en la vida real. Aunque tenía algunos
amigos y colegas en línea con los que era amigable como The
Socialmedialite, ninguno de ellos sabía quién era realmente o cómo
ponerse en contacto conmigo, y mucho menos dónde vivía.
—¿Quiere que lo acompañe a su apartamento? ¿O quiere venir aquí?
—Creo que voy a bajar.
—Bueno. Lamento molestarla.
—No hay problema, Tony. Adiós.
Me quedé mirando el teléfono durante unos segundos después de
hacer clic cortando y luego corrí a vestirme con pantalones vaqueros,
sandalias y una camiseta, tirando de mi cabello en una cola de caballo.
En la planta baja encontré a Tony mirando descontento a un
mensajero que sostenía una caja de tamaño mediano. Noté al hombre —un
adolescente en realidad, por su aspecto— llevaba una camiseta con un
logotipo que decía Té y Simpatía sobre el pecho izquierdo.
—¿Annie Catrel?— preguntó.
—Sí. —Miré al hombre joven, entonces a Tony.
—Aquí, esto es para ti. —El mensajero me tendió la caja y la puso en
mis manos renuentes.
—¿Tengo que firmar algo?
—No. Sólo tenía que asegurarme de dártelo directamente. —Me dio
una sonrisa de niño que me dijo que había disfrutado erizando las plumas
de Tony y luego giró sobre sus talones y se marchó antes de que pudiera
cuestionar aún más.
Le di a Tony una mirada compasiva luego escapé de regreso a mi
apartamento. Una vez a salvo en el interior, consideré el paquete
brevemente antes de abrirlo. Dentro encontré una caja de té con tapa de
89
cristal llena de delicadas bolsitas llenas a mano y marcadas con el nombre
de cada mezcla. La caja era de teca o alguna otra rica madera preciosa.
Los tés variaban de Earl Grey a una mezcla especial llamada Té y simpatía.
Me maravillé de las encantadoras pequeñas bolsas, oliendo cada
una. Pronto me di cuenta de que sonreía de asombro. Busqué en la caja
por alguna nota que dijera quién lo envió y luego volví mi atención de
nuevo al paquete en el que venía. En la parte inferior de la caja de cartón
había una carta. Decía:

Estimada señorita Catrel,


Espero que esto te ponga caliente.
Saludos cordiales,
Ronan Fitzpatrick.

Mi boca se abrió ante la fresca, aunque de manera muy sucinta,


nota. No pude evitarlo. Me reí.
Él era... era tan... ¡era un ligón tan descarado! Y sin embargo, el té
era un regalo tan pensado. El hecho de que era tan perfecto para mí, algo
que me hubiera gustado, pero nunca habría comprado para mí, me dio un
zumbido contundente de deleite.
A pesar de mí misma y mis instintos cuidadosamente afinados para
nunca querer ni esperar nada de nadie, fui rápidamente a la cocina y puse
la caldera para el té.
También quería decir gracias, pero acercarme a Ronan como Annie
Catrel sólo podía conducir a problemas. Por lo tanto, mientras esperaba a
que la olla hirviera, le disparé un correo electrónico rápido de The
Socialmedialite.

14 de marzo
02:14p.m.
Estimado Ronan,
Veo que ahora estás en Twitter. Te estoy siguiendo; asegúrate de seguirme devuelta
para que podamos interactuar.
Además, encontré un artículo sobre la participación en línea. Se titula “Campañas en
Redes Sociales para principiantes.” El enlace se encuentra en el documento adjunto. Espero
90
que esto ayude.
The Socialmedialite.

No fue un gracias, de hecho, pero era algo pequeño que podía hacer
para ayudarlo. En el esquema kármico de las cosas, tendría que ser
suficiente. Golpeé “enviar” al tiempo que oí el silbato del hervidor de agua.
El té no me puso caliente. Pero sí me calentó, y me hizo sonreír.

15 de marzo
12:32a.m.
SML,
Gracias por el artículo. Fue esclarecedor, pero esto todavía se siente como una
pérdida monumental de tiempo. Estoy sentado en mi culo delante de un ordenador, mirando
a twatter, en lugar de realmente hacer algo.
—R.

15 de marzo
12:45a.m.
Ronan,
Es Twitter, no “twatter.”
Twatter suena como una herramienta de algún tipo muy especializada en vibrar. ;-)
—SML.

15 de marzo
12:52a.m. 91
Twitter, twatter, putter, hijo de puta, no me importa cómo se llama.
Podría estar interactuando con personas reales en lugar de esta interacción fingida.
¿Cómo haces esto todo el tiempo? Me volvería totalmente loco.
—Ronan.

15 de marzo
07:18 a.m.
Estimado Ronan,
Sinceramente lo disfruto. Me encanta interactuar con la gente en línea. Me siento
como si fuera un refugio seguro donde la gente es libre de ser lo que realmente son.
—SML.

15 de marzo
08:15 a.m.
Explica por favor.
¿Por qué no puedes ser quien eres en realidad en una tienda de donuts o en el parque?
¿Por qué tienes que estar en línea? Soy yo mismo donde quiera que vaya. No se limita a un
mundo de simulación creado por nerds pervertidos masturbándose en los sótanos de sus
padres. Sabías que el Internet fue inventado por traficantes de porno, ¿no?
Esta mierda no tiene sentido.

El segundo regalo llegó a media tarde el quince de marzo. Esta vez,


Tony no llamó. Sólo se presentó en mi puerta con el regalo en el remolque.
Más bien, debería decir regalos a cuestas.
—Hay muchos más abajo. —Tony me miró confundido luego
inspeccionó el interior de mi apartamento—. No creo que vayan a caber.
Miré entre él y los cinco hombres detrás de él, todos con los brazos
llenos de flores. Margaritas, rosas, lirios, girasoles, cada tipo de tallo
92
comerciable se hallaba presente. Me quedé boquiabierta con la escena y
giré mi expresión de asombro de nuevo a Tony.
—¿Qué… quién… dónde…
—Hay una nota. —Torpemente sacó una tarjeta del bolsillo de su
pantalón, dejando caer un magnífico arreglo de peonías y hortensias.
Cogí las flores que cayeron y luego tomé la nota, la rasgué para
abrirla y escaneé su contenido. Por supuesto, era de parte de Ronan.
Decía:

Querida Annie,
Las rosas son rojas.
Las violetas son azules.
Estoy usando mi mano,
pero estoy pensando en ti.
—Ronan.
P.D. Sólo para aclarar, estoy usando mi mano para escribir
esta nota... saca tu mente fuera de la cuneta.
Me atraganté y luego ahogué una risa de sorpresa. Entonces me
atraganté de nuevo mientras el pasillo lleno de flores volvió a entrar en
foco.
Ronan Fitzpatrick estaba completamente loco.
—¿Qué quieres que hagamos? —Tony se movió inquieto, sus cejas
negras tirando juntas en una pantalla normal de ansiedad.
—Um... —Luché, mirando de izquierda a derecha mientras buscaba
en mi mente. No fue algo bueno. Dondequiera que miraba, veía flores.
Apreté los ojos cerrados para poder pensar.
—Sólo… sólo dame un minuto...
Tony tenía razón. Sólo las brazadas de flores en la sala no encajarían
en mi pequeño y acogedor apartamento. Además, sería un desperdicio,
una selva de flores para mí misma.
Realmente, necesitaban ser compartidas...
—¡Espera! Tengo una idea. —Abrí los ojos y agarré el antebrazo de
Tony—. ¿Crees que hay alguna manera de que pudiéramos enviar esto al
Memorial Sloan-Kettering? ¿Distribuirlo a los pacientes? 93
Asintió pensativo, lentamente al principio, pero luego con más
convicción. —Sí, sí. Puedo hacer que eso suceda.
—Quiero saber cuánto cuesta. Estaré encantado de reembolsarte.
Me dio una sonrisa de alivio. —Gracias, Srta Catrel. Se lo haré
saber. —Luego se volvió hacia sus compatriotas—. Muy bien, chicos, de
vuelta por las escaleras. Estamos enviando estos a Sloan-Kettering.
Vamos.
Los vi marchar hacia el ascensor. No fue hasta que las puertas se
cerraron detrás de ellos que me di cuenta de que todavía agarraba las
peonias y hortensias a mi pecho.

15 de marzo
10:55p.m
Estimado Ronan,
¡LOL! @ "Traficantes de Porno".
Eres muy gracioso.
En cierto modo, tu último correo electrónico es correcto, pero de otra manera más
precisa, te equivocas.
El entorno en línea es único, y eso es una cosa muy buena.
En lugar de ser juzgados por lo que parecen o su capacidad de hablar en frente de una
multitud, las personas son juzgadas por el mérito de sus ideas y palabras.
—SML.

16 de marzo
12:02p.m.
Estimada Srta. Holgazana Descuidada12, 94
Las personas deben ser juzgadas por lo que parecen, no al 100%, pero deben tenerse en
cuenta. Si trabajas duro contigo mismo, cuidas de ti mismo, entonces eres un reflejo de la
persona dentro.
Las personas son más que sus cerebros. Nos guste o no, en el supuesto caso de que una
persona tenga el control sobre su apariencia personal, el cuerpo es muy importante.
Si ignoras tu cuerpo, estás ignorando una parte esencial de ti mismo.
—Ronan.

12En inglés original dice Slovenly Miss. Lazybones, cuyas iniciales coinciden con las siglas
SML.
El tercer regalo llegó por la tarde el dieciséis de marzo.
Regresaba de mi paseo por Central Park cuando Tony me llamó
antes de que pudiera llegar al ascensor.
—¡Srta. Catrel! Espere… espere un momento. —Corrió más. Nunca
lo vi trotar antes.
—Oh, hola. Gracias de nuevo por su ayuda con las flores de ayer.
—No hay problema en absoluto, Srta Catrel. —Me hace una pequeña
reverencia cortés y luego miró por encima de mi hombro. Seguí el camino
de sus ojos y encontré una muy bella dama en un muy buen conjunto
caminando hacia nosotros—. Así que, esta señora aquí —Tony bajó la voz
y lanzó un pulgar sobre su hombro—, es de Cartier, y ella…
—¿Srta. Catrel? —preguntó la mujer con una amplia sonrisa—. ¿Es
usted la señorita Annie Catrel?
Asentí con la cabeza, retrocediendo un poco. Ella era tan bonita,
elegante incluso. Su maquillaje era impecable de una manera que nunca
había dominado, incluso cuando incursioné con la sombra de ojos y lápiz
labial en el pasado. También era muy alta, con el cabello muy negro, y ojos
muy azules, y muy blancos dientes rectos.
—Esto es para ti. —Metió la mano en un maletín y sacó una caja de
95
terciopelo rojo, empujándola hacia mí hasta que mis manos se levantaron
automáticamente a agarrarla.
—¿Para mí? ¿Qué es?
Me dio una sonrisa muy agradable. —Elogios del Sr. Fitzpatrick.
Luego se volvió y se fue, taconeando y haciendo eco en el suelo de
piedra.
Miré de Tony a la caja. Se encogió de hombros y suspiró. —Así que...
este tipo, este Sr. Fitzpatrick, ¿le va a seguir enviando regalos? Quiero
decir, no es que sea de mi incumbencia. Pero si lo es, tal vez debería crear
algún tipo de sistema para la administración si no estás en el edificio.
Negué con la cabeza. —Lo siento, Tony. Sinceramente, no sé lo que
pasa.
—¿En serio? —Sonaba un tanto escéptico y divertido—. Srta. Catrel,
déjeme explicarlo para usted: Creo que estás siendo cortejada.
Mis cejas saltaron, causando a Tony a reír. Luego se volvió y me
dejó, también.
Agarré la caja más apretada y me dirigí al ascensor, sintiendo una
sensación de zumbido de inquietud. En mis manos llevaba una caja de
terciopelo de Cartier, entregada en mano, cortesía de Ronan Fitzpatrick.
De vuelta en mi pequeña sala de estar, coloqué la caja sobre la mesa
de café y me fui a mi habitación a cambio. Decidí que, fuera lo que fuera,
tenía que devolverlo. Una parte de mí no quería ni abrirlo. ¿Cuál era el uso
de abrirlo cuando no podía mantenerlo?
Pero la curiosidad finalmente superó la mejor parte del valor. Me
senté en el sofá, tomé una respiración profunda, y luego abrí la caja.
Había una nota. La recogí. Debajo de la nota era un collar de oro con
un delicado colgante de oro y de diamantes. Fue impresionante. El
colgante se componía de una serie de nudos intrincados; les reconocí como
celta, pero no tenía ni idea de lo que significaban. Un diamante más
grande se estableció con muy buen gusto en el centro del nudo; así varias
piedras más pequeñas se establecieron en relieve resaltado a lo largo de la
frontera exterior.
Fue realmente muy magnífico. Refinado, discreto, sutil, y sin
embargo, debe haber sido exageradamente caro. Rápidamente cerré la
caja, dejándola de nuevo sobre la mesa, y luego volví mi atención a la nota.
Decía:

96
Querida Annie,
Vi esto hoy, y me acordé de ti. Ni siquiera pienses en tratar de
devolvérmelo; no lo tomaré. Vas a tener que donarlo a la caridad si
no lo quieres. Se administra libremente y viene sin ningún
compromiso. Sin embargo, si decides modelar para mí mientras
estés desnuda, no voy a quejarme.
—Ronan.

16 de marzo
7:30p.m.
Estimado Ronan,
Cedo a tu punto de ser el físico una parte importante de uno mismo; es importante
para estar sano, estoy de acuerdo. Pero no entiendo el pasar horas arreglándose o gastar
cientos de dólares en ropa que pasa de moda después de dos meses. Los extremos, en
cualquierdirección, haciendo caso omiso de la física o dándole demasiada importancia, creo
que son contraproducentes y peligrosos para el bienestar general.
Sin embargo, debes admitir, en persona las interacciones son fugaces. Pero la
interacción en línea se conserva (básicamente) para siempre. Nada es efímero, ya que puede
ser revisado en cualquier momento que deseen.
¡Dale una oportunidad!
—Srta. Holgazana Descuidada.

16 de marzo
11:15p.m.
Estimada Srta. Secretamente Corazón Solitario13,
Si desea conservar las interacciones en persona, todo lo que necesita hacer es
grabarlas...
He hecho esto en el pasado, cada vez con resultados estelares. 97
A mí me suena como, tanto como yo necesito lecciones de medios de comunicación
social, tú necesitas lecciones sobre cómo vivir verdaderamente. ¿Cuándo fue la última vez
que experimentaste algún tipo de interacción en persona que te dejó sin aliento o excitada?
Nada en línea puede acercarse a experimentar el contacto de otra persona, un beso, una
caricia, o la anticipación de estas cosas.
Nada en este mundo de fantasía se le acerca.
Te enviaré un enlace a un artículo sobre el tema, pero eso sería realmente socavar mi
punto. Tienes que experimentarlo realmente. Toma tu propio consejo y dale una oportunidad.
—Ronan.

13En inglés original dice Secretly Miss. Lonelyheart, otra vez para coincidir con las siglas
SML.
17 de marzo
1:14a.m.
Estimado Ronan,
No estoy ignorando tu último mensaje, pero te escribo ahora, porque quería ser quien
te lo dijera antes de que te enteraras por otra persona. Este artículo (adjunto) no se ha
publicado aún, pero lo hará en el periódico de mañana, y poco después en todos los sitios de
chismes. Como lo lees, verás que tu ex novia te está acusando de violencia doméstica y años
de abuso emocional. Tengo un amigo en el periódico que me envía cosas de celebridades antes
de que sean impresos.
¡Por favor, no reacciones! Probablemente deberías hacer algunos mensajes benignos
98
en Twitter hoy, tal vez acerca de tu aburrida dieta (toma fotografías) o el restaurante de tu
amigo Tom. También voy a ser feliz de responder acerca de algo relacionado con tu caridad.
Sólo... no reacciones a ello. Ella suena completamente loca. Si reaccionas, estarás
directo en sus manos.
Sinceramente, Srta. Secretamente Corazón Solitario.

Traducido por Mae & BlackRose10

M
i debate interno duró desde el momento en que fui a la
cama a la una y media de la mañana hasta que me desperté
de un sueño irregular poco después de las siete de la
mañana.
Entonces duró dos minutos más. Podría quedarme en casa, trabajar
y hacer caso omiso de mi preocupación por Ronan y su rencorosa ex novia,
esperar ser contactada por la oficina una vez que la historia estuviera
impresa; o podía ir a trabajar, dar la noticia a Joan, y llamarlo para una
reunión de control de daños.
En última instancia, cedi en la necesidad de buscar a Ronan. Me
justifiqué recordando que no era más que un cliente. Fuimos agrupados, y
Joan quería que estuviera más presente en la oficina. Además, podría
utilizarlo como una oportunidad para devolver el collar.
Cuando llegué a la oficina el lunes por la mañana, las calles ya se
encontraban llenas de gente para el desfile del Día de San Patricio de
Nueva York. No estaba programada para estar en la oficina hasta el
miércoles y podría haber revisado tanto mi cuenta de trabajo y mi cuenta
de correo electrónico de The Socialmedialite obsesivamente en el camino,
esperando un correo electrónico de nosotros. También iba a registrar su
cuenta de Twitter, esperando que no tuviera intención de tomar represalias
públicamente.
Tan pronto como llegué, fui a la oficina de Joan. Su asistente me dijo
que había llegado hace una hora, pero se encontraba actualmente en una
reunión. Le pedí que me llamara tan pronto tuviera un momento libre y 99
luego me retiré a mi oficina.
Tuve la oportunidad de trabajar un poco. Centrarme en los inicios de
un plan de acción para contrarrestar la propaganda de Brona O'Shea era
una buena manera de canalizar mi energía inquieta, pero continúe
revisando mis correos electrónicos.
A las nueve de la mañana en punto, mi celular sonó. Lo cogí y vi que
el número que aparecía era la línea de teléfono de la sala de conferencias
principal.
Me puse de pie mientras contestaba. —Uh, ¿hola?
—Annie, ¿estás en línea ya? —La voz de Joan llegó con un ligero eco;
sabía que se encontraba en altavoz en la sala de conferencias.
—Sí, estoy en línea.
—Bien. Escucha, el Times lanzará una historia hoy de Ronan
Fitzpatrick, y está... bueno, voy a dejar que lo lea. Estará por todo el lugar
por la tarde. El punto es que tenemos que hacer un plan. Te necesito en la
oficina hoy.
—Oh, bien…
Me cortó. —Debes saber que estoy sentada aquí con Rachel, Becky,
Gerta, e Ian. El señor Fitzpatrick está en camino. ¿En cuánto tiempo
puedes llegar aquí?
Me aclaré la garganta, una onda de excitación me recorrió ante la
noticia de que Ronan ya se hallaba en camino. Pasaría tiempo con él hoy.
Me hubiera gustado que fuera bajo diferentes circunstancias, pero no
podía negar que tenía ganas de verlo. Mi mano alisó la longitud de mi
vestido negro hasta la rodilla. Al igual que las otras prendas que Joan
compró, me encajaba como si estuviera hecha para mi cuerpo y era
completamente apropiado para la oficina. Lo emparejé con una chaqueta
de punto rosa recortada y zapatos de tacón de terciopelo negro.
—Vi el artículo esta mañana temprano. He creado un plan de acción
básico y puedo enviarlo al equipo. Básicamente, mi opinión sobre la
situación es que tenemos que emparejarlo tan pronto como sea posible.
Necesitamos una cita apropiada y constante para él, y tenemos que
intensificar las apariciones públicas, tanto con la cita como sin ella.
—Estoy de acuerdo. —Esto vino de Ian—. Esos fueron exactamente
mis pensamientos. Tenemos que emparejarlo con alguien que los medios
amarán, alguien con credibilidad y lo contrario de Brona O'Shea, y darles
un montón de románticas fotos. Un nuevo amor enterrará esta historia. 100
Vamos a tener que desechar el plan anterior para múltiples socios, al
menos por ahora.
Me tragué una amargura repentina en mi garganta y traté de
concentrarme en el plan, el bien del cliente. —Ronan está interesado en
obras de caridad para los niños desfavorecidos. Conozco a la directora del
programa Estrellas de Deportes, y sé que le encantaría tener a Ronan en
los eventos. —Esto era sobre todo cierto. The Socialmedialite conocía a la
directora del programa de Estrellas de Deportes. De cualquier manera, la
caridad se centraba en juntar a celebridades deportivas con jóvenes en
situación de riesgo, y The Socialmedialite orquestó varias presentaciones
en el pasado. El director del programa me debía un favor. El grupo era
genial para fotos y prensa positiva.
—Necesitamos una lista final de candidatos para el final del día, Ian.
—La voz de Joan era ruda, y casi podía ver su expresión de dolor—. Y no
actrices o modelos o ricas niñas mimadas. No queremos ningún drama.
Mujer de deportes o un tipo de profesional que busca promoción
profesional. Necesitamos a alguien serio, por lo que esta Brona se vea
frívola en comparación. Quizás consulte con la oficina del fiscal de distrito,
a ver si tienen alguna estrella con un ojo en la política. Pero tiene que ser
magnífica porque a nadie le importa si no es preciosa.
—Así que una hermosa mujer inteligente, profesional que no le
importa fingir salir con un jugador irlandés de rugby desagradable y
malhablado cuya ex novia lo acusó de violencia doméstica... ¿lo entiendo
bien? —El sarcasmo de Ian era tan pesado que me pregunté por qué no
estábamos todos aplastados por el peso de la misma.
—Sólo hazlo, Ian. Necesitamos a alguien ahora. —Entonces Joan
volvió su atención hacia mí, y su voz se suavizó—. Oye, Annie. Realmente
te necesito en la oficina cuando llegue el Sr. Fitzpatrick. Si puedes
tranquilizarlo y asegurarle que tenemos un plan, creo que vamos a
recorrer un largo camino para calmar a la gente de la Liga Internacional de
Rugby. La historia salió ayer por la noche en Irlanda. Estuvo en todos los
periódicos de la tarde, y decir que están teniendo una crisis es un
eufemismo.
—Sí. —Asentí, caminando en mi oficina—. Sí, puedo hacer eso.
Hablaré con él cuando llegue.
—Gracias, Annie. Envía tu plan de acción al equipo, e Ian llenará los
espacios en blanco para las candidatas —dijo Joan y luego colgó la
llamada.
Aparté el teléfono de mi oído y me desplacé a través de mi cuenta de
correo electrónico de The Socialmedialite de nuevo, buscando un mensaje
de Ronan. Aún nada.
101
Mi estómago gruñó en ese momento, y me di cuenta con cierta
fascinación que me salté el desayuno. Esto era muy inusual. Amaba la
comida del desayuno. Amaba especialmente los gofres. Nunca me
desesperaba y distraía por el drama de un cliente; pero entonces, nunca
besé a un cliente antes, y nunca había enviado un correo electrónico con
palabras reales en lugar de infografía.
Me permití pensar en el beso. Mis dedos se desviaron hacia mis
labios. Los toqué, recordando la sensación de su boca contra la mía, sus
manos sobre mis piernas, mis dedos en su camisa, la forma en que olía,
cómo sabía.
El beso.
Mi cuerpo se calentó ante el recuerdo, y me apoyé en mi escritorio
porque mis rodillas se sentían un poco tambaleantes y maldita sea, el
hombre era un excelente besador.
Pero más que eso, habíamos conectado de alguna forma el jueves
pasado durante el almuerzo. Al enterarme de su infancia, escucharlo
hablar, lo abierto que era, lo inocente y dispuesto a confiar... me hizo
querer confiar. No quise confiar en nadie desde que tontamente confié mi
virginidad al mariscal de campo de la secundaria en la noche de
graduación. La noche fue tan estereotipada en su tragedia y decepción,
pensar en ello ahora me hacía reír y encogerme.
Fui tan estúpida.
No podía confiar en las personas.
Sin embargo, los gofres, nunca me decepcionaban o me dejaban a la
mañana siguiente. Podía contar en los gofres.
Decidí a la vez que necesitaba gofres... o un pastelito de crema... y té
de menta. Tal vez enviaría un mensaje a WriteALoveSong y ver lo estaba
haciendo...
Agarré mi cartera de mano negra y corrí hacia la puerta, sin prestar
atención a los ocupantes del pasillo mientras me dirigía a los ascensores.
Presioné el botón de llamada, y luego comprobé los mensajes en mi
teléfono de nuevo. En la periferia, fui consciente del ding del ascensor. Sin
apartar la mirada de mi correo electrónico, di un solo paso hacia el
ascensor.
—Annie.
Me detuve en seco, reconociendo la voz de Ronan inmediatamente, y
miré justo cuando él se detuvo justo en frente de mí. Venía del ascensor y
se veía... horrible. Se veía molesto e irritado. Su cabello estaba mojado,
pero no se había afeitado. La oscura sombra de su barba reflejaba las
sombras de preocupación bajo sus ojos. Llevaba una camiseta blanca, 102
vaqueros y chaqueta de cuero negra.
Se veía tan delicioso como un pastelito de crema pero con un aura
de vulnerabilidad oscura que me dieron ganas de abrazarlo y hacerle té y
besarlo mucho. Estos sentimientos eran alarmantes, ya que nunca había
hecho estas cosas con alguien, ni hubo nadie, desde que tenía seis, que lo
hiciera por mí.
—Ronan.... —Respiré, tomando de forma automática su mano y
observando su expresión sombría—. ¿Estás bien?
Hizo una mueca. —¿Lo viste, entonces? ¿Viste la historia?
Asentí mientras exhalaba un suspiro audible.
—No te preocupes, vamos a…
—¡Es mentira! Nunca haría eso; nunca…
Cubrí su boca, sosteniendo su mirada por un instante, y luego
llevándolo de nuevo al ascensor, agradecida de que fuéramos los únicos en
él.
Cuando las puertas se cerraron, bajé la mano y apreté el botón del
vestíbulo. Cogió mis dedos, y sus ojos no dejaron los míos.
—Tienes que saber. Nunca haría esas cosas. Nunca le haría daño a
una mujer. Nunca encerraría a alguien en una habitación y... joder, ¡está
tan jodidamente loca! —Su exclamación y palabrotas traicionaron su
evidente frustración. Parecía como si quisiera romper algo o alguien, pero
determiné que los chicos grandes, poderosos y fuertes como él siempre
debían verse de esa manera cuando se enojaban. Su cuerpo fue hecho
para la fuerza y acción, pero eso no significaba que en realidad lo hiciera.
Excepto, mi cerebro me recordó, que golpeó a su compañero de equipo
y regularmente agolpea chicos en el campo de rugby....
Apreté su mano. —Tienes razón, está loca. Pero no te preocupes.
Tenemos un plan.
Frunció el ceño, y me dio una mirada de reojo con sospecha. —¿Qué
tipo de plan?
Antes de que pudiera responder, las puertas se abrieron y
anunciaron nuestra llegada al vestíbulo. Apartó la mirada, y vi que sus
ojos se hallaban bordeados de tristeza y algo más, algo así como
impotencia.
Tal vez era debido a nuestro increíble beso la semana pasada, o tal
vez a causa de los mensajes de correo electrónico que estuvo
intercambiando conmigo como The Socialmedialite, pero me sentía
protectora con él, posesiva. Quería mantenerlo a salvo; quería animarlo. 103
Pero era torpe en interactuar en la vida real. No sabía qué hacer, qué decir,
cómo estar tranquila, porque cuando hablaba, mis pensamientos,
desastres y rarezas se encontraban encerradas.
Actuando por instinto, porque quería darle consuelo, lo saqué del
ascensor, deslicé mi mano en el hueco de su codo, y caminé cerca de su
lado.
—Ven conmigo, y te voy a decir al respecto. Sin embargo, no he
desayunado, y me muero de hambre.
Frunció el ceño a las puertas de vidrio que daban a la calle, su
mandíbula completamente severa y malhumorada. —Ya he comido.
—Entonces puedes verme comer. —Después de que terminé de hacer
la sugerencia, hice una mueca, y mis mejillas se calentaron. Eso sonó muy
extraño. ¿Por qué iba a querer verme comer?
Movió sólo sus ojos a los míos. Se encontraban casi completamente
ocultos bajo sus espesas y oscuras pestañas, pero me complació ver que
su expresión se suavizó con curiosidad. —¿Que vas a comer?
—Ehm, pensaba en un pastelitos relleno de crema. —Mis palabras
fueron pronunciadas en voz baja porque eran un tanto embarazosas.
La primera vez que me vio, me estaba comiendo un pastel de crema.
Probablemente, iba a pensar que me obsesionaban los pasteles de crema,
lo cual era cierto. Me obsesionaban los pasteles de crema.
Su boca se torció hacia un lado. —Sí, bueno. Eso podría ser
divertido.
Su respuesta fue sorprendente; su asentimiento sonaba
completamente genuino, como si en realidad pensara que verme comer
sería divertido. No pude evitar mi pequeña sonrisa como respuesta.
—Bueno. Está bien.
—Bien. —Sonrió, sus ojos moviéndose por mi cara.
Me hallaba tan ocupada perdiéndome en su realmente magnífica
estructura ósea, suave y curva sonrisa y cálidos ojos que me recordaron al
fondue de chocolate y al ganache de chocolate y al chocolate en general,
que me tropecé cuando salía del edificio.
—Ay, ¡mierda!—Me tambaleé hacia delante, tropezando y tratando de
sostenerme con mi mano libre.
Ronan me atrapó antes de que pudiera dejar mi cara estampada en
el cemento y me giró hacia él; sostenía mis brazos para mantenerme firme. 104
—Guau, ¿estás bien?
Asentí con la cabeza, frunciendo el ceño ante mi torpeza. —Lo
siento, soy obviamente... no soy buena caminando... a veces.
—Bueno, no se puede ser bueno en todo—bromeó.
Sentí que mi ceño se frunció, y rodé los ojos. —Sí, obviamente sería
demasiado pedir que supiera caminar de manera competente.
—Por suerte para ti, soy muy dotado al caminar. Aquí—dijo,
deslizando su brazo alrededor de mis hombros y presionándome cerca a su
lado—, si te sostengo así, entonces puedo compartir algunas de mis
increíbles habilidades para caminar.
Arrugué mi cara, mis brazos se sentían raros a mis costados
mientras caminábamos en esta posición. Traté de meter la mano en el
bolsillo de mi vestido, pero eso sólo me hizo darle un codazo en el
estómago.
—¿Qué estás haciendo?—preguntó—. ¿Por qué te mueves alrededor
de esa manera?
—¿Dónde pongo mi brazo? Se siente raro simplemente dejándolo
aquí.
Echó la cabeza hacia atrás y se rio. Finalmente me miró cuando su
ataque de humor decayó. Me miró como si fuera adorable y graciosa y
encantadora. Me hizo sentir menos y más incómoda al mismo tiempo.
—Ponlo a mí alrededor, así. —Tiró de mi brazo alrededor de su
cintura para que mi mano descansara en la cadera opuesta. Un rubor se
desplazó desde mi pecho a mi garganta por la forma en que lo tocaba. Se
sentía totalmente demasiado íntimo, como si estuviéramos abrazados
mientras caminábamos.
Ronan era tan fuerte, sólido y masculino. Traté de tragar lejos las
dicotómicas, maravillosas y alarmantes sensaciones que el estar tan cerca
de él me provocó. Mi estómago se retorció y se agitó. Traté de equilibrar mi
respiración y fracasé.
—¿Qué pasa ahora?—preguntó. Lo encontré mirándome con los ojos
entrecerrados.
—Nada.
—Sí, algo está mal. Respiras raro, y estás muy tensa. Si no te
puedes relajar, vamos a parar aquí, y voy a hacer que te relajes al darte un
masaje en la espalda... o un orgasmo.
Aspiré una risa sorprendida y luego me cubrí la boca con la mano 105
que no tocaba actualmente su cadera.
Su sonrisa en respuesta —un ladrido sorprendido probablemente
causado por el sonido de mi poco elegante resoplido— me hizo reír aún
más fuerte.
—¿Qué es ese sonido? ¿Estás resoplando?—Apretó mis hombros
mientras cruzábamos la calle, su voz llena de diversión.
Resoplé de nuevo, porque cuando me río, resoplo como el amado hijo
de un cerdo y un cocodrilo a menos que me sostenga la nariz, en cuyo caso
sueno como si tuviera un terrible caso de hipo, lo cual lo hizo reír aún más
fuerte. Pronto estábamos en un bucle de risa perpetua, y tuvimos que
parar en frente de una tienda de bicicletas para recuperar el aliento. No
podía mirarlo sin estallar en un ataque de resoplidos y risa, así que dejé
mis ojos en la acera hasta que me tiró hacia adelante y me abrazó a él.
Me sentía paralizada por mi propia alegría que no lo alejé; en
cambio, hundí mi cabeza en su pecho, agarrando las solapas de su
chaqueta y disfrutando la vibración y cadencia de su risa, mientras
retrocedía. Tenía una gran risa, una risa sexy. Mi risa era la llamada de
apareamiento del Yeti.
—Tienes...—Hizo una pausa, aspiró, levantó una mano para
limpiarse los ojos, y esperó hasta que lo miré a los ojos—. Ay, Dios...—
Negó con la cabeza, sonriéndome. Sabía que trataba de controlarse, para
no disolverse en otro ataque de hilaridad incontenible—. Tienes la risa más
asombrosa que he escuchado.
Dejé que mi frente cayera contra su pecho musculoso y apreté los
labios; mis palabras se hallaban ahogadas hasta que finalmente me confié
lo suficiente para hablar. —Es por eso que no me río alrededor de la gente.
Tengo la peor risa. Es lo peor.
—Es maravillosa.
Incliné mi barbilla hacia arriba y lo miré. —Suena como el sonido
que un cerdo haría si estuviera teniendo relaciones sexuales con un
cocodrilo.
Ronan echó la cabeza hacia atrás, y —sorpresa, sorpresa— se echó a
reír.
Me permití una sonrisa, pero tragué mi risita antes de que pudiera
llegar más allá de mis labios.
—Vamos. —Tiré de él—. Tengo hambre, y todavía tenemos dos
cuadras que caminar.
—Bien. —Me tiró hacia atrás contra él, entonces enlazó mi mano
alrededor de su cintura. Lo colocó en su cadera y a mí, una vez más, bajo
106
su brazo—. Eso me dará tiempo para decirte algunos de mis chistes “toc-
toc” favoritos.

No me di cuenta de que me relajé hasta que ya había estado relajada


durante más de una hora. Fiel a su palabra, Ronan se divertía viéndome
comer, tal vez demasiado.
La panadería era bastante pequeña y tenía sólo dos mesas, ambas
presionadas contra el escaparate de cristal y con vistas a la acera. Él
ocupó la única mesa vacía mientras que ordenaba mi comida. Me le uní,
sentada frente a él como si fuera la cosa más natural del mundo, mientras
que me contaba un terrible chiste “toc-toc” donde lo había dejado antes de
nos separáramos para que yo ordenara.
Ignoré sus ojos, que bailaban con desafío, retándome a reír, y en su
lugar coloqué una taza de agua en frente de él, arreglé mi té, y luego metí
mi cara en el dulce, suave y cremoso pastel relleno de crema.
Podría haber gemido. Sé que cerré los ojos mientras masticaba.
Era... era el cielo con relleno de crema.
Cuando abrí los ojos, encontré a Ronan mirándome. Con sus codos
sobre la mesa, inclinándose ligeramente hacia delante, sentado derecho en
una silla que parecía demasiado pequeña para su forma atlética. Uno de
sus pulgares rozaba contra sus labios y sus ojos estaban ensañados con
mi boca como si hubieran curado el cáncer.
Me puse rígida. —¿Tengo algo en mi boca?
Cuando habló su voz sonaba un poco aturdida. —Aún no…
Levanté una ceja mientras sus ojos se reorientaron en los míos, los
cuales eran calientes e... interesados. Casi depredadores. En realidad,
definitivamente eran depredadores. Definitivamente.
Tragué innecesariamente, mi estómago aleteó, y miré hacia los
lados. —¿Qué?
—Podría verte comer eso todo el día.
Levanté una ceja más alta, pero me quedé en silencio.
—Es cierto. Podría. Deberíamos hacer eso. Debería invitarte a mi
casa. Yo me encargo de los pasteles de crema, ahora que sé dónde los 107
compras, y tú proporcionarás el entretenimiento.
—No, por favor, no. Basado en tu historial de entrega de regalos,
podrías comprar toda la pastelería al norte de la calle 59.
—Te gustaron las flores, ¿verdad?—Su sonrisa me recordó a un niño
muy malo y muy contento—. Me gusta la idea de llenar tu lugar con
golosinas.
—Guau, eso es una oferta muy tentadora. —Traté de sonar poco
impresionada y recatada, pero en serio, un apartamento lleno de pasteles
de crema era mi callejón proverbial personal de bienaventuranza.
—Pero debes saber...—Ronan se acercó y miró por encima del
hombro como si estuviera asegurándose que nadie más nos escuchaba.
Tomé un sorbo de mi té y traté de parecer aburrida cuando él continuó—:
Vas a tener que hacerlo desnuda.
Escupí mi té.
Escupí mi té derecho en la cara de Ronan.
Fue horrible. Yo era horrible, a pesar de que no fue en absoluto un
propósito.
Un terrible momento de parálisis sorprendido y mortificado pasó en
el que solo pude cubrir tardíamente mi boca y boquear ante lo que hice.
Mientras tanto, después de su estremecimiento inicial de sorpresa, se
quedó inmóvil, con los ojos cerrados y mi té caliente cubriendo todo su
rostro y su camisa blanca.
—!AyDiositolosientotantotantotanto!—Me levanté de un salto, agarré
el dispensador de servilletas, y saqué al menos diez servilletas de papel en
rápida sucesión; entonces, porque no supe qué más hacer, empecé a
secarle la cara y el cuello y la camisa. Pero me hallaba tan concentrada en
el lío que había creado, que no me di cuenta donde había colocado la taza
de té hasta que fue demasiado tarde.
Así es. La volqué con mi codo justo cuando abrió los ojos, y se regó a
través de la mesa, salpicado su camisa, y encharcando la parte delantera
de sus pantalones. Ronan respiró fuerte y luego se puso de pie
bruscamente, la silla se cayó en su prisa por ponerse de pie, y maldijo
(probablemente debido a que el té seguía caliente).
—¡Oh, Dios mío!—Di un paso atrás y me alejé, levanté las manos
para cubrir mi rostro, y me mantuve completamente inmóvil, porque si me
quedaba en silencio e inmóvil, entonces podría no causar más daño.
Todavía me aferraba a las servilletas húmedas.
Siempre he sido un poco torpe, pero esto era ridículo. La caminata y
el ligero tropiezo anteriores eran más mi modus operandi. Siempre me
108
tropezaba con mis propios pies o chocaba con las cosas porque no miraba
hacia arriba. Escupitajos y empapar personas con té caliente eran mucho
más allá de mi yo normal. Cerré los ojos y me obligué a desaparecer.
Entonces oí su risa.
Abrí un ojo y miré a través de mis dedos; lo encontré apoyado en la
ventana, sosteniendo su estómago, riendo incontrolablemente. Lo observé
por unos momentos, preguntándome si se reía porque se sentía frustrado
o porque en realidad encontraba mi abuso de él gracioso.
Al ver mi reticencia, me dio una gran sonrisa. Sacudiendo la cabeza
y exhalando un suspiro audible, Ronan parecía lo opuesto al hombre
furioso y torturado que encontré hace una hora. Parecía aturdido, sí, pero
también se veía alegre y feliz y tal vez un poco abrumado.
Dejé caer mis manos a mis lados y tomé un medio paso adelante. —
Lo siento tanto, tanto. Lo siento.
Hizo un gesto a mi disculpa cuando la señora de detrás del
mostrador se acercó con una toalla y le preguntó si se encontraba bien.
—Estoy bien—le dijo a ella ya mí. Cerró la distancia entre nosotros y
puso sus manos en mis brazos. No debe haberle gustado mi expresión,
porque bajó la barbilla al pecho y repitió—: En serio, estoy bien. Lo estoy.
—No puedo caminar, y, obviamente, tengo dificultades para tragar.
Chasqueó la lengua. —Que lástima... —Mis ojos se abrieron ante su
declaración, pero mi boca se abrió cuando añadió—: Yo prefiero una mujer
que traga, pero si escupe no me molesta mucho.
—¡Ronan!—Lo golpeé en el pecho. No tenía idea de cuando habíamos
cruzado esa línea, la línea donde me sentía cómoda con golpearlo por sus
burlas traviesas, pero allí estábamos.
Otra carcajada retumbó en su pecho, y no parecía avergonzado. —
¡Oh, el té valió totalmente la pena! Me lo aguanto un centenar de veces
para ver la expresión en tu cara en este momento.
Aplasté mi sonrisa, decidida a no someterlo a mi risa-resoplido de
nuevo, y examiné su ropa. Era un desastre.
—Por lo menos, no sé, déjame ayudarte de alguna manera... —
Limpié su camisa empapada, disfrutando cómo así de cerca podía ver los
músculos de su pecho y el estómago. Distraídamente, di unas palmaditas
en la parte delantera de sus pantalones.
—Annie...
—Lo sé; me acuerdo. Se supone que tengo palmear, no frotar. —
Recordé sus palabras de nuestro primer encuentro.
109
—Annie...
—¿Estoy frotando?
—No... pero, Dios, como me gustaría que lo hicieras.
Lo miré por un segundo, entendiendo las implicaciones de sus
palabras, entonces gemí y cerré los ojos. —Tienes que dejar de hacer eso.
No puedes decir esas cosas.
—Sé que te gusta.
—Tal vez así sea, pero así es como terminas con té escupido en tu
cara.
—No es tan malo.
Lo miré con cuidado, encontrando sus ojos en mí, cálidos y
evaluándome.
—Eres un poco como un tornado, ¿no es así?—dijo con buen humor,
y su cálida y evaluadora mirada se volvió caliente e interesada—. Después
de todo esto, creo que lo menos que puedes hacer es darme un beso para
mejorarlo.
Lo miré fijamente, desconcertada. Movimiento por encima de su
hombro llamó mi atención, y miré a la mujer limpiando mi desastre en la
mesa. Nos miraba furtivamente y, obviamente, espiando nuestra
conversación. Me aclaré la garganta y di un paso más cerca de él, bajando
la voz para que no nos oyeran.
—¿Cómo puedes querer que te bese? Te acabo de asaltar con mi té...
dos veces.
—Voy a tomar tu asalto de té cualquier día... si... —Ronan se inclinó
hacia delante, bajando la cabeza, pero deteniéndose justo a un pelo de
besarme. Continuó en un susurro—, si es seguido con un beso.
Su acción se llevó el aliento de mis pulmones, y me sentí
balanceándome hacia delante. Incluso empapado por el té y sucio, hizo
que mi estómago diera tumbos y mi corazón aleteara. Y, maldita sea, él era
demasiado encantador, demasiado sexy, demasiado... glorioso.
Antes de que pudiera atraparlo, un medio gemido desesperado,
medio suspiro, se escapó de mis labios. Él tomó esto como si le hubiera
dado permiso —lo cual, básicamente, totalmente lo fue— y se apoderó de
mi boca con la suya.
Y le devolví el beso.
Nos tocamos solamente con la boca y la lengua y los dientes, y, como
él, fue maravilloso. Él besaba como coqueteaba, agresivo, con un completo 110
y experto abandono. Mis tetas se sentían pesadas y llenas, y quería que las
tocara, que me tocara, que hiciera algo más que burlarse de mí con su
boca. Pero no lo hizo. Y cuando yo hubiera entrado en el beso, levantó sus
manos y me atrapó, sosteniéndome a distancia. Di un pequeño gemido
frustrado y levanté la cabeza.
Parecía satisfecho y contento.
Mientras tanto, me sentía frustrada y desorientada y caliente.
Presionó sus labios con los míos una vez más y luego se alejó, su
deliciosa mirada chocolate acariciándome. —No quiero echar a perder ese
bonito vestido. —Su tono era suave cuando lo explicó, y señaló a su
camisa manchada de té.
Lo miré, sintiéndome un poco perdida en Ronan Fitzpatrick y sus
cálidas sonrisas y besos calientes y miradas abrasadoras épicos.
Me encontraba completamente fuera de mi profundidad. Mis
sentimientos estaban enredados, y no tenía derecho a estar enredando mis
sentimientos con Ronan.
Estudiándolo ahora, realmente mirándolo, vi que —lo que estábamos
haciendo, este baile que habíamos empezado— para él, esto no era un
flirteo, un coqueteo rápido. En realidad, se sentíainteresado en mí. Le
gustaba, o al menos lo que sabía de mí.
Y él se merecía algo mejor, y no pensaba esto porque tuviera baja
autoestima crónica. Lo pensaba porque era la verdad. Yo era un desastre.
Inexperta. Una ermitaña, adicta al control, totalmente rota. Mis problemas
tenían problemas. Mis heridas tenían heridas. Sabía cómo huir. Era muy
buena huyendo; no sabía cómo permanecer.
Nada podría suceder entre nosotros. Nada podría suceder, y cuanto
más pronto se diera cuenta de esta verdad, mejor.
No sabía qué decir, así que dije—: Lo siento tanto.
—Deja de pedir perdón.
—No por el té, pero lo siento por eso.
—Está bien, no es gran cosa.
Tomó mi mano. La retiré, di un paso atrás, y crucé los brazos sobre
mi pecho. Su frente se arrugó, traicionando su confusión, y sus ojos me
escanearon.
—Annie…
—No, de verdad, lo siento. Yo, nosotros... esto no puede suceder. Los
regalos, es demasiado. Todo fue maravilloso, y tus notas, fueron tan... y no
puedo decirte cuanto me encantaron, pero esto, nosotros, nuestro... 111
simplemente nunca va a suceder.
Sus ojos se estrecharon en mí; y me di cuenta de que se preparaba
para discutir, así que lo corté.
—Es porque soy un desastre, ¿de acuerdo? Soy un completo
desastre.
—Todo el mundo es un desastre.
—No como yo. Esto—Señalé a mi cara—, estoy loca. Tengo severos
problemas de abandono y graves cuestiones de papá y mamá. No soy
solamente tímida. Estoy aterrorizada. Y no quiero cambiar. Me gusta mi
vida. Me gusta tener el control de todo. No quiero.... —Tragué saliva y miré
hacia otro lado, incapaz de sostener la ardiente intensidad de su mirada—.
No te quiero.
—Sé que mientes.
—No te quiero, Ronan—susurré con dureza—. No lo suficiente para
cambiar lo que soy.
Nos quedamos en silencio, y podía sentir sus ojos en mí. Vi el
ascenso y la caída de su pecho mientras una guerra dentro de mí se
desataba. Quería tocarlo, y quería nunca volverlo a ver.
Justo cuando el momento se volvió insoportable, Ronan se dio la
vuelta. Se arrastró hasta la mesa que habíamos abandonado, tirando un
billete de su bolsillo y colocándolo sobre la mesa. Se detuvo allí,
obviamente recogiendo sus pensamientos, y luego se dirigió de nuevo a mí.
Con lentitud medida, tomó mi mano.
—Ronan, no…
—No te estoy pidiendo nada. Sólo quiero sostener tu maldita mano,
¿de acuerdo?
Mi mirada parpadeó a su cara, encontré su expresión dura y
decidida. Asentí con la cabeza una vez encajando mis dedos con él,
haciendo caso omiso de la chispa que viajó por mi brazo y la profunda,
insondable hinchazón de miseria que me ahogaba la garganta, por lo que
me fue imposible hablar.
Nos sacó de la pastelería, por la acera, a través de los dos bloques, y
de nuevo a mi edificio de oficinas. No hablamos, y su agarre en mi mano
era firme pero no apretado. Si hubiera querido, podría haberme soltado,
pero no lo hice. Cuando nos detuvimos en las intersecciones, él rozó su
pulgar sobre mis nudillos y entre mis dedos en un círculo. El movimiento
envió picos de aleteo consiente a mi bajo vientre.
112
Pero no podía hablar, y apenas podía respirar. Todavía tenía el collar
en mi bolsa, y todavía tenía la intención de devolverlo; pero sabía que
ahora no era el momento.
No soltó mi mano hasta que estuvimos en el ascensor, en nuestro
camino a la oficina. Se puso de pie en el lado opuesto y no me miró. La
furia estaba de vuelta, un borde torturado y doloroso alrededor de sus
ojos, y me sentí como la mayor idiota del planeta por haber puesto una
parte de ese sufrimiento allí.
Cuando las puertas se abrieron, esperó a que yo saliera primero.
Caminé delante de él, tratando de averiguar qué decir, cómo hacernos
retroceder a un espacio profesional y lejos de Annie y Ronan. Teníamos
que ser la Srta. Catrel y el Sr. Fitzpatrick; teníamos que trabajar juntos.
No le presté atención a la recepcionista mientras la pasaba
caminando, pero ella me detuvo.
—¡Oh! ¡Srta Catrel! ¡Sr. Fitzpatrick! Todos los están esperando en la
sala de conferencias. ¡Tienen que ir allí ahora, al igual que, en este
momento!
Eché un vistazo a Ronan encima de mi hombro. Su hermoso rostro
se vio empañado por el ceño fruncido.
—¿Por qué?
—Es por las fotos—dijo ella, saltando sobre sus pies. Ella lo miró,
luego a mí, luego a él de nuevo. Claramente, esperaba que supiéramos de
lo que hablaba.
—¿Qué fotos? —preguntó Ronan después de una pausa—. ¿Acaso
Brona publicó fotos?
—¿Qué? No. No la Sra. O'Shea. Son las fotos de usted y la Srta.
Catrel de hoy... —La recepcionista rubia chasqueó la lengua y luego nos
hizo señas.
Compartí otra mirada cautelosa con Ronan, entonces caminé
alrededor de su escritorio, y me incliné por encima del hombro para ver la
pantalla del computador.
Sus siguientes palabras fueron un susurro. —Mire, el exterior del
edificio. Su brazo está alrededor suyo, y usted está riendo. Y entonces
estas—Se desplazó abajo más lejos—, donde ustedes... bueno, ustedes se
están besando.
—¿Qué? —Ronan se estremeció luego se nos unió detrás del
escritorio.
Efectivamente, claro como el día, había fotos que documentaban mi
última hora con Ronan, bueno, todo lo que nos llevó hasta e incluyendo el 113
beso. No hubo fotos de nosotros caminando de vuelta al edificio. Tuve que
preguntarme si simplemente no se habían cargado todavía.
Pero no podía pensar.
No podía procesar lo que esto significaba.
Sin decir nada, le pregunté—: ¿Y Joan? ¿Joan ya vio esto?
Ella asintió con la cabeza. —Oh, sí. Es por eso que los están
esperando en la sala de conferencias a los dos. Ambos necesitan ir para
allá ahora mismo.
Me enderecé, mi mente un desastre, y parpadeé hacia Ronan.
Parecía estar desconcertado, pero no molesto. Más que todo sólo
perplejo y sorprendido.
Mientras tanto, retorcía mis dedos juntos, destruyendo mi labio
inferior y tratando de planificar una estrategia de salida elegante de
Davidson & Croft. No existía manera, de ninguna manera en un día frío en
Hawái, que iba a seguir trabajando aquí. No después de eso. No después
de que mis compañeros de trabajo vieron fotos mías besando a un cliente.
Yo era… esto era el peor tipo de comportamiento poco profesional.
—Ahí están. —La voz de Joan me despertó de mi planificación con
pánico. Ni siquiera tuve dos segundos para prepararme antes de que
estuviera sobre nosotros—. Ustedes dos tienen que venir conmigo.
Situándose entre Ronan y yo, agarró nuestros codos y nos sacó
adelante por el pasillo.
—Joan —Mi voz ronca—,lo puedo explicar.
—No hay necesidad, querida. Eres brillante. Eres tan brillante. —Me
miró y me dio algo parecido a una sonrisa—. Estoy tan orgullosa de ti.
—¿Qué?—espeté, mis grandes ojos moviéndose de ella a Ronan. Lo
encontré mirándola totalmente confundido. Era evidente que se sentía
igual de confundido que yo.
—Las fotos. La risa, los abrazos, los besos. Todo fue genial, aunque
me gustaría que me avisaran antes de poner su plan en acción. Pero está
bien. Es perfecto. Eres exactamente lo que queremos para la imagen de
Ronan. Ian no puede creer que no lo consideró antes de ahora. Tiene
sentido, teniendo en cuenta tus antecedentes. Eres la candidata perfecta,
cumples con todos los criterios.
Era mi imaginación, estaba totalmente segura que lo era; pero sentí
la inclinación del mundo, echándose a un lado, y oí el sonido de un millar 114
de gritos de teteras en mis oídos.
—¿Q-qué?—Respiré, sacudiendo la cabeza, tratando de llevar a Joan
y a Ronan y al pasillo en foco.
Joan no tuvo más remedio que parar porque mis pies habían dejado
de moverse. Me miró con una expresión que mostró su desconcierto y me
dijo una vez más.
—¿Te sientes bien?
—¿Qué quieres decir con que soy perfecta? ¿Perfecta para qué?
Me miró parpadeando. Su mirada parpadeó a Ronan y luego volvió a
moverse sobre mi rostro en un examen astuto.
Por fin, dijo—: Me refiero a que ese pequeño acto que ustedes dos
hicieron en la última hora fue perfecto. Tú, Annie, eres perfecta para
actuar como la novia ficticia, pareja, e interés amoroso en el futuro
inmediato... obviamente.
@RonanFitz: Así que esto es Twitter. No puedo decir que me impresiona.
@Tomsouthernchef: @RonanFitz: Oh, ve a beber un poco de jugo de ciruela, abuelo.

Traducido por BlackRose10

Ronan

P
or segunda vez en el espacio de una semana, sentí ganas de
besar a Joan, y no era porque fuera un hermoso ejemplar de
mujer. Al parecer, empezaba a convertirse en mi propia hada
madrina; todavía no estaba seguro de si esto era su intención, pero le iba a
115
seguir el cuento de todos modos.
Annie había estado muy, muy callada desde que Joan anunció su
malentendido de que nosotros planeamos y organizamos nuestras
interacciones anteriores, que planeamos que Annie actuara como mi novia
falsa. Su preocupación se hallaba escrita por toda su cara. En cierto modo,
podía entender su evidente reticencia desde que estuve enviándole regalos
durante toda la semana, y probablemente pensaba que yo era una especie
de psicópata obsesivo.
Voy a admitir que había estado viniendo un poco fuerte, pero me
encontraba solo en Nueva York y tenía un montón de tiempo en mis
manos. Por alguna razón, en los últimos días mi mente se mantuvo
desviándose hacia Annie todo el tiempo, de ahí los regalos. Así que sí, fue
una combinación de aburrimiento y de pasar demasiado tiempo pensando
en sus labios y ese pequeño cuerpo exuberante de ella. Quería atraparla, y
mi verga pensó que los regalos serían la manera de lograrlo. Dios, todavía
podía saborearla en mi lengua, todavía podía oír los pequeños gemidos que
hizo, la forma en que su respiración se tornó artificial y se convirtió en una
cosita caliente.
También todavía podía probar la amargura de su rechazo. No
solamente me tomó por sorpresa; me cabreó. Me dijo que no quería
cambiar; que le gustaba esconderse en su pequeño, cómodo mundo, y sin
embargo, la forma en que me besó me dijo lo contrario. Ahora lo único en
lo que podía pensar era en estremecer su mundo.
Seguimos a Joan a la sala de conferencias donde Rachel e Ian nos
esperaban. Rachel llevaba una gran sonrisa alentadora, mientras el rostro
de Ian era una expresión de respeto a regañadientes con una pizca de
cinismo. Tal vez sospechaba que esas fotos de Annie y mías no eran tan
planeadas sino que eran perfectamente reales.
Me senté en una silla, y Annie se sentó a mi lado. Sus movimientos
eran lentos y torpes como si estuviera en un sueño, y cuando puso sus
manos en su regazo, pude ver que temblaban. No me gustaba verla así.
Sabía que ella se tambaleaba por el hecho de que actualmente habían
fotos nuestras, empujando la lengua hacia la garganta del otro, rodando
por el Internet. Y ahora quería matar al Internet sólo por hacerla sentir de
esa manera. Yo siempre fui protector con las mujeres en mi vida, pero esto
sucedía tan rápidamente que era casi desconcertante.
Acercándome, traté de tomar una de sus manos en las mías para
calmarla, pero ella rápidamente se apartó. La mirada que me dio fue una
comunicación muy clara: No.
—Entonces, estamos un poco adelante del juego con esto—comenzó
Joan mientras se sentaba en la mesa—. La historia de Brona no saldrá en
116
vivo en este lado del mundo hasta esta tarde, y el Internet ya es un
hervidero por estas fotos. Todo el mundo ama cuando una celebridad
comienza a salir con una no-celebridad. Les da esperanza de que podría
ocurrirles un día. Lo juro, ustedes dos —Hizo una pausa y agitó su dedo
entre Annie y yo—, esto fue un golpe de genialidad pura. Annie, querida,
podría tener que darte un aumento de sueldo.
—No hay necesidad de eso, Joan—dijo Annie en voz baja—. De
hecho, acerca de esas fotografías....
—Estamos muy sorprendidos de lo rápido que salieron en línea.
Estoy putamente impresionado, perdón por mi francés. Sólo estuvimos en
el café hace veinte minutos —interrumpí, sintiendo que Annie había estado
a punto de confesarlo todo.
—Sí, Sr. Fitzpatrick, las maravillas de la tecnología moderna siguen
asombrando y sorprendiendo—respondió Joan. Si no me equivocaba,
había un toque de sarcasmo en su voz. Luego dio una palmada—. Hay
mucho que hacer, mucho que hacer, pero primero, la parte incómoda.
Tengo que hacerte una pregunta, y necesito que me respondas con
honestidad.
Me incliné hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa. —
Adelante.
—¿Hay algo verídico acerca de las declaraciones de su ex prometida?
O, lo diré más claramente, ¿alguna vez golpeó a su ex?
Annie tomó aliento sorprendida mientras Rachel e Ian me miraron
sin gracia. Un nudo de rabia apretó mi estómago al ser recordado de la
mayoría de las payasadas recientes de Brona. Pasar la mañana con Annie
me hizo olvidar por un tiempo, pero ahora toda la frustración y la furia
hicieron su camino de vuelta fácilmente.
—No, no hay nada verídico en sus afirmaciones, Joan.
—¿Así que nunca fuiste violento con ella?
Apreté mi mandíbula y flexioné las manos. —No.
—Bueno, me gustaría decir que me sorprende, pero
lamentablemente hay un montón de psicópatas ambiciosos por ahí con
imaginaciones oscuras y vívidas, que les permite inventar todo tipo de
historias excitantes. Por desgracia, la prensa se devora estas historias
como cucarachas en un restaurante en Nueva Jersey.
Hice una mueca, tanto por su analogía como también por el hecho
de que, bueno, de alguna manera, en realidad mentía. No me
malinterpreten, nunca le levanté una mano a Brona de manera violenta,
pero sospechaba de dónde venía su historia. Y, francamente, si ella tenía 117
pruebas, entonces yo me hallaba bien y realmente jodido. De hecho, me
sentía sudando sólo de pensarlo.
Joan seguía hablando acerca de las estrategias, y yo miraba a Annie,
tratando de evaluar cómo reaccionaba a todo esto. Me sentí seguro de que
no estaría contenta con ser mi novia, ficticia o de cualquier otra manera.
Hace sólo media hora, ella proclamaba fervientemente que no quería una
relación conmigo. Que se encontraba demasiado jodida.
—Entonces, ¿qué piensas, Annie?—preguntó Joan mientras se
acercaba al final de su perorata.
—Yo...—comenzó Annie vacilante y se aclaró la garganta—. Por
supuesto que sí. Estoy muy contenta de ayudar.
Sus palabras, me hicieron sentir un brote de electricidad que me
atravesaba. ¿Quería dejar que esto sucediera? Quería darme un choque de
cincos de mierda a mí mismo y luego hacer una danza de la victoria. Pero
no lo hice, porque, ya sabes, varonil.
—Bueno, obviamente. Tú fuiste la de la idea, ¿no? —dijo Ian con una
sonrisa burlona y un toque de impaciencia. No me gustaba su tono. De
hecho, me dieron ganas de golpear al imbécil.
Annie tragó. Claramente el comentario de Ian la hizo sentir aún más
ansiosa de lo que ya lo hacía. Sin pensarlo, puse mi mano suavemente en
su muslo debajo de la mesa; sorprendentemente, pareció calmarla. Por lo
menos sus manos dejaron de temblar.
Con su voz suave pero con un tono plano de el-hecho-evidente es,
continuó—: Cumplo con la mayoría de los criterios, y mi pasado compensa
cualquier deficiencia en la apariencia física. Voy a ser una figura simpática
para el público.
No pude evitar darle a su cara y cuerpo un rápido barrido de arriba
abajo, ni tampoco pude evitar el levantamiento de una sola ceja. ¿Las
deficiencias en el aspecto físico? Ella no debía tener un espejo o ser del
todo consciente de las miradas de lobo que la seguían por la calle... y la
oficina.
¿Y qué era eso de su pasado haciéndola una figura simpática?
—Oh, no seas tan modesta—dijo Joan—. Coincides con todos los
criterios. Ahora lo que tenemos que hacer es seguir teniendo a ambos
vistos en público. Una cita romántica aquí, una mirada robada allá, tal vez
un abrazo apasionado o dos a lo largo del camino, y ya está todo listo.
Estoy contando con que los dos poseen las habilidades actorales
suficientes para sacar esto adelante.
Annie asintió en silencio, y le sonreí, pasando mi mano por su muslo 118
y apretando su rodilla antes de soltarla. Sabía con total seguridad que
ninguno de nosotros necesitaba habilidades actorales. Infierno, la tensión
sexual entre nosotros casi podría considerarse otra entidad, por lo gruesa
que era. Cada vez que la miraba, lo único que quería hacer era enterrar mi
cara en su cuello y perder mi mano bajo su falda.
El hecho de que ahora usaba ropa que destacaba su figura flexible,
en lugar de ocultarla, hizo que el no tocarla fuera mucho más difícil.
Entonces recordé la razón por la que ella se vestía de esta manera, y fruncí
el ceño. Necesitaba hablar con Joan.
Afortunadamente, la reunión fue breve, y mientras yo había estado
escaneando el cuerpo de Annie, todo el mundo se puso de pie para irse.
Annie fue la primera en dejar su asiento. La agarré por el codo antes de
que pudiera escapar y le murmuré al oído—: No te vayas sin mí.
Todo lo que hizo fue asentir y luego salir con prisa. Una vez que
Rachel e Ian se fueron, le dije a Joan que la acompañaría de regreso a su
oficina. Parecía sorprendida, pero caminó conmigo de todos modos.
—En primer lugar, me gustaría darte las gracias por estar de
acuerdo con esto. Puede ser difícil de creer, pero cuando conocí a Brona,
era en realidad una chica bastante dulce. Un poco oscura, sí, pero todavía
dulce. Entonces las cosas comenzaron a arrancar con mi carrera, ella
consiguió un par de trabajos modelado, y, de repente la fama fue su
adicción personal. Hoy en día hará cualquier cosa por un poco de
atención.
—Estoy muy familiarizada con la clase de Brona O'Shea—dijo Joan,
dándome una mirada de comprensión—. No es necesario que me expliques
su comportamiento.
—Te lo agradezco—continué—. Annie es una chica dulce, también.
No es oscura como Brona…
—No. Ella es brillante como el sol —interrumpió Joan, dándome una
sonrisa afilada—. No la subestime, Sr. Fitzpatrick. Annie es muy
inteligente.
Levanté una ceja a esta interrupción, pero continué mi pensamiento.
—También es extremadamente tímida y vulnerable a que se aprovechen de
ella. Entiéndame, no estoy tratando de decirle cómo dirigir su negocio,
Joan, pero le diré por adelantado que no me sienta bien cómo la ha estado
tratando.
Acabábamos de llegar a la puerta de su oficina cuando se detuvo y
me miró, los ojos ligeramente entornados.
—¿Perdón?
—Le ha estado diciendo a Annie que tiene que vestirse de manera
119
diferente. Más atractiva o, alguna estupidez, y no me gusta. No tiene que
recordarme que ella es increíblemente inteligente y sorprendente en su
trabajo, y no es necesario sacar provecho de su belleza sólo para hacer a
los clientes más manejables. Eso es sexismo en el lugar de trabajo, puro y
simple.
Joan parpadeó ante mí, se quedó en silencio por un instante, y luego
dejó escapar un ladrido de risa. —En primer lugar, nunca ordenaría a mis
empleados a vestir de manera “más sexy”, como usted afirma. Eso sería
muy inapropiado. Le recordé a Annie que tenemos un código de vestimenta
y luego le ahorré el tiempo de tener que salir de compras mediante la
compra de un armario para ella. Todos los trajes son elegantes, de buen
gusto, de negocios, de alta calidad y casuales. Nada acerca de la nueva
ropa de Annie está destinado a tentar, Sr. Fitzpatrick.
Me burlé, curvando el labio, la incredulidad acerca de la última parte
clara en mi cara.
Aún así, Joan continuó—: Yo quiero mucho a esa muchacha, pero
ella ha estado viviendo en una cáscara; y sólo estoy aportando mi granito
de arena para ayudarla a salir de ella. Así que si usted siente la necesidad
de protegerla, no tiene nada que temer de mí. Quiero protegerla tanto
como usted, si no más.
Bueno, eso me puso en mi lugar. No sabía qué decir en ese
momento, así que simplemente fruncí mi ceño, aclaré la garganta, y le di
un brusco—: Es bueno que estemos en la misma página, entonces.
—Sí, es muy bueno—dijo Joan, abriendo la puerta de su oficina y
entrando—. Hasta la próxima que nos encontremos, Sr. Fitzpatrick.
Volviendo sobre mis talones, fui en busca de la oficina de Annie y la
encontré bebiendo una taza de té y charlando tranquilamente con su
asistente, Gerta. Me quedé en la puerta un momento, mirándola mientras
dejaba el té abajo, luego se inclinó para abrir un cajón y sacó algunas
carpetas. Podría haber estado un tanto hipnotizado por un instante
mientras tomaba la vista de su trasero bien formado. Era increíble. Sólo
quería nalguearlo y morderlo y adorarlo y completamente putamente
profanarlo.
Gerta fue quien me vio primero, sonriéndome amplia y
agradablemente. —Oh, Ronan, no te vi. ¿Hay algo en lo que te podemos
ayudar?
Gerta y yo llegamos a conocernos bien a través del teléfono después
de que hice un punto al disculparme por joderla la semana pasada, de ahí
la familiaridad de ella dirigiéndose a mí por mi nombre. De hecho, había
estado usando mi encanto a propósito para conquistarla. La necesitaba de
120
mi lado en las guerras Annie versus Ronan de evitar llamadas telefónicas.
Annie se puso de pie rápidamente y se dio la vuelta, viéndose un poco
agotada mientras se metía un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Sí, en realidad me preguntaba si podía tener un momento a solas
con tu jefa—le dije, mis ojos en Annie.
—Por supuesto—comenzó Gerta, levantándose de su asiento, pero
Annie la obligó a quedarse con una mano.
—Está bien, Gerta. De todos modos, me encontraba a punto de
volver a casa. El Sr. Fitzpatrick me puede acompañar a la salida.
La forma en que hizo hincapié en dirigirse a mí formalmente me dio
ganas de sonreír. Pensé que tal vez, sólo tal vez, mi Annie se ponía un
poquito territorial y no le gustaba la camaradería con la que Gerta y yo nos
habíamos tratado.
Metió los archivos en su bolso, se lo colgó al hombro y dirigió el
camino fuera de la oficina. Todo el camino a los ascensores, mantuvo al
menos un pie de espacio entre nosotros. Esto hizo que mi depredador
interior gruñera con la satisfacción de saber que sentía la necesidad de
distanciarse por miedo a lo que pueda pasar. Oré por un ascensor vacío, y
alguien contestó esa oración porque cuando entramos, no había nadie
más. Me puse de pie cerca de ella cuando apretó el botón del piso
principal.
—Entonces, parece que vamos a estar pasando mucho más tiempo
juntos, nena. —Sonreí e incliné mi cabeza hacia ella.
Ella arrugó la cara. —No me llames así.
—¿Qué?—Guiñé un ojo—. Somos una pareja ahora. Las parejas se
dan toda clase de apodos.
—No todas las parejas lo hacen. Y si lo has olvidado, somos una
pareja falsa, así que no hay necesidad de apodos.
Se comportaba toda estoica y controlada ahora, nada como la Annie
de esta mañana. La que resoplaba y se echaba a reír conmigo, la que hizo
que mi corazón se detuviera cuando sonreía.
—Maldición, y yo que esperaba que me llamaras costillitas de
pudín—bromeé, tratando de romper su barrera. Funcionó un poco porque
vi sus labios contraerse en una sonrisa.
—Cristo, eso es horrible—respondió ella con un pequeño
estremecimiento.
Le di un codazo con mi hombro. —¿Qué preferirías, entonces? 121
—Ya te dije que me gusta bastante Madre Fitzpatrick—bromeó a
regañadientes.
—Ay, ni por el carajo. Eso no está sucediendo —le dije y dejé caer mi
voz cuando me acerqué para que nuestros brazos se tocaran—. Aunque no
me opondré a que me llames papi.
Sus ojos se pusieron realmente grandes entonces, y me eché a reír.
—Estoy bromeando, Annie; relájate. Estoy bromeando.
Salíamos del ascensor cuando ella exhaló. —Gracias a Dios.
—Lo sé. —Me reí—. Creo que incluso me asusté a mí mismo con eso.
Cuando entonces me miró, había una sonrisa en sus labios, y me
pareció ver genuino cariño en sus ojos. Más allá del vestíbulo, pude ver
que las calles se hallaban absolutamente llenas de gente, y me acordé de
que era el día de San Patricio. No me enloquecían las multitudes, y cuando
vi a Annie mirando nerviosa, me di cuenta de que le gustaban mucho
menos que a mí.
Colocando una mano en su espalda baja, le dije—: Oye, pensaba en
tomar miauto hoy. Salir de la ciudad hasta que todas las fiestas se hayan
acabado. ¿Quieres venir?
—¿Quieres ir a dar una vuelta... en tu auto... conmigo?—preguntó
ella, tragando.
—Claro—dije. Ella vaciló, y supuse que dudaba por la línea que ella
dibujó entre nosotros mientras estábamos en la panadería. Así que traté
de aliviar sus preocupaciones y al mismo tiempo de animarla a decir que
sí—. Escucha, no hay resentimientos por lo de antes, por lo que dijiste en
la panadería. Te oí fuerte y claro. Pero esto... no hay necesidad de que las
cosas sean tensas entre nosotros. Esto puede ser nuestra primera cita
falsa como pareja falsa. Incluso podría tomar una foto y publicarla en
Instagram.
Fue demasiado malditamente lindo cuando sus ojos prácticamente
se iluminaron porque mencioné Instagram y realmente sabía cómo se
utilizaba.
—¿Has estado estudiando el material que te envié?
Le di una mirada sincera, esperando a que entendiera el doble
sentido. —Haría cualquier cosa que me pidieras, Annie.
Le tomó un tiempo para responder. Sus ojos perdieron el enfoque
mientras se movían entre los míos, y cuando habló, sonó un poco aturdida
y un poco asustada. —Supongo que dar una vuelta podría ser 122
¿productivo...?
—No suenes tan asustada. —Me reí—. No soy un maniático; y,
además, probablemente habrá paparazzi siguiéndonos, por lo que no voy a
ser capaz de intentar algo demasiado loco.
Tan pronto como salimos a la calle llena de gente, la falta de espacio
parecía estresarla ya que respiraba agitadamente. Moví mi mano de su
espalda y la acerqué, manteniendo mi brazo alrededor de sus hombros
como una barrera.
—¿Tienes un poco de claustrofobia?—le pregunté, adivinando.
Asintió con la cabeza, apretándose a mí. Me gustó cómo sus curvas
suaves encajaron contra mi cuerpo, cómo se sentía bajo mis manos.
—Sólo un poco—admitió.
—No voy a dejar que nadie te moleste, ¿de acuerdo? Solo quédate
cerca, y nos irá bien. ¿Vale la pena llamar un taxi, o será más rápido
caminar?
—Caminar es más rápido—dijo bruscamente, y parecía que tenía
problemas para pronunciar las palabras.
Con dulzura, seguí frotando mi pulgar hacia atrás y adelante por
encima de su hombro.
—Respiraciones profundas, ¿vale?—le dije, dirigiéndola.
Respiró profundamente y asintió. —Vale.
Nos tomó un tiempo llegar a mi edificio de apartamentos, y
caminamos en silencio. Incluso tuve que endulzarle el oído a una mujer
policía para que nos dejara saltar una barrera que bloqueaba un lado de la
calle de la otra. Cuando Annie se irguió sobre las barras y se subió
encima, tuve que esforzarme en no mirar abiertamente cómo se levantó su
vestido, dejando al descubierto sus muslos bien formados.
En el momento en que llegamos a mi casa, tenía que almorzar. Al
irme a cambiar mi camisa manchada, le dije a Annie que echara un vistazo
alrededor si quería y tomara lo que quisiera de la nevera. Ella dijo que no
tenía hambre y parecía contenta de pasear por el ático. Preparé de nuevo
un batido de proteínas y luego paleé por las ensaladas y embutidos que
había preparado esta mañana. Comía los últimos mordiscos cuando Annie
se sentó en el taburete a mi lado.
—Creo que me moriría de aburrimiento si tuviera que comer lo que
comes todos los días. He estado buscando en tu nevera, y no hay un solo
postre a la vista.
Me encogí de hombros y empujé mi plato. —Te acostumbras. Bueno, 123
está bien, a veces es una lucha; pero sobre todo los azúcares consiguen
abandonar tu sistema, y eso detiene que los antojes todo el tiempo. —Me
detuve y le miré—. Entonces, esta salida que estamos tomando, ¿tienes
alguna sugerencia sobre a dónde podríamos ir?
Sus ojos se encontraron con los míos y luego salieron disparados,
sus mejillas sonrojándose. Se rio en voz baja, pero detecté una nota de
ansiedad. —Vamos a tratar de salir de la ciudad primero. Si apenas
logramos eso, entonces decidiremos.
@RonanFitz: @Socialmedialite No me estoy divirtiendo y voy a hacerte la única
responsable.
@Socialmedialite: @RonanFitz ¿Ya revisaste @dirtyrugbyjokes? ;-)
@RonanFitz: @Socialmedialite Mi declaración anterior se mantiene firme.

Traducido por BlackRose10 & Mae

Ronan
124
D
io la casualidad de que sí logramos salir de Manhattan. Nos
tomó un tiempo, pero finalmente tomé la autopista con
dirección a Poughkeepsie 14 . Hombre, aquí hacían las
carreteras mucho mejor que en casa. A veces se sentía como si hubiera un
millón de carriles en cada sentido. Además, existía algo profundamente
satisfactorio acerca de tener a Annie sentada a mi lado mientras yo
conducía. Habían pasado casi diez días desde que estuve en la carretera,
así que me encontraba obviamente en extrema necesidad de una dosis.
Oí a Annie dejar escapar una risa tranquila y giré la cabeza para
mirarla. —¿Qué?
—Pensaba en que nunca vi a nadie tan obsesionado con un auto
antes—respondió, con un tono sorprendentemente burlón.
Contuve una sonrisa, en silencio por un momento, antes de bromear
—Sí, bueno, yo nunca vi a nadie realizar una felación a un pastelito relleno
de crema hasta el día en que te conocí, amor.
Abrió la boca y procedió a darme una palmada en el brazo. —
¡Ronan! No puedo creer que hayas dicho eso.

14Es una ciudad ubicada en el condado de Dutchess en el estado estadounidense de


Nueva York.
—Oye, creo que deberías poseerlo. Tu forma de comer es sexy como
la mierda.
Miré lejos de la carretera para mirarla y vi que se sonrojaba de
nuevo. Jugueteó con el borde de su chaqueta de punto rosa y miró por la
ventana. Quería tocarla tanto en ese momento que prácticamente agarraba
el volante con mis nudillos blancos. Sería tan fácil simplemente deslizar mi
mano por debajo de ese vestido sedoso, sentir su piel, ver lo rápido que
podía ponerla mojada...
Empujé esos pensamientos lejos porque estaba teniendo de repente
dificultad para concentrarme en la carretera.
—Nunca he tenido un auto antes—dijo ella, rompiendo el silencio.
La miré. —¿No?
Negó con la cabeza. —Nunca. Sin embargo, siempre he querido uno.
Algo rápido, como éste. Es espectacular. Pero nunca he tenido una razón
para comprar uno, y no sé manejar. Además, las autopistas se sienten
tan... no sé, intimidantes.
—Ah, una vez logres el aprendizaje, es tan natural como caminar. Lo
creas o no, estás sentada en mi primer coche. Al día de hoy, sigue siendo
mi favorita. 125
Me dio una mirada de incredulidad. —¿Este fue tu primer auto?
¡Este es un clásico! ¿Lo arreglaste tú mismo? Debe haber sido muy caro.
—Lo fue, pero me amarré el cinturón y ahorré. Sin embargo, no fue
sino hasta que entré en un equipo de rugby profesional que finalmente me
lo pude permitir.
—Guau. —Respiró—. Bueno, todo el apretón y el ahorro sin duda
valieron la pena. Me encantaría tener un auto como este. —Se echó hacia
atrás como si estuviera disfrutando la comodidad del asiento y las líneas
clásicas del musculoso carro, y tuve que admitir, que me calentó un poco.
Como si necesitara estar más excitado en torno a esta mujer.
Un par de minutos pasaron antes de que pudiera hablar de nuevo.
—Oye, Annie.
—¿Um-hmm?
—¿A qué te referías en la oficina cuando dijiste que las personas
podrían encontrar tu personaje simpático, debido a tu pasado?
Hubo varias pausas de silencio, como si estuviera considerando si
responderme o no. Finalmente, lo hizo. —¿Sabes cómo en las películas a
veces, tienen este cliché cuando un padre deja a su bebé en las escaleras
de una iglesia o de un hospital o algo así?
Asentí y la miré. Ella sonreía, pero era la sonrisa más desgarradora
que jamás vi.
—Bueno, ese cliché soy yo.
Le fruncí el ceño, dividiendo mi atención entre ella y la carretera. —
¿Qué quieres decir?
—Mi mamá me abandonó en una estación de bomberos cuando
tenía seis años.
Jesús. Mierda.
Parpadeé, mirándola asombrado. —Cristo...—Exhalé la palabra y
volví a prestar atención a la carretera.
Quería preguntarle más, pero no sabía cómo proceder, así que nos
sentamos en silencio durante unos minutos.
Me sorprendió al hacerse voluntaria. —Entonces me enviaron a una
casa grupal y... bueno, con el tiempo, a raíz de eso, estuve dentro y fuera
de los hogares de acogida. Verás, sé cómo funciona este negocio, y si a la
gente le encanta cualquier cosa, es una historia triste. ¿Si no por qué iban
a destacar los concursantes con historias tristes en todos los shows de
realidad o de talento? Ayuda a la audiencia a relacionarse, a simpatizar y,
a su vez, a mostrar su apoyo. Así, cuando la prensa cave en mi pasado,
126
vea cómo me arrastré desde mis oscuros inicios, podría funcionar a
nuestro favor. —Levantó su barbilla, una inclinación obstinada, como si su
profesionalidad fuera su armadura.
No respondí. No sabía qué coño se suponía que debía decir. En su
lugar conduje, pensando en cómo debe haber sido para ella, una hermosa
niña con grandes ojos marrones, una niña que recibió más cerebro que
afecto, una niña a la que nadie amó.
Cuando consideré su tendencia innata a la introversión emparejado
con su infancia, realmente era una maravilla que su pasado no la hubiera
destruido por completo, la hizo retraerse en sí misma por completo.
Era valiente, pero se enterraba bajo capas y años de abandono y
soledad. No tenía a nadie.
Honestamente, su historia y el tono trivial que usó cuando me lo
contó, hizo que mi estómago doliera como si hubiera sido golpeado. Me
sentía mareado. Ella habló de su pasado como si le hubiese sucedido a
otra persona. Me dieron ganas de golpear a alguien.
Mientras valoraba que estuviera haciendo este acto de novia falsa
para ayudarme, no podía importarme menos todo eso. Me preocupaba por
ella, y me sorprendió cuánto.
Oh, Cristo.
Ella me importaba.
Esto no debía suceder. Me prometí a mí mismo que no dejaría a
nadie acercarse de nuevo después de haber sido tomado por un tonto por
Brona, y ahora Annie ya excavaba bajo de mi piel. Quería saber todo sobre
ella, y eso me ponía inestable. También tuve la sensación de que conseguir
que Annie se abriera, realmente se abriera, no iba a ser una tarea fácil,
sobre todo ahora que sabía lo básico acerca de su infancia.
Rompió el silencio. —Con la historia de Brona publicándose, a pesar
de que todo es mentira, tienes que estar preparado para que las personas
se vuelvan contra ti. Tenerme como tu novia nos permite equilibrar un
poco esa negatividad.
Me di cuenta de que, a diferencia de mí, en los últimos minutos ella
que no había estado pensando en su infancia; había estado pensando en
cómo explotar su infancia para ayudarme, en cómo su pasado iba a
funcionar a mi favor. Me hallaba acostumbrado a que otras personas
intentaran usarme, pero nunca tuve a alguien voluntariamente
ofreciéndose a ser usadopor mí. Mi instinto protector estalló, como una
bestia, feroz y fuerte. Aun así, no dije nada.
Se volvió con una sonrisa introspectiva hacia mí, una que llamó mi
atención por el rabillo de mi ojo. Le eché un vistazo cuando sugirió—:
127
Podría plantar un apodo para Brona en las redes sociales, La Arpía tiene
un bonito tono. Nadie sería capaz de rastrearlo de nuevo a mí.
Dejé que su intento de humor aligerara mi humor negro, y le di una
media sonrisa. —Mis compañeros la llaman La Bruja.
Se rio entre dientes y sacudió la cabeza. —Apodos... es como si
estuviéramos en la escuela primaria.
—Ella empezó—dije, con la esperanza de hacerla reír de nuevo.
Funcionó.
Con el tiempo, el silencio se aligeró, volviéndose extrañamente
cómodo. Unos veinte minutos pasaron antes de que llegáramos a la
siguiente ciudad. Noté una pequeña heladería de estilo retro mientras
conducíamos, así que hice un rápido giro en U y estacioné afuera. Annie
miró por la ventana.
—¿Vamos a entrar aquí?—preguntó con curiosidad.
—Pensé que era hora de que comieras. No has tenido nada desde el
desayuno—le dije, extendiendo la mano para meterle el cabello detrás de la
oreja. No protestó cuando la toqué, así que corrí mis nudillos a lo largo de
su cuello por un segundo, saboreando la sensación sedosa de su piel. Ella
temblaba. Sí, me deseaba tanto como yo la deseaba a ella. Solo que ella era
mejor ocultándolo, y ahora sabía por qué.
—Sabes, aunque la evidencia pruebe lo contrario, realmente no
suelo comer postre para cada comida. Serías un padre terrible. Todo lo que
le darías a tus hijos es azúcar.
—Jaja. Ven, vamos adentro.
—Voy a entrar, con una condición —dijo, levantando una mano.
—¿Esa condición incluye comerte? Porque si es así, ni siquiera
tienes que preguntar—respondí, coqueteando sucio.
Contuvo el aliento. —Ronan, eres tan...
—Silencio. Lo sé. Tengo una boca sucia. Continúa con tu condición,
cariño.
Sorprendentemente, me dio una mueca juguetona mientras sus
mejillas se ruborizaron escarlata. —Voy a comer helado, pero sólo si tu
comes, también.
—Oh, ¿voy a lamerlo de encima tuyo entonces?
Me di cuenta de que trataba de no sonreír. —Dios, eres insufrible.
No, no vas a lamerlo de encima de mí. Vas a comerlo de un cono, como
una persona normal que come los alimentos por placer de vez en cuando,
y no sólo por el combustible. 128
Realmente, realmente no quería comer el helado, sobre todo porque
me cagaría mi régimen. Sin embargo, pensé que tal vez podría utilizar este
trato a mi favor. —Umm, voy a comer el helado, como una persona normal,
si me dejas hacerte cinco preguntas acerca de ti. Y tienes que responder
con honestidad, y no puedes hablar de trabajo durante toda la duración de
la conversación.
Me entrecerró los ojos. —Dos preguntas.
—Tres y es un trato—dije, sosteniendo mi mano hacia ella—.
Además, voy a tener que aprender más acerca de ti ya que estamos
tratando de convencer a la gente que somos una pareja real.
Ella suspiró. Viéndose un poco triste y, me atrevería a decir,
¿arrepentida?, me dio la mano. —Vale, pero no estás autorizado a pedir
vainilla.
Le di una mirada oscura. —Vainilla no es mi sabor, Annie.
Mierda, si tan sólo supiera.
Quince minutos más tarde, estábamos sentados en un banco del
parque comiendo nuestros helados. Annie había ordenado una cucharada
de chocolate y una de pistacho mientras yo me fui por una combinación de
chocolate y cereza. Me miró con expectación cuando traje el helado a mi
boca y lo lamí. Y sí, está bien, pude haber gemido un poco de lo bueno que
estaba. No había probado azúcar en mucho tiempo, tal vez un año. Annie
me dio la sonrisa más grande que jamás vi, viéndose satisfecha.
—Puedes borrar esa mirada de suficiencia de tu cara—le dije,
mirando el puñado de paparazzi que se aglomeraban al otro lado de la
calle, sacando fotos de nosotros—. De lo contrario, voy a tener que
quitártela con un beso.
—¿Presumida, moi? —preguntó ella, lamiéndolo felizmente. La visión
de su lengua rosada saliendo de sus labios le hizo geniales cosas a mi
imaginación sucia.
—Sabes que lo eres. Ahora, creo que es hora de que consiga mi parte
del trato. Primera pregunta. —Dudé, me aseguré de que me mirara a los
ojos, y seguí con mi tono cuidadosamente respetuoso—. ¿Cómo fue crecer
en hogares de crianza?
Annie frunció el ceño. —Solitario. Aterrador. Decepcionante.
—¿Por qué aterrador?
—¿No es obvio? Eres esta niña a merced de adultos extraños, niños
extraños. Es como la ruleta. Podrías conseguir gente agradable, o podrías
conseguir a los malos.
Pensar en ella como una niña siendo enviada a vivir con gente mala
129
me hizo enojar, y me dieron ganas de meterla a algún lugar seguro y
cuidar de ella; pero no dejé ver eso. También tenía cuidado de ocultar la
piedad de mi expresión. —¿Y por qué decepcionante?
—Porque te haces ilusiones, y luego la gente decide que no te quiere
más —prácticamente susurró antes de que su voz se volviera inflexible—.
Por eso nunca dejé que mi felicidad o supervivencia dependieran de otros.
Significa que elimino la decepción.
Una bombilla se encendió como un rayo, y la comprensión me
golpeó.
Annie se mantenía aislada de las personas, las relaciones, así no
podían rechazarla. Eso me hizo preguntarme si alguna vez se permitió
estar en una relación en absoluto, lo que llevó a mi siguiente pregunta. —
¿Cuándo tuviste tu último novio?
—Creo que has tenido tus tres preguntas, Sr. Fitzpatrick.
—Las dos segundas eran seguimientos. Preguntas no reales.
Contéstame.
Suspiró, frunció los labios para mostrarme que estaba satisfecha,
pero respondió de todos modos. —Hace poco más de dos años. Su nombre
era Jamie. Salimos durante la universidad.
No sabía por qué, pero en realidad me sentí un poco decepcionado
con su respuesta. El lado posesivo de mí quería que nunca hubiera estado
con nadie. Era el tipo de hombre que necesitaba poseer, y esa necesidad
no fue satisfecha en mi relación con Brona. Nunca la sentí mía; ella era
dulce y modesta al principio, pero pronto se sintió como una obligación,
incapaz de cuidar de sí misma sin mi alabanza y tranquilidad constante.
También me di cuenta de que siempre buscaba la mejor alternativa.
—Pregunta de seguimiento: ¿Por qué rompiste con esta persona
Jamie?
—¿Seguimiento? No, no, no. Caí por eso una vez ya.
—Bien. Entonces dime porque quieres decirme.
Consideró por un momento, lamiendo el helado de sus labios y luego
suspiró. —Bien. No estábamos en una relación muy tradicional. Éramos
exclusivos, pero.... —Sacudió la cabeza, frunciendo el ceño.
—¿Qué? ¿No se comprometía?
—No. Más como al revés —murmuró Annie a su cono de helado—.
De todos modos, quería algo más sustancial. No era susceptible a sus
términos. Así que cuando me mudé a Nueva York, no vi ninguna razón
para continuar nuestro acuerdo. 130
—¿Acuerdo?
—Uh, relación.
Entrecerré los ojos en ella. —¿Cuál era su historia? ¿No era muy
inteligente?
—Oh no. Iba a la escuela de medicina en la Universidad Estatal de
Pensilvania y, probablemente, está en residencia por ahora en Harvard o
en algún lugar igualmente impresionante.
—Oh, ¿es un troll? ¿Feo?
Se rió un poco, pero luego se contuvo antes de que pudiera reír por
completo. —No, nada de eso. Era muy guapo.
Empezaba a colocar las piezas juntas. Ella tuvo una relación con
algún guapo, y exitoso médico, y fue quien rompió con él después de varios
años. No mintió antes, cuando dijo que era un desastre y tenía graves
problemas de abandono.
Quería preguntarle más sobre Jamie, pero no quería presionar mi
suerte o usar mi pregunta final. Ni siquiera era muy importante; pero, tal
vez fue el hombre de las cavernas caliente en mí, quería preguntarle sobre
el sexo, sus gustos y disgustos, y esta era la oportunidad perfecta para
eso.
—Muy bien, la última pregunta. ¿Cuándo perdiste la virginidad?
Annie negó con la cabeza y se volvió para mirarme. —¿Por qué
quieres saber eso?
—Porque soy curioso. Habla.
Los dos terminamos con nuestros helados. Dobló su servilleta y
tomó el final de mi cono antes de caminar a la papelera para tirarlos. Hubo
algo sorprendentemente cómodo e íntimo en el gesto. Volvió, se sentó y se
alisó el vestido sobre sus piernas. Me senté cerca, mi brazo apoyado a lo
largo de la parte posterior de la banca. Imaginé que los paparazis tenían
unas buenas tomas de nosotros.
—Tenía dieciséis años; él tenía dieciocho. Salimos durante una
semana o dos, y luego me llevó al baile. Esa fue la noche en que lo
hicimos.
—Y —intenté—, ¿fue bueno, malo, mediocre?
Pensó en esto por un tiempo, su boca fruncida en una línea
inclinada. —No fue... bueno. Casi todo fue dolor, y quería terminar con
ello.
—¿Así que no fue romántico? Suena como un idiota para mí. 131
—Muéstrame un adolescente que se preocupa por el romance. Y sí,
fue un idiota, como es el caso.
Sonreí hacia ella, moviendo mi cuerpo más cerca para que nuestros
muslos se apretaran. Annie se congeló por un segundo, entonces asentí
sutilmente hacia los fotógrafos. —Sólo haciendo que las cosas se vean bien
para nuestra audiencia.
—¡Oh, Dios mío! Ni siquiera me di cuenta de que se encontraban allí.
Le di una amplia sonrisa. —Eso es probablemente porque has estado
tan enamorada de mi potente virilidad.
Esto provocó una risita linda de su parte y un sarcástico—: ¡Oh, sí,
eso debe ser por eso.—Hizo una pausa y me consideró un momento—. Así
que, ¿y tú? ¿Cuándo perdiste la tuya?
Su pregunta me tomó por sorpresa. Pero aún así, no me importó
contestar. —Tenía quince años.
—Guau, eso es joven. ¿Y quién era la afortunada?
—Era joven, supongo, pero estaba un poco caliente. —Miré hacia ella
y le guiñé un ojo—. No he cambiado mucho allí. La chica con suerte fue
Trina. Sólo tenía catorce. Habíamos estado saliendo durante un par de
semanas y decidimos dar el siguiente paso.
Annie se acercó, curiosa. —¿Y?
Me encogí de hombros. —Y fue bueno. Bueno, tan bueno como
puede ser entre dos niños que apenas saben lo que están haciendo. Sin
embargo, entendimos rápidamente, y no podíamos mantener nuestras
manos fuera del otro. Un par de meses más tarde, tuvimos un pequeño
susto de embarazo. Ella se asustó mientras yo trataba de ser el gran
hombre y le pedí que se casara conmigo. —Hice una pausa y reí—. Tenía
quince años y me hallaba listo para firmar mi vida, pensé que era lo más
honorable por hacer. Resultó que su período sólo se retrasó, y mi
propuesta fue innecesaria. Me sentía tan asustado por todo el asunto que
rompió conmigo. Me partió el corazón por un tiempo antes de que
realmente comenzara a mojar mis pies en el mundo del sexo de nuevo.
Las cejas de Annie se levantaron. —¿Oh?
—Sí, tuve una fase promiscua en mi adolescencia. El sexo era un
calmante para el estrés para mí. Probablemente demasiado complacido
porque mis gustos se pusieron un poco... perversos.
La expresión de Annie era una mezcla de sorpresa y curiosidad. Me
di cuenta de que estaba a punto de pedirme que explicara lo que quería
decir con perverso y no me encontraba dispuesto a ir allí todavía; así que
cambié rápidamente de tema.
132
—Casi lo olvido. Tenemos que tomar una foto para mi cuenta de
Instagram. Ha quedado abandonada y en desuso desde que Gerta la abrió
para mí.
Annie me miró y se mordió el labio. —Oh, está bien, ¿me quieres en
la foto contigo?
—Claro. Somos una pareja ahora —dije y la atraje hacia mí mientras
encontraba la función de cámara en mi teléfono.
—Sí, pero hay comillas alrededor de pareja, ¿recuerdas?
Le di una mueca falsa. —Como si me dejaras olvidar. —Levantando
la cámara delante de nosotros, rápidamente me di la vuelta y puse un beso
en su mejilla mientras tomaba la foto. Gritó cuando lo hice, pero fue
tomada.
—¡Eso fue astuto!
—Sólo trato de hacernos parece genuinos, Annie querida. —Sonreí y
saqué la foto—. Guau, nos vemos bien juntos. Y mira —continué,
empujándola juguetonamente—, maravilla absoluta. Esos ojos. Mierda.
—Es una buena foto —admitió Annie a regañadientes.
Una idea traviesa me vino a la cabeza, y no pude dejar de
vocalizarla. Me agaché y coloqué mi boca cerca de su oído, con voz baja y
ronca. —Sí, e imaginamos lo bien que vamos a vernos cuando esté dentro
de ti.
Los ojos de Annie se encontraron con los míos, y vi sus pupilas
dilatarse. Un pequeño aliento se le escapó, y su garganta se movió
mientras tragaba. Nuestras miradas se sostuvieron durante un buen rato
antes de que se apartara y tratara de recomponerse. Prácticamente podía
sentir su retirada.
—Por favor, sepa esto, Sr. Fitzpatrick, la única razón por la que no
estoy alejándome en este momento es porque hay fotógrafos viendo.
—¿No te gusta la idea de que penetre esas paredes que has
construido?
Tragó saliva, con las manos en puños. —Te gusta hacer las cosas
difíciles, ¿no?
—No. Tú haces las cosas difíciles, Annie.
Su cara ardía roja y caliente, y su respiración era desigual. —Por
favor, déjalo. —Los ojos de Annie se levantaron a los míos, y se veían
desesperados—. ¿Crees que estás siendo lindo, que puedes ser agresivo y
coquetear descaradamente y eso no significa nada?¿que tus palabras no...
me afectan? Pero lo hacen. Tienes que dejar de presionar, tienes que ser 133
respetuoso de mis deseos.
Mierda, era algo sexy cuando me regañaba.
Con eso, se puso de pie e hizo un gesto para que la siguiera. Lo hice.
Pero también le agarré de la mano y la sostuve mientras caminábamos.
Caminamos de regreso a mi auto en silencio, y la unidad de regreso a la
ciudad fue similar a una conversación libre. Debía estar enojado conmigo
mismo por arruinar las cosas, pero no era así.
Lo que dije le interesó. Lo vi en su rostro y la forma en que apretó los
muslos. Incluso admitió que la afectaba. Prácticamente tarareaba con
excitación. Sí, me deseaba, y el desafío sería respetuosamente alentarla a
dejar de lado sus inhibiciones.
Me hallaba decidido a hacer que sucediera. Podía ser respetuoso... y
aun así agresivo.
Cuando llegamos a su edificio de apartamentos, Annie era toda
negocios cuando organizó que fuéramos a correr juntos en la mañana. Nos
ahorraría tiempo a ambos, dijo, ya que significaba que podíamos ser vistos
juntos y también obtener nuestro ejercicio diario. Apenas me dio una
segunda mirada cuando salió del auto. Me encontraba de vuelta en mi
edificio, estacionando el auto, cuando me di cuenta de que olvidó su
teléfono. Debió caerse de su bolso de mano, ya que estaba en el suelo.
Lo recogí, y me hallaba a punto de meterlo en el bolsillo cuando
sonó.
Sí, podría haber ignorado el zumbido, pero no lo hice. En su lugar
eché un vistazo a la pantalla y vi que era una notificación de su cuenta de
Twitter. Excepto que no era su cuenta de Twitter. Y casi se me cayó el
teléfono porque el alias en la notificación no era @AnnieCat.
El alias era @Socialmedialite.

134
New York’s Finest
Blogueando cómo *The-Socialmedialite*
17 de marzo
Siempre es triste cuando alguien se olvida de vestir de verde en el
Día de San Patricio. Así que, imagínate lo deprimente que fue para mí ver
a Dara Evans esta mañana llevando una gabardina gris fantasmal. No
estoy segura de quien le dijo que Disney sostenía audiciones para Cruella
De Vil en el East Village, pero debe de haber conseguido un memo perdido
en algún lugar (¿o tal vez no sabe leer…?). ¿Por qué otra cosa llevaría un
abrigo de piel de foca hasta el tobillo en un día caluroso de marzo? Bien
podría sacar un cartel en Times Square para anunciar su estatus de súper
villana.
En este punto, creo que me sorprendería si permitiría a uno de sus
135
secuaces ir a un club de las focas bebé. Ya sabes lo mucho que detesta esos
animales bebés ostentosos, esparciendo alegría y felicidad donde quiera
que vayan. Los pequeños lindos bastardos. ¿¿¿Quiénes se creen que
son???
Esconde a tus cachorros y gatitos, Nueva York. Cruella, alias Dara
Evans, está buscando un nuevo suéter, y tu pequeño Fido es el tono
perfecto de inocencia para que coincida con sus guantes de koala bebé.
<3 The Socialmedialite.

Traducido por Alysse Volkov, Bett G. & Eli Hart

M
e di una ducha fría cuando llegué a casa. Luego tomé otra
ducha fría en el medio de la noche después de tener un
maravilloso y frustrante sueño sobre pastelitos rellenos de
crema y felación y Ronan y una cama con un techo de espejos.
Nunca miraré a un pastelito de crema de la misma manera otra vez.
Empezaba a perder mi mente, y todo era porque lo deseaba. Lo
quería muy, muy mal. Mi deseo se sentía como un tornillo alrededor de mi
corazón, una bola y una cadena alrededor de mi tobillo. Me mantenía en
mi lugar, hacía difícil respirar. Estaba teniendo bochornos.
¡Bochornos!
Era un desastre.
Las cosas fueron de mal en peor cuando Gerta me escribió un correo
electrónico temprano en la mañana para decirme que Ronan canceló
nuestra cita para ir a correr en el parque. Le envió un correo electrónico a
Gerta, no a mí. Él ni siquiera me copió en el mensaje.
Tampoco me envió un mensaje de texto; al menos, que no hubiera
escuchado a mi teléfono timbrar. Sintiéndome a la deriva y deprimida de
que no iba a ver Ronan en todo el día y, por lo tanto, desorientada por mi
decepción, busqué mi teléfono, sólo para asegurarme de que no me había
enviado mensajes de texto.
No pude encontrar mi teléfono. No se hallaba en mi bolsa, en la
canasta en la puerta principal, o al lado de mi estación de trabajo. No pude
encontrarlo en ningún lugar. Después de una media hora de búsqueda
frenética, me obligué a parar, pausar, y pensar. 136
El último lugar en el que recordaba revisar mi teléfono era en mi
oficina, después de la reunión, antes de que Ronan viniera a buscarme.
Sólo que la realización fue suficiente para asombrarme. Había estado más
de doce horas sin mirar mi teléfono o checando mi blog de Socialmedialite.
Tenía que ser un nuevo récord.
Decidiendo que el teléfono debía estar en la oficina, le envié un
correo electrónico a Gerta de vuelta y le pedí que comprobara mi escritorio
por el celular.
Luego tomé otra ducha fría.
Cuando terminé, pero antes de estar vestida, ingresé a mi cuenta de
correo electrónico de Socialmedialite desde mi computadora de escritorio,
con la esperanza de que Ronan hubiera enviado a un mensaje a The
Socialmedialite. No me decepcionó. Envió dos.
El primero fue enviado temprano en el día el lunes, a sólo cinco
horas o menos después de que me había enviado mi mensaje advirtiéndole
sobre las afirmaciones de Brona por abuso. En él se leía:

17 de marzo
06:12a.m.
Gracias por el aviso.
Tienes razón. Me gustaría hacer algo loco; me encantaría tomar represalias, pero no
lo haré. En su lugar voy a hacer algo completamente fuera de lugar y que mi “gente de
publicidad” haga frente a esta mierda.
Para que lo sepas, porque siento que tengo que defenderme de alguien (incluso si es un
tipo con un tatuaje de sirena), me molestó cualquier número de veces; y ella arremetía
durante nuestras rabias y me golpeaba todo el tiempo, pero nunca he correspondido. Nunca
golpearía a una mujer de una manera violenta. Nunca haría eso. Eso me haría escoria.
Estoy acostumbrado a los puños contra mi cara. No has jugado un partido de rugby
si no sangras para el final del mismo. Cuando me golpeó, no me molestaba. Pero sus mentiras
y deshonestidad seguro que si hacen un impacto.

Mi corazón se contrajo, y presioné mis dedos contra mi esternón,


tratando de dar masajes para alejar la pesadez incómoda que se instaló en
mi pecho. Si alguna vez me encontraba cara a cara con Brona O'Shea, iba 137
a… bueno, no sé lo que haría. Una parte de mí quería hacerla sufrir por lo
que le hacía a Ronan, por el lugar donde lo colocaba.
La otra parte de mí realmente quería que sufriera. Por lo tanto, si
estás llevando la cuenta, todo de mí era a favor de hacer a Brona sufrir.
También pensé en cómo de tristemente irónico era su correo
electrónico porque yo me encontraba, en este mismo momento,
mintiéndole a Ronan.
Lo quería, pero no lo suficiente como para cambiar. Esa era la
verdad… en su mayoría.
Si pudiera garantizar que él no me dejaría, si pudiera estar segura
de que no iba a ser abandonada, habría saltado a través de aros
encendidos con fuego para tener una oportunidad con él. Básicamente, si
Ronan era miembro de una banda de chicos, digamos One Direction, él
sería Harry Styles. Era demasiado hermoso y codiciado para permanecer
fiel, para no ser robado o que su cabeza girara por la siguiente cosa sexy
joven que llegaba. Lo veía pasar todo el tiempo en mi línea de trabajo.
Pero en realidad, no era más que la lujuria y la química intangible
entre nosotros. Aunque, en la actualidad, la lujuria tenía mucho que ver
con ello.
En realidad, era él. Su agresiva tentación y sugestión impactante;
cuán asertivo era; cuán dedicado era con su familia; lo inteligente y fuerte
y capaz que era; cuan centrado estaba en su profesión, cuan impulsado y
ambicioso. Entendía su empuje y ambición, y lo alababa por ello… aunque
quería verlo comer helado y perder parte de su control puritano.
Secretamente, quería ser con la que rompiera sus propias reglas. Voy a
admitirlo, me hacía sentir especial, como si yo importaba.
Y sabía que esa línea de pensamiento era retorcida e incorrecta y
poco saludable. Yo importaba independientemente de que Ronan
Fitzpatrick me deseara. Importaba independientemente de si él quería lo
suficiente de mí para establecerse y darme la estabilidad y la seguridad y
el helado.
Mantuve a Jamie a raya, y a él no parecía importarle. Bueno, no le
importaba al principio. Y cuando lo pensó, cuando quiso intimidad más
allá de lo físico, terminaba cosas. Terminé cosas porque la vida venía sin
garantías. Jamie rompió sus propias reglas por mí, pero eso no importó.
Sí, Jamie era inteligente y guapo, pero le faltaba un poco de la chispa
intangible que Ronan tenía en abundancia. Tal vez fue pasión lo que a
Jamie le faltaba. Fuera lo que fuese, nunca estuve en peligro de
enamorarme de él. 138
No como con Ronan. No podía dejar de pensar en él. Quizás Ronan
se quedaría el tiempo suficiente para que me perdiera en la promesa de
algo concreto y duradero.
Negué con la cabeza, apretando los ojos cerrados, y me froté la
frente. Sólo considerando esto, una verdadera relación con Ronan
Fitzpatrick, era una locura. Nos habíamos conocido desde hace poco
tiempo. Por supuesto, le dejé entrar más cerca que nadie. Ofrecí detalles
acerca de mi pasado; nunca hice eso con nadie.
Ronan podría no prometerme el para siempre que mis padres
adoptivos podían. Tal vez él duraría más de los seis meses que ellos me
dieron antes de concebir a su hijo real y regresarme al estado.
Apreté los labios juntos, rodándolos entre mis dientes, porque mis
ojos ardían, y me negaba a llorar por un recuerdo lejano que ya no
importaba, sobre las personas que me querían por lo adorable que era
como una niña de siete años de edad, pero no me amaron más profundo
que la superficie de mi piel.
Me aclaré la garganta y parpadeé para alejar la humedad de mis
ojos, al hacer clic en el segundo correo electrónico de Ronan. El que fue
enviado la noche del lunes, después de que me fui a dormir, pero antes de
mi segunda ducha de agua fría.
Se leía lo siguiente:
17 de marzo
11:47p.m.
Lo más gracioso de los engaños, las mentiras y los mentirosos, la verdad siempre
tiene una manera de salir. Quería darte las gracias de nuevo por toda tu ayuda. Me pregunto,
¿por qué me ayudas? ¿Qué ganas para ti?
—Ronan.

Fruncí el ceño porque el mensaje era extraño. Lo leí varias veces y


luego leí su primer correo electrónico de nuevo. Busqué alguna pista del
porqué su segundo correo electrónico fue tan conciso, y su tono truncado.
Sabía que no debía leer las emociones en palabras escritas, así que hice mi
mejor esfuerzo para no preocuparme sobre la nota.
Lo intenté y fracasé.
Las palabras parecían enojadas.
Volví a mi habitación y me cambié, contemplé cómo responder a su 139
mensaje mientras me vestía. Pasé el resto del día entre el trabajo, entre
carcomiendo mis sentimientos y tratando de no pensar en Ronan,
periódicamente haciendo clic de nuevo a sus mensajes de correo
electrónico y estudiándolo, apretando una bola de estrés. Al final, decidí
que la honestidad era la mejor política.

18 de marzo
4:10p.m.
Estimado Ronan,
Estoy de acuerdo, la verdad siempre sale. Estoy tan contenta de que no hiciste nada
precipitado. Ella no se merece tu tiempo y atención (o energía).
Me sorprendí por tus preguntas en el último correo electrónico, en cuanto a
quéconsigo por estar ayudándote. La respuesta es simplemente esto: estoy recibiendo el
placer de tu correspondencia. Me pregunto si alguna vez alguien te ha dicho esto antes, pero
eres muy encantador y agradable. Eres muy inteligente; tus correos electrónicos me hacen
reír. Me agradas.
—SML = Alguien (a quien) quizás (le) gustes15.
Escaneado un par de veces por errores tipográficos, después hago
clic en "enviar". The Socialmedialite era mucho más valiente que Annie
Catrel. Tenía una especie de niña-enamorada de mi alter ego.
Aproximadamente dos horas más tarde, seguía siendo una bola de estrés,
me preparaba para cerrar la sesión del perfil de trabajo y empezar a
trabajar en algunas entradas del blog cuando recibí un correo electrónico
de Gerta.

18 de marzo
6:46p.m.
Hola, Annie,
La oficina de objetos perdidos recuperó tu teléfono. Lo tengo aquí y voy a enviarlo
por correo antes de irme hoy.
Además, el Sr. Fitzpatrick se detuvo brevemente. Se disculpó por tener que cancelar
hoy y reprogramó su cita para el jueves por la mañana a las siete; indicó que tú sabías la
dirección/localización.
140
Me tomé la libertad de moverte tu conferencia telefónica con Becky y el equipo con
respecto a la actriz principiante al viernes en la tarde.
Nos vemos mañana,
Gerta.

Me estremecí. Sacrifiqué a Dara Evans, también conocida como la


actriz principiante, en mi blog en el Día de San Patricio en un esfuerzo por
desviar la atención de las mentiras de Brona. Ahora iba a pagar por ello, y
la pobre Becky llevaría probablemente la peor parte de las consecuencias
del artículo "bebé foca" del Socialmedialite.
Por lo menos podía esperar hasta la cita de mañana jueves con
Ronan, aun si fingía todo para las cámaras. El problema era que me
hallaba bastante segura de que mi fingimiento de estar enamorada de
Ronan era más honesto que todas mis contundentes negaciones de que no
podíamos estar juntos. La ficción acababa de convertirse en la realidad
más verdadera.
15En inglés original dice Someone (who) Maybe Likes (you), una vez más para coincidir
con las siglas SML.
Estuve temprano, pero Ronan llegó antes. Lo vi cuando me
encontraba a unas veinte yardas de distancia. Era difícil de pasar por alto.
A pesar de que no era especialmente alto, estaba cortado como una
estatua de mármol. Actualmente vestía una camiseta blanca de manga
larga Under Armor para correr que no dejó nada de su torso a la
imaginación, y pantalones negros de spandex de correr.
En algún momento tendría que hablar con él sobre el spandex, pero
no sería hoy.
Me encontraba demasiado ocupada estando agradecida por la
llegada del spandex que molestándome por tratar de salvarlo de sus
pobres elecciones de moda. Sus gruesos, musculosos muslos de rugby
hicieron a mi cabeza nadar mientras me acercaba. Tuve que obligarme a
mirar hacia otro lado aunque ansiaba tomar una foto de él, algo que
podría guardar para mí y ver más tarde, cuando me sintiera sola.
...como una enredadera. 141
¡Uf! Era repugnante.
Ronan no había tratado de llamarme, y él no respondió al correo
electrónico del Socialmedialite. Lo extrañaba. A esto se sumaba mi último
intercambio con WriteALoveSong.
@WriteALoveSong a @Socialmedialite: EL MUNDO SE ESTÁ
ACABANDO... Pensé que Ronan F. era el atleta engreído que te envió el correo electrónico
más imbécil de todos los tiempos. ¿Por qué de repente eres amigable con él en Twitter? ¿Él se
disculpó? ¿O estás hipnotizada por sus… zapatos de punta?
@Socialmedialite a WriteALoveSong:. Estoy tratando de ayudarle a
navegar por las redes sociales. No es un mal tipo, sólo estaba teniendo un momento imbécil.
@WriteALoveSong a Socialmedialite: Tal vez debería poner eso en una
camiseta "Cuidado con los momentos imbéciles al azar". Eres demasiado amable con la
gente, no puedo creer que le estés ayudando.
@Socialmedialite aWriteALoveSong: ¡Él es realmente genial! Te gustaría
@WriteALoveSong a Socialmedialite: Creo que te refieres a: "¡Él es
realmente caliente!" Es por eso que no puedo cubrir el convencional mundo del espectáculo,
que son gente bonita que siempre son perdonados.
Me pregunté si tenía razón. Me sentía más que atraída físicamente a
Ronan; me encontraba desesperada en la lujuria y el encaprichamiento.
Sin embargo, era mucho más de lo que parecía. Si todo lo que quisiera
fuera alguien guapo, me hubiera enganchado con mi vecino Kurt el Rey de
las cremas hidratantes.
Al acercarme, vi que su piel se hallaba enrojecida y tenía su camisa
blanca húmeda, pegada al sudor que cubría su pecho y la espalda y los
lados. Obviamente, él ya había hecho al menos una vuelta por el parque.
Mis pasos vacilaron. Pronto estaría lo suficientemente cerca como para
tocarlo... para hablar con él. Pensé en dar la vuelta e irme, pero no pude.
Realmente, realmente lo echaba de menos, la forma en que me hizo sentir
imprudente, la forma en que me miró como si fuera la única persona en la
habitación, en la calle, en el mundo.
—Shelly vende conchas de mar de mierda por la orilla del mar de
mierda —murmuré con nerviosismo, dejando que mi ansiedad sacara lo
mejor de mí y dándole a mi compulsión a maldecir. Apreté los dientes y
seguí adelante.
Ronan se estiraba, utilizando un banco para mantener el equilibrio.
Su magnífica espalda daba hacia mí, y por lo tanto no me vio acercarme.
Me aclaré la garganta ruidosamente cuando me hallaba a unos diez metros 142
de distancia. Esto causo que se inmovilizara y mirara por encima del
hombro; perdí mi respiración un poco cuando nuestros ojos conectaron.
No sonreía. No tenía el ceño fruncido, tampoco. Sólo me miraba.
Entonces, él no sólo me miraba, ardía por mí.
Dos días sin mi dosis de Ronan y ahora yo me sentía atrapada,
atrapadas en la red de su... Ronandad.
Tuve la clara sensación de que caía en sus ojos; parecían tener su
propio campo gravitatorio. Sin intención de hacerlo, mis pies me llevaron
hacia delante cuando se enderezó y se dio la vuelta completamente.
Tropecé con nada, y él caminó más cerca, con sus manos en mi cintura a
pesar de que me encontraba en peligro de caer al suelo.
—Te ves un poco aturdida —dijo, y me dio una sonrisa torcida.
La ruidosa cadencia de su voz llamaba a mi interior —y hasta ahora
inactiva— zorra.
Me sorprendí al ver que tenía una y me gustó lo vulnerable y
expuesta que me sentía bajo la preciosa carga de la mirada de Ronan.
Pero odiaba que él fuera tan guapo... e inteligente... y perspicaz... y
perceptivo....
Especialmente perceptivo.
—Yo estoy… estoy bien.
Asintió con la cabeza una vez y luego se inclinó para besarme. Cerré
los ojos y me moví más completamente en sus brazos, pero luego el beso
había terminado. Sólo fue una simple presión de sus labios contra los
míos, y me dejó insatisfecha y engañada.
Mis pestañas se abrieron, y miré hacia él; sus ojos se sentían
distantes, vigilando mientras se movían por mi cara. Levantó una ceja.
—Creo que es un espectáculo suficiente para los paparazzi.
—¿Los paparazzi?
—Sí, los paparazzi.
—Oh. Oh, sí. —Recordándome a mí misma, me aparté y miré a la
hierba aún marrón debajo de nuestros pies—. Cierto.
Sentí sus ojos moverse por encima de mí, y me pregunté si veía la
decepción aguda que sentí por la naturaleza impersonal del beso, si
significaba sólo para el espectáculo. Tenía la esperanza de que no lo
hubiera hecho. No quería ser esa chica, la que envía señales mixtas. Tal
vez ya era demasiado tarde para eso. Tal vez era esa chica. Pero no podía
evitarlo. Él me gustaba. Me gustaba más de lo que debería. 143
Este pensamiento me ayudó a recuperar mi compostura y me
concentró en poner distancia emocional entre nosotros, si no distancia
física. Ronan me alcanzó y me cogió la mano y entonces me arrastró hacia
el sendero.
—Ya he ido una vez alrededor del parque. ¿Quieres correr, trotar o
caminar?
—Por lo general sólo camino.
Miré hacia nada —el mirador, un banco, un árbol— mientras no
fuera a él. Sin embargo, en mi visión periférica, percibí que me miraba.
—Si caminamos, entonces tendremos que hablar el uno con el otro.
¿Seguro que no prefieres trotar?
Mi atención se lanzó a él; su declaración me sorprendió.
—¿No quieres hablar?
Se encogió de hombros y me dio una pequeña sonrisa que no llegó a
sus ojos.—¿Cuál es el punto?
Hice una mueca ante su pregunta, mi corazón se retorció con un
dolor sordo, y bajé los ojos al sendero. Caminamos en silencio durante
varios minutos. Me sentía sin aliento, mi pecho pesado, a pesar de que no
estábamos caminando muy rápido. Entonces de repente dijo—: A menos
que quieras decirme por qué estás haciendo esto.
Traté de no estremecerme por la dureza en su voz.
—¿Hacer qué?
—Esto. —Hizo una pausa y luego añadió—: Esto. Fingiendo ser mi
chica. En realidad estoy muy curioso. ¿Va a ayudarte con tu carrera? ¿A
ascender en la empresa?
Sonaba amargo. Le di una mirada de reojo y vi que su expresión era
claramente amarga, así, sus hermosos ojos marrones bordeados por el
dolor experimentado. Me recordó la primera vez que lo vi, cuando pensé
que era el actor irlandés, y quería abrazarlo y calmar sus angustias.
Instintivamente, me moví de modo que caminaba más cerca, moví mi
mano a su codo, y me metí más cerca de su cuerpo.
—No, Ronan. No va a ayudar con mi carrera.
Le respondí sinceramente, observando su perfil. No me ayudaría con
mi carrera porque no tenía planes de mudarme fuera de mi posición
actual, y ciertamente no ayudaba a mi paz mental.
Su mandíbula apretada. 144
—¿De verdad?
—Sí, de verdad. Me gusta lo que hago. No tengo ningún deseo de...
estar a cargo de un grupo de personas, ser un gerente. Ahora mismo soy
talentosa. Proporciono contenido, experiencia y orientación al equipo. Esto
es lo que quiero hacer. No tengo ambiciones de ascender. Si pudiera
quedarme haciendo exactamente lo que estoy haciendo para siempre,
entonces haría exactamente eso.
—Entonces, ¿por qué no puedes explicarme lo que pasa realmente?
¿Por qué haces esto?
—Porque... —comencé luego me detuve. Mis pies también se
detuvieron lo que le obligó a parar. Tiré de su codo hasta que me
enfrentaba.
Honestamente, me dije. Sé cómo The Socialmedialite… sólo sé
honesta.
Tragué con dificultad porque él me miraba directamente, y me podía
sentir atrapada en su campo gravitacional.
—Porque quiero ayudarte —dejé escapar. Mis ojos rondaron los
alrededores, pero luego me forcé a mirarlo de nuevo.
No me creía. Podía verlo.
—No lo entiendo, Annie. —Agitó la cabeza—. Un minuto no quieres
nada conmigo…
—Nunca dije eso.
—No te quiero, Ronan —repitió las palabras que le dije en la
pastelería el lunes, haciéndome encoger. Mi mano en su brazo se apretó,
mientras continuaba—: Un minuto no me quieres, y al siguiente acuerdas
seguir con esta farsa de que somos una pareja. ¿Por qué harías eso? ¿Para
salvar las apariencias?
—¡No! Sabes que iba decirle a Joan la verdad el lunes… sabes que le
iba a decir la verdad a todos. Pero luego entraste y dijiste que planeabas
decir que habíamos planeado todo, y vi… vi que podía ayudarte.
Lo que no dije, lo que no admití, era que salté ante la oportunidad
porque eso significaba pasar tiempo con Ronan; llegaría a hablar con él, a
tocarlo, a estar con él sin arriesgar mis sentimientos o ligarme. Porque era
falso, o al menos, podía pretender que era falso.
—Haces esto porque quieres ayudarme. —Su tono era plano, y sus
ojos usualmente vibrantes eran aburridos, precavidos.
—Sí, quería… quiero. Creo que lo que hizo —lo que Brona está
haciendo— es injusto para ti. Y si puedo ayudar, entonces quiero hacerlo. 145
Si puedo hacer que sus mentiras se desvanezcan… —Miré sobre sus
hombros, frustrada por mi carencia de habilidad para comunicarme. Mi
lengua se sentía pesada en mi boca, y respiré profundo, intenté aliviar algo
de mi frustración, y cerré los ojos mientras seguía—: Vi que te hirió. No
quiero que estés herido… no tiene sentido lo que digo.
Estuvo callado por varios segundos, y sentí mi cara sonrojarse. Dije
mucho, admití demasiado, y mis palabras eran torpes. Esto era
precisamente por qué sólo interactuaba con el mundo vía infografías.
—Tiene algo de sentido —dijo, su tono amable me tomó por sorpresa.
Abrí los ojos y lo miré. Su mirada se suavizó, y vi que me estudiaba.
Encontré su mirada, aliviada de ver que la amargura se había reemplazado
por cálida especulación.
Dio un paso adelante, entrando en mi espacio. Levanté la barbilla
para mantener contacto visual y exitosamente luchar contra la urgencia de
alejarme.
Una vez que me estuvo acorralando básicamente, Ronan susurró—:
¿Por qué te interesa si me hieren?
—Porque… —comencé, me detuve, cerré los ojos otra vez, e inhalé
profundamente.
—Mírame, Annie.
No lo hice. En su lugar, mordí mi labio y negué con la cabeza.
Sentó una de sus manos en mi mejilla; su pulgar presionó la piel de
mis dientes y siguió a mi labio inferior.
—Mírame. —Esta vez sonaba más a una orden.
Abrí los ojos. Lo miré. Y le dije la verdad. —Te mentí.
Vi el destello de algo en su mirada, y parecía contener su aliento. —
No me gustan los mentirosos.
—Lo sé, lo sé, lo siento.
—¿Sobre qué mentiste?
—Quiero permanencia —dije estúpidamente—. Quiero garantías y
estabilidad.
—¿Qué? ¿Qué se…?
Lo interrumpí, mis palabras saliendo de mi boca. —Me gustas. Y
más que en el sentido bíblico. Me gustas. Me gusta que seas la Madre
Fitzpatrick con tu equipo, pero coqueteas conmigo suciamente. Me gusta
que cuidas de tu familia y cuán ho-ho-honorable eres. Y quiero… —Intenté
mover mi mirada de la suya, pero no me dejó. Ronan levantó su otra mano
para mantener mi cara entre sus manos, forzándome a mantener contacto
146
visual.
—¿Qué quieres?
—La primera vez que te vi, ¿sabes qué pensé? Pensé que parecías
trise. Y aunque no te conocía, quería hacer algo para alejarlo.
Su mirada se entrecerró. —¿Hablas de la sala de descanso?
¿Pensaste que parecía triste?
Mis ojos se abrieron cuando noté mi error. Tanto como Ronan sabía,
la primera vez que lo vi fue en la oficina de la sala de descanso. —S-sí,
digo, no, claro, que me refiero a eso, escucha, no importa. Lo que importa
es que te vi, y vi tristeza. Quería ayudar.
—¿Pero no me quieres?
Mi frustración se duplicó. Agarré sus muñecas, sosteniéndome. Miré
su cuello, irritada de ser tan mala en esto, y exhalé. —Te quiero, por
alguna loca razón, quiero confiar en ti; pero tengo tanto miedo. —La última
parte salió como un suspiro.
Pareció liberar la respiración que contenía, y con ello, me sentí más
aliviada como algo tangible. El peso que no me había dado cuenta de que
él cargaba, se desvaneció. Ronan presionó un beso rápido en mi frente
diciendo—: No lo tengas. No necesitas tener miedo de mí.
—No puedo no hacerlo. No sabes. No sabes cómo soy.
—Sé que eres preciosa.
Mis ojos fueron a los suyos, y fruncí el ceño, el miedo cerrando mi
garganta. —Ves, es eso. Eso. Eso es el problema.
—¿Qué? ¿Es un problema que piense que eres hermosa? —Se
encontraba realmente perplejo.
—Vas a cambiar de opinión. Encontrarás a alguien más.
Ronan me miró como si me hubieran salido alas y cuernos y ocho
piernas. —¿De qué hablas?
—He trabajado tanto por estabilidad, por seguridad. Las cosas están
bien ahora. Estoy a salvo.
Sus pulgares acariciaron mis mejillas y mandíbula, sus ojos se
hicieron fieros. —¿No crees estar a salvo conmigo? ¿Crees que te
lastimaría?
Suspiré, sabía que mis cejas se movían en todas direcciones en mi
frente y luché por las palabras correctas. Al final, no hacía una decisión
consciente el decírselo; hablaba, y antes de saberlo, ya me hallaba en la
mitad de la historia. 147
—Déjame ponerlo de esta forma, no uso mi alrededor para ganar
simparía. No quiero simpatía. Solo déjame decirte qué pasó. Eso tendrá…
tendrá más sentido, creo.
Ronan asintió su apoyo.
—Cuando tenía seis años, mi mamá me dejó. Te lo dije. Pero lo que
no te dije fue que cuando tenía siete, fui adoptada. Pensaron que era tan
linda. Y, eh… les gustaba cuán callada era, cuán dulce. Me tomó un rato
adaptarme, como, cuatro meses antes de empezar a abrirme. —Bajé la
mirada a su cuello, sin querer ver la expresión cuando le dijera el resto.
»Luego ella se embarazó, y no… ya no me querían. Así que me
regresaron al estado. Y cuando mi trabajadora social me puso otras vez en
los días de campo de adopción, donde los padres elegían a sus hijos,
porque seguía siendo considerada una buena candidata. Pero no le
hablaba a nadie, y no miraba a nadie porque, incluso a los siete, prefería
estar sola. —Exhalé, cerrando brevemente los ojos luego regresándolos a
su rostro.
Parecía horrorizado, y no existía duda de la lástima en sus ojos.
—No. No sientas lástima por mí. No te dije esto para que sintieras
lástima.
—Que se joda. Claro que siento lástima por ti. ¿Cómo podría no
hacerlo? Es una historia de mierda, y esa gente, son idiotas; y si
estuvieran aquí ahora, los jodería, bueno, lo jodería. Pero a ella le daría
una plática.
Exhalé con una risa y agité la cabeza, intentando enfocarme en la
razón por la que comencé a decirle la historia. —Mi punto es que no puedo
salir con nadie. No puedo ser la chica de nadie. No puedo ser tuya; no
puedo…
No le pude decir todo lo demás que no podía hacer porque me besó,
y esta vez no fue un casto toque de sus labios en los míos. Esta vez fue
feroz. Sus manos cayeron de mi cara y me envolvió en sus brazos,
apretándome en su pecho. Su lengua invadió mi boca, me rozó, demandó
que respondiera.
Lo hice.
Me derretí en él y agarré puños de su camisa, sin importarme si
estuviera empapada de sudor. A pesar de su carrera de temprano, olía a
dulce y picante colonia y algo únicamente de Ronan.
Cuando terminó y mi boca se sentía profundamente amada, me
perdí en la niebla. 148
—Ahora, tú escúchame. —Ronan mordió mi mandíbula, aún
manteniéndome cerca. Susurró contra mi oído, haciéndome cosquillas y
provocándome estremecimiento—. Esto está pasando. Tú y yo estamos
pasando, y es real. Me gustas, y más que sólo en el sentido bíblico, lo que
sea que eso signifique. Me encanta que seas brillante y generosa, y
preciosa y real. Me gustas.
Tomó la oportunidad de lengüetear mi oreja, enviando toques de
deleite y placer corriendo por mi espina.
—Ah… —Arqueé la espalda, presionando instintivamente mi cuerpo
contra el suyo.
—No doy una mierda sobre tus problemas de abandono, porque no
te voy a abandonar. No importan. No les des importancia.
Chupó mi cuello, sus manos vagando, masajeando mi espalda y
trasero sobre mi ropa de ejercicio.
—Solo vas a tener que confiar en mí. Y mañana voy a salir contigo y
mostrarte cosas, no sólo porque en serio me gusta cómo te ves, sino
porque eres astuta, y buena, y genuina…
Me froté sobre él, vuelta un poco loca por su agresividad. Además,
me encontraba completamente desorientada cuando agarró mis antebrazos
y me alejó. Me miró hasta que lo miré y fui capaz de ponerlo en foco.
Pareciendo satisfecho de que tenía mi total atención, Ronan terminó
su idea suspendida con un gruñido—: …y ahora eres mía.

149
@Jenny0989: @RonanFitz Hombres como tú me enferman. Mereces ser colgado,
estirado, y desmembrado #puto #EquipoBrona
@RonanFitz: @Jenny0989 Cuelga y estírame todo lo que quieras, pero acércate a mi
trasero, y tendremos un problema.

Traducido SOS por Ana09 & Mae

Ronan
18 de marzo
150
4:10p.m.
Querido Ronan,
Estoy de acuerdo, la verdad siempre sale. Estoy tan contenta de que no hicieras nada
precipitado. Ella no se merece ni tu tiempo ni tu atención (o energía).
Me sorprendieron tus preguntas en el último correo, en cuanto a lo que obtengo por
ayudarte. La respuesta es simplemente esto: Estoy obteniendo el placer de tu
correspondencia. Me pregunto si alguna vez alguien te ha dicho esto antes, pero eres muy
encantador y agradable. Eres muy astuto, tus correos me hacen reír. Me gustas.
—SML = Alguien (a quien) quizás (le) gustes.

Era viernes en la mañana, y releía el último mensaje de The


Socialmedialite por enésima vez mientras frotaba mis sienes. Mi cabeza se
hallaba oficialmente arruinada. Ahora sabía quién era la persona sin
rostro que se encontraba al otro lado de los correos electrónicos.
Admitiré, cuando primero encontré el teléfono de Annie en mi auto,
me sentía furioso. Me sentí traicionado y más allá de furioso. No podía
creer que fui tomado por tonto de nuevo por una mujer. El portero que
trabajaba en mi edificio, Jeffrey, con quien construí una amistosa y
amable relación, me preguntó cómo había sido mi día, y le respondí con
una manía alarmante—: ¡¡MARAVILLOSO, JEFFREY, SÓLO
JODIDAMENTE MARAVILLOSO!!
Así que sí, Jeffrey y yo ya no somos tan cercanos ahora.
Cuando llegue al pent-house, fui de una a muchas rondas en el saco
de boxeo del gimnasio. No usé ningún equipo de protección, y mis manos
se veían raspadas y crudas para el momento en que terminé.
Afortunadamente, mi temperamento se calmó lo suficiente como para que
pudiera llevarme a mí mismo a meterlas en algo de agua tibia,
desinfectarlas, y envolverlas por la noche.
Pensé que podría estar teniendo un colapso emocional, como una
esposa que acaba de darse cuenta que su esposo desde hace veinte años le
era infiel. En la periferia de mi mente, era consciente de que mi reacción
de traición era exagerada. Me llevó a la dura realización de que me
encontraba mucho más interesado en Annie de lo que pensaba.
Sabía que la deseaba físicamente, pero se empezaba a hacerse
claramente evidente que tenía sentimientos por ella que corrían más
profundo que eso. Tejió su camino en mis afectos, jodiendo mi plan
constante para mantener la vida sencilla. Me sentíadispuesto para salir y
151
tener sexo sin ataduras, aun así aquí me hallaba, permitiéndome a mí
mismo involucrarme. Había tantas ataduras que no era divertido, y ni
siquiera habíamos tenido sexo aún.
Pero de vuelta a mi más reciente descubrimiento. Traté de poner las
cosas en perspectiva.
Sí, me estuvo mintiendo, pero sólo la había conocido por un corto
tiempo. No era como que había hecho nada para ganarme su lealtad.
Luego de que me ejercité hasta el agotamiento, colapsé en mi cama,
mirando al techo. Mi cuerpo se sentía cansado como un perro, pero mi
mente se hallaba en un frenesí de actividad. Traté de imaginarme a mí
mismo en los pies de Annie. Quiero decir, la mujer tenía dificultades para
ponerse a sí misma fuera en el mejor de los casos. Supuse que admitir su
famosa identidad secreta en línea a la gente como yo sería una perspectiva
aterradora. Era comprensible que la mantuviera para sí misma. De hecho,
si hubiera venido y me hubiera dicho, podría haber estado sospechoso.
Hubiera sido salirse fuera de carácter.
Aun así, me molestaba, principalmente porque mantuvo la
correspondencia conmigo y no admitió que ya me conocía. Me permitió
creer que era una extraña en la que podría confiar, alguien muy lejos de
mi vida cotidiana. Una cosa era que simplemente no me dijera que ella era
The Socialmedialite, esa era la parte que esperaba, pero completamente
otra cosa escribirme día tras día, pretendiendo ser alguien más. Esa parte
tomó esfuerzo y secreto y un cierto nivel de duplicidad.
Esos fueron mis sentamientos hasta que la encontré ayer en el
parque para una carrera. Había arrojado su coraje para mí, y no podía
evitar estar con el corazón roto por ella, envolver mis brazos a su
alrededor, y dejar su cuerpo suave hundirse en mí. Quería estar enojado,
pero sólo no podía aferrarme a ello.
Entendí muy bien las razones de Annie para ser en la forma en que
era. Y luego tuve otra epifanía. Pensé que quizás, sólo quizás, Annie no era
tramposa por esconder su secreto. Quizás esta era la única forma en que
podría realmente ser ella misma y llegar a conocerme sin su ansiedad
poniéndose en el medio. Ella necesitaba el velo. La distancia. La seguridad
de la red electrónica.
Fue evidente que mis conversaciones con The Socialmedialite fueron
mucho más abiertas que mis diálogos en persona con Annie. Por lo tanto,
luego de que la dejé para ir a trabajar ayer, tomé una decisión. Permitiría a
Annie su red de protección por un poco más de tiempo. No le diría que
sabía su secreto aún porque así de esa forma conseguiríamos lo mejor de
ambos mundos. Aún tendríamos la vía electrónica de comunicación, en la
que ella se encontraba segura de sí misma y decía lo que realmente 152
pensaba. Y luego también tendríamos la vía en persona, donde me podía
deleitar en estar a su alrededor y en broma mimarla hasta sacarla fuera
de su cascarón.
Hablando de la vida electrónica de Annie, me encontré a mí mismo
leyendo su blog más y más, trabajando mi camino a través de su catálogo
de entradas antiguas como si fuera un libro que no podía esperar para
terminar. Leer sus publicaciones me hizo encariñarme con ella mucho más
porque, a pesar de mis impresiones originales, los artículos de Annie no
eran lo mismo que la mayoría de basura de chismes de celebridades allá
fuera. Eran ingeniosos e inteligentes; se burlaban de egos y de la
hipocresía en lugar de la ganancia de peso y la vida personal de mal gusto.
En un artículo temprano este año, escribió acerca de un artista de
hip hop que se compró un auto enchapado en oro en cuarenta millones de
dólares mientras al mismo tiempo abogaba en una campaña para recoger
fondos para las víctimas de desastres naturales. Annie preguntó:¿porqué
no sólo donar la sin sentido, llamativa excusa de auto a las victimas antes
de pedir cada día a la gente trabajadora donar su dinero ganado con su
trabajo? ¡¡¡Toma ese dinero en tu boca, y da un buen jodido ejemplo!!!
Y luego a finales del año pasado, un escándalo de secuestro de
teléfonos a celebridades llenó los titulares, y los medios del mundo
condenaban a numerosas actrices y cantantes por guardar fotos picantes
desnudas y videos en sus teléfonos. Annie dijo: Cualquiera, en cualquier
lugar, en cualquier momento, debería permitirse guardar lo que demonios
quieran en sus teléfonos sin que esos archivos sean robados y mostrados al
mundo entero. No me importa si eres una actriz ganadora del Oscar o un
cocinero en McDonald’s, la privacidad personal de nadie no debería ser
invadida nunca de esta manera, ni pensar en ser difundida a través del
Internet para ser apartados, criticados, y condenados. ¿Es posible, solo esta
vez, *NO* culpar a la víctima?
Leer todo esto fue confuso. No solo creí que era hermosa y notable
en la vida real; pero detrás de su fachada tranquila era increíblemente
inteligente, y tenía las pelotas para defender lo que creía. Tenía principios,
y eran de la clase que respetaba inmensamente. La admiraba.
Así que ahora, miraba la pantalla mostrando el más reciente
mensaje para mí como SML y deliberaba sobre una respuesta. El flujo de
la conversación entre nosotros se había silenciado por los últimos días.
Necesitaba saber la mejor manera de empezarlo de nuevo. Su salir y
admitir que le gustaba me hizo vanagloriarme como un pavorreal
sangriento. Empecé a escribir.

21 de marzo 153
9:45a.m.
Querida SML,
En primer lugar, mis disculpas por el silencio de radio. Como probablemente podrás
adivinar, he tenido mucho en mi plato en los últimos días. Estoy tratando de ser menos
impulsivo, menos fácil de entrar en la ira, por lo que tomó mucho de sentarse de vuelta una
vez que salió la historia de Brona. De todas formar, estoy tratando de no fijarme en eso.
Entonces, ¿te gusto, eh?
Me gustaría decir que me sorprende, pero es obvio que tus ofensivos mensajes
anteriores eran un primer ejemplo de un enamoramiento de patio de escuela. Ma siempre
decía que las chicas sólo me decían insultos porque les gustaba ;-)
Desafortunadamente para ti, mis afectos recaen en otra. De todas formas, si
quisieras persuadirme, eres bienvenida a enviar algunas fotos picantes (aun si son sólo de tus
deliciosos pechos de encaje de sirena).
No seas una extraña.
Ronan.
Presioné enviar, preguntándome como respondería Annie.
Todavía pensaba que yo no tenía idea de quién era SML, así que dejé
claro que había alguien que me gustaba. También, aunque me hubiera
gustado The Socialmedialite y disfruté nuestros intercambios, desde que
conocí a Annie en persona, viendo cuan adorable y hermosa era, no tenía
ojos ni pensamiento para nadie más.
Debería haberlo aclarado antes con su personaje en línea, pero
siempre fui un coqueto cuando no salía con nadie. En todo caso, ahora me
preocupé para asegurarme de que The Socialmedialite, y por lo tanto
Annie, no creyera que la perseguiría en el mundo real mientras trataba de
conseguir engatusar a algún pájaro anónimo en línea al mismo tiempo.
Cerca de media hora después, recibí una respuesta.

21 de marzo
10:22a.m.
¡Ronan!
¿Cómo has estado? Si no fuera por el hecho de que tú y tu nuevo revolcón han sido 154
salpicados por todo el Internet, podría haber pensado que caíste en un pozo o algo. Porque
eso pasa todo el tiempo, ¿cierto? LOL. Cuando era una niña, solía pensar que ser golpeado
por un rayo era una de las principales casusas de muerte entre los humanos.
Así que, tú y esta chica Annie, ¿eh? Tengo que decir, a pesar de quererte todo para mí
misma, ella me está gustando, y por lo que he leído, todo el mundo lo hace, también. Algunas
veces el público puede ser muy crítico de las novias no famosas de las celebridades, porque ya
sabes, envidia y todo eso. Así que es realmente una cosa muy buena que la gente la esté
aceptando. Hoy leí un artículo en un sitio muy popular cuestionando la historia de Brona, ya
que no ha traído ninguna evidencia de sus reclamos. Creo que vas bien en tu camino para
estar en lo claro.
Y no te preocupes por mi pequeño enamoramiento. Lo abrigaré con gracias y cero
resentimientos.
Tu buena amiga,
The SML.
P.D. Vi esas fotos de ti y Annie besándose en el parque ayer. Santa mierda, ¡eran
calientes! Mi sirena podría haber tenido algún tiempo feliz en la ducha después de verlas.
Disfruta la vista.
Sonreía como un tonto para el momento en que llegué al final de su
mensaje. Annie tenía un lado malo, le daría eso. De todos modos, el cuerpo
de su mensaje fue demasiado casual y amistoso, y yo ansiaba algo más.
Esto fue por lo que saqué mi teléfono y le escribí un mensaje a la Annie
real.

Ronan: Extraño tu sabor. Ven.


Su respuesta fue casi inmediata.
Annie: Estoy trabajando. Me verás esta noche.
Oh, de ninguna manera se saldría de esta tan fácilmente. Fui a
modo completo de sexteo.
Ronan: Quiero hacerte venir con mi boca.
Annie: ¡Ronan! Estoy en la oficina y Gerta está ¡JUSTO A MI LADO!
Ronan: Debo decir que eso como que lo hace más caliente.
Annie: *rodando los ojos* ¿Tienes algo por Gerta?
¡Ja! Sabía que no le gustaba cuan amigable me había vuelto con su
155
asistente.
Ronan: ¿Celosa, amor?
Le tomó un tiempo responder esa, y me gustó imaginar que se
maldecía por cuan transparente había sido.
Annie: No.
Ronan: Bien, porque no es sobre las tetas de Gerta en las que
fantaseo eyacular.
Otra larga pausa. Había visto el mensaje, pero no escribía una
respuesta aún. Luego finalmente la respuesta llegó.
Annie: Por favor deja de mandarme mensajes. Gerta piensa que
podría estar enfermándome de gripe. Tu último mensaje me provocó un
ataque de tos.
Ronan: Sin embargo, te dejé pesando, ¿lo hice? ;-)
Annie: Sí. Demasiado. Eres demasiado.
Ronan: De hecho me han dicho que soy la cantidad justa. :-D
Admítelo, me extrañas tanto como te estoy extrañando a ti.
Annie: Tal vez. Sólo un poquito.
Ronan: Dime qué extrañas de mí.
Hubo una pausa aún más larga esta vez. Sólo pude imaginármela
preocupándose sobre complacerme o no.
Annie: Extraño cómo hueles. Cómo tu cuerpo se siente contra el mío.
Bueno, no esperaba que jugara conmigo. Y sí, ya estaba duro.
Ronan:¿Vas a dejarme entrar en ti esta noche, amor?
Sólo podía imaginarla ruborizándose.
Annie: ¿No es eso más del tipo de cosa para una cuarta o quinta cita?
Ronan: Soy Irlandés. No nos apegamos a esa mierda.
Annie: Tengo que volver a trabajar ahora, Ronan.
Ronan: Bueno, hasta luego. Te veo esta noche. XXX
Ronan: Sigue pensando en mí.
Ronan: No puedo dejar de pensar en ti.

Cuando finalmente llegó la hora de prepararme para mi cita con


Annie, puse una cantidad de tiempo excesiva en mi apariencia. De hecho,
no creo que nunca hubiera puesto este nivel de esfuerzo en verme bien 156
antes. Al final, me decidí por una camisa blanca y un par de pantalones
azul oscuro de algún diseñador o de otro. Aparte del hecho de que podías
ver mi tatuaje a través de la camisa, me veía muy jodidamente respetable.
Era adicto a la manera en que los ojos de Annie me bebían siempre
que me veía, y quería animar más de ello. Insistí en ser el que la recogiera,
y de mala gana me dio su dirección. Vivía en un lindo edificio en un área
muy de clase media alta. No era extremadamente lujoso, lo que me
imaginaba podría bien permitirse, dado el ingreso adicional de su blog,
pero era acogedor. Me encontré a mí mismo sonriendo. Me gustó incluso
antes de que pusiera un pie dentro del edificio.
No estuve sonriendo por mucho tiempo porque cuando toqué en la
puerta de Annie, no fue quien abrió. En su lugar, algún cabrón rubio se
puso de pie frente a mí, una ceja levantada mientras estudiaba mi
apariencia. En mi opinión, ningún hombre debería estudiar la apariencia
de otro hombre a menos que batee para el escuadrón de penes.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó el hombre, arqueando una ceja.
—No, tienes razón, amigo. Creo que este es el apartamento
equivocado —contesté y me volví a la puerta siguiente cuando Annie
llamó—. ¿Ronan, eres tú? Pasa adelante.
Su voz sonaba un toque tensa, y noté que me llamaba Ronan en vez
de Sr. Fitzpatrick. Pasando luego del Sr. Peróxido, caminé dentro del
apartamento decorado adorablemente, absorbiéndolo todo. Era tan tibio y
vívido que me podía sentir quedándome aquí con Annie por la tarde en vez
de llevarla fuera como habíamos planeado.
Joder, olía tenuemente a su perfume, también.
Era tan perfecto que casi me olvidé del imbécil que se hallaba de pie
detrás de mí. Lo ignoré y me volví hacia Annie, que llevaba un vestido
hasta la rodilla color azul medianoche que le quedaba perfectamente,
resaltando su pequeña cintura y generosos pechos, aunque me hubiera
gustado que no se ensanchara y ocultara sus bien formadas piernas y
muslos. Pero se sumergía atractivamente en su escote, mostrando su
magnífica piel cremosa a la perfección. Tenía su largo cabello suelto, y se
había puesto un pequeño toque de maquillaje. Me puse de pie a su lado y
tomé sus manos en las mías, dándome cuenta que tragaba nerviosamente.
Las coloqué en mi pecho y froté mis pulgares a lo largo del interior de sus
muñecas.
—Te ves hermosa, amor —murmuré.
El Sr. Peróxido aclaró su garganta, y volví mi cabeza hacia él,
sintiendo como llegaba el entrecejo fruncido.
—Este es mi vecino, Kurt —empezó Annie, su voz vacilante. Parecía 157
estar teniendo un momento difícil con esta situación por alguna razón, por
lo que me mantuve frotando su piel con mis pulgares en un esfuerzo para
relajarla—. Kurt, este es m-mi, mi…mi Ronan.
Sus ojos se ampliaron; parecía como si quisiera abofetearse, pero
sus manos por lo contrario se encontraba desafortunadamente
comprometidas. Mi sonrisa se extendió ampliamente por mi cara.
—Mierda, sí, lo soy.
—Quiero decir, es mí….
—Soy su novio —terminé por ella antes de que comenzara a divagar.
—Kurt vive al lado. Sólo vino para pedir prestada algo de azúcar.
Estábamos riéndonos por el hecho de que hemos vivido al lado por tanto
tiempo pero hasta hace poco nos conocimos. Es loco viviendo en una
ciudad tan grande. Nunca llegaste a conocer a tus vecinos, ¿o sí? De todas
formas, disfruta el azúcar, Kurt.
Me reí en voz baja. Dios, esta mujer iba a matarme, era tan linda.
Quería verla ponerse toda nerviosa cuando la amarrara a los postes de mi
cama, quería ver cuán rápido se callaría cuando pusiera mi boca en ella.
—Sí, Kurt, disfruta el azúcar. No querría que sufrieras por una taza
de té sin dulce ahora, ¿verdad? —añadí y luego le di un guiño que decía
que lo encontraba adorable. Su postura se hizo rígida, y su boca formó
una fina línea. Supe exactamente lo que hacía este cabrón. Azúcar, mi
culo. Tal estratagema obvia para tratar de engatusar su camino dentro del
apartamento de Annie. De hecho, me molestó saber que dejó entrar a un
hombre que casi no conocía a su hogar. Podría tener que castigarla un
poquito por eso.
—De hecho estoy teniendo una cena esta noche y la necesito para
un plato que estoy preparando —respondió lisamente.
—Bueno, no nos dejes retenerte —dije, mi expresión endureciéndose
ahora.
Sobrevino un concurso de miradas en silencio. Fue el primero en
volver la mirada, ignorándome y concentrando su atención en Annie. —Me
encantaría que vinieras luego. Sólo vamos a ser unos cuantos amigos
cercanos y yo. Buena comida, buen vino, conversación inteligente. —Sus
penetrantes ojos azules se fijaron en mí por un segundo, y juro por Dios
que me sentía listo para derribarlo de un golpe. Claramente insinuaba que
yo no era capaz de esto último.
—De hecho tenemos planes —respondió Annie, dándole una
pequeña sonrisa—. Pero quizás en otra ocasión.
Kurt parecía como el gato que consiguió la leche, sonriéndole de 158
vuelta lascivamente. —Sí, eso me gustaría. Entones en otra ocasión. —
Disparándome una última mirada hostil, se giró y dejó el apartamento. En
el momento en que la puerta se cerró, empecé a caminar con Annie hacia
atrás hasta que su espalda conectó con la pared.
—¿Alguna otra ocasión? —dije, arqueando una ceja.
—Me portaba cortés.
—Le sonreíste.
—Sí… es mi vecino.
Mi tono era tierno pero firme cuando le contesté—: Annie querida,
perdóname por ser franco, pero quiere joderte. Algo que necesitas entender
sobre mí, no toleraré hombres como ese, especialmente no en tu
apartamento. Eres mía. Te lo dije. Esta es la forma en que funciona.
Su voz fue pequeña pero claramente indignada. —¿Estás siendo
jodidamente serio?
Me sorprendió la facilidad con que maldecía y cuan natural sonaba
viniendo de sus adorables labios; parecía que mi Annie tenía una boca
sucia. Pero estando así de cerca de ella, teniendo su aroma a mí alrededor
y su flexible cuerpo nivelado con el mío, no fue una sorpresa que creciera
excitado.
Presioné la evidencia de esta dureza contra su muslo, y dejó salir un
pequeño jadeo.
—Deja de lado la justa indignación, Annie. Estamos juntos ahora, y
van a haber reglas. No quiero a otros hombres solos contigo en tu
departamento, perova en ambas vías. No tendré mujeres en mi lugar,
tampoco. Mierda, ni siquiera quiero mirar a otra mujer que no seas tú. Me
siento… muy protector contigo. ¿Así de irracional? Sí, quizás. Pero es solo
la manera en que tiene que ser. Te lo prometo, una vez que te des cuenta
de todo lo que quiero darte, te gustará. Demonios, lo amarás. Esto somos
nosotros, y esto es permanente.
Algo en ella se derritió. Pude sentirlo en la forma en que su cuerpo
perdió toda la tensión. Se hundió en mí, su mano presionó firmemente mi
pecho. No quise hablar más, así que llevé mi boca a su cuello de cisne y
lamí una línea por todo el camino hasta el lóbulo de su oreja. Tembló y se
apoderó de mi camisa. Tomando la parte trasera de sus rodillas, fácilmente
la levanté, y envolvió sus piernas alrededor de mi cintura. Era la posición
perfecta para que oprimiera mi erección justo en su lugar dulce.
—Ronan. —Suspiró justo antes de que capturara sus labios con los
míos, hundiendo mi lengua en su boca, suave y húmeda. Empecé a mover
mis caderas hacia delante y hacia atrás rítmicamente mientras la devoraba 159
con mis dientes, mis labios, mi lengua. Se sentía tan caliente y suave que
sentí que podría perderme en ella por horas, días. No sabía por cuanto
tiempo estuve besándola cuando su teléfono empezó a vibrar fuertemente
sobre la mesa del café.
Aflojó las piernas y se dejó caer, respirando pesadamente y
descansando su cabeza en el hueco de mi cuello. —Dios, ¿qué estamos
haciendo? —murmuró como para sí misma. Cuando tomé su barbilla entre
mis dedos y levanté su cabeza hacia mí, parecía abrumada. Iba demasiado
rápido, pero no parecía capaz de evitarlo. Había algo sobre la presencia de
Kurt que hizo alguna ridícula parte de mí, de hombre de las cavernas, que
necesitaba poner mi reclamo.
Para el momento en que el teléfono paró de vibrar, Annie parecía
haberse recompuesto.
—Vamos, toma tu abrigo.
Asintió, aunque parecía estar aún aturdida mientras caminaba hacia
el closet; pero de repente se volvió hacia mí. —¡Oh! Casi lo olvido.
—¿Olvidas qué?
—Yo… —Sus ojos se levantaron a los míos luego revolotearon lejos a
la mesa tras de mí—. Te tengo algo.
—¿Qué?
Caminó por delante de mí, dándome una pequeña sonrisa, luego
sacó una bolsa negra sin marca. —Aún no está en el mercado, pero se
supone que sea mucho mejor que el último modelo; y me di cuenta que no
tienes un reloj, así que sólo pensé…. toma. —Empujó la bolsa en mis
manos.
La estudié. —No necesitas comprarme nada.
—Lo sé. Quería hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque... —Se encogió de hombros, metiendo su cabello detrás de
su oreja con timidez—. Porque, honestamente, se sentía bien. Me sentí
bien pensando en ti y en lo que podrías desear, lo que podrías necesitar...
—Su voz se apagó, y parecía nerviosa e incierta.
Su respuesta fue alarmante, y no estoy seguro de por qué me
inquietó. Sin embargo, traté de darle una sonrisa tranquilizadora cuando
metí la mano en la bolsa y saqué un reloj de alta tecnología muy elegante
en los envases de aspecto futurista.
—Es un reloj —dije. Por lo visto, también parecía ser un reloj muy
caro.
—Sí. Pero es más que eso. Lo puedes utilizar para rastrear tus
160
calorías, recibidas y quemadas, y puedes introducir datos de dieta
directamente y la distancia se registra a través de localización por GPS. Y
también te permite enviar y recibir tweets y tomar fotos que puedes subir
de inmediato a los medios de comunicación social. Es 4G, y ya estás
conectado. Así que puedes hacerlo todo en cualquier lugar, en cualquier
momento. —Me sonrió, una gran sonrisa esperanzada—. Pensé que podría
hacer tus interacciones en línea un poco más fáciles, más el controlador de
salud....
Estar conectado todo el tiempo sonaba horrible; pero vi que puso un
montón de esfuerzo en el regalo y se veía entusiasmada con ello, así que
hice lo único que podía.
Le dije—: Guau, gracias, Annie. Esto es... realmente genial. —
Incluso sonaba como si lo dijera en serio, probablemente porque lo decía
en serio.
Sólo el hecho de que me hubiera comprado un regalo me impactó.
Estaba en su mente; pensaba en maneras de hacerme feliz. Ese era el
verdadero regalo.
Sostuve su mano mientras nos abríamos paso fuera para llamar a
un taxi. La llevé al lugar de Tom para la cena porque parecía gustarle
realmente la comida allí. Por suerte, esta noche era noche libre de Tom, así
que no tendría que sentarme oyendo a Annie enloquecer de nuevo.
En lugar de sentarme frente a ella en el reservado, me senté a su
lado. Después de lo sucedido en su casa, sentía la necesidad de estar lo
más cerca posible.
No planeé beber, pero extrañamente, cuando la camarera vino a
tomar nuestro pedido, me encontré pidiendo una cerveza. Estos
sentimientos que tenía por Annie, la intensidad de ellos, mierda, no era
una sorpresa que necesitara algo para relajarme. Annie pidió un vaso de
vino tinto, y no pude dejar de mirar cuando sus labios se curvaron
alrededor del borde de la copa. Pude ver en sus ojos que sabía
exactamente lo que pensaba.
Le hice un montón de preguntas acerca de su vida, su infancia, el 161
tipo de cosas que le gustaba hacer. Fue un hueso duro de roer la mayor
parte del tiempo, al solo darme respuestas cortas. Quería saber las cosas
que vivió cuando era niña. Llámame masoquista porque sabía que
escucharlo me haría enojar, pero todavía tenía esta feroz necesidad de
saberlo todo, de alguna manera exorcizar esos demonios por ella.
Volvió la conversación de nuevo en mí y pareció más que contenta de
escuchar mientras hablaba sobre mí. De hecho, lo disfrutó. Vi interés
genuino con cada nueva historia; no importaba si hablaba de bromas
durante la universidad o un partido de rugby particularmente cruel, sus
ojos brillaban, vigilantes, absortos. Se hallaba cautivada, pendiente de
cada palabra.
Me hacía sentir como si fuera el rey de los chicos fascinantes. Era
una sensación embriagadora, seductora, hacía maravillas para mi ego.
Confirmé que realmente me gustaba.
—Eres un gran contador de historias. —Sus palabras eran un poco
torpes, y me sonrió cálidamente—. Esto fue muy agradable —continuó
mientras me miraba por debajo de sus espesas pestañas. Iba por su
tercera copa de vino, sus mejillas se volvían de color de rosa, y acababa de
terminar mi segunda cerveza. La camarera se acercó y puso la cuenta en
la mesa.
—Esto no ha terminado todavía —contesté, frotando mi pulgar sobre
su labio inferior. Sentí su aliento recorrer mi piel.
—¿No?
Negué con la cabeza, mis labios curvándose en una sonrisa. —Te voy
a llevar a bailar.
Sus ojos se agrandaron y redondearon, y parecía sorprendida. —
¿Bailas?
Asentí. —Relativamente bien.
No pasó mucho tiempo antes de que entráramos a una discoteca
llamativa en una zona elegante de Manhattan. A decir verdad, Tom sugirió
el lugar. No conocía más sobre discotecas llamativas de Manhattan de lo
que sabía de una cirugía a corazón abierto. Con mi mano firmemente
sobre la espalda baja de Annie, conduciéndola al bar, donde una mujer
alta y delgada que llevaba un top tomó nuestra orden de bebidas.
—¡Oh, Dios mío! Eres Ronan Fitzpatrick, ¿verdad? —gritó una voz
femenina detrás de mí. Annie tenía una mirada hosca en su cara y se
centraba intensamente en el vaso que tenía en la mano. Era en momentos
como estos que me daba cuenta de lo nada acostumbrada que estaba a
verse rodeada de gente. Obviamente, no se protegía, pero se mantenía 162
alejada de situaciones sociales durante tanto tiempo hasta no poder
manejarlas. Me giré para encontrar a tres mujeres que llevaban apretados
pequeños vestidos y tacones altísimos sonriéndome como si les hubiera
dicho que habían ganado la lotería.
—¡Es él! —dijo otra—. ¿Podrías por favor firmar algo para nosotras?
Hemos estado siguiendo su romance esta semana en todas las revistas, y
estamos obsesionadas con los dos. —Todas le dieron a Annie sonrisas
alentadoras, pero ella se quedó en silencio a mi lado como congelada.
Firmé algunas servilletas para ellas, tomaron algunas fotos, y balbucearon
un poco más antes de que finalmente nos dejaran solos. La mesera me
tocó en el hombro y luego me entregó una tarjeta.
—Tenemos una sección VIP privada arriba si lo prefiere —sugirió.
Tomé la tarjeta, le di las gracias, y luego deslicé mi mano en la de
Annie.
—¿Te diste cuenta cómo esas mujeres no hablaron de Brona? —dijo
Annie—. Esto es bueno. Significa que la gente se está centrando más en
nuestra relación que en su historia.
—Es cierto, pero no me sorprende —le dije con ternura—. Una
mirada a esos grandes ojos marrones tuyos y el público probablemente se
enamoró perdidamente.
Haciendo caso omiso de mi elogio, preguntó—: ¿Vamos arriba ahora?
—Sí, muy pronto, pero primero quiero bailar contigo —le contesté,
llevándola a la pista de baile ocupada. El DJ comenzó a tocar Nightcall, y el
ritmo electrónico se hundió en mis huesos. Llevé mis brazos alrededor de
la cintura de Annie y la acerqué, moviendo nuestro cuerpo al ritmo de la
hipnótica canción. Miré hacia ella todo el tiempo, admirando cómo sus
pestañas proyectaran una sombra oscura sobre sus pómulos. Se negó a
mirarme, manteniendo la mirada fija firmemente en mi cuello. Frustrado,
llevé las manos a su cara y ahuequé sus mejillas, inclinando su cabeza
para que finalmente me mirara a los ojos. Su piel se sentía caliente y
suave bajo mis palmas rugosas.
Nuestras caderas comenzaron a moverse al unísono, una lenta,
rítmica y sensual ahora que nuestras miradas se unían, se sentía como si
ninguno de nosotros pudiera apartar la mirada. Me quedé mirando
profundamente sus ojos, y aunque estábamos rodeados de decenas de
extraños, se sentía más íntimo de alguna manera que si estuviera en su
interior. Me sentí como si estuviera tratando de ver su alma. En ese
momento sabía que esta mujer tenía el poder para destruirme. Era una
perspectiva aterradora. Se encontraba muy, muy profundo debajo de mi
piel. Casi no podía entender lo que traería la adición de sexo a la ecuación,
especialmente si se abría a hacer las cosas a mi manera.
163
—Me siento como si pudiera perderme y encontrarme en ti, Annie —
le murmuré al oído.
Tragó saliva. —No digas esas cosas.
—No puedo evitarlo. Créeme, lo he intentado. Me haces sentir todo.
Su cuerpo pareció hundirse aún más en ese momento, y antes de
darme cuenta, la llevaba al piso de arriba a la sección privada que la
camarera recomendó. Un hombre con un traje nos llevó a una pequeña
habitación de media luna con asientos de lujo, de aspecto caro. Annie hizo
un movimiento para sentarse, pero tiré de su brazo y la hice girar para que
cayera en mi regazo. Sabía que la cuarta copa de vino empezaba a
afectarla cuando, en lugar de protestar, dejó escapar una risita. Dios, era
tan jodidamente sexy. Frenético, empuñé su cabello largo, sedoso en mi
mano, tiré suavemente, y luego llevé mi boca sobre la de ella. Oí un
pequeño gemido ahogado mientras se esforzaba por acercarse, sus pechos
presionando contra el mío deliciosamente.
Dejando ir su cabello, agarré sus caderas y la levanté para que me
montara a horcajadas. Fue un pequeño movimiento, pero hizo gran
diferencia. Sabía que Annie podía sentirlo, también, cuando suspiró mi
nombre.
—Ronan....
—¿Puedes sentirlo amor? —pregunté, recorriendo mi boca con su
cuello, a través de su clavícula, y por encima de su exuberante escote.
Arrastré mis labios sobre la parte superior de sus pechos y la sentí
temblar. Con una mano, agarré su cuello y pude sentir su pulso aletear
contra mis dedos.
—Sí —respondió finalmente—. Necesito más.
No tuvo que pedirlo dos veces. De repente aprecié que la falda de su
vestido fuera larga y acampanada más que ajustada porque significaba
que podía deslizar mi mano por debajo sin que realmente se viera que
estábamos haciendo más que besarnos. Poco a poco, dirigí mi palma hasta
su sedoso muslo antes de deslizarme entre sus piernas y ahuecarla por
encima de su ropa interior de encaje. No creía haber estado nunca tan
excitado en mi vida. Cada pequeño sonido que hacía, cada movimiento, me
hacía sentir como si pudiera correrme sin tener que tocarme.
—Oh, Dios. —Gimió, buscando mis labios con impaciencia. Hundí
mi lengua en su boca al mismo momento en que deslizaba mi mano bajo el
encaje y la sentía por primera vez. Joder, estaba mojada. Hacia ruido
ahora; pero la música en el club sonaba a todo volumen, así que era el
único que podía oírla. Existía algo emocionante sobre eso, sobre el hecho
de que uno de los trabajadores pudiera venir y descubrir lo que hacíamos 164
en todo momento. Creo que Annie sentía esa emoción, también, porque su
piel se humedeció y tenía la piel de gallina de donde sostenía firmemente
su cuello. Esa era la señal de que yo tenía el control, el que la dirigía, a
pesar de que ella se encontraba en la cima.
Hundí dos dedos dentro de ella y los sentí pulsar a mí alrededor.
Jesús, no creía que durara mucho más. Gimiendo, busqué su clítoris con
mi dedo pulgar, frotando círculos mientras mis dedos se movían en su
interior. Se encontraba perdida en mí entonces, y yo en ella. Me
pertenecía, y no tenía ni idea. Rompí nuestro beso porque quería verla
cuando llegara. Sabía que se hallaba cerca, porque todo su cuerpo se
sentía como un resorte en espiral. Recostada contra el asiento, la miré, mi
mano trabajando por debajo de su vestido.
Su largo cabello colgaba a un lado de su cara, los labios carnosos
por los besos y sus mejillas rosadas. Su pecho subía y bajaba, haciéndome
desear que no estuviéramos en público, así podría desnudarla. Mi cuerpo
se encontraba cubierto de una capa de sudor, me sentía tan excitado, y
entonces se vino con un grito de lamento agudo y temblores que duraron y
duraron. Se dejó caer en mis brazos, y estuve completamente acabado.
Tenía la cara en mi cuello, su boca plantaba besos y murmuraba palabras
incoherentes.
—Eso es todo, Annie, eso es todo —dije, mis dedos aún dentro de
ella. Le acaricié la mejilla con la otra mano y le susurré al oído—: Ven
conmigo a casa.
—No debería...
—Pero quieres. Por una vez en tu vida, permítete tener lo que
quieres.
Me miró y luego, mordiéndose el labio inferior, respondió con esa
dulce palabrita—: Está bien.
El viaje entero en taxi a mi edificio, la besé. Podría haberla besado
durante horas. Ya sabes, ¿esas sesiones de la tarde descansando en el sofá
cuando sólo besarse es suficiente? Bueno, podría haber hecho eso todos
los días con Annie y nunca cansarme.
En el ascensor hasta el ático, mis manos estuvieron sobre ella, en su
cabello, apretando su culo, tocando sus pechos. Las suyas se encontraban
sobre mí, también. Finalmente dejaba ir sus inhibiciones. Cuando apretó
la mano contra mi polla, quise morderla, se sentía tan bien. Besé tan
ferozmente sus labios que probablemente le dolerían en la mañana.
En mi mente, busqué en mi memoria lo que tenía en el ático. No
traje mucho conmigo, pero tenía que haber algo que pudiera utilizar para 165
atarla. Entonces recordé la cesta de bienvenida que se encontraba allí
cuando llegué. Tenía una cinta roja de seda envuelta a su alrededor. No
sería genial, pero serviría por ahora.
Arreglándomelas para meter mi llave en la ranura de la puerta y aún
así mantener la boca sobre la suya, empujé y tiré de ella en el interior,
golpeando su espalda contra la pared y levantando su pierna para poder
presionar mi erección en su núcleo. Oí a alguien aclarar su garganta justo
antes de que una voz que reconocía bien dijera—: Um, lamento
interrumpirlos, pero sí, esto es incómodo.
Annie se quedó sin aliento por la sorpresa, y me apoyé contra ella.
Jodido. Infierno.
Suspiré, mis manos se apretaron con la frustración, y apreté mi
mandíbula.
—Lucy —murmuré en voz baja. Me tomé un momento para
calmarme antes de enderezarme y me giré para ver a mi hermana
sonriendo y mi madre haciendo una pequeña mueca.
Suspirando, apreté el hombro de Annie y con no poca reluctancia
dije—: Creo que este es el momento perfecto para que conozcas a mi
familia.
La Selfie Falsa: Cuando uno pretende estar tomándose una fotografía a uno mismo, pero
en su lugar toma una de una persona al fondo. Este método difiere de la Selfie Rastrera en la
que ni la cara del fotógrafo o expresión está presente en la fotografía.
Mejor para: Situaciones donde tomarse una selfie no sería inusual/llamaría la atención,
ejemplo mientras está solo en una atracción turística o durante un evento
deportivo/concierto.
No utilizar: En restaurantes o cerca de un espejo.

Traducido SOS por Ana09 & BlackRose10

166

F
ue una semana excepcional para mí, una realmente difícil, un
hito de atípicos Annie-ismos.
Primero, me abrí a Ronan sobre mi pasado, y, tanto como fui
capaz, admití mis sentimientos por él. Confié en él, o al menos empezaba a
hacerlo.
Luego coqueteé con él por correo electrónico; concedido, fue como
The Socialmedialite, y las referencias obscenas todas involucradas sobre
mi tatuaje de sirena ficticio.
Por supuesto, no podía dejar de mencionar los mensajes sexuales, o
tan cerca como llegué a estar de ellos el viernes, que me puso tan caliente
que tuve que ir al baño y dejar correr agua fría sobre mis muñecas y poner
una toalla de papel húmeda en mi cuello.
Oh, sí, y luego lo presentaba como mi novio a mi mandón y
persistente vecino; ambiguamente cediendo a las demandas de Ronan
sobre cómo paso mi tiempo y con quién; el hombre de las cavernas
follándome en seco contra la pared en mi apartamento; el orgasmo en la
discoteca; y el maratón de besos en el taxi, en el ascensor, en el pasillo, y
contra la puerta de su apartamento.
Ah, sí, ¿y cómo podría olvidar conocer a su madre y su hermana
inmediatamente después de eso? ¿O cómo prácticamente corrí fuera de su
apartamento después de que se hicieron las presentaciones?
Encantador. Simplemente encantador.
Al menos no escupí el té sobre la cara de nadie… aún. Sólo de mi
novio.
Ronan… mi novio.
Era mi novio. Somos un nosotros, un nosotros. Era parte de una
pareja; era más de sólo uno. Traté de ignorar la forma en que mi corazón
retumbaba cada vez que pensaba en ello, cuan emocionada me hacía sólo
por el pensamiento de verlo, de pertenecer a su lado.
Así que traté de suprimir pensamientos de nuestro futuro,
preguntándome a mí misma donde íbamos a vivir si en Irlanda o en Nueva
York, esperaba que en Irlanda. Me preguntaba si a Joan le importaría si
hacía teletrabajo desde el extranjero, ya sea en el apartamento que Ronan
ya tenía en Dublín o si elegiríamos uno juntos. Honestamente no me
importaba. Por supuesto, conseguir fotos de celebridades en Dublín podría
ser un problema. Pero eso realmente no importaba. Dejaría el blog en un
latido del corazón si eso significaba estar con Ronan… 167
Me encontraba completamente loca, vuelta loca por una conexión
humana física.
WriteALoveSong incluso comentó en la “conexión de Annie y Ronan”.
Recibí un mensaje de ella temprano esta mañana con una fotografía
borrosa de Ronan y yo en el bar anoche.
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: Sé que tienes un pequeño
enamoramiento con este chico del rugby, así que prepárate. Está saliendo con un bombón con
un cuerpo y un rostro épicamente bello. Parece muy serio. Uno de mis contactos en la
discoteca me envió la fotografía… Si necesitas un hombro para llorar, puedo enviarte una
muñeca inflable. Sólo finge que soy yo.
Miré la fotografía completamente demasiado, gustándome cómo nos
vemos juntos enteramente demasiado. Era genuino y serio y pasando
enteramente demasiado rápido, pero no me importaba.
Me hallaba en desesperación como una persona real. No podía
recordar alguna vez gustarme alguien tanto como Ronan. Me gustaba tan
malditamente mucho; pensaba en él todo el maldito tiempo. Era más que
sólo cuan épicamente sexy era. Era jodidamente adorable como el infierno,
y divertido, e inteligente, y dulce, y valiente, y determinado, y honorable….
—Debbie decepciona a Dallas, maldición —murmuré en voz baja,
empujando esos pensamientos fuera entes de que empezaran a correr lejos
de mí. Mantuve mis ojos en el camino de grava. Cuánto más me gustaba
Ronan me ponía nerviosa y me preocupaba, pero me gustaba más que caer
en la tentación de preocuparme. Lo quería. Lo quería tanto que dolía.
Y ahora, en esta soleada e inusualmente tibia mañana de sábado en
marzo, usaba maquillaje por segunda vez en dos días, en mi camino para
conocer apropiadamente y pasar tiempo con la familia de mi novio. Tenía
veintitrés, pero anoche fue la primera vez en mi vida que conocí la familia
de alguien con quien salía; y sabía que había hecho una terrible
impresión.
Bueno, razoné, al menos no puedo caer más bajo en su estima. No
tengo ningún lugar para ir excepto arriba.
Así mismo, usaba el collar que Ronan me dio. Se sentía tibio contra
mi piel, un toque gentil que me hacía pensar en él.
Todos se encontraban allí cuando llegué aunque llegaba como con
cinco minutos de adelanto. Mis ojos fueron inmediatamente atraídos hacia
Ronan, y mi habilidad de afinar en su localización aun en un restaurante
lleno de gente era desconcertante. Tomé un momento para observarlos
desde mi lugar en la puerta principal.
168
La hermana de Ronan, Lucy, tenía cabello de arcoíris, lo que
significa que tiñó su cabello en secciones. El frente era rojo y luego venía
naranja, amarillo, y verde. Azul, índigo, y violeta se fusionaron para
formar un purpura-azulado amorfo en la parte trasera. Actualmente, lo
llevaba en una larga y suelta trenza francesa por su espalda.
Se hallaba sentada de perfil y compartía la atractiva estructura ósea
de Ronan, pero sus rasgos eran excesivamente refinados, elegantes, y
delicados. Era como su rostro pero más suave y femenino. También,
recordé ser sorprendida anoche por sus ojos porque eran azul aciano.
En realidad, era hermosa. Pero más que eso, tenía una amistosa,
despreocupada, espiritual energía a su alrededor. Durante nuestra muy
corta presentación, me golpeó con su alegría, y podía verla ahora mientras
hablaba con su hermano. Sus manos eran animadas mientras hablaba, y
su sonrisa era enorme.
Me moví en mis pies, permitiéndome acechar por un momento más
largo mientras llevé mi atención a su madre. Era…bueno, era hermosa.
Pero dura. Aún desde la distancia, reconocí en ella una especie de
parentesco, una mujer que tuvo una vida difícil, había tratado con una
mano injusta.
Tenía los mismos ojos que su hija, pero, además de su coloración,
Lucy y la Sra. Fitzpatrick no se parecían en nada. Donde Lucy era
delicada, la madre de Ronan era exótica, sus características afiladas. Su
cabello era rubio; sus labios amortiguados y llenos; sus mejillas altas,
dejando un hoyo por encima de su barbilla. Era impresionante.
Pero dura.
Se mantenía alejada de sus hijos aun mientras se sentaba a la mesa
con ellos. Lucía una sonrisa como la gente luce un abrigo o una bufanda.
Parecía extranjera y voluminosa en sus rasgos.
Me pregunté brevemente si yo me veía así. Me pregunté si una
sonrisa y la alegría y la felicidad se verían como visitantes transitorios en
mi rostro más que como si pertenecieran a allí.
…¿o era como Lucy?
No, pensé tristemente. No soy como Lucy.
Una fría sensación se deslizó sobre mi piel, un manto de tristeza, un
indicio de que tal vez Ronan merecía alguien menos confusa, menos
reticente, porque él aún tenía alegría. Sí, algunas veces sus ojos lucían
tristes, pero aún tenía un resplandor en él, uno que no podía contener u
ocultar. Era parte de él, y lo amaba. 169
—¿Puedo ayudarle, señorita?
Empecé volviendo mi atención a la anfitriona quien se hallaba de pie
a mi lado. Era joven, como en su primer o segundo año en la universidad,
y excesivamente bella. Sus ojos se movieron sobre mí con curiosidad
solicita.
—Oh, sí. Yo, uh, veo mi reunión. Están justo ahí. —Señalé a la mesa
donde Ronan se sentaba con su madre y su hermana.
La mirada de la anfitriona siguió donde le indiqué, y la escuché
murmurar—: Suertuda….
Debería haber sonreído antes a esto y reído entre dientes. Una
persona normal probablemente habría estado de acuerdo, suertuda. En
cambio, me sentí reservada e irritada. Esto era como sería estar con
Ronan. Otras mujeres mirando, gustando, deseando. No tenía ningún
deseo de estar librando una guerra constante contra chicas más bonitas,
más altas, más sexys, más delgadas. Me sentí un poco perdida, en mi
cabeza. No sabía en quépensaba, qué hacía allí.
¿Quién pensé que era yo? ¿Qué tendría una oportunidad con este
chico? Vivía una fantasía, una que me dejaría abandonada, de nuevo, y
con el corazón roto.
Estos eran mis pensamientos felices mientras la anfitriona
innecesariamente me guiaba a la mesa. Sus pasos eran apresurados,
dejándome muchos pasos detrás. Notécómo tocó a Ronan en el hombro y
se inclinó cerca suyo, susurró en su oído, tan cerca se puso como
retardandose.
Sus ojos se levantaron mientras ella hablaba y cayeron en los míos.
Luego sonrió.
Y fue como las nubes haciendo fiesta.
Vi su alegría, fui testigo de la felicidad en sus rasgos brillando como
un faro. Se puso de pie abruptamente y no debe haber notado que la
anfitriona aún se encontraba de pie allí porque su silla la golpeó en las
piernas, y se tambaleó hacia atrás. Se volvió brevemente para ofrecer una
disculpa apresurada y luego se precipitó alrededor de la mesa para
encontrarme.
Parecía…ansioso, emocionado, incluso. Su emoción era palpable,
contagiosa, y me encontré a mí misma sonriendo ampliamente mientras se
acercaba.
Abrí mi boca para decir “hola”, pero me detuvo con un rápido beso,
sus manos deslizándose en mi abrigo abierto y apretando mi trasero. Me 170
sentía feliz de que el abrigo fuera largo y escondiera sus libertades
manuales.
—Me gusta tu collar. —Sus ojos eran cálidos, me dijeron que le
complacía. Luego añadió contra mi boca—: Te extrañé.
—Solo han sido diez horas. —Le sonreí, inclinando mi cabeza hacia
atrás para poder ver su rostro.
—Han sido diez solitarias, dolorosas horas. —Bajó su rostro a mi
cuello—. Te necesité anoche. Tuve que contentarme con recordar cuan
húmedo y suave se sintió tu coño cuando te viniste en mis dedos. —La voz
de Ronan era baja mientras susurraba en mi oído.
Me estremecí, mis ojos medio cerrados. Atrapé mi labio entre mis
dientes, incapaz de hablar. Jadeaba abruptamente preparada para
cualquier cosa que quisiera hacerme.
—Ronan, no seas grosero. —La voz de la Sra. Fitzpatrick cortó a
través de mi excitación como un balde de agua helada. Y, aunque era
cadenciosa, tenía un borde de granito.
Se apartó, una sonrisa demoniaca curvando su boca mientras
examinaba el efecto de sus palabras traviesas en mi compostura. Sus
pícaros ojos marrones iluminados, con fiereza en llamas. Se veía como un
niño travieso bastante complacido consigo mismo por ser atrapado,
esperando a recibir el castigo por las fechorías hechas.
Entrecerré los ojos hacia él y me esforcé para llevar mi cuerpo bajo
control. Mientras tanto, me guiñó un ojo y se volvió hacia su madre y su
hermana, entrelazando sus dedos con los míos y jalándome detrás suyo.
—Lo siento, Ma. —No sonaba arrepentido.
Ronan me dejó la silla vacía al lado de la suya y la de su hermana,
Lucy; su madre se encontraba directamente frente a mí. Les sonreí a
ambas, la Sra. Fitzpatrick y Lucy en saludo, noté que la Sra. Fitzpatrick
lucía más evaluadora que acogedora, y le permití a Ronan que me ayudara
con mi abrigo. Sacó el asiento, se aseguró de que estuviera acomodada,
luego tomó su lugar de nuevo.
—Buenos días —dije a la mesa. Luchaba conmigo misma; quería
hacer contacto visual pero no podía manejar más que miradas rápidas a
ambas mujeres—. Espero no haber llegado tarde.
—Nah, llegamos temprano. Me moría de hambre. Mi estómago
piensa que es tiempo de comida. —Lucy sonrió, inclinándose hacia mí,
dándome toda su atención—. Estoy tan feliz de que hayas venido.
Miré a sus ojos directamente y regresé sus gestos amistosos con 171
una amplia sonrisa. —Yo también. Gracias por invitarme.
La mirada de Lucy se movió sobre mi rostro, y exhaló. —Dios mío,
eres hermosa.
Mi atención se redujo de nuevo a la mesa, y un rubor por la sorpresa
se arrastró hasta mi cuello. —Oh, gracias. Eso es... eres muy amable.
—No la avergüences, Lucy—dijo la Sra. Fitzpatrick, aunque a mis
oídos sonaba más como:No me avergüences, Lucy.
Lucy, ignorando a su madre, dirigió su siguiente declaración a su
hermano. —No dijiste nada, maldito. Hemos hablado por teléfono todos los
días durante el último mes, y aquí estas atrayendo a la mujer más bella de
Nueva York hasta tu guarida. —Chasqueó la lengua, y sacudió la cabeza—.
Mi hermano es un golfo astuto y descarado.
—No me puedes culpar por quererla para mí mismo, ¿verdad? —
Escuché la calidez de su voz, el afecto por su hermana. Se inclinó hacia
delante y puso una mano en mi muslo, deslizándolo bajo el dobladillo de
mi falda, pero no más.
Tragué espesamente y alcancé mi agua porque mi boca se sentía
seca.
—Sabía que una vez que te hablara de Annie estarías aquí en un
instante, con ganas de trenzarle el cabello y teñírselo verde fosforescente o
alguna tontería.
Lucy rio. —Me pregunto, Annie. ¿Alguna vez has pensado en ser
rubia?
—No te atrevas. —Sus ojos se abrieron con la advertencia, aunque
parecía que trataba de contener la risa—. No cambiaría nada de ella. Mi
Annie es perfecta tal como es.
Ese piropo cuadruplicó mi rubor, y cerré mis ojos brevemente.
Apestaba con los cumplidos que no eran específicamente sobre la calidad
de mi trabajo. Nunca me había acostumbrado a ellos, no a los reales. No a
los elogios que venían de un lugar sincero y cariñoso.
Sí, fuifelicitada por mi aspecto antes, pero siempre con calor, nunca
con calidez.
—Mira, ¡la avergüenzas!—lo amonestó Lucy, entonces cubrió mi
mano, capturando mi mirada con la de ella—. Mi querida Annie, quédate
conmigo. Voy a hacer que te deje de torturar.
—A ella le gusta mi tortura—murmuró Ronan, apretando mi muslo,
y alcanzando su vaso de agua. 172
Lucy hizo una mueca y me miró de nuevo. —Él es áspero por los
bordes, y piensa un poco demasiado bien de sí mismo; pero por dentro es
todo papilla. ¿Sabías que le gustan los musicales?
Ronan se atragantó con el agua que acababa de beber.
Lucy aprovechó su incapacidad para hablar para dar una lista de
todas las obras de teatro que él tomó y cómo a veces cantaban junto a la
banda sonora de El Fantasma de la Ópera, mientras iban en su auto de
vuelta a casa. En el momento en que se recuperó de su ataque de tos, los
dos hermanos combatían ida y vuelta, viendo quién podía humillar más al
otro con detalles embarazosos.
Observé su interacción con deleite fascinado. Eran tan abiertos.
Había tanto amor, respeto, e historia entre ellos. Me sentí atraída por su
interacción y me relajé al ser testigo de sus bromas. Esto se prolongó
durante bastante tiempo y, a menudo se detuvo cuando los tres nos
perdíamos en un ataque de risa.
Fue durante uno de esos momentos —cuando Lucy, Ronan, y yo nos
reímos— que fui más consciente de la Sra. Fitzpatrick. Ella no se rio;
aunque sus sonrisas eran apropiadas, tanto en tamaño y duración, nunca
parecían llegar a sus ojos.
El desayuno fue servido. Comimos. Lucy me engañó hábilmente para
hablar un par de veces sobre mí. Ella era encantadora. La mano de Ronan
permaneció en mi pierna, pero sin desplazarse. Me di cuenta que el gesto
se encontraba destinado a mostrar su apoyo, y cuando se levantó y se
excusó para ir al baño, me di cuenta de que echaba de menos su contacto.
Lucy me sonrió una vez que Ronan salío del alcance del oído y luego
se inclinó hacia delante con complicidad. —Ahora bien, rápido antes de
que vuelva. ¿Cómo se conocieron? ¿Fue amor a primera vista? ¿Cuándo
vienes a Irlanda? ¿Quieres venir conmigo? ¿Qué tipo de música te gusta?
Sonreí ante su asalto de preguntas, sabiendo con certeza que no
amar a Lucy era imposible.
—Sí. Vamos a escuchar la historia —dijo la Sra. Fitzpatrick
arrastrando las palabras, su tono plano.
Miré hacia ella, la encontré examinándome, sus dedos juntos frente
a ella, sus ojos todo menos agradables.
—Pues, bueno...—Me aclaré la garganta y jugueteé con el borde de
mi medio comido plato de huevos benedictinos—. Nos conocimos en mi
oficina…
—No, querida. —La Sra. Fitzpatrick negó con la cabeza, su boca 173
tanto sonriendo como en puchero—. Quiero la verdadera historia. Esto
debe ser como ganarse la lotería para ti. —Sus ojos parpadearon sobre mí,
sosteniendo desaprobación y desprecio—. ¿Cuánto tiempo planeaste todo
esto antes de hacer tu jugada?
—¡Madre!
—Cállate, Lucy. No puedes tener una opinión sobre esto. Ronan no
es tu hijo.
—Es mi hermano, y…
—Sí. —Los ojos brillantes de la Sra. Fitzpatrick se deslizaron a su
hija—. ¿Y quién ha puesto un techo sobre tu cabeza y comida en tu boca?
Yo. Tu hermano. Y tú eres una carga inútil para ambos. Sé qué es lo
mejor.
Lucy hizo una mueca, pareció encogerse en su asiento y doblarse
sobre sí misma. Me pareció ver un atisbo de remordimiento en la mirada
de la Sra. Fitzpatrick, pero fue sofocado rápidamente, reemplazado con
una nitidez similar al diamante mientras se reorientaba en mí.
—¿Crees que lo atrapaste? ¿Crees que le importas? Estás tan
equivocada. Ronan es como su padre, incluso estando atrapado, casado y
con hijos, él quería su libertad. Lo entendí. Brona no lo hizo. Es por eso
que él nunca se casó con ella. Estuvieron juntos durante años, y ni una
sola vez se le ocurrió a Ronan establecerse. Ronan no sentará cabeza, y es
por eso que ahora ella se ha ido por su propio camino. Es un coqueto
descarado. Un mujeriego. Usa la gente. Eso es lo que él es. Está en su
sangre. Si usted piensa que es algo más que un coqueteo, entonces está
viviendo en una fantasía.
Lo intenté, pero no pude apartar la mirada. Su extraña habilidad
para tocar el corazón de mis miedos me sostuvo en trance. La Sra.
Fitzpatrick se inclinó hacia delante lentamente, sus movimientos medidos
y ágiles como un gato. Cuando siguió hablando, su voz era suave,
apacible, suplicante, como si sintiera lástima por mí y tratara de
hacérmelo fácil.
—¿Quién eres? Nadie. Nada. Ronan es un Fitzpatrick. Como tal,
podría disfrutar de lo que le ofreces un rato, pero... querida, no retendrás
su interés por mucho tiempo. Conozco a mi hijo. No es perfecto, pero lo
amo. Y te estoy diciendo esto porque pareces una buena persona...
Me miró por un instante que me sostuvo en vilo; aun así, no me
hallaba preparada para sus palabras finales, habladas sin problemas y
con elegancia.
—A Ronan le gusta jugar con sus juguetes...—Sus ojos se redujeron
a la cadena alrededor de mi cuello y el colgante celta cuando añadió—:
174
pero nunca se da cuenta cuando se rompen.
Nada, ninguna otra palabra, ningún otro sentimiento podría haber
sido más eficaz. Inhalé una respiración fuerte. Mis ojos ardían con
lágrimas contenidas. Tontamente, me paré de la mesa y me quedé
mirándola. Mi corazón latía con un ritmo constante en el pecho, parecía
cantar, vete, vete, vete, vete, entre mis oídos.
Era tan estúpida. Yo era más inteligente que esto. Era más
inteligente que esto.
Cogí mi abrigo y el bolso con manos temblorosas, murmurando—:
Gracias por el hermoso desayuno. Pero me tengo que... tengo que estar en
alguna parte.
Lucy cogió mi mano. Me encogí lejos de ella y no me perdí el
resplandor del reproche administrado por su madre. —¡No! No la escu…
—Déjala ir, Lucy. Tiene mucho que pensar.
No perdí el tiempo poniéndome mi abrigo. Lo coloqué encima de mi
brazo e hice una línea recta hacia la salida, tropezando un poco por mi
prisa, la necesidad de escapar asfixiándome. Por desgracia, tuve el peor
momento en el mundo porque Ronan ya se encontraba en el pasillo que
conducía a los baños, y nuestras miradas se enredaron cuando llegué a la
parada de la anfitriona.
Hice una mueca, retiré mi mirada, y rápidamente corrí a través de
las puertas.
—¡Annie!
Mis hombros se encogieron ante el sonido de mi nombre. Él se
encontraba detrás de mí; venía en pos de mí, y me iba a alcanzar. No tenía
sentido tratar de correr más rápido. Me detuve, rechinando los dientes,
mis ojos se cerraron cuando puse mis sentimientos a un lado,
preparándome para lo que vendría después.
Me alcanzó en unos cinco segundos, tirando de mi brazo y me giró
para mirarlo. Me encontré con su mirada brevemente y luego tiré mi brazo
de su agarre, fingí estar absorta en ponerme mi abrigo.
—¿A dónde vas?
—Tengo ir a un lugar.
—¿Dónde?
Entonces levanté mis ojos y lo miré. —No es asunto tuyo.
—¿No es asunto mío?—Pude ver que pensó que bromeaba al
principio. Cuando se dio cuenta de que no era así, sus rasgos se
oscurecieron, y un ceño severo arrugó sus cejas en una severa “V”—. Todo 175
lo que tiene que ver contigo es mi asunto.
—No. No lo es.
—Pensé que ya entendías cómo son las cosas. Estamos juntos
ahora, y hay en reglas…
—No estamos juntos—susurré, mis ojos picando de nuevo. Apreté
mis labios, obligándome a no llorar.
—A la mierda si no. —Trató de alcanzarme, y me hice a un lado,
evadiéndolo.
—No me toques.
Se movió como si fuera a alcanzarme otra vez, y me puse rígida,
añadiendo más fuerza a mi voz. —No me toques; lo digo en serio.
Eso pareció hacer el truco porque se tambaleó hacia atrás como si le
hubiera golpeado, y se veía a partes iguales sorprendido y herido.
—¿Qué pasó?—Sus ojos me analizaron como si estuviera buscando
una señal, una lesión.
No iba a encontrar la lesión porque nunca dejaría que lo viera.
—Me tengo que ir.
—Maldita sea, Annie. ¿Qué putas está pasando?
—Le prometí a Kurt que pasaríamos el día juntos. —Fue un golpe
tan bajo que ni siquiera me estremecí cuando dije las palabras—. No
quiero hacerle esperar. No le gusta eso.
Ronan hizo una mueca, sus ojos medio parpadeando. Entonces me
miró fijamente. Me recordó a una tormenta que se avecinaba, una
amenaza inminente. Era tan fuerte, tan grande, tan poderoso. Pero no era
su cuerpo lo que era peligroso. Sus palabras, sus miradas y toques, sus
risas y sonrisas... sus mentiras.
Y se veía herido. Su cara me dijo que le hice daño. Me sentí
ablandarme hacia él; mi barbilla tambaleó, pero rápidamente llamé el
instinto para calmarme y tranquilizarme antes que ceder a él, en él y estos
sentimientos no tenía derecho a sentir porque era más inteligente que esto.
Arranqué mi mirada de él y metí las manos en los bolsillos del abrigo.
—Me tengo que ir—susurré.
—Vete entonces. —Su tono era plano, y dio un paso atrás, como si
me diera un gran rodeo, mostrándome que no iba a estar en mi camino.
Asentí con la cabeza, sabiendo con certeza que iba a empezar a llorar
en los próximos sesenta segundos. Lloraría todo el camino a casa. Iba a
ser esa típica loca, demente mujer que iba llorando y caminando por las 176
calles de Nueva York, sollozando como una tonta.
Debido a que no había nada más que decir, me fui.
Y lloré.
@RonanFitz: Mi teléfono sigue pitándome. ¿Alguien sabe cómo callarlo?
@Irenelovesrugby: @RonanFitz Si yo fuera tu teléfono, estaría silbándote también,
sexy ;-): - * <3 :-P
@RonanFitz: @Irenelovesrugby Algo está mal con su teclado, querida. Un monton de
tonterías al final allí.

Traducido por July Styles Tate, Alysse Volkov & gabyguzman8

Ronan 177

—M
iiiira, hermano querido, te he traído un regalo —
cantó Lucy cuando entró en mi habitación y
envolvió una bufanda azul y verde alrededor de mi
cuello. Tomé un vistazo de la etiqueta y vi que costaba más de doscientos
dólares.
Dejé escapar un silbido y le dije—: Caro. ¿Para qué es esto?
Se sentó en el borde de mi cama y cruzó una pierna sobre la otra. —
Pensé que un regalo podía animarte.
Me hallaba sentado en una silla en la mesa en la ventana,
patéticamente leyendo a través de todos los correos electrónicos que
intercambié con Annie, también conocida como The Socialmedialite, y
tratando de encontrar una pista sobre por qué podría haberse retirado. En
otras palabras, me sentía abatido.
—Y pensé que creías que la felicidad no se puede encontrar a través
de las posesiones materiales —repliqué, arqueando una ceja.
Algo pasó sobre su rostro, pero desapareció en un instante. Ahora
ella sonreía. —Ah, eso es cierto, pero no cuenta para dar regalos. Los
estudios han demostrado que en realidad se obtiene mucha más la
felicidad de comprar cosas para otras personas que comprar por nosotros
mismos.
—Sí, bueno, una bufanda no va a hacer que me sienta mejor —dije y
pasé una mano por mi rostro—. Realmente pensé que había hecho un gran
avance con Annie, y luego se va corriendo al igual que durante el
desayuno. —Con toda honestidad, tomaba cada onza de mi fuerza de
voluntad no ir a su casa porque el pensamiento de ella pasando incluso un
segundo con ese imbécil demasiado peinado de vecino me dieron ganas de
romper algo, preferiblemente su cara presumida.
Lucy respiró profundo, y sus palabras salieron en un susurro
precipitado. —Sabes, no podía decir nada delante de Ma en el restaurante
antes, pero no creo que Annie saliendo corriendo tuviera nada que ver con
sus sentimientos por ti. No fue tu culpa. Ma fue una absoluta arpía con
ella. Primero insinuó que Annie salía contigo por el dinero, y luego...
bueno, hizo sonar como que no eres....
Contuve la respiración; ni siquiera parpadeé. Cuando Lucy no
continuó, presioné—: ¿Cómo no soy qué?
Lucy resopló. —Como que tienes “problemas de compromiso”, como
que no crees en la monogamia.
Me levanté bruscamente de la silla, apretando la mandíbula,
temperamento aumentando.
178
—¿Hizo qué? —pregunté, mi voz baja con incredulidad.
—Lo siento, pero es lo que ella dijo. Siempre estás ausente, ya sea
viajando con el equipo o viniendo a Nueva York para una escapada. No
pasas tiempo con Ma de la forma en que yo lo hago. Obtienes pequeñas
dosis, de sabor agradable. —Su voz se volvió triste mientras miraba sus
manos sobre el regazo—. Además, tú eres, como, su persona favorita, así
que obviamente va a ser bueno contigo. No ves el lado de ella que el resto
de nosotros ve.
Con el ceño fruncido, me dirigí hacia ella y puse una mano en su
hombro. —¿Te ha estado dando problemas?
Lucy se burló, pero parecía forzada. —Difícilmente. Sus comentarios
acaban empeorado en los últimos años. Antes de eso, siempre estabas
alrededor para atemperar sus estados de ánimo.
—Eso no es. Voy a hablar con ella.
—No, no...
Lucy agarró mi muñeca para tratar de tirar de mí hacia atrás, pero
ya me marchaba de la habitación. Encontré a Ma en el salón pasando por
un montón de bolsas de la compra que acababa de traer de vuelta. Ella y
Lucy pasaron el día disfrutando de una tarde de compras. Cuando llegaron
la otra noche, Ma dijo que se sentía desesperadamente preocupada por mí
sobre todo lo de Brona, y es por eso que dejó todo para venir a verme.
Ahora empezaba a preguntarme si sólo se presentó porque quiso disfrutar
de las oportunidades de compras de Nueva York y meter su nariz en mi
asunto con Annie.
—¿Qué crees que estás jugando, hablando con Annie así?
No levantó la vista de sus tesoros cuando preguntó—: ¿Ha estado
Lucy contando patrañas?
—¿Qué es exactamente lo que le dijiste?
Cuando levantó la vista, me dio una mirada plácida como si
estuviera siendo sobre dramático y tomó su tiempo colocando el bolso
Louis Vuitton a un lado antes de contestarme. —Oh, Ronan, ven siéntate.
Sólo tengo tus mejores intereses en el corazón.
—No, es que no lo haces. Si es así, estarías tratando a Annie como
una reina en lugar de atacarla a mi espalda. Esa chica es todo para mí, así
que vas a tener que aceptarla. Jesús, la mierda que ha pasado, y vas, y
tiras de un truco como este. —Me devanaba los sesos por la preocupación,
furiosamente pasé la mano por mi cabello, tratando de encontrar una
manera de disculparme con Annie.
Ma se burló y puso los ojos en blanco. —Por favor, estoy segura de 179
que lo que te dice es una red de mentiras inventadas para solicitar tu
simpatía. Las chicas como Annie ven a hombres como tú viniendo a una
milla de distancia. Créeme, lo sé.
—¿Las chicas como Annie?
—Ya sabes, los que confían en sus miradas y sus talentos.
Algo en mí se rompió. —Dios dame paciencia, no tienes ni idea. Así
que en el futuro, puedes mantener tu boca cerrada y la nariz fuera de esto.
Voy a salir. Si quieres cenar, puedes pedir algo.
Agarré mis zapatos de donde los dejé junto a la puerta de la
habitación y me los puse, dándole la espalda.
La oí esnifar y luego tomó un suspiro tembloroso.
Ignoré sus dramatismo y continué—: Oh, sí, y tómatelo con calma
con Lucy, ¿correcto? Es tu hija y la única amiga que tienes, así que deja de
darle mierda todo el tiempo. Es una gran chica.
Cometí el error de mirarla. Los ojos de mi madre se veían acuosos, y
me miró como si la hubiera golpeado, al igual que la si la hubiera
traicionado.
Sólo. Jodidamente. Fantástico.
No quería disculparme. Caray, no tenía ninguna razón para
disculparme. Así que me alejé de su mirada acuosa y me dirigí a la puerta.
Estaba a punto de salir cuando habló, y podía oír las lágrimas cayendo en
su voz. —Lo siento, te extrañé, eso es todo —llamó después de mí, sus
palabras terminando en un sollozo.
Amaba mucho a mi madre; pero era una maestra de la
manipulación, y sabía que el ataque de llanto era su manera de conseguir
que me sintiera lamentable por ella. No importa lo enfadado que me sentía,
no podía alejarme de ella cuando lloraba; sólo no lo tengo en mí.
—Joder —juré y caminé hacia ella, dejándome caer a su lado y
tirando de ella en un abrazo—. La próxima vez que estés cerca de Annie,
sólo sé amable con ella, ¿de acuerdo? Es una mujer increíble, y realmente
creo que te gustará una vez que le des una oportunidad.
—Lo siento —dijo de nuevo, y le di una palmadita en la espalda
antes de levantarme—. Realmente no sé lo que podría haber dicho que la
molestó tanto.
No hice caso de esta declaración porque sonaba falsa. —Realmente
necesito salir por un tiempo. Voy a volverme loco estando en este lugar
durante todo el día.
180
Asintió con la cabeza, y le di una última mirada tranquilizadora
antes de irme. Casi no había dejado a la calle antes de que mi teléfono
empezara a sonar. Lo saqué de inmediato, esperando que fuera Annie.
Decepción golpeó cuando vi que era un número desconocido. Respondí, y
Joan empezó a hablar en la línea inmediatamente.
—Está bien, así que he estado en una videoconferencia con tu gente
de vuelta en Irlanda. Como probablemente sabes, los Premios del
Deportista del Año tienen lugar en Dublín el próximo fin de semana, y a
los organizadores les gustaría que vayas a presentar un premio. Además,
hemos organizado varias apariciones públicas adicionales. Estarás allí
durante tres semanas por lo menos. Al parecer, están de tu lado en
relación a la mala prensa que rodea a tu ex. Rachel e Ian han estado
trabajando todo el día para encontrar maneras de desacreditarla. Tenemos
toda una larga lista compilada. No hay necesidad de agradecerles, Brona
ha hecho que sea muy fácil. Además, la ceremonia será una gran manera
para que puedas iniciar el regreso a la selección, conseguir tus fotos en las
revistas y eso. Voy a arreglar para que Annie te acompañe. Van a irse el
jueves por la mañana y volar de vuelta a Nueva York el domingo. Eso les
da un par de días para prepararse. ¿Suena bien?
Reí. —¿Siquiera respiraste durante todo eso, Joan?
—Soy una mujer ocupada —respondió, con una sonrisa en su voz—.
Ahora, ¿estás a bordo para esto o no?
—Sí, estoy a bordo —contesté. No me entusiasmaba la idea de ir a
casa tan pronto, pero sólo con Annie toda para mí varias semanas era una
oportunidad demasiado buena para dejarla pasar. Claramente no quería
estar cerca de mí en este momento, pero no creo que diga no a Joan.
Después de que pasó en un poco más de detalles, colgué y escribí un
mensaje a Annie.
Ronan: Lucy me dijo lo que te dijo Ma. Lo siento mucho. Estaba fuera
de lugar. Tenemos que hablar. Te voy a llamar en un minuto, así que por
favor contesta.
Crucé la calle y entré en el parque, encontrando un banco y
sentándome. Entonces marqué el número de Annie. No hubo respuesta. Lo
intenté de nuevo dos veces, pero seguía sin respuesta, así que envié otro
texto.
Ronan: Por favor, dime que mentías acerca de Kurt. Me estoy
volviendo loco aquí. No puedo soportar la idea de ti con él. Con cualquiera.
Por favor contesta. Nunca ruego, pero voy a rogar por ti, Annie.
Después de varios intentos más de llamarla, colgué. Me dejaba
fuera.
Terminé tomando un taxi a Tom’s. El lugar se hallaba lleno y 181
ocupado, pero no hizo tiempo para sentarse conmigo y escuchar mis
males. Por segundo día consecutivo, me encontré tomando; y es
vergonzoso admitirlo, porque ciertamente no me veo como un peso ligero,
pero me emborraché en el momento en que llegué a mi segunda cerveza.
Había estado viviendo tan limpio, poniendo mi salud y forma física en
primer lugar, que mi cuerpo se desacostumbró al alcohol. Tom tuvo que
quitarme el teléfono cuando traté de marcar a Annie borracho.
No era como si lo fuera a contestar de todos modos.
Más tarde me trajo de vuelta al pent-house, y Ma lucía horrorizada
al ver que estuve bebiendo. Estaría mintiendo si dijera que no tomé una
pequeña cantidad de placer en eso. Jodiólas cosas para mí con Annie, así
que no me sentía tan cálido hacia ella en ese momento.
A la mañana siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza.
Era seguro decir que es la primera vez que experimentaba una resaca en
mucho tiempo. Incluso después de todo el drama de mi ruptura con
Brona, nunca toqué el alcohol. Era ridículo. Después de un poco de
ejercicio y un desayuno nutritivo, decidí probar un rumbo diferente y envié
un correo electrónico a The Socialmedialite.

23 de marzo
10:07a.m.
Querida SML,
Aquí se encuentra el mensaje de un hombre desesperado.
Necesito tu consejo. Me entristece admitir que estoy teniendo problemas con las
mujeres. Estoy loco por Annie, pero no está tomando mis llamadas. Estábamos pasándola
genial, pero entonces mi madre apareció para una visita improvisada y dijo algunas cosas
fuertes, todo lo cual era una completa mentira. Mi madre puede ser posesiva y
sobreprotectora, pero eso no es excusa para su comportamiento. En pocas palabras, los
sentimientos de Annie fueron heridos, y terminó las cosas. Tengo que hacer esto bien, pero no
tengo ni idea de qué hacer. Eres una mujer, dime cómo piensan las mujeres, lo que necesitan.
Tus sugerencias son muy apreciadas.
Ronan.

Después de pensarlo por un minuto o dos, le di “enviar” y esperé. Y


esperé. Y luego esperé un poco más. Decidiendo que mirar nunca haría a
la olla hervir, fui y tomé una carrera alrededor del parque. Exageré con el
182
ejercicio, pero era lo único que canalizaba mi energía inquieta. Tenía a
REO Speedwagon a todo volumen en mi iPod en un esfuerzo para ahogar
mis pensamientos.
Vi a un grupo de universitarios jugando un partido de rugby y me
ofrecí a participar. Un par de ellos en realidad me reconocieron y se veían
alucinados por que tomara parte. Todas las enseñanzas de Annie deben
habérseme pegado porque tuve la oportunidad de tomar una foto con ellos
y publicarla en Instagram.

@RonanFitz: Vi a estos chicos en el parque. Decidí unirme a ellos para un partido.

Me sentí extraño y artificial por la forma en que escribí el título, pero


no sabía cómo insertar mi personalidad en la publicación. Sin embargo,
después de sólo un par de minutos, el cuadro tenía miles de “me gusta” y
la gente comentaba cómo deseaban estar allí. Un grupo de personas que se
encontraban en el área, incluso vinieron a ver. Me sorprendió mucho.
Nunca intenté nada como esto antes, nunca conocí la influencia que una
sola imagen puede tener. Quiero decir, personas que vieron la imagen
vinieron a ver el partido, y en realidad eran amables conmigo, ofreciendo
elogios y palabras de apoyo.
Todos conseguimos estar muy emocionados de tener una audiencia,
y las cosas se pusieron un poco demasiado entusiasta entre los chicos y
yo. Me alejé con un par de moretones, pero por primera vez en mucho
tiempo, me sentí bien por el deporte. Estuve tan enojado por lo que la fama
trajo a mi vida que casi había olvidado lo mucho que amaba sólo jugar, ser
parte de un equipo, disfrutar de la sensación de competencia y
camaradería.
Y, para ser completamente honesto, me encantó la brutalidad de la
misma. Aunque se trataba de un partido, era real de una forma en la que
la vida real no lo era. Golpeabas, chocabas, hay que pelear, dar una
patada y un puñetazo y seguir el ritmo al pie de la letra y es glorioso. Todo
el mundo conoce el objetivo. Todo el mundo conoce la meta. No hay un
segundo para dudar y no hay tiempo para retroceder.
Después del partido, firmé un montón de autógrafos y hablé con la
gente que había aparecido. Rechacé ir al bar por una cerveza obligatoria.
En el momento en que llegué a casa, me sentía agotado, pero en el buen
sentido.
—¿Dónde has estado todo el día? —preguntó Ma cuando llegué al
pent-house. Había un dejo de molestia en su voz que me decía que
buscaba una pelea, pero no iba a participar en ello. 183
—Fuera —le contesté cortantemente y caminé por el pasillo a mi
habitación.
—Bueno, eso es lo que dijiste. —Lucy rió desde el sofá donde
descansaba leyendo una revista.
—Cállate tú —espetó Ma, y oí sus tacones en el piso de madera
antes de que abriera la puerta y la cerrara, lo que indicaba su partida.
Abrí mi laptop para encontrar una respuesta de The SML.

23 de marzo
5:22 p.m.
Hola, Ronan,
No recuerdo nunca haberte dicho que era mujer. Aun así, si quieres mi consejo, aquí
está:
Si Annie necesita espacio, dale espacio. De las historias acerca de ella hasta el
momento en la prensa, suena como una chica sensible, y tal vez enfriar las cosas por un
tiempo podría ser algo bueno. Tal vez su relación era demasiado y muy rápida.
Tal vez la dureza de tu madre era un poco como una llamada de atención, un buen
recordatorio de que perteneces a un montón de gente, y no sólo a tu familia. Piensa en ello. Es
una chica normal viviendo una vida normal. No está acostumbrada a la gente con cámaras
siguiéndola dondequiera que va. Tal vez no es que sus sentimientos por ti han cambiado, pero
más que todo eso, conocer a tu familia, salir con una celebridad es simplemente abrumador.
No tengo mucho más que ofrecer que eso.
Es de destacar, que voy a estar ausente en vacaciones para los próximos diez días, así
que estaré fuera de contacto.
Tuya,
The SML.
P.D. Vi que has sido un poco una sensación de Instagram hoy. Creo que es seguro
decir que estás abrazando oficialmente mi forma de vida. ¡Bien hecho! Además, no hay que
ser tan rompecorazones. La gente publicaba una gran cantidad de imágenes del juego en el
parque, y parecía que tenían un tiempo fantástico :-)
184
Bueno, definitivamente se comportaba pasivo-agresiva con esa
última parte. Y ahora realmente lamentaba haber jugado ese partido hoy.
Debo haber estado experimentando un momento de estupidez cuando me
olvidé de darme cuenta de que Annie, siendo la asistente en línea que era,
iba a ver la imagen que publiqué.
Quería escribir algo en respuesta, pero no veía el punto. Todo mi
plan había fracasado. Esperé en vano que Annie respondiera con algunas
sugerencias para ganarla de vuelta como, no sé, aparecer fuera de su lugar
y despedazar una canción de amor o algo así.
Su consejo de una manera indirecta me molestaba que no fuera
resultado deseado. Además, la idea de que le abrumaba el circo mediático
que era mi vida, lastimaba. La quería a mi lado, pero no quería que se
sintiera agobiada.
Así que me deprimí el resto de la noche. Lucy hizo todo lo posible
para animarme, pero era una misión imposible. Me revolcaba como un
tonto enamorado. Cuando Ma llegó a casa, parecía claramente enojada
conmigo porque se fue directamente a la habitación de invitados, sin ni
siquiera una palabra.
A la mañana siguiente, mientras me sentaba en el mostrador
comiendo mi desayuno, mi teléfono sonó con un texto. Mi corazón dio un
vuelco cuando vi que era de Annie.
Annie: Joan quiere que nos vean juntos hoy. Gerta está reenviando
detalles sobre dónde encontrarme para el almuerzo. Es una cafetería de
comida sana, así que supongo que serás capaz de comer lo que hay en el
menú.
Su texto era tan frío y formal, y el mensaje subyacente era claro
como el día: Todo esto es para las cámaras. Mi instinto se hundió, pero no
me permití perder la esperanza. El hecho de que estaba de acuerdo a
verme en absoluto era una buena señal.
Unas horas más tarde, vestía una camisa gris oscuro y un buen par
de jeans.
—¿A dónde vas? —preguntó Ma mientras bebía de su café sentada
en el salón.
—Me reuniré con Annie para el almuerzo. Nos vemos más tarde —le
respondí, y comenzó levantarse de su asiento.
—Oh, genial, voy a ir contigo entonces. Me muero de hambre, y me
daré la oportunidad de pedir disculpas.
Levanté una mano. —No, Ma, no puedes venir. Sin embargo, puedes,
pedir disculpas a Annie, pero vamos a planificar para eso en otro
momento. 185
Antes de que pudiera decir otra palabra, ya salía por la puerta.

Vi a Annie mientras me acercaba a la cafetería. Se hallaba sentada


en la sección al aire libre mientras esperaba por mí, su cabello suelto lo
tiró por encima del hombro. Me di cuenta de que llevaba uno de sus
anchos abrigos marrones que cubren un vestido estampado de flores muy
por debajo. El hecho de que usaba el abrigo me hizo pensar que no se
sentía tan especial. No quería ser notada hoy.
Joder, no existía manera de que alguna vez no la notara. Volví a
pensar en nuestra primera reunión y cómo planeé lascivamente en hacer
de ella una nueva muesca en la cabecera de mi cama. Una temporal
aunque muy encantadora distracción. Era casi como si un poder superior
jugara una mala broma en mí, porque ahora no me podía imaginar mi vida
sin ella.
—Hola —dije, casi no reconozco mi propia voz, era tan tentativo. No
lo podía creer, pero me sentía nervioso. Nunca estuve nervioso. Se puso de
pie cuando me vio, y se inclinó hacia delante, colocando mi mano sobre su
hombro y besándome en la mejilla. Olía increíble. La había extrañado tan
mal que era casi demasiado estar tan cerca de ella—. Te ves hermosa —
murmuré en su oído, tratando de ignorar la manada de fotógrafos a través
de la calle tomando imágenes.
Annie aclaró su garganta. —Gracias.
Nos sentamos entonces, y no sabía que decir. Esta era la
oportunidad para disculparme por lo de mi madre, y quería que fuera
perfecto. Escaneé el menú por un momento, y luego la mesera vino por
nuestra orden. Una vez que se fue, me incliné sobre la mesa y posé mi
mano sobre la de Annie. Su piel era suave y cálida, tan adorable.
Extrañaba sentirla. Mi cuerpo prácticamente vibrante con la necesidad de
tocarla toda al mismo tiempo.
—Te dejo poner tu mano ahí sólo por las cámaras —dijo Annie
tranquilamente, pasando sus dientes ansiosamente por su labio inferior.
Agaché mi cabeza para atrapar sus ojos.
—¿Cómo te has sentido, amor?
186
Por un segundo, parecía sorprendida por la ternura en mi voz. Si
pensaba que me cabreé con ella por alejarse, por no responder mis
llamadas, se equivocaba totalmente. Nunca podría enojarme con ella. Me
encontraba perdidamente enamorado como para enojarme.
—Estoy bien. Ocupada por el trabajo y todo eso —respondió y
alcanzó su vaso de agua para tomar un sorbo.
—¿Y Kurt, bien?
Sabía que no imaginaba cosas cuando vi una mueca de dolor. —Creo
que ambos sabemos que no me interesa Kurt
Moví su mano en un gracias silencioso, sabiendo que le costó
bastante decir eso, darme ese pequeño consuelo. Luego me permití dar un
largo suspiro.
—Necesito disculparme por el comportamiento de mi mamá —le dije
y comencé a frotar mi pulgar en su piel—. Cruzó los límites hablándote
como lo hizo. Ya la he puesto en su sitio, y lo siente. Quiere disculparse
personalmente, también…
—Preferiría que no lo hiciera. —Annie levantó la mirada y se quedó
viéndome fijamente, sentí y vi algo como el acero, una determinación en su
expresión mientras continuaba—: No deseo ser ruda pero tu madre es…
Bueno, no creo que sea posible para lo nuestro alcanzar ninguna clase de
amistosa comprensión. Paso un mal rato con gente como ella. He
organizado mi vida y no tengo deseos de encontrármela o verla de nuevo.
De cualquier manera, era probablemente lo mejor, lo que dijo. Me ayudó a
darme cuenta que esta cosa entre nosotros jamás funcionará.
Abrí mi boca para refutarle, pero ella levantó su mano.
—P-por favor solo déjame hablar. El problema realmente no es lo que
tu mamá dijo o sí bien es verdad. El punto es que venimos de mundos
completamente diferentes. Me refiero, no me importa ser tu novia falsa por
un par de semanas, pero no podría manejarlo para siempre. No sé en qué
penaba. Necesito regresar a la normalidad poco a poco. Cada día
encontrarme con las personas es difícil para mí. No podré sobrevivir siendo
el centro de atención. No soy fuerte como tú. Me siento muy bien en el
anonimato.
Apreté mi agarre en su mano, mi voz mezclada con la emoción. —No
hagas esto. ¿Con qué frecuencia las personas encuentran una conexión
como la que nosotros tenemos? Yo te protegeré. Mantendré a raya la
presión. ¡Demonios!, incluso dejaría de jugar rugby si eso significa que
podemos estar juntos.
Sus labios se abrieron, y se me quedó mirando atónita. La sorprendí.
Le tomó un momento recuperarse, y cuando lo hizo vi que había sacudido
187
su jaula. —T-tú amas lo que haces. Nunca te pediría que lo dejaras.
—Sólo porque no juegue profesionalmente no significa que lo deje del
todo. De cualquier manera, estoy envejeciendo. Estoy casi en la edad de
retirarme, lo sabes —bromeé y armé una sonrisa—. Por favor, Annie,
danos una oportunidad
—Es mejor así. —Sus ojos bajaron a la mesa, y sacudió la cabeza
como convenciéndose—. Por lo menos, si no vamos más lejos, entonces
nunca sabremos lo que nos estamos perdiendo. Evitaremos el dolor.
Apreté fuertemente mis labios, y mi tono de voz volviéndose serio. —
Sé lo que me pierdo, Annie. Eres única para mí, excepcional. Eres brillante
y adorable y jodidamente real. Me preocupo por ti. Y no he sido capaz de
conseguir el tener tu sabor, el sentirte, fuera de mi cabeza desde nuestro
primer beso.
Temblando, retiró su mano y la puso en su regazo por debajo de la
mesa. Cerró sus ojos por un momento, obviamente reuniendo el coraje
para decir algo. El momento se rompió cuando la camarera llegó con
nuestra comida. Como era de esperar, no tenía apetito.
Annie jugueteó con su emparedado, sin mirarme a los ojos.
Aproveche la oportunidad para estudiarla. Dios, era tan hermosa que era
casi una especie de tortura física no alcanzarla y besarla. Había algo muy
reservado en ella hoy, y lamentablemente, sabía que la solución a nuestro
problema no estaba en las cartas, así que decidí dejarlo ir por ahora.
Necesitaba estar satisfecho por el simple hecho de pasar tiempo con ella.
Echándome hacia atrás en la silla, le di un empujón a su pie con el
mío para llamar su atención.
—¿Te ha hablado Joan sobre Dublin? —Asintió con la cabeza, pero
no dijo nada, masticando un pedacito de emparedado—. ¿Vas a ir?
Otra vez todo lo que conseguí fue un movimiento de cabeza, pero
aquello llenó mi pecho de alivio. Todo lo que necesitaba era la oportunidad
para llegar a ella, convencerla de tirar sus muros. Una vez que estemos en
Dublín, tendré que empujar todo lo que nos detiene.
Me dio una sonrisa triste entonces, con sus profundos ojos cafés
gachos. Obviamente, pasar el tiempo conmigo era doloroso para ella. Me
quería, pero no se iba a permitir tenerme. Su aspecto era como un
puñetazo en el estómago. Enganché mis dos pies alrededor de sus piernas
y puse sus muslos entre los míos debajo de la mesa.
—Oye, me comportaré en este viaje. Lo prometo. No tienes que
preocuparte.— Mentiras. Mentiras. Mentiras.
Tragó grueso, y respiró profundamente. —Gracias. 188
Por el resto de la comida, mantuve sus piernas entre las mías, pero
ella no me dijo que me detuviera. Ansiaba mi cercanía tanto como yo.
Comimos en silencio, y luego muy rápido estábamos diciéndonos adiós. No
quería dejarla ir.
Por lo que, antes de pudiera darle muchas vueltas, la empujé hacia
mí y rocé mi boca con la de ella, sólo un suave toque de labios, realmente,
un susurro de algo.
En comparación a nuestros besos anteriores, este fue demasiado
dócil. Pero cuando me separé, mis ojos estaban hambrientos por ver su
reacción, y no me decepcionó.
Annie me miró, con las mejillas sonrojadas, los ojos brillantes, y sus
manos blancas poragarrar tan fuerte la parte delantera de mi camisa. Le
tomó un momento darse cuenta que mi agarre era poco exigente, que
básicamente la dejé ir.
Recordándose a sí misma las cosas, se alejó, teniendo una
respiración inestable.
Vaciló.
Yo esperé.
Luego sacudió la cabeza y se alejó.
La miré irse por todo el tiempo que siguió en mi campo de visión,
hasta que dobló la esquina.
Recién era lunes y no podía soportar la idea de no verla hasta el
jueves. La vida iba a ser una agonía.

La vida era una agonía y empezaba a tocar fondo en lo lamentable.


Llené los días con entrenamiento y pasaba el resto del tiempo con
Lucy. Aun había una atmósfera helada entre Ma y yo. Lucy se sentía
totalmente enamorada de Nueva York, sus ojos azules brillaban de
asombro a cada cosa nueva que veía. Siempre anduvo proclamando que
iba a vivir aquí algún día, siempre soñadora. Pero no tuve ninguna duda
que ella haría que sucediera.
Ella se salía de su ritmo diario para animarme, todas las noches
189
presentándose con nuevos regalos como corbatas, y frascos para después
del afeitado, y calcetines novedosos. Cuando por fin llegó la mañana del
jueves, Annie me escribió diciéndome que se reuniría conmigo en la puerta
de embarque. Me sentía decepcionado porque había esperado compartir
un taxi con ella hasta el aeropuerto. Le dije adiós a Ma y Lucy, quienes
tenían un día más en Nueva York antes de su vuelo de regreso a casa,
luego me dirigí al aeropuerto JFK. Se sentía como si tomó la eternidad
entera pasar el control de seguridad, y cuando por fin lo hice, vi a Annie
sentada cerca de una ventana viendo los aviones despegar y aterrizar en la
pista.
Sostenía una humeante taza plástica de café con las manos, su
siempre presente celular encima de su laptop.
Mordía su labio cuando me vio llegar. Ni siquiera esperó a que yo
dijera“hola”, solo soltó—: Nunca he estado en un avión antes.
Tomé asiento a su lado y levanté las cejas. —¿Nunca?
Sacudió su cabeza. —Nunca. Cualquier viaje a larga distancia que
haya tenido que hacer siempre fue en bus o tren. Estoy algo aterrada.
—¿Crees que serás una voladora nerviosa?
—Honestamente, no tengo idea. —Sonaba distraída.
—Bien—dije soltando un suspiro—. Sólo tengo que mantenerte
ocupada entonces, así no estarás pensando en eso. Podemos jugar algunos
juegos, como “Las veinte preguntas” o “Yo nunca”. Será divertido.
Extendí la mano y suavemente presioné su muslo. Miró fijamente mi
mano hasta que la retiré. Estábamos registrados en primera clase, lo cual
era bueno desde que Annie tenía la apariencia de un conejo encandilado
por los rayos de la mañana. Tratando de ser un caballero, le pregunte si
quería sentarse cerca de la ventana, pero movió fervientemente su cabeza
en negativa.
Tomé su mano mientras duró el despegue, y ella no protestó,
apretando fuertemente sus ojos todo ese tiempo. La vi de cerca, listo para
calmarla al pequeño atisbo de pánico. Sabía que algunas personas se
alocaban un poco en los aviones. Cuando abrió sus ojos, estábamos en el
aire.
Miró más allá de mí hacia la ventana.
—Guau. —Suspiró, inclinándose más cerca contemplando las nubes
y el cielo azul. Podías ver la ciudad desdibujándose lejos por debajo de
nosotros, edificaciones diminutas en la distancia. Ella se sentaba
prácticamente encima de mí, pero no me quejaba, principalmente porque
sus pechos se presionaban con mi brazo. Cerré mis ojos por un momento,
190
saboreando su esencia y lo confortable de tenerla cerca. Por un breve
momento, olvidé nuestra distancia emocional y sólo disfruté el estar cerca
de ella.
—Lo siento —dijo y se apartó.
Abrí mis ojos. —No necesitas disculparte, amor. ¿Segura de que no
quieres sentarte a la ventana?
A diferencia de antes, ahora se veía positiva ante la idea. —Sí, por
favor, si no te importa —dijo con entusiasmo, y sonreí mientras deshacía
mi cinturón de seguridad.
Nuestros cuerpos se rozaron brevemente mientras nos cambiamos
de asientos, y ella se ruborizó, manteniendo la mirada en sus zapatos. Por
la siguiente hora, Annie iba pegada a la ventana, contemplando el cielo.
Esta era probablemente la cosa más encantadora de la que haya sido
testigo alguna vez y me hizo enamorarme un poquito más duro por ella.
Me mantuve ocupado con un libro y la dejé disfrutar la vista desde
su asiento.
Pasó un tiempo antes de que se levantara y se disculpara para pasar
al baño. Y sí, no voy a mentir, tuve una muy buena vista de su culo
cuando pasaba por mi lado. Llevaba puesto jeans y un jersey purpura. No
tenía ni una gota de maquillaje, y tenía su largo cabello recogido en una
trenza de lado. Se veía tan increíble así de natural y follable. Era una
tortura tan dulce.
Por varios segundos, estuve atormentado por la indecisión. Le dije
que me comportaría en este viaje, pero la tentación de seguirla era
demasiado. Me levanté de mi asiento, sonriendo amablemente a las
azafatas mientras pasaba a su lado y me dirigía a los baños. Esperé
pacientemente a que Annie saliera, y luego, justo cuando estaba a punto
de salir, me interpuse en su camino y seguí hacia delante no dejándole
más opción que regresar dentro. Puse el seguro y nos quedamos solos.
—Oye —susurre mientras ella se inclinaba al lavabo y yo invadía su
espacio. No había forma de no invadir su espacio, el baño era del tamaño
de un sello postal.
Tragó saliva y movió los labios, acaparando mi atención a su
boca. Se veía más roja y más carnosa de lo habitual. Toda una tentación.
—¿Qué pasa? —preguntó Annie, sus ojos en el cuello de mi camisa
en lugar de en mi cara.
—Te extraño jodidamente demasiado —dije, mis palabras casi
ahogadas, dolían. Llevé mis manos a sus caderas y las deslicé por su
cintura, después, bajé a su trasero. 191
Ella tomó una rápida respiración antes de exhalarla. Cuando
finalmente me miró, se veía sonrojada, pero no de disgusto. Sus ojos
prácticamente brillaban.
Dejé que se filtrara aire entre mis dientes antes de preguntar—: Oh,
Annie, ¿qué voy a hacer contigo?
El Selfie “compañero falso”: Cuando dos o más personas fingen estar tomándose una
foto juntos, pero en su lugar están tomando una foto de una persona en el fondo.
Ideal para: Situaciones en las que una selfie grupal no sería inusual/llamaría la atención.
Este método, a diferencia de la “Selfie Rastrera” o la “Selfie Falsa”, puede ser utilizado en
restaurantes. Sin embargo, se debe tener precaución por si el camarero/camarera es
excesivamente servicial y podría ofrecerse para tomar la foto en su lugar.
No utilizar: Cerca de espejos.

Traducido por BlackRose10, Minia16 & Lipi-Lipi

192

T
enía calor, y no tenía nada que ver con mi suéter. Tenía calor
porque tenía una guerra desatándose en mi interior. Todavía
no había conciliado lo que sabía era estar a salvo con lo que
quería.
Te extraño tan putamente tanto… Eso es lo quedijo.
Él no tenía ni idea.
Ni. Idea.
Dolía por él, por la sensación fugaz de pertenecer con él. Por ser
vista y conocida por él. Dolía por nuestra conexión, por disfrutarlo, estar
con él, escucharlo. Dolía por la forma en que me tocaba; sus palabras
sucias, impactantes; sus manos expertas; cómo ordenaba una respuesta
de mi cuerpo con sólo una mirada o un susurro.
Sufría por Ronan.
Era físico, y era doloroso; y resistirlo se sentía como si estuviera
siendo cortada por la mitad con una cuchilla vieja y oxidada.
—Ronan. —Negué con la cabeza, apreté los ojos cerrados; temblaba.
Cuando hablé a continuación, no me sorprendió escucharme rogando—.
Por favor no me hagas esto. Por favor… por favor.
Lo sentí moverse, dudar. Contuve la respiración: esperando,
deseando, y odiándome por ser débil y ceder donde antes siempre fui
resistente y constante.
Eventualmente oí a Ronan murmurar—: Cristo, Annie. Ven aquí. —
Deslizó sus manos de mi trasero a mi espalda y luego a mis hombros. Me
atrajo hacia él, metiendo mi cabeza bajo su cuello y contra su pecho.
Apretó.
Me dio un abrazo.
Solté un suspiro incontrolado y acuoso, más cerca de un sollozo
ahogado que a una exhalación, y envolví mis brazos alrededor de él,
devolviendo su abrazo. Enterré mi cara en su cuello y lo agarré con fuerza.
No sabía cómo iba a dejarlo ir, tanto figurativa como literalmente.
Las personas que crecen con familias, con un tutor o un padre o
ambos padres, a menudo toman los abrazos por sentado. Podía contar con
una mano el número de veces que fui abrazada desde que mi familia
adoptiva me devolvió al Estado. Eran los abrazos lo que más extrañaba, 193
ser sostenida y tocada con afecto, incluso si el afecto era sólo superficial.
A menudo después deseé no saber lo que se sentía ser sostenida.
Deseé que nunca me hubieran abrazado. Los resentí por mostrarme lo que
me perdí. Empezaba a resentir a Ronan por razones similares, pero era
mucho peor.
El afecto de Ronan por mí no era sólo superficial. Admitió eso a The
Socialmedialite. Además, si hubiera estado experimentando cualquier
duda, se borraron cuando hizo su apasionado discurso durante el
almuerzo hace unos días, cuando ofreció dejar el rugby para que
pudiéramos estar juntos.
Después de ganar distancia desde “el desayuno del desprecio” como
empecé a llamarlo, y de las detestables declaraciones de su madre (y de
hurgar un poco en su pasado), me di cuenta de que sus afirmaciones
acerca de la fidelidad de Ronan eran puras mentiras, engañosas verdades
a medias a lo sumo, claramente dichas con la intención de abrir una
brecha entre nosotros.
Una parte de mí odiaba que me hubiera dado la vuelta y me hubiera
dado por vencida tan fácilmente. Pero mi necesidad de auto-conservación
imperaba por encima de todo.
En última instancia, la madre de Ronan proporcionó la llamada de
atención que había necesitado. Sabía que era lo mejor. El instinto de
conservación exigía que me quedara ignorante respecto al funcionamiento
de una verdadera relación amorosa, una basada en la admiración mutua,
el respeto, y una posible conexión de almas.
Tenía que ser fuerte. Tuve que redoblar mis esfuerzos. No podía
doblegarme o rendirme.
Pero primero me permitiría ser sostenida y abrazada. Compartí
demasiado. Confié demasiado. Di demasiado. Le dejé entrar y me permití
pensar en Ronan y Annie en términos de un “nosotros” y un “nuestro”.
Y tenía mucho miedo de que ya me había enamorado de él.

El hotel era más que elegante, pero sólo fui periféricamente


consciente de su opulencia. Mis ojos se enfocaban en el suelo de mármol y
las ornamentadas alfombras de cachemira. Me hallaba bajo el brazo de
Ronan, sostenida cerca de su pecho mientras navegaba el vestíbulo; lo
seguí ciegamente. Esto por varias razones. 194
En primer lugar, tenía jet-lag16.
Después del abrazo en el baño que se prolongó mucho más allá de
diez minutos sin palabras, Ronan me llevó de nuevo a nuestros asientos,
sosteniendo mi mano. Una vez más me dio el asiento de la ventana. Sin
embargo, esta vez también pasó el resto del vuelo tocándome, pero no era
nada abiertamente sexual, simplemente cariñoso. Sus caricias me
calentaron, hicieron que mi sangre hirviera a fuego lento, y fueron un largo
camino hacia la fusión de mi resolución. Quitó el cabello de mi mejilla, y
su mano se quedaba en mi cuello; o él pondría su mano sobre mi rodilla
para llamar mi atención y la dejaba allí durante varios minutos, su pulgar
dibujando lentos círculos sobre mi rodilla.
En un momento cogió mi mano y la masajeó. No pidió permiso; lo
hizo distraídamente mientras miraba mis dedos.
—Duérmete—dijo. Así que lo hice, sintiéndome segura y en riesgo de
tragarme más profundamente pero demasiado cansada para preocuparme.
El avión aterrizó a las siete y media de la mañana, hora de Dublín, lo
que eran las dos y media de la mañana, hora de Nueva York. Ronan me
despertó con un beso suave, primero en los labios y luego en la frente. Mi

16También conocido como descomposición horaria, es el desequilibrio en el reloj interno


de una persona cuando cambia de zona horaria.
cerebro se sentía relleno de algodón y telarañas y quizá jarabe de arce.
Sólo quería dormir.
La otra razón por la que seguía ciegamente a Ronan era por los
fotógrafos. Tan pronto como pasamos la aduana, fuimos básicamente
abordados. Estuve sorprendida por el gran número; traté de estimar, pero
dejé de contar cuando llegué a veinte.
Pensé que los paparazzi en los Estados Unidos eran agresivos,
escondiéndose detrás de los arbustos y siguiéndonos por la ciudad. Me
equivoqué tanto. Tan, pero tan equivocada. Los “paps” en Irlanda no
parecen entender el concepto de espacio personal, ni ven nada extraño
acerca de tocarme o decirme lo mucho que aprecian el tamaño de mis
tetas.
Fue a este comentario que Ronan envolvió su brazo alrededor mío
posesivamente y me apretó contra él, enjaulándome dentro de sus fuertes
brazos. Les dijo algo a los fotógrafos, pero no entendí las palabras, ya sea
porque me sentía demasiado aturdida o porque Ronan hablaba otro
idioma, no tenía ni idea. Luego nos navegó a la relativa seguridad de la
sala de primera clase.
Cuando llegamos a la sala, parecía que se encontraba a diez
segundos de matar a alguien. Se veía tan enojado. Me preguntaba si
195
estaba bien; mientras tanto, él apretaba sus dientes, su corazón latía a
cien kilómetros por minuto, y su control sobre mis hombros era apenas
por debajo de doloroso.
Sin dejarme ir, Ronan se acercó al bar, abrió su teléfono, e hizo una
breve llamada. En el bar, pidió un coctel Bloody Mary para mí y una
gaseosa para él, a la vez que administraba miradas tipo “váyanse a la
mierda” a cualquiera que se atreviera a hacer contacto visual. Esperó
hasta que llegaron nuestras bebidas antes de alejarnos. Aún bajo su
brazo, me tropecé a donde nos dirigió, que consistía en una esquina detrás
de un panel de piso a techo, escondiéndonos de las ventanas de cristal que
enfrentaban al resto del aeropuerto.
Un gran sofá de cuero se tendía bajo las suaves luces; se acomodó
en un extremo y luego me ubicó de manera que estuviera a su lado. Me
dijo que bebiera el Bloody Mary. Así que lo hice. Entonces me dijo que
pusiera la cabeza en su regazo y durmiera un poco. Así que lo hice. Su
brazo descansaba junto a mi cuerpo, con la mano en mi cadera.
Algún tiempo indeterminado después, Ronan me despertó con otro
beso, enmarcando mi cara con sus grandes palmas. Me informó que su
equipo de seguridad llegó y se asegurarían de que llegáramos al auto sin
ser molestados.
Añadió en voz baja—: Y van a evitar que mate a esos hijos de puta...
El equipo de seguridad hizo más que eso.
Nos llevaron fuera del aeropuerto a través de una serie de túneles,
evitando a los paparazzi del todo.
Sin embargo, Ronan me mantuvo metida contra su cuerpo todo el
tiempo, mientras caminábamos por los túneles, cuando finalmente
llegamos al auto, durante el trayecto hasta el hotel, cuando entramos
desde el auto hasta el hotel a través de otro mar de fotógrafos, y
finalmente, cuando nos registramos en el caro y elegante Hotel Merrion.
Una vez que nos subimos al ascensor, Ronan cerró el paso, haciendo
que nadie más pudiera entrar, e instruyó al botones que tomara el
siguiente ascensor. Nadie protestó. Eché un vistazo a la cara de Ronan
cuando las puertas se cerraron y concluí que no hubiera protestado
tampoco.
—Ronan... ¿estás bien?
Bajó la mirada hacia mí, su hermoso rostro desfigurado por una
mueca de concentrada frustración. Me sorprendí al ver que toda su
irritación se dirigía hacia el interior.
—Lo siento mucho, Annie. No tenían derecho a tocarte o hablarte de
esa manera. Esos malpa… —No terminó el insulto. En cambio, apretó los 196
dientes y apartó la mirada, resoplando una risa amarga—. No me extraña
que no quieras estar conmigo. Nadie vale la pena como para aguantar toda
esa mierda.
Sus palabras provocaron una punzada aguda de dolor en mi pecho
cerca de mi corazón. Mirarlo intensificaba el dolor. Tal vez fue por el jet-
lag, o tal vez fue por el Bloody Mary; pero no podía dejar que esa
declaración se quedara sin ser discutida.
—Estás putamente loco si crees que no vales la pena para aguantar
a esos imbéciles.
La línea dura alrededor de su mandíbula se suavizó, y sus ojos se
abrieron con sorpresa. No tomé demasiado tiempo para procesar el cambio
abrupto en su comportamiento porque me di cuenta de que mis palabras
fueron un poco mal articuladas. Arrugué mi cara mientras trataba de
concentrarme en disipar las telarañas, pero no sirvió de nada. No era una
persona que podía funcionar bien con menos de seis horas de sueño.
Por lo tanto, presioné, con la esperanza de hacer mi punto lo más
claro posible, incluso en mi inestable estado. —Tú vales... ir a la Escuela
de Posgrado de nuevo; vales la pena escribir una tesis de Maestría con la
Profesora Perkins como mentora.
—¿Quién es la Profesora Perkins?
—Ahora, ella es una hija de puta. Sólo puedes estar feliz de nunca
conocerla. —Negué con la cabeza, concluí que el movimiento me mareaba.
Me detuve sacudiendo mi cabeza, pero continué mi perorata, que se
convertía rápidamente en una diatriba—. Vales mucho más que la
molestia de unos cuanto “paps” pendejos. No es tu culpa que actuaran
como una manada de imbéciles puros. Eres inteligente y amable, y...
jodidamente maravilloso. Nunca lo dudes. Nunca.
Dejé que mi cabeza se recostara hacia un lado mientras miraba sus
grandes ojos marrones. Me encantaban sus ojos. Eran tan grandes. Y
marrones. Y de ensueño. Y ellos me estaban sonriendo. De hecho, todo su
rostro me sonreía, sus ojos brillantes, ya que examinaba mis
características.
—Annie querida, ¿te sientes bien?
—Mm-hmm. —Asentí distraídamente y luego añadí—: Pero estoy un
poco cansada... creo.
Su boca se tiró hacia un lado en una deliciosa inclinación. Quería
lamer la curva de su labio inferior, pero no lo hice, sobre todo porque las
puertas de los ascensores se abrieron en nuestro piso mientras que yo
consideraba seriamente empinarme para que esto ocurriera.
197
Me miró por un instante, sin salir inmediatamente del ascensor,
como si estuviera esperando a que yo dijera o hiciera algo. Finalmente,
rasgando su mirada de la mía, Ronan me guio por el pasillo hasta la
habitación. No tomé nota del número de habitación cuando entramos, ni
—para el caso— del piso en el que estábamos. Tampoco pensé mucho en el
hecho de que nuestra suite era enorme y preciosa, ni que teníaun
dormitorio, ni que sólo tenía una cama tamaño king.
Ahora que hice mi punto con Ronan y él parecía estar lo
suficientemente calmado, todo en lo que podía pensar era en dormir.
Cuando vi la cama, salí de debajo de la seguridad del brazo de Ronan,
tropecé hacia allí, y me dejé caer primero de cara en su abrazo de plumas.
—Oh… esto es gloria. —Gemí mientras ascendía por el suave
edredón, acariciando la textura de satén con las manos abiertas—. No
quiero tener que volver a levantarme.
Sentí que la cama se hundía a mi lado y después noté la mano de
Ronan en mi espalda. Me sacudió un poco.
—Annie, no deberías dormir más hasta esta noche. Tienes que
permanecer despierta o sino tu cuerpo no se va a acostumbrar a la
diferencia horaria.
Me di la vuelta y me acosté sobre mi espalda. El movimiento hizo
que mi jersey se me subiera y me descubriera el vientre, la mano de Ronan
ahora descansaba sobre la piel de mi estómago. La sensación no era
escalofriante. En todo caso, me hacía sentir deliciosamente cálida y
cómoda. Quería que la mantuviera ahí. Culpaba a sus caricias en el avión
por el nivel de comodidad que tenía ahora al sentirlo.
Quería que se acurrucara en la cama y me diera mimos. Nunca me
dieron mimos en la cama… Sólo había tenido sexo bocabajo y me
toquetearon con brusquedad en esa posición.
—No me importa. —Intenté abrir los ojos para poder mirarlo y
demostrarle que hablaba en serio. Fracasé. Era imposible mantener los
ojos abiertos. Así que cubrí su mano con la mía y le administré un tirón
infructuoso, intentando que él también se acostara—. Acuéstate a mi lado.
Duerme conmigo. Sabes que quieres.
Ronan bufó, o gruñó, o hizo una combinación de ambos sonidos.
—Me pones muy difícil que me porte bien.
Extendí la mano ciegamente hacia él, ya había sucumbido a la gentil
promesa de dormir en una cama lujosa.
—Y qué si no —… bostezo…—, ¿nos ajustamos a la diferencia
horaria? —… bostezo…—,¿qué es lo peor —… bostezo…— que podría —…
bostezo…—, pasar? 198
La voz de Ronan sonó lejana cuando respondió, pero su mano seguía
sobre mi estómago, y mi mano todavía cubría la suya.
—Lo peor que podría pasar sería que nos quedáramos despiertos
toda la noche.
—¿Y?
—¿Quieres quedarte despierta toda la noche conmigo, Annie?
—Umm…
Era una idea deliciosa, mucho más deliciosa que un pastel relleno de
crema. Y fue con esa idea que me quedé completa y placenteramente
dormida, soñando con todas las cosas que quería hacerle a Ronan esa
noche.

Me despertó el sonido de un teléfono sonando, pero no era la suave


vibración de mi móvil. Era un sonido más insoportable y sonaba más como
un timbre intermitente que como un tono de llamada. Levanté la cabeza e
intenté averiguar dónde me encontraba, y qué hora era, y qué demonios
pasaba y, ¿estoy en ropa interior?
El sonido se detuvo abruptamente. Parpadeé y miré la mesita de
noche, donde el teléfono permanecía ahora en silencio, luego le eché un
vistazo a la habitación. Los acontecimientos de la mañana volvieron a mí,
pero no en estampida. Fue más como un grifo que goteara de vez en
cuando. Recordé el avión aterrizando, las aduanas, los paparazzi
maleducados y… el bar del aeropuerto. El resto era un poco borroso, pero
sí que recordaba bajar de un auto y entrar en el vestíbulo del hotel, a
Ronan registrándonos, y tirarme en la cama en cuanto entramos en la
habitación.
Me miré. Me hallaba bajo las mantas de la cama, y llevaba puesta mi
ropa interior, sujetador, y la camiseta que llevaba bajo mi jersey. Pensé por
unos segundos en mi estado de desnudez, y me di cuenta de que Ronan
debía de haberme quitado los vaqueros y el jersey cuando me quedé
dormida. También debía de haberme arropado y había cerrado las
cortinas. Localicé mi ropa doblada en un pulcro montón a los pies de la
cama.
El teléfono volvió a sonar, haciendo que me sobresaltara y que mi
corazón latiera desbocado. Presioné la mano contra el pico de ansiedad de 199
mi pecho y cogí el teléfono, principalmente para que parara ese sonido
infernal.
—¿Sí?
—Señorita Catrel, soy O’Hare, el conserje. El Sr. Fitzpatrick dejó
instrucciones de que la despertáramos al mediodía. Ya es mediodía.
También debo recordarle su cita de las dos. —La voz al otro lado del
teléfono era increíblemente educada. Me ayudó a aclarar la cabeza más
que el sonido del teléfono.
—¿Mi cita de las dos?
—Sí, señorita. En su habitación. Masaje, tratamiento facial,
pedicura, manicura, peluquería y maquillaje… para el evento de esta
noche.
Me tragué una repentina sensación extraña en mi garganta.
—Ah, cierto, gracias.
—No hay por qué darlas, señorita Catrel. Su comida va de camino, y
¿puedo sugerirle el albornoz gratuito del armario en caso de que no tenga
puesta una vestimenta adecuada para recibir invitados?
Como por arte de magia, llamaron a la puerta en ese preciso
momento.
—Gracias —dije sin prestar atención a la elegante voz e
inspeccionando la habitación en busca de dicho armario.
—No hay por qué darlas, señorita Catrel. Una vez más, mi nombre es
O’Hare por si requiriera de cualquier asistencia durante su estancia. Se les
ha asignado a Patricia tanto al Sr. Fitzpatrick como a usted el tiempo que
permanezcan aquí, y espero que no dude en contactar conmigo o con
Patricia si necesita cualquier cosa.
—Oh, vale. Gracias. —Gateé hasta el borde de la cama y troté hacia
el armario más cercano.
—No hay por qué darlas, señorita Catrel. Disfrute de su comida.
Y, así, O’Hare colgó. Lancé el teléfono inalámbrico a la cama y abrí
con fuerza la puerta del armario, donde encontré un hermoso albornoz de
mujer de seda azul con estampado de cachemir colgado al lado de un
albornoz de hombre de rayas negras y grises igual de espléndido. Me saqué
la camiseta rápidamente y me puse la bata, atándola mientras trotaba
hacia la puerta principal de la suite.
Había una hermosa mujer más mayor que yo en la entrada. Llevaba
un traje de corte y llevaba su cabello rojo salpicado de canas recogido en
un sobrio moño. Me sonreía. 200
—Buenos días, señorita Catrel. Soy Patricia. —Extendió la mano y yo
la cogí, estrechándola automáticamente.
—Encantada. Por favor, llámame Annie.
—Sí, por supuesto. Le traemos su comida y varios artículos para su
cita de la tarde. —Se hizo a un lado, indicando con un movimiento de la
mano al carrito de comida que tenía detrás, cinco fornidos botones o
camareros, tres jóvenes doncellas o esteticistas, y varios artilugios
dispuestos en carritos de equipaje—. ¿Podemos pasar?
Me encogí internamente ante la visión de la multitud que había al
otro lado de la puerta, pero me sentía demasiado sorprendida como para
pensar mucho en su presencia. Al final, mi deseo de evitar confrontaciones
le ganó a mi miedo a interactuar con gente.
—Sí… sí, por favor pasen —tartamudeé y me aparté de la entrada.
Entraron en la habitación como si fuera un desfile. El carrito de la comida
y los brillantes carritos de equipaje de latón eran las carrozas.
Patricia administró órdenes al grupo, indicándoles dónde poner cada
cosa. Después, se giró hacia mí. Yo seguía en la entrada, observando el
ajetreo con algo de fascinación.
—Señorita Catrel, veo que no ha deshecho las maletas. —Señaló mi
equipaje, que permanecía amontonado en el sofá. Patricia pasó a mi lado,
deslizó la mano por la parte interna de mi codo y me apartó de la puerta,
guiándome hacia la habitación, donde acababan de llevar el carrito de la
comida—. Por favor, permítame descargar sus pertenencias mientras
disfruta de un baño. Su comida está aquí, junto a la sala de estar de su
habitación. Estaré encantada de prepararle la bañera.
—Pue… Puedo llenar mi propia bañera.
—Por supuesto, pero será un placer hacerlo —dijo Patricia con tono
amable. Me llevó a una cómoda silla y me dejó allí, luego le indicó al
botones (¿o era un camarero?) que preparara el carrito delante de mí.
Desapareció en el baño mientras el camarero levantaba las elegantes
cubiertas de plata, revelando porcelana llena de un surtido de ensaladas
de aspecto delicioso, pequeños emparedados sin corteza, un cuenco
humeante de sopa de langosta, una gran cesta de bayas frescas, una
garrafa de yogur (el camarero me dijo que lo hacían en el hotel) y una
bandeja de varios quesos irlandeses.
También reveló una tetera humeante y una caja de té con tapa de
cristal con hojas sueltas de té. Tenía para escoger desde menta normal
hasta Oolong exótico. Y por último, pero no menos importante, levantó la
tapa de una fuente de delicados mazapanes, tres de los cuales eran
pastelitos rellenos de en miniatura.
201
Se me hizo la boca agua.
Me sentía como si estuviera en una de esas películas del estilo de
mendigos a ricos de los años 60 y los 70 donde la huérfana insignificante
se encontraba con todo lo que siempre quiso… Concretamente, con
montones de preciosos postres en miniatura.
Cuando el camarero terminó de anunciar mi comida, hizo una
pequeña reverencia, me preguntó si necesitaba algo más, y después
(cuando negué con la cabeza) me dejó con mi comida.
Fijé la mirada en ella, no muy segura de por dónde empezar. Mi
estómago rugió en protesta ante mi indecisión.
Acababa de decidir que empezaría por la sopa cuando Patricia
reapareció del cuarto de baño y caminó hacia mí con pasos hábiles.
—Me he tomado la libertad de añadir aceites esenciales de rosa y
lavanda a la bañera. —Se detuvo al borde de mi mesa y empezó a echar té
de menta al infusionador—. Por favor, no dude en llamarme durante su
estancia, señorita Catrel. El único propósito de nuestro equipo es su
comodidad mientras permanezca con nosotros. Dado que viaja sin su
propio equipo, por favor piense en mí como su secretaria personal.
—Eh, no tengo… equipo.
—Eso no importa. —Patricia me dirigió una cálida sonrisa y un
pequeño asentimiento. Luego, se giró y salió por la puerta de la habitación,
diciendo mientras se marchaba—: Volveré dentro de media hora para
ordenar sus cosas y otra vez a las dos para su cita.
Unos minutos después, los oí a todos saliendo de la suite y la puerta
cerrándose con un suave clic.
Entonces, con el festín delante de mí, y un cálido baño siendo lo
siguiente en la lista, me quedé sola

Decidí que podía acostumbrarme a que me consintieran incluso si


eso significaba tener que soportar altos niveles de interacción humana. Me
atiborré. Fue vergonzoso. Pero quería probarlo todo, y todo sabía tan bien.
Lo único que terminé fue el yogur. Sabía más a natillas que a yogur, y
temía atravesar síntomas de abstinencia cuando volviera a Nueva York.
Tras atracarme de comida, le mandé un mensaje rápido a
WriteALoveSong. Antes de dejar Nueva York le dije que iba a irme de la
202
ciudad unas cuantas semanas por cuestiones de trabajo, peroprometí
enviarle mensajes siempre que pudiera. Así que le mandé una nota rápida:
@Socialmedialite para @WriteALoveSong: Acabo de llegar y ya me he
comido mi peso en el desayuno. Puede que no tengas noticias mías la semana que viene
mientras digiero todos estos gofres.
Me sorprendió que respondiera rápidamente:
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: Ohhh… ¡gofres! ¿Qué le dijo el
vaso de agua hípster al cubito de hielo?
@Socialmedialite para @WriteALoveSong: …Oh, no… ¿qué?
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: Soy tú antes de que fueras guay.
¡Diviértete en tu viaje!
Puse los ojos en blanco y ahogué una risita a mi pesar, mientras
tecleaba un rápido: Adiós por ahora. Tras apagar mi móvil, caminé hacia el
cuarto de baño y me desvestí, ascendiendo hacia el baño más exquisito de
mi vida. En serio, no existía otra palabra para él. Era exquisito.
El agua seguía caliente, y descubrí por qué cuando estuve
completamente dentro, la porcelana estaba caliente. Así mismo, las
burbujas eran milagrosas y nunca parecían disminuir o desaparecer.
Patricia llamó a la puerta del baño para anunciar su presencia y
alertarme sobre el hecho de que desempacaría mis maletas. Pensé enviarla
lejos, pero el baño delicioso y el suntuoso almuerzo me hicieron sentir
letárgica y susceptible para ser echado a perder. Así que llamé a mi
reconocimiento y me relajé.
Estando en el baño mis pensamientos siempre recurrieron a Ronan.
Me pregunté dónde se encontraba, qué hacía, cuándo iba a volver.
También me di cuenta de las ramificaciones de la suite de un solo
dormitorio y la sola cama tamaño king.
Una oleada de ansiedad ante la idea de compartir la cama con
Ronan fue seguida por una oleada de algo más, algo mucho más agradable
y peligroso. Esto, por supuesto, me hizo pensar en Ronan desvistiéndome
mientras dormía esta mañana, sus grandes manos poderosas, tirando
hacia abajo mis pantalones mientras yacía inerte debajo de él...
Cerré los ojos, dando rienda suelta a mí misma en la fantasía de
Ronan desnudándome por completo; en la fantasía todavía estaba débil,
pero despierta. Toqué mis pechos suavemente como me imaginaba a él
203
deslizándome lentamente los tirantes por mis hombros, desenganchando
el cierre en la parte delantera, y revelando la extensión de mi piel a sus
ojos.
Me lo imaginé bajando su boca hacia mí mientras la parte posterior
de sus dedos acariciaban una trayectoria de luz de mi caja torácica a mi
estómago y luego bajaba, a la pretina de mi ropa interior de encaje de color
rosa.
Mi mano sirvió como sustituta de la suya, y me toqué a mí misma,
disfrutando de la suavidad resbaladiza de mi piel, sintiéndome yo misma y
sabiendo que esto era lo que iba a sentir, preguntándome si estaría
contento con las pendientes y las curvas de mi cuerpo y todos sus
secretos. Me imaginaba sus ojos en mí, devorando con la vista mi
desnudez cuando dejó un rastro de besos húmedos entre mis pechos, más
abajo a mi ombligo, hasta que finalmente…
Mis pensamientos fueron interrumpidos cruelmente por otra
llamada a la puerta. Tiré mi mano, salpicando el agua y algunas burbujas
milagrosas en el suelo de mármol, luego me senté en posición vertical en la
bañera.
Me miré a mí misma; todo por debajo de mis hombros seguía
perfectamente escondido debajo de una capa de espuma blanca. —Yo-uh-
entra. Estoy casi terminando.
Mi exhalación era inestable, el corazón me latía con entusiasmo, y
sabía que lavaba la evidencia de mi casi orgasmo. Con suerte, Patricia
asumiría que el rubor fue causado por el agua caliente y no por
pensamientos calientes.
Pero no era Patricia en la puerta. Era Ronan.
Y él no andaba exactamente vestido. Llevaba una toalla alrededor de
sus estrechas caderas, una mirada de tronco de natación visible, y nada
más.
Me quedé boquiabierta a él, esta era mi primera vez viendo su
cuerpo vivo, en persona, y no en las páginas estáticas de una revista o
pixelada en Internet, y no sería nada virtual o imaginario, podría
acercarme a la realidad de ese pecho y torso. Él era todo músculo rígido y
ángulos agudos. Un tatuaje tribal de algún tipo serpenteaba hasta su
cadera, procedente de debajo de la toalla y en espiral hasta su caja
torácica y el pecho. Quería trazar con mis dedos las líneas que se rizaban.
Quería presionar mi boca contra ellas y saborear su piel. Parecía que sería
duro al tacto, pero sabía que también estaría caliente.
—¿Annie?
Parpadeé, sorprendida y mortificada al darme cuenta de que me 204
había estado mirando fijamente, y rompí mi boca cerrada. Con un
esfuerzo, levanté la mirada hacia él y mi mandíbula, luchando contra el
impulso de volver mi atención a la perfección de su cuerpo y el misterio de
su tatuaje.
—Yo… um… ¿sí?
Ronan cerró la puerta detrás de él y acechó más cerca. Sus cejas se
levantaron al acercarse, y su mirada se movió sobre mi cara, cayendo a
mis hombros, desviándose a mi boca.
—¿Disfrutando de tu baño...?
Sus ojos me recordaron el chocolate en ese momento, el chocolate
oscuro de terciopelo, del tipo utilizado en suculentos postres, caliente y
sedoso, del tipo para bañar fresas y saborear como el jugo de la baya y el
dulce amargo del chocolate bailandocon euforia sobre la lengua y en la
garganta....
Me retorcí, mi respiración se cortó, mi excitación me hizo sentir
insegura y aturdida.
—Sí. —La palabra salió como un susurro sin aliento, llamando su
atención de nuevo a mis ojos.
—Te ves incómoda. ¿Está demasiado caliente el baño?
Negué con la cabeza.
Rondó por un momento, contemplándome —él y su torso épico— y
luego se sentó en el borde de la bañera y se mojó los dedos en el agua.
—¿Qué-qué haces? —Otra vez, mi voz sonaba sin aliento.
Una parte de mí esperaba que fuera a decir:terminar lo que
empezaste.
Otra parte de mí esperaba... ¡oh! diablos. ¿Bromeaba? Cada parte de
mí esperaba que dijera:terminar lo que empezaste.
En cambio, con sus labios retorciéndose con una sonrisa oculta,
dijo—: Sólo el control de la temperatura. Te ves sonrojada. —La parte
posterior de sus dedos rozó contra mi muslo, y salté, un chillido poco
elegante escapó de mi garganta.
Este se encontró con el ruido sordo de la risa de Ronan y una
sonrisa más bien desagradable. —Necesitas relajarte. Tal vez debes tomar
un agradable baño largo.
Lo miré a él y su sonrisa, poniendo mis piernas hacia mi pecho y
envolviendo mis brazos alrededor de mis pantorrillas. Nada de mi cuerpo
era visible además de mis hombros, pero me sentí de repente muy vista. —
Estaba... Estoy perfectamente relajada.
—Podría ayudar, ya sabes. —Asintió con la cabeza en esta
205
afirmación, su mano todavía en el agua, su cuerpo de cuento de hadas y
cálidos y sedosos ojos chocolate llenando mi visión—. Podría darte un
masaje... o una fricción.
Apreté los dientes y sacudí la cabeza, pero no dije nada. Porque si
hablaba, diría sin duda, que sí.
Pensaba que era tan inteligente. Y lo era. Él era demasiado
inteligente. Pude ver que sabía exactamente lo que había estado haciendo,
o me hallaba a punto de hacer. Sin duda, comprendió incluso que él era la
única fuente de inspiración para mi sueño sucio.
—No sería ningún problema en absoluto. Te prometo que te gustará.
Movió su mano en el baño a mi hombro, y pasó el dorso de sus dedos
contra mi clavícula, dejando un rastro húmedo de burbujas deslizándose
desde la parte superior de mi esternón hasta mi hombro.
Rodé mis labios entre mis dientes para no jadear.
—Afloja los brazos y abre las piernas para mí —dijo, su voz más
solemne y suave; que era como una orden. Sus dedos se deslizaron por mi
brazo hasta mi rodilla, y con la palma de su mano, apretando suavemente.
Mis párpados se inclinaron, y medio parpadearon, mi corazón
martilleando y esperanzador. Dondequiera que tocaba fue aflojando. Mis
brazos cayeron a los costados y mis piernas se relajaron, mientras él las
empujaba abriéndolas. Luego deslizó sus caricias de luz entre mis muslos,
y contuve la respiración.
Su mirada de chocolate creció feroz y exigente, una contradicción a
las caricias de luz de su dedo en medio de mi entrada. Me acarició,
abriéndome, entrando en mí. A su vez, sus palabras eran serenas e
hipnóticas.
—Abre las piernas, todo el camino. Déjame tocarte; déjame ayudarte
a sentirte bien... eso es todo. ¡Oh!, Annie querida, eres tan jodidamente
suave y apretada. Se siente como el cielo.
Tragué el grosor de un edificio en mi garganta y por instinto le
alcancé, agarrando la toalla en su cintura. Mi otra mano se movió a mi
pecho y mi cabeza cayó hacia atrás contra el borde de la bañera. Gemí.
—Shhh... —Se inclinó hacia delante, en pocas palabras me tapó la
boca con la suya para silenciarme, y luego susurró contra mis labios antes
de alejarse—: Tu señorita Patricia está en nuestra habitación
desempacando tus cosas. Tienes que estar en silencio.
Mi respiración se enganchó, y asentí, gimiendo un poco, pero no lo
suficientemente fuerte para ser escuchada. Su dedo índice se unió a su
dedo medio, acariciándome mientras su pulgar bailaba pequeños círculos 206
rítmicos sobre mi clítoris. Me mordí el labio para no gemir, y apreté mis
ojos cerrados.
—No, no. Mírame —exigió Ronan, su voz seguía siendo tranquila y
dominante—. Mírame cuando te vengas.
Abrí los ojos y vi. querozaba la superficie del agua con su mano libre,
empujando las burbujas fuera del camino entonces podría verme, donde
entró en mí, donde ahuequé mi pecho. Sus ojos, avariciosos y enfocados,
se movieron sobre mi cuerpo.
—Eres magnífica. —Su tono fue desapasionado y se retiró mientras
me estudiaba, como si fuera un observador y no un participante.
Mis pulmones se sentían llenos de fuego, y no podía respirar lo
suficiente profundamente, mis paredes internas se agarraban
codiciosamente mientras se movía dentro y fuera, llenándome. Pero no era
suficiente; sus movimientos eran demasiado templados. Lo necesitaba.
Necesitaba más que sus dedos sensibles. Necesitaba que fuera más duro,
más firme. Lo necesitaba en todas partes.
—Ronan. —Jadeé, alcanzando su muñeca entre mis piernas,
empujando con más fuerza su mano contra mi centro—. Ronan, quiero
que… Necesito…Por favor, por favor.
—Silencio —dijo, sus toques todavía ágiles y suaves, demasiado
suaves. Ellos se burlaban. Me volvían loca, y él sonaba como que lo sabía.
En cuanto lo miré, en el juego de su mandíbula y el brillo brutal en sus
ojos, tuve la clara impresión de que estaba siendo castigada.
Gemí otra vez.
Él chasqueó la lengua, los dedos dejando mi cuerpo para difundir mi
excitación sobre los labios enmarcando mi clítoris, más bromas. —Una
chica tan codiciosa.
—Por favor, por favor —le rogué, sin sentido, desesperada.
—¿Vas a dejarme otra vez, Annie? ¿Vas a alejarte? ¿Rásguearme
abierto? ¿Hacerme rogar? —A pesar de que su tono de voz era sensible,
sus palabras apuñalaron en mi corazón.
—Ronan…
—¿Confías en mí?
Asentí con la cabeza y dije la verdad. —Sí. Sí.
—¿Estamos juntos? ¿Eres mía?
Me mordí el labio, y a pesar de su orden anterior, apreté los ojos
cerrados. No me encontraba demasiado lejos para hacer promesas que no
207
sabía si podía mantener. Sin la perfección tallada de él llenando mi visión,
era capaz de reunir varias respiraciones profundas que dabanpara pensar.
Llegué de nuevo a su muñeca, deteniendo sus movimientos y separándole,
aunque se sentía como si estuviera quitando una parte de mí, y cerré mis
piernas y las retorcí a un lado, lejos de él.
Solté la toalla alrededor de su cintura y usé mis brazos para
cubrirme. Yo temblaba, aunque el agua seguía caliente y así era mi
cuerpo, mis entrañas fundidas con anhelo incumplido.
Oí el chapoteo débil de la mano saliendo del agua y luego nada.
Apreté los labios juntos para impedir a mi barbilla tambalearse. Era un
desastre. Lo quería; pero no quisiera mentirle, y nada había cambiado.
Sabía que él me miraba, esperando; sentí sus ojos seguros como una
mano deslizándose sobre mi cuerpo.
Al fin dijo—: Ya veo.
El aire cambió. Sabía que se había movido. Me atreví a abrir los ojos
en rendijas y vi su espalda justo antes de abrir la puerta.
—Volveré para recogerte. Tienes que estar lista a las cinco. —Su tono
era sereno, rayando en aburrimiento. Hizo cosas terribles para mí, como la
fuerza de dos lágrimas por delante de la barrera de mis párpados.
Y entonces se fue.
New York´s Finest
Blogueando cómo * La Socialmedialite *
29 de marzo
¿Sabes lo que amo y odio de Nueva York? Desnudos.
Por si no lo sabías, ir en topless en la ciudad de Nueva York (para
ambos, chicos y chicas) está bien. Así es, Nueva York cree en la igualdad
de oportunidades de observar torsos desnudos. La semana pasada, Marta
Duvall y su prometido Eric Harper, iban en topless mientras paseaban
(nunca mejor dicho) en el césped frío de Central Park.
Aunque cubrí los pezones de Marta y Eric en la imagen, apoyo
plenamente la política de las tetas al aire de Nueva York... a excepción de
208
los tatuajes inevitables de pesar que a menudo se revelan.
Tome la siguiente imagen, por ejemplo. Esta es una foto de la
espalda de Eric. Como se puede ver, por la forma en que he ampliado el
área y añadí flechas y círculos rojos, Eric tiene una caricatura muy
incómoda de su ex-novia (la actriz Temaya Garrison) en su omóplato
derecho. Irónicamente, en el tatuaje, Temaya también va en topless.
¡Tal vez en lugar de pagar por la eliminación de sirenas de Temaya,
Eric planea donar el dinero ahorrado de hoy a la caridad! Todas las
donaciones recibidas hoy se destinarán a "Tit for Tat", un programa que
ayuda a sobrevivientes de cáncer de mama (con reconstrucción
mamaria) proporcionando pezones expertamente tatuados.

<3 The Socialmedialite.

Traducido por Mae &SOS por Minia16 & July Styles Tate
I
ba por mi cuarto copa de champán cuando Ronan regresó. Por
supuesto, tomé cuatro vasos a lo largo de una hora y media,
pero, sin embargo, eran cuatro vasos.
Me encontraba sentada en la silla menos cómoda en la suite,
tratando de no moverme por miedo de arrugar, manchar o aplastar algo.
Mi tarde de tratamientos de belleza fue... interesante. Todo el equipo fue de
mujeres. Nunca tuve un tratamiento facial o un masaje antes. Ambos
estuvieron bastante agradables y relajantes, especialmente después de mi
frustrada fantasía de encuentro en la bañera.
Sin embargo, la parte del cabello, las uñas y el maquillaje, fue
molesto. No me gustaba ser empujada, pinchada, y pintada. Patricia, que
sospechaba era mi hada madrina, debió notar mi mueca porque fue la que
sugirió y sirvió el champán. Eso ayudó.
También tuvo la amabilidad de llenar el silencio con cuentos de su
pasado. Fue una Rockette en el Radio City Music Hall durante cuatro años
antes de unirse a una compañía de Broadway de viajes. Su pasado era
colorido e impactante, y era completamente atractiva. Sus historias, más el
champán, en gran medida apartaron mi mente de lo que pasó antes.
Pero Ronan nunca abandonó por completo mi mente, cómo me tocó
con tanta delicadeza y cuidado aun mirándome con una dureza
209
implacable, como si lo hubiera traicionado.
Y ahora me sentaba en la silla de madera en el mostrador, tratando
de concentrarme en mensajes de correo electrónico de trabajo y
controlando los comentarios en mi blog, todo el tiempo tratando de ignorar
el constante dolor palpitante entre mis piernas y cómo extrañaba su
sonrisa.
Entró en la habitación, y levanté la mirada, lo encontré vistiendo un
esmoquin que parecía hecho a medida para su forma. Tragué saliva en mi
boca llena de lujuria. No miró hacia mí mientras entraba. En cambio, se
acercó a la habitación, abrió y cerró un par de cajones, y luego volvió a
salir. Su atención se encontraba en su reloj.
—Tenemos que irnos —dijo, abriendo el armario en la entrada y
sacando mi abrigo y un paraguas—. ¿Estás lista?
—Sí, todo listo. —Me enorgullecía de sonar tan completamente
normal porque no me sentía normal. Me sentía confusa e inestable y
saturada de dudas.
—Está bien, entonces vamos. —Me miró y señaló la puerta con una
inclinación de cabeza. Sentí algo doblarse y luego presionarse
dolorosamente detrás de mis costillas cuando sus ojos se encontraron con
los míos. Los suyos eran planos, desinteresados.
Parecía distraído.
Nunca me miró de esa manera antes. Nunca. Yo era nada y
cualquiera. No importaba.
Asentí, apartando mis ojos de los suyos y cerrando los programas en
mi equipo, ocultando el temblor de mi mano agarrando fuertemente el
ratón.
Estaba siendo estúpida.
No estábamos juntos.
¿Cuántas veces podría aceptar que lo apartara para que dejara de
perseguirme? Esto era lo que quería.
Cerré mi laptop y me puse cuidadosamente los tacones de aguja.
Patricia me ayudó a practicar a caminar una vez que se dio cuenta de que
era una novata del tacón alto. Me sentía casi hábil, excepto por el hecho de
que mi estómago era una masa de nudos enredados de infelicidad. No
quería ver la ambivalencia en sus ojos, así que seguí y mantuve los míos
en el piso, en mi bolso en la mesa junto a la puerta, en mi abrigo mientras
lo tomaba y me lo colocaba.
Aparté mi cabello de mi cuello y lo seguí por la puerta sin más
instrucción o discusión. Lo sentí detrás de mí, escuché sus pasos hacer
210
eco de los míos mientras nos acercábamos al ascensor. El silencio y
melancolía fueron mis compañeros en el viaje hacia abajo.
A medida que nos acercábamos al vestíbulo, Ronan colocó su mano
en la mía y me atrajo más cerca. Eché un vistazo a nuestras manos unidas
luego a su perfil. Miraba a la pantalla contando hacia atrás los pisos. Casi
parecía nervioso.
—Habrá fotógrafos en el vestíbulo y en la calle. Quédate cerca, ¿de
acuerdo?
Asentí y sostuve su mano en lugar de permitir pasivamente que
sostuviera la mía.
Interpretó erróneamente la opresión de mi agarre y deslizó sus ojos a
los míos; que recorrieron mi cara. —No te preocupes, no se acercaran esta
vez. Voy a mantenerte a salvo.
—Lo sé. —Le di una pequeña sonrisa, asintiendo de nuevo—. Confío
en ti. —Su mirada se endureció, y se estremeció; fue casi imperceptible,
pero lo vi. Fruncí el ceño ante su reacción a mis palabras y espeté—:
Ronan, lo siento mucho.
Me miró hasta que las puertas se abrieron, su mandíbula tensa
mientras se retiraba dentro de sí mismo, y le oí murmurar cuando salimos
del ascensor—: Yo también.
Él tenía razón.
Había fotógrafos en el vestíbulo y en la calle. Todo el mundo sabía mi
nombre y me llamaba. Era desconcertante, pero él me protegió con su
cuerpo hasta que estuvimos en la limusina. Nos sentamos en los dos lados
del asiento, con Ronan colocando la longitud del asiento trasero entre
nosotros.
Pasó todo el tiempo en su teléfono, su rodilla subiendo y bajando en
una muestra poco característica de nervios, y yo miraba por la ventana,
pensando en la ironía de la situación. La primera vez que fuimos a comer
juntos, lo que se sentía como toda una vida atrás, pero fue hace poco más
de mes, me regañó por comprobar mi teléfono.
Cuando llegamos en el evento, había incluso más fotógrafos. Pero
este grupo era más profesional y, obviamente, presente para documentar
las idas y venidas de la élite deportiva.
Ronan salió primero y luego me tendió la mano para ayudarme a
211
salir del auto. Luego metió la mía en el hueco de su codo y me llevó a la
alfombra roja.
Una vez que salimos de la limusina, destellos en todas direcciones,
Ronan se inclinó y me susurró al oído—: Si puedes mostrar una sonrisa,
sería genial. Además, estamos a punto de conocer a algunos de mis
compañeros. Querrás mirarlos a los ojos cuando sacudas sus manos, decir
“hola”, ya sabes, hablar con la gente. De lo contrario, van a pensar que
eres una engreída perra americana.
Lo miré mientras se retiraba, y mantuve mi mirada, sonriéndome
como si acabara de decir algo encantador y esperaba que me riera o
ruborizara.
Sus palabras eran desagradables, crueles, a diferencia de él.
Parecía... otra persona.
Y de nuevo, la ironía de la situación me llamó la atención. Ronan me
daba consejos sobre cómo comportarme, qué hacer, qué decir. Este era el
mundo real, el mundo de la gente guapa y famosa. Mi mundo era uno
virtual de avatares y palabras. Mi moneda no era cambiada en este foro.
Sin embargo, sus palabras eran condescendientes e innecesarias, y su
objetivo era perfecto.
Le sonreí, tan grande y brillante como pude. Entonces le di un
puñetazo en el hombro con todas mis fuerzas, con la esperanza de que
pareciera un toque de amor.
Su sonrisa se duplicó, y se echó a reír, aunque sonaba un poco
siniestro. —¡Ay, querida! ¿Tratas de hacerme daño?
—Por supuesto que no. —Negué con la cabeza de una manera
lúdica, mi sonrisa plasmada en mi cara—. Nunca asumiría que hacerte
daño estuviera a mi alcance.
No sé por qué lo dije, pero sentí una oleada de amarga satisfacción
cuando su sonrisa se desvaneció y la ira de fuego brilló en sus ojos.
Esperaba que los fotógrafos lo confundieran con pasión.
Aparté mi mirada de él y sonreí a las bombillas intermitentes. Les
sonreí a los asistentes que nos recibieron y nos mostraron dónde
pararnos. Sonreí cuando Ronan era entrevistado, tanto a Ronan como a
los entrevistadores. Sonreí mientras bordeaba preguntas sobre nuestra
relación y les decía a todos que me encontraba aquí como su amiga con
suavidad practicada. Sonreí mientras entrabamos en el evento.
Y sonreí mientras me presentaban a sus compañeros.
Mis mejillas dolían como una perra, y sin embargo, sonreí. 212
Extrañamente, la sonrisa ayudó. Me ayudó mucho. Se sentía como
una máscara para esconderme. Nadie esperaba que hablara en realidad,
sólo que sonriera, asintiera, bebiera champán, me viera bonita y riera en
los momentos adecuados. Era lo contrario de mi comodidad detrás de la
computadora, compartir mis pensamientos con el mundo y ser valorada
por lo que hacía y escribía, no como me veía, y sin embargo... y sin
embargo, estaba bien.
Me sentía bien.
Estuve tan nerviosa por Ronan y mis sentimientos por él, que se me
olvidó obsesionarme por el evento o ponerme histérica por el pronunciado
escote y lo corto que era el vestido, o regodearme en mi fobia social. Ahora
que me hallaba aquí, rodeada por la conversación de extraños y del brazo
del hombre del que me enamoré como una estúpida, era mi sonrisa
jodidamente falsa la que aseguraba el éxito.
Nadie se dio cuenta.
Tras otro vaso de champán, también dejé de darme cuenta.
Bueno, esa es casi la verdad. Dejé de darme cuenta hasta que sentí
la mano de Ronan agarrando la mía con desesperación y que su cuerpo se
volvía rígido a mi lado.
Nos acercándonos a nuestra mesa cerca de la primera fila, y él
atravesaba la multitud, yo me satisfacía mirando cómo se movía. Era tan
elegante, hábil. Estar a su lado me hacía sentir más elegante. Conseguí
evitar tropezar con mis pies durante toda la noche, lo que era un gran
logro en sí mismo.
Así que, cuando Ronan se detuvo de repente y choqué contra él, me
imaginé que se había acabado mi suerte. Pero se movió con rapidez, su
fuerte brazo se deslizó alrededor de mi cintura, manteniéndome erguida.
Se volvió hacia mí, pero no me miraba. Sus ojos parecían llenos de
frustración y desenfocados, fulminaba con la mirada un punto
intrascendente más allá de mi cabeza.
—Mierda. —Aspiró entre sus dientes apretados—. Tenía la esperanza
de que no vinieran.
Apoyé la mano sin pensar en su pecho e inspeccioné su expresión en
busca de pistas.
—¿Quiénes? ¿Quiénes son?
Su mirada bajó hacia mí.
—Mis abuelos.
Fruncí el ceño, sin entender por qué era una noticia tan inquietante
213
durante diez segundos. Luego me di cuenta de que se refería a los
Fitzpatrick, la familia que nunca lo reconoció como su nieto, la familia que
pensaba en él, en su hermana y en su madre como una mancha en su
buen nombre. Al fin entendí por qué había estado actuando con tanto
nerviosismo. Pensaba que era por mí, porque lo enfadé. Tal vez mi rechazo
de antes contribuyó a su mal humor, pero los Fitzpatrick y la posibilidad
de su presencia en la ceremonia eran la causa principal. Girando
ligeramente la cabeza, entreví a la anciana pareja, tomados del brazo,
ambos bien vestidos y con el cabello plateado, relacionándose
elegantemente con sus pares. Eran la imagen del dinero antiguo.
Me sentí triste por Ronan y deseé poder sacarle su tristeza.
Completamente por instinto, me incliné hacia delante y lo besé
suavemente en la boca, acunando su mejilla con mi mano y bajándola
hacia su cuello y hombro.
Luego le susurré en su oído—: Ronan, tú vales por diez mil
Fitzpatrick y su vanidosa imbecilidad. Su estupidez es su pérdida, no la
tuya.
Le di un apretón a su hombro a modo de consuelo y después me
aparté para poder verle la cara.
Me sonreía. Era una pequeña sonrisa interrogante, como si yo fuera
un poco rara, pero también un poco maravillosa.
—No tienes que decir esas cosas. No hay nadie cerca que pueda
oírte.
—Sé que no tengo que hacerlo. —Mis ojos se apartaron ante su
mirada fija. Me sentía frustrada por mi arraigado instinto de alejar la
mirada.
Pero pronto superé mi deseo inherente de encogerme bajo su mirada
penetrante. Carraspeando, alcé testarudamente la barbilla y reafirmé mi
determinación, encontrándome con sus inquisitivos ojos con decisión.
Cuando continué, lo hice porque quería reforzar la confianza de Ronan con
la verdad. Pero también quería demostrar que podía ser fuerte por alguien,
ser resistente y una fuente de valor para alguien más que yo misma.
—Pero las palabras son ciertas, Ronan. Tenían que ser dichas.
Necesitabas escucharlas y yo quería decirlas.
Entrecerró los ojos, inspeccionando los míos.
—¿Por qué? —presionó.
Estábamos muy cerca, pero parecía como si todavía estuviéramos a
mucha distancia.
214
Como no tenía nada que perder, le dije la verdad… bueno, parte de
la verdad.
—Porque me i-importas, Ronan. Significas a-algo para mí.
Me consideró, sus ojos no parecían menos interrogantes, pero se
empezaban a volverse mucho menos distantes y cautelosos.
Se inclinó abruptamente hacia delante y me besó. Soltó mi mano y
me alzó en brazos, moviendo sus manos por mi cintura, envolviéndome en
la fuerza de un hombre duro como la roca.
Era terriblemente inapropiado para un salón de baile formal. Apenas
me di cuenta. Pero cuando terminó, sí que noté que su sonrisa indicaba
que se sentía satisfecho consigo mismo, era encantadora y completamente
auténtica.
Administró un rápido movimiento de vaivén a mi cuerpo y luego
suspiró.
—Joder, estás hermosa esta noche. He estado intentando no pensar
en lo satisfactorio que sería tomarte por detrás con ese vestido.
Mi boca se abrió con sorpresa, y sentí un ardiente sonrojo subiendo
por mi cuello hasta mis mejillas.
—¡Ronan!
Se encogió de hombros como si esta fuera una conversación
perfectamente educada.
—He querido decírtelo toda la noche. —Se detuvo lo suficiente para
darme un besito en la nariz y después continuó mientras se daba la vuelta
y me arrastraba hacia nuestra mesa—, pero no estaba seguro de si me
ibas a volver a dar un puñetazo en el hombro.

—¿Cómo está tu hermana, Ro? ¿Sigue pintándose el cabello para


que parezca un arcoíris? —Bryan Leech, uno de los compañeros de equipo
de Ronan, hizo esta pregunta desde el otro extremo de la mesa. Era uno de
los únicos chicos presentes que no trajo acompañante. Por ello, era uno de
los únicos chicos presentes que no tenía una mujer en su regazo.
Todo había ido como la seda. Yo era la sonriente acompañante de
Ronan. Él ignoró a su extensa familia con educada indiferencia. Todos
querían hablar con él después de cenar. Fue un perfecto caballero,
215
presentándome a cada persona nueva como su “buena amiga” de Nueva
York. Luego, mientras se acababa la velada, fuimos abordados por seis de
sus compañeros de equipo, que insistieron en invitarnos a una ronda de
bebidas.
Esto era ridículo porque todas las bebidas del evento eran gratis.
Ronan no consultó conmigo, ni siquiera con una mirada. Tenía claro
que se excusaría, ya que debía de estar exhausto.
Pero no, me sorprendió al aceptar la invitación inmediatamente y al
llevarme con él a una mesa en una esquina. Se hallaba prácticamente
oculta del resto del enorme salón de baile debido a la oportuna colocación
de tres altos arbustos falsos.
Ronan pidió champán para mí, agua para él y se burlaron de él sin
piedad por su elección de bebida. Justo cuando iba a reclamar el sitio que
tenía a su lado, me agarró por la cadera y me colocó en su regazo.
Y, así, me quedé allí felizmente sentada (al igual que las demás
damas con sus maridos, o novios, o citas) y mi cabeza se apoyaba contra el
hombro de Ronan. Jugueteaba con la pajarita que tenía suelta en su
cuello, intentando hacerle cosquillas. Mi juguetonería por sí sola era
prueba de que había bebido demasiado, y con mucho. Por no mencionar
que Ronan me dirigía constantemente miradas tiernas que me hacían
sentir completamente intoxicada.
—Mi hermana no es asunto tuyo —dijo Ronan, el brazo que tenía
alrededor de mi cintura me apretó con más firmeza contra él, la mano que
tenía en mi muslo se metía un poco bajo el borde de mi falda.
Así que sí, me encontraba borracha.
Bueno, casi completamente borracha.
Vale, no precisamente borracha. Pero me sentía demasiado
achispada como para importarme mucho más que lo encantadores que
sentía los brazos de Ronan a mi alrededor.
—Me gustaría ver lo que hay al final del arcoíris —respondió Bryan,
provocando gritos de burla de los que se hallaban allí reunidos, incluso de
algunas mujeres, el comentario obviamente pretendía alterar a Ronan.
—Cierra la jodida boca antes de que te rompa la mandíbula. —
Ronan se rió mientras decía esas violentas palabras, al igual que Bryan y
los demás de nuestro grupo. Obviamente pensaban que su amenaza era
divertidísima.
—Ah, Madre Fitzpatrick, hemos echado de menos tu fea jeta. —
Tevan Flynn, otro de los compañeros de equipo de Ronan, alzó su cerveza
216
en dirección a Ronan, luego añadió antes de darle un buen trago—: Por
Ronan, feo como el culo de una oveja y que aun así se las ha arreglado
para encontrarse a una belleza. Que siempre esté ciega a su fealdad.
Esto obtuvo como respuesta unos sonidos de acuerdo y risitas.
—A las chicas americanas les gustan feos —gritó Bryan desde su
sitio, todavía removiendo la mierda—. Lo que les gusta es el acento.
—Eso es un montón de mierda, Bryan Leech. —Marta Goodwall, una
inmigrante de Australia al igual que su marido, le dirigió una mueca
burlona—. Tu voz es como unas uñas en una pizarra, hijo. Menos mal que
tienes una cara bonita. Escucha a la vieja Marta. —Se inclinó hacia
delante y le dio una palmadita a la mano de Bryan y aun así consiguió
mantenerse sobre el regazo de su marido—. Te interesa decir lo menos
posible cuando haya mujeres alrededor. Lo estropeas todo en cuanto abres
el pico.
Toda la mesa estalló en ruidosas carcajadas, y Bryan se rió con
ellos, aunque noté que sus mejillas por encima de su barba roja se teñían
de un ligero tono rosa. Incluso yo solté una risita desde donde me
encontraba sentada, aunque no me atreví a reírme muy fuerte. Sino, mis
horribles risotadas podían llamar la atención.
Mientras tanto, el pecho de Ronan vibró contra mi mejilla, y echó la
cabeza hacia atrás mientras su risa llenaba el aire, el sonido me rodeaba.
Cerré los ojos para saborearlo y me acurruqué más, apoyando los labios
contra su cuello para poder sentir, oír y saborear su deleite.
Respiró con un sobresalto y lo sentí tensarse, lo que hizo que me
tensara y me preocupara haber ido demasiado lejos.
—Perdón —susurré, apartándome un poco mientras escuchaba
cómo las risas se apagaban a nuestro alrededor.
Pero Ronan no me miraba a mí. Miraba más allá de nuestro pequeño
grupo, y su agarre se reforzó posesivamente sobre mi cuerpo. Sus dedos
subieron dos buenos centímetros por mi falda.
Allí, en la periferia, justo detrás de Marta Goodwall y su marido,
David, se hallaba nada más y nada menos que Brona O’Shea y Sean
Cassidy: la exnovia de Ronan y el compañero de equipo de Ronan con el
que lo engañó.
Un silencio cayó sobre nuestro grupo y los ojos se movieron entre
Sean y Brona, y Ronan y yo. Brona me miraba… más o menos. Más bien,
miraba la mano de Ronan en donde me agarraba indecorosamente bajo mi
falda. Sus pálidos ojos azules disparaban rayos de malicia a su mano y a 217
mi muslo.
No sabía muy bien qué hacer, así que sonreí, esperando que la
máscara que había abandonado antes se deslizara a la perfección en su
lugar.
Sean habló primero. —Hola, ¿hay espacio para dos más?
Todos los ojos giraron hacia Ronan. Su mandíbula marcada. Me
entristecía ver que su felicidad de antes se había evaporado, dejando sólo
el desdén y desconfianza.
Sin embargo, una parte de mí, una parte muy grande, pero todavía
muy silenciosa de mí, se alegró de ver que Ronan no parecía en absoluto
celoso.
—Por supuesto. —Ronan asintió con la cabeza, fijando una imitación
de una sonrisa en su cara; su voz era dura y fría—. Siempre hay espacio
para ti, Sean.
Eché un vistazo a Sean, lo encontré luciendo impasible y sereno. Era
más alto que Ronan por dos pulgadas por lo menos y tenía esa aura de
chico rico, como si estuviera perpetuamente aburrido y plagado de hastío.
Era muy, muy bonito, no apuesto pero bastante y me preguntaba cómo
alguien tan bonito podía jugar al rugby. ¿No tenía miedo de arruinar su
bonita cara y las manos bonitas y todo?
Brona se movió para sentarse en su regazo, y él levantó sus manos
para darle espacio, para mantener el equilibrio sin su ayuda, como si no le
importaba donde se sentaba con tal de que ella se apresurara a subir. Me
di cuenta de que sus ojos no se apartan de la mano de Ronan en mi falda
hasta que se resolvió, y luego su mirada fue a la mía. Me dio la impresión
de que quería cortarme.
El brazo de Ronan alrededor de mi cintura pasó a mis hombros y me
atrajo hacia él, llevando mi oído a su boca para que pudiera susurrar—;
¿Quieres salir?
Me volví para que poder ver su rostro y le di mi recién descubierta
sonrisa. —¿Quieres irte?
Sus ojos se lanzaron sobre mí; parecía estar estudiando mi
expresión, en busca de una pista. Frunció el ceño, la preocupación
vacilante sobre sus rasgos.
Por fin, dijo—: Termina tu bebida, y luego nos vamos. No quiero que
esos imbéciles piensen que importan.
—¿No vas a presentarnos a tu impresionante cita? —La alegre voz
de Sean cortó a través de nuestra reunión improvisada, trayendo nuestra
atención de nuevo a la mesa. 218
Ronan refunfuñó algo en voz baja que nadie más que yo podía oír;
dijo tres palabras, y ninguna de ellas se debe repetir.
—¿Qué fue eso? —presionó Sean; levantó la mano cuando una
camarera se acercó y señaló a la copa de Tevan Flynn de whisky—. Voy a
tener dos de ellos, del bueno. ¿Qué quieres, Conejita?
¿Conejita?
Mi sonrisa falsa se deslizó.
Brona seguía lanzando cuchillos de cocina en mi cara mientras
ordenaba. —Voy a tener champán, de primera.
Sean se movió en su asiento, resopló una risa condescendiente. —
No, Conejita. No hay tal cosa como champán de primera.
Ella se retorció, su expresión palideciendo. —Ella sabe lo que quiero
decir. Quiero algo caro, lo bueno, ¿no? —Era claro que la había
avergonzado.
El servidor dio a Brona una sonrisa tensa y asintió mientras
retrocedía. —Claro. Vuelvo enseguida.
Bryan se aclaró la garganta, llevando la atención a sí mismo. Era
obvio que se preocupaba por Ronan y trataba de aligerar el ambiente.
—Así que ¿de dónde vino el apodo Conejita? No te ves como un
conejo, Brona. ¿Te gustan las zanahorias?
Brona abrió la boca para responder, pero Sean se le adelantó. Su
tono era seco y gracioso y perfectamente refinado cuando dijo—: Oh, eso es
porque follamos como conejos.
Varias de las mujeres en la mesa jadearon mientras que varios otros
rodaron sus ojos. Nadie se rió. Brona parecía que acababa de tragarse una
cucharada de vinagre. Casi sentí lástima por ella.
Marta elevó la voz con un movimiento de cabeza con desaprobación.
—¿De verdad? ¿Sean Cassidy, todo eso era necesario? ¿Tu madre no te
enseñó modales?
Él se rió entre dientes. Una vez más, su risa sonaba
condescendiente. —Por favor, acepte mis disculpas si algo que dije fue
desfavorable. —Entonces volvió su cara bonita de nuevo a Ronan—. Pero,
sin embargo, me gustaría señalar que Ronan, todavía no hace las
presentaciones, lo cual también es bastante grosero.
Una vez más, Ronan murmuró esas tres palabras. Una vez más, no
eran lo suficientemente fuertes para ser escuchadas.
—Lo siento, ¿qué fue eso? —Sean se inclinó hacia adelante, girando 219
su oído hacia nosotros.
Ronan alzó la voz, diciendo—: Dije, vete…
Pero antes de que pudiera terminar y repetir:vete a la mierda, por
tercera vez, me enderecé, bloqueando a Ronan de la vista.
—Soy Annie Catrel.
—Ah... la encantadora Annie habla. —Sean sonrió, ladeando la
cabeza hacia un lado, con los ojos echando un vistazo a mi cuerpo.
Apreté los dientes y me preparé para luchar contra el instinto de
retirarse, pero nunca llegó. Me sentía demasiado enojada. Este tipo era un
imbécil.
—Sí. Hablo. Muy bien —dije rotundamente.
—Umm... Bueno, Annie que habla bastante bien, ¿qué haces?
Quiero decir, ¿que no sea Ronan?
Sentí que Ronan se tensaba, listo para saltar. Brona —no
facilitando las cosas— dio unas risitas una vez quese percató de la broma.
—Joder, Cassidy... —Tevan negó con la cabeza, tirando a su
compañero una mirada furiosa de desaprobación—. ¿Por qué siempre
tienes que ser tan idiota?
—¿Qué? Ella dice que habla bastante bien. Le estoy dando la
oportunidad de demostrar sus habilidades de habla. —Entonces volvió su
atención de nuevo a mí—. Cuéntanos acerca de ti. ¿Te graduaste, vamos a
ver, cómo se llama en Estados Unidos? ¿Escuela secundaria?
Asentí. —Sí. Era la mejor estudiante. En caso de que usted no use
esa palabra aquí, eso significa que.... —Dudé, no queriendo decir la
principal de la clase porque me sentía segura que sería utilizado en mi
contra. Por lo tanto, le dije—: Esto significa que tenía las mejores
calificaciones de todos los estudiantes en mi clase de graduación.
—Oh, vaya, eso suena muy importante. ¿Y fuiste a la universidad?
Asentí con la cabeza, acariciando distraídamente la mano de Ronan
que descansaba en mi cadera. —Sí
—¿Y dónde fuiste? ¿Cuál fue tu área de estudio?
—Fui a la Universidad de Pennsylvania y me especialicé en
Estadísticas.
Sean parpadeó, su expresión alterándose por una fracción muy
pequeña. Lo sorprendí.
Continué, queriendo aclarar—: Pero eso fue la licenciatura. Para el
Postgrado fui a Wharton y me gradué de nuevo como la mejor estudiante
220
de clase con una Maestría de Ciencia en Estadísticas y Mercadeo.
—¿Maestría en Ciencia? —El ceño de Sean era de incredulidad,
como su tono.
Asentí con la cabeza y añadí: —Sí. De Ciencia. El título de mi tesis
fue Infografías como un Medio Efectivo para Trasferir Conocimiento
Reduciendo el Sesgo del Consumidor.
Sean se me quedó mirando. De hecho, toda la mesa se me quedó
mirando. Me sentí languidecer bajo la atención, así que agarré mi
champán sólo para tener algo que ver. Casi cayó de mis manos, pero la
atrapé en el último minuto y la terminé en tres tragos.
Entonces Ronan se rió entre dientes.
Entonces, se rió.
Entonces, se rió tan fuerte que parecía tener problemas para tomar
aliento.
Me volví a mirarlo, confundida por su jovialidad, encontré sus ojos
brillantes con diversión y moviéndose sobre mí con ternura prima.
—Oh, Annie —susurró cariñosamente—, ¿qué voy a hacer contigo?
Oí que alguien soltó un silbido, seguido por Marta preguntando
desde su lugar—: ¿No es Wharton una de esas escuelas elitistas de los
Estados Unidos? ¿Realmente difícil entrar? ¿Y usted se graduó como
primera de la clase? —Sonaba impresionada.
Ronan me sonrió por un instante y luego se inclinó hacia un lado
para hacer frente a la mesa. —No, no, Marta. No tienen escuelas elitistas
en los Estados Unidos. —Hizo una pausa, y me di cuenta más tarde que
era para el efecto cuando añadió—: Son de primera.

221
@Joshblue93: @RonanFitz ¿Por qué eres tan idiota?
@RonanFitz: @Joshblue93 Tengo una polla muy grande/Tengo la cabeza muy grande.
Elige.

Traducido por Mae & Minia16

Ronan

M
i ex no tenía mucho cerebro; sin embargo, podía captar que 222
me burlaba de ella. Siempre había odiado cuando las
personas fingían ser algo que no eran, y Brona era un buen
ejemplo de eso. Me hallaba dispuesto a apostar que pensaba llegar al
compromiso con Sean, que, a diferencia de mi buen auto, tenía todo el
respaldo de su acomodada familia y heredaría una tonelada de dinero y la
propiedad cuando sus padres murieran.
Y, gran sorpresa, Brona quería todo eso.
No creía que hubiera una sola persona en la mesa, que creyera que
estos dos se casaban por amor. Mierda, ni siquiera parecían agradarse.
Brona actualmente se tomaba un descanso de tirarle dagas a la pobre
Annie con el fin de enfocar su arsenal en mí. Sus labios parecían más
llenos, por así decirlo, que la última vez que la vi, y llevaba un vestido rojo
apretado que apenas cubría sus tetas. No podía creer que hubiera metido
mi polla en eso. En repetidas ocasiones.
Tal vez sufría de baja autoestima.
Sin embargo, la mayor sorpresa de la noche, fue lo poco que toda
esta mierda me afectaba. De hecho, me resultaba gracioso. Con Annie
cerca, su culo perfectamente redondo presionado en mi regazo, todo el
mundo se veía jodidamente color de rosa. Ni siquiera me molestó que mis
abuelos fingieran que no existía, como de costumbre.
—Oh, Ronan, te ves como si hubieras estado disfrutando de tu
tiempo libre del equipo —habló Brona desde su lugar en la mesa—. Debe
ser genial ser capaz de relajarte ahora y no tener que preocuparte por
comer bien y entrenar todo el tiempo.
¿Insinuaba que me dejaba llevar? Annie me miró con una expresión
de asombro en su rostro como si acabara de llegar a la misma conclusión.
Brona claramente buscaba una reacción, porque no estuve en tan buena
forma en el año. Era un bastardo testarudo. ¿Sacarme del equipo? Bien,
adelante; volveré mejor y más fuerte que nunca. Brona sabía que tenía un
mal genio, y aprovechaba esa debilidad. No la seguí.
—Más o menos —contesté casualmente, acariciando mi mano sobre
el muslo de Annie y presionando un suave beso en su hombro desnudo—.
Pero tengo otras maneras de mantenerme en forma.
Brona frunció sus ridículos labios y apenas logró contener su
sonrisa burlona.
—Voy a beber a eso —soltó Bryan alegremente, levantando su
bebida.
Marta comenzó a dirigir la conversación en otra dirección, y la mesa
se llenó de charlas. Me hallaba muy feliz de permanecer sentado allí con 223
Annie en mi regazo, incluso con labios de salchicha y cara de idiota en la
mesa. Tenía un buen ojo sobre la copa de champán de Annie porque, tan
pronto como terminara, saldríamos de allí. Desafortunadamente, ella
escuchaba con interés la conversación a su alrededor y parecía haber
olvidado su bebida.
—Dios, esta fiesta es tan aburrida —se quejó Brona en voz alta, y vi
a Sean rodar sus ojos detrás de su espalda. La pequeña mierda mimada
merecía todo lo que tenía. Debió pensar que, sólo porque era mi novia, que
era una especie de premio. Se encontró con mis ojos entonces, y le sonreí.
Sí, disfruta de ese premio de mierda, imbécil. Probablemente le debo. Me
hizo un favor. Sólo pensar en la diferencia en cómo Annie me hacía sentir
y cómo Brona lo hacía, me di cuenta de lo mucho que me estuve
perdiendo.
—Conejita, algunas de las damas están bailando en la pista; ¿por
qué te unes a ellas? —dijo Sean con falso afecto—. Sé que te encanta
bailar.
Brona frunció el ceño y luego hizo un puchero mientras se retorcía
en su regazo. —¿Tratas de deshacerte de mí?
—Por supuesto que no, Conejita. Sabes cómo me encanta verte
hacer un espectáculo para mí —dijo, bajando la voz para transmitir el
doble sentido.
Annie levantaba el vaso a su boca para tomar una copa y se
atragantó un poco con el líquido. Le froté la espalda. —¿Estás bien?
Asintió con furia, sus ojos llorosos como tratando de no estallar en
carcajadas. Me di cuenta de que estaba borracha porque no creía que
quisiera responder tan fuerte. —Estoy bien. Es sólo que un apodo como
Conejita me hizo reír, y no deja de decirlo. —Golpeó su mano en mi rodilla
con deleite. Bueno, tal vez se encontraba más que borracha—. Joder, todos
me escucharon, ¿no? —Se quedó sin aliento, tapándose la boca con la
mano.
No podría haberla amado más en ese momento.
—Eres una perra —siseó Brona, levantándose de la mesa con una
mirada de indignación en su rostro. Luego colocó sus ojos en mí—. Parece
que tuviste que caer bastante para encontrar a alguien que aceptara tus
inclinaciones, Ronan. —Soltó una carcajada—. Por otra parte, las chicas
gordas no tienen un nivel muy alto, ¿verdad?
Annie podría estar borracha, pero comprendió el insulto de Brona
alto y claro. Se tensó en mi regazo. Apreté los puños para no arremeter. De
ninguna manera hablaría de Annie así.
—¿Amargada, verdad, Conejita? —pregunté, canalizando todo mi 224
disgusto en mis palabras—. Todos sabemos que tuviste que escribirle a
Santa por esos melones.
Apreté el muslo de Annie para calmarla; pero sus mejillas se habían
vuelto rojas, y sus pestañas oscurecían sus ojos. Se encontraba molesta y
avergonzada.
—¿Podemos irnos ahora? —susurró.
Ya me encontraba de pie. —Por supuesto.
Brona parecía haber ganado, con la barbilla en alto mientras nos
observaba irnos. Tuve que resistir la tentación de soltar una carcajada
porque no ganó nada. De hecho, gané solo por el hecho de que no salía
con ella. Ganaba por el simple hecho de tener a Annie bajo el brazo en
lugar de ella. Nos llevé fuera a esperar un taxi. Ella miró por la ventana, su
voz tranquila cuando dijo—: No entiendo cómo pudiste estar con alguien
así. Es horrible.
Me pasé la mano por la cara y la acerqué más. —No dejes que la
mierda que dijo allí te afecte. Eres hermosa, y está celosa. —Hice una
pausa, dejando escapar un suspiro cansado—. No siempre fue tan
horrible, pero sí, la semilla debía estar allí. Fui demasiado tonto
preocupado tal vez, para verlo.
—Las personas no siempre son lo que crees que son —murmuró
Annie, con la cabeza colgando a un lado. Parecía agotada, y no era de
extrañar. Pasó por mucho en las últimas veinticuatro horas a solas.
Sus palabras despertaron mi interés, y me pregunté si se refería a su
identidad secreta como The Socialmedialite. Mi corazón latía con fuerza.
¿Sería este el momento en que se sinceraría?
—¿No?
Negó con la cabeza. —Los humanos son muy buenos en ocultar
cosas. No debes culparte por no ver a Brona al principio.
Tal vez no se sinceraría, pero al menos no creía que era una persona
horrible por haber estado con alguien como Brona. Cuando llegamos al
hotel, pagué al taxista y le di una propina generosa. En el momento en que
llegamos a nuestra suite, Annie se veía casi lista para desmayarse por
agotamiento. Fervientemente deseaba que no estuviera tan agotado porque
verla esta noche, con un vestido que lucía su cuerpo a la perfección, me
excitaron como un marinero en su primer día de licencia.
La levanté en mis brazos y atravesé la suite, entrando en el
dormitorio y dejándola en el colchón. Cansada, me dio las gracias antes de
descansar su cabeza en la almohada y cerrar los ojos. Un momento 225
después, oí su respiración profundizarse en el sueño. Bueno, no parecía
recibir ninguna acción esta noche. No es que la hubiera conseguido si
estuviera despierta. Annie era siempre difícil. Nunca sabías si algo la haría
escabullirse o abrirse como una flor. Visiones de ella en el baño llenaron
mi cabeza, lo suave y sedosa y deliciosamente resbaladiza que se sintió en
mis manos. Cuan dócil fue a mis demandas, y cómo necesité la fuerza de
voluntad de un santo para no tomarla allí mismo.
Sin embargo, no era ningún santo.
La razón principal por la que no la tomé era porque quería que la
primera vez que me hundiera en su interior fuera perfecta. Fantaseé con
ello durante semanas.
Un pequeño suspiro escapó de ella, su largo cabello caoba se
extendía sobre la almohada como un halo oscuro. Me senté en una silla
junto a la cama, apoyé los codos en las rodillas mientras me inclinaba
hacia delante y solo la miraba. Dejé escapar un suspiro largo y distraído.
Era tan hermosa, tan perfecta que era doloroso. Amaba sus espesas
pestañas oscuras, la delicada curva de sus labios.
Amaba su piel pálida, sin defectos. Amaba la forma en que sus ojos
se arrugaban y se iluminaban cuando sonreía. Amaba su suave, vientre
redondeado y sus exuberantes curvas, sus muslos. Amaba la cadencia
musical de su voz al hablar.
Mierda, la amaba.
La amaba. A ella.
Me encontraba enamorado de ella.
Y estaba jodido.
Pasó el tiempo mientras me imaginaba cien maneras diferentes de
decirle cómo me sentía. Y cada vez la vi retirarse. La vi esconderse en un
pequeño cuadrado de papel que nunca podría abrir. Me aterrorizaba.
Entonces pensé en lo valiente que era. Cómo nunca contenía sus palabras
o andaba por las ramas. Cómo ella todavía era Annie, sólo con menos
miedo.
Con manos temblorosas, me puse de pie y salí de la habitación al
salón. Mi portátil se encontraba en la mesa esperándome con todo su
potencial tanto para creación como destrucción. Lo abrí y comencé a
escribir. Ni siquiera estaba seguro de si iba a enviar el mensaje; se sentía
liberador al pronunciar las palabras de alguna manera.

30 de marzo
03:24a.m, 226
Estimada SML,
Sé que estás de vacaciones en este momento; pero necesito hablar con alguien, y
pareces mi mejor opción. Estoy confundido. Si has seguido las noticias, probablemente ya
sabes que vuelvo a casa por un par de días. Annie vino conmigo. Ha sido una locura. La
prensa es dos veces más desagradable y mucho más molesta aquí, así que ha sido muy duro
mantener la calma. Ha sido aún más duro para Annie. Esta no es la vida que ella eligió, y sin
embargo lo hace por mí. No estoy seguro de si me lo merezco. Maneja esta mierda mejor de lo
que yo lo hago, a pesar de que sé que debe ser veinte veces más duro para alguien que no está
acostumbrada a la luz pública. Y es una revelación, porque en realidad es mucho más fuerte
que yo. Maneja todo con tanta gracia.
Temo por ella.
Pero aquí está el problema: es en todo lo que pienso. Es la única persona con la que
quiero pasar el tiempo. Me fascina cada pequeña cosa que hace.
Y es que estoy enamorado de ella. Desgarradoramente, con el alma destrozada,
enamorado de ella.
No es nada como me he sentido antes. Y necesito que me quiera más de lo que necesito
mi próximo aliento. No puedo imaginar una agonía mayor de que este grande, pulsante,
amor feroz que tengo sea correspondido. Preferiría un centenar de golpes en la cabeza en la
cancha, sufrir mil conmociones cerebrales, que no tenerla a mi lado conmigo por el resto de
mi vida.
Probablemente pienses que estoy siendo melodramático. No lo estoy. Siempre supe lo
que quería de la vida. No tengo un solo hueso indeciso en mi cuerpo. Y sé con todo mi corazón
que quiero a Annie. Tengo que hacerla feliz.
Pero, ¿cómo le digo? ¿Cómo le explico mis sentimientos sin asustarla lejos?
Soy un barco en el océano en busca de una brújula. Se mi brújula, SML; de lo
contrario, podría arruinar todo de forma espectacular.
Tuyo,
Ronan.

Releí el mensaje cientos de veces, mi dedo dando vuelvas al ratón, 227


cerniendo el cursor sobre el botón enviar como en una prueba de coraje.
No dormí lo suficiente para decir si era un no un movimiento estúpido o la
idea más ingeniosa. Creí que si podía darle a Annie una advertencia previa
de que me enamoré de ella, darle un poco de tiempo para digerirlo y
creerlo, entonces tal vez se permitiría la oportunidad de descubrir que me
quería también. Sabía que lo hacía. Ella no lo sabía todavía. También
sabía por experiencia que se mentiría a sí misma en lugar de dar un paso
al precipicio conmigo.
Por lo tanto, lo decidí. Presioné “enviar”. Sólo esperaba no
arrepentirme de mi decisión.
Cuando volví a la habitación, Annie seguía dormida, todavía
completamente vestida, también. Tomando mi tiempo, quité los tacones de
tiras y su vestido. Con cuidado de no despertarla. Murmuró algo en
sueños; y me pareció oír mi nombre salir de sus labios en un suspiro, pero
no podía estar seguro. Aun así, me endurecí lo suficiente para cortar
acero. Una vez que la tuve bajo las sábanas, di vueltas. Sabía que dormir
en el sofá era caballeroso, pero no podía separarme de ella. Su cuerpo era
tan cálido y suave y acogedor. El sofá era un pastel de arroz viejo y reseco,
y ella era un filete miñón. Finalmente me decidí, me desnudé en un tiempo
récord y me deslicé bajo las sábanas con ella. Cuando envolví mis brazos a
su alrededor, se dio la vuelta, su cuerpo instintivamente se hundió en el
mío. Se sentía bien. Se sentía perfecto.
Y fue así que caí en el sueño más pacífico que tuve en mucho
tiempo.

Cuando me desperté, tuve la sensación de que alguien me


observaba. Ya no notaba la calidez de su piel, por lo que sabía que Annie
ya debía de estar despierta. Parpadeando un par de veces, giré la cabeza y
la vi tumbada sobre su costado, manteniéndose erguida sobre su codo
mientras miraba mi expuesto torso. Debía haber tirado las mantas
mientras dormía, porque me hallaba completamente destapado.
Le dirigí una vaga sonrisa.
—¿Disfrutando de las vistas?
Su mirada se puso alerta. Claramente estuvo tan concentrada
estudiando mi cuerpo que ni siquiera se dio cuenta de que me desperté. Y
sí, obtuve un cierto grado de satisfacción por ello. Me encantaba que
mantuviera los ojos sobre mí, que me mirara como si fuera un pastelito
relleno de crema en el que quería enterrar los dientes.
228
Se aclaró la garganta, sus mejillas se sonrojaron.
—Sólo admiraba tu tatuaje.
Bajé la mirada al grueso texto en negro que decía:Mo teaghlach, mo
chroí, a lo largo de mi clavícula.
—Es útil que esté ahí, ¿no? —Sonreí y me acerqué a ella—. Sino,
tendrías que haber admitido que me mirabas con lujuria.
Puse la mano en su hombro antes de deslizarla hasta su cadera.
Llevaba puesta una camiseta azul floja que recordaba perfectamente que
no le puse anoche… lo que significa que se levantó y se la puso. No me
gustaba que sintiera la necesidad de cubrirse.
Frunció las cejas, pero en sus labios jugueteaba un amago de
sonrisa.
—No te miraba con lujuria. Yo no miro con lujuria, me preguntaba
qué significaban las palabras, por si te interesa. Perdona si confundiste mi
admiración por lujuriosidad.
Tomé su mano y la llevé hasta mi pecho, colocando su palma abierta
sobre mi piel.
—Primero, “lujuriosidad” no es una palabra. Y segundo, mi tatuaje
significa en irlandés: “Mi familia, mi corazón”.
Respiró hondo y asintió.
—¿Entonces te lo hiciste por Lucy y por tu madre?
—Bueno, está malditamente claro que no me lo hice por los
Fitzpatrick. —Me reí burlonamente.
—Te lo dije anoche. Si no te conocen, ellos se lo pierden, Ronan.
—Vaya que sí. La familia no siempre es aquella en la que naces. A
veces es la gente que se mete en tu sangre, en tu corazón, y bajo tu piel
por sí misma. —La miré con intensidad, agarrándole la mano con fuerza.
Parpadeó, como si hubiera estado en trance por un momento, y apartó la
mano. Cuando me di cuenta de que iba a escabullirse, rodeé su cintura
con los brazos y la devolví a la cama. Se resistió un poco, lo que provocó
que terminara encima de ella, con sus muñecas unidas sobre su cabeza.
Su respiración se aceleró, lo que hizo que sus pechos se movieran de
arriba abajo, presionándolos deliciosamente contra mi pecho desnudo. Se
retorció a un lado y a otro por un momento antes de rendirse. Su cuerpo
se volvió flácido, y me hundí en el espacio entre sus muslos. Roté mis
caderas lo suficiente para que pudiera sentir lo duro que estaba. Su 229
exclamación fue ahogada por el sonido de apertura de la puerta principal
de la suite y por la voz de Patricia diciendo en voz alta—: No se preocupen
por mí. Le voy a dejar el desayuno aquí, Annie.
—Pedí comida —susurró Annie y se mordió el labio inferior—. Espero
que no te importe.
Parecía nerviosa, como si pedir comida fuera tomarse libertades o
algo así. Puse mi pulgar en su boca y le saqué el labio de entre los dientes.
—No tienes que pedir permiso nunca. ¿Vale? No a menos que te esté
cogiendo, entonces pide permiso siempre.
Abrió los ojos como platos, pero no emitió ni una palabra. Entonces
la dejé, con una mirada de curiosidad fija en mí. Seguía duro, pero sabía
que si me quedaba en esa cama un segundo más, estaría dentro de ella en
un abrir y cerrar de ojos. Todo en ella estaba hecho para que la cogieran,
le dieran placer, la veneraran.
Así que sí, necesitaba un minuto.
Vi la silueta de Patricia saliendo por la puerta justo cuando entré en
el salón. Eso también era algo bueno, porque todo lo que llevaba puesto
era un par de bóxers, y todavía presentaba una seria erección. No quería
que le echara un vistazo. Había dejado un carrito de comida junto a la
mesa. Cada cosa que podrías desear a primera hora de la mañana parecía
estar allí dispuesta. Llevé el carrito a la habitación, donde Annie seguía
acostada en la cama, un sonrojo en sus mejillas me decía que seguía
pensando en lo que le dije.
¿Le agradaba la idea de pedir permiso durante el sexo?
Dios, esperaba que sí.
—¿Té o café? —pregunté con una voz entusiasta que le hizo soltar
una risita, pero noté que tuvo el cuidado de reprimirla.
—¿Vas a ser mi criado esta mañana?
—Si eso es lo que te gusta —repliqué, sonriendo—. Bien, ¿qué desea
la dama? ¿Tostada? ¿Huevos? ¿Salchicha?
En la última opción, sus ojos se fueron sin querer hacia mi
entrepierna, y supe que la tenía. Llueva, truene o relampaguee, ninguno de
los dos iba a salir hoy de la suite, y planeaba jugar sucio.
Solté una carcajada y le guiñé un ojo.
—Salchicha, entonces, pequeña pícara.
—Eres tan, tan… —empezó, pero no pareció encontrar la palabra.
—¿Arrolladoramente guapo? Lo sé, es una gran carga. 230
Me frunció el ceño en broma, se cruzó de brazos y se recostó contra
el cabecero.
—Iba a decir creído17.
—Bueno, eso también es verdad. —Meneé las cejas. En serio, no
existía forma de que me ganara hoy. Le serví un poco de té, lo puse en la
mesilla de noche que tenía al lado, y llené un plato con salchichas y
huevos. Se llevó la taza de té a la boca, dándole un sorbo mientras veía
cómo me subía a la cama con el plato en la mano. Sí, iba hacía allí, y no
había nada que ella pudiera hacer para detenerme.
—Mmm, puedo ir yo, no tienes que…
Silenciándola con la mirada, me puse de rodillas a horcajadas sobre
sus muslos y me senté, enterrando el tenedor en un trozo de salchicha y
llevándoselo a la boca. Sus ojos viajaron del tenedor a la salchicha y a mí
con obvia incredulidad. Pareció tener un momento de indecisión antes de
que finalmente se inclinara hacia delante para dar un mordisco.
Aparté juguetonamente el tenedor.
—Primero, sácate la camiseta.

17En inlgés esta expresión se escribe big-headed, que literal se traduciría con la cabeza
grande.
Vi oscilar su garganta mientras tragaba.
—No veo por qué es necesario.
—Tú no pones las reglas. Sácatela.
—Ronan…
Bajé el plato, puse las manos con firmeza a cada lado de su cabeza y
me incliné hacia abajo de forma que mi boca estuviera a un susurro de la
suya.
—Sá-ca-te-la.
Le tembló el labio y vi la rendición en sus ojos cuando las manos
fueron hasta el borde de la camiseta y la levantaron. Mentiría si dijera que
no disfruté de su desafío. Me gustaba un poco de resistencia antes de la
inevitable rendición. Y si la expresión de Annie era indicativa de algo, ella
lo disfrutaba tanto como yo. Sus pupilas se veían dilatadísimas.
La camiseta desapareció un momento más tarde, su magnífica piel
pálida y sus abundantes pechos perfectamente abrazados por el sujetador
negro de encaje que tenía puesto. Volví a tomar el plato y le llevé el tenedor
a la boca. Esta vez dejé que tomara la salchicha. Ni siquiera sabía muy
bien de dónde salió todo esto, pero lo que sí sabía era que obtenía una
extraña especie de placer viéndola comer. Supuse que tenía sentido
231
cuando pensé en ello. Era un fetichista sexual, así de simple.
Observé cómo masticaba y tragaba con la misma cantidad de
embelesada atención que le daría a su mano entre sus piernas llevándose
al orgasmo por mi causa.
Con el plato entre nosotros en la cama, seguí alimentándola con una
mano mientras la otra trazaba la curva de sus pechos. Podía ver a través
de la fina tela de su sujetador que sus pezones se endurecían como
piedras y, cuando pellizqué uno, provocó un estrangulado sonido de placer
del interior de su garganta.
—Eres pura pornografía, Annie Catrel —dije, mi voz baja y ronca—.
¿Lo sabes? ¿Sabes cuánto me tortura cada cosa que haces?
—Oh, Dios. —Gimió.
Apartando el plato, pasé los nudillos por su estómago hasta que
llegué al borde de su ropa interior. El material era ligero y delgado, y
suspiró cuando empecé a bajarlo por sus muslos. Ella también quería
esto. Esta era la primera vez que la veía apropiadamente, con la plena luz
del sol irradiando por las ventanas, y era absolutamente exquisita. Tuve
que tranquilizar la respiración para poder seguir.
Se puso rígida mientras bajaba mi cuerpo hacia la cama, de forma
que mi cara estuviera entre sus piernas. Froté con ternura el interior de su
pierna.
—Relájate —susurré, llevando mi boca a su humedad, y luego lamí.
—Ahhh —gritó, agarrando un puñado de mi cabello. Me reí y fui
hacia ella en serio. Se sentía tan suave y sedosa bajo mi lengua. Me
encontré con su mirada desde abajo y subí a por aire, ordenando—:
Sujetador fuera.
Esta vez ni siquiera dudó, estirándose para desabrocharlo y
revelando sus perfectos y generosos pechos, terminados en prietos y
rosados pezones para mis ojos avariciosos. La vi empuñando las sábanas,
sus caderas se alzaron de la cama cuando chupé su clítoris y le di un
golpecito con mi lengua. Añadí un par de dedos a la ecuación, saboreando
su tacto caliente y tenso.
—Por favor —murmuró—. Más.
Así que le di más. Se lo di todo. Antes de darme cuenta, se tocaba
los pechos, pellizcándose los pezones mientras la devoraba, y juro que
podría haberme venido al verlo. Era sencillamente gloriosa. Cuando se
vino, fue con los sonidos más hermosos que había escuchado nunca, todas 232
respiraciones rápidas y superficiales, y pequeños y dulces suspiros. No
pude contenerme más, mis huevos se tensaron con fuerza mientras me
vaciaba en las sábanas.
Annie me miró con el pecho agitado, con sus ojos llenos de tanta
ternura y afecto que me quedé sin respiración por un momento. Parecía
tener curiosidad.
—¿Has…?
—Sí, es que eres demasiado sexy —respondí con un guiño y la
respiración irregular. Me acababa de levantar y ya me encontraba
exhausto, pero del mejor modo posible. Soltó una risita y me apartó el
cabello de la cara mientras apoyaba la cabeza contra su muslo.
—¿Qué estamos haciendo aquí, Ronan? —preguntó, todavía
acariciándome. A pesar de su pregunta, su voz sonaba perezosa y con
tranquilidad post-orgásmica.
La sonrisa que le dirigí era diabólica.
—Disfruto de ti. Y tú estás disfrutando que disfrute de ti.
—¿Y cuando volvamos a casa?
Le acaricié el muslo con la nariz y la noté estremecerse.
—Te has olvidado, estoy en casa. Y, ¿sabes?, ahora estoy
considerando no dejarte marchar.
—Tengo que volver —dijo tras un suspiro.
—Sí, lo sé. Y me iré contigo. Y cuando lleguemos, podemos
disfrutarnos un poco más. Y tal vez, sólo tal vez, te daré de comer un poco
más de salchicha, porque ambos sabemos cuánto te gusta.
Sus labios hicieron una mueca mientras decía:
—¿Sabes? No siempre tiene que ser salchicha…
Su pícara respuesta provocó una carcajada inesperada mientras me
levantaba de la cama e iba hacia el carrito del desayuno. Toda esta charla
sobre comida me daba hambre. Todo era o grasiento y frito o lleno de
azúcares refinados.
—Ah, a la mierda —dije y tomé un bollo danés, dándole un buen
mordisco.
Los ojos de Annie relucieron al mirarme.
—Buenísimo, ¿verdad?
—Demasiado bueno —respondí y la apunté con el bollo danés—.
Pero no tan bueno como tú.
233
Se sonrojó.
—Ronan.
—Annie —dije, imitando su tono escandalizado—. Acabo de tener mi
boca en tu vagina. Ya no se permite tener vergüenza.
Me miró entre sus pestañas.
—Vale.
—Bien. Ahora, vayamos a lo siguiente en la agenda de hoy. ¿Baño o
ducha?
—Umm…
—Estoy pensando en ducha —bromeé—. Claro que ya te he visto en
el baño sobre el que, por cierto, he querido preguntarte. ¿Qué hacías allí
con todas esas burbujas y nada más que tu mano? —Mi risa era malvada.
Y entonces, si alguna vez tuve dudas de si amaba a esta mujer, sus
siguientes palabras las volaron en pedazos.
—Pensando en ti —susurró valientemente. Casi se me cayó el bollo
danés. Miró a un lado y siguió hablando—. Estoy un poco obsesionada con
tu cuerpo. Digo, para la mayoría de las mujeres es fácil ser sexy. Nacieron
con tetas y culos, y eso es lo que les gusta a los hombres. Pero los
hombres tienen que trabajar por lo que les gusta a las mujeres. Esa cosa
en forma de “V” y el paquete de seis y, Dios, esos muslos. Tienen que
mataros a hacer ejercicio y comer bien para estar como estás tú. Respeto
muchísimo eso. Y, bueno, lo menos que puedo hacer es hacerte el
cumplido de mirar después de todo tu trabajo duro.
Me dirigió una sonrisita traviesa y eso me condenó. Sostenía
literalmente mi corazón en sus manos, calentándolo con su honestidad y
su franqueza. Me paseé hacia la cama, y chilló cuando la tomé en brazos y
la tiré sobre mi hombro.
—Por ese discursito, amor, te has ganado un orgasmo extra.

234
@Pixiefacecarla: Vi a @RonanFitz por ahí hoy. Me miró por un segundo y ahora creo
que estoy embarazada. #desmayada #bastardosexy #papichulo
@RonanFitz: @Pixiefacecarla Estoy casi seguro de que era @Tomsouthernchef.
Él es notorio por embarazar sólo con la mirada. Te apuesto diez libras que el bebé será
pelirojo.
@Tomsouthernchef: @RonanFitz ¿Celoso de mi súperpoder?

Traducido por BlackRose10& martinafab

235
Ronan

—T
ú, yo y un par de los muchachos para un juego en el
Old Wesley, ¿qué dices, Fitzy? —preguntó Bryan a
través del teléfono. Lo puse en altavoz—. Mi hermano
y sus amigos juegan allí. Subastarían a sus abuelas por tener la
oportunidad de conocerte. Vamos. Será divertido.
Acababa de terminar en la ducha con Annie y no quería salir de la
suite de hotel por el resto del día. Ahora Bryan me molestaba para ir a
jugar un partido con un grupo de adolescentes con granos. Sabía cuál era
la opción más atractiva, pero me sentía mal decir que no. Eché un vistazo
a Annie, que se hallaba de pie junto a la ventana secando su cabello con
una toalla. Me dio una sonrisa entusiasta y un pulgar hacia arriba
mostrando que pensaba que era una buena idea.
—¿Cassidy va a estar ahí?—pregunté.
—Ah, mierda, probablemente. No es un pendejo intencionalmente.
Sólo fue criado así. Ya sabes cómo es su familia. Simplemente ignóralo si
aparece.
—Es difícil ignorar una verga cuando hay una verga en tu cara,
Bryan.
—¿Podemos dejar las vergas fuera? Acabo de desayunar —dijo,
riendo, y cedí. Honestamente, extrañaba a los chicos. Sería bueno jugar un
partido, volver a lo que disfruto por un rato.
—Bien. Estaré allí. Nos vemos.
—Nos vemos—dijo Bryan antes de colgar.
—Entonces, parece que voy a jugar un partido hoy—dije, mirando a
Annie. Se hallaba totalmente envuelta en una bata de baño, y la vista era
una prueba seria de mi fuerza de voluntad—. No tienes que venir. Puedes
quedarte aquí y disfrutar de otros tratamientos de spa si quieres.
—No, no—dijo con fervor—. En serio me encantaría ir a verte jugar.
Sonreí. —Eso es lo que me gusta escuchar. Oye, tengo que atender
un par de cosas antes. Vuelvo en una hora, y luego nos vamos. —Asintió
con la cabeza y continuó secándose el cabello. Me encantó cómo se veía
justo en ese momento, tan fresca y limpia y bonita. Caminando hacia ella,
tomé su barbilla con mi mano e incliné su cabeza para poder darle un
beso—. Eres distractoramente hermosa, ¿sabías eso?
Su única respuesta fue una sonrisa dulce.
—Está bien—dije, retrocediendo—. Me voy ya. De lo contrario, nunca
me iré.
236
Se echó a reír, y me puse algo de ropa antes de salir. Me encontraba
en medio de arreglos de vivienda, por lo que en realidad no tenía una
dirección permanente. Brona y yo habíamos estado alquilando un
apartamento juntos, pero después de que las cosas volaron con ella,
trasladé todas mis cosas donde mi Ma. Bueno, técnicamente era mi casa
desde que compré el lugar para ella. De todos modos, era donde guardaba
mis autos, y quería ir a recoger uno. Siendo un conductor ávido, me
mataba tener que tomar taxis por todas partes.
Sabía que Ma y Lucy se hallaban de vuelta de Nueva York porque me
llegó un texto de Lucy anoche. Ma todavía se lamía sus heridas; y yo no
tenía tiempo para una confrontación, por lo que esperaba que no estuviera
en casa. No conseguí mi deseo, y apenas mi llave atravesó la ranura en la
puerta, escuché sus pasos bajando las escaleras.
—Ronan—dijo mientras me chequeó—. Te ves bien. ¿Cómo estuvo la
ceremonia anoche?—Hubo una vacilación en su voz.
—Estuvo bien. Annie y yo lo pasamos muy bien.
Frunció el ceño y apretó los labios cuando dije el nombre de Annie, y
solté un largo suspiro irritable. Realmente no me sentía de humor para
esto.
—Sí, bueno, me alegra oír eso. Aunque no puedo entender por qué te
quedas en un hotel. Eres mi hijo, y tengo espacio más que suficiente para
ti aquí.
Arqueé una ceja. —Uy, sí, porque eso sería súper divertido. Estoy
seguro que a Annie simplemente le encantaría tener que lidiar contigo
atormentándola en cualquier oportunidad que tuvieras.
—¡Te dije que quería pedir disculpas!—exclamó.
Yo era cínico. —¿En serio quieres? ¿De verdad quieres pedir
disculpas, o es simplemente un caso de mantener a tus amigos cerca y a
tus enemigos aún más cerca?
Su voz se hizo más pesada por la emoción. —¿Es eso lo que piensas
de mí? ¿Crees que soy una agria, perra calculadora? A veces los padres
tienen que tomar decisiones difíciles cuando se trata de sus hijos, y
créeme, he tenido siempre tus mejores intereses en mi corazón. Es sólo
que no quiero ver como otra mentirosa, caza fortunas, hambrienta de
dinero se aprovecha de ti. Me rompió el corazón ver cómo estabas después
de Brona.
Todo mi cuerpo se hundió cuando fui a sentarme en un escalón.
Después de un momento se acercó y se sentó a mi lado, y me di cuenta por 237
la forma silenciosa en que ella se limpiaba sus ojos que lloraba. No creía
que estas fueran lágrimas de cocodrilo, tampoco. Parecía realmente triste.
Y realmente pensaba que me iban a tomar por tonto otra vez. Tenía que
explicarle que Annie se hallaba a un millón de kilómetros de distancia de
Brona.
—¿Recuerdas lo que solías decirme sobre los Fitzpatricks y cómo
después de que papá murió trataron de llevarnos a Lucy y a mi lejos de ti?
Querían pagarte para desaparecer y nunca vernos otra vez, y si no
tomabas el dinero, nos repudiarían por completo y nunca reconocerían
cualquiera de nosotros como sus nietos.
Bajé la mirada para ver su rostro grabado en tristeza por la
memoria. —Sí.
—¿Y qué le dijiste a ellos?
Un atisbo de sonrisa volvió a su rostro. —Les dije que se podían
meter su dinero dentro de sus culos. Que nunca permitiría que nadie me
separara de mis hijos. Que yo los criaría a ti y a Lucy mejor de lo que ellos
jamás podrían, a pesar de que no tenía un centavo a mi nombre.
Puse mi brazo alrededor de su hombro. —Siempre estuve tan
orgulloso de ti cuando nos contabas esa historia a Lucy y a mí. Eras una
leona protegiendo a tus cachorros, y me dio un sentido completo de
pertenencia saber que uno de mis padres me amaba tanto que viviría sin
nada con el fin de mantenerme. Ahora, imagínate que no nos hubieras
amado como lo haces. Imagínate si hubieras tomado ese dinero y nos
hubieras abandonado, a dos niños pequeños totalmente solos por el
mundo.
Se estremeció. —Ni siquiera vale la pena pensarlo.
—No, no lo vale—dije—. Y eso es exactamente lo que le pasó a Annie.
Su madre la dejó en las escaleras de una estación de bomberos cuando
tenía seis años y nunca volvió a aparecer. A lo largo de su infancia estuvo
dentro y fuera de hogares de acogida. Al igual que Lucy y yo podríamos
haber estado, Annie se encontraba sola en el mundo, sólo que era peor,
porque ella ni siquiera tenía abuelos ricos. No tenía a nadie, lo que hace
que sea aún más sorprendente en lo que ha transformado su vida. Tiene
una carrera, una educación de primera clase, y un hogar; y, lo creas o no,
la mujer no necesita un centavo de mí. Tiene dinero propio más que
suficiente.
Ma me miró fijamente, con los ojos húmedos, y se llevó la mano a la
boca. En ese momento, supe que había llegado a ella. Ella pensaba en
Annie; pensaba en ella como la niña abandonada y no en la caza fortunas,
hambrienta de dinero que creía que era.
—Dios, esa pobre chica—susurró, y extendí la mano para limpiar
238
algunas de sus lágrimas. Tragó saliva y se centró en mí—. Lo siento
mucho, Ronan. Esta vida, sabes, me ha vuelto dura. No he sido la más
amable... madre, contigo o con Luce, he tenido que ser así para
protegerlos. Y desde que Brona casi destruyó tu carrera, he estado a la
defensiva, pendiente de cualquier persona que pudiera tratar de
aprovecharse de ti otra vez.
Tomé sus manos entre las mías y la miré a los ojos. —Lo sé, y te
quiero por eso; pero no tienes nada que temer con Annie. Aprendí mi
lección con Brona, y me prometí no poner mi confianza en una mujer de
nuevo. Pero entonces Annie llegó y puso mi mundo al revés. Supe en mi
corazón que podía confiar en ella. —Un largo silencio se produjo antes de
añadír—: Me gustaría que la conocieras. Dale una oportunidad. Te lo
prometo, una vez que lo hagas, podrás ver exactamente lo que yo veo.
Sacudió la cabeza con tristeza. —Las cosas que le dije. Dios, Ronan,
incluso si le doy una oportunidad, no estoy segura de que ella quiera
darme una.
—Lo hará— dije con dulzura—. Sólo dale tiempo.
Cuando finalmente abrí el garaje y fui recibido por la visión de mi
Dodge Charger rojo del año 1970 restaurado, me sentí como Ulises cuando
llegó a casa en Ítaca18 después de veinte años de lucha. Pasé la mano por
encima del capó, mi cuerpo tarareando con la necesidad de ponerme al
volante. Recogí algunos artículos de la casa para el entrenamiento y luego
me subí a mi auto. Y bueno, de pronto se me hizo un poco tarde para
volver al hotel porque tomé la ruta escénica. Necesitaba un poco de tiempo
a solas con mi bebé.
Puta, esa manejada fue casi sexual. Conducir en Nueva York fue
divertido, pero volver a casa sencillamente se sentía bien. Cuando
finalmente volví a la habitación, me encontré con Annie sentada en la
cama, con el portátil abierto delante de ella y una mirada de consternación
en su rostro. Parecía tan absorbida por lo que hacía que no oyó que había
llegado. Me quedé en la puerta por un momento, absorbiendo la vista de
su cabello largo colgando sobre un hombro, la blusa color crema que
llevaba que abrazaba su figura, y la falda larga retro de color púrpura que
se extendía de forma atractiva sobre sus muslos.
—Hola—dije, tirando las llaves en el aire y capturándolas—. ¿Ya
239
estas casi lista para irnos, amor?
Sus ojos se dispararon a mí, y por un breve momento pareció un
ciervo encandilado por las luces. La vi pasar saliva, se rascó la muñeca, y
luego aplanó su blusa antes de darme cuenta. El correo electrónico que
envié anoche. Lo había estado leyendo. Ella sabía.
Juro que podía sentir mi corazón golpeando tratando de encontrar la
manera de salir de mi pecho.
Ahora yo era el único que se sentía como un ciervo encandilado por
las luces. Cada sentimiento de duda y de inseguridad que alguna vez sentí
me inundaba a la vez. Ámame también, rogué. Por favor, si hay alguna
misericordia en el mundo, haz que me ame también.
Me aclaré la garganta y asentí al portátil. Casi no reconocí mi propia
voz cuando hablé. —¿Algo interesante?
Miró hacia otro lado y cerró la computadora. —Oh, sólo las cosas
normales del trabajo.

18Hace referencia a la novela Ulises del escritor irlandés James Joyce, publicada en 1922.
Su título proviene del protagonista de la versión latina de la Odisea de Homero,
originalmente llamado en griego Odiseo.
Sonaba temblorosa. Me quedé allí, congelado, sin saber qué decir o
cómo actuar. Luego se levantó de la cama y caminó hacia mí con algún
tipo de determinación.
Se va a alejar, pensé. Va a salir corriendo otra vez, inventarse alguna
excusa para irse y conseguir un vuelo a casa antes. Y lo más aterrador era
que no sabía si podría dejarla ir. Me arrodillaría a sus pies y le rogaría que
se quedara porque pertenecía a esta mujer en cuerpo y alma, y necesitaba
que ella me perteneciera también. Cuando estuvo a menos de un metro de
distancia de mí, se detuvo. Sus grandes ojos sin fondo nunca dejaron los
míos, ambos haciendo preguntas mudas, pero ninguno recibiendo
respuestas.
Vi sus manos temblando cuando las levantó y las puso sobre mi
pecho.
—No eres nada parecido a lo que esperaba que fueras, Ronan
Fitzpatrick—dijo, su voz apenas un susurro.
Inhalé en el mismo momento exacto en que ella se inclinó y presionó
sus labios con los míos. Al principio no reaccionaba en absoluto; tal vez
me hallaba demasiado en shock. Me quedé allí mientras sus labios me
acariciaban, su lengua suave deslizándose en mi boca y lamiendo a lo
largo de la mía.
240
Ella no me alejaba.
Cuando la realización finalmente se hundió, la agarré del cuello y
deslicé mi brazo apretadamente alrededor de su cintura, atrayéndola a ras
de mi cuerpo. Le devolví el beso. La besé con todo lo que tenía dentro de
mí hasta que estuvo necesitada y caliente y gimiendo. Sólo paramos a
tomar aire cuando mi teléfono empezó a sonar. Sabía que era Bryan o uno
de los muchachos, preguntándose dónde me encontraba. Estuve irritado
sólo por un segundo antes de darme cuenta que era la distracción
perfecta. Annie sabía que la amaba ahora, y la suite del hotel se sentía
demasiado pequeña, demasiado cerrada. Teníamos que salir y dejar que
todo se asentara.
—Debe ser uno de los muchachos—dije, sonriéndole con ternura—.
Mejor nos movemos. Parece que ya vamos tarde. Sin embargo, es bueno
saber que casi no puedes soportar estar en la misma habitación que yo sin
saltar sobre mis huesos—me burlé y le di un pellizco en el trasero. Ella
gritó y luego se echó a reír, con los ojos brillando, y algo dentro de mí se
relajó. Necesitábamos ser tontos por un tiempo. Las cosas comenzaban a
volverse demasiado serias.
Yendo hacia Wes, seguí atrapándola mirándome por el rabillo del
ojo. Su cuerpo se giraba hacia mí, con la mejilla recostada en el
reposacabezas. Su rostro mostraba un rubor perenne, y había una mirada
soñadora en sus ojos. Mi pequeña distante Annie se acercaba; su exterior
helado se descongelaba, y todo porque ahora sabía que yo la amaba.
Podría chocar palmas conmigo mismo por tener la idea de escribir a su
cuenta de Socialmedialite. Ella podía tener el conocimiento de que la
amaba sin tener que admitir ninguno de sus propios sentimientos, y no me
importaba. Quería que supiera que yo estaba totalmente comprometido. Al
igual que le dije a The Socialmedialite en mi correo electrónico, ella era eso
para mí.
Cada vez que soltaba la palanca de cambios, puse mi mano en su
muslo, amando la sensación de ella bajo mi palma. Cuando llegamos al
terreno de juego, vi algunas de las esposas y novias pasando el rato fuera
en el banquillo, bebiendo café y charlando.
—Vamos, te voy a presentar—dije a Annie, tomando su mano en la
mía. Su expresión me dijo que la última cosa que quería hacer era conocer
aún más gente nueva, pero me dejó llevarla, no obstante. Marta se hallaba
allí, junto a una o dos de las mujeres que Annie conoció la noche anterior,
así que no era tan intimidante.
Un silbido estridente sonó, y reconocí a Tina, la esposa de Desmond
McAleer, como la culpable. Conocía a Tina hace años. Era coqueta y
hablaba fuerte, pero era todo para pasarla bien. 241
—Te ves caliente, Fitzpatrick—dijo cuando nos acercamos—
.¿Cuándo vamos a verte de nuevo en el campo, eh? Estoy harta de ver los
mismos culos viejos. Has sido demasiado extrañado.
—Tina, es un placer, como siempre. Y tendrás un buen vistazo de mí
hoy. Pero primero me gustaría presentarles a mi novia, Annie.
Era la primera vez que la presentaba como mi novia, desde que
habíamos llegado a Dublín. No veía el punto en pretender más. Ella era
mía, y quería que todo el mundo lo supiera. Le tomó a Tina menos de un
segundo el meter a Annie bajo su ala y comenzar a presentarla a las otras
damas que no conocía. Le di un beso suave en la boca que provocó varios
suspiros de las mujeres.
Entonces me dirigí a la casa club para cambiarme a mi equipo. Para
mi irritación, Sean se encontraba allí en toda su rubia gloria de niño
bonito. Alguien en serio necesita golpear la mirada satisfecha-de-sí-mismo
de la cara del tipo porque la paliza que le di, obviamente, no funcionó. Me
había ganado una suspensión del equipo, y él todavía caminaba por ahí
viéndose como si acabara de mearse en el cereal de todos y se deleitaba a
fondo por el hecho.
Alguien, obviamente, trataba de provocar una mierda, porque resultó
que Sean y yo fuimos nominados para escoger equipos. Al final cada lado
tenía una mezcla uniforme de profesionales y aficionados. Y al final mi
equipo limpió el piso con el equipo de Sean. Sí, Tevan quedó con la nariz
sangrando, yo tenía toda una serie de nuevos cardenales, y uno de los
chicos jóvenes le dio un codazo a Sean en la cara. Fue al parecer un
accidente, pero tenía mis sospechas. Y esas sospechas me tenían
sonriendo como un hijo de puta.
Me acerqué a Annie al final del partido, deslicé mi mano alrededor de
su cuello, y la besé con todo lo que tenía en mí. Ella se apartó, sin aliento,
y sus ojos tenían esa mirada soñadora en ellos de nuevo. Dios, no podía
esperar a que me mirara así cuando estuviera dentro de ella.
—Estás todo sucio y sudoroso—dijo, riendo y arreglándose el cabello
en su lugar.
—Riesgo laboral. Además, no hay nada malo con ponerse un poco
sucio. —Le guiñé un ojo.
—Me gusta. —Se echó hacia atrás mientras caminaba lejos, y le
lancé una mirada a fuego lento encima de mi hombro.
Después de que me duché y vestí, me hallaba sentado en los
vestuarios tirando de mis botas cuando Sean apareció. Tenía una toalla
atada alrededor de su cintura y llevaba un par de chanclas de diseñador.
Se puso de pie delante de mí, y levanté una ceja mientras él dejaba 242
escapar un largo suspiro que sólo aquel verdaderamente hastiado y
mimado podría hacer justicia.
—Por lo tanto, resumiendo el cuento, ¿qué tanto te gustaría
conseguir a Brona de vuelta en tu cama?
Solté una carcajada. —Resumiendo el cuento, ¿estás drogado?
—Me he aburrido, Fitzpatrick. Desafortunadamente, la conejita es
parecida a un rollo de cinta. Se pega. Y ahora se la pasa lanzando palabras
como “boda” y “anillo de compromiso”. Francamente, creo que es hora de
avanzar. Por lo tanto, si todavía tienes una cosa por ella, yo podría hacer
arreglos para que se vaya corriendo de nuevo a tus grandes, fuertes,
brazos de clase trabajadora. Digamos que es una ofrenda de paz, un
camino para que nosotros podamos reparar nuestros puentes.
Señalé a mi cara. —¿Ves esta mirada? Este es mi mirada de “vete-a-
la-mierda”. Así que, vete a la mierda, Cassidy.
Chasqueó la lengua. —Qué agresivo. No hay juicios aquí, Ronan. Si
quieres, puedes tenerla. Incluso puedo admitir que ella chupa verga como
una aspiradora. Y he tenido un montón de felación en mi tiempo. Mucha.
En serio, este pendejo ni siquiera sabía cómo sonaba, ¿verdad? Era
un cliché, casi habiéndome sentir pena por él.
—Realmente debes estar extrañando la cama del hospital, porque
estás a cinco segundos de una nueva visita. Sugiero que te vayas ahora.
De lo contrario, no puedo ser responsable por sacarle la puta mierda. Otra
vez.
Levantó las manos en el aire. —No hay necesidad de violencia. Te
estoy ofreciendo una rama de olivo aquí. No permitamos que un par de
plástico dobles-Ds se interpongan en el camino de nuestra amistad.
Tenemos que poner primero al equipo.
Negué con la cabeza hacia él y no podía dejar de reír. —Difícilmente
éramos mejores amigos antes de todo esto. Pero en serio, si estás tan
preocupado por el equipo, entonces ¿por qué incluso dormir con ella en
primer lugar?
Él lanzó una mirada hacia el techo, se encogió de hombros, y luego
me miró de nuevo. —Estaba borracho y ganoso. Ella vio una oportunidad.
No hay nada muy profundo al respecto.
—Bueno, eso no es ninguna sorpresa.
Estrechó su mirada fraccionadamente a mi respuesta. —Así que, ¿la
quieres de vuelta o no?
La mirada que le di lo decía todo. —Tengo una novia dela que estoy 243
muy enamorado. Y prefiero meter mi pene en una licuadora que ir a
ninguna parte cerca de esa mocosa venenosa nunca más.
Él contuvo un largo suspiro y luego exhaló. —Suficientemente justo.
Y debo decir, felicidades por la nueva pollita, hombre. Está ardiente.
—Tanto como la mires, y te arrepentirás—le advertí.
Levantó las manos en el aire. —Delicado, delicado. Pero bueno,
supongo que me lo merecía. Ah, y una palabra de sabios, lo estás haciendo
bien en la prensa por el momento, mientras que Brona se ve como una
puta retorcida que busca atención. Sin embargo, sospecho que tiene algo
bajo la manga. Sólo es una sospecha. Es posible que quieras tener a tu
gente sobre el caso. No digas que no te di nada—finalizó y luego se alejó.
Me senté allí, mirando las baldosas en el suelo y preguntándome si
él trataba de joder con mi cabeza. ¿Algo bajo la manga? Traté de no pensar
en ello porque ella probablemente sólo iba a hacer otra entrevista con
alguna revista de chismes de mala muerte.
Un poco más tarde, con el fin de evadir a los “paps”, un pequeño
grupo de nosotros hizo el viaje en auto hasta las montañas de Dublín para
cenar y beber en un pequeño pub acogedor fuera de los caminos. Todo el
tiempo Annie estuvo perfectamente escondida bajo mi brazo, bebiendo un
vaso de Bailey´s, sus mejillas sonrosadas y completamente relajada.
Esto es vida, me dije a mí mismo.
Se recogió el cabello en una cola de caballo suelta y unas hebras
cayeron desordenadamente sobre su cuello y hombros. Quería agarrar la
cola de caballo en mi mano mientras la tomaba por detrás. Mi rápido y
sucio orgasmo de hoy definitivamente no fue suficiente para mantenerme
satisfecho. De hecho, como que empeoró las cosas. Haber podido probarla
sólo hizo que mi hambre creciera aún más feroz. Quería hacer el amor con
ella; pero con todo lo que pasaba y el hecho de que nos estábamos
quedando en una habitación de hotel (donde aparentemente Patricia creía
que tenía la libertad de ir y venir a su antojo), simplemente no sentía como
si tuviéramos la privacidad necesaria. Estábamos constantemente
rodeados de gente, y yo sólo quería que estuviéramos solos. Nadie más
excepto yo y Annie.
Cuando se levantó para ir al baño, la vi suavizar su falda hacia abajo
sobre sus muslos e irse. Bryan tuvo la delicadeza de burlarse de mí.
—No puedes quitarle la vista a esa—dijo—. Lo tienes mal,
Fitzpatrick.
—Déjalo en paz—dijo Tina, que se sentaba junto a su esposo
Desmond en el otro lado de la mesa—. Creo que es preciosa. Prácticamente
se puede sentir lo atraídos que están el uno por el otro. Me da un poco de
244
celos, la verdad.
En serio, eran como un montón de gallinas cacareando. Habíamos
terminado nuestra comida, y el vaso de Bailey´s de Annie estaba vacío.
Pensé que este era un momento tan bueno como cualquier otro para hacer
un movimiento. Justo cuando volvió a la mesa, me puse de pie y la ayudé
a ponerse el abrigo y el bolso. Parecía sorprendida de que ya nos fuéramos,
pero me dejó llevarla fuera, no obstante. Nos despedimos, y se sentía bien
volver al volante. Sabía que pronto estaría de vuelta en Nueva York en
medio del tráfico y la gente y el estrés, así que me decidí a sacar el mayor
provecho del momento.
—¿Te importa si vamos a dar una vuelta antes de regresar al hotel?
—le pregunté a Annie mientras se acomodaba en el asiento del pasajero.
Hizo un pequeño bostezo lindo.
—En absoluto. Sin embargo, te lo advierto. Estoy agotada, así que
puede que me quede dormida de camino.
—Ve a la parte de atrás y túmbate si quieres —sugerí. La idea
pareció gustarle porque trepó entre los asientos, dándome otra vista
espectacular de su trasero. Tuve que resistir la tentación de inclinarme
hacia delante y darle un pequeño mordisco. Se tumbó en la parte de atrás,
y me quedé ahí sentado por un momento, mirándola a través del espejo de
arriba. Una jodida tentación.
Tenía la sensación de que esto iba a ser el mejor paseo de mi vida.
En algunos lugares las carreteras no estaban muy bien iluminadas,
y parecía que mi deseo se había cumplido porque realmente se sentía
como si estuviéramos solos. Hablamos un poco en el camino con Annie
explicando algunas de las cosas de su trabajo que no sabía. En serio, la
mujer era tan inteligente cuando se relajaba lo suficientemente para no
estar ansiosa que me hacía sentir tonto en comparación. Sí, yo era
educado, pero Annie tenía este don natural para lo que hacía que me
asombraba.
Durante todo el tiempo que habló, tuve a mis ojos yendo entre ella y
la carretera. Se encontraba sentada con los pies sobre el asiento, su
cuerpo desparramado de tal manera que casi se acostaba, con la cabeza
apoyada contra el borde de la ventana. Era casi como estar drogado,
tenerla toda para mí de esta manera. Empecé a fijarme en cómo no se
puso el cinturón de seguridad y cómo esos cinturones colgaban junto a su
cuerpo. Sería tan fácil atarla. Podía ser muy creativo cuando el estado de
ánimo me llevaba.
Cuando vi a un pequeño desvío de la carretera principal, lo tomé
245
hasta que llegamos a un rincón tranquilo rodeado de árboles altos.
Aparqué el coche. Todavía la miraba a través del espejo cuando se
incorporó, preguntando—: ¿Por qué nos hemos detenido?
Exhalé y di golpecitos con mis dedos sobre el volante. ¿Realmente
pensaba en hacer esto? Quiero decir, en función de lo que ella prefería en
la cama, podía asustarla para siempre. Por otra parte, desde el momento
mismo en que la hube conocido, tuve la clara sensación de que éramos
compatibles, desconcertantemente así. De alguna manera, sólo supe que
sería perfecta, que seríamos perfectos.
—A tomar un pequeño descanso —contesté cuando apagué el motor.
Dejé las llaves en el encendido para que la radio pudiera seguir encendida.
Había encontrado una estación durante el viaje que pasaba algo de
agradable, relajante música, y pensé que el silencio podía hacer que Annie
se sintiera incómoda. Sus ojos parpadearon cuando empecé a trepar hacia
ella en la parte posterior, y, de repente, ella se sentó con la espalda recta,
mirándome con recelo.
—Hola —dije.
—Hola.
Era una locura cómo podía ir de estar relajada a tensa en un
santiamén, y extrañamente, como que me divertía de su nerviosismo
porque era tan divertido ayudarla a relajarse. Dejé escapar una oscura,
baja risa y la atraje hacia mí; en el momento que mis labios encontraron
los de ella, su tensión se desvaneció. Sus manos se apoderaron de mi
camisa, su cuerpo tensándose contra el mío. Ahuequé sus mejillas
mientras deslizaba la lengua en su boca, una dura, penetrante invasión.
La permitió con un suspiro, y empecé a acomodarla en una posición
reclinada.
Jadeaba sin aliento cuando rompí el beso para susurrarle al oído—:
Voy a intentar algunas cosas, ¿de acuerdo? Te prometo que no te haré
daño, pero me gustaría si me dejaras. Puedes decirme que pare si en
cualquier momento te sientes incómoda.
—¿Algunas cosas? —preguntó ella, excitada pero perpleja.
Mi mano vagó debajo de su falda, entre sus piernas, y directamente
debajo de la tela de su ropa interior. Toqué su suave, sedosa carne,
encontrándola húmeda. Perfecta.
—Sí —respondí, mi voz de grava pura—. Es mejor si sólo te muestro.
Decírtelo no es divertido.
Asintió, los labios hinchados de nuestros besos, y todo su aliento se
escapaba de ella en un apuro. Poniéndome de rodillas entre sus muslos, 246
tomé sus manos y las elevé por encima de su cabeza. Entonces tomé la
correa del cinturón y cuidadosamente lo envolví alrededor de sus
muñecas. Ella me miraba fijamente, la boca abierta, las pupilas
gigantescas, mientras yo hacía un pequeño nudo y la aseguraba en el
lugar. La forma en que el cinturón se hallaba instalado significaba que
cuando lo soltara, se tensaría aún más.
—¿Es cómodo? —le pregunté con ternura, pasando una mano a lo
largo de su clavícula temblorosa.
Tragó saliva y susurró—: Um, sí. No es incómodo.
—Bien. —Tomé el cinturón del medio entonces y lo envolví con la
misma firmeza por su cintura.
No sonaba molesta, sólo curiosa, cuando dijo—: No entiendo por qué
haces esto.
Me levanté por encima de ella, mirando hacia abajo cuando
respondí—: Lo hago porque es lo que me gusta. —Luego la besé de nuevo,
y supe que la tenía. Su boca era suave y acogedora, y los pequeños
gemidos que me tragaba me decían que disfrutaba de este juego. Rodé mis
caderas, dejándole sentir lo mucho que me afectaba. Pasaron los minutos,
y ella jadeaba, un rubor propio pintándose rojo sobre su pecho. Me aparté
y comencé a desabrochar los botones de su blusa.
—Esto no es justo —se quejó, su voz necesitada—. Quiero tocarte.
—No esta noche, amor. Esta noche, tú eres la que va a ser tocada.
Por suerte, el sujetador que llevaba puesto se desenganchaba por
delante, y en seguida tuve sus pechos desnudos y rogando por mi boca.
Chupé un pezón y luego el otro mientras ella se ondulaba debajo de mí,
abriéndose como una flor. Sus muslos abrazaban mis caderas en férreo
apretón, y comencé a tirar de su falda hacia arriba hasta que se agrupaba
en su cintura. Mis dedos se clavaron con fuerza en su piel mientras le
sacaba las bragas y las metía en mi bolsillo. Ya se había quitado los
zapatos durante el viaje, y podía sentir sus talones clavándose en mis
muslos. Acaricié su carne necesitada, mi pecho moviéndose de arriba
abajo rápidamente, mi erección expuesta crudamente en mis vaqueros.
Todo se sentía muy apretado, y ella era demasiado hermosa. Me ahogaba
en ella.
Me levanté sobre mis rodillas y la miré fijamente, saboreando la vista
de ella atada y restringida. Desencadenaba algún tipo de reacción química
en mi cerebro debido a que todo mi cuerpo vibraba con satisfacción. Me
encantaba verla así. Era exactamente lo que necesitaba. Yo improvisaba
con los putos cinturones de seguridad en el auto como ataduras, y ahora
no podía imaginar nuestra primera vez pasando de otra manera. Sólo 247
podía imaginar lo que ella debía estar pensando.
Rodeé su clítoris con mi dedo pulgar al mismo tiempo que deslizaba
un dedo dentro de ella. Ella gritó, y murmuré en apreciación. Sus
sobresaltados, placenteros sonidos eran totalmente gratificantes. Había
estado con ella por menos de un minuto, y ya sentía su orgasmo
construyéndose, a toda velocidad hacia la línea de meta. Sabía que tenían
que ser las ataduras. Las disfrutaba tanto como yo.
—Ronan —Jadeó—, me voy a correr.
—Entonces córrete, hermosa, córrete para mí.
Sus ojos se abrieron de golpe, y jadeó en voz alta cuando se liberó y
se corrió en mi mano. Seguí acariciándole, sacándole hasta la última ola.
No del todo recuperada, ella exclamó—: Eso fue...
—Intenso.
—Sí.
Se encontraba tan mojada ahora que me era imposible esperar más.
Annie se retorció y giró su cuerpo, claramente desesperada por tocarme.
Me encantaba que no pudiera. Me encantaba que la estuviera torturando
porque significaba, cuando finalmente le diera todo de mí, que se sentiría
mucho más.
El hecho de que no tuviera un condón estuvo en el fondo de mi
mente todo el tiempo, pero había estado tratando de ignorarlo. Sin
embargo, era preocupante. Confiaba en Annie implícitamente y quería que
también confiara en mí.
—¿Me quieres dentro tuyo ahora, amor? —Ronroneé mientras me
liberaba de mis pantalones.
Sus ojos me comieron mientras asentía y se lamía los labios. Permití
que mi mirada pasara sobre su cuerpo antes de que me inclinara hacia
delante y corriera la punta de mi pene sobre sus pliegues. Ella gimió, y me
mordí el interior de la boca porque, joder, se sentía demasiado bien.
—Por favor, Ronan —rogó, abriendo más las piernas, su voz sin
aliento.
—No tengo protección —admití.
Un destello de duda pasó por encima de su cara antes de que se
levantara un poco para besarme.
—Está bien. Confío en ti.
Y maldita sea, eso era exactamente lo que necesitaba escuchar. Tan
pronto como las palabras salieron de sus labios, me hundía dentro de ella.
Lo hice lentamente, saboreando cada pulgada, hasta que me enterraba
248
profundamente. Ella gimió y suspiró mi nombre. Me encantaba el sonido
de ello, me recordaba a la época en que sólo me llamaba Sr. Fitzpatrick.
Ahora todas las formalidades entre nosotros habían desaparecido. Ella era
mía, y yo le pertenecía. No creía que iba a haber una vez cuando no la
deseara con tanta fuerza.
Empecé a mover mis caderas a un ritmo lento, fijándome en el
cinturón asegurado cómodamente alrededor de su vientre. Era una vista
tan sexy. Y vaya, la sensación de ella a mi alrededor era increíble. Nunca
sentí nada igual. Nunca le hice el amor a una mujer con la que sintiera tal
atracción feroz, profunda.
Apoyé la frente contra la de ella cuando empecé a aumentar la
velocidad de mis embestidas.
—No te puedes imaginar lo increíble que te sientes, Annie. No quiero
irme jamás.
—Tampoco quiero que lo hagas. —Respiró—. Me siento tan rodeada.
Me levanté entonces, incapaz de contener mi necesidad de follarla
sin sentido por más tiempo. Mis caderas entraban y salían casi con
violencia, y ella lo tomó todo, me empapó y me permitió volver a salir, me
dio algo que nunca querría olvidar. Me absorbió. Ella era todo en ese
momento. Todo lo que podía ver.
—Me vuelves loco —le dije y luego dejó escapar una cadena selecta
palabrotas.
Podía sentirme a mí mismo acercándome, más cerca del cielo divino
de correrme dentro de su perfecto, hermoso, celestial jodido cuerpo. La
miré fijamente, sus ojos grandes y tomando todo. Seguía completamente
atada; y vi cómo no tocarme era doloroso para ella, sin embargo, lo
disfrutaba. Prosperé en ese dolor. Todavía empujaba dentro y fuera, sus
muslos sosteniéndome en el lugar, cuando pasé mis manos de su cuello
hasta sus pechos y todo el camino a lo largo de su torso.
Se arqueó, tensándose por mi toque.
—Ronan, oh, oh Dios....
Annie se deshizo, veloz y feroz, diciendo "por favor" una y otra vez,
rogándome. Se sacudió por la fuerza de su orgasmo, pero no podía llegar
para mí.
Yo tenía todo el poder, y ella no tenía nada. Podría hacer lo que
quisiera con ella, y ella se hallaba allí simplemente para disfrutar del
paseo. Una dispuesta sometida participante en este juego para dos. Esta
era la dinámica que ansié toda mi vida, pero nunca encontré una
compañera tan perfecta como mi querida, dulce, preciosa pequeña 249
ermitaña.
En el segundo siguiente me corrí con un profundo, ahogado gemido
mientras fundía mi boca a la de ella y empujaba mi lengua dentro. Nunca
llegué al clímax con tanta fuerza en mi vida. Me sentía vacío, drenado en el
más maravilloso sentido de la palabra. Me aparté y le tomé la cara entre
las manos, plantando pequeños, adorados besos en sus mejillas, boca,
frente, párpados, y murmurando declaraciones desesperadas.
—Eres perfecta. La sensación de ti. No pude obtener suficiente. Soy
adicto. Te amo.
Todavía la besaba, trabajando mi camino por su cuello y
mordisqueando el lóbulo de la oreja, cuando me di cuenta de que dije la
última parte en voz alta.
New York´s Finest
Blogueando cómo *The-Socialmedialite*
11 de abril
¡Es hora del post favorito de todo el mundo! Exacto… ¡es hora de
PQTC!
A veces “PQTC” significa “Patanes Que Te Cargarías”.
A veces “PQTC” significa “Perros Que Te Perfeccionaría” (Creo que
todo el mundo recuerda el incidente de la prodigiosa cogida de pierna de
2014).
Y, a veces, “PQTC” significa “Donalds Que Despediría19” (alerta de
spoiler, siempre es Donald Trump). 250
Pero creo que el tipo de post de “PQTC” favorito de todo el mundo es
el que significa “Padres Que Te Cogerías”☺
Puede que sea de mal gusto. Puede que me rebaje ante sus ojos.
Puede que objeten por el hecho de que esté mirando a estos padres con
intenciones lujuriosas y libertina lascivia. Pero, venga, si nuestra
sociedad tiene “MQTC”, entonces tenemos que tener unos “PQTC” para las
damas.
¿A que, sí, señoras?
Así que, dense un banquete para los ojos con las fotos de abajo,
hermanas avariciosas. Hoy he incluido un record de treinta y seis padres
deseables y por los que vale la pena babear.
De nada.
<3 The Socialmedialite.

Traducido por Minia16, martinafab & July Styles Tate

19En el original en inglés “PQTC” es “DILF”, y en el caso de Donald Trump era imposible
adaptarlo, por eso las siglas no coinciden aquí.
N
o lo dije.
Ni en el auto a la vuelta.
Ni cuando volvimos a hacer el amor esa noche en la
ducha… aunque casi lo digo entonces. Dije un montón de
cosas en la ducha, como decirle a Ronan que era un dios del sexo, y que lo
necesitaba, y rogarle que me ensuciara para poder darnos duchas y baños
juntos ocho veces al día; estas cosas me hicieron ponerme rojísima cada
vez que pensaba en ellas una vez que se despejó la neblina del sexo.
No lo dije cuando me despertó a la mañana siguiente poniéndome
una venda en los ojos y pasando cubitos de hielo por mi piel desnuda,
prometiéndome placer sólo si podía permanecer quieta y callada.
Tampoco lo dije las dos semanas siguientes mientras íbamos de
evento en evento o cuando volvíamos todas las noches al hotel.
Él tampoco lo volvió a decir. 251
Sin embargo, a pesar de dónde estuviéramos (una fiesta al aire libre
de recogida de fondos para una ONG, una visita a un colegio público para
unas fotos, un partido de rugby juvenil) siempre encontraba la manera de
demostrarme cómo se sentía. Se aseguró de que me sirvieran un té
especial de menta en la fiesta al aire libre. Me presentó a los niños del
colegio como su princesa hada. Me dio su abrigo en el partido de rugby
juvenil y me frotó los brazos para mantenerme abrigada.
Por la noche me lo demostraba atándome y tomándome cómo y
cuándo él quería, tomando siempre el control, iniciando el acto que era
tanto aterradoramente tierno como tiernamente aterrador.
Me encantó. Amé cómo me rodeaba. Amé que ceder el control me
hiciera sentirme a salvo y protegida. Amé rogarle, seguir sus reglas. Amé la
libertad que encontré en la completa rendición.
Y aun así… no le dije que lo amaba, aunque lo hacía.
Debe saberlo, pensé, mirando con cara inexpresiva la pantalla de mi
ordenador. Leía los últimos comentarios de mi post sobre los “PQTC”. Las
reacciones de la gente iban en una escala de apreciación, a sorpresa,
a:¡Oye! ¡¡Ese es mi marido!! ¡¡Sí!!
Vi que WriteALoveSong respondió con una foto de un miembro del
ejército muy, muy bien formado y vestido con un uniforme de camuflaje
azul que le daba la mano a un niño adorable. El niño tenía rizos castaños
y las mejillas sonrojadas, y no podía tener más de cuatro años. Añadió
debajo de la foto: Añádelo a tu próximo post de “PQTC” (y de nada).
La ONG que destacaba con el post era para veteranos que también
eran padres. Les ayudaba a entrenar y a encontrar trabajo después de
dejar el ejército. Había intentado incluir tantos padres de uniforme como
pude, pero de los treinta y seis, sólo quince se encontraban de servicio.
También evitaba mi celular. La hermana de Ronan, Lucy, había
llamado y dejó un mensaje; quería ir de compras y comer fuera. No sabía
qué hacer. Desde el partido de rugby, salí a tomar café con algunas de las
mujeres y novias de los miembros del equipo. Era como un club, y tenía
membresía automática mientras Ronan y yo estuviéramos juntos. Había
camaradería, pero también parecía un grupo sin presiones. Se
contentaban con dejarme ser la callada.
Pero con Lucy… Ronan quería a Lucy. Y no iba a poder pasar
desapercibida si sólo estábamos las dos. Quería gustarle, quería que
fuéramos amigas, muy, muy buenas amigas, pero no tenía experiencia con
la amistad en la vida real.
No quería joderla.
252
Me sorprendió el sonido de la puerta de la suite cerrándose con un
portazo, seguido por los sonoros pasos de Ronan acercándose. Sólo sus
pasos me alertaron del hecho de que se hallaba molesto, y esto me puso
nerviosa; así que cerré rápidamente el portátil en cuanto entró en la
habitación. Mi atención se dirigió automáticamente hacia él cuando entró.
—Annie… —dijo, como si pretendiera añadir algo más pero no
supiera muy bien qué decir. Aunque parecía enfadado, también parecía
irritado por su ira.
Me levanté, lo miré con los ojos abiertos como platos y solté—: ¿Pasa
algo?
—¡No! ¡Por supuesto que no! ¡Todo es putamente maravilloso! —tronó
y luego se dio la vuelta y salió apresuradamente de la habitación.
Me quedé con la mirada fija en el punto que acababa de dejar vacío
durante unos segundos, devanándome la cabeza para descubrir qué
podría haber hecho para irritarlo. Me pregunté si la fuente de su furia era
mi falta de reciprocidad verbal de sus sentimientos. Mi corazón dio un
doloroso tirón ante la idea, porque sí que lo amaba.
Preparándome, salí corriendo de la habitación y lo encontré
sirviéndose whiskey en un vaso en el mueble bar. Sólo eran las diez de la
mañana.
—Oye… bueno, creo que sé por qué estás molesto. —Me retorcí los
dedos, deteniéndome justo a un metro de donde se tragaba la bebida.
Dejó el vaso vacío en la barra, sus ojos atravesaron los míos
mientras rellenaba el vaso.
—Lo dudo —dijo, negando una vez con la cabeza.
—Es por… Cuando dijiste… cuando me dijiste…
—Nop. Y tampoco me arrepiento de decírtelo, así que puedes parar
de temer que vaya a retirarlo.
Moví los pies, sintiéndome un poco inestable.
—Es porque no he… no he dicho…
—Nop. Supongo que me lo dirás cuando estés lista. —Estudió el
líquido en el vaso de cristal soplado y le dio otro trago.
—Oh. —Respiré, sintiendo alivio y confusión a partes iguales—.
Entonces,¿qué he hecho? Porque es obvio que estás molesto conmigo por
algo.
Ronan volvió a dejar el vaso en la barra y cerró los ojos, exhalando
una risa que no estaba completamente desprovista de humor. Nos
quedamos quietos por un momento, tanto que pensé que a lo mejor no
253
respondería.
Luego dijo apresuradamente—: Soy celoso. Lo sé, y creo que tú
también lo sabes. No me gusta compartir lo que es mío.
Fruncí el ceño ante sus palabras, sin entender y diciendo lo único
que parecía tener un poco de sentido.
—Ronan, nunca te engañaría con nadie.
Sus ojos marrones se abrieron, pero permanecieron fijos en su vaso
vacío.
—Lo sé. Pero ni siquiera me gusta que mires a otros chicos.
Esta afirmación sólo sirvió para profundizar mi ceño.
—Sinceramente, no entiendo de dónde viene esto. Por supuesto que
no voy a andar mirando con lujuria a otros delante de ti. Eso sería
completamente irrespetuoso. Al igual que no querría que tú lo hicieras
delante de mí con otras mujeres. Pero…
—Pero… —repitió, una pequeña sonrisa tiraba de las comisuras de
sus labios.
—Sí, hay un “pero”. Pero está claro que no estoy ciega, y tú tampoco.
Claro que vamos a seguir notando a otra gente, incluso si no hacemos
nada al respecto.
Suspiró y volvió a reírse, esta vez parecía una crítica hacia sí mismo.
—Ah, estoy tan jodido —se dijo Ronan mientras se volvía hacia mí,
abandonando su vaso en la barra y rodeándome con sus brazos—. Vas a
obligarme a crecer, ¿verdad, Annie? Voy a tener que dejar de pelearme con
todos los chicos que te miren dos veces. Vas a hacerme maduro.
Sonreí contra su cuello y me apreté más contra él mientras le
devolvía el abrazo.
—Espero que no demasiado. Me gusta un poco tu mente sucia.
—Empiezo a pensar que no soy yo quien tiene la mente sucia —
masculló, enigmáticamente.
Antes de que pudiera cuestionar su comentario, se inclinó hacia
delante y capturó mi boca. Pronto todo pensamiento, o habilidad para
pensar coherentemente, se apartó de mi ya mencionada mente y fue
reemplazado con una deliciosa serie de ideas completamente sucias
254

Me encontraba esperando a Joan. Habíamos fijado una llamada para


hablar sobre el progreso de mis proyectos, no sólo el de Ronan.
Si Ronan fuera mi único proyecto, entonces me merecería cinco
estrellas, un buen extra, y una ovación con la gente en pie. Se congració
completamente con el público. No era tanto un chico malo reformado,
seguía siendo algo inquieto, más huidizo.
En serio, era la imagen ideal que esbocé más algo enteramente suyo,
algo que nunca habría podido diseñar o definir, y la gente lo amaba.
Amaban que fuera de sangre azul con comportamientos de plebeyo.
Amaban lo impenitentemente indeciso que era sobre la fama y que aun así
le encantara su deporte. Amaban su talento en bruto y su dedicación
hacia la excelencia.
No hacía nada a medias.
Pensé en la última carta que le escribió a The Socialmedialite,
diciendo cuánto me quería, y eso hizo que mi tonto corazón brincara
alegremente y luego se echara a llorar en una esquina con desesperación.
Sentí culpa. Ronan le escribió a The Socialmedialite pensando en
ella como en un tercero imparcial, pidiendo consejo, desnudando su alma.
Leí sus pensamientos privados, le estuve mintiendo, y aún no le había
respondido. Sus palabras eran tan hermosas, tan conmovedoras, tan
exactamente lo que necesité para llevarme al extremo. Cada vez que leía la
carta, me perdía en mis pensamientos (de amor creciente y ansioso
desánimo) y mi mente se quedaba en blanco. No sabía cómo responder.
Tenía que contarle la verdad, tanto la de quién era como la de que lo
amaba, pero temía perderlo. Sabía que en parte era el miedo lo que me
mantenía callada sobre ambos temas. La otra parte era renunciar a mi
anonimato. Ser The Socialmedialite era mi válvula de escape. Hasta
Ronan, era el único camino donde podía ser completamente yo. Si se lo
decía a Ronan, si lo supiera, entonces tendría poder sobre mí y nunca más
volvería a ser anónima.
El sonido de mi ordenador notificándome de una llamada me sacó de
mis pensamientos. Parpadeé, mirando la pantalla y vi el avatar de Joan,
que era una foto de su gran silla de cuero de oficina, parpadeando
insistentemente. Respiré hondo y acepté la vídeo llamada, enderezándome
en mi asiento y esperando recuperar mi atención.
En cuanto se enfocó su imagen, empezó a hablar. 255
—Annie, necesitamos tu ayuda con The Starlet. Ha rechazado
nuestro plan para el verano y quiere que empecemos de cero. Beth le envió
un correo y Dara respondió que no está acostumbrada a tener que leer
palabras de verdad. Culpo a tus infografías. Malcrías a los clientes.
—Hola, Joan. —Le dirigí una media sonrisa, sintiéndome
extrañamente nostálgica por mi cómoda vida en Nueva York.
—¿Has abierto el archivo que te envié? Modifiquémoslo mientras te
tengo en línea. Puedo llamar a Beth para que venga si hace falta.
Nos pusimos a hablar sobre nuestros clientes, sin cumplidos, como
en los viejos tiempos, y me encontré relajándome mientras repasábamos
los detalles y las propuestas. Parecía terreno firme. Esta era mi
especialidad, no enamorarme de un infame chico malo y símbolo sexual al
borde de dominar el escenario mundial mientras lo engañaba en el tema
de mi identidad secreta.
Todo iba bien, relativamente, hasta que empezó a sonar el teléfono
del hotel. Lo ignoré. Paró y volvió a sonar. Tras la cuarta llamada, miré mi
celular y no vi mensajes. Quienquiera que estuviera llamando a través del
teléfono del hotel no tenía el número de mi celular. Joan notó que mi
atención se dividía.
—¿Quieres contestar? Está claro que no van a parar.
Aliviada, me estiré para tomar el auricular.
—¿Hola?
—Señorita Catrel, soy O’Hare, el conserje. Tiene visita.
—Ah, bueno, estoy en mitad de una llamada de trabajo. ¿Tal vez mi
visita podría dejar un mensaje?
—Señorita Catrel, su visita es la señorita Brona O’Shea, e insiste
bastante en que estará muy interesada en un sobre que obra actualmente
en su poder.
Mi cara debía de haber traicionado mi confusión y sorpresa porque
la voz de Joan fue astuta y su mirada cortante mientras exigía—: ¿Qué?
¿Qué pasa? ¿Quién es?
Mi mirada se volvió hacia la pantalla del ordenador, donde Joan se
inclinaba hacia delante en su silla y dije por el teléfono—: Por favor, hágala
subir.
—Ahora mismo, Srta. Catrel. Patricia le acompañará a sus
apartamentos y estará encantada de servir el té mientras que ustedes
tienen una... visita.
—Gracias, O'Hare. 256
Sostuve el receptor contra mi oreja durante un total de cinco
segundos después de que el conserje lo hubiera desconectado, mis ojos
sobre la superficie de cristal de la mesa, pasando por los probables
escenarios de lo que Brona trajo con ella en el sobre. Obviamente, la
respuesta más probable era que Brona se echó un farol para ganar la
entrada a nuestras habitaciones y comenzar problemas.
Pero si no se había echado un farol y el sobre en realidad contenía
algo perjudicial para Ronan, tendría que separarme de mis sentimientos
por él. Fuera lo que fuera que trajera, Ronan era mi cliente.
Independientemente de lo que hizo en su pasado y cómo eso podría influir
en mis niveles de ira como su novia, tenía que hablar con su ex novia
como si fuera simplemente parte del equipo de publicidad de Ronan, como
su abogada.
—Annie, ¿quién era al teléfono? —La pregunta impaciente de Joan
me sacó de mi charla interna.
Volví a colocar el teléfono en el cargador y levanté los ojos hacia mi
jefa.
—Era el conserje. Brona O'Shea está abajo y quiere hablar conmigo.
—Apuesto a que sí —se mofó Joan.
—Tiene un sobre con ella e informó al conserje que contiene algo que
voy a encontrar muy interesante.
—¿Qué hay en él?
—Supongo que lo averiguaré cuando venga.
—No. Nosotras lo averiguaremos. Mantenme conectada y orienta la
pantalla hacia la puerta. Es una pena que no pueda estar allí en persona
para negociar esto... Hazle saber tan pronto como entre que estás en
medio de una llamada de trabajo con el equipo de publicidad de Ronan. Lo
verá como una oportunidad. Además...
Asentí, sobre todo escuchando la estrategia de Joan, accediendo a
las pestañas abiertas en mi portátil y cerrando varias ventanas. Si Brona
estaría hablando con Joan a través de mi portátil, no necesitaba que viera
mi cuenta de correo electrónico Socialmedialite o el borrador de la entrada
de blog que había estado escribiendo.
Joan detallaba su plan mientras me preparaba para enfrentarme a
la ex de Ronan con tan poca emoción exterior como me era posible. Sin
embargo, justo cuando el golpe sonó en la puerta de la suite, Joan me
sorprendió diciendo—: ... y, por supuesto, puede que tengas que jugar el
papel de la novia celosa actual, poli bueno, poli malo, entonces le haré 257
pensar que estoy de su lado.
Estoy segura de que parecía un poco sorprendida y muy confundida
mientras miraba de reojo a Joan.
—Espera, ¿quieres que sea el poli malo?
Asintió.
—Así es.
—Pero no soy el poli malo. Tú eres el poli malo.
—No, confundes la realidad con la ficción. En la vida real, siempre
soy el poli malo, y tú siempre eres el poli bueno; es por eso que cambiamos
papeles cuando estamos jugando nuestra parte. El poli bueno siempre está
fingiendo ser el poli bueno, y viceversa.
Abrí la boca para responder, pero el golpe sonó en la puerta de
nuevo, esta vez más firme, seguido por la voz de Patricia diciendo—: Srta.
Catrel, tengo el té.
Resignada a la rareza de esta situación y preocupada por el
resultado, incliné mi portátil hacia la sala como me fue instruido y me
acerqué a la entrada. Después de inhalar una respiración para
tranquilizarme, abrí la puerta.
Patricia se hallaba de pie en la puerta. Detrás de ella llevaba un
carrito con té y encantadores emparedados y pasteles. Y detrás del carrito,
con dos guardias de seguridad del hotel de aspecto serio a ambos lados, se
encontraba Brona O'Shea con una cara de pocos amigos.
Abrí más la puerta pero di un paso hacia delante para bloquear la
entrada a Patricia.
—Gracias, Patricia. Yo puedo llevar el té. A la Sra. O'Shea y a mí nos
gustaría un poco de intimidad.
—Ves, Patty. Te lo dije, no se te necesita. —Esto vino de Brona. Por
la forma en que habló a Patricia, supuse que las dos mujeres eran más
que conocidas.
La mirada de Patricia parecía impregnada de preocupación, y se
movió medio paso hacia delante con el fin de susurrar—: Sra. Catrel, soy
muy discreta. Despacha a los de seguridad si es necesario, pero por favor,
reconsidérelo. He... tenido el honor de actuar como el enlace de la señora
O'Shea mientras ella se quedaba con nosotros en el pasado. Debo
aconsejarle en contra de...
—Dijo que te fueras, Patty. Ahora llévate a tus matones, pero deja el
té. Estoy sedienta. —Brona dijo esto mientras se abría camino a codazos 258
más allá de los guardias y hacia la entrada de la suite. Me dio una mirada
fría cuando me pasó al lado, levantando la barbilla en el aire como si
estuviera debajo de su interés. Vi que tenía un sobre manila metido bajo el
brazo. Era voluminoso, y supuse que contenía algo más que papeles.
Permití que entrara y le devolví una sonrisa tranquila a Patricia.
—Todo estará bien. La llamaré cuando hayamos terminado con el
servicio de té. Gracias.
Patricia parecía querer protestar de nuevo pero en cambio me
entregó el carrito de té y luego cerró la puerta. Lo hice girar hacia la sala
de estar.
Pero antes de que hubiera terminado de reubicar el té, Brona dijo—:
Me gusta el té con limón, leche y azúcar.
—Qué bien para ti.
Brona giró la cabeza hacia donde se hallaba mi pórtatil en el
escritorio y el sonido de la voz de Joan, cargada de sarcasmo y desdén.
Brona volvió su atención hacia mí, entonces el portátil, y luego a mí. Sus
grandes ojos azules daban la impresión de que podrían estallarle de la
cabeza.
—¿Qué... qué es esto? ¿Me estás grabando?
—No —dije en voz baja.
—Tal vez —se mofó Joan al mismo tiempo—. Sra. O'Shea, permítame
presentarme. Soy Joan Davidson de Davidson & Croft, la empresa
responsable de la imagen pública del Sr. Fitzpatrick y bienestar general.
Brona se acercó a la mesa y abrió la boca para hablar, pero Joan la
cortó.
—No hay necesidad de cháchara. Así es cómo vamos a hacer esto:
usted va a decirme lo que quiere, y yo voy a hacer todo lo posible para
dárselo, asumiendo que está dentro de lo razonable y suponiendo que lo
que sea que haya traído en ese sobre valga la pena el precio. Ahora, ¿qué
quiere?
—Yo no...quiero decir...quiero...
—Por favor, querida. Apúrese. Tengo una reunión en quince
minutos, y no se me hará ir tarde.
Brona levantó la barbilla, sus ojos destellando fuego.
—Bien. Quiero dinero, un millón de euros, ¡no! Quiero cinco millones
de euros. Y quiero un contrato de grabación con uno de los grandes sellos.
Joan le dirigió una mirada de reojo.
—Está bieeeen. 259
—Y quiero grabar una canción con Beyoncé.
Joan sonrió y luego la suprimió, aclarándose la garganta.
—Claro. Eso es todo muy factible. Ahora, ¿qué debo comprar?
Brona frunció los labios, me dio una mirada de odio petulante, sacó
el sobre de debajo de su brazo, y empezó a extender el contenido sobre la
mesa más cercana.
—Son fotos, ¿ven? Y una cinta de Ronan... y yo... teniendo sexo.
Mi estómago se retorcía incómodamente cuando Brona usaba sus
pausas embarazosas para mostrarnos a Joan y a mí varias fotos de ocho
por diez y luego una cinta mini dispositivo de video.
No eran celos precisamente lo que sentía, más como un eco de celos
de que Ronan hubiera estado con otra persona. Era irracional y tonto. Y,
sin embargo, hacía que una parte feroz, sombra de mí rugiera de
indignación. Quería quemar la cinta. Quería cortar las fotos. Quería
sacarle los ojos.
En cambio, apreté los dientes y volví mi atención a Joan.
—Acérquese al monitor. Necesito ver las imágenes.
Brona lo hizo felizmente, mostrándole cada una de las imágenes a
Joan una a la vez y haciendo una pausa significativa entre cada una.
Entonces oí a Joan decir—: Bah.
—¿Bah? ¿Qué quieres decir con “bah”? —Resopló Brona.
—Quiero decir bah. ¿Y qué? ¿A quién le importa?
Vi la espalda de Brona tensarse cuando se enderezó con sorpresa.
—¡Tiene una barra separadora en mí! Estoy amordazada y atada, y
hay un collar y una correa, y...
—Sí. Mis ojos funcionan bastante bien. Puedo ver todo eso. Lo que
no veo es por qué estas imágenes valdrían cinco millones de euros para
nadie, y menos aún para el Sr. Fitzpatrick. ¿Supongo que la cinta es más
de lo mismo?
Traté de dominar mi expresión, pero mi corazón tronaba en mi
pecho. Tan despreocupadamente como me era posible, crucé al sofá y me
senté en el brazo. ¿Una barra separadora? ¿Una correa? ¿Qué demonios?
¿Eso es lo que le gusta?
—Pero, pero... eh... —tartamudeó Brona.
La voz de Joan se levantó.
260
—El hecho del asunto, querida, es que una cinta de sexo y fotos
sucias como esas sólo ayudarán al atractivo sexual del Sr. Fitzpatrick y
nuestra campaña global. Verá, él está en la posición dominante. Él
sostiene su correa, no al revés. Mientras tanto, la harán ver débil y
patética. Matarán cualquier aspiración que pueda tener de convertirse en
una princesa del pop porque los padres no quieren que sus niñas crezcan
para ser sumisas en collares de perro. Verá, usted puede vender esas fotos
y esa cinta a algún tabloide sucio, y le darán unos quinientos mil euros,
pero eso sería el final de su carrera como cantante, ¿no?
Brona se volvió lentamente, dándome su perfil. Vi que su rostro se
había drenado de color y que sus manos se cerraban en puños.
Joan chasqueó la lengua.
—Pobrecita. Le diré lo que haremos. ¿Qué tal si le doy doscientos mil
euros, y usted nos da las fotos y la cinta? Pero en serio, esa es mi única
oferta.
El labio inferior de Brona se estremeció, así que apretó la boca en
una línea dura.
—¿Qué garantía tengo de que no sólo las publicarán?
—Tenemos nuestro plan. Ha estado funcionando muy bien hasta
ahora. No veo la necesidad de lanzar un video sexual a la mezcla. Por lo
tanto, tiene mi palabra de que no vamos a hacerla pública por... oh,
digamos, dos años. Tic tac, tic tac. Tengo esa reunión, y realmente debo
darme prisa.
—¡Bien! —gritó Brona, volviéndose a Joan y usando el dorso de la
mano para limpiarse dos lágrimas—. Bien. ¿Cuándo recibo mi dinero?
—¿Hay otras copias?
—No. Todo está aquí. Tengo a imbéciles de los medios irrumpiendo
en mi casa todo el tiempo en busca de mierda. Se han llevado mi
ordenador dos veces. Así que mantengo esto en una caja de seguridad. No
hay otras copias.
—Bueno, bien. Déjelos con la Sra. Catrel, y ella transferirá el dinero
a su cuenta.
—¿Hoy?
—En realidad, puede hacerlo ahora mismo. Escriba su número de
cuenta, y tome algo de té. Tendrá el dinero en menos de veinte minutos.
Brona perdía su fuerza; sus hombros cayeron. Su mirada parpadeó
hacia la mía, y vi que sus ojos se hallaban bordeados de rojo con
261
infelicidad y agotamiento. Casi sentí lástima por ella.
—Bien. —Empujó el sobre y fotos de ella, enviando varias fotos al
suelo.
—Bien. ¡bueno! —Joan juntó las manos, su sonrisa muy de tiburón
cuando añadió—: Ha sido un placer, Sra. O'Shea, pero de verdad debo
irme.
Y sin un adiós u otra palabra, Joan se desconectó.

Brona no se quedó más de media hora, sólo el tiempo suficiente para


confirmar que el dinero había sido transferido. Tampoco hablamos... al
principio. Después de que hiciera la llamada para la transferencia
bancaria, me serví té. Ella se sentaba tranquilamente en la silla del
escritorio, sosteniendo su cara entre las manos, y sin mirarme.
Toda su pompa anterior y veneno se había ido. Parecía cansada.
Esta no era la primera vez que tuve que pagar a alguien con poca
antelación. The Starlet, Dara, asaltó a una mujer y sus hijos en una
floristería a sólo dos cuadras de mi apartamento. Tuve que correr a la
escena y negociar un pago antes de que la mujer llevara la historia a la
prensa.
Pero esto se sentía muy diferente.
Todavía no había estudiado las fotos. Sólo oí la conversación entre
Joan y Brona. En mi cabeza, me imaginaba el peor de los casos, Ronan
golpeando a Brona con un látigo o una cadena o una fusta mientras él la
sujetaba, sus piernas separadas por una barra separadora, con la boca
amordazada para que no pudiera gritar, un apretado collar alrededor de su
cuello.
Me estremecí, y mi estómago se revolvió. Yo no quería eso. No quería
a alguien golpeándome y liberándose con ello. Podría amar a Ronan, pero
no amaría eso. Por poco había escapado del abuso toda mi vida; no existía
manera de que sucumbiría a él de buena gana ahora que era adulta.
Frustrada, me pellizqué el puente de la nariz y cerré los ojos, traté de
permanecer inmóvil.
Me mentalizabaa mí misma. 262
Necesitaba mirar esas fotos, pero no podía, no todavía. No mientras
Brona estuviera en la habitación.
—No soy estúpida, sabes.
Su voz era aguada pero firme, como si estuviera tratando
valientemente de no llorar. Abrí los ojos y le di mi atención, manteniendo
mi rostro pasivo, paciente.
—No soy estúpida. Tenía un plan. —Se sentaba erguida en la silla,
los brazos cruzados sobre el pecho. Me inspeccionaba como si tratara de
determinar cuál podría ser mi plan.
—¿Un plan?
—Sí, y era bueno; estaba funcionando. Pero Ronan, es tan jodido
testarudo. Finalmente, finalmente descubrí una manera de conseguir ese
anillo en mi dedo y ese hijo de puta, no quiso fijar una fecha. Me mantuvo
posponiendo.
—¿Te pidió que te casaras con él y luego no fijaría una fecha?
—Nah. Sólo compré uno y empecé a usarlo, dejé que la prensa
hiciera el resto. Y funcionó. Excepto... que no fue así. Porque se negó
rotundamente. Dijo que siempre había cuidado de mí, pero que no nos
íbamos a casar. Me dio una asignación, como si fuera un niño, al igual que
yo era su responsabilidad o algo así. A la mierda eso. Era lo
suficientemente buena para atarme, pero no era lo suficientemente buena
para tener mi nombre en su cuenta bancaria.
La consideré por un momento. Su frustración era una cosa tangible,
dándole un aura de inestabilidad eléctrica. Decidí que el silencio era
probablemente mi mejor recurso.
Pero continuó sin que se lo pidiera. —Entonces, ¿qué se supone que
debo hacer? ¿Eh? Ese dinero es tan mío como suyo; ¡me lo gané! Lo apoyé
a través de todo, lo dejé utilizarme para sus fantasías enfermas
acondicionadas con su madre y hermana perra molesta.
—Nunca lo amaste —dije, más para mí que para ella. A pesar de mi
decisión de permanecer en silencio, las palabras se deslizaron, mi corazón
herido un poco a favor de Ronan.
—¿Qué? ¿Amarlo? ¿Amara Ronan? No quiere amor. Quiere un
juguete sexual. Está en mal estado. Todo lo que quiere, todo lo que alguna
vez ha querido, es simplemente alguien con quien jugar, controlar, dar
órdenes. Él dijo que quería cuidar de mí, pero lo que quería era
controlarme. Por supuesto que no lo amaba.
Mi teléfono eligió ese momento para sonar. Sostuve su mirada por
un instante, sus palabras angustiándome por muchas razones. Ni siquiera 263
sé por dónde empezar. Así que volví mi atención a la pantalla.
—Puedes comprobar tu saldo bancario. Los fondos han sido
transferidos. —Me quedé impresionada con lo compuesta que sonaba.
Se puso de pie bruscamente, sacó algo de color rosa brillante de su
bolso brillante color rosa y empezó tecleando en la pantalla. También
continuó hablando, murmurando para sí, de verdad, aunque me hubiera
gustado que no lo hiciera.
—Sabes esto ya. No tengo que decirte lo enfermo que está, cómo no
te tocará a menos que no lo puedas tocar. Pero tal vez te gusta, tal vez
estás tan arruinada como él...
Por suerte, por fin se tranquilizó. Vi el momento exacto en que leyó
su saldo bancario, porque sus ojos se iluminaron. Esnifó, se limpió la
mano por la nariz, y luego en realidad sonrió.
»Bueno, jódanse todos ustedes. Estoy a punto de ser una estrella, y
todos pueden irse al infierno.
Sin siquiera mirar atrás mientras caminaba hacia la puerta, salió,
cerrando al salir.
Esperé quizás tres segundos y entonces fui por las fotos, enviando
unas cuantas hacia la pared en mi prisa. Me obligué a calmarme,
apretando de nuevo los dientes, y luego dándole la vuelta a la primera
hacia mí. Cada músculo de mi cuerpo se tensó mientras consumía la
imagen.
Entonces le fruncí el ceño, confundida, por todos los desvaríos de
Brona sobre qué tan enfermo era Ronan, no vi nada de todo eso objetables.
Si este era su pase Ave María 20 , si esto era con lo que había estado
amenazando con Ronan y despotricando durante meses, entonces se ganó
el premio al momento de chantaje más decepcionante de la historia del
mundo.
Sí, tenía un collar, pero se veía como uno de esos collares de moda.
Tenía una correa o una cinta que se le atribuye, pero Ronan la sostenía
casi distraídamente alrededor de su muñeca. Sin apretarla. No la
estrangulaba.
Ella se inclinaba sobre el brazo de una silla, vestida con un corpiño
de cuero negro con plumas, y sus manos se hallaban atadas con lo que
parecía ser del mismo material que la correa, probablemente una correa de
cuero, con sus piernas esposadas a una barra separadora, sosteniéndolas
abiertas. No llevaba nada más. Ronan se paraba detrás de ella. Tenía los
ojos cerrados, las manos en sus caderas, y la tomaba por detrás.
Comprobé el resto de las fotos, y eran básicamente imágenes en
tiempo transcurrido de la misma cosa. Entonces busqué las fotos por otras
264
cosas como látigos o implementos de dolor. No hallé. Noté que en una de
las imágenes se podía ver claramente que Brona tenía una bufanda o
corbata de seda sobre su boca, pero se veía suelta. Apenas había sido
amordazada.
Sintiéndome aliviada y extrañamente excitada, me llamó la atención
la ironía de la situación anómala. Miraba las fotos de Ronan teniendo
relaciones sexuales con otra mujer, y en lugar de los celos me imaginaba a
mí misma en su posición, con las piernas separadas y las manos atadas
mientras Ronan usaba mi cuerpo para placer.
—Vi a Brona en mi camino.
Me puse rígida, enderezadme, tomé una respiración fuerte, y mis
ojos volaron a la puerta.
Ronan se encontraba justo en la entrada, sus ojos cautelosos, pero
intensos mientras buscaban mi cara y luego bajó a las fotos en mis manos.
Caminó y cerró la puerta con un suave clic.
»Dijo que eras una enferma, igual que yo. —Sus palabras fueron
burlas, a pesar de que llevaban un borde de algo que sonaba muy parecido

20Es justo una forma coloquial de llamar a un pase desesperado a la zona de anotación,
cuando prácticamente el juego está acabado.
a la esperanza. Caminó hacia mí, luciendo dolorosamente delicioso con un
traje color marengo.
Tomé una respiración profunda y luego dejé que las imágenes
cayeran en la mesa de trabajo, organizando las imágenes así podía verlas
mientras se acercaba.
—Joan la convenció para vendérnoslas más una cinta de ustedes.
Asintió distraídamente, mirando las fotos. —¿Has visto la cinta?
—No. No tengo un reproductor de video.
Volvió su mirada a la mía, atrapándola. Lucía cauteloso; su mirada
investigando. —Pero, ¿lo harías? ¿Si tuvieras un reproductor para ello?
Me encontré con su mirada y le di honestidad. —No lo sé. No lo creo.
Las imágenes muestran un panorama bastante claro por su cuenta.
Ronan, ¿crees que...? —Hice una pausa, tratando de averiguar cómo hacer
mi siguiente pregunta. Por fin, espeté—: ¿Crees que hay algo más? ¿Crees
que Brona podría chantajear con otra cosa? ¿O es esto?
—Esto es todo. —Señaló las fotos con una inclinación de cabeza—.
Por lo que sé, esto es lo peor de todo.
—Lo peor de todo... —repetí, escaneando las imágenes. 265
—Y, ¿qué piensas? De las imágenes.
—Creo que... —Tragué saliva con esfuerzo, incliné la cabeza en alto
para luchar contra mi impulso instintivo de apartar la mirada—. Creo que
no me gusta ver las fotos de ti con alguien más.
La esquina de su boca se curvó hacia arriba, y tomó la foto superior
y la giró boca abajo. —No mires las imágenes entonces.
Continué antes de perder los nervios. —También creo que
deberíamos quizás hablar de cómo, quiero decir, ¿qué es lo que te... —
Lamí mis labios nerviosamente. Una vez más, no sabía cómo hacer la
pregunta.
¿Qué tan pervertido era Ronan?
¿Qué tan pervertida era yo?
—Vamos —dijo, el comienzo de una sonrisa ahora fundida con algo
de su cautela, su mirada volviéndose cálida y curiosa. Tomó mi mano y
luego comenzó tirando de mí mientras caminaba hacia atrás, hacia el
dormitorio.
—Lo que quiero decir es, ¿te gusta el collar? ¿Quieres... amarrarme
también? —Mi voz se quebró en la última palabra, haciéndome temblar.
No era buena en la comunicación sobre el sexo porque nunca lo había
hecho. Todo lo que hice antes de estar con Ronan era vainilla al extremo y
no requería ninguna discusión.
Negó con la cabeza mientras cruzábamos el umbral en el dormitorio.
Las cortinas estaban abiertas, y la luz solar sirvió como la única fuente de
luz.
—No. El collar fue idea de Brona, al igual que la correa, y las usamos
sólo una vez. Creo que ahora, ahora que he visto las fotos, debe de haberlo
hecho sólo por el bien de la cámara.
—¿Y la barra separadora?
—Oh, ahora me gustarías mucho tú en ella, mucho. Y tal vez más
tarde, una vez te acostumbres a la barra, podríamos usar un cabestrillo. —
Su mirada se oscureció mientras me llevaba a la cama. Ronan me guio
hasta quedar sentada en el borde de la misma, pero en lugar de sentarse a
mi lado, retrocedió hasta que se hallaba de pie en la pared, junto a la
cómoda, poniendo por lo menos cinco pies de distancia entre nosotros.
—Así que... —Me quedé mirándolo, sintiéndome dicotómicamente
excitada y preocupada por la idea de una barra separadora o un cabestrillo
de sexo. Lo que habíamos hecho hasta ahora, lo que habíamos estado
haciendo con las restricciones y los cubitos de hielo, se sentían 266
completamente normales para mí, juguetón pero dentro de los límites de la
normalidad.
Ronan fue el primer hombre que jamás había querido atarme
durante el sexo. A pesar de que no habíamos discutido previamente o
después de lo que se sentía... bien. Estuvo bien.
¿Pero los juguetes? ¿Un collar y correa? ¿Cuero y plumas? ¿Toda la
perversión?
Alzó su ceja izquierda, muy lentamente, mientras me veía luchar por
palabras, sus labios se torcieron un poco hacia un lado.
Por último, indicó—: Annie, ¿qué crees que hemos estado haciendo
hasta ahora?
—Supongo, supongo que pensé que era —Suspiré, parpadeando en
un punto por encima del hombro—. Pensé que sólo te gustaba que las
cosas sean intensas durante... y me gusta, también. Pero no lo llamaría
BDSM a atarme o vendarme los ojos.
—Es y no lo es. Lo que hemos estado haciendo es lo que me gusta:
moderación, dominación y sumisión. No estoy interesado en el
sadomasoquismo. No dañando a la gente, pero me gusta estar en control.
—¿Dominación y sumisión? —Mi voz se quebró de nuevo, y me sentí
un poco jadeante, excitada por las etiquetas.
—Sí. —Inclinó la cabeza, estudiándome pensativo. Lo miré con los
ojos abiertos cuando despreocupadamente arrancó mi bufanda de la
cómoda y se dirigió de nuevo hacia donde yo me encontraba sentada
posada en el borde de la cama. Se cernió sobre mí por un largo momento,
sus ojos oscuros calientes, mientras sin pedir disculpas miraban la parte
delantera de mi camisa. Mi interior hizo un salto mortal y se calentó,
reordenándose a sí mismo, quemando bajo su mirada sugestiva.
Ronan respiró hondo y luego se arrodilló, situándose entre mis
piernas. Sus manos se deslizaron bajo mi falda, avanzando poco a poco
hacia arriba y abriendo mis muslos, sin soltar el trozo de tela. Me hizo
cosquillas con él. La suavidad sedosa envió un choque de piel de gallina a
lo largo de mi piel, difundiendo calor hasta mi pecho, cuello y punzante
excitación entre mis piernas.
—Me gusta —susurró, su mirada sosteniendo la mía—. Me gusta
decidir lo que sucede y cuándo. Me gusta tener el control y ser responsable
de tu pérdida de control. Me gusta cuidar de ti, todo de ti. Me gusta tu
confianza en mí, implícita y explícitamente.
Los pulgares de Ronan frotaban círculos ligeros en la piel de mis
muslos justo debajo de mi cima. Instintivamente, me acerqué más, mis
piernas abriéndose más amplias. Agarré sus hombros y traté de tirar de él 267
hacia mí. Necesitaba su toque unas pocas pulgadas más alto, pero se
retiró. Retiró sus manos, sus dedos rozando mi piel desnuda, enviando un
escalofrío a mi centro.
»¿Confías en mí, Annie? —Se echó hacia atrás, con los ojos todavía
sosteniendo los míos mientras se desabrochaba la camisa y
meticulosamente empujado por mis hombros, al tiempo que sostenía mi
bufanda.
—Sabes que lo hago.
—¿Y si te ato? —Ronan descartó mi camisa y luego desabrochó mi
sujetador. Su pregunta era suave y curiosa.
—Has hecho eso. —Le ayudé retirando los tirantes del sujetador—.
Sabe que e-eso me gusta.
—Pero, ¿qué si también ato tus piernas, extendiéndolas, y estuvieras
boca abajo en la cama? ¿Y si te vendo los ojos? ¿Qué pasa si uso juguetes?
Parpadeé ante eso, cubriendo instintivamente mi pecho con mis
brazos. —¿J-juguetes? ¿Qué tipo de juguetes?
—Sólo los juguetes que te hacen sentir bien. —Ronan tomó una de
mis manos, luego la otra, de donde las cruzaba sobre mi pecho; anudó el
pañuelo ahora retorcido alrededor de mis muñecas y ató un nudo seguro,
su pulgar y mirada persistente en mi piel vulnerable.
—¿Harían daño? —me las arreglé para susurrar.
Sus ojos se dirigieron de nuevo a los míos, y respondió de
inmediato—: No. Como he dicho, me encantan la sumisión y control. No
soy un sádico. No me gusta lastimar a la gente, y nunca querría hacerte
daño. Quiero tu entrega.
Exhalé una respiración inestable cuando Ronan se quitó su corbata,
los dedos moviéndose a la parte inferior de mi rodilla, el toque más
elemental; pero inició picos de embriagador y dolorido anhelo entre mis
muslos. Los deslizó por la parte posterior de la pantorrilla al tobillo y
suavemente, con reverencia deslizó mi pie fuera de mi zapatilla de felpa.
Pensé que iba a envolver el lazo alrededor de mi tobillo, pero en lugar de
eso trajo mi pie a su boca y pasó la lengua a lo largo de la base de mis
dedos de los pies, haciendo que mi pierna sacudirse y contraerse.
Fue delicado, pero era más que eso. Fue carnal. Pecaminoso.
Abrumador. Mi sexo latía, y mis manos atadas se apretaron en puños.
Grité—: ¡Ah, Ronan!
Su sonrisa era diabólica, complacida, mientras bajaba la pierna y
anudaba su sofisticada corbata alrededor de mi tobillo.
—¿Va a someterte a mí, mi amor? ¿Umm? 268
—No estoy segura de lo que debo hacer.
—Di sí y por favor y pídeme más.
Me sonrojé un poco cuando señalé—: Ya hago eso.
—Así que lo haces. —Ronan asintió, pareciendo peligrosamente
contento, y añadió—: Pero si vamos a realmente hacer esto, si realmente
vas a ceder el control, tendrás una palabra de seguridad.
Mi boca se abrió en la alarma y sorpresa; lo miré por un momento.
—¿Una palabra de seguridad?
—Sí. ¿Qué tal “menta”?
—¿Para que te detengas? Si digo “menta”,¿entonces te detienes?
—Eso es correcto. No puedo tomar el control si no estás dispuesta a
darlo. —Ronan desabrochó el cinturón, deslizó la correa de cuero de la
cintura.
—Pero... —Luché para formar un pensamiento coherente, ahora que
me enfrentaba con un cinturón—. ¿Qué vas a hacer con eso?
Tomó mis manos y dio vuelta al cinturón a través del nudo hecho
por la bufanda. —Ponte boca abajo, enfrentando la cama, y levanta tus
brazos sobre tu cabeza. Voy a asegurar el cinturón a la cabecera por lo que
no te puedes mover.
Lamí mis labios, pensando sobre esto, entonces le pregunté—:
¿Cómo vas a sujetar mi otra pierna?
Sus ojos se movieron entre ellas, y su boca se abrióen una sonrisa
lenta. —Si quieres saberlo, tengo otra corbata —Asintió al armario—, allí.
—¿Y me vas a atar al pie de la cama?¿ Así que no puedo cerrar mis
piernas?
—Sí. Así que estás abierta para mí. Por lo que puedo tocarte como
me gusta, por el tiempo que me gusta, donde quiera que me guste.
Lo miré, mi corazón acelerándose, pero sabía que iba a hacer esto. Si
disfrutabala mitad de lo que me encantó la idea, entonces estaba bastante
segura de que Ronan Fitzpatrick me iba a arruinar para todos los demás
hombres.
Ronan se paró sin problemas, con la boca torcida hacia un lado en
una débil sonrisa, y me ofreció una mano. Puse ambas manos en la suya,
y me ayudó a ponerme de pie. Dudé por una fracción de segundo y luego
volví en mis rodillas a la mitad de la cama. Me acosté e hice lo que
instruyó, mis brazos sobre mi cabeza, tratando de alcanzar la cabecera. 269
—Tan buena, querida —me elogió. Sentí la cama hundirse detrás de
mí y me di cuenta de que se puso a horcajadas. Anudó la correa en la
cabecera de la cama y tiró, asegurándose de que quedaba razonablemente
fuerte. Entonces lo sentí moverse detrás de mí y atar mi tobillo al pie de la
cama.Se inclinó sobre mí, su aliento caliente contra mi cuello—. No te
muevas.
Asentí con la cabeza, parpadeando a las cortinas y el edredón y la
pared llenando mi visión.
Se fue, pero luego le oí regresar. Cerré los ojos, y aseguró mi tobillo
derecho como hizo con el izquierdo. Sentí mi falda subirse por la parte
posterior de los muslos mientras abría mis piernas para atarme a la cama.
—Oh, espera, mi falda. ¿No debería…?
—Shh... —Me interrumpió con un suave silencio, la punta de un solo
dedo deslizándose de mi talón, a lo largo de la parte posterior de mi pierna,
cerca de la línea del dobladillo—. De aquí en adelante, sólo tienes
permitido decir cuatro cosas: “sí”, “por favor”, mi nombre, y “menta” a
menos que indique lo contrario. ¿Lo entiendes?
Asentí con la cabeza y asentí en silencio. —Sí... Sr. Fitzpatrick.
Se quedó quieto, como si lo hubiera sorprendido. Pero entonces lo oí
reír, su dedo dibujó mi falda más arriba en las piernas. —Oh, esto va a ser
divertido.
Usó sólo su boca en un primer momento, mordiéndome,
degustándome, lamiéndome y devorando la piel desnuda de mi cuello,
hombros, espalda y piernas. Se sentía divino, y me derretí, convertida en
gelatina. Seguía completamente vestida, pero de alguna manera que lo
hizo aún más caliente.
Entonces oí un sonido de zumbido, y me puse rígida, mis ojos se
ampliaron, con alarma. Sus manos se movieron por debajo de mi falda, la
levantaron lentamente hasta que se expusieron mis bragas de encaje
blanco y nalgas. El zumbido se hizo más fuerte; y traté de presionar mis
rodillas juntas, pero no pude por mis tobillos atados. Una pizca de miedo,
pero también anticipación, pulsaba a través de mí.
Se inclinó sobre mí, trazando con la lengua mi oído y, entonces,
susurró en una caída de aliento caliente—: Esto va a ser uno de tus
juguetes favoritos.
La siguiente cosa que supe, es que levantó mis caderas ligeramente
de la cama para que mi trasero estuviera en el aire, y presionó un vibrador
en mi centro. Lo movió hacia atrás y adelante sobre las bragas de encaje
270
con dolorosa lentitud, de mi clítoris a la apertura, y maldije el trozo de tela
que separa el cuerpo de su dispositivo misterioso.
—Oh... —Sacudí mis caderas, arqueando la espalda, luchando,
amando la exquisita tortura.
Quitó la deliciosa vibración. —Ah, ahora. Di “por favor”.
—Por favor…
—Di mi nombre
—Por favor, Sr. Fitzpatrick.
Le oí dar un breve gruñido de apreciación, y luego el juguete estaba
de vuelta. Esta vez puso mis bragas a un lado y entró en mí con sus dedos
mientras presionaba el vibrador en mi clítoris.
Tomé una respiración fuerte, mis caderas sacudiéndose y
presionando hacia atrás, necesitando que sea más duro, necesitando la
vibración más alta. Pero continuó burlándose de mí. Mordió mi trasero
luego lamió el lugar, trazando su lengua de mi nalga izquierda a la espalda
inferior.
—Estas tan mojada para mí, Annie. Quieres que te folle, ¿no?
Quieres mi polla dentro de ti. Quieres rodearme y que te llene. —Quitó sus
dedos y su juguete, y grité, mi sexo apretando sin agarre.
—Sí, por favor, Sr. Fitzpatrick. —Mi respiración se enganchó; mi
cuerpo se sentía en llamas ya luchando contra las ataduras. Lo
necesitaba, su piel desnuda. Necesitaba el contacto y su calor sedoso. Me
encontraba tan vacía.
—Entonces serás mía. Di que eres mía, Annie. —Escuché su
cremallera y luego el suave sonido de sus pantalones cayendo de rodillas.
La cama hundiéndose detrás de mí, entre mis piernas abiertas.
—Soy tuya; por favor, soy tuya.
Lo sentí agarrar la cintura de mi ropa interior antes de que
escuchara el sonido característico de él desgarrándolas en dos. Sentía la
cabeza de su erección contra mi entrada, y traté de empujar hacia atrás.
Se rió entre dientes, aunque sonaba tenso.
—Dime que soy tuyo.
—Yo… soy tuya.
—No... —Se movió a sí mismo de manera que su cabeza gruesa
dibujó un círculo alrededor de mi clítoris, extendiendo mi excitación sobre
los dos.
Gemí, arqueando la espalda hasta que era casi doloroso. 271
—No, di: Ronan, eres mío. Dilo.
—Ronan, eres mío; eres mío. —Tragué la última palabra a
continuación, mordí mi brazo, necesitaba sentir algo. Este limbo entre
burlas y jodidas completas me enloquecía.
Empujó en mí entonces, y gemí. Se sentía increíble, necesario.
Ronan se inclinó hacia delante, y sentí su pecho aún vestido con su traje
contra mi espalda. Por alguna razón, el hecho de que estaba desnuda a él
a excepción de la falda alrededor de mi cintura y él seguía en su mayoría
vestido me hizo aún más caliente.
Apenas me podía mover, excepto para inclinar mis caderas hacia
atrás para unirme con sus embestidas. Él me rodeaba, sujetándome abajo,
cerniéndose sobre mí, llenándome. No duré mucho tiempo, y me vine con
un grito ahogado, diciendo su nombre, diciendo por favor y oh, Dios y sí.
—Perfecta, mi chica perfecta. Me encanta la forma en que te vienes
en mi polla.
Lo sentí inclinarse antes de que terminara del todo, encajando una
de sus manos entre mi estómago y el colchón y levantando mis caderas.
Ajustó el vibrador entre mis piernas, bailando y tocando contra mi clítoris,
mientras bombeaba dentro y fuera.
Entonces me vine otra vez, y me dolió de manera muy, muy buena.
Me sacudió, fue una explosión de calor blanco y estrellas bajo mi piel,
corrientes de éxtasis y el placer y el dolor corriendo por mis venas. Se
sentía salvaje, ardiente, caliente, y sin control; y no tuve más remedio que
abandonarme a ello, mis manos atadas agarrando puñados de la colcha,
girando mi cara en el colchón para ahogar mis gritos mientras las lágrimas
se filtraron por las comisuras de los ojos.
No me había recuperado, temblores todavía sacudiendo mi cuerpo,
cuando Ronan se derrumbó encima de mí con un gemido ahogado de su
propia liberación, mi nombre en sus labios.
Nuestra respiración pesada mezclada. Sentí el ruido sordo de su
corazón contra mi espalda. Coincidía con la mía.
Lo amaba.
Me encantó lo que acababa de hacer.
Quería hacerlo todos los días. Quería despertar con él todos los días,
verlo, tocarlo, oírlo reír, escuchar sus historias, ser sorprendida por su
sucia boca todos los días.
Él valía la pena para perder mi anonimato. Quería compartir todo
con él. 272
Tenía que decirle la verdad.
Iba a decirle la verdad.
No sabía cómo decirle la verdad porque no quería perderlo.
@RonanFitz: Mi novia es tan linda.
@Anniecat: @RonanFitz Sshh, cállate.
@RonanFitz: @Anniecat Vuelve a la cama, amor.

Traducido SOS por BlackRose10 & Ana09

Ronan
273
T
odo lo que quería hacer era encerrarme en la suite del hotel
con Annie. Desafortunadamente, mientras más personas se
daban cuenta que me hallaba en el país, más mierda me
pedían hacer. Honestamente, fue agotador tener reuniones y saludar y
estar alegre cuando todo lo que quería era atar a Annie al pie de mi cama y
excitar su cuerpo hasta que me rogara que la liberara. Pero así era la vida.
Quería volver al equipo tan pronto como fuera posible, y sonreír a las
cámaras era la única manera de acelerar el proceso. Cuando salimos,
siempre tuvimos una audiencia de al menos treinta fotógrafos. Se sentía
como vivir en una pecera.
Estábamos en nuestro camino de regreso de nuestro último
compromiso, una cena de caridad, y los organizadores habían alquilado
una limusina para llevarnos hacia y desde el hotel. Sólo eran las seis y
media, pero habíamos mostrado nuestras caras; y tan ansioso como me
sentía por estar a solas con Annie, también quería dormir durante al
menos diez horas. Por lo tanto, nos tocó irnos temprano. Revisó el mueble
bar y se sentó en el asiento largo, emitiendo un suspiro cansado.
Nos miramos el uno al otro por un momento, sonriendo contentos.
Creo que nunca superaría su sonrisa. Su cara. Se encontraba en mis
sueños y mis pensamientos. Me hallaba completamente invadido por esta
mujer, y no existía ningún otro lugar en el que preferiría estar.
Me incliné hacia delante, apoyando los codos en las rodillas y
dejando que mis ojos se arrastran por su cuerpo. Ella parecía tan
exhausta como yo.
—¿Qué pasa, amor? ¿Está el día teniendo problemas con lo que la
noche promete? —bromeé.
Dejó escapar el bostezo más adorable que jamás vi y fingió fruncir el
ceño. —Eres un estúpido conductor, sexy esclavizante, Ronan Fitzpatrick.
Y mis muñecas duelen.
Me reí. —Es Sir Ronan Fitzpatrick para usted. Ven aquí, te voy a dar
un masaje.
Me sacó la lengua y agarró una pequeña botella de licor desde el
mueble bar para examinar la etiqueta. Le di una mirada de reprimenda
antes de que finalmente se arrastrara por los asientos hacia mi regazo.
Tomé una respiración profunda y envolví mis brazos a su alrededor
apretadamente. Había una expresión pensativa en su rostro antes de que
dijera en voz baja—: Me gusta estar aquí contigo. Te ves, no sé, más como
tú mismo en este país que en los Estados Unidos.
—No tiene nada que ver con la geografía, Annie. Es sólo por ti. Estar
contigo me tranquiliza más que ninguna otra cosa. Estar dentro de ti se 274
siente como estar en casa—le dije, susurrando la última parte con voz
ronca.
La vi temblar ante mis palabras antes de que trajera su nariz a la
mía y me acariciara. El gesto cariñoso hizo que mi corazón se apretara.
Dios, cómo la amaba.
Tomé ambas muñecas en mis manos, y empecé a masajearlas,
notando que fui un poco duro con ella anoche. Tendría que aprender más
control. Normalmente, yo era la definición de control en el dormitorio, pero
con Annie tendía a perderlo un poco. Era como si hubiera estado
esperando toda mi vida por la socia ideal, y ahora que la encontré, era
imposible contenerme.
En el momento en que llegamos al hotel, Annie descansaba su
cabeza en mi hombro, su cuerpo inerte y relajado mientras la
tranquilizaba con mis dedos. Estaría contento de permanecer así durante
horas, y sentí la necesidad de decirle al conductor que hiciera otra vuelta
por la ciudad; pero ambos necesitábamos dormir. Y sí, el sexo soñoliento
con Annie antes de que ambos finalmente quedáramos dormidos también
sonaba atractivo.
Afortunadamente, sólo había un puñado de fotógrafos por ahí
cuando salimos de la limusina. La llevé hasta el ascensor, y nos quedamos
frente a frente cuando otras personas subían y bajaban. No podía dejar de
sonreírle, diciéndole con mis ojos todas las cosas que pensaba hacer con
ella cuando llegáramos a nuestra habitación. Sólo quedaba un piso más
hasta el nuestro, y finalmente nos quedamos solos en el ascensor. Ella me
dio esa mirada que amo, en la que me miraba desde debajo de sus
pestañas, y en el momento me sentí demasiado lleno de emoción. Me
sentía tan enamorado de ella que me ahogaba, y el desbordamiento de
agua salió por mis palabras. Apenas si tuve que pensar en ello.
Simplemente lo dije. Sabía que ella era lo que quería. Ella era todo lo que
quería.
—Cásate conmigo.
Me miró, los ojos cada vez más grandes con cada segundo que pasó
mientras mis palabras quedaron suspendidas en el aire.
—¿Qué?—susurró, y antes de que pudiera dudar, golpeé la mano en
el botón para detener el ascensor y me puse sobre una rodilla. Tomando
su mano en la mía, lo dije de nuevo, mis ojos brillantes, mi corazón
martillando—. Te amo, Annie, y quiero que te cases conmigo.
—Estás... estás... levántate, Ronan.
—No hasta que me contestes—dije con firmeza, ya mil “síes”, escritos
por toda su cara, pero ni uno solo de ellos salía de sus labios. 275
Todo su cuerpo empezó a temblar, y me quedé tomando su cara
entre mis manos y besando sus mejillas, nariz, barbilla, párpados, cada
parte de ella que adoraba.
—Creo que necesito sentarme—dijo ella al tiempo que el ascensor
crujió y empezó a moverse de nuevo. Alguien obviamente anuló mi mando
para detenerlo. Tomé su mano en la mía y la conduje fuera, mirándola
todo el tiempo y tratando de leer lo que pensaba. Acababa de poner todo
mi ser ahí para ella, y su vacilación me mataba con cada segundo que
pasaba.
Cuando llegamos a la habitación, todo parecía normal al principio.
Abrí la puerta con mi tarjeta de acceso, y Annie entró, deslizándose los
zapatos y el abrigo. Me di cuenta que un par de cojines habían sido tirados
al suelo, y el cajón de uno de los escritorios estaba abierto de par en par.
—¡Oh, mierda!—La oí gritar cuando entró en la habitación. Iba
pegado a sus talones y la encontré de pie con las manos en la boca en
estado de pánico. El lugar se encontraba destrozado, las maletas abiertas y
ropa arrojada por todas partes. Cada cajón y el armario estaban abiertos
también, y parecía que alguien trató de entrar en la caja fuerte, pero no
tuvo éxito. Había un hueco enorme en el metal, pero permaneció cerrado
apretadamente. Eso fue un alivio porque ahí es donde yo había
almacenado las fotos sexuales de Brona.
Una vez que Annie se tomó un momento para sí recuperarse, se
lanzó hacia adelante, buscando frenéticamente a través de sus cosas y
mascullando llena de pánico improperios a sí misma. Cogí el teléfono y de
inmediato hice una llamada a la recepción para informarles del robo.
O'Hare sonaba absolutamente consternado por la noticia, y me dio la
sensación de que este tipo de cosas no sucedían aquí a menudo. Era un
hotel de cinco estrellas, y sabía que la seguridad era de primera categoría.
Podrían haber sido matones en busca de objetos de valor, pero ¿por
qué sólo entrar en una habitación? No, esto se sentía como si alguien
buscaba información, y con todos los paparazzi siguiendo todos nuestros
movimientos, no me extrañaría que uno de ellos intentara algo como esto
para una exclusiva.
Cuando miré de nuevo a Annie, vi que había lágrimas corriendo por
su rostro mientras se retorcía las manos. —Ronan, mi portátil se ha ido.
Alguien se lo ha llevado.
Caminé hacia ella y tomó sus manos entre las mías, frotando la
parte interior de las muñecas con mis pulgares en un esfuerzo para
calmarla.
—La policía está en camino. Y no te preocupes por el portátil. Te voy
a comprar uno nuevo. ¿Tienes copias de todo?
276
Comenzó a sacudir la cabeza con furia. —No, no lo entiendes. No se
trata de que lo sustituya. Se trata de la información que hay en él. Mierda,
Ronan, no puedo... —Las palabras le fallaron cuando comenzó a sollozar, y
la tiré con fuerza contra mi pecho, rodeándola con mis brazos.
De repente, la causa de su pánico me llegó. Ella, obviamente, tenía
todos sus archivos de The Socialmedialite en su portátil. Si alguien
entraba a él, serían capaces de exponerla como la blogger anónima. Por no
mencionar el hecho de que aún no sabía que yo sabía. Algo se retorció
dentro de mí, algo afilado y horrible. No me gustaba la sensación de que la
engañaba, y estaba seguro que la mitad de su alarma se redujo a la
perspectiva de que yo la descubriera.
—Tranquila, amor; todo va a estar bien. Voy a resolver esto —
murmuré al tiempo que hubo un golpe en la puerta.
Acomodando a Annie en el borde de la cama, fui a abrir y vi a O'Hare
y dos policías. Me aseguré de expresar mi insatisfacción con sus medidas
de seguridad fuerte y claro. O'Hare cada vez se veía más cansado,
asegurándome de que el precio de la estancia ahora sería gratuito. Eso no
consiguió calmarme, y creo que él lo sabía. Pensé en el verdadero bollo de
mierda que esto podría haber sido si los ladrones hubieran encontrado las
fotos de Brona y apreté los puños.
Pensar en alguien tomando las cosas de Annie me molestó aún más.
No quería que el mundo supiera quién era en realidad, tanto como ella.
Podría haber sido lanzada en el mundo de las celebridades por ser mi
novia, pero sería otra historia si su identidad como The Socialmedialite se
filtraba. Ella era el secreto mejor guardado del Internet, y estoy seguro que
los que trabajan en los medios de comunicación podrían vender sus
riñones izquierdos por la exclusiva.
Quería protegerla tan mal, y el hecho de que esto estuviera fuera de
mi control era difícil de manejar. Sentí ganas de destrozar el mundo sólo
para mantener a Annie lejos de ser expuesta.
Haciendo un esfuerzo concertado para calmarnos, le dije a los
oficiales la forma en que había encontrado el lugar, y O'Hare fue a buscar
la grabación de seguridad del pasillo fuera de nuestra habitación. Patricia
entró con té y bocadillos en un momento, desapareciendo en la habitación
para hablar con Annie. Me di cuenta de que cerró la puerta después de un
minuto y me pregunté qué discutían. A pesar de todo este drama, mi
propuesta seguía en la vanguardia de mi mente, y sabía que si Annie no
estaba segura de decir sí antes, ahora se sentía totalmente aterrorizada. El
robo no podía haber llegado en un peor momento posible.
Alrededor de una media hora más tarde, yo me encontraba de pie en 277
la sala de vigilancia del hotel viendo a un hombre solitario caminar hasta
nuestra suite en la pantalla, manipular la cerradura, y luego desaparecer
dentro de nuestras habitaciones. Llevaba una gorra alta, pero sin
pasamontañas, y aunque el material se veía arenoso, reconocí al cabrón de
inmediato. Era uno de los “paps” más agresivos con los que había tratado
y estuvo siguiéndonos a Annie y a mí sin parar desde que llegamos a
Dublín. Incluso sabía su nombre porque escuché a otro fotógrafo llamarlo
Gavin una vez. Después de que la policía se fue a buscarlo, pensé en volver
a la habitación, donde sabía que Annie seguía en crisis, pero mi culpa y
temor me mantuvieron lejos.
No quería que me dijera que no se casaría conmigo, pero también
tenía que decirle que sabía que ella era The Socialmedialite. Sin embargo,
antes de hacerlo, necesitaba un maldito trago.
En el bar, actué por completo fuera de lugar al bajar de una, tres
tragos de whisky todos en fila. Me di cuenta de que algunas mujeres se
sentaban cerca mirándome y me incomodaron cada vez más, por alguna
razón, por lo que no me quedé mucho tiempo. Salí justo después del tercer
trago de coraje líquido y tomé el ascensor hasta nuestra suite. Cuando
llegué allí, Patricia se había ido, pero las habitaciones habían sido
arregladas. Encontré a Annie sentada en la cama con una taza de té de
menta en sus manos y una bata de baño. Tenía su cabello mojado, y sus
ojos eran de color rojo, lo que indicaba que había estado llorando. De
hecho, por lo visto, había estado llorando mucho, y quería golpearme a mí
mismo por no estar ahí para consolarla.
—Tenemos una pista sobre el ladrón—le dije en voz baja, de pie en la
puerta. Miraba por la ventana, sin encontrar mi mirada—. Estoy casi
seguro de que es uno de los “paps” que nos ha estado siguiendo. Un
imbécil total. Hay una buena probabilidad de que encontremos tu portátil
en una pieza.
Sus ojos se posaron en mí entonces, y la vi tragar. —No entiendes.
Lo primero que va a hacer es descargar todo mi disco duro. Es la
información la que es valiosa, Ronan, no el portátil. —Su voz sonaba muy
tranquila, cuando me susurró—: Lo utilizaran contra mí.
Verla así me hizo doler. Quería compartir su carga, decirle que todo
estaría bien, pero no pude. Apreté los puños y los dientes.
—Lo resolveremos juntos, Annie. No estás sola en esto. —Traté de
tranquilizarla.
Tenía los ojos llorosos de nuevo, más lágrimas formándose, y la
mirada que me dio hizo que mi corazón se agrietara en dos. —No vas a
decir lo mismo una vez que sepas la verdad. No vas a querer tener nada
que ver conmigo entonces. —Una pausa, antes de continuar en voz baja—: 278
Sobre todo lo del matrimonio.
Tomé tres pasos largos en la sala y me senté en el borde de la cama.
Era el momento. Me lo podría contar ahora, y todo estaría al aire. Nunca
tendría que admitir que ya sabía. —¿Qué verdad?—murmuré—. ¿De qué
hablas, cariño?
Nuestras miradas se encontraron, y la mirada de puro terror en su
rostro me dijo que no iba a admitirlo. —Nada. Es sólo la información de los
clientes. Podría causar un problema para ellos si la prensa pone sus
manos sobre documentos privados.
—Mientes —le dije—. Annie, no vuelvas a pensar hay algo que no me
puedes decir. Te amo. Lo sabes. Nada puede cambiar eso.
—No estoy mintiendo—dijo con voz ronca.
Frustrado, me subí al centro de la cama y tomé su cara entre mis
manos. —Sí lo estas. No tengas miedo, amor. No voy a ir a ninguna parte.
—No puedes saber eso.
—Sí puedo. Dime. —Sentí su pulso aletear contra mis dedos, su
respiración acelerándose por el pánico. Ella era como un pequeño pájaro
atrapado en una jaula, desesperado por liberarse. Odiaba ponerla en la
jaula, así que me decidí a tomar la bala en su lugar. Sentí como si todo el
aire saliera de mí cuando exhalé fuertemente y le dije—: Mira, no es
necesario que te preocupes por nada. Ya lo sé.
El tiempo se ralentizó. Annie frunció el ceño. Tragué saliva. Cada
músculo de mi cuerpo se tensó apretado, y la comprensión se encendió en
sus ojos.
Se alejó tan lejos como podría ir, lo cual no era mucho, y odié como
me miraba en ese momento. Me miraba como si fuera un extraño.
Sospecha entrelazada en sus palabras.
—¿Tú sabes qué, Ronan? ¿Qué es lo que sabes?
En un latido del corazón, las mesas habían girado, y ahora yo era el
que empezaba a entrar en pánico. Intentó alejarse de mí de nuevo, pero
tomé sus hombros, fijándola en el lugar. —Sé sobre tu blog —dije,
tratando de sonar fuerte y seguro y fallando miserablemente. Mi voz era
toda áspera y desigual—. Sé que eres realmente The Socialmedialite.
Sus ojos vacilaron de allá para acá entre los míos con incredulidad
por lo que pareció para siempre. Cuando finalmente habló, sólo fue una
palabra.
—No.
—Por favor déjame explicar.
279
Apretó sus ojos cerrados. —Esto no está pasando. —Un segundo era
débil, angustiada, pero al siguiente segundo, todo eso cambió. Abrió sus
ojos y me miró—. ¿Por cuánto tiempo lo has sabido? ¿Cómo te diste
cuenta?
—Tu teléfono —confesé—. Esa vez que lo perdiste. Lo dejaste en mi
auto. Un tweet vino a la pantalla de tu cuenta de Socialmedialite. Puse dos
y dos juntos.
Su pecho se elevó y cayó en ira, pero no la dejé empujarme lejos.—
¡Eso fue hace semanas! Tú…yo…nosotros…hemos intercambiado correos
electrónicos desde entonces. Fingiste….
—Tú fingiste, también —dije, cortándola—. Fingiste por más tiempo;
pero te perdoné, y ahora necesitas perdonarme.
—Suéltame. —Rabió.
—No huyas de mí —rogué.
—Dije ¡SUÉLTAME! —gritó, y mi cuerpo se ablandó. La solté
inmediatamente, y bajó de la cama, los pies pisoteando en la alfombra
mientras paseaba por la habitación. Me rompía en piezas diminutas
mientras sentía que ella emocionalmente cortaba todos los lazos. No podía
manejar esto. Estaba demasiado profundo, y si me dejaba ahora, nunca
me recuperaría.
—Lo siento tanto, amor; por favor ven aquí, y déjame explicar.
Déjame explicar por qué mentí —dije, sonando como un hombre
desesperado. Era la única mujer por la que alguna vez estaría
desesperado. Tenía que hacer esto bien.
Dejó de pasearse y se volvió a enfrentarme, hablando en pausas y
empezando como si estuviera poniendo piezas de un rompecabezas juntas
en su mente. —Me manipulaste. Me escribiste correos buscando consejos
románticos, y supiste que era yo todo el tiempo. Escribiste ese correo
diciendo que me amabas sabiendo que sería yo quien lo leería. No puedes
solo…. —Su voz se rompió mientras las lágrimas asumían el control—. ¡Me
engañaste, Ronan!
—No trataba de engañarte. ¡Era la verdad!
—¿La verdad? ¿Lo era? ¿O todo esto ha sido un juego? ¡¿Enviaste
ese correo sólo para que así te dejara follarme?!
Muy bien, ahora me enojé. Me levanté de la cama y caminé hacia
ella, moviéndola hacia atrás y golpeando mis manos en la pared detrás de
ella. Vacilé un poco cuando se estremeció. —No juego juegos, y he sido 280
solo real contigo, Annie. Mandé esos correos porque quería que supieras
cómo me sentía, pero sabía que si te lo decía en persona, te asustaría.
Escribiéndolo y dejándote leerlo sin tener que responder te dio seguridad.
No importa lo que puedas pensar, siempre vienes primero para mí. Y te
pedí que te casaras conmigo porque quiero que sepas que estoy
completamente dentro. Me tienes, cuerpo, corazón, y alma.
Cerró sus ojos cuando habló. —Por favor, detente. Sólo detente…. —
Un nudo se formó en mi garganta mientras me alejaba. Girando su cabeza,
me miró y luego miró hacia el piso. Su voz era muy pequeña cuando habló,
mirando a sus pies—. ¿No puedes verlo? Me siento… violada y expuesta
teniendo que lo sabes, teniendo que cualquiera lo sabe.
—¿Soy sólo cualquiera para ti?
No me respondió. En su lugar, negó con su cabeza y continuó como
si no hubiera hablado. —Escribir… escribir en un blog ha sido siempre mi
mayor secreto. Esto probablemente va a sonar loco, pero es el único lugar
donde puedo ser libre y completamente feliz, es el único lugar donde puedo
ser mi verdadera yo sin miedo. Si la gente sabe que soy yo, entonces ya no
es mi escape nunca más. Tomaste esa libertad de mí, Ronan, y no estoy
segura de sí puedo perdonar eso.
No era un llorón. De hecho, podía contar con una mano la cantidad
de veces que realmente lloré en mi vida, pero en ese momento sentí una
lágrima escaparse. Estaba tan, tan dañada por sus experiencias, y la
escritura era su modo de escaparse. Pero tenía que ser anónimo. Era la
única forma en que funcionaba. Y ahora ella sentía que yo lo había
arruinado.
—Nunca le diría a nadie —empecé; pero me interrumpió, y su pasión
volvió mientras levantaba sus manos con ira.
—¡Ese no es el punto! Ese ladrón tiene mi laptop. Pronto sabrá mi
secreto y lo venderá al mejor postor. Seré acosada. Mi vida nunca volverá a
ser de la forma en que era. Ha sido segura y confortable, y aunque podría
haber sido solitaria, era perfecta para mí. ¡Ojalá nunca te hubiera
conocido! ¡Si no lo hubiera hecho, entonces nada de esto habría sucedido!
Mi corazón cayó al suelo. Literalmente podía oír el horrible golpe
sangriento. Estaba hecho. Sus palabras me cortaron como un cuchillo.
Debí haber lucido completamente miserable mientras me hallaba de pie
allí, mirándola, rogándole con mis ojos que no hiciera esto.
Lo hizo de todas formas, apenas mirándome cuando dijo
duramente—: ¿Tienes algún otro lugar donde puedas quedarte? Me
gustaría estar sola.
—Estás molesta. Lo entiendo. Pero si me marcho, ¿me hablarás en la 281
mañana? ¿Me darás una oportunidad para explicar?
—De acuerdo, bien.
No me miraría completamente, pero sus palabras me dieron un
pequeño trozo de alivio. Podía arreglar esto. Luego de que hubiera tenido
algo de tiempo para dejar que el enojo se disipara, me escucharía.
—Muy bien entonces. Me iré —dije tristemente y empecé a moverme
hacia ella. Necesitaba besar su mejilla, abrazarla, cualquier cosa, antes de
irme, pero la mirada que medio mientras me acercaba me dijo que no. No
me podía dar nada en ese momento. Me sentía como un moribundo
mientras caminaba fuera de la suite, apenas suficientemente fuerte para ir
a la recepción y tomar otra habitación para mí. La mujer en el mostrador
me dio una mirada extrañada, así que mentí y le dije que no nos
sentíamos cómodos quedándonos en una habitación que había sido
asaltada. Luego de que dije eso, prácticamente caía sobre sí misma para
darme otra suite.
A pesar de mi cansancio, no dormí un pestañeo. En vez de eso, me
senté viendo televisión monótona y tratando de resistir la urgencia de
volver a Annie y obligarla a escucharme. Traté de convencerme a mí mismo
que darle espacio era la mejor idea y que forzar las cosas con ella nunca
había funcionado antes.
A las seis treinta de la siguiente mañana, tomé una ducha para
tratar de despertarme y me puse el mismo traje que vestí para cenar la
tarde anterior. Encontrando a O’Hare en la mesa del portero, le pregunte si
la policía había informado de nuevo sobre el robo. Sonrió orgullosamente y
me dijo que había estado a punto de ir a buscarme. Habían atrapado al
ladrón y devolvieron las pertenencias robadas, las cuales consistían en
ambas portátiles, la mía y la de Annie, nuestro itinerario de viaje y la
tablet de Annie.
Por primera vez desde ayer, me sentí como sonriendo. Annie
seguramente estaría sobre la luna por tener sus cosas de vuelta y podría
aun estar menos molesta conmigo. Llevando nuestras cosas hasta la suite,
llevaba una estúpida, esperanzada sonrisa en mi rostro, pesando que iba a
hacer todo mejor. Abrí la puerta y llamé su nombre. No recibiendo
respuesta, llamé de nuevo y abrí la puerta de la habitación un poco,
pensando que aún podría estar durmiendo. Mi corazón saltó un latido
cuando miré dentro.
La cama se encontraba vacía. Y en la cómoda había un pequeño
pedazo de papel con una nota.
Ronan,
Estoy tomando un vuelo temprano a casa. No puedo
282
permanecer más aquí.
Lo siento.
Annie.

Tenía mis cosas empacadas y organizaba un vuelo unos segundos


después de leer su nota. De ninguna manera. No existía una jodida
manera en que estuviera dejándola terminar las cosas así. Quince minutos
después, me hallaba fuera y en un taxi dirigiéndome al aeropuerto. Traté
de llamarla muchas veces, pero tenía su teléfono apagado lo que me hacía
pensar que estaba probablemente en el aire. Me preguntaba cuántas horas
iba detrás de ella. ¿Se fue temprano esta mañana, o se fue simplemente en
el momento en que la dejé anoche?
Mierda, nunca debía haberla dejado. No podía creer que me dejó.
Dijo que nos daría una oportunidad para hablar. Pero no lo hizo. Mintió, y
ese era el problema.
No me tomó mucho tiempo para que registrara mi equipaje y pasara
por la aduana. No había comido desde ayer, y mi estómago empezaba a
decirme todo al respecto para el momento en que llegué a la sala VIP. Era
desconcertante. Nunca olvidé comer. Nunca. Esta cosa con Annie jugaba
en grande con mi cabeza.
Estaba a punto de ir en busca de comida cuando me detuve en seco;
sentado en una mesa por la ventana se hallaban mis abuelos paternos,
Mick y Marie Fitzpatrick. Bebiendo cafés y mordisqueando magdalenas,
apenas hablándose uno al otro, con la silenciosa urbanidad de las clases
altas.
En serio, el mundo se cagaba en mi hoy.
No estaba seguro de qué era. Quizás me comenzaba a quebrarme
luego de todo lo que pasó con Annie porque hace mucho tiempo me rendí
de tratar de formar parte de sus vidas, pero sentí la urgencia de
confrontarlos. Nunca quisieron tener nada que ver Lucy y yo, y siempre
estuve enojado por eso, diciendo que se jodieran ellos y su dinero. Y por
mucho tiempo me había estado aferrando a esa ira, dejándola enconarse y
haciéndome sentir como que nunca iba a ser lo suficientemente bueno.
Que nunca podría alcanzar cualesquiera estándares ridículos que esta
gente estableció para sí mismos. 283
Probablemente volabana una de sus muchas vacaciones lujosas que
seguramente tomaban cada año. Estuve de pie un momento y los miré
mientras empezaron a discutir uno con el otro sobre algo. En ese
momento, me di cuenta de lo poco importantes que eran. Cómo mi enojo
en todos esos años, especialmente cuando era más joven, había sido tan
sentido.
Sin pensarlo, mis pies se movieron, y caminaba hacia ellos. Había
pasado mucho tiempo desde que los contacté, y fui herido por su rechazo
en ese momento. Ahora los miraba con ojos nuevos.
No daba dos mierdas por ellos nunca más, y era absolutamente
liberador.
—Ah, abuelo y abuela, ¿cómo les está yendo esta hermosa mañana?
—chillé y jalé una silla a su mesa. Marie se asustó cómicamente, mirando
como un búho aterrorizado, y Mick empezó a agitarse incómodamente en
su asiento.
—Ronan, eso es inesperado —dijo, sentándose derecho y mirando
sobre mi hombro, me imaginé que buscando algún tipo de excusa para
irse. Estaba viejo ahora, y yo me encontraba en la plenitud de mi vida. Me
miró con recelo, como si hubiera encontrado mi tamaño inquietante. Tomé
un poco de placer de eso. Una vez hubo un tiempo cuando fui débil y él era
fuerte. Ahora las mesas se habían girado verdaderamente. Alcanzándolo,
arrebaté un pedazo de magdalena de su plato y tomé un mordisco. No
porque lo quisiera sino porque quería ponerlo tan incómodo como fuera
posible. El hijo de puta se lo merecía.
—Entonces, ¿a dónde salen esta vez? Espera, déjame adivinar; es
Míkonos de nuevo, ¿o no? Siempre has sido aficionado a la vieja Míkonos,
Mick —dije, tomándole el pelo y dándole un empujón con el codo—. Ahí
tienen algunos fabulosos clubs nocturnos, escuché. Ideales para cuando la
abuela quiere relajarse con un buen libro y tú puedes dirigirte a los
azulejos, ¿eh? Conocer alguna compañía masculina con ideas afines.
Marie comenzaba a avergonzarse, sus ojos rogando a su esposo que
se deshiciera de mi de alguna forma. Otras personas comenzaban a mirar,
y si Marie Fitzpatrick odiaba algo, era una escena.
—Estás siendo desagradable —dijo Mick—. Y mi esposa y yo
apreciaríamos si te fueras.
Golpeé mi mano duro en la mesa, y él se puso completamente salto
en su asiento. Fue hilarante, y me sentía un poquito borracho con el
poder. No necesitaba su aprobación nunca más. ¿Por qué no me di cuenta
de esto hace años?
—Me iré cuando esté listo —dije, voz dura asegurándome que 284
escuchara la amenaza.
—Mick, llama a la seguridad del aeropuerto —dijo Marie, toda aguda
y chillona—. Esto es acoso.
—Si esto fuera acoso —empecé, mi tono silenciosamente siniestro—,
no podrían estar sentados confortablemente en sus asientos. Par de
malditos cobardes, ambos. Están tan preocupados de lo que otra gente
piense que han vivido vidas vacías, solitarias y se han perdido de conocer a
sus nietos. Es su pérdida. ¿Oyen eso? Su pérdida.
Mick tenía su teléfono fuera de su bolsillo ahora, revolviendo para
encontrar el número del departamento de seguridad del aeropuerto. Me
reía y fuertemente empujé mi silla hacia atrás. —Relájate, su nieto canalla
se está yendo ahora, así pueden volver a pelear y silenciosamente odiarse
uno al otro. Solía odiarlos. Ahora sólo los compadezco.
Y con esas palabras de despedida, me fui.
Aún no tenía idea de lo que iba a hacer cuando llegara a Nueva York.
No tenía idea de qué le iba a decir a Annie cuando la viera. Me encontraba
tan malditamente enojado con ella por rendirse, por huir, por no confiar en
mí, por mentir sobre darme una oportunidad.
No era como con Brona. Respetaba a Annie, quería casarme con ella,
estaba bien y realmente enamorado de ella, y tiró todo esto de vuelta en mi
cara. Renunció a nosotros sin una pelea, como si no importáramos.
Pero si sabía que si por algún milagro encontrábamos una forma de
pasar toda nuestra mierda juntos, nunca seriamos nada como Mick y
Marie Fitzpatrick.

285
El asaltante: Cuando uno se topa con el sujeto, rápidamente toma una foto, y huye.
Ideal para: Tomas en primer plano cuando el zoom digital en la cámara del teléfono es
insuficiente, situaciones con poca luz.
No utilizar: Si la persona es más rápida que tú. Nunca vas a salirte con la tuya.

Traducido por BlackRose10 & Ana09

286

E
ra una cobarde y una hipócrita.
Pero sobre todo una cobarde.
No podía manejar una respiración completa o pasar saliva,
ni siquiera cuando entré por la puerta de mi edificio al
ascensor. Estaba segura de que me sentiría mejor una vez que llegara a
casa, menos atormentada. No lo hice.
En su lugar me sentí... vacía. Y desesperadamente sola. Y tonta. E
hipócrita. Y cobarde.
Nunca tuve un problema con mi cobardía antes. El ser una cobarde
siempre se sintió como el curso de acción más inteligente; se sentía como
el camino más seguro hacia una sostenida y garantizada seguridad. Pero
ahora que fui valiente —aunque sólo fue por unas breves semanas— ser
una cobarde se sentía como escoger vivir bajo tierra en lugar de elevarse
por el aire. Cedí, voluntariamente, mi capacidad de volar.
Traicioné a Ronan al mentirle y luego juzgarlo y condenarlo.
Me traicioné a mí misma al huir y no hacer todo lo posible para
trabajar a través de nuestros —en realidad, mis— problemas.
¡Y no tenía a nadie con quien hablar porque era una maldita
ermitaña!
Mi primer instinto fue mandar un mensaje a WriteALoveSong y pedir
su ayuda... pero no podía hacer eso. Tenía pseudo-amigos, personas que
comentaban en mi blog, pero no confidentes de la vida real. Ningún amigo
para llamar. Ninguna madre a la cual invitar. Ningún amigo gay por
siempreal cual llorar al mismo tiempo que me hacía unos fabulosos
martinis. Había empezado a interactuar con algunas de las esposas y
novias de los compañeros de equipo de Ronan, mientras estuvimos en
Irlanda, pero no podía recurrir a ellas ahora, no sobre esto.
Me encontraba sola con mi cobardía y mi loco monólogo interior.
—Maldita sea, maldito seas, marica Mickey Mouse—murmuré,
abriendo mi maleta, tratando de ordenar a través de mi ropa
apresuradamente guardada y al mismo tiempo tratando de ordenar a
través de mis sentimientos apresuradamente almacenados. Ambos se
hallaban en completo desorden. Todo estaba arrugado y enredado, y
probablemente me iba a poner a llorar.
Entonces mi teléfono de casa sonó, y el estridente, inesperado sonido
me asustó. Parpadeé hacia él, recordando que mi celular seguía en modo
avión tras el vuelo nocturno. Mi corazón dio un vuelco, pensando que
podría ser Ronan, así que corrí y agarré el teléfono sin comprobar el
identificador de llamadas. 287
—¿Hola? ¿Hola?
—¿Annie?
Mi corazón saltarín cayó en las bajas rocas, lastimándose más. Me
puse rígida y contuve la respiración porque la persona en el otro extremo
sonaba exactamente como la madre de Ronan.
—¿Hola? ¿Estás ahí?—preguntó, y ahora estaba segura de que era
ella.
Cerré los ojos para recoger cualquier vestigio de armadura mental,
que me quedaba y me aclaré la garganta antes de contestar—: Sí. Estoy
aquí. Hola, Sra.Fitzpatrick. ¿Cómo puedo ayudarle?
Se quedó en silencio durante un largo rato. Me pareció oír una
puerta abierta y a continuación un cierre. Ella soltó—: Lo siento mucho,
Annie. Lo siento mucho, fui... bueno, una total mierda.
Medio me atraganté, medio me reí mientras mis ojos se abrieron;
cogí la mesa detrás de mí para mantener el equilibrio. —Eh… Yo eh... yo —
¿Con sinceridad qué dice uno a una mujer que se acaba de llamar a sí
misma una mierda? Finalmente, logré un—: Sra. Fitzpatrick, no sé qué
decir.
—Entonces, por favor, sólo escucha. —Tomó una respiración audible
antes de continuar—. En primer lugar, lo siento. Lo que te dije, no estuvo
bien. No tenía derecho. Mi hijo... es como su padre en muchos aspectos,
pero también es muy diferente. Para mí, las cosas no fueron fáciles con su
papá. Realmente, nunca encajé, y creo que él lo sabía; pero yo lo quería
mucho.
—Sra. Fitzpatrick, no tiene que decirme esto. No quiero que se sienta
como…
—Pero yo sí. Yo sí necesito decírtelo, porque amas a Ronan, y él te
ama. La mayoría de la mierda impresa por los medios es sólo eso, mierda.
Pero las imágenes no mienten. La forma en que los dos se miran, puedo
verlo. Es obvio para todos que te preocupas por él profundamente.
Me froté la frente con mis dedos; esta no era una conversación que
no estaba lista para tener. —No puedo…
Me interrumpió de nuevo. —Me habló de tu pasado, de cómo has
crecido.
No tuve respuesta para eso, aunque me senté y solté un silencioso
suspiro. Inexplicablemente, mi barbilla comenzó a tambalearse.
—Sé algo acerca de sentirse indigno, Annie. Y lo siento si te hice 288
sentir de esa manera.
Negué con la cabeza. —Tenías razón. Él se merece algo mejor. Se
merece algo mejor que yo.
—No, en serio que no. —Se rio un poco—. La forma en que lo has
cuidado, lo has ayudado, ponerte a ti misma en el ojo público. No creo que
haya algo mejor que tú. Y, de todos modos, él te quiere. Te ama, Annie.
—Lo sé —dije medio sollozando.
—Entonces vamos a empezar de nuevo. Seamos amigas.
Ya lloraba ahora, pero silenciosamente, e hipé sin gracia, cuando
dije—: ¿Amigas?
—Sí. Amigas. Soy una madre de mierda, la pobre de Lucy
seguramente te dirá eso, pero creo que puedo ser una buena amiga.
Sollocé.—¡Oh, Sra. Fitzpatrick…
—Por favor, llámame Jackie.
—Jackie, si supieras lo que yo…
—Nada de eso. Sólo prométeme que lo pensarás, ¿vale?
—Pero…
—Por favor, prométemelo. Por favor. ¿Por el bien de Ronan?
Inhalé una respiración para calmarme y forcé a mi voz a ser firme. —
Sí. Por el bien de Ronan, haría cualquier cosa. Pero además... Quiero
empezar de nuevo, también.
—¡Bien! Está arreglado. Luce estará tan feliz; ella... bueno, es una
buena chica. Estaremos de vuelta en la próxima semana en los Estados
Unidos, y sé que Ronan está yendo ahora. Todos nos reuniremos. —Su
tono cambió, y estuve segura de que se sentía ansiosa por terminar la
conversación, probablemente no queriendo empujar su suerte.
—Espera, Jackie, debes saber que... no sé cómo decirte esto, pero…
—Dime el jueves. Escucha, tengo que correr. Voy a llamarte cuando
lleguemos. ¡Hasta pronto!
—Espera…
Fue muy tarde; colgó, y me dejó sintiendo como si hubiera sido
sacudida por un huracán. Negué con la cabeza y presioné el botón
“colgar”. Una gigante e hinchada ola de remordimiento llenó cada pulgada
de mi pecho e irradiaba hacia afuera, adormeciendo mis dedos y el
zumbando detrás de mis orejas.
Entonces sonó el teléfono otra vez. Esta vez comprobé el
289
identificador de llamadas. La pantalla me dijo que la llamada venía de
Davidson & Croft. Me imaginé que era Gerta, así que respondí.
—¿Hola?
—Annie. Estás de vuelta.
Era Joan.
—Eh, hola, Joan, sé que no debía estar de vuelta todavía…
—Bueno, ¡tenemos mucho que discutir! Te voy a quitar la cuenta de
Fitzpatrick.
No dije nada durante unos segundos porque mi mente no podía
comprender las palabras que Joan dijo.
—¿Annie...?
—Eh, sí. Lo siento, aquí estoy.
—¿Me escuchaste?
—No, quiero decir, sí. Por lo menos, creo que te he oído, pero no
entiendo lo que quieres decir.
—Estamos asignando a Beth como el enlace principal para el Sr.
Fitzpatrick. Vas a recuperar a The Starlet. Además, no dudes en guardar la
ropa, pero por favor vístete como quieras. Obviamente, no me importa de
una manera u otra...
Me froté la frente con mis dedos otra vez, sintiéndome agudamente
agotada, y tratando de darle sentido a lo que decía Joan. Parloteaba sobre
mi cardigan rosa y cómo era una vergüenza que hubiera optado por usar el
azul marino y marrón cuando los tonos rojos o de las gemas me salían
mucho mejor.
La esencia de su conversación unilateral fue la siguiente: me
quitaban la campaña de Ronan. No importaba cómo me veía o cómo me
vestía; valoraba mi cerebro. Sin embargo, era importante que yo
entendiera que los colores no veraniegos se adaptan mejor a mi tez. El
amarillo era un completo desastre.
Me están retirando la campaña de Ronan.
Mi cerebro dolía.
—¡Espera! Espera un minuto… para de hablar—grité al teléfono y al
interior de mi apartamento. Me saludó el repentino silencio de Joan
cuando cerré los ojos y me froté el centro de mi pecho con mis dedos,
tratando de encontrar la manera correcta de hacer mi siguiente pregunta.
Decidí que no existía manera correcta de hacer la pregunta, así que 290
pregunté—: ¿Por qué me quitas la cuenta Fitzpatrick?
Oí a Joan aclararse la garganta, pude verla con mi ojo mental
enderezar su columna vertebral y fruncir sus labios. A ella no le gustaba
cuando la gente era demandante.
Finalmente, incapaz de manejar el suspenso calmo de su silencio,
añadí en un tono mucho más tranquilo—: Perdón, Joan. Perdóname. No
debí haber... gritado. Me disculpo. Estoy muy sorprendida de que me
hayas quitado del equipo de Ronan. He trabajado muy duro en esta
cuenta, y me gustaría saber por qué me excluyen.
Su suavizado y medido tono me sorprendió cuando explicó—: El Sr.
Fitzpatrick llamó esta mañana. Pidió ser removido de tu equipo. Además,
pidió que la relación que habíamos creado para los medios finalizara de
inmediato.
—Él... él hizo ¿qué?—Ahora mi cerebro y mi corazón dolían.
—Obviamente, le dije que cometía un error. Eres la mejor en este
negocio, le dije. Tu boceto de imagen ideal se ha convertido en una
realidad mucho más rápido de lo que podríamos haber previsto, en gran
parte debido a la sincronización de tu estrategia, la campaña en redes
sociales y tu participación como su falso interés amoroso. La percepción
pública es tal y como lo has diseñado. Le expliqué también que no
podíamos terminar las cosas entre ustedes dos. Tendríamos que planear
tu salida de la opinión pública e introducir a alguien más quien sea igual
de agradable y relacionable. De lo contrario, corremos el riesgo de hacerlo
lucir frívolo e insensible. Nota al margen aquí, me gustaría tu opinión en
cuanto a las candidatas adecuadas.
—¿Planear mi salida?—Me atraganté—. ¿Candidatas?
—Finalmente cedió frente a este punto. Estás fuera de la cuenta,
Annie. Pero todavía estás en tu rol de novia por las próximas cuatro a seis
semanas, pero no te preocupes, serán sólo unas pocas apariciones
públicas. Becky ha estado dibujando el calendario desde que colgué el
teléfono con el Sr. Fitzpatrick. Te enviará el borrador esta tarde.
—¿El calendario?
—De las apariciones públicas obligatorias.
Estuve mayormente en silencio durante un largo rato, pero me di
cuenta de repente de que respiraba pesadamente y me agarraba la frente
con los dedos rígidos.
Ronan quería que me fuera.
Él quería que me fuera.
No me quería. 291
Ni siquiera quería verme.
Me había ido anoche, y arruiné todo; y no tenía idea de cómo
arreglar las cosas. Tal vez no existía manera de arreglarlas. Tal vez me fui
demasiadas veces.
—¿Annie? ¿Estás...? ¿Estás bien?
—No—espeté, sacudiendo la cabeza y, obviamente, sintiendo más
miedo que en sano juicio, porque espeté—: No estoy bien. Estoy muy mal.
He arruinado todo. Estoy enamorada de él, y no se lo dije. En su lugar, me
escapé cuando me enteré de algo que no sabía. No sabía que él sabía quién
era yo. Y cuando me enteré de que él sabía, que sabía quién era yo todo
este tiempo pero me quería de todos modos, me deseaba de todos modos,
me perdonaba de todos modos, me asusté y me fui porque su amor se
sentía como una manipulación. Pero no lo es, y sus correos electrónicos
eran la única manera que tenía para decirme cómo se sentía sin que yo
enloqueciera. Y en vez de admitir la verdad y ser dueña de mi parte y
aceptar sus sentimientos y confiar en él, me di la vuelta y hui como una
idiota invertebrada.
—Oh, querida.
—Sí. “Oh, querida” es correcto. Estoy totalmente jodida, ¿no?
—Ehm...
—Está bien, puedes decírmelo. Me puedes decir, “Annie, estás
jodida”. Quiero decir, ¿qué tipo de persona se enamora de Ronan
Fitzpatrick, pero es demasiado hipócrita y cobarde para apropiarse de esos
sentimientos, especialmente cuando sé, sé de hecho, ¡que son
correspondidos!? ¡Lo sé, Joan! ¡Pero ya no, porque él me quiere fuera de la
cuenta!
Podría estar siendo un poco histérica en este punto. No estaba
llorando, pero le gritaba a mi jefe.
—Annie, cálmate.
—¡No puedo! No puedo calmarme, Joan. Ya no puedo mantener mi
mierda junta. Eres lo más parecido que tengo a una amiga en la vida real,
y me das un miedo de mierda. No tengo a nadie. Tenía a alguien, pero lo
boté, dos veces. Dos veces. Pensé que no necesitaba a nadie. Me
equivocaba. Me hallaba tan equivocada... Soy una idiota sin remedio.
Me paseaba por el apartamento, haciendo planes de contingencia,
porque estaba bastante segura de que iba a ser despedida. Mi blog podría
sostenerme, pagar todas mis cuentas... suponiendo que no estuviera a
punto de ser marginada como The Socialmedialite por el pendejo que robó
mi portátil. Entonces me convertiría en una verdadera ermitaña.
Totalmente encerrada, buscando fotos para mi blog de otras fuentes. Tal
292
vez me conseguiría un hurón. Un gato se sentía demasiado benigno. Mi
tipo de locura merecía un roedor ambiguamente lindo con una inclinación
para morder.
En realidad, tenía más dinero del que necesitaba. Años gastando mis
fondos sólo en comida para llevar, té y pasteles resultaron en un
importante ahorro. Ser tacaña con mis finanzas y sentimientos estaba a
punto de dar frutos en la más trágica manera posible.
—Escúchame…
—Estoy despedida, ¿verdad? Está bien si lo estoy; sólo dímelo ahora.
Si voy a perder mi mierda, también podría perder todo a la vez y tener una
tormenta de mierda de mierdadas.
—Annie, cállate y escucha.
Rápidamente cerré mi boca y me dejé caer pesadamente en mi sofá,
solté una exhalación resignada, y me mordí el labio inferior para no decir
otra cosa.
—Ahora... —Joan se aclaró la garganta, y oí algo de movimiento en el
fondo. Me pareció oírla chasqueando los dedos. A menudo chasqueaba los
dedos a la gente cuando ella quería su atención.
Me preparé para lo que, sin duda, vendría después, y
tangencialmente decidí que debería haber invertido en un terapeuta hace
años. Entonces podría haberlo llamado a él o ella en lugar de cometer
suicidio profesional. Los terapeutas siempre me parecieron como un
servicio de alquiler de un amigo. Los terapeutas son a las purgas mentales
y emocionales lo que las prostitutas son a los impulsos físicos.
En medio de mis divagaciones sobre las prostitutas y los terapeutas
y los hurones, Joan me sorprendió hasta la mierda.
Nota aparte, no me despidió.
En cambio, dijo—: Prepara un poco de té. Voy para allá. Y ni siquiera
pienses en tener otro ataque pueril y salir del apartamento. Es posible que
hayas botado a Ronan Fitzpatrick, pero voy a cazarte y hacer tu vida muy
incómoda hasta que esté satisfecha de que has aprendido la lección. No
puedes huir de las personas que se preocupan por ti e invierten en tu éxito
y felicidad. Es un movimiento huevón, Annie. No seas huevona.
Otra nota aparte, usó la palabra “huevas”.
—Eh...—¿Qué?
Antes de que pudiera decir nada, Joan me colgó bruscamente,
dejándome mirando mi apartamento, preguntándome en qué universo 293
extraño acababa de tropezar.

No hui. En su lugar, hice lo que se me ordenó y puse la tetera,


preparé dos tazas de Earl Grey, y me puse una camiseta negra y un
pantalón de yoga negro.
Joan llegó nada menos que veinte minutos más tarde; debe de
haberse apresurado, tomado el vehículo de la empresa. Tal vez voló en su
escoba.... Si era una bruja buena o una mala, eso nunca había sido
resuelto. Por ahora, supuse que era una bruja buena con tendencias
despiadadas.
Abrí la puerta y di un paso atrás, mis ojos bien abiertos mientras
ella entraba, mirándome de arriba abajo cuando pasó a mi lado.
—En primer lugar, no estás despedida, así que puedes borrar esa
mirada de pánico de tu cara.
Cerré la puerta y seguí a mi jefa en mi apartamento. De alguna
manera aquí se veía más bajita. Tal vez era la iluminación.
Continuó mientras examinaba mi lugar, inspeccionando los libros en
mis estanterías y frunciendo el ceño a mi escritorio en el salón. —No soy
muy buena en este tipo de cosas, así que sólo te diré lo que pienso.
Entonces podremos sentarnos en el sofá y beber té y hacer lo que sea que
las amigas hacen cuando una de ellas está teniendo una crisis. Esto es lo
que pienso: estás teniendo una reacción exagerada colosal. El Sr.
Fitzpatrick está de camino a Nueva York en estos momentos. Tomó el
primer vuelo de Irlanda esta mañana, me imagino que lo hizo una vez que
descubrió que te fuiste. Cuando me llamó, sonaba enojado, sí. Pero
también sonaba preocupado por ti, por ser obligada a tomar su cuenta,
por ser obligada a una relación por el bien de su carrera.
Esta noticia debería haber sido un alivio. En su lugar, sólo me hizo
sentir aún más como un idiota sin remedio. —Pero él no es el problema. Yo
soy la cobarde. Soy la que se fue. Soy la que reaccionó exageradamente
cuando me enteré... cuando me contó de la cosa con la cosa.
—¿La cosa con la cosa? ¿Estás teniendo una convulsión? ¿Sufriendo
de afasia?
—No. —Resoplé, tirando mi mano por mi cabello y rascando mi
cuero cabelludo—. Se dio cuenta de lo que realmente soy.
—¿Se enteró de tu vida personal? ¿Cuando eras una niña?
294
—No. Eso no, yo se lo conté. —Desestimé su pregunta con mi
mano—. Se enteró de lo que soy ahora, lo que hago cuando no estoy en la
oficina o trabajando. En realidad, lo supo todo el tiempo, y yo no lo sabía.
Y ahora que sé que él sabía... No sé.
—Annie, deja de hablar en código. No puedo ayudarte a entrar en
razón y organizar tu mierda si no me dices lo que realmente está pasando.
¿Por qué es que dejaste al Sr. Fitzpatrick, el hombre que supuestamente
amas y en el que confías?
La miré por entre mis dedos y sacudí la cabeza. —No puedo decirte.
Si te lo digo, entonces definitivamente vas a despedirme.
Joan me frunció el ceño, su mirada sintiéndose muy penetrante y
sagaz.
Entonces sentí los pelos en la parte posterior de mi cuello subir
cuando dijo—: Oh, creo que lo entiendo. Esto es acerca de tu portátil
robado y tu hobby blogueando, ¿no es así? Debes saber que el portátil fue
recuperado antes de que fuera hackeado, Ronan me contó por teléfono. Tu
secreto está todavía relativamente a salvo.
Me enderecé. Mis manos cayeron mientras sostenía su mirada, pero
no dije nada. No podía hablar. La noticia de que recuperaron mi portátil
antes de haber sido expuesta debería haber eclipsado todo lo demás. No
fue así. El hecho de que Joan sabía mi secreto fue el único mensaje que
logré captar.
Sus labios se curvaron en algo parecido a una sonrisa, y negó con la
cabeza. —Él sabía desde el principio, ¿verdad?—Luego añadió como si
hablara para sí misma—: Ronan Fitzpatrick es más inteligente de lo que
pensaba.
Una vez más, y por segunda vez en una media hora, me pregunté en
qué universo extraño me acababa de tropezar.
—Qu-qu-¿qué quieres decir?
—New York´s Finest. The Socialmedialite —dijo claramente—. Pues,
por supuesto que lo sé. Se lo he dicho a cualquiera que me escuche, eres
la mejor. Has construido un imperio en redes sociales en el transcurso de
tres años. Tus contactos son inestimables. Tu influencia no tiene precio.
¿Por qué crees que te pago tan bien? No es para esas infografías irritantes,
eso es seguro.
—¿Pero cómo? Como hiciste…
Joan me interrumpió—: Eso no es relevante. Y, sólo para aliviar tu
mente, no. Nadie más sabe o sospecha, que yo sepa. La cuestión aquí es
que Ronan Fitzpatrick sabe. 295
Tragué sobre todo aire. El hecho de que Joan conocía mi secreto
desde el comienzo hacía círculos alrededor de mi cabeza como pájaros
cantando. No podía entenderlo.... Me parecía estar teniendo este problema
mucho últimamente.
—Aunque...—La sonrisa de Joan se aplanó—. Estuve muy irritada
por ese artículo de Dara Evans que publicaste el Día de San Patricio.
Supuse que lo hiciste para desviar la atención del Sr. Fitzpatrick. Sin
embargo, Becky e Ian tuvieron un tiempo infernal para convencerla de
deshacerse de ese maldito abrigo de crías de foca. ¿Sabes qué dijo? Dijo
que las focas violaban sexualmente a los pingüinos y merecían ser
golpeados. Esa mujer está más vacía que un globo aerostático.
Aspiré una risa sorprendida y luego aplaudí mi mano sobre mi boca
antes de que pudiera avergonzarme a mí misma por completo. La sonrisa
de Joan volvió. Se veía... más humana de alguna manera. No del todo
accesible, pero no la Malvada Bruja del Oeste, tampoco.
Giró y miró el sofá detrás de ella y luego se sentó, alisando su falda
negra mientras se sentaba. —Vamos al grano. ¿Ronan hizo qué
exactamente? ¿Por qué huiste de Irlanda? Es un país precioso, y la gente
es muy servicial.
La miré boquiabierta, todavía abrumada por sus recientes
revelaciones, pero me encontré hablando de todas formas. —Por nada en
realidad. Tienes razón, totalmente reaccioné excesivamente.
Procedí a decirle lo que pasó, los correos electrónicos
intercambiados, cómo le mantuve secretos a él y él lo supo todo el tiempo,
cómo me dijo que me amaba, pero yo no le correspondí. Sentí que me
desinflaba mientras hablaba. Obviamente, dejé de lado la parte del
celestial sexo pervertido y los detalles más íntimos. Cuando terminé,
encontré mi voz firme y serena, pero cansada, los recientes
acontecimientos bajo un enfoque distinto.
Ella asintió pensativa y se detuvo después de que terminé mi relato,
me escaneó con ojos entrecerrados.
La observé durante un rato y luego dije—: Supongo que me preocupa
que no me va a querer de nuevo. Quiero decir, he hecho un lío de las
cosas.
—Bueno, él no debió haber enviado un correo a The Socialmedialite
bajo falsas pretensiones, aunque sin duda entiendo por qué lo hizo. Eso es
un área gris. Además, entiendo por qué no le dijiste acerca de tu blog, pero
no debiste haber sido tan tonta con tus sentimientos.
296
—Pero ¿cómo iba a decirle como me sentía cuando le mentía?
—Porque el blog no es de su incumbencia, por eso. Es, de hecho, tu
negocio. Es la forma en que haces una cantidad sustancial de tus
ingresos. No es ilegal, y tu identidad es un secreto por obvias razones. No
le mentías a él. ¿Te ha hablado él sobre todas las formas en que hace
dinero? ¿Sobre todas sus inversiones? Ciertamente no. ¡Qué cosa más
tonta que esperar!
—Joan....
—Sabes que tengo razón. Pero no se trata de lo uno o de lo otro.
Como sospechaba que sería el caso, a él no le importa.
—¿Qué pasa si estoy demasiado tarde? ¿Y si no quiere casarse
conmigo nunca más? ¿Y si no me va a aceptar de nuevo?
—¿Quieres casarte con él?
—Sí—respondí sin pensarlo mucho más allá de cómo se hinchaba mi
corazón y bailaba y se sentía a punto de estallar.
Asintió con la cabeza, pensativa. —Bueno, mañana sabrás las
respuestas. Tú y él están programados para asistir al estreno de Accidental
Assassin.
Lancé una exhalación acuosa, cruzando los brazos y dejando que mi
cabeza cayera a la silla detrás de mí. —Estoy tan asustada.
—No hay nada de malo en tener miedo, Annie—dijo, poniéndose de
pie y suspirando—. Pero está totalmente mal el solamente tener miedo.

Todo ocurrió como me temí que pasaría.


Ronan se deslizó en la limusina, con la cara en blanco, sus ojos
encapuchados mientras se acomodaba en su asiento. A continuación, hizo
un balance del interior de la limusina, su mirada moviéndose sobre mí sin
ningún rastro de interés. Reconocí esa mirada de nuestra primera noche
en Irlanda, la forma en que me inspeccionó antes de la cena del Deportista
del Año, excepto que esta vez se sentía más permanente, menos
premeditado.
—Señorita Catrel. —Asintió con la cabeza hacia mí. Su tono no fue
distante. Fue educado.
Ugh.
Giré mis dedos y traté de tragar el nudo construyéndose en mi 297
garganta. —Ronan, podemos…
Antes de que pudiera terminar mi pregunta, Beth abrió la puerta de
enfrente y asomó la cabeza, su mirada eficiente examinándonos.
—Ay, qué bien, Annie, estás usando el vestido que Joan eligió.
Recuerden, por lo menos tres besos grandes en la alfombra roja, por lo
menos, y sosténganse las manos todo el tiempo, ¿de acuerdo? Desde la
separación repentina en Irlanda, ustedes dos realmente necesitan
esforzarse. También, ponte estos pendientes. —Beth me entregó una caja
de terciopelo.
Ronan pareció estar viendo nuestro intercambio con aburrida
indiferencia.
Perdida, abrí la caja y miré su contenido. Dentro estaban dos
pendientes de diamantes, al menos de un quilate y medio cada uno. Caros,
pero discretos. Habrían sido perfectos para mí, excepto…
—No puede usar esos. —Ronan se inclinó hacia delante, agarró la
bolsa de mis dedos, y la pasó de vuelta a Beth, quien aún revoloteaba
afuera de la limo.
—¿Por qué no? —De mala gana, aceptó la caja.
—Porque sus orejas no están perforadas —añadió mientras se
acomodaba en su asiento, luciendo irritado e impaciente—. Es hora de que
nos vayamos.
Beth asintió, sus ojos moviéndose entre nosotros, luego se alejó del
auto y cerró la puerta, dejándonos en un silencio extraño, estrangulado. El
auto se movió. Estábamos en camino.
Lo miré.
Miró fuera de su ventana.
Me sentía asustada.
Miedo arañaba mi garganta.
Pero por una vez, no estaba sólo asustada. Me sentía esperanzada.
—Ronan, ¿podemos hablar?
—¿Sobre qué? —No me miró. Sonó completamente indiferente. Sentí
mi esperanza marchitarse un poco.
—Pri-primero, ne-necesito disculparme por… por ta-tantas cosas.
—Disculpa aceptada.
Apreté los dientes y cerré mis ojos, descansando el codo en el alfeizar
298
de la ventana y sosteniendo mi frente en mi mano apuntalada. —Por favor
déjame decir esto, por favor déjame…
—No hay nada que decir, Annie. Te fuiste. De nuevo. Después de que
te pedí que te casaras conmigo. Y no devolviste mis llamadas telefónicas.
Eso habló mucho.
Me encogí, lo miré. —No quería hablar por teléfono.
—Entonces invítame a tomar el maldito té. —Su voz fue dura.
—Ronan…
—No. —La única palabra fue acero, se hizo eco en la limo. Eso habló
mucho—. No. Se lo que vas a decir, y encuentro que no tengo en mi que
importe. Hay algunas cosas, algunas personas, por las que vale la pena
pelear. Tú valdrías le pena para luchar, si hubieras, si me hubieras
deseado como yo… como yo te deseo.
—Pero yo…
Levantó su voz sobre la mía, su amargura un tercero tangible en el
auto. —Y no sólo lo digo porque eres una follada excelente, porque eres la
mejor follada que he tenido. —Dijo esto con una sonrisa áspera, y me
estremecí ante sus duras, palabras vulgares. Continuó—: Lo estoy
diciendo porque tú no lo crees. No estás involucrada, Annie. No conmigo,
no en ti misma. Y no puedo luchar con eso. No puedo hacerte luchar.
—¡Pero lo estoy! Estoy involucrada… —Me incline hacia él, y se
apartó cuando alcancé su mano para tocarlo, causando una puñalada de
dolor gigante que perforó a través de mi corazón e irradió arriba por mi
cuello, latiendo en mi cerebro.
—¿De verdad? —Su mirada se deslizó por mi mano extendida hasta
mis ojos—. ¿Por cuánto tiempo? ¿Hasta…qué? ¿Mi madre diga algo que no
te guste? ¿Yo espere demasiado? No, no. Debería haber escuchado cuando
me dijiste que no me querías lo suficiente como para cambiar. Al menos en
ese momento fuiste sincera.
Presioné mis labios juntos. No confiaba en mi misma para hablar sin
llorar, y no podía llorar. Estábamos a punto de caminar en una alfombra
roja a un mega-evento. Seríamos fotografiados una y otra vez. Si lloraba,
entonces sería interferir con la imagen que habíamos construido para él.
Así que en su lugar cerré mis ojos mientras él continuaba.
—Estaba loco, loco, pensando que estábamos adaptados. Ahora veo
claramente que siempre vas a estar demasiado asustada de hacer algo
significativo que no sea anónimo. Tu trabajo, ¿limpiando la imagen de
imbéciles? Es un trabajo de mierda. Es deshonesto, y está por debajo de ti.
299
Pero lo que haces en tu blog es significativo. ¿Las organizaciones de
beneficencia, la forma en que haces conciencia sobre cosas que importan?
Eso tiene significado. Pero eres demasiado una maldita cobarde para
tomar el crédito, para tomar lo bueno que te mereces. No voy a
desperdiciar mi tiempo tratando de convencerte de lo que mereces. Eso es
batalla perdida. Y no seré un cobarde.
Mi corazón no se rompió. Se quebró. Entonces sólo colgó aquí, todo
desmoronado y arruinado. Tenía razón. Era una cobarde, y no sabía cómo
no serlo. También tenía razón; no sabía cómo merecerlo. No sabía dónde
comenzar.
El resto del viaje transcurrió en silencio. Llegamos, y me ayudó a
salir del auto. Me dio los besos prescritos, perfectamente sincronizados,
muy apasionados, enteramente para el beneficio de las cámaras.
No hablamos de nuevo. En su lugar, hice lo que sabía era esperado.
Sonreí.
Lo que quería hacer era lo opuesto. Quería fruncir el ceño. Quería
llorar y gritar y empujarlo alrededor. Quería demandar que no se rindiera
con nosotros, conmigo. A medida que la noche avanzaba, sentí mi sonrisa
crecer más y más falsa hasta que se deslizó por completo de mi rostro.
Me puso en la limo y murmuró algo acerca de tomar un taxi antes de
cerrar la puerta.
Dada nuestra salida de Irlanda en dos vuelos diferentes, dejando el
estreno en dos coches separados, y mi menguante sonrisa a través del
curso de la velada, sabía que alguien iba a notar el aire tenso entre
nosotros. La imagen ideal de él que había estado trabajando tan duro para
mantener estaría empañada.
Extrañamente, mientras me hallaba sentada en la limo mirando pero
no viendo las luces de Nueva York volar por mi ventana, no pude reunir
suficiente profesionalismo para dar dos mierdas sobre su imagen ideal.
Cuando llegué a casa, pisoteé en el vestíbulo, sintiéndome
extrañamente furiosa. Con la furia vino un valor inesperado, y me di
cuenta demasiado tarde, que no debí haber sentido esperanza.
Debería haber estado enojada.
Debería haberlo presionado. Debería haberle gritado por haberme
mentido y forzarlo a resolver las cosas entre nosotros.
300
Debería haberlo exigido, por nosotros, por mí misma.
En su lugar, había concedido porque no quería arruinar su maldita
imagen ideal. Haciendo eso entonces, había demostrado que él tenía razón.
Para el momento que entré en mi apartamento, me sentía más allá
de enojada, me sentía rabiosa.
Pensé en tomar un taxi a su apartamento, golpear a su puerta, exigir
que me abriera y me besara de verdad. Reproduje la escena en mi cabeza
una y otra vez. Correría por las escaleras en mi vestido de noche, le
gritaría que abriera la puerta, sería una completa lunática….
Sí, bueno, tal vez no tanto.
Quería exigir lo que merecía, pero no iba a mágicamente ir y
volverme ruidosa donde antes había sido tranquila. No podía cambiar de la
noche a la mañana. No sólo eso, pero ser una lunática a las dos de la
mañana. no probaría nada a largo plazo.
Necesitaba probar, a Ronan y a mí misma, que me interesaba, que
podía y sería valiente.
Y necesitaba ser algo grande. Y tenía que hacerlo pronto, como justo
ahora. Justo en este minuto.
Di vueltas alrededor de la sala de estar, mis ojos buscando algo,
cualquier cosa, una señal, una pista, un mensaje de lo alto. La furia daba
paso a una frustrada desesperación rápidamente.
Pero entonces mi teléfono sonó, alertándome de que alguien le había
enviado un mensaje a The Socialmedialite. Era WriteALoveSong.
Recorrí su mensaje, suficientemente extraño, tenía una instantánea
de Ronan y yo en el estreno de más temprano en la noche.
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: ¿Ya estás de vuelta en la
ciudad? Sé que no haces la cosa de chismes, pero parece que el chico del rugby que te gusta
podría poner punto final con su chica. Él luce molesto, y ella luce petrificada.
De repente, supe lo que tenía que hacer, y encontré que tenía el
valor, o la estupidez, de realmente hacerlo. Antes de que pudiera perder el
valor, le respondí.
@Socialmedialite para @WriteALoveSong: ¿Qué si te digo que soy Annie
Catrel? ¿Qué si te digo que estoy locamente enamorada de Ronan Fitzpatrick? ¿Qué si te
digo que ya sabe que soy The Socialmedialite, pero que cuando descubrí que él sabía, y me
petrifiqué, lo dejé en Irlanda? ¿Y ahora me está excluyendo? 301
Pulsé enviar y luego esperé, paseándome por mi departamento.
WriteALoveSong, para bien o para mal, era mi amiga más cercana. Todas
mis razones anteriores para no llegar a ella se sentían estúpidas. De
repente quería conocerla, y quería que conociera a Annie. Me hallaba
cansada de esconderme. Quería una relación real, con Ronan, con
WriteALoveSong, con el mundo. Quería confiar. Mi teléfono sonó casi
inmediatamente con la respuesta.
@WriteALoveSong para @Socialmedialite: Ja ja, graciosa.
Gruñí mi frustración mientras le enviaba un mensaje de vuelta.
@Socialmedialite para @WriteALoveSong: Es en serio. Soy Annie Catrel.
Trabajo en Davidson & Croft. Me gradué de la Escuela de Negocios Wharton. Aún estoy
usando el irritante vestido formal de más temprano, y pica como el infierno. ¡SOY ELLA!Y
necesito tu ayuda. Necesito tu ayuda como mi amiga. ¿Qué se supone que haga? Lo amo.
Quiero pelear por él. ¡¿Cómo peleo por él?! Dime qué hacer.
Pasaron cinco minutos, y no respondió. Y luego cinco se convirtieron
en diez, luego veinte. Miraba mi teléfono, desenado que me enviara un
mensaje de vuelta. Estaba tan concentrada que cuando mi teléfono timbró
salté.
Parpadee a la pantalla y vi que el número era privado; sin embargo,
rápidamente pasé mi pulgar por la pantalla y respondí.
—¿Hola?
Oí que alguien se movía en una silla o en un sofá antes de que una
voz masculina preguntara—: ¿Annie?
Dudé, frunciendo el ceño al aire en frente de mí, pero luego
respondí—: Uh, sí. ¿Quién es?
—¿Annie quien es también The Socialmedialite?
Me tensé mientras el sonido ensordecedor de la sangre corrió entre
mis oídos, y demandé—: ¿Quién es?
—Es WriteALoveSong.
Um…¿qué?
—Yo… ¿qué?
Aclaró su garganta, y lo escuché moverse de nuevo en la silla. —Soy
WriteALoveSong.
Parpadeé al aire delante mío y solté—: ¡Oh Dios mío! ¡Eres un
hombre!
Se rió entre dientes. —Sí. Soy un hombre.
—Pensé que eras una mujer.
302
—Me imaginé que lo hiciste.
—Pero, pero, pero eres un hombre.
—Sí.
Una sonrisa cargada de incredulidad tiró de mis labios, y negué con
la cabeza. —Yo, no puedo creerlo. —No puedo creer que estoy hablando
contigo. ¿Cómo conseguiste mi número?
—Busqué por Annie Catrel; ella, quiero decir tú, tienes un número
no enlistado, lo cual es inteligente. Pero tengo un amigo que puede
conseguirme cualquier número que necesite, listado o no.
—Bueno, eso es útil.
—Sí, lo puede ser.
Nos quedamos en silencio durante un largo momento, y mi corazón
actuaba todo flojo, mi temperatura interna aumentando luego cayendo. De
alguna forma necesitaba obtener la atención de Ronan, convencerlo de que
estaba con todo en esto. Necesitaba la ayuda de mi amiga, necesitaba la
ayuda de WriteALoveSong, y confié en que ella querría ayudarme.
Pero ella era un él… y no sabía si eso cambiaba todo.
Ronan tenía razón. Lo físico, para bien o para mal, importaba. Era
parte de la persona, y se diluía, cambiada por la barrera de la interacción
en línea. Conocía a WriteALoveSong por cerca de dos años, pero… ¿Lo
hacía realmente? Obviamente no.
Inhalé, intentado disculparme por molestarlo con mi drama de chica,
pero habló antes de que yo pudiera. —Annie, somos amigos, ¿correcto?
—Correcto. —Pellizqué el puente de mi nariz, sintiéndome muy
ridícula. Esto era tan extraño y embarazoso.
Lo escuché tomar una respiración profunda antes de que dijera—:
Me pediste ayuda; me preguntaste qué hacer, y quiero ayudarte. —Sonó
solemne, como si estuviera haciéndome una promesa—. Si realmente amas
a este chico, entonces esto es lo que creo que deberías hacer…

303
@ShellyKeeling08: @RonanFitz ¡¿¡¿¿Has leído hoy New York´s Finest??!?!
@Starryeyes: @RonanFitz Acabo de leer el post del blog y mi corazón está a punto de
salírseme del pecho <3 <3 <3
@Jennybabes45: @RonanFitz Si no la amas, te juro que te daré un puñetazo en los
testículos.

Traducido por Minia16 & Lipi-Lipi

Ronan 304

S
eguramente iba a terminar haciendo un agujero en la goma. La
pantalla de la cinta de correr marcaba treinta y cinco
kilómetros. Las calorías que había quemado llegaban
perfectamente a las mil. Incluso empezaba a sentirme mareado. Sabía que
era Tom cuando oí abrirse la puerta de la entrada y alguien entró, porque
era el único que tenía llave. Ma y Lucy hacía mucho que se habían ido a
casa y, a pesar de que Ma estuvo a punto de acabar con mi paciencia,
deseaba un poco que todavía estuvieran aquí. Eso haría que mi corazón se
sintiera menos solo.
El corazón que Annie destruía.
El que una persona pudiera tener tanto miedo al rechazo como para
rendirse ante la posibilidad de una felicidad auténtica me dejaba atónito.
Habíamos terminado. Me harté… pero mi jodido corazón todavía albergaba
esperanza, haciendo que cada respiración se sintiera como si alguien me
estuviera apuñalando con mil agujas.
Tom entró en la habitación y se quedó mirándome por un minuto.
Luego caminó hacia la cinta y me dijo que tenía cinco segundos para
bajarme antes de que la desconectara. No saboreaba el prospecto de darme
de bruces contra la goma, por lo que ralenticé lentamente mi carrera y me
bajé. Todo mi cuerpo goteaba de sudor, y mis músculos se contraían de
una forma que decía que me había pasado. Tom me tendió una toalla.
—Tengo que ser honesto, tío… estás hecho una mierda.
—Consecuencias de no dormir y de un exceso de ácido láctico —dije
con tono inexpresivo y tomé la botella de agua, vaciándola casi de una
sentada. Había estado funcionando con menos de tres horas de sueño por
noche.
—Y de tener el corazón roto —señaló Tom.
Fruncí el ceño.
—Vete a la mierda.
Mi celular pitó con otra notificación, pero lo ignoré. Lo estuve
ignorándolo durante horas, demasiado testarudo como para enfrentarme
al mundo. Annie no me quería. Bueno, no me quería como yo la quería a
ella. Ese era el único hecho que podía soportar ahora mismo. Cualquier
mierda que hubiera online podía esperar.
—¿Has hablado con ella? —preguntó Tom, haciendo una mueca ante
mi brusca respuesta.
—Sí. 305
—¿Y…?
—Y nada. Voy seguir adelante.
Ahora, si tan sólo pudiera convencer a mi corazón de eso. Este dolor
era peor que cualquier herida o paliza que hubiera tenido que soportar
alguna vez.
—¿Seguir adelante hacia dónde? ¿Hacia atar a mujeres como Brona
y dejar que vendan su historia al periódico sensacionalista que pague
más? Eras famoso antes de todo esto, pero ahora todo el mundo sabe
quién eres. No puedes volver a como era todo antes.
Su tono me puso en guardia.
—Nunca dije que fuera a hacerlo. Pero, ¿por qué estás aquí? ¿No
tienes trabajo?
Se paseó por la habitación y siguió hablando, ignorando mi
pregunta.
—Incluso he tenido fotógrafos por el restaurante, ¿sabes? Bordea lo
ridículo. Y vine porque me importa. Mira lo que pasó la última vez que
perdiste los nervios… casi matas al cabrón de Sean Cassidy. Estoy aquí
para asegurarme de que no vuelvas a ir por ese camino.
—Jesús, Tom, esa era una situación completamente distinta. ¿A
quién piensas que voy a hacerle daño? ¿A Annie?
—No digo eso, y lo sabes.
Estaba a punto de devolverle una respuesta gruñona cuando mi
celular empezó a sonar y reconocí el tono de llamada de Lucy. Era la única
persona a la que nunca le ignoraba las llamadas, así que fui a responderle.
—Lucy —contesté.
—Oh, Dios mío, hermano, ¿te has metido en internet esta mañana?
¿Lo has visto? —empezó Lucy, su voz explotaba claramente de la emoción.
—Estoy dejando un poco al margen internet, Luce. ¿Qué pasa?
Soltó un suspiro de preocupación.
—Así que no lo has visto. Bien. Tienes que entrar ahora mismo en
New York´s Finest y leer la última publicación. Mierda, ¿por qué no me
dijiste nada de esto? ¿Por qué no me contaste quién era Annie en realidad?
Lo que dijo hizo que atravesara el ático a toda velocidad y buscara el
portátil.
—No hubo un momento adecuado… ¿Cómo demonios lo sabes? 306
—Para de hacer preguntas y vete a leer su post. Vuelve a llamarme
cuando termines. —Colgó y al fin encontré mi portátil. Mi corazón latía con
fuerza, la anticipación me mataba mientras esperaba la fracción de
segundo que le llevó cargar a la página. Entonces estuvo finalmente en
pantalla, y sentí que me cosquilleaba la piel mientras empezaba a leer.
New York´s Finest
Blogueando como *The-Socialmedialite*
22 de abril
¡DAMAS Y CABALLEROS! ¡Tengo un anuncio!
¿Recuerdan a ese tipo que mostré en mi blog hace unos meses? ¿El
jugador irlandés que se veía buenísimo y que juega en la posición de
“hooker” en la Liga Internacional de Rugby? ¿El que tiene problemas de
control de la ira, el cuerpo de un gladiador, y el rostro de una estrella de
cine? ¿Aquel con un estilo cuestionable, que me lleva a preguntarme si
fue el hijo ilegítimo de un duende y un hobbit? ¿Ronan Fitzpatrick? Sí,
ese tipo.
Bueno, tengo una confesión… Estoy completa, total y estúpidamente
enamorada de este hombre. Lo amo más de lo que Dara Evans ama
robarles pelotas de béisbol y caramelos a los niños, o aporrear a bebés
foca y convertirlos en abrigos. Lo amo más de lo que Sean Connery ama
hablar sobre políticos escoceses mientras vive en California Sur con una
llama. Sueño con él, lo echo de menos cuando no lo veo, y quiero pasar el
resto de mi vida intentando hacer que coma helado y arruinar su dieta.
No me importa si se pone zapatos con formas de dedos… bueno, eso
307
es mentira. Tengo que hablar con él sobre los zapatos que tienen las
formas de los dedos, pero incluso si siguiera poniéndoselos, lo amaría
igualmente. Es la persona más fuerte que conozco… y la más buena,
valiente y la más generosa. Y lo he apartado porque tenía demasiado
miedo de que me vieran. Tenía demasiado miedo de que me conocieran.
Tenía demasiado miedo de merecer y necesitar a alguien, pero es
demasiado tarde. Lo necesito. Necesito a Ronan Fiztpatrick. Y, joder,
maldición, mierda… me lo merezco.
Lo amo más que a mi miedo. Lo amo más que a mi seguridad y mi
tranquilidad mental. Lo amo más de lo que valoro mi sentido común. Lo
amo más que ser anónima.
Así que… ahí está. Acabo de cometer suicidio en las redes sociales
(y puede que suicidio profesional), pero no me importa. Preferiría
estrellarme y arder en las llamas del valor a quedarme aquí sentada en
las cómodas y solitarias sombras de la cobardía con aire acondicionado
por un segundo más.
<3 The Socialmedialite.
También conocida como Annie Catrel.

—Joder —soltó Tom mientras leía por encima de mi hombro—. Tu


novia tiene un par de huevos, eso está claro.
Todavía me sentía demasiado sorprendido, las palabras de la
pantalla nublaban mi visión. Sino, le habría dado una bofetada a Tom por
insinuar que la mujer que amaba poseía testículos. Pero bueno,
metafóricamente hablando, sí que tenía un par. Mi corazón latía más
rápido de lo que se movía mi cerebro, y considerando que mi cerebro iba
más rápido de lo que corría Usain Bolt con esteroides, eso era bastante
significativo.
Después de todo lo que pasó, perdí toda esperanza. No pensaba que
Annie fuera a darnos nunca una verdadera oportunidad, y ahora tenía una
dándome directamente en los ojos. De eso iba el artículo, ¿no? Era ella
diciendo que iba con todo. Decía “ven a buscarme” de la única forma que
sabía Annie.
Pensé en las implicaciones de lo que acababa de hacer. Apenas
habíamos escapado a que la expusieran como The Socialmedialite cuando
le robaron el portátil, pero ahora salió del conocido armario virtual. Firmó
como Annie Catrel, y los medios iban a volcarse en ello. En ella.
Tenía que encontrarla.
Rápido como un rayo, salí de mi asiento y me estaba poniendo las
botas, rebuscando en los bolsillos de mi abrigo, intentando encontrar las
llaves de mi coche.
308
—Oye, espera un segundo, tío —dijo Tom, poniéndose delante de
mí—. ¿Adónde te crees que vas?
—A buscar a Annie.
—Ahora mismo no, no vas a ir. Mejor siéntate y tómate un respiro,
¿sí?
—No quiero ningún respiro, tengo que verla —dije e intenté pasar,
apartándolo. Desafortunadamente para mí, Tom era jodidamente alto, y yo
tenía la cabeza dispersa.
—Esta mujer significa el mundo para ti, puedo verlo, pero estoy
seguro de que ahora se siente bastante delicada. Una confesión tan grande
le hace eso a una persona. Mejor espera a que ambos hayan tenido tiempo
de procesarlo. Sino, puedes joder las cosas aún más que antes.
Perdí un poco de arrojo mientras sus palabras hacían mella, mis
cejas se fruncieron con frustración. Jodí las cosas con Annie las últimas
veces que la vi. La presioné Luego la había alejado. Y joder si no acababa
de devolverme el empujón.
—Y, de todos modos, tienes que darte una ducha antes de ir a
ningún sitio —dijo, y me llevó en dirección al baño.
Antes de darme cuenta, me encontraba bajo la ducha, ahogando mi
necesidad de verla en el agua caliente y enjabonada. Lo que Annie escribió
pasaba en bucle por mi cabeza. Ya sabía que me amaba, lo difícil era hacer
que lo admitiera, tanto a mí como a sí misma, y ahora acababa de
decírselo al mundo entero. No me podía creer cuánto había cambiado todo
en tan corto período de tiempo. Todavía me preguntaba si esto era un
sueño. Ayer me hallaba en estado comatoso, con el corazón roto y
completamente deprimido. Ahora no podía parar de sonreír mientras
alzaba el puño en el aire en un gesto de victoria.
Sí, es cierto, hacia el gesto de la victoria, con el culo desnudo y en la
ducha.
Es que la amaba tanto que sentía que iba a explotar de la emoción.
Me equivoqué. Era tan jodidamente valiente. Iba a besarla toda la
noche una vez pusiera las manos sobre ella sólo para demostrarle lo
orgulloso que me sentía. Mierda, le compraría mil rosas y una tienda llena
de pastelitos rellenos de crema en apreciación por su valentía. Sabía que le
había costado mucho hacer lo que hizo.
A la mierda Tom. Iba a ir a buscarla ahora mismo.
Cinco minutos después, estaba vestido y saliendo por la puerta, con 309
Tom diciéndome que esperara. Puede que fuera más alto que yo, pero yo
era más rápido y escurridizo, y conseguí llegar al ascensor antes de que
pudiera darme alcance. Antes de darme cuenta, quemaba ruedas de
camino a casa de Annie. Me encontré con una mano en el volante, y la otra
en mi boca mientras me comía la mitad de las uñas de los nervios.
La última vez que hablamos, las emociones habían estado en el
punto más alto para ambos. Dije cosas que no debería haber dicho. Sólo
esperaba que lo que escribió significara que me había perdonado y que no
fuera sólo una forma de revelar al mundo quién era en realidad.
No, definitivamente no era todo. Si lo fuera, entonces no hubiera
incluido todas las cosas acerca de amarme.
Cuando llegué allí, tuve que aparcar al otro lado de la calle de su
edificio de apartamentos porque había furgonetas y autos bloqueando la
mitad de la calle. Curioso. Salí y crucé, sólo para ver cómo los paparazzi
rodeaban la puerta del vestíbulo cuando me acerqué.
Joder.
Me hallaba a punto de dar la vuelta y regresar a mi auto porque si
me acercaba a ellos estaría inundado en segundos; pero entonces la oí, y
mi corazón explotó.
—Por favor, permítanme. Me están aplastando —exigió Annie, y mis
pies se movieron de nuevo, mis manos haciendo una bola en puños. Esos
cabrones habían captado claramente su salida del edificio y se
abalanzaron como una manada de lobos hambrientos.
—Socialmedialite, cuéntanos,¿por qué viniste limpia?
—Annie, ¿no has hablado con Ronan todavía?
—¿Escribiste el post para reconquistarlo?
Todos le lanzaron preguntas, una después de la otra en una
corriente interminable, cámaras que parpadeaban rápidamente, las luces
cegadoras. Debe haber estado aterrorizada, aunque lo escondiera bien;
había levantado su barbilla en desafío. Había por lo menos treinta de los
hijos de puta, todos a su alrededor. Cuando los alcancé, empecé tirando de
ellos hacia atrás uno a uno. Sólo tomó un momento para ellos reconocer
quién era yo, porque segundos después, las cámaras destellaban en mí y
las preguntas eran lanzadas en mi dirección.
Ellos despejaron un poco hacia atrás cuando vieron la mirada
asesina en mi cara, y cuando por fin llegué a Annie, la encontré contra la
pared, agarrando su bolso de mano, los ojos muy abiertos, mientras
trataba de ocultar su miedo. La acorralaron lejos de la puerta para que no 310
pudiera volver a entrar después de que había salido. El momento en que
sus ojos conectaron con los míos, vi a una miríada de emociones
parpadear en su rostro, el más poderoso de los cuales fue el alivio.
—Ronan. —Respiró cuando la tomé en mis brazos, protegiéndola de
la horda. Corrí mis manos por su cara hasta su cuello y luego a lo largo de
su cuerpo, un instinto consumidor para comprobar si había sido herida.
—¿Estás bien? —le pregunté, mi voz saliendo con un gruñido ya que
me encontraba tan cabreado. Un tipo se movía sobre mi hombro para
tratar de conseguir una toma, y sentí ganas de golpearlo, haciendo un
ejemplo para el resto de ellos de una puta vez.
Annie llevó sus manos a mi pecho, y yo bajé la mirada para ver que
le temblaban, sus ojos muy abiertos vacilaban entre los míos como si
quisiera preguntar: ¿Qué he hecho?
Parecía un poco fuera de sí, así que repetí mi pregunta. —Annie,
respóndeme. ¿Estás bien?
Tragando saliva, finalmente encontró su voz. —Estoy bien, sólo un
poco... sorprendida. No esperaba que me encontraran tan rápido. —
Sonaba más fuerte de lo que esperaba, y me hizo sentir orgulloso.
—Parásitos de mierda. Ven conmigo. Quédate cerca, ¿de acuerdo? —
le dije, agachándome para mirarla a los ojos.
Asintió con la cabeza, el miedo que había estado conteniendo a raya
comenzó a sangrar a través. —Está bien.
Tomando sus manos, las tire a mí alrededor para que se sostuviera
en mi cintura. Entonces la coloqué firmemente bajo mi brazo y comencé
llevándola a través de la multitud.
—De regreso de una puta vez —le advertí a cualquier “pap” que se
atreviera a acercarse demasiado. Todos ellos hicieron lo que les indiqué.
Un par de minutos más tarde, estábamos en mi auto, las preguntas
seguían siendo lanzadas a nosotros acerca de nuestra relación, sobre
Annie siendo The Socialmedialite, sobre si lo sabía desde el principio.
Llegué a través de ella y abrí la puerta, con mi cuerpo como escudo
para mantenerlos a raya mientras subía. Una vez que la habíaasegurado,
era más fácil para mí moverme por el lado del conductor, probablemente
porque no tenía ningún reparo acerca de empujar a la gente fuera del
camino.
En un momento, un tipo bajito me agarró agresivamente por el
hombro, y me dio la vuelta, quemando mi temperamento cuando agarrésu
cuello con una mano y apreté la otra en un puño, listo para golpear.
Cuando vi la mirada de terror en su rostro, todo mi enojo se drenó fuera de 311
mí. Era simplemente una persona tratando de hacer un trabajo. Sí, era un
parásito, y que iba sobre todo el camino equivocado; pero no se merecía
una paliza. Ninguna de estas personas lo merecía. Tenía cero respeto por
la forma que eligieron para ganarse la vida, pero no iba a perder una sola
onza de enojo en ellos nunca más. No valía la pena.
Seguramente habría algunas historias que circularían al día
siguiente sobre cómo había maltratado a un fotógrafo, pero no me
importaba. Mi objetivo ahora era conseguir alejar a Annie de aquí y a
algún lugar seguro. Me podrían crucificar todo lo que quisieran.
Sus gritos fueron silenciados sólo cuando me subí en el lado del
conductor y cerré de golpe la puerta. Annie tenía su teléfono en las manos,
desplazándose a través de sus mensajes. Parecía que lo hacía como un
medio de calmar sus nervios y no porque realmente necesitaba
comprobarlos.
—Joan llamó y pidió que me acercara a la oficina—dijo, con la voz
quebrada un poco—. No me di cuenta de que estaban todos afuera hasta
que ya me había ido, y luego bloquearon la puerta para que no pudiera
volver a entrar. —La parte final fue susurraba, y algo dentro de mí se
rompió.
—Joder —juré y la tiré en mis brazos, besando la parte superior de
su cabeza—. Esto no debería haber ocurrido.
—Es mi culpa —murmuró, con su cara presionada contra mi pecho.
—No, no lo es. Cualquier persona con una pizca de decencia
humana debe saber que no está bien arrinconar a una mujer sola
absolutamente así. Esos piquetes podrían realmente haberte hecho daño.
—Estoy bien. —Olisqueó—. Pero creo que tal vez debería tomar
algunas clases de defensa personal.
Me reí ligeramente y luego dejé escapar un largo suspiro. —Mira, voy
a alejarnos de aquí. Después tenemos que hablar. Si me quedo aquí más
tiempo, hay una buena probabilidad que saldré de este auto y adornaré a
alguien.
Annie se limitó a asentir en silencio como respuesta, y encendí el
motor. Conduje en dirección a Davidson & Croft, deteniendome a unas
pocas calles de distancia cuando vi un lugar de estacionamiento raro. Una
vez que apagué el motor, el silencio llenó el coche, y no sabía qué decir
primero. Todavía trataba de encontrar las palabras adecuadas cuando
Annie rompió el silencio.
—¿Por lo tanto, has leído mi mensaje? —Su voz era tan pequeña que
casi no la escuché.
Giré mi cuerpo para mirarla. —Sí. 312
Era claramente una lucha, pero se obligó a mirarme a los ojos. Me
sorprendió cuando su voz se hizo más exigente, feroz cuando apuntó—:
¿Y?
—Hilarante, como siempre —le respondí cariñosamente, y ella
frunció el ceño y se mordió el labio inferior, buscando malestar mientras
miraba por la ventana.
La oí murmurar—: Mierdita, mierda, mierdota. Joda un pato y
golpeé a un cantante de rap....
Tratando de no reír, me incliné hacia delante y agarré su mentón en
mi mano, devolviendo su atención de nuevo hacia mí. —También fue la
cosa más valiente, más honesta que he leído jamás, y no me siento digno
del sacrificio.
—Pero te amo—dijo demasiado fuerte para el interior de un coche,
con los ojos grandes, entonces apresurándose a seguir—. Quería mostrarle
que era todo, y no sabía muy bien qué otra hacer, para que lo creyeras. Así
que desistí de mi anonimato. No hay vuelta atrás ahora.
La miré fijamente durante mucho tiempo cuando una sonrisa se
formaba en mis labios. —Suenas tan asustada, amor.
—Estoy asustada. Estoy aterrorizada. Pero no estoy sólo asustada.
Estoy... Estoy enojada conmigo misma por abandonarte en Irlanda y no
dándote una oportunidad, dándonos una oportunidad. Te merecías algo
mejor. Los dos nos los merecíamos. Y estoy enojada contigo por no
haberme dado la oportunidad de explicarme anoche. Pero entiendo por
qué. Pero todavía estoy cabreada. Pero te perdono, y te quiero tanto. Te
amo.
Esta última parte me hizo sonreír como un idiota. —Ella me ama….
—Sí. Ella te ama. Y quiere casarse contigo, y parte de ella todavía
tiene miedo que vayas a cambiar de opinión, y ahora estoy hablando en
tercera persona porque he estado volviéndome loca y no he dormido en
más de veinticuatro horas.
—No voy a cambiar de opinión. Eso nunca va a suceder. Después de
ese truco que hiciste, me tienes que aguantar.
—Bien. —Su barbilla se tambaleó, y vi que sus ojos se llenaban de
lágrimas. Su voz era acuosa cuando añadió—: Debido a que estás atrapado
conmigo, también. Yo te merezco, Ronan Fitzpatrick.
Reí. —Dios te ayude.
Resopló y luego contuvo un aliento inestable, pero sus ojos no
vacilaron de los míos. —Y me merezco constancia y honestidad. Me
merezco respeto y amor. Merezco la devoción inquebrantable. 313
—Tienes todo eso, tienes todo de mí.
Asintió, y me sentí aliviado al ver sus lágrimas retroceder, aunque
todavía se veía cansada.
—Ah, mi Annie. El amor es terrible, lo sé porque también estoy
aterrorizado de perderte. Pero ahora sé que también es increíble. Y
estamos juntos en esto. Nunca lo olvides. —Murmuré la última de estas
palabras cuando me incliné y capturé sus labios suavemente. Mis manos
encontraron cada uno de sus hombros y comenzaron a masajearlos. Ella
fue herida tan fuerte, y sentí un poderoso impulso por relajarla, por no
hablar de mi necesidad de tocarla por todas partes que prácticamente me
consumía.
—Pensé que ibas a matar a uno de los fotógrafos allí —dijo ella entre
mis besos mientras tomaba una respiración apresurada. Yo los colocaba
en su cara ahora, mis manos ahuecando su cuello, pulgares frotando los
pequeños guiones en la base de la garganta.
—Casi lo hice, pero ¿sabes qué? Estoy aprendiendo a lidiar con eso
—murmuré en devoción—. Siempre van a haber paparazzi, Annie, y no
siempre van a ser periodistas para escribir mentiras sobre mí, sobre
nosotros; pero me estoy dando cuenta de que no importa. Nada de lo que
hacen. ¿Ves? Estoy madurando.
Hipó una risita.
Continué—: Todo lo que importa es que te tengo. El resto es ruido de
fondo. No vale la pena romper un clavo más, no importa perder los
estribos. Y si eso significa que lleguemos a estar juntos, me quedo con una
sonrisa en mi cara, porque tú y yo, querida, somos el verdadero negocio.
Vale la pena luchar por ti. No voy a dejar que te vayas ahora, ni por todo el
té de China.
Annie sonrió y dejó escapar una risita nerviosa mientras chupaba su
labio inferior en mi boca. —Eso es un montón de té.
—Joder, lo es. —Me reí y le di un beso correctamente, mi lengua
deslizándose contra la de ella, probando y explorando cada pulgada de su
suave, perfecta boca. Sólo esta mañana pensé que nunca conseguiría
hacer esto otra vez, nunca sería capaz de beber de ella y sentir mi corazón
cada vez más grande y más grande con todo el amor que sentía por esta
hermosa mujer que quería poseer hasta que estuviera viejo y gris.
Se aferró a mi camisa mientras mis manos viajaban por su espalda,
alcanzando bajo para ahuecar su culo. Se quedó sin aliento en mi boca
cuando encajamos uno contra el otro, y la acerqué más a mí, maldiciendo
a la palanca de cambios que nos separaba. Trataba mentalmente de
encontrar la manera de cómo meterla debajo de mí cuando alguien golpeó
314
con fuerza en la ventana. Nos separamos, pechos agitados, los sonidos de
nuestras respiraciones trabajadas llenando el espacio cuando me volví
para ver un severo policía de Nueva York mirando hacia mí. Bajé mi
ventana y me dijo que estábamos aparcados en un lugar para
discapacitados y nos teníamos que mover, pronto.
Annie gimió un poco, fijando la parte superior en su lugar, mientras
sacaba el coche de vuelta a la carretera. Cuando llegamos a Davidson &
Croft, conduje hasta la entrada y la dejé para que fuera a tratar con Joan
mientras iba en busca de un sitio donde dejar el auto.
Me permití un momento para disfrutar de la vista de su culo
mientras se alejaba y me hallaba en el séptimo cielo cuando se volvió dos
veces, sonriendo por encima de su hombro hacia mí, pareciendo cada vez
más valiente.
Una vez que se encontraba segura dentro, me alejé.
No podía creer que tuviera esta mujer. Esta mujer que parecía
diseñada por un poder divino específicamente para ser mía, y yo estaba
diseñado para ser suyo. Una cosa era cierta, tan pronto como terminara de
hablar con su jefa, íbamos a volver a mi casa, y no se iría por un largo,
largo tiempo.
La foto descarada: Cuando todo lo demás falla, levanta el teléfono, enfoca la cámara, y
sólo toma la fotografía de mierda.
Ideal para: Situaciones donde ser sigiloso no es posible o necesario.
No utilizar: Si el sujeto de su foto es propenso a la violencia, o tiene inmunidad
diplomática (o ambos).

Traducido por July Styles Tate & Fiorella♥

315

—N
o sé de qué otra manera decir esto que no sea...
renuncio.
Joan parpadeó tres veces muy lentamente sobre
el jugueteo de los dedos y con una expresión en
blanco.
—Ya veo... —dijo.
Jugueteaba con el sobre y luego lo coloqué sobre su escritorio. Nos
miramos una a la otra durante un largo momento, su expresión no dando
nada de sus pensamientos. No tomó el sobre.
Estaba a punto de dar explicaciones cuando continuó—: Sí. Veo. Es
lo mejor. Iba a tener que despedirte. Dara Evans ya ha preguntado acerca
del artículo que escribiste en el Día de San Patricio, así como tu pequeño
artículo revelado esta mañana. Nos quiere demandar. Tu renuncia tiene
sentido para la compañía.
Asentí con la cabeza, estrechando mis labios. Yo era una decepción.
Creo que parte de mí esperaba que Joan no me dejara renunciar. Me
gustaba mi trabajo la mayor parte del tiempo, sobre todo cuando trabajaba
con figuras públicas que merecían la buena reputación y la imagen ideal
que ayudé a alcanzar.
Pero también me sentí aliviada.
Ayudar a la gente como Dara Evans siempre se sintió como tratar de
sacar brillo a la mierda.
—Gracias por todo, Joan.
Le di una media sonrisa, y sus cejas levantándose una muesca,
traicionando una pizca de sorpresa.
—¿Te refieres a cuando perdiste tu mierda, o te refieres a toda mi
excelente tutoría profesional en el último año?
—Todo. Gracias. Eres una... buena amiga.
—No, no lo soy, pero es lindo que lo creas. —Se inclinó de repente y
arrebató la carta de la mesa, sosteniéndola ligeramente en la mano
derecha—. Por supuesto, no voy a dejarte renunciar tan fácilmente. Tienes
cuentas de clientes clave todavía en tu cola. Espero que permanezcas en
una posición de consultoría por un período indefinido de tiempo.
Parpadeé mi sorpresa. —Me… quieres, me quieres… Tú…
—Nosotros te pagaremos tu tarifa por hora como contratista. Rachel
te enviará los detalles mañana. Además, sería mejor si tú y el Sr.
Fitzpatrick se casan en algún momento, tendrían unos hermosos niños 316
que jueguen al rugby. Todo el mundo ama a un “PQTC”.
No podía dejar de reír. Era sorprendida, tranquila y suave al
principio, pero luego estalló en un ataque incontrolable de risitas. La
expresión de Joan cambió entonces. Lució tan consternada y divertida.
—Oh, mi señor. ¿Qué sonido está haciendo? ¿Eso es... una risa?
Negué con la cabeza, y luego asintió con la cabeza, y luego sacudí la
cabeza de nuevo, levantando una mano mientras agarraba mi vientre con
la otra.
Joan me miró con recelo. —Por el amor de Dios, no vuelvas a reír en
público. Nadie te perdonará por ello. Serás ridiculizada, Ronan irá en una
juerga de asalto, y luego Ian tendrá un colapso mental tratando de limpiar
el desorden.

Gerta lloró cuando le conté la noticia, pero luego dejó de llorar


cuando le dije que iba a estar como consultora. Me sorprendió la fuerza de
su reacción y me encontré consolándola con un abrazo de un solo brazo
torpe. Ella se rió de mi falta de capacidad de consolar y me dio un abrazo
lleno.
—¡Oh, Annie...! —Suspiró; la sentí sacudir la cabeza en mi hombro—
. Ahora podemos ser amigas fuera del trabajo, también.
Me hallaba sin palabras. Amigos. Iba a tener amigos. La madre de
Ronan, Jackie, su hermana, Lucy, las esposas y novias de sus compañeros
de equipo... serían mis amigas. Estar con Ronan significaría un círculo
inmediato de amigos.
Y entonces me di cuenta de que todos mis amigos en línea, los que
hice como The Socialmedialite, ahora podrían llegar a ser reales, amigos en
la vida real. Este pensamiento se sentía un poco abrumador y muy
emocionante. Estar conmigo podría significar un círculo inmediato de
nuevas amistades para Ronan también. Quizás WriteALoveSong y yo nos
reuniríamos el almuerzo, o ir al cine, o pasar el rato como personas reales.
Tal vez él y Ronan se convertirían en buenos amigos, también, sobre
todo después de que le expliqué que WriteALoveSong, cuyo verdadero
nombre era Broderick, me había ayudado a entender que tenía que hacer
públicos tanto mis sentimientos por Ronan y mi identidad como The
Socialmedialite. La idea de Broderick fue más doméstica, menos riesgoso
que lo que en última instancia decidí, pero su sugerencia original me hizo
317
reconocer que tenía que tomar un riesgo y ahora era el momento.
Gerta me dejó encontrarme algunas cajas, y Ronan apareció un
momento después, estallando en mi oficina con energía inquieta y una
expresión severa. Aun así, mi sonrisa fue inmediata.
—Ronan. —Sonreí, yendo hacia él.
—¿Renuncias? ¿Dejas tu trabajo? ¿Por qué? ¿Lo hizo Joan? Porque
si lo hizo, lo juro por Dios que voy a…
—No, espera. Escucha, no es así. —Agarré sus manos, necesitando
tocarlo. Nuestra reunión de esta mañana fue demasiado corta, y yo estaba
bajo el sueño. Necesitaba sentirlo para demostrar que no soñaba mientras
estoy despierta.
—Entonces, ¿cómo es? Debido a que el tarado de Ian me detuvo en
el pasillo y me dijo que te encontrabas en el despacho de Joan y que tú
dimitías. Eres jodidamente increíble en tu trabajo, Annie; y si no pueden
ver eso, entonces, todos son gilipollas, todos ellos.
Mi sonrisa se ensanchó mientras me apresuré a explicar—: Fue mi
decisión. Dimitía por mi cuenta, sin la presión de Joan. De hecho, quiere
que me quede como asesora.
Sus ojos se estrecharon. —No te está empujando a quedarte,
¿verdad?
—No. —En vez de reír al ver su expresión de sospecha, presioné mis
labios y añadí—: Va a ser lo mejor de ambos mundos. Como asesora, voy a
ser capaz de elegir con qué clientes trabajo. Será genial. Estoy muy
complacida.
—Umm.... —Me examinó, en busca de la sinceridad. Obviamente
encontrándola, su expresión se aclaró—. Bueno. Bien. ¿Supongo que
también significa más trabajo desde casa?
—Sí. Voy a estar trabajando desde casa todo el tiempo ahora. No hay
más visitas a la oficina. —Miré al alrededor de mi oficina y me di cuenta
con un poco de angustia que realmente iba a extrañar las tres paredes y la
vista de la ventana. Mis días aquí, a pesar de que eran escasos, fueron las
únicas veces que tuve que dejar mi apartamento. Ahora no tengo nada que
me obligue a dejar mi casa que no sea mi propia voluntad.
Sentí el peso de la mirada de Ronan y volví mi atención a él. Me
miraba con un anhelo intenso y centrado que casi me robó el aliento.
Buscando mi mirada, la suya casi diabólica, levantó su mano a mi mejilla,
sus dedos envolviéndose alrededor de mi cuello y me tiró más cerca.
318
—Es una pena que nunca bautizamos esta oficina.... —susurró
contra mi boca.
—¿Bautizado?
—Follado en el escritorio.
—¡Oh!
Deslizó su brazo alrededor de mi cintura y me aplastó contra él, con
su boca ferozmente o chocando con la mía, sus manos posesivas. No
habíamos estado separados tanto tiempo. En medida del tiempo, hicimos
el amor hace cuatro días, pero la distancia emocional entre nosotros fue
ilimitada, por lo menos se sintió de esa manera para mí. Su toque,
posesivo rayando en desesperado, me dijo que sentía lo mismo.
Periféricamente, oí el chillido de Gerta, seguido por el sonido del
cierre de la puerta. Los besos de Ronan crecieron más suaves, más
amorosos, acariciándome, mientras caminaba conmigo hacia atrás hasta
el escritorio. Sus hábiles dedos sacaron mi camisa y hábilmente se
trasladaron al broche de mi sujetador.
Alejé mi boca. Mi protesta, aunque basada en la lógica, fue
escuchada a medias. —Espera, tenemos… tenemos mucho de que hablar,
para resolver. Te amo, y quiero que sepas que yo…
—Silencio, Annie querida. Tenemos el resto de nuestras vidas para
hablar, y te prometo que lo haremos; pero sólo tenemos diez minutos más
en esta oficina.
—Pero... pero no tengo restricciones.
Ronan se alejó, con sus manos subiendo para acunar mi cara
mientras la parte posterior de mis muslos se reunían en el escritorio. Sus
ojos oscuros se nublaban con la lujuria, pero había una dulzura presente,
también, una sugerencia de sinceridad y emoción.
—Mi amor... —Hizo una pausa y besó la punta de mi nariz, y
susurró—: No siempre te quiero atada. Te quiero libre. Salvaje. Valiente. Te
quiero de cualquier manera que pueda conseguirte. Te quiero ahora, y te
quiero para el resto de mi vida.
Vacilé, sin saber qué hacer, cómo tocarlo. Debió ver la indecisión en
mis ojos porque agarró mis manos y las puso bajo su camisa a la piel
desnuda de su estómago.
—Quiero que me toques, Annie. Quiero sentir tus manos sobre mí.
¿No quieres eso, también?
En realidad, sus palabras eran toda la invitación que necesitaba.
Puse mis dedos en las crestas de su estómago y alrededor de sus lados, 319
sintiendo una repentina sensación de urgencia codiciosa. Lo besé, lobesé.
Él gimió su aprobación. Toda idea de vivir bajo tierra, renunciar a la
valentía por seguridad, huyó y nunca sería vista de nuevo.
Absolutamente no podía dejar de tocarlo. Se sentía caliente y suave
bajo mis dedos, duro y delicioso. Así es, se sentía delicioso, y quería
probarlo, morderlo, consumirlo.
Apresuradamente, empujé su camisa hasta la clavícula y me incliné
para lamer y morder su pecho, mis manos se movían a sus pantalones. Él
hizo un trabajo rápido de levantar mi falda y ayudarme a salir de mi ropa
interior. Me di cuenta de que medio las metió en el bolsillo de los
pantalones justo antes de abrir su cinturón, botón, y volar y meter mi
mano por sus bóxers.
Ambos respirábamos fuerte, sus palmas llegaron a mis pechos,
amasándome a través de mi sujetador. Le acaricié, y él soltó un suspiro
tembloroso y un "mierda". Esta era mi primera vez tocándolo como esto, y
me sentí como si pudiera combustionar espontáneamente con la lujuria.
Era grueso y largo y duro y masculino y caliente y tan jodidamente sexy.
El poder que sentía, sosteniéndolo en la mano, rodeando su perfecta polla
con mis dedos. Yo era poderosa. Tenía el control.
Le acaricié de nuevo, y su paciencia se quebró. En un rápido
movimiento, Ronan me levantó de la mesa, golpeó con fuerza mi mano, y
se interpuso entre mis piernas abiertas. A continuación, se enterró hasta
la empuñadura con un solo poco elegante, rápido empuje.
Mis manos fueron a su parte inferior, las uñas clavándose en más
deliciosa piel, y lo presioné a mi centro. Tiré mi cabeza hacia atrás
mientras bombeaba dentro y fuera. Bajó la boca a mi cuello, mordiendo y
chupando y lamiendo, degustándome como yo deseaba saborearlo. Levanté
mi barbilla y cogí sus labios, mis dedos se movieron a su espalda y luego
sus hombros.
Lo sujeté hacia mí con mis manos, enrollando mis piernas a su
alrededor. No podía tener suficiente de su cuerpo, la fricción y el calor que
habíamos hecho. Me alejé unos centímetros y me centré en su cara, lo
encontré apretando los dientes, la mandíbula temblando, con los ojos
cerrados con fuerza.
Mi corazón se dejó caer, y me tensé con la decepción. —Ronan, ¿no
te gusta esto? ¿No debería tocarte?
—No. Dios, no. Se siente tan bien. Se siente jodidamente fantástico.
No te detengas. —Su cabeza cayó sobre mi hombro, e hizo un sonido como
un gruñido.
—¿Estás seguro? ¿Por qué… por qué tienes los ojos cerrados? 320
—Porque si te miro mientras me tocas así y haces esos sonidos
suaves, sexy y sintiéndote mojada y apretada y como el cielo alrededor de
mi polla, entonces me voy a venir en diez segundos.
Mi respiración se atascó, y arqueé mi espalda mientras él
emparejaba este discurso con un fuerte pellizco a mi pezón, enviando una
ola de calor arrollador a mi bajo vientre. Me encontraba cerca, y sus
palabras me empujaron más cerca. Éramos una maraña de extremidades,
y yo me hallaba sentada desnuda con el culo al aire en mi escritorio con
mi falda subida alrededor de mi cintura, y Ronan Fitzpatrick follándome, y
era incómodo y poco elegante y sexy como el infierno.
—Ahora, Annie... Ven para mí ahora. —Movió su dedo pulgar por mi
clítoris y lo frotó, todo su cuerpo se tensó esforzándose; una gota de sudor
le corría por el lado de su cara. La visión de él tan cerca de perder el
control era todo lo que necesitaba para empujarme a terminar.
Ronan lanzó una cadena de palabras sin sentido que podrían haber
sido una lengua extranjera, su ritmo frenético, sus ojos finalmente abiertos
mientras me seguía, me miraba, buscando su propio fin y persistente
dentro de mí, los movimientos de balanceo final de nuestros cuerpos
destinados a prolongar nuestro placer compartido.
Respiraba con dificultad mientras me envolvía en sus brazos, me
aplastaba a él. Su piel estaba húmeda, su corazón latía como si quisiera
saltar de su pecho, y aún hablaba en un idioma desconocido.
—¿Qué… qué es eso? ¿Qué dices? —Mis respiraciones seguían
trabajando.
—Es irlandés, y te estoy prometiendo por siempre. Tienes que
casarte conmigo, Annie. Decir que sí.
—Te lo dije en el auto. Sí, me casaré contigo. —Sonreí contra su
duro pecho.
—Y no es sólo el sexo, pero no voy a mentir, la idea de no tener
relaciones sexuales contigo hace que me quiera morir, eres tú. Es el verte
todos los días, es la forma en que me miras, es verte venir, es la forma en
que me tocas, es tu generosidad, tu belleza, eres tú.
Mi sonrisa se volvió suave, y me acurruqué más cerca. —¿Te gusta
cómo te toco?
—Sí. Es adictivo. Nunca pares.
—¿Significa esto que no me atarás más?
Hizo una pausa y se quedó inmóvil, y luego se inclinó lejos, buscó mi 321
cara. Sus ojos brillaban con reverencia y devoción. —Dime tú.
—Me gusta tocarte. Me gusta tocarte mucho.
—Entonces…
Me apresuré a añadir—: Pero también me gusta no tocarte.
Su mirada se calentó con la felicidad y tal vez un poco de diversión.
—Entonces vamos a hacer ambas cosas. Mi única condición es que
tenga una palabra de seguridad, también.
Mis cejas saltaron mientras miraba hacia él, y sentí la agitación de
una sonrisa burlona en mis labios. —¿Quieres una palabra de seguridad?
—Sí. —Levantó sus dedos en mi cabello ahora desordenado y lo
metió detrás de las orejas, su sonrisa mal reprimida reclamando sus
características.
Crucé los brazos sobre mi pecho y aclaré la garganta mientras lo
miraba expectante. —¿Y cuál será tu palabra de seguridad?
—Pastel de crema.
—¿Pastel de crema?
—Sí —dijo, su sonrisa ahora enorme, ojos marrones brillantes de
malicia y afecto.
—¿Por qué pastel de crema?
—Porque, amor... —Ronan tomó mis mejillas en sus manos e inclinó
la cabeza hacia atrás mientras bajaba sus labios con los míos. Dio un beso
suave en mi boca y luego susurró—: Siempre he querido que me comas
como un pastel de crema.
Él quería que yo reaccionara, estuviera sorprendida a su lasciva
sugerencia: típico, maravilloso, sucio de mente, Ronan.
En su lugar, ignoré la intención de su declaración y presioné—:
¿Pero no quebranta el propósito de una palabra de seguridad? —Sus
lánguidos casi-besos me hacían sentir cálida y difusa en todo.
Ronan se rió entre dientes, mordió el labio inferior, se aseguró de
que mis ojos se encontrabanfijos en él mientras respondió—: Oh, Annie,
nunca voy a estar a salvo contigo.

322
Traducido por BlackRose10

Ronan
U
sando mi llave, abrí la puerta del apartamento de Annie y
entré. Se hallaba sentada en el salón vistiendo un top suelto
que colgaba de un hombro, dándome una visión tentadora y
muy sexy de su piel sedosa. Su cabello estaba en un montón en la parte
superior de su cabeza, mientras sus dedos bailaban rápidamente sobre las
teclas del computador. Demasiado malditamente linda. Todavía no podía 323
acostumbrarse al hecho de que un día iba a casarme con esta mujer. Que
la tenía para quedármela.
A ella y todos sus raritos amigos en línea.
Al principio fue extraño reunirse con la gente que ella había
conocido como The Socialmedialite pero con los que ahora era libre para
interactuar en persona. Me sorprendió que me cayeran bien la mayoría de
ellos, especialmente Broderick. Es del tipo tranquilo, y yo podría haber
estado un pelín celoso de su relación cuando me enteré de ella. Pero
cambié mi opinión acerca de él con bastante rapidez. Ganaba puntos
extras, ya que en realidad podía mantenerse al día conmigo en el parque
cuando corríamos.
Al oírme entrar, Annie miró por encima del hombro y me dio una
cálida sonrisa, sus ojos parpadeantes con curiosidad a la bolsa de papel
marrón que tenía en la mano. Le sonreí pero no dije nada, dejando la bolsa
en la mesa a la entrada y yendo a colgar mi chaqueta. Me gustaba mucho
el apartamento de Annie aquí en Nueva York. Se sentía tan parecido a ella,
como en casa, y temía el tener que irme cuando regresara al equipo el
próximo mes.
Discutimos casualmente el probar la cosa de la larga distancia por
un tiempo pero no habíamos logrado llegar a un acuerdo. Con toda
honestidad, no quería ni un centímetro de distancia entre nosotros, y aún
menos todo un océano. Así que sí, quería estar lejos de ella tanto como
quería tener en una histerectomía. Annie me dijo que renunciaría a su blog
para venir a vivir a Irlanda, pero pude ver la reticencia en sus ojos. La
perspectiva de dejar todo atrás le dolía. No me atreví a hacer que lo dejara.
Amaba bloggear. Era su alegría, su pasión.
Así que estábamos en una especie de punto muerto.
Bueno, tenía la esperanza de remediar ese punto muerto hoy. Sólo
esperaba que ella lo aceptara.
—¿Qué hay en la bolsa, Ronan? —me preguntó casualmente. Me
resistí a la tentación de reírme porque la engañaba intencionalmente.
Quería sorprenderla. La bolsa llevaba el sello de su panadería italiana
favorita; sin embargo, no contenía ninguna de las golosinas azucaradas
usuales. Después de que se puso a sí misma completa y totalmente a
merced de los medios de comunicación tras salir al aire como la creadora
de New York´s Finestcon el fin de declarar su amor por mí, quería darle
algo a cambio. Annie había hecho el mayor sacrificio posible; renunció a
su anonimato para estar conmigo, y aunque no estaba seguro de tener
algo tan preciado como para poner en riesgo, quería darle algo que
significaba mucho para mí. Algo que le mostraría lo mucho que importaba.
Era quid pro quo21. Si podía renunciar a algo por mí, yo podría renunciar a 324
algo por ella también.
—Nada importante—mentí cuando me paré detrás de ella, barrí
algunos caídos mechones de cabello de su cuello, y me incliné para
depositar un beso justo debajo de su oreja. Se estremeció con el toque de
mis labios, y sonreí. Incluso la más mínima reacción de ella era adictiva, y
saboreaba cada una de ellas—. Llama a Lucy por Skype, ¿puedes?—
murmuré—. Los dos tenemos algo que queremos hablar contigo.
—Está bien, pero ¿por qué estoy llamando a tu hermana?
—Ya verás.
Perpleja, Annie hizo lo que le pedí, y pronto Lucy nos sonreía en la
pantalla, llevaba una camiseta con un Mi Pequeño Pony psicodélico, su
cabello multicolor colgando en una larga y holgada trenza.
—Hola, tortolitos, ¿qué onda?—espetó Lucy, llena de emoción.

21Locuciónlatina que significa literalmente "Quid en lugar de quo", es decir, la sustitución


de una cosa por otra.
Sabía la razón, pero Annie no. Todavía no. Me dio una mirada
confusa ante la extraña frase de Lucy, así que le expliqué—:Es jerga
irlandesa para qué tal22.
—Ah—dijo Annie, sus ojos iluminándose con entendimiento cuando
se volvió de nuevo a Lucy y le sonrió—. La onda está bien, Lucy. ¿Y tú?
Lucy se movió en su asiento con alegría apenas contenida. —¡Estoy
muy bien! Fantástica, en realidad.
—Pareces muy emocionada—señaló Annie, ahora sospechosa.
—Lo estoy—respondió Lucy luego me miró a mí—. ¿Ya le dijiste?
—No, esperaba para decirle contigo.
Annie me miró. —¿Decirme qué?
Tomé su mano en la mía y empecé a frotar su muñeca. —Lucy y yo
tenemos una propuesta para ti.
—¿Vale?
—Entonces, ¿sabes cómo quieres mudarte a Irlanda, pero para
hacerlo tendrías que renunciar a tu blog?
—Ajah. 325
—Bueno, Lucy y yo estábamos hablando, y tenemos una solución.
Desde su visita, Lucy ha estado muriendo por una excusa para volver
aquí, así que lo que proponemos hacer es lo siguiente. Lucy vendrá a vivir
a Nueva York y trabajará para ti, tomando fotos de celebridades, y tú
podrás venir a Irlanda, pero todavía escribir tu blog, sólo que con Lucy
enviándote las fotos para tus publicaciones.
—Es un ganar-ganar. Además, siempre me he imaginado a mí
misma como una fotógrafa aficionada —dijo Lucy a Annie con un guiño.
Ella estuvo en silencio por un momento, mirando entre los dos con
una expresión que no pude descifrar. Supe que el veredicto era positivo
cuando una sonrisa finalmente se formó. —¡Esa es una idea genial! No
puedo creer que no lo pensé yo misma.
Se lanzó de su asiento y hacia mis brazos. La halé cerca y la besé
suavemente en la boca, mordiendo su labio inferior. Dios, cómo me
gustaba esta mujer.

22Nota de la traductora: En el original Lucy saluda "Hello, lovebirds, how’s she cuttin’".
Ronan explica la diferencia entre la jerga Irlandesa y la estadounidense. Para la
traducción utilicé dos expresiones típicas de la jerga mejicana y colombiana.
—Uf, está bien, ¿pueden los dos esperar hasta que me haya ido para
empezar a sexualizar las cosas, por favor?—La voz de Lucy llegó a través
de los altavoces, y Annie y yo nos echamos a reír.
—Me mudaré a Irlanda—murmuró Annie, con los ojos llenos de
emoción e incredulidad mientras me miraba—. Tenemos la oportunidad de
estar juntos, y ninguno de los dos tiene que renunciar a nuestras carreras.
—Es un maldito dulce acuerdo, ¿no? —dije cariñosamente, pasando
mis pulgares a lo largo de su mandíbula.
—Y tengo la oportunidad de ir a Nueva York—añadió Lucy, haciendo
una pequeño bailecito frente a la cámara—. ¡Gran Manzana, aquí voy,
bebé! ¡Mejor prepárate para Lucy Fitzpatrick!
En serio, mi hermana era una loca a veces. Me ponía un poco
nervioso por su mudanza a un lugar tan grande, lleno de peligros y vicios,
pero Tom me prometió que iba a mantener un ojo en ella.
—Ella vendrá en dos semanas, así que vamos a tener un poco de
tiempo para que le puedas enseñar cómo son las cosas—le dije a Annie
después de que habíamos dicho adiós a mi hermana, quien declaró que
iba a encontrar a Jared Leto e iba atraerlo hacia el matrimonio.
—Suena bien. —Asintió Annie y se mordió el labio. Reconocí el rubor 326
en sus mejillas también. Digamos que a mi novia realmente, realmente le
gustaba en este momento, y cuando realmente le gustaba, a ella también
le gustaba que le hiciera las cosas que me gustaban a mí. Inhalé una
respiración áspera y pasé mi mano de su clavícula hasta la parte posterior
de su cuello, donde le ahuequé con firmeza. Se quedó sin aliento ante mi
rudo tacto, sus pechos llenos rozando mi pecho mientras le daba la vuelta
y la llevaba a través del pasillo hacia la habitación, tomando la bolsa de
papel marrón de la entrada mientras lo hacía. Resonó un poco, y Annie le
dio una mirada curiosa. Los productos horneados no tintineaban
normalmente.
Suavemente la empujé sobre la cama y puse la bolsa a su lado.
Cuando se movió para abrirlo, le di un ceño fruncido, y ella retiró la mano.
Su respiración era poco profunda, sus labios inflamados mientras los
lamía, y supe por la forma en que sus pupilas se dilataron que era
consciente de que ahora estábamos jugando. En el dormitorio, nuestros
dos roles nos quedaban como guantes, y fue una verdadera revelación el
poder finalmente ser capaz de saciar mis deseos. Con Annie no existía
duda o torpeza; ambos sabíamos la mecánica que trabajaba para nosotros,
y nos complementábamos el uno al otro perfectamente.
—Quítate la ropa y gírate—dije, castigándola por mirar en la bolsa
sin pedir permiso.
Con la mirada baja, hizo como instruí, deslizándose rápidamente de
su camiseta y los pantalones antes de acostarse sobre su estómago, su
hermoso, redondo culo frente a mí. Me empapé ante la vista de su ropa
interior de encaje rojo, di dos pasos hacia delante hasta que mis rodillas
golpearon la cama, y me incliné sobre ella. Mi respiración golpeó el lado de
su mejilla, mi boca en su oído cuando dije—: Tienes que recordar pedir
permiso, Annie. —Entonces, trayendo mi mano a su culo, le di un
pequeño, duro azote y ella saltó y luego gimió contra la almohada. El azote
y la forma en que le hablé la encendieron, me di cuenta. Froté su trasero
para calmar el escozor, planté un beso húmedo a su cuello, la lamí, y
luego me puse de nuevo de pie.
—Ahora tienes permiso para mirar—dije, mi voz cargada de
promesas sexuales.
Sonreí cuando se zambulló sobre la bolsa con emoción, sacando la
caja de pastelería y dándome una mirada confusa. Sacudió la caja, y de
nuevo, tintineó. La abrió, sacó las llaves.
—Son estas...
—Las llaves de mi Chevy—dije con ternura.
—Pero, ¿por qué me las das a mí? 327
—Porque quería darte algo, y me acordé que una vez me dijiste lo
mucho que amabas el Chevy, cómo te gustaría tener un coche así un día.
Bueno, ahora lo haces.
Cuando me miró, sus ojos brillaban de emoción. —Ese es tu coche
favorito. Es el primer coche del que alguna vez fuiste dueño. Amas ese
coche.
—Es cierto, pero te amo más. Ahora lo que más amo tiene algo que
quiero mucho—murmuré cariñosamente y acerqué una mano para
acariciarle la mejilla. No pude dejar de añadir bromeando cuando rocé mis
labios contra los suyos—: Además, ya no es exactamente mi coche favorito.
Ese honor le pertenece ahora al Charger. Es, después de todo, donde por
primera vez hicimos el amor.
Annie dejó escapar una risita emocional y luego comenzó a besarme
de regreso, moviendo sus pechos contra mi pecho. —Nunca supe que un
hombre podía ser tan romántico sobre los coches.
—No has conocido a muchos entusiastas de los coches, ¿verdad?—le
pregunté.
Negó con la cabeza. —Sólo tú. —Sostuve su barbilla mientras
deslizaba mi lengua provocativamente entre sus labios. Ella abrió la boca
para respirar—. Ni siquiera sé cómo conducir.
—Vas a aprender—dije, mi voz cada vez más profunda a medida que
aumentaba mi excitación—. De hecho, esta noche vamos a salir para una
lección, pero en primer lugar, vamos a jugar.
—Espera, espera—protestó—. Hay algo más en la bolsa.
—Ah, sí, lo hay. Casi se me olvida —le dije, retirándome.
Annie metió la mano en la bolsa y sacó el folleto que había metido en
la caja. —¿Un folleto de propiedades?—preguntó, sus ojos encendidos por
la emoción.
—Así es. Si nos vamos a mudar a Irlanda, vamos a necesitar una
casa, ahora, ¿verdad?
Me cogió totalmente por sorpresa cuando las lágrimas comenzaron a
llenar sus ojos, y me tiró hacia sí.
—Oye, oye, ¿por qué esas lágrimas?—dije, rozando un poco de la
humedad debajo de sus ojos con mi pulgar.
Sollozó y habló en voz tan baja. —Lo siento. Estoy siendo una idiota
emocional. Es sólo que te amo. Siempre he estado sola, y la idea de tener
una vivienda digna contigo es un poco abrumador. Siento que voy a
despertar en un minuto, y todo va a ser un sueño. 328
Tomé su mano en la mía y la puse sobre mi corazón. —Eso no va a
suceder. Esto es real. Tú eres mi hogar ahora, y yo soy el tuyo. Nada puede
cambiar eso. No lo voy a permitir.
La mirada que me dio me dejó sin aliento, como si fuera todo lo que
alguna vez había querido y no podía creer que en realidad me tenía. Eso
aplicaba para ambos porque me sentía exactamente de la misma manera.
Le devolví la mirada, y luego mis párpados se pusieron pesados. Estar a
solas en una habitación con mi hermosa prometida me hacía eso. Mis ojos
se perdieron en su pecho, donde sus tetas subían y bajaban con su
respiración, y deslicé mi brazo debajo de su cuerpo, empujándola hacia la
parte superior de la cama. Un pequeño suspiro se le escapó cuando me
subí entre sus piernas y capturé sus muñecas con las mías, fijándolas
sobre su cabeza.
—Por lo tanto, amor, la cuerda de seda o las esposas, ¿qué será
hoy?—Ronroneé y empujé mis caderas contra ella.
Sus ojos vidriosos y una expresión de fuego se apoderaron de ella
cuando se encontró con mi mirada. —O podría tocarte.
Una sonrisa se formó en mis labios lentamente mientras pensaba en
todas las formas en que estaba a punto de hacerla gritar. —Pues, mi
querida Annie, esa es la respuesta correcta.
New York´s Finest
Blogueando como *The-Socialmedialite*
14 de febrero
No me importa si alguien dice lo contrario, los leñadores-sexys
están aquí para quedarse.
Son demasiado deliciosos para ser una moda pasajera. Es como todo
lo que quieras en un leñador real —la barba, los ojos ardientes, el torso
musculoso, las manos grandes, la camisa a cuadros, las botas— pero sin la
comida que cuelga en el bigote, la suciedad en el suelo, o nada de leña
(pero no te preocupes, todavía hay un montón de madera *codazo, codazo
* *guiño, guiño*).
Aunque, tengo que admitir que algunos de estos leñadores-sexys
llevan las cosas un poco demasiado lejos. Por ejemplo, mi marido y sus
compañeros de equipo. Como se puede ver en estas imágenes furtivas
tomadas hace dos noches, ninguno de ellos se ha afeitado durante casi
cuatro meses, ¡ni siquiera un ajuste! Todos ellos se ven como bestias
salvajes o neandertales.
Bueno, todo el mundo, menos el pobre Sean Cassidy.
Lamentablemente, como se puede ver en la tercera imagen abajo, su barba
329
es desigual y con manchas, como un pre-púber con pelusa. Parece una
especie de accidente con algún medicamento para el crecimiento del pelo
o una suscripción al club de Hombres Velludos que terminó terriblemente
mal.
Aparte del valiente (pero inútil) esfuerzo de Sean, estos chicos se
están dejando crecer la barba por una buena causa, y no puedo quejarme
de ellos por eso.
Echa un vistazo al enlace a la caridad destacada a continuación
para saber por qué los jugadores de rugby de Irlanda no se están
afeitando y quizás dona algo de dinero a esta noble causa.
¡Hasta la próxima!
(En la felicidad conyugal barbuda) The Socialmedialite.
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El Jugador
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http://www.paradisebooks.org/

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