Jackes Louis Vida y Obra
Jackes Louis Vida y Obra
Jackes Louis Vida y Obra
Biografía y obra
Jacques Louis David fue el pintor que mejor encarna el espíritu del neoclasicismo y de
la pintura neoclasicista francesa. Nació en 1748 y a temprana edad estudió en la
Academia de París. Sus viajes a Italia donde halló los restos de la civilización romana
antigua fueron conformando su pintura.
A su vuelta a París, Jacques Louis David queda convencido de que es necesaria una
regeneración del arte.
Algunas de las primeras obras de Jacques Louis David más importantes son:
En esta pintura, Héctor se encuentra tumbada y Andrómaca en primer plano con sus
hijos. Se representan tres momentos: muerte, dolor y consuelo.
David vuelve a Roma en 1784 con una misión oficial, la de levantar una serie de
esculturas de la antigüedad para las funciones docentes de la Academia francesa.
En esta etapa pinta:
movimiento al unísono de coger las espadas. Al otro lado, aparecen las mujeres
abatidas. Todos ellos conforman la escena de la consolación y tristeza.
La pintura representa simultáneamente tres momentos y tres sentimientos: dolor,
tristeza y lealtad.
Muerte de Sócrates
Como detalle, este cuadro contiene un bodegón espléndido de una cesta de costura
sobre la mesa (único detalle que revela la realidad familiar).
Otro aspecto notable es el estudio perfecto de la luz Luz cuyo mejor ejemplo es el
contra luz de la estatua de la República citada.
Marat asesinado
Napoleón a caballo
La Coronación de Napoleón
Retrata a las personas más características de la época. Papa y obispo de París. Los
gestos realistas de los espectadores al acto, contrasta con los fríos gestos de los
eclesiásticos.
En este cuadro es destacable la gran habilidad de David para resolver los planos de la
arquitectura y al mismo tiempo el lujo de detalles que muestra
Esta obra se ha considerado como una magnífica fusión de lo Barroco y la modernidad
en la representación de los héroes.
Retratos de David
Jacques Louis David también cultivó el retrato. En este género de muestra intimista y
preocupado por la captación psicológica de los personajes.
Retrato del Papa Pío VII
Representa al Papa como un personaje corriente, sin los símbolos de poder.
Retrato de una mujer
Es un Retrato de cuerpo entero. Forma un ángulo recto con la silla tipo imperio y su
vestido. Muestra ricas telas. Parece un retrato escultórico.
Madame Recamier
Se trata de su retrato más famoso. Está representada de cuerpo entero y en una
postura poco clásica: descalza y tumbada en torsión. El vestido cae por delante del
canapé.
De nuevo David hace aquí un alarde de sabia composición. (Arte España, 2006)
Composicion:
Cada cuadro se refería a un solo
tema principal, sin temas
secundarios superfluos que pudieran
distraer. No son cuadros de gran
profundidad, sino con una
construcción frontal que recuerda a
los frisos y bajorrelieves clásicos. El
marco suelen
ser arquitecturas arcaizantes, y no
paisajes, y si la escena ocurría en un
interior, a veces se dejaba este
segundo plano en la penumbra para que nada distrajera de la escena que se desarrolla
en primer término. En este marco se pintaban, en primer plano, un número limitado de
figuras humanas que componían la escena, aislados por lo general los unos de los
otros.
Línea
Las figuras masculinas están dominadas por la línea recta, lo que remarca su valentía y
fortaleza, mientras que las femeninas están trazadas con líneas sinuosas lo que da
equilibrio a la escena. El fondo es liso como si fuera un altorrelieve.
Luz: Una especie de iluminación artificial alumbra a las figuras, centrándose en los
Horacios y las espadas.
Color: algunas zonas del lienzo están pintadas con premura, a grandes brochazos
espontáneos que aportan frescura a la imagen. Otras partes están realizadas, en
cambio, con minuciosidad primorosa. El juego de colores es vibrante: un azul "royale"
puro, un amarillo limón y el blanco grisáceo que domina el resto de la composición. Los
colores de la ropa del conde se hacen eco en los jaeces de su montura, que parece
simbolizar el espíritu impetuoso del jinete.
Cuadro Comparativo
El caballo de madera
Ulises y el resto de los griegos construyeron un enorme caballo de madera sin que los
troyanos se dieran cuenta. El caballo llevaba truco porque hicieron un agujero en la
barriga del caballo y allí se metieron muchos guerreros. Luego dejaron el caballo con la
tripa llena de griegos a la entrada de Troya. Los troyanos pensaron que los griegos se
habían rendido y se habían vuelto a su casa, pero no era así. Allí estaban todos
escondidos en la barriga del caballo.
Pensando que el caballo era un regalo de los griegos para los dioses, los troyanos
metieron aquella enorme construcción de madera en la ciudad. Y cuando todos en
Troya celebraban la supuesta victoria, los griegos aprovecharon su despiste para salir
de la barriga del caballo de madera y recuperar Helena. Y con este truco del ingenioso
Ulises fue como los griegos ganaron la guerra de Troya.
Laura Vélez. Redactora
Poesía Griega
Píticas
1 -A Megacles de Atenas,
vencedor en la cuadriga.
Aforismos
- Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice.
- El día precedente enseña el día que sigue.
- Aprovecha la oportunidad en todas las cosas; no hay mérito mayor.
En la Iglesia
Amo la iglesia - sus hexaptérigas,
la plata de sus vasos sagrados, sus candelabros,
las luces, su iconos, el púlpito.
Cuando entro en la iglesia de los griegos:
con la fragancia de su incienso,
con las voces y músicas litúrgicas,
la majestuosa presencia de los sacerdotes
y el ritmo grave de cada uno de sus movimientos
-resplandecientes en los ornamentos de las vestiduras-
mi pensamiento va a los grandes honores de nuestra raza,
a nuestra gloriosa Bizantinidad.
Edad Media
Después de lamentarse así un buen rato, se acercaron a donde yacía el rey Arturo y le
preguntaron: “Señor, ¿qué tal estáis?”. Les responde: “Ya no queda más que volver a
montar y alejarnos de este lugar, pues veo que mi fin se acerca y no quiero acabar entre
mis enemigos”. Con rapidez monta un caballo y se alejan del campo los tres y
cabalgaron directos hacia el mar, hasta que llegaron a una capilla llamada la Capilla
Negra; un ermitaño, que tenía su vivienda en un bosquecillo cercano, cantaba misa allí
todos los días. Desmonta el rey y los otros hacen lo mismo, quitándoles a los caballos
los frenos y las sillas; el rey entra, se arrodilla ante el altar y comienza sus oraciones,
según las sabía (…) mientras hacía esta oración lloraba con tanta amargura que los que
había con él se daban cuenta de que estaba muriéndose”.
EL TORNEO MEDIEVAL
Hacía muchísimos años que el rey Ildefonso vivía en un gran castillo amurallado. Tenía
dos hijos, el mayor se llamaba Gonzalo y moraba con él en su fortaleza. Pero el menor,
que nació de una plebeya, fue abandonado en un monasterio. El monasterio presentaba
una puerta corroída por la humedad que le daba matices oscuros. Al entrar en él una
intensa fragancia a incienso envolvía las estancias. Dos lámparas de velas colgaban del
techo, también poseía un atrio y en un rincón oscuro había una pequeña entrada
iluminada por una tea. La biblioteca era un lugar recogido, lleno de estanterías repletas
de manuscritos antiquísimos elaborados por los copistas. Al lado de los estantes de
madera aparecían diez mesas desgastadas que invitaban al estudio. Allí, el padre
Francisco crió al hermano menor, lo educó y le puso el nombre de Ignacio. El joven
Ignacio se dio cuenta, a medida que iba creciendo, de que su padre, el rey, y su
hermano Gonzalo explotaban a los campesinos y se comportaban de un modo cruel.
Así que un día decidió desafiar al rey en un torneo a vida o muerte. La justa tuvo lugar
en un robledal cercano al castillo. Allí, las gentes del pueblo se deleitaban con una
magnífica música instrumental acompañada con las voces de los mejores juglares del
lugar. Al acontecimiento acudieron los reyes y las más bellas damas de los reinos
vecinos. Todo se acompañaba de las mejores viandas y se regaba con buenos vinos. El
torneo dio comienzo. Ignacio, montado en su corcel blanco, portaba una armadura
plateada y el rey vestía la armadura real. Ambos empuñaban lanzas y sus miradas
desprendían, a través de los yelmos, aires de venganza. El público, sentado en sus
rudimentarias gradas de madera, contemplaba asombrado la gesta de Ignacio al tirar de
su caballo al rey con un certero golpe en su pecho. Acto seguido, Gonzalo subió a su
grupa y se enfrentó con su hermano. Pero Ignacio repitió la hazaña y le hizo caer al
suelo. El pueblo aclamó al príncipe y desterró del reino a su padre y su hermano.
Damián Nogales
“En busca del unicornio”
(Juan Eslava Galán)
“¿Conoces qué animal es éste?”. Y lo que se veía en el bordado era una doncella de
luengos cabellos rubios y labios bermejos que estaba ricamente vestida de brocados y
sedas muy finos y sentada en medio de un verde prado de pintadas flores. Y a un lado
de la doncella había un grande león, no en actitud fiera sino como si le rindiera pleitesía
a la niña, y era cosa maravillosa de ver cómo la belleza da mansedumbre a las fieras, y
al otro lado de la doncella había un caballo blanco, en todo caballo en las quinas
proporciones que a su clase corresponden si no fuera porque, de en medio de la frente,
donde Alonsillo tenía un lucero, éste le salía un larguísimo cuerno, todo derecho como
huso e igualmente blanco… “Paréceme, señor, que es un caballo si no fuera por ese
como cuerno que tiene en medio de la frente”… “Caballo es, amigo mío, pero de una
clase de caballos como nunca se ha visto por nuestros reinos ni creo que nunca se vea
en tierra de cristianos. Su nombre es el unicornio por ese cuerno que le ves en la frente
en el que reside su maravillosa virtud”…
El Asno y El Caballo
Autor: Félix María Samaniego
«¡Ah! ¡quién fuese Caballo!
Un Asno melancólico decía;
Entonces sí que nadie me vería
Flaco, triste y fatal como me hallo.
Tal vez un caballero
Me mantendría ocioso y bien comido,
Dándose su merced por muy servido
Con corvetas y saltos de carnero.
Trátanme ahora como vil y bajo;
De risa sirve mi contraria suerte;
Quien me apalea más, más se divierte,
Y menos como cuando más trabajo.
No es posible encontrar sobre la tierra
Infeliz como yo.» Tal se juzgaba,
Cuando al Caballo ve cómo pasaba,
Con su jinete y armas, a la guerra.
Entonces conoció su desatino,
Rióse de corvetas y regalos,
Y dijo: «Que trabaje y lluevan palos,
No me saquen los dioses de Pollino.»
La ardilla y el caballo
Tomás de Iriarte
Mirando estaba una ardilla
a un generoso alazán
que, dócil a espuela y rienda,
se adestraba en galopar.
Viéndole hacer movimientos
tan veloces y a compás,
de aquesta suerte le dijo,
con muy poca cortedad:
«¿Señor mío,
de ese brío,
ligereza
y destreza
no me espanto,
que otro tanto
suelo hacer, y acaso más.
Yo soy viva,
soy activa,
me meneo,
me paseo,
yo trabajo,
subo y bajo,
no me estoy quieta jamás».
El paso detiene entonces
el buen potro y, muy formal,
en los términos siguientes
respuesta a la ardilla da:
«Tantas idas
y venidas,
tantas vueltas
y revueltas
(quiero, amiga,
que me diga),
¿son de alguna utilidad?
Yo me afano,
mas no en vano.
Sé mi oficio,
y en servicio
de mi dueño
tengo empeño
de lucir mi habilidad».
Conque algunos escritores
ardillas también serán,
si en obras frívolas gastan
todo el calor natural.
La cabra y el caballo
Estábase una cabra muy atenta
largo rato escuchando
de un acorde violín el eco blando.
Los pies se la bailaban de contenta,
y a cierto jaco que, también suspenso,
casi olvidaba el pienso,
dirigió de esta suerte la palabra:
«¿No oyes de aquellas cuerdas la armonía?
Pues sabe que son tripas de una cabra
que fue en un tiempo compañera mía.
Confío (¡dicha grande!) que algún día
no menos dulces trinos
formarán mis sonoros intestinos».
Volvióse el buen rocín, y respondióla:
«A fe que no resuenan esas cuerdas
sino porque las hieren con las cerdas
que sufrí me arrancasen de la cola.
Mi dolor me costó, pasé mi susto;
pero, al fin, tengo el gusto
de ver qué lucimiento
debe a mi auxilio el músico instrumento.
Tú, que satisfacción igual esperas,
¿cuándo la gozarás? Después que mueras».
Así, ni más ni menos, porque en vida
no ha conseguido ver su obra aplaudida,
algún mal escritor al juicio apela
de la posteridad, y se consuela.
CONCLUSIONES
1. David era un joven artista que comenzaba a hacerse famoso y conoció en Roma
al igualmente joven conde Potocki, era igual famoso en panorama político
europeo. Ambos personajes debieron de congeniar y así Potocki le encargó su
retrato a David, quien lo terminó al año siguiente en París.
2. Potocki era un modelo de hombre ilustrado en el Siglo de las Luces dominado
por la cultura francesa.
3. Los colores de la ropa del conde se hacen eco en los jaeces de su montura, que
parece simbolizar el espíritu impetuoso del jinete.
4. La obra posee una especie de iluminación artificial alumbra a las figuras,
centrándose en los Horacios y las espadas.
5. La figura masculina está dominadas por la línea recta, lo que remarca su
valentía y fortaleza.
Bibliography
Arte España. (2006, Noviembre). Retrieved Mayo 19, 2016, from
http://www.arteespana.com/jacqueslouisdavid.htm
http://www.beatrizoses.com/cuentosmedievales.pdf