Spivak - Puede El Subalterno Hablar
Spivak - Puede El Subalterno Hablar
Spivak - Puede El Subalterno Hablar
2003
NOTA INTRODUCTORIA,
por Santiago Giraldo**
BIBLIOGRAFÍA CITADA
RODRÍGUEZ, ILEANA (ed.). 2001. The Latin American Subaltern Studies Reader.
Duke University Press. Durham y Londres.
***
De acuerdo con Marx, bajo el capitalismo, el valor, como producido por trabajo
necesario y excedente, es computado como la representación/signo del
trabajo objetivado –el cual se diferencia rigurosamente de la actividad
humana–. Inversamente, en ausencia de una teoría de la explotación como la
extracción –producción–, apropiación y realización del valor –
excedente– como representación de la fuerza de trabajo, la explotación
capitalista debe ser vista como una variedad de dominación –la mecánica del
poder como tal–. "El empuje del marxismo", sugiere Deleuze, "fue determinar
el problema [que el poder es más difuso que la estructura de explotación y la
formación estatal] esencialmente en términos de intereses –el poder está
sustentado por una clase dominante definida por sus intereses–" (FD: 214).
Uno no puede objetar este sumario minimalista del proyecto de Marx, tal
como uno no puede ignorar que, en partes del Anti-Edipo, Deleuze y Guattari
construyen su caso sobre una brillante aunque "poética" comprensión de
la teoríade Marx de la forma del dinero. Sin embargo, debemos consolidar
nuestra crítica en el siguiente sentido: la relación entre capitalismo global –
explotación en lo económico– y las alianzas de los estados-nación –
dominación en lo geopolítico– es tan macrológica que no puede derivarse de
ella la textura micrológica del poder. Para moverse hacia tal explicación uno
debe moverse hacia las teorías de la ideología –de formaciones del sujeto que
micrológica y a menudo erráticamente operan los intereses que solidifican las
macrologias–. Tales teorías no pueden facilitar el pasar por alto la categoría de
la representación en sus dos sentidos. Ellas deben notar cómo la escenificación
del mundo en representación –su escena de escritura, su Darstellung–
disimula la escogencia y la necesidad de "héroes", de delegados paternales,
agentes de poder – Vertretung–.
II
Esto no es describir "la forma en que realmente fueron las cosas" o privilegiar
la narrativa de la historia como imperialismo como la mejor versión de la
historia16. Es, más bien, ofrecer una relación de cómo una explicación y una
narrativa de la realidad fueron establecidas como las normativas. Sobre esto,
consideremos brevemente los apuntalamientos de la codificación británica de
la ley hindú.
Al final del siglo dieciocho, la ley hindú, al grado que puede ser descrita como
un sistema unitario, operaba en términos de cuatro textos que "escenificaban"
una episteme de cuatro partes definida por el uso de la memoria del
sujeto: sruti (lo escuchado), smriti (lo recordado), sastra (lo-aprendido-de-
otro) y vyavahara (lo realizado-a-cambio). Los orígenes de lo que había sido
escuchado y lo que era recordado no eran necesariamente continuos o
idénticos. Cada invocación de sruti recitaba técnicamente –o reabría– el
evento de "escucha" o la revelación originaria. Los siguientes dos textos –lo
aprendido y lo realizado– eran vistos como dialécticamente continuos. Los
teóricos y practicantes legales no estaban seguros en ningún caso dado de si
esta estructura describía el cuerpo de la ley o cuatro formas de resolver una
disputa. La legitimación de la estructura polimorfa del funcionamiento legal,
"internamente" no coherente y abierto a ambos extremos, por medio de una
visión binaria, es la narrativa de codificación que ofrezco como un ejemplo de
violencia epistémica.
Debemos al presente hacer nuestro mejor esfuerzo para formar una clase que
pueda ser intérprete entre nosotros y los millones a quienes gobernamos; una
clase de personas, indios de sangre y color, pero ingleses en gusto, en
opiniones, en moral, y en intelecto. A esa clase podemos dejarle refinar los
dialectos vernáculos del país, para enriquecer estos dialectos con términos de
ciencia prestados de la nomenclatura occidental, y para suministrarles por
grados vehículos adecuados para conducir el conocimiento a la gran masa de
población (Macaulay, 1979: 359).
Vamos a pasar ahora a considerar las márgenes –uno también podría decir el
centro silente, silenciado– del circuito marcado por esta violencia epistémica,
hombres y mujeres entre el campesinado iletrado, las tribus, y los más bajos
estratos del subproletariado urbano. De acuerdo con Foucault y Deleuze –en
el primer mundo, bajo la estandarización y reglamentación del capital
socializado, sin embargo ellos no parecen reconocer esto– los oprimidos, si se
les da la oportunidad –el problema de la representación no puede ser
bordeado aquí–, y en camino de solidarizarse por medio de alianzas políticas –
una temática marxista opera aquí–, pueden hablar y conocer sus condiciones.
Ahora debemos confrontar la siguiente cuestión: al otro lado de la división
internacional del trabajo a partir del capital socializado, dentro y fuera del
circuito de la violencia epistémica de la ley y la educación imperialistas
complementando un adelantado texto económico, ¿puede hablar el
subalterno?
La historiografía del colonialismo indio ha sido dominada por largo tiempo por
el elitismo –elitismo colonialista y elitismo burgués-nacionalista–...
compar[tiendo] el prejuicio que ha hecho de la nación india y del desarrollo de
la conciencia –nacionalismo– que confirmó que este proceso era exclusiva o
predominantemente logros de la elites. En las historiografías colonialistas y
neocolonialistas estos logros son acreditados a los gobernantes coloniales
británicos, los administradores, las políticas, las instituciones y la cultura; en
los escritos nacionalistas y neo-nacionalistas a las personalidades de las elites
indias, sus instituciones, actividades e ideas (Guha, 1982: 1).
Contra la elite india podemos proponer lo que Guha llama "la política del
pueblo", tanto al exterior –"Este era un dominio autónomo, que ni era
originado por la política de la elite ni dependía de esta para su existencia"–
como al interior –"seguía operando vigorosamente a pesar [del colonialismo],
ajustándose a sí misma a las condiciones prevalecientes bajo el Raj y en
muchos aspectos desarrollando variantes enteramente nuevas tanto en forma
como en contenido"– del circuito de producción colonial (Guha, 1982: 4). No
puedo apoyar enteramente esta insistencia en determinar el vigor y la plena
autonomía, pues las exigencias historiográficas prácticas no permitirán tales
apoyos al privilegio de la conciencia subalterna. Contra la posible acusación de
que su aproximación es esencialista, Guha construye una definición del pueblo
–el lugar de esa esencia– que puede ser únicamente una identidad-en-
diferencia. Él propone una red de estratificación dinámica describiendo la
producción social colonial en general. Incluso el tercer grupo de la lista, el
grupo amortiguador, como lo fue, entre el pueblo y los grandes grupos
macroestructurales dominantes, se define a sí mismo como un lugar de
intermediación, que Derrida (1981) ha descrito como un "antre":
Elite
1. Grupos dominantes extranjeros.
"En los niveles regional y local [los grupos dominantes indios]... si pertenecen
al estrato social jerárquicamente inferior al de los dominantes de todos los
grupos de la India siguen actuando por los intereses de los últimos y no de
conformidad con los intereses correspondientes verdaderamente a su propio
ser social". Cuando estos escritores hablan, en su lenguaje esencializante, de
una brecha entre interés y acción en el grupo intermedio, sus conclusiones
están más cerca de Marx que de la ingenuidad auto-consciente del
pronunciamiento de Deleuze sobre el tema. Guha, como Marx, habla del
interés en términos de lo social más que del ser libidinal. El imaginario del
Nombredel- Padre enEl Dieciocho de Brumario puede ayudar a enfatizar que
la acción de clase o grupo, "verdaderamente correspondiente al propio ser" es
tan artificial o social como el patronímico.
Aunque aún esto no abarca al Otro heterogéneo. Por fuera –aunque ni así
completamente– del circuito de la divisióninternacional del trabajo, hay
personas cuyas conciencias no podemos asir si cerramos nuestra benevolencia
construyendo otro homogéneo referido sólo a nuestro propio lugar en la silla
del Mismo o del Yo. Aquí hay granjeros de subsistencia, trabajadores
campesinos desorganizados, tribus y las comunidades de trabajadores nulos
en las calles o en el campo. Confrontarlos no es representarlos (vertreten) sino
aprender a representarnos (darstellen) a nosotros mismos. Este argumento
nos llevaría a una crítica de una antropología disciplinaria y las relaciones entre
pedagogía elemental y formación disciplinaria. Eso cuestionaría la demanda
implícita, hecha por intelectuales que optan por un sujeto de opresión
"naturalmente elocuente", de que un sujeto tal aparezca a través de la historia
como una narrativa de un reducido modo-de-producción.
Este es un análisis aceptable. A pesar de eso muestra otra vez que el tercer
mundo puede entrar al programa de resistencia de una política de alianzas
dirigida contra una "represión unificada" sólo cuando se le confina a grupos
del tercer mundo que son directamente accesibles al primer mundo26. Esta
benevolente apropiación primer mundista y reinscripción del tercer mundo
como Otro es la característica fundacional de muchos tercermundismos en las
ciencias humanas de Estados Unidos hoy en día.
Esta discontinuidad geográfica de la cual usted habla puede significar tal vez lo
siguiente: tan pronto como luchamos contra la explotación, el proletariado no
sólo lidera la lucha sino que define sus blancos, sus métodos, sus lugares y sus
instrumentos; y aliarse uno mismo con el proletariado es consolidarse con sus
posiciones, su ideología, es retomar los motivos para su combate. Esto significa
una inmersión total [en el proyecto marxista]. Pero si es contra el poder que
se lucha, entonces todos aquellos quienes lo reconocen como intolerable
pueden empezar la lucha donde quiera que se encuentren y en los términos
de su actividad –o pasividad–. Al meterse en esta lucha que es su propia lucha,
cuyos objetivos comprenden claramente y cuyos métodos pueden determinar,
entran en el proceso revolucionario. Como aliados del proletariado, de seguro,
porque el poder es ejercido en la forma en que se hace para mantener la
explotación del capitalismo. Ellos servirían genuinamente a la causa del
proletariado luchando en estos lugares donde se encuentran oprimidos.
Mujeres, prisioneros, soldados reclutas, pacientes de hospital y homosexuales
han empezado ahora una lucha específica contra la forma particular del poder,
las coacciones y controles, que son ejercidos sobre ellos (FD: 216).
III
Los ejemplos que Derrida plantea –para mostrar los límites de la gramatología
como ciencia positiva– vienen de la auto-justificación ideológica apropiada de
un proyecto imperialista. En el siglo diecisiete europeo, escribe él, hubo tres
clases de prejuicios operando en historias de la escritura los cuales constituían
"un síntoma de la crisis de la conciencia europea" (OG: 75): el "prejuicio
teológico", el "prejuicio chino" y el "prejuicio jeroglífico". El primero puede ser
indexado como: Dios hizo una escritura primitiva o natural: el hebreo o el
griego. El segundo: el chino es un planoperfecto para la escritura filosófica,
pero es sólo un plano. La verdadera escritura filosófica es "independiente con
respecto a la historia" (OG: p.79) y someterá a los chinos a una escritura fácil-
de-aprender que reemplazará al chino actual. El tercero: que la escritura
egipcia es muy sublime para ser descifrada. El primer prejuicio preserva la
"actualidad" del hebreo o el griego, los dos últimos –el "racional" y el "místico"
respectivamente– operan en colusión para sostener al primero, donde el
centro del logos es visto como el Dios judeocristiano –la apropiación del Otro
helénico por medio de la asimilación es una historia más temprana– un
"prejuicio" todavía sustentado en los esfuerzos de darle a la cartografía del
mito judeocristiano el estatus de historia geopolítica:
Cualesquiera que sean las razones para esta ausencia específica, lo que yo
encuentro útil es el trabajo sostenido y desarrollado sobre las mecánicas de la
constitución del Otro; podemos usarlas como una ventaja intervencionista y
analíticamente más grande que las invocaciones de la autenticidad del Otro. A
este nivel, lo que continúa siendo útil de Foucault son las mecánicas de
disciplinamiento e institucionalización, la constitución, como tal, del
colonizador. Foucault no las relaciona con ninguna versión, temprana o tardía,
proto- o pos-, del imperialismo. Ellas son de gran utilidad para los intelectuales
preocupados por la decadencia de Occidente. Su seducción para ellos, y horror
para nosotros, es lo que quizá permita la complicidad del sujeto que investiga
–hombre o mujer profesional– para disfrazarse a sí mismo de transparencia.
IV
Como Sarah Kofman ha mostrado, la profunda ambigüedad del uso que hace
Freud de las mujeres como víctima propiciatoria es una reacción-formación de
un deseo inicial y continuo de dar a la histérica una voz, de transformarla en
el sujeto de la histeria (Kofman, 1980). La formación ideológica masculino-
imperialista que le dio la forma de la "seducción de la hija" a ese deseo es parte
de la misma formación que construye a la monolítica "mujer del tercer
mundo". Como intelectual poscolonial estoy igualmente influenciada por esa
formación. Parte de nuestro proyecto de "desaprendizaje" es articular esa
formación ideológica –midiendo silencios si fuese necesario– dentro
del objeto de investigación. De este modo, cuando enfrentemos las preguntas,
¿puede hablar el subalterno?, y ¿puede hablar el subalterno –como mujer–?,
nuestros esfuerzos para darle al subalterno una voz en la historia estarán
doblemente abiertos a los peligros generados por el discurso de Freud. Como
un producto de estas consideraciones he propuesto conjuntamente la frase
"Los hombres blancos están salvando a las mujeres cafés30 de los hombres
cafés" en un espíritu no disímil del que es encontrado en las investigaciones
de Freud con la frase "Un niño está siendo golpeado" (Freud, 1955, vol. 17).
El uso de Freud aquí no implica una analogía isomorfa entre formación- de-
sujeto y la conducta de colectivos sociales, una práctica frecuente, a menudo
acompañada por una referencia a Reich, en la conversación entre Deleuze y
Foucault. De esta manera no estoy sugiriendo que "Los hombres blancos están
salvando a las mujeres cafés de los hombres cafés" sea una frase que esté
indicando una fantasía colectiva sintomática de un itinerario colectivo de
represión sadomasoquista en una empresa imperialista colectiva. Hay una
simetría satisfactoria en tal alegoría, pero invitaría al lector a considerarlo más
bien un problema de "psicoanálisis salvaje" que una solución final (Freud,
1955, vol. 11). Tal como la insistencia de Freud en hacer de la mujer una
víctima propiciatoria en "Un niño está siendo golpeado" evidencia sus
intereses políticos, aunque imperfectamente, así mismo mi insistencia sobre
la producción-del-sujeto imperialista como ocasión para esta frase manifiesta
mi política.
Estoy fascinada, más que todo, por como Freud predica una historia de
represión que produce la frase final. Es una historia con un doble origen, uno
escondido en la amnesia del infante, el otro alojado en nuestro pasado arcaico,
asumiendo por implicación un espacio preoriginario donde lo humano y lo
animal no estaban diferenciados todavía (Freud, 1955, vol. 17). Somos
conducidos a imponer un homólogo de esta estrategia freudiana sobre la
narrativa marxista para explicar el disimulo ideológico de la economía política
imperialista y perfilar una historia de represión que produce una frase como la
que he esbozado. Esta historia también tiene un doble origen, uno oculto en
las manipulaciones tras la abolición británica del sacrificio de viudas en 182931,
el otro alojado en el pasado clásico y védico de la India hindú, el Rig- Veda y
el Dharmasâstra. No dudo que hay también un espacio preoriginario
indiferenciado que sustenta esta historia.
Las dos frases hacen un largo trabajo para legitimarse mutuamente. Uno
nunca encuentra el testimonio de la voz-conciencia de las mujeres. Tal
testimonio no sería ideología-trascendente o "plenamente" subjetiva, por
supuesto, pero habría constituido los ingredientes para la producción de una
contrafrase. Mientras uno va revisando los nombres grotescamente mal
transcritos de estas mujeres, las viudas sacrificadas, en los informes de policía
incluidos en los registros de la Compañía de las Indias Orientales, uno no puede
poner en conjunto una "voz". Lo más que uno puede sentir es la inmensa
heterogeneidad atravesando tal relación esquelética e ignorante –las castas,
por ejemplo, son descritas regularmente como tribus–. Enfrentada a las frases
dialécticamente entrelazadas que son construibles tales como "Hombres
blancos están salvando mujeres cafés de hombres cafés" y "Las mujeres
deseaban morir", la mujer intelectual poscolonial hace una pregunta de simple
semiosis, ¿qué significa esto?, y empieza a trazar una historia.
Al marcar el momento en el que una sociedad no sólo civil sino una buena
sociedad nace de la confusión doméstica, se invoca con frecuencia eventos
singulares que infringen el código de la ley para impartir su espíritu. La
protección de las mujeres por los hombres a menudo provee tal evento. Si
recordamos que los británicos se jactaban de su absoluta equidad y de su no
interferencia con la costumbre/ley nativa, una invocación de esta transgresión
sancionada del código por el bien del espíritu puede ser leída en el comentario
de J. D. M. Derrett: "La primera legislación sobre la ley hindú fue llevada a cabo
sin la aprobación de un solo hindú". La legislación no es nombrada aquí. La
siguiente frase, donde la medida es nombrada, es igualmente interesante si se
consideran las implicaciones de la supervivencia de una "buena" sociedad
establecida colonialmente después de la descolonización: "La recurrencia
del sati en la India independiente es probablemente un reavivamiento
oscurantista el cual no puede sobrevivir por mucho tiempo incluso en la parte
más atrasada del país" (Derret, 1957: 68).
El salto del suttee de lo privado a lo público tiene una relación clara y compleja
con la conversión de una presencia británica mercantil y comercial a una
presencia territorial y administrativa; puede ser rastreada en la
correspondencia entre estaciones de policía, las más bajas y las más altas
cortes, las cortes de directores, la corte del príncipe regente y gente por el
estilo. Es interesante notar que, desde el punto de vista del "sujeto colonial"
nativo, también emergente de la transición feudalismo-capitalismo, sati es un
significante con carga social inversa: "Los grupos se volvían psicológicamente
marginales por su exposición al impacto occidental... habían llegado a
demostrar bajo presión, a otros tan bien como a ellos mismos, su pureza ritual
y lealtad por la alta cultura tradicional. Para muchos de ellos elsati se convertía
en una importante prueba de conformidad a normas antiguas en un tiempo en
que estas normas se habían vuelto inestables" (Nandy, 1975: 68).
Los dos momentos que me interesan del Dharmasâstra son el discurso sobre
suicidios aprobados y la naturaleza de los ritos de la muerte32. Enmarcada en
estos dos discursos, la autoinmolación de viudas parece una excepción a la
regla. La doctrina general de las escrituras es que el suicidio es reprensible. Se
da cabida, sin embargo, a ciertas formas de suicidio las cuales, como
representación formulista, pierden la identidad del fenómeno que es el
suicidio. La primera categoría de suicidios aprobados surge del tatvajnâna, o
el conocimiento de la verdad. Aquí el sujeto conocedor abarca la
insubstancialidad o mera fenomenalidad –que puede ser la misma cosa que la
no fenomenalidad– de su identidad. En cierto momento, el tat tva fue
interpretado como "ese usted", pero incluso sin ese, tatva es aquello o su
naturaleza verdadera, su esencia. Así mismo, este ser ilustrado en verdad
conoce el "aquello" de su identidad. Su demolición de esa identidad no
es âtmaghâta –un asesinato del yo–. La paradoja de conocer los límites del
conocimiento es que la aseveración más fuerte de la capacidad de acción,
negar esa capacidad, no puede ser un ejemplo por sí misma. Curiosamente, el
auto-sacrificio de los dioses es aprobado por la ecología natural, útil para la
labor de la economía de la naturaleza y el universo, más que para el
autoconocimiento. En esta etapa lógicamenteanterior, habitada por dioses
más que por seres humanos, de esta cadena particular de desplazamientos,
suicidio y sacrificio (âtmaghâta y âtmadâna) parecen tan poco distintas como
una aprobación "interior" (autoconocimiento) y una "exterior" (ecología).
Incluso este no es el lugar correcto para que la mujer anule el nombre propio
del suicidio mediante la destrucción del propio yo. Para ella sola es aprobada
la autoinmolación sobre la pira del esposo muerto. (Los pocos ejemplos
masculinos citados en la antigüedad hindú de autoinmolación sobre la pira de
alguien más, en tanto pruebas de entusiasmo y devoción a un amo o superior,
revelan la estructura de dominación dentro del rito). Este suicidio que no es
suicidio puede ser leído como un simulacro tanto de conocimiento-verdadero
como de devoción de lugar. Si es lo primero, es como si el conocimiento en un
sujeto de su propia insubstancialidad y pura fenomenalidad fuera dramatizado
a fin de que el esposo muerto se convirtiera en ejemplo exteriorizado y lugar
del sujeto extinguido y la viuda se convirtiera en el (no) agente que "lo actúa".
Si es lo segundo, es como si la metonimia para todos los lugares sagrados fuera
ahora la ardiente cama de madera, construida por un elaborado ritual, donde
el sujeto de la mujer, legalmente desplazado de ella misma, es consumido. Es
en términos de esta profunda ideología del lugar desplazado del sujeto
femenino que la paradoja de libre elección entra en juego. Para el sujeto
masculino, es la dicha del suicidio; una dicha que anulará más que establecer
su estatus como tal, que será advertida. Para el sujeto femenino, una
autoinmolación aprobada, incluso si hace a un lado el efecto de "caída"
(pâtaka) asociada a un suicidio no aprobado, conduce a alabanza por el acto
de elegir sobre otro registro. Por la inexorable producción ideológica del sujeto
sexuado, tal muerte puede ser entendida por el sujeto femenino como un
significante excepcional de su propio deseo, excediendo la regla general de
conducta de una viuda.
Por supuesto no fue comprendido que esta era una ideología alternativa de la
aprobación clasificada del suicidio como excepción, más que su inscripción
como pecado. Tal vez el sati debió haber sido leído como martirio, con el
difunto esposo ocupando el lugar del Uno trascendental; o como guerra, con
el esposo ocupando el lugar del soberano o del estado, por cuya causa una
ideología intoxicante de auto-sacrificio puede ser implementada. En realidad,
fue categorizada como asesinato, infanticidio y el abandono letal de los más
viejos. El dudoso lugar del libre albedrío del sujeto sexuado constituido como
mujer fue exitosamente borrado. No hay itinerario que podamos trazar de
nuevo aquí. Puesto que los otros suicidios aprobados no implicaban la escena
de esta constitución, no formaban parte ni del campo de batalla ideológico de
origen arcaico –la tradición del Dramas– ni de la escena de la reinscripción del
ritual como crimen –la abolición británica–. La única transformación
relacionada fue la reinscripción de Mahatma Gandhi de la noción
de satyâgraha, o huelga de hambre como resistencia. Pero este no es el lugar
para discutir los detalles de ese mar de cambios. Simplemente invitaría al
lector a comparar las auras del sacrificio de viudas y la resistencia gandhiana.
La raíz en la primera parte de satyâgraha y de sati es la misma.
Este es el momento para anunciar que sati o suttee como nombre propio del
rito de autoinmolación de viudas conmemora un error gramático de parte de
los británicos, casi igual que la nomenclatura "indio americano" conmemora
un error fáctico de Colón. La palabra en los distintos lenguajes de la India es
"la quema de la sati" o de la buena esposa, quien de ese modo escapa la
estaticidad regresiva de la viuda en brahmacarya. Esto ejemplifica las
sobredeterminaciones de la situación de raza, clase, género. Esto tal vez puede
ser comprendido aun cuando se la aplana: hombres blancos, buscando salvar
mujeres cafés de hombres cafés, imponen sobre estas mujeres una
constricción ideológica más grande identificando absolutamente, dentro de la
práctica discursiva, buena esposa con autoinmolación en la pira del esposo.
Sobre el costado de esta forma de constituir el objeto, la abolición –o
remoción– de lo que podía proveer la ocasión para establecer una buena
sociedad, distinguida de la meramente civil, es la manipulación hindú de la
constitución del sujeto femenino que he tratado de discutir.
Imponiendo, una vez más, las demandas típicas de la clase alta victoriana sobre
"su mujer" –su frase preferida–, Thompson se apropia de la mujer hindú como
suya para salvarla del "sistema". Bikaner queda en Rajastán; y cualquier
discusión sobre quema de viudas de Rajastán, especialmente dentro de la clase
dirigente, estaba íntimamente ligada a la construcción positiva o negativa del
comunalismo hindú –o ario–.
Una mirada a los nombres patéticamente mal escritos de las satis de los
artesanos, campesinos, prestamistas, clérigos y grupos sociales comparables
en Bengala, donde las satis fueron más comunes, no habría producido tal
cosecha –el adjetivo preferido de Thompson para los bengalíes es "imbéciles"–
. O talvez sí. No hay pasatiempo más peligroso que cambiar nombres propios
a nominales comunes, traduciéndolos y usándolos como evidencia sociológica.
Yo traté de reconstruir los nombres de esa lista y empecé a sentir la arrogancia
de Hervey-Thompson. Por ejemplo, ¿qué pudo haber sido "Comodidad"?
¿Era Shanti? Los lectores recordarán la última línea de La tierra baldía de T. S.
Eliot. Allí la palabra soporta la marca de una clase de estereotipo de la India –
la grandeza de los ecuménicosUpanishads. ¿O era swasti? Los lectores se
acordarán de la swastica, la marca ritual brahmánica de la comodidad
doméstica –como en "Dios bendiga nuestro hogar"– estereotipada en una
parodia criminal de hegemonía aria. Entre estas dos apropiaciones, ¿dónde
está nuestra bella y constante viuda ardiente? El aura de los nombres le debe
más a escritores como Edward Fitzgerald, el "traductor" de los Rubayyat de
Omar Khayyam quien ayudó a construir una cierta imagen de la mujer oriental
por medio de la supuesta "objetividad" de la traducción, más que por la
exactitud sociológica –el Orientalismo de Said, 1978, sigue siendo aquí el texto
autorizado–. De acuerdo con este tipo de consideración, la traducción de los
nombres propios de un conjunto aleatorio de filósofos franceses
contemporáneos o de directores de prestigiosas corporaciones del sur de
Estados Unidos daría evidencia de una feroz inversión en una teocracia
arcangélica y hagiocéntrica. Tales trucos de la pluma pueden ser perpetuados
también sobre los "sustantivos comunes", pero el nombre propio es más
susceptible al truco. Y es el truco británico con el sati lo que estamos
discutiendo. Después de tal domesticación del sujeto, Thompson puede
escribir, bajo el encabezamiento "La sicología del 'Sati": "He pretendido tratar
de examinar esto; pero lo cierto es que ya no me genera perplejidad"
(Thompson, 1928: 137).
Sati como nombre propio de mujer es de uso muy extendido hoy en la India.
Llamar a una niña "una buena esposa" tiene su propia ironía profética, y la
ironía se hace más grande porque este sentido de sustantivo común no es el
operador primario en el nombre propio42. Tras el nombramiento de la niña
está el Sati de la mitología hindú, Durga en su manifestación como buena
esposa43. En una parte de la historia, Sati –ya es llamada así– llega a la corte de
su padre sin ser invitada, en ausencia, incluso, de una invitación para su divino
esposo Siva. Su padre empieza a ultrajar a Siva y Sati muere de dolor. Siva llega
furioso y baila sobre el universo con el cuerpo de Sati sobre su hombro. Vishnu
descuartiza el cuerpo y las partes son esparcidas sobre la tierra. Alrededor de
cada parte como reliquia hay un gran lugar de peregrinación.
**
Instituto Colombiano de Antropología e Historia.
***. Ranajit Guha, Partha Chatterjee, Gayatri Spivak y Dipesh Chakrabarty son algunos
de los miembros más conocidos de este grupo, el cual influenció la creación del Grupo
latinoamericano de estudios subalternos conformado, entre muchos otros, por Florencia
Mallon, Ileana Rodríguez, José Rabasa y John Beverley (véase Rodríguez, 2001).
1. [D1] . Estoy agradecida con Khachig Tololyan por su detallada primera lectura a este
ensayo.
3. Aquí hay una referencia implícita a la ola de maoísmo pos-1968 en Francia. Véase
Michel Foucault. "On popular Justice: a discussion with Maoists". En Power/ Knowledge:
Selected interviews and other writings 1972 -77 . Traducción de Colin Gordon et
al. Panteon. Nueva York 134 (de aquí en adelante citado como PK). La explicación de la
referencia fortalece mi punto dejando expuestas las mecánicas de apropiación. El estatus
de China en esta discusión es ejemplar. Si Foucault se aclara a sí mismo
persistentemente diciendo: "No sé nada sobre China", su interlocutor muestra hacia
China lo que Derrida llama "el prejuicio chino".
4 Esto es parte de un síntoma mucho más amplio, como lo discute Eric Wolf, 1982.
8. La visión de Althusser sobre esta situación particular puede ser muy esquemática,
pero sin embargo se ve más cauto en su programa que el argumento estudiado.
"El instinto de clase", escribe Althusser, "es subjetivo y espontáneo. La posición de clase
es objetiva y racional. Para llegar a las posiciones de clase proletarias, el instinto de
clase de los proletarios sólo necesita ser educado; el instinto de clase del pequeño
burgués, y consecuentemente de los intelectuales, tiene, por el contrario, que
ser revolucionalizado" (Op. cit.: 13).
9. La explicación posterior de Foucault (PK: 145) sobre este enunciado deleuziano está
más cerca de la noción de Derrida de que la teoría no puede ser una taxonomía
exhaustiva y está siempre formada por la práctica.
11. Véase la excelente definición corta y la discusión de sentido común en Errol Lawrence
1982. "Just plain common sense: the "roots" of racism". En Hazel V. Carby. The Empire
Strikes Back: Race and racism in 70s Britain. Hutchinson. Londres: 48.
12. El "valor de uso" en Marx puede ser mostrado como una "ficción teórica" -tanto de
un oximoron potencial como de "intercambio natural"-. He tratado de desarrollar esto
en "Scattered speculations on the question of value", un manuscrito puesto a
consideración de Diacritics.
14. Soy consciente de que la relación entre marxismo y neokantismo está políticamente
cargada. Yo misma no veo cómo puede establecerse una línea entre los propios textos
de Marx y la ética kantiana del momento. Me parece, sin embargo, que el
cuestionamiento de Marx del individuo como agente de la historia debería ser leído en el
contexto de la desintegración del sujeto individual inaugurada por la crítica de Kant a
Descartes.
15. Este argumento es desarrollado más adelante en Spivak, "Scattered speculations".
Una vez más, el Anti-Oedipusno ignora el texto económico, aunque el tratamiento fue
tal vez muy alegórico. A este respecto, el movimiento de esquizo- a rizo-análisis en Mille
Plateaux. Seuil. París. 1980, no ha sido saludable.
16. Aunque considero que Political Unconscious: Narrative as a socially simbolic act, de
Fredric Jameson, Cornell University Press. Nueva York. 1981, es un texto de gran peso
crítico, o tal vez porque yo lo pienso, me gustaría que mi programa aquí se distinguiera
de una restauración de las reliquias de una narrativa privilegiada: "Es en la detección de
las huellas de esas narrativas ininterrumpidas, en el reabrir a la superficie del texto la
realidad reprimida y enterrada de esta historia fundamental, que la doctrina de una
política inconsciente encuentra su función y su necesidad" (p. 20).
17. Entre muchos libros disponibles, cito el de Bruse Tiebout McCully 1940. English
Education and the Origin of Indian Nationalism. Columbia University Press. Nueva York.
18. Keith, uno de los compiladores del Vedic Index, autor de Sanskrit Drama in its Origin,
Development, Theory and Practice, y culto editor del Krsanayajurveda para la Harvard
University Press, fue también el editor de cuatro volúmenes de Selected Speeches and
Documents of British Colonial Policy (1763 a 1937), de International Affairs(1918 a
1937), y de British Dominions (1918 a 1931). Escribió libros sobre la soberanía de los
dominios británicos y sobre la teoría de la sucesión estatal, con especial referencia a la
ley inglesa y colonial.
20. He discutido este tema con más detalle en referencia a la obra de Julia Kristeva.
1977. About Chinese Women. Traducción de Anita Barrows. Marion Boyards. Londres,
en "French feminism in an international frame", Yale French Studies. 62. 1981.
21. Antonio Gramsci. 1978. "Some aspects of the southern question". Selections from
Political Writing: 1921-1926. Traducción de Quintin Hoare. International Publishers.
Nueva York. Estoy usando "alegoría de lectura" en el sentido desarrollado por Paul De
Man. 1979. Allegories of Reading: Figural language in Rousseau, Nietzsche, Rilke and
Proust. Yale University Press. New Haven.
23. He discutido este tema en "Displacement and the discourse of woman". En Mark
Krupnick (ed.). 1983.Displacement: Derrida and after. Indiana University Press.
Bloomington, y en "Love me, love my ombre, elle: Derrida's 'La carte
postale'". Diacritics. 14 (4). 1984: 19-36.
24. Esta violencia en sentido general que es la posibilidad de una episteme es lo que
Derrida llama "escritura" en sentido general. La relación entre escritura y el sentido
general y la escritura y el sentido estrecho -se marca sobre una superficie- no puede ser
articulada limpiamente. La tarea de la gramatología -deconstrucción- es proveer una
anotación sobre esta relación cambiante. En cierta forma, entonces, la crítica del
imperialismo es deconstrucción como tal.
26. Las mecánicas de la invención del tercer mundo como significante son susceptibles
del tipo de análisis dirigido a la constitución de raza como un significante en Carby et
al. Op. cit.
27. Jacques Derrida. "Of an apocalyptic tone recently adapted in philosophy". Traducción
de John P. Leavy, Jr. Semia: 71.
28. Incluso en esos excelentes textos de reportaje y análisis como lo es el de Gail Omvedt
1980. We Will Smash This Prison! Indian women in struggle. Zed Press. Londres, la
presunción de que un grupo de mujeres maharashtias en una situación proletaria
urbana, reaccionando a una mujer blanca radical que había "compartido su suerte con
el destino indio", es representativo de "las mujeres indias" o toca la cuestión de "la
conciencia femenina en la India" no es inofensivo cuando se ocupa de una formación
social del primer mundo donde la proliferación de comunicación en un lenguaje
internacionalmente hegemónico hace alternativos relatos y testimonios
instantáneamente accesibles aún para estudiantes universitarias no graduadas.
El curioso papel del nombre propio "Asia" en este asunto no queda confinado a la prueba
o refutación de la existencia empírica del modo actual -un problema que se vuelve objeto
de un manejo intenso dentro del comunismo internacional- sino permanece crucial
incluso en trabajos de tal sutileza teórica e importancia como los de Barry Hindess y Paul
Hist. Pre-Capitalists Modes of Production. 1975. Routledge. Londres, y el de Fredric
Jameson. Political Unconscious. Especialmente en el de Jameson, donde la morfología
de los modos de producción es salvada de toda sospecha de determinismo histórico y
anclada a la teoría postestructuralista del sujeto, el modo "asiático" de producción, en
su apariencia de "despotismo oriental" como la formación concomitante del estado, sigue
sirviendo. También cumple un papel significante en el modo de producción narrativa
transformado en el Anti-Oedipus de Deleuze y Guattari, en el debate soviético, en el
lejano cambio de sitio, efectivamente, desde estos proyectos teóricos contemporáneos,
la suficiencia doctrinal del modo "asiático" de producción fue más frecuentemente puesto
en duda por sus varias versiones y nomenclaturas de feudal, esclavista y comunal como
modos de producción. El debate es presentado en detalle en Stephen F. Dunn. 1982. The
Fall and Rise of the Asiatic Mode of Production. Routledge. Londres. Sería interesante
relacionar esto con el "momento" de represión imperialista en la mayoría de los debates
sobre la transición del feudalismo al capitalismo que tan largamente ha ejercitado la
izquierda occidental. Lo que es importante aquí es que una observación como la de
Chinchilla representa una jerarquización ampliamente difundida dentro
del feminismo del tercer mundo -más que en el marxismo occidental-, lo cual la sitúa
dentro del tráfico existente desde hace mucho con el concepto-metáfora imperialista de
"Asia".
Debo añadir que todavía no he leído de Madhu Kishwar y Ruth Vanita (eds.). 1984. In
Search of Answers: Indian women's voices from Manushi. Zed Press. Londres.
29. He tratado de desarrollar esta idea en una forma un poco autobiográfica en "Finding
feminists readings: Dante - Yeats". En Ira Konisberg (ed.). 1981. American Criticism in
the Postructuralist Age. University of Michigan Press. Ann Arbor.
30. Spivak hace referencia aquí al color de piel de los hombres y mujeres de la India, lo
cual tiene múltiples connotaciones en el contexto colonial y poscolonial de la India y el
imperio británico. N del t.
31. Para una brillante relación de cómo la "realidad" del sacrificio de viudas fue
constituida o "textualizada" durante el periodo colonial, véase Lata Mani. "The production
of colonial discourse: sati in early nineteenthcentury Bengal". Tesis de maestría,
University of California at Santa Cruz. 1983. Me beneficié de la discusión con la señorita
Mani al principio de este proyecto.
33. Upendra Thakur. 1963. The History of Suicide in India: An introduction. Munshi Ram
Manohan Lal. Nueva Delhi: 9, tiene una lista de útiles fuentes primarias sánscritas sobre
lugares sagrados. Este libro laboriosamente decente deja traslucir todos los signos de la
esquizofrenia del sujeto colonial, tal como el nacionalismo burgués, el comunalismo
patriarcal y una "sensatez iluminada".
35. HD, II, 2: 633. Hay sugerencias de que este "castigo prescrito" fue muy excedido
por la práctica social. En el siguiente pasaje, publicado en 1938, nótense los supuestos
patrísticos sobre la libertad de la mujer trabajando en términos como "valor" y "fuerza
de carácter". Puede suponerse que la completa objetivación de la viuda concubina era
el castigo justo por la abdicación del derecho al valor, significando sujeto de estatus.
"Algunas viudas, sin embargo, no tenían el coraje para pasar la llameante prueba; ni
tenían la suficiente fuerza mental y de carácter para vivir el alto ideal ascético prescrito
para ellas [brahmacarya]. Es triste registrar que ellas debieron llevar la vida de una
concubina o avarudda stri [esposa encarcelada]". A. S. Altekar. 1938. The Position of
Women in Hindu Civilization: From prehistoric times to present day. Motilal Banarsidass.
Nueva Delhi: 156.
36. Aquí, tanto como para el debate brahmán sobre el sati, véase Mani. Op. cit.: 71f.
37. Estamos hablando aquí de las normas reguladoras del brahmanismo, más que de
"como eran las cosas". Véase Robert Lingat. 1973. The Classical Law of India. Traducción
de J. D. M. Derret. University of California Press. Berkeley: 46.
40. Estoy agradecida a la profesora Alison Finley del Trinity College (Hartford, CT) por
discutir el pasaje conmigo. La profesora Finley es una experta en el Rig-Veda. Me
apresuro a señalar que ella encontraría mis lecturas como irresponsablemente
"críticasliterarias" como los antiguos historiadores las encontrarían "modernistas"
(véase, Sunderlal T. Desai. 1982).
41. Ibid.: 15. Para el estatus del nombre propio como "marca", véase Derrida, "Taking
Chances".
42. El hecho de que la palabra también fue usada como forma de señalar a una mujer
de buena cuna -"una dama"- complica el asunto.
43. Debería recordarse que esta relación no agota sus muchas manifestaciones dentro
del panteón.
REFERENCIAS
1. ALTHUSSER, LOUIS. 1971. Lenin and Philosophy and Other Essays. Trans. Ben
Brewster. Monthly Review Press. Nueva York. [ Links ]
3. BENJAMIN, WALTER. 1983. Charles Baudelaire: A lyric poet in the era of high
capitalism. Traducción de Harry Zohn. Verso. Londres. [ Links ]
4. BOVÉ, PAUL. 1983. "Intellectuals at war: Michel Foucault and the analysis of
power". Sub-Stance. 36-7. [ Links ]
5. CARBY, HAZEL V. et al. 1982. The Empire Strikes Back: Race and racism in 70s Britain.
Hutchinson. Londres. [ Links ]
8. DAVIS, MIKE, 1984. "The political economy of the late-imperial America". New Left
Review. 143. Enero-febrero. [ Links ]
10. DERRET, J. D. M. 1957. Hindu Law Past and Present: Being an account of the
controversy which preceded the enactment of the Hindu code, and the text of the code
as was enacted, and some comments thereon. A. Mukherjee & Co. Calcuta. [ Links ]
11. DERRIDA, JACQUES. 1981. "The Double Session". En Dissemination. Traducción de
Barbara Johnson. University of Chicago Press. Chicago. [ Links ]
13. FOUCAULT, MICHEL. 1965. Madness and Civilization: A history of insanity in the age
of reason. Traducción de Richard Howard. Pantheon Books. Nueva York. [ Links ]
15. –––––––––. 1980. The History of Sexuality. Vol. 1. Traducción de Robert Hurley.
Vintage Books. Nueva York. [ Links ]
16. FOX-GENOVESE, ELIZABETH. 1982. "Placing women's history in history". New Left
Review. 133. Mayo-junio. [ Links ]
17. FREUD, SIGMUND. 1955. "'A child is being beaten': a contribution to the study of
the origin of sexual perversions".The Standard Edition of the Complete Psycological
Works of Sigmund Freud. Traducción de James Strachey et al. Hogarth Press. Londres.
Vol. 17. [ Links ]
18. –––––––––. 1955. "Wild psycho-analysis". The Standard Edition of the Complete
Psycological Works of Sigmund Freud. Traducción de James Strachey et al. Hogarth
Press. Londres. Vol. 11. [ Links ]
19. GUHA, RANAJIT (ed.). 1982. Subaltern Studies I: Writing on South Asian history and
society. Oxford University Press. Nueva Delhi. [ Links ]
20. –––––––––. (ed.). 1983. Subaltern Studies II: Writing on South Asian history and
society. Oxford University Press. Nueva Delhi. [ Links ]
24. MACAULAY, THOMAS BABINGTON. 1979. Speeches by Lord Macaulay: With his
minute on Indian education. Editado por G. M. Young. Oxford University Press. AMS
edition. Oxford. [ Links ]
27. MARX, KARL. 1973. Grundrisse: Foundations of the critique of political economy.
Traducción de Martin Nicolaus. Viking Press. Nueva York. [ Links ]
28. –––––––––. 1974. Surveys from Exile. Traducción de David Fernbach. Vintage
Books. Nueva York. [ Links ]
29. –––––––––. 1977. Capital: A critique of political economy. Vol. 1. Traducción de Ben
Fowkes. Vintage Books. Nueva York. [ Links ]
30. MULLA, SUNDERLAL T. DESAI. 1982. Principles of Hindu law. N.M. Tripathi.
Bombay. [ Links ]
31. NANDY, ASHIS. 1975. "Sati: a nineteenth-century tale of women, violence and
protest". En V. C. Joshi (ed.).Rammohun Roy and the Process of Modernization in India.
Vikas Publishing House. Nueva Delhi. [ Links ]
32. SAID, EDWARD W. 1983. The World, The Text, The Critic. Harvard University Press.
Cambridge, MA. [ Links ]
34. SENA, DINESACHANDRA. 1925. Brhat Banga. Calcutta University Press. Calcuta. Vol.
1. [ Links ]
35. THOMPSON, EDWARD. 1928. Suttee: A historical and philosophical enquiry into the
Hindu rite of widow burning. George Allen & Unwin. Londres. [ Links ]
36. WOLF, ERIC. 1982. Europe and the People Without History. University of California
Press. Berkeley. [ Links ]