Jorge Icaza PDF
Jorge Icaza PDF
Jorge Icaza PDF
23 de abril de 2006
...
AÑo JUBILAR DE PABW PALACIOY JORGE ICAZA
Edición de Homenaje
Comité editor:
ESTUDIO INTRODUCTORIO
Raúl Vallejo / Ministro de Edueacióu y Cultura
Murgeón364
na, Madrid, Aguilar, 1968, p. 224).
P.O. Bol!. 17-01-356 - Email: [email protected]
Desde el punto de vista semántico, chulla es una
Tlfs.: (593-2) 2230-925 2525-581 Fax 2502-992
Quito-Ecuador
abreviación en la cual el sustantivo, o la palabra califica
Diseilo de cubierta: Tribal/222820S
da, es la que desaparece: así. la expresión original era
Dustración de cubierta: Obra del pintor vanguardista Cl!l1lÍlo Egas:
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rubicundas, temblor de barro tierno en los labios, baba -¿En mí, señor?
biliosa entre los dientes, candela de diablo en las pupilas. -Sí.
Hacia fines de noviembre, todos los años, fermen -Yo realmente ...
taban malos pensamientos en lo más delicado y ambicio -¡En usted, he dicho!
so del personal de aquella oficina donde había caído, por -¡Aaah!
arte de audacia y golpe de buena suerte, a última hora, -¿En quién más? ¿En quién más voy a confiar?
Luis Alfonso Romero y Flores. La intriga, el esbirrismo y Un trabajo tan difícil, tan delicado. No tiene por qué ex
los anónimos se deslizaban como reptiles en hojarasca de cusarse. Tiene que obedecer. Es un empleado.
monte -mechudas amenazas, viles ofertas-. El direc -Un empleado ...
tor-jefe, Morejón Galindo, tragándose una especie de in -Irá solo. ¡Solo! Basta de plazos. Basta de fraudes
confesable envidia, revisaba entonces las listas de contri sin control. Basta de... ¿Me entiende?
buyentes morosos, las cartas de crédito, los libros de -Claro... Haré lo que tenga que hacer.
contabilidad y los nombres de los caballeros sobre quie -¡Eso! Usted...
nes debía y no podía ejercer control y coactiva. Nunca le -Llamaré al orden a todos los que no han cumpli
salió limpio aquel trabajo. Una serie de obstáculos supe do con la ley -concluyó el aludido recobrando de pronto
riores a la autoridad que le otorgó la ley -nepotismo en el tono de su cinismo habitual, encubridor de ignorancia
telaraña de desfalcos y funcionarios inamovibles- le y chabacanería cholas -afán desmedido y postizo por
ataban al temor del fracaso de quienes se quedaron a me rasgar la erres y purificar la elles 1_.
dias en su carrera burocrática por confiar en la rectitud y
-Muy bien. Hay deberes sagrados, mi querido jo
legalidad de procedimientos. Pero él... Él se creía un
ven. Sagrados ... Tenemos que frenar la corrupción de
hombre honrado. Eran los esbirros. El tipo o los tipos en
sinvergüenzas a sueldo, de pícaros poderosos, de honra
cargados de actuar en su nombre los que siempre compli
dos hipócritas, de ineptos, de cretinos. De... Bueno... En
caron la tragedia.
resumidas cuentas, irá usted -=afirmó don Ernesto fre
Aquel año, tras la duda y el insomnio, don Ernesto
nando de mala gana -esencia de temor enfermizo-- in
creyó haber hallado al personaje salvador, al personaje de
sultos y coraje. Hervían en sus labios de jugoso caucara2
sus esperanzas de juez incorruptible. Y una mañana, antes
de entrar a su despacho particular, se presentó en el salón nombres de altos jefes e inabordables funcionarios. Gen
de los empleados a sus órdenes -el sombrero metido tes que podían aplastarle al menor descuido. Gentes ante
hasta las cejas, altanero el gesto, ardiente la mirada-.
-He pensado en usted -anunció avanzando hacia 1 Se alude a dos fenómenos fonéticos del habla quiteña, y en general
el escritorio donde trabajaba el chulla Romero y Flo del habla serrana del Ecuador: la tendencia a fricatizar la vibrante
res 1_. En usted para la fiscalización anual. En usted ... múltiple Irl y un fenómeno muy parecido al yeísmo argentino, que
suelen delatar, desde el punto de vista social, la extracción popular o
de estratos inferiores del hablante.
1 Para la palabra chulla, ver nuestra Nota preliminar. 2 caucara: comida popular a base de la carne del pecho de res frita.
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las cuales debía sonreír de gratitud en público. Gentes oleaje que gritaba sin palabras: «¿Por qué?», «¿qué coro
que al girar en las alturas se incrustaban más y más en na tiene el chulla?», «yo ...Veinte años ... He acabado mi
ellas ... Turnándose de un año para otro ... Las mismas ca vida... », «Nada valen entonces mi honradez, mi caligra
ras ... Los mismos nombres ... Las mismas familias ... Los fía... », «Imbécil... Intruso ... No sabe nada ...», «Perro de
mismos métodos... ¿Y él? No... No pudo ascender hasta... la calle no más es ... Le conozco ... Todo así tiene suerte l ».
Hasta su meta, hasta su sueño ... Un ministerio... Una em «¿Cómo hará los balances? ¿Cómo hará las liquidacio
bajada... ¿Por qué, carajo? ¡Ah! Es que ellos se aferraban nes? Yo... Yo me hago el tonto... Ji... Ji... Ji... Mi grado
a la tremenda inmovilidad de la tradición, de la costum de contador... Si le preguntan cuánto es uno por uno, res
bre, del apellido pomposo, de la herencia burocrática. ponderá: No estoy bien si son dos o tres ... ». «Uuu... Se
Imposible echarles al suelo: Imposible traicionarles sin jodió la pensión de los guaguas ... Los curas, las monjitas,
que nadie se entere, sin que nadie se percate del sacrile la buena gente ... Volverán a las escuelas fiscales ... Donde
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giol, los cholos ... » «Conmigo se estacan, carajo... Pondré en
-Iré. Iré, señor -afirmó el chulla en tono altane juego mi poder, mi fuerza... Cartas anónimas a los minis
ro de matón de barrio, mientras despertaba en el fondo de tros, al señor Presidente de la República... ». «Chillaré por
su amor propio la perspectiva de una extraña codicia. Al la prensa... ¿Qué prensa tuviste, pendejo? Es de ellos ...
go había oído de las suculentas rebuscas en aquellos tra Sólo la plata... La plata... ¡Oh!».
bajos. Por las apariencias -brillo de odio en las pupilas,
-Gracias. Gracias ... -alcanzó a murmurar el di sequedad amarga en los labios, color bilioso en la piel,
rector-jefe deshaciéndose en meloso gesto y amable son burla enfermiza en las arrugas-, nadie parecía sentirse
risa. en paz con la orden del director-jefe. Era un absurdo sin
-Estoy dispuesto. nombre. A lo cual el chulla, en uso y abuso de su actitud
-Dispuesto a todo. Mi corazón no podía enga de <<patrón grande, su mercé3» -herencia patemal-, de
ñarme. Usted será... Usted es ... Bueno... Yo me entien volvió el reto de la tropa de esbirros con mirada altiva y
do ... Con mano de hierro, ¿eh? De hierro. desafiante, donde todos pudieron leer: «¿De qué se que
--Como usted mande, señor -concluyó Romero y
Flores. Pero al observar a los compañeros -burócratas
de toda edad y condición- sintió que zozobraba en un 1 Expresión común por «Todo el que es así tiene suerte».
oleaje de miradas adversas, de murmullos que despedían 2 En el Ecuador, la escuela y el colegio fiscal son instituciones estata
les de enseñanza. Por Constitución, son establecimientos gratuitos. A
toda la pestilencia que deposita en las almas el esbirrismo
ellos suelen ir los hijos de familias de escasos recursos. Nótese la
de un trabajo inseguro, liquidable, canceroso. En un alusión al aspecto racial: «los cholos».
3 Así, patrón grande, su mercé, tn:aban los peones de hacienda -ge
neralmente indios- a los dueños del fundo y, en general, a quienes
, Laruptura de la consecución de tiempos (presente de subjuntivo en consideraban superiores. La expresión aparece frecuentemente en las
vez del pretérito, en este caso) es frecuente en el habla ecuatoriana. obras de Icaza como calificativo estereotipado.
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jan? A mí... A mí no me joden así no más ... Les aplas -Sí. Óigame bien. Que no le falte nada para la
to ...» fiscalización de fm de año al señor Romero y Flores.
Pero fue don Ernesto Morejón Galindo, con prodi Credenciales, catastros, listas, oficios. Explíquele todo.
giosa intuición para descifrar en el silencio de los em Debe actuar de acuerdo a la ley.
pleados a su cargo -idénticos destinos, iguales expe -Está bien, señor.
riencias-, quien desbarató el atrevimiento y la protesta -Debe actuar en mi nombre. Yo le doy las ex
taimada. Con retintín y burla inapelable advirtió en alta traordinarias 1• Sin extraordinarias no se hace nada.
voz: . -Nada.
-Espero que todos estarán de acuerdo. ¿Cuál? -Las extraordinarias completas -concluyó el
¿Cuál? ¿Cuál puede quejarse? Que se levante. Que diga. director-jefe poniendo amigablemente la mano sobre el
¡Yo sé lo que hago! Y al primero que me venga con re hombro del empleado escogido para tan delicada mi
clamos le pulverizo. Le... Ustedes me conocen. Como sión.
bueno, bueno ... Como malo, ¡aaah!, ¡oooh! Desde el pedestal de un orgullo extraño a todo lo
De inmediato -básica ductibilidad entre la rebel que era su viejo anhelo de caballero adinerado, poderoso,
día y la humillación, entre el odio y el compañerismo, de el chulla Romero y Flores pasó revista a sus compañeros.
quienes se hallan al capricho de un círculo poderoso, in y al mirarles doblados sobre el trabajo como una interro
visible, constrictor- desapareció del rostro del coro de gación mínima, viscosa, insignificante, lo acometió una
burócratas -a punto de disparar su. pobre veneno- la angustia de calofrío palúdico que oscilaba entre el des
amenaza explosiva. En su lugar surgió la máscara de la precio compasivo y el temor de transformarse en uno de
disculpa babosa, inocente: «No ... Yo no estoy enojado, ellos para siempre. Recordó entonces -juego instinti
señor... Por el contrario... Míreme como sonrío ... Ji... vo- el mote sarcástico y definidor que puso a cada uno
Ji... Ji...» «Entre blancos se entienden ... Conmigo es cuando llegó al conocimiento y confianza del medio. Fi
otra cosa, jefecito ... Usted mismo sabe ... Con usted don liación que mantenía en secreto para exaltar su esperanza
de quiera, como quiera ... » «La decisión es genial ... Ge de aristócrata, de latifundista por herencia de mujer. Al
ni-aL .. Un verdadero éxito ... », <<Él llegó como pariente viejo Gerardo Proaño, vecino de escritorio, piel requema
del Gran Jefe ... Es nuestra mejor palanca ... Antes no te da, bigotes alicaídos, pómulos salientes, humilde como
níamos una palanca igual ... ¿Entonces, qué?». «Todos ... dín para encubrir faltas ajenas, «long02 del buen prove
Todos estamos contentos...» «No hay motivo para poner- . cho». A los calígrafos Timoleón López y Antonio Lu-
se así... Así...», <<Lo que usted ordene».
Ante el cambio mágico -él lo esperaba- don Er
nesto lanzó un bufido como de vejiga rota. Y dirigiéndo I Las facultades extraordinarias. Alusión al recurso previsto en la
Constitución Política de la época, por el que el Presidente de la Re
se al contador general, ordenó: pública, en circunstancias especiales recibía atripuciones de excep
-Usted. ción.
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-¿Yo? 2 longo: una de las varias maneras de denominar a los indios.
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cero, jóvenes medio blanquitos, preocupación enfermiza
dientes manchados en nicotina -apoltronado en sucias
en el vestir, pu1critudde plancha en solapas y dobleces, componendas burocráticas-, <<pantano de rencores sin
fino escamoteo de remiendos, corbata de lazo, pañuelo al desagüe». Al portero, José María Chango, pestañas y ce
pecho, «chullas futres no más son 1». A don Pedro Caste
jas cerdosas, lunares negros en la quijada, en la frente,
llanos, cara d~ pergamino, cejas de excéntrico, fósil de taimado servilismo, «cholo portero no más». Pero a pesar
gesto de mando en las arrugas -gloria militar que cayó de aquel torrente de burlas que defendía y justificaba su
en la trampa de un mal cuartelazo--, «momia histórica». elección, Romero y Flores comprendió con repugnancia
A don Jorge Pavón Santos, color bilioso, burla en los la indefinida, que él, frente a esos hombres, no era sino un
bios, apellido de altos burócratas en desgracia, «momia pobre diablo cargado de inexperiencia, de vanidad.
política». A Julio César Benavides, risa de baba servicial, Antes de la hora de salida, Luis Alfonso arregló
de ojos esquivos de güiñachishca2 --confidente del di cuidadosamente los papeles de su escritorio, acarició el
rector-jefe-, <<pobre perrito» . A Gabriel Montoya, alto, periódico que tenía por costumbre llevar bien doblado en
seco, fúnebre, tallado en madera de nogal -archivo de el bolsillo inferior de la americana, se puso el sombrero,
locas aventuras; cantante de tangos en Buenos Aires, la y, con paso y ritmo de olímpico desprecio salió sin des
vaplatos en Nueva York, cómico de la lengua en Centro pedirse. A la tarde de ese mismo día tuvo dos conferen
América, contrabandista en Cuba, torero en España-, cias con don Ernesto. Volvió a escuchar aquello de la ley
«fracasos en funda de paraguas». A Nicolás Estupiñán, suprema, de las extraordinarias completas, de la tremenda
ojos redondos, pequeños, negros, inquietos, boca en hoci responsabilidad de su misión, de la honradez que debía
co de rata, amabilidad intrusa, imprudente ---orgullo de la exhibir, del ridículo de la oficina ante el público. Su sen
prensa libre por llevar el oficio en la sangre: el abuelo sibilidad moral poco habituada a tales recomendaciones
tipógrafo, el hermano reportero, el padre linotipista-, se disfrazó entonces abriendo en asombro de indignación
«zorro del chisme y de la calumnia». A Pidel Castro, lus los ojos, moviendo la cabeza en oferta de embestida fe
troso, acicalado, lleno de reverencias y de sonrisas -mo roz, estirando a todo lo alto extraña amenaza de juez in
vimiento continuo de intrigas y recomendaciones-, corruptible.
«chagra para ministro». A Marcos Avendaño, nariz aplas Convencido de su victoria futura sobre pícaros y
tada, boca hedionda, gangoso --estudiante de derecho a estafadores de imposible acceso, de gran brillo social, el
largo plazo--, «cuatro reales de doctoD>. Al secretario, mozo recibió a la mañana siguiente los papeles, los ofi
Humberto Toledo, pequeño de cuerpo, grande de carajos cios, las cuentas y las órdenes del viejo contador:
y palabrotas, «omot03 vinagre». Al contador general, don -Una fortuna en números, mi querido amigo.
Juan Núñez, párpados caídos, mejillas flojas, dedos y -Números... Números ...
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-.Tropezará con eso que llaman «lo mejor del Los burócratas... Envidia... Pura envidia... Veré, carajo...
país»: banqueros, latifundistas, militares, frailes, políti Veré ... » Miró en su tomo. Un sol de luz cegadora subra
cos ... Un candidato a la presidencia de la República. yaba el paisaje de vetustos aleros coloniales, de balcones
-Conozco a toda esa gente -a:finnó el chulla sin de pecho, de paredes de adobe, de casas de dos o tres pi
abandonar la importancia que enyesaba su figura desde la sos, de calles que pretendían ponerse de pie. Con trote de
víspera. indio avanzó por la vereda, hacia abajo. Un chispazo de
-¿Son sus amigos? -interrogó el empleado de rubor le hizo notar que había caído en ridículo --diligen
los párpados caídos y las mejillas flojas, con asombro y cia de longo de los mandado&-. Moderó el paso. Lenta
.respeto de huasicama1 al olor del «patrón grande, su mer mente. Su categoría, su poder, sus esperanzas ... y al cru
l
cé». zar la Plaza Grande , un desprecio profundo por las gen
-Naturalmente. tes que tendían al sol su plática cotidiana de quejas y
-¡Ah! Entonces ... Mire aquí... Aquí... memorias -militares retirados, políticos en desgracia,
En la calle, cargado de legajos, el flamante fiscali conspiradores que acechan de reojo el momento propicio
zador se inquietó pensando en cuál debía ser la primera para trepar por puertas y ventanas al palacio de gobier
víctima. <<Algún amigo que pueda ... ¿Amigo? Ji... Ji... no-- le obligó a estirarse en bostezo de gallo. «Mi im
Ji...». La gracia que le produjo el recuerdo de su mentira portancia... Mi honradez... Me llevarán muy lejos ... Ami
al contador general surgió en mueca de alegría idiota. go y protector de un candidato a la presidencia de la
Instintivamente se pasó la mano por la cara tratando de República... A la presidencia... Ji... Ji... Ji...».
borrar aquella explosión imprudente que hería en cierto
modo su dignidad. <<A quién entonces? A don ... ¿cómo se ***
llama? Ramiro Paredes y Nieto ... Candidato a la Presi
dencia de la República ... Uuuy mamita ...». Tantas veces -¿Está don Ramiro Paredes y Nieto? -interrogó
había leído en los periódicos -él creía en los periódi el chulla Romero y Flores al empleado que salió a reci
cos- sobre las virtudes y méritos que adornaban a se birle.
mejante caballero. Pensó: «Debe ser pulcro, generoso, -¿Don Ramiro? ¿Pregunta por don Ramiro?
honrado, bueno ... El primer ciudadano de la Patria... ¡Oh! -Sí.
¿Por qué? ¿Para qué? Don Ernesto Morejón Galindo ... -Es que yo...
-Usted...
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-¡Ah! ¡Oh! Perdón. pasaron sin mayor esfuerzo del adulo a la malicia, a la
-La cuenta. burla.
-No sabía que usted... Yo.. . Yo soy el ayudante -Es lo mismo.
general. -No. Los unos obedecen, los otros mandan, orde
-Bien. Muy bien. nan. Nosotros ...
-Venga. Entre. Por aquí, señor. Para evitar discusiones inútiles, sintiéndose un po
-Gracias. co perdido, el chulla cambió de rumbo:
-Éste es el despacho de don Ramiro. ¿Ve usted? -¿ y cómo puede marchar esto sin él?
-Abandonado... Casi abandonado. -Marcha conmigo.
-Aaah. -¡Ah! Con usted. Muy bien. Ahora comprendo.
-Usted me entiende. Entonces el responsable... --concluyó recobrando su
-No entiendo nada -munnuró el flamante fisca aplomo el fiscalizador. Y, sin comentarios, abrió el legajo
lizador olfateando en el aire un tufIllo a bodega. de cuentas que llevaba sobre un escritorio de tipo dino
-¿Nada? sáurico, empolvado, que sin duda era el de don Ramiro.
-Bueno... Quería hablar con él. La actitud enérgica y desafiante del mozo descon
-Imposible. certó momentáneamente al viejo empleado, el cual, en
-¿Porqué? busca de una explicación que esté de acuerdo con sus ex
-Viene de tarde en tarde. Yo me ocupo de la ofi periencias, penso: «¿Qué le pasa a éste? Parece que al
cina. Si algo necesita. Estoy para servirle. Diga no más. guien le empuja... Alguien poderoso... Arzobispo... Gene
-De tarde en tarde -repitió Luis Alfonso con ce ral... Ministro... Hoy está abajo... Mañana puede estar
ño adusto y en tono de reproche. Tenía las extraordinarias arriba... Estos chullas prosudos son una friega... A lo
y por lo mismo debía exigir que se presente el-acusado. mejor pescan a río revuelto una alta posición administra
-Es que ... Bueno. El señor es el señor -murmu tiva o una mujer con plata... Le diré... ». Y sin que nadie
ró el. ayudante general sin entender la importancia y el le interrogue, arrastrándose por una actitud --chisme y
atrevimiento del mozo. Don Ramiro Paredes y Nieto era veneración a la vez- que le era característica, informó:
para él y para la mayoría de las gentes, una especie de -Es muy ocupado don Ramiro. Con decirle que
tabú que flotaba en las alturas sagradas de los dueños desempeña siete cargos. Siete cargos. importantes. ¡Siete
del país. sueldos! Es un patriota. Uno de los más grandes patriotas
-No, mi amigo. El señor es el empleado que tiene del Continente. Hombre universal.
que rendir cuentas a la Oficina de Investigación Econó -¿Siete sueldos?
mica. -Hoyes costumbre entre las gentes... Entre las
-El señor es el funcionario -rectificó el viejo bu gentes de postín. Sirven para todo.
rócrata mirando fijamente a su interlocutor tras unas ga «Para todo abuso ... Para todo egoísmo ... », se dijo
fas de cerco de hierro. Sus ojos húmedos, enrojecidos, el chulla observando con pena y asco a su informante.
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Bicho pequeño y viscoso, en armonía con unos zapatos -¿Eh?
arrugados en el empeine -cautela y dolor al andar-; -Pero no conoce lo otro.
con un vestido fuera de moda, blanco de caspa en el cue -¿Qué otro?
llo, remendado en los codos, brilloso en las rodillas; con -Lo de ... Bueno. Lo de los amores de don Rami
un perfume a tabaco, a chuchaqui 1, a papel de oficina, a ro. Es un chivo para las hembras.
tinta -veinte años de complicidad, de inquietudes-. -¿Un chivo? -interrogó el mozo mientras pen
-Para todo -insistió en alta voz el joven. saba: «Igual a don Ernesto ... Todos pretenden ser unos
Los colaboradores en cambio... sátiros. ¿Será timbre de nobleza?».
-Usted es uno de ellos, ¿verdad? -Sí -afirmó el viejo. Era notorio que buscaba
«Si le informo es capaz de ... Los saldos. No sa aplazar la batalla. Aplazar hasta recibir órdenes del jefe.
brá... Eso, no ... », se dijo el hombre de los ojos miopes. -Yo- le creía un hombre- serio.
y acariciándose las manos en forma jesuítica, concluyó: -En otro sentido, claro. Es el campeón de la mo
-Pero no en lo que usted se imagina. ral cristiana en los discursos. ¿Usted no le ha oído hablar?
-¡Ah! Mejor. Mucho mejor. ¡Ah! ¡Oh! Pico de oro.
La conversación resbaló entonces entre disculpas y -¿Entonces?
oscuras disonancias. Así fue como el chulla supo que do -El diablo no falta Con su alimentO. y como es
ña Francisca, la esposa legítima del candidato a la presi tan inteligente.
dencia de la República, se entendía en la gestión econó -¿El diablo?
mica de la campaña electoral de su ilustre marido, y era a -Don Ramiro. Escribe unas cartas de amor que
la vez quien administraba dineros y cuentas de· esa de son una maravilla. ¡Qué estilo! Puro estilo. Dicen que es
pendencia. el mejor escritor del mundo.
-¿Tampoco ella viene por aquí? -¿Del mundo?
-De tarde en tarde. Pero me llama por teléfono -Así dicen los que saben. A una de las mocitas de
casi a diario. Pertenece a una gran familia. De lo mejor asiento le tiene y le mantiene como secretaria en el Des
cito -insistió el ayudante general con afán de demos pacho Principal de Publicaciones, donde también es di
trar lo duro e ilógico que sería una fiscalización en re rector-gerente. Usted debe conocer a la hembra. Le lla
gla. man <<La Monja».
--Conozco -murmuró Romero y Flores revisan -¿La Monja?
do sus documentos de comprobación. -Antes de ser 10 que es fue monja del Sagrado
-¿Conoce? No creo. Corazón... Ji... Ji... Ji...
«La Monja», repitió mentalmente Luis Alfonso
evocando las apetitosas curvas de la mujer que conocía
I chucbaqui: resaca. voz de resonancia quichua con la que se designa de vista. Pero a él qué le importaba aquello. ¿ Qué? Su
el malestar subsiguiente a una borrachera. deber... Los saldos ... Eso era lo principal.
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-Bueno, mi amigo. Trabajemos un poco. Quiero desde el primer instante, por la forma desusada de empe
la cuenta -anunció el mozo imitando a don Ernesto en zar el trabajo, que el dichoso fiscalizador no sabía dónde
su actitud olímpica estaba parado... «Se hace el que... No guambrito... No es
-¿La cuenta? así. .. Está orinando fuera del pilche... Ji... Ji... Ji... La
-Sí, señor. La cuenta para revisarla, para fiscali trampa... En los papeles todo anda bien ... Pero... »
zarla, para... -Los comprobantes de la partida quinientos ochen
-Está lista. Listita Sesenta páginas a máquina. ta y cinco --exigió de pronto el chulla al recordar, algo
Todo en perfecto orden -advirtió el viejo mientras bus de lo que le advirtieron en su oficina
caba -nervioso por el cambio de tono en el diálogo-- lo Ante lo inaudito de semejante pedido el ayudante
solicitado. . general miró a su interlocutor con asombro desorbitado.
-Quiero ver... No era miedo en realidad. Era que ... Nadie se había atre
-Sí. Aquí está -concluyó el empleado del candi vido a pedir aquello con tanto desenfado. ¡Nadie! Cuando
dato a la presidencia de la República entregando al fisca el Congreso de la República lo hizo usó un procedimiento
lizador unas cuartillas que había sacado de uno de los lleno de disculpas, de sesiones secretas, de acaramelados
cajones del escritorio dinosáurico. reproches -cual beata en desgracia ante Taita Dios, cual
Con aplomo y desenvoltura de experto en la mate indio rebelde ante «patrón grande, su mercé»-. y al fi
ria, Romero y Flores se acomodó en un sillón y se puso a nal, la más alta autoridad del país, confirió a don Ramiro
un voto de aplauso.
comparar los datos que llevaba en sus papeles con las
partidas de la cuenta que le había entregado el hombre de -¿No me entiende? He dicho los comprobantes de
la partida quinientos ochenta y cinco -continuó Romero
los ojos miopes. Aquello de comparar era un decir. Bajo
y Flores sintiendo que la sorpresa del viejo exaltaba su
su máscara variable, en ese momento de hábil contador orgullo.
-adusto entrecejo. pausas y dudas de rito judicial, bisbi -No puedo, señor.
ral: «Me quiere meter el dedo. ¡No! Le denunciaré. ¿Có reservados. De los gastos secretos. Es la defensa de la paz
don Ramiro, a doña Francisca. Estoy seguro... ¿Ellos? -La ley dice que sólo doña Francisca...
La: reliquidación que me recomendó el <pantano de renco -Digo... Que sólo don Ramiro... Yo ... Yo soy un
res sin desagüe>. Todo en orden... ». pobre empleado. Mi sueldo ...
También al viejo, tímido y nervioso como una rata, -Pero usted me dijo que...
fingiendo diligencia entre oficios y libros de contabilidad, -Como es la pisada es el animal, como es el suel
le fue imposible controlar su espíritu burlón. Descubrió do es el hombre. Y yo... Ya me ve como soy...
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-Sí. -Según.
En busca de un entendimiento amistoso, sin com -La ley y los jefes son una especie de subalternos
plicaciones, el viejo continuó: de don Ramiro. Siete oficinas a sus órdenes. Si no es por
-Eso es sagrado. un lado es por otro. Cosa seria.
-¿Sagrado? -Bueno. Liquidaremos los dos últimos años. Es lo
-SagradO para nosotros. Para el pequeño contri justo. Es lo honrado. ¿No le parece?
buyente, para el hombre de la calle, para el chagra, para -Yo le aconsejaría que no se meta a ...
el cholo, para el indio. -¿A cumplir con mi deber?
-Yo soy otra cosa -chilló el flamante fiscaliza -No tanto. Todo se puede arreglar.
dor pensando en las extraordinarias. -¿Eh? ¿Qué insinúa? ¡Jamás!
-Yo me creía lo mismo hace muchos años cuando -Nada. Nada, mi señor.
era un chullita como usted. Pero el trabajo, la experiencia...
A pesar de las objeciones y de los pretextos del
-Absurdo -murmuró Romero y Flores con alta
empleado del candidato a la presidencia de la República
nero desprecio. Se sentía herido por aquello de «chulli
-iba de un lado a otro, abría cajones, barajaba papeles-,
ta», por la comparación, por algo que trataba de ocultar.
Luis Alfonso inició su trabajo. Pero a los pocos días, sa
-Igual.
turado de polvo, cansado de hurgar en el archivo -un
-¡No!
armario sin puertas y una montaña de paquetes sobre una
-Bueno. Como usted quiera. Pero en cambio
mesa-, pensó hablar directamente con don Ramiro.
ellos ... Los funcionarios. Los que hacen la felicidad del
-No... No podrá, mi querido señor -anunció con
país enriqueciéndose.
burla en falsete el hombre de los ojos miopes. Se hallaba
-Luego usted...
-Conste que yo no he dicho nada. Dios me libre tranquilo, confiado. Había recibido órdenes de doña Fran
de hablar de la buena gente. No se deben meter allí las cisca.
narices. -¿Por qué? -interrogó Romero y Flores deba
_.Me parece que se debe meter en todo lo que no tiéndose en una especie de impotencia que amenazaba
sea correcto. hundirle en la tragediá de su acholamiento l , de su voz hu
-En esa partida, no. milde, de ...
-A mí... --amenazó el chulla mientras pensaba. -Me parece que le conté. Don Ramiro no está en
con risita sarcástica: «La ley, la opinión pública, el di la ciudad. Anda en gira. Se acerca su hora. Es el candi
rector-jefe me amparan». dato oficial.
Al interpretar al mozo, el ayudante general respon -Hablaré con doña Francisca, entonces.
dió con giran intuición: -Eso es otra cosa.
-Usted cree que la ley, que los jefes, que ... No.
¡..
Cuando uno está jodido no hay ley ni jefes que valgan. I acholamiento: rubor, manifestación externa de timidez.
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-Iré hoy mismo. más de un escándalo de su fogoso temperamento. ¿Ya él
-La señora tiene una reunión política en su casa. qué? Había entrado de golpe en el mundo de los patriotas,
Todas las tardes ... Tal vez mañana. Yo pudiera... de los amos, de las minorías mandonas. Dulcísima clave
-Bien. Muy bien -dijo el mozo lleno de espe del destino. Miles llegaron en esa forma a lo que él llegó.
ranzas. Luego recogió febrilmente sus papeles, algunos Una vez instalado, y de acuerdo a la publicidad y al elogio
apuntes y la copia de la cuenta de don Ramiro. Al despe de la «gran prensa», la única que leía, repartió donaciones
dirse del ayudante general pensó: <<Pobre pendejo ... Mori para obras de beneficencia con el dinero de la mujer. Hizo
rá en la demanda... Los zapatos arrugados, los codos ro vida de club. Muchas y bellas fueron sus concubinas. Cui
tos, los ojos húmedos, la caspa, el olor... ¡Oh!». dó exageradamente la indumentaria, el olor... Como usted,
Mientras avanzaba calle abajo, la decisión heroica chullita. Es de verle en los entierros, en los matrimonios,
del mozo fue sosegándose y sus pensamientos maduraron en las visitas de etiqueta -a funcionarios, a obispos, a ge
en precauciones. Buscó a don Guachicola -viejo dipsó nerales, a diplomáticos-, de chaqué, de bombín, de botai
mano, archivo de sucias anécdotas, memoria fotográfica nas y de bastón. Su influencia política fue creciendo de
para 10 criminal del cholerío encopetado y de la burocracia acuerdo al cinismo para barajarse en los diversos partidos.
donde pasó la vida- y a sus amigos -chullas de los billa Hizo amistades y descubrió parientes en la oligarquía con
res, de las cantinas, de los figones, de las trastiendas- pa servadora. Cotizó como simpatizante en un grupo de iz
ra que le infonnasen sobre las virtudes y milagros del can quierda. En las altas esferas burocráticas, a donde le fue
didato a la presidencia de la República y su familia. fácil entrar dada su categoría de esposo de un apellido
Don Guachicola, saboreando venganza y amargura ilustre, se declaró liberal... En cuanto a su talento como
de vencido, en pleno monólogo de borrachera, hizo al orador, como filósofo, como poeta. ¡Oh, su talento! Celes
mozo una síntesis biográfica de don Ramiro: tial. De vez en cuando, a manera de reportaje, los periódi
-Llegó hace muchos años de un pueblo perdido en cos publicaban y publican párrafos de sus cartas, frases
la cordillera. Llegó con esa irritación de arribismo de todo aisladas de sus discursos. Un amigo, buen conocedor de
chagra para doctor. ¡Flor de provincia! No pudo o no quiso estas cosas suele afinnar: «Afanes académicos de cholo
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concluir la universidad... En cambio aprendió maravillo amayorado • Pura copia de -revista europea Puro disfraz
samente a explotar 10 superficial del talento y lo ventajoso barroco... ». Muchísimo se habló y se escandalizó en un
de la soltería. Sin ser un adonis, indio lavado, medio blan tiempo con los desfalcos del caballero. ¡Qué desfalcos!
quito\ las mujeres le ayudaron a vivir. Despreciando el Cosa grande. Pero como el personaje no era de ponch02,
amor en su forma sincera, se amarró a la dote de doña las autoridades al descubrir procedieron con el temor y con
Francisca Montes y Ayala. Dicen que la dama cubrió así el respeto del indio de huasipungo ante el patrón: sombrero
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en mano, disculpa babosa... Lo mejor fue que en un alarde deber... Yo... Mis jefes... Ellos ... -murmuró el chulla
de galantería política al robo le llamaron descuido, falta de tratando de ser amable sin conseguirlo. Buscaba liquidar
experiencia.. Este pendejo debe tener una tropa de colabo una angustia melosa, algo que entorpecía -hormigueo
radores de pésimos antecedentes. en las piernas, temblor en las manos- el repertorio de
«He descubierto a uno de ellos ... A uno ...», co exquisitos modales latentes en su anhelo de <<patrón
mentó para sí Romero y Flores. grande, su mercé-. En otras oportunidades -poquísi
También los amigos, jóvenes aventureros como él, mas desde luego- pudo desenvolverse con facilidad ~n
dieron al flamante fiscalizador un informe parecido al del tre gentes de postín. Pero entonces no se sintió tan desnu
viejo Guachicola. Menos envenenado desde luego -tu do, tan al borde de una estúpida contradicción. ¿Era la
multo de impulsos sin fortuna para alcanzar el modelo mirada llena de malicia y dominio de la esposa del candi
predilecto. dato a la presidencia de la República? ¿Era el apetitoso
murmullo -perfumes y risas-que se escuma desde el
*** salón más cercano?
-Nuestro empleado me ha dicho por teléfono que
Luis Alfonso sintió que se le relajaba el coraje, que usted se niega a firmar la cuenta de mi esposo. ¿Por qué?
los espejos de cuerpo entero, las cortinas de damasco, los ¿Es un capricho? -interrogó doña Francisca aprove
candelabros de plata, los adornos de anémica porcelana, chando el desconcierto notorio del fiscalizador.
las lámparas de nerviosos cristales -decorado de sus Por toda respuesta el mozo hizo un gesto como pa
sueños de caballero, se burlaban de sus prosas de juez in ra indicar que él no tenía la culpa.
corruptible. -¿Entonces quién? Su...
Sorpresivamente como en los cuentos de brujas y -Director-jefe.
aparecidos surgió por una puerta una señora alta fla -¡Ah! Tontería. Y usted creyó. Es preferible pen
ca ni gorda- que escondía la madurez de un estirado sar en su porvenir. Su porvenir.
medio siglo entre retoques de afeite y postiza desenvoltu «Ella no sabe ... Quiero defenderle ... Defenderlos ...
ra juvenil. Al embrujo de la luz del crepúsculo de la tarde Los parásitos ... », se dijo con orgullo de héroe Luis Alfon
que entraba por amplios ventanales, el rostro de la mujer so. Con orgullo que le obligó a responder:
adquiría rasgos de belleza animal. «Doña Francisca... -Sí. Pero quizás usted no sepa que su empleado
Tiene cara de caballo... Cara de caballo de ajedrez ... Pre se niega a entregarme los comprobantes de varias parti
fiero La Monja», se dijo el mozo. das ... Sin duda él ...
-¿El señor fiscalizador? -¿Qué?
-A sus órdenes ... Yo creí... -Oculta por algo.
-Está bien. Siéntese. -Esos documentos ya no existen. Podían com
-Gracias. Muchas gracias. Tengo que pedirle dis prometernos y volaron. Desaparecieron --anunció doña
culpas ... Ji ... Ji ... Ji... Usted comprenderá... El deber es el Francisca con cinismo morboso, con cinismo de puñalada
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en la garganta. Romero y Flores arrugó el entrecejo, abrió ciguó en parte el desconcierto del chulla. Quiso entonces
la boca. Quien le hablaba no era un caballo de ajedrez, no comentar recurriendo a su audacia -violenta, oportuna,
era un modelo de rubores explotables. Era un enemigo hábil- que tanta fama le había dado entre el cholerío de
poderoso, un demonio perfumado de ojos negros, fríos, mediopelo, pero ella continuó:
duros, en contt:aste con lo femenino y amable de unas -Si desea una recomendación ... Si desea... Bue
uñas amadas. no... Usted me entiende, ¿eh?
-¡Ah! -Ni una palabra -murmuró el mozo a pesar de
-El Tribunal de Revisión y Saldos. ¿Conoce us que todo lo sabía por los chismes y la codicia de los esbi
ted? La autoridad mayor en la materia. rros.
-Sí. -¡Ah! ¿Sí? Escrúpulos ... Discutiremos más tar
--Quemó hace unos meses toda esa basura. de... -concluyó doña Francisca mirando al pequeño bu
-¿Sin esperar que se cumpla el plazo que marca rócrata con la curiosidad de quien observa los desplantes
la ley? -interrogó el chulla reaccionando en forma brus venenosos de un miserable gusano antes de aplastarle.
ca, instintiva. -Es que...
-En casos especiales ... -Perdone. Su nombre ... -cambió la dama.
-¿Especiales? -Luis Alfonso Romero y Flores -dijo él subra
-Cuando el honor nacional exige... Cuando la po yando las eres del apellido.
lítica... Cuando mi marido... Cuando alguna persona de -¿Hijo del difunto Miguel, verdad?
gran importancia como el señor presidente de la Repúbli -Sí... sí...
ca cree necesario ... -Pobre Miguel.
-¿Entonces yo? -¿Pobre?
-Nada. Tiene que aceptar la realidad. -Le ayudé tanto en su desgracia.
Atrapado por aquel absurdo superior a sus prosas y -En su desgracia --repitió como un eco el fla
a sus extraordinarias, el flamante fiscalizador creyó que mante fiscalizador resbalando por la pendiente de la ver
para salvarse debía insistir: güenza que le producía el saber que alguien estaba en el
-¿Dónde puedo ver a don Ramiro? secreto de su pecado original, de su sangre. Si sólo fuera
-¿No le advirtió nuestro empleado que el señor la miseria tragicómica del viejo, su padre, no le importa
está en gira? ría. Pero...
-Algo me dijo. -Fuimos amigos en un tiempo. Muy amigos. An
-Es tan difícil hablar con él. Nosotros ... Nosotros tes de 10 de... Eso... Eso fue imperdonable. No tiene
somos unos polluelos. Él... Él es el águila caudal. nombre -comentó la esposa del candidato a la presiden
<<El águila de museo, carajo», pensó Luis Alfonso cia de la República moviendo las manos en alto.
recordando el chiste de un periódico de oposición sobre «Mi madre... Se refiere a mi madre... a ella...
tan ilustre personaje. La memoria de aquel sarcasmo apa ¡Oh!», se dijo mentalmente el chulla cayendo en una pau
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sa que marcó sobre su orgullo de juez incorruptible y so hablar. Las caras de lo <<1llejorcito» cerraron a su paso
bre su burla de ingenioso aventurero rasgos de máscara voz y franqueza. Con ojos altaneros cada cual insinuó:.
de angustia y de súplica. «¿Quién es?». «¿Qué quiere?». «¿Qué pretende?». «Soy
-Bueno... No es para tanto... --munnuró doña el fiscalizador y quiero fiscalizar», respondió mental
Francisca frenando el plan para humillar al mozo. Había mente el mozo, una, dos, tres veces. Felizmente aquel
necesitado pocas palabras, poquísimas. Por rara intuición diálogo murió de indiferencia; se perdió entre los espejos,
de defensa gamonal ella sabía dónde golpeaba, dónde era entre las cortinas, entre los muebles, entre los pajes que
más neurálgico el rubor del cholerío amayorado. Satisfe repartían whisky, pastelitos, enrollados de tocino. Al
cha y compasiva, en un arranque de generosidad, conti guien puso entonces en manos del chulla una copa, luego
nuó: otra. El alcohol fortaleció su obsesión de alto personaje
-Comprendo su pena. Veo su tristeza ... Pero debe de la justicia. Se acercó a un grupo de muchachas que
pensar. Usted es hombre. La vida. Puede hacer buenas desgranaban plática y chismes sobre un jarrón de porce
amistades. Nuestra oferta no es mala. Algo debe haberle lana. Ensayó a decir unas cuantas palabras de su reperto
dicho el empleado ... Nuestro empleado. rio galante. Inútil intento. Fue de nuevo el desprecio de
Romero y Flores negó con la cabeza como soñan las malditas espaldas. El desprecio... ¡A él! Recordó que
do. Manchas borrosas danzaban frente a sus ojos. Se sen era el señor fiscalizador, y, como quien prepara su arma
tía herido, débil, pequeño. de lucha, sacó unos papeles del bolsillo -el resumen de
-Venga... Venga al salón. Está todo lo mejorcito los saldos de la cuenta del candidato a la presidencia de la
de nuestra ciudad -invitó con gracia postiza la mujer de República-. Apuntó con ellos y alcanzó a murmurar con
caballo de ajedrez guiando al joven que se movía como voz ajena:
autómata. -Soy el fiscalizador.
La confianza que halló Luis Alfonso al mezclarse Los invitados de doña Francisca, con gran pruden
con lo «mejorcito» de la ciudad -humo de tabaco ex cia, ahogaron aquella declaración elevando el tono de la
tranjero, luces directas e indirectas, reverencias de triple voz, de la alegría. Ante el fracaso, en un arranque de he
fondo, feria de caballeros pulidos por alguna estafa se roísmo para salir del anónimo, Romero y Flores se entie
cuanto doña Francisca, escurridiza y amable, después de -¿Eh? -clamó en coro la honrada y distinguida
decirle que podía disfrutar como un invitado más, le concurrencia con ese automatismo violento de volver la
abandonó en un rincón a merced de su suerte. De inme cabeza para castigar al atrevido.
diato, como si todos estuvieran de acuerdo en un raro - j Soy el fiscalizador! -chilló sin amparo Luis
juego, dieron al intruso sin disimulo las espaldas. Pero él Alfonso en el cerco de un enjambre de ojos encendidos
-enfermizo deseo de ser alguien- avanzó entre la con por múltiples reproches: «¡Está borracho!», «¿Quién es
currencia tragando maldiciones. Quiso sonreír. Trató de para gritar así en un salón?». «¡Cholantajo!». «¡Atrevi
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do!» «¿Por qué no le echan a patadas?». «¿Fiscalizar? ¿A «¡Arrarrayl! ¡Arrarray, carajoJ Mama... Mamitica
quién, cómo, por qué?». «¡Somos los amos!». «¡Dudar de mía... », ardió sin voz la queja en el corazón del mozo.
nosotros es dudar de Dios, .de la Patria, de todo... j Una -Pobre Miguel. Las gentes que levantaron el ca
propina para que se calle!». dáver referían que en vez de camisa llevaba el pobre pe
-¡Soy el fiscalizador! chera amarrada con piolines. Era una figura muy conoci
Conciliadora surgió de pronto doña Francisca. Ha da por todos. Le llamaban Majestad y Pobreza.
bía algo de venenoso y escalofriante en su sonrisa de ca -¡Ah! jClaro! ÉL. --comentó el coro destapando
ballo de ajedrez. su asombro. Y, al embrujo del recuerdo, surgió en la
-Es verdad -anunció en alta voz. imaginación de la honorable y distinguida concurrencia la
-¡Oh! figura típica del viejo altanero y miserable con su anacró
-Olvidé presentarle a ustedes. El caballero es hijo nica chistera, con su levita verdosa, con su elegancia zur
de Miguel Romero y Flores. cida en los hombros, en las rodillas, en los codos, en los
-¿Romero y Flores? zapatos, con su andar enyesado en prosas marciales, con
-Pobre Miguel. La bebida, las deudas, la pereza y su piel apergaminada de árbol centenario, con su bigote
una serie de complicaciones con mujeres se unieron para de puntas hacia arriba, con su nariz ganchuda, con su en
arruinarle. Le encontraron muerto... Muerto en un zaguán trecejo adusto para subrayar el fulgurante desprecio de
del barrio del Aguarico l. Completamente alcoholizado. sus ojos color de tabaco.
«Un caballero de la aventura, de la conquista, de la -Contaba mi abuelo que aquello de Majestad y
encomienda, de la nobleza, del orgullo, de la cruz, de la Pobreza era tradicional.
espada de ... », se dijo el chulla en impulso de súplica para -¿Tradicional?
esconder el rubor de su desamparo -fruto de amor ile -Parece que en la Colonia a un noble español ve
gal, mezcla con sangre india-o y miró como un idiota a nido a menos le llamaban de la misma manera. Un hom
las gentes que le observaban. brecito que, a pesar de su ropa en harapos y su estómago
Los amigos le perdonamos todas sus flaquezas, vacío, usaba reverencias de caballero de capa y espada,
menos la última. liturgia de palacio, pañuelo de batista.
-¿Cuál? El coro que rodeaba al mozo se agitó entonces en
-El concubinato público con una chola. Con una oleaje de crueles comentarios:
india del servicio doméstico. ¿No es así, joven? -inte -Fantasmal la sabandija.
rrogó la informante con ironía de bofetada en el rostro. -Figura barroca de muro de iglesia.
-Ridículo.
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-A veces. disfraz de lo altivo, lo aventurero, lo inteligente, lo pom
-Pero... poso, lo fanático, lo cruel de su padre -señor en desgra
-Catafalco entre lluvias de páramo y soles de ma cia-. «¿Por qué estuve cobarde? ¿Por qué no se me ocu
nigua. rrió una mentira, un chiste? ¿Por qué carajo me abrieron
-Sin embargo hay en él algo que está en todos. el pecho para mirarme adentro? ¿Por qué se me amorti
-En todos nosotros. guó la lengua? ¿Por que? ¿Por qué el cerebro se sintió
-Que es nuestro. vacío? ¿Por qué las piernas ... ? ¿Por qué?», se dijo el mo
-¡Nuestro! zo reprochándose con odio.
-En cuanto a la madre del ilustre fiscalizador. «i Por tu madre! Ella es la causa de tu viscoso
Mama Domitila como le llamaba la gente -afirmó doña acholamiento de siempre... De tu mirar estúpido ... De tus
Francisca dominando la bulla de sus amigos que crecía labios temblorosos cuando gentes como yo hurgan en tu
por momentos. pasado... De tus manos de gañán... De tus pómulos sa
El chulla no pudo más, levantó la cabeza para huir, lientes ... De tu culo verde.} No podrás nunca ser un ca
para expresar todo el asco y toda la cólera del mundo. ballero», fue la respuesta de Majestad y Pobreza.
Nada consiguió. tlábm-"Olvidado sus extraordinarias, su «Porque viste en ellos la furia y la mala entraña de
gracia, su dignidad. Se sentía desnudo, desollado. En lo taita Miguel. De taita Miguel cuando me hacía llorar co
vivo de la carne, de los nervios, de los huesos le quemaba mo si fuera perro manavali... 2 Porque vos también, pájaro
el ascua de las miradas burlonas de la honorable y distin- . tierno, ratoncito perseguido, me desprecias ... Mi guagua
guida concurrencia. Se encogió como un alacrán rodeado lindo con algo de diablo blanco», surgió el grito sordo de
de candelas. Pero no tenía veneno para inyectarse, para mama Domitila.
morir. Al despedirse para emprender la fuga le salvó una Aquel diálogo que lo acompañaba desde niño irre
mueca tímida que pedía disculpas y proponía olvido. conciliable, paradójico -presencia clara, definida, pe
En la calle, indiferente al viento paramero y a la renne de voces e impulsos-, que le hundía en la deses
llovizna de un anochecer de calofrío y bruma, envuelto peración y en la soledad del proscrito de dos razas
en el chuchaqui del desprecio de quienes más admiraba, inconformes, de un hogar ilegal, de un pueblo que venera
Luis Alfonso se sintió desgarrado, exhibiendo sin pudor lo que odia y esconde lo que ama, arrastró al chulla por la
sus sombras tutelares, fétidas, deformes. Sobre todo la de fantasía sedante de la venganza. Aplastar en cualquier
mama Domitila. j Nooo! No podía con ella. La otra, a pe forma y de cualquier manera a la vieja cara de caballo de
sar de su pobreza, era noble. Es que ... Recordó con amar ajedrez, al candidato a la presidencia de la República, al
gura que ante el cinismo de la vieja cara de caballo de
ajedrez le fue imposible su juego predilecto. No le dejó,
I Se alude a la famosa mancha mong6lica que tienen los indios en la
no le dejaron, como de costumbre, ocultar lo rencoroso, espalda.
lo turbio, lo sentimental, lo fatalista, lo quieto, lo humilde 2 perro manavali: expresión híbrida. Manavali significa «sin valOf», r
de su madre -india del servicio doméstico-, bajo el «despreciable» .
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coro burlón y onuripotente de lo «mejorcito» de la ciu
dad. Concibió entonces -sin medir la falta de posibili
dades- una peligrosa guerra. Denunciaría a los cuatro
vientos los errores. las estafas. los fraudes. Estaba armado
de transferencias falsificadas, de comprobantes en descu
bierto. Pero... ¿Dónde? ¿A quién? ¿Cómo? Miró en su
torno. Un muchacho flaco, descalzo, golpeaba con sus
manos pequeñas en una puerta tachonada de clavos y al
dabas. «Donde sea y a quien sea», se dijo el mozo --es
quivando hábilmente la intervención de sus sombras 2
con el mismo coraje que en el colegio pudo castigar al
compañero --cucaracha envanecida del cholerío adinera
do-- que se atrevió a llamarle: «Hijo de perra güiña Mucho antes de tropezar con el chulla Romero y
chishca». Es curioso, desde esa vez --o quizás desde mu Flores, Rosario Santacruz -huérfana de un capitán en
cho antes-, más le dolía y le avergonzaba 10 de güi retiro al cual le mataron de un balazo en una disputa de
ñachishca que 10 de perra. militares borrachos- creía en la gracia y en la atracción
y sin pensar en-lo que siempre hablaron con los de su cuerpo para salvar el porvenir y asegurar el futuro.
compañeros de la oficina -la rebusca, la venta, la com Confiaba asimismo que sus piernas ágiles -delgadas en
plicidad-, Romero y Flores creyó ingenuamente que los tobillos, suaves a la caricia en las rodillas, apetitosas
podría acabar con los pícaros y rateros. Una inquietud en los muslos-, que sus senos rebeldes, que sus labios
angustiosa -.lastre de sus truhanerías- se filtró por bre sensuales, .que su vientre apretado, que sus rizos negros
ves momentos en su cólera enervante. Mas ... Las extraor -milagro de trapos y rizadores-, le garantizarían un
dinarias ... El recuerdo de sus mejores aventuras ... Respiró buen matrimonio. Aturdida por esa creencia que a veces
COR amenaza de perro gruñon. Levantó la cabeza. Ante la le deleitaba con inexplicable rubor en la sangre y a veces
penumbra, el viento, la llovizna, murmuró a media voz le hacía sufrir, se dejó arrastrar por las ofertas del más
pensando en Rosario: mentiroso y zalamero. Fue Reinaldo Monteverde, peque
-Lucharé, carajo. Conmigo se han puesto. ño comerciante, quien con proyectos millonarios y con
deslumbrante programa de ceremonia nupcial -invita
ciones en pergamino, iglesia de moda, champaña, padri
nos de copete, fotografías en los periódicos, luna de miel
a las orillas del mar-, convenció a la muchacha. Pero
nada hubo, para ser justo, de tanta maravilla.
Lo peor no fue eso en realidad. Lo peor fue que el
galán se portó brutal e insaciable en la unión amorosa.
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Sola, ajena al vértigo de bufidos y espasmos del macho, -Es que yo.
un grito que le golpeaba en las sienes, en la garganta, en -Nada -murmuró el hombre completamente
los puños: «iNooo! No quiero. No soy... No soy un ani atontado, vaCÍo. No hallaba una razón para justificar se
mal de carga, ¡ayayay! No, mamitica... Me aplasta. Me mejante actitud. No sabía qué decir. Era tan duro para él.
asfixia, ¡Arrarray! Me... Dios mío ... Sus manos, su boca, Le amaba a su modo. De pronto, con ingenuo y sádico
su piel, su cuerpo, asquerosos, ¡atatay! Todooo ... ». despertar, concluyó:
y vencida en su primera batalla de mujer, acurru -Estamos unidos ante Dios y ante la ley.
cada al borde del lecho, la novia -los ojos cerrados, las -¡No me importa!
manos crispadas sobre la pesadilla del sexo envilecido -¿Ni eso? -chilló Monteverde en tono altanero
pensó en huir. ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Con quién? ¿A casa de como para desbaratar la ine:¡¡.pugnable testarudez de la
la madre?¡lmposible! Tuvo miedo que su actitud y su mujer.
decisión no fueran dignas de la simpatía honorable de las -Sí. ¡No me importa!
gentes. -Eres una corrompida.
Después de una serie de inmotivados resentimientos -Corrompida. No...
e inútiles discusiones, estalló el melodrama en el hogar de -Te-han corrompido ~rectificó el pequeño co
los Monteverde. Sin motivo de peso que justifique la vio merciante con temor de haber llegado demasiado lejos.
lencia, Rosario destapó su odio ante las narices del marido: -¿Quién? ¿Quién me ha corrompido?
-No te quiero. No te he querido nunca. Tampoco -No sé.
puedo engañarte como hacen las otras. -¡Tú!
-¿Cómo te atreves? -Todos... ¡Todos!
-Me parece tan cruel. Tan estúpido. -¡Basta! 1
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lengua viperina de los herejes-, la viuda de Ramírez la fiesta, respiró profundamente, se ajustó el nudo de la
arrendaba el ala izquierda del piso alto: un saloncito con corbata, se quitó el sombrero, se alisó los cabellos sobre
ventanas a la calle, dos dormitorios con puertas al corre la una oreja, sobre la otra, alzó los hombros forrando la
dor abierto al patio, una cocina de peligrosa arquitectura espalda en la chaqueta, y, con automatismo de actor có
y un gabinete -atrevida garita sobre los tejados. mico al salir a escena, dejó a flote una máscara de ama
Cuatro cuadras más arriba de aquella casa, trepan bilidades y sonrisas. La burla de la suerte quiso que en
do un poco por las faldas de la montaña tutelar de la ciu ese instante callara la música y cesara el baile. Todos, en
dad, desde el escándalo de una puerta de negro bostezo jauría de gestos sorpresivos, de coro impertinente, le inte
olor a burdel y cantina, surgió intempestivamente el chu rrogaron sin pudor con la mirada: «¿Quién es usted?»
lla Romero y Flores. En la primera esquina, a la luz de un «¿Qué quiere?» «¿De dónde viene?» «¿Es acaso primo
bombillo de pocas bujías que tiritaba al capricho del de las guaguas?» «¿A quién busca?» «¿Qué pretende?»
viento del páramo próximo, se arregló el vestido: la cor «¿Qué dice?» «¿Es alguna amistad secreta de la Camili
bata deshecha, los botones desabrochados, el sombrero ta?» «¡Dios me ampare!» «Las tontas de las hijas son ...»
mal puesto, las solapas sucias de polvo, los pantalones «Caballero parece ...» «Bueno está para novio de la me
semicaídos. Luego pensó con amargo desprecio en la nor» «Bueno está para marido de la intermedia» «Bueno
«Bellahilacha» que acababa de echarle a empellones de está para amante de la mayor».
su negocio. Nunca antes ... Cosas de la vida... Todo por un Al sentirse observado y leer en los ojos de la con
latifundista con buenos rollos de billetes. currencia aquel repertorio de indiscretos comentarios, el
-Carajo·-murmuró a media voz y avanzó por la mozo hizo una pausa, arrugó el entrecejo e inclinó unos
vereda ~alle abajo- usando la desafiante distinción en grados la cabeza sobre el hombro como si él fuera en
el andar que heredó de Majestad y Pobreza. Así por 10 realidad el sorprendido. La viuda de Ramírez que en ese
menos creía defenderse de la inclemencia del tiempo, del momento se hallaba junto a la vitrola cambiando el disco,
pulso roedor de mama Domitila, del hambre. Sí. A veces, dejó todo y se acercó al desconocido subrayando su anfi
como en aquella ocasión... Felizmente a los pocos minu trionismo con paso y mirada al parecer indomables.
tos tropezó con el escándalo de la alegría -música cam -iSOY Luis Alfonso Romero y Flores! ¿No re
pesina cual lamento del indio en velorio, gritos histéricos cuerda usted de mí, señora? --exclamó el intruso ade
de rumbosidad chola- que se desbordaba por los balco lantándose a la posible interrogación. Sabía del efecto
nes del saloncito de la familia Ramírez. extraordinario de su apellido de estirpe gamonal -poder
«¡ Una farra! Comida, bebida, guambritas», se dijo de conquistadores, crueldad de encomenderos, magia de
el chulla olfateando hacia 10 alto. El paso estaba franco. frailes, brillo de militares, ratería de burócratas- ante
Nadie podía impedirle... Cruzó la puerta de la calle. Tre aquellas gentes afanosas por ocultar su pecado original.
pó por la escalera. Se deslizó por el corredor. Como buen En rápida pausa todos saborearon, con orgullo la
especialista del oportunismo -hábil manejo de estampa alcurnia y los blasones que creían hallar ingenuamente ~
y apellido-, al llegar al umbral del cuarto donde hervía tras aquel hombre. Cada cual a su entender y manera:
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«¡Para mi guagua, el mocito!». «Claro... Claro se ve la creyó entonces oportuno y aristocrático brindar un «vi
nobleza». «Mi guagua es doncella». «Chulla parece... Pe nito hervido». Su Cristo de plata -recuerdo y herencia
ro chulla decente que no ,es lo mismo». «Amigo para de la familia-le sirvió, como de costumbre, para sacarle
cualquier apuro». «Sangre de Romero y Flores... Romero del apuro. Al entregar la joya a la chola cocinera -follo
de olor... Flo~s de olor... Ji. .. Ji. .. Ji. .. ». <<Para mis bra nes de bayeta, pañolón a los hombros, trenzas amarradas
zos, para mis labios, para mis pezones, para mis piernas. con pabilo, hediondez de refrito de cebolla-, le dijo en
¡Jesús! Me siento carishina». «Se me hace agua la boca. voz baja: r
i
¿La boca no más?» «Regio sería tener nietitos Romero y -Con su cuidado; cholitica. Es bendito.
Flores». «Cuarenta y cinco años. Pero tengo la plata del -Acaso es la primera vez que le llevo.
negocio de la tienda». «Que le chumen, que le pongan -Dile al cholo Teodoro de la esquina. Ojalá esté
alegre, a ver si...». despierto. Que haga el favor de mandarme cuatro botellas
Al saborear aquel apellido los invitados crearon de vino. De ese bueno de consagrar que él mismo sabe.
una orden impalpable, un ambiente de pulcritud y de ha -¿Cuatro? ¿Dará cuatro, pes?
lago que transformó las prosas de doña Camila en mueca -Que el sábado de la quincena le he de pagar con
de humilde respeto: intereses. Corre no más.
-Sí... Sí. .. Después del «vinito hervido», y después de com
-En honor del... De la... -continuó el mozo sin probar con pena que no había ningún interés por parte de
saber, a ciencia cierta lo que celebraban. Romero y Flores para Raquel -a pesar de las oportuni
-¡De la santita! -chilló la viuda de Ramírez re dades e insinuaciones-, doña Camila, botella y copa en
cuperando su autoridad. mano, víctima de generosa borrachera, se dedicó a repar
-Eso. En honor de la santita he contratado una tir aguardiante, murmurando ante cada invitado:
orquesta que llegará dentro de pocos minutos. -Guachito. Tome no más. Sin hacer caras. Sin es
- j Una orquesta! -corearon todos a pesar de que cupir. Sin dejar las sobras de los secretos.
la mayoría sospechaba la farsa La fiesta entre tanto se había caldeado en epilepsia
-Es una pequeñez. de chistes verdes, de zapateados f01klóricos, de murmullo
--Siéntese. Deme el sombrerito -murmuró doña hecho de cien retazos de risas histéricas.
Camila pensando con deleite y gratitud de madre viuda: - j Sueltos ... Sueltos ... !
«:Mi Raquelita. Dios haría el milagro. Matrimonio y -Con quitadas.
mortaja del cielo baja. Después del escándalo... Después -Al que no alienta, copa.
del bandido ... Después del guagua que ... Dios nos ampare -Guambrita linda. Dale que dale, dale no más. Lo
de los chismes ... » que es conmigo ya no verás.
Al fmal nadie se acordó de la oferta del mozo. ¿Pa -¿Dónde se consiguió el versito? Tiempo Alfaro
ra qué? Era mejor divertirse y gozar con sus cuentos, con parece...
sus historias de amor, con sus galanterías. Doña Camila - j Viva la santa! i Viva la dueña del cuarto!
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-jVivaaa! Cosa curiosa, ambos sintieron miedo de hablar.
-Cuando están chumados parecen indios. Como si cada palabra fuera a perder su significado. A ella
-Indios mismo. tainbién -no obstante la profunda herida que le dejó su
-¡Sueltos... Sueltos... ! fracaso sexual-le atraía Romero y Flores.
Desde el primer momento el chulla Romero y Flo Las exigencias, las bromas, el licor, aliados incon
res se dejó arrastrar por el hechizo -triste y apetitoso a dicionales del galán, acabaron con los escrúpulos feme
la vez- de las formas cimbreantes, de la boca sensual, ninos. Al amanecer -tierna la fatiga de las gentes, débil
de los pómulos pronunciados, de Rosario Santacruz. Qui la luz de la aurora-, Rosario experimentó un sentimiento
zá no era una hembra de belleza aristocrática -eso que de agradable excitación -aliento diabólico al oído, cari
el cholerío llama aristocracia de ojos claros, de pelos ru cia de obstinado ardor sobre los pezones, sobre el vientre,
bios, de labios finos-, pero había en ella algo de atracti sobre las piernas-o De pronto se dijo mientras bailaba en
vo y familiar, algo que evocaba en el mozo -burla in brazos de chulla: «:Me miran con odio ... Con rencor... Me
consciente- actitudes y rasgos de mama Domitila. creen una corrompida. Corrompidaaa...» Abrió los ojos
. Envuelto en la certidumbre y en la audacia de ha cuanto pudo, cuanto le permitieron sus párpados indo
llarse frente a uno de tantos amoríos, sin pensar en el po lentes. En la mímica y en el cuchicheo de las viejas que
sible peligro para su porvenir -matrimonio que le ga hablaban con su madre, en la ebria generosidad de doña
rantice fortuna y nobleza-, el chulla se acercó a la hija Camila al repartir el aguardiente, en la gracia burlona de
de doña Victoria, le tomó de la mano y le obligó a bailar. las parejas que danzaban en su torno, creyó sorprender el
Al insinuarse con el abrazo atrevido y pegajoso que tan mismo reproche de su corazón: «Corrompidaaa... Te han
buenos resultados le dio siempre en sus conquistas, sintió corrompido, te han corrompido...» Llena de angustia, mi
que ella experimentaba una especie de asco. rando sin mirar como a través de una niebla de humo de
-No soy lo que usted se imagina -protestó a tabaco, de sudores humanos, de espuma de cerveza, vivió
media voz la joven. en un segundo el horror de morir acribillada por estúpi
-¿Qué es 10 que usted cree que yo me imagino? dos fantasmas. Violentamente, librándose del mozo, huyó
-¿Algo bueno? de todo aquello: música, risas, aire de chisme, olores a
-No sé. calumnia. Huyó por el corredor hasta la cocina, donde la
-¿Algo malo? chola cocinera cabeceaba de pie junto al fogón. Desper
-No sé. tándose, murmuró:
-¿Entonces? -Ave María. Casi me asustó, pes. Y o creí que era
-No sé. la niña Camilita.
-¡Ah! Comprendo. -Soy yo -respondió Rosario sin hallar el pre
-¿Qué comprende? texto que justifique su presencia y la presencia del chulla,
-Nada... Que sí. el cual -fantasma centinela-- le había seguido y espera
-¿Que sí? ba a la puerta de la cocina con inquietud de perro en celo.
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-Sí, pes. Ya veo -alcanzó a gruñir la chola al -Entiéndame, por Dios.
hundirse de nuevo en sus pesadas reverencias. -¡Oh!
-¿Por qué, me huye? ¿Por qué? -interrogó el Sin aliento para razonar con claridad, mirando ha
mozo acercándose con paso felino a Rosario. cia afuera en busca de un refugio, de un pretexto para
-Me ahogaba. calmar esa imprudente rebeldía de la carne que a veces
-Nos ahógabamos. nos enciende y enloquece, ella prefirió hacer una pausa,
-¿Usted también? hundirse en el misterio del paisaje de la ciudad ~asas
-Necesito decirle tantas cosas a solas. trepando a los cerros, bajando a las quebradas- que des
-¿A solas? -advirtió ella recordando lo engaño pertaba a la caricia de la luz difusa del amanecer -cielo
so de Monteverde antes de la noche de bodas. frágil de cristal en azul y rosa tras la silueta negra de la
cordillera-, y surgía de las tinieblas y del sueño en con
-Sí.
-Imposible. ¡Váyase! -ordenó la joven en reac tornos y ruidos lejanos, próximos, caprichosos. Mezcla
ción de fuga. Y por una pequeña escalera que se abría en chola -como sus habitantes- de cúpulas y tejas, de
la pared del fondo, trepó al gabinete del tercer piso, don humo de fábrica y viento de páramo, de olor a huasipun
de muchas veces, antes de casarse estuvo con las hijas de go y misa de alba, de arquitectura de choza y campanario,
de grito de arriero y alarido de ferrocarril, de bisbiseo de
doña Camila.
«¡Cuidado! Es una hembra sin dote. Es una de tan beatas y carajos de latifun4ísta, de chaquiñanes lodosos y
tas chullitas que... Tu porvenir... Tu porvenir de gran se veredas con cemento, de callejuelas antiguas --donde las
ñor», anunció la voz de Majestad y Pobreza tratando de piedras, las rejas, las espadañas coloniales han detenido
frenar el impulso apasionado, ciego, del mozo. el tiempo en plena aldea- plazas y avenidas de amplitud
-¡Por Dios! No suba. y asfalto ciudadanos.
-Sí. Algo... -insistió él tratando de acercarse a
-Es que ...
-Hay una tabla rota. ella, a ella que apoyaba con languidez fingida su cuerpo
en el marco de la ventana, a ella que al intuir la intención
-¿Dónde?
-En el tercer escalón.
del mozo se dijo con vehemencia contradictoria: «Que se
acerque pronto ... Que me estruje en un abrazo ... Que hu
-Gracias.
I Entre otros elementos del habla popular serrana, Icaza recoge en sus Costumbre ecuatoriana: para aliviar la resaca de la borrachera se
obras estas exclamaciones: arrarray (ya explicada en nota anterior), prepara el caldo de patas, uno de cuyos ingredientes principales, que
ayayay, eclamaci6n de dolor; atalay, exclamaci6n de asco. da eI.nombre a este plato, son las extremidades del cerdo.
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alcohol como para confundirlo todo, atendía a sus invita rrios apartados, por las faldas de los cerros, por los pe
dos en el cuarto de los sombreros, paraguas y abrigos. queños bosques cercanos a la ciudad. Pero el atrevi
Cuando llegó Luis Alfonso, a la vieja le pareció oportuno miento y los recursos del galán se estrellaron una y otra
y aristocrático cobrarse la broma de los músicos abru vez en la imprevista repugnancia de los ojos desorbita
ínando al mozo,con atenciones y galanterías: dos, de las manos crispadas, de los gritos y de las lágri
-Venga cuando se le ofrezca. Tan inteligente que mas de Rosario.
ha sido ... Tan simpático... Tan generoso ... -¿Por qué? No entiendo. Somos jóvenes. La vida
-Gracias. manda -chilló el mozo temblando de indignación una
-¿De qué, pes 1? tarde que había preparado con sus mejores recursos el
-De todo, señora. Una fiesta inolvidable, exquisi asalto amoroso.
ta. Algo digno de su alcurnia. -Me parece tan pobre. Tan ...
-¡Ah... Ah ... ! -alcanzó a murmurar doña Cami -¿Tan qué?
la verdaderamente trastornada por la opinión del caba -Entre la hierba...
llero. -Siempre la misma cosa.
-Qué finura. Qué cosa distinguida. -Como animales... Como cholos... Como indios ...
-¿Su abriguito ha de querer, no? -se disculpó la mujer con dulzura que pretendía ahogar
-¿Mi abrigo? su rechazo.
-¿Cuál es, pes? «Como cholos... Como indios ... », repitió mental
-Un... Un medio gris -afumó el chulla dejándo mente Luis Alfonso --eco de vergonzoso reproche-- es
se arrastrar por la generosidad de la vieja. tirándose, cara al cielo, junto a ella. Luego se incorporó a
-¿Estico? medias, se arregló los cabellos como tenía por costumbre
-Sí. El mismo. Gracias. hacerlo cuando trataba de presumir, miró a la muchacha
tendida a la sombra del árbol donde pensó poseeerla, y
rectificó en secreto, de acuerdo con Majestad y Pobreza,
*** sus viejos planes: «Tiene razón... Por las calles misera
El chulla Romero y flores -hábil señor de la bles, por las quebradas hediondas, por el campo sin pu
conquista barata- insistió en el asedio a la chullita -ca dor, a merced de la impavidez del cielo, de la burla del
lificativo que Majestad y Pobreza usaba para las mujeres viento, de la incomodidad .de la tierra, del encuentro
sin fortuna-o Aquel amor -por lógica de economía y ventajero de algún cazador furtivo ... En el zaguán de su
clandestinidad- maduró por las callejuelas de los ba casa. Una sirvienta, una guariéhaI, una longa. Yo no soy
I ¿De qué, pes?: «¿De qué pues?»: el pues, articulado coloquial y I guaricha: se llamaba así a las mujeres que solían seguir a las tropas.
vulgarmente pes, frecuente muletilla al final de las interrogaciones. De ahí derivó el significado a «compañera del soldado».
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un soldado, un pordiosero, un artesano.. ¡Oh! Como prín -No creo que se oponga doña Victoria --comentó
cipes, como reyes, como ... Ji... Ji... Ji... Ella también tiene Luis Alfonso con gamonal ironía que disculpaba las va
su orgullo, su... Y yo ... ¡Carajo!». cilaciones acholadas de la joven.
Con luz que parpadeaba insegura en su fantasía -¿ Oponerse?
-ensueño diabólico en los ojos, intriga superior en los -Se trata de una fiesta de la alta sociedad. Diplo
labios-, el chulla ordenó: máticos. Generales. Funcionarios. Damas. Caballeros. A
-Vamos. Es tarde. lo mejor asiste el señor Presidente de la República.
-¿Enojado? Con liturgia de sacerdote que explica al hereje los
-¿Porqué? misterios de la fe, Romero y Flores continuó enumerando
Romero y Flores trabajó mucho en su plan. En su las personalidades y los detalles del paraíso del gran mun
nuevo plan. Y un día, sin demostrar interés, con esa indi do.
ferencia elegante que a veces copiaba de las estampas -Comprendo.
antiguas, anunció a Rosario: -¿Qué? ¿Vamos o no vamos?
-No sé si ir al baile del Círculo. -Si pudiera conseguir... -declaró sin control la
-¿Al Gran Baile? muchacha pensando en la joyas, en el traje y en los za
-Al baile de las Embajadas. patos que le eran necesarios para presentarse como había
-¿De las Embajadas? -insistió ella buscando en soñado desde niña.
los ojos del hombre la verdad. Nunca... Nunca hubiera -¿Conseguir qué?
creído que... Lo más distinguido, lo más noble, lo más -Nada. Yo me entiendo.
aristocrático de la ciudad... -Es que si tú no vas me aburriría mortalmente.
-¿Por qué, no? Tengo la invitación -munnuró -Creo...
el mozo entregando a la incrédula una tarjeta de filo do -¿Qué?
rado y escudo en relieve. Era auténtica. La obtuvo en -¿Para cuándo es la fiesta?
virtud de sus conexiones con la burocracia menor de la -El doce. Falta una semana.
Cancillería. -¡Ah! Entonces, si iré.
-En efecto. Es ... Es ... --dijo la muchacha y miró -¿Seguro?
y remiró la misteriosa cartulina. Le inquietaba y sorpren -Segurísimo --concluyó Rosario con gratitud
día aquello de «Condecoraciones. Traje de etiqueta».
chispeante en las pupilas.
-No me gusta ir solo.
Dos días antes del baile social, llevando al brazo el
-Pero... Si es necesario.
sobretodo -obsequio de doña Camila- el chulla Rome
-Podemos ir los dos.
ro y Flores penetró en una casa donde alquilaban disfra
-¡Los dos! ¿Yo también? -exclamó Rosario po
ces -ventanas bajas, puerta de calle d~ portón de ha
niendo una cara de asombro y dicha indescriptibles.
-Naturalmente. cienda, zaguán de niveles sumergidos, patio húmedo !
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vemente en la primera puerta del descanso de una ancha En un claro de esa selva exótica, el hombre de la
grada de piedra. Un hombre pálido, de arrugas cincuen bata de los dragones de oro, interrogó a Romero y Flores
tonas, envuelto en una bata de raso negro adornada con mirándole detenidamente:
dragones de oro, mostró las narices abriendo una discreta -¿En qué puedo servirle?
rendija. Al reconocer al visitante, exclamó lleno de júbi -En un asunto que nos conviene a los dos -res
lo: pondió el mozo acariciando la posible mercadería que lle
-Venga, mi chulla. ¿Qué milagro, pes? vaba colgada del brazo.
-Por verte, Contreritas. -¿A los dos?
-¿Nada más? -Necesito que me alquile un frac.
- y por saludarle también. -¿Un frac?
-Gracias, cholito. Entre. Siéntese. -Pararnf.
Olía a cuero, a polilla, a trapo viejo. Era una espe -¿Para usted?
cie de bodega de la historia del mueble. Desde el primer -Claro.
momento la promiscuidad de estilos y de épocas embria -Me parece imposible ver a mi chulla, a nuestro
gaba de mal gusto. Junto a lo esquelético de las silla de chulla con faldones y cuello duro -se lamentó el dueño
Viena, a 10 renegrido de-las bancas y los sillones colo de casa poniendo en el gesto y en el tono su habitual me
niales, se acomodaban las mesas y los armarios de simple losidad femenina.
línea moderna. Junto a los taljeteros de alambre, a las al -Las circunstancias. Los compromisos ...
cancías de yeso, a los festones de papel, deslucían los -Qué circunstancias ni qué compromisos. Eso
cristales de finísima talla y los jarrones de porcelana chi está bien para algún pendejo con plata que no ha dado to
na. Junto a los tapices persas -vilmente falsificados-, a davía con el disfraz que le cuadre. Pero para usted ... No.
las oleografías de santos y vírgenes, degeneraban lienzos Perderá el carácter, la gracia, la personalidad.
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de Miguel de Santiago y Samaniego • Por el suelo -hoja -Usted... Usted no tiene derecho... -chilló Ro
rasca y follaje de fosilizada manigua-, alfombras, almo mero y Flores poniendo mala cara mientras pensaba: ,<Pue
hadones, escupideras, pebeteros, macetas con flores artifi do vestirme de cualquier cosa, carajo. Soy un caballero.
ciales de toda especie, edad y tamaño. En estrechas hileras ¿Qué es eso de chulla? Maricón».
y altas pirámides -a lo largo y a lo ancho del recinto-, -Perdone. Yo decía...
taburetes, cofres, tronos, bancos egipcios, babilónicos, -Bueno. Vamos al grano. Mire usted este abrigo.
griegos, etruscos, bizantinos, confundiéndose con arcas Es suyo. Una verdadera ganga.
góticas, con cajas y bargueños del Renacimiento, con si -¿Ganga? -repitió el hombre de la bata de los
llas; mesas y camas, estilo Luis XIV, XV, XVI. dragones de oro examinando la prenda que había caído en
sus manos sin saber cómo.
I Pintores ecuatorianos de la época colonial. -La calidad del casimir. Última moda. Seis boto
nes.
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-No está mal. Tengo que indicarles cómo deben sentarse. Siempre es lo
-El forro. mismo: en los banquetes, en los bailes, en los matrimo
-Dígame una cosa. ¿De dónde sacó usted esto? nios, en la época de congreso.
-De la herencia de mi padre. -¿También?
-¿Tan nuevo de su padre? -dijo socarrón el due -También. Venga para que vea cuántas cosas es
ño de casa comparando mentalmente aquel abrigo con la tán listas en el ropero para la fiesta a donde usted va, chu
levita y la chistera de Majestad y Pobreza que compró en llita.
otro tiempo para su galería de tipos nacionales. -¿Sí?
-¿Duda usted de mí? A más de la bodega de la historia del mueble,
-¡Dios me libre! Eduardo Contreras -así se llamaba el hombre de la
-¿Entonces? bata de los dragones de oro--,.tenía una magnífica co
-Preguntaba solamente. lección de trajes. Colección que la inició el bisabuelo de
-Es que... Contreras por los oscuros tiempos de la «vieja chuchu
-No se caliente, cholito. ¿Y cuánto achaca por es meca» y el «machico con piojos». La guardarropía y el
to? negocio en general crecieron al impulso de los afanes
-El alguiler del frac y algo en dinero. domésticos del bisnieto --crochet, costura, labores de
-¿También dinero? mano, remiendo artístico--, y-rla urgencia cotidiana de
-Necesito para el baile. un gamonalismo cholo que creyéndose desnudo de be
-¿Qué baile? lleza y blasones busca a toda costa cubrirse con postizos
-.• El de las embajadas. y remiendos.
-¿Usted... Usted también? Mareaba un olor a naftalina, a enaguas de vieja, a
-Sí. Yo también. Aquí está la invitación. polvillo de canasta de sastre, en el salón de los disfraces.
Aquella pequeña cartulina -boleto de pase libre a -Aquí hay una fortuna --exclamó Romero y Flo
la bienaventuranza de las oligarquías- transformó el res abrumado por la cantidad de polleras, blusas, capas,
diálogo. El hombre de la bata de los dragones de oro, pellizas, abrigos, sacos, pantalones, levitas, chales, corpi
subrayando sus melosidades, aceptó la propuesta del mo ños, y cien prendas de diferente tamaño y calidad que
zo. Luego, concluyó: pendían, como fantasmas de trapo, de un escuadrón de
--Creo que no me queda un buen frac para usted. soportes y ganchos.
Le acomodaré como sea. Todos me necesitan en un mo -Una fortuna. Cáscaras que va dejando la leyenda
mento dado. A veces llegan del campo oliendo a sudade y la historia, cholito... Para cubrir a medias el vacío an
ro de mula, a chuchaqui de mayordomo, a sangre de in gustioso de las gentes que no se hallan en sí.
dio, a boñiga, y quieren que yo ... Tengo que indicarles la -¿A medias?
corbata, los broches, las medias ... Tengo que limpiarles -La mayoría piensa que lo importante es el deta r
las uñas, enseñarles a llevar en buena forma los guantes ... lle, el paramento, el símbolo. De los reyes, la corona. De
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las princesas, los copetes y el armiño. De los santos, la
patos de becerro con rechín, de diente de oro -mayor
aureola. De los héroes, los entorchados, los botones, las
domo, arriero, partidario, escribiente de latifundio-; el
charreteras. De los sabios, de los poetas, de los artistas
indio ciudadano de alpargatas de cabuya, de cotona, de
los laureles, las medallas, los títulos -dijo en tono docto
pantalones de liencillo, de poncho mugriento, de sombre
ral el hombre de la bata de los dragones de oro. Y se in
ro de lana endurecida a golpes -peón del aseo público,
ternó luego por un follaje de pierrots, de colombinas, de
albañil, cargador-; la beata de larga saya, de fúnebre
napoleones, de payasos, de arlequines, de odaliscas, de
manta --chismes enlutados, fanatismo neurálgico, prejui
nerones, de frailes, de generales, de piratas, de monjas, cios en conserva-; el futre...
de...
De pronto, el monólogo del dueño de casa tuvo que
-.¿Y esto? -interrogó Luis Alfonso al llegar a un
suspenderse al notar que el amigo había tropezado con la
rincón donde se exhibían sin orden algunos muñecos lu
chistera verdosa y la levita raída de Majestad y Pobreza,
ciendo atavíos nacionales. donde él puso, para completar el disfraz, unos zapatos ri
-Mi obra mayor. Nuestra cáscara típica. Desgra dículos, unos pantalones remendados, un cuello de celu
ciadamente está pasando de moda. Nadie quiere saber na loide y un pañuelo sucio.
da con los disfraces de su propia pequeñez. Lástima de
«Es ... Es ... ¡Papá!», trató de gritar Romero y Flores
dinero, ¿verdad? -afrrmó Eduardo Contreras acarician
arrebatado por una especie de torbellino sentimental que
do a un maniquí vestido con las prendas características de ardía con ternura asfixiante más allá del orgullo.
la chulla quiteña -manta bien prendida enmarcando el
«Padre de nuestros disfraces, de nuestras prosas, de
rostro, ciñendo los senos, pollera forrada a las nalgas, bo nuestras pequeñas y grandes mentiras», se dijo Eduardo
ta de cordón.
Contreras con mueca de pena y burla a la vez como si
-En efecto. contestara a la sorpresa angustiosa del chulla, como si.. .
-Lo sencillo de la indumentaria está de acuerdo «¿Nuestro? Mi padre... Miii, carajo ... Cholo mari
con 10 audaz de las fonnas. Ésta... Ésta era nuestra hem-· cón... », pensó, ceñudo y altanero, con lágrimas en la
bra, .cholito. Usted llegó tarde... Ahora en cambio la po garganta, Luis Alfonso. La idea de que él también pudie
bre trata de confundirse con la niña bien... Con la niña ra dejar a la posteridad análoga cáscara le produjo el pá
bien que copia los últimos figurines extranjeros. nico del niño perdido en las tinieblas, de la oveja al olor
Contreras siguió hablando en el mismo tono de re de la sangre. Pero como el testigo era hombre de humilde
proche y lamentación sobre la indumentaria de los dife origen a pesar de su fortuna de trapos hediondos y palos
rentes tipos del país que rodeaban a la figura de la chulla apolillados -cholo medio blanquito que en el secreto de
como en una vitrina de museo: la chola de follones de su alma temía y veneraba con morbosa angustia vicios y
bayetilla, de blusa de raso y encaje, de pabilo en las tren virtudes del viejo Romero y Flores-, pudo el mozo do
zas, de pañolón a cuadros --cocinera, sirvienta, guaricha, minar fácilmente su emoción. Llevó la mano con disi
vendedora en el mercado--, el cholo campesino de zama mulo a la boca para... «Para nada, carajo. Si algo valen
rros lanudos, de poncho fino, de bufanda al cuello, de za todas estas gentes es por mi sangre, por lo que yo puse en
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ellos», afIrmó la sombra de Majestad y Pobreza con esa -Muy bonito -murmuró Luis Alfonso por decir
oportunidad que a veces no hallaba oposición íntima -de algo amable mientras daba las vueltas al capricho de la
saparecía mama Domitila- y que inyectaba cinismo y técnica del artista.
audacia de <<patrón grande, su mercé» en el chulla. -¿Qué es lo bonito?
-¿Dónde? ¿Dónde está el frac? ¡Mi frac! -inte -Los tules de la falda ... También los adornos ...
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La música del Himno Nacional surgió desde una Después del besamanos al señor Presidente de la
pieza contigua transfonnando lo estirado e indiferente del República, después de las primeras copas de champaña y
cholerío aristocrático en esbirrismo meloso, espeso. de los primeros bailes, algo cambió en el ambiente. ¿El
-¡SU Excelencia! Su Excelencia el señor Presi color? ¿El perfume? ¿La rigidez? ¿Las maneras? ¿El
dente de la República ---dijo alguien. equilibrio?
«¡Ah! Era a él a quien esperaban ... A él ... », pensó En el salón del bar -improvisado en una esqui
Luis Alfonso sintiendo el contagio de la inquietud gene na- y frente a una mesa cargada de fiambres -pavos al
ral. En ese mismo momento, la comitiva que rodeaba a su horno, langostas a la mayonesa, barquitos de atún, bom
Excelencia en marcha -ministros, banqueros, contratis bas de camarones, canapés de anchoas, de espárragos, de
tas, embajadores, terratenientes, patriotas de profesión caviar, caramelos, chocolates- que olían a corcho viejo,
ingresó al recinto abriéndose paso entre un follaje de tu a pimienta, a mar, a canela, la concurrencia pululaba con
pidas amabilidades. porfía de moscas sobre mortecina.
-Los adulones no le dejan en paz ~omentó una Poco a poco se ajaron los vestidos --en lo que
vieja de opulentas caderas que formaba parte del grupo ellos tenían de disfraz y copia-o Poco a poco se des
más cercano a la pareja de los jóvenes intrusos. prendieron, se desvirtuaron -broma del maldito licor-o
-Imposible sin ellos ---dijo un señor pálido que Por los pliegues de los tules, de las sedas, de los encajes,
parecía fabricado en hueso. del paño inglés, en inoportunidad de voces y giros olor a
-Veinte años de este cuento. mondonguería, en estridencia de carcajadas, en tropica
- y tiene para rato. lismo de chistes y caricias libidinosas, surgió el fondo re
-Miren cómo menea la cola el opositor. al de aquellas gentes chifladas de nobleza, mostró las na
-Todos. rices, los hocicos, las orejas ~hagras con plata, cholos
Por curiosidad el chulla Romero y Flores se estiró medio blanquitos, indios amayorados-. Rodaban por los
para observar. Más allá de un empedrado de calvas, de rincones, por el suelo, sobre sillas y divanes -plaza de
rizos, de moños, de diademas -tonsurada como la de pueblo después de la feria semanal- retazos de cáscaras,
un fraile-, se erguía y se inclinaba con precisión ma tiras de pellejos -visibles e invisibles- de Luis XN, de
temática de marioneta la cabeza de su Excelencia. la Pompadour, del hermoso Brurnmel, de Napoleón, de
«Cuánta dignidad... Cuánto brillo ... Cuántas condecora Fouché, de Jorge Sand, de Greta Garbo, de Betty Davis,
ciones... Es el mejor disfraz de la noche... ¿Disfraz? de Clark Gable, y de decenas y decenas más de persona
Acaso él... ¡No! No es un chulla como ... Parece que jes de la cultura occidental y del cine norteamericano.
no ... Ji... Ji... Ji. .. », se dijo el mozo y volviéndose hacia Solo su Excelencia se retiró a tiempo. Se retiró antes de
Rosario le anunció: sentirse desbarnizado, antes delJUe su aliento empiece a
-Tenemos todavía para rato. oler a mayordomo, a cacique, a Taita Dios~
-¿Crees? Ni por un instante el joven lord inglés descuidó su
-Las ceremonias. Las dichosas ceremonias. plan donjuanesco para dominar los escrúpulos y los te
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mores de la hembra en la pendiente del deseo. Le habló
-Vamos, princesa. No es nada elegante ser de los
-.susurro confidencial- de los deslumbrantes tesoros de últimos.
la concurrencia que les rodeaba -sus postizos amigos y -Vamos -ordenó el chulla.
parientes-o Le obligó a beber champaña, muchacham -¿Irnos? ¿A dónde?
paña, advirtiéndole que era de buen tono. Le brindó ca -Al castillo.
viar. -¿Al castillo?
-Caviar -repitió la muchacha saboreando con
-Nuestro castillo oculto en la montaña. Lejos de
asco y disimulo aquel betún baboso que tuvo que tragár la ciudad -anunció Romero y Flores declamando como
selo. Era manjar de reyes y de princesas. si contara un cuento.
y en el baile, junto a él, sintiendo el pulso y la fa -¿Nuestro castillo? i Ah! Bueno.
tiga de una especie de vértigo sudoroso, encendida de ra Salieron en fuga de película. En la calle -fría, He
ras ansias, lejos de toda obsesión moral, amortiguado el na de ofertas de transporte hacia la realidad-, tomaron
dolor a los callos del pie derecho, ella comprendió que en un automóvil. Él dio al chofer una dirección misteriosa.
lo más profundo de su intimidad nada era tan poderoso Ella en cambio, los ojos cerrados, estremecida por la vi
como el latir de su sangre, como la urgencia de su ins bración de la máquina, se sintió más segura en su disfraz,
tinto -alegría de la música, delicadeza del aire, oleaje de más princesa, flotando sobre un eco que le aseguraba no
otro ser sobre la carne, cosquilleo tibio de las palabras ser una corrompida. Abrió los ojos. Corrían las casas ...
gratas-o -¿Dónde estamos? -interrogó con miedo de per
Fatigada físicamente pero segura en su papel de der el hechizo de su fantasía.
princesa, Rosario preguntó a Luis Alfonso aprovechando -En el camino del castillo.
de la vuelta cadenciosa de un vals: -Pero... Pero ... -murmuró la joven mirando ha
-Dime quién eres. cia afuera. Abajo, muy abajo, al pie del cerro, en cuya la
-¿Yo? dera bordeaba la calle por donde iban, una plaza de luces
. -Síííí. mortecinas, de cúpulas y muros blancos manchados de
-Tiene gracia. Nadie. crepúsculo, de casas apiñadas en sueño profundo, de ca
-Mentira. ¡Mentiroso! llejuelas por donde desaguaba tiritando el tedio, de pulso
-No grites. Soy-un lord inglés. de pila de piedra.
-Un lord. Mi lord -concluyó ella escondiendo la -¿Ves? Es el estanque del castillo. El estanque
cabeza en el pecho del joven con inefable emoción. Lue donde las brujas guardan...
go pensó: «Un caballero. Es un caballero. Huele bien. -¡Oh! Es la Recoleta.
Demasiado bien. Para besarle desnudo. Para estrecharle -No. Es el estanque del castillo -repitió Rosario
como a un niño. ¡Un niño! No soy una corrompida... ». con voz y languidez de profunda esperanza.
Él no dijo nada. ¿Para qué? Sólo saboreó con arro De pronto se detuvo el automóvil. Bajó el galán
gancia su triunfo de conquistador. disculpándose a medias ante su dama.
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-121·
«Nuestro castillo ... Ji... Ji... Ji... Nos esperan ... aldaba al abrirse sonó en sus oídos como cadenas y piño
¿Quién? La ... El... ¿Para qué? ¡Eso, no! Soy una prince nes al descender la plataforma de un puente. Y al entrar
sa. Por lo mismo ... Él es bueno... Huele bien» -pensó en la casa -sórdida penumbra de refugio barato- con
la mujer resbalando por escabrosos deseos. Luego, in fundió trapos de uso íntimo puestos a secar en una soga
quieta, observó entre las sombras. En el follaje de un tendida entre los pilares de un corredor, con pendones,
pequeño bosque de eucaliptus que descendía por la lade banderas y trofeos de guerra. Tampoco tomó en cuenta lo
ra de un barranco oyó roncar el viento en su sueño de prostituido y delator de los muebles, lo penumbrado del
mar enfurecido y lejano; en la tierra húmeda y las cañe cuarto, 10 hediondo a sudores heterogéneos de la cama, lo
rías abiertas a esas alturas de la ciudad halló el secreto miserable y asqueroso del cholo que les había guiado.
excitante de los olores nauseabundos. Y al otro lado, en Cuando se hallaron a solas, ella se acercó a él sin
la esquina de un chaquiñán 1 -negro zig-zag hacia el decir nada, y con ternura provocativa, ansiosa, echando la
cielo-, los golpes de su lord inglés en la puerta de una cabeza hacia atrás, mostró sus ojos adormilados, su boca
casa chola -piso bajo, paredes desconchadas, ventanas entreabierta en súplica de perdón: «No... No soy una co
de reja, alero gacho-. rrompida... ». Delicadamente -consejo felino de las
Una voz cavernosa -el idiota de los cuentos terro malas experiencias para temperar besos, caricias y estru
ríficos- interrogó entre las sombras: jones apasionados- Luis Alfonso fue desnudando poco a
-¿Quiénes? ¿Qué quiere, pes? poco a la mujer. Era... bueno... Al rozarle el cuello con
-Un cuarto, cholito. loslabios,confurrnó:
-¿De a cinco o de a diez sucres? -Mi princesa.
-El mejor. Soy Romero y Flores. -Soy lo que tú quieras que sea -dijo Rosario
-¡Jesús! Si no da algo adelantado, ¿cómo, pes? sintiendo que existía en alguien: en el aliento olor· a vino
-Toma, pendejo. y tabaco que a ratos le quemaba en las mejillas, en las
«No soy una corrompida. ¡Nooo! Soy joven ... Pue manos que recorrían su cuerpo, en la magia de la boca
do... Debo... Me arde en la venas, en el corazón, en el que al posarse en cualquier punto de su piel narcotizaba
vientre, en la pieL.», sintió Rosario y se dijo con fervor el pasado y el presente.
de plegaria para olvidar temores, con fervor que al aliarse Entrelazados y fundidos los amantes, fuera de su
al deseo embriagador que le dejó el baile, la música, el soledad -angustia de impotencia femenina en ella, si
brillo de la joyas, el perfume de las gentes, el champaña, mulación de rubor ancestral y desequilibrio íntimo en
cambió la realidad en tomo. Crecieron ante sus ojos las él- olvidaron sus disfraces, sus mentiras, para ser lo que
paredes cual muros almenados. El ruido de la pequeña en realidad eran: un hombre y una mujer que se entrega
ban mutuamente. De lo más profundo de la ternura de la
carne y del espíritu de Rosario brotó entonees -urgencia
[ chaquifubl: del quichua chaqui (pie) y ñan (camino). Sendero para tibia de círculos concéntricos en los músculos, en los
transitar a pie.
nervios, en la médula- un rumor de dicha, de victoria:
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nas, prendió a la muchacha tras los vidrios rotos de su
«No... No soy una corrompida, Dios mío ... Soy feliz ... », balcón. Todo halló distinto: el sol exaltaba con brillo ce
afumación gozosa que advirtió Romero Y Flores en los
gador los colores y las formas de la ladera del cerro pró
ojos de ella -desorbitados en éxtasis de asombro-, en ximo, el viento barría juguetón las calles -polvo y basu
la piel estremecida -ansias de vivir y de morir a la ra para la cara adusta de las casas del vecindario-, las
vez-, en los labios fríos, en el vértigo que le arrebató disputas y los gritos de los rapaces -pobreza de nariz
exaltando su poder y su orgullo de hombre. sucia, de mejillas pálidas, de vientre abultado, de maldi
Majestad y Pobreza- modeló su disfraz de caballero trarse hasta el zaguán había carcomido las paredes con
usando botainas -prenda extraída de los inviernos lon manchas de sucia vejez. En los patios --primero, segun
dinenses por algún chagra turista- para cubrir remiendos do, tercero, cuarto al barranco de letrina y almas en pe
y suciedad de medias y zapatos, sombrero de doctor vira na- el sol ardía por las mañanas evaporando los desagües
do y teñido varias veces, y un temo de casimir oscuro a la semi abiertos , los chismes del cholerío, las disputas inge
última moda europea para alejarse de la cotona del indio nuas de los muchachos y las ropas puestas a secar --aseo
y del poncho del cholo -milagro de remiendos, planchas de pañales hediondos, de cobijas con pulgas, de cueros y
colchones orinados-o Por la tarde en cambio, la lluvia
y cepillo-.
Cambiaba el mozo los detalles secundarios de su -torrencial unas veces, en garúa otras- enlodaba los
indumentaria al capricho de gustos y preferencias de la rincones, y al chorrear monótona desde las goteras se
víctima o cómplice que seleccionaba de antemano para el abría paso por los declives del callado mal humor, por las
negocio o la aventura galante. Metía periódicos -nuevos junturas de la pena sin palabras. En la intimidad de cada
o viejos- al bolsillo de la americana cuando trataba de vivienda --chicas, grandes, entabladas, blancas de cal,
asustar con bolas políticas al esbirrismo endémico de pulidas de papel tapiz, noticiosas y remendadas de revis
funcionarios y burócratas. Lucía clavel a la solapa --co tas y periódicos, con ladrillo o piso de tierra dura, con
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ventanas o sin ellas, con puerta de madera o cortina de fanfarr6n y aventurero-, del cual hablaba -signo en ella
cáñamo- se escondía y barajaba el anhelo, la vergüenza, de aristocracia- frunciendo los labios, entornando los
el odio, la bondad de los fracasos de un vecindario que ojos y moviendo las manos en beatíficos giros.
iba desde el indio guangudo 1 -cholo por el ambiente y Al oír el apellido y observar la cáscara de Romero
las costumbres impuestas- hasta el señor de oficina -pe y Flores, doña Encarnación creyó oportuno arrendar, sin
queño empleado público-, pasando por una tropa de preámbulos y sin recomendaciones, la pieza del zaguán al
gentes del servicio doméstico -cocineras, planchadoras «chulla decente de buena· estampa», como ella se dijo.
y lavanderas de follones, con o sin zapatos, casadas o Por desgracia, el atraso continuo de los alquileres, cam
amancebadas-, por artesanos remendones, por guarichas bió la opinión de la vieja. Y una mañana tuvo que forzar
~ soldado, de cabo, de sargento-, por hembras de tu la puerta del cuarto del flamante inquilino.
na y flete, por obreros sin destino [Jjo, por familias de ba -¡No espero más! ¡Cuatro meses enteriticos sin pa
ja renta y crecidas pretensiones. garme un chocho partido! ¿Dónde está, pes? En vano pa
Mama Encarnita, bastante deteriorada como su in rece... -chilló mama Encarnita al entrar en la habitación.
mueble, cubría sus manchas y desperfectos ffsicos con Sin esperar respuesta trepó al poyo y abrió la ventana.
buena capa de afeite: fondo de.blanco como de yeso, tizne -¿Qué... ? ¿Qué ... ? -murmuró el mozo incorpo
de corcho quemado en las cejas, colorete de papel de seda rándose entre las cobijas.
en los labios y en las mejillas, polvo de arroz hecho en ca -No se haga el tonto.
sa para aplacar el brillo de las pomadas. Teñíase el pelo en -¿Usted?
negro verdoso. Le gustaba hacerse copetes altos, fuera de -Sí. Yo. De aquí no me muevo hasta que me pa
moda. Como el baño era para ella un acontecimiento ani gue el último centavo. Ni que fuera qué para abusar tanto.
versario, combatía los malos olores echándose agua de Con el mejor cinismo del mundo -consejo de
Florida en los sobacos. Desde la muerte del marido, don Majestad y Pobreza frente a quienes se deslumbraban con
José Gabriel Londoño -usurero de profesión, fundador y apellidos y blasones-, Luis Alfonso ladeó un poco la
propietario de la casa de préstamos <<La Bola de Oro»-, la cabeza preparándose a jugar su mejor carta.
vieja creyó que debía borrar la afrenta y el pecado de su -Usted es mi ángel tutelar, señora.
herencia con misas, novenas y comuniones, por un lado, y -Por lo mismo me ha de considerar, pes. ¿De qué
pregonando rando abolengo, por otro. Lo primero lo sub piensa que vivo? ¡Algo tiene que darme!
sanó con buena parte de sus rentas --todo gasto era mez -¿Algo?
quino para ganar el cielo-, y lo segundo, evocando a cada -Sí, algo -concluyó ella. Ambos buscaron con la
momento la memoria de un antepasado español --tahur, mirada la prenda -mueble, joya, ropa- que pudiera
dejarles en paz. Inútil. Todo había volado en urgencias
parecidas.
[ Indio con guango (en quichua, trenza). En algunas comunidades in
dias del Ecuador los varones se dejan crecer el pelo y se hacen una «¡Ya sé! ¡Eso... ! El retrato. El marco. El escu
larga trenza. do... », pensó el chulla con sonrisa de triunfo. Por chis
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mes del vecindario y por lo que él mismo pudo compro -¡Mire qué maravilla! ¡Es un tesoro! ¡Un tesoro
bar algunas veces, sabía que mama Encarnita codiciaba de la nobleza! -aseguró el chulla exhibiendo un óleo en
en forma morbosa -contagio del beaterio gamonal marco de caprichosa talla que había extraído de aquel
pergaminos de cualquier género. Envolviéndose en su montículo de vejeces.
cobija otavaleña a tiras blancas y rojas -jíbaro con tapa -¿De la nobleza? -repitió la dueña de casa a
rrabo- saltó de la cama. Hizo una pausa teatral. y cual punto de gritar emocionada. Metió los ojos incrédulos en
heroico personaje que trata de salvar con su vida el pres el retrato que tenía frente a ella. Un caballero vestido de
tigio de una mujer, se puso en cruz ante el archivo de prócer -bisabuelo de Majestad y Pobreza.
palos y cosas viejas que guardaba en una esquina. -¿Qué le parece?
_.¡No! ¡Esto no le daré señora! -¿Y la sangre? ¿Dónde está la sangre? ¿Qué hago
-¡Qué es pes esto que dice? -interrogó intrigada yo con un desconocido en mi casa?
doña Encarnación. -No es por él.
-¡No! -Entonces.
-¿Regatea lo que me debe? -Aquí se encierra el certificado de nuestra aristo
-Es mi sangre. cracia -anunció en tono de subasta el mozo agitando el
-:-Sangre de chulla. ¿Para qué, pes? marco del cual había desprendido al prócer.
-El certificado de mi sangre azuL -¿Dónde, pes?
-Veamos... -murmuró la vieja cayendo en la Con limpieza de prestidigitador Romero y Flores
trampa que le tendía el joven. destapó el óvalo, especie de tapa entre ángeles y guirnal
-Es que no puedo. das, que tenía en el centro del copete el marco.
-¡Algo tiene que darme! -¡Lindo... Lindo.. .! -exclamó la vieja al distin
-¡No, por Dios! guir en el fondo del misterioso estuche un pequeño escu
La actitud melodramática del inquilino frente al do de sables cruzados, montañas en cordillera, morrión
montón de basura exaltó la curiosidad y la codicia de la de plumas blancas -habilidad de nácar y marfil.
vieja: -Lea lo que dice en esta inscripción.
-Veremos de lo que se trata. Veremos no más, -Dice... A... E ...
-Está en latín.
pes.
-¡Imposible! -Con razón, pes.
-¡Me da ya mismito lo que sea! -concluyó doña -Dice que solo puede pertenecer a la aristocracia
Encarnación en tono que no adIDitía reclamo. de la muy noble y muy leal ciudad de San Francisco de
-Está bien. Usted vale el sacrificio -dijo Rome Quito quien tiene en su poder este escudo.
ro y Flores cerrando los ojos y bajando los brazos. Retiró -¡Me muero! ¿Así dice?
luego los palos, las tablas, los papeles. -Llegó hace muchos años de Europa. Está firma
-Claro. do por el Santo Padre y por el rey de España.
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-¡Oh! -alcanzó a murmurar mama Encarnita -Sí... Pero... ~bjetó él fingiendo duda ruborosa
apoderándose de aquel tesoro que llenaba ampliamente por aquello del dinero. A lo cual Rosario metió disimula
sus ambiciones de nobleza. Y sin despedirse salió del damente cuanto tenía en el bolsillo del mozo.
cuarto. Como de costumbre, al ganar la calle, el chulla
Cuando Romero y Flores se quedó solo, tendido subrayó su disfraz de gran señor mirando con desprecio
sobre la cama, percibió en lo más íntimo de su ser un en su tomo, alisándose los cabellos sobre la oreja, esti
amargo remordimiento que contradecía el tono ladino de rándose en un tic de cuello y espalda.
la comedia que acababa de representar. Era la voz de A la vuelta de la primera esquina, hacia arriba del
Majestad y Pobreza, larga y persistente como la de una cerro, entró la pareja en un fonducho: fogón a la calle,
pesadilla: «Cobarde ... No sabes lo que has hecho ... Has marco de hollfn a la puerta, montones de aguacates y ca
vendido tu nombre... ». «Tu nombre ... Tu nombre», repi zuelas con ají sobre el mostrador teñido de mugre, me
tió mama Domitila en eco burlón de quien conoce y está sas y bancos rústicos por la penumbra de los rincones,
en el secreto del orgullo deleznable del origen. Era lo que altas telarañas, negras de humo las paredes, luz velada
más le desesperaba. Saber que ... ¡Él! ¡Un Romero y Flo por manchas de sucio amarillo que dejaron las moscas,
res! Hubiera preferido morir. Por largo rato se quedó cla ruido de platos y eructos de mala digestión desde la tras
vado en la tragedia secreta del desequilibrio de sus som tienda.
bras mirando el esqueleto de carrizo de las manchas de -Buenas tardes, señor. ¿En qué puedo servirle,
las goteras. pes? -interrogó la dueña del establecimiento, una chola
follonuda, gorda, lustrosa de sebo, empolvadas las tren
*** zas de ceniza, dirigiéndose al chulla y mirando con recelo
a Rosario.
Después de arreglar las ropas y los muebles que Para evitar malas interpretaciones y sospechas en
logró sacar de la casa de la madre -cortinas en la venta venenadas, Romero y Flores anunció de inmediato:
na, remiendos para el diván, poda de lágrimas de cera en -Me casé ayer.
los pilares del catre, platos y reverbero sobre un cajón, -¿Sí?
mesa central, baúl, alambre, focos-, Rosario interrogó a -Ésta es mi esposa. Mi mujer.
Luis Alfonso: -¿Cómo Taita Dios manda? ¿No fue detrás de la
-¿Y la comida? puerta? -embromó la chola con inaudito atrevimiento.
-La comida... -¡Como Dios·manda! -chilló el mozo poniéndo
-Tengo dinero. Mamá... Si hubiera una fonda. se rojo de indignación.
-Donde la chola Recalde. Nos puede mandar con La noticia del matrimonio del «chulla de porvenir»
el guambra Juan. -porvenir para cierto cholerío en ascenso económico-,
-¿Entonces? -murmuró ella con gesto de invita giró primero -alarde de ojos redondos, de mano en la
ción a salir. pena, de afirmaciones libidinosas- entre la servidumbre
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del fonducho. Se desbordó luego por los múltiples cana -De otra manera cómo para salvarse.
les de la calle, hincándose en diálogo de rápida factura. -Robar en el Gobierno, heredar o casarse por la
-Se ha casado el chulla. plata.
-El chulla Romero y Flores. -Ojalá mis guaguas también. Yo siempre les digo
-Nuestro chulla. que no se metan con cholos. Que se metan con buena
-No diga, vecina. gente.
-Con una guambra de plata. -Lo importante es que desaparezca el runa de
-¿Con plata? nuestro destino, pes.
-Ojalá me pague lo que me debe. -Asimismo es.
-Ojalá, pes. Bajo la manta de las beatas llegó la noticia a la
-Ahora con plata se hará patrón. iglesia del barrio. Al postrarse frente a la rejilla del con
-Patrón en abrir y cerrar de ojos. fesionario informó con pelos y señales al señor cura. Pasó
-Eso es lo que buscan los chullas. luego por la sacristía y por el convento. En la torre mayor
-¿Y cómo saben pes que ella tiene plata? puso el ritmo de un nuevo pregón en el metal de las cam
-Ha pagado dos meses la comida donde la vecina panas:
Recalde. -Se casó el chulla por la plataaa... Se casó el chu
-Tres dicen. lla por la plataaa...
-Tres adelantados. En tales circunstancias el encuentro de Luis Alfon
-Pero si van a comer donde la vecina no ha de ser so con mama Encarnita, a los tres días de aquello, en mi
mucha plata. tad de la calle, no fue muy grato.
-No ha de ser como para patrón grande su mercé. -¿Es cierto lo que me dicen? -interrogó la vieja.
-Verán no más el chulla bruto. -¿Qué?
-Verán que ha metido la pata. -Que se ha casado sin avisarme. ¡Pícaro! Cuente,
.-Desperdiciado el porvenir. pes. ¿Quién es la chiquilla? Supongo que no será pan pa
-El único porvenir. ra hoy y hambre para mañana. Platita dicen que tiene.
También los inquilinos de la casa de mama Encar -Un poco...
nita --de todos los patios- algo afectados por no haber -Yo sí dije. Él no puede haber desperdiciado su
tenido la exclusiva del chisme, opinaron a su modo: única oportunidad así no más. El porvenir de los jóvenes
-Suerte del vecino. de hoy día, pes. Solo así se llega a ser grande. ¿Y cómo
-Hay que ver primero. se llama?
-Ver qué, pes. -¿Quién?
-Cómo le sale el cuento. -Ella.
-Hizo lo que hacen todos. Hasta los que no son -¡Ah! Rosario.
chullas. -¿Rosario de qué, pes?
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-Perdóneme, doña Encamación. Estoy tan apura bao En el burdel de la ñata Zoila. Cinco sucres ... ». «Gran
do. Tengo que arreglar el viaje de luna de miel. putaaa. Uuuy, ese es jodido».
-Aaah. -¡Aquí! ¡Aquí la vi entrar, carajo! ¡Aquí!
-Nos veremos, señora. «¿Aquí? ¿Dónde, pes?» «Golpea ... Golpea en las
Por desgracia una noche -hora perdida en la llo paredes ... ». «Golpea durísimo con las manos, con la ca
vizna que dejó la tempestad de la tarde, en la voz lejana beza, con el cuerpo entero, con el corazón». «No deja
de una vihuela, en el viento helado del páramo, en el dormir. El sueño...». «¿Dónde será que quiere hacer hue
croar de las ranas trasnochadoras-, al mes del falso ma co? Hasta _dar con lo profundo ... ». «Veremos un rati
trimonio de Romero y Flores, el vecindario se enteró que co... ».
ella.. Arrastradas por la curiosidad, tras una rendija dis
-jEllaaa! ¿Dónde? ¿Dónde está, carajo! -chilló creta, cual fantasmas en paños menores, algunas vecinas
un borracho plantando su desesperación frondosa en mi espiaron hacia la calle.
tad de la calle. -¡Rosariooo! ¡A vos! ¡A vos te digo!
Desde el primer momento, en raro coro de partícu Despierto por el escándalo, al oír aquel nombre,
las dispersas, saliendo precipitadamente del sueño unos, Luis Alfonso se incorporó violentamente en la cama.
lentamente otros, los moradores del barrio, comentaron -¿Qué pasa? -interrogó.
para sí: -Nada... Nada... -murmuró ella con temor de
«Un animal. Un hombre». «El mecánico de la es viejas experiencias. Temblaba sacudida por un calofrío
quina que se ha dado a la copa desde que le dejó la mu como de fiebre palúdica.
jer».. «El guarapero. Bebe como indio en la desocupa
-Soy tu marido ... ¿Tu marido? SíiL ¡Tu único ma
ción...». «¿Dónde venderán ese bueno, carajo?». <<¿Cuán
rido, carajo! -se identificó el ebrio mientras en el coro
to... Cuánto habrá bebido para gritar así?». «Él parece.
de las sombras rodaba la sorpresa.
No ... No es voz conocida... ». «¿Quién será, pes?».
«Tiene dos maridos ...». «Para dos gustos». <<De
-¿Dónde? ¿Dónde está la desgraciada?
dos...». «Ave María, cómo ha sido la cosa». <<La mujer
«No ha sido el mecánico de la esquina ... ». «No ha
del chulla ha sido de otro». «¿Y la plata? Uuu ... ». «¿Cuál
sido el guarapero ...». «¿No será el bandido que me dejó
con el crío? Ni para eso se acuerda... ». «¿Desgraciada? será el legítimo? El que goza no ha de ser... El que grita,
¿Será por mi hijita, la pobre?». «¿Desgraciada? ¿Será por entonces». «Se jodió el porvenir de los pendejos. No todo
mi mujer?» «¿Desgraciada? ¿Será por mí?» «Desgracia lo que brilla es oro ... ». «Pobre guambra». «Quién hubiera
da?» «¿Por quién puede ser?» <<Parece que busca como creído ... ».
un ciego». Ante la indiferencia aoarente de esa hora turbia, la
-¿Dónde? ¿Dónde, gran putaaa? 3Itanería del borracho se desequilibró en un zig-zag de
«¿Gran putaaa? No ... No es por mí.. Busca a algu ruegos por un lado, de maldiciones por otro, que puso al
na carishina... ». «Pendejo. Las carishinas están más arri descubierto una llaga incurable para él.
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-¡Rosario Santacruz! ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué
Con violencia Luis Alfonso se libr6 de los brazos
me dejaste? ¿Por qué, carajo? Te perdono. ¡Te juro que te
de Rosario. A tientas prendi6 la luz y busc6 algo para cu
perdono! ¡Gran putaaa! ¡Gran putitaaa! brirse. El borracho grit6 entonces:
<<Le perdona y la insulta, pes». «Loco parece. Asi
-Ahora sí. Quiero ver a mi sustituto. Que salga...
mismo son los J¡ombres cuando se les carga de cuernos».
Que salga para beberle la sangre... Con él sí has de gozar,
«Le ve durmiendo con otro». «Atatay la carishimt». «Don
carajo ¿Por qué no conmigo? ¡Yo sé! Mentira. No sé na
cella con plata, jajajay ... ». «Como nosotros. Una pobre
da... Me dejaste como a un trapo viejo... Soy tu marido
pecadora...». «¿Qué harán pes el par de cojudos?»
ante Dios y ante los hombres ... ¡Corrompidaaa!
-Yo le tapo la boca, carajo ~xc1am6 Romero y
Flores intentando levantarse, pero ella se aferró a él, su «No gozar con la bendici6n de Taita Dios es el
plicando: colmo». «¿Qué le dio pes a la guambra? Pero yo también
-Espera. Nunca fue para mí nada. ¡Nada! Por eso solo con el Ricardo... El otro ...». «Lo que hace taita dia
grita. No seas tonto. Ya se irá. No es la primera vez. blo colorado ricurishca1, como dicen los indios». «Tan
-Déjame. buena para salir del chulla bandido ... Ni muerta... Una sa
be, pes... ».
-¡Por Dios!
-El escándalo. ¡El escándalo! Tras de Romero y Flores, ella había saltado semi
Muera entre tanto -brusca caída de la furia en desnuda de la cama, suplicando:
falsete acaramelado- el ebrio continuaba sus sinuosas -¡Espera! ¡No seas tonto!
lamentaciones: -Déjame. Ya verás lo que le hago.
-Me da la gana de quererle, carajo. ¿Quién se La venganza de Romero y Flores se inici6 con ágil
opone? ¿Quién? Ahora que te duerme otro. Quiero morir. y sarcástica burla. Armado del bacín trep6 a la ventana, y,
Morir viendo, constatando... El caballo, el perro, el toro ... apuntando cuidadosamente arrojó buena dosis de orinas
Yo soy el señor toro ... Me duele el coraz6n pero me río ... sobre el borracho.
¿Creen que no? Ji... Ji... Ji... «Ya se jodi6». «Le echaron agua sucia... Orinas
«Parece voz y súplica de diablo que se quema en la parece por el olor. .. ». «Orinas podridas ... Huele a perro
propia pena». «¿Le habrán dado chamico? ¿Agua de muerto». «¿Cómo quedaría el pobre?»
trampolín con piola? Que se tome la contra, pes. Infusi6n Me empaparon, carajo. ¡Carajo! Pero aquí me he de
de ashcomicuna y hierba de olvido». «¡Jesús bendito! Lo estar hasta que salga el maricón ... Estoy hediondo ... Huelo
que se oye». «Quiero constatar. Como si se pudiera\>. a carishina... Me echaron un bacín íntegro. Un bacín con
chucha y todo... Tengo derecho de estar en la calle. ¿Quién
, Se enumeran en este párrafo algunas supercherías muy comunes: el me quita ese derecho? ¡Rosaritooo! Si pudiera decirte una
chamico, o el agua de chamico: por el arbusto con el que se hace una
infusión con efectos narcóticos. Cada uno de los bebedizos tiene su
contra, es decir, el remedio. Asbcomicuna: literalmente, comida de 'Expresión morida para designar al espíritu tentador, la incitación al
perro. placer sexual.
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cosa me... ¡Meee! Quiero verte... Verte un minuto. Así sultaba reprochándole su origen indio. Resbaló entonces
como debes estar ahora. Después háganme lo que les dé la el mozo por tercos petjuicios que enturbiaron trágicamen
gana... ¡Tírenme los bacines! ¡Mátenme, carajo! te el brillo de sus pupilas:
-Le echaré a patadas -anunció Romero y Flores -Nada nos une.
saliendo precipitadamente. -¿Cómo puedes decir eso?
A los pocos segundos, al sentir a sus espaldas -Debes volver a tu casa.
abrirse con sigilo de emboscada la puerta de calle de la -No me iré.
propiedad de mama Encarnita, el borracho se disparó ha -iTe mando, carajo!
-ilnsúltame, pégame, mátame, pero no me iré!
cia abajo, vociferando:
-¡No soy ningún pendejo! ¡No me agarran así no -insistió Rosario con testarudez infantil.
-Si insistes en quedarte, si crees poder vivir a mi
más! ¡A mí no me hacen cuadrilla!
«Macho el chulla. Nuestro chulla». «No se dejó lado, estás equivocada.
-iNome iré!
matar el borracho como pedía a gritos». «Hizo escándalo,
-¡Seré yo el que huya! ¡Yo, carajo! -chilló Ro
pasó la vergüenza ... ». «Todo es pendejada ante el gusto
mero y Flores agarrando precipitadamente el sombrero.
del demonio ...». «Pobre marido ... Ellos también... ». «Sin
Cuando la muchacha quiso detenerle había desaparecido
bendición, sin nada ... Así dura más».
dando un portazo.
Ante la huida del ebrio, la voz de Majestad y Po
En el rumor imperceptible que se filtraba desde el
breza surgió altanera en Romero y Flores: «Es un cholo mundo de los sueños, el chulla olfateó la hora. <<Deben
cobarde. Y ella... Ella tiene la culpa... Sácale a patadas de ser las tres. ¡Las tres! ¿A dónde ir, carajo! A la cantina
tu lado, carajo ... Ahora mismo ... ». del tuerto Sánchez. Amigos. Trasnochadores. El caldo de
Al entrar el chulla de nuevo en el cuarto, furioso patas», se dijo. En realidad se sentía abrumado. ¿Por la
por no haber podido castigar al insolente, gritó a Rosario fuga? No.
que esperaba temblando sentada sobre la cama: Era por algo que no acertaba a señalar en él o fuera
-Esto no puede continuar así. de él. Quizá llevaba en sí la resonancia de un dolor colec
-Pero yo ... tivo, remoto -angustia como para beberse media botella
-Te vas donde tu madre. de aguardiente--. Era peor cuando sus sombras se retor
-¿Que me vaya? cían en silencio: sin voces, sin maldiciones, sin queja.
-Es necesario. En la trastienda de la cantina del tuerto Sánchez
-Tú sabías... -sala quirúrgica donde se cicatrizaba con ají, cerveza,
-Pero la gente. caldo chirle, chistes libidinosos, la euforia de la embria
-¿Dejarte? ¿Abandonar lo que en pocas semanas guez amanecida, el chuchaqui de negra depresión-, todo
he sentido como mío? Prefiero morir. el desequilibrio íntimo del mozo se diluyó frente a una
Ocultó Rosario el llanto entre las manos. Estampa mesa rodeada por políticos arribistas e intelectuales de
de mama Domitila cuando el viejo Romero y Flores le in renombre provinciano.
-146 -147
-¡Romerito! ¡Éste es Romero y Flores! ¡El famo jestad y Pobreza». «A la mierda el porvenir. .. Ji... Ji...»,
so chulla! Ji... Ji... Ji... ¿Qué se ha hecho, pes, cholito?
chilló mama Domitila ahogándose en una especie de gru_
-interrogó un ebrio -cara redonda, párpados adiposos, ñido de cuy al olor de la hierba.
vientre abultado-- desde una mesa cargada de promesas
-Basta, carajo -concluyó él procurando taponar
-cigarrillos, licores extranjeros, mujeres-o su desconcierto. y sin escrupuloso en busca de una cerve
-Ni la barba, don Aurelio. za o una nueva borrachera que liquide el negro chuchaqui
-Venga. Cuéntenos alguna mentira sabrosa. que le oprimía, entró en el billar del trompudo Cañas -re
-¿Mentira? cinto cargado de truenos de carambola, de murmullo de
-Venga... Venga... -solicitaron en coro las gen- feria, de humo y colillas de cigarrilos, cuyo olor, junto
tes que acompañaban. al hombre de la cara redonda, de . con el del urinario y el del aguardiante barato, se imponía
los párpados adiposos,-Elel vientre abultado--dos lati a los demás olores-o Felizmente dio con varios de sus
fundistas cortados en el mismo molde, dos mujeres de al compinches -el chulla poeta, el chulla matón, el chulla
quiler y una alcahueta de manta-o político, el chulla estudiante, el chulla burócrata-, que
Más tarde, cuando el chulla -en trance de despe se emborrachaban a costa de la gloria del ascenso de un
cho y de abandono-- pudo mirar por una rendija de su militar de bigotes a lo kaiser Guillermo JI, de un militar
inconsciencia alcohólica, se dio cuenta que estaba en una que pedía el coñac por botellas y la cerveza por docenas.
habitación olor a sudadero de mula, que la luz de una Desde el primer momento el intruso notó que el'chulla
lámpara de kerosén alargaba las sombras, que los hono poeta -:-ojos mongólicos, tez bronceada, cabellera hirsu
rables latifundistas, las prostitutas, la alcahueta, y él mis ta, actitudes lánguidas de gran señOf- vestía una pijama
mo. estaban desnudos, que los senos de las mujeres eran a rayas blancas y rojas.
chirles y las caderas inexpresivas, que todos ardían en un -¿Disfraz de Inocentes? -interrogó pensando
juego de risas, manotazos, persecuciones, que el impudor hacer un chiste.
se tendía en orgasmo animal por el suelo y los rincones. -Es un nuevo sistema para ahuyentar a los acree
, y a la noche siguiente, después de pasar casi todo dores -informó el aludido.
el día durmiendo entre hembras cansadas y envilecidas -¿Cómo es eso?
-estropajos para fregar pisos- y latifundistas sonoros y -Basta con decirles: dejé el temo en la casa. y la
hediondos -:-opulencia de sangre de indio y sol de cam cartera...
po--, con angustia de impertinente náusea -extraña en -En la casa de préstamos -embromó alguien.
él-, sintió como si hubiera perdido algo noble en cada Entre risas, chistes y medias palabras, Luis Alfon
minuto, algo que le era difícil recuperar por falta de co so se enteró de la verdad. La concubina del chulla poeta
raje y sabiduría. En un instante -luz de amargura trágica -una prostituta de pésimos antecedentes- le había des
en SU desequilibrio íntimo-- se vio ridículo, cobarde. va pojado de la ropa. y al llegar el vate a la casa de sus ma
cío, al abandonar a Rosario. ¿Por qué? «Tu porvenir. Eres yores disfrazado de pijama, la indignación de la honora
un Romero y Flores ... La vida a veces -disculpó Ma ble familia -padre funcionario público, madre católica,
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hennanos arribistas, hennanas casaderas- puso al hijo primera puerta de un cuarto al zaguán, una voz interrogó
corrompido y desnudo de patitas en la calle. desde el interior:
-Hace tres días que ... -¿Quiénes?
-Duerme en el cuarto del Largo Chilintomo. -Nosotros, cholito. Queremos brindarte un trago.
<<Donde duerme uno, duermen dos?», se dijo Ro -No deseo nada, carajo, ¡Nada!
mero y Flores olfateando una perspectiva de refugio para -Unito no más ... La puerta...
sus noches próximas. A medida que se emborrachaba com -¡Nooo!
prendió que el afecto a sus amigos -todos al hablar ocul -Está bien. Conste que hemos pedido de a buenas
tan un porvenir de holgura personal e indiferencia para -intervino Romero y Flores invitando en secreto al chu
los demás- degeneraba en asco. Había perdido ese fer lla poeta a una falsa retirada. Una vez en la calle buscó al
vor de cómplice, esa solidaridad de jorga aventurera. Ro policía de servicio, y, en tono de gran señor, le dijo:
sario ... Rosario la única con quien... ¡Ella! ¿Por qué? Sin -Han sido atropellados nuestros derechos. Aquí,
embargo, prendido a sus cobardes ambiciones, a sus in mi amigo, se levantó de la cama, como usted puede cons
genuos recursos de opereta, al desequilibrio de .sus som tatar por la ropa que lleva. Se levantó a comprar esta me
bras tutelares, calló. Tierna su desilusión era mejor acep dia botella de coñac. Dejó el cuarto sin llave. Y al volver,
tar la inmundicia de los otros y envolverse en la propia. un intruso, un tal Chilintomo, conocido de última hora, se
A las cuatro de la mañana, después de que todos encierra por dentro y no quiere abrimos la puerta. El se
habían «ahogado en el licor la pena» --como si pudieran ñor, como usted ve, está en pijama. Puede pescar una
librarse de ella-, después de que la mayoría huyó en fu pulmonía o algo por el estilo.
ga zigzagueante y unos pocos se aplastaron en dejadez de -Sí. Se ve clarito.
plomo derretido sobre la mesa, Romero y Flores se guar -Tómese una copa, mi~erido amigo. Dispense
dó una media botella de coñac -sobra del festín-, y con que le molestemos tanto. Usted comprenderá...
dulzura y engaños de nodriza, arrastró a la calle al mozo --Gracias~ Cuando Dios quiere dar.
de la pijama. -Así. A pico. Como en el páramo.
-A dormir, carajo. A dormir pronto.
-He sido despojado -afmnó el chulla poeta
-No... ¡No quiere abrirme nadie!
imitando torpemente la actitud y el tono doctorales de
-El Chilintomo.
Luis Alfonso.
-¡Tampocoool
-¿ y ahora qué haremos, pes, con este lío? --con
-Veremos si conmigo.
sultó el carabinero a Romero y Flores devolviéndole la
-Ni mi familia... ni mi madre•. ~ Ni mis amigos ...
botella.
¡Nadie! -Obligarle al canalla a que abra la puerta. Nada
-Vamos, carajo. más.
Después de mucho vagar entraron en una casa vie -Mi puerta. Mi cuarto.
ja, olor a chicha agria, a residuos de café. Al golpear en la _.Haremos lo posible,chullitas.
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Los golpes de la autoridad y las voces de los mo
esperaré. Le esperaré hasta morir», se dijo con extraordi
zos despertaron al vecindario. Alumbrándose con vela de
naria energía. Al volver al cuarto se tendió de bruces so
sebo, en camisa de dormir y chal de lana a los hombros,
bre el lecho. Uno, dos, cinco, diez minutos. De pronto tu
surgió por un corredor la dueña de casa. Era una vieja
vo la certeza de oír algo. ¿Él? Corrió a la ventana. No...
muy parecida a doña Encarnación GÓmez. Al ser interro
No había nadie ... Muy tarde llegó para ella el sueño. Gol
gada por el policía informó en tono de queja alhara
pes y gritos a la puerta la despertaron a la mañana si
quienta y verdulera: guiente.
-Ave María, mi señor. ¿Cuál también será el in
-¿Quién es? -interrogó. El sol se filtraba por to
quilino, pes? Arrendé a uno pero no me acuerdo la cara. das partes.
Entran y salen los chullas como si fuera hotel... A éste de
-La dueña de casa. ¿No me conoce? Necesito ba
pijama le he visto ... A otros también les he visto ... Pero lo blar con el señor Romero y Flores.
peor es que tres meses enteriticos me deben del arriendo ... -No está.
Al fmal, el policía obligó a abrir la puerta entre -Ábrame, entonces.
amenazas y empujones. Luego citó a los tres hombres -Un momentico.
ante el señor intendente para que arreglen en la mejor
Al entrar doña Encarnación y plantarse como un
forma el reclamo de la dueña de casa.
orador de barricada en mitad de la pieza, habló alto, muy
-Los tres mismo deben ir. Los tres -chilló al re
alto para que oiga y acepte todo el mundo su disculpa:
tirarse.
-¡Jesús! ¡Dios mío! Yo no hubiera permitido nun
El parecido de la vieja en camisa de dormir y chal
ca que ustedes permanezcan aquí al saber lo que he sabi
de lana a los hombros con mama Encarnita despertó en do. Quiero hablar con el arrendatario. ¿Dónde está? Que
Romero y Flores una especie de raro remordimiento que no se esconda. Mi casa es casa honorable.
no le dejó dormir. Tendido junto al chulla poeta miró en -Señora...
su tomo. Oscuridad, silencio... Agarró la botella que al
-Que salga buenamente su... Su hombre... A us
acostarse dejó en el suelo. La besó con avidez tratando de ted y a él les voy a poner de patitas en la calle por inmo
ahuyentar las ganas de huir. De huir de sí mismo. De rales, por mentirosos, por corrompidos. ¿Qué se han figu
ellas -madre y amante- que eran lo impuro, lo bastar rado? Vivir gratis y con el demonio a cuestas. Nadie ha
do en el concepto presumido y aristocrático de la sombra sido tan audaz. En mis barbas, pes. ¡Chulla bandido!
de Majestad y Pobreza. Como un ladrón ganó la calle a ¿Dónde está?
los pocos minutos. -No está aquí, señora -murmuró en voz baja
Rosario temblando de miedo. De miedo que imprimía a
*** sus facciones aspecto de trágica idiotez.
H Tanto insistió la vieja en ver al inquilino, que la
Rosario creyó que vivía un sueño o una broma tímida y dolorosa actitud de la joven se transformó en
cuando Luis Alfonso desapareció entre las sombras. «Le explosión sin control, en alocado afán de hurgar los posi
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bIes refugios de su amante. Como si ella fuera la más in pronto quiso gritar, desfogarse. Abrió la boca y se quedó
teresada levantó la cortina que cubría y encubría el rincón prendida en el ladrido de los perros, en el monótono croar
de la ropa sucia, removió los papeles del poyo de la ven de las ranas del barranco próximo, en la inquietud galo
tana, abrió el baúl. pante de sus venas. A cada segundo brotaba la sospecha.
-¡No está, señora! ¡No está! He buscado en todas ¡Él! Pero al comprobar el fracaso se repetía con obsesión
partes. Usted ha visto. ¿Qué quiere más? ¿Quéeee? -con infantil: «Le esperaré... Le esperaré hasta morir... ». En un
cluyó la muchacha. momento perdido del amanecer sintió pasos. Los que es
-¡Jesús, María y José! -murmuró la dueña de peraba. Podría distinguirlos entre mil. «Luis Alfonso ...
casa creyendo observar el demonio vivito en los ojos de Vuelve... », se dijo con angustia de felicidad indescripti
la inquilina. ble.
-¡No está en ninguna parte! Al reconocer 10 familiar y sórdido de su barrio,
-Ya veo ... Ya... -dijo mama Encarnita y huyó Luis Alfonso -trenzado en la corriente de un río de
con el rabo entre las piernas. fuerzas misteriosas-- sintió la necesidad de expresarse
Rosario dio un portazo pensando con· rubor en las como 10 había hecho el marido de Rosario. Se arrimó a
murmuraciones envenenadas de los vecinos. Pero en rea una pared. Alzó los brazos como un náufrago. Movió
lidad, la escucha se había desbordado llena de odio hacia los labios con apuro nervioso pero sin voz: «¿Dónde
la dueña de casa. estás? Te perdono. Me da la gana, carajo. ¿Quién se
«Salió corriendo la vieja... Yo le ví...». «Como el opone? ¿Quién? Me duele el corazón pero me río. ¡CO
diablo salió del cuarto del chulla». <<Mama del diablo pa rrompidaaa! ¡Gran putaaa! Quiero verte. Saborear tu
recía». «Por fin hubo quien le pare el macho». «Casa ho cuerpo. Juntos hasta morir. Una vez más ... Unaaa... Uni
norable con guarichas, con carishinas, ¡ajajay!». «Bien taaa ... !»
hechito ... Para que aprenda a no entrar a los cuartos sin Los reproches y las quejas que había preparado la
pedir permiso». «Para que aprenda a no maldecir a los mujer fueron atropellados sobre el lecho. Al final, él
pobres en nombre de la ley y de Taita Dios». «Para que murmuró incorporándose como para huir de nuevo:
aprenda a no poner los palos sucios en medio de la calle -Carajo... No ...
cuando le aconseja la avaricia». «Qué pecado cometería -¿Qué? ¿Necesitas algo?
la pobre vecina para caer en manos de la vieja? ¿Pecado -Nada.
de amor, será? ¿Pecado de tontera, será? Asimismo sO -Espera. Te desvestiré.
mos las mujeres cuando nos agarra la tentación». «Chulla -No.
él chulla ella. Nuestros pobres chullas». «Debemos ayu -Los zapatos... La ropa...
darles contra la vieja»... -¡No quiero! Solo deseo morir.
A la noche, cuando todos los ruidos se apagaron en -¿Morir?
la casa, Rosario se acostó pensando dormir, pero el vigi- . -Beber hasta que se arranque el hilo de esta mise
lante que había nacido en ella atisbaba sin tregua. De rable vida.
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-No hables así. Somos ...
cestral -especie de calor humano que de tarde en tarde -Para un pariente que me ha recomendado le bus
surgía ante el silencio del fantasma del padre- transfor que algo -advirti6 Romero y Flores con indiferencia.
m6 la furia del mozo en ancha y ardiente ternura. Lleno -Tu amigo, don Guachitola, es del jurado.
de responsabilidad se acerc6 a ella, y besándole en los la -¿Del jurado?
bios, en las mejillas, en los ojos -deseo que nunca pudo -Habrá un concurso, según dice la prensa.
realizar con su madre-, le oblig6 a sonreír. -¡Ah!
-Bueno, carajo. Si te empeñas tanto, vendrá... «Don Guachicola... He bebido con él ... Le he fir
-Rosario se puso quejosa y reconstruy6 la escena que mado por diez o veinte sucres recibos falsos... Timbres
tuvo con mama Encarnita. para la reventa. Conozco. Tiene que darme. Un empleo
-A la vieja se le apacigua con billetes... Unos cien para mí... ¡Para mí!», se dijo el mozo con la certidumbre
sucres ... --coment6 Romero y Flores. de haber hallado soluci6n a su problema. «Qué problema
-¿Crees? ni qué pendejada... Todo por un ... Por un hijo adulteri
~laro, conozco ... no ... Por un hijo de puta ... », protest6 Majestad y Pobreza
-Mi anillo y mi abrigo ~freci6 Rosario. con indignaci6n que ocultaba el temor de esclavizarse
-¡No! No. Eso... Eso más... -dijo él fingiendo tras de un escritorio. «Guagüitico de Taita Dios; .. Gua
elegante desinterés. Pero como .la joven, por experiencia güitico inocente ... Acaso nosotros también ... Los taitas de
de otras entregas -todo lo de algún valor que trajo de nuestros antepasados», surgi6 en contrapunto la voz de
casa de la madre-, sabía que al [mal él reclamaba sin mama Domitila trenzándose en una lucha íntima, viscosa,
pudor, insisti6: trágica, de culpa y penitencia al mismo tiempo, con el
-El anillo es de oro, el abrigo tiene cuello de piel. estirado orgullo de la sombra tutelar del viejo Romero y
-Bien... ya veremos ... Flores -reforzada en la realidad por un coro infinito de
A la noche de ese mismo día, luego de conseguirel frailes, beatas, latifundistas y aspirantes a caballeros-o
dinero vendiendo a precio de remate lo que le dio Rosa Pero Luis Alfonso, por algo que no. hubiera acertado a
rio, y después de rumiar una serie de proyectos de inusi precisar de d6nde le llegaba en ese momento, fren6 la an
tada seriedad -¿rebuscas de ingenio y de aventuras al gustia que le producía la disputa de sus fantasmas y opin6
por mayor?, poquísimo para sus pr6ximas necesidades de por su propia cuenta: «Iré, carajo... Bueno... Por una corta
padre de familia; ¿trabajo manual de indio o cholo?, im temporada... Dos meses ... Cinco... Nueve ... Para el médi
posible, ¿emplep público?, tal vez-, Luis Alfonso se in co... Después ... Que se jodan... ¡Oh!».
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A la mañana siguiente -ceño, prosa y actitud de El temor de perder el certificado de nobleza por un
gran señor- Romero y Flores buscó a mama Encarnita lado y la codicia por otro liquidaron a la dueña de casa.
en su departamento. Como era lógico, la vieja recibió al Romero y Flores dio lo que buenamente quiso y obtuvo
inquilino en su salón. Las flores de papel, los abanicos de plazo indefinido para desocupar la pieza. Los inquilinos
alambre emplumados con tarjetas de felicitación ono que se hallaban atentos --emboscada de vecindario po
mástica, los adornos de yeso y porcelana, los divanes de bre-, comentaron al ver que el chulla salía de la confe
postiza adustez, .las repisas de madera tallada, las oleo rencia más sereno y seguro de lo que entró:
grafías con mujeres antiguas -mitones, amplio sombrero «¿Qué le diría?» «¿Qué le propondría?» «Te aman
de plumas de sauce llorón, orlas de encajes fruncidos, .só suavito». «A él no le pudo atropellar. Cerró el pico.
cintura de avispa, sombrilla-, el retrato del difunto usu Bajó el copete». <<El chulla conoce la letra colorada». «Pa
rero -cholo vestido de señor, bigotes alicaídos, frente rece mentira. A uno sí... Algo le hizo. Algo le dio». «Él no
estrecha, ojos diminutos, labios gruesos- en el marco se achola por pendejadas como nosotros ... Se juega ente
blasonado del bisabuelo de Majestad y Pobreza, inyecta ro ... ». <<Nuestro chulla. ¡Nuestro chullita!»
ban a la dueña de casa el valor necesario para cualquier Al llegar a un barrio prendido en la falda tutelar de
desahucio. la ciudad, Luis Alfonso pensó en el refugio de la chola
-Está bien, señora. Pero le advierto que antes de Petra donde solía emborracharse el viejo que buscaba. A
irme de su casa honorable... esas horas, a lo largo de las calles, a la sombra de los re
-¡Honorable! codos, el viento era un muchacho sucio olor a orinas, a
-Me llevaré el escudo de mi familia.
chicha agria, a frutas podridas. Sin pedir permiso, el mo
-¿Qué escudo, pes?
zo penetró hasta la segunda trastienda de una especie de
-El que adorna a ese hombre --denunció el mozO
mondonguería. A la luz de un candil que a ratos servía de
apuntando con el índice el retrato del usurero. reverbero, don Guachicola -figura hidrópica y un poco
-¿Cómo? deforme de estampa para moralizar a los impenitentes del
. --Como me oye. vicio del alcohol- compartía sobre una mesa mugrienta
_¿Y lo que me debe será pes cutules?l -interro un raro brebaje con su compinche Jorge Farfán Rojas,
góla vieja sintiendo que flaqueaba su poder.
alias el Mono Araña. Los dos hombres miraron al intruso
-Le pagaré hasta el último centavo.
con asombro que se disolvió rápidamente en sonrisas e
-¿Hasta el último?
invitación a sentarse.
-Sí -concluyó Luis Alfonso exhibiendo unos bi -¡Chullita! ¿De dónde sale? Tengo una cosa bue
lletes que pasó por las narices de mama Encarnita. na para usted. Un negocito...
«Que no me venga con el cuento de siempre: las
Pintoresca expresión cuyo aproximado equivalente sería: «¿Y lo que firmitas, la letra parecida... Yo quiero el empleo ...», se di
me debe será nada?» Los cutules son las hojas que cubren la mazor~ jo Romero y Flores.
ca del maíz.
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-Ñaño lindo. Venga tómese un resucita muertos sus piernas. Pero la costumbre de servir, de obedecer a
-invitó el Mono Araña agitando los brazos como tentá los clientes...
culos. -Bueno. ¡Ya mamitica! ¡Yaaa! -chilló don Gua
-¿Me decía ... ? -interrogó el joven dirigiéndose a chicola que conocía la modorra incurable y mecánica de
don Guachicola. la chola a esas horas. Por toda respuesta, la mujer miró a
-Después... Es importante pero no es urgente... los hombres como miran los muertos -sin expresión, sin
Luego hablaremos ... -afinnóel aludido dando a enten brillo, desde un paso vacío-, y, en silencio, ebria de sue
der que el caso era confidencial. ño y de fatiga, volvió a su cama, tras una cortina de ca
-¿Ah! buya en un rincón. Tenía que levantarse a las seis para
-¿Una tacita? llenar a medias su labor cotidiana: ir al mercado -diez
~racias. cuadras abajo con canasta vacIa y guagua a la espalda,
-¡Petraaa! diez cuadras arriba con canasta llena-; moler morocho
-¿Qué le duele, pes? -respondió una voz soño para las empanadas del domingo en la piedra grande, ají
lienta desde la pieza contigua. en la chiquita; lavar la ropa de los críos en el patio -cin
-Otra taza, mamitica. co en siete años-; dar el seno al menor -siempre había
-Voooy. uno que lactaba-; atender a la clientela --el aguardiante,
-¡Pronto! la chicha, la cerveza, los picantes-; soplar el fogón a la
-Voy digo, pes. puerta de la tienda; y mil cosas más de su negocio y de
Cuando la chola -ancas pomposas, alelado mirar, sus rapaces. Pero desde el primer parto -único recuerdo
cabellera empolvada de ceniza, carne amasada con tierra de amor con el soldado que le abandonó por una carishi
de monte y suavidad de tembladeras; olía a sudadero de na de la costa-, algo quedaba sin· concluir en su refugio,
mula, a locro 1, a jergón de indio; despertaba sórdidos an algo quedaba en proyecto -la. limpieza del estante, de la
tojos: morderle los senos de oscuro pezón, los pómulos pequeña vitrina del pan; el raspado del hollín de las pare
pronunciados, los labios gruesos, bañarle en sangre, he des, de la mugre de los cajones y de las mesas; los re
rirle, y hundirse como un cerdo en su hedionda morbi miendos y los zurcidos en la ropa de la familia; la batalla
dez- colocó una cuchara y una taza frente al chulla, el a las telas de araña, a las ratas, a la basura-, acumulando
Mono Araña baboso de lujuria le aprovechó acariciándole a su alrededor suciedad y abandono de mondonguería de
los muslos bajo los follones. Ella no hizo caso. ¿Para última clase, por un lado, y raquitismo e ignorancia de
qué? Se sentía tan cansada, tan ajena a su cuerpo. Hu guambras miserables, por otro. Su tragedia era en reali
biera preferido que se cierren sus párpados, que se doblen dad, sentir que a la noche le faltaban las fuerzas, le pesa
ba la cabeza, le molestaba como bisagra enmohecida el
dolor a la cintura, se le cerraban los ojos, obligándole a
1 locro: especie de sopa hecha con papas. tenderse en su jergón, atenta a las exigencias y órdenes
-a veces las cumplía con milagroso sonambulismo, a
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veces no-- de sus clientes nocturnos -viejos dipsóma en los dos borrachQs alentaba el mismo afán venenoso, la
nos de la pequeña burocracia-, los cuales se congrega misma venganza ciega. Hablaban a gritos sobre jefes y
ban allí por lo apartado, discreto y económico del lugar. mandones que se dividían a su capricho las riquezas del
Abonaban la cuenta por quincenas, saboreaban la dosis país.
de alcohol a sus anchas, y al amanecer --el más resis Luis Alfonso se mantuvo parco -un cuarto de do
tente o el más audaz- se acercaba con soberbia de «pa sis a pequeños sorbos-o Tenía que controlar su plan. Los
trón grande, su mercé» hasta la cama hedionda, apartaba viejos en cambio, después de beberse la tercera taza de
a los pequeños, y, sin escrúpulos de ninguna clase --en aguardiente ladraban de indignación. Don Guachicola
forma normal o viciosa- saciaba su lujuria sobre la cho había destapado su habitual mansedumbre para exhibir el
la dormida. Ella, atada a la inmovilidad de su cansancio, . secreto de las estafas más hábiles, de los crímenes más
sentía el atropello. Un solo esfuerzo hubiera sido sufi repugnantes, de las mentiras más solapadas de los pa
ciente para librarse del intruso. ¡Nooo! Las gentes hono triotas a quienes sirvió toda la vida. Después de cada de
rables y vigorosas no pueden comprender cómo absorbe nuncia afirmaba:
y degenera el pantano de una fatiga atesorada en años --es -Familias enteras. Doy nombres, carajo. De
tan inevitable como el temor del vencido, como la indife acuerdo al apellido se reparten el feudo nacional: la di
rencia maquinal de la prostituta-o plomacia, los bancos, los ministerios, las finanzas, la
Habituado al brebaje de los viejos, Romero y Flo cultura, el comercio, la tierra, el aire, el sol...
res llenó su taza con aguardiente, quemó un poco de azú
-No... No hay apellido ni pendejadas. El dinero ...
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levantar las manos, de erguir su figura más de lo que -Si usted quisiera.
buenamente le permita la borrachera. -Si yo quisiera.
-Usted es macho ... ¡Macho! -intervino Luis Al -Podría declararme el vencedor del concurso.
fonso en tono de respeto y admiración. -¿Qué concurso?
-¡Aaah! Ahora le puedo decir... Tengo un nego -Usted es jurado. Lo sé. No me niegue.
cio para usted ... Un negocio regio ... -¿Quién le avisó, carajo?
-¿Para mí? -Todos.
-Diez firmas. ¡Cien sucres! ¿Eh? -Imposible. ¿Qué? ¿Qué digo al inspector gene
-¿Dónde? ral, al señor Ministro? Me recomendaron ... Me ordena
-Donde están las cruces rojas ... No se olvide de ron lo que tengo que hacer ... Al hermano de la concubi
poner el número de la cédula... Detalles del control... La na... Al pariente culateral... CUlateral... Ji... Ji... Ji...
ley... Dorar la píldora ... --opinó el viejo sacando un rollo -Pero usted ... Usted es macho.
de papeles del bolsillo interior de la americana. -Yo no soy nada. ¡Nada, carajo!
-Veamos. -¿Se niega?
-Tome... Tome, chullita. -Mijubilación... Mi puesto ... Cómo se ve que no
Al apoderarse y revisar los documentos, Romero y les conoce, chullita.
Flores pensó: «Son míos ... Ahora o nunca ... Doscientos -Está bien. Yo tampoco fmnaré --concluyó Ro
mil sucres con timbres y sellos auténticos». Luego dijo mero y Flores doblando cuidadosamente los papeles.
poniendo una cara que daba pena: - j Son cien sucres!
-Antes quisiera pedirle un favor. -Será el empleo.
-¿Más plata? -El... El ...
-No se trata de eso. -Me llevo todo. ¡Todo!
-¿Entonces? -Espere... Espere, cholito.
-Usted... Usted puede ayudarme a conseguir un -¡Oh!
empleo. -¡No sea bruto! -exclamó don Guachicola tra
-¿Un empleo público? tando de levantarse.
-¿Me cree incapaz? -Le devolveré mañana. Después del concurso.
-No... Pero me hace mucha gracia... Ji. .. Ji ... Ji. .. ¿No le parece?
El chulla de la libertad, de la audacia, del orgullo, -Eso no es honrado.
rogando para caer en la red del esbirrismo. ¡Del esbirris -La honradez es de los pendejos. Usted lo ha di
mol cho más de una vez -afmnó burlón Romero y Flores y
-Unos meses. No tengo otra salida. desapareció en un abrir y cerrar de ojos. '
-No tenemos otra salida... Pero serán años... Así El Mono Araña, rompiendo la pausa desolada que
se dice al principio... dejó la huida del mozo, levantó la cabeza y arrugándose
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en mueca sarcástica que parecía sufrir de estreñimiento, Yo mismo ... Menos afeminado, en otro tono, en diferente
dijo: color... El disfraz ... », se dijo saboreando la sorpresa no
-Quien roba a un ladrón.
muy grata de sentirse informe, en desacuerdo con sus po
-No es para mí. ¡Nooo!
sibilidades, ridículo. Después supo que aquel bicho per
-¿Dónqe están los apellidos, ñañito? ¡El robo, ca tenecía a una de esas familias venidas a menos, y que
rajo! Eso es lo único bien organizado en todas las buro además era el «pariente culateral» del señor Ministro.
cracias del mundo. -Siete concursos. Siete felicitaciones. Soy conta
Con afiebrado ritmo de temor y de triunfo a la vez dor-calígrafo, graduado en el Instituto. Pero siempre hay
resonaron en la calle penambrosa los pasos -de Luis Al alguien que está igual. Surgen entonces las preferencias,
fonso. Iba ligero. Corría. Una prostituta apostada tras una . las recomendaciones, los parentescos. Yo no tengo a na
esquina trató de descaminarle. die ... Mis títulos ... ¡Mis buenos certificados! -informó
-Vamos. Te hago gozar, bonitico.·
en alta voz, sin que le pregunten, un hombre seco, de
-Déjame, carajo -respondió el mozo apartando a
lentes, mal vestido, exhibiendo un rollo de cartulinas que
la mujer con asco poco común en él.
llevaba en su diestra.
-Chulla maricón. .
«Nos quiere correr con papelitos. Pendejada... »,
respondió el coro de concursantes con burla que ocultaba
*** el veneno de la codicia.
-He sido diez y ocho años empleado público. Me
Por las murmuraciones de los concursantes -aco sacaron porque... Bueno... Renuncié... Mi enfermedad.
rralados en el salón de espera de la oficina donde trabaja ¡Ah! Pero mi experiencia es grande -advirtió un viejo
ba don Guachicola-, Romero y Flores se enteró de las tembloroso, moreno, mediana estatura, barbas en desor
esperanzas de cada cual. Nadie confiaba en su saber. Ha den.
bía algo más defmitivo y poderoso para sobresalir en la <<La experiencia... La experiencia tampoco sirve
comedia de los empleados y de los funcionarios públicos. para nada cuando... cuando... », fue el comentario general,
-Nos torturan. Creen que podemos esperar hasta y cada uno pensó en su palanca oculta, poderosa.
el día del juicio --comentó un joven de languidez y bi Llenas de angustia crecieron las opiniones y las
gotito fotogénicos. dudas. De pronto se abrió la puerta, apareció don Guachi
<<Nos torturan», repitieron mentalmente los diez o cola --chuchaqui bien lavado y bien peinado-, y apa
doce aspirantes fundiéndose en un coro de ataque y de rentando incorruptibilidad de juez, interrogó.
fensa. Al observar Luis Alfonso al desconocido fotogéni -¿Quién es el señor Luis Alfonso Romero y Flo
co comprendió que algo le unía a él. ¿Quizá el tic nervio res?
so de las manos sobre el registro de los botones del -Yo. ¡Yo! -dijo el aludido poniéndose de pie
chaleco? ¿O la preocupación por mostrarse acicalado Y con seriedad que se hallaba a la altura de la farsa del
copiar lo exitoso de la moda de extrañas latitudes? «Yo ... viejo.
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-Le felicito. Pediré su nombramiento. Usted ga -Soy solo. No me alcanzo. Ocho horas de esta
n6. Los demás pueden retirarse. agitación. Y el gran jefe, mi jefe, es tan ocupado. Ahora
Surgi6 entonces en el coro defraudado un oleaje de ha sido una suerte tenerle aquí. Le buscan para todo... Es
lamentaciones. primo del señor ministro, amigo confidencial del señor
-¿Y mis títulos? Presidente, socio del general de las Fuerzas Armadas,
-¿Y mi experiencia? paisano del señor arzobispo.
-¿Y mí nombre ilustre? El último en entrar en el despacho del gran jefe
-¿ y mi palanca? -hombre de cuello duro, facciones de pergamino, ojos
-¿Y mi mujer? negros, nariz ganchuda, orejas grandes-- fue el chulla
-¿Y mi hija? Romero y Flores. «¿Dónde he visto esa cara? Parecido a...
-¿ Y yo? Quien ríe al último ríe mejor. Ya vere ¿A quién?», se dijo el mozo con ese afán subconsciente de
mos ... -tenrun6 altanero el joven de languidez y bigotito amparo, de esperanza en los momentos difíciles.
fotogénico. Gan6 la puerta de salida a la calle y ~odos le -¿Qué desea?
siguieron como hipnotizados. -¿Yo? ¡Ah! Este oficio ...
Varias personas esperaban turno cuando Romero y «Ya sé ... Se parece al Mono Araña. Debe ser como
Flores lleg6 a lo que él creía la última etapa de su peque él. Chillón, bilioso, bueno en el fondo ... ¡No! Éste es el
ña trampa: prestar la promesa de ley ante el gran jefe. El Mono Araña en cuero de caballero... ».
secretario del despacho, un hombre de sonrisa de bailari -¡Absurdo! El señor ministro me ordenó por telé
na de cabaret, cuyas amabilidades se hallaban en razón fono. El cargo no existe. Se dio a otro... ¡A otro!
directa de la importancia política o econ6mica del visi «Al pariente culateral... Me jodi6, carajo... Des
tante, observ6 al chulla con recelo y burla -botainas, pués de tantas pendejadas... Alguna concubina de por me
clavel al pecho, periódicos al bolsillo, corbata y prende dio ... La madre, la mujer ... O la complicidad por la rebus
dor, ceño y prosa de parada militar-o <<Éstos son peligro ca -pensó Luis Alfonso con hormigueo en los pies, con
sos ... Puede salir a patadas... O puede desplazarme... ¿A temor de mama Domitila -fuga de indio ante la injus
qué vendrá?», se dijo, y luego murmur6 con amable reve ticia-. Pero-el espíritu de contnn:licción de Majestad y Po
rencia: breza -fecundo y oportuno entonces--, exclamó: «De
-Me hace el favor de esperar un momentito. . fiéndete... Amenaza... No sabe nada de ti... Es un...». En
Como si quisiera exhibir lo duro y laborioso de su trance de lucha, Romero y Flores inventó la mentira. Ins
trabajo fue hasta un gran escritorio del fondo, revolvió tintivamente acarició los viejos periódicos que llevaba en
papeles, abrió cajones, llamó al portero que en ese ins el bolsillo, mir6 con burla de duro cinismo -advertencia y
tante no estaba, se arregló más de una vez un mechón de desafí~ a su interlocutor. Y, en un papel cualquiera, trat6
pelo que se le escurría sobre los ojos. Sin ser interrogado de tomar el número del oficio que había entregado.
-actor que se disculpa anticipándose a la rechifla del -¿Qué hace? -interrogó con toda su autoridad el
públic~ informó en alta voz: hombre que se parecía al Mono Araña.
·110· ·111
-Tengo la copia del veredicto. Por asuntos de mi -Gracias.
trabajo llevaré a los diarios el dato. Soy periodista. -Dígale no más.
-¡Ah!
Con dulce e inesperada embriaguez, tibia en el pe
-Daré la noticia como la he vivido. ¿No le parece?
cho y en el vientre, el chulla Romero y Flores saboreó el
-Usted~ .. Un momento... Un momentico... Vere efecto desconcertante que las órdenes del gran jefe pro
mos cómo ... -insinuó el gran jefe exhibiendo sin control dujeron en la tropa de burócratas de la Oficina de Inves
el pánico de los pequeños seres al capricho cotizable de tigación Económica. Don Ernesto Morejón Galindo, al
la prensa. revisar los oficios de la «superioridad», fue el único que
-Veamos... hizo una mueca de disgusto. No se había contado con él.
-Siéntese.
. Su primito quedaba desplazado, en espera de una nueva
El timbre sonó congregando a cuatro o cinco esbi
vacante. La recomendación era clara, precisa, delatora.
rros que se enredaron ---automatismo de marionetas-, -Yo pedí... Pero... ¿Usted es pariente del gran jefe,
en órdenes, en carreras, en revisión de oficios, en meneo verdad? -interrogó don Ernesto en tono de ultimátum.
de cajones y legajos. Cuando el ambiente se tranquilizó Luis Alfonso comprendió entonces -recuerdo y
de nuevo y quedaron a solas el supuesto periodista y el ejemplo del joven de languidez y bigotito fotogénicos
hombre parecido al Mono Araña, el diálogo se deslizó que si decía no, estaba perdido.
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sabe ... Ni los hijos de la señora gorda, ni los criados de la obra -diez y seis páginas, múltiples facturas, legajo de
señora gorda, ni el gato de la señora gorda». recibos-, y pensó con orgullo en la recomendaciones de
don Ernesto Morejón Galindo: «Usted es capaz. ¡Estoy
*** convencido! Hay obligaciones sagradas, mi querido jo
ven. ¡Sagradas! Tenemos que frenar la corrupción de tan
A las pocas semanas de aquello -sin mayores to pícaro, de tanto sinvergüenza a sueldo». Se frotó luego
consecuencias porque nadie recordaba una sola palabra las manos saboreando la sorpresa de su poder. ¿Quizás
de lo ocurrido al día siguiente--, el chulla Romero y era otro hombre? Arregló cuidadosamente los papeles de
Flores recibió de don Ernesto Morejón Galindo la orden su trabajo sobre la mesa central que le servía de escritorio
que le puso frente a los descuidos honorables del candi desde que se puso a la lucha. Debía ser muy tarde. Al
dato a la presidencia de la República, al sarcasmo de la acostarse junto a Rosario no pudo controlar una sonrisa
vieja cara de caballo de ajedrez, y a un sinnúmero de de burla. Burla para su flamante importancia.
crímenes y desfalcos de imposible sanción. Desconoci En su segunda intervención, Romero y Flores se en
das circunstancias y absurdas pasiones en red de odios, frentó a un señor que olía a tabaco rubio, a corcho de
de rubores, de responsabilidades, envolvieron al mozo y champaña, a mujeres clandestinas, el cual no se dignó en el
a sus fantasmas, agravando el orgullo de Majestad y Po primer momento levantar la cabeza de su importantísima
breza y la testarudez humilde de mama Domitila. Algo ocupación -firmaba cheques junto a una caja de caudales
cambió desde entonces en él, algo más profundo que su vacía-o Cuando uno de los esbirros, de los muchos que le
disfraz de caballero, algo enraizado en el coraje de una rodeaban, le anunció al oído la visita del representante de
naciente personalidad, de un equilibrio íntimo, algo que la Oficina de fuvestigación Económica, limitose a murmu
le aconsejó vengarse de todos aquellos que destaparon a rar en tono de quien afirma, déjenme con el bicho:
plena luz el secreto de su origen en el salón de doña --Que tome asiento y espere.
Francisca. Tanta amargura había fermentado en su alma Desaparecieron ayudantes, secretários y amanuen
que, con disciplina increíble, se puso a trabajar por las ses. El chulla, movido por la mecánica de las circunstan
noches en el informe -una denuncia escalofriante con cias, se acomodó como pudo en un sillón.
-Diga
tra el candidato a la presidencia de la República y su es
-¡Ah!
posa-o Como sabía muy poco de cuentas, balances y
liquidaciones pidió a don Guachicola le guíe por ese dé:" -¡Diga! -insistió el personaje que despedía
aristocráticos olores.
dalo. El viejo fue generoso, entre bromas y consejos,
--Soy el fiscalizador.
descubrió al joven los secretos de las partidas y de las
-El fiscalizador... Bueno... Tiene que firmar el in
contrapartidas, de las sumas y de la restas, del Debe y
forme y llevarse una copia. Todo está listo. Todo lo te
del Haber. nemos en orden.
Seguro de aplastar a sus enemigos -él empezaba á -Yo quisiera...
sentirles como tales-, Luis Alfonso revisó una noche su
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-Sí... comprendo... Siempre hemos hecho 10 mis -Todo está en orden. Las utilidades, las inversio
mo --cortó el fabricante de cheques al por mayor. Tocó un nes, los gastos... Son dos copias. Una para usted y otra
timbre. Casi en el acto, diligente y baboso, apareció uno de para nosotros. Así le ahorramos trabajo. ¿No le parece?
los secretarios. «¿Otra vez las planillas, los cuadros esta Vea, examine y fmue.
dísticos, la contabilidad, los oficios, las órdenes? Todo fal -¿Firmar?
so... », se dijo Romero y Flores asegurando su íntima guar --'--Claro.
dia de incorruptible fiscalizador. Entre tanto el servicial -,-Yo quisiera...
burócrata había colocado encima del escritorio del jefe -'-¿Qué?
unos papeles y un sobre de donde surgían, en abanico de -Llevarme a mi casa.
baraja, cuatro billetes de a cien sucres. -¿Alguna sospecha? ¿Duda usted de mí?
-Retírese. -No es eso.
-¡Nadie, cholito!
-La vieja cara de caballo de ajedrez. La vieja des -Gracias. Soy de la oficina.
-¡Ah! ¿Sí?
despierto -no se levantaba aún-, se incorporó en el le -No sabía Además ... Bueno... Todo está listo.
-¿Listo?
murmurando reproches tan hinchados e impertinentes ciento cincuenta páginas -advirtió el chulla en tono de
como su embarazo, interrogó: quien afirma: «Trabajo que no puede hacer cualquiela».
-¿Quién es? Así, por lo menos, él creía justificar sus errores y distraer
-¿Quién yo?
-Nicolás Estupiñán. -Conozco. Todo en orden, todo correcto... Ji...
he descubierto.
-¿Abro?
-Imposible, cholito.
Con desesperación tragicómica -marioneta de
hilos enloquecidos en insalvable rubor- el mozo res. -Los robos, los atropellos, los despilfarros, las
pondió que sí con la cabeza y al mismo tiempo hizo señas mentiras -continuó Romero y Flores exagerando un po
co su rol.
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-Eso... Eso ... -murmuró ,el «zorro del chisme y Cuando desapareció el recadero, Rosario que había
de la calumnia» con interés que subrayaba su habitual permanecido inmóvil en un rincón, murmuró estremecida
expresión de rata zalamera: nariz en olfatear apetitoso, por la sospecha de que algo importante se llevaba aquel
boca pronunciada en hocico, ojos preñados de pesquisas. hombre:
-Mire... Mire no más ... ¡Es algo maestro! -ase -Le hubiera registrado los bolsillos.
guró en tono de altanero desafío el flamante fiscalizador -¿Eh? No te entiendo.
apuntando con el índice a los legajos que reposaban sobre -Estoy segura de que ese tipo. No sé ...
la mesa central. -¡Oh!
Con avidez y sonrisa de usurero el visitante se -Un aprovechador. Un ratero... --concluyó la
apoderó de los papeles. Revisó luego, una, dos, tres pági mujer mientras sacaba del escondite improvisado las ta
nas. De pronto hizo una pausa de incrédula observación. zas, el reverbero, los tarros.
Sabía -por llevar el periodismo en la sangre- que se «Yo también le hubiera registrado los bolsillos.
hallaba frente a un tesoro. «Don Ramiro Paredes y Nieto ¿Qué podía llevarse? Nada ... En la nariz, en la boca, en
es el candidato oficial, ¡oficial!, a la presidencia de la los. ojos ... Uuu... Es cobarde, tímido ... », se dijo el chulla
República... La esposa de don Ramiro es prima o algo por -más que decir fue impulso vago, fugaz- sintiendo
el estilo de su Excelencia... Los periódicos de oposición... hundirse en la angustia del actor que ha concluido la fic
El precio de la noticia... La oportunidad de ser -pensó ción que le arrebató hasta la imprudencia de su propia
espiando de reojo a Romero y Flores _.temor de que le desnudez.
quiten la presa antes de devorarla-o
-¿Qué tal?
-Bien... Ji.. .. Ji... Ji... Pero quisiera por lo menos ...
No sé... No me explico todavía...
-Lea. Lea tranquilamente --concluyó Luis Al
fonso creyendo que el asombro y la sonrisita viscosa del
«zorro del chisme y de la calumnia» eran de admiración y
respeto.
-Bueno, cholito. ¿Qué le digo al jefe? --concluyó
sin más comentarios Miguel Estupiñán cuando todo lo
tuvo digerido. Solo deseaba huir. Huir con su preciosa
carga antes de que le descubran.
-¡Ah! El jefe. Tiene razón. Dígale que iré mañana
por la mañana.
-Mañana es domingo.
-El lunes, entonces.
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verdugo, el deshonesto, el atrevido, el traidor, era él,
Romero y Flores. Y la víctima, el mártir, la Patria despe
dazada, difamada, era don Ramiro Paredes y Nieto.
-Está mal ... ¡Está mal! -chilló Luis Alfonso con
voz de Majestad y Pobreza.
-¿ Vio? ¿No le dije?
-Sí. Pero ...
-¿Cómo se ha de meter en camisa de once varas,
pes? Dicen los entendidos que su denuncia es la mejor
arma para los que están contra el Gobierno.
5
-¿Contra el Gobierno?
-Así dicen. En el periódico también está. ¿Por
qué no lee todo, pes? Lea ...
Inflado por su curiosa incorruptibilidad, pensando
Maquinalmente volvió el chulla a revisar el artí
en la dicha del triunfo -abrazos del jefe, ascenso próxi
culo. En la burla de la bilis huyeron las palabras, se hin
mo, respeto de las gentes, holgura económica, fama-, charon ciertas frases, giró todo. «La basura del arroyo ha
Romero y Flores entró en la oficina. Solo el portero pudo
manchado la tradición, el nombre, el prestigio interna.cio
atreverse a darle la mala noticia. En tono venenoso -chis
na! de nuestra sociedad». Estaba clara, clarisima la indi
me y honda pena de quien guarda amargura de desprecios
recta. No obstante él no podía. Temblaba de coraje y de
y humillaciones- munnuró casi al oído del flamante fis
temor. ¡Temor! Había surgido de pronto la angustia de
calizador: mama Domitila. <<La basura del arroyo ... La basura que se
-¿No ha leído los periódicos? En el de ayer ... En
eleva y se abate... ¿Quién puede haber denunciado mi se
el de hoy también... Dicen que usted ... ¡Ave María! creto? ¿El pregón de la vieja cara de caballo de ajedrez?
-¿Qué? 1 . No. Es... Es el veneno propio de las gentes. El veneno
-No se haga el shunsho • Aquí... Aquí tengo el
con el cual creen orientar su destino. Saben y se callan
último ... Lea no más ... En la primera página... ¡Qué chi- .
.hasta que ... Tiempo de reir, tiempo de llorar, tiempo de
vol vengarse, tiempo de matar. ¿Para qué?», se dijo el mozo
De un vistazo el chulla se dio cuenta de todo. Co
con inquietud que trataba de hacerle reconocer su culpa
rrectos los números, correctas las fechas, correctos los
bilidad. Pero él se sentía inocente. Inocencia irreparable.
nombres. Pero en el caso del candidato oficial a la presi
Cuando terminó la lectura -desconcierto tragicómico-
dencia de la República habíanse trocado los papeles. El soltó el periódico y movió la cabeza como un demente.
Avanzó luego al salón donde trabajaban sus compañeros.
1 sbunsoo: voz de resonancias quichuas. posiblemente relacionado sabían ... Ellos fueron testigos ... «¡Oooh! ¿Por qué
con tsuntsu (harapiento, pobre). En el contexto: «No se haga el ton
me dijo don Ernesto que yo era el único capaz? ¿Por qué
to».
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me advirtió más de una vez que debía frenar la corrup -Usted me dijo ...
ción de tanto pícaro a sueldo? Me dio ... Me dio las extra -Luego es cierto. ¡Es cierto lo que dicen los pe
ordinarias delante de todos ... ». Pero ellos, cosa rara -es riódicos!
túpida transformación, reverso de la zalamería y de la -Pero...
amistad- le miraron con burla y con desprecio. Quiso -¡Basta! -chilló el jefe con indignación de ma
gritar entonces: «He cumplido una orden. ¡Una orden di nos crispadas y ojos enloquecidos.
fícil! ¿Cuál es el que jode, carajo? He destapado el frau -Todos me ordenaron -murmuró el mozo en un
de ... Por la oficina... Por ustedes ... Cobardes... Marico arranque de coraje -mezcla de disculpa servicial de ma
nes ... ». Los insultos y altanería del mozo enmudecieron ma Domitila y de protesta burlona de Majestad y Pobre
. antes de nacer. Y lo que hubiera sido un reto y·un despre za.
cio fue a duras penas una mueca como de tedio y de dis Con cinismo olímpico que trataba de escamotear su
culpa. responsabilidad don Ernesto interrogó a media voz -de
Sin tregua, enloquecido por santa indignación, don sentono propicio a helar la sangre de adversario-.
Ernesto increpó a Romero y Flores: -¿Acaso yo? -¿Acaso el gran jefe, su pariente?
-Usted. ¿Qué ha hecho? ¡SU pariente que no sabe quién es usted!
-Yo... -Mi pariente -repitió el chulla Romero y Flores
-Su irresponsabilidad. Sus mentiras. sintiendo que cedía para su desgracia el resorte de la
-¿Qué... Qué mentiras? -se atrevió a interrogar trampa armada por él.
el joven hundiéndose cada vez más en el absurdo que vi -Usted no ha sido un caballero, un hombre veraz.
vía,en el absurdo que le echaban a la cara las gentes. -¿Cómo?
-¿Cómo? ¿Pregunta? -Nada tiene que ver usted con el gran jefe. Me lo
-Claro. Aquí están los papeles, las firmas, las de dijo él mismo esta mañana ante el escándalo de la prensa,
claraciones, los recibos. Y la cuenta general donde usted de la sociedad, de la Patria. Cuando le di su nombre como
podrá ver el fraude que buscaba. garantía, como disculpa, exclamó algo muy grosero, algo
-¿Yo? ¡Silencio! ¡Traiga usted eso! ¡Traiga! -ex que no me atrevo a repetir. ¡Está indignadísimo! Yo con
clamó don Ernesto apoderándose violentamente del le fié en usted pensando que obraría de acuerdo con él.
gajo que mostraba el empleado. Nunca pude imaginar...
-Señor... -Tal vez ... -murmuró Luis Alfonso con deseo de
-¡Silencio! escurrirse por una nueva mentira que sea capaz de sal
--Quiero explicarle. varle, de sostenerle. Mas, como siempre que se sentía
-¿Explicar qué? ¿La desgracia que ha caído sobre descubierto, acholado, sin cáscara en el rubor de sus
nosotros? ¿Sobre la oficina? ¿Sobre nú? sombras, le faltó audacia.
-Yo no tengo la culpa. - y claro, me ordenó su inmediata cancelación.
-¿Quién entonces? -¿Eh?
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-Sí. Está usted cancelado. Puede retirarse.
-No es justo. ¿Por qué? ¡Oh! No quiso o no pudo meditar sobre quiénes
-1·Oh'L·
. o Justo... Lo·lllJustO...
. L.Que.
'? eran los suyos. Pasó por encima de ellos, por encima de sí
-Usted... -alcanzó a suplicar el mozo, juguete de mismo. Pasó ciego de venganza. Había algo nuevo en él.
una gana vil d~ caer de rodillas, suplicando -absurdo de Su valor era otro. Se desbordaba en lucha por la integridad
mama Domitila al abrazarse con amor al desprecio de de su ser --en fantasmas y en gentes-o Del ser que apare
Majestad y Pobreza-o cía minuto bajo el disfraz de chulla aventurero, inofensivo,
-El asunto está consumado. La orden es termi gracioso. Se llevó la mano a la cara en afán subconsciente
nante. Váyase ... Váyase no más. de arrancarse algo. Hubiera preferido beber, ir por calles
y el chulla salió como un perro de la oficina. En la distintas, gritar. Pero al asomarse a la esquina de la cuadra
calle, la primera y única evidencia que ardió en su cora de la casa de mama Encarnita miró con extraño afecto a la
ventana de su cuarto.
zón fue la venganza. Tenía en su poder muchos recibos y
comprobantes, tenía también un duplicado de su trabajo. Ante Rosario no pudo mentir. A la primera pregun
¡Vengarse! ¿Vengarse de quién? ¡De todos! Alguien le ta de ella, bajó los ojos, se turbó como un niño y contó to
do lo sucedido en la oficina.
haría justicia. Las gentes honradas. Pero quienes eran
honrados para los otros no eran para él. ¿Qué hacer, en -Alguien nos hará justicia ---consoló la mujer
tonces? ¿Declararse culpable? ¿De qué? ¿De haber de buscando ayuda en el tono cálido de su voz, en la ternura
nunciado el cinismo de la ratería en un mundo poblado de de su cuerpo maduro -vientre deforme, párpados hin
rateros? Movió la cabeza con violencia. Despertaron sus chados, sobre la nuca recogido el pelo, pálido el rostro-.
fantasmas. «Guagua... Guagüito no les hagas caso. Asi -¿Alguien? ¡Oh! Pero comnigo se han puesto
mismo son. Todo para ellos. El aire, el sol, la tierra, Taita -afirmó el mozo recobrando su actitud altanera.
Dios. Si alguien se atreve a reclamar algo para mantener Ella murmuró entonces en voz baja:
-Cálmate. Es mejor...
-¿Dónde?
Una especie de alegre seguridad por haber com
-Donde el Chivo. Está cerca. partido con alguien aquello de: «Tiene derecho a parir...
Una vez instalados en la cantina -negocio con Es hembra, carajo... Hembra como todas las hembras ... »,
ambiciones de bar, de refugio clandestino, de abacería-, embargó al mozo al abandonar el consultorio. ¿Quién po
el anfitrión pidió canelazos, algo de comer y unas cc::rve día privarle del recurso de ir bajo la lluvia dando voces?
zas. Se escaparon veloces los minutos, las horas. Mas, en Nadie.
derecho. Nosotros tenemos que obedecer. Tenemos que mo rincón. Tienen que apoderarse de todos los papeles
gobernar. Es urgente, urgentísimo que se le desplume al sospechosos. Tienen que traer al tipo sea como sea. Aquí
ladrón de todo documento, de todo papel, de todo com le haremos cantar. ¡Es importantísimo! ¿Entendido, mu
chachos?
probante que bien pudiera engañar al público o armar de
-Entendido, jefe.
calumnias a nuestros enemigos ... El trabajo debe ser níti
do para que la gente crea, para que la gente nos dé la ra Bajo la lluvia llegaron en un automóvil los cinco .
hombres frente a la casa de mama Encarnita. Cruzaron el
zón. ¡Pronto! Antes de que... Esta vez podemos descubrir
grandes cosas. - zaguán. Golpearon en el cuarto del chulla.
Al recibir la orden, el jefe de Seguridad Pública tu -¿Quién es? -interrogó Rosario con voz temero
sa que parecía abrirse paso entre quejas agudas.
vo la certeza de que el asunto marcharía sobre rieles.
-Queremos hablar.
Como en los casos mayores -rapto con premeditación y
-No puedo.
alevosía al político peligroso, allanamiento de la casa del
-¡ Un momentito no más!
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-¿Para qué? nen que apoderarse de todos los papeles sospechosos»,
-Somos de la policía. había gritado el jefe de Seguridad Pública. Luego ...
-¿De la policía? -¿Quién lleva esto a la oficina? -interrogó, ladi
-¡Pronto! -advirtieron los agentes empujando no y desafiante, el «Palanqueta» Buenaño, excitando con
con violencia la puerta. Saltó la aldaba. habilidad sinuosa el esbirrismo de sus compañeros.
Asustada al ver frente a ella a cinco desconocidos, -¡Yo! ¿Difícil será, pes? -murmuró el «Mapa
Rosario no pudo gritar. Le faltó la voz. No pudo moverse. guira» Durango apoderándose del montón de papeles,
Le temblaban las piernas. Enloquecida por el miedo, ago dispuesto a recibir cualquier orden con tal de no abando
tada por los dolores que a esas alturas eran más frecuen nar la presa que bien podía darle el ascenso.
tes, pensando en lo peor -la traición o la desgracia del -Bueno. Si quiere llevar, recoja pes.
arnante-, sin oír bien ni poder decir otra cosa que <<Ma -¿Todito?
mitica ... Mamitica ... », cayó en el diván. -Nosotros nos quedamos hasta que caiga el joven.
-Somos de la policía. Buscamos a su... Bueno a Tiene que regresar al nido. Dos en el corredor para vigilar
su marido o lo que sea. No es gran cosa. Unas declara que no salga la señorita o señora que sea. Dos en la
ciones -informó el «Palanqueta» Buenaño con aires de puerta de calle. En cuanto asome se jode. Hechos los
mandón y sonrisa tenebrosa. pendejos hemos de estar. Como que nada. Áhora que me
- y unos papeles también. Unos papeles que te.., acuerdo, llevarase no más el automóvil. El jefe se pone
nemos que llevamos --concluyeron en coro los otros. caliente cuando le falta su movilidad.
-Mamitica. -Sí, pes.
-Tenemos que cumplir órdenes, señora. -Ojalá nos desocupemos temprano.
-Mamitica... -¿Temprano? Será a la noche.
-Hasta que llegue el pájaro sería bueno... -A la media noche.
-Recoger todo lo sospechoso. -Tengo que quedarme porque conozco al chulla
-A buscar, entonces. --concluyó el <<Palanqueta» Buenaño dándose importan
Sin tomar en cuenta la angustia temblorosa y muda cia.
de la mujer que miraba en éxtasis de ojos desesperados, -Yo también, pes.
se lanzaron los cinco pesquisas como ratas enloquecidas -Más conocido que la ruda. Adefesio.
por los rincones, se metieron debajo de la cama, revolvie -Ojo chiquito, vivo. Gran puñete. Chivista un
ron las cosas del bául, escarbaron en la ropa sucia, en los diablo. Recién no más estaba encamotado con una vaga
palos viejos, olfatearon tras de los muebles, destriparon el del barrio del Cebollar l .
colchón, estrujaron la almohada. Al final, echaron sobre
la mesa del centro lo que ellos creían el cuerpo del delito: I En todo este episodio de los policías abunda el lenguaje de jerga:
una colección de recibos inútiles, de copias sin importan gran puñete: duro para pegar; cbivista un diablo: pendenciero de
peso; estar encamotado: estar en juegos amorosos...
cia, de cartas familiares, de recortes de periódicos. «Tie
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Rosario que hasta entonces había pennanecido en congregados en el patio, husmeaban sin rubor los motivos
silencio, mirando con idiota indiferencia el trabajo vil de y detalles del atropello al cuarto del chulla. Espectáculo
los hombres sobre su pequeño refugio, estalló en llanto que a fuerza de experiencias en carne propia -desalojo
histérico al notar que el «Mapaguira» Durango cargaba por alquileres impagos, allanamiento por raterías colecti
con todo lo que bien podía ser el cadáver de la fortuna de vas, embargos por viejas deudas, persecución por peca
su amante. dos propios y ajenos-, les ardía en la sangre y les unía
-Ay... Ay...Ay... en un diálogo de odio sin palabras. Un diálogo en el cual,
-Nosotros cumplimos órdenes, señora. Calle no el deseo de golpear a los verdugos, el ansia de gritar en
más. favor del caído, se expresaba en taimado juego de gestos
-No le ha de pasar nada. Estando como está, al parecer intrascendentes:
¿quién, pes? «Ave María lo que pasa». «¿Será por la carishina
-Semejante bombo. Imposible aprovechar el ricu que quiere parir?». «¿Será por el chulla que quiere con su
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rishca. Lástima de barriga. mal natural tirar prosa ?». «¿Será por nosotros, carajo?
-Lástima de piernas. Con el chulla, con la carishina y con todos ... ». «Nos qui
-Lástima de cuerpo. tan el honor. Nos quitan la sangre. Nos quitan el centa
-De todo mismo. Chulla bandido. No dejar nada vo». «Así fue conmigo. Así fue con el Tomás. Así fue
para el prójimo. con el herrero del barrio de la Tola. Así con el shur02 Mal
-Para el cristiano sufrido. donado. Así con el compadre de la imprenta que quiso
El sarcasmo libidinoso de los cholos pesquisas hacerse caballero de purito negocio». «Ganas dan de
agravó la desesperación de la mujer. Pero los dolores del morder. Ganas dan de matar. Ganas dan... ¡Jesús me am
parto sustituyeron a la algazara de la lágrimas por una pare! Un montón de huesos y de carne para los perros».
pausa de palidez cadavérica, de queja gutural, de manos Por contagio virulento -veneno en el alma del
crispadas sobre el vientre: chisme, de la maldición, del comentario, de la queja- la
..,-Oooh... amargura de los testigos se regó por el barrio en diversas
-Creo que va a parir. formas:
-¿Parir? Se hace no más. Defensa de hembra ma -En el cuarto del chulla fue.
ñosa. -Solitica estaba la carishina.
-No creo. Salgamos. -Cinco pesquisas llegaron.
-Dos aquí y dos afuera. -Cinco grandotes.
-Todos afuera. -Cinco sin corazón.
-Como en guerrilla.
A pesar de la lluvia -sólo había disminuido en el
l. tirar prosa: presumir.
incrustarse en las tablas que obstaculizaban su fuga. Alguien que respiraba como fuelle roto cerró desde
¿Quién era capaz de ayudarle? Estaba solo. Solo. ¿Truta el interior el generoso escape -llaves, trancas, mue
Dios? Siempre fue para él la sombra de Majestad y Po bIes-, mientras una mano pequeña, áspera -mujer de
breza en tamaño gigante. ¿Y los hombres? ¡Absurdo! Le cocina y fregadero--, apoderándose a tientas del fugitivo
le dirigió entre la oscuridad.
-¡De la policía!
-jUuuy! culpa que nos ata al grupo humano del que procedemos, a
-¡Diablo resbaloso!
-¡Echamos la puerta abajo!
-¡Chulla bandido!
-¡Somos de la policía!
camisa y saco sin botones, zapatos sin medias, trabajo sin libre. ¡Libre! Me gano la vida sudando tieso. ¡No soy un
con ese saco de héroe en desgracia, con esa gorra de mu -Chulla bandido.
Ella me necesita... Es mi mujer... Mientras los pesquisas -¿No será el cuerpo del delito?
hurgan en la basura le hablaré desde la ventana. Le daré... -¿Qué es, pea? Los papeles eran ...
«Cuidado guagua. Guagüitico ... ¡Cuidado! Son traicione, -Una rebusquita que llaman.
ros. Saltó entonces a la otra vereda hasta distinguir el Al principio creyeron los pesquisas que la mujer
hueco del postigo abierto. Todo parecía tranquilo. Sin callaría pronto. Desgraciadamente no fue así. La queja
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angustiosa, cáustica, creció poco a poco. Creció sin con dolor de patada en los huevos». «Parece que las entrañas
trol. se le desgarran». «Todas las mujeres tenemos ... Es nues
Mientras él estuvo al amparo de los vecinos, muy tro destino ... A veces Taita Dios priva de hijos a las ca
cerca de ella, Rosario pudo resistir mordiendo las cobijas, rishinas». «Tantas pendejadas para no más de moriD>.
las sábanas, apretando los dientes y los puños, estrangu «Parece que se ahoga». «Soledad y desamparo».
lando el llanto. Pero después, cuando a la desesperación -Aaay... ¡Aaay!
de no saber del fugitivo y al recelo a los hombres que Rosario cerró los ojos y arrimándose a uno de los
conversaban en la puerta, se unió el tormento físico -las pilares de la cama trató de recobrar el aliento. Se sentía
caderas abriéndose en los huesos, en los tendones, en los terriblemente sola. Hizo un gesto desesperado para ocul
nervios; el vientre latiendo en los riñones, en el corazón, tar la cabeza entre los brazos como si estuviera defen
en la garganta, en las sienes; el sudor frío empapando los .diéndose de un animal feroz, y se quedó· así sometida al
muslos, la espalda, la frente-, no pudo detener el la martirio de su realidad. «Nadie ... Yo sabía que él... Yo le
mento gutural, clamoroso, que le obligaba a abrir la boca dije... », pensó con lacerante angustia de náufrago que se
en anda de alivio, a cerrar los ojos en mueca trágica, a hunde sin testigos, que se hunde ante la indiferencia de
crispar los dedos. una noche impenetrable. Entre tanto, afuera, su grito, re
-Aaay... ¡Aaay! torciéndose y golpeando en la ayuda indeci.sa del vecin
dario había canalizado las dispersas opiniones del primer
A corto plazo, toda ella no fue sino un vasto cla
momento en un plan atrevido:
mor jadeante que golpeaba en la compasión del vecindario,
«Ahora, carajo». «¿Qué hacemos aquí parados co
y que, al pensar en su cuerpo, lo hacía en tercera persona:
mo fantasmas?» «Hemos venido por nuestra propia vo
«Pobrecito... Hinchado. Deforme. Ojos ensombrecidos.
luntad». «Tiene que pariD>. «Como las indias entre la ma
Manos y pies hidrópicos. Temblando como un pájaro pri leza del monte, a la orilla de algún río, en la soledad de la
sionero. DeDil. Blando. Aplaza al final de cada grito la choza». «Como animal». «¡No! Debe parir como gente
gana de morir. ¿Por qué no se rebela? Toda pasión, todo blanca». «Su grito me duele en el vientre, en la cadera, en
sentimiento, toda fe, todo ideal, todo placer, todo vicio, lo que tengo de mujeD>. «Hay que socorrerle». «Puede
soporta macerándose cruelmente». torcer el pico la pobre». «Tenemos que pasar sobre los
-Aaay... ¡Aaay! hombres que le cuidan». «Podemos ... Somos muchos ...
Al impulso de una especie de solidaridad sin pala Somos fuertes ... Estamos unidos ... ». «Ahora, carajo».
bras se fueron congregando en silencio los vecinos frente -Aaay... ¡Aaay!
al cuarto de la parturienta. A nadie se le ocurrió en el Sin darse cuenta, arrastrados por una fuerza de
primer momento avanzar más allá de donde se podía ob compasión y desafío, los veCinos de la escucha avanzaron
servar sin ser visto por los pesquisas: unos pasos hacia el patio.
«¿Será de pena por el chulla?» ~<¿Será de cólera?» -¿Qué quieren? ¿Qué buscan? N6sotros estamos
«Asimismo chillan las hembras por cualquier pendejada». aquí para cuidar... Para que no entre nadie -advirtió con
«Solo al parir chillan así». «Ruge como borracho con voz alterada por la sorpresa uno de los pesquisas.
-238 -239
En respuesta, surgieron de la pequeña tropa que -¡Cuidado, carajo! -gritaron los pesquisas pen
avanzaba, palabras rotas, defonnes, incomprensibles. sando que su amenaza era suficiente para detener a esa
-¿Qué dicen? ¡Hablen claro! tropa infonne. Mas, en un abrir y cerrar de ojos, se vieron
Desde un rincón, alguien, en tono cavernoso de rodeados y desarmados, DÚentras las mujeres se instala
vieja experieQcia, opinó: ban -ayes, órdenes, consejos y comentarios- en el cuar
-No puede parir así nomás, 'pes. Solo los anima to de la parturienta.
les... Solo las indias... Queremos ayudarle... Debemos -Pobre vecina.
res y vilezas, los dos centinelas respondieron, cada cual --Que canúne, mejor.
-Nuestra responsabilidad es grande. Nos han di -Veremos... -dijo una vieja de follones, pelo en
cho ... Ustedes de gana se meten en cosas ajenas. trecano, manos sarmentosas, párpados enrojecidos de la
-Cada uno es cada uno. Por algo hemos de estar gañas.
nosotros aquí. El chulla es un bandido. -¡Cierto! Mama Gregoria sabe -opinaron en co
'-¡Retírense, carajo! ro las mujeres que rodeaban a Rosario dando paso a la
Al oír la disputa -las manos extendidas en urgente vieja que tenía fama de buena comadrona.
ruego, los ojos desorbitados mirando hacia la puerta -Ro Afuera entre tanto, dominados los agentes, reinaba
sario comprendió que no estaba sola, que los vecinos lu una especie de discusión en voz bcija:
charían por ella como lucharon por Luis Alfonso. -Si nos hubieran dicho de a buenas.
-Aaay... ¡Aaay! -De a buenas DÚsmo les dijimos, cholitos.
Hábilmente, deslizándose como ratas en la sombra, -¿Cuando, pes?
hombres y mujeres del vecindario, anunciaron: --Queríamos ayudar a la vecina. La pobre... Es
-Tiene derecho a parir. hembra y tiene derecho a parir.
-Conozco. Por el grito ya está coronando el guagua. -Todos tenemos derecho a algo.
-No hay nadie con ella. -.Ustedes nos comprenden. Somos de los mismos.
-Es terrible. -De los DÚsmos... Ji ... Ji... Ji ...
-No tienen corazón. -¿Acaso nosotros no tenemos derecho a trabajar
-Una que ha parido sabe... Sabe que se ve palpa en lo que nos dio la suerte?
blito la muerte, pes. -Nadie dice que no.
-Ya mismo es el grito grande. -Cumplimos órdenes.
- y nosotros aquí esperando. -Órdenes sin corazón, pes.
-¡Queremos ayudar! -No es nuestro gusto.
·240 -241
-Gusto de la plata será. cobrar. En la casa de la esquina vive. Que vayan a verle
-Bueno... Pero ahora... los guambras.
A cada opinión de los pesquisas y de los vecinos -¡Cierto! A mama Ricardina. Que vayan los guam
surgía el comentario íntimo, inconfesable, de cada uno: bras -repitieron en coro las mujeres.
«Entonces cómo te parió tu mama?». La habilidad de mama Ricardina -expresión de
«Jodidos pero con hoIlI'ID>. un carácter práctico, de un ingenio innato, de una madu
«¿Los mismos? Cholos del carajo». rez física que había superado complejos y presunciones
«No somos de los mismos. Somos caballeros de la de chola aseñorada- pudo más que las brujerias y los re
policía con autoridad». zos de la vieja de follones, pelo entrecano, manos sar
«La prosa de los pendejos. Culo verde no más ... ». mentosas, párpados enrojecidos de lagañas.
<<Desgraciados ... Cuando estén en el calabozo... En las primeras horas del amanecer -pálida la os
Cuando tengamos que hacerles declarar 10 que es y 10 que curidad, cansada la garúa- se escuchó el vagido de un
no es ... ». niño.
«¿Derecho? Derecho para perseguir a la gente, pa -¡Ya! -murmuró un pequeño grupo de cholas
ra robarle, para matarle». jóvenes que había seguido con la imaginación el desarro
«Suerte ... Rascándose la barriga y las bolsas ... ». llo del parto -la hembra en la cama, las piernas abiertas,
«Cholos brutos. Espiar es difícil. Dar palo es difí el sexo dilatándose bárbaramente, el feto resbaloso, arru
cil. Matar sin que nadie se entere es difícil». gado, sanguinolento.
«Piensan que nos llenamos de plata. Para lo que -Llora -comentó alguien.
pagan».
-Lloran al nacer, lloran al morir -<lijo una vieja.
«Silencio asquerosos».
-La pena que llega con lágrimas y se va con lá
Después de examinar entre rezos y bendiciones a la
grimas. _
enferma, la vieja de follones, pelo entrecano, manos sar
-Asimismo es.
mentosas, párpados enrojecidos de lagañas, meneó la ca
-Hijo de chulla, chulla ha de ser.
beza como quien dice: «Mala está la pobre». Luego orde
-No creo, vecina.
nó sahumar el cuarto quemando alhucema, cáscaras de
naranja, romero bendito. Había que ahuyentar al demonio -A lo mejor se hace de los futres de arriba.
que estrechaba cruelmente el útero de la concubina del -Taita cura... O militar.. O patrón grande... O se
chulla. Pero todo fue inútil. ñor de oficina...
Ante el fracaso de la anciana, la mujer del zapatero -Todos queremos ser algo. Algunos alcanzan
remendón que había permanecido inactiva y silenciosa, mismo. Otros nos quedamos no más.
hasta entonces, observando el dolor de aquel cuerpo dé -Sentirnos alguien.
bil, pálido, tembloroso, sugirió: -Por fm calló la pobre.
-A mama Ricardina Contreras, pes. Como la ma -En cambio el guagua.
no de Taita Dios es. A ella seria bueno llamarle. No ha de -Chilla como diablo.
-242 -243
En ese mismo instante, Rosario -placidez de ali Aquel <<poquito de sangre» incesante -tibia, vis
vio físico- percibió que el feto al escurrírsele se llevaba cosa- fue cobrando contornos de pesadilla en el saber de
consigo y compartía fatalmente el pulso ancestral del la comadrona y en la tranquilidad de las vecinas:
dolor desollado de la carne, de la inseguridad de la vida, -Fregada está la pobre.
del miedo a morir... -Más de una hora ha de ser que no le para.
-Es varoncito. -Que no le para la hemorragia.
-Flaco está. -Parece cosa del diablo.
--Cuidado se resbale. Se resbalan no más. -Mi sobrina murió así, pes.
-Lo que somos. Un adefesio, pes. -Mi cuñada también.
-.Después santos o demonios. Todo mezclado. -¿Qué haremos?
-Mezcla de Taita Dios. -¿Qué también haremos?
--O de uno mismo. -Dicen que es de anemia.
-¡Bañen breve al guagua! -De los desmanes del embarazo.
-Breve estamos haciendo l. -Del corazón dicen otros.
«Indefenso. Pequeño. Amarrado a la pobreza, a las -¿No será cosa de brujería?
lágrimas, a las enfermedades, al destino. ¿Por qué? ¿Qué -¿Qué haremos, mamiticas?
motivo dio? ¿De qué se le acusa? La culpa es nuestra. -Que vea la vecina del segundo patio. La zambi
Yo... ¡Corrompidaaa! Un día se quedará solo... Está solo ta, pes.
en este instante», dijo Rosario sintiendo infinita compa -¡Que le veapronto!
sión hacia el pequeño. Algo le obligó a cerrar los ojos, a Antes de que las cosas se agraven, y tomen por su
crispar las manos entre las cobijas, a respirar profunda cuenta a la enferma las brujas del vecindario, mama Ri
mente para no asfixiarse. cardina -fiel a su experiencia que chocaba de ordinario
-No sufra. Lindo está el guagua. Espérese. No se con lo sórdido y supersticioso del medio- gritó:
mueva. Todavía le baja un poquito de sangre -murmuró -¡Lo que necesita es un médico!
en tono de consuelo mama Ricardina casi al oído de la -¿Un médico?
parturienta. -Hice todo lo que sabía. Hice todo lo· que pude.
-Aaah. Pero cuando Taita Dios ...
-Espérese. Espérese veamos ... -¿ y la plata para el médico de dónde sacamos,
pes?
--Cada cual pudiera dar algo.
-¿Después de tantos sustos?
I Expresiones comunes en el habla popular ecuatoriana, sobre todo en
-¿Después de tantos apuros?
la de la Sierra: uso del adjetivo en vez del adverbio. Y, además, en -¿Después de la mala noche?
este caso, «breve» por «rápido». --Con plata y persona.
-244 -245
-Yo tengo tres sucres. ¡Aquí están! ~oncluyó
mama Ricardina ofreciendo a las gentes que le rodeaban
tres monedas sobre la palma de la mano enrojecida por el
trabajo. Aquel gesto generoso convenció a todos. Cada
cual dio lo poco que podía. Algunos hombres. y algunos
muchachos fueron en busca del médico.
barro, bajo un ancho alero de hojas de zinc, dormían, cin En la mancha de luz del alumbrado público a don
co, diez, doce personas -bultos liados en ponchos, en de se aproximaba, Luis Alfonso alcanzó a divisar a dos
costales, en periódicos-o Ante el escándalo del intruso policías. Tomó una transversal. Una transversal que, a
sacaron la cabeza bajo su concha de harapos y echaron pesar de la hora, se hallaba poblada de cholos e indios
mano a la almohada -trapos envueltos al apuro con nu borrachos. «Las guaraperías... Las guaraperías ... », se di
dos de grueso calibre y cordones de cabuya- donde es jo mientras distinguía a medias -sombras de pesadilla
condían su tesoro -maíz tostado, harina de cebada, ro gentes tendidas en el suelo, revolcándose en el lodo y en
pas viejas, pingullo de carrizo para la música mendiga, sus propios excrementos -por los rincones, arrimados a
pilches, tarros de lata, hueso de muerto o piedra de río cualquier muro, parejas enlazadas a puñetazos, a mordis
contra el hechizo-. Romero y Flores siempre había ob cos, con ganas de matar, de morir-: cholos de queja
servado con indiferencia y asco a esa gente: indios que animal y carcajada idiota, indios -acurrucados bajo el
atrapó la ciudad, pordioseros que degeneró la miseria, ni poncho- de llanto y sanjuanito de velorio. Todos al rit
ños vagabundos -durmiendo a la puerta de una iglesia, mo de una fatiga de criminal locura, como si estuviera lu
al abrigo de un portal, eillre costales de algún mercado al chando con un demonio invencible, con una fiera gigante,
aire libre-o Olor a cadáver, viscosidad de lodo podrido, en ellos y fuera de ellos.
comezón de sama y de piojos, retorcidos gestos petrifica Romero y Flores entró a la primera casa abierta
dos por la vejez, por la suciedad, por un cínico mirar -fachada de amplio corredor, poyos de zócalo en las pa
-mezcla de maldición, de pena y de ternura-.. Cínico redes, poyos de mostrador entre los pilares, viejo enluci
mirar donde Luis Alfonso sintió esa noche que se hundía do de cal, tejado de renegrido arabesco de musgo y li
como en un pantano. Saltó de nuevo sobre los cajones, quen-. También allí las gentes borrachas se estiraban y
hacia atrás. En ese mismo instante, voces sin aliento pero retorcían como en una gusanera. Cruzó el mozo aquella
de exagerada altanería, indagaron sobre el mozo: especie de tienda o galpón. Los guaraperos más resisten
-¿No vieron a un chulla bandido? tes -resistencia de los últimos en llegar- que seguían
-iPor aquí se metió! embriagándose, se encogieron como pájaros asustados al
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paso del intruso -indios en el suelo frente a una cazuela parches y zurcidos, de lazos y nudos de pabilo en las
a medio llenar de líquido amarillento, turbio, donde na- . trenzas- echaba a grandes puñados un picadillo repug
daba un pilche que a ratos se perdía de mano en mano: nánte. Un picadillo sazonado -por el olor y por los res
cholos de miserable catadura en tomo a una mesa larga, tos que se alcanzaban a distinguir sobre una mesa- con
sucia, bebiendo en jarros de lata-o plátanos podridos, cadáveres de ratas, zapatos viejos.
Al fmal de un cuarto oscuro se detuvo Luis Alfon En ese instante sonaron en la calle las voces y los
so. Unas mujeres hablaban en la cocina: pasos de los perseguidores. Sin ningún reparo, Luis Al
-De suerte hemos estado. No han venido los cha fonso entró en la cocina de la guarapería e interrogó a las
pas a joder. cholas que preparaban el brebaje señalando hacia el fon
-Es que el Telmo está de servicio por este lado. do:
El pobre tiene que hacerse patas con los jefes. Toditos -¿A dónde da esa puerta?
quieren al·go, exigen algo. A Dios gracias el negocio es -¡Jesús! A la otra calle, pes.
socorrido. -A la calle del cementerio -confirmÓ la hembra
-Solo así, comadrita. del follón desteñido y sucio.
-La otra semana me costó más de doscientos su Un tufillo a cadáver -creado por el vivo recuerdo
cres ... del negocio de guarapo- obligó al mozo a pensar en los
-¿Tanto? muertos .«Un día se tendieron, estiraron. Les fue imposi
-Por lo del indio bandido que amaneció muerto ble correr más, moverse más, odiar más, respirar más ...
en el corredor, pes. Yo en cambio ...». Separó de pronto con las manos sobre
. -Cierto. Pero esa noche ni mucho fermento pusi la cara. Se sentía cansado, profundamente cansado, pe
mos. A más de 10 ordinario, un poquito de orinas. ro ... «¡Carajo! Me obligan a decir, a declarar todo lo que
-También la vecina Pitimucha tuvo que mandar a ellos les dé la gana. Soy indispensable. Soy necesario~ al
buenos billetes. disfraz de su infamia. ¡SU infamia!», pensó en un arran
l
-¿Con el padre de sus guaguas mandaría, pes? que de cólera reconfortante, de rebeldía diabólica. La re
- y con quién más. Mi pobre Telmo, mañana le beldía que en vez de apagarse en sU corazón se encendía
toca franco. ¿Y qué fue del suyo? más y más.
-No volvió. Dicen que está con otra carishina. Por referencias de amigos, por pequeños y ocasio
«Guarichas... Guarichas...», pensó el mozo mien nales datos de prensa, por 10 que le contó una noche un
tras observaba sin ser visto por las mujeres. La una, la ratero, una noche que cayó de borracho en un calabozo de
que se refería con amor y ternura a su <<pobre Telmo» --de la policía -puerta de barrotes, paredes sucias, luz pecosa
pollera oscura, de cabellos atados con cintas, de chal ota de caca de moscas, letrina repleta de vómito, excremen
valeño sobre los hombros-, se limitaba a probar de vez tos, orinas, piso húmedo, retablo de contraventores: figu
en vez el brebaje de una enorme paila de bronce donde la ras deterioradas, torcidas, en máscara de pesadilla-, el
otra -chola de follón desteñido y sucio, de blusa llena de chulla sabía que... «Al principio parece grande, invenci
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ble nuestra voluntad para hablar o para callar, pero des: -pulso palúdico que agitaba en la sangre sospechas de
pués de que le meten a uno en la máquina, después de emboscadas y traiciones- le infundió un pavor extraño,
que le torturan, después de que le amenazan con la un pavor de carne de gallina. Varias veces fue el viento
muerte, y uno cree morir... Después de que le gritan, cien, que andaba como lagartija entre los matorrales de las cu
mil veces, lo que ellos quieren que uno diga, las cosas netas. Varias veces creyó ver lo que presentía -sombras
cambian en el alma, las palabras surgen ajenas, maldi que se estiraban para agarrarle, brazos esqueléticos, figu
tas •.• ». Algo poderoso, pesado, le aplastaba. Levantó la ras venenosas por el suelo-.:-. Mas, el crepúsculo del alba
cabeza, alzó los puños al cielo -al infinito, a la nada- y ahuyentó a los fantasmas. De pronto --explosión de sor
exhaló una queja gutural de maldición. Luego trepó por presa mortal-, por un recodo del camino, en tropa de
una calle en gradas. Pasó junto a un mercado -desde el aparecidos, surgieron más gentes capitaneadas por el <<Pa
interior echaban basura yagua lodosa-o Pasó frente a una lanqueta» Buenaño.
iglesia -puerta cerrada de gruesos aldabones, mudo cam -¿Y ahora, carajo? ¡Creyó burlarse de nosotros!
panario, talla barroca en piedra a lo alto y a lo ancho de la ¡De la autoridad! -gritó el pesquisa.
fachada-o Pasó por la portería de un convento --quiso El fugitivo, por toda respuesta, miró hacia atrás
golpear~ refugiarse en la casa de Taita Dios, como lo hi pensando con desesperación: «No me agarrarán por nada
cieron espadachines y caballeros endemoniados en viejos del mundo. ¡Lo juro! Mi poder ... Mi orgullo... ». Pero
tiempos,' pero recordó que, frailes, militares y funciona también por la retaguardia avanzaban tres policías y un
rios públicos, andaban a la sazón en complicidad de le cholo. Perdido, sin gritos -al parecer todo inútil en tales
yes, tratados y operaciones para engordar la panza-o Pa circunstancias-, Luis Alfonso ganó de un salto el filo
só por una callejuela, entre mugrosos burdeles -tiendas del barranco. Observó con furia de desafío a los hombres
en penumbra, en hediondez, en disimulo, en agobio de qUe se le acercaban. <<Desgraciados. Si se atreven, me ti
pecado que ofrece poco placer y mucho riesgo--. Pasó ro. ¿No contaron con eso, verdad? ¿Me creen incapaz?
por todas partes... Ahora es distinto», pensó. Estaba dispuesto a arriesgar lo
Un viento cortante:-cargado de humedad de pára único que tenía, su vida. Incrédulos, cautelosos como si
mo le anunció el amanecer. Seguro de que todo ocurriría fueran en busca de una bestia arisca, trataron de aproxi
como hasta entonces, el mozo trató de orientarse, de ol marse los perseguidores.
fatear. El rumor de la vida urbana fluía desde abajo hacia -¡Cuidado! -gritó el chulla sintiendo que taril
la bóveda del cielo que empezaba a tomarse opalescente. bién sus voces ancestrales estaban con él. Misteriosa
Con rara angustia de abandono, se dio cuenta que habían mente su rebeldía les había cambiado, les había transfor
desaparecido los pasos y las voces de sus perseguidores. mado, fundiéndolas en apoyo del coraje de su libertad
Comprobó que iba por un camino peligroso, lleno de cur para... Majestad y Pobreza, en tono de orden sin doble
vas, solitario -a la izquierda la muralla de la montaña, a ces: «¡Salta, carajo! Necesitan gente acoquinada por el
la derecha el despeñadero por donde trepaban corrales, temor, por el hambre, por la ignorancia, por la vergüenza
techos, tapias, en anarquía de enredadera-o O silencio de raza esclava, para justificar sus infamias. Necesitan
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verdugos y víctimas a la vez. Niegan lo que almnan o el «Palanqueta» Buenaño y ordenó a la gente que le ro
tratan de afirmar... El futuro ... ¡Salta, hijo!». Y mama Do deaba:
mitila, en grito salvaje, cargado de amargas venganzas. -Iremos por la otra calle. Ya sé donde está el
«Por la pendiente. Pegado a la peña. Los ojos cerrados. pendejo. Conmigo se ha puesto.
Búrlate de ellos. De sus torturas, de su injusticia, de su - y si a lo peor
poder. No permitas que siempre... Como hicieron con los -¿Qué,pes?
abuelos de nuestros abuelos... Vos eres otra cosa, gua -Se ha jodido.
güitico... Vos eres lo que debes ser... La tierra está suave -Hierba mala nunca muere. Vamos.
y lodosa por la tempestad... La tierra es buena... ¡Nuestra
mama!». Y antes de que las manos de la autoridad le ***
atrapen, el chulla Romero y Flores,· a pesar de sus mús
culos cansados, a pesar de sus recuerdos y de sus am Al llegar el médico, Rosario respiraba con dificul
biciones, ciego de furia, exaltada su libertad para vencer tad.
aun a costa de la vida, saltó por la pendiente con un ca -Aquí, doctor. Aquicito.
rajo al viento. -Véale no más. No le para la sangre desde que
-¡Ve, pes! parió.
-¡Qué bruto! -La sangre. La sangre.
-¡No era para tanto! Mientras los vecinos hablaban a media voz, el fa
-Valiente, el bandido. cultativo, hombre maduro, sereno y prolijo, auscultó a la
-Se fregó. enfenna. Al mirar al desconocido y sentir sus manos, Ro
-A mí que no me busquen como testigo. sario lanzó una queja.
-A mí tampoco. -No es nada. Veremos... Veremos... -dijo el mé
-A lo peor nos hacen declarar. dico al terminar el examen, y con sonrisa amable -me
-.Eso es fijo, cholito. cánica y forzada- consoló a la parida. Mas, al platicar
-Alguien tiene. que cargar con la chaucha l. junto a la puerta del cuarto con mama Ricardina y un co
-¿Quién lo empujó? ¿Quién le siguió? ¿Quién lo ro de mujeres, les manifestó la gravedad del caso.
obligó? -¿Entonces?
«Vivo o muerto. Vivo o muerto le llevo a la cárcel, -¿Ustedes son parientes?
carajo. No se burla de mí. ¡Nadie se ha burlado!», se dijo -No. Vecinas no más. Comedidas, pes. ¿Morirá,
doctorcito?
-Creo que sí.
-¿Sí?
I chaucha: en el Ecuador se conoce con este nombre a la ganancia
obtenida por la ejecución de un trabajo ocasional.
-Está mal. Me llamaron muy tarde.
-¿Y ahora el chulla? ¿Le agarrarían? ¿Estará preso?
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-Dios nos guarde. -¿No les dará remordimiento a los esbirros de to
-Que me traigan esta inyección. ¡Pronto! -con do esto?
cluyó el médico entregando una receta. Una receta que, al -¿No les quemará las entrañas?
pasar de mano en mano con la noticia trágica de la grave -Se hacen los que no oyen.
dad de Rosario, produjo en el remanso bisbiseante y so -Sería de matar.
ñoliento en el cual había caído la murmuración del vecin --Sería de echarles a la calle.
dario, un despertar como de protesta y amenaza: -¡A la calle, carajoJ -chilló un viejo mirando des
-La culpa es de ellos, carajo. caradamente a los pesquisas.
-¿De ellos? ¿Quiénes? -Se hacen los buenos.
-.¡Ellos! -Los humildes.
-¡Ah! Los que no son pobres como nosotros. -Hasta que nos calentemos no más.
-Pero la culpa también es nuestra, cholito. -Hasta que nos pongamos de a malas.
-¿Por qué, pes? -Hasta que olvidemos el cristiano de adentro.
-Eso nos preguntamos siempre. -Hasta que nos salga el indio.
-Siempre. El «Chaguarquero» Tipán y el «Sapo» Benítez,
-Morir. Morir la vecina. fingiendo indiferencia -la vista baja, la bondad cho
-No es justo. rreando de la jeta-, hicieron como que no oían, como
-Ni justo tampoco, pes. que no era con ellos. Y aprovechando un instante de des
-¿Qué está diciendo? Medio raro le noto. cuido, huyeron en silencio.
-Ella descansará. -Salimos a tiempo -comentó el uno al torcer la
-Todos descansaremos. primera esquina.
-El alma del pobre no descansa ni bajo tierra. -,-Yo sudaba.
-¿Cómo ha de descansar dejando al guagua soli -¿Y quién no sintiéndose en las delgaditas?
tico? -Todo era contra nosotros, pes.
-Guagcho. -Nos vieron la cara.
-Para los huérfanos de San Carlos. -La cara de pendejos.
-Si nosotros... Si nosotros pudiéramos ... ·-Capaces de achacamos el muerto.
-¿Qué, pes? ¿Criarle? Con los nuestros no sabe -Porque la hembra ya mismo ...
mos qué hacer, dónde meterles, dónde olvidarles. -Ya mismo tuerce el pico.
-Mamitica. No diga así. -¡Carajo! Así tenemos que decir aljefe.
-El chulla ha de poder no más. -Sin pendejada.
-El chulla es siempre el chulla, vecinita. Tiene -Estará en la oficina?
primero que hacerse hombre para criar al hijo. -No creo. Las siete no más han de ser.
-Hombre para enterrar a la conviviente. -Podemos verle en la casa, entonces.
-260 -261
-¿En la casa de la moza? acuerdo --definitivo y mayor que otras veces- entre sus
-En cualquiera. Yo conozco ambas. fantasmas ancestrales. Su tragedia íntima --candentes
-Yo también, pes. rubores por un pecado original donde no intervino, co
bardes anhelos de caballero adinerado, estúpidas imita
*** ciones- era en verdad cosa primitiva e ingenua ante el
riesgo que acaba de pasar, ante las urgencias dolorosas de
Al abrir los ojos -lenta y brumosa evaporación de Rosario, ante la esperanza de un hijo. Extraña prudencia
la inconsciencia-, lo primero que alcanzó a distinguir afianzábase minuto a minuto en su espíritu procurándole
Romero y Flores fue el techo -manchas de viejas gote un perfil nuevo, auténtico. ¿Y el disfraz de chulla de por
ras, almácigo de moscas-o Luego en la pared, un cuadro venir, pulcro, decente? Se llevaron los vecinos de la casa
pudorosamente cubierto con velo sucio --cometa y alas de mama Encarnita, la generosidad de las gentes pobres,
de San Vicente-, fotografías ampliadas de mujeres des la gana de morir frente al atropello, al engaño, al abuso.
nudas dentro de círculos de inscripciones y dibujos por Vio claro. Tenía que luchar contra un mundo absurdo.
nográficos a lápiz -rúbrica espontánea y sicalíptica de la Estaba luchando. ¿Cómo? Trató de levantarse. Un dolor
clientela- un irrigador renegrido por el uso. En el piso agudo en todo el cuerpo le retuvo tendido en el diván
de costal descolorido: colillas, corchos, algodones. En el donde durmió más de una vez -noches'de sucia cabro~
aire, olor a engrudo, a ostras guardadas, a tabaco, a hom nería a las que él llamaba con orgullo: «de bohemia ga
bre borracho, a pantano, a selva. El mozo creyó recono lante>>-- la borrachera costeada por cualquier tipo de as
cer a las gentes que le miraban. Tres mujeres mal cubier censo legal o ilegal. En el diván donde muchas ocasiones,
tas -exhibiendo por la abertura normal o por los des al amanecer, se unió a la prostituta que decía quererle,
garrones anormales en lo que ellas usaban como batas de gozar solo con él, después de su trabajo mecánico, asque
casa, el chuchaqui ascendente e incurable de unos senos roso, con latifundistas hediondos, militares pesados y
chirles, de unas carnes flojas, de unas piernas esqueléti comerciantes exigentes.
cas, de un sexo húmedo de inmundicias viscosas como Ante los esfuerzos del fugitivo por levantarse la
ojo de pordiosero--, y un hombre joven en mangas de «Bellahilacha» con devoción maternal, murmuro acer
camisa. Una de ellas podía ser -hechizo de excitante cándose a Romero y Flores:
angustia en el recuerdo de nauseabundos contagios-o -No te muevas. A lo peor tienes algo roto en el
¿Quién? La «Bellahilacha». ¿Y las otras? La «Capulí» y esqueleto. ¿Qué te pasó? ¿Qué hiciste? ¿Estabas borra
la «Pondosiqui». ¿Y el mozo? El mozo era Víctor Lon cho? ¿Rodaste desde el cerro? Como un muerto te en
doño, el chulla tahur. «Estoy vivo. Vivo después de todo. contramos en el patio. Felizmente habías caído en el lodo,
¿Por qué? Quise morir... La pendiente... El lodo... Las en la basura.
ramas...», recordó Luis Alfonso entre sombras que se La «Capulí», la «Pondosiqui» y' el chulla tahur,
iban diluyendo. Y cuando se despejó totalmente su con intervinieron a su vez:
ciencia percibió una dulce complicidad, un doloroso -Queremos ayudarte. Somos tus amigos. Habla.
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El aludido movió la cabeza, y en pocas palabras De inmediato tranquilizó a las prostitutas que caca
explicó los detalles de su fuga. Luego concluyó: reaban en su torno, y dirigiéndose al chulla tahur, con
-Ella me necesita. Está sola. Le dejé sola. Debe mimos de hembra doctorada en zalamerías, sugirió:
-Los policías, los pesquisas, las gentes ... Ustedes -¿Eh? -exclamó Víctor Londoño dando un paso
-Sí. En efecto -murmuró la «Bellahilacha» bajo -Si le agarran aquí iremos todos a parar en la cár
la acción de un generoso proyecto que brillaba en sus ce!.
ojos mirando y remirando al chulla tahur. -Carajo. ¿Pero que puedo hacer yo?
En ese mismo instante, una criada de trenzas flojas, -Sustituirle. ¿Me entiendes? Engañar a estos co
abotagada de sueño, zapatos de segundo pie -tacos tor judos. Huir como si fueras él.
cidos, dos números más grandes-, anunció desde el co -¡Oh! ¿Así? ¿En mangas de camisa? -dijo el po
rredor en tono de chisme y en mímica de escándalo: sible héroe buscando sacar provecho de la aventura. Sus
-Unos hombres están golpeando en la puerta de la papeles, su cartera, su americana, su chaleco, su sombre
calle. Yo les vi clarito por la rendija. De la policía pare ro, que se hallaban desde la víspera en manos de una de
de levantarse. Había perdido la fuerza, la agilidad. Le pe -Te disfrazaremos con la ropa del pobre Luchito.
-v lo que... -Mamitico.
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A la tarde murió Rosario. Fue solo una leve con -Marnitica.
tracción, un doloroso estremecimiento en la piel. Alguien -Bonitica.
se había llevado del cuerpo de la mujer, sin ruido y sin -Vecinita.
reclamo, la luz de sus ojos, el aliento de su boca, el pulso -Ojalá Taita Dios haya tenido misericordia.
de su sangre, la gracia de su rostro. Luis Alfonso, miran -Si no tiene con los pobres, con quién ha de tener,
do en silencio, inmóvil al pie de la cama, sintió que sus pes.
entrañas se contraían en una maldición, balanceándose-a -¿Con quién, pes?
punto de naufragar- en el oleaje de los lamentos y de las -Se fue. Se adelantó.
lágrimas de las gentes comedidas. «Velorio. Velorio de -Marnitica.
indio», pensó. -Bonitica.
-Marnitica. -Vecinita.
-Bonitica. Ante aquel clamor que tenía tono y queja de san
-Vecinita. juanito de velorio de indio, el chulla -meses antes hu
-Tan buena que era. biera provocado protesta teatral- no pudo guardar las
-Como un pajarito se quedó no más. lágrimas. También brotaron de Majestad y Pobreza y de
-Se fue en plena juventud. mama Domitila. «Lloran conmigo. Al miSmo ritmo ... Se
-No le dejaron parir. le fue la sangre a la pobre. La buena y la mala. ¿La mala?
-Injusticia de los bandidos. ¿Qué mala, carajo? ¿Dónde? Quizá porque miraba de un
-El médico dijo ... Dijo ... modo tan ... Y sus ojos ... Sus ojos se cerraban al gozar, al
--Marnitica. sufrir, al implorar. ¿Ahora? Ahora también ... Pero sin
-Bonitica. placer, - sin dolor, sin imploración... El médico dijo...
-Vecinita. ¿Qué sabe el médico? Saben los pesquisas, los policías,
-Pronto era de llegar. los mendigos, las prostitutas... Robé por ella, corrí por
-No dejamos que le vea la bruja. ella, vine por ella... ¿Para qué? Está muerta... ¡Muerta!».
-Nadie tuvo caridad. De buena gana hubiera huido como antes, como siempre.
-Pero ella también, por qué no dijo, por qué no Miró hacia afuera. Irse. Respirar aire puro, sin remordi
mientos, sin responsabilidades. Ver nuevas imágenes.
gritó.
Eso le hubiera hecho mucho bien. Eso tal vez le hubiera
-Toda la noche pasó quejándose.
mitigado la honda opresión que experimentaba. Pero...
-Como guagua ñagüi 1 de la quebrada.
¡No! El nuevo ser aparecido en él-equilibrio y unión de
-Así. .. Asimismo.
todas sus sombras íntimas- era incapaz de abandonar al
cadáver. Tenía que enterrarle. Además, e~ hijo... Los hue
1 guagua ñagüi.: Icaza, en el vocabulario que solía poner al final de sos, los músculos, los nervios del mozo -rara transfor
sus novelas da la significación de <<niño tierno». mación al amparo de alguien querido que muere y de al
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guien indefenso que nace-, aferrábase a una ansia de posible! Él... Él ya no está. ¡No lo tengo ... No lo siento ... !
expiación y de hombría. Era otro. Sus manos enrojecidas, ¡A otros en cambio les dura hasta la vejez. En mí fue co
sus vestidos ajenos, su blando corazón, su cansancio. ¿Y mo un relámpago tras una forma, tras un estilo defInitivo
ella? Él no cesaba de contemplarla en su desesperante para ser alguien, para poder vivir. Alguien arriba. Al
inmovilidad, en,su absurda rigidez. parecíale estar viendo guien que robe con derecho. Como roban ellos, caraja.
algo que había visto en sus pesadillas y en sus malos pre Los que yo conozco. Ellos ... Los que conservan el chulla
sentimientos. ¡Calma singular y terrible! ¡Calma auténti bien puesto e impuesto en su farsa política, en su digni
ca con intenso poder de atracción! dad administrativa, en su virtud cristiana, en la arquitec
Antes de llegar doña Victoria, la madre de la di tura de su gloria, en la apariencia de su nobleza. El mío
funta -.supo la noticia gracias al servicio especial del fue un pendejo ... Se aplastó ... Se hizo sombra entre mis
chisme y la información del vecindario-, Luis Alfonso sombras», se dijo el mozo sin atreverse a actuar de inme
había entregado el poco dinero que le quedaba de su che diato. Fluía de su alma una amargura nueva, renovadora,
que a las gentes que se ofrecieron para contratar el entie rebelde en sus convicciones, en su sensiblidad, en la cre
rro. Por desgracia, después de muchas idas y venidas, cir encia y el poder en sí mismo, pero estaba tan cansado fí
culó a media voz el fracaso:
sicamente que se llenó de indolencia y dejó correr el
-No alcanza. pes.
tiempo. Más tarde, postrado sobre el diván, magullado el
-No alcanza, bonitico.
cuerpo, .sin recursos defInitivos en sus sombras recién
-Ni para el ataúd.
fundidas, entre la bruma del sueño y la Claridad de la vi
-Ni para la carroza.
gilia, miró llegar a doña Victoria, oyó sus lamentaciones
-De tercerá será si Dios ayuda.
exageradas, sus reproches, sus quejas, el estúpido ataque
-Ni para el nicho.
a la corrupción de los demás -él, Rosario-. Luego sin
-En el suelo mejor.
tió -escena alucmante- que la vieja se le acercaba paso
-En el suelo de los pobres, de los chagras, de los a paso, acusadora -hinchada el rostro como luna hidró
pica, crispadas las manos en dedos de garfios, encendidos
indios.
«¡Oh! Esperen por favor. No hablen así. Me deses de aquella actitud desconcertante, y buscó la disculpa le
peran. Iré a la calle otra vez. Pediré... Pediré con lágrimas vantando la cabeza para exhibir su enorme dolor, sus lá
en la garganta ... En la garganta hecha un nudo... ¿Quién grimas, su sacriflcio. En ese momento, como un desafío a
no ha exigido, un día por lo menos, que le ayuden? la razón, como un llamado a la misericordia -verdades
¿Quién no ha temblado de impotencia ante el fracaso? sin voz que saturaban el aire, oleaje de intuiciones que
¿Robar? ¿Cómo 10 hacía el chulla Romero y Flores? ¡Im removía ocultos pensamientos, recuerdos lejanos, ansias
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inconfesables-, surgieron y transformaron el pequeño en juego mis buenas y malas artes ... Por estar en perpetua
detalle de la tragedia en algo viscoso que parecía resig paradoja con mi conciencia y con mi deseo, me vi· en
narse inopinadamente, que parecía detenerse para tomar vuelto en el coraje de la honradez, de la denuncia, de la
otra dirección, que parecía humillarse, que parecía decir: fuga, del riesgo de la vida. Del riesgo de la vida donde se
«Es la vida que nos obliga... ». Y surgió desde la cama fundió defInitivamente la disputa de Majestad y Pobreza
donde reposaba el cadáver, en ráfaga de tibia evocación, y mama Domitila. La disputa hecha un ovillo. Y en vez
de hábito estremecido, impalpable: del individuo caballero, <patrón grande, su mercé>, que
«Le amé... Le amé, mamitica. Lo sabes. Lo sabe ellas deseaban foIjar, y que yo lo anhelaba con locura in
todo el mundo. Te consta. Te dije más de una vez. Perdó fantil, me quedó un hombrecito amargado y doliente, ru
nale si crees que algún mal me hizo. Me hizo mujer. miando una rebeldía incurable frente a lo que vendrá».
¡Mujer! ¿Quizá tú nunca lo fuiste? ¡Nunca! ¿Por qué? A la noche, al ritmo diligente del vecindario, llega
¡Oh! Aborá veo claro. Abora comprendo que debía entrar ron las cosas indispensables para la muerta -sacrifIcios,
en su alma, ayudarle en las cosas de su intimidad... ». empeños, ahorros de doña Victoria-: el ataúd, los cirios,
y surgió desde la cuna de trapos y cajones donde los trapos negros. Luis Alfonso entre tanto, con lejanía y
dormía el niño arrugado como rata tierna: proximidad al mismo tiempo de perspectiva en grises,
«Sin él no podría vivir. Cuando usted muera él me pudo observar, hasta el menor detalle, la escena quejosa,
ayudará, me defenderá .•. Lo que él me diga, lo que él me pesada e impasible, en la cual, la madre de la difunta y
enseñe, lo que él me ampare ... ». mama Encarnita --estaba a esas horas también mama
y surgió desde los rincones desde donde observa Encarnita-, envolvían a Rosario en una sábana sucia de
ban en silencio compungido comadres y gentes comedidas sangre para echarla en ... «La caja de basura. ¡Sí¡ Es una
-dos o tres obstaculizaron personalmente el atropello-: caja de basura... ¡Por corrompida! ¡No! No fue una co
<<Él también ha sufrido. ¡Él también! ¿Cuántas ve rrompida. En su plenitud al entregársele, en sus ansias de
ces le hemos visto disimulando su miseria? ¿Cuántas ve madre, en su miedo a morir, supe que era una mujer. ¡Mi
ces le hemos visto hacerse el gallo futre sobre su ver mujer! Que responda ahora el que gritó contra ella. Los
güenza? Todos somos culpables. Él, la difunta, nosotros, que gritaron contra ella. Mientras mi estúpida vanidad co
usted. Sea caritativa, tenga buen corazón, vieja. El po rría incansable y ciega tras bastardas formas ... ¡No le
bre ... Nadie sabe lo de nadie... ». golpeen así! ¡No! La asfIxia en la soledad... Eso es ... Para
y surgió desde Luis Alfonso, en clamor hecho un . no oler su descomposición... Se deja llevar al calor de los
tieso harapo de sueño, de angustia --cuadro que movía a cirios... Flores... Una pequeña corona. Penumbra de tédio
compasión e incitaba a pensar-: deformando a las gentes: largas, chatas, descoyuntadas.
«Hice tanto de atrevido, de superficial, de indo Ceras negras, pavesas hediondas... Las mujeres se lim
lente, de... De pronto sentí que me hundía en la costum pian los ojos, los mocos. Me miran como-si fuera la asfI
bre de una sola mujer, en la ternura de una sola mujer, en xia en la soledad. Cabecean de sueño y al despertar me
el amor de una sola mujer. ¡Ella! Abora lo confieso. Puse observan y rezan. ¿Rezan por mí? Rezan los hombres ...
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¡No! Se cuentan chismes, murmuran... ¿De nú? ¡Oh! fervor rebelde que hervía en su sangre desde... No hu
¿Qué les pasa a todos? Nada Parece que nada... ¡No soy biera podido decir desde cuándo.
yo! Allá entre las cuatro luces está el cadáver, está la po Tras la carroza -negro esqueleto sin vidrios, su
bre ... Yo soy Romero y Flores ... El chulla Romero y Flo cios dorados, penachos de viejas plumas, olor a caballo, a
res. Pero mi chulla también está encerrado, preso, se pu rosas, a cochero de opereta, a barniz de luto-, Luis Al
dre entre momias. ¡Le siento! Estoy allá y estoy aquí... fonso notó que los vecinos le acompañaban, le entendían
Como ella... Con ella». La angustia ante el espectáculo -hombres resignados, mujeres tristes-, con la misma
del velorio precipitó a Luis Alfonso en la evidencia de generosidad que le ayudaron la noche que tuvo que huir
haber abandonado parte de su ser en el ataúd. Nunca más barajándose entre las tinieblas. Tragándose las lágrimas
estaría de acuerdo con sus viejos anhelos, con sus prosas pensó: «He sido un tonto, un cobarde. ¡Sí! Les desprecié,
intrascendentes, con su disfraz, con la vergüenza de ma me repugnaban, me sentía en ellos como una maldición.
ma Domitila, con el orgullo de Majestad y Pobreza. El Hoy me siento de ellos como una esperanza, como algo
agotamiento creció en él poco a poco, y el sueño incómo propio que vuelve».
do -sentado en el diván-le hundió en extrañas pesadi Dos hombres metieron el cadáver en el nicho, cu
llas. Al despertar -frío de luz mortecina en la ventana, brieron el hueco con cemento. «Para siempre». «¡Ella
en la puerta-, escuchó a su lado a doña Victoria, a ma y ... ! Ella pudriéndose en la tierra, en la oscuridad, en la
ma Encarnita y a una vecina que platicaban sobre el re asfIXia. Yo en cambio -chulla Romero y Flores--:., trans
cién nacido. formándome ... En mi corazón, en mi sangre, en mis ner
-Pobre guagua. vios», se dijo el mozo con profundo dolor. Dolor que
-Lo que le espera. rompió definitivamente las ataduras que aprisionaban su
-La vida. libertad, y que llenó con algo auténtico lo que fue su vida
-A veces es peor que la muerte. vacía: amar y respetar por igual en el recuerdo a sus fan
-Yo... Yo tengo que criarle... Yo sé. Voluntad no tasmas ancestrales y a Rosario, defender a su hijo, inter
me falta... Siempre y cuando el padre responda con algo... pretar a sus gentes.
Siempre y cuando el padre se porte como un hombre
-afmnó desafiante la madre de la difunta mirando con
rencor al mozo.
-Juro que le defenderé, que le ayudaré en lo que
pueda. Por ella. Por DÚ. Porque me da la gana. Soy un
hombre. Eso. Un hombre. ¡Lojuro! -chilló el aludido al
impulso de un sentimiento de lucha que dio a sus ojos
brillo de lealtad sin discusión posible. Aquel juramento
no solo convenció a las mujeres, también aseguró en él,
sobre 10 acholado y contradictorio de su existencia, ese
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