Dolina - Niños Libros y Lecturas

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NI�OS LIBROS Y LECTURAS (por Alejandro Dolina)

Las novelas decimononicas sobre el Imperio Romano se esfuerzan en reconstruir la


epoca de los Cesares y apenas consiguen revelar las preferencias y gustos del siglo
XIX. Sucede que los consules, los senadores y los emperadores no pueden disimular
el acento de las tertulias parisinas, por mucho que se esfuerce el escritor. Esto
no debe dejar apuntarse como un reproche sino mas bien como una fatalidad que
conviene saber antes de la lectura.
Algo parecido sucede con los libros para chicos. Escritos desde un mundo
diferente, suelen referir historias que suenan falsas, protagonizadas por seres
lejanos e incomprensibles. Ante su propia creacion, los autores suelen afectar una
especie de perpleja benevolencia, la misma que se usa en la descripcion de las
costumbres de los salvajes.
Alguien podra decir que lo mas conveniente es que los romanos escriban sobre el
imperio, y los ni�os sobre la infancia. Objecion: los romanos no escriben ya y los
ni�os no lo hacen todavia. De unos y otros nos separa el tiempo.
Puede aducirse que mientras ningun escritor actual ha sido ciudadano del
Imperio, casi todos han sido ni�os. Sin embargo, un complicado abismo de olvidos y
falsos recuerdos parece alejarnos de nuestras emociones infantiles. Los literaros
que se fingen chicos no consiguen enga�ar a nadie.
A decir verdad, no es posible ni siquiera saber con certeza si los ni�os
disfrutan de los libros que se les preparan.
Con mucha cautela, me atreveria a apostar que no. Evocaciones que acaso invento
ahora me remiten a las historias de terror, las investigaciones de Mister Reeder,
el Padre Brown y el poema A Margarita Debayle, creaciones todas que poco tienen de
infantiles.
Me parece tambien recordar que a mis cuatro o cinco a�os escuchaba con mas
placer La Copa del Olvido o Mi Noche Triste, que las cargosas pamplinas sobre
faroleras tropezadas.
Asi, menos en forma de teoria que de sospecha, postulo que un libro que
entretiene a un chico debe ser capaz de hacerlo con un adulto. Desde luego, la
admiracion no sirve en el orden inverso: toda obra necesita una informacion previa
por parte del lector para ser comprendida. El cuento El inmortal, de Jorge Luis
Borges, resultaria mas incomprensible -o insulso- para quien desconociera la
existencia de Homero.

La medicion de un hexametro exige saber latin. Presiento, sin embargo, que


miles de cuentos y novelas pueden ser leidos sin penuria por los chicos y sin
aburrimiento por los mayores. Los ejemplos son tan contundentes que me averguenzan:
La Isla del Tesoro, los cuentos de Oscar Wilde, Las Mil y una Noches, las
maravillas y horrores de la mitologia clasica.
Frente a estas obras, los coloridos volumenes de las colecciones infantiles
resultan bastante insipidos.
A veces me palpito que muchos de estos textos son estropeados por la intencion
edificante. Alguien me dijo una vez que en verdad ocurre lo contrario: la torpeza
literaria desacredita la moraleja.

Manuel Mandeb, el poligrafo de Flores, sentia horror por las novelas


protagonizadas por ni�os. Sostenia que sus comportamientos eran poco racionales, o
lo que es peor, poco artisticos. Recomendaba insuflar a los peque�os personajes la
mayor gravedad, pues entendia que los chicos son generalmente serios y aborrecian
la socarroneria.
Mandeb creia que el amor a los ni�os era una virtud literaria capaz de redimir
cualquier defecto.

-El cari�oso esfuerzo conmueve a los pibes aunque no lo confiesen -decia-.

Me parece que el hombre de Flores adivino una gran verdad.


Cuando era chico yo sentia una emocion deliciosamente triste ante las calesitas,
los circos y los caleidoscopios. No me gustaban, no me divertian. Pero me hacian
sentir una inmensa piedad por aquellas gentes, mas inocentes que yo, que trataban
de agradarme con ingenio modesto. De entre mis juguetes infantiles recuerdo una
cimitarra de madera que me trajo mi padre. Mis juegos no incluian las gestas
sarracenas, de modo que no pude sacarle el mayor provecho. Pero alli estaba el amor
del hombre aquel que tal vez no me comprendia.
Por eso creo en el criterio de Mandeb. El amor de un poeta puede ser mas eficaz
que un buen argumento.
Mas tarde he reconocido aquellos sentimientos de la ni�ez al recibir algun
regalo demasiado humilde.
En los a�os dorados, un grupo de maestros melancolicos del barrio del Angel Gris
preparo un libro de lectura escolar diferente de todos.
Su titulo fue Tempranos Desenga�os.
Contaba con textos de Manuel Mandeb y Jorge Allen, la docente Etelia C. de Doth
y otros oscuros literatos del barrio. Tambien se procuro hacer creer que escribian
algunos ni�os, cosa que nadie llego a admitir jamas.
Muchos educadores han dicho que Tempranos Desenga�os carecia de propositos
aleccionadores. Nada mas falso. En muchas de sus p�ginas se promueve la admiracion
de ciertas conductas. Sucede -eso si- que tales conductas son precisamente aquellas
que repudian los libros infantiles convencionales. Se enaltece la inasistencia a
clase, se desprecia la aplicacion, se duda de la higiene y se festejan los
desordenes.
Hay cuentos, poesias, notas y canciones, entre las que sorprende encontrar la
milonga Cobrate y Dame el Vuelto.

Vamos a transcribir algunos textos.

LOS DEBERES DE PEDRO

Pedro se sienta en los ultimos bancos del aula, como corresponde a un chico que
desde�a la educacion y la vecindad de los poderosos. Las conspiraciones y los
batifondos nunca lo hallan ajeno. Busca el riesgo de las transgresiones y la
compa�a de los mas beligerantes. A veces lo tientan el estudio y la inteligencia.
Entonces, como quien acepta un desafio, como un acompadrada, resuelve arduos
problemas de regla de tres y cumple los dictados sin
tropiezos.
Un d�a, la maestra le acaricia el pelo tiernamente. El piensa:

- Ay se�orita... Si supiera como me gustaria regalarle una flor y darle un beso.

Pero Pedro sabe quien es y conoce su deber y su destino. Con una gambeta se
aleja del afecto inoportuno y va a buscar la gloria alla en el fondo, donde los
malandras se empe�an revoleando los tinteros para que se cumpla mejor el divino
proposito del Universo.

EJEMPLO (poesia)

Los sabios nos han dicho


que sigamos la sombra de tu paso.
Y ha sido tu destreza
la verguenza de nuestras lentitudes.

Los signos que guardaba


la efimera pizarra en su negrura
a ti no te negaron
revelaciones y sabidurias.

Los Seres que Vigilan


han sabido por ti nuestras infamias
y hallaste recompensa
en la noticia del castigo ajeno.

Ah, blanco paradigma,


luminoso, implacable compa�ero:
hoy nuevamente ha sido
postulada tu suerte como ejemplo.

El numeroso patio
tu sangre dibujada vio en el suelo
y el rumbo de mis golpes
siguio la blanca popa de tu miedo.

Asi supieron todos


despues de tu derrumbe en el recreo
las biabas que promete
mi zurda a los traidores del colegio.

LOS NI�OS PRECOCES (por Manuel Mandeb)

Algunos chicos dan frutos tempranos, no los niego. Sus padres se enorgullacen y
los exhiben entre sus familiares y conocidos, cuando no en el cine o la television.
Me atrevo a pensar -sin embargo- que no toda precocidad es auspiciosa. Empecemos
por decir que existen adultos bondadosos, agudos, valerosos o geniales. Y que
tambien los hay mediocres, hipocritas, pomposos y canallas.
El ni�o precoz recibe la visita anticipada de ciertos rasgos de la adultez.
Algunos tocan el piano como expertos profesionales, otros aprenden lenguas,
dibujan o poseen la ciencia.
Pero hay chicos cuya precocidad consiste en adquirir antes de tiempo el tono
vacio y protocolar de las conversaciones de sala de espera, y aprenden a los seis
a�os la filosofia de los tontos satisfechos.

"Asi anda el mundo, Do�a Juana..." "Que se gana discutiendo, Don Jose..."
"Hablando se entiende la gente, Carlitos..."

Tambien repiten el lenguaje de las revistas y hacen suyas las respuestas de los
reportajes mas vulgares.
Por cierto, mucha gente cree que esa es la sabiduria, y yo digo que mas sabios
son los pibes indoctos que observan con repugnancia los dialogos de los parientes
bien educados.

Ojala surjan muchos ni�os prodigio que se apropien del genio con impaciencia.
Pero para ser un papanatas, me parece que no hay apuro.

EL NI�O QUE FUE A MENOS

La se�orita Claudia le pregunta a Ferro:

-Quien fundo la ciudad de Asuncion?

Ferro lo ignora y lo confiesa. La maestra intenta por otros rumbos.

- Tissot.
- No se seniorita.
- Rossi.

Silencio. El ambiente se pone pesado porque quiza la se�orita Claudia ense�o


aquello el dia anterior.
- Maldonado.

Nada. Claudia frunce el ce�o y ensaya unos reproches generales.


Frezza, el tano Frezza, lo sabe de algun modo misterioso. Es extra�o el camino
que siguen las nociones: suelen alojarse donde menos se lo piensa.

- Nu�ez. Lopez. Dall'Asta.

Tampoco. Frezza espera, sobrador, sin levantar la mano. Cosa de manyaorejas,


piensa.
La se�orita Claudia se dirige a las ni�as y pronuncia el nombre amado. Frezza
esta muy lejos para soplar y la morocha que lo enloquece no puede contestar.
De pronto, la maestra lo mira.

- Frezza.

Y el ni�o taura, que tal vez necesita anotarse un poroto, se levanta, mira hacia
el banco de la morocha y dice casi triunfal:

- No lo se.

Si es que nadie lo sabe estara bien no saberlo. Frezza se sienta y se oye


entonces, como en una horrible blasfemia, la voz de Campos, injuriosa:

- Juan de Salazar!

Pasaron los a�os. La morocha no conocio el amor de Frezza ni tampoco su gesto


elegante y generoso.
Si alguien califica estas lecciones en alguna Libreta Celeste, Frezza tendra un
nueve. Y si ni siquiera existe esa Libreta, entonces tendra
un diez.

UNA PELEA

Me empujaron a la salida. Hubo un tumulto blanco y despues de una rapida


investigacion quede frente a frente con Carlos.

-Que empujas?

Se formo una rueda. Alguien grito:

-Fajalo...

Ni�as aterrorizadas se sumaron al grupo.


Carlos se puso muy colorado. Manos crueles lo empujaron hacia mi.
Tito, falso caudillo y sujeto temido, me dijo:

-Dale... O le tenes miedo?

Entonces le acomode una pi�a y ahora ya se que soy cobarde.

Tempranos Desenga�os no fue aprobado por las autoridades escolares.


Puede afirmarse que pocos chicos lo leyeron.
Sin embargo, como si alguien les impartiera preceptos secretos, aun hoy, en el
tiempo de Los Refutadores de Leyendas, hay ni�os que se siguen sentando en los
ultimos bancos y tambien hay hombres que lejos ya de la escuela se apartan de las
ventajas y de las oportunidades faciles.
A esos, a los del Fondo, a los que pudiendo sentarse en el primer banco lo
rechazan, a los que no figuran como ejemplos en los libros de lectura, a los
espiritus lunares, a los alumnos de coraje y honor que - segun presiento- no leen
obras como esta, a todos ellos -tardiamente- los abrazo ahora, cuando ya no me lo
impiden las mezquindades que cargue en mi ni�ez.

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