Resumen Ética
Resumen Ética
Resumen Ética
Alain Badiou
Introducción
¿Existe el hombre?
Se supone que existe un sujeto humano reconocible por todos y que posee
“derechos”. La ética consiste en preocuparse por estos derechos, en
hacerlos respetar.
Algunos principios
Se oponen 3 tesis:
1. El hombre se identifica por su pensamiento afirmativo, por las
verdades singulares de las que es capaz, por lo Inmortal que hace
de él él más resistente y más paradojal de los animales.
2. Es a partir de la capacidad positiva para el Bien, es decir, para el
tratamiento amplio de los posibles y para el rechazo del principio
conservador, aunque fuese la conservación del ser, que se
determina el Mal, y no inversamente.
3. Toda humanidad cobra raíces en la identificación por el pensamiento
de situaciones singulares. Hay sólo ética de procesos en los que se
tratan los posibles de una situación.
¿Existe el otro?
Retorno a lo Mismo
No hay un solo sujeto, sino tantos como verdades hay, y tantos tipos
subjetivos como procedimientos de verdad. En cuanto a nosotros,
señalamos cuatro “tipos” fundamentales: político, científico, artístico y
amoroso.
Según Lacan, Antígona elige ser la guardiana del criminal como tal porque
la comunidad se niega a enterrar a Polinices y ella se ve obligada a
resguardar ese ser esencial que es la Até familiar. Perpetúa, eterniza e
inmortaliza esa Até. Introduce la idea de la inmortalidad.
Los modernos estamos comprometidos con la idea de nuestra propia
mortalidad, no obstante, albergamos la secreta e inarticulable convicción de
que no somos mortales.
La idea moderna de inmortalidad aprovecha el derrumbe de nuestra
creencia en un reino eterno. Si antes se pensaba que cada obra o hazaña
fracasaba en tanto no podía sustraerse al tiempo y elevarse a la eternidad,
la modernidad repensó el acto como algo que nos da la posibilidad de
trascender el tiempo histórico dentro del tiempo. Esto es lo nuevo: esta idea
de que el acto puede salirse de la impotencia – de la inmanencia de sus
condiciones históricas- sin salirse del tiempo. Aquí el acto/ trabajo adquiere
un valor que no podía haber tenido en la época clásica. La valoración del
acto contribuyó a forjar un nuevo vínculo entre la inmortalidad y la sensación
de posteridad.
Según Feuerbach la inmortalidad extrapolada como cumplimiento de una
teoría es producto de la diferencia entre la pulsión de conocimiento que
remite al hombre en tanto especie y su insatisfecho estado actual en el
hombre individual. Freud fundamenta este concepto con el superyó. En
otras palabras, cuando el rápido y conspicuo progreso del conocimiento
moderno vuelve intolerable la participación limitada del individuo en él, la
idea de inmortalidad aparece como una manera de salvar la brecha entre la
especia y el individuo, de mitigar la insatisfacción estructural que surge de la
diferencia entre ambos. La inmortalidad niega la historia con el objeto de
instaurar un más allá espacial donde el futuro está esperando entregarse al
individuo. Este error es moderno porque anticipa recompensa basándose en
el progreso real, temporal del hombre, y no en la supuesta munificencia de
un ser eterno, se equivoca porque injustificadamente transforma un
progreso temporal todavía irrealizado en un paraíso espacial.
Para Freud la pulsión de conocimiento está ligada a la solución de la
sublimación; el problema radica en explicar cómo hace el pensamiento para
escapar de la compulsión y la inhibición, o en explicar cómo rehúye ser un
mero síntoma de sus condiciones históricas.
Según Lefort la inmortalidad y posteridad se relacionan, su conjunción se
produce a través de la noción de singularidad: la sensación de inmortalidad
demuestra estar vinculada con la conquista de un lugar que no pueda ser
arrebatado, que sea invulnerable, porque es el lugar de alguien quien, al
aceptar todo lo que hay de singular en su vida, se niega a someterse a las
coordenadas de espacio y tiempo, quien para nosotros no está muerto.
La singularidad se describe como aquello que se localiza en el espacio y en
el tiempo, y también como universal, como aquello que rechaza las
coordenadas de espacio y tiempo, que es imposible situar en el tiempo.
Esta noción de singularidad está vinculada al acto del sujeto, y se define
como moderna porque depende de la denigración de toda noción de una
instancia anterior o superior que pudiera prescribir o garantizar el acto.
Alma, eternidad, absoluto o poder patriarcal son nociones que debe ser
destruidas para que el acto pueda considerarse único y capaz de
autoimponerse su propia necesidad. Llamamos singular a todo aquello que
una vez que ha llegado a ser ostenta la extraña marca de pureza de algo
que debe ser, y por consiguiente no puede morir. Significativamente, Lefort
asocia esta noción de singularidad – que da origen a nuestra sensación de
inmortalidad- con el escritor, es decir con la sublimación. A través de la
sublimación se puede esclarecer cómo es posible que la singularidad
represente el vínculo social sin ser borrada por él.
No obstante, la eliminación de la eternidad presenta un problema único para
la edad moderna: corre el peligro de disolver a la sociedad en un alambique
temporal. Según parece algo tiene que perdurar para poder concebir el
progreso.
La clave de esta solución es la sucesión pura y continua. La sucesión es lo
único que permite que el buscador individual sea considerado e incluido en
la totalidad sin límites de la humanidad, y es también lo único que salva a la
sociedad de la pulverización del tiempo. Esta solución también mitiga la
insatisfacción estructural, la brecha insoportable entre el individuo – cuya
parte del progreso es mínima- y la posteridad – que posee en abundancia
esa misma felicidad que el individuo busca. Por último, esta solución nos
permite plantear que los límites del conocimiento humano son meramente
temporales y por lo tanto pasibles de ser eliminados poco a poco.
Hasta aquí es posible pensar que la cosa materna está perdida por falta de
un significante.
Una teoría sexual: en la etapa en la que los primeros indicios de satisfacción
sexual todavía están ligados a la ingesta de alimento, el instinto sexual
encuentra en el pecho materno un objeto sexual exterior al propio cuerpo en
Infante. Sólo más tarde el instinto pierde ese objeto, justo en la etapa,
quizás, en que el niño puede formarse una idea completa de la persona a
quien pertenece el órgano que le da satisfacción “. El niño puede formarse
una idea de la madre a través del pensamiento, pero es precisamente el
pensamiento el que obliga al niño a revocar su vínculo con ella.
El problema no radica sencillamente en que yo no pueda pensar en la
madre primordial, sino en que su pérdida abre un agujero en el ser. O bien:
no es que la madre escape a la representación o al pensamiento, si no que
el goce que me vinculaba a ella se ha perdido y esa pérdida vacía la
totalidad de mi ser.
Si no podemos olvidar ese goce que permanece unido como un todo, debe
ser porque ha quedado algún rastro de él.
La pulsión surge solamente con la introducción de otro término que tiene
consecuencias de gran alcance para nuestra manera de percibir el complejo
del Nebenmensch. El término es Vorstellungreprastentanz o “representante
ideacional”; “Vorstellungreprasentanz es lo que en el sistema inconsciente
representa, en forma de signo, la representación como función de
aprehensión. Representa la representación como función de aprehender” ...
¿Que? Responde Lacan: “lo bueno que das Ding trae consigo”; aunque en
la página anterior había insistido en que la pérdida primordial de das Ding
entraña hora perdida de ese Bien Supremo que otrora había sido la meta de
la ética clásica. Ya no hay ningún Bien Supremo como tampoco hay un Ser
que “permanezca unido como una cosa”
Lacan nos dice ahora que la representación, o el pensamiento, puede
“aprehender”, puede apropiarse por sí solo de algún bien.
Lacan fundamentará las implicaciones de la idea de
Vorstellungreprasentanz cuando diga, en alusión explícita a la pulsión: “a mi
entender, no es en esta dialéctica entre [la cosa y la cosa misma, fenómeno
y el noúmeno] la superficie y aquello que está más allá donde están
suspendidas las cosas. [...] ser.
Yo parto del hecho de qué hay algo que establece una fractura, una
bipartición, una escisión del [...] ser “La pulsión nos permite concebir la
satisfacción no siempre como algo ya perdido sino como algo que el sujeto
puede obtener.
En otras palabras, la introducción al término Vorstellungreprasentanz
coincide con una escisión que se produce en el mundo fenoménico y la
obtención de algo de goce.
Lo primero que vemos notar es que esta idea de la indiferencia de la pulsión
así el objeto externo contradice la definición de sublimación de Lacan como
“la elevación de un objeto ordinario la dignidad de la cosa “. Esta
formulación es a todas luces confusa; confunde incluso al propio Lacan llega
a fusionar sublimación e idealización. En esta instancia, el objeto ordinario
parece transformarse en la representación misma de la Cosa - del más allá
noumenico- Que ahora se concibe inaccesible. Pero también hay momentos
en que la elevación no con lleva esta función de representación si no que
entraña-revirtiendo la idea más común de sublimación-la sustitución de la
cosa pongo porque todo ordinario.
Lo que conmueve a Lacan es la extraordinaria dignidad de esas pequeñas
cajas de fósforos, la dignidad de su “ser cosas” .
Sería absurdo hablar de la dignidad del objeto el instinto, el cual, una vez
hallado, es abruptamente devorado o utilizado. El instinto es saciado por el
objeto, pero también extinguido por esa misma sociedad. El instinto y su
objeto se acaban uno al otro, por así decirlo, dado que el primero
rápidamente se sacia del último. Por otra parte, la pulsión no acaba tan
fácilmente con su objeto: sigue girando en torno a él, así como Prevert sigue
coleccionando y ordenando su creciente serio de caja de fósforos.
La pulsión no aspira, más allá del objeto ordinario, auto en la satisfacción en
el otro o en su lado más remoto. Es lo que ocurre en el caso del instinto oral,
donde la meta-la comida- utiliza para asegurar la satisfacción del hambre.
En este caso, la comida es sólo el medio que permite llenar el estómago. Sí,
por el contrario, se dice que la pulsión no tiene metas si no sólo fines, ello se
debe a que su objeto ya no es un medio de obtener satisfacción si no un fin
en sí mismo; es directamente satisfactorio.
No podría haber una definición más acertada de pulsión/ sublimación: desea
tanto lo que ocurre, que aquí lo que viene de afuera se vuelve
indiferenciable lo que escoge. Construcción y descubrimiento, pensar y ser,
pulsión y objeto están soldados. Esta definición evoca la creación pulsional
ex nihilo de un objeto, de una cosa, en ese mismo lugar donde el goce
unificado, das Ding está ausente.
Lacan arroja luz sobre esta paradoja cuando habla del “sujeto acéfalo” de la
pulsión. Si los objetos ordinarios de la obra de Jhons son en serio en cierto
modo perturbadores, no es del todo correcto decir con Steinberg que están
“liberados de sombras del hombre” o que “insinúan nuestra ausencia”. Lo
que insinúan es la ausencia de su autoconciencia egoísta que no lleva a
someternos a circunstancias externas, a las voluntades y deseos - las
preferencias- de otros, o nos mueve a sentir compasión por sus dolores y
pesares.
El afecto del goce - la satisfacción en el objeto- no es laico; sirve a través del
Don activo del amor
Hemos dicho que Antígona ejemplifica lo que Freud designa con el término
Haftbarkeit -o perseverancia-, con todas las connotaciones éticas que
despierta la palabra. Perdiste inmutable en llevar a cabo su implacable
resolución de enterrar a su hermano polinices, a pesar de las protestas de
su dócil y conservadora hermana Siemens y de la fluctuante indecisión de
su comunidad.
En otras palabras, el acto que lleva a cabo Antígona sigue la huella de la
pulsión criminal, Se aleja de las posibilidades que prescribe la comunidad y
marcha hacia lo real imposible. El hecho de que ella se vea “obligada” a
hacerlo atestigua la Zwang o compulsión de la pulsión, que es indiferente a
los criterios externos entre otros, la buena opinión de los demás-. Para lacan
no será cosa de poner otro plato en la mesa, de hacer lugar para el único
hermano que fuera excluido de los ritos de la comunidad, sino de destruir
esa comunidad misma en nombre de lo que es imposible en ella.
Lo imposible es imposible hasta de concebir en las condiciones existentes:
cómo podría entonces ser por prohibido el rol primordial de Ismene en este
drama es reflejar aquí lo que es posible-en el sentido común y corriente del
término- y señalar la naturaleza impensable del acto decisivo de su
hermana; Ismene llega al extremo de manifestar escepticismo en cuanto a
que Antígona pueda llevar acabo su atroz plan.
Lacan no se opone a la tesis de que se autodestruye si no a que responde
al puro impulso de destruir, porque esta caracterización pasa por alto la
afirmación y la satisfacción del laptop tiene su fuerza indetenible. Lo que
Antígona afirma en términos para nada ambiguos es su amor por su
hermano; amor qué, insiste, debe ser proclamado, expuesto a la luz del día.
Nos vemos invitados a saborear la tautología del amor, y quizás ahora
podamos decir en qué consiste la coincidencia, o la casi coincidencia, de la
pulsión con su objeto. Esto es lo que Lacan llaman a veces “ilusión de amor”
uno cree que el amado es todo lo que podría desear, sin reconocer el rol
que juega el amor que siente por él en la propia satisfacción. Aunque el
amor que siente por su hermano no depende de ninguna de sus cualidades,
Antígono no es indiferente a ellas; las acepta todas, amorosamente. Porque
el amor es aquello que hace amable lo que el otro es.
La frase lacaniana “amo en ti algo más que a ti”, aislada, se presta a una u
otra interpretación. Todo depende de cómo se interprete ese “algo más”. Los
defensores de la otredad absoluta verán un “inaccesible más”- amó tu
inaccesibilidad, lo que no puedo alcanzar de ti- allí donde Lacan dice que a
este “algo más” se accede a través del amor.
El amado siempre es ligeramente distinto de, o más que, sí mismo. Es este
más, este extra, lo que convierte al amado en algo más que un objeto
ordinario de mi atención.
Antes hablé de una “casi coincidencia “. La teoría de la pulsión parece
respaldarse en una serie de casi coincidencias: no sólo de la pulsión con su
objeto, sino también de la pulsión con la sublimación y el objeto externo con
el objeto a. Como si la función mismo de la pulsión Pues si abrir
continuamente pequeñas fracturas entre las cosas. Y me ata mente después
de haber dicho que la proclama del amor de Antígona se expresa en el
“carácter indestructible lo que es cierro comillas pues abrir continuamente
pequeñas fracturas entre las cosas. Y me ata mente después de haber
dicho que la proclama del amor de Antígona se expresa en el “carácter
indestructible lo que es”, Lacan agrega que “lo que es” es indestructible “a
pesar del flujo de [...] las transformaciones”. Nuevamente el ser-el “que es”,
el objeto de la pulsión - descripto como algo ligeramente distinta de sí
mismo, indistinguible del flujo de las transformaciones. La singularidad de
Polinices - lo que él es- es sinónimo de estas transformaciones de
superficie, de estas rupturas en el orden de su apariencia. La función
continúa circundando el objeto porque este último jamás es idéntico,
asimismo, nunca está escindido de sí.
Lacan No afirma que Antígona inmortaliza su hermano ni que levante un
monumento en memoria suya, sino que inmortaliza la Até familiar, ese punto
de locura donde el linaje familiar es deshecho por sí solo se derrumba.
“Inmortalizar” no significa en este caso preservar en la memoria, si no
continuar sin olvidar esa fractura vitalista que permite que uno “se vuelva
loco “, se auto disuelva en un auto transformador. No debemos confundir el
hecho de que Antígona sea inflexible en el cumplimiento de su acto con
cierta rigidez del ser. Si ella puede llevar a cabo una ruptura tan fundamental
con las leyes existentes de su comunidad, es sólo porque primero ha podido
liberarse de la ley fundamental de su propio ser. No sólo el objeto de la
pulsión se escinde sí mismo; el sujeto también he fracturado una repetición
de la pulsión.
El sujeto del análisis de Lacan es este salvaje desprendimiento de sí misma,
esta metamorfosis inhumana ante que heroica. Porque la ética del
psicoanálisis no se preocupa tanto por el otro; Si no más bien por el sujeto
que metamorfosea en el momento en que se topa con lo real de un
acontecimiento inesperado. El imperativo ético de Lacan “no te apartes de tu
deseo “, se propone como insistencia en que cada uno se amolde a su
propia historia personal. En suma, la ética del psicoanálisis se adhiere al
argumento de Kant, según el cual el progreso ético no tiene nada que ver
con la forma el progreso que promueve la industria moderna -o el “servicio
del bien “-, sino que más bien se trata un asunto personal, de la necesidad
subjetiva de ir más allá de uno mismo.
Antígona no está predestinada por el crimen de sus padres incestuosos a
cometer otro crimen similarmente trágico. El ser criminal que salvaguarda es
el de la ley misma, que contiene su propia transgresión. Ser criminal que
salvaguarda es el de la ley misma, que contiene su propia transgresión. Ella
está destinada a destruir su destino a través de su acto.
La Haftbarkeit de Antígona- Si perseverancia hasta el final o hasta la
trascendental conclusión de un acto que necesariamente va a destruirla -
Contrasta con la fixierarbeit de Creonte como conversión al progreso
moderno, o en auto- ruptura. Este contraste nos permite observar la
diferencia entre “actuar en conformidad con lo real del deseo” y actuar en
respuesta de los propios intereses, o actuar para preservar la propia
continuidad de uno consigo mismo. Lacan articula así el principio de
Fixierarbeit “seguir trabajando, el trabajo debe continuar”
En la teniente a los deseos, vuelve más tarde. Haz lo sé esperar trabajo
significa aquí algo diferente, algo opuesto al acto en tanto que, como
trabajo, jamás concluye, continúa en marcha… O más bien a la espera.
¿qué es lo que nos aleja de la satisfacción? ¿En que está fijado Creonte?
Ejemplo inhibición la mano en obsesivo, que súbitamente sin capaz de
realizar el simple acto escribir. Para liberar su mano en el flujo sus
pensamientos, a menudo se dice que la obsesivo debo primero deserotizar
el proceso de escribir y de pensar.
Nuestra versión de la sublimación pinta un cuadro diferente; la sublimación
haciendo el pensamiento del sexo sino moviendo el supuesto sujeto del
conocimiento, es decir, del otro. En efecto, la satisfacción de la pulsión a
través de la sublimación atestigua-como hemos aducido-la autonomía del
sujeto Antígona, su independencia del otro. Pero si la inhibición de la pulsión
por haber alcanzado el fin de su satisfacción testimonio nuestra
independencia, la inhibición de la mano del obsesivo-y de la fijación de creo
ante las leyes del Estado John Rivera la dependencia del goce un supuesto
sujeto de conocimiento.
Éste enunciado viene como anillo al dedo para escribir la intransigencia de
Creonte y de Antígona, dado que ambos parecen obedecer, en sentido
técnico, a una pulsión. Pero Freud distingue “este factor pulsional” particular
de aquel que produce la sublimación. ¿A qué se debe la pulsión faustiana si
ingobernable empuje? responde Freud:” es la diferencia cuantitativa del
placer de satisfacción que se demanda y el que en realidad se no tiene lo
que constituye el factor pulsional que permitiría no detenerse.
Mientras Antígona es impulsada por la satisfacción que le produce el amor
que siente por su hermano – que aporta el empuje para actuar-, Creonte es
impulsado por la idealización de la diferencia entre la satisfacción
demandada y la que se puede lograr a través del trabajo. En términos
psicoanalíticos diríamos que Creonte es impulsado por su superyó.
El superyó siempre exige más sacrificio, más trabajo, es porque el ideal que
pone frente al sujeto se mantiene en alto por una perdida que el sujeto es
incapaz de dejar atrás.
Si, como sostiene Lacan, Creonte te represente una ley suprema que no
conoce límites, si busca “lo bueno de todo sin límites” es porque su
postulado superyoico de satisfacción pura o fin absoluto se funda en el
postulado anterior de un límite externo al mundo. Este límite descompleta,
vacía, todos sus empeños, todas sus satisfacciones, y lo incita a anhelar
infructuosamente una meta que jamás alcanzará. La persecución de
polinices por Creonte más allá del límite de la muerte prefigura la
persecución del sujeto por parte de la ciencia moderna más allá de la
muerte, Aparentemente sin límite, en estados infinitamente prolongables (al
menos en principio), pase cuando. Cuando cubre el cuerpo expuesto su
hermano, Antígona se eleva de las condiciones de la nuda vida a las que
Creonte permanece sujeto
Jean ladrière
El reto de la racionalidad
Introducción