Sexorum Scientia Vulgata
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SEXORUM SCIENTIA VULGATA Joserra Landa J.G.
Agradecimientos:
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INDICE
0. Prolegómeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
1. ¿Es normal lo mio? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
2. La pequeña mirmidona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
3. Menos turbación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
4. Incitación a la excitación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
5. La química del amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
6. Virguerías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
7. Promiscuidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
8. Los monstruos del menstruo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
9. El placer de la inocencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
10. Interruptor erótico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
11. Historias anticonceptivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
12. Fallos anticonceptivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
13. Emisión y cierre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
14. Buscar y encontrar terapeuta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
15. Circunscrito a la circuncisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
16. El gozo del verbo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
17. Coito ergo sum . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
18. Miserias de la revolución sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
19. La revolución evolutiva femenina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
20. De deseada a deseante y de deseante a deseado . . . . . . . . . . . . 89
21. ¡Ya nos vale con la bandera anticonceptiva! . . . . . . . . . . . . . . . 93
22. Besame mucho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
23. El test del contoneo glúteo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
24. ¡Claro que estamos para cuentos! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
25. Intromisiones abusivas de los adultas en la sexualidad infantil 127
26. Dimensión interpersonal del pacto sexual . . . . . . . . . . . . . . . 140
27. La moral del nuevo orden sexual de occidente . . . . . . . . . . . . 151
28. Reflexiones en torno al debate
sobre el matrimonio homosexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
29. Los sexos en el aula ¿juntos o separados? . . . . . . . . . . . . . . . 175
30. Nuestra impotencia con las causas
y las causas de la impotencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Notas : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
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0. PROLEGÓMENO
Bastantes de ellos, por unas u otras cosas, han circulado por aquí y
por allá. A veces con mi conocimiento y a veces no. En medios cercanos
y predecibles alguna vez; pero también en medios del todo extraños,
otras. Unas veces sorprendiéndome de su éxito y de su circulación; otras,
avergonzándome de su difusión. Soportados, las más de las veces, por
humildes folios medio ilegibles. Incluso fotocopias de fotocopias.
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¿Es normal tener relaciones todos los días? ¿Es nornmal masturbarse
cuando se tiene pareja? ¿Es normal no alcanzar el clímax al unísono? ¿Es
normal que ella no tenga orgasmos mediante penetración y tengamos que
ayudarnos con la mano? ¿Es normal que él eyacule siempre el primero?
¿Es normal...?. Los profesionales de la Sexología escuchamos a diario
preguntas de este tipo. De hecho podría decirse que la demanda
sexológica más frecuente es: saber si esto o aquello es normal.
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Cortos
En cuestión de gustos no hay nada escrito. A los Masai les gusta que
las encías y la lengua sean oscuras. A los sirios les encantan los
entrecejos poblados. A los Mongo, que falten las cejas y las pestañas. A
los Ila, los ombligos protuberantes. A los Tiv, las pantorrillas gruesas. A
los Zande y los Ganda los pechos caídos. A los Hotentote, las nalgas
gigantes. A los chinos, los pies pequeños. A los habitantes de Isla de
Pascua, el clítoris grande. A los nativos de las Marquesas, el pubis liso.
A los Venda, los isleños de Truk, los Ponape, los Tonga y los Dahomey,
los labios menores grandes. En cada una de estas culturas hacen lo que
pueden para gustar; y cada una de ellas ha desarrollado trucos y tretas
para ello. Son culturas lejanas que a veces miramos con una mezcla de
compasión, distancia y sorpresa. Por cierto: todos ellos se ríen de
nosotros cuando saben que por aquí nos depilamos, nos tostamos al sol
o nos operamos la cara o los pechos para resultar más atractivos.
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para construir un pene con escroto o una vulva con clítoris. Conocemos
a estos "anteproyectos genitales" como: tubérculo genital, pliegues
uretrales, eminencias labioescrotales y surco urogenital.
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Cortos
Solemos creer -sobre todo los hombres- que las mujeres se masturban
introduciéndose dedos u objetos en su vagina. No es correcto. La
masturbación femenina suele producirse por estimulación directa o
indirecta del clítoris, acompañada de otras estimulaciones menos
"especializadas" (pechos, muslos, vientre, nalgas, vulva, ano, etc.). No
obstante cada cual usa las técnicas, estrategias o trucos que más le
agraden. Y se trata precisamente de eso: de explorar, de conocer y de
disfrutar.
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otro, cuando éste no tiene deseos de tener una relación sexual (con este
"truco" resuelven las situaciones en las que uno quiere y el otro no). Hay
parejas en las que la masturbación en presencia del otro es un arma
dañina que se enarbola frente a la no menos dañina arma del "déjame en
paz". Hay parejas que desearían compartir con el otro su masturbación
pero no se atreven a proponerlo. Hay muchas personas que entienden que
la masturbación es el espacio más íntimo y privado, por ello estiman que
ha de pertenecer a lo estrictamente personal y secreto.
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Durante años hemos creído que el olfato humano había perdido sus
ancestrales capacidades de reconocimiento feromonal que sí
constatábamos en otras especies. Sin embargo se han realizado
experimentos científicos que demuestran que nuestro cerebro, gracias a
la información química que llega por estas vías, es capaz de captar
feromonas clasificándolas como atractivas o repulsivas. Lo cual
condiciona nuestra conducta posterior de acercamiento o alejamiento.
Sin embargo esta información queda alojada en las zonas más recónditas
del cerebro: aquellas con las que no podemos operar racionalmente. No
obstante la conciencia de nuestras inconsciencias (de nuestro yo ciego,
de nuestros ángulos muertos) nos es de gran utilidad en la gestión de
nosotros mismos.
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Dura poco. Por fortuna esta potente droga cerebral conocida como
FEA tiene una actividad efímera. Finalizada su acción el cerebro produce
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6. VIRGUERÍAS [6]
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7. PROMISCUIDAD [8]
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Ahora bien ¿qué es ser hombre?, ¿qué, ser mujer? Pues precisamente
esa es la pregunta que da sentido a una ciencia llamada Sexología. Se
trata de una disciplina científica que se ocupa de hombres, de mujeres y
de sus relaciones.
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se pondrá agrio, las semillas que toque quedarán estériles, los injertos se
secarán, los frutos se marnchitarán y caerán las frutas del árbol bajo el
cual se siente"... "su vista opacará el brillo de los espejos, le quitará el
filo al acero y tersura al marfil". "El enjambre de abejas que pase sobre
ella morirá inmediatamente. El latón y el hierro enmohecerán y emitirán
olores desagradables. El perro que guste esta materia se volverá loco y
su mordedura será venenosa e incurable". Siglos más tarde algunos
teólogos medievales entre los que destacó San Agustín retomaron estas
patrañas. De este modo, a través sobre todo de los púlpitos y los
confesionarios, se extendieron los monstruos de Plinio por la faz de la
Tierra hasta nuestros días.
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Son muchos y muy diversos los modos a través de los cuales los
niños y niñas experimentan su sexualidad: autoestimulaciones corporales
con el fin de propiciarse placer (chuparse, rascarse, mordisquear,
masturbarse, etc.), juegos de autoexploración corporal, juegos de
exploración de los otros cuerpos (jugar a médicos, jugar a desnudarse,
etc.), juegos de adquisición de roles sexuales (jugar a casarse, a papás y
a mamás), investigaciones para la adquisición de la identidad sexual
(mirar o tocar los genitales de los adultos, comparar entre sí los genitales,
preguntar sobre ello), etc.
Los padres suelen, cada vez más, aceptar el hecho de que sus hijos
son sexuales. Sin embargo a menudo no asumen los modos a través de
los cuales sus hijos se manifiestan sexualmente. Con frecuencia escucho:
"ya sé que es normal que lo haga, pero no quiero que se esté tocando".
Es importante saber que negar la sexualidad infantil, no la suprime; solo
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Hace cuatro mil años, las mujeres egipcias de la alta nobleza usaban
una pócima compuesta de excremento de cocodrilo, mucílago
fermentado, miel y natrón que se introducían en la vagina antes del coito.
Podríamos decir que éstas fueron las primeras "cremas espermicidas" de
la Historia.
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Durante mucho tiempo el juego amoroso fue ciego por culpa de una
imposición: la oscuridad. Poco a poco se fue haciendo la luz en el
escenario amoroso. Y con ella el color, la forma, la mirada fueron
adquiriendo la extraordinaria importancia que nunca debió perderse. Sin
embargo –aún hoy- el juego amoroso suele ser mudo por otra
imposición: el silencio. Por culpa de él se nos niega –nos negamos- la
voz, la palabra, la explicitación. En fin, las muchas posibilidades del
Verbo.
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El término coito -del latín co-ire- quiere decir “ir con”, “estar con”,
“vivir con”. Pese a su etimología, en sus usos actuales, suele hacer
referencia al ayuntamiento o la cópula. En castellano los verbos ayuntar
y copular significan a su vez "juntar", "unir". Sin embargo, cuando se
habla de coito suele hacerse referencia a una sola y exclusiva forma de
“ir con”, de “estar con”, de unir o de juntar. Esta es: "penetrar",
"introducir", "meter". Tampoco cualquier cosa en cualquier sitio.
Expresamente: el pene en la vagina.
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penetración mediante? En fin que las expresiones que solemos usar son
de una pobreza inaudita.
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Ellos las quieren igualar a sí mismos. Ellos pretenden que ellas sean
sexualmente más ejecutivas y menos expresivas ("menos parloteo y que
empiece ya"), que apremien y acorten su tiempo erótico ("por qué no va
al grano sin tanto rodeo"), que genitalicen en mayor grado sus afectos
("si tanto me quiere por qué no hacemos el amor más a menudo"), que
separen en mayor medida sus sentimientos de sus sensaciones ("qué tiene
que ver estar triste con tener ganas"), que se centren más y concedan
mayor valor al orgasmo ("ahora no puedes dejarme así, sin correrme").
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dime cosas bonitas"), que enlacen las sensaciones con los sentimientos
("cómo puedes excitarte ahora"), que se centren menos en el orgasmo
("estoy harta de que me preguntes qué tal o si ya he llegado").
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Pero nos quedan aún otras dos transformaciones que, éstas sí,
ocurrieron estricta y exclusivamente en el cuerpo femenino,
reconfigurando por completo y definitivamente la erótica humana y
haciéndola del todo distinta al resto de las especies mamíferas. Los dos
cambios fundamentales que experimentaron aquellas protomujeres
fueron: sacar el clítoris fuera de la vagina y abandonar el celo
modificando la bioquímica de su deseo.
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Por supuesto que no todas, ni del mismo modo, pero las mujeres ya
no son sólo seducidas y deseadas. Por supuesto que no todos, ni del
mismo modo, pero los hombres ya no son sólo seductores y deseantes.
Como estereotipo ya no nos sirve la idea de hombres deseantes y mujeres
deseadas. Como otras muchas cosas, los papeles del deseo están dejando
de ser "unisex". Aunque luego, después de analizado con rigor y
honestidad, el cambio tampoco resulta ser tanto.
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En fin, que no todo son luces. Vamos, que también hay sombras. Y
como suele ser con las sombras, éstas nos persiguen. Al ritmo de nuestro
caminar y pegadas a los talones.
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En teoría tanto ellos como ellas pueden ser deseantes pero también
ambos pueden elegir el rol de deseables. Esta opción ahorra los temibles
y dolorosos riesgos del rechazo, del desamor, de la humillación, del
desdeño,...
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Ah, una nota final: los papeles de deseable o deseante son personajes
que jugamos en el complejo y equívoco juego del deseo. Pero el deseo
de ser deseante y el deseo de ser deseable no son roles; son exactamente
eso: deseos. No vaya a ser que acabemos confundiendo deseos con roles
y acabemos complicándolo todo todavía más de lo que está.
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1. Erótica y oralidad
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3. El instinto de besar
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Por otro lado la boca –especialmente los labios y la lengua- está llena
de receptores sensoriales eróticos y erógenos muy bien conectados con
el “cerebro emocional” y con los centros cerebrales responsables del
deseo y la excitación.
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Dicho así parecería que el beso es, sobre todo, construcción humana
y obra cultural. Sin embargo como suele ocurrir siempre respecto a
cualquier aspecto de la sexualidad humana, las cosas no son tan simples
como nos obstinamos en creer. Como ya hemos dicho la erótica –toda
ella- es en gran medida instintiva Y la oralidad –que es uno de los modos
de la erótica humana- es demasiado ancestral en nuestra especie y está
muy fuertemente anclada en nuestra propia neuroanatomía como para
que pueda explicarse estrictamente en términos de historia y cultura.
Pero en cualquier caso, la erótica humana está demasiado entretejida por
la historia y la cultura humanas como para poderse explicarse al margen
de ellas. Y esto porque las diferentes culturas han reconstruido el anhelo
interbucal humano dotándole de significados. Así que en la actualidad el
beso no es solo un hecho, sino –también- un símbolo; y no es sólo un
gesto, sino –también- un significado; no es solo un instinto, sino
–también- una costumbre.
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Hasta hace bien poco las sociedades católicas han visto en el beso
(sobre todo el interlabial; y mucho más el interlingual) motivo de
escándalo público lo cual ha dado lugar a múltiples censuras artísticas o
–peor aún- a articulaciones penales punitivas en los estados
confesionales. Sin embargo -¡qué curioso!- actualmente el beso es la
única conducta erótica abiertamente consentida en los templos católicos
postconciliares. Incluso puede llegar a ser conducta requerida frente al
mismísimo altar en las ceremonias nupciales. Allí los contrayentes, a
instancias del propio oficiante, rubrican simbólicamente su vínculo
amoroso uniendo sus labios en un emocionante, público y aplaudido
beso ritual.
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Todo lo anterior dice más de los temores que de los peligros reales.
Sin embargo desde el punto de vista de las amenazas, el beso no es del
todo inocuo. Por ello habría razones profilácticas para hacer campañas
institucionales contra el beso en general y contra el beso con intercambio
lingual en concreto. Y esto porque, desde un punto de vista estrictamente
sanitario, el beso es una conducta de alto riesgo de transmisión de todo
tipo de gérmenes que puedan transportarse bien a través de la saliva, a
través del aire o, en menor medida, a través de la sangre. Lo cual incluye
infinidad de enfermedades más o menos graves que por razones
absolutamente inexplicables no son clasificadas como Enfermedades de
Transmisión Sexual (ETS). Es curioso comprobar como la clasificación
de las otrora denominadas “enfermedades venéreas” (esto es,
enfermedades relacionadas con la hermosura, el amor y el deleite carnal)
contemplen exclusivamente a aquellas que son propiciadas por contagio
intergenital; excluyéndose expresamente las que se producen por
contacto interbucal. Y esto en una cultura, la nuestra, en la que ningún
otro gesto erótico es más venéreo y venerado que el beso.
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Por otro lado sabemos que el placer es experiencia sentida, pero ¿qué
sentimos?. El verbo sentir sirve en castellano tanto para las sensaciones
como para los sentimientos. Sin embargo unos y otras pertenecen a
universos diferentes. El latín diferenciaba entre los verbos sentire y
sensare; pero en castellano el verbo “sensar” (que los sexólogos solemos
usar) no existe. Ahora bien entenderíamos mejor lo que nos pasa, si
sintiésemos los sentimientos y sensásemos las sensaciones.
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Todos ellos son besos, y todos ellos son distintos. En cualquier caso,
a través de todos ellos, con los unos más y con los otros menos, vamos
escribiendo la historia de nuestros sentimientos y de nuestras sensaciones
más íntimas.
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4. Los pintalabios, ese subrayado lunar junto a la boca, las cada vez más
cuidadas barbas, etc. son, entre otros muchos, recursos de los cuales nos
hemos dotado para “mejorar” nuestra boca y resultar más atractivos.
Como cualquier otra protuberancia sexual invertir en ella incrementa el
valor de nuestras acciones en el mercado erótico-bursátil.
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–no todo iba a ser malo- todo parece indicar que amar y gozar mejoran
sensiblemente nuestro sistema inmunológico.
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Desde que, en los años ochenta, emergiese con fuerza el uso del
concepto género (crecientemente desligado y desdeñante del sexo) el
milenario dualismo Cultura/Naturaleza (o sus corolarios:
Innato/Aprendido; Mente/Cuerpo; divino/humano; Biología/Psicología,
etc.) se ha robustecido hasta el esperpento.
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de género. Quiero decir de ese género: o sea, del género cultural. Vamos
que no es cuestión de sexo.
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representación –este tópico- está muy extendido tanto fuera como dentro
de las fronteras sexológicas.
Pues bien, comunico con humildad que esta ciencia no hay que
inventarla. Con más o menos éxito de crítica y público está inventada
desde principios de siglo XX. Más aún, que el desconocimiento de su
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¿Y de los otros? ¿De los pélvicos? Sí, de los otros, también. Quiero
decir: “no sólo, pero también”.
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"¡Basta! -gritó el rey aturdido- ¡no quiero más gritos en esta sala
regia!". "Pero Señor -dijo el más viejo del clan genital alzándose sobre
las maltrechas puertas, primero; y trepando sobre la mesa regia, después-
tenemos tu respuesta: quiero oficialmente comunicarte que el sexo está
y son los genitales. Y sirven para los goces, para sentir y para sensar".
Y, claro, tuvo que repetir las mismas palabras en cada uno de los
idiomas de cada uno de los clanes allí reunidos, para que todos
entendiesen y callasen. "Prohibido hablar de sexo" gritó en idioma
genetista, y en idioma endocrino, y en idioma gamético-gonadal, y en
genital, y en neurológico, y en anatomo-somático. Y tanto tuvo que
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gritar que su dolor de cabeza fue en aumento. Y creció tanto el dolor que
llegó a ser más grande que su enorme cabeza. Llegó a ser un dolor más
grande que la sala entera. ¡Qué digo! El dolor acabó siendo más grande
que el castillo entero. Esto medido objetivamente, porque subjetivamente
al rey le parecía tan inmenso, creciente y oscuro como el universo
mismo.
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Cuando su jaqueca por fin remitió, mandó el rey poner en cada uno
de los laboratorios una inscripción tallada con el siguiente lema: "Me
pregunté por el sexo y conseguí sólo desorden y jaqueca. Queda, pues,
abolido el sexo".
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Cabecera
Introducción
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Hay una regla muy sensata en nuestra cultura que regula de forma
general las interacciones sexuales: la de la simetría. Según esta regla las
relaciones sexuales deben de ser simétricas. Como todas las reglas no es
perfecta, ni infalible, ni sirve siempre y en todos los casos. Pero como
criterio general es, a nuestro juicio, bastante funcional y orientador.
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A. Natural y Cultural.
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B. Igualdad - Diferencia.
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C. Público - Intimo
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Conviene recordar que Hombre y Mujer -los sexos- son dos etiquetas
(dos esquemas cognitivos también) que a lo largo de la historia hemos
ido construyendo. Esto no quiere decir que son "sólo" dos etiquetas, sino
que son "además" dos etiquetas.
Su utilidad radica en que sirven para aprehender con una sola palabra
la compleja amalgama de hechos -a veces coherentes, contradictorios
otras veces- que les subyacen.
Sin embargo son conceptos que ocultan tanto o más que lo que
muestran. Y taxativamente no son: ni lo antagónicos que suele
suponerse, ni lo excluyentes que suele creerse, ni lo complementarios
que pueden parecer.
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Ahora bien esta revolución, como otras, al tiempo que supone una
ruptura con el sistema referencial anterior, produce un tiempo anómico
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Tránsitos matrimoniales
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encontró uno que prescribiese el amor entre los cónyuges [33] y que esto
ocurría ya muy avanzado el s XVIII. Fue precisamente en aquel tiempo
prerrevolucionario francés que este cambio comenzó a fraguarse e
impregnó los tratados de moral. Por ejemplo el anónimo autor del
Catéchisme de 1785 escribiría: “Sólo de las manos del Amor deberían
recibirse los dones del Himeneo”. Hasta entonces Amor y Matrimonio
caminaron tan separados que la unión amorosa era fundamentalmente
extraconyugal. Y desde luego aconyugal.
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Ahora bien, con más o menos conciencia, con más o menos tensiones
y con más o menos contradicciones, llevamos dos siglos construyendo
este nuevo Orden Sexual. Una vez surcado este Rubicón Moral resulta
del todo evidente que hombres y mujeres constituyen la ciudadanía del
mundo y que ninguno de los sexos puede arrogarse razón o poder sobre
el otro. Resulta asimismo evidente que la ciudadanía femenina ha sido
sometida, silenciada y ninguneada y que este orden de subordinación
tiene la misma legitimidad moral que la abolida esclavitud; esto es,
ninguna. Y en razón de ello -y con propósito correctivo- parece legítima
la discriminación positiva tendente a que las mujeres sean sujetos
políticos plenos en igualdad de derechos, oportunidades y obligaciones.
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Prolegómeno
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En torno al matrimonio
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En torno a la Pareja
En torno a lo homosexual
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afirmarlo. Uno elige su orientación del deseo del mismo modo que elige
su identidad sexual, su fisionomía genital o su producción endocrina: de
ningún modo. Ahora sí, uno elige (por las razones que sean) conducirse
como mejor estime; y en razón de su libérrima voluntad puede incluso
contenerse, abstenerse o, cual es el caso ahora, civilmente casarse.
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episteme del locus genitalis; la otra, cultural (ergo cívica) y eróticista que
corresponde a la clásica episteme del Eros griego.
Contra la Contrarreforma…
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Epílogo
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Ahora bien si toda esta trifulca sirve sólo para que nos tengamos que
definir sobre la bondad de una de estas dos formas de regulación pública
de lo íntimo (la eclesial o la estatal) quizás debemos refugiarnos en la
perplejidad. Pues se trata de elegir entre lo malo y lo peor. Y aunque sea
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Introducción
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Debates entrecruzados
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Aceptado que la ciudadanía toda está hecha de los dos sexos (y que
estos conviven e interactúan incluso en el propio individuo, que es –de
si- intersexual), parece del todo sensato que los sexos convivan en las
aulas. Más aún si van a convivir en lo privado y en lo público, en las
familias y en las fábricas, en la cama y en la plaza.
Excepto que, conocido el medio escolar, uno constata que los sexos
apenas conviven. A lo sumo coinciden. Pero apenas cooperan, ni
colaboran, ni coexisten, ni dialogan, ni interactúan. Están, se ven, incluso
se oyen (escucharse, poco); pero no hablan, apenas juegan, no se
mezclan, no se tocan, no se huelen, no se entienden, no se muestran, ...
Pero sí se influyen. ¡Vaya si se influyen!.
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Colofón
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Circuito orgánico
Circuito experiencial
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Por lo tanto:
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b) en contra del monismo clínico afirmo que las causas, los efectos y los
tratamientos no son necesariamente coherentes entre sí, ni participan
necesariamente del mismo universo. Esto es, un hecho indiscutiblemente
orgánico puede producir efectos psíquicos (de hecho todos los efectos
psíquicos -lo conozcamos o no- son la expresión de un hecho orgánico);
y una estrategia psicoterápica, que puede no resultar eficaz para
modificar los efectos psíquicos pretendidos, sí pude incidir sobre las
“causas orgánicas” o producir “consecuencias orgánicas”. Y al revés, en
todas las direcciones posibles. Por ejemplo, una técnica psicoterápica
puede tener efectos analgésicos y ansiolíticos justo porque tiene efectos
a nivel de endorfinas y neurotransmisores, o porque tiene efectos
colinérgicos, aunque quizás no haya mejorado la relación marital que era
lo que se pretendía. Así mismo una inyección intracavernosa de
prostaglandina puede resolver la ansiedad de ejecución o romper el
círculo de la profecía que se autocumple o incrementar la autoestima o
mejorar sustancialmente la identidad masculina antes deficitaria u otros
efectos que no suelen ser los objetivos que quienes las prescriben suelen
pretender. Este mismo tratamiento orgánico probablemente no resuelva
el círculo de alcohol, moléculas grasas adheridas en las paredes de los
vasos, o las insuficiencias insulínicas que cooperan en las ocasionales
crisis eréctiles de hombres en cualquier caso sometidos a una sexualidad
crecientemente ejecutiva y centrada en el logro.
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NOTAS
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