TDH Mito PDF
TDH Mito PDF
TDH Mito PDF
10 y 11 de marzo de 2006
Salón de Actos del Centro del Profesorado de Sevilla
17:00: Ponencia:
TDAH: La verdad y el mito.
A cargo de D. Julián Vaquerizo. Unidad de
neuropediatría del HMI de Badajoz.
18:30: Descanso.
19:00: Ponencia:
Trastornos psicopatológicos asociados al TDAH.
Evaluación diagnóstica y neuropsicológica del
TDAH.
A cargo de D. Manuel Soriano. Universidad de Valencia.
Día 11 de Marzo
9:00: Ponencia:
Intervención en dificultades de aprendizaje en el
alumnado con TDAH.
A cargo de D. Roberto Ratón. Grupo Albor-Cohs.
10:30: Ponencia:
Intervención en problemas de conducta en el
alumnado con TDAH.
A cargo de Dª Inmaculada Moreno. Universidad de
Sevilla.
12:15: Descanso.
Consejería de Educación
Delegación Provincial de Sevilla
Centros del Profesorado de Sevilla, Castilleja de
la Cuesta, Osuna-Écija y Alcalá de Guadaíra
Trastorno de Déficit de la Atención con Hiperactividad
(TDAH): la verdad y el mito
Dr. Julián Vaquerizo Madrid
Resumen de la Conferencia ‘TDAH: la verdad y el mito’, Sevilla 10 de marzo 2006
Introducción
(ASRS-V1.1) mayores de 18 años Cuestionario auto-informado de cribado del TDAH (trastorno por déficit de
atención/hiperactividad) del adulto-V1.1 de la Entrevista diagnóstica internacional compuesta de la OMS ©
Organización Mundial de la Salud
El cuestionario autoinformado de cribado del TDAH del adulto (ASRS v1.1) y el sistema de
calificación se desarrollaron conjuntamente con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el
Grupo de Trabajo sobre el TDAH del adulto. Las investigaciones sugieren que los síntomas del
TDAH pueden persistir hasta la edad adulta y tener un impacto significativo sobre las
relaciones personales, la trayectoria profesional y hasta la seguridad personal de los pacientes
que sufren este trastorno. 1-4 Debido a que muchas veces este trastorno no se comprende bien,
muchas personas que lo padecen no reciben el tratamiento adecuado y, como resultado, nunca
alcanzan su máximo potencial. Parte del problema es que puede ser difícil de diagnosticar,
particularmente en los adultos.
Referencias:
1. Schweitzer, J.B., Cummins, T.K., Kant, C.A. Attention-deficit/hyperactivity disorder. Med Clin
North Am. 2001;85(3):10-11, 757-777.
2. Barkley, R.A. Attention deficit hyperactivity disorder: a handbook for diagnosis and treatment
(2nd ed.). 1998.
3. Biederman, J., Faraone, S.V., Spencer, T., Wilens, T., Norman, D., Lapey, K. A, et al.
Patterns of psychiatric comorbidity, cognition, and psychosocial functioning in adults with
ADHD. Am J Psychiatry. 1993:150:1792-1798.
4. American Psychiatric Association. Diagnostic and statistical manual of mental disorders, (4th
ed., text revision). Washington, DC. 2000:85-93.
Una reflexión … Si un adulto con TDAH no es un enfermo, y no se siente enfermo ;
… si en realidad vive de una forma particular, y ese ‘modus vivendi’ (genéticamente
determinado) puede no repercutir sobre su adaptación al entorno …
… el TDAH infantil describe una condición de vida, no una enfermedad, definida por:
– 3 dimensiones clínicas (atención, hiperactividad e impulsividad)
– 2 consecuencias vitales (social y académica)
que repercuten sobre el aprendizaje del individuo.
Los Niños con TDAH son niños ‘no verbales’ (o con dominancia del Hemisferio
cerebral derecho), son intuitivos, espontáneos, visuales, llenos de juego, artísticos,
creativos y emocionales. Están especialmente preparados para la música, el arte, las
matemáticas (en ocasiones) y el deporte. Son niños con un estilo de aprendizaje
predominantemente ‘visual’. Suelen ser niños que aprenden más de lo vivido de forma
emocionalmente intensa y a través de imágenes de impacto visual. Recuerdan la
información en colores y aprenden más cuando la información (libros, pizarra) tiene
imágenes explicativas. [Copeland ED, Love VL: Attention, please¡. A compr. guide (...). Plantation,
Florida: Specialty Press, Inc. 1995]
Edad de presentación del TDAH
En nuestra experiencia podemos advertir cuatro grupos de edad de manifestación de los
síntomas del TDAH [Vaquerizo Madrid J et al: Rev Neurol, 2006; 41 (Supl 2): ]
Grupo 1 :
Desde el nacimiento (33%?): Lactante irritable y evolución Parvulario a
‘Temperamento difícil
Grupo 2:
A los 2 años (56.5%?) “Cambio” del patrón de conducta ‘normal’: a
TEMPERAMENTO DIFICIL. El 56.5% de los niños con TDAH tiene (o ha tenido)
como rasgo clínico un perfil evolutivo durante la etapa preescolar de temperamento
difícil: trastorno inflexible-explosivo de la infancia
• Intolerancia a las frustraciones
• Escasa flexibilidad cognitiva
• Dificultad para controlar las emociones
Grupo 3:
Periodo ‘silente’: TDAH-da ‘Sluggish cognitive tempo’ (‘niños con inteligencia
perezosa’)
Grupo 4:
En la etapa adulta
– Evolución TDAH infantil
– TDAH-Inicio en la etapa edulta
– Padres de hijos hiperactivos
– Autodiagnóstico
• Fracaso en habilidades sociales y competencias laborales
Conceptos:
a) Atención
Consiste en ser plenamente consciente de la ejecución de una tarea, de una situación, o
del contenido y consecuencias de una conducta. Proporciona la capacidad para
seleccionar –de todas las fuentes de estimulación que tenemos a nuestro alrededor- sólo
la información que nos resulta útil. [Ruiz-Contreras A, Cansino S: Neurofisiología de la
interacción entre la atención y la memoria episódica: revisión de estudios de modalidad visual. Rev
Neurol, 2005; 41: 733-43].
b) Distrabilidad
La distrabilidad es, en cierta medida, un fisgoneo desmedido. La incapacidad para
suprimir la curiosidad natural de todo niño. Cualquier objeto atractivo -llamativo- es
investigado impetuosa y entusiastamente porque el niño no puede reprimir la
curiosidad que le invita a explorarlo. Esta capacidad se desarrolla pronto en los
escolares sanos, que rápidamente aprenden las consecuencias de cada intervención (p.ej.
meter los dedos en un enchufe para averiguar qué hay dentro).
c) Impulsividad
La distrabilidad se relaciona mucho, por tanto, con el otro concepto importante en
TDAH, la impulsividad, que no es más que la incapacidad para reprimir la curiosidad
y también para recordar lo que ocurrió las otras veces, aprender y pensar
racionalmente durante el próximo propósito
d) Hiperactividad
El concepto de hiperactividad debe diferenciar al niño hiperactivo del niño
hipercinético:
1. Comportamiento cognitivo acelerado
– Necesidad de iniciar nuevos proyectos
– Invasión súbita y asaltante de pensamientos asombrosos que le distraen
de otras actividades
– Capacidad de dividir la atención en dos o en tres universos absorbentes
al mismo tiempo
2. Comportamiento motor activado
– Hipercinesia
Imaginemos a Oscar…
…mientras juega con un rompecabezas en una habitación llena de juguetes y objetos
llamativos.
Su comportamiento motor dependerá de
• El interés y de la motivación por lo que está descubriendo (atención)
• La capacidad para suprimir la curiosidad por otras cosas que puedan distraerle
en la habitación donde juega (distrabilidad)
• La capacidad para ordenar y plantear la ejecución del puzzle (planificación)
• El ritmo que emplea para componerlo (tempo)
• Internalización del lenguaje:
La capacidad para pensar racionalmente y tolerar los fallos que cometa en cada
uno de los intentos (flexibilidad cognitiva) + el recuerdo espacio-temporal de lo
sucedido (memoria episódica)
1. Nivel 1: Hipoactivo
2. Nivel 2: Activo (Inquieto)
3. Nivel 3: Hiperactivo
4. Nivel 4: Sobreactivo
? Falta de atención
? Hiperactividad
? Impulsividad
? Mal rendimiento escolar
? Problemas de conducta
Subtipos TDAH
TDAH-C
TDAH subtipo combinado
Cumple criterios completos para DA (6 ó más de 6 puntos) y para HI (6 ó más de 6
puntos)
TDAH-DA
TDAH subtipo con predominio del déficit de atención
Sólo cumple criterios completos para DA (6 ó más de 6 puntos). Cumple 5 ó menos de
5 puntos para HI
TDAH-HI
TDA/H subtipo hiperactivo impulsivo
Sólo cumple criterios completos para HI (6 ó más de 6 puntos). Cumple 5 ó menos de 5
puntos para DA
El tratamiento del TDAH puede compararse a una larga y dura travesía en la que
se embarca la familia para rescatar al niño de las aguas de la inatención, de la
hiperactividad, de la impulsividad, de la mala conducta o el fracaso académico. Si el
escenario en el que se mueve este velero no es el apropiado, o simplemente no se han
desplegado sus velas, es muy probable que el barco zozobre o que navege a la deriva sin
rumbo ni timón. El tratamiento del TDAH no es el tratamiento individual del niño, se
trata del entrenamiento de la familia, de la creación de un equipo de trabajo y de la
intervención posterior sobre el niño, directamente y a través los padres.
4. Después del diagnóstico el profesorado debe realizar una lectura del desarrollo del
niño (los denominados en EEUU ‘niños del verano’ – nacidos después de junio-
suelen ser más inmaduros que sus compañeros) y analizar el estilo de aprendizaje
según la dominancia hemisférica cerebral.
Escenario emocional
Clark & Clark (1989) realizan una simpática descripción del cerebro en 3 ‘funciones’ no
exenta de fundamento científico. Es una forma sencilla de explicar el escenario
emocional en que se desenvuelven el aprendizaje y la conducta:
Copeland y Love (Copeland ED, Love VL. Attention, please¡. A comprehensive guide (...).
Plantation, Florida: Specialty Press, Inc. 1995.) distinguen tres estilos de aprendizaje :
En el aula
Recuerde que el ‘estilo TDAH’ se va a caracterizar por:
• Falta de seguimiento de instrucciones
• Problemas para la comprensión de mensajes verbales
• Necesidad de imágenes visuales +/- necesidad de ‘palpar la explicación a través
de ejemplos’
• Dificultades en mantener la atención en una tarea
• Pobre motivación
• Escasa capacidad de atención
• Distrabilidad ambiental
• Distrabilidad interna
• Aburrimiento
• Agotamiento de la atención
• Agotamiento de la motivación
• Dificultades en completar la tarea
• Dificultades en trabajar de manera independiente
¡Cuando trabaje con un escolar TDAH no olvide que estos chicos suelen ser grandes
emprendedores pero malos administradores y pésimos empresarios¡ Derrochan
recursos, gestionan mal la información y concluyen sin éxito la mayoría de los
proyectos.
14. Anime al niño a emplear listas de trabajo y a usar organizadores diarios (agendas y
calendarios). Diseñe una agenda individual para cada niño.
15. Enseñe al niño a organizar su trabajo con un orden cronológico mediante la técnica
de “trabajo completado-nuevo trabajo”
16. No olvide monitorizar periódicamente junto con la familia el uso de las listas de
trabajo y los organizadores descritos en los puntos 14 y 15 (la organización y el
orden, - y no sólo el cumplimiento ‘formal’ de las tareas-, también son objetivos de
la educación del niño TDAH)
No olvide que para que el niño con TDAH conserve la atención sobre una
tarea debe evitar que se distraiga con estímulos externos, pero también de los
propios estímulos internos.
17. Aleje al niño de distractores: puertas, ventanas y áreas de ruido, así como de otros
escolares ruidosos. Lo ideal es que lo siente a su lado para monitorizar de cerca el
trabajo, de modo que el alumno siga las instrucciones verbales con curiosidad y
calma
18. Diseñe una “zona tranquila” (p.ej. un pupitre localizado en una esquina) en el cual
el niño pueda sentarse y realizar exámenes o trabajar cuando le veamos distraído o
tenga problemas de concentración
19. La información importante que requiera más aplicación por parte del alumno debe
destacarse en la pizarra o verbalmente mediante aserciones como “- ESTO ES
IMPORTANTE¡”), rescatando su atención
20. Dedicaremos algunos ‘momentos de rescate’ a promover actividades no disruptivas
(leer, escribir un diario, tomar notas, dibujar). Por ejemplo, mientras tiene que
atender a otro alumno
21. El escolar con TDAH se interesa por un tema cuando lo comprende. No olvide
nunca, por tanto, que la información debe llegarle a través de un circuito adecuado
(estilo de aprendizaje)
22. Anime a su alumno a que termine una tarea por sí mismo, empezando por pequeños
trabajos y aumentando la dificultad progresivamente
23. El chico debe ser consciente de sus éxitos en la medida en que es consecuente de sus
debilidades en un acto reflexivo: la autoestima también es un objetivo educacional
24. El aula a la que asiste un alumno con TDAH es buen foro para implantar un
ambiente propicio para el desarrollo social de todos los niños.
o Una meta del profesorado es (a) moldear la conducta, (b) suscitar el
pensamiento reflexivo y (c) cimentar la tolerancia a las frustraciones como
cualquier otro logro, adquisición y habilidad del desarrollo.
o El profesorado debe otorgar tanta importancia al currículo social como al
académico en la formación de la persona.
o El profesor puede interrumpir una lección para centrarse en algún evento que
haya podido suceder en el aula
o Las discusiones, o CONFERENCIAS SOCIALES, versan sobre las interacciones
sociales
o La resolución del conflicto se convierte en el foco de discusión
o Todos los niños se beneficiarán de ello, especialmente el alumno con
temperamento difícil, inflexible y explosivo
25. El aula a la que asiste un alumno con TDAH es buen foro para implantar un
ambiente propicio para el desarrollo social-académico de los niños.
o Implique al resto de los alumnos en esta estrategia
o Trabaje con su alumno TDAH en parejas de tutoría
En el aula y en casa
Sí No Sí No
1. Marcadores de hiperactividad durante el primer año: ¿Diría que ¿Han sido o son más frecuentes las ‘rabietas’ que en otros
durante el primer año de vida, desde el nacimiento hasta los 12 meses niños de su edad, especialmente en lugares públicos?
de edad, su hijo/a tuvo algún problema como los descritos aquí?
4. Desarrollo y maduración general. ¿En qué aspectos del desarrollo
Trastornos de la alimentación: ¿rechazo de las tomas, cree que su hijo/a ha tenido problemas destacables?
cólico del lactante intenso, regurgitaciones o vómitos,
excesivamente “caprichoso” con las comidas? Correr, saltar, subir y bajar escaleras
Excesivamente inquieto o tenso cuando estaba despierto; Problemas en el uso de las manos: motricidad fina
llorón o continuamente irritable; muy sensible a los ruidos hacer torres, ensartar anillas, etc.)
y sobresaltos, etc.
Dibujo: realizar figuras y entender la figura humana
Trastornos del sueño severos: dificultad para dormirse, a través del dibujo
sueño intermitente, despertares con llanto, etc.
Reconocimiento del esquema corporal.
2. Juego: ¿Cómo describiría el juego del niño? Partes del cuerpo, etc.
Le gustan los juegos educativos: rompecabezas, Comprensión del lenguaje general cuando se le habla
encajables, etc. y se entretiene con ellos
Control de esfínteres
Prefiere los juegos ‘deportivos’ o ‘de ejercicio’: pelotas,
balones, etc. y le gusta ‘gastar energías con ellos’ Otros (anótelos)
Le gustan los juguetes de piezas, pero sólo para ¿Durante la etapa escolar han sido frecuentes los cólicos,
desmontarlos, con una actitud destructiva, rechazándolos dolores de cabeza o de estómago?
y abandonándolos luego sin interés por los mismos
5. ¿Cómo definiría a su hijo en una palabra?
Juega de forma simbólica con coches, muñecos, a ‘hacer Puede elegir más de una opción.
como si…’, a los médicos y enfermeras, a los maestros, etc.
Ponga una cruz
Le da la función adecuada a cada uno de los juguetes
que posee Despistado-inatento
de los casos y, de manera sorprendente, sólo en el 4% en hermanos. Se ana- particularidades del desarrollo del juego y sus preferencias en el uso de los
lizaron los antecedentes prenatales y perinatales, incluyendo edad de la juguetes; 3) Los marcadores generales sobre desarrollo psicomotor, y 4) La
madre en el momento del embarazo (media: 27,9 años), curso del embara- percepción general de los padres sobre su hijo (despistado-inatento, impul-
zo, tóxicos, parto y peso al nacer (media: 3.267 g). sivo, destructor, inmaduro, negativista, oposicional, otro). En total se con-
La encuesta anamnésica incluyó la recogida de datos sobre tres aspectos sultaba sobre 28 ítems que las familias contestaban en la sala de espera de
de la conducta del niño durante los primeros 12 meses de la vida: 1) Irrita- los dos centros (Tabla I).
bilidad diurna (excesivamente inquietos o tensos, llorones o continuamente Mediante el análisis matemático del modelo de Rasch [9] (Tabla II)
irritables y muy sensibles a los ruidos y sobresaltos); 2) Trastornos en las intentamos acercarnos al patrón más típico del niño TDAH en menores de 5
conductas alimentarias (rechazo de las tomas, cólico del lactante, regurgita- años (raw score altos). Durante los primeros 12 meses estos pacientes son
ciones o vómitos, excesivamente ‘caprichoso’ con las comidas), y 3) Dis- descritos como lactantes excesivamente inquietos y que sufren trastornos en
funciones del sueño (dificultad para dormirse, sueño intermitente, desperta- las conductas alimentarias. Suelen tener problemas en el desarrollo gráfico
res con llanto). El 33% de los casos de niños TDAH tenía antecedentes de y en el reconocimiento de la figura humana a través del dibujo y, desde muy
alguno de ellos, siendo los más prevalentes el perfil de lactante irritable, con temprano, comienzan a reflejar problemas en el aprendizaje. Conductual-
un 41%, y el perfil de trastornos del sueño (42,7%). mente son definidos como inquietos, impulsivos y despistados, con una pre-
Para profundizar más en los aspectos evolutivos del TDAH se planteó ferencia por los juegos deportivos. Los niños otorgan a los juguetes su fun-
una estrategia similar indagando sobre los determinantes clínicos sospecha- ción adecuada aunque de manera desordenada, los desmontan y manipulan
dos durante los primeros 5 años de la vida [8]. Con ese objetivo se diseñó hasta su destrucción. Su juego es menos simbólico que el de otros niños y
una encuesta que respondieron también con carácter de anamnesis los tienen menos predilección por los juguetes educativos. Esta encuesta reco-
padres de 78 pacientes diagnosticados de TDAH mediante el DSM-IV. Este gió además la información sobre el tipo de juguete preferido. No hubo dife-
cuestionario constaba de 4 apartados: 1) Los marcadores de hiperactividad rencias significativas en ninguna categoría. Los niños más hiperactivos jue-
que habíamos descrito previamente para el primer año de la vida: 2) Las gan con muñecas, bicis, coches y aviones, de la misma forma que los que
habían tenido menos puntuación (raw score más bajos) se divierten con planteamiento diagnóstico. Este protocolo debe adecuarse cuan-
ordenadores, cuentos, muñecos o parchís. A diferencia de lo esperado no do de niños de menos de 5 o 6 años estamos hablando.
fue significativo el trastorno del sueño después de los 12 meses, pocos eran
definidos por sus rabietas y en pocos casos se recogieron accidentes en el Signos de alerta en menores de 12 meses
hogar y el parvulario destacables.
A esta edad el diagnóstico diferencial es complejo. Muchos lac-
tantes tienen comportamientos similares a pesar de sufrir tras-
tornos psicopatológicos distintos. Parece existir a esa edad, por
DISCUSIÓN ejemplo, un punto de relación entre el TDAH y los TEA. En la
En la actualidad existe un debate que se ha extendido a la socie- descripción clásica del autista se le define como un bebé con
dad, incluso a los foros de discusión económica. Behave, or else, escaso tono muscular, poco reactivo a la voz y con problemas
artículo periodístico publicado en The Economist alerta sobre los tempranos del sueño y de las conductas alimentarias. Similar al
costes de la conducta problemática del niño y las repercusiones contexto clínico descrito aquí para el TDAH. Sin embargo, a
sobre el profesorado. Las prescripciones de psicoestimulantes, partir de esa edad, la semiología clínica del autista se desvía.
según ese diario, se han incrementado en un 25%, de tal manera Entre los 6 y los 12 meses, el pequeño desarrolla una pobre
que, si bien sólo el 0,3% de los escolares británicos reciben tra- expresividad facial y un claro desinterés por el medio y las per-
tamiento con metilfenidato, en Estados Unidos esta cifra se dis- sonas que le rodean, al tiempo que aparecen actividades moto-
para al 6-7% [10]. ¿Cuál es el camino más objetivo, entonces, ras estereotipadas.
para diagnosticar precozmente a los niños hiperactivos?, y ¿có- En el estudio que realizamos en el centro de la Asociación
mo conducir su tratamiento sin excedernos en una política tera- de Padres de Niños Autistas de Badajoz (no publicado) observa-
péutica moral y potencialmente agresiva? mos que la mayoría de signos clínicos son ya evidentes a los 12
Nos planteamos aquí si hay que investigar sistemáticamente meses y el cuadro clínico está ya establecido a los 18, aunque es
la inquietud por el comportamiento de los niños y, de ser así, claro que se precisa de una gran experiencia para poner de
cómo hacerlo. Esto es especialmente importante cuando habla- manifiesto estos signos de alerta a tan tempranas edades. En el
mos de hiperactividad en la etapa preescolar donde debemos análisis retrospectivo se demostró que la mayoría de autistas
diferenciar claramente entre el niño difícil o sobreactivo de había tenido un desarrollo psicomotor ‘aparentemente normal’,
aquél con conductas patológicas. Rushton et al [11] alertan, por (incluso el 70% de los padres recordaba el desarrollo de la son-
su parte, sobre la presión que ejercen una mayoría de profesores risa social como adecuado), sin embargo, cuando la familia acu-
sobre las familias para que se llegue al diagnóstico y se aplique de porque la conducta disruptiva es ya marcada, la tríada que
alguna terapia farmacológica. define mejor los signos de alerta del preescolar autista es la
Existen pocos estudios realizados en preescolares con TDAH. constituida por:
Byrne et al [12], analizaron los subtipos y observaron cómo el – Retraso o trastorno marcado en el lenguaje.
68% de los sujetos cumplía criterios para TDAH hiperactivo- – Alteración en el uso de las manos (ausencia del señalar para
impulsivo, el 28% para el fenotipo combinado y el 4% para el compartir).
disatento. Si tenemos en cuenta nuestra experiencia personal – Desinterés por el juego.
[13] las curvas de tendencia se invierten y pasan al 10,5, 68,4 y
21,05% respectivamente. Esta tríada sirve para distinguirlos de otros preescolares hipe-
No cabe duda que, aunque los datos de los estudios presen- ractivos. Pero, ¿y cuando ambos trastornos se dan a la par? La
tados aquí no suponen la descripción nueva de un conjunto de relación evolutiva entre el TDAH y el autismo ha sido discutida
criterios diagnósticos, sí son de utilidad para completar nuestros entre otros por Clark et al [18], quienes definieron los síntomas
conocimientos sobre el perfil de desarrollo del niño TDAH. De más frecuentes de autismo observados en niños TDAH. Estos se
hecho, algunas entrevistas estructuradas, como las de Barkley y ponían especialmente de manifiesto en el área de la interacción
Goldstein-Goldstein, hacen hincapié desde hace años en la ne- social (disempatía y problemas en las relaciones con sus pares)
cesidad de recoger la información, especialmente sobre los pre- y en la comunicación (escasa imaginación, pobreza en la comu-
dictores durante el primer año [14,15]. nicación no verbal y dificultades en la conversación). Según ese
La elevada incidencia de antecedentes familiares en nues- estudio, hasta el 65-80% de los niños TDAH analizados cum-
tras series sugiere la consideración de este dato de la anamnesis plía los criterios del Autism Criteria Checklist. Sturm et al [19],
como un marcador de interés, y define el rasgo hiperactividad por su parte, analizaron los síntomas de TDAH presentes en una
como de alta penetrancia familiar. Es, en ese sentido, sorpren- muestra de 101 casos de TEA, principalmente al síndrome de
dente, la escasa prevalencia del síntoma en hermanos. Parece, Asperger, y observaron que hasta el 95% de los casos manifes-
sin embargo, existir un patrón evolutivo durante el primer año taban déficit de atención, y el 75% torpeza motora.
de la vida que se repite en las dos series estudiadas con distinta Parece claro que algunos procesos como el TDAH y los
expresividad en lo que respecta a los trastornos de las conductas TEA se cruzan en un continuo que comienza durante los prime-
alimentarias. ros meses de la vida, con síntomas comunes y escasamente defi-
La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha consensua- nidos y se separan a lo largo de la primera infancia, mantenien-
do y editado durante los años 2000 y 2001 las guías básicas de do durante toda la evolución una cohorte de signos clínicos que
diagnóstico y tratamiento del niño con TDAH [16,17]. Los sín- los acercan en sus propias definiciones.
tomas nucleares que deben motivar la alerta clínica para los pro-
fesionales de atención primaria y que suponen el inicio de cual- Marcadores del desarrollo psicomotor y el juego
quier estudio son la falta de atención, la hiperactividad, la im- El desarrollo psicomotor suele ser normal en niños con TDAH,
pulsividad, el mal rendimiento escolar y los problemas de con- tal y como ha quedado reflejado aquí. Los ítems referentes al
ducta. Cualquiera de estos síntomas por separado debe evocar el reconocimiento del esquema corporal, motricidad fina y motri-
Marcadores Ítem Raw score Count Medida Error Infit Infit Outfit Outfit Score
MNSQ ZSTD MNSQ ZSTD corr.
Preferencia por los juegos ‘deportivos’ 5 55 78 43,6 1,2 1,14 1,2 1,19 1,3 0,01
Le da la función adecuada a los juguetes 8 48 78 45,5 1,1 1,14 1,7 1,19 2,0 0,03
Comparte los juegos con otros niños 11 47 78 45,8 1,1 1,18 2,2 1,24 2,5 -0,04
Excesivamente inquieto o tenso (< 12 meses) 2 46 78 46,1 1,1 0,83 -2,4 0,81 -2,4 0,55
Trastornos de la alimentación (< 12 meses) 1 38 78 48,1 1,1 0,96 -0,7 0,94 -0,9 0,35
Actitud destructiva con los juguetes 6 35 78 48,8 1,1 1,10 1,6 1,13 1,7 0,09
Trastornos del sueño graves (< 12 meses) 3 35 78 48,8 1,1 0,89 -1,8 0,88 -1,7 0,45
Retraso en el desarrollo gráfico (dibujo) 18 34 78 49,0 1,1 1,02 0,4 1,02 0,3 0,23
Juego simbólico adecuado 7 34 78 49,1 1,1 1,01 0,2 1,02 0,2 0,25
Preferencia por los juegos educativos 4 33 78 49,4 1,1 1,10 1,4 1,13 1,5 0,09
Retraso en la comprensión del lenguaje 20 29 78 50,4 1,1 0,96 -0,5 0,98 -0,2 0,32
Problemas en sus conductas alimentarias 12 27 78 50,9 1,1 0,99 -0,1 0,97 -0,3 0,28
Retraso en el desarrollo motricidad fina 17 26 78 51,2 1,1 1,03 0,4 1,03 0,2 0,20
Retraso en el control de esfínteres 21 25 78 51,5 1,1 0,93 -0,7 0,91 -0,7 0,36
1
Retraso en el desarrollo motricidad amplia 16 23 78 52,1 1,2 1,05 0,5 1,06 0,4 0,15
Retraso en el reconocimiento del 19 18 78 53,7 1,3 1,02 0,2 0,96 -0,2 0,21
esquema corporal
Accidentes en el hogar o el parvulario 14 4 78 61,8 2,3 1,03 0,1 1,35 0,6 0,00
Modelo de Rasch. Estadística de los ítems por orden de medida (Prof. Pedro Álvarez, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Extrema-
dura, Badajoz). El raw score más alto es indicativo de mayor significación para el patrón de hiperactividad.
cidad amplia tienen raw score bajos en la tabla del modelo de Cuando estudiamos a niños con hiperactividad es necesario,
Rasch (Tabla II). Entre los rasgos diferenciales del TDAH úni- sin embargo, profundizar más en la descripción del desarrollo
camente podemos señalar el retraso en el desarrollo gráfico de la coordinación. También en la adquisición de las habilida-
(pobreza en el desarrollo de la figura humana y del reconoci- des sociales y de sus competencias curriculares académicas. La
miento del esquema corporal a través del dibujo), lo que se sola- detección de signos precoces de torpeza motora parece ser un
pa con un trabajo anterior sobre las habilidades gráficas del buen predictor de disfunciones neurocognitivas [21]. Con las
niño TDAH [20]. siglas DAMP se define un proceso poco conocido, usado princi-
palmente en los países nórdicos como un diagnóstico operacio- Tabla III. Metodología de exploración.
nal para definir a la combinación de déficit de atención, torpeza
motora y déficit perceptivovisual. Se trata de un trastorno super- Exploración clínica Variables
ponible en muchos aspectos al TDAH [22,23]. En la mayoría de Reacción al entorno Actitud general del niño
casos, como pone de manifiesto el Danish reference programme y conducta
for children with DAMP, los niños son remitidos al neuropedia-
Presencia de rabietas
tra por sospecha de déficit de atención o trastorno en la conduc- (y cómo se extinguen o agotan)
ta y suelen confundirse entonces con niños TDAH [24,25]. El
diagnóstico temprano de esta entidad supone, por tanto, un Estereotipias y rituales
auténtico reto durante la etapa preescolar. La detección precoz Intereses restringidos y obsesiones
de signos de torpeza motora será un instrumento útil para ello,
dado que estos síntomas son evidentes en esa etapa y posterior- ‘Actividades sin meta’
mente a lo largo de la vida [26]. Socialización Contacto ocular
En nuestro estudio, que analiza de forma especial el juego y
el juguete en el desarrollo infantil, incidimos indirectamente Uso y comprensión de gestos
sobre las dificultades de interpretación de los signos y de cómo Grado de conexión (responde/mira)
interpretar los rasgos de inatención en el preescolar. Nuestra
hipótesis de trabajo es que el análisis del juego puede poner de Implicación: comprensión y expresión emocional
manifiesto esos signos. Los síntomas de inatención, por tanto, Interacción (inicia/responde)
se reflejarían en un comportamiento en el juego más inmaduro
y sensoriomotor, en una menor capacidad simbólica y en un Conductas de imitación
juego más estereotipado, reflejo de un ‘rendimiento menor en Comunicación Comprensión de consignas y preguntas
tareas de control motor que requieren procesamientos cogniti-
vos complejos, habilidades visuomotoras y memoria de trabajo’ Aspectos comunicativos no verbales
[27]. Estas experiencias se aprovecharán más adelante para sis- Desarrollo psicolingüístico (jergafasia y ecolalia)
tematizar la exploración clínica del niño hiperactivo.
Aunque los niños TDAH del estudio prefieren los juegos de Capacidad cognitiva Desarrollo perceptivo-manipulativo
ejercicio no se desvían del desarrollo normal de la simbolización, Percepción de contingencias
como ocurre en el caso de los niños autistas. La disfunción que (aprobación/negacióno castigo)
estos últimos sufren en el desarrollo de su capacidad para jugar y
Capacidad de planificación y organización.
simbolizar es unos de los elementos diferenciales con otros tras-
tornos que cursan con hiperactividad de aparición precoz. Análisis del juego Capacidad de planificación lúdica
niendo objetos como un peine y un muñeco, una taza o un coche, festara síntomas parecidos. No existen datos perinatales que per-
se analiza la capacidad de integración y contextualización. mitan acercarnos a un diagnóstico etiológico. Muchos de los
niños TDAH son lactantes excesivamente inquietos, llorones o
irritables, y muy sensibles a los ruidos y sobresaltos, y otros tan-
CONCLUSIONES tos tienen dificultades para dormirse o manifiestan sueño inter-
La hiperactividad es un rasgo clínico común a múltiples desorde- mitente y despertares con llanto. Durante la etapa preescolar, a la
nes neurocognitivos. Suele manifestarse precozmente en el des- luz del modelo matemático empleado aquí, estos lactantes tienen
arrollo del niño, de ahí que la etapa preescolar sea una etapa difí- un perfil personal que se aproxima a lo esperado: son inquietos,
cil en muchos sentidos. A partir de los 18 meses pueden emplear- impulsivos y despistados, prefieren gastar energías con juegos
se para el diagnóstico escalas de personalidad como la de Achen- deportivos aunque emplean los juguetes de manera adecuada. La
bach [30]. Los criterios DSM-IV han demostrado tener una acep- mayoría de ellos comienza a presentar problemas en el aprendi-
table fiabilidad a partir de los 4 años, y una sensibilidad más alta zaje y dificultades en el desarrollo gráfico. Estos resultados nos
que el DSM-III-R. Existe también una versión adaptada del clási- han servido como modelo experimental de un inventario más
co Conners’Continuous Performance Test para menores de 6 años definido sobre el que ya estamos trabajando en clínica.
que estudia los déficit de la atención y la impulsividad [31]. Cuanto más precozmente se analiza la conducta de un niño
Los dos estudios sobre el TDAH que se han presentado aquí hiperactivo mayores son los rasgos comunes entre distintas en-
concluyen datos interesantes. Es curioso que hasta en el 70,4% tidades nosológicas. Durante algunas etapas de la vida la clínica
de los casos se observaran antecedentes familiares de hiperactivi- se expresa, por tanto, en un continuo semiológico que va a irse
dad y que, sorprendentemente, sólo el 4% de los hermanos mani- definiendo con el desarrollo del individuo.
BIBLIOGRAFÍA
1. Holinger PC, Doner K. Qué dicen los bebés antes de empezar a hablar. 17. American Academy of Pediatrics. Clinical practice guideline: treat-
Barcelona: Oniro; 2004. ment of the school-aged child with attention-deficit/hyperactivity dis-
2. Landgren M, Kjellman B, Gillberg C. A school for all kinds of minds. order. Pediatrics 2001; 108: 1033-44.
The impact of neuropsychiatric disorders, gender and ethnicity on 18. Clark T, Feehan C, Tinline C, Vostanis P. Autistic symptoms in chil-
school-related tasks administered to 9-10-year-old children. Eur Child dren with attention deficit-hyperactivity disorder. Eur Child Adolesc
Adolesc Psychiatry 2003; 12: 162-71. Psychiatry 1999; 8: 50-5.
3. Wilens TE, Biederman J, Brown S, Monuteaux M, Prince J, Spencer 19. Sturm H, Fernell E, Gillberg C. Autism spectrum disorders in children
TJ. Patterns of psychopathology and dysfunction in clinically referred with normal intellectual levels: associated impairments and subgrups.
preschoolers. J Dev Behav Pediatr 2002; 23: 31-6. Dev Med Child Neurol 2004; 46: 444-7.
4. Wilens TE, Biederman J, Brown S, Tanguay S, Monuteaux MC, Blake 20. Vaquerizo-Madrid J, Macías-Pingarrón A, Márquez-Armenteros AM.
C, et al. Psychiatric comorbidity and functioning in clinically referred Habilidades gráficas en el trastorno por déficit de atención con hiper-
preschool children and school-age youths with ADHD. J Am Acad actividad. Rev Neurol 2004; 38 (Supl 1): S91-6.
Child Adolesc Psychiatry 2002; 41: 262-8. 21. Vaquerizo-Madrid J, López-Ridruejo S, Estévez-Díaz F, Sanz-Cabrera
5. Lorente I. El TDA/H en la primera infancia. Ponencia. Jornada Interna- A. Evaluación de la torpeza motora en el trastorno por déficit de aten-
cional: El TDA/H y su comorbilidad. XXX Reunión Anual de la SENP. ción con hiperactividad mediante la escala neuromotora de Gillberg.
Sabadell, junio de 2004. Rev Neurol [in process].
6. Cáceres-Marzal C, González-Toro D, Vaquerizo-Madrid J. Marcadores 22. Landgren M, Kjellman B, Gillberg C. Attention deficit disorder with
de hiperactividad en el lactante menor de 12 meses en niños diagnosti- developmental coordination disorders. Arch Dis Child 1998; 79: 207-12.
cados de TDAH. Rev Neurol, 2004; 39: 263-96. 23. Gillberg C. Deficits in attention, motor control, and perception: a brief
7. American Psychiatric Association. Diagnostic and statistical manual of review. Arch Dis Child 2003; 88: 904-10.
mental disorders. 4 ed. Washington DC: American Psychiatric Associ- 24. Rasmussen NH. Diagnosis of attention deficit disorders, hyperactivity
ation; 1994. disorders and DAMP in children. Ugeskr Laeger 2002; 164: 4631-6.
8. Méndez P, Escobar A. Estudio cualitativo caso-control de los marcadores 25. Rasmussen NH. Attention deficit disorder, hyperkinetic disorder and
TDAH en el lactante y el preescolar Comunicación libre a la II Reunión DAMP in children. Diagnosis and differential diagnosis. Ugeskr Lae-
Internacional sobre Hiperactividad en Badajoz. Badajoz, 2004. ger 2002; 164: 4636-9.
9. Andrich D. Rasch model for measurement. Murdoch Univ.: Sage; 1988. 26. Christiansen AS. Persisting motor control problems in 11- to 12-year-
10. The Economist. Behave, or else; education. URL: http://www.econo- old boys previously diagnosed with deficits in attention, motor control
mist.com/europe. Fecha última consulta: 04.12.2004. and perception (DAMP). Dev Med Child Neurol 2000; 42: 4-7.
11. Rushton JL, Fant KE, Clark SJ. Use of practice guidelines in the pri- 27. Kalff AC, Hendriksen JG, Kroes M, Vles JS, Steyaert J, Feron FJ, et al.
mary care of children with attention-deficit/hyperactivity disorder. Neurocognitive performance of 5- and 6-years-old children who met
Pediatrics 2004; 114: e23-8. criteria for attention deficit/hyperactivity disorder at 18 month follow-
12. Byrne JM, Bawden HN, Beattie TL, DeWolfe NA. Preschoolers classi- up: results from a prospective population study. J Abnorm Child Psy-
fied as having attention-deficit hyperactivity disorder (ADHD): DSM- chol 2002; 30: 589-98.
IV symptom endorsement pattern. J Child Neurol 2000; 15: 533-8. 28. Vaquerizo-Madrid J, Gamero-Telo JL, Cáceres-Marzal C, Escobar-Be-
13. Ordóñez I, Arroyo J. Análisis cualitativo de la información que aportan jarano M, Fernández-Calderón E. Implantación del cabello en doble
los padres de niños TDAH mediante la entrevista clínica Copeland Symp- remolino y dilatación de los espacios de Virchow-Robin: propuesta de
tom Checklist for Attention Deficit Disorders. Comunicación libre a la II nueva asociación neurocutánea. Rev Neurol 2004; 39: 350-3.
Reunión Internacional sobre Hiperactividad en Badajoz. Badajoz, 2004. 29. Larsson JO, Aurelius G, Nordberg L, et al. Screening for minimal brain
14. Barkley R.A. Attention deficit hyperactivity disorder, a clinical work- dysfunction (MBD/DAMP) at six years of age: results of motor test in
book. New York: Guilford Press; 1991. relation to perinatal conditions, development and family situation. Acta
15. Goldstein S, Goldstein M. Hyperactivity: Why won’t may child pay Paediatr 1995; 84: 30-6.
attention, Salk Lake City, Utah: Neurology, Learning and Behavior 30. Achenbach TM, Rescorla L. Inventario del comportamiento de niños
Center; 1992. (as) de 1,5-5 años para padres y profesores. Burlington: ASEBA, Ver-
16. American Academy of Pediatrics. Clinical practice guideline: diagno- mont University; 2000.
sis and evaluation of the child with attention-deficit/hyperactivity dis- 31. Conners CK, MHS Staff. CPT Conners’ Continuous Performance Test
order. Pediatrics 2000; 105: 1158-70. II. Toronto: MHS; 2002.
BLOQUE 1
Predictores del neurodesarrollo
4. Prefiere los juegos “deportivos” o “de ejercicio”: pelotas, balones, etc. y le gusta
“gastar energías con ellos” en lugar de los juegos educativos como puzzles o
encajables
5. Le gustan los juguetes de piezas, pero sólo para desmontarlos, con una actitud
destructiva, rechazándolos y abandonándolos luego sin interés por los mismos. No le
da la función adecuada a cada uno de los juguetes
6. No es capaz de jugar con otros niños, así como compartir y proponer juegos y
actividades
CHPA-tdah
Esta información es confidencial. Queda prohibida la reproducción del cuestionario sin permiso
C/Dolores Sopeña, 6 – 06010 BADAJOZ
Tf: 924 23 23 62 Fax: 924 20 52 82
Unidad de Hiperactividad Centro CADAN de Atención al Neurodesarrrollo
BLOQUE 2
Perfil de temperamento difícil y comportamiento inflexible-explosivo (13-20); y
conducta oposicional desafiante de la infancia (21-27)
BLOQUE 3
Atención, hiperactividad, impulsividad y comorbilidad (Copeland Symptoms
Checklist modificado)
Inatención- distrabilidad
28. Manifiesta pobre nivel de atención para aquellas tareas y actividades que le
proporcionan poco interés
29. Tiene dificultades para completar sus tareas
30. Refieren somnolencia diurna y/o se le pueden aplicar apodos como “soñador”
31. Comienza sus actividades con gran entusiasmo pero tiene dificultades para concluirlas
Inmadurez
32. Ha tenido retraso en el desarrollo físico o psicomotor
33. Su conducta se parece a la de los niños pequeños y prefiere relacionarse con niños de
menos edad
Hipoactividad
34. Observan cierto grado de letargia (apatía) en su actividad diaria
35. Durante el día “está siempre en las nubes” y completa sus tareas lentamente y con
dificultad.
CHPA-tdah
Esta información es confidencial. Queda prohibida la reproducción del cuestionario sin permiso
C/Dolores Sopeña, 6 – 06010 BADAJOZ
Tf: 924 23 23 62 Fax: 924 20 52 82
Unidad de Hiperactividad Centro CADAN de Atención al Neurodesarrrollo
Dificultades emocionales
36. Se frustra com facilidad, se irrita y tiene rabietas o explosiones de ira y rabia
37. Es poco sensible al peligro o muestra poca reactividad al dolor
38. Muestra baja tolerancia a las frustraciones
39. Tiene a menudo rabietas o explosiones de cólera
40. Describiría a su hijo/a como malhumorado/a
41. Cree que se caracteriza por su baja autoestima
Hiperactividad
42. Tiene incapacidad para estar en reposo
43. Sus necesidades para dormir son menores a la media
44. Habla en exceso
45. Corre o salta excesivamente
46. Está continuamente en movimiento durante el sueño. Da patadas continuamente a la
ropa de la cama
47. Tiene dificultades para estar sentado durante las comidas o en el pupitre. A menudo
camina alrededor de la clase
Impulsividad
48. Actúa antes de pensar
49. Puede considerarse a su hijo de “fácilmente excitable”
50. Es desorganizado y requiere continua supervisión de sus tareas y actividades
51. Continuamente cambia de una actividad a otra
52. Tiene dificultades para las reuniones en grupo que requieran paciencia y hablar por
turno
Bloque 3a
Ansiedad
53. Se preocupa fácilmente y tiene pensamientos o sentimientos negativos
54. Se siente inseguro/a de sí mismo/a, le da demasiadas vueltas a las cosas sin llegar a
decidirse y puede sentir miedo
55. Le sudan las manos hasta en días fríos o le tiemblan las manos y le duele la cabeza.
Su cuerpo está siempre en tensión; en ocasiones tiene palpitaciones o el corazón le
late muy deprisa y a veces le falta el aire o su respiración es muy agitada
56. Trata de rehuir o evitar algunas situaciones y se queda paralizado/a o sus movimientos
son torpes
57. Tartamudea o tiene otras dificultades de expresión verbal
Bloque 3b
Conductas obsesivo-compulsivas
58. Han observado tics o muecas en la cara, el cuello o el cuerpo especialmente ante
situaciones de ansiedad
59. Tics de carraspeo o picor de nariz
60. Rituales motores o conductuales
61. Tiene obsesiones por algunos temas o conductas que puedan definirse como manías
62. Miedos inexplicados y fobias
CHPA-tdah
Esta información es confidencial. Queda prohibida la reproducción del cuestionario sin permiso
C/Dolores Sopeña, 6 – 06010 BADAJOZ
Tf: 924 23 23 62 Fax: 924 20 52 82
Unidad de Hiperactividad Centro CADAN de Atención al Neurodesarrrollo
BLOQUE 4
Habilidades sociales, comunicación y flexibilidad cognitiva
81. Es solitario, no tiene amigos íntimos o evita a los demás. No está interesado en hacer
amigos y le gusta estar solo
82. Falta de captación de las claves sociales. Conducta social y emocional inapropiada
83. Interés focalizado por un tema, exclusión de otras actividades. Más repetición que
significado
84. Rutinas repetitivas en aspectos de la vida de uno o en la de los demás
85. Expresión facial limitada; no mira a los demás. Tiene gestos torpes y patosos y se
acerca demasiado a los demás
CHPA-tdah
Esta información es confidencial. Queda prohibida la reproducción del cuestionario sin permiso
C/Dolores Sopeña, 6 – 06010 BADAJOZ
Tf: 924 23 23 62 Fax: 924 20 52 82
Unidad de Hiperactividad Centro CADAN de Atención al Neurodesarrrollo
BLOQUE 5
Adolescente
87. Es una persona “con mucha energía”, que habla excesivamente; interrumpe para
responder antes de que hayan terminado de formularme la pregunta. Esto hace aflorar
el mal genio, que muchas veces no pueden evitar
88. Las personas adultas con TDAH cometen errores o descuidos en el trabajo,
especialmente porque son desorganizados, se distaren fácilmente, o tienen problemas
de concentración para aquellas actividades que encuentran aburridas
89. Son personas soñadoras y parece que no escuchan cuando se les habla.
90. Suelen empezar muchos proyectos al mismo tiempo aunque tienen problemas para
finalizarlos y suelen tener varios a medias, entre otras razones por una tendencia
constante a aplazar las tareas indeseables hasta el último momento posible. Suelen ser
además personas más sensibles que la mayoría al rechazo, la crítica, las
provocaciones o las frustraciones, lo que redunda en su autoestima
91. Invierten mucho tiempo al día buscando las llaves, herramientas, la cartera o la
agenda. Además se les tacha de olvidadizos porque con facilidad olvidan nombres o
cosas.
92. Tienen muchas de estas personas dificultades para estar sentadas sin moverme o sin
juguetear con las manos y los pies. Incluso cuando el TDAH parece estar “controlado”
conscientemente suelen tener todavía dificultades para estarse sentado en una silla o
estar tumbado en la cama. Además sus parejas suelen comentarles que se mueven
excesivamente mientras duermen
1. Despistado-inatento
2. Inquieto
3. Impulsivo
4. Destructor
5. Inmaduro
6. Negativista
7. Oposicional
8. Otro:
CHPA-tdah
Esta información es confidencial. Queda prohibida la reproducción del cuestionario sin permiso
C/Dolores Sopeña, 6 – 06010 BADAJOZ
Tf: 924 23 23 62 Fax: 924 20 52 82
Unidad de Hiperactividad Centro CADAN de Atención al Neurodesarrrollo
BLOQUE 5 Adolescente
Referencias bibliográficas
Esta entrevista ha sido diseñada a partir de: Copeland Symptom Checklist for Attention Deficit Disorders del
South-eastern Psychological Institute, Atlanta (SPI); Escala Reducida de Ansiedad (ERA)(Martínez-Sánchez et al,
Anales de Psicología, 1995, 11: 97-104); Signos de alerta para el diagnóstico diferencial entre TDAH y trastorno
bipolar (Prof. Levin, The Brown University); Criterios diagnósticos TA de Szatmari, Bremner y Nagy (1989) y de
Gillberg y Gillberg (1989); Greene RW: The explosive child. 2nd Ed. Quill, New York: 1998-2001; Criterios DSM-IV
para Trastorno Oposicional Desafiante adaptados de J. Fuentes Liggi, 2001-2005; Vaquerizo-Madrid J, Rev
Neurol, 2005; 40 (Supl 1): S25-S32
CHPA-tdah
Esta información es confidencial. Queda prohibida la reproducción del cuestionario sin permiso
C/Dolores Sopeña, 6 – 06010 BADAJOZ
Tf: 924 23 23 62 Fax: 924 20 52 82
Materiales correspondientes a la ponencia de
D. Manuel Soriano.
TRASTORNOS PSICOPATOLÓGICOS
ASOCIADOS AL TDAH.
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA Y
NEUROPSICOLÓGICA DEL TDAH.
Consejería de Educación
Delegación Provincial de Sevilla
Centros del Profesorado de Sevilla, Castilleja de
la Cuesta, Osuna-Écija y Alcalá de Guadaíra
1
50
40
30
20
10
0
T.Oposic/Desaf T.Disocial T.Tourette
Por lo que respecta al trastorno disocial a pesar de que la tendencia señala que el
subtipo hiperactivo combinado es el que mayor comorbilidad manifiesta, con un 19.4%,
frente al 7.7% y al 7.1% de los subtipos hiperactivo-impulsivo e inatento
respectivamente, los análisis estadísticos realizados no muestran diferencias
significativas entre los tres subtipos respecto a su comorbilidad con este trastorno. Los
análisis χ2 muestran que entre el subtipo combinado y el inatento la significación es de
p≤ .278, entre el subtipo combinado y el hiperactivo impulsivo de p≤ .603 y finalmente
entre el subtipo hiperactivo impulsivo y el inatento de p≤ 1,000.
En relación a la comorbilidad asociada al TDAH del trastorno de Tourette, los
análisis estadísticos indican que es el subtipo hiperactivo impulsivo el que mayores
índices presenta con un 15.4%, frente al 7.1% y el 2.8% de los subtipos inatentos y
combinados respectivamente. Los análisis χ2 realizados no encuentran diferencias
significativas entre los subtipos respecto a la comorbilidad del TDAH con este
trastorno. Concretamente entre el subtipo combinado y el inatento la significación es de
p≤ .577, entre el subtipo combinado y el hiperactivo impulsivo de p≤ .168 y finalmente
entre el subtipo hiperactivo impulsivo y el inatento de p≤ .579.
4
En segundo lugar por lo que respecta a la comorbilidad del TDAH con trastornos
de tipo internalizante, como podemos observar en el gráfico 2, la comorbilidad a la
fobia específica es superior en el subtipo hiperactivo inatento, observándose unos
índices del 7.1%. Un porcentaje algo inferior se observa en el subtipo combinado con
un 5.6%, mientras no se aprecia comorbilidad asociada en el subtipo hiperactivo
impulsivo. A pesar de que la tendencia es que el subtipo inatento presenta mayor
comorbilidad a la fobia específica, no se han encontrado diferencias significativas entre
este subtipo y el combinado en este trastorno internalizante. Tampoco en relación a la
fobia social los análisis estadísticos detectaron la presencia de diferencias significativas
entre los subtipos diagnósticos de TDAH. Aún así, la tendencia continúa indicando que
es el subtipo combinado el que mayor índice de psicopatología manifiesta con un 8.3%,
frente al 7.7% del subtipo hiperactivo impulsivo y un 3.6% del subtipo combinado.
20
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
Fobia E. Fobia S. Estrés Post. Ansiedad G. Ansiedad S. Depresión Distimia Obs/Compul Enuresis Encopresis
80
60
40
20
0
EXTERNALIZANTES INTERNALIZANTES
fobia específica, fobia social, depresión mayor y distimia. Las diferencias entre los
subtipos tal y como refleja el gráfico no parecen ser tan manifiestas en cuanto a la
problemática de tipo internalizante. Aunque sigue siendo el subtipo combinado el que
mayor problematicidad de este tipo manifiesta (38.9%), es seguido muy cerca por el
subtipo inatento (32.2%) y por el subtipo hiperactivo impulsivo (30.8%). De este modo,
en nuestra investigación, los datos apuntan que los tres subtipos de TDAH muestran
patrones de comorbilidad de tipo internalizante, sin que se puedan establecer diferencias
significativas entre ellos.
En síntesis, el proceso de evaluación del TDAH pasa por una serie de estadios que
se inicia con el diagnóstico del trastorno en base a los criterios diagnósticos que se
establecen en el DSM-IV-TR en virtud de la información ofrecida por los padres y los
profesores. En una segunda fase, procedería la realización de entrevistas, la
cumplimentación de Escalas de Estimación Conductual y el registro observacional de las
conductas manifestadas por el niño, así como la obtención de datos de su desempeño
cognitivo, académico y social.
A partir de aquí, en un tercer momento, se procederá a la interpretación de los
resultados obtenidos, prestando especial atención a la edad de inicio y a la cronicidad,
persistencia a través de las situaciones y posibles condiciones comórbidas. Esta
información, junto con la relativa a las circunstancias socioambientales de cada sujeto,
permitirá estructurar razonablemente la intervención a desarrollar.
Puesto que ya se han comentado los criterios diagnósticos del DSM-IV-TR,
pasaremos directamente a estructurar, en síntesis, los procedimientos de evaluación que
pueden utilizarse, dividiéndolos en tres grandes bloques (ver Miranda, Roselló y Soriano,
1998):
a) Instrumentos cumplimentados por el propio sujeto.
b) Instrumentos cumplimentados por otras personas: padres y profesores,
principalmente; y finalmente,
c) Técnicas para la observación directa del comportamiento.
Pasaremos a continuación a comentar resumidamente las pruebas incluidas en cada
uno de estos apartados.
2. Estilos Cognitivos.
a) Impulsividad: Emparejamiento de Figuras Familiares (MFF); Laberintos (WISC).
b) Rigidez-Flexibilidad Cognitiva: Test de Stroop.
inatención/hiperactividad del cuestionario IOWA, y los cinco últimos ítems (del 11 al 15)
integran el factor de agresividad/oposicionismo.
Escalas para Evaluar la Variación Situacional
Barkley (1981) ha elaborado dos escalas, el Cuestionario de Situaciones en la
escuela y el Cuestionario de Situaciones en el Hogar que pretenden evaluar la persistencia
de los síntomas del trastorno por déficit de atención a través de diferentes situaciones y
contextos.
Cuestionario de Situaciones en la Escuela (Barkley, 1981).
La información que suministra este cuestionario (Apéndice F) permite realizar la
imprescindible conexión entre los déficits atencionales de un niño y las situaciones en las
que estas deficiencias provocan más problemas: trabajo independiente, actividades en
grupo, etc. Por otra parte, este instrumento puede ayudar al clínico a comprender los
comportamientos del profesor que, en situaciones concretas, minimizan o intensifican el
impacto negativo de los problemas atencionales de un estudiante.
Cuestionario de Situaciones en el Hogar (Barkley, 1981).
Su planteamiento y objetivos es similar al Cuestionario dirigido a la escuela, pero
en este caso las situaciones que se recogen hacen referencia al contexto del hogar, por
ejemplo, llamadas telefónicas, cuando se reciben visitas en casa, durante las comidas,
etc.
c) Técnicas para la observación directa del comportamiento.
Las observaciones del comportamiento se han utilizado para confirmar un
diagnóstico de TDAH, pero también, al suministran datos sobre conductas específicas,
permiten objetivamente conocer las variaciones situacionales y temporales en la
expresión de los síntomas de los niños con hiperactividad ante diferentes actividades que
se desarrollan en el aula o en el hogar . Por consiguiente aportan datos inestimables de
cara a planificar las adaptaciones instruccionales, los cambios en el ambiente físico y/o
las modificaciones necesarias a realizar en las interacciones padres-hijo o profesor-
alumno. Asimismo permiten contrastar la eficacia de una intervención mediante la
comparación de los datos obtenidos en las observaciones de la linea base en el pre-
tratamiento con los datos provenientes de las observaciones del post-tratamiento Por otra
parte, eliminan la subjetividad característica de las escalas de estimación. No obstante,
este procedimiento tampoco está exento de problemas entre los que destacan el
considerable tiempo que requiere la recogida de datos y la reactividad que puede
producirse en el sujeto observado.
El profesional puede optar por la utilización de distintos tipos de registro, elección
que va a depender de la disponibilidad del observador y fundamentalmente de la
características propias de la conducta que se va a observar. Posiblemente el registro más
significativo pero el más costoso en cuanto al tiempo de observación sea el registro
continuo de frecuencias, que informa sobre el número de veces que se produce un
comportamiento en un periodo amplio de tiempo. Otras variantes de registros serían el
13
INTERVENCIÓN EN PROBLEMAS DE
CONDUCTA EN EL ALUMNADO CON TDAH.
Consejería de Educación
Delegación Provincial de Sevilla
Centros del Profesorado de Sevilla, Castilleja de
la Cuesta, Osuna-Écija y Alcalá de Guadaíra
Intervención en Problemas de Conducta en el Alumnado con TDAH
Inmaculada Moreno García
Universidad de Sevilla
[email protected]
INTRODUCCIÓN
Una cuestión fundamental en la educación de los niños reside en el mayor o menor cumplimiento,
en general, de las instrucciones y órdenes que se dan por parte de sus padres o educadores.
desobediencia, además de la provocación. Es evidente, como con otras muchas cuestiones, que el
problema surge cuando se sobrepasan determinados límites y se piensa que los comportamientos
derivados son perjudiciales para el propio sujeto y/o para su entorno. En esta línea entra en escena,
desde un punto de vista clínico, una categoría diagnóstica recogida en el Manual Diagnóstico y
Association [APA], 2000) como trastorno negativista desafiante (TND) y en la Décima Revisión de
la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10) (OMS, 1992) como trastorno disocial
desafiante y oposicionista (TDDO). Aunque poco a poco el negativismo y, más en concreto, el TND
va cada vez interesando más a nivel de investigación, especialmente como posible precursor de
otros problemas de más importancia, hasta la fecha no suscitado la misma atención que otras
categorías diagnósticas, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o el
trastorno disocial (TD). No obstante, hay que destacar su relevancia en cuanto a que el negativismo
infantil, dentro del contexto familiar, como señalan Strand, Wahler y Herring (2000), es un
sociales.
Trastorno negativista desafiante 2
DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, más conocido como DSM-IV, en
su texto revisado (DSM-IV-TR), señala como característica esencial del trastorno negativista
hostil, dirigido a las figuras de autoridad, que persiste por lo menos durante 6 meses» (pág. 115).
Además, durante ese tiempo es frecuente la aparición de cuatro o más de los siguientes síntomas:
«accesos de cólera, discusiones con adultos, desafiar activamente o negarse a cumplir las
demandas o normas de los adultos, llevar a cabo deliberadamente actos que molestarán a otras
personas, acusar a otros de sus propios errores o problemas de comportamiento, ser quisquilloso o
sentirse fácilmente molestado por otros, mostrarse iracundo y resentido o ser reconroso o
académico o laboral. En los casos en los que el trastorno surja exclusivamente en el transcurso de
un trastorno psicótico o del estado de ánimo, o si se dan los criterios para el trastorno disocial o
adolescencia.
El TND forma parte del grupo de los Trastornos por Déficit de Atención y Comportamiento
Perturbador en el que, además y entre otros, se encuentra el trastorno disocial. Por su parte, en la
encuentra dentro del que se llama Trastornos Disociales. En este último sistema de clasificación se
graves que violen la ley y los derechos de los demás» (pág. 330).
Trastorno negativista desafiante 3
Hay clínicos que combinan el TND y el trastorno disocial (TD) en una categoría más amplia
de trastornos perturbadores, así como otros consideran que la diferencia entre uno y otro es
meramente cualitativa. Igualmente, otros investigadores recalcan las distinciones entre ambos
trastornos y valoran la utilidad de esta separación, tanto en niños como en adolescentes (Hartman et
al., 2001; Loeber, Burke, Lahey, Winters y Zera, 2000; Molina, Smith, Pelham, 2001).
Otra de las cuestiones que hay que resaltar es que antes de los 6 años es raro diagnosticar un
trastorno disocial, ajustándose más apropiadamente esa población con síntomas externalizantes a los
criterios del TND, TDAH o a una combinación de ambos (Webster-Stratton, 1993). De todas
formas, se trata de un trastorno característico de edades por debajo de los 9 o 10 años de edad.
Asimismo, es importante considerar lo siguiente: a) incluso cuando los niños con TDN y TC
comparten un síntoma, lo más probable es que cada uno comparta dentro de su grupo más síntomas
que son característicos de sus trastornos respectivos; b) la edad de comienzo de los síntomas del
TND es más temprana que la del TD; c) no todos los niños con TND desarrollan TD, pero los que
tienen este último casi siempre han tenido un diagnóstico previo de TND; d) los correlatos
familiares del TND y del TD son similares, pero la frecuencia y la intensidad de los mismos son
mayores en los niños con TD; y e) los tratamientos suelen ser más efectivos para el TND que para
CONSECUENCIAS
La comorbilidad y sus consecuencias, dentro del grupo de los trastornos por déficit de atención y
comportamiento perturbador, ha sido un tema muy estudiado (Angold, Costello y Erkanli, 1999;
Coy, Speltz, DeKlyen y Jones, 2001; Ezpeleta, Keeler, Erkanli, Costello y Angold, 2001). Sin
embargo, para algunos autores parece haber una ambigüedad diagnóstica considerable entre el TD,
Trastorno negativista desafiante 4
el TND y el TDAH, sobre todo, en los niños más pequeños así como una cierta comorbilidad. Así
se ha dicho que hasta el 75% de los niños identificados con trastorno por déficit de atención con
hiperactividad también presentan TD (Webster-Stratton, 1993). Por otro lado, se ha propuesto que
la hiperactividad puede influenciar la emergencia del TND y del TD. Loeber (1985) ha sugerido que
la hiperactividad es inherente a los niños con TD. Un problema este campo es que muchos de los
trabajos habidos han combinado en las muestras sujetos con TND y TD y pocos de ellos
proporcionan evidencia de los trastornos comórbidos asociados con el TND. Angold y Costello
(1996) informaron de la existencia de bajos niveles de comorbilidad, en TND, con una muestra
comunitaria (el 14% con TDAH, el 14% con trastorno de ansiedad y el 9% con trastorno depresivo).
No obstante, a pesar de estas opiniones, Webster-Stratton (1993) opina que los criterios para
Concretamente, el DSM-IV-TR (APA, 2000, pág. 101) señala que una proporción sustancial
(aproximadamente la mitad) de los que tienen este último diagnóstico también presentan TND o un
trastorno disocial. Dicho de forma contraria, «el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad es común en niños con trastorno negativista desafiante» (pág. 118). Kadesjö y
Gillberg (2001) clasificaron a una muestra de 409 niños de 7 años de edad cronológica en tres
grupos, uno cumpliendo los requisitos diagnósticos del TDAH, otro que no llegaban a satisfacerlos
todos pero que se acercaban (5, 6 o 7 de los 14 criterios en el DSM-III-R) y otro sin TDAH. La
distribución numérica fue, respectivamente, 15, 42 y 352. Pues bien, el diagnóstico comórbido más
frecuente fue, precisamente, el trastorno negativista desafiante en el primero de los grupos (60%).
En el segundo fue menor (12%), habiendo otros con más frecuencia, lo que hace pensar que sólo
cuando los síntomas del TDAH superan un cierto nivel es cuando los correspondientes a los del
Trastorno negativista desafiante 5
TND comienzan a emerger. Souza, Serra, Mattos y Franco (2001) encontraron una comorbilidad del
La etiología de esta covariación, conjuntamente con el TD, no está clara. Al parecer, cada
trastorno está influenciado por factores genéticos y ambientales, ahora bien se ha sugerido que un
factor ambiental compartido es el que hace la contribución más grande a la covariación entre el
Sin embargo, hay que recordar que la comorbilidad en los trastornos del desarrollo ha sido
cuestionada. Por ejemplo, Kaplan, Dewey, Crawford y Wilson (2001) critican el empleo del
que las categorías discretas no existen en la vida real y que, por tanto, referirse a categorías o
síntomas que se solapan como comorbilidades es engañoso. Valoraron a 179 sujetos en edad escolar
(de 5,2 a 16.9 años de edad cronológica) con problemas de aprendizaje o de atención en relación
con 7 trastornos: trastorno de la lectura, trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
depresión y ansiedad. El 50% de los sujetos satisfacieron los criterios para, al menos, 2 diagnósticos
y los de TDAH tuvieron mayor probabilidad de tener, al menos, un segundo trastorno comparados
cuenta son los resultados de algunos estudios en el sentido de que la presencia del TND,
conjuntamente con otros trastornos, es un agravante de determinados conflictos. Este es el caso con
el TDAH. El grado de conflicto entre una madre y un hijo con este último trastorno parece ser más
elevado a medida que se presentan más síntomas de trastorno negativista desafiante. Se afirma,
incluso, que es el nivel de éste el que contribuye, en mayor proporción que el TDAH, a los informes
de las madres en relación con los conflictos y al estrés que genera. Edwards, Barkley, Laneri,
Fletcher y Metevia (2001) encontraron, como en estudios previos, un grado importante de conflicto
Trastorno negativista desafiante 6
entre los adolescentes con TDAH/TND y sus madres. La comorbilidad influyó en el número de
conflictos, ira manifestada, uso de tácticas agresivas y peor comunicación, en relación con un grupo
de control comunitario. Con los padres se alcanzaron los mismos resultados. Estos informes fueron
corroborados por los propios adolescentes. Igualmente, el nivel de los síntomas del TND, más que
el propio TDAH, fue el que contribuyó en mayor medida a los conflictos. El TND, pues, parece
magnificar los informes sobre conflictos familiares en los sujetos con TDAH en comparación con
Por otro lado, aunque las madres con niños y adolescentes con TDAH parecen manifestar
significativamente, en relación con las controles, más estrés, insatisfacción marital y desajuste
psicológico (particularmente ansiedad, depresión y hostilidad) los datos apuntan a que esto se
acrecienta cuando se da una comorbilidad con el TND. En el estudio de Edwards et al. (2001) se
adolescentes con TDAH/TND que las del grupo control comunitario. No así, bajo nivel de
satisfacción marital. También se ha hallado que el nivel de hostilidad de la madre, más que la
depresión, ansiedad o la discordia marital, es lo que hace la contribución más significativa al grado
de conflicto experimentado en estas interacciones madre-hijo, más allá de la que hacen los síntomas
de TDAH/TND adolescente.
Lahey y Loeber (1994) y Lahey, Waldman y McBurnett (1999) hipotetizan que sólo los
niños con TDAH que también exhiben TND desarrollarán TD en la infancia y que dentro de éstos
será un subgrupo los que mostrarán más tarde trastorno antisocial de la personalidad (TAP).
Trastorno negativista desafiante 7
DATOS EPIDEMIOLÓGICOS
muestra estudiada, de los métodos de evaluación empleados, de los instrumentos, del sistema de
clasificación empleado o del número de informantes, entre otras cosas. Así, por ejemplo, cambios
menores en los criterios pueden producir grandes diferencias (Boyle, Offord, Racine, Szatmari,
aumento con la edad. Por otro lado, Anderson, Williams, McGee y Silva (1987) indican que los
varones son diagnosticados con este trastorno tres veces más a menudo que las niñas. Sin embargo,
en general, los datos son inconsistentes durante la infancia más avanzada y la adolescencia,
afirmándose que las tasas en varones son levemente más altas o que no hay diferencias con las de
las mujeres. A nivel de estatus socioeconómico, tanto el TND como el TD, son más prevalentes
Por último, señalar que hacen falta más investigaciones sobre las diferencias de prevalencia
en función de los distintos grupos étnicos (Bird, Canino, Davies, Zhang, Ramírez y Lahey, 2001),
de situaciones especiales, como la adopción (Simmel, Brooks, Barth y Hinshaw, 2001) y que, en
ocasiones, los datos se presentan conjuntamente con otras categorías diagnósticas, lo que favorece
el mejor conocimiento de los sujetos afectados. Por ejemplo, Webster-Stratton (1993) habla de que
del 4% al 10% de los niños, en los Estados Unidos, satisfacen los criterios del trastorno negativista
CURSO
El TND suele iniciarse antes de los 8 años de edad cronológica y, en general, no más tarde del
negativista desafiante es un precedente del trastorno disocial, pero aunque éste, concretamente el de
inicio infantil, normalmente es precedido del mismo no todos los niños con TND lo desarrollan
(APA, 2000).
Los problemas externalizantes en los niños presentan una alta estabilidad temporal.
Richman, Stevenson y Graham (1982) encontraron que el 67% de los niños con esta clase de
problemas a los 3 años continuaban siendo agresivos a los 8 años. Las formas tempranas de
trastorno disocial son predictivas de otros problemas posteriores en la vida, tales como abandono
1993).
Parece que la gravedad de los síntomas se asocia con la estabilidad del trastorno. Así, p. ej.,
Cohen, Cohen y Brook (1993) encontraron una más estabilidad de la infancia más avanzada a la
adolescencia cuando el TND o el TD eran graves que cuando eran moderados. Asimismo, aunque
queda por profundizar en este tipo de investigaciones, se ha sugerido la estabilidad para los
comportamientos perturbadores, en general, es tan alta o más en las mujeres que en los varones
DIAGNÓSTICO
Para establecer un diagnóstico de un TDDO hay que tener en cuenta el contexto de desarrollo. Ya se
sabe que hay comportamientos que, según las edades, pueden encontrarse dentro de la normalidad o
no, según la edad del sujeto. Asimismo, la CIE-10 también cita el contexto sociocultural. El rasgo
Trastorno negativista desafiante 9
esencial del trastorno «es una forma de comportamiento persistentemente negativista, hostil,
derechos ajenos que entrarían dentro de otras categorías. Los sujetos que padecen este trastorno con
frecuencia se oponen a las peticiones y reglas demandadas por los adultos, molestan a conciencia a
otras personas, tienden a sentirse enojados, resentidos y fácilmente irritados contra las personas que
les culpan de sus acciones, tienen baja tolerancia a la frustración y pierden el control con facilidad.
Los desafíos suelen ser en forma de provocaciones con los consiguientes enfrentamientos. Se
(OMS, 1992).
Es posible que estos comportamientos no se den durante una entrevista clínica y sí con otros
adultos y compañeros.
Los criterios diagnósticos para el trastorno negativista desafiante, de acuerdo con el DSM-
A) Un patrón de comportamiento negativista, hostil y desafiante que dura por lo menos 6 meses,
estando presentes cuatro (o más) de los siguientes:
Nota. Considerar que se cumple un criterio sólo si el comportamiento se presenta con más
frecuencia de la observada típicamente en sujetos de edad y nivel de desarrollo comparables.
D) No se cumplen los criterios de trastorno disocial y, si el sujeto tiene 18 años o más, tampoco los
de trastorno antisocial de la personalidad.
criterios para el trastorno disocial no debe darse un diagnóstico de TND. Igualmente en relación
con los trastornos del estado de ánimo y los trastornos psicóticos de niños y adolescentes si los
síntomas aparecen exclusivamente cuando se dan estos casos. Puede coexistir con el trastorno por
déficit de atención con hiperactividad. Si el sujeto tiene retraso mental se aplicará esta etiqueta
diagnóstica de TND teniendo en cuenta la edad, sexo y gravedad del retraso mental en otros sujetos
podido comprobar que puede tener una alta utilidad predictiva, como en el caso de varias formas de
grupo de los trastornos disociales. Esto hace que aunque compartan criterios diagnósticos idénticos
difieren en sus condiciones diagnósticas, como comenta el DSM-IV-TR, pudiendo recoger casos
más graves. La discordancia entre estas dos sistemas de clasificación es responsable, entre otras
cuestiones, de los distintos resultados que se dan en los índices de prevalencia, como se comenta en
otro lugar.
EVALUACIÓN
Una revisión sobre este particular puede encontrarse en una sección especial dirigida por McClellan
y Werry (2000) en el Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. En ella
Entre las entrevistas pueden mencionarse, entre otras: la NIMH Diagnostic Interview
Schedule for Children Version IV (NIMH DISC-IV) (Shaffer, Fisher, Lucas, Dulcan y Schwab-
Stone, 2000), la Child and Adolescent Psychiatric Assessment (CAPA) (Angold y Costello, 2000) o
la Diagnostic Interview for Children and Adolescents (DICA) (Wendy, 2000). No obstante, se sabe
que las entrevistas requieren la mayoría de un cierto tiempo de aplicación y esfuerzo. Por ello, se
han presentado como alternativas algunas escalas de valoración. Por ejemplo, Grayson y Carlson
(1991) proponen una basándose en el DSM-III-R. Burns y Patterson (2000) han identificado tres
factores en Eyberg Child Behavior Inventory, uno, de comportamiento negativista desafiante hacia
conducta. También se han empleado pruebas con ítems pictóricos, como el Pictorial Instrument for
Children and Adolescents (PICA-III-R) (Ernst, Cookus y Moravec, 2000) y la entrevista Dominic-R
Como se ha señalado en otro lugar, los criterios diagnósticos para el trastorno negativista
desafiante han sufrido variaciones, lo cual ha influido y complicado a nivel de evaluación de los
comportamientos perturbadores, en general, que es lo desarrollado. Por otro lado, no hay que
olvidar que según quién sea el informante de los datos (padres, profesores o el propio niño,
básicamente) pueden obtenerse resultados diferentes, pues no suelen darse correlaciones altas según
Como con otros muchos otros trastornos, en principio, es posible que no haya una causa única que
tenga que ver con el desarrollo y mantenimiento del TND. Se ha prestado atención tanto a factores
internos al niño como externos a él (Loeber, Green, Lahey, Frick y McBurnett, 2000).
Trastorno negativista desafiante 12
temperamento, déficit de habilidades sociales y cognitivas y del campo académico. Sin embargo,
los estudios han ido dirigidos más en general con los problemas de comportamiento externalizantes
que a este trastorno específico. Así, por ejemplo, en cuanto al temperamento se ha hipotetizado la
transmitido genéticamente, pudiera ser responsable, al menos parcialmente, del desarrollo de los
relación con el trastorno disocial, postulándose que estos sujetos distorsionan las señales sociales
durante las interacciones con los compañeros. Los datos también indican que los déficit en las
habilidades para la solución de problemas sociales contribuyen a interacciones pobres con los
compañeros. Igualmente, pero más dirigido al trastorno disocial se ha hallado que un bajo
rendimiento académico es más probable en sujetos con TD, si bien puede considerarse esto de una
Igualmente, como factores externos al niño, pero también enmarcado en los trastornos de
conducta en general, se ha hablado de aquellos relacionados con los padres, tales como déficit en las
habilidades para ser padres, factores psicológicos de los padres y otros factores familiares. Sobre
este particular, el DSM-IV-TR menciona cómo el TND es «más frecuente en familias donde por lo
menos uno de los padres cuenta con una historia de trastorno de estado de ánimo, trastorno
negativista desafiante, trastorno disocial, trastorno por déficit de atención con hiperactividad,
trastorno antisocial de la personalidad o trastorno por consumo de sustancias». Lo mismo que con
el TD, se ha hallado una asociación entre el trastorno depresivo en la madre y tener hijos con TND.
Lo que no está claro es si es causa o efecto; es decir, si el trastorno depresivo es lo que aumenta la
probabilidad de tener hijos con TND o este último, por sus características, es el que hace que la
Asimismo, es más usual en familias donde se dan conflictos conyugales graves. Existe
evidencia que sugiere que los problemas familiares tienen que ver con los comportamientos que
tipifican a los sujetos con TND. Patterson, Chamberlain y Reid (1982) (citado en Markward y
Bride, 2001) sostuvieron que una disciplina pobre conduce al TND. Por otro lado, con frecuencia en
la observación de familias con niños desobedientes se detectan patrones coercitivos, lo que indica
que el comportamiento negativista no es un hecho aislado ni un simple intercambio sino que forma
parte de un patrón más amplio (Wahler, 1997), en el que están implicados todos los actores del
proceso. Esto podría conectarse con la teoría de la coerción familiar de la agresión social infantil
(Patterson, 1982; Patterson, Reid y Dishion, 1992), en la que los patrones de interacción coercitiva
(hostil) también son típicos de otros miembros de la familia, además del niño. Ahora bien, los
patrones coercitivos también aparecen en familias sin presencia de un negativismo elevado, si bien
ese tipo de intercambios no suelen ser de la duración e intensidad de los anteriores y tampoco se
caracterizan por extremos en la alteración del afecto o del reforzamiento mutuo del comportamiento
coercitivo.
Por otra parte, se han considerado factores relacionados con la escuela y las interacciones
con los compañeros y profesor-niño. En este aspecto, Rutter, Tizard, Yule, Graham y Whitmore
(1976) encontraron que características tales como el énfasis en el trabajo académico, tiempo
dedicado a las lecciones por el profesor, el uso de recompensas por el profesor, el énfasis en la
responsabilidad individual, la disponibilidad del profesor, las condiciones del trabajo escolar y la
el rendimiento académico.
Asimismo, se han tenido en cuenta las relaciones escuela y hogar. Por ejemplo, muchos
padres con niños con TND y CD han tenido encuentros negativos con los profesores en relación con
los problemas de comportamiento de los niños. Un estudio de padres de niños con problemas de
comportamiento ha mostrado que éstos tienen menos interés en conocer al profesor, parecen tener
Trastorno negativista desafiante 14
metas diferentes para sus hijos y valoran la educación menos que los padres de niños competentes
psicopatológicos, como el TND, más que otros, pueden estar más estrechamente relacionados con
acontecimientos vitales adversos y que algunos de éstos parecen estar relacionados con tipos
específicos de trastornos (Tiet, Bird, Hoven, Moore, Wu, Wicks, Jensen, Goodman y Cohen, 2001).
Uno de los intentos de explicación que se ha utilizado para dar cuenta de la persistencia en el
comportamental y que se ha aplicado al negativismo. Esta metáfora, como señalan Strand et al.
ambientales alteradas. Esta noción proviene de la física y describe la tendencia de un objeto que se
ha puesto en movimiento a continuarlo, al menos por un tiempo, incluso después de que el impulso
que lo inició haya finalizado. En este sentido la fuerza del impulso de un objeto físico viene
determinada por su masa y velocidad. Cuando es grande la masa del objeto, la velocidad no se ve
afectada relativamente por una fuerza externa. Aplicado esto al comportamiento viene a ser más o
menos lo que sigue. El impulso contiene dos aspectos generales pero separados del
masa). Existen estudios que han mostrado que esos aspectos del comportamiento son
independientes (Mace, Lalli, Shea, Lalli, West, Roberts y Nevin, 1990; Nevin, Tota, Torquato y
Shull, 1990). La tasa de respuesta, bajo condiciones estables, depende de las contingencias
contingencias estímulo-reforzador.
Desde esta perspectiva del impulso comportamental se han obtenido datos que sugieren que
la responsividad infantil a instrucciones se relacionan con otras previas a la misma persona. Más
negativismo infantil subsiguiente, pero la relación está mediada por la historia de respuestas
significativamente menos probable dada una historia de cumplimiento del niño. No obstante, se dan
otras variables como la disforia de la madre que afecta al cumplimiento del niño negativamente.
Son datos correlacionales pero consistentes con las predicciones del impulso comportamental. A
nivel de intervención estos resultados son interesantes. Los padres, por ejemplo, deberían establecer
un contexto de cumplimiento del niño antes de hacer requerimientos que sean probables de ser
En resumen, no está del todo claro definitivamente cuáles son los factores causales y de
mantenimiento del trastorno negativista desafiante, entre otras razones, porque los estudios muchas
veces se han orientado a los trastornos de conducta en general que al TND en particular, sin
conocerse qué le es específico. Aunque los factores externos al niño, tales como los problemas
familiares, han sido resaltados en esta problemática también hay quienes afirman que hay que
Algunos estudios han mostrado la existencia de continuidad entre los problemas perturbadores y
Rutter, 1985). Tanto el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), como el
trastorno disocial (TD) y el trastorno negativista desafiante (TND) se han asociado, en cierta
juzgar por los resultados de algunos estudios, parece existir clara evidencia. Además, como señalan
Lahey y Loeber (1997), cuando se da concurrentemente con el TD, la persistencia de éste último es
mayor. Por eso, se considera importante estudiar su co-ocurrencia. El caso del TND está menos
estudiado pero se ha sugerido que está fuertemente vinculado con el TD. Igualmente, hasta el
Trastorno negativista desafiante 16
presente no hay muchos datos sobre la asociación del TDAH y el TDN en relación con
comportamiento antisocial (Lahey y Loeber, 1997). Aunque hay quienes afirman que los
niños que muestran TND y TDAH parecen estar en un más elevado riesgo de desarrollar
comportamiento antisocial grave que los que presentan una sola categoría diagnóstica (Walker,
Pero a pesar de lo anterior, no hay que olvidar que la interpretación de los resultados puede
ser un hecho controvertido. Las razones que obligan a ser críticos van diversos caminos. Entre otras,
los cambios en las definiciones de las categorías diagnósticas, como es el caso del DSM, se dejan
sentir en este aspecto que se está mencionando como en otros relativos al TND, porque aunque se
hallan mantenido características esenciales en las distintas versiones no así ha sido con otros
politético -aquel en el que existen distintos marcadores para identificar un trastorno pero que para
hacer el diagnóstico tan solo se requiere la presencia de parte de los criterios de identificación1
(Pelechano, 2000)-. Además, se encuentra el hecho de que muchos autores optan por utilizar
constructos dimensionales (agresión, delincuencia e hiperactividad). Por otro lado, está la variedad
de instrumentos de evaluación empleados. También hay que tener presente si las investigaciones se
han centrado básicamente en varones y habría que contemplar otros contextos y grupos étnicos, si
las muestras están basadas en la población o son de extracción clínica, si los estudios son
transversales o longitudinales. Sobre estos particulares, Lahey y Loeber (1997) proponen que de
cara al futuro, los trabajos deberían incluir un mayor número de casos femeninos, cubrir más la
De todas formas, para tratar de explicar esa supuesta continuidad se han desarrollado
algunas propuestas. Para Patterson, DeBaryshe y Ramsey (1989) algunos sujetos comienzan
Trastorno negativista desafiante 17
temprano, en los años preescolares y escolares iniciales, con la aparición de trastornos negativistas y
antecedentes sociales y comportamentales normales. Parece ser que el pronóstico de estos últimos
sujetos es más favorable. Los adolescentes con más probabilidad de ser antisociales de forma
crónica son los que evidenciaron síntomas de TND en los años preescolares.
Webster-Stratton (1993) recuerda que no todos los niños con TND llegan a tener TD y que
no todos los que se etiquetan con TD se hacen adultos antisociales. Menciona como factores de
riesgo para la progresión hacia el comportamiento antisocial los siguientes: (a) edad de comienzo
temprana (años preescolares), (b) extensión de la desviación (a través de múltiples contextos, tales
como el hogar y la escuela), (c) frecuencia, intensidad y cronicidad del comportamiento antisocial,
(d) diversidad del comportamiento antisocial (varios problemas versus pocos) y comportamientos
encubiertos en las edades tempranas (robar, mentir, prender fuego), y (e) características familiares y
del padre.
a las distintas partes afectadas, el niño que presenta conductas de oposición, desobediencia y
negativismo y los padres que desde el principio tratan de afrontar estas alteraciones del
comportamiento de ahí que el entrenamiento de padres por un lado y las intervenciones centradas en
el propio niño afectado por otro, constituyan las iniciativas terapéuticas emprendidas desde el
ámbito de la Psicología para resolver este trastorno. Ambas alternativas, complementarias, nunca
excluyentes, convergen en cuanto a los fines últimos si bien difieren, como podemos observar en la
1
Pelechano (2000) cita como Clarkin et al. (1983) advierten que se dan 93 formas distintas de diagnosticar un trastorno
límite con el DSM-III-R y a Widiger (1993) que ha diferenciado hasta 149.495.616 maneras diferentes de poder recibir
Trastorno negativista desafiante 18
Tabla 1, tanto en los destinatarios, objetivos específicos y áreas de intervención como en las
técnicas empleadas para obtener los resultados esperados. Los programas de entrenamiento de
padres tienen como destinatarios los adultos que aprenden habilidades y tácticas conductuales para
manejar con éxito el comportamiento de sus hijos en casa y en situaciones públicas. En estos
enfoques la actuación sobre el niño pasa a segundo plano, beneficiándose éste del aprendizaje que
han recibido sus padres. Desde la perspectiva tradicional, centrada en los problemas que presenta el
Si bien es sabido que el tratamiento de los distintos trastornos infantiles requiere contar con
la implicación activa de los padres y adultos significativos del niño esta participación cobra especial
padres constituye una de las opciones de intervención más eficaces y consolidadas e investigadas en
este ámbito (Kazdin, 1997). Algunas de las razones que explican el papel desempeñado por los
adultos tienen que ver con la naturaleza y calidad de las interacciones que mantienen padres e hijos
y con las experiencias de solución, habitualmente fallidas, que los progenitores han adoptado
respecto a los problemas de conducta que muestran sus hijos. Cuestiones a las se añaden las
evidencias científicas que han puesto de manifiesto cómo el entrenamiento y formación de padres
niños con estos trastornos al tiempo que mejora el comportamiento de los padres y se atenúa el
estrés que éstos sufren (Danforth, 1999). Cabe añadir al respecto que las prácticas de crianza
adoptadas y las habilidades conductuales que los padres manifiestan están estrechamente
desobediencia que caracterizan a estos niños. En este sentido se han mostrado especialmente
relevantes los métodos coercitivos y hostiles que adoptan los progenitores cuando éstos no van
práctica, así como las actuaciones paternas en las que apenas se observa constancia y regularidad.
entre la atención que los progenitores proporcionan a los comportamientos infantiles problemáticos
en comparación con el escaso interés y atención que dispensan hacia las conductas adaptadas y
considerar que los intentos de solución adoptados antes de solicitar ayuda profesional e incluso
antes de que otros adultos, profesores, tutores, etc. detecten los comportamientos alterados de los
niños, no sólo no han producido los efectos deseados sino que han dado lugar a pautas de
interacción anómalas, difíciles de alterar sin la participación de las personas implicadas. Así pues,
reestructurar dichas pautas a partir del papel que desempeñan en las mismas los adultos..
desarrollándose en los últimos años a través de programas de entrenamiento de padres, que sin
obviar las cuestiones específicas que les caracterizan en cuanto a secuencia de las sesiones y
estructura, comparten numerosos aspectos de interés. Se trata de: (Larroy y De la Puente, 1998;
Luiselli, 2002): a) En general pretenden modificar las pautas habituales que marcan las
relaciones más adaptadas, b) La intervención del experto está focalizada en los adultos tratando de
discriminada hacia los comportamientos disruptivos del niño, empleo extensivo de procedimientos
respecto a las conductas del menor, etc. En su lugar, se hace especial hincapié en la necesidad de
poner en práctica habilidades eficaces relacionadas con atender a las señales que marcan el inicio
del comportamiento anómalo del niño, apoyar y prestar atención a sus comportamientos adaptados
y dar instrucciones eficaces, c) Los padres reciben, por un lado, información sobre los principios de
establecer límites, y poner en práctica procedimientos para apoyar los comportamientos adaptados y
asignación de tareas para casa con el propósito de los objetivos antes mencionados.
Dos de los programas de entrenamiento habitualmente empleados en este ámbito han sido
niños de las instrucciones parentales . Otras iniciativas planteadas con similares objetivos han sido
El programa de Forehand y McMahon (1981) está indicado para padres con hijos entre 3 y 8
años que suelen mostrar desobediencia. Sus objetivos básicos se dirigen a modificar
adaptativamente las interacciones anómalas que mantienen padres-hijos, incrementar las habilidades
conductuales de los padres relacionadas con el manejo apropiado del comportamiento de sus hijos y
reducir los problemas de conducta que presentan los niños, especialmente, la desobediencia,
contextos de consultas y clínicas, se desarrolla en sesiones que tienen una duración aproximada
los componentes destacados se incluyen explicaciones didácticas, modelado, role play, interacción
con el niño en el contexto de entrenamiento, supervisión y tareas para casa. Como podemos
prestar atención a la conducta del niño, describirla y eliminar las órdenes y preguntas. A
continuación los adultos aprenden a emplear las recompensas verbales y físicas para apoyar los
comportamientos desadaptados. En la segunda etapa, los padres son instruidos en dar órdenes
eficaces y administrar consecuencias que estarán en función del seguimiento o incumplimiento que
realice el niño de las instrucciones previamente dadas. Las sesiones programadas se desarrollan
En estrecha relación con este programa Forehand y Long (1996) subrayan algunas
indicaciones prácticas de utilidad para los padres con hijos diagnosticados con el trastorno por
emplear recompensas para favorecer la obediencia y otras conductas adaptadas, 3) ignorar las
el tiempo fuera para disminuir conductas desadaptadas e 5) integrar las nuevas habilidades
Por su parte, el Programa de Entrenamiento de Barkley (1997) para padres de niños entre 2 y
que se proponen diversas técnicas para el control del comportamiento infantil. Los planteamientos
conceptuales que subyacen a esta propuesta hacen referencia básicamente a las siguientes
manejar el comportamiento de los niños, 3) énfasis en el aprendizaje por parte de los padres de
habilidades para administrar recompensas, dar órdenes eficaces, anticipar posibles situaciones
conflictivas y planificar la manera más eficaz para afrontarlas, 4) necesidad de practicar las
habilidades en casa y adaptar el contenido del programa a las peculiaridades de los padres y de los
1999), entre otros, los siguientes efectos: a) Fortalecer y apoyar las interacciones padres-hijos en
Incrementar los comportamientos adaptados del niño y reducir las conductas de desobediencia,
desafío y negativismo características. Si bien estos objetivos son compartidos por buena parte de las
propuestas desarrolladas para formar a los padres con hijos que presentan alteraciones del
comportamiento cabe destacar a propósito del programa de Barkley (1997), de acuerdo con Koch y
aprendizaje por parte de los padres de distintos procedimientos para recompensar o castigar el
después en situaciones y lugares públicos e c) incluye material adicional con indicaciones prácticas
de actuación, ejercicios y tareas específicas según el contenido de cada una de las sesiones,
traducido por Bauermeister, Salas-Serrano, Matos, Reina y Avila-López (1997) (Tabla 4) que se les
entrega a los padres para facilitar la aplicación de las habilidades conductuales adquiridas en las
Como podemos observar (Tabla 3) este programa va destinado a padres que además de tener
hijos con alteraciones del comportamiento compartidas por los trastornos del comportamiento
perturbador gozan de cierta estabilidad personal y familiar y están de acuerdo con los
cabo, cabe señalar que su autor hace especial hincapié en la exigencia de cierta experiencia
profesional en el tratamiento de los trastornos para los que se indica el programa. Añadir, asimismo,
que el entrenamiento progresa en sesiones de dos horas que comparten un formato común,
comenzando en todos los casos por la revisión de las tareas para casa propuestas en la sesión
anterior y concluyendo con el planteamiento de nuevas tareas y actividades según el contenido y las
habilidades aprendidas.
causas del trastorno y tras enseñar a los padres a prestar atención y emplear procedimientos para
Trastorno negativista desafiante 24
conducta del niño en el colegio. Finalmente, se destina una última sesión a consolidar los
Tabla 4. Estructura y contenido del programa de entrenamiento de padres con niños desafiantes y
oposicionistas de Barkley (1997)
Con independencia del programa de entrenamiento seleccionado en cada caso, el trabajo con
los padres requiere, de acuerdo con Luciano y Gómez (1998), la adopción por parte del terapeuta de
Tabla 5. Indicaciones y pautas de actuación a seguir en el trabajo con los padres (Luciano y Gómez,
(1998)
1. Los padres han de obtener contingencias positivas en la interacción y trabajo con sus hijos
2. Las pautas e indicaciones terapéuticas que los adultos han de adoptar no deben representar
una alteración significativa en su rutina y vida diaria
3. Elegir objetivos y conductas que, a los padres, resulten relevantes para modificar en el
contexto familiar.
4. Programar la intervención con objetivos que permitan la acción eficaz de los padres respecto
al comportamiento de sus hijos.
5. Disponer las condiciones para facilitar la actuación de los padres, apoyar sus esfuerzos y
reconocer los logros que alcanzan sus hijos.
6. Asegurar que otras personas significativas del niño valoren los cambios que están logrando
en su comportamiento.
7. Adaptar el contenido de las tareas, iniciativas y actividades encomendadas a los padres.
Procurar que o bien solos o con ayuda sean ellos quienes establezcan las pautas y directrices
a seguir.
Los padres, por su parte, para manejar con éxito el comportamiento alterado de su hijos debieran
adoptar asimismo ciertas reglas de actuación que, en opinión de Larroy y de la Puente (1995), se
concretan en: a) ser perseverante y constante en sus actuaciones, b) reforzar consistentemente las
conductas adaptadas de los niños, c) no alterar las contingencias que siguen a las conductas, d)
Las iniciativas terapéuticas emprendidas para tratar al propio niño diagnosticado con este
modo se diseñan actuaciones sensibles a la influencia que los procesos cognitivos, atribuciones,
alteraciones conductuales que presentan los niños con trastornos de conducta. Las distorsiones y
situaciones problemáticas a partir de ciertos aspectos comunes (Kazdin, 1993; Luiselli, 2002), entre
ellos, cabe mencionar los siguientes: a) Hacen hincapié en el análisis de las percepciones y
atribuciones que el niño realiza de las experiencias vitales. Es decir, la intervención cognitiva se
orienta inicialmente hacia el modo cómo el menor conceptualiza las situaciones difíciles, en este
sentido el interés no radica en los comportamientos específicos que muestra el niño, la atención se
dirige mas bien hacia los procesos cognitivos que median tales comportamientos, b) Sus objetivos
se concretan en modificar el modo de pensar de los niños sobre estas situaciones y enseñarles al
mismo tiempo una estrategia eficaz para afrontarlas en el futuro con éxito. Se trata de una estrategia
de solución de problemas que los niños ensayan primero en relación a problemas académicos y
juegos y más tarde respecto a dificultades de la vida real, problemas personales e interpersonales,
c) Estos programas comparten una estructura básica, de aplicación individual o en pequeños grupos,
experto se encarga de modelar las instrucciones verbales que han de guiar el comportamiento
adaptado y las habilidades de solución de problemas al tiempo que proporciona refuerzos y apoyo
Entre los programas diseñados para entrenar en habilidades cognitivas a niños con
problemas de oposición, agresividad y negativismo cabe mencionar el propuesto por Kazdin (1995)
dirigido a enseñar a chicos entre 7-13 años una estrategia de solución de problemas mediante el uso
de autoinstrucciones verbales. Este programa ha sido adaptado por Lora y Moreno (2001) para
duración aproximada entre 40-50 minutos y en el que se emplean cinco autoinstrucciones verbales
correspondientes a cada uno de los cincos pasos que integran la estrategia de solución de problemas.
siguiente:
Tal como se indica en la Tabla 6, el trabajo se inicia con un doble objetivo, motivar e
los procedimientos que se emplearán. Hasta la sesión cinco se ensaya la estrategia de solución de
problemas en tareas simples y actividades lúdicas, A partir de esta sesión se practican los pasos
aprendidos en situaciones sociales difíciles para el niño, primero hipotéticas y después reales. En las
primeras sesiones para apoyar y facilitar el aprendizaje de las habilidades cognitivas se emplean
tarjetas en las que se presentan las situaciones problemáticas y los pasos de la solución de
verbales, representación de papeles, procedimiento que cobra auge a partir de la sesión séptima en
la que se representa el papel del niño en interacciones conflictivas con otros niños, junto con
reforzamiento, verbal y social, economía de fichas y coste de respuesta. Otro de los aspectos
destacados y valorados en este programa es la realización por parte del niño, al final de cada sesión,
de una autoevaluación respecto a su ejecución. (Cómo lo hice hoy). A partir de una escala con tres
opciones (No muy bien, Bien, Genial) el niño evalúa su actuación, si ésta coincide con la efectuada
por el terapeuta en relación a esa sesión, el paciente obtiene una ficha extra, reforzando de este
sesiones, si bien su implicación se reduce considerable cuando el niño ha aprendido las habilidades
de solución de problemas ya planteadas. Las funciones del experto durante el entrenamiento pueden
concretarse en los siguientes aspectos: modela cada paso de la estrategia de solución de problemas y
perfeccionar las habilidades adquiridas, posteriormente se retira y apoya las ejecuciones del
paciente. Hemos de añadir asimismo que los terapeutas encargados de llevar a al práctica este
Cabe mencionar, como otro de los aspectos destacados del programa propuesto por Kazdin
(1995) la inclusión del procedimiento conocido como práctica en vivo. Con el objetivo de
para el niño tratado, que aumentan progresivamente en complejidad y acontecen en la vida diaria
Trastorno negativista desafiante 30
cotidiana. La ejecución del paciente en estos momentos es guiada y apoyada por el terapeuta, sus
Tabla. 6: Síntesis del Entrenamiento en Habilidades en Solución de Problemas para niños con
trastornos de conducta (Kazdin, 1995, 1996)
Sesiones Objetivos/Contenido
Objetivos: Introducir y motivar al niño en el tratamiento.
1 Explicación/Descripción de la estrategia de solución de problemas y los
procedimientos que se emplearán, economía de fichas, reforzamiento, coste de
respuesta, etc.
Explicación del procedimiento de autoevaluación
Añadir, para finalizar, que es frecuente que el tratamiento de los niños con trastorno por
negativismo desafiante se lleve a cabo cuando las interacciones familiares se encuentran seriamente
afectadas debido a la historia, amplitud y severidad de los comportamientos desadaptados del niño y
a los ingentes esfuerzos e iniciativas, con frecuencia fallidas, que los padres han adoptado para
tratar de abordar y resolver eficazmente estos problemas. No cabe duda que en estos casos se hace
urgente una intervención intensiva, prolongada en el tiempo y extensiva en cuanto a las actuaciones
mejoría apreciada tanto en los padres que han recibido entrenamiento como en el niño tratado y
Por otro lado, los tratamientos conductuales-cognitivos aplicados en este trastorno no son ajenos
a la preocupación actual por determinar la eficacia terapéutica que, en este caso, se ve reflejada en
el interés por determinar los criterios de éxito terapéutico, los componentes críticos de los
Kazdin y Wassell (1999, 2000) analizaron los resultados observados en 250 niños con edades entre
2-14 años con comportamientos de oposición, desafío, agresividad y conductas antisociales y sus
familias que habían sido tratados mediante terapia de solución de problemas, entrenamiento de
Trastorno negativista desafiante 32
padres o combinando ambas alternativas. Los resultados de los tratamientos fueron evaluados
considerando los cambios apreciados en el comportamiento del niño, el control de los múltiples
síntomas característicos, así como el comportamiento y estrés experimentado por los padres y el
funcionamiento familiar, tomando como referencia en este caso las relaciones entre los miembros
de la familia, el apoyo y satisfacción marital entre otros indicadores. Algunas de las conclusiones
alcance de los cambios, se apreciaron amplios cambios para los niños y pequeñas mejoras en los
cambio terapéutico.
Indicar respecto a los criterios empleados para evaluar el éxito de la intervención que en este
trastorno la reducción de los síntomas característicos por sí solo resulta claramente insuficiente.
comportamiento del niño a los parámetros normativos propios de su edad y sexo. De ahí que sea
necesario ampliar los parámetros consensuados para juzgar los resultados terapéuticos y considerar
trastorno negativista desafiante, sin olvidar los trabajos futuros en el terreno de la eficacia
comparada, señalan distintos caminos y vías de desarrollo que tienen que ver fundamentalmente con
la previsible expansión de los programas terapéuticos para abordar las alteraciones del
comportamiento que se observan con preocupación asociadas a otros trastornos infantiles así como,
Trastorno negativista desafiante 33
BIBLIOGRAFÍA
Anderson, J., Williams, S., McGee, R. y Silva, P. (1987). DSM-III disorders in preadolescent
children: Prevalence in a large sample from the general population. Archives of General Psychiatry,
44, 1, 69-76.
Angold, A. y Costello, E. J. (1996). Toward establishing and empirical basis for the diagnosis of
oppositional defiant disorder. Journal of the American Academy of Child and Adolescent
Psychiatry, 35, 9, 1205-1212.
Angold, A. y Costello, E. J. (2000). The Child and Adolescent Psychiatric Assessment (CAPA).
Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 39, 1, 39-48.
Angold, A., Costello, E. J. y Erkanli, A. (1999). Comorbidity. Journal of Child Psychology and
Psychiatry, 40, 1, 57-87.
Barkley, R. A. (1997). Defiant children: A clinician’s manual for assessment and parent training
(2ª edic.) Nueva York. Guilford Press.
Bauermeister, J. J., Salas-Serrano, C., Matos, M., Reina, G. y Avila-López, D. (1997). Niños
desafiantes. Materiales de evaluación y folletos para los padres. Nueva York. Guilford Press.
Bird, H. R., Canino, G. J., Davies, M., Zhang, H., Ramírez, R. y Lahey, B. B. (2001). Prevalence
and correlates of antisocial behaviors among three ethnic groups. Journal of Abnormal Child
Psychology, 29, 6, 465-478.
Boyle, M. H., Offord, D. R., Racine, Y., Szatmari, P., Fleming, J. y Sanford, M. (1996). Identifying
thresholds for classifying psychiatric disorder: Issues and prospects. Journal of the American
Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 35, 11, 1440-1448.
Trastorno negativista desafiante 34
Burns, G. L. y Patterson, D. R. (2000). Factor structure of the Eyberg Child Behavior Inventory: A
parent rating scale of oppositional defiant behavior toward adults, inattentive behavior, and conduct
problem behavior. Journal of Clinical Child Psychology, 29, 4, 569-577.
Burt, S. A., Krueger, R. F., McGue, M., Iacono, W. G. (2001). Sources of covariation among
attention-deficit/hyperactivity disorder, oppositional defiant disorder, and conduct disorder: The
importance of shared environment. Journal of Abnormal Psychology, 110, 4, 516-525,
Clarkin, J. F. et al. (1983). Prototypic typology and the Borderline Personality Disorder. Journal of
Abnormal Psychology, 92, 3, 263-275.
Cohen, P., Cohen, J. y Brook, J. (1993). An epidemiological study of disorders in late childhood
and adolescence, II: Persistence of disorders. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 34, 6,
869-877.
Coie, J. D., Lochman, J. E., Terry, R. y Hyman, C. (1992). Predicting early adolescent disorder
from childhood aggression and peer rejection. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 60,
5, 783-792.
Danforth, J. S. (1999). The outcome of parent training using the Behavior Management Flow Chart
with a mother and her twin boys with oppositional defiant disorder and attention-deficit
hyperactivity disorder. Child and Family Behavior Therapy, 21, 59-80.
Edwards, G., Barkley, R. A., Laneri, M., Fletcher, K. y Metevia, L. (2001). Parent-adolescent
conflict in teenagers with ADHD and ODD. Journal of Abnormal Child Psychology, 29, 6, 557-
552.
Ernst, M., Cookus, B. A. y Moravec, B. C. (2000). Pictorial Instrument for Children and
Adolescents (PICA-III-R). Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry,
39, 1, 94-99.
Ezpeleta, L., Keeler, G., Erkandi, A., Costello, J. y Angold, A. (2001). Epidemiology of psychiatric
disability in childhood and adolescence. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 42, 7, 901-
914.
Farrington, D. P., Loeber, R., Southamer-Loeber, M., Van Kammen, W. B. y Schmidt, L. (1996).
Self-reported delinquency and a comibined delinquency seriousness scale based on boys, mothers,
and teachers: Concurrent and predictive validity for African-Americans and Caucasians.
Criminology, 34, 4, 493-517.
Trastorno negativista desafiante 35
Grayson, P. y Carlson, G. A. (1991). The utility of DSM-III based checklist in screening child
psychiatric patients. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 30, 4,
669-673.
Hartman, C. A., Hox, J., Mellengergh, G. J., Boyle, M. H., Offord, D. R., Racine, Y., McNamee, J.,
Gadow, K. D., Sprafkin, J., Kelly, K. L., Nolan, E. E., Tannock, R., Schachar, R., Schut, H.,
Postma, I., Drost, R. y Sergeant, J. A. (2001). DSM-IV internal construct validity: When a
taxonomy meets data. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 42, 6, 817-836.
Kadesjö, B. y Gillberg, C. (2001). The comorbidity of ADHD in the general population of Swedish
school-age children. Journal of the Child Psychology and Psychiatry and Allied Disciplines, 42, 4,
487-492.
Kaplan, B. J., Dewey, D. M., Crawford, S. G. y Wilson, B. N. (2001). The term comorbidity is of
questionable value in reference to developmental disorders: Data and theory. Journal of Learning
Disabilities, 34, 6, 555-565.
Kazdin, A. (1995). Terapia de habilidades en solución de problemas para niños con trastornos de
conducta. Psicología Conductual, 3, 231-250.
Kazdin, A. (1997). Parent management training: Evidence, outcomes, and issuess. Journal of the
American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 36, 1349-1356.
Kazdin, A. (1996). Problem solving and parent management in treating aggressive and antisocial
behavior. En E. D. Hibbs y Jesen, P. S. (Eds.) Psychosocial treatments for child and adolescent
disorders: Empirically based strategies for clinical practice. Washington. American Psychological
Association.
Kazdin, A. y Wasell, G. (2000). Therapeutic changes in children, parents, and families resulting
from treatment of children with conduct problems. Journal of the American Academy of Child and
Adolescent Psychiatry, 39, 414-420.
Kazdin, A. y Wassel, G. (1999). Barriers to treatment participation and therapeutic change among
children referred for conduct disorder. Journal of Clinical Child Psychology, 28, 160-172.
Kronenberger, W. y Meyer, R. (1996). The child clinician’s handbook. Boston: Allyn & Bacon.
Trastorno negativista desafiante 36
Lahey, B . B., Waldman, I. D., McBurnett, K. (1999). The development of antisocial behavior: An
integrative causal model. Journal of Child Psychology and Psychiatry and Allied Disciplines, 40, 5,
669-682.
Lahey, B. B., Loeber, R., Stouthamer-Loeber, M., Christ, M. A. et-al. (1990). Comparison of DSM-
III and DSM-III--R diagnoses for prepubertal children: Changes in prevalence and validity. Journal
of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 29, 4, 620-626.
Loeber, R. (1985). Patterns and development of antisocial child behavior. En G. J. Whitehurst (Ed.),
Annals of child development. Vol. 2 (págs. 77-116). Nueva York: JAI Press.
Loeber, R. (1990). Development and risk factors of juvenile antisocial behavior and delinquency.
Clinical Psychology Review, 10, 1, 1-41.
Loeber, R., Burke, J. D., Lahey, B. B., Winters, A. y Zera, M. (2000). Oppositional defiant and
conduct disorder: A review of the past 10 years, part I. Journal of the American Academy of Child
and Adolescent Psychiatry, 39, 12, 1468-1484.
Loeber, R., Green, S. M., Lahey, B. B., Frick, P. J. y McBurnett, K. (2000). Findings on disruptive
behavior disorders from the first decade of the Developmental Trends Study. Clinical Child and
Family Psychology Review, 3, 1, 37-60.
Luiselli, J. K. (2002). Características clínicas y tratamiento del trastorno desafiante por oposición.
En V. Caballo y M. A. Simón (Dirs.) Manual de Psicología clínica infantil y del adolescente.
Trastornos específicos. Madrid. Pirámide.
Mace, F. C., Lalli, J. S., Shea, M. C., Lalli, E. P., West, B. J., Roberts, M. y Nervin, J. A. (1990).
The momentum of human behavior in a natural setting. Journal of the Experimental Analysis of
Behavior, 54, 3, 163-172.
Trastorno negativista desafiante 37
McClellan, J. M. y Werry, J. S. (2000). Research psychiatric diagnostic interviews for children and
adolescents. Introduction II. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry,
39, 1, 19-27.
Molina, B. S. G., Smith, B. H. y Pelham, W. E. (2001) Factor structure and criterion validity of
secondary school teacher ratings of ADHD and ODD. Journal of Abnormal Child Psychology, 29,
1, 71-82.
Patterson, G. R. (1982). A social learning approach: III. Coercive family process. Eugene, OR:
Castalia.
Patterson, G. R., Reid, J. B. y Dishion, T. J. (1992). A social learning approach: IV. Antisocial
boys. Eugene, OR: Castalia.
Rowe, R., Maughan,B., Pickles, A., Costello, A. J. y Angold, A. (2002). The relationship between
DSM-IV oppositional defiant disorder and conduct disorder: Findings from the Great Smoky
Mountains Study. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 43, 3, 365-373.
Rutter, M. (1985). Resilience in the face of adversity: Protective factors and resistance to
psychiatric disorder. British Journal of Psychiatry, 147, 598-611.
Rutter, M., Tizard, J., Yule, W., Graham, P. y Whitmore, K. (1976). Research report: Isle of Wight
studies. Psychological Medicine, 6, 2, 313-332.
Sanders, M. (2002). Una estrategia de intervención conductual familiar en niveles múltiples para la
prevención y el tratamiento de los problemas de comportamiento infantiles. En V. Caballo y M. A.
Simón (Dirs.) Manual de Psicología clínica infantil y del adolescente. Trastornos específicos.
Madrid. Pirámide.
Shaffer, D., Fisher, P., Lucas, C., Dulcan, M. K. y Schwab-Stone, M. E. (2000). Diagnostic
Interview Schedule for Children Version IV (NIMH DISC-IV): Description, differences from
previous versions, and reliability of some common diagnoses. Journal of the American Academy of
Child and Adolescent Psychiatry, 39, 1, 28-38.
Trastorno negativista desafiante 38
Souza, I., Serra, M. A., Mattos, P., Franco, V. A. (2001). Comorbidade em crianças e adolescentes
com transtorno do deficit de atencao: Resultados preliminares. Arquivos de Neuro-Psiquiatria, 59
(2-B), 401-406.
Strand, P. S., Wahler, R. G. y Herring, M. (2000). Momentum in child compliance and opposition.
Journal of Child and Family Studies, 9, 3, 363-375.
Tiet, Q. Q., Bird, H. R., Hoven, C. W., Moore, R., Wu, P., Wicks, J., Jensen, P. S., Goodman, S. y
Cohen, P. (2001). Relationship between specific adverse life events and psychiatric disorders.
Journal of Abnormal Child Psychology, 29, 2, 153-164.
Valla, J. P., Bergeron, L. y Smolla, N. (2000). The Dominic-R: A pictorial interview for 6- to 11-
year-old children. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 39, 1, 85-
93.
Walker, J. L., Lahey, B. B., Hynd, G. W. y Frame, C. L. (1987). Comparison of specific patterns of
antisocial behavior in children with conduct disorder with or without coexisting hyperactivity.
Journal of Consulting and Clinical Psychology, 55, 6, 910-913.
Webster-Stratton, C. (1993). Strategies for helping early school-aged children with oppositional
defiant and conduct disorders: The importance of home-school partnerships. School Psychology
Review, 22, 3, 437-457.
Wendy, R. (2000). Diagnostic Interview for Children and Adolescents (DICA). Journal of the
American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 39, 1, 59-66.
Whaler, R. G. (1994). Child conduct problems: Disorders in conduct or social continuity? Journal
of Child and Family Studies, 3, 2, 143-156.