La Parábola Del Agua PDF

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LA PARÁBOLA DEL AGUA

La espiritualidad es la inspiración y la garantía evangélica de que la renovación es tal. Todo cambio en la


Iglesia implica, tarde o temprano, plantearse la renovación de las motivaciones que lo inspiran. Sin esas motivaciones
arraigadas, vivas y explícitas, ningún grupo humano puede subsistir largo tiempo y mucho menos renovarse.
Apartarse de ellas supone pérdida de sentido y, por lo mismo, de fuerza, de atracción, de continuidad. Por eso que
cada vez se afirma más en la Iglesia que la demanda de espiritualidad será la dimensión del futuro.

De cara a la fe que es el ámbito donde nos movemos los educadores maristas, las motivaciones son más que
esenciales, son nuestro sello de identidad. Nuestra historia, nuestra significación actual, nuestra organización, cuanto
somos y hacemos no se explican por las ciencias humanas o por la racionalidad histórica: se refieren a Jesús y su
Evangelio como la motivación global, imprescindible y dominante.

La espiritualidad es la "savia" de nuestro trabajo apostólico, de nuestra pastoral, de nuestra organización


comunitaria, de la teología que ilumina nuestro quehacer. Cuando esto se olvida - y tenemos que reconocer que
efectivamente a lo largo de la historia se nos ha olvidado y reconocer, además, que ahí radica en gran medida la
causa de nuestros males, crisis, estancamientos-, cuando ello se nos olvida, insisto, se nos produce una especie de
"esquizofrenia" que podríamos graficar diciendo que nuestros discursos- todos ellos hermosos- van por una dirección
y nuestras obras, por otra. No hay concordancia entre lo que decimos y la gente ve. No tienen los frutos de nuestras
manos esa mordiente seductora que siempre han ofrecido las obras cuando están inspiradas y hechas por Dios. ¿No
atraería hoy la repetición de la experiencia Montagne? ¿No causó profundo impacto y seguirá siendo fuente de
desplazamientos evangélicos la muerte de los cuatro Hermanos mártires de Bugove, que encontraron el martirio
justamente después de haber decidido en discernimiento quedarse en el campamento "porque no podían dejar solos
a tantos refugiados," como si fueran ovejas sin pastor?

En el fondo, "la espiritualidad es teología en acción; es lo que hacemos en virtud de lo que decimos creer. Lo
que dogmatizamos en credos, la espiritualidad lo encarna; y lo que encarnamos es lo que realmente creemos" (6).

Un obrero de una comunidad cristiana, leemos en el libro citado de Segundo Galilea, explicaba con esta
sencilla parábola lo que para él era la espiritualidad cristiana: "La espiritualidad cristiana se parece a la humedad y al
agua que mantiene empapada la hierba para que ésta esté siempre verde y en crecimiento. El agua y la humedad del
pasto no se ven, pero sin ellas la hierba se seca. Lo que se ve es el pasto, su verdor y belleza, y es el pasto lo que
queremos cultivar, pero sabemos que para ello debemos regarlo y mantenerlo húmedo".

El pasto, la hierba, por ejemplo, es el quehacer de nuestras vidas: el conjunto de nuestros ideales y
proyectos, el proyecto vital que nos anima, las metas que nos vamos fijando: tener un buen trabajo, una seguridad,
un espacio familiar y afectivo en la vida; las preferencias sociales, culturales, profesionales, artísticas, políticas,
religiosas, las distintas formas de compromiso que cada uno asume en su vida. Pues bien, todas nuestras vidas
hechas a veces de ideales y compromisos exigentes y significativos y las más de las veces oscuros y ordinarios,
necesitan en todos los casos de agua y humedad para no marchitarse, desanimarse y hacerse irremediablemente
egoístas. El agua - la espiritualidad - es la motivación, la inspiración para trabajar, luchar, cambiar, vivir sin egoísmo.
Cuando dicha motivación es densa e idealista, cuando es experimentada como "motor" y como fuente de agua
permanente la llamamos "mística". Esta por su fuerza y densidad es capaz de arrancar del egoísmo y entregar a una
tarea, compromiso, superior al mezquino interés personal. Se trata de un gran ideal e inspiración que neutraliza los
ídolos del egoísmo que se apoderan de las motivaciones del corazón humano. Su fuente es la experiencia de la fe.
La fe en Cristo y en su Evangelio hecho experiencia vital, experiencia religiosa.

Hay espiritualidad cuando la experiencia de Dios y su Palabra como amor exigente que empapa la hierba de
nuestras vidas , es suficientemente densa y viva como para constituirse en inspiración y motivación consciente de las
diversas formas de entrega a un amor mayor. En nuestra caso, la espiritualidad cristiana no es la sola entrega a una
causa mayor que lleva a olvidar el egoísmo - la entrega a tiempo y corazón completo a los niños y jóvenes - sino los
motivos evangélicos por los cuales se hace.

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6) CHITTISTER, Joan , El fuego en estas cenizas. Espiritualidad de la vida religiosa hoy, Santander 1998, 138.

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