Cómo Afrontar La Muerte
Cómo Afrontar La Muerte
Cómo Afrontar La Muerte
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La idea de que algún día desapareceremos puede llegar a causarnos un profundo dolor
emocional.
Platón decía que aprendiendo a morir se aprende a vivir mejor. Y, si lo pensamos, a este
pensador no le faltaba razón: la idea de morir es un ruido de fondo que nos acompaña a lo
largo de la vida y que hay que saber gestionar. A veces, evitamos lidiar con el malestar que
nos produce esta realidad, y optamos simplemente por no pensar en ella. Pero llega un
momento en el que es necesario plantearse la pregunta: ¿cómo afrontar la muerte?
En este artículo repasaremos algunas reflexiones y claves psicológicas útiles para saber
cómo convivir con la idea de que algún día tanto nosotros como nuestros seres queridos
desapareceremos.
Ahora bien, que sea prácticamente imposible valorar positivamente la muerte no significa
que debamos resignarnos a sufrir por esta hasta límites insospechados. Hay varias maneras
de hacer que el impacto negativo del fin de la vida quede amortiguado, y todas ellas pasan
por la aceptación. Veámoslo.
Lo mismo puede aplicarse a cualquier causa de muerte, incluyendo la muerte por causas
naturales. Como seres humanos no tenemos ninguna capacidad de controlar
voluntariamente todos los procesos biológicos necesarios para mantenernos con vida; es
algo que, simplemente, escapa a nuestros intereses, y por consiguiente por mucho que nos
esforcemos no podemos evitar que el fin de la vida nos alcance.
Si creemos que por defecto nosotros mismos estamos en la categoría de “lo que existe”, el
fin de nuestra ida es algo que socavará los cimientos de todas nuestras creencias. No solo
tendremos que enfrentarnos al temor de sufrir físicamente; además, nos puede llevar a una
crisis existencial.
Es bueno sentir que hay siempre algo que hacer, en la medida de las posibilidades de uno
mismo. Eso significa que ni siquiera es necesario tener un buen grado de movilidad. Si uno
quiere, es posible encontrar cosas que hacer. Eso sí, nadie debe insistir en que una persona
enferma haga cosas simplemente por seguir este principio; es uno mismo quien debe elegir.
Sin embargo, en lo que respecta a la muerte de uno mismo, la muerte ni siquiera tiene por
qué llegar con sufrimiento físico. Su efecto sobre nosotros puede ser el mismo que perder la
consciencia, algo que ocurre cada noche cuando empezamos a dormir. Mucha gente sufre
más por experiencias de las que sale viva que por la propia muerte. Hay que asumir que las
emociones a gestionar están relacionadas más bien con la vivencia comunitaria de la
muerte, y con el hecho de ser la persona que está en el centro del ritual del duelo de los
demás.