Introducción Genesis 25

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Introducción: La rivalidad y las diferencias que existían entre los gemelos, Esaú y Jacob,

realmente comenzaron desde el mismo vientre de su madre. Ellos eran muy diferentes
inclusive en el aspecto físico y en el carácter. En el aspecto físico, Esaú era velloso, amante del
campo, de la caza, pero en su carácter parece que tenía en poco las cosas de Dios, porque
despreció su primogenitura y la vendió por un simple plato de lentejas. Mientras que en el
aspecto físico Jacob era lampiño, quieto, gustaba vivir en tiendas, empero, en su corazón
albergaba la ambición de obtener la bendición de la primogenitura que le pertenecía a su
hermano Esaú. Porque la bendición de la herencia, tanto material como espiritual, legalmente
le correspondía al primogénito. Sin embargo, Jacob se las ingenió para comprársela a su
hermano por un simple plato de lentejas y luego engañando a su padre pero que finalmente
logró quitarle totalmente la bendición de la primogenitura a su hermano.

Punto 1. ¿Cómo le fue a Rebeca con el embarazo de los gemelos? Gen 25:22 Parece que su
embarazo fue durísimo porque las 2 criaturas ya luchaban entre sí en su vientre. ¿Con quienes
se casó Esaú? Gen 26:34-35 Esaú se casó con 2 mujeres paganas el cual amargaron la vida de
Isaac y Rebeca. ¿Qué hizo a Esaú vender su primogenitura? Gen 25:29-30 Esaú vino de la caza
cansado, extenuado y hambriento y Jacob le dio de comer un guisado rojo. ¿Cuál fue el precio
que pagó Jacob por el tan alto privilegio de la primogenitura de Esaú? Heb 12:17 Esaú vendió
su primogenitura por un simple plato de lentejas o de un caldo rojo con pan o tortillas.

Punto 2. ¿De dónde vienen las ofertas que se nos hacen para despojarnos la bendición
espiritual? (1) Santiago 4:4; 1 Juan 2:15 Vienen del mundo con todas sus ofertas de fama,
grandeza, reconocimiento, modas, prestigio y amistad, etc. (2) Rom 8:6-7, 13; Gal 5:16, 19-
21Vienen de la carne que nos ofrece placer sin igual de toda clase (3) Luc 8:12; Efes 6:11; 1
Ped. 5:8 Vienen del diablo el padre de la mentira el cual trata de arrancar la buena semilla que
el Espíritu Santo ha sembrado en nuestro corazón, nos asecha diariamente y anda cual león
detrás de nosotros continuamente.

Conclusión: Esaú aceptó la oferta de comer del rojo guisado de lentejas y por un simple plato
vendió lo más precioso y lo más valioso que él poseía en la vida, aunque pareciera que al
principio no lo reconoció. Los patriarcas de Israel pudieron haber sido: Abraham, Isaac y Esaú,
pero Esaú se descartó a sí mismo despreciando y vendiendo este su privilegio aunque después,
dice la Biblia, que lo buscó con lágrimas. En la vida también se nos presentan muchas ofertas
que engañosamente pretenden ofrecernos satisfacción en alguna área de nuestra vida. Pero,
en realidad, pretenden quitarnos la salvación y todo lo que Dios nos ha dado incluyendo
nuestro ministerio. Muchos, como Esaú ya lo han hecho, han vendido su salvación y lo están
pagando por negar y despreciar a Dios, pero tú no lo hagas. No vendas tu bendición por un
plato de lentejas, tal como el mentir, el hurtar, el placer sexual temporal, el alcohol o la droga,
etc. Dios siempre te va dar la salida si la buscas. Por lo tanto, busca la salida en Cristo pues Él te
va a dar las fuerzas que necesitas para que ser vencedor 1 Cor 10:13. Y para los que tienen
hambre de las cosas de Dios no intentes buscarlo en el placer del mundo, búscalo en Cristo
Jesús el cual te ofrece paz, gozo y vida eterna si simplemente le sigues y le sirves con todo tu
corazón.
Esaú y Jacob, hermanos gemelos, crecieron en el mismo hogar y con los mismos padres, pero
con perspectivas muy diferentes respecto a los tesoros y privilegios celestiales. El contexto nos
dice que Esaú vendió su primogenitura por un pan y un guisado de lentejas, al detenernos en
algunas palabras y frases, podemos identificar la indiferencia en el corazón de Esaú por los
favores de Dios, lo vemos cuando dice:

1. “¿para qué me servirá la primogenitura?”

2. “comió, bebió, se levantó y se fue”.

Consideremos ahora, lo que significaba en ése tiempo la primogenitura: el primogénito


heredaba el doble, el liderazgo de toda la familia o clan, y recibía el privilegio “sacerdotal” ante
Dios por toda la familia (es decir, presentaría los sacrificios, ofrendas y oraciones a Jehová
Dios).

El pan y las lentejas son figura de aquellos “valores terrenales” que en algún momento
consideramos son de mayor estima que los privilegios y oficios celestiales. En el N.T. Esaú es
llamado profano: “…profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su
primogenitura” (Heb. 12:16). El término hebreo para profanar traduce: irreverencia, pisotear,
vulgar. En realidad, Esaú no valoró con temor de Dios lo que el Señor le estaba entregando.

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Es interesante que el vrs. 29 nos añade “Esaú venía del campo cansado”, estaba fatigado,
agotado, sin fuerzas, lo que seguramente lo hizo más vulnerable (por eso, es muy importante
cuidar nuestra fortaleza en el Señor).

Recordemos aquí, que cuando Jesús estaba en el desierto en ayuno, al final “sintió hambre”, y
vino el tentador, procurando encontrar una debilidad en Jesús y le dice: “convierte estas piedras
en pan”, Jesús venció, pues su fortaleza y alimento siempre fue hacer la voluntad del Padre
celestial. Te invitamos a leer nuestro libro: SERMONES PARA PREDICAR. TOMO 2: Reflexiones
y estudios de la Biblia (Spanish Edition) .

La frase “así menospreció Esaú la primogenitura” nos hace ver su gran equivocación y falta de
discernimiento. Pero pensemos, a veces nosotros descuidamos, cambiamos o negociamos las
bendiciones y privilegios que Dios nos ha dado, como la relación con él, nuestra familia, el
ministerio, el trabajo honesto y otros, por cosas cuyo valor es temporal, engañoso y
corruptible.
Reflexión final: Dios ha diseñado para todos sus hijos grandes planes y bendiciones, es por eso,
que debemos valorar cada momento de nuestra vida, cada obra y regalo de Dios, y siempre
procurar seguir Su consejo, él nos conduce al mejor destino: Su propósito eterno.

Sucesos de la vida de Jacob

DIOS favoreció a Jacob porque demostró aprecio profundo por las cosas sagradas. (Heb 12:16,
17.) Jehová le aseguró que su descendencia heredaría la tierra que le había prometido a
Abrahán, y añadió: “Por medio de tu descendencia todas las familias del suelo ciertamente se
bendecirán”. (Gé 28:4, 10-15.)

Aunque se bendijo a Jacob con riquezas materiales y con doce hijos, su vida no estuvo exenta
de dificultades. Pese a ello, nunca perdió su fe en Jehová ni en la veracidad de su
palabra. Hasta en su lecho de muerte expresó su fe en la promesa mesiánica. (Gé
49:10.) Entre los descendientes de Jacob nació Jesucristo, a quien Dios usará para
bendecir a la humanidad por toda la eternidad.

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