Cómo Enseñar A Los Niños A Esperar Su Turno

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Cómo enseñar a los niños a esperar su turno

¿Cuántas veces te ha interrumpido tu hijo cuando hablabas con alguien? ¿Suele querer hablar
contigo o contarte alguna historia cada vez que te ve al teléfono? Los niños, sobre todo en edades
tempranas, tienden a pensar que son el centro del mundo, es su etapa egocéntrica. No piensan
que actúan mal si se meten en una conversación ajena o interrumpen algo.
A los niños también hay que educarles en la paciencia, en los modales que han de tener en cada
situación y en la capacidad de esperar y no interrumpir si no es necesario. Todo se aprende.
El niño que interrumpe cada vez que hablas
Tengo un vecina con la que me es imposible charlar cinco minutos, cada vez que lo intentamos, su
hijo se cuelga de su manga, le interrumpe, salta alrededor pidiendo atención y va elevando su voz
hasta que lo consigue, que suele ser siempre. La realidad es que ella para cualquier conversación
para atender cosas tan nimias como que el niño ha encontrado un palo pequeño en el suelo o que
ha visto pasar un avión. En realidad, este comportamiento del niño, que tiende a ser tirano, se ve
alentado porque mi vecina no le pone una solución.
Todos los padres hemos pasado por situaciones similares, nuestros hijos interrumpen cualquier
momento sin pararse a pensar que no es su turno, o que no es lo sufiencientemente importante
como para no poder esperar. Enseñar a nuestros hijos a ser pacientes no es fácil, pero sí
fundamental para su educación, tanto para su vida diaria como para la escolar, ¿cómo podemos
hacerlo?
- Algunos juegos pueden ser muy pedagógicos: el juego del 'un, dos tres calabaza', donde uno
cuenta de espaldas mientras dice 'un, dos, tres, calabaza, sin mover las manos ni los pies', al
girarse, todos los niños han de estar quietos como estátuas, si el que cuenta detecta que alguno se
ha movido, queda eliminado. El primero que llegue a la posición del que está contando, gana.
- La práctica de deportes de equipo es muy beneficiosa, les ayuda a sentirse parte de un grupo,
con una función específica que tendrá que poner en práctica en un momento determinado.
- No hay mejor educación que con el ejemplo, si nosotros interrumpimos a otras personas para
contar nuestra historia o no dejamos que nuestros hijos terminen sus relatos, les será difícil
comprender que ellos mismos sí han de ser pacientes.
- Cuando pida algo, espera unos minutos para dárselo, este pequeño intervalo de tiempo le hara
ganar paciencia.
- No pares cualquier momento y situación para atenderle, sobre todo si su interrupción no está
justificada y explícale con cariño que ha de esperar y que le atenderás cuando hayas terminado.
Mucha suerte y manos a la obra.
Berrinches y rabietas de los niños
Qué hacer cuando el niño da berrinches y no acepta los límites

"Mi hijo no me hace caso. No se deja vestir. No quiere irse a dormir. Se enfurece cuando le
impedimos algo. Hace berrinches. Tiene rabietas. No acepta límites, etc... Ya no sabemos qué
hacer", dicen algunos padres.

Aunque resulte paradójico, debemos entender la rebeldía, la desobediencia, el negativismo, las


rabietas y los berrinches como signos positivos y expresivos de una personalidad en formación.
Hemos comentado en otras oportunidades que esta etapa del desarrollo se evidencia alrededor de
los 2 años. Si un niño a esta edad no da ninguna señal de oposición, es decir, entrega sus juguetes
con demasiada facilidad, no se ofende, no protesta ni se defiende cuando le sacan o le niegan
algo, hay razones suficientes para preocupar-se. El niño puede que tenga miedo a exponerse. En
el mejor de los casos, necesita mantener en secreto sus verdaderos deseos. En el peor de los
casos, ya no sabe lo que desea o ya no desea.

Después de explicar estos aspectos fundamentales para la comprensión del desarrollo de la


personalidad en el niño, podemos ocuparnos de las dificultades de los padres durante estas etapas
del NO.

El primer paso para abordar el tema de las rabietas


Lo primero es reconocer lo complicado que resulta para los padres y/o educadores vérselas con
unos niños que, a pesar de la torpeza, la inmadurez y la impulsividad propias de la edad, intentan
comunicar su gusto, sus ganas, sus necesidades, su vitalidad, su ritmo, su desacuerdo, como
pueden. No se trata de sofocar la expresividad del niño. Tampoco de dejarlo libre en sus impulsos.
Cualquiera de estas dos posiciones puede volverse destructivas y llevar a la enfermedad.

¿Significa esto que hay que dejar actuar al niño según sus antojos?
Por supuesto que no. ¿Es posible respetar su individualidad sin dejar de ejercer la autoridad? Por
supuesto que sí. Un niño que se siente respetado, respeta; que se siente engañado, miente. Un
niño que se siente escuchado, escucha; sabe que hablar vale la pena. Un niño al que se le dan
razones verdaderas y válidas, aprende que nadie, no sólo él, puede hacer todo lo que quiere en
cualquier momento.

Una pregunta a modo de ayuda


¿Cómo les gustaría ser tratados a ustedes cuando desean muy intensamente algo de lo cual se
tienen que privar? Los niños quieren y necesitan saber porqué no pueden hacer lo que les da la
gana. Es necesario razonar con ellos y dejarles muy claro qué es lo que se espera de ellos. Los
niños también exigen respuestas sinceras

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