Roma
Roma
Roma
Roma
Auge y caída de un imperio
Traducción de
María Luz García de la Hoz
Crítica lAriel
Prólogo
Tir, oh romano, atiende a gobernar a los
pueblos; ésas serán tus artes, y también impo-
ner condiciones de paz, perdonar a los venci-
dos y derribar a los soberbios.
Yractttt-t, Eneida, VI, 85G852 Roma se fundó con un homicidio. En el año 753 a.C., los ge-
melos Rómulo y Remo, al frente de un pequeño grupo de
expatriados y descontentos, levantaron las defensas de la di-
EI poder y Ia codicia desencadenaron
minuta ülla que sería la capital de un imperio que se extende-
disturbios, lo contagiaron y saquearon todo y
ría desde Escocia hasta más allá del Sáhara. Pero la emoción
nada tuvieron por sagrado ni por digno de
respeto hasta que [los romanos] causaron su
pronto se conürtió en tragedia. Los hermanos discutieron y
propia destrucción.
Rómulo mató a Remo.
No tar<laría en haber más problemas. Rómulo sólo tenía
Selusrro, La gutrra de Yugurta
un puñado de partidarios, así que ¿quiénes eran los ciudada-
nos destinados a habitar la nueva ciudad? La respuesta fue:
todos los qrre quisieran serlo. Rómulo declaró
"refugio" a su
ciudad y acogió a todos los exparriados, perseguidos, esclavos
fugitivos y delincuentes que quisieron instalarse allí. Roma
fue una ciudad habitada totalmente por necesitados de asi-
lo, en el sentido antiguo de la expresión (que no difiere mu-
cho del actual).
Esto soltrcionó el asunto de los varones. Pero ¿dónde es-
taban las mujcres que tenían que ser las esposas y madres del
nuevo esta<lo? Aquí Rómulo recurrió a un vulgar engaño. In-
vitó a algunas poblaciones vecinas a una celebración religio-
sa y, a una señal suya, sus compañeros huyeron con las inüta-
dasjóvenes. Este episodio, llamado «rapto de las sabinas", ha
inflamado Ia imaginación de escritores y artistas que desde
siempre lo han presentado como una hist<¡r i:r rlc üolencia, una época de cambios espectaculares, cn ocasiones revolucio-
lujuria y oportunismo político. narios. Durante este perÍodo Roma llegó a dominar en todo
En realidad no sabemos hasta qué punto cs cierta esta es- el Mediterráneo y mucho más allá, tierra adentro (se han en-
candalosa historia. La fecha exacta que sc da tr:t<licionalmen- contrado restos de la presencia de comcrciantcs romanos in-
te, el año 753, es fruto de un cálculo complejo y li'ancamente cluso en la península Indostánica). Si antes era una repú-
poco fiable que llevaron a cabo más de quinicrrtos años des- blica más o menos democrática, pasó a scr un imperio auto-
pués los estudiosos romanos, que estaban tan interesados crático. Y quizá lo más espectacular de todo, ILoma, ciudad
como sus colegas modernos por saber cuándo sc fundó Ro- pagana, se conürtió en cristiana. Aunque no fue bautizado
ma exactamente; aunquc coincide más o menos con los testi- formalmente hasta hallarse en su lecho de muerte, en 337,
monios encontrados por los arqueólogos soblc las etapas Constantino (véase capÍtulo V) fue el primer cmperador ro,
má antiguas de la ciudad. E[ propio Rómulo no fire ni más ni mano que apoyó públicamente el cristianismo. Además, fuc
menos histórico que el rey Arturo de Britania. el fundador de algunas de las iglesias y catedrales que aún
Pero con cxactitud <¡ sin ella, asÍ es conro contaron los rG, definen el paisaje religioso de Roma en nucstros días, entre
manos la historia de los orÍgenes de Roma durantc el resto de ellas el primer San Pedro.
su milenaria andadura. En esa historia vieron concentrados Los momentos fundamentales mencionados se rcfier.en
muchos de los problemas que luego dominaron toda su üda
política y que, para el caso, todavía dominan la nuestra. Táles
son los fascinantes temas que subyacen en estc libro. ¿Cómo
debería gobernarse un estado? ¿Puedejustificarse la üolencia
en política? ¿Quién tiene derecho a la ciudadanía y a benefi-
ciarse de sus priülegios? ventajas de la sociedad de la abundancia. La historia de Nc-
Cuando los romanos reflexionaban sobre las guerras ciü- rón (véase capítulo III) analiza las consecuencias de la auto_
les que a veces desgarraban su üda política sc rcmitían al en- cracia patológica. Pero estos lnomentos en particular han
frentamiento de Rómulo y Remo, y entendían que su ciudad sido elegidos también por otra razón, porque nos permiten
estaba destinada desde el principio mismo a suli'ir la forma ver a algunos de los personajes clave de la historia romana.
nr¡ís vil de conflicto intestino. También la muertc de Rómulo Nos permiten acercarnos a personajes indiücluales, a sus mo-
estimuló su intelecto. No acababan de ponersc dc acuerdo so tivos humanos, a sus dilemas políticos y a sus esfuerzos por
bre si al final los agradecidos dioses se lo habían llevado a los cambiar el mundo en que üvían.
cielos o si unos ciudadanos enfurecidos lo habían matado a I
Los historiadores profesionales modernos tienden a su-
cuchilladas. Este asunto se debatió con más intcnsidad aún brayar que sabemos muy poco del mundo romano. Cierto,
tras la muerte deJulio César (véase capítulo II) en 44 a.C.: estamos casi completamente a oscuras en cuanto a cómo
apuñalado por sus enemigos en nombre de la libcrtad por ser eran las vidas de los habitantes de los barrios más pobres
un autócrata, pero converúdo en dios por sus partidarios y (¡aunque lo podemos imaginar con bastante precisión!¡ o
honrado con un templo propio en el corazón de la ciudad, de los campesinos que se afanaban por sobrevivir en el me-
Este libro gira en torno a seis momentos fundamentales dio rural. Y no estamos mejor informados en lo que se refie-
de la historia de Roma, desde el siglo lr a.C. hasta el v d.C., re a los sentimientos de las mujeres y de los esclavos, o sobre
I
lo lt
ROMA pnóloco
cómo fun
rio; ni,pa
la toga ni
i:iiilfl::i,,i?*::Tl.; que, tras la muerte de Cicerón, sus manos y su lengua (sus ar-
mas políticas más poderosas) se expusieron en e[ Foro, y que
(me temo
acían de sus aguas r.ri¿r"t". la mujer dc Antonio se entretuvo pinchándolas con sus hor-
quillas. Es una leyenda que informa tanto de la opinión roma-
cantar,radoromano).r".o.Ji.Hli::Jnr:',¿::'j;t:#- na sobre las mujeres como del odio de Antonio y su esposa
ble.que estemos mejor informado, sobie no-u
qrr.?U.. hacia Cicerón.
cualquier otra sociedad anterior al siglo xv. T.r.rnt,
u....o Por supuesto, ninguna de estas versiones es tan sencilla
directo a los escritos, pensamientos y"sentimientos
ae fofiti como parece. Nilos Commtarios de César ni la corresponden-
cos, poetas, filósofos, críticos y comentaristas
romanos. cia de Cicerón son más fiables que los escritos afrnes de los
Tomemos por ejemplo aJulio César y su decisión
de en- políticos modernos. No podemos creer en ellos a pies junti-
Ro-?: hecho que desencadenó la guerra ciül que
f.il lnen realidad con
mlnó
rer- llas. Pero nos llevan directamente al corazón de la historia
la democracia e intiodulo el gotierno y la política rornanas. Y no son los únicos. Tenemos la infor-
personal de los emperadores (véase capítulo
IIi Su vérsión ae mación más detallada y víüda de la fracasada revuelta judÍa
estos sucesos se encuentra en un escrito
aurobiográftco, De la contra los romanos (véase capítulo IV), que terminó con la
guerra ciuil. Esre texto contiene alguna rareza;
César habla de sí mismo en tercera persona,
ior e¡eipto, destrucción del Templo deJerusalén en 70 d.C., en la histo-
.ro di.J..yo d.- ria que escribió uno de los participantes (FlaüoJosefo), un
cidi,, sino *César decidió...,. por ot¡a pa.te .. rrru hi.tJu
lectura apasionante y unajustiticación inteligent.
d. judío rebelde y después famoso chaquetero que terminó vi
á. ,* viendo co¡rfortablemente en Roma protegido por el empe-
Pero no es sólo eso. Disponemos de ártas privadas ".r"r.
de rador Vespasiano. Casi todas las historias de rebeliones fraca-
uno de los estadistas más decisivos de Roma (o
esá le gustaba sadas están escritas por los vencedores. De hecho, la suya es
pensar a él) que son contem
rebélico, la historia más detallada que haya escrito un rebelde contra
del esta-llido de la guerra y d
te dicho. un poder imperial antes de Ia época moderna.
5e traraba de Marco Tulio Ci
Y aunque no ha llegado hasta nosotros nada significativo
además de parrido.i;;;;;peyo, el rival de
César. #f::: surgido de la boca o la pluma del emperador Nerón, quedan
consenraron y publicaron estas cartas sigue
siendo un misterio, textos extraordinarios de miembros de su círculo cortesano
pero desde luego nos dan un extraordinario
retrato interior y de personajes clave de la política de aquel infame reinado.
de un_ hombre que lucha con sus dudas e indecisiones
sobre Tenemos, por ejemplo, un tratado filosófico dirigido a Nerón
a quién apoyar y cómo sacar el mayor provecho
.rarrdo s. ue por su preceptor, Séneca, dando consejos claros y sensatos
en.el bando perdedor, todo ello
-.r.üdo con problemas c<>
tidianos relativos a esclavos desleales, divorcios, l,
sobre cómo ser emperador. La clemencia suele funcionar me-
una hija y oscuras transacciones inmobiliarias.
."..t. a. jor que la crueldad, era el mensaje general, siguiendo el ejem-
plo deJulio César. Como veremos, Nerón no fue clemente
. Al_final, César fue generoso con Cicerón; fuera o
no des_ con Séneca; de hecho, lo condenó a sufrir una muerte lenta
Pladado polÍticamcnte, "clemencia» era uno de sus lemas. y dolorosa.
Pero tras el asesinato de César, su veterano secuaz
Marco An- Algunos creen que Séneca, mientras aún disfrutaba del
tonio. (famoso por aquello de romanos,
"Amigos, comprt.io- favor de Nerón, escribió también una divertida sátira sobre la
tas») lo «destiruyó" de manera fulmlnante.
I
Cr.nta t, t.'yenaa divinización del emperador Claudio, antecesor de Nerón.
l2 l3
Claudio era aparentemente un candidato a la irrrnortalidad trabajó durante un tiempo en la burocracia de palacio y al
poco prometedor, según las convenciones de Roura: cojeaba, parecer tuvo acceso a los archivos imperiales. Luego están las
tartamudeaba y creían que era idiota. Esta sátir;r, Apocoloqn- biografías moralizantes de Plutarco, un griego del imperio
thosis, título que podría traducirse por "La calal¡acización o, que escribió la üda de una serie de romanos famosos, desde
se burla con crueldad pero con gracia de él cn particular Rómulo hasta su presente, que se comparaban con una figu-
y, más generalmente, dc toda la tradición ron)ana de conver- ra equiralente del mundo griego..f ulio César, por ejemplo, se
tir a los "buenos» (y no tan "buenos") emperadolcs en dioses. conürtió agudamente en el doble biográfico de A.lejandro
Uno de los person4jes de la sátira es el primer emperador, Au- Magno, el conquistador más grande que el mundo había co-
gusto, el modelo dorado con el que se comparaba a todos los nocido, con un final trágico similar ¡ aunque no se haya de-
futuros emperadores. Fue deificado a su muertc, en l4 d.C., mostrado, con la sospecha de que fue asesinado.
pero han pasado \r¿rios decenios, dice Séneca, y todavÍa no se En conjunto, tenemos mucho que agradecer a aquellos
ha animado a pronunciar su primer discurso cn el Senado monjes medievales que copiaron concienzudamente estos
celestial, hasta tal punto le asustan los dioses pro¡riamente di- textos antiguos, de acuerdo con una tradición ügente desde
chos. Es una de las pocas obras antiguas dcl géncro cómico la Antigüedad, y así los rlantuüeron üvos, y fueron redescu-
que todavÍa hacen reír a carcajadas. El humor üzrja mal entre biertos en el Renacimienro y más tarde interprctados y rein-
culturas, pero La calabacización lo consigue, ¿rl r¡lcnos en mi terpretados por nosotros.
opinión. Son estos preciosos supervivientes del mundo romano
Además de esta riqueza y variedad de testinronios sobre los que han hecho posible que la BBC produzca una serie
algunos personajes predominantes contalrlos con informa- que recrea de forma fascinante y dramatizada algunos de los
ción detallada de historiado¡es romanos postcriores sobre puntos de inflexión de la historia de Roma. por supuesto,
los hechos comentados en este libro. En primer lugar está el nunca sabremos exactamente cómo era estar allí, ni seremos
escéptico análisis de los primeros años del imperio que plas- capaces de reconstruir todas las complicadas motivaciones y
mó Tácito, senador romano de finales del siglo t y principios aspiraciones de los personajes implicados, y hemos de reco-
del n d.C., en sus dos obras principales,los Anales y las Histo- nocer que los antiguos historiadores de los que dependemos
ri¿s. Estas obras son tanto una refexión sobrc la cornrpción en parte también recurrÍan a veces a la imaginación y las su-
y los abusos de poder como una narración histórica. Contie- posiciones; después de todo, ¿cómo podía saber Tácito lo
nen, por ejemplo, la escalofriante descripción dcl asesinato que realmente sucedió en el asesinato de la madre de Ne-
de la madre de Nerón, Agripina, a manos de su propio hijo, rón, que se cometió en secreto? En cambio, tenemos suñ-
cosa que veremos en el capítulo III. Tras un intento fracasa- cientes testimonios para empezar a adentrarnos en las mentes
do de librarse de ella enüándola por mar en un barco que romanas, y para entender los problemas, dilemas y conflictos
tenía que hundirse, Nerón recurrió a varios sicarios. El ma- desde su punto de üsta. Además, da para contar una excelen-
tricidio fue peor que el fratricidio que caracterizó el princi te historia.
pio mismo de Roma. Este libro complementa la serie de teleüsión, además de
Pero Tácito sólo es una fuente entre otras de la antigua ser de agradable lectura por méritos propios. Centrándose
tradición histórica. Más o menos del mismo período que Tá- en los mismos momentos fundamentales, Simon Baker los
cito tenemos las animadas Vidas d¿ los césares de Suctonio, que ha situado en un contexto más amplio. Ha rellenado el en-
r4 r5
I(UMA pnóloco
tor no y expuesto algunos de los pro_
ble sión de los hcchos, que claramente tenía el ojo puesto en la
t".ii.o.,io. .., qü. .. t u Urrrao to ejecución de la familia real francesa, acontecimiento que
rec . Unas veces nos enfrentamos con
versiones confl.ictivas del mismo suceso. inequívocamente volvía honorable el acto de los magnicidas.
¿Cómo elegirnos Pero los políticos del siglo xx también descubrieron un buen
una? O_tras resulta que el testimonio es insuliciente.
As'í q.,,., tema de meditación en los dilemas suscitados por los sucesos
corno Tácito y otros historiadores, estamos obligados
a hacer de los idus de marzo de 44 a.C. La primera producción de
suposiciones y a poner en marcha la imaginacián.
El resulta- Orson Wellcs para el famoso Mercury Theatre de NuelaYork,
el drama vÍüdo y la
.en 1937, fue una representación de lulio Cásar; un experi-
miento de las gran_ mento con vestuario moderno en el que los partidarios de
sacar un hilo narra_ César parecían matones fascistas de Mussolini.
monios' evocadores' complica- No todos los personajes comentados en este libro han
clos y diversos.
Los occidentales, incluso en tiempos antiguos,
tenido una mc¡noria tan rica. Tiberio Graco, por ejemplo,
contaban no es precisamente un nombre conocido. En realidad, des-
y recontaban la historia de Roma, recieándola'con
fines pro- contando la historia académica, la posterioridad se ha ocu-
pios en obras narrativas, pictóricas y operísticas,
y últimamen_ pado más de su madre, Cornelia, que de é1. Modelo de pro-
te en cine y teleüsión. Desde siernpre ha habidotuenas
y ma_ genitora devota (y ambiciosa), parece que miró con desdén
las versiones, tanto clichés rancios como
imágenes y .árto. las ricasjoyas que le enseñaba una amiga mientras señalaba
con fuerza y atractivol La figura deJulio Césaia
sijo un su_ a sus hijos para dar a entender dónde estaban las suyas. En
gerente nstrucciones. Durante siglos
ha impu este adoratrle papel maternal protagonizó series enteras de
isis m:is perspicace, de la ,.ra-
turaleza pinturas del siglo xatl, en las que se retrataba habitualmente
taquesisueabi..o,¿p,.d.l::;F,:;#':if :i:#"rlf ,tT; con un par de niiros a su lado (algo repipis para nuestro gus-
to) y con cara de despreciar las ristras de perlas y otrasjoyas
El Julioüsar William SI akespeare, basado lib'ren¡en re
d,e
enla Vida de C,csarde Plutarco, es sól,o una entre
que ponÍan ante ella. No deja de ser sorprendente que, de
mr¡chas oras nuevo en srr papel materno, ap rezca con otros héroes occ!
reflexiones sobre lo lícito e ilícito de esta cuestión.
El interés dentales, dcsde el trágico Sófocles hasta el emperador Carlo-
del público se diüde entre César, asesinado t
aci, t" miáa ae magno y Cristóbal Colón, en la famosa üdriera conme¡nora-
la obra, y la suerte de sus asesinos, que
ocupa la s.g"nJu pu._ tiva de la Universidad de Harvard. Pero incluso Tiberio ha
te. ¿Estamos de parte de César, ,n gobernrrrte
l.g"ítimo cor,_ disfrutado recientemente de cierta celebridad, al ser utilizado
denado ilegalmente? ¿O nuestro héroe es el aseino
Bruto, como término de comparación de ocasionales polÍticos mo-
por-estar dispuesto a ma¿ar incluso a un amigo
en defensa cle dernos (como Hugo Chávez de Venezuela), que se hacen fa-
la libertad popular?
¿Hasta dónde exigen .f
"prt.iotir.ál
to, mosos por ser reformistas radicales o revolucionarios.
principios políticos que a veces infrir¡j'amos ia ley
y paseios El emperador Nerón, sin embargo, ha tenido en la cultu-
por encima de las amistades y lealtadés p..sonalási '
Como era de esperar, en el siglo de la Revolución ra occidental una posteridad casi tan fecunda como César.
Fran_ Una de las primeras y principales óperas italianas, La corona-
de respuestas a estos enigmas históricos y
:::i^1"b.,T:t,itud
llterarios. Voltaire, por ejemplo, presentó uria ción dz Popea (1642) de Monteverdi, analiza la intensa relación
dramática ver- entre el emperador y su amante Popea. Modelo de manipula-
rti t7
ción patológica, así como de amor pasional rlcsbocado, Po- cito, los crucificó o los quemó üvos (utilizándolos, según se
pea se deshace cínicamente de todos los ol¡stiictrlos que impi- dijo, como lámparas para iluminar la noche). Fue la primera
den su planeada boda con el emperado¡ incluycndo la opo- «persecución» cristiana, y cabe la posibilidad de que san Pe-
sición del moralizante y ürtuoso Séneca. l,a r'rpera termina dro fuera una de las víctimas.
con Popea gloriosamente coronada empcralriz de Roma. Estos hechos han aportado otro tema a los modernos re-
Pero el público bien informado sabe que esLr victoria será cor- tratos de Nerón. El cine y la ficción se han permitido fantasías
ta, ya que Popea está destinada a morir pronto a manos del muy poco conüncentes sobre el hcroísmo cristiano frcnte a
mismo Nerón (una escena eficazmente dralnatizada en la se- la tiranÍa neroniana, animando a menudo el conjunto con
rie de la BBC). Es una cxploración de la pasión, la crueldad y una guapa yjoven cristiana que convierte al novio pagano y
la inmoralidad, no por repetida menos escalofiiante. lo arrastra a una noble aunque sangrienta muerte (a mcnudo
Nerón, sin embargo, ha encontrado más a menudo un con leones en el programa). Muchas de estas historias son
papel decididamente sensacionalista en Ia cultura popular versiones de la novela Quo aadis, del polaco Henryk Sicnkie-
moderna, especialmente en el cine. Ejemplo clásico dc wicz, que fue publicada en eI siglo xtx y rápidamente traduci-
amante del lujo y gobernante decadente, ha sido retratado da a casi todos los idiomas europeos. (El título, que significa
con frecuencia consumiendo platos inverosínriles (lirones y "¿Adónde v¿s)", procede de unas palabras dirigidas porJe-
jilgueros, como mandaría el cliché de la dieta romana), har- sús a Pedro.)
tándose de üno, farfullando sus planes mcgalírmanos para La película miís famosa basada en esta novela es de 1951,
reconstruir Roma tras cl gran incendio de 64 d.C. y "tocando con Peter Ustinov interpretando al malvado Nerón, cort
la lira mientras Roma ardía". acento de inglés de clase alta (el bueno, Robert Taylor, era
Casi todo esto es f'ruto de la fantasÍa moderna y tiene mu- estadounidense). Pero, como siempre, aunque malo, Nerón
cho de proyección de nuestros estereotipos solrre el lujo ro- también tenía cierto encanto. De hecho, la productora, la
manoysobre el personaje de Nerón. Pero lo (lc "tocar la lira" MGM, promoüó la película lanz.ando una serie de productos
se remonta a una antigua leyenda, según la cual, mientras nafines". Entre ellos había unos shors y piiamas chillones
Roma estaba en llamas, el emperador subió a una torre para que se anunciaron con s[ lqrn¿ «¡Sea como Nerón|". Puede
ver bien el incendio y recitó unos versos sobre la destrucción que persiguiera a los cristianos, pero -o al menos eso daba a
de la legendaria Troya. Verdadera o no, sin durl:r se proponía entender el mensaje- seguía siendo divertido sentirse gober-
retratar al emperador como a un artista obscsionado que ha- nante del mundo con la marca Nerón en la ropa interior.
bía perdido totalmente el contacto con la realidad. La verdad Algunas reconstrucciones de la historia de Roma, unas
es que, como se cuenta en el capítulo III, y a[ margen de sus más recientes que otras, pueden parecer, vistas retrospectira-
ambiciones artísticas, Nerón debió de tomar mcdidas impor- mente, extrañas, poco atractivas o francamente ridículas.
tantes para hacer frente a las consecuencias dcl incendio. Cuesta entender que los actores de Shakespeare, pavoneán-
También circuló la especie de que buscó cabezas de tur- dose en el escenario con la indumentaria de la época isabeli-
co para responsabilizarles del incendio y se lijó en la comuni- na, resultaran alguna vez creíbles como romanos, aunque
dad cristiana de la ciudad, cuya visión de quc el fin del mun- sospecho que simpatizamos con la caracterización fascista
do estaba próximo bien podrÍa haber hecho las acusaciones (por incongruente que sea) de la producción de Orson We-
más plausibles. Para escarmentar a los cristianos, cuenta Tá- lles. Es igualmente difícil tomarse en serio a aquellos decha-
r8 r9
RO MA pRóLoco
60 90
Meny B¡eno
M.r Medlt.rr¡n.o
Junio dc 2006
24
Las siete colinas de Roma
I,AS SIETE COLINAS DE ROMA
tinando suavemente sobre el imagen confortable. El poeta Virgilio, que escribió la epope-
plazamiento de la ciudad. A]lí encontraron ya de la fundación de Roma por Eneas, sintetizó limpiamen-
una idílica tierra te esta idea. Los campesinos-soldados romanos, dijo, eran
Ilamada Lacio, cuyos tranquilos
ban con los brillantes colores de
y u..a."io.li.i.ii .ur,"_ como las abejas. No eran individuos, sino una comunidad
las naves y el brillo de las co-
razas. Pero en esta tierra oaradisíaca bien organizada que luchaba unida. Como Eneas, estos «pe-
o.araon an ia, oar_ querios romanos" trabajaban con denuedo, eran voluntario-
bordados por Io, aco,rte.imientos. "o
L.r;;;;;:;ü;, qr. sos y reprirnían patrióticamente sus deseos privados por el
en paz y arrnonía pronto se conürderon
l9*ry"
res, comenzaron Lrna sansrien[a
en inlaso_ bien del gnrpo. Sí, algunos rnurieron agotados por el camino,
guerra y acabaron maándo pero la estirpe en general prosperó. ¿Y la brillante y exquisita
a los lugareños.
Aunque esta leyenda es miel que producían? Era oro puro, fruto de una edad de oro,
,
mas remoto, su tema se hund de las riquezas de todo un imperio.r
historia romana: conflict Sin embargo, como en la leyenda de la esforzada funda-
mera ni la ú¡rica vez oue ción de Roma por Eneas, el ideal rural de las abejas estaba en
Italia se destroza.u., anuu conflicto con la realidad. Lejos de la colmena, observó Virgi-
lio, las abejas también sabían atacar a los foráneos. Pero los
mito, aquellas dos esferas de la vida romana
:::o:ió"* del.unieron en un tejido único. Los antigu", extranjeros no eran los únicos enemigos. Con las alas deste-
l:i: romanos eran a la vez
nos .lrirar- llando, el aguijón afilado y las patas listas para la batalla, reser-
agricultores y soldáos .,i.rnpo
parcial. Tanto en la guerra como vaban sus incursiones más incisivas para el interior de la col-
en la agricultu.r, lor ao*u- mena, para las guerras intestinas.2 Acechando tras las rústicas
nos, humil
s tradicio- ürtudes deI curtido campesino, tras su honor y su tenacidad,
nales para
ellosyasu ,:,tli,?;
decía Virgilio, había algo muy diferente: el caos de Ia pasión,
la irracionalidad de la guerra ¡ peor aún, la obscena brutali-
el mes de dad de la guerra cMl. Este fue el auténtico tema de la funda-
iaba el período de mayor ac- ción de Roma; resonaría durante toda la historia del imperio
e, las herramientas del agri_ que la ciudad-Estado acabaría creando. Caracterizaía tanto la
guardaban hasta que pasaba
el inüerno. caída frnal de Roma como su temprana fundación y su increí-
ble ascenso.
z8
2q
El emplazamiento de la ciudad dondc cl rrrítico Encas a los romanos mucho más que la escritura: también les die-
puso por primera vez los ojos estaba a 24 kilórnetros de la ron sus primeros gobernantes.
playa, a orillas de un río, el Tíber. Compuesur por siete cum- Entre 753 y 510 a.C., Roma estuvo gobernada por reyes,
bres compactas, hoy nos parece un lugar pcqrrcño y poco y los tres últimos fueron etruscos. El primero, según la leycn-
atractivo para ser la capital del imperio quc gobernaría el da, fue Rómulo, y su historia está en consonancia con el
mundo conocido. No habÍa cerca ningún puerto que diera desarraigado y beligerante tema de su antepasado Eneas. Ró-
acceso a las rutas comerciales marítimas, y los pantanos situa- mulo y su hermano Remo eran hijos de Marte, cl dios dc la
dos al pie de las colinas y que dependían de las crecidas del guerra. Abandonados por su celoso tÍo abuelo y a merced de
Tíber tenían que secarse antes de fundar allí un poblado. A las selvas del Lacio, se salvaron gracias a una loba, un andguo
pesar de todo, en el monte Palatino, futura residencia de los símbolo de la ferocidad, que los amamantó. Más tarde, los
emperadores, se levantaron unas chozas de piedra y madera; hermanos fueron cuidados y criados por pastores. Fue un co-
así surgió el primcr poblado a principios de la Edad del mienzo de üda que currió a los gemelos y los volvió impla-
Hierro, en 1000 a.C., y desde entonces estuv() habitado con- cables. Cuando crecieron, los hermanos discutieron sobrc
tinuamente. Hacia el siglo vrt a.C., la comunid:rrl del Palati- quién debía ser el fundador de la ciudad que habían decidi-
no se unió a otras comunidades del Quirinal, cl Aventino y el do establecer. Durante la discusión, Rómulo mató a Renlo y
Celio. Pronto deforestaron y nivelaron el Esqrrilino y el Vimi- se conürtió en el primer rey. Aunque los romanos creían que
nal y constnryeron terrazas donde levantaron casas para más después de Rómulo había habido orros seis reyes, es posible
colonizadores. El Capitolino, que era el monte rnás cercano que sólo los tres últimos (Tarquinio Prisco, Servio Tulio y
al río, se conürtió en la ciudadela de la población y en sede Tarquinio el Soberbio) fueran personajes históricos realcs.
del templo de la principal deidad de los pastores, Júpiter. La Bajo el gobierno de estos reyes etruscos se establecieron los
zona situada al pie de estas colinas, en otro tiernpo el lugar rasgos clave del sistema político de la antigua Roma, que sc-
donde los pastores cuidaban sus rebaños, fuc dcsccada y po- guirían ügentes duranre toda la historia de la ciudad.
blada, y la plaza del Foro Romano pronto pasó a ser epicen- De un conflicto de lealtades entre los principales aristó-
tro de la ciudad. cratas surgió un principio político; creían que debían ser lea-
Pero aunque el emplazamiento de la capital del futuro les, no al Estado ni al conjunto de la comunidad, sino a su
imperio romano era quizá poco conüncente, tcnía ventajas clan. Los nobles eran conocidos por pasear por los alrededo-
naturales para expandirse por el interior de Italia. Las coli- res de la ciudad con sus asociados, parientes y criados, y sus
nas, por ejemplo, formaban una defensa natural contra los familias tenían un antepasado común. Estas personas a su
iruasores y el valle del Tíber se abrÍa a la rica llanura del Lacio. cargo eran conocidas con el nombre de nclientes", y la red
El lugar también formaba un puente natural entre el Lacio (y informal de la que formaban parte se conürtió en un cen-
las colonias griegas del sur de Italia) y oua región, situada al tro clave de poder político, categoría social e influencia en el
norte y llamada Etruria. Estar encajonado entrc cstas dos ci- Estado. Esto se refleja en los nombres de los romanos de en-
ülizaciones se reflejó en el lenguaje que utilizaban los roma- tonces y de los siglos siguientes.s Apio Claudio, por ejemplo,
nos: hablaban un dialecto del idioma de los latinos, pero fue- era un prominente político en la Roma de 130 a.C. Gracias
ron los etruscos, a su vez influidos por los griegos, quienes a su apellido podía remontar su árbol geltealógico hasta
dieron a Roma su alfabcto. Sin embargo, los ctmscos dieron Atto Clauso, el fundador del clan. Los Claudios no sólo fue-
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LAS SIETE COLINAS DE ROMA
LA FORJA DE LA REPÚBLICA
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A pesar de tod<.¡s sus intentos por alejarsc <lccisivamente versión antigua del Registro CiüI, era mucho más imPortante
de la monarquía, los nobles patricios que fu¡rrlaron la repú- de lo que sugiere su labor, sobre todo en un contexto militar.
blica no abandonaron totalmente el gobiern<l unipelsonal. El ejército romano en aquella época no era un cuerpo Profe-
Para tiempos de emergencia crearon el emplco de dictador, sional, sino que esaba compuesto por simples ciudadanos de
para que restalrrara el orden en el Estado; cran los cónsu- la república. Sin embargo, como los soldados tenían que com-
les quienes nombraban al titular. Una vez que la república pnrse el armamento, las riquezas y ProPiedades que declara-
quedaba a salvo y en orden, los cónsules elegidos continua- ban los ciudada¡os rcgistrados por el censor determinaban sus
ban con el cargo. Además, según fueron aumentando las res. obligaciones militares con el Estado. [.os más ricos teníart más
ponsabilidades de los cónsules durante los siglos v y rv a.C., influencia dentro de la república porque aporuban m:ís rique-
los altos funcionarios trararon de compartir las obligaciones za y prestigio al ejército. Con todos los que ostentaban estos
de los cónsules creando cargos subordinados cr.¡n tareas más cargos se formó un cuerpo clave de la república: el Senado.
específicas. Los orígenes de estos oficios son oscuros, pero Co¡¡ro institución era una cámara de debates y la voz colectiva
acabarían formando unajerarquía claramentc definida. de la minoría dirigente, y estaba presidido por los cónsules del
Uno de estos cargos era el de pretor. Estc puesto fue crea- año. Sin embargo, no era un parlamento que se reuniera dia-
do, quizá, para aligerar las responsabilidades dc los cónsules riamente, como el Senado de Estados Unidos, ni csL¡ba forma-
en las audiencias de casos legales privados, al ¡rrincipio den- do por representantes dc los ciudadanos; por el contrario, cs
tro de Roma, pero más tarde en juicios celcbr'¿rdos en todas taba compuesto simplemente por antiSuos fi¡ncionarios.
partes, en Italia y fuera dc elta. El hecho de quc los pretores Además, los senadores no aprobaban leyes ni tenían podcr
fueran también con un séquito de ayudantcs (aunque sólo para dictarlas. Como veremos, la soberanía no Pertenecía al Se-
seis) , que ostentaran imperium,y q]ue tuüeran el priülegio de nado, sino a los ciudadanos varones adultos que votaban en las
consultar a los dioses da a entender que eran como cónsules asambleas populares para elegir cargos y aprobar leyes.
de menor categorÍa. Cuando se fundó el impcrio, los preto- El Senado era más bien un cuerPo ascsor que proponía
res serÍan mandos militares y gobernadores dc proüncias ul- decisiones que orientaban a los magistrados en funciones,
tramarinas. aunque esto no disminuía la importancia y autoridad del cuer-
Había otros cargos de importancia para el buen funcio- po. Tánto los funcionarios como los ex funcionarios seguían
namiento de la república. El cuestor tenía al principio la res- la opinión de sus colegas de la aristocracia para tener influen-
ponsabilidad de ayudar al cónsul en la dirccción y fallo de cia política y éxito en las elecciones. Si tenemos en cuenta que
losjuicios (el cuestor era el que ncuestionaba, ). Luego adqui- los funcionarios procedían a menudo del Senado, y volvían
rió un carácter diferente: acabaría asociado a las gestiones a él cuando terminaba el ejercicio del cargo, los magistrados
económicas y, como resultado, los cuestorcs vinieron a ser que desoían los deseos de los senadores Ponían en peligro su
como los ministros de Hacienda de los estados rnodernos. El futuro político.
edil, por otra parte, era el magisrrado que supervisaba los Tal era básicamente la estructura política de la repúbli-
mercados de la ciudad. Su equivalente moderno podría ser ca romana. El historiador griego Polibio nos ha dejado un sa-
el ministro de Industria y Comercio. gaz análisis de este sistema, del que se informó mientras fue
Finalmente, el censor, que estaba encargado de hacer el rehén en Roma a mediados del siglo u a.C. En lenguaje polí
censo cada cinco años. Este cargo, aproxima<lamente una tico griego, poseía elementos de la democracia (elecciones y
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LAS SIETE COLINAS DE ROMA
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del Estado. En lugar dc pedir a la nobleza rica <¡uc les propor- tenía una. Considerando que cada centuria tenía un solo
cionara un cargo político para defender sus inrcrcses, los ciu- voto, la voz política de los ciudadanos más pobres no daba
dadanos, refugiados en su colina para prorcstat lo nombra- más que para un susurro.
ron por su cuenta. Así surgieron los "tribunos de la plebe". Tras el período de las luchas de clases, las asamblcas triba-
El conflicto, conocido como les adquirieron más poder. Estaban organizadas por distritos
"lucha de clascs», no cesó hasta
que el cargo fue reconocido formalmente por los patricios. regionales llamados "tribus". En todas las tribus había ricos y
El cargo de tribuno sería crucial en la historia de la repú- pobres. Gracias al sistema electoral de "una tribu, un votn",
blica. Cambiaría radicalmente el equilibrio de poder entre la estas asambleas fueron nrás representativas. Conforme Ronr:r
minoría senatorial y el pueblo. La plebe acabó cligiendo diez ampliaba su territorio en ltalia, las cuatro tribus primitivirs
tribunos al año, cuya misión era protegerla de los abusos de pasaron a ser treinta y cinco. Se instituyó una nueva asatn-
poder de los demás funcionarios, en particular dc los cónsules blea, la Asamblea de las Tribus, que er¿ convocada por un alto
y los pretores con imperium. Si era necesario, el tribuno inter- magistrado de la minoría gobernante (un cónsul, por ejenr-
venía físicamente para defender al ciudadano castigado u plo); a ella podían asistir tanto patricios como plebeyos. La
oprimido injustamente, y para ayudarlo. Sin cnrbargo, es im- Asamblea de la Plebe, sin embargo, era convocada por un tri-
portante señalar que así como en los estados modernos las buno y a ella sólo asistían plebeyos. Acabó siendo el lugar por
funciones administrativas están muy estratilicirdas y reparti- excclencia para aprobar leyes. AJ principio, las votaciones dc
das en especialidades, en la antigua Roma sc concentraban estas asambleas populares tcnían la misma función que los
en una sola persona. LIn cónsul era al mismo ticmpo jefe mi- plebiscitos, era una manera dc que la minoría gobernante
litar,jefe de gobierno y obispo, mientras que un tribuno venía conociera la opinión de la mayoría ciudadana. En 287 a.C.,
a ser una combinación de parlamentario o scnarlor, abogado, las decisiones de ambas asambleas tribales, expresadas tanto
policía y delegado sindical. Aunque el nucvo cargo fue de en eleccioncs como en la aprobación de leyes, tenían ya fuer-
orientación radical y popular al principio, con cl tiempo aca- za de ley y eran ünculantes para toda la población.
bó en manos de los lacayos de la minoría noblc. A pesar de Tanto cl tribunado como las asambleas populares recién
todo, los plebeyos dispusieron de portavoces cn las estructu- fortalecidas contribuyeron a crear la gran paradoja de la repú-
ras del Estado desde mediados del siglo rv a.C. lln lo sucesivo blica de "dos cabezas": la del Senado (voz colectiva de la aris-
también se tendrÍan en cuenta sus rugidos. tocrática y adinerada minoría polírica) y la del pueblo. Hoy
La segunda consecuencia crucial de la huelga general resultaría algo desconcertante un sistema en que coexistieran
de los plebeyos fue la consolidación de sus asambleas tribales. una minoría aristocrática y el principio fundamental de que
Antes de la retirada al Aventino, la principal asamblea del el poder también esá en manos del pueblo, Sin embargo, en
pueblo era la Asamblea de las Centurias, pero no era muy de- la antigüedad estuvieron provechosamente asociados. Era la
mocrática. Estaba organizada en unidades militares llamadas idea expresada por las iniciales SPQR (Smatus Populusque Ra
«centurias», y como las obligaciones militares dc cada ciuda- manus, el Senado y el pueblo de Roma), el emblema que de-
dano venían determinadas por su riqueza, la asamblea estaba coraba los estandartes militares romanos y el lema que con
dominada por los ricos. Un puñado de ciudadanos de la cas- el tiempo legitimaría la invasión de los dominios del futuro
ta milita¡ más alta controlaba m¿ís de la mitad de las lg3 cen- imperio. Esta invasión habÍa comenzado antes del período de
turias, mientras que la masa de ciudadanos nrás pobres sólo las luchas de clases, en el siglo v a.C. Fue el comienzo de un
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I,AS SIETE COI,ÍNAS DE ROMA
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los romanos luchan por la patria y los hijos, es ilrrposible que desplazara a la frontera enemiga. Una vez allí, este hombre
disminuya la furia de su esfuerzo; resisten cott obstinada re- debía cubrirse la cabeza con un paño de lana, invocar aJúpi-
solución hasta quc han vencido a sus enemi¡gos".'l ter como testigo de que llegaba legítima y piadosamente, y
En el fragor de estas guerl'as de conc¡trisl:t se forjó el anunciar que el bando "culpablc, tenía trcinur y trcs tlías para
modo de pensar y la cultura militar del rcsistcnte soldado- rerrdirse.s Tampoco había ticmpo para asegurarse cl favor de
campesino romano. Los cónsules romanos quc ejercían el los dioses arrojando una lanza al territorio enemigo. Pero los
imperium y conducían las campañas iban en ¡ros cle la gloria, lomanos encontraron una solución práctica al problema.
querían honrar los antiguos apellidos familiarcs de sus más Obligaron a un prisionero del ejército de Pirro a comprar
humildes antepasados, los pastores y granjeros dc Etruria y el una pequeña parcela de suelo romano y los sacerdotes clava-
Lacio. Por encima de tr¡do, el carácter del campcsino duro y ron allí su simbólica lanza.
firme, en cuyo trabajo no había lugar para la cornodidad y el Pirro invadió Italia al principio de la tenrporada militar,
ocio, se reflejaba en la actitud de los romanos cn estas gue- en 280 a.C. Consiguió derrotar a los romanos en dos batallas
rras. Tal como a ellos lcs gustaba creer, los conllictos sc em- brutales y sangrientas. Pcro se dice que el rey griego, al ver
prendían con piadoso rcspeto por los dioses, con integridad, cuántos de los suyos habían muerto para conscguir la victo-
honor ¡ sobre todo,justicia. ria, comentó: nCon otra üctoria como ésta, estaremos acaba-
La guerra que completó el control ronlal)o tlc Italia por dss" (de ahí la expresión moderna «victoria pírrica"). Sin
el sur estalló en 280 a.C. La ciudad griega dc T:ucnto, cn el cmbargo, los romanos dieron la nrelta a la tortilla en 275 a.C.
tacón de la bota de Ialia, había errüado mensirjcs de desafÍo Derrotaron a Pirro en Benevento, cerca de Nápoles, expul-
a Roma. Ademiís, temiendo que Roma sc expandiera en su saron al ejército invasor y se apoderaron del rcsto del sur de
territorio, los griegos dc Tarento habían pcdido ayuda mili- Italia.
tar a sus paisanos de ultramar, y Pirro, el rey gricgo de Epiro Pero tras la derrota del ambicioso Pirro, cl mundo mc-
(norte de Grecia), había acccdido a ayudarlc. Arrrbicionaba diterráneo no tuvo más remedio que espabilar y tomar nota.
tener un imperio gricg<-r propio. Había otro competidor en la rcgión. Tras romper la barrcra
Furiosa por esta irnpertinerrte falta de resp(:to por parte L
de las siete colinas, las oleadas de romanos de Eneas se acer-
de Tarento, Ronra exigió una reparación por la o['cnsa que su- caban ahora a las costas extranjer:rs. Había llcgado la hora de
ponía. Era otra oportunidad de obrar en ndefetrsa propia" y Roma.
de cumplir con lo que Roma consideraba su del¡cr'. En el ho. I
I
rizonte despuntaba otra guerra de Troya, pero r¡ás real. En I
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esta ocasión no era entre el mítico héroe troyano Eneas y los
legendarios reyes griegos Agamenón y Menelao. Esta vez en-
frentaba a sus descendientes, los romanos «troy?ruos» contra
el ejército griego del rey Pirro.
Tarento estaba demasiado lejos de Roma para llevar a
cabo los meticulosos rituales con que los saccrdotes romanos I
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acostumbraban iniciar las hostilidades por elr tonces. Por
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ejemplo, no había tiempo para que un sacerdotc-heraldo se I
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