Mumford El Mito de La Maquina
Mumford El Mito de La Maquina
Mumford El Mito de La Maquina
El mito de la mquina
Tcnica y evolucin humana
Lewis Mumford
CAPTULO I
Prlogo
Ritos, arte, poesa, drama, msica, danza, filosofa, ciencia, mitos, religin... son todos componentes esenciales
del alimento cotidiano del hombre, pues la autntica
vida de los seres humanos no solo consiste en las actividades laboriosas que directamente los sustentan, sino
tambin en las actividades simblicas que dan sentido
tanto a los procesos de su quehacer como a sus ltimos
productos y consecuencias.
La condicin del hombre (1944)
testigos de transformaciones radicales en el entorno humano, debidas en no poca medida al impacto de las, ciencias matemticas
y fsicas sobre la tecnologa. Este desplazamiento de la tcnica
emprica, basada en la tradicin, hacia una modalidad experimental ha abierto nuevos horizontes, como los de la energa nuclear,
el transporte supersnico, la ciberntica y la comunicacin instantnea a enormes distancias. Desde la poca de las pirmides
nunca se haban consumado cambios fsicos tan inmensos en un
tiempo tan breve. Estos cambios, a su vez, han producido notables alteraciones en la personalidad humana, y si el proceso sigue
adelante, con furia inclume y sin corregir, nos aguardan transformaciones ms radicales todava.
De acuerdo con el panorama habitualmente aceptado de la
relacin entre el hombre y la tcnica, nuestra poca est pasan9
Ahora bien, sin investigar en profundidad la naturaleza histrica del hombre no lograremos comprender la funcin que ha
desempeado la tcnica en la evolucin humana. En el transcurso
del siglo anterior esta perspectiva se ha difuminado porque ha
sido condicionada por un entorno social en el que proliferaron de
repente una multitud de nuevos inventos mecnicos que destruyeron los antiguos procesos e instituciones y alteraron el concepto
tradicional tanto de las limitaciones humanas como de las posibilidades de la tcnica.
Nuestros predecesores asociaron de forma errnea sus peculiares formas de progreso mecnico con un injustificable sentimiento de superioridad moral en aumento; nuestros contemporneos, en cambio, que tienen motivos para rechazar esa presuntuosa fe victoriana en la mejora obligada de todas las dems
instituciones humanas gracias a la hegemona de las mquinas, se
concentran, a pesar de todo y con manitico fervor, en la expansin
continua de la ciencia y la tecnologa... como si solo ellas pudieran
proporcionar mgicamente los nicos medios para salvar a la humanidad. Puesto que nuestro actual exceso de dependencia de la
tcnica se debe en parte a una interpretacin radicalmente errnea
de todo el curso de la evolucin humana, el primer paso para recuperar nuestro equilibrio consiste en pasar revista a las principales
etapas de la aparicin del hombre, desde sus orgenes hasta hoy.
Precisamente por ser tan obvia la necesidad de herramientas
en el hombre, debemos precavernos contra la tendencia a sobreestimar el papel de las herramientas de piedra cientos de miles
de aos antes de que llegaran a ser funcionalmente diferenciadas
y eficientes. Al considerar la fabricacin de herramientas como
un elemento fundamental para la supervivencia del hombre primitivo, los bilogos y antroplogos durante mucho tiempo han
quitado importancia, o cuando menos descuidado, a multitud de
actividades en las que muchas otras especies tuvieron, tambin
durante mucho tiempo, conocimientos superiores a los del hombre. Pese a las pruebas en sentido contrario aportadas por R. U.
Sayce, Daryll Forde y Andr Leroi-Gourhan, todava se tiende a
identificar las herramientas y las mquinas con la tecnologa: a
sustituir la parte por el todo.
Incluso a la hora de describir solo los componentes materiales de la tcnica, se pasa por alto la funcin, igualmente decisiva,
de los recipientes, en primer lugar los hogares, los pozos, las trampas, las redes; despus, los canastos, los arcones, los establos, las
casas... por no hablar de recipientes colectivos posteriores, como
los depsitos, canales y ciudades. Tales componentes estticos
desempean importantes funciones en toda tecnologa, incluso
en nuestros das, como demuestran los transformadores de alta
tensin, en las gigantescas retortas de las fbricas de productos
qumicos y los reactores atmicos.
Cualquier definicin adecuada de la tcnica debera dejar
claro que muchos insectos, pjaros y mamferos haban realizado
innovaciones mucho ms radicales en la fabricacin de recipientes (con sus intrincados nidos y enramadas, sus colmenas geomtricas, sus hormigueros y termiteros urbanoides, sus madrigueras
de castor, etc.), que los antepasados del hombre en la fabricacin
de herramientas hasta la aparicin del Horno sapiens. En resumen,
si la habilidad tcnica bastase como criterio para identificar y fomentar la inteligencia, comparado con muchas otras especies, el
hombre fue durante mucho tiempo un rezagado. Las consecuencias de todo ello deberan ser evidentes, a saber, que la fabricacin
de herramientas no tuvo nada de singularmente humano hasta
que se vio modificada por smbolos lingsticos, diseos estticos
y conocimientos socialmente transmitidos. Y lo que marc tan
profunda diferencia no fue la mano del hombre, sino su cerebro...
que no poda ser un producto ms del trabajo manual, pues ya lo
encontramos bien desarrollado en criaturas de cuatro patas (como
las ratas), que no tienen manos con dedos libres.
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No hace mucho, el historiador holands J. Huizinga present en su Horno ludens multitud de pruebas para proponer la hiptesis de que el juego, antes que el trabajo, fue el elemento constituyente de la cultura humana y que las actividades ms serias del
hombre pertenecen al mbito de los pasatiempos. De acuerdo con
este criterio, el ritual y la mmesis, los deportes, los juegos y las
representaciones teatrales, emanciparon al hombre de sus insistentes vnculos animales. Y nada podra demostrarlo mejor, se me
ocurre aadir, que esas ceremonias primitivas en las que el hombre jugaba a ser otra clase de animal. Mucho antes de que hubiese
adquirido la facultad de transformar el entorno natural, el hombre
haba creado un entorno en miniatura el campo simblico del
juego, en el que todas las funciones vitales podan reconstituirse de modo estrictamente humano, al igual que en un juego.
Este don de la energa neuronal excedentaria ya estaba presente en los antepasados del hombre. La Dra. Alison Jolly ha explicado recientemente que el desarrollo del cerebro de los lemridos
se deriva de su vocacin ldico-atltica, sus acicalamientos recprocos y su sociabilidad acentuada, ms que de su costumbre de
utilizar herramientas y recolectar alimentos; la curiosidad explo-
Tan sorprendente era la tesis de Horno ludens que su asombrado traductor modific deliberadamente la expresa declaracin
de Huizinga segn la cual toda cultura era una forma de juego,
por la nocin, ms obvia y convencional, de que el juego es un
elemento de la cultura. Pero la nocin de que el hombre no es
ni Horno sapiens ni horno ludens, sino ante todo horno faber, se ha17
ba apoderado tan firme y profundamente del pensamiento occidental contemporneo, que la sostuvo hasta Henri Bergson. Tan
seguros estaban los arquelogos del siglo xix de la primaca de
las herramientas de piedra y las lanzas en la lucha por la existencia, que incluso cuando en 1879 se descubrieron en Espaa
las primeras pinturas rupestres, competentes autoridades las
denunciaron de antemano como una patraa escandalosa, basndose en el argumento de que los cazadores de la Edad de Hielo no
podran haber dispuesto ni del tiempo libre ni de la espiritualidad
precisa para producir el elegante arte de Altamira.
Pero lo que el Horno sapiens posea ya en grado singular era
el espritu precisamente: un espritu basado en el empleo ms
completo posible de todos sus rganos corporales, no solo de las
manos. En esta crtica de los estereotipos tecnolgicos obsoletos,
yo ira an ms lejos, pues sostengo que, en cada etapa, el objetivo
de los inventos y transformaciones del hombre fue menos el de
acrecentar la provisin de alimentos o controlar la naturaleza, que
el de emplear sus propios e inmensos recursos orgnicos para
expresar su potencialidad latente, colmando as sus aspiraciones
y demandas supraorgnicas de forma ms plena.
Cuando el hombre no se vea coartado por las presiones
hostiles del entorno, la elaboracin de una cultura simblica
responda a una necesidad ms imperativa que la de controlar
el entorno, y es inevitable deducir que esta necesidad se anticip
ampliamente a la aparicin de la segunda, y tambin que durante
mucho tiempo le llev la delantera. Entre los socilogos, Leslie
White merece nuestro reconocimiento por haber dado la debida
importancia a este hecho e insistido en el espiritualizar y el
simbolizar del hombre primitivo... aunque no haya hecho as
sino recuperar para la generacin actual las perspectivas originales del padre de la antropologa, Edward Tylor.
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De acuerdo con esta lectura, la evolucin del lenguaje culminacin de las ms elementales formas de expresin y transmisin de significados fue incomparablemente ms importante
para la evolucin humana posterior que la elaboracin de una
montaa de hachas manuales. Frente a la coordinacin relativamente sencilla requerida para utilizar herramientas, el intrincado
engranaje de los mltiples rganos necesarios para crear el lenguaje articulado fue un progreso mucho ms sorprendente. Este
esfuerzo debe de haber ocupado gran parte del tiempo, las energas y la actividad mental de los primeros hombres, pues el producto colectivo final (el lenguaje articulado) ya era infinitamente
ms complejo y sofisticado en los albores de la civilizacin que
toda la dotacin de herramientas de Mesopotamia o Egipto.
As pues, considerar al hombre ante todo como un animal
que usa herramientas equivale a pasar por alto los principales captulos de la historia de la humanidad. Frente a tan petrificada teora, expondr el punto de vista segn el cual el hombre es antes un
animal fabricante de espritu, capaz de dominarse y disearse a s
mismo, y tambin que el foco principal de sus actividades es ante
todo su propio organismo y la organizacin social en la que este
encuentra su ms plena expresin. Hasta que el hombre no logr
hacer algo de s, poco pudo hacer del mundo que le rodeaba.
En este proceso de autodescubrimiento y autotransformacin,
las herramientas en sentido estricto rindieron buenos servicios
como instrumentos subsidiarios, pero no como principal agente
de la evolucin humana, pues hasta llegar a nuestra poca la tcnica nunca se ha disociado de la totalidad cultural ms amplia en
cuyo seno ha funcionado siempre el hombre en tanto ser humano.
Es caracterstico que en griego clsico la palabra tekhn no distinga
entre produccin industrial y arte refinado o simblico, y que
durante la mayor parte de la historia humana estos fuesen aspectos
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inseparables, pues por un lado se atena a las condiciones y funciones objetivas, y por otro responda a necesidades subjetivas.
En, el punto de partida, la tcnica estaba relacionada con la
naturaleza total del hombre, que participaba activamente en todos los aspectos de la industria; de este modo, en el principio, la
tcnica estuvo centrada en la vida, no en el trabajo ni en el poder.
Como en cualquier otro complejo ecolgico, la diversidad de los
intereses y objetivos humanos, as como las distintas necesidades
orgnicas, evitaron la hipertrofia de cualquiera de sus componentes aislados. Aunque el lenguaje fuera la ms poderosa expresin
simblica del hombre, surgi, como intentar demostrar, de la
misma fuente comn que finalmente engendr la mquina: del
orden primigenio y repetitivo de lo ritual, una forma de orden que
el hombre se vio obligado a desarrollar en defensa propia, para
poder controlar la tremenda sobrecarga de energa psquica que
su voluminoso cerebro pona ya a su disposicin.
Lejos de menospreciar el papel de la tcnica, sin embargo, demostrar ms bien que en cuanto se estableci esta organizacin
` interna bsica, la tcnica sirvi de apoyo a la expresin humana y
ampli sus posibilidades. La disciplina adquirida en la fabricacin
y aplicacin de herramientas sirvi como oportuno correctivo, segn esta hiptesis, para el exorbitante poder de invencin que el
lenguaje articulado otorg al hombre... poder que de lo contrario
habra hinchado en exceso al ego y tentado al hombre de sustituir
el trabajo eficiente por frmulas verbales mgicas.
Segn esta interpretacin, el logro especficamente humano, que separ al hombre de sus parientes antropoides ms prximos, fue la formacin de un nuevo yo, notablemente distinto en
apariencia, conducta y plan de vida de sus primitivos antepasados
animales. A medida que esta diferenciacin se fue ampliando y el
nmero de seas de identidad claramente humanas aument,
el hombre aceler el proceso de su propia evolucin, logrando me20
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ortodoxas prevalecientes, en un principio las acept respetuosamente, puesto que no conoca otras? Solo al no haber podido descubrir fundamento alguno para explicar la abrumadora adhesin
del hombre moderno a su tecnologa, an a expensas de su salud,
de su seguridad fsica, de su equilibrio mental y de su posible
desenvolvimiento futuro, me decid a reexaminar la naturaleza
del hombre y todo el curso de los cambios tecnolgicos.
Adems de descubrir el campo aborigen de la inventiva humana, no en la tarea de fabricacin de herramientas externas,
sino ante todo en la reconstruccin de sus rganos corporales,
he intentado seguir otra pista mucho ms reciente: examinar la
amplia veta de irracionalidad que recorre toda la historia humana, en oposicin a su herencia animal, sensata y funcionalmente
racional. En comparacin con otros antropoides, cabra aludir sin
irona a la superior irracionalidad del hombre. Sin duda la evolucin humana pone de manifiesto una predisposicin crnica al
error, la maldad, las fantasas desorbitadas, las alucinaciones, el
pecado original y hasta la mala conducta socialmente organizada y santificada, como se constata en la prctica de los sacrificios
humanos y las torturas legalizadas. Al escapar de las determinaciones orgnicas, el hombre renunci a la innata humildad y estabilidad mental de especies menos aventureras. Y no obstante,
algunos de sus descubrimientos ms errticos abrieron valiosos
mbitos que la evolucin puramente orgnica jams haba explorado a lo largo de miles de millones de aos.
Fueron muchos los infortunios que siguieron a este proceso
por el que el hombre abandon su mera animalidad, pero tambin fueron muchas las ganancias. La propensin del hombre
a mezclar fantasas y proyecciones, deseos y designios, abstracciones e ideologas, con los lugares comunes de la experiencia
cotidiana, se convirtieron (ahora se ve mejor) en una fuente importante de enorme creatividad. No existe ninguna lnea divisoria
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