Como Funciona
Como Funciona
Como Funciona
Anteojos
Se suele decir que los anteojos «amplían» o «acercan» los objetos alejados; sin embargo, su
efecto consiste propiamente en aumentar el ángulo visual, y lo que ocurre es que en
realidad estamos acostumbrados a apreciar el tamaño o distancia de los objetos observados
por el ángulo bajo el que éstos aparecen a los ojos (figura 1.1).
En el anteojo de Galileo (figura 1.2) el ocular es una lente divergente. Este sistema
proporciona una imagen derecha y se emplea sobre todo en los gemelos de teatro de poca
ampliación (de 2,5 aumentos, por regla general).
El anteojo astronómico o de Kepler (figura 1.3) tiene como ocular un sistema convergente y
presenta la ventaja de que la imagen intermedia que se forma sea real, pues todo lo que se
halla en el plano de la misma aparece al ojo bien enfocado y, además, situado en el límite;
por esta última razón se dispone aquí un diafragma que limita claramente el campo del
infinito que no puede abarcar el instrumento.
1 - f1 + 4fu + f2.
Para facilitar su manejo, los anteojos de este tipo se construyen con tubos retráctiles que se
pueden introducir unos en otros; los prismáticos han venido a reemplazar esté sistema.
Dado que sólo se pueden construir lentes de hasta 1 m de diámetro, en los grandes anteojos
astronómicos se emplea como objetivo un espejo cóncavo (en el telescopio del monte
Palomar el diámetro del espejo es de 5 m).
Figura 1.7 Objetivo de espejo 1:4.5 y f = 500 mm para cámara fotográfica de pequeño
formato 24 x 36
La corta longitud del telescopio de reflexió n ha hecho que este sistema hallara también
aplicación en los aparatos fotográficos corrientes. En la figura 1.7 se muestra un objetivo de
reflexión con distancia focal de 500 mm y luminosidad 1:4,5 formado por dos espejos de
vidrio y cuatro lentes débilme nte refractantes, que se emplea en las cámaras fotográficas de
pequeño formato de película.
Prismáticos
Los prismáticos (larga vistas, gemelos de campaña) constan, como el anteojo astronómico,
de un ocular y un objetivo; para poner derecha la imagen invertida se emplean aquí
prismas.
Ahora bien, como en la imagen que da el anteojo astronómico también las posiciones
derecha e izquierda del objeto están giradas entre sí, los rayos han de atravesar, además,
un segundo prisma (figura 2.2) para corregir asimismo el giro lateral.
Figura 2.3 Luminosidad en el anteojo y en el ojo (ejemplo con unos gemelos de noche).
Arriba: Las dos pupilas se adaptan una a otra. Abajo: De día, la luminosidad de los gemelos
de noche sólo se aprovecha parcialmente
30/8=3,75,
el cual indica que el haz de rayos sale de la pupila de salida con un diámetro de 3,75 mm;
dicha pupila de salida es a su vez la imagen de la pupila de entrada, que en este caso sería
pues ocho veces mayor. Ambas pupilas se pueden distinguir mirando a través del ocular o el
objetivo desde unos 30 cm de distancia.
También en el ojo es la pupila la encargada de regular la luminosidad; su diámetro varía de
8 mm cuando la luz es muy débil, a 1,5 mm cuando trabaja a pleno sol. Por consiguiente, la
Figura 2.4
En la penumbra los objetos se pueden reconocer tanto mejor cuanto mayores y más claros
aparezcan. Experimentalmente se comprueba que la facultad de distinción aumenta con la
raíz cuadrada del diámetro del objetivo y del aumento; por ello en ocasiones se da el valor
de la raíz cuadrada del producto de ambas magnitudes como «coeficiente de penumbra»;
por ejemplo:
30 × 8 = 115,5
50 × 7 = 18,7
Aparatos fotográficos
Los aparatos fotográficos son dispositivos que en forma de una cámara opaca con un orificio
delantero proyectan una imagen real del objeto a fotografiar sobre una película sensible a la
luz, situada frente al orificio de la cámara. Una cámara moderna (en las figuras se muestra
una selección de los sistemas más corrientes) se compone de la caja, con los órganos de
soporte y arrastre de la película, el objetivo, el obturador, la escala de distancias
(eventualmente también un telémetro) y el visor para determinar el encuadre de la foto.
A fin de que la imagen corresponda a las proporciones y forma del objeto en todos sus
detalles, se hace que sólo una pequeña parte de la luz que procede de él llegue a actuar
sobre la capa sensible que lleva la película. Para lograr este efecto basta con disponer
simplemente un orificio de unos 0,4 mm de diámetro (llamado diafragma de agujero) en la
cara anterior de una cámara opaca; de este modo se puede obtener una cámara de agujero
del modelo más sencillo (figura 3.1). El haz de rayos luminosos que parte de cada punto del
objeto va a parar a la placa situada frente al orificio y reproduce allí el punto en cuestión.
Sin embargo, como en este caso los distintos puntos del objeto son reproducidos formando
elipses diminutas, ocurre que éstas se llegan a confundir unas con otras y la imagen
resultante es muy borrosa; además, una cámara de este tipo es poco luminosa, es decir,
que se deben emplear largos tiempos de exposición para obtener un oscurecimiento
suficiente de la placa. Si se quiere lograr una imagen más precisa, se han de emplear
objetivos compuestos de una serie de lentes agrupadas. En este caso la luz procedente del
objeto forma en cada punto de él un cono de rayos luminosos cuyo vértice está situado en
dichos puntos y cuya base lo está en el objetivo de la cámara; el objetivo se encarga
entonces de reunir los rayos que le llegan y reproduce los puntos del objeto de modo que
también sobre la foto se vean puntiformes. En la cámara de cajón (figura 3.2) el diafragma
y por lo tanto la luminosidad de la cámara es fija. Los aparatos de este tipo suelen tener
Por regla general las cámaras para los formatos mayores se fabrican plegables con fuelle de
piel (cámaras de fuelle, figura 3.3), y en cambio para los formatos más pequeños se utilizan
las de tubo (figura 3.4).
La cámara de reflexión (o cámara réflex) binocular (figura 3.5) consta de un órgano visor y
otro de toma.
El enfoque está acoplado en ambos órganos de tal modo que cuando la imagen que se forma
en la placa esmerilada del visor resulta clara, queda también enfocada al mismo tiempo la
que se proyecta en la película.
Los objetivos de ambos órganos tienen exactamente la misma distancia focal, pero por regla
general el del visor es más luminoso que el de toma porque así se puede obtener un enfoque
más rápido y preciso.
Todas las cámaras de este tipo trabajan con película de tamaño 6 x 6. La cámara réflex
monocular (figura 3.6) sólo tiene un objetivo mediante el cual se realiza primero el enfoque
del objeto sobre una placa esmerilada o un visor de prisma y luego, rebatiendo hacia arriba
el espejo deflector que está a 45º, se proyecta la imagen del objeto en la película. Antes de
hacer la foto se ha de graduar el diafragma, el cual reacciona poco antes de que tenga lugar
la exposición. Al disparar se levanta el espejo, y el obturador de cortinilla que en general
está situado inmediatamente antes del filme da paso libre a los rayos que van del objetivo a
la película. Al correr de nuevo la película y cargar al mismo tiempo el obturador, el espejo
vuelve a descender a su posición inicial y se puede enfocar ahora un nuevo cuadro.
Cámara cinematográfica
En principio una cámara cinematográfica sólo se diferencia de un aparato fotográfico normal
por el hecho de que en ella las imágenes se toman a un ritmo muy veloz, a fin de que al
proyectarlas luego sobre la pantalla produzcan la sensación de movimiento.
ventana (por espacio de 1/32 a 1/50 s aproximadamente) para iluminar la nueva imagen.
Por lo tanto, la garra y el obturador han de trabajar sincronizados.
Funcionamiento de la garra de transporte (figura 4.2): Debido a la articulación de la palanca
oscilante del sistema, y al movimiento de excéntrica que anima al extremo inferior de la
garra, el extremo superior penetra alternativamente en las perforaciones de la cinta y la va
arrastrando a sacudidas; en las cámaras de película estrecha el filme se mantiene entonces
detenido tanto tiempo como requiere su exposición.
Por su parte, el obturador rotativo que tiene por misión cubrir el filme durante la fase de
transporte, consta de un disco con uno o más sectores recortados en él (figura 4.3) de
abertura variable (por ello se llama a menudo obturador de sectores). Trabajando con un
sector de 180º y a un ritmo de 16 imágenes por segundo, se tendría pues una velocidad de
filmación de 1/32 s. La figura 4.4 muestra las distintas fases de cubrición de la ventanilla de
la cámara y de transporte del filme.
En cambio cuando se trabaja a cámara lenta la película ha de circular ahora por el proyector
más despacio de lo que antes lo había hecho por la cámara, y los movimientos se ven, por
tanto, más lentos de lo que son en realidad.
Convertidor de imagen
El convertidor de imagen es un aparato que sirve para transformar las imágenes
procedentes de una radiación que no sea perceptible ópticamente en otras que lo sean
(figura 5.1).
Para convertir los rayos X se emplea un convertidor de imagen con una fina lámina de
aluminio (figura 5.4) que por una cara lleva la pantalla Röntgen luminiscente y por la otra el
fotocátodo. Con ayuda del convertidor de rayos X se pueden reforzar electrónicamente los
claros y oscuros de las radiografías originales, obteniéndose una imagen suficientemente
clara con una dosis de radiación menos intensa y protegiendo así al paciente.
El funcionamiento del convertidor de imagen se basa en las propiedades que tienen las
lentes magnéticas y eléctricas de reunir y volver a concentrar en otros puntos los rayos de
electrones procedentes de los distintos puntos de la imagen electrónica. El concepto de lente
se aplica aquí por analogía con la Óptica y se refiere a dispositivos que sólo tienen de común
con las lentes ópticas la ya mencionada propiedad de concentrar en un punto los rayos
procedentes de determinadas radiaciones (que desde el punto de vista físico son distintas de
las que se emplean en la óptica, pues mientras que en ésta se trata de rayos luminosos, en
el caso de las lentes magnéticas y eléctricas se trabaja en cambio con rayos electrónicos).
En las lentes eléctricas la concentración de los rayos electrónicos se obtiene a base de
producir un campo eléctrico (por ejemplo, entre dos electrodos cilíndricos coaxiales a
distinto potencial) cuyas superficies equipotenciales (superficies de potencial constante)
(figura 5.2), comparables a las superficies de curvatura de una lente óptica, sean curvas. En
ellas, cada electrón oscila con una amplitud que se va amortiguando a medida que aquél
avanza en la dirección de los ejes que tienen los cilindros, y de este modo el rayo
electrónico, que consta de un elevado número de dichos electrones, adquiere en la lente una
forma tubular que se va estrechando cada vez más (como o por ejemplo en una tromba de
aire) hasta quedar debidamente concentrado.
El funcionamiento de las lentes magnéticas (figura 5.3) se puede comparar menos aún al de
una lente óptica. En las lentes magnéticas los electrones describen trayectorias helicoidales
en el interior de un campo magnético longitudinal (es decir, aproximadamente paralelo a la
dirección en la que aquellos se desplazan), y el efecto de concentración se obtiene aquí por
el hecho de que después de una o varias rotaciones, los electrones que habían partido de un
punto común siguiendo distintas trayectorias se vuelven a reunir en la lente en otro punto.
Las lentes magnéticas se prefieren a las eléctricas porque con ellas se puede obtener el
mismo efecto empleando tensiones más pequeñas y por lo tanto menos peligrosas; sin
embargo, exigen que la intensidad de corriente sea mayor.
La figura 6.1 a ilustra las condiciones que se tienen trabajando con un objetivo normal, y la
figura 6.1 b empleando uno de gran angular; en este segundo caso el ángulo bajo el que se
proyecta la imagen es mayor y abarca un campo más extenso, pero sobre un mismo
formato de película lo reproduce correspondientemente más pequeño. De la figura 6.1 c se
puede deducir que el tamaño de la imagen B y del objeto G están en la misma relación que
las distancias del objetivo a la imagen y al objeto, respectivamente b y g:
B b B G
= o también : =
G g g g
Teniendo en cuenta que cuando se fotografían objetos muy distantes la distancia b entre el
objetivo y la imagen es aproximadamente igual a la distancia focal f el tamaño de la imagen
suele resultar pues proporcional a este último valor; por consiguiente, una distancia focal
corta da una imagen reducida, y una que por ejemplo fuera triple de otra, daría también una
imagen también triple (figuras 6.3 a y b) tomas con objetivo de gran angular y con
teleobjetivo).
El tamaño de la imagen se ha de considerar también en relación con el formato de la foto.
En los objetivos normales la distancia focal es aproximadamente igual a las diagonales del
formato. Así, pues, tanto una cámara de formato pequeño como una cámara de placas que
estén equipadas con objetivos normales, abarcarán el mismo campo, y las diagonales de
este último serán también aproximadamente iguales a la distancia que lo separa de la
Distancia focal 1 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
¿Cómo Funciona?
cámara; ello corresponde a un angular medido sobre la diagonal de 53º. En los objetivos
normales este ángulo es en realidad de 45º a 60º, al que corresponden distancias focales de
45 – 50 m mm para el formato pequeño de 24 x 36 mm (diagonal, 43 mm), 75-85 mm para
el formato de 6 x 6 cm (diagonal, 85 mm) y 135-150 mm para el de 9 x 12 cm (diagonal,
150 mm).
El conocer para qué ángulo está corregido el sistema de lentes de la cámara sólo es
importante en las cámaras de fuelle, ya que en éstas la misma distancia focal se puede
instalar bien sea como teleobjetivo para un formato de carrete, bien como objetivo normal
con margen de regulación, o bien como objetivo de gran angular para un formato de placa
ya mayor, siempre qué la construcción del aparato proporcione desde luego un angular de
abertura suficiente (figura 6.2).
En las cámaras pala pequeño formato de película, los objetivos están alojados en tubos de la
correspondiente longitud y corregidos precisamente para el ángulo que se aprovecha en el
formato para tipos y disposición de objetivos intercambiables.
Empleando distancias focales diferentes a partir de un punto fijo, se modifica el tamaño de
la imagen pero no la perspectiva; así, pues, una foto hecha con teleobjetivo no se puede
distinguir de otra ampliada que se haya tomado con un objetivo de gran angular (figuras 3 a
y 3 b). Para modificar la perspectiva lo más práctico es hacer que a la vez que se varía la
distancia focal, varíe también la distancia que separa a los objetos de la cámara. En las
figuras 3 b y 3 c se muestra cómo procediendo de este modo se invierte la relación de
tamaños entre los planos anterior y posterior.
Efecto doppler
Con el nombre del físico austríaco Christian Doppler (1803-1853) se denomina el efecto por
el cual al acercarse una fuente vibratoria en movimiento a un observador fijo, la frecuencia
de las vibraciones que éste percibe pasa a ser mayor que la que percibiría si entre la fuente
y él no hubiera ningún desplazamiento relativo; análogamente, al acercarse la fuente
vibratoria, la frecuencia percibida disminuye.
Figura 7.1
Las figuras 7.1 y 7.2 aclaran el proceso: Si una fuente sonora (por ejemplo, el silbato de una
locomotora) se aproxima a un observador que está en reposo (figura 7.1) llegan entonces a
éste más oscilaciones por unidad de tiempo de las que llegarían si la fuente sonora fuera
fija, y como el tono de un sonido depende de la frecuencia que éste tiene (es decir, de su
número de oscilaciones por unidad de tiempo) el pitido se oye con un tono más agudo que el
que se percibiría si la locomotora y el observador no experimentaran ningún desplazamiento
relativo; análogamente, si la locomotora se aleja del observador, éste percibirá entonces un
tono más grave que el que oiría si la locomotora estuviera detenida. A menudo percibimos
también el efecto Doppler como transición de un tono más agudo a otro más grave, cuando
por ejemplo un coche pasa a nuestro lado muy aprisa tocando la bocina. El mismo efecto se
da también para un observador en movimiento (por ejemplo, un motorista; figura 7.2) que
se aproxime a una fuente vibratoria fija (una sirena) o bien se aleje de ella.
Figura 7.3
Figura 7.3
Explicando como efecto Doppler, este desplazamiento hacia el rojo denota que en tal caso
las fuentes vibratorias (las nebulosas espirales) se están alejando sin cesar del observador
que las estudia. Suponiendo que esta explicación sea correcta (lo que algunos
investigadores ponen en duda actualmente) ello significaría que el Universo se dilata sin
cesar. El fenómeno se ha representado en forma esquemática en la figura 7.3: como es
lógico, una estrella que sin participar de la fuga colectiva se moviera acercándose a un
observador situado en la Tierra, presentaría un espectro corrido hacia el azul.
Efecto estroboscópico
Los efectos estroboscópicos se deben a causas fisiológicas. En efecto, el ojo humano es tan
lento de reflejos que no puede distinguir entre sí dos impulsos luminosos que se hayan
sucedido en un corto intervalo de tiempo (de menos de 1/10 s), y por lo tanto al recibir una
serie de ellos a un ritmo de sucesión que sea rápido, los percibe superpuestos como si
formaran parte de un movimiento continuado (principio en que se fundan el cine y la
televisión; figuras 8.2 y 8.3).
Figura 8.1
En un sentido más preciso, los efectos estroboscópicos tienen lugar siempre que se
superpongan dos sucesos periódicos cuyos desarrollos sean sincrónicos o sólo estén
ligeramente desfasados.
Figura 8.3
Como entre cada dos máximos de luz consecutivos (figuras 8.1 a y 8.1 c), el disco gira
durante la pausa oscura (figura 8.1 b) un ángulo que es justamente de 180º (media
revolución), al observador le parece que las aspas pintadas sobre el disco no se mueven. En
este caso, la velocidad de rotación del disco sería por lo tanto de 50 revoluciones por
segundo. Se comprende claramente que si este número de revoluciones se hace algo menor,
parecerá entonces que las capas oscuras giran en sentido contrario al de rotación del disco,
pues en este caso al producirse el siguiente máximo de luz aquéllas no habrán llegado aún a
la posición que tenían en el máximo anterior; análogamente, si el número de revoluciones se
hace algo mayor, parece entonces que las aspas giren en el mismo sentido en que lo hace el
propio disco, pues ahora ya habrán rebasado su posición inicial al producirse el máximo
siguiente. Efectos estroboscópicos de esta naturaleza se pueden observar, por ejemplo,
cuando se pasa una película, siempre que la frecuencia a que se suceden las imágenes
coincide con la velocidad de rotación de una rueda de radios o de la cadena de un vehículo
tractor que aparezcan en la escena; en este caso parece que la rueda o la cadena giren al
revés, a pesar de que el vehículo se mueve hacia delante.
El efecto estroboscópico halla aplicación en los estroboscopios giratorios que se emplean
como juguetes infantiles (figura 8.2) o en los blocs de dibujos animados (figura 8.3). Igual
que en una película de cine, las distintas fases de desarrollo de un suceso están ilustradas
en una banda de papel, y las imágenes correspondientes se proyectan a través de las
rendijas del tambor giratorio -o en los cuadernos de dibujos animados, pasando rápidamente
las páginas del bloc a un ritmo tal que provocan la impresión de que la imagen se halla en
movimiento. En la técnica, el estroboscopio se emplea para controlar velocidades de rotación
(por ejemplo, de los ejes de las máquinas) y también para reproducir sucesos periódicos de
modo que nuestros ojos los perciban como si se desarrollaran a un ritmo más lento que el
real.
Eidóforo
El eidóforo, diseñado por Fischer (Zürich), sirve para proyectar a gran tamaño emisiones
televisadas. En la imagen normal de televisión, la luminosidad proviene de la fluorescencia
que produce el material de la pantalla al ser bombardeado por los electrones que inciden
sobre él; en el eidóforo se utiliza en cambio la señal televisada para gobernar el flujo de luz
de un foco luminoso muy potente.
La luz procedente de una lámpara de arco (en la televisión en colores, después de atravesar
una rueda de filtrado) es dirigida a través de dos diafragmas de retículo (figura 9.1), que se
pueden sustituir por un espejo reticular con el reverso plateado (figura 9.2), de una película
de aceite y de un objetivo proyector, a la pantalla.
Según sea la intensidad luminosa que corresponde a la señal televisada, el chorro de
electrones gobernado por ella carga más o menos la película de aceite v ésta, debido a las
fuerzas de repulsión electrostáticas, se curva de modo variable. La ondulación que adquiere
la película pasa a influir a su vez en la imagen óptica del haz de rayos luminosos que se
reflejan o refractan sobre ella. En efecto, la luz reflejada por las barricas del espejo va a
reflejarse entonces en la película de aceite y de acuerdo con el relieve de esta última pasa
luego a través de las rendijas de aquél con mayor o menor intensidad; este sistema de
gobierno se denomina de estrías de Toepler en honor de su inventor, August Toepler. Así
pues, al ser barrida por el chorro de electrones, la película adquiere un relieve que
corresponde al estado de carga recibido -y por lo tanto a los claros y oscuros de la imagen
emitida- cuyo efecto óptico sobre el haz de rayos del foco luminoso hace aparecer la imagen
televisada en la pantalla con gran intensidad de luz y proyectada a gran escala. Los rayos
que no resultan afectados por el relieve superficial de la película son retenidos por el
diafragma reticulado superior (figura 9.1) o por el espejo de rejilla (figura 9.2).
El dispositivo representado esquemáticamente en la figura 9. 2 se ha de situar en el interior
de un recipiente de alto vacío, pues en caso contrario no sería posible gobernar
electrónicamente la emisión. Como la carga de la película de aceite va disminuyendo poco a
poco, se hace girar ésta, asimismo muy despacio, bajo el chorro de electrones de gobierno.
Una cuchilla aplanadora cuida de proporcionar una superficie fresca, plana y totalmente
descargada, antes de que la película vuelva a penetrar en el chorro de electrones.
Electrofotografía
La fotografía corriente se basa en aprovechar la sensibilidad que los halogenuros de plata
presentan a la luz y la foto se revela a través de procesos químicos que tienen lugar en fase
líquida.
Figura 10.1
Figura 10.2
A oscuras, los semiconductores tienen una resistencia eléctrica muy alta (de hasta 1014
ohmios), pero en cambio al ser iluminados ésta llega a hacerse del orden de 5 a 7 potencias
decimales inferior; esta propiedad la tienen por ejemplo el selenio (Se), el sulfuro de cadmio
(CdS) y el óxido de cinc (ZnO). En la electrofotografía se han acreditado sobre todo finas
capas de selenio sobre un soporte metálico con derivación a tierra. La capa de selenio se
sensibiliza rociándola con iones positivos procedentes de una descarga en corona, a base de
situar sobre la capa una red de finos alambres paralelos y muy poco separados entre sí, que
se hallan a un potencial de unos +8000 voltios (figura 10.1 a). De este modo la superficie
exterior de la capa se carga a unos +600 voltios con respecto a la interior, en la que por
influencia se crea una carga negativa equivalente (figura 10.1 b). Al iluminar ahora la capa
de selenio, su resistencia disminuye en las zonas que quedan iluminadas y se producen
entonces en ellas una descarga que hace igualar las cargas de las dos superficies de la capa
en dichas zonas. En la figura 10. 2 a se supone que la luz incide sólo a derecha e izquierda
del conductor, sin que el centro llegue a quedar iluminado (en la figura se ha representado
también el campo que se origina en este caso).
La «imagen» se forma pues aquí en estado latente como relieve de la carga electrostática de
los distintos puntos de la capa, y para «revelarla» se emplea un polvo muy fino cargado
eléctricamente llamado tonificador (por ejemplo, resina artificial coloreada) cuyas partículas
tienen aproximadamente 1/1000 mm de diámetro; en la figura se ha representado también
el movimiento de las mismas. Eligiendo convenientemente el signo de la carga eléctrica que
tienen las partículas, se pueden hacer así visibles un positivo o bien un negativo del relieve
invisible de carga citado anteriormente. Por procedimientos eléctricos, el relieve de carga se
puede trasladar prácticamente tantas veces como se desee a otras superficies que sean
aislantes (por ejemplo, de papel), donde luego se revela. El fijado tiene lugar calentando la
foto hasta hacer fundir los gránulos de resina, con lo que éstos ya no deben recurrir al
concurso de las fuerzas electrostáticas para permanecer adheridas al papel. La
conductibilidad eléctrica se origina por fotoionización, por obra del efecto fotoeléctrico
(figura 10.2 b): un cuanto de luz hv arranca un electrón de un átomo y produce así un par
de portadores de carga, a saber, el electrón --que por ser negativo pasa a neutralizar una
carga elemental positiva en la superficie externa de la capa-- y el núcleo atómico cargado
positivamente que, desplazándose hacia la superficie interna de la capa, neutraliza allí una
carga negativa. En las figuras 10.3 a y 3 b se ha ilustrado en un ejemplo la formación de la
imagen visible en el proceso negativopositivo (figura 10.3 a) y en el positivo-positivo (figura
10.3 b).
Espejos
La reflexión tiene lugar en superficies lisas, las cuales no dispersan la luz que incide sobre
ellas sino que la devuelven concentrada. La dirección que adquiere el rayo reflejado se
deriva de la ley de reflexión: El rayo incidente, el rayo reflejado y la normal a la superficie
del espejo se hallan situados en un plano; además, el ángulo de incidencia es igual al ángulo
de reflexión (figura 11.1)
Espejos planos
De un objeto cualquiera parten rayos luminosos en todas direcciones. Cuando un haz de
rayos de esta clase es reflejado por un espejo plano, después de la reflexión los rayos
siguen tendiendo a separarse; en consecuencia ya no se vuelven a reunir y no dan, por
tanto, ninguna imagen real, sino que se ven como si procedieran de un lugar situado detrás
del espejo, a saber, de la imagen virtual del objeto en cuestión. La distancia que hay entre
dicha imagen virtual y el plano del espejo es la misma que, simétricamente, separa a éste
del objeto.
Espejos esféricos
Si imaginamos la superficie de una esfera dividida en minúsculas porciones casi planas, el
radio resulta entonces perpendicular a estas porciones; por consiguiente, la ley de reflexión
que vale para los espejos planos se puede aplicar también a un espejo cuya superficie sea
esférica. Así, pues, un rayo que pase por el centro de curvatura M se reflejará coincidiendo
con su dirección original. Además, después de reflejados, todos los rayos tienden a reunirse
formando siempre con el radio un mismo ángulo. En particular, los rayos que inciden
paralelos al eje principal van a reunirse en un punto de éste situado exactamente en el
punto medio de la distancia que hay entre el centro de curvatura y el espejo; dicho punto
constituye el foco F del espejo. Por lo tanto, la distancia focal es igual a la mitad del radio de
curvatura. Recíprocamente, los rayos que pasan por el foco se reflejan paralelos al eje
principal. En la figura 11. 2 se muestra la construcción de imágenes en un espejo cóncavo
(espejo convergente). Para el cálculo se aplica la fórmula:
1 1 1 2
+ = =
g b f r
Figura 11.3
Para la construcción de las imágenes se han escogido en las figuras dos rayos especialmente
indicados para ello, a saber, uno paralelo al eje principal y otro que pasa por el foco. Sin
embargo, el efecto resultante es en realidad producto de todo el haz de rayos que va a parar
al ojo. Respecto a la aplicación de los espejos en el telescopio de reflexión.
Flash de bombilla
El flash ha de suministrar una luz lo más intensa posible (medida en lúmenes), y, por tanto,
en total una gran cantidad de luz (en lúmenes por segundo), durante la breve fracción de
segundo en que está abierto el obturador del aparato fotográfico. La luz se genera por
combustión de un ovillo de hilo de aluminio magnesio o circonio en una atmósfera de
oxígeno (figura 12.1).
El oxígeno que llena la bombilla se halla a una presión de menos de 1 atmósfera para que
aquélla no llegue a estallar por efecto del aumento de presión que se origina durante la
combustión explosiva del ovillo. Además, la bombilla está recubierta interior y exteriormente
con una laca transparente que en caso de que se produzca la rotura mantiene adheridas a
ella las astillas del cristal; para fotografías en color existen modelos de flash con laca azul
que tiene una composición espectral análoga a la de la luz diurna. Las fugas que se puedan
haber originado en la bombilla durante la fabricación o transporte de la misma son puestas
de manifiesto por una perla indicadora de sal de cobalto (de color azul) situada en el interior
de la bombilla, que al entrar en contacto con la humedad atmosférica adquiere un color
rosa.
Las curvas luz-tiempo (figura 12.2) dan información sobre el rendimiento lumínico y las
características de empleo de los distintos flashs de bombilla que existen actualmente. Para
sincronizar el flash con el obturador del aparato fotográfico es muy importante conocer la
duración del llamado tiempo punta, es decir, del tiempo que media entre el cierre del
contacto y la máxima intensidad luminosa que da el flash; en las bombillas normales del tipo
M este tiempo es de 18 milisegundos.
La mayoría de los obturadores centrales trabajan, sin embargo, con la llamada
sincronización X y en este caso el contacto se produce en cuanto el obturador se ha abierto
por completo (figura 12.3 a); para que la combustión del filamento tenga toda ella lugar
mientras el objetivo de la cámara está abierto, se requiere entonces un tiempo de
obturación de por lo menos 30 ms ≈ 1/30 s. Para tiempos de obturación más cortos
muchas cámaras disponen del contacto M que actúa 16 ms antes de alcanzarse la máxima
abertura; así pues, en este caso el obturador no se abre hasta poco antes de producirse la
cresta de la curva y, por consiguiente, sólo se aprovecha el período de máxima intensidad
luminosa del proceso de combustión (figura 12.3 b). En los diagramas se ha representado,
además, la curva luz-tiempo de un flash electrónico para poderla comparar con la del flash
de bombilla. Trabajando con flash electrónico y sincronización X se pueden emplear
obturadores centrales para tiempos de exposición de hasta 1/500 s; ahora bien, si por
descuido se ha puesto en la cámara la sincronización M no llega entonces la más mínima
cantidad de luz a la película.
En las cámaras con obturador de cortinilla el proceso de apertura y obturación dura de 1/20
a 1/60 s, y sólo se puede acelerar reduciendo el ancho de la ventana que forman las cortinas
por lo tanto se han de emplear entonces bombillas de flash con una curva de combustión
muy dilatada.
Si el tiempo de obturación es más largo que el de combustión de la bombilla, la intensidad
de iluminación de la película sólo depende entonces del diafragma que se ha puesto, el cual
se puede calcular (de acuerdo con la sensibilidad de la película) a partir del «número base»
resultante de la fórmula:
número base
Número de diafragma =
distancia al objeto (m)
Figura 12.4 Esquema de conexiones de un flash de bombilla, a) con encendido directo por la
batería. b) A través de un condensador
En los modelos más antiguos, para encender la lámpara se ponía la batería en cortocircuito
directamente a través de la bombilla (figura 12.4 a). Hoy se emplean pequeñas baterías de
pilas secas, por lo general de 22,5 voltios, que al colocar la bombillita cargan un
condensador a través del filamento de encendido de la lámpara (figura 12.4 b); una alta
resistencia intercalada en el circuito de carga impide que la corriente de carga llegue a
producir por sí que sola el encendido.
Flash electrónico
El flash electrónico, que se emplea en la fotografía como fuente luminosa para alumbrar
brevemente los objetos con gran intensidad, tiene analogía con el destello de un rayo o un
relámpago.
Los rayos se originan durante las tormentas cuando una nube queda cargada de electricidad
respecto a la Tierra; una y otra pasan a constituir entonces las placas de un inmenso
condensador y si la tensión que se establece entre las dos llega a rebasar un cierto límite,
los gases de la atmósfera se hacen conductores y acaba por producirse a través de ellos la
descarga, en forma de un breve y poderoso golpe de corriente que equilibra la diferencia de
cargas existente. En la fotografía este efecto se aprovecha haciendo descargar asimismo un
condensador a través de una atmósfera gaseosa.
El flash electrónico ha de construirse de manera que pueda generar la alta tensión necesaria
y producir el destello en el instante deseado (figura 13.1). Los modelos más antiguos
trabajaban con tensiones de algunos miles de voltios; en cambio actualmente la tensión de
trabajo suele ser de 500 voltios nada más. Sin embargo las fuentes portátiles de electricidad
que se utilizan en la práctica (pilas secas o acumuladores); suministran corriente continua
de sólo algunos voltios y por lo tanto la tensión de ésta se ha de transformar. Ahora bien,
como por otra parte la transformación sólo es posible trabajando con corriente alterna, en el
flash electrónico la corriente continua suministrada por la fuente de electricidad se ha de
convertir pues primero en alterna mediante un vibrador que invierte mecánicamente su
polaridad unas doscientas veces por segundo, o bien más modernamente con un circuito de
transistores que producen un efecto semejante. Un transformador se encarga luego de
transformar la corriente alterna a la alta tensión necesaria para el flash, y por último un
rectificador la convierte de nuevo en continua.
Figura 13.3 Válvulas de flash de modernos aparatos para aficionados (muy ampliadas con
respecto a la figura 2
Con esta alta tensión rectificada se carga un condensador cuyos dos polos están conectados
a los electrodos de la válvula del flash; la válvula y el dispositivo de encendido se hallan
alojados en el cuerpo de la lámpara. En la actualidad existen también aparatos muy
pequeños para aficionados en los que el elemento generador y el de destello están
construidos formando una unidad. La válvula se llena con un gas noble, en general xenón,
que no es conductor. Al cabo de un tiempo de carga de 3 a 15 s se alcanza en el
condensador de destello, y por lo tanto también en los electrodos de la válvula, la tensión
final de carga; sin embargo, dicha tensión no llega a ser tan alta que, a través de la válvula,
pueda producirse automáticamente la descarga. Al oprimir ahora el disparador de la cámara
fotográfica, el contacto de sincronización del obturador pone en cortocircuito un pequeño
condensador (condensador de encendido), que pasa a descargarse a través de uno de los
dos arrollamientos de la bobina de encendido, y se induce así en el otro arrollamiento una
alta tensión, de unos 10000 voltios, que queda aplicada entre el electrodo de encendido y el
electrodo, negativo de la válvula. Este impulso de alta tensión ioniza entonces el gas noble
de relleno, el cual se vuelve conductor y permite que el condensador de destello pueda
descargarse a través de él; en el transcurso de 1/1000 s la energía eléctrica almacenada en
dicho condensador pasa ahora a circular en forma de una corriente de 100 o más amperios a
través de la válvula del flash, y hace que el gas se ponga incandescente por el breve espacio
de tiempo que dura la descarga.
La luz del flash electrónico tiene aproximadamente la misma composición espectral que la
diurna; así pues, cuando el flash se usa para hacer fotos en color, debe emplearse la misma
película que para hacer fotografías en color con luz diurna.
Respecto al sistema de sincronización con el obturador de la cámara fotográfica y al cálculo
del diafragma a partir del «número base».
Fotografía en color
Los numerosos procedimientos existentes para hacer fotografías en color se basan en un
principio común a todos ellos, consistente en elaborar tres imágenes unicolores del objeto,
con los colores que se hayan elegido como básicos, que al superponerse pasan a producir
una imagen policroma de él.
En algunos de los sistemas empleados se hacen sucesivamente tres fotografías del objeto, a
saber, una de color amarillo, otra de color verde o azul verdoso y por último otra de color
rojo o rojo púrpura; en otros sistemas la cámara dispone de un equipo de lentes o espejos
que permite impresionar simultáneamente tres películas; en otros, en fin, se emplea una
película que contiene tres capas sensibles al color. También varía de unos sistemas a otros
el proceso de formación de la foto en color a partir de las tres imágenes unicolores
obtenidas. A continuación pasamos a describir aquí los, procedimientos negativo-positivo y
de inversión (ambos pertenecientes al grupo de métodos llamados de filtrado, que trabajan
por mezcla sustractiva), bajo cuya denominación, se comprenden en realidad sistemas muy
diversos; el hecho de que existan tantos métodos distintos para resolver idénticos
problemas denota ya cuán variados son los obstáculos y también las posibilidades que la
fotografía en color presenta actualmente.
Figura 14.1
En el llamado procedimiento de inversión se emplea una película sensible a los colores que
consta de un mínimo de cuatro capas superpuestas a saber: una capa de halogenuro de
plata sensible a los azules, que contiene un germen del color amarillo; una capa para filtrar
los amarillos; una capa de halogenuro de plata sensible a los verdes que contiene un
germen del color púrpura; y, por último, otra capa de halogenuro de plata sensible a los
rojos, que contiene un germen del color verde azulado.
Al hacer la fotografía, los distintos colores componentes de la luz van a impresionar las
respectivas capas de halogenuro de plata de esta película especial. Concluida la exposición,
se procede el revelado; en las zonas que han sido iluminadas se forman entonces en las
distintas capas del filme corpúsculos de plata procedentes del halogenuro que durante la
exposición ha sido activado por la luz del color correspondiente al de la capa, y se generan
también al mismo, tiempo materias colorantes derivadas de los productos de oxidación del
revelador y de los gérmenes de color antes citados. Dichas materias colorantes tienen en
cada capa el color complementario de aquél para el que está sensibilizada dicha capa; así,
pues, la luz azul suministra colores amarillos, la luz verde da colores púrpura y la luz roja da
en fin color azul verdoso.
Figura 14.2
Figura 14.3 Iluminación del negativo. La luz (de distintos colores) incide en la película de 8
capas
Como ya hemos citado anterio rmente, en dichos sistemas el negativo se debe someter a un
ciclo de operaciones muy complejo antes de poder darlo por listo (revelar, tratar en baño de
paro, templar, lavar, decolorar, volver a lavar, fijar, volver a lavar, tratar con medio
humectante y por último secar). En el método de Land se desarrolla en cambio un proceso
que apenas sí se puede comparar con el descrito, si acaso sólo por lo que respecta al
principio físico en que se basan uno y otro, pues, por así decirlo, tiene lugar sobre las capas
del filme (cuyo espesor es del orden de centésimas de milímetro) sin el concurso de acciones
exteriores y en el espacio de segundos. En los procedimientos clásicos antes de que el
positivo de la foto pudiera darse por listo debían realizarse en laboratorios especiales no
Figura 14.4 La cinta positiva de tres capas y la cinta negativa se pegan una con otra por
efecto de la pasta de activación aplastada entre las cintas
En cambio el sistema Land suministra las fotos en color al cabo de un minuto, trabajando
con una película negativa muy delgada compuesta de tres capas sensibles al color, tres
capas de color y revelador, dos capas intermedias y el soporte. Al iluminar la película, la luz
azul activa los cristales de halogenuro de, plata de la capa I sensible a los azules y en
cambio la luz verde puede legar libremente hasta los cristales de la capa IV, sensible al color
verde; si el objeto de la foto irradia además luz de color rojo, ésta pasa a través del objetivo
de la cámara y de las capas del filme sensibles a los azules y a los verdes, y va a incidir
sobre el halogenuro de la capa VII sensible W a la luz roja. A continuación el negativo se
extrae de la cámara y se superpone a una cinta positiva mediante un tren de rodillos de
acero que al mismo tiempo exprimen la masa viscosa activadora (revelador) contenida en
una cápsula, esparciéndola entre las cintas negativa y positiva. La cinta positiva está
compuesta a su vez por una capa receptora del color, una capa intermedia, una capa ácida
para neutralizar y estabilizar la imagen coloreada, y por último el soporte. La pasta de
activación se difunde muy aprisa en la cinta negativa: llega primero a los granos de
halogenuro de plata de la capa I sensible a los azules, donde revela dichos granos; libera
después el amarillo de la capa II a partir de las moléculas compuestas de revelador/amarillo
latente que genera en esta capa; alcanza luego a través de la capa intermedia III los granos
de halogenuro de plata de la capa IV sensible al color verde, revelándolos; libera
seguidamente en la capa V el color púrpura a partir de las moléculas de revelador/color
latente que genera en dicha capa; se difunde a continuación a través de la capa intermedia
VI en la capa de halogenuro VII sensible al color rojo, revelando allí los gránulos de
halogenuro que habían sido activados por la luz roja incidente; y por último alcanza la capa
VIII, donde libera el color azul verdoso al quedar éste activado por el revelador
correspondiente. Las moléculas de color liberadas de este modo se difunden ahora
libremente en todas direcciones y alcanzan los gránulos de plata más cercanos, procedente
del halogenuro que ha quedado impresionado al hacer la exposición, en los que el color se
queda retenido. Si las moléculas de color procedentes de la capa VIII no inciden allí sobre
ningún gránulo de plata, atraviesan entonces sin obstáculos todas las demás hasta llegar a
la capa positiva, donde quedan definitivamente retenidas y fijadas. Veamos ahora cómo se
forma la imagen en color: donde había incidido la luz roja, el color azul verdoso de la capa
VIII es retenido por los gránulos de plata de la capa VII sensible al color rojo; sin embargo,
ya que la luz roja no ha podido impresionar las capas IV y I sensibles a los colores verde y
azul respectivamente, los colores púrpura y amarillo excitados por la pasta de activación y
liberados por el revelador correspondiente pueden pasar ahora, sin obstáculos a la capa
positiva retenedora del color, sobre la que el amarillo y púrpura mezclados vienen a dar el
color rojo. Por su parte, la luz azul sólo ha impresionado la capa I sensible a los azules, y el
color amarillo que se forma en dicha capa es adsorbido allí por los gránulos de plata; pero
ahora el color púrpura procedente de la capa V y el azul celeste procedente de la VIII
penetran libremente a través de ella hasta la capa positiva, donde ambos colores son
retenidos y mezclados, y pasan a formar juntos el azul. Análogamente, donde el negativo ha
sido impresionado por luz verde, los cristales de plata sólo retienen el color púrpura
procedente de la capa sensible al color verde, y en cambio el azul celeste y el amarillo pasan
libremente hasta la capa positiva, donde la mezcla de los dos genera el color verde. En las
zonas que han sido impresionadas por luz blanca la película retiene todos los colores, pues
dicha luz impresiona igualmente las tres capas y genera así en las tres los gránulos de plata
retenedores del color. En las zonas que son de color negro no queda retenido allí ningún
color y por consiguiente los tres colores básicos van a incidir sobre la capa positiva, donde al
mezclarse entre sí dan en conjunto el color negro. Por último, se procede a neutralizar el
componente alcalino del activador y del revelador de gránulos de plata III del positivo; en el
transcurso de esta operación se forma agua que penetra hasta la capa negativa a través de
las capas I y II del positivo, eliminando de paso las sales contenidas en la mezcla de colores
de este último. De este modo los colores quedan sólidamente unidos entre sí y a la capa de
soporte y la foto, sensibilizada y limpia, puede darse ya por lista.
Fotómetro
Los fotómetros se emplean en la fotografía para medir el tiempo de exposición necesario, de
acuerdo con la abertura de diafragma puesta en la cámara y la sensibilidad de la película.
Junto a los fotómetros ópticos se utilizan sobre todo los fotómetros eléctricos. Mediante un
fotoelemento, el fotómetro eléctrico transforma la luz reflejada por el motivo a fotografiar en
una débil corriente eléctrica que hace desviar más o menos una aguja indicadora, según sea
la intensidad luminosa procedente del objeto. Un pequeño mecanismo de conversión permite
leer en el instrumento el tiempo de exposición que se requiere, de acuerdo con la
sensibilidad de la película y la abertura del diafragma.
Los dos elementos más importantes de un fotómetro eléctrico (figura 15.1) son el
fotoelemento y el mecanismo medidor; el fotómetro lleva, además, un dispositivo colector
de luz que sirve para aumentar la exactitud del instrumento, y otro de lectura que facilita su
manejo. La luz incide sobre el fotoelemento a través de una lente globular y un diafragma
de celdillas que se encargan de limitar el ángulo de luz incidente a un valor que corresponda
al angular de una cámara fotográfica normal.
El fotoelemento consta de una lámina de hierro sobre la que se ha depositado una fina capa
de selenio, recubierta a su vez con otra de platino de 1/100 000 mm de espesor que es
transparente. Al incidir sobre la capa de selenio, la luz libera allí electrones que van a incidir
a su vez sobre la capa de platino, y se origina así una débil corriente que pasa a circular a
través de un fino hilo conductor entre la capa de platino y la lámina de hierro. Así, pues, la
acción de la luz sobre la capa de selenio genera una corriente que es proporcional a la
cantidad de luz que incide sobre ella; es decir, que si el objeto está fuertemente iluminado,
la intensidad de la corriente es elevada, y si lo está débilmente la intensidad es entonces
reducida. Un pequeño mecanismo medidor que intercalado en el circuito, se ha de graduar
previamente de acuerdo con la sensibilidad de la película, permite medir dicha intensidad
por la desviación que experimenta su aguja indicadora; a través de un dispositivo de
conversión que trabaja en concordancia con la aguja, se pueden leer entonces los tiempos
de exposición correspondientes a las distintas aberturas de diafragma.
resistencia eléctrica interior. Así, pues, es preciso disponer en este caso de una fuente
auxiliar de electricidad tal como, por ejemplo, una batería.
1. Medición hacia el objeto (la más corriente): La luz se mide dirigiendo el fotómetro
hacia el objeto a fotografiar, de modo que el instrumento recoge entonces dentro de
un determinado ángulo espacial (o ángulo sólido) la luz que el objeto reenvía.
2. Medición junto al objeto: En este caso se mide junto al objeto la luz que lo ilumina.
Como el motivo de la foto también resulta iluminado por la luz que recibe de los
objetos circundantes, se coloca entonces frente ala lente (normal o globular) del
fotóme tro un difusor plano, abovedado o semiesférico que permite captar la luz
procedente de un mayor ángulo espacial (figura 15.4). (Respecto ala aplicación de
los fotómetros incorporados para regular automáticamente el tiempo de exposición.)
Fotomultiplicador
El fotomultiplicador sirve para multiplicar, y por lo tanto reforzar, la emisión del fotocátodo,
aprovechando para ello la emisión secundaria de electrones que se origina al bombardear
ciertos cuerpos con otros electrones.
Gafas
En un ojo humano que goce de vista normal la imagen de un objeto situado en el infinito se
forma justamente en la retina; por lo tanto, el foco del ojo se halla situado sobre ésta
(figura 17.1).
Como la distancia de la imagen al cristalino viene dada por la medida del globo ocular, un
objeto que se halle muy cercano sólo podrá proyectarse sobre la retina si la distancia focal
del cristalino se reduce, es decir, si aumenta la convergencia que éste tiene.
En la práctica ello se realiza mediante un músculo que hace aumentar la curvatura que tiene
el cristalino; en caso de observar un objeto situado en el infinito, el radio de curvatura de la
superficie anterior del cristalino es de 10 mm, y en cambio para poder ver bien a una
distancia de 10 cm ha de disminuir a 5,33 mm. Esta facultad de ajustar el ojo a la distancia
se llama acomodación (figura 17.2).
Sin embargo no todos los ojos se comportan como el que está ilustrado en las figuras 17.1 y
17.2. Así, si la distancia entre el cristalino y la retina es demasiado grande, la imagen de un
objeto lejano se formará antes de esta última (figura 17.3) y sólo los puntos que se hallen
relativamente próximos al ojo aparecerán claros en la imagen; es decir, que en este caso el
ojo sólo podrá distinguir bien puntos cercanos, pues es corto de vista (miope). El efecto se
puede corregir con unas gafas provistas de lentes divergentes (figura 17.3); entonces los
rayos luminosos que proceden del infinito son desviados ligeramente al atravesar los
cristales, separándose del eje de los mismos, y prosiguen después como si procedieran del
punto remoto del ojo, más cercano. Esto se puede expresar también de otra manera:
Anteponiendo una lente de convergencia negativa, las gafas y el cristalino del ojo pasan a
formar un sistema combinado cuyo foco está situado en la retina.
Si el globo ocular es dema siado corto, el ojo es largo de vista (hipermétrope) (figura 17.4) y
ha de forzar la acomodación incluso para ver objetos alejados. Con ayuda de una lente
convergente se puede acortar en este caso la distancia focal, de modo que también aquí el
foco vaya a situarse en la retina.
Sin embargo, las gafas no sólo son necesarias para corregir estos defectos de la vista, sino
también para compensar la reducción que con la edad experimenta el campo de
acomodación que tiene el ojo. En efecto, dicho campo de acomodación, es decir, la zona en
la que el ojo puede enfocar con claridad a base de aumentar su convergencia va
disminuyendo con los años porque, poco a poco, el cristalino se endurece hasta tal punto
que al fin ya no se deja curvar a voluntad. Por ejemplo, una persona de 55 años que goce
de vista normal ya sólo puede enfocar correctamente hasta 1 m de distancia y por lo tanto
necesita unas gafas para leer o de vista cansada, con lentes convergentes (compárense las
figuras 17.5 y 17.2). En los miopes este defecto tarda más en presentarse, pero en cambio
han de llevar antes gafas para ver de lejos, con lentes de convergencia negativa. Un
remedio eficaz para compensar el poder de acomodación que se ha perdido lo brindan las
gafas bifocales, las cuales influyen poco cuando se mira a lo lejos en línea recta y en cambio
dan una convergencia superior al mirar hacia abajo, para leer o trabajar. El campo de
acomodación del ojo y la convergencia de las gafas se dan en dioptrías.
Figura 17.5 Ojo con vista cansada (présbita) con gafas para ver de cerca
Si el cristalino no es esférico, dos trazos que sean perpendiculares entre sí no se pueden ver
a la vez con la misma nitidez. Para corregir este defecto del ojo, llamado astigmatismo, se
emplean cristales cuya curvatura se compone de una superficie esférica y otra cilíndrica, que
complementan ópticamente el cristalino haciéndolo trabajar como si tuviera una forma
esférica perfecta. Además de las gafas existen hoy en día las lentes de contacto, que se
asientan directamente sobre la córnea de los ojos y desde lejos no se notan. Su efecto se
basa también en los principios indicados.
Iconoscopio
El iconoscopio constituye el primer dispositivo totalmente electrónico empleado en las
cámaras de televisión para transformar en señales eléctricas las imágenes ópticas que se
desea transmitir. El elemento principal del iconoscopio es la llamada placa de mosaico, que
sirve para descomponer la imagen en un conjunto de puntos entramados parecido a la
trama que se emplea para confeccionar una autotipia.
En la placa de mosaico los puntos de la trama están ocupados por células fotoeléctricas de
cesio (Cs) sobre base de óxido de plata (Ag2 O), que son de tamaño microscópico.
El objeto se proyecta sobre dicha placa a través de un objetivo y genera en ella cargas
eléctricas cuya magnitud depende en cada punto de la intensidad luminosa recibida por la
placa pues el ánodo se encarga de absorber los electrones emitidos. A continuación, el
relieve de carga (dependiente de los claros y oscuros de la imagen) que se origina sobre la
placa de mosaico (figura 18.1), es barrido en zigzag y descargado por un chorro de
electrones que genera un tubo auxiliar. En este proceso, cada una de las bases de óxido de
plata constituye un electrodo de un condensador cuya segunda placa metálica, separada de
aquéllas por una fina lámina de mica, pasa a constituir por su parte el electrodo común de
señales de las células (figura 18.2). Las descargas se propagan como impulsos (figura 18.3)
y generan así las señales que se conducen después a un amplificador y, a continuación, a un
emisor. Según las normas internacionales de televisión, la imagen normal de 625 líneas
consta de unos 500 000 puntos de imagen, para transmitir los cuales se necesitan
frecuencias de sucesión de impulsos del orden de 10 megahercios.
La descomposición de los agrupamientos simultáneos de puntos de la trama en una sucesión
en el tiempo, y su recomposición a partir de los puntos luminosos que van apareciendo en la
pantalla fluorescente del tubo de Braun que lleva el aparato receptor, ha de tener lugar en
menos de 1/25 s, tiempo máximo durante el que el ojo puede simultanear aún las
En el Vidikon el objeto se proyecta ópticamente sobre una placa de vidrio, cuya cara
posterior está recubierta con una capa transparente de aluminio, que, a través de la
resistencia de señales, adquiere un potencial positivo reducido. Sobre el recubrimiento de
aluminio está depositada una fina capa de un cuerpo semiconductor (por ejemplo, selenio),
que cuando no se halla iluminada es casi aislante, pero que, en cambio, al iluminarla se hace
conductora. Un chorro de electrones que barre la capa de selenio va comunicando a ésta
sucesivamente en cada punto el potencial catódico cero, de modo que dicha capa pasa a
forma r entonces junto con la de metal un condensador cargado. En caso de repetirse el
barrido el reparto de carga no varía, pues el selenio, al no estar iluminado, es aislante. Sin
embargo, cuando se vuelve a iluminar una zona determinada de la imagen, la carga
desaparece entonces lentamente y al siguiente barrido la zona iluminada pasa a adquirir de
golpe el potencial que tiene el cátodo. Este impulso de corriente es el que origina la señal
eléctrica de imagen qué se desea transmitir.
Impresión en color
Los colores han encontrado aplicación práctica en la imprenta mucho antes que en la
fotografía. En su forma más simple, la operación de imprimir en color consiste en elaborar
renglones de texto, superficies o figuras coloreadas sobre un impreso unicolor; sin embargo,
en un sentido más preciso entendemos por impresión en color la confección a tres o más
tintas de un impreso, o de una reproducción de un original multicolor.
Figura 19.1
Si cubrimos una superficie con puntos de los tres colores fundamentales (amarillo, rojo y
azul) que formen un mosaico (figura 19.1 c) y la observamos después desde una distancia
conveniente, de modo que no se puedan distinguir los puntos entre sí, se tiene la impresión
de que es de color gris; si los puntos
corresponden a sólo dos de los colores
fundamentales ya citados, se crea entonces
en el observador la sensación de un color
mixto (figura 19.1 c). Esta superposición de
colores que realiza el ojo humano
constituye uno de los principios básicos
para la impresión en color.
De la lámina policroma que se desea
reproducir, se realizan ante todo
extracciones de color mediante un
procedimiento fotográfico, empleando para
ello filtros que tengan el color
complementario del que corresponde ala
extracción. Las figuras 19.1 b, 19.2 a-2 b y
19.3 a-3 b muestran emparejados el color
del filtro y el de la extracción
correspondiente. Ya se ha mencionado
anteriormente que las superficies
Figura 19.4
recubiertas con puntos de los colores
fundamentales se ven de color gris. Ello se debe a que en muchas zonas sobresale el color
blanco del papel, y por esta razón a las extracciones de color se les superpone, además, una
reproducción en blanco y negro (figura 19.4) que elimina las superficies blancas y sirve para
realzar al mismo tiempo los contrastes del dibujo. En el proceso de impresión propiamente
dicho, y de acuerdo con el método empleado (por ejemplo, impresión tipográfica,
huecograbado o impresión offset) las extracciones ya descritas se utilizan para atacar
planchas o cilindros de impresión que después reciben el color y lo transportan al papel.
Figura 19.5
Las figuras 19.2 c, 3 c y 19.5 muestran cómo se forma la reproducción en color mediante la
impresión superpuesta con las cuatro planchas empleadas. El detalle de la figura 19.6
(ampliación de la parte recuadrada de la figura 19.5) permite distinguir no sólo los cuatro
colores correspondientes a las planchas de impresión, sino también los colores mixtos que
de ellos se derivan al superponerse los puntos de las tramas. La figura 19.6 corresponde por
tanto a la figura 19.5 observada con la lupa; si observamos esta última a simple vista, o la
anterior desde una distancia suficiente, se puede apreciar que los distintos puntos de colores
fundamentales o mixtos (en total 8 colores) pasan a confundirse formando superficies
coloreadas homogéneas.
Figura 19.6
Para obtener una impresión en color que sea buena, se han de tener en cuenta muchos
puntos. Así, las tintas empleadas han de ser puras y transparentes, y en determinadas
condiciones, cuando se trata de obtener reproducciones especialmente delicadas, se han de
usar, además, colores auxiliares. Por otra parte, es importante imprimir con h máxima
exactitud y evitar asimismo fluctuaciones de los tonos e intensidades de color cuando se
confecciona una edición. En la práctica, las distintas extracciones (que se realizan aún sin
trama) se han de retocar a mano con frecuencia para hacer resaltar bien los detalles.
Lentes
Al atravesar un prisma, los rayos luminosos se desvían siempre apartándose de la arista
superior. Como se ilustra en la figura 20.1 a, podemos imaginar una serie de prismas
dispuestos de tal modo que hacia el centro sus caras laterales vayan siendo cada vez menos
convergentes entre sí; en este caso los rayos que atraviesan los prismas exteriores serán
desviados fuertemente hacia el eje del conjunto y en cambio los que pasen por la pieza
central no experimentarán ninguna desviación.
Por lo tanto, si un haz de rayos paralelos atraviesa este conjunto, los rayos resultan
desviados hacia el eje y reunidos en un punto (F'); de él también los rayos que parten de un
punto P cualquiera son desviados por los prismas de tal modo que vuelven a reunirse en
otro punto P'.
Si disponemos un elevado número de prismas de manera que estén muy próximos los unos
de los otros, las pequeñas caras inclinadas de los mismos acabarán por formar una
superficie esférica y el conjunto se habrá transformado en una lente; por el hecho de que al
atravesarla los rayos se reúnen, se habla en este caso de una lente convergente. Las lentes
convergentes son, por tanto, más gruesas en el centro que en el borde (o sea, son
convexas).
Si por el contrario la lente es más gruesa en el borde que en el centro (es decir, cóncava),
ya podemos suponer (figura 20.1 b) que en este caso los rayos luminosos, después de
atravesarla, se separan de su eje; las lentes de esta clase se llaman divergentes.
Después de la refracción que experimentan, los rayos que habían incidido paralelos parece
que vengan en realidad de un punto F (figura 20.3 b) y los que procedían ya de un punto se
ven como si procedieran de otro punto diferente. En la figura 20.2 se muestran las distintas
formas de lentes convergentes y divergentes usadas en la práctica. La última lente de cada
grupo, con las dos caras curvadas en el mismo sentido pero de distinta curvatura, recibe el
nombre de menisco; esta forma es la que se prefiere sobre todo para las lentes de las gafas.
Las propiedades de las lentes se pueden deducir de la ley de refracción. Después de
refractados, los rayos que habían incidido paralelos al eje de la lente se reúnen en un punto
F llamado foco, e inversamente, los rayos que pasan por el foco salen de la lente paralelos;
en cambio los rayos que pasan por el centro de la lente no sufren ninguna desviación. En las
lentes divergentes los rayos que inciden paralelos se desvían de modo que después de la
refracción parece como si procedieran del foco de la lente. Sólo dos de los tres enunciados
anteriores bastan ya para construir la imagen de un punto G cualquiera (figuras 20.3 a y
20.3 b). Las lentes convergentes dan una imagen real que se puede hacer visible
proyectándola sobre un cristal esmerilado, una pantalla o una placa fotográfica situados en
el plano de reunión de los rayos que salen de la lente. En cambio, en el caso de una lente
divergente ello no es posible, pues sólo se origina entonces una imagen virtual -es decir,
aparente- de la que parece que procedan los rayos luminosos y que, por lo tanto, no se
puede proyectar.
La formación de imágenes en una lente delgada se calcula mediante la fórmula:
1 1 1
+ = =D
g b f
Luminosidad de un objetivo
El concepto de luminosidad de un objetivo se puede comprender más fácilmente
imaginándonos el aparato fotográfico como un cuarto cerrado provisto de una única abertura
(figura 21.1).
Figura 21.1
La pared que está situada frente a la ventana recibirá tanta más luz cuanto mayor sea la
abertura y menor la distancia que media entre la ventana y la pared.
Para una persona que se halle junto a dicha pared posterior, el conjunto de rayos que
inciden en su ojo forma un cono cuyo contenido reproduce el marco que limita la ventana;
cuanto mayor sea este marco, tanto más ancho es el embudo luminoso y, por consiguiente,
tanto mayor es también la cantidad de luz que abarca en él. La abertura del cono se puede
definir por la relación existente entre el diámetro del orificio y la distancia que va de éste al
observador situado en la pared.
En un aparato fotográfico, la película colocada en la parte trasera de la cámara recibe sobre
cada uno de sus puntos una cantidad de luz proporcional a la distancia que la separa del
orificio de la máquina, distancia que por lo común es aproximadamente igual a la distancia
focal del objetivo. Por otra parte, cuanto mayor sea la lente, tanta más luz puede ésta
captar y proyectar. En consecuencia, la luminosidad de un objetivo se define por la relación
existente entre el diámetro de la abertura eficaz y la distancia focal que tiene aquél; esta
magnitud se denomina abertura relativa (figura 21.2). Por ejemplo, para un objetivo
fotográfico normal con una abertura de 25 mm de diámetro y una distancia focal de 50 mm,
la abertura relativa vale 25:50-1:2; la cifra 2 constituye el llamado número de diafragma,
que se suele denominar simplemente diafragma (diafragma 2). Si reducimos la abertura a
12,5 mm de diámetro, la relación será entonces 12,5:50=1:4, es decir, que el diafragma
será 4. Como el diámetro de la abertura se ha reducido a la mitad, la superficie de ésta es
ahora la cuarta parte de la que tenía anteriormente y por lo tanto deja pasar a su través una
cantidad de luz que es también igual a la cuarta parte de la que pasaba con el diámetro
mayor (figura 21.2 b). Los diafragmas de los objetivos están graduados de modo que para
cada número de diafragma la luminosidad correspondiente sea la mitad de la que tiene el
número anterior. Ejemplo:
Así, pues, un objetivo con diafragma 2,8 es 16 veces más luminoso que con diafragma 11 y
por lo tanto si con el primero bastaba un tiempo de exposición de por ejemplo 1/500 s, con
el segundo la exposición ha de ser 16 veces más larga, es decir, de 1/30 s.
En consecuencia, para que un objetivo cuya distancia focal sea de por ejemplo 100 mm (es
decir, el doble de la que tiene el objetivo de los ejemplos anteriores) reciba la misma
intensidad luminosa que el normal, el diámetro de sus lentes ha de ser también doble del
que tienen las lentes de este último (figura 21.3); en efecto, aunque entonces las lentes del
objetivo dejan pasar cuatro veces más luz, la superficie de la imagen resulta al mismo
tiempo duplicada y por lo tanto la luz se debe repartir sobre una superficie que es asimismo
cuatro veces mayor que la que tenía la imagen anterior, de modo que de hecho la
luminosidad de ambos objetivos es la misma.
En fotos de cerca (figura 21.4) la distancia que hay entre el objetivo y la película (distancia
de la imagen) es mucho mayor que la focal; debido a ello el cono de luz se hace más
estrecho y por lo tanto la luminosidad real disminuye a pesar de que no se ha modificado
para nada la abertura. En cambio empleando lentes adicionales se reduce la distancia focal
pero no la que va del objetivo a la película, y por lo tanto la luminosidad real no disminuye.
En un objetivo compuesto, la abertura eficaz, llamada también pupila de entrada, no se
puede deducir con sólo conocer el diámetro de las lentes y el del diafragma mecánico que
tiene el aparato; dicha abertura depende, empero, efectivamente del valor del diafragma y
limita el haz de rayos que va a concentrarse sobre el filme.
Lupa y microscopio
La bondad con que se pueden distinguir los detalles de un objeto depende del ángulo bajo el
que aparecen al ojo que los mira.
Figura 22.1 La lupa aumenta el ángulo visual desde el cual el ojo ve al objeto
Los objetos que se hallan alejados aparecen muy pequeños y por esta razón para verlos
mejor se emplea un anteojo, que aumenta el ángulo visual. Cuando se trata de objetos que
ya en sí son de reducidas dimensiones, el ángulo visual resulta pequeño incluso
observándolos de cerca; dicho ángulo se puede incrementar desde luego acercando más los
ojos al objeto, pero existe siempre el limite impuesto por el poder de acomodación que tiene
el ojo (facultad de enfocar con claridad), poder que desaparece a partir de una distancia de
40 a 15 cm entre los ojos y el objeto. Sin embargo, con ayuda de la lupa y el microscopio es
posible obtener la imagen del objeto de modo que tanto situado a esta distancia mínima
como en el infinito el ojo lo vea con un ángulo visual mucho mayor. Para dar la medida del
aumento se ha fijado una distancia mínima de visión distinta igual a 25 cm; así, pues, una
lupa de ocho aumentos muestra el objeto ocho veces mayor de como lo vería el ojo desnudo
situado a 25 cm de él.
La lupa (figura 22.1) consta de una lente convergente (o de un sistema de lentes que sea
convergente) de corta distancia focal. Para observar con ella un objeto, éste se ha de situar
dentro de la distancia focal que tiene la lente de la lupa, de modo que se forme así una
imagen virtual, ampliada y derecha a una distancia del ojo que corresponda
aproximadamente a la de visión distinta citada más arriba. La lupa se puede comparar
también a una lente de monóculo que, mejor aún que unas gafas para leer, permite
observar con nitidez objetos próximos a pesar de que el ojo permanece acomodado a una
distancia mayor que la que le separa del objeto.
En el microscopio (figura 22.2) la ampliación se realiza en dos etapas. Así como en el
anteojo el objeto está muy alejado y la imagen real que da el objetivo -de larga distancia
focal- queda situada aproximadamente en el foco posterior, en el microscopio la distancia
focal del objetivo es en cambio muy corta (de 46 a 1,6 mm) y, además, el objeto se sitúa
tan cerca del foco anterior que la distancia del objetivo a la imagen resulta mucho mayor
que la focal; ya que dicha distancia del objetivo hasta la imagen viene dada por la longitud
que tiene el tubo -en general, de unos 160 mm- la imagen real intermedia que se forma es,
pues, para aquellos valores de la distancia focal, de 2,5 a 100 veces mayor que el propio
objeto (por regla general en los objetivos de microscopio se da directamente el aumento en
vez de la distancia focal).
Microscopio electrónico
Ya que el poder separador del microscopio óptico está limitado por la longitud de onda de los
rayos luminosos, se han debido buscar radiaciones de longitud de onda más corta que se
pudieran asimismo desviar y por lo tanto emplear para la formación de las imágenes.
Figura 23.1 Electrón en campo eléctrico Figura 23.2 “Refracción” del rayo de
electrones
Esta propiedad la poseen los rayos electrónicos, es decir, electrones libres llevados a altas
velocidades al atravesar un campo eléctrico, que pasan a adquirir longitudes de onda fijas
según la velocidad a que se mueven y se comportan, en determinadas condiciones, como
una radiación ondulatoria.
Figura 23.3 Lente electrónica de doble capa Figura 23.4 Lente electrónica de tubo,
comparada con un sistema de lentes ópticas
análogo
Dado que los electrones poseen una carga negativa, al atravesar el campo eléctrico son
acelerados por él cuando se dirigen a la placa positiva de un condensador o, en general, a
un lugar del espacio de potencial más elevado (figura 23.1), y en. cambio son frenados
cuando se desplazan en sentido opuesto; en la representación gráfica de un campo eléctrico
todos los puntos que se hallan al mismo potencial están unidos por las llamadas líneas equi-
potenciales.
Por lo tanto, cuando un electrón se desplaza por el interior de un campo eléctrico (por
ejemplo, entre dos retículas metálicas cargadas; figura 23.2), experimenta una aceleración
suplementaria hacia las líneas de mayor potencial y modifica así su dirección. Basándose en
este efecto de refracción se han construido lentes electrostáticas para rayos electrónicos,
análogas a las de vidrio para los rayos luminosos, formadas por retículas metálicas con
curvatura esférica (figura 23.3) que se intercalan en la trayectoria de los rayos.
Sin embargo dichas retículas presentan tales inconvenientes que han venido a ser
reemplazadas por otros tipos de lentes de forma tubular (figura 23.4) o de diafragma (figura
23.5); en éstas el efecto de convergencia o divergencia de los rayos no desaparece a pesar
de la simetría que las líneas de potencial guardan en ellas, porque como los electrones
atraviesan la zona divergente a mayor velocidad la dispersión resulta amortiguada.
Figura 23.5 Lente electrónica de diafragma, Figura 23.6 Bobina con funda de hierro, una
comparada con un sistema de lentes ópticas lente magnética.
análogo
Junto a las lentes electrostáticas existen asimismo las magnéticas. Sabido es que un
electrón en movimiento constituye la forma elemental de una corriente eléctrica y tiene por
tanto un campo magnético a su alrededor que lo acompaña; las fuerzas que se ejercen
sobre la corriente por la acción recíproca de este campo propio con otro exterior constituyen
precisamente el fundamento de todas las máquinas eléctricas.
su vez sobre una película de colodión sumamente delgada. Al atravesar el objeto -bacteria,
virus, huella de carbón (funda de carbón depositada sobre un micro-cristal «opaco» que se
extrae después de ella), etc, los rayos electrónicos se debilitan más o menos, de acuerdo
con el espesor y la composición que tiene aquél, y a continuación el objetivo los reúne en la
imagen intermedia, ya ampliada; a partir de ésta, el sistema óptico de proyección pasa a
generar otra más ampliada todavía, que se hace visible sobre una pantalla fluorescente o
una placa fotográfica sensible a los rayos electrónicos.
Tomando como referencia la luz verde, cuya longitud de onda es de unos 1/2000 mm, la
longitud de onda correspondiente a electrones que hayan sido acelerados con una tensión de
50000 voltios resulta 100000 veces menor. La abertura del aparato es desde luego 1000
veces más pequeña que la del microscopio óptico y por lo tanto el índic e de difracción es
1000 veces mayor, pero así y todo se tiene un aumento del poder separador de factor igual
a 100. Incluida la ampliación que se puede hacer posteriormente de la placa fotográfica, con
los microscopios electrónicos se llegan a alcanzar aumentos de 1:100000 hasta 1:500000.
Objetivos fotográficos
El elemento más importante de un aparato fotográfico es el objetivo, el cual tiene por
función proyectar sobre todo el formato de la foto una imagen enfocada, plana, semejante y
clara del objeto.
El objetivo más simple se reduce a un orificio muy pequeño que proporciona una imagen
gracias a la propagación rectilínea de la luz (figura 24.1). Sin embargo, las fotografías
realizadas con la cámara de agujero no son claras, ya que en ella los puntos del objeto se
ven reproducidos como discos que en ningún caso pueden llegar a ser menores que el propio
orificio de la cámara. Además, como su abertura es muy pequeña, también su luminosidad
resulta en extremo reducida.
Debido a su propiedad de reunir en un punto los rayos de un haz, son las lentes los
elementos adecuados para obtener una imagen del objeto que resulte clara y nítida. En la
figura 24.2 se muestra esquemáticamente el proceso de formación de la imagen según las
leyes ópticas que rigen en las lentes.
Sin embargo, tanto en el aire como en el vidrio de la lente los distintos rayos luminosos -
sobre todo si proceden de puntos que estén muy alejados del eje de la lente- recorren
caminos muy diferentes que dependen del punto de la lente en el que el rayo va a incidir y
del ángulo de incidencia sobre ella; este hecho tiene por efecto que a la salida de la lente los
rayos ya no se pueden volver a reunir en un punto único, es decir, idealmente.
Las desviaciones que entonces aparecen respecto a la imagen ideal, se denominan
aberraciones de la lente. Las aberraciones más importantes son: aberración esférica o
defeco de abertura (figura 24.3), cuando los rayos periféricos se reúnen en un punto situado
más próximo a la lente que el punto ideal de reunión; astigmatismo y curvatura de campo
(figura 24.4), cuando dos haces de rayos perpendiculares entre sí que atraviesan inclinados
una lente, van a reunirse en dos superficies de distinta curvatura, como cuando aparecen
puntos alargados en forma de cometa fuera del centro de la imagen; distorsión (figura
24.5); y por último, aberración cromática (figura 24.6), debida a que la luz de longitud de
onda mayor se refracta menos que la de longitud de onda menor.
Si combinamos una lente convergente con otra divergente cuya convergencia (negativa),
determinada por su forma, sólo sea la mitad de la que tiene la primera, y que además esté
fabricada con un vidrio cuya dispersión resulte doble, la convergencia del sistema sé reduce
a la mitad pero la aberración cromática queda eliminada por completo (figura 24.7).
Un objetivo de esta clase se llama acromático; por regla general se fabrica disponiendo las
lentes pegadas entre sí y se emplea con aberturas de hasta 1:9 en las cámaras llamadas de
cajón (figura 24.8).
Para fabricar estos objetivos se dispone de varios centenares de clases de vidrios diferentes,
que presentan índices de refracción y dispersión muy variados. Modificando el número de
lentes, su espesor o las separaciones entre ellas, o bien la clase de vidrio o los radios de
curvatura de las mismas, las aberraciones se pueden reducir prácticamente.
En todos los objetivos que sean luminosos, aparte de las demás aberraciones se ha de
corregir sobre todo el astigmatismo que presentan; los objetivos en los que este defecto ya
está corregido, se llaman anastigmáticos. A este respecto se han acreditado ciertas formas
básicas, tales como el Triplett (figura 24.9) que con aberturas de 1:3,5 ó 1:2,8 y una
distancia focal de 45 a 50 mm se emplea hoy como objetivo normal en casi todas las
cámaras fotográficas de precio medio (por ejemplo: Agnar, Apotar, Cassar Lanthar, Novar,
Pantar, Radionar, Reomar, Triotar).
Figuras 24.8 24.9 24.10 y 24.11 Formas básicas de objetivos fotográficos. En cada figura el
objeto de la foto se ha de imaginar a la izquierda del dibujo
Objetivos intercambiables
Para ajustar la escala de la imagen al tamaño del objeto y también para influir en la
perspectiva de la foto hay cámaras que permiten variar la distancia focal a voluntad.
Los sistemas de cambio y los distintos tipos de objetivos intercambiables empleados, se
exponen aquí para cada una de las tres distancias focales más corrientes en las cámaras de
pequeño formato de película (a saber, de gran angular, de aprox. 35 mm; de objetivo
normal, de aprox. 50 mm y semilarga [para retrato], de aprox. 85 mm).
Figura 25.1 Objetivos intercambiables de uso universal. Objetivos Leitz para cámaras Leica
Una ilimitada libertad para cambiar el objetivo la brinda el obturador de cortinilla (figura
25.1); el objetivo normal es en este ejemplo un Triplett con elemento pegado posterior (1
b).
Como corresponde a su corta distancia focal, el objetivo de gran angular (1 a) queda más
cerca de la película que el normal; en cambio el teleobjetivo (1 c), con la distancia focal
mayor, tiene un tubo más la rgo que los otros. Para cámaras con obturador de cortinilla
existen objetivos con una distancia focal de 21 a 600 mm, e incluso objetivos especiales en
los que ésta varía de 8 a 2000 mm (proporcionando así una gama de distancias focales que
son entre 0,16 y 40 veces la de un objetivo normal).
En las cámaras réflex monoculares se precisa disponer detrás del objetivo de un cierto
espacie libre para el espejo rebatible, de modo que cuando se instalen en ellas objetivos
intercambiables, éstos no deben penetrar en dicho espacio libre en ningún caso.
Limitaciones análogas presentan también las cámaras equipadas con obturador central ya
que en este caso el obturador se ha de situar en la cámara inmediatamente detrás del
objetivo, en vez de estar entre sus lentes, para que aún con cortos tiempos de exposición el
oscurecimiento de las esquinas de la foto sea reducido.
Suponiendo que esta exigencia se satisfaga para un objetivo normal (2 b), queda entonces
prefijada para todos los demás la magnitud de la distancia prohibida. Sin embargo, es
posible construir -aunque con más complicación-un objetivo de gran angular cuya distancia
focal sea menor que la distancia prohibida (2 a); simplificándolo mucho, se puede describir
como un objetivo normal cuyo haz de rayos queda ensanchado por obra del elemento
divergente. También los objetivos con las distancias focales superiores han de estar situados
inmediatamente delante de las laminillas del obturador; esto se consigue con un llamado
«teleobjetivo puro» (2 c).
Figura 25.2 Objetivos Rodenstock para obturador central situado tras las lentes y cámaras
réflex o distintas
Figura 25.3 Objetivo combinado. Solo la lente o elemento anterior se sustituye por un
sistema de lentes adecuado para cada caso
Una tercera posibilidad la brinda el objetivo combinado; en este caso, el objetivo está unido
fijamente a la caja junto con el obturador y el diafragma (es decir, como en las cámaras sin
dispositivo de cambio de objetivo) y sólo se cambia en él su elemento delantero. En las
combinaciones de las figuras 25.3 a y 25.3 c se repiten aproximadamente las disposiciones
de gran angular y teleobjetivo de las 2 a y 2 c. En este principio se basan asimismo los
variadores continuos de distancia focal («Zoom-Lens», «Gummi-Linsen» o variobjetivos) de
los que en la figura 25.4 se muestra un ejemplo en la disposició n de teleobjetivo. En dicho
ejemplo, el grupo anterior de lentes es en conjunto positivo y el posterior es en cambio
negativo; así, pues el objetivo en cuestión muestra en líneas generales la misma disposición
que el 2 c. Al desplazar hacia atrás los dos elementos móviles, queda ahora delante la gran
lente divergente mientras detrás el grupo posterior pasa a actuar con efecto convergente (el
elemento y central permanece siempre casi neutro), realizándose así en forma continua el
paso a la disposición de gran angular ilustrada en la figura 25.2 a.
Figura 25.4 Objetivo con variación continua de la distancia focal para cámaras réflex con
obturador central o de cortinilla situado tras las lentes
Actualmente se construyen variobjetivos con variación de la distancia focal entre límites muy
amplios (por ejemplo, de 8 a 48 mm para película estrecha de 8 mm) que se usan sobre
todo en las cámaras de televisión y de cine de película estrecha, donde a causa del pequeño
formato de la imagen las dificultades constructivas se pueden superar más fácilmente;
además, se aprovecha aquí el atractivo efecto del «zoom» durante la filmación de las
escenas.
Obturador central
El obturador de las cámaras fotográficas tiene por objeto dar paso libre hasta la película a
los rayos luminosos durante un espacio de tiempo que se pueda regular. Los obturadores
centrales suelen estar situados entre las lentes del objetivo, en el mismo plano en que se
halla el diafragma; en casos especiales se disponen también directamente detrás del
objetivo.
El obturador central funciona haciendo girar alrededor de puntos fijos una serie de finas
láminas de acero denominadas laminillas o sectores (en general 5), las cuales
desenvolviéndose gradualmente a partir del eje óptico (es decir, del centro) abren así el
orificio de la cámara; después de transcurrido el tiempo de exposición, los sectores vuelven
a cerrar el orificio recogiéndose hacia el centro. La energía necesaria para accionar el
obturador se almacena antes de hacer la foto tensando un resorte que suele estar acoplado
a la palanca de transporte que mueve la película (obturadores de resorte); los obturadores
automáticos sencillos (de 1/30 a 1/125 s aprox.) se cargan en cambio oprimiendo el propio
disparador del aparato. Las figuras 26.1 a a 26.1 d muestran de forma simplificada (para un
solo sector) el desarrollo del proceso. En la figura 26.1 a el obturador está todavía cerrado.
A continuación el trinquete de accionamiento gira en el sentido de la flecha (figura 26.1 b) y
actuando sobre la espiga de apertura, hace girar el anillo de sectores en sentido contrario a
las agujas del reloj; dicho anillo lleva a su vez otras espigas alojadas en las ranuras de las
láminas, que hacen girar éstas sobre sus ejes respectivos. En la figura 26.1 c el obturador
está abierto por completo; para impedir que el trinquete pueda proseguir su rotación, existe
un dispositivo de bloqueo compuesto por un mecanismo de relojería cuya áncora oscilante
Obturador central 1 Preparado por Patricio Barros
Antonio Bravo
¿Cómo Funciona?
regula el movimiento de las ruedas dentadas que tiene el mecanismo. Una vez transcurrido
el tiempo de exposición (hasta 1 s) y descargado con ello el mecanismo de relojería citado
anteriormente, el trinquete vuelve a proseguir su rotación en el mismo sentido un diente de
arrastre situado en él presiona ahora contra la espiga superior de cierre que lleva el anillo de
sectores, y obligando a éste a girar en sentido contrario, hace que los sectores se vuelvan a
cerrar.
Los procesos de cierre y apertura duran por sí solos unas 2 ms cada uno (es decir,
2/1000 s; figura 26.2 a); durante este tiempo penetra a través del objetivo tanta luz como
lo haría en 1 ms si el obturador estuviera abierto por completo. Por lo tanto, el tiempo de
apertura regulado por el mecanismo de bloqueo es prácticamente unas 2 ms más corto que
el tiempo de exposición puesto en la máquina. Cuando se emplean tiempos de exposición
muy cortos (del orden de 1/500 s; figura 26.2 b) este mecanismo está desconectado y un
resorte auxiliar acelera entonces el proceso.
Cuando se trabaja con disparador automático, al disparar se pone primero en marcha el
mecanismo retardador y éste acciona después al cabo de 5 a 10 s la rotación de los
sectores.
Si se desean hacer fotos con flash, el destello de éste ha de estar sincronizado con la
apertura del obturador. La mayor parte de los obturadores poseen el llamado contacto X,
que da el contacto al alcanzarse la máxima abertura (para flash electrónico). Los
obturadores totalmente sincronizados tienen, además, un contacto M auxiliar que hace
encender la lámpara con 16 ms de adelanto, a fin de lograr que cuando se trabaja con flash
de bombilla, el destello algo más lento que da éste alcance ya su máximo flujo luminoso
antes de que empiece a, abrirse el orificio.
Obturador de cortinilla
Si se desea que una cámara fotográfica permita intercambiar en ella objetivos de distancias
focales variables, o bien emplearla con anillos intermedios y aparato de fuelle o acoplada a
un microscopio, la cámara en cuestión ha de estar equipada con un obturador que se mueva
muy acercado a la película. Por tal razón estas cámaras tienen todas un obturador de
cortinilla.
Los obturadores de este tipo constan de dos cortinas opacas que se desplazan sobre una
misma trayectoria (figura 27.1). Al disparar, la primera cortinilla se suelta y es arrollada por
la acción de un resorte en un tambor; al cabo de un cierto tiempo, la segunda cortinilla le
sigue a la misma velocidad y vuelve a cubrir de nuevo la película.
Figura 27.2 Movimientos de las cortinillas para largos tiempos de exposición (1/25 seg)
Entre las dos cortinillas se forma, por tanto, una ventana que se desplaza sobre el filme. Si
se ha puesto en la máquina un largo tiempo de exposición (figura 27.2), la segunda cortinilla
esperará más hasta salir en persecución de la primera y la ventana resultante será ancha;
en cambio con tiempos de exposición cortos, se apresura en seguida a perseguirla y la
ventana resulta muy estrecha (figura 27.3).
Por lo que respecta al sentido de desplazamiento que tienen las cortinas, existen dos
posibilidades, a saber, atravesando el campo de la foto en el sentido longitudinal (36 mm)
(figura 27.1) o bien, según la disposición de la figura 27.4, cruzando sobre el lado ancho del
formato, en cuyo raso la carrera sólo importa 24 mm.
Figura 27.3 Movimientos de las cortinillas para cortos tiempos de exposición (1/200 seg)
Por regla general los obturadores de cortinilla se construyen para tiempos de exposición de
hasta 1/1000 s. Sin embargo, siendo constante la velocidad de desplazamiento que anima a
las cortinas, estos cortos tiempos sólo se pueden alcanzar, como ya se ha citado
anteriormente, a base de reducir el ancho de la ventana que se forma entre las dos, con lo
que en conjunto el proceso de obturación dura mucho más.
Por lo tanto, si el objeto a fotografiar se mueve frente a la cámara a gran velocidad, puede
ser que mientras se desplaza la ventana su imagen corra algo y ésta resulte así acortada o
alargada según que los sentidos de desplazamiento de la ventana y el objeto sean opuestos
Ojo mágico
El ojo mágico es una válvula de control que se emplea en los aparatos de radio para indicar
el grado de sintonización del receptor con respecto a la emisora que se está sintonizando, o
en los magnetofones para señalar la intensidad de la potencia del micrófono y con ello el
grado de ajuste de la grabación hecha en la cinta.
Figura 28.1 a) Esquema de ojo mágico. b) Estado antes de sintonizar. c) Estado después de
sintonizar
El ojo mágico consta de dos elementos electrónicos, a saber, un tríodo (válvula electrónica
compuesta de cátodo, ánodo y rejilla de gobierno) y un tubo de Braun cuyo órgano más
peculiar es su pantalla fluorescente.
En el tubo de Braun los electrones que emite el cátodo de incandescencia van a incidir sobre
la pantalla, después de ser acelerados por el ánodo y regulados por el electrodo que
constituye la rejilla de control, y la hacen brillar con mayor o menor intensidad. Los dos
elementos de la válvula tienen un cátodo común calentado indirectamente y rejillas
separadas; la tensión anódica es también común para los dos. El ánodo del elemento
indicador consta de dos vástagos de gobierno que se comunican con el ánodo del tríodo. La
pantalla está centrada con el cátodo y la luz rojo oscuro que éste da la oculta con un
casquete protector. En la figura 28.1 b se muestra la imagen que arroja la pantalla
inicialmente: amplios sectores oscuros están separados por otros más estrechos, luminosos.
Al sintonizar una estación (figura 28.1 c) los ángulos de sombra se reducen y en cambio los
luminosos se dilatan.
Un perfeccionamiento del ojo mágico lo constituye la válvula de doble sintonización, que
permite realizar en sí misma una sintonización basta y otra precisa (para emisoras de alta y
mediana potencia, respectivamente). Esta válvula contiene dos triodos y en correspondencia
dos pares de vástagos anódicos. En las figuras 28.2 a, 28.2 b y 28.2 c se ha representado la
pantalla en el estado inicial y en las situaciones de sintonización precisa y basta.
Pantalla cinemascope
Los sistemas de filmación y proyección que pasamos a describir tienen su origen en el hecho
de que cuando se trabaja con el procedimiento de rodaje primitivo la imagen presenta una
relación ancho/altura que corresponde de modo muy imperfecto a la que el ojo humano
puede realmente percibir, y por lo tanto espera ver en la pantalla. Por otra parte también ha
influido en la creación de dichos sistemas la necesidad de mejorar las cualidades del sonido,
sobre todo por lo que se refiere a una mayor definición del mismo en el sentido de ajustarlo
al desarrollo de la acción.
El sistema trabaja con un grupo reproductor de imagen y sonido de una banda, o mejor aún
con uno de reproducción magnética de varios canales que reproduce el sonido (a través de
altavoces situados detrás de la pantalla) de modo que su procedencia se ajusta en todo
momento ala acción de la escena proyectada. El ancho de película empleado en el
Cinemascope es el mismo de una película normal, es decir, de unos 35 mm (figura 29.1). Al
introducirse en el cine las películas sonoras, hubo que ampliar notablemente los espacios
intermedios entre las imágenes del filme porque debido a la banda sonora añadida a la
película, la relación entre el ancho y la altura de la imagen sólo se podía mantener
reduciendo ambas medidas a la vez.
En la película en Cinemascope se aprovecha la superficie perdida por esta causa entre las
imágenes del filme y, además, se vuelve a dar a éstas la altura que tenían antiguamente en
las películas mudas. Las cuatro bandas de sonido del sistema Cinemascope con reproducción
magnética se derivan del deseo de ofrecer al espectador una impresión sonora que sea
realista, es decir, estereofónica; al recibir los sonidos con ambos oídos a la vez, las
diferencias de sonoridad y tiempo de recorrido de los mismos crean así en el espectador
impresiones de dirección y de distancia.
Para este fin, la grabación se realiza con tres micrófonos que captan separadamente los
sonidos procedentes de la escena, diferenciados según su sonoridad y tiempo de recorrido, y
los van a registrar en una cinta magnética apropiada. Análogamente, para proyectar la
Figura 30.1 a) Medidas de la película positiva en el sistema Todd-AO, con registro magnético
de sonido a seis bandas. b) Comparación de una película normal con una copia de Todd-AO
El sistema trabaja con una película de unos 65 mm de ancho (con copias de 70 mm; figuras
30.1 a y 30.1 b). El hecho de haber ampliado así el formato de las imágenes del filme
(respecto al de una película normal) permite ampliar algo la imagen proyectada en la
pantalla, pero sobre todo se incrementa su detalle.
Figura 30.2 a) La pantalla curva reduce la deformación aparente de la imagen vista de lado.
b) Iluminación mutua de los distintos puntos de la imagen en una pantalla curva de un
material que refleje la luz difusamente. c) Perfil de una nueva pantalla de Todd-AO (sección
horizontal)
El sonido se capta con seis micrófonos y se graba en otras tantas bandas magnéticas; cinco
de ellas corresponden a distintas direcciones de registro y la sexta contiene los efectos
sonoros especiales. En el sistema Todd-AO la cámara de filmación es especial, ya que debido
al mayor ancho de película y al efecto que con ello se persigue, las películas se filman aquí
con objetivos de gran angular con ángulos de toma de hasta 128º. El elemento más
característico del sistema -y uno de los más importantes lo constituye la pantalla de
protección, que es alargada y muy curvada. Precisamente a esta curvatura se debe sobre
todo que el espectador tenga la impresión de participar directamente en el desarrollo de la
acción; las razones de este hecho radican en fenómenos fisiológicos y físicos que atañen al
sentido de la vista.
Para un espectador que ocupe un asiento lateral y cercano a la pantalla, los objetos
proyectados en el extremo opuesto de una pantalla plana panorámica aparecen comprimidos
(figura 30.2 a); esta deformación se corrige en parte dando a la pantalla una fuerte
curvatura.
Lo mismo cabe decir para las deformaciones que proceden del propio sistema de proyección.
Además, la curvatura de la pantalla evita, o por lo menos atenúa, la necesidad de tener que
ajustar los cristalinos de los ojos a las distancias variables que les separan de los distintos
elementos de la imagen cuando la pantalla de proyección es grande y plana. Si la pantalla
está confeccionada con un material blanco que refleja de modo difuso la luz que incide sobre
él, las distintas fajas curvas de la superficie de proyección pasan a irradiar luz de unas a
otras (figura 30.2 b) y se originan con ello notables perturbaciones el contraste de la
imagen. Este defecto se puede corregir empleando una pantalla cuya sección sea como la
representada en la figura 30.2 c (con surcos verticales y de material plástico blanco), que
tiene por efecto hacer que la luz que incide sobre ella se refleje prácticamente por entero
hacia el espectador de la película.
Así como el sistema Todd-AO se trabaja con una sola cámara y un solo proyector, en el
sistema Cinerama se emplean en cambio tres cámaras y tres proyectores para película de 35
mm de ancho. Las tres películas filmadas sincrónicamente desde distintas direcciones
abarcan en conjunto un ángulo de hasta 146º, de modo que el campo abarcado por la
imagen corresponde así aproximadamente al campo visual del ojo humano. Al proyectarlas
en la pantalla semicircular, las tres películas pasan a componer sobre ella la imagen de
conjunto (figura 30.3). En el sistema Cinerama se emplea también un registro magnético de
sonido con seis bandas sonoras (cinco bandas principales y una de efectos especiales), igual
que el empleado en el Todd-AO; sin embargo, la reproducción se realiza aquí a través de un
cuarto proyector, independiente de los que proyectan las tres películas de imagen (mediante
una película ciega que sólo lleva las grabaciones de sonido). Para evitar o reducir el ya
citado efecto de reflexión mutua entre las distintas zonas de la pantalla curva panorámica,
ésta se descompone en fajas estrechas, aproximadamente perpendiculares a la dirección en
que las ve el espectador.
Figura 31.1
La película consta de un soporte de nitrocelulosa, acetilcelulosa o metal, que suele ser muy
fino. Sobre una capa intermedia de color, en general oscura y fina (capa antihalo), se
dispone la emulsión sensible a la luz formando una capa muy delgada compuesta por un 40
% de cristalitos de bromuro de plata, un 50 % de gelatina como medio aglutinante y un 10
% de agua; el bromuro de plata emulsionado en la solución de gelatina con adiciones de
otros cuerpos se deposita a má quina sobre la película o placa fotográfica en un recinto
totalmente a oscuras. El tamaño del grano de los cristales de bromuro determina la
sensibilidad a la luz y el poder separador, es decir, detallador, que tiene el filme; un material
de grano grueso resulta muy sensible (es decir, que con él se pueden hacer fotos casi en
plena oscuridad) pero en cambio su poder separador es reducido y, por consiguiente, las
fotos hechas con una película de este material no pueden ampliarse demasiado, pues de lo
contrario se ven muy «granuladas». La emulsión original de bromuro de plata no es
igualmente sensible a los distintos colores de la luz; así por ejemplo, el verde amarillento, el
amarillo, el naranja y el rojo no impresionan la película. Por esta razón se recurre a
sensibilizar químicamente la capa sensible a la luz añadiendo al bromuro de plata cantidades
mínimas de iones de oro, mercurio y otros metales pesados, y haciéndolo reaccionar
débilmente con iones de sulfuros. La capa se sensibiliza, además, físicamente adicionándole
sensibilizadores de color para hacerla sensible a una gama de colores más extensa. Las
películas ortocromáticas son sensibles a los colores comprendidos entre el azul y el amarillo
pasando por el verde, las ortopancromáticas lo son del azul, pasando por verde y amarillo,
hasta el naranja, y por último las pancromáticas lo son por su parte a toda la gama de
colores, incluido el color rojo. Además, existen también películas especiales para
investigaciones científicas cuya sensibilidad presenta las propiedades más variadas.
La imagen fotográfica se forma porque a través del sistema de lentes de la cámara, los
rayos luminosos que parten del objeto van a incidir sobre la capa sensible a la luz de la
película y chocan allí contra los cristalitos de bromuro, que de este modo resultan activados.
Al revelar la foto, el revelador disuelto en el baño (que actúa químicamente) pasa a entrar
en contacto con los cristales de bromuro que han sido activados y los reduce a plata negra.
El bromuro que no ha sido iluminado no queda reducido y puede eliminarse a continuación
en el baño de fijado (constituido por un disolvente complejo del bromuro).
Después de proceder al lavado (para eliminar las soluciones del revelador y fijador) y al
secado, se tiene por fin el negativo de la foto, sobre el que naturalmente se puede influir
mucho mediante baños e iluminaciones intermedios, tratamientos térmicos, etc. En el
negativo las sombras que arrojan los objetos se ven blancas y el sol en cambio negro. Si a
través de dicho negativo iluminamos ahora un papel fotográfico, (o en general, material
fotográfico positivo), la luz atravesará las zonas claras pero no podrá atravesar en cambio
las oscuras, y, por consiguiente, el papel fotográfico sólo quedará iluminado en las primeras.
Durante el revelado las zonas del positivo que habían quedado iluminadas se oscurecen y las
no iluminadas quedan claras. Por lo tanto, en el positivo las zonas claras del negativo pasan
a adquirir el tono oscuro que el objeto tiene realmente en dichas zonas; en cambio el sol,
negro en el negativo, se vuelve a ver aquí muy claro.
Profundidad de campo
En la técnica fotográfica se denomina profundidad de campo al espacio comprendido
entre las distancias máxima y mínima a que ha de estar situado el objeto para que su
imagen se vea en la foto sin desenfoques apreciables.
1 1 1
+ =
g b f
el plano (Be) de la imagen sólo se reproduce enfocado un único plano (Ge) del objeto (figura
32.1).
En efecto, si consideramos un punto tal como el (Gn) que visto desde el objetivo está
situado delante de (Ge), su imagen (Bn) se formará más lejos que la de los puntos situados
en (Ge); por lo tanto, el cono de rayos procedente de (Gn) que iría a reunirse detrás del
plano (Be) -donde se forma la imagen del plano exactamente enfocado del objeto- es
interceptado por dicho plano (Be) y va a proyectarse sobre él dando un disco en vez de una
imagen puntual.
Análogamente, el haz de rayos que procede de un punto tal como el (Gw) situado detrás del
plano exactamente enfocado del objeto, tiene su punto de reunión (Bw) delante de (Be);
después de dicho punto, el haz se vuelve a ensanchar y se proyecta sobre la película dando
asimismo una imagen circular.
Figura 32.4 Profundidad de campo para una distancia focal larga (a) y otra corta (b)
Como el poder de enfoque que tiene el ojo humano es limitado, el «c írculo de difusión»,
llamado también círculo de desenfoque, puede adquirir un cierto diámetro sin que lleguemos
a percibir que el punto correspondiente está desenfocado o que las aristas de la imagen son
borrosas. La magnitud admisible del círculo de desenfoque depende de lo que se quiera
ampliar después la foto y también de la finura de detalle que se desee conseguir. Para fotos
de aficionado se toma actualmente como límite un diámetro de 1/20 mm para el formato 6 x
G cm y de 1/30 mm para el formato pequeño de 24 x 36 mm. La magnitud del círculo de
desenfoque depende de tres factores:
1. La distancia: Cuanto mayor sea la distancia existente entre el punto considerado del
objeto y el plano (Ge) de éste que se enfoca, tanto más varía también la separación
entre las imágenes del punto y de (Ge) (figura 32.2). Además, dicha separación
aumenta proporcionalmente tanto más cuanto menor sea la distancia desde la que se
quiere hacer la foto, y por consiguiente la profundidad de campo es mayor desde el
plano enfocado hacia atrás (por ejemplo, de Ge = 20 m hasta ∞ que desde él hacia
delante (en este caso, de 20 m hasta 10 m); en fotos de cerca, la profundidad de
campo es del orden de centímetros o milímetros.
2. El diafragma: Al cerrar el diafragma, el cono de rayos luminosos se estrecha y por
consiguiente los círculos de desenfoque se hacen entonces más pequeños (figura
32.3). Cerrando el diafragma se logra por ejemplo que los círculos de desenfoque de
los puntos III y IV (muy desenfocados en la figura 32.2) se hagan ahora tan
pequeños como lo crin antes los de los puntos I' y II' Análogamente, los círculos de I'
y II' también se han reducido.
3. La distancia focal (figuras 32.4 a y 4 b) para la construcción de las imágenes. Como
ya se ha citado anteriormente en las fotos de c erca la distancia que va de la imagen
al objetivo varía proporcionalmente mucho al modificarse la que hay entre éste y el
objeto. Así, por ejemplo, si el objeto está situado a una distancia de 5 m, un objetivo
de gran angular de 35 mm de distancia focal lo ve ya casi en el infinito; en cambio un
teleobjetivo de por ejemplo 500 mm de distancia focal lo tiene prácticamente situado
en la zona de fotos de cerca, pues en este caso la separación existente entre el
objetivo y el objeto es sólo diez veces mayor que la distancia focal del objetivo. Así,
pues, los objetivos de corta distancia focal y gran angular tienen una mayor
profundidad de campo que los otros. Sin embargo esta ventaja se reduce si para
conservar el tamaño de la imagen, la foto se ha de ampliar después mucho o bien se
ha de ir a tomar más cerca del objeto.
De acuerdo con estas consideraciones se pueden confeccionar tablas que dan el valor
de la profundidad de campo en cada caso. Por regla general las cámaras fotográficas llevan
acoplado al objetivo un anillo de profundidad de campo (figura 32.5), situado frente al anillo
Cuando el motivo tiene un cierto espesor o profundidad se hace girar entonces el anillo de
distancias hasta que las distancias del punto más alejado y el más próximo queden situadas
frente al mismo número de diafragma, y éste es el que se pone luego en el aparato
fotográfico.
Proyector cinematográfico
El proyector cinematográfico trabaja según el mismo principio que la cámara, aunque con la
diferencia de que así como en ésta son los rayos luminosos procedentes del objeto los que a
través del objetivo se hacen incidir sobre la película a filmar, iluminándola, en el proyector
son en cambio los rayos procedentes de una fuente luminosa los que a través de la película
y del objetivo se van a proyectar en la pantalla.
Figura 33.2 Mecanismo de transporte Figura 33.3 Mecanismo de transporte mediante cruz
con garra de arrastre de Malta
Para compensar la diferencia existente entre el movimiento del rodillo de arrastre, que gira a
velocidad constante, y el del mecanismo de transporte, que trabaja a sacudidas, ha de
existir entre dicho rodillo y la ventana un bucle suficientemente largo de película.
El mecanismo que realiza el transporte de la cinta puede tener la forma de una garra (figura
33.2). El extremo inferior de la garra está unido excéntricamente a un disco que gira a
Otro mecanismo de transporte empleado en estas máquinas trabaja con una cruz de Malta
(figura 33.3) que está situada junto al bucle inferior de la película; en el mismo eje de la
cruz gira un rodillo dentado cuyos dientes penetran en las perforaciones de la cinta y se
encargan de arrastrarla. La cruz es accionada por un disco que gira sin parar, dotado de una
espiga excéntrica en una de sus caras. En la figura 33.3 a se ha representado la posición
que la cruz guarda inicialmente; a continuación (figura 33.3 b) la espiga penetra en una de
las gargantas de la cruz y hace girar ésta a sacudidas junto con el rodillo dentado que
arrastra la película.
Mientras dura el transporte de la cinta, la ventanilla de proyección queda cubierta por un
obturador rotativo cuyo funcionamiento se ha ilustrado en la figura 33.4. Las sucesivas
obturaciones y aperturas originan sobre la pantalla fenómenos de centelleo que son tanto
más acusados cuanto menor es la frecuencia con que se intercepta el haz de rayos
luminosos. A fin de evitar en lo posible el centelleo, se recurre a cubrir parcialmente la parte
del filme que queda libre para ser proyectada al abrirse la ventana, y, además (sobre todo
para pequeños formatos de película) a emplear; un obturador de tres paletas.
A la salida del mecanismo de transporte y después de intercalar un bucle de la debida
longitud, la película va a parar a un rodillo (rodillo de recuperación) que se encarga de
conservar el bucle a pesar de la tensión que el tambor de rebobinado, con accionamiento
propio, origina sobre el filme.
Las figuras 33.1 y 33.5 muestran la marcha de los rayos en el interior del aparato. En el
proyector se ha de aprovechar al máximo la luz que la lámpara irradia uniformemente en
todas direcciones; para ello existe un condensador que concentra la luz irradiada hacia
delante y un espejo cóncavo que se encarga de desviar, hacia delante también, la luz
irradiada hacia atrás, de modo que la imagen del filamento incandescente vaya a formarse
en el plano de la lámpara donde precisamente está situado el filamento. Así se logra que la
imagen quede uniformemente iluminada. Los objetivos de los proyectores suelen ser de
sencilla construcción (de larga distancia focal y pequeño angular). El proyector está
accionado por un motor eléctrico en cuyo árbol de accionamiento suele instalarse un
ventilador que se encarga de refrigerar la lámpara y la guía de película.
Proyectores
El episcopio es un aparato proyector para láminas planas y opacas (postales, páginas de
libro, etc.); su funcionamiento se ha representado esquemáticamente en la figura 34.1.
La luz emitida en todas direcciones por la fuente luminosa (casi siempre una lámpara de
incandescencia con filamento en espiral) va a incidir en parte sobre el espejo, el cual la
refleja reenviándola al plano del filame nto luminoso; esta luz reflejada incide luego junto con
el resto de los rayos emitidos en sentido opuesto, es decir, hacia delante, sobre el llamado
condensador, que en los proyectores mayores consta de dos lentes planoconvexas
(condensador doble), el cual abarca un gran ángulo del haz y lo hace converger sobre la
lámina a la vez que por otra parte reproduce la imagen del filamento incandescente en el
interior del objetivo de proyección, trabajando así también él como objetivo. El condensador
hace que toda la superficie de la diapositiva quede uniformemente iluminada. El rendimiento
lumínico de un proyector es tanto más elevado cuanto mayor sea el ángulo del haz luminoso
abarcado por el condensador del aparato. Dicho ángulo puede aumentarse por ejemplo
acerc ando el condensador a la fuente luminosa, pero en este caso se ha de aumentar al
mismo tiempo su poder refractarte, ya que la distancia entre dicha fuente y el objetivo
proyector debe mantenerse invariable; para ello se antepone al condensador doble una le nte
de menisco (figura 34.5). De este modo el rendimiento lumínico se eleva y, además, el
filamento incandescente aparece ahora ampliado en el interior del objetivo. Sin embargo, al
estar ahora más cerca del foco luminoso, el condensador recibe asimismo más calor
(procedente del filamento de la lámpara) y sus lentes lo absorben en parte, dilatándose; por
consiguiente, dichas lentes han de estar fijadas de tal modo que se puedan dilatar con toda
libertad.
El resto del calor emitido por la lámpara, llega en parte a la diapositiva y para protegerla se
instala en el condensador una placa de vidrio buen absorbente de los rayos caloríficos, que
hace las veces de filtro de calor; la placa protectora puede calentarse hasta tal punto que las
tensiones internas de origen térmico que en ella se producen llegarían a ocasionar la rotura
del cristal; para limitar dichas tensiones a un valor que no sea peligroso, la placa se
confecciona a base de tiras sueltas unidas entre sí. En la figura 34.4 se muestra el
epidiascopio, dispuesto ahora para trabajar como diascopio.
Radar
Con el nombre de radar (abreviatura de la denominación inglesa (Radio Detecting and
Ranging) se designa un sistema de sonda de eco que sirve para explorar el espacio con
ayuda de una radiación electromagnética de alta frecuencia.
Figura 35.1
Allí donde dicha radiación tropieza con obstáculos, éstos la reflejan más o menos y la onda
reflejada proporciona entonces, de acuerdo con su intensidad y dirección, informes sobre
ellos tales como, por ejemplo, datos sobre su extensión o sobre la distancia y altura a que
se hallan situados (técnica de radiolocalización).
Figura 35.2
Para obtener una visión de conjunto de la zona del espacio que se desee someter a
exploración, se empieza por emitir, por ejemplo, desde un avión (figura 35.1), una onda
giratoria de radar que barre un espacio circular sobre el que en cada instante ella incide en
un sector determinado; según sea la naturaleza de los objetos que la reflejan (en este caso,
la superficie de la Tierra), la onda reflejada tendrá mayor o menor intensidad (figura 35.2).
La emisión y recepción de estas ondas de alta frecuencia se realiza con el aparato de radar
(figura 35.3). En dicho aparato las ondas de radar las genera el emisor, que está equipado
con válvulas electrónicas de tipo especial (klystrones, magnetrones, etc.
Las ondas reflejadas se captan por regla general mediante la propia antena emisora (por
conmutación periódica de ésta) y se hacen llegar a través del aparato receptor hasta un tubo
de Braun, donde el rayo es desviado de tal modo que barre radialmente la pantalla, desde el
centro hacia el borde periférico, mientras va girando, con la misma velocidad de rotación
que anima a la antena.
Así, pues, mientras el fotógrafo enfoca su motivo la aguja indicadora del fotómetro instalado
en la cámara se desvía más o menos, de acuerdo con la luz que llega a ésta; al oprimir el
disparador, la aguja queda entonces bloqueada contra su base por la acción de una palanca
y la posición que haya adoptado viene a dar una medida de la luminosidad procedente del
objeto.
Acto seguido se pone en movimiento un palpador retroactivo, el cual gira hasta que su
extremo superior va a chocar contra la aguja indicadora que estaba bloqueada; en el
extremo opuesto, el palpador lleva los dispositivos encargados de regular el tiempo de
exposición y el diafragma. Veamos los tres sistemas de regulación automática usados:
1. Regulación del diafragma: Para acomodar la cámara a la luminosidad procedente del
objeto, sólo se varía en este caso la abertura del diafragma. Antes de hacer la foto, el
diafragma se abre al máximo. Al disparar, el anillo regulador del diafragma gira entonces
hasta que, al cabo de un giro más o menos largo (de acuerdo con la posición que haya
adquirido la aguja indicadora), el sector dentado de bloqueo penetra en el trinquete que
lleva el palpador y determina así la abertura del diafragma. El palpador puede actuar
también sobre el diafragma directamente.
Estos valores seleccionados de entre todos los posibles (pues el sistema de regulación es
prácticamente continuo), indican que el anillo programador va cortando sucesivamente el
tie mpo de exposición y reduciendo la abertura del diafragma, esto último para ampliar la
profundidad de campo a un valor que sea conveniente. Por regla general se toma un
diafragma igual a 8; sin embargo, para hacer por ejemplo fotografías deportivas se suelen
emplear tiempos más cortos. En el palpado de la aguja indicadora ya se ha tenido en cuenta
la sensibilidad de la película.
Resonancia y eco
La resonancia se produce cuando dos o más cuerpos pasan a oscilar a la vez bajo la acción
de fuerzas exteriores relativamente débiles, las cuales actúan de modo periódico sobre los
cuerpos oscilantes con un periodo de oscilación que coincide con el de ellos. En estado de
resonancia los cuerpos acumulan una energía tal que en determinadas condiciones incluso
puede llegar a tener efectos destructivos.
Figura 37.1 a y b
El ejemplo más sencillo de un cuerpo que puede entrar en resonancia es el columpio (figura
37.1 a), imaginándolo como un péndulo que cada vez que alcanzara la máxima desviación
se volviera a impulsar de nuevo en la dirección del movimiento; el incremento de energía
que en este caso experimentaría el cuerpo oscilante, es decir, el efecto de resonancia, se
puede deducir directamente del hecho de que el péndulo en cuestión se desplazaría en sus
oscilaciones con una desviación siempre creciente. Otro ejemplo de resonancia es el que se
puede observar en una columna de liquido contenida en un tubo en forma de U (figura 37.1
b) al soplar rítmicamente sobre una de las bocas; de este modo la columna de liquido queda
cada vez desplazada de su posición de equilibrio y adquiere así un movimiento oscilatorio en
el que, si seguimos impulsándola periódicamente, se verá obligada a adoptar amplitudes de
oscilación siempre crecientes.
Figura 37.2 a y b
Sin embargo, las oscilaciones de resonancia quedan amortiguadas por las pérdidas de
energía que el cuerpo experimenta (en especial, las debidas al rozamiento); en el caso de la
columna de liquido, estas pérdidas se deben al rozamiento existente entre el líquido y las
paredes del tubo acodado en que dicho liquido se mueve. En la figura 37.2 a se muestra el
efecto de resonancia en un muelle de lámina imantado, al actuar sobre él el campo
magnético (alterno) de un electroimán excitado por una corriente que sea alterna; este
efecto de resonancia se aplica por ejemplo en los frecuencímetros. El concepto de
resonancia tiene su origen en la Acústica (ya que en realidad resonar significa sonar
conjuntamente). En la figura 37.2 b se ha representado un resonador acústico, el llamado
tubo de Kundt, que sirve para medir la longitud de una onda sonora. El tubo de vidrio lleva
en uno de sus extremos una varilla de metal fija por su punto medio de modo que pueda
oscilar libremente.
Figura 37.3
Figura 37.4 El eco consiste en la reflexión de las ondas sonoras al chocar contra un
obstáculo
Ruido y sonoridad
Denominamos ruido a todo sonido compuesto de una mezcla de vibraciones neumáticas
cuya sonoridad, frecuencia y fase es completamente irregular. El ruido suele causar una
sensación molesta y con sonoridades muy altas puede llegar a ocasionar lesiones del oído.
Figura 38.1 a y b
Un ruido molesto es el que por ejemplo se produce golpeando con un martillo contra una
chapa fina (figura 38.1 a); si en este caso representamos gráficamente la variación de la
sonoridad del ruido en función del tiempo, se obtiene una curva irregular con zigzags muy
acusados (figura 38.1 b).
Figura 38.2
La necesidad de eliminar los ruidos se tiene muy presente al construir un edificio. Así por
ejemplo, las oficinas con máquinas de escribir -cuyo golpeteo, al reflejarse en las paredes,
llegaría a producir un ruido insoportable- se proveen de elementos insonorizantes (figura
38.2) formados por un relleno de esteras aisladoras (por ejemplo, lana de vidrio o mineral)
que se colocan entre el techo o pared y el revestimiento exterior de paneles perforados
dispuesto a una distancia conveniente. De este modo el ruido que penetra a través de las
placas perforadas es absorbido por las esteras aislantes y queda extraordinariamente
amortiguado.
La intensidad variable de los sonidos produce en el oído una sensación que se llama
sonoridad. Según la ley de Weber-Fechner, dicha sensación es aproximadamente
proporcional al logaritmo de la intensidad del estímulo (presión del sonido) que la haya
provocado; como unidad de medida se emplea el fon. De acuerdo con esta ley el número de
Eones de un sonido se define por el logaritmo de la relación existente entre la presión del
sonido percibido y la que corresponde al umbral de percepción (cuya frecuencia es de 1 000
Hz). En la tabla siguiente se da el valor en fones de la sonoridad para una serie de ruidos:
Fuente Fones
sirena de alarma 135
avión al despegar 130
martillo neumático 120
bocina 110
nave de fábrica 100
«metro» 95
camión 90
motocicleta 85
ciclomotor 80
oficina 75
tráfico urbano 70
transformador 60
rumor de hojas 30
sala aislada acústicamente 10
Si la sonoridad del ruido es de más de 130 fones, la sensación que éste produce es dolorosa;
además, un ruido superior a 100 fones que sea persistente puede ocasionar ya lesiones del
oído. La escala de 1 a 140 fones corresponde a una relación de presiones de sonido igual a
1:101 4.
La presión del sonido se puede medir prácticamente con ayuda del disco de Rayleigh (figura
38.4), consistente en un pequeño disco muy delgado que cuelga de un hilo de torsión
formando un ángulo de 45º con la dirección en que el sonido se propaga. Al penetrar en el
campo de presión de la onda sonora, el disco intenta ponerse perpendicular a la dirección de
propagación de dicha onda y el giro que entonces realiza da una medida de la presión que
actúa sobre él.
Telémetro
Cuando se fotografía un objeto desde una distancia reducida y con una gran abertura de
diafragma, la profundidad de campo (distancias máxima y mínima entre las que ha de estar
situado el objeto para que en la foto se vea suficientemente enfocado; es en este caso muy
pequeña, y por consiguiente la simple apreciación a ojo de la distancia que media hasta el
objeto resulta entonces demasiado imprecisa para que la foto salga bien.
Figura 39.1
Por este motivo en las cámaras de precisión la distancia hasta el objeto a fotografiar se mide
con ayuda de un telémetro incorporado al aparato. El principio en que se basan los
telémetros es el mismo que el de la visión con ambos ojos a la vez: cuando observamos un
objeto que se halla muy distante los dos ojos tienen sus ejes paralelos entre sí, pero si nos
acercamos a él éstos han de girar entonces en sentido convergente, tanto más cuanto más
cerca vayamos a situarnos del objeto.
La abertura del ángulo que pasan a formar los ejes de los ojos constituye pues una medida
de la distancia que nos separa del objeto (figura 39.1).
De modo análogo a como se tiene en el sentido de la vista, en el telémetro acoplado existen
también dos oculares, el uno constituido por el visor normal cuyo eje óptico es exactamente
paralelo al del objetivo de la cámara, y el otro, situado en el extremo opuesto de la llamada
base del telémetro, que se encarga de suministrar una imagen parcial del motivo como
imagen de contraste; los rayos de esta imagen parcial discurren a través de un espejo hasta
el visor y mediante otro espejo que es translúcido van a superponerse allí a la imagen
directa del objeto (figura 39.2 a). Por lo tanto, al mirar a través del orificio del telémetro
ambas imágenes aparecen superpuestas; de ahí la denominación de imagen conjunta que se
da a la resultante de las dos (figura 39.2 b). Si los rayos correspondientes a ambas
imágenes discurren paralelos fuera de la cámara, al visar ahora un objeto que se halle muy
distante dichas imágenes se cubrirán entre sí perfectamente; en cambio si el objeto está
cercano, se ven entonces dos imágenes distintas (corridas una de otra por la misma razón
que se ve doble el dedo índice cuando con el brazo extendido visamos a través de él un
punto que esté más alejado) y para que en este caso se puedan llegar a ver también
exactamente superpuestas hemos de desviar los rayos de la imagen parcial el ángulo
debido.
Como la abertura de este ángulo depende directamente de la distancia que hay hasta el
objeto, el elemento desviados puede acoplarse a una escala graduada en metros o bien
directamente al regulador del objetivo. La desviación puede realizarse mediante un espejo
basculante (figura 39.2 a); ahora bien, en este caso el espejo sólo gira un ángulo mitad del
de desviación y, por consiguiente, el telémetro ha de ser entonces muy preciso.
En el telémetro de cuña basculante (figura 39.3) se emplean en cambio dos lentes cilíndricas
que pueden girar una en otra formando en conjunto un prisma de poder refractante
variable; en este caso, la lente móvil del par ha de girar un ángulo doble del que exige la
desviación. En la figura 39.3 la base con los dos espejos fijos está construida en forma de
una placa de vidrio, para hacerla más estable; en otros modelos, el par de lentes, o también
una sola lente cilíndrica basculante, está dispuesto entre los espejos del telémetro. En el
telémetro de cuñas giratorias (figura 39.4) dos cuñas circulares pueden girar entre sí de
modo diferencial hasta 180, formando una doble cuña con sentidos de desviación opuestos
entre sí; sin embargo, a causa de la complicación que encierra el mecanismo, este sistema
ha venido a ser reemplazado por otros más simples con juegos de palancas.
Por la misma razón apenas sí existen aún telémetros del sistema llamado de imagen partida
(figura 39.5 a), que por otra parte proporcionan una imagen de visor muy clara y
contrastada. En vez de comparar la imagen directa con la pequeña imagen de contraste, se
comparan aquí las mitades superior e inferior de la imagen general, haciéndolas desplazar
entre sí a lo largo de la línea divisoria (figura 39.5 b) hasta que sus aristas de corte
coinciden.
Actualmente casi todas las cámaras réflex van equipadas con un enfoque auxiliar que por la
analogía de su efecto se puede designar como telémetro de imagen partida, compuesto por
dos cuñas de vidrio claro pegadas una a otra de tal modo que su punto de cruce se halla
exactamente situado sobre la placa esmerilada del visor. Cuando la imagen que se proyecta
sobre dicha placa está bien enfocada las cuñas no ejercen prácticamente efecto alguno sobre
ella, pero si en cambio se forma delante o detrás del plano de la placa, las imágenes
pardales del enfoque auxiliar aparecen entonces en los dos semicírculos de éste tanto más
desviadas entre sí, debido al efecto desviados de las dos cuñas, cuanto más separada quede
de la placa la imagen del objeto que se visa.
TV en blanco y negro
El funcionamiento de la televisión se basa en principio en el del cine, pues también en ella se
transmite un mínimo de 25 imágenes por segundo que, debido a la lentitud de reacción del
ojo humano, producen en el observador la impresión de que la imagen se halla en
movimiento.
De modo análogo a como se hace en las imprentas para reproducir los claros y oscuros de
los grabados (por ejemplo, de tomas fotográficas; también aquí se empieza por
descomponer la imagen en un elevado número de puntos de trama mediante un sistema de
entramado (figura 40.1).
regular la intensidad de otro chorro de electrones que incide sobre la pantalla fluorescente,
también en zigzag y al mismo ritmo, modificándola de acuerdo con la luminosidad variable
de la imagen emitida.
Figura 40.3 Esquema con una instalación de iconoscopio (emisor) y tubo de Braun (receptor)
De este modo, a base de una construcción puntual y una rápida sucesión de las imágenes,
se forma en la pantalla otra construcción asimismo puntual que es la que percibimos como
imagen televisada. Eligiendo adecuadamente el material luminiscente que recubre la
pantalla (la parte delantera del tubo de imagen del aparato receptor), se tiene la impresión
de que la imagen se reproduce en blanco y negro.
El contenido de las señales de imagen (figura 40.5) se transmite por radio a los receptores
al mismo tiempo que el sonido.
que son de alta frecuencia- se propagan en línea recta, su alcance («casi óptico») queda
limitado por la curvatura de la Tierra; así pues para obtener una buena retransmisión (figura
40.6) se han de disponer estaciones emisoras cada 80 km aproximadamente.
Figura 40.6 El enlace “casi óptico” de las ondas de la televisión hace necesario instalar
estaciones relevadoras y emisoras intermedias
TV en color
La televisión en color tiene por objeto reproducir imágenes móviles o fijas sobre la pantalla
del aparato receptor, de modo que aparezcan en sus colores originales y sin retraso
perceptible respecto a la emisión televisada.
La primera etapa se realiza a base de elaborar un mínimo de tres extracciones de c olor - con
los colores básicos rojo (R), verde (V) y azul (A), como se hace por ejemplo en la impresión
en color- mediante tres cámaras de televisión y empleando filtros apropiados (figura 41.1)
Las cámaras son parecidas a las que se usan en la televisión en blanco y negro, sólo que
aquí las capas sensibles de sus tubos están ajustadas a los filtros de color correspondientes.
Figura 41.2
Las tramas de barrido de los tres tubos han de cubrirse exactamente (es decir, han de
poseer una buena «convergencia») para evitar que se formen ribetes de color; por la misma
razón se usa aquí un único objetivo con formación de imagen intermedia. La intensidad de
las señales eléctricas ER , EV y EA , depende de la saturación que tengan los colores en las
extracciones realizadas.
Mediante un sistema eléctrico de transmisión, las señales de color ER , EV y EA se llevan
simultáneamente a tres tubos de imagen, donde son entonces retransformadas en las
primitivas extracciones R, V y A de tal modo que a través de los espejos selectivos de color
(o dicroíticos), el observador percibe las tres imágenes confundidas en una sola imagen
policroma, originada por la mezcla aditiva de colores. Tanto la transmisión como la
retransformación (recepción) originan en realidad graves problemas. En los EE.UU., la URSS
y los países de Europa Occidental se ha impuesto la solución de compromiso patrocinada por
el Nacional Television System Committee (sistema NTSC) de Norteamérica.
Para ello se hace uso de un portador de colores auxiliar cuya frecuencia es un múltiplo impar
de la semifrecuencia de líneas de la imagen, y está, además, situada en el extremo superior
del campo ir de frecuencias que se utiliza en la emisión; en el sistema CCIR (Comité
consultatif international de radiodiffusion), dicha frecuencia es de 4,4296875 (4,43) MHz. De
este modo la ligera distorsión en forma de perlas diminutas que el portador de color origina
en la imagen en blanco y negro transmitida, puede llegar a eliminarse casi totalmente
gracias a la lentitud de reacción del ojo humano, porque así en cada dos líneas de una
semiimagen que vayan a proyectarse sucesivamente una sobre otra, las zonas de máxima y
mínima luminosidad de las perlitas quedan también exactamente superpuestas. Por
consiguiente, el sistema NTSC se puede emplear asimismo (es decir, es «compatible») con
los receptores corrientes de televisión en blanco y negro. Para transmitir la información de
color basta con crear en el codificador dos señales diferenciales (tales como por ejemplo ER -
EY y EA = EY ) y, transmitirlas a través del portador auxiliar, que se modula doblemente en
amplitud (para la saturación de color) y en fase (para el tono). La señal EV - EY
correspondiente al color verde se puede recuperar fácilmente en el aparato receptor a partir
de las dos señales anteriores.
En la práctica, en vez de las señales ER - EY y EA - EY se emplean en el sistema NTSC dos
nuevas combinaciones E1 , y EQ que se pueden transmitir mejor que aquéllas. Para E1 , basta
una banda de 1,5 MHz y para EQ de 0,6 MHz; la razón de esta diferencia estriba en el hecho
de que el ojo puede apreciar transiciones de color naranja-verde azulado (E1 ) mejor que las
verde-púrpura EQ (y ambas peor que los contrastes claroscuro). EY , E1 , y EQ modulan la
frecuencia del portador de imagen de un emisor de televisión.
En el receptor, la señal de luminosidad EY se forma inmediatamente después de la primera
demodulación, y E1 , EQ se recuperan por su parte en una segunda demodulación mediante
el portador auxiliar de color que se les incorpora con la fase debida en el aparato receptor.
Un descodificador genera a partir de E1 , y EQ las señales diferenciales ER - EY , y EV - EY , EA -
Tubo de Braun
El tubo de Braun (tubo de rayos catódicos) tiene un cátodo de incandescencia cuya emisión
de electrones, concentrada en forma de rayo y dirigida a través de un sistema deflector, se
hace visible como punto luminoso sobre una pantalla fluorescente.
La concentración tiene lugar por medio de electrodos adecuados que actúan como una lente
eléctrica, o bien mediante bobinas de concentración que hacen el efecto de una lente
magnética (figura 42.2).
La deflexión del rayo se puede realizar, bien sea electrostáticamente con ayuda de dos pares
de placas perpendiculares entre sí (figura 42.1), o bien magnéticamente, por medio de una
bobina deflectora (figura 42.2). La deflexión magnética se prefiere a la electrostática porque
con ella se pueden obtener mayores ángulos de deflexión trabajando a tensiones inferiores;
por este motivo se la suele emplear en los tubos de Braun de los receptores de televisión, a
fin de acortar así la longitud del aparato. En el tubo de Braun, el rayo de electrones que
avanza en zigzag al mismo ritmo de barrido a que trabaja la emisora, proyecta la imagen
televisada en la pantalla fluorescente de modo que durante los retrocesos no da luz. La
pantalla contiene una sustancia fluorescente finamente repartida (cuyo componente principal
es, por ejemplo, sulfuro de cinc); añadiendo a ésta compuestos especiales se puede influir
sobre la coloración que adquiere el brillo. Por lo demás, en las lentes eléctricas la
concentración del rayo de electrones se realiza por efecto del campo eléctrico que se forma
entre el cilindro de Wehnelt, que tiene derivación a tierra (potencial cero), y el ánodo de
placa (de potencial positivo); las líneas de campo atraviesan el orificio del ánodo,
formándose superficies equipotenciales análogas a las superficies de curvatura de las lentes
ópticas. En la concentración magnética, los electrones se desplazan por trayectorias
helicoidales. La desviación electrostática que los electrones experimentan al atravesar el
campo existente entre los dos pares de placas, se puede comparar a la caída de un cuerpo
en el campo gravitatorio; cada electrón describe una trayectoria parabólica. En la deflexión
magnética se obtiene el mismo efecto a base de hacer recorrer parcialmente a los electrones
una trayectoria helicoidal. Las tensiones e intensidades deflectoras son suministradas por
oscilaciones basculantes cuyas características se ajustan en cada caso al empleo a que se
quiera destinar el aparato.
1. Anteojos
2. Prismáticos
3. Aparatos fotográficos
4. Cámara cinematográfica
5. Convertidor de imagen
6. Distancia focal y tamaño de la imagen
7. Efecto Doppler
8. Efecto estroboscópico
9. Eidóforo
10. Electrofotografía
11. Espejos
12. Flash de bombilla
13. Flash electrónico
14. Fotografía en color
15. Fotómetro
16. Fotomultiplicador
17. Gafas
18. Iconoscopio
19. Impresión en color
20. Lentes
21. Luminosidad de un objetivo
22. Lupa y microscopio
23. Microscopio electrónico
24. Objetivos fotográficos
25. Objetivos intercambiables
26. Obturador central
27. Obturador de cortinilla
28. Ojo mágico
29. Pantalla cinemascope
30. Pantalla Todd-AO y cinerama
31. Película en blanco y negro
32. Profundidad de campo
33. Proyector cinematográfico
34. Proyectores
35. Radar
36. Tiempo de exposición y diafragma
37. Resonancia y eco
38. Ruido y sonoridad
39. Telémetro
40. TV en blanco y negro
41. TV en color
42. Tubo de Braun