C.S.J.N - Mussotto (1987)

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310 DE JU S T IC IA DE LA NACIÓN 1909

Por ello, de acuerdo con lo dictaminado por el señor Procurador


General, se deja sin efecto la sentencia en lo que fue materia de
recurso. Con costas. Vuelvan los autos al tribunal de origen a fin
de que, por quien corresponda se dicte nuevo fallo con arreglo a lo
expuesto. ■

A u g u sto C é s a b B e l l ü sc io — C a blo s S. F a y t
' — E n r iq u e S a n tia g o P et r a c c h i — J o rg e
A n to n io B a cq u é .

NESTOR JU LIO MUSOTTO . y . Oraos

RECURSO EXTRAORDINARIO: Requisitos propios. Cuestión federal. Cuestio­


nes federales complejas. Inconstitucionalidad ele normas y actos nacionales.

P ro ced e el recurso extraordinario d edu cid o contra la sen tencia q u e, al re­


ch azar e l p lanteo d e inconstitucion alid ad del art. 1 2 8 d d C ódigo P enal,
aplicó u n a ley n acio n al im pugnada com o inconstitucion al.

CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantías. Defensa en juicio. Ley


anterior y jueces naturales. ' 1

Jíl p rin cip io de legalid ad en m ateria p en al (a r t. 18 d e la C onstitución


N a cio n a l) exige ind isolublem en te la d oble precisión d e la ley d e los lie-
d io s pu n ibles y d e las pen as a aplicar.

CONSTITUCION NACIONAL: Derechos y garantías. Defensa en juicio. Ley


anterior y jueces naturales.

E l art. 1 2 8 del C ódigo P enal satisface el p rin cipio de legalid ad en m a­


te ria p en al, en cuanto exig e la precisión de los hechos pu nibles y d e las
pen as a ap licar, pues si bien la configu ración de los tipos penales obliga
a p recisa r los m odos de cond ucta sujetos a punición, la “ley previa” no
im porta n ecesariam ente qu e la figu ra p en al contenga una descripción fo r­
m alm en te agotada, y n o existe obstáculo constitu cional1 alguno para que
cuand o e l contenid o de los d eberes o d e las prohibiciones dependa sus-
tan cialm eh tc de una valoración a realizarse en vista de circu nstan cias con-
■ creías ¡»su scep tibles de enum eración previa, sea la autoridad jurisdiccional
. qu ien d eterm ine y aplique esa valoración cultural.
1910 FALLOS DE LA COHTE SUPHEMA 310

LEY: Interjiretnción ij aplicación.

. E s tem a esp ecífico del Poder Ju d icial e indispensable para el ejercicio


de su m inisterio, la d eterm inación del sentido jurídico de Jas norm as en
función d e las circu nstan cias del caso y d ich a fun ción interpretativa no
qu ed a proscripta por la natu raleza penal d e la norm a en cuestión —art. 1 2 8
del C ódigo P enal—, aún cuando la atribu ción en cuen tre lím ite solam ente
en !a necesidad d e q u e el ordenam iento contenga una rem isión su ficien te­
m ente clara al contebíto valorativo cond icionan te de !a ap licación del
precepto.

RECURSO EXTRAORDINARIO: Requisitos propios. Cuestiones no federales. Ex­


clusión de las cuestiones de hecho. Varias.

L o atin ente a si una carta y una fotog rafía p u blicad as revisten carácter
obsceno (a rt. 1 2 8 , C ódigo P en al) rem iten a l exam en de una cuestión de hecho
y pru eba y de d erecho com ún, propia de los ju eces d e la causa y ajen a
com o regla y por su naturaleza, al recurso extraordinario.

RECURSO EXTRAORDINARIO: Requisitos propios. Cuestiones no federales.


Sentencias arbitrarias*. Principios generales.

No corresponde analizar la sentencia im pugnada desde d punto d e vista


de la doctrina d e la arbitrariedad , si ésta no se la alegó expresam ente, ni
se aportaron razones su ficien tes q u e perm itan d escalificarla —m ás allá de
su a cierto o d e su error— com o acto jurisdiccional,

CONSTITUCION NACIONAL: Derechos tj garantías. Igualdad.

E l desm edro de la igualdad ante la ley que garan tiza el art. 16 d e la


C onstitución N acional se configu raría si em anase del texto mismo de la
ley , y no d e la diversa interpretación q u e pudieran acordarle los ju eces;
siendo esta últim a cuestión ajen a al art. 14 d e la ley 4 8 , la q u e sólo
sería susceptible d e consideración por m edio d e la d octrina de arbitrariedad .

D ic t a m e n del P rocurador G en er a l

Suprema Corte:

Se interpuso recurso extraordinario contra la sentencia dictada por


la Sala Segunda de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Crimi­
nal y Correccional de la Capital Federal por la que se condenó a los
310 DE JU ST IC IA DE LA NACIÓN 191'í

imputados en autos como autores del delito previsto en el art. 128 del
Código Penal, según redacción de la ley 23.077.

Sostiene el recurrente que el art. 128 idel Código Penal infringe


la garantía de ley previa consagrada en el art. 18 de la Constitución
Nacional. Ello en razón de que el término "obsceno” posee una in­
determinación tal que hace imposible conocer con anterioridad si la
publicación, la imagen o el objeto resultarán o no obscenos a’ cri­
terio del juez. Agregando que si el juez es quien "califica" la publi­
cación se transforma en legislador.'
El recurso plantea de algún modo una cuestión que no es nueva
en el Derecho Penal y que se remonta a Beccaria, quien en su libro
“Deí Delitti © Delle Pene” sostuvo, en su afán de impedir que los
jueces obraran con arbitrariedad, que la ley penal no debe ser inter­
pretada, es decir, que sus normas (deben ser suficientemente claras y
explícitas como para hacer innecesaria toda interpretación. Sin em­
bargo esta pretensión a la que se arribó en búsqueda de máxima se­
guridad jurídica habría de ser abandonada cuando se halló ante un
inconveniente infranqueable representado por Jas limitaciones del len­
guaje. En efecto, las normas penales no son sino descripciones de con­
ductas que el legislador estimó antisociales y por ello les anexó la
amenaza de una pena o sanción. Esta descripción se formula median­
te palabras que tienen un significado más o menos determinado. La
tarea del intérprete —de ellos el que aquí nos interesa es el juez— con­
siste en verificar si la conducta de un individuo a quien debe juzgar se
ajusta a la descripción inserta en la ley, es decir, si contiene todos los
elementos objetivos y subjetivos incluidos en la norma.

Esta tarea del juez será más o menos dificultosa de manera in­
versamente proporcional al éxito obtenido por el legislador en la re­
dacción de una ley clara, precisa, de correcta técnica legislativa, pero
siempre será necesaria, absolutamente ineludible. Deberá interpretar
el sentido de la ley partiendo del significado y extensión de las pala­
bras que la conforman, atendiendo luego a su finalidad, el contexto
en el que está inserta, sus antecedentes, etc.

Una palabra puede tener dos o más significados y su alcance o


extensión tiene a menudo límites imprecisos. Existen también pala-
1912 FA LLO S DE LA CO RTE SUPREM A 310

bias que aluden a conceptos no del todo definidos e incluso variables


en el tiempo. Entre ellas podemos incluir al adjetivo “obsceno’.’ con­
tenido en el art. 128 del Código Penal, que aquí nos interesa, y cuyo
significadb proporcionado por el diccionario de la Real Academia Es­
pañola es lo “impúdico, torpe, ofensivo al pudor”.

Según el recurrente la imprecisión del término motiva que el


sujeto, en el caso su defendido, antes de la publicación del material
ignorara si éste habría de ser tildado o no de “obsceno”, con lo cual
se transgredería la garantía de ley previa. ,

Considero, sin embargo, que no obstante la vaguedad que se atri­


buye al adjetivo obsceno no cabe razón al impugnante en cuanto a
que existe una absoluta imposibilidad por parte del sujeto de cono­
cer, de modo anticipado, si la publicación podía ó no ser así califi­
cada. En efecto, aun cuando sus límites son imprecisos la palabra
“obsceno” es comprendida por el común de las gentes de forma lo
suficientemente clara como para conocer o prever por anticipado cuán­
do su acción puede ser objeto de reproche.

En el caso de autos esta posibilidad de prever las consecuencias


de su conducta, al menos a título de dolo eventual, resulta evidente,
dado que más allá ide la discrepancia que pudiera existir entre la Cá­
mara y la jueza de primera instancia en cuanto a calificar la fotogra­
fía, lo cierto es que el contenido de la supuesta carta de un lector,
que me abstendré de analizar remitiéndome a lo dicho por los jueces
de la causa, aleja toda duda. La descripción que en ella se efectúa
revela un propósito inocultable en su publicación claramente dirigi­
do a una exaltación del sexo de manera torpemente ofensiva.

Puede, pues, discutirse que con los términos moral sexual media,
pudor publico u obscenidad no se expresan conceptos precisos, que
son conceptos sólo relativos. Sin embargo, referidos a una sociedad
determinada, en un momento determinado e insertos en el contexto
del Código Pe'nál, esos conceptos adquieren contornos mucho más
definidos. Pretender más es no reconocer las limitaciones humanas,
y la del lenguaje es una de ellas," pues como dice Genaro Carrió en
su libro Derecho y Lenguaje, primera edición, año 1976, pág. 43, re­
firiéndose a distinciones tales como las que marcan, las palabras,“de-
310 DE JU S T IC IA DE LA NACIÓN 1913

lito” y "cuasidelito”, ligadas a “dolo” y "culpa” y otras expresiones


comúnmente usadas en derecho, “Nadie puede negar que estas fór­
mulas verbales son claramente aplicables a algunos supuestos de he­
cho, claramente inaplicables a otros, y dudosamente aplicables a ca­
sos atípicos, anómalos o marginales, no podemos encerramos en la
falsa seguridad de que los tecnicismos del lenguaje jurídico pueden
eliminar esta última categoría de casos. La diaria experiencia de los
tribunales y, en general, el contacto profesional con el derecho, nos
enseñan que esa seguridad es quimérica”.

Adviértase, además, que el art. 129 del Código Penal, al describir


la acción típica se refiere a “exhibiciones obscenas”, término al que
se Je puede achacar la misma vaguedad. No obstante, si un sujeto
para satisfacer sus torcidos instintos ejecuta un acto obsceno exhi­
biéndose en la vía pública ante una mujer, creo que a nadie se le ocu­
rriría sostener, con alguna posibilidad de éxito, que hasta que el Juez-
no lo castigara, tal sujeto no podía prever que estaba cometiendo
un delito y qüe existía, si se lo condenaba, una violación a la garantía
de ley previa.

Esto es así pese a que “exhibiciones obscenas”, tiene la misma


“vaguedad” que "obscenidad”, porque en el ejemplo el desprecio por
el pudor de los terceros con tal de satisfacer bajos instintos aparece
tan claramente expresado en el accionar del individuo que resulta
imposible negar su contenido doloso.

Deben, pues, descartarse aquellos argumentos que persiguen la


descalificación constitucional de la figura del a rt 128 del Código
Penal basándose más en la alegada ausencia del elemento subjetivo,
que estas figuras requieren según buena parte de la doctrina, que
en la presunta indeterminación del tipo penal.

Reconocido entonces que, aun en el ámbito del derecho penal, las


normas siempre deberán ser interpretadas por claras que aparezcan,
por lo que la certeza sólo es una cuestión de grados (ver obra antes
citada, pág. 109), estimo que debe rechazarse la objeción que plantea
el recurrente en razón de que la norma impugnada es lo s u fic ie n te ­
mente precisa como para ser comprendida por aquellos a quienes va
dirigida.
1914 FA LLO S DE LA COHTE SUPREM A 310

En cuanto a que al calificar la publicación el juez se transforma


en legislador, considero que descartada la impugnación basada en
la supuesta indeterminación del tipo del art, 128, de la actividad del
juez en el caso.no se diferencia apreciablemente la que realiza cada
vez que debe subsumir una conducta en Ja figura legal correspon­
diente, en especial en las formas culposas. La objeción, pues, es
inhábil para el fin perseguido por el recurrente.

Opino, por lo expuesto, que corresponde confirmar la sentencia


en todo cuanto pudo ser objeto de recurso extraordinario. Buenos
Aires, 22 de abril de 1986. Juan Octavio Gauna.

' FA LL O D E L A . C O R T E SU PREM A '

Buenos Aires, 29 de septiembre de 1987.

Vistos los autos: ‘‘Musotto, Néstor Julio; Huesca, Miguel Pedro


Antonio s/art. 128 del Cód. Penal". .

Considerando:

l 9) Que la Sala Segunda de la Cámara Nacional de Apelaciones


en lo Criminal y Correccional rechazó el planteo de inconstituciona-
lidad del art. 128 del Código Penal y condenó a Néstor Julio Musotto
■y a Miguel Pedro Antonio Huesca a la pena de seis meses de prisión
de ejecución condiciona], por ser el primero autor del delito de pu­
blicaciones obscenas y el segundo partícipe necesario y en reiteración,
al haber editado y distribuido el N9 18 de la revista “Shock”, en el
que se publicó una carta y una fotografía de tal naturaleza. Contra
dicho pronunciamiento la defensa interpuso el recurso extraordinario,
que fue concedido.
29 ) Que, en cuanto al caso concierne, el a quo no hizo lugar a
la tacha de inconstitucionalidad fundada en la ausencia de ley previa
—art. 18 de la Constitución Nacional— sobre la base de considerar
que el art. 128 del Código Penal describe la conducta ilícita y de­
termina la pena, de tal modo que el juicio abierto para castigar a
una persona tiene fundamento en la ley vigente antes de la ejecución
DE JU S T IC IA DE LA NACIÓN 19i5
310

del hecho. También sostuvo que la ley aplicable contiene una adver­
tencia y la garantía de que sólo en ese caso se perseguirá penal­
mente - l o que constituye la columna central del derecho represivo-
y que, en definitiva, el código de fondo no define lo obsceno, ni da
otro elemento que el constituido por la colocación del art. 128 en el
capítulo de los delitos que importan ultrajes al pudor público, ya
que para el legislador lo obsceno es algo necesariamente lesivo al
pudor, cuya interpretación, en el caso concreto, debe efectuarla el
juez, sin que ello implique arrogarse facultades legislativas, sino sola­
mente emitir un juicio de valor “empírico, cultural o ético’, lo que
está entre sus funciones específficas, habida cuenta de que el artículo
en cuestión está integrado por un elemento normativo.

3Q) Que el recurrente cuestiona la validez constitucional del


mencionado art. 128 del Código Penal, por infringir la garantía de
la “ley previa'’ establecida en el art. 18 de la 'Ley Fundamental.
Aduce que la decisión cuestionada no dio respuesta a su argumento
referente a que el término “obsceno” tiene una indeterminación tal,
que el sujeto no puede saber con anterioridad si el objeto, la publi­
cación o la imagen van o no a recibir del juez dicha calificación,
y refiere que lo prohibido debe estar perfectamente determinado,
y que por ello tiene que poder ser conocido y reconocido como tal
con toda precisión por el posible transgresor, pues si el tipo penal
sólo queda completo después de la valoración del Juez, quien va a
realizar la acción no puede de antemano conocer si su obrar va a
ser calificado como delictivo. Asimismo, refiere que ignora si el fallo
responde a lo que verdaderamente piensa la mayoría dé la población
sobre el tema, y que, en todo caso, si hace valer lo que piensan los
que son más en detrimento de los que son menos, conculca la ga­
rantía de la igualdad consagrada en el art. 16 de la Constitución
Nacional.
4P) Que el recurso es procedente, ya que la sentencia aplicó una
ley nacional impugnada por el apelante como inconstitucional (Fallos:
216:303; 258:255; 302:457).

5<?) Que esta Corte tiene resuelto que el principio de legalidad


en materia penal (art. 18 de la Constitución Nacional) exige indisolu­
blemente la doble precisión de la ley de los hechos punibles y de las
FA LLO S DE LA CORTE SUPREM A 310

penas a aplicar (Fallos: 237:636), razón por la cual corresponde de­


terminar si en el caso aparecen cumplidos dichos recaudos, o, ciñen­
do más estrictamente la cuestión, si así ocurre respecto del primero
de ellos, ya que es sólo sobre la base de su presunta ausencia que se
formula el planteo de inconstitucionalidad.

6”) Que el art. 128 del Código Penal, que establece " , , .Será re­
primido con prisión de quince días a un año, el que publicare, fabri­
care o reprodujere libros, escritos, imágenes u objetos obscenos y el
que Jos expusiere, distribuyere o hiciere c irc u la r...” satisface el an­
tedicho requisito, pues, según lo ha declarado el Tribunal, si bien la
configuración de los tipos penales obliga a precisar los modos de con­
ducta sujetos a punición, la “ley previa” no importa necesariamente
que la figura penal contenga una descripción formalmente agotada, y
no existe obstáculo constitucional alguno para que —como en el ca­
so— cuando el contenido de los deberes o de las prohibiciones de­
penda sustancialmente de una valoración a realizarse en vista de cir­
cunstancias concretas insusceptibles de enumeración previa, sea la au­
toridad jurisdiccional quien determine y aplique esa valoración cultu­
ral (Fallos: .300:100; 303:2024; 306:1347).

7*?) Que ello es así, porque es tema específico del Poder Judi­
cial e indispensable para el ejercicio de su ministerio, la determina­
ción del sentido jurídico de las normas en función de las circuns­
tancias del caso, y además, porque dicha función interpretativa no
queda proscripta por la naturaleza penal de la norma en cuestión, aun
cuando la atribución encuentre límite solamente en la necesidad de
que el ordenamiento contenga una remisión suficientemente clara al
contexto valorativo condicionante de la aplicación del precepto (Fa­
llos: 254:315; 261:305; 293:130, 378 y los citados en el considerando
anterior).

S9) Que, por lo demás, lo atinente a si en el caso la carta y la


fotografía publicadas revistieron el referido carácter obsceno, remite
al examen de una cuestión de hecho, prueba y de derecho común,
propia de los jueces de la causa y ajena, como regla y por su na­
turaleza, a la vía intentada (doctrina de las causas: B.204.XIX. “Bal-
taian, Martín Antonio s/querella por injurias”; A.116.XX. “Alonso,
310 DE JU S T IC IA DE LA NACIÓN ¿1917

Angel y otro s/querella por desacato”; y 0.251XX. "Osteletsky, .Nina


s/estafa”, falladas el 26 de octubre de 1982, el 4 de septiembre de 1984
y el 6 de mayo de 1986); sin que corresponda analizarla desde el punto
de vista de la doctrina de -la arbitrariedad, pues no se la alegó expresa­
mente, ni se aportaron razones suficientes que permitan descalificar el
pronunciamiento del a quo, más allá de su acierto o de su error, como
acto jurisdiccional válido (Fallos: 245:569; causa: S.561:XX, “Stomelli,
Héctor Felipe c/Estado Nacional (M9 de Educación - Consejo Na­
cional de Educación Técnica) s/cobro de pesos - Reincorp. y daño
moral", fallada el 17 de junio de 1986).

9*?) Que, finalmente, no resulta admisible el agravio relativo a la


violación de la igualdad ante la ley que garantiza el art. 16 de la
Constitución Nacional, pues el desmedro de' ese derecho fundamen­
tal se configuraría si emanase la desigualdad del texto mismo de la
ley, y no, como lo plantea el recurrente, de la diversa interpretación
que pudieran acordarle los jueces (Fallos: 294:87; 297:480, 537;
302:315; 304:710). Esta última cuestión, como quedó dicho supra, re­
sulta ajena al art. 14 de la ley 48, y sólo sería susceptible de consi­
deración por medio de la doctrina de la arbitrariedad, que no fue
invocada. ■

Por ello, y lo dictaminado por el señor Procurador General, se


confirma la sentencia apelada.

J o sé S ev er o C a b a l l e r o — A u g u sto C ésa r
B e l l u sc io — C a r lo s S . F a y t .

G R A C IE L A JO S E F IN A BA LLESTER BEDO UCQ de ROCHA v.


■ P R O V IN C IA de B U E N O S A IR E S

RECURSO DE REPOSICION.

Las resoluciones de ln C orte Suprem a no son susceptibles del recurso


d e reposición.

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