Liderar El Cambio
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Liderar El Cambio
15 DE MAYO DE 1991
MICHAEL BEER
Liderar el cambio
La capacidad de dirigir el cambio es una aptitud de crucial importancia que los gerentes de hoy
deben adquirir. La competencia internacional y la desregulación han forzado a las corporaciones a
buscar y a adoptar enfoques más eficaces de dirección, planificación estratégica, mercadeo y
producción. En muchas empresas, estos cambios se suman a grandes cambios en la cultura, en el
comportamiento básico y en el sistema de creencias de la organización.
En este artículo intentaré presentar una fórmula conceptual, que incluye las dimensiones críticas
del cambio que deben ser tomados en cuenta por los directores.
Insatisfacción
Antes de que el cambio pueda realizarse, los miembros clave de la organización, que deben
adoptar nuevas actitudes y nuevos comportamientos, deben estar insatisfechos con el statu quo. Esta
“insatisfacción” debe ser lo suficientemente profunda como para que ellos hayan empezado a sentir
una pérdida de confianza en ellos mismos y en su organización. La “insatisfacción” que lleva a tal
pérdida de confianza es esencial, porque es la fuente de energía o motivación para el cambio, y un
cambio importante en la organización requiere una enorme cantidad de energía.
¿Cuáles son las condiciones que hacen que los ejecutivos estén insatisfechos con el statu quo? Una
investigación de la escena empresarial contemporánea llevó rápidamente a la conclusión de que la
crisis es la condición que más frecuentemente impulsa el cambio. Pero ¿deben las empresas acercarse
al precipicio antes de que se haga posible la adaptación a las nuevas condiciones? Los costos
humanos y económicos de una crisis ¿son acaso la consecuencia inevitable de un gran cambio? En mi
opinión, la respuesta a esta pregunta es ¡no! Se puede estimular y dirigir el cambio sin crisis. No
obstante, una lección obvia para los directivos es el saber usar las crisis externas a la organización,
cuando éstas se presentan, como un vehículo para dirigir el cambio planificado.
El caso de LACC 403-S10 es la versión en español del caso de HBS número 9-488-037. Los casos de HBS se desarrollan únicamente para su
discusión en clase. No es el objetivo de los casos servir de avales, fuentes de datos primarios, o ejemplos de una administración buena o
deficiente.
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en forma alguna: electrónica, mecánica, fotocopiado, grabación u otro procedimiento, sin permiso de Harvard Business School.
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muchas veces por qué los empleados no están tan preocupados por la productividad, el
servicio al cliente o los costos, del mismo modo que ellos lo están. Esto muchas veces ocurre
porque la dirección no ha dedicado el tiempo necesario para poner a los empleados en
contacto con la misma información que ha generado la “insatisfacción” en el nivel de la
dirección. Muchas veces se esconde esta información de los empleados porque se considera
confidencial. Las empresas que tratan de ser más competitivas han comenzado recientemente
a comunicar con entusiasmo esta información, haciendo presentaciones a grupos de
empleados y dirigentes sindicales.
2. Del mismo modo, la información sobre las preocupaciones de los empleados y sus
percepciones sobre el manejo de la empresa, puede ser una herramienta poderosa para crear
“insatisfacción” entre los directivos. Así como la información sobre la competencia puede ser
una herramienta para crear “insatisfacción” hacia abajo, también las encuestas de actitud
(a través de entrevistas o de cuestionarios) pueden ser herramientas poderosas para crear
“insatisfacción” hacia arriba. Consideren al gerente que desconoce que sus subordinados se
sienten poco comprometidos porque él los controla muy de cerca o a una dirección superior
que no entiende cómo la vitalidad de la organización está siendo debilitada por una excesiva
burocracia de parte de grupos del personal corporativo.
3. No es suficiente con proveer información; debe existir diálogo sobre el significado de ésta.
Este diálogo debe llegar a ser un entendimiento conjunto, un diagnóstico de las razones
subyacentes de los problemas de la organización. Este diálogo es útil porque proporciona los
medios por los que tanto los gerentes como los empleados pueden intercambiar información
sobre sus respectivas hipótesis y, de este modo, desarrollar una explicación compartida para
sus dificultades.
4. Los directores del cambio pueden también crear la energía para el cambio estableciendo metas
altas (pero no irreales) y esperando que los empleados las alcancen. De este modo, el acto
gerencial de establecer expectativas es un modo de crear “insatisfacción”, siempre que el
director tenga credibilidad y sea merecedor de confianza. Mientras que los directores muchas
veces establecen las expectativas del desempeño financiero, raras veces exigen conductas
específicas, aun cuando es sabido qué conductas son necesarias para revertir una situación.
Estos cuatro métodos pueden, individualmente o en conjunto, servir para movilizar la energía
necesaria para el cambio. Pero si el descontento desatado por varios de los mecanismos que hemos
discutido se canaliza en esfuerzos focalizados en la mejora organizacional, los directivos deben
interesarse en el modelo en la fórmula del cambio.
Modelo
Para que pueda ocurrir el cambio debe desarrollarse una visión del estado futuro de la
organización, de los comportamientos y de las actitudes, así como de la estructura y de los sistemas.
Tal visión no sólo sirve al propósito de energizar el cambio, sino que proporciona un modelo del
estado futuro hacia el que los empleados y los directivos deben aspirar. Esta visión hace que sea real
la dirección hacia la cual apunta la organización. El diseño del modelo es un ejercicio de planificación
basado en la información y el diagnóstico obtenidos sobre la organización y su entorno competitivo,
lo mismo que en modelos de excelencia observados en visitas a otras empresas o recogidos de ideas
de consultores y académicos de primera línea.
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Liderar el cambio 403-S10
Proceso
El cambio organizativo no es instantáneo. Un modelo de cómo debería estructurarse la
organización no se traduce rápidamente en cambios de comportamiento de grandes conglomerados
de empleados. Los directores a veces cometen el error de creer que anunciar el cambio es lo mismo
que hacerlo realidad. ¿Cuántas veces se espera que un memorándum del día viernes se convierta en
un cambio el lunes por la mañana?
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se pueden comprometer los individuos mientras se van familiarizado con la nueva práctica de
dirección.
De cualquier manera, las personas se comprometen con aquello que ellos ayudan a crear.
Los procesos eficaces de cambio incluyen tanto a los responsables de hacer la planificación del
cambio como a los que lo practican. La dirección del cambio debe ser establecida por el gerente
general, pero muchos aspectos significativos del cambio pueden ser delegados a empleados de
niveles inferiores. Los ejecutivos, muchas veces subestiman cuánto compromiso con el cambio se
puede alcanzar con estas prácticas y, también, el tipo de decisiones en las que los empleados pueden
participar.
A pesar de las posibilidades de participación cuando existe confianza, las políticas del cambio
deben ser siempre comprendidas y administradas. Inclusive los individuos que quieren anteponer el
interés de la organización por delante del propio, sólo tienen éxito de una manera parcial o en
algunas ocasiones. Es importante entonces para los gerentes reconocer las realidades del interés
personal y cultivar el apoyo de los individuos y de grupos. Se deben formar coaliciones para apoyar
el cambio, y sus voces se deben escuchar más alto que las de aquellos que se resisten. Los directivos
que han tenido éxito en hacer que la participación funcione, lo han logrado colocando a personas que
dan apoyo en los grupos de trabajo clave (o en los comités), y porque ellos han desarrollado
suficiente respaldo político para que las voces positivas se puedan escuchar en foros participativos.
Ya que se necesita un cambio de comportamiento, el proceso organizativo de cambio exige que los
directores del cambio traten el tema del comportamiento ineficaz e inapropiado con los gerentes y
con los empleados. He observado que en cualquier transformación organizativa eficaz los directores
del cambio enfrentan tempranamente los comportamientos ineficaces e inapropiados. Tal
enfrentamiento lleva, en algunos casos, a la adaptación, pero en otros conduce al reemplazo. Sin
embargo, muchas veces, los directores que están liderando el cambio no enfrentan estos problemas
difíciles, lo que lleva a cuestionarse sobre el compromiso de la dirección al nuevo modelo.
En cada cambio cultural importante que he observado, se han tomado decisiones difíciles de
personal. Cuando falla la participación, la política y la evaluación del desempeño, el reemplazo es la
única salida si se quiere mantener la energía para el cambio. La transferencia o el despido de algunos
individuos y el ascenso de otros, cuyo enfoque encaja en el nuevo modelo, es común en muchos
cambios organizativos. La coherencia de esta conclusión me ha llevado a la siguiente regla: si no hay
reemplazos, no se está realizando un cambio cultural significativo.
Más importante todavía, el cambio eficaz requiere una cuidadosa planificación de la sucesión.
¿Los candidatos a ser promovidos son compatibles con el nuevo modelo? Si no lo son, ¿cómo hace la
corporación para contratar o desarrollar este tipo de gerentes? ¿Cómo usa la corporación de manera
efectiva el número limitado de directivos que encajan en el nuevo modelo?
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Poder: Los grandes cambios traen cambios de poder. El poder puede ser desde producción a
mercadeo, desde los supervisores de primera línea a los obreros, desde el personal de línea o desde
los distribuidores a la fuerza de ventas directa. Los grupos y sus directores que pierden poder,
normalmente resisten tales cambios por las consecuencias que éstos tienen sobre las influencias, las
trayectorias profesionales y el estatus dentro de la organización.
Capacidad: Los nuevos modelos requieren nuevas capacidades y hacen que las más antiguas se
vuelvan obsoletas. El cambio de un mercadeo centrado en la venta del producto, a otro centrado en la
venta de sistemas, requerirá un personal de ventas con orientación en sistemas y hará que la gente
menos preparada se vuelva obsoleta. Un giro hacia una dirección más participativa, hará que sea
obsoleta la capacidad de los supervisores de primera línea que se apoyan en habilidades técnicas para
dirigir a los demás. Para esto, será necesario un nuevo conjunto de personas y capacidades para el
proceso. El miedo a perder las habilidades con las que uno ha contado para llegar al éxito puede ser
una amenaza. Esto disminuye la sensación de control y de dominio del propio destino.
Relaciones: La seguridad y la comodidad en el trabajo de todos los días provienen de una red de
relaciones confiables que se ha establecido. Los cambios en los arreglos organizativos requieren
naturalmente nuevas relaciones y, por lo tanto, hacen que las redes anteriores de relaciones resulten
obsoletas.
Identidad: Muchas de las pérdidas que se describen arriba significan un cambio total o parcial en el
rol que tiene el director o el trabajador en la trama social de la organización. Por lo tanto, los cambios
en el lugar de trabajo significan, muchas veces, crisis personales de identidad. Los directores y los
profesionales para quienes el trabajo es fundamental para su propio ego, son particularmente
vulnerables a tener una pérdida de autoestima.
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Las pérdidas de capacidad pueden ser reducidas mediante grandes esfuerzos para desarrollar a
los empleados, a fin de que éstos adquieran las nuevas habilidades necesarias. Por desarrollo no sólo
me refiero al entrenamiento, sino también a que reciban consejo y orientación de sus jefes y de los
profesionales de recursos humanos. El desarrollo de nuevas trayectorias profesionales que apoyen el
cambio pueden ayudar también a preparar el terreno. Si todo esto se hace con suficiente anticipación
a la reorganización de la empresa, la amenaza del cambio puede ser reducida. Lo mismo es válido
para las relaciones. Por ejemplo, ¿por qué no se puede ayudar a la gente a que establezca las nuevas
relaciones antes de romper con las viejas en forma definitiva?
Las pérdidas de poder y recompensas son más difíciles de tratar. No obstante, los directores
pueden ayudar a los individuos a adaptarse a estas pérdidas por medio de la empatía, escuchando y
ayudando a reorientar la percepción de su yo. Poniendo énfasis en el valor de sus roles, los directores
pueden ayudar a desarrollar una nueva identidad. Los individuos que sufren pérdidas se pueden
adaptar a ellas más rápidamente si se les facilita una salida legítima a sus frustraciones iniciales y
luego se les ayuda, por medio del diálogo, a pasar por un período de racionalización, un proceso que
los ayudará a buscar un sentido a sus nuevas circunstancias.
El rol de las pérdidas al crear resistencias al cambio, tiene consecuencias en el diseño de las nuevas
organizaciones con capacidad de adaptación. El tipo de organizaciones que tienen menos distinciones
de poder y de recompensas (en otras palabras, organizaciones más igualitarias), brindan a la gente
menos cosas que perder. En tales organizaciones, la gente tiene una mejor disposición para tomar los
puestos y los roles necesarios para el cambio de tareas. Del mismo modo, las pérdidas en lo que se
refiere a relaciones interpersonales y a capacidades son menos probables en organizaciones donde
existe un alto nivel de confianza, ya que naturalmente alienta los movimientos laterales dentro de la
empresa, la colaboración y la integración. Finalmente, el cambio se sentirá menos como una amenaza
contra las propias capacidades, si los empleados tienen mayor número de habilidades y han
adquirido una amplia perspectiva corporativa a lo largo de sus trayectorias profesionales.
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