Fundamentos, Teoria e Ideas Politicas II
Fundamentos, Teoria e Ideas Politicas II
Fundamentos, Teoria e Ideas Politicas II
DE LA CIENCIA POLÍTICA
Régimen político, sociedad civil y política internacional
Volumen II
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
Serie Doctrina Jurídica, núm. 776
COORDINACIÓN EDITORIAL
ISBN 968-607-02-8680-3
CONTENIDO
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
Capítulo 1
El régimen político y su análisis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Michael Zürn
Capítulo 2
La dominación política. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Claus Leggewie
Capítulo 3
Instituciones, principios, actores y aspectos materiales
de la democracia ateniense y su deliberación política . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Luis Roberto Mantilla Sahagún
Capítulo 4
Totalitarismo: acerca del renacimiento de un concepto después
del fin del régimen comunista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Klaus von Beyme
Capítulo 5
El carácter único de la sociedad totalitaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Carl J. Friedrich
Capítulo 6
El régimen autoritario. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Juan José Linz
VII
VIII CONTENIDO
Capítulo 7
Los regímenes autoritarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Dieter Nohlen
Capítulo 8
El cambio de sistema político. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Dieter Nohlen
Capítulo 9
El control del poder en tiempos de transición. Alemania, España y México . . . . . 107
Dieter Nohlen
Capítulo 10
La democracia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Rainer-Olaf Schultze
Capítulo 11
La promoción de la democracia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Julia Leininger
Capítulo 12
La consolidación democrática. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
Dieter Nohlen
Capítulo 13
¿Qué tan eficiente es la democracia?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
Manfred G. Schmidt
Capítulo 14
Instituciones y cultura política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Dieter Nohlen
Capítulo 15
La sociedad civil: de la sociedad pre-burguesa a la pos-burguesa . . . . . . . . . . . . . 183
Klaus von Beyme
CONTENIDO IX
Capítulo 16
La sociedad civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
Édgar Esquivel Solís
Carlos Chávez Becker
Capítulo 17
Participación y gobernabilidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223
Herminio Sánchez de la Barquera y Arroyo
Alma A. Huitzil E.
Capítulo 18
Reflexiones sobre la seguridad en el escenario mundial del siglo XXI. . . . . . . . . . . 241
Alfonso Aragón Camarena
Capítulo 19
Principios y escuelas geopolíticas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Heriberto J. Auel
Eduardo R. Balbi
Carlos A. de Jorge
Capítulo 20
La geopolítica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Helio Jaguaribe
Andrés Rivarola
Rafael Calduch
Capítulo 21
Un mundo de Estados territoriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
John Agnew
INTRODUCCIÓN
XII INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN XIII
XIV INTRODUCCIÓN
Capítulo 1
EL RÉGIMEN POLÍTICO Y SU ANÁLISIS*
Michael Zürn
2 MICHAEL ZÜRN
Sistema
3 político: véase el capítulo 12, primer volumen, de estas “Antologías”.
Relaciones
4 internacionales / política internacional: subdisciplina de la ciencia política, cuyo
contenido varía según los desarrollos políticos mundiales y las grandes teorías que intentan
explicarlos… El concepto de la política internacional se refiere a los procesos de interacción
que tienen lugar por lo menos entre dos actores (normalmente estatales, ocasionalmente
algunos otros que pretenden ostentar el status de un sujeto de derecho internacional) en su
entorno internacional (Reinhard Meyers: 1192 y 1193). Los capítulos 17 y 18 de este volu-
men versan sobre dicho tema.
5 Organizaciones internacionales: instituciones sociales fundadas por al menos dos Estados,
que pueden tener un papel de actor frente a su entorno (Bernard Zangl: 980). Soberanía: véase
el capítulo 15 del primer volumen de estas “Antologías”.
6 Hegemonía: …la supremacía o el predominio de una persona o actor colectivo, que
puede basarse en recursos diversos, por ejemplo culturales, económicos, políticos y también
militares, así como la combinación de estos (Rainer-Olaf Schultze: 674).
Bibliografía
Escuela
7 realista: uno de los enfoques principales en la doctrina de las relaciones interna-
cionales, que ve en el poder, o en la lucha por la distribución del poder, el núcleo, el impulso
y la explicación de la política (Michael Zürn: 506). Relaciones internacionales: véase supra nota 4.
Capítulo 2
LA DOMINACIÓN POLÍTICA*
Claus Leggewie
Según el consenso general [la dominación política es] una categoría funda-
mental de la teoría social, un concepto central de la sociología política y uno
—tal vez el principal— de los objetos de la ciencia política.1 Cómo surge y
desaparece la dominación, sobre todo, cómo ella misma se fundamenta: éstas
son las preguntas centrales de la vida política. Quién domina y quién es domi-
nado es una diferencia sustancial del pensamiento político; sin embargo, “la
palabra se utiliza en gran parte sin reflexión crítica” (Sternberger, 1980: 153).
Generalmente, bajo “dominación” se comprende una relación social
recíproca y asimétrica de dar órdenes y brindar obediencia, en la cual una
persona, un grupo o una organización pueden obligar a otros (temporal-
mente) a obedecer. Sólo la regularidad y el éxito caracterizan a la domi-
nación como institución. No importa si las instancias de dominación son
representadas por personas o permanecen anónimas: ellas otorgan una es-
tructura central estable al mundo social caótico y cambiante.
*
Nota del editor: una primera versión del texto de este capítulo aparece en Nohlen,
Dieter y Schultze, Rainer-Olaf (eds.), Diccionario de ciencia política, Xalapa-Ciudad de México,
El Colegio de Veracruz-Porrúa, 2006, pp. 434-442, bajo “dominación”. El editor de estas
antologías ha adaptado dicho texto para los fines de esta colección, cuya redacción es dife-
rente de la de un diccionario. Las abreviaturas que aparecen en el original se han desdoblado
y los ocasionales errores de redacción, de traducción o de imprenta se han corregido en la
versión presente sin hacer ningún señalamiento. Todas las citas que se consignen a pie de
página provienen del mismo diccionario y a ellas remite el documento original; en este caso
solamente se anota el concepto respectivo, no la entrada completa. El nombre del autor
correspondiente se encuentra al final de la cita, entre paréntesis y junto al número de la pá-
gina donde aparece el concepto señalado. Agradezco la amable autorización del editor del
diccionario y de la casa editorial para publicar este texto.
1 Sociología política: ámbito parcial de la ciencia, entre la sociología y la ciencia política. Se
ocupa de la relación entre el Estado y la sociedad, siendo la cuestión clásica la de las condi-
ciones sociales de los órdenes políticos y la acción política. Pero también se puede preguntar...
por las consecuencias sociales de las regulaciones estatales (Franz, Urban Pappi: 1298). Cien-
cia política: remitimos al lector al capítulo 1 del primer volumen de las presentes “Antologías”.
5
6 CLAUS LEGGEWIE
Sistema
2 político: véase el capítulo 12 del primer volumen de estas “Antologías”.
Teoría
3 política: véase el capítulo 7, primer volumen de nuestras “Antologías”. Aristocracia:
(del griego aristokratía: dominación de los mejores) denominación en ciencia política para la
tercera forma de Estado clásica, opuesta a la democracia y a la monarquía, en la cual una
élite destacada por pretensión propia y asignación ajena, con respecto a la ascendencia, la
propiedad, la experiencia, la cultura y demás, ejerce la dominación (Weber, Wolfgang: 59).
Monarquía: (del griego monarchía: dominación unitaria) designación de la forma de Estado en
la cual una sola persona, específicamente legitimada, ejerce el más alto poder del Estado, de
manera autónoma y a largo plazo… (Weber, Wolfgang: 912). Democracia: remitimos al lector
al capítulo 10 de este segundo volumen. Tecnocracia: (del griego tekhnē: habilidad, y krátein:
dominar), generalmente la denominación de una forma de dominio en las que las decisiones
de hecho son tomadas no por los representantes elegidos, sino por expertos científicamente
preparados, particularmente técnicos e ingenieros (Herzog, Dietrich: 1316).
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 7
Polis:
4 [vocablo griego que] designa desde el siglo VI al V a. C. a la ciudad como un
espacio de asentamiento limitado por murallas, así como a sus ciudadanos y su Constitución
(politeia) (Rieger, Günter: 1052).
5 Entre los griegos, Eunomia (“buen orden”) era la diosa de la ley; de ahí que “eunomía”
o “eunomia” se refiera también al buen orden político; bajo “cratista” entendemos aquel
orden político orientado en primer lugar por los criterios de la cuestión del poder y de la
disposición de la fuerza en la polis (nota del editor).
6 Resistencia / teorías de la resistencia / derecho de resistencia: defensa contra el poder o la vio-
lencia de dominación, fundada en el peligro para la vida o la integridad física (Münkler,
Herfried: 1221).
8 CLAUS LEGGEWIE
Derecho
7 natural: la idea de un derecho que surge de la naturaleza (del ser humano, de
las cosas, del orden mundial), y por lo tanto, inmutable. El derecho natural es para algunos
solamente una medida de juicio para el derecho positivo y otros lo consideran un derecho
inmediatamente válido, que se antepone a las leyes estatales (Boldt, Hans: 374).
8 Patrimonialismo: una forma de dominación cuya legitimidad se basa en las lealtades tra-
dicionales, las relaciones personales entre el gobernante y las élites políticas y en prestaciones
materiales para los sometidos a la dominación, en la forma del clientelismo (Nohlen, Dieter:
1017). Participación: véase el capítulo 16 del presente volumen.
9 (Ámbito) público: …al igual que el concepto de opinión pública, se vincula al principio
de apertura y por lo tanto enfatiza que algo no es secreto ni privado, sino público. Tras [esta
noción] radican dos contenidos que tienen que ser distinguidos por principio. El primero
apunta a un estado de cosas, es decir, a una descripción de una situación, y el segundo, a un
concepto, más precisamente a afirmaciones teóricas y valorativas respecto a la esfera pública
(según Hölscher, 1979) (Hans J. Kleinsteuber: 19).
Representación: (del latín representare: hacer presente, representar), según E. Fraenkel…,
10
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 9
Modernización:
11 en general, el proceso de adaptación de unidades como empresa, econo-
mía, administración, etcétera, a niveles que se consideran modernos y necesarios del progre-
so técnico, del crecimiento económico y de la administración racional (Nohlen, Dieter: 910).
Teorías contractualistas: concepto global para las teorías que justifican al Estado, la Cons-
12
titución y el orden social en analogía a actos jurídicos, como resultado de un acuerdo mutuo
en beneficio recíproco (Kersting, Wolfgang: 1340 y 1341).
Desigualdad: generalmente la diferencia en cuanto a determinadas características
13
(opuesta a igualdad); se distingue entre la desigualdad natural (por naturaleza) que resulta de
la diferencia de los seres humanos desde su nacimiento respecto de su dotación de recursos,
y la diferencia social, que es consecuencia de las condiciones sociales a que las personas se
encuentran sujetas (Schultze, Rainer-Olaf: 409).
Teorías de sistemas: un enfoque relativamente nuevo de la teoría política. Sus raíces se
14
encuentran en las evoluciones de diferentes disciplinas durante las décadas de 1940 y 1950.
Estas influyen las investigaciones sobre los procesos de información y conducción en máqui-
nas y computadoras eléctricas que N. Wiener (19961) resumió bajo el concepto global de “ci-
bernética”. Además debe añadirse la teoría biológica de los sistemas vivos L. von Bertalanffy
(1971) desarrolló a partir de estos ingredientes una teoría de sistemas general. K.W. Deutsch
(1963) y D. Easton (1965) introdujeron en las décadas 1950 y 1960 la teoría de sistemas a la
ciencia política, partiendo especialmente de la cibernética como teoría de los sistemas auto
reguladores (Münch, Richard: 1389). Teorías de la acción: enfoques explicativos de las ciencias
sociales que fueron desarrollados en el transcurso del siglo XX en la sociología, antropología,
10 CLAUS LEGGEWIE
debe garantizar la vida en común de las personas en una comunidad; definido tradicional-
mente con tres elementos: 1) territorio estatal; 2) pueblo del Estado, y 3) poder del Estado
(Schultze, Rainer-Olaf: 526).
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 11
12 CLAUS LEGGEWIE
Autoridad:
16 (del latín auctoritas: prestigio, validez) designa [1] la influencia reconocida
como legal —o también la “dependencia afirmada” (Horkheinmer)— de una persona, un
grupo o una institución social [2] en la tipología de la dominación de Max Weber, quien uti-
liza los conceptos de autoridad y dominación legítima como sinónimos, la cuestión del tipo
de autoridad permite la distinción entre a) dominación tradicional o la autoridad de los que
siempre están en el ayer; b) dominación carismática o la “autoridad de las facultades perso-
nales fuera de lo normal (carisma)”, y c) dominación en virtud de la legalidad o “en virtud de
la creencia en la validez de un código legal” (Schultze, Rainer-Olaf: 78).
Legitimidad: (del latín legitimitas: coincidente con la ley) concepto clave de la política
17
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 13
Nacional Socialista de los Trabajadores (NSDAP, por sus siglas en alemán [coloquialmente
partido “nazi”]) y para la época de su dominación, de 1933 a 1945, en Alemania (Rieger,
Günter: 944). Estalinismo: doctrina política por la que J.W. Stalin (jefe del Partido Comunis-
ta de la Unión Soviética de 1922 a 1953) codificó afirmaciones de Marx y Lenin bajó el título
de “marxismo leninismo” en una doctrina dogmatizada, en la que se establecía el dominio
del Partido Comunista y de Stalin personalmente (Ziemer, Klaus: 552).
14 CLAUS LEGGEWIE
Anarquismo:
20 un movimiento social cuyas ideas principales pueden ser descritas median-
te tres criterio inmanentes: una posición contraria al Estado, crítica de la ideología y sociedad
libre de dominación (Lösche, Peter: 52). Marxismo: un concepto que se utiliza actualmente
más bien como concepto de lucha en la ciencia política que como caracterización de una
teoría de las ciencias sociales y de la ciencia política, y que intenta resumir una gran variedad
heterogénea y contradictoria de planteamientos teóricos y posiciones políticas basadas en
ellos. Como consenso mínimo, [marxismo es el conjunto de] planteamientos que se refieren
de alguna manera positiva a la doctrina de Karl Marx y Friedrich Engels y, concretamente a
su método del materialismo histórico por un lado y la “crítica de la economía política” por el
otro (Esser, Josef: 842). Sociedad de clases: según Marx, las líneas de separación socioeconómica
en la historia de las sociedades hasta la actualidad se pueden aprehender por medio de un
modelo de análisis dicotómico basado en la oposición de dos clases fundamentales [;] la di-
námica del desarrollo de esas sociedades está determinada por la lucha de estas clases por la
producción, apropiación y distribución de la plusvalía de cada sociedad (Esser, Josef: 1292).
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 15
Estado de bienestar: una forma institucionalizada de seguridad social [,] garantiza un mí-
21
nimo de supervivencia para cada persona, protege de los riesgos elementales de la sociedad
industrial moderna (particularmente: edad, desempleo, salud, accidentes, atención) y com-
bate el grado de desigualdad social por medio de la redistribución. El Estado de bienestar
forma en los países occidentales, junto con la democracia y el capitalismo, una estructura
compleja de interdependencia y es característico de estos sistemas (Schmid, Josef: 541). Des-
encanto: concepto de la investigación de la transición que alude a la insatisfacción y desilu-
sión de la sociedad con la democracia y con cambios prometedores en general, como, por
16 CLAUS LEGGEWIE
nar las consultas públicas en las comisiones y fracciones parlamentarias (S. Schüttemeyer,
Suzanne: 673).
Teoría de la modernización: véase supra nota 11.
23
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 17
la conducta de los actores de la red y/o los resultados de sus interacciones (variables depen-
dientes) (Schubert, Klaus: 44). Una red es un tejido de relaciones sociales, económicas y/o
políticas, establecida con una relativa continuidad y basada en la voluntad libre y la recipro-
cidad (Schubert, Klaus: 1167).
Populismo: concepto utilizado con varios significados de valoración extremadamente
25
variable. En general sirve para designar una política valorada negativamente, que por la
avidez de lograr la aprobación del pueblo se sirve de lemas demagógicos, dice lo que el
pueblo quiere, apela a los instintos y propaga soluciones simples, dejando ampliamente fue-
ra de consideración los puntos de vista de la ética de la responsabilidad (Nohlen, Dieter:
1095). Cesarismo: designación para la variante de la monocracia en la cual el soberano le deja
nominalmente al pueblo la capacidad de disponer del poder estatal, pero se declara como
legitimado para ejercerlo a largo plazo o por episodios por aclamación o plebiscito (Weber,
Wolfgang: 152).
18 CLAUS LEGGEWIE
matriz general de una bifurcación global que opone unos a los otros a gober-
nantes y gobernados y que irradia de arriba para abajo hacia grupos cada
vez más reducidos y hasta las profundidades extremas del cuerpo social. Más
bien hay que partir del supuesto de que las múltiples relaciones de fuerzas que
se forman y actúan en los aparatos de producción, las familias, los diferentes
en forma de redes para producir, evitar o anular el cambio social a través de la protesta
(Rucht, Dieter: 919). Cambio de valores: cambio de orientaciones valorativas sociales funda-
mentales; de esta forma, comprende un área importante del cambio social (Urban Pappi,
Franz: 128).
27
“Alianza de hombres”, en el sentido de “alianza masculina” (nota del editor).
Comunitarismo: concepto colectivo para una corriente identificable en los Estados Uni-
28
dos desde principios de la década de 1980 en las ciencias sociales y en la filosofía política,
que designa un movimiento político marcado por ideas comunitarias [Entre otros puntos,
acentúa] el necesario retorno hacia el significado y la importancia de la comunidad (Rieger,
Günter: 238).
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 19
Bibliografía
Arendt, H. (1963), Über die Revolution, Múnich, Piper Verlag, (versión espa-
ñola: Sobre la revolución, Madrid, Alianza Editorial, 1988).
Arendt, H. (1951), The Origins of Totalitarism, Nueva York, Meridian Books.
Beck, U. (1998), La sociedad del riesgo, Barcelona, Paidós.
Bendix, R. (1960), Herrschaft und Industriearbeit (Dominación y trabajo industrial),
Fráncfort del Meno, Europäische Verlagsanstalt.
——— (1980), Könige oder Volk. Machtausübung und Herrschaftsmandat (Los reyes o
el pueblo. El ejercicio del poder y el mandato de la dominación), Fráncfort del Meno,
Suhrkamp.
Beyme, K. von (1995), La clase política en el Estado de partidos, Madrid, Alianza
Universidad.
Boëtie, E. de la (1988), Discours de la servitude volontaire (Discurso sobre la servi-
dumbre voluntaria), ed. por Smith, M., Droz: TLF (e.o. 1574), consultable
en: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n44/aeboe.html (fecha de consulta: 11 de
agosto de 2014; nota del editor).
20 CLAUS LEGGEWIE
LA DOMINACIÓN POLÍTICA 21
Capítulo 3
INSTITUCIONES, PRINCIPIOS, ACTORES Y ASPECTOS
MATERIALES DE LA DEMOCRACIA ATENIENSE
Y SU DELIBERACIÓN POLÍTICA
I. Introducción
*
El presente capítulo es una versión reducida y modificada del original, publicado en
Alfonzo Jiménez, Armando et al. (coords.), Tópicos de derecho parlamentario, México, UNAM,
Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNLA-Senado de la República, 2007, adaptada y ac-
tualizada en especial para la presente antología.
1 Con el concepto régimen aludo a todo el andamiaje jurídico político de organización
de un orden establecido, que incluye a las instituciones, la forma de gobierno y las normas
formales del poder, entre otros componentes, mientras que con el concepto sistema hago
referencia a la dinámica, los procesos, los actores y los acuerdos bajo los cuales se realiza el
ejercicio del poder (nota del editor: véase el capítulo 1 de estas “Antologías”).
23
Para los fines de este trabajo habré de referirme a las características generales
de las poleis ubicadas en el periodo que transcurre entre el siglo VII a. C., co-
rrespondiente a la irrupción de la filosofía griega, y el IV a. C., siglo en el que
comienza el ocaso de las ciudades-Estado, con la desintegración del reinado
2
Paraconocer la propuesta de gobierno mixto en el Platón tardío véase Mantilla Saha-
gún, 2013: 45-59.
3 Para conocer diversas particularidades de la democracia ateniense véase Jones, 1986 y
Gil Fernández, 2009.
samiento filosófico. Éste será otro factor primordial que incidirá de manera
fundamental en la definición de las características de la polis.
A partir del pensamiento filosófico se comenzará a apelar a formas ra-
cionales, y ya no sólo a religiosas y míticas4 (González Ochoa, 2004: 41),
para responder a las preguntas acerca del origen y la configuración del
mundo (Bernabé, 2001: 11). Los llamados filósofos presocráticos, que se
constituyeron como “un grupo relativamente homogéneo y unitario dentro
de la historia de la filosofía, con una serie de características comunes, y se
ocuparon de temas similares, a los que cada uno fue dando soluciones diver-
sas y, en ocasiones, totalmente anitéticas… crearon una nueva actitud racio-
nal ante la explicación del mundo” (Bernabé 2001: 12), dejaron detrás de
sí la explicación del cosmos proveniente de la especulación mítica de Ho-
mero y Hesíodo, del siglo VIII a. C., y se adentraron por los caminos de la
razón y del pensamiento abstracto, inaugurando con ello un pensamiento
geométrico, definido así por la manera como ahora se conciben las relacio-
nes de los múltiples componentes del universo.
Esta nueva forma de pensamiento filosófico-racional produjo una re-
volución conceptual que se manifestó en el ámbito del saber, del poder y
del derecho, que modificó el modo de concebir las relaciones políticas, la
organización social del hombre, la ordenación espacial de la polis, la parti-
cipación de los ciudadanos, entre otros asuntos más. Asimismo, dicha mo-
dificación terminó por definir las formas de deliberación política, que ex-
pondré en el siguiente apartado, en lo referente al caso ateniense. Con la
visión geométrica del universo5 aparecen nuevos conceptos que habrán de
ser fundamentales para la organización y pensamiento de la polis, como los
de homogeneidad, simetría, reciprocidad e igualdad.
Si bien es cierto que cada polis desarrolló y materializó de manera par-
ticular sus respectivas características, es posible encontrar, sin embargo, de-
terminadas que habrán de estar presentes en las poleis de la Hélade. Sin
ánimo de ser exhaustivos, las siguientes contribuyen a comprender de mejor
manera a las mismas.
4
Para conocer la concepción mítica del mundo véase González Ochoa, 2004: 19-23.
5
Para la concepción geométrica del universo véase ibidem, pp. 41-45.
ne al espacio de las viviendas privadas, un espacio que fue hecho para deba-
tir y decidir en común los asuntos que conciernen a la colectividad” (Gon-
zález Ochoa, 2004: 25).
Por otra parte, el elemento principal de lo privado, donde se desarrolla
la vida particular, sería la familia (oikia), que era, a decir de Kenneth Mino-
gue (2003: 25), la unidad productiva básica del mundo antiguo:
sólo algunos, los ciudadanos; es decir, es un espacio para todos los hombres
libres, pero sólo para ellos (González Ochoa, 2004: 29).
Vinculado con el punto anterior, habría que decir que el ámbito públi-
co tendrá mayor peso sobre el privado. No sólo en las decisiones referentes
al ejercicio del poder, esto es, las políticas —en la concepción moderna del
término—, sino también en las respectivas a las religiosas, educativas, mili-
tares, económicas, sociales, jurídicas, arquitectónicas y otras más, las deci-
siones colectivas públicas determinaron la vida de los individuos particula-
res. En este sentido, inevitablemente “el poder de los individuos tiene que
doblegarse ante la ley del grupo” (Vernant, 1992: 74).
dad ante la ley, pero también es algo más: no es sólo tener derechos iguales,
de manera pasiva, sino la posibilidad de participar en los asuntos de la co-
munidad, y esa posibilidad está regulada” (González Ochoa, 2004: 27). Con
el advenimiento de la polis, las relaciones sociales entre ciudadanos quedan
basadas en la igualdad y no ya en una estructura jerárquica de dominación,
que imperaba en la monarquía micénica, bajo la figura del rey denomina-
do ánax.6
La sociedad griega7 era una sociedad jerarquizada en la que los ciuda-
danos constituían la minoría, conformados por hombres libres, que poseían
un determinado patrimonio. Entre sí, los ciudadanos eran iguales ante la ley
(isonomía), lo que les permitía una igualdad en la participación en los asuntos
públicos, no de un modo arbitrario, sino regulada por la propia legislación
(nomos) de la polis (véase González Ochoa, 2004: 27): “Tal es la idea de isono-
mía que toma a la igualdad en forma de la relación más simple: 1/1. La úni-
ca «justa medida» susceptible de coordinar las relaciones entre ciudadanos
es la igualdad plena y total” (Vernant, 1992: 110).
Una extensa gama social quedaba excluida de la ciudadanía y por tan-
to de los derechos políticos: los metecos (extranjeros), los libertos (esclavos o
hijos de esclavos que conseguían su libertad), las mujeres, los niños y, por
supuesto, los esclavos.
Así pues, y de acuerdo con los seis puntos antes expuestos, la polis cum-
plirá diversas funciones:
...la polis como ideal filosófico, como unidad de sentido, como fundamento
de la virtud, del bien y de la verdad; la polis como un orden completo, mode-
lo —y no analogía— del cosmos; como una totalidad autosuficiente no sólo
económica y políticamente, sino filosóficamente, pues la verdad, la belleza, la
virtud y el bien no son objetos o fines de la polis, sino sus creaciones, sus más
bellos frutos (Bermuda, 2001: 36).
sión del poder, y en primer lugar al del demos (el cuerpo de los ciudadanos)”
(Baudart, 2004: 20 y 21).
Las reformas políticas de Solón, Clístenes y Pericles habrán de impactar
principalmente en tres instituciones de la polis que definirán la deliberación
política de la democracia ateniense. Dichas instituciones son el Demos, la
Boulé y la Ecclesia. Aun cuando no es posible referirse a las antiguas insti-
tuciones griegas conforme a las clasificaciones modernas, podríamos decir
que los magistrados cumplían una función ejecutiva, mientras que la Boulé
y la Ecclesia desempeñaban un rol legislativo. Finalmente, lo que correspon-
dería al ámbito judicial estaba materializado en el Consejo del Areópago y en
el tribunal del Heliea.
En relación con los magistrados,9 había algunos ordinarios, electos por
sorteo, que duraban en su cargo un año y estaba prohibida su reelección,
mientras que había otros, militares y financieros, que eran electos vía el
voto ciudadano. En ambos casos quedaban agrupados en cuerpos de diez,
correspondientes a las diez tribus que habrá de fundar Clístenes. De entre
todos los magistrados, existen diez que son los más relevantes, denominados
Arcontes, provenientes de cada tribu. De estos diez magistrados, el Arconte en
jefe, el Arconte rey y el Polemarco eran los más importantes, además de los seis
Arcontes menores restantes. Sus funciones serán judiciales, religiosas y admi-
nistrativas. Además estaban los magistrados generales, diez estrategoi, encar-
gados de la milicia y de lo naval —creados también por Clístenes—, cada
uno representante de cada tribu (González Ochoa, 2004: 38).
Referente a lo judicial en la antigua Atenas,10 el Consejo del Areópago y el
tribunal de Heliea desempeñaban papeles sobresalientes. Respecto al prime-
ro, era un cuerpo compuesto de exarcontes que tenían una función jurisdiccio-
nal en materia penal; atendían también asuntos extraordinarios y especiales
de la polis, por la gravedad de los casos ahí abordados. Se dice que Sócrates
fue juzgado y condenado a beber la cicuta precisamente en uno de ellos. El
tribunal del Heliea estaba conformado por seis mil ciudadanos de más de 30
años, denominados Helieastas (Baudart, 2004: 23 y 24), llamados también
Dicasterios o jurados populares, cuyos miembros se llamaban asimismo dicas-
tas (Petrie, 1972: 94), los cuales atendían la mayoría de los asuntos judiciales
de Atenas, de menor gravedad tanto de orden civil como penal.
Los tribunales desempeñaban un control popular sobre los magistrados
y las leyes de la polis, y sus miembros eran designados por los demos (Sabine
9
Para conocer las características generales de los magistrados véase “Principios genera-
les sobre los Magistrados” y “Los arcontes” en Petrie, A., op. cit.
10
Para conocer las características generales de los asuntos judiciales véase Petrie, 1972:
“El Consejo del Areópago” y “El procedimiento judicial ateniense: sus principios generales”.
2000: 35). En todos los casos, el sistema judicial estaba conformado por
ciudadanos de la propia polis, pues Grecia no desarrolló una estructura es-
pecializada:
1. El Demos
2. La Boulé
Sobre el concepto de paideia, apunta Jaeger: “Es imposible rehuir el empleo de expre-
11
siones modernas tales como civilización, cultura, tradición, literatura o educación. Pero ninguna de
ellas coincide realmente con lo que los griegos entendían por paideia. Cada uno de estos tér-
minos se reduce a expresar un aspecto de aquel concepto general, y para abarcar el campo
de conjunto del concepto griego sería necesario emplearlos todos a la vez” (Jaeger, 1992: 2).
3. La Ecclesia
(Finley, 1990: 83), por lo que quedaban excluidas de la misma todas aquellas
personas que no tuvieran dicho estatus político (mujeres, extranjeros, niños).
Anne Baudart proporciona una cifra mayor de ciudadanos de la Atenas del
siglo V (40,000) (Baudart, 2004: 23), lo que da cuenta de la variabilidad nu-
mérica en cuanto a las cifras se refiere.
Los ciudadanos que integraban la Ecclesia se reunían, aproximadamente
diez veces al año (Sabine, 2000: 33), en las faldas de un monte, en la Pnyx,
o en la plaza de un mercado. La apertura de sus sesiones estaba precedida
por una ceremonia religiosa. El heraldo era quien comunicaba los asuntos
del día a tratar, provenientes de la Boulé. Una vez leído el proyecto de reso-
lución, la Asamblea decidía si quería abordar los asuntos preparados por la
Boulé en sus términos y, en caso afirmativo, se procedía a la intervención oral
por parte de los ciudadanos, que podía durar cuanto tiempo fuera necesa-
rio hasta el momento de la votación de la Ecclesia para decidir lo respectivo.
Las resoluciones de la Ecclesia podían regresarse a la Boulé para su discu-
sión en los términos propuestos por la asamblea misma, en caso de alguna
modificación, o bien podían turnarse a la Boulé para dar cuenta de la ratifi-
cación de la decisión tomada por el Consejo y dar por enterado a éste de la
ejecución de lo acordado. Igualmente, si la determinación de la Ecclesia es-
taba relacionada con la creación de una Constitución o una reforma a ésta,
entonces se turnaba a la comisión de dicastas para la inclusión de la reforma
jurídica respectiva, cuidando en todo momento que no se incurriera en una
contradicción de ley (nomos).
De este modo, mediante los dos órganos referidos —la Boulé y la Eccle-
sia—, la deliberación política de la democracia ateniense mantenía vigentes
dos principios básicos que dieron sustento fundamental al régimen demo-
crático, a saber: la consecución de la isonomía y la generación de contrapesos
en las decisiones políticas de la polis. En relación con el primer principio
habría que señalar que si ya en la Boulé se materializaba el ideal ateniense
democrático de igualdad de participación de los ciudadanos conforme a la
ley, en la Ecclesia dicho ideal encontrará su apoteosis: en la Ecclesia “todos los
ciudadanos tienen el mismo derecho a tomar la palabra (isegoría), sus votos
valen exactamente lo mismo (isopsephía) y tienen la libertad moral de hablar
con absoluta franqueza (parrhesía)” (González Ochoa, 2004: 28).
La grandeza y novedad de la democracia ateniense, respecto a regí-
menes anteriores, tanto de Atenas como de otras poleis, se centró en este
sentido, en la colectivización de la toma de decisiones políticas, bajo con-
diciones de igualdad ante la ley. Antes de su instauración, dichas decisiones
quedaban a cargo, principalmente, del monarca o del tirano, según la época
histórica de que se trate:
De todos los rasgos que podrían resultar determinantes para definir la cali-
dad de la deliberación política de la democracia ateniense, resalto tres que
me parecen fundamentales.
Y para que los argumentos tuvieran un valor específico, los griegos otor-
garon a la palabra una cualidad esencial de entendimiento: “entre la políti-
ca y el logos hay, así una realización estrecha, una trabazón recíproca. El arte
político es, en lo esencial, un ejercicio del lenguaje; y el logos, en su origen,
adquiere conciencia de sí mismo, de sus reglas, de su eficacia, a través de su
función política” (Vernant, 1992: 62).
Si bien los designios del monarca o del tirano, anteriores a la democra-
cia griega, no necesitaban de su respectiva justificación, pues se imponían
a través de la fuerza, en la democracia ateniense las decisiones políticas de
la colectividad tenían que pasar por el rigor necesario del examen racional
expuesto a través del logos: “la ley de la polis, en contraposición al poder
absoluto del monarca, exige que las unas y las otras sean igualmente some-
tidas a «rendición de cuentas», eúdynai. No se imponen ya por la fuerza de
un prestigio personal o religioso; tienen que demostrar su rectitud mediante
procedimientos de orden dialéctico” (Vernant, 1992: 63 y 64).
En particular, en la deliberación política de la democracia ateniense, el
logos habrá de expresarse de manera primordial a través de la oratoria, lo
que contribuyó a que los ciudadanos pulieran sus respectivas dotes exposi-
tivas. En este sentido, en la democracia de Atenas, quien no tenía el don o
la habilidad de esgrimir sus argumentos mediante una adecuada exposición
oral, quedaba sumamente limitado para hacer valer sus respectivas razones.
Sobresale, por ejemplo, entre todos, la capacidad discursiva política de
Demóstenes, quien defendió a través de apasionados discursos la indepen-
dencia de las poleis en contra de Filipo. Al respecto, López Eire señala:
Así se concibe el respeto y adhesión que los antiguos han conservado durante
mucho tiempo a sus leyes. En ellas no veían una obra humana. Tenía un ori-
gen santo. No es una vana frase cuando Platón dice que obedecer a las leyes
es obedecer a los dioses. No hace más que expresar el pensamiento griego
cuando, en el Critón, muestra a Sócrates dando su vida porque la ley se la pide.
Antes de Sócrates, se había escrito en las Termópilas: —Viajero, di a Esparta
que hemos muerto aquí por obedecer a sus leyes—. La ley entre los antiguos
12
Paraun estudio pormenorizado de la ley en la Atenas clásica véase MacDowell, 1986.
Cfr.
13 el diálogo platónico Apología, que da cuenta del proceso y la defensa de Sócrates,
así como el diálogo Critón, que reproduce los últimos momentos de Sócrates.
fue siempre santa; en tiempo de la realeza fue reina de los reyes; en tiempos
de las repúblicas fue reina de los pueblos. Desobedecerla era sacrilegio (De
Coulanges, 2005: 184).
V. Bibliografía
Capítulo 4
TOTALITARISMO: ACERCA DEL RENACIMIENTO
DE UN CONCEPTO DESPUÉS DEL FIN
DEL RÉGIMEN COMUNISTA*
51
1 Debellatio (latín): victoria total, fin de la guerra; esto es, el fin de una guerra alcanzado por
medio de la destrucción completa, del aniquilamiento militar del enemigo (nota del editor).
2 Ernst Julius Röhm (1887-1934) fue un cercanísimo colaborador y amigo de Adolf
Hitler, así como su compinche en la intentona de golpe de Estado en 1923 y cabecilla de las
“Secciones de Asalto” (SA, Sturmabteilung), pero las diferencias políticas y personales se fueron
ahondando con el paso del tiempo, hasta que, por órdenes expresas de Hitler, Röhm fue
detenido y asesinado en su celda (nota del editor).
3
Von Beyme se refiere al libro Eichmann in Jerusalem: a Report on the Banality of Evil (1963),
publicado en la revista New Yorker. Existe traducción al español: Eichmann en Jerusalén. Un estu-
dio sobre la banalidad del mal, trad. de Carlos Ribalta, Lumen, Barcelona, 1967, 1999, 2003. Se
trata del criminal de guerra nazi Otto Adolf Eichmann, quien después de la Segunda Guerra
Mundial huyó a Argentina, fue trasladado subrepticiamente a Israel por agentes secretos de
este país, juzgado y ejecutado en 1962 (nota del editor).
Las controversias sobre los profetas vueltos hacia atrás, cuyo enfoque de ex-
plicación frente a los sistemas socialistas ha fracasado menos, serán pronto
obsoletas. No carece de una cierta tragedia que el concepto de totalitarismo
de Friedrich ya era parcialmente obsoleto cuando apareció su libro más ci-
tado; que un sabio polifacético, que trataba muchos temas entre la filosofía
del derecho de Aristóteles hasta la “patología de la política” en las modernas
democracias y que escribió obras perspicaces, según el Social Science Citation In-
dex, después de su muerte haya sido citado en un 75% debido a un libro que,
por sus pronósticos, en principio es erróneo. ¿Debería un pionero de la inves-
tigación social comparativa mantenerse en la memoria sólo por sus errores?
La filosofía política de Hannah Arendt la tuvo ahí más fácil: no se pre-
ocupó si algunos elementos que habían sido desarrollados eran aplicables a
ciertos países, y para nada la movía la pregunta de si los totalitarismos pos-
fascistas eran invencibles. Un enfoque ahistórico de la comparación puede
desistir del totalitarismo como concepto. Las dictaduras contemporáneas
pueden ser analizadas sin recurrir al concepto de Friedrich, cuyo principal
error fue que, a pesar de su esfuerzo en pos de clasificaciones generales de
las formas de dominación, permitió un vacío que podría denominarse “dic-
tadura autoritaria”. Los historiadores han reconocido, en retrospectiva, a
la República Democrática Alemana como “esencialmente más totalitaria
que la Alemania hitleriana” (Mitter y Wolle, 1993: 545). Este juicio sólo
tiene sentido si uno toma literalmente el criterio de Friedrich de la “policía
secreta totalmente desarrollada”. Una ampliación de esta característica es
la consideración del fin del régimen: “El Tercer Imperio [esto es, el “Tercer
Reich”, nota del editor] estuvo apoyado desde adentro y fue derribado des-
de afuera; la República Democrática Alemana —exactamente al revés—,
apoyada desde afuera y derribada desde adentro (Jesse, 1996: 282).
La dificultad que enfrenta la doctrina de las formas de dominación des-
cansa sobre todo en que pretende indicar cuándo un sistema político tran-
sita de un tipo a otro. En el caso de los Estados constitucionales, la clasifi-
cación es más sencilla: se puede señalar claramente cuándo una monarquía
pasó del absolutismo al constitucionalismo. Los sistemas parlamentarios y
presidenciales se distinguen fácilmente, aun cuando existen sistemas mixtos
semipresidenciales. Empero, la transformación de las dictaduras es más di-
fícil de fechar: el régimen de franco se transformó de un sistema extrema-
damente sangriento, casi fascista y totalitario, en una dictablanda, una dicta-
dura en desarrollo que se abrió al Occidente (Von Beyme, 1971: 186 y ss.).
Pero el proceso no se puede datar íntegramente, pues podrían considerarse
diferentes indicadores que no siempre se desarrollan de manera sincróni-
ca, como las posibilidades ampliadas de participación, pluralización de las
élites, apertura de la economía y el desmontaje de la retórica fascistoide. Si
escogemos el tipo que Stepan llama “régimen revolucionario”, para darle
la vuelta al dilema de los criterios del totalitarismo, las controversias apenas
se atenúan: ¿fueron los pseudogolpes de Mussolini y Hitler en verdad revo-
luciones? ¿O debe llamarse “revolucionario” sólo un sistema que intente
cambiar por completo a la sociedad? (Stepan 1986). La razón menos plau-
sible para la tarea del concepto de totalitarismo es el argumento de que las
dictaduras totalitarias pertenecen al pasado. Tiempo ha que el feudalismo
está muerto, mas permanece —a pesar de ocasional oposición— como el
concepto más extendido para la denominación de toda una época (Sartori,
1987: 188). El régimen nazi no representa ninguna dificultad tipológica:
fue totalitario desde el principio hasta el final, y durante la guerra se volvió
incluso más totalitario. ¿Se puede, empero, clasificar a la Unión Soviética
hasta el final como un sistema totalitario?
Estoy de acuerdo con Sartori en que no debemos abandonar un con-
cepto en tanto no tengamos uno mejor, sin embargo, mi fundamentación se
aparta de la de él. Puesto que utilizamos la noción de totalitarismo para un
tipo de dominación que pertenece al pasado, podemos mejorar el concepto,
libres ya de lemas de campañas políticas que daten de la época de la com-
petencia entre los sistemas. Esto también ha ocurrido continuamente con el
concepto de feudalismo. El argumento menos convincente de Sartori para
el concepto del totalitarismo es la tesis de que designaría a un síndrome para
una sociedad en su totalidad. Con ello se acerca con demasiada fuerza la tipolo-
gía empírica a la filosofía política como para producir conocimiento todavía
intersubjetivamente transmisible.
Para contradecir a los autores que me han guiado como testigos en la ta-
rea del concepto de totalitarismo (Schmalz-Bruns, 1995: 129): soy partida-
rio de conservar el concepto, pero bajo una estricta delimitación histórica,
y esto debido a razones muy pragmáticas en el sentido de la primera tesis
de Sartori. Como nominalista no me agrada luchar en la última trinchera
a favor o en contra de un concepto. Razones pragmáticas, empero, hablan
en contra de encasillar a todas las dictaduras duras como totalitarias o au-
toritarias (dictadura al contrario de una erosionada dictablanda). Mientras más
amplio sea el concepto general, mayor será la presión para formar subtipos.
Si “autoritarismo” fuese el término genérico, “totalitarismo” aparecería
nuevamente como una denominación para un inevitable subtipo.
IV. Bibliografía
Amalrik, Andrej A. (1970), Kann die Sowjetunion das Jahr 1984 erleben? (“¿Pue-
de la Unión Soviética llegar al año 1984?”), Zúrich, Diogenes.
CAPÍTULO 5
EL CARÁCTER ÚNICO DE LA SOCIEDAD
TOTALITARIA*
Carl J. Friedrich
*
Este texto es una versión acortada de una conferencia sustentada en marzo de 1953
y publicado originalmente, en inglés, en Friedrich, 1954: 47-60; después se publicó también
en alemán (Seidel y Jenkner, 1968: 179-196. Nosotros nos hemos basado en: Mohr, Arno y
Dieter, Nohlen (ed.), 2008, Politikwissenschaft in Heidelberg. 50 Jahre Institut für Politische Wissens-
chaft (“Ciencia política en Heidelberg: 50 años del Instituto de Ciencia Política”), Heidelberg,
Universitätsverlag Winter. Agradezco la amabilidad de los editores y de la casa editorial por
permitirnos la publicación de la presente traducción (nota del editor).
69
70 CARL J. FRIEDRICH
72 CARL J. FRIEDRICH
3 Front populaire (“Frente popular”, en francés): con esta denominación se refiere el autor
a la época del gobierno de los partidos unidos de la izquierda francesa que llegaron al poder
en 1936; en el texto original, emplea el nombre en alemán: Volksfronttage, es decir, los días o
la época del Frente Popular (nota del editor).
4
Rudolf Hilferding (1877-1941): político, teórico y economista marxista, fue dos veces
Ministro de Finanzas en Alemania y editor, junto a Max Adler, de los Marx-Studien (“Estudios
sobre Marx”) una serie de publicaciones que se ocupaban de la teoría marxista; Hilferding
murió a manos de la Gestapo (nota del editor).
5
Thorstein Veblen (1857-1929): economista y sociólogo estadounidense de origen no-
ruego. Heinrich Himmler (1900-1945): político perteneciente al partido nacionalsocialista;
durante la dictadura, solamente Hitler acaparó más poder y facultades que él; fue uno de
los más sanguinarios criminales de guerra, pero escapó al juicio por crímenes de guerra al
suicidarse en prisión (nota del editor).
74 CARL J. FRIEDRICH
los medios decisivos de lucha (en las manos del partido y de los cuadros a él
subordinados de la burocracia y de las fuerzas armadas); 4) un monopolio
similar técnicamente condicionado y casi perfecto del control (en las mismas
manos) sobre todos los medios decisivos de comunicación de masas, como
prensa, radiodifusión, cine, etcétera; 5) un sistema de control terrorista poli-
ciaco, que para sus efectos descansa en los puntos 3 y 4, y significativamen-
te se dirige no solamente contra los “enemigos” confirmados del régimen,
sino contra grupos de la población escogidos arbitrariamente; en el caso de
esta selección por cuenta propia se trata de medidas para asegurar la conti-
nuidad del régimen, así como de “consecuencias” ideológicas en las que se
hace uso sistemático de conocimientos psicológicos.
La propuesta de agregar a estos cinco complejos de características esen-
ciales a la policía secreta, que está por encima del ejército, parece no ser
aceptable, puesto que estos dos factores son polémicos, mientras que los
mencionados cinco por lo general son reconocidos como características de
este régimen existentes en los hechos. Descansa en la naturaleza de las cosas
el hecho de que es difícil establecer cuándo y en qué medida la policía se-
creta adquiere un sobrepeso sobre el ejército. Una segunda dificultad surge
a partir del hecho de que la policía, como rama de la administración civil,
también gana en significado, incluso en los Estados constitucionalmente go-
bernados.
El argumento de que una transformación violenta total sea también
una característica decisiva de los sistemas totalitarios es por completo im-
portante, sin embargo, es cuestionable si este aspecto de la dominación total
tiene el suficiente precio propio. A mí me parece que está contenido en la
primera de las cinco características, en donde se sostiene que “cada miem-
bro de esta sociedad tiene que apoyarse en la ideología oficial”. En aras de
la claridad, los cinco complejos característicos principales no deberían am-
pliarse de manera innecesaria.
Dentro de las muy tensas similitudes existen, como ya hemos mencio-
nado, en relación con el tiempo y el lugar, variaciones significativas. Por
ejemplo, hoy parece que el partido en la Unión Soviética juega un papel
menor que antaño; la ideología es, a causa de la Biblia marxista en la Unión
Soviética, más rígida que aquélla del fascismo italiano o del alemán, en
donde la ideología era formulada por el caudillo del partido, y —para dar
una tercera ilustración cualquiera— el exterminio de los judíos por parte
de Hitler fue motivado ideológicamente y estaba en contraposición con las
necesidades inmediatas del régimen, mientras que hace poco la persecución
de judíos por parte de Stalin aparentemente se llevó a cabo como una re-
acción frente a exigencias de la situación internacional y no por razones de
76 CARL J. FRIEDRICH
Die
7 Iden des März: en español “Los Idus de Marzo”, del latín Idus Martii. Los Idus eran
días de buenos augurios en el calendario romano; en algunos meses era el día 15, en otros, el
13. Sin embargo, en muchos idiomas esta frase sirve como metáfora para presagiar días de
infortunio, pues César fue asesinado precisamente un 15 de marzo (nota del editor).
8 Heinrich Himmler (1900-1945): responsable del aparato policial secreto durante el
régimen nacionalsocialista en Alemania (véase, supra, nota 6). Lawrenti Beria o Berija (1899-
1953): jefe de la policía secreta durante el régimen de Stalin en la Unión Soviética. Ambos
personifican la política de terror y violencia criminal en los regímenes totalitarios (nota del
editor).
9
Friedrich se refiere a Pedro I (1672-1725), llamado “el Grande”, primer zar de Rusia,
y a Federico II de Prusia (1712-1786), conocido igualmente con el mismo epíteto (nota del
editor).
78 CARL J. FRIEDRICH
lentos hasta ahora nunca vistos, y que se ha puesto de relieve como el rasgo
decisivo de estas sociedades (injustamente, según creemos, puesto que en la
historia de la dominación humana, el embotamiento moral se ha mostrado
repetidas veces. En cuanto a la moral, ni Nerón ni Cesare Borgia se quedan
muy atrás de los dictadores de nuestro tiempo; su amoralidad parece inclu-
so llegar más al fondo, pues no se cubren con aparentes objetivos morales,
como sí ocurre con los comunistas en todo el mundo), este embotamiento
moral es completamente extraño a los pensadores que hemos mencionado.
Todos ellos son ardientes racionalistas, si no es que incluso moralistas, mien-
tras que los actuales representantes del totalitarismo son en este aspecto
totalmente indiferentes, puesto que abordan a la sociedad en el fondo como
si fueran técnicos. Resuelven problemas de una manera que ellos tienen por
“científica” y niegan, al mismo tiempo, el significado de la libertad, sobre
todo de la libertad de investigar, de enseñar y de aprender, que representan
los requisitos esenciales de la verdad científica.
Estrechamente relacionado con estas características de lo novedoso y
de la diferencia conceptual es el problema de la sucesión, hasta ahora sin
resolver en los regímenes totalitarios. La cuestión ha surgido hace poco con
la muerte de Stalin. La mayor parte de los comentarios desvelan de mane-
ra fulminante la irremediable carencia de comprensión con la realidad del
totalitarismo, al discutirse seriamente sobre el sucesor de Stalin, como si
éste tuviera un cargo legal o tradicionalmente establecido, como lo tenían
el rey de Francia o también los zares rusos. El problema de la sucesión no
ha sido resuelto hasta ahora en ninguna sociedad totalitaria. Se trata de
una deficiencia de mucho peso en vista del significado que la sucesión ha
tenido a lo largo de los siglos. La democracia constitucional y la monarquía
hereditaria, el despotismo del Oriente que endiosa al soberano, así como
sus formas primitivas antiquísimas y tribales giran todas alrededor de esta
cuestión de la sucesión. En cuanto a esto, la tiranía muestra —tal como lo
consigna Aristóteles y también lo enseña la historia de los dos Napoleo-
nes— una permanente debilidad. Quizá descubrirán las sociedades totalita-
rias algún medio para superar este problema. El material documental sobre
el fascismo, que hoy está a nuestro alcance en gran volumen, no contiene
ningún orden verdaderamente sólido en la sucesión, cuyo desarrollo choca
con gigantescos obstáculos. La construcción de una glorificación concen-
trada en un “padre del pueblo” o en un “caudillo” (Führer, en el original
alemán [nota del editor]), equiparable a la antigua deificación de los reyes y
que incluso momentáneamente la llega a superar, tiene necesariamente que
crear un vacío en el instante en el que esta figura única emprende el “ca-
80 CARL J. FRIEDRICH
Bibliografía
10
El autor se refiere a Henri-Louis Bergson (1859-1941), filósofo y literato francés (nota
del editor).
82 CARL J. FRIEDRICH
Capítulo 6
EL RÉGIMEN AUTORITARIO*
* Nota del editor: una primera versión del texto de este capítulo aparece en Nohlen,
Dieter y Schultze, Rainer-Olaf (eds.), Diccionario de ciencia política, Xalapa-Ciudad de Méxi-
co, El Colegio de Veracruz-Porrúa, 2006, pp. 1180-1183. El editor de estas antologías ha
adaptado dicho texto para los fines de esta colección, cuya redacción es diferente de la de un
diccionario. Las abreviaturas que aparecen en el original se han desdoblado y los ocasionales
errores de redacción, de traducción o de imprenta se han corregido en la versión presente
sin hacer ningún señalamiento. Todas las citas que se consignen a pie de página provienen
del mismo diccionario y a ellas remite el documento original; en este caso solamente se anota
el concepto respectivo, no la entrada completa. El nombre del autor correspondiente se en-
cuentra al final de la cita, entre paréntesis y junto al número de la página donde aparece el
concepto señalado. Agradezco la amable autorización del editor del diccionario y de la casa
editorial para publicar este texto.
1 Totalitarismo: véase el capítulo 4 del presente volumen. Democracia: remitimos al amable
lector al capítulo 10 de este volumen.
83
EL RÉGIMEN AUTORITARIO 85
Sistema
8 de partidos: la red de relaciones de los partidos que actúan en una sociedad,
la cual puede ser descrita según diferentes características: número, relaciones de tamaño,
distribución del poder, distancias ideológicas, esquemas de interacción de los partidos (verti-
calmente, entre ellos y horizontalmente, con las clases sociales y los grupos de interés), grado
de institucionalización, etcétera (Bendel, Petra: 1259).
9 Conflictos: como riña o enfrentamiento, el conflicto está siempre presente en la vida
social y es tan importante como el consenso y la armonía. Los conflictos se pueden presentar
entre dos Estados al igual que entre la asociación patronal y el sindicato, la dirección de
la empresa y el consejo administrativo, los padres y los hijos, pero también entre el interés
familiar y profesional de una persona. Por ello, los conflictos se distinguen por su objeto, su
causa, su nivel, su modalidad, su intensidad, su contenido de violencia y las formas de lograr
su control y solución (Strasser, Hermann: 248 y 249).
EL RÉGIMEN AUTORITARIO 87
Guerra
13 civil: el uso organizado de violencia en gran magnitud entre diferentes grupos
en el marco de un Estado, ya sea entre el gobierno y las fuerzas armadas dirigidas contra
él, o entre grupos en una situación en la que no hay gobierno [Anarquía] (Rudolf, Peter y
Montaña, Silvia: 665).
Sociedad civil: denomina una esfera de acción colectiva y de discursos públicos que
14
actúa entre el ámbito privado y el Estado. Su núcleo organizativo es conformado por una
diversidad de asociaciones plurales, incluso en competencia, que organizan sus asuntos de
modo relativamente autónomo y expresan sus intereses tanto materiales como no materiales
(Thiery, Peter: 1288). Véase, además, el capítulo 15 del presente volumen.
EL RÉGIMEN AUTORITARIO 89
Bibliografía
Capítulo 7
LOS REGÍMENES AUTORITARIOS*
Dieter Nohlen
91
92 DIETER NOHLEN
del Tercer Mundo como causa frecuente de conflicto. Características de un grupo étnico son
aspectos culturales comunes, sobre todo el idioma, así como experiencias históricas reales o
supuestas, esto es, una tradición común (que permanece manipulable). La pertenencia a un
grupo étnico no es rígida, sino variable… (Hartmann, Christof: 270).
94 DIETER NOHLEN
Bibliografía
con motivo de su raza, religión, nacionalidad u opinión política [y] que se encuentran fuera
del territorio de su patria, al que no pueden regresar (Nohlen, Dieter: 287).
7 Democratización/redemocratización: En el ámbito de la doctrina de los sistemas políticos
y de su transformación [es] las transición de un Estado de una forma de dominación auto-
ritaria a una democracia plural; si existían ya en la fase preautoritaria del país en cuestión
condiciones democráticas se habla de una redemocratización (Nohlen, Dieter: 179).
Capítulo 8
EL CAMBIO DE SISTEMA POLÍTICO*
Dieter Nohlen
* Nota del editor: este capítulo está basado en los siguientes textos: a) Nohlen, Dieter
(ed.), Lexikon Dritte Welt (“Diccionario del Tercer Mundo”), Rowohlt Taschenbuch Verlag,
Reinbek bei Hamburg 2000, pp. 765-768; b) Nohlen, Dieter y Schultze, Rainer-Olaf (eds.),
Lexikon der Politikwissenschaft (“Diccionario de la Ciencia Política”), Múnich, Verlag C. H.
Beck, 2005, pp. 1006-1009; c) Nohlen, Dieter y Schultze, Rainer-Olaf (eds.), Diccionario de
ciencia política, Xalapa-Ciudad de México, El Colegio de Veracruz-Porrúa, 2006, pp. 123-127.
El editor de estas antologías ha adaptado dichos textos para los fines de esta colección, cuya
redacción es diferente de la de un diccionario, además de que en este capítulo el texto es el
resultado de la combinación de tres documentos previos. Las abreviaturas que aparecen en
los textos originales se han desdoblado en la versión presente sin hacer ningún señalamiento,
al igual que los ocasionales errores de redacción, de traducción o de imprenta. Todas las citas
que se consignen a pie de página provienen de las mismas fuentes y a ellas remite el docu-
mento original; en este caso solamente se anota aquí el concepto respectivo, no la entrada
completa. Dichas citas están tomadas de la fuente “c)”. El nombre del autor correspondiente
se encuentra al final de la cita, entre paréntesis y junto al número de la página donde aparece
el concepto señalado. Agradezco la amable autorización de los editores de los diccionarios y
de las casas editoriales para publicar este texto.
1 Dictadura: dominio de una persona, grupo, partido o clase que ha monopolizado el po-
der en el Estado y lo ejerce sin limitaciones o sin grandes limitaciones (Schultze, Rainer-Olaf:
413). Régimen autoritario: véanse los capítulos 6 y 7 del presente volumen. Totalitarismo: desig-
nación para una forma de dominación que pretende someter a la sociedad y a los individuos
a un control total, no limitado por los derechos fundamentales ni por la división de poderes
(Rieger, Günter: 1487); véase el capítulo cuarto de este volumen. Democracia: véase capítulo
10 de estas antologías.
97
98 DIETER NOHLEN
Sociedad
9 civil: denomina a una esfera de acción colectiva y de discursos públicos que
actúa entre el ámbito privado y el estado. Su núcleo organizativo está conformado por una
diversidad de asociaciones plurales, incluso en competencia, que organizan sus asuntos de
modo relativamente autónomo y expresan sus intereses tanto materiales como no materia-
les (Schultze, Rainer-Olaf: 1288); véase capítulo 15. Derechos humanos/derechos fundamentales/
derechos civiles: designan con contenidos significativos, en parte idénticos, en parte divergentes,
derechos fundamentales que deben regular o regulan la posición de los individuos en la
comunidad política como derecho codificados, aseguran una norma mínima unificada y
validable de libertad individual e igualdad política y social (Rieger, Günter: 387).
Presidencialismo: [sistema de gobierno, que] se distingue por una separación relativa-
10
mente fuerte del parlamento y del gobierno. El presidente, que reúne las funciones de jefe de
gobierno y jefe de Estado en sí mismo, no puede de ningún modo pertenecer al Congreso. El
gobierno recibe su legitimación a través de la elección popular del presidente (Jesse, Eckhard
y Nohlen, Dieter: 1114). Parlamentarismo: …se distingue por el lugar que ocupan las institu-
ciones del parlamento, el gobierno y el jefe de Estado…: el parlamento… elige y controla al
gobierno y ejerce la legislación (Von Alemann, Ulrich y Nohlen, Dieter: 992). Véase Sistemas
electorales: procedimientos de formación de órganos de representación política en las eleccio-
nes…; regulan la manera de cómo el elector puede expresar su preferencia política en votos
y cómo ese voto se convierte en decisiones sobre la ocupación personal de cargos y escaños y
la composición (partidista) de asambleas representativas (Nohlen, Dieter: 1261). Asesoría polí-
tica: en una amplia acepción, una diferenciación de papeles, en la cual un asesor (externo al
sistema político administrativo) se acerca al político, que espera de él una ayuda para tomar
una decisión… en una acepción más estricta del concepto, se limita a la participación de
cepción de la ciencia política, la limitación de un poder, el control del ejercicio del poder y la
sanción del abuso de poder (Nohlen, Dieter: 7). Estado de derecho: un concepto que se sustrae
a una formulación sencilla y a través de una fórmula. Su objetivo es la sujeción jurídica del
Estado. Dado que la cuestión de la relación del derecho y la política siempre puede recibir
solamente una respuesta referida temporalmente, pero no una respuesta concluyente [este
concepto] sigue estando abierto para las condiciones y concepciones políticas y sociales co-
rrespondientes (Benda, Ernst: 546).
Democracias electorales: véase capítulo 10 de estas antologías.
13
Bibliografía
Capítulo 9
EL CONTROL DEL PODER EN TIEMPOS
DE TRANSICIÓN. ALEMANIA, ESPAÑA, MÉXICO*
Dieter Nohlen
I. Consideraciones preliminares
El control del poder es, sin lugar a duda, un tema clásico de la teoría política.
Sin embargo, no conviene en esta oportunidad citar a todos los autores de
prestigio que han contribuido al debate, desde la antigua Grecia, pasando
por los grandes teóricos de la separación de poderes hasta los pensadores de
hoy en día, iluminando el papel crucial que desempeña el control del poder
en el concepto del buen gobierno y de la democracia constitucional, así como
tampoco su relación con uno de los más altos valores de la política: la libertad.
* Este texto está basado en una conferencia magistral en la ciudad de Morelia, en el
marco de un homenaje al doctor Nohlen con motivo de su septuagésimo aniversario orga-
nizado por el Congreso del Estado de Michoacán y la Universidad Vasco de Quiroga (no-
viembre de 2009). El ensayo se publicó posteriormente en Häberle, Peter y García Belaunde,
Domingo (coords.), 2011, El control del poder. Homenaje a Diego Valadés, México, UNAM, Insti-
tuto de Investigaciones Jurídicas, t. 1: 387-399. Con algunas variantes, lo ponemos ahora al
alcance de nuestros lectores (nota del editor).
107
II. Alemania
El totalitarismo fue visto no tanto como resultado de falta de control del po-
der, sino de falta de capacidad funcional de la institucionalidad política de la
democracia de Weimar. Conforme a este diagnóstico, se profesó un concepto
integrado de control, control ex ante, haciendo depender el gobierno de la ma-
yoría parlamentaria, estabilizando este gobierno en caso de que perdiera la
mayoría parlamentaria, y control ex post por el propio electorado, confirman-
do a los gobernantes o retirando su confianza en ellos según la evaluación de
su gestión por parte de los gobernados. Segundo, por confiar en las elecciones
como principal medio de control del poder político.
III. España
IV. México
V. Consideraciones finales
VI. Bibliografía
Aragón, Manuel (1995), Constitución y control del poder, Buenos Aires, Edicio-
nes Ciudad Argentina.
Carpizo, Jorge (2007), Concepto de democracia y sistema de gobierno en América
Latina, México, UNAM.
CITEP (Centro de Investigación y Técnicas Políticas) (1977), Ley electoral y
consecuencias políticas, Madrid, Ediciones CITEP.
González Encinar, José Juan et al. (1992), “El proceso constituyente. En-
señanzas a partir de cuatro casos recientes: España, Portugal, Brasil y Chi-
le”, Iberamerikanisches Archiv, Neue Folge 18.
Helms, Ludger (2006), “Control político”, en Nohlen, Dieter et al. Diccio-
nario de ciencia política, Xalapa-Ciudad de México, El Colegio de Veracruz-
Porrúa, t. I.
Huerta Ochoa, Carla (2001), Mecanismos constitucionales para el control del po-
der, 2a. ed., México, UNAM.
Loewenstein, Karl (1970), Teoría de la Constitución, 2a. ed., Barcelona, Ariel.
Meyn, Karl U. (1982), Kontrolle als Verfassungsprinzip (“Control como principio
constitucional”), Baden-Baden, Nomos.
Maravall, José María (2003), El control de los políticos, Madrid, Taurus.
Nohlen, Dieter (2008), “Instituciones y cultura política”, en Dieter Nohlen:
Derecho y política en su contexto, México, UNAM, 2008.
——— y Hildenbrand, Andreas (2005), Spanien. Wirtschaft, Gesellschaft, Poli-
tik (“España: economía, sociedad, política”), Wiesbaden, Verlag für Sozia-
lwissenschaften.
——— y Huneeus, Carlos (1984), “Elitenwettbewerb in der Spätphase des
Franco-Regimes” (“Competencia de élites en la fase tardía del régimen de
Franco”), en Waldmann, Peter et al. (eds.), Sozialer Wandel und Herschaft im
Spanien Francos (“Cambio social y dominación en la España de Franco”),
Paderborn, Schöningh-Verlag.
Refugio González, María del y López Ayllón, Sergio (eds.) (1999),
Transiciones y diseños institucionales, México, UNAM.
Sternberger, Dolf (1964), “Parlamentarische Regierung und parlamen-
tarische Kontrolle” (“Sistema parlamentario y control parlamentario”),
Politische Vierteljahresschrift, 5.
Tsebelis, George (2002), Veto Players, Princeton, Princeton University Press.
Valadés, Diego (2000), Constitución y democracia, México, UNAM.
Capítulo 10
LA DEMOCRACIA
Rainer-Olaf Schultze
* Nota del editor: este capítulo está basado en dos textos “emparentados”: el primero,
que sirve de base al segundo, está escrito originalmente en alemán y apareció en Nohlen,
Dieter y Schultze, Rainer-Olaf, 2005, Lexikon der Politikwissenschaft (“Diccionario de ciencia
política”), editado por Múnich, Verlag C. H. Beck: 128-132; el segundo es una traducción
del anterior texto, aunque con ligeras variantes, y aparece en Nohlen, Dieter y Schultze,
Rainer-Olaf, 2006, Diccionario de ciencia política, Xalapa-Ciudad de México, El Colegio de
Veracruz-Porrúa, 2006, pp. 1179-1180. El editor de estas antologías ha adaptado dichos tex-
tos para los fines de esta colección, generando uno solo, cuya redacción es, además, diferente
de la de un diccionario. Las abreviaturas que aparecen en el original se han desdoblado y los
ocasionales errores de redacción, de traducción o de imprenta se han corregido en la versión
presente sin hacer ningún señalamiento; de la misma manera se ha procedido en las partes
en que ambos textos no son iguales, al omitir uno de ellos lo que en el otro aparece. Todas
las citas que se consignen a pie de página provienen del mismo diccionario del que procede
el texto y a ellas remite el documento original; en este caso solamente se anota el concepto
respectivo, no la entrada completa. Un asterisco (*) antes del nombre del autor de la entrada
indica que la cita está tomada de la obra en alemán, pero cuando la cita proviene del texto
en español no se indica nada en especial. El nombre del autor correspondiente se encuentra
al final de la cita, entre paréntesis y junto al número de la página donde aparece el concepto
señalado. Agradezco la amable autorización de los editores de los diccionarios y de las casas
editoriales para publicar este texto.
1 Dominación: véase el capítulo 2 del presente volumen. Formas del Estado: organización de
las instituciones, estructura y esquema de acción de la dominación política, cuya variedad
puede ser clasificada de manera muy diversa (Schultze, Rainer-Olaf: 624). Monarquía: (del
griego monarchía= dominación unitaria) designación de la forma de Estado en la cual una sola
persona, específicamente legitimada, ejerce el más alto poder del Estado, de manera autóno-
ma y largo plazo, a diferencia de la democracia, de la aristocracia o de la república (Weber,
Wolfgang: 912). Aristocracia: (del griego aristokratía=dominación de los mejores), denomina-
ción …para la tercera forma de Estado clásica, opuesta a la democracia y a la monarquía,
en la cual una elite destacada por pretensión propia y asignación ajena, con respecto a la
119
LA DEMOCRACIA 121
Ámbito público: al igual que el concepto de opinión pública, se vincula al principio de apertura
y por lo tanto enfatiza que algo no es secreto ni privado, sino público. …tras esta noción
radican dos contenidos que tienen que ser distinguidos por principio. El primero apunta a
un estado de cosas, es decir, a una descripción de una situación, y el segundo; a un concepto
más precisamente a afirmaciones teóricas y valorativas respecto a la esfera pública (según
Hölscher) (Kleinsteuber, Hans J.: 19). Oposición: …en sentido amplio, la resistencia dirigida
contra las autoridades; en el sentido estricto del concepto, orientado por la historia de su sur-
gimiento, oposición significa la contradicción, organizada e institucionalizada, en contra del
gobierno y de su mayoría parlamentaria que se desarrolla dentro del consenso fundamental
de una sociedad (Schüttemeyer, Suzanne S.: 973).
5 Responsividad: [también se emplea en inglés: Accountability, y designa] la responsabilidad
de un poder —en la concepción de la ciencia política: la limitación del poder, el control del
ejercicio del poder y la sanción del abuso del poder— (Nohlen, Dieter: 7). Justicia: en la filo-
sofía occidental desde Platón y Aristóteles, una reconocida idea moral que guía al derecho,
al Estado y a la política, y, en cuanto a virtud cardinal también a los individuos. La historia
de conceptos debe a ambos pensadores una cantidad de puntos de vista y comprensiones
tal que las reflexiones posteriores en gran parte parecen ser la recepción del y el comentario
sobre ideas de Platón y Aristóteles. Por otra parte, los criterios o principios más detallados de
la justicia son tan controvertidos que, sobre todo en la era moderna, se extiende en diferentes
variantes un escepticismo respecto a la teoría de la justicia (Höffe, Ottfried: 794).
6 Estado de derecho: un concepto que se sustrae a una formulación sencilla y a través de una
fórmula. Su objetivo es la sujeción jurídica del Estado. Dado que la cuestión de la relación del
derecho y la política siempre puede recibir solamente una respuesta referida temporalmente,
pero no una respuesta concluyente, el concepto de Estado de derecho, sigue estando abierto
para las condición y concepciones políticas y sociales correspondientes. La traducción usual
del Estado de derecho como aquel en el que rige la ley designa el objetivo pero no los ele-
mentos conceptuales esenciales al respecto (Benda, Ernst: 546). División de poderes: concepto
para agrupar instituciones y sus funciones con el fin de impedir el abuso de poder estatal; los
inicios del desarrollo de esta concepción se encuentran ya en la teoría antigua del Estado con
las ideas sobre una Constitución mixta (Schüttemeyer, Suzanne S.: 428).
Democratización
7 fundamental: principio formulado por K. Mannhein (1893-1847) que
plantea la inclusión de estratos sociales cada vez más amplios en la toma de decisiones políti-
cas, causada por sus aspiraciones de participar políticamente y formar parte del poder social y
político (Zinterer, Tanja: 357). Movimiento obrero: pueden distinguirse dos conceptos: en sentido
amplio, el movimiento social de masas del periodo histórico del capitalismo y de la industria-
lización, que —sostenido por asalariados y sus familias— se propone lograr la emancipación
política y social de la clase obrera; en sentido estricto, la totalidad “de los esfuerzos, basados
en los principios de la reunión colectiva, de las clases manufactureras por mejorar su situación
social y por lograr derechos políticos a través de esta lucha” (Mommsen, 1966: 273) (Lösche,
Peter: 917). Democracia de partidos: en la concepción valorativa neutral, una democracia en la
cual los partidos desempeñan un importante papel en el proceso de formación de voluntad
política y decisión (party, government). En la concepción crítica de los partidos, una democracia
en la cual los partidos políticos ejercen una dominación que comprende todo, de manera aná-
loga a como se enfatiza en la crítica al Estado de partidos (Bendel, Petra: 355). Véase Estado
de partidos: originalmente, un término de la teoría del Estado de Weimar, que adjudicaba a
los partidos funciones decisivas para la organización del orden legal estatal; en algunos casos
fungió como concepto de lucha político-polémico, que se volvió de forma despectiva contra
la democracia de partidos. Primero con una carga ampliamente positiva, en la República
Federal de Alemania, el Estado de partido designa la función de los partidos como portadores
dominantes de la formación de la voluntad política, dado que estos están apoyados de igual
manera en el pueblo y en el Estado. Donde se considera excesiva la influencia de los partidos
políticos sobre el Estado y la sociedad, el concepto se utiliza de forma despectiva (Bendel,
Petra: 550). Estado de bienestar: una forma institucionalizada de seguridad social garantiza un
mínimo de supervivencia para cada persona, protege de los riesgos elementales de la sociedad
industrial moderna (particularmente: edad, desempleo, salud, accidentes, atención) y comba-
te el grado de desigualdad social por medio de la redistribución. El Estado de bienestar forma
en los países occidentales, junto con la democracia y el capitalismo, una estructura compleja
de interdependencia y es característico para estos sistemas [pese a las marcadas diferencias
nacionales y a los conflictos políticos] (Schmid, Josef: 541).
8 Democracia deliberativa: (del latín deliberare=sopesar, aconsejar), modelo normativo de de-
mocracia que (de manera muy semejante a la teoría del discurso de J. Habermas) apuesta
por la capacidad de convencimiento de las consideraciones y conclusiones sistemáticas en el
debate público y por una acción de los ciudadanos orientada por la comprensión y la comu-
nicación (Schultze, Rainer-Olaf: 341).
LA DEMOCRACIA 123
Bien común: remitimos al lector al capítulo 10 del primer volumen de estas “Antologías”.
9
público, designados constitucionalmente, que actúan en nombre del pueblo, pero sin su en-
cargo obligatorio, que derivan su autoridad de forma mediata o inmediata del pueblo y la
legitiman con la pretensión de servir al bien común y de hacer de esta manera su verdadera
voluntad” (Von Alemann, Ulrich y Nohlen, Dieter: 1216 y 1217). Véase Elección: técnica para
formar órganos representativos o nombrar a una persona para un cargo. Las elecciones son
el método de nombramiento para el dominio público que periódicamente hace participar
a los ciudadanos sujetos al dominio en la renovación de la dirección política (mediante la
selección y la libre elección entre alternativas materiales y personales en competencia), en
un procedimiento formalizado (siguiendo reglas de juego) y fundado en el acuerdo (Nohlen,
Dieter: 463). Véase comportamiento electoral: el comportamiento político de los ciudadanos en
las elecciones y referendos con el fin de la asignación y distribución del poder por medio
de la decisión selectiva entre alternativas personales, partidistas y programáticas (Schultze,
Rainer-Olaf: 228).
11 Nueva economía política: (en inglés public choice) también llamada “teoría económica de
la política”, aplica el modelo de la conducta y el instrumentario metódico de las ciencias
económicas a las instituciones y procedimientos políticos de decisión (Holzinger, Katharina:
961). Teorías de la elección racional: (Rational Choice) concepto usual en las ciencias sociales para
una familia de teorías que explican la realidad política, económica y social a partir de accio-
nes racionales de individuos bajo el punto de vista del análisis del costo-beneficio (Holzinger,
Katharina: 1430).
12 Véase Poliarquía: (en griego: “gobierno de muchos”) en la Antigüedad griega, la po-
liarquía, como dominación de centros de poder más pequeños (distinta de la oligarquía o
gobierno de pocos) no tenía un lugar fijo en la tipología constitucional clásica. R. A. Dahl
(1961) introduce de nuevo el concepto, con el fin de designar, distinguiéndolo del sistema
democrático ideal, sus imperfectas aproximaciones en la política fáctica empírica (Weiss,
Ulrich: 1051).
13 Democracia directa: la dominación directa del pueblo, a diferencia de la democracia repre-
sentativa, en la cual la dominación es ejercida por representantes elegidos por el pueblo (Lös-
che, Peter: 343). Democracia plebiscitaria: sinónimo de democracia directa, en la cual el pueblo
(en la forma de la asamblea de todos los ciudadanos activos) toma directamente las decisiones
políticas, como por ejemplo en las ciudades-Estados griegas de la Antigüedad, las comunida-
LA DEMOCRACIA 125
des regionales suizas, los town meetings de los Estados Unidos. Su condición previa necesaria es
(a diferencia de la democracia representativa) el territorio delimitado (Schultze, Rainer-Olaf:
349). Consejos: instituciones de la democracia directa, que pueden ser descritas respecto a sus
tipos ideales con base en determinados elementos organizativos y principios sociales, de dife-
rentes maneras (Lösche, Peter: 256). Votaciones: procedimiento para determinar la mayoría en
relación a decisiones materiales concretas (por ejemplo, en el referendo o en una votación en
el Parlamento), en contraste con el fenómeno de la elección que sirve para asignar puestos a
personas (Schüttemeyer, Suzanne S.: 1513). Democracia representativa: la forma usual de la de-
mocracia en el moderno Estado constitucional, en la cual el pueblo no ejerce directamente la
dominación, sino por medio de órganos representativos y designados constitucionalmente en
elecciones generales y que se renuevan periódicamente (Nohlen, Dieter: 351).
Democracia de competencia: también llamada democracia de mayoría, es un concepto del
14
área de sistemas políticos comparados para un tipo de democracia liberal o los sistemas
políticos en los cuales (a diferencia de la democracia de concordancia) las regulaciones de
conflictos y las decisiones políticas están dominadas por el principio de mayoría y por la
competencia de los partidos por el poder político (Schultze, Rainer-Olaf: 352). Democracia de
concordancia: concepto del área de sistemas políticos comparados para un tipo de democracia
liberal, o bien los sistemas políticos de los cuales (a diferencia de la democracia de compe-
tencia) los conflictos no se regulan primordialmente a través de la competencia partidista y
las decisiones de la mayoría, sino sobre todo a través de la negociación, el compromiso y la
proporcionalidad (Schultze, Rainer-Olaf: 353). Democracia proporcional: designación para las
democracias en las cuales todas las fuerzas políticas y sociales importantes de una sociedad
participan en la formación de la voluntad política del Estado de forma pareja, o sea de acuer-
do a su fuerza por su importancia relativa (Schultze, Rainer-Olaf: 350).
Republicanismo: en el sentido amplio, representa un concepto teórico que, recurriendo
15
planes estatales o municipales con carácter colectivo, por los cuales se sienten afectados ne-
gativamente de manera inmediata, por ejemplo, por la cercanía espacial o porque participan
de manera desproporcionada en el financiamiento de los costos. Se tratan de movimientos de
un solo punto, que aparecen con la pretensión de participar en las decisiones sobre estos
planes (Urban Pappi, Franz: 719).
Internet y política: entre el Internet, la más grande reunión de redes de computación, en
17
LA DEMOCRACIA 127
22 Clase política o élite política: conceptos que se utilizan mayormente como sinónimos, aun-
que en los años 1990 el término de la clase política le ganó el rango al de élite política. Con
este último término se sigue asociando más intensamente la disposición de la teoría de las
élites., “Clase política” es la denominación resumida de todas las personas y grupos que
participan directamente en la dirección del Estado, independientemente de si se imponen o
no en las decisiones individuales en cada caso (Herzog, Dietrich: 471).
23 El término Politainment es un neologismo en inglés, producto de la mezcla de dos pa-
labras: politics y entertainment, y se refiere a la interconexión que podemos encontrar entre
la política, el periodismo y la cultura del entretenimiento; el experto alemán en medios de
comunicación Andreas Dörner, de la Universidad de Marburg, ha estudiado con particular
interés este fenómeno. Sobre esto recomendamos la lectura de un documento de su auto-
ría: “Politainment. Thesen zum Zusammenhang von Politik und Unterhaltung in der deuts-
chen Gegenwartsgesellschaft” (“Politainment: tesis sobre la relación entre política y entre-
tenimiento en la sociedad alemana contemporánea”), disponible en: http://www.kas.de/wf/
doc/2799-1442-1-30.pdf (fecha de consulta: 10 de abril de 2015) (nota del editor).
24 Sociedad civil: recomendamos al lector la lectura de los capítulos 15 y 16 del presente
volumen.
LA DEMOCRACIA 129
Bibliografía
Capítulo 11
LA PROMOCIÓN DE LA DEMOCRACIA*
Julia Leininger
2 Formación política: …es un] concepto general para la acción escolar y extraescolar, ins-
titucional y libre, intencional o funcional, activa o pasiva, verbal o no verbal del medio
ambiente sobre el hombre (prójimo), para transmitir conductas políticas disposición para la
acción y para la competencia, reglas de juego democrático y valores fundamentales, cons-
ciencia de problemas y capacidad de juicio, etcétera (Mickel, Wolfgang: 423). Partidos políticos:
(del latín pars = parte) significa, en el concepto más general, un grupo de ciudadanos con las
mismas ideas, que se han fijado como meta la consecución de objetivos políticos comunes
(Schultze, Rainer-Olaf: 384). Sindicatos: son grupos organizados de personas económicamen-
te dependientes con la meta de hacer valer los intereses económicos, sociales y políticos de
sus miembros en las relaciones laborales y en el sistema político; la membresía es, por lo
general, voluntaria (libertad de asociación) (Armingeon, Klaus: 189 y 190).
3 Conflicto Este-Oeste: conflicto ideológico y de poder político a nivel mundial sostenido
por la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas y los Estados Unidos de América, que llegó
a su fin con la autodisolución de la Unión Soviética el 21 de diciembre de 1991. El punto de
partida fue la extensión del sistema de dominación comunista en Europa del Este después
de la Segunda Guerra Mundial, lo que condujo a la formación de bloques y a la militariza-
ción de las relaciones Este-Oeste (Wilzewski, Jürgen: 378).
4 Derechos humanos: bajo esta denominación se entienden los derechos de los individuos
que les son propios “por naturaleza”, independientemente de su nacionalidad (Fetscher,
Iring: 324). Democracia: véase capítulo 10 de este volumen. Paz: se cuenta entre los conceptos
fundamentales de la política y, como lo político mismo, se escapa también de una compren-
sión compartida por todos… Por lo general, la paz es definida sobre todo como un estado
de ausencia de algo, como ausencia de guerra o de violencia, y esto sobre todo en el marco de
las relaciones internacionales en relación con los Estados (Nohlen, Dieter: 161). Desarrollo: lo
que se entienda por desarrollo constituye una buena parte de la problemática del desarrollo.
[…Desarrollo es] un concepto normativo en el que desembocan concepciones sobre la direc-
ción deseada de los cambios sociales, teorías sobre las causas del subdesarrollo, explicaciones
y válida para todos acerca de con qué elementos debe estar constituida la
promoción de la democracia. En la práctica se distinguen las percepciones
de las metas de la promoción de la democracia según los modelos de de-
mocracia correspondientes y sus ámbitos de trabajo según cada actor. Las
medidas de promoción de actores estatales se orientan frecuentemente por
el modelo de la democracia representativa en unión con la economía liberal
de mercado, esto es, se enfocan hacia las elecciones, las libertades políticas
y burguesas, y la rendición de cuentas (accountability) del gobierno.8 Entre
tanto, la promoción de la democracia de actores no estatales, que frecuente-
mente son financiados por actores estatales, apunta muchas veces a elemen-
tos participativos de base democrática y cuya naturaleza es de democracia
directa, como por ejemplo las asambleas municipales de ciudadanos. Esta
orientación por modelos por parte de la promoción de la democracia con-
tradice la cognición de que los procesos de transición nacionales-estatales
no siguen ni reglas paradigmáticas ni desarrollan sistemas parciales aislados
en secuencias establecidas (Berg-Schlosser 2004). Por eso no puede haber
un cianotipo para la promoción de la democracia, percepción que es com-
partida teóricamente por muchos actores externos.9 De hecho, el éxito de
la promoción de la democracia depende de un análisis adecuado de un
contexto político y social específico y de una cooperación estrecha con los
actores locales. La medición del éxito es por supuesto problemática, porque
los efectos de medidas externas se pueden separar solamente con dificultad
de los factores condicionantes internos, decisivos para la democratización.
3. Siguiendo una comprensión amplia, se le atribuyen a la promoción
de la democracia hasta cinco ámbitos de trabajo: a) instituciones y pro-
cesos democráticos (por ejemplo, ayuda en materia electoral); b) sociedad
civil (por ejemplo, fortalecimiento de las funciones de control de las orga-
Sociedad civil: es una esfera de acción colectiva y de discurso públicos, que está vigente
10
entre el ámbito privado y el Estado (Thiery, Peter: 655). Good Governance: es decir, buena con-
ducción de gobierno, se mide por la satisfacción de determinados criterios y es una exigencia
hacia los países en desarrollo, por lo que muchas instituciones internaciones y países indus-
trializados condicionan la ayuda al desarrollo a su cumplimiento. Al contrario de anteriores
condiciones de políticas de desarrollo, que estaban bajo premisas puramente ideológicas o
económicas, desde principios de la década de 1990, la política de ayuda al desarrollo de casi
todos los donantes va acoplada a reformas de las estructuras de gobierno y de la adminis-
tración, de la toma de decisiones y de la implementación política en los respectivos países
en desarrollo, que en general deben aumentar la calidad de la actividad del Estado (Grotz,
Florian y Nohlen, Dieter: 202).
Condicionalidad política: término técnico proveniente del campo de la política del desa-
11
rrorismo”. Sin embargo, parece más apropiado reservar el concepto “terror” a la violencia
proveniente del Estado, arbitraria y sistemáticamente ejercida para intimidación de los ciu-
dadanos. De manera correspondiente, el “terrorismo” es definido, por su parte, como una
estrategia de violencia que busca en primer lugar minar al sistema prevaleciente de domina-
ción a través de la propagación del miedo y del espanto (al mismo tiempo, en algunos grupos,
ganando simpatías para la cauda y alegría por el mal ajeno), buscando provocar un cambio
político y social más o menos radical (Waldmann, Peter y Malthaner, Stefan: 573).
general como denominación para una política valorada negativamente, que se sirve de pa-
labras demagógicas en la avidez de aprobación por parte del pueblo, dice lo que este quiere
oír, apela a los instintos y propaga soluciones fáciles y no considera en absoluto criterios de
responsabilidad ética. Positivamente valorado, se trata de una política que toma en serio los
problemas de la “gente de la calle”, los articula y se realiza en directa comunicación con el
pueblo (Nohlen, Dieter: 448).
Pobreza: grave deficiencia en relación a las oportunidades de conducir una vida que co-
17
Bibliografía
Capítulo 12
LA CONSOLIDACIÓN DEMOCRÁTICA*
Dieter Nohlen
141
tos en el marco de las reglas del juego del sistema político.2 Con estas defi-
niciones, y otras análogas (véase, por ejemplo, el modelo de cuatro niveles
de la consolidación de W. Merkel), se fue desplazando el planteamiento a la
expectativa respecto al objeto del proceso de la consolidación, es decir, ya
no se consideraba a ésta principalmente como un proceso en el cual unas
fuerzas y sus opuestas, las tendencias y las contra-tendencias están luchando
interactivamente por la consolidación, sino más bien de manera categórica-
normativa, como una estructura multidimensional que habría que calcular.
Es así que Linz y Stepan separaron la cuestión de la calidad de la demo-
cracia de la consolidación. En su opinión, existe (pensaban de manera ca-
tegorial) solamente una clase de democracias consolidadas, pero dentro de
ésta (considerado de manera gradual) existe un continuo que abarca desde
las democracias de baja calidad hasta las de mayor calidad. En cambio, en
otros autores, la baja calidad de la democracia se convirtió en componente
integral del problema de la consolidación. Finalmente, A. Schedler (2001),
tras una amplia revisión de los enfoques, llegó a la conclusión de destacar
tres accesos cuasi definitorios al problema de la consolidación: el procesual,
que afirma que las democracias son capaces de imponerse y dominar los
desafíos de la democracia; el orientado conductualmente, en el sentido de
que los actores políticos, y sobre todo los gobiernos, representan normativa-
mente los valores democráticos, diseñan estrategias racionales y desarrollan
las habilidades necesarias para mantener la democracia, y el causal, en el
sentido de que se mejoran las condiciones económicas previas por la conso-
lidación de la democracia.
2. Casi sin transición, la cuestión de la definición para hacer la ocupa-
ción con los factores causales, que deben explicar que hasta el momento no
se haya dado la consolidación. Con respecto a América Latina, se puede
distinguir a grandes rasgos entre hipótesis económicas, sociales, políticas,
político-institucionales, político-culturales y socioculturales, que se ocupan
de los déficits correspondientes. 1) la hipótesis de la carencia económica
apunta al insuficiente desarrollo económico. Por lo general respeta el su-
puesto de las teorías de la modernización, en el sentido de que la demo-
cracia es un resultado del desarrollo económico y el cambio social, y por
lo tanto refuta fundamentalmente una consolidación de la democracia que
3 Pobreza: grave carencia referente a la oportunidad de llevar una vida que corresponda
a ciertos parámetros mínimos. Estos parámetros socialmente aceptados o predominantes
que subyacen a la definición de los niveles mínimos del estilo de vida, así como las ideas
determinantes sobre las causas de la pobreza, tienen una vinculación tanto temporal como
espacial. La conceptualización de la pobreza es motivo de controversia científica (Thibaut,
Bernhard: 1045). Desigualdad: generalmente, la diferencia en cuanto a determinadas carac-
terísticas (opuesta a igualdad); se distingue entre la desigualdad natural (por naturaleza) que
resulta de la diferencia de los seres humanos desde su nacimiento respecto a su dotación de
recursos y la desigualdad social que es consecuencia de las condiciones sociales a las que las
personas se encuentran sujetas (Schultze, Rainer-Olaf: 409).
4 Estado de derecho: un concepto que se sustrae a una formulación sencilla y a través
de una fórmula. Su objetivo es la sujeción jurídica del Estado. Dado que la cuestión de la
relación del derecho y la política siempre puede recibir solamente una respuesta referida
temporalmente, pero no una respuesta concluyente, el concepto de Estado de derecho, sigue
estando abierto para las condición y concepciones políticas y sociales correspondientes. La
traducción usual del Estado de derecho como aquel en el que rige la ley designa el objetivo
pero no los elementos conceptuales esenciales al respecto (Benda, Ernst: 546). Accountability:
[también responsividad, y designa] la responsabilidad de un poder —en la concepción de
la ciencia política: la limitación del poder, el control del ejercicio del poder y la sanción del
abuso del poder— (Nohlen, Dieter: 7). Clientelismo: término técnico para una relación de
dependencia recíproca entre dos actores (individuos o grupos) que disponen de diferentes
recursos que utilizan para favorecerse mutuamente (Ziemer, Klaus: 212). Corrupción: (del latín
corrumpere=sobornar, falsificar, echar a perder), abuso del poder público, cargos o nombra-
mientos con el fin de obtener utilidad privada propia y/o para beneficiar a terceras personas
a través de violaciones de normas legales y sociales, que por lo regular se llevan a cabo secre-
tamente, están dirigidas en contra de los intereses públicos y atentan contra el bien común
(Schultze, Rainer-Olaf y Nohlen, Dieter: 295).
5 Democracia defectuosa: concepto aplicado recientemente en Alemania para designar a
sistemas políticos de la tercera ola de la democratización, que si bien son democracias, tam-
bién muestran los llamados defectos, es decir, sistemas a los cuales les faltan determinadas
características propias de la democracia, o que han sido desarrollados de manera errónea
(Krennerich, Michael: 339). Democracia delegativa: concepto acuñado por D. O’Donnell (1994),
que tiene como contenido la concentración de poder en el cargo de presidente sin control
horizontal y con el cual se intenta determinar tipológicamente la práctica gubernamental
presidencial en las democracias jóvenes (Nohlen, Dieter: 341).
6 Sistema político: véase supra: nota 2. Sistemas electorales: procedimientos de formación de
órganos de representación política en las elecciones; regulan la manera de cómo el elector
puede expresar su preferencia política en votos y cómo este voto se convierte en decisiones
sobre la ocupación (personal) de cargos y escaños y la composición (partidista) de asambleas
representativas (Nohlen, Dieter: 1261). Sistema de partidos: la red de relaciones de los parti-
dos que actúan en una sociedad, y que puede ser descrita según diferentes características:
número, relaciones de tamaño, distribución del poder, distancias ideológicas, esquemas de
interacción de los partidos (verticalmente, entre sí, y horizontalmente, con las clases socia-
les y los grupos de interés), grado de institucionalización, etcétera (Bendel, Petra: 1259).
Presidencialismo: es una modalidad de la democracia representativa; a diferencia del sistema
parlamentario en el que existe una estrecha vinculación entre la mayoría parlamentaria y el
gobierno (a fin de cuentas en ese sistema el gobierno surge del Parlamento), un presidencia-
lismo se distingue por una separación relativamente fuerte del Congreso y el gobierno. El
presidente, que reúne las funciones de jefe de Gobierno y de jefe de Estado en sí mismo, no
puede de ningún modo pertenecer al congreso. El gobierno recibe su legitimación a través
de la elección popular del presidente (otras características, imposibilidad de revocar el puesto
del Ejecutivo durante su gestión o de disolver el Congreso por parte del presidente) (Jesse,
Eckhard y Nohlen, Dieter: 1114).
7 Gobernabilidad: (del latín gubernare=dirigir, conducir, regular), en la acepción más gene-
ral, la capacidad de gobernar, es decir, de hacer valer decisiones socialmente obligatorias,
orientándose hacia un objetivo, para mantener de esta manera, la capacidad de acción del
sistema político hacia adentro y hacia afuera, en especial frente a la economía y a la sociedad,
y con ello, también su legitimidad. En sentido estricto, gobernabilidad significa regulación
política, el ejercicio del poder soberano (estatal), las funciones de gobierno, etcétera (Schult-
ze, Rainer-Olaf y Nohlen, Dieter: 648).
Bibliografía
Capítulo 13
¿QUÉ TAN EFICIENTE ES LA DEMOCRACIA?*
Manfred G. Schmidt
¿Qué tan eficiente es la democracia? ¿En verdad ella encarna la forma de Es-
tado relativamente mejor que se haya experimentado hasta ahora, tal como
afirmó Churchill en su discurso tan citado del 11 de noviembre de 1947 en
la Cámara de los Comunes? ¿Qué tanto queda de su esplendor, si se anali-
za desde la perspectiva de la teoría democrática empírica comparativa y no
desde el ángulo de su autodescripción, o de sus partidarios o desde la pers-
pectiva de un modelo normativo según tipos ideales? ¿Y que permanece del
elogio a la idea de democracia si se analiza su constitución tal y como es, que
aun en sus mejores momentos tan sólo ha obtenido el título de “poliarquía”
desde la Polyarchy de Robert Dahl de 1971?
En mi estudio aplicaré dos puntos de referencia: a) la “productividad
política” de acuerdo a la variante liberal-democrática, y b) policy outputs y
outcomes que abarcan diversos regímenes. Sin embargo, antes de responder a
la pregunta guía de esta intervención, es conveniente dar tres advertencias
preliminares. La primera busca destacar la provisionalidad de mis tesis. Son
provisionales, dado que el estado de la investigación sistemática y compa-
rativa del perfil de eficiencia de las democracias y las autocracias tiene aún
*
Este texto es una versión acortada de una conferencia sustentada el 12 de junio de
2007 en el Wissenschaftszentrum Berlin für Sozialforschung (“Centro Científico de Berlín para la
Investigación Social”) y se publicó en: Arno, Mohr y Nohlen, Dieter (eds.), 2008, Politikwissens-
chaft in Heidelberg. 50 Jahre Institut für Politische Wissenschaft (“Ciencia política en Heidelberg: 50
años del Instituto de Ciencia Política”), Heidelberg, Universitätsverlag Winter. Agradezco la
amabilidad de los editores y de la casa editorial por permitirnos la publicación de la presente
traducción, así como a la maestra Federica González-Luna por la traducción (nota del editor).
149
I. Elogio a la democracia
A la mayoría de los observadores de la política del siglo XXI los une la con-
vicción de que la democracia está por encima de cualquier otra forma de
Estado a pesar de sus defectos. Para ello contamos con buenas razones. La
democracia resulta especialmente impresionante para aquellos observadores
que tienen en mente su respectiva forma ideal —un tipo de gobierno que
provenga del pueblo, o sea, practicada por el pueblo o por sus representantes
electos con miras a sus intereses— a la luz de normas de auténtica participa-
ción ciudadana y que valore el buen gobierno. Asimismo, la democracia se
basa en un fundamento respetable de legitimación —o al menos a la luz de
la Constitución—, en una teoría de la Constitución y del Estado, así como en
los conceptos de ser humano que dominan en el hemisferio occidental. Cier-
tamente, la voluntad popular en la que se basa la democracia es fabricada,
es decir, es un producto de la formación de la voluntad política tal y como
se sabe al menos desde la teoría de la democracia de Schumpeter (1996),
por ende no es exógena, y dicho sea de paso “ficticia, falible y engañosa“
(Offe, 1992: 126). Sin embargo, aún nadie ha creado “una alternativa teórica
respetable para la fundamentación y justificación de la toma de decisiones
vinculantes para una colectividad a través de la voluntad empírica de los
ciudadanos” (Offe, 1992: 126).
No obstante, no sólo el ideal remite a las “ventajas de la democracia”
(cfr. Halperin, 2004), sino que también al menos una parte de la realidad
constitucional (cfr. Lipset y Lakin, 2004). Según el catálogo de objetivos de
la “productividad política” en el sentido liberal democrático, las democra-
cias han obtenido hasta ahora muy buenas y en general, buenas notas, so-
bre todo aquellos ejemplares de democracias fuertemente arraigadas. De
modo ejemplar, los ciudadanos de estas democracias gozan de oportunida-
des tanto de libertad como de seguridad más fiables que ciudadanos de otras
formas de Estado. Las democracias ofrecen incluso a sus miembros opor-
tunidades de participación que tienen consecuencias de peso. Esto implica,
II. Limitaciones
especial, que mitigue el abismo entre los vencedores y los perdedores en las
elecciones mediante la puesta a disposición de bienes colectivos y con ello,
una solución elegante al problema del Loser’s consent, y 6) una eficiencia acep-
table y presentable de la política —adecuada a la capacidad de prevenir el
futuro de su dirección política— (Schmidt, 2006a).
Es aún polémico en los pormenores qué países califican para el grupo
de las democracias relativamente mejores. Con un buen examen y una espe-
cial valoración del alimento cultural afín a la democracia, que realizaron In-
glehart y Welzel (2005) (ibidem: 155), será preciso reducir considerablemente
el círculo de los elegidos: entonces al final tan sólo se cuentan entre ellos sin
lugar a dudas, las “familias de naciones” de los grupos estatales del norte de
Europa, las democracias angloparlantes (con las limitaciones mencionadas
para el caso de los Estados Unidos de América), los países de habla alema-
na, además de Bélgica, Holanda, Francia e Italia.
El perfil de eficiencia de las naciones, que en ocasiones oscilan entre una
democracia desarrollada por completo y una “defectuosa”, como India, Is-
rael y Venezuela, es claramente más desfavorable. Si y en qué medida las
nuevas democracias de los años noventa pueden contarse entre casos exito-
sos de gobierno del pueblo se podrá sopesar después de un largo tiempo. El
porvenir de las múltiples democracias frágiles y defectuosas es incierto, esto
es, de aquellas naciones que en el mejor de los casos tan sólo han recorrido
la mitad del camino que va de un Estado autocrático a la democracia, como
Rusia. A partir de esta estación se abre la posibilidad de diversos caminos:
uno lleva al arraigo de la democracia, otro de regreso a la autocracia y un
tercero desemboca en una democracia defectuosa duradera. Esto subraya el
tenor de estos ensayos: la democracia puede jactarse de considerables éxitos
y, no obstante, sus debilidades son, asimismo, enormes, como los múltiples
tonos grises que hay entre la luz en la que se encuentran y las sombras que
caen sobre ella.
V. Bibliografía
Anderson, Chr J. et al. (2005), Loser’s Consent: Elections and Democratic Legitima-
cy, Oxford.
Berg, M. (2000), The Ticket to Freedom: Die NAACP und das Wahlrecht der Afro-
Amerikaner (“El boleto a la libertad: la NAACP y el derecho al voto de los
afroamericanos”),** Fráncfort del Meno-Nueva York.
Berg-Schlosser, D. (2004), “The Quality of Democracies in Europe as
Measured by Current Indicators of Democratization and Good Gover-
nance”, Journal of Communist Studies and Transition Politics, núm. 20.
**
NAACP: National Association for the Advancement of Colored People (Asociación
Nacional para el Progreso de las Personas de Color), organización estadounidense fundada
en 1909 (nota del editor).
Capítulo 14
INSTITUCIONES Y CULTURA POLÍTICA*
Dieter Nohlen
I. Introducción
En este debate pude intervenir con algunos modestos aportes que llama-
ban la atención a la multidimensionalidad y la complejidad de las relacio-
nes causales de las que depende el desarrollo de la democracia. El término
“multidimensionalidad” se refiere a los factores de diferente orden que in-
tervienen en esas relaciones de causalidad: factores históricos, económicos,
sociales, políticos, institucionales, etcétera; el término “complejidad”, a la
cambiante interacción entre ellos y los sub-factores que operan dentro de
estos ámbitos. En cuanto al análisis político, reconocer la multidimensiona-
lidad y la complejidad de los fenómenos significa, al mismo tiempo, excluir
todo intento de explicaciones monocausales (véase Weber, 1985). Respecto
a las instituciones, hice hincapié en dos tesis que se imponen sobre todo a
la hora de pensar en reformas constitucionales. La primera tesis dice que la
importancia de las instituciones es relativa. Afirma que las instituciones son
importantes, pero que su real importancia depende de otros factores. Dicho
a la manera del título de uno de mis libros, publicado por la UNAM (2003):
“El contexto hace la diferencia”. A partir de esta experiencia, mi segunda
tesis dice: en el estudio y el diseño de las instituciones hay que tomar en
cuenta el contexto. No existe un “mejor sistema” que se pudiera transferir o
implementar. El sistema preferible es el que se adapte mejor. O sea el que se
diseña tomando en cuenta las condiciones de contexto, de lugar y tiempo.
Esta tesis se sintetiza en Institucionalismo contextualizado (título de uno de mis
más recientes libros en México: 2006).
En este marco de mis experiencias comparativas (véase Nohlen, 2006),
quisiera hoy enfocar al contexto como conjunto de variables que intervie-
nen en el efecto y destino que tengan las instituciones democráticas. Me
voy a referir por sobre todo a la cultura política que ciertamente no llena
todo lo que entendemos por contexto, pero constituye una variable muy
importante. Para que nos entendamos bien, en mi esquema analítico la
variable dependiente sigue siendo la democracia, su fortalecimiento, la go-
bernabilidad democrática, el buen gobierno en función de las demandas
sociales. La supuesta variable independiente la constituyen las instituciones
políticas. Ellas nos interesan por dos ideas: primero por la idea de que su
configuración y cambio podrían tener efectos considerables en el manejo y
éxito de la democracia respecto a los objetivos señalados, y segundo, por la
idea de que sus reformas serían más fáciles de efectuar que los cambios de
otras variables que intervienen en la relación causal que nos interesa, espe-
cíficamente la cultura política. Dado que la cultura política, como vamos
a ver, incide mucho en el efecto que tengan las instituciones sobre el desa-
rrollo de la democracia, voy a añadir un tercer aspecto: ver si por medio
Toda comunicación científica seria empieza con aclarar los conceptos utiliza-
dos, más aún si se trata de sus conceptos claves. Instituciones y cultura políti-
ca son conceptos plurisemánticos hasta tal punto de que existen definiciones
que integran el primer fenómeno en el segundo y viceversa; las instituciones
como parte de la cultura política y la cultura política como parte de las ins-
tituciones. En las consideraciones siguientes separo ambos conceptos, pues
me interesa la interrelación de los fenómenos que definen. Entiendo por el
primer concepto las instituciones políticas formales y los actores que operan
en su ámbito, o sea los órganos constitucionales del Estado y los partidos po-
líticos. Por el segundo concepto, cultura política, entiendo la red de relaciones
que se concreta en ideas y valores, en símbolos y normas compartidos por
una sociedad, o sea una mentalidad “que adquiere sentido en un contexto
social y que guía y condiciona el pensar, el actuar y el sentir de los actores
políticos” (Caciagli, 1996: 14).
Mi tesis central es que la cultura política es actualmente la variable más
importante en el desarrollo de la democracia en América Latina. Esta tesis
se funda en observaciones a nivel de la elite política, sus valores y su com-
portamiento, al igual que en observaciones a nivel de la sociedad civil y la
masa del electorado que indican una brecha entre el espíritu de las institu-
ciones y el estado de desarrollo de la cultura democrática. Estas observacio-
Existe una convicción muy extendida entre los científicos sociales sobre la im-
portancia de la cultura política para el desarrollo de la democracia. Quisiera
aludir sólo a algunos estudios: primero, a los estudios históricos que trataron
de explicar el derrumbe de las democracias en Europa entre las guerras mun-
diales, de Italia, Alemania y España. Los argumentos se centraron en la falta
de una cultura democrática, en el grado de polarización ideológica, en el dis-
curso confrontacional y la militancia incondicional; segundo, en los estudios
empírico-analíticos de la corriente conductivista, originados por Gabriel Al-
mond y Sidney Verba (1963). Aunque en esos estudios se trabaja con un con-
cepto reduccionista y esquemático de cultura cívica que se restringe, primero,
a lo cuantitativamente operacionalizable y medible y, segundo, al grado de
participación de tipo formal, dicho concepto permite, sin embargo, recono-
cer cambios en la cultura política dentro de un tiempo relativamente corto.
Así ha sido demostrado en el caso alemán, donde la cultura política percibida
por el enfoque conductivista cambió gracias al desempeño del sistema polí-
tico respecto al bienestar general (Almond y Verba, 1980; Baker 1981; para
el cambio cultural en general, véase también Inglehart, 1991); tercero, en los
estudios sobre capital social de Putnam (1993), medible mediante el grado de
confianza al interior de las sociedades, como clave esencial “para construir
democracias activas y alcanzar un desarrollo sostenido” (Putnam, 1993: 185).
Se destaca que la cultura política es algo muy enraizado y difícil de construir,
aunque un factor esencial del desarrollo político, económico y social de un
país (véase también Kliksberg y Tomassini, 2000). Cuarto, en los estudios
sobre el estado de desarrollo de la democracia en América Latina. En el
respectivo estudio comparativo publicado por el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2004), la cultura política alcanza un valor
incluso categorial para diferenciar entre diversos tipos de democracia. Allí se
diseña la verdadera democracia no a la manera de Robert Dahl (1971) con
criterios mínimos que se limitan a la estructura estatal, sino como un orden
democrático basado en una sociedad de una cultura ciudadana. Este modelo
de democracia ciudadana, supuestamente realizado en los países occidenta-
les industrializados, se establece como antítesis de la democracia que pudo
desarrollarse hasta ahora en América Latina, que se define como democracia
electoral. O sea, en el estudio del PNUD, la cultura política democrática es
política como (y aún más) en los mecanismos de control. Sin lugar a duda,
la corrupción sofoca los fundamentos de legitimidad del orden democrático.
3. El tercer elemento de la cultura democrática es el de la tolerancia.
Tal vez no es sólo una virtud propicia para la democracia, sino una condi-
ción sine qua non de la democracia, pues constituye la esencia del pluralismo.
La tolerancia respeta a los valores ajenos, admite opiniones, ideas, actitudes,
convicciones religiosas y político-ideológicas divergentes. No es un principio
relativista. Quien practica la tolerancia, puede tener principios y conviccio-
nes propias que prefiere frente a los principios y convicciones de otros, ante
éstos se demuestra tolerante aunque los considera equivocados. Empero, la
tolerancia no es infinita. Involucra también el problema de definir sus lími-
tes que se inscriben nuevamente en el principio de la reciprocidad. Quien
practica la tolerancia, puede esperar tolerancia por parte del otro. Sin em-
bargo, no se puede ser tolerante con los intolerantes, con los enemigos de la
tolerancia, aunque reconozco que no es fácil una práctica política democrá-
ticamente aceptable para tratar con los intolerantes.
4. Un cuarto elemento propicio para la democracia es la capacidad de
la elite política para formar compromisos y lograr consensos. Dolf Stern-
berger (1992) ha definido la democracia representativa como un orden po-
lítico que en vez de caracterizarse por la dominación busca el acuerdo. Esta
virtud se ha demostrado como fundamental en sociedades con profundos
clivajes sociales. Las respectivas experiencias positivas han constituido la
base del desarrollo de la teoría democrática consociacional (véase Lijphart,
1968). El compromiso es la antítesis de la política de la polarización y de la
constante crispación, de la que se nutren mutuamente los extremos. El com-
promiso niega la percepción de la política como una relación schmittiana
entre amigos y enemigos, la idea que una parte tiene que vencer a la otra,
o que la oposición tiene que negarle la sal y el agua al gobierno, posturas
tan perjudiciales para el desarrollo pacífico de la democracia. Por el lado de
la minoría, el compromiso es una forma de participación en las decisiones
políticas aunque siendo minoría, y por el lado de la mayoría, es la forma
de ampliar el apoyo y la legitimidad de las políticas públicas consensuadas.
La cultura del compromiso requiere cierta racionalidad en la controversia
política, en el discurso político. Se sabe que el discurso político no aspira a
la verdad, aunque a menudo la posición ideológica propia sea presentada
como la verdad y la del otro como mentira. En política, la verdad es la que
se construye a través de opiniones compartidas (véase Berger y Luckmann,
1986), y el mayor interés de los partidos políticos y candidatos consiste en
sumar votos. La cultura del compromiso se funda en valores, normas y una
práctica discursiva orientada al entendimiento y acuerdo. Es cierto que la
das por parte de la sociedad civil, por ejemplo, a través de reformas electo-
rales, a través de la introducción de mecanismos de democracia directa, a
través de la transferencia de competencias a niveles subnacionales.
Las experiencias han sido ambivalentes. Daniel Zovatto (2007), por
ejemplo, duda acerca de la funcionalidad empírica que han demostrado
los mecanismos de democracia directa en América Latina. Han sido muy
aplaudidos los intentos de organizar la participación de los ciudadanos en
decisiones políticas a nivel de los municipios, por ejemplo, en Brasil. Es-
tudios comparativos enseñan, sin embargo, que el desempeño no ha sido
mejor que en ciudades gobernadas con un estilo modernizante-tecnócra-
ta (Zimmermann, 2006). En la ciudad modelo, Puerto Alegre, al final, el
partido que introdujo la administración participativa perdió las elecciones
municipales. El surplus (la ventaja comparativa) consistía sólo en la mayor
participación, que por cierto es un gran valor. Sin embargo, el verdadero
valor de la mayor participación a través de la desconcentración administra-
tiva y de descentralización política depende mucho de la cultura política.
En España, por ejemplo, se observa a nivel local un mar de corrupción, o
sea, se observa la extensión de un mal, que apareció primero a nivel nacio-
nal y aceleró el fin del gobierno de Felipe González. El discurso sobre la
corrupción está cambiando de un discurso que se dirigía a la lucha contra
la corrupción, a uno que se dirige a señalar quién es más corrupto: el Parti-
do Popular o el Socialista. En Bolivia, con el proceso de municipalización,
se han detectado grandes deficiencias en el manejo de la administración de
recursos. El bien que se atribuye a estas reformas de descentralización no
se materializa tan fácilmente y parece que la mentalidad tradicional incide
más en los resultados de la reforma que las reformas mismas en el cambio
de mentalidad.
2. Un segundo campo de reformas institucionales puede consistir en
medidas de fortalecimiento del Estado de derecho, por ejemplo, creando
instituciones autónomas que procuren un desarrollo del proceso político
conforme a los estándares del Estado de derecho. Esta mayor institucio-
nalización ha tenido lugar en América Latina —y especialmente en Mé-
xico— y ha tenido sus frutos, lo que se demuestra en la rutina técnica con
la que se celebran elecciones en América Latina hoy en día. En algunos
países, los consejos electorales se renovaron y han sido reconocidos como
líderes en el desarrollo de la administración pública según patrones de ética
y efectividad. Sin embargo, se observan procesos inversos, por ejemplo en
Venezuela, cuña de elecciones libres y competitivas durante la época auto-
ritaria de América Latina, donde hoy el Consejo Supremo Electoral aplica
con ojos diferentes, desde la perspectiva del poder, desde el punto de vista
político estratégico. Los actores políticos miden las ventajas y desventajas
de las posibles reformas con criterio político en un marco conceptual que
define a las instituciones no sólo como reglas, sino como instrumentos en
la lucha por el poder. En este ámbito de participantes en el debate hay que
diferenciar entre actores políticos que con sus ideas de reforma institucional
se mueven dentro del molde de la democracia pluralista, y otros que ya no,
que practican un discurso anti-sistema y aprovechan el ambiente de frustra-
ción con el funcionamiento de la democracia y confusión acerca de lo que
es la democracia para plantear reformas constitucionales, vinculadas con
cambios en la orientación de las políticas públicas. Sus proyectos de reforma
significan, en el fondo, sustituir el sistema vigente por otro.
Respecto al primer tipo de actores políticos, es normal que los políticos
esperen de las reformas algo para sí mismos y su partido. Por este motivo,
sus aportaciones se refieren sobre todo a la coyuntura política, al momento
actual. El mayor impedimento para que resulte una reforma es que los ac-
tores temen perder más que lo que puedan ganar con ella. Por otra parte, es
sorprendente la cantidad de casos en los que los políticos se equivocan en su
cálculo. Reformas que han iniciado y legislado para su propio provecho, a
menudo favorecieron en la práctica a los que se opusieron a ellas porque las
percibieron como dirigidas en su contra. La historia de las reformas de los
sistemas electorales está llena de estas paradojas: piénsese sólo en la última
reforma italiana de Berlusconi.
Los motivos para criticar a las instituciones son muy diversos. Tienen
en común la idea de los políticos que las instituciones les son perjudiciales.
La crítica sirve para ocultar su propio fallo, la pérdida electoral, por ejem-
plo, o el insuficiente desempeño en el gobierno. Los gobernantes lamentan
la restricción que ejercen las instituciones sobre la acción política. A veces
esta crítica transforma a las instituciones en generadores del conflicto. En la
medida en que la crítica a las instituciones rinde políticamente, ella es parte
de la competencia política misma, situación que a su vez genera la ines-
tabilidad institucional y es expresión de una considerable falta de cultura
institucional. En tales condiciones, es difícil pensar que reformas institucio-
nales, aunque representen avances de primer orden, tengan una valoración
constante conforme a su excelencia. Me parece que la reforma electoral
mexicana de 1996 y la crítica al desempeño del IFE y TRIFE en las últimas
elecciones es un buen ejemplo. La privación de confianza en las institucio-
nes lleva a que pierdan la capacidad de cumplir con su principal función,
de resolver conflictos.
VIII. Bibliografía
Baker, K. L. et al. (1981), Germany Transformed – Political Culture and the New
Politics, Cambridge, Cambridge University Press.
Berger, P. y Luckmann, Th. (1986), La construcción social de la realidad, Bue-
nos Aires, Amorrortu Editores.
Caciagli, M. (1996), Clientelismo, corrupción y criminalidad organizada, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales.
Dahl, R. A. (1993), La poliarquía. Participación y oposición, México, REI (ed.
original, 1971).
Gadamer, H. G. (1992), Verdad y método, 6a. ed., Salamanca, Sígueme.
Granados Roldán, O., “Pistas sobre la incertidumbre electoral mexica-
na”, en Molina Piñero, L. J. et al. (comps.) (2006), Vicisitudes de la norma-
lidad democrática electoral, México, Porrúa.
Habermas, J. (1996), Die Einbeziehung des Anderen (“La inclusión del otro”),
Fráncfort del Meno, Suhrkamp.
Hamilton, A. et al. (1987), El Federalista, México, FCE.
Inglehart, R. (1991), El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas,
Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas.
Kliksberg, B. y Tomassini, L. (eds.) (2000), Capital social y cultura: claves para
el desarrollo, Buenos Aires, BID-FCE Argentina.
Kornblith, M. (2006), “Las elecciones presidenciales en Venezuela: de una
democracia representativa a un régimen autoritario electoral”, Desafíos,
Bogotá 14.
Lazarte, J. (2006), Bolivia. Nueva constelación de poder y gobernabilidad, La Paz,
Bolivia, Mimeo.
Lijphart, A. (1968), The Politics of Accomodation. Pluralism and Democracy in the
Netherlands, Berkeley-Los Ángeles, University of California Press.
Luhmann, N. (1996), Confianza, México, Universidad Iberoamericana-
Anthropos.
Nohlen, D. (2003), en Zilla, C. (ed.), El contexto hace la diferencia: reformas
institucionales y el enfoque histórico-empírico, México, UNAM, Instituto de In-
vestigaciones Jurídicas.
——— (2004), Sistemas electorales y partidos políticos, 3a. ed., México, FCE.
——— (2006), Diccionario de ciencia política, Xalapa-Ciudad de México, El Co-
legio de Veracruz-Porrúa, 2 ts.
——— (2006a), El institucionalismo contextualizado. La relevancia del contexto en el
análisis y diseño institucionales, ed. e introducción de R. Ortiz Ortiz, México,
Porrúa-UNAM.
Capítulo 15
LA SOCIEDAD CIVIL: DE LA SOCIEDAD
PRE-BURGUESA A LA POS-BURGUESA*
*
En su versión original en alemán, este texto aparece en el libro Vergleichende Politilwis-
senschaft (“Ciencia política comparada”), Verlag für Sozialwissenschaften, Wiesbaden, 2010:
52-69. Agradezco al autor y a la casa editorial por su amable autorización para traducir y
publicar este capítulo, así como a la maestra Federica González-Luna por su traducción
(nota del editor).
183
1 La frase Car tel est notre plaisir (“Pues ésta es mi voluntad / mi deseo”) es una frase que
caracteriza al absolutismo francés y que se estereotipó con el tiempo; tiene un dejo de arbi-
trariedad, capricho y abuso. Con esta fórmula se cerraban las llamadas Lettres de cachet, que
expresaban la voluntad del monarca en turno (nota del editor).
sólo puede existir si tiene ante ella un Estado autónomo. Lo universal es más
poderoso que lo específico en su individuación. La superación metafísica
de lo universal le era extraña a los predecesores anglosajones. En Hegel se
comprende a la sociedad civil como el “desarrollo del espíritu”. La ironía de
la lógica civil resulta en que la moral amenaza con perderse en un extremo
de la fragmentación social y la supremacía del Estado, sin embargo, la plu-
ralidad se eleva siempre sobre la unidad. Esta unidad permanece, no obs-
tante, abstracta; no se funda en el “feliz acuerdo de los individuos”, como en
la teoría kantiana de la voluntad común. La reconciliación de los contrarios
no es total, sino una reconciliación relativa entre subjetividad y objetividad.
El marxismo siguió desarrollando la idea según la cual, la reconciliación, en
primer lugar, puede realizarse en una formación social más alta, es decir, la
del comunismo.
Sin embargo, Hegel no era un idealista alejado del mundo, que desco-
nociera la dinámica de la sociedad moderna con ánimo de lucro. Él ya veía
los peligros de una sociedad civil que degenerara en una sociedad bourgeois
mediante la concentración de la riqueza en pocas manos y “la decaída de
una gran masa en la masa de un tipo de subsistencia”, que produciría la
pleba (Hegel, 1970: 244). “Plebe” fue en su tiempo una desfiguración verbal
derivada de peuple, que fue utilizada como grosería. Hasta el concepto de
expectativa de “proletariado” se resignificó positivamente por la izquierda
hegeliana y los marxistas cual un concepto popular positivo.
Tal como en la Revolución francesa se logró la sociedad civil mediante
la universalización del tercer Estado, así también en una revolución proleta-
ria se debió constituir el proletariado en un nuevo pueblo, tras la Expropria-
tion del Expropriateure, la cual debía deshacerse de la escoria de la sociedad
civil con la primera fase del comunismo, a saber, el socialismo.
Por el contrario, en Hegel y la derecha hegeliana —sobre todo en Lo-
renz von Stein— el Estado estaba llamado a poner coto a la escisión de la
sociedad con la violencia policiaca por un lado y, por otro, con la regulación
de las corporaciones y los estamentos.
La tipología —centrada en el Estado— de Estado y sociedad fue la más
dominante en Alemania hasta Carl Schmitt. En cuanto el Estado finalmen-
te se convirtió en democrático y Estado de derecho después de 1945, la
concepción schmittiana de Estado como un Estado decisionista de medidas
siguió viva tan sólo en las esferas sometidas a un Estado constitucional, en
un Estado administrativo sobre una sociedad pluralista, hasta que el dere-
cho administrativo finalmente viró hacia concepciones extremas pluralistas
en un “Estado de implementaciones negociables”.
2 La “Revolución de las velas” (en alemán, Kerzenrevolution) es el nombre con el que se co-
noce al movimiento pacífico que “se enfrentó con velas a los tanques” y que aceleró el colap-
so de la antigua República Democrática Alemana a partir de 1989. Henry David Thoreau
(1817-1962) fue un reconocido partidario y, podemos decir, “teórico” de la desobediencia
civil (nota del editor).
groups como resultado de la gran idea normativa, sin sentido autocrítico ante
los peligros de un nuevo control social, que puede resultar más penoso
para los afectados que el control social incompleto del Estado.
Surge una paradoja: hasta la era posmoderna de la transformación,
en que la democracia liberal se queda sin competencia, es verdadera la
objeción que hizo la izquierda de los años sesenta y setenta contra todo es-
fuerzo “civil” teórico, de que incluso la teoría normativa es únicamente la
duplicación sin fantasía de una realidad triste en lo social y lo político. Qué
frecuente es que la ciencia siga al arte. En la búsqueda del arte, el observa-
dor ya no es transportado fuera de la realidad en exposiciones modernas,
sino que desde el triunfo del Pop Art y del Arte-kitchen-sink se retrocede hacia
la realidad.
el campo social (9%), más bien son actores marginales. En todo caso, como
fortalecimiento de deseos humanitarios de grupos de status, sindicatos e igle-
sias ocasionalmente, son valiosos confederados los que pueden brindar servi-
cios importantes en el establecimiento de una agenda vía medios.
Sin embargo, la sociedad civil permanece como un concepto normativo
importante. Y esto lo logra sobre todo mediante la recurrencia a los indivi-
duos que constituyen la sociedad civil. El correlato abstracto de la sociedad
civil es el “ciudadano concreto”. La lengua alemana tan propensa a los sus-
tantivos, en este caso, no puede substantivarlo, puesto que “ciudadanía” en
cierto modo parece estar fijado como “burguesía”. Por ello se utiliza en el
debate el inglés citizenship o el francés citoyenneté.
El análisis anterior ya ha mostrado que en un Estado de Constitución
democrática las reglas no pueden ser cambiadas tan fácilmente por nuevos
movimientos sociales con todas sus apelaciones al Goodwill de la sociedad ci-
vil. Otra vez los Estados Unidos nos sirven de ejemplo. Desde hace tiempo
se descubrió un IvI-gap, un abismo entre ideales e instituciones. Los ideales
agrupados en torno al Republicanismo y no en torno al concepto de sociedad
civil no fueron utilizados para invalidar las instituciones. Al contrario: el
marco de Estado de derecho tuvo que volver a estar en armonía con los
principios sublimes del Commonwealth de la sociedad civil. El americanismo
fue interpretado algunas veces como teología civil (Gebhardt, 1976: 148 ss.;
Huntington, 1981). El multiculturalismo americano y el patriotismo consti-
tucional sin fundamentación étnica de la nación ha sido recomendado a los
europeos en los debates en torno a la sociedad civil: “todos son recibidos,
ninguno preferido” (Walzer, 1992: 79). En la realidad de los viejos estados
nacionales europeos se desarrollaron diversos principios de la exclusión y la
inclusión uno tras otro: en primer lugar en el Estado de derecho, que incluye
a todos los ciudadanos e incluso también a los no-ciudadanos. De esta ma-
nera, esto se incluyó también en el ideario liberal de la igualdad de los ciu-
dadanos mediante el Estado nacional basado fundamentalmente en la lengua
y la cultura, con el fin de motivar a los ciudadanos protegidos por el Estado
de derecho a participar en la vida nacional, y, en caso necesario, a dar su
vida por ella. El pensamiento nacional insta entonces a todos los ciudada-
nos a participar en el Estado democrático. En cuanto esto parecía realizado en
general en el derecho electoral tuvo que añadírsele, en el Estado de bienestar,
aquel mínimo de igualdad social que es indispensable para una participa-
ción política exitosa.
El frenesí social-civil presume que todo ciudadano y no ciudadano que
participe en el discurso —también aquellos que no comprenden el idioma
del país anfitrión— es igual en todos los niveles. La realidad de los Estados
Igualdad Desigualdad
Inclusión Estado de derecho Estado nacional
amplia
Derechos fundamentales, sobre Nacionalidad sólo para los que
todo derechos —habeas-cor- “pertenecen al pueblo”, ius soli
pus—, valen para todo los que más integrante que ius sangui-
viven en un territorio. nis.
Exclusión Estado de bienestar Estado democrático
avanzada
Inclusión también de inmigran- Derechos de participación sólo
tes, solicitantes de asilo, y tam- para los ciudadanos del Estado,
bién para los que les fueron algunos derechos para los ciuda-
retirados los derechos civiles es- danos europeos, ocasionalmente
tatales. también para extranjeros en el
caso de elecciones comunales.
V. Bibliografía
Fergunson, Adam (1923), Abhandlung über die Geschichte der bürgerlichen Gesells-
chaft (“Tratado sobre la historia de la sociedad burguesa”), Jena, Gustav
Fischer.
Fichte, Johann Gottlieb (1973), Beitrag zur Berichtigung aller Urteile des Publikums
über die französische Revolution (“Contribución sobre la corrección de todos
los juicios del público sobre la Revolución francesa”) (1793), Hamburgo,
Meiner.
Gebhardt, Jürgen (1976), Die Krise des Amerikanismus. Revolutionäre Ordnung
und gesellschaftliches Selbstverständnis in der amerikanischen Republik (“La crisis del
americanismo. Orden revolucionario y autognosis en la república ameri-
cana”), Stuttgart, Klett.
Goodin, Robert E. (1992), Motivating Political Morality, Oxford, Blackwell.
Habermas, Jürgen (1992), Faktizität und Geltung (“Facticidad y validez”),
Fráncfort del Meno, Suhrkamp.
Hegel, G. W. F. (1970), Grundlinien der Philosophie des Rechts (“Lineamientos de
la filosofía del derecho”), Fráncfort del Meno, Suhrkamp, vol. 7.
Held, David (1989), Political Theory and the Modern State, Cambridge, Polity.
Honneth, Axel, “Posttraditionale Gemeinschaften” (“Comunidades post-
tradicionales”), Brumlik, Micha y Brunkhorst, Hauke (eds.) (1993),
Gemeinschaft und Gerechtigkeit (“Comunidad y justicia”), Fráncfort del Meno,
Suhrkamp.
Horseman, Matthew y Marshall, Andrew (1994), After the Nation Size. Citi-
zens, Tribalism and the New World Disorder, Nueva York, Harper Collins.
Huntington, Samuel (1981), American Politics. The Promise of Disharmony,
Cambridge, Belknap.
Kant, Immanuel (1956), Werke in sechs Bänden, Wilhelm Weischedel, Darm-
stadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Bd. 4.
Kerting, Wolfgang (1996), Die politische Philosophie des Gesellschaftsvertrages (“La
filosofía política del contrato social”), Darmstadt, Primus.
Koselleck, Reinhart, “Erfahrungsraum und Erwartungshorizont” (“Es-
pacio de experiencia y horizonte de expectativas”), en Koselleck, Re-
inhart (1989), Vergangene Zukunft. Zur Semantik geschichtlicher Zeiten (“Futuro
pasado. Sobre la semántica de épocas históricas”), Fráncfort del Meno,
Suhrkamp.
Lehmbruch, Gerhard (1994), “Institutionen, Interessen und sektoriale
Variationen in der Transformationsdynamik der politischen Ökonomie
Ostdeutschlands” (“Instituciones, intereses y variaciones sectoriales en
Smith, Adam (1937) (1965), An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of
Nations, Nueva York, Modern Library.
The Federalist, Londres, Every Man’s Library (1911) (1948).
Thoreau, Henry D. (1952), Selected Writings on Nature and Liberty, Nueva York,
Liberal Arts Press.
Vogel, Paul (1952), Hegels Gesellschaftsbegriff und seine geschichtliche Fortbildung
durch Lorenz Stein, Marx, Engels und Lassalle (“El concepto de sociedad en He-
gel y su desarrollo histórico por Lorenz Stein, Marx, Engels y Lassalle”),
Berlín, Heise.
Von Beyme, Klaus (1957), Der Gesetzgeber. Der Bundestag als Entscheidungszen-
trum (“El legislador. La Cámara Baja como centro de decisión”), Opladen,
Westdeutscher Verlag.
——— (1994), “Verfehlte Vereinigung-verpaste Reformen? Zur Problematik
der Evaluation der Vereinigungpolitik in Deutschland seit 1989” (“¿Re-
formas fallidas de una unificación desaprovechada? Sobre los problemas
de la evolución de la política de la unificación en Alemania desde 1989”),
Journal für Sozialforschung, 24.
——— (1958), Kulturpolitik und nationale Identität (“Política cultural e identidad
nacional”), Opladen, Westdeutscher Verlag.
Walzer, Michael (1992), Zivile Gesellschaft und amerikanische Demokratie (“Socie-
dad civil y democracia americana”), Berlín, Rotbuch.
Capítulo 16
LA SOCIEDAD CIVIL*
I. Definición
Este texto fue entregado ex professo para su publicación en este volumen (nota del editor).
*
207
1. Iusnaturalismo-contractualismo
2. Hegel
Durante una buena parte del siglo XVIII y las primeras décadas del
siglo XIX la categoría es parcialmente abandonada y es Hegel quien la
rescata en su libro sobre Filosofía del derecho publicado en 1820. El autor ale-
mán, basado en la distinción entre el nivel comunitario macro (el Estado) y
el nivel comunitario micro (la familia) ubica a la SC (Zivilgesellschaft) como un
nivel intermedio. Precursor de la democracia corporativa, Hegel, apuesta
básicamente a que serán los grupos gremiales y su representación funcional
(no territorial) de intereses los que introducirían “un orden político” a las
sociedad modernas (Serrano, 1999: 70), ya que son un eficaz límite al poder
del Estado. Así, es probablemente el primer autor que habla de una serie de
actores sociales de intermediación entre el Estado y la familia, lo que a la
postre sería su gran aportación.
La interpretación de Hegel de la SC, que en los hechos constituye un
renovado uso del concepto, da pie a dos lecturas que parten del mismo su-
puesto de una esfera (separada analíticamente) de intermediación entre el
Estado y la familia (o un nivel microsocial muy básico), pero que tienen una
orientación ideológica contrapuesta como son el marxismo y el liberalismo.
3. Liberalismo-pluralismo
Una vez que fue recuperado el concepto SC, a mediados del Siglo XIX
y teniendo como marco una acelerada serie de transformaciones político-
sociales de enorme importancia,2 la noción de SC se transforma y se restrin-
ge para aludir a una gama de organizaciones y asociaciones que pretenden
diferenciarse del Estado —todavía con fuertes tintes absolutistas— (Wol-
dring, 1998: 367). De acuerdo con Alexander (2000: 699), entonces todavía
“era una noción inclusiva, un concepto muy amplio para referirse a una
plétora de instituciones fuera del Estado” en las que se
3 En este sentido, el llamado que hace Diamond es a evitar pensar a la SC como pura
negatividad, es decir, todo lo que no es Estado.
4 Esto sería ver al Estado como el único referente constitutivo de la SC, su alter.
5 Es decir, un concepto en el que se colocan todos los actores que analíticamente no
pueden ser ubicados en los otros subsistemas sociales.
4. Marx y Gramsci
5. El funcionalismo
una SC, se distingue respecto de esta última, en que “es el mundo de la vida
institucionalizado”.
El derecho posibilita la existencia del mundo de la vida, garantizando la
libertad y la participación en una lógica distinta del sistema —diferencia-
da—, entonces el mundo de la vida se transforma en SC cuando adquiere
un carácter institucional, es decir cuando nos asociamos con otros para pro-
mover nuestros intereses, cuando desarrollamos una identidad organizativa
y nos comunicamos por medio de la acción comunicativa buscando cons-
truir consensos.
Hay que precisar que cuando Arato y Cohen hablan de SC proponen
un espacio constituido por diversos elementos, léase: a) pluralidad de or-
ganizaciones y movimientos sociales, grupos de diversos tipo, formales e
informales, asociaciones vecinales, organizadas de manera voluntaria y au-
tónomas; b) publicidad, ya que la naturaleza del debate en la SC es público,
aquí proponen instituciones de comunicación y cultura; c) privacidad, la
posibilidad de que los sujetos tengan el dominio tanto de sus preferencias
morales como de su propio autodesarrollo, y d) legalidad: normas y dere-
chos elementales que delimitan todos los puntos anteriores.. En conjunto
estos elementos conforman una sociedad de tipo civil (2000).
IV. Bibliografía
Capítulo 17
PARTICIPACIÓN Y GOBERNABILIDAD*
I. Introducción
223
danos, pues es a través de las instituciones o de los medios políticos que po-
drán sancionar a los funcionarios o ejecutar la planeación que propongan.
Sin embargo, esta manera de entender a la participación ciudadana no po-
drá ser acuñada sin una sociedad organizada, con ciudadanos íntegros que
en realidad busquen alcanzar el bienestar de la comunidad y no solamen-
te el propio. En efecto, podemos concluir que para que haya una partici-
pación ciudadana que pueda satisfacer las necesidades de nuestros paí-
ses debe haber una sociedad organizada, y para que este requisito se cum-
pla, debe haber un cambio en la cultura política.1
Las formas en que se puede llevar a cabo la participación son muy variadas,
puesto que abarcan desde acudir a emitir el voto hasta el de ejercer un car-
go público, pasando por actividades incluso violentas o, por el contrario, de
desobediencia pacífica. Es por eso que en cuanto a la tipología de la parti-
cipación política es posible distinguir entre las siguientes díadas: 1) entre la
participación representativo-democrática y la participación de democracia
directa; 2) según el grado de la vinculación institucional, entre la participa-
ción garantizada por la constitución y la no garantizada; 3) según el status
legal, entre participación legal e ilegal, y 4) según el grado de reconocimiento
público, entre participación convencional y no convencional.
Esta diversidad de opciones coloca al ciudadano evidentemente ante
situaciones distintas en cuanto a inversión de tiempo, dinero y esfuerzo,
de intensidad y contundencia en cuanto a los objetivos que se persigan,
y de responsabilidad ética frente a sí mismo y frente a los demás. Partiendo
de que la forma más general, sencilla, igualitaria y barata de participación
política es la emisión del voto en elecciones, se ha observado que el grado
de participación y de compromiso depende en gran medida de la situación
socioeconómica de la persona: a un nivel socioeconómico-cultural elevado
corresponde generalmente un interés igualmente elevado por la participa-
ción, además de que se amplían las posibilidades y los canales de partici-
pación que están a disposición de los ciudadanos, por lo que es mucho más
posible que se alcance el éxito en la acción que se emprenda (véase Sánchez
de la Barquera, 2008).
La diferente cultura política explica en gran medida que la participa-
ción, particularmente en elecciones, se entienda de manera distinta no sólo
entre personas de diferente nivel socioeconómico, sino incluso entre países,
1
Remitimos a nuestros amables lectores a los capítulos 12 y 14 de este volumen.
1. Participación en la información
2. Participación en la consulta
3. Participación en la decisión
4. Participación en el control
5. Participación en la ejecución
V. La gobernabilidad
nabilidad por parte del Estado, como refiere Guerrero Orozco (1995), al
mencionar que existen tres tipos de disfuncionalidades que dan origen a la
ingobernabilidad y que se enumeran a continuación:
Es por ello que el control de las instituciones públicas puede ser com-
plementado mas no reemplazado por el control extrainstitucional de la so-
ciedad civil. El Estado no puede ni debe renunciar a ser el rector —que
no dueño— de la economía, por ejemplo. No puede renunciar a ser una
instancia supervisora, sobre todo después de las privatizaciones, en muchas
ocasiones realizadas sin orden ni concierto.
Esto nos lleva a la conclusión de que —en lugar de sobrevalorar la
necesidad de incrementar la participación política— es necesario evaluar
críticamente en qué medida y en qué circunstancias la participación de los
ciudadanos en la formulación, implantación y evaluación de políticas sec-
toriales significa una descarga y no un lastre adicional para el Estado, un
aumento y no una disminución de la eficiencia en la gestión pública, una
reducción y no un agravamiento de los problemas de la desigualdad social,
un recurso que fortalece y que no socava la legitimidad de las instituciones
políticas, es decir, un aliciente, un fomento para la gobernabilidad, y no un
obstáculo más para ella. La búsqueda del justo medio es en este caso más
importante que nunca; ahí radica el secreto.
En cuanto a la política social, tan importante en nuestro continente, la
participación política sigue siendo de primordial importancia, particular-
mente en los casos de proyectos de autoayuda, en los que los principios
de solidaridad y subsidiaridad ayudan a estructurar mejor las condiciones de
vida más inmediata y a consolidar el desarrollo económico y social. Esto
permite fomentar la iniciativa propia de las comunidades, de los grupos y
asociaciones y aprovechar las reservas humanas y materiales. Es decir, la
llamada “movilización” mejora las formas de vida en lo personal y en lo co-
lectivo, le da a la organización mayor peso político, estrecha los lazos de soli-
daridad —lo que posibilita y fortalece una relación subsidiaria frente a otras
instancias— y acrecienta las oportunidades de participación en los procesos
políticos de la comunidad (véase Nohlen, 2002: 715). Es por eso que en la
actualidad, numerosos proyectos de ayuda al desarrollo y de “desarrollo
sustentable” se basan en modelos de autoayuda, de tal forma que las po-
blaciones se vuelvan cada vez más autosuficientes y responsables, lo que las
lleva a convertirse necesariamente en agentes activos de su propia historia.
De paso, esta actitud es una eficacísima vacuna contra el paternalismo y el
populismo, peligrosas enfermedades que siguen propagando algunos parti-
dos políticos latinoamericanos y que buscan convertir a las poblaciones en
grupos dependientes de la mano oficial, sin capacidad para levantar el vuelo
por sí mismas. Claro: para muchos gobiernos es más fácil regalar cuadernos
y útiles escolares cada año que crear condiciones socioeconómicas para que
los padres de familia puedan comprar ellos mismos lo necesario para la es-
cuela de sus hijos. Además, se trata con esas dádivas de una ayuda que hace
dependiente al que la recibe, no de una ayuda escalonada que lo libera, es
decir: no es una ayuda subsidiaria.
Es por eso que la participación política debe buscar la reorganización
de la sociedad. Esta política en sentido amplio está al alcance de todos, pues
con nuestra conducta nos es dado buscar, fomentar, hacer y exigir la ver-
dad, la justicia, la unión y la responsabilidad, o por el contrario, practicar,
alentar o tolerar la corrupción, el ocultamiento de la verdad, el interés in-
dividualista o faccioso, la cobardía, la apatía, el conformismo y la opresión.
Si la sociedad existe para las personas y le está subordinada en el orden de
los fines, y si la persona es principio, fin y sujeto de la sociedad, luego la ac-
tividad política es esencialmente humanista: debe forzosamente contribuir
y posibilitar el desarrollo pleno e íntegro del hombre.
VIII. Bibliografía
Aguirre Sala, Jorge (s/a), “La participación ciudadana y las redes socia-
les”, disponible en: http://www.ceenl.org.mx/educacion/certamen_ensayo/XIIIC
DEP_MH_Laparticipacion.pdf (fecha de consulta: 26 de octubre de 2015).
Araque Calderón, José y Rivas Leone, José Antonio (2008), “Ingober-
nabilidad y crisis del Estado en América Latina”. Providencia, consultable
en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55514557002 (fecha de consulta: 30
de octubre de 2015).
BBC MUNDO (2015), “La línea: el qué, el cómo y el porqué del escándalo de
corrupción que tumbó al presidente de Guatemala” disponible en: http://
www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150507_guatemala_corrupcion_escan
dalo_vicepresidenta_baldetti_jp (fecha de consulta: 26 de octubre de 2015).
Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (2006), “Antece-
dentes”, Participación Ciudadana, disponible en: www.diputados.gob.mx/cesop/
(fecha de consulta: 26 de octubre de 2015).
Cunill, Nuria (1999), “La participación ciudadana”, Antología: participación
ciudadana, México, Centro de Servicios Municipales Heriberto Jara, A. C.-
Friedrich Ebert Stiftung en México.
Gablentz, Otto Heinrich von der (1974), Einführung in die Politikwissenschaft
(“Introducción a la Ciencia Política”), Friburgo de Brisgobia, Herder.
Galindo Vélez, Francisco (2001), “Participación ciudadana, desarrollo del
Estado de derecho y protección de refugiados y de otras personas desarrai-
Capítulo 18
REFLEXIONES SOBRE LA SEGURIDAD
EN EL ESCENARIO MUNDIAL DEL SIGLO XXI*
Sumario: I. Introducción. II. El preludio del siglo XXI. III. Los temas
de seguridad en el nuevo milenio. IV. ¿Terrorismo y delincuencia organizada
como temas de relevancia global? V. Reflexiones finales. VI. Bibliografía.
I. Introducción
241
siones y perspectivas difieren en términos del nivel de análisis, del sector que
los analiza y de los rápidos cambios e impacto de la conducta que riesgos y
amenazas manifiestan a lo largo del orbe.
Resulta prudente entonces identificar las tendencias y orientaciones que
los estudios al respecto han sugerido con la finalidad de contrastarlas con
la realidad actual y estar así en posibilidades de evaluar las temáticas cuyo
impacto y probabilidad resultan prioritarios y de mayor relevancia para
comprender así el nuevo milenio.
démico, adquirió una relevancia distinta y sumó dichos tópicos a los debates
contemporáneos. Dichas visiones holísticas intentaban dejar atrás las líneas
de trabajo planteadas por la Real Politik.
Además del nacimiento de la seguridad humana como concepto, de
acuerdo con Le Gloanec, otros factores como la globalización y la securiti-
zación1 fungieron como catalizadores de diversos cambios en las tendencias
estructurales de la seguridad internacional.
La securitización no es en sí mismo algo nuevo, ni son las amenazas,
como el terrorismo, las guerras civiles, y así sucesivamente, novedades sig-
nificativas. Lo que es nuevo es la fusión de local y global —“glocal”— y la
forma en que la globalización está “transformando el panorama de la se-
guridad internacional [aumentando] la interconexión entre las sociedades y
estados, [por los principales] a una contracción del espacio y el tiempo [y]
la creación de los desafíos globales, así como los bienes públicos globales (Le
Gloanec, 2013). Lo anterior, considerando la tecnología y sus implicaciones
como uno de los elementos potenciadores del fenómeno.
En suma, a los temas militares se sumaron fenómenos derivados del
actuar de actores no estatales y posteriormente otros como condiciones po-
líticas, económicas, sociales, sanitarias o ambientales que por sus caracterís-
ticas, resultaban lesivas al desarrollo humano.
Lo anterior puede percibirse en los escritos de diversos autores que en
el contexto del debate sobre los conflictos asimétricos, guerras híbridas y se-
guridad humana entre otros, identificaron problemáticas correspondientes
a todas esas vertientes conceptuales, creando planteamientos eclécticos en
torno a los temas que consideraron de mayor preponderancia.
Un ejemplo de planteamientos que integraron elementos de los concep-
tos anteriormente citados fue Ray Hammond, quien se enfocó en el estudio
de los factores claves que moldearían el mundo hacia el 2030; la variable
base que utilizó fue el impacto que podrían causar cada uno de ellos a la
humanidad:
1. La explosión de la población mundial y los cambios en las demogra-
fías de las distintas sociedades.
2. El cambio climático y el medio ambiente.
3. La amenazante crisis energética.
4. La creciente globalización.
1 La securitización se produce cuando una preocupación se identifica y se declara como
una amenaza existente a un determinado objeto y requiere la adopción de medidas extraor-
dinarias o incluso de emergencia que por lo general se extienden las prerrogativas legales
del actor securitizador mientras superando la libertad de la sociedad en general (Buzan et al.,
1998).
1. Drogas.
2. Migración.
3. Medio ambiente.
4. Población.
5. Retos económicos globales.
6. Crisis de la democracia liberal.
7. Fusión y fisión.
8. Proliferación de armas ligeras.
En los inicios del nuevo siglo, los atentados del 11 de septiembre sacudieron
la opinión pública mundial respecto al tema del terrorismo. Al Qaeda logró
que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acordara que todo acto
V. Reflexiones finales
VI. Bibliografía
Capítulo 19
PRINCIPIOS Y ESCUELAS GEOPOLÍTICAS*
Heriberto J. Auel,
Eduardo R. Balbi
Carlos A. de Jorge
[En este texto] nos proponemos revisar una serie de problemáticas científi-
cas y metodológicas que constituyen la base estructural que nos permitirá
alcanzar el entendimiento y la razón de ser de la geopolítica. Más adelante
analizaremos las correspondientes definiciones y su campo de estudio y vere-
mos las diferencias fundamentales que existen entre ella y las ciencias exactas,
físicas y naturales.
Como objetivos de esta unidad didáctica te proponemos:
*
Este capítulo está extraído del libro Geopolítica y estrategia. Actualización metodológica y
conceptual, editado por la Universidad Abierta y a Distancia “Hernandarias”, Buenos Aires,
1992, pp. 19-32. Los editores de esta obra son a la vez los autores de todos los capítulos. El
editor del presente volumen ha realizado, sin llamar la atención sobre ello, cambios mínimos
en la redacción del texto, pero tratando de respetar el estilo original; así, cuando el lector
lea “norteamericanos”, es que los autores se refieren a los “estadounidenses”. Agradezco la
amable autorización de la Editorial Docencia Hernandarias, a través de su presidente, Eu-
genio Gómez de Mier, para publicar este texto (nota del editor).
255
• Principio de causalidad.
• Principio de observación.
• Principio de localización.
• Principio de unidad.
• Principio de superposición y asimetría.
• Principio de comparación.
• Principio de cambio.
• Principio de síntesis.
1. Principio de causalidad
2. Principio de observación
3. Principio de localización
4. Principio de unidad
6. Principio de comparación
7. Principio de cambio
8. Principio de síntesis
1. Escuela francesa-norteamericana
Cuadro 1
Escuela del paisaje geopolítico
(francesa-norteamericana)
Principales cultores
D. Whittlesey, R. Hartshone y Vidal de la Blache
Objeto de análisis
Observación, inventario y análisis de los elementos políticos
del paisaje cultural y de su integración en configuraciones espaciales.
1. El área o territorio
a) Posición, extensión, conformación (forma).
b) Paisaje natural: macro y micropaisaje (relieve, hidrografía, clima,
vegetación. Recursos naturales).
2. La escuela norteamericana
Cuadro 2
Escuela de ecología política (norteamericana)
Principales cultores
J. Renner, I. Bowman, R. White y H. Barrows
Objeto de análisis
Estudio de los ajustes político-geográficos de los grupos
sociales al medio ambiente. Interpretación geográfica
de las Relaciones Internacionales en ese medio ecológico.
b) Actitudes sociales
c) Tensiones internas. I. minorías. II. Otras
d) Control social. Clases
e) Migraciones internas. Urbanización.
3. Ajustes para el control de área
a) Gobierno nacional. I. Monarquías. II. República. III. Confedera-
ción
b) Gobierno provincial. I. Estado tribal. II. Estado feudal. III. Canto-
nes, etc. IV. Soviets
c) Gobierno local. I. Villa tribal. II. Estado feudal. III. Cantones, etc.
IV. Otros
4. Ajuste tendiente a la definición de límites
a) Relaciones con el medio y sus factores
b) Zonas de litigio
5. Ajustes respecto al exterior
a) Internacionales. I. Comunidad de Naciones. II. Alianzas. III. Ligas,
ONU.
b) Extranacionales. I. Colonias. II. Mandatos, tutelas, fideicomisos,
protectorados. III. Extraterritorialidad. IV. Estados-tapones y zo-
nas neutralizadas o también de ocupación.
c) Proyectados. I. Planes de paz. II. Programas de comercio. III. Es-
trategia militar. IV. Otros
3. La escuela alemana
Cuadro 3
Escuela organicista (alemana o anglosajona)
Principales cultores
F. Ratzel, R. Kjellen, K Haushofer y R. Strausz Hupé
Objeto de análisis
Estudio del organismo político y de su estructura.
Geopolitik o formulación de una política espacial
Los dos últimos ítems han sido (ex profeso) modificados por nosotros.
Apuntan directamente a un campo que no es estrictamente geopolítico. La estra-
tegia es un arte que, si bien se basa en los análisis geopolíticos, no forma par-
te de ella. Todo el subtema gira en torno de la problemática del poder: mi-
litar, económico, tecnológico, estratégico y de sus posibles “estratagemas”,
que son pulsadas por los denominados “manómetros geopolíticos”. Es el
corolario, el fin último de la investigación. El poder, en cierta manera, por
el poder mismo. Es aquí en estos fines, en donde debe condenarse la ideolo-
gía de la escuela muniquesa.
Capítulo 20
LA GEOPOLÍTICA*
Helio Jaguaribe
Andrés Rivarola
Rafas Calduch
I. Geopolítica
Henry Kissinger no duda en sostener que los Estados son los principales
actores de la política internacional, es decir que
países como Rusia, China, Japón e India siguen teniendo de la nación la mis-
ma visión que tiene Estados Unidos y que tienen los Estados europeos antes de
la Segunda Guerra Mundial. Para ellos, la geopolítica no es algo execrable, es
la base de su análisis interno y de sus acciones externas. El concepto de interés
nacional todavía mantiene unida a la opinión pública dirigencial. El equilibro
de poder afecta sus cálculos, en particular en sus relaciones recíprocas.
LA GEOPOLÍTICA 275
LA GEOPOLÍTICA 277
LA GEOPOLÍTICA 279
Capítulo 21
UN MUNDO DE ESTADOS TERRITORIALES*
John Agnew
*
Este capítulo está extraído de Agnew, John, Geopolítica: una re-visión de la política mundial,
Madrid, Trama Editorial, 2005, pp. 57-78; la traductora del libro es María D. Lois Barrio.
Agradezco infinitamente la autorización de Trama Editorial para reproducir este texto (nota
del editor).
281
I. La trampa territorial
ran los costes. Concibe a los Estados como agentes que intentan maximizar
los beneficios públicos antes que el status. Pero los Estados siguen siendo los
únicos actores significativos en esta explicación, pues son los únicos partici-
pantes en el juego de los beneficios públicos.
A pesar de las diferencias sobre la cuál sea la prioridad de los Estados,
los dos teóricos se mantienen fieles a una concepción estadocéntrica del
mundo o, más exactamente, a un mundo centrado en las grandes potencias.
Esta es una concepción heredada de una extensa tradición de politólogos y
políticos. Es un ingrediente esencial de la imaginación geopolítica moderna.
Tabla 1
Dos dimensiones del poder del Estado
y los cuatro tipos ideales de Estado que definen
**
“Reificar” significa cosificar, según la Real Academia de la Lengua (nota del editor).
lograr los recursos han de tener un cierto grado de liquidez y poder trasla-
darse en el espacio y cruzar los límites estatales. En un momento dado, sin
embargo, los Estados experimentan una tensión, lo que Ruggie (1993:164)
llama el problema de “individuación absoluta”, que puede dar lugar a un
“desdoblamiento” de la territorialidad cuando los Estados sustituyen el con-
trol sobre los flujos económicos generados en sus territorios por un incre-
mento en el acceso a los flujos que vienen de otros lugares. La consecuencia
es que cuando aumenta la proporción de propiedades movibles más allá
de los límites de cada Estado, estos solamente suministran una protección
parcial y poco sólida de los derechos de propiedad absolutos. Otros niveles
geográficos de gobierno y regulación pasan a ser más atractivos, como fue el
caso del sistema regulador de las finanzas internacionales de 1944 a 1972 de
Breton Woods, y como es ahora —aunque sea menos efectivo— la cumbre
anual del G7 entre los dirigentes de los siete grandes países industrializados.
Pero la incertidumbre acerca de las acciones políticas futuras y de los cam-
bios macroeconómicos (aranceles, tasas de interés, etc.) también supone un
incentivo para que los propietarios no depositen sus recursos en un Estado
sino que los repartan más.
Tabla 2
Pilares de la emergente economía mundial
de “acceso al mercado”
Formas de gobernanza
Principios
tión flexibles. Todos estos constituyen ahora los recursos de las compañías,
y no de los territorios. Las compañías crecen a través del despliegue de sus
recursos internos de la manera más eficaz posible. Y los Estados compiten
unos con otros para atraer estos recursos muebles (propiedad) a sus terri-
torios.
Tres son los aspectos del “régimen de acceso a los mercados” que des-
tacan especialmente en relación con el cambio en la espacialidad del poder.
Uno es la internacionalización de una serie de políticas nacionales para
ajustarse a las normas de funcionamiento globales. De esta manera, no sólo
la política comercial sino también la industrial, los riesgos de la producción
y las políticas de bienestar social están sujetas a delimitación y vigilancia
en lo que se refiere a su impacto en el acceso al mercado entre países. El
segundo es el incremento en el comercio de los servicios, en otros tiempos
creados y consumidos en su mayor parte dentro de los límites estatales. Esto
se deriva en parte del hecho de que muchos bienes manufacturados requie-
ren una gran inversión de servicios (desde I+D a marketing y publicidad).
Pero también se debe a que la revolución de las telecomunicaciones signifi-
ca que muchos servicios, desde los bancarios a los de diseño y ensamblado,
pueden ser suministrados a mercados globales. Esta situación representa un
significativo desafío material a la distinción nacional versus internacional de
la que parte el “realismo” de las explicaciones estrictamente territoriales
sobre la espacialidad del poder. El tercero y último es que la extensión del
alcance de las compañías trasnacionales y el surgimiento de alianzas cor-
porativas internacionales ha influido profundamente en la naturaleza de los
flujos de comercio e inversión, debilitando la identificación entre territorio
y economía. Sintomáticas de la integración de comercio e inversión son las
tan frecuentemente oídas preocupaciones sobre las reglas para la inversión
internacional e impuestos unitarios, las reglas que regulan el contenido lo-
cal y el lugar de origen de los productos para evaluar dónde fue añadido el
valor en las cadenas de mercancías de la producción globalizada, y los prin-
cipios relacionados con la competencia desleal y el anti-trust o las prácticas
de comercio monopolísticas.
2. Migración y ciudadanía
3. Dinero y Estados
Casi todo el mundo reconoce que la creación de la moneda es uno de los atri-
butos fundamentales de la soberanía política. Casi todos los Estados emiten
su propia moneda: dentro de las fronteras nacionales es la única moneda que
se suele aceptar para cumplir las tres funciones tradicionales del dinero (ins-
trumento de cambio, unidad de cálculo, y reserva de valor).
V. Conclusión
307