Derecho Indiano Hd58 2017 2
Derecho Indiano Hd58 2017 2
Derecho Indiano Hd58 2017 2
Berlín 2016
Coordinador:
Thomas Duve
Volumen II
VOLUMEN II
The Figuerola Institute
Programme: Legal History
The Programme “Legal History” of the Figuerola Institute of Social Science History –a
part of the Carlos III University of Madrid– is devoted to improve the overall knowledge
on the history of law from different points of view –academically, culturally, socially,
and institutionally– covering both ancient and modern eras. A number of experts from
several countries have participated in the Programme, bringing in their specialized
knowledge and dedication to the subject of their expertise.
To give a better visibility of its activities, the Programme has published in its Book Series
a number of monographs on the different aspects of its academic discipline.
Publisher:
Carlos III University of Madrid
Book Series:
Legal History
Editorial Committee:
Manuel Ángel Bermejo Castrillo, Universidad Carlos III de Madrid
Catherine Fillon, Université Jean Moulin Lyon 3
Manuel Martínez Neira, Universidad Carlos III de Madrid
Carlos Petit, Universidad de Huelva
Cristina Vano, Università degli studi di Napoli Federico II
VOLUMEN II
Coordinador:
Thomas Duve
DYKINSON
2017
Historia del derecho, 58
© 2017 Autores
Editorial Dykinson
c/ Meléndez Valdés, 61- 28015 Madrid
Tlf. (+34) 91 544 28 46
E-mail: [email protected]
http://www.dykinson.com
Preimpresión: TallerOnce
ISBN: 978-84-9148-421-9
ISSN: 2255-5137
Depósito legal: M-31220-2017
891
Un caso de apropiación del Ius Commune: las nociones de dominio en los pueblos
de indios en el Perú del siglo XVI
A case of appropriation of Ius Commune: the concept of dominium in indigenous
pueblos in 16th century Peru
Damian Augusto Gonzales Escudero .................................................................................. 1037
El asedio a la Sala del Crimen de la Real Audiencia de México: injerencias del Conde
de Galve en la jurisdicción criminal
The siege of the criminal court of the Real Audiencia of México: the interference
of the Count of Galve in the criminal jurisdiction
Patricio Hidalgo Nuchera .................................................................................................. 1049
La imagen social del abogado en el tránsito del derecho premial al orden legislativo
de la monarquía moderna
The social image of the lawyer in the transit of prize law to the legislative agenda
of the modern monarchy
Alberto David Leiva ........................................................................................................... 1087
892
La ocultación de bienes del Arzobispo Feliciano de la Vega y el Breve Apostólico
de Inocencio X, dentro de la visita general de Juan de Palafox y Mendoza a la Nueva
España (1640-1647)
The hiding of property of Archbishop Feliciano de la Vega and Apostolic Brief
of Innocent X, in the general visit of Juan de Palafox y Mendoza to New Spain
(1640-1647)
Juan Pablo Salazar Andreu ................................................................................................ 1185
Los alcaldes de sacas en las ordenanzas del gobernador Juan Ramírez de Velasco
The alcaldes de sacas appointed in Juan Ramírez de Velasco’s government ordinances
Mario Carlos Vivas . ........................................................................................................... 1215
Presencia del Derecho Indiano en la práxis judicial chilena durante el siglo XIX,
a través de la formación jurídica de los Ministros de Corte
Presence of Spanish colonial law in Chilean judicial praxis during the nineteenth
century, observed through the legal training of the Ministers of Court
Roberto Cerón Reyes . ........................................................................................................ 1289
893
El Derecho Indiano en los fallos de la Suprema Corte de Justicia de la provincia
de Buenos Aires (Argentina), 1875-1881
The Derecho Indiano in the Supreme Court’s decisions in the province of Buenos
Aires (Argentina), 1875-1881
María Angélica Corva ........................................................................................................ 1331
894
La tradición jurídica indiana en el Michoacán decimonónico
The Latin American legal tradition in 19th century Michoacán
Leopoldo López Valencia .................................................................................................... 1513
Clausura
Discurso de clausura del XIX Congreso del Instituto Internacional de Historia del
Derecho Indiano
Agustín Bermúdez Aznar .................................................................................................... 1663
895
Sociedad, justicia y gobierno (instituciones y prácticas)
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO
Y LA ESCLAVITUD DE LOS INDÍGENAS
Abstract: The article addresses the characteristics of indigenous slavery. This system
was always of an exceptional nature, with a clear inclination towards abolition and only
reserved for the indigenous people as criminal punishment. Regarding this matter, the
Chilean situation was no exception, even during the special circumstances of the Arauco
War, when exceptional adaptations to this general regime that were applied to the Indies
and Philippines took place.
Keywords: discovery, slavery, caribes, araucanos, criminal sanction, estrangement.
*
Magíster en Humanidades con mención en Historia Clásica, Universidad del Desarro-
llo. Magíster en Derecho, UNED. Abogado. Profesor Titular de Historia del Derecho en la
Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo. Dirección postal: Ainavillo 456, 5º
piso, Concepción, Chile. Correo electrónico: [email protected].
899
EDUARDO ANDRADES RIVAS
1. Introducción
900
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
tra, por cierto, en la guerra de Arauco, sempiterno conflicto que motivó tan-
tas asimetrías entre el poblamiento del reino y el resto del mundo indiano, y
especialmente el tratamiento particular que recibió la esclavitud indígena en
relación a la que existió para todos los demás indígenas americanos. Y ello
se hace más notorio al dedicarse normas especiales sobre tal esclavitud en el
título II sobre “Libertad de los Indios” que trata de la proscripción general
de la condición servil para todas las Indias, aunque dichas normas son solo
referidas a los indios de Chile1.
El propósito de nuestro trabajo es destacar estas particularidades chile-
nas en relación al régimen jurídico indiano general, estableciendo una compa-
ración y diferenciación ahí en donde las peculiaridades de la historia chilena
lo hacen necesario. Aunque, por cierto, se trata de un régimen que conserva el
fundamento esencial del Derecho Indiano ya anotado, que es el de la defensa
de la dignidad del indígena y el respeto de su libertad natural, la que solo por
excepción, justificada en la Guerra de Arauco, podía ser limitada.
Desde los primeros tiempos del poblamiento español en las Indias se planteó
el tema de la esclavitud indígena. No debemos olvidar que el cuestionamiento
a esta institución, universalmente aceptada en su época, solo provino de los
círculos cultos de la Monarquía Hispánica. Ello dice mucho sobre los ideales
de defensa de la dignidad humana que presidían la acción político cultural de
los Reyes Católicos.
Por otro lado, hemos de recordar que los propios indígenas hacían es-
clavos desde antes de Colón. De ahí que el cuestionamiento de los conquis-
tadores no solo fuera para prohibirla a sí mismos, sino también a los indios2.
El Almirante distinguió entre la condición de libres de la multitud de
los indígenas y los caribes, a los que consideraba salvajes por su canibalis-
1
RECOPILACIÓN DE LEYES DE LOS REYNOS DE LAS INDIAS, Libro VI, título II,
leyes XIIII y XVI.
2
Así lo dispone el Libro VI, título II, ley III, de la Recopilación de leyes de los reynos
de Indias, de Carlos V, de 1538, que prohibió expresamente a los Caciques, y Principales
“tener, vender, o trocar por esclavos a los Indios, que les estuvieren sujetos, y asimismo a
los Españoles podérselos comprar, ni rescatar, y el que contraviniere, incurra en las penas
estatuidas por la ley antecedente, quedando libres los Indios, que así fueren tenidos, ven-
didos, o cambiados”.
901
EDUARDO ANDRADES RIVAS
mo. De hecho, fue respecto de éstos que solicitó a los Reyes Católicos que se
les redujera a la esclavitud y se les enviara a España para permitir que en su
contacto con los españoles fueran dejando atrás sus costumbres paganas y
antropófagas3.
Colón valoraba la fortaleza y carácter de los Caribes y puede pensarse
que lo que deseaba era transformarles en cristianos mediante su envío a Es-
paña y su servidumbre e instrucción en el cristianismo por parte de amos
o señores cristianos4. Junto con comunicar su parecer a los reyes, en su se-
gundo viaje, remitió a Sevilla a un total de 500 indios para ser vendidos en
el mercado de esclavos de dicha ciudad. Sin embargo, la Corona tendría otra
actitud. Aunque en un comienzo los reyes autorizaron la venta, pronto cam-
biaron de opinión y ordenaron que las operaciones se afianzaran y las ventas
se paralizaran hasta contar con el parecer de una junta de expertos, teólogos
y juristas que dieran su dictamen al respecto. En ello se aprecia la mentalidad
humanista de los reyes que habían ya rechazado la esclavitud de los guanches,
primitivos habitantes de las Islas Canarias5.
Asimismo, los monarcas dispusieron la liberación de los Indios, la re-
compra y manumisión de los que restaren en condición servil y su retorno a
las Indias6.
3
SILVIO SAVALA. Estudios indianos, México D.F., Edición de El Colegio Nacional,
1948, pp. 97 y ss.
4
Así lo sostiene en su carta a Luis de Santángel, de 15 de febrero de 1493. Ver Carta de
Cristóbal Colón a Luis de Santangel de 15 de febrero de 1493, en MORALES PADRÓN,
Francisco, Primeras cartas sobre América (1493-1503), Sevilla, 1990 “... y esclavos, quan-
tos mandaran cargar, e serán de los ydólatres”. Ver texto completo en sitio web de Wiki-
source, disponible en https://es.wikisource.org/wiki/Carta_de_ Col%C3%B3n_al_escri-
bano_de_raci%C3%B3n_(manuscrito) 11-05-2016).
5
Lo dispone la carta de los Reyes Católicos al Obispo de Badajoz, don Juan Rodríguez
de Fonseca, de abril de 1495: “…por otra letra nuestra vos obimos escripto que ficiéredes
vender los indios que imbió el almirante don Cristóbal Colón en las carabelas que agora
vinieron. E porque Nos queríamos informarnos de letrados, teólogos e canonistas si con
buena conciencia se pueden vender estos por sólo vos o non, y esto non se puede facer fasta
que veamos las cartas qu’el Almirante nos escriba, para saber la cabsa porque los imbía
acá por cabtivos”. Ver texto completo en JORGE DÍAZ CEBALLOS, “Las juntas de exper-
tos y la configuración del sistema colonial castellano, 1503-1512”, en ELISEO SERRANO
(Coord.), De la tierra al cielo. Líneas recientes de investigación en historia moderna,
Actas del I Encuentro de Jóvenes Investigadores, Zaragoza, 9 y 10 de febrero del 2012,
2013, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2013, p. 265.
6
La Corona dispuso el retorno de los indígenas a suelo americano, pero pocos pudieron
volver debido a que las enfermedades europeas habían diezmado su número total.
902
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
7
RECOPILACIÓN DE LEYES DE LOS REYNOS DE LAS INDIAS, Libro VI, título II,
ley XIII: “Don Felipe II en Madrid a 25 de enero de 1569. “Tienen licencia los vecinos de
las Islas de Barlovento para hacer guerra á los Indios Caribes, que las van á infestar con
mano armada, y comen carne humana, y pueden hacer sus esclavos á los que cautivaren,
con que no sean menores de catorce años, ni mujeres de qualquiera edad; Mandamos que
así se execute, guardando las instrucciones, que diere la Audiencia de Santo Domingo para
mas justificación”. No obstante lo dicho, puede apreciarse de inmediato la condición de
excepcionalidad de la medida al limitarla a los hombres mayores de 14 años, excluyendo
a niños y mujeres de cualquier edad. Este es un rasgo que se reitera en toda la legislación
indiana al respecto.
8
“…suplico al Rey, mi Señor, mui afectuosamente, e encargo e mando a la dicha Prin-
cesa mi hija e al dicho Príncipe su marido, que ansí lo hagan e cumplan, e que este sea su
principal fin, e que en ello pongan mucha diligencia, e non consientan e den lugar que los
indios vezinos e moradores en las dichas Indias e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban
agravio alguno en sus personas e bienes; mas mando que sea bien e justamente tratados.
E si algún agravio han rescebido, lo remedien e provean, por manera que no se exceda en
cosa alguna de lo que por las Letras Apostólicas de la dicha concessión nos es inyungido
e mandado”. VIDAL GONZÁLEZ SÁNCHEZ, El testamento de Isabel la Católica y otras
consideraciones en torno a su muerte, Madrid, Instituto de Historia Eclesiástica “Isabel
la Católica”, 2001, p. 50.
9
Siguiendo exactamente esta política, don Felipe II, en sus instrucciones sobre buen
tratamiento de los naturales, recogida en la Ley II, del Título X, del Libro VI de la RECO-
PILACIÓN DE LEYES DE LOS REYNOS DE LAS INDIAS, ordenó: “Grandes daños, agra-
vios, y opresiones reciven los Indios en sus personas, y haziendas, de algunos Españoles,
Corregidores, Religiosos y Clerigos en todo genero de trabajo, con que los desfrutan por
su aprovechamiento, y como personas miserables (2) no hazen resistencia, ni defensa,
sujetandose a todo cuanto se les ordena… encargamos y mandamos á los Virreyes, y Pre-
sidentes Governadores (pues en esta Recopilación con particular interes se han juntado,
y repetido las leyes, y decisiones, que mandan, y encargan, el buen tratamiento, y alivio
de los Indios) que por sus personas, y las de todos los demas Ministros, y Iusticias averi-
guen, y castiguen los excesos, y agravios, que los indios padecieren, con tal moderacion y
prudencia, que no dexen de servir, y ocuparse en todo lo necesario, y que tanto conviene
á ellos mismos”.
903
EDUARDO ANDRADES RIVAS
10
El texto reconstituido por las Casas es el siguiente: “Para os los dar a cognoscer me he
sobido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto desta isla; y, por tanto, conviene que
con atención, no cualquiera sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la
oigáis; la cual será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable
y peligrosa que jamás no pensasteis oír…
Decid ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre
aquestos indios?...
Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos
como a vosotros mismos?...Tened por cierto, que en el estado en que estáis no os podéis
más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo”. Ver Ho-
milía de Fray Antón de Montesino, 21 de diciembre de 1511, en FRAY BARTOLOMÉ DE
904
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
LAS CASAS, Historia de las Indias, Libro III, Capítulo IV, Fondo de Cultura Económica,
México, 1951, pp. 441-442.
11
La conquista de las Indias había generado un ambiente de profundas contradicciones
entre los propósitos que impulsaba la Corona y los intereses mundanos y de enriqueci-
miento que animaban a muchos conquistadores. El 11 de febrero de 1509 don Fernando
el Católico dictó una cédula por la que disponía que pasaran a las Indias los primeros 15
frailes dominicanos. En cumplimiento de dicha orden los primeros cuatro misioneros, en-
cabezados por Fray Pedro de Córdoba, arribaron a las Islas en septiembre de 1510.
Don Fernando, cobrando conciencia de lo que realmente ocurría en las Indias, convocó
a una Junta de expertos teólogos, juristas y asesores reales que le diera su parecer a fin
de encontrar la mejor manera de proceder. Fruto de esta Junta, reunida en la capital de
Castilla (por ello conocida como la “Junta de Burgos”) se dictaron las “Leyes de Burgos”,
primeras normas protectoras de los indígenas y núcleo del futuro derecho indiano.
12
Bula Sublimis Deus de Paulo III, 2 VI 1537, en ALFONSO GARCÍA-GALLO, Manual
de Historia del Derecho Español, metodología histórico-jurídica, antología de fuentes del
derecho español, t. II, Madrid, 1975, pp. 774-776.
13
Las leyes dictadas por el Emperador Carlos V disponían expresamente que los indí-
genas eran personas libres, vasallos de la Corona y que se prohibía su esclavitud bajo todo
concepto, aún en el caso de guerra.
14
La Corte Papal, animada por altos valores humanistas, fue muy receptiva frente a los
argumentos esgrimidos por los dominicos Fray Bernardino de Minaya que viajó a entre-
vistarse con el Pontífice y Fray Julián Garcés que envió una carta sobre el asunto.
905
EDUARDO ANDRADES RIVAS
906
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
que si alguno fuere hallado, que cautivó, ó tiene por esclavo algun Indio, in-
curra en perdimiento de todos sus bienes, aplicados a nuestra Camara, Fisco,
y el Indio, ó Indios sean luego bueltos, y restituidos a sus propias tierras, y
naturalezas, con entera, y natural libertad, á costa de los que assi los cauti-
varen, o tuvieren por esclavos. Y ordenamos á nuestras Iusticias, que tengan
especial cuidado de lo inquirir, y castigar con todo rigor, según esta ley, pena
de privación de sus oficios, y cien mil maravedis para nuestra Camara al que
lo contrario hiziere, y negligente fuere en su cumplimiento.
15
RECOPILACIÓN DE LEYES DE LOS REYNOS DE LAS INDIAS, tomo II, Madrid,
Imprenta Nacional del Boletín Oficial del Estado, 1998, p. 201 s.
16
RECOPILACIÓN DE LEYES DE LOS REYNOS DE LAS INDIAS, Ley V, título II, Libro
VI. La disposición fue reiterada por Carlos V en 1550 y 1556.
17
RECOPILACIÓN DE LEYES DE LOS REYNOS DE LAS INDIAS, Ley VIII, título II,
Libro VI: “Ordenamos que la prohibición general de esclavitud en los Indios, se guarde y
cumpla también en las provincias de Tucumán, Río de la Plata y Paraguay, con los que fue-
ren aprisionados en Malocas, o adquiridos en qualquier forma”. En similar sentido puede
verse la Ley VII, dictada por don Felipe III en 1618.
907
EDUARDO ANDRADES RIVAS
18
Recopilación de Leyes de los reynos de las Indias, Ley XII, título II, Libro VI, ley con-
firmada por Felipe III en 1620.
19
De lo que se entiende que conservando el principio general de la completa libertad
de los Indios, se hacía excepción, permitiendo la esclavitud de quienes fueren cautivos de
guerra siempre y cuando fueran mahometanos (moros) con intenciones de difundir su
errónea idolatría.
20
El Libro VI, Título I, Ley II de don Fernando el Católico y su hija doña Juana, de 1514
y 1515, reiterada por don Felipe II en 1556. “Que los Indios se puedan casar libremente, y
ninguna orden real lo impida. Es nuestra voluntad, que los Indios, é Indias tengan, como
deven, entera libertad para casarse con quien quisieren assí con Indios, como con naturales
de estos nuestros Reynos, ó Españoles, nacidos en las Indias, y que en esto no se les ponga
impedimento. Y mandamos, que ninguna orden nuestra, que se huviere dado, ó por Nos
fuera dada, pueda impedir, ni impida el matrimonio entre los Indios, é Indias con Españo-
les, o Españolas, y que todos tengan entera libertad de casarse con quien quisieren…”
21
La ley XII del título I del Libro VI de la Recopilación dictada por don Carlos V dispuso
“Si constare, que los Indios se ha ido a vivir de unos Lugares á otros de su voluntad, no los
impidan las Iusticias, ni Ministros y dexenlos vivir, y morar alli,...”
22
En relación al tema podemos citar las leyes XXIV del título I que disponía que “Entre
Indios, y Españoles haya comercio libre a contento de las partes”, de Carlos V, dictada
en 1521 y reiterada en 1523 y 1534; también la XXV que disponía “Que los Indios puedan
libremente comerciar sus frutos, y mantenimientos”, de Carlos V de 1551 y reiterada por
don Felipe II en 1567. Asimismo la ley XXVII que dispuso que “Los Indios puedan vender
sus haciendas con autoridad de justicia”. Ley de don Felipe II, de 1571, reiterada en 1572.
23
Dispone la ley V, título II, Libro VI de la Recopilación: “Que las leyes que fueren en
favor de los Indios se executen sin embargo de apelación”.
908
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
909
EDUARDO ANDRADES RIVAS
que no debía permitirse que ante las penas o castigos se hicieran distinciones
arbitrarias entre indios y españoles. Es más, siendo los indios gente “mise-
rable” (categoría inspirada en el derecho romano, que designaba a personas
desvalidas) y con menos medios para defenderse, el Rey Prudente ordenaba a
sus jueces de la Audiencia que castigaran con mayor severidad a los españo-
les que injuriaren, ofendieren o maltrataren a los indios. Es decir, el castigo
debía ser mayor que si el delito se cometía contra españoles.
Por último, ordenaba que la misma instrucción se diera a todos los jue-
ces que pertenecieren al territorio jurisdiccional de la Audiencia de Lima25.
Hacia la última parte del siglo XVI la polémica por los títulos perso-
nales de la Conquista, es decir, por el buen trato que debía dispensarse a
los indígenas ya había sido cerrada, con la política práctica de la Corona,
inspirada en las tesis de don Francisco de Vitoria (1492-1546) y las Leyes
Nuevas, que fueron incorporadas en las “Ordenanzas de descubrimientos,
nueva población y pacificación de las Indias” dictadas por el mismo don
Felipe II en 1573.
El caso del reino de Chile resulta excepcional respecto del sistema de protec-
ción y respeto de la libertad de los Indios que hemos estudiado antes.
En 1541, cuando don Pedro de Valdivia arribó al valle central del futuro
reino de Nueva Extremadura o Chile, en su mente y la de sus compañeros se
encontraba el conjunto de la legislación indiana protectora de los indígenas
25
El texto es el siguiente: “Yo he sido informado que los delitos que los españoles co-
meten contra los indios no se castigan con el rigor que se hazen en los de unos españoles
con otros, y que con aver sido tántos los delitos que se han cometido contra los indios,
apenas se sabe que se aya hecho justicia de ningún español por muerte, o otro alguno,
de indio. Y porque esto ha sido muy perniciosa introdución, y no se ha de dar lugar a que
en el castigo de los delitos se haga diferencia ni distinción de personas de españoles e
indios, antes estos sean mas amparados, como gente mas miserable y de menos defensa,
os mando que de aquí adelante castiguéis con mayor rigor a los españoles que injuria-
ren, ofendieren o maltrataren a los indios, que si los mismos delitos se cometiessen
contra los españoles Y esto mismo ordenareis a todas las justicias del distrito de essa
Audiencia. Fecha en Madrid a veinte y nueve de diziembre de mil y quinientos y noventa
y tres años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro Señor, Juan de Ibarra. Señalada
del Consejo”.
910
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
que ya hemos reseñado26. Nada hacía pensar que fuera a actuarse de una for-
ma diversa de la que la Corona había dispuesto con tanta claridad27.
Pero rápidamente la hostilidad de los indígenas araucanos a la presencia
española determinó que la práctica comenzara a separarse de la legislación
indiana. El incendio y destrucción de Santiago el 11 de septiembre de 1541 por
obra de Michimalonco y sus hombres, marca el comienzo de un proceso de
violencia que se extendería por siglos, la Guerra de Arauco. Y aunque en esta
primera oportunidad los indígenas fueron vencidos, en gran medida por la
determinación de doña Inés Suárez, que mandó decapitar a los siete caciques
que mantenían prisioneros en la ciudad y arrojar sus cabezas a los indios asal-
tantes, fue una victoria efímera. El propio Valdivia28 y un sinnúmero de capi-
tanes españoles que le siguieron, perecerían en los violentos enfrentamientos
que fueron la norma en el reino durante siglos.
Toda la legislación protectora de los indígenas que representaba el de-
recho indiano, especialmente las Leyes Nuevas de 1542-43, fue puesta en tela
de juicio y solo pudo aplicarse a los indios del valle central que se sometieron
voluntariamente a la presencia española y a la legislación indiana, como por
ejemplo el régimen de encomienda29. Cosa muy diversa ocurrió con los Arau-
canos, al sur del Bío-Bío. Allí imperaba la ley de la guerra justa, el castigo a
quienes se alzaban contra la autoridad del rey y la severidad o crueldad de
las penas30.
Los militares españoles en Chile y los juristas que los acompañan van
delineando una legislación especial, que autoriza la esclavitud de los indios
en caso de guerra, (que es la condición habitual del reino).
26
HUGO HANISCH ESPINDOLA, “La esclavitud de los indios en el reino de Chile. Sus
fuentes jurídicas. Prácticas y tráfico esclavista”, Revista Chilena de Historia del Derecho,
n° 14, 1991, Santiago, Facultad de Derecho Universidad de Chile, pp 92 ss.
27
Es cierto que en la expedición de don Diego de Almagro se había producido el primer
encuentro violento entre españoles y araucanos, una batalla en toda regla, la de Reino-
huelén de 1536, cerca del rio Itata, en donde unos 600 españoles al mando de Gómez de
Alvarado (que había sido comisionado por Almagro para llegar al Estrecho de Magallanes)
fueron atacados por más de 20000 indios, según las crónicas de Alonso de Góngora Mar-
molejo y Pedro Mariño de Lobera. Pero para Valdivia no tenía más importancia que la
propia expedición de Almagro, a la que don Pedro juzgaba mal organizada.
28
En la Batalla de Tucapel, diciembre de 1553, o enero de 1554.
29
MARÍA LAURA SALINAS, Encomienda, trabajo y servidumbre indígena en Co-
rrientes. Siglos XVII-XVIII, Tesis de maestría en Historia Latinoamericana, Palos de la
Frontera, Ediciones de la Universidad Internacional de Andalucía, 2009, pp. 9 ss.
30
Sólo así pueden entenderse las crueldades ejecutadas contra los príncipes de Arauco,
la amputación de las manos de Galvarino y la muerte en la pica de Caupolicán.
911
EDUARDO ANDRADES RIVAS
31
HANISCH, op. cit. p. 94.
32
“Nos somos informados que en esa tierra se van acabando los indios naturales de
ella, por los malos tratamientos que sus encomenderos les hacen… y los tratan peor que
esclavos y, como tales, se hallan vendidos y comprados de unos encomenderos a otros… Y
porque habiéndose proveído tan cumplidamente… y mantenido en justicia y amparados
en su libertad, como súbditos y vasallos nuestros, entendíamos que nuestros ministros
cumplían lo que les habíamos ordenado; y de no haberlo hecho y llegado por esta causa a
estado de tanta miseria y trabajo, nos ha dolido, como es razón”. HANISCH, op. cit. p. 98.
912
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
Tras la derrota del gobernador don Martín García Oñez de Loyola (1575-
1598) en Curalaba, la esclavitud llegó a experimentar un nuevo impulso, pues
la Corona se vio obligada a reconocer su existencia y sancionó legalmente su
legitimidad35.
33
Antes, el 4 de febrero de 1593, el gobernador don Martín García Oñez de Loyola, había
instruido a los administradores de los pueblos de indios que se encontraba la prohibida la
venta y permuta de indios.
34
Típica nomenclatura esclavista aplicada a los negros africanos.
35
JAIME VICENS VIVES et al., Historia Social y Económica de España y América, 5°
edición, vol. III, Barcelona, Editorial Vicens Vives, 1985, p. 152.
36
MELCHOR CALDERÓN, Tratado de la importancia y utilidad que ay en dar por
913
EDUARDO ANDRADES RIVAS
mendó a don Felipe III que, teniendo presente la guerra en el reino y la rebeldía
de los araucanos, los indios capturados en los combates fueran dados como
esclavos, en calidad de premios a los mismos soldados que defendían al reino37.
La Corona reaccionó con la dictación de la Real Cédula de 26 de mayo de
1608, por la que dispuso que:
todos los indios, así hombres como mujeres de las provincias rebeladas del
reino de Chile, siendo los hombres mayores de diez años y medio y las mujeres
de a nueve y medio, que fueren tomados y cautivados en la guerra por los capi-
tanes y gente de guerra, indios amigos y cualesquier otra persona que enten-
dieren en esta pacificación, dos meses después de la publicación de esta pro-
visión en adelante, sean habidos y tenidos por esclavos suyos; y como tales se
puedan servir de ellos y venderlos, darlos y disponer de ellos a su voluntad38.
914
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
40
“…Y he resuelto por la presente, por la cual quiero y es mi voluntad que no se hagan
esclavos de esas provincias de Chile, en ninguno de los tres casos que quedan expresados:
(indios capturados en guerra, servidumbre de niños y la usanza o venta de hijos o parien-
tes por los propios indios)… Y así mando y ordeno que los que tuvieren esclavos se pon-
gan en su libertad natural, reservando como reservo, a los poseedores y compradores su
derecho a salvo contra los vendedores…”. ÁLVARO JARA y SONIA PINTO, Fuentes para
la historia del trabajo en el Reino de Chile, tomos I - II, Santiago, Editorial Andrés Bello,
1982-1982, pp. 319-323.
915
EDUARDO ANDRADES RIVAS
visto la influencia antiesclavista del padre jesuita don Diego de Rosales41. Con
ello se cierra el círculo histórico y la Corona vuelve al viejo principio libertario
establecido por los Reyes Católicos a fines del siglo XV.
8. Conclusiones
1) L
a Conquista de América, tras las polémicas de Indias dio paso a la
adopción de un régimen de universal libertad de los indios como va-
sallos libres del rey.
41
JIMENA PAZ OBREGÓN ITURRA y JOSÉ MANUEL ZAVALA CEPEDA, “Abolición y
persistencia de la esclavitud indígena en Chile Colonial: Estrategias esclavistas en la fron-
tera Araucano-Mapuche”, Memoria Americana, n° 17-1. Buenos Aires, 2009, p. 6.
42
“Con estas disposiciones se dio por terminada la toma de esclavos indios en el reino
de Chile; sin embargo, hay que advertir que la guerra de Arauco no terminó, sino que si-
guió muchos años más, pero ya los españoles no tuvieron ninguna causal para proceder a
la esclavitud de los indios ni retenerlos como tales”. HANISCH, op. cit., p. 117.
916
NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CHILE, EL DERECHO INDIANO Y LA ESCLAVITUD...
43
RAFAEL GAUNE y MARTÍN LARA (editores), Historias de racismo y discrimina-
ción en Chile, Santiago, Uqbar editores, 2009, pp. 236 y ss.
917
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
EN EL PERÍODO TARDO COLONIAL
Marcela Aspell
Universidad Nacional de Córdoba
[email protected]
Abstract: The subject of this work studies the performance of the Santo Oficio de
la Inquisición in the last quarter of the 18th and early 19th centuries in the jurisdiction of
Córdoba del Tucumán. The performance of the Inquisitorial Commissioners is analyzed in
special relation to the exercise of censorship on the eve of the emancipation process leading
to the Revolucion de Mayo.
Keywords: inquisition, Córdoba del Tucumán, 18th-19th centuries, inquisitorial
commissioners, inquisitorial censorship, Revolución de Mayo.
1. Introducción
919
MARCELA ASPELL
1
Véase el clásico JOSE TORIBIO MEDINA, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la
Inquisición en Cartagena de Indias, Santiago de Chile, Chile. 1889. También: FERMINA
ÁLVAREZ ALONSO, La Inquisición en Cartagena de India durante el Siglo XVII, Madrid,
Fundación Universitaria Española, 1999.
2
JOSÉ TORIBIO MEDINA, Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima 1569-1820,
Santiago de Chile, 1956, t. I, p. 27.
920
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
3
NICOLAU EIMERIC. FRANCISCO PEÑA El Manual de los Inquisidores. Barcelona,
Atajos 1996, pp. 224-225. Nicolau Eimeric había nacido en 1320 en Gerona. A la temprana
edad de 14 años ingreso a la Orden de Santo Domingo, alcanzando en 1357 el cargo de
Inquisidor General de Cataluña, Valencia, Aragón y Mallorca. Su larga permanencia en la
Inquisición se extendería hasta pocos años antes de su muerte ocurrida en 1397. En el siglo
XVI, el Manual fue enriquecido por encargo del Papado, con los comentarios de Francisco
Peña, a quien se le confió la edición definitiva del texto.
4
En 1654 se informaba la vacancia de más de cinco meses de las Comisarías de Chuquisa-
ca y Arequipa, “porque no ha habido quien las pretenda”. PAULINO CASTAÑEDA DELGA-
DO Y PILAR HERNÁNDEZ APARICIO: La Inquisición en Lima, Madrid, 1989, t. II, p. 104
5
Ídem. p. 856.
6
AGHN Inquisición Libro 353 Fol. 42 vta, citado por PAULINO CASTAÑEDA DELGA-
DO Y PILAR HERNÁNDEZ APARICIO La Inquisición en Lima 1570-1635 Tomo I pp. 53,
Madrid, Editorial Deimos, 1989.
921
MARCELA ASPELL
7
JOAQUÍN PÉREZ VILLANUEVA Y BARTOLOMÉ ESCANDELL BONET Historia de
la Inquisición en España y América, Biblioteca de Autores Cristianos., Madrid 1993, p.
832 y ss. Las clásicas obras de Kamen, Lea, Bennassar, Greeleaf, Contreras, etc. desarro-
llan reflexiones parecidas.
8
Ídem, p. 857.
9
RICARDO ZORRAQUÍN BECÚ, La Organización Judicial Argentina en el periodo
hispánico, 2ª edición UBA, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Instituto de Historia
del Derecho Ricardo Levene, Buenos Aires, Editorial Perrot, p. 138.
922
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
Hacia el fin del siglo XVIII nuestra Córdoba del Tucumán era una ciudad que,
fundada por españoles en 1573 y erigida en el centro del actual territorio de la
República Argentina, registraba ya, más de dos siglos de existencia. Caracte-
rizada como una ciudad mediterránea, típicamente continental, constituida
en un vital cruce de caminos, nudo vigoroso y neurálgico de comunicacio-
nes para los peregrinos que recorrían las rutas hacia Buenos Aires, Asunción,
Santiago o Lima, alejada del teatro de las guerras, pero permanente frontera
con el indio, cabecera del Obispado y sede de la Universidad, una ciudad in-
diana donde los siglos XVII y XVIII trazarían perfiles de un particularismo
acendrado, que influirían de manera decisiva en su propia historia y en la
923
MARCELA ASPELL
historia misma del país. Y es a esta ciudad, rodeada de un universo rural com-
plejo y diversificado, constituido por varios ecosistemas, algunos de ellos más
agrícolas que otros, en sus fortalezas, posibilidades y virtualidades naturales,
donde se estaba imponiendo un lento tránsito del sistema de trabajo coactivo
a la organización del conchabo asalariado y regido por las leyes del mercado,
donde llegan los Comisarios del Santo Oficio de la Inquisición, con exhausti-
vas y precisas recomendaciones e instrucciones.
Los archivos documentales, dan cuenta de la actividad cumplida en es-
tas tierras que integraban la periferia del imperio. Es un fondo complejo y
diverso, salpicado por intensas lagunas, que no logran, empero, impedir una
interpretación coherente.
Se suman los textos que hacen a la vida administrativa y burocrática
del tribunal, las cuestiones de integración de sus miembros la elección de
los familiares del Santo Oficio, los expedientes de limpieza de los mismos, la
recepción de los edictos, las instrucciones, recomendaciones, autos y cartas
recibidas del Tribunal de Lima al Comisario de Córdoba del Tucumán, los
inventarios menudos, que dan cuenta del material que disponía el Comisario
para su trabajo cotidiano, pero el mayor número de folios examinados corres-
ponde, sin duda, a la labor de un Tribunal actuando en toda la extensión de
sus funciones, que expresa su labor específica a través de la redacción de actas
prolijas, minuciosas y atadas a una estudiada formalidad.
Las estrechas relaciones que el Comisario cordobés mantenía con Lima,
el intercambio de información, su permanente disposición para recibir y aca-
tar las minuciosas instrucciones, recomendaciones y cartas acordadas que
bajaban desde la ciudad capital del Virreinato, reiterando el propósito cons-
tante “no olvide Vd. anoticiarnos sobre todo circunstancia que estime Vd., es
de nuestro interés conocer” contestadas con prontitud y diligencia, hablan
de una fluida relación y un aceitado control, que los años no alcanzaron a
desdibujar. Si bien el archivo cordobés está hecho a su vez de significativos
silencios, la producción documental, emanada de puño y letra de la extensa
red de comisarios y familiares hábilmente expandida en todo el imperio, y
que alcanzó a construir un poderoso entramado, que Francisco Bethencourt
ha calculado, para el funcionamiento de todo el periodo español, en 9.000
funcionarios remunerados y 60.000 comisarios y familiares, tiene la virtud
de develar nuevos matices del funcionamiento del Tribunal, en territorios le-
janos sometidos a su jurisdicción.
Fue, al mismo tiempo, un Tribunal que debió trabajar bajo el poderoso
imperio de una cultura jurídica común, persiguiendo lo que consideraban un
924
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
10
EDUARDO MARTIRE, “La tolerancia como regla de gobierno de la Monarquía españo-
la en las Indias. (Siglos XVI-XVII)”, Intolerancia e Inquisición, Madrid, 2005, t. III, p. 38.
925
MARCELA ASPELL
926
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
927
MARCELA ASPELL
928
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
11
El tema ha sido estudiado POR MARCELA ASPELL en “Los Comisarios del Tribunal
del Santo Oficio de la Inquisición en Córdoba del Tucumán. La solicitación en el Siglo
XVIII”, Cuadernos de Historia. Instituto de Historia del Derecho y de las Ideas Políti-
cas, Córdoba, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, 1994. “Las
lecturas prohibidas en Córdoba del Tucumán. Siglos XVII-XVIII” en el Volumen VII de
Cuadernos de Historia. Instituto de Historia del Derecho y de las Ideas Políticas de la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Córdoba, 1997; “Los Co-
misarios del Santo Oficio de la Inquisición en Córdoba del Tucumán. Las proposiciones
heréticas Siglos XVII-XVIII”, Memoria del XII Congreso del Instituto Internacional de
Historia del Derecho Indiano, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Uni-
versidad de Castilla La Mancha, Toledo, 1998. “Los Comisarios del Santo Oficio de la In-
quisición en Córdoba del Tucumán. La regulación de la censura. Siglos XVII-XVIII”, en
el Libro Homenaje al Profesor Carlos Díaz Rementería publicado por Universidad del
Museo Social Argentino, Universidad de Huelva, Córdoba, 1997. Estos primeros trabajos
fueron luego ampliados en MARCELA ASPELL “El Tribunal de la Inquisición en América.
Los Comisarios del Santo Oficio de Córdoba del Tucumán en el siglo XVIII”, La América
de Carlos IV. Colección Coordinada por Eduardo Martiré. Instituto de Investigaciones de
Historia del Derecho Buenos Aires, 2007.
929
MARCELA ASPELL
12
RENE MILLAR, Inquisición y Sociedad en el Virreinato Peruano. Estudios sobre el
Tribunal de la Inquisición en Lima, Chile, Instituto Riva Agüero, Pontificia Universidad
Católica del Perú, Instituto de Historia, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1998,
930
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
envuelta en infinidad de supersticiones, cosa que debe dar cuidado y que pide
pronto y eficaz remedio”13.
Pero el grado de temor a los continuos ingresos de herejes al Río de la
Plata aumentaba de manera tal, que convenció al Rey sobre la necesidad de
requerir informes al Virrey, y al Presidente de Charcas, acerca de la conve-
niencia de establecer un nuevo Tribunal de Inquisición en la provincia de
Tucumán, que el segundo funcionario vio posible y aprobó calurosamente,
fundando su necesidad precisamente en los desmanejos protagonizados por
los Comisarios que operaban en la jurisdicción: “Mi parecer es, que ha mu-
chos años que debía haberse hecho: en los que ha que sirvo a Vuestra Majes-
tad en este oficio he visto que se han hecho grandes agravios a los vasallos
de Vuestra Majestad en estas provincias por los comisarios que hay en ellas,
maltratándolos con leves ocasiones, mandándolos comparecer en Lima con
gastos y descrédito nunca reparable, vejándolos con tomar particulares cesio-
nes, y haciendo otros daños de que no han osado pedir remedio por tenerle
tan lejos y serles horrible la misma medicina”14.
Analizados cuidadosamente los informes producidos, el Rey, resolvió
“que se excusase de poner inquisición por los inconvenientes que se segui-
rían, y tomase por medio que la Inquisición de Lima enviase un comisario
de muchas partes, y al gobernador se ordenase le asistiese”15, con lo cual se
dio por tierra todo intento de erigir un nuevo Tribunal inquisitorial en estos
territorios del sur, y los tres Comisariatos prosiguieron funcionando con un
sinnúmero de dificultades, cuyo análisis excede el marco de este panorama.
La censura de las obras en las Bibliotecas cordobesas es permanente.
Insistentemente, desde Lima se requiere al Comisario informe al Tribu-
nal si albergan las Librerías de la Docta, obras de lectura y circulación pro-
13
La carta está fechada el 20 de marzo de 1626.JOSÉ TORIBIO MEDINA, Historia del
Tribunal de la Inquisición de Lima, cit., t. I, p. 301 y ss.
14
3 de marzo de 1641. JOSÉ TORIBIO MEDINA, Historia del Tribunal de la Inquisición
de Lima, cit., t. I, p. 305.
15
El despacho respectivo está fechado el 26 de noviembre de 1636. Refiere el autor como
el propósito de establecer un tribunal inquisitorial en Buenos Aires era una idea que rondaba
en el pensamiento de significativos hombres de la época, citando, en su aserto el texto de la
carta que el jesuita Juan de Escandón escribía en 25 de marzo de 1574 al padre procurador
Pedro de Arroyo: “V. R. entre sus muchos cuidados, procure acordarse del que tratamos en
el camino de Córdoba a Buenos Aires, es a saber, de la indispensable necesidad que estas tres
provincias tienen de un tribunal de la Santa Inquisición, por estar tan retirado el de Lima,
que de casi nada nos sirve, ni nos puede servir aquí, distando más de mil leguas”. JOSÉ
TORIBIO MEDINA, Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima, cit., t. I, p. 305 y ss.
931
MARCELA ASPELL
...que luego que los reciba, mande se publiquen por el Notario del Santo
Oficio en la Santa Iglesia Catedral de esa ciudad en el primero día festivo,
a hora de la Misa Mayor y se fijen en el lugar acostumbrado de dicha Santa
Iglesia. Y de los libros y papeles que en su virtud, se exhibiesen ante el Comi-
sario, lo que se manda recoger, los remitirá a este Tribunal, y a los que tiene
que borrar, hecha esta diligencia por el Comisario, les pondrá en la inscrip-
ción de la primera foja: Corregido por mandado del Santo Oficio y rubrica-
dos de su mano los volverá a sus dueños y de la lectura de dichos edictos y
haber cumplido con lo demás que en este se le ordena, nos dará noticia...16.
16
AHAC Santo Oficio de la Inquisición cit. Legajo XVIII, año de 1771.
17
Ídem año de 1765.
18
Ídem, año 1795.
932
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
Fueron reglamentados, asimismo los pasos que debían dar los Comisa-
rios u otros familiares del Santo Oficio, al examinar los fondos bibliográficos
pertenecientes a bibliotecas institucionales o privadas.
Se les encargó especialmente que revisados los textos fuera inmediata-
mente recogidos y remitidos al tribunal del Santo Oficio de Lima los expresa-
mente prohibidos, en tanto en los expurgados, luego de verificada dicha ope-
ración, cuya ejecución ordenaba se hiciera siempre con la máxima celeridad
y eficiencia, debía anotarse esta leyenda Corregido por mandato del Santo
Oficio y rubricados convenientemente por mano del Comisario y su Notario,
devueltos puntualmente a sus dueños.
Frecuentemente advertidos en sus instrucciones particulares: “que de-
ben propender al exterminio de las herejías, errores, blasfemias, supersticio-
nes y demás hechos y dichos escandalosos que causen sospechas y redunden
en ofensa a la pureza de nuestra Santa Fe Católica...”19. Se les recomendaba
que mantuvieran fluida comunicación con el Tribunal del Santo Oficio de
Lima:”... a lo menos anoticiando que no se les ofrece cosa de oficio de que
darnos cuenta”20. Matiz que confirmaba la proverbial preocupación del Santo
Oficio por la celeridad de las comunicaciones y la actualidad de la informa-
ción que le permitía actuar con extrema agilidad y rapidez, sorteando hábil-
mente las distancias.
Los mecanismos de la censura utilizada por el Santo Oficio podían re-
caer tanto sobre obras concretas que se conocían y cuya identificación estaba
registrada en las colecciones de índices o en el texto de los edictos o sobre
cargamentos de libros heréticos provenientes de las imprentas protestantes.
El reconocimiento de estos contingentes planteaba dificultades especia-
les por el desconocimiento de las lenguas extranjeras. La Inquisición, empero
no cejó en sus propósitos y la sola sospecha de un desembarco de herejías
obligó a extremar los cuidados. Se intentó proteger con el mismo fervor todos
los puertos del Reino.
El 18 de febrero de 1779, era anoticiado el Comisario Pedro Joseph Gu-
tiérrez:
19
Ídem.
20
Ídem.
933
MARCELA ASPELL
Las voces ilustradas del siglo XVIII se levantaron para criticar la ciencia
de los Inquisidores a quienes juzgaban poco instruidos para acometer con
propiedad y certeza la persecución de las herejías:
Contra tamaño mal es corto dique la Inquisición, primero porque sus in-
dividuos son ignorantes y no pueden juzgar sin los calificadores, segundo
porque lo son estos también, pues no estando dotados los empleos vienen
a recaer en frailes que lo toman sólo para lograr el platillo y la exención de
coro, que ignoran las lenguas extrañas, que sólo saben un poco de teología
escolástica y de moral casuista y aún en esto siguen las encontradas opinio-
nes de su escuela22.
21
Ídem, año 1779.
22
JOVELLANOS: Representación a Carlos IV sobre lo que era el Tribunal de la Inqui-
sición en Obras en BAE Madrid, Volumen 87, 1956 pp. 334
23
LUIS GUTIERREZ, Cornelia Boroquia o la victima de la Inquisición, Edición de
Gerard Dufour, Madrid, Cátedra, 2005.
934
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
24
GERARD DUFOUR, Introducción a Luis Gutiérrez, Cornelia, cit., p.19.
25
JOAQUÍN PÉREZ VILLANUEVA, BARTOLOMÉ ESCANDELL BONET, op.cit., p. 1251.
26
Había nacido en la aldea de Copernal, Guadalajara, España en 1764. Aun sin comple-
tar sus estudios salmantinos y toledanos de Filosofía y Derecho viaja al Virreinato del Perú
donde su temprana vocación periodística cuajó en El Diario de Lima, Curioso, Erudito,
Económico y Comercial. Fue uno de los fundadores de la Sociedad Patriótica de Amantes
del País, típica reunión de notables de la época de la Ilustración. En la Universidad de San
Marcos se graduó en ambos Derechos. Un planificado retorno a España lo lleva a perma-
necer en la ciudad de Buenos Aires a la espera del navío que lo transportase a destino,
pero la obligada espera del barco que se demora, le otorga el tiempo y la ocasión propicia
para vincularse con el ambiente de la ilustración rioplatense donde no tarda en fundar la
Sociedad Patriótica y editar El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Histo-
riográfico, cuyo primer número apareció el miércoles 1 abril de 1801. Dejó de aparecer
en octubre de 1802, tras lograr editar pocos números. Durante las invasiones inglesas, de
1806 y 1807 muchos criollos colaboraron con los ingleses. Algunos operaron en secreto,
pero Cabello aceptó ejercer un cargo público en el gobierno del gobernador William Carr
Beresford. Cuando se produjo la Reconquista por parte de los criollos y españoles, su suer-
te lo lleva a Montevideo. En 1807, cuando aún permanecía en la ciudad oriental se produjo
la segunda invasión inglesa. Quizá John Whitelocke, reconociendo la experiencia periodis-
ta de Cabello intentara destinarlo al frente de la editorial de un periódico de propaganda
inglesa, el Southern Star, publicación bilingüe que aspiraba a fortificar lazos con la ilus-
tración rioplatense. Sus azarosos días lo llevan luego a España y Francia y nuevamente a
España donde se ignora la fecha de su muerte. Conforme OSCAR R. BELTRAN, Historia
del periodismo argentino, pensamiento y obra de los forjadores de la Patria, Buenos Ai-
res, Editorial Sopena, 1943; CELEDONIO GALVAN MORENO, El periodismo argentino,
935
MARCELA ASPELL
Buenos Aires, Editorial Claridad, 1944; MONICA P. MARTINI, Francisco Antonio Cabello
y Mesa, un publicista de dos mundos (1786-1824), Buenos Aires, Instituto de Investigacio-
nes sobre Identidad Cultural, Universidad del Salvador, 1998. JOSE TORRE REVELLO, El
Libro, la imprenta y el periodismo en América durante a dominación española, Buenos
Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1940; Id. “Datos para la biografía del primer perio-
dista porteño. Francisco Cabello y Mesa” en Universidad, nº 21, Santa Fe, Universidad
Nacional del Litoral, 1949 pp. 101-122; Id, “Periódicos y periodistas en América durante la
dominación española”, Revista de Historia, Año I, nº I, Mendoza, Universidad Nacional
de Cuyo, 1949, pp. 11-32.
27
MÓNICA P. MARTINI, cit., p. 271.
28
Ídem.
29
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Sala IX 7-1-5
936
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
... que hace cosa de diecisiete meses estando en un billar de esa ciudad en
concurso de varias gentes oyó que don Juan Gregorio de las Heras, español,
alto de cuerpo, dijo que no creía en la confesión, haciendo desprecio de ella,
que no cree en mas confesión que lo que enseña Rousseau, que es el autor
que él sigue y que lo tiene debajo de su almohada, y que si llega a tener
hijos no les había de enseñar otra doctrina que la de este autor y a lo cual
se hallaron presentes varios sujetos que unos no conoce y de otros no tiene
presente30.
30
AAPC Santo Oficio de la Inquisición Legajo XVIII, año de 1812.
31
Ídem.
32
Ídem.
937
MARCELA ASPELL
33
Ídem.
34
AURELIO PRADO Y ROJAS, Nueva Recopilación de Leyes y Decretos de la Provin-
cia de Buenos Aires 1810-1876, t. I, nº 116, Buenos Aires, 1877, p. 183-184.
35
Fueron redactores de La Gazeta Mariano Moreno (7 de junio de 1810 - diciembre de
1810) Gregorio Funes (diciembre de 1810 - marzo de 1811), Pedro José Agrelo (18 de marzo
de 1811 - 5 de octubre de 1811), Vicente Pazos Kanki (o Pazos Silva) (5 de noviembre de 1811 -
25 de marzo de 1812), Vicente Pazos Kanki (Gazeta de los miércoles) Bernardo Monteagudo
938
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su
unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las no-
ticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Penín-
sula?... Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la
luz un nuevo periódico semanal, con el título de la Gaceta de Buenos Aires.
Pero no fue esta la única publicación de los tiempos patrios. En 1812 apa-
recía El Censor dirigido por Vicente Pazos Kanki o Pazos Silva con una fuerte
prédica a favor de la tolerancia política y religiosa. El Grito del Sur aparecido
asimismo en ese año de 1812, periódico de la Sociedad Patriótica de Buenos
Aires bajo la recia pluma de Bernardo de Monteagudo y dos años más tarde,
(Gazeta de los viernes) (25 de marzo de 1812 - 5 de octubre de 1812), Manuel José García (7
de septiembre de 1812 -), Emiliano Medrano (8 de octubre de 1812 - abril de 1815), Camilo
Henríquez (abril de 1815 - noviembre de 1815), Julián Álvarez (noviembre de 1815 - 1820)
36
El primer número de La Gazeta vio la luz el día 7 de junio de 1810, fecha, fecha que
luego fue elegida como el Día del Periodista por el Primer Congreso Nacional de Periodis-
tas celebrado en Córdoba en 1938. La Gazeta publicaba las resoluciones oficiales, decretos
y otros documentos oficiales, ofrecía noticias de actualidad tanto del extranjero como lo-
cales y contenía también los ideales del gobierno.
37
La Gazeta protagonizó un rol destacado en la formación de opinión pública. A través
de la misma Moreno enfatizaba dos principios caros a la nueva organización política: la
libertad de pensamiento y la publicidad de los actos de gobierno. Desapareció el 12 de sep-
tiembre de 1821, cuando Bernardino Rivadavia decidió sustituirla por el Registro Oficial.
939
MARCELA ASPELL
Todos los mejores autores de Europa sobre política, moral, religión, histo-
ria, etcétera, que han pasado de cuando en cuando por entre las severas pro-
hibiciones del despotismo inquisitorial hasta Buenos Aires, han ido regular-
mente a parar al Perú, donde encuentran mejor recepción…siendo los que
están encargados de estorbar la circulación de semejantes obras los mismos
que las solicitan y colocan con preferencia en sus estantes40.
38
El Censor, martes 7 de enero de 1812.
39
Ibídem.
40
MANUEL MORENO, Vida y Memorias del Dr. Don Mariano Moreno. Senado de la
Nación. Biblioteca de Mayo, Colección de Obras y Documentos para la Historia Argentina.
Tomo II, Autobiografías. pp. 1166/7. Buenos Aires, 1910.
940
EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN CÓRDOBA DEL TUCUMÁN
Sus calabozos eran en los últimos tiempos la mansión de los más ilustres
patriotas. y desde el fon do de su lóbrego y mortífero recinto se han elevado
al Cielo clamores que no han dejado de ser oydos... concluyendo: “Justo
es que se conserve la memoria de las causas y época de este cambiamien-
to, y que el paraje a donde tantos se han acercado temblando de horror,
ofrezca un monumento cuya magnificencia se aumente cada año, y sirva de
consuelo a los que mediten la opresión en que han vivido las generaciones
pasadas…42.
41
El Protectorado de San Martín fue el gobierno provisorio ejercido por el General de
la Expedición Libertadora del Perú, José de San Martín tras la proclamación de la inde-
pendencia efectuada en Lima, el sábado 28 de julio de 1821, sobre el territorio peruano
entonces liberado del dominio virreinal. San Martín asumió oficialmente el mando político
y militar de los departamentos libres y el título de Protector, por decreto suyo del viernes
3 de agosto. El mismo renunció al cargo el viernes 20 de setiembre de 1822, fecha de la
instalación del Congreso Constituyente que convocó el 27 de diciembre del año anterior
y el cual depositó el día siguiente en la flamante Junta Gubernativa los poderes devueltos
por el General.
42
GACETA DEL GOBIERNO DE LIMA INDEPENDIENTE. TOMOS I A III. JULIO
DE 1821 A DICIEMBRE DE 1822, Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires,
1950, p. 549. El Decreto disponía asimismo la erección de un monumento constituido
por una columna Trajana “... restableciéndose cerca de su base la fuente publica que
antes existió allí. La columna será coronada por una estatua pedestre que represente al
protector del Perú señalando el día en que proclamo la libertad realzado en el pedestal
con caracteres de oro. En la base se inscribirá el día en que se instale el Congreso Cons-
tituyente del Perú”.
941
MARCELA ASPELL
res cuya sesión inaugural se llevó a cabo en el edificio del Consulado de Bue-
nos Aires, el 31 de enero de 1813, y que no alcanzó a cumplir con ninguno de
los dos objetivos por la que había sido convocada: Declarar la Independencia
y dictar una Constitución43.
43
El 24 de octubre de 1812, el Segundo Triunvirato ordenó el número de diputados que
le correspondería concurrir a la Asamblea en razón de su importancia, a la capital Buenos
Aires, a las capitales de cada provincia o intendencia y a cada ciudad dependiente, con
excepción de San Miguel de Tucumán, que como recompensa por el reciente triunfo sobre
el ejército realista, elegiría dos diputados.
942
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE
EL SIGLO XVIII
943
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
Así como en los siglos XVI y XVII la legislación sobre los corregidores caste-
llanos ofreció un válido marco referencial para Indias, en el XVIII tal proceso
se interrumpe. La razón fundamental de ese hecho hay que buscarla en el di-
ferente iter institucional que a lo largo de ese siglo va a recorrer el corregidor
en España y en Indias.
En los territorios peninsulares, el corregidor borbónico3 conoce un im-
portante proceso de consolidación institucional. Así lo prueba, por un lado,
el hecho de la implantación del oficio en los territorios de la Corona de Ara-
gón tras la Guerra de Sucesión. Y así lo corrobora también, por otro lado, su
exitosa confrontación con una novedosa institución que de alguna manera
parecía que podría desplazarle: el intendente. Este oficial, que empieza a apa-
recer en la Península hacia 1711, tendrá su primera regulación normativa en
1718 al ritmo de una implantación parcial y progresiva. Sin embargo, en 1721
los intendentes comenzaron a ser abolidos parcialmente para serlo definiti-
vamente en 1728. A este primer periodo de diez años de vida institucional le
volverá a seguir un segundo periodo de nueva instauración de intendentes de
provincia entre los años 1749 a 1766. En esta última fecha Carlos III separa
definitivamente ambos oficios, delimitando con relativa precisión los respec-
tivos ámbitos competenciales de cada uno de ellos: justicia y policía, los co-
rregidores, y ejército y hacienda los intendentes.
A esta consolidación institucional del corregidor le acompañará una
importante reestructuración del oficio a partir de su consiguiente regulación
1
AGUSTÍN BERMÚDEZ, “La normativa sobre corregidores en Indias durante el siglo
XVI”, en Libro homenaje al Dr. Ricardo Zorraquín Becú (en curso de publicación).
2
AGUSTÍN BERMÚDEZ, “La normativa sobre corregidores en Indias en el siglo XVII”,
XVIII Congreso Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, Córdoba (Ar-
gentina), 2016, pp. 411-438.
3
Se ha seguido para esta síntesis a BENJAMÍN GONZÁLEZ ALONSO, El corregidor
castellano (1348-1808), Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1970, cap. IV.
944
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
Pues bien, estos eventos tan característicos de la dinámica del corregidor pe-
ninsular no tienen parangón en Indias. Y es que, a diferencia de la Península,
en Indias no se advierte ningún proceso de consolidación institucional. En
Indias lo que se advierte es una institución sumida en una acentuada crisis.
A diferencia de la Península, en Indias la institución no sólo no se ex-
pande más de lo que ya estaba implantada en el siglo XVII sino que, por el
contrario, en el XVIII se observa que su presencia sufre un proceso evolutivo
decreciente en algunos ámbitos territoriales indianos. Dos ejemplos pueden
servir de muestra. El primero es relativo a la Nueva España. En 1553 en dicho
territorio se proveían 153 corregimientos y 45 alcaldías mayores, a la altura
de 1786 son 14 los corregimientos existentes y 116 las alcaldías mayores4. El
segundo está referido al reino de Guatemala; mientras que en 1600 se conta-
4
CARLOS MOLINA ARGÜELLO, “Gobernaciones, alcaldías mayores y corregimientos
en el reino de Guatemala”, Anuario de Estudios Americanos, 17, 1960, pp. 105-132. Con-
cretamente aquí p. 107.
945
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
5
Ibídem, ibídem nota anterior, p. 128.
6
Tal, por ejemplo, la utilización del beneficio en la provisión de oficios de corregidores.
Véase al respecto FERNANDO MURO ROMERO, “El beneficio de oficios públicos con ju-
risdicción en Indias. Notas sobre sus orígenes”, Anuario Histórico Jurídico Ecuatoriano,
5 (1980), pp. 311-359. También proporciona referencias al respecto. ANGEL SANZ TAPIA,
“Provisión y beneficio de cargos políticos en Hispanoamérica (1682-1698)”, Estudios de
Historia social y económica de América, 15, 1997, pp. 107-122, especialmente p. 113.
7
Sobre las negativas consecuencias de la política de beneficios de oficios en Indias,
y en concreto de corregidores, véase para el virreinato del Perú: ALFREDO MORENO
CEBRIÁN, “Venta y beneficios de los corregimientos peruanos” Revista de Indias, XXX-
VI, nº 143-144, 1976, pp. 213-246. Para la Nueva España: HORST PIETSCHMANN, “Al-
cales mayores, corregidores und subdelegados. Zum problem der distriksbeamtenschaft
946
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
medio que se lo facilite, aunque sea ilegal, puesto que al final de su mandato
contará con la impunidad de un juicio de residencia las más de las veces ma-
nipulado y benévolo.
No debe creerse que tal fisonomía se haya elaborado a partir de interesa-
das y malévolas acusaciones. Su origen, por el contrario, tiene variadas y a la
vez creíbles procedencias. Incluso algunas de ellas hacen acto de presencia en
la propia documentación oficial.
Por ejemplo, en los informes de los visitadores. Es el caso del elaborado
por Gálvez en 1771 para entregarlo, por mandato real, al virrey Bucarelli. En
el mismo Gálvez no duda en realizar una dura crítica de los corregidores de la
Nueva España y aconsejarle al nuevo virrey su apoyo a la puesta en marcha de
la implantación de intendentes8.
Denuncias similares se advierten en los propios informes o memorias de
gobierno dadas por los virreyes a sus sucesores en el cargo. En los del Perú
se encuentran ejemplos paradigmáticos. Así el que D. José de Armendáriz,
conde de Castelfuerte, entrega a su sucesor el marqués de Villagarcía en 1736.
Su texto, en lo que se refiere a los corregidores, es denunciatorio de sus co-
nocidos fraudes aunque –según advierte el propio representante real– son
“disimulados” cuando no alcanzan gravedad9. También reviste gran interés
im vizekönigreich Neuspanien”, Jahrbuch für Geschichte von Staat , Wirtschaft und Ge-
sellschaft Lateinamerkas, 9, 1972, pp. 173-270. Del mismo: “Burocracia y corrupción en
Hispanoamérica colonial”, Acomodos políticos, mentalidades y vías de cambio, México,
Colegio de México, 2016, pp. 245-273.
8
“Expuse con claridad y al auxilio de la experiencia, los males que causan en las provin-
cias los corregidores y alcaldes mayores que en esta gobernación y en la de Guadalaxara
llegan a cerca de doscientos, pues constituidos en la triste necesidad de buscar medios con
que mantenerse, satisfacer los empeños que traen, y retirarse con algún caudal, no perdo-
nan comúnmente arbitrio por injusto o extraordinario que sea a fin de llenar estos objetos,
y como no pueden conseguirlo sin notable perjuicio del rey y detrimento de sus vasallos,
vienen a ser igualmente gravosos al erario y a los pueblos”. Sigue Gálvez denunciando las
defraudadoras prácticas del oficial sobre el impuesto de alcabalas y los obstáculos que in-
terpone al libre comercio mediante la práctica de los repartimientos de géneros. Gálvez no
duda en aconsejar al virrey que más beneficio le podría reportar tener a sus órdenes a doce
intendentes que “sufrir y contener doscientos hombres infelices con sólo el nombre de jue-
ces que, constituidos en inferior esfera y a esfuerzos de la codicia, labran su fortuna sobre
la ruina del erario y de los pueblos”. (Informe general que en virtud de real orden instruyó
y entregó el Excmo. Sr. Marqués de la Sonora, siendo visitador general de este reino al
Excmo. Sr. virrey Freey D. Antonio Bucarely y Ursua con fecha 31 de diciembre de 1771,
México, Santiago White, 1867, p. 17.
9
“Los corregidores suelen tener sus excesos con los indios, y comercian contra lo esta-
blecido por las leyes; pero el comercio se disimula cuando no hay circunstancias de vio-
947
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
948
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
atropelías de todo género que por los años de su visita, hacia 1737, eran come-
tidas por los corregidores peruanos sobre la población indígena11.
En suma, tanto estas referencias oficiales como las particulares que se
formulan sobre la conducta de los corregidores, las incontables demandas ante
los tribunales denunciando sus ilegalidades, e incluso los propios desórdenes
y rebeliones de la población nativa contra ellos son muestra inequívoca, en de-
finitiva, del cariz que la institución había tomado en algunos ámbitos indianos.
Las opciones gubernativas que desde la Corte podían adoptarse para
poner fin a esta situación se movían dentro de una escala de medidas que
podían ir desde las más radicales de supresión del oficio a las más lenitivas de
mantenerlo aunque con la puesta en marcha de los adecuados correctivos que
permitieran acabar con las deficiencias estructurales del oficio y las prácticas
abusivas de los titulares.
La opción de prescindir de la institución venía de lejos y había sido ya
barajada en el Consejo de Indias en el siglo XVII. Sin embargo, el vacío fun-
cional y consiguientes problemas que con dicha solución podían generarse
hicieron desistir de su puesta en marcha. En el XVIII tampoco se descarta-
rá tal radical medida, aunque tan sólo se llevará a efecto de forma parcial y
progresiva a partir de la tardía fecha del último cuarto de la centuria con la
introducción de los intendentes.
Por lo tanto, y consecuentemente, a lo largo de casi todo el setecientos
prevaleció la opción del mantenimiento de la institución. Pero mantener la
institución, haciéndola objeto de una profunda reestructuración, al modo de
la que se pondría en vigor en la Península en 1783 y 1788, no llegó a ser una
opción contemplada para Indias. Por el contrario, lo que se hizo fue utilizar
normas concretas para solucionar problemas concretos en espacios territoria-
les concretos. Tal casuismo ocasionó, como fácilmente puede colegirse, una
normativa enormemente abundante y por lo tanto difícil de conocer y aplicar.
11
JORGE JUAN-JUAN ANTONIO DE ULLOA, Noticias secretas de América, Madrid,
Editorial América, 1918, t.1, segunda parte, cap. I, pp. 251-287.
949
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
sores de las mismas cuanto la tipología normativa utilizada por esos distintos
órganos.
En cuanto a los órganos emisores, pese a que en último término la activi-
dad legislativa tenía una procedencia regia, en su nombre y por su delegación,
la misma era ejercida por los pertinentes órganos y oficiales facultados para
ello. En la Península lo fueron: tanto el Real y Supremo Consejo de Indias,
órgano multisecular del supremo gobierno de los territorios indianos, cuanto
los Secretarios del Despacho Universal, y concretamente el de Indias, nove-
doso alto oficial instaurado en el XVIII que gozaba de facultades normativas.
Por su parte, al otro lado del Atlántico, la actividad legislativa ejercida de
forma delegada por virreyes, presidentes, gobernadores y audiencias seguirá
produciendo igualmente un abundante segundo contingente normativo.
Respecto a la tipología normativa utilizada, la misma variaba mucho y
no había necesariamente un determinado tipo de norma para un específico
tipo de tema o problema, sino que la elección de la misma obedecía a consi-
deraciones muy diversas.
En función de su mayor solemnidad habría que considerar en primer
término el uso de las reales provisiones. Las procedentes vía Consejo, nor-
malmente emitidas previa consulta real, podían tener un muy variado desti-
natario. Las hubo tanto dirigidas a todo el ámbito indiano12 como para deter-
minados territorios del mismo e incluso para un destinatario personal, como
eran las provisiones emitidas por la Cámara de Indias para los nombramien-
tos de corregidores13. Este tipo normativo también se utilizó en vía reservada
por los Secretarios de Estado y del Despacho de Indias, quienes desde 1717
estaban facultados para validarlas14. En Indias los virreyes utilizaron también
reales provisiones, entre otros fines, para los nombramientos de los titulares
de los corregidores adscritos a sus facultades de libre disponibilidad. Igual
hicieron las Audiencias indianas, tal y como, por ejemplo, nos transmite Ven-
tura Beleña con referencia a la Real Audiencia de la Nueva España15.
12
Véase como ejemplo la real provisión ejecutoria de 13 de enero de 1711 entre cuyos
destinatarios se encuentran los corregidores. (JOAQUÍN REAL DÍEZ, Estudio diplomáti-
co del documento indiano, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano Americanos, 1970, p. 193.
13
RAFAEL GARCÍA PÉREZ, El Consejo de Indias durante los reinados de Carlos III y
Carlos IV, Pamplona, Eunsa, 1998, p. 287.
14
BERNARD GILDAS, Le Sécretariat d´État et le Conseil Espagnol des Indes (1700-
1808), Genève, Droz, 1972, p. 12 y ss.; MARGARITA GÓMEZ GÓMEZ, Forma y expedi-
ción del documento en la Secretaría de Estado y del Despacho de Indias, Sevilla, Univer-
sidad, 1993, p. 234.
15
Por ejemplo, la real provisión de dicho alto tribunal fechada el 17 de agosto de 1784
950
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
por la que se dispone que los corregidores no puedan nombrar tenientes por precio o dá-
diva. (Recopilación sumaria de las providencias de este superior gobierno posteriores
a las recopiladas por el señor Montemayor, y de las reales cédulas y ordenanzas que
después de publicada la Recopilación de Indias han podido recogerse, México, Felipe
Zúñiga, 1787, p. 197, n. 355).
16
Ordenanzas 33, 41, 42, 43, 89 y 199. En JOSÉ SÁNCHEZ ARCILLA BERNAL, Las
ordenanzas de las Audiencias de Indias (1511-1821), Madrid, Dykinson, 1992, pp. 260,
262, 271 y 288 respectivamente.
17
Varios ejemplos pueden encontrarse en el Cedulario americano del siglo XVIII ed. de
ANTONIO MURO, t.2, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano Americanos, 1969, doc. 93 (p.
140), 304 (p. 458), También en el t.3, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano Americanos,
1977, doc. 65, p. 103-110.
18
Con carácter general para Indias y Filipinas, en MURO, Cedulario americano, cit., t.
3, doc. 89, p. 173.
951
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
19
En 4 de noviembre de 1711 para el virrey y la Audiencia del Perú, en “Catálogo cronoló-
gico de pragmáticas, cédulas, decretos, órdenes y resoluciones reales” incluido por JUAN
JOSÉ MATRAYA Y RICCI en su obra el Moralista Filaléthico Americano, ed. facsimilar
del original de Lima, Bernardino Ruiz, 1819, realizada por el Instituto de Investigaciones
de Historia del Derecho, Buenos Aires, 1978, doc. 358, p. 288. Otra de 1 de octubre de 1714
dirigida al Presidente y Audiencia de Santo Domingo, en MANUEL JOSÉ DE AYALA, Dic-
cionario de gobierno y legislación de Indias, ed. de MARTA DEL VAS MINGO, Madrid,
Ediciones de Cultura Hispánica, 1989, t.4, p. 285, ap. 16.
20
De 10 de febrero de 1716, al virrey de la Nueva España, en AYALA Diccionario, cit., p.
216, ap. 18. Al virrey del Perú en 24 de enero de 1721, en MATRAYA, Catálogo, cit., doc. 471, p.
298. Al virrey de Santa Fe en 31 de mayo de 1755, en AYALA, Diccionario, cit., p. 287, ap. 23.
21
De 10 de febrero de 1716 a las Audiencias de la Nueva España, en MURO, Cedulario,
cit., t.2, doc. 371, pág. 473.
22
De 10 de febrero de 1716 a los Fiscales de las Audiencias de la Nueva España, en
MURO, Cedulario, t.2, doc. 312, p. 474. De 10 de febrero de 1720 al Fiscal de la Audiencia
de Chile, en AYALA, Diccionario, cit., p. 286, ap. 19.
23
De 5 de mayo de 1716 a los oficiales de la Real Hacienda de Lima, en MURO, Cedula-
rio, cit., t.2, doc. 315, p. 488.
24
De 12 de mayo de 1717 a los concejos y regimientos del Perú, en MURO, Cedulario,
cit. t. 2, doc. 328, p. 512.
25
De 22 de agosto de 1738 a los corregidores de Cuzco, Guamanga, Arequipa y Paz, en
MURO, Cedulario, cit., t.3, doc. 102, p. 215.
26
En Instrucciones que los virreyes de la Nueva España dejaron a sus sucesores, Méxi-
co, Imprenta Imperial, 1867. En p. 58 y ss. se contiene la “Instrucción general que trajo de
la Corte el marqués de las Amarillas expedida por la vía del Consejo”; en ella los apartados
22 y 23 están referidos a corregidores.
952
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
27
“Que los Escribanos de Cámara no reciban ningún despacho o título de gobernador,
corregidor o alcalde mayor sin estar refrendado, sellado y afianzado y hecho el juramento,
y asentado el auto a continuación de los títulos se pasaran a los oficios del Superior Gobier-
no”. (EUSEBIO VENTURA BELEÑA, Recopilación sumaria de todos los autor acordados
de la Real Audiencia de esta Nueva España que desde el año de 1677 hasta el de 1786 han
podido recogerse, México, Felipe de Zúñiga 1787, p. 13, auto XL).
28
De 19 de octubre de 1715, en Ayala, Diccionario, cit., p. 293, ap. 11. De 26 de agosto de
1748, en ibídem, ibídem, p. 293, ap. 12. De 28 de mayo de 1751, en ibídem, ibídem, p. 287,
ap. 21. De 15 de junio de 1751, MURO, “Legislación general de Fernando VI para las Indias
hispanas”, Anuario de Historia del Derecho Español, 50 (1980), p. 38.
29
De 2 de septiembre de 1751 al virrey del Perú, en AYALA, Diccionario, cit., p. 293, ap.
15. De 21 de diciembre de 1762 a la Cámara de Indias, en AYALA, Diccionario, cit., t.4, p.
296, ap. 20.
953
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
No existió para Indias una normativa orgánica sobre sus corregidores que
tuviera una entidad similar a la dada en la Península en 1783 y 1788 para los
suyos. Por lo tanto, el oficial indiano tan sólo contará durante el XVIII con el
conjunto normativo integrado por los preceptos que sobre él se recogen en la
Recopilación de Indias de 1680. El resto de su preceptiva estaba integrada
por una variadísima y abundantísima regulación casuística que creó a la larga
un corpus normativo de muy difícil conocimiento y aplicación30.
30
Sobre las dificultades que entrañaba el conocimiento de la normativa jurídica vigente
en el siglo XVIII véanse las referencias que suministra JOSÉ MARÍA MARILUZ URQUIJO
en El conocimiento del Derecho a fines del siglo XVIII y principios del XIX, insertas como
“Advertencia Preliminar” a la ed. de MATRAYA, Catálogo cronológico, ed. cit., pp. 9-29.
Una amplia panorámica general sobre los esfuerzos realizados a nivel oficial y particular
para conseguir una puesta al día del conocimiento de la normativa vigente en Indias puede
verse en MIGUEL LUQUE TALAVÁN, Un universo de opiniones. La literatura jurídica
indiana, Madrid, CSIC, 2003, especialmente pp. 229-247.
954
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
31
Madrid, 1791-1798, 28 tomos. En general sobre corregidores el t.9, (Madrid, 1794) y
en especial sobre la legislación indiana a ellos referida las pp. 260-280.
32
Extracto puntual de todas las pragmáticas, cedulas, provisiones, circulares, autos
acordados y otras providencias publicadas en el reinado del Señor Don Carlos III, Ma-
drid, Vda. de Marín, 1792, 2 vols. En el volumen segundo se contiene un índice alfabético
de asuntos en el que se recogen las voces corregimientos y corregidores.
33
Prontuario alfabético y cronológico por orden de materias de las instrucciones, or-
denanzas, reglamentos y pragmáticas y demás reales resoluciones no recopiladas que
han de observarse para la administración de justicia y gobierno de los pueblos del Reino,
Madrid, Benito Cano, 1793, pp. 98-114.
34
Ed. cit., t. 4, s.v. corregidores (pp. 277-289) y corregimiento (pp. 290-298).
955
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
35
Véase nota 19.
956
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
957
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
texto de una, omite otra e introduce tres nuevas44. En cuanto al alcance de las
notas de Boix, mediante ellas llegan a comentarse tan solo alrededor de una
cuarta parte de las leyes incluidas en los respectivos títulos. Los comentarios
son en su mayoría relativamente escuetos, como no podía ser de otra forma
debido a la tipología de la obra. Se dedican, sobre todo, a remitir al lector a
disposiciones posteriores reguladoras de la temática a la que hace referencia
el precepto recopilado. En el caso de los corregidores, evidentemente los pre-
ceptos comentados suelen ser los que regulan temas importantes y conflicti-
vos, como: juramento, fianzas, ausencias, casamiento, tratos y contratos, etc.
En el hemisferio norte americano, concretamente en el virreinato de la
Nueva España y aproximadamente por las mismas fechas, dos comentaristas
a la Recopilación merecen ser destacados: Prudencio Antonio de Palacios y
José Lebrón y Cuervo.
Palacios fue fiscal de la Real Audiencia de la Nueva España y posterior-
mente consejero de Indias. Sus Notas a la Recopilación de Indias fue posi-
blemente una obra de uso particular que el autor terminaría hacia 1744 y
que no llegó a publicar45. A diferencia de las Notas de Salas-Rozas, Palacios
solamente deja nueve disposiciones sin comentar de las cincuenta y dos de
que consta el libro quinto, título segundo. Y también en contraste con las
notas de Salas, las Notas de Palacios tienen un marcado carácter erudito que
recuerdan más a la técnica de la glosa del XVII y siglos anteriores. Palacios
utiliza y cita muchas obras doctrinales y poca legislación. De entre las obras
doctrinales ocupa un lugar preferente la de Bovadilla, seguida de la de Solór-
zano, Diego Avendaño, Antonio Gómez, Bolaños, San Ambrosio, Feliciano de
Oliva y Antonio Herrera, principalmente. En cuanto a la legislación, cita con
mucha frecuencia la preceptiva de Partidas y la Recopilación castellana, ha-
ciendo muchas remisiones internas, esto es, a leyes de la propia Recopilación
indiana. De la normativa no recopilada solo se cita una real cédula de 16 de
febrero de 1688 y, ya del siglo XVIII, otra de 29 de febrero de 1708 en la que
se ordenaba que los corregidores de Zacatecas tuvieran jurisdicción ordinaria
civil y criminal. En suma, las Notas de Palacios referidas a los corregidores se
muestran bastante eruditas pero poco prácticas para conseguir la actualiza-
44
En comparación con el texto de las notas de Salas-Rozas, Boix lo mantiene en V. XV,
2, 3, 11, 20, 26 y 43; se amplía el de las leyes 1, 4, 21 y 29; se reduce el referido a la nota de
la ley 49; se omite la nota de Salas-Rozas a la ley 40 y se introducen como novedosas las
notas a las leyes 6, 15 y 42.
45
PRUDENCIO ANTONIO DE PALACIOS, Notas a la Recopilación de leyes de Indias,
estudio, edición e índices de BEATRIZ BERNAL DE BUGEDA, México, UNAM, 1979.
958
LA NORMATIVA SOBRE CORREGIDORES EN INDIAS DURANTE EL SIGLO XVIII
46
CONCEPCIÓN GARCÍA GALLO “José Lebrón y Cuervo, Notas a la Recopilación de
leyes de Indias. Estudio, edición e índices”, Anuario de Historia del Derecho Español, 40
(1970), pp. 349-537.
47
Son la V.II.4; V.II. 36; V.II, 42; V.II.45; V.II.47 y la V.XV.4; V.XV.6; V.XV. 49.
48
La edición comenzada por JUAN MANZANO MANZANO (MANUEL JOSÉ DE AYA-
LA, Notas a la Recopilación de Indias, Madrid, Cultura Hispánica, 1945-46, 2 v.) tan sólo
llega hasta el precepto contenido en II.XXXIV, 37 de la Recopilación.
959
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS
DE LA NORMATIVIDAD DE LAS CÉDULAS REALES EN LA AUDIENCIA
DE LA PLATA DE LOS CHARCAS, SIGLO XVI
Resumen: La relación entre los españoles y los indígenas estuvieron reguladas por
las disposiciones del monarca a través de las cédulas reales enviadas a la Audiencia de
la Plata de los Charcas. Los documentos de esta correspondencia relativos al trato de los
indígenas, revelan parte de la realidad que estos vivían en el contexto económico y las exi-
gencias a las que estaban sometidos. El análisis de tales disposiciones permite reconstruir
aspectos de la historia económica en esa audiencia y el tipo de normativas aplicadas.
Palabras clave: Audiencia de la Plata, indígenas, cédulas reales, economía, siglo
XVI, corona española, normatividad.
Abstract: The relationship between the Spanish and the indigenous peoples were go-
verned by the provisions of the monarch through royal decrees sent to the Audiencia of La
Plata de los Charcas. The documents of this correspondence relating to the treatment of in-
digenous peoples reveal part of the reality that they lived with regard to their economic con-
text and the demands to which they were subjected. The analysis of these provisions allows
us to reconstruct aspects of economic history at that Audiencia and the type of policy applied.
Keywords: Audience of La Plata, indigenous people, royal cedulas, economy, 16th
century, Spanish crown.
1. Introducción
961
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
1
Nicolás de Ovando creó la encomienda por encargo de los reyes católicos, porque los
indios, no obstante “fuesen libres y no sujetos de servidumbre,” no querían trabajar aun
pagándoles los jornales. Al principio la encomienda fue una institución económica o labo-
ral. Las leyes, como la de 1512, la trasformó en un régimen destinado a regular la totalidad
de los problemas suscitados entre el contacto de las razas, tratando de proteger a los na-
turales.
962
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
2
ANTONIO TRUYOL, “Los clásicos españoles del derecho de gentes y la protección
de los indios”, en ALBERTO A. HERRERO DE LA FUENTE (coordinador), Los derechos
humanos en América. Una perspectiva de cinco siglo, León, España, Cortes de Castilla y
León, 1994, pp. 40-41.
3
El distrito de la ciudad de La Plata se convirtió en un lugar preferente para que los
encomenderos sacaran el mejor provecho. Un encomendero representativo de ese grupo
de explotadores de recursos materiales y humanos fue Juan Ortiz de Zárate, heredero uni-
versal de su enriquecido hermano Lope de Mendieta, que también había sido encomen-
dero en Charcas, minero, mercader y aviador. Juan fue exitoso hombre de negocios que
vivió en La Plata por más de tres décadas. JOSÉ ENCISO CONTRERAS (coordinador),
Cedulario de la Audiencia de la Plata de los Charcas (siglo XVI), Sucre, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia-Corte Suprema de Justicia de Bolivia-Universidad Autónoma
de Zacatecas-Consejo Zacatecano de Ciencia y Tecnología, 2005, p. 50.
4
Fray Bartolomé de las Casas solicitó a Felipe II en un Memorial, redactado en 1556,
la supresión de las encomiendas de indios a perpetuidad. Esta petición es emblemática
porque se dio pocos meses antes de que el fraile dejará de existir.
5
DEMETRIO RAMOS PÉREZ, “La gran reunión para la defensa de los derechos de los
indios celebrada en Valladolid en 1550-1551,” en ALBERTO A. HERRERO DE LA FUEN-
TE (coordinador), Los derechos humanos en América. Una perspectiva de cinco siglos,
León, España, Cortes de Castilla y León, 1994, p. 74.
6
Real cédula 1, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1543, Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia (ABNB).
963
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
7
En la historia del Derecho Indiano, para Antonio Muro Orejón, se distinguen siete
etapas: La primera con una fuerte influencia medievalista española, la fundacional, de
1492-1542. La segunda, de raíz medieval pero con ideología renacentista, de estabiliza-
ción, de 1542-1556. La tercera, del perfeccionamiento, de 1556 a 1621 (reinados de Felipe
II y Felipe III). Las cuatro siguientes: declive (Felipe IV y Carlos II) hasta 1700; periodo
reformador (Felipe V y Fernando VI); periodo de transformación (Carlos III); y periodo
decadente (Carlos IV y Fernando VII). La tercera, con la influencia de Juan de Ovando,
visitador (1568) y luego presidente del Real y Supremo Consejo de Indias (1570-1574), fue
la era de las grandes ordenanzas: Consejo Indiano (1571), Cámaras de Indias (1600), Jun-
tas de Guerra (1598), Descubrimientos y nuevas poblaciones y pacificaciones (1573), Casa
de Contratación de Sevilla y Generales de las Audiencias (1563). ANTONIO MURO ORE-
JÓN, “Periodificación del Derecho Indiano”, Revista Chilena de Historia del Derecho, nº
6, Santiago de Chile, 1970, p. 65
964
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
8
Recientemente se descubrió que falleció el 5 de octubre de 1546, en su cárcel domici-
liaria. Posiblemente fue sepultado en la iglesia de san Pablo, de Valladolid.
9
MIGUEL LEÓN-PORTILLA, Francisco Tenamaztle. Primer guerrillero defensor de
los derechos humanos, segunda edición, México, Diana, 2005, pp. 17 y 121-122.
10
MIGUEL LEÓN-PORTILLA, op. cit., p. 15.
11
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, El sistema de la economía colonial. El mercado
interior, regiones y espacio económico, México, Editorial Nueva Imagen, 1983, p. 41.
12
Una de las políticas de preservación de la población derivó en la prohibición del ma-
trimonio de las indias de corta edad, por “quebrarse y quebrantarse en aquella tierna edad,
de manera que mueren o enferman sin tener generación.” El problema provenía de la am-
bición de los encomenderos: obligaban a los indios solteros a casarse para que estuvieran
obligados a pagar tributo. Reales cédulas 50 y 147, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas
(Ach), 1564 y 1581, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
965
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
13
Una zona de guerra con indígenas rebeldes, afínales del siglo XVI, seguía siendo al
sureste de la audiencia, en las provincias de Santa Cruz de la Sierra y el Tucumán, donde
algunos de los encomenderos estaban abandonando el lugar. Colección Rück, Libro Co-
piador, Real cédula 120, 1584, ff. 128 v-129 r., Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia
(ABNB). Se encomendó el pago de cuatro mil pesos de la Caja Real del Potosí al goberna-
dor de Santa Cruz, Lorenzo Suárez de Figueroa, para que continuara librando la guerra
contra los Chiriguanes (de la etnia guaraní en las regiones de Santa Cruz, Tarija y parte de
Chuquisaca). Real cédula 200, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1588, Archivo
y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
14
Real cédula 6, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1550, Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia (ABNB).
15
Real cédula 270, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1596, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
16
Real cédula 139, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1578, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
17
Real cédula 140, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1580, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
18
Colección Rück, Libro Copiador, Real cédula 317, 1582, ff. 340 v-341 v., Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB). Real cédula 177, Cédulas Reales, Audiencia de
Charcas (Ach), 1585, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
966
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
(…) os mandamos que luego, sin otra réplica ni contradicción, quitéis to-
dos los protectores que hubiere en el distrito de esa audiencia, tomando
vosotros el cargo de ampararlos como os está mandado, y el nuestro fiscal
de defenderlos; lo cual le requeriréis y si en hacerlo tuviere algún descui-
do, nos daréis aviso de ello, porque de lo contrario nos tendremos por de-
servido, y se pondrá la culpa a cuenta de todos para que se castigue como
convenga22.
19
Real cédula 143, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1581, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
20
Colección Rück, Libro Copiador, Real cédula 333, 1593, ff. 353 r-353 v., Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
21
Bartolomé de las Casas fue nombrado procurador de los indios y promotor de su de-
fensa (1516). Significaba interceder por el bienestar y buen trato de éstos y que los colonos
los trataran convenientemente. Pero la figura jurídica de protector de indios aparece por
primera vez en real cédula de 15 de febrero de 1528, con el nombramiento al dominico
fray Tomás Ortiz. De ahí que hubo protectores eclesiásticos pero también legos. Para la
audiencia de Charcas, el protector de indios fue una figura controvertida en la que se finca-
ron mitos y realidades, según un estudio de Acevedo. EDEBERTO ÓSCAR ACEVEDO, “El
protector de indios en el Alto Perú”, IX Congreso del Instituto Internacional de Historia
del Derecho Indiano, tomo II, Madrid, Universidad Complutense, 1990, pp. 29-54.
22
Real cédula 157, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1582, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB). El rey, ante la desobediencia que se hizo de esta cédula,
envió otra para ordenar directamente que se quitara a los protectores de indios proveídos
en el distrito de la audiencia. Mencionó en particular el protectorado a cargo de Francisco
de Vera, solicitó también a la audiencia que se le recogieran los salarios que le hubieran
dado. Real cédula 171, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1584, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
967
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
(…) las vejaciones y molestias que se hacen a los dichos indios, y en qué
cosas y con qué color, y qué tributos pagan, y qué servicios dan a sus enco-
menderos, y si para algunas labranzas o granjerías los sacan de sus lugares,
y si los hacen ir a las minas contra su voluntad; y a los que van con ella si
se les pagan sus jornales y en qué otras cosas se excede de lo que tenemos
proveído y ordenado sobre su buen tratamiento24.
23
Colección Rück, Libro Copiador, Real cédula 315, 1582, ff. 339 v-340 r., Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB); Reales cédulas 232 y 237, Cédulas Reales, Au-
diencia de Charcas (Ach), 1591, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
24
Real cédula 158, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1582, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
25
Real cédula 213, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1588, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
26
En ese año, Felipe II consideraba poner un administrador, con moderado salario,
para amparar y defender a los indios de dos repartimientos (Soconcho con 375 indios y
Manogasta) y enviarlos cada año a la villa imperial del Potosí a trabajar en las minas, por
los malos tratos que recibían en la provincia de Tucumán. Seguramente no fue nombrado
tal administrador porque tres años después dio la orden al presidente de la audiencia de
Charcas para que un oidor fuera a visitar esa provincia para tasar el trabajo de los indios y
evitar abusos. Real cédula 178 Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1585, Archivo
y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB); Colección Rück, Libro Copiador, Real cédula
107, 1550, f. 118, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
968
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
27
El primer censo de la región potosina de que se tiene noticia fue el ordenado por
el virrey Francisco de Toledo, que arrojó datos que calculaban la población potosina en
120,000 habitantes, 90% de los cuales eran indios. Hacia 1560, la población potosina era
ya de 160,000 personas. En 1611, el presidente de la Audiencia de Charcas ordenó se rea-
lizara otro conteo que arrojó una población de 114,000 almas: 65,000 indios, 4,000 fo-
rasteros de España, 3,000 españoles nacidos en Potosí, 35,000 criollos y 6,000 negros y
mulatos. Otro autor, da cuenta de sucesivos descubrimientos de ricos filones en la zona
potosina, señalando que, entre 1545 y 1562, se descubrieron 7 de ellos, y que tan sólo en
los 30 años posteriores al descubrimiento del Cerro Rico, la ciudad fue habitada por más
de 150,000 personas. JOSÉ ENCISO CONTRERAS, op. cit., p. 33.
28
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., p. 129 y 132.
969
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
29
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., p. 24, 169 y 185.
30
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., p. 25.
31
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., p. 31.
32
CUAUHTÉMOC ESPARZA SÁNCHEZ, Historia de la ganadería en Zacatecas, 1531-
1911, segunda edición, Zacatecas, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1988, p. 20.
970
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
los angostos y escarpados caminos andinos fue la mula. En los inicios del
siglo XVII los principales mercados de mulas de Córdova estaban en Potosí
y Oruro (y así había sido desde el siglo XVI). Estos aspectos se constituyeron
en la coyuntura propicia que indujo el desarrollo económico en el eje Lima-
Potosí a través del incremento del ganado mular33. No se puede ignorar la
solución temprana y alternativa a los animales de carga para el transporte
que implementaron los colonizadores: los indígenas. Los problemas que este
sistema suscitó trataron de ser regulados por la legislación real. En cédula
real del 16 de agosto de 1563 (que le antecedieron y siguieron otras) el rey
Felipe II (1556-1598) se refirió a una cédula de Carlos I34 dada a la Nueva Es-
paña para ordenar que los indígenas no fueran utilizados para portear cargas
de ninguna especie aún fuera por falta de animales o caminos abiertos. Si
esto sucediera, debería regularse la carga, la jornada y el pago por ello, previa
autorización de los justicias reales35.
33
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., p. 37.
34
Cantidad considerable de cédulas de Carlos I fueron referidas y ratificadas por su hijo
Felipe II.
35
Real cédula 31, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1563, Archivo y Bibliote-
ca Nacionales de Bolivia (ABNB).
36
Decía el monarca al respecto: “(…) soy informado que de darse lugar en esa tierra a
que se den servicios personales de indios para echar a las minas y para otras cosas, por vía
de tasación o permutación en lugar de los tributos que les está tasados, se siguen grandes
inconvenientes; especialmente que como van muchos de los tales indios a servir fuera de
su tierra y naturaleza, cincuenta leguas, y otros más y menos, donde están las minas, e
ir cargados con sus comidas, mantas y camas, adolecen algunos de ellos, además que la
doctrina cristiana que a los tales se había de dar, se impide, y se cometen otras ofensas
contra el servicio de dios nuestro señor y se menoscaba la gente de esas provincias, y se
siguen muchos daños e inconvenientes a la vida y salud de los dichos indios, y para su
instrucción”. Real cédula 35, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1563, Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
971
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
37
Este no es el tema del presente trabajo. Díaz Rementería lo aborda suficientemente
(del siglo XVI al XIX); además, analiza la actuación de los jueces potosinos de las cajas de
censos y la creación del juzgado general de censos de indios para la región de Charcas. CAR-
LOS J. DÍAZ REMENTERÍA, “La administración de los bienes de comunidades indígenas
en Charcas, Tucumán y Rio de la Plata”, IX Congreso del Instituto Internacional de His-
toria del Derecho Indiano, tomo II, Madrid, Universidad Complutense, 1990, pp. 65-105.
38
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., p. 137-138.
39
Yanaconas. Los españoles los definieron inicialmente como yuanaconas a los indios
libres y proclives a ellos, que incluso vivían entre ellos. En Potosí ellos eran los que inicial-
mente desarrollaban trabajo minero. En muchos casos equivale a asalariados, jornaleros o
naborías. JOSÉ ENCISO CONTRERAS, op. cit., p. 110. Una amplia disertación sobre esta
forma de trabajo indígena está en: J. CARLOS DÍAZ REMENTERIA, “En torno a la insti-
tución del yanaconazgo en Charcas”, Revista Chilena de Historia del Derecho, nº 12. 1987,
pp. 305-322; JORGE BASADRE AYULO, “Algunas consideraciones sobre el yanaconaje en
la legislación indiana peruana”, IX Congreso del Instituto Internacional de Historia del
Derecho Indiano, tomo II, Madrid, Universidad Complutense, 1990, pp. 55- 64.
972
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
(…) somos informados que las personas que tienen indios encomendados en
esas provincias y en otras sujetas a esa audiencia [de la Plata] teniéndolos
como los tienen con cargo de instruirlos y enseñarlos en las cosas de nuestra
santa fe católica, no lo han hecho (…) por lo cual los dichos encomenderos
son obligados a restituir los frutos que han llevado y llevan de sus indios
(…) y sea esta causa legítima para los privar de los indios que así tuvieren
encomendados43.
40
Se dio el caso que hasta algunos negros y mulatos llegaron a tener en su servicio in-
dios yanaconas, por lo que se procedió a prohibir esta práctica para esos grupos. Reales
cédulas 3 y 218 Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1550 y 1589, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
41
Real cédula 5, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1550, Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia (ABNB).
42
Real cédula 10, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1551, Archivo y Bibliote-
ca Nacionales de Bolivia (ABNB).
43
Real cédula 11, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1554, Archivo y Bibliote-
ca Nacionales de Bolivia (ABNB).
44
Colección Rück, Libro Copiador, Real Cédula 291, 1550, ff. 341 r-341 v., Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
45
Real cédula 19, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1550, Archivo y Bibliote-
ca Nacionales de Bolivia (ABNB).
973
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
lo más rápido posible los cargamentos de plata y oro que estaban producién-
dose en las minas de la región andina. También la encomienda sirvió discre-
cionalmente al rey para utilizarla como moneda de cambio, pagando con ella
los servicios de sus súbditos. Mandó poner en cabeza (a nombre) de Antonio
Vaca de Castro un repartimiento de indios que estuvieran vacantes que valie-
ra diez y seis mil pesos de renta anual para pagar los servicios a la Corona que
el padre de aquel, el licenciado Vaca de Castro, había hecho. Este ejemplo de
pago de servicios fue ordenado por el rey en 1558, muchos años después de
haber entrado en vigor las Leyes Nuevas46.
Deploraba también el rey que españoles solteros tuvieran indios enco-
mendados a los que trataban mal; los tratarían mejor si los encomenderos
fueran casados, tal era el razonamiento real, porque al entrar al estado matri-
monial los encomenderos “estuviesen de asiento en esas dichas provincias”47.
974
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
nadas por el tipo de trabajo, los productos y hasta la geografía de los territorios. El tributo
fue la carga principal exigida a los indios; en su calidad de vasallos debían suministrarlos
a su soberano o señor, el monarca castellano. La medida fue aplicada a todos los hombres
solteros o casados, desde los dieciocho a los cincuenta años. Restaura, revista electrónica
de conservación.Conservación.inah.gob.mx/publicaciones/wpcontent/uploads/2015/10/
Coixtlahuaca_restaura.pdf.
51
Reales cédulas 13 y 15, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1551, Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
52
Se conminaba a los usuarios de los servicios de los indios que tasaran éste correcta-
mente y pagaran jornales justos para poder mantenerse y ahorra para otras necesidades.
Sin embargo, sólo se les daba 8 maravedíes y medio por día, paga que difería “poco de
trabajar de balde”. Real cédula 35, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1563, Ar-
chivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB). En algunas regiones, como Chucuito, no
les era posible pagar el tributo en plata, por lo que solicitó la audiencia al rey restableciera
el antiguo tributo, “antes de la retasación,” con el pago en especie (ropas). Reales cédulas
186 y 228, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1586 y 1591, Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia (ABNB).
53
Real cédula 91, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1570, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB). Otro exceso de los encomenderos: cobrar tributos a
indios viejos, mayores de cincuenta años y obligarlos a realizar trabajos. Colección Rück,
Libro Copiador, Real cédula 331, 1591, ff. 351 v-352 r., Archivo y Biblioteca Nacionales de
Bolivia (ABNB).
975
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
podían perder la encomienda54. También, el rey trataba de evitar que los in-
dios fueran penados pecuniariamente, porque esto afectaba el proceso de
evangelización55.
Quien hace la ley se aprovecha de ella. El poder real practicó esta máxi-
ma al sacar ventaja de la liquidación paulatina de las encomiendas en el Alto
Perú. En ocasión de la muerte de Lope de Mendieta y de Alonso de Mon-
temayor, el repartimiento de indios que poseía cada uno, les fue transferi-
do a García de Mendoza, hijo del marques de Cañete y a Pedro de Córdoba,
respectivamente. El rey ordenó que se les quitara a ambos su repartimiento
y se pusieran en la cabeza de la Corona (a nombre del rey)56. Las rentas se re-
partirían de la siguiente manera: del primero, las ganancias se remitirían a la
Casa de Contratación de Sevilla. Se utilizarían en pagar a Francisco de Eraso,
el secretario del Consejo de Indias, y a otras personas del mismo, el aumento
del salario que se les había proporcionado. Las rentas del segundo se inverti-
rían en el sustento de religiosos que instruyeran en la religión y convirtieran
en cristianos a los indios del territorio de la audiencia57. Las prisas por ob-
tener la utilidad de encomiendas “vacas” (vacantes) y los tributos caídos (ya
no cobrados por el titular de la encomienda) fue una constante y dan cuenta
de la problemática de las finanzas de la Corona. En esa misma ocasión el rey
Felipe II ordenó que fueran enviados doce mil pesos a la Casa Contratación
de Sevilla: “de cualquier maravedís y pesos de oro que haya de tributos de
repartimientos de indios vacos; y si no hubiera la dicha cantidad, se cobren
con toda brevedad de donde quiera que los hubiere”58.
54
Real cédula 156, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1582, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
55
Real cédula 139, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1578, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
56
Esta práctica fue ordenada con la frecuencia que las encomiendas iban entrando en
vacancia. Las encomiendas duraban “dos vidas” o generaciones (de encomendero fun-
dador a heredero). Inherente era el cobro de las rentas de las encomiendas a favor de la
Corona.
57
En este sentido un excedente de tributos de indios mineros del Potosí (de seis mil
pesos en cuatro años), los aprovechó el rey para ordenar el pago de la cátedra de lengua
aymara para habilitar a los sacerdotes doctrineros de esa ciudad. Real cédula 168, Cédu-
las Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1584, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia
(ABNB).
58
Real cédula 23, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1561, Archivo y Bibliote-
ca Nacionales de Bolivia (ABNB).
976
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
59
Colección Rück, Libro Copiador, Real cédula 213, 1550, ff. 235 r-236 v., Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
60
Reales cédulas 28 y 29, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1562, Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
61
Cédulas 54, 56, 57, 58, 70, (1565); 92 (1570); 112 (1575). El requerimiento de la recu-
peración de tributos y rentas de encomiendas vacantes, cada vez fue menor, conforme se
iban liquidando.
62
Una larga y profunda disertación al respecto, fue realizada por Silvio Zavala. Véase:
SILVIO ZAVALA, La encomienda indiana, México, Porrúa, 1973; El servicio personal de
los indios en el Perú, tres volúmenes, México, El Colegio de México, 1978. Del mismo
autor, para el caso novohispano: El servicio personal de los indios de la Nueva España.
1521-1550, seis volúmenes, México, El Colegio de México-El Colegio Nacional, 1984.
977
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
aunque el hijo mayor muera en vida del poseedor del tal repartimiento, si
el tal hijo mayor dejare hijo o hija, nieto o nieta, o descendiente legítimo en
quien concurran las demás calidades que se requieren para suceder en los
dichos repartimientos, conforme a lo que por Nos está ordenado, éstos tales
descendientes del hijo mayor, por su orden, se prefieran al hijo segundo del
dicho poseedor que murió, lo cual queremos que se guarde, no solamente en
los pleitos y causas que de aquí adelante hubiere y sucedieren, pero también
en los que al presente están pendientes63.
63
Colección Rück, Libro Copiador, Real cédula 63, 1580, ff. 67 v-68 v., Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
Real cédula 50, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1564, Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia (ABNB).
64
También los clérigos llegaron a incurrir en abusos en el cobro de los entierros y de las
misas. Reales cédulas 202 y 241, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1588 y 1591,
Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
978
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
(…) los indios naturales de esa provincia no son gobernados por las leyes y
provisiones nuestras sobre ello dadas, sino por las de estos reinos, siendo
diversa la república y gobierno de donde se sigue que los enseñan a pleitear,
llevándoles sus haciendas y siendo causa de muchos perjuros en los nego-
cios, y de usurpar las haciendas ajenas con autoridad de justicia; y se les
pervierte su gobierno quintándolos de la sujeción de sus caciques y curacas
y señores naturales; y porque como sabéis, tenéis orden precisa de que en
los pleitos de los dichos indios no se hagan procesos ordinarios, y que su-
mariamente se determinen, guardando sus usos y costumbres, no siendo
claramente injustas; y de no hacerse así, además de seguirse tanto daño a
los dichos indios, Nos somos deservido; y nuestra voluntad es que para que
mejor se acierte, se os declare y advierta más en particular la orden que en
ello habéis de tener; y para hacerlo es necesario saber los usos y costumbres
que los dichos indios tenían en tiempo de su gentilidad, en todo el término
del distrito de esa dicha audiencia66.
La justicia fue más limitada para los indios cuando se expidió la real
cédula en que se indicaba que los indios no hicieran viajes largos para ex-
poner negocios nimios. Debían esperar la visita de uno de los oidores, o ex-
poner sus casos ante los corregidores del cabildo más cercano. Por tanto, no
eran sujetos a provisiones jurídicas que les adjudicaran derechos. Debían
ser despachados sus asuntos, breve y sumariamente, con decretos, pero sin
provisión alguna67.
65
Real cédula 50, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1564, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
66
Real cédula141, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1580, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
67
Real cédula 188, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1586, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
979
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
6. Consideraciones finales
68
ENRIQUE FLORESCANO, Origen y desarrollo de los problemas agrarios en Méxi-
co, 1500-1821, México, Editorial Era, 1991, p. 38.
69
En la audiencia de Charcas, como en otras regiones hispanoamericanas, las órdenes
reales se enfocaron a esta actividad. Por ejemplo a finales del siglo XVI, el rey todavía legis-
laba en consecuencia al indicar que los repartimientos de indios se hicieran exclusivamen-
te a los dueños de minas, ingenios y haciendas. Real cédula 258, Cédulas Reales, Audiencia
de Charcas (Ach), 1594, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
980
CORONA ESPAÑOLA, POLÍTICA ECONÓMICA E INDÍGENAS A TRAVÉS DE LA NORMATIVIDAD
70
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., pp. 274-276, 283 y 297.
71
CARLOS SEMPAT ASSADOURIAN, op. cit., p. 283.
72
Real cédula 23, Cédulas Reales, Audiencia de Charcas (Ach), 1560, Archivo y Biblio-
teca Nacionales de Bolivia (ABNB).
981
JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS
73
RICARDO ZORRAQUÍN BECÚ, op. cit., pp. 27-28.
982
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO
DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
Resumen: Esta ponencia se propone presentar el papel que desempeñó la Real Au-
diencia de Lima, y los ministros que la integraron, en el proceso de la Independencia del
Perú. Partiendo de la idea de que el tribunal limeño fue una suerte de “termómetro” de
la compleja situación de esa época, se estudiará el conjunto humano de sus ministros. Se
analizará, en la medida de lo posible, su pensamiento jurídico, y se hará referencia a las
diversas posiciones y actitudes que los ministros de la Audiencia mostraron en ese con-
texto de guerra civil que significó el proceso que llevó a la Independencia. Por último, se
analizará el proceso en virtud del cual se dio el paso de la Real Audiencia a la Alta Cámara
de Justicia, luego de la proclamación de la Independencia.
Palabras clave: Perú, independencia, Audiencia de Lima, Ministros de la Audiencia,
Alta Cámara de Justicia, pensamiento jurídico.
Abstract: This paper studies the role played by the Royal Audiencia of Lima, and by
its ministers, in the process of Peruvian Independence. Bearing in mind that the Audiencia
was a sort of “thermometer” of the complex situation of that time, the paper will analyze
its ministers. Their legal ideas will be investigated, as well as their positions and attitudes
during the War of Independence. Finally, the dissolution of the Royal Audience and the
creation of the Alta Cámara de Justicia, after the proclamation of the Independence, will
be explained.
Keywords: Peru, independence, Audiencia of Lima, ministers of the Audiencia, Alta
Cámara de Justicia, legal ideas.
Sumario: 1. Introducción. 2. Los magistrados y sus posiciones frente a las corrientes jurídi-
cas. 3. Las relaciones entre el virrey y la Audiencia. 4. Los magistrados y sus actitudes ante la
Independencia
983
JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
1. Introducción
Guillermo Lohmann Villena puso de relieve, hace más de cuarenta años, cómo
era notoria la ausencia de monografías que estudiasen “la ideología peculiar
de las principales corporaciones virreinales de cara al proceso separatista.”
Así, denunció que “por inercia” se repetían afirmaciones falsas, como la de que
el cabildo de Lima habría sido el centro de los anhelos liberales y del fervor
regionalista, mientras que la Audiencia se habría caracterizado por su afán de
984
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
1
GUILLERMO LOHMANN VILLENA, Los ministros de la Audiencia de Lima en el
reinado de los Borbones (1700-1821). Esquema de un estudio sobre un núcleo dirigente,
Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1974, p. CVII.
2
Esas expresiones fueron de Manuel Lorenzo de Vidaurre. Cfr JOSÉ DE LA PUENTE
BRUNKE, “Entre dos mundos: juristas peruanos del tiempo de la independencia”. En Pé-
rez Collados, José María y Samuel Rodrigues Barbosa (eds.): Juristas de la independen-
cia. Madrid, Marcial Pons – Cátedra de Cultura Jurídica, 2012, p. 588.
3
Ya en 1860 Benjamín Vicuña Mackenna puso de relieve la trascendencia de la figura de
Rodríguez de Mendoza: “Rector durante 30 años del Colegio de San Carlos, que acababa
de fundarse casi como una revolución en los claustros que la expulsión de los jesuitas deja-
ra vacíos, él adelantó con sus innovaciones, consideradas entonces temerarias, y a pasos de
gigante, el movimiento que aquella organización joven y nueva iba a recibir y a comunicar;
y así puede decirse que la revolución peruana que desde 1810 tuvo su foco en el colegio de
San Carlos, nació en las manos de aquel eminente americano y en las de sus ilustres au-
xiliares (…)”. BENJAMÍN VICUÑA MACKENNA, La revolución de la Independencia del
Perú, 1809-1819. Lima, Editorial “Garcilaso”, 1924, p. 48.
4
PUENTE BRUNKE, “Entre dos mundos”, pp. 588-589. Recientemente Víctor Tau An-
zoátegui –citando las investigaciones de María Paz Alonso Romero– ha destacado cómo
985
JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
986
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
7
PUENTE BRUNKE, José Baquíjano y Carrillo.
8
PUENTE BRUNKE, “Entre dos mundos”, pp. 584-585.
9
LOHMANN VILLENA, op. cit., pp. CIX-CX y 32.
10
VÍCTOR PERALTA RUIZ, La independencia y la cultura política peruana (1808-
1821). Lima, Instituto de Estudios Peruanos – Fundación M.J. Bustamante de la Fuente,
2010, p. 309.
987
JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
11
CRISTÓBAL ALJOVÍN DE LOSADA, El imaginario constitucional de Manuel Loren-
zo de Vidaurre. Lima, 2012 (inédito).
12
PERALTA, op. cit., pp. 313-314.
13
Citado en PERALTA, op. cit., p. 327.
988
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
ciones sufridas por la población para financiar la guerra, entre otras cosas.
Según él, las obras de Montesquieu y Filangieri debían ser los dos pilares del
derecho patrio, basados en la racionalidad ilustrada, ya que la auténtica liber-
tad solo podía ser lograda por pueblos ilustrados. Consideraba que los pue-
blos de la América hispana estaban aún lejos de alcanzarla, cosa que ya había
sido lograda por Norteamérica. Al no ser ilustrados, los pueblos hispanoame-
ricanos no podían pretender la independencia, ya que estaban habitados por:
(…) nobles sin valor ni virtud, sabios por los libros, mas no por las costum-
bres; patriotas por lo fértil del suelo, no por la energía de las almas, ricos por
la abundancia de los metales, no por la industria y el comercio, cristianos
por el culto exterior de los sentidos, no por la fiel observancia del evangelio14.
14
Citado en PERALTA, op. cit., p. 327.
15
TIMOTHY ANNA, La caída del gobierno español en el Perú. El dilema de la indepen-
dencia. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2003, pp. 112-113.
989
JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
boró una larga lista de cargos contra casi todos los magistrados16. Los cargos
más frecuentes fueron los referidos a aprovechamientos económicos ilícitos,
aunque los hubo también vinculados a la conducta personal y familiar, como
fue el caso del oidor Domingo Arnáiz de las Revillas, acusado de haber aban-
donado a su mujer y a su numerosa prole para ir a vivir con otra, a la cual le
había puesto una panadería17.
Si bien el Consejo de Regencia instruyó al virrey Abascal para que levan-
tara cargos contra varios ministros de la Audiencia y que incluso suspendiera
a la propia institución, el vicesoberano decidió no hacerlo, considerando el
panorama bélico que estaba enfrentando el virreinato en el Alto Perú. Esto
ocurrió en 1812. Además, sin duda el virrey también ponderó los peligros que
habría entrañado una acción en contra de los magistrados en el seno de la
elite limeña, tan relacionada con aquellos18.
Pero finalmente, en 1815, Fernando VII dispuso el retiro de cuatro magis-
trados, la suspensión y juicio de tres, la transferencia de uno a un tribunal dis-
tinto, y advertencias para otros dos. Es decir, la Audiencia perdió a la mitad de
sus miembros (ocho de dieciséis). Sin embargo, en la práctica no fue así. Si bien
los cuatro magistrados que fueron retirados –el regente Arredondo, García de
la Plata, Pino Manrique y Eyzaguirre– dejaron, en efecto, sus cargos, no ocurrió
lo mismo con los tres suspendidos –Arnáiz de las Revillas, Valle y Postigo y
Pareja–, quienes siguieron ejerciendo sus magistraturas. Para cubrir las vacan-
tes se dispuso que Francisco Tomás de Anzótegui, antiguo regente de Charcas,
fuera el nuevo regente, y fueron nombrados como oidores sustitutos –en tanto
no llegaban los permanentes– algunos magistrados de Chile, Cuzco y Quito que
estaban en Lima debido a las rebeliones que afectaban a sus jurisdicciones19.
La codicia de los agentes de la administración, y en particular de los
magistrados, fue censurada en múltiples oportunidades, y muchos realistas
vieron en ella la causa principal de las aspiraciones separatistas. Lo dijo, por
ejemplo, el marqués de Valleumbroso, en año tan tardío como 1821, en el con-
texto de la misión que se le encomendó para defender al virrey La Serna y jus-
tificar el motín de Aznapuquio. Censuró la conducta de muchos funcionarios,
16
ANNA, op. cit., pp. 113-114.
17
LISELLE QUIROZ-PÉREZ, Du service du Roi au service de la République: haute
magistrature et construction de L’État au Pérou (1810-1870). Tesis de Doctorado. París,
Universidad de París 1, Panthéon – Sorbonne, 2009, p. 91.
18
ANNA, op. cit., p. 115.
19
ANNA, op. cit., pp. 116-117.
990
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
que abusando de la confianza depositada en ellos han buscado su lucro con per-
juicio notable de la justicia y de la opinión, única fuerza por la cual se ha domi-
nado este país hasta ahora. Lo diré de una vez señor Excmo., el amor al dinero y
la poca escrupulosidad en los medios de adquirirlo es el pretexto más especioso
y por desgracia el más fundado que alega la revolución en su apoyo (…)20.
20
JOSÉ AGUSTÍN DE LA PUENTE CANDAMO, “La misión del marqués de Valle-Um-
broso y de Antonio Seoane”. Revista Histórica, vol XXI (Lima, 1954), p. 438.
21
CARLOS CONTRERAS Y LUIS MIGUEL GLAVE, “Estudio introductorio”, en CAR-
LOS CONTRERAS Y LUIS MIGUEL GLAVE (editores), La independencia del Perú. ¿Con-
cedida, conseguida, concebida? Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2015, p. 29.
22
JOSÉ FRANCISCO GÁLVEZ, “El establecimiento del Poder Judicial en el Perú: de
la Real Audiencia de Lima a la Corte Suprema de la República (1821-1824)”. Campus.
Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Año 2, N° 3 (2007), pp. 85-87.
991
JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
de cosas del virreinato. Así, por ejemplo, fue muy crítico con la pervivencia del
repartimiento de mercancías, tan oneroso para los indígenas, y que a pesar
de haber sido formalmente abolido tras la rebelión de Túpac Amaru, seguía
dándose en la práctica. De este modo, en 1807 escribió que si se le pudiera dar
otro nombre al Perú, este sería el de “reino de corrupción y repartimiento”23.
Años después fue un firme partidario de la apertura de los puertos peruanos
al comercio directo con las potencias extranjeras, lo cual fue ponderado por
Abascal como una posición contraria a los intereses de la monarquía24.
“De entre los ministros de oriundez americana ninguno aventajó al Fis-
cal del Crimen Eyzaguirre en la intrepidez con que exteriorizó sus tendencias
decididamente favorables a una transformación radical del sistema político.
Sin ambages apoyó cuanto contribuyera a socavar el poderío virreinal y con
sobrada razón el Virrey Abascal lo denunció como ‘el único defensor de los
insurgentes’ porteños en los estrados de la Audiencia25.
23
PATRICIA H. MARKS, Deconstructing Legitimacy. Viceroys, Merchants, and the
Military in Late Colonial Peru. University Park, The Pennsylvania State University Press,
2007, pp. 83-84.
24
MARKS, op. cit., p. 157.
25
LOHMANN VILLENA, op. cit., p. CXIV.
26
MARK A. BURKHOLDER Y D.S. CHANDLER, De la impotencia a la autoridad. La
Corona española y las Audiencias en América, 1687-1808. México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1984, pp. 197-198.
992
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
autores sostienen que, si bien para fines del siglo XVIII “las audiencias de
todo el imperio se hallaban firmemente sometidas a la autoridad real, como
nunca antes”, el caso de la Audiencia de Lima era una excepción27. En efecto,
en el tribunal limeño hubo una proporción de magistrados criollos mayor que
en otras audiencias, lo cual ha llevado a Lohmann a afirmar que la supuesta
discriminación de los criollos en dichos tribunales era “un ripio histórico”28.
Cuando llegaron a Lima las noticias dando cuenta de que el 10 de agosto
de 1809 se había producido una revolución en Quito, a cuya cabeza estaba una
autoridad considerada ilegítima, el virrey Abascal convocó a una junta secreta
con las más altas autoridades del virreinato. La mayor parte de los asistentes
a esa junta se manifestó partidaria de enviar tropas a Quito a repeler vio-
lentamente el mencionado levantamiento. Voces minoritarias señalaron su
preocupación en el sentido de que el envío de tropas podría agravar la situa-
ción, en vez de lograrse la paz. El regente de la Audiencia, Manuel Antonio de
Arredondo, fue de esa opinión. Vicuña Mackenna refiere que privadamente
Abascal le manifestó a Arredondo compartir su posición, pero para salvar su
responsabilidad dispuso el envío de las tropas29.
Manuel Plácido de Berriozábal y Beitia fue alcalde del crimen de la Au-
diencia de Lima desde 1815 hasta la extinción del tribunal. Peninsular –natu-
ral de Elorrio, en Vizcaya–, había sido antes nombrado oidor de la Audiencia
del Cuzco en 1804, y en 1810 pasó a desempeñarse también como oidor en la
Audiencia de Charcas30. Desempeñándose como oidor en el Cuzco, Berrio-
zábal –quien, según Vicuña Mackenna, se caracterizaba por “su odio a los
americanos”– se prestó a una maniobra de engaño para conseguir de Manuel
de Ubalde la confesión de una supuesta conspiración contra el rey, tras lo cual
aquel fue condenado a muerte31.
Un caso interesante es el del magistrado Tomás Ignacio de Palomeque y
Céspedes –peninsular–, quien fue en un principio muy celoso en la defensa
de la autoridad virreinal y en el castigo a los conspiradores. Sin embargo,
todo indica que con el paso del tiempo, y por influencias recibidas aparente-
mente de su mujer, oriunda del Río de la Plata, fue cambiando de posición,
27
BURKHOLDER Y CHANDLER, op. cit., p. 140.
28
LOHMANN VILLENA, op. cit., p. XXV.
29
Vicuña Mackenna manifiesta que los doscientos hombres armados que se enviaron
a Quito ensangrentaron la ciudad “con la más horrible y la más aleve de las matanzas”.
VICUÑA MACKENNA, op. cit., pp. 79-80.
30
LOHMANN VILLENA, op. cit., p. 13.
31
VICUÑA MACKENNA, op. cit., pp. 70-71.
993
JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
32
GÁLVEZ, op. cit., pp. 87-88.
33
LOHMANN VILLENA, op. cit., pp. CXII-CXIII.
34
GÁLVEZ, op. cit., pp. 88-89.
35
CONTRERAS Y GLAVE, op. cit., pp. 23-24.
36
ANNA, op. cit., p. 115.
994
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
37
GÁLVEZ, op. cit., pp. 83 y 96.
38
BRIAN R. HAMNETT, Revolución y contrarrevolución en México y el Perú. Libera-
lismo, realeza y separatismo (1800-1824). México, Fondo de Cultura Económica, 1978,
p. 349.
39
ANNA, op. cit., p. 244.
40
LOHMANN VILLENA, op. cit., pp. CXVII-CXIX.
41
CONTRERAS Y GLAVE, op. cit., p. 25.
995
JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
42
ANNA, op. cit., p. 245.
43
GÁLVEZ, op. cit., pp. 110-111.
44
ANNA, op. cit., p. 272.
996
LA REAL AUDIENCIA DE LIMA EN EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
45
GÁLVEZ, op. cit., p. 73.
997
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE
DEL DERECHO CONSUETUDINARIO PREHISPÁNICO DE ALONSO
DE ZORITA*
Resumen: El presente artículo analiza las reflexiones sobre traducción jurídica con-
tenidas en dos Relaciones escritas por el jurista español del siglo XVI, Alonso de Zorita.
Sus ideas son una ilustración perfecta de la dimensión creativa que inspiró varias de las
propuestas que, en esta época, se realizaron para adaptar el Derecho castellano a las cos-
tumbres legales particulares de los pueblos amerindios. Mi análisis se concentra en algunas
de las problemáticas lingüísticas implicadas por la propuesta de Zorita de restaurar una
policía prehispánica en cierto modo idealizada. Me refiero en particular a los problemas
ligados al uso judicial de fuentes legales nativas de naturaleza pictórica, así como a algunos
de los dilemas abiertos en torno a la posibilidad de su misma interpretación y traducción.
Palabras clave: traducción, interpretación, costumbre, códice pictográfico, policía,
fiscalidad.
Abstract: This article examines the reflections on legal translation set out in two
Relaciones written by the 16th century Spanish jurist Alonso de Zorita. These serve as ex-
cellent illustrations for the creative dimension motivating several of the proposals for the
adaptation of Castilian law to native legal custom in the Americas. My analysis focuses on
*
El presente trabajo es una versión revisada de un trabajo más extenso publicado origi-
nalmente en inglés con el título “From Castilian to Nahuatl, or from Nahuatl to Castilian?
Reflections and Doubts about Legal Translation in the Writings of Judge Alonso de Zorita
(1512–1585?)” en la revista Rechtsgeschichte 24 (2016), pp. 122-153.
**
Investigador post-doctoral en el Instituto Max Planck para la Historia del Derecho
Europeo de Frankfurt am Main. Máster en Derecho e Instituciones Europeas por la Uni-
versidad de Ginebra. Doctor en Filosofía por la Universidad de Murcia. Doctorando en
Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
999
JOSÉ LUIS EGÍO
some of the linguistic issues implied by Zorita’s proposal for the restoration of an idealized
pre-Hispanic polity: the use of the native pictorial legal sources, and it considers some of
the issues and dilemmas related to their proper interpretation and translation.
Keywords: translation, interpretation, custom, pictographic codex, policy, taxation.
La figura del jurista español Alonso de Zorita es, en términos generales, bien
conocida. Aunque debido al hecho de que sus escritos fueron publicados sola-
mente en época contemporánea, sus perspectivas sobre asuntos indianos no
pudieron jugar el mismo papel en la construcción del Derecho colonial que
las de Solórzano, Villarroel, Hevia Bolaños u otros autores publicados en los
siglos XVI y XVII, su obra conoció un interés creciente desde que Joaquín
García Icazbalceta publicara su Breve y sumaria relación de los señores de
Nueva España en 18911.
El historiador estadounidense Ralph Vigil le dedicó en 19872 un impor-
tante trabajo monográfico y, en las últimas dos décadas, figuras de la talla de
Ethelia Ruiz Medrano3 o Wiebke Ahrndt4 han publicado ediciones críticas de
1
ALONSO DE ZORITA, Breve y sumaria relación de los señores de la Nueva España,
en: Joaquín GARCÍA ICAZBALCETA, Nueva colección de documentos para la historia de
México, México, Porrúa, 1941 (1ª ed., 1891), v. III, pp. 65-205.
2
RALPH VIGIL, Alonso de Zorita. Royal Judge and Christian Humanist 1512-1585,
Norman-London, University of Okhlahoma Press, 1987.
3
ETHELIA RUIZ MEDRANO, JOSÉ MARIANO LEYVA y ALONSO DE ZORITA, Rela-
ción de la Nueva España, México, CONACULTA, 1999.
4
WIEBKE AHRNDT, ALONSO DE ZORITA, Edición crítica de la Relación de la Nueva
1000
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE DEL DERECHO...
España y de la Breve y Sumaria Relación escritas por Alonso de Zorita, México, Bonn,
INAH, Universität Bonn, 2001.
5
SILVIO ZAVALA, La encomienda indiana, México, Porrúa, 1993, 3ª edición revisada.
6
MARÍA JUSTINA SARABIA VIEJO, Don Luis de Velasco, virrey de Nueva España
1550-1564, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1978.
7
JOSÉ MIRANDA, El tributo indígena en la Nueva España durante el siglo XVI, Mé-
xico, El Colegio de México, 2005 (1ª ed. 1952).
8
JAMES LOCKHART, The Nahuas After the Conquest: A Social and Cultural History
of the Indians of Central Mexico, Sixteenth Through Eighteen Centuries, Stanford, Stan-
ford University Press, 1992.
9
RIK HOEKSTRA, “A Different Way of Thinking. Contrasting Spanish and Indian So-
cial and Economic Views in Central Mexico (1500-1600)”, en: ARIJ OUWENEEL, SIMON
MILLER (eds.), The Indian Community of Colonial Mexico. Fifteen Essays on Land Ten-
ure, Corporate Organizations, Ideology and Indian Village Politics, Amsterdam, CEDLA,
1990, pp. 60-86.
10
HIDELBERTO MARTÍNEZ, “Calpulli ¿Otra acepción de teccalli?”, en: ANTONIO ES-
COBAR OHMSTEDE, TERESA ROJAS RABIELA (coords.), Estructuras y formas agrarias
en México. Del pasado y del presente, México, CIESAS, 2001, p. 28.
1001
JOSÉ LUIS EGÍO
Quando alguna vez yva algun señor ynferior o algun principal a visitar al
señor supremo o a lo consolar de algu[n] trabajo que le avia susçedido le
hazia un rrazonamiento que contiene buenos avisos y en su lengua paresçe
y suena mejor que no traduzido en otra porque como el glorioso sanct g[e]
r[oni]mo dize en una epistola que escrivio a pammachio que se intitula de
optimo genere interpretandi que comiença paulus apostolus cada lengua
tiene su propia y particular manera de hablar y lo que se escrive en una len-
gua no suena tambien como en ella si en otra se traduze (…)11.
11
WIEBKE AHRNDT, ALONSO DE ZORITA, op. cit., 151-152.
1002
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE DEL DERECHO...
1003
JOSÉ LUIS EGÍO
16
VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, El Poder de la costumbre: Estudios sobre el Derecho
consuetudinario en América Hispana hasta la emancipación, Buenos Aires, Instituto de
Investigaciones de Historia del Derecho, 2001, pp. 70-74.
17
NICOLÁS DE WITTE, “Carta a un ilustrísimo segnor, Meztitlán, 21 de agosto de
1554”, en: MARIANO CUEVAS (comp.), Documentos inéditos del siglo XVI para la histo-
ria de México, colegidos y anotados, México, Talleres del Museo Nacional de Arqueología,
Historia y Etnología, 1914, p. 226.
18
“Por no aver entendido los rritos y çirimonias que los naturales de anauac tenian en se
1004
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE DEL DERECHO...
Zorita se muestra especialmente duro con los oidores que, recién llega-
dos a las Indias y sin tener conocimiento alguno de la tierra, se apresuraban
a fijar tributos. Amparándose en la autoridad de Aristóteles y en el proto-em-
pirismo que caracterizó su filosofía, Zorita realiza un cuestionamiento radical
que apunta al mismo método jurídico. Su propuesta es la de que se acabe de
una vez por todas con la tendencia a legislar a partir de “razones especulati-
vas” y el saber jurídico extraído de libros y autoridades y se tome como base
de la legislación futura la “experiencia” firme de la tierra. Dice Zorita en la
Relación de la Nueva España:
(…) porque cada uno de los oydores que va de nuevo quiere dar nueva orden
y piensa sin tener mas expiriençia ni çertidumbre que las rrelaçiones que le
an dado algunos interesados que sus anteçesores estaban engañados y que
El solo açierta y que le estaba aguardando el rremedio comun y suele ser
destruiçion general (…) y como dize el philosopho en el libro primero de
las ethicas para que se vea si algun negoçio conviene hazerse o no se a de
proceder por expiriençia y congecturas de los que ven el provecho o daño y
los ynconvinientes que en ello ay o se podrían rrecresçer y no por sutilezas
y rrazones especulativas19.
casar y por no saber la diferencia que hazian entre mançebas y mugeres legitimas ni entre
que personas era liçito casarse o no uvo a los principios muchas y diversas opiniones”,
WIEBKE AHRNDT y ALONSO DE ZORITA, op. cit., p. 200. “Por no se aver entendido esto
bien hazen acudir a las obras publicas los mercaderes y sus cabeças an insistido en que no
son obligados a ello”, Ibid., p. 245.
19
Ibid., p. 279.
20
GUNTHER TEUBNER, “Legal irritants: Good Faith in British Law or How Unifying
Law Ends Up in New Differences”, The Modern Law Review 61:1 (1998), pp. 11-32.
1005
JOSÉ LUIS EGÍO
21
“Pedirles rreales tanbien es grandisimo agrabio porque si no son los qu[e] estan en
pueblos çerca de [e]spañoles y en caminos pasajeros (…) no alcançan dineros y aun ay
partes donde no an visto en su vida rreal ni saben que es y asi los neçesitan a yrlos a buscar
fuera de sus cassas y pueblos”, WIEBKE AHRNDT y ALONSO DE ZORITA, op. cit., p. 279.
22
Ibid., p. 198.
23
MANUEL GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, Bartolomé de Las Casas. Vol. II (1517-1523),
Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1960, pp. 472-481.
1006
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE DEL DERECHO...
24
WIEBKE AHRNDT, “Análisis formal del segundo tomo de la Relación de la Nueva
Espana y de la Breve y sumaria relación”, en: WIEBKE AHRNDT, ALONSO DE ZORITA,
op. cit., pp. 35-117.
25
“La provinçia de utlatan de que ya se a hecho mençion es junto a guatimala y siendo
yo alli oydor fui a bisitarla y mediante un Religioso de santo domingo (…) que aora es
obispo mui buen letrado y predicador averigue por las pinturas que tenian de sus antigue-
dades de mas de ochoçientos años y con biejos muy antiguos que solia aver e[n]trellos en
t[iem]po de su gentilidad tres señores y el prinçipal tenia tres doseles o mantas de pluma
mui Ricas en su asiento y el segundo dos y el terçero una”, Ibid., p. 317.
1007
JOSÉ LUIS EGÍO
26
“Este prinçipal tiene cuidado de mirar por las tierras del calpulli y defenderlas y tiene
pintadas las suertes que son y las lindes e adonde e con quien parten terminos y quien las
labra e las que tiene cada uno y quales estan bacas y quales se an dado a españoles y quien e
quando e a quien las dieron y ban Renobando siempre sus pinturas segun los subçesos y se
entienden mui bien por ellas (…). En entender el armonia destos calpullec o baRios ba mu-
cho para los sustentar en justiçia e no los confundir como lo estan casi todos”, Ibid., p. 161.
27
Ibid., p. 134.
1008
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE DEL DERECHO...
28
Especialmente en L. I, C. IV, “De la naturaleza, excelencias, y cosas raras del Nuevo
Orbe”, JUAN DE SOLÓRZANO Y PEREYRA, Política indiana, Madrid, Atlas, 1972 (1ª ed.
1648), pp. 41-49. Siguiendo el De procuranda indorum salute (1588) de José De Acosta,
Solórzano consideraba que, teniendo en cuenta las características completamente inéditas
del Nuevo Mundo, la diversidad de sus regiones, pueblos y condiciones climáticas y su
naturaleza cambiante, resultaba muy difícil regir a sus habitantes de acuerdo a un trans-
plante directo de los marcos legales propios del Derecho romano o castellano e incluso
mantener un mismo sistema jurídico de manera estable, Ibid., L. V, C. XVI, 260.
29
WIEBKE AHRNDT, ALONSO DE ZORITA, op. cit., p. 134.
1009
JOSÉ LUIS EGÍO
Por manera que sumado todo lo susodicho a lo que monta y vale a los pre-
cios que ahora valen, son un millón novecientos sesenta y dos mil cuatro-
cientos cincuenta pesos de oro común, porque, hecho por sus pinturas, este
testigo halló que a los precios que dicho tiene que valen al presente los di-
chos tributos montan los dichos pesos de oro32.
30
“Hareys traer ante vos qualesquier pinturas o tablas o otra quenta, que aya de aquel
tiempo por do se pueda averiguarlo que esta dicho”, VASCO DE PUGA, Provisiones, cedulas,
instrucciones, para el gobierno de la Nueva España, México, Pedro Ocharte, 1563, f. 140v.
31
LUIS DE VELASCO, ANTONIO RODRÍGUEZ DE QUESADA, Información sobre
los tributos que los indios pagaban a Moctezuma. Año de 1554, en: FRANCE SCHOLES,
ELEANOR ADAMS (eds.), Documentos para la historia del México colonial. Vol. IV,
México, Porrúa, 1957.
32
Ibid., p. 59.
1010
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE DEL DERECHO...
33
Ibid., p. 13.
1011
JOSÉ LUIS EGÍO
[…] algunos visitadores que an tenido comisión para hazer las tasaciones
davan a cada un yndio un papelito y por pintura que es scriptura entre Ellos
y le declaravan en el lo que avia de pagar y ponian en cada un papel su rru-
brica o señal, o sello otros lo davan por escripto en su lengua pero mejor es
por pintura porque todos lo entienden y pocos saben leer y en la pintura no
puede ser engañado en lo que se le a rrepartido y por aquellos Escriptos o
pinturas pagavan y se cobrava el tributo de cada uno […]36.
34
NICOLÁS DE WITTE, op. cit., p. 226.
35
WIEBKE AHRNDT, ALONSO DE ZORITA, op. cit., p. 298.
36
Ibid., p. 280.
1012
TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN EN LA PROPUESTA DE RESCATE DEL DERECHO...
37
JUAN POLO DE ONDEGARDO Y ZÁRATE, “Relación de los fundamentos acerca del
notable daño que resulta de no guardar á los indios sus fueros”, en: Colección de docu-
mentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas
posesiones españolas de América y Oceanía, Tomo XVII, Madrid, Bernaldo de Quirós,
1872 (red. orig., 1571), pp. 5-177.
38
YANNA YANNAKAKIS, “Making Law Intelligible: Networks of Translation in Mid-Co-
lonial Oaxaca”, en: GABRIELA RAMOS, Yanna YANNAKAKIS (eds.), Indigenous Intellec-
tuals. Knowledge, Power, and Colonial Culture in Mexico and the Andes, Durham, London,
Duke University Press, 2014, pp. 79-103; YANNA YANNAKAKIS, “Indigenous People and
Legal Culture in Spanish America”, en: History Compass 11:1 (2013), pp. 931-947; YANNA
YANNAKAKIS, The Art of Being In-Between: Native Intermediaries, Indian Identity, and
Local Rule in Colonial Oaxaca, Durham, London, Duke University Press, 2008.
39
BRIAN OWENSBY, Empire of Law and Indian Justice in Colonial Mexico, Stanford,
Stanford University Press, 2008.
40
SUSAN KELLOGG, ETHELIA RUIZ MEDRANO (eds.), Negotiation within Domina-
tion: Colonial New Spain’s Indian Pueblos Confront the Spanish State, Boulder, Univer-
sity of Colorado Press, 2010; SUSAN KELLOGG, Law and the Transformation of Aztec
Culture, 1500-1700, Norman, University of Oklahoma Press, 1995.
1013
JOSÉ LUIS EGÍO
1014
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO
Y LA CONCEPCIÓN RACIONALISTA DE LOS DERECHOS HUMANOS
EN CHILE
Resumen: Este artículo indaga acerca del conocimiento que tenían los líderes chile-
nos de la independencia hispano americana sobre las bases teóricas de la concepción jurí-
dica racionalista sobre los derechos humanos, al momento en que utilizaron y aceptaron
conceptos del racionalismo, como soberanía popular o contrato social, considerando la
gran diferencia existente entre la concepción católica y racionalista de los derechos.
Palabras clave: Historia del Derecho, Derechos Humanos, Historia constitucional,
Derecho Comparado.
Abstract: This paper explores how much knowledge of the legal theoretical basis of
human rights did the Chilean leaders of the Spanish American Independence have at the
time they used and accepted political concepts of rationalism, such as popular sovereignty
or social pact, considering the great differences between Catholic and rationalist human
rights conceptions.
Keywords: Legal History, Human Rights, Constitutional History, Comparative Law.
1. Introducción
1015
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
1
Por razones de espacio no se menciona bibliografía sobre teoría jusracionalista.
1016
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
1017
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
2
ANTONIO DOUGNAC, “El sistema jurídico indiano en el constitucionalismo chile-
no durante la patria Vieja 1810-1814”, Revista de Estudios Histórico Jurídicos, n° XXII,
2000, Valparaíso, Chile, pp. 225-266. Acucioso análisis político jurídico de los reglamen-
tos constitucionales del periodo desde la perspectiva de la pervivencia del derecho indiano.
3
RAUL SILVA CASTRO, Escritos Políticos de Camilo Henríquez, Santiago, Ediciones
Universidad de Chile, 1960.
4
SILVA CASTRO, op. cit., p. 2.
5
SILVA CASTRO, op. cit., p. 3, 4, 5.
1018
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
6
El destacado es mío.
7
INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS, Páginas de la Independencia Na-
cional. Camilo Henríquez, Juan Martínez de Rozas, Santiago, Editorial del Pací-
fico, 1975, p. 65, 66.
8
Henríquez estudio inicialmente en el Convictorio Carolino de Chile y habiendo ingre-
sado a la orden de San Camilo, continuó sus estudios en Lima. Fue procesado en 1796, en
1802 y en 1809 por la inquisición debido a la lectura de escritos de los ilustrados racio-
nalistas prohibidos en el Index. En el texto absolutorio de su último juicio, el examinador
inquisitorial afirma que no obstante esas lecturas, mantiene una creencia perfectamente
ortodoxa. En 1812 dirige “La Aurora de Chile”, es redactor de la Constitución de 1812, re-
dactor en el “Mercurio de Chile” en 1822 y diputado en 1823.
1019
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
9
En INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS, Páginas de la Independencia Nacional,
cit., p. 19.
10
CAMILO HENRÍQUEZ, “Nociones fundamentales sobre los derechos de los pueblos”,
Aurora de Chile, n° 1, 12 de febrero de 1812.
11
Idem., p. 1.
12
VALENTIN LETELIER, (comp.) Sesiones de los cuerpos legislativos de la república
de Chile 1811 1845, t. I, Santiago de Chile, Impresiones Cervantes, 1908. Antecedió a éste
en 1810, un Plan de Gobierno y en 1813 se publicó la Declaración, con modificaciones por
decisión de la Junta de Gobierno de ese año.
1020
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
1021
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
18
Arts. XV a XXIV.
19
Art. XXVI.
20
MARIA ANGELICA FIGUEROA, “Apuntes sobre el origen de las garantías a los dere-
chos humanos en la legislación hispano-chilena”, Estudios de Historia de las Instituciones
Políticas y Sociales, n° 2, 1967, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, Chile, pp. 33-101, pp.
90-92.
21
Me refiero a varios estudios, entre ellos, ALAMIRO DE AVILA MARTEL, Esquema
del derecho penal indiano, Santiago, Universidad de Chile, 1941, que destacan la influen-
cia de Manuel de Lardizával, de Alfonso de Acevedo y de Gaspar Melchor de Jovellanos, en
los intentos de humanización del derecho penal del siglo XVIII, en una tendencia seme-
jante a la de Beccaria y Filangieri.
1022
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
22
VALENTIN LETELIER, Sesiones de los Cuerpos Legislativos de la República de Chi-
le, t. I, p. 370, Apéndice XIX: Bando de la Junta de Gobierno sobre la libertad de los escla-
vos, en 15 de octubre de 1811.
1023
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
23
FIGUEROA, op. cit., pp. 84-87, ver enumeración de los avances logrados por la con-
dición de los esclavos en América hispana hasta el siglo XVIII, incluido el contenido de la
ordenanza dictada en 1789.
24
Publicada en: JUAN JOSE MATRAYA Y RICCI, El moralista Philalético Americano,
Lima, 1819, p. 406.
25
Me refiero al estudio y publicación de documentos sobre la materia de CATALINA
GONZALEZ UNDURRAGA, Esclavos y esclavas demandando justicia. Chile, 1740-1823.
Documentación judicial por carta de libertad y papel de venta, Editorial Universitaria,
Santiago, 2014, p. 293.
26
Causa sobre cumplimiento de cláusula testamentaria que otorgaba la libertad a hija
de la esclava recurrente. en: JORGE CORVALAN y VICENTE CASTILLO, “Derecho Proce-
sal Indiano”, Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 18, Santiago, 1951, p. 133.
27
Recopilación de Leyes de Indias, libro 7, tit. 5, ley 8.
28
GUILLERMO FELIÚ CRUZ, La abolición de la esclavitud en Chile, Santiago, Edito-
rial Universitaria, 1973, pp. 83-84.
1024
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
29
Decreto de 28 de julio de 1823, Archivo Nacional Histórico. Fondo Ministerio del
Interior, V. 32, f. 268-268 vta.
30
En Chile no hay esclavos: el que pise su territorio por un día natural será libre. El
que tenga este comercio no puede habitar aquí más de un mes ni naturalizarse jamás.
31
LETELIER, op. cit., Acta de sesión del Senado Conservador de 23 de junio de 1823 y
de 2 de julio de 1823, Cuenta.
1025
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
32
Libertad de Imprenta, decreto de la Junta de Gobierno con acuerdo del Senado, 23
de junio de 1813, en: RICARDO ANGUITA y VALERIO QUESNEY, Leyes promulgadas en
Chile desde 1810 hasta 1901, Santiago, Imprenta Nacional, 1902, v. 1, pp. 39-40.
33
Art. XXIII.
34
ANGUITA, op. cit., p. 39, n° VIII, y NORMA MOBAREC ASFURA, “El procedimiento
de los juicios de imprenta en Chile de 1813 a 1828”, Revista Chilena de Historia del Dere-
cho, n° 9, Santiago, Chile, pp. 177-180.
1026
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
aplicación en la práctica, el Código de las Siete Partidas, que incluye gran va-
riedad de delitos religiosos con penas severas. Adicionalmente se constituyen
en delitos públicos, esto es que corresponde su denuncia a cualquier ciuda-
dano y al ministerio público según el texto, sin una tipificación precisa, como
lo requería ya largamente la doctrina penal racionalista, aquellas conductas
que vulneren “la seguridad y tranquilidad pública, la religión del Estado o el
sistema de Gobierno”35. La calificación de cada situación como delitos corres-
pondía a la Junta Protectora de la Libertad de Prensa, que en realidad era un
jurado que una vez que declaraba vulnerada la libertad de imprenta, pasaba
la causa a la justicia ordinaria.
El tema de la libertad de imprenta y de opinión volverá a ser discutido el
año 1823. Con motivo de su participación en la redacción de la Constitución
Política de 1823, Juan Egaña publicará un documento denominado Examen
instructivo de la Constitución Política de Chile promulgada en 182336 y en
relación a la disposición de esta constitución sobre religión del Estado37 pu-
blicó un texto denominado Memoria sobre si conviene políticamente en Chile
la libertad de cultos, planteamiento sobre el cual mantuvo una discusión con
José María Blanco White publicada en Chile y Perú. Interesa aquí la funda-
mentación dada por Egaña a su planteamiento a favor de la confesionalidad
de una exclusiva religión y para desechar la tolerancia de otras religiones.
Sus argumentos se resumen en el acápite que titula La uniformidad de
religión consolida los Estados, que dice que “de todo lo expuesto resulta que
materias político-religiosas, pueden asentarse casi con absoluta seguridad es-
tos principios. 1. la multitud de religiones en un solo Estado conduce a la irre-
ligión; y esta es la tendencia de nuestro siglo. 2. Dos religiones en un Estado,
conducen a una lucha que debe concluir con la destrucción del Estado, o de
uno de los partidos religiosos. 3. La uniformidad de religión, es el medio más
eficaz de consolidar la tranquilidad en la masa de la nación”38.
Del análisis del párrafo anterior, al igual que de la revisión del texto ex-
plicativo de la Constitución Política de 1823, llamada también Constitución
moralista de Juan Egaña, por la cantidad de disposiciones destinadas a con-
35
ANGUITA, op. cit., n° II, p. 39.
36
JUAN EGAÑA, Colección de algunos escritos políticos morales, poéticos y filosóficos
del Dr. Juan Egaña (editor Agustín Lizardi), tomo I, Londres, 1826, 1830, pp. 101-233.
37
Art. 10: La religión del estado es la Católica Apostólica Romana: con exclusión del
culto de cualquier otra.
38
EGAÑA, op. cit., p. 14, y también en: Breve contestación (...) sobre sistemas federa-
tivos, cit., p. 67 y 75.
1027
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
ducir la vida de los ciudadanos, se concluye que en un tema tan álgido para
los derechos humanos, la libertad de conciencia y la libertad de credo, la argu-
mentación elude el tema de fondo y opta por argumentos de conveniencia po-
lítica, sin aceptar la existencia del conflicto ideológico subyacente al igual que
lo hace la mayor parte de los escritos chilenos en la prensa periódica revisada.
39
ANGUITA, Leyes promulgadas en Chile 1810-1901, v. 1, p. 40.
40
ANGUITA, op. cit., v. I, p. 65, Bando Supremo de 4 de marzo de 1819. Exime
del tributo a los indígenas y les otorga la ciudadanía chilena.
41
ANGUITA, op. cit., v. I, p. 119; 10 de junio de 1823 fija procedimiento para la venta de
tierras de indígenas.
1028
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
1029
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
45
Este concepto, que viene desde el derecho romano bajo imperial, tit. 14, libro
3 del Código de Justiniano, y que fue utilizado en Indias como justificativo de la
guerra contra los indígenas, Juan de Solórzano Pereira, libro II, cap. V, n° 23 de
Política Indiana, había dado origen en la etapa altomedieval a la jurisdicción real
especial en los denominados casos de corte, y se constituye en América, en un
mecanismo aplicado a los indígenas en materia de protección jurisdiccional.
46
HUGO HANISH, “La esclavitud de los indios en el reino de Chile”, Revis-
ta Chilena de Historia del Derecho, n° 14, Santiago, Editorial Jurídica de Chile,
1991, pp. 91-125, p. 92 y ss. También, ÁLVARO JARA, “Importación de trabajado-
res indígenas en el siglo XVII”, Revista Chilena de Historia y Geografía, n° 124,
1956, p. 39 y ÁLVARO JARA y SONIA PINTO, Fuentes para la historia del traba-
jo en el reino de Chile, 2 v., Santiago, Editorial Andrés Bello, 1983, pp. 159 -189.
1030
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
47
JARA, op. cit., v. I, texto de la tasación, p. 14.
1031
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
48
FERNANDO SILVA VARGAS, Tierras y pueblos de Indios en el reino de Chile, San-
tiago, Universidad Católica de Chile, , 1962., pp.189-205-233.
49
R.L.I. L.VI, T. I, ley XXII.
1032
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
7. Conclusiones
1. E
n el derecho indiano las normas sobre garantías continúan la línea
de desarrollo de aquellas que garantizaban derechos dentro del orde-
namiento jurídico castellano. Por tanto, los principios que las susten-
tan están directamente relacionados con la filosofía jurídica católica y
a partir del siglo XVI, en materia de derechos humanos, parcialmente
50
SILVA VARGAS, op. cit., pp. 189-206.
51
FRANCISCO CUENA BOY, “Utilización pragmática del Derecho romano en
dos memoriales indianos del siglo XVII sobre el Protector de Indios” *I Consi-
deración jurídica de los indios: su status como personas miserables”, Revista de
Estudios Histórico Jurídicos, n° 20, Valparaíso, 1998.
1033
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
1034
NOTAS SOBRE EL PASO DEL DERECHO INDIANO AL REPUBLICANO...
52
Un caso paradigmático es el de la regulación del sistema carcelario respecto de los
requisitos que deben cumplirse en las cárceles, en las constancias de las detenciones y las
garantías que se incorporan como complementos del habeas corpus
1035
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS
1036
UN CASO DE APROPIACIÓN DEL IUS COMMUNE: LAS NOCIONES DE
DOMINIO EN LOS PUEBLOS DE INDIOS EN EL PERÚ DEL SIGLO XVI
Resumen: Este trabajo propone una lectura de los derechos de dominio que se su-
merge en la comprensión del Ius Commune. Por eso, divide el análisis de las formas de
aprovechamiento de la tierra de los pueblos de indios en dos: por un lado la substantia y
por otro la utilitas. El estudio de cada uno de estos aspectos del dominio nos dará el senti-
do de la construcción jurídica elaborada para proteger sus derechos sobre las tierras. Este
trabajo se basa en el conflicto de los indígenas de Chacalla y los de Canta por las tierras de
Quivi. A partir de este caso se estudiarán las nociones de dominio.
Palabras clave: Ius Commune, apropiación de cultura jurídica, derechos de domino,
pueblos de indios, nociones de dominio, Perú.
Abstract: This paper proposes a reading of property rights immersed in the logic
of the ius commune. This investigation divides the study of the land tenure of indigenous
peoples in two: on the one hand, substantia and, on the other hand, utilitas. The exami-
nation of both spheres will provide a sense of the legal construction that was created in
order to protect their rights. This paper is based on the conflict of the indigenous peoples
of Chacalla and Canta for the lands of Quivi. These cases serve as the basis for an analysis
of the domains.
Keywords: Ius Commune, legal culture appropriation, property rights, indians people,
domain notions, Peru.
Sumario: 1. Introducción. 2. El juicio de por las tierras de Quivi. 3. Hacia las características
del dominio. 3.1. Dominio utile o el goce de la tierra. 3.2. Dominio directum o la disposición
de la tierra. 4. Conclusión.
1. Introducción
1037
DAMIAN AUGUSTO GONZALES ESCUDERO
En el valle del río Chillón, al norte de la ciudad de Lima, o valle del río Rímac,
se ubica la zona conocida como Quivi, que en épocas prehispánicas era cono-
cida por la producción de coca. El grupo indígena de los Canta, en una alianza
con el cacique Collique, líder de la etnia que dominaba esa zona, aprovechaba
los recursos naturales, hídricos y suntuarios del valle1. Cuando los avances de
las conquistas de los Incas llegaron hasta el valle del río Chillón, los caciques
1
Archivo General de Indias. Justicia 413. 1567. F. 226r; 233r-233v, 259r-259v, en MA-
RIA ROSTWOROWSKI, Conflicts over coca fields in XVIth-century Perú, Ann Harbor-Li-
ma, University of Michigan e IEP, 1988, pp. 83 y ss.
1038
UN CASO DE APROPIACIÓN DEL IUS COMMUNE
2
Justicia 413, f. 190v, pp. 83 y ss.
3
Justicia 413, f. 144r, pp. 83 y ss.
4
RENZO HONORES, El ius commune en los Andes: Una aproximación a los informes
del licenciado Polo Ondegardo, Lima, Tesis PUCP, 2005, pp. 126.
5
JOHN MURRA, “El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía
de las sociedades andinas”, en: Id. Formaciones económicas y políticas del mundo andi-
no, Lima, IEP., 1975, pp. 60; 81-95.
6
Justicia 413, f. 150r; 154v; 164v, pp. 83 y ss.
7
Justicia 413, pp. 83 y ss.
1039
DAMIAN AUGUSTO GONZALES ESCUDERO
se firmó una transacción por la cual, los indígenas de Chacalla dejarían las
tierras de Quivi a cambio de doscientas ovejas que serían entregadas por el
cacique de Canta8.
A pesar de lo acordado, nueve años más tarde, en 1558, los indígenas de
Chacalla solicitaron la restitución de las tierras, aduciendo la invalidez de la
transacción. Alegaban que su cacique había sido obligado por el encomen-
dero a firmar ese convenio, razón por lo cual pedían que se le “rescinda y
anule conforme a dr°”9. A partir de ese momento se pusieron en juego, en los
tribunales, una serie de cuestionamientos sobre los derechos de dominio de
cada uno de los grupos indígenas. La duración de este juicio (12 años) abrió
un espacio para que los indígenas pudieran reinterpretar sus ideas sobre la
apropiación de la tierra en términos de la cultura jurídica hegemónica en esa
coyuntura: el Ius Commune. Con la ayuda de eminentes abogados del foro
limeño de mediados de la década de los años 1550 se pudo lograr esta tarea.
Estas nociones, que quedaron impregnadas en el expediente judicial, cobra-
rán vida en nuestro análisis en las siguientes líneas.
8
Justicia 413, f. 140r, pp. 83 y ss.
9
Ídem.
1040
UN CASO DE APROPIACIÓN DEL IUS COMMUNE
bien y su uso era calificado como dominio. Para Grossi, existía un contenido
mínimo de derechos o poderes sobre el bien que designaban a un aprove-
chamiento como dominio. En este sentido señala que es importante que el
dominio comprometa la globalidad de la res, o cosa10. En el imaginario del Ius
Commune esto quiere decir: el detentar corporalmente y disfrutar de la esen-
cia del bien. Esta duplicidad de elementos es lo que, según Grossi, le daba un
estatus de dominium, o señorío, a un aprovechamiento. Así mismo, debía ser
un derecho autónomo e inmediato sobre la cosa, sin vínculos de dependencia
ni intermediaciones.
En la construcción jurídica del Ius Commune, el dominio tiene como
punto de referencia al bien. En un escenario donde ya se diferenciaban los
derechos reales de los derechos personales, existieron derechos que no ter-
minaban por constituir un dominio. También, estos derechos eran distintos
a los Ius in Re aliena, o derechos sobre cosas ajenas, como las servidumbres
sobre bienes ajenos, que se encuentran en la orilla opuesta del dominio. Por
ejemplo, el derecho de servidumbre no se podía perder aun cuando cambia-
ran los titulares del dominio del predio servidor11.
El escenario altomedieval fue un laboratorio en el cual se generaron di-
versas formas de aprovechamiento de los bienes, al punto que cuando se re-
descubren las fuentes romanas (siglo XII), y comienza el auge del paradigma
del dominio, los juristas tardomedievales buscaron darle un fundamento de
validez a las figuras que la experiencia había moldeado12. Se puede agregar a
esta explicación que lo que definió a un derecho como dominio fue la capaci-
dad de poder gozar independiente y plenamente el bien. ¿Qué cosa definía el
goce pleno de un bien? Su naturaleza. Existían casos en los que el bien admi-
tía más de una posibilidad de aprovechamiento económico, de manera que se
podía ser posible más de un derecho de dominio.
Entonces, se hizo una interpretatio del dominium romano hecha a la
medida de las figuras que la experiencia medieval había visto aparecer. Así
es como nace la noción de dominium utile. Es la noción que le dio el fun-
damento de validez a los tipos de situaciones prácticas que venían existien-
do desde siglos anteriores. La aparición de la doctrina dominum utile fue
central dentro del ordenmiento del Ius Commune. Se consolidó a partir
10
PAOLO GROSSI, La propiedad y las propiedades, Madrid, Civitas, 1992, p. 94 y ss.
11
GROSSI, op. cit., pp. 94 y ss. Partida III. Título XXXI. Ley 8.
12
GROSSI, op. cit., pp. 94 y ss.; PAOLO GROSSI, El orden jurídico medieval, Madrid,
Marcial Pons, 1996, pp. 254.
1041
DAMIAN AUGUSTO GONZALES ESCUDERO
13
PAOLO GROSSI, “La categoría del dominio utile e gli homines novi del quadrivio
cinquecentesco”, Quaderni Fiorentini per la storia del pensiero giuridico moderno, n° 19,
Milano, Giuffre editore, 1990, pp. 209.
14
En el Derecho romano, el dominio como categoría reunía en sí a todos los derechos
sobre el bien: Ius utendi, Ius fruendi e Ius abutendi. Se trataba de una unidad.
15
Partida III. Título XXVIII. Ley 1.
1042
UN CASO DE APROPIACIÓN DEL IUS COMMUNE
16
Justicia 413, f. 1v, pp. 83 y ss.
17
Justicia 413, f. 313r, pp. 83 y ss.
1043
DAMIAN AUGUSTO GONZALES ESCUDERO
18
Justicia 413, f. 32r, pp. 83 y ss.
1044
UN CASO DE APROPIACIÓN DEL IUS COMMUNE
asi no puso perjudicar a mys ptes lo qual dho cacique quiso hazer sin poder
pues tocando a todos por todos avia de ser otorgado y aprovado pues ningu-
no puede perder su dominio de su cosa sin su propio hecho y consentim° 21
19
Justicia 413, f. 156v, pp. 83 y ss.
20
Justicia 413, f. 152r, pp. 83 y ss.
21
Justicia 413, f. 62r-62v, pp. 83 y ss.
22
Justicia 413, f. 153-177, pp. 83 y ss.
1045
DAMIAN AUGUSTO GONZALES ESCUDERO
4. Conclusión
23
JOSÉ ANTONIO MARAVALL, Las comunidades de Castilla. Una primera revolu-
ción moderna, Madrid, Revista de Occidente, 1969, pp. 194-205.
1046
UN CASO DE APROPIACIÓN DEL IUS COMMUNE
1047
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA
DE MÉXICO: INJERENCIAS DEL CONDE DE GALVE
EN LA JURISDICCIÓN CRIMINAL
Abstract: In his trial of residence, the viceroy Count of Galve (1688-1696) was accu-
sed by the criminal judge D. Jerónimo Chacón Abarca of, among other charges, meddling
in the jurisdiction of the criminal court of the Mexican Audiencia. Was the accusation jus-
tified? What prompted the aforementioned magistrate to do so? In this work, we attempt
to answer these questions by assessing various documentary sources.
Keywords: New Spain, Count of Galve, Jerónimo Chacón Abarca, Criminal Court,
Audiencia of Mexico, Criminal Justice.
*
Este trabajo se ha desarrollado dentro del Proyecto de Investigación La herencia
clásica. Descripciones y representaciones del mundo hispánico (siglos XVI-XIX). (Ref.
FFI2015-65007-C4-1-P) (MINECO/FEDER).
1049
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
1. Introducción
1
Una regeneración que hay que contextualizar en los esfuerzos de la monarquía hispana
para detraer mayores recursos fiscales de sus posesiones americanas. Claro está que, ante
esta presión fiscal, los virreyes tenían que negociar con las élites de poder locales para
obtener su apoyo y colaboración. Cuando no se negociaba, o sea, cuando un gobernante
no sabía mantener el frágil equilibrio entre las exigencias metropolitanas y los intereses
locales --en otras palabras, cuando no sabía combinar los principios de autoridad y flexi-
bilidad teorizados por Phelan--, corría el riesgo de abrir un grave conflicto político. Es lo
que sucedió en México al marqués de Gelves en 1624 y al conde de Galve en 1692 (y en
1678 al conde de Castellar en Perú). JOHN LEDDY PHELAN, “Authority and flexibility in
the Spanish Imperial Bureaucracy”, Administrative Science Quarterly, 5, 1960, 47-66. Sobre
el conde de Castellar, MARGARITA SUAREZ, “Imperio, virreyes y arzobispos en el Perú del
siglo XVII: historia de un conflicto”, en ALICIA MAYER y JOSÉ DE LA PUENTE BRUNKE
(eds.), Iglesia y sociedad en la Nueva España y el Perú, Lima, Universidad Católica Pontificia
del Perú; Instituto Riva Agüero, 2015, pp. 213-226.
2
PATRICIO HIDALGO NUCHERA, “Los ‘malos usos’ y la reglamentación de los temas-
cales públicos mexicanos (1686-1691)”, Anuario de Estudios Americanos, nº 69:1, Sevilla,
CSIC, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, enero-junio 2012, pp. 91-108.
3
PATRICIO HIDALGO NUCHERA, “La dejación de la justicia en el México de fines
del siglo XVII: el caso del baratillo de la Plaza Mayor”, en ALEJANDRO GUZMÁN BRITO
(editor académico), El Derecho de las Indias Occidentales y su pervivencia en los derechos
patrios de América, Actas del decimosexto congreso del Instituto Internacional de Historia
del Derecho Indiano celebrado en Santiago de Chile, del 29 de septiembre al 2 de octubre de
2008, Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2010, t. I, pp. 317-330.
1050
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
4
Los pormenores de la derogación del auto acordado de 1601 en PATRICIO HIDALGO
NUCHERA, Antes de la Acordada: la represión de la criminalidad rural en el México
colonial (1550-1750), Sevilla, Universidad de Sevilla, 2013, pp. 84-96.
5
México, 1076, libro 36, ff. 65-73v, ARCHIVO GENERAL DE INDIAS (en adelante
AGI). Sin embargo, años más tarde, concretamente en 1719, el marqués de Valero volvió a
derogar el auto acordado de 1601, pero en esta ocasión sí fue confirmado por la corona el
año de 1722, dando origen al juzgado de la Acordada.
1051
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
Señor. La Sala del Crimen de la Real Audiencia de este reino, por la pro-
pensión desahogada y licenciosa de sus habitadores y naturales a delitos,
necesita de ministros de entereza, genio y aplicación al cumplimiento de su
obligación. Háse padecido de tiempo considerable a esta parte mucha falta
de sujetos en quienes concurrían las referidas, la cual no pueden remediar
en el todo los virreyes por no extenderse su autoridad a innovar el gobierno
de la Sala ni poder asistir a ella de ordinario sin hacer falta al expediente de
los demás negocios de su cargo [...]7.
6
Sala del Crimen al rey, México, 25-VI-1690, AGI, México, 87, r. 2, n. 34.
7
Conde de Galve al rey, México, 16-VI-1690, AGI, México, 59, r. 3, n. 26.
8
La determinación del Consejo inserta en carta citada en nota anterior.
1052
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
9
Conde de Galve al rey, México, 4-I-1691, AGI, México, 62, r. 1, n. 1. La carta no fecha
ninguna de las medidas señaladas.
10
Aparte de los alcaldes del crimen y los oidores, estos últimos a criterio del virrey, tam-
bién estaban obligados a rondar por las noches los alguaciles mayores de las audiencias y
sus tenientes (ley 20, título XX, libro II) y los de las ciudades (ley 8, título VII, libro V). Ni
siquiera el alcalde del crimen más antiguo podía excusarse de rondar (ley 33, título XVII,
libro II).
1053
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
11
La determinación del Consejo de Indias en conde de Galve al rey, México, 6-IV-1691,
AGI, México, 62, r. 1, n. 2. El malestar del Consejo se le hizo llegar por RC Madrid, 30-XII-
1694, AGI, México, 1076, libro 35, n. 2, ff. 354-357v.
12
Conde de Galve al rey, México, 7-XI-1695. Mencionada en la parte expositiva de la RC
Buen Retiro 5-VII-1696, AGI, México, 90, r. 1, n. 2, doc. 12; también en AGI, México, 1076,
libro 36, n. 2, ff. 287r.-288r.
13
Ignoramos el porqué de la postura de los alcaldes del crimen –según la versión del
virrey–, cuando ya hemos citado las leyes de Indias que les obligaban a rondar (véase
nota 10). Además, esta obligación venía recogida en el artículo 137 las Ordenanzas para
la Real Audiencia de México dadas por el visitador Juan de Palafox en 1646. Véase su re-
producción en JOSÉ SÁNCHEZ-ARCILLA BERNAL (recopilador), Las ordenanzas de las
audiencias de Indias (1511-1521), Madrid, Dikyinson, 1992.
1054
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
14
RC Buen Retiro, 5-VII-1696, AGI, México, 1076, libro 36, n. 2, ff. 287r.-288r.
15
Sala del Crimen al rey. México, 1-XII-1691, AGI, México, 62, r. 3, n. 11, exp. 5.
16
Véase al respecto la ley 27, título III, libro III de la Recopilación de Indias. Por su par-
te, el jurista JUAN DE SOLÓRZANO señala, en su Política Indiana (libro V, capítulo XIII,
n. 35), que, a los virreyes, en sus instrucciones, se les ordena puedan perdonar delitos,
pero que no lo hagan sino en raras ocasiones. Ramiro Valenzuela, editor de dicha obra,
añade: “No pueden impedir la ejecución de las sentencias punitivas con ningún pretexto,
porque pecan gravemente”, según P. Avendaño, Tesaurus Indicus, t. I, título XIII, n. 82.
17
Informe del fiscal y decreto del Consejo de Indias insertos en la carta de la Sala del Cri-
men al rey de 1-XII-1691, AGI, México, 62, r. 3, n. 11, exp. 5. El contenido fue comunicado
por RC 30-XII-1694. De nuevo en esta ocasión hay una gran distancia entre la queja de la
Sala y la decisión del Consejo de Indias. Como mencionamos supra, pensamos que puede
ser debido a que en Madrid se estaba analizando el motín de 8-VI-1692. Es posible que
esto influyera en la dura decisión del Consejo desautorizando, como en otras ocasiones, al
conde de Galve.
18
Conde de Galve al rey, México, 12-XI-1695, AGI, México, 62, r. 3, n. 11. Le acompañan
los testimonios de las causas.
1055
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
19
RC Madrid, 18-VI-1686, AGI, México, 1074, libro 30, n. 1, ff. 220v-223v. Este despa-
cho, al contrario a lo alegado por el capitán Salazar, negaba taxativamente a los virreyes de
México facultad alguna para indultar cualquier tipo de delitos.
1056
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
20
Dictamen del fiscal del Consejo de Indias, Madrid, 8-XI-1696. Sobre la actuación de
la Sala del Crimen caben varias hipótesis: estar sobrepasada de trabajo, no cumplir con
sus obligaciones, buscar un enfrentamiento con el virrey o, simplemente, no creer en la
inocencia de alguien que se presentaba allí para pasar a servir voluntariamente a Filipinas.
1057
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
estar ahora “mejor informado” por la carta y testimonios que el virrey remitió
de todo lo ejecutado y razones que a ello le movieron. Así, el 17 de noviembre
de 1696 el Consejo acordó las siguientes medidas: en la causa de José Acacio,
censurar a la Sala del Crimen su comportamiento; en la de Andrés Sánchez,
comunicar al virrey que debió devolver el proceso a la Sala para que en ella
se continuase el juicio en el estado en que se hallaba; y, por último y respecto
al indulto concedido por el virrey a Juan y Diego Salazar, el Consejo resolvió
aprobarlo por haber actuado conforme a las leyes. Pero como señalamos más
arriba, la cédula de 18 de junio de 1686 ordenaba claramente que el virrey no
concediese indultos a los reos sentenciados por la Sala del Crimen. Sin duda,
el pago de la cuantiosa multa por parte del padre de los condenados en rebel-
día más el abono de la cantidad fijada para el indulto pesarían más en la corte.
La Sala del Crimen se hallaba asediada: a las intromisiones del conde de Gal-
ve –derogación del auto acordado de 1601; que no pusiera en libertad a los
presos sin antes informarle; crítica a la forma de tomar declaración a los tes-
tigos; injerencias en sus sentencias– se unía la de sus colegas de lo civil. En
efecto, contraviniendo leyes reales los oidores, durante sus visitas de cárce-
les, admitían recursos contra las sentencias de los alcaldes del crimen en el
Acuerdo civil21.
Sabemos que los alcaldes del crimen se quejaron de cuatro solturas de
presos realizadas por los oidores. La primera tuvo lugar en la querella de Juan
de Clavería contra Antonio de la Cruz por haber robado a su amo 500 pesos, y
contra Gaspar de Estrada, por haberlos recepcionado. Estando confesos y re-
cibida la causa a prueba, el querellante retiró la demanda. En atención a esto,
los oidores Juan de Arechaga y Jacinto de Vargas los mandaron soltar.
La segunda causa tenía como protagonistas a los hermanos Francisco y
Agustín Chirinos, acusados de querer matar al prior del convento de San Juan
21
Sala del Crimen al rey, México, 30-I-1691, AGI, México, 87, r. 3, n. 45. Para los man-
datos contravenidos véanse las leyes 8, 9 y 11, título VII, libro VII de Indias. Consúltese,
además, BEATRIZ BERNAL GÓMEZ, “Un aspecto más del régimen carcelario novohis-
pano: la visita de cárcel”, en Poder y presión fiscal en la América española, Actas del VI
Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, Valladolid, Casa-
Museo Colón, 1986, pp. 255-279.
1058
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
de Dios por haberles exigido éste el pago del arrendamiento de una casa pro-
piedad del hospital. Estando pendiente el proceso judicial, los oidores Jacinto
de Vargas y Juan Bautista de Urquiola mandaron soltarles pagando 10 pesos.
Ya en libertad, se fulminó nueva causa contra Antonio Chirinos por estar “mal
amistado” con una india y haber pegado a su mujer estando preñada, sien-
do condenado por la Sala a seis meses en un obraje. Una vez cumplidos, se
le encausó de nuevo por haber intentado agredir a un matrimonio. Estando
abierta la causa y apercibidos con pena de diez años en Filipinas, los oidores
ordenaron su soltura pagando 8 pesos.
El tercer proceso estaba dirigido contra tres culpados por haber robado
en el convento de monjas de Santa Catalina de Siena diferentes ornamentos
de plata valorados en más de 2.000 pesos. Estando instruyéndose la causa,
los oidores los mandaron soltar en el caso de no haber en pocos días nuevas
pruebas contra ellos, a lo que se conformó el virrey. Por último, estando ins-
truyéndose causa contra el gobernador indio de Tula Alto, José Avendaño, los
oidores le mandaron poner en libertad pagando 2 pesos de costas judiciales.
La queja de la Sala del Crimen fue informada por el fiscal del Consejo de
Indias con fecha de 15 de julio de 1692, señalando que los oidores en la visita
de cárcel no debieron conceder estas solturas de presos con tanta facilidad22.
Así: en el primer caso, porque constó el hurto y, aunque la parte interesada
retiró la demanda, el delito era grave como para dejarlo sin castigo. En el
segundo, aunque no se probó el intento de asesinar al prior, era también un
caso grave y escandaloso y de los que, según la ley 7, título VII, libro VII de
la Recopilación de Indias, estaba mandado que se consultase con el virrey y
Audiencia para que, sin su acuerdo, no se proveyese cosa alguna; además, el
fiscal añadía que los oidores no debieron soltar al detenido por perjudicar a
la parte querellante, su propia esposa, y ser un reo tan sedicioso. En el tercer
caso, tampoco los oidores debieron proceder a la soltura sin acatar lo dispues-
to por la citada ley, ni tampoco el virrey, a quien dicho mandato le ordenaba
convocar al Real Acuerdo. Y en el cuarto y último, también se excedieron los
oidores en la soltura del indio gobernador cuando constaban sus excesos. Por
tanto, el fiscal del Consejo pedía que la Sala del Crimen retomase estos proce-
sos y, resultando que los delitos fuesen graves, volviera a encarcelar a los reos
y determinar sus causas. Este informe fiscal motivó el envío al presidente y
oidores de la Audiencia de México de un despacho en el que se les ordenaba
que, en visitas de cárceles, no despacharan mandamientos de soltura a los
22
Informe fiscal inserto en la carta de la sala del crimen citada en nota anterior.
1059
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
1060
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
27
Juan Ortega Montañés al rey, México, 12-VII-1696, AGI, México, 626.
28
Conde de Galve al obispo-virrey, México, 4-III-1696, AGI, México, 626, en Testimo-
nio de los autos hechos en orden a que el señor don Gerónimo Chacón, alcalde más antiguo
de la Real Sala del Crimen, salga de esta ciudad catorce leguas al paraje que eligiere hasta
que S.M. mande otra cosa, 1696. Acompaña a la carta del obispo-virrey al rey de México,
12-VII-1696.
29
Auto del obispo-virrey, México, 18-IV-1696, AGI, México, 626, en Testimonio de los
autos cit.
30
Licenciado Baltasar Tovar, fiscal de lo civil de la Audiencia y juez de residencia del
conde de Galve, al obispo-virrey, México, 6-IV [al margen: “debe decir mayo”] -1696, AGI,
México, 626, en Testimonio de los autos cit.
1061
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
31
Esto motivó una queja de la Sala del Crimen a Madrid, acusando a su decano de haber
faltado a la verdad en su informe al rey. Según las indagaciones realizadas, “el Granadi-
no”, después de ser liberado por los oidores, fue de nuevo apresado por orden de Chacón
Abarca, pero el Real Acuerdo determinó liberarlo y reprender al decano. Por otra parte, el
fiscal Tovar --en carta citada en nota anterior-- refiere que la citada cédula de 30-XII-1692
no mencionaba a Jerónimo Chacón, pero no había duda de que él había sido quien mal
informó al rey, tanto por ser el juez de la causa como porque la posterior queja de la Sala
del Crimen estaba firmada únicamente por Francisco de Sarasa y Manuel Suárez Muñiz;
en cuanto al otro miembro de la Sala, el alcalde Fernando Ursino, había salido para Gua-
temala entre 1689 y 1690, por lo cual le descartaba a tenor de la fecha de la cédula citada,
quedando por eliminación como único informante Chacón Abarca. AGI, México, 626.
32
Sobre la actuación de Chacón Abarca en el motín de 1692, vid. PATRICIO HIDALGO
NUCHERA, “El motín de 1692 revisado: ¿un golpe de Estado contra el virrey conde de
Galve?, Librosdelacorte.es, MONOGRÁFICO 4, año 8 (2016): 91-135.
1062
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
Por justos motivos y causas que me asisten conviene al servicio del rey que
el señor don Gerónimo Chacón y Abarca, alcalde más antiguo de la Real Sala
del Crimen de esta corte, salga de esta ciudad dentro de veinticuatro horas
de la notificación al lugar que su merced eligiera como diste de esta ciudad
catorce leguas, sin poder volver ni entrar en ella ni ir a otra hasta que S.M.
mande otra cosa, y su merced lo ejecute sin embargo de réplica ni súplica
que haga. Y el señor don Manuel Suárez Muñiz, caballero de Calatrava y
alcalde de la dicha Real Sala, con el receptor que eligiere le notifique este
decreto y a las veinticuatro horas lo saque a su merced en su coche hasta la
mitad del camino del lugar que eligiere. Y dicho señor don Gerónimo Cha-
cón dentro de tres días de como salga de esta ciudad envíe testimonio del
lugar donde queda. Y este decreto se entregue a don Manuel para que, como
va proveído, indefectiblemente se ejecute. Juan, obispo de Valladolid35.
33
Memorial ajustado de acusaciones, enviadas por don Gerónimo Chacón Abarca, al-
calde del crimen más antiguo de la Real Audiencia de México, a don Baltasar de Tovar, del
Consejo de su Majestad y fiscal de la Real Audiencia de México, juez de residencia del conde
de Galve. México, 30-III-1696, AGI, Escribanía de Cámara, 230-C. Transcrito en MARIA
PILAR GUTIÉRREZ LORENZO, op.cit., pp. 171-188.
34
Auto del licenciado Baltasar de Tovar, México, 4-V-1696, AGI, México, 626, en Tes-
timonio de los autos cit.
35
Decreto del obispo-virrey, México, 7-V-1696, AGI, México, 626, en Testimonio de los
autos cit.
1063
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
Tal y como estaba ordenado, a primera hora del día siguiente Chacón
Abarca abandonaba la ciudad con destino a una hacienda situada en San Cris-
tóbal de Atepeque, en la jurisdicción de Tescuco. Este mismo día la Audiencia
representaba al obispo-virrey el hecho de que la ley 44, título XVI, libro II de la
Recopilación de Indias preveía que, en casos semejantes al ocurrido con Chacón
Abarca, los oidores debían ser consultados36. La respuesta de Ortega Montañés
fue que conocía la ley pero que excusó la consulta por el riesgo personal que co-
rría Chacón Abarca y que, si le pasaba algo, no le disculparía la excusa de tener
que consultar a los oidores; sin duda molesto, añadió que la ley citada le per-
mitía actuar como lo hizo y que, en casos semejantes, actuaría de igual forma37.
No sólo fue la Audiencia quien cuestionó el decreto del obispo-virrey
desterrando al alcalde del crimen. También lo hizo el propio Chacón Abarca,
empleando para ello una serie de consideraciones que merece la pena expo-
ner por extenso38.
1ª, que la jurisdicción que las leyes confieren a los virreyes para proceder
contra ministros togados en causas criminales es principalmente en aquéllas
que merecen pena corporal y corresponden prisión y embargo de bienes39. Y
que como el decreto del obispo-virrey de 7 de mayo de 1696 no contenía ni lo
uno ni lo otro, al contrario le dejaba el sueldo, no debía ser suspendido en el
ejercicio de su plaza ni desterrarle de la ciudad.
2ª, que la pena de destierro estaba considerada “en opinión muy corrien-
te” –probablemente por ir asociada generalmente con la de azotes– como
corporal40 y, por tanto, no podía imponérsele por estar la causa en sumaria.
36
Consulta de la Audiencia al obispo-virrey, México, 8-V-1696, AGI, México, 626, en
Testimonio de los autos cit.
37
Respuesta del obispo-virrey a la Audiencia, México, V-1696, AGI, México, 626, en
Testimonio de los autos cit.
38
Consulta de don Gerónimo Chacón al obispo-virrey, Hacienda de San Cristóbal, 12-V-
1696, AGI, México, 626, en Testimonio de los autos cit.
39
Al margen se cita la ley 44, título XVI, libro II de la Recopilación de Indias y la ley 75,
título XV, libro II del primer tomo de los Sumarios. Esta última, recopilando una orden
de 1530, señala “Que siendo las causas criminales contra oidores, alcaldes del crimen o
fiscales de tal suerte que merezcan pena corporal, los prendan y secuestren los bienes,
y en el primer navío los envíen presos conforme a la calidad del delito con los procesos
conclusos”. Véase al respecto RODRIGO DE AGUIAR Y ACUÑA y JUAN FRANCISCO
MONTEMAYOR Y CÓRDOBA DE CUENCA, Sumarios de la recopilación general de las
Indias Occidentales, México, UNAM; FCE, 1994.
40
Sobre las penas más frecuentes que se imponían en la Edad Moderna y su relación
con los delitos me remito a FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE, El derecho penal de la
1064
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
Llegados a este punto, todos los actores del conflicto escribieron a Ma-
drid. Si el obispo-virrey se centraba en dar su versión enviando el testimonio
de los autos42, la Audiencia ponía el acento en las consecuencias tan negativas
que tendría la violación de la ley por parte de Ortega Montañés, ya que abriría
la puerta a futuras transgresiones y quedaría al arbitrio de los virreyes des-
terrar a su voluntad a los ministros, quienes perderían así independencia y
reputación43. Por su parte, Chacón Abarca no sólo apeló al Consejo de su des-
tierro sino que denunció al monarca que el conde de Galve se había ganado
a su sucesor interino y al juez de su residencia, prometiendo al primero que
monarquía absoluta (siglos XVI, XVII y XVIII), Madrid Tecnos, 1969, especialmente ca-
pítulo VI.
41
Al margen se cita la ley 13, título I, libro VII de la Recopilación de Indias, que ordena
que “no salga oidor a comisión sino en caso muy grave, y para salir un alcalde lo acuerden
el virrey y Audiencia”.
42
Obispo virrey al rey, México, 12-VII-1696, AGI, México, 626.
43
Audiencia al rey, México, 6 y 8-VII-1696, AGI, México, 626.
1065
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
44
Gerónimo Chacón Abarca al rey, hacienda de San Cristóbal, 13-VI-1696, AGI, Méxi-
co, 626. Citada por PABLO EMILIO PÉREZ-MALLAÍNA BUENO en la introducción a la
edición de la obra de FRANCISCO DE SEIJAS Y LOBERA, Gobierno militar y político del
reino imperial de la Nueva España (1702), México, UNAM, Instituto de Investigaciones
Históricas, 1986, p. 75.
45
RC Madrid, 22-V-1697, AGI, México, 1076, libro 37, ff. 200-201.
46
Moctezuma al rey, México, 31-X-1697 y 18-IV-1698, AGI, México, 626.
47
RC Madrid, 30-XII-1697, AGI, México, 1076, libro 37, ff. 335-338. En otro despa-
cho se hacía saber al conde de Moctezuma los “justos motivos” que tuvo el monarca para
cambiar de opinión en tan breve tiempo. Acuerdo del Consejo de Indias, 25-X-1698, AGI,
1066
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
La jubilación fue un duro golpe no sólo para la reputación sino también para
la economía del alcalde del crimen de la Audiencia de México. En efecto, apeló
la resolución48, afirmando que con la mitad del sueldo no podía mantener a su
familia. Ante esto, el Consejo determinó concederle la jubilación con el sueldo
entero (800.000 mrs.), pero si se trasladaba a España se le pagaría tan sólo
la mitad; ¿la razón?: que la plata valía menos en México que en Castilla. Esto
fue refrendado por el monarca por despacho de 24 de noviembre de 169949.
Chacón Abarca no sólo pidió aumento del sueldo, sino también ser res-
tituido en su empleo, lamentándose “de lo mal puesto que queda su crédito
porque se entenderá que la jubilación no ha sido premio sino castigo”. Sin
embargo, el Consejo de Indias se mostró inflexible, elevando al monarca su
opinión de que “no se le admita más memoriales sobre esto”; por su parte, la
Cámara de Indias fue del mismo parecer, añadiendo un rotundo “que no hay
motivo para innovar”50.
Chacón no se dio por vencido. Tras recabar apoyos de personas e insti-
tuciones influyentes de la ciudad de México51, solicitó en el otoño de 1700 una
plaza de consejero de Indias y, para uno de sus hijos, otra de alcalde de corte
en México52. Dos años después viajó a España; dejando en la capital virreinal
mujer y dos hijas –sus otros dos hijos estaban estudiando en la Universidad de
Salamanca–, embarcó en la flota que, al mando del general D. Manuel de Velas-
co y escoltada por navíos franceses, partió de Veracruz el 12 de junio de 170253.
México, 626. El sueldo de los magistrados de Nueva España fue fijado el año de 1557 en
800.000 maravedíes anuales. Véase ERNESTO SCHÄFER, El Consejo Real y Supremo de
las Indias, t. II. Sevilla: CSIC, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1947, p. 119.
48
Memorial de Chacón Abarca, México, 8-VI-1699, AGI, México, 626. El Real Acuerdo
de la Audiencia celebrado dos días antes apoyó su petición.
49
Consulta del Consejo, 16-IX-1699; RC San Lorenzo el Real, 24-XI-1699, AGI, México,
626.
50
Consulta del Consejo, 17-X-1699; Parecer de la Cámara, 26-I-1700, AGI, México, 626.
51
Se trata de media docena de cartas de recomendación, fechadas entre febrero y mayo
de 1700 y firmadas por los provinciales de las diversas órdenes religiosas, el Tribunal de
Cuentas, el Real Acuerdo de la Audiencia de México, varios capellanes y los gobernadores,
alcaldes y regidores de los barrios de Santiago, San Pablo y San Juan. AGI, México, 626.
52
Memorial de Chacón Abarca, México 1-X-1700, AGI, México, 626.
53
ANTONIO ROBLES, Diario de sucesos notables (1665-1703), edición y prólogo de
Antonio Castro Leal, México, Porrúa, 1946, t. III, p. 221. En la flota también regresaba el
virrey conde de Moctezuma (1696-1701), quien sería nombrado presidente del Consejo de
1067
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
Indias el 31-VIII-1705. Al estar el puerto de Cádiz bloqueado por una escuadra angloholan-
desa, la flota española se dirigió a Vigo, optando por verificar la descarga de sus mercan-
cías en la ensenada de Rande; la posterior llegada a ella de los enemigos anglo-holandeses
y el consecuente enfrentamiento naval sucedido el día 23-X-1702 en la citada ensenada
acabó con el hundimiento de gran parte de la flota hispana. JUAN JUEGA PUIG, La flo-
ta de Nueva España en Vigo, 1702, Sada, A Coruña, Edicios do Castro, 2001; CARMEN
MARTÍN VELÁZQUEZ y SEGUNDO SAAVEDRA REY (eds.), Rande 1702 arde o mar,
Alcabre, Vigo, Pontevedra, Museo do Mar de Galicia, 2002.
54
Consulta del Consejo, 10-I-1703, AGI, México, 626. RC Madrid, 9-II-1703, AGI, Mé-
xico, 523.
55
AGI, México, 626. En efecto, sus hijos Ventura y Jerónimo Chacón y Moxica obtu-
vieron en 1703 sendos títulos de caballeros de la Orden de Santiago. VICENTE DE CADE-
NAS Y VICENT, Caballeros de la orden de Santiago, siglo XVIII, Madrid, Hidalguía, 1977
<1996>, <1-9>, t. I, pp. 127-128.
56
Consulta del Consejo, Madrid, 1-X-1703, AGI, México, 626.
57
Consulta del Consejo, Madrid 12-III-1704, AGI, México, 626. RC Palencia, 13-IV-
1704, AGI, México, 523.
1068
EL ASEDIO A LA SALA DEL CRIMEN DE LA REAL AUDIENCIA DE MÉXICO
58
Consejo de Indias a Chacón Abarca, Madrid, 12-II-1705, AGI, México, 626.
59
Consulta del Consejo, 30-VII-1705, AGI, México, 626.
60
Consulta del Consejo de Indias, 7-IX-1705, AGI, México, 626.
61
Consulta del Consejo, 13-I-1706, AGI, México, 626.
1069
PATRICIO HIDALGO NUCHERA
62
Memorial de Chacón Abarca, México, 9-VII-1706, AGI, México, 523. Chacón olvidó
sacar testimonios de los días de su partida de Cádiz y llegada a Veracruz, según él por el
dolor de la pérdida de su esposa en el primer caso y de sus hijas en el segundo. Debido a la
notoriedad de las fechas del viaje de la flota, se le eximió de tal requisito.
63
Junta general de Hacienda, México, 28-VII-1706, AGI, México, 523.
64
Junta general de Hacienda, México, 18-X-1706, AGI, México, 523.
65
Memorial de Chacón Abarca, México, 8-XII-1706, AGI, México, 523.
66
Fiscal del Consejo de Indias, 8-I-1715; Consejo en pleno, 19-I-1715, AGI, México, 523.
1070
EL DR. ALONSO DE CORONADO Y ULLOA. LETRADO, CATEDRÁTICO
Y RECTOR DE SAN MARCOS. APROXIMACIÓN A SU LABOR FORENSE
Abstract: The aim of this paper is to approach the practice of law in Lima in the 17th
century through the acquittal of enquiries or the participation of lawyers in arbitration.
Unpublished documents were used for this analysis.
Keywords: lawyer, transaction and contract, executor of testament, nullity of sale
agreement, anniversary of masses, arbitration.
1. Introducción
1
Estas líneas forman parte de un trabajo más amplio que venimos avanzando hace
algún tiempo y del que se han escogido seis piezas inéditas en donde aparecen vertidas las
opiniones jurídicas del Dr. Coronado al absolver las consultas formuladas por sus clientes.
Por lo que toca a Lima, en el siglo XVII, no hemos encontrado ningún trabajo en el que,
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RAFAEL JAEGER REQUEJO
2. Antecedentes
específicamente, se haya tocado la actividad del abogado libre desde el ángulo de la ase-
soría o el de su participación como árbitro, lo que por ahora nos releva de incluir soporte
bibliográfico.
2
Para el sustento de la filiación de nuestro letrado nos socorremos con las relaciones
de méritos y servicios tanto de 1646, como la ampliatoria de 1654 que se encuentran en el
Archivo General de las Indias en Sevilla. Cf. Archivo General de Indias, Lima, 248, N. 9, 1,
fols. 1r, 3v. en adelante A.G.I. Los testigos de la primera de las relaciones antes aludidas al
contestar una de las preguntas del pliego interrogatorio precisan lo relativo a su filiación.
Cf. A.G.I. Idén., fols. 16, 17, 19, 20v., 21v., 22v.,24, 28, 30v. y 31v.
3
Coronado señala que migró a Lima en 1628. Cf. A.G.I., Idén, fol. 2. Entre los testigos de
la información de méritos y servicios que confirman este aserto, pero sin precisar el año,
están el Padre Mtro. Fr. Cipriano de Medina, de la Orden de Predicadores, Calificador del
Santo Oficio y Catedrático, en propiedad, de Prima de Teología en la Real Universidad, el
Dr. Andrés García de Zurita, Arcediano de la iglesia catedral de la capital virreinal, el Dr.
Antonio Maldonado de Silva, abogado de la Real Audiencia limeña y Catedrático de Decre-
to en la Universidad, el Padre Fray Gonzalo Tenorio del Orden de San Francisco, Lector
jubilado de dicha Orden y el Padre Mtro. Fray Miguel de Aguirre del Orden de Nuestro
Padre San Agustín, Calificador del Santo Oficio de la Inquisición de la ciudad de Los Reyes
y Catedrático de Prima en Santa Teología en la Real Universidad. Cf. A.G.I., Idén. fols.
22v., 24, 28, 30v. y 31v.
4
En lo concerniente a sus estudios nuestro letrado señala que en el tiempo en el que era
cursante había hecho “muy grandes demostraciones de mi ingenio y continuo desvelo de
mis estudios” y que participó en conclusiones argumentando y leyendo hasta 24 horas; asi-
mismo trae a colación hasta tres actos públicos en los que destacó. Cf. A.G.I., Idén., fol. 2 v.
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EL DR. ALONSO DE CORONADO Y ULLOA. LETRADO, CATEDRÁTICO Y RECTOR...
3. Cátedra univeristaria
Por lo que toca a la beca todo se inició con un memorial presentado por don Alonso de
Coronado al Virrey Conde de Chinchón por medio del cual solicitaba se le hiciera merced
de una colegiatura en el Colegio Real de San Felipe y San Marcos la que se encontraba va-
cante por dejación que de ella había hecho el licenciado don Jacinto de Guzmán, alegaba
que su padre tenía obligaciones con 8 hijos y estaba muy pobre en Panamá; adjuntaba una
real cédula por la cual el rey ordenaba que se les remunerara los servicios prestados. El
virrey dictó un decreto, el 29 de febrero de 1632, por medio del que le confirió ad ínterin
una beca, por ausencia de don Alonso de Solórzano, con cargo a proveerle en propiedad en
la primera que vacase. Coronado enterado del fallecimiento del becario y bachiller Juan de
Quijano elevó otro memorial y, finalmente, se expidió el decreto del visorey, el 3 de junio
de 1632, entregando la beca en propiedad. De lo anterior da fe el Secretario del Colegio
Real y Mayor don Fabián Velarde de Santillana quien anota “que en los libros del colegio
está una capilla, (¿) fecha en cuatro de junio de mil y seiscientos y treinta y dos años por la
qual consta avérsele dadoa don Alonso Coronado y Ulloa la propiedad de una beca…”. Cf.
A.G.I., Idén., fols. 2 v., 13 v. – 14 v. y 15 – 15 v.
5
En lo tocante al bachillerato don Alonso Coronado precisa que fue en 1633 y, asimismo,
sostiene que “el de treinta y cinco fui recibido por abogado de esta Real Audiencia, aña-
diendo con mi examen nuevo crédito a mis estudios”, añadiendo que posteriormente “me
gradué de licenciado y después de doctor”. Conforme a lo que fluye de la certificación del
secretario de la universidad, que corre inserta en la mentada relación, la licenciatura fue del
2 de octubre de 1636, obtenida durante el rectorado del canónigo de la metropolitana Dr.
Diego de Encinas. La borla doctoral le fue conferida el 24 de julio de 1638, siendo rector el
prebendado de Lima Dr. Pedro Niño de Guzmán. Cf. A.G.I., Idén, fols. 2 v., 3v. y 14 v.
6
El letrado, materia de esta nota, nos informa que graduado de bachiller, a los seis me-
ses de pasante hizo oposición a la cátedra de Digesto Viejo, asignatura propia del Colegio y
la ganó y estuvo bajo su regencia por dos años. Cf. A.G.I., Idén., fol. 2 v.
En lo relacionado a su nominación para el rectorado del Colegio Real y Mayor de San
Felipe y San Marcos, ésta se dio por merced del Virrey Conde de Chinchón dictada el 30 de
abril de 1636. Cf. A.G.I., Idén., fols. 2 v. y 15
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RAFAEL JAEGER REQUEJO
7
Este punto de las oposiciones o concursos a tenor de la información que nos alcanza el
Dr. Coronado resultaría, aparentemente, contradictoria cuando dice “y después de Doctor
en la dicha Facultad y el mismo año empezé (sic) las oposiciones de cátedras en esta Real
Universidad y hasta el día de hoy tengo hechas en ellas seis, tres a la cátedra de Instituta,
una a la de Prima de Cánones y otra a la de Prima de Leyes y otras dos a la canonjía doc-
toral de esta santa Iglesia”, es decir que serían cinco oposiciones a las cátedras y dos a la
canonjía pues esta ración había vacado en dos oportunidades por el óbito de los doctores
y prebendados Juan Hurtado de Vera y Juan Carrasco del Saz. Pero Coronado concluye
señalando que sumaban nueve las oposiciones en las que había participado hasta ese mo-
mento. El escollo se salva con la certificación expedida por el secretario de la universidad,
de la que se desprende que había hecho seis oposiciones a cátedras, a saber: Prima de
Cánones, Vísperas de Cánones, Prima de Leyes, Instituta (3 veces); si a estas sumamos la
oposición para ocupar la cátedra de Digesto Viejo, (asignatura propia del Colegio Real y
Mayor tratada en la nota anterior) y las dos veces en las que concursó para la prebenda del
Cabildo eclesiástico, tenemos las nueve oposiciones Cf. A.G.I., Idén., fols. 3 y 14 v.
8
La casi total desaparición del archivo de la Universidad de San Marcos, en el siglo XIX,
dificulta la investigación respecto de las oposiciones y toma de posesión de las cátedras por
lo que sólo ciñéndonos a la relación de méritos, tantas veces citada, podemos adverar que
ya el año de 1647 y previa oposición el Dr. Coronado había ganado la cátedra de Vísperas
de Cánones; sus contendores habían sido el Dr. D. Alonso de Solórzano y Velasco, enton-
ces catedrático de Instituta y después Fiscal de la Real Audiencia de Chile, el doctor Joseph
de Los Reyes, después catedrático de Decreto y el Dr. Joseph Dávila Falcón, después ca-
tedrático de Instituta; todo esto fluye de la primera pregunta del pliego interrogatorio de
la ampliación de la relación de méritos y servicios llevada a cabo en 1654. Cf. A.G.I., Idén.,
fols 33 v. y 36 v.
9
Respecto a las asignaturas que leyó como sustituto, en realidad fueron varias, pero
ante la carencia de la certificación indubitable y sólo por vía indirecta conocemos de su
desempeño en la cátedra de Código, por indisposición del titular y para el efecto trascribi-
mos la declaración del Dr. Tomás de Avendaño, catedrático de esa asignatura, que dice “
Y assimesmo sabe que ha sostituído las cátedras mas graves de esta Real Universidad de
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EL DR. ALONSO DE CORONADO Y ULLOA. LETRADO, CATEDRÁTICO Y RECTOR...
4. Actividad forense
Si algo se puede afirmar del Dr. Coronado es que, dentro de los juristas perua-
nos setecentistas, es el prototipo del profesor universitario y abogado libre y
por esta razón hemos separado algunos manuscritos inéditos para que ayu-
den a columbrar, parvamente, su actividad forense.
El primero de estos documentos comporta una transacción y un concier-
to celebrados entre los hermanos Bernardo y Josefa Ramos Galván los que
por esta vía buscaban superar las diferencias sucesorias que los había llevado
a mantener una causa pendiente ante la Real Audiencia sobre la cuenta y par-
tición de los bienes que quedaron después del óbito del Dr. Francisco Ramos
Galván, en su momento Fiscal de la Audiencia de La Plata y padre de ambos
contratantes12. Por medio del instrumento en comento el primero de ellos
cede a la segunda sus “lexitimas paterna y materna y todos los demás bienes
derechos y acciones” a los que tenía derecho, así como aquellos que pudieren
Prima de Cánones y Vísperas y la de Código por falta de salud de este testigo en discurso
de dos años con mucho concurso de oyentes, útil y aprovechamiento porque es muy visto
y pronto de mucha ostentación, memoria y comprehensión y claridad en el decir y expli-
carse”.Cf. A.G.I., Idén., fol. 25 v.
10
La certificación del secretario de la universidad, de fecha 29 de marzo de 1654, así lo
establece. Ff. Nota 8 ut supra.
11
No hemos ubicado otra relación de méritos y servicios del Dr. Coronado posterior
a 1654 como para poder señalar la fecha en la que obtiene la cátedra de Prima de Leyes,
nominación con la que se lo identifica hasta el final de sus días.
12
La documentación que sigue ha sido espigada en los fondos del Archivo General de la
Nación del Perú. Cf. Archivo General de la Nación, Sección Protocolos, Escribano Antonio
Fernández de la Cruz, 1648, fol. 588 v. En adelante A.G.N., Protocolos.
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13
A.G.N., Idén.
14
A.G.N., Idén.
15
A.G.N., Protocolos, Esc. Miguel López Varela, 1649, fols. 1744 – 1750 v.
16
Idén, fol. 1744 v.
17
Para la fe de muerte. Cf. Idén.
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18
En cuanto a la diligencia de información de otorgamiento de testamento y la toma de
dichos de los testigos instrumentales. Cf. Idén., fols. 1744 v. – 1745.
19
Idén., fol. 1746 v.
20
Designa como sus albaceas a un letrado, como el Dr. Coronado y a su confesor. CF.
Idén.
21
El albacea, don Alonso, empieza por distribuir algunos bienes a instituciones religio-
sas. Cf. Idén., fols. 1747 v. – 1748.
1077
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22
Es innegable el manejo práctico del Derecho que despliega el albacea para colocarse
en todo tipo de supuestos al efectuar la distribución de los bienes; no deja tampoco de
tener presente a sus familiares.Cf. Idén., fols. 1747 v.- 1750 v.
23
A.G.N., Protocolos, Esc. Francisco Muñoz, 1654, fols. 683 -691 v.
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24
Para ver las razones que sostienen la opinión de los juristas Cf. A.G.N., Idén., fols.
687-687 v.
25
Archivo General de la Nación, Sección Real Audiencia. Causas Civiles, Leg. 161, C.
603, 1658.en adelante A.G.N., Real Aud.
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EL DR. ALONSO DE CORONADO Y ULLOA. LETRADO, CATEDRÁTICO Y RECTOR...
posesión de las casas materia del contrato, ubicadas “en la calle que vuelve de
la de los Mercaderes a el Convento de San Agustín”26. En los siguientes folios
corren tanto el testimonio del convenio como la petición de la religiosa eleva-
da al arzobispo en la que se reconoce que la venta, sin la autorización del pre-
lado, era nula por lo que se pide licencia para volverla a hacer y a manera de
descargo de lo ocurrido se anota, por la religiosa, que le urgía el dinero para
poder profesar y que Molina, el comprador, fue quién mejor precio le dio por
el predio. Ceñidos a la secuencia del expediente encontramos el auto dictado
en Los Reyes, a “veinticuatro días del mes de março” de 1658 por el arzobispo
don Pedro de Villagómez. En esta resolución se señala haber tenido a la vista
tanto el contrato como los pareceres de los abogados y se resuelve: “atento el
que es nula la dicha venta daba y dio licencia para que de nuevo se vendan”27.
A continuación están los pareceres de los letrados, el primero de esta serie
en donde se opina por la nulidad está datado el sábado 10 de noviembre de
1657 y suscrito por los doctores José de los Reyes y Pedro Cárdenas y Arbieto;
el segundo de esta serie y que es el que por ahora nos interesa está fechado
en Lima a 29 de octubre del año citado y tiene por infrascritos al licenciado
Joseph Suárez de Figueroa y al Dr. Coronado y Ulloa y, finalmente, hay una
tercera opinión dictada desde la misma ciudad, con fecha 10 de noviembre de
ese mismo año, la que mantiene el mismo parecer y que suscriben los docto-
res Gregorio de Rojas Acevedo, Francisco de Velasco, Diego de León Pinelo
y Joseph Dávila Falcón. El segundo de los pareceres, donde interviene el Dr.
Coronado contiene tres partes: 1.- antecedentes; 2.- pregunta y 3.- respues-
ta. En el primer punto se exponen los hechos, es decir: una religiosa profesa
tenía una casa que heredó de sus padres y con sus arriendos se sustentaba,
pero, algún tiempo atrás pidió licencia a su abadesa a fin de vender el bien,
solicitud a la que accedió la prelada y contando con este pase confirió poder
a un sacerdote para que vendiera el predio y cobrase su legítima. Por su lado
el apoderado, sin permiso del ordinario, vendió el inmueble cuando la aba-
desa que había concedido el permiso había cesado en el cargo. En lo relativo
al segundo punto del esquema que desarrollamos y que es el atinente a la
interrogante se formulan las que siguen: ¿se pregunta si la venta era nula? y
¿si las casas se pueden “sacar” de la persona que las posee?. Como desenlace
de la consulta tenemos la respuesta en la que se empieza por precisar que la
venta fue nula porque una enajenación como la que se hizo requiere licencia
26
A.G.N., Real Aud., fol. 1
27
A.G.N., Real Aud., fol. 7
1081
RAFAEL JAEGER REQUEJO
del prelado superior y, se añade, que si bien es cierto existe algún autor que
sostiene lo contrario, sin embargo, esa opinión sólo ha prosperado en lo re-
lativo a las transferencias de esclavos y los muebles, no así para los bienes
raíces. Continuando con la absolución se anota que en el caso concreto se
trata de la transferencia de unas casas y que las ventas de estos predios están
sujetas a un auto expedido por el arzobispo, el mismo que había sido leído
años atrás en las comunidades religiosas y en cuyo contenido se prohibía que
las abadesas autorizaran estas enajenaciones con “clausula irritante”. Otro
punto que aborda la fundamentación de la consulta se endereza a sostener
que “las religiones y los religiosos” tienen la calidad de “menor” y por ende
antes de toda transferencia de inmuebles debe iniciarse una información de
utilidad, proceso que debe concluir con la licencia conferida por el ordinario.
Termina el parecer presentando una causal más para apuntalar la nulidad y
es la relativa a que si la religiosa no dispuso del predio al momento de su pro-
fesión el bien entró dentro del patrimonio del convento y por tanto no podía
haber sido transferido por la vendedora28.
Los siguientes manuscritos cuyas sumillas marginales consignan en el
primer caso “Compromiso”29 y en el segundo “Obligación en virtud de com-
promiso” comportan en el fondo un solo asunto litigioso que sacado de la jus-
ticia ordinaria fue llevado por los contendientes a la decisión arbitral de los
doctores Alonso de Coronado y Ulloa, Gregorio de Rojas y Acevedo y Joseph
de los Reyes30. Respecto a los antecedentes, que obran en el primer instrumen-
to, cabe fijar lo siguiente: a).- Diego Pérez de Urdiales y su consorte Isabel de
Aguero venden, en 1627, a Juan Carreño 109 fanegadas de tierras en el Valle
de Huaura por 19,000 pesos de ocho reales, cantidad que quedó impuesta a
censo sobre las citadas tierras. b).- Después de algunos años el sucesor del
comprador toma conocimiento que, durante la visita del Juez mensurador, el
Oidor y doctor Martín de Arriola, la medida que corrió a cargo de don Francis-
co de Quiroz arrojó 39 fanegadas faltantes por lo que citado sucesor del adqui-
rente, el sargento mayor Diego de Loza Bravo, Regidor de Los Reyes, planteó
demanda contra doña Isabel de Aguero por 12,332 pesos que era el monto en
el que apreciaba el menoscabo. c).- Por su lado doña Isabel de Aguero sostenía
que “por hallarme viuda y sin persona que me pudiere favorecer para el segui-
miento de la dicha demanda” e inducida por la contraria había convenido en
28
A.G.N., Aud., fols. 7 v.- 8.
29
A.G.N., Protocolos, Escribano Juan Bautista de Hererra, 1659, fols. 617 – 622 v.
30
A.G.N., Protocolos, Idén., fols. 873 – 875 v.
1082
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31
Para esta parte había sido el error en la medida la causa por la que ella se avino a
reconocer el menoscabo sufrido por el comprador. Cf. A.G.N., Protocolos, Idén., fol. 617 v.
1083
RAFAEL JAEGER REQUEJO
ción y concierto por medio de la cual otorgaban sus poderes a los doctores don
Alonso de Coronado y Ulloa, Catedrático de Prima de Leyes “en esta Real Uni-
versidad” y a don Gregorio de Roxas (sic), Catedrático de Instituta de la mis-
ma casa, ambos abogados de la Real Audiencia, con el fin que “vean el dicho
pleito”, es decir “traten, confieran y dispongan entre sí en mejor modo y forma
más conveniente para la liquidación y determinación del dicho pleito… en ra-
zón de lo cual guardando e no la forma de derecho adbitrando y componiendo,
como amigables componedores, resolverán y determinarán lo que les parecie-
re de tal manera que dirán que cantidad de pesos nos debemos pagar…”, agre-
gando “si los dichos doctores… discordasen en todo o en parte nombramos por
tercero en este caso al Dr. Don Joseph de los Reyes Cathedratico de Decreto
de dicha Real Universidad y Abogado de…”. La segunda pieza documental trae
insertas las opiniones discordantes de los Dres. Coronado y Rojas y se hace el
llamado al tercero como dirimente. Nos interesa por ahora conocer la opinión
del doctor Coronado, datada en Los Reyes a 8 de julio de 1659; parecer que se
sustenta en los siguientes puntos: 1.- la calidad de Quiroz como el mejor perito
del “Reyno”, gran conocedor de la geografía quién encontró las 39 fanegadas
faltantes (8 las declaró por vacas y las 31 que faltaban en realidad); 2.- que nin-
guna de las medidas causa certeza; 3.- que no se ha probado dolo ni fraude en
la transacción; 4.- que la transacción se sustenta en la duda que emerge de am-
bas medidas, lo que hace que el pacto se mantenga válido; 5.- que si se anula
la transacción se tendrá que proseguir el pleito antiguo; 6.- que de la duda de
la medida han salido varios pareceres, por ejemplo la mensura de Carlos Arias
que es sobre la totalidad de tierras; 7.- que tanta incertidumbre sólo conduce a
un nuevo proceso donde volverá a ordenarse remedir; 8.- que por excusar es-
tas dudas, costas y gastos: decide obligando al sargento mayor Diego de Loza
Bravo para que pague a doña Isabel de Agûero la suma de 1,500 pesos y con
ello pone silencio perpetuo entre ellos. Traemos a colación la opinión discor-
dante del Dr. Rojas Acevedo porque nos permite contrastar los puntos de vista
de estos dos juristas; la misma se sostiene en cuatro puntos, a saber: 1.- que en
el término concedido por las partes para determinar la diferencia no es posible
que reconocida la medida se resuelva sobre ella; 2.- que es un hecho que el sar-
gento mayor Loza Bravo se valió de los títulos de doña Isabel de Aguero para
que se le enterasen las tierras vía composición; 3.- que la última remedida se
hizo con el fin de justificar las anteriores y en esta misma línea apunta que se
presume que el comprador aceptó todas las mensuras anteriores a la efectuada
en la visita del oidor Arriola; 5.- que llama la atención que Diego Loza Bravo
“y sus autores” han poseído “por tan largo tiempo” sin reconocer el faltante no
1084
EL DR. ALONSO DE CORONADO Y ULLOA. LETRADO, CATEDRÁTICO Y RECTOR...
siendo verosímil que en “cien fanegadas no echase menos treinta y una”. Por
estas razones el discordante decide condenar al dicho sargento mayor Diego
Loza Bravo para que pague a doña Isabel de Aguero 2,500 pesos de ocho reales
y con esta decisión pone perpetuo silencio entre las partes32.
Toca ahora referirnos al último documento de este pequeño elenco de
participaciones forenses, suscrita en Los Reyes a 11 de septiembre de 1660 y
donde encontramos al Dr. Coronado que en el ejercicio libre de la abogacía
nuevamente actúa como albacea y tenedor de bienes de la monja clarisa doña
Catalina de Adaro y San Martín33. Tan sólo a manera de introito debemos
indicar que el encargo que desempeñaba se debía a la nominación que, en
su momento, le hiciera el provisor de la metropolitana limeña Dr. D. Martín
de Velasco y Molina. Dando cuenta de su gestión el albacea nos indica que,
primer término, cobró del Padre Diego Francisco Coronado, de la Compañía
de Jesús, en su calidad de Procurador del Colegio San Pablo la suma de 6,318
pesos y 4 reales, cantidad que se distribuía de la siguiente manera: 5,450 que
quedaron en poder del albacea; 500 pesos que fue el precio de un negro es-
clavo que se dejó al Convento de Santa Clara y el resto que fue el monto de
los intereses que se entregaron a doña María Magdalena Vélez Roldán en su
calidad de abadesa de ese cenobio. En un apartado nuestro jurista precisa que
recibió de Juan de Aguilar “de lo que traxo del Reino de Chile” de las resultas
de un pleito que se tramitaba ante Juan Francisco Pineda, escribano público
de “esa ciudad”; la suma de 3,475 pesos y 6 reales, cantidad de la que se hizo
cargo. A lo anterior se agregaban unos 400 pesos, producto de unas “adicio-
nes” que también pagó el referido Juan de Aguilar. Siguen en esta relación
200 pesos de la venta de una negra vieja llamada Dominga que, con la venia
de la referida madre abadesa, se vendió al Maestro y Pbro. Juan de León. Se
precisa que toda la suma montaba 9,525 pesos y 6 reales y se deja constancia
que el tantas veces citado Aguilar también le había entregado unos papeles de
las acreencias que a favor de la religiosa quedaban en Chile, pero que eran no
susceptibles de ser honrados por tener los deudores la calidad de fallidos34.
32
Para las decisiones discordantes Cf. A.G.N., Protocolos, Idén., fols. 873 v. - 874 v. y
874 v. - 875.
33
A.G.N., Protocolos, Esc. Francisco Muñoz, 1660 – 1663, fols. 276 – 276 v.
34
El poder para asumir el albaceazgo había sido conferido por el Ilmo. Dr. Martín de Ve-
lasco y Molina, Obispo de La Paz en 1658 y don Alonso de Coronado concluyó el inventario
de bienes en setiembre de 1660, fecha en la que escrituró su actuación. Cf. Idén.
1085
LA IMAGEN SOCIAL DEL ABOGADO EN EL TRÁNSITO DEL DERECHO
PREMIAL AL ORDEN LEGISLATIVO DE LA MONARQUÍA MODERNA
Resumen: Al producirse la colonización del Nuevo Mundo, los prejuicios contra los
abogados, acuñados en la Baja Edad Media fueron automáticamente reutilizados; aunque
enriquecidos con la experiencia local. No es de extrañar que existiesen entre los bene-
méritos personas muy interesadas en presentar al abogado como un perturbador de la
sociedad, una persona conflictiva, dedicada a generar problemas, más que a solucionar
conflictos. En la segunda mitad del siglo XVI, a partir del reinado de Felipe II, los abogados
representantes del grupo social de burócratas educados, finalmente desplazaron a la alta
nobleza en el servicio de la monarquía española.
Palabras clave: siglo XVI, beneméritos, imagen social, abogado, derecho premial,
monarquía moderna.
Abstract: During the colonization of the New World, the prejudice against lawyers,
generated in the late Middle Ages, enhanced with local experiences, were automatically
reused. It is not surprising that some people were quite eager to portray lawyers as socia-
lly disruptive to troubled individuals, dedicated to creating problems, rather than resolve
disputes. In the second half of the 16th century, during the reign of Felipe II, lawyers repre-
senting the social group of educated bureaucrats, finally replaced to the high nobility in the
service of the Spanish monarchy.
Keywords: 16th century, benemeritos, social image, lawyer, prize law, modern mo-
narchy.
1087
ALBERTO DAVID LEIVA
1. Introducción
1088
LA IMAGEN SOCIAL DEL ABOGADO EN EL TRÁNSITO DEL DERECHO PREMIAL...
2
J.A. DE ARMAS CHITTY. Influencia de algunas capitulaciones en la geografía de
Venezuela, Caracas, Instituto de Antropología e Historia, Facultad de humanidades y edu-
cación, Universidad Central de Venezuela, 1967, p. 21.
1089
ALBERTO DAVID LEIVA
1090
LA IMAGEN SOCIAL DEL ABOGADO EN EL TRÁNSITO DEL DERECHO PREMIAL...
3
Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica
1493-1810. Madrid, 1953 V I. pág.72
1091
ALBERTO DAVID LEIVA
4
Cedulario del Perú siglos XVI.XVII y XVIII. Lima 1944, Vol. I. Pág. 50.
5
Conf.: VÍCTOR URIBE URAN, Vidas honorables: abogados, familia y política en Co-
lombia, 1780-1850, Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2008.
6
Conf. JAVIER GONZÁLEZ ECHENIQUE, Los estudios jurídicos y la abogacía en el
Reino de Chile, Santiago, Imprenta Universitaria, 1954, p. 311 y ss.
1092
LA IMAGEN SOCIAL DEL ABOGADO EN EL TRÁNSITO DEL DERECHO PREMIAL...
7
URIBE, 2008, pp. 19-21.
1093
ALBERTO DAVID LEIVA
Desde muy antiguo los reyes castellanos tenían asesores letrados formados
en el ius comune que cooperaban junto con algunos nobles en el engrandeci-
miento de la monarquía; pero al producirse la consolidación de la presencia
castellana en Indias gracias a la hueste, se hizo necesario ir instalando cada
vez mas instituciones. Se aceleró entonces también el ascenso de los letrados
a las cercanías del poder real y a la integración de sus consejos, en detrimento
de los hombres de capa y espada.
Los modelos de comportamiento basados en un orden contractual entre
el señor y sus vasallos nunca encontraron apoyo en la literatura jurídica, do-
minada por la presencia del derecho real. En los ambientes universitarios tu-
vieron amplia difusión las expresiones doctrinarias del ius comune, en tanto
que la muy escasa literatura jurídica producida por el derecho premial, ya
en retirada, fue desconceptuada por los lectores universitarios, que comen-
zaron a presentarla como una preocupación necia e inútil y hasta llegaron a
vincularla con las ficciones literarias. Esta tendencia se consolidó cuando los
frutos de la tipografía se hicieron cotidianos y hasta vulgares, generalizán-
dose la demonización de la abogacía gracias a la ayuda de la literatura mas
leída, que insistía en acusar genéricamente a los abogados de alimentar los
litigios artificialmente y en que ellos eran los únicos que obtenían beneficios
de los juicios.
Francisco de Quevedo, escritor que siempre cosechó grandes éxitos de
atención, se ocupó varias veces del perjuicio que estaban produciendo a la
1094
LA IMAGEN SOCIAL DEL ABOGADO EN EL TRÁNSITO DEL DERECHO PREMIAL...
sociedad los malos abogados recreando imágenes que en muchos casos si-
guen integrando el ficcionario. En el tercero de sus sueños, el “Sueño del In-
fierno”, publicado por primera vez en 1627, evoca al “batallón de los doctores
a quienes nueva elocuencia llama ponzoñas graduadas, pues se sabe que en
sus universidades se estudian para tósigos” y los califica de “sabandijas infer-
nales”. En el último sueño, el sueño de la muerte establece una relación de
causalidad entre la perniciosidad de los letrados y los cohechos y problemas
que ellos estaban produciendo8.
Esa crítica social, recogida no sólo en la literatura, sino también en el
teatro, en la correspondencia administrativa y en los proyectos arbitristas de
la época, considera a la figura del abogado como un símbolo, una abstracción
fuertemente convencionalizada, sin presentar ninguna inculpación personal
dirigida a un individuo concreto.
Frente a esas críticas se originó, en el mismo siglo XVI, una literatura de
afirmación profesional, escrita generalmente por juristas que sostenían la im-
portancia social de la abogacía, en tanto que los modelos de comportamiento
basados en un orden contractual acordado entre el señor y sus vasallos, ya
en retirada, no encontraron apoyo en la literatura jurídica, dominada por la
presencia del ius commune y el derecho real que manejaban los letrados. La
existencia del ius comune, formulado en el ámbito universitario conllevó el
uso de un creciente tecnicismo, comprometido con la utilización de términos
y definiciones fuera del alcance de quienes no hubiesen pasado por las aulas.
Independientemente de que las dos corrientes siguieron haciendo su
propio camino, desde fines del siglo XVI, fueron los mismos letrados los que
empezaron a exaltar sus virtudes en las informaciones de méritos y servicios a
la corona, presentándose como “gente prudente y cristiana” “necesaria y grave
para la república”, y haciendo una distinción entre los “malos” y los “buenos
abogados”, en la que los primeros tendrían todos los vicios que los estereoti-
pos y la crítica social atribuían en años anteriores a los hombres de leyes.
Aunque esta literatura de afirmación profesional tenía sus orígenes en
el siglo XVI, alcanzó sus expresiones más maduras entre 1620 y 1680. Las
connotaciones negativas hacia los abogados, tan frecuentes en el siglo XVI,
empezaron a ser contrastadas y cuestionadas con una imagen positiva, escrita
por los letrados, que privilegiaba sus virtudes y sus contribuciones al ‘buen
gobierno’.
8
FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS, El sueño del infierno, México, Edición
2006, p. 6.
1095
ALBERTO DAVID LEIVA
9
JUAN MATIENZO, Dialogus Relatoris et Advocati Pintiani Senatus, etc., Pintiae Ex-
cudebat Sebastianus Martinez, 1558. Hay ediciones de 1604 y 1618 y otra alemana de 1623.
Me he valido de la traducción del texto latino realizada por el Prof. Dr. Hugo José Garavelli
sobre un ejemplar de la primera edición, que fue adquirido por el Colegio de la Compañía de
Jesús en 1561 y actualmente integra el acervo de la Biblioteca de la Universidad de Granada.
10
ALBERTO DAVID LEIVA, “La profesión legal en la obra de Juan de Matienzo (1520-
1579)”; en Revista Chilena de Historia del Derecho, Santiago de Chile, 2010, n° 22, Tomo I.
1096
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS
ENTRE DERECHO INDIANO Y LEGISLACIÓN ULTRAMARINA
Resumen: Este trabajo trata de rebatir la tesis sobre el origen decimonónico, indus-
trial y norteamericano de la moderna hipoteca mobiliaria. En el espacio colonial caribeño
del siglo XVIII, el esclavo era un bien mueble, pero menos perecedero que otros, más
versátil en su aprovechamiento e, incluso, de mayor valor que la tierra. Por estas razones
se reguló la hipoteca de esclavos, incluso en contra de algunas tradiciones jurídicas, como
la francesa. Se analizará este mismo problema en el derecho indiano, especialmente en el
territorio de Luisiana y de Cuba. Sin embargo, la metrópoli española negó esta posibilidad
a mediados del siglo XIX, porque la hipoteca tuvo, solo entonces, un sentido exclusiva y
naturalmente inmobiliario.
Palabras clave: hipoteca mobiliaria, Esclavos, Historia del Derecho ibero-america-
no, Historia del Derecho Privado, Derecho comparado, siglos XVIII- XIX.
Abstract: The purpose of this study is to refute the claim that the origin of the mo-
dern chattel mortgage must be found in the industrialized Northern America of the 19th
century. In the 18th century, in the colonial Caribbean area, slaves were considered chat-
tels or movable assets. They were viewed as less perishable and more versatile than other
goods and were even considered more valuable than land. These reasons explain the deci-
sion of certain territories to regulate the chattel mortgage on slaves even against some le-
gal traditions, like the French one. This article focuses on the study of the Spanish colonial
law in America on this issue, particularly in the territories of Louisiana and Cuba. As we
shall see, however, the Spanish metropolis rejected the possibility of obtaining a chattel
mortgage of slaves in the middle of the 19th century, because the mortgage was only then
considered a purely and exclusively real estate security.
Keywords: chattel mortgage, slaves, Ibero American Legal History, History of Priva-
te Law, Comparative Law, 18th-19th centuries.
*
Este trabajo es resultado de los proyectos HICOES VI (DER2014-56291-c3-1p) y “Ga-
rantías mobiliarias en España y Latinoamérica. Presente y futuro”, UAM CEAL2015-14.
1097
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
1. Introducción
“Hasta principios del siglo XIX las únicas figuras de garantía que se conocían en
nuestro sistema jurídico eran la hipoteca sobre la propiedad inmueble y la pren-
da de muebles. Las garantías reales sobre bienes muebles que permanecían en
la posesión del prestatario durante el plazo del préstamo eran desconocidas”1.
Con esta afirmación Gilmore comenzaba en 1965 el capítulo dedicado a
la hipoteca mobiliaria de su obra sobre garantías reales. Este autor ha pasado
a la historia del derecho norteamericano como el arquitecto del art. 9º del
Código uniforme de comercio estadounidense. El precepto era la respuesta a
una evolución de derecho de garantías mobiliarias, que se había complicado
enormemente desde los principios del siglo XIX, hasta el punto de resultar
algo intolerable. Esta evolución era decimonónica, pues se hallaba ligada a
un proceso de industrialización; y era particular de Estados Unidos, pues la
británica no había alcanzado tal grado de complejidad2.
Sin embargo, la preocupación histórica de Gilmore no entraba en grandes
detalles. Bastaba con recordar que, a principios del siglo XIX, la presunción
fraudulenta de la garantía mobiliaria sin desplazamiento de la posesión confor-
maba un principio incontrovertible del common law. Era una regla reconocida
que había estado presente en esta experiencia jurídica anglosajona desde la de-
cisión del caso Twyne en 1601. La tesis de Gilmore consistía en afirmar que solo
la anotación de dichas operaciones en los registros públicos organizados por las
leyes sobre hipotecas mobiliarias aprobadas a partir de 1820 en los estados del
norte y la Costa Este podía servir para deshacer dicha presunción3.
Esta imagen de una genealogía decimonónica, estrictamente estadouni-
dense y, para más señas, norteña, de la contemporánea hipoteca mobiliaria
se refuerza hoy en día porque pasa por alto la existencia histórica de figuras
1
Grant GILMORE, Secured interest in personal property, Boston, 1965 (fac. New Jer-
sey, 1999), I., p. 24.
2
Ibid. p. 25.
3
En el mismo sentido, cfr. Edward A. TOMLINSON, Security for a Commercial Loan:
Historical & International Perspectives, 23 Mariland Journal of International Law, nº 77
(1999), pp. 87-88.
1098
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
4
Sobre la formación histórica del sistema hipotecario francés puede acudirse a Marga-
rita SERNA VALLEJO “La formación histórica del régimen hipotecario francés o mixto”
en Revista Crítica de Derecho Inmobiliario y Registral, 634 (1996), pp. 943-1022. Útil
para una visión de conjunto, este trabajo no se refiere, salvo lo que podemos extraer de
alguna mención aislada, a la posible continuidad de una posible hipoteca mobiliaria, ni a la
dimensión colonial de este régimen francés donde más podía propiciarse esta posibilidad.
El trabajo de Antonio JORDÁ, “Itinera hypothecae: notas sobre los orígenes de la hipoteca
y su evolución hasta la codificación”, Revista Chilena de Historia del Derecho, 22 (2010),
pp. 193-210, no supera, en esta parte, el estudio de Serna. Más recientemente da cuenta
de la posibilidad moderna, y la recuperación contemporánea, de la hipoteca mobiliaria
en el derecho francés, Alejandro GUZMÁN BRITO, “La pérdida del concepto romano de
hipoteca mobiliaria en los derechos moderno y codificado y su recuperación a lo largo de
los siglos XIX y XX con especial referencia al caso de Francia”, Revista de Derecho de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso XXXIII, Valparaíso, Chile, 2do Semestre
de 2009, pp. 103-148.
1099
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
5
George L. FLINT, “Secured Transactions history: The fraudulent myht”, Nuevo Mexi-
co Law review, nº 29, 1999, pp. 363-405.
6
Dejaremos fuera de este estudio, entre otras razones, por las del espacio, la atención a
la experiencia jurídica colonial portuguesa.
7
George L. FLINT/Marie J. ALFARO, “Secured Transactions History: The First Chattel
Mortgage Acts in the Anglo-American World”, en William Mitchell Law Review, nº 30,
2004, pp. 1403-1463.
1100
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
8
George L. FLINT/Marie J. ALFARO, “Secured Transactions History: The Impact of
Southern Staple Agriculture on the First Chattel Mortgage Acts in the Anglo-American
World”, Ohio Northern University Law Review, nº 30, 2004, pp. 534-674.
9
La primera disposición sobre la hipoteca mobiliaria en este ámbito británico caribeño
fue la aprobada para St. Kitts en 1727, que establecía: “(…) every grant, bargain, sale or
other conveyance hereafter to be made of any landes, tenements, hereditaments, Negroes
or other slaves, for the securing the payment of any sum or sums of money, or quantity of
sugar, or for the performance of any condition whatsoever, shall be void to all intents and
purposes whatsoever, unless the same shall be entered and registered in the said office
(…)” en John H. HOWARD, The Laws of the British Colonies in the West Indies and Other
parts of America Concerning real and personal property and manumission of slaves,
1827, (fac Reimpr, Negro University Press, 1970, pp 424-425), apud Flint 2004, p. 1427.
A esta siguieron las de Jamaica (antes de 1731), Antigua (1746), Montserrat (1754), Nevis
(antes de 1762), Bahamas (1764), Granada (1767), Tobago (1768), San Vicente y Dominica
(1770), Islas Vírgenes (1774), Bermuda (1786) y Barbados (1798).
1101
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
10
André CASTALDO, “Les “questions ridicules”. La nature juridique des esclaves de
culture aux Antilles”, Droits, nº 53, 2011/1, pp. 67-168.
11
Baquoit vs. Tiberge, Civ. 5 de agosto de 1829, Sirey, 1829, 1, 301 (apud. CHARLIN,
infra, nota 13).
1102
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
12
CASTALDO, ibid., 174-177. Sobre esta cuestión véase también, Fréderic CHARLIN,
“La condition juridique de l’esclave sous la Monarchie de Juillet”, Droits, nº 52, 2010/2,
pp. 45-74., pero especialmente p. 52.
13
El establecimiento de los oficios de hipotecas en América en la divisoria de los siglos
XVIII y XIX es un tema no desconocido para la historiografía jurídica, pero probablemen-
te falto de una profunda revisión historiográfica. Un esbozo actual por la historiografía
jurídica española sobre la traslación a Indias de los primeros intentos de establecer un
sistema de publicidad inmobiliaria en Margarita SERNA, La publicidad inmobiliaria en
el derecho hipotecario histórico español, Madrid, 1996, pp. 241-245. Sin embargo, aquí
además de las fuentes que ha utilizado esta autora, acudiremos a otras para el propósito
que se indica en el texto, como es el Expediente sobre el establecimiento de anotadores de
Hipotecas en la América, AGI, Quito, 319/5.
14
vid infra, pp. 1019-1021”.
15
“Expediente de Juan de Macía, oficial Real de las Cajas de Goathemala sobre que se
1103
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
1104
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
simultáneamente se hacía llegar a consulta del Consejo otro caso originado por
representación de un oficial de Quito, en el mismo sentido de pedir que se le
otorgase este oficio de anotador de hipotecas de aquella ciudad. Fruto de este
otro expediente fue la real cédula de 1783 por la que se introducían algunas
“variaciones” que harían posible trasplantar con cierto éxito la pragmática de
1768 a los dominios no europeos17. Sólo fue en la ejecución de esta última Cé-
dula, cuando ocurrieron consultas sobre qué hipotecas deberían estar sujetas a
toma de razón en las nuevas Anotadurías. La Audiencia de México consultó la
instrucción allí formada cuyo art. 22 excluía de la toma de razón las hipotecas
generales, como las que podían incluir junto a bienes raíces, otros muebles,
personas, etc.18. Visto el asunto en el Consejo, su fiscal opinó que la prohibición
había de alcanzar a la anotación a las hipotecas sobre muebles19. Sin embargo
la resolución de este tribunal no fue tan lejos y sólo dio por bueno el tenor de
esta instrucción mexicana que, en 25 de agosto de 1802, se extendió también
al resto de dominios ultramarinos. Atiéndase que, en todo caso que, no siendo
constitutiva la anotación, toda esta normativa no proscribía la hipoteca gene-
ral, que incluía bienes muebles, sino que solo limitaba su eficacia a las partes.
17
Consecuencia de esta última Cédula es el desarrollo producido en el Rio de la Plata,
donde en 1795 se formó una instrucción local, bien conocida por la historiografía jurídica
indiana, José L. TRENTI ROCAMORA, “Un Reglamento sobre inscripción de Hipotecas
del Virrey Melo de Portugal”, Revista del Instituto de Historia del Derecho, nº 1, 1949, pp.
27-37. Alejandro D. MÍNGUEZ, “Notas para el estudio de la registración inmobiliaria en
el Virreinato del Rio de la Plata”, Memoria del X Congreso del Instituto Internacional del
Historia del Derecho Indiano, México, 1995, pp. 1047-1070.
18
“XXII: Solo se registrará y tomará razón de las escrituras o instrumentos en que haya
hipoteca expresa, especial y señalada de bienes raíces o tenidos por tales; y no de las escri-
turas en las que se hipotequen generalmente bienes raíces, los tenidos por tales, muebles,
semovientes, sueldos o salarios en general, personas o cualesquiera otra cosa; pena al es-
cribano que registre o tome razón de de instrumentos de hipotecas generales, de veinte
y cinco pesos por cada una, aplicados conforme a la ley, y en caso de reincidencia, de
privación perpetua de oficio”, apud. Juan Nepomuceno RODRIGUEZ DE SAN MIGUEL,
Pandectas Hispano-Megicanas: o sea Código general comprehensivo de las leyes…, II,
Mégico, 1840, p. 587.
19
“Por estos fundamentos cree el fiscal que solo deben registrarse las escrituras e ins-
trumentos en que se hipotequen especial, señalada y expresamente bienes raíces, o los
que sean tenidos por tales, y no los que contengan hipotecas generales, aunque sean de
bienes raíces; y menos de muebles o semovientes: de tal modo, que aunque en un mismo
instrumento hay hipoteca especial, señalada y expresa de bienes raíces o tenidos por tales,
é hipoteca general de los demás, el registro de los primeros no debe influir ni tener efecto
alguno en los hipotecados generalmente , sucediendo en cuanto a ellos lo mismo que si no
se hubiera registrado la escritura(…)”. Ibid. p. 588.
1105
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
20
Parecen significativas las primeras anotaciones que, quien todavía actuaba como es-
cribano del cabildo, realizó en 1791 en cumplimiento de la orden del Virrey de proceder
al establecimiento de una anotaduría de hipotecas en Popayán. Estos primeros asientos
se referían a varias escrituras otorgadas en 1788 a favor de sendas instituciones eclesiá-
siticas de la ciudad, reconociendo deudas que oscilaban entre los 4116 y los 5600 pesos,
“bajo la hipoteca especial de las Minas del Playón, y Esclavos comprehendidos en la Lista
agregada”, AGN de Colombia, Sección Colonia, Virreyes, SC. 61, 16, D.27, ff. 179-181. Otros
ejemplos son los testimoniados por Luis Alberto RAMIREZ MENDEZ, “Auge y declive
del sistema financiero eclesiástico en Venezuela, en Anuario de Historia Social y de la
Cultura, 37 (2010), p. 173, quien cita para un “Libro general del anotador de hipotecas es-
cribanos Rafael de Almarza”, 1780-1834 sito en el Archivo General del Estado de Mérida,
F. Protocolos, t. lxxxiiii, primera parte, ff. 1-150. Este autor remite a esta fuente para afir-
mar que “los censatarios se comprometían a mantener los bienes hipotecados en la misma
forma, cuantía y valor que habían sido descritos y ofrecidos. Esa condición, implicaba que
en caso de desaparición o muerte de los bienes semovientes, como esclavos o ganado,
deberían substituirse por otros con igual precio”; Roberto DE LA GUARDIA, Los negros
del Istmo de Panamá, 1977, p. 44, cita “la hipoteca que Celedonio Villareal constituyó en
1805, a favor de Antonio Jiménez por 2508 pesos sobre cuatro esclavos llamados José de
Jesús, Petra Josefa, Petra Paula y Andres Villa”; véase también el recurso a la hipoteca de
esclavos en el crédito mercantil del comercio entre Buenos Aires y Salta, cfr. Sara MATA
DE LÓPEZ, “El crédito mercantil. Salta a finales del siglo XVIII”, en Anuario de Estudios
Americanos, t. LIII, 2, 1996, pp. 147-171, pero esp. p. 157.
21
A diferencia de la historiografía jurídica, ha sido la no jurídica la que se ha ocupado de
estas prácticas. Así por ejemplo, John LEDDY PHELAN, El pueblo y el rey. La revolución
comunera en Colombia, 1781, p. 67-68: “La propiedad de esclavos representaba una garan-
tía al solicitar préstamos para la compra de tierras en la ciudad o en el campo, o para dotar
a las hijas (…) La dote de doña Elena de Villar en 1774, por ejemplo, era de 1242 pesos, de
los cuales 985 representaban el valor de seis esclavas”. Bogotá, Universitario, 1978 (2ª ed.
2009); Rafael Antonio DIAZ DIAZ, Esclavitud, región y ciudad: el sistema esclavista urba-
no-regional en Santa Fé de Bogotá, Bogotá, CEJA, 2001, “La hipoteca de esclavos junto a
otros bienes estuvo en la base del establecimiento de censos y obligaciones (…). Los esclavos
mismos, en varias ocasiones, eran hipotecados al momento de la venta por sus compradores
para garantizar el pago completo en el plazo estipulado”, pp.114-115; o los que trae a colación
Roger PITA PICO, “Conflictos en torno a la compra y venta de esclavos en el nuevo reino de
Granada. Siglo XVIII”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, nº 38, 2013, p. 47. Este
autor cita un caso de 1790 en el que se reclamaba el saneamiento de la venta de esclavos
hipotecados porque al comprador se le había ocultado este gravamen.
1106
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
no tenía que ver con el carácter mueble o inmueble del bien que conformaba
la garantía, sino con el desplazamiento de la posesión22. Esta consideración era
además la más compatible con la tradición jurídica del derecho común23.
Ciertamente en la mayoría de estas operaciones los esclavos eran activos
que se hipotecaban junto a otros bienes raíces y muebles, esto es, componían
junto a estos otros bienes el objeto de una hipoteca general. Sin embargo,
nada impide considerar que esta garantía se hiciese solo sobre esclavos. Es
preciso advertir que esta posibilidad de establecer, para entendernos, una
suerte de hipoteca especial sobre esclavos, obviando el problema de su con-
22
Así podía todavía considerarse en los diccionarios y obras de consulta más extendidos
en la época entre los encargados de la formalización de estas garantías. Josef FEBRERO,
Librería de Escribanos e Instrucción jurídica Theorico-practica de principiantes…, Par-
te I, t. II, 4ª impr, Madrid, 1797, p. 43. José Marcos GUTIERREZ, Febrero reformado
y anotado o librería de escribanos que compuso D. Jose Febrero, Escribano real y del
Consejo de la Corte..., Madrid, Villalpando, 1802, (2ªed.) Parte I, t. I, p. 257. En todas
estas obras ya se toma en consideración la instrucción aneja a la pragmática de 1768. En la
edición realizada años más tarde por Miguel Aznar seguía sin estimarse la naturaleza del
bien, sino el desplazamiento de la posesión, como criterio de la distinción entre prenda e
hipoteca. Es más, se vuelve a la redacción original de Febrero, cfr. Miguel AZNAR, El Fe-
brero adicionado o librería de escribanos, abogados y jueces, Aumentado últimamente,
reformado, y arreglado en su testo y notas a las leyes y decretos vigentes…, Parte I, t. II,
8ª impr., Madrid, R. Vergés, 1825, pp. 23-24. Una última, pero quizás la más significativa,
muestra de una categorización que ponía el acento en el desplazamiento es la edición que
hizo Eugenio DE TAPIA. Febrero novísimo o Librería de Escribanos, Jueces, Abogados
y Médicos legistas…, II, Madrid, Ildefonso Mompié, 1837, p. 432. Ya en el siglo XIX se
contempló esa posibilidad, en obras no precisamente marginales en el ámbito jurídico his-
pano, Juan SALA, Ilustración del Derecho Real de España, Madrid, 1820. 2ª ed., I, p. 374.
23
La práctica podía terminar condicionando la terminología. Así también en un gé-
nero de literatura jurídica como el de las Instituciones, especialmente dirigido a la ense-
ñanza y reproducción de categorías jurídicas. Joaquín DE ASSO y Miguel DE MANUEL,
Instituciones del Derecho Civil de Castilla que escribieron los doctores….., II, 7ª ed. (1ª
ilustrada), Madrid, Tomás Albán, 1806, p. 13. “El quarto derecho en la cosa es la prenda
o hipoteca. Comúnmente distinguimos esta de aquella, en que la prenda se dice de la cosa
mueble, y la hipoteca de la cosa raíz, que no se entrega al acreedor.” En el Diccionario de
Pérez y López, la definición parece más categórica, aunque también podíamos entender
que es el no desplazamiento de la posesión el elemento importante, y no la naturaleza del
bien “(…) Distinguimos la prenda de la hipoteca en que aquella consiste en cosa mueble y
esta en cosa raíz, la qual no se entrega al acreedor”, cfr. Javier PÉREZ Y LÓPEZ, Teatro
de la Legislación Universal de España e Indias, T. 23, Madrid, Antonio Espinosa, 1797, p.
471. En otro Diccionario de los más extendidos en España y América, verdadera obra de
consulta del jurista decimonónico, seguía expresándose la posibilidad, aunque no “regu-
lar” de una hipoteca de muebles, Joaquín ESCRICHE, Diccionario razonado de legisla-
ción civil, penal, comercial y forense…, Valencia, J. Ferrer, 1838, p. 263.
1107
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
dición mueble o inmueble, tiene que ver con la facilidad de identificar estos
bienes. En el caso de los esclavos, esta identificación se hacía de varios mo-
dos: bien por la denominación de los nombres, edad, raza, filiación, etc. en
la escritura donde aparecía la constitución de la garantía; bien, cuando eran
varios, por la inclusión de una lista aneja a la escritura donde figuraban estos
datos. Pero además podemos aventurar que la carimba, esto es, la marca a
hierro, podría informar no solo de la titularidad, o de su origen lícito, sino
también de los gravámenes que pesaban sobre los esclavos24.
Lo más frecuente es que la hipoteca de esclavos sirviera de garantía cola-
teral para el abono de la renta de un censo. Sin embargo, también se recurrió
a esta garantía mobiliaria con otros fines, como, por ejemplo, para afianzar la
obtención y ejercicio de un oficio25; o para asegurar los créditos con los que se
adquirían estos mismos esclavos26.
El esclavo era entonces un elemento imprescindible para la explotación
minera o agrícola, pero también un versátil depósito de valor. No hay que ol-
vidar tampoco que la posesión de esclavos era signo inequívoco de posición y
prestigio social. Todo esto explica que desprenderse de un esclavo era quizás
lo último que entonces se hacía, y siempre que se tuviesen cubiertas el resto
de necesidades27.
24
Miguel A. ROSAL, “Carimba. Las marcas de los esclavos en el Buenos Aires colonial”,
en Estudios Historicos, Centro de Documentación Historica del Rio de la Plata, nº 10,
2013. http://www.estudioshistoricos.org/edicion10/eh1006.pdf.
25
Véase en este sentido los ejemplos que para una cronología entre 1754 y 1785 cita
Roger PITA PICO “La posesión de esclavos como soporte a las economías de sus amos en
el nororiente neogranadino durante el siglo XVIII”, en Historia y Espacio, nº 31, 2008,
especialmente §3 “Los esclavos como respaldo hipotecario”.
26
El esclavo de labor en los ingenios cubanos dieciochescos se compraba generalemen-
te a crédito, imponiendo el comprador inmediatamente un gravamen, que podía hacerse
sobre el propio esclavo, pero precisamente por su importancia y valor, se prefería otorgar
en garantía los productos del propio establecimiento, señaladamente azúcar y tabaco (cfr.
Mercedes GARCÍA RODRIGUEZ, “El crédito hipotecario a los ingenios cubanos, 1790-
1792”, en José A. Piqueras Arenas, Diez nuevas miradas de la historia de Cuba, Castellón,
Univ. Jaume I, 1998, pp. 41-66.
27
Último recurso, además en sentido, no precisamente figurado. La venta de los esclavos
era medio para hacer frente a los costes funerarios. Aunque para este objeto podía recu-
rrirse a alguna operación algo más alambicada, como la que se documenta en AGN de
Colombia, Colonia, Censos – Santander 10, 1, D.5. ff. 400r-ss. En este caso, el esclavo
donado por la fallecida a un Monasterio era vendido después a su viudo con la condición
de que dicho esclavo, y el resto de los bienes de este consorte, sirvieran de garantía en la
constitución de un censo por una cantidad para abonar los gastos del entierro y demás
sufragios en favor de la finada.
1108
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
28
Que funda esta afirmación en una “legalización” del Codigo negro fránces de 1724,
Manuel LUCENA SALMORAL, Los Códigos negros de la América española, Unesco/Uni-
versidad de Alcalá, 1996, pp. 49-59.
29
Muestra de esa emulación, y en lo que aquí interesa, sería la ley 4, cap. 17 del nonato
Codigo negro carolino de 1784 que disponía en este punto que “por lo que pertenece a su
naturaleza en el orden y concepto civil de las cosas declaramos que los siervos deben ser
reputados, y regulada su condición por la de las demás cosas mobiliarias, de suerte que no
pueden por si solos ser hipotecados, a menos que no sea como adictos al fundo, habitación
y haciendas sobre que se trate, de imposición de algún capital en calidad de adscripticios,
regulándose por lo pertenecientes a los demás efectos civiles, conforme a la legislación
nacional”, ibid. p. 220
30
Hans W. BAADE, “The Formalities of Private Real Estate Transactions in Spanish
North America: a Report on Some Recente Discoveries”, en Louisina Law Review, nº 38,
1978, pp. 656-745, esp. pp. 686-691. George Lee FLINT Jr./Marie J. ALFARO, “Secured
Transactions History: The Impact of English Smuggling on Chattel Mortgage Acts in the
Spanish Borderlands”, Valparaiso University Law Review, nº 37, 2003, pp. 703-791.
1109
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
31
FLINT/ALFARO, “The Impact…”, op. cit, pp. 740-741.
1110
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
32
Thomas D. MORRIS, Southern slavery and the law, 1619-1860, University of North
Carolina Press, 1996, pp. 74-77. “(…) The earlier French code noir had expressly defined
slaves as moveable property. The change in Louisiana came in laws adopted in 1770. These
were modifications introduced by the Spanish governors. They were mortgage and con-
venyance ordinances and made slaves immoveables for the purposes of sale and mortgage
(the civil law phrase is hypothecation). Following the transfer of authority to the United
States, Louisiana adopted a slave code in 1806. By that code noir is provided that “Slaves
shall always be reputed and considered real estates, shall be, as such, subject to be mort-
gaged, according to the rules prescribed by law, and they shall be seized and sold as real
state” But Chief Iustice George Eustis claimed in Girard et aL vs Citv of New Orleans et
al. (1847) that “slaves are in no sense real estate; they are considered as immoveables”=
(…)The one quality often cited to distinguish the two was mobility, but that was not nec-
essarily the most important element.(…)Slaves, because of their relative permanence and
because of their value, would be more like an immovable than a movable. When the United
States took possession of Louisiana, different legal traditions, rules, concepts, and lan-
guage intermixed (…). But defining slaves as immovable did not mean that all of the ruIes
applied to immovables, or to realty, would attach.”
33
Sean P. DONLAN, “Entagled up in Red, White and Blue: Spanish West Florida and
the American Territory of Orleans, 1803-1810”, en Thomas Duve (ed.), Entanglements in
Legal History: Conceptual Approaches, Frankfurt, MPI, 2014, pp. 213-251.
1111
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
mismo se extendía la hipoteca. Pero podía darse el caso de que fuera separado
ulteriormente de la misma. Entonces, como sucedía en derecho francés, el
esclavo recuperaba su condición de mueble y el acreedor no podía perseguirlo
por hipoteca (art. 461). Claro está que se estaba tratando entonces de esclavos
innominados, descritos en los títulos genéricamente por su número y no por
otra identificación.
Caso diferente era cuando el esclavo merecía esa calificación de bien, por
su valor, más cerca de los “fundos”, que de los muebles. En Luisiana era per-
fectamente posible algo que se negaría radicalmente en derecho europeo con-
tinental: la anotación de la hipoteca especial de esclavos sueltos, esto es, sin
necesidad de que estuvieran adscritos a la tierra (Art. 3256). Esta posibilidad
era compatible con el criterio, que pertenecía a una tradición jurídica del ius
commune, que hacía pivotar la diferencia entre la prenda y la hipoteca sólo en
el desplazamiento de la posesión (art. 3248). Una garantía real con desplaza-
miento de posesión (nantisement) se admitía pues sobre todo tipo de bienes,
y contenía dos especies, la prenda en sentido estricto sobre muebles (gage) y
la anticresis sobre inmuebles y esclavos. En este supuesto, prenda de esclavos
podría existir, pero entonces sería anticresis (arts. 3102, arts. 3143-3148).
A diferencia de los innominados esclavos hipotecados con el fundo que,
separados del mismo, devenían muebles, para anotar la hipoteca de esclavos
sueltos era precisa una exhaustiva identificación del objeto34, que había de
acceder al registro de la parroquia donde el deudor tuviera su domicilio o
residencia habitual35. Los notarios que autorizasen las escrituras hipotecarias
tenían el deber, sometido a estrecha responsabilidad, de dar parte de las mis-
mas, en este caso, a los vendedores, deudores y acreedores.
No sólo era letra de la ley. En un crisol de tradiciones jurídicas los tribu-
nales resolvían varias cuestiones sobre el esclavo a efectos de garantía, que a
su vez partían de la diversa consideración de este bien en Luisiana, respecto
de otros Estados de la Unión. En una autorizada recopilación de la jurispru-
34
Art. 3274.—”Si ce sont des esclaves qui sont hypotheques, leurs noms, leur sexe, et,
autant que faire se peut, leur age et leur nation, doivent etre specifics dans l’acte d’hypo-
theque, afin de mieux identifier leurs personnes”.
35
Art. 3318.—”Les inscriptions des hypothèques ne peuvent affecter les biens du débi-
teur, qu’autant qu’elles ont été faites, savoir: Pour les immeubles, au bureau des hy-
pothèques de la paroisse où ces biens sont situés; Pour les esclaves, au bureau des hy-
pothèques de la paroisse où le débiteur a son domicile ou sa résidence ordinaire.= Si le
débiteur a des immeubles situés dans deux ou plusieurs paroisses, l’inscription doit se
faire au bureau des hypothèques de chacune de ces paroisses”.
1112
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
36
Jacob. D. WHEELER, A practical treatise on the Law of Slavery, New York/N.Orle-
ans, 1837, especialmente cap. IX “Mortgage of slaves”, pp. 164 y ss.
37
Agustín PARISE, “El Código civil de la Luisiana y la codificación civil hispánica: la
diseminación del texto americano mediante la inclusión en el proyecto de García Goyena”.
Que es versión española de Id. “The place of the Luisiana Civil Code in the Hispanic Civil
codifications: Inclusion in the Comments to the Spanish Civil Code Project of 1851”, Loui-
siana Law Review, nº 68, 2008, pp. 823-929.
38
Según los informes que se habían tomado, resultaba que en La Habana se exigía “un
peso por la papeleta de uno o más negros, pero si se busca por varios dueños uno por cada
uno”. Vid. José María ZAMORA Y CORONADO, Apéndice al Registro de legislación ul-
tramarina, Habana, 1839, t.I, 310.
39
Ivi, p. 311.
1113
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
40
ivi, p. 317
41
Ivi, p. 322.
42
El contador de hipotecas de Madrid tomó razón en 16 de mayo de 1835 de una escri-
tura otorgada por un teniente de fragata retirado, vecino de Matanzas, pero residente en la
Corte por la que aseguraba el pago de 6980 rs, con la hipoteca especial de “seis caballerías
de tierra” de su Hacienda en Cuba, “y los esclavos, mulata, Luisa, mayor de veinte y cinco
años, el negro Juan, de igual edad, las mulatas Merced y Bibiana de veinte y dos años de
edad”. El asiento puede examinarse en los documentos de la antigua Contaduría de Ma-
drid, custodiados hoy por el Colegio de Registradores, Manzana 24000, caja 62 y a los que
he tenido acceso gracias a Juan María Diaz Fraile, y a Ernesto Calmarza.
43
Apud Joaquín RODRIGUEZ SAN PEDRO, ET ALII, Legislación ultramarina, Ma-
drid, Vinuesa, 1866, VII, p. 337. Un año después, sin embargo, la propia Audiencia debía
resolver la duda sobre si entender canceladas las anotaciones anteriores al auto acordado,
o si los anotadores pueden seguir expidiendo certificaciones de estos asientos. Duda que
resuelve en este último sentido en 15 de diciembre de 1847, “conforme al justo principio de
la no retroacción asentada en el propio artículo” ivi.
1114
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
(…) lo que ha dicho muchas veces, que el registro debe limitarse á los gra-
vámenes que se imponen sobre bienes raíces, entendiéndose por tales ade-
más de casas, heredades y otros de esta calidad, inherentes al suelo: “Los
censos, oficios y otros derechos perpetuos que puedan admitir gravámen ó
constituir hipoteca.” No procede por consiguiente la anotación de lo que con
impropiedad se llama hipoteca sobre esclavos, á no ser que se consideren
como parte de la finca que se hipoteca, y entonces no hay para qué expresar
sus nombres sino el número (…).44
1115
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
remacharon este sentido. No hay hipoteca sino sobre inmuebles, y prenda sino
sobre muebles. García Goyena en las Concordancias del nonato Código civil de
1851, se pronunciaba inequívocamente sobre que ese proyecto, por fin, pondría
fin a la confusión, adoptando en la norma lo que el uso había ya consolidado48.
Desde España García Goyena no solo hacía la vista gorda a la dimensión escla-
vista del Código civil de Luisiana, sino también los oídos sordos a las reclama-
ciones de plantadores y anotadores de hipotecas cubanos y puertorriqueños,
que hasta mediados de siglo podían seguir pensando que el sistema de 1768 no
contenía prohibición de hipoteca especial de esclavo.
Pedro Gómez de la Serna, en su prácticamente auténtico comentario so-
bre la Ley Hipotecaria de 1861, se pronunciaba sobre los antecedentes ameri-
canos de esta legislación y, concretamente, sobre el alcance de las cédulas de
1768 y 1778, y sobre la instrucción novohispana de 1783. En su comentario no
dejaba lugar a dudas: en aquella ocasión la Monarquía por fin había puesto
término al registro de hipotecas sobre muebles49.
Al año siguiente, con motivo de la aprobación de la ley hipotecaria espa-
ñola, uno de los directores de la Revista de Jurisprudencia y Administración
de Cuba, publicaba su respuesta a la cuestión: “Al aplicar a la Isla de Cuba
la ley hipotecaria de la Península, ¿sería necesario introducir en ella alguna
modificación que le amoldase á la esclavitud?”50. Allí volvía a confirmar la
1116
HIPOTECA DE ESCLAVOS. GARANTÍAS REALES MOBILIARIAS...
51
“La índole la naturaleza propia de las cosas es inalterable cuando los legisladores la
olvidan intentan aplicarles reglas que están en pugna con aquellas cualidades esenciales la
fuerza de las leyes naturales se manifiesta dejando inertes paralizados los esfuerzos de la
legislacion humana.=Tal no otra cosa sucedería si se intentase sujetar los esclavos las pres-
cripciones que regulan las hipotecas. (…) Al tratar de la aplicacion de la Ley Hipotecaria de
la Península a estos dominios, se ha suscitado por algunos la cuestion de si consintiendo
una parte muy principal de nuestros predios rústicos en las dotaciones de esclavos anexas
ellos, deberán incluirse en la hipoteca los siervos, tomarse razon de ellos como cosa sujeta
las mismas condiciones que el fundo gravado. Abogando por la afirmativa de esta duda ha
llegado hasta decirse que desde el momento en que no se contase con la garantía del valor
de las dotaciones nominalmente inscritas en los pactos hipotecarios, quedaría destruido
para siempre el crédito de los hacendados, sin que hubiese quien facilitara cantidad alguna
con la garantía de los predios. Es el objeto de estas líneas demostrar, empero, que la adop-
cion de la Ley Hipotecaria en este pais sin modificacion alguna en cuanto la propiedad
servil, no alteraría en lo más mínimo la situación actual de los propietarios, ni introduciría
novedad en la facultad de hipotecar esclavos (…)”ibid.
52
Antonio AMBROSIO GRAY, Reforma de la Legislacion hipotecaria en la isla de
Cuba, tesis para el doctorado de jurisprudencia, sostenida ante el Claustro de la Univer-
sidad de La Habana el dia 30 de agosto de 1871, La Habana, 1871, El autor propugnaba
la aplicación directa de la legislación metropolitana sin reforma alguna, “(...)puesto que
la traslación del dominio de los inmuebles y los gravámenes que pueden imponerse, son
iguales en todas partes=La indole de nuestra propiedad ha dado, sin embargo, motivo de
que surja la idea de modificaciones para la referida aplicación y lo consideramos deteni-
damente. Nuestros ingenios de elaborar azucar; que son los más valiosos predios y de más
rica producción, (...) están constituidos todavía con dotaciones de esclavos que más que la
calidad de sus terrenos, siembras, fábricas y aperos influían en su estimación, dando por
consecuencia que se considerasen tales dotaciones partes integrantes de los fundos rústi-
1117
FERNANDO MARTÍNEZ PÉREZ
En definitiva, en esta segunda mitad del siglo XIX en España, pero tam-
bién en América, ya parecía haberse recibido la solución del código que con-
sistía en la apropiación del sentido exclusiva y naturalmente inmobiliario de
la hipoteca. La indiscutida relevancia de la propiedad inmueble en el Ocho-
cientos europeo, en el contexto de una profunda transformación del régimen
jurídico de la propiedad de la tierra, contribuyó a reforzar esta interpretación.
Porque se asoció, en una medida que no se había logrado hasta entonces, pro-
piedad inmobiliaria, garantía real y publicidad de gravámenes, transacciones
y títulos a través de un sistema de registros.
cos, así para la inscripción general de la propiedad como para que sean materia y objeto de
la hipoteca; reglamentóse de tal manera y se ha venido observando hasta el presente.=Pero,
como se ha manifestado, de acuerdo con los buenos principios, restringióse esta práctica,
limitándose á los que formaban comunidad en los fundos. Las modificaciones que ha su-
frido nuestra propiedad y recientes disposiciones, dejan de hacer necesario lo que siempre
fue contradictorio en sí mismo (…). La eliminacion del semoviente, por una ficción legal
considerado comprendido en las cosas materia de contratacion, no afecta ciertamente los
elementos del crédito, antes lo consolidan, restableciendo la estimacion del inmueble (…)
el principio que caracteriza la ley, de que nos venimos ocupando, es terminante. Para ser
consecuente deben subordinársele todos los inconvenientes, que, siendo aquel indiscuti-
ble, no pueden estos dejar de ser viciosas corruptelas. La perfección a que se aspira no es
dable obtenerla sin la perpetuidad de la garantía. No desnaturalicemos la ley, respetemos
sus tendencias y aprovecharemos sus saludables efectos”, pp. 18-19.
1118
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
Resumen: Desde 1513 hasta 1821, el área conocida como las Floridas estuvo bajo la
corona española con la excepción de veinte años en el siglo XVIII cuando perteneció a la co-
rona inglesa. Durante más de 300 años las Floridas fueron territorio español, pero se sabe
muy poco sobre la aplicación del derecho indiano en dichas provincias, las instituciones en
que la población litigaba, y los tribunales y oficiales legales existentes. Esta contribución
describe la literatura secundaria que existe sobre los tribunales españoles en las Floridas,
y particularmente en la Florida Oriental, y las fuentes más importantes de documentos re-
lacionadas con ellos. Existen unas fuentes bastante grandes e importantes de documentos
legales y de pleitos, sobre todo en el segundo período español (1783-1821), que aún no se
han investigado y que esperan el interés de los historiadores del derecho.
Palabras clave: Las Floridas, tribunales, instituciones, jueces, derecho indiano,
fuentes.
Abstract: From 1513 to 1821, the area known as the Floridas was under the the Spa-
nish crown with the exception of twenty years in the eighteenth century when it belonged to
Britain. For more than three hundred years, the Floridas were Spanish territory, but little
is known about the application of Derecho Indiano in these provinces, the institutions in
which people litigated, and the extant tribunals, and legal officials. This contribution descri-
bes the secondary literature on Spanish tribunals in the Floridas, particularly in East Flori-
da, and the sources and documents related to the tribunals. Large and important sources of
legal documents and trials exist, above all for the second Spanish period (1783-1821). These
documents have not been investigated and await the interest of legal historians.
Keywords: the Floridas, courts, institutions, judges, Derecho Indiano, source.
Este estudio se trata de los tribunales españoles, desde el comienzo del con-
tacto con los europeos hasta el momento en que España cedió las Floridas a
los Estados Unidos en 1821 en la región que hoy es el estado de la Florida.
1119
MATTHEW CAMPBELL MIROW
1
Veáse, generalmente, CHRISTOPHER A. VALLANDINGHAM, “Tracking Down Le-
gal Sources on Prestatehood Florida” en MICHAEL CHIORAZZI y MARGUERITE MOST,
EDS., Prestatehood Legal Materials: A Fifty-State Research Guide, New York, Haworth
Information Press, 2005, vol. 1, pp. 249-275. Una versión simplificada en inglés de esta
ponencia será publicada como M.C. MIROW, “Spanish Courts” en ROBERT M. JARVIS,
ED., Florida’s Other Courts: Unusual Justice in the Sunshine State (en prensa).
2
M.C. MIROW, Latin American Law: A History of Private Law and Institutions in
Spanish America, Austin, University of Texas Press, 2004, pp. 19-33.
3
JOHN J. TEPASKE, The Governorship of Spanish Florida 1700-1763, Durham, Duke
University Press, 1964, p. 20.
4
TEPASKE, op.cit., p. 16. Para una lista de gobernadores de la Florida de 1565 a 1706
veáse AMY BUSHNELL, The King’s Coffer: Proprietors of the Spanish Florida Treasury
1565-1702, Gainesville, University Presses of Florida, 1981, pp. 141-142. Para una lista de
gobernadores de la Florida de 1699 a 1764 veáse TEPASKE, op.cit., p. 231.
5
TEPASKE, op.cit., p. 20.
6
TEPASKE, op.cit., p. 20.
1120
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
7
Para el origen y naturaleza del gobernador veáse TEPASKE, op.cit., pp. 7-9. El alcance
de las atribuciones del gobernador fue establecida por la concesión del título y la ley real. TE-
PASKE, op.cit., pp. 20, 23. Ver, Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias, Lib. 5, Tít.
2, LL. 1-52 (1791, a continuación “R.I.”). AMY TURNER BUSHNELL, “Republic of Spaniards,
Republic of Indians,” en MICHAEL GANNON, ED., The History of Florida, Gainesville, Uni-
versity Press of Florida, 2013, pp. 77, 89; MIROW, Latin American Law, op.cit., pp. 11-18.
8
R.I., Lib. 5, Tít. 2. L. 11.
9
MICHAEL GANNON, “First European Contacts”, en GANNON, The History of Flori-
da, op.cit., pp. 18-27. Ver también ENRIQUE SÁNCHEZ GOYANES, “Cómo y de la Mano
de Quién se fundó por España el Derecho en Norteamérica hace hoy 500 años”, Diario
La Ley, no 8387, Sección Doctrina, 29 de Septiembre de 2014, año 35, Editorial La Ley,
6291/2014 (2014), pp. 1-21 (enfocándose en las ordenanzas relacionadas con los viajes de
Ponce de León y los intentos de asentamiento incluyendo una concesión de jurisdicción
civil y criminal a él en 1512. Idem., p. 6).
10
BUSHNELL, “Republic of Spaniards”, op.cit., pp. 77, 89; MIROW, op. cit., pp. 11-18.
11
GANNON, “First European Contacts”, op.cit., p. 26; EUGENE LYON, “Settlement and
Survival,” en GANNON, The History of Florida, op.cit., p. 58; TePaske, op.cit., pp. 9-10.
1121
MATTHEW CAMPBELL MIROW
12
LYON, op.cit., p. 67.
13
LYON, op.cit., p. 72.
14
BUSHNELL, “Republic of Spaniards”, op.cit., p. 76.
15
MIROW, Latin American Law, op.cit., pp. 12, 26, 62, 64.
16
AMY BUSHNELL, “The Nobel and Loyal City, 1565-1668”, en JEAN PARKER WA-
TERBURY, ED., The Oldest City: St. Agustine Saga of Survival, St. Augustine, St. Au-
gustine Historical Society, 1983, p. 33; PEDRO MENÉNDEZ, Ordinances which Pedro
Menéndez . . . Instituted in these Provinces of Florida, en EUGENE LYON, ED., Pedro
Menéndez de Avilés, New York, Garland Publishing, 1995, p. 274.
17
Para aspectos generales del cabildo ver R.I., Lib. 4, Tít. 9, LL. 1-23.
18
TEPASKE, op.cit., p. 26. Órdenes emitidas en 1761 para establecer un ayuntamiento
en San Agustín ya no importó cuando el territorio fue transferido a Inglaterra en 1763.
TEPASKE, op.cit., p. 27.
1122
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
jurisdicción penal y civil del gobernador19. Debido a que a los alcaldes se les dio
un voto en el cabildo, estos fueron vistos como miembros del mismo20.
A lo largo del imperio español, los alcaldes en primera instancia general-
mente tramitaban asuntos penales y civiles. Un fiscal con formación jurídica
y un procurador podían representar a la corona en casos penales y proporcio-
nar opiniones legales. Del mismo modo, un asesor podía proporcionar aseso-
ramiento relacionado con derecho militar, civil, y penal. Otros funcionarios
entregaban citaciones, recolectaban las multas, y mantenían los registros es-
critos de los pleitos21.
Los estudiosos han debatido la existencia del cabildo en San Agustín
durante el primer período español. Si la existencia de un cabildo estuviera
vinculada con los jueces locales, este debate podría tener mayor importan-
cia a medida que la búsqueda de los tribunales locales fuera del ámbito de
competencia directa del gobernador. TePaske establece que el cabildo de la
ciudad desapareció de la Florida cuando los habitantes originales se fueron
en 157022. Bushnell cuestiona la afirmación:
19
Estos jueces estaban encargados de “oir en primera instancia todos los negocios, cau-
sas, y cosas que el gobernador o su comandante podian escuchar en materia civil y crimi-
nal”. R.I., Lib. 5, Tít. 3, L. 1.
20
R.I., Lib. 5, Tít, 3, L. 15.
21
TEPASKE, op.cit., p. 59.
22
TEPASKE, op.cit., p. 27.
23
BUSHNELL, The King’s Coffer, op.cit., p. 107.
24
BUSHNELL, The King’s Coffer, op.cit., pp. 107-113.
1123
MATTHEW CAMPBELL MIROW
25
Si los alcaldes ordinarios estaban disponibles, estaba prohibido que el gobernador
escuchara las causas civiles y criminales bajo su jurisdicción. R.I., Lib. 5, Tít. 2, L. 14.
26
VALLANDINGHAM, op.cit., p. 252.
27
TEPASKE, op.cit., pp. 59-60. Si no estaban entrenados en materia legal, los goberna-
dores de otras ciudades mas grandes eran provisionados con consejeros legales. R.I., Lib.
5, Tít. 2, LL. 37-40.
28
TEPASKE, op.cit., pp. 61-64.
1124
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
29
Ver, RICHARD L. KAGAN, Law Suits and Litigants in Castile, 1500-1700, Chapel
Hill, University of North Carolina Press, 1981.
30
TEPASKE, op.cit., p. 5.
31
JUAN IGNACIO ARNAUD RABINAL, ALBERTO BERNÁRDEZ ÁLVAREZ, PEDRO
MIGUEL MARTÍN ESCUDERO y FELIPE DEL POZO REDONDO, “Estructura de la
Población de una Sociedad de Frontera: la Florida Española, 1600-1763”, Revista Com-
plutense de Historia de América, t. 17, Madrid, Universidad Complutense de Madrid,
1991, pp. 95, 98,100, 106, 108, 117; JOHN R. DUNKLE, “Population Changes as an El-
ement in the Historical Geography of St. Agustine”, Florida Historical Quarterly, t. 37,
Melbourne, Florida Historical Society, 1958, pp. 3-22.
32
TEPASKE, op. cit., p. 58.
33
R.I., Lib. 5, Tít. 2, L. 1.
34
R.I., Lib. 5. Tít. 10, L. 15.
1125
MATTHEW CAMPBELL MIROW
35
TEPASKE, op.cit., pp. 33-57, 68-69.
36
TEPASKE, op.cit. pp. 35-36 citando AGI, Escribanía de Cámara, Legajo 153A, Papel
del fiscal, 21 de noviembre de 1721; y AGI, Santo Domingo, Legajo 833, Consulta del Con-
sejo de las Indias, 28 de noviembre de 1721.
37
TEPASKE, op.cit., p. 40.
38
TEPASKE, op.cit., pp. 41, 42, 53.
39
TEPASKE, op.cit., pp. 43, 47-48.
40
EUGENE LYON, “Spain’s Sixteenth-Century North American Settlement Attempts: A
1126
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
1127
MATTHEW CAMPBELL MIROW
45
LYON, “Settlement and Survival”, op.cit., p. 74, nn. 6 y 8 (con referencia a “AGI Es-
cribanía de Cámara”). Los escribanos de cámara estaban encargados de cuidar los papeles
de las audiencias. R.I., Lib. 2, Tít. 23, LL. 1-63.
46
El autor le da las gracias a la Dra. Marisol Floren, FIU College of Law Library, por su
asistencia con la información de la Stetson Collection, P.K. Yonge Library of Florida Histo-
ry, University of Florida, Gainesville, Florida. http://web.uflib.ufl.edu/spec/pkyonge/stet-
sonp.html. Ahora la colección está en la Sociedad Histórica de San Agustin. Además de las
copias del paquete “Escribanía de Cámara,” la Colección Stetson contiene copias de papeles
de la clasificación “Justicia,” un lugar prometedor para iniciar con los papeles legales de la
Florida. PAUL E. HOFFMAN, “New Numbers for the Stetson Collection”, Florida Histori-
cal Quarterly, t. 55, no 3, Melbourne, Florida Historical Society, 1977, pp. 349-351.
47
P.K. Yonge Library of Florida History, Stetson Collection, 1512-1783 [microform]:
Spanish Florida Borderlands Calendar of the P.K. Yonge Library of Florida History, 1980.
48
UNIVERSITY OF FLORIDA DIGITAL COLLECTIONS, Unearthing St. Augustine’s
Colonial Heritage, Calendar Cards Descriptive by Year of Manuscript Documents Drawn
from the Archivo General de Indias in Sevilla. http://ufdc.ufl.edu/USACH00595/
49
Portal de Archivos Españoles, http://pares.mcu.es/.
1128
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
50
SUSAN RICHBOURG PARKER y WILLIAM S. COKER, “The Second Spanish Period
in the Two Floridas”, en GANNON, The History of Florida, op.cit., p. 162.
51
M.C. MIROW, “Law in East Florida, 1783-1821”, American Journal of Legal Histo-
ry, t. 55, Philadelphia, Temple University Press, 2015, pp. 89-118. Muchos de estos docu-
mentos estan disponibles en Slavery and Anti-Slavery: A Transnational Archive, http://
www.gale.com/primary-sources/slavery-and-anti-slavery/. Ver MABEL M. MANNING,
“The East Florida Papers in the Library of Congress”, Hispanic American Historical Re-
view, t. 10, Durham, Duke University Press, 1930, pp. 392-397 (discusión sobre la mi-
gración de los Papeles de la Florida Occidental); IRENE A. WRIGHT, “The Odyssey of the
Spanish Archives of Florida”, en A. CURTIS WILGUS, ED., Hispanic American Essays:
A Memorial to James Alexander Robertson, Chapel Hill: University of North Carolina
Press, 1942, pp. 169-207 (una descripción detallada de la migración de los papeles de Es-
paña del este al oeste de la Florida).
1129
MATTHEW CAMPBELL MIROW
fue capturado y los registros fueron arrojados por la borda52. No está claro
si todos los registros fueron destruidos. Wright describe la migración de un
número importante de manuscritos relacionados con títulos de propiedad
en la Florida Occidental desde 1781 a 1821. Sin embargo es probable que la
mayoría de estos documentos contegan encuestas y donaciones, ellos no han
sido examinados para ver si contienen causas legales y registros de los tribu-
nales53. Por otra parte, los papeles de la Florida Occidental no se mantuvieron
juntos y fueron movidos de un lugar a otro en virtud de menos seguridad
comparativamente con los de la Florida Oriental. Un incendio destruyó do-
cumentos adicionales de la Florida Occidental después de su traslado a los
Estados Unidos y antes de 188554. Boggs describe los seis esfuerzos diplomá-
ticos para recuperar los registros de tierras de Cuba y llegó a la conclusión de
que un número significativo de documentos legales de la Florida Oriental y
Occidental se encuentran todavía en Cuba o que fueron trasladados a España
en 1888 y 188955. Estas descripciones de la pérdida y dispersión de documen-
tos relacionados con la Florida Occidental indican que la reconstrucción de
los tribunales de Florida Occidental y las instituciones jurídicas en el segundo
período español será una tarea bastante difícil.
En el segundo período, la Florida Oriental y la Occidental estuvieron
bajo la jurisdicción de una persona que era o bien el capitán general de Cuba
o el virrey de Nueva España56. Por ejemplo, en 1781, después de que Bernar-
do de Gálvez había logrado ganar control sobre Mobile y Luisiana por los
españoles, se le concedió una capitanía general sobre estos territorios y las
Floridas. El dominio sobre estas áreas terminó con su muerte en 178657. La
supervisión de las Floridas fue trasladada de Nueva España a Cuba por razo-
nes de facilidad administrativa y como recompensa al nuevo capitán general,
José de Espeleta58. Independientemente de la subdivisión política dada a la
supervisión de las Floridas, era una práctica común para sus gobernantes el
52
PARKER y COKER, “The Second Spanish Period”, op.cit., p. 172. También parece ser
que muchos de los papeles se perdieron en un incendio el 24 de octubre de 1810. DUVON
CLOUGH CORBITT, “The Administrative System in the Floridas, 1781-1821”, Tequesta, t.
2, Cocoa, Florida Historical Society, 1942, p. 52.
53
WRIGHT, op.cit., pp. 169-171, 202-207.
54
WRIGHT, op.cit., pp. 183-185, 188, 190-207.
55
GLENN BOGGS, “The Case of Florida’s Missing Real Estate Papers”, Florida Bar
Journal, t. 77, no 9, Tallahassee, Florida Bar, 2003, pp. 10-17.
56
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., p. 41.
57
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., pp. 42-43.
58
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., p. 43.
1130
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
59
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., p. 44.
60
La complejidad jurídica y jurisdiccional de la Florida Occidental en el segundo perío-
do es analizada en SEÁN PATRICK DONLAN, “Entangled up in Red, White, and Blue:
Spanish West Florida and the American Territory of Orleans, 1803-1810”, en THOMAS
DUVE, ED., Entanglements in Legal History: Conceptual Approaches, Frankfurt am
Main, Max Planck Institute for European Legal History, 2014, pp. 213-251.
61
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., pp. 45-46, 49.
62
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., p. 59.
63
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., pp. 61-62.
64
Veáse e.g., Petición, 17 de julio de 1802, East Florida Papers (Manuscript Div., Library
of Cong.) (a continuación “E.F.P.”), Reel 157, Part I, ff. 5v-12; Dictámen, 23 de agosto de
1131
MATTHEW CAMPBELL MIROW
1802, E.F.P., Reel 157, Part I, ff. 18-49; Decreto, 26 de agosto de 1802, E.F.P., Reel 157, ff.
49-49v.
65
E.F.P., Reel 152, 4 de abril de 1794, No. 18, Item 1794-10, f. 18.
66
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., p. 50.
67
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., p. 57. En referencia a la manera en que
un fuero personal podría interferir con los procedimientos judiciales estandar, Corbitt
escribe, “La administración de justicia española fue una mezcla confusa porque muchas
personas gozaban de fueros, o el derecho a estar juzgados en los tribunales especiales de
su clase, rango, orden u organización. Las demandas en las Floridas con fueros llegaban
a España a traves de la Havana, donde el capitan general ordinariamente presidia los tri-
bunales especiales de apelación. Las demandas ordinarias iban a la audiencia en Santo
Domingo (en Puerto Príncipe, Cuba después de 1800) antes de ir a España.” CORBITT,
“Administrative System”, op.cit., p. 57 n. 10. Parece que se reconocian derechos de fuero
desde los primeros dias del contacto español. SÁNCHEZ GOYANES, op.cit., p. 8.
1132
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
68
DONLAN, op.cit., p. 232.
69
DONLAN, op.cit., p. 232.
70
DUVON CLOUGH CORBITT, “The Administrative System in the Floridas II, 1781-
1821”, Tequesta, t. 3, Cocoa, Florida Historical Society, 1943, p. 59.
71
CORBITT, “Administrative System II”, op.cit., p. 60.
72
CORBITT, “Administrative System II”, op.cit., p. 60.
73
CORBITT, “Administrative System II”, op.cit., p. 62.
1133
MATTHEW CAMPBELL MIROW
74
CORBITT, “Administrative System II”, op.cit., p. 62.
75
CORBITT, “Administrative System II”, op.cit., p. 62.
76
CORBITT, “Administrative System II”, op.cit., p. 63.
77
MANNING, op.cit., pp. 393-394.
78
Extensos materiales de fuentes primarias y secundarias de otorgamiento de tierras se
pueden encontrar en https://www.floridamemory.com/collections/spanishlandgrants/
related.php#p
79
M.C. MIROW, “Causas civiles en la Florida Oriental, 1785-1821”, en RICARDO RABI-
NOVICH-BERKMAN y AGUSTÍN PARISE, EDS., Estudios en Homenaje al Profesor Doctor
Don Abelardo Levaggi, Buenos Aires: Editoral de la UBA, en prensa); M.C. MIROW, “The
Constitution of Cádiz in Florida”, Florida Journal of International Law, t. 24, no 2, Gaines-
ville, University of Florida, 2012, pp. 271-330; MIROW, “Law in East Florida, 1783-1821”,
op.cit., pp. 89-118; M.C. MIROW, “Testamentary Proceedings in Spanish East Florida, 1783-
1821”, en TROY L. HARRIS, Studies in Canon Law and Common Law in Honor of R.H.
Helmholz, Berkeley, The Robbins Collection, 2015, pp. 281-301; ALEJANDRO QUIROGA
FERNÁNDEZ DE SOTO, “Military Liberalism on the East Florida “Frontier”: Implementa-
1134
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
tion of the 1812 Constitution”, Florida Historical Quarterly, t. 79, Melbourne, Florida His-
torical Society, 2001, pp. 441-468.
80
LAURA J. KELLS, East Florida: A Register of its Papers in the Library of Congress
(A Finding Aid to the Collection of the Library of Congress), Washington, Library of
Congress, 2001, pp. 4-10, http://rs5.loc.gov/service/mss/eadxmlmss/eadpdfmss/2005/
ms005002.pdf.
81
KELLS, op.cit., pp. 19, 21, 33, 39-48, 54-55.
82
LIBRARY OF CONGRESS, Handbook of Manuscripts in the Library of Congress,
Washington, Library of Congress, 1918, pp. 121-122; LIBRARY OF CONGRESS, Report of
the Librarian of Congress, Washington, Library of Congress, 1903, p. 59.
83
MIROW, “Causas civiles”, op.cit.
84
MIROW, “Law in East Florida”, op.cit., pp. 97-103.
85
E.F.P., Reel 151, 31 de julio de 1790, Item 1790-2.
86
MIROW, “Law in East Florida”, op.cit., pp. 99, 103.
1135
MATTHEW CAMPBELL MIROW
87
E.F.P., Reel 157, Part I, ff. 1-330; E.F.P., Reel 157, Part II, ff. 1-235; E.F.P., Reel 157,
Part III, ff. 1-130. Ver, M.C. MIROW, “Scots Traders and Spanish Law in East Florida”,
en SERGE DAUCHY y HEIKKI PIHLAJAMÄKI, EDS. The Influence of Colonies on Com-
mercial Law and Practice (en prensa). Sobre Panton Leslie, veáse, WILLIAM S. COKER y
THOMAS D. WATSON, Indian Traders of the Southeastern Spanish Borderlands: Pan-
ton, Leslie & Company and John Forbes & Company, 1783-1847, Gainesville, University
Presses of Florida, 1986.
88
MIROW, “Testamentary Proceedings”, op.cit., pp. 281-301.
89
MIROW, “Testamentary Proceedings”, op.cit., pp. 297-300.
90
CORBITT, “Administrative System”, op.cit., p. 47.
91
KELLS, op.cit., pp. 19, 21, 33, 39-48, 54-55.
1136
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
Hubo varias otras instituciones y lugares en los que se aplicaron las deci-
siones de los tribunales españoles y derecho colonial español para resolver
las reclamaciones de individuos. Estos fueron generalmente el resultado de
tratados que preveían la restitución de objetos perdidos de aquellos que su-
frieron los efectos económicos de la guerra o los cambios en la soberanía.
Tratados relativos a la transferencia de la región de España a Gran Bretaña,
de Gran Bretaña a España, y de España a los Estados Unidos reconocieron los
derechos sobre la tierra que podría depender de resoluciones o leyes españo-
las92. Parker y Coker mencionan, por ejemplo, una colección de manuscritos
de materiales sobre Declaraciones de Guerra Patriota en la Sociedad Históri-
ca de San Agustín y las reclamaciones de las concesiones de tierras españolas
en los Archivos del Estado de Florida93. Poco se sabe sobre el funcionamiento
de dichas comisiones y en particular la manera en que los registros españoles
se usaron y fueron interpretados para establecer reclamaciones y título94.
Una institución importante fue la comisión creada para resolver las re-
clamaciones de tierras después de que la Florida se convirtió en territorio
de los Estados Unidos. Basados en dos artículos del Tratado de Adams-Onís
donde Florida fue transferida a los Estados Unidos, una comisión de Estados
Unidos celebró su primera sesión en 1823 para determinar reclamaciones de
92
Para confirmaciones estadounidenses de otorgamiento de tierras en Florida, veáse
https://www.floridamemory.com/collections/spanishlandgrants/. Veáse también una de-
tallada lista de materiales relacionados con confirmaciones estadounidenses de otorgamien-
tos en American State Papers en VALLANDINGHAM, op.cit., p. 274 n. 104. Hoy en día,
los abogados de la Florida también tienen interés en estos materiales. BOGGS, “The Case
of Florida’s Missing Real Estate Papers”, op.cit., pp. 10-17; GLENN BOGGS, “Florida Land
Titles and British, Not Just Spanish, Origins”, Florida Bar Journal, t. 81, no 7, Tallahassee,
Florida Bar, 2007, p. 23.
93
PARKER y COKER, “The Second Spanish Period”, op.cit., p. 178.
94
Trabajos similares sobre documentos españoles y leyes coloniales españolas fueron re-
alizadas después del Tratado de Guadalupe Hidalgo. Ver e.g., UNITED STATES GENERAL
ACCOUNTING OFFICE, The Treaty of Guadalupe Hidalgo: Findings and Possible Options
Regarding Longstanding Community Land Grant Claims in New Mexico, Washington,
General Accounting Office, julio 2004, pp. 33-34 (GAO-04-59) http://www.gao.gov/new.
items/d0459.pdf. Ver, GUADALUPE T. LUNA, “En el Nombre de Dios Todo-poderoso: The
Treaty of Guadalupe Hidalgo and Narrativos Legales’, Southwestern Journal of Law and
Trade in the Americas, t. 5, Los Angeles, Southwestern University School of Law, 1998, pp.
45-75; GUADALUPE T. LUNA, “Realism and the Treaty of Guadalupe Hidalgo: A Fraction-
alized Legal Template”, t. 2015, Madison, University of Wisconsin, 2015, pp. 519-556.
1137
MATTHEW CAMPBELL MIROW
4. Conclusión
95
GEORGE C. WHATLEY y SILVIA COOK, “The East Florida Land Commission: A
Study in Frustration”, Florida Historical Quarterly, t. 50, no 1, Melbourne, Florida Histor-
ical Society, 1971, pp. 39-52; WRIGHT, op.cit., p. 179.
96
WHATLEY y COOK, op.cit., p. 41. Las cortes y los comisionados de tierras durante el
período territorial de 1821 a 1845 fueron abrumadas con casos relacionados con tierras,
muchos de los cuales, dependian de títulos en español. BOGGS, “The Case”, p. 13-14.
97
WHATLEY y COOK, op.cit., pp. 43-52.
98
WHATLEY y COOK, op.cit., p. 45.
99
WHATLEY y COOK, op.cit., p. 52. Veáse. e.g., United States v. Arredondo, 31 U.S. 691
(1832); United States v. Percheman, 32 U.S. 51 (1833); United States v. Clarke, 33 U.S. 436
(1834); United States v. Wiggins, 39 U.S. 334 (1840). Una lista de 50 casos similares se
puede encontrar en BOGGS, “Florida Land Titles”, op.cit., p. 31.
1138
LOS TRIBUNALES DE LA FLORIDA ORIENTAL
100
DONLAN, op.cit., p. 231.
1139
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN
DE ELEMENTOS JURÍDICOS NO SUSTANTIVOS DE DETERMINADAS
FIGURAE IURIDICAE EN EL SISTEMA DEL DERECHO COMÚN
Y SU PROYECCIÓN INDIANA
Resumen: Dentro del sistema del derecho común, las diversas categorías, figurae
iuridicae, no pueden alterar sus elementos sustantivos, pero si pueden ser objeto de va-
riaciones normativas aspectos formales de las mismas, los adminicula iuris, que podrían
resultar alterados por circunstancias específicas. Para salvaguardar, de manera cautelar,
las disposiciones mortis causa, las normas exigen una determinada solemnidad. El testa-
mento como categoría jurídica no cambia, pero son susceptibles de variaciones normati-
vas aspectos formales del mismo, partes secundarias, los adminicula iuris.
Palabras clave: testamento, figura jurídica, adminicula iuris, testigos, literatura ju-
rídica europea, literatura jurídica indiana.
1141
EMMA MONTANOS FERRÍN
1. Objeto de estudio
1
“La raffinata disciplina di ius commune sui testamento era tutta costruita sulla necessità
di evitare frodi e violenze a damno del testatore”, MANLIO BELLOMO, “Perché lo storico
del diritto europeo deve occuparsi dei giuristi indiani?”, Rivista Internazionale di Diritto
Comune, 11, Roma, 2000, p. 28. En efecto, “è noto che il testamento è un atto grave, soggetto
a mille possibili frodi, e per questo circondato dalle cautele del legislatore”, ORAZIO CON-
DORELLI, “Norma giuridica e norma morale, giustizia e salus animarum secondo Diego de
Covarrubias. Riflessioni a margine della Relectio super regula Peccatum”, Rivista Interna-
zionale di Diritto Comune, 19, Roma, 2008, p. 25. Condorelli aborda en esta investigación
el ámbito de la historia del pensamiento teológico y jurídico en el tema que afronta Diego
de Covarrubias en su Relectio super regula “Peccatum” planteando “l’interconnessione tra
morale, teologia e diritto”, CONDORELLI, op cit., p. 33. En otro estudio el mismo autor,
fijándose en la cautela que supone el juramento, manifiesta cómo “l’esperienza giuridica del
diritto comune attesta l’uso del giuramento al fine di rendere irrevocabile il testamento”,
ORAZIO CONDORELLI, “Il testamento confermato dal giuramento tra diritto canonico e
diritto civile (secoli XIII-XVIII)”, Der Einfluss der Kanonistik auf die europäische Rechts-
kultur. I. Zivil- und Zivilprozessrecht”, herausgegeben von Orazio Condorelli – Franck
Roumy - Mathias Schmoeckel, Norm und Struktur 37.1, 2009, p. 335. En un tercer artículo
CONDORELLI analiza los canonistas que encuadran la normativa constituida por las leyes
romanas sobre las formalidades testamentarias y las normas canonísticas que incidían sobre
este campo específico, ORAZIO CONDORELLI, “Ricerche intorno a una decretale di Inno-
cenzo III indirizzata all’arcivescovo di Lund (Ex litteris, X.1.4.2, 1198)”, Rivista Internazio-
nale di Diritto Comune, 21, Roma, 2010, págs. 55-92.
2
JUAN DE MATIENZO, J. Commentaira [sic]… in librum quintum recollectionis le-
gum Hispaniae, tit. IV, de los testamentos, y commissarios para los poder hazer, y de los
executores testamentarios. l. I. que pone la solemnidad de testigos que son necesarios
nel testamento nuncupativo, Mantuae Carpentanae, 1580, fols. 62va-101vb. Del amplio
contenido, que abarca 19 glosas a esta ley, he puesto como objeto de mi estudio las siete
primeras (fols. 62 va-72vb) que, a mi modo de ver, resultan suficientemente expresivas al
objeto de mi investigación.
3
“Ancora una volta risulta chiaro ed evidente il legame funzionale che esisteva fra il ius
1142
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
1143
EMMA MONTANOS FERRÍN
gada por Alfonso XI del año 1346 recogida más tarde, en 1484, en las “Ordenanzas reales
de Castilla” 5, 2, 4 habría sido objeto de diversidad de interpretaciones como demuestra el
que su contenido fuera llevado más tarde a las Cortes de Toro del año 1505.
7
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa III sobre lex nostra ante legem Tauri, nr.1,
fol. 65va: “Inter antiquos regni nostri iurisperitos erat non modica controversia, ante lex
ista formam praebens testamento, intelligeretur in testamento nuncupativo an in testa-
mento in scriptis…”.
8
Leyes de Toro (1505), ley III: “Ordenamos y mandamos que la solemnidad de la ley del
ordenamiento del Señor D. Alfonso, que dispone quantos testigos son menester en el testa-
mento, se entienda y platique en el testamento abierto, que en latin es dicho nuncupativo,
ora entre los hijos, descendientes legitimos, ora entre los herederos estraños: pero en el
testamento cerrado que en latin se dice in scriptis, mandamos que intervengan a lo menos
siete testigos con un escribano: los quales ayan de firmar encima de la escritura del dicho
testamento, ellos y el testador si supieren o pudieren firmar, y si no supieren, y el testador
no pudiere firmar, que los unos firmen por los otros de manera que sean ocho firmas, y el
signo del escrivano…”.
9
C.6.42.32.1: “Cum enim res per testium sollemnitatem ostenditur, tunc et numerus
testium et nimia subtilitas requirenda est, lex enim, ne quid falsitatis incurrat per duos for-
te testes compositum, maiorem numerum testium expostulat, ut per ampliores homines
perfectissima veritas reveletur”.
10
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa III sobre lex nostra ante legem Tauri, nr.
2, fol. 65va: “… Solemnitas iure commnuni requisita, ut communiter resolvitur, est ut in
confectione adsint septem testes masculi, púberes, liberi…”.
1144
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
11
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa III sobre lex nostra ante legem Tauri, nr.
5, fol. 65vb: “Iure autem regio si testamentum fiat nuncupativum absque tabelione, vel
in scriptura privata, quinque testes sunt necessarii vicini eius loci ubi fit testamentum,
si tamen locus sit adeo desertus quod in eo non adsit copia testium, sufficiet si tres adhi-
beantur vicini eius loci…”.
12
MATIENZO, op. cit., l. I. glossa III sobre lex nostra ante legem Tauri, nr. 4, fol. 65vb:
“Si vero coram tabellione fiat testamentum nuncupativum, in publicam formam redactum,
tres sufficient testes vicini eius loci ubi testamentum fuerit confectum…”.
13
Se trata de la mencionada disposición de Alfonso XI del año 1346 recogida más tarde,
en 1484, en las “Ordenanzas reales de Castilla” 5, 2, 4.
14
C.4.21.15: “In exercendis litibus eandem vim obtinent tam fides instrumentorum
quam depositiones testium”.
1145
EMMA MONTANOS FERRÍN
15
ANTONIO GÓMEZ, Opus praeclarum super legibus Tauri, Salmanticae, 1575 l. 3, nr.
47, fol. 14va.
16
TELLO FERNANDEZ, Prima pars commentatorium in primas triginta et octo leges
Tauri, Madriti, 1595, Comm. in l. 3, prima pars, nr. 14, fol. 5vb.
17
VÁZQUEZ DE MENCHACA, op. cit., 1ª. pars, lib. 3 § 21, nr. 20, fol. 12va: “Ergo in
testamento nuncupativo iure regio aut interfuerunt septem testes, valet testam. licet illi
testes nec sint incole illius loci, neque etiam interveniat tabellio. Aut interfuerunt quinque
tantum testes et tunc valet testam. sine tabellione, licet tabellionis copia esset, dummodo
testes incolae illius loci, ubi testam. fiebat… Aut interfuerunt tres tantum testes et similiter
valet testam. dummodo interveniat tabellio, et testes sint incolae illius loci. Nisi ibi non
esset copia tabellionis, quo casu soli tres testes sufficerent, incolae tamen: nam sibi non
essent accolae, non valeret testam. licet alii testes invenire non possent…”.
18
SALÓN DE PAZ, op. cit., 1ª pars. l. 3, tertia conclusio, nr. 826, fol. 278va.
19
DIEGO DE COVARRUBIAS, Opera Omnia, Ludguni, 1561, t. I, tit. de testamen-
tis, cap. X, de solemnitate testamentaria, fol. 45va: “… Illud etiam premissa regia lege
est considerandum, sat esse testamentum nuncupativum fieri coram duobus testibus et
notario publicum munus exercente, si in illo loco plures testes facillime non possint ha-
beri. Nam tabellio supplere poterit defectum illius testis, qui deest et praeterea publicam
auctoritatem habebit. Constat enim ex eadem regia lege, tabellionem suplere numerum
duorum testium…”.
1146
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
20
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa III sobre lex nostra ante legem Tauri, nr. 5,
fol. 65.
21
D.28.2.10: “Commodissime is qui nondum natus es tita heres instituitur: ‘sive vivo me
sive mortuo natus fuerit, heres esto’, aut etiam pure neutrius temporis habita mentione, si
alteruter casus omissus fuerit, eo casu, qui omissus sit, natus rumpit testamentum, quia
hic filius nec sub condicione quidem scriptus heres intellegitur, qui in hunc casum nasci-
tur, qui non est testamento adprehensus”.
22
VÁZQUEZ DE MENCHACA, op. cit., 1ª pars, lib. 3 § 24, nrs. 1-15, fols. 78 y ss.
23
GIOVAN FRANCESCO DELLA RIPA, De peste, Tractatus iuridicus ac politicus, Lip-
siae, 1598, 2ª. p., particula 2, nr. 1, fol. 78: “… Et primo quaero, an testamentum factum
tempore pestis, cum minori numero septem testium, valeat, Baldus, Salicetus, et dominus
Iason in l. fi, C. de testam. respondent, quod sic… Idem tenenetur…. Dicens idem velle Bar-
tolo in l. I. ff. de bon. possess. ex testam. militis… ubi voluit, quod proliferatus posit testari
cum duobus etiam non rogatis, sanus autem existens in loco contagioso possit testari cum
duobus testibus, dum tamen sint rogati… Idem ergo tempore pestis, quo tempore, propter
imminens periculum, pauci reperiuntur, qui velint esse testes”.
1147
EMMA MONTANOS FERRÍN
24
C.2.3.19: “Licet inter privatos huiusmodi scriptum, quo comprehenditur, ut in qui su-
perviserit alteriur rebus potiatur, nec donationis quidem mortis causa gesta efficaciter spe-
ciem ostendat, tamen cum voluntas militum, quae super ultimo vitae spiritu deque familia-
ris rei decreto quoque modo contemplatione mortis in scripturam deducitur, vim postremi
iudicii obtineat proponasque te ad fratrem tuum ad discrimen proelii pergentes ob commu-
nem mortis fortunam invicem pactos esse, ut ad eum, qui superstes fuisset, res eius, cui ca-
sus finem vitae attulisset, pertinerent, existente condicione intelligitur ex fratris tui iudicio,
quod principalium constitutionum prompto favore firmatur, etiam rerum eius compendium
ad te delatum esse”.
25
ANTONIO GÓMEZ, op. cit., l.3 Tauri, nr. 66, fol. 16vb.
26
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa IV sobre testes testamenti nuncupativi, nr.
3, fol. 66va.
27
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa VI sobre testamentum coram tabellione et
sine tabellione, nr. 2, fol. 71va.
28
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa VII sobre testamentum nuncupativum co-
ram quinque testibus fieri, nr. 8, fol. 72va.
1148
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
1149
EMMA MONTANOS FERRÍN
34
MATIENZO, op. cit., Comm., l. I. glossa VII sobre testamentum nuncupativum co-
ram quinque testibus fieri, nr. 8, fol. 72va: “… maxime ubi ex natura rei, vel qualitate
loci alii testes haberi non possent: cum nihil possit testanti imputari, quaere alios non
adhibuerit, quando quidem ibi non essent, legibus namque satisfit in causis difficilis pro-
batonis minori probatione…”.
35
ANTONIO GÓMEZ, op. cit., l. 3, nr. 45, fol. 14va: “…tam de iure communi quam
regio… testes… debent audire et intelligere voluntatem testatoris, et non debent se sub-
scribere nec signare…”.
36
PAOLO DI CASTRO, Comm. ad C.6.23.21, de testamentis. l. hac consultissima (Lud-
guni 1583) fol. 37va: “… vel nuncupative, vel in scriptis servata forma quae traditur de
testamentis, l. hac consultissima.
37
PAOLO DI CASTRO, op. et loc. cit., Comm., loc. cit.: “… quia licet non possunt tes-
tari in scriptis, tamen debet adhiberi notarius, qui testamentum nuncupativum redigat
in scriptis, ut colligiitur ibi cecus in aliis, qui possunt testari sine notario coram testibus
nuncupatis l. haeredes palam…”.
1150
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
38
MATIENZO, op. cit., “Commentaira .l. I. glossa IV, testes testamenti nuncupativi de-
bent esse presentes”, nrs. 1-21, fols. 66vb-69va .
39
MATIENZO, op. cit., “Commentaira .l. I. glossa IV, testes testamenti debent esse pre-
sentes”, fol. 66vb, nr. 1 .
40
MATIENZO, op. cit., “Commentaira .l. I. glossa IV sobre testes testamenti nuncupa-
tivi”, fol. 66vb. nr. 1.
41
C.6.23.28.1: “Si quid autem necessarium advenerit et in ipsum corpus laborantis res-
piciens contigerit, id est vel victus necessarii vel potionis oblatio, vel sanitas testatoris pe-
ricliator, vel si quis necessarius naturae usus ad depositionem superflui poderis immineat
vel testatori vel testibus, non esse ex hac causa testamentum subvertendum, licet morbus
comitialis, quod et factum esse comperimus, uni ex testibus contigerit, sed eo quod urguet
et imminet repleto vel deposito iterum solita per testamenti factionem adimpleri”.
1151
EMMA MONTANOS FERRÍN
42
BALDO DEGLI UBALDI, Comm. in de testamentis, l. cum antiquitas, Venetiis, 1586,
fol. 67va.
43
“… si propter necessitatem aliquis ex testibus se absenter… et sic loco eius alius surro-
gatur… alii loco illorum surrogarentur in gesta non repeterentur…”, PAOLO DI CASTRO,
Comm. in de testamentis, l. cum antiquitas, Ludguni, 1561, fol. 293vb .
44
CINO DA PISTOIA, Comm. in de testamentis, l. cum antiquitas, Francoforti, 1578,
fol. 369vb.
45
CINO, op. et loc. cit.
46
CINO, op. et loc. cit.
47
“… quando aliquis testes testamentarii ex necessitate removentur antequam totum
testamentum compleatur, deinde eorum loco alii testes surrogantur propter omnia prius
acta dentur de nuovo repetit et prius recitari”, IASON DEL MAYNO, Comm. in de testa-
mentis, l. cum antiquitas, nr.8, Ludguni, 1581, fol. 94va.
1152
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
48
“Ratione casus emergentes, aliquid interdum differtur, quod alias non differretur, et
licet differatur solemnitas, tamen non in totum abrumpitur, hoc dicit… quod propter ne-
cessitatem iuris dispositio ad tempus suspenditur, sed non in totum tollitur… quod prop-
ter necessitatem, posset sententia feri de nocte, servatis tamen caeteris solemnitatibus. Si
enim non servaretur solemnitas, non faceret sententiam valere necessitas… ítem not. quod
licet testis sit leprosus, tamen est idoneus testis, possunt tamen alii testes nolle secum
interesse…”, BALDO, Comm. in de testamentis, l. casus, fol. 61vb.
49
“Propter necessitatem dispositionis iuris interdum suspenditur, non autem in totum
tollitur… testes coram testatore forent congregati, et testator incepisset suam voluntatem
exprimere uni ex testibus supervenit morbus caducus, propter quod alii testes deterri-
ti fecerunt inde ipsum moveri et interim testator supersedit in procedendo ulterius, et
expectando per magnum spacium propte resipisceret et rediret et interim de aliis imper-
tinentibus fuit locutus eum testibus, postea ille redimit et tutator continuavit. Quaeritur
an testamento reddatur nullum propter illum intervallum videbatur… quia uno contextu
debet testium inchoari, perfici sine interpositione spacii… quia istud intervallum ex quad-
am necessitate interpositum est, unde non vitiat, sed potuit suspendi. Sed quid si testator
coram illis sex continuabit perfecit, certe non valet, quia tunc solemnitatem omittit, cum
debeant ese septem, qui audierunt a principio, medio et fine… Item loco illius testes potius
subrogari alius coram eo repeti id, quod prius dixerat, ut ille sciat omnia…”, DI CASTRO,
Comm. in de testamentis, l. casus, fol. 40va.
1153
EMMA MONTANOS FERRÍN
50
“Modicum intervallum seu actus serius ex necessitate nature intervenientis testatori
vel testibus testamentum non vitiat”, BARTOLO DA SASSOFERRATO, Comm. in de testa-
mentis, l. cum antiquitas, Venetiis, 1506; reprod. anast., vol. IX, Il Cigno Edizioni, Roma,
1998 fol. 19va.
51
“Furorem probari est difficilis probationis, nec creditur testi sine ratione rationis cau-
sa”, BALDO, Comm. in de testamentis, l. furiosum, fol. 59va.
52
CINO, “Comm. in de testamentis, l. furiosum”, fol. 365vb.
53
“… testamentum est actus individuus: ideo non potest valere imperfectum facit…”,
DEL MAYNO, Comm. in de testamentis, l. furiosum, nr.11, fol. 78va.
54
“… Ex quo omnes asseverant iure communi non posse probari testamentum divisim:
altera eius pars per septem testes, altera per alios septem, prout nec iure regio per qinque
vel tres, si fiat coram tabellione, si qinque dicant se scire partem eorum, quae in testamen-
to continentur, et alii quinque aliam partem…”, MATIENZO, op. cit.., Commentaira .l. I.
glossa IV sobre testes testamenti nuncupativi, fol. 66vb, nr. 1
1154
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
55
“… una pars testium non potet probari per septem testes, dicentes se illud scire et
non plus, alia pars per alios septem, quia testes testamentarii nihil probant nisi probent
totum tenorem testamenti perfecte…”, DEL MAYNO, “Comm. in de testamentis, l. cum
antiquitas”, nr. 9, fol. 94va.
56
“Praeterea conmuniter tenetur non ese verum, quod sufficiat testamentum ese fac-
tum coram imperfecto numero testium tempore pestium… Secundo principali fundamen-
to moveor ad ostendum propter dicto testamento non est legitimè probatum… Et quod
ibi ad propositum… singulariter dixit Baldo ibi quaerendo an una pars testamenti probari
possit per septem testes dicentes se illud scire, et non plus, alia pars possit probari per ali-
os septem testes… Sed dicit, in contrarium est casus in dicta lege cum antiquitas, quia nisi
probetur subrogatio testium ex causa necessitatis non probat… nisi testes probent totum
tenorem testamenti, nil probent…”, ALEXANDER TARTAGNI, Consiliorum seu respon-
sorum, Venetiis, 1597, lib. 2, consilium 177 nr. 8, fol. 145va.
57
VÁZQUEZ DE MENCHACA, De successionum creatione, progresu et resolutione
Tractatus, Salamanca, 1559, 1ª. pars, l. 3, § 22, nr. 91, fol. 85vb: “… Quinimo in actibus
inter vivos etiam de iure civili admittitur, ut membratim fiat probatio, ut sic una pars con-
tractus possit probari per duos testes, alia verò pars per alios duos testes…”.
58
VÁZQUEZ DE MENCHACA, op. cit., 1ª. pars, l. 3, § 30, nr. 11, fol. 85vb.
1155
EMMA MONTANOS FERRÍN
1156
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
la l. si unus (C.6.23.12) que establece que si hubiera faltado uno de los siete
testigos o todos los testigos no lo hubieran sellado en presencia del testador
se invalida en derecho el testamento65. Bartolo y Baldo de forma muy clara
dispone que cuando se hace testamento los testigos tienen que estar “in cons-
pectu testatoris” y tienen que estar viendo al testador sin obstáculo, a no ser
que exista en la patria un privilegio que exima esta observancia66, utilizando
una expresión similar Cino67, Iason del Mayno quienes además insisten en la
firma o sellado que han de hacer los testigos en presencia del testador68.
El doctor burgensis (Marcos Salón de Paz) plantea, sin embargo, la duda
sobre si es necesario que los testigos de los testamentos deban conocer al testa-
dor69. Propone las dos interpretaciones pro y contra y al tratar de demostrar la
que claramente es la que él mantiene sobre la no necesidad comienza afirman-
do que “non esse opus testes testamentorum cognoscere testatorem”70como
ocurre, por ejemplo, en el testamento que hacen los peregrinos71. Apela como
fundamentación a la legislación regia que en Partidas 6, 1,30 dispone “libre
65
C.6.23.12: “Si unus de septem testibus defuerit vel coram testatore omnes verint, iure
deficiat testamentum. 1 De his autem, quae interleta sive supra scripta dicis, non ad iuris
sollemnitatem, sed ad fidei pertinet quaestionem, ut appareat, utrum testatoris voluntate
emendationem meruerunt, vel ad altere inconsulte deleta sunt, an ab aliquo falso haec
fuerint commissa”.
66
“Quando fit testamentum testes debent ese in conspectu testatoris, nisi ex privilegio ali-
ud sit concessum… ergo quod testes debent esse in cum testatoris, sin non sufficeret si esset
cortina in medio…”, Bartolo, Comm. in de testamentis, l. si non speciali, fol. 17vb; “… Defec-
tum solemnitatis facit testamentum deficetur…”, BARTOLO, Comm. in de testamentis, l. si
unus, fol. 17vb. “Quando fit testamentum,, testes debent ese in conspectu testatoris, et officio
suo sfungi in subscriptionibus et aliis solemnitatibus, nisi per privilegium iuris observantia
patriae sit remissa…”, BALDO, Comm. in de testamentis, l. si non speciali, fol. 61vb.
67
CINO, Comm. in de testamentis, l. si non speciali, fol. 366vb.
68
“… quod olim non erant sigilla, sed annulli: unde omnes testes in praesentia testatoris
uno annulo, suo vel alieno signaverunt, valet… Hodie convenerunt homines omnes habere
sigilla et cum illis signant…”, CINO, “Comm. in de testamentis, l. si unus”, fol. 366vb. “…
testes debent essere in conspectu testatoris quando fit testamentum, nisi speciali privilegio
aliud sit concessum… Vel melius testes testamentarii debent fungi eorum officio in sus-
cribendo et sigilando in praesentia testatoris nisi ex privilegio aliud sit inductum…”, DEL
MAYNO, Comm. in de testamentis, l. si non speciali, in prin., fol. 83vb.
69
“…obiter hic occurrit dubium si an testes testamentorum debeant cognoscere testa-
torem…”, SALON DE PAZ, “Ad leges Taurinas insignes commentarii”, 1ª. pars. l. 3, tertia
conclusio, nr. 347, fol. 215va.
70
Op.et loc. cit.
71
“… peregrinos et testibus ignotos testamentum confiscere posse, et in eorum testa-
mentis testes ipsum testatorem non agnoscentes inscribi posse…”, SALÓN DE PAZ, op.
cit., 1ª. pars. l. 3, tertia conclusio, nr. 348, fol. 215va-vb.
1157
EMMA MONTANOS FERRÍN
72
Partidas 6,1,30: “… tenemos por bien, e mandamos, que ayan libre poder para fazerlo;
et como quier que ellos ordenaren, e establescieren, o mandaren fazer de sus cosas con
razón, et con derecho, assi lo otorgamos, et tenemos por bien que vala…”.
73
GREGORIO LÓPEZ, Glossa a Partidas 6,1,30, verbo libre poder: “… quod per hoc
verbum videtur tolli omnis solemnitas juris civilis circa testamenta peregrinorum…”.
74
SALÓN DE PAZ, op. cit., 1º.pars. l.3, tertia conclusio, nr. 348, fol. 215vb.
75
“… quia cum testes in instrumento inscribuntur de iure non quidem exigitur, con-
trahentes seu disponentes cognoscere…”, SALÓN DE PAZ, op. cit., 1ª. pars. l. 3, tertia
conclusio, nr. 349, fol. 215vb.
76
“… vel quod partes cognoscant testes non requiritur…”, NICOLÁS BOERIO, “Decisio-
num aurearum, pars prima, Venetiis, 1576, dec. 118, fol. 250va.
77
“… Seis propter testes testamentarii esse debent in conspectu testatoris, neque aliter
quicquam valet testamentum, ut est communis opinio…”, VÁZQUEZ DE MENCHACA, op.
cit., 1ª. pars, lib. 3 § 30, nr. 7, fol. 193va.
78
“… de iure civil iidem testes testamento adhibiti oporteat ut toti testamento fuerint
praesentes…”, VÁZQUEZ DE MENCHACA, op. cit, 1ª. pars, lib. 3 § 30, nr. 11, fol. 193vb.
79
“Licet in actibus inter vivos non sit necesse testes esse in conspectu contrahentium, si
1158
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
aliter percipiunt quae aguntur ab ipsis… Ergo de iure regio cum testamentorum solemnia
ad probationem tantum, non etiam ad formam desiderentur, si testamentarii testes suffi-
cienter intellexerint, quod a testaore agebatur, valebit testamentum, per praedicta, licet
non sic de iure communi, quiod nota, quia non minus utile, quam novum”, VÁZQUEZ DE
MENCHACA, op. cit., 1ª. pars, lib. 3 § 30, nr. 8, fol. 193va.
80
“Quinimo in actibus inter vivos etiam de iure civil admittitur, ut membratim fiat pro-
batio, ut sic una pars contractus possit probari per duos testes, alia vero pars per alios
duos testes… Ergo probatio membratim facta admittitur in actibus inter vivos iure tam
communi, quam regio…”, VÁZQUEZ DE MENCHACA, “Tractatus”, 1ª. pars, lib. 3 § 30,
nr. 13, fol. 193vb.
81
“… ut licet de iure civil oporteat, quod omnes testes intelligant omnia in testamento
contenta, ita ut nullam particulam etiam minimam desinant intelligere singuli testes, nec
enim satis est, quod fuerint praesentes, ut proxime dicebamus, nisi praeterea omnia, quae
ibi agebantur…”, VÁZQUEZ DE MENCHACA, op. cit.,1ª. pars, lib. 3 § 38, nr. 14, fol. 193vb.
82
“… Tamen de iure regio, testes eosdem totum testamenti tenorem probare non erit
necesse: quinimo fat erit, si pars testamenti per septem testes probetur, et alia pars eius-
dem testamenti probetur per alios testes diversos, licet eorum nullus sit, qui totum testa-
menti tenorem cognitum habuerit…”, VÁZQUEZ DE MENCHACA, op. cit.,1ª. pars, lib. 3
§ 30, nr. 12, fol. 193vb.
83
VÁZQUEZ DE MENCHACA, op. cit.,1ª. pars, lib. 3 § 30, nr. 13, fol. 193vb.
84
Insistiendo también la mencionada ley de Toro en que “… si no tuvieren la dicha so-
lemnidad de testigos, mandamos que non fagan fee ni prueba en juicio ni fuera del”.
85
“… Atque ita sufficeret sufficienter probari, licet formaliter non probetur, non tamen
crederem admitti posse in praxi eius sententiam hoc in regno, nec in theorica sustirreri, est
1159
EMMA MONTANOS FERRÍN
4. Conclusión
Es una muestra más del ejercicio de una ‘categoría’ (figura) jurídica europea,
el testamento, utilizado en los territorios de la monarquía española y que no
coincide en el aspecto formal de su desarrollo en los reinos hispanos –penin-
enim contra communem nostrarum sententiam commentantium dictum l.3 Tauri qui om-
nes concedunt esse pro forma inductam eam testamentorum solemnitatem in hac lege…
qua deficiente, testamenta corrunt…”, MATIENZO, , op. cit.,.l. I. glossa IV sobre testes
testamenti nuncupativi, fol. 67va, nr. 6.
86
D.2.15.8.17: “Si praetor aditus citra causae cognitionem transigi permiserit, transac-
tio nullius erit momento: praetori enim ea res quaerenda commissa est, non neglegenda
nec donanda, sed et si non de omnibus inquisierit, quae oratio mandat, hoc est de causa de
modo de personis transigentium, dicendum est, quamvis de quibusdam quaesierit, tran-
sactionem esse irritam”.
87
FELINO SANDEI, “Commentariorum… [sic] doctissimorum virorum adnotationibus
atque rerum Summis…”, Ludguni, 1587, cap. nam concupiscientiam, nr. 6, fol. 17vb.
1160
MODICAM CONTROVERSIAM SOBRE VALORACIÓN DE ELEMENTOS JURÍDICOS...
sulares y ultramarinos– con las reglas del ius commune, pero no coincide por
los adminicula iuris, según una praxis doctrinal interna en el sistema del ius
commune. En el ámbito de esta práctica son válidos los cambios en los ad-
minicula iuris, porque consienten adecuar la forma rígida de toda categoría
jurídica, en nuestro caso del testamentum, a las situaciones locales, varias e
imprevisibles como pueden ser también las diversas circunstancias sociales
del Nuevo Mundo.
1161
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
Abstract: In America, the second suplicación played a crucial role, since the early
years of the discovery, in the defense of procedural interests of both the indigenous popula-
tion and the Spaniards who settled in those lands. The first references are contained in the
Ordinances of the Court of Appeal of the Indies in 1511, where the competence was establis-
hed to hear and decide such an appeal to the Council of Castile. This situation remained un-
changed until in 1524 it was attributed to the Council of the Indies. But the need to provide
special protection to people living in the Americas, the extraordinary distance to the Court,
or the fact that the Audiencias de Indias combined its administration of justice with its acti-
vities of governing and advising the viceroys were presented as key factors to introducing a
series of procedural singularities in this resource, which are the subject of this study.
Keywords: appeal, supplication, law, Indies, process, singularities.
Desde su aparición en el año 1390 y hasta la primera mitad del siglo XIX, la
segunda suplicación se convirtió en el único recurso que podía interponerse
1163
MIGUEL PINO ABAD
contra las sentencias dadas en grado de revista por alguna de las Audiencias,
Chancillerías o por el propio Consejo de Castilla, cuando ante alguno de estos
órganos jurisdiccionales superiores se había incoado un proceso sobre “cosa
grave o ardua”1.
Esta medida venía a corregir lo que dos décadas atrás se había consig-
nado en el ordenamiento sobre administración de justicia, otorgado en las
Cortes de Toro de 1371, donde, con claridad y contundencia, se llegó a sentar
que contra las sentencias dadas por los oidores que formaban parte de la Au-
diencia no cabía “alçada o ssuplicaçion alguna”2.
La razón que latía en este último ordenamiento, promulgado en tiempos
de Enrique II, parece evidente. El firme deseo de que las causas no se eterni-
zasen, a través de sucesivos recursos que pudieran interponer los litigantes
carentes del más mínimo fundamento. Pero Juan I reparó en el hecho de que
la aplicación rigurosa de tal norma podía desencadenar la comisión de toda
suerte de abusos contra los súbditos por parte de los tribunales superiores,
cuyas sentencias no podían ser apeladas.
Para remediar esta situación se estableció este recurso, que debía ser
dirigido directamente al rey, para que éste nombrara a quienes se encargarían
de conocerlo y resolverlo en su nombre3.
A pesar de la indiscutible relevancia que entrañó desde su origen, el
recurso que nos ocupa no fue objeto de una adecuada definición hasta bien
avanzada la Edad Moderna. En este sentido, algunos de los mejores conoce-
dores de los entresijos de la Administración de justicia del Antiguo Régimen
vinieron a converger en el punto de que se trataba de un remedio concedido
por el príncipe para eliminar los errores cometidos en las sentencias contra
las que no se admitía otro recurso como el de apelación o nulidad4.
1
Cortes de Segovia de 1390, ley 4, Cortes de los antiguos Reinos de León y Castilla,
Madrid, 1863, tomo II, p. 477 (Ordenanzas Reales de Castilla II, 4, 8; Nueva Recopilación
IV,20,1; Novísima Recopilación XI, 22, 1). MIGUEL PINO ABAD, El recurso de suplica-
ción en Castilla. Expresión de la gracia regia, Madrid, 2006, p. 95 y ss.
2
Ordenamiento sobre administración de justicia otorgado en las Cortes de Toro de
1371, nº 1, Cortes de los antiguos Reinos, op. cit., tomo II, p. 189; MIGUEL ANGEL PEREZ
DE LA CANAL, “La justicia de la Corte en Castilla durante los siglos XIII al XV”, Historia.
Instituciones. Documentos, 2, 1975, p. 409.
3
Nueva Recopilación IV,20,1.
4
GONZALO SUÁREZ DE PAZ, Praxis ecclesiasticae et saecularis cum actionum, for-
mulis et Actis processum, Valladolid, 1609, tomo I, parte VII, cap. Unicum, nº 2; ALFON-
SO AZEVEDO, Commentarium Iuris Civilis in Hispaniae Regis Constitutiones, Madrid,
1612 (comentario N. R. IV,19, proemio, nº 1); JOSÉ MALDONADO Y PARDO, Tractatus
1164
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
Desde una perspectiva general observa García Marín que “la administración
de justicia arrastró vicios que no se lograron eliminar durante todo el tiempo
que duró la presencia española en América”6. Aunque, bien es cierto, no falta-
ron continuos intentos desde la metrópoli por arbitrar todas las medidas pro-
cesales que pudiesen repercutir en beneficio de unos individuos considerados
jurídicamente miserabiles7, mediante el respeto a su derecho tradicional y la
fijación, siempre que fuese viable, de la brevedad o sumariedad en el desarro-
llo de las causas en que se encontraban inmersos8.
En ese contexto, se comprende que la segunda suplicación cumpliese un
papel crucial, desde los primeros años del descubrimiento, en la defensa de
1165
MIGUEL PINO ABAD
9
DEMETRIO RAMOS, “El problema de la fundación del Real Consejo de Indias y la fe-
cha de su creación”, El Consejo de las Indias en el siglo XVI, Valladolid, 1970, p. 19 señala
que la creación de este juzgado de apelación se debió “al deseo de evitar a los pobladores
los desembolsos y el gasto de tiempo para poder apelar ante el Consejo de Castilla de las
sentencias dictadas en Indias”.
10
Ordenanzas del Juzgado de Apelación de las Indias de 1511, nº 6, en JOSE SÁN-
CHEZ-ARCILLA BERNAL, Las ordenanzas de las Audiencias de Indias (1511-1821), p. 66.
11
Ordenanzas del Juzgado..., (nº 7), en SÁNCHEZ-ARCILLA, op. cit., p. 67; ALFONSO
GARCÍA-GALLO, “Las Audiencias de Indias. Su origen y caracteres”, Los orígenes espa-
ñoles de las instituciones americanas, Madrid, 1987, p. 925.
12
SUAREZ DE PAZ, op. cit., t. I, p. VII, p. 201, nº 49.
13
ANTONIO MURO OREJÓN, “El Real y Supremo Consejo de las Indias”, Anuario de
1166
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
Estudios Americanos XXVII (1970). En p. 199 recuerda que en la junta formada en 1504
“propuso al rey a los reunidos que el Consejo de Castilla fuese supremo en los negocios del
Nuevo Mundo”. Por tanto, agrega en p. 206 que “a partir de 1504...los asuntos judiciales
quedan a cargo del Consejo castellano como supremo tribunal” y concluye, p. 217, “la Jun-
ta de Indias (1511-1523) no es sino una reunión de consejeros de Castilla especializados en
los negocios del Nuevo Mundo”.
14
MURO OREJÓN, op. cit., p. 215.
15
Las ordenanzas de 1571 del Real y Supremo Consejo de las Indias, nº 2 (texto facsí-
mil de la edición de 1575 con notas de Muro Orejón, Sevilla, 1957); Recopilación de leyes
de Indias II,2,2; ERNEST SCHÄFER, El Consejo Real y Supremo de las Indias (manejo
edición Madrid, 2003), vol. I (Historia y organización del Consejo y de la Casa de Contra-
tación de las Indias), p. 69; ALFONSO GARCÍA-GALLO, “El Consejo y los secretarios en
el gobierno de las Indias en los siglos XVI y XVII”, Los orígenes españoles de las institu-
ciones americanas, Madrid, 1987, p. 781. Este último autor agrega en p. 801 que “resulta
clara la muy distinta potestad y actuación del Real y Supremo Consejo de las Indias, según
se ocupe de unos u otros negocios...En los de justicia contenciosa entre partes o de carácter
criminal, a través de la Sala de Justicia resuelve por sí solo, sin que el Rey interfiera en ellos
e, incluso, sin que éste firme las provisiones y despachos. Por el contrario, en los de gober-
nación y gracia se limita a deliberar y votar sobre ellos y elevar al Rey una propuesta de re-
solución...”. Más recientemente, MARIO GÓNGORA, Estudios sobre la Historia colonial
de Hispanoamérica, Santiago de Chile, 1998, p. 91; JOSÉ PASCUAL BUXÓ, Permanencia
y destino de la literatura novohispana, México, 2006, p. 163; MARIANA MORANCHEL
POCATERRA, “Los libros de condenaciones del Consejo de Indias”, Clio & Crimen. Revis-
ta del Centro de Historia del Crimen de Durango, 10, 2013, p. 212.
16
Ordenanzas de la Audiencia de Santo Domingo de 1528 (4), op. cit., p. 81; Panamá,
1538 (4 y 5). En cambio en las ordenanzas de la Audiencia de México de 1530 (4) la cantidad
mínima para poder apelar ante el Consejo de Indias se fijó en mil quinientos pesos de oro.
1167
MIGUEL PINO ABAD
17
Ordenanzas de Santo Domingo de 1528 (5), op. cit., p. 82.
18
Ordenanzas de México de 1530 (5), Panamá 1538 (6) en op. cit., p. 82.
19
Ordenanzas de Filipinas de 1596 (28); Chile 1609 (26); Buenos Aires 1661 (26); Bue-
nos Aires 1786 (22), op. cit., p. 258.
20
Libro de las bulas y pragmáticas de los Reyes Católicos, Toledo, 1550 (manejo edi-
ción facsímil, Madrid, 1973), fols. 77r-77v (Nueva Recopilación IV,20,11; Novísima Reco-
pilación XI,22,13); JUAN DE SOLÓRZANO y PEREYRA, Política indiana (ed. BAE, Ma-
drid, 1972) libro V, capítulo XVII; MALDONADO Y PARDO, op. cit., titulus II, quaestio
VIII, p. 62, nº 17.
21
Recopilación de leyes de Indias VIII,2,2; MALDONADO, op. cit., titulus II, quaestio
VIII, p. 59, nº 2. Esta fue la regla general, como recuerda GARCÍA-GALLO, “Las Audien-
cias”, cit., p. 942: “las únicas apelaciones o súplicas de estas Audiencias que, en cualquiera
de sus ordenanzas se prevén, son siempre y exclusivamente para ante el Real Consejo de
Indias. Tan sólo la Audiencia de la Nueva Galicia ha estado subordinada a la de México de
1548 a 1572 y esto no sólo porque en sus ordenanzas se dice que los cuatro oidores alcaldes
mayores de ella sean subalternos a la Audiencia que reside en la ciudad de México, sino
porque en diversos casos, de sus sentencias se apela a esta Audiencia y no al Consejo”.
1168
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
22
GARCÍA-GALLO, “Las Audiencias de Indias”, cit., p. 938.
23
SUAREZ DE PAZ, op. cit., tomo I, parte VII, caput unicum, p. 202, nº 56. Como recuer-
da MURO OREJÓN, op. cit.,p. 216 “el Consejo de Indias se rigió por las mismas ordenanzas
del Consejo castellano hasta que en 1571 se le dotó de verdaderas ordenanzas propias”.
24
Nueva Recopilación IV,20,1; SUAREZ DE PAZ, op. cit., tomo I, parte VI, cap. Unicum,
nº 22 y 23; AZEVEDO, Commentarium N.R. IV,20,1, nº 1; ALONSO DE VILLADIEGO,
Instrucción política y práctica judicial, conforme al estilo de los Consejos, Audiencias y
tribunales de Corte y otros ordinarios del Reyno, Madrid, 1656, cap. IV, nº 228; MALDO-
NADO, op. cit., titulus I, quaestio III, p. 14, nº 22.
25
En este sentido, en la “Consulta de 20 de febrero de 1773, solicitando su declaración
como Tribunal de término”, Archivo General de Indias, Indiferente General, nº 824 (texto
recogido y comentado por RAFAEL GARCÍA PÉREZ, El Consejo de Indias durante los
reinados de Carlos III y Carlos IV, Pamplona, 1998, p. 497).
1169
MIGUEL PINO ABAD
26
Leyes Nuevas de 1542 (13); Ordenanzas de Quito de 1563 (5), Charcas 1563 (5), Panamá
1563 (5), Chile 1565 (5), Lima 1565 (4), Guatemala 1568 (5), Manila 1583 (6), en “Las Orde-
nanzas”, p. 192; Filipinas 1596 (13), Chile 1609 (11), Buenos Aires 1661 (12), Buenos Aires
1786 (8), en “Las Ordenanzas”, p. 254; Recopilación de Indias V,13,1; SUAREZ DE PAZ, op.
cit., tomo I, parte VII, cap. Unicum, p. 202, nº 51; JUAN DE HEVIA BOLAÑOS, Curia phili-
pica, Madrid, 1797 (manejo edición facsímil de Lex Nova, Valladolid, 1989), parte V, párrafo
V, nº 7; VILLADIEGO, op. cit., capítulo IV (de la instrucción), fol. 58 r, nº 237; MALDONA-
DO, op. cit., titulus II, quaestio VIII, p. 60, nº 7 (también en titulus V, quaestio XI, p. 210, nº
11); FRANCISCO ANTONIO DE ELIZONDO, Práctica universal forense de los tribunales
de España y de las Indias, Madrid, 1788, tomo VI, parte II, capítulo I, p. 217, nº 14. De este
asunto se ocupó hace algunos años FERNANDO ARVIZU Y GALARRAGA, “Especialidades
procesales de la Recopilación indiana”, Memoria del IV Congreso internacional de Historia
del Derecho indiano, México, 1976, p. 56.
27
Nueva Recopilación IV,20,1; SUAREZ DE PAZ, op. cit., tomo I, parte VII, cap. Uni-
cum, p. 202, nº 51.
28
SOLORZANO, op. cit., libro V, capítulo XVII, nº 5; MALDONADO, op. cit., titulus III,
quaestio X, p. 127, nº 24.
29
Ordenanzas de Nueva España de 1646 (123), en “Las ordenanzas.”, p. 334; Recopi-
lación de Indias V,13,4; MALDONADO, op. cit.,titulus II, quaestio VIII, p. 60, nº 7; ELI-
ZONDO, op. cit., tomo VI, parte II, capítulo I, p. 217, nº 14. Más recientemente, ARVIZU
Y GALARRAGA, op. cit., p. 58.
1170
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
30
Diccionario de Gobierno y Legislación de Indias, AHN, CODICES, L. 749, fol. 59;
SUAREZ DE PAZ, op. cit., tomo I, parte VII, caput unicum, p. 202, nº 55; HEVIA BOLA-
ÑOS, op. cit., parte V, párrafo V, nº 9; VILLADIEGO, op. cit., cap. IV (De la instrucción),
fol. 58 r, nº 237; MALDONADO, op. cit., titulus II, quaestio VIII, nº 5, p. 60 (también en
titulus V, quaestio V, p. 180, nº 1).
31
Nueva Recopilación IV,20,1.
32
SOLORZANO, op. cit., libro V, capítulo XVII, nº 10, p. 275.
33
Ordenanzas de la Audiencia de Nueva España de 1646 (124), en “Las Ordenanzas”,
p. 334; Recopilación de Indias V,13,6; Diccionario de Gobierno y Legislación de Indias,
AHN, CODICES, L. 749, fol. 58; MALDONADO, op. cit., titulus II, quaestio VIII, p. 60, nº
6 (también en titulus V, quaestio II, p. 170, nº 19; titulus V, quaestio V, p. 180, nº 2); ELI-
ZONDO, op. cit., tomo I, p. 251, nº 11. Hace algunos años, ARVIZU, op. cit., p. 59.
1171
MIGUEL PINO ABAD
que “muchas veces las súplicas estaban depositadas en el Consejo años y años,
sin que el suplicante las siguiese, quizá por no tener medios económicos, por
haber cambiado la situación o por haberse evaporado la pasión del pleito...”34.
Solución bien distinta se arbitraba cuando el proceso se había incoado
en el mismo Consejo de Indias y no en alguna de las Audiencias. En tal caso, al
ser dicho Consejo supremo como el de Castilla, se debía atender a lo estable-
cido en las leyes del Reino y la práctica seguida en los tribunales castellanos35.
Por ende, la segunda suplicación contra las sentencias de revista que emitiese
se había de interponer con la obligación y fianza de las mil y quinientas doblas
de cabeza y demás exigencias legales vigentes en la península36.
Cuando el recurrente fuese el fiscal del Consejo37, en Indias de forma
idéntica a Castilla, se exigía al receptor general del sínodo que depositase en
34
SCHÄFER, op. cit., vol. I, p. 70. Por su parte, RICARDO ZORRAQUÍN BECÚ, La or-
ganización judicial argentina en el período hispánico, Buenos Aires, 1952, p. 177 sostiene
que “el Consejo de Indias desarrolló una competencia judicial más bien excepcional. Entre
las causas que provocaron esta situación se hallaban la enorme distancia hasta la sede del
Consejo y los desorbitados gastos que conllevaba seguir el pleito ante este órgano, lo que
determinó que, casi siempre, los pleitos concluyesen en las Audiencias”. En pág. 180 afir-
ma que “el recurso a la Corona era largo, dispendioso e incierto”. Más recientemente, ha
recogido esta idea: GARCÍA PÉREZ, op. cit., pp. 396 y 464.
35
Equiparación entre ambos Consejos que, sin embargo, no parece que fuese tan clara.
Según pone de manifiesto FELICIANO BARRIOS, “Solórzano, la Monarquía y un conflicto
entre Consejos”, Derecho y Administración Pública en las Indias hispánicas. Actas del
XII Congreso Internacional de Historia del Derecho Indiano, Cuenca, 2002, vol. I, p. 267.
36
SOLORZANO, op. cit., libro V, capítulo XVII; SUAREZ DE PAZ, op. cit., tomo I, parte
VII, caput unicum, p. 202, nº 57; VILLADIEGO, op. cit., cap. IV (de la instrucción), fol. 58 r,
nº 237; MALDONADO, op. cit., titulus II, quaestio VIII, p. 62, nº 18 (también en titulus III,
quaestio X, p. 127, nº 24; titulus V, quaestio V, p. 181, nº 4; titulus V, quaestio V, p. 182, nº 8).
37
NICETO ALCALÁ-ZAMORA Y TORRES, “Reflexiones sobre las leyes de Indias”,
Obra Completa, Priego de Córdoba, 2002, tomo III, p. 49: “...El ministerio fiscal será de-
fensor nato de los indios, siempre que no tropiece, por incompatibilidad de intereses, con
el otro deber de defensa de la hacienda y autoridad real, y, aún en este caso, se asegurará
otro defensor leal y competente para el indio”. Sobre este mismo particular, GONZALEZ
DE SAN SEGUNDO, op. cit., p. 80 agrega que en tales casos, debía la Audiencia nombrar
a una persona idónea que defendiese al indio”. Al especial amparo de los indios también
contribuyó el Juzgado General de Indios o Juzgado General de Naturales que protegía a
los indígenas frente a los españoles, ya fueran de índole civil, criminal o administrativa, así
como las causas criminales seguidas contra otros indios. Sobre este asunto, WOODROW
BORAH, El Juzgado General de Indios en la Nueva España, México, 1985. Asimismo,
debe consultarse CONSTANTINO BAYLE, El protector de indios, Sevilla, 1945. Este pro-
tector actuaba como abogado, procurador y fiscal. De todo ello se ocupa GARCÍA MARÍN,
“Quiebras”, p. 250 y en “Corrupción”, vol. I, p. 729.
1172
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
38
SOLORZANO, op. cit., libro V, capítulo XVII, nº 16; MALDONADO, op. cit., titulus
V, quaestio V, p. 182, nº 7.
39
Recopilación de Indias V,13,9; ARVIZU, op. cit., p. 60. GARCÍA PÉREZ recuerda en
op. cit., p. 462 que “mediante acuerdo del Consejo pleno de 13 de julio de 1798, se dispuso
que para evitar los inconvenientes que se derivaban de realizar los depósitos correspon-
dientes a los grados de segunda suplicación en vales reales, se observase la práctica que se
seguía en el Consejo de Castilla de realizarlos en dinero efectivo”.
40
HEVIA BOLAÑOS, op. cit., parte V, título V, nº 1; MALDONADO, op. cit., titulus II,
quaestio VIII, p. 61, nº 12 (también en titulus V, quaestio II, p. 170, nº 18).
41
MALDONADO, op. cit., titulus V, quaestio II, p. 170, nº 19.
42
Ibidem, titulus V, quaestio II, p. 167, nº 6.
43
SUÁREZ DE PAZ, op. cit., tomo I, parte VII, p. 198, nº 9.
44
Ibidem, tomo I, parte VII, p. 198, nº 8.
1173
MIGUEL PINO ABAD
45
MALDONADO, op. cit., titulus V, quaestio II, p. 170, nº 20.
46
Ibidem, titulus V, quaestio II, p. 172, nº 25; ELIZONDO, op. cit., tomo VI, parte I,
capítulo II, p. 219, nº 16.
47
Leyes Nuevas de 1542 (13); Ordenanzas de la Audiencia de Quito de 1563 (5), Charcas
1563 (5), Panamá 1563 (5), Chile 1565 (5), Lima 1565 (4), Guatemala 1568 (5), Manila 1583
(6), en Las Ordenanzas, p. 192; Filipinas 1596 (13), Chile 1609 (11), Buenos Aires 1661 (12),
Buenos Aires 1786 (8), en Las Ordenanzas, p. 254; Recopilación de Indias V,13,1; SUAREZ
DE PAZ, op. cit., tomo I, parte VII, caput unicum, p. 202, nº 52; HEVIA BOLAÑOS, op. cit.,
parte V, párrafo V, nº 6; VILLADIEGO, op. cit., capítulo IV (de la instrucción), fol. 58 r, nº
237; MALDONADO, op. cit., titulus II, quaestio VIII, p. 60, nº 8 (también en titulus III,
quaestio X, p. 127, nº 24); ELIZONDO, op. cit., tomo I, p. 251, nº 10 (también en tomo VI,
parte II, capítulo I, p. 213, nº 6). Recientemente, ARVIZU, op. cit., p. 56; GARCÍA PEREZ,
op. cit., p. 463.
48
Pragmática de 9 de noviembre de 1539 (Ordenanzas de la Chancillería de Valladolid
de 1545, fols. 47 v-48 v; Ordenanzas de la Chancillería de Granada de 1551, fols. 130 v- 131
r; Nueva Recopilación IV,20,9; Novísima Recopilación XI,22,6).
49
Nueva Recopilación IV,20,14; Novísima Recopilación XI,22,16.
50
SOLORZANO, op. cit., libro V, capítulo XVII, nº 7.
51
Leyes Nuevas de 1542 (13), en Las Ordenanzas, p. 106; SUAREZ DE PAZ, op. cit.,
1174
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
tomo I, parte VII, caput unicum, p. 202, nº 53; HEVIA BOLAÑOS, op. cit., parte V, nº 5;
VILLADIEGO, op. cit., capítulo IV (de la instrucción), fol. 58 r, nº 237.
52
SCHÄFER, op. cit., vol. I, p. 84.
53
Nueva Recopilación IV,20,9.
54
JORGE CORVALÁN MELÉNDEZ y VICENTE CASTILLO FERNÁNDEZ, Derecho
procesal indiano, Santiago de Chile, 1951, p. 262; ARVIZU Y GALARRAGA, op. cit., p. 56;
GARCÍA PÉREZ, op. cit., p. 399.
55
Recopilación de Indias V,13,1; AGI, INDIFERENTE, 428, L. 32, fol. 358; MALDONA-
DO, op. cit., titulus II, quaestio VIII, p. 61, nº 9 (también en titulus III, quaestio I, p. 74, nº
10); AYALA, op. cit., tomo XII, voz “segunda suplicación”, p. 424, nº 4; ELIZONDO, op.
cit., tomo I, p. 251, nº 10 (también en tomo VI, parte II, capítulo I, p. 213, nº 6; ARVIZU Y
GALARRAGA, op. cit., p. 56.
56
Recopilación de Indias, V,13,6; ARVIZU Y GALARRAGA, op. cit., p. 59.
57
AYALA, op. cit., tomo XII, voz “segunda suplicación”, p. 424, nº 2. Realmente, eso no
siempre se cumplió, como se comprueba en la real cédula de 19 de abril de 1583 dirigida
a la Audiencia de México, en respuesta a una carta de 8 de noviembre de 1582, donde se
ordenaba que se cumpliese la cédula de 23 de noviembre de 1579 sobre el procedimiento a
seguir cuando se interpusiera segunda suplicación a los pleitos ya sentenciados en revista
(AGI, MÉXICO, 1064, L.2, fol. 108).
1175
MIGUEL PINO ABAD
58
Ordenanzas de Nueva España de 1646 (118), en “Las ordenanzas.”, p. 333; Recopila-
ción de Indias, V,13,2; AGI, INDIFERENTE, 428, L. 32, fol. 172r; MALDONADO, op. cit.,
titulus II, quaestio VIII, p. 61, nº 13; AYALA: op. cit., tomo XII, voz “segunda suplicación”,
p. 424, nº 1; ELIZONDO, op. cit., tomo VI, parte I, capítulo II, p. 213, nº 8; CORVALAN
MELENDEZ y CASTILLO FERNANDEZ, op. cit., p. 262; ARVIZU Y GALARRAGA, op.
cit., p. 57; GARCIA PÉREZ, op. cit., p. 463.
59
MALDONADO, op. cit., titulus VI, quaestio IV, p. 241.
60
Recordamos lo establecido en Nueva Recopilación IV,20,4.
61
Leyes Nuevas de 1542 (13); Ordenanzas de la Audiencia de Quito de 1563 (5), Charcas
1563 (5), Panamá 1563 (5), Chile 1565 (5), Lima 1565 (4), Guatemala 1568 (5), Manila
1583 (6), en “Las ordenanzas.”, p. 192; Recopilación de Indias V,13,1; SUAREZ DE PAZ,
op. cit., tomo I, parte VII, caput unicum, p. 202, nº 54; HEVIA BOLAÑOS, op. cit., parte
V, párrafo V, nº 13; VILLADIEGO, op. cit., capítulo IV (de la instrucción), fol. 58 r, nº 237.
Recientemente, ARVIZU, op. cit., p. 56.
62
AGI, INDIFERENTE, 429, L. 37, fol. 30; MALDONADO, op. cit., titulus VI, quaestio
I, p. 223, nº 8.
1176
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
63
Recopilación de Indias V,13,3; MALDONADO, op. cit., titulus II, quaestio VIII, p.
61, nº 10; AYALA, op. cit., tomo XII, voz “segunda suplicación”, p. 425, nº 5; CORVALAN
MELENDEZ y CASTILLO FERNANDEZ, op. cit., p. 263; ARVIZU, op. cit., p. 57.
64
Son múltiples los ejemplos que podíamos traer a colación sobre este punto. Entre ellos,
hemos encontrado la comisión de 28 de julio de 1555 a los miembros del Consejo de Indias, a
petición de María Gueroa, mujer del doctor Bartolomé Frías de Albornoz, que interpuso segun-
da suplicación de una sentencia de revista dada por la Audiencia de Nueva España, en cierto
pleito que trató con Luis Gómez y su mujer sobre la encomienda de algunos indios (AGI, IN-
DIFERENTE, 425, L. 23, fol. 168R (1)). Del mes siguiente, concretamente del 15 de agosto, fue
la comisión a pedimento de Juan Infante, vecino de la ciudad de México, que la interpuso de
una sentencia de revista dada por la Audiencia de Nueva España, en cierto pleito que trató con
el obispo de Michoacán y el fiscal de la dicha Audiencia sobre los pueblos de La Laguna de Mi-
choacán (AGI, INDIFERENTE, 425, L. 23, fol. 181R (1)). Ese mismo día también se comisionó
a los miembros del Consejo para que conocieran del recurso de segunda suplicación interpues-
to por los indios de Mestitán y el fiscal Diego de Guevara sobre la encomienda de la mitad de
dichos indios (AGI, INDIFERENTE, 425, l. 23, fol. 181R (2)). De 4 de diciembre de ese año fue
la concedida en el pleito de Juan de Solís, que trató con el presidente y oidores de la Audiencia
de Nueva España sobre ciertos alimentos y dote (AGI, INDIFERENTE, 425, L. 23, fol. 212R
(1)) y también la otorgada en el pleito que los hijos del licenciado Juan Rodríguez trataron ante
el presidente y oidores de la Audiencia de la Española con Leonor de Castro, viuda del citado
licenciado, sobre la cuenta de sus bienes (AGI, INDIFERENTE, 425, L. 23, fol. 212R (2)).
65
JOSÉ ANTONIO ESCUDERO, “La creación del Consejo de Cámara de Indias”, Dere-
cho y Administración pública en las Indias hispánicas. Actas del XII Congreso Interna-
cional de Historia del Derecho Indiano, Cuenca, 2002, vol. I, p. 653.
66
Así se contempla en la réplica que hizo Solórzano a los argumentos esgrimidos por
1177
MIGUEL PINO ABAD
1178
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
Todo esto se mantuvo así hasta que, a partir de 1808, se produjeron im-
portantes cambios en el sistema jurídico e institucional heredado de los siglos
anteriores. Ante el vacío generado en la alta administración de justicia, se
creó el 25 de junio de 1809 el Consejo y Tribunal Supremo de España e Indias,
más conocido como Consejo Reunido, al que se encomendó “que en todos
los dominios españoles exerza las funciones que fueron peculiares de todos y
cada uno de los antiguos tribunales suprimidos, especialmente los de Castilla,
Indias, Hacienda y Órdenes”73.
Al objeto de tramitar correctamente todo el cúmulo de asuntos adjudica-
dos por el decreto, el nuevo Consejo Reunido contó con un número indefinido
de ministros, quienes se distribuyeron en dos salas de gobierno y una sala de
justicia. Esta última conoció de aquellos asuntos contenciosos que, por su im-
portancia, no se estimaba conveniente remitir a las Chancillerías o Audiencias
territoriales. Entre ellos, se encontraban los recursos de segunda suplicación
y de injusticia notoria que debían ser tramitados en el Consejo “en la forma
ordinaria y mientras que sobre ello no se tomen otras providencias”74, es de-
cir, que debemos considerar plenamente vigentes las normas que ya existían
con anterioridad a la invasión napoleónica.
Este Consejo Reunido siguió funcionando durante poco tiempo. El 21
de septiembre de 1810, el de Regencia restableció los diferentes Consejos
que la Junta Central había concentrado en uno75. Situación que se mantuvo
hasta la entrada en vigor de la Constitución de Cádiz, que estableció una serie
de importantes nuevos principios de naturaleza procesal76, aunque, como se
ha puesto de manifiesto, ello no conllevó un cambio radical con la tradición
histórica77.
73
Real decreto de la Suprema Junta Central Gubernativa del reino por el que se declara
inexistentes los antiguos Consejos, anula las provisiones que éstos hubiesen dado desde
el día 4 de diciembre de 1808 y crea un Consejo y Tribunal Supremo de España e Indias,
en SALUSTIANO DE DIOS, Fuentes para el estudio del Consejo Real, Salamanca, 1986,
documento XXIX, p. 154.
74
DE DIOS, op. cit., p. 154.
75
MIGUEL ARTOLA, Los orígenes de la España contemporánea, Madrid, 1959, tomo
I, p. 379.
76
VÍCTOR FAIRÉN GUILLÉN, “Estudio histórico externo de la Ley de Enjuiciamiento
Civil de 1855”, Temas del ordenamiento procesal, tomo I. Historia. Teoría general, Ma-
drid, 1969, p. 60.
77
Así quedó expuesto por PEDRO GÓMEZ DE LA SERNA, Motivos de las variacio-
nes principales que ha introducido en los procedimientos la Ley de Enjuiciamiento Civil,
Madrid, 1857, pp. 7 y 8: “Las Cortes Constituyentes estuvieron lejos de querer cambios
1179
MIGUEL PINO ABAD
1180
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
81
Archivo de las Cortes, leg. 72, nº 14 (texto recogido por MORENO PASTOR, op. cit.,
p. 145).
82
DE DIOS, op. cit., documento XXXIV.
83
DE DIOS, op. cit., p. XCIII.
84
Decreto de 24 de marzo de 1834, en Colección de decretos, tomo XIX, p. 158; FER-
NANDO DE ARVIZU Y GALARRAGA, “El Consejo Real de España e Indias”, Actas del III
Symposium de Historia de la Administración, Madrid, 1974, p. 387.
85
Decreto de 8 de abril de 1834; MANUEL ORTIZ DE ZUÑIGA, Biblioteca judicial,
parte legislativa, que contiene la legislación no recopilada relativa a la Administración
de Justicia, Madrid, 1848, tomo I, p. 28.
86
Así lo expresó el diputado Antonio González en la sesión de 3 de enero de 1835 (Dia-
rio de Sesiones, legislatura de 1835, tomo II, pp. 1110-1111) cuando se ocupó del número de
miembros que debía tener el Tribunal.
1181
MIGUEL PINO ABAD
87
Art. 90, nº 6, del Reglamento para la administración de justicia en lo respectivo a la
jurisdicción ordinaria de 1835, en Decretos de la reina nuestra señora Doña Isabel II,
dados en su real nombre por su augusta madre la reina gobernadora, y reales órdenes,
resoluciones y reglamentos generales expedidos por las secretarías del despacho univer-
sal desde el 11 de enero hasta fin de diciembre de 1835, Madrid, 1836, tomo XX, p. 396.
88
Así, podemos traer a colación la Memoria relativa a los principales actos del Excmo.
Sr. D. Álvaro Gómez Becerra como ministro de Gracia y Justicia en 1835 y 1836, escrita
por él mismo y encontrada después de su fallecimiento ocurrido en 1855 (fue publicada
por OCAMPO en Revista General de Legislación y Jurisprudencia, tomo XLVIII, 1876, p.
113: “…otra disposición notable, útil y benéfica del reglamento es la supresión del recurso
de las mil y quinientas o de segunda suplicación, que va envuelta en los artículos del regla-
mento, aplicando a los jueces inferiores el conocimiento de todos los negocios en primera
instancia, y devolviéndoles aún los pendientes en las Audiencias…el grado de segunda su-
plicación ocasionaba gastos crecidos, tanto porque era necesario acudir al Tribunal Supre-
mo en la Corte, tanto porque perdiéndole llevaba ordinariamente consigo la condenación
de costas y el pago de las mil y quinientas doblas. Ninguno de estos inconvenientes se
encuentra en la instancia ordinaria, sustituida al grado”).
89
Ampliamente estudiado por ENRIQUE ALVAREZ CORA, La arquitectura de la jus-
ticia burguesa. Una introducción al enjuiciamiento civil en el siglo XIX, Madrid, 2002,
p. 190 y ss.
90
JOAQUÍN FRANCISCO PACHECO, Comentario al decreto de 4 de noviembre de
1838 sobre recursos de nulidad, Madrid, 1845, p. 12.
1182
EL RECURSO DE SUPLICACIÓN EN EL CONSEJO DE INDIAS
91
Art. 1 del Real Decreto sobre recursos de segunda suplicación.
1183
LA OCULTACIÓN DE BIENES DEL ARZOBISPO FELICIANO
DE LA VEGA Y EL BREVE APOSTÓLICO DE INOCENCIO X, DENTRO
DE LA VISITA GENERAL DE JUAN DE PALAFOX Y MENDOZA
A LA NUEVA ESPAÑA (1640-1647)
Abstract: In 1641, the Archbishop of Mexico Don Feliciano de la Vega passeed away,
and the then judge of the Audiencia, Don Melchor de Torreblanca, was made responsible
for conducting the inventory of assets of the recently deceased prelate. However, working
together with Don Pedro de Torreblanca, mayor of Tixtla, Don Juan de la Serna, nephew of
the Archbishop, and Don Francisco de Figueroa, Don Feliciano’s butler, hid gold and silver
without quintar, as well as jewelry of the Archbishop in order to appropriate them illicitly.
Don Juan de Palafox, as Visitor, initiate proceedings against the corrupt Torreblanca, spar-
king a legal and political battle between the highest authorities of New Spain, which included
a visit to the Alcades Mayores and the introduction, without the approval of the Council of
the Indies, of an Apostolic Brief of Pope Innocent X which would permit the establishment of
an illegal and irregular tribunal of conservative judges against the Bishop of Puebla.
Keywords: Juan de Palafox y Mendoza, Feliciano de la Vega, General Visit, Apostolic
Brief, Major Majors, Real Audience from Mexico
1185
JUAN PABLO SALAZAR ANDREU
1
Cfr. Expediente Tocante a la Visita Hecha por el Visitador Don Juan de Palafox y
Mendoza, a Don Melchor Gutiérrez de Torreblanca, Oidor que fue de la Audiencia de
México, España, 1663, ARCHIVO GENERAL DE INDIAS, Legajo 7º, s/f, Foja 2f, 1663.
2
Cfr. Ibídem, foja 4v.
3
Cfr. Ídem. Dicho embargo se realizó por la esterilidad que sufría la Ciudad de México.
4
Cfr. Ibídem, fojas 4v-6v.
5
Cfr. Ibídem, Foja 11f; se adelantan algunas fojas para mayor comprensión del lector de
la situación que se presentaba.
6
Cfr. Ídem.
1186
LA OCULTACIÓN DE BIENES DEL ARZOBISPO FELICIANO DE LA VEGA...
o bien un grupo de ellos. El principal objetivo de esta figura, era evaluar si las
actuaciones de los oficiales reales, se apegaban a los lineamientos marcados por
la Corona y el Consejo de Indias. Calvo y Agueda señalan que dicho término se
aplicaba también a las revisiones que los Virreyes realizaban en territorios bajo
su jurisdicción; también existía disposición de que los Oidores de la Audiencia,
realizaran Visita a sus Distritos cada tres años, y en orden de antigüedad7.
7
AGUEDA PELAYO Y CALVO THOMAS, “Los Señores Visitadores, sus Obras y unas
Páginas más”, en Berthe, Jean Pierre (et.al), Sociedades en Construcción. La Nueva Galicia
según las Visitas de Oidores, Universidad de Guadalajara, México, 2000, p.15; Los autores
señalan también las denominadas Visitas “abiertas”, practicadas por autoridades de rango
inferior, españolas o indígenas en pequeñas zonas. Ibídem, p.15.
8
Cfr. ARREGUI ZAMORANO, PILAR, La Audiencia de México Según los Visitadores
(Siglos XVI y XVII), UNAM, México, 1985, p.54
9
Cfr. DOUGNAC ANTONIO, Manual de Historia del Derecho Indiano, UNAM, Méxi-
co, 1994, p.387
10
Cfr. Escudero, José Antonio, Curso de Historia del Derecho. Fuentes e Instituciones
Político-Administrativas, Madrid, Solana e hijos Impresores, 2003, p.741.
11
SÁNCHEZ BELLA, ISMAEL, Derecho Indiano Estudios. Las Visitas Generales en
la América Española (Siglos XVI-XVII), España, Ediciones Universidad de Navarra, t.I,
1991, p.240.
12
Cfr. Expediente…, cit. Nota 2, fojas 5f-6f.
1187
JUAN PABLO SALAZAR ANDREU
13
Cfr. Testimonio de la Querella que dio el Licenciado Pedro de Molina como Albacea
del Señor Arzobispo Don Feliciano de Vega, en Expediente…, cit., foja 44f. Algunas fojas
se han adelantado para una mejor narración de los acontecimientos.
14
Ídem.
15
Cfr. Idem.
16
Cfr. Ibídem, foja 44v.
17
Cfr. Relación de Hechos y Trámites del Regidor Don Fernando Jiménez Paniagua de
27 de mayo de 1655, Expediente…, cit., foja 6v.
18
Cfr. Ídem.
19
Cfr. Ibídem, foja 7v.
20
Ibídem, foja 9f. Se adelantó este contenido para facilitar la comprensión al lector.
1188
LA OCULTACIÓN DE BIENES DEL ARZOBISPO FELICIANO DE LA VEGA...
1. C
artas en las que, según Torreblanca, el Visitador le instaba a decidir
en determinados pleitos de alguna manera específica; sin embargo,
en el análisis de dichos documentos, el Consejo de Indias no encontró
cláusula alguna que fuera violatoria de Cédulas u Órdenes Reales23.
2. Cartas de materia diversa, que el Oidor escribió a diversas autorida-
des, en las que el Consejo, notó ambivalencias, ya que en las mismas
alababa y atacaba a Palafox, denominándole incluso como “canalla” y
cuestionando la decisión del Rey de que el Obispo de Puebla, mantu-
viera su calidad de Visitador24.
3. Documentos que acreditaban los cargos en contra de Don Melchor,
comprobadas con peritos de la época25.
— L
a Cédula de 19 de diciembre de 1639, que amparaba las acciones del
Obispo de Puebla, era para visitar a ministros “que habían servido y
estaban sirviendo sus plazas”27.
21
Cfr. Ibídem, foja 8f.
22
Cfr. Ibídem, foja 8v, también así, conviene confrontar la Foja 41f, en el que Palafox
señalaba que la recusación “es vaga y general y estar prohibida por Derecho”.
23
Cfr. Ídem. En el caso de la recusación, el oidor Torreblanca hablaba de un total de 50
cartas, pero sólo se hallaron 27.
24
Cfr. Relación…, cit., foja 9f.
25
Cfr. Ídem.
26
Se debe señalar que con motivo de dicha recusación y por orden Real, el 3 de diciem-
bre de 1644 el Obispo de Puebla se dio por recusado, Cfr. Ídem.
27
Ibídem, foja 9v.
1189
JUAN PABLO SALAZAR ANDREU
28
Ídem.
29
Cfr. Ídem. Aunado a lo mencionado en este punto cabe remarcar la siguiente cita
del mismo documento “Que le llamó el Señor Don Juan de Palafox, para que depusiese
contra el Marqués de Villena, cosas de tan terrible juicio que le obligó a responder de
forma que se irritó, y de lo que puso en esta ocasión hizo una protesta ante escribano y
testigos, la cual presentaba”. No era algo poco común, como se ha analizado a lo largo de
la presente investigación, que los Visitados, acusara al Obispo de Puebla, de persecuciones
y venganzas personales. La protesta a que se refiere el párrafo citado, quedó asentada por
el Escribano Real, Diego Arias González, afirmando el Regidor Jiménez Paniagua, que
dicho escribano, presentaba dudas, por testimoniales de “poca legalidad”, ya que cuando
se mandaron a comprobar los testimonios, los testigos, afirmaron no conocer al escribano;
Ibídem. Fojas 9v-10f.
30
Cfr. Ibídem Foja 10f.
31
Transcripción del Memorial de Don Melchor Gutiérrez de Torreblanca, 8 de junio
de 1655, Expediente…, cit. foja 22f. Algunas fojas se adelantan para mayor facilidad de
comprensión de la controversia en análisis.
32
Cabe señalar, que, durante el tiempo de la Visita, y aún durante el Juicio, Torreblanca
recibió entero su salario, pero solo se le privó del ejercicio de su plaza. Cfr. Relación de
Hechos…, cit., Foja 11f.
33
Cfr. Ibídem, foja 10f.
34
Cfr. Ibídem, foja 10v.
35
Cfr. Expediente..., cit., foja 46f.
1190
LA OCULTACIÓN DE BIENES DEL ARZOBISPO FELICIANO DE LA VEGA...
36
Al Juez González Manjarrez, se le ordenó por Cédula Real de 24 de diciembre de 1645,
proseguir con la substanciación del Juicio de Residencia, Cfr. Ibídem. Fojas 150f-150v.
37
Cfr. Ibídem, foja 10v. Junto a esta resolución, y con base en Cédula Real de fecha 24 de
diciembre de 1645, el Juez González, recibió la orden de determinar y hacer fenecer el Jui-
cio de Residencia del Marqués de Villena, así como entregar a éste último las cantidades
de oro y plata que le fueran pertenecientes en la Caja Real, sin embargo, los oficiales reales
declararon que no existía ya nada de oro y plata, y que el resto del dinero se encontraba
embargada por diversos acreedores. Cfr. Ibídem, fojas 150f-159v.
38
Torreblanca solicitaría la revisión de su sentencia, la cual confirmaría la precedente el
8 de junio de 1855, Cfr. Ibídem. foja 20v.
39
Cfr. Ibídem, foja 20v; se adelanta la presente foja, para mayor facilidad de compren-
sión de los hechos narrados.
40
Cfr. Expediente, cit., fojas 58f-58v.
41
En la presente lista podría añadirse también al Arzobispo de México Don Juan de
Mañozca, quien el 7 de diciembre de 1647 declaró no conocer nada respecto a dicho Breve,
Cfr. Ibídem, fojas 65v-66f. mientras todos los demás personajes, o afirmaron saber de él, o
fueron simplemente oscuros en sus declaraciones.
1191
JUAN PABLO SALAZAR ANDREU
— C
ontador Jerónimo de Marquina47,
— Lic. Pedro de Alarcón48,
— Don Diego Mateos de Guevara49,
42
Cfr. Ibídem, foja 62f.
43
Cfr. Ibídem foja 65v. La defensa que se argumentó, fue esgrimida por el Padre Alonso
Rojas, Procurador General de la Compañía de Jesús, quien también tendría, como se verá
más adelante, un papel preponderante en la desaparición del Breve apostólico.
44
Cfr. Ibídem, fojas 67f-70f.
45
Cfr. Ibídem, foja 70v. Este dicho se ratifica también con la testimonial de Fray Bue-
naventura de Salinas del 21 de diciembre de 1647, constando además que en dicho docu-
mento, S.S. Inocencio X autorizaba y hacía comisarios o jueces apostólicos al Arzobispo de
México y al Obispo de Michoacán, sin embargo, Buenaventura comunicó inmediatamente
al Obispo Palafox la existencia de dicho documento. Cfr. Ibídem. Foja 74v-80f.
46
Cfr. Ibídem, fojas 77f-78f, este dicho fue ratificado también el 28 de diciembre de
1647, por Don Francisco Manrique de Lara, Fiscal de la Audiencia, quien en su calidad
de sobrino de Fray Buenaventura, le acompañó y presenció lo declarado por su tío: Cfr.
Ibídem, fojas 79f-80f.
47
Cfr. Ibídem, fojas 71f-73v.
48
Cfr. Ídem.
49
Cfr. Ibídem, fojas 80f-81f.
1192
LA OCULTACIÓN DE BIENES DEL ARZOBISPO FELICIANO DE LA VEGA...
Cabe señalar que todos ellos no tan solo afirmaron haber oído de dicho
documento, sino saber asimismo que el mismo había sido publicado por la
Compañía de Jesús58.
Por su parte, Don Juan de Palafox y Mendoza, declaró que el Breve
Apostólico fue sumamente público en México59, y que él mismo tuvo noticia
de ello, mediante carta que le dirigió Fray Buenaventura de Salinas y Córdo-
va. Asimismo, Palafox aseguraba que dicho documento no había pasado por
el Real Consejo de Indias60.
El Oidor de Guadalajara, en su calidad de Juez exhortó a los miembros
de la Compañía de Jesús a presentar el Breve de Inocencio X, el 1 de enero de
164861, presentándose en las casas y Colegio de San Pedro y San Pablo (bas-
tión de los Jesuitas) al día siguiente para reclamar el documento; sin embargo
50
Cfr. Ibídem, fojas 81f-82f.
51
Cfr. Ibídem, fojas 82f-82v.
52
Cfr. Ibídem, fojas 82v-83f.
53
Cfr. Ibídem, fojas 83f-83v.
54
Cfr. Ibídem, foja 83f-84f.
55
Su testimonio, mucho más rico que otros, ya que afirmaba que dicho Breve, surgió en
la misma época en que estuvieron los problemas entre el Obispo de Puebla y la Compañía
de Jesús, aseverando de primera mano haber visto el documento impreso por los jesuitas.
Cfr. Ibídem, Foja 84v.
56
Quien aseguró que Torreblanca, estando preso en Tacuba, recibió carta de su herma-
no, quien afirmaba haber sacado despacho de Roma, tras lo cual el Oidor aseguraba que,
con dicho documento, iba hacer “berrear” al Obispo de Puebla; Cfr. Ibídem Foja 85f.
57
Cfr. Ibídem fojas 85v-87f.
58
Cfr. Ibídem, foja 71f-73f.
59
Cfr. Ibídem foja 73v.
60
Cfr. Ibídem foja 74f. Cabe señalar entonces, que fueron dos los testigos de dicho do-
cumento en posesión del Obispo de Michoacán, mientras que el resto fueron testigos de
oídas. Cfr. Ibídem, foja 92v.
61
Cfr. Ibídem, fojas 88v-89v.
1193
JUAN PABLO SALAZAR ANDREU
62
Cfr. Ibídem fojas 90f-91f.
63
Cfr. Ibídem, Fojas 91f-92f.
64
Cfr. Ibídem, fojas 94f-97v. Igualmente el Juez González Manjarrez, aprovechó dicho
despacho para obtener mayores evidencias y testimoniales en contra de Torreblanca, Cfr.
Ibídem, foja 108v.
65
Ibídem, foja 97v.
66
Cfr. Ibídem, foja 99f.
67
Cfr. Ibídem, fojas 100f-101v; de las fojas 102f a la 110f, se trata de más requerimientos
a Don Marcos Ramírez del Prado.
1194
LA OCULTACIÓN DE BIENES DEL ARZOBISPO FELICIANO DE LA VEGA...
68
Cfr. Ibídem, fojas 110f-111f.
69
Cfr. Ibídem, fojas 119v-120f, El Juez de Residencia, había ordenado dicha multa, con
base en las testimoniales recabadas en virtud de las cuales, se señalaba al Obispo de Mi-
choacán como poseedor de dicho documento, acorde al memorial de 19 de febrero de 1648,
cfr. Ibídem, fojas 58f-58v. La suspensión se realizó por órden mediante Cédula Real Cfr.
Ibídem, fojas 187f-191f.
70
Cfr. Ibídem, fojas 111v-117v Dichos intentos se realizaron principalmente entre el 20
al 27 de febrero de 1648. fojas 113f-114v y 115f a 117v.
71
Cfr. Ibídem, fojas 133f-134f.
72
Cfr. Ibídem, foja 134v.
73
Cfr. Ibídem, fojas 142v- 145v.
74
Cfr. Ibídem Fojas 121f-126v.
75
Cfr. Ibídem foja 130f. Cédula Real de 8 de julio de 1647, pero que se ejecutó hasta el
1195
JUAN PABLO SALAZAR ANDREU
1. A
cusaba Torreblanca al Visitador, de instigarlo a declarar falsamen-
te en contra del Duque de Escalona, quien como se sabe, había sido
Virrey de la Nueva España, y depuesto en razón de su desobediencia
a Cédulas Reales, referentes a puestos de autoridad, otorgados a ciu-
dadanos portugueses81. Asegurando también que su negación había
provocado el odio de Palafox en su contra82.
2. “[…] Que sin preceder cuerpo de delito ni prueba de él, le sacó de su
casa el Señor Don Juan de Palafox, entró en ellas, registró sus bienes
y papeles”83.
3. Afirmaba también que el inventario no se realizó de la forma debi-
da, precedida de su citación (pero en lo autos, constaba la misma, así
como su legal depósito)84.
1196
LA OCULTACIÓN DE BIENES DEL ARZOBISPO FELICIANO DE LA VEGA...
85
Cfr. Ibídem, foja 12f
86
Cfr. Ídem.
87
Cfr. Transcripción…, cit., fojas 23v-24f.
88
Cfr. Relación de Hechos…, cit., foja 12f.
89
Transcripción…, cit., foja 24v.
90
Cfr. Ídem.
91
Cfr. Relación…, cit., foja 12v.
92
Cfr. Relación de hechos…, cit., foja 12v.
1197
JUAN PABLO SALAZAR ANDREU
93
Cfr. Ibídem, foja 13f.
94
Cfr. Ídem.
95
Cfr. Ibídem Foja 13v; de las Fojas 14f a la 15v, se trata de hojas en blanco o portadas.
De las fojas 16f a 20v se trata de memoriales de traslado y notificación. Las fojas 21f a la
26v han sido citadas anteriormente para mayor comprensión del lector y, conforman junto
a las fojas 27f a la 34f el resto del Memorial de Torreblanca enviado al Rey. De las fojas 35v
a 39v, son memoriales de traslado.
1198
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS
DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
Claudia G.Somovilla
Universidad de Buenos Aires – Universidad del Salvador (Argentina)
[email protected] / [email protected].
Resumen: El presente trabajo tiene por objeto conocer y analizar causas que trami-
taron ante la Segunda Audiencia de Buenos Aires (1785 – 1810) sobre el delito de injurias
verbales. Observando en ellas la vigencia del Derecho Castellano – Indiano. Esta presenta-
ción es parte de un estudio más amplio, en el que me propongo estudiar los delitos contra
el honor en el mismo tiempo y en el Río de la Plata. Se busca aquí, conocer y analizar las
particularidades que hacen a las causas por injurias verbales. La investigación de campo
se ha realizado mediante la compulsa de expedientes caratulados sobre injurias verbales,
albergados en el Archivo General de la Nación, en el Archivo Histórico de la Provincia
de Buenos Aires “Ricardo Levene”. Ello sin perjuicio de la obligatoria y necesaria lectura
y estudio de las investigaciones de Abelardo Levaggi sobre la labor de los fiscales en las
Audiencias de Buenos Aires.
Palabras clave: injurias, verbal, Segunda Audiencia, Río de la Plata, derecho, penal
indiano.
Abstract: The purpose of this paper is to identify and analyze cases that were pro-
cessed before the Segunda Audiencia of Buenos Aires (1785 - 1810) on the crime of verbal
abuse. Observing in them the validity of the Spanish - Derecho Indiano. This presentation
is part of a larger study, in which I examine crimes against honor at the same time and in
the Rio de la Plata. The aim here is to identity and to analyze the peculiarities that make
up verbal insult cases. The field research was carried out utilizing the collection of files on
verbal abuse, housed in the General Archive of the Nation, in the Historical Archive of the
Province of Buenos Aires “Ricardo Levene.” This is without prejudice to the obligatory and
necessary reading and study of the investigations by Abelardo Levaggi on the work of the
prosecutors in the Audiencias of Buenos Aires.
Keywords: injurias, verbal, Second Audience, Rio de la Plata, law, xriminal, indian.
1199
CLAUDIA G.SOMOVILLA
1. Introducción
El presente trabajo tiene por objeto conocer y analizar las causas que tramitaron
ante la Segunda Audiencia de Buenos Aires (1785-1810)1 sobre el delito de inju-
rias verbales2. Observando en ellas la vigencia del Derecho Castellano-Indiano.
Esta presentación es parte de un estudio más amplio, en el que me propongo
estudiar los delitos contra el honor en el mismo tiempo y en el Río de la Plata.
El nudo del trabajo busca conocer y analizar las particularidades que
hacen a las causas por injurias verbales. Injurias normadas en la Partida Sép-
tima, Titulo Noveno, Ley Primera, donde se entiende el término injuria como
deshonras de dichos o hechos y libelos famosos, escarnio en contra de otro,
infamar, denostar.
La investigación de campo se ha realizado mediante la compulsa de ex-
pedientes caratulados sobre injurias verbales, albergados en el Archivo Ge-
neral de la Nación, en el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires
“Ricardo Levene”.
Una base para la consideración de expedientes en dicho período y de
utilidad es el Catálogo del Archivo de la Real Audiencia y Cámara de Apela-
ción de Buenos Aires. Provincia de Buenos Aires, Ministerio de Educación,
Subsecretaría de Cultura3.
1
LEVAGGI, ABELARDO, enseña que fundado el Virreinato del Río de la Plata en 1776 -con
sede en Buenos Aires- fue necesario la reposición de la audiencia –su decreto de extinción
databa de 1671 y se concretó al año siguiente–, a fin de que el virrey tuviese su corte. Así Carlos
III expidió la correspondiente Cédula ereccional en 1783. Su distrito abarcó las provincias de
Buenos Aires, Praguay, Tucumán, Cuyo y la Banda Oriental. En Manual de Historia del De-
recho Argentino. Castellano – Indiano / Nacional. Judicial. Civil. Penal, Buenos Aires, Lexis
Nexis, 2005. t. II, cap. II Delitos, p.18. También afirma Levaggi pero en el t. III del mismo Ma-
nual en su p. 38: “Las audiencias fueron el contrapeso más fuerte de la autoridad virreinal”.
2
STORNI, CARLOS M., aprecia que el desorden en materia criminal fue mucho mayor
que en otras ramas del derecho. Que así como la necesidad de reprimir el contrabando fue
uno delos primordiales motivos que se agitaron para la creación dela Primera Audiencia
(1663 - 1672); lo que agitó la creación de la Segunda Audiencia fue la necesidad de reformar
el sistema judicial general, y especialmente el fuero criminal. En La Justicia en la campaña
del Río de la Plata durante el período hispano. En Investigaciones sobre Historia del De-
recho Rural Argentino. Españoles, Criollos, Indios y Guaderios en la llanura pampeana,
Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1997, p. 61 – 97.
3
CATÀLOGO del Archivo de la Real Audiencia y Cámara de Apelación de Buenos Aires.
Provincia de Buenos Aires, Ministerio de Educación, Subsecretaría de Cultura. Archivo His-
tórico de la Provincia de Buenos Aires “Ricardo Levene”, La Plata, 1974. En sus primeras
páginas puede leerse en “Advertencia” que hace notar Enrique Barba –director honorario-,
que hacia 1967 dicho Archivo creó una nueva serie en las publicaciones: Catálogos de los
1200
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
documentos de los Archivos. Donde puede encontrarse una Aclaración, que dicho inventa-
rio pertenece al Fondo Tribunales, Serie: Criminales, describe la documentación producida
entre 1755-1919 que fuera enviada por el Archivo de Actuaciones Judiciales y Notariales al
Archivo dela Nación en 1956. En el fondo en cuestión compuesto por 89 legajos ordenados,
encontramos para la cuestión que nos ocupa en Letra G 7 legajos entre 1765 – 1891, y en
Letra H 1 legajo entre 1874 – 1898. Se encuentran allí expedientes originales de la época co-
lonial. El ordenamiento físico de la serie 1ra del tribunal criminal fue realizada por Miguel
Ángel Cucchiara y Alejandro Luis Francisco Gargiulo, quien fuera responsable del estudio
de los datos de los expedientes, descripción y selección del material de información. En la
fojas 23 del Catálogo se refiere al Legajo G Nª 1 Años 1765 – 1837 y se encuentran referidos
los siguientes cuatro expedientes sobre injurias: Gamarra Lucas demandado por Benites
Estefanía (1780); García Fernando demandado por Muñiz Teresa (1806); Gutierrez Anto-
nio y otros demandado por Pérez José (1809); y Gaona Angela demandada por Benavente
Marcos por injurias graves a su esposa Cornejo Manuela.
4
LEVAGGI, ABELARDO, Francisco Manuel de Herrera, fiscal de la Audiencia de Bue-
nos Aires (1789 – 1799), Buenos Aires, Departamento de publicaciones, Facultad de De-
recho, UBA, 2008. Doctrina de la Segunda Audiencia de Buenos Aires (1785 – 1810). Ius
Historia Revista Electrónica, nº 2, Octubre de 2005. www.salvador.edu.ar/juri/reih/index.
htm. Audiencias indianas, Justicia Federal argentina y unificación del derecho. Estratto
da “Roma e America. Diritto Romano Comune” 9/2000, Mucchi Editore, p. 17 – 24. Aspec-
tos del procedimiento judicial indiano según la doctrina de los fiscales José Márquez de
la Plata y Manuel Genaro de Villota (1784 – 1810)”. Historia Instituciones Documentos,
21. Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1994, Separata, p. 367 – 388. La pena en el
Derecho Hispano – Indiano (siglos XVI – XVIII)”. Recueils de la Societè Jean Bodin pour
l´Histoire Comparative desInstitutions, LVIII. La peine. Quetrième parite. Mondesnon Eu-
ropeèns. Bruxelles, 1991. P. 203 – 220. Método e ideología de un fiscal de la Audiencia de
Buenos Aires: José Márquez de la Plata. Anuario Mexicano de Historia del Derecho, I. Mé-
xico, 1989, p. 95 – 112. El virreinato rioplatense en las vistas fiscales de José Márquez de la
Plata, Buenos Aires, 1988, Tres tomos. El concepto del derecho según los fiscales de la se-
gunda Audiencia de Buenos Aires (1784 – 1810)”. Revista Chilena de Historia del Derecho,
11, Santiago de Chile, 1985, p. 245 – 259. Los escritos del fiscal de la Audiencia de Buenos
Aires, Manuel Genaro de Villota. Buenos Aires, 1981. La interpretación del Derecho en la
Argentina en el siglo XIX. Separata de la Revista de Historia del Derecho, 7. Instituto de
Investigaciones de Historia del Derecho, Buenos Aires, 1980.
1201
CLAUDIA G.SOMOVILLA
El delito que nos ocupa en particular puede leerse en Las Partidas –en
una redacción de la regla jurídica–, donde se describen/ enuncian/enumeran
conductas delictivas en sus diferentes posibles manifestaciones concretas:
Hiriendo un hombre a otro con mano o con pie, o con palo, o con piedra, o con
armas, o con otra cosa cualquiera, decimos que le hace injuria, y deshonra.
Y por ende decimos, que el que recibiese tal deshonra, o injuria, quiera que
salga sangre de la herida, quiera que no, puede demandar que le sea hecha
enmienda de ella; y el juez debe apremiar aquel que lo hirió, que lo enmiende.
Y aun decimos, que en otras muchas maneras hacen los hombres injuria, y
deshonra unos a otros; así como cuando un hombre a otro corre, o sigue en
pos de él, con intención de herirlo, o de prenderlo; o cuando lo encierra en al-
gún lugar, o le entra por fuerza en la casa; o cuando le prende, o le toma algu-
na cosa por fuerza de las suyas, contra su voluntad. Y por ende decimos, que
el que injuria, o deshonra hace a otro en alguna manera de las sobredichas,
o en otras semejantes de éstas, que debe hacer enmienda de ello (VII,ix,6).
5
LEVAGGI, ABELARDO, El Derecho Penal Argentino en la Historia, Buenos Aires,
EUDEBA, 2012, p. 71.
6
LEVAGGI, op. cit., p. 83.
1202
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
Toda acción contraria a la ley divina, sea interna, sea externa, es pecado.
Ningún acto puramente interno, aunque pecaminoso, es delito …. Las leyes
penales …no pueden tener otro objeto que aquellas acciones externas, que
directa o indirectamente turban la pública tranquilidad o la seguridad de
los particulares y por consiguiente sólo éstas son verdaderamente delitos8.
7
LEVAGGI, op. cit., p. 83 – 85.
8
LARDIZABAL Y URIBE, MANUEL DE, Discurso sobre las penas (1782). Universidad
de Cádiz, Edición de Andrés Moreno Mengíbar, 2001, p. 165 – 167.
9
Además, señala GUZMAN BRITO, ALEJANDRO: “El álbum pretorio contiene cinco
rúbricas sobre la materia: un edictum generale, que tipifica genéricamente la iniuria, y
cuatro que tipifican injurias especiales. Estas últimas son: (i) el convicium adversus bonos
mores, es decir, reunirse en grupo o comparecer alguien solo ante la morada e otro para
ofenderle e insultarle en voz alta y con alboroto; (ii) de adtemplata pudicitia, contiene en
el hecho de apartar al acompañante de una mater familias en la calle para dejarla sola en
consecuencia, o en seguir a un mozo o moza (praetextatus praetextatave) importunándolo
procazmente; (iii) enseguida la difamación de palabra u obre (ne quid infamandi causa
1203
CLAUDIA G.SOMOVILLA
fiat); y finalmente, (iv) elhecho de azotar a un siervo ajeno, someterlo atormento (quaestio)
o vejarlo de otro modo, sin autorización de su dueño”. En Derecho Privado Romano. El
Derecho de las obligaciones. El Derecho de la sucesión por causa de muerte. El Derecho
de las liberalidades, t. II, Santiago De Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1996, p. 167 – 274.
10
LEVAGGI, op. cit., p. 100.
11
HELMUT, COING, Derecho Privado europeo, I. Madrid, Fundación Cultural del No-
tariado, 1996, p. 645 – 649.
12
LEVAGGI, op. cit., p. 101.
1204
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
13
LEVAGGI, op. cit., p. 102.
14
PÉREZ MARTÍN, ANTONIO, La protección del honor y de la fama en el derecho
histórico español. Anales de Derecho de la Universidad de Murcia, II, 1991, p. 117 – 156.
SERRA RUIZ, Rafael, Honor, honra e injuria en el Derecho medieval español. http://
revistas.um.es/analesumderecho/article/viewFile/104131/99081.
15
MARILUZ URQUIJO, JOSE MARÍA, El Virreinato del Río de la Plata en la época
del Marquéz de Avilés (1799 – 1801) Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1988. Allí Mariluz
Urquijo menciona la labor de Santos Sánchez que había publicado en cuatro volúmenes
las pragmáticas, cédulas, provisiones, circulares, autos acordados, bandos y otros tipos de
providencias dictadas por Carlos III y Carlos IV; y la aparición hacia 1798 del último de los
28 tomos que conformaban el Tratado de la Legislación Universal de España e Indias de
Antonio Javier Pérez y López. P. 549
1205
CLAUDIA G.SOMOVILLA
social habituado a absolver y resolver sus tensiones por sí mismo, y por el otro
un ordenamiento social administrativo que trata de impregnar y normalizar
al cuerpo social a través del Estado y de la justicia16.
Corresponde ahora adentrarnos en los casos que llegaron a la Segunda Au-
diencia17 por injuria. Segunda Audiencia de la cual afirmara Ricardo Leven que
su erección estuvo estrechamente asociada a la fundación del Virreinato del Río
dela Plata. Cuya autoridad judicial –de que estuvo investida– la ejerció con ecua-
nimidad e independencia –esto en contraste ante la crisis profunda que aquejaba
a los otros poderes, representados por el Virrey y en el Cabildo de Buenos Aires
principalmente. Citando a Juan A. García remarca la significación del Virreinato
en la Historia del Derecho. Causando incluso el cambio de un estilo, suplantando
el idioma pintoresco de frases enredadas –dice Levene– por el lenguaje oficial,
claro y preciso. Más adelante afirma: “Durante el Virreinato se asiste a una pro-
funda evolución histórica que tiene el alcance de una revolución pacífica”18.
16
KLUGER, VIVIANA, La administración de justicia en el Río de la Plata, Tucumán y
Cuyo a la luz de los Bandos de buen gobierno. En Actas del XV Congreso del Instituto In-
ternacional de Historia del Derecho Indiano. Córdoba (España) – del 19 al 24 de Septiem-
bre de 2005. Coordinador: Manuel Torres Aguilar. Diputación de Córdoba – Universidad de
Córdoba, 2005. T I. P. 487-504. En sus conclusiones Kluger dice: “Una lectura atenta de los
testimonios recogidos de los expedientes judiciales planteados ante la justicia, por lo menos
en lo que al Río de la Plata se refiere, nos muestra a los vecinos como participantes activos en
los conflictos que se plantean, y no como meros espectadores. Paralelamente, la compulsa de
los expedientes judiciales nos muestran la presencia de lo dispuesto en los bandos de buen
gobierno en lo que respecta a la administración de justicia –lo que era a su vez reflejo de la
legislación, y costumbre que le servía de base-, aun cuando no se aludiera expresamente a
esta fuente del derecho local”. Resulta también de utilidad la lectura de RÍPODA ARDANAZ,
Daisy, La administración de justicia en el último siglo colonial. Revista de Historia del Dere-
cho, 20. Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho. Buenos Aires, 1992, p. 377-396.
17
LÓPEZ BOHORQUEZ, ALÍ ENRIQUE, Justicia para gobernar el nuevo mundo. Re-
paso para los que se inician en el estudio de la Administración de Justicia en Hispa-
noamérica Colonial. En Revista Chilena de Historia del Derecho, nº 22, t. I, Estudios en
Honor de Bernardino Bravo Lira. Premio Nacional de Historia 2010. Centro de Investi-
gaciones de Historia del Derecho del Departamento de Ciencia del Derecho – Facultad
de Derecho de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 2010, p. 517 – 541. Quien al
tiempo de tratar las Audiencias señala que el establecimiento de las mismas en América se
realizó en la medida en que se intensificaba la penetración y conquista de los territorios y
población indígenas, y se fundaban ciudades con potenciales condiciones económicas, y en
situaciones geográficas estratégicas.
18
LEVENE, RICARDO, Manual de Historia del Derecho Argentino, Buenos Aires, De-
palma, Quinta edición, 1985. Capítulo XIX: Fundación de la Segunda Audiencia (1783)
y del Consulado de Buenos Aires (1794), Significación del Virreinato en la Historia del
Derecho Argentino, p. 235 – 244.
1206
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
De entre las causas sobre injurias verbales encontradas cabe destacar –en
esta oportunidad– algunas, y entonces refiero a dos de ellas a modo ilustrati-
vo a fin de observar el tratamiento dado a las denuncias:
19
MARTIRE, EDUARDO, Los REGENTES DE Buenos Aires. La reforma judicial in-
diana de 1776. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Colección del IV Centenario de
Buenos Aires, 1981, p. 10 – 13.
20
TAU ANZOÁTEGUI, VÌCTOR, La configuración Del Derecho Indiano provincial y
local. Problemas terminológicos e históricos. En Actas del XV Congreso del Instituto In-
ternacional de Historia del Derecho Indiano. Córdoba (España) – del 19 al 24 de Septiem-
bre de 2005. Coordinador: Manuel Torres Aguilar. Diputación de Córdoba – Universidad
de Córdoba, 2005, t. I, p. 245 – 248.
1207
CLAUDIA G.SOMOVILLA
Pregunta el fiscal:
1208
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
1209
CLAUDIA G.SOMOVILLA
rir que sobre un mismo punto indivisible ha dado vuestra alteza providencias
diversas.
Se lee:
Dice el abogado que sobre un mismo punto indivisible hay dos pro-
videncias diversas. Esa afirmación del letrado es falsedad notoria, es im-
postura, no hay tal punto indivisible, son dos los puntos muy divisibles
inconexos y separados sobre los que ha recaído cada una de las citadas pro-
videncias –sostiene Herrera–. Se explaya el fiscal diciendo que Warnes se
hallaba preso en una prevención, por una estrecha orden del excelentísimo
señor virrey, que apela, que no se le oye, que ocurre a la Audiencia, que
aquel excelentísimo le frustra todo recurso, qué había de hacer en este caso
el tribunal sino es facilitarle los medios que podía para salir de la opresión
en que se hallaba. Pero Escalada ¿qué es lo que sufre, en qué opresión se
halla para que el tribunal se acelere a contentarlo? Si no continúa la pared
es porque no continúa tampoco en su demanda civil, si se le hace tarde por
ver castigado a Warnes ya lo tiene preso y suspenso de voto pasivo en oficios
concejiles, que acaso fue el fin con que se puso en movimiento la máquina
de su acusación.
1210
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
21
Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 5.5.75.18.
1211
CLAUDIA G.SOMOVILLA
1212
INJURIAS VERBALES EN EL RÍO DE LA PLATA EN TIEMPOS DE LA SEGUNDA AUDIENCIA
sea más legal en sus dictámenes, y al abogado Juan Bautista Aguiar arregle a
Derecho sus libelos bajo apercibimiento de ley22.
4. Conclusiones
1. E
n los escritos de denuncia del delito de injurias encontramos las
siguientes expresiones para referir a los hechos acusatorios: falta de
respeto, atropello, palabras indecentes, haberse asentado sin licen-
cia del superior, proferir indecorosas palabras, haber tratado inju-
riosamente de palabra, muchos insultos con que los indios habían
ofendido a los españoles, altercación de palabras, expresiones des-
bocadas e ilegalidades, injuria al buen nombre, reputación y fama,
entre otras.
2. Entre las personas denunciadas encontramos: Alfaréz Real, Alguaci-
les Mayores, Alcaldes, Capitán de milicias, Comisionado para paces,
Depositario, Abogados, suegro, entre otros.
3. Medio de prueba esbozados: confesional, testimonial, documental.
4. Espacio donde se denuncia fueron vertidas las injurias verbales en-
contramos: escritos, al introducirle en la cárcel, en las reducciones
recientemente pobladas, en los excesos cometidos en ejercicio de sus
funciones al querer cobrar derechos de visita de tierras y pulpería,
entiendas, en la trastienda de la pulpería.
5. El tratamiento de las causas conservó las formas, y las decisiones de
la Audiencia siguieron el estilo de sentenciar de la época –no tuvieron
fundamentos expresos, pero se presentan razonadas–.
6. Es recurrente en los dictámenes el reto, la advertencia y guía para el
desempeño de los abogados en sus presentaciones.
22
Archivo General de la Nación, Real Audiencia de Buenos Aires. 1796-1800. IX. 27-6-2.
23
LEVAGGI afirma que la Segunda Audiencia actuó en pleno desde 1785, que una es-
tadística bastante aproximada de su trabajo hasta 1810 arroja que tramitaron ante ella 19
causas por injurias. Op. cit., p.112.
1213
CLAUDIA G.SOMOVILLA
7. R
esulta importante el estudio de la vida forense virreinal, por la tran-
sición que constituye hacia el nuevo orden24.
24
LEIVA, ALBERTO DAVID, Vida forense y administrativa en el Virreinato del Río de
la Plata, Buenos Aires, Editorial Dunken, 2001.
25
LEVAGGI, ABELARDO, Audiencias indianas, Justicia Federal argentina y unifica-
ción del derecho, Estratto da “Roma e America. Diritto Romano Comune” 9/2000, Mucchi
Editore, p. 17-24.
1214
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR
JUAN RAMÍREZ DE VELASCO
Resumen: Ramírez de Velasco protegió tanto a los indígenas como a los encomende-
ros, adoptando medidas adecuadas para ambas partes. En Castilla existieron los jueces de
aduanas y de sacas a fin de evitar el traslado de bienes de primera necesidad a otros reinos.
En Córdoba la instalación de esos alcaldes, se realizó mediante las ordenanzas del 5 de
julio de 1586 para la gobernación del Tucumán. Los fundamentos para su implantación
fueron: ser notorio el grave daño a la gobernación al haberse sacado indios para llevarlos
al Perú, Chile y otros lugares sin licencia, en el futuro tendrán que salir previa autorización
del gobernador y ser registrados ante el alcalde de sacas; asimismo se impedía la salida de
cosas de mucha necesidad para los pobladores: corambres, cordobanes, suelas, vaquetas,
cera y ganado en general sin expresa licencia.
Palabras clave: antecedentes, ordenanzas, indios, facultades del cargo, derechos,
sanciones.
*
Transcrito en ROBERTO LEVILLIER, Gobernación del Tucumán. Papeles de gober-
nadores en el siglo XVI. Documentos del Archivo de Indias, t. 1, 2ª parte, Madrid, Impren-
ta de Juan Pueyo, 1920, p. 183.
1215
MARIO CARLOS VIVAS
sacas. In Córdoba, the appointment of those officials was carried out by the ordinances of
July 5th 1586 for the Government of Tucumán. The guiding principles for their appointment
were: To reveal the serious damage caused to the government by the taking of indigenous
people to Peru, Chile, and other places without consent. To demand, for every future trans-
ference, authorization from the governor and registration with the alcalde de sacas. Fur-
thermore, extraction and shipping of vital goods such as: skins, cordovans, soles, cowhide,
animal waxes, and cattle were also banned without permit by the competent authority.
Keywords: precedents, ordinances, indigenous peoples, scope of de role, rights, pas-
sing of Law.
Juan Ramírez de Velasco (Estollo, La Rioja, España, 1539 – Santa Fe, 1597),
militar intervino en diversas campañas y batallas en Europa. Felipe II lo nom-
bró encargado de la gobernación del Tucumán el 20 de marzo de 1584. Asu-
mió sus funciones el 15 de julio de 15861 en Santiago del Estero y se desem-
peñó en dicho cargo hasta el 3 de julio de 1593. Seguidamente fue designado
gobernador del Río de la Plata y del Paraguay. Integró el grupo de grandes
1
Esta fecha es aceptada por ROBERTO LEVILLIER, Nueva crónica de la conquista
del Tucumán, t. 3, Varsovia, Ed. Nosotros, 1931, p. 161. EFRAÍN U. BISCHOFF, Historia
de Córdoba, 5ª edición, t. 2, Córdoba, Lerner, 2008, p. 1028. RICARDO ZORRAQUÍN
BECÚ, La organización política argentina en el período hispánico, 2ª edición, Buenos
Aires, Perrot, 1962, p. 387 y “Autoridades políticas”, en ACADEMIA NACIONAL DE LA
HISTORIA, Nueva historia de la Nación Argentina, t. 3, Buenos Aires, Planeta, p. 432.
Ramírez de Velasco manifestó en carta al rey, Santiago del Estero, 10-XII-1586, que se
posesionó del cargo el 17- VII (transcrito por LEVILLIER, Gobernación del Tucumán, p.
178). LUIS C. ALEN LASCANO coincide con la fecha antedicha (Historia de Santiago del
Estero, 2ª edición, Buenos Aires, Plus Ultra, 1996, p. 69). No obstante ello, su actuación
como gobernador de hecho se inició con anterioridad, ante la Audiencia de Charcas, a fines
de 1585 (LEVILLIER, t. 3, Nueva crónica, p. 169). Invocando su condición de gobernador,
desde la antedicha ciudad remitió al Cabildo de Córdoba un oficio fechado el 3-XII-1585,
solicitando la suspensión de la elección de los alcaldes y otros oficios hasta que él llega-
se (ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA, Actas Capitulares. Libro Primero, Córdoba,
1974, p. 581).
1216
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
2
LEVILLIER, Nueva crónica, p. 169.
3
HÉCTOR LOBOS, “Conquista y fundaciones en las gobernaciones del Tucumán y Río
se la Plata”, en ACADEMIA NACIONAL, op. cit., t. 1, 1999, p. 432.
4
Ramírez de Velasco a Felipe II, La Plata, 4-II-1586, en LEVILLIER, Gobernación del
Tucumán, pp. 146-147.
5
Ramírez de Velasco a Felipe II, Potosí, 1-I-1586, en LEVILLIER, Gobernación del Tu-
cumán, p. 143.
1217
MARIO CARLOS VIVAS
6
LEVILLIER, Gobernación del Tucumán, p. 193.
7
MIGUEL PINO ABAD, “La saca de cosas vedadas en el derecho territorial castellano”,
Anuario de historia del derecho español, N° 70, Madrid, Boletín Oficial del Estado, 2000,
p. 197; Persecución y castigo de la exportación ilegal de bienes en Castilla (siglos XIII-
XVIII), Madrid, Gobierno de España, Ministerio de Economía y Competitividad, Dykin-
son, 2014, p. 18.
8
PINO ABAD, Persecución y castigo, p. 24.
1218
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
9
PINO ABAD, “La saca de cosas”. p. 209 y Persecución y castigo, p. 52.
10
LUIS G. de VALDEAVELLANO, Curso de historia de las instituciones españolas.
Desde los orígenes al final de la Edad Media, Madrid, Revista de Occidente, 1968, p. 605.
11
Escriche. Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia por JOAQUÍN ES-
CRICHE. Nueva edición reformada y considerablemente aumentada por los doctores D.
José Vicente y Caravantes y D. León Galindo y de Vera, t. 1, Madrid, Imprenta de Eduar-
do Cuesta, 1874, p. 425.
12
JERÓNIMO CASTILLO DE BOBADILLA, Politica para Corregidores y Señores de
Vassallos, en tiempo de paz, y de guerra y para Juezes Eclesiasticos y Seglares y de Sa-
cas, Aduanas, y de Residencias, y sus Oficiales: y para Regidores, y Abogados, y del valor
de los Corregimientos, y Goviernos Realengos, y de las Ordenes, Amberes, t. 2, Juan Bau-
tista Verdussen, Impresor y Mercader de Libros, 1704, lib. 4, cap. 5, N° 4; edición facsímil,
Madrid, Instituto de Administración Local, 1978, p. 382.
1219
MARIO CARLOS VIVAS
En las Indias se consideraba que era muy cierto y constante, no solo llevar
indios a lugares bastante alejados de sus pueblos sino también a climas di-
versos o contrarios a su salud, complexión y naturaleza. Hubo encomenderos
13
CASTILLO DE BOBADILLA, Política, lib. 4, cap. 5, N° 39, p. 393.
14
JUAN DE HEVIA BOLAÑOS, Curia Philipica, t. 1, Madrid, Nueva impresión, Pedro
Marín de la Secretaria del Despacho Universal de Guerra, 1771, lib. 1, cap. 6, N° 17, p. 295.
15
HEVIA BOLAÑOS, t. 2, lib. 3, cap. 6, N° 1, p. 482.
16
PINO ABAD, Persecución y castigo, p. 21.
1220
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
17
JUAN DE SOLÓRZANO Y PEREYRA, Política Indiana. Corregida e ilustrada con
notas por Francisco Ramiro de Valenzuela, Lib. 2, Madrid, Compañía Ibero-Americana
de Publicaciones, 1930, 7, N° 39, p. 191.
18
SOLÓRZANO Y PEREYRA, op. cit., N° 40, p. 191.
19
SOLÓRZANO Y PEREYRA, op. cit., N° 41, p. 191.
20
SOLÓRZANO Y PEREYRA, op. cit., N° 44, pp. 191-192.
21
SOLÓRZANO Y PEREYRA, op. cit. N° 45, p. 192.
22
Las Siete Partidas del muy noble rey don Alfonso el Sabio, glosadas por el Lic. Gre-
1221
MARIO CARLOS VIVAS
gorio López, del Consejo Real de Indias de S. M., t. 1, Madrid, Compañía General de Im-
presores y Libreros del Reino, 1843, pp. 558 y 559.
23
Carlos I a la Audiencia de México, Toledo, 4-XII-1528, en RICHARD KONETKE, Co-
lección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica 1493-
1810, vol. 1, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Jaime Bal-
mes, 1953, pp. 119 y 120.
24
La reina al gobernador de Nicaragua, Madrid, 26-V-1536, en KONETKE, op. cit., p. 174.
25
Carlos I al gobernador del Perú, Talavera, 28-I-1541, en DIEGO DE ENCINAS, Ce-
dulario indiano recopilado por […]. Reproducción facsímil de la edición única de 1596,
Lib. 4, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1946, pp. 280 y 281. [Al margen:] “En esta
conformidad se despachan otras cedulas para otras partes de las Indias” (p. 280).
26
Carlos I a los virreyes y audiencias de Indias, Valladolid, 23-IX-1543, en ENCINAS,
op. cit., pp. 281 y 282.
27
SOLÓRZANO Y PEREYRA, op. cit., II, 7, N° 46, p. 192.
1222
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
Las reales ordenanzas en el siglo XVI eran normas jurídicas muy utilizadas y
fueron una especie de leyes, en las cuales se mandaba guardar y cumplir en
forma exacta lo prescrito en ellas. Al establecerse diversos puntos concretos,
ellos se expresaban en forma separada antecedidos, por ejemplo, con los vo-
cablos: primeramente, ítem, y luego, otrosi; los cuales alternaban a lo largo
del articulado. También se solía emplear la numeración en cada artículo.
Fue una forma de legislar común a reyes, autoridades que gozaban de
autonomía, corporaciones públicas como privadas y otras clases de diversas
entidades sociales (como ser gremios, cofradías, etcétera)30. Eran manda-
mientos de carácter general que transmitían negocios jurídicos destinados
a organizar una institución en forma más o menos completa o a regular de
manera detallada una materia importante en particular o determinado asun-
to o cargo31.
28
Incorporadas a la Recopilación de leyes de los Reinos de Indias, VI, I, 13.
29
SOLÓRZANO Y PEREYRA, op. cit., II, 7, N° 48, p. 192.
30
RAFAEL ALTAMIRA Y CREVEA, Diccionario castellano de palabras jurídicas y téc-
nicas tomadas de la legislación indiana, México, Instituto Panamericano de Geografía e
Historia, 1951, p. 226.
31
JAVIER BARRIENTOS GRANDON, Historia del derecho indiano del descubrimiento
colombino a la codificación. I.ius commune – ius proprium en las Indias Occidentales,
Roma, Il cigno Galileo Galilei, 2000, p. 251. JOSÉ JOAQUÍN REAL DÍAZ, Estudio diplo-
mático del documento indiano, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-americanos, 1970,
p. 223. ZORRAQUÍN BECÚ, Historia del derecho argentino, t. 1, Buenos Aires, Perrot,
1966, p. 217.
1223
MARIO CARLOS VIVAS
Las normas jurídicas elaboradas por el gobernador del Tucumán fueron trans-
critas en el acta capitular correspondiente al acuerdo del 26 de enero de 1587. A
esa sesión municipal asistieron los siguientes cabildantes: alcalde ordinario de
32
ZORRAQUÍN BECÚ, La organización política argentina en el período hispánico, 2ª
edición, Buenos Aires, Perrot, 1962, pp. 158-159.
33
LEVILLIER, Gobernación del Tucumán, p. 44.
34
JOSEFINA PIANA DE CUESTAS, Los indígenas de Córdoba bajo el régimen colonial
1570 – 1620, Córdoba, edición de la autora, 1992, p. 134.
35
ARCHIVO MUNICIPAL, Actas Capitulares. Libro Primero, Córdoba, 1974, pp. 556-
557.
1224
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
primer voto capitán Pedro de Villalba; alcalde ordinario de segundo voto capi-
tán Juan de Burgos; regidores Miguel de Ardiles, Juan de Ludueña, Francisco
Rodríguez y Pedro de Soria el Viejo y alguacil mayor Pedro Luis de Cabrera.
36
Las transcripciones paleográficas, efectuadas en el presente trabajo, las he realizado
de acuerdo a las normas para la transcripción de documentos históricos antiguos, aproba-
das en la Primera Reunión Interamericana sobre Archivos, celebrada en Washington, D.
C., en octubre de 1961.
37
En ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA. LIBRO I, 2ª edición, Córdoba, Estable-
cimiento Tipográfica La Carcajada, 1882. p. 584; aparece el siguiente encabezamiento de
las citadas ordenanzas: TRASLADO DE LAS ORDENANZAS QUE SE CELEBRAN EN LA
CIUDAD DE CÓRDOBA, SOBRE EL ESTANCO PARA QUE SE GUARDEN Y CUMPLAN
POR EL ALCALDE DE SACAS DE ELLA.
38
El vocablo en cursiva se ha omitido en la trascripción de 1974 (ARCHIVO MUNICI-
PAL, Actas, p. 639).
1225
MARIO CARLOS VIVAS
39
Lo escrito en cursiva no figura en la transcripción del año 1974 (ARCHIVO MUNICI-
PAL, Actas, p. 640).
1226
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
al Piru a avido tanta falta en estas Provincias, que si para alguna neçesidad
que se ofrezca se buscasen no se hallarian y conviene que los vezinos los ten-
gan, por ser la tierra nueba y que cada dia se van conquistando. El qual dicho
estanco se entienda ansimismo en el ganado vacuno, cabruno y obejuno so
la dicha pena.
Los quales dichos capítulos e cada uno dellos con mucho cuidado sin re-
mision alguna que dareys e cunplireys y hareys guardar e cunplir, segun y
como en ellos y en cada uno dellos se contiene. Nonbrando para la execuçion
dellos Alguaziles, y Executores, que siendo neçesario con vuestros manda-
mientos vayan en seguimiento de las personas que fueren e vinieren contra
ellos, y los traygan presos ante vos y executeys en ellos y en sus bienes las
dichas penas y llegando a pueblo poblado de españoles, se presente ante la
Justiçia Mayor del e ante el Cavildo, porque demas de ser en el recaudo se
le dé el fabor e ayuda que fuere e obiere menester. E mando a qualesquier
Cavildos, Justiçias e Regimientos de las çiudades, villas e lugares desta mi
Governaçion os ayan y tengan por tal Alcalde Mayor de Registros y cunplan
vuestras cartas requisitorias y exsortatorias. E para ello vos den todo el fa-
bor e ayuda que les pidieredes de manera que aya efeto lo contenido en esta
mi comision, e vos guarden e hagan guardar todas las honras, franquezas
e preheminençias que vos deben ser guardadas. Y mando que con esta mi
comision os presenteys ante el Cavildo e Regimiento desta çiudad, en el qual
seays admitido y reçibido al dicho uso y exerçiçio y se ponga y asiente y tras-
lade un traslado della. E fecho el juramento e solenidad que en tal caso se
requiere, se pregone publicamente y se enbie otro traslado al valle de Salta,
donde asimismo se pregone públicamente y por el consiguiente en la çiudad
de Santiago del Estero y en toda la Governaçion. Para que a todos sea noto-
rio e ninguno pretenda ygnorançia, que para todo ello y lo dello dependien-
te, anejo y concerniente vos doy poder e comision en forma qual de derecho
en tal caso se requiere. Fecha en la çiudad de Nuestra Señora de Talavera, a
cinco días del mes de julio de mil e quinientos e ochenta e seis años40.
40
Ordenanzas de alcaldes de sacas del gobernador Ramírez de Velasco, Talavera, 5-VII-
1586, en ARCHIVO MUNICIPAL, Actas, pp. 639-642.
1227
MARIO CARLOS VIVAS
41
Ramírez de Velasco al monarca, La Plata, 4-II-1586, en LEVILLIER, Gobierno del
Tucumán, p. 147.
1228
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
esa obligación con relación a los empleadores, fue que el gobernador quiso
evitar que a los naturales se los alquilasen hasta Potosí o Chile, como si fuesen
mulas y sin abonarles sus trabajos42. Esos pagos se debían lleva a cabo ante
el alcalde, a efectos de evitar cualquier clase de abusos por parte de los enco-
menderos o de quienes fuesen los encargados de los traslados; pretendiendo
aprovecharse de los confiados o ingenuos indios.
Los encomenderos por motivos de conveniencia o provecho personal es-
taban autorizados a llevar cierta cantidad de indios, unos en carácter de espo-
liques y otros de pajes. Ellos debían ser registrados y, a efectos de evitar darles
distinta condición u ocasionarles algún perjuicio, eran controlados sus regre-
sos. Al haber muchos indios del Tucumán llevados al Perú, varios de ellos regre-
saban por su propia cuenta al lugar de donde eran naturales; en consecuencia,
el alcalde estaba obligado a cuidar las fechas cuando salieron de la gobernación,
por orden de quien y quienes eran sus encomenderos. De lo antedicho era nece-
sario elevar al gobernador una relación y así este proveería lo pertinente.
Conforme al origen de la legislación sobre la saca de un determinado te-
rritorio de productos vedados. En estas ordenanzas, también se estableció que
las personas de cualquier condición que fuesen, únicamente estaban facultados
a extraer de las mercancías expresamente mencionadas la cantidad otorgada
en la licencia previa correspondiente. En caso de excederse dicha autorización,
esa demasía llevaba como consecuencia la pérdida de bienes para el infractor.
La veda de determinados productos introducida en las ordenanzas no
fue extensa, no alcanzó la cantidad a la que se llegó en Castilla a través de
los años. Solo se incluyeron: cera, corambres, cordobanes, suelas, vaquetas
y ganado (caballar, caprino, ovejuno y vacuno). La cera tuvo su importancia
en las celebraciones del culto católico y también en ritos y manifestaciones
populares (nacimientos, bautismos, bodas, fallecimientos); por consiguiente,
se imponía adoptar medidas inhibitorias sobre su extracción hacia otras ju-
risdicciones.
Le informaba al monarca en 1586, haber sido acertada la prohibición de
sacar cordobanes, porque habían venido a valer cuatro pesos, siendo que su
precio hasta hacía poco era de dos pesos. En cuanto a la cera, cuando el entró
en la gobernación no se encontraba para el servicio de las iglesias y valía el
quintal 100 pesos, siendo su precio real de 20 pesos43.
42
Ramírez de Velasco al monarca, Santiago del Estero, 10-XII-1586, en LEVILLIER,
Gobernación del Tucumán, p. 184.
43
Ramírez de Velasco al monarca, 10-XII-1586, cit., p. 184.
1229
MARIO CARLOS VIVAS
44
Ramírez de Velasco al monarca, 10-XII-1586, cit., p. 184.
45
LOBOS, Historia de Córdoba, t, 1, Córdoba, Ediciones del Copista, 2009, p. 143.
1230
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
8. Su aspecto diplomático
Por quanto por espiriencia me consta y es notorio, el daño tan notable que
ha venido a esta Governaçion e diminuçion della, el averse sacado yndios
46
REAL DÍAZ, op. cit., p. 223.
1231
MARIO CARLOS VIVAS
e yndias de su natural para lleballos a las provinçias del Piru, Chile y otras
partes en lo qual a avido tanto desorden, que de algunos años a esta parte,
se an sacado mas de quatro mil indios que no an quedado otros tantos y para
que, de aquí adelante aya orden en el sacallos y lleballos47.
[…] por quanto la ciudad de esta gobernacion está fundada en sitio e
paraje pasajero, asi para las provincias del Reyno de Chile como a las del
Rio de la Plata e Santa Fe y otras partes e para que se sepa y entienda lo
que en la dicha entra y sale a otro reyno. Y en esto haya todo cuidado he
nombrado juezes alcaldes de sacas y dadoles poder y comisión para el uso
y exercicio dello48.
[…] hay mucha necesidad que en la dicha ciudad de Cordoba aya juez de
sacas y registros por el mucho trato e comercio que oy en dia ay de todas
partes49.
47
Provisión de Ramírez de Velasco a favor de Juan de Burgos, Santiago del Estero, 19-
X-1586, en ARCHIVO MUNICIPAL, Actas, p. 638.
48
Ramírez de Velasco a Gerónimo de Bustamante, Santiago del Estero, 11-XII-1587, en
ARCHIVO MUNICIPAL. LIBRO II, p. 15.
49
Ramírez de Velasco a Gaspar de Medina, Tucumán, 28-III-1591, en ARCHIVO MU-
NICIPAL. LIBRO II, pp. 231 y 233.
1232
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
50
Ramírez de Velasco a Burgos, 9-X-1586, cit., p. 638 y 639.
51
ARCHIVO MUNICIPAL. Actas, p. 642.
52
Ramírez de Velasco a Bustamante, 11-XII-1587, cit., p. 46.
53
ARCHIVO MUNICIPAL. Libro II, pp. 14-19. Los capitulares a efectos de interponer
la súplica, invocaban un mandamiento dado por Ramírez de Velasco, en el cual concedía a
los vecinos y moradores de Córdoba poder servirse de los indios, que por repartimiento les
cupieren de los que trajeran de la guerra como yanaconas.
54
ARCHIVO MUNICIPAL. LIBRO II, pp. 43-49.
55
Ramírez de Velasco a Antonio Fernández de Velasco, Córdoba, 1-XII-1589, en AR-
CHIVO MUNICIPAL. LIBRO II, 155-156.
1233
MARIO CARLOS VIVAS
Parece ser, que dichas normas tan detalladas y precisas, no fueron muy efica-
ces en su cumplimiento. Al respecto, deben tenerse en cuenta las siguientes
circunstancias desfavorables: la indiferencia interesada del Cabildo cordo-
bés; las grandes distancias; carencia de funcionarios suficientes y eficientes;
la resistencia y oposición que estos y su accionar provocaron en los encomen-
deros y otros interesados58.
El problema se reiteró durante el gobierno de Fernando o Hernando de
Zárate (1593-1594), quien proveyó diversas disposiciones legales sobre los in-
dígenas, en especial con relación a los traslados al Perú, Paraguay y Chile59.
El gobernador Pedro de Mercado de Peñaloza, dictó el 29 de noviembre
de 1594, sus propias ordenanzas para la gobernación del Tucumán. Notifica-
ba a la justicia mayor y a la ordinaria de Córdoba, que era muy notorio estar
esa provincia destruida, disipada y muy miserable por haberse sacado los in-
dios de ella al Perú y a otras partes fuera de su natural y, como consecuencia
de ello, han quedado muy pocos y para reparar algún daño futuro proveía ese
nuevo ordenamiento legal60. El redactarse otras ordenanzas en el mismo sen-
tido, evidencia el incumplimiento de las de Ramírez de Velasco61.
Los alcaldes de sacas en la gobernación del Tucumán se desempeñaron
durante el siglo XVI, a partir de las ordenanzas de 1586. Curiosamente en las
ciudades de la gobernación del Río de la Plata, esos alcaldes fueron estable-
cidos varios años después, a través de una real cédula del 7 de junio de 1618
dirigida al gobernador del Río de la Plata, la cual dispuso que para la buena
cuenta y razón de los indios sacados y llevados de esas ciudades a otras se
56
Ramírez de Velasco a Gaspar de Medina, Tucumán, 28-III-1591, en ARCHIVO MU-
NICIPAL. LIBRO II, pp. 232-234.
57
ARCHIVO MUNICIPAL. LIBRO II, p. 234.
58
LOBOS, Historia de Córdoba, p. 143.
59
ARCHIVO MUNICIPAL. LIBRO II, P. 323.
60
Ordenanzas de Pedro de Mercado de Peñaloza, Santiago del Estero, 29-XI-1594, en
ARCHIVO MUNICIPAL. LIBRO II, pp. 383-387.
61
ZORRAQUÍN BECÚ, “El trabajo en el período hispánico”, en Revista del Instituto de
Historia del Derecho Ricardo Levene. N° 19, Buenos Aires, Imprenta de la Universidad,
1968, p. 118.
1234
LOS ALCALDES DE SACAS EN LAS ORDENANZAS DEL GOBERNADOR JUAN RAMÍREZ...
62
Felipe III al gobernador del Río de la Plata, Madrid, 7-VI-1618, en KONETZKE, op.
cit., Vol. 2, t. 1, Madrid, 1958, p. 201.
63
Felipe III a Luis de Quiñones Osorio, Madrid, 7-VI-1618, en KONETZKE, op. cit., p. 200.
64
ZORRAQUIN BECÚ, La organización política, p. 344.
1235
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO
EN LAS CORTES DE CÁDIZ *
Resumen: El presente trabajo explora la idea y el uso que se dio al Derecho indiano
en las Cortes de Cádiz, con acento en el marco ideológico, en las reformas de las que sería
objeto y en la manera en que ese ordenamiento jurídico se contrapone al nuevo Derecho
constitucional. Se analizan esas concepciones tanto desde la dogmática jurídica como des-
de la historia.
Palabras clave: Derecho constitucional, Derecho indiano, Cortes de Cádiz, principio
jurídico de la Igualdad en el Derecho Indiano, definición de indiano en las Cortes de Cádiz,
características del Derecho Indiano en Cádiz.
Abstract: This work explores the idea and use of the Derecho Indiano at Cadiz Cor-
tes (a type of parliament), focused on the ideological frame, how its reforms transformed
it, and how this juridical order is contrasted with the current Constitutional Law. These
conceptions are analyzed both from the perspective of legal dogmatics and from history.
Keywords: Gaditan Constitution, Derecho Indiano, Cadiz Cortes, legal principle of
equality in Derecho Indiano, definition of Indian in the Cadiz Cortes, characteristics of In-
dian Law in Cadiz.
*
Esta presentación es parte de un proyecto en curso. Esta investigación se basa en las
fuentes contenidas en el “Diario de las Sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias:
dieron principio el 24 de septiembre de 1810 y terminaron el 20 de septiembre de 1813”, en
adelante Diario de Sesiones de las Cortes. De las 8.000 páginas que contienen esas actas,
se han revisado hasta el momento 2.988, correspondientes a 534 sesiones. En el futuro
próximo espero poder ofrecer una investigación que abarque la totalidad de esas fuentes.
El autor agradece las sugerencias dadas por la profesora Julia Montenegro y el profesor
Carlos Salinas Araneda. Una palabra muy especial de gratitud al profesor Antonio Doug-
nac Rodríguez, por sus siempre certeras y sabias recomendaciones
** Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad de Chile. LLM. Ruprecht-
Karls-Universität Heidelberg. Ayudante Ad Honorem del profesor Antonio Dougnac Ro-
dríguez. Facultad de Derecho. Universidad de Chile. Secretario General de la Revista Chi-
lena de Historia del Derecho. Miembro de la Sociedad Chilena de Historia del Derecho y
Derecho Romano.
1237
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
1. Introducción
El rol que cupo al Derecho indiano en las Cortes de Cádiz sigue siendo un
tema en gran parte desconocido. Algunas luces acerca de las modificaciones
que le aguardaban con ocasión del proceso constituyente ha dado el profesor
Eduardo Martiré en su concepto de un nuevo Derecho Indiano1, formulado a
partir del análisis de las reformas que la carta de Bayona proponía para Amé-
rica. Concluye que esa carta proporcionó un mínimo en cuanto a cómo debía
reformarse la legislación indiana.
En aras de los límites de esta presentación desarrollaré la idea que exis-
tía acerca de ese ordenamiento jurídico en las Cortes, omitiendo detalles, ca-
sos, circunstancias y discusiones en los que el Derecho indiano fue citado.
Para profundizar dichos aspectos se recomienda revisar los artículos abajo
enumerados2.
Necesario es recordar que poquitísimas constituciones en Hispanoamé-
rica han surgido de un proceso de deliberación largo, que además contase con
tan elevado número de participantes, como es el caso de la “Pepa”. Reinos y
territorios integrantes de la Corona, disímiles entre sí, tuvieron voz y voto. En
lo jurídico esta diversidad se manifestó en la coexistencia de tradiciones que
1
EDUARDO MARTIRÉ, “Las Indias en la Constitución de Bayona. Un Nuevo Derecho
indiano”, IX Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, Actas
y Estudios I, Madrid, Editorial Universidad Complutense, 1991. pp. 315-350.
2
Para esos efectos véase “Joaquín Fernández de Leiva: primer constitucionalista chile-
no de fama internacional”, Revista de Derecho Público, nº 82, 1° Semestre, 2015, Departa-
mento de Derecho Público, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, Santiago de Chile,
pp. 299-355. “Notas para un primer acercamiento al estudio del Derecho indiano en las
Cortes de Cádiz”, Revista de Derecho Histórico Catalán, número especial en homenaje al
profesor Josep Font I Rius, en prensa. “Confesionalidad del Estado, Real Patronato y De-
recho canónico indiano en las Cortes de Cádiz” Revista de Estudios Histórico-Jurídicos,
nº 38, 2016, Ediciones Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, pp. 445-470.
1238
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
si bien provenían de un tronco común. -el ius commune- poseían una serie de
particularidades que las diferenciaban. La calidad de un proceso deliberativo
también depende de quiénes sean los representantes. Esa representación fue
variada. En el caso de los diputados americanos suplentes, muchos de ellos
fueron escogidos entre las mejores personas oriundas de esos territorios que
en ese momento se encontraban en Cádiz. Preferentemente se buscó gente
con instrucción. Todos ellos portaban un acervo jurídico; y un grupo no me-
nor poseía una formación en Derecho de carácter universitario3. En el caso
americano, la mayoría estaba enraizada en sus reinos y conocía su cultura y
sus problemas4.
Desde un punto de vista dogmático, la constitución de Cádiz es solo un
pequeño capítulo del proceso de sustitución de un ordenamiento jurídico plu-
ral por uno de corte estatal, legalista y uniformador. El Derecho del antiguo
régimen o de la constitución jurisdiccional5 era más bien regional, construido
acorde a la tradición y usos de cada reino o provincia. No había un solo Dere-
cho del antiguo régimen, sino varios. Uno de ellos fue el Derecho indiano. En
ese contexto, las Cortes ofrecieron un marco de pluralidad jurídica. No solo
otorgan una imagen del Derecho indiano de ese tiempo, sino que lo contras-
tan tanto con los otros Derechos del antiguo régimen como con el nuevo De-
recho constitucional. Las Cortes representan uno de los momentos de mayor
discusión jurídica y política dentro de la crisis de la organización supraestatal
que servía de cobijo y sustento al Derecho indiano. A partir de la década de
1810 el Derecho indiano pervivirá como Derecho de carácter local o nacional.
Por una de esas paradojas típicas de la historia, el Derecho indiano mostrará
su autonomía científica frente a los derechos peninsulares en el momento
mismo de su extinción, al menos en cuanto ordenamiento jurídico de rele-
vancia continental.
¿Qué concepción de Derecho indiano hubo en las cortes? ¿Qué interac-
ción se esperaba entre él y el nuevo Derecho constitucional? Previo a respon-
3
En la comisión redactora de la constitución participaron los diputados americanos Jo-
aquín Fernández de Leiva, Vicente Morales Duarez, Antonio Joaquín Pérez, Andrés Jaure-
gui y Mariano Mandiola Velarde.
4
Caso emblemático de esa última situación es el diputado por Perú, Dionisio Inca Yu-
panqui, quien abandonó Perú a temprana edad, pero sentía una fuerte identificación con
América, sus problemas y, sobre todo, con los aborígenes.
5
Este concepto admite varias definiciones. Para efectos de esta investigación nos ba-
samos en el formulado por el profesor BERNARDINO BRAVO LIRA en Constitución y
Reconstitución. Historia del Estado en Iberoamérica. 1511-2009, Santiago de Chile, Edi-
torial Abeledo Perrot, Legal Publishing, 2010, pp. 5-25.
1239
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
1240
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
cluso, que no había trabajador del viejo continente que durante el siglo XVI
contase con tan detallada protección como la que tenían los indígenas en las
leyes de Burgos y Valladolid8.
La costumbre jurídica fue importante en ese ordenamiento. El método
legislativo casuístico dejaba siempre vacíos legales, que eran suplidos me-
diante prácticas y el sentimiento jurídico de la comunidad9. La costumbre
criolla era aplicable a españoles y criollos. El reconocimiento de la República
de indios hizo lo propio con la costumbre indígena. El único límite a la fuerza
vinculante era que ella no atentase contra los derechos políticos del Rey ni
contra la moral católica. Por esa vía pervivieron una serie de instituciones
como el cacicazgo, el yanaconaje, los sistemas de repartimiento de aguas y
tributos, entre otros. En materia de jurisprudencia, los tribunales indianos
gozaban de una amplia libertad para interpretar y morigerar las normas le-
gales: el arbitrio judicial. En los alegatos abogadiles y en los dictámenes no
era raro que se trajesen a colación la solución de determinados conflictos que
habían dado tribunales de la metrópoli y no pocas veces, aun de Nápoles y Si-
cilia. Todo ello era debidamente ponderado al momento de dictarse sentencia
en los juicios. En cuanto a la doctrina, dable es recordar que hubo literatura
jurídica indiana producida en Indias y para ella, que fue cultivada en las es-
cuelas de Derecho de América durante todo ese período.
En cuanto al Derecho indiano propiamente tal o municipal, el mentado
indianista chileno lo caracteriza como un derecho esencialmente evangeliza-
dor y de corte misional; protector del indígena; casuístico; con una tendencia
al predominio del derecho público por sobre el privado; que tomaba muy en
consideración las circunstancias de los súbditos a la hora de legislar; de poca
sistematización; que tenía como modelo, dentro de lo posible, al Derecho cas-
tellano y que estaba estrechamente vinculado con la moral cristiana y al De-
recho natural10.
8
DOUGNAC, Historia del Derecho, cit., p. 12
9
El rol de la costumbre ya había sido reconocido a nivel legislativo por Las Partidas.
10
DOUGNAC, Historia del Derecho, cit., p. 17 y ss. El libro del profesor Dougnac tiene
el carácter de obra cumbre entre los indianistas. Es la síntesis de más de cincuenta años de
estudio de Derecho indiano desde Chile. Tiene la virtud de ser omnicomprensivo y abarcar
casi todo el continente. Es una obra completamente jurídica que no confunde historia con
historia del derecho. Describe el ordenamiento jurídico de forma exhaustiva consideran-
do los elementos extrajurídicos, pero no dándoles más importancia que la que merece la
norma.
1241
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
Las Cortes de Cádiz no trabajaron sobre la nada. Lo que hicieron fue no solo
crear sino sobre todo reformar, como sucede en gran parte de los procesos
codificadores y constituyentes. Este proceso de reforma fue provocado por
un cambio de paradigma en las ciencias jurídicas y en la teoría del Estado.
Lo importante era que el Estado lograse sus fines, por lo que pasó a ser actor
principal en materia de bien común, un hacedor, del que se esperaban reali-
zaciones eficientes. Por ende, el mecanismo “se acata pero no se cumple” fue
objeto de duras críticas y pasó a ser sinónimo de arbitrariedad y corrupción,
ya que permitía torcer la voluntad del monarca. Se sostuvo que “la inflexibili-
dad de las leyes es el garante de la felicidad del Estado” y “la causa de nuestra
decadencia ha sido la facilidad con la que se aumentaba la inercia del cumpli-
miento de la ley”11. La ley se asuma como la fuente del derecho por excelencia,
no solo en Indias12. Ella estaba unida a la religión y la costumbre. “Sin cos-
tumbres las leyes eran vanas y sin religión las primeras también lo eran”13. La
constitución escrita se asoma; pero no era entendida como la principal fuente
de Derecho. Solo debía fijar los principios y el marco dentro del cual se ejer-
cería el poder. En las leyes recaía la regulación la vida en sociedad. Existía un
consenso en que los pilares del imperio eran el monarca, las leyes, la obedien-
cia y el respeto14. Las Cortes recepcionaron esa nueva concepción del Dere-
cho, dándole paulatinamente más poder el Estado. Estas nuevas atribuciones
requerían legitimidad y aceptación social, la que se buscó en la tradición. El
paradigma jurídico imperante en las Cortes, tras el fracaso de la revolución
francesa, entendía que la religión, el respeto y la obediencia eran factores que
unían a la sociedad. Solo sobre ellos era posible edificar algo nuevo. Hubo una
valoración de elementos nuevos y tradicionales. Por ende, no fue extraña la
alta ponderación que gozó el argumento jurídico, a través del auctoritas. La
legislación existente era fruto de la reflexión acerca de la naturaleza humana
11
JOSÉ GARCÍA. Diario de Sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias: dieron
principio el 24 de septiembre de 1810 y terminaron el 20 de septiembre de 1813, José
García editor, Madrid, 1870, t. I, p. 232.
12
No todos los ordenamientos jurídicos vigentes en la Corona hispana eran tan lega-
listas como el indiano.
13
Palabras pronunciadas por el diputado José Mejía Lequerica. JOSÉ GARCÍA, Diario,
t. I, p. 537.
14
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 459.
1242
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
1243
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
15
Esa concepción de igualdad basada en la diferencia constituye una excepción tanto
para la época en estudio, como también para la manera en que posteriormente se desar-
rollarán los derechos patrios.
16
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, pp. 382-384.
17
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 514.
18
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. II, p. 845.
1244
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
1245
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
el arreglo de las provincias”, que proponía una reforma general del sistema tri-
butario23. Entre las peticiones privadas, hay una de Juan López para conceder
ejidos a los pueblos que no los tenían24, la queja de Manuel Palacios, sacerdote
mexicano, respecto a las facultades del Consejo de Indias en material procesal
penal, para aplicar de la ley de amnistía25. En derecho minero, la solicitud de
premiar a aquellos que descubriesen minas de azogue en Indias, estableciendo
para ese fin nuevos procedimientos en los tribunales de minería26. En lo refe-
rente a derecho económico, se propuso la libertad de cultivos y la abolición
del estanco del tabaco, a lo que después se agregaría una petición de permitir
a la ciudad mexicana de Tepic cultivar tabaco27. También puede mencionarse
la solicitud de Santo Domingo de un estatuto especial en materias tributaria,
económica y migratoria, con el fin de recuperarse económicamente28.
5.3. La labor de los diputados americanos que poseían una formación jurí-
dica recibida en Indias29
23
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, pp. 163 y 164, 167-172, 185-190.
24
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 194.
25
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 575.
26
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 473.
27
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 523.
28
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. II, p. 1211 y ss.
29
Este acápite se basa en los estudios de MARÍA TERESA BERRUEZO, La participa-
ción americana en las Cortes de Cádiz 1810-1814, Madrid, Centro de Estudios Constitu-
cionales, 1986.
30
No es este el lugar para analizar las intervenciones de cada uno de ellos; pero importa
indicar cuantos eran juristas o al menos poseían formación jurídica.
1246
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
31
Si bien no constituyen una mayoría abrumadora, tal número de juristas es un fiel reflejo
de lo que algunos autores denominan la cultura de los abogados. A ese respecto véase BER-
NARDINO BRAVO LIRA, “Cultura de abogados en Hispanoamérica, antes y después de la
codificación (1750-1920)”, Roma e América. Dirito Romano comune, nº 12, Modena, Muchi
editore, 2001. El mismo, “Estudios jurídicos y Estado modernizador. Cultura de abogados
en Chile. 1758-1998”, Revista Chilena de Derecho, v. 25, nº 3, Santiago de Chile, Pontificia
Universidad Católica de Chile, 1998, pp. 641-655. JAVIER GONZÁLEZ ECHEÑIQUE, Los
Estudios jurídicos y la abogacía en el Reino de Chile, Santiago de Chile, Editorial Univer-
sitaria, 1954. Asimismo, para el caso mexicano véase ÓSCAR CRUZ BARNEY, HÉCTOR FIX
FIERRO, ELISA SPECKMAN GUERRA (coord.), Los Abogados y la Formación del Estado
mexicano, México, Universidad Nacional Autónoma de México e Ilustre y Nacional Colegio
de Abogados de México- Instituto de Investigaciones Históricas- Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas, 2013.
32
Tal fue el caso, por la Nueva España de Octavio Obregón, Pedro Bautista Pino, José Ig-
nacio Beye de Cisneros, José Cayetano Foncerrada y Ulibarri, Miguel González Lastiri, José
Miguel Gordoa y Barrios, José Miguel Guridi y Alcocer, José Miguel Ramos Arispe y Maria-
no Mendiola Velarde. Aparte de estos, en los debates demostraron conocimientos jurídicos
relevantes Antonio Joaquín Pérez y Martínez y Juan José Guereña, quien incluso integró
la comisión de justicia. Por el virreinato del Perú, Blas Ostolaza, Vicente Morales Duárez,
Ramón Olaguer Feliú, Domingo Alcaraz, Mariano Rodríguez de Olmedo, Tadeo Joaquín de
Gárate, José Antonio Navarrete y Mariano Rivero y Besogáin. Por el virreinato de Nueva
Granada, José Domingo Caicedo. Al parecer también la tenía José Joaquín Ortiz. Aunque no
se le permitió recibir sus grados universitarios, José Mejía Lequerica. De los cuatro repre-
sentantes del virreinato del Río de la Plata solo Francisco López Lisperguer recibió forma-
ción jurídica, aunque en Europa. Por la capitanía general de Guatemala había tres juristas:
Antonio Larrázaval y Arrivillaga, José Antonio López de la Plata y Francisco Morejón. Por
la capitanía general de Venezuela los tres diputados eran juristas: Esteban Palacios, José
Domingo Rus y Fermín Clemente. El diputado suplente de Chile, Joaquín Fernández de Lei-
va era un jurista de reconocida trayectoria en Santiago. De la diputación cubana solo Juan
Bernardo O` Gavan y Guerra tenía formación jurídica, en materia de derecho canónico. El
diputado por Puerto Rico Ramon Power poseía conocimientos jurídicos notables. Lo mismo
pasó con el diputado por Santo Domingo Francisco de Mosquera y Cabrera.
1247
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
33
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 228.
34
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 459.
35
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, pp. 547-548. El Consejo de Regencia había autorizado,
por medio de un decreto, el arresto y la deportación de cualquier persona sobre la que
recayesen sospechas de sedición. Para el caso de funcionarios en esa situación, se autoriz-
aba la destitución inmediata.
36
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. III, p. 1754.
37
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 338.
1248
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
38
Si bien no hay una mención expresa al Derecho indiano, esta práctica fue emplea-
da en ese ordenamiento jurídico. Véase ANTONIO DOUGNAC RODRÍGUEZ, Manual de
Historia del Derecho indiano, 2°ed, México, UNAM-Mc GrawHill, 1998, pp. 383-384,
donde cita al efecto Rec Ind. 2, título 33,4, 11, 5, las Leyes Nuevas de 1842 y la Política In-
diana de Sólorzano Pereira lib. 4, cap. 9, nº 15 y lib. 3, cap. 8, nº 3. Tratábase pues de una
realidad institucional muy importante en Indias.
39
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 615.
40
Esta crítica estaba especialmente dirigida a la ordenanza de intendentes.
41
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 511 y ss.
42
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. II, p. 929.
43
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 176 y 194.
44
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 656.
1249
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
Indias, el que desde ese momento debería no solo aplicar la legislación sino
también compatibilizarla con las reformas que las Cortes estaban implemen-
tando45. De ese modo, se conceptualizó al mentado ordenamiento jurídico46,
del siguiente modo:
45
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 656.
46
Los estudios de los indianistas han llegado a tal nivel de especificidad que se hace
difícil encontrar obras que de manera sucinta resuman el surgimiento del Derecho indiano
como una interacción entre ideas, principios y normas. Como se verá, algunos diputados
reivindicaron el Derecho indiano no solo como un ordenamiento jurídico, sino como un
Derecho de elaboración científica particular. Como un ordenamiento jurídico en que las
normas recepcionaban una determinada interpretación de valores como la igualdad y la
libertad. Un interesante contrapunto para realizar una comparación entre lo que sostienen
los diputados americanos y lo que con posterioridad ha sistematizado la historiografía
jurídica puede encontrarse en ALFONSO GARCÍA GALLO, “Las Ciencias Jurídicas en la
formación del Derecho hispanoamericano en los siglos XVI al XVIII”, Anuario de Historia
del Derecho Español, nº 44, Madrid, 1947, pp. 157-200.
47
La recepción del Derecho indígena de aguas por parte de la legislación Indiana ha
sido objeto de sesudos estudios. Para una visión continental véase ANTONIO DOUGNAC
RODRÍGUEZ, “El derecho de aguas indiano según Ambrosio Cerdán y Pontero”, Revista
de Historia del Derecho Ricardo Levene, nº 30, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Ai-
res, 1995, pp.41-86. También ANTONIO DOUGNAC RODRÍGUEZ, para el valle central
de Chile “Régimen jurídico de las aguas en Chile durante el siglo XVI”, Revista Chilena de
Historia del Derecho, nº 10, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1984, pp. 51-78.
48
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 459.
1250
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
indiano se basaba en el castellano, pero no era una copia burda de él. En-
vuelta en sus dichos había una validación de aspectos de la cultura indígena,
aunque no las peculiaridades del derecho castellano recepcionado en Indias.
No obstante, el Derecho indiano aparecía con un carácter propio. Morales
Duarez fundamento esas opiniones más en una visión general que en una
norma legal. Solo cita Rec. Ind. 3,1,1, que se refiere a la incorporación de las
Indias a la Corona de castilla, que no ilustra, sin embargo, la compleja dog-
mática jurídica Indiana49.
49
Muchas de esas yuxtaposiciones entre derecho indígena, indiano propiamente tal y
castellano están implícitas en el libro sexto del mismo cuerpo legal.
50
La representación peninsular tenía carácter corporativo y democrático al mismo
tiempo.
51
El número de representantes por cada reino fue decidido de manera unilateral y sin
criterio alguno que explicase por qué ese número y no otro.
1251
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
52
Se refería a pueblos que estaban esclavizados por otros.
53
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 387.
54
Palabras del diputado peruano Morales Duarez. JOSÉ GARCÍA, Diario, t. III, p. 1668.
55
Interesante es leer la fundamentación que dio ese diputado al estatuto especial: “las
leyes de Indias los consideran iguales en todo a los españoles y les abren las puertas a los
empleos y honores. Así es, que podían ser admitidos a las sagradas órdenes, a los grados
literarios, pueden seguir la Carrera de la toga, etc; sin embargo, yo convengo con el señor
Morales en que todavía se les debe conservar el privilegio de menoridad, en atención a la
rusticidad que hay en lo general en aquellos naturales, no porque sean incapaces, pues son
tan racionales como nosotros… esa ignorancia proviene de la falta de escuelas de indios de
nuestras leyes”. JOSÉ GARCÍA, Diario, t. III, p. 1668.
1252
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
56
Usamos el adjetivo sui generis pues en ninguna de las codificaciones posteriores se
reconocerá semejantes causales para tratar como incapaz relativo.
57
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. III, p. 1667.
1253
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
58
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. III, p. 1765.
1254
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
59
JOSÉ GARCÍA, Diario, t. I, p. 332.
60
Véase nota a pie de página n° 51.
1255
FELIPE WESTERMEYER HERNÁNDEZ
buscaba demostrar no solo que los indígenas eran personas con las mismas
capacidades cognitivas que cualquier habitante de la península ibérica. El tra-
to de incapaces se justificaba por las diferencias culturales, las que fueron
muy bien entendidas por ese grupo de intelectuales de Indias. El Derecho
indiano fue entendido por sus contemporáneos como un fenómeno cultural.
1256
PERCEPCIÓN E IDEAS ACERCA DEL DERECHO INDIANO EN LAS CORTES DE CÁDIZ
ello la unificación jurídica fue un desvarío61. Quizás uno de los errores fue no
entender que la igualdad como principio jurídico admitía otro tipo de inter-
pretaciones distintas de aquella propuesta por el primer constitucionalismo.
La eventual falta de comprensión acerca de este punto contribuyó a des-
moronar la monarquía. Decidoras son las palabras proferidas el día 30 de
enero de 1811 por el diputado Esteban. Los fundamentos del imperio eran las
leyes, la obediencia, el respeto y el monarca.
El último faltaba y el primero fue mal entendido. No había un solo orde-
namiento jurídico ni una sola tradición jurídica. Tal error muestra que la uni-
formización jurídica, tan cara a los Borbones y al nuevo constitucionalismo,
encontró en el Derecho indiano un óbice difícil de superar.
Importante es rescatar que la imagen del Derecho indiano en las Cortes
es la de un ordenamiento jurídico vivo, sujeto a cambios, de una construcción
sólida y en condiciones de aportar ideas, instituciones y argumentos al debate
constitucional. Sirvió para defender intereses. Mostró capacidad para repen-
sarse y reformarse a sí mismo. El Derecho indiano que se desprende de las
actas de las Cortes puede ser estudiado en cuanto ordenamiento jurídico y en
cuanto cultura jurídica.
Muchas de las discusiones indianas, como la representación de los indí-
genas o el estatuto especial del aborigen fueron posteriormente revisadas y
reformadas por los derechos patrios. Sólo un estudio pormenorizado de estas
podrá dar luces acerca de cuánto de ese nuevo Derecho indiano tuvo eco más
allá del fallido proyecto gaditano.
61
JOSÉ MARÍA QUEIPÓ DE LLANOS, Historia del Levantamiento, Guerra y Revo-
lución de España, por el excelentísimo Conde De Toreno, Madrid, Manuel Rivadeneira.
Impresor- Editor, 1872, p. 393.
1257
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN
NUESTRO DERECHO ARGENTINO EN LA OBRA DOCTRINARIA DE
SALVADOR DE LA COLINA
Abstract: Spanish procedural law still survives in the valid procedural codices in
Argentina and other Latin American countries.
The aim of this work is to show how, despite the appearance of scientific procedural
law in the mid-nineteenth century, Spanish procedural law is still valid in diferent works
about legal practice by various authors.
The work of Dr. Salvador de la Colina, a renowned Argentinian jurist from early 20th
century will be analyzed.
Keywords: procedure, procedural law, survival, Argentina, argentinian law, Salva-
dor de la Colina.
Sumario: 1. Introducción: El Derecho Español. 1.1. Partida III. 1.2. La Novísima Recopilación
de las Leyes de España. 2. Supervivencia del Derecho Español en nuestro Derecho Patrio.
2.1. Reglamentos de Justicia. 2.2. Codificación Procesal. 2.3. Los Prácticos. 2.4. Codificación
Española. 2.5. Escritos Jurídicos. 2.6. La Ciencia Procesal. 3. Salvador De La Colina. 3.1. Re-
sumen Biográfico. 3.2. La Obra de De La Colina. 4. Conclusión.
1259
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
Con referencia a la Partida III, la edición que se ha tenido en cuenta a los fines
del presente trabajo es la de Gregorio Lopez, autorizada por la Reina Doña Jua-
na por real cédula del 7 de Diciembre de 1555 que fue de aplicación en América,
superviviendo hasta nuestros días como fuente indirecta del Derecho.
1260
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN NUESTRO DERECHO...
y que se encuentra muy bien desarrollada en el trabajo del Dr. Roberto Daniel
Nuñez La asamblea del año XXIII y la organización judicial, publicada en
el Boletin Informatico del Instituto de Derecho Constitucional y Político de la
Universidad de la Plata.
El 3 de diciembre de 1817 se logró la sanción del “Reglamento provisorio
sancionado por el Soberano Congreso de las Provincias Unidas de Sud-Amé-
rica, para la dirección y administración del Estado (1817)” que en su Sección
IV del Poder Judicial con claridad puede verse la supervivencia de lo estable-
cido en la partida III.
Existen varias obras dignas de ser mencionadas donde se luce con claridad
la aplicación del derecho procesal Español en América. Entre ellos podemos
nombrar, por ejemplo, libros que tuvieron fundamental importancia dentro
de los Prácticos, como por ejemplo la Curia Philipica de Juan Hevia Bolaños
que fue publicado por primera vez en Lima en el año 1603 y que tuvo amplia
difusión en España y en América1.
También, la obra “El Prontuario de los Juicios: su orden y sustancia-
ción e incidencias” elaborado en 1782 por el abogado de la Real Audiencia de
Charcas Francisco Gutiérrez de Escobar, que fue utilizado en Ecuador, Chile,
en Argentina (sobre todo por el Dr. Mariano Moreno), Perú, Bolivia.
Otras obras a nombrar, con trascendencia en España –y su codificación-
y de amplia utilización en América son: “Práctica universal forense de los
1
JUAN HEVIA BOLAÑOS, Curia Phillipica, Madrid, Editorial Oficina de Ramón Ruiz,
1797.
1261
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
1262
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN NUESTRO DERECHO...
1263
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
3. Salvador de la Colina
1264
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN NUESTRO DERECHO...
1265
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
revisión por vicios externos que anulan la sentencia que tiene autoridad de
cosa juzgada.
En general, en ese primer libro se encuentran numerosas citas de las
Partidas, como por ejemplo en la obra cuando al tratar la jurisdicción dice2:
“los jueces son puestos para mandar e fazer el derecho, es decir para declarar
y realizar derechos”3.
Al discurrir sobre la feria judicial, dice “estas interrupciones de las tareas
judiciales que antes se acordaban para atender a las cosechas, por ser pan e
vino los frutos de la tierra que los homes mas aprovechan” (ley 37 título II par-
tida III) a lo que agrega De la Colina, “tiene por objeto proporcionar a Magistra-
dos y abogados un justo y legitimo reposo en el seno del hogar y de la amistad”4.
También la obra agrega como justificación de la feria, que la misma que-
da a la discrecionalidad del tribunal, con la cita de las partidas “por razón de
que algunas tierras hi ha que son frías et otras calientes de natura”5, citando
la ley 37 título 2 Partida III.
Luego dentro del mismo tema, “preferible es como sucedía anteriormente
que en cada departamento de feria quedara uno de los vocales con las atribucio-
nes de Cámara” con cita de la Ley 139 título 15 libro 2 Recopilación de indias6.
Al referirse a las instancias dice: “Verdad es que se vicia la institución
convirtiendo en parte al recurso de Casación en una otra instancia, pero nada
importa el rigorismo doctrinario ante las consideraciones de orden práctico,
que nunca deben perderse de vista. Se trata de una materia, antes que cientí-
fica, experimental”.
En cuanto a la Casación, al referirse al término “doctrina legal” admitida
por la jurisprudencia, cita la ley 5 título 2 partida I, que tiene por establecida
una costumbre “si se la acepto durante 10 o 20 años y con arreglo a ellas se
pronunciaron en ese periodo 30 juicios arriba” a lo que agrega el comentario
de Gregorio López que dice: “fundado en esta ley, muchos autores sostienen
que para que se repute haber jurisprudencia sobre un punto, se precisa el
numero indicado de fallos; mientras que otros con la autoridad de Gregorio
Lopez son de parecer que bastan dos sentencias en igual sentido”7.
2
LEY I TÍTULO IV PARTIDA III.
3
SALVADOR DE LA COLINA, Derecho y Legislación Procesal, Segunda Edición por
Librería Nacional J. La Juane & cía. Editores, t. I, 1915, p. 26.
4
DE LA COLINA, op. cit., t. I, p. 56.
5
DE LA COLINA, op. cit., t. I, p.. 57.
6
DE LA COLINA, op. cit., p. 58.
7
DE LA COLINA, op. cit., p. 92 y 93.
1266
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN NUESTRO DERECHO...
8
DE LA COLINA, op. cit., p. 118.
9
DE LA COLINA, op. cit., p. 121.
10
DE LA COLINA, op. cit., p. 149.
11
DE LA COLINA, op. cit., p. 153.
12
DE LA COLINA, op. cit., p. 161.
13
DE LA COLINA, op. cit., p. 246.
1267
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
14
DE LA COLINA, op. cit., p. 252.
15
DE LA COLINA, op. cit., p. 254.
16
DE LA COLINA, op. cit., p. 255.
17
DE LA COLINA, op. cit., p. 259.
18
DE LA COLINA, op. cit., p. 261.
1268
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN NUESTRO DERECHO...
En cuanto a las medidas para mejor proveer, dice que las únicas diligen-
cias que serán licitas para realizar de oficio, son las que tuvieran por objeto
salvar dudas como lo declara la ley 2 título 22 partida III: “surjan de la prueba
rendida por las partes”19.
En cuanto a las costas, dice el autor que antiguamente la imposición de
costas al vencido tenía el carácter de una pena, y manifiesta: “los que mali-
ciosamente sabiendo que no han derecho en la cosa que demandan mueven a
sus contendores pleito…, esguisado que no sean sin pena, para que los otros
se recelan de los fazer”20 citando la Ley 8 título 22 partida III.
En el tomo II, trata sobre los juicios específicamente, y el Dr. de la Colina
realiza numerosísimas citas a las Partidas entre las que podemos nombrar:
Al referirse sobre la Litis contestación, es decir, demanda y respuesta
como el modo regular de empezar el juicio, citando la Ley 3, tit 10 Partida
III “Comenzamiento et raie de todo pleyto sobre que debe ser dado juicio, es
cuando entran en él por demándate por respuesta delante del judgador”21.
Así De la Colina, al referirse a las medidas preparatorias para saber a
quién demandar o demandar correctamente, cita las partidas Ley 1, título 10,
partida 3: “Así tratándose de demandar a un heredero en su calidad de tal,
podía preguntársele si realmente lo era, o al presunto dueño de un animal que
ha causado un perjuicio, si en efecto es suyo o lo tiene en su poder, o si es o no
tenedor de la cosa que se quiere mandar, etc.”22.
En este título establece los requisitos que debe tener una demanda,
que persisten en nuestros códigos de rito en la actualidad, es decir, que
pide, por qué derecho y a quien. Para ello cita la Ley 40, título 2, Partida III:
“A este propósito la ley de partida estableció que debían ser catadas cinco
cosas”23.
El autor manifiesta que, al demandar, debe indicarse la cosa demandada
con exactitud a los fines de garantizar el derecho de defensa del demandado,
y cita Leyes 1, 25 y 26, título 2, partida III: “Si se trata de un inmueble que
debe indicar su ubicación, extensión, siquiera aproximada, y cuando menos
dos de sus linderos. Para las casas en las ciudades hasta la indicación de la
calle y número”24.
19
DE LA COLINA, op. cit., p. 401.
20
DE LA COLINA, op. cit., p. 407.
21
DE LA COLINA, op. cit., t II, p. 5.
22
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 6.
23
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 11.
24
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 12.
1269
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
Si son varias las personas y piden cosas diversas, aunque con un solo título,
no es posible la acumulación, porque entonces hay varios actores y el códi-
go, siguiendo la tradición de la ley de partida, lo que permite es acumular las
acciones que tenga un mismo actor27.
25
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 13.
26
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 13.
27
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 19.
28
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 21.
29
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 32.
30
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 33.
1270
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN NUESTRO DERECHO...
31
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 42.
32
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 51.
33
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 52.
34
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 84.
35
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 97.
36
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 105.
37
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 106.
1271
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
y cita la Ley 2, título 2, Partida III: “Ca non est guisado que aquello quel
escogió por que se librase el pleyto, que lo él pueda desechar, como dicen las
partidas”38.
Dice el autor sobre la eficacia probatoria de las presunciones que depen-
den de la apreciación de los jueces: “La ley de partida cita como modelo de
prueba conjetural la que sirvió de fundamento al fallo bíblico que mandó divi-
dir un niño entre las dos mujeres que lo reclamaban como madres”39, citando
la Ley 8, título 14, Partida III.
Menciona De la Colina que “Tampoco obsta a la reparación en cualquier
momento de los errores puramente numéricos, como si el juez condenase al
demandado a pagar cien maravedís por un lado y cincuenta por otro, y dijese
que eran doscientos”: y allí cita la Ley 19, título 22, Partida III: “tal juicio non
debe valer simon en los ciento et cincuenta maravedís, et non en la demis que
fue hi acrecido por yerro de cuenta”40.
Dice el Autor que “Era permitido por las antiguas leyes revocar de oficio
las providencias dictadas durante la secuela de la causa” citando Ley 2, título
22, Partida III 41, situación que tiene reflejo directo en la legislación procesal
actual.
De la Colina se hace eco del hecho que la doctrina, en esa época es repu-
diada ya que la misión de los jueces se reduce a decidir lo que por ante ellos
se reclama.
Dice el autor: “Una ley de partida permitía solicitar la nulidad de la sen-
tencia, entre el mismo juez que la dictó, hasta veinte años de su publicación”42,
citando la Ley 2, título 26, Partida III.
38
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 111.
39
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 116.
40
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 136.
41
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 161.
42
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 163.
1272
LA SUPERVIVENCIA DEL DERECHO PROCESAL ESPAÑOL EN NUESTRO DERECHO...
43
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 169.
44
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 196.
45
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 214.
46
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 220.
47
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 221.
48
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 233.
49
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 302.
1273
LUIS MAXIMILIANO ZARAZAGA
de turbación de la posesión. Y dice: “La turbación debe tener lugar por medio
de actos materiales. No bastan las simples manifestaciones de un extraño de
ser propietario del inmueble, o las intimaciones para ser reconocido como
tal”50, citando las Leyes 29 y 30, título 2 Partida III.
En cuanto al concurso de acreedores, el autor dice que, conforme a lo
establecido en las Leyes 5 y 6, título 5, Partida III: “En la misma junta podrá
el deudor, conforme con las tradiciones que nos legó la legislación española,
solicitar arreglos con sus acreedores o pedir quitas y esperas”51.
4. Conclusión
50
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 311.
51
DE LA COLINA, op. cit., t. II, p. 343.
1274
El Derecho Indiano en el siglo XIX: derecho civil y público
y constitucionalismo moderno
LA PERVIVENCIA DE LA CULTURA JURÍDICA INDIANA EN
UN SIGNIFICATIVO DEBATE PORTEÑO DE 1838 SOBRE LA
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA EN LA ARGENTINA INDEPENDIENTE
Ezequiel Abásolo
Universidad Católica Argentina (Argentina)
[email protected]
Abstract: Focusing on the Buenos Aires legislative session of 1838, the author recrea-
tes, on the occasion of the debates about the proposal to establish a Court of Extraordinary
Appeals in these provinces, a significant moment along the path of the process of preserving
Argentine colonial legal culture during the nineteenth century. In this regard, this episode
offers a valuable opportunity to verify and scrutinize the proposed theoretical framework in
Bastante más que ‘degradantes andrajos de nuestra pasada esclavitud’. Fragmentos sud-
americanos de la pervivencia de la Cultura Jurídica Indiana durante el siglo XIX (Buenos
Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho Indiano, 2015).
Keywords: colonial law, Argentina, legal persistence, 19th century, legal culture, jus-
tice administration.
1277
EZEQUIEL ABÁSOLO
1. Introducción
1
Cfr. VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, “La administración de justicia en las provincias
argentinas (1820-1853)”, Revista de Historia del Derecho, núm. 1, Buenos Aires, 1973.
1278
LA PERVIVENCIA DE LA CULTURA JURÍDICA INDIANA EN UN SIGNIFICATIVO DEBATE...
2
Cfr. EZEQUIEL ABÁSOLO, Bastante más que ´degradantes andrajos de nuestra pa-
sada esclavitud´. Fragmentos sudamericanos de la pervivencia de la Cultura Jurídica
Indiana durante el siglo XIX, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del
Derecho Indiano, 2015, pp. 11 y 12.
3
Cfr. Diario de Sesiones de la Honorable Junta de Representantes de la Provincia de
Buenos Aires [en adelante DSHJRBA], núm. 586, 7 de marzo de 1838, p. 15.
4
Cfr. MIGUEL PINO ABAD, “El recurso de injusticia notoria (1700-1868)”, Anuario de
Historia del Derecho Español, t. LXXX, 2010, p. 664.
5
Salvo referencia en contrario, los datos biográficos de los legisladores bonaerenses
mencionados en este trabajo han sido tomados de Vicente Osvaldo Cutolo, Nuevo diccio-
nario biográfico argentino (1750-1930), Editorial Elche, 1968.
1279
EZEQUIEL ABÁSOLO
ese año que el asunto de la decisión de los recursos extraordinarios era “de la
mayor importancia”, y que su resolución debía ser “sobremanera urgente, por-
que de ella depende la terminación de innumerables litigios que se hallan pen-
dientes de la deliberación de la Sala, con grave perjuicio de los interesados”6.
Al día siguiente, el mismo Garrigós presentó al cuerpo un proyecto propio, en
una línea semejante al presentado el día anterior, y otro más, cuyo artículo
1 planteaba que “los tribunales de justicia fundarán sus sentencias, tanto en
las causas civiles, como en las criminales”7. Esta última propuesta colisiona-
ba con los términos de la real cédula expedida por Carlos III el 23 de junio
de 1768, más tarde convertida en ley 8, título XVI, libro XI, de la Novísima
Recopilación, mediante la cual se prohibía la fundamentación de las senten-
cias, en la medida en que esa práctica podía dar “lugar a cavilaciones de los
litigantes”. La actitud no resulta sorprendente, en la medida en que se tenga
en cuenta, tal como lo explica Abelardo Levaggi, que por aquellos días “tendió
a acentuarse el contraste entre un derecho, como el del siglo XIX, racionalista
liberal, que sancionó la obligación de que los jueces expusieran la razón de sus
fallos –unos fallos que debían valer no como acto de voluntad sino como acto,
precisamente, de razón fundado en ley–, y el derecho anterior, adjetivado de
absolutista, para el cual las sentencia no necesitaban contar con fundamentos,
y aun debían positivamente carecer de los mismos”8.
A pesar de la reticente actitud de empinados exponentes de la corpora-
ción letrada, y teniendo en cuenta que “la buena administración de justicia es
una de las primeras necesidades de todo país libre, donde las leyes establecen
la medida de los derechos y obligaciones del hombre: porque éstas serían
inútiles y aún perjudiciales a la sociedad, si no estuviese garantido su cum-
plimiento y observancia”9, las comisiones legislativas que dictaminaron so-
bre los proyectos hallaron injusto el decreto bonaerense de 20 de octubre de
1829. En consecuencia, el proyecto original previó la creación de un Tribunal
Protector del cumplimiento de las Leyes10.
6
DSHJRBA, núm. 586, 7 de marzo de 1838, p. 2.
7
DSHJRBA, núm. 587, 8 de marzo de 1838, p. 2 y ss.
8
ABELARDO LEVAGGI, “La fundamentación de las sentencias en el derecho indiano”,
Revista de Historia del Derecho, núm. 6, Buenos Aires, 1978, p. 45.
9
Dictamen de las Comisiones de Negocios Constitucionales y Legislación, de la Ho-
norable Junta de Representantes de la provincia de Buenos Aires, 12 de febrero de 1838.
Lleva la firma de Eduardo Lahitte, Pedro Medrano, Agustín Wright, Lucas Peña, Baldo-
mero García, Juan Argerich, Manuel de Irigoyen, Cayetano Campana y Roque Sáenz Peña.
DSHJRBA, nº 586, 7 de marzo de 1838, p. 14.
10
DSHJRBA, núm. 586, 7 de marzo de 1838, p. 18.
1280
LA PERVIVENCIA DE LA CULTURA JURÍDICA INDIANA EN UN SIGNIFICATIVO DEBATE...
11
Sobre este asunto puede verse ALEJANDRO AGÜERO, “Ley penal y cultura juris-
diccional. A propósito de una Real Cédula sobre armas cortas y su aplicación en Córdoba
del Tucumán, segunda mitad del siglo XVIII”, Revista de Historia del Derecho, núm. 35,
2007, p. 40 y ss.
12
Cfr. MARÍA ROSA PUGLIESE, De la justicia lega a la justicia letrada: abogados y
asesores en el Río de la Plata, 1776-1821, Buenos Aires, Junta de Estudios Históricos de
San José de Flores, 2000.
13
DSHJRBA, núm. 586, 7 de marzo de 1838, p. 19.
14
DSHJRBA, núm. 587, 8 de marzo de 1838, p. 13.
15
DSHJRBA, núm. 587, 8 de marzo de 1838, pp. 11 y 12.
1281
EZEQUIEL ABÁSOLO
1282
LA PERVIVENCIA DE LA CULTURA JURÍDICA INDIANA EN UN SIGNIFICATIVO DEBATE...
¿No hemos visto todos, no hemos sido testigos de que los litigantes parece
que hubiesen abandonado los umbrales del foro, para ocurrir a la Suprema
autoridad del Estado, pidiendo la aplicación de las leyes? … ¿No es urgen-
te poner un remedio a este abuso que todos sienten? ¿No es indispensable
que demos al brazo de la magistratura toda la energía y vigor que le dan las
leyes, cuando hoy la vemos sin poder ni fuerza para dar exequibilidad a sus
sentencias y resoluciones?27.
Así, pues, con motivo del debate que analizamos en este trabajo, va-
rios de los legisladores bonaerenses manifestaron su pretensión de superar
los moldes de la antigua judicatura. Entonces, mientras que para Garrigós
constituía
21
DSHJRBA, núm. 613, 17 de septiembre de 1838, p. 10.
22
DSHJRBA, núm. 607, 13 de agosto de 1838, pp. 9 y 10.
23
DSHJRBA, núm. 609, 3 de septiembre de 1838, p. 7.
24
DSHJRBA, núm. 608, 20 de agosto de 1838, p. 5.
25
DSHJRBA, núm. 607, 13 de agosto de 1838, p. 10.
26
DSHJRBA, núm. 589, 13 de marzo de 1838, p. 13.
27
DSHJRBA, núm. 586, 7 de marzo de 1838, p. 8.
1283
EZEQUIEL ABÁSOLO
Para Eduardo Lahitte –quien admitía que lo que él había tenido “por
norte” al abordar este asunto fue lograr que se hiciese “efectiva la responsa-
bilidad de los Magistrados”, cerrándose “la puerta a la arbitrariedad”, de tal
manera que fuese ley “la única que decida de la suerte y de los derechos de
los hombres”29–, la inviolabilidad de las leyes y los derechos de los hombres
exigían “imperiosamente que haya constituido una autoridad especial, cuyo
ministerio sea garantir aquella misma inviolabilidad, impidiendo absoluta-
mente que el error o las pasiones de los hombres puedan sobreponerse a las
disposiciones de la ley”30. En el mismo sentido, afirmó que resultaba de interés
Señores, ¿éstos darán las garantías que da un letrado, para administrar jus-
ticia, para dirimir las contiendas y para cumplir con los deberes de su ejer-
cicio? ¿El pueblo, la sociedad presentará su aquiescencia? Yo quisiera oírle
contestar en el particular, entretanto yo veo que todas las naciones, que todos
los hombres, tratándose de formar tribunales, lo primero que buscan son los
28
DSHJRBA, núm. 587, 8 de marzo de 1838, p. 16.
29
DSHJRBA, núm. 598, 7 de abril de 1838, p. 13.
30
DSHJRBA, núm. 607, 13 de agosto de 1838, p. 10.
31
DSHJRBA, núm. 626, 5 de diciembre de 1838, p. 4.
32
Sobre este personaje, puede verse EZEQUIEL ABÁSOLO, Diputado Pedro Medrano.
Un estadista bonaerense en la independencia argentina, Buenos Aires, Círculo de Legis-
ladores de la Nación Argentina, 2016.
1284
LA PERVIVENCIA DE LA CULTURA JURÍDICA INDIANA EN UN SIGNIFICATIVO DEBATE...
jueces letrados. Y esto es lo que debe ser necesariamente. Mas sin embargo,
me permito recomendar a los Señores Representantes el símil de que algún
Señor Representante hizo a este respecto. Tratándose, decía, de construir
una obra de carpintería, se ha de llamar al carpintero, si de una obra de alba-
ñilería a un arquitecto. ¿Y tratándose de formar tribunales para administrar
la justicia y ejercer las más augustas funciones de la jurisprudencia, todos,
sin distinción de legos o letrados, pueden ser aptos para ello?33.
33
DSHJRBA, núm. 596, 2 de abril de 1838, pp. 17 a 19.
34
DSHJRBA, núm. 607, 13 de agosto de 1838, p. 28.
35
DSHJRBA, núm. 587, 8 de marzo de 1838, p. 41.
1285
EZEQUIEL ABÁSOLO
Por otra parte, al tiempo que el periodista Franciso Agustín Wright con-
sideró adecuado seguir el criterio de “autores muy clásicos [que] opinan”36,
un novel abogado graduado en Buenos Aires en 1833, Manuel de Irigoyen,
hizo explícita su adhesión al casuismo, al afirmar que “es preciso que nos pe-
netremos de la necesidad de acudir a las exigencias del momento, y de que to-
dos nuestros pasos deben ser arreglados a las circunstancias extraordinarias
del día”37. Hasta el insobornable Garrigós admitió el peso que las accidentes
tenían en las resoluciones judiciales, al asegurar que “las leyes no pueden
prever todos los casos: hay muchos en los que la práctica, los principios y el
juicio del Magistrado suplen el vacío de la ley”38. Ahora bien, mientras que ni
el “célebre Parladorio”39 ni otros autores clásicos permanecían ausentes de las
referencias legislativas, fue Baldomero García –también camarista al mismo
tiempo que legislador– quien se encargó de explicar por qué “para la verdade-
ra inteligencia [del derecho] se necesita[ba] leer otras [leyes], y hacer uso de
los principios generales de la ciencia, del criterio legal, que no se obtiene sino
sabiendo jurisprudencia”40. Conforme su punto de vista,
Supongamos que según esta ley fuera nombrado un general, hombre ins-
truido en otras materias, fuese nombrado digo miembro de este tribunal,
para juzgar en recursos de queja contra sentencias de la Cámara de Justicia,
tendría que acudir a las leyes de Partida en los casos ocurrentes, pero éstas
no le darían toda la luz que necesitaba. En el acto tendría que leer la glosa
de Gregorio López, éste cita a Baldo, tendría que acudir a Baldo, y a otros
expositores antiguos. Después iría a leer las leyes de la Recopilación: para la
mejor inteligencia indispensablemente a Acevedo y a Matienzo, o acudiría…
Tendría también, según los casos, que consultar a Molina, a Murillo, a Me-
nochio, a Mascardo, en fin, a una porción de autores, y se vería rodeado de
libros jurídicos en latín y castellano. Muy pronto vería que era forzoso tener
alguna noticia de la jurisprudencia de los romanos, sobre que están vaciadas
las leyes de Europa, y por eso han merecido llamarse el derecho común.
Tendría que ir también a consultar los oráculos modernos de la antigua y
nueva jurisprudencia, a Pothier, a Merlin, a Pardessus, y a otros cuyas doc-
trinas tanto ilustran41.
36
DSHJRBA, núm. 587, 8 de marzo de 1838, p. 25.
37
DSHJRBA, núm. 588, 9 de marzo de 1838, p. 4.
38
DSHJRBA, núm. 613, 17 de septiembre de 1838, p. 3.
39
DSHJRBA, núm. 588, 9 de marzo de 1838, p. 21.
40
DSHJRBA, núm. 594, 26 de marzo de 1838, p. 28.
41
DSHJRBA, núm. 591, 16 de marzo de 1838, p. 10. Resulta interesante advertir que
varios de los autores mencionados por Baldomero García no sólo eran citados contempo-
1286
LA PERVIVENCIA DE LA CULTURA JURÍDICA INDIANA EN UN SIGNIFICATIVO DEBATE...
5. Consideraciones finales
ráneamente en los escritos forenses, sino que constituían objeto de oferta en las librerías
de Buenos Aires. Gracias al erudito anexo de SANDRA DIAZ a su artículo “Los libros jurí-
dicos en los avisos de la Gaceta Mercantil (1830-1852)”, Revista de Historia del Derecho,
núm. 29, 2001, sabemos que en junio de 1836 y octubre de 1837 se vendían ejemplares
de las Siete Partidas glosadas por Gregorio López; que en septiembre de 1847 se hizo lo
propio con el derecho canónico de Murillo, mientras que en febrero de 1848 se vendieron
los Concilia de Acevedo, y en diciembre de 1834 la obra de Molina sobre los primogénitos;
que las Pandectas de Justiniano ordenadas por Pothier se promocionaron en noviembre
de 1837, y que el Repertoire de jurisprudence de Merlin se ofertó en agosto de 1838.
42
Se alude a las contradicciones manifestadas por la justicia patria en MARÍA CRIS-
TINA SEGHESSO DE LÓPEZ ARAGÓN, “Génesis histórica del poder judicial argentino
(1810-1853)”. En DARDO PEREZ GUILHOU y otros, El Poder Judicial, Buenos Aires,
Depalma, 1989, p. 59.
43
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO, “Pervivencia indiana y cambio en la organización
de la justicia ordinaria en Buenos Aires (1810-1854)”. En MANUEL TORRES AGUILAR
[coord.], Actas del XV Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho In-
diano, Córdoba, Diputación de Córdoba-Universidad de Córdoba, 2005, t. I, p. 769.
1287
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL
CHILENA DURANTE EL SIGLO XIX, A TRAVÉS DE LA FORMACIÓN
JURÍDICA DE LOS MINISTROS DE CORTE
Abstract: This contribution seeks to show the application of Spanish colonial law by
Chilean courts of law, after the Civil Code came into force –1 January 1857– based on a
first selection of judicial decisions extracted from the legal journal Gaceta de los Tribuna-
les, in order to offer some observations from the point of view of legal culture and to ex-
plain the persistence of colonial law in judicial practice, in the context of the legal training
of lawyers who resolved legal conflicts, as a manifestation of their legal mentality.
Keywords: spanish colonial law, juridical culture, Civil Code, courts, presence, per-
sistence.
*
Instructor, Facultad de Derecho, Universidad de Chile. Profesor de Historia del Dere-
cho, Universidad de los Andes. Contacto: [email protected]
1289
ROBERTO CERÓN REYES
del Código Civil y coexistencia con el derecho indiano. 4. Una explicación desde la cultura ju-
rídica. 4.1. Rastreando al derecho indiano (II): la formación jurídica de los ministros de corte.
4.1.1 La formación jurídica de los ministros propietarios de las Cortes de Apelaciones. 4.1.2
Planes de estudio: presencia del derecho indiano. 5 Conclusiones
La presencia del derecho indiano a lo largo del siglo XIX es una afirmación
indiscutida en la historiografía jurídica. En efecto, tanto los estudiosos de su
desarrollo histórico1como aquellos que han escudriñado algún tópico vincula-
do con el tránsito de la cultura jurídica surgida al alero del ius commune a la
del racionalismo jurídico –codificación y constitucionalismo– advierten que,
pese a la desarticulación política de la monarquía hispano-indiana, existió
una notable unidad y continuidad cultural que comprende, entre otros as-
pectos, lo jurídico. Así, el derecho vigente en las trastornadas repúblicas his-
panoamericanas era, en buena medida, el mismo de la época indiana, salvo
que este último pugnara con los principios y normas que sustentaron el giro
en la organización política de estos estados casi tres veces centenarios. Junto
al entramado de preceptos de derecho público-político y de leyes patrias que
regulaban aspectos de la vida social y económica, continuó aplicándose el de-
recho indiano en materias de derecho privado, procesal y penal2.
Por su parte, la codificación hispanoamericana y particularmente la chile-
na, caracterizada por la reformulación del derecho vigente según los moldes de
1
Cfr. ALFONSO GARCÍA GALLO, “El Derecho común ante el Nuevo Mundo”, Estudios
de historia del derecho indiano, España, Madrid, 1972, pp. 123 y ss. MANUEL SALVAT
MONGUILLOT, “Problemática de la periodificación del derecho indiano”, Revista Chilena
de Historia del Derecho, n° 7, Santiago, Chile, 1978, pp. 165-171. BERNARDINO BRAVO
LIRA, Derecho común y derecho propio en el nuevo mundo, Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, 1989, p, 5 y ss. VÍCTOR TAU ANZOATEGUI, ¿Qué fue el derecho india-
no?, Buenos Aires, Argentina, 1982, pp. 9-68. ÉL MISMO, “El derecho indiano en su rela-
ción con los derechos castellano y común”, Hispania. Entre derechos propios y derechos
nacionales. Tomo II. Per la storia del pensiero giuridico moderno 34/35, Milán, Italia,
Giuffrè Editore, 1989, pp. 574-575. ÉL MISMO, Nuevos horizontes en el estudio histórico
del derecho indiano, Buenos Aires, Argentina, Instituto de Investigaciones de Historia
del Derecho, 1997, pp. 26-39. ANTONIO DOUGNAC RODRÍGUEZ, Manual de historia
del derecho indiano. 2° edición, México, McGraw-Hill, 1998. EDUARDO MARTIRÉ, “El
derecho indiano, un derecho propio particular”, Revista de Historia del Derecho, n° 29,
Buenos Aires, Argentina, 2001, pp. 331-361.
2
ALEJANDRO GUZMÁN BRITO, La codificación civil en Iberoamérica. Santiago de
Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2000, p. 186.
1290
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
3
Un sugerente estudio sobre los puntales de la codificación -centroeuropea, hispanoa-
mericana y francesa-, donde se explican las particularidades de este proceso en el mundo
hispánico es el de BERNARDINO BRAVO LIRA. “Puntales de la codificación en el Viejo y
en el Nuevo Mundo (1795-1855). Tres grandes modelos: Von Martini en Austria, Portalis
en Francia y Bello en Chile”, El Código Civil de Chile (1855-2005). Santiago de Chile, Le-
xisNexis, 2007, pp. 101-133. ALEJANDRO GUZMÁN BRITO, op.cit. ÉL MISMO, Andrés
Bello codificador. Historia de la fijación y codificación del derecho civil en Chile, Tomo I,
Santiago de Chile, Ediciones de la Universidad de Chile, 1982.
4
Véase nota 1. Sin entrar en disquisiciones metodológicas, entendemos que el derecho
indiano es aquel que rigió en las Indias, desde fines del siglo XV hasta el siglo XIX. Sus
elementos formativos -el derecho común, castellano, indiano propiamente tal e indígena-
coexistieron en el orden jurídico indiano. Respecto a sus influjos, no es del caso explayarse
en ellos. En último término, todos forman parte de la categoría de derecho indiano, por ser
el derecho aplicable en las Indias. También VÍCTOR TAU ANZOATEGUI, “Una visión his-
toriográfica del derecho indiano provincial y local”, Actas del XIV Congreso del Instituto
Internacional de Historia del Derecho Indiano, Tomo II. Lima, Perú, 2003, pp. 309 y ss.
En este último artículo, el profesor Tau ha expresado (pp.309-310): “Hace algunos años
señalé la necesidad de profundizar la noción de Derecho Indiano y desplegarla en el orden
temporal y espacial: “Frente a una imagen clásica, unitaria, embretada, de un Derecho
Indiano impuesto desde la Península, asoman nuevas imágenes de un Derecho Indiano
múltiple, desbordante, nacido en distintos lugares del Nuevo Mundo, en concordancia con
las diversas realidades geográficas y humanas que abriga el extenso continente”. Sobre una
idea más simple se impone una noción compleja.”. Es interesante el recorrido que realiza
al exponer los conceptos de Derecho Indiano desarrollados por Ricardo Levene, Rafael
Altamira, Silvio Zavala, Alfonso García-Gallo, Ismael Sánchez Bella, Ricardo Zorraquín
Becú, Antonio Dougnac Rodríguez y Javier Barrientos Grandón.
1291
ROBERTO CERÓN REYES
El Derecho indiano no fue en ese largo período sustituido por otro orde-
namiento. Derecho indiano y Derecho nacional no se excluyen o repelen,
sino se solapan, en el sentido orteguiano. Por esto mismo, es necesario fijar
adecuadamente el campo de estudio, con planteos precisos que atiendan al
objeto que se desea indagar7.
5
Concepto que desprendo de las reflexiones de EZEQUIEL ABÁSOLO, “Las notas de
Dalmacio Vélez Sársfield como expresiones del “Ius commune” en la apoteosis de la codi-
ficación, o de cómo un código decimonónico pudo no ser la manifestación de la “cultura
del código””, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, XXVI, Valparaíso, Chile, 2004, pp.
423-444. Ahora en su Bastante más que “degradantes andrajos de nuestra pasada es-
clavitud”. Fragmentos sudamericanos de la pervivencia de la cultura jurídica indiana
durante el siglo XIX. Buenos Aires, Argentina, Instituto de Investigaciones de Historia del
Derecho, 2014. BERNARDINO BRAVO LIRA, “Cultura de abogados en Hispanoamérica.
Antes y después de la codificación (1750-1920)”;El juez entre el derecho y la ley, en el
mundo hispánico, Santiago de Chile, LexisNexis, 2006, p. 379. JOSÉ RAMÓN HERNÁN-
DEZ NARVÁEZ, Cultura jurídica. Ideas e imágenes, México, Editorial Porrúa, 2010, p. 7.
6
TAU, Nuevos horizontes, cit., p. 107 y ss.
7
Ibid.,p. 108.
8
VÍCTOR TAU ANZOATEGUI, La codificación en la Argentina (1810-1870). Mentali-
dad social e ideas jurídicas, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de Historia
1292
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
cho indiano, a la del sistema, propia del iusracionalismo9. Ambas son de interés,
pues informan sobre la coexistencia de dos formas de comprender y aplicar el de-
recho. En materia de constitucionalismo, cabe mencionar los aportes de Doug-
nac Rodríguez10 sobre la pervivencia de lo indiano en los primeros reglamentos
constitucionales chilenos y de Bocksang Hola11 que, a propósito de los orígenes
del derecho administrativo patrio, informa de las rupturas y continuidades con
el derecho indiano. Más próximas a nuestro tema son las sendas contribuciones
de Bravo Lira12 y Guzmán Brito13 sobre la codificación civil chilena e iberoame-
ricana. El primero, junto con mostrar un panorama general de la codificación
y sus puntales -francesa, centroeuropea e hispanoamericana-, también ofrece
una descripción de lo ocurrido en Chile, mientras que el segundo, en una obra
sin parangón, reconstruyó el proceso de codificación civil en Chile primero y la
situación iberoamericana, después. Ambos explican la persistencia de lo indiano
y la peculiaridad de la codificación civil chilena, marcada por una reformulación
del derecho vigente según la técnica y lenguaje de la codificación decimonónica,
entre otros temas. También en ese sentido contribuyen los textos de Mayorga
García14 sobre pervivencia del derecho indiano en Colombia, de Levaggi15 sobre
las fuentes del derecho patrio argentino y de Díaz Couselo16 acerca de la tradi-
ción jurídica indiana y su incidencia en la formación del derecho argentino.
del Derecho Ricardo Levene. Colección de Estudios para la Historia del Derecho Argenti-
no, Buenos Aires, Argentina, Imprenta de la Universidad, 1977.
9
VÍCTOR TAU ANZOATEGUI, Casuismo y sistema, Buenos Aires, Argentina, Instituto
de Investigaciones de Historia del Derecho, 1992.
10
ANTONIO DOUGNAC RODRÍGUEZ, “El sistema jurídico indiano en el constitucio-
nalismo chileno durante la Patria Vieja (1810-1814)”, Revista de Estudios Histórico-Jurí-
dicos, XXII, Valparaíso, Chile, 2000, pp. 225-266.
11
GABRIEL BOCKSANG HOLA, El nacimiento del derecho administrativo patrio de
Chile (1810-1860), Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2015.
12
BERNARDINO BRAVO LIRA, “Puntales de la codificación”, cit. ÉL MISMO, “La codi-
ficación en Chile (1811-1907), dentro del marco de la codificación europea e hispanoame-
ricana”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, XII, Valparaíso, Chile, 1987, pp. 51-109.
13
Véase nota 3.
14
FERNANDO MAYORGA GARCÍA, “Pervivencia del derecho español durante el siglo
XIX y proceso de codificación en Colombia”, Revista Chilena de Historia del Derecho, n°
14, Santiago de Chile, 1991, pp. 291-313.
15
ABELARDO LEVAGGI, “Las fuentes formales del derecho patrio argentino”, Revista
Chilena de Historia del Derecho, n° 14, Santiago de Chile, 1991, pp. 267-290.
16
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO, “La tradición indiana y la formación del derecho ar-
gentino”, Historia del derecho. Memoria del Congreso Internacional de culturas y siste-
mas jurídicos comparados, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2005, pp. 27-60.
1293
ROBERTO CERÓN REYES
17
JAVIER BARRIENTOS GRANDÓN, La cultura jurídica en la Nueva España, México,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México, 1993.
ÉL MISMO, “Derecho común y derecho indiano en el Reino de Chile”, Memoria del X Con-
greso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, 1995, pp. 133-160. ÉL
MISMO, Historia del derecho indiano. Del descubrimiento colombino a la codificación,
Italia, Roma, Il Cigno Galileo Galilei, 2000, pp. 391-450.
18
BERNARDINO BRAVO LIRA, “El derecho indiano después de la independencia en
América española. Legislación y doctrina jurídica”, Historia, Santiago de Chile, 1984, pp.
5-52. Ahora en su Derecho común y derecho propio, pp. 313-354.
19
HUGO HANISCH ESPÍNDOLA, “Contribución al estudio del principio y de la prác-
tica de la fundamentación de las sentencias en Chile durante el siglo XIX”, Revista de
Estudios Histórico-Jurídicos, VII, Valparaíso, Chile, 1982, pp. 131-173.
20
CLAUDIO BARAHONA GALLARDO, La teoría de la posesión inscrita en Chile en el
siglo XIX, Tesis de Magíster (inédita), Santiago de Chile: Facultad de Derecho, Universi-
dad de Chile, 2016.
1294
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
21
Abásolo denomina a esta prolongación con el término “pervivencia”. Nosotros agre-
gamos la expresión presencia, por abarcar un número mayor de situaciones que el autor
también define. Así, la “continuidad” como una “prolongación más o menos estéril, ca-
rente de pretensiones de legitimidad, y generalmente rechazada desde el discurso formal
y consciente sostenido por los más lúcidos operadores del derecho”, y la “incrustación”
como la “presencia aislada y descontextuada de los elementos indianos, sea como un
oportuno recurso legitimador, o como mero expediente de elegancia erudita”. ABÁSOLO,
op.cit., p. 11.
22
GUZMÁN BRITO, La codificación civil, pp. 180-181. BERNARDINO BRAVO LIRA,
“Derecho patrio o nacional en España, Portugal e Hispanoamérica durante el siglo XVIII y
primera mitad del XIX”, Revista Chilena de Historia del Derecho, n° 10, Santiago de Chile,
1984, pp. 121 y ss. Ahora en su Derecho común y derecho propio, pp. 297-311.
1295
ROBERTO CERÓN REYES
Por lo que en materia civil se aplicó el Fuero Real, las Leyes del Estilo
y las Siete Partidas26. Otro tanto ocurrió en materia penal y procesal –civil y
penal–.
23
GUZMÁN BRITO, La codificación civil, pp. 180-184. También véase las reflexiones de
PAOLO GROSSI, Mitología jurídica de la modernidad, Madrid, España, Editorial Trotta,
2003. ÉL MISMO, De la codificación a la globalización del derecho. Navarra, España,
Editorial Arazandi - Thomson Reuters, 2010. PIO CARONI, Escritos sobre la codificación,
Madrid, España, Editorial Dykinson, 2012. ÉL MISMO, Lecciones de historia de la codi-
ficación, Madrid, España, Editorial Dykinson, 2013.BARRIENTOS GRANDÓN, Historia
del derecho indiano, p. 427 y ss.
24
GUZMÁN BRITO, La codificación civil, p. 186
25
El texto en LUIS VALENCIA AVARÍA, Anales de la República, t. I. Santiago de Chile,
Editorial Andrés Bello, p. 77.
26
GUZMÁN BRITO, La codificación civil, p. 186. Para las Partidas véase BERNARDI-
NO BRAVO LIRA, “Vigencia de las Siete Partidas en Chile”, Revista de Estudios Histórico-
Jurídicos, X, Valparaíso, Chile, 1985, pp. 43-105.Ahora en su Derecho común y derecho
propio, pp. 89-135.
1296
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
Según lo expuesto, se infiere que la judicatura, para resolver los conflictos so-
metidos a su conocimiento, usó el derecho heredado de la monarquía. Dicha
afirmación se funda, además, porque en Chile a partir de 1837, a los jueces se
les impuso la obligación de motivar sus fallos.
Remontándonos al orden jurídico indiano se advierte que, por una ley de
1778, recogida en la Novísima Recopilación (11, 16, 8), se prohibió a los jueces
fundar sus sentencias, disposición que rigió en Chile hasta la Constitución de
1822, que en su artículo 219 señaló que “Toda sentencia civil i criminal debe
ser motivada”. Empero, en la práctica nunca se aplicó la disposición precitada,
ya que tampoco se dictó la ley que fijare el alcance de dicha obligación27.
Ya en 1836, en el marco de la primera codificación parcial de las leyes
procesales, el Presidente José Joaquín Prieto remitió al Congreso un proyecto
de ley sobre fundamentación de las sentencias. Sin embargo, el conflicto con
la Confederación Perú-Boliviana obligó a clausurar las sesiones en las cáma-
ras. Fue mediante las facultades extraordinarias concedidas el 31 de enero del
mismo año al Presidente de la República, que se promulgaron una serie de
leyes en la materia, conocidas como “leyes marianas”28. Primeramente, el 2
de febrero, la de implicancias y recusaciones –71 artículos–29, estableciendo
sus causales y el procedimiento, y la de fundamentación de las sentencias30.
Enseguida, el 8 del mismo mes, aquella sobre juicio ejecutivo -150 artículos-31.
Finalmente, el 1 de marzo, otra sobre recurso de nulidad -24 artículos-32.
La norma de motivación de sentencias señaló que:
27
HANISCH ESPÍNDOLA, op.cit, pp. 139-146. VALENCIA AVARÍA, op.cit, p. 103.
28
CAROLINA BEATTIE CRUZ, Mariano Egaña y la codificación procesal en Chile,
Memoria de Prueba (inédita). Santiago de Chile, Universidad de Chile, Facultad de Dere-
cho, abril de 2009.
29
Boletín de las Leyes i de las Órdenes i Decretos del Gobierno, Santiago de Chile,
1830-1837, p. 468.
30
RICARDO ANGUITA, Leyes promulgadas en Chile desde 1810 hasta el 1°. De junio
de 1912, t. I, p. 49.
31
Ibid., p. 285.
32
Véase Boletín de las Leyes, o ANGUITA, op.cit., t. I, p. 282.
33
Boletín de las Leyes, 1841, p. 89.
1297
ROBERTO CERÓN REYES
34
Ibid., pp. 90-101.
35
HANISCH ESPÍNDOLA, op.cit., p. 143. GUZMÁN BRITO, Andrés Bello codificador,
p. 90.
36
Boletín de las Leyes, 1851, p. 524.
37
MARÍA ANGÉLICA FIGUEROA QUINTEROS, “La codificación civil chilena y la es-
tructuración de un sistema jurídico legalista”, Congreso Internacional “Andrés Bello y el
Derecho”. Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, pp. 86 y ss.
1298
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
38
HANISCH ESPÍNDOLA, op.cit, p. 158. No nos detendremos en la calidad de la fun-
damentación, pues no es el objeto de esta comunicación.
39
ENRIQUE BRAHM GARCÍA, “¿Jurisprudencia creativa? La Corte Suprema de Justicia
1841-1860”, Revista Chilena de Historia del Derecho, n° 16, Santiago de Chile, 1990, passim.
40
ENRIQUE BRAHM GARCÍA, “Los comienzos de la primera revista jurídica chilena:
la “Gaceta de los Tribunales” entre 1841 y 1860”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos,
XIV, Valparaíso, Chile, 1991,pp. 45-56.
41
Decimos formalmente, pues materialmente el derecho indiano formó parte de las
fuentes usadas por Andrés Bello para la elaboración del Código Civil. Véase nota 3.
1299
ROBERTO CERÓN REYES
terias propias del Código, impidiéndole al juez recurrir a tales normas para
fundar sus sentencias, sin perjuicio de la subsistencia de las leyes que señala
en su inciso segundo. En consonancia con ello, a partir de ese año las sen-
tencias de los tribunales se fundan preferentemente en este nuevo cuerpo
legal, aunque como dice Hanisch Espíndola “continúan usándose las normas
antiguas hispánicas si los hechos que dan mérito al juicio han tenido lugar
antes de esa fecha”42, situación que ocasionó más de alguna confusión, y que
dio pábulo a la dictación de la Ley sobre el Efecto Retroactivo de las Leyes,
de 7 de octubre de 186143.
42
HANISCH ESPÍNDOLA, op.cit., p. 158.
43
Si bien al momento de preparar esta comunicación no tuve la oportunidad de consul-
tar la historia de dicha ley, se infiere de su artículo 1° que la aplicación de leyes dictadas en
épocas distintas fue una de las motivaciones para su promulgación. También informo del
texto de JAVIER BARRIENTOS GRANDÓN, Derecho civil no codificado. Edición crítica
de sus textos, concordados, comentados y anotados, Santiago de Chile, Thomson Reuters,
2016, el cual podría enriquecer la explicación acá expuesta.
44
Para ambas materias se aplicaban las Siete Partidas y otras normas de derecho proce-
sal patrio. La codificación de estas parcelas del orden jurídico se remonta a principios del
siglo XX, en los años 1903 y 1907, respectivamente. BRAVO LIRA, Vigencia de las Siete
Partidas, p. 123.
45
Para la codificación comercial véase ENRIQUE BRAHM GARCÍA (editor), José Ga-
briel Ocampo y la codificación comercial chilena, II tomos, Santiago de Chile, Universi-
dad de los Andes, Colección Jurídica N° 5, 2000, y JAVIER BARRIENTOS GRANDÓN,
Historia del Código de Comercio de la República de Chile, Santiago de Chile, Facultad de
Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2015. Mientras que para la codificación
penal EMILIA IÑESTA PASTOR, “El Código Penal chileno de 1874”, Revista Chilena de
Historia del Derecho, n° 19, Santiago de Chile, 2003-2004, pp. 293 y ss.
1300
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
46
Gaceta de los Tribunales 1858, sentencia 1192.
1301
ROBERTO CERÓN REYES
47
“Que poderio ha el juez ante quien vienen a pleyto los herederos en razon de la parti-
cion. Poderio ha el juez ante quien pidieren la partició los herederos d la mádar fazer en la
manera q el entédiere q ´ fera mas guifada, e mas pro de ellos. E porende, quádo el vieffe
algúa cafa o viña que deuia fer partida entre ellos fe menofcabaria mucho, porfazer muchas
partes della, bien puede mandar q ´ la aya toda el vno o los dos. E puede fazer obligar, a´ql
o aquellos que la ouieren q ´ den por fu parte a cada vno de los otros tantos ma rauedis,
quanto el afmarceq´ podrian va ler las fus partes, que auian en aquella cafa, o en aquella
viña fi partida fueffe, ello mifmo deue fazer en las cofas que fon a tales, que fe non pue-
den partir fegun natura quifadamente afsi como cauallo, o otra beftia, ca deue lo apreciar
quanto vale, e darlo al vno, e mandarle que fegund aquel apreciamiento, que de fu parte
a cada vno de los otros en dineros, e los herederos fon tenudos de fazer lo que les el juez
mandare en efta razon. Otrofi dezimos, que leuantádo fe defacuerdo entre los hered[e]ros,
o entre los otros con quien ouieffen fus heredades vezinas, fobre los mojones, o los termi-
nos de algun campo, o de otra heredad, de la herencia, de manera q´ fe non puedan auenir
a partirlo: efonce para toller tal dfacuerdo, deude el juez yr a aquel cápo, o aquella heredad,
e verg que es aquello, fobre que te defacuerdá. E fi fallare y mojones antiguos porque lo
pueda determinar, deue yfazer, aquello q entendiere que fera mas aguifado por que cada
vno aya fu derecho, e fi los mojones o los terminos fueré entremezclados de guifa quel mojó
o el termino de la haredad dl vno entre en la del otro, fi por aq´lla entrada puede nafcer
contienda entre ellos: eftonce deue mádar mudar los mojones, e poner los de manera que
aquella cóntienda pueda fer tollida. E deue condenar a aquel a quien acrefciere en la fu
heredad, por razó del mudamiento de los mejones, que de al otro tantos marauedis quátos
entendiere que vale la tierra ´q le toma, por ender recar los mojones, e los herederos, e los
otros q´ vienen a la particion, deuen obedecer al juez en eftas cofas fobredichas: e a los que
lo non fizieffen, puede les poner pena de pecho fegund fu aluedrio, falta que gelo fagafa-
zer”. Texto extraído de JOSÉ SÁNCHEZ-ARCILLA BERNAL (editor), Las Siete Partidas
(El Libro del Fuero de las Leyes), Madrid, España, Reus, 2004.
48
Que regula materias de derecho procesal civil.
49
Para efectos de este trabajo sólo nos ocuparemos de los ministros propietarios, más
1302
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
b) Don Casimiro Bravo i otros con don José Anjel Rodriguez, sobre
tercería50. El conflicto dice relación con una tercería de dominio interpuesta
en el marco de un juicio ejecutivo. El tribunal desestima dicha tercería, por
cuanto el ejecutado “ha probado con tres testigos contestes que lo ha poseido
mas de treinta años sin violencia, clandestinidad ni interrupcion”, por lo que
ha operado la prescripción extraordinaria. El juez de instancia aplica la ley
1°, título 14, Partida Tercera51, además de los artículos 2510 y 2511 del Código
Civil. Interpuesto el recurso de apelación, la sentencia es confirmada por la
Corte de Apelaciones de Santiago. El fallo es dictado por los ministros Máxi-
mo Muxica y Echaurren (Regente de la Corte), José de los Dolores Bernales
Urmeneta, Julián Riesco Droguett y Manuel Joaquín Valenzuela Castillo.
c) Don Juan Catrileo con don Fermin San Juan, sobre derecho a unos
terrenos52.El asunto guarda relación con la posesión de unos terrenos ubi-
cados en “Las Juntas”, Curicó, cuyo conflicto es expuesto claramente en la
relación que hace el juez de instancia:
San Juan se ha apropiado de esos terrenos sin título alguno, solo por ha-
ber quedado de arrendatario de ellos al fallecimiento de los dueños i no ha
pagado los cánones correspindientes durante los diez o doce años últimos.
Habiendo sido inútiles todos los requerimientos estrajudiciales que le han
hecho al poseedor para que restituya los terrenos aludidos i pague los cáno-
nes adeudados i el compareciente entabla formal demanda para que se le
declare obligado a ello.
El demandado contesta que segun se manifiesta por los documentos de
f. 11 i 16, hace quince o mas años compró tres cuadras de terreno a Juan
no de los suplentes, ni tampoco de los abogados integrantes, pues de estos últimos no dis-
ponemos de información exacta.
50
Gaceta de los Tribunales1864, Gaceta 1150, año de edición XXI, página 470, senten-
cia 1280.
51
“Que cosa es Prueua, e quien la puede fazer” Prueua es aueriguamiento que se faze en
juyzio, en razon de alguna cosa que es dubdosa. E naturalmente pertenece la prueua al de-
mandador, quando la otra parte negare la demanda, o la cosa, o el fecho, sobre la pregunta
que se le faze. Ca si non lo prouasse, deuen dar por quito al demandado, de aquella cosa
non fue prouada contra él: e non es tenuda la parte de prouar lo que niega, porque non lo
pdoria fazer bien, assi como la cosa que non se puede mostrar, nin prouar segund natura.
Otrosi las cosas que son negadas en juyzio, non la deuen, nin las pueden prouar auqellos
que las niegan, si non en aquella manera que diremos adelante en las leyes deste Titulo”.
Texto extraído de SÁNCHEZ-ARCILLA BERNAL, op.cit.
52
Gaceta de los Tribunales 1876, Gaceta 1770, año de edición XXXV, sentencia 2666.
1303
ROBERTO CERÓN REYES
Antonio Catrileo, como tres cuartos de cuadra a José Cuevas i cinco cuadras
tres cuartos a Mateo i Juan de Dios Catrileo, habiendo estado gozando de
esos terrenos desde la fecha en que los adquirió; que si es disculpable que
los herederos de Juan Antonio i Mateo Catrileo entablan la acion deducida,
apesar de constarles la venta de los terrenos, no sucede lo mismo respecto
de José Cuévas i Juan de Dios Catrileo, por haber sido ellos mismos quienes
le vendiero sus derechos; que respecto de los terrenos comprados a Juan
Antonio Catrileo, existenla circunstancia de haber sido adquirido en una
limitacion privada, en la que prevaleció la oferta del demandado por haber
sido superior a las demas i finalmente que todos los terrenos los ha compra-
do a buena fé, por su justo precio i poseídolos sin interrupcion por mas de
quince años a vista y paciencia de los que ahora se titulan dueños.
Pide en consecuencia se le absuekva de la demanda con costas. En el
comparemdo de que de testimonio el acta de f. 23 vta. el apoderado de los
demandantes impugnó la autenticidad de los documentos exhibidos por el
demandado i espuso que no tenian valor legal por no haber sido otorgados
ante escribano público;
El demandado sostuvo que esta última circunstancia no era necesaria
para la validez de los contratos, atendiendo al tiempo en que se otorgaron i
ofreció prueba sobre su autenticidad”.
1304
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
56
Para esto y lo que sigue ROBERTO CERÓN REYES, “La cultura jurídica de los mi-
nistros y fiscales de la Corte Suprema de Justicia de Chile en el siglo XIX (1823-1900) I.
Estudios y grados”, Revista Chilena de Historia del Derecho, n° 23, Santiago de Chile,
2011-2012, pp. 84-86.
57
JOSÉ TORIBIO MEDINA, La instrucción pública en Chile, Santiago de Chile: Im-
prenta Elzeviriana, 1905, p. 382. Las cursivas son nuestras.
1305
ROBERTO CERÓN REYES
58
Sus orígenes se remontan a 1769. Es cerrado en 1773 y reabierto en 1778.
59
Sin perjuicio de ello, en 1782 obtuvo, por algún tiempo, la gracia de que sus alumnos
estuviesen exentos de dar exámenes en la Universidad, lo que fue derogado. Cfr. MARIO
BAEZA MARAMBIO, “Esquemas y notas para una historia de la Facultad de Ciencias Ju-
rídicas y Sociales de la Universidad de Chile”, Colección de estudios y documentos para
la historia del derecho chileno, Santiago de Chile, 1944,p. 33. LUIS LIRA MONTT, “Los
Colegios Reales de Santiago de Chile. Reseña histórica e índice de colegiales (1584-1816),
La nobleza en indias. Estructura y valores sociales, Santiago de Chile, Publicaciones Bi-
centenario, 2010, pp. 628-629.
60
En España la inserción del derecho real en la universidad fue fruto de un proceso que,
en sus inicios, tuvo fuerte resistencia. Recién en 1771, con Carlos III como monarca, se ini-
ció un proceso de incorporación del derecho real que irá in crecendo. Cfr. MARIANO PE-
SET REIG, “Derecho romano y derecho real en las universidades del siglo XVIII”, Anuario
de Historia del Derecho Español, t. XXXVIII, Madrid, España, 1968, passim.
1306
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
61
Texto en HERNÁN ESPINOSA QUIROGA, La Academia de Leyes y Práctica Foren-
se, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1955, pp. 44-45. Cfr. CARLOS SALINAS
ARANEDA, “Índice de los Autos Acordados de la Real Audiencia de Santiago de Chile”,
Revista Chilena de Historia del Derecho nº 9, p. 187.
62
ESPINOSA QUIROGA, op.cit., p. 50. SALINAS ARANEDA, op.cit., p. 187.
63
MANUEL SALVAT MONGUILLOT, Breve historia del estudio del derecho, Santiago
de Chile, Ediciones del Instituto de Historia del Derecho Juan de Solórzano y Pereyra,
2001, p. 55. ALEJANDRO GUZMÁN BRITO, “La enseñanza del derecho. Historia y pers-
pectivas”, Anales del Instituto de Chile, v. XXV, 2005-2006, Santiago de Chile, p. 277.
1307
ROBERTO CERÓN REYES
64
Para más detalles véase ALAMIRO DE ÁVILA MARTEL, Mora y Bello en Chile, San-
tiago de Chile: Ediciones de la Universidad de Chile, 1982, pp. 18-39.
65
BAEZA MARAMBIO, op.cit., pp. 77-81. SALVAT MONGUILLOT, Breve historia, pp.
70-71. GUZMÁN BRITO, “La enseñanza del derecho”, p. 277.
66
Para mayores detalles véase GUZMÁN BRITO. “La enseñanza del derecho”, p. 366.
Por motivos de extensión máxima permitida del trabajo, he excluido la reseña de las ma-
terias que se enseñaban para la formación práctica del letrado.
1308
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
Ministro Estudios
José Antonio Graduado de Derecho por la Universidad de San Felipe. Examinado
Álvarez Galmes ante la Iltma. Corte de Apelaciones en comisión conformada por
los señores José Antonio Rodríguez Aldea, Pedro de la Cuadra
Baeza y Pablo Salas. Juró de abogado el 2 de junio de 1834.
José Vicente Primarios en Vallenar. Secundarios, desde 1841, en el Instituto
Ávalos Valderrama Nacional.Graduado de Derecho por la Universidad de Chile. Hizo
su práctica profesional con don Antonio García Reyes. Examinado
ante la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago en comisión
conformada por los señores Gabriel Ocampo, Martín Zapata y José
Barros Pazos. Juró de abogado el 2 de enero de 1849.
67
BERNARDINO BRAVO LIRA, Anales de la judicatura chilena, II vols, Santiago de
Chile, Poder Judicial, Corte Suprema de Chile, 2011, 1455 pp.
68
La ficha prosopográfica contiene una sección denominada “Estudios”, bajo la cual se
agregó, según el caso, datos sobre la formación primaria, secundaria y superior del letrado.
Los datos acerca de la formación universitaria se extrajeron de diversas fuentes. La obra
de José Toribio Medina Historia de la Universidad de San Felipe resultó de gran utilidad,
puesto que junto con complementar los datos de matrículas obtenidos a través de los do-
cumentos propios de la universidad, contiene información atingente a la obtención del
grado académico hasta que esta institución cambió de nombre, ahora como Universidad
de Chile. La fecha en que algunos integrantes cursaron su pasantía obligatoria como aca-
démicos de la Academia de Leyes y Práctica Forense se desprendió del trabajo de Hernán
Espinosa Quiroga La Academia de Leyes y Práctica Forense, entre otras. Desde el año
1778 hasta el año 1944 existieron comisiones encargadas de evaluar los conocimientos
teóricos del aspirante al título de abogado. En orden sucesivo, la Real Audiencia (1778-
1824), la Corte de Apelaciones de Santiago (1824-1875), la Corte Suprema (1875-1928) y
una Comisión compuesta por integrantes de la Corte Suprema, Corte de Apelaciones de
Santiago y Colegio de Abogados (1928-1944), llevaron a cabo dicha tarea. La nómina de
las comisiones examinadoras se extrajo de la monografía de Salvador Valdés, y la fecha de
titulación del estudio de Guillermo de la Cuadra “Abogados titulados en Chile: 1776-1876”
y del índice del Ministerio de Justicia. En ciertos casos sólo se dispone de información
básica y parcial -vgr. lugar de estudios y juramento-. CERÓN REYES, op.cit.
1309
ROBERTO CERÓN REYES
Ministro Estudios
José de los Secundarios en el Instituto Nacional. Graduado de Bachiller en
Dolores Bernales Cánones y Leyes por la Universidad de San Felipe el 17 de diciembre
Urmeneta de 1838. Ingresó a la Academia de Leyes y Práctica Forense el 6 de
marzo de 1839 y egresó el 16 de marzo de 1841. Examinado ante la
Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago en comisión conformada
por los señores Pedro de la Cuadra, Pedro J. Fernández Recio y
José Ramón Zarricueta. Juró de abogado el 16 de abril de 1841.
José Antonio Primarios en el Colegio de los SS.CC. entre 1849 y 1852. Secundarios
Gandarillas Luco en el Instituto Nacional, en donde fue matriculado el 12 de marzo
de 1851, a los 12 años de edad, en 1° de Humanidades. Graduado
de Derecho por la Universidad de Chile. Examinado ante la Iltma.
Corte de Apelaciones de Santiago en comisión conformada por los
señores Miguel Elizalde, Francisco Puelma e Ignacio Zenteno. Juró
de abogado el 25 de septiembre de 1861.
Máximo Muxica Secundarios de Humanidades en el Colegio Carolino e Instituto
y Echaurren Nacional. Graduado de Bachiller en Leyes por la Universidad
de San Felipe el 30 de junio de 1831. Examinado ante la Iltma.
Corte de Apelaciones de Santiago en comisión conformada por
los señores Gregorio Santa María, J. Manuel Barros y Francisco
Arriagada. Juró de abogado el 15 de febrero de 1833.
Julián Riesco Secundarios de Humanidades en el Instituto Nacional. Curso de
Droguett Leyes en el mismo establecimiento. Graduado de Bachiller en
Leyes por la Universidad de San Felipe el 24 de febrero de 1837.
Examinado ante la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago. Juró
de abogado el 12 de agosto de 1839.
Raimundo del Secundarios en el Instituto Nacional. Superiores en el Curso
Carmen Silva de Leyes del mismo establecimiento. Graduado de Derecho
Torres por la Universidad de Chile. Examinado ante la Iltma. Corte de
Apelaciones de Santiago en comisión conformada por los señores
Ángel Artigas, J. Domingo Aguirre y Pedro J. Fernández Recio.
Juró de abogado el 9 de diciembre de 1852.
Manuel Joaquín Secundarios de Humanidades en el Instituto Nacional. Superiores
Valenzuela en el Curso de Leyes en el mismo establecimiento. Graduado
Castillo de Bachiller en Leyes por la Universidad de San Felipe el 15 de
diciembre de 1840. Ingresó a la Academia de Leyes y Práctica
Forense el 8 de enero de 1840 y egresó el 31 de marzo de 1843.
Examinado ante la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago en
comisión conformada por los señores Pedro J. Fernández Recio,
Antonio García Reyes y Andrés Villegas. Juró de abogado el 20 de
septiembre de 1843.
1310
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA PRÁXIS JUDICIAL CHILENA...
De los datos ya exhibidos, puedo afirmar que todos los ministros juraron an-
tes de 1862. En efecto, el primero lo habría hecho el año 1834 y el último, el
año 1861. Durante ese tiempo el Instituto Nacional contó con cuatro planes
de estudio. Acá, por razones de extensión, reseñaré únicamente aquellas ma-
terias que podrían agruparse en torno a la expresión “derecho civil”.
69
GUZMÁN BRITO, “La enseñanza del derecho”, p. 316, quien cita a las Ordenanzas del
Instituto Nacional.
70
Ibid., pp. 318-320.
71
Ibid., p. 320.
72
Ibid.
1311
ROBERTO CERÓN REYES
5. Conclusiones
1. L
a presencia del derecho indiano -en sentido amplio- en Chile duran-
te el siglo XIX es palmaria. Las aristas que comprende son variadas:
legislación, doctrina, jurisprudencia y formación jurídica.
2. A través de la jurisprudencia y de la formación jurídica de los minis-
tros de corte se ha constatado en esta comunicación la pervivencia
explícita del derecho castellano-indiano en materias de derecho pri-
vado. En efecto, este derecho siguió aplicándose una vez dictado el
Código Civil en 1857, en materias reguladas por este nuevo cuerpo
legal. A su vez, una revisión a los planes de estudio de la época en
que los ministros de corte reseñados cursaron sus estudios también
confirman lo dicho.
3. La formación jurídica de los ministros de corte es parte de la cultu-
ra jurídica del propio letrado, y también de la época en que vivió y
le correspondió aplicar el derecho. Ellos recibieron los influjos for-
mativos del derecho indiano, incardinado en la tradición jurídica del
ius commune. Como bien dice Bravo Lira, aunque con los matices
pertinentes, “cada generación de letrados permanece, por así decirlo,
fija en la visión del derecho que asimiló en las aulas”73. Así las cosas,
la cultura jurídica indiana está presente y coexistió con la incipiente
cultura del código.
4. Sigue pendiente determinar con mayor exactitud la intensidad de la
presencia del derecho indiano a través de la formación jurídica de
los jueces de la época, lo que requiere ingentes esfuerzos tendientes
a examinar la totalidad de los programas de estudio de la época, con
mención de las asignaturas y/o materias, y la literatura recomendada
para cada ramo, si la hubiera. De esta forma, se demostrará hasta
qué punto la citación de las normas de derecho castellano-indiano
obedece no sólo a la aplicación de las normas existentes en la época,
sino también a una manifestación de la mentalidad jurídica de los
letrados, aún atrapada por los tentáculos del derecho indiano.
73
BERNARDINO BRAVO LIRA, “Estudios de derecho y cultura de abogados en Chile
1758-1998. Tres etapas: ius commune, codificación y descodificación en el Nuevo Mundo”,
en El juez entre el derecho y la ley, en el mundo hispánico, Santiago de Chile, LexisNexis,
2006, p. 593.
1312
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO
HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA: SANTA FE DE LA LAGUNA,
MICHOACÁN
Abstract: In this paper, I study the land privileges granted by the Spanish crown to
the hospital town of Santa Fe de la Laguna (Michoacán). Hence, I explore the topic of the
foundation of the hospital, as well as the royal land grant and land trading. I also examine
the municipal ordinances composed by Vasco de Quiroga, which set the basis for the civil
and religious life, as well as the land property policy and territorial protection by the local
community. Lastly, I study the action that the indigenous officials took to preserve their
territory. I evaluate whether Quiroga’s writings (Memoria…, and Ordenanzas) were taken
into consideration during the organization of the hospital town of Santa Fe de la Laguna.
Keywords: legal defense, land, land privileges, hospital town, ordinances, Santa Fe
de la Laguna, Vasco de Quiroga.
Sumario: 1. Configuración jurídica de las tierras del pueblo hospital. 2. Policía mixta, protec-
ción y carácter de las tierras. 3. Defensa del privilegio territorial. 4. Comentario final.
1313
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
Una de las distinciones que gozó el pueblo hospital de Santa Fe, fundado por
Vasco de Quiroga, fue el carácter de las tierras dotadas. Debemos recordar
que antes de la llegada de los castellanos al Irechequa (Reino) P’urhepecha,
existían diversas modalidades de propiedad de la tierra. De acuerdo a algunos
estudiosos, había “tierras patrimoniales” del Irecha (cazonci); fracciones que
pertenecían a los linajes caciquiles; las “tierras fiscales” para la entrega del
tributo, entre otras1. Al adherirse el Irechequa prehispánico uakusï (águila) a
la Corona española, el gobierno nativo ya no recaía en el linaje de los señores
uakusï, sino en los Eneani. De éste último, provenía don Pedro Cuýniarán-
gari quien estaba al frente del gobierno de los indígenas. En virtud de que
Cuýniarángari estaba vinculado a los uakusï, gozaba de tierras diferenciadas
llamadas: “patrimoniales de linaje noble”.
Al arribo de don Vasco de Quiroga a la ciudad de Michoacán (Tzint-
zuntzan) para atender y resolver peticiones de justicia, se topó con un pa-
norama crítico respecto a la situación de los principales y del común de in-
dios. En particular, los primeros recibían presión por parte de los españoles
porque querían saber el lugar donde resguardaban el “oro” y las “joyas”. La
“persecución” y el “maltrato”, según se desprende de la obra de Benedict
Warren, era producto de que conservaban y no se apartaban de sus antiguas
creencias y prácticas religiosas2. Una de las vías para remediar esta situa-
ción, consistió en que los principales y el común de naturales debían abrazar
los preceptos cristianos.
De modo que Vasco de Quiroga, después de conferenciar con el gober-
nador, Pedro Cuýniarángari, convino en la fundación de un hospital al norte
del lago de Pátzcuaro. Quiroga arribó a Tzintzuntzan en el verano de 1533 y
retornó a la ciudad de México a fines de éste año o comienzos de 1534. Así que
la fundación del hospital de Santa Fe, como ya lo ha dicho Warren, ocurrió
el 14 de septiembre de 1533 en una planicie próxima al asentamiento antiguo
de Guayameo. La gestión de Quiroga ante la autoridad real no se hizo esperar
puesto que, al año de haberse fundado el hospital de Santa Fe, el corregidor
1
ULISES BELTRÁN, “Organización política y población de los tarascos” en Brigitte
Boehm de Lameiras, Michoacán Antiguo. Estado y sociedad tarascos en la época pre-
hispánica, Zamora, El Colegio de Michoacán- Gobierno del Estado de Michoacán, 1994,
p. 124, 125.
2
BENEDICT WARREN, Vasco de Quiroga y sus Pueblos Hospitales de Santa Fe, terce-
ra edición, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1997, pp. 100-101.
1314
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
de la ciudad de Michoacán recibió orden del rey para que favoreciera “a las
personas que entienden en el edificio de este hospital”3.
Otra acción que benefició al hospital de Santa Fe fue la designación de
don Vasco de Quiroga como obispo electo de Michoacán en agosto de 1536
y la toma de posesión en agosto de 15384. Poco después de que Quiroga vol-
vió a la Ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan), como abogado y todavía oidor
de la Audiencia de México, brindó seguridad jurídica al hospital mediante la
celebración de una escritura de compra-venta. Para ello, don Pedro Cuýnia-
rángari y su esposa doña Inés vendieron una fracción de tierra al “Pueblo, i
hospital de Sancta Fe, y al Señor don Vasco de Quiroga en su nombre”, el 21
de junio de 1538. Dicha tierra fue descrita que se localizaba:
en la vega de Pacaquareo que son en términos de esta ciudad que han por
linderos de la una parte el Peñol, que esta como vamos de esta dicha ciudad
a Santa Fee, i por la otra el Pueblo de Petacuaro, y por la otra parte la estan-
cia de Villaseñor que es junto al camino que va por la dicha estancia a dar a
esta ciudad, y por la otra parte a la entrada de la Laguna de esta dicha ciudad
hasta dar en dicho camino5.
Cabe enfatizar que fue doña Inés, “juntamente” con su marido, quien
vendió la tierra al “Pueblo, y hospital” por la suma de 150 pesos a fin de que
sus habitantes la cultivaran y se pudieran sostener. Dicha tierra se localizaba
al sureste del cerro de Guarapo, distante a media legua del núcleo poblacional
del hospital de Santa Fe. Mediante esta transacción suscrita entre doña Inés
y los habitantes de Santa Fe, a través de Vasco de Quiroga, se garantizaba por
vía jurídica la propiedad de dicha fracción de tierra para los moradores, sus
herederos y demás sucesores del hospital.
Es probable que don Vasco de Quiroga supiese de las pretensiones de Juan
Infante de incluir los “pueblos de la Laguna” como parte de su encomienda.
Entre los pueblos que Infante reclamó en 1532 figuraron Guayameo, Cotzaro
y Capacuero. De modo que cuando Quiroga arribó a la Ciudad de Michoacán
como visitador, de acuerdo con Hans Roskamp, se encontró frente a una situa-
ción geopolítica en la que por un lado, la Ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan)
defendía los pueblos de la Laguna como sus “barrios” y, por otro lado, Juan
Infante, quien reclamaba a dichos poblados como parte de su encomienda6.
3
WARREN, op.cit., p. 168. Cédula real, Palencia, 28 de septiembre de 1534.
4
WARREN, Vasco de Quiroga, cit., p. 107.
5
ARCHIVO CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE MORELIA, 6-6.2-2-93.
6
ROSKAMP, op.cit., p. 147; WARREN, Vasco de Quiroga, cit., pp. 110, 111.
1315
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
Que están y se contienen y encierran desde la Palma que esta cerca de la La-
guna de el llano que se dice Chupicuaro en el camino real que va a Tzacapu
y a Colima derecho a dar al Monte hasta la cumbre aguas vertientes hasta la
Laguna; y desde allí por la orilla de la Laguna hasta en derecho de el Peñol
de Tocontal que está en el llano de la otra parte desde Santa Fee que se lla-
ma el Peñon Capacuaro que está sobre el camino real que ba se Santa Fee a
Michoacán y de allí pasando por el dicho Peñol a dar derecho a dar derecho
a una acipres que esta en una Cordillera que pasa junto al valle que se dice
Petacaquaro hasta dar derecho a la cumbre y sierra del monte que passa y ba
sobre Santa Fee. Todo lo cual se contiene y ensierra desde la dicha cumbre y
monte aguas vertientes hasta la Laguna y desde el dicho Peñol hasta la dicha
Palma sin perjuicio de otra cualesquier tierra, que otra persona halla y tenga
al pesente y tenían y poseían al tiempo que dicho don Pedro dio las dichas
tierras a el dicho hospital por baldías y desamparadas7.
1316
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
de la ciudad de Michoacán” que fuese favorecido el hospital por ser obra “tan
sancta y buena” donde se recogían a “pobres indios”8. Al año siguiente, el 13
de noviembre de 1535, Vasco de Quiroga presentó al virrey Antonio de Men-
doza la cédula real en la cual la “Emperatriz y Reyna” mandaba se otorgaran
algunas tierras por la “necesidad de ellas para sus labranzas, pareciendos que
convienen, e siendo sin perjuicio de tercero, repartáis entre ellos, la parte
de las dichas tierras que vos pareciere”9. Ante la petición de Quiroga de que
se ejecutara el mandato de la reina, el virrey Antonio de Mendoza concedió
las tierras atrás especificadas de la siguiente manera: “Un pedazo de tierras,
e Monte, que alrededor de Hospital había, en las quales por ser como eran
valdías, e realengas, e sin perjuicio de Tercero alguno: los naturales del dicho
Hospital las habían comenzado a labrar y cultivar”10. De la cita se desprende
que los habitantes de Santa Fe ya venían, desde algunos años atrás, usufruc-
tuando los terrenos expresados. Por lo que ello, no era más que la confirma-
ción y formalización jurídica a través de una merced real de tierras. La justifi-
cación de su concesión era con el fin de que los moradores
1317
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
El obispo Vasco de Quiroga creyó importante definir los lineamientos por los
cuales debía organizarse el hospital de Santa Fe; a partir de la cultura jurídica
de la que formó parte, procedió de manera casuista y compuso leyes pocas y
claras para la población nativa, de manera que ésta pudiese conocerlas, com-
prenderlas y aplicarlas15. Warren dio a conocer las reglas como “Ordenanzas
para los hospitales de Santa Fe”16.
14
WARREN, Vasco de Quiroga, cit., p. 123. WAKAKO YOKOYAMA, Dos mundos y
un destino. Cien años de la encomienda de Juan Infante y sus herederos en la provincia
de Michoacán, 1528-1628, México, Universidad Keio-Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo-Archivo Histórico Municipal de Morelia, 2014, p. 50.
15
VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, Casuismo y sistema. Indagación histórica sobre el
espíritu del Derecho Indiano, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del
Derecho, 1992, p. 374.
16
Ordenanzas de Santa Fe de Vasco de Quiroga, edición facsimilar, Introducción,
1318
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
1319
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
25
Ordenanzas, cit., pp. 106, 108, 109, 110, 115, 116.
26
Ordenanzas, cit., pp. 88, 89.
27
Ordenanzas, cit., pp. 89, 90.
28
Ordenanzas, cit., p. 110.
1320
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
Con base en esa última ordenanza que precisaba se cuidaran los límites
territoriales, es probable que las ordenanzas hayan sido confeccionadas en el
contexto por la defensa de los linderos de los hospitales de Santa Fe. Pudo ser
que las reglas se hayan hecho entre 1545 y 1547, antes de la partida de don
Vasco de Quiroga a España (1547) y después de que Francisco Arévalo asumió
el oficio de corregidor (agosto de 1545-julio de 1548) y Antonio Huitzimengari
hiciera lo propio como gobernador de los indios (1545-1562)29. Si a ellos co-
rrespondió aplicar la orden de que se respetaran los límites y las mojoneras del
hospital, es dable plantear que la redacción de las ordenanzas y, en especial,
“Que visiten las tierras y renueven los mojones en cada año”, haya sido inclui-
do a partir de la previa experiencia de los hospitales en la disputa por tierras.
Ahora corresponde referir las acciones de los oficiales del hospital de
Santa Fe y la relación tripartita entre éstos últimos, el cura rector y el cabildo
catedral respecto a la defensa de las tierras.
29
Ordenanzas, cit., p. 29. HANS ROSKAMP, “El mapa de Santa Fe de la Laguna,
Michoacán. La defensa territorial de un pueblo hospital a mediados del siglo XVI”. Eduardo
Williams y Phil C. Weigand. eds. Patrones de asentamiento y actividades de subsistencia
en el occidente de México, México, El Colegio de Michoacán, 2011, p. 149.
1321
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
pasa un Arroyo de aguas corrientes que baja del varrio de Cuzaro”. El punto
en conflicto fueron los terrenos que se localizan al sur de la actual plaza vieja
o plaza Madrigal de las Altas Torres.
Al desecarse la laguna en la parte sureste del territorio de Santa Fe, que-
dó al descubierto una fracción de tierra, situación que fue aprovechada por
los vecinos de Cocupao para extenderse hacia la zona desecada. De ahí que las
autoridades de Santa Fe pidieran a sus testigos que brindaran información al
respecto. Las tres personas expusieron que el nivel del lago había descendi-
do: uno dijo “como dos cuadras”, otro “como dos tiros de Escopeta poco mas
o menos” y el otro “como cosa de cien varas poco mas o menos”30. Con esta
información que integró el teniente de alcalde mayor de Cocupao, el 30 de
julio de 1724, el gobernador Tomas Barajas y demás oficiales de Santa Fe, se
trasladaron a Pátzcuaro para solicitar al teniente les atendiera en justicia. Los
oficiales p’urhepecha, a través del doctor José Guiles Galindo, argumentaron
que los indios de Cocupao habían tomado posesión de ciertas tierras derivado
de representaciones “viciosas”; que el despacho real por el cual procedieron
a ello se fundaba en “siniestra relación”, por tanto, pedían se rechazara toda
pretensión de los naturales de Cocupao.
Para mostrar la propiedad de las tierras en disputa, los de Santa Fe
presentaron los testimonios por los cuales el pueblo hospital disfrutaba de
ellas. Una fracción de tierra, al sur del cerro Guarapo, había siso concedida
al hospital mediante compra venta que el propio Vasco de Quiroga pagó de
sus propios salarios. La otra sección se obtuvo mediante donación concedi-
da por el gobernador don Pedro Cuýniarángari y legitimada por el virrey
Antonio de Mendoza, mediante merced real. Dichos mecanismos -se argu-
mentó-: “justifica plenamente la propiedad y posesión con instrumentos tan
reales tan privilegiados exuberantes primitivos y antiguos… y tan singulares
prerrogativas”31. El representante de los oficiales de Santa Fe añadió en su
argumento que Vasco de Quiroga había fundado el hospital con motivo de
la “miseria” y “desamparo” en la que se encontraba la población nativa; un
hospital que sirvió de refugio y atención a los “pobres Yndios enfermos”. De
ahí que el hospital de Santa Fe al tratarse de una obra pía, “por eso con tan-
tas recomendaciones de privilegiada”32. Por todo lo anterior, las autoridades
de Santa Fe, a través del doctor Guiles Galindo, sostuvieron que las tierras
30
Títulos de tierras, f. 4v-7., ARCHIVO DE SANTA FE DE LA LAGUNA.
31
Títulos de tierras, f. 10 v., ARCHIVO DE SANTA FE DE LA LAGUNA.
32
Títulos de tierras, f. 11., ARCHIVO DE SANTA FE DE LA LAGUNA.
1322
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
33
Títulos de tierras, f. 11., ARCHIVO DE SANTA FE DE LA LAGUNA.
34
Títulos de tierras, f. 11., ARCHIVO DE SANTA FE DE LA LAGUNA.
1323
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
35
Títulos de tierras, f. 14., ARCHIVO DE SANTA FE DE LA LAGUNA.
36
“Tanto de el testimonio de los títulos de las tierras de el Hospital de Santa Fe de la
Laguna del que llevaron los indios a México para el pleito con los de Cocupao, que se saco
siendo Rector de este Colegio el Bachiller Don Francisco Bernal de Pinavero del mes de
agosto de 1724. Laguna, Legajo 1, No. 34”, ARCHIVO CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE
MORELIA, 6-6.2-2-93 .
37
ARCHIVO CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE MORELIA. ACCM, 6-6.5-5-97, ff.
748- 748v.
1324
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
38
“Memorial presentado por los indios de Santa Fe de la Laguna que tratan de un
arrendamiento que hicieron contra su voluntad Legajo 1 n. 1”, ARCHIVO CAPITULAR DE
LA CATEDRAL DE MORELIA, 6-6.2-1-194.
39
“Memorial presentado por los indios de Santa Fe”, cit.
1325
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
40
“Pedimento de queja de los indios sobre que un torete de don Miguel Olmos le
havia hecho mal perjuicio, y informe que acompaña el rector. 1754 años Legajo 1 no. 38”,
ARCHIVO CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE MORELIA, 6-6.2-2-93.
1326
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
gosa y tiene el título Ospital y lugar pío, i por consiguiente goza de la in-
munidad eclesiástica, i que desde su fundasion asta ahora nigun juez la a
quebrantado, ni estos naturales an sido bexados, por estar baxo del domino
i proteccion de VSSa42.
41
ARCHIVO CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE MORELIA, 6-6.2-1-194.
42
“Santa Fe de la Laguna (de 1755) Un decreto del cavildo en que se refiere no deven
conforme a las Leyes, derechos de visita los alcaldes mayores. Legajo 1 N 27”, ARCHIVO
CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE MORELIA, 6-6.2-2-93.
43
“Santa Fe de la Laguna (de 1755) Un decreto del cavildo” cit.
1327
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
44
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO, “El mapa del hospital pueblo de Santa Fe de la
Laguna y la defensa del territorio p’urhepecha, 1700-1852”, Fronteras de la Historia, en
prensa.
45
Sta Fe. Alusión de diversos testimonios para la defensa de la tierra, 28-IX-1786,
ARCHIVO CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE MORELIA,
46
ANTONIO VILLASEÑOR Y SÁNCHEZ, Parte que corresponde a Michoacán en la
estadística que con el nombre de Teatro Americano escribió... y se imprimió en Méjico,
Morelia, Imprenta de Ignacio Arango, 1852, p. 13; Inspección Ocular en Michoacán.
1328
LA DEFENSA DEL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE UN PUEBLO HOSPITAL DE LA NUEVA ESPAÑA
Regiones central y sudoeste, Introducción y notas de José Bravo Ugarte, México, Editorial
Jus, 1960, p. 41.
47
NICOLÁS PANIAGUA AGUILAR, “De la privilegiada y leal ciudad de indios al
ayuntamiento constitucional de Tzintzuntzan. 1718-1826”, Morelia, Tesis de Maestría,
Instituto de Investigaciones Históricas-UMSNH, 2014.
48
ARCHIVO CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE MORELIA, 6-6.5-5-97.
1329
JUAN CARLOS CORTÉS MÁXIMO
4. Comentario final
1330
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE
DE JUSTICIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (ARGENTINA),
1875-1881
Abstract: The purpose of this paper is to determine and analyse the presence of
Derecho Indiano and its significance in Supreme Court decisions, from its establishment
on January 23, 1875, to the federalization of Buenos Aires in 1880 an event that generated
changes in the judicial map and in the organization of the courts. The investigation begins
by determining the composition, functioning, and competence of the highest court. Ha-
ving determined who they were, and what training their ministers had, the study will focus
on judgments that cite Derecho Indiano exclusively or together with local laws. The aim
is to determine their role in resolving the judicial disputes in order to verify that Derecho
Indiano represents a different historical dimension: as root and source of our law, this
legal culture necessarily triggered the subsequent transformations.
Keywords: Derecho Indiano, Supreme Court’s decisions, Judiciary Power, Province
of Buenos Aires, procedure, legal culture
Sumario: 1. Introducción. 2. La Suprema Corte de Justicia. 2.1. Los Ministros. 2.2. Las atri-
buciones constitucionales. 3. Fuentes y metodología. 4. El derecho indiano en los fallos de la
Suprema Corte. 5. Conclusiones.
1331
MARÍA ANGÉLICA CORVA
1. Introducción
1
VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, Nuevos horizontes en el estudio histórico del derecho
indiano, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1997, p. 112.
2
TAU ANZOÁTEGUI, op. cit., pp. 108-109. En esta obra el autor repasa los pasos dados
por los historiadores del derecho para lograr este cambio de perspectiva con respecto
al derecho indiano durante el siglo XIX. Para una revisión actualizada ver EZEQUIEL
ABÁSOLO, Bastante más que “degradantes andrajos de nuestra pasada esclavitud”.
Fragmentos sudamericanos de la pervivencia de la cultura jurídica indiana durante el
siglo XIX, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2015, pp.
9-15; THOMAS DUVE, HEIKKI PIHLAJAMÄKI, (eds.), New Horizons in Spanish Colonial
Law. Contributions to Transnational Early Modern Legal History, Global Perspectives
on Legal History, Frankfurt am Main, Max Planck Institute for European Legal History
Open Access Publication, 2015, http://dx.doi.org/10.12946/gplh3.
3
VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, ¿Qué fue el Derecho indiano?, Buenos Aires, Abeledo-
Perrot, 1982, p. 67. A los fines del objetivo propuesto definimos el Derecho Indiano como
el sistema jurídico que imperó en América española, conformando un entramado jurídico
con las normas provenientes de distintos ordenamientos jurídicos, con una condición
espacial que consiste en haber estado vigentes en Indias. EDUARDO MARTIRÉ, “El
Derecho Indiano, un derecho propio particular”, Revista de Historia del Derecho, nº 29,
Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2001, pp. 354-355.
4
ABÁSOLO, op. cit., p. 11.
1332
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
5
Ver por ejemplo ABELARDO LEVAGGI, “El Derecho Común en la jurisprudencia de
los tribunales de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX”, RChHD, 15, 1992, pp.
173-185; MARIA MARTA HUERTAS, El modelo constitucional norteamericano en los
fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (1863-1903), Buenos Aires, Instituto
de Investigaciones de Historia del Derecho, 2001; VIVIANA KLUGER, “El derecho indiano
en los dictámenes en materia administrativa del procurador General de la Nación (1862-
1917), Revista de Historia del Derecho, nº 44, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones
de Historia del Derecho, jul. 2012; JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO, “La tradición indiana
y la formación del derecho argentino”, Temas de historia argentina y americana, Buenos
Aires, Pontificia Universidad Católica Argentina, Facultad de Filosofía y Letras, Centro de
Historia Argentina y Americana, julio-diciembre de 2005; ABÁSOLO, op. cit.; ROBERTO
CERÓN REYES, “La cultura jurídica de los ministros y fiscales de la Corte Suprema de
Justicia de Chile en el siglo XIX (1823-1900). I. Estudios y grados”, Revista Chilena de
Historia del Derecho, nº23, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 2011, pp. 81-98.
6
MARTA IRUROZQUI VICTORIANO, “La institucionalización del estado en América
Latina. Justicia y violencia política en la primera mitad del siglo XIX”, Revista Complutense
de Historia de América, vol. 37, Madrid, 2011, p. 17.
7
PÍO CARONI, Lecciones de historia de la codificación, Madrid, Universidad Carlos
III, 2013, p. 40.
1333
MARÍA ANGÉLICA CORVA
“nuevo orden judicial”, aún cuando los cinco magistrados habían integrado el
extinto Superior Tribunal de Justicia y a pesar de recurrir al derecho indiano
para fundamentar sus fallos8. Esta aparente contradicción puede ser com-
prendida si se la analiza desde la tensión, que ellos mismos percibían, entre
la “antigua” legislación aún vigente y la codificación que estaba surgiendo
a partir del pacto constitutivo que intentaba imponer una nueva lógica de
legitimidad, de la cual sus gestores se consideraban garantes. Eran juristas
que procuraban amalgamar lo nuevo con lo viejo y no sustituir en bloque el
antiguo Derecho9.
Es nuestro objetivo determinar y analizar la presencia de legislación in-
diana y su significado en los fallos de la Suprema Corte, desde su instalación
el 23 de enero de 1875 hasta la federalización de la ciudad de Buenos Aires en
1880, acontecimiento que genera cambios en el mapa judicial y en la orga-
nización de los tribunales. La exposición se divide en tres partes. La primera
está dedicada a determinar la composición, funcionamiento y competencia
del máximo tribunal. Habiendo resuelto quiénes eran y qué formación tenían
estos jueces, trataremos sobre los documentos utilizados y la metodología em-
pleada. Finalmente, el estudio estará centrado en los fallos que hagan men-
ción de legislación indiana en forma exclusiva o junto con legislación patria o
nacional buscando determinar su papel en la resolución del conflicto judicial.
La tarea realizada y lo aquí expuesto es una primera experiencia dedicada
a establecer una metodología para el análisis de los acuerdos y las sentencias
de la Suprema Corte. En esta primera etapa pusimos la mirada en aquellos
en que se menciona legislación indiana, buscando establecer las normas que
regularon la resolución de los conflictos en el contexto de un orden jurídico
mutante. Utilizamos el concepto de legislación indiana como elemento cons-
titutivo del derecho indiano, pues en este trabajo no abarcaremos los demás
elementos constitutivos -costumbres, jurisprudencia doctrinaria o literatura
jurídica, y jurisprudencia de los tribunales- también presentes en las senten-
cias y que dejamos para trabajar futuras investigaciones10.
8
Para profundizar sobre los antecedentes de la Suprema Corte ver MARÍA ANGÉLICA
CORVA, Constituir el gobierno, afianzar la justicia El Poder Judicial de la provincia de
Buenos Aires (1853-1881), Rosario, Prohistoria ediciones-Instituto de Investigaciones de
Historia del Derecho, 2014, capítulo VI.
9
MARÍA DEL REFUGIO GONZÁLEZ, El Derecho civil en México, 1821-1871 (Apuntes
para su estudio), México, UNAM, 1988.
10
El proceso codificador incluye el derecho científico, sin excluir el derecho indiano y
el nuevo derecho español. ABELARDO LEVAGGI, “Supervivencia del derecho castellano-
1334
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
indiano en el Río de la Plata”, Anuario de Historia de América Latina (JbLA), nº 22, 1985,
pp. 285-294. En la tarea de analizar cada fallo, registramos toda la legislación patria o
nacional y pudimos observar el surgimiento de los códigos, pero no trataremos al respecto
en este trabajo.
11
“Constitución de la provincia de Buenos Aires de 1873”, en JUAN CARLOS CORBETTA,
Textos constitucionales de Buenos Aires, Suprema Corte de Justicia de la provincia de
Buenos Aires, 1984.
12
Instalación de la Suprema Corte de Justicia de la provincia. Presentada por su
presidente, Manuel María Escalada. Registro Oficial de la provincia de Buenos Aires (en
adelante ROPBA), 1875, p. 14. La presidencia de la Suprema Corte tiene la duración de un
año. En 1876 y 1880 fue presidente Sixto Villegas; 1877 y 1881: Alejo B. González Garaño;
1878: Sabiniano Kier; 1879: Andrés Somellera.
13
Sixto Villegas era agente fiscal y fue nombrado fiscal del Superior Tribunal de Justicia
el 14 de julio de 1870 hasta la creación del Suprema Corte. ROPBA, 1870, pp. 519-520.
14
Alejo B. González Garaño fue relator de la Cámara de Justicia y el 22 de octubre de
1857 fue nombrado agente fiscal en lo civil. ROGBA, 1857, p. 161. Después fue juez civil
de la Capital y el 14 de octubre de 1863 fue nombrado miembro del Superior Tribunal.
ROPBA, 1863, pp. 296-297.
15
Sabiniano Kier era miembro del Superior Tribunal desde el 18 de mayo de 1872.
ROPBA, 1872, p. 248.
16
Andrés Somellera fue juez en lo civil desde el 8 de agosto de 1853. ROGBA, 1853, p. 61.
Luego fue miembro de la Cámara de Justicia y el 30 de septiembre de 1857 pasó a formar
parte del Superior Tribunal. ROGBA, 1857, p. 115-116.
1335
MARÍA ANGÉLICA CORVA
17
Manuel María Escalada fue nombrado agente fiscal en lo civil el 28 de diciembre de
1854. ROGBA, 1854, p. 152. El 13 de septiembre de 1871, en terna con Federico Pinedo y
Daniel M. Cazón, reemplazó a Pablo Font en el Superior Tribunal. ROPBA, 1871, p. 546.
18
Escalada, Villegas y González Garaño fueron nombrados por decreto del 27 de agosto
de 1874, con acuerdo del Senado del 26 de agosto de 1874. Por el mismo decreto fueron
nombrados Procurador General Sabiniano Kier y dos vocales que no asumieron, Federico
Pinedo y Ezequiel Pereyra. ROPBA, 1874, pp. 436 y 440. Por decreto del 14 de diciembre
de 1874, con acuerdo del Senado del 18 de diciembre, Kier junto con Carlos Tejedor fueron
nombrados vocales y José María Moreno Procurador General. ROPBA, 1874, pp. 511-
512. Tejedor nunca asumió y finalmente Andrés Somellera fue nombrado miembro de la
Suprema Corte por decreto del 24 de agosto de 1875, con acuerdo del Senado del 14 de
agosto de 1875. ROPBA, 1875, pp. 304-305.
19
Miguel Esteves Saguí (hijo) fue nombrado secretario de la Suprema Corte con acuerdo
del Senado por decreto del 22 de mayo de 1878. ROPBA, 1878, p.232.
20
ROPBA¸ 1880, p. 618.
21
Víctor Martínez fue nombrado por decreto del 24 de noviembre de 1879, con acuerdo
del Senado, en reemplazo de Andrés Somellera que por enfermedad había renunciado y
falleció el 13 de agosto de 1881. ROPBA, 1879, pp. 555-556.
1336
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
Magistrado Cargos
Ministro Nacimiento Lugar Universidad Matrícula en otra en otros
instancia poderes
Manuel 1823 Buenos UBA 1846 sí sí
María Aires
Escalada
Sixto 1831 Buenos UBA 1855 sí sí
Villegas Aires
Alejo B. 1833 Buenos UBA 1856 sí sí
González Aires
Garaño
Sabiniano 1832 Buenos UBA 1856 sí sí
Kier Aires
Andrés 1809 Asunción UBA 1852 sí sí
Somellera
Víctor 1823 Buenos UBA 1847 no sí
Martínez Aires
1821 con las cátedras de Derecho Civil, a cargo de Pedro Somellera, y Derecho
Natural y de Gentes, encabezada por Antonio Sáenz, el primer Rector, que
junto con profesores y personal eran solventados por el gobierno de Buenos
Aires. Los estudios estaban organizados en dos etapas, una académica que
se cursaba en la Universidad y de la que se obtenía el título de Doctor en Ju-
risprudencia, y otra práctica o profesional en la Academia de Jurisprudencia
que habilitaba para litigar u abogar, llevando en total unos cinco o seis años.
Una tercera cátedra de Magistratura, propuesta por Sáenz, no prosperó por
cuestiones económicas. En 1826 se incorporaron las cátedras de Derecho Ca-
nónico y Economía Política, eliminada esta última en la década siguiente22.
Por el año en que se presentaron ante el más alto Tribunal a rendir el
examen para obtener el título de abogado y ser inscripto en la matrícula, po-
22
Sobre la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires véase TULIO ORTIZ,
Historia de la Facultad de Derecho, Buenos Aires, Facultad de Derecho, UBA, 2004;
TULIO HALPERIN DONGHI, Historia de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires,
EUdeBA, 2002. Sobre la enseñanza del derecho: MARÍA ISABEL SEOANE, La enseñanza
del derecho en la Argentina. Desde sus orígenes hasta la primera década del siglo XX,
Buenos Aires, Perrot, 1981; VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, “En torno a la mentalidad de
nuestros juristas del ochocientos”, Revista de Historia del Derecho, nº 5, Buenos Aires,
Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1977.
1337
MARÍA ANGÉLICA CORVA
23
JUAN MARÍA GUTIÉRREZ, [1864] Origen y desarrollo de la Enseñanza Pública
Superior en Buenos Aires, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915.
24
JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ, Instituciones del Derecho Real de España, adicionada por
Dalmacio Vélez Sarsfield, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1834.
25
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO, “La tradición indiana y la formación del derecho ar-
gentino”, Temas de historia argentina y americana, nº 7, julio-diciembre, Buenos Aires,
Pontificia Universidad Católica Argentina, 2005; VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, [1977] La
codificación en la Argentina (1810-1870) Mentalidad social e ideas jurídicas, 2da. Edi-
ción, Buenos Aires, Librería Histórica Emilio J. Perrot, 2008.
26
Por el Reglamento del 6 de marzo de 1823 se debían arreglar los estudios, compren-
diendo el plan general de las publicaciones docentes y universitarias. ROPBA, 1823, pp.
25-26. Magdalena Candioti estudió las ideas sobre derecho posrevolucionario en el marco
de la Universidad de Buenos Aires y su importancia en la legitimación de la Revolución.
MAGDALENA CANDIOTI, “Revolución y derecho. La formación jurisprudencial en los
primeros años de la Universidad de Buenos Aires (1821-1829), en DARIO BARRIERA,
(compilador), Justicias y Fronteras. Estudios sobre Historia de la Justicia en el Río de la
Plata, Siglos XVI-XIX, Murcia, Editum, 2009, pp.119-142.
27
ANTONIO SÁENZ, “Instituciones elementales sobre el Derecho Natural y de Gentes.
(Curso dictado en la Universidad de Buenos Aires en los años 1822-1823)”, Buenos
Aires, Instituto del Historia del Derecho, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 1939.
Introducción de Ricardo Levene, p. LII; LVII. (en adelante Sáenz).
1338
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
28
Causa CCXLIX
29
“Constitución de la provincia de Buenos Aires de 1873”, Disposiciones transitorias,
art. 217.
1339
MARÍA ANGÉLICA CORVA
3. Fuentes y metodología
Las fuentes utilizadas en este trabajo son los acuerdos y resoluciones que
hacen mención de legislación indiana en forma exclusiva o junto con legis-
lación patria o nacional, buscando determinar su papel en la resolución del
conflicto judicial30. Para describir el documento con el que estamos trabajan-
do, tomamos la definición de acuerdo de Esteves Saguí.
Después de vista la causa y de oídos los informes cuando hayan tenido lugar,
sólo resta que, formando el acuerdo se pronuncie la sentencia. Este acuerdo
no es, otra cosa sino la reunión que los jueces tienen entre sí para manifes-
tarse su modo de ver en el asunto, la opinión legal que se han formado acer-
ca de la cuestión, y la resolución que creen debe pronunciarse en justicia31.
30
Para esta investigación trabajamos con la publicación de Acuerdos y sentencias
dictadas por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, Autos
acordados desde 1810, acuerdos extraordinarios, resoluciones y noticias referentes a la
administración de justicia. Segunda edición autorizada, realizada por el secretario de la
Suprema Corte, Dr. Aurelio Prado y Rojas, tomos I y II, Buenos Aires, Jacobo Peuser, 1892.
31
MIGUEL ESTEVES SAGUÍ, Tratado elemental de los procedimientos civiles en el
foro de Buenos Aires, Buenos Aires, Imprenta Americana, 1850, p. 408.
32
Causa III. Este fue el primer fallo en que se definió la resolución en sentencia interlocutoria
que impedían la finalización del pleito, pero se reitera en todo el período estudiado. Al
respecto, en un fallo citan las leyes 13, tit. 23, part. 3 y 3, tit. 18, lib. 4 Recopilación Castellana
que definen las sentencias interlocutorias en que podía haber apelación (Causa XXII).
33
Causa DLX. Ley de Enjuiciamiento Civil y Comercial, ROPBA, 1878, pp. 317-429.
1340
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
34
Para la identificación de la doctrina jurídica indiana nuestra tarea fue facilitada por el
texto de BERNARDINO BRAVO LIRA, “El derecho indiano después de la independencia
española”, Historia vol. 19, Santiago de Chile, 1984, p. 10-34.
1341
MARÍA ANGÉLICA CORVA
1342
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
En nuestro actual orden político los poderes públicos tienen plena indepen-
dencia en el ejercicio de sus funciones; pero en las decisiones de que ellos
emanan, en lo que afecte derechos privados de que no han podido desen-
tenderse, la decisión del poder está sometida a la acción judicial privada,
que garante el derecho constitucional contra la ley; la ley contra el decreto
o resolución. Esa limitación impuesta al Poder Legislador y del Ejecutivo
produce el caso contencioso-administrativo de que la municipalidad como
poder público no podría prescindir y menos como autoridad administrativa
independiente36.
35
RICARDO ZORRAQUÍN BECÚ, “Las fuentes del Derecho argentino (Siglos XVI a
XX)”, Revista de Historia del Derecho, nº 1, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de
Historia del Derecho, p. 286.
36
Causa CCCLVII.
1343
MARÍA ANGÉLICA CORVA
37
Causas XXV; XXXIV; XC; CCXXXIX; CCCLXXXIII; CCCLXXXV; DCXCIV; DCXXI.
38
Causa DCXXI. Sobre el contenido y el uso de las partidas consultar BERNARDINO
BRAVO LIRA, “Vigencia de las Partidas en Chile, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos,
nº 10, Valparaíso, Escuela de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso,
1985, pp. 43-105.
1344
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
39
Causa DCXXXVIII.
40
El derecho romano no se enseñó en el Departamento de Jurisprudencia hasta 1875,
pero a través de las lecciones de derecho natural y de gentes de Casagemas los estudiantes
tuvieron contacto a él. ABELARDO LEVAGGI, “El Derecho romano en la formación de
los abogados argentinos del Ochocientos”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, X,
Valparaíso, 1985, pp. 145-158.
1345
MARÍA ANGÉLICA CORVA
En las causas civiles son muy diversas las materias sobre las que se inicia
el recurso. Uno de ellos, a poco de andar la nueva Corte, establecía las dife-
rencias en la competencia entre los antiguos y nuevos tribunales. En el litigio
que seguía Teresa Pérez, contra la sucesión de Manuel Gazcón, sobre filiación
natural de un hijo, el punto en cuestión fue fallado en su contra en primera
instancia y a su favor en segunda instancia. Pérez solicitó la inhibición de los
bienes de Gazcón e interpuso el recurso de inaplicabilidad de ley ante la Su-
prema Corte por la sucesión y fue concedido.
Pero sobre la facultad de la Corte para proveer a ese pedido hubo di-
versidad de opiniones, y se resolvió en disidencia que el Tribunal carecía de
jurisdicción para conocer y resolver en un pedido de inhibición de enajenar,
sin haberse pedido y resuelto en instancias anteriores. Por la ley 14, tít. 23 de
la Part. 3ª la segunda instancia de apelación sólo giraba dentro de lo apelado,
con la inerte facultad de la sustanciación indispensable. Es importante en
este fallo el enfrentamiento respecto a la definición de inaplicabilidad, to-
mada de la ley 27, tít. 23 de la Partida 3ª. Para unos la Suprema Corte no era
instancia de apelación ordinaria, según los términos constitucionales, pues su
función estaba limitada a juzgar la aplicabilidad o inaplicabilidad de la ley en
que los Tribunales fundan sus sentencias en última instancia. En cambio, la
minoría en disidencia consideraba que
El reclamo sobre filiación natural de Teresa Pérez dio origen a otro re-
curso el 20 de septiembre de 1877. En este caso la Corte reconoció la inapli-
cabilidad convirtiendo su fallo en un verdadero tratado sobre filiación repa-
sando desde el derecho romano hasta al código civil, con citas de legislación,
doctrina y jurisprudencia, afirmando que:
41
Causa XX. En la causa XXVI recurren a la ley 1, tit 23, Part. 3ª para definir la apelación:
“querella que alguna de las partes hace de juicio que fuese dado contra ella llamando y
recorriéndose a enmienda de mayor juez”. También citan los artículos 160 y 221 de la
Constitución provincial por los cuales las Cámaras de Apelación no tienen facultades de
tribunal de casación, ni para enmendar, anular o ampliar la jurisprudencia en la sentencia
de un juez. Sus facultades se limitan a confirmar o revocar la sentencia apelada
1346
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
Antes de la promulgación del Cód. Civ., la legislación española que nos re-
gía, permitía la investigación de la paternidad o maternidad natural, ya fue-
se durante, ya fuese después de la muerte de los padres; y en la práctica de
los tribunales no se suscitó jamás duda al respecto según entiendo. No era
indispensable para la declaratoria de la paternidad o maternidad, que el
reconocimiento del hijo natural por el padre o la madre, fuese expreso y so-
lemne; pudiendo pronunciarse aquella en virtud de datos irrecusables, que
creasen en el magistrado la evidencia del hecho. En este estado de nuestra
legislación y jurisprudencia, se promulgó el nuevo Código Civil, que apare-
cía inspirado en los grandes progresos, que la ciencia del derecho civil había
hecho durante la vigencia de la antigua legislación española. La convenien-
cia o inconveniencia de investigar la paternidad natural era una de las cues-
tiones que dividía más la opinión de los autores, y cuya lucha se reflejaba
en los códigos modernos, permitiéndose en unos y negándose en otros. El
legislador argentino optó por el primer sistema que admite la investigación,
y que dejaba subsistente nuestros precedentes al respecto43.
42
Causa CCLXXXVI.
43
Causa CCI.
1347
MARÍA ANGÉLICA CORVA
…tampoco puede caber duda sobre la revocabilidad del poder con arreglo a la
ley 8, tít. 10, lib. 1° Fuero Real. Según ella el nombramiento de nuevo apode-
rado hace caducar el anterior poder; principio adoptado por el Código Civil
en los arts. 102 y 103, f. 469, título del mandato citado en el acuerdo de la Cá-
mara, si bien la disposición que ha debido citarse es la ley del fuero vigente,
como materia de procedimiento, tratándose de procuraciones judiciales44.
44
Causa CI.
45
Causa CXLIX.
1348
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
46
Causa CCCXV.
47
Causa CDXXXIX.
48
Causa CDXCVI.
49
Causa DLXIX.
50
Causa CCCXXVIII.
1349
MARÍA ANGÉLICA CORVA
Las leyes del Código Civil por carecer de efecto retroactivo deben abrir ca-
mino, tratándose de un contrato perfecto por el consentimiento de las par-
tes desde el año de 1847, a las disposiciones entonces vigentes. Estas eran
las Leyes de Partida y las de Recopilación Castellana. Ninguna de las prime-
ras, al ocuparse de las condiciones del contrato de compra-venta, impuso la
escritura pública bajo pena de nulidad. …la legislación vigente en la época
en que el contrato se verificó, no exigía formas especiales para el contrato
de compra y venta que se perfeccionaba por el solo consentimiento de las
partes (ley 6, tít. 5, Part. 5)52.
51
Causa CCCLXII.
52
Causa CCCLXXVII.
53
Causa CDXCVIII. Legislación citada: ley 2, tít. 5, lib. 4 del Fuero Juzgo de donde más
tarde pasó al Fuero Real y Código de Partidas (ley 1, tít. 2, lib. 3 Fuero Real; y 26, tít. 13,
Part. 5ª; ley 7, tít. 13, Part. 6ª; ley 7, titulo 13, Part. 7ª; ley 15 de Toro).
1350
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
1351
MARÍA ANGÉLICA CORVA
64
Causa DCLXXII.
65
Causa LV.
1352
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
das que hubiera entre si (ley 23, tít. 4, Part. 3ª y la 106 del tít. 18) El compro-
miso arbitral debía especificar las condiciones y cláusulas establecidas66.
Finalmente, en este fuero podemos interpretar el planteo –presente
también en los demás fueros- sobre el derecho de la libre defensa, declarado
por el art. 173 de la Constitución que, según el fallo, no derogaba en nada el
precepto establecido por la ley 15, tit. 10, lib. 1° Fuero Real y sus concordan-
tes, ley 6, tít, 1°, lib. 2 Fuero Real y ley 18, tit. 5, Part. 3ª, que mandaba que en
un pleito en que participaran muchos, todos pudieran tener un procurador.
La libre defensa quería decir que cada cual podía presentar los escritos a la
autoridad con o sin firma de letrado matriculado, quedando con esto deroga-
das las antiguas leyes que exigían la autorización del abogado, excepto en los
pedimentos sencillos que se llamaban procuratorios.
Del mismo modo la libre representación significaba que todo aquel que
no quisiera o no pudiera gestionar por si sus asuntos, no estaba obligado a
nombrar precisamente a un procurador patentado. El art. 1° de la ley de 5 de
octubre de 1870 había ya dicho que “toda persona tiene el derecho de com-
parecer personalmente ante cualesquiera jueces o tribunales, o hacerse re-
presentar por cualquier persona hábil, sea o no procurador recibido”. Pero
para el tribunal el precepto establecido por el Fuero Real era necesario para
el buen ordenamiento de los juicios y su fácil terminación.
66
Causa CXCVII.
67
Causa CCCLXIV. Ver CDLXXXVII.
1353
MARÍA ANGÉLICA CORVA
Las disposiciones patrias de 1835, 1854, 1857 y 1859 han ido sucesivamente
aboliendo la confiscación de bienes, la infamia trascendental, los trámites
especiales del juicio y la exposición de cadáveres; quedando entonces como
la más alta de las penas, la capital. Desde esta última fecha al menos, quedó
sin duda al respecto caducada, inaplicable la condena a muerte por homi-
cidio en riña. La condena de ese delito tuvo que pasar a la siguiente, que en
aquella época era la de diez años de presidio; término que no ha extendido
la ley de 1868, dictada bajo un espíritu de lenidad para otra clase de delitos.
Esos diez años no son absolutos. En toda buena doctrina y en todas nuestras
leyes está la proporcionalidad del castigo medida por el grado de maldad en
el delincuente y por el tamaño del escándalo que ese mal ha causado á la
moral pública68.
68
Causa XIX “Al reo de homicidio cometido en riña, sin reflexión, premeditación, ni
alevosía, y habiendo revocación por parte de la víctima, no se puede imponer la pena de
diez años de presidio”.
1354
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
La muerte impuesta en nuestro Código a robos como el que ocupa esta cau-
sa, es una de esas penas que caídas en desuso, entraron entre las derogadas
en el Reglamento de Justicia de 1817. La pérdida de la vida por castigo, es un
mal reservado en expiación de otro género de crímenes. Siendo arbitral la
pena hay que mediarla en los principios de proporcionalidad, establecidos
por nuestro foro, teniendo en cuenta las doctrinas comunes, y su razón de
aplicabilidad al caso.
69
Causa XXI.
70
BRAVO LIRA, “El derecho indiano”, cit. p. 38.
1355
MARÍA ANGÉLICA CORVA
71
Sobre el tema ver María Angélica Corva, “La facultad de perdonar: conmutación de
penas y división de poderes”, Temas de historia argentina y americana, nº 24, enero-
diciembre, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Historia Argentina y Americana,
Pontificia Universidad Católica Argentina, 2016.
1356
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
72
Causa XXX. ROPBA, 1868, p. 225.
73
Causa CDLXXXII.
74
Causa LI.
1357
MARÍA ANGÉLICA CORVA
3ª 127
4ª 1
5ª 16
6ª 5
7ª 33
Recopilación Castellana
Libro 2 12
Libro 3 2
Libro 4 42
Libro 5 4
Libro 8 22
Libro 9 1
75
Causa CDLXXXII.
1358
EL DERECHO INDIANO EN LOS FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA...
Libro 11 1
Novísima Recopilación
Libro 5 1
Leyes de Toro
Ley 9 1
Ley 11 1
Ley 15 1
Ley 66 6
Digesto
Libro 22 1
Libro 44 1
Libro 46 2
Fuero Juzgo 2
Leyes de Estilo 1
Código Justiniano 1
Leyes de Indias
2 6
7 3
5. Conclusiones
1359
MARÍA ANGÉLICA CORVA
1360
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE
JUSTICIA INSURGENTE: LA ACTUACIÓN DEL TRIBUNAL DE ARIO
Abstract: It examines the state of the justice administration, in the period of the
Mexican War of Independence in the areas and townships controlled by the insurgents
and is analyzed from the perspective of their own model of justice –namely the Supremo
Tribunal de Ario– and the few surviving procedural records. In both, the presence of the
Derecho Indiano is evident and continuous, but there was also a manifest desire to change
to a modern form of justice administration, where the unstricted enforcement of the law
was the objective, and, therefore, subjugating of the judiciary to it effectively ending their
discretionary powers. The war offered optimal conditions to promptly unveil a conflict that
characterized much of the history of 19th Mexican –and Latin American– law.
Keywords: justice, judiciary, insurgency, indian tradition, legality, Mexico.
1361
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
1
LUIS GONZÁLEZ. Constitución de Apatzingán, artículos 196 a 198, El Congreso del
Anáhuac, México, Cámara de Senadores, 1963, p. 155.
1362
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
gán, muy pocos investigadores han sido los que se han ocupado del tribunal
previsto en su articulado, y menos aún quienes se han dedicado a estudiar la
justicia impartida por los insurgentes o dentro de las zonas controladas por
ellos en diversos momentos del levantamiento libertario entre 1810 y 1821.
En efecto, ¿qué se sabe de la administración de la justicia cotidiana en las
zonas insurreccionadas o del funcionamiento de los órganos tradicionales de
administración de la misma? ¿Qué de los conflictos habidos en los ámbitos ci-
vil, criminal, eclesiástico y hacendario?, ¿de las apelaciones, recursos de fuer-
za y suplicaciones?, ¿de la aplicación por parte de los tribunales insurgentes
de la propia constitución sancionada en Apatzingán? ¿Qué sabemos del ase-
soramiento prestado por parte de tenientes letrados, de abogados más o me-
nos formados, o de la acción de tinterillos y huizacheros?, ¿de los conflictos
jurisdiccionales entre distintos órganos que administraron la justicia?, ¿de la
subsistencia de costumbres, prácticas y lenguajes procesales tradicionales?;
en fin, ¿qué podemos saber acerca de la nueva relación entre justicia y ley
surgida al amparo de las nuevas ideas jurídicas provenientes de un iusnatu-
ralismo racionalista que no sólo dividió al poder sino que pretendió someter
a todos los jueces al imperio de la ley? En pocas palabras, ¿qué se conoce de
lo que se ha llamado el tránsito de una “justicia de jueces” a una justicia de
leyes” dentro del movimiento insurgente? 2 La respuesta no puede ser más
desconsoladora: prácticamente nada.
Las contribuciones de Felipe Remolina Roqueñí3, Ernesto de la Torre
Villar4, Víctor Gayol5, Manuel González Oropeza y Pedro A. López6 y, más re-
2
MARTA LORENTE SARIÑENA (Coord.). De justicia de jueces a justicia de leyes:
hacia la España de 1870, Madrid, Consejo General del Poder Judicial, 2007. (Cuadernos
de Derecho Judicial VI)
3
FELIPE REMOLINA ROQUEÑÍ. La Constitución de Apatzingán. Estudio histórico-
jurídico, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, MCMLXV; Vigencia y positividad
en la Constitución de Apatzingán. México, UNAM, 2014 (publicado por vez primera en
1971).
4
ERNESTO DE LA TORRE VILLAR. “La génesis del Poder Judicial en México”, Estu-
dios de Historia Jurídica. México, UNAM, 1994, pp.257-292.
5
VÍCTOR GAYOL. El nacimiento del Poder Judicial en México. Del Supremo Tribunal
insurgente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (1815-1825), México, Suprema
Corte de Justicia de la Nación, 2006.
6
El año 2009, para conmemorar los doscientos años del inicio de la lucha por la inde-
pendencia de México y el primer centenario de la Revolución mexicana, la Suprema Corte
de Justicia de la Nación publicó la obra Amparos coloniales y del Supremo Tribunal de
Justicia de la América Mexicana que conforma el tomo I de la colección dedicada a Las
resoluciones judiciales que han forjado a México. En ella fueron sintetizados y sistema-
1363
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
tizados por Manuel González Oropeza y Pedro A. López Saucedo catorce casos ventilados
ante el Supremo Tribunal; todos ellos, excepto uno cuyo original se conserva en la Univer-
sidad de Austin, provenientes del estudio citado de Remolina Roqueñí sobre la vigencia y
positividad de la Constitución de Apatzingán, vid. nota 8, p, 37. No obstante los comenta-
rios muy generales de ambos autores acerca de las materias, el origen y la localización de
las causas ventiladas ante el Supremo u otras autoridades, no aportaron ninguna reflexión
propiamente jurídica acerca del contenido de las mismas.
7
JAIME HERNÁNDEZ DÍAZ. “La división de poderes y la administración de justicia en
el Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana”, en ANA CAROLINA
IBARRA, et. al., La insurgencia mexicana y la Constitución de Apatzingán 1808-1824,
México, UNAM, 2014, pp. 247-262.
8
MOISÉS GUZMÁN PÉREZ. “Historiografía sobre los ministros del Supremo Tribunal
de Ario”. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, n. 64, julio-septiembre 2016.
9
MARÍA TERESA MARTÍNEZ PEÑALOZA. Morelos y el poder judicial de la insurgen-
cia mexicana, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 1985.
10
Indispensable en este tema es la lectura de PAOLO PRODI. Una historia de la justi-
cia. De la pluralidad de fueros al dualismo moderno entre conciencia y Derecho, (trad.
Luciano Padilla López), Madrid, Katz editores, 2008.
1364
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
11
También se han acercado al estudio de los expedientes que se conservan del Supremo
Tribunal, como nos informa Moisés Guzmán, (op. cit., p. 95, n. 2) Verónica Silsa Rangel
Vargas, Francisco Ramos Quiroz, y José Herrera Peña en sus colaboraciones al libro Su-
premo Tribunal de Justicia Ario 1815-2015 (Morelia, Secretaría de Cultura de Michoacán,
2015), coordinado por MARCO ANTONIO AGUILAR CORTÉS, PAULA CRISTINA SILVA
TORRES y BISMARCK IZQUIERDO RODRÍGUEZ.
12
Cfr. en GONZÁLEZ, op. cit. pp. 131 a 163.
13
ANNA MACÍAS. Génesis del Gobierno Constitucional en México: 1808-1820, (trad. Ma-
ría Elena Hope y Antonieta Sánchez Mejorada), México, Sep/Setentas, 1973, pp. 148 y 149.
1365
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
14
Vid. JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ. Los tribunales de la Nueva España.
Antología, México, UNAM, 1980.
15
MARTÍNEZ PEÑALOZA, op. cit., pp. 53 y 54.
16
GAYOL, op. cit. p. 110, ha sabido subrayar la importancia geográfica de Ario para
instalar ahí el Tribunal dado que contaba con Casas reales, cárcel, y con la presencia de un
subdelegado.
17
Cfr. GUZMÁN PÉREZ, op. cit., pp. 99-115
1366
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
18
MARTÍNEZ PEÑALOZA, op. cit. p. 66.
19
DE LA TORRE, op. cit., pp. 289-290.
20
MARTÍNEZ PEÑALOZA, op. cit. p. 61.
21
GAYOL, op. cit. p. 101
1367
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
22
Ídem, p. 119
23
Ídem, pp. 104 y 105.
24
Números 28 a 56 y 73, 76, 78, 79, 84, 85, 88 y 89 de los documentos incluidos en la
obra citada de Martínez Peñaloza.
25
Los anexos dos, tres y once.
1368
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
María Francisca Peres, vecina de este pueblo, en la mejor forma que haya
lugar en derecho ante V.A. parezco y digo que hace poco más de un año
contraje matrimonio con José Miguel Vargas, vecino del Paso Real y casi el
mismo día que nos dimos las manos no sé lo que es un momento de gusto
en su compañía pues la primera vez que me le dio fue con tanto extremo
que tres meses estuve en cama. Luego que sané, mandó él por Juez de este
lugar que me uniera a mi marido, cosa que hace [sic por hago] con la mayor
repugnancia y con razón porque en lo más penoso del camino me colgó y
me maltrató de suerte que se hace increíble; luego que llegué a la casa me ví
hec[h]a un trozo, me encerró en un cuarto pasándose [sic por pasándome]
muchos días sin comer y valiéndose aún de otro para que me azotara, últi-
mamente me sacaron bien castigada: aunque para mi esposo hasta el último
suplic[i]o no quedaría satisfecho pues así quiso hacerlo una noche que me
juzgaba dormida, se levantó, tomó un puñal y yo que estaba a la desconfian-
za huí y me siguió hasta que un hombre me defendió.
Cierta, M.P.A. que no tiene este hombre el más leve motivo para tratar-
me así y si acaso V.A. hará se presente a este Supremo Tribunal, haciéndole
saber que ni ahora ni nunca volveré a juntarme con él y, aunque es justo, no
pido me mantenga como debía porque siempre he trabajado yo para hacerlo
y antes, cuanto he adquirido ha jugado y embriagado, siendo suplico y no-
ticio [sic por público y notorio] en este pueblo cuanto llevo dicho y a mas sé
que lo p[r]obaré si fuere necesario,
Por tanto a V.A.S. suplico se sirva prober como pido y en que [re]cibiré
merced y gracia. Juro no ser de malicia, etcétera.
Muy Poderoso Señor. A los pies de V.A.S.
María Francisca Peres26.
Demanda de María Francisca Pérez ante el Supremo Tribunal de Justicia, Ario, s/f,
26
1369
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
tendría que plantear ante el juez eclesiástico que correspondiera. Seis meses
después, y estando ya en Huetamo, el Tribunal dispuso que este asunto se
trasladase a la Junta Subalterna Gubernativa27.
Dos o tres casos donde sí aparece lo que pudiera ser una sentencia de-
finitiva constituyen la excepción28. Uno exhibe la decisión tomada por los
miembros de la Junta Subalterna, si bien el caso se había planteado antes al
Supremo Tribunal:
En el pueblo de Ario a los cuatro días del mes de noviembre de mil ocho-
cientos quince los S.S. Presidentes (sic) interino Teniente General D. Ma-
nuel Muñiz y vocales Lic. D. Ignacio Ayala y D. Domingo García Roxas que
actualmente componen la Junta Subalterna por hallarse ausentes los S.S. D.
José Pagola y Brigadier D. Felipe Carvajal, habiendo visto el expediente que
se sigue de oficio contra el Teniente Coronel del Regimiento de Caballería
ligera de Sta. María de los Lagos, actual Juez de los que forman el Tribunal
de Residencia. Dijeron: que respecto a que el arresto del expresado Teniente
Coronel D. Rafael Castro fue solo por vía de precaución por no estar todavía
asegurado el Dr. Cos, y porque las expresiones que produjo en uso de la
franqueza que concede nuestro sistema liberal, pudieron también entender-
se por afecto a la personas y plan de dicho Dr. Cos, y a que en tales circuns-
tancias, ninguna precaución es por demás, ni agravia a persona alguna, todo
lo cual consta en el mismo informe del Soberano Gobierno que mandó al
Supremo Tribunal de Justicia (y) constando ya que nada hubo de lo que se
temía, y antes por el contrario, miraba por nuestra felicidad, y en concepto
de que no era tan criminal el expresado Dr. Cos, agregándose el que antes
de practicar su comisión la consultó con el Serenísimo Sr. Morelos quien le
dijo que la practicara; en tal concepto se declara que no hubo causa formal
ni cargos que hacerle, por lo que queda con sus mismos fueros, y conceptos
que siempre se ha merecido, lo que se hará saber, y se avisará a S.A. el Tri-
bunal de Residencia y firmaron ante mí de que doy fe.
27
MARTÍNEZ PEÑALOZA, op. cit., p. 328.
28
Causa seguida al Teniente Coronel Rafael Castro del Regimiento de Caballería ligera
de Sta. María de los Lagos, por habérsele creído adicto a Cos cuando éste se separó del Go-
bierno Insurgente, en MARTÍNEZ PEÑALOZA, op. cit., p. 211-225. Interpuesta primero
ante el Supremo Congreso, la reenvió al Supremo Tribunal y éste, a la Junta Subalterna
que la dictó.
1370
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
(al margen) Se avisó por las Secretaría al S. Secretario del Tribunal de Re-
sidencia.
29
Acuerdos del Supremo Tribunal de Justicia, 5 de julio de 1815, en MARTÍNEZ PEÑA-
LOZA, op. cit., p. 223 y 225.
30
Ídem, p. 276
1371
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
31
En El cauce alterno: el Reglamento del Congreso del Anáhuac y los Sentimientos de
la Nación, Chilpancingo, 1813, 2ª. ed., México, Archivo General de la Nación, INACIPE,
2013, pp. 33, 43 y 45.
32
Ídem, p. 27.
33
Citado por GONZÁLEZ, op. cit., p. 14.
34
Vid. en ídem, pp. 89-91.
1372
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
35
MARTÍNEZ PEÑALOZA, op. cit., p. 135.
36
Decreto de instalación de la Junta Subalterna para el gobierno de las Provincias del
centro, norte y occidente del país, art. 32, en ídem, p. 363.
1373
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
37
Art. 44, ídem, p. 370.
38
DE LA TORRE, op. cit., p. 287.
1374
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
39
Artículos 212 a 231 del Decreto Constitucional, en GONZÁLEZ, op. cit., pp.157-160.
1375
JAIME DEL ARENAL FENOCHIO
en los territorios ocupados por los insurgentes en donde regían sus auto-
ridades y la población simpatizaba con ellos, era necesario ejercer justicia,
ocuparse de las desavenencias de las personas, castigar faltas y delitos co-
metidos, mediar en la solución de problemas que afectaban tanto a los par-
ticulares como a las corporaciones41.
Ante esta necesidad, y como lo han señalado Moisés Guzmán Pérez y Eva
Elizabeth Martínez Chávez:
40
DE LA TORRE, op. cit., p. 280
41
Ídem, p. 277
42
MOISÉS GUZMÁN PÉREZ Y EVA ELIZABETH MARTÍNEZ CHÁVEZ. José María
Sánchez de Arriola: el juez insurgente, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación,
2010, p. 55
1376
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA INSURGENTE...
43
Ario de Rosales, Michoacán. Sede histórica del Primer Supremo Tribunal de Justicia
de la América Mexicana. México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2007, p. 22.
44
MARTÍNEZ PEÑALOZA, op. cit., p. 435.
45
Ídem, p. 436
1377
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA
LIBERDADE NOS DECISIONISTAS PORTUGUESES (SÉCS. XVI-XVIII)
E NO DIREITO DA ESCRAVIDÃO (SÉC. XIX)
Abstract: In this article, I argue that the existence of a legal institution –“possession
of freedom” – in 19th century Brazil, does not indicate a continuity with the law of the colo-
nial period. In order to do so, I analyze the regulation of “possession of status” – and, more
specifically, “possession of freedom”– in Roman law, European ius commune, and legal
literature produced in Portugal between the 16th and 18th centuries. In addition, I describe
how the law of slavery in independent Brazil regulated the acquisition of freedom by the
exercise of possessory acts and by prescription.
Keywords: possession of freedom, possession of state, prescription, slavery, Brazil,
Portugal.
1379
MARIANA ARMOND DIAS PAES
1. Introdução1
1
Agradeço à Comissão Organizadora do XIX Congreso del Instituto Internacional de
Historia del Derecho Indiano pelo convite para participar do evento e para publicar este
trabalho. Agradeço, também, aos participantes do congresso pelos comentários e suges-
tões recebidos durante minha apresentação, em especial, os feitos por María Angélica
Corva e Carlos Garriga. Uma versão inicial deste texto foi apresentada no Research Collo-
quium do Max-Planck-Institut für europäische Rechtsgeschichte. Agradeço, igualmente,
aos participantes desse evento pelos comentários e sugestões recebidos naquela ocasião,
em especial, a Max Deardorff. A Natalie Cobo, agradeço pela imensa ajuda com os textos
em latim que consultei para esta pesquisa. Carmen Alveal e Jeferson Mariano Silva fize-
ram valiosos comentários a versões iniciais deste texto. Agradeço também a Sueann Caul-
field, Beatriz Mamigonian e Rebecca Scott, com quem debati o tema da posse da liberdade
em diferentes ocasiões. Por fim, agradeço a Gustavo César Machado Cabral e aos meus
colegas do Max-Planck-Institut für europäische Rechtsgeschichte por me ajudarem com
minhas dúvidas a respeito do direito do período colonial.
2
Legalmente, o tráfico transatlântico de escravos foi abolido, no Brasil, em 1831 e, no-
vamente, em 1850. Contudo, o último desembarque ocorreu em 1856. Os dados sobre o
tráfico negreiro foram obtidos no Banco de Dados do Tráfico Transatlântico de Escravos.
Disponível em [http://www.slavevoyages.org/], acesso em 13 de janeiro de 2017. Sobre o
papel do Estado na sustentação do regime escravista, no tráfico ilegal e em formas ilegais
de escravização, ver, por exemplo, LUIZ FELIPE DE ALENCASTRO, “O pecado original da
sociedade e da ordem jurídica brasileira”, Novos Estudos CEBRAP, no 87, 2010, pp. 5-11;
SIDNEY CHALHOUB, A força da escravidão, São Paulo, Companhia das Letras, 2012;
BEATRIZ MAMIGONIAN, “O Estado Nacional e a instabilidade da propriedade escrava”,
Almanack, no 2, 2011, pp. 20-37; TÂMIS PARRON, A política da escravidão no Império
do Brasil (1826-1865), Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 2011, RICARDO SALLES, E o
vale era o escravo: Vassouras, século XIX. : senhores e escravos no coração do império,
Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 2008. Sobre a relação intrínseca entre capitalismo
e a escravidão oitocentista, ver EDWARD BAPTIST, The Half Has Never Been Told: Sla-
very and the Making of America Capitalism, New York, Basic Books, 2014; WALTER
JOHNSON, River of Dark Dreams, Cambridge, Harvard University Press, 2013; RAFAEL
1380
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
1381
MARIANA ARMOND DIAS PAES
4
MARIANA ARMOND DIAS PAES, “O procedimento de manutenção de liberdade no
Brasil oitocentista”, Estudos Históricos, v. 29, no 58, 2016, pp. 339-360; AISNARA PERE-
RA DÍAZ e MARÍA DE LOS ÁNGELES MERIÑO FUENTES, Estrategias de libertad: un
acercamiento a las acciones legales de los esclavos en Cuba (1762-1872), t. 2, La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales, 2015, pp. 60-100; REBECCA SCOTT, “Paper Thin: Freedom
and Re-enslavement in the Diaspora of the Haitian Revolution”, Law and History Review,
v. 29, no 4, 2011, pp. 1061-1087; REBECCA SCOTT, “Social Facts, Legal Fictions, and the
Attribution of Slave Status: The Puzzle of Prescription”, Law and History Review, v. 35,
no 1, 2017, pp. 1-22.
5
Apelação cível sobre liberdade de escravos, 1871, ARQUIVO EDGARD LEUENROTH,
fundo Relação do Rio de Janeiro, série Apelação Cível, processo n. 178, microfilme RRJ
mr 054.
6
Idem.
7
Já há alguns anos, a historiografia brasileira se ocupa do significado social do viver
sobre si. Ver, por exemplo, CHALHOUB, Visões da liberdade.
1382
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
ligada aos direitos reais (direito das coisas). De acordo com a doutrina oito-
centista, coisa era tudo o que pertencia ao patrimônio de alguém. As coisas
poderiam ser corpóreas ou incorpóreas. Os direitos eram considerados coisas
incorpóreas. Como a liberdade era um direito, ela também era uma coisa in-
corpórea. Consequentemente, a liberdade, assim como as outras coisas, podia
ser objeto de posse. O domínio, por sua vez, poderia ser adquirido pelo exercí-
cio da posse sobre alguma coisa, por um determinado período de tempo (prazo
prescricional). Nesse sentido, o domínio sobre a liberdade também poderia
ser adquirido através do exercício de atos possessórios. No caso de direitos, o
exercício de atos possessórios ocorria pelo exercício do próprio direito: se uma
pessoa exercia a liberdade, se se portava como livre e era por todos reconheci-
da como tal, essa pessoa gozava da posse de sua liberdade e, depois de um cer-
to período, poderia adquirir o domínio dessa liberdade, ou, melhor dizendo,
poderia adquirir o estatuto jurídico de livre8.
Esses juristas também consideravam que os requisitos para a aquisição
de uma coisa corpórea ou incorpórea por posse eram: boa-fé, continuidade,
ausência de contestação (posse mansa e pacífica), ausência de interrupção,
publicidade, notoriedade e inequivocidade. Assim, as pessoas que procu-
ravam obter o reconhecimento judicial de seu estatuto jurídico de livre ou
liberto, no Brasil oitocentista, além de precisarem comprovar que “viviam
como livres” –que exerciam a posse de sua liberdade–, deveriam também
8
JOSÉ FERREIRA BORGES, Dicionário jurídico-comercial, Porto, Tipografia de Se-
bastião José Pereira, 1856, pp. 310-322; MANUEL BORGES CARNEIRO, Direito civil de
Portugal, t. 4, Lisboa, Tipografia de Antonio José da Rocha, 1851, pp. 37-40; PASCOAL
JOSÉ DE MELO FREIRE DOS REIS, Instituições de direito civil português, livro 3, Coim-
bra, Typis Academicis, 1815, pp. 56-75, [Tradução disponível em www.fd.unl.pt/Anexos/
Investigacao/1077.pdf]; AUGUSTO TEIXEIRA DE FREITAS, Consolidação das leis civis,
Rio de Janeiro, B. L. Garnier, 1876; LOURENÇO TRIGO DE LOUREIRO, Instituições de
direito civil brasileiro, t. 1, Pernambuco, Tipografia da Viúva Roma & Filhos, 1851, pp.
117-141; LOURENÇO TRIGO DE LOUREIRO, Instituições de direito civil brasileiro, t.
1, Recife, Tipografia Universal, 1857, pp. 164-194; LOURENÇO TRIGO DE LOUREIRO,
Instituições de direito civil brasileiro, t. 1, Recife, Tipografia Universal, 1861, pp. 198-317;
AGOSTINHO MARQUES PERDIGÃO MALHEIRO, A escravidão no Brasil, Rio de Janei-
ro, Tipografia Nacional, 1866; ANTONIO JOAQUIM RIBAS, Curso de direito civil brasi-
leiro, t. 2, Rio de Janeiro, Tipografia Universal de Laemmert, 1865, pp. 167-168; MANUEL
COELHO DA ROCHA, Instituições de direito civil português, t. 1, Coimbra, Imprensa da
Universidade, 1848, pp. 220-221, 341-347; ANTONIO DE LIZ TEIXEIRA, Curso de direito
civil português, t. 2, Coimbra, Imprensa da Universidade, 1845, pp. 38-42, 109-144; JOSÉ
HOMEM CORRÊA TELLES, Digesto português, t. 1, Coimbra, Imprensa da Universidade,
1835, pp. 91-117, 211-219.
1383
MARIANA ARMOND DIAS PAES
9
Idem.
1384
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
Quando dissemos que a parte provou que ela estava em um estado de liber-
dade, não pretendemos dizer que ela provou que ela era verdadeiramente
livre, mas que ela estava, sem fraude, em posse do estado de liberdade. En-
tretanto, o que se deve entender quando se diz que a parte estava sem fraude
em um estado de liberdade? Porque se se reporta a Julien, ele pensa que
todos aqueles que se creem livres estavam sem fraude no estado de liber-
dade, desde que eles tenham praticado atos de pessoas livres, embora eles
sejam realmente escravos. Varus, ao contrário, pensa que um homem que
sabe que ele é verdadeiramente livre, e que foge de seu pretendido senhor,
não se supõe estar, sem fraude, no estado de liberdade; que, no entanto,
desde que ele tenha cessado de se esconder como escravo fugitivo, e que
tenha começado a aparecer em público como um homem livre, ele começa
a ser reputado como estando sem fraude no estado de liberdade. Porque
ele alega que aquele que sabe ser livre, e que se conduz publicamente como
um escravo fugitivo, deve ser reputado como sendo da condição de escravo,
simplesmente porque ele se faz passar por um escravo fugitivo11.
10
Quando juristas portugueses, entre os séculos XVI e XVIII, e brasileiros, no século
XIX, faziam referência ao “direito romano”, eles estavam, na verdade, citando o Corpus
iuris civilis. O Corpus iuris civilis foi o nome dado, no século XVI, a uma compilação
de leis feita pelo imperador Justiniano, em meados do século VI. Ele era composto pelo
Digesto ou Pandectas (resumo da legislação), pelo Codex (legislação imperial), pelas Ins-
titutas (manual de introdução) e pelas Novelas (compilação póstuma da legislação pro-
mulgada por Justiniano).
11
(Tradução própria). HULOT, Les cinquante libres du Digeste, t. 6, Paris, Rondon-
neau, 1803, p. 238.
12
ALAN WATSON, Roman Slave Law, Baltimore, John Hopkins University Press,
1385
MARIANA ARMOND DIAS PAES
[…] A posse da liberdade, iniciada com boa-fé, pode ser confirmada pela pres-
crição; e é com justa razão, por causa do favor que é devido à liberdade, que se
decidiu que aqueles que tenham estado, com boa-fé, em posse da liberdade,
por vinte anos, podem opor a prescrição contra aqueles que contestem seu
estado, e se considerar, com segurança, por livres e cidadãos Romanos. […]14
1987, pp. 24-25. A regulamentação da capacidade processual dos escravos, no Brasil im-
perial, estava fundada em outra lógica jurídica, completamente diferente daquela descrita
por Watson para o direito romano. Ver MARIANA ARMOND DIAS PAES, Sujeitos da
história, sujeitos de direitos: personalidade jurídica no Brasil escravista (1860-1888),
dissertação de mestrado, São Paulo, Universidade de São Paulo, 2014, pp. 49-85.
13
Os argumentos dos juristas portugueses serão analisados em maior detalhe na pró-
xima seção.
14
(Tradução própria). P. A. TISSOT, Les douze livres du Code de l’Empereur Justinien,
Metz, Behmer, 1807, t. 3, pp. 204-205.
15
Sobre a posse de direitos durante os períodos romano e medieval, ver EMANUELE
CONTE, VINCENZO MANNINO e PAOLO MARIA VECCHI, Uso, tempo, possesso dei
diritti: una ricerca storica e di diritto positivo, Torino, G. Giappichelli, 1999.
16
EMANUELE CONTE, Servi medievali, Roma, Viella, 1996. Para os “lugares” do di-
1386
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
Em todo o caso, este universo de direitos relativos a coisas era atraído pela
regulação e proteção atribuídas pelo direito ao domínio das coisas físicas,
nomeadamente da terra. Por isso, há uma tendência para estender os meios
de proteção da propriedade (e posse) sobre coisas físicas às coisas imate-
riais. Isto acontecia com a reivindicação, como pretensão de declaração ge-
ral de um direito ou estatuto, sucessivamente estendida à proteção de dire-
itos simbólicos, como os estados de filho, de livre (vindicatio libertatis), de
senhor direto da terra (vindicatio colonum), de nobre; à jurisdição, à pre-
cedência social, como se tudo isto fossem coisas materiais in patrimonio19.
reito comum sobre posse de direitos, ver também HELMUT COING, Derecho privado
europeo, t. 1, Madrid, Fundación Cultural del Notariado, 1996, pp. 433-441.
17
ANTÓNIO MANUEL HESPANHA, Como os juristas viam o mundo (1550-1750), Lis-
boa, António Manuel Hespanha, 2015.
18
O direito comum europeu (ius commune) era a cultura jurídica, de caráter marcada-
mente doutrinário, que se propôs a interpretar os textos jurídicos do direito romano justi-
nianeu. O direito comum esteve presente, em território europeu, desde aproximadamente
o final do século XI até os séculos XVII e XVIII. WIM DECOCK, Theologians and Contract
Law: the moral transformations of the ius commune (ca. 1500-1650), Leiden/Boston:
Martinus Nijhoff Publishers, 2013, pp. 30-31.
19
HESPANHA, Como os juristas viam o mundo, p. 309.
20
Op. cit. p. 314. Essa concepção de “domínio” expressa uma relação do homem com as
coisas de um modo radicalmente diferente daquele que, oriundo de premissas liberais, se
consolida ao longo do século XIX. O “modelo proprietário” liberal transforma o “domínio”
1387
MARIANA ARMOND DIAS PAES
1388
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
23
Op. cit. p. 653.
24
CONTE, op. cit.
25
MAX DEARDORFF, “’Las personas… se conoscen por las señales que tienen’: Con-
verts from Islam and Christian Citizenship in Sixteenth Century Granada”, comunicação
apresentada no Max-Planck-Institut für europäische Rechtsgeschichte, em 16 de fevereiro
de 2016.
1389
MARIANA ARMOND DIAS PAES
26
(Tradução própria). Las Siete Partidas del Rey Don Alfonso el Sabio, t. 2, Madrid,
Imprenta Real, 1807, pp. 744-745.
27
(Tradução própria). Op. cit., t. 3, p. 124.
28
Em latim, “servus” significa “escravo” e “famulus” significa “servo”. Pode-se concluir
que a palavra “siervo”, nas Siete Partidas, significa “escravo” em razão da definição de
“servidumbre” que se encontra na lei I, do título XXI, da quarta Partida. De acordo com
1390
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
1391
MARIANA ARMOND DIAS PAES
31
PERERA DÍAZ e MERIÑO FUENTES, Estrategias de libertad, tomo 1, p. 349; Op.
cit., t. 2, pp. 60-100.
32
Em 1870, o jurista brasileiro Cândido Mendes de Almeida publicou uma edição co-
mentada das Ordenações Filipinas. No primeiro volume, antes do texto normativo pro-
priamente dito, ele incluiu uma lista de “Tratadistas e praxistas”, que publicaram entre
os séculos XVI e XIX, em Portugal e no Brasil. No total, foram elencados 162 autores. O
autor não indicou o critério de seleção dos livros que seriam incluídos na lista. De qualquer
modo, ela pode ser considerada como representativa dos livros jurídicos que circulavam
em território brasileiro no século XIX. Para esta seção, foram analisados os livros pre-
sentes na lista elaborada por Almeida, publicados nos séculos XVI, XVII e XVIII, e que
estavam disponíveis na biblioteca do Max-Planck-Institut für europäische Rechtsgeschi-
chte. Ao longo da seção, são referenciados os livros que continham temas pertinentes a
este trabalho. CÂNDIDO MENDES DE ALMEIDA, Código filipino, v. 1, Rio de Janeiro,
Tipografia do Instituto Filomático, 1870, pp. XLVII-LIII. Para uma análise da literatura
1392
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
jurídica produzida pelos decisionistas portugueses, alguns deles analisados neste artigo,
ver GUSTAVO CÉSAR MACHADO CABRAL, Os decisionistas portugueses entre o direito
comum e o direito pátrio, tese de doutorado, São Paulo, Universidade de São Paulo, 2013.
E também: HESPANHA, Como os juristas viam o mundo.
33
JORGE DE CABEDO, Practicarum observationum, sive decisionum Supremi Sena-
tus Regni Lusitaniae, Antuérpia, Joannem Baptistam verdussen, 1734, decisio CLXXXVI,
pp. 168-169.
34
ALMEIDA, op. cit., v. 4, pp. 896-900. GABRIEL PEREIRA DE CASTRO, Decisiones
Supremi eminentissimique Senatus Portugaliae, Coimbra, Tipografia Vidu ae Antonij Si-
moens, 1720, pp. 34-38.
35
Arestos eram extratos da parte dispositiva de decisões da Casa de Suplicação, nos
quais se resumia o que tinha sido decidido em um caso concreto. No índice presente no
final de seu livro, Phaebo apresentou dois arestos sobre o tema. O suposto Aresto 39, de-
terminaria: “Liberdade adquire o escravo que se tratou como livre por espaço de vinte
anos, e pelo contrário o livre tratado como escravo não prescreve por tempo algum para
ficar cativo”. Contudo, como descrito nesta seção, esse não era o Aresto 39, mas o Aresto
35. Como Aresto 35, o autor descreveu, no índice: “Liberdade adquire o escravo, a quem
o Senhor em atos públicos, chama filho, e o trata como tal, ou se por enfermo, e inútil o
deixou por derrelito, no qual se não conserva o direito do patronado”. Esse Aresto, no
entanto, não foi encontrado no corpo do texto. MELCHIOR PHAEBO, Decisiones Senatus
Regni Lusitaniae, t. 2, Lisboa, Tipografia Ferreiriana, 1737, p. 539.
1393
MARIANA ARMOND DIAS PAES
36
Op. cit., t. 2, p. 433.
37
CONTE, op. cit.
38
ALMEIDA, op. cit., v. 4, pp. 863-867.
39
ANTONIO DE SOUSA MACEDO, Decisiones Supremi Senatus Iustitiae Lusitaniae,
1394
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
Lisboa, Ioannis A Costa, 1677, pp. 110-111. O fato de que a ausência do exercício do domí-
nio faz com que o escravo seja considerado como derrelito também é reafirmado na Deci-
sio XXXIV, que trata dos cativos de guerra. MACEDO, op. cit., p. 108.
40
ALMEIDA, op. cit., v. 4, pp. 939-942.
41
BENTO PEREIRA, Promptuarium juridicum, Évora, Tipografia Acadêmica, 1690,
p. 293.
1395
MARIANA ARMOND DIAS PAES
explícita à aquisição da liberdade por posse. Ele tratava dos modos de revo-
gação da alforria por ingratidão42.
Como defendido por esses autores, um dos requisitos essenciais para a
aquisição da liberdade por prescrição era a presença de boa-fé. A fuga impe-
dia que se constituísse a boa-fé. Nesse sentido, um escravo fugitivo não po-
deria, em teoria, adquirir sua liberdade por prescrição. Essa norma foi apon-
tada por Feliciano da Cunha França, em seu Additiones sive annotationes
ad Emmanuelis Mendes de Castro Praticam Lusitanam (1755), para quem o
escravo fugitivo em nenhum tempo usucapia43.
Esses juristas estavam, portanto, mobilizando uma ampla gama de dis-
positivos do direito comum europeu e empreendendo interpretações extensi-
vas do texto das Ordenações para fundamentar a possibilidade de aquisição
do estado de livre por meio do exercício de atos possessórios, durante um
determinado período de tempo, em boa-fé e de maneira contínua, pública e
sem contestação. Esses procedimentos eram adotados no âmbito doutrinário
e jurisprudencial uma vez que não havia legislação específica sobre o assunto.
No território colonial, a ideia de que o exercício continuado da liberdade
gerava a aquisição do estatuto jurídico de livre ou de liberto estava fortemente
presente. Por exemplo, em 1682, depois da guerra contra o quilombo de Pal-
mares, a coroa portuguesa expediu um Alvará para regulamentar a situação
dos escravos que aí viviam. Uma das determinações desse Alvará era de que:
Estando de fato livre o que por direito deve ser escravo, poderá ser deman-
dado pelo senhor por tempo de cinco anos somente, contados do dia em que
foi tornado à minha obediência, no fim do qual tempo se entenderá pres-
crita a dita ação, por não ser conveniente ao governo político do dito meu
Estado do Brasil que por mais do dito tempo seja incerta a liberdade nos
que possuem, não devendo o descuido ou negligência, fora dele, aproveitar
aos senhores44.
O Alvará determinava, então, que os senhores teriam cinco anos para re-
clamar judicialmente seus escravos que tinham fugido para Palmares. Se tra-
42
ALMEIDA, op. cit., v. 4, pp. 863-867. BENTO PEREIRA, op. cit., pp. 293-294.
43
FELICIANO DA CUNHA FRANÇA, Additiones aureaeque illustrationes, ad quinque
Libros Secundae Partis Practicae Lusitanae, Lisboa, Tipografia Josephi da Costa Coim-
bra, 1755, p. 164.
44
SILVIA HUNOLD LARA, “Legislação sobre africanos na América Portuguesa”, em
JOSÉ ANDRÉS-GALLEGO (editor), Nuevas aportaciones a la historia jurídica de Iberoa-
mérica, [CDROM], Madrid, Fundación Histórica Tavera, 2000, p. 187.
1396
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
45
FERNANDA PINHEIRO, Em defesa da liberdade: libertos e livres de cor nos tribu-
nais do Antigo Regime português (1720-1819), tese de doutorado, Campinas, Universida-
de Estadual de Campinas, 2013.
46
Ver, por exemplo, EDUARDO FRANÇA PAIVA, Escravos e libertos nas Minas Gerais
do século XVIII: estratégias e resistência através dos testamentos, São Paulo, Annablu-
me, 2009.
1397
MARIANA ARMOND DIAS PAES
47
DIAS PAES, Sujeitos da história, sujeitos de direitos, pp. 140-169; DIAS PAES, “O
procedimento de manutenção de liberdade no Brasil oitocentista”, pp. 339-360.
1398
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
Libelo na ação em que algum pretende que outro seja seu escravo
Diz ff. contra ff. que se compr.
Provará, que sendo o R. escravo dele A. e havendo de servir como tal,
e estado em posse, ou quase disso, em todas as coisas em que os escravos
costumam servir a seus senhores, se foi, e ausentou de casa dele A. dizendo,
e gabando-se que é forro, e livre, e não quis tornar a servi-lo, nem dar-lhe
obediência que os tais escravos devem a seus senhores.
Provará que de todo o sobredito é pública voz, e fama.
Pet. admitti, e declare VM a ele A. por senhor do R. e como tal seu escravo
pertencer-lhe jure dominii, vel quase, obrigando-o a que o torne a servir em
tudo aquilo que os escravos costumam servir a seus senhores.
Et ita per omni meliori modo juris. Cum expens.
Libelo na ação em que o escravo pretende ser livre
Diz como Autor ff contra ff. que se cumpr.
Provará, que sendo ele Autor como é homem livre, sem dever servidão a
pessoa alguma, e estando em posse, ou quase, de sua liberdade, o Réu sem
título nem causa o anda inquietando, e perturbando em sua liberdade, gaban-
do-se que é seu escravo, e que lhe deve servidão, sendo a verdade em contrário.
Provará, que de todo o sobredito é pública voz, e fama.
Pet. admitti, e provado o necessário o declare VM por livre, e não sujeito,
nem dever servidão ao R nem a outra pessoa alguma, mandando o R, que o
não inquiete, nem perturbe em sua liberdade.
Quod pet. omni meliori modo juris. Cum custas50.
48
DIAS PAES, Sujeitos da história, sujeitos de direitos, pp. 140-169; DIAS PAES, “O
procedimento de manutenção de liberdade no Brasil oitocentista”, pp. 339-360; PINHEI-
RO, Em defesa da liberdade, pp. 285-300.
49
GREGORIO MARTINS CAMINHA, Tratado da forma dos libelos, Lisboa, Francisco
de Sousa e Antonio Leite Pereira, 1658, pp. 229-230.
50
CAMINHA, op. cit., pp. 229-230.
1399
MARIANA ARMOND DIAS PAES
51
DIAS PAES, “O procedimento de manutenção de liberdade no Brasil oitocentista”.
52
ANTÓNIO MANUEL HESPANHA, “Dificuldades de uma história não tradicionalista
da tradição do direito privado”, em RICARDO MARCELO FONSECA e GUSTAVO SILVEI-
RA SIQUEIRA (organizadores), História do direito privado: olhares diacrônicos, Belo
Horizonte, Arraes, 2015, p. 3.
53
DIAS PAES, “O procedimento de manutenção de liberdade no Brasil oitocentista”;
1400
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
1401
MARIANA ARMOND DIAS PAES
56
DIAS PAES, “O procedimento de manutenção de liberdade no Brasil oitocentista”.
57
O Direito: revista mensal de legislação, doutrina e jurisprudência, v. 10, Rio de Ja-
neiro, Tipografia teatral e comercial, 1876, pp. 105-106.
1402
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
Como se chamam ações prejudiciais aquelas que derivam do direito das pes-
soas e tratam do estado destas e como este estado é tríplice, de liberdade,
de cidadania, e de família, segue-se que as ações prejudiciais são concedidas
para proteger e reivindicar os direitos de liberdade, cidadania, e família. Ca-
bem nestas ações: I) a causa de liberdade entre senhor e servo, por todo o tit.
De liberali causa do Digesto […] As ações prejudiciais intentam-se ou para
afirmar, ou para negar um estado, pois nelas o seu autor ou afirma o seu
estado contra aquele que o nega, ou o defende do ataque doutro, sendo, por
isso, a exemplo da ação confessória e negatória, ou afirmativas ou negativas.
O fundamento destas ações não é um direito in re (sobre a coisa), ou ad rem
(em relação à coisa), mas o estado e qualidade da pessoa58.
Contra o senhor do escravo fugido por mais de cinco anos corre prescrição,
ainda que o senhor haja feito toda a diligência para a captura do mesmo, e
exercido atos de domínio como, dando o mesmo escravo às matrículas espe-
cial e geral, com a declaração de estar – fugido59.
58
MELO FREIRE DOS REIS, Instituições de direito civil português, livro 4, pp. 111-112.
59
Gazeta jurídica: revista mensal de doutrina, jurisprudência e legislação, v. 24, Rio
de Janeiro, Imprensa Nacional, 1879, p. 212. Sobre o papel das ementas de decisões judi-
ciais em periódicos jurídicos brasileiros oitocentistas, ver DIAS PAES, Sujeitos da histó-
ria, sujeitos de direitos, pp. 158-159.
1403
MARIANA ARMOND DIAS PAES
60
Gazeta jurídica, v. 24, pp. 212-213.
61
Revista do Instituto da Ordem dos Advogados Brasileiros, tomo II, no 1, Rio de Janei-
ro, Tipografia de Quirino e Irmão, 183, p. 22.
62
GRINBERG, “Re-enslavement, Rights and Justice in Nineteenth Century Brazil”, p. 154.
Ressalto que o conceito de “ação de manutenção de liberdade” utilizado por Grinberg não é
o mesmo que adoto neste artigo. Sobre o conceito adotado em minhas pesquisas, ver DIAS
PAES, “O procedimento de manutenção de liberdade no Brasil oitocentista”, pp. 346-348.
Sobre a prescrição quinquenal extintiva do direito de ação de supostos senhores na doutrina
jurídica oitocentista, ver DIAS PAES, Sujeitos da história, sujeitos de direitos, pp. 160-167.
1404
SOBRE ORIGENS, CONTINUIDADES E CRIAÇÕES: A POSSE DA LIBERDADE NOS...
6. Conclusão
63
Sobre o caráter restrito da posse de direitos no período romano, ver CONTE, MANNI-
NO e VECCHI, Uso, tempo, possesso dei diritti.
1405
MARIANA ARMOND DIAS PAES
1406
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN
POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA DEL RÍO DE LA PLATA LUEGO DE 1810
Abstract: The Derecho Indiano was present throughout the long process of political
and administrative organization of the territories of the Provincias Unidas de Sudamérica
after their emancipation from Spain, as we have pointed out before. From this perspective,
I will demonstrate in this paper its long life in two important institutions: the trial residen-
cia and the mercantile justice being part of the organization of the Rio de la Plata´s judicial
system, after 1810.
Keywords: emancipation, Río de la Plata, political and administrative organization,
presence of Derecho Indiano, residencia trial, mercantile justice.
1407
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
1. Introducción
1
El acta de instalación de la Junta y la Proclama de la Junta Provisional Gubernativa
de la Capital del Río de la Plata, a los habitantes de ella y de las provincias de su superior
mando, en D. C. A., pp. 1845-1848.
2
VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, Nuevos Horizontes en el Estudio Histórico del Dere-
cho Indiano, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1997,
pp. 27-39.
3
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO, “La tradición indiana y la formación del derecho ar-
gentino”, en Temas de historia argentina y americana, n° 7, Buenos Aires, Centro de
Historia Argentina y Americana de la Facultad de Filosofía y Letras, Pontificia Universidad
Católica Argentina, julio-diciembre de 2005, pp. 43-53.
1408
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
4
D. C. A., p. 2263, Sección II, capítulo único, art. 2.
5
PEDRO SOMELLERA, Principios de Derecho Civil dictados en la Universidad de
Buenos Aires por… [curso del año 1924], Buenos Aires, 1824, párrafo 1° del Discurso pre-
liminar.
6
A. C. A., t. VI 2ª parte, p. 719, Constitución de las Provincias Unidas de Sud-América,
abril 22 de 1819 (art. CXXXV).
1409
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
7
D. C. A., p. 669, Reglamento Constitucional de la Nueva Provincia de Catamarca,
art. 106: “Decidirá el Juez de Alzadas, como todos los subalternos primeramente por las
leyes de este código: después por los reglamentos que se diesen: en el vacio de éstos por
las disposiciones del Congreso General: en las del Congreso por las de la Asamblea y así
descendiendo, según las épocas hasta el orden prescripto respecto a las leyes del antiguo
Gobierno que se observarán en lo que no estén revocadas”. D. C. A., p. 667: remite expre-
samente a la Ordenanza de Intendentes y las Ordenanzas Militares (Arts. 83 y 85).
8
Ídem, p. 711, Reglamento Provisorio, Sección 6ª, capítulo 12, art. 3: “Hasta que la Cons-
titución determine lo conveniente subsistirán todos los Códigos legislativos, Cédulas, Regla-
mentos y demás disposiciones generales, y particulares del antiguo Gobierno español que
no estén en oposición directa o indirecta con la libertad e independencia de Sud-América,
ni con este Reglamento y demás disposiciones que no sean contrarias a él, libradas por el
Gobierno general de las provincias, desde veinte y cinco de Mayo de mil ochocientos diez”.
9
Ídem, p. 746, Código Constitucional Provisorio, Sección 6ª., capítulo 12, art. 3°: “Que-
dan en todo su valor, fuerza y vigencia todos los Códigos Legislativos, Cédulas, Reglamen-
tos, y demás disposiciones generales, y particulares del antiguo Gobierno Español, que no
estén en oposición directa, o indirecta con la Libertad e Independencia de Sud América, ni
con este Código, y demás disposiciones del Poder Ejecutivo de la Provincia”.
10
Ídem, p. 787, Estatuto Provisorio Constitucional, Sección 5°, art. 2°: “La administra-
ción de Justicia se arreglará a las leyes de los correspondientes cuerpos legislativos en todo
lo que no sea concerniente a la Independencia nacional”.
11
Ídem, p. 804, Constitución Política, Sección 7°, art. 15: “La administración de justicia,
y la forma pública de los juicios se arreglarán a las leyes de los cuerpos legislativos”.
12
Ídem, p. 830, Constitución de la Provincia, Sección 8ª, capítulo I, art. único: “Se
declaran en su fuerza y vigor las leyes que hasta ahora han regido en todas las materias y
puntos que directa o indirectamente no se opongan a la presente Constitución ni a las leyes
que expidiese el Poder Legislativo”.
13
Ídem, p. 925, Estatuto Provisorio Constitucional, Sección 14, art. 124: “Continuarán
observándose las leyes generales, porque hasta ahora se ha regido la administración, en lo
que no hayan sido alteradas, ni digan contradicción al presente estatuto, hasta que suce-
sivamente sean variadas, o reformadas por la legislatura”. Ídem, p. 920, remite expresa-
mente las ordenanzas militares (art. 81).
14
Ídem, pp. 975, 987 y 999, Estatuto Provisorio (art. 69), Estatuto Provincial (art. 65) y
Estatuto Provisorio (art. 61), respectivamente, los cuales tienen el mismo texto: “Quedan
derogadas todas las Leyes que directa o indirectamente se opongan a este estatuto, y a los
decretos y Leyes que expida la Junta General de la Provincia”.
1410
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
15
Ídem, p. 1100, Constitución de Salta y Jujuy, art. 3°: “Que a la representación Pro-
vincial corresponden las atribuciones siguientes: inc. 1ª Vigilar el cumplimiento de las
presentes reglas y las establecidas por el último congreso en el Reglamento Provisorio
[1817] y Constitución del Estado [1821], en todo lo que fueren adaptables para el régimen
de esta Provincia y celar especialmente el lleno de ellas en cuanto a los Derechos de segu-
ridad; propiedad y demás que en uno y otro se expresan como los primeros del hombre”;
2ª “Declarar las dudas que ocurrieren relativas a la inteligencia de estas reglas; y la adap-
tabilidad, o no de las del Reglamento, y Constitución”.
16
Ídem, p. 1234, Estatuto Provisorio, art. 59: “Quedan en vigor todas las leyes, dispo-
siciones y prácticas que hayan regido la Administración, en cuanto no estén en oposición
al presente Estatuto”.
17
Ídem, p. 1250, Constitución de la Provincia, Art. 103: “Se declaran en su fuerza y vigor
las leyes que hasta aquí han regido en todas las materias y puntos que directa o indirec-
tamente no se opongan a esta Constitución, ni a los decretos y leyes que expida el Poder
Ejecutivo de la Provincia”.
18
Ídem, p. 1331, Constitución para la Provincia, Sección 4ª, capítulo segundo, art. 21:
“Siguen en su observancia las Leyes, Estatutos, y Reglamentos que hasta ahora han regido
en lo que no hayan sido alteradas, ni digan contradicción con esta Constitución hasta que
la legislatura varíe o reforme lo que crea conveniente”.
19
Ídem, p. 626, Proyecto de Constitución, art. CXXXI: “Continuarán observándose las
leyes, estatutos y reglamentos que hasta ahora rigen, en lo que no hayan sido alterados por
leyes o disposiciones patrias, ni digan contradicción con la presente Constitución, hasta
que reciban de la Legislatura las variaciones o reformas que estime convenientes”. Ídem,
p. 648: el texto de esta norma es igual al art. 130 del Constitución sancionada para la Pro-
vincia el 11 de abril de 1854.
20
Ídem, p. 1077, Reglamento Provisional, Capítulo Final, artículo 2°: “Se observaran
todas las disposiciones y Reglamentos que han estado en práctica hasta hoy, en cuanto no
se opongan al presente, mientras el Cuerpo Legislativo no lo suprima o reforme”.
21
Ídem, p. 859, Proyecto de Constitución Política, Sección 9ª, art. 170: “Continuarán
observándose las Leyes, Estatutos y Reglamentos que hasta ahora rigen, en lo que no ha-
yan sido alteradas por Leyes o disposiciones Patrias, ni digan contradicción con la pre-
sente Constitución, hasta que reciban de las Legislaturas las variaciones o reformas que
estimen convenientes”. Ídem, p. 836: La Comisión de Negocios Constitucionales al Hono-
rable Congreso General Constituyente de la Provincia, funda la necesidad de este artículo
en que “careciendo la Provincia, hasta el día, de códigos legales que le sean privativos, es
indispensable seguir valorando los que nos rigen hasta el presente”.
22
Ídem, p. 1135, Proyecto de Constitución, art. 247: “Continuarán observándose las
leyes, estatutos y reglamentos, que hasta ahora rigen, en lo que no hayan sido alterados
ni estén en oposición con la presente constitución. Hasta que el congreso disponga otra
cosa”.
23
Ídem, p. 1346, Proyecto de Constitución, Sección octava, art. 108: “Continuarán ob-
servándose las leyes, estatutos y reglamentos que hasta ahora rigen, en lo que no hayan
sido alterados por leyes y disposiciones patrias, ni digan contradicción con la presente
constitución, hasta que reciban de las legislaturas las variaciones o reformas que estimen
convenientes”.
1411
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
24
Ver José M. Mariluz Urquijo, “Los juicios de residencia en el Derecho Patrio”,
Apartado de la Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, Uni-
versidad de Buenos Aires, Imprenta de la Universidad, 1953, pp. 3-4.
25
Ídem, p. 4.
1412
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
Discutido el punto sobre la autoridad que debe conocer las causas de Es-
tado, en que se hallan comprendidos los individuos que han gobernado las
provincias en el superior gobierno de la capital; acordó esta Asamblea ge-
neral que la residencia, y demás causas que deban formarse a los individuos
indicados, sean del privativo conocimiento de la Asamblea Constituyente29.
26
D. C. A., pp. 1936, 1941-1942: arts. 20, 47, 51 a 55.
27
Julio César González, La proyectada modificación a la Real Ordenanza de In-
tendentes en el año 1812, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Publicaciones del
Instituto de Investigaciones Históricas, n° LXXXII, Jacobo Peuser Ltda., 1942, Apéndice
1, pp. X y XVI: arts. 27, 42, 43, 44.
28
A. C. A., t. I, p. 21.
29
Ibídem.
1413
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
30
Ídem, p. 23.
31
MARILUZ URQUIJO, op. cit., p. 8.
32
A. C. A., t. I, p. 30.
33
RICARDO LEVENE, Historia del Derecho Argentino, tomo 4, Buenos Aires, Editorial
Kraf, 1948, p. 330.
34
MARIA CRISTINA DE LÓPEZ ARAGÓN, “El juicio de residencia en el derecho patrio
provincial”, Revista de Historia del Derecho, n° 13, Buenos Aires, Instituto de Investiga-
ciones de Historia del Derecho, 1985, p. 277. Ver MARILUZ URQUIJO, op. cit., pp. 8-11.
A. C. A., t. I, pp. 89-91.
1414
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
demás empleados ante los jueces que aquél nombrase; teniendo los residen-
ciados abierto el juicio por el término de cuatro meses35.
35
A. C. A., t. 6, 2ª parte, p. 658, providencia general n° 9.
36
Ídem, p. 715: art. VIII.
37
Ibídem, arts. XVIII, XIX y XX.
1415
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
38
RICARDO ZORRAQUÍN BECÚ, Historia del Derecho Argentino, t. I, Buenos Aires,
Editorial Perrot, 1966, p. 147.
39
MARILUZ URQUIJO, op. cit., p. 4.
1416
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
40
D. C. A., p. 673: Providencias varias, art. 6°.
41
Ídem, pp. 664-665: arts. 56 y 65.
1417
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
42
D. C. A., p. 720, Sección séptima, cap. 18, art. 10 y 11. Ver notas 8 y 9.
43
Ídem, pp. 785 y 787, Sección cuarta, arts. 16 y 17; sección quinta, arts. 4°, 5° y 6°.
1418
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
44
Ídem, pp. 798, 801-802 y 804, sec. 4ª, art. 14; sec. 6ª, art. 13; sec.7ª, arts. 1, 2, 16 y 17.
45
Ídem, pp. 821 y 823, sección 5ª, cap. III, art. 8° n° 5; cap. IV, arts. 14, 17, 18 y 19.
46
Ídem, pp. 847, 853-855, arts. 72, 117, 133 y 139.
47
SUSANA T. RAMELLA DE JEFFERIES, “Atribuciones del Poder Ejecutivo Provin-
cial en los comienzos constitucionales de San Juan (1820-1856)”, Revista de Historia del
Derecho, n° 13, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1985,
p.130-131.
1419
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
48
D. C. A., p. 1169, cap.5°, art. 1°.
49
RAMELLA DE JEFFERIES, op. cit., p. 163.
50
D. C. A., p. 1201.
51
D. C. A., p. 1316, Sección 2ª, cap. 1°, art. 4: “Cualquiera de los Diputados, así como
cualquiera de los Ciudadanos tiene el derecho de acusar ante el Congreso, o denunciar a
los ministros de los tres poderes, a los ministros del estado, Gobernadores, Jueces superio-
res de la Provincia, y demás empleados cualquiera sea su fuero, por los delitos de traición,
concusión, infracción de constitución, y otros que según las Leyes merezcan pena capital,
o infamia”. Ídem, p. 1317, Sección 2ª, cap. 3°, art. 1°: “Al Congreso corresponde juzgar en
juicio público a los acusados, y la mayoría de sufragios hará sentencia contra ellos única-
mente a efecto de separarlos del empleo, o declararlos inhábiles para obtener otros”.
52
Ídem, p. 1354, art. 11: “Corresponde también al Cuerpo Legislativo juzgar al Gober-
nador y Ministro por los actos gubernativos. Una ley especial determinará el modo de
proceder en esta materia”.
53
Ídem, p. 1336, art. 17 “Es de competencia del congreso de Representantes: [...] 2° El
derecho exclusivo de residenciar al Gobernador de la provincia y a sus ministros, a sus
miembros y a los del Superior Tribunal de Justicia por delitos de traición, concusión, mal-
versación o dilapidación del Erario público, violación de la constitución, principalmente
con respecto a los derechos primarios de los ciudadanos, u otro crimen que merezca pena
infamante o de muerte, habiendo primero tomado conocimiento de ello a petición de par-
te, y de alguno o algunos de sus miembros, y declarado haber lugar a formación de causa”.
1420
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
54
Actas de la Sala de Representantes (1823 hasta 1852), Tucumán, Archivo Histórico
de la Provincia de Tucumán, 1917, t. I, pp. 425-426.
55
Ver sobre el tema SEGHESSO DE LÓPEZ ARAGÓN, op. cit., pp. 297-305; de la mis-
ma profesora Historia Constitucional de Mendoza, Mendoza, Instituto Argentino de Es-
tudios Constitucionales y Políticos, 1997, pp. 127-144.
56
D. C. A., p. 1078, Capítulo Final, Artículos Generales, Art. 3°. Ver EDMUNDO CO-
1421
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
1422
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
5. La justicia mercantil
Sala de Representantes, pero no puede sufrir pena corporal o infamante sino por disposi-
ción del Congreso Nacional”; art. 70: “En los casos de responsabilidad, el Ministro no que-
dará exento de ella por la concurrencia de la firma, o consentimiento del Gobernador”; art.
73: “Lo dicho en el Artículo 66, respecto del Gobernador, entiéndase igualmente respecto
del Ministro Secretario”.
62
Ver Ídem, p. 1229, art. 17; p. 1238, art. 14 y p. 1247, arts. 85 y 86.
63
Real Cédula de Erección del Consulado de Buenos Aires expedida en Aranjuez a XXX
de enero de MDCCXCIV, Madrid, Oficina de Don Benito Cano, MDCCCXCIV, art. X, p. 7.
1423
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
64
JULIO CESAR GUILLAMONDEGUI, “Notas para el estudio de la Justicia mercantil pa-
tria en las provincias argentinas”, Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Leve-
ne, n° 20, Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires, Imprenta de la Universidad, 1969, pp. 117-118. Ver Gaceta de Buenos Aires (1810-1821),
reimpresión facsimilar dirigida por la Junta de Historia y Numismática Americana, t. V (años
1817-1819), Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, p. 772.
65
GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 118.
66
Ibídem.
67
Documentos para la Historia Argentina, tomo VII, Buenos Aires, Facultad de Filoso-
fía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 1936, p. 55.
68
EZEQUIEL ABÁSOLO, “El código de comercio español de 1829 en los debates y prác-
ticas jurídicas del extremo sur de América”, Anuario de Historia del Derecho español,
tomo LXXVIII-LXXIX, Madrid, Ministerio de Justicia/Boletín Oficial del Estado, 2008-
2009, p. 448.
1424
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
69
Ver arts. 1178-1219, en Código de Comercio, decretado, sancionado y promulgado
en 30 de mayo de 1829. Edición Oficial de Orden del Rey Nuestro Señor, pp. 320-330.
ABÁSOLO, op. cit., p. 456.
70
ABELARDO LEVAGGI, Manual de Historia del Derecho Argentino, tomo III, Bue-
nos Aires, Depalma, 1991, p. 192-193.
1425
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
71
Ver MARIO CARLOS VIVAS, “El Código español de 1829 y su vigencia en Córdoba”,
Revista de Historia del Derecho, n° 8, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones del De-
recho, 1980, p. 458-461.
72
D. C. A., p. 730: cap. 25, art. 1° del Reglamento Provisorio.
73
Idem, p. 755: Sec. 6ª, cap. XVII, arts. 20, 21 y 24 del Código.
74
Arts. 5°, 6° y 7°. Ver VIVAS, op. cit., pp. 457-471. El texto completo de la ley está
transcripto en la p. 466.
1426
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
75
MANUEL IBAÑEZ FRONCHAM, La organización judicial argentina (ensayo histó-
rico), La Plata, Impresor E. Bolentini, 1938, p. 111.
76
D. C. A., pp. 786-787, Sección 5ª, arts. 1 y 2, pp. 786-787. ABELARDO LEVAGGI,
Orígenes de la Codificación Argentina: los reglamentos de administración de justicia,
Buenos Aires, Universidad del Museo Social Argentino, 1995, p. 181.
77
D. C. A., pp. 802-804, Sec. 7a. arts. 1, 2, 3, 13 y 15.
78
Idem, pp. 828-829, sec. 7ª, cap. único, arts. 1°, 4° y 5°; Sec. 8ª.
79
LEVAGGI, Orígenes…, op cit. pp. 202-203.
80
Ídem, p. 190-191.
1427
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
81
Ídem, pp. 208 y 211, arts. 19, 23, 58, 59 y 60.
82
Ídem, p. 220, arts. 68, 69, 70 y 72.
83
Ídem, p. 243, art. 398.
84
GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 121, que toma como fuente a HERNÁN F. GÓMEZ,
Instituciones de la Provincia de Corrientes, Buenos Aires, J. Lajouane y Cía., 1922, p. 311.
1428
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
85
LEVAGGI, Orígenes…, op. cit., pp. 244 y 247: art. 1°, inc. 10 y 28.
86
NOEMI DEL CARMEN BISTUÉ Y BEATRIZ CONTE DE FORNÉS, “La administra-
ción de justicia mercantil en Mendoza entre 1830 y 1870”, Revista de Historia del Derecho
“Ricardo Levene”, n° 27, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja”, Bue-
nos Aires, 1990, pp. 57-60.
87
Ídem. En este estudio las autoras transcriben íntegramente las leyes, decretos y regla-
mentos que mencionamos.
88
Ídem, p. 60.
1429
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
89
D. C. A., p. 1061, capítulo IX, arts. 58 y 59.
90
BISTUÉ Y CONTE DE FORNÉS, op. cit., pp. 61-62, 1° y 2°.
91
Ídem, art. 90, p. 62.
92
GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 121.
93
LEVAGGI, Orígenes..., op. cit., p. 264.
1430
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
los jueces del Superior Tribunal y dos comerciantes nombrados por el mismo,
elegidos de los que propongan las partes en cada juicio94.
El Reglamento de Administración de Justicia del 13 de abril de 1849, es-
tablece que habrá un juez de comercio en la capital de la provincia, el que ten-
drá jueces delegados en los pueblos que tengan puertos habilitados. Determina
que la sustanciación de las causas mercantiles en todos grados e instancias, así
como en sus términos y recursos tanto ordinarios como extraordinarios es igual
a los jueces civiles, “sin más diferencia que la que por las Ordenanzas Mercanti-
les corresponde a la naturaleza de la cuestión que se ventile”95. El procedimien-
to, terminado el juicio de concordia ante el juez de paz, pasaba a entender en los
de mayor cuantía el juez de comercio y sus delegados, y llegada la causa al esta-
do de sentencia, cada parte era intimada a nombrar dos individuos del comer-
cio para colegas, el juez debía elegir entre los propuestos por cada litigante, a
quienes pasaría las actuaciones para su estudio y cumplido ello se reunirían los
tres para dictar sentencia. Es importante destacar que se mantiene el principio
fundamental de la justicia consular al establecer que “el juez de comercio y sus
delegados no admitirán en sus juzgados escrito alguno con forma de abogado,
guardando en lo demás lo prevenido en el orden de tramitación de los juicios” y
que “en las causas de comercio no se harán asesorar por abogados, sujetándose
los jueces a la buena fe en su determinación sobre lo que estriba la base del co-
mercio”96. De la sentencia del juez de comercio había “apelación” ante el mismo
juez, nombrándose otros colegas y de las de los jueces delegados ante el juez de
comercio, cuya sentencia hacía cosa juzgada si era confirmatoria, en caso con-
trario se recurría ante el mismo juez quien la revisaba con otros colegas.
94
IBAÑEZ FRONCHAM, op. cit., p. 109; GUILLAMONDEGUI, op. cit., 122.
95
LEVAGGI, Orígenes…, op. cit., pp. 295, 300-301.
96
GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 123; LEVAGGI, Orígenes..., op. cit., 300-301.
97
Cf. IBAÑEZ FROCHAM, ob. cit., p. 102. LEVAGGI, Orígenes...op. cit., 624, 614-615.
98
LEVAGGI, Orígenes..., op. cit., p. 615.
1431
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
99
LEVAGGI, Orígenes…, op. cit., pp. 617 y 628; IBAÑEZ FROCHAN, op. cit., pp. 103-
104; GUILLAMONDEGUI, op.. cit., p. 118.
100
OSCAR LUIS ENSINCK y MANUEL T: MARULL, “La Sociedades por Acciones en
Rosario (1852-1862)”, Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, Fa-
cultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, n° 22, Buenos
Aires, Imprenta de la Universidad, 1971, p. 32; GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 119.
101
Ver LEVAGGI, Orígenes…, op. cit., p. 630. Reglamento para la Cámara Eventual de
Justicia y el Tribunal de Alzadas, art. 9.
1432
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
102
ENSINCK y MARULL, op. cit., pp. 32-34. LEVAGGI, Orígenes..., op. cit., pp. 636-637.
103
GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 131; LUISA A. MILLER ASTRADA, “El tribunal
de Comercio de Salta (1824-1830), Revista de Historia del Derecho, n° 5, Buenos Aires,
Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1977, pp. 128-131; MILLER ASTRA-
DA, “La Justicia mercantil en Salta (1825-1857”), Revista de Historia del Derecho, n° 7,
Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1980, pp. 267-292.
1433
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
104
MILLER ASTRADA, “La Justicia…” op. cit., pp. 269-276.
105
GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 132; IBAÑEZ FROCHAM, op. cit., p. 133.
106
IBAÑEZ FRONCHAM, op. cit., p. 35. GUILLAMENDEGUI, op. cit., p. 132.
107
LEVAGGI, Orígenes…, op.cit. p. 468.
108
D. C. A., pp. 1359-1360. GUILLAMONDEGUI, op. cit., p. 133; LEVAGGI, Orígenes…,
op. cit., pp. 702.
1434
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
8. SAN JUAN. El Reglamento del Poder Judicial de 1823 entre los tri-
bunales de excepción ubica al Juzgado de Comercio, cuyo titular era elegido
a pluralidad por los comerciantes, quien conocía definitivamente hasta la
cantidad de 200 pesos y en las causas que excedían ese valor procedía la
apelación ante la Suprema Corte de Justicia que juzgaba y se pronunciará
en ellas con arreglo a las Ordenanzas de Comercio. Por ley del 6 de julio de
1849 se fundó un Tribunal de Comercio, que formaban un juez y dos cole-
gas110 y en el Reglamento de Administración de justicia del 27 de febrero de
1855 se establece que queda vigente el Tribunal de Comercio que creó la ley
del 6 de julio de 1849, asesorando en las causas de comercio el Juez de letras
en lo civil, a quien reemplazará, existiendo impedimento, el Juez de letras
en lo criminal111.
109
GUILLAMONDEGUI, cit., pp. 133-134; LEVAGGI, Orígenes..., op. cit., p. 714.
110
SUSANA RAMELLA DE JEFFERIES, “La organización del Poder Judicial de San
Juan hacia el año 1887”, en Cuadernos, X-11, San Juan, Universidad Católica de Cuyo,
1974, p. 79.
111
LEVAGGI, Orígenes..., op. cit., pp. 483 y 489.
1435
JOSÉ MARÍA DÍAZ COUSELO
6. Epílogo
112
LEVAGGI, Orígenes…, op. cit. pp. 479, 495-497.
1436
PRESENCIA DEL DERECHO INDIANO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA...
1437
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA
DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
*
JOSÉ MARÍA MARILUZ URQUIJO, “Presentación” en MARILUZ URQUIJO, José M.,
(Director), Estudios sobre la Real Ordenanza de Intendentes del Rio de la Plata, Buenos
Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1995, pp. 7-9.
1439
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
se presenta rompe con este paradigma a partir de la investigación del autor en torno al
Proyecto de Ordenanzas de Intendentes de José de Gálvez de 1774.
Palabras clave: Ilustración, Reformas Borbónicas, Ordenanzas Intendentes, Inten-
dencias, Subdelegaciones, Nueva España.
Abstract: The historiographical current that up to now has dealt with the history of
Derecho Indiano in relation to the Ordinances of Intendants (Ordenanzas de Intendentes)
of 1782 for Río de la Plata and 1786 for New Spain, have conducted their research funda-
mentally by means of comparing these two texts with the General Ordinances (Ordenan-
zas Generales) of 1803. The present study breaks with this paradigm based on the author’s
ongoing research into the project concerning the 1774 ‘Ordinances by Intendants’ by José
de Gálvez.
Keywords: Ilustration, borbonic reforms, New Spain, Ordenanzas Intendentes, In-
tendencias, Subdelegaciones
1. Repaso historiográfico
España
A mediados de los años cincuenta del siglo XX en España surgen los primeros
estudios monográficos sobre el régimen de Intendencias, y unos años después
sobre el de las Ordenanzas de Intendentes.
En el primer caso tenemos la tesis doctoral presentada por el historiador
Luis Navarro García en la Universidad de Sevilla, bajo la dirección de José
Antonio Calderón Quijano, sobre el tema en general del régimen de Inten-
dencias en la América Borbónica1.
En la década siguiente Alfonso García-Gallo dirigía la tesis doctoral de
la venezolana Gisela Morazzani. consistente en el estudio comparativo entre
1
LUIS NAVARRO GARCÍA, Intendencias en Indias, Prólogo del Dr. D. José A. Cal-
derón Quijano, Sevilla, Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de
Sevilla, 1959.
1440
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
México
Argentina
2
GISELA MORAZZANI DE PÉREZ ENCISO, Las ordenanzas de intendentes de Indias
(cuadro para su estudio), prólogo Alfonso García-Gallo, Caracas, Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Derechos, 1972.
3
DAVID A. BRADING, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810),
México, Fondo de Cultura Económica, La reimpresión, 1983.
4
HORST PIETSCHMANN, Las reformas borbónicas y el sistema de intendencias de Nue-
va España. Un estudio político administrativo, México, Fondo de Cultura Económica, 1996.
5
AUREA COMMONS, Las Intendencias de la Nueva España, México, Instituto de In-
vestigaciones Históricas, Instituto de Geografía, UNAM, 1993.
6
Real ordenanza para el establecimiento e instrucción de intendentes de ejército y
provincia en el Reino de la Nueva España, 1786, México, edición facsimilar, UNAM, Ins-
tituto de Investigaciones Históricas, 1984.
7
GUILLERMO FLORIS MARGADANT, "La Ordenanza de Intendentes para la Nueva
España. Ilusiones y logros", Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho Mexicano,
(1986) México, UNAM, 1988, T. II., pp. 655-684.
8
CARLOS DEUSTUA PIMENTEL, Las Intendencias en el Perú (1790-1796), Sevilla,
Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, 1965.
9
JOHN FISHER, El Perú borbónico, 1750-1824, Lima, Instituto de Estudios Peruanos,
Serie: Estudios Históricos 28, 2000.
10
JOHN LYNCH, Administración colonial española, 1782-1810. El sistema de inten-
dencias en el Virreinato del Río de la Plata, Argentina, Editorial Universitaria de Buenos
Aires, Segunda Edición 1967.
11
EDBERTO ÓSCAR ACEVEDO, Las Intendencias Altoperuanas en el Virreinato del
Río de la Plata, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1992.
1441
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
Más allá de la relevancia y riqueza que nos proporcionan los trabajos realiza-
dos por los historiadores del derecho que se han ocupado de manera específi-
ca del tema de las Ordenanzas de Intendentes tanto para el caso de Río de la
Plata y de la Nueva España, así como para el de la General de 1803, interesa-
dos en el contenido jurídico de las Ordenanzas, bien desde el punto particular
de cada una de ellas, bien desde el punto de vista comparativo entre las tres,
en esta ocasión queremos poner el acento en la Ordenanza desde la perspec-
tiva de la fuente documental misma.
12
MARILUZ URQUIJO, op. cit.
13
LAURA SAN MARTINO DE DROMI, Constitución Indiana de Carlos III. La Real
Ordenanza de Intendentes de 1782, Madrid, Ciudad Argentina, Editorial de Ciencia y Cul-
tura, 1999.
14
JORGE ESCOBEDO, Manifiesto de las razones en que está fundado cada uno de los
artículos de la nueva ordenanza de Intendentes de Indias, Buenos Aires, Facultad de De-
recho y Ciencias Sociales, Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, Universidad
de Buenos Aires, 1983.
15
HORST PIETSCHMANN, Acomodos políticos, mentalidades y vías de cambio. Méxi-
co en el marco de la monarquía hispana, México, El Colegio de México, 2016.
1442
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
16
LUIS NAVARRO GARCÍA, Las Reformas Borbónicas en América. El plan de Inten-
dencias y su aplicación, Universidad de Sevilla, 1995.
17
FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE, Obras Completas, Madrid, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, 1997, 6 vols.
1443
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
resto de las leyes fundamentales hay abundantes estudios desde todos los
puntos de vista, al grado que es posible hablar de verdaderas escuelas de his-
toria del derecho en torno a las mismas, como resulta por lo menos por demás
evidente para el caso de la Recopilación de 1680 y la escuela de Rafael Alta-
mira y Crevea, y no se diga para el caso de la Constitución de 1812, en donde
incluso se podría hablar de varias escuelas en torno a su estudio, destacando
entre las mismas la formada por Francisco Tomás y Valiente, tan visible a
partir de la creación por parte de algunos de sus alumnos más cercanos del
grupo de HICOES18.
Por sorprendente que parezca, y como se puede constatar en el repaso
historiográfico realizado, es aún escaso el interés que ha despertado entre los
historiadores del derecho las Ordenanzas de Intendentes, tomando en cuenta
que sin lugar a dudas resulta de la importancia y relevancia de las demás leyes
fundamentales citadas.
La pregunta que sale a relucir a estas alturas de la exposición es la de
¿cuál es la razón por la que una fuente legal tan importante haya despertado a
la fecha tan poco interés por parte de los historiadores del derecho?
Desde nuestro personal punto de vista esto se debe a múltiples causas,
entre las que destacarían las siguientes:
En primer lugar habría que hablar del marasmo de acontecimientos po-
líticos de la mayor trascendencia que en los mismos tiempos salieron a re-
lucir, entre los cuáles bastaría con citar entre los externos la Independencia
de los Estados Unidos19 y la Revolución Francesa20, con todo el impacto que
produjeron en el resto de la cultura occidental, y entre los internos al imperio
español la expulsión de los jesuitas21 y la rebelión de Tupac Amaru22, así como
la invasión francesa a la península con la consiguiente abdicación de los reyes
españoles en favor de Napoleón23.
18
CARLOS GARRIGA (coord.), Historia y Constitución. Trayectos del constitucionalis-
mo hispano, México, Instituto Mora, 2010.
19
JOHN H. ELLIOTT, Imperios del Mundo Atlántico. España y Gran Bretaña en Amé-
rica (1492-1830), México, Taurus historia, 2009.
20
FRANÇOIS-XAVIER GUERRA, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las
revolucioneshispánicas, México, Editorial Mapfre, Fondo de Cultura Económica, 1993.
21
ANTONIO DOMÍNGUEZ ORTÍZ, Carlos III y la España de la Ilustración, Barcelona,
Altaya, 1996.
22
CHARLES WALKER, La rebelión de Tupac Amaru, Lima, Instituto de Estudios Pe-
ruanos, 2015.
23
MIGUEL ARTOLA, La España de Fernando VII, 3a edición, España, Espasa Calpe,
2008.
1444
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
24
JOSÉ MARÍA PORTILLO VALDÉS, Historia Mínima del Constitucionalismo en
América Latina, México, El Colegio de México, 2016.
25
NETTIE LEE BENSON, La diputación provincial y el federalismo mexicano, México,
2a. edición, El Colegio de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994.
1445
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1446
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
26
WALKER, La rebelión de Tupac Amaru, Op.Cit.
1447
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
Como bien se dice que para muestra basta un botón, he aquí un simple
ejemplo de la técnica legislativa empleada por los redactores encargados de
reconvertir al vapor la versión de las Ordenanza de Intendentes para la Nueva
España al contexto específico del Virreinato de Río de la Plata, en donde el
siempre delicado tema del contrabando lleva a Gálvez, en su proyecto origi-
nal, a referirse al puerto de Veracruz como la precisa garganta y paso para
el giro y comercio de todas las Provincias de Nueva España…, referencia
que en la Ordenanza de 1782 para Río de la Plata se transforma, sin problema
aparente, lisa y llanamente en Por ser los puertos de Buenos Aires y Monte-
video las precisas gargantas y paso para el giro del comercio marítimo con
todas las provincias de aquel Virreinato…
Si uno toma además en cuenta que, por la cercanía de las fechas y de los
acontecimientos históricos y políticos suscitados a partir de 1808 en ambas
orillas del Atlántico, buena parte de las reacciones sociales surgidas en los do-
minios trasatlánticos de la monarquía hispana se dieron a partir de ese nuevo
orden impuesto por el régimen de Intendencias, entonces se vuelve aún más
acuciante la necesidad de profundizar en el estudio del proceso por medio
del cual terminó implantándose este nuevo y radicalmente distinto régimen
emanado de las Ordenanzas de Intendentes.
1448
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
27
EUSEBIO VENTURA BELEÑA, Recopilación sumaria de todos los autos acordados
de la real audiencia y sala del crimen de esta Nueva España, y providencias de su supe-
rior gobierno; de varias reales cédulas y órdenes que después de publicada la Recopila-
ción, México, UNAM, 1981.
1449
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
El reto, por tanto, para todo aquel interesado en el estudio del régimen
de Intendencias en la América hispana consiste en complementar la lectura
del texto de las Ordenanzas de Intendentes –junto con el resto de las dis-
posiciones citadas– con la documentación que resguardan los ricos acervos
con fondos de la época, pues sólo así es posible identificar todo el cúmulo
de reformas y adiciones que se hicieron a las Ordenanzas de Intendentes, y
constatar el modo en que las diversas autoridades responsables de su aplica-
ción hacían uso de ellas, el alcance que daban a sus términos, la manera en
que llenaban las lagunas y resolvían las contradicciones, y el rigor con el que
las aplicaban.
Una buena fuente para seguirle la pista a todo este cúmulo de modifica-
ciones que sufriera el articulado de las Ordenanzas de Intendentes resultan
ellas mismas, pues en los ejemplares que aún se conservan en los distintos
repositorios coloniales no es raro constatar que se encuentran abundantes
anotaciones marginales al modo de glosas, en las cuales se indican todas las
reformas y transformaciones sufridas por diversos artículos, y afortunada-
mente hay una importante corriente historiográfica en la Argentina intere-
sada en el tema28.
Para el caso de la Nueva España, recientemente se ha publicado la edi-
ción glosada de las Ordenanzas de Intendentes que se conservaba en el archi-
vo de la Audiencia de la Nueva Galicia29.
Otro de los serios problemas que presenta el estudio del régimen de In-
tendencias en la América borbónica radica en el método mismo con el cual se
ha trabajado el tema de las Intendencias, ya que hasta hace sólo unos años el
énfasis se ponía casi exclusivamente en la figura de los propios intendentes,
con lo cual los trabajos historiográficos sobre el tema solían resultar o una pa-
ráfrasis del articulado de las Ordenanzas de Intendentes, o bien monografías
sobre la vida y obra de un determinado intendente, dando cuenta, con lujo de
detalle, sobre todo de las obras públicas ejecutadas en la capital de la Inten-
dencia, y sobre su trayectoria personal, su parentesco y redes sociales30 - con
las excepciones de rigor.
28
MARILUZ URQUIJO, "Las glosas a las Ordenanzas", JOSÉ M. MARILUZ URQUIJO,
Estudios sobre la Real Ordenanza de Intendentes del Rio de la Plata, Op. Cit., pp. 193-202.
29
Real Ordenanza para el establecimiento é instrucción de intendentes de exército y pro-
vincia en el reino de la Nueva España. Edición anotada de la Audiencia de la Nueva Galicia,
México, Universidad de Guadalajara, El Colegio de Michoacán, El Colegio de Sonora, 2008.
30
RAFAEL D. GARCÍA PÉREZ, Reforma y resistencia. Manuel de Flon y la Inten-
dencia de Puebla, México, Editorial Porrúa, Colección "Sepan cuantos…" nº 724, 2000;
1450
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
1451
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
4. Estudio de caso
32
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO, El proyecto de José de Gálvez de 1774 en
las Ordenanzas de Intendentes de Río de la Plata y Nueva España, México, El Colegio de
Michoacán, 2016.
33
JAIME HERNÁNDEZ DÍAZ, El asesor letrado en la transición jurídica en Michoa-
cán. Entre el antiguo régimen y el sistema constitucional, 1776-1835, 2015.
34
JOSÉ LUIS ALCAUTER GUZMÁN, Régimen de Subdelegaciones en la América bor-
bónica. Autoridades intermedias en transición, Valladolid de Michoacán, 2013.
35
MARÍA CARMEN ALONSO NUÑEZ, Los tenientes de justicia en la administración
provincial novohispana: Michoacán, 1715-1810, 2017.
36
MARÍA EUGENIA LÓPEZ, Pueblos de indios, de ladinos y mulatos en San Salvador
y Sonsonate en tiempos de reformas y transiciones políticas, 1737-1841, 2017.
1452
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
1453
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
37
Ordenanza de 4 de julio de 1718 para el establecimiento e instrucción de Intendentes
de Provincias, y Exercitos, Por orden de su Magestad. En Madrid, por Juan de Ariztia,
Año de 1718.
1454
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
tiempo de extraerlos de mis Dominios, como tambien los que se pagan dentro
de ellos al tiempo de las ventas, y con otros motivos. Y os ordeno, que en todo
lo referido, y en los demás casos que se ofrezcan, adelanteis, y favorezcais el
comercio, y consequentemente á los que le practican, y á los Directores de
Fabricas, y sus Obreros, y demás dependientes, por ser mi animo, que unos
y otros sean apoyados, y auxiliados por mis Tribunales, Ministros, Capitanes
Generales, y demás Cabos, y personas á quienes tocare, como se lo mando, y
encargo, atendiendo con especialidad á que no se les haga molestia alguna, y
que en dependencias contenciosas, y economicas, que se les ofrezcan, se les
despache con brevedad, y preferencia á todos los demás administrandoseles
justicia, y haziendoles toda la gracia que no tuviere inconveniente".
"2. Por lo que toca a Fábricas, aunque por punto general de buena política, y
conforme a la práctica de otras Naciones, de ningun modo se debe permitir
38
Ordenanza de 13 de Octubre de 1749 para el restablecimiento é instrucción de Inten-
dentes de Provincias y Exércitos, Año 1749. Por orden de su Magesta. En Madrid: En la
Imprenta de Manuel Fernández.
39
JOSÉ DEL CAMPILLO Y COSIO, Nuevo sistema económico para América, Oviedo,
Grupo Editorial Asturiano, 1993.
1455
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
alguna en América; con todo eso hay casos que nos obligan a apartarnos de
las reglas que siguen los Franceses e Ingleses en sus Colonias en estos asun-
tos, por hallarnos en una situacion tan distinta de la suya.
3. Parece muy conforme a la razon, y aun lo pide la justicia, que en Amé-
rica haya ciertas Fábricas, lo qual, y la diferencia de los progresos que ob-
servan los Ingleses y Franceses en sus Colonias a los nuestros en América,
lo justifica el Punto Unico siguiente. Punto Unico. Pruébase que de justicia
deben permitirse ciertas Fábricas en América, y distinto gobierno de los ex-
tranjeros en sus Colonias, que el nuestro en aquella.
5. El consumo de nuestros Indios se aumentará tanto por las nuevas pro-
videncias que produce este nuevo sistema, que no será posible pueda surtir
España en muchos años la mitad de su abasto.
6. En esta constante inteligencia se pregunta: ¿quál será mejor, o que dis-
fruten este excedente los extrangeros, que algun dia podrán ser nuestros ma-
yores enemigos, o que lo consigan los Indios, que son nuestros vasallos, y que
por todos motivos merecen la preferencia en gozar el fruto de su buena indus-
tria, de que quedarán a la Monarquía utilidades muy superiores? Parece, sin
duda, que la razon está dictando merecen estos lograr estas ventajas; y pues
así lo permite y quiere la razon, debe determinarlo del mismo modo la justicia.
11. Hay otro motivo, no menos poderoso; y es, que en ningun país bien go-
bernado se aplica toda la gente a la labranza sola, porque un pais de solo
Labradores es pais de pobres. Quiero decir, pobres para el Estado, porque
no habiendo consumidores, nadie compra, nadie vende, ni hay comercio,
ni circulacion de dinero, ni derechos para el Soberano; y así, ni la misma
labranza podría aprovechar, ni adelantar, no habiendo quien compre sus
frutos, y les dé un buen precio"40.
Ricardo Wall41
40
"Capítulo IX. Fábricas y Artes que deben precisamente permitirse en la América, las
que deberán ser extinguidas en ella enteramente, y modo de que así éstas, como la indus-
tria se adelante sin embarazo", CAMPILLO Y COSIO, Op. Cit. pp. 149-150, 153 y 169.
41
RICARDO WALL, Proyecto económico en que se proponen varias providencias, di-
rigidas á promover los intereses de España, con los medios y fondos necesarios para su
plantificación: escrito en el año 1762 por D. Bernardo Ward, del Consejo de S.M. y su
Ministro de la Real Junta de Comercio y Moneda, Madrid, MDCCCLXXIX, por Joachim
Ibarra, Impresor de Cámara de S. M.
1456
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
“51 Serán objetos muy dignos, y del privativo encargo de los Yntendentes, fo-
mentar y extender en los terrenos más á propósito de sus respectivos distritos
el precioso fruto de la grana fina ó cochinilla, que se criaba antes con abun-
dancia en muchas Provincias de la Nueva España y hoy se halla reducida á la
de Oaxaca, auxiliando eficazmente a los yndios que se dedicaren á esta utilí-
sima grangería para que la comercien libremente en aquel Reyno, ó la envíen
a España de su cuenta si quisieren, como les está concedido por la ley 21, tit.
18, lib. 4º de la Recopilación de Yndias. También cuidarán que se apliquen
con preferencia aquellos naturales y demás castas de la plebe a la siembra,
cultivo y beneficio del cáñamo y lino, conforme á la ley 20 del mismo título
y libro. Y si para lograr estos importantes fines necesitaren los Yntendentes
hazer repartimientos de tierras realengas ó de privado dominio, les concedo
facultad de que puedan executarlo, dando primero cuenta con justificación á
la Junta Superior, que dispondrá se satisfaga de los caudales de causa pública
el valor de las heredades particulares; y que las públicas comunes, valdías ó
realengas se den con una corta pensión o canon anual que también podrá
redimirse como si fuera censo a voluntad de los poseedores distribuyan en
suertes proporcionadas a los yndios casados que no tuvieren tierras proprias,
con prohivición de enagenarlas, para que sucedan en ellas sus hijos y descen-
dientes de ambos sexos; pues mi real voluntad es que todos aquellos natura-
les gocen una competente dotación de vienes raíces, y que los Yntendentes
cuiden de que las cultiven en veneficio proprio de ellos, haciéndoles conocer
quánto interés y utilidad les resultará de esta piadosa disposición mía”.
42
PIETSCHMANN, Acomodos políticos, Op. Cit., p. 181. Al respecto consultar el capí-
tulo que dedica al tema: “El “proyecto económico” de Bernardo Ward. A propósito de la
orientación de la política exterior de las reformas borbónicas”, pp. 111-127.
43
Archivo General de Indias, Indiferente General 1714.
1457
RAFAEL DIEGO-FERNÁNDEZ SOTELO
La Junta ad hoc a que convocó Carlos III para que dictaminara el proyecto de
ordenanzas de intendentes presentado por José de Gálvez, en torno al artícu-
lo 51 se pronunció en los siguientes términos:
“51 La facultad que por este artículo se da a los Intendentes de que para
los fines que en él se recomiendan puedan hacer repartimientos de tierras
realengas, o de dominio privado, se considera que en quanto a eso último
puede ofrecerse algún inconveniente, pues aunque en el mismo artículo
se previene que la Junta Superior haga satisfacer de los caudales de cau-
sa pública el valor de las heredades particulares, siempre parece contra el
derecho de propiedad y natural libertad de sus dueños; es desposeerlos de
ellas o precisarlos a que lo hagan quando las tenga en cultivo, pues puede
suceder no les produzca tanto como éste el dinero que se les entregue por
ellas, o que no hallen dónde imponerlo: por todo lo qual se contempla mui
conforme a toda equidad el que se añada la prevención de deberse entender
el repartimiento que de tales heredades se ordena, siempre que por desidia
o absoluta imposibilidad del dueño estuviesen sin cultivar.
Así mismo se estima conveniente prevenir en este número que las tierras
que se repartan para los fines en él expresado, ya sean compradas con los fon-
dos públicos ya realengas, han de pasar a los que se les repartieren, sean indios
o de otras castas, con solo el dominio útil y precario, reservándose el directo al
Rey y fondo público respectivamente, pues sin esta expresión quedaría ener-
vada la vigilancia que se recomienda a los Intendentes de que los repartidos
desempeñen el objeto de su cultivo, y imposibilitada además la práctica de la
última providencia que será conveniente y aún forzoso tomar con los que de
ellos fuesen totalmente indolentes y abandonados, qual es quitarles las tierras
que les hubiessen habido y darlas a otros que las utilicen debidamente, cuyo
tenor será sin duda el mas poderoso estímulo para la aplicación.
Para verificar quanto se propone podrá, en lugar de todo lo que se lee des-
de las palabras: que puedan executarlo, hasta y que las comunes, unos y otro
exclusive, sostituirse: entendiéndose en quanto a las heredades de particula-
res con aquellas que por desidia o absoluta imposibilidad de sus dueños es-
tuviesen sin cultivar y dando cuenta con justificación a la Junta Superior de
México, que dispondrá se satisfaga su valor de los caudales de causa pública
(siguiendo) y que las comunes, valdías, etc. Y más adelante, donde se dice:
gocen una competente dotación de bienes raíces, se omita todo lo demás que
sigue hasta el fin, y se ponga en su lugar y que las tierras que se repartan para
los prevenidos fines, ya sean compradas con fondos públicos, ya valdías o
44
Idem.
1458
NUEVAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TEMA DE LAS ORDENANZAS DE INTENDENTES
realengas, pasen a los que les cupieren, sean indios o de otras castas, con solo
el dominio útil y precario, quedando el directo reservado a mi Real corona
y al fondo público respectivamente, y cuidando los Intendentes de que unos
y otros las cultiven en su propio beneficio, haciéndoles conocer y entender
quánto interés y utilidad les resultará de esta piadosa disposición mía, y que
a aquéllos que no aplicasen a utilizar debidamente las tierras que se les hu-
biesen repartido, se les quitarán (como mando se execute sin contemplación)
y darán a otros que lo cumplan”.
45
SAN MARTINO DE DROMI, Constitución Indiana, Op. Cit.
46
Real Ordenanza para el establecimiento é instrucción de intendentes de exército y
provincia en el reino de la Nueva España, Op. Cit.
1459
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS
PROVINCIAS UNIDAS DEL RÍO DE LA PLATA: PERVIVENCIAS
INDIANAS EN LAS CONSTITUCIÓN DEL SOBERANO CONSEJO
DE SAN BORJA (1828) *
Alfredo de J. Flores**
Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Brasil)
[email protected]
Resumen: La presente investigación tiene por objeto el análisis del lenguaje de do-
cumentos producidos en el contexto de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en que se
percibe todavía el uso del aparato conceptual típico del período indiano en materia políti-
ca. Por fuentes de la época, se ve que la llamada Campaña del Norte, bajo el comando de
Fructuoso Rivera, introduce términos indianos, en especial sobre los cabildos, junto a la
afirmación de la política liberal de independencia de territorios del antiguo Virreinato del
Río de la Plata. Además, sería central en ese punto la constitución del Soberano Congreso
de San Borja en el año de 1828, en que coexisten elementos indianos y liberales para la
formación del entonces Estado de Misiones en el territorio oriental al Río Uruguay y ante-
riormente al homónimo argentino que surgirá en la orilla occidental.
Palabras clave: territorio oriental de las misiones guaraníes, Provincias Unidas del
Río de la Plata, nociones políticas y jurídicas indianas, cabildos, Soberano Congreso de
San Borja (1828), Fructuoso Rivera.
*
Texto final referente a la ponencia que se presentó en el “XIX Congreso del Instituto
Internacional de Historia del Derecho Indiano” en 29 de agosto de 2016, evento organizado
por el mismo Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano con el apoyo del Ins-
tituto Max-Planck para la Historia del Derecho Europeo (MPIer, Frankfurt am Main), en
su sed en Berlín (Harnack-Haus Tagungsstätte der Max-Planck-Gesellschaft).
** Doctor en Derecho y Filosofía por la Universitat de València (España). Profesor Aso-
ciado de Metodología Jurídica (Universidade Federal do Rio Grande do Sul-UFRGS, Porto
Alegre, Brasil). Profesor Permanente del Programa de Posgrado stricto sensu en Derecho
(PPGDir-UFRGS). Miembro correspondiente del Instituto de Investigaciones de Historia del
Derecho (IIHD-Argentina). Miembro del Instituto Brasileiro de História do Direito (IBHD).
Miembro efectivo del Instituto Histórico e Geográfico do Rio Grande do Sul (IHGRGS).
1461
ALFREDO DE J. FLORES
Abstract: The present investigation has as its object the analysis of the language
of documents that have been written in the context of the emergence of the Provincias
Unidas del Río de la Plata in which is still perceived the use of the typical conceptual
apparatus of the Indian period relating to the political matter. Thus, from the reading of
sources from the time of the so-called Northern Campaign, under the command of Fruc-
tuoso Rivera, the presence of colonial terms is perceived, especially as far as the “cabil-
do” is concerned, together with the affirmation of the liberal politics of independence of
territories of the former Virreinato del Río de la Plata. Of central importance here is the
constitution of the Sovereign Congress of San Borja in 1828, where indigenous and liberal
elements coexist for the formation of the State of Misiones, that is, in the eastern territory
of the Uruguay River and formerly the Argentinean homonym, which later emerged on
the western shore.
Keywords: eastern territory of the Guaraní missions, United Provinces of the Rio de
la Plata, political and legal notions of colonial period, cabildos, Soberano Congreso de San
Borja (1828), Fructuoso Rivera.
1. Introducción
1462
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
1463
ALFREDO DE J. FLORES
De la campaña que emprendió Fructuoso Rivera como Jefe del Ejército del
Norte nos interesaría solamente las descripciones que se dan en los escritos
de la época, transcritos por una bibliografía secundaria pero rigurosa. En su
libro sobre la independencia del territorio de Misiones por parte de Rivera,
Agustín Beraza1 recuerda la estrategia utilizada por ese caudillo en que los
elementos del período jesuítico de las misiones guaraníes suelen aparecer,
siempre como forma de legitimación del nuevo orden republicano-liberal.
Por eso asevera Beraza que Rivera “al mismo tiempo, atendió un aspecto,
fundamental, para tranquilizar a los habitantes: el aprovisionamiento de los
Pueblos, mientras que la economía misionera no saliera del colapso provoca-
do por la invasión y el abandono de las tareas agrícolas y rurales, adquirien-
1
Es nuestro entendimiento que la citada obra (AGUSTÍN BERAZA, Rivera y la inde-
pendencia de las Misiones, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1971), a pesar de
tener un formato al estilo “pocket”, es una de más importantes obras sobre el asunto, y tal
vez la última que presente autoridad en el tema. Entre tanto, las fuentes citadas en la obra
no estarían todas en los lugares que el autor asigna. En visita al Archivo General de la Na-
ción (Montevideo, Uruguay), en septiembre de 2016, después de la constatación de algunos
problemas, se comentó que pudo haber ocurrido que la persona que hizo copia de todo ese
material y que después habría repasado al dr. Beraza tenga se equivocado al definir las pas-
tas o fondos. De todos modos, eso no perjudica el trabajo intelectual del citado historiador
ni tampoco descalifica esa obra.
1464
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
2
BERAZA, op. cit., p. 19.
3
Ídem, p. 24.
4
Ídem, p. 26.
5
Ídem, p. 27.
6
Ídem, p. 28.
1465
ALFREDO DE J. FLORES
7
BERAZA, op. cit., p. 31.
8
Ídem, p. 32.
9
Ídem, p. 33.
10
Ídem, p. 35.
11
Ídem, pp. 43-44.
1466
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
12
Cuanto a eso, el posible tener en cuenta la referencia del historiador Antonio Díaz:
1467
ALFREDO DE J. FLORES
“Muchas veces, al frente de ejércitos en la guerra civil, recorrió las 80,000 millas cua-
dradas del territorio nacional, pudiendo decirse que era el primer vaqueano de su país,
porque los primeros prácticos que lo acompañaban, reconocían en él aquella superioridad
que tanto contribuyó a la guerra de recursos que sostuvo por largos años. Conocía todo el
territorio, teatro de sus empresas, palmo a palmo; tenía en toda la República numerosas
relaciones; se convertía en padrino de todo negro, indio o blanco que nacía, ya fuese de
padres orientales o extranjeros, pidiendo sus ahijados con anticipación” (ANTONIO DÍAZ,
“Fructuoso Rivera: algunos rasgos de su vida”, Revista del Instituto Histórico y Geográfi-
co del Uruguay, tomo IV, Montevideo, 1925, p. 325).
13
El historiador riograndense Emílio Fernandes de Souza Docca dice en 1931, con base
en el Bosquejo histórico de la República Oriental del Uruguay de F. A. Berra, que “Rivera,
a seu turno, completando o pensamento de Lavalleja e de accôrdo sempre com as idéas de
Artigas, resolveu accommetter a conquista das Missões Orientaes proclamada desde 1813
entre as condições de encorporação de Montevidéo ás Provincias Unidas do Rio da Prata”
(EMÍLIO FERNANDES DE SOUZA DOCCA, O Brasil no Prata: 1815-1828, Primeira parte:
occupação da Banda Oriental, Separata da Revista do Instituto Historico e Geographico do
Rio Grande do Sul, XI anno, I trimestre, Porto Alegre, Typographia do Centro, 1931, p. 69).
14
ALBERTO PALOMEQUE, El general Rivera y la Campaña de Misiones (1828), Bue-
nos Aires, Arturo E. López Editor, 1914, p. 39.
15
Ídem, pp. 39-40.
16
En ese sentido, afirma Palomeque: “Y el general don Fructuoso Rivera, y el mayor don
Bernabé Rivera, y el capitán don Felipe Caballero, los perseguidos de 1826, como resueltos
1468
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
a entregar la Provincia Oriental entre las garras brasileras, serían quienes comandarían las
tres valientes divisiones que iban a reconquistar las Misiones Orientales, y obligar al Imperio
a hacer la paz y declarar la independencia de la Provincia” (énfasis del autor – ídem, p. 224).
17
En ese sentido, recuerda Emílio Souza Docca la posición de Artigas desde el inicio de
sus campañas en sus famosas Instrucciones: “nas encomiadas instrucções de 13 de abril
de 1813, dadas por Artigas aos cinco deputados que enviou ao Congresso Constituinte das
Provincias Unidas, se lê em seu artigo 9º: ‘Que os sete povos de Missões, os de Batovi,
Santa Tecla, S. Raphael e Taquarembó, que hoje occupam injustamente os portuguezes e
que em tempo opportuno devem ser reclamadas, serão em qualquer tempo território desta
Provincia” (SOUZA DOCCA, op. cit., p. 68).
18
Así, explica Fabrício Prado: “Ao dia 18 do mês de janeiro de 1817, forças navais e
terrestres luso-brasileiras, comandadas pelo general Carlos Frederico Lecor, conquista-
ram Montevidéu, forçando as tropas de Artigas para a campanha. Nos meses seguintes,
também as cidades de Colônia, Mercedes, Paysandú e Maldonado tornaram-se redutos
luso-brasileiros. Dispondo do controle de importantes centros urbanos e portuários da
Banda Oriental, rapidamente o fluxo mercantil foi restabelecido (...). No interior da Ban-
da Oriental, entretanto, grande parte das comunidades mantinha-se leal ao projeto arti-
guista. A guerra na campanha prolongou-se até 1820, quando as tropas artiguistas foram
derrotadas em Tacuarembó pelas forças de Lecor, e o caudilho Fructuoso Rivera aceitou
um acordo proposto pelo chefe militar brasileiro” (FABRÍCIO PRADO, “A presença luso-
brasileira no Rio da Prata e o período cisplatino” en EDUARDO SANTOS NEUMANN,
LUIZ ALBERTO GRIJÓ (org.), O Continente em armas: uma história da guerra no sul do
Brasil, Rio de Janeiro, Apicuri, 2010, p. 83-84).
1469
ALFREDO DE J. FLORES
1470
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
Ahora, desde otro punto de vista que igualmente nos interesa, se puede decir
que, de manera general, lo que se sucedía en lo restante del territorio del anti-
guo Virreinato del Río de la Plata en esa misma época sería la extinción de los
cabildos. Tomando el ejemplo que nos da el profesor Jorge Roberto Emiliani,
él asevera que “luego de 1810, el Cabildo de Córdoba, al igual que todos los
existentes en el país, fue perdiendo poco a poco su importancia. La crisis que
se desató a partir de 1820, trajo en definitiva la ruptura del viejo orden colo-
nial y así desaparecieron todos los cabildos. El nuestro fue suprimido el 30 de
diciembre de 1824 por orden del Gobernador Juan Bautista Bustos”21. Aquí
tenemos una paradoja – por esos años en el territorio rioplatense, en algunos
locales se extinguen a los cabildos, mientras que en otros ellos reciben una
sobrevida, aunque hablemos eso dentro de la imposición del discurso liberal.
Ese sería el segundo punto de vista de análisis de los usos lingüísticos de
esa época: la realidad de los cabildos en una región de fronteras y de cambios
de comando, demostrando el carácter peculiar y distinto de los sucesos que
se darían en otras regiones próximas. Se puede tomar la libertad de afirmar
que ese punto es poco explorado en la historiografía, de que esos cabildos
tendrían una existencia peculiar que no se resumiría a esquemas teóricos de
cabildos y sus actas capitulares. Sería relevante comprender la génesis de al-
gunos modelos de textos de actas o la peculiaridad de cada región con su lista
de títulos de los cabildantes22, pero habría la necesidad de algo más, más aún
21
JORGE ROBERTO EMILIANI, El cabildo, Cuadernos de Historia, n. 13, Córdoba,
Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1994, p. 40.
22
En texto de referencia sobre la estructura del cabildo entre los pueblos de las re-
ducciones jesuítico-guaraníes, Sandra Díaz de Zappia apunta para un modelo de cabildo
indígena: “el gobierno de la reducción estaba integrado por autoridades indias, a saber: un
corregidor, un teniente de corregidor, dos alcaldes de primero y segundo voto, un alcalde
de la Hermandad, un alférez real, cuatro regidores, un alguacil mayor, un procurador o
mayordomo y un escribano. Cualitativamente, las autoridades era a veces de extracción
social ‘noble’” (SANDRA L. DÍAZ DE ZAPPIA, “Participación indígena en el gobierno de
las reducciones jesuíticas de guaraníes”, Revista de Historia del Derecho, n. 31, 2003,
p. 97-98). Esa importante información refleja el modelo legal de funcionamiento de los
cabildos en la región, en especial en parte del territorio de las Misiones orientales que ha-
bían mantenido toda la estructura de la administración posterior a los jesuitas; con todo,
1471
ALFREDO DE J. FLORES
el contexto macro-político iba hacia la caída de forma rápida del poder y representatividad
de esos cargos municipales, eso porque se dieron varios cambios en la administración de
esos territorios después de 1767, en el período posterior a los jesuitas.
23
Sobre dichos sucesos, la Sala de Representantes de Corrientes presenta una posición
muy clara: “El Honorable Congreso de la Provincia, en vista de los documentos, que le ha
presentado el Poder Ejecutivo relativos a los pasos que ha dado el Excelentísimo Gobierno
de Buenos Aires (respecto al grupo insignificante que habitaba el territorio de Misiones)
y teniendo en consideración lo opuesto que están ellos con los intereses de la Provincia,
que representa, por las razones que tiene dadas ya en su manifiesto de 12 de Noviembre
de 1827 y por considerar también degradante al decoro de la Nación, y al de la Provincia
de Corrientes en particular, el hacer figurar en la Convención Nacional unos Represen-
tantes cuya representación es enteramente imaginaria por no haber existido, ni existir
los elementos que puedan constituir la tal Provincia de Misiones” (“Sanción de la Sala de
Representantes de Corrientes, abril 1º de 1828” en ALBERTO PALOMEQUE, El general
Rivera y la Campaña de Misiones (1828), cit., pp. 483-484).
24
El Intendente J. J. Durán asevera lo siguiente, en la Circular enviada a los Cabildos
en razón de la convocación de un Congreso por el Barón de la Laguna: “En ese concepto,
y para que se cumpla la Soberana Voluntad de El-Rey, y que pueda la Provincia decidir lo
que convenga à sus verdaderos intereses por el órgano de sus legítimos, Representantes,
convoco como Gefe politico un Congreso de Diputados de los pueblos y Departamentos de
toda la Provincia que deberán ser elegidos en la forma prescripta en las adjuntas instruc-
ciones como las adecuadas à las circunstancias del país, à su población y à los usos reci-
bidos. Al efecto, y en el momento que V. E. (ó V. S.) reciba esta Circular, procederá à citar
los Alcaides ordinarios ó territoriales de los pueblos de esa Jurisdicción (…) para que con-
curran à esa Villa (ó Ciudad) el día que V. E. (ó V. S.) determine, y en unión con ese M. I.
Cabildo (ó Exmo. Cabildo) nombren à pluralidad de votos el Diputado ó Diputados por ese
Departamento en la forma y con las calidades que individualmente previenen las adjuntas
instrucciones” (“Circular a los Cabildos – Juan José Durán, intendente de la Provincia
1472
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
en las estrategias “liberales” de la época – claro que como acto político del
Barón de la Laguna, el Capitán General de Montevideo, en el momento de
presión política liberal sobre el Rey D. Juan VI de Portugal, cuando Laguna
vuelve a Europa e intenta una solución para la Provincia, solución esa que tal
vez no fuese la “Real voluntad”. De hecho, Carlos Lecor dirigió el Congreso
para la incorporación al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, pero ha-
bía una posición en el gobierno portugués25 a favor de la independencia del
Estado cisplatino, que resultó ser todo lo contrario de la política implemen-
tada por Lecor. Por esa época, con el fortalecimiento de Lecor, el Barón de la
Laguna, la actuación política de Rivera se dirigió en el sentido de trabajar en
el mismo compás, aunque en pocos años, cuando el propio Lecor sufre con
la oposición a su administración en la Provincia Cisplatina, se va delineando
el movimiento por la independencia del Estado Oriental, donde Rivera actúa
en el nuevo escenario de modo distinto. Ahora bien, no se puede olvidar que
la estrategia adoptada por Rivera en las Misiones Orientales en 1828 con re-
lación a la representación política, con el llamamiento del Congreso de San
Borja, empleando los cabildos como base, no fue novedad, pues hasta Lecor
había empleado algo similar en 1821 en el contexto cisplatino.
Por fin, surge la cuestión más genérica, que sería el tercer punto de vista a
trabajar, es decir el tema de la administración de ese territorio de las Mi-
siones orientales. Un aspecto muy especial de ese contexto ya lo afirmaba el
profesor Ots Capdequí cuando recordaba el cambio que los Borbones hacen al
establecer las “intendencias”26 y, en particular para ese estudio, la Ordenanza
1473
ALFREDO DE J. FLORES
minuída su autonomía” (JOSÉ MARÍA OTS CAPDEQUÍ, El Estado español en las Indias,
3ª ed., México, Fondo de Cultura Económica, 1957, pp. 76-77).
27
La opinión de Juan Agustín García es en el sentido de entender el cabildo indígena
dentro del espacio jesuítico como una “parodia” o “mentira”. En eso, sigue a Félix Azara
en su Descripción e historia cuando este habla que la presencia de corregidor, alcaldes
y regidores indios no significaría jurisdicción, por la obediencia a las órdenes del cura –
JUAN AGUSTÍN GARCÍA, La ciudad indiana (Buenos Aires desde 1600 hasta mediados
del siglo XVIII), Buenos Aires, Ediciones Antonio Zamora, 1955, pp. 243-244.
28
CONSTANTINO BAYLE, Los cabildos seculares en la América española, Madrid,
Sapientia, 1952, pp. 375-376.
29
Con relación a los vínculos entre orientales y riograndenses, si la historiografía tradi-
cional se amparaba desde el siglo XIX en la visión nacionalista de oposición por la guerra,
1474
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
la percepción desde mediados del siglo XX fue de acentuar también los lazos familiares
y mercantiles entre ambos grupos sociales. Ejemplo de eso nos daría José Honório Ro-
drigues: “A seguir, tem grande importância para a formação do Rio Grande a disputa ar-
mada, isto é, a luta que se inicia entre 1762 e 1777, com a invasão e o domínio espanhol.
(...) É nesta hora, com o domínio espanhol de quinze anos e a incorporação das missões
orientais, que influências platinas e correntinas se fazem sentir como capas culturais que
se integram no conjunto e tendem a quebrar a unidade da cultura lusa imposta à região.
Os dois rio-grandes (...) se encontram e se fundem, deixando em cada um as marcas dêste
contato” (JOSÉ HONÓRIO RODRIGUES, O Continente do Rio Grande, Rio de Janeiro,
Edições São José, 1954, p. 59).
30
“Reglamento para los pueblos de Misiones, por Manuel Belgrano, 30 de diciembre de
1810”, en MUSEO MITRE, Documentos del Archivo de Belgrano, tomo III, Buenos Aires,
Imprenta de Coni Hermanos, 1914, p. 126.
31
Ese concepto lo presenta J. E. Pivel Devoto: “producida la ruptura del orden provincial
en 1817, y por espacio de diez años, asistimos a un proceso de integración y desintegración
en el que se perfilan las dos tendencias antagónicas señaladas. Mientras Artigas, con los
pueblos que le seguían fieles, opuso indomable resistencia en defensa de la integridad terri-
torial, en cuya lucha se modeló definitivamente el sentimiento orientalista que subsistiría
después de 1820 como una llama inextinguible, Montevideo, desde 1817, renovó su plan
de unidad que le tendría por centro, pero concibiéndola entonces bajo la forma de Reino
autónomo – el Reino Cisplatino – dentro de la monarquía lusitana” – JUAN E. PIVEL
DEVOTO, “Prólogo” en FRANCISCO BAUZA et alii, La independencia nacional, tomo I,
Biblioteca Artigas (Colección de Clásicos Uruguayos, vol. 145), Montevideo, Ministerio de
Educación y Cultura, 1975, p. XVII.
1475
ALFREDO DE J. FLORES
32
“Proclama de los corregidores de los pueblos de San Miguel y San Carlos a los ha-
bitantes de los pueblos del Paraná, 16 de octubre de 1827”, en MARCOS A. MORÍNIGO,
“Sobre los cabildos indígenas de las Misiones”, Revista de la Academia de Entre Ríos,
Paraná, Nueva Impresora, año 1, n. 1, 1946, p. 35.
33
Sobre eso, comenta Pablo Blanco Acevedo que “así fue en verdad, y mientras desde
el ejército del Yaguarón volaban al Ibicuy las felicitaciones y los elogios por el éxito de la
brillante jornada, y arribaban hasta Río de Janeiro los ecos del nuevo desastre para las
armas del Imperio, en Buenos Aires, sin dilación alguna, decidíase apresuradamente el
nombramiento de los Plenipotenciarios argentinos que deberían tratar la paz con el Bra-
sil” – PABLO BLANCO ACEVEDO, La independencia nacional, tomo II, Biblioteca Artigas
(Colección de Clásicos Uruguayos, vol. 146), Montevideo, Ministerio de Educación y Cul-
tura, 1975, p. 208.
34
De su parte, Lord Ponsonby defendió la solución del Tratado para el territorio de Mi-
siones: “A uno de estos arreglos deseo llamar la atención particular de V. E. Es aquel que
establece la inmediata desocupación de las Misiones por las tropas (ya sea bajo el mando
del general López o del general don Fructuoso Rivera, o de cualquiera otro comandante),
que ahora ocupan militarmente esa Provincia. Puedo informar a V. E. que si este punto no
hubiese sido concedido por los Plenipotenciarios Republicanos, la Paz no hubiera podido
jamás realizarse” (“Despacho de Lord Ponsonby al General Juan Antonio Lavalleja, 31 de
agosto de 1828” en PABLO BLANCO ACEVEDO, La independencia nacional, cit., p. 223)
35
Sigue hablando Ponsonby en el despacho: “Concluyo, por tanto, que se darán órdenes
inmediatamente para la evacuación de las Misiones. Sobre este punto sólo tengo que repetir
lo que antes he dicho, que si las Misiones no son evacuadas, todavía habría que combatir
por la Independencia de la Banda Oriental. Montevideo no sería evacuada por los brasile-
ños, y la guerra podría durar todavía por un espacio de tiempo indefinido” (Ídem, p. 224).
1476
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
36
Así, el Gobernador oriental en la época, general Lavalleja, afirma que “en cuanto a la
desocupación de los Pueblos de las Misiones, soy de opinión que el Gobierno de la Repú-
blica no trepidará en comunicar terminantes órdenes para que se verifique, mayormente
cuando su negativa envuelve el que no pueda ajustarse la Paz, como V. E. lo indica” (“Carta
del General Juan Antonio Lavalleja al Lord Ponsonby, 20 de septiembre de 1828” en PA-
BLO BLANCO ACEVEDO, cit., p. 226).
37
Según nos explica João Paulo Garrido Pimenta: “Coisas diferentes são tomadas por
equivalentes, e daí emerge a construção do novo. Vimos como povos eram expressão das
partes constitutivas da nação-monarquia do século XVIII. A utilização aqui de Províncias
demonstra a persistência da idéia de ‘partes do Vice-Reino do Prata’, com uma diferença
significativa: o uso do termo no plural, denotando já uma especificidade da época” – JOÃO
PAULO GARRIDO PIMENTA, Estado e nação no fim dos impérios ibéricos no Prata
(1808-1828), 2ª ed., São Paulo, Editora Hucitec, 2006, p. 130.
38
Según explica José Carlos Chiaramonte, “el mayor problema que enfrentaban los lí-
deres de los movimientos de independencia hispanoamericanos era el de la urgencia de
sustituir la legitimidad de la monarquía castellana. Desde la Nueva España hasta el Río de
la Plata, como es sabido, la nueva legitimidad se buscó por medio de la prevalenciente doc-
trina de la reasunción del poder por los pueblos. Concepto éste, el de pueblo, por lo común
sinónimo del de ciudad” (énfasis del autor en el texto – JOSÉ CARLOS CHIARAMONTE,
Nación y Estado en Iberoamérica: El lenguaje político en tiempos de las independencias,
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2004, p. 64).
39
Ídem, p. 67.
1477
ALFREDO DE J. FLORES
dades capitales –a veces con apoyo en parte de las elites de otras ciudades–
que proyectaban la organización de un Estado centralizado bajo su dirección”.
Es ese contexto muy rico en detalles: de un lado, se inicia el proceso de
extinción de los cabildos40, que en poco tiempo son reemplazados por las le-
gislaturas; de otro, los pueblos y sus cabildos reciben atención para la confor-
mación de las provincias, en un nuevo contexto en que la noción de soberanía
asume gran relevancia. Y como recuerda Chiaramonte, los usos designan al
menos dos formas de comprensión de los vínculos entre las partes, las pro-
vincias, sea la federación como la confederación41. Sería eso que estaría en
juego en el contexto de las emancipaciones en Hispanoamérica.
En otros términos, dichas “provincias” se entienden como “soberanas”
en el sentido de que serían como Estados independientes (es interesante re-
cordar que Rivera hace justamente eso en Misiones, convirtiendo tal territo-
rio como Estado independiente de Brasil para luego se proceder a la incorpo-
ración a la Argentina). El uso de ese vocablo “provincia” se encontraba, según
Chiaramonte, entre “el antiguo sentido que poseía en la administración colo-
nial hispana y los que fue adquiriendo en el proceso indefinido hasta 1816”42.
Las antiguas provincias del Virreinato del Río de la Plata, reorganizadas por
las Ordenanzas de Intendentes en el final del siglo XVIII, se perciben sin rum-
bo con la decadencia de la Monarquía española; procesos de reunificación
política llegan a emplear tal término ahora como parte de un todo rioplaten-
se, en que la provincia recibe nuevo sentido – además de la desagregación de
las antiguas provincias en nuevas provincias. La nomenclatura sigue siendo
empleada, como aclara Chiaramonte43, fuese con el esquema bonaerense por
40
Apunta J. C. Chiaramonte en otra obra: “Luego de 1820 comenzaron ensayos de re-
gímenes representativos en las provincias. Las intendencias no subsistieron luego de esa
crisis, y asimismo todos los cabildos existentes en el territorio del ex Virreinato serían
suprimidos, entre 1822 y 1834, y sustituidos por las legislaturas” – JOSÉ CARLOS CHIA-
RAMONTE, Usos políticos de la historia: Lenguaje de clases y revisionismo histórico,
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2013, p. 211).
41
Sobre eso habla J. C. Chiaramonte: “La confusión es inevitable si no percibimos la
peculiaridad de un vocablo que en la época reunía a la vez la resonancia del viejo término
de la administración estatal hispana y la intencionalidad que le dieron los transitorios
gobiernos centrales de los primeros años de vida independiente” – JOSÉ CARLOS CHI-
ARAMONTE, “El federalismo argentino en la primera mitad del siglo XIX” en MARCELO
CARMAGNANI (comp.). Federalismos latinoamericanos: México / Brasil / Argentina,
México, El Colegio de México/FCE, 1993, p. 94.
42
Ibídem.
43
Ídem, p. 95.
1478
LA REINTEGRACIÓN DE LAS MISIONES ORIENTALES A LAS PROVINCIAS UNIDAS...
5. Consideraciones finales
A pesar del carácter todavía preliminar de esa investigación, nos parece que
el uso del modelo interdisciplinar y multilateral al menos puede alumbrar la
complejidad del escenario. Así, no se puede hablar de un continuum de los
cabildos indígenas a punto de determinar la retórica de guerra adoptada por
Rivera, como tampoco se puede deducir la ratificación por el caudillo de la
estructura capitular como base del Congreso de San Borja en 1828 como algo
que sería simple ornamentación discursiva. Tales discursos se entrecruzan
tomando un nuevo significado con el tiempo. La contemporánea historiogra-
fía en Uruguay, en sus distintos tipos ideológicos, apunta hacia la singulari-
dad de los acontecimientos históricos. De un lado, Diego Bracco anota: “al
parecer coincidieron temporalmente circunstancias del máximo esplendor de
los pueblos de misiones con variables relacionadas a su decadencia”45. Por
eso, recuerda el éxodo de los hombres que iban a la interacción con la cam-
paña, en que se especializaban en las faenas ganaderas, resultando después
en el nuevo elemento social de ese contexto, el gaucho. Además, Bracco ha
44
Ídem, p. 96.
45
Ver: DIEGO BRACCO, Charrúas, guenoas y guaraníes. Interacción y destrucción:
indígenas en el Río de la Plata, Montevideo, Lunardi y Risso, 2004, p. 298.
1479
ALFREDO DE J. FLORES
46
Ibídem.
47
Ver: ÓSCAR PADRÓN FAVRE, Ocaso de un pueblo indio: historia del éxodo guara-
ní-misionero al Uruguay, Montevideo, Editorial Fin de Siglo, 1996, p. 253.
48
Ver: ALFREDO DE J. FLORES, “Lecturas historiográficas brasileñas en torno a las
Misiones orientales del Uruguay y la tradición institucional indiana”, Revista de Historia
del Derecho, v. 42, 2011, pp. 197-206.
49
Ver su texto fundamental: ERNESTO J. A. MAEDER, Misiones del Paraguay: con-
flictos y disolución de la sociedad guaraní (1768-1850), Resistencia, Contexto Libros,
2014, p. 274.
50
Pensamos en la referencia obligatoria del escrito de Víctor Tau Anzoátegui sobre tales
categorías – VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, “La configuración del Derecho indiano pro-
vincial y local: Cuestiones metodológicas y desarrollo de sus fases históricas” en VÍCTOR
TAU ANZOÁTEGUI, ALEJANDRO AGÜERO (coord.), El derecho local en la periferia de
la monarquía hispana: Río de la Plata, Tucumán y Cuyo, siglos XVI-XVIII, Buenos Aires,
Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2013, p. 23.
1480
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES
Y SU CLASIFICACIÓN ENTRE ESPAÑA Y AMÉRICA (SIGLOS XVIII-XIX)
Abstract: This paper deals with the meaning of the change that took place in the Spa-
nish-American tradition from the concept of “moral person” to “juridical person” during
the nineteenth century –when it happened–. The first concept, stemming from canon law,
excluded companies, especially joint-stock companies considered just a contract without
liability for its members. The second concept, advanced by C. F. von Savigny, and used
both by A. Bello and P. Gómez de la Serna, added companies to corporations. The term
“juridical person” did succeed in Chile during the first half of nineteenth, but not in Spain.
This fact let us not only compare law in both countries, but also to study the limits and
preservation of Spanish-American juridical tradition in order to legislate on new socio-
economic institutions and, at the same time, the supposed “underdevelopment” (Ch. R.
Means) in relation Anglo-American doctrine.
Keywords: juridical person, moral entity, corporations, Andrés Bello-Pedro Gómez
de la Serna, Spain, America.
1481
JAVIER GARCÍA MARTÍN
“Iddio creò l‘uomo a propia imagine e somiglianza, ma l’uomo non volle es-
sergli da meno: creò a imagine e somiglianza propia, la persona giuridica”1.
Así comienza uno de los capítulos dedicados por F. Galgano a la persona ju-
rídica, en el que, con ironía, constata la pretensión de “inmortalidad” de las
universitas, collegia, societates y corporaciones en general, no sólo durante
el Antiguo Régimen sino también bajo el constitucionalismo.
No se trata, en especial bajo el ius commune, de imágenes retóricas.
Tenía que ver con el Derecho canónico, tan decisivo en la difundida doctrina
de la persona ficta, –en realidad un nomen iuris que, aunque atribuía a las
corporaciones los beneficios del menor sujeto a tutela2, permitía el manteni-
miento del principio de subsidiaridad de sus miembros en la responsabilidad
patrimonial de éstas3–, no desligable de la consideración de la Iglesia como
cuerpo místico e inmortal que podía trasladarse a casi todas las corpora-
ciones. Y lo relevante es que la imagen no se constataba sólo en el ámbito
católico.
1
FRANCESCO GALGANO, “La superbia dell’uomo” en Tutto il rovescio del diritto, Mi-
lán, Giuffrè, 2007, p. 24.
2
Correspondía la restituio in integrum a las iglesias, ciudades, universidades, conce-
jos, corporaciones y comunidades que hubieran sufrido algún daño EUGENIO DE TAPIA,
Febrero Novísimo o Librería de Jueces, Abogados y Escribanos, Valencia, Imprenta de
Ildefonso Mompie, 1828, t. I, p. 6.
3
“E allora non stupisce che anche nella dottrina successiva a Innocenzo IV, tra le maglie
della teoria della finzione riaffiorassero concezioni che si potrebbe chiamare di stampo
germanico… ad esempio … la corresponsabilità per le obbligazioni dell’universitas” [ITA-
LO BIROCCHI, “Persona giuridica nel diritto medievale e moderno” en RODOLFO SACCO
(ed.) Digesto del discipline privatistiche. Sezione Civile, Utet, 1998, t. XII, pp. 407-420,
pp. 414-415]. La solución había sido más jurídica que filosófica como muestra SANTIA-
GO BUENO SALINAS, La noción de persona jurídica en el Derecho canónico, Barcelona,
Universitat-Ed. Herder, 1985, pp. 22-23. Asimismo, A. M. PUNZI NICOLÒ, “La persona
giuridica in diritto canonico.Tra valorizzazione e relativizzazione en LEO PEPPE (ed.) Per-
sone giuridiche e storia del diritto, Turín, Giapppichelli, 2004, pp 89-110.
1482
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
4
STEWART KYD, Treatise on the Law of Corporations, Londres, Printed for J. But-
terworth, Fleet-Street, 1795, 2 vols, v. I, p. 13. En su concepción, “a corporation, or a body
politic, or body incorporate, is a collection of many individuals, united into one body, under
a special denomination, having perpetual succession under an artificial form, and vested,
by the policy of the law, with the capacity of acting, in several respects, as an individual”.
5
Ibidem, v. I, pp. 6 y pp. 15-17: “a corporation is a political institution; incorporation is
the act by which that institution is created” (p. 13).
6
Una relación exhaustiva de las medidas revolucionarias francesas respecto a las corpo-
raciones religiosas y laicas en AUGUSTE DUMAS, “Personnes morales” en R. NAZ (ed.),
Dictionnaire de Droit Canonique, París, Librare Letouzey, 1957, t. 6, pp. 1359-1420, pp.
1407-1412.
7
Diario de Sesiones de las Cortes generales y extraordinarias de nº 827, Sesión de 3
de junio de 1813, p. 5413. El proyecto de decreto en pp. 5389-5390. El Decreto definitivo
1483
JAVIER GARCÍA MARTÍN
es de 8-6-1813 [Colección de decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias desde 24 de febrero de 1813 hasta 14 se septiembre del mismo año, t. IV,
Decreto CCLXII, p. 86].
8
CARLOS PETIT, “Derecho mercantil y Constitución (1812)” en Historia del Derecho
mercantil, Madrid, Marcial Pons, 2016, pp. 315-347, pp. 322-323.
9
CARLOS GARRIGA y MARTA LORENTE, “El modelo constitucional gaditano” en Cá-
diz, 1812. La constitución jurisdiccional, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitu-
cionales, 2007, pp. 373-392, p. 390.
10
La Constitución de Cádiz prohibía expresamente la concesión de privilegios exclusi-
vos “a persona ni corporación alguna” (art. 172.9ª).
11
JORDI MALUQUER DE MOTES i BERNET, La fundación como persona jurídica en
la codificación civil: de vinculación a persona (Estudio de un proceso), Barcelona, Uni-
versitat,1988, pp. 112-117.
1484
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
12
LASSO GAITE, Crónica de la Codificación española. 4. Codificación civil, Madrid,
Ministerio de Justicia-Comisión general de Codificación, 1970, p. 50. El Art. 273, inscrito
en el Tit. VIII: De las personas en general a quienes toca hacer efectivos los derechos y
obligaciones. Cap. 1: De la autoridad gubernativa- indicaba expresamente: “Toda persona
o cuerpo que ejerza autoridad en algún ramo de la Administración pública y gobierno del
estado en nombre de la ley debe ser obedecida cuando manda dentro de la esfera de sus
atribuciones. Puede a dicho fin emplear los medios coactivos que le haya concedido espe-
cialmente la ley; y siempre reclamar el auxilio de la persona en quien reside la autoridad
gubernativa superior o local”.
13
CARLOS PETIT, “Arreglo de consulados y revolución burguesa: en los orígenes del
moderno Derecho mercantil español” en Historia, Instituciones, Documentos 11 (1984),
pp. 255-312 y “Derecho mercantil y Constitución (1812)” op. cit., p. 327 y ss.
14
Dictamen de la Comisión especial de Comercio, Industria, Caminos y Canales sobre
las corporaciones gremiales y Consulados de Comercio, Agricultura y Artes, presentado
a las Cortes ordinarias de 1821, Madrid, Imprenta especial de las Córtes por D. Diego
García y Campoy, 1821, p. 9.
1485
JAVIER GARCÍA MARTÍN
15
Ibidem, p. 9.
16
Ibid., pp. 28 y 31.
17
AHFB (Archivo Histórico Foral de Bizkaia) Archivo Municipal de Bilbao. Sección An-
tigua 0355/001, nº 27. Consulta de letrados de 6 de Abril de 1830. “A muchas observa-
ciones daría lugar el problema de si el Consulado de Bilbao debe reputarse extinguido
totalmente en forma que se conceptúen destruidos enteramente los elementos de que se
componía. Las comunidades son unos cuerpos morales que pueden recibir modificaciones
ó alteraciones en la forma sin que por eso varíen en la esencia”.
18
JAVIER GARCÍA MARTÍN, “El orden internacional de la Respublica Christiana en
época constitucional. Derecho de gentes, bienes eclesiásticos y constitución en las nacio-
nes vicarias de España y México (primera mitad del s. XIX)” en e-SLegal History Review,
21 (2015), pp. 1-68. Sobre el concepto “monarquía vicaria”, vid. JOSÉ MANUEL PÉREZ-
PRENDES, Historia del Derecho español, Madrid, Universidad Complutense, 2004, v. II,
pp. 1507-1518.
1486
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
cional– siguiesen siendo los términos utilizados a ambos lados del Atlántico,
como términos relacionados, en los nuevos órdenes constitucionales que, en
definitiva, tomaban como referencia a Cádiz.
La ordenación jurídica iba pareja a la elección de unas u otras palabras
con las que definir las instituciones que ésta contemplaba.
Por ello, no deja de sorprender que Andrés Bello (1781-1865), en tanto
constructor jurídico-lingüístico del nuevo orden codificador iberoamerica-
no –es evidente que redactó el Proyecto de Código civil chileno de 1853 a
la vez que su conocida Gramática19–, optase por introducir en aquél, como
novedad –con la cautela que muestra siempre hacia los neologismos20–, el
término “persona jurídica” (juristische Person), que tomaría de C. F. von
Savigny21 –como la traducción al castellano que llevó a cabo de algunos tex-
tos de éste atestigua22–, frente al de “persona moral” generalizado en el s.
XVIII, a partir, fundamentalmente de Pufendorf y Heineccio, autores que,
en realidad partían, como en el Antiguo Régimen, de considerar la persona
como status (unas u otras facultades jurídicas basadas en la desigualdad) y
19
BERNARDINO BRAVO LIRA, “La difusión del Código civil de Bello en los países de
derecho castellano y portugués”en Revista de Estudios Histórico-Jurídicos 7 (1982), pp.
71-106 y JOSÉ MARÍA CASTÁN VAZQUEZ, “El Código civil de Andrés Bello y la unidad
del sistema jurídico iberoamericano” en Anuario de Derecho Civil 1982, pp. 121-129. So-
bre el orden jurídico IVÁN JAKSIC A., Andrés Bello: La pasión por el orden, Santiago
de Chile, Editorial Universitaria, 2001, pp. 189-215. Respecto al “orden gramatical” y los
neologismos, BALTASAR ISAZA CALDERÓN, La doctrina gramatical de Bello, Madrid,
Real Academia española, 1967 (2ª ed.). Últimamente, a este respecto ALEJANDRO GUZ-
MÁN BRITO, Vida y obra de Andrés Bello, considerado jurista, Madrid, Aranzadi, 2008,
pp. 63 y ss.
20
ANDRÉS BELLO, “Gramática” en Obras completas [O.C] Caracas, Ministerio de
Educación, 1951, t. IV: “La avenida de neologismos de construcción que inunda y enturbia
mucha parte de lo que se escribe en América y, alterando la estructura del idioma, tiende
a convertirlo en una multitud de dialectos irregulares… que… reproducirían en América lo
que fue la Europa en el tenebroso período de la corrupción del latín” en CARLOS AUGUS-
TO RAMOS NÚÑEZ, “El Código de Bello y la cultura del orden” en Derecho Virtual Nº 2
(julio-septiembre de 2006), pp. 1-10, p. 2.
21
HUGO HANISCH ESPÍNDOLA, “La influencia de Savigny en Bello en materia de per-
sonas jurídicas” en Revista de Estudios Histórico-Jurídicos 5 (1980), pp. 167-198.
22
“Este apéndice es un breve extracto de la doctrina de Savigny, Droit Romain, lib.
II, cap. 2 pp. 85 hasta 102” en Apéndice a Principios del Derecho romano según el or-
den de las Instituciones de Justiniano. En este momento, no obstante, no dudaba en
equiparar ambos conceptos: “En este apéndice diremos algo de las personas morales o
jurídicas”:ANDRÉS BELLO, en O. C. t. XVI, pp. 460-474.
1487
JAVIER GARCÍA MARTÍN
A las personas que solo tienen una existencia artificial, las designaremos
con el nombre de personas jurídicas; denominación que creemos más ade-
cuada que la de personas morales que otros usan, y que nosotros no hemos
tenido inconveniente en adoptar en dos de las ediciones anteriores de esta
misma obra; pero que en verdad reúne a su inexactitud el peligro de hacer
formar una idea equivocada del sentido que encierra25.
23
FRANCO TODESCAN, “Dalla persona ficta alla persona moralis. Individualismo e
matematismo nelle teorie della persona giuridica del. sec. XVII” en Quaderni fiorentini per
la storia del pensiero giuridico moderno [QF ] 11/12 (1982), t. I, pp. 59-93, pp. 90-91. Sobre
la separación homo/persona, CARLO BERSANI, “Genus hominum fluctuans. Appunti sul
nesso tra interpretazione delle condizioni paraservili e costruzione del concetto giuridico
di persona fra XVII e XVIII secolo” Rivista di Storia del Diritto italiano (2014), pp. 71-118.
24
Vid. ANTONIO RUIZ BALLÓN, Pedro Gómez de la Serna (1806-1871). Apuntes para
una biografía jurídica, Madrid, Universidad Carlos III, 2013. Los años de exilio entre 1843
y 1847 en Inglaterra y Francia resultarían decisivos para entrar en contacto con las ideas de
la Escuela Histórica, de las que se proclamaría en 1845 ferviente partidario (p. 108).
25
La edición de 1843, sin embargo, seguía partiendo del concepto de “persona moral”:
“La ley por medio de abstracciones y ficciones ha creado estas personas que podemos lla-
mar morales, y las ha hecho susceptibles de derechos y obligaciones como á los individuos”
PEDRO GÓMEZ DE LA SERNA, Y JUAN MANUEL MONTALBÁN, Elementos del Derecho
civil y penal de España, Madrid, Imprenta de D. Vicente de Lalama, 1843 (2º edición corr.
y aum.) t. I., p. 118 y 1845 (3ª ed. corregida y aum.), t. I, p. 311. El término “persona jurídica”
además lo había empleado ya Gómez de la Serna en 1842 en su Curso completo elemental
de Derecho romano…Madrid, Imprenta del Colegio de Sordo-Mudos, 1842, t. III, p. 32.
Bajo el epígrafe “personas jurídicas” indicaba: “Todo cuanto en el Estado además del hom-
bre es considerado como capaz de tener derecho se llama persona jurídica, moral o ficticia”.
1488
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
el Derecho romano como vía de la que partir para interpretar los conceptos
jurídicos de su época26–, es constatar la necesidad que los dos sintieron de
incluir el nuevo término en sus respectivos países, con fortuna, como se verá,
en el caso de Bello pero no en el Gómez de la Serna.
Como expuso R. Orestano, la tendencia de cambio fundamental entre
el s. XVIII y el XIX, en materia de corporaciones, fue desplazar el centro de
su definición de un orden objetivo previo a otro teóricamente “subjetivista”
como nomen iuris desde el que definir todas las relaciones jurídicas poste-
riores27. No obstante, la denominación dada a partir de entonces no fue la
misma en todas las tradiciones jurídicas, optándose por “persona moral” en
la codificación austriaca,”personnes morales” o “personnes civiles” en el De-
recho francés y “persona jurídica” en el Derecho alemán e italiano, aunque
teóricamente para dar cabida a una misma figura jurídica en todas ellas28. ¿El
cambio era sólo formal, readaptando la continuidad o se trataba de una con-
cepción moderna y rupturista?29 A dar respuesta a estos interrogantes, entre
otros, se dedican las páginas que siguen.
26
HESSEL E. YNTEMA, “Introducción al Derecho romano de Andrés Bello” en O. C., t.
XVI, pp. XI-LVI, pp. XLI-XLIII. Significativamente el modelo de exposición seguido por
Bello en sus Instituciones de Derecho romano (1843) sería el de Heineccio (1727). Por su
parte, para Gómez de la Serna “la escuela histórica a cuya cabeza se hallan Hugo y Savig-
ny…ha llevado la luz de la moderna filosofía á todas las partes del Derecho, a la historia,
como a los principios y ha logrado desterrar muchísimos errores…” [PEDRO GÓMEZ DE
LA SERNA, Curso completo…op. cit., t. I, p. XII].
27
RICCARDO ORESTANO, “Persona e persone giuridiche nell’età moderna” en Azione,
diritti soggettivi, persone giuridiche, Bolonia, Il Mulino, 1978, pp. 191-270, pp. 203-207.
28
FRED G. BÄR, “Juristische Personen I: Vereine” en MATHIAS SCHMOECKEL, JOA-
CHIM RACKERT y Reinhard ZIMMERMANN (ed.), Historisch-kritischer Kommentar
zum BGB, Berlín, Mohr Siebeck, 2003, v. I, pp. 232-271, pp. 237-238.
29
Sobre la importancia de la tradición en Bello, en especial el recurso a Partidas en
materia de personas, a diferencia de García Goyena, vid. REMEDIOS MORÁN MARTÍN,
“Tradiciones y rupturas en el Derecho de las Independencias” en MIGUEL ANXO PENA
(Coord.), El mundo iberoamericano antes y después de las Independencias, Salamanca,
Universidad Pontificia, 2011, pp. 279-304.
1489
JAVIER GARCÍA MARTÍN
30
Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las
voces, su naturaleza y calidad…Madrid, en la Imprenta de Francisco del Hierro, Impresor
de la Real Academia Española, 1729 , t. II, p. 687 voz “cuerpo” (p. 687) y t. V, voz “perso-
na” p. 234. Asimismo la voz “comunidad”, designa “el cuerpo que forma cualquier Pueblo,
Ciudad o República regido y gobernado de sus Justicias, Gobernadores, Magistrados o
otros superiores.
31
Lo pone de manifiesto, entre otras, Recopilación castellana de 1567 [vulgarmente
Nueva Recopilación] 1.7.35 en su edición de 1640 al hacer referencia a “Consejo, Tribunal,
Iglesia, Colegio, ò otra Comunidad”.
32
MIGUEL LUIS LÓPEZ MUÑOZ, “Control estatal de las asociaciones de laicos (1762-
1814). Aspectos legales de la extinción de las cofradías en España” en EMILIO LA PARRA
y JESÚS PRADELLS (ed.), Iglesia, sociedad y Estado en España, Francia e Italia (ss.
XVIII al XX), Alicante, Diputación, 1991, pp. 341-359.
1490
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
33
FRANCISCO RODRÍGUEZ GONZÁLVEZ, Seda y lógica comunitaria. Evolución de
los gremios sederos en Murcia durante los siglos XVI-XIX, Murcia, Universidad, 2011,
p. 72.
34
FRANCISCO QUIROZ, Gremios, razas y libertad de industria. Lima colonial, Lima,
Universidad de San Marcos, 1995, pp. 10, 60, 97 y 134.
35
JOAQUÍN ESCRICHE, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia. Nueva
edición corregida notablemente y aumentada con nuevos artículos, notas y ediciones
sobre el derecho americano por Juan B. Guim, París, Librería de Rosa, Bouret y Cia, 1851,
v. II, p. 1303 y v. I, pp. 741-742.
1491
JAVIER GARCÍA MARTÍN
36
SONIA PÉREZ TOLEDO, “Artesanos y gremios en la ciudad en la ciudad de México:
una desaparición formal y una continuidad real, 1780-1842 en CARLOS ILLADES y KURI
ARIEL RODRÍGUEZ (comp.), Ciudad de México: instituciones, actores sociales y conflic-
to político, 1774-1931, México, El Colegio de Michoacán-Universidad Autónoma Metropo-
litana, 1996 pp. 242-243.
37
TANIA SAGASTUME PAIZ, “De gremios a sociedades: la legislación del trabajo arte-
sanal en la ciudad de Guatemala, 1798-1833 en SEMATA. Ciencias Socias e Humanidades
12 (2000), pp. 299-322.
38
RAMÓN LÁZARO DE DOU Y BASSOLS, Instituciones de Derecho público general de
España,… Madrid, En la oficina de D. Benito García y Compañía, 1800, I, p. 8.
39
FRANCO TODESCAN, “De persona moral…” op. cit., pp. 70-71.
40
JORDI MALUQUER DE MOTES, op. cit., p. 111.
1492
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
41
VICENTE VIZCAÍNO PÉREZ, Compendio de derecho público y común de España ó
de las Leyes de las Siete Partidas colocado en orden natural, Madrid, Por Joachim Ibarra,
impresor de Cámara, 1784.
42
JAVIER BARRIENTOS GRANDÓN, La cultura jurídica en la Nueva España (Sobre
la recepción de la tradición jurídica europea en el virreinato), México, Universidad Na-
cional Autónoma de México, 1993, p. 32.
43
RAMÓN LÁZARO DE DOU Y BASSOLS, Instituciones…op. cit., I, pp. VII-VIII.
44
Ibidem, t. III, lib. I, tit. XV, secc. II, II, p. 497: “Las comunidades obtienen veces de
personas”.
45
Utilizo M. DOMAT, Derecho público, Madrid Instituto de Estudios de Administración
local, 1985, basado en la traducción de J. A. Trespalacios en 4 vols. en la Imprenta de Be-
nito Cano de 1778.
46
Gremio es una congregación de algunos vecinos que profesan un mismo arte, y que
de buena voluntad se sujetan á la observancia de ciertas constituciones que escriben para
que arreglándose á ellas, salga perfecta su manufactura, sin fraude ni engaño, y para que
el individuo mediante la observancia de las reglas pueda mantenerse con su arte y no sea
perjudicado en él (R. 7.12.2).
1493
JAVIER GARCÍA MARTÍN
47
VICENTE VIZCAÍNO PÉREZ, Compendio… op. cit., v. I, pp. 286-356.
48
Ibidem, vol. II, tit. X, p. 197 y ss.: “De las compañías que hacen los mercaderes y otros
entre sí, juntando sus caudales” en lo que seguía a P. 5.10.
49
STEWART KYD, Treatise on the Law…op. cit. pp. 28-29: Las que define como civil
corporations entiende que se diferencian en cuanto a sus fines: “Thus a corporate capacity
is given to the King…other for the purpose of local government, others for the maintenance
and regulation of some particular object of public policy, such as the Corporation of the
Trinity House for regulating navigation, the Bank, and the different Insurance Companies
in London and other towns; others for the regulation of trade, manufactures, and com-
merce, such as the East India Company, and the companies of trades in London and other
towns; others for the advancement of science in general, or some particular branches of
it; such are the College of Physicians an the Company of Surgeons in London for the im-
provement of the medical science… and the Royal Academy of Arts for cultivating painting
an sculpture”.
50
JEAN DOMAT, Derecho público…op. cit. t. III, lib. I, tit. XV, secc. I, I, p. 492.
1494
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
como señala C. Petit, que el concepto que daba a entender era el de la affectio
(affectio societatis de D. 17.2.31), o de otro modo el de parentesco o familia
(etimológicamente compañía remite a compartir el mismo pan), no el de con-
senso, propio del derecho contractual51 y limitable a la sociedad.
De hecho, el término sociedad parece haber sido tardío en España, cir-
cunscrito a las asociaciones en las que era suficiente la voluntad de los asocia-
dos, mientras que las compañías mercantiles, creadas por concesión privilegia-
da del monarca serían las que –conforme a la caracterización jurídico-pública
francesa– encajaban mejor en el concepto de corporation. Lo avala el testimo-
nio de Miguel de Zabala y Auñón, quien en 1732 explicaba cómo era frecuente
que las sociedades acabasen disolviéndose, lo que no ocurría con las compa-
ñías, pues “cuando alguno quiere separarse, hallará muchos que le compren sus
acciones y le den sobre el principal de ellas un tanto por ciento de ganancias52.
El carácter familiar con el que las definían las Partidas, pone de mani-
fiesto además que la clave en su caracterización eran los comerciantes como
gremio y no los actos de comercio, aunque a partir de 1737 serían las Orde-
nanzas del Consulado de Bilbao [OB] que tanta difusión y arraigo tendrían
en América durante los ss. XVIII y XIX53, el instrumento regulador por exce-
lencia de las compañías mercantiles. Conforme a OB 10.1 la compañía era un
“contrato o convenio”, “por cierto tiempo”, aunque la práctica parece poner
de manifiesto la aceptación de la transmisibilidad hereditaria de las accio-
nes54, lo que garantizaba, en última instancia, su “intemporalidad”. Pero, so-
bre todo, lo más importante, la compañía general –la más frecuente– se ca-
racterizaba, según parece poder deducirse de OB 10.13 por la responsabilidad
solidaria –nunca por la responsabilidad limitada– de los socios55.
51
CARLOS PETIT, La compañía mercantil bajo el régimen de las Ordenanzas del Con-
sulado de Bilbao, 1737-1829, Sevilla, Universidad, 1980, p. 25 y del mismo autor, “Casa de
comercio” en Historia del…op. cit., pp. 59-72, p. 64.
52
MIGUEL DE ZABALA Y AUÑÓN, Miscelánea económico-política o Discursos varios
sobre el método de aliviar los vasallos con aumento del Real Erario, Madrid, Imprenta y
Librería de don Antonio Ulloa, 1732?, p. 136. Cfr. en JOSÉ MARTÍNEZ GIJÓN, “Fomento
sectorial de la economía en Castilla y transformaciones legislativas del derecho general de so-
ciedades (siglos XVI-XIX)” en Historia, Instituciones, Documentos, 18 (1991), pp. 339-346.
53
Una relación exhaustiva que evita hacerla aquí en JAVIER DÍVAR, El Consulado de
Bilbao y la extensión americana de sus Ordenanzas de Comercio (500 Aniversario: 1511-
2011), Madrid, Dykinson, 2007.
54
CARLOS PETIT, La Compañía…op. cit, p. 38.
55
Ibidem, p. 49. “Todos los interesados en una Compañía serán obligados a llevar á de-
bida excepción, á pérdida, ó ganancia, qualesquiera negocios que cada compañero haga…”
1495
JAVIER GARCÍA MARTÍN
56
CLAES PETERSON, “De la teoría del status a la subjetividad jurídica. El problema de
la persona jurídica en el derecho sueco de sociedades anónimas del siglo XIX en CARLOS
PETIT (ed.), Del ius mercatorum al Derecho mercantil, Madrid, Marcial Pons, 1997, pp.
349-358, pp. 350-351.
57
MALUQUER DE MOTES, op. cit., p. 117.
58
“Spain produced no Kyd, and its general commentators touched on the corporate law
only briefly and implicitly. From treatises, Colombian lawyers were able to learn nothing
of the corporate law” [ROBERT CHARLES MEANS, Underdevelopment and the Develop-
ment of Law. Corporation and Corporation Law in Nineteenth Century Colombia, The
University of North Carolina Press, 1980, pp. 54-55]. La historiografia, sin embargo, ha
puesto de manifiesto cómo la transformación en el ámbito anglosajón se debió más a deci-
siones judiciales y reformas legales ocasionales que a un cambio doctrinal. Vid. ALCESTES
SANTUARI, “The Joint Stock Company in Nineteenth Century England and France: King
v. Dodd and the Code de Commerce” en Legal History 14 (1993), pp. 39-52, esp. 40-43 y
PETER STEIN, “Nineteenth century English Company Law and theories of legal personal-
ity” QF 11-12 (1982-83), pp. 503-519.
1496
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
59
CARL FRIEDRICH VON SAVIGNY, System des heutigen römischen Rechts, Berlín,
Veit und Camp, 1840, cap. II, p. 240.
60
FRED G. BÄR, “Juristische Personen...”, op. cit. pp. 233-240.
61
MARTIN LIPP, “Persona moralis, juristische Person und Personenrecht. Eine Studie
zur Dogmengeschichte der Juristische Person in Naturrrectht und frühen 19. Jahrhun-
dert” y MALTE DIESELHORST, “Zur Theorie der Juristischen Person bei Carl Friedrich
von Savigny” en QF 11/12 (1982/83). Itinerari moderni della persona giuridica, I, pp.
217-262, pp. 259-260 y pp. 319-337.
62
Así lo indicaba el propio autor en su proyecto de Código civil de 1853 en ANDRÉS BE-
LLO, OC XIII. Proyecto inédito de Código Civil, Santiago, Impreso por Pedro G. Ramírez,
1890, notas al tit. 33, p. 147.
63
PEDRO LIRA URQUIETA, “Personas jurídicas” en Revista de Derecho, Jurispruden-
cia y Ciencias Sociales 41, 1944, pp. 23-40.
1497
JAVIER GARCÍA MARTÍN
64
Código Civil de Chile. Estudio preliminar del Dr Pedro Lira Urquieta, Madrid, Insti-
tuto de Cultura hispánica, 1961, pp. 146-148.
65
Hugo HANISCH ESPÍNDOLA, “La influencia de Savigny…op. cit., p. 175 y ss.
66
Lo ponía de manifiesto G. Azcárate, que llamaba la atención sobre como: “el Código
civil argentino (lib. 1, tit. 1, arts. 4 y 5) sería el que con más amplitud regularía lo referente
las personas jurídicas incluyendo entre ellas al Estado, las provincias, municipios, la Igle-
sia, Universidades, sociedades anónimas, banco, compañías de seguros “y cualesquiera
otras asociaciones que tengan por principal objeto el bien común, con tal que posean un
patrimonio propio y sean capaces, por sus estatutos, de adquirir bienes y no subsistan de
asignaciones del Estado” GUMERSINDO DE AZCÁRATE “Introducción” a Código civil
de la República de Chile precedido de un juicio crítico por D. Gumersindo de Azcárate,
Madrid, Establecimiento tipográfico de García y Caravera, 1881, pp. IX, nota 1.
67
Enrique BRAHM GARCÍA, “José Gabriel Ocampo y las fuentes de la ley sobre socie-
dades anónimas. El proceso de codificación comercial chileno” en Revista de Estudios
histórico-jurídicos 19, 1997, en http://dx.doi.org/10.4067/S0716-54551997000100008.
68
“La sociedad anónima es una persona jurídica formada por la creación de un fondo
común suministrado por acciones responsables sólo hasta el monto de sus acciones; ad-
ministrada por mandatarios revocables, que carece de nombre social y es conocida por la
designación del objeto de la empresa”.
1498
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
sociedades anónimas:
69
CARL FRIEDRICH VON SAVIGNY, Das Obligationenrecht als Theil des heutigen
Römischen Rechts, Berlín, Veit und Comp. 1853, v. II, pp. 95 y ss Sobre ello, HELMUT
COING, Derecho privado europeo Madrid, Fundación Cultural del Notariado, 1996, v. 2,
p. 422. Asimismo, HANS KIEFNER, “Personae vice fungitur?, Juristische Person und In-
dustrielle Corporation im System Savignys” en WOLFGANG HEFERMEHL y otros (ed.),
Festschrift für Harry Westermann zum 65. Geburtstag, Karlsruhe, Müller, 1974, p. 263-
274. La doctrina jurídica alemana sólo aceptaría a partir de la segunda mitad del siglo XIX
la idea de que las sociedades anónimas eran personas jurídicas.
70
Así lo ponía de manifiesto en un artículo publicado el 6 de diciembre de 1833 en El
Araucano: “La España, venciendo una vez su natural apego a instituciones i usos añejos, ha
promulgado un nuevo Código de Comercio, que es casi una copia del francés. No es presu-
mible que haya más inconvenientes en Chile que en la Península para adoptarlo”. Recogido
en MIGUEL LUIS AMUNÁTEGUI REYES, Miguel Luis Introducción en ANDRÉS BELLO,
OC XIII. Proyecto…op., pp. XXI-XXII. Vid. JAVIER BARRIENTOS GRANDÓN, Historia
del Código de Comercio de la República de Chile. Sobre la cultura a través de un libro.
Introducción a la impresión facsimilar de la edición príncipe de dicho código (1866), San-
tiago de Chile, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2015, p. 64.
71
EZEQUIEL ABÁSOLO, “El Código de Comercio español de 1829 en los debates y las
prácticas jurídicas del extremo sur de América” Anuario de Historia del Derecho 78-79
(2008-2009), pp. 447-460.
1499
JAVIER GARCÍA MARTÍN
72
JOAQUÍN ESCRICHE, Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y
forense, París, Imprenta de P. Dupont et G. Laguionie, 1831, p. 629.
73
Lo ponía de manifiesto FORTUNÉ ANTOINE DE SAINT-JOSEPH, Concordance en-
tre les Codes de Commerce Etrangers et le Code de Commerce Français, París, Imprime
chez J. B. Gros, Delamotte libraire1844, p. 6 y ss.
74
BRAHM GARCÍA, Enrique, “José Gabriel…op. cit., p. 212, art. 8.
1500
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
75
ANDRÉS BELLO, “Apéndice. De las personas…” op. cit., p. 465: “Una persona jurí-
dica necesaria, como el vecindario de una ciudad, existe de suyo sin que sea menester un
acto legislativo o gubernativo que la cree. Las otras necesitan la autorización del poder
supremo, la cual puede ser expresa o consistir en una manifiesta tolerancia”.
76
El art. 545 del C. Civil chileno, más allá del Proyecto ponía de manifiesto la influencia
de Savigny: “Se llama persona jurídica una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y
contraer obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente. Las per-
sonas jurídicas son de dos especies: corporaciones y fundaciones de beneficencia pública”.
Constata la influencia criticándola, GUMERSINDO DE AZCÁRATE, “Introducción”, op.
cit., p. 10.
77
JAVIER BARRIENTOS GRANDÓN, El Código civil. Su jurisprudencia e Historia.
Edición crítica, concordada, comentada y anotada, Santiago de Chile, Thomson Reuteres,
2016, pp. 232 y 716. Del mismo autor “Sobre el espacio y el tiempo y el estado de las per-
sonas. Una mirada desde la Historia del Derecho” en MASSIMO MECCARELLI y MARÍA
JULIA SOLLA (eds.) Spatial and temporal dimensions for Legal History. Research Expe-
riences and Itineraries, Frankfurt am Main, Max Planck Institut, 2016, pp. 63-99, esp. 93.
1501
JAVIER GARCÍA MARTÍN
licencia del rey” y R. 1.6.2 (“Que no se erija iglesia ni lugar pío sin licencia
del rey), que habrían continuado en vigor tras la Constitución de 1833 , por
“voluntad de la nación”, en la medida en la que el Presidente de la República
ejercía las funciones del Patronato Real respecto a las Congregaciones religio-
sas con arreglo a las leyes (art. 73.13). De modo que, en última instancia, se
les reconocía una personalidad jurídica previa a la sanción constitucional78.
La diferente consideración, en definitiva, de unos y otros ámbitos –pú-
blicos y privados– dentro del concepto global e integrador de persona jurídi-
ca –la aportación de A. Bello–, muestra que el éxito en Chile del concepto de
“persona jurídica” se debió a que reflejaba un orden jurídico “ecléctico”, que
cuadraba con el espíritu tanto de la Constitución de 1833 como del Concorda-
do con la Santa Sede en 1836 –aspecto éste fundamental–, presentando, en
realidad, la codificación como ha señalado R. Rojas, como “una transacción
entre derecho público y derecho canónico”79. Era, en cualquier caso, el Estado
el que definía ese nuevo orden”.
Si se hace ahora referencia al caso español, lo que parece ponerse de ma-
nifiesto es que, entre la doctrina, prácticamente sólo P. Gómez de la Serna y
J. M. Montalbán harían uso del término persona jurídica80, siendo predomi-
nante, por el contrario, sobre todo, desde los años de la codificación mercantil
el de “persona moral”81.
78
Carlos SALINAS ARANEDA, “Vigencia del Derecho indiano en Chile republicano: la
personalidad jurídica de las Congregaciones religiosas” en Revista de Estudios Histórico-
Jurídicos 2000, pp. 299-316, pp. 304-307.
79
RAFAEL ROJAS, Los derechos del alma. Ensayos sobre la querella liberal-conserva-
dora en Hispanoamérica (1830-1870), Madrid, Taurus, 2014.
80
Así en sus Elementos de derecho civil y penal sucesivamente editada desde 1840-42,
43, 45-46, 49-51, 55, 1861, 1862, 1874, el término siempre es el de “persona jurídica”, si-
guiendo fielmente a Savigny “circunscritos aquí nosotros al derecho civil, solo tratamos de
las personas jurídicas bajo el aspecto del derecho privado, no cuidándonos de la existencia
policial ó administrativa que puedan tener. Por lo tanto, solo las consideramos en relación
a los bienes, único punto de vista bajo el cual se asimilan á los individuos”.
81
RAMÓN MARTÍ DE EIXALA, Tratado elemental del Derecho civil, romano y espa-
ñol, Barcelona, Imprenta de Joaquín Verdaguer, Madrid-La Publicidad,1838, vol. I, p. 40,
que sigue equiparando “persona” y “estado” (status), si bien incluye ya entre las “personas
morales” a las sociedades industriales, definiéndolas como “la reunión de muchas perso-
nas que se proponen un objeto común, siendo ordenada, o permitida por las leyes; tales las
corporaciones provinciales y parroquiales, los distintos cuerpos que componen la fuerza
armada, las sociedades relijiosas, de beneficencia, mercantiles, industriales y otras”. Tam-
bién la Enciclopedia de Derecho y Administración, sin identificación del autor indicaba
“Mientras existe la sociedad, ella es como ser moral, la propietaria del capital social… un
ser moral, capaz de derecho y obligaciones, con un capital propio, formado de las entregas
1502
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
parciales de valores de todos géneros hechos por los accionistas” en LORENZO ARRAZO-
LA, Enciclopedia española de Derecho y Administración, Madrid, Tipografía general de
Antonio Rius y Rosell, 1848, v. “acción de compañía, p. 319.
82
JORDI MALUQUER DE MOTES, op. cit. pp. 119-121.
83
JUAN FRANCISCO LASSO GAITE, Crónica de la Codificación…op. cit. p. 88.
84
Ibidem, p. 176, lib. 1, tit. XIV.
1503
JAVIER GARCÍA MARTÍN
85
FLORENCIO GARCÍA GOYENA, Concordancias, motivos y comentarios del Código
civil español, Madrid, Imprenta de la Sociedad Tipográfico-Editorial, 1852, p. 44 “Las cor-
poraciones, establecimientos y asociaciones reconocidas por la ley se consideran personas
morales para el ejercicio de los derechos civiles”.
86
FEDERICO DE CASTRO, La persona jurídica, Madrid, Civitas, 1991 (2) pp. 192-194.
87
RAMÓN MARTÍ DE EIXALA, Tratado elemental…op. cit. v. 1, p. 40.
88
JOSÉ GIRÓN TENA, Derecho de sociedades, Madrid, 1976, pp. 155-156.
89
FEDERICO DE CASTRO, op. cit., pp. 195 y ss. Significativamente es en la edición del
Diccionario de Escriche de 1876, debida J. Vicente y Caravantes, Galindo y Vera en la que
se incluye, por vez primera la voz “persona jurídica”, IV, p. 578.
1504
DE PERSONA MORAL A PERSONA JURÍDICA. LAS CORPORACIONES Y SU CLASIFICACIÓN...
90
PEDRO GÓMEZ DE LA SERNA, “¿La viuda podrá reclamar por sus dotales y parafer-
nalia sobre el haber de la sociedad ó sobre una parte del activo que su marido representaba
en ella, sin que puedan excluirla los acreedores sociales” en Revista General de Legisla-
ción y Jurisprudencia 10 (1857), pp. 232-242, p. 234. Más en la línea de Savigny, aunque
nunca lo cita, indicaba expresamente: “toda sociedad es una persona jurídica abstracta,
que tiene vida y existencia separada de los socios, que es capaz de propiedad, de derechos
y de obligaciones” (p. 236).
91
Art. 1: “No se podrá constituir ninguna compañía mercantil, cuyo capital, en todo ó
parte, se divida en acciones, sino en virtud de una ley ó de un real decreto”. Vid. CARLOS
PETIT, “Derecho mercantil y legislación (1848)” en Historia del…op. cit., pp. 439-470,
pp. 451-458.
92
“A favor de estas reglas encaminadas á reunir capitales proporcionados á las grandes
mejoras que necesita el país, hemos visto poco ha nacer una nube de compañías anónimas
cuyas acciones ganaban primas fabulosas desde el momento de anunciarse. Estas primas,
crecientes por minutos, causaron tal ofuscación, que aun personas á prueba del contagio
minero, recelosas de la suerte de los fondos públicos y desconfiadas de la solidez del Ban-
co fueron á dar con sus capitales en las sociedades anónimas… El hundimiento de tantas
fortunas y el clamor general que se alzó contra el agio que las había aniquilado hicieron
necesarias otras disposiciones capaces de afianzar la utilidad y moralidad de la compañías
mercantiles por acciones, y fruto de esta urgencia han sido la ley de ley de 28 de enero y el
reglamento de 17 de febrero que se copian a continuación. Mas restrictivo este que aquella,
componen ambos toda la jurisprudencia que debe regir en estas sociedades, cuyo nombre
1505
JAVIER GARCÍA MARTÍN
por ahora viene á ser un conjuro espantoso para los que de buena fe se arrojaron en sus
brazos. La parte de sociedades del C. Co de 1829 fue prohibida en 1847, precedida por un
serie de escándalos financieros y convulsiones bursátiles. Vid. JOAQUÍN ESCRICHE, Dic-
cionario… Madrid-Lima, 1851 , v. 2, p. 854.
93
Vid. JAVIER GARCÍA MARTÍN “El orden internacional…”, op. cit., pp. 46-47 y 63
sobre el reconocimiento como propietaria de la Iglesia en el Concordato de 1851, sin que
existiese un Código civil.
1506
EL PAGO DE LO INDEBIDO EN EL DERECHO INDIANO
Y EN LAS CODIFICACIONES IBEROAMERICANAS
Abstract: The work exposes the fundamental concepts of the figure of the payment
of the undue from its first design in the Roman law by the jurists until its systematization
by Gaius in his Institutions and in the Institutions of Justinian until the insertion of this fi-
gure in the modern codifications of Hispanic America, after its acceptance in the Castilian
Partidas and in Derecho Indiano in general.
Keywords: payment of the undue, Actio condictio, institutions, Siete Partidas, Ig-
nacio Jordán de Asso, Ibero-American codifications.
1. Introducción
1
El derecho romano, en efecto, exigía error en el pagador y en el pagado, atendido que
1507
ALEJANDRO GUZMÁN BRITO
2. Derecho romano
cuando alguien recibe lo indebido a sabiendas comete hurto, debido a lo cual no puede ad-
quirir el dominio, que lo obligue a reembolsar; el pagador dispone, pues, no de la “condictio”
recuperatoria sino de la reivindicación de lo que sigue siendo suyo. Desde que dejó de regir
el dogma romano de cometerse hurto al recibir lo indebido a sabiendas el requisito cayó.
2
Los medievales vieron el fundamento del pago indebido en la “aequitas”.
3
Sobre el “indebitum solutum” en el derecho romano, v. ALEJANDRO GUZMÁN BRI-
TO, Derecho privado romano, 2ª edición, I, Santiago, LegalPublishing - Thomson Reuter,
2013, pp. 833-836. Las “sedes materiae” son Dig. 12,6 y Cod. Iust. 4,5.
4
Justiniano reservó el título 6° del libro XII de los Digesta a esta acción, bajo la rúbrica
“De condictione indebiti”.
1508
EL PAGO DE LO INDEBIDO EN EL DERECHO INDIANO Y EN LAS CODIFICACIONES...
3. Esta aporía aparece superada en otra obra del mismo Gayo, las Res
cottidianae sive aureorum. En ella la dicotomía institucional ex contractu/ ex
delicto es sustituida por una tricotomía: ex contractu/ ex maleficio/ ex variis
causarum figuris (Dig. 44,7,1 pr.). Las obligaciones ex contractu siguen repar-
tidas entre aquellas que se contraen re, verbis, consensu (con omisión de aque-
llas litteris). El mutuo continua a la cabeza del grupo de las obligaciones ex
contracture (Dig. 44,7,1,2); pero la solutio indebiti esta vez desaparece de ahí.
1509
ALEJANDRO GUZMÁN BRITO
contractu se trata hacia el final del libro III, bajo la rúbrica “De obligationi-
bus quasi ex contractu” (Inst. 3,27), en cuyo interior encuentra su localiza-
ción el indebitum solutum (Inst. 3,27,6).
3. Las Partidas
5
V. el tít. 11°: “Del empréstito y las deudas” del libro II, § 2: “De lo pagado por error” (se
trata del pago de la deuda que se creyó nacida de un mutuo), Madrid, Imprenta de Ramón
Ruiz, 1792, 187-188
1510
EL PAGO DE LO INDEBIDO EN EL DERECHO INDIANO Y EN LAS CODIFICACIONES...
tituido por la sistemática gayano-justinianeo que abrió paso, por ende, a las
obligaciones nacidas de cuasi contrato y al cuasicontrato de pago indebido.
Nada mejor para observarlo que atender a la exposición que se lee en las Ins-
tituciones de derecho real de Castilla e Indias (1818-1820) del guatemalteco
José Maria Álvarez. Ahí, con toda fidelidad a las Instituciones de Justiniano,
el autor reserva un título completo del libro III (el 28°) a la materia, que vie-
ne entonces rubricado: “De las obligaciones que nacen de cuasi contrato”. El
último de los cuasicontratos expuestos en ese título es “la paga indebida”6,
El criterio decimonónico, tan bien representado por Álvarez, fue muy preva-
leciente en las codificaciones iberoamericanas, en parte también por la in-
fluencia del Code Civil que había adoptado un criterio semejante7; pero hubo
excepciones.
Dejo a un lado los códigos americanos que constituyeron copia fiel del
francés. El primero más autónomo e independiente, o sea, el Código Civil
peruano de 1852, trató el pago de lo indebido entre los cuasicontratos, en su
libro III, sec. 7ª, tít. 1, artículos 2119 a 2127. Lo propio hizo el Código Civil de
Chile de 1855 en su libro IV, tít. 34, § 2, artículos 2295 a 2303. Pero el código
de la Argentina de 1869 se apartó de este criterio y volvió podríamos decir que
al criterio de las Partidas, ya que el pago indebido fue expuesto en él dentro
del título dedicado al pago, como una anomalía, pues, que puede afectarlo8.
Lo similar se observa en el último código de la época clásica de la codificación
en América, o sea, en el del Brasil de 18169.
6
V. JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ, Instituciones de derecho real de Castilla e Indias, 2ª
edición, Nueva York Lanuza, Mendia y C., 1827, lib. III, cap. 28, nº VI, reimpresión facsi-
milar, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1982, pp. 213-215. Otra cosa
es el entendimiento que da Álvarez al cuasicontrato, en armonía con las concepciones de-
sarrolladas en la Época Moderna y que no podemos tratar aquí.
7
V. Code Civil, lib. III, tít. 3°, cap. 4°: “Des engagemens qui se forment sans conven-
tion”, cap. 1º : “Des quasi-contrats”.
8
V. Código Civil de Argentina, lib. II, parte 2ª, tít. 16: “Del pago”, cap. 8°: “De lo dado
en pago de lo que no se debe”, artículos 784 a 198.
9
V. Código Civil de Brasil, lib. III, tít. 2°, II: “Do pagamento”, sec. 7ª: “Do pagamento
indevido”, artículos 964-971.
1511
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN
DECIMONÓNICO
Abstract: This study analyzes the survival of Derecho Indiano in 19th century Michoa-
cán that, together with the laws enacted by new legislative bodies, formed an abundant
normative corpus generated by a long-standing legal tradition, whose casuistry and plurali-
ty of sources continually obliged judges to pass sentence based on their judicial discretion,
subject to a principle of juridicity. Parallel to this, but slowly, a process began to replace that
legal system with one founded upon the legalistic principle of juridical monism. This trans-
formation took place gradually and faced stiff resistance throughout the 19th century, but
the change was finally implemented, due largely to three factors: a codification based on the
principle of legality that was transformed into constitutional guarantee; the amparo trial
to challenge judgments based on judicial discretion or non-legislative sources of law; and
generational changes in the judiciary that led to it being entrusted to professional judges.
Keywords: Derecho Indiano, judiciary, judicial discretion, juridicity, legality, codi-
fication.
1513
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
1. Introducción
México durante el siglo XIX, además de surgir como un Estado soberano, su-
frió una serie de transformaciones sociales, políticas y jurídicas acompañadas
de movimientos bélicos, intervenciones extranjeras y la pérdida de más de la
mitad de su territorio. Este continuo estado de crisis impidió que los cambios
en materia jurídica, a los que aspiraban los gobernantes y juristas, se imple-
mentaran de forma temprana; en lugar de ello, la transformación del sistema
jurídico sería paulatina y con resistencias. El anhelo de una administración de
justicia a cargo de jueces letrados cuyos fallos se emitieran siempre con base
en la letra de la ley tardó para implementarse casi todo el siglo XIX; mientras
tanto, continuó vigente un sistema jurídico plural, que por sus propias carac-
terísticas requería que los jueces tuvieran la facultad de hacer uso constante-
mente de su amplio arbitrio para poder resolver las causas que se les presen-
taban. En esa realidad, los jueces fundaban sus resoluciones en la doctrina, en
leyes o cánones, en la costumbre, en el estilo de los tribunales o con base en la
equidad, la justicia y la buena fe, pues la administración de justicia “…operaba
con ciertos principios rectores, tales como la aequitas, bona fide, animus utili-
tas, que fueron concebidos no como categorías abstractas sino como criterios
de valoración de las circunstancias que rodean a cada caso”1.
El derecho castellano se trasplantó2, o se implantó3, en las Indias, del
cual se creó una vertiente jurídica basada en el derecho castellano4 denomi-
nada derecho indiano. Este sistema jurídico emanado de la Constitución po-
lítica de las Indias españolas5 continuó fuertemente arraigado en la ciencia
1
VÍCTOR TAU ANZOÁTEGUI, Casuismo y sistema, Buenos Aires, Instituto de Inves-
tigaciones de Historia del Derecho, 1992, p. 41.
2
ALFONSO GARCÍA-GALLO, “La ley como fuente de derecho en las Indias en el siglo
XVI”, en Estudios de historia del derecho indiano, Madrid, Instituto Nacional de Estudios
Jurídicos, 1972, p. 169.
3
Cfr. MARÍA DEL REFUGIO GONZÁLEZ, Historia del derecho mexicano, 1ª reimpre-
sión, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1983, pp. 29-30.
4
“Desde un punto de vista hispanoamericano, bastará con estudiar la historia del derecho
castellano –y no la de otros derechos españoles peninsulares—por ser este derecho el que rigió
en los territorios de las llamadas Indias Occidentales–, ya que por las circunstancias históri-
cas en que tuvieron lugar los descubrimientos colombinos, las Indias quedaron incorporadas,
políticamente, a la Corona de Castilla.” JOSÉ MARÍA OTS CAPDEQUÍ, Manual de historia
del derecho español en las Indias y el derecho propiamente indiano, Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales, Instituto de Historia del Derecho Argentino, Buenos Aires, 1943, p. 13.
5
GARCÍA-GALLO, “La constitución política de las indias españolas”, en Estudios, cit.,
pp. 489-514.
1514
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
jurídica6 y en el usus fori 7 del primer siglo de vida del Estado mexicano, como
es evidente desde la Constitución insurgente de Apatzingán de 1814, que or-
denó, en su artículo 211, que mientras se conformaba un cuerpo nacional de
leyes que substituyeran a las antiguas permanecerían éstas en plena vigencia,
exceptuando las que se derogasen8. El Reglamento provisional político del
Imperio Mexicano de 1822, por su parte, estableció la abolición de la Consti-
tución gaditana, aunque no de la legislación anterior a 1821, siempre y cuan-
do no estuvieran en pugna con la legislación emitida por el Primer Imperio
Mexicano9. Los posteriores textos constitucionales ya no establecieron esta
prevención, pero en la práctica el derecho indiano continuó vigente10.
El orden jurídico mexicano durante casi todo el siglo XIX mantuvo en
vigencia diversas fuentes de derecho castellano-indiano que convivieron con
el derecho emanado de los órganos legislativos estatales11. Los tribunales para
poder armonizar e interpretar normas de data tan diversa continuaban ha-
ciendo uso de su “arbitrium iudicis… invariablemente definido como la "po-
6
Cfr. JAIME DEL ARENAL FENOCHIO, “Ciencia jurídica española en el México del si-
glo XIX” y GONZÁLEZ, “La presencia del derecho indiano en México a través de las fuen-
tes legales del Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia de Escriche”, ambos
en VV. AA., Cuadernos del Instituto de Investigaciones Jurídicas, La Supervivencia del
Derecho Español en Hispanoamérica durante la época independiente, México, UNAM,
IIJ, 1988, pp. 31-47 y 241-375, respectivamente.
7
GONZÁLEZ, El derecho civil en México 1821-1871. Apuntes para su estudio, México,
UNAM, IIJ, 1998, pp. 14-39.
8
Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana, México, reimpreso
en la oficina de D. Mariano de Zúñiga y Ontiveros, 1821, p. 8.
9
“…Artículo 1.- Desde la fecha en que se publique el presente reglamento, queda abo-
lida la Constitución española en toda la extensión del imperio. Artículo 2.- Quedan, sin
embargo, en su fuerza y vigor las leyes, órdenes y decretos promulgados anteriormente
en el territorio del Imperio hasta el 24 de febrero de 1821, en cuanto no pugnen con el
presente reglamento, y con las leyes, órdenes y decretos expedidos, o que se expidieren en
consecuencia de nuestra independencia. FELIPE TENA RAMÍREZ, Leyes Fundamentales
de México, México, Porrúa, 2005, p. 125.
10
GONZÁLEZ, El derecho civil en México..., op. cit., p. 23.
11
En España pasó algo similar y tampoco se reflexionó “sobre la sin duda difícil convi-
vencia de textos jurídicos de diferente procedencia cronológica: así, los textos de las Parti-
das, Leyes de Toro, Novísima Recopilación, Constituciones de Cataluña… aderezados con
la doctrina legal basada en los mismos, se mezclaron con la Constitución de 1812, el Código
de Comercio, el Reglamento Provisional para la Administración de Justicia y, en definitiva,
con toda la normativa decimonónica, por caótica que ésta fuera”. CARLOS GARRIGA y
MARTA LORENTE, “El juez y la ley: la motivación de las sentencias (Castilla, 1489 – Es-
paña, 1855)”, Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid,
La vinculación del juez a la ley, nº 1, 1997, p. 129.
1515
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
12
GARRIGA, “Justicia animada: dispositivos de la justicia en la Monarquía católica”, en
De la Justicia de jueces a la justicia de leyes: hacia la España de 1870, Madrid, 2007, p. 87.
13
BERNARDINO BRAVO LIRA, “Arbitrio judicial y Legalismo. Juez y derecho en Euro-
pa continental y en Iberoamérica antes y después de la codificación”, Revista de Historia
del Derecho “R. Levene”, nº 28, 1991, p. 9.
14
PAOLO GROSSI, Mitología Jurídica de la Modernidad, Madrid, Trotta, 2003, p. 32.
15
“Un Derecho, a este punto totalmente identificado con la voluntad estatal, que nos
presenta un resultado de fuentes ciertas y claras, limpias en el dictado, robustamente pen-
sadas (por ejemplo, el Code Civil), fundadas sobre un admirable saber técnico… el Derecho
se identificaba entonces solamente con el Derecho oficial... Todo el resto tiene dos pesadas
condenas: lo ilícito o … lo irrelevante.” GROSSI, Derecho, sociedad, Estado, Zamora, El
Colegio de Michoacán, Escuela Libre de Derecho, UMSNH, 2004, pp. 64-65.
16
CARLOS FEDERICO DE SAVIGNY, Sistema del Derecho Romano Actual, t. I. Ma-
drid, F. Góngora y Compañía, 454 pp., p. 30.
17
FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE, “Manual de Historia del derecho español”, en
Obras completas, t. II, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, p. 935.
1516
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
18
GARRIGA, “Historia y derecho, historia del derecho”, Istor, 16, México, Jus, CIDE,
2004, p. 3.
19
SAVIGNY, “De la vocación de nuestra época para la legislación y la ciencia del Dere-
cho” en La Codificación una controversia programática basada en obras de Thibaut y
Savigny, Madrid, Aguilar, 1970, p. 54.
20
Entrevista que realicé a Paolo Grossi en la Ciudad de Morelia el día 28 de octubre de
2006.
21
HEINRICH VON COCCEJI, Grotius Illustratus, Seu Commentarii Ad Hugonis Grotii
De Iure Belli Et Pacis, Libro Tres, Tomo I, Wratislaviae, Jacobi Korn, 1744, p. XVII.
22
SAVIGNY, Sistema, cit., t. I, pp. 49-50.
23
La Suma Teológica es muy elocuente al respecto. Cfr. SANTO TOMÁS AQUINO, Suma
Teológica, II IIæ, q. 57, a. 1, ad. 2., p. 470: “Más aún: Como dice Isidoro, en el Libro Etymol.,
la ley es una especie de derecho. …”; y: II IIæ, q. 57, a. 1, ad. 2um., p. 471. “…la ley no es el
derecho mismo, propiamente hablando, sino cierta razón del derecho.”
24
SAVIGNY, Sistema,cit., t. I, p. 33.
25
SAVIGNY, Sistema, cit., t. I, p. 33.
26
CARLOS HERREJÓN, “Tradición. Esbozo de algunos conceptos”, Relaciones, nº 59,
verano 1994, vol. XV, p. 140.
1517
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
ción y, por tanto, es herencia del pasado, puesto que la tradición implica con-
servación, pero a su vez también supone progreso, por ello en el derecho “hay
discontinuidad y ruptura”27. Los cambios que de forma tradicional suceden en
el fenómeno jurídico a lo largo de la historia se ven influidos tanto por los lega-
dos jurídicos como por los metajurídicos, como son las tradiciones literarias,
las costumbres y las ceremonias heredadas del pasado28.
La tradición jurídica, para sobrevivir en el tiempo, requiere de cambios y
al mismo tiempo de la conservación de elementos substanciales que dotan de
identidad a la sociedad que la posee. Hay períodos en los que es más evidente
la transformación de una tradición jurídica, como lo fue el siglo XIX michoa-
cano, pues durante él pervivió tradicional el orden jurídico indiano y, parale-
lamente, sucedió un profundo proceso de adecuación y ruptura. Este perío-
do de transformación ha sido conceptuado por la historiografía del derecho
como transición jurídica29. La cultura jurídica occidental ha vivido múltiples
adecuaciones y rupturas, algunas de forma revolucionaria y otras protegiendo
el legado jurídico que sus ancestros les heredaron, aunque adecuándolas a las
nuevas realidades. Esto fue una constante entre los siglos XVII al XIX, pues
encontramos constituciones que van íntimamente ligadas con la idea de la
revolución, pero también encontramos constituciones históricas que apelan
al sentido casi sagrado de los derechos tradicionales. El ejemplo más cercano
para el derecho indiano es el deseo manifiesto de conservar la constitución
histórica de España30 en la Carta gaditana de 1812, como es evidente en su
Discurso preliminar que legitimó dicho código político de forma historicista31
al expresar que la Comisión no ofreció nada en el proyecto de constitución
que no se hallase ya consignado del “modo más auténtico y solemne en los di-
ferentes cuerpos de la legislación española” sólo que ordenado con un nuevo
27
ANTONIO MANUEL HESPANHA, Cultura jurídica europea, Madrid, Tecnos, 2002,
p. 25.
28
HESPANHA, op. cit., p. 25.
29
Cfr. GONZÁLEZ, El Derecho Civil en México 1821-1871. Apuntes para su estudio,
México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1998, p. 118 y CARLA HUERTA
OCHOA, “Constitución, transición y ruptura”, en GONZÁLEZ et al., Transiciones y Dise-
ños Institucionales, 2ª reimp., México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
2000, pp. 49-50.
30
TOMÁS Y VALIENTE, “Constitución: Escritos de introducción histórica”, en Obras,
cit., t. II, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, p. 2490.
31
GARRIGA y LORENTE, “El modelo constitucional gaditano”, en GARRIGA, y LO-
RENTE, Cádiz, 1812, La Constitución jurisdiccional, Madrid, 2007, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, p. 376.
1518
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
32
Cfr. AGUSTÍN ARGÜELLES, Discurso preliminar leído en las Córtes al presentar la
Comisión de Constitución el proyecto de ella, Madrid, Impr. que fue de García, 1820, pp. 2-3.
33
EVA ELIZABETH MARTÍNEZ CHÁVEZ, Eva Elizabeth y LEOPOLDO LÓPEZ VA-
LENCIA, "Entre la ley y la realidad. Estructura y praxis del Poder Judicial de la Constitu-
ción de 1825", en JAIME HERNÁNDEZ DÍAZ Y HÉCTOR PÉREZ PINTOR (coord.), Re-
flexiones jurídicas en la historia constitucional mexicana. Una perspectiva bicentenaria,
Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaria de Cultura, 2009, p. 108.
34
HERNÁNDEZ DÍAZ, Orden y desorden social en Michoacán: 1824-1835, Morelia,
UMSNH, 1999, p. 361.
1519
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
35
Memoria de Gobierno de 1831, presentada al Congreso del Estado por el secretario
del despacho, Antonio García Rojas. En Archivo Histórico del Congreso de Michoacán
(AHCM), Tercera legislatura 1829-1831, 1831, Caja 6, Exp. 8.
36
Memoria de Gobierno de 1829, presentada al Congreso del Estado por el secretario
del despacho, Mariano Macedo, Archivo Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán (AH-
PEM), p. 39
37
CLEMENTE DE JESÚS MUNGUÍA, Del derecho natural en sus principios comunes y
en sus diversas ramificaciones, Tomo I, México, Imprenta de la Voz de la Religión, 1849,
p. XLVIII.
1520
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
38
Para conocer la vida y obra de este jurista véase LÓPEZ VALENCIA, Antonio Floren-
tino Mercado: Un juez en tiempos de transición, México, Suprema Corte de Justicia de la
Nación, 2010, 185 pp.
39
ANTONIO FLORENTINO MERCADO, Libro de los Códigos o prenociones sintéticas
de codificación romana, canónica, española y mexicana, México, Imprenta de Vicente G.
Torres, 1857.
40
El Libro de los Códigos antes de su publicación fue aprobado por el Supremo Go-
bierno mexicano para que se adoptara como texto en todos los colegios nacionales para la
enseñanza de las materias del primer año de derecho, lo que seguramente dio una enorme
difusión a la obra, tanto así que a la fecha el texto es conocido por “cualquiera que se haya
asomado a la literatura jurídica mexicana… [pues aún ahora] fácilmente se encuentra en
las bibliotecas jurídicas y que todavía es posible adquirir en las librerías de ocasión”. DEL
ARENAL FENOCHIO, "Un ignorado jurista michoacano”, Revista de Investigaciones Ju-
rídicas, México, Escuela Libre de Derecho, nº 16, Año 16, 1992, p. 147.
41
María del refugio González explica la diferencia entre ambos cuerpos fijadores de de-
recho: “…en sentido jurídico, recopilación es la yuxtaposición de las disposiciones relativas
refundidas y ordenadas sistemáticamente… Recopilación se distingue de la compilación
en que esta última no tiene carácter oficial y su valor es práctico, histórico, en tanto que la
primera sí tiene carácter oficial y su contenido es derecho vigente.” Diccionario Jurídico
Mexicano, 4ª edición, Tomo VII, P-Reo, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
UNAM, 1984, voz Recopilación, p. 355.
42
GONZÁLEZ, Estudios sobre la historia del derecho civil en México en el siglo XIX,
México, UNAM, 1981, pp. 97-98.
1521
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
tra con aquella, y cuándo podremos disfrutar los beneficios de una legislación
cierta y estable, contenida en un solo Código?”43. Por otra parte, juristas de
la talla de Savigny, no estimaban posible la elaboración de un código que de
forma cerrada se convirtiera en “fuente única de derecho”, pues para ello el
código tendría que “contener efectivamente de antemano la solución para to-
dos los casos que puedan presentarse”44.
En esta cultura jurídica los juzgadores tenían la obligación de crear el de-
recho ante cada caso concreto y por ello durante siglos tuvieron que hacer uso,
indispensablemente, de su arbitrio o albedrío judicial para dictar sus resolu-
ciones, lo que convertía al juez en el verdadero señor del proceso45. Esta facul-
tad judicial fue propia del orden jurídico castellano-indiano, pues los jueces
hacían uso de su arbitrio judicial para administrar justicia, siempre conforme
a un orden jurídico superior, como se estableció en las Siete Partidas46. El de-
recho canónico indiano también se rigió por los mismos principios, pues los
jueces al emitir sentencia tenían que hacerlo conforme a derecho, lo que aún no
significaba, obviamente, un principio de legalidad, sino que los jueces siempre
estaban orientados por un orden jurídico plural preestablecido47.
El arbitrio judicial no fue arbitrariedad judicial, pues la constitución
histórica se concretaba en un conjunto de derechos subjetivos judicialmente
garantizados mediante procedimientos forjados por la tradición48, por lo que
43
Citado por LORENTE, “Las resistencias a la ley en el primer constitucionalismo mexi-
cano”, en Cuadernos, cit., del Instituto de Investigaciones Jurídicas. La Supervivencia del
Derecho Español en Hispanoamérica durante la época independiente, México, UNAM,
IIJ, 1998, p. 299.
44
SAVIGNY, “De la vocación de…”, cit., p. 64.
45
GONZÁLEZ, “Derecho de transición”, en Memoria del IV Congreso de Historia del
derecho mexicano, pp. 443-454, p. 442.
46
“Juyzio, en romance, tanto quiere decir, como sententia en latín. E ciertamente Ju-
yzio es dicho, mandamiento que el juzgador faga a alguna de las partes, en razón de pleyto
que mueven ante él. Pero debe ser atal, que non sea contra natura, ni contra derecho de las
leyes deste nuestro libro, nin contra buenas costumbres…” Ley I del título XVII de la Par-
tida III. ALFONSO IX, Las Siete Partidas del Sabio Rey Don Alfonso el IX, t. I, Imprenta
de Antonio Bergnes, Barcelona, 1843, p. 512.
47
“Las sentencias que pronuncien los jueces y los vicarios sean conformes al derecho
y a los derechos de este Concilio…” Cfr. “Concilio III Provincial Mexicano celebrado en
México el año 1585”, Libro II, en PILAR MARTÍNEZ LÓPEZ-CANO (coord.), Concilios
Provinciales Mexicanos. Época Colonial, México, UNAM, IIH, 2004, p. 103.
48
GARRIGA, “Gobierno y justicia: El gobierno de la justicia”, en LORENTE, coord., La
jurisdicción contencioso-administrativa en España. Una historia de sus orígenes, Ma-
drid, Consejo General del Poder Judicial, p. 49.
1522
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
por mas completo que sea un código, por mas perfectas que sean sus leyes,
por mas que se haya procurado establecer principios de que como de teo-
remas de geometría pueda deducirse la resolución de todas las cuestiones,
siempre quedarán vacíos, siempre habrá tropiezos, incertidumbre y difi-
cultad en la aplicación de la regla general á los casos especiales, y siempre
por tanto el arbitrio del juez habrá de tener mucha parte en la justicia de
las decisiones, porque no es posible que las leyes humanas prevean y com-
prendan todas las circunstancias de personas, tiempos, lugares y motivos
que pueden concurrir en los hechos y modificarlos… Dígase lo que se quiera
sobre los vicios y abusos del arbitrio de los jueces, lo cierto es que este arbi-
trio existe y existirá más ó menos, aunque haya buenas leyes. La perfección
absoluta de estas no está al alcance del espíritu humano, es solo ideal é ima-
ginaria, es una quimera concebida por hombres que han consultado más
bien su corazón que su razón51.
49
“(1) Alvedrio. Nota diffinitionem arbitrii, et adde Bald. in l. in vendentis, C. de con-
trah. empt. Dum tenet, quod arbitrium non est aliud, nisi aequitas animi declarati, habito
respectu tam ad aquitatem naturalem, quam ad legum praecepta” (2) Qual es aquel hom-
bre. In arbitriis judex debet considerare qualitatem personarum, Bald. in l. fin C. de obseq.
patrón. praestand.” ALFONSO, EL SABIO, Las Siete Partidas, t. I, Madrid, Compañía Ge-
neral de Impresores y Libreros del Reino, 1843, p. 629.
50
“Añad. Bald. en la 1. 13. C. de contr. empt., quien sostiene que el arbitrio no es otra
cosa que la equidad del ánimo manifestada. habida consideración á la equidad natural y á
lo que prescriben las leyes. En el alvedrío el juez debe atender á la calidad de las personas
y de los hechos, Bald. en la 1. ult. C. de obs. patr. praest.” ALFONSO IX, t. I, op. cit., p. 927.
51
JOAQUÍN ESCRICHE, Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia, nue-
va edición corregida notablemente y aumentada con nuevos artículos, notas y adiciones
sobre el derecho americano por Don Juan de Guim, París, Librería de Rosa y Bouret,
1863, p. 203.
1523
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
52
AMADOR COROMINA, Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y circulares
expedidas en el estado de Michoacán, T. VI, Morelia, Imprenta de los hijos de I. Arango,
1886, p. 114.
53
COROMINA, op. cit., T. VII, Morelia, Imprenta de los hijos de I. Arango, 1886, p. 42.
54
COROMINA, op. cit., T. XVIII, p. 83.
55
Parte in fine de la Ley 8ª del título 31 de la 7ª Partida, ALFONSO IX, op. cit., p. 415.
56
Estuvo vigente hasta 1917, año en que se promulgó la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos vigente hasta la actualidad.
1524
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
57
Estas leyes compartieron características con otras elaboradas en otros países america-
nos, el rasgo común fue que no se diseñaron con el esquema ilustrado de la codificación, sino
que se desarrollaron de forma empírica y a partir de la legislación castellano-indiana. Cfr.
ABELARDO LEVAGGI, Orígenes de la codificación argentina: los reglamentos de adminis-
tración de justicia, Buenos Aires, Universidad del Museo Social Argentino, 1995, pp. 14-15.
58
“ART. 14. No se podrá espedir ninguna ley retroactiva. Nadie puede ser juzgado ni
sentenciado sino por leyes dadas con anterioridad al hecho, y ecsactamente aplicadas á
él, por el tribunal que previamente haya establecido la ley.” Constitución Federal de los
Estados Unidos Mexicanos, sancionada y jurada por el Congreso General Constituyente
el día 5 de febrero de 1857, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1857, pp. 28-29.
59
“Sententia debet ese juri conformis. Si enim contra jus, vel Legem claram, &expres-
sam, vel contra consuetudinem, vel statutum proferatur, est ipso jure nulla.” PEDRO S.J.
MURILLO VELARDE, Cursus Juris Canonici, Hispani, et Indici, 3ª edición, t. I, Madrid,
Typographia Ulloae a Ramone Ruiz, 1791, p. 365.
60
Presunción legal que admite prueba en contrario; a diferencia de las presunciones
iuris et de iure que no admiten prueba en contrario.
1525
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
61
Archivo Histórico del Poder Judicial de Michoacán (AHPJM), Libro de sentencias pe-
nales de 1869-1877, Juzgado Primero de Letras, Distrito de Morelia, 5 de diciembre de 1873.
62
No se le llega a causar injuria al que sabe y consiente; aunque el juez la escribió:
“Scienti et contienti multa fit injuria.”
63
AHPJM, Libro, cit., 18 de julio de 1870.
1526
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
menos en los primeros años de su existencia, fueron una fuente más dentro
de un orden jurídico plural.
La hipótesis que propongo es que no existió una causa única que lograra
terminar con la supervivencia del derecho indiano en Michoacán. Después de
un detenido análisis de expedientes judiciales, folletos jurídicos, planes de es-
tudio y libros de texto para los estudiantes de derecho, me parece que fueron
tres las principales causas que, de forma conjunta, lograron terminar con la
supervivencia del tradicional orden jurídico castellano-indiano en Michoacán:
a) L
a codificación realmente fue la piedra angular aprovechada por los
constructores de esta nueva era jurídica, que fue cimentada con el
principio de legalidad elevado a norma constitucional, pues los jueces
quedaron constreñidos a dictar sus sentencias con base en los códigos,
especialmente en materia criminal. En caso de que los jueces impusie-
ran penas con base en su arbitrio violentarían las garantías consagra-
das en los artículos 14 y 16 constitucionales.
b) El amparo como medio de control constitucional se convirtió también
en el principal medio de control de legalidad, primero sólo en materia
criminal, para extenderse después a la materia civil. El amparo co-
menzó a ser utilizado por los abogados para impugnar las sentencias
pronunciadas con base en el arbitrio judicial, pues resultaban vio-
latorias del principio de legalidad, como es evidente en el siguiente
alegato pronunciado en un juicio de amparo:
...en el segundo inciso del art. 14 se exige antes que la aplicación exacta de la
ley, la preexistencia de ésta; y ley preexistente y arbitrio judicial son incom-
patibles... luego de confesada la verdad de ser una garantía la ley prexistente,
es falso que en el art. 14 se autorice, como indispensable el arbitrio judicial,
absurdamente supletorio de la ley… y si es necesaria una ley preexistente,
no sólo es falso, que sea indispensable el arbitrio judicial, sino que está ex-
presamente prohibido, porque no se compadecen estas ideas esencialmente
opuestas: arbitrio judicial a falta de ley, y necesidad de ley preexistente… Si
por arbitrio judicial se entiende la interpretación jurídica, tampoco ésta es
arbitraria debe sujetarse á las reglas de interpretación, y esas reglas deben
estar autorizadas por la ley preexistente… Dejar sujeta la interpretación ju-
rídica al laberinto de los doctrinarios es autorizar la anarquía en la admi-
nistración de justicia, y la justicia debe ser una, como la ley es y debe ser
una para todos. El ejercicio de la justicia consiste en la aplicación de la ley
preexistente, no en la aplicación de doctrinas más o menos filosóficas, más
1527
LEOPOLDO LÓPEZ VALENCIA
c) L
a enseñanza jurídica cambió para centrar su atención en el estudio
exegético de los códigos66, así los nuevos juristas egresados de las es-
cuelas de derecho, ya no pensarían en un derecho plural y tradicional,
sino que concebían uno identificado con la legislación estatal, espe-
cialmente la codificada. Las nuevas generaciones de jueces michoaca-
nos administraron justicia atendiendo a los códigos y la imposición
de penas dejó de realizarse con base en el arbitrio judicial, el cual
quedó limitado a la facultad del juez para graduar las penas entre los
mínimos y máximos establecidos por la ley.
64
PRISCILIANO MARÍA DÍAZ GONZÁLEZ, Las jurisprudencias rivales sobre la
inteligencia de los artículos 14 y 16 de la Constitución. Amparo promovido por la sociedad
"Santiago Caloca y Ca." y por el socio Santiago Caloca contra los procedimientos del
juez de primera instancia y alcalde 1° constitucional de Tampico, México, Imprenta del
Gobierno en el ex-Arzobispado, 1889, pp. 5-6.
65
Archivo Histórico de la Casa de la Cultura Jurídica de Morelia (AHCCJM), 1883. C.18.
1883. Exp. 1180.
66
“Je ne connais pas le Droit civil: j'enseigne le Code Napoléon” sentenció Bugnet.
1528
LA TRADICIÓN JURÍDICA INDIANA EN EL MICHOACÁN DECIMONÓNICO
4. Conclusiones
67
“Pero los dichos jueces de la nación no son… más que la boca que profiere las palabras
de la ley…” CHARLES DE SECONDAT MONTESQUIEU, Del espíritu de las leyes, t. I,
Madrid, Casa de Rosa, 1821, p. 251.
1529
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL.
BULAS, DESCUBRIMIENTOS Y EVANGELIZACIÓN VS. OCUPACIÓN
EFECTIVA DEL TERRITORIO EN EL CONFLICTO DE LAS CAROLINAS
(1885)
Resumen: Este artículo tiene por principal objeto el análisis de los argumentos jurí-
dicos utilizados en el curso de la disputa hispano-alemana sobre la soberanía de las islas
Carolinas (1885). Este conflicto internacional puso de relieve la progresiva devaluación de
los antiguos títulos de la Monarquía de España sobre los territorios ultramarinos en favor
de emergencia de la teoría de la posesión efectiva en el orden internacional reformulado en
la Conferencia de Berlín. El artículo propone que la transición entre los antiguos y nuevos
títulos justificadores de la colonización occidental constituye un campo de estudio espe-
cialmente indicado para los historiadores del derecho indiano.
Palabras clave: derecho natural y de gentes, derecho internacional, títulos históri-
cos sobre el territorio, descubrimiento, bulas pontificias, ocupación efectiva.
Abstract: This paper addresses the dispute between Spain and Germany over the
Caroline Islands’ sovereignty (1885), with a particular focus on its legal arguments. Such
international conflict highlighted the gradual decline of the overseas land titles emana-
ted from the Spanish Monarchy, thus enabling the emergence of the effective possession
theory in the international order reformulated at the Berlin Conference. The article su-
ggests that the study of the transition from the old to the new titles which justified Western
colonization constitutes a field particularly appropriate for Spanish colonial law historians.
Keywords: law of nations, international law, historic titles to territory, papal bulls,
discovery, effective occupation.
1531
MARTA LORENTE SARIÑENA
1. A modo de introducción1
1
DER2014-56291-C3-1-P.
2
ALEJANDRO AGÜERO, “Ancient Constitution or Paternal Government? Extraordi-
nary Powers as Legal Response to Political Violence (Río de la Plata, 1810-1860)” (agra-
dezco al autor que haya puesto a mi disposición este artículo inédito).
3
ALFONSO GARCÍA-GALLO, “Las bulas de Alejandro VI y el ordenamiento jurídico de
la expansión portuguesa y castellana en Africa e Indias”, Anuario de Historia del Derecho
Español, 27-28, 1957-58, pp. 461-830.
4
ANTONY ANGHIE, “Findig the Peripheries: Sovereignty and Colonialism in Nine-
teenth-Century International Law”, Harvard International Law Journal, 40, 1999, p. 70;
MARTTI KOSKENNIEMI, “Histories of International Law: Dealing with Eurocentrism”,
Rechtsgeschichte, 4, 2004, pp. 52-176.
5
No se puede decir lo mismo de la iushistoriografía europea: LUIGI NUZZO, MILÔS
VEC (eds.), Constructing International Law. The Birth of a Discipline, Vittorio Kloster-
mann, Frankfurt am Main, 2012.
6
GEORGE RODRIGO BANDEIRA GALINDO, “Martti Koskenniemi and the Historio-
graphical Turn in International Law”, The European Journal of International Law, 16,
2005, pp. 539-559; “Force Field: On history and Theory of International Law”, Rechtsges-
chichte, 20, 2012, pp. 86-103.
1532
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
1533
MARTA LORENTE SARIÑENA
13
IGNACIO DE LA RASILLA MORAL, “El estudio del Derecho Internacional en el corto
siglo XIX español”, Rechtsgeschichte, 21, 2013, pp. 48-65.
14
JUAN DE SOLÓRZANO PEREIRA, Política Indiana, Amberes, Henrico y Cornelio
Verdussen, MDCCIII, p.20. En el mismo sentido, JOSEP DE OLMEDA Y LEÓN, Elemen-
tos del Derecho publico de la paz y de la guerra: ilustrados con noticias historicas, leyes
y doctrinas del Derecho Español, t. II, Madrid, Oficina de la Viuda de Manuel Fernández,
1771, pp. 215-216.
15
EVARISTO FERNÁNDEZ ARIAS, Paralelo entre la conquista de América y la domi-
nación de Filipinas, [S.l.] [s.n.], 1892.
16
“Dios nuestro Señor (…) se ha servido de darnos sin merecimientos nuestros tan gran-
de parte en el Señorío de este mundo (…)”. Recopilación de las Leyes de Indias, 1,1,1. (uti-
lizo la edición facsímil hecha por el BOE en 1998 sobre la realizada por la viuda de Joaquín
Ibarra en Madrid, MDCCLXXXXI).
1534
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
Roma, 17 de Diciembre de 1885. Tras unos meses agotadores, León XIII firmó
el protocolo que puso fin a su papel de mediador en el espinoso conflicto de
las islas Carolinas19. El dominio sobre este archipiélago había enfrentado a un
Imperio alemán en expansión en el panorama internacional con un Reino de
España en profundo retroceso20, siendo así que la decisión papal sirvió sim-
plemente para retrasar en pocos años la pérdida definitiva del archipiélago21.
17
Mª DOLORES ELIZALDE, “La proyección de España en el Pacífico durante la época
del imperialismo”, Hispania, 183, 1993, pp. 277-293; DAVID MANZANO COSANO, “Es-
paña y la expansión de los imperios decimonónicos en el mar de Joló”, en Revista Filipina,
1, 2, 2012-2014 (publicación digital).
18
MARTII KOSKENNIEMI, The Gentle Civilizer of Nations. The Rise and Fall of In-
ternational Law, 1870-1960, Cambridge, 2004; ANTONY ANGHIE, Imperialism, Sov-
ereignty and the Making of International Law, Cambridge, U.K., Cambridge University
Press, 2005; JOSHUA CASTELLINO, Title to Territory in International Law. A Tempo-
ral Analysis, Darmouth Publishing Company, Aldeshot, 2003.
19
FRANCO DÍAZ DE CERIO, CARLOS CORRAL, La mediación de León XIII en el con-
flicto de las islas Carolinas, Madrid, Editorial Complutense, 1995; STEFANO TRINCHE-
SA, “León XIII y las Carolinas y Palaos entre España y Alemania: mediación pontificia y
situación internacional en los archivos vaticanos y alemanes”, en Mª DOLORES ELIZAL-
DE, JOSEP Mª FRADERA, LUIS ALONSO ÁLVAREZ, (coords.), Imperios y naciones en
el Pacífico, t. II, Madrid, CSIC, 2001, pp. 367-384.
20
JOSÉ Mª JOVER ZAMORA, España en la política internacional. Siglos XVIII-XX,
Madrid, Marcial Pons, 1999.
21
“Ley autorizando al gobierno para ceder al Imperio de Alemania las islas Carolinas,
con las Palaos y las Marianas”, excepto Guam, Gaceta de Madrid, 29 de Junio de 1899.
Cf. Mª DOLORES ELIZALDE. “La venta de las Islas Carolinas, un nuevo hito en el 98
español”, en Estudios históricos. Homenaje a los profesores José Mª Jover Zamora y
1535
MARTA LORENTE SARIÑENA
1536
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
28
JOSÉ Mª FRADERA, La Nación Imperial (1750-1918). Derechos, representación y
ciudadanía en los imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos, Barce-
lona, Edhasa, 2015.
29
JOSÉ Mª JOVER ZAMORA, “Aspectos de la civilización española en la crisis de fin de
siglo”, JUAN PABLO FUSI, ANTONIO NIÑO (eds.), Vísperas del 98. Orígenes y antece-
dentes de la crisis del 98, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, p. 16.
30
JAVIER VARELA, La novela de España, Madrid, Taurus, 1999, p. 121.
31
JOAQUÍN COSTA, (discurso pronunciado en la sesión inaugural del Congreso espa-
ñol de Geografía colonial y mercantil, el día 4 de Noviembre de 1883) (ifc.dpz.es/recursos/
publicaciones/30/94/09porvenir1.pdf.
32
COSTA, El conflicto, p. XX.
1537
MARTA LORENTE SARIÑENA
Costa. Más allá del hecho en sí o de sus causas políticas, económicas y/o mi-
litares, la ocupación alemana de las Carolinas estaba íntimamente ligada a la
emergencia de un nuevo “derecho internacional”33, que si bien se empeñó en
endosar a diferentes cultivadores del antiguo derecho de gentes la paternidad
del mismo, había roto con sus principales fundamentos34.
Como ya señalé, la historiografía ha alterado por completo la tradicional
lectura de los orígenes y conformación de esta disciplina jurídica35, propor-
cionando un marco en el que inscribir nuevas lecturas de la cuestión de las
Carolinas. Este episodio permite identificar continuidades y quiebras en el
discurso iusinternacionalista decimonónico, habida cuenta de que fue el con-
flicto el que obligó a los juristas españoles no tanto a interiorizar lo que era
un hecho -el liviano peso de España en el famoso concierto de las naciones
civilizadas-, cuanto a reflexionar sobre la novedad, naturaleza y limitaciones
de un principio que se venía abriendo paso con fuerza desde finales del siglo
XVIII: la ocupación o posesión efectiva. Elevada a la categoría de título legi-
timador de la expansión colonial por excelencia, la así denominada teoría de
la posesión efectiva tendió a ocupar en términos monopolísticos ese espacio
que había sido el de los descubrimientos, concesiones papales, ceremonias
de posesión, libertad de los mares o guerras justas, sin que ello supusiera re-
conocimiento alguno de quienes habitaban aquellos territorios que eran sus-
ceptibles de ser ocupados efectivamente36. El ¿novísimo? principio se basó
en una premisa que habría disgustado a Vitoria: con independencia de que
estuviera habitado o no, el espacio que no se encontrara bajo la soberanía o
protectorado de un Estado era territorium nullius, una categoría que no fue
sino la proyección publicística de la res nullius37.
No pretendo añadir una página más al libro negro del imperialismo occi-
dental, sino identificar los elementos más significativos del discurso jurídico
internacionalista español a lo largo del Ochocientos extrayéndolos de sus re-
33
LUIGI NUZZO, Origini di una Scienza. Diritto internazionale e colonialismo nel XIX
secolo, Frankfurt am Main, Vittorio Klostermann, 2012.
34
CLAVERO, Diritto, cit.
35
MARTTI KOSKENNIEMI, The Gentle Civilizer of Nations. The Rise and Fall of Inter-
national Law 1870-1960, Cambridge, Cambridge University Press, 2001.
36
SCHMITT, op. cit. Sobre el desinterés respecto de la población de las Carolinas en
concreto, FRANCIS X. HEZEL, Strangers in their own land: A Century of Colonial Rule
in the Caroline and Marshall Islands, Honolulu, University of Hawai´i Press, 1995.
37
LUIGI NUZZO, “Alberico Gentili ´internazionalista´ tra storia e storiografia”, en LUI-
GI LACCHÈ (a cura di), “Ius Gentium Ius Communicationis Ius Belli”, Alberico Gentili e
gli orizzonti della modernità, Milano, Giuffrè, 2009, p. 99.
1538
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
38
Gaceta de Madrid, Jueves 28 de Febrero de 1865.
39
JOSÉ DE POSADA DE HERRERA, Lecciones de administración, [trasladadas por
sus discípulos Juan Antonio de Bascón, Francisco de Paula Madrazo y Juan Pérez Calbo],
t. II, Madrid, Establec. Tipogr., 1843, pp. 11-12.
1539
MARTA LORENTE SARIÑENA
40
Archivo Histórico Nacional (AHN), Ultramar, 5352.
41
La historiografía no dice exactamente lo mismo. Cf. ALEXANDRE COELLO DE LA
ROSA, “Colonialismo y santidad en las Islas Marianas: la sangre de los mártires (1668-
1676)”, Hispania Sacra, 63, 128, 2011, pp. 707-745; “Colonialismo y santidad en las islas
Marianas: los soldados de Gedeón (1676-1690)”, Hispania, 70, 243, 2010, pp. 17-44; “Co-
lonialismo, resistencia e identidad chamorra en la misión post-jesuita de las islas Maria-
nas, 1769-183”, Estudios de historia novohispana, 49, 2013, pp. 83-117.
42
DAVID KENNEDY, “International Law and the Nineteenth Century: History of an
Illusion”, Quinnipiac Law Review, 17, 1999, 99-136.
43
ANDRÉS BELLO, Principios de derecho de jentes, Santiago de Chile, Imprenta de
la Opinión, 1832. Hay numerosos estudios sobre la obra internacionalista de Bello; un
ejemplo en GUILLERMO LAGOS CARMONA, Andrés Bello, el maestro del Derecho inter-
nacional, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1982;
44
LILIANA OBREGÓN TARAZONA, “Construyendo la región americana: Andrés Bello
y el derecho internacional”, BEATRIZ GONZÁLEZ-STEPHAN, JUAN POBLETE (eds.),
Andrés Bello y los estudios latinoamericanos, Serie Criticas, Universidad de Pittsburgh
,Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, Pittsburgh, 2009, p. 65 (disponible
en: http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/12/06obregon.pdf).
1540
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
45
JOSÉ Mª DE PANDO, Elementos de Derecho Internacional, Madrid, Imprenta de
Alegría y Charlain, 1843, pp. 125 y ss.
46
GEORG FRÉDERIC DE MARTENS, Précis du Droit de Gens Moderne, Gottingue,
Libraire de Dieterich, 1821.
47
Lo que requeriría de un análisis tanto de la producción española coetánea como de las
reediciones y traducciones. Un significativo ejemplo de la orientación de estas últimas en
Ley natural explicada y perfeccionada por la ley evangélica por el abate Pey; traducida
al castellano por el P. y D. de G., Madrid, José Félix Palacios, 1845.
48
Es cita de Martens recogida en PANDO, cit., p. 126.
49
PANDO, cit., p. 131.
50
R.Y. JENNINGS, The Acquisition of Territory in International Law, Manchester,
Manchester University Press, 1963.
1541
MARTA LORENTE SARIÑENA
chen de él”. No era el nuevo derecho internacional que tanto irritaba a Pando,
sino el propio derecho natural y de gentes el que no reconocía “la propiedad
y soberanía de una nación sino en los países desiertos que haya ocupado real-
mente y de hecho en los cuales haya formado un establecimiento y de los que
haya sacado un uso actual”. Según Vattel, en definitiva, a los efectos de la
verdadera ocupación tan vanos eran los monumentos y señales dejados por
los navegantes como las disposiciones de los Papas que dividieron una gran
parte del mundo entre las coronas de Castilla y Portugal51.
Así las cosas, cabe preguntar ¿qué “uso” se había hecho de las islas Ca-
rolinas antes de 1885?
Desde finales del Setecientos se redactaron numerosos informes sobre el
estado de las posesiones en Oceanía en los que se denunció la precariedad del
dominio español en los distintos archipiélagos52, y se propusieron diferentes
medidas en orden a su mejora53. Aun sin entrar al detalle de los diferentes diag-
nósticos y soluciones, no parece arriesgado afirmar que la alternativa formu-
lada por Sinibaldo de Mas, o reforma o abandono54, fuese muy descabellada. A
ello habría que añadir que muchos observadores extranjeros proporcionaron
noticias muy negativas respecto del estado de las colonias, contribuyendo así
a difundir la idea de que el gobierno de las posesiones españolas en el Pacífico
51
El derecho de gentes, o principios de la ley natural escrita en francés por Mr. Vattel y
traducida al español por el licenciado D. Manuel Pascual Hernandez, Madrid, Imprenta
de I. Sancha, 1820, t. II, pp. 273-274. Las opiniones de Vattel fueron reproducidas una y
otra vez en los tratados de derecho internacional publicados en el mundo hispánico, como
bien puede apreciarse en el siguiente ejemplo: “Es legitima la ocupación de un pais inhabi-
tado ó sin dueño; pero no basta la simple posesión para aproriarselo, si la nación ocupante
no es capaz de poblarlo y trabajar en él” (RAMÓN FERRERA, Lecciones de Derecho Inter-
nacional, Paraná, Imprenta Nacional, 1861, p. 21).
52
FRANCISCO LEANDRO DE VIANA, Documentos relativos al estado de las Islas Fi-
lipinas, [Manuscrito] (entre 1701 y ¿1800?).
53
MANUEL BERNÁLDEZ Y PIZARRO, Informe a la Real Junta de Fomento y Conser-
vación de las Islas Filipinas, proponiendo cuanto cree conducente al bien y prosperidad
de dichas Islas, 26 de abril de 1827 [Manuscrito]; ANTONIO PUIG Y LUCÁ, Memoria
acerca de la consideración y fomento de las posesiones españolas en Oceanía, Madrid,
1834; CASIMIRO DE GRAU Y FIQUERAS, Memoria sobre la población y riqueza de las
islas Filipinas, Barcelona, Imprenta de Ramirez, 1855; PATRICIO DE LA ESCOSURA,
Memoria sobre Filipinas y Joló redactada en 1863 y 1864; publícase ilustrada con un
mapa y precedida de un prólogo de Francisco Cañamaque, 2º ed., Madrid Librería de los
Señores Simón y Osler, 1882.
54
JOSEP Mª FRADERA, “Reform or Leave. A re-reading of the so-called Secret Report
by Sinibald de Mas about the Philippines”, Bulletin of Portuguese-Japanese Studies, 16,
2008, pp. 83-99.
1542
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
55
Mª DOLORES ELIZALDE, “La construcción de un discurso colonial sobre un imperio en
transición”, (https://www.upf.edu/iuhjvv/_pdf/ELIZALDE.WEB.LA_CONSTRUCCIxN_
DE_UN_DISCURSO_COLONIAL.FILIPINAS.pdf).
56
Mª DOLORES ELIZALDE, “La proyección de España”, cit.
57
FRANCISCO COELLO, Atlas de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid,
[S.n.], 1856 (http://www.cervantesvirtual.com/obra/atlas-de-espana-y-sus-posesiones-
de-ultramar/).
58
FRANCISCO QUIRÓS LINARES, “Las posesiones de Ultramar (1849-1853) en el At-
las de Francisco Coello. Fuentes y colaboradores”, Eria, 78-79, 2009, pp. 39-52.
59
La propia comisión advirtió sobre ese punto en términos muy generales: “no siempre
los ilustres marinos que descubrían tierras en aquel hemisferio y tomaban posesión de
ellas en nombre de nuestros reyes cumplieron lo prevenido en las cedulas reales, omitien-
do una parte de las ceremonias (…) así que en muchos casos no consta sino de una manera
indirecta el Derecho de España a ciertas islas en aquellos mares”. Archivo Histórico Na-
cional (AHN), Ultramar, 5352. Sobre las ceremonias, vid. el sugerente trabajo de PATRI-
CIA SEED, Ceremonies of Possession in Europe's Conquest of the New World, 1492-1640,
Cambridge University Press, 1996
60
AHN, Diversos-Colecciones, 169, N. 1. Documentos relativos al contencioso abierto
entre España y Alemania por la soberanía de las Islas Carolinas del año 1885.
1543
MARTA LORENTE SARIÑENA
61
FRANCISCO COELLO, Posesiones de Oceanía: Islas Marianas, Palaos y Carolinas,
Madrid, [s.n.], 1852.
62
La Conferencia de Berlín y la cuestión de las Carolinas. Discursos pronunciados en la
Sociedad Geográfica de Madrid por su presidente honorario, Don Francisco Coello, con un
mapa. Notas y apuntes bibliográficos sobre los antiguos descubrimientos de los españoles
en los archipiélagos de la Micronesia y sus cercanías, Madrid, Librería de Santa Fé, 1885.
63
MATTHEW CRAVEN, 'The Invention of a Tradition: Westlake, The Berlin Confer-
ence and the Historicisation of International Law”, Constructing International Law, cit.,
pp. 363-403.
64
MATTHEW CRAVEN, “Between Law and History: the Berlin Conference of 1884-85
and the Logic of Free Trade”, London Review of International Law, 3-1, 2015, pp. 31-59
(http://lril.oxfordjournals.org/content/3/1/31.full).
65
ANGHIE, Imperialism, cit., p. 90.
66
Artículo 34: “Toda potencia que en lo sucesivo tome posesión de un territorio situado
en la costa del continente africano, pero fuera de sus posesiones actuales, o que no pose-
yendo ninguno hasta entonces, llegase a adquirirlo, así como toda potencia que se haga
cargo en aquélla de un protectorado, acompañará el Acta respectiva de una notificación
dirigida a las restantes potencias firmantes de la presente Acta, con objeto de ponerlas en
condiciones de hace valer sus reclamaciones, si hubiese lugar a ellas”. Artículo 35. “Las
potencias firmantes de la presente Acta reconocen la obligación de asegurar, en los territo-
rios ocupados por ellas en la costa del continente africano, la existencia de una autoridad
suficiente para hacer respetar los derechos adquiridos y, llegado el caso, la libertad de
comercio y de tránsito en las condiciones en que fuese estipulada.”.
67
LUIS GESTOSO Y ACOSTA, Curso Elemental de Derecho Internacional e Historia de
los Tratados, Valencia, Imprenta de Federico Domenech, 1897, p. 288.
1544
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
68
“La reunión de jefes de la costa y del reino de Maquici, sus declaraciones espontáneas,
las actas que solicitaron y les dio el comandante dé la goleta Cartagenera, son documentos
que no sólo se ajustan al derecho antiguo, sino que llenan los requisitos del novísimo esta-
tuidos después en la conferencia de Berlín, como son, la posesión, señalamiento de límites,
publicación y notificación. Reúne á todos estos requisitos la ocupación efectiva demostra-
da por el nombramiento de autoridad dependiente de la de Coriseo, la instalación de mi-
siones y escuelas, la exploración y reconocimiento de los ríos Campo, Benito y Dote, y los
contratos hechos por sociedades y compañías españolas con los propietarios del terreno.
El señorío y pertenencia del litoral entre los ríos Campo y Muni, está plenamente demos-
trado con documentos”. CESAREO FERNÁNDEZ DURO, El derecho a la ocupación de
territorios en la costa occidental de Africa: discutido en la Conferencia Internacional de
París en los años de 1886 a 1891, Madrid, Estab. Tip. de Fortanet, 1900, p. 75.
69
COELLO, La Conferencia de Berlín, cit., p. 6.
70
Ibid. p. 19.
71
CRAVEN, “Between”, cit.
72
COELLO, La Conferencia de Berlín, cit., p. 29.
73
TAVIEL DE ANDRADE, Historia, cit., p. II.
1545
MARTA LORENTE SARIÑENA
la fuerza” ocupara el espacio vacante74. Tengo para mí que las frases trans-
critas hablan por sí mismas, no obstante lo cual conviene subrayar que de
las mismas se infiere una idea fuerza, de exclusivo consumo interno, que ha
venido caracterizando como pocas el discurso nacionalista español, a saber,
que a diferencia de otras colonizaciones, la conquista/evangelización poseía
un fundamento moral indiscutible.
El conflicto de las Carolinas estalló en el marco fijado en Berlín, en cuyo
seno la práctica totalidad de los presupuestos básicos de la “doctrina poseso-
ria” española quedaron conculcados o, en el mejor de los casos, seriamente
dañados o limitados. Los juristas españoles respondieron de forma distinta
ante el hecho: mientras que unos siguieron reproduciendo antiguos argu-
mentos75, otros se distanciaron de la supuesta justificación que una historia
de los descubrimientos y de la consecuente conquista/evangelización presta-
ba a los títulos de España sobre las posesiones del Pacífico. Así, por ejemplo,
Romero y Girón afirmó que si bien las bulas papales resultaban ser un modo
de adquirir “de muy escasa valía”, el título de descubrimiento contestable
y simbólicas y discontinuas muchas ocupaciones, la fuerza del tiempo y la
sanción de la historia habían convertido hechos ilegítimos en derecho76. De
no aceptarse esta interpretación, continuaba este autor, los únicos derechos
atendibles debieran ser los de los indígenas “por extraños y repulsivos que
sean á la civilización en su vida, costumbres y régimen social”77. Todo parece
indicar que la alternativa resultaba un tanto diabólica: o historia, por injusta
que esta fuera, o bárbaros.
Esta posición de partida, no obstante, obligó a los renovadores a cues-
tionar la vaguedad e inconsistencia del principio de la ocupación efectiva en
orden a la defensa de las posiciones españolas. El grueso de la discusión se
centró en la valoración de los famosos artículos 34 y 3578. Las primeras críti-
cas se dirigieron contra la interpretación extensiva de los acuerdos de la Con-
ferencia dado que aquélla no sólo conculcaba el principio de retroactividad
74
Ibid. p. XXVI.
75
“El derecho de descubrimiento es el más claro, el más noble y el más legítimo de los
derechos de soberanía sobre los territorios descubiertos y ennoblecidos así por el hombre
civilizado” (Ibid, p. 80). Un ejemplo de reproducción implícita en JUSTO P. PARRILLA,
Conflicto Hispano-Alemán, Habana, La Propaganda Literaria, 1885, pp. 27-31.
76
VICENTE ROMERO Y GIRÓN, La cuestión de las Carolinas ante el Derecho Interna-
cional, Madrid, Góngora, Editores, 1885, p. 31.
77
Ibid.
78
RAFAEL DE GRACIA Y PAREJO, Consideraciones acerca del Derecho de España
sobre las Islas Carolinas, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Gregorio Juste, 1885.
1546
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
1547
MARTA LORENTE SARIÑENA
La mediación del Papa fue aclamada con entusiasmo por políticos y juristas
españoles. Algunos quisieron ver en la elección del árbitro una reaparición de
“la antigua usanza de los arbitrajes y mediaciones pontificias que rigió en la
cristiandad durante siglos”87, por lo que propusieron la creación de un tribu-
nal permanente para dirimir conflictos internacionales presidido por el Pon-
tífice88. Con independencia de que el entusiasmo español no fuera comparti-
do por muchos internacionalistas de la época89, la proposición de León XIII
resultó modesta en relación al papel que le fue atribuido por los españoles. Y
85
CHARLES SALOMON, L´occupation des territoires sans maître. Étude de droit
international, París, A. Giard, 1889; GASTON JÈZE, Étude théorique et practique sur
l´occupation comme mode d´acquérir les territoires en droit international, París, V.
Giard & E. Brière, 1896.
86
ROMERO Y GIRÓN, La cuestión, cit., p. 31.
87
CONDE DE CASA VALENCIA, CARLOS Mª FERRER, Mediación del Papa León XIII
entre España y Alemania sobre las islas Carolinas y Palaos, Madrid, Tipografía de los
Huérfanos, 1888, p. 7.
88
TAVIEL DE ANDRADE, Historia, p. 285.
89
ERNST NYS, The Papacy Considered in Relation to International Law, London, H.
Sweet, 1879 (https://archive.org/details/papacyconsidere00nysgoog).
1548
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
90
JULIÁN DEL POZO Y BRESÓ, Contra la colonización por España de las Islas Caro-
linas, Manila, Tipo-Litografía de Chofré y C.ª, 1890.
91
Mª DOLORES ELIZALDE, España en el Pacífico, la colonia de las Islas Carolinas,
1885-1899. Un modelo colonial en el contexto internacional del imperialismo, Madrid,
Instituto de Cooperación para el Desarrollo, 1992.
92
YEHUDA ZVI BLUM, Historic Titles in International Law, The Hague, M. Nijhoff,
1965.
1549
MARTA LORENTE SARIÑENA
93
Island of Palmas case (Netherlands, USA), Reports of International Arbitral Awards,
Nations Unies-United Nations, 2006, v. II, pp. 829-871 (una versión española –parcial–
de esta sentencia en http://rincondelfallo.blogspot.com.es/2011/05/caso-isla-de-palmas-
eeuu-cpaises-bajos.html).
1550
LEYES DE LOS REYNOS DE INDIAS Y DERECHO INTERNACIONAL. BULAS...
resultó ser tan veleidoso como habían denunciado los juristas españoles: la
vergonzosa sentencia arbitral de Victor-Emmanuel III sobre la controversia
que enfrentó a México y Francia sobre Isla de Clipperton (1931) lo demuestra
sobradamente94.
94
MIGEL GONZALES AVELAR, Clipperton, isla mexicana, México, Fondo de Cultura
Económica, 2009.
1551
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES
DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
Resumen: En este trabajo hemos pretendido estudiar en qué medida los numerosos
concurrentes a las sesiones públicas de las Cortes de Cádiz (las denominadas galerías),
bulliciosos y mayoritariamente liberales, pudieron condicionar la actuación de aquellos di-
putados, en concreto los americanos, que no compartían su ideología. El análisis efectuado
nos ha permitido concluir que, en efecto, hubo excesos y actos de violencia, magnificados
por los absolutistas y minimizados por los liberales, que pudieron coartar la libertad de
los diputados conservadores. Unas circunstancias que tuvieron que pesar especialmente
sobre los diputados americanos de tal ideología, por su pertenencia a un grupo percibido
en ocasiones como un problema. Hemos fijado nuestra atención en dos de ellos –Blas
Ostolaza, diputado por el Perú, y Antonio Joaquín Pérez Martínez, diputado por Puebla de
los Ángeles– quienes , iniciada la represión absolutista en 1814, pudieron dar rienda suelta
al rencor acumulado por los agravios sufridos.
Palabras clave: Cortes de Cádiz, Galerías, sesiones públicas, publicidad, Ostolaza,
Pérez Martínez
Abstract: In this work we have tried to study to what extent the numerous partici-
pants to the public sessions of the Cortes of Cádiz (the so-called galleries), boisterous and
mostly liberal, could condition the performance of those deputies, specifically American,
who did not share their ideology. The analysis concludes that, in fact, there were excesses
and acts of violence that were magnified by the absolutists and minimized by the liberals,
who were able to restrict the freedom of conservative deputies. Some circumstances that
had to weigh especially on the American deputies of such ideology, for their belonging to
a group perceived at times as a problem. We have focused our attention on two of them:
Blas Ostolaza, deputy of Peru, and Antonio Joaquín Pérez Martínez, deputy of Puebla de
los Angeles. When the absolutist repression began in 1814, they were able to give those
who had suffered offenses free reign.
Keywords: Cortes of Cádiz, galleries, public aessions, publicity, Ostolaza, Pérez
Martínez.
1553
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
Sumario: 1. Introducción. 2. Los excesos de las galerías según los absolutistas en 1814. 2.1.
El Cojo de Málaga, jefe de los galeriantes. 3. Otros testimonios coetáneos acerca del papel
de las galerías. 3.1. Los Diarios de Sesiones. 3.2. A. Alcalá-Galiano. 3.3. El conde de Toreno.
3.4. J.L. Lorenzo Villanueva. 4. La influencia de las galerías sobre los diputados americanos
conservadores. 4.1. El caso de B. Ostolaza. 4.2. El caso de A.J. Pérez Martínez. 5. Considera-
ciones finales.
Tenía la iglesia sus tribunas laterales, que fueron destinadas a los diplomá-
ticos, a las señoras y al público distinguido; y en los pies del edificio abrié-
ronse dos nuevas, con barandal de madera, que se dedicaron al pueblo en
general, y que éste invadió desde las primeras sesiones, alborotando más de
lo que parecía conveniente al decoro de su recién lograda soberanía
1. Introducción
Es bien sabido que la publicidad forma parte del concepto ilustrado y liberal
del Estado. Una publicidad que, según Jeremy Bentham, abarcaba tres cues-
tiones, necesarias para crear la opinión pública: la existencia de un diario
oficial de las sesiones de la asamblea representativa; la libertad de los pe-
riodistas para informar de las intervenciones parlamentarias; y las sesiones
públicas, es decir, la presencia libre de espectadores en los debates1.
Pues bien, es este tercer aspecto de la publicidad –aquél que en las Cor-
tes de Cádiz, según la mayoría de los testimonios, se manifestaba ruidosa-
mente– el que pretendemos analizar en el presente trabajo; así como en qué
medida la presencia y actitudes de los concurrentes a las tribunas destinadas
al público en general en el salón de sesiones de las Cortes de Cádiz, las deno-
minadas galerías, un público mayoritariamente liberal, pudieron coartar la
libertad de aquellos diputados, en concreto de los diputados americanos, que
no compartían su ideología.
1
FERNANDO DURÁN LÓPEZ, “Prensa y Parlamentarismo en Cádiz en el primer año
de las Cortes: El Conciso (septiembre de 1810-agosto de 1811)”, El Argonauta Español,
[En línea], 4|2007, publicada el 15 de junio de 2007, visitada 31 de de julio de 2016. URL:
http://argonauta.revues.org/1296; DOI: 10.4000/argonauta.1296.
1554
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
Esta publicidad sin orden, sin número fijo de concurrentes, sin sujeción ni
método, y, desenfrenados a tomar parte con gritos e insultos contra Dipu-
tados sensatos, ha sido el apoyo de la novación, y la que ha producido la
nulidad de cuanto se ha hecho, porque faltos éstos de libertad no se atrevían
a manifestar su dictamen.
1555
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
1556
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
otros, las afrentas sufridas por el diputado Juan López Reina, partidario de
que Fernando VII entrara en Madrid con todo el lleno de sus facultades; por
el conde de Vigo, a quien en una ocasión los galeríos o galeriantes (como se
denominaba por entonces a los asistentes a las tribunas públicas de las Cor-
tes), además de impedirle el uso de la palabra, le persiguieron hasta su casa,
en la que fue insultado y amenazado; o el episodio protagonizado por José
Pablo Valiente5. Este último, diputado por Sevilla y declarado absolutista, el
26 de octubre de 1811 fue víctima de uno de los incidentes más violentos y me-
jor documentados de los muchos que tuvieron lugar en las Cortes de Cádiz6.
También conservamos referencias a estas cuestiones en varios de los in-
formes –incorporados asimismo al Rollo General de la causa contra los exdi-
putados liberales– que los jueces de policía requirieron de algunos personajes,
casi todos exdiputados, para que delatasen a sus antiguos compañeros de Cor-
tes. Así, por ejemplo, el marqués de Lazán alude, entre otras irregularidades,
al desorden de las galerías, que “… sujetaban a su capricho casi todas las deli-
beraciones”; el conde de Buenavista, en su informe, se muestra aún más crítico
con los excesos, dentro y fuera del Congreso, del público asistente, dirigido
por los liberales y que llegó a amenazar de muerte a los “diputados sensatos”,
describiendo algún episodio violentísimo; Mozo de Rosales, a quien en una
ocasión interrumpieron su intervención, consideraba que pagaban a las gale-
rías para impedir la libertad de los diputados conservadores; también Tadeo
Joaquín Gárate, acusó a los diputados liberales de pagar a sus parciales para
que aplaudiesen desde las galerías sus discursos e insultasen a los opuestos; y
en parecidos términos se manifestó José Cayetano de Foncerrada7.
5
Texto consultado en google, entrada “Don Juan Garrido del Consejo de su Majes-
tad…”, pp. 52‑75.
6
JULIA MONTENEGRO, “Exdiputados americanos en las Cortes de Cádiz informantes
en 1814”, en XVIII Congreso Internacional de Historia del Derecho Indiano, compilado
por Ramón Pedro Yanzi Ferreira, Córdoba (República Argentina), Universidad Nacional
de Córdoba –Facultad de Derecho y Ciencias Sociales– Instituto Internacional de Historia
del Derecho Indiano, 2016, pp. 1124-1126 y n. 4.
7
MANUEL FERNÁNDEZ MARTÍN, Derecho parlamentario español. Colección de
constituciones, disposiciones de carácter constitucional, leyes y decretos electorales para
diputados y senadores, y reglamento de las Cortes que han regido en España en el presen-
te siglo. Ordenada en virtud de acuerdo de la Comisión de gobiero interior del Congreso
de los Diputados, fecha 11 de Febrero de 1881 bajo la alta inspección y dirección de su
presidente por … Oficial Mayor de la Secretaría de dicho Cuerpo Colegislador, t. 3, Ma-
drid, Establecimiento Tipográfico Hijos de J.A. García, 1900, pp. 54-61; MONTENEGRO,
“Exdiputados americanos”, cit., pp. 1122-1131.
1557
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
1558
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
éstos por el Cojo de Málaga, como precisa Antonio Álvarez de la Chica, uno
de los testigos ya mencionados, quien le identifica con el encargado de dar
la señal en las galerías, siguiendo las indicaciones de algún diputado liberal.
Ello explica que el personaje figurase en la lista de liberales a detener remitida
desde Valencia al general Eguía11. El Cojo de Málaga, llamado Pablo López,
era un sastre malagueño, casado, cuarentón y a quien faltaba una pierna, que
terminó por abandonar su oficio para dedicarse por entero a la política. Ar-
diente partidario de la Constitución, era asiduo concurrente a las galerías de
las Cortes, dirigiendo a los que animaban con aplausos a los diputados libe-
rales y acallaban con gritos y amenazas a sus contrarios. Su protagonismo en
galerías, puertas de las Cortes, corrillos, cafés, calles y plazas le convirtió en
personaje muy popular y denostado por los periódicos absolutistas, sobre todo
El Procurador General de la Nación y del Rey, hasta el punto de que tuvo que
defenderse por medio de la imprenta con un Manifiesto de la conducta y servi-
cios hechos a la patria en el tiempo de nuestra gloriosa revolución por Pablo
López, conocido por el Cojo de la Puerta del Sol. Desatada la feroz represión
contra los liberales en mayo de 1814, fue llevado a prisión el día 17 de dicho
mes y año. Acusado de alborotar, siempre llevando la voz cantante, en Cádiz y
en Madrid en las tribunas públicas del Congreso, cafés y fondas, en la Puerta
del Sol (donde era conocidísimo por sus peroratas en pro de sus ideas políti-
cas) y otros parajes, como la plazuela de los Caños del Peral, fue condenado
por la Comisión de Causas de Estado - por su amor a la Constitución y por ca-
pitanear en la noche del 20 de enero de 1814 una serenata que, partiendo de la
Fontana de Oro y dando vivas a la Constitución, se dirigió al domicilio del jefe
político, del gobernador militar y de algunos diputados liberales (los que vo-
taron contra los poderes del obispo de Pamplona) –a diez años de presidio en
Ceuta. Pero el rey no se conformó y exigió pena de muerte por haber atentado
contra los derechos reales; una pena de la que se libró de milagro. La enérgica
intervención de la embajada británica– cuyo encargado de negocios tuvo que
recordar a Fernando VII su compromiso de evitar el derramamiento de sangre
por delitos de opinión cometidos durante su ausencia del reino - impidió, casi
1559
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
12
CARLOS LE BRUN, Retratos políticos de la revolución de España o de los principales
personages que han jugado en ella, muchos de los quales están sacados en caricaturas por
el ridículo en que ellos mismos se habían puesto, quando el retratista los iba sacando; con
unas observaciones políticas al fin sobre las mismas y la resolución de la qüestión de por
qué se malogró ésta y no la de los Estados-Unidos. Publicados en castellano por Dn. … , Fi-
ladelfia, 1826, pp. 210-212; MIRAFLORES, MANUEL PANDO FERNÁNDEZ DE PINEDO,
marqués de, Apuntes histórico-críticos para escribir la Historia de la revolución de Espa-
ña desde el año 1820 hasta 1823, Londres, en la Oficina de Ricardo Taylor, 1834, pp. 67-68;
LAFUENTE, op. cit., t. 18, p. 184 (le denomina Pablo Rodríguez); FERNÁNDEZ MARTÍN,
Derecho parlamentario, cit., t. 3, pp. 162-192; VILLAURRUTIA, WENCESLAO RAMÍREZ
DE VILLAURRUTIA, marqués de, Fernando VII, rey constitucional. Historia diplomáti-
ca de España de 1820 a 1823, Madrid, Francisco Beltrán, Librería Española y Extranjera,
1922, pp. 152-156. En concreto, en p. 152, con motivo de narrar los desórdenes que tuvieron
lugar en Madrid la mañana del 11 de mayo de 1814, indica que la plebe atumultuada eran
los mismos alborotadores de oficio que antes capitaneaba el Cojo de Málaga; FEDERICO
SUÁREZ, Las Cortes de Cádiz, 2ª ed., n. 8, Madrid, Ediciones Rialp, 2002, pp. 195-196.
1560
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
3.2. A. Alcalá-Galiano
13
Cf., por ejemplo, El Conciso de 18 de octubre y 20 de noviembre de 1810, que recogen
algún incidente con motivo de debatirse la libertad de imprenta; o el número correspon-
diente al 18 de enero de 1811, en el que se alude a la interrupción de un discurso del dipu-
tado Valiente a causa de un gran murmullo, y el de 28 de agosto del mismo año, que refiere
que el Presidente de las Cortes tuvo que llamar al orden al público asistente.
1561
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
14
ANTONIO ALCALÁ-GALIANO, Apuntes para la biografía del excmo. señor D. … es-
critos por el mismo. Publicanse conforme al original autógrafo que aquel eminente ora-
dor y político entreó a su amigo D. Manuel Ovilo y Otero, oficial de la Biblioteca Nacional
y director de las Escenas Contemporáneas, encargándole los conservase inéditos hasta
despues de su muerte, Madrid, Imprenta del Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1865,
passim; Id., Memorias de D. …, publicadas por su hijo, t.1, Madrid, Imprenta de Enrique
Rubiños, 1886, pp. 252-255, 269-276, 281, 287-291 (Redactó estas memorias hacia 1847-
1849, según hace constar su hijo en p. X).
1562
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
muy crítico con las Cortes y las galerías. Pero hace notar lo siguiente, y cito
textualmente:
Verdad es que en 1814, cuando cayó el gobierno popular, fue moda de los
vencedores perseguidores, ponderar hasta lo sumo los tales excesos. Pero
también por el opuesto lado ha habido vituperable lenidad o parcialidad
escandalosa, en punto a calificar o recordar tales desmanes; de modo que
aun el digno conde de Toreno, en su historia escrita cuando ya dominaba en
él la voz de la razón, todavía encubre la verdad en esta materia.
15
ANTONIO ALCALÁ-GALIANO, Historia de España desde los tiempos primitivos
hasta la mayoría de la reina doña Isabel II, redactada y anotada con arreglo a la que
escribió en inglés el doctor Dunham por don … con una reseña de los historiadores espa-
ñoles de más nota por don Juan Donoso Cortés, y un discurso sobre la historia de nuestra
nación por don Francisco Martínez de la Rosa, t. 6, Madrid, Imprenta de la Sociedad
Literaria y Tipográfica, 1845, pp. 352, 357, 405, 421 y 424-427, y t. 7, Madrid, Imprenta
de la Sociedad Literaria y Tipográfica, 1846, pp. 6, 10-11 y 14; Id., Memorias, cit., t.1, pp.
271-272, 282 y 288-289; Id., Recuerdos de un anciano, Madrid, Librería de Perlado, Páez
y C.ª (Sucesores de Hernando), 1913, pp. 167-168 y 183-186.
16
CONDE DE TORENO, Historia del levantamiento, guerra y revolución de España
por … Presentación de Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, Madrid, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, 2008, pp. 956 y 1073-1074.
1563
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
3.4. J. L. Villanueva
17
JOAQUÍN LORENZO VILLANUEVA, Mi viaje a las Cortes. Obra inédita de D. …
diputado a Cortes por la provincia de Valencia en las Generales y Extraordinarias del
1564
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
1565
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
19
VILLANUEVA, Apuntes sobre el arresto de los vocales de Cortes, cit., passim; Re-
presentación que en defensa de los diputados de las Cortes estraordinarias y ordinarias
presos en mayo de 1814, cit., t.1, pp. [XI] ss., [XIII], 182 ss. y 199. Por lo demás, ya el primer
Reglamento para el gobierno interior de las Cortes, del año 1810, establecía en el apartado
10 del cap. 1º que “Quando los expectadores no guarden silencio y compostura, el Presi-
dente por sí, o a petición de qualquier diputado, podrá mandar que se despeje, y la sesión
de aquel día seguirá en secreto: entendiéndose esto, si al pronto no se pueden descubrir los
perturbadores del silencio u orden”.Y el apartado 5 del cap. 2º atribuía, entre otras com-
petencias, al presidente “…mantener el orden, y de que se observe compostura y silencio”;
texto consultado en google, entrada “Reglamento para el gobierno interior de las Cortes”.
20
VILLANUEVA, Mi viaje a las Cortes, cit., p. 520. Para entonces los contrarios a las
reformas se encontraban más respaldados por los cambios que se estaban operando en la
composición de las Cortes, pues a medida que se iba liberando el territorio nacional crecía
el número de diputados conservadores, con el consiguiente incremento de tensiones entre
1566
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
diputados de uno y otro signo. Todo ello sin olvidar los cambios en la situación internacio-
nal, derivados de la caída de Napoleón.
21
“… había hoy en las galerías un gran número de individuos del clero regular y secular;
de frailes solo se contaron 70. Uno de ellos parecía llevar el tono: cuando el Sr. Gutierrez
de la Huerta habló en defensa de la Inquisición, al paso que el público mostró incomodarse
con murmullo, aquel religioso le palmoteó, y otros le siguieron. Observóse esto, y fueron en
busca de él y se escapó. Notóse un gran calor en los ánimos de algunos asistentes: parecía
preparado el concurso de tantos religiosos, cuando eran muy contados y raros los que asis-
tían a las sesiones del convento de los descalzos. Supe que la víspera fueron convocando a
los religiosos … De capuchinos no asistió ninguno”; cf. VILLANUEVA, Mi viaje a las Cortes,
cit., pp. 349-350; “ Dañarónles tambien ciertas precauciones que habían tomado, pues se
figuraron que no les bastaba contar con la mayoría de las Cortes, si no se escudaban con el
público de las galerías. Así fué que muy de madrugada las llenaron de ahijados suyos, con
tan poco disimulo que entre los concurrentes se divisaban muchos frailes, cuya presencia
no se advertía en las demás ocasiones … Prosiguiendo el debate se encendieron más y más
los ánimos, a punto que las galerías … se desmandaron … y acordámonos haber visto algu-
nos frailes desatarse en murmullos y palmoteos sin cordura, y olvidados del hábito que los
cubría”; cf. CONDE DE TORENO, Historia del levantamiento, cit., pp. 1117‑1118.
22
CONDE DE TORENO, Historia del levantamiento, cit., p. 1118.
23
En 1815 algunos de los exdiputados presos, en respuesta al cargo nº 11 (haber pagado
a sus parciales de las galerías), manifiestan, entre otras cosas, que “En la sesion pública de
17 de febrero de 1814 se leyó una representacion del general Villacampa en que dio cuenta
de haberle avisado dos soldados de marina, de que con siniestros fines eran gratificados
1567
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
con una peseta diaria, pan y aguardiente, para que en las galerías del Congreso se presta-
ran a las ideas que aparecían en el espediente formado sobre ello … que de su espontánea
voluntad se delató el presbítero Don José González, confesando la verdad de lo que dis-
tribuía por cierto partido … que después se le presentó el mismo presbítero a pretesto de
decirle que aquel mismo partido había enviado emisarios por las inmediaciones de esta
Corte, para pagar gente …”; cf. Representación que en defensa de los diputados de las
Cortes estraordinarias y ordinarias, presos en mayo de 1814, cit., t. 1, pp. 199-201.
24
Con motivo de narrar lo referente al Cojo de Málaga hace notar lo siguiente: “Este
cargo de capataz y jefe asalariado de los galeriantes de las Cortes, que desempeñó por
cuenta de los liberales Pablo López y que estuvo a punto de costarle la vida, conocíase
también entre los serviles. En una representación de Calomarde al Rey, fecha en el Puerto
de Santa María el 30 de abril de 1816, alegaba entre otros muchos gastos que hizo por sos-
tener la causa de S.M. el haber vendido una finca de 20.000 reales, cuyo importe entregó
“a Arias de Prada, que le dijo lo necesitaba para poner gente en las tribunas, que sostuviese
a los buenos diputados e impidiese que los malos llevasen adelante sus pérfidas ideas””; cf.
VILLAURRUTIA, Fernando VII, rey constitucional, cit., pp. 155-156 n. 2.
25
Estas noticias alarmaron a los que no querían el nombramiento, y prepararon gentes
para que fuesen a las galerías a “sosegar” los ánimos. Al día siguiente los partidarios de
la regencia de la infanta no se atrevieron a hacer la proposición porque las galerías, muy
concurridas, mostraron desagrado, y también porque el embajador británico pasó una
nota al diplomático portugués desaprobando su actuación; cf. VILLANUEVA, Mi viaje a
las Cortes, cit., pp. 493-496.
1568
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
26
Los también diputados americanos conservadores Tadeo Joaquín Gárate, diputado
por Puno (virreinato del Perú), y José Cayetano de Foncerrada, diputado por Valladolid
de Michoacan, reunieron asimismo la doble condición de persas e informantes, pero, a
diferencia de Ostolaza y Pérez Martínez, tuvieron escasa participación en las Cortes. Ofre-
cemos algunos datos biográficos y acerca de su actitud en 1814 en MONTENEGRO, “Exdi-
putados americanos”, cit., pp. 1123-1124, 1127-1132 y 1137-1138.
1569
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
Muy distinto fue el caso de Pérez Martínez. Clérigo culto y excelente orador,
muy cauteloso, de ideología más moderada –o, al menos, así se fingía mientras
fue diputado, porque lo cierto es que resulta muy difícil precisar la ideología
de tan camaleónico personaje–, se caracterizaba por sus maneras suaves, un
talante amable y conciliador, y era asimismo, en consecuencia, un hábil ne-
gociador29. Fue elegido presidente de las Cortes en enero de 1811, cuando se
27
Recogemos abundantes datos biográficos acerca del atrabiliario personaje en MONTE-
NEGRO, “Exdiputados americanos”, cit., pp. 1132-1136. Una de las muchas pruebas de su
inmoderado afán por lograr prebendas la dio el 15 de noviembre de 1810, día en el que solicito
en las Cortes los sueldos de capellán de honor y confesor del rey, una canonjía en Trujillo y la
cruz de Carlos III, y algo más para su hermano; cf. VILLANUEVA, Apuntes sobre el arresto,
cit., pp. 422-423.
28
Así lo manifiestan, entre otros, ALCALÁ-GALIANO, Recuerdos de un anciano, cit.,
pp. 183‑184: “El famoso Ostolaza era blanco principal del odio y burlas del auditorio, lo cual
merecia en parte por una frescura digna se ser calificada de descaro, y por ser conocidas sus
malas costumbres y sus arterías para elevarse”; y VILLANUEVA, Mi viaje a las Cortes, cit.,
p. 236.
29
Recogemos algunos datos biográficos del diputado poblano en MONTENEGRO, “Ex-
diputados americanos”, cit., pp. 1136‑1143.
1570
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
1571
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
con Ostolaza, el afán de venganza –al que alude reiteradamente en sus escri-
tos Villanueva en referencia a éstos y otros personajes– condicionó su com-
portamiento en mayor medida que la ambición (en el caso de Pérez Martínez
obtener la importante mitra de Puebla de los Ángeles), habida cuenta de que
Fernando VII premió con cargos similares a otros clérigos que no participa-
ron directamente en la represión contra los liberales. Ello es lógico, pues el
rey estaba sumamente interesado en rodearse de un alto clero afín, conscien-
te como era de que la Iglesia tenía un enorme ascendiente sobre la inmensa
mayoría de la población33. Un clero que no le defraudó, pues ciertamente du-
rante el Sexenio Absolutista en su inmensa mayoría, en especial el alto clero
y el clero regular, colaboró con entusiasmo con Fernando VII, tomando parte
muy activa en la persecución de los liberales.
5. Consideraciones finales
según se presumió, de todo lo que ocurría entonces. Una mitra con que le galardonaron
despues, dio fuerza á la sospecha concebida de haber procedido de connivencia con los
destruidores de las Córtes, y por tanto indigna y culpablemente”. Y en parecidos términos
se expresa VILLAURRUTIA, Fernando VII, rey constitucional, cit., p. 152, “El buen Pérez,
que era uno de los persas, cumplió con delectación nada morosa el Real Decreto [de 4 de
mayo de 1814], y como se vieron después sus méritos y servicios recompensados con una
mitra - nada menos que la de Puebla de Nueva España - dio la gente en sospechar que
estaba el futuro obispo en el secreto de cuanto iba a ocurrir”.
33
Dato que nadie ignoraba. Así, por ejemplo, en la sesión secreta de 6 de diciembre
de 1810 se habló de cómo el rey José preparaba una insurrección en América valiéndose
del clero. Y, a propósito de los rumores acerca de un concordato entre el papa Pio VII y
Napoleón, la comisión especial eclesiástica de las Cortes emitió un dictamen en el que,
entre otras cosas, hacían constar lo siguiente: “Notorio es, como advierte la Regencia, que
el Tirano ha llevado su impiedad hasta el extremo de convertir la misma religión en ins-
trumento de sus inicuos designios. Tenemos de esto pruebas sin número aun en España
durante la actual guerra”; cf. VILLANUEVA, Mi viaje a las Cortes, cit., pp. 94 y 496-497.
1572
OPINIÓN PÚBLICA Y DIPUTADOS AMERICANOS EN LAS CORTES DE CÁDIZ: LAS GALERÍAS
caron una pastoral que, según Villanueva, contenía imjurias “… contra varias
medidas prudentes y legítimas del Congreso”34. Alcalá‑Galiano, por su parte,
relata cómo el empeño de las Cortes en que los párrocos leyeran en las iglesias
el manifiesto relativo a la abolición de la Inquisición molestó extraordinaria-
mente a buena parte del clero, al igual que lo referente a las limitaciones de los
conventos, dando lugar a que las Cortes y la Iglesia estuvieran muy enfrenta-
das. Y asimismo pone de manifiesto que ya en la época de las Cortes ordina-
rias los sermones “… contra las nuevas leyes habían indispuesto a una crecida
parte del vulgo contra el cuerpo ilustre regenerador de España”35. Éstos, por lo
demás y como es notorio, no fueron los únicos conflictos entre ambos poderes.
Iniciada la represión, los liberales fueron víctimas de atroces ataques por
parte del clero. La encarnizada persecución se manifestó de diversas maneras.
Así, por ejemplo, sabemos que turbas dirigidas por clérigos, como el vicario de
la Trapa, gritaban contra los liberales. Y en algún caso, como ocurrió el 11 de
mayo de 1814 y en noches posteriores, llegaron hasta la cárcel de la Corona y
otras para amenazar a los exdiputados en ellas presos. Se lamentaban amarga-
mente Villanueva y sus compañeros presos de las calumnias del padre Castro
en algunos números de la Atalaya de la Mancha en Madrid, y, en concreto,
de que el ejemplar aparecido el 12 de mayo de 1814 les atacó cruelmente, pu-
blicando la lista de los detenidos en la noche del 10 al 11 de mayo, a los que
denominaba traidores. Se quejaban muy especialmente, y con razón, de los
abusos del púlpito, pues por entonces muchos sacerdotes predicaban en Ma-
drid sermones sanguinarios, en los que, en palabras de Villanueva y los otros
exdiputados presos, dejándose llevar “…por el furor de las pasiones”, “profa-
naban la cátedra del Espíritu Santo con calumnias”; sermones que inspiraban
deseos de venganza y fomentaban la división entre españoles con el pretexto
de defender el Altar y el Trono. Se dolían especialmente del sermón que pro-
nunció Ostolaza en la iglesia del Carmen Calzado, en presencia del infante don
Carlos, el 21 de diciembre de 1814, en el que lanzó gravísimas acusaciones
contra los exdiputados presos. Y aludían asimismo a otros ataques por parte
de eclesiásticos, como el escrito titulado Los conspiradores, obra de un car-
melita, Manuel Traggia, que les acusaba de maquinaciones y de predicar la
34
VILLANUEVA, Mi viaje a las Cortes, cit., pp. 204-205 y 348; Id. Vida literaria de
… o Memoria de sus escritos y de sus opiniones eclesiásticas y políticas, y de algunos
sucesos notables de su tiempo. Con un apéndice de documentos relativos a la Historia del
Concilio de Trento. Escrita por el mismo, t.1, Londres, En la imprenta de A. Macintosh,
1825, p. 205.
35
ALCALÁ-GALIANO, Historia de España, cit., t. 6, pp. 458-461 y 475.
1573
JULIA MONTENEGRO VALENTÍN
revolución incluso estando en prisión36. Todo ello sin olvidar que, restablecida
la Inquisición, ésta se dedicó a perseguir a los liberales, en lo que Villanueva
denominó “… un nuevo e ingenioso plan de perseguir la Iglesia…”37.
De manera que, mediante la prensa periódica, las pastorales de los obis-
pos, y otros escritos y muy especialmente los sermones, la Iglesia sedujo a
una parte importante del pueblo, acostumbrado, como bien decía Villanueva
“… a venerar como oráculos las palabras de los sacerdotes”38. La activa y feroz
participación de buena parte del estamento eclesiástico durante el Sexenio
Absolutista en la represión contra los liberales contribuyó, sin duda, a ahon-
dar las diferencias entre éstos y la Iglesia, con las funestas consecuencias de
todos conocidas.
36
LORENZO VILLANUEVA, Vida literaria, cit., t. 2, Londres, En la imprenta de A. Ma-
cintosh, 1825, pp. 29-76; Id, Apuntes sobre el arresto, cit., pp. 10-29, 32-39 y 376; FER-
NÁNDEZ MARTÍN, Derecho parlamentario, cit., t. 3, pp. 13 y ss. y 142-148; MONTENE-
GRO, “Exdiputados americanos”, cit., pp. 1128‑1130.
37
VILLANUEVA, Vida literaria, cit., t. 2, pp. 195 y ss.
38
VILLANUEVA, Apuntes sobre el arresto, cit., p. 21; Id., Vida literaria, cit., t. 2, p. 38.
1574
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN
DE NORMAS: LAS SIETE PARTIDAS Y EL DISCURSO JURÍDICO
DEL ESTADO DE LA LUISIANA DURANTE LA PRIMERA MITAD
DEL SIGLO XIX
Agustín Parise
Maastricht University (Países Bajos)
[email protected]
Abstract: This paper addresses the changes experienced in the law of Louisiana du-
ring the first half of the nineteenth century. It also considers the extent in which Spanish
law found a means for survival in the translations of the Siete Partidas. The paper first
describes the historical and social context of Louisiana and the place the Siete Partidas
occupied within that framework. The paper then addresses the English translations of the
Siete Partidas. Finally the paper analyses aspects of the 136 court decisions that refer
to the Siete Partidas and that were rendered in Louisiana during the period 1818-1828.
The paper aims to demonstrate that the break with a system and the adoption of another
system are not automatic, even when the letter of the law seems to indicate otherwise.
Occasionally, legal professionals trigger the survival of preterit systems, as is evidenced by
the Siete Partidas in nineteenth-century Louisiana.
Keywords: codification, common law, continued existence, Louisiana, 19th century,
Siete Partidas, translations.
1575
AGUSTÍN PARISE
1. Introducción
1
AGUSTÍN PARISE, Non-Pecuniary Damages in the Louisiana Civil Code Article
1928: Originality in the Early Nineteenth Century and Its Projected Use in Further Co-
dification Endeavors, Master of Laws Thesis, Baton Rouge, LSU Law Library, 2006, p. 14.
2
RAPHAEL J. RABALAIS, “The Influence of Spanish Laws and Treatises on the Juris-
prudence of Louisiana: 1762-1828”, Louisiana Law Review, vol. 42, Baton Rouge, 1982,
p. 1505.
1576
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
a estudio y el lugar que las Siete Partidas ocuparon dentro de ese marco. En
segundo lugar se elabora sobre las traducciones inglesas de las Siete Partidas.
En esta parte se aborda la vida y obra de los traductores, el proceso de traduc-
ción y algunos aspectos del prefacio a la segunda traducción. En tercer lugar
se exponen los resultados de un estudio que se focaliza en los fallos judiciales
de la Luisiana durante el período 1818-1828 en los cuales se hace referencia
a las Siete Partidas. Esa aproximación apunta a demostrar cómo las traduc-
ciones sirvieron como vehículo para la pervivencia del derecho español en
la Luisiana. La investigación ante todo apunta a demostrar que el corte con
un sistema (i.e., español) y la adopción de otro (i.e., estadual) no se realizan
automáticamente, incluso cuando la letra de la ley pareciera indicar lo con-
trario. Ocasionalmente los profesionales del derecho motivan la pervivencia
de sistemas pretéritos, tal como lo demuestra el caso de las Siete Partidas en
la Luisiana decimonónica.
3
Pasajes de esta sección fueron tomados de AGUSTÍN PARISE, Historia de la Codifi-
cación Civil del Estado de Luisiana y su influencia en el Código Civil Argentino, Buenos
Aires, Eudeba, 2013.
4
PARISE, Non-Pecuniary Damages, cit., p. 9.
5
RICARDO LIFSIC, “Historia del Código Civil de Louisiana. Antecedente del Código
Civil Argentino”, Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, vol. 12,
Buenos Aires, Imprenta de la Facultad, 1961, p. 164.
1577
AGUSTÍN PARISE
6
LOUIS MOREAU LISLET y HENRY CARLETON, The Laws of las Siete Partidas
Which are Still in Force in the State of Louisiana, vol. 1, Nueva Orleans, James McKara-
her, 1820, p. xxi.
7
Sobre el Digesto de 1808 véase PARISE, Historia de la Codificación, cit., pp. 64-81.
8
PARISE, Non-Pecuniary Damages, cit., p. 10.
9
An Act Providing for the promulgation of the Digest of the Civil Laws now in force in
the territory of Orleans (March 31, 1808), Acts passed at the First Session of the Second
Legislature of the Territory of Orleans, Nueva Orleans, Bradford & Anderson Printers,
1808, p. 126.
10
RICHARD HOLCOMBE KILBOURNE, A History of the Louisiana Civil Code: The
Formative Years, 1803-1839, Baton Rouge, LSU Law Center Publications Institute, 1987,
p. 62 y AGUSTÍN PARISE, “The Place of the Louisiana Civil Code in the Hispanic Civil
Codifications: The Comments to the Spanish Civil Code Project of 1851”, Louisiana Law
Review, vol. 68, Baton Rouge, 2008, p. 833.
11
Véase el texto del artículo 3521 (Civil Code of the State of Louisiana, Nueva Orleans,
J. C. de St. Romes, 1825, p. 1112). Véase también JOHN T. HOOD: “The History and Deve-
lopment of the Louisiana Civil Code”, Tulane Law Review, vol. 33, Nueva Orleans, 1958,
pp. 7-20.
12
RABALAIS, op.cit., p. 1505.
1578
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
era contrario al texto del Código de 1825 siguiera vigente y que los artículos
del Digesto de 1808 que habían sido omitidos en el Código de 1825 también
siguieran en vigor13. Esta resolución del máximo tribunal motivó que la legis-
latura local adoptara dos leyes que derogaban las leyes anteriores a la san-
ción del Código de 182514. Estas leyes son importantes ya que marcan el corte
temporal de esta investigación. La primera ley, número 40 del 12 de marzo
de 182815, y la segunda ley, número 83 del 25 de marzo de 182816, tampoco
lograron eliminar referencias al derecho español. El máximo tribunal sostuvo
que las leyes únicamente derogaban el derecho español positivo, escrito o es-
tatuario17. Empero, las leyes no derogaban los principios del derecho español
que habían sido establecidos por la jurisprudencia de los tribunales18.
13
Flower v. Griffith, June 1, 1827, 6 Mart.(n.s.) 89. Nótese que todos los fallos mencio-
nados en esta investigación, salvo indicación en contrario, son del máximo tribunal local
(i.e., Supreme Court of Louisiana).
14
HOOD, op.cit., p. 18.
15
N. 40 An Act to repeal certain articles of the former Civil Code (March 12, 1828), Acts
passed at the Second Session of the Eights Legislature of the State of Louisiana, Nueva
Orleans, John Gibson State Printer, 1828, pp. 66-67.
16
N. 83 An Act further amending several articles of the Civil Code and Code of Practice
(March 25, 1828), Acts passed at the Second Session of the Eights Legislature of the State
of Louisiana, Ley 83, Nueva Orleans, John Gibson State Printer, 1828, pp. 150-161.
17
Reynolds v. Swain, April 1, 1839, 13 La. 193.
18
HOOD, op.cit., p. 18.
19
Pasajes de esta sección fueron tomados de AGUSTÍN PARISE, “Introductory Essay on
The Translators’ Preface to Las Siete Partidas”, Journal of Civil Law Studies, vol. 7, Baton
Rouge, 2014, pp. 311-353.
20
La Corte Superior del Territorio de Orleans y desde 1812 la Suprema Corte de la Lui-
siana.
21
RABALAIS, op.cit., p. 1504.
1579
AGUSTÍN PARISE
22
RABALAIS, op.cit., pp. 1504-1505.
23
Véase John H. Tucker, “Louisiana Civil Law Literature”, Reports of the Louisiana
State Bar Association for 1935-1941, vol. 34, Nueva Orleans, Hauser Printing, 1942, p. 29.
24
LOUIS MOREAU LISLET y HENRY CARLETON: A Translation of the titles on
Promises and Obligations, sale and purchase, and exchange from the Spanish of Las
Siete Partidas, Nueva Orleans, Roche Brothers, 1818.
25
MOREAU LISLET y CARLETON: A Translation, cit., pp. iii-vi.
26
MOREAU LISLET y CARLETON: A Translation, cit., p. iv.
27
MOREAU LISLET y CARLETON: A Translation, cit., pp. v-vi.
28
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit.
29
An Act to authorize and encourage the translation of such parts of the Partidas as
are considered to have force of law in this State (March 3, 1819), Acts passed at the First
1580
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
Session of the Fourth Legislature of the State of Louisiana, Nueva Orleans, J. C. de St.
Romes, 1819, pp. 44-47.
30
An Act to authorize and encourage the translation of such parts of the Partidas as
are considered to have force of law in this State (March 3, 1819), Acts passed at the First
Session of the Fourth Legislature of the State of Louisiana, Nueva Orleans, J. C. de St.
Romes, 1819, pp. 44-47.
31
Los encabezados de los títulos de la segunda partida fueron preservados en la traduc-
ción inglesa. MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., pp. 17-19.
32
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., pp. iii-xxv.
33
El texto en inglés refiere erróneamente a S. Mazureau. An Act to authorize and encou-
rage the translation of such parts of the Partidas as are considered to have force of law in
this State (March 3, 1819), Acts passed at the First Session of the Fourth Legislature of the
State of Louisiana, Nueva Orleans, J. C. de St. Romes, 1819, pp. 44-47.
34
An Act to authorize and encourage the translation of such parts of the Partidas as
are considered to have force of law in this State (March 3, 1819), Acts passed at the First
Session of the Fourth Legislature of the State of Louisiana, Nueva Orleans, J. C. de St.
Romes, 1819, pp. 44-47.
35
An Act to provide the mode of distribution for the Partidas, as translated by Moreau
Lislet and Henry Carleton, esqrs, (February 26, 1822), Acts passed at the Second Session
of the Fifth Legislature of the State of Louisiana, Nueva Orleans, J. C. de St. Romes, 1822,
p. 20. Véase también KATE WALLACH, Research in Louisiana Law, 2° edición, Baton
Rouge, LSU Press, 1960, p. 214.
1581
AGUSTÍN PARISE
copias debían ser puestas a la venta para el público. Un estudio demostró que,
luego de la publicación de las traducciones, hubo un incremento del 100% en
la frecuencia con que las Siete Partidas fueron citadas por los tribunales de
la Luisiana36. La traducción también llegó a otros estados de la Unión, siendo
citada por los tribunales más allá de las fronteras de la Luisiana37, incluso
siendo citada en fallos de la Corte Suprema de los EE.UU. en 183438 y 184439.
36
RABALAIS, op.cit., p. 1505.
37
Véase, por ejemplo, PETER REICH, “Siete Partidas in My Saddlebags: The Transmis-
sion of Hispanic Law from Antebellum Louisiana to Texas and California”, Tulane Euro-
pean & Civil Law Forum, vol. 22, Nueva Orleans, 2007, pp. 79-88.
38
Corte Suprema de los EE.UU., Life & Fire Ins. Co. of New York v. Wilson’s Heirs,
January 1, 1834, 33 U.S. 291.
39
Corte Suprema de los EE.UU., Stoddard v. Chambers, January 1, 1844, 43 U.S. 284.
40
An Act supplementary to the act entitled “an act to authorise and encourage the Trans-
lation of such parts of the Partidas as are considered to have the force of law in this state”,
(February 16, 1820), Acts passed at the Second Session of the Fourth Legislature of the
State of Louisiana, Nueva Orleans, J. C. de St. Romes, 1820, p. 20.
41
JOHN W. CAIRNS, “The de la Vergne Volume and the Digest of 1808”, Tulane Euro-
pean & Civil Law Forum, vol. 24, Nueva Orleans, 2009, p. 51. Véase también ALAIN LE-
VASSEUR, Louis Casimir Elisabeth Moreau-Lislet: Foster Father of Louisiana Civil Law,
Baton Rouge, LSU Law Center Publications Institute, 1996, pp. 130-131 y pp. 189-191.
42
Existen dudas al respecto, siendo esa fecha la más probable. LEVASSEUR, op.cit.,
pp. 80-83.
1582
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
abogado que también supo servir como juez, procurador general y senador de
la Luisiana43. Moreau-Lislet manejaba fluidamente los idiomas fundamen-
tales de la Luisiana (i.e., español, francés e inglés44) y con esa fluidez pudo
redactar, entre otros, el Digesto de 1808 y el Código de 1825. Moreau-Lislet
murió en la Luisiana en el año 183245.
Carleton fue el coautor de las dos traducciones. Nació en el estado de
Virginia en el año 178546. Se graduó por la Universidad de Yale en 1806, luego
de haber asistido previamente durante dos años a cursos en la Universidad
de Georgia47. Se estableció en Nueva Orleans en 1814 y se formó en derecho
en el estudio jurídico de su cuñado48, Livingston49. Fue fiscal federal de distri-
to50 y juez del máximo tribunal local51. Carleton es también conocido por sus
escritos de carácter bíblico, metafísico y filosófico52. Murió en Pennsylvania
en el año 186353.
Livingston fue una de las mentes más brillantes en la historia del derecho
estadounidense54. Nació en el estado de Nueva York en el año 176455. Estudió
en la Universidad de Princeton donde se graduó en 1781 y fue admitido para
la práctica profesional en el estado de Nueva York en 178556. En 1804 se tras-
ladó a la Luisiana, al ver a Nueva Orleans como una tierra de oportunidades57.
La estadía de Livingston en la Luisiana lo convirtió en un exitoso abogado y
43
SHAEL HERMAN ET AL., The Louisiana Civil Code: A Humanistic Appraisal, Nue-
va Orleans, Tulane Law School, 1981, p. 25.
44
LEVASSEUR, op.cit., p. 114.
45
LEVASSEUR, op.cit., p. 83.
46
ALLEN JOHNSON (ed.), Dictionary of American Biography, vol. 3, Nueva York,
Charles Scribner’s Sons, 1943, p. 491.
47
CARL A. BRASSEAUX y JAMES D. WILSON, A Dictionary of Louisiana biography
ten-year supplement 1988-1998, Lafayette, Louisiana Historical Association, 1999, p. 34.
48
Henry Carleton (1785-1863), Louisiana Supreme Court Justices 1813-Present, http://
www.lasc.org/Bicentennial/justices/Carleton_Henry.aspx.
49
JOHNSON, op.cit., p. 491.
50
JOHNSON, op.cit., p. 491.
51
BRASSEAUX y WILSON, op.cit., p. 34.
52
JOHNSON, op.cit., p. 491.
53
Henry Carleton (1785-1863), Louisiana Supreme Court Justices 1813-Present, http://
www.lasc.org/Bicentennial/justices/Carleton_Henry.aspx.
54
Para acceder a información adicional sobre Edward Livingston véase CHARLES HA-
VENS HUNT, Life of Edward Livingston, Nueva York, D. Appleton and Company, 1864.
55
HAVENS HUNT, op.cit., p. 15.
56
FREDERICK C. HICKS, Men and Books Famous in the Law, Nueva York, The lawyers
Co-operative Publishing Co., 1921, p. 160.
57
HICKS, op.cit., p. 161.
1583
AGUSTÍN PARISE
58
HICKS, op.cit., pp. 168-169.
59
HAVENS HUNT, op.cit., p. 432.
60
Pierre Auguste Bourguignon Derbigny 1828-1829, Louisiana Secretary of State,
http://www.sos.louisiana.gov/tabid/364/Default.aspx.
61
JAMES GRANT WILSON y JOHN FISKE (eds.), Appleton’s Cyclopædia of American
Biography, vol. 2, Nueva York, D. Appleton and Company, 1888, p. 146.
62
SHAEL HERMAN, The Louisiana Civil Code: A European Legacy for the United
States, Nueva Orleans, Louisiana Bar Foundation, 1993, p. 60.
63
HERMAN, op.cit., p. 60; WILSON y FISKE, op.cit., p. 146 y Pierre Auguste Bour-
guignon Derbigny 1828-1829, Louisiana Secretary of State, http://www.sos.louisiana.
gov/tabid/364/Default.aspx.
64
Pierre Auguste Bourguignon Derbigny 1828-1829, Louisiana Secretary of State,
http://www.sos.louisiana.gov/tabid/364/Default.aspx.
65
Dictionary of Louisiana Biography, Louisiana Historical Association, http://www.la-
history.org/site30.php.
66
TARA LOMBARDI, “The Great Advocate: Étienne Mazureau: Accomplished Attorney
& Statesman (1777-1849)”, De Novo, vol. 7:2, Nueva Orleans, 2009, p. 6.
67
DUMAS MALONE (ed.), Dictionary of American Biography, vol. 12, Nueva York,
Charles Scribner’s Sons, 1933, p. 469.
68
LOMBARDI, op.cit., p. 6.
1584
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
Luisiana69. Mazureau tenía manejo del español, francés e inglés70. Este actor
murió en la Luisiana en el año 184971.
El trasfondo de los cinco juristas que participaron en el proyecto de
traducción brinda un claro ejemplo de la rica cultura jurídica de la Luisia-
na. Esos juristas no sólo ocuparon posiciones prominentes como abogados
o jueces, sino que también supieron ocupar posiciones como miembros de
los poderes legislativo y ejecutivo. Incluso representaban los postulados del
derecho continental europeo y del common law. Los juristas también estaban
familiarizados con varios idiomas, principalmente los que se utilizaba en el
discurso jurídico de la Luisiana. Las diferentes capacidades y características
de los juristas fueron aspectos valiosos al momento en que se anhelaba la
traducción inglesa de las Siete Partidas.
69
LOMBARDI, op.cit., pp. 6-7.
70
LOMBARDI, op.cit., p. 6.
71
Obituary of Étienne Mazureau in New Orleans Louisiana in 1849, The Louisiana Digi-
tal Library, http://louisdl.louislibraries.org/cdm/ref/collection/LWP/id/5304.
72
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., p. iii.
73
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., p. iv.
74
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., p. xv.
75
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., pp. i-lviii.
76
CAIRNS, op.cit., p. 73 y p. 80.
1585
AGUSTÍN PARISE
77
Vease AGUSTÍN PARISE, “Gustavus Schmidt, The Civil Law of Spain and Mexico”,
Journal of Civil Law Studies, vol. 2, Baton Rouge, 2009, pp. 183-193.
78
MITCHELL FRANKLIN, “Libraries of Edward Livingston and of Moreau Lislet”, Tu-
lane Law Review, vol. 15, Nueva Orleans, 1941, pp. 405-409.
79
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., p. iv y p. xiii.
80
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., pp. xvii-xviii.
81
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., p. xvi. El
prefacio se refirió incorrectamente a Azum.
82
MOREAU LISLET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., p. xvii.
83
CAIRNS, op.cit., p. 73. El nombre del autor del Teatro no se menciona explícitamente
en el prefacio. Su trabajo, sin embargo, se menciona en efecto, cuando Moreau-Lislet y
Carleton hacen referencia al “autor del teatro de la legislación española.” MOREAU LIS-
LET y CARLETON, The Laws of las Siete Partidas, cit., p. xiv.
84
Nótese que la búsqueda no fue realizada en soporte papel y por ende las limitaciones
de los buscadores (v.gr., errores en el reconocimiento de textos) deben contemplarse. Las
búsquedas incluyeron: “partida”, “part.”, “p. 1 [restantes números]”, “1 [restantes núme-
ros] + p.”, “First [restantes números] part.”, “first [restantes números] p.”, “translate”,
“translator” y “translation.”
85
Última búsqueda realizada en WestlawNext el 12 de agosto de 2016.
1586
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
Fui guiado, inicialmente, hacia una traducción falsa de ese pasaje, al adop-
tar sin suficiente examinación la [traducción] de la parte actora. [La par-
te actora] traduce serrándose, ‘como disminuyendo su diámetro hacia la
profundidad.’ La palabra debería ser, y probablemente es, en el original,
86
Alexander v. Jacob, July 1, 1818, 5 Mart.(o.s.) 632; Andry v. Foy, July 1, 1819, 7 Mart.
(o.s.) 33; Andry v. Foy, June 1, 1819, 6 Mart.(o.s.) 689; Chabot v. Blanc, February 1, 1818, 5
Mart.(o.s.) 328; City of New Orleans v. Bailey, January 1, 1818, 5 Mart.(o.s.) 321; Croizet v.
Gaudet, April 1, 1819, 6 Mart.(o.s.) 524; Delazerry v. Blanque’s Syndics, May 1, 1819, 6 Mart.
(o.s.) 560; Gravier v. Livingston, February 1, 1819, 6 Mart.(o.s.) 281; Harvey v. Fitzgerald,
April 1, 1819, 6 Mart.(o.s.) 530; Morgan v. Livingston, February 1, 1819, 6 Mart.(o.s.) 19;
Phillips v. Rogers, October 1, 1818, 5 Mart.(o.s.) 700; Saulet v. Loiseau, April 1, 1819, 6 Mart.
(o.s.) 512.
87
Phillips v. Rogers, October 1, 1818, 5 Mart.(o.s.) 700.
88
Véanse, v.gr., los debates en Morgan v. Livingston, February 1, 1819, 6 Mart.(o.s.) 19.
1587
AGUSTÍN PARISE
1588
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
101
Abat v. Casteres, January 1, 1825, 3 Mart.(n.s.) 220; Abercrombie v. Caffray, August
1, 1824, 3 Mart.(n.s.) 1; Baldwin v. Gordon, September 1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 378; Bazzi v.
Rose, May 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 149; Bernard v. Vignaud, January 1, 1822, 10 Mart.(o.s.)
482; Bernard v. Vignaud, January 1, 1822, 10 Mart.(o.s.) 633; Bernard v. Vignaud, July 1,
1820, 8 Mart.(o.s.) 442; Bernard v. Vignaud, March 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 12; Boatner v.
Henderson, October 1, 1826, 5 Mart.(n.s.) 186; Boyer v. Aubert, January 1, 1823, 12 Mart.
(o.s.) 655; Bradford v. Brown, April 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 217; Brashears v. Barrabino, Au-
gust 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 641; Breedlove v. Fletcher, March 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 524;
Breedlove v. Turner, March 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 353; Broh v. Jenkins, April 1, 1821, 9 Mart.
(o.s.) 526; Caldwell v. Davis, February 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 135; Canfield v. McLaughlin,
February 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 303; Carrel’s Heirs v. Cabaret, January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.)
375; Chesneau’s Heirs v. Sadler, February 1, 1822, 10 Mart.(o.s.) 726; Chretien v. Theard,
February 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 11; Chretien v. Theard, June 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 582; City
of New Orleans v. Gravier, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 620; Clay v. His Creditors, April
1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 519; Copelly v. Deverges, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 641; Dauphin
v. Soulie, March 1, 1825, 3 Mart.(n.s.) 446; Davis v. Prevost’s Heirs, September 1, 1823,
1 Mart.(n.s.) 650; Davis’ Heirs v. Prevost’s Heirs, September 1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 445;
Deliole v. Morgan, December 1, 1823, 2 Mart.(n.s.) 24; Delphine v. Deveze, June 1, 1824,
2 Mart.(n.s.) 650; Des Boulets v. Gravier, July 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 420; Ditman v. Hotz,
January 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 200; Dorsey v. Vidal, December 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 718;
Dressen v. Cox, June 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 631; Dubreuil’s Heirs v. Rouzan, April 1, 1823, 1
Mart.(n.s.) 158; Dufour v. Camfranc, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 675; Dufour v. Camfrancq,
June 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 235; Duncan’s Ex’rs v. Hampton, May 1, 1827, 6 Mart.(n.s.) 31;
Dunn v. Vail, January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 416; Durnford v. Degruys, June 1, 1820, 8 Mart.
(o.s.) 220; Durnford v. Gross, March 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 465; Durnford v. Seghers’ Syn-
dics, April 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 470; Evans v. Gray, December 1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 475;
Evans v. Gray, January 1, 1823, 12 Mart.(o.s.) 507; Fisk v. Fisk, July 1, 1826, 4 Mart.(n.s.)
676; Ford’s Curator v. Ford, June 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 574; Francoise v. Delaronde, July
1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 619; Frederic v. Frederic, July 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 188; Frique v.
Hopkins, February 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 212; Fusilier v. Hennen, August 1, 1822, 12 Mart.
(o.s.) 266; Gayoso de Lemos v. Garcia, June 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 324; Gilly v. Henry, July
1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 402; Godel v. McLanahan, May 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 435; Gonzales
v. Sanchez, June 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 657; Hanna v. His Creditors, June 1, 1822, 12 Mart.
(o.s.) 32; Harrod v. Norris’ Heirs, May 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 16; Harvey v. Grymes, July 1,
1820, 8 Mart.(o.s.) 395; Hawkins v. Vanwickle, January 1, 1828, 6 Mart.(n.s.) 418; Hen-
derson v. Morgan, June 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 649; Hennen v. Munroe, May 1, 1822, 11
Mart.(o.s.) 579; Herman v. Sprigg, January 1, 1825, 3 Mart.(n.s.) 190; Hobson v. Davidson’s
Syndic, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 422; Hodge v. Morgan, January 1, 1824, 2 Mart.(n.s.)
61; Hodge’s Heirs v. Durnford, March 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 100; Holliday v. McCulloch,
1589
AGUSTÍN PARISE
tados. Vale recordar que el año de corte de la investigación se debe a las dos
leyes de la legislatura local que derogaban las leyes anteriores a la sanción del
Código de 1825. Vale recordar también que las referencias a las Siete Partidas
aumentaron en un 100% luego de la publicación de las traducciones. Debe re-
cordarse por último que la distribución de las copias de la segunda traducción
fue ordenada por la legislatura local en 1822.
December 1, 1824, 3 Mart.(n.s.) 176; Hunter v. Smith, October 1, 1826, 5 Mart.(n.s.) 164;
Hunter’s Syndics v. Hunter, June 1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 5; In re De Armas, July 1, 1821, 10
Mart.(o.s.) 158; In re De Armas, June 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 123; Johnston v. Breedlove,
May 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 508; Jordan v. White, March 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 335; Kilgour
v. Ratcliff’s Heirs, March 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 292; Kling v. Fish, April 1, 1826, 4 Mart.(n.s.)
391; Lacroix v. Coquet, April 1, 1827, 5 Mart.(n.s.) 527; Lafarge v. Morgan, May 1, 1822, 11
Mart.(o.s.) 462; Lafon’s Ex’r v. Desessart, March 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 71; Lafon’s Ex’x v.
Gravier, May 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 243; Larche v. Jackson, March 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 408;
Le Pretre v. Sibley, September 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 302; Lecesne v. Cottin, July 1, 1821,
10 Mart.(o.s.) 174; Livingston v. Heerman, May 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 656; Ludeling v. His
Creditors, June 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 601; Madeira v. Townsley, June 1, 1822, 12 Mart.(o.s.)
84; Marie v. Avart’s Heirs, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 512; Martin v. Martin’s Heirs, October
1, 1826, 5 Mart.(n.s.) 165; Martinez v. Layton, April 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 368; Melancon’s
Heirs v. Duhamel, August 1, 1824, 3 Mart.(n.s.) 7; Melancon’s Heirs v. Duhamel, September
1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 225; Millaudon v. McMicken, May 1, 1828, 7 Mart.(n.s.) 34; Millau-
don v. Soubercase, January 1, 1825, 3 Mart.(n.s.) 287; Moore’s Assignee v. King, August
1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 261; Morse v. Brandt, May 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 515; Natchitoches’
Trustees v. Coe, September 1, 1824, 3 Mart.(n.s.) 140; Nolte v. His Creditors, June 1, 1827,
6 Mart.(n.s.) 168; Ory v. Winter, March 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 277; Packwood v. Richardson,
June 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 405; Packwood v. Walden, June 1, 1828, 7 Mart.(n.s.) 81; Potter
v. Richardson, May 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 276; Powers v. Foucher, June 1, 1822, 12 Mart.
(o.s.) 70; Prevost v. Johnson, September 1, 1820, 9 Mart.(o.s.) 123; Prudhomme v. Dawson,
September 1, 1824, 3 Mart.(n.s.) 161; Ramsay v. Livingston, May 1, 1827, 6 Mart.(n.s.) 15;
Richardson v. Terrel, September 1, 1820, 9 Mart.(o.s.) 1; Roman Catholic Church v. Miller,
October 1, 1826, 5 Mart.(n.s.) 101; Ross v. Buhler, March 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 312; Saul v.
His Creditors, April 1, 1827, 5 Mart.(n.s.) 569; Sexnander v. Fleming, May 1, 1823, 1 Mart.
(n.s.) 256; Shuff v. Morgan, April 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 592; Simmins v. Parker, January 1,
1826, 4 Mart.(n.s.) 200; Southworth v. Bowie, September 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 537; Stac-
kpole v. Hennen, February 1, 1828, 6 Mart.(n.s.) 481; State v. Orleans Nav. Co., March 1,
1822, 11 Mart.(o.s.) 38; Steer v. Ward, February 1, 1822, 10 Mart.(o.s.) 679; Stockton v. Has-
luck, December 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 472; Thuret v. Jenkins, January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.)
318; Treme v. Lanaux’s Syndics, February 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 230; Trudeau v. Smith’s
Syndics, January 1, 1823, 12 Mart.(o.s.) 543; Vannorght v. Foreman, June 1, 1823, 1 Mart.
(n.s.) 352; Viales v. Viales’ Syndic, April 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 634; Ward v. Brandt, April
1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 625; Ward v. Brandt, May 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 331; Watson v. McA-
llister, January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 368; Weimprender v. Weimprender, March 1, 1822,
11 Mart.(o.s.) 17; Weimprender’s Syndics v. Weimprender, June 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 591;
Williamson v. Price, April 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 399.
1590
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
En primer lugar se percibe que durante este período (1820-1828) las Siete
Partidas también se citaron para fundamentar o dar apoyo a un reclamo judi-
cial102. En ocasiones las Siete Partidas eran el fundamento principal, tal como
lo ilustra un fallo que comienza diciendo que “este proceso se promueve en
cumplimiento de las disposiciones de la ley número 46 del título 2d de la Par-
tida tercera”103. En otro fallo se percibe también el uso dado a las Siete Parti-
das cuando se sostuvo que “para corroborar esas afirmaciones extrañas, cita [la
parte] como decisiva la ley 11 del título 16 de la Partida 3. De hecho, es decisiva,
pero de una manera muy diferente de lo que él afirma”104. Incluso en otro fallo
se lee que “si esta doctrina fuera a prevalecer, no sólo se postraría la autoridad
de las Siete Partidas, sino que implicaría un absurdo”105. Los resultados de esta
investigación demuestran que en este período se continuaron citando las Siete
Partidas como autoridad106. En ocasiones se citaron las Siete Partidas en es-
pañol con transcripción española107. Un número de fallos de 1823108, 1825109 y
1828110 demuestran que luego de la traducción siguieron citándose pasajes en
español. En ocasiones se mesclaron el español y el inglés. Ilustra sobra la confu-
sión existente un pasaje que sostiene en su forma original (n.b., sin traducción)
The Partida supposes a sale, and inquires only a quien pertenesce el pro o el
daño en las cosas, que se suelen contar o pesar o medir o gustar despues que
fuesen vendidas. The law declares, el daño que acaesciere en la cosa depues
que la vendida es complida; diximos que es del comprador, maguer non
sea la cosa que compro venida a su poder. Pero casos y a que non seria assi.
What is not the case? What is the antecedent of assi?111
1591
AGUSTÍN PARISE
longer be permitted to practise. Part. 3, 6, 11”112. Se advierte así que las Siete
Partidas eran una fuente consultada en la Luisiana y debían ser interpretadas.
Las Siete Partidas pervivieron113 en la Luisiana, si bien algunos fallos
indicaron lo contrario114. Las dudas existieron, incluso en 1827, cuando se
sostuvo en un fallo que: “por lo tanto, conforme los términos afirmativos y
expresos del artículo citado, la disposición de las Siete Partidas es conservada
[y] no derogada”115. La pervivencia se dio también con otras fuentes. Así se
advierte que las Siete Partidas fueron citadas junto al Digesto de 1808116, la
Curia Filípica117 y el trabajo de José Febrero. Un fallo postuló la siguiente pre-
gunta: “¿ignora [la parte] que la ley de las Siete Partidas requiere y Febrero
enseña que la voluntad debe contener esta cláusula?”118 También se advierten
mezclas entre sistemas en la pervivencia en la Luisiana cuando, por ejemplo,
se citaron las Siete Partidas junto a las obras de Jean Domat y Robert-Joseph
Pothier119. Un fallo sostuvo que “el mismo derecho se encuentra en todas las
autoridades franceses, en las Siete Partidas y en el Digesto de 1808”120. La
pervivencia se hizo presente también junto al common law, ya que un fallo
incluyó a las Siete Partidas junto a, entre otros, Joseph Chitty121; mientras que
otro fallo expuso que “la regla es la misma tanto en el common law, de la cual
toma gran parte de lo relativo a la prueba, como en las Siete Partidas”122.
En segundo lugar se observa que la traducción fue mencionada en los
fallos de este nuevo período. Por ejemplo, la traducción se citó en un fallo
como autoridad, al decir que:
112
In re De Armas, July 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 158.
113
Véanse, v.gr., Bernard v. Vignaud, January 1, 1822, 10 Mart.(o.s.) 633; Canfield v.
McLaughlin, February 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 303; Carrel’s Heirs v. Cabaret, January 1,
1820, 7 Mart.(o.s.) 375; Marie v. Avart’s Heirs, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 512.
114
Véanse, v.gr., Durnford v. Gross, March 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 465; Hobson v.
Davidson’s Syndic, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 422; Simmins v. Parker, January 1, 1826, 4
Mart.(n.s.) 200.
115
Lacroix v. Coquet, April 1, 1827, 5 Mart.(n.s.) 527.
116
Véanse, v.gr., Bradford v. Brown, April 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 217; Davis’ Heirs v.
Prevost’s Heirs, September 1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 445; Frederic v. Frederic, July 1, 1821,
10 Mart.(o.s.) 188.
117
Brashears v. Barrabino, August 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 641.
118
Marie v. Avart’s Heirs, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 512.
119
Melancon’s Heirs v. Duhamel, September 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 225. El tronco común
del derecho romano podría explicar ese vínculo, sin embargo.
120
Davis v. Prevost’s Heirs, September 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 650.
121
Williamson v. Price, April 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 399.
122
Jordan v. White, March 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 335.
1592
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
Esta ley ha sido considerada como estando ahora en vigor por los dos caballe-
ros, designados por el legislador, para traducir las partes de las Siete Partidas
que son ley [en el estado]. Estoy feliz de encontrar mi argumento sustentado
por su juicio imparcial. Si el dictamen del tribunal coincide con nosotros, la
controversia que ha surgido en este caso podrá decidirse fácilmente124.
123
In re De Armas, July 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 158.
124
Trudeau v. Smith’s Syndics, January 1, 1823, 12 Mart.(o.s.) 543. En ese mismo fallo se
transcribió entre comillas parte de la traducción para Partida 3, 28, 46 y se indicó “Moreau
and Carleton’s translation.”
125
Evans v. Gray, January 1, 1823, 12 Mart.(o.s.) 507.
126
Copelly v. Deverges, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 641.
127
Esa referencia es a la nota en la página 398 (Partida 3, 30, 8) de la traducción. Copelly
v. Deverges, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 641.
128
Dufour v. Camfranc, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 675.
129
Copelly v. Deverges, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 641.
130
Ford’s Curator v. Ford, June 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 574. Nótese que existe un error ma-
terial en el fallo, ya que la extensa nota se encuentra en las páginas 532-535 de la traducción.
1593
AGUSTÍN PARISE
131
Carrel’s Heirs v. Cabaret, January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 375.
132
Copelly v. Deverges, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 641.
133
Harrod v. Norris’ Heirs, May 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 16.
134
Bazzi v. Rose, May 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 149; Bernard v. Vignaud, January 1, 1822, 10
Mart.(o.s.) 482; Bernard v. Vignaud, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 442; Bernard v. Vignaud,
March 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 12; Bradford v. Brown, April 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 217; Breed-
love v. Fletcher, March 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 524; Breedlove v. Turner, March 1, 1821, 9
Mart.(o.s.) 353; Broh v. Jenkins, April 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 526; Carrel’s Heirs v. Cabaret,
January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 375; Chesneau’s Heirs v. Sadler, February 1, 1822, 10 Mart.
(o.s.) 726; Chretien v. Theard, February 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 11; City of New Orleans v.
Gravier, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 620; Clay v. His Creditors, April 1, 1821, 9 Mart.(o.s.)
519; Copelly v. Deverges, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 641; Davis’ Heirs v. Prevost’s Heirs,
September 1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 445; Dubreuil’s Heirs v. Rouzan, April 1, 1823, 1 Mart.
(n.s.) 158; Dufour v. Camfranc, June 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 675; Dufour v. Camfrancq, June
1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 235; Duncan’s Ex’rs v. Hampton, May 1, 1827, 6 Mart.(n.s.) 31; Dunn
v. Vail, January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 416; Durnford v. Gross, March 1, 1820, 7 Mart.(o.s.)
465; Durnford v. Seghers’ Syndics, April 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 470; Francoise v. Delaronde,
July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 619; Frederic v. Frederic, July 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 188; Frique
v. Hopkins, February 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 212; Gilly v. Henry, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.)
402; Gonzales v. Sanchez, June 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 657; Harvey v. Grymes, July 1, 1820,
8 Mart.(o.s.) 395; Hobson v. Davidson’s Syndic, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 422; Hodge’s
Heirs v. Durnford, March 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 100; In re De Armas, July 1, 1821, 10 Mart.
(o.s.) 158; Jordan v. White, March 1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 335; Lafarge v. Morgan, May 1,
1822, 11 Mart.(o.s.) 462; Lafon’s Ex’x v. Gravier, May 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 243; Leces-
ne v. Cottin, July 1, 1821, 10 Mart.(o.s.) 174; Livingston v. Heerman, May 1, 1821, 9 Mart.
(o.s.) 656; Marie v. Avart’s Heirs, July 1, 1820, 8 Mart.(o.s.) 512; Martinez v. Layton, April
1, 1826, 4 Mart.(n.s.) 368; Powers v. Foucher, June 1, 1822, 12 Mart.(o.s.) 70; Ramsay v.
Livingston, May 1, 1827, 6 Mart.(n.s.) 15; Saul v. His Creditors, April 1, 1827, 5 Mart.(n.s.)
569; Vannorght v. Foreman, June 1, 1823, 1 Mart.(n.s.) 352; Viales v. Viales’ Syndic, April
1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 634; Ward v. Brandt, April 1, 1821, 9 Mart.(o.s.) 625; Ward v. Brandt,
May 1, 1822, 11 Mart.(o.s.) 331; Watson v. McAllister, January 1, 1820, 7 Mart.(o.s.) 368.
135
Algunos fallos no incluyen el nombre de los abogados (v.gr., Ford’s Curator v. Ford,
June 1, 1824, 2 Mart.(n.s.) 574), mientras que otros parecerían presentar errores materia-
les en los nombres. El fallo Stackpole v. Hennen, February 1, 1828, 6 Mart.(n.s.) 481 refiere
a Mazereau como abogado de la parte demandada, si bien podría tratarse de un error
1594
PERVIVENCIA DEL DERECHO MEDIANTE LA TRADUCCIÓN DE NORMAS...
5. Recapitulación y acotaciones
1595
AGUSTÍN PARISE
1596
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS
LATINOAMERICANOS A LA PRIMERA CODIFICACIÓN DEL DERECHO
CANÓNICO DE 1917
Resumen: La redacción del primer Código de Derecho Canónico que tuvo la Iglesia
católica latina fue ordenada por el Papa san Pío X en 1904. La tarea codificadora, empero,
no fue obra de un grupo cerrado de expertos, sino que tuvo en cuenta el parecer de todo el
episcopado, el que fue consultado en dos momentos diferentes, el primero de los cuales,
que se aborda en estas páginas, pretendía que los prelados propusieren las modificaciones
necesarias al derecho canónico vigente. Se presentan, a partir de documentación guardada
en el Archivo Secreto Vaticano, algunos aportes de obispos latinoamericanos que se inspi-
raron en el derecho indiano.
Palabras clave: derecho indiano, derecho canónico indiano, Código de Derecho Ca-
nónico de 1917, Postulata episcoporum, obispos latinoamericanos, primera codificación.
Abstract: The drafting of the first Code of Canon Law of the Latin Catholic Church
was ordered by Pope Saint Pius X in 1904. The codification, however, was not carried out
by a closed group of experts, but considered the opinion of the whole episcopate. This
opinion was consulted on two different occasions. The first one –addressed in these pa-
ges– intended that the prelates would propose the modification required to update current
canon law. Some contributions by Latin American bishops inspired in the Derecho India-
no are offered here. The documentation was obtained from the Vatican Secret Archives.
Keywords: Derecho Indiano, canonical Derecho Indiano, Code of Canon Law 1917,
Postulata episcoporum, Latin American bishops, first codification.
Sumario: 1. Una introducción necesaria. 2. El Tercer Concilio Mexicano como fuente inspira-
dora. 3. Experiencia indiana en materia matrimonial. 3.1. Esponsales. 3.2. Autorización, du-
rante todo el año, de la Misa nupcial. 4. Derogación de prácticas indianas: arancel eclesiástico
para cada diócesis. 5. Extensión de toda la Iglesia de privilegios y prácticas hispano indianas.
5.1. Trinación en el día de difuntos. 5.2. Ayuno y abstinencia. 6. Delegación permanente a los
obispos para enajenar bienes eclesiásticos. 7. A modo de conclusión
1597
CARLOS SALINAS ARANEDA
1
La más actual y completa biografía de este Pontífice es la de GIANPAOLO ROMANA-
TO, Pio X. Alle origini del cattolicesimo contemporaneo, Torino, Lindau, 2014, 584 pp.,
que es revisión de un libro anterior del mismo autor, Pio X. La vita di papa Sarto, Milano,
Rusconi Libri, 1992, 346 pp. También la de CRISTINA SICCARDI, San Pío X. Vita del
Papa che ha ordinato e riformato la Chiesa, Cinisello Balsamo, San Paolo, 2014, 444 pp.
Pueden igualmente consultarse los trabajos incluidos en GIANNI LA BELLA (a cura di),
Pio X e il suo tempo, Bologna, Il Mulino, 2003, 840 pp.
2
Acta Sanctae Sedis 36, 1903-1904, pp. 549-551. Fue publicado bajo el decidor título
“De Ecclesiae legibus in unum redigendis”.
3
El trabajo más completo y actual sobre la codificación del derecho canónico de 1917
es el de CARLO FANTAPPIÈ, Chiesa romana e modernitá giuridica, t. 1: L’edificazione
del sistema canonistico (1563-1903); t. 2: Il Codex Iuris Canonici (1917), Milano, Per la
storia del pensiero giuridico moderno 76, Giuffrè Editore, 2008, 1282 pp. con amplia bi-
bliografía.
4
J. D. MANSI, Sacrorum conciliorum nova et amplissima collectio, Sacrosancti Oecu-
menici Concilii Vaticani, 53, col. 331-352, esp. 341-341.
5
Ibíd., col. 552-553.
6
“IV. Volumus autem universum episcopatum, iuxta normas opportune tradendas, in
gravissimum hoc opus conspirare atque concurrere”.
1598
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
7
Acta Sanctae Sedis 36, 1903-1904, pp. 603-604.
8
A. VETULANI, “Codex Iuris Canonici”, en R. NAZ, R. (dir.) Dictionnaire de Droit
Canonique, Paris, 1942, t. 3, col. 920.
9
Sobre la participación de los obispos latinoamericanos, en general, y de los obispos
chilenos, en particular, en esta primera etapa de la codificación puede verse los trabajos de
CARLOS SALINAS ARANEDA que se incluyen en la bibliografía.
1599
CARLOS SALINAS ARANEDA
10
CARLOS SALINAS ARANEDA, “El derecho canónico indiano en la codificación del
derecho canónico de 1917 a través de los postulata de los obispos chilenos”, ALEJANDRO
GUZMÁN BRITO (ed.), El derecho de las Indias Occidentales y su pervivencia en los de-
rechos patrios de América. Actas del Decimosexto Congreso del Instituto Internacional
de Historia del Derecho Indiano celebrado en Santiago de Chile, desde el 29 de septiem-
bre al 2 de octubre de 2008, Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2010, t.
2, pp. 719-732.
11
El arzobispado de Antequera (Oaxaca) estaba integrado por los obispados sufragáneos
de Campeche, Chiapas, Tabasco, Tehuantepec y Yucatán. Era arzobispo de Antequera, Eu-
logio Gillow; el obispado de Campeche estaba vacante; obispo de Chiapas era Francisco
Orozco Jiménez; obispo de Tabasco, Francisco Campos; obispo de Tehuantepec era Carlos
Jesús Mejía, de la congregación de la Misión; y obispo de Yucatán, Martín Tritschle y Cór-
doba. La respuesta enviada a Roma está firmada por el arzobispo de Antequera y el obispo
de Chiapas, quienes informan que los obispos de la archidiócesis se reunieron en Ciudad
de México, donde habían acudido los obispos mexicanos con ocasión del 150 aniversario
de la Virgen de Guadalupe. El arzobispo de Antequera, Eulogio Guillow, y el obispo de
Chiapas, Francisco Orozco, al Papa Pío X, 4-VI-1904, ARCHIVIO SEGRETO VATICANO,
Commissione (Pontificia) per la codificazione del diritto canonico, scatola 84.
12
“Ad normam Concilii III Mexicani prohibeaturne estipendia Misarum alio mittanttur
praesertim a Congregationibus recentioribus sine venia Episcopi”. Guillow y Orozco a
Pío X, 4-VI-1904 cit.
13
Utilizo Decretos del concilio tercero provincial mexicano (1585). Edición histórico-
crítica y estudio preliminar por Luis Martínez Ferrer, México, El Colegio de Michoacán,
Universidad Pontificia de la Santa Cruz, 2009, 2 vols.
1600
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
gaciones “que no embíen missas e limosna dellas para que se digan fuera
de la dióçesi, donde residen, y mucho menos a España, so pena de excomu-
nión mayor «latae sententiae»”, a menos que para algún caso particular y
muy urgente el prelado diere licencia, “sobre lo cual se le encarga la con-
sçiençia” (lib. III, tít. 15, ley 20)14. Esta norma amerita una explicación: la
costumbre de ofrecer a un sacerdote una suma de dinero para que aplicará a
la Misa por una intención particular parece haberse introducido en la Iglesia
a principios del siglo VIII, y fue llamada ordinariamente estipendio. Esta
suma de dinero, según explicaba Justo Donoso15, quien escribía a mediados
del siglo XIX recogiendo la práctica canónica existente en América que, por
esos años, se regía todavía por el derecho canónico de las decretales actua-
lizado por el derecho canónico indiano, no se daba ni recibía como precio
del “divino sacrificio”, pues eso habría significado simonía, sino como una
erogación debida al sacerdote quien, “ocupado en el servicio del altar, tiene
derecho para percibir, del altar, su congrua sustentación”. El monto de este
estipendio era fijado por el obispo. Podía ocurrir, empero, que quien recibía
“stips missae” no estuviera en condiciones de poder celebrar por sí mismo
la o las Misas encomendadas, de donde se autorizaba para que transmitiera
los estipendios y la obligación de celebrar la o las Misas encargadas a otros
sacerdotes para que estos pudieran celebrarlas. La norma conciliar mexi-
cana aludida por los prelados de la provincia de Antequera no impedía esta
práctica, sólo le imponía un límite: los estipendios podían ir de un sacerdote
a otro pero sólo al interior del obispado donde residía el sacerdote a quien se
entregaba el estipendio, a menos que se contara con la licencia del prelado
para que pudiera enviarse fuera.
El Código de Derecho Canónico dispuso que a nadie le era lícito acep-
tar, para celebrarlas por sí mismo, tantas Misas que no pueda cumplirlas en
el plazo de un año (can. 835); sin perjuicio de ello, quien tuviere Misas que
debían ser celebradas por otros, debía distribuirlas cuanto antes (can. 837) y
quien tenía algún número de Misas de las que podía disponer, podía dárselas
a sacerdotes que fueran de su agrado, si con toda certeza les constaba que no
tenían tacha o que estaban recomendados por testimonio de su Ordinario
propio (can. 838); uno y otro debían traspasar, sin merma, los estipendios
14
III CONCILIO MEXICANO, “Libri Tertii, titulus decimus quintus, De celebratione
missarum, et divinorum officiorum, § XX Ne extra Dioecesim, multo minus extra Ame-
ricam, Missarum stipendia pro earum celebratione mittantur”.
15
JUSTO DONOSO, Instituciones de derecho canónico americano, t. 2, Valparaíso,
1849, pp. 86-87.
1601
CARLOS SALINAS ARANEDA
16
Acta Apostolicae Sedis 13, 1921, pp. 228-230.
17
Misas fundadas son aquellas cuyos estipendios proceden de los réditos de una pía
fundación estrictamente tal. Cuando se trataba de un capital dejado en favor de cualquier
obra pía o benéfica no erigida en persona moral eclesiástica las Misas y los estipendios
se entendían manuales [ARTURO ALONSO LOBO, OP.-LORENZO MIGUÉLEZ DOMÍN-
GUEZ-SABINO ALONSO MORÁN, OP., Comentarios al Código de Derecho Canónico, t.
2: cánones 682-1321, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1963, p. 235].
18
Misas cuasimanuales o a manera de manuales eran las que estaban fundadas en una
iglesia o iban anejas a un beneficio, pero que no podían celebrarse en la iglesia asignada
ni por el beneficiado, en cuyo caso debían celebrarse en otros lugares o entregarse a otro
sacerdote [ALONSO-MIGUÉLEZ-ALONSO, op. cit., pp. 235-236].
19
Misas manuales eran las encargadas por los fieles dando el estipendio libremente, o
por encargo del testador; pueden encomendarse a cualquier sacerdote para que las diga
donde mejor le parezca [ALONSO-MIGUÉLEZ-ALONSO, op. cit., p. 235].
20
Código de Derecho Canónico [1917], canon 838: “Los que tienen algún número de
Misas de las que pueden disponer libremente, pueden dárselas a sacerdotes que sean de su
agrado, si con toda certeza les consta que no tienen tacha o que están recomendados por
testimonio de su Ordinario propio”.
21
ALONSO-MIGUÉLEZ-ALONSO, op. cit., pp. 242-243.
1602
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
3.1. Esponsales
22
El arzobispado de Michoacán estaba integrado por los obispados sufragáneos de
León, Querétaro y Zamora. El texto lo firma sólo el arzobispo de Michoacán. Arzobispo de
Michoacán a Secretario de Estado, s.f. ARCHIVIO SEGRETO VATICANO, COMMISSIO-
NE (Pontificia) per la codificazione del diritto canonico, scatola 96.
23
En marzo de 1904, cuando se hace la primera consulta, la provincia eclesiástica
de Ecuador estaba integrada por el arzobispado de Quito y los obispados sufragáneos de
Cuenca, Guayaquil, Ibarra, Loja, Portoviejo y Riobamba. El arzobispado de Quito estaba
vacante por fallecimiento del arzobispo Pedro Rafael González y Calisto, ocurrido el 27 de
marzo de 1904, precisamente en los mismos días en que se enviaba desde Roma la consul-
ta. Obispo de Ibarra era Federico González y Suárez, que había sido electo el 30 de julio de
1895. Obispo de Riobamba era Arsenio Andrade, preconizado el 13 de noviembre de 1884.
Obispo de Guayaquil era Roberto Matía Pozo y Marín sj., nombrado el 13 de noviembre de
1884. Se encontraban vacantes, además del arzobispado, los obispados de Cuenca, Loja y
Portoviejo. La respuesta, fechada el 10 de octubre de 1904, la envió el obispo de Riobam-
ba. Arsenio Andrade, obispo de Riobamba, a cardenal Rafael Merry del Val, Secretario de
Estado, 10-X-1904. ARCHIVIO SEGRETO VATICANO, Commissione (Pontificia) per la
codificazione del diritto canonico, scatola 96.
1603
CARLOS SALINAS ARANEDA
de sus sufragáneos. La idea, sin embargo, no era nueva, pues, como lo señaló
el fiscal del Consejo de Indias al examinar el texto conciliar, ya aparecía en los
Discursos apologéticos del jesuita vallisoletano Francisco de Mendoza, el refe-
rirse al Concilio de Ilíberis, (c. 300, 324) como también en Francisco Ramos del
Manzano, presidente del Consejo de Indias (1662-1671) en su Ad legem Iuliam
et Papiam24, si bien todo había quedado en meras aspiraciones25. Poco después,
el sínodo celebrado en La Plata en 1773, exhortaba a los curas a que desde el
púlpito y el confesionario aconsejaren a sus feligreses hacer sus esponsales por
escrito, con la firma de ambos esposos y de dos o tres testigos, pero se trataba
de exhortaciones cuyo incumplimiento no acarreaba la nulidad de los mismos26.
La ley real, en cambio, se encargó de ello: fue la pragmática-sanción de
23 de marzo de 1776 sobre matrimonios de hijos de familia, de Carlos III, que
se mandó aplicar a Indias por real cédula de 7 de abril de 177827. Disposiciones
reales de 1779 y 1780 adaptaron la real pragmática a la situación americana,
como así mismo algunos auto acordados dictados por las reales audiencias. En
ellas se exigía el asenso de diversas personas, según los casos, para la concerta-
ción de esponsales de los hijos de familia menores de 25 años, pero no hubo una
solemnidad precisa para ellos hasta una pragmática de Carlos III de 28 de abril
de 180328, que dispuso que “en ningún tribunal eclesiástico ni secular de mis
dominios se admitirán demandas de esponsales, sino es que sean celebrados
por personas habilitadas para contraer por sí mismas según los expresados re-
quisitos y practicados por escritura pública”, caso en el que se procedería como
si fueran asuntos puramente civiles. La exigencia de escritura pública en que
constaran los esponsales fue requisito para dar curso a las demandas “que el
tribunal eclesiástico cumplió cabalmente y resulta de toda lógica, toda vez que
eran corrientes las demandas infundadas, tras las que solían esconderse turbios
designios”29.
24
FRANCISCO RAMOS DEL MANZANO, Ad legem Iuliam et Papeam et quae ex libris
jurisconsultorum fragmenta ad illos inscribuntor, commentariis et reliquationes, Matri-
ti, Ex typographia imperial apud Josephi Fernández de Buendía, 1678, lib. 2, cap. 13, p.
256, nº 11.
25
Sobre esta materia se pueden ver las documentadas páginas de ANTONIO DOUG-
NAC RODRÍGUEZ, Esquema del derecho de familia indiano, Santiago de Chile, Ediciones
del Instituto de Historia del Derecho Juan de Solórzano Pereira, 2003, pp. 59-110, con
amplia bibliografía.
26
Sínodo del arzobispado de La Plata (1773), lib. 4, tít. único, c. 15.
27
Fue incorporada al proyectado Nuevo Código de las Leyes de Indias 1, 8, 1.
28
Recogida en Nov. Rec. 10, 2, 18.
29
DOUGNAC, op. cit., p. 79.
1604
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
30
Una exigencia similar se hacía en la ley patria chilena dictada en 1820 sobre el matrimonio
de los menores y conocida como pragmática de matrimonio [Boletín de Leyes, 1846, pp.
158-167]. El Código Civil (1855), sin embargo, cambió radicalmente la disciplina al disponer
que los esponsales eran “un hecho privado, que las leyes someten enteramente al honor y
conciencia del individuo, y que no produce obligación alguna ante la ley civil” (art. 98 inc. 1°).
31
Su texto en FERNANDO RETAMAL FUENTES, Chilensia Pontificia. Monumenta Ec-
clesiae Chilensia, v. 2, t. 2, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2002, pp.
634-645.
32
Su texto ibíd.
33
Su texto ibíd., pp. 952-953.
34
Concilio Plenario de América Latina (1900), decr. 592, n. 1.
35
Codex Iuris Canonici, Postulata Episcoporum in ordinem digesta a Rmo. P. Ber-
nardino Klumper O. F. M. Consultore (Romae, TypisVaticanis, 1905), p. 140, ARCHIVIO
1605
CARLOS SALINAS ARANEDA
1606
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
38
DONOSO, op. cit. t. 2, p. 180.
39
Conc. Trid. ses. 24, cap. 10 de ref. matr.
40
DONOSO, op. cit., t. 2, p. 172.
41
El Sínodo de Lima de 1613 (lib. 4, tít. 1, cap. 10) se expresaba en estos términos:
“porque la experiencia muestra que algunos después de desposados suelen cohabitar
mucho tiempo y hacer vida maridable sin haberse velado, contra lo que ordena el Santo
Concilio Tridentino; mandamos que los curas procuren que sus feligreses no cohabiten en
manera alguna hasta que se hayan hecho las velaciones y hayan recibido las bendiciones
de la Iglesia; y si acaso se hubieren pasado seis meses desde el día del desposorio sin
que se haya velado, darán noticia de ello a nuestro provisor y a los vicarios para que los
excomulguen y penen como les pareciere, hasta que cumplan con su obligación; y cuando
los que se han de casar fueren pobres o indios o negros, en que hay mayor peligro de que
se difieran sus velaciones, harán que se desposen y velen en un día, como sea tiempo, en
que puedan velarse”. Véase también el Sínodo de Concepción (Chile, 1744), cap. 5, const.
12; Sínodo de La Paz (1738), cap. 3, ses. 7, const. 15, 17; Sínodo de La Plata (1773), lib. 4,
tít. único, cap. 17-18.
1607
CARLOS SALINAS ARANEDA
42
PETRUS GASPARI, (ed.), Codicis Iuris Canonici Fontes, Romae, Typis Polyglottis
Vaticanis, 1933-1962), t. 3, n. 633, pp. 512-515. Su texto bilingüe, latino-español, en FER-
NANDO RETAMAL FUENTES, op. cit. v. 2, t. 2, pp. 808-817.
43
Concilio Plenario para América Latina (1900), decr. 598.
1608
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
44
ARCHIVIO SEGRETO VATICANO, Commissione (Pontificia) per la codificazione del
diritto canonico, scatola 96.
45
Rec. Ind. 1, 8, 9, en que se recogen cédulas de 1538, 1549 y 1575.
46
DONOSO, op. cit., t. 1, p. 254.
47
SABINO ALONSO MORÁN, OP.-MARCELINO CABREROS DE ANTA, CMF., Co-
mentarios al Código de Derecho Canónico con el texto legal latino y castellano, t. 3: Cá-
nones 1322-1998, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1964, p. 154.
48
P. ej. Sínodo de Santiago de Chile (1688), Apéndice III de la edición de Nueva York,
1858, reproducido en el Sínodo de Concepción de Chile (1744), cap. 12, const. única. Para
los sínodos de la arquidiócesis de La Plata, véase NELSON DELLAFERRERA-MÓNICA
MARTINI, Temáticas de las constituciones sinodales indianas (s. XVI-XVIII), Arqui-
diócesis de La Plata, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho,
2002, pp. 32-36.
49
GASPARRI, op. cit., t. 6, n. 4298.
1609
CARLOS SALINAS ARANEDA
50
Appendix ad Concilium Plenarium Americae Latinae Romae celebratum anno Do-
mini MDCCCXCIX (Romae, Typis Vaticanis, MCMI), apéndice XC, pp. 580-583.
51
Véase antes nota 37. Arzobispo de Lima era Manuel Tovar y Chamorro [ARCHIVIO
SEGRETO VATICANO, Commissione (Pontificia) per la codificazione del diritto canonico,
scatola, scatola 96].
1610
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
cencio III (1198-1216) a prohibir a los sacerdotes celebrar más de una Misa al
día, exceptuada la festividad del Nacimiento del Señor52.
No obstante la prohibición anterior, por antigua costumbre emanada,
al parecer, de privilegio apostólico, en los territorios de la Corona de Ara-
gón –Aragón, Valencia, Cataluña e islas de Mallorca– todos los sacerdotes
seculares, el día de conmemoración de todos los fieles difuntos, celebraban
dos Misas, y los regulares tres Misas, todas ellas con estipendio. Benedicto
XIV (1740-1758), a instancias de Fernando IV (1746-1759), extendió a todos
los sacerdotes seculares y regulares residentes en cualquier punto de los do-
minios de España, mediante la constitución Quod expensis, de 26 de agosto
de 174853, el privilegio de que pudieren celebrar tres Misas en dicho día, si
bien con la condición de que los nuevos privilegiados estuvieren obligados
a aplicar dos de las tres Misas por todos los fieles difuntos, sin poder recibir
estipendios por ellas, bajo suspensión reservada a Su Santidad54. A finales
del siglo XIX, León XIII (1878-1903), mediante las letras apostólicas Trans
oceanum, de 18 de abril de 189755, extendió este privilegio a “todas y cada una
de las circunscripciones de América Latina, sin excepción” (n. VII).
La propuesta limeña, sin embargo, no prosperó inicialmente, pues el
proyecto de Libro III que se distribuyó a los obispos en 1913 para sus observa-
ciones, permitía celebrar tres Misas tan sólo el día del Nacimiento del Señor56.
Un hecho imprevisto vino a cambiar este criterio y permitió, en definitiva, el
éxito de la propuesta peruana. Mediante la constitución Incruentum altaris,
de 10 de agosto de 191557, Benedicto XV (1914-1922), en plena Primera Guerra
52
ALONSO-MIGUELEZ-ALONSO, op. cit., t. 2, p. 204.
53
GASPARRI, op. cit., t. 3, n. 2391.
54
La constitución no innovó respecto de quienes ya gozaban de dicho privilegio, los
que pudieron seguir recibiendo estipendios por las tres Misas. A ruegos del rey portugués
Juan V (1706-1750), el Papa Benedicto XIV otorgó la misma gracia al reino de Portugal
[ALONSO-MIGUELEZ-ALONSO, op. cit., t. 2, p. 205; DONOSO, op. cit., t. 2, p. 69].
55
GASPARI, op. cit., t. 3, pp. 512-515, n. 633. Su texto bilingüe latino-español, en RE-
TAMAL, op. cit., v. 2, t. 2, pp. 808-817. Como he dicho antes, estas letras apostólicas siste-
matizaron y actualizaron los privilegios indianos.
56
Codex Iuris Canonici, Proyecto de Libro III (1913): can. 84: “§ 1. Con excepción del
día del Nacimiento del Señor en el que se puede ofrecer tres veces el sacrificio eucarístico
en la Iglesia latina, no es lícito a los sacerdotes celebrar varias Misas en un día si no es en
virtud de indulto apostólico o de autorización concedida por el Ordinario. § 2. No puede, sin
embargo, conceder el Ordinario esta facultad a no ser cuando una parte notable de fieles no
puede oír Misa en día festivo de precepto a causa de la escasez de sacerdotes; más no está
dentro de sus atribuciones el permitir que un mismo sacerdote celebre más de dos Misas”.
57
Acta Apostolicae Sedis 16, 1924, p. 116.
1611
CARLOS SALINAS ARANEDA
Fue la sexta de las propuestas que llegaron a Roma desde Lima, en la que se
sugería una “delegación permanente a los Obispos para enajenar los bienes
eclesiásticos previas las condiciones exigidas por el derecho”60.
La enajenación de los bienes eclesiásticos ha sido un tema que ha esta-
do presente en el derecho de la Iglesia desde los primeros tiempos, no sólo
para reivindicar el derecho que tiene la Iglesia de enajenar sus bienes, siem-
58
ARCHIVIO SEGRETO VATICANO, Commissione (Pontificia) per la codificazione del
diritto canonico, scatola 96.
59
Postulata, cit. p. 205. SALINAS, “El primer” cit. pp. 317-342, esp. 334.
60
ARCHIVIO SEGRETO VATICANO, Commissione (Pontificia) per la codificazione del
diritto canonico, scatola 96.
1612
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
pre que ella lo estime oportuno, sino también para proteger su patrimonio de
malversaciones y dilapidaciones para lo cual ha ido, a lo largo de los siglos,
estableciendo las normas necesarias61. Un hito importante lo señaló la cons-
titución Ambitiosae de Paulo II (1458-1471) de 146862, en la que se afirmó la
inalienabilidad de los bienes eclesiásticos y se establecieron diversos controles
superiores necesarios para que los obispos y los clérigos pudiesen enajenar los
bienes eclesiásticos, como la aprobación del concilio provincial o de los obispos
vecinos y la especial autorización del Romano Pontífice. Las penas establecidas
para quienes incumplieran estas exigencias eran la nulidad de los actos realiza-
dos; la excomunión al que enajenaba y al que recibía los bienes enajenados; y
al que enajenaba bienes eclesiásticos “inconsulto Romano Pontifice” se le cas-
tigaba con el entredicho ingressus Ecclesiae, si gozaba de la dignidad pontifical
o abacial, quedando “eo ipso suspensus” del régimen y de la administración
de su iglesia o monasterio si durante los seis meses siguientes no cambiaba de
actitud; si el enajenante era un eclesiástico de condición inferior, se le privaba
del oficio. Esta disciplina fue retomada por Urbano VIII (1623-1644)63.
El concepto de enajenación en derecho canónico era un concepto am-
plio pues, además de comprender todo acto por el cual se transfería a otro
64
1613
CARLOS SALINAS ARANEDA
carga; iii) las donaciones remuneratorias, hechas con título de justa gratitud por méritos
especiales contraídos a favor de la Iglesia.
66
Se entendía por tal: i) evidente necesidad de la Iglesia, a que no se podía subvenir de
otro modo, como podía ser reparar la iglesia que amenaza ruina; ii) manifiesta utilidad de
la iglesia; iii) piedad para socorrer a los necesitados; iv) agregando algunos canonistas el
caso de incomodidad o escasa utilidad, cuando la posesión de la cosa, p. ej., fuese notable-
mente molesta o dispendiosa. Cualquiera de estas causas era suficiente para la enajena-
ción de un bien eclesiástico.
67
Además: i) debía preceder el conocimiento y deliberación del capítulo o convento, que
debía deliberar acerca de la existencia de justa causa de enajenación y conveniencia; ii) el
consentimiento de todo el capítulo o convento o, al menos, de la mayor parte del mismo si
la enajenación la hacía el obispo; o el consentimiento del obispo, si la enajenación la hacía
alguna autoridad inferior a él sometida, como un párroco.
68
DONOSO, op. cit., t. 2, p. 280: “Sin embargo en orden a la extravagante “Ambitiosae”
de Paulo II, que prescribe este requisito, bajo de graves penas, gran número de canonistas
asegura, que en muchos lugares no está recibida en la práctica, al menos en cuanto a las
penas. En América sin duda por la distancia y difícil recurso a la Silla Apostólica, parece
cierto, que a más de la causa justa y las otras solemnidades de derecho, solo se ha exigido
la aprobación del obispos o superior respectivo”.
69
Constitución “Apostolicae Sedis”, de 1869, Acta Sanctae Sedis 5, 1869, p. 299; GAS-
PARRI, op. cit. t. 3, pp. 24-31.
70
Los obispos de la provincia eclesiástica de Cincinnati, en los Estados Unidos de Amé-
rica, hicieron una propuesta similar, si bien agregaban un dato que no aparecía en la pro-
1614
EL DERECHO INDIANO EN LOS APORTES DE LOS OBISPOS LATINOAMERICANOS...
7. A modo de conclusión
posición limeña: que de la enajenación debía darse cuenta a la Santa Sede en la visita “ad
limina” [Postulata, cit. (n. 14), p. 235].
1615
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL
DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA A LA NUEVA PROVINCIA EN 1820
1617
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
1
MARTA LORENTE, “División de poderes y contenciosos de la administración: una
–breve– historia comparada”, CARLOS GARRIGA (coord.), Historia y Constitución. Tra-
yectos del constitucionalismo hispano, México, Instituto de Investigaciones Dr. José Ma-
ría Luis Mora, 2010.
2
Alocución de Bernardino Rivadavia en la Sala de Representantes de 6 de diciembre de
1821 (RUBÉN DARÍO SALAS, Lenguaje, Estado y Poder en el Río de la Plata (1816-1827),
Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 1998, p. 142.
3
En: CARLOS MOUCHET, “Las ideas sobre el municipio en la Argentina entre 1810
y 1837”, Revista del Instituto de Historia del Derecho “Ricardo Levene”, nº 11, Buenos
Aires, 1969, pp. 23-46.
4
MARCELA TERNAVASIO, “La supresión del cabildo de Buenos Aires: ¿Crónica de
una muerte anunciada?”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr.
Emilio Ravignani”, nº 21, 2000, pp. 33-73. Por su parte, Gabriela Tío Vallejo, aborda el
proceso del cabildo de Tucumán, que perdió el lugar central que había ocupado en el go-
1618
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
bierno de la ciudad, ocupando este sitio la Sala de Representantes. (GABRIELA TÍO VA-
LLEJO, Antiguo Régimen y Liberalismo. Tucumán, 1700-1830, Tucumán, 2001; y “Papel
y grillos, los jueces y el gobierno en Tucumán, 1820-1840”, DARÍO BARRIERA (coord.),
Justicias, jueces y culturas jurídicas en el siglo XIX rioplatense, Nuevos mundos. Mundos
nuevos, 2010 [en línea] http://nuevomundo.revues.org/59266 [07-06-2016].
5
ALEJANDRO AGÜERO, “La extinción del Cabildo en la República de Córdoba, 1815-
1824”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”,
nº 37, Buenos Aires, 2012.
1619
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
6
Sobre el caso mendocino se cuenta, entre otros, con: EDBERTO O. ACEVEDO, “Inves-
tigaciones sobre el cabildo mendocino en la época independiente”, Revista del Instituto
de Historia del Derecho “Ricardo Levene”, nº 14, Buenos Aires, 1963; INÉS SANJURJO
DE DRIOLLET, Muy Ilustre cabildo Justicia y Regimiento. Estudio Institucional del ca-
bildo mendocino en el siglo XVIII, Mendoza, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
Nacional de Cuyo, 1995; JORGE COMADRÁN RUIZ, “Notas sobre la creación y evolución
de la Legislatura de Mendoza (1820-1854)”, Revista del Instituto de Historia del Derecho
“Ricardo Levene”, nº 24, Buenos Aires, 1978; ELVIRA LUISA MARTÍN DE CODONI, “El
intento de gobierno de Juntas de 1811 en el Río de la Plata”, Anuario de Estudios Ame-
ricanos, t. XXXI, Sevilla, 1976, pp. 843-953; MARÍA CRISTINA SEGHESSO DE LÓPEZ,
Historia Constitucional de Mendoza, Mendoza, Instituto Argentino de Estudios Constitu-
cionales y Políticos, 1997; EUGENIA MOLINA, “La disputa por la legitimidad: discursos
subversivos y conspiraciones en el contexto de la desaparición del Cabildo de Mendoza,
Río de la Plata, 1822-1825”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerika, 51, Weimar/Wien,
2014 [en línea]; INÉS SANJURJO DE DRIOLLET, La organización político-administra-
tiva de la campaña mendocina en el tránsito del Antiguo Régimen al orden liberal, Bue-
nos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2004.
1620
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
7
ESTEBAN FONTANA, “El Patrono Santiago y su festividad en la época colonial”, Re-
vista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, II, nº 2, Mendoza, 1962, p. 156.
8
JORGE COMADRÁN RUIZ, “La Real Ordenanza de Intendentes del Río de la Plata”,
Anuario de Estudios Americanos, t. IX, Sevilla, 1994, pp. 35 y ss.
1621
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
9
Un análisis de casos de juicios originados en los nuevos pueblos y resueltos por el ca-
bildo: INÉS SANJURJO DE DRIOLLET, “Gobierno, territorialización y justicias. El curato
de Corocorto (ciudad de Mendoza) en el período de cambio de jurisdicción de la Capitanía
General de Chile al Virreinato del Río de la Plata”, MACARENA CORDERO FERNÁNDEZ,
RAFAEL GAUNE CORRADI y RODRIGO MORENO JERIA (coord.), Cultura Legal y es-
pacios de justicia en América, siglos XVI y XIX, Santiago de Chile, DIBAM-Universidad
Adolfo Ibáñez-Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, en prensa.
1622
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
atribuciones en las cuatro causas, que debía presidir el cabildo10. Éste apeló
la decisión pero no obtuvo favorable respuesta y debió recibir al Capitán José
Moldes designado para ese cargo. En 1811, sin embargo, un Reglamento de la
Junta Provisoria de Buenos Aires dispuso la creación de juntas provinciales
en las capitales de provincia, y subalternas en las otras ciudades, con las mis-
mas funciones que habían tenido los subdelegados de real hacienda y guerra
(art.7), por lo que el cabildo recuperaba su carácter de máxima autoridad en
justicia y policía. Si bien se le daban a la junta subalterna funciones especiales
en lo relativo al cuidado de la seguridad dentro del orden revolucionario, el
artículo 16 resguardaba expresamente la función de la justicia contenciosa a
cargo de los alcaldes de los cabildos. Es decir que, a pesar del espíritu centra-
lista de esta reforma, al igual que con la Ordenanza de Intendentes los alcal-
des de cabildos sufragáneos quedaban como máximas autoridades judiciales
de la ciudad, y también en materia de policía, en el sentido que tenía en el
Antiguo Régimen, vinculado a la tradicional oeconómica11.
Pero las juntas tuvieron corta vida, pues, con motivo de verse “en cada
pueblo desaparecer la tranquilidad, romper la armonía política y excitarse
los enconos más arraigados” el gobierno central las eliminó12. Un problema
10
SEGHESSO DE LÓPEZ, op. cit., p. 22
11
Una cuestión de protocolo puso en evidencia la voluntad del cabildo de preservar su lu-
gar de máxima autoridad política que emanaba del reglamento. En la fiesta conmemorativa
del 25 de mayo de ese año los capitulares se negaron a dar lugar preferencial a la Junta, en
razón de considerar que estaban a su cargo los asuntos más importantes. Ésta, que estimaba
sus facultades “de notoria preferencia a las dos causas de justicia y policía”, solicitó ocupar
al menos un lugar de igual jerarquía que el cabildo, pues, según expuso, aunque en ella “se
refunden las facultades de la Comandancia y la Subdelegación –hacienda y guerra– no por
eso debe ser su representación la misma que tuvieron esos empleos separadamente, como
supone VS. Hoy compone un cuerpo en que reunido el conocimiento de las causas de Real
Hacienda y Guerra, debe velar sobre la tranquilidad, seguridad y unión del pueblo encar-
gado de su cuidado, de modo que están a su cargo los conocimientos más importantes [...]
en que se vincula la seguridad de la patria”. Esta Junta subalterna reclamaba el lugar de go-
bierno supremo de la ciudad, en la línea del que gozaba la junta de Buenos Aires, pero como
el cabildo no accedió, los miembros de aquella prefirieron asistir en calidad de particulares
(Archivo General de la Provincia de Mendoza –en adelante: AGPM–, Independiente, C. 10 y
5). Pronto llegó la orden de que ambos ocuparan en las ceremonias un lugar conjunto, aun-
que correspondiendo el primer asiento al presidente de la Junta, lo que produjo la oposición
del cabildo, que elevó una representación ante la superioridad acusando a la junta subalter-
na de abandono e indiferencia hacia Mendoza. MARTÍN DE CODONI, op. cit., pp. 69 y ss.
12
Supresión de las Juntas Provinciales al Gobierno de Córdoba, 1811. MARÍA LAURA
SANMARTINO DE DROMI, Documentos constitucionales argentinos, Buenos Aires, Edi-
ciones Ciudad Argentina, Madrid, 1994, pp. 1923-1924.
1623
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
13
EUGENIA MOLINA, “Notas sobre las relaciones sociales y la organización adminis-
trativa del espacio en la campaña mendocina en los inicios del proceso revolucionario
(1810-1814)”, Mundo Agrario, v. 8, nº 16, primer semestre de 2008 [en línea] http://
www.mundoagrario.unlp.edu.ar/
14
Sobre la colaboración del cabildo con la obra sanmartiniana en Mendoza y la confian-
za del Libertador en la antigua corporación: ACEVEDO, op. cit., pp. 29 y ss.
1624
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
15
AGPM, Independiente, C. 10. La Real Ordenanza de Intendentes establecía en
su artículo 12 que el Teniente Letrado “ejerza por sí la Jurisdicción contenciosa Civil y
Criminal en la Capital y su particular territorio, y que al mismo tiempo sea Asesor ordinario
en todos los negocios de la Intendencia, supliendo las veces del Jefe de ella en su falta,
enfermedades, y ausencias que hiciere á visitar su Provincia, ó con otra justa causa”.
16
AGPM, Independiente, C. 4.
17
Ibídem. En esto, siguió un camino similar a otros cabildos, que perdieron su primi-
genio carácter municipal “para transformarse en una institución con jurisdicción provin-
cial, cuando no nacional”. ABELARDO LEVAGGI, “Formación de la provincia: eclipse del
municipio”, La Gaceta, San Miguel de Tucumán, 15 de diciembre de 1985. Otros cabildos,
como el de Buenos Aires, ostentaron ese título en casos de acefalía del gobierno, algo que
si bien tenía raíces en el período indiano, se profundizó en el período revolucionario.
1625
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
18
AGPM, Independiente, C. 24.
19
ACEVEDO, op. cit., p. 34.
20
Ver ALEJANDRO AGÜERO, “Autonomía por soberanía provincial. Historia de un
desplazamiento conceptual en el federalismo argentino (1860-1930)”, Quaderni Fioren-
tini per la storia del pensiero giuridico, nº XLIII, 2014, pp. 341-392 (http://www.centro-
pgm.unifi.it/quaderni/43/index.htm).
21
Los intentos de integración de las tres provincias cuyanas se plasmaron en la Cons-
titución de los Pueblos de Cuyo, en 1821, los tratados de San Miguel de las Lagunas, en
1822, y de Guanacache, en 1827, que no prosperaron. FERNANDO MORALES GUIÑAZU,
El Proyecto de la Constitución de Cuyo en 1821 y los tratados de San Miguel de las Lagu-
nas y Huanacache, Mendoza, 1942; HERNÁN BRANSBOIN, Mendoza federal. Entre la
autonomía federal y el poder de Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Prometeo, 2014,
pp. 127-161.
1626
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
22
JUAN BAUTISTA ALBERDI, “Derecho público provincial”, Obras Selectas, t. XI,
Buenos Aires, Librería La Facultad, 1920, p. 181.
23
COMADRÁN RUIZ, “Notas sobre la creación...”, cit., pp. 15 y 24.
24
AGPM, Independiente, C. 399 bis, citado en: COMADRÁN RUIZ, “Notas sobre la
creación....”, cit., pp. 16-17.
25
AGPM, Independiente, C. 397. El resaltado es nuestro.
26
SALAS, op. cit., pp. 140-145. Un trabajo más reciente que se refiere a esta cuestión:
1627
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
Lo que se ponía en tela de juicio era la capacidad de los cabildos abiertos, mu-
chas veces de resultados fortuitos, para tomar decisiones de gobierno acerta-
das, y no la actuación del cabildo ordinario, que no aparece como sujeto de
imputación soberana27. Se consideraba que tales asambleas ejercían la sobe-
ranía de manera directa y desordenada, y que la Junta de Representantes,
por su corto número de miembros podría decidir con más eficacia, y haría
efectivo el moderno sistema representativo.
Ahora bien, los capitulares no tuvieron mayores problemas ni resque-
mores en que se estableciera dicha Junta –similar a las que se dieron otras
provincias– para que entendiese en aquellos asuntos en que era necesario con-
sultar la voluntad del pueblo, y en esto seguramente tuvo incidencia el hecho
de que en la práctica el cabildo quedaba con el control de la institución. En
efecto, tenía el manejo de la Junta Electoral, que elegía a los miembros del ca-
bildo entrante, y que desde 1820 elegiría a los de la Junta de Representantes,
lo que daba continuidad y seguridad a la elite capitular, y provocaba que "los
personajes que alternaban en el municipio, la Junta Electoral y la Junta de Re-
presentantes eran casi siempre los mismos", como ha dicho Comadrán Ruiz28.
En cuanto al cabildo ordinario, en 1821 continuaba ejerciendo las fun-
ciones de siempre, tal como lo muestra la Ordenanza que especificaba las
funciones de los distintos cargos concejiles, dictada el gobernador Tomás
Godoy Cruz. La Junta de Representantes la aprobó, salvo en lo atinente a
la alzada de lo juzgado por el regidor juez de policía, de cuyos fallos debería
Fabián Herrero, “Ley y orden. Buenos Aires, hacia fines de 1820”, Quinto sol, n.12, Santa
Rosa ene./dic. 2008.
27
Los ayuntamientos fueron los representantes de “los pueblos” –o ciudades– en los
que recayó la soberanía después de la crisis española de 1808. En el transcurso del proceso
revolucionario la institución fue perdiendo esa representación de tipo corporativo, algo en
lo que tuvo incidencias el surgimiento de la nueva representación basada en el sufragio y
la tendencia al abandono del antiguo pluralismo y al nacimiento de una sociedad política
compuesta de simples individuos. Mendoza siguió al Reglamento de 1817 para la elección
de los empleos concejiles. Este Reglamento, en seguimiento del Estatuto de 1815 y el de
1816, dispuso la elección indirecta en villas y ciudades donde hubiere cabildos, las que de-
bían dividirse en secciones, debiendo votar los ciudadanos inscriptos en el registro cívico
del cabildo por un número de electores proporcional al número de habitantes. El acto de-
bía ser presidido por los dos alcaldes y un regidor, y el escrutinio debía ser realizado por el
cabildo, siendo elegidos para electores quienes tuvieran el mayor número de sufragios, los
que pasaban a conformar la Junta Electoral. Ésta debía elegir a los miembros del cabildo
del año entrante, quienes serían posesionados por el cabildo saliente. SANMARTINO DE
DROMI, op. cit., pp. 2280-2281; SEGHESSO DE LÓPEZ, op. cit., p. 51.
28
COMADRÁN RUIZ, “Notas sobre la creación...”, cit., p. 28.
1628
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
29
Las “Ordenanzas del Muy Ilustre Cabildo de la Provincia de Mendoza”, establecían en
el art. 1°: "La naturaleza del cuerpo capitular y sus facultades son las mismas que constan
hasta aquí señaladas en la Ordenanza de Intendentes y en las demás Leyes generales o
particulares, publicadas con posterioridad a aquel Código y se halle en su fuerza y vigor”.
Luego detallaba las atribuciones del alcalde de primer voto, quien debía desempeñar "las
mismas funciones que le señala la Ordenanza de Intendentes", y confirmaba su jurisdic-
ción ordinaria en las causas civiles y criminales. El capítulo 8 se refería a la jurisdicción
ordinaria del alcalde de segundo voto, señalando como su principal objeto "la apertura de
los testamentos cerrados y reducción de los nuncupativos o memorias simples a escrituras
públicas y el conocimiento exclusivo en primera instancia, de los asuntos en que medien
intereses o persona de algún menor siendo, por lo tanto, Juez de menores". Luego, se
ocupaba del alcalde provincial: debía hacer cumplir el Reglamento de Estancias de 20 de
octubre de 1820, para lo que debía recorrer por lo menos una vez al año las haciendas y lu-
gares de su jurisdicción, "para administrar justicia y examinar si la han administrado bien
los jueces subalternos”. El capítulo 10 trataba del alguacil mayor, quien, subordinado a
los alcaldes ordinarios tenía a su cargo la cárcel, tratamiento de presos, nombramientos
de tenientes y alcaide de la prisión. El 11, trataba sobre las atribuciones del juez de policía,
quien debía entender en las obras públicas, observar y hacer cumplir el Reglamento de
Policía de 15 de setiembre de 1820, tener un teniente a cargo de celar el orden en abastos,
calles, plazas y otros lugares públicos; intervenir en las quejas entre los decuriones y en
cuestiones entre el teniente de policía y otros oficiales subalternos con los vecinos, y en
materia de multas e infracciones al Reglamento de Policía. Al fiel ejecutor se le encargaba
"procurar la abundancia y aseo de todos los artículos de comestibles y abasto", cuidando
"el monopolio en el mercado" y facilitando la libre concurrencia de los vendedores; vigi-
lar el arreglo de las entradas de la ciudad, tener jurisdicción sobre “los que usaren falsos
1629
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
pesos y medidas" y los contratos de compra venta de comestibles, imponer multas a los
infractores de los bandos de abasto, visitar regularmente las tiendas y pulperías. Al Juez
de aguas se le otorgaba jurisdicción ordinaria en cuestión de aguas, debiéndose encargar
del reparto, abasto, prevención de inundaciones y hacer cumplir el Reglamento que se
debía sancionar en la materia. Se refería también al defensor general de menores y al de
pobres; este último debía visitar la cárcel, el presidio, los hospitales, hospicios, panaderías
y casas de corrección, encargándose de los padecimientos que pasaban los pobres –tam-
bién los esclavos en presidios y hospitales–, y se asesoraría con un abogado. El capítulo
16 especificaba las funciones del Síndico Procurador de la Ciudad, uno de los principales
empleos del cabildo, a cuyo cargo estaba hacer cumplir las ordenanzas municipales, ejer-
cer la personería de la ciudad en pleitos que los particulares o corporaciones promovieran
contra el ayuntamiento y controlar la buena administración de rentas públicas. El regidor
de comisiones, se ocuparía de las funciones que no estuvieran detalladas en el Reglamento
y ayudaría a los capitulares recargados en sus trabajos. El asesor letrado debía asistir a
todas las sesiones, encargándose de "extractar los oficios, redactar los expedientes y las re-
presentaciones del cabildo”, en tanto que el secretario debía llevar los copiadores, atender
el despacho ordinario de demandas y representaciones, conservar los documentos públi-
cos y llevar el archivo. También se reglamentan las funciones del escribano y el portero del
cabildo. AGPM, Independiente, C. 151 y ACEVEDO, op.cit.
30
AGPM, Independiente, C. 399 bis, citado por COMADRÁN RUIZ, “Notas sobre la
creación...”, cit., pp. 16-17.
1630
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
31
Actas de la Legislatura de Mendoza, t. I: 1820-1827, Buenos Aires, Academia Nacio-
nal de la Historia, 1988, pp. 1-151.
32
Actas, pp. 1-51
1631
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
Este listado muestra las múltiples cuestiones sobre las que la Junta llegó
a dictaminar en corto tiempo, muchas de las cuales habían estado en manos
del gobernador intendente y del cabildo, además de otras que podrían consi-
derarse de tipo constituyente, como organizar las facultades de alguno de los
órganos de poder según las necesidades que fueron surgiendo33. En cuanto a
las múltiples cuestiones sobre Patronato en que intervino, en gran medida se
debieron a que, además de no haber relaciones con la Santa Sede, las jurisdic-
ciones de las nuevas provincias no coincidieron con las eclesiásticas y hubo
casos en que no quedaba claro para las órdenes religiosas de qué autoridad
dependían34. Muchas de esas decisiones se tomaron basándose, como hemos
dicho, en lo establecido por el Reglamento de 1817 y la Constitución de 1819,
que sirvieron para el ordenamiento institucional de la naciente provincia de
Mendoza, tal como surge de las numerosas menciones que sobre esos docu-
mentos aparecen en las actas; no podemos dejar de mencionar, en este senti-
do, las referencias a la Ordenanza de Intendentes.
33
Se puede mencionar la creación de una Cámara de Apelaciones y la sanción de su Re-
glamento en 1822. Actas..., cit., pp. 70-71. O la discusión sobre si el Ejecutivo podía tener
la iniciativa en la formación de las leyes. Actas, p. 128.
34
BRANSBOIN, op. cit., pp. 197 y ss.
35
Actas..., cit., pp. 103-104.
36
Constitución de 1819, Sección 3, Capítulo I, “LXI. En caso de enfermedad, acusación
o muerte del Director del Estado, administrará provisionalmente el Poder Ejecutivo el
1632
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
...21 días del mes de agosto de 1822 [...] se tuvieron en consideración dos
oficios uno del comandante general de armas dando parte cómo el pueblo
había quedado sin gobierno por el retiro de algunos regidores de sus desti-
Presidente del Senado, quedando entretanto suspenso de las funciones de senador”, SAN-
MARTINO DE DROMI, op, cit., p. 2316.
37
ESTEBAN FONTANA, "Contribución al esclarecimiento de la pugna tradición-revo-
lución hispanoamericana: la postración del Colegio de la Santísima Trinidad en 1822",
CUYO. Anuario de filosofía argentina y americana, v. 2 Primera época, Mendoza, 1966,
pp. 107-159.
1633
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
38
Actas, p. 72.
39
Quien propuso esta medida menos perjudicial para Lafinur fue el representante Fran-
cisco Delgado, cuyo hermano Agustín escribía en las páginas de El Verdadero Amigo Del
País. Actas, pp. 74.
40
Actas, p. 80.
1634
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
41
Bruno García propuso, además, la incorporación de la campaña al sufragio, mediante
la división del territorio en departamentos. AGPM, Independiente, C. 753, en SEGHESSO
DE LÓPEZ, op. cit., p. 51. El Reglamento de Policía de 1828 dispuso la división de la cam-
paña en departamentos, pero no fue a los fines electorales (SANJURJO DE DRIOLLET, La
organización político administrativa, cit., pp. 40 y ss.)
42
Bruno García expuso: "Hasta aquí la Junta Electoral, creadora del cabildo ha sido en-
cargada igualmente de la elección de Representantes en la Honorable Junta de Represen-
tantes. Pero un tal sistema de elecciones, en todo semejante al de que trata el capítulo 49,
sección 5°; del Reglamento Provisorio [Estatuto Provisional] como dictado para la forma-
ción de un gobierno principal de unidad, no parece el más adecuado para el Popular vo que
hemos entablado después, según las fórmulas que se han adoptado. A éste le es, sin duda,
más propia, y casi precisa, la elección directa de los Representantes por los representados,
y así vemos practicarlo en todos los pueblos libres que merecen, justamente, tomarse por
modelo en el particular”. Mensaje del Gobernador Bruno García de 16 de setiembre de
1823. AGPM, C. 401.
1635
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
43
Actas, pp. 139-140. El destacado nos pertenece.
44
Como “telón de fondo” de la encrucijada política que se vivía, estaba “el problema de
la falsificación de moneda que, presente desde el año anterior, alcanzó niveles que para-
lizaron los intercambios comerciales a pesar de los esfuerzos del gobernador Molina y la
Sala por sancionar medidas para reprimir a los delincuentes y obligar a los abastecedores
a recibir la moneda resellada”. MOLINA, op. cit., pp. 13 y ss. Esta grave cuestión para la
economía de la provincia dio lugar incluso a una “sesión secreta”, en la que se hizo despe-
jar “la barra”, para tratar un proyecto sobre prohibición de la moneda falsa (Actas, p. 143).
45
SEGHESSO DE LÓPEZ, op. cit., p. 25-26.
1636
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
conocer por la plaza era obra del tumulto y no de la parte sana del pueblo”46,
es decir, que no se había seguido el mecanismo de elección del gobernador
por la Sala. Ante tal presión, Maza dimitió y, tratando de solucionar la crisis
política, la Junta de Representantes entregó el gobierno a cinco miembros del
cabildo, medida que tuvo corta vida por la necesidad de tomar decisiones con
rapidez. Tampoco tuvo éxito el nombramiento de un triunvirato.
Ante ello, la Junta de Representantes devolvió el título de gobernador a
Pedro Molina, quien sin embargo renunció a principios de julio por presión
del partido capitular, haciéndose cargo del gobierno un partidario de estos
últimos: José Albino Gutiérrez. Pero el desenlace no sería a favor del cabildo,
pues un levantamiento de cuerpos cívicos afines a los lancasterianos derrocó
a Gutiérrez, y convocó a una asamblea “del pueblo”. Ésta disolvió la Junta
de Representantes existente, eligiendo otra con mayoría de lancasterianos, y
nombró gobernador a una persona vinculada a esta corriente de pensamien-
to, Juan de Dios Correas47. Las prácticas asambleístas continuaron, como
puede verse, por parte de uno y otro partido.
La nueva Junta tomó decisiones que constituyeron un golpe mortal a la
antigua institución. El 6 de julio le sustrajo el ejercicio de la justicia ordinaria
al suprimir a los alcaldes de 1° y 2° voto. El cabildo se quedaba, así, sin una
de sus funciones peculiares, que había constituido un derecho privativo de las
ciudades y sus vecinos en el período indiano. En sustitución, la Junta creó dos
jueces ordinarios de primera instancia que, a diferencia de los alcaldes de cabil-
do, fueron ajenos a toda facultad de tipo gubernativo. En cuanto a la función de
policía, que incluía entre otras cuestiones las de ordenamiento urbano, abasto
y seguridad, quedó en manos de un juez de policía, que debió hacerse cargo
también de las facultades del regidor juez de aguas, y que ya no dependería del
cabildo sino que estaría directamente subordinado al gobernador, aunque se
le otorgaba a dicho agente jurisdicción ordinaria en la materia. Finalmente, el
día 13 la Junta dispuso que el gobierno fuera quien proveyera los gastos de los
presos y se hiciera cargo de las “otras atribuciones que eran de la inspección del
cabildo, entre tanto se determina lo conveniente sobre la corporación”48.
46
AGPM, Independiente, C. 751. Citado por SEGHESSO DE LÓPEZ, op. cit., p. 26.
47
La trama política del enfrentamiento entre lancasterianos y capitulares –llamados
éstos despectivamente godos o pelucones– y la incidencia en los sectores militares, es ana-
lizada por MOLINA, “La disputa...”, cit.
48
Actas, pp. 178-181. También en 1824 se logró el voto directo para la elección de dipu-
tados nacionales, y en 1827 se dictó una ley que estableció las anheladas elecciones direc-
tas para los representantes de la Sala. SEGHESSO DE LÓPEZ, op. cit., p. 52.
1637
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
...el aseo de las calles, la recomposición de los puentes, el paseo, las obras
públicas, todo ha recibido su mejora [...] uno u otro asesinato y los robos
que se habían hecho frecuentes han desaparecido. La Policía ha hecho su
influjo menos directo, pero más eficaz [...] “He aquí el contraste que se os
presenta, señores, entre la antigua corporación del cabildo y los magistra-
dos que se han creado en su lugar50.
49
La resolución de supresión de la institución dictada el 11 de mayo de 1825 por la Sala,
declaraba “suprimido el cabildo que había quedado sin objeto desde la instalación de la
Sala de Representantes”, estableciendo en lugar de los alcaldes de 1° y 2° voto “dos jueces
de primera instancia con jurisdicción ordinaria”. MANUEL DE AHUMADA, Código de las
leyes, decretos y acuerdos que sobre la administración de justicia se han dictado en la
Provincia de Mendoza, Mendoza, Imprenta El Constitucional, 1860, pp. 39 y ss.
50
AGPM, Independiente, C. 402. Se dijo entonces que la institución “había quedado sin
objeto a raíz de la creación de la Sala de Representantes”. EDBERTO O. ACEVEDO, Orí-
genes de la organización judicial de Mendoza, Buenos Aires, 1979, p. 31.
1638
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
5. Consideraciones finales
51
LUCA MANNORI, “Justicia y Administración entre antiguo y nuevo régimen”, publi-
cado en R. ROMANELLI (a cura di), Magistrati e potere nella storia europea, Bologna,
1997, pp. 136-137. Traducido al castellano por Alejandro Agüero y Mª Julia Solla.
52
Reglamento de Policía de la Provincia de Mendoza, 1828. AHUMADA, op. cit., pp.
52 y ss.
53
LORENTE, op. cit., p. 327.
54
Archivo de la Legislatura de Mendoza, Actas de la H. Sala de Representantes, t. I,
Sesión del 28 de febrero de 1821.
55
A los agentes policiales, el Reglamento de 1828 les otorgaban funciones judiciales de
ínfima cuantía.
56
SANJURJO DE DRIOLLET, pp. 48 y ss.
1639
INÉS SANJURJO DE DRIOLLET
57
Actas, p. 156. El destacado nos pertenece.
1640
MENDOZA, DE MUNICIPIO INDIANO Y CIUDAD CAPITAL DE GOBERNACIÓN-INTENDENCIA...
éste aplicó como preceptor del colegio. Aunque la corporación logró expul-
sarlo de la ciudad, quedó un grupo de lancasterianos que, frente al dominio
que el cabildo tenía sobre la Junta, y luego de varios intentos de sofocar por
diversos medios la influencia del primero sobre la segunda, promovieron un
golpe en el que tuvieron importante participación sectores militares, gracias
al cual pudieron imponer como representantes a personas que les eran afines.
Fue entonces cuando las horas de la vieja corporación estuvieron contadas.
Pero, además de las mencionadas causas políticas, se ha podido observar
que entre 1820 y julio de 1824 la institución capitular fue progresivamente
aumentando su dependencia de la Sala, mientras que ésta rápidamente acre-
centó sus funciones. Todos los problemas de mayor o menor importancia que
se suscitaron en la nueva provincia le fueron consultados, y sus decisiones
tuvieron fuerza de ley. Por eso no debe extrañar que Bruno García solicitara,
en una sesión de la Legislatura, que le explicaran qué función cumplía el ca-
bildo, porque a su entender no tenía ninguna58. Cabe considerar, como se ha
hecho para Córdoba, que en esa pérdida de facultades de la vieja institución
incidió el hecho de que el espacio sobre el que ésta ejerció jurisdicción se
había transformado de municipal en provincial. La Junta de Representantes,
que fue establecida en el momento de surgimiento de la provincia, parece
haber sido más adecuada a esta nueva espacialización política, tanto como
a la moderna representación. La supresión del cabildo contribuyó a la vez,
mediante el deslinde de sus funciones en diversos agentes, a la conformación
de una esfera específicamente política de gobierno, con su fuero privativo (el
administrativo) y su propio recurso de coerción (la fuerza de policía), dife-
rente de la esfera judicial. Sin embargo, se trató de una época de importantes
continuidades, entre las que no fueron menores el ejercicio de facultades ju-
diciales por el nuevo funcionario de policía, y el posterior establecimiento de
unos jueces rurales con facultades de gobierno.
58
Actas, p. 87.
1641
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL
PARA FILIPINAS (1870-1898)
Resumen: El final de la década de los 60 del siglo XIX presenció el arranque del
colonialismo europeo moderno. El contexto impulsó una nueva reflexión sobre el papel
de España en el tablero colonial, llevándola a adoptar estrategias institucionales de colo-
nización “moderna” que no la descolgaran de los avances de las grandes metrópolis que
se advertían en las posesiones del Pacífico. Sería el momento, pues, de experimentar una
nueva tecnología colonial en su laboratorio más exótico: Filipinas.
Una de las medidas adoptadas fue la de formar un nuevo modelo de administrador
de aquel Archipiélago que fuera capaz de administrar con eficiencia y sacar el máximo
provecho económico de unas islas que se estimaban infraexplotadas.
La formación en 1870 del cuerpo de administradores civiles para Filipinas consti-
tuye, así, una de las claves para adentrarse en aquel giro colonial y en los instrumentos
institucionales que articularon esa pretendida nueva política, así como para comprender
sus limitaciones y su anunciada debilidad.
Palabras clave: educación colonial, administración colonial, administración civil,
Filipinas, colonialismo español, siglo XIX.
Abstract: The end of the 1860s witnessed the beginning of modern European co-
lonialism. The context prompted a new reflection on the role of Spain in the colonial
chessboard, leading it to adopt institutional strategies of “modern” colonization that did
not deplete it from the advances of the great metropolis that were taking place in the Asian
possessions. It was now time to experiment with a new ‘colonial setup’ in its most exotic
laboratory: the Philippines.
One of the first measures to be adopted was to form a new model of administrator
to efficiently manage and make the most of the economic advantage of islands that were
considered under-exploited.
The creation and training of a civil administrator corps for the Philippines in 1870
is therefore one of the main keys to approach this new colonial turn and the institutional
instruments that articulated that supposed new policy, as well as to understand its limita-
tions and its foreseeable weaknesses.
Keywords: colonial career, colonial administration, civil administration, Philippi-
nes, spanish colonialism, 19th century.
1643
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
1. Introducción
1644
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
profesor que se ocupara de aquella docencia; un dato, eso sí, que no resultaba
demasiado disonante si se tiene en cuenta que el número de alumnos oficial-
mente matriculados en esos estudios en aquellas fechas ascendía a cero.
Los canales formativos estaban directamente vinculados con el número
de empleados civiles en las posesiones asiáticas de aquellas potencias: en los
años noventa del siglo XIX, en Java había alrededor de trescientos empleados
holandeses; en la India, en torno a novecientos británicos2; en todas las Islas
Filipinas, unos treinta españoles3.
Se puede objetar que los parámetros son capciosos y que los datos son
imprecisos y sesgados, así como desconectados de un panorama de conjunto.
Y el lector llevará toda la razón. Pero interprétese al contrario: incluso una in-
formación tan abrupta, poco elaborada y desvinculada de entramados mucho
más complejos que la dotarían de pleno significado revela una serie de ten-
dencias divergentes respecto a la actuación colonial en el Pacífico de España y
el colonialismo asiático de potencias como Gran Bretaña u Holanda.
¿Por qué acudir a estos modelos en concreto? Como ya había anunciado,
hay una razón muy precisa: porque en 1870 el Gobierno español quiso estable-
cer una carrera civil para Filipinas a semejanza de las de Holanda y Gran Bre-
taña, cuyas trayectorias colonizadoras consideraba paradigmáticas en Asia.
De hecho, expresamente se invocó como ejemplo de colonización avanzada
2
“As a very rough guide c. 1,800 colonial servants are listed in 1874 and about c. 4,500
in 1927. However, this excludes the large number of locally employed staff (drivers, po-
licemen, prison guards etc.), who numbered more than a couple of hundred in Hong Kong
alone at the turn of the century, and probably many thousands across the empire” (http://
blog.nationalarchives.gov.uk/blog/uk-government-did-we-rule-the-empire-with-4000-
civil-servants/, consultado el 30 de noviembre de 2016).
3
Me he servido aquí de algunas nóminas de empleados comunicadas al Ministerio de
Ultramar en expedientes sobre Administración civil recogidos en el Archivo Histórico Na-
cional (AHN). La cifra no es exacta porque las categorías de empleados dependientes son
imprecisas y los números son oscilantes.
1645
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
Pero más significativo aún que el hecho de que España fijara su atención
en aquellos países colonizadores lo es que acudiera a ellos como modelos en
concreto de enseñanza de empleados coloniales. Y sorprende porque la pre-
gunta que surge de inmediato es ¿por qué ese interés en ese momento tan
concreto en formar administradores para las colonias?
1646
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
6
JOAQUÍN MALDONADO MACANAZ, Principios generales del arte de la coloniza-
ción, Madrid, Imprenta y fundición de Manuel Tello, 2ª ed., 1875, p. 175. La 1ª edición fue
publicada en 1873.
7
Exposición de motivos del Decreto de 16 de agosto de 1870, cit.
1647
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
8
GERRIT W. GONG, The standard of ‘civilization’ in international society, Oxford,
Clarendon Press, 1984.
9
Para construir un nuevo grupo social es necesaria una coherencia interna entre los
miembros (compartir valores, normas, estilo de vida semejantes, cultivar un fuerte senti-
miento de pertenencia, junto a la visión por parte del resto de la sociedad de que se trata
de un grupo cerrado, lo que se traduce en endogamia, convenciones sociales comunes,
indumentaria…). La coherencia se estructura y refuerza por la creación de normas bu-
rocráticas que regulan el grupo en cuestión. Para ello, véase JEAN-PHILIPPE LUIS, “La
construcción d’une catégorie sociale au XIXe siècle”, en Jean-Philippe Luis (ed.), L'État
dans ses colonies. Les administrateurs de l’empire espagnol au XIXe siècle, Madrid, Casa
de Velázquez, 2015, pp. 59 y ss.
1648
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
tico que admita por anticipado: en primer lugar, porque se trató de una pre-
ocupación aguda y constante de las autoridades, coloniales y metropolitanas,
y siempre he tendido a pensar que lo que preocupaba –y en los términos en
los que lo hacía– a los hombres del momento que se estudia nos tiene que
resultar revelador, por peregrino que en un principio nos pueda parecer; en
segundo lugar, porque la formación colonial constituye una puerta de ingreso
que nos introduce, al mismo tiempo, en el vasto y complejo entramado del
cómo se concibió la colonización del archipiélago filipino y de las limitaciones
de ese mismo proceso.
En definitiva, asomarse al proyecto y posterior fracaso de la enseñanza
de los administradores coloniales da cuenta, paralelamente, del descalabro
de la propia administración del Archipiélago. Soy consciente de lo parcial que
resulta esa perspectiva, en la medida en que no atiendo al resto de dinámicas
en las que se inserta y a las que responde, tales como el concepto de adminis-
tración, la articulación institucional de la Administración civil, la conforma-
ción de una nueva carrera en un maremágnum indeterminado de cuerpos y
regímenes de empleados. Pero dadas las características de este escrito, sólo
puedo ocuparme en él del extremo relativo a los intentos de instaurar una
específica formación para empleados coloniales. Si el lector escéptico fuera
además paciente, le invitaría a esperar a las páginas más extensas que están
por llegar acerca del significado de la pieza de la enseñanza colonial en el
puzle de la administración filipina10. Si además de escéptico es impaciente,
sólo me queda pedirle que se conforme con las someras pinceladas de un cua-
dro inédito pero que a buen seguro sabrá imaginar.
A la pregunta de por qué resultaba tan relevante formar a los empleados co-
loniales para administrar las colonias, parecería obvio responder que una
gestión eficaz de los recursos de las islas por parte de personal conveniente-
mente preparado promovería el desarrollo de la colonia y, en consecuencia,
el de la metrópoli. Con toda claridad lo proclamaba el Gobierno al reclamar
10
El presente trabajo, que anticipa una investigación en curso, se ciñe en la medida de
lo posible a la intervención correspondiente en el XIX Congreso de Derecho Indiano. Por
ello las referencias que se hacen consistirán eminentemente en remisiones a fuentes. Un
estudio mucho más detallado con mayor aparato bibliográfico y más prolija construcción
será publicado con posterioridad.
1649
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
11
AHN, Ultramar, leg. 5346, exp. 5.
12
Las declaraciones en ese sentido son frecuentes. Por ejemplo, en AHN, Ultramar,
leg. 1, exp. 39. A ese respecto, vid. XAVIER HUETZ DE LEMPS, L’Archipel des épices.
La corruption de l’Administration espagnole aux Philippines (fin XVIIIe-fin XIXe siècle),
Madrid, Casa de Velázquez, 2006.
13
AHN, Ultramar, leg. 1, exp. 39.
1650
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
El desaliento más completo ha llegado a embargar los ánimos del escaso nú-
mero de Jefes y empleados celosos que aún existen, por estar ya persuadidos
de que nada pueden hacer ni adelantar con el personal de ejecución, insu-
bordinado, ignorante, desaplicado y desmoralizado puesto a sus órdenes14.
Frases como esta del Consejo de Filipinas en 1872 pueblan los extensos
expedientes sobre el estado de la administración insular. En estas fechas le
parecía a las autoridades del Archipiélago que más que nunca estaba dañado
el prestigio de los españoles y más que en otras ocasiones se requería con
urgencia una buena gestión y los conocimientos oportunos en el despacho de
los negocios de la Administración pública. El terreno estaba abonado, pues,
para un discurso que consistía en establecer una relación causal entre el co-
nocimiento especializado de los administradores y la recuperación de esa
confianza en la metrópoli.
La nueva y buena administración, pues, implicaba administradores nue-
vos y buenos, y esa bondad se traducía por la idea de ser buenos conocedores
de la idiosincrasia de las islas. Para ello, el Ministro de Ultramar en 1870, Se-
gismundo Moret y Prendergast, articuló un proyecto muy claro para Filipinas
que se plasmó en un conjunto de Decretos promulgados de agosto a octubre
de 1870 y que tenían como objetivo formar un cuerpo especializado de admi-
nistradores al que se accediera por oposición en la que el aspirante mostrara
haber adquirido los conocimientos específicos para ello15.
El conjunto de medidas que planteaba esos Decretos marcaba el inicio
de esta nueva etapa de educación colonial. Comencemos este recorrido aso-
mándonos, pues, al contenido de esas disposiciones. Los administradores,
–decían–:
además de los conocimientos generales que suponen por necesidad los es-
peciales que se les reclaman, habrán de estar versados en la Historia natu-
ral, conocer exactamente la Geografía de la India y de la Oceanía, y estar fa-
miliarizados con la Economía política, el Derecho administrativo y la teoría
de la Hacienda pública.
Habrán de tener después una preparación especial acerca de los usos,
costumbres y condiciones del Archipiélago y de la manera con la cual ha
sido organizado por la Península, así como de las modificaciones que ha su-
14
Memoria reservada del Consejo de Filipinas al Ministro de Ultramar, 1872 (AHN,
Ultramar, leg. 5314, exp. 9).
15
Me refiero al conjunto de Decretos de 1870 creando y organizando el cuerpo de ad-
ministración civil de Filipinas, ya citados.
1651
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
frido desde la conquista hasta nuestros días, para poder comparar todo esto
con lo que otras naciones han hecho en sus posesiones vecinas.
Deberán, en fin, como complemento y condición indispensable, conocer
el idioma del país16.
16
Exposición de motivos del Decreto de 16 de agosto de 1870, cit.
17
AHN, Ultramar, leg. 1, exp. 39.
18
AHN, Ultramar, leg. 5312, exp. 41.
1652
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
19
Esta línea argumental puede apreciarse, por ejemplo, en el “Proyecto de reforma de la
administración civil, local y provincial en Filipinas” (AHN, Ultramar, leg. 5346, exp. 22).
20
AHN, Ultramar, leg. 5346, exp. 11.
1653
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
21
AHN, Ultramar, leg. 5346, exp. 11.
22
AHN, Ultramar, 1, 39.
1654
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
23
Todos estos datos los aporta FRANCISCO CAÑAMAQUE en su prólogo a PATRICIO
DE LA ESCOSURA, Memoria sobre Filipinas y Joló redactada en 1863 y 1864, 2ª ed.,
Madrid, Librería de los Sres. Simón y Osler, 1882, p. XIV.
24
Exposición de motivos del Decreto de 16 de agosto de 1870, cit.
1655
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
ciones, salvo cuando los religiosos que conocían el dialecto las descubrían y
tenían a bien denunciarlas25.
En definitiva, la ínfima presencia del castellano hacía imposible man-
tener una política de Estado centralizado, porque la ausencia de un idioma
oficial de comunicación generaba un cortocircuito insalvable en la cadena de
mando y, en consecuencia, en las vías de intervención estatal. Tal y como
diagnosticó con toda crudeza el Consejo de Filipinas en 1872, “allí no hay ni
asomo de Administración ni de Intervención”26.
25
CAÑAMAQUE, op. cit., p. XXV.
26
AHN, Ultramar, leg. 5314, exp. 9.
27
AHN, Ultramar, leg. 1, exp. 39.
28
Art. 7 del Reglamento del Ministerio de Ultramar para la aplicación del Decreto de 16
de agosto, creando el cuerpo de administración de Filipinas, en Decretos…, cit.
1656
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
29
AHN, Ultramar, leg. 5314, exp. 17.
30
“Moción del Consejo relativa al malestar que reina en las islas Filipinas, causas que lo
producen y medios de combatirlo”, de 1872 (AHN, Ultramar, leg. 5314, exp. 9).
31
AHN, Ultramar, 5346, 11.
32
Así se pronunciaba un Negociado del Ministerio de Ultramar (id.).
1657
MARÍA JULIA SOLLA SASTRE
33
Real decreto de 12 de septiembre de 1897, reformando la legislación vigente en las
Islas Filipinas, Madrid, Imprenta de los hijos de M. G. Hernández, 1897.
34
Actas del Consejo de Filipinas y de las posesiones del Golfo de Guinea, sesión de 13 de
octubre de 1897, apud ISABEL MARTÍNEZ NAVAS, El gobierno de las islas de Ultramar.
Consejos, juntas y comisiones consultivas en el siglo XIX, Madrid, Dykinson, 2007, p. 267.
35
Todos estos argumentos y los que siguen en AHN, Ultramar, leg. 5312, exp. 41.
1658
APRENDER A COLONIZAR: UNA ADMINISTRACIÓN CIVIL PARA FILIPINAS (1870-1898)
tan especial y requería tales conocimientos que, después de haber oído pre-
cisamente al profesor que venía desempeñando esa cátedra, consideraba que
podía ser remplazada por los Principios generales de colonización, historia y
estadística de la colonización moderna.
A su vez, para hacer accesibles los estudios se proponía en primer lugar
que se implantaran en otras instituciones oficiales o incluso libres, al margen
de la Universidad Central; y asimismo que la matrícula fuera gratuita.
En términos generales –estimaba el Consejo– las asignaturas propues-
tas en un principio no se asentaron porque en la enseñanza moderna imperó
una política de uniformidad que cuadraba mal con la formación especializa-
da que la administración del Archipiélago requería.
De hecho –apunto yo– aquellas asignaturas respondían a un discurso
teórico de ese periodo que se denominó “descentralización administrativa”.
Esta teoría mantenía que la administración de un territorio no podía reali-
zarse exitosamente sin atender a las peculiaridades e idiosincrasia de la lo-
calidad. A mi juicio, con este planteamiento se consagraban en términos ad-
ministrativos la excepcionalidad constitucional de las colonias y, al mismo
tiempo, se justificaba la imposibilidad del Estado español decimonónico de
gobernar conforme a principios racionales e impersonales, establecer normas
generales y abstractas, centralizar políticas de gobierno, jerarquizar órdenes
o intervenir directamente en sus territorios.
En consecuencia, conforme a esta teoría, que era precisamente la de Mo-
ret, tenía todo el sentido proclamar que “empleados (…) que han represen-
tado siempre las ideas de la centralización, no son aptos ni tienen autoridad
para llevar a cabo la descentralización” en las colonias36.
Filipinas se independizaba oficialmente el 12 de junio de 1898. Sólo
pocas semanas antes, en un asombroso ejercicio de falta de imaginación, el
Ministerio de Ultramar seguía considerando que lo que había que hacer era
retomar la enseñanza de los empleados. Lo cierto es que, en 1898, poco im-
portaba ya si Segismundo Moret llevaba o no treinta años teniendo razón.
36
AHN, Ultramar, leg. 5346, exp. 5.
1659
Clausura
DISCURSO DE CLAUSURA DEL XIX CONGRESO DEL INSTITUTO
INTERNACIONAL DE HISTORIA DEL DERECHO INDIANO
1663
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
1664
DISCURSO DE CLAUSURA
1665
AGUSTÍN BERMÚDEZ AZNAR
1666
PLAN GENERAL DE LA OBRA
VOLUMEN I
Prefacio 7
1667
El Derecho Indiano en la historia europea y global
De la Andalucía bajomedieval, vía islas del mar Océano, a América fundando ciudades
y villas
From late-medieval Andalucía via the Atlantic Islands to America: founding cities
and towns
Horst Pietschmann ............................................................................................................. 291
1668
La barroca cultura jurídica del licenciado Tomás Durán, asesor del gobernador de
Chile y virrey del Perú José Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda
The baroque legal culture of the licenciado Tomás Durán, assessor of the Governor of
Chile and Viceroy of Peru José Antonio Manso de Velasco, Count of Superunda
Antonio Dougnac Rodríguez .............................................................................................. 401
Las desamortizaciones eclesiásticas del siglo XIX –1804 y 1822– y la reforma religiosa
de Rivadavia
The ecclesiastic confiscations of the 19th century –1804 and 1822– and the religious
reformation of Rivadavia
Raquel Bisio de Orlando .................................................................................................... 545
1669
El espacio de los derechos en el pensamiento tardoescolástico. Una perspectiva
iushistorica
The space of the rights in latescholastic thought: a perspective from legal history
Meccarelli Massimo............................................................................................................ 589
La condición jurídica del indio a través de los informes de los virreyes novohispanos
en el siglo XVI
The legal status of indians in the reports of the viceroys of New Spain in the 16th
century
Beatriz Badorrey Martín ................................................................................................... 669
1670
Derecho Indiano provincial y local (reinos, provincias, repúblicas)
VOLUMEN II
1671
Corona española, política económica e indígenas a través de la normatividad
de las cédulas reales en la Audiencia de La Plata de los Charcas, siglo XVI
The Spanish crown, economic policy and indigenous subjects through the norms
of the royal cedulas in the Audiencia of La Plata de los Charcas, 16th century
José Arturo Burciaga Campos . ........................................................................................... 961
Un caso de apropiación del Ius Commune: las nociones de dominio en los pueblos
de indios en el Perú del siglo XVI
A case of appropriation of Ius Commune: the concept of dominium in indigenous
pueblos in 16th century Peru
Damian Augusto Gonzales Escudero .................................................................................. 1037
El asedio a la Sala del Crimen de la Real Audiencia de México: injerencias del Conde
de Galve en la jurisdicción criminal
The siege of the criminal court of the Real Audiencia of México: the interference
of the Count of Galve in the criminal jurisdiction
Patricio Hidalgo Nuchera .................................................................................................. 1049
La imagen social del abogado en el tránsito del derecho premial al orden legislativo
de la monarquía moderna
The social image of the lawyer in the transit of prize law to the legislative agenda
of the modern monarchy
Alberto David Leiva ........................................................................................................... 1087
1672
Hipoteca de esclavos. Garantías reales mobiliarias entre Derecho Indiano y legislación
ultramarina
Chattel mortgage of slaves. Security interests in Spanish colonial law in America
Fernando Martínez Pérez . ................................................................................................. 1097
Los alcaldes de sacas en las ordenanzas del gobernador Juan Ramírez de Velasco
The alcaldes de sacas appointed in Juan Ramírez de Velasco’s government ordinances
Mario Carlos Vivas . ........................................................................................................... 1215
1673
El Derecho Indiano en el siglo XIX: derecho civil y público
y constitucionalismo moderno
Presencia del Derecho Indiano en la práxis judicial chilena durante el siglo XIX,
a través de la formación jurídica de los Ministros de Corte
Presence of Spanish colonial law in Chilean judicial praxis during the nineteenth
century, observed through the legal training of the Ministers of Court
Roberto Cerón Reyes . ........................................................................................................ 1289
1674
Nuevas consideraciones en torno al tema de las Ordenanzas de Intendentes
New considerations on the topic of the Ordinances of Intendants
Rafael Diego-Fernández Sotelo . ....................................................................................... 1439
La reintegración de las misiones orientales a las Provincias Unidas del Río de la Plata:
pervivencias indianas en la constitución del Soberano Consejo de San Borja (1828)
The reintegration of the Guaraní-Jesuitic oriental missions to the Provincias
Unidas del Río de la Plata: colonial continuities in the constitution of the “Soberano
Congreso de San Borja” (1828)
Alfredo de J. Flores . ......................................................................................................... 1461
1675
Mendoza, de municipio indiano y ciudad capital de gobernación-intendencia a la
nueva provincia en 1820
Mendoza, from colonial municipality and capital of intendancy to the new province
in 1820
Inés Sanjurjo de Driollet .................................................................................................. 1617
Clausura
Discurso de clausura del XIX Congreso del Instituto Internacional de Historia del
Derecho Indiano
Agustín Bermúdez Aznar .................................................................................................... 1663
1676
PROGRAMA HISTORIA DEL DERECHO
PUBLICACIONES
ISSN: 2255-5137
1677
12. Rafael Ramis Barceló, Derecho natural, historia y razones para actuar. La con-
tribución de Alasdair MacIntyre al pensamiento jurídico, Madrid 2012, 480 pp.
http://hdl.handle.net/10016/13983
13. Paola Miceli, Derecho consuetudinario y memoria. Práctica jurídica y costumbre
en Castilla y León (siglos XI-XIV), Madrid 2012, 298 pp.
http://hdl.handle.net/10016/14294
14. Ricardo Marcelo Fonseca, Introducción teórica a la historia del derecho, prefacio
de Paolo Cappellini, Madrid 2012, 168 pp.
http://hdl.handle.net/10016/14913
15. Alessandra Giuliani, Derecho dominical y tanteo comunal en la Castilla moderna,
Madrid 2012, 134 pp.
http://hdl.handle.net/10016/15436
16. Luis Grau, An American Constitutional History Course for Non-American Stu-
dents, Madrid 2012, xx + 318 pp.
http://hdl.handle.net/10016/16023
17. Antonio Ruiz Ballón, Pedro Gómez de la Serna (1806-1871). Apuntes para una
biografía jurídica, Madrid 2013, 353 pp.
http://hdl.handle.net/10016/16392
18. Tamara El Khoury, Constitución mixta y modernización en Líbano, prólogo de
Maurizio Fioravanti, Madrid 2013, 377 pp.
http://hdl.handle.net/10016/16543
19. María Paz Alonso Romero / Carlos Garriga Acosta, El régimen jurídico de la abo-
gacía en Castilla (siglos XIII-XVIII), Madrid 2013, 337 pp.
http://hdl.handle.net/10016/16884
20. Pio Caroni, Lecciones de historia de la codificación, traducción de Adela Mora
Cañada y Manuel Martínez Neira, Madrid 2013, 213 pp.
http://hdl.handle.net/10016/17310
21. Julián Gómez de Maya, Culebras de cascabel. Restricciones penales de la libertad
ambulatoria en el derecho codificado español, Madrid 2013, 821 pp.
http://hdl.handle.net/10016/17322
22. François Hotman, Antitriboniano, o discurso sobre el estudio de las leyes, estudio
preliminar de Manuel Martínez Neira, traducción de Adela Mora Cañada, Madrid
2013, 211 pp.
http://hdl.handle.net/10016/17855
23. Jesús Vallejo, Maneras y motivos en Historia del Derecho, Madrid 2014, 184 pp.
http://hdl.handle.net/10016/18090
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constitucional. Su gestación y evolución conceptual entre 1808 y 1936, Madrid
2014, 393 pp.
http://hdl.handle.net/10016/18340
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ti umani: esigenze emancipatorie e logiche di dominio nella tutela giuridica
dell’individuo, Madrid 2014, 390 pp.
http://hdl.handle.net/10016/18380
27. María López de Ramón, La construcción histórica de la libertad de prensa: Ley
de policía de imprenta de 1883, Madrid 2014, 143 pp.
http://hdl.handle.net/10016/19296
28. José María Coma Fort, Codex Theodosianus: historia de un texto, Madrid 2014,
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http://hdl.handle.net/10016/19297
29. Jorge Alberto Núñez, Fernando Cadalso y la reforma penitenciaria en España
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30. Carlos Petit, Discurso sobre el discurso. Oralidad y escritura en la cultura jurídi-
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http://hdl.handle.net/10016/19670
31. Jean-Étienne-Marie Portalis, Discurso preliminar sobre el proyecto de Código
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http://hdl.handle.net/10016/19797
32. Cesare Beccaria, Tratado de los delitos y de las penas, Madrid 2015, 87 pp.
http://hdl.handle.net/10016/20199
33. Massimo Meccarelli y Paolo Palchetti (eds.), Derecho en movimiento: personas,
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http://hdl.handle.net/10016/20251
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35. A. F. J. Thibaut, Sobre la necesidad de un derecho civil general para Alemania,
Madrid 2015, 42 pp.
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36. J.-J.-R. de Cambacérès, Discursos sobre el Código civil, Madrid 2015, 61 pp.
http://hdl.handle.net/10016/21254
37. Ramon Llull, Arte breve de la invención del derecho, estudio preliminar de Rafael
Ramis Barceló, traducción de Pedro Ramis Serra y Rafael Ramis Barceló, Madrid
2015, 233 pp.
http://hdl.handle.net/10016/21406
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38. F. C. von Savigny, De la vocación de nuestra época para la legislación y la ciencia
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http://hdl.handle.net/10016/21520
39. Joaquín Marín y Mendoza, Historia del derecho natural y de gentes, Madrid
2015, 40 pp.
http://hdl.handle.net/10016/22079
40. Rafael Ramis Barceló, Petrus Ramus y el Derecho. Los juristas ramistas del siglo
XVI, Madrid 2016, 250 pp.
http://hdl.handle.net/10016/22197
41. Emanuele Conte, La fuerza del texto. Casuística y categorías del derecho medie-
val, edición de Marta Madero, Madrid 2016, 194 pp.
http://hdl.handle.net/10016/22261
42. Constituciones españolas: 1808-1978, edición de Javier Carlos Díaz Rico, Madrid
2016, 259 pp.
http://hdl.handle.net/10016/22905
43. Giacomo Demarchi, Provincia y Territorio en la Constituyente española de 1931.
Las raíces europeas del Estado integral, Madrid 2016, 362 pp.
http://hdl.handle.net/10016/22906
44. Miguel Ángel Ladero Quesada / César Olivera Serrano (dirs.), Documentos sobre
Enrique IV de Castilla y su tiempo, Madrid 2016, xx + 1446 pp.
http://hdl.handle.net/10016/23015
45. Gustavo César Machado Cabral / Francesco Di Chiara / Óscar Hernández Santia-
go /Belinda Rodríguez Arrocha, El derecho penal en la edad moderna: Nuevas
aproximaciones a la doctrina y a la práctica judicial, Madrid 2016, 217 pp.
http://hdl.handle.net/10016/23021
46. Lope de Deza, Juicio de las leyes civiles, estudio preliminar de Víctor Tau Anzoá-
tegui, edición de María José María e Izquierdo, Madrid 2016, 136 pp.
http://hdl.handle.net/10016/23228
47. Henrik Brenkman, Historia de las Pandectas, estudio preliminar, traducción y
notas de Juan Lorenzo, Madrid 2016, 426 pp.
http://hdl.handle.net/10016/23317
48. Massimo Meccarelli (a cura di), Diversità e discorso giuridico. Temi per un dialogo
interdisciplinare su diritti e giustizia in tempo di transizione, Madrid 2016, 287 pp.
http://hdl.handle.net/10016/23792
49. Beatrice Pasciuta, El diablo en el Paraíso. Derecho, teología y literatura en el
Processus Satane (s. XIV), Madrid 2017, 264 pp.
http://hdl.handle.net/10016/24439
50. Maximiliano Hernández Marcos, Tras la luz de la ley: legislación y justicia en Prusia
a finales del siglo XVIII. Un modelo de Ilustración jurídica, Madrid 2017, 184 pp.
http://hdl.handle.net/10016/24488
1680
51. Eleonora Dell’Elicine / Paola Miceli / Alejandro Morin (Comp.), Artificios pasa-
dos. Nociones del derecho medieval, Madrid 2017, 307 pp.
http://hdl.handle.net/10016/24514
52. Eva Elizabeth Martínez Chavéz, Redes en el exilio. Francisco Ayala y el Fondo de
Cultura Económica, Madrid 2017, 145 pp.
http://hdl.handle.net/10016/24715
53. Pierre de Jean Olivi, Tratado de los contratos, estudio preliminar de Rafael Ramis
Barceló, traducción de Pedro Ramis Serra y Rafael Ramis Barceló, Madrid 2017,
171 pp.
http://hdl.handle.net/10016/25200
54. Daniel Panateri, El discurso del rey. El discurso jurídico alfonsí y sus implicacio-
nes políticas, Madrid 2017, 284 pp.
http://hdl.handle.net/10016/25377
55. Joaquín Costa, El problema de la ignorancia del derecho y sus relaciones con el
estatus individual, el referéndum y la costumbre, Madrid 2017, 85 pp.
http://hdl.handle.net/10016/25578
56. Massimo Meccarelli (ed.), Reading the Crisis: Legal, Philosophical and Literary
Perspectives, Madrid 2017, 224 pp.
http://hdl.handle.net/10016/25705
57. Pablo Ramírez Jerez / Manuel Martínez Neira, La historia del derecho en la Real
Academia de Ciencias Morales y Políticas. Los concursos de derecho consuetu-
dinario, Madrid 2017, 322 pp.
http://hdl.handle.net/10016/25809
1681