Patrimonio Bibliografico en Colombia
Patrimonio Bibliografico en Colombia
Patrimonio Bibliografico en Colombia
1 Germán Colmenares, Las convenciones contra la cultura. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1987.
Jorge Orlando Melo 2
2 Marc Bloch, Apologie pour l’histoire, París, 1949, Jacques le Goff, “Documento/Monumento”, en El orden de
la memoria, Barcelona, 1991, p. 227-239.
Jorge Orlando Melo 4
El segundo fue el coronel Anselmo Pineda, quien desde comienzos de los años
veintes comenzó a recoger documentos y materiales impresos relativos a la
independencia y “los negocios de la república”, comprando folletos y periódicos
en todo el territorio de la Nueva Granada y a veces en Quito y Caracas. Su
colección contaba en 1851 con unos 6000 elementos, muy pocos de los cuales
estaban en la Biblioteca Nacional, a pesar de la ley de 1834 que ordenó
entregar un ejemplar de todo lo que se publicará en el país. Pineda la ofreció al
gobierno nacional, que no mostró mucho interés, por lo que su propietario
decidió regalarla, pero poniendo varias condiciones: que no se prestaran fuera
de la Biblioteca, que se guardaran en estanterías apropiadas, que se siguieran
comprando materiales similares para enriquecer la colección. En especial,
Pineda señaló que como después de comprar estos materiales había quedado
en la pobreza, tuvo que empastarlos por tamaños, para ahorrar dinero,
uniendo en cada volumen libros sobre asuntos muy heterogéneos. Por lo tanto,
para usarlos se requerían buenos índices: el los había elaborado y otra de sus
condiciones fue que el gobierno los publicara, lo que serviría también para
“dejar constancia de ellos, por los que puedan extraer o repelar de los
volúmenes, gentes malignas e interesadas en la desaparición de algunas
piezas”.4 Pineda entregó su colección, pero los índices sorprendentemente
detallados que hizo nunca se publicaron, y pueden verse aún manuscritos en la
Biblioteca Nacional: 10 listas muy decoradas con referencias cruzadas por
autor, título, sitio de edición, fecha y nombres personales y palabras claves,
usando tintas de colores diferentes: un anticipo de los enlaces de nuestros
documentos hipertextuales.
Unos 15 años después Pineda se quejó amargamente: muchos documentos se
habían perdido, pues se habían prestado a los estudiantes de la Universidad,
no había buenas estanterías, el catalogo seguía sin publicar y la Biblioteca no
había comprado nuevos materiales para mantener la colección al día. Según él,
“si hubiera imaginado siquiera remotamente que no se cumpliría la condición
de mi gratuita cesión, no me hubiera atrevido a defraudar aquella parte del
pan de mi familia.”. Pero siguió coleccionando toda clase de impresos y afirmó
4 Inventario de la colección de documentos del ex coronel Anselmo Pineda. Biblioteca Nacional, Libros Raros
y Manuscritos, BN. 1851
Jorge Orlando Melo 9
que estaba dispuesto a dar otros 6000 documentos que tenía, si el Gobierno se
comprometía a conservarlos bien. Ofreció 1440 pesos, que, como al coronel
Aureliano Buendía, se le debían de sus pensiones, para comprar estantes y
hacer los índices de la parte nueva. En los debates que tuvieron lugar una
comisión de ciudadanos escribió al Congreso: “Reflexionad, Ciudadanos
Senadores i representantes, que vais a salvar las fuentes más preciosas de
nuestra historia, poniendo a cubierto de Eróstratos colombianos unos
documentos cuya propiedad y conservación honran a la república”. Así, casi
por obra una sola persona, a la que después el gobierno le reclamó haber
usado la pensión para contratar un índice y no hacerlo personalmente, como se
había comprometido, la Biblioteca Nacional se convirtió en el orgulloso
depósito de los registros de la historia colombiana. Como escribió Pineda en
sus índices manuscritos: “En esta colección hallarán un auxilio seguro el
diputado que no pudo traer sus libros a la capital i quiera datos para la buena
formación de las leyes i evitar el empirismo, el empleado a quien el gobierno
elige para la dirección i manejo de los negocios y quiere el acierto en sus
resoluciones—en fin, según sean sus exijencias y situaciones de los lectores,
serán satisfechas hasta donde los trabajos del injenio y el patriotismo
nacionales lo permiten…”
5. El novelista Nicholson Baker, quien fue uno de los promotores de la protesta, cuenta todo en un libro
apasionante para los interesados en estos dramas de la conservación patrimonial: Double fold: libraries and
the assault on paper, New York: Random House, 2001..
6. Rodríguez Guerrero escribió en el Boletín Cultural y Bibliográfico de la Biblioteca Luis Ángel Arango una
serie de artículos que se convirtieron en Libros colombianos raros y curiosos, Bogotá, Banco Popular, 1983, 3
vols, Según una entrevista incluida en el volumen 1, la biblioteca tenía 25.000 volúmenes.
Jorge Orlando Melo 12
7. Se trata del Septenario de la Virgen María. Ver el excelente trabajo de Álvaro Garzón,
Jorge Orlando Melo 13
8 Hay algunas obras recientes que muestran que los bibliógrafos siguen muy activos, como la Bibliografía
general de Cartagena de Indias: Desde el siglo XV hasta 2007, elaborada por Miguel Camacho, Alberto
Zabaleta y Pedro C. Covo (Mompox, Ediciones Pluma de Mompox, 2007.- Desafortunadamente no señala la
localización de los textos que reseña.
9 Estos libros fueron regalados por Acosta a la Biblioteca Nacional.
10 José Manuel Rivas Sacconi, El latín en Colombia: bosquejo histórico del humanismo colombiano, Bogotá:
Instituto Caro y Cuervo, 1949.
11 Álvaro Garzón Martha, Historia y catálogo descriptivo de la imprenta en Colombia (1738-1810), Bogotá:
Gatosgemelos Comunicación, 2008.
Jorge Orlando Melo 14
12 En literatura las contribuciones de investigadores extranjeros, como Donald McGrady, John Englekirk y
Gerald Wade han sido muy valiosas. Entre los colombianos debe recordarse a Antonio Curcio Altamar,
Gabriel Giraldo Jaramillo y Ernesto Porras Collantes.
13
http://www.cerlalc.org/rilvi/resultado/resultado.php?titulo=&autor=&materia=&isbn=&idioma=%25&serie=
&editorial=&pais=5&ciudad=&fecha=
Jorge Orlando Melo 15
14 La información sobre este proyecto, que ha registrado ya más de 60000 impresos, se encuentra en
Universidad de California, Riverside, Catálogo Colectivo de Impresos Latinoamericanos, http://ccila.ucr.edu/.
En Colombia, participan (o participaron en algún momento) en este esfuerzo la Biblioteca Nacional, la Luis
Ángel Arango, el Instituto Caro y Cuervo y el Archivo José Manuel Restrepo.
Jorge Orlando Melo 16
15 Juan Manuel Ospina, relator, “Conclusiones y recomendaciones de la comisión para el estudio de las
fuentes primarias para la historiad e Colombia” en Seminario Nacional sobre Patrimonio Documental en
Colombia (1984: Medellín): Medellín: Faes, 1984.
Jorge Orlando Melo 17
Biblioteca Luis Ángel Arango entre 1986 y 1990, suspendido en este último año
por decisión de la Biblioteca Nacional.16 Ahora, por supuesto, lo más apropiado
es digitalizar las colecciones, pues esto produce archivos de calidad muy
superior a los imperfectos archivos de microfilm: las celebraciones del
bicentenario servirán sin duda para avanzar bastante en la digitalización de
prensa y del Fondo Pineda de la Biblioteca Nacional.17Lo único que debe
subrayarse es la importancia de que se maneje un formato que permita crear,
mediante reconocimiento de caracteres (OCR) un texto que pueda servir para
hacer búsquedas libres del contenido del documento.
Para concluir
Un breve repaso a los elementos del problema puede ayudar a discutir este
problema más adelante. ¿Cuáles son los formatos que deben cuidar las
bibliotecas? ¿A quien se encarga su conservación y el esfuerzo de hacer
inventarios, promover su agrupamiento, definir las reglas para su
conservación?
En mi opinión, y dado que existe ya un asignación clara de funciones para los
formatos cinematográficos (la fundación Patrimonio Fílmico) y los documentos
públicos (los archivos), la tarea de las bibliotecas debe abarcar los siguientes
grupos, algunos de los cuales ya no se producen (y vale la pena conseguirlos
para el pasado) o están en proceso de transformación muy acelerada por su
reemplazo por productos digitales distribuidos a través de Internet o
archivados en memorias de computador:
a. El patrimonio bibliográfico impreso.
i. Libros y folletos
ii. Periódicos
16. Una descripción de este programa, que incluye una historia detallada de las colecciones patrimoniales de
prensa colombianas, se encuentra en mi ponencia “El periodismo colombiano del siglo XIX: colecciones,
microfilmaciones y digitalizaciones”, IFLA, 2004.
17. Existe todavía el mito de que los archivos de microfilm se conservan mejor que los digitales, pero esta es
una idea absurda: los archivos digitales, con copias de seguridad adecuadas y una política de administración
previsiva, que haga las conversiones apropiadas de formatos periódicamente, son prácticamente
indestructibles y no se degradan ni se reyan ni les pasa nada.
Jorge Orlando Melo 19
18. Por supuesto, existen otras alternativas, pero el problema es definir un sistema de apropiado, sea en
los archivos históricos o en los archivos audiovisuales. Sin embargo no parece probable que Patrimonio
Fílmico, que ni siquiera está coleccionando los archivos de la televisión, diseñe sistemas apropiados de
conservación, catalogación y consulta de colecciones de grabaciones. Un mecanismo apropiado es el que
han seguido la Radio Nacional y la HJCK, que han digitalizado sus archivos históricos y ofrecen duplicados
a costo de copia a las bibliotecas: de este modo trasladan el problema de organizar y atender la consulta
de los interesados. El problema se aplica ante todo a los archivos de emisoras que no subsistan. Este es
uno de los campos en los que se ha producido una pérdida mayor de material de importancia histórica.
Los archivos de radio incluyen, por otra parte, discursos políticos y mucha programación musical que no
fue distribuida en grabaciones musicales, así como festivales folclóricos y otras recopilaciones claves del
patrimonio cultural.
19 Este es otro caso complicado. En la actualidad, hay colecciones importantes en la Biblioteca Nacional,
las diversas bibliotecas de la red del Banco de la República y sobre todo la Biblioteca Pública Piloto de
Medellín, que ha consolidado una de las mejores colecciones de fotografía de América Latina. ¿Qué
política seguir para recoger los álbumes familiares, digitalizarlos y ponerlos a disposición del público?
¿Cómo coordinar el proceso con operadores comerciales como Vistaz, que ha digitalizado ya centenares
de miles de fotografías colombianas?
Jorge Orlando Melo 21