Lasificacion de Los Bienes en La Legislacion Peruana

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LASIFICACION DE LOS BIENES EN LA LEGISLACION PERUANA

INTRODUCCION

La clasificación de los bienes es uno de los temas que ha generado muchas


discusiones entre los estudiosos del derecho, en efecto, se han propuesto
variadas formas de clasificación, entre ellas, la que más arraigo ha tenido es
aquella que se sustenta en la “NATURALEZA DE LOS BIENES” por ello, no es
extraño apreciar que en la mayoría de legislaciones del mundo y en todos los
códigos civiles que ha tenido en Perú, los bines han sido clasificados de acuerdo a
su movilidad, consumibilidad, fungibilidad , desvisibilidad y actualidad.

En el Perú legislativamente se ha optado por clasificar los bines en muebles e


inmuebles.Al respecto debe tenerse en cuenta que son muchísimas las
características “Naturales” que podemos descubrir en los bienes, por lo que, si van
a ser las características naturales las que nos van a servir de “patrón de juego”, no
tendríamos porqué preferir un criterio natural sobre otro. Sobre este tema el
Doctor Fernando de Trazenies, señala:

La distinción física entre muebles e inmuebles responde -que duda cabe- a una
comprobación de la realidad: no es posible negar, que en una colección de bienes,
una de las clasificaciones que podemos adoptar es la que separa a los
transportable de los que no lo son. Pero esta distinción no es tan “natural” como la
de que existen bienes grandes y bines pequeños, bienes ásperos y bines lisos,
bienes sólidos y bines líquidos, bienes rojos y bines azules, bienes agradables y
bines repugnantes, bienes comestibles y bienes no comestibles bienes orgánicos y
bines inorgánicos. Sin embargo, ninguna de estas clasificaciones que se
encuentran en la “naturaleza de las cosas” a sido recogida por el derecho
moderno. El hecho de que una distinción sea natural no es suficiente para que el
derecho lo haga suya.

En nuestra opinión antes de tomarse una decisión legal sobre este tema debe
determinarse la función que cumple la forma de clasificar los bienes en un sistema
legal.

LOS BIENES SON EL OBJETO DE LOS DERECHOS REALES.


Bien es toda entidad, material o inmaterial, que es tomada en consideración por la
ley, en cuanto constituye o puede constituir objeto de relaciones jurídicas. Los
bienes se distinguen de las cosas. Las cosas, en términos jurídicos, son los
objetos materiales de valor económico que son susceptibles de ser apropiados,
transferidos en el mercado y utilizados por las personas con la finalidad de
satisfacer necesidades. El concepto de bien es más amplio; comprende a las
cosas (bienes corporales) ya los derechos (bienes inmateriales). Este es el sentido
de bien que utiliza el Código Civil.

La distinción entre cosas y bienes no es unívoca. En Roma el concepto de cosa


estuvo relacionado inicialmente con lo material, lo perceptible por los sentidos,
aquello que era parte integrante del mundo físico. La noción de cosa partió de lo
más elemental, de la comprobación de la realidad a través de los sentidos. Por eso
en la Roma clásica se alude a res corporales. El desarrollo y la evolución de los
conceptos jurídicos determinaron la necesidad de ampliar la idea de cosa a las res
incorpora/es, aquellas perceptibles con la inteligencia.

Para algunos sistemas, entre cosa y bien existe una relación de género a especie:
las cosas son todo aquello que existe en la naturaleza, excepto el ser humano,
mientras que los bienes son todas aquellas cosas que son útiles al hombre y son
susceptibles de apropiación. Es decir no todas las cosas son bienes, ya que
pueden existir cosas que no dan provecho al ser humano, o que no son
susceptibles de apropiación. Para otros sistemas, como el nuestro, es a la inversa:
todas las cosas son bienes, pero no todos los bienes son cosas.

LOS BIENES REÚNEN LAS SIGUIENTES CARACTERÍSTICAS

a) El bien es diferente al sujeto. La noción de bien se contrapone a la de persona,


como sujeto de relaciones jurídicas. Las personas o su fuerza de trabajo
(distinta a su resultado) no son bienes. Esta distinción que en la actualidad
parece obvia, no lo era tanto. Por el contrario, en la Antigüedad las personas
eran cosas. Es el caso de los esclavos en el Derecho romano, que eran
susceptibles de apropiación y que brindaban utilidad, en el sentido económico
del término.

b) El bien es un concepto que tiene relevancia jurídica. Lo que es indiferente al


ordenamiento legal no es bien. La relevancia jurídica, es decir, el interés, la
impone la ley.
Cosa alude a entidad considerada objetivamente en sí misma. Bien, en cambio,
se refiere al interés, a la ventaja o utilidad que otorga a una persona. Por tanto,
su consideración es subjetiva. Cosa es la entidad objetiva sobre la cual se
ejerce el derecho subjetivo, mientras que bien es también el contenido del
derecho subjetivo, lo cual explica que pueda existir una pluralidad de derechos
subjetivos que pueden ejercerse respecto de una misma cosa. Así, sobre un
mismo inmueble (cosa) pueden constituirse varias hipotecas o servidumbres
(bienes diversos, o sea, diversas utilidades para la misma cosa).

C) El bien proporciona utilidad. Los bienes deben ser útiles a los hombres en sus
relaciones sociales. La utilidad puede ser de diversa índole, como material o
moral. Para que los bienes sean útiles, deben ser susceptibles de apropiación.
La luz solar, por ejemplo, no es jurídicamente un bien porque no puede ser
apropiada. Si bien la luz solar es necesaria y útil, su regulación legal no
brindaría utilidad alguna a los hombres en sus relaciones sociales.

La posibilidad de apropiación está determinada por la naturaleza del objeto o


por el mercado. Por su naturaleza, las estrellas no pueden ser apropiadas por
el hombre. El aire atmosférico, en cambio, sí puede ser objeto de apropiaci.ón,
pero su abundancia hace que no exista interés económico en su aislamiento y
posterior comercialización. Tampoco es un bien entonces.

d) Los bienes son susceptibles de apropiación, independientemente de que dicha


apropiación sea actual. Su apropiación depende en gran medida no solo de la
naturaleza misma de la entidad, sino del nivel de tecnología imperante. En la
actualidad la energía eléctrica, la magnética y la calorífica son bienes en la
medida en que son apropiables.

e) El tráfico de los bienes debe ser lícito. El tráfico debe estar permitido por el
ordenamiento legal. Hay objetos cuyo tráfico está prohibido legalmente, que
están fuera del comercio. Para que podamos hablar de bienes fuera del
comercio, cualquier acto jurídico respecto del bien debe ser ineficaz. Una
persona, por ejemplo, no puede ser objeto de tráfico. Cualquier acto jurídico
respecto de ella no produciría efecto. En cambio, la comercialización de
estupefacientes no implica necesariamente la ineficacia del acto (sin duda que
origina una sanción penal). Por licitud del tráfico se refiere a lo primero.

El mercado se encarga por lo general de determinar qué objetos están fuera


del comercio. Sin embargo, la ilicitud del tráfico puede estar dada por razones
morales, religiosas o de otra índole. Es el caso de los órganos del cuerpo
humano, respecto de los cuales existe sin duda un mercado, pero su
comercialización está prohibida por ley. En este sentido, el artículo 22 del
Decreto Supremo N° 014-88-SA señala que el cadáver es un objeto especial en
cuanto carece de significado económico-patrimonial y, por ser diferente a todos
los demás objetos, no cabe incluirlo en ninguna de las clasificaciones de
bienes. Es decir, los cadáveres no son bienes. Debe tenerse en cuenta, sin
embargo, que en la legislación comparada algunas partes renovables y
separables del cuerpo, como los cabellos o uñas, tienen la calidad de bienes.

f) Los bienes pueden ser futuros. Los bienes pueden no tener existencia presente.
De hecho, el Código Civil permite la compraventa de bienes futuros (artículo
1532).

g) Los bienes tienen valor económico. Los bienes, como objeto de los derechos
reales, deben ser susceptibles de satisfacer un interés económico. Los
derechos de la personalidad, como el derecho al honor o al nombre, son
entidades jurídicas que no son capaces de constituir objeto de relaciones
jurídicas de valoración económica.

2. CLASIFICACIÓN DE LOS BIENES

En teoría, se podrían clasificar los bienes de manera casi infinita, en función


de las distintas características o cualidades que tienen. Hay bienes materiales
e inmateriales, de colores y de pesos diversos, bienes que se mueven y otros
que son fijos, bienes grandes y chicos, de poco o mucho valor económico, etc.
Pero no todas estas características o cualidades son necesariamente
relevantes para el Derecho. La ley adopta algunas clasificaciones en
consideración a la función que deben desempeñar los bienes en un régimen
jurídico.

Las clasificaciones de los bienes son muchas. Algunas tienen su origen en la


naturaleza de las relaciones entre las personas. Es el caso del préstamo de un
bien consumible o de uno no consumible. El primero es un mutuo y el segundo
un comodato y ambos contratos -el mutuo y el comodato- tienen una regulación
diversa en el Código Civil. Ello demuestra que la clasificación de los bienes en
función de su consumo tiene sentido para el Derecho, como no lo tendría en
función de su color, por ejemplo.
Otras clasificaciones, como la de muebles e inmuebles, tienen su origen en la
movilidad de los bienes (la posibilidad de que el bien se traslade de un lugar a
otro), pero su racionalidad que la justifica ha perdido sentido en la actualidad.

No todas las clasificaciones están recogidas positivamente por nuestro


ordenamiento legal ni tienen por qué estarlo. Algunas se reflejan solo a
propósito de determinadas relaciones jurídicas o a propósito de la definición de
una institución (como los bienes consumibles y no consumibles), otras en
cambio, como la de muebles e inmuebles, están expresamente contempladas
en la legislación de los Derechos Reales.

Las principales clasificaciones en el Derecho peruano son las siguientes:


bienes corporales e incorporales, bienes fungibles y no fungibles, bienes
consumibles y no consumibles, y bienes muebles e inmuebles. Las últimas tres
clasificaciones se aplican en rigor solo a los bienes corporales, aunq ue en el
caso particular de los muebles e inmuebles, el Código Civil comprende bienes
incorporales.

a) Corporales e incorporales
Esta clasificación proviene del Derecho romano. Los bienes corporales son los
que tienen existencia tangible, ocupan una parte del espacio, por lo que pueden
ser percibidos por los sentidos. Es el caso de un carro, una casa o un animal.
Los bienes incorporal es carecen de existencia corporal y son producto de la
creación intelectual del hombre. Solo se pueden percibir intelectualmente. El
ordenamiento jurídico valora como objeto de relaciones reales determinadas
realidades carentes de existencia corporal. Estas realidades son los derechos
como el usufructo, o una concesión, o las obras literarias. Los créditos también
pueden ser bienes, cuando se incorporan en una relación jurídico-real. Así,
cuando se prenda un crédito, dicho crédito es jurídicamente un bien.
El Código Civil no clasifica los bienes en corporales e incorporales. Sin
embargo, varias de sus disposiciones recogen el criterio de la materialidad. Es
el caso de los artículos 884, 2088, 2089, 2090 Y 2091.
b) Fungibles y no fungibles Los bienes fungibles son aquellos que pueden ser
sustituidos por otros a propósito del cumplimiento de la obligación. Estos bienes
son iguales en su valor, peso o medida. Son equivalentes unos a otros, y por eso
pueden ser reemplazados a la hora del pago. Ello ocurre por ejemplo con una
cierta cantidad de papas. En la legislación peruana hay una definición de bienes
fungibles, a propósito de la prenda global y flotante. El artículo 1 de la
Resolución SBS N° 43097 dice que los bienes fungibles son aquellos que
pueden ser sustituidos por otros de la misma calidad, especie, clase y valor.
Los bienes no fungibles son los que no pueden reemplazarse por otros al
momento del cumplimiento de la obligación, como por ejemplo una casa. Salvo
acuerdo de las partes (dación en pago o novación), la entrega de un bien distinto
supondría incumplimiento.

La utilidad de esta clasificación se puede apreciar en la mencionada prenda


global y flotante. Tradicionalmente la prenda ha supuesto la entrega del bien al
acreedor o a un tercero, lo cual se justifica en la necesidad de que el deudor no
se quede con el bien, pues de lo contrario podría venderlo a un tercero, quien
adquiriría su propiedad si desconoce la existencia de la prenda.
La seguridad del acreedor radica entonces, en que sea él o un tercero y no el
deudor, quien tenga la posesión del bien.

Sin embargo, no todos los bienes muebles pueden ser entregados a los
acreedores, pues de lo contrario el deudor tendría dificultades para pagar sus
obligaciones. Es el caso de las mercaderías de un establecimiento comercial. En
una ferretería, por ejemplo, la mercadería (clavos, tornillos, etc.) está destinada a
venderse (ese es el negocio del ferretero), por lo que no puede ser entregada en
prenda.

La prenda global y flotante se constituye sobre bienes fungibles (como los clavos
y tornillos del ferretero) que pueden ser sustituidos por otros bienes de igual
naturaleza. Se entiende por prenda global y flotante el gravamen prendario sin
desplazamiento que se constituye sobre bienes fungibles que pueden ser
sustituidos por otros de igual naturaleza, siempre que no afecten el valor de la
prenda ni los derechos del acreedor prendario.

Al igual que con los bienes corporales e incorporales, el Código Civil no clasifica
los bienes en fungibles y no fungibles. Sin embargo, el criterio de la fungibilidad
está recogido en algunas de sus disposiciones, como son los artículos 1256,
1288, 1509 Y 1923.

BIENES CONSUMIBLES Y NO CONSUMIBLES

Los bienes consumibles son los que se agotan con el primer uso. El concepto de
consumo puede entenderse en sentido físico o jurídico. En sentido físico o
material, el bien se acaba con el primer uso. Es el caso de las bebidas o de la
leña cuando es utilizada. En lo jurídico el bien sale del patrimonio de la persona
con el primer uso, como cuando se dispone del dinero.

Los bienes no consumibles son los que no se consumen con el primer uso. Estos
bienes pueden usarse de manera indefinida sin que el uso los destruya o altere
sustancialmente. Por ejemplo, un terreno.

Una aplicación práctica de la clasificación de los bienes en consumibles y no


consumibles se presenta en el usufructo. El usufructo es un derecho que
confiere a su titular, el usufructuario, las facultades de usar y disfrutar
temporalmente de un bien ajeno, sin que se altere su sustancia. Al término del
usufructo, el usufructuario debe devolver el bien. Por eso el usufructo solo puede
recaer sobre bienes no consumibles (artículo 999 del Código Civil).
Excepcionalmente, sin embargo, el usufructo puede darse sobre bienes
consumibles, como el dinero, en cuyo caso estamos en presencia de un cuasi
usufructo (artículo 1018 del Código Civil), con regulación diferente a la del
usufructo.

Usualmente los bienes que son consumibles también son fungibles, pero hay
bienes fungibles que no son consumibles, como la ropa hecha en serie. El
Código Civil tampoco recoge la clasificación de los bienes consumibles y no
consumibles, pero varias de sus disposiciones se refieren al criterio de la
consumibilidad. Ejemplos de ello son los artículos 999, 1026, 1223, 1396, 1648,
1728 Y 1729.

BIENES MUEBLES E INMUEBLES


Esta es la clasificación más importante y es la recogida por el Código Civil en
los artículos 885 y 886. En su origen, la clasificación estaba referida a los
bienes corporales o cosas. La clasificación se remonta al Derecho romano. En
aquella época las cosas se dividían en dos categorías: los muebles y los
inmuebles. Los muebles eran las cosas que podían ser desplazadas de un
lugar a otro. Los inmuebles eran las cosas que estaban inmovilizadas, que
tenían una situación fija, arraigada.

Los romanos distinguieron entre inmuebles por naturaleza, inmuebles por


destinación e inmuebles por accesión. Los inmuebles por naturaleza eran los
predios, los bienes raíces, naturalmente inmovilizados. Los inmuebles por
destinación eran originalmente cosas muebles, que servían para la explotación
de un predio. Jurídicamente quedaban inmovilizadas, por lo que se creó la
ficción de considerarlas inmuebles. Los inmuebles por accesión, finalmente,
también eran originalmente cosas muebles que se incorporaban materialmente
a un predio. De alguna manera, los inmuebles por destinación del Derecho
romano son los accesorios que regula el artículo 888 y los inmuebles por
accesión son las partes integrantes contempladas en el artículo 887 del Código
Civil.

La clasificación en muebles e inmuebles se convirtió en la summa divisio del


antiguo Derecho francés (MAZEAUD). La clasificación llegó al Perú, y el Código
Civil de 1852 dividió las cosas en corporales e incorporales (artículo 454). Las
cosas corporales podían ser muebles o inmuebles. Los muebles eran las cosas
susceptibles de ser llevadas de un lugar a otro y los inmuebles las demás cosas
(artículo 455). El Código de 1852 respetó pues el criterio de la movilidad para
clasificar las cosas.

El Código Civil de 1936 se refirió a los bienes y no a las cosas y los clasificó
también en muebles e inmuebles. El artículo 812 enumeró los bienes inmuebles
y el artículo 819 los muebles, como lo hacen los artículos 885 y 886 del Código
Civil de 1984.

La clasificación adoptada por el Código de 1936 se apartó del criterio de la


movilidad. En efecto, en la lista de los inmuebles aparecen las naves, aeronaves
y los ferrocarriles, que son bienes que se mueven. La razón de la inclusión, en el
caso de las naves, data de 1916. Las naves (buques) son bienes que se pueden
desplazar de un lugar a otro.

Para el Código Civil de 1852 eran cosas muebles, por lo que la garantía que
recaía sobre ellas era la prenda con entrega del bien. El inconveniente de la
prenda radicaba en que el deudor debía entregar la nave al acreedor o al
tercero, con lo cual se privaba de su utilización, lo que hacía que disminuyera su
capacidad de producción y por consiguiente de pago de la deuda. La nave se
convertía así en un bien improductivo.

Este problema fue solucionado por el legislador cambiándole la etiqueta de


muebles a las naves, por la de inmuebles, en lugar de darle al problema de la
garantía una solución apropiada. En efecto, la Ley de Hipoteca Naval (la N°
2411, de 30 de diciembre de 1951», dijo que los buques debían considerarse
como inmuebles, a fin de que pudieran ser hipotecados. Años después, las
naves pasaron a formar parte de la relación de bienes inmuebles del artículo 812
del Código de 1936.
Las aeronaves y los ferrocarriles siguieron la misma suerte que las naves. Sin
embargo, otros bienes muebles necesarios para la producción, como el arado
del agricultor o la maquinaria del industrial o del minero, se mantuvieron en el
Código Civil de 1936 como muebles. Para permitir que continuaran en posesión
del deudor se crearon las prendas sin desplazamiento. En estos casos (prendas
agrícola, industrial y minera) el legislador prefirió cambiar la naturaleza de la
prenda (eliminó la entrega, elemento esencial de la garantía), que la de los
bienes. Aquí empieza a observarse la incoherencia del legislador. En vez de
decir que todos estos bienes son inmuebles (para que la garantía sea la
hipoteca) o que siendo muebles la prenda es sin desplazamiento, se dio una
solución distinta.

De otro lado, la clasificación del Código de 1936 comprende derechos (como los
patrimoniales de autor o las concesiones para explotar servicios públicos) tanto
en la relación de bienes muebles como en la de inmuebles. Sucede que los
derechos no son bienes móviles o fijos, ni tienen color o son apreciables por los
sentidos. Son bienes incorporales, creaciones intelectuales, por lo que la
distinción entre muebles e inmuebles no tiene fundamento alguno respecto de
ellos. Una segunda incoherencia.

En realidad, la clasificación de bienes del Código Civil de 1936, recogida luego


por el Código Civil de 1984, se hizo en parte sobre la base de un criterio
económico: las garantías. Por eso se puede decir que la clasificación no atiende
a la naturaleza de los bienes (movilidad o no), sino a un criterio legal. Es la ley la
que determina qué bienes son muebles y qué bienes son inmuebles. El problema
es que eso evidencia que el criterio para la clasificación (movilidad) carece de
utilidad. Y las clasificaciones tienen sentido cuando la inclusión a una u otra
categoría aporta alguna utilidad o determina una consecuencia jurídica.

La clasificación de bienes muebles e inmuebles es, como ya se dijo, la de mayor


importancia y tiene enorme trascendencia. El régimen jurídico de los derechos
reales es distinto según se trate de un bien mueble o de un inmueble. La
distinción influye en el sistema de transmisión de los derechos reales, en la
defensa posesoria, en la prescripción adquisitiva, en las garantías, en los
contratos, en el sistema de publicidad, en el sistema tributario, en el régimen
penal, etc.

EL ARTÍCULO 885 DEL CÓDIGO CIVIL


Según el artículo 885, son inmuebles:

a) El suelo, el subsuelo y el sobresuelo. El suelo es la división de la superficie


terrestre. La división de la superficie terrestre son los predios. Los predios se
extienden a todo lo que está por debajo de él (subsuelo) y por encima de él
(sobresuelo) hasta donde sea útil al propietario el ejercicio de su derecho
(artículo 954 del Código Civil).
b) b) El mar, los lagos, los ríos, los manantiales, las corrientes de agua y las
aguas vivas o estanciales. El mar es la masa de agua salada que separa las
tierras emergidas y constituye la mayor parte de la superficie de la Tierra. En
el Perú, el dominio marítimo del Estado comprende el mar adyacente a sus
costas, así como el lecho y subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas
marinas contadas desde la línea de más alta marea. Las primeras doce
millas corresponden al mar territorial y las siguientes ciento ochenta y ocho al
dominio marítimo o zona económica exclusiva. Los lagos son masas de agua
dulce o salada que ocupan una zona deprimida de la corteza terrestre. Los
lagos se encuentran alimentados por un curso de agua, el inmisario y
drenado por otra corriente fluvial, el emisario.
Los ríos son las corrientes de agua continua que van a desembocar en otra
corriente, en un mar o en un lago. Su origen puede ser un manantial, un lago
o los ventisqueros de nieve derretida. Los manantiales son los afloramientos
en superficie de un manto acuífero subterráneo.
c) Las minas, canteras y depósitos de hidrocarburos. Se entiende por mina la
excavación por medio de pozos, galerías, túneles, socavones o tajos abiertos
para la extracción y explotación de minerales. También se entiende por mina
el lugar donde se acumulan o se encuentran los minerales por obra de la
naturaleza. Las canteras son los lugares de donde se saca piedra, greda u
otro material análogo, son el conjunto de las producciones de los minerales
de naturaleza pétrea o terrosa, y en general todas las que sirven para
materiales de construcción y ornato. Los depósitos de hidrocarburos son
yacimientos o fuentes en los que se pueden encontrar o explotar diversas
clases de hidrocarburos.
d) Las naves y aeronaves. Las naves son vehículos en forma de barcos o
embarcaciones que tienen por fin transportar bienes y/o personas a través de
los mares, ríos o lagos. Las aeronaves son todos los vehículos susceptibles
de navegación aérea.
e) Los diques y muelles. Los diques son los muros artificiales realizados por el
hombre para contener las aguas de mares, ríos o lagos. Los muelles son las
construcciones hechas a la orilla del mar o de un río navegable que facilitan
el embarque y desembarque de bienes y/o personas de las embarcaciones.
f) Los pontones, plataformas y edificios flotantes. Los pontones son un tipo de
embarcaciones que se caracterizan por tener mayor facilidad en el paso en
los ríos y puentes. Las plataformas son tableros horizontales, descubiertos y
elevados sobre el suelo. Los edificios flotantes son edificaciones que se
encuentran permanentemente asegurados a la orilla.
g) Las concesiones para explotar servicios públicos. La concesión es el acto
administrativo por el que el Estado otorga a un particular la facultad de
prestar un servicio público.
h) Las concesiones mineras obtenidas por particulares. La concesión minera es
un derecho que otorga a su titular la exploración y explotación de los
recursos minerales concedidos. La concesión minera es un inmueble distinto
y separado del predio donde se encuentra ubicada.
i) Las estaciones y vías de ferrocarriles y el material rodante afectado al
servicio.
j) Las estaciones de ferrocarriles son los puestos donde existen cambiavías, se
presta servicios a pasajeros y pueden efectuarse además movimientos,
como la inversión del sentido de marcha de los trenes, la concesión de
precedencias y otros. Las vías de ferrocarriles son el conjunto de rieles
durmientes y elementos de fijación y sustentación sobre el cual circulan los
vehículos ferroviarios. En esta definición se encuentran los materiales
rodantes afectados a este servicio.
k) Los derechos sobre inmuebles inscribibles en el registro. Los demás bienes a
los que la ley les confiere tal calidad.

EL ARTÍCULO 886 DEL CÓDIGO CIVIL

Según el artículo 886, son muebles:

a) Los vehículos terrestres de cualquier clase. Se considera vehículo terrestre a


todo artefacto o aparato destinado al transporte de personas y/o carga. No están
incluidas las naves y aeronaves.

b) Las fuerzas naturales susceptibles de apropiación. Se trata de las fuerzas


naturales, como la energía eléctrica, que, por el progreso de la ciencia, pueden
ser apropiadas y tener un valor económico.

c) Las construcciones en terreno ajeno, hechas para un fin temporal. Este tipo de
construcciones se caracterizan por no tener cimientos fijos en el suelo. Tienen
carácter temporal. Es el caso de los circos.
d) Los materiales de construcción o procedentes de una demolición si no están
unidos al suelo.

e) Los títulos valores de cualquier clase o los instrumentos donde conste la


adquisición de créditos o derechos personales. Título valor es el documento que
representa o incorpora derechos patrimoniales cuyo destino es la circulación, y
que además reúne los requisitos formales esenciales que exige la ley. Los títulos
valores pueden ser materializados, cuando representan o incorporan derechos
patrimoniales en un documento cartular, o desmaterializados, cuando requieren
su representación y anotación en cuenta y su registro ante una institución de
compensación y liquidación de valores. Son bienes muebles los títulos valores
regulados por la Ley de Títulos Valores (Ley N° 27287): la letra de cambio, el
pagaré, la factura conformada, el cheque, el certificado bancario de moneda
extranjera y de moneda nacional, el certificado de depósito, el warrant, el título
de crédito hipotecario negociable, el conocimiento de embarque, la carta de
porte, los valores mobiliarios (bonos y papeles comerciales), el certificado de
suscripción preferente, la letra hipotecaria, la cédula hipotecaria, el pagaré
bancario y el certificado de depósito negociable. Instrumentos que representan
créditos o derechos personales son tos certificados de participación en fondos
mutuos y fondos mutuos de inversión en valores.

f) Los derechos patrimoniales de autor, de inventor, de patentes, nombres,


marcas y otros similares. Se trata de la propiedad intelectual y la propiedad
industrial. La propiedad intelectual está conformada por los derechos de autor
sobre obras literarias, composiciones musicales, artes plásticas, programas de
ordenador (software), artículos periodísticos, obras arquitectónicas, etc. La
propiedad intelectual de una obra otorga a su titular dos tipos de derechos: moral
y patrimonial. El derecho moral es aquel mediante el cual se puede reinvindicar
la paternidad de la obra y es, por naturaleza, perpetuo, inembargable,
inalienable, irrenunciable e imprescriptible. Por su parte, el derecho patrimonial
otorga al titular de la obra la facultad para explotarla económicamente. El bien
mueble se refiere a los derechos patrimoniales de autor. La propiedad industrial
comprende a las patentes de invención, los modelos de utilidad, los diseños y
secretos industriales, las marcas de producto, servicio, colectivas y de
certificación, los nombres y lemas comerciales y las denominaciones de origen

i) Las rentas o pensiones de cualquier clase


Las acciones o participaciones que cada socio tenga en sociedades o
asociaciones, aunq ue a éstas pertenezcan bienes inmuebles. La acción puede
ser definida como una de las partes en que se divide el capital social de una
sociedad. Dado que el capital social siempre se expresa monetariamente, la
acción representa al mismo tiempo una suma de dinero y una alícuota del capital
social. Por acción también se entiende el conjunto de derechos y obligaciones
corporativas derivadas de la calidad de socio (titular de la acción). Las acciones
pueden ser de sociedades anónimas abiertas, cerradas y ordinarias y de
sociedades en comandita por acciones. Las participaciones representan los
aportes que los socios realizan en favor de sociedades colectivas, sociedades en
comandita simples, sociedades comerciales de responsabilidad limitada,
sociedades civiles ordinarias y de responsabilidad limitada. Las participaciones
no se materializan en títulos.

g) Los demás bienes que pueden llevarse de un lugar a otro. Los demás bienes
no comprendidos en el artículo 885.

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