Prueba Antígona

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LICEO POLIVALENTE FRANCISCO FRÍAS VALENZUELA

RBD 9582-6
SANTA FONO: 225111792
ROSA 6740 – LA GRANJA
[email protected]
Puntaje total Puntaje obtenido _______. Nota _______.

PRUEBA DE COMPRENSIÓN LECTORA PARA SEGUNDO MEDIO.


“ANTÍGONA” SÓFOCLES.

NOMBRE _______________________________________. CURSO __________. FECHA ________.

I.- Item de comprensión de lectura. Lea el fragmento de la obra dramática Antígona y responda
las preguntas de 1 a la 10.

Antígona Sófocles La acción transcurre en el ágora de Tebas, ante la puerta del palacio de
CREONTE. La víspera, los argivos, mandados por POLINICE, han sido derrotados y han huido
durante la noche. Despunta el día. En escena, ANTÍGONA e ISMENA.

ANTÍGONA.— Tú, Ismena, mi querida hermana, que conmigo compartes las desventuras que Edipo
nos legó, ¿sabes de un solo infortunio que Zeus no nos haya enviado desde que vinimos al mundo?
Desde luego, no hay dolor ni maldición ni vergüenza ni deshonor alguno que no pueda contarse en
el número de tus desgracias y de las mías. Y hoy, ¿qué edicto es ese que nuestro rey, según dicen,
acaba de promulgar para todo el pueblo? ¿Has oído hablar de él, o ignoras el daño que preparan
nuestros enemigos contra nuestros seres queridos?

ISMENA.— Ninguna noticia, Antígona, ha llegado hasta mí, ni agradable ni dolorosa, desde que las
dos nos vimos privadas de nuestros hermanos, que en un solo día sucumbieron el uno a manos del
otro. El ejército de los argivos desapareció durante la noche que ha terminado, y desde entonces
no sé absolutamente nada que me haga más feliz ni más desgraciada.

ANTÍGONA.— Estaba segura de ello, y por eso te he hecho salir del palacio para que puedas oírme
a solas.

ISMENA.— ¿Qué hay? Parece que tienes entre manos algún proyecto.

ANTÍGONA.— Creonte ha acordado otorgar los honores de la sepultura a uno de nuestros


hermanos y en cambio se la rehúsa al otro. A Eteocles, según parece, lo ha mandado enterrar de
modo que sea honrado entre los muertos bajo tierra; pero en lo tocante al cuerpo del infortunado
Polinice, se dice que ha hecho pública una orden para todos los tebanos en la que prohíbe darle
sepultura y que se le llore: hay que dejarlo sin lágrimas e insepulto para que sea fácil presa de las
aves, siempre en busca de alimento. He aquí lo que el excelente Creonte ha mandado pregonar
por ti y por mí; sí, por mí misma; y que va a venir aquí para anunciarlo claramente a quien lo
ignore; y que no considerará la cosa como baladí; pues cualquiera que infrinja su orden, morirá
lapidado por el pueblo. Esto es lo que yo tenía que comunicarte. Pronto vas a tener que demostrar
si has nacido de sangre generosa o si no eres más que una cobarde que desmientes la nobleza de
tus padres.

ISMENA.— Pero, infortunada, si las cosas están dispuestas así, ¿qué ganaría yo desobedeciendo o
acatando esas órdenes?

ANTÍGONA.— ¿Me ayudarás? ¿Procederás de acuerdo conmigo? Piénsalo.


ISMENA.— ¿A qué riesgo vas a exponerte? ¿Qué es lo que piensas?

ANTÍGONA.— ¿Me ayudarás a levantar el cadáver?

ISMENA.— Pero ¿de verdad piensas darle sepultura, a pesar de que se le haya prohibido a toda la
ciudad?

ANTÍGONA.— Una cosa es cierta: es mi hermano y el tuyo, lo quieras o no. Nadie me acusará de
traición por haberlo abandonado.

ISMENA.— ¡Desgraciada! ¿A pesar de la prohibición de Creonte?

ANTÍGONA.— No tiene ningún derecho a privarme de los míos.

ISMENA.— ¡Ah! Piensa, hermana, en nuestro padre, que se reventó los ojos con sus propias manos
luego que descubrió sus pecados y que murió cargando el odio y el oprobio. Piensa también que
su madre y su mujer, pues fue las dos cosas a la vez, puso ella misma fin a su vida con un cordón
trenzado. Y mira, como tercera desgracia, cómo nuestros hermanos, en un solo día, los dos se han
dado muerte uno a otro, hiriéndose mutuamente. ¡Ahora que nos hemos quedado solas tú y yo,
piensa en la muerte aún más desgraciada que nos espera si a pesar de la ley, si con desprecio de
esta, desafiamos el poder y el edicto del rey! Piensa además, ante todo, que somos mujeres, y
que, como tales, no podemos luchar contra los hombres; y luego, que estamos sometidas a gentes
más poderosas que nosotras, y por tanto nos es forzoso obedecer sus órdenes. tEn cuanto a mí se
refiere, ruego a nuestros muertos que están bajo tierra que me perdonen, porque cedo contra mi
voluntad a la violencia, obedeceré a los que están en el poder, pues querer emprender lo que
sobrepasa nuestra fuerza no tiene ningún sentido.

ANTÍGONA.— No insistiré; pero aunque luego quisieras ayudarme, no me será ya grata tu ayuda.
Haz lo que te parezca. Yo, por mi parte, enterraré a Polinice. Será hermoso para mí morir
cumpliendo ese deber. Así reposaré junto a él, amante hermana con el amado hermano; rebelde y
santa por cumplir con todos mis deberes piadosos; que más cuenta me tiene dar gusto a los que
están abajo, que a los que están aquí arriba, pues para siempre tengo que descansar bajo tierra. t
Tú, si te parece, desprecia lo que para los dioses es lo más sagrado.

ISMENA.— No desprecio nada, pero no dispongo de recursos para actuar en contra de las leyes de
la ciudad.

ANTÍGONA.— Puedes alegar ese pretexto. Yo, por mi parte, iré a levantar el túmulo de mi muy
querido hermano.

ISMENA.— ¡Ay, desgraciada!, ¡qué miedo siento por ti!

ANTÍGONA.— No tengas miedo por mí; preocúpate de tu propia vida.

ISMENA.— Pero por lo menos no se lo digas a nadie. Mantenlo secreto; yo haré lo mismo.
ANTÍGONA.— Yo no. Dilo en todas partes. Me serías más odiosa callando la decisión que he
tomado que divulgándola.

ISMENA.— Tienes un corazón de fuego para lo que hiela de espanto.

ANTÍGONA.— Pero sé que soy grata a aquellos a quienes por sobre todo me importa agradar.
ISMENA.— Si al menos pudieras tener éxito, pero sé que te apasionas por un imposible.

ANTÍGONA.— Pues bien, ¡cuando mis fuerzas desmayen lo dejaré!

ISMENA.— Pero no hay que perseguir lo imposible.

ANTÍGONA.— Si continúas hablando así, serás el blanco de mi odio y te harás odiosa al muerto a
cuyo lado dormirás un día. Déjame, pues, afrontar este peligro con mi temeridad, ya que nada me
sería más intolerable que no morir con gloria.
ISMENA.— Pues si estás tan decidida, sigue. Sin embargo, ten presente una cosa: te embarcas en
una aventura insensata, pero obras como verdadera amiga de los que te son queridos.

[…]

(Llega un CENTINELA trayendo atada a ANTÍGONA).

CORIFEO.— ¡Qué increíble y sorprendente prodigio! ¿Cómo dudar, pues la reconozco, que sea la
joven Antígona? ¡Oh! ¡Desdichada hija del desgraciado Edipo! ¿Qué pasa? ¿Te traen porque has
infringido los reales edictos y te han sorprendido cometiendo un acto de imprudencia?

CENTINELA.— ¡He aquí la que lo ha hecho! La hemos cogido en trance de dar sepultura al cadáver.
Pero ¿dónde está Creonte?

CORIFEO.— Sale del palacio y llega oportunamente.

(Llega CREONTE).

CREONTE.— ¿Qué hay? ¿Para qué es oportuna mi llegada? CENTINELA.— Rey, los mortales no
deben jurar nada, pues una segunda decisión desmiente a menudo un primer propósito. No hace
mucho, en efecto, amedrentado por tus amenazas, me había yo prometido no volver a poner los
pies aquí. Pero una alegría que llega cuando menos se la espera no tiene comparación con ningún
otro placer. Vuelvo, pues, a despecho de mis juramentos, y te traigo a esta joven que ha sido
sorprendida en el momento en que cumplía los ritos funerarios. La suerte, esta vez, no ha sido
consultada, y este feliz hallazgo ha sido descubierto por mí solo y no por otro. Y ahora que está ya
en tus manos, rey, interrógala y hazle confesar su falta. En cuanto a mí, merezco quedar libre para
siempre, a fin de escapar a los males con que estaba amenazado.

CREONTE.— ¿En qué lugar y cómo has capturado a la que aquí me traes?

CENTINELA.— Ella misma estaba enterrando el cadáver; ya lo sabes todo. ¿Hablo concretamente y
con claridad?

CREONTE.— ¿Cómo la has sorprendido en el hecho?

CENTINELA.— Pues bien, la cosa ha ocurrido así: cuando yo llegué, aterrado por las terribles
amenazas que tú habías pronunciado, barrimos todo el polvo que cubría al muerto y dejamos bien
al descubierto el cadáver, que se estaba descomponiendo. Después, para evitar que las fétidas
emanaciones llegasen hasta nosotros, nos sentamos de espaldas al viento, en lo alto de la colina.
Allí, cada uno de nosotros incitaba al otro con rudas palabras a la más escrupulosa vigilancia, para
que nadie anduviera remiso en el cumplimiento de la empresa. Permanecimos así hasta que el
orbe resplandeciente del Sol se paró en el centro del éter y el calor ardiente abrasaba. En ese
momento, una tromba de viento, trastorno prodigioso, levantó del suelo un torbellino de polvo,
llenó la llanura, devastó todo el follaje del bosque y obscureció el vasto éter. Aguantamos con los
ojos cerrados aquel azote enviado por los dioses. Pero cuando la calma volvió, mucho después,
vimos a esta joven que se lamentaba con una voz tan aguda como la del ave desolada que
encuentra su nido vacío, despojado de sus polluelos. De ese mismo modo, a la vista del cadáver
desnudo, estalló en gemidos; exhaló sollozos y comenzó a proferir imprecaciones contra los
autores de esa iniquidad. Con sus manos recogió en seguida polvo seco, y luego, con una jarra de
bronce bien cincelado, fue derramando sobre el difunto tres libaciones. Al ver esto, nosotros nos
lanzamos sobre ella enseguida; todos juntos la hemos capturado, sin que diese muestra del menor
miedo. Interrogada sobre lo que ya había hecho y lo que acababa de realizar, no negó nada. Esta
confesión fue para mí, por lo menos, agradable y penosa a la vez. Porque el quedar uno libre del
castigo es muy dulce, en efecto; pero es doloroso arrastrar a él a sus amigos. Pero, en fin, estos
sentimientos cuentan para mí menos que mi propia salvación.

(Una pausa).
CREONTE (Dirigiéndose a ANTÍGONA).— ¿Conocías la prohibición que yo había promulgado?
Contesta claramente.

ANTÍGONA (Levanta la cabeza y mira a CREONTE).— La conocía. ¿Podía ignorarla? Fue


públicamente proclamada. CREONTE.— ¿Y has osado, a pesar de ello, desobedecer mis órdenes?
ANTÍGONA.— Sí, porque no es Zeus quien ha promulgado para mí esta prohibición, ni tampoco
Niké, compañera de los dioses subterráneos, la que ha promulgado semejante ley a los hombres; y
he creído que tus decretos, como mortal que eres, no pueden tener primacía sobre las leyes no
escritas e inmutables de los dioses. No son de hoy ni ayer esas leyes, existen desde siempre y
nadie sabe a qué tiempos se remontan. No tenía, pues, por qué yo, que no temo a la voluntad de
ningún hombre, temer que los dioses me castigasen por haber infringido tus órdenes. Sabía muy
bien, aun antes de tu decreto, que tenía que morir, y ¿cómo ignorarlo? Pero si debo morir antes
de tiempo, declaro que a mis ojos esto tiene una ventaja. ¿Quién es el que, teniendo que vivir
como yo en medio de innumerables angustias, no considera más ventajoso morir? Por lo tanto, la
suerte que me espera y que tú me reservas no me causa ninguna pena. En cambio, hubiera sido
inmenso mi pesar si hubiese tolerado que el cuerpo del hijo de mi madre, después de su muerte,
quedase sin sepultura. Lo demás me es indiferente. Si, a pesar de todo, te parece que he obrado
como una insensata, bueno será que sepas que es quizá un loco quien me trata de loca.

CORIFEO.— En esta naturaleza inflexible se reconoce a la hija del indomable Edipo: no ha


aprendido a ceder ante la desgracia.

CREONTE (Dirigiéndose al CORO).— Pero has de saber que esos espíritus inflexibles son entre
todos los más fáciles de abatir, pues como ocurre con el hierro, que es tan fuerte, pero cuando se
lo acerca al fuego es el metal que con más facilidad se quiebra y se hace pedazos. He visto fogosos
caballos a los que un sencillo bocado frena y domina. El orgullo sienta mal a quien no es su propio
dueño. Esta ha sabido ser temeraria infringiendo la ley que he promulgado y añade una nueva
ofensa a la primera, gloriándose de su desobediencia y exaltando su acto. En verdad dejaría yo de
ser hombre y ella me reemplazaría si semejante audacia quedase impune. Pero que sea o no hija
de mi hermana, y sea mi más cercana parienta entre todos los que adoran a Zeus en mi hogar, ella
y su hermana no escaparán a la suerte más funesta, pues yo acuso igualmente a su hermana de
haber premeditado y hecho estos funerales. Llamadla. Hace un rato la he visto alocada y fuera de
sí. Frecuentemente, las almas que en la sombra maquinan un acto reprobable se traicionan antes
de la ejecución de sus actos. Pero aborrezco igualmente al que, sorprendido en el acto de cometer
su falta, intenta dar a su delito nombres gloriosos.

1.- Según el fragmento la orden que emite Creonte es.


I.- No relacionarse con los descendientes de Edipo.
II.- Rescatar y sepultar el cuerpo de Polinice.
III.- No darle sepultura a Polinice.
IV.- No derramar lágrimas a causa de la muerte de Polinice.
a).- I.
b).- I y II.
c).- II y III.
d).- III y IV.

2.- Antígona le solicita a Ismena.


a).- Que le ayude a limpiar la honra de la familia.
b).- Que vengue la muerte de su hermano Polinice.
c).- Que la ayude a enterrar a su hermano Polinice.
d).- Que convenza a Creonte para que perdone su vida.
3.- Del texto podemos extraer la siguiente información.
a).- Antígona es hija de Edipo.
b).- Antígona culpa a Creonte de la muerte de Edipo.
c).- Antígona es la única hija de Edipo que sigue viva.
d).- Antígona es responsable de la muerte de Polinice y Eteocles.

4.- El centinela describe el ambiente físico de la siguiente manera.


a).- Caluroso y lleno de polvo.
d).- Extremadamente caluroso.
c).- Lo compara con el infierno.
d).- Triste y melancólico.

5.- ¿Qué actitud manifiesta Creonte ante el accionar de Antígona?


a).- Comprensiva y generosa.
d).- Sólo comprensiva.
c).- Autoritaria e indolente.
d).- Reflexiva.

6.- “Pero aborrezco igualmente al que, sorprendido en el acto de cometer su falta, intenta dar a su
delito nombres gloriosos.”
Por qué palabra podemos reemplazar el término ennegrecido.
a).- Admiro.
b).- Rechazo.
c).- Detesto.
d).- Incluyo.

7.- En la tragedia griega Antígona de Sófocles el corifeo representa la voz de.


a).- El pueblo.
b).- Los antepasados de Edipo.
c).- Polinice y Eteocles.
d).- La conciencia de Creonte.

8.- Podemos inferir del fragmento leído que la actitud de Antígona ante la decisión de Creonte es.
a).- Rebelde.
b).- Generosa.
c).- Comprensiva.
d).- Violenta.

9.- Ante la decisión de Creonte Ismena se muestra.


a).- Indiferente.
b).- Compasiva.
c).- Sumisa.
d).- Rebelde.

10.- ¿Qué argumentos presenta Antígona a Creonte en relación a su decisión de enterrar a su


hermano?
I.- Todos los muertos deben ser enterrados por designio de los dioses.
II.- Las leyes de los hombres no deben estar por sobre las leyes de los dioses.
III.- Los hombres y los dioses deben gobernar al mismo nivel.
IV.- El cuerpo de Polinice debe ser enterrado, ya que podría contaminar la ciudad.
a).- I y II.
b).- II y III.
c).- I, II y III.
d).- II, III y IV.

II.- Item de lectura domiciliaria. Responda las preguntas en relación al texto dramático
completo.

1.- ¿Cuál es el conflicto que da pie al enfrentamiento de Polinice y Etéocles?


a).- El amor de una mujer.
b).- Los bienes materiales de Edipo.
c).- El trono de Edipo.
d).- La amistad de Creonte.

2.- ¿Qué quiere hacer Antígona con el cuerpo de su hermano Polinice?


a).- Descuartizarlo para tomar venganza.
b).- Quemarlo para que nadie descubra su muerte.
c).- Desenterrarlo para descubrir la verdad.
d).- enterrarlo para darle una sepultura digna.

3.- ¿Quién descubre a Antígona violando la orden de Creonte?


a).- Ismena.
b).- Hemón.
c).- El centinela.
d).- El mensajero.

4.- Eurídice: Ciudadanos todos, aquí reunidos; he oído vuestras palabras cuando iba a salir para
hacer mis plegarias a la diosa Palas. Iba a abrir la puerta, cuando el rumor de una desgracia
doméstica hirió mis oídos. El susto me hizo caer de espaldas en brazos de mis sirvientas, y helada
de espanto me desmayé. Pero ¿qué decíais? Repetidme vuestras palabras: no me falta experiencia
en desgracias para que pueda oír otras.

¿De qué noticia se entera Eurídice en el párrafo anterior?


a).- la muerte de Antígona.
b).- La muerte de Hemón.
c).- el asesinato de Creonte.
d) la muerte de los hijos de Edipo.

5.- Coro: (…) ¡Qué tarde parece que vienes a entender lo que es justicia. Hay que ser sensato en las
resoluciones y no violar las leyes escritas, las leyes eternas.

¿A qué personaje se dirige el coro en el fragmento anterior?


a).- Antígona.
b).- Hemón.
c).- Creonte.
d).- Tiresías.

6.- ¿Cuál es el rol principal que cumple en la tragedia Tiresías?


a).- Recuerda el pasado de los personajes.
b).- Advierte sobre lo que ha de acontecer.
c).- Evita que sucedan tragedias.
d).- Realiza brujería por insolencia.
7.- ¿Por qué Hemón se suicida?
a).- Porque Antígona le fue infiel.
b).- Porque su padre mató a Antígona.
c).- Porque Antígona se suicidó.
d).- Porque su madre se suicidó.

8.- Considerando el desenlace ¿cuál resulta ser el principal antagonista de la obra?


a).- Edipo Rey.
b).- La muerte.
c).- El destino.
d).- Creonte.
9.- Coro: “La prudencia es con mucho la primera fuente de ventura. No se debe ser impío con los
dioses. Las palabras insolentes y altaneras las pagan con grandes infortunios los espíritus
orgullosos, que no aprenden a tener juicio sino cuando llegan las tardías horas de la vejez”.

Del fragmento anterior se infiere que:


a).- La prudencia es el principio de la aventura.
b).- Los dioses son los causantes de los males.
c).- La obra tiene un carácter moralizante.
d).- Ni en la vejez se es sabio.

10.- “Tú, Ismena, querida hermana, que conmigo compartes las desventuras que Edipo nos legó,
¿sabes de un sólo infortunio que Zeus no nos haya enviado desde que vinimos al mundo?. Desde
luego, no hay dolor ni maldición, ni vergüenza ni deshonor alguno que no pueda contarse en el
número de tus desgracias y de las mías.”

La pregunta que plantea Antígona pretende que.


a).- Ismena dimensione la mala suerte que han tenido.
b).- Ismena recuerde y señale la cantidad de desgracias que han tenido.
c).- Persuadir a Ismena para que le ayude.
d).- Ismena odie a Edipo tanto como lo hace ella.

III.- Item de Reflexión.


I.- ¿Cómo calificaría usted la decisión de Creonte de no autorizar el entierro de Polinice
argumentando que este había atacado la ciudad de Tebas. Explique. (2)
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II.- ¿Qué decisión hubiese tomado ud. en el lugar de Antígona. Argumente. (2)
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