The Reaper's Mate

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maravillándonos con su talento.

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Este trabajo. Aburrido es una palabra demasiado vistosa para ello. He

estado escoltando a la gente a la vida futura durante milenios. Lo supere.

Pero cuando eres el hijo de los dos más grandes segadores de todos los

tiempos, la recolección está en tu sangre. Mi última cita es con Annabelle

Lyric, una planificadora de fiestas de Nueva Orleans de veintiocho años.

Festival del aburrimiento. Pero hay un bonus con esta asignación: es la

noche de la Víspera de todos los Santos. Halloween.

En Nueva Orleans. Y ella esta asistiendo a una fiesta elegante inconsciente

de su inminente fallecimiento. Yo he sido asignado a tomar el alma de

Annabelle justo después del baile de máscaras. ¿Las buenas noticias? Voy

a encajar perfectamente con todos los asistentes a la fiesta de disfraces.

¿Las malas noticias? Eso me golpea cuando me doy cuenta de que

Annabelle es mucho más que mi próxima víctima, ella es mi compañera

predestinada.
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MATHIEU

Le doy una última calada a mi cigarrillo, disfrutando de la quemadura mientras los humos
tóxicos llenan mis pulmones.

—Esas cosas te matarán.— El valet del estacionamiento apunta al palillo de cáncer que tengo
entre los dedos.

—A ti, tal vez.— Sonrío y lo apago. En mi palma.

—Whoa.— Él mira fijamente mientras arrojo la colilla al bote de basura detrás del puesto del
servicio de estacionamiento.

El aire fresco se arremolino alrededor de nosotros, trayendo el olor distintivo del Barrio
Francés flotando por las calles. Pavimento mojado, basura de la semana pasada y todo ello
cubierto con la sugerencia de algo dulce.

Hago una docena de pasos hasta la puerta del gran salón de baile y arrastro mi capucha más
cerca alrededor de mi cara. Los seres humanos no notarán que no soy uno de ellos, pero no
tiene ningún sentido arriesgarse. Yo no he sido visto desde la antigua Roma, no que importara.
Todavía cazo al humano y envió su alma a su destino final.

—Invitación?— un diabólico payaso está parado en la puerta y comprueba los teléfonos


inteligentes e invitaciones de los asistentes a la fiesta. Damas en trajes con faldas cortas y los
hombres en traje de noche inundan la entrada. Obtengo más de un vistazo de unos ligueros y
tangas. Va a ser una buena noche.

Paso fantasmalmente más allá de la seguridad y me solidifico entre la masa de gente


quitándose las capas y abrigos.

—Puedo tomar su, um... capa?— Un asistente de corbatín negro está parado e intenta
averiguar si mi traje es algo que puede colgar a lo largo de los estantes en la parte posterior.

—Es todo traje, hombre.— Le doy una sonrisa. —Nada que guardar.—

Él mira para arriba, su cara palidece cuando ve mis ojos. Esos siempre asustan a los seres
humanos. Un azul tan claro que parece casi transparente, con una pupila negra arremolinada.

Pero es noche de Halloween y se esperan rarezas. El asistente será capaz de atribuirlo a los
lentes de contacto de colores, y yo podré desahogarme.

Comienzo a caminar lejos de él.


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—Señor, el arma?— señala la guadaña colgando a través de mi espalda.


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—Es de plástico. No te preocupes.— La azoto, girándola expertamente y más de lo necesario.
Mis manos se mueven más rápido de lo que sus ojos pueden seguir y termino con una floritura
y mantengo el mango negro en mis palmas como ofrenda. La hoja decididamente brilla a la luz
de las lámparas brillantes, y silenciosos susurros erupcionan a mí alrededor. —Todavía quieres
tomarla, amigo?—

Él retrocede un paso, sus ojos desorbitados. En este punto, el asistente no se da cuenta, no


conscientemente, pero él sabe. En algún nivel profundo bajo el sótano visceral de su mente, él
puede sentir que soy La Muerte. Toda la sangre se drena de su rostro y sus manos tiemblan.
Miedo mortal.

Da otro paso atrás y sacude su cabeza. —Estamos bien aquí. Adelante.—

—Gracias.— Vuelvo a enfundar mi cuchilla y le hago un guiño.

Él se estremece.

Giro y trato de mezclarme con los otros asistentes a la fiesta. No es fácil cuando tienes siete
pies de altura, vestido con el más negro de los trajes y llevando una guadaña mágica. Pero
hago lo que puedo manteniendo mi capucha alrededor de mi cara y nunca hago contacto
visual con nadie.

La música golpea a través de la sala mientras un DJ con gafas de sol programa su computadora
y pretende ser una especie de Beethoven moderno. Realmente ridículo. Yo soy La Muerte que
reclamó a Beethoven. Fue más sombrío de lo esperado. Cada vez que he intentado gastar una
broma sobre el más allá, él sólo me mira y se tapa su oído como si fuera lo peor que ha
escuchado. Aguafiestas.

La penumbra de la habitación me calma, y el agolpamiento de cuerpos sirve como un


camuflaje adecuado. Me muevo al ritmo de la música, mi cuerpo cogiendo el ritmo mientras
pretendo ser mortal por la noche.

Empiezo a conseguir mi surco cuando unas burbujas de la efervescente vida crepitan en la


multitud, recordándome que nunca tendré cabida. Los mortales no pueden sentir el aura
brillante, pero el zumbido de electricidad me alerta de mi objetivo; tiene que ser ella.

Los seres humanos que se acercan a su final llevan una brillante, parpadeante luz, algo como
una luz estroboscópica de ultratumba. En lugar de apagarse en la oscuridad, se vuelve aún más
brillante antes de irse a oscuras para siempre. Este mortal en particular brilla intensamente
como una vela romana, su aura envía chispas brillantes.

Escaneo la ondulante multitud, manteniendo un ojo en el resplandor de mi marca. Los


fiesteros bailan y ríen mientras el compás suena y las luces comienzan a pulsar al ritmo. Son
tontos, algunos de ellos drogados, y todos ellos rebosantes de vida. Dejo que el ritmo me lleve
junto con ellos.

A diferencia de muchos de mis hermanos cegadores, amo a los seres humanos. Están aquí y
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desaparecen al chasquido de mis dedos, pero al menos viven realmente. A diferencia de mí.
Sin duda, consigo pagos extravagante por mis deberes como cegador, un montón de días de
vacaciones y todas las rameras del demonio que pueda follar, pero no es lo mismo que lo que
tienen los seres humanos. Intangibles, supongo.

Sacudo mis pensamientos y me meso al ritmo de la música, uniéndome a la masa de vida


mientras observo sobre la multitud mi objetivo. Incluso cuando estoy muerto, estoy
encendido. No puedo evitarlo pero soy arrastrado al último suspiro del brillo parpadeante que
Annabelle Lyric lanza como fuegos artificiales.

Conozco algunos hechos desnudos sobre ella. Tiene veintiocho años. Planificadora de fiestas. A
cargo de la misma a la que estoy asistiendo. Ella sobrevivirá la fiesta, pero el conductor ebrio
después detendrá su espectáculo.

El deslumbrante resplandor corta a través de la multitud, como si Annabelle viniera directo a


mí. Demasiado pronto, amor. Ella tiene un par de horas antes de que ella sienta el aguijón de
mi hoja.

Una rubia en un traje del diablo comienza a restregar su culo contra mí. Me muevo con ella,
siguiendo sus caderas mientras me dejo ir. Finjo que no soy La Muerte. Finjo no estar atrapado
en este maldito llamado por el resto de mi vida inmortal. La rubia es pequeña, pero ella tiene
sus movimientos. Agarro sus caderas y me balanceo a su ritmo, aunque en mis ojos sigue
reapareciendo la chispa de Annabelle. Está a sólo unos pocos seres humanos de distancia,
llamando mi atención como si ella fuera un señuelo brillante para La Muerte.

Volteo, arrastrando a la rubia conmigo mientras me inclino para echarle un vistazo a


Annabelle. Dejo caer mis manos y mi cuerpo se paraliza. El aura de Annabelle me ciega por un
momento. Cuando finalmente ajusto mis ojos, veo a un ángel. Ella es alta con cabello castaño,
ojos azules, curvas que hacen agua mi boca y una mueca perfecta como boca. Vestida de
blanco, sus alas plumosas se disparan hacia fuera detrás de ella.

Algo en mi pecho comienza a quemar. Estoy aturdido. Podría ser? Una marca quema en la piel
sobre mi corazón, la abrasadora sensación inconfundible. Mierda.

Es ella. Ella es la indicada. El esquema de unión del alma de Annabelle con la mía canta en mi
carne, y sé que finalmente la he encontrado. Eones pasándolo sólo, un milenio deseando más.
Y ahora ella está aquí.

No puedo apartar mi mirada de ella. Es mi compañera, pero ella está destinada a morir antes
de que termine la noche.
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ANNABELLE

—¿ME ESTAS JODIENDO? —Empujo más allá de un par de duendes que puede o no puede que
estén follando en mi pista de baile.

Mi auricular crepita y la voz de Vera viene a través de él. —No. Sólo quedan dos cajas de
champaña. El resto está en un camión en la parte de atrás, pero el conductor lo dejó cerrado
con candado.

—¿Dónde coño está él? Tenemos que entrar en ese camión ahora.

—No sé, jefa. Pero creemos que fue a Bourbon y se emborrachó. Tal vez recogió algún —
truco.— No lo hemos visto desde hace horas.

Presiono la palma de mi mano a mi frente. —¿Dónde está Luigi?

—No lo encontramos.

—¿Marco?

—Se llevó una chica arriba.

—¿Tenemos a cualquiera del personal que pueda romper la cerradura del carro? —Lucho con
las ganas de romper algo. —¿Cualquier miembro del personal que no esté tan ocupado
follando por allí en el trabajo?

Vera se queda callada por un momento. —Tal vez si tuviéramos un cortador de perno o algo
así, pero tú y yo somos las únicas disponibles, y no somos lo suficientemente fuertes.

—No me importa. Encuéntrame en el camión. Daremos con alguna solución.

—Delo por hecho, jefa.

El chisporroteo se detuvo y trato de calmarme. Si nos quedamos sin champaña, la Señora


Trevor, mi clienta se asegurará de que nadie en la ciudad me contrate otra vez. No puedo dejar
que eso suceda. Reúno el valor y me vuelvo sobre mis pasos para hacer mi camino a la parte
posterior del recinto.

Michael Myers y Jason Voorhees bailan a mí alrededor, bloqueando mi camino.

—Chicos, déjenme pasar. —Mi voz es ahogada por la música. Por lo menos el DJ que contraté
está haciendo su trabajo.

Michael Myers se presiona frontalmente contra mí mientras que Voorhees me tiene por la
espalda.

—¡Chicos! —No tengo tiempo para esto.


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Voorhees agarra mi culo y trata de presionar sus caderas en las mías. Lo empujo, pero Myers
presiona su cuchillo de plástico en mi garganta.
Suficiente. Levanto mi pie para pisar el pie de mierda de Myers, pero él se va retrocediendo.
No, él es arrastrado lejos por el hombre más grande que he visto. El gigante lanza al tipo
contra la pared junto al DJ. Una columna de yeso cae del lugar, y creo que puedo ver la luz
desde el pasillo en el otro lado de la pared. Santa mierda.

El gigante se da la vuelta y señala con un dedo largo a Voorhees. El chico rechina y comienza a
retirarse. Ahí es cuando el olor penetrante de orina golpea mi nariz. El gigante se acerca hacia
mí, me pasa, agarra al tembloroso Voorhees por el cuello y lo tira al suelo. Los invitados
borrachos apuntan y ríen, pero no paran de bailar. Se trata de New Orleans; Una fiesta no es
una fiesta sin una pelea.

—¡Alto! —Corro y agarro el brazo del gigante. Es grueso y duro, capas de músculo en el
músculo. Se vuelve hacia mí y casi me caigo de mis tacones. Sus ojos nunca habia visto nada
parecido. Iris azul claro brillante y pupilas de medianoche que se arremolinan como una
galaxia.

Él permanece, muy por encima de mí y me roba el aliento. Libero su brazo y me escabullo


hacia atrás. Camina hacia mí, cubriendo tres de mis pasos con uno de los suyos. Jesús.

Choco con algunos bailarines y me encuentro atrapada a medida que se acerca. Con su ropaje
negro, parece casi etéreo, como si Halloween fuera su noche y todos los demás sólo fingieran.

—Ángel. —Su voz. Fuerte y profunda, cortando a través de la música a todo volumen como un
cuchillo a través de tendones.

Mis rodillas se debilitan. ¿Por qué? No sé. La gran palma de su mano agarra mi codo,
estabilizándome. Yo miro su cara. Piel pálida, barba de unos días, mandíbula fuerte, nariz
afilada y esos ojos. No puedo ver a cualquier otro lugar una vez que me atrapan. ¿Cómo
consiguió ese efecto?

—¿Jefa? —Vera crepita en mi oído, y me sobresalta. —No quiero parecer cobarde, pero está
haciendo frio aquí, y estoy usando un atuendo que consiste en un poco de spandex, saliva,
cinta y una oración.

—En camino.

El gigante sonríe, hoyuelos se forman en sus mejillas y detienen mi corazón. —Pronto.

No puedo ubicar su acento. ¿Algo así como Ruso pero de alguna manera también inglés?

Aparto la mirada de él, aunque me toma cada onza de fuerza de voluntad que poseo.

—Discúlpame. —Trato de dar un paso más allá de él.

Bloquea mi camino con una velocidad desconcertante.

Efectúo mi mejor tono de —jefa—. —Mire, Señor, usted ha agredido a dos de nuestros
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huéspedes. Necesito saber de ellos, y luego tengo más negocios que atender.
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—¿Como el camión de atrás?


Alzo la mirada hacia él pero luego miro a otro lado antes de que sus ojos me encadenen otra
vez. —¿Cómo sabes eso?

—Sólo una conjetura. —El toque de risa en su tono envía un estremecimiento en mi espina
dorsal.

—Por favor, déjame ir.

—No puedo. —Cruza sus brazos sobre su amplio pecho, sus ropas negras fluyen como el agua
sobre las rocas lisas. Su capucha esconde su pelo, pero puedo decir por la sombra en sus
mejillas que es oscuro, tal vez incluso negro cuervo.

Céntrate, Annabelle. No importa qué tan guapo sea; No estoy de humor para otra broma
tirada por un muchacho sobrecrecido de fraternidad. —Si no te apartas de mi camino, pediré a
seguridad que te escolten fuera de aquí.

Una risa oscura se le escapa. —¿Crees que tienes suficiente seguridad para escoltarme a
cualquier lugar?

Sé que no. Parece que todos los trabajadores se han tomado la noche. Yo bajo mi cabeza a mi
mano y froto mis dedos a lo largo de mi frente, como si eso me diera la llave para moverme
alrededor del gigante que parecía decidido a pararse en mi camino.

—No te dejaré. No es una opción, ¿pero tal vez te pueda ayudar?

—¿Qué? ¿Cómo?

—Permíteme verificar a los hombres que te tocaron. —Su voz baja se convierte en una
amenaza. —Esa es una tarea que felizmente terminaré por ti.

—No. —Me encuentro con sus ojos otra vez.

Sus labios se alzan hacia arriba por un lado, como si estuviera contento con mi mirada directa.
Le estudio por un poco más de tiempo y se me forma una idea. Eres grande.

Su pecho se hincha debajo de sus brazos y su sonrisa se intensifica. —Sí. Se rumorea que soy el
más grande de mi tipo.

—¿De tu tipo?

Asiente con la cabeza. El DJ cambia las pistas, a una canción más lenta. El frenético flash de las
luces disminuye a un nivel más tolerable. Yo todavía estoy sorprendida por el gigante, pero la
relativa calma me relaja y me ayuda a formular un plan.

—Oye, te ves lo suficientemente fuerte como para manejar mi problema de alcohol. Si quieres
ayudar, dirígete a atrás. —Me giro y apunto hacia un conjunto de puertas dobles en la parte
trasera de la sala.
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Se traslada a mi espalda con una velocidad asombrosa. Un momento es sólo aire, al siguiente
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se está presionando suavemente contra mí. ¿Santa mierda eso es una erección? Doy un paso
hacia adelante. Él me sigue. Definitivamente es una erección la más grande que haya sentido
alguna vez presionando contra mi espalda.

Una pareja de botellas de salsa de tomate y mostaza ayudaron a Voorhees a ponerse de pie.
Ve al gigante y a mí y se pierde a través de la multitud. El movimiento más inteligente de la
noche.

—Parece que está bien para mí. —El gigante pone una gran mano en mi cintura y me vuelve
hacia donde él puso a Myers a través de la pared.

Maniobro a través de los fiesteros, pero no logro abrirme paso. Casi tomo un codo en la cara
cuando un huésped hace su mejor impresión de —Magic Mike—.

El gigante se vuelve impaciente. —¡Muévanse! —Surge su voz por los altavoces, y te juro que
veo otro pequeña columna de polvo dispararse alrededor del agujero en la pared.

Un camino se abre frente a mi y me apuro hacia adelante. El gigante presiona la palma de su


mano contra la parte baja de mi espalda, su mano lo suficientemente grande como para
abarcar la distancia entera. La idea me gusta mucho más de lo debido.

Cuando llegamos al lugar, efectivamente, Myers ha desaparecido. El Hotel Aurelia, uno de los
mejores edificios en el Barrio Francés, tiene un hueco del tamaño de una persona en la pared,
y no tengo ninguna explicación válida por el daño. Esto podría arruinarme. Si la Señora Trevor
fuera a verla, ella tiraría a la basura mi incipiente carrera como planificadora de fiestas, y todo
mi trabajo desperdiciado.

—¿Ves? Si es lo suficientemente fuerte para correr como un cobarde, entonces él está bien. —
La voz del gigante cargada con más de una pizca de satisfacción.

Me giro sobre él. —¿Tienes alguna idea de lo que costará arreglar esto? ¿Esto es un juego para
ti? Estoy a cargo de ésta fiesta, ¡y tú estás bien decidido en arruinarlo!—

—Es sólo una pared. —Dirige sus dedos hacia las plumas a mi espalda.

Tiemblo a pesar de que yo no puedo sentir su tacto. Estoy enojada con él, pero la forma que
me mira con esos ojos de otro mundo envía chorros de calor a través de mis venas y la tensión
centrándose entre mis muslos.

¡No! Estás enojada con este estúpido. —Éste muro es tres veces más viejo que tú, ¡y arrojaste
a un chico a través de él!

—Soy mucho más viejo que algunos trozos de madera y yeso. —Él levanta la mano y dirige la
punta de su dedo índice por mi mandíbula, mi garganta, luego baja a mi clavícula. La blusita
que llevo es adecuada para el Halloween de Nueva Orleáns, corte bajo y sexy. Tenía dudas
sobre el atuendo, especialmente desde que lo obtuve en la sección talla plus en la tienda de
disfraces, pero la forma en que me mira, como si fuera la cosa más bella que jamás ha visto,
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disuelve generalmente mi duda sobre mi misma.


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Sus ojos bajan hasta mis pechos, y yo trago duro. Debería agarrar su mano y detener su
descenso. No lo hago. En cambio, muerdo mi labio cuando él pasa sus dedos por los senderos
de mis pechos. Mis pezones se endurecen y cosquillean, y me pregunto si de alguna manera he
sido drogada con —ruffis—, aunque no he tomado una bebida en toda la noche. ¿Qué está
mal contigo? No tiene sentido, pero no quiero luchar contra él. En cambio, mientras miro
fijamente sus ojos, quiero darme a él. Levanta su mano a mi mejilla. Cuando él se inclina hacia
abajo no encuentro mi respiración, más abajo, hasta que él está a sólo un susurro y una
plegaria lejos de mis labios. Sus vestiduras negras caen a mi alrededor, ocultándome en su
oscuridad, y cierro los ojos.

—Jefa, en serio, mis mierdas se están congelando. —La voz de Vera en mi oído me asusta
devolviéndome a la realidad.

El gigante gruñe. Y no me refiero como a un gruñido frustrado. Me refiero a que realmente él


gruñó mientras se retiraba. Es entonces cuando me doy cuenta que necesito alejarme de él.
Sus ojos, la oscuridad, la manera como él se siente como un trago de opiáceos en mis venas,
no, no y un gran no. Giro sobre mis talones y me alejo.

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MATHIEU

Ella siente lo mismo que yo. El tirón. La necesidad por mí. La sigo, incapaz de hacer otra cosa.
La necesidad de reclamarla duele en mi pecho, pero quiero que ella se sienta segura. Quiero
que ella sepa que soy yo, su pareja, quien la reclama. Por lo que, sigo sus ondulantes caderas,
su redondeado culo y sus piernas torneadas cuando sea necesario. Luego, una vez que
termine su pequeña tarea, podré reclamar su delicioso cuerpo y llevarla a su nuevo hogar.
Fácil.

Ella me mira sobre su hombro mientras sale del salón de baile, su aura quemando y saltando.
—Deja de seguirme!

—No quieres mi ayuda?—

—Mierda.— Sacude su cabeza, como para aclararla. —Sí, la quiero. Sólo estás haciendome...—
ella alza sus manos, sus uñas pintadas de un color rosa suave.

El rosa me recuerda a sus pezones. Pude ver su forma a través de su blusa. Qué tono de rosa
serían? Claros u oscuros? Mi ya dura polla surge en mi imaginación. Al final, no importa su
color. Todo lo que importa es que van a estar en mi boca mientras yo me hundo entre sus
piernas. Gimo ante el pensamiento.

—Qué fue eso?— Ella me lanza una mirada mientras caminamos deprisa más allá del personal
de servicio.

—Nada.—

Algunos de ellos la voltean a ver, y quiero destruirlos. El deseo de agarrar mi guadaña y cortar
a los hombres sólo es eclipsado por mi necesidad de estar cerca de ella. Dejarlos para la basura
no puede ocurrir... Todavía. Pongo en su lugar a cada uno de ellos con una dura mirada al
pasar.

—Fabulosa fiesta, querida!— Una mujer mayor con un traje de cleopatra dice a través de la
cocina.

—Muchas gracias señora Trevor. Todo es de su agrado?— La voz de Annabelle sigue siendo
brillante, aunque su aura se oscurece el más leve tono. Cleopatra la estresa por alguna razón.

—Muy bien hecho. Creo que lo único que nos falta es más champán.— Ella toma una fresa
cubierta de chocolate y pasa su lengua a lo largo de él mientras me da una mirada acentuada.
—Y tal vez más chicos guapos como el que anda contigo.—

—Estoy en ello.— Annabelle da unos pasos y se detiene. —Quiero decir que estoy en lo de la
champaña, no en lo de los hombres.— Tose ella.

—No te juzgo, querida.— Come otra fresa con gusto lascivo, y yo nunca me he apiadado de la
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fruta como hoy.


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—Regresaré en un momento, señora Trevor. Disfrute de su fiesta.—


—Oh, lo haré.— Ella me mira lascivamente y lengüetea una fresa.

Sigo a Annabelle hacia el callejón donde una mujer en un traje de duendecilla espera en la
parte trasera de un camión.

—Gracias mierda! mi chocho está como hielo.— La duendecilla salta de un pie a otro, pero se
detiene con un pie en el aire cuando me ve. —Santa mierda, quién es el dios?—

—Técnicamente, no somos dioses. La madre de todos los segadores — mi madre Lyandra — es


un ángel.—

Annabelle me lanza una mirada sobre su hombro. —Suenas como un loco. Sabes eso
verdad?—

Empiezo a preguntarme si yo podría comenzar nuestro apareamiento con unas nalgadas. Una
sonrisa me sobrepasa con el pensamiento de su piel desnuda bajo mi mano.

—Esa sonrisa sólo lo empeora.— Se da la vuelta y camina unos pasos hacia su amiga.

Miro su culo, apenas escondido de mí por su corta, falda blanca. Quiero hundir mis dientes en
él después de volverlo rojo con mi palma. La marca en mi pecho arde, urgiéndome a
reclamarla y terminar con el ritual que la hará mia por la eternidad.

—Eres enorme. Las mercancías de abajo son tan grandes como tú?— La duendecilla me
miraba embobada con amplios ojos.

—Vera!— Annabelle se frotaba los brazos, y me doy cuenta que debe estar sintiendo frío. He
dejado que mi pareja sienta frío. La decepción me atraviesa como puñalada, y me apresuro a
ella y la envuelvo en mis brazos.

—Hey.— Intenta alejarse, pero la mantengo cerca, dándole el poca calor que tengo. Me
encanta el chisporroteo de su aura cuando presiono mi polla contra su espalda. Ella no puede
ocultar su excitación de mí.

Su aroma flota a mi alrededor, y no puedo dejar de tocarla. Mis manos recorren su cintura,
alrededor de su suave y femenino estómago, luego bajan a sus caderas.

—Definitivamente él siente algo por ti, jefa.— La duendecilla me sonríe.

—Es como una erupción de la que no me puedo deshacer.— El tono de Annabelle es irascible,
pero puedo sentir como se derrite.

Mi polla exige que la derribe y la reclame. Pero todavía no.

—Así que.— La duendecilla de pelo rosado señala el candado en la parte trasera del camión. —
Cómo vamos a sacar el alcohol?—
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Annabelle se inclina hacia adelante para inspeccionarlo, y obtengo una atractiva vista de una
tanga blanca sobresaliendo encima de su falda. Lo quiero en mi boca donde pertenece.
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—Tal vez podríamos llamar un cerrajero o algo? O crees que el hotel tenga alguna palanca en
algún lugar?

Llego más allá de mi ángel con curvas, agarro el mecanismo de la manija y tiro. La cerradura se
desintegra mientras la puerta del carro tira hacia arriba y se detiene con un clank.

La duendecilla retrocede un paso y mira del camión a mi y de vuelta al camión. —Santísima


mierda!—

Me inclino hacia abajo y presiono mis labios al oído de Annabelle. —Hemos terminado aquí?—

—Jefa, venía a buscarla.— Un hombre camina hacia nosotros desde el extremo del callejón.

Agarro la cintura de Annabelle y la tiro hacia mí. Nadie se interpondrá entre mi pareja y yo.
Cortaré a cualquier hombre que intente ponerse en el camino, aunque si tomo una vida es un
billete de ida a Hades. Valdría la pena.

—Whoa, abajo chico.— Mi ángel con curvas agarra mis muñecas y se gira para darme la cara.
—Voy a necesitar que mantengas las manos para ti mismo durante unos minutos, mientras
manejo esto, está bien?—

—No está bien.— Miro fijamente sus brillantes ojos azules, y las ganas de saborear sus labios
regordetes casi me abruman.

El hombre se acerca a mi codo. —Lo siento, tuve un, um. Hubo esto, eh—

—Me importa una mierda tus excusas. Pon la champaña en movimiento ya, o estás despedido.
Me entiendes?— No pensé que fuera posible, pero el tono 'me hago cargo' de su voz me
excito aún más.

—Sí, jefa. Le pido disculpas.— El hombre mira sus zapatos.

—Dónde está Marco? Ella parece no saberlo, pero sus pequeñas manos se presionan en mi
pecho, sus dedos me acarician lentamente.

Me encanta la sensación de ella contra mí. Puede ella sentir el vínculo como yo?

La duendecilla mira como Annabelle continúa frotando mi pecho sobre mi túnica negra. Habría
pensado que la extremadamente delgada duendecilla era linda hace sólo unas horas. Pero
ahora, el pensamiento es abominable. Sólo Annabelle, ella es la única hembra que siempre
querré. Y ahora, quiero no, necesito estar dentro de ella. He liberado la champaña del carro
como ella pidió, así que ahora tenemos que movernos para estar desnudos junto a mi polla
firmemente incrustado en lo que estoy seguro es el coño más dulce que he probado.

—Quién es la montaña?— El hombre apunta un dedo hacia mí. Un pulgar que quiero romper.

—Él es— Ella coge mi mirada y retira sus manos. Color se levanta a lo largo de sus mejillas,
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como si se diera cuenta que ha estado acariciándome frente a la duendecilla y al hombre. —


Nunca conseguí su nombre.—
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—Mathieu Tobias Gindriel Halcyon Scythian.—


Mi pareja mira a la duendecilla, que le da una mirada de disgusto. —Bueno, le diremos Matt.—
Annabelle se voltea al hombre. —Él es Matt. Dónde está Marco?

El hombre se rasca la cabeza. —No estoy seguro——

Disparo mi mano y lo agarro por el cuello. —Nadie le miente a mi pareja.—

Sus ojos oscuros comienzan a agrandarse mientras aprieto y lo levante del suelo.

—Ponlo en el suelo!— Annabelle golpetea en mi antebrazo.

Lo bajo al pavimento. —Trata con otra respuesta. Si le mientes otra vez, serán las últimas
palabras que pronunciarás.— Mis manos pican por el liso mango de olmo de mi guadaña.

El hombre tiembla y presiona sus manos a su garganta. —Arriba, habitación 532.—

—Vera, maneja el alcohol. Luigi, pásate de la línea otra vez y te despido.— Annabelle pone sus
manos en sus caderas. —Iré a despedir a Marco. Es demasiado tarde para él.—

—Entendido.— La duendecilla asiente y levanta una pierna para subir en la parte trasera del
camión. Por primera vez en mi vida inmortal, desvío mis ojos. Ésta cosa del apareamiento no
es ninguna broma. No puedo mirar a otra mujer.

Tienes que tomar su alma. Ignoro el oscuro pensamiento. Pero las campanadas de medianoche
comienzan a sonar por todo el Barrio, y me doy cuenta que solo tengo un poco más de tres
horas con mi pareja, antes de que su tiempo finalice.

Pero tiene que ser así? Si me niego a tomar su alma, entonces ella se quedará aquí. La idea
enciende un fuego en mí. La salvaré del conductor borracho, y su alma estará a salvo. Sé cual
es la pena por no sesgar un alma cuando es tiempo, pero no me importa. Mi pareja nunca
conocerá el aguijón de la muerte. Me encargaré de eso.

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ANNABELLE

A pesar de mis esfuerzos, Matt se niega a permanecer en la fiesta en la planta baja mientras
arreglo asuntos con Marco. Así que, estamos juntos en el ascensor. La puerta se cierra y
comienza a acercarse a mí.

—Podemos, no sé, estar en el ascensor sin tocarnos?— Las palabras se sienten mal mientras
salen de mi lengua. Lo cual es extraño. Porque es lo que debo decir. Pero no lo que quiero.

—Por qué?— camina hacia mí hasta que mi espalda golpea la pared. Es enorme y magnífico, y
el traje de cegador apaga todas las luces en mi cerebro mientras ilumina cada nervio terminal
entre mis muslos.

—Lo que pasa es que ni siquiera te conozco. Y tienes esos ojos. Te mueves tan rápido,
demasiado rápido. No estoy segura— —

—Yo soy.—

—Qué?— Miro hacia arriba, y viendo su rostro es como ver dentro de un sueño que es medio
aterrador, medio caliente. Él acaricia mi mejilla con su pulgar. Bueno, tal vez tres cuartos
caliente.

Debería empujarlo lejos, pero no lo hago. Parece que no puedo controlarme cuando él está
cerca.

—Quién eres?—

—Te dije mi nombre.— Pone mi cabello detrás de mí oreja, y me inclino duro contra la pared
del ascensor.

—No, pero en serio. Tus ojos. Tú, tu todo. Es como que no fueras...— Me detengo antes de
decir algo loco.

Inclina mi barbilla para arriba, para recibir otra impresionante vista de los ojos claros y pupilas
increíbles. —Soy tuyo.—

—Qué?— yo no puedo respirar. —Qué quieres decir?—

—Justo lo que dije. Soy tuyo.—

—En el callejón, me llamaste tu compañera. Qué significa eso?—

Él se inclina más cerca, sus labios tan cerca de los míos. —Que tú y yo estamos unidos por el
destino.—

El ascensor se detiene. Me lanzo a su alrededor y fuera de las puertas. Pero, como he


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aprendido, no puedo conseguir alejarme de él. Ya está a mi lado a pesar de que sería imposible
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moverse tan rápido.


Mi auricular es un crujido constante, probablemente debido a la distancia de la señal principal
que está siete plantas más abajo. Lo tiro junto con el pequeño micrófono que se le atribuye.
Mis talones se hunden en la alfombra mientras camino por el pasillo a un ritmo enérgico. Tal
vez si pudiera caminar rápido y manejar a Marco, sentiría que estoy en control de ésta fiesta,
mis sentimientos y la situación con el extraño hombre que camina en silencio a mi codo.

—No tienes que venir conmigo para esto. Probablemente va a ponerse feo.— Cuento las
habitaciones hasta que llego a la de Marco.

—No te dejaré. Eres mía.—

Se abre una puerta a mi derecha, y el Señor Trevor tropieza en el pasillo con dos mujeres
jóvenes siguiéndolo detrás. La noche se pone cada vez mejor.

—Annabelle, qué estás haciendo aquí?— Trata de enderezarse a sí mismo, pero sólo lo logra
cuando una rubia tonta toma su brazo.

—Vamos, papi.— Ella va vestida como una niña y no puede tener veintiuno. Él tiene tres veces
su edad.

Desearía poder darme la vuelta, irme de aquí y no haber visto nada de esto.

Los ojos del señor Trevor se estrechan. —No dirás una palabra de esto a mi esposa.—

—No señor.— Agito mi cabeza e intento maniobrar más allá de la segunda mujer, pero ella
está demasiada intoxicada como para darse cuenta de que está de pie en medio del pasillo con
un seno colgando de su parte superior.

El señor Trevor se dirige a mí. —Si tan siquiera pensaras en hablar——

Su voz se rompe mientras Matt agarra su muñeca y fuerza al señor Trevor a sus rodillas.

—No la toques.— La voz de Matt gotea veneno. Mantiene una mano en mi cintura mientras se
inclina hacia adelante y fuerza al señor Trevor más abajo.

—Matt, por favor.— No voy a mentir: disfruto del miedo en los ojos del señor Trevor,
especialmente cuando él me medio amenazaba y mi autonombrado guardaespaldas lo llevó
abajo. Pero no quiero que nadie salga lastimado, especialmente no mi cliente. —Déjalo ir.—

El gruñido de Matt vibra contra mi espalda mientras lanza la muñeca del señor Trevor fuera de
su agarre como si fuera un pedazo de basura. —No la toques.—

El señor Trevor cae de nuevo contra la pared y mira fijamente a Matt. —No lo haré.—

—Fuera de mi vista.— Matt envuelve el brazo alrededor de mi centro y me jala contra él.

El señor Trevor se pone en pie y se inclina a sus chicas como hace rato por el pasillo lejos de
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nosotros.
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—Estoy jodida.— Me dejo caer contra Matt, quien me levanta como si no pesara nada. —Estoy
tan jodida.—
—Qué? Necesito hacerme cargo de él?— Se vuelve para enfrentarse a él. —Di las palabras,
ángel.—

—Hacerte cargo de él?— yo no puedo comprender lo que él ofrece. —Así como querías
manejar a los payasos de abajo?—

—Exactamente así. Sí.— Me levanta hasta ponerme al nivel de sus ojos. —Mataré a cualquier
persona que intente hacerte daño.—

No puedo respirar mientras su mirada se detiene en mis labios.

—Eres mía.— Presiona hacia adelante, y cuando su boca se encuentra con la mía, toda
confusión es olvidada y reemplazada con calor.

He sido besada antes. Mi virginidad hace tiempo se ha ido. No, nunca había encontrado al
hombre adecuado para establecerme, pero quien necesita uno cuando hacen todos estos
juguetes vibradores asombrosos? El beso de Matt me hace darme cuenta del error en el que
he estado. Camina hacia adelante hasta que me aprieta contra la pared, luego desliza una
mano bajo mi culo, manteniéndome quieta mientras su boca hace cosas malvadas.

Gimo cuando él coloca las palmas de sus manos en mi pecho. Su gruñido regresa, pero esta vez
es un ronroneo sensual poniendo mis pezones en estado de alerta. Él desliza sus dedos desde
la parte inferior de mi muslo a mi coño. Me retuerzo cuando me doy cuenta de que mis
braguitas ya están empapadas en un grado vergonzoso.

Cuando el dedo hace contacto con el satén, él se tensa y detiene el alucinante beso.

Estoy mortificada, tengo demasiado miedo de abrir los ojos. —Yo sólo puedo, hummm. Si me
pones en el suelo, me iré.—

Desliza el material a un lado y un dedo grueso se hunde dentro de mí. Mi espalda se arquea y
jadeo. Abro los ojos y él es lo único que puedo ver, sus pupilas girando más rápido con los
pinchazos de luz aún más hermosos.

—Nunca me dejarás. Nunca.— Empuja su dedo dentro de mí para dar énfasis. —Me moriría
antes que dejarte ir.—

Me retuerzo con la sensación de sus dedos frotando mi punto.

El elevador suena por el pasillo y voces masculinas hacen eco. Matt vuelve la cabeza, luego me
jala de la pared y agarra la manija de la puerta más cercana. Con un pequeño empujón, rompe
el mecanismo de bloqueo interno y me lleva dentro. La habitación no está ocupada, y él cierra
la puerta detrás de él.

Sin dudarlo, me lleva a la cama y me coloca en ella. Se coloca encima de mí, sus labios en los
míos y una de sus manos se enreda en mi pelo. Prensa su erección contra mi muslo. Me lleva
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de cero a cien en un espacio de unos instantes. Esto es temerario, incluso tonto. Pero no me
puedo detener. Mi mente está en piloto automático, y mi cuerpo está desesperado por todo lo
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que tiene para ofrecer.


Me vuelvo salvaje — araño y tiro de su túnica mientras cae a mi alrededor en la cama. Estoy
desesperada por acercarme a él, sentir su calor en mí. Por qué me da la sensación que nunca
tendré suficiente de él?

Abro mi boca más apliamente y gime en satisfacción y tira de mi pelo para que tenga que
arquearme hasta él. Está tan duro, como si su cuerpo estuviera hecho de mármol. Me
pregunto lo que está debajo de la ropa y recorro con mis manos su espalda.

Él se retira lejos de mí y se pone de pie. —No te muevas.—

Con un movimiento de sus muñecas empuja la capucha detrás de su cabeza. Pelo liso y tan
negro como un cuervo le hace cosquillas en la parte superior de sus orejas, y nunca he visto
una cara más guapa.

—Eres hermoso.—

Sonríe y los hoyuelos le dan una apariencia juvenil y hace que mi corazón se enamore de su
cara. —No soy nada comparado contigo.—

Qué? Me siento y trato de aclarar la neblina de lujuria. Ningún hombre con el que he estado
me ha dicho nunca nada como eso. Tengo confianza, está bien? Un montón. Sé que soy
inteligente y positiva. Pero los elogios de cuerpo que me está dando está lejos de cómo me
veo que no puedo cuadrar los dos.

—Es este algún tipo de truco?— El enojo se arrastra en mis palabras. —Me estas jodiendo?—

—Es la idea, sí.— Tira de la hoz en su espalda y la apoya contra la pared.

Me levanto, la vergüenza calienta mi sangre. —Me voy.—

—No.— Desabotona su camisa con inhumana velocidad, luego la extiende ampliamente.

Miro sus músculos duros, los pezones perfectos que me encantaría morder. Pero entonces mis
ojos se sienten atraídos por la carne sobre su corazón, y mis rodillas amenazan con ceder.

—Dónde conseguiste ese tatuaje?— señalo, y toma mi mano temblorosa en la suya.

—No es un tatuaje. Es la marca de mi compañera.—

—Qué?— El cuarto comienza a girar. La marca en su pecho, la conozco. Es el garabato que


hago en cualquier momento cuando me aburro. Repetía esa marca en cada cuaderno en mis
días de colegio. Una serie intrincada de remolinos y puntos, se convirtió en mi firma al punto
que había conseguido tatuármelo en mi espalda baja. Deslice mi mano alrededor de él. La
marca está caliente, casi quemando.

Matt toma mi mano y la presiona en la marca en su pecho. —Nosotros estamos unidos. Soy tu
pareja predestinada. Fui enviado para reclamar tu alma, pero te juro que nunca la reclamaré o
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voluntariamente permitiré que nadie la reclame.—


Página

—Qué?—
—Es mi juramento y la palabra de un segador es inquebrantable—.

Niego con mi cabeza. No hay nada más que hacer cuando conoces a una persona tan loca
como lo debe estar Matt.

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Página
Página 25
Mathieu

—¿Cuánto tiempo has estado acechándome?— Ella lucha contra mi agarre, y maldita
sea si su lucha no me excita aún más. Las nalgadas que había considerado antes
resurgen.

—¿Acosándote?— Deslizo una mano a su delicada garganta. —Solo esta noche—.

—¿Pero cómo conseguiste ese tatuaje? ¿Cómo lo supiste?— Ella clava sus lindas uñas
de gatita en el dorso de mi mano mientras la dirijo hacia la cama.

—No es un tatuaje. Es nuestra marca. Estamos predestinados —.

—¿Qué significa eso?—

Me doy la vuelta y me siento en la cama con ella en mi regazo, manteniendo una


mano en su garganta y utilizando la otra para despejar su pelo suave de su rostro.

—Significa— le doy besos a lo largo de su hombro, probando su dulce piel y


saboreando su olor. —Que estamos vinculados. Para siempre. Yo soy tuyo. Tú eres
mía. —

Su pulso se acelera mientras yo le doy mordiscos. —¿Lo estás inventando?—

Presiono mi mano entre sus tiernos muslos y siento sus bragas mojadas de nuevo. —
¿Esto se siente falso?— Libero su garganta y coloco mi mano sobre su corazón latiendo
rápidamente. —¿O esto?—

—No lo sé.— ella suspira. —No puedo decir lo que es real. Sé que necesito correr,
pero me parece que no puedo hacerlo. Claramente eres una especie de lunático
acosador. Pero en lugar de la distancia, te quiero... —

Le beso la concha de la oreja. Tan delicada, frágil. Mortal. Su muerte se eleva como un
espectro en mis pensamientos, pero me niego a prestarle alguna atención. Estoy a
punto de reclamar a mi compañera, y ningún daño caerá sobre ella bajo mi cuidado.

—Déjame reclamarte.— Yo tomo su generoso pecho y aprieto el pico erecto. —Vas a


ver. Lo vas a sentir cuando me esté moviendo dentro de ti —.

Su gemido enciende mi cuerpo y antes de que pueda detenerme, he arrancado sus


alas y la pongo sobre la cama. Mirando hacia mí, ella parece más una tentadora
diablita que un puro ángel, y yo quiero probar su promesa de pecado.
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Ella se tensa, pero yo despejo con un beso su sorpresa, saboreando sus labios y
tentando su lengua. Yo agarro su cabello y muevo su cabeza a un lado. Con pleno
Página

acceso a su boca deliciosa, nuestras almas se enredan y bailan una con la otra como
nuestras lenguas lo hacen. Ella es caliente y necesitada, su aura dándome ligeros
golpes mientras su excitación aumenta.

No puedo esperar más. Tengo que estar dentro de ella, sentir nuestros corazones
latiendo al unísono.

Me aparto de ella y tiro del dobladillo de su blusa. Ella vacila, entonces parece tomar
una decisión, y levanta los brazos. Nunca he sido tan agradecido en toda mi vida. Yo le
quito su camisa luego me quedo mirando fijo sus pechos y los pezones duros
atrapados bajo el encaje de su corpiño. Inclinándome, yo capturo uno en mi boca.

Ella pasa sus manos por mi pelo. El aroma de su excitación me enloquece y yo muerdo
su pezón.

—¡Matt!— Su apodo para mí es perfecto en un suspiro, así que muerdo su otro pezón,
luego lo chupo hasta que ella se retuerce debajo de mí. Debería tomarme mi tiempo
con ella, pero me duele el alma, por sostenerla. Pero me niego a seguir torturándome;
he esperado eones por Annabelle.

Yo rompo el encaje entre sus pechos con un dedo y me doy un festín en ella. Su piel
suave, ligeramente perfumada con jazmín, es lo que llena mis sueños. Yo doy
mordiscos en la parte inferior de sus pechos, y regreso a sus erectos picos. Ella agarra
mi pelo, su respiración cada vez más desesperada. La única cosa que puede conseguir
que me aparte es la promesa del cielo entre sus muslos.

Besando a lo largo de su estómago, me detengo y lanzo mi lengua en su lindo ombligo.


Ella se tensa y chispas negras pasan a través de su aura.

—¿Qué?— Veo sus ojos.

—Mi estómago. Es solo, um. —Ella muerde su labio. —No es, ya sabes, no es...—

—Es hermoso. Toda tú. Hermosa.— Yo lo digo más ferozmente de lo que pretendía,
pero es cierto.

Ella toma un respiro, y lágrimas brillan en sus ojos. —Nadie ha dicho eso antes—.

—¿—Nadie?— Me parece imposible al principio. Entonces el orgullo se hincha en el


pecho a la confirmación de que soy su único amante. ¿Después de todo, si un hombre
la hubiera visto desnuda, seguramente le habría dicho lo mismo?

Quiero besar cada pulgada de su estómago, arrastrando mi lengua a lo largo de su


suavidad y bajando hacia la promesa de más dulces delicias.

Su cuerpo tiembla bajo mi toque, y yo engancho mis dedos en el interior de la cintura


de la falda. Mi polla intenta masacrar la línea de botones de mi pantalón, pero tengo
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que probarla primero. Quiero que mi reclamo se marque a fuego en el corazón de


Annabelle múltiples orgasmos parecen un camino seguro para lograr ese efecto. Con
Página

un suave tirón, yo jalo la falda y la lanzo al suelo.


Ella está desnuda, excepto por la fina seda de sus bragas. Me deleito con su exquisito
cuerpo, sin creer en mi suerte de tener tan hermosa pareja. Yo la miro fijamente,
memorizando cada curva, cada aliento, todo acerca de ella.

—Me estás matando.— su voz es gruesa con necesidad.

La ironía no se me pierde, pero me niego a pensar acerca de su muerte la muerte que


no voy a permitir que suceda. —Nunca.— yo caigo en mis rodillas y tiro de ella hacia el
borde de la cama. Con el movimiento de mis dedos, rasgo sus bragas y consigo una
vista que me roba el aliento.

—Hijo de perra—. Ahora me doy cuenta de que voy a tener que pelear por ella. Los
hombres intentarán acercarse a ella, a saborear lo que es mío. Nunca. Un gruñido
rasga a través de mí por el pensamiento de alguien más viendo o degustando su
hermoso coño. No he pasado los últimos milenios aburrido escoltando a almas para la
vida después de la muerte a muchos de ellos a su final, la felicidad definitiva sólo para
sentarme y ver mi felicidad ser robada.

Yo me prometo a mí mismo que la mantendré satisfecha, la conservare, entonces me


centro en la carne caliente entre sus suaves muslos. La piel aquí es más hermosa que el
resto de ella, y los labios de color rosa similar a un rosa pálido. Cuando veo la humedad
esperando por mí, mi boca se hace agua, y le doy una lenta lamida.

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Página
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Annabelle

Yo agarre la colcha mientras Matt pasaba su gran lengua en mi coño. El modo en que
me mira, sus toques reverentes yo nunca he sido tratada así en mi vida. Me temo que,
incluso después de este corto tiempo, me estaré volviendo adicta a eso. Y no importa
cuántas veces me digo esto es irracional y ridículo, todavía estoy atraída a él como un
imán.

Yo me sacudo mientras él que persiste en mi clítoris, su lengua presionando contra el


mientras empuja contra mis muslos con sus manos. Yo me abro para él, desesperada
por más de su atención.

Tomándose su tiempo, él me lame lento, cada barrido sacando un gemido de mí


mientras yo me arqueo y presiono mi coño en su cara. Toda la vergüenza se ha ido, y
yo estoy consumida por la necesidad de encontrar mi liberación. La persigo con total
abandono mientras él mantiene su ritmo lento y desliza una mano debajo de mi
muslo.

—Por favor.— Yo grito mientras chupa mi clítoris entre sus dientes.

—¿Qué, mi ángel?— Él me mira fijamente, sus ojos brillando en el cuarto oscuro.

—Quiero — calor corre a través de mí por las palabras que voy a decir. —Quiero tus
dedos—.

—Cualquier cosa por ti.— Me da una malvada sonrisa y presiona un dedo dentro de
mí.

Yo gimo y muevo mis caderas en un ritmo acelerado. Él lo iguala, con su dedo y la


lengua, trabajando al unísono.

Él gime en mi coño y mis caderas se levantan incluso más, mi trasero se eleva de la


cama mientras él lame y chupa en mis lugares más tiernos. Con su mano libre,
envuelve primero una pierna y luego la otra alrededor de su cabeza, mis rodillas
enganchadas sobre sus hombros.

Mi estómago ya está extendido cuando llega arriba y toca mi pecho.

—Mmmm—. No puedo poner palabras a las sensaciones intensas.

Añade otro dedo, estirándome, y mi canal los oprime. ¿Si sus dedos se sienten tan
bien, como será sentir su polla?
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Cuando él presiona sus labios sobre mi clítoris y chupa de nuevo, todo pensamiento
desaparece. Me tengo que venir, y cada célula de mi cuerpo se centra en llegar a ese
Página

resultado. Bombeo mis caderas mientras pellizca mi apretado pezón y pasa su lengua
en mi sensible protuberancia. Su ritmo es imposible, su lengua azotando incluso más
rápido que la velocidad máxima de mi vibrador. Jesús.

Mi respiración se detiene y me tenso hasta que mis músculos empiezan a temblar. Él


enrosca sus dedos dentro de mí y los sumerge más profundo. Me vengo. Un poderoso
orgasmo rasga a través de mí. Mi cuerpo se tensa y se libera en un constante desfile de
placer. Cada nueva ola saca un grito de mi boca, y agarro la colcha tan fuerte que mis
dedos se acalambran.

Cuando la última réplica disminuye, Matt me baja a la cama y besa su camino arriba de mi
cuerpo. Él se enfoca en mis pechos, besa los montículos antes de lanzar su lengua a lo largo de
las puntas. Soy hipersensible, y sus toques me están preparando para otra ronda. Si algo es
seguro, es que él me hizo más hambrienta por ello, por todo él.

Su gruñido bajo regresa mientras besa mi boca, compartiendo mi sabor conmigo mientras
presiona un fuerte brazo debajo de mi espalda y nos sitúa en el medio de la cama. Yo envuelvo
mis brazos alrededor de su cuello y cubro su cara con descuidados, alegres besos.

—Voy a reclamarte ahora, Ángel.— Él se empuja de la cama y se pone de pie. Con su mirada
firmemente en mí, él desabrocha sus pantalones negros, revelando más de su pálida piel y la
tentador rastro de cabello oscuro. Cuando empuja sus pantalones al suelo, mis ojos se
amplían. Su polla es más gruesa que cualquier cosa que he tenido antes. Un remolino de
miedo es atenuado por la fiebre de deseo que su forma desnuda crea en mí. Es una estatua
viviente, perfecta, dura y masculina. Y yo sólo... Yo.

Yo miro mi cuerpo, y la diferencia me golpea duro.

—¿Qué es eso?— Él mira fijamente el aire a mi alrededor. —¿Por qué estás triste?—

—¿Cómo?— Yo levanto la cabeza hacia él. —¿Cómo puedes saberlo?—

—Tu aura cambio. ¿Te he ofendido?—

—¿Ofendido? No. Tú fuiste, eso fue... Fue increíble. Es sólo que no soy... —No puedo imaginar
cómo decir lo que siento, y empiezo a cerrar mis piernas mientras la vergüenza se arrastra.

Está encima de mí antes de que me mueva una pulgada. —Nunca he querido nada más de lo
que te quiero ahora. Eres mi bello ángel perfecto. —

No veo ninguna duplicidad en sus ojos, solo el calor. Sus palabras inculcan una confianza en
mí que nunca he experimentado. Corro mi mano por su mejilla y presiono mis labios en los
suyos. Él devuelve el beso con tanta emoción que no puedo recuperar el aliento. Adiós,
corazón.
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—Yo también te quiero—. Cierro los ojos y trato de inyectar confianza a mis palabras. —
Quiero que me reclames, como dijiste. Hazme tuya —.
Página
Su rugido de aprobación retumba contra mis pechos, y me humedezco aún más mientras mira
hacia abajo en mi con hambre salvaje. Él agarra mis muñecas junto a mi cabeza y chupa mi
pezón en su boca.

—Mía.— su voz es gutural mientras lame y chupa.

Me retuerzo contra él y gimo cuando una sacudida de placer se impacta a través de mi clítoris.
Él empuja contra mí, su polla creciendo rápidamente mientras nuestros cuerpos se deslizan
uno contra el otro. La fricción crece, y yo lo quiero a él. Tiré la razón o la prudencia en el
momento en que él sacó mi liberación de mí con su lengua y dedos.

Él se extiende sobre mí y reclama de nuevo mis labios en un apasionado beso. Sus empujes
son más desesperados, y yo cavo mis talones en la parte posterior de sus muslos, instándole.

—Estoy tomando la píldora.— Yo grito mientras la punta de su polla se desliza más allá de mi
clitoris, dirigiéndose hacia abajo.

—¿La píldora?— Él pasa sus dientes a lo largo de mi labio inferior y libera mis muñecas.

—El control de la natalidad. No puedo quedar embarazada.—

—Vamos a remediar eso después.— Me da un delicioso beso y agarra las largas hebras de mi
cabello con una mano. —Pero por ahora, quiero que te concentres en mí. En mi reclamo.—

Me aferro a sus hombros mientras él se alinea en mi entrada. El fuego corre por mí por el
pensamiento de ser llenada con su polla. —Por favor—.

Presionó su frente a la mía.

Yo jadeo mientras él empuja su punta dentro de mí.

—Dulce ángel.— Él se retira y empuja más lejos.

Yo enrosco mis dedos y disfruto cada sensación el pellizco, el placer, la sensación de su


enorme, duro cuerpo contra mi suave cuerpo. —No pares—.

Él gime y se hunde profundamente dentro de mí. Yo grito con el dulce dolor de mi cuerpo
estirándose para adaptarse a él.

—¿Estás bien?— Su voz tiembla mientras besa mi frente, mis mejillas, mi nariz, y luego mis
labios.

Muevo mis caderas un poco, y algo explota detrás de mí. Hecho un vistazo hacia arriba. Matt
ha perforado un agujero a través de la cabecera y en la pared más allá.

—No quiero hacerte daño. Pero eres demasiado perfecta, Ángel. Quiero darte la reclamación
que mereces.— Besa mi cuello, y no puedo dejar de hacer pequeños sonidos bajo su delicioso
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asalto.
Página

—Por favor. Lo quiero. Te quiero, todo de ti. —


Su rugido es posesivo, y algo en mí responde. Quiero ser poseída, ser follada salvaje y duro.

Se retira, entonces golpea a casa, y las estrellas explotan detrás de mis ojos. Paso mis manos
por su espalda mientras él comienza un ritmo constante. Sus empujes son fuertes, golpeando
en mis muslos mientras su polla gruesa me toca en todos mis lugares secretos.

Todo lo que puedo hacer es aguantar mientras él se hace cargo, su cuerpo sólido dominando
mi suave cuerpo. Gimo cuando me muerde el cuello y hace remolinos con su lengua a través
de la picazón de piel. Algo en mi pecho se calienta con cada uno de sus golpes. Entierro mis
uñas en él, instándole a que vaya más rápido.

—¿Lo sientes?— Muerde mi oreja. —¿Mi reclamación?—

—¡Sí!— Yo suspiro y engancho mis tobillos juntos detrás de su espalda baja.

Él pasa sus manos bajo mis hombros y me agarra, sosteniéndome en el lugar mientras empuja
en mí. La fricción en mi clítoris aumenta, y mi cuerpo se tensa. Nunca me he venido así antes,
pero sus constantes empujes están haciendo que sea realidad con cada movimiento.

—Puedo sentirte apretando, Angel. ¿Mi compañera está tratando de hacerme venir?— Él
sujeta sus labios al lugar donde mi hombro y cuello se unen.

Mis pezones se frotan contra su duro pecho, la sensación es desesperante y está enviando
pulsos de placer directo a mi clítoris.

—Todavía no. Quiero verte.— Él se levanta sobre sus rodillas y tira de mis caderas hacia él.

La presión sobre mi clítoris disminuye, y yo gimo en frustración. Había estado tan cerca.

Sonríe, la mirada diabólica y sexy como el infierno. —Voy a satisfacerte Ángel, cada vez que lo
necesites. Nunca tienes que pedir lo que quiero darte.— Lamiendo su pulgar, presiona sobre
mi clítoris.

Aprieto mis manos en lo que queda de la cabecera mientras él sigue surgiendo dentro de mí
con casi poder animal. Tendre moretones. Los quiero.

Él acelera su ritmo en mi clítoris, y la tensión regresa. Mis muslos empiezan a temblar.

—No puedo.— trato de formar palabras, pero vienen en un soplo de aire.

—Vente conmigo, mi compañera.— Él empuja aún más, sus imposibles ojos iluminando
mientras me sostiene la mirada. Su mandíbula esta apretada, los tendones en su cuello
destacándose en relieve. Quiero morderle, pero estoy demasiado lejos para hacer algo más
que solo tomar todo lo que me está dando.

Yo elevo mis caderas hacia él, y él golpea el final, un golpe perfecto en mi clítoris. Un grito se
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escapa de mi garganta mientras mi coño se tensa, entonces empieza una rítmica liberación. Su
nombre sale de mis labios mientras mis ojos ruedan hacia atrás de mi cabeza.
Página
Un rugido rasga a través de la habitación mientras él me tira fuerte hacia él y golpea
profundamente dentro de mí. Su polla golpea y dispara mi orgasmo de nuevo a un nivel más
alto. El pensamiento de él llenándome, su semen pegajoso dentro de mí. Dios. Aprieto mis ojos
ante el asalto de demasiadas sensaciónes. Mi corazón se expande, y en ese momento, me doy
cuenta de que soy de Matt. Es como si la última pieza del rompecabezas cayera en su lugar. El
tatuaje en mi parte baja de la espalda pica y arde, como reafirmando la afirmación de Matt de
que nuestras almas están entrelazadas.

Mis músculos se relajan lentamente mientras mi orgasmo comienza a desaparecer. Gruñe una
vez más, nuestros cuerpos estrechamente unidos, y se inclina hacia adelante.

Apoyándose en los codos, besa mi pecho, mi cuello, mis mejillas, y luego finalmente presiona
un dulce gracias a mis labios. Estoy débil, cada pedacito de energía se ha ido. Nunca he llegado
tan duro en mi vida.

—Mi compañera perfecta, mi Ángel. — alisa el cabello de mi frente sudorosa y me besa. —


Perfecta—.

—¿Lo sentiste?—

—¿La reclamación?— Él mira en mis ojos, toma mi mano y la presiona a la marca en su


corazón. Las líneas están ardiendo, casi lo suficientemente caliente como para quemar. —Lo
sentí en el momento en que te vi, pero no hay duda ahora. Eres mía. Yo soy tuyo. —

Debo tener miedo del gigante con los increibles ojos. En su lugar, yo reúno la energía para
envolver mis brazos alrededor de su cuello y acercarme de nuevo a sus deliciosos labios.

Él sonríe contra mí mientras paso mis dedos por su cabello oscuro.

Su polla está todavía dentro de mí cuando la puerta explota hacia adentro.

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Página 35
MATHIEU

Cubro su cuerpo pequeño con el mío propio. Su grito de terror perforo mi


corazón, y yo en silencio jure venganza por cualquier criatura que le haya
causado su miedo.

—Mathieu—.

Conozco esa voz. La columna de polvo se aclara, y me da una visión del cegador
Gayo.

—¿Qué haces aquí?— Me levanto de la cama, con cuidado de cubrir a mi


compañera no sea que la colcha le dé a Gayo un vistazo. Él la desearía para sí
mismo, sin duda, y voy a estar obligado a matarlo.

—Escuché que había un trabajo que hacer.— Se apoya en su guadaña y se


queda mirando a mi Annabelle.

—Trabajo?— Me pongo los pantalones. —¿Qué trabajo?—

—Se dice que este pequeño bocado es para la otra vida— Él mira a su muñeca
vestida con la toga negra, con el cabello rubio arena cayendo en su cara —
menos de un cuarto de hora. Y no pareces conseguir el trabajo hecho. —Él
mira de nuevo a Annabelle. —Mira esa aura. Maldita sea. Apenas jodiste la
mierda fuera de ella, ¿no lo haras tú?—
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Él sonríe y da un paso hacia ella. No. Tomo mi guadaña y me interpongo entre
él y Annabelle. —No la toques.— Agarro mi bata y me deslizo dentro.

—Sólo quería ver.— Él arquea una ceja hacia mí. —Y desde cuándo jodes a
una mercancía mortal?—

—Estoy aquí, idiota.— Annabelle se incorpora y sujeta la colcha a su pecho. —


No hablen de mí como si no les escuchara —.

—Y para colmo con espíritu de fuego.— Él gira su guadaña tan rápido que esta
hace un sonido de zumbido. —Ella me gusta.—

—Ella es mía.— Disparo mi mano y detengo su hoz. —Vete.—

—No puedo hacerlo, mi amigo. Tengo órdenes. —Se encoge de hombros.

—¿De qué estás hablando? Órdenes? —Annabelle se movió hasta el final de la


cama, la manta todavía presionada sobre ella, y comienza a recoger sus ropas.

No puedo soportar un segundo más de Gayo comiéndose con los ojos a mi


compañera. —Fuera de aquí. Ahora! —Le agarró del brazo y lo empujo en
frente de mí. —Ángel, voy a estar fuera tengo hablar con Gayo. Quédate
aquí.—

Ella agarra la falda del piso. —¿Que está pasando?—

—No hay nada acerca de lo que preocuparse. Yo me encargo de ello. —Me


acerco a ella, haciendo estallar su aura y sibilante, y le doy un beso que nunca
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quisiera que terminara.


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Cuando la tiro hacia atrás, sus ojos estaban medios cerrados, y no deseo nada
más que volver a meterme en la cama con ella. —Estás a salvo aquí conmigo—,
le susurro.

Ella apoya la palma de la mano sobre mi corazón. —Lo sé.—

Mi orgullo ruge a la vida ante el pensamiento de que mi compañera reconoce


que la protegeré. En lugar de tomarla de nuevo, como debe ser, tengo que
manejar a Gayo. Joder.

Él está papando moscas frente a nosotros, y no me gusta la forma en que sus


ojos viajan a Annabelle. Lo acecho y lo empujó al pasillo. Me lo permite, a pesar
de que podría fácilmente dar una batalla decente. Es casi tan alto como yo,
aunque su pecho no es tan amplio. Somos primos lejanos de algún tipo. Mi
madre es la madre, pero hay un montón de ramas en el árbol familiar.

Se gira y se inclina contra la pared opuesta a la puerta rota. —Nunca en mis


sueños más salvajes pensé jamás que vería a Mathieu, cegador de la realeza,
actuando de manera irracional.— Se ríe. —¿Cuál es el asunto con ella?—

Saco mi túnica a un lado para que pueda ver la marca. —Este es el asunto.—

Se inclina hacia delante, y sus ojos brillan de par en par. —Mierda. ¿De
verdad?—

—Sí.— Asiento con la cabeza. —Ella es mi compañera.—

—Una mortal?—
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Página

—Es ella.—
Él se pasa la mano por la mandíbula desaliñada. —Eso es suerte de mierda, mi
amigo. Le llegó la hora. Me han enviado para recogerla —.

—Tu no la estás tocando.— Agarre mi guadaña y avance hacia él.

—Yo no hago las reglas.— Él estrecha los ojos. —Sabes cual es el castigo por la
desobediencia de estos asuntos —.

—Voy a pudrirme en el infierno si eso significa que ella llegara a vivir.— Vuelvo
mi cara a Gayo mientras él se mueve de la pared y comienza a dar vueltas.

—Yo estaría de acuerdo con eso, pero ahora se me ha dado el trabajo. Y no voy
a pudrirme en el infierno. No he tenido la oportunidad de encontrar a mi
compañera.— Su voz se endurece. —No voy a renunciar a esa oportunidad por
ser llevado a un viaje abajo. No puedes pedir eso de mí —.

La verdad de sus palabras me golpeó en el estómago. No, yo no le puedo pedir


renunciar a su compañera. Cada momento desde que encontré la mía ha sido
más precioso que cualquier otro momento de mi vida en su conjunto.

—Tienes razón. No puedo pedir eso de ti. Pero no voy a dejar que te la lleves.
— blandí mi guadaña. —Así que parece que estamos en un callejón sin salida
—.

Él suspira y se prepara en una posición de ataque, su hoz dibujada hacia atrás y


su peso hacia adelante. —Hay sólo una forma en que esto puede terminar,
hermano —.
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—Lo sé.—
Página
Me precipito, y el estruendo de metales encantados hace estallar cada bombilla
de luz en el pasillo. Me agacho cuando él se columpia, su puño pasa por encima
de mí mientras me giro y le doy una patada en el abdomen. Él se tropieza de
nuevo y carga de nuevo, obstruyendo el mango de su hoz en mi pecho. Rugí, y
dispare un puño a cabo, atinándole a él en la mandíbula y lanzándolo a través
de la pared. En la habitación del otro lado, un hombre, claramente disfrutando
de los placeres de la carne, grita y se revuelve fuera de su cama.

—Awwww, arruinaste su gran final.— Gayo aparece y pasa sus dedos a lo largo
de su mandíbula. —Bien hecho.—

—Déjanos—. La desesperación se filtra en mis palabras. No quiero matar a


Gayo, pero voy a proteger a Annabelle.

—Todo lo que tienes que hacer es dejarla—.

—No ocurrirá— Él cae y arrastra las piernas por debajo de mí.

Me caigo duro en mi culo, dejando un hueco en el suelo alfombrado. —


Joder.—

Su hoz rebana a través del aire en un arco fluido. Ruedo y salto a mis pies
cuando la guadaña explota la TV y cómoda.

Annabelle se asoma a través de la puerta al otro lado del pasillo, con los ojos
inocentes amplios por la preocupación. —Que en el infierno?—

Él va por ella. Y yo me pierdo. Le derribo y rodamos a través del agujero aún


más amplio en la pared y en el pasillo. El edificio se estremece, ya que lo
perforamos y luchamos por la supremacía. Aterriza un inesperado puñetazo, y
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estoy desequilibrado por un segundo.


Página

Se pone de pie, extiende la mano a mi Annabelle.


Nunca. Me pongo de pie y giro antes de aterrizar un pie contra su torso con
todas mis fuerzas. Él vuela por el pasillo y a través de la puerta de incendios.
Suena una alarma, y al final de la sala, veo la luz estelar. Yo patee su culo limpio
fuera del edificio, pero no le disuadire por mucho tiempo.

—¿Estás bien?— Annabelle pasa por encima de algunos escombros y se dirige


hacia mí.

La tiro hacia mí y a prisa lejos del lugar donde desapareció Gayo. Su aura está
casi en el fuego; ella está peligrosamente cerca de la muerte. Pero de qué? Un
Cegador sólo pueden reclamar las almas, no tomar vidas. Voy a mantenerla
cerca, protegerla hasta que encuentre una manera de salir de este lío.

La tiro en mis brazos, precipitándonos hasta el extremo opuesto de la sala, y


tronando por las escaleras. —Tu tiempo ha terminado. Gayo ha llegado por tu
alma —.

—¿Mi tiempo? ¿Qué? —La sangre drenándose de su rostro mientras se aferra a


mí.

—Me enviaron aquí por ti. Soy un cegador. Tu alma se perderá en unos pocos
minutos. Pero no voy a dejar que te lleven. Yo te salvaré. —La llevo a la cocina
cortando a través del pasillo, a continuación, corriendo al callejón donde el
camión esperaba, la parte trasera todavía abierta. —Aquí.— Yo salto por las
escaleras y la levanto en la parte trasera del camión.

—Estarás segura en él—

Un rugido de dolor se dispara a través del lado de mi cabeza. Me vuelvo a


encontrar a Gayo agitando la mano. Estrellas rozan a lo largo de los bordes de
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mi visión por el golpe.


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—Tengo que llevarla.— Él se aleja unos pasos y gira su guadaña.

—No puedes. Ella todavía está viva. —Me gustaría tener tiempo para llegar
arriba y tirar de la puerta de la camioneta cerrada, pero no me atrevo a hacer
un movimiento que dejará a Annabelle al descubierto para un ataque.

—Su aura es terminal. Ella está a punto de subir como un fuego artificial. —El
verdadero pesar cruzo sus ojos. —Lo siento, pero sabes que nosotros no
controlamos cuando terminan sus vidas —.

—No la estarás tomando.— Aguanto la guadaña en la mano. —Pero has lo que


tengas que hacer, y voy a verte en el otro lado —.

—Jodido obstinado!— Él gira su guadaña más rápido. —Que así sea.—

Él se lanza hacia delante. Paro su asalto y trabo nuestras guadañas. Un puño a


la mandíbula le envía escalonando hacia atrás por un momento. Él lanza una
derecha dura a mis costillas, luego cae y trata de barrer mis piernas. Salto para
evitar el movimiento, pero lo calcula, y me agarra la pantorrilla y tirá. El
pavimento debajo de mí se agrieta cuando caigo al suelo.

Trata de saltar sobre mí y al camión. Annabelle grita. Me estiro desde el suelo y


agarro a Gayo por la cintura, y luego lo lanzo hacia abajo. Los edificios se
mueven, trozos de yeso que caen en el estrecho callejón desde arriba.

Lo clavo al suelo y arrebato la guadaña de su agarre. Crujidos de relámpagos


nos rodea; el tiempo de Annabelle está vencido.

—Tengo que hacerlo!— Gayo intenta surgir de la tierra, pero yo le golpeo de


nuevo a la tierra, el pavimento rompiéndose a su alrededor como una tela de
araña.
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Lo volteo de la espalda y golpea en la sólida tierra, cada impacto me rompe los


huesos en la mano. Gayo trata de ir contra mí y me devuelve unos buenos
golpes, pero estoy en la necesidad pura e instintiva de proteger a mi
compañero. Me enferma matarlo si tengo que hacerlo. No sé si puedo, pero voy
a tratar si eso significa que estará a salvo.

—Jefa!— El duendecillo corre por la puerta trasera y hacia el camión. Quiero


mirar y ver lo que hace con mi Annabelle, pero no puedo dejar que Gayo se
levante.

El dolor se irradia en mis brazos ya que lo golpeo hasta que vetas de sangre
están en su rostro. Él todavía está luchando, cada golpe cada vez más débil que
el anterior. Algo por el callejón crece brillante en mi visión.

No puedo parar, incluso cuando tengo la sensación de que el aura de Annabelle


está creciendo más cerca. Corro el riesgo de un rápido vistazo. Ella está fuera
del camión, y el duendecillo la apresura por el callejón. Joder.

Gayo aterriza un golpe particularmente duro en mi mandíbula, y manchas


negras invaden mi mente por una fracción de segundo. Es todo lo que él
necesita. Él me golpea fuera y llega a su guadaña. La luz desde el extremo del
callejón se convierte en cegamiento, a continuación, pasa en una carrera de
aceleración.

Un coche. Me vuelvo justo a tiempo para ver a Annabelle correr al callejón. Los
chillidos del duendecillo cuando el automóvil choca con mi compañera. Empujo
a Gayo lejos y corro hacia el lugar. Annabelle yace torpemente sobre el suelo,
con los ojos en una mirada perdida. La agarro hacia mí cuando mi corazón se
quema en cenizas. Ella se centra en mi cara, sus ojos azules chispeando por un
ligero momento en que toma su último aliento.

Su alma resplandeciente se aferra a su cuerpo durante unos instantes


trabajosos, a continuación, luego toma el aire, a la espera de ser reclamada por
la guadaña de Gayo. Mi rugido rompe todas las ventanas en el barrio francés.
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ANNABELLE

Ruido fuerte. Uff. Realmente fuerte. ¿Dónde estoy? Parece que no puedo poner
mis pensamientos juntos, como si fueran espumantes dentro de mi cabeza. ¿Mi
cabeza? Trato de alcanzarla y sentirla, pero no puedo. No puedo sentir. Pánico
comienza a surgir y lucho, pero no hay nada contra que luchar. Sólo ingravidez.

Puedo ver. Estoy flotando por encima del callejón. Un coche se estrelló contra
la parte trasera del hotel, el humo delante.

Es el Cadillac rojo del Sr. Trevor. Hay gente por debajo de mí Vera y un tipo que
me parece familiar, y Matt.

—Matt!— Grito por él.

Él está de rodillas y tiene algo en su regazo. Él me mira.

Son esas lágrimas?

—Matt, ¿estás bien?— Llamo por él, pero él no responde. ¿Puede oírme?

El hombre Gayo, creo se acerca a Matt, le aprieta los hombros, y luego apunta
con su hoz en mí.

La hoja brilla en un haz dorado brillante, y yo quiero ir hacia la misma. Es


fascinante. Tira de mí más cerca. Qué pasara si lo toco?

Una niebla turbia se eleva desde el coche accidentado. Flota hacia arriba, pero
no llega muy lejos. Me quedo horrorizada cuando el rostro del señor Trevor se
propaga hacia arriba a través del humo. Sus ojos son de color rojo, con la boca
abierta. Matt da un tirón a su guadaña desde la acera y lo lanza a la columna de
humo que se retuerce en la oscuridad. Un chillido perfora el silencio cuando la
nube negra se aspira en la hoja del cegador. Con un estallido, el Sr. Trevor se ha
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ido, y la guadaña voladora vuelve al lado de Matt como un boomerang.


Página
—Matt!— Grito de nuevo cuando la confusión me envuelve.

Matt sacude la cabeza y se pone de pie. Entonces veo lo que ha estado en su


regazo. Soy yo. El horror se curva a mi alrededor como garras. Matt sostiene mi
cuerpo con sangre en sus brazos. Dijo que era mi tiempo. ¿Estoy muerta? ¡No
no No!

—Matt!— Trato de flotar lejos de hoja resplandeciente de Gayo. Pero no


puedo. Me está jalando más fuerte con promesas de calidez y paz.

Vera está en el suelo, con la cabeza entre las manos. Su aura la puede ver ahora
oscila a un oscuro, sombrío azul. Gayo se acerca y se arrodilla a su lado, y
presiona un reconfortante mano en su espalda. Su tacto parece dejarla
inconsciente, porque ella se desploma y él la levanta, luego la pone suavemente
en la parte trasera del camión. Su calmante aura se aclara a un cielo azul es la
única manera que puedo decir que todavía está viva.

Me vuelvo a Matt cuando floto inexorablemente más cerca de Gayo. Gayo se


queda mirando hacia mí, pero no hace ningún movimiento para reclamarme. La
hoja curva me atrae, de nuevo. No sé cómo, pero me promete la felicidad,
descanso, poner fin a los alivios y sosiego. No puedo dejar a Matt. No ahora que
lo he encontrado, pero la hoja me dice que puedo. ¿Qué voy a hacer?

Un destello de luz ilumina el callejón, y luego aparece una mujer. No, no es una
mujer. Un ángel. Mucho más angelical que mi atuendo de Halloween. Sus alas
resplandecientes plateadas brillantes, a pesar de que lleva un manto negro al
igual que Matt y Gayo.

Floto una vez más cerca de la guadaña, más cerca de la promesa del sueño
después de un largo día.

El ángel habla a Matt. Sus lágrimas rompen cualquier parte de mi etérea forma
donde esté constituido mi corazón. Él ofrece mi cuerpo al ángel, pero ella niega
con la cabeza.
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—Lo siento, hijo.— Su voz es estática, una armonía de exquisita belleza. —Su
forma mortal no existe más—.
Página
—Por favor madre. Te lo ruego. Ella es mi compañera! —

—Tu compañera?— El ángel parece desconcertado y escruta mi forma flotante


más de cerca.

—Sí.— la voz de Matt quebrada, su agonía infecta la palabra.

El ángel toca mi cabeza, y puedo sentir el calor de su mano a pesar de que estoy
a yardas flotantes sobre ellos. —¿Ya le reclamaste?—

—Sí.— Matt tira de su camisa a un lado y muestra a su madre la marca,


nuestra marca. —Le prometí. Yo le prometí mantenerla a salvo —.

—Le prometiste?— El ángel inclina la cabeza hacia un lado. El ángel me mira,


sus ojos el mismo azul etéreo como los de su hijo, entonces pondero a Matt de
nuevo. —Háblame de la promesa.—

—Le juré a ella que nunca iba a reclamar su alma o permitir que alguien más la
reclamara.—

—La palabra de un segador es irrompible.— El ángel presiono la palma de la


mano en la mejilla de Matt. —Si permites que Gayo la tome, debes entregar tus
ropas y tu inmortalidad —.

—No va a tomarla.— Él sacude la cabeza. —No puedo dejar que se vaya.—


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—A continuación, te condenas a caminar por la tierra para siempre, un


fantasma insatisfecho en sí mismo.—
Página
—No— Matt se ahogó con la palabra.

—Has creado un nudo Gordiano1, mi dulce hijo.— Ella dejo caer las manos a los
lados. —Uno que ni siquiera estoy segura que yo pueda deshacer —.

Matt se apretó más cerca de mí, su cuerpo temblando mientras sollozaba. El


ángel baja la cabeza, y su hijo cae de rodillas. Él grita, el sonido como una
docena de barras de trueno comprimidos en un estallido doloroso. Él acaricia
mi mejilla. —Mi dulce Ángel.—

—Joder.— Gayo me da otra mirada y se pasa la mano por el pelo. —Tengo que
tomar su alma. No hay otra manera. No quiero ir al Hades, por supuesto. Pero
incluso si eso no fuera un problema, no puedes dejar que se quede aquí como
esta, Mathieu. — Él se inclina y aprieta el hombro de Matt.

Matt me besa en la frente, y siento el calor de nuevo, como una sacudida a


través de cualquiera de las formas en las que estoy. —Yo no puedo. Prefiero
vivir sin ella que dejarla sufrir. —Se deja caer la barbilla en el pecho. —
Renuncio a mi inmortalidad y mi estado cegador. Gayo puede reclamarla para
la otra vida. —Él me mira, el amor en sus ojos. —Te he fallado, mi corazón. Mi
compañera. Mi amor. Voy a vivir el resto de mi vida con el conocimiento de que
rompí mi palabra. Puedes estar en paz —.

Su manto negro desaparece al igual que su guadaña.

No, no es cierto. No me falló. Mi voz se ha ido. ¿Alguna vez tendré una? De


todos modos, grito que se perdone a sí mismo, que hizo todo lo que pudo.

—Has elegido sabiamente, mi hijo.— El ángel me sonríe ya que me atrae hacia


el cálido resplandor de la guadaña de Gayo.
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Página

1
La expresión nudo gordiano se refiere a una dificultad que no se puede resolver, a un obstáculo
difícil de salvar o de difícil solución o desenlace
Antes de que pueda llegar a él, el ángel agita sus alas, se eleva en el aire y me
acuna en sus brazos. El suelo cae por debajo de nosotros, un Gayo aturdido y
un Matt roto dejados atrás en el callejón oscuro a medida que nos lanzamos
hacia las estrellas.

El ángel me susurra, —Ven ahora, Annabelle. Tenemos que ver a alguien—.

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MATHIEU

Siete Días. No he comido, no he dormido, no he hecho otra cosa que


languidecer en mi cama cuando los pensamientos de Annabelle me consumen.
Mi madre nunca volvió, y mi padre no ha estado cerca de saber dónde está.

Cuando cierro los ojos, veo los ojos de mi ángel, sus labios gruesos, la bella
alma que llamé mía por sólo una chispa en el tiempo. Froto la marca en mi
pecho. Ya no quema, ya no se pone en evidencia en el calor que sentía
reflejado en Annabelle.

Un golpe en la puerta solo me alejo y entierro mi cara en la almohada.

—Mathieu?— Gayo entra en mi habitación. —Vamos hombre.— La cama se


desplaza mientras se sienta al pie. —Tienes que levantarte, ponerte en
movimiento —.

—No.—

—Ella no querría que te marchitaras. Podrías volver a la tierra, ¿sabes? Ahora


eres mortal. Quedarte aquí es perder el poco tiempo que tienes —.

—Tu no lo entiendes.— La amargura oscurece mi tono. —Nunca has visto a tu


compañera.—

—No— Él suspira y se sienta en silencio durante unos momentos.


52

Sé que tiene razón, que mi tiempo es limitado. Demonios, puedo ser arrojado
Página

fuera de mi alojamiento de cegador en cualquier momento, dado que ya no soy


uno de ellos. He perdido mi amor y mi familia en un abrir y cerrar de ojos. No
soy nada, nadie.

Después de mucho tiempo, él se pone de pie. —Tengo una docena de


recolecciones en espera. Me tengo que ir. —Se pone de pie y arrastra los pies
hacia la puerta. —Por lo que vale la pena, lo siento cómo todo se fue abajo. Si
hubiera sabido... —

Me vuelvo hacia él, y la tristeza en sus ojos se reflejan la mía propia. —Lo sé.
Estabas haciendo lo que tenías que hacer. Yo no te culpo. —Las palabras son
difíciles de decir, pero no son menos ciertas.

—Voy a comprobarte de nuevo cuando haya terminado.— Él tira su capucha y


da pasos alejándose hacia la escalera. —Nos vemos en unos días.—

—Nos vemos.— Cierro los ojos y sueño con mi ángel.

—Matt.— Su voz suave flota en el aire viciado de mi dormitorio.

—Ángel?—Las lágrimas amenazan al pensar en sostenerla de nuevo. Pero no


abro los ojos. No puedo dejar que este sueño se me escape.

—Soy yo.— Una palma delicada se arrastra a lo largo de mi mejilla.

Le agarro de la muñeca y beso de palma. La marca en mi pecho arde como


nunca. Aun así, no abro mis ojos.

Ella se inclina hacia abajo, su dulce aroma es como un bálsamo mientras


presiona sus labios con los míos. La pruebo y recorro mis manos sobre sus
53

deliciosas curvas. No quiero que el sueño se acabe. Tirando de ella encima de


mí, la recuesto en mi cama y la arrastro conmigo. Sus grandes pechos
Página

presionados contra mi pecho desnudo, y atrapo su boca en un intenso beso.


Su suave gemido quema su camino por su garganta, y mi pene se endurece. Ella
se mueve contra mí, sus pequeñas manos presionadas contra mis hombros
mientras le beso de la forma en que la había besado cada momento que estuve
con ella.

Algo cae en mis mejillas. Agua. No, lágrimas.

Abro los ojos y parpadeo, sin poder creerlo. Ella está aquí, pero diferente. No
puedo señalar en lo que ha cambiado, pero no me importa. Ella está en mis
brazos. —¿Eres tú?—

Ella asiente y acuna mi cara desaliñada con sus manos. —Soy yo.—

—¿Cómo?— Mi corazón se siente como que va a estallar, y estoy casi seguro


de que una cosa así mataría a un mortal.

—Tu madre. Ella me llevó a algún sitio y expuso mi caso, nuestro caso—.

—Con quién?— Corro un mechón de pelo de seda entre mis dedos, sintiendo
cada hebra.

—Él.— Ella mira hacia arriba.

Podría hacer más preguntas, pero no me importa el cómo. Tenerla viva y


caliente es todo lo que necesito.

—Pensé que te había perdido.— Acaricio las lágrimas de sus mejillas. —Lo
siento mucho—

Silencia mis disculpas con un beso, y nunca he sido más feliz siendo callado.
54
Página
Alcanzo alrededor de su espalda para acercarla más, para tocar el familiar
mango de madera de olmo. —¿Qué es esto?—

Ella se aleja y se sienta. Sólo entonces me doy cuenta de que lleva puesto el
traje de cegador del más profundo negro.

—Es parte del trato.— Ella tira de la guadaña de su espalda y lo mantiene lejos
de mí.

—Trato?— Le tomo la guadaña, pero no tiene el zumbido con la misma energía


de cuando yo era su dueño. Me doy cuenta de que esta en sintonía con
Annabelle ahora, no conmigo.

Ella asiente con la cabeza. —Tu madre argumentó por mi alma sobre la base de
tu sacrificio. Al parecer, él le debía un favor por algo. Por lo tanto, se me
concedió la inmortalidad, pero sin ti. No podía aceptar eso. Ellos discutieron
cómo estaban cortos de cegadores, y que era un problema. —Ella se encogió de
hombros. —Así que me ofrecí de voluntaria.—

—Eres voluntaria?—

—Sí. Me convirtió en un cegador por lo que podría tener tu inmortalidad. Yo


haría cualquier cosa por ti, aunque voluntaria de ser un espectro. —Se muerde
el labio y mira hacia abajo en su bata. —¿Es tan malo?—

No puedo detener la sonrisa que se propaga a través de mis labios. —Eres la


más sexy cegadora de almas que he visto en mi vida inmortal. —Tomo la
guadaña de ella y la dejo caer al lado de la cama.
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Ella corresponde mi sonrisa mientras el color se eleva en sus hermosas mejillas.


Página

—Es un cambio de carrera radical. Organizadora de fiestas a organizar el final,


más o menos. —
—Puedo ayudarte.— No puedo dejar de tocarla, mis dedos errantes en sus
muslos, la cintura. —El ser un cegador es un compromiso sagrado. Los
cegadores deben ser —

—Fiel a su vocación y fiel a su palabra. En todos los tratos, justos y


misericordiosos. En sus funciones, rápidos y decisivos. —Ella recita el código
cegador como si hubiera nacido para ello.

—Eres una estudiante rápida.— Deslizo mi mano hasta el centro de su túnica y


encuentro el botón manteniéndolo juntos. Con un movimiento, el material se
separa. Cuando me doy cuenta de que no llevaba nada debajo, mi necesidad de
reclamarla otra vez, se eleva como un mar en una tormenta.

Ella tiene que sentirlo, también, porque el material se desliza fuera de sus
hombros, dejando al descubierto sus pechos perfectos.

Cada uno llena mi palma mientras me apoyo y chupo un pezón en la boca. Ella
arquea la espalda y corre las uñas por mi pecho, la marca por encima de mi
corazón en llamas.

La túnica cae el resto del camino fuera y es un charco en sus rodillas. Me


cambio a su otro pezón cuando ella presiona su coño contra mi eje a través de
mis pantalones. —Te he extrañado.—

Sus sencillas palabras me gratifican más allá de la creencia. Cuando ella se


agacha y me desabrocha el pantalón, a continuación, envuelve la pequeña
palma de su mano alrededor de mi eje, gimo y me empujo contra ella.

—Eres todo en lo que he pensado. La vida sin ti no vale la pena. —Derramo mi


alma por ella. —Eres mi todo. —
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— Eres mío, también. —Ella me aprieta el pene y me da una sonrisa juguetona


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que acelera el latido de mi corazón.


—Y ahora que eres un hombre mantenido, espero recibir el pago de favores
sexuales cuando llegue a casa de la cosecha de deberes. —Ella me tira del eje
de modo que apunta al techo tira la pierna hacia arriba y presiona mi glande en
su caliente núcleo.

Cavo mis dedos en su cintura mientras baja el calor en mí. —Creo que me va a
gustar ser un hombre mantenido. —Euforia llena mis venas mientras ella se
muerde el labio inferior.

Si esto es un sueño, no quiero despertar. Su larga cascada de cabello marrón


alrededor de sus hombros, y nunca he visto un espectáculo más hermoso que
ella a horcajadas sobre mí.

Me recuesto en la cama mientras ella se levanta, a continuación, se hunde


hasta el fondo. Aprieto los dientes, luchando contra el deseo de derramar mi
semilla en su interior. Su coño apretado hace que sea casi imposible
contenerme, pero lo haré.

—Cabálgame.— Me agarro de su culo regordete. —Quiero ver que te vengas


sobre mi pene.—

Ella comienza lento, con movimientos tentativos.

Palmeo su culo y saboreo el sonido que hace el impacto. —No sea tímida
mientras esté dentro de ti.—

Ella asiente con la cabeza y apoya sus manos en mi pecho, sus pechos
apretados entre sus brazos. Tengo mi lengua a lo largo de sus pezones,
adelante y atrás mientras sus caderas descienden contra mí más y más duro.
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Página

—Eso es todo.— Le muerdo un grueso pezón rosado, y ella gime,


intensificando sus movimientos.
Alcanzando detrás de ella, tomo un puñado de su pelo y la apartó de mí,
obligándola a arquearse y moler su clítoris contra mí con cada movimiento
sensual. Su pálido cuello ruega por mi mano. Envuelvo mi mano alrededor de
ella y apretó suavemente mientras ella me monta.

Sus ojos son de cristal, los párpados bajos. Tengo que verla, por lo que relajo
mis manos en su pelo lo suficiente para que pueda mirar profundamente en su
alma. Impresionante, aún más brillante de lo que era antes de su inmortalidad.
Quiero bañarme en su luz. Mis caderas se alzaban a su ritmo, y ella clava sus
uñas en mi pecho.

Deslizo una mano en su culo y apretó, pero mantengo la presión sobre su


garganta. Su cuerpo se tensa, los músculos tensos tirando cuando su coño me
sostiene como una tenaza. Mis bolas han estado pidiendo la liberación desde
que ella misma se empalo en mí. Aún no. Tengo que verla venirse, verla
estremecerse en éxtasis.

Ella monta conmigo desenfrenada ahora, toda timidez fuera.

—Te puedo sentir, ángel. Estas ahí. Tu coño codiciosos me lo dice —.

Ella gime por mis palabras sucias, y quiero darle más. Hablar con ella en un
orgasmo.

—Cabálgame, ángel. Muéstrame lo mucho que amas mi verga. Muéstrame qué


tanto quieres sentir mi semilla profundamente dentro de ti —.

Ella hace dos más movimientos erráticos, a continuación, aprieta mi pene tan
duro que casi exploto. Su cuerpo se detiene, y ondula una ola de placer que los
cohetes a través de ella van al cielo para estallar. Ella tiembla y gime mi
nombre. Sigo golpeando dentro de ella, queriendo que me sienta
profundamente mientras ella se convulsiona en la liberación más pura.

Mi pene dentro de ella llora, exigiendo compartir en el éxtasis.


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No puedo quitar mis ojos de ella mi perfecta compañera.


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ANNABELLE

Mi orgasmo se estrella a través de mí, quemando el mundo que conocía y


sustituyéndolo por este nuevo. Uno con un llamado sagrado, una pareja predestinada
y el sexo más caliente en el mundo. La necesidad de tenerlo dentro de mí abruma todo
lo demás, las extrañas circunstancias de los últimos siete días, mi muerte, la reunión
con el chico grande, todo ello. Puedo descomprimir todo eso más adelante, pero
por ahora, Matt es mi todo.

Por último respiro mientras mi orgasmo se atenúa, pero sé que no he terminado. La


sensación de su pene duro pulsando contra mis paredes me dice que él ha esperado.
Otra ronda, otro delicioso festín de piel sobre placentera piel me espera. Como si
leyera mis pensamientos, nos cambia para que él esté arriba, su longitud dentro de mí.

Él bombea sus caderas, frotando mi piel sensible y enviando réplicas de calor a través
de mi cuerpo.

Me abro más para él, mis talones hacia el techo mientras él empuja en mí una y otra
vez. Muerdo su hombro duro, dejando mi huella en su cuerpo sin defectos. Gime y tira
de mi pelo, exponiendo mi cuello. Sus labios calientes arrastran un beso de fuego a mi
yugular. Raspa sus dientes a lo largo de mi piel, burlándose antes de morder. Grito y
aruño con mis uñas su espalda.

Se retira, toma mis caderas y me voltea sobre mi estómago en un movimiento


demasiado fluido para ser real. Su suave empuje dentro de mí me tiene agarrando sus
sábanas.

Encojo los dedos de mis pies cuando él golpea dentro de mí, una fuerte bofetada de
ataques vertiginosos suenan a través del cuarto desde donde convergen nuestros
cuerpos.

Entonces se mueve rápido, hacia adentro y hacia afuera a un fuerte ritmo que siento
en mis lugares más profundos. Mis pechos se balancean, y él se enreda mi pelo
alrededor de su puño. Con un tirón, me obliga a arquear mi espalda.

—Perfecto Ángel. —

Sus dedos se clavan en mi cadera y me veo empujando hacia él, saboreando su


agresividad. Él se inclina sobre mi espalda y alcanza debajo de mí, envolviendo su
antebrazo entre mis pechos. Su gran palma agarra mi hombro, y él me jala hacia él con
cada castigador golpe.

—Cómo es que llegue a obtener una compañera con un coño tan suave, y apretado?—
Muerde mi hombro y jadeo por aire. Su sucia charla es un afrodisíaco.

Sigue golpeándome y se inclina más, mordiendo mi oreja. Luego se levanta y descansa


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sus palmas en el centro de mi espalda.


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Con un empuje, fuerza mi cara abajo a la cama. —Abajo. Quiero verte tomando mi
polla.—

Doblo mis codos y coloco mi cabeza sobre la cama, todavía meciéndome a su rápido
ritmo.

—Mírame.— Su voz es embriagadora.

Estiro mi cuello para echar un vistazo a sus ojos. Sus músculos eran alzados en relieve
con cada empuje. Lleva dos dedos a su boca y los lame antes de serpentearlos debajo
de mí. Gimo en la cama mientras él acaricia mi clítoris. Desliza la otra mano por mi culo
y se burla del apretado agujero con su pulgar. Me sacudo al contacto, pero él me jala
de nuevo en mi lugar, luego continúa sus caricias en mi clítoris y culo.

—Quiero enterrar mi boca en tu coño ahora, ángel. Lo comería crudo. Pero tengo que
acabar dentro de ti. Marcarte como mía.— Su voz es baja, gutural y el sonido más sexy
del mundo.

Me agarro de las sábanas mientras que él presiona su pulgar en mi apretado agujero.

—Por favor.— Gimo cuando hunde la punta del pulgar en mi culo, sus dedos
acariciando mi clítoris a un ritmo suave. Nunca había sentido tanto placer, ni siquiera
sabía que era posible.

Sus gruñidos crecían más y su polla se endurecía, preparándose para vaciarse dentro
de mí. Quiero tanto su semen que empiezo a temblar. Esta rozando justo mis paredes
temblorosas, y la sensación de su pulgar en mi culo me dispara a un nuevo nivel de
excitación.

—Matt, voy …— digo algo ininteligible mientras él presiona el pulgar más profundo en
mi culo.

—Vente ángel, quiero sentir que me ordeñas.— Golpetea mi clítoris y se mete hasta
las bolas profundamente dentro de mí.

Chispas flamean a través de mi visión cuando una ola de éxtasis inunda mis sentidos.

—Matt!— todo se detiene mientras me entrego a mi pareja. El calor que compartimos


podría poner al sol a la vergüenza.

Mi coño se contrae y convulsiona mientras que el resto de mí se cierra. Un sonido


profundo y masculino sale de sus pulmones. Se libera dentro de mí, llenándome
mientras su nombre se repite en mi lengua. Posesión total. Le he dado mi sumisión
absoluta y más que eso, mi corazón. Él es todo para mí. La pareja de un cegador.
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