Juventud Educacion
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estudios
estudios Juventud y Educación ante las nuevas
sociedades tecnológicas del siglo XXI
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ÍNDICE
2. Una nueva generación de jóvenes
en el marco de la globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
2.1. Principales perfiles sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
6. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
4 ESTUDIOS
1
Presentación
Los cambios de nuestra época están teniendo lugar con tal rapidez, y con tanta intensi-
dad, que muchas veces los sistemas educativos no pueden anticipar con suficiente agilidad y
precisión cuáles van a ser los requerimientos de las sociedades en las que los jóvenes de hoy
van a tener que desempeñar sus papeles sociales y desarrollar sus competencias laborales,
económicas y profesionales. Por lo que existe el riesgo de que los enfoques y contenidos edu-
cativos se queden “viejos” y desfasados en poco tiempo.
A su vez, los cambios que están teniendo lugar en las mentalidades, las actitudes y los
patrones culturales de los jóvenes son tan rápidos que, a veces, van más allá de los contenidos
que les proporcionan los sistemas educativos, abriendo la posibilidad de desfases y desacoples
entre unos y otros ámbitos, incluso en aspectos tan significativos como los lenguajes formales
y las jergas y paralenguajes. Por no mencionar las capacidades en la adquisición de nuevas
competencias y la propia estructura de motivaciones y demandas.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 5
En las sociedades de hace solo unas pocas décadas las instituciones sociales básicas (la
familia, la escuela y las entidades de impregnación ideológica) cumplían perfectamente su fun-
ción socializadora, al tiempo que las estructuras de identidad y adscripción estaban perfiladas
con bastante claridad. Sin embargo, los estudios sociológicos venían detectando una inciden-
cia creciente de la influencia de los pares (amigos, compañeros, colegas, etc.). Ahora todo se
está transformando de manera más sustancial y a una velocidad vertiginosa. Las identidades
y las adscripciones básicas están cambiando y nuevas agencias de socialización y culturaliza-
ción están compitiendo de manera destacada con las instituciones socializadoras básicas de
las sociedades clásicas. Con el factor añadido de que en estos momentos los jóvenes son
mucho más influenciables y permeables, encarnando en mayor grado las potencialidades y
características de la nueva época. Y, sobre todo, lo están haciendo a una mayor velocidad que
otros sectores e instituciones de la sociedad.
Los cambios en curso están dando lugar a que los jóvenes desarrollen competencias pro-
pias de las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI con mayor facilidad e intensidad que
otros grupos de edad – incluyendo a veces a sus propios profesores –. Se suscita de esta forma
una paradoja que hasta ahora era inédita en nuestras sociedades, como es el hecho de que los
jóvenes enseñen a los mayores. Hasta ahora, en las sociedades conocidas lo habitual era que
los mayores enseñaran a los jóvenes en muchos aspectos que iban más allá del propio sistema
educativo. En cambio, en estos momentos muchos mayores son enseñados por los jóvenes en
el manejo de nuevas tecnologías que cada vez son más imprescindibles en nuestras socieda-
des. En los propios ámbitos educativos se consignan casos de profesores que se ven
desbordados y superados por las capacidades y conocimientos adquiridos por sus alumnos
fuera de la escuela – y también por sus nuevos lenguajes – en una forma que puede llegar a
traducirse en problemas de funcionalidad, de ajuste y hasta de autoridad académica. Lo cual
plantea nuevas exigencias de adaptabilidad, mentalización y refuerzo en el desarrollo de des-
trezas y capacidades técnicas entre los profesores, al ritmo que exigen los nuevos tiempos.
Ante esta situación se impone un mejor conocimiento de las principales tendencias que
van a afectar a los sistemas educativos, tanto desde la perspectiva de los nuevos escenarios
societarios en los que los jóvenes van a vivir su condición de adultos, como desde la óptica de
las transformaciones que están dándose en las mentalidades, los objetivos y los patrones cul-
turales de los jóvenes, entendidos éstos en el sentido preciso con el que son definidos por las
ciencias sociales.
6 ESTUDIOS
2
Una nueva generación de jóvenes
en el marco de la globalización
Nuestro punto de partida es el siguiente: ser joven es estar en la etapa de la vida que es la
juventud. Sin embargo, en la actualidad, el individuo adulto que todavía no ha podido hacerse
una posición estable en la sociedad se le denomina joven, pero ya no participa de las bonda-
des de la juventud, sino sólo de sus carencias. Por ello, puede producirse una disociación entre
la imagen cultural de la juventud y la experiencia de ser joven en la sociedad actual. Esta diso-
ciación se ha de reflejar en el discurso de los adultos menores de 30 años, los cuales hablan de
la juventud de una manera, pero viven de otra muy distinta. Es decir, son jóvenes pero no están
en la etapa biográfica de la juventud.
Desde finales del siglo XX, tiende a aumentar la vulnerabilidad social de los jóvenes, al
mismo tiempo que en las sociedades desarrolladas han seguido creciendo en riqueza a un
ritmo significativo. Debido a ello, los jóvenes se han encontrado con una llamativa paradoja:
en general ha mejorado el nivel de vida en su contexto familiar - del que depende, entre otras
cosas, la capacidad de consumo, ocio, educación y salud-, pero ello ha sido acompañado por
un retraso de las edades medias en las que se llega a participar plenamente en la sociedad.
Por ejemplo, transitoriamente, y mientras continúan en el seno de sus familias de origen, los
jóvenes viven una situación en la que su grupo familiar les permita sostener un nivel de vida
alejado de la pobreza y de las carencias. Pero ellos, sin embargo, acumulan experiencias de
vulnerabilidad social que advierten del riesgo de exclusión social. Esas experiencias dificul-
tan que puedan formar nuevos núcleos familiares, tener hijos, hacerse con una vivienda,
seguir formándose para poder acceder a puestos de responsabilidad, participar sin condi-
cionantes en organizaciones cívicas o reivindicar nuevos derechos laborales. Así, las
posibilidades de alcanzar el estatus de ciudadano pleno y autónomo, pudiendo ejercer ple-
namente todos los derechos correspondientes, en las mismas condiciones que cualquier otro
ciudadano, han llegado a ser para muchos jóvenes una hipótesis poco plausible a corto plazo.
Hipótesis que se aleja en la biografía de los españoles hasta edades antes consideradas
maduras. Esto ocurre en un momento del desarrollo caracterizado por cambios de largo
alcance que se mezclan con transformaciones de valores, identidades y creencias ligadas a
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 7
cambios en las experiencias sociales que podrían cambiar a largo plazo si se actúa política-
mente sobre ellos.
Las tendencias que pueden identificarse a largo plazo se asientan sobre el proceso gene-
ral de desarrollo económico que apunta hacia una sociedad de nuevo tipo y que exigen un
conocimiento y un discurso complejo sobre la realidad que es desarrollado por el conjunto de
la sociedad, pero que repercute especialmente en las generaciones más jóvenes. Generacio-
nes que son más receptivas a los nuevos mensajes y a su adaptación a las tendencias de fondo.
Por otra parte, las tendencias culturales a medio plazo son el resultado de los cambios en
las experiencias de integración social. Influyen sobre las demandas sociales concretas que se
piensa que deben ser planteadas en la arena política. Emergen directamente de la experiencia
social concreta que cada sector social va experimentando, que puede ser modificada a corto
plazo por la acción política de los actores sociales instituidos.
En un estudio publicado en el año 2008 sobre las tendencias culturales de los jóvenes espa-
ñoles1, se pudo constatar que, entre las principales tendencias de este tema, se sitúan las
siguientes: Fortalecimiento de los vínculos subjetivos integrados en el espacio laboral; mesocra-
tización; secularización; fragmentación de las tradiciones culturales; centrismo político-ideológico;
predominio de las identidades socio-culturales sin referencias ideológicas (laxas); reducción de
la relevancia de las identidades sociales propias del ciclo histórico de la modernidad en España
referidas a la profesión, la clase, la religión y la ideología; distanciamiento de las instituciones y
asociaciones de representación política modernas.
La configuración típica de la juventud, como período transitorio entre la edad adulta y la ado-
lescencia, hace difícil algunas distinciones, pero si nos ceñimos a las edades consideradas
1
José Félix Tezanos, Juan José Villalón y Verónica Díaz. Tendencias de cambio de las identidades y valores de los jóve-
nes en España. 1995-2007. Madrid, Injuve, 2008
8 ESTUDIOS
convencionalmente se puede constatar, por un lado, una prolongación de la etapa formativa,
lo que ha llevado a un retraso en el desempeño de actividades ocupacionales, que a su vez
están afectando a la independencia económica y, por lo tanto, da lugar también a un retraso
en la emancipación de los hogares paternos, lo que significa un retraso en la formación de nue-
vos hogares. De este modo, el aumento de las aspiraciones para un bienestar futuro ha
ampliado la etapa formativa, modificando toda la estructura de los períodos vitales, con retra-
sos en la entrada en el mercado laboral, la emancipación, la independencia económica y la
formación de nuevas unidades familiares o de convivencia. Si a esto sumamos otro tipo de fac-
tores como el aumento del precio de las viviendas o la extensión de los trabajos no
remunerados, o escasamente remunerados, como es el caso de las personas en prácticas
(becarización), se entiende que todo ello haya influido no sólo en la edad de emancipación
sino también en el índice de nupcialidad o natalidad.
Lo que se pretende en este punto es dar una radiografía general de la juventud. Número
de jóvenes que estudian, se emancipan y trabajan entre otras variables para así obtener una
imagen de los jóvenes ante los que nos enfrentamos.
En el tema educativo es importante saber no sólo el número que se escolariza sino tam-
bién el número de aquellos que se gradúan. Los datos son bastantes concluyentes, tan sólo el
57,4% se gradúa en los estudios secundarios con 17 años y un 32, 7 con 18 años, el resto de
jóvenes se quedan en el camino. Un alto porcentaje de jóvenes que se podría pensar que esta-
rían trabajando pero que desgraciadamente no se traduce en la realidad.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 9
Para conocer en mayor grado el perfil de los jóvenes que vamos a estudiar, es necesario
conocer también su grado de emancipación y trabajo. La realidad es bastante compleja puesto
que el período de edad juvenil es una de las fases de la vida en la que más cambios se están
experimentando en los últimos años. La tendencia más general está siendo una prolongación
de determinados aspectos de la vida, que anteriormente comprendían un periodo más breve.
A pesar de esto, los datos de nuestra encuesta indican que es necesario añadir más mati-
ces a estas explicaciones, si atendemos a los datos de edad de emancipación de los jóvenes y
sus resultados. De esta forma, parece que podemos estar ante un cierto aumento de la propor-
ción de jóvenes que se emancipan a partir de los 25 años en adelante (56,8%) (Vid. gráfico 2.1).
FUENTE: GETS, Encuesta sobre Tendencias Sociales y Políticas de los jóvenes, 2009
Si además comparamos las cifras de emancipación según sexo, nos encontramos que las
mujeres son las primeras en salir del hogar familiar, con un 40,55% frente a un 33,45% de los
varones.
También resulta significativo que sean los jóvenes procedentes de familias de clase tra-
bajadora u obrera los que en mayor grado se encuentran emancipados (47,8%) en
comparación a los que vienen de familias con mayor capacidad adquisitiva (un 38,3% de clase
alta o media alta). Esto coincide plenamente con lo que ya hemos indicado, ya que aquellas
personas que han cursado menos estudios son las que tienen una edad media de emancipa-
ción más temprana (21,3 años).
En concreto, la edad media de emancipación de los que han estudiado Formación Pro-
fesional o Secundaria es de 22,8 años, los que han superado los estudios medios 23,7 años y
los que han realizado estudios superiores 23,7 años, por lo que se puede concluir que, más allá
de la variable básica de la edad, existe también una cierta influencia de los niveles de estudio
en la emancipación. De todas maneras, no podemos perder de vista que estas medias de edad
se refieren únicamente al 36,9% de los jóvenes que afirmaron en nuestra encuesta que se
encontraban emancipados.
Por su parte, el 71% de los que están emancipados afirman estar viviendo con su pareja,
mientras que un 16% vive sólo, un 8,4% con otras personas, el 2,2% en otras situaciones y el
0,5% en una habitación alquilada. En este sentido, conforme aumenta la edad de los jóvenes,
también crece el porcentaje de aquellos que viven en pareja.
10 ESTUDIOS
A su vez, cuando se pregunta a los encuestados que no se han emancipado si desearían
hacerlo en este momento, el 60,1% responde afirmativamente. Lógicamente, la proporción de
los que manifiestan voluntad de emanciparse es mayor según los jóvenes van cumpliendo más
años (Vid. gráfico 2.2). Así, entre los 25 y 30 años los que desearían estar emancipados son
un 74,8%, en tanto que entre los comprendidos entre los 18 y los 24 años se reduce esta pro-
porción al 51,8%.
FUENTE: GETS, Encuesta sobre Tendencias Sociales y Políticas de los jóvenes, 2009
FUENTE: GETS, Encuesta sobre Tendencias Sociales y Políticas de los jóvenes, 2009
FUENTE: GETS, Encuesta sobre Tendencias Sociales y Políticas de los jóvenes, 2009
Por su parte, el paro afecta más a los jóvenes que tienen menor formación, de forma que
la cifra más alta de parados se registra entre las personas que sólo tienen estudios primarios
(34%), en comparación con los que han cursado estudios secundarios (16,7%) y estudios
medios (15,6%) y los que menos se ven afectados por el paro son los que tienen estudios supe-
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 11
riores (19,8%), aunque no con una diferencia tan notable como sería de esperar con los que
tienen sólo estudios medios y secundarios.
FUENTE: GETS, Encuesta sobre Tendencias Sociales y Políticas de los jóvenes, 2009
Quizá algo más grave y que realmente forma parte de la realidad de los jóvenes es el
hecho de la sobrecualificación de los jóvenes. En la Tabla 2.3 aparecen datos muy reveladores
en los que se muestra la relación del trabajo que desempeñan los jóvenes con su grado de cua-
lificación. Vemos como únicamente el 21,9% de aquellos que trabajan lo hacen en un puesto
muy relacionado con su cualificación. Por el contrario el 45,9% de estos manifiestan que no
tienen nada que ver. Esto significa entre otras cuestiones que hay un gran porcentaje de jóve-
nes que pueden verse frustrados debido a su sobrecualificación en los puestos de trabajo.
12 ESTUDIOS
3
Nuevas tendencias culturales
en la juventud como indicador
de los nuevos escenarios sociales
¿Cómo se identifican los jóvenes? ¿Qué imágenes tienen de ellos mismos en su relación con
la sociedad? ¿A qué grupos se sienten vinculados prioritariamente? ¿Cómo han evolucionado
estas representaciones de los jóvenes en los últimos años? Estas preguntas están íntimamente
relacionadas entre sí pues profundizan en cómo se ubican subjetivamente los jóvenes en su
entorno social.
El entorno que rodea a los jóvenes no es monolítico sino que está fragmentado estruc-
tural y culturalmente. Las sociedades complejas y poliédricas en las que se socializan generan
unas experiencias sociales de las que no es posible deducir una imagen simple de la perte-
nencia grupal. Más bien, la experiencia social actual sitúa a los jóvenes como miembros de
muchos grupos diferentes que no están integrados unos en otros como puedan ser su fami-
lia, la empresa en la que trabajan temporalmente, el grupo de amigos, la Universidad en la
que estudian, la asociación religiosa en la que participan, el sindicato que le convocó a una
manifestación para la subida de salarios y el gimnasio. Cada uno de estos colectivos tiene un
grupo de gente diferente. Y la mayor parte de ellos no están relacionados entre sí. De manera
que, muchas veces los grupos sólo están relacionados objetivamente entre sí a través de cada
persona.
Las respuestas que se les enseña son entre otras: “Con las personas de su mismo sexo o
genero, con las personas de la misma generación o edad, con las personas de la misma región
o nacionalidad, con las personas de la misma clase social, con las personas del mismo munici-
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 13
pio, con las personas de las mismas ideas políticas, con las personas de las mismas aficiones,
gustos, costumbres, modas, etc.
El análisis de las identidades sociales básicas entre los jóvenes revela la importancia que
ha tomado la edad y el grupo inmediato formado por las personas que tienen las mismas afi-
ciones, gustos y modas (Vid. gráfico 3.1). Lo cual implica un refuerzo del marco predominante
en la sociedad española desde hace ya, al menos, veinte años1.
Sin embargo, es necesario matizar la importancia atribuida a cada uno de estos rasgos
propios de identificación social. El análisis de los componentes identificatorios de los españo-
les en primer lugar indica que el sexo o género también tiene una importancia relativa que
debe ser tenida en cuenta tendencialmente en la medida que se aproxima a las aficiones, gus-
tos, modas, etc. Si bien, también queda patente en este segundo análisis que la edad es el
rasgo de identificación más relevante de todos, a bastante distancia de los siguientes. Y, ade-
más, hay que tener en cuenta la presencia de una crisis expresiva indicada por la respuesta
“que se identifica con todos por igual”, es decir, sin hacer distinciones significativas entre nin-
gún tipo de grupo. Tendencia que es prácticamente igual de fuerte en el año 2011 que aquellos
que se identifican con su edad.
Todos estos datos en conjunto permiten confirmar la hipótesis de que la crisis expresiva
se puede estar reduciendo a medida que tiende a fortalecerse la generacional y de género
como identidades sociales primarias. Esto significaría que, tras el largo proceso de transforma-
ción social que ha atravesado la sociedad española con su rápida industrialización y posterior
conversión en una economía de servicios, se ha producido un cambio que ha dejado relegadas
las formas de identificación social básicas típicas de la modernidad española (la clase social, la
profesión, la religión y las ideologías) así como aquellas otras que fueron emergiendo en las
sociedades mesocráticas vinculadas al consumo. Y a ello habría que añadir el fortalecimiento en
un contexto de globalización de nuevos modos de identificación social que aparecen más laxas
sociológica y culturalmente en comparación con los modelos referenciales propios de la moder-
nidad, pero que pueden tener algunas de sus causas y raíces en las desigualdades de
oportunidades vinculadas a la edad y el sexo. Todas ellas se han acentuado en estos años de
cambio estructural en los procesos selectivos del mercado, y sus principales plasmaciones son
1
Juan José Villalón, Identidades sociales y exclusión. ¿Qué nos diferencia? ¿Qué nos iguala? España 1985-2004. Madrid,
Cáritas, 2006
14 ESTUDIOS
las notables disparidades de sueldos entre sexos y entre generaciones, así como las mayores
tasas de temporalidad y de paro que experimentan los activos más jóvenes y las mujeres, en
comparación con los varones adultos ya asentados en la estructura productiva.
La edad o generación estaría indicando una identidad que se sostendría sobre los mis-
mos elementos que la identidad con los de las mismas aficiones, gustos, etc., a la que podemos
denominar como identidad sociocultural2. Esto implicaría que ambas identidades tenderían a
ser fortalecidas por los mismos factores. Y, por tanto que las tendencias de su extensión serían
similares.
Esta identificación con las personas de la misma edad se podría producir por un lado por-
que la identificación con los de la misma edad hiciese referencia a la experiencia generacional,
que se habría convertido en un elemento central de diferenciación social. O, podría ser que la
identificación con los de la misma edad se sostuviera sobre la experiencia estructural común que
vienen viviendo los jóvenes desde hace años por el hecho de ser jóvenes y no tanto por el hecho
de pertenecer a una generación. Si esta última hipótesis fuera cierta podría producirse un cierto
abandono de esta forma de identidad conforme se llega a edades superiores. Esta segunda hipó-
tesis fue analizada por primera vez por Villalón3 en un estudio que identificaba cohortes de cinco
y diez años y su evolución desde 1996 al año 2006 teniendo en cuenta tres años: 1996, 2001 y
2006. En dicho estudio se comprobaba que conforme aumentó la edad de las cohortes más
jóvenes (menos de 44 años en el año 2006) se mantuvo o redujo ligeramente la proporción de
personas que se identificaban con los de su misma edad. Lo cual indica que la experiencia
estructural de la edad no es una explicación suficiente para entender la identificación de los jóve-
nes con los de su misma edad. Cuando la generación va creciendo, dicha identidad social tiende
a mantenerse igual de extensa. Este resultado fortalece la interpretación generacional.
A su vez, la identificación con las personas que tienen unas mismas aficiones, modas o
costumbres ha tendido a descender tanto en extensión como intensidad entre los jóvenes. Así,
se ha mantenido el peso de esta forma de identificación en segundo lugar, pero ha descen-
dido como identidad en primer lugar.
Los valores y las identidades forman los marcos de referencia centrales de los actores
sociales. Cada persona ordena de algún modo unas y otras. Y, ello atribuye prioridad a unos
objetivos sobre otros en el comportamiento cotidiano.
2
José Félix Tezanos, La sociedad dividida. Estructura de clases y desigualdad en las sociedades tecnológicas Madrid,
Biblioteca Nueva, 2001
3
Juan José Villalón, Las identidades sociales de los jóvenes españoles. La edad como elemento clave de división, Sis-
tema, 197-198, mayo, 2007
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 15
En cualquier caso, el elemento nucleador central de las nuevas pautas de identidad es la
generación, tanto en lo que concierne a la referencia explícita a las personas de “la misma
edad”, como implícitamente a las personas que tienen los mismos “gustos, aficiones, modas”,
que nos remiten asimismo a entornos generacionales. De ahí que la “generación” tienda a con-
vertirse en las sociedades de nuestro tiempo en una de las principales variables analíticas,
incluso por encima de otras que hasta hace muy poco venían considerándose prioritarias en
casi todos los enfoques sociológicos.
Por otro lado la identidad de clase es más genérica que la identidad ocupacional. Esta
identidad social hace referencia a una experiencia de igualdad y diferencia socioeconómica y
no a una experiencia laboral específica. Viene evolucionando desde hace décadas en la pobla-
ción general hacia el fortalecimiento de la identidad de clase media (mesocratización).
Con esta pregunta se ha recogido información sobre la percepción subjetiva del entre-
vistado de su posición de clase. No se le hacía una batería de preguntas sobre su riqueza,
ingresos, etc. El objetivo era conocer su autoposicionamiento, la imagen que tenía de si en la
estructura de clases.
Ello implica que las tendencias a la mesocratización, aunque sea subjetiva, es más pode-
rosa entre los jóvenes que en la población general. Asimismo, la identificación como clase
trabajadora, baja u obrera es relativamente menor entre los jóvenes que en el conjunto de la
población. La identificación como clase media ha aumentado en la última década entre los
jóvenes. Dicho crecimiento no es progresivo sino que se produce con cambios puntuales de
tendencia que genera desviaciones importantes interanuales. Sin embargo, el sentido de la
tendencia central de la serie temporal es de crecimiento.
Por otro lado, en este contexto general de profunda transformación de las pautas de
identificación social primaria, las identidades territoriales tienden a perder relevancia en la con-
ciencia social a pesar de la eventual fortaleza de algunas de las instituciones que se asientan
sobre dicho tipos de Comunidades ( La UE, el Estado,las CCAA y los municipios).
Las identidades territoriales son un eje central de la política en Europa. Éstas se sustentan
sobre las fronteras instituidas históricamente que han dado lugar a organizaciones muy podero-
sas como los Estados o los municipios. Su importancia como identidades inclusivas/excluyentes
16 ESTUDIOS
ha sido trascendental. Específicamente, su papel como justificación de instituciones tan funda-
mentales como la ciudadanía es básico en los Estados-nación.
Las tendencias que pueden identificarse en los jóvenes españoles, en este terreno, son
bastante complejas. En general, los jóvenes tienden a priorizar su identidad como españoles
frente a otras, con una distancia importante con el siguiente ámbito de identidad que es la
Comunidad Autónoma. Pero, en cualquier caso también son importantes otras identidades
territoriales supra-nacionales y locales. Y, son muy pocos los que se identifican con nada o que
se declaran indiferentes ante esta cuestión.
Como es de suponer, el factor tamaño del hábitat afecta mucho a la identificación glo-
bal o local, en el sentido de que cuanto mayor es el tamaño del municipio, mayor es la
tendencia a la identificación global. Y, por el contrario, cuanto menor es el tamaño del munici-
pio donde se vive, mayor es la identificación local
Por otra parte, en las Comunidades Autónomas más urbanas, como Madrid, Cataluña y
Valencia, así como las Comunidades del interior de la península y Canarias son en las que se
registra una mayor proporción de personas que priorizan la identidad española. Por el contra-
rio, son las Comunidades del exterior con menor densidad de población en las que se registra
una mayor proporción de jóvenes que se identifican prioritariamente con la región o Comuni-
dad Autónoma.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 17
Gráfico 3.3. Imágenes de la
vinculación territorial más relevante
en el año 2011 (%)
Lo más destacable es que las tendencias detectadas tienden a acercar a los jóvenes a
las posiciones de la mayoría. Es decir, las diferencias entre la población total y los jóvenes se
han reducido ligeramente. Y ello ha ocurrido porque ha variado más el valor de cada tipo de
imagen en la población en su conjunto que en los jóvenes. Junto a ello, también es interesante
destacar que, como tenencia central más clara se encuentra en el aumento de la prevalencia de
la pertenencia local mientras se reduce el porcentaje de personas que se identifican como ciu-
dadanos del mundo. Lo que fortalece la hipótesis sobre la tendencia general hacia el
fortalecimiento de los ámbitos de expresión locales que se produce en el cambio hacia las
sociedades globales4.
4
Íbid.
18 ESTUDIOS
últimas indicaban un proceso de privatización de la vida religiosa al tener en cuenta que en el
medio español el catolicismo es la religión predominante.
En este epígrafe se va a señalar cuál es la valoración de los jóvenes sobre la educación, eman-
cipación así como todo lo que se relaciona con los jóvenes.
La imagen de la posición social de los jóvenes que tienen los individuos entre 18 y 30
años se plantea como la representación más relacionada con la propia experiencia estructural
de los individuos a los que se pregunta. Esta imagen se conforma en la interacción social con
los demás jóvenes y en la relación con la experiencia de los que no son iguales en edad.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 19
son los más próximos empíricamente al estilo de vida juvenil. Por lo que son éstos los que lle-
gan a considerar que aquello que experimentan es lo propio de la juventud.
Para comenzar podemos ver como los jóvenes no se encuentra muy conformes con la
educación actual que están recibiendo. Por un lado en el estudio anual que realiza el Grupo de
Estudio sobre Tendencias Sociales (GETS) dirigido por José Félix Tezanos, en el 2011, se les
preguntó si creían que la educación actual respondía a lo que la sociedad requería. Los jóve-
nes respondieron con gran claridad, más del 55% pensaba que está desfasado y tan sólo el
18,9% piensa que responde totalmente a lo que la sociedad necesita
Lo dicho anteriormente se ve reflejado en otras preguntas del mismo estudio. Por ejem-
plo la gran mayoría de los estudiantes (75,7%) se sienten desmotivados y poco integrados en
el sistema educativo. Un dato que contrasta con el 17,6% que si se encuentran motivados. Este
es un dato que estaría en concordancia con el gran porcentaje de abandono escolar, comen-
tado anteriormente. Raramente se puede conseguir que los jóvenes quieran seguir en el
sistema educativo si no logramos que se sientan integrados.
Por otro lado además de creer que el sistema educativo actual está desfasado y que pro-
duce una gran desmotivación en ellos, los jóvenes españoles piensan que existe una diacronía
entre como piensan los profesores y cómo piensan los alumnos, así lo cree el 53,9% de los jóve-
nes encuestados.
Tabla 3.3. Profesores y alumnos Profesores y alumnos piensan de forma diferente 53,9
piensan de forma diferente
Profesores y alumnos no piensan de forma diferente 37,9
Otros 0,7
NS 6,4
NC 1,1
20 ESTUDIOS
Otro criterio importante es el papel que se atribuye al Estado por parte de los jóvenes en
la actividad económica. En este caso, hay bastante acuerdo entre la mayor parte de los jóve-
nes (Vid. Gráfico 3.5) en el sentido de considerar que el Estado debe intervenir en la economía.
Pero hay diferencias respecto a cómo debe ser esta intervención (Vid. Gráfico 3.6). Ambas
cuestiones sirven para analizar el grado de apoyo al criterio de intervención del Estado en la
vida económica.
Las variables asociadas en mayor grado a esta posición son: mayor nivel de estudios,
autoidentificarse como de clase media y media baja, estar parado, ser católico no practicante
o no tener religión, pertenecer a alguna asociación y votar a la izquierda o al centro izquierda.
Los que en mayor grado son partidarios de la intervención total del Estado en la econo-
mía son los jóvenes con un menor nivel de estudios, los que se autoidentifican como clase
media y trabajadora, los parados, los católicos practicantes, y los que votan a la izquierda.
Estos resultados dejan patente que el discurso del intervencionismo está más asentado
entre las clases trabajadoras y los menos favorecidos por el mercado laboral.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 21
Gráfico 3.7. Preferencias de los
jóvenes sobre los criterios normativos
en la sociedad (%)
Para finalizar, el grupo de estudio sobre Tendencias Sociales realizó un análisis cualitativo
en 2008, en el que se les preguntaba que era para ellos ser jóvenes reveló lo siguiente: Para ellos
ser joven significa tener poca edad, no tener responsabilidades y poder disfrutar de la vida, tener
nuevas ideas, tener el futuro por delante, el comienzo de experiencias, estar lleno de vitalidad, un
tiempo de muchas relaciones sociales, ser emprendedores, estar en un tiempo de aprendizaje,
tener dificultades para independizarse, ser capaces de cambio y de reivindicar cambios, estar
preparado pero no tener experiencia. Por tanto, se ofrece una imagen de la juventud como un rol
social ideal definido por un estilo de vida sobre todo. Es decir, es un ser que se mira a él mismo,
disfruta de la vida, está sin ataduras sociales y es capaz de generar algo nuevo y positivo para
el mismo y la sociedad aunque no cuenta con experiencia para ello. Por otro lado en la parte
más negativa otro de los grupos pensaba que ser joven significa dinamismo, tener menos de 35
años, no optar a una vivienda, incomprensión por parte de la sociedad, no existir, ser libres, tener
toda la vida por delante, poder soñar, no tener experiencia, tener muchas ganas, estar en un perí-
odo formativo, tener tiempo para todo, ingenuidad, no tener grandes problemas. Es decir,
mantienen la imagen hedonista del joven, así como la de desvinculado socialmente e inexperto
que tenían los mayores. Lo cual implica que emerge la idea de que joven no es tanto un estilo de
vida como una etapa temprana de la biografía humana.
Por consiguiente, el análisis realizado resalta la existencia de tres tipos de discursos sobre
qué es ser joven que los identifica como una clase social, una etapa biográfica o un estilo de
vida. La del estilo de vida es la imagen más permanente en todas las edades, con variaciones
importantes entre unas y otras edades. La segunda imagen más presente es la de ser joven como
una etapa biográfica. Y la tercera es la de los jóvenes como clase social, que sólo aparece para
definir la juventud entre los grupos de discusión donde participan más jóvenes (Tabla 3.4).
Tabla 3.4. Clasificación de los Como una clase social Como una etapa biográfica Como un estilo de vida ideal
discursos empíricos sobre qué es
ser joven. Más jóvenes
Intermedio
La edad influiría asentando más cada tipo de discurso conforme aquella fuese mayor. En
el que hay más jóvenes y más precarios, se producen dos discursos contrapuestos. Una parte
del grupo considera que los jóvenes están peor que nunca. Piensan que la “juventud” no tiene
futuro. Dicha opinión se sostiene sobre la experiencia de la dificultad de acceso a la vivienda
22 ESTUDIOS
debido a sus precios tan altos, así como a trabajos “decentes” y a la falta de compromiso de
unos con otros. Frente a dicha opinión, otros expresan su creencia de que hay muchas más
oportunidades para los jóvenes que hace años. Ello se debe, en su opinión, a que la informa-
ción fluye con mayor fluidez, hay ayudas públicas, mayor acceso a la educación y a que hay
una herramienta informativa de gran utilidad para esta generación que es Internet.
Se quejaron además de los sueldos bajos que soportan. Indicaron que los empresarios
eligen a la gente joven para aprovecharse de ellos. Se consideran ignorados por la sociedad. Y
piensan que no tienen ayudas. Y que todo ello impide que se independicen. Su planteamiento,
téngase en cuenta que la mayor parte ha estudiado carrera universitaria, es que es un error
estudiar. Lo mejor es especializarse en trabajos como el de fontanero. Finalmente, se resume
de forma lapidaria la cuestión: hay gente que vive y otra que sobrevive. Los jóvenes son los
que sobreviven.
Por otra parte, el discurso se enriqueció con aportaciones que destacaban que la posi-
ción de los jóvenes es difícil por la dificultad de encontrar un buen empleo y una buena
vivienda, dos problemáticas que entienden unidas entre sí. Y, también, hubo intervenciones
que consideraban que los jóvenes se movilizan más que otros grupos de edad. Aunque tam-
bién hubo críticas que decían que faltaba compromiso y movilización ante la situación que se
vivía. Y, que sólo les interesa a la mayoría el ocio. Algo que, para algunos del grupo era lógico
y adecuado. Que ya tendrían tiempo de comprometerse cuando fueran mayores.
Por consiguiente, se observa en los discursos realizados por los distintos grupos de dis-
cusión que hay ciertos elementos centrales en la discusión: el trabajo y la vivienda. Estos dos
hitos marcan la definición de la posición social de los jóvenes respecto de sus mayores. Del
debate se desmarcan, en parte, los estudiantes jóvenes. Estos discuten sobre generalidades
teóricas y no sobre la experiencia práctica.
De modo que se puede afirmar que las hipótesis quedan confirmadas ya que la situación
de precariedad parece fortalecer un discurso, sobre la posición social de los jóvenes, centrado
en los desequilibrios y jerarquías de desigualdad entre edades. Además, el aumento de la edad
fortalece dicho discurso entre aquellos en situación más precaria. Mientras, los grupos mixtos
desarrollan ambivalencias hasta llegar a desarrollar, en edades más altas, un discurso con
muchos aspectos positivos sobre la posición juvenil.
La situación de relegación social de los jóvenes ha sido producida por un conjunto de cam-
bios socio-históricos ocurridos en un plazo de menos de veinte años que ha tenido como
consecuencia un fuerte aumento de la edad de acceso a las posiciones más estables en la
estructura social (política, laboral y familiar) y la quiebra de las carreras preestablecidas que
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 23
llevaban a tales posiciones5. Como consecuencia, la experiencia social de vulnerabilidad y
exclusión ha aumentado entre jóvenes que fueron educados en un tipo de sistema social que
mantenía unas expectativas de futuro mucho más halagüeñas.
En este contexto, y desde mediados de los noventa, los jóvenes españoles han vivido una
situación especialmente preocupante para ellos al incrementarse desde unos años antes el tra-
bajo precario legal a más del 50% de los jóvenes asalariados menores de 30 años. Ello significó
un cambio drástico en sus expectativas de empleo, hasta en su forma de entender la vida labo-
ral y la carrera laboral. Y dicha situación se ha ido solidificando como la normal.
Los jóvenes españoles experimentaron de una forma radical que el tiempo que llevasen
en el mercado laboral se había convertido en una variable central de sus posibilidades de
acceso a las posiciones sociales estables. Diferentes mecanismos reguladores de las prácticas
selectivas del mercado llevaban a que las posiciones a las que podían acceder fuesen las más
precarias y sin unas expectativas de carrera laboral bien definidas6.
Mientras, el acceso a una vivienda y a la formación de un hogar propio se hacía más difí-
cil. El no poder obtener unos recursos económicos estables a largo plazo y suficientemente
grandes dificultaba el poder acceder a ayudas crediticias para la vivienda propia y demás
necesidades. En dichas circunstancias, el paso a la creación de un nuevo hogar con expectati-
vas de estabilidad se hacía muy difícil. Además, el modelo familiar aprendido ya no era útil para
el tipo de familia demandado por la sociedad y era necesario una transformación cultural para
la que no todos tenían recursos culturales suficientes. Con lo cual, al igual que en otras socie-
dades con una cultura todavía de la era industrial, la situación se solventaba retrasando la edad
de emancipación7.
Idealmente, el tránsito hacia la vida adulta estaba marcado como si fuese un conjunto
de etapas bien definidas. Éstas eran marcadas por diversos hitos relacionados: el voto tras
cumplir los 18 años, la incorporación al mundo laboral tras abandonar los estudios, el comienzo
de la convivencia en pareja, el nacimiento del primer hijo, algunos se afiliaban a partidos polí-
ticos o asociaciones profesionales o grupos de interés, otros se convertían en representantes
políticos... y ya se era adulto. Sin embargo, las condiciones reales de existencia y los cambios
estructurales implicaban que el paso de una etapa a otra se hacía difuso. Cada paso hacia la
adultez social se iba alejando en la biografía. Y, así, la juventud se alargó constantemente. Las
5
Juan José Villalón Identidades sociales y exclusión. ¿Qué nos diferencia? ¿Qué nos iguala? España 1985-, 2006, Madrid,
FOESSA-Cáritas, 2006.
6
Jose Antonio Polavieja,, Estables y precarios. Desregulación laboral y estratificación social en España, Madrid, CIS y
Siglo XXI, 2003
7
Smiljka Tomanovic´ & Suzana Ignjatovic The Transition of Young People in a Transitional Society: The Case of Serbia
Journal of Youth Studies Vol. 9, No. 3, July 2006, pp. 269285
24 ESTUDIOS
modalidades de identificación propias de los adolescentes se fueron percibiendo como pro-
pias de las personas en edades más avanzadas. El tipo de identidad flexible y cambiante del
adolescente se comenzó a convertir en el tipo de identificación predominante8. Y se hicieron
visibles múltiples vías de transición, de itinerarios vitales o modalidades de transición9, al igual
que ocurría en otras sociedades avanzadas10. E, igualmente, podremos encontrar entre los
jóvenes españoles lo que ya hay en otras sociedades avanzadas, es decir: nuevas estrategias
narrativas de sus vidas, sus identidades y valores, con las que puedan mantener cierta cohe-
rencia conforme van aumentando los episodios de empleo, desempleo y educación en su
biografía11.
Todas estas tendencias están traduciéndose en la percepción de que los jóvenes tienden
a vivir peor que sus padres. De ahí que sean varios los sociólogos que están alertando sobre
la posibilidad de que se produzca un amplio proceso de movilidad social descendente en nues-
tras sociedades, con unas consecuencias y efectos culturales y políticos que de momento son
difíciles de evaluar.
Uno de los problemas fundamentales del futuro de los jóvenes se produce en el entorno
de la emancipación. Este planteamiento lo expresaban claramente en los grupos de discusión
que llevamos a cabo. Consideran que no pueden emanciparse porque desde el momento en
que viven solos dejan de poder disfrutar del ocio porque el dinero no les llega. Se ven a ellos
mismos viviendo como “pensionistas”, es decir, se ven obligados a sacrificar muchas cosas
para obtener la emancipación. Se consideran sumisos, que tienen que aceptarlo todo y se sien-
ten manipulados. Pero creen que tienen que hacerlo así como estrategia de supervivencia.
Desde su perspectiva, los jóvenes piensan que las anteriores generaciones no vivieron
esta situación pues era más fácil conseguir un piso y los contratos eran mejores. Ahora, dicen,
no hay facilidades para independizarse. La sociedad les obliga a luchar. Ello les ha desmoti-
vado. Sólo ven dificultades y no se ponen soluciones. Aún así, afirman vivir mejor que sus
padres.
Los jóvenes de los grupos señalaban una realidad que era compartida, el hecho de que
se les ha preparado educativamente pero también se les exige experiencia y es imposible que
tengan ambas.
8
Enrique Gil Calvo, Nacidos para cambiar. Como construimos nuestras biografías, Madrid, Taurus, 2001.
9
Joaquim Casal Maribel Garcia Rafael Merino Miguel Que aportaciones teóricas y metodológicas a la sociología de la
juventud desde la perspectiva de la transición, Papers 79, 2006 21-48
10
Dorothy Bottrell &Derrick Armstrong, Changes and Exchanges in Marginal Youth Transitions Journal of Youth Studies
Vol. 10, No. 3, July 2007, pp. 353-371
11
Ranji Devadason, Constructing Coherence? Young Adults’ Pursuit of Meaning through Multiple Transitions between
Work, Education and Unemployment Journal of Youth Studies Vol. 10, No. 2, May 2007, pp. 203-221
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 25
Por otro lado exponen que tienen grandes dificultades para encontrar empleos que no
sean precarios y mal pagados
Por consiguiente, lo que se observó en los grupos es que la imagen que tienen de ellos
mismos no es positiva, aunque en ningún caso se sienten excluidos socialmente. En todos,
hasta los más optimistas desarrollan una visión potente sobre las dificultades que atraviesan
en el terreno laboral y de vivienda. Aún así, hay imágenes más pesimistas, que son de sumi-
sión. Éstas emergen de los más precarios y más mayores. Al reducirse la edad, se produce un
cambio en la visión que pasa a considerar que se ubican en un contexto problemático donde
el ser jóvenes es una dificultad más. Y al aumentar la edad, y no estar tan precarios, lo que se
encuentra es una visión de ellos mismos que, aunque asume las dificultades actuales, piensa en
positivo y piensa en ellos mismos como estrategas que pueden luchar por una posición mejor
en el mercado laboral individualmente. (Tabla 3.6)
Tabla 3.6. Clasificación de los discursos empíricos sobre la propia posición social.
De libertad Con estrategias de integración Con oportunidades Con dificultades de integración De sumisión
Más mayores menos precarios
Más jóvenes menos precarios
Más jóvenes más precarios
Más mayores más precarios
Tabla 3.7. Evolución de las percepciones sobre el futuro vital de las próximas generaciones (%)
1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2011
Vivirán mejor 48,9 50,4 43,8 39,2 45,2 44,5 35,1 42,8 38,6 29,7 38,3 32,9
Vivirán peor 21,2 18,9 17,2 21,4 23,9 23,5 31,7 26,5 30,6 38,5 29,6 40,0
Vivirán igual, 19,0 22,6 27,9 25,7 22,5 24,7 25,6 22,7 22,4 22,7 23,4 20,0
No sabe, duda 10,8 6,7 9,0 9,7 8,2 5,6 7,4 7,6 8,2 9,0 8,7 7,2
26 ESTUDIOS
bien. Y para ello, los jóvenes ya pueden constatar que a lo largo de su vida, en el mejor de los
casos, es posible que tengan bastantes empleos y actividades diferentes.
De hecho tal y como manifiesta el Estudio del CIS sobre juventud, se ve como los jóve-
nes quieren trabajar en condiciones inferiores a su nivel de cualificación y cómo lo que buscan
en un trabajo en el futuro es que sea seguro y estable por encima de los ingresos. Esto se
demuestra también en el hecho de que frente a una jornada completa pero con contrato tem-
poral, prefieren un contrato fijo aunque sea a tiempo parcial
Tabla 3.8. Importancia que dan los Que sea seguro, estable 81,6
jóvenes a la hora de encontrar un
Ingresos altos 12,7
futuro empleo
Que tenga prestigio social 1,6
NS 0,6
NC 0,5
Tal y como señala el gráfico 3.8 en prácticamente todos los años estudiados casi la mitad
de los jóvenes contestaban que más, mientras únicamente entre el 15% y el 19% contestaba
que existirán menos diferencia sociales. Con lo cual las respuestas de los jóvenes indican que
éstos tienen una visión pesimista sobre este aspecto. Ven el futuro, su futuro como una reali-
dad cambiante peor que aquella en la que viven.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 27
llos que piensan que las cosas seguirán igual, llegando alcanzar en 2001 y 2006 más del 40%
(vid gráfico 3.9)
Ahora bien, cada sociedad está cambiando de una manera particular. Y, España se carac-
teriza, entre otras cosas, por un hecho singular aunque compartido con otros países europeos:
La mayoría de las personas entre 18 y 30 años están ocupando posiciones secundarias en las
instituciones sociales básicas. Los roles que llegan a desarrollar suelen implicar el manteni-
miento de relaciones de dependencia. Y su acceso a las posiciones más estables, de mayor
autonomía, con más recursos y más poder de decisión resulta harto dificultoso. En dicho esce-
nario es complicada una integración social plena de los jóvenes que permita a éstos, primero,
el desarrollo de su conciencia de pertenencia a algunas de esas instituciones y, segundo, el
ejercicio, necesario para todos, de las responsabilidades que se derivan de su pertenencia a
los grupos sociales básicos.
En otro orden de cosas, podemos señalar que el 65% de los encuestados consideran que
en los próximos diez años seremos testigos de muchos o bastantes cambios en nuestra socie-
dad. Lo cual supone que los jóvenes españoles de hoy se sitúan conscientemente ante la
perspectiva de un tipo de sociedad bastante dinámica y cambiante.
En general, la valoración sobre los cambios que van a tener lugar es positiva, ya que
un 49,2% piensan que serán positivos y un 2,3% afirman que serán muy positivos. Es decir, una
mayoría ajustada del 51,5%. Aun así, es de destacar la baja proporción de los muy optimistas
(sólo un 5,6%) y el hecho de que un 18,5% tengan percepciones críticas y negativas de los cam-
bios, al tiempo que otro 20,8% introducen valoraciones parcialmente críticas, estimando
efectos tanto positivos como negativos. Lo cual conforma un bloque de un 39,3% de críticos
total o parcialmente.
También influyen, en este sentido, las ubicaciones de clase, de forma que aquellos que
se ubican en la clase alta o media-alta perciben los cambios de manera más positiva (48,5%),
en comparación con el menor optimismo relativo de los que proceden de familias de clase
media o media baja (53,0%), sobre todo, de clase trabajadora u obrera (45,6%). En su con-
28 ESTUDIOS
junto, entre los que se sitúan en la clase trabajadora u obrera se da la mayor proporción de
percepciones totalmente negativas del cambio (26,8%), en comparación con un 8,5% de los
que se consideran clase alta o media-alta.
A la hora de identificar los principales problemas del mundo en el horizonte de una década,
los jóvenes señalan de manera muy destacada el hambre o falta de alimentos y las guerras
(Vid. Gráfico 3.9). En tercer lugar aparece la pobreza y las desigualdades sociales. Lo cual con-
forma una imagen de conjunto sobre las perspectivas del mundo fuertemente afectada por
problemas carenciales y de desigualdad. Es decir, los tres principales problemas tendenciales
que los jóvenes identifican a nivel mundial están conectados con cuestiones de solidaridad y
justicia social global. Lo cual, podríamos decir que es alto que emplaza ante la necesidad de
resolver problemas humanitarios acuciantes.
FUENTE: GETS, Encuesta sobre Tendencias Sociales y Políticas de los jóvenes, 2009
Esto nos lleva a subrayar que no existe en estos momentos una introspección egoísta
en la juventud española, puesto que los jóvenes diferencian entre lo que representan unos
problemas concretos, que ellos sufren o pueden sufrir a nivel particular y los problemas gene-
rales del mundo a nivel global. Por lo tanto, no existe confusión entre los problemas que
tienen como jóvenes españoles y los problemas más acuciantes en el resto del mundo. De
hecho, hasta el cuarto puesto no aparece un problema que se padece por todos: la crisis eco-
nómica, seguido de cerca por la carencia de puestos de trabajo y desigualdades entre países
pobres y ricos.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 29
Por lo tanto, ante estos datos se puede afirmar que los jóvenes españoles sienten una
seria preocupación a nivel internacional por las desigualdades e injusticias sociales, que son
percibidas como los mayores obstáculos para un desarrollo común.
Si contrastamos estos datos con los del gráfico anterior, referido a la identificación espe-
cífica de los problemas de los jóvenes en España, comprobamos que tanto el problema de “las
drogas y el alcohol” como el de “acceso a la vivienda”, que ocupaban la primera y tercera posi-
ción a nivel de España, no superan el 6% de consideraciones a nivel mundial. Es evidente, por
lo tanto, que existe una visión específica de la juventud española respecto al mundo actual y
sus problemas que se diferencia de su mundo particular.
Las apreciaciones son aun mucho más negativas entre las mujeres, con un 42,6% que
piensa que las futuras generaciones vivirán peor que ahora, lo que significa 5 puntos por
encima de los hombres. Algo parecido ocurre entre los jóvenes de más edad (de 25 a 30 años)
entre los que los pesimistas llegar al 41,3%.
Atendiendo al nivel de estudios de los entrevistados, los más pesimistas son aquellos que
sólo han completado estudios primarios (43,2%) frente al 36% de los que han completado
estudios superiores.
También en lo que concierne a la clase social, se constata una clara y evidente tendencia:
entre los que se sitúan en la clase alta y media-alta, el 57,4% considera que en el futuro las nue-
vas generaciones vivirán mejor y sólo un 17% piensa que se vivirá peor. Por el contrario, entre las
clases medias el porcentaje de los que piensan que en el futuro se vivirá peor asciende al 40,7%,
llegando esta proporción al 45,8% entre los que se ubican en la clase trabajadora u obrera.
Por otro lado por seguir dando datos objetivos se puede establecer una gran negatividad
en la visión de los jóvenes sobre su futuro, por un lado piensan que van a disponer de menos
tiempo libre. Van a tener que trabajar y formarse durante un mayor número de años y por lo
tanto van a disponer de menos tiempo para dedicarlo al ocio.
Por último señalar que a pesar de la gran cantidad de paro de los jóvenes y la precarie-
dad del mismo, no pierden la esperanza y un 34,6% piensa que va a haber más paro frente al
42,1% creen que se va a reducir.
30 ESTUDIOS
4
Los retos educativos ante las
nuevas sociedades del siglo XXI
Los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que se han producido en Europa y en
el conjunto de las sociedades occidentales en las últimas décadas han sido muy profundos.
Merece la pena, aunque sea de forma muy breve, recordarlos: la consolidación de unos mode-
los democráticos de convivencia, las concentraciones urbanas, el acelerado descenso de la
población activa agraria e incremento en el sector industrial y de servicios, el aumento de tra-
bajo extradoméstico de la mujer, la elevación de las tasas de escolarización de los dos sexos,
la secularización, la difusión del bienestar económico y de las sociedades de consumo, el cam-
bio de la estructuras ocupacionales y la reducción del paro, la revolución tecnológica, etc.
En su conjunto, no resulta arriesgado decir que han permitido el tránsito de unas socie-
dades industriales y modernas a unas dinámicas sociedades post-industriales, post-modernas,
del conocimiento, de la información. El mejor ejemplo puede observase en el caso de España,
donde este cambio ha acontecido “sin solución de continuidad” y ha permitido que en muy
pocos años se produzca una “modernización sociológica” que introduce a España en las socie-
dades más avanzadas tecnológicamente del mundo1.
1
Véase Del Campo, S. y Tezanos, J. F. (coord.), La sociedad, Biblioteca Nueva, Madrid, 2008.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 31
Si tratamos de sintetizar las principales transformaciones sociales y en las mentalidades
que han afectado a la vieja Europa, éstas podrían quedar resumidas así:
2
EUROSTAT, Europe in figures, Bruselas, 2010. http://epp.eurostat.ec.europa.eu/cache/ITY_OFFPUB/KS-CD-10-
220/EN/KS-CD-10-220-EN-TOC.PDF
32 ESTUDIOS
Gráfico 4.2. Porcentaje de jóvenes de
18 años en el sistema educativo en
algunos países de la UE
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 33
ciclos vitales inter generacionales, y desde el punto de vista privado, el reto se
encuentra en la compaginación de los tiempos de vida y de trabajo3.
3
Durán, Mª Ángeles, Tiempo de vida y tiempo de trabajo, Madrid, Fundación BBVA, Madrid, 2010.
4
Véase Jiménez, D., “La estrategia de desarrollo sostenible de la Unión Europea en el contexto global: de Rio a Johan-
nesburgo”, Información Comercial Española, 800, Madrid, 2002 págs. 97-122.
5
Véase Tezanos, J. F., Tendencias en desigualdad y exclusión social, Fundación Sistema, Madrid, 2004.
6
Véase Castilla, A., Díaz, J. A., “La sociedad de la información en España” en S. Del Campo y J. F. Tezanos (coord.), La
Sociedad, Biblioteca Nueva, Madrid, 2008.
34 ESTUDIOS
En 1994, Jacques Delors, en aquel momento Presidente de la Comisión Europea, detectó
estas cuestiones. Aún más, planteó, en forma de Libro Blanco, cuales eran los retos y princi-
pales pistas para que Europa entrara con éxito en la sociedad globalizada del siglo XXI. Merece
la pena recordarlas:
Estas prioridades que destacaba la Comisión Europea tienen que ser enmarcadas en un
contexto laboral concreto donde coexisten:
7
Véase Vandenbranden, T. (ed.), Mobility in Europe, European Foundation for the Improvement of Living and Working
Conditions, Luxemburgo, 2006.
8
Véase Madrid, J. M., “La política educativa de la Unión Europea al servicio del desarrollo económico con cohesión social”,
Revista Española de Educación Comparada, 13, Madrid, 2007, pág. 258.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 35
4.2. Retos de futuro para la educación de la sociedad del conocimiento
Ante estas transformaciones, nuevos retos y paradojas, la educación del siglo XXI deberá ayu-
dar a conseguir tres grandes metas principales:
— El desarrollo del individuo, para que pueda desplegar todo su potencial y llevar una
vida feliz y fructífera.
— El desarrollo de la sociedad, en particular reduciendo las disparidades y desigualdades
entre individuos o grupos.
— Y el desarrollo de la economía, haciendo lo necesario para que las capacidades de los
individuos correspondan a las necesidades de las empresas y de los empleadores.
Para alcanzarlos, es necesario afrontar una serie de retos. Retos que no son otros que: la
calidad, el acceso, el contenido, la apertura y la eficacia. Veámoslos de forma más detallada.
Acceso. Hay que mejorar el acceso al aprendizaje en todas las etapas de la vida. Empe-
zando por adelantar la escolarización, ámbito en el que se han hecho importantes avances, tal
y como puede observarse en el gráfico 4, así como con la apertura de la educación a las per-
sonas mayores. Igualmente, conviene destacar el papel que debe desempeñar la educación en
la mejora de la cohesión social, atrayendo hacia el aprendizaje a las personas con dificultades
o pertenecientes a minorías para que puedan participar plenamente en la sociedad. En este
sentido, se enmarca la necesidad de que el aprendizaje se haga más atractivo y responda
mejor a las necesidades y las circunstancias específicas de quienes aprenden.
36 ESTUDIOS
Contenido. Hay que reconsiderar las capacidades básicas que deben tener los jóvenes al
terminar la educación o la formación iniciales; y en éstas se han de integrar plenamente las
tecnologías de la información y la comunicación. Aún más, hay que aplicar una perspectiva de
futuro a las capacidades básicas, es decir, que se adapten continuamente su definición y los
medios para impartirlas, y de que la gama de temas tratados sea lo más amplia posible.
En este sentido, conviene subrayar el papel de la educación para transmitir los valores
de la sociedad –democracia, ciudadanía y comunidad-.
Apertura. Hay que hacer especial hincapié en que los colegios, los centros de formación
y las universidades se abran al mundo y aumenten sus relaciones con el entorno local. Sobre
todo con las empresas y los empleadores, para comprender mejor sus necesidades y mejorar
así la empleabilidad de los alumnos. El objetivo es conseguir que estos tengan la mente abierta
a Europa y al mundo.
Teniendo como telón de fondo cada uno de estos retos, la educación del siglo XXI tendrá que
abordar cinco objetivos muy concretos:
Para que la sociedad europea sea más competitiva y dinámica, es imprescindible que
mejore la calidad del aprendizaje. Algo que es así mismo esencial para que los ciudadanos
europeos puedan desarrollar mejor sus propias capacidades y actitudes, y desplegar su poten-
cial como individuos, como miembros de la sociedad y como agentes económicos.
9
Véase Madrid, J. M. (2007): “La política educativa de la Unión Europea al servicio del desarrollo económico con cohe-
sión social”, Revista Española de Educación Comparada, 13, Madrid, 2007, pág. 264.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 37
4.3.1. Mejorar la formación de profesores y formadores.Uno de los principales retos a los
que habrán de enfrentarse los sistemas educativos en la próxima década es el de mejorar la
formación inicial y en servicio de los profesores y formadores. Hay que conseguir que sus
capacidades respondan a los cambios que experimenta la sociedad y a las expectativas de la
misma. Aún más, se adapten a la variedad de grupos afectados (jóvenes de todas las edades
en educación y formación iniciales; adultos de muy diversas edades; personas con dificulta-
des especiales de aprendizaje, o de carácter personal o social, etc.).
Las capacidades de los profesores y los formadores son la clave para motivar a los alum-
nos y conseguir que tengan éxito. En nuestros días, la formación orientada al futuro resulta
esencial. La mayoría de los profesores obtuvieron sus titulaciones hace veinticinco años o más,
y la mejora de sus capacidades, en muchos casos, no ha mantenido el ritmo de los cambios. Así
mismo, el papel de los profesores ha cambiado: ya no son la única fuente de conocimientos,
que imparten a una respetuosa audiencia. Ahora hacen más bien de tutores que orientan a
cada alumno en su viaje por un camino único e individual hacia el conocimiento.
La formación debería hacer capaces a los profesores y los formadores (que tienen pro-
blemas diferentes, pero una influencia más o menos igual) de motivar a sus alumnos no sólo
para que aprendan las capacidades profesionales que necesitan. También para que se hagan
responsables de ese camino único e individual que es el que puede proporcionarles las com-
petencias exigidas hoy en día en la sociedad y el mundo laboral. En este sentido, se deben
formar personas preparadas para enfrentarse a problemas globales, capaces de afrontar la
incertidumbre y con una gran capacidad de adaptación10.
A largo plazo, las cuestiones en torno al papel del profesorado quizá tengan que tomar
también en consideración hasta qué punto resulta atractivo el trabajo del profesor, dado el
porcentaje de ellos que se aproximan a la edad de jubilación.
Aunque es difícil evaluar con precisión la extensión del problema (puesto que la gente,
lógicamente, es reacia a admitir que tiene dificultades para leer o hacer cálculos elementales),
no hay duda de que sigue existiendo. Aún más, el desconocimiento de estas actitudes ele-
mentales supone para algunas personas un freno a lo largo de toda su vida. Algunos grupos
(por ejemplo, aquellos cuya lengua materna es distinta de aquella en la que tienen que apren-
der) son especialmente vulnerables en este sentido.
En el caso de España, el informe Pisa 2009 pone de manifiesto que entre el año 2000 y
el 2009 los resultados españoles en lectura, matemáticas y lengua han permanecido estables
(Tabla 1), en unos promedios inferiores a los promedios de la OCDE de 10 puntos en lectura, 15
en matemáticas y 12 en ciencias en estos cuatro ejercicios.
10
Véase Hargreaves, A., Profesorado, cultura y postmodernidad, Morata, Madrid, 1996.
38 ESTUDIOS
Tabla 4.1. Evolución de los
2000 2003 2006 2009 Diferencia promedio OCDE/España
resultados globales en las tres
Lectura Promedio OCDE 500 494 492 493
competencias
España 493 481 461 481 10
Matemáticas Promedio OCDE 500 498 496
España 485 480 483 15
Ciencias Promedio OCDE 500 501
España 488 488 12
4.3.3. Acceso al aprendizaje permanente. El reto principal es conseguir que los sistemas
educativos se adapten a las necesidades de las personas de todas las edades y sean capaces de
atraer al proceso de aprendizaje a gente de cualquier edad. Los cambios producidos en la natu-
raleza del trabajo y en la disponibilidad de información hacen que el gusto continuado por
aprender e informarse sea crucial tanto para los individuos como para la sociedad y la economía.
Para hacer frente a este reto, lo primero es reconocer la necesidad de cambiar la manera
en que se proporcionan la educación y la formación. Esto implica que esos sistemas deben
hacerse más democráticos en todos sus aspectos, y que deben adoptar frente a los alumnos
una actitud más hospitalaria, sobre todo en la enseñanza superior. La orientación a los alum-
nos debe ser más accesible, y debe aprovecharse más el potencial que ofrecen los
ordenadores para individualizar la trayectoria formativa de las personas.
Sin embargo, este modo de ampliar la educación planteará cuestiones que no siempre
han formado parte del mundo educativo. Por ejemplo: la adaptación de los horarios a las nece-
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 39
sidades de las personas con responsabilidades familiares, la disponibilidad de servicios de
guardería durante los cursos, o incluso el reconocimiento de la experiencia adquirida ante-
riormente fuera de los sistemas formales de educación.
Exige así mismo ampliar la educación a los más pequeños: la mayoría de los padres
desean encontrar centros de pre-escolar en los que se combine el juego con el aprendizaje, y
se proporcione así a los niños una mejor base social para que el paso al proceso más formal de
aprendizaje en el colegio resulte más eficaz. Esta es además una herramienta muy importante
para motivar a las mujeres a su participación activa en el mercado de trabajo y para reducir
las desigualdades sociales y culturales12.
4.3.4. Hacer más atractivo el aprendizaje. En este contexto también se plantea la cuestión
de los incentivos para seguir aprendiendo, o de en qué medida se puede considerar que los
servicios están orientados a la demanda.
Al alcanzar la edad en que pueden dejar la educación o la formación formales, los jóve-
nes tienden cada vez más a incorporarse a un empleo remunerado. Por tanto, se les han de
presentar otros incentivos que contrarresten al de la remuneración.
4.3.5. Coherencia interna de los sistemas educativos. La manera en que se organizan los
sistemas educativos también puede dificultar el acceso. ¿Son lo bastante flexibles? ¿Ofrecen la
posibilidad de incorporarse a cualquier edad, desde la más tierna infancia hasta las épocas más
avanzadas de la vida? ¿Es fácil cambiar de trayectoria normativa? ¿Permiten todas las trayec-
torias acceder, por ejemplo, a la enseñanza superior? Este tipo de cuestiones pueden animar
o desanimar al individuo, con sus propias circunstancias y ambiciones, avanzar en su aprendi-
zaje, a o participar o a no reincorporase a él.
En primer lugar, ha que asegurarse de que sus contenidos se adaptan a las necesidades
de los diversos grupos involucrados. En segundo lugar, la imagen de la sociedad que transmite
a través de sus planes de estudio y de sus materiales de enseñanza ha de ser aquella que la
propia sociedad desearía: por ejemplo, en ámbitos tales como la igualdad de oportunidades,
o la lucha contra el racismo o la discriminación.
Los contenidos del aprendizaje que la sociedad exige a la educación que aporte son
aquellos que proporcionan al individuo una base sólida para la vida y el trabajo. Comprenden,
pues, tanto los de carácter profesional o técnico como los de carácter personal o social, que
permiten a la persona trabajar en compañía de otras y llevar una vida feliz y fructífera.
12
Comisión Europea, Educación y atención a la primera infancia en Europa: un medio para reducir las desigualdades socia-
les y culturales, Bruselas, 2009, EURYDICE.
40 ESTUDIOS
4.4 Dos piezas clave: tecnologías y capacidades
Por lo que respecta a los sistemas educativos se plantea un doble reto: en primer lugar,
garantizar que haya suficientes equipos y conexiones para que los alumnos puedan sacar real-
mente provecho de Internet, y, en segundo lugar, garantizar que se introduzcan contenidos de
aprendizaje adecuados y marcos pedagógicos adaptados para que pueda obtenerse el
máximo provecho.
Tabla 4.2. Hogares de la Unión Hogares con acceso a Internet (%) Conexión a Internet mediante banda ancha
Europea y acceso a Internet (% de hogares con Internet)
(2008) Países Bajos 86 86
Suecia 84 84
Dinamarca 82 90
Luxemburgo 80 76
Alemania 75 73
Finlandia 72 91
Reino Unido 71 86
Austria 69 79
Francia 62 92
UE-27 60 81
Malta 59 94
Eslovenia 59 84
Estonia 58 94
Eslovaquia 58 61
Letonia 53 75
España 51 87
Lituania 51 84
Polonia 48 80
República Checa 46 79
Portugal 46 85
Chipre 43 77
Italia 42 73
Grecia 31 73
Rumanía 30 45
Bulgaria 25 82
13
Véase González Blasco, P. (coord.), Jóvenes Españoles 2010, Fundación SM, Madrid, 2010.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 41
Del mismo modo, no se trata únicamente de formar a los profesores, sino dotarles de las
capacidades y los programas informáticos necesarios para integrar las TIC en su práctica dia-
ria, y aumentar así la capacidad de aprendizaje de las personas con las que trabajan. Estos
retos seguirán aún con nosotros unos pocos años.
De modo similar, la sociedad en su conjunto es menos uniforme que antes, y son nece-
sarias de manera más general actitudes personales (capacidad de adaptación, tolerancia hacia
los demás y hacia la autoridad, trabajo en equipo, resolución de problemas y asunción de ries-
gos, independencia, etc.), si se quiere que la gente conviva basándose en la tolerancia y el
respeto hacia los demás. Los avances tecnológicos están transformando la forma que tene-
mos de relacionarnos y con ello las estructuras que articulan la vida cotidiana. La información
se convierte en materia prima al ser más necesaria para la continua toma de decisiones, dando
lugar a lo que Sennett14 ha denominado como “el hombre flexible” dispuesto a cambiar y a
adaptarse rápidamente a los nuevos ámbitos relacionales.
14
Véase Sennett, R., La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Ana-
grama, Madrid, 2006
42 ESTUDIOS
entenderse por capacidades básicas debe tener un carácter prospectivo y tener en cuenta
tanto las disponibilidades actuales como las necesidades futuras.
Dada la importancia de estos campos para la economía del futuro, resulta esencial com-
prender las causas de esta tendencia y actuar para fomentar la incorporación de estos
estudios.
Es necesario abrir los sistemas educativos a la influencia de otras partes de la sociedad, tanto
de las que están próximas a los centros escolares (padres, instituciones y empresas locales,
etc.), como de las que lo están menos (intercambios, movilidad, redes de correo electrónico).
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 43
Esta necesidad no se debe únicamente a la mayor movilidad profesional y geográfica de
las personas a lo largo de su vida laboral, sino que es también parte del proceso de adaptación
de España y Europa ante los retos que plantea la economía global.
Además, los centros escolares no tienen a veces que ir muy lejos para encontrar recursos
en este contexto: el carácter multicultural de muchos colegios urbanos, cuyos alumnos quizá
hablen en sus casas, veinte, o incluso más idiomas distintos, da acceso a otras culturas y esti-
los de vida a las propias puertas del centro. Y lo mismo se puede decir de las instituciones de
formación dedicadas a la juventud.
Los estudios demuestran que la enseñanza temprana de idiomas es clave para que las
actitudes lingüísticas del individuo sean mejores en el futuro. No sólo se ancla el concepto de
idioma extranjero en la mente del niño cuando éste es más receptivo, sino que es otra manera
de despertar el interés por otras sociedades y otros países. En los últimos años se han hecho
muchos esfuerzos en la Unión Europea en este sentido, aunque diferenciados según el país
(Gráfico 7). Casi la mitad de los niños de la Unión reciben educación de inglés independiente-
mente de su país de residencia, destacando sobre todo Italia, Austria o Noruega, donde este
porcentaje llega al 100%.
44 ESTUDIOS
La enseñanza de profesores de idiomas nativos sería también provechosa para la enseñanza
de idiomas a los adultos, al igual que la elaboración de materiales dirigidos específicamente a
este público.
B. Aumento de la movilidad y los intercambios. Durante los últimos diez años, merced,
entre otras cosas, al interés despertado por los propios programas de educación de la Unión
Europea, como Sócrates, Leonardo o Juventud, muchos centros escolares han emprendido
actividades relacionadas con la movilidad y los intercambios. El sistema de becas Erasmus diri-
gidas a estudiantes universitarios pueden valorarse como un gran éxito de la Unión; el número
de estudiantes que han accedido a este tipo de becas se ha multiplicado en los últimos años
(Gráfico 8), siendo España uno de los países preferidos de destino a nivel europeo, pero tam-
bién siendo los estudiantes españoles los que presentan tasas de movilidad más altas.
FUENTE: Datos y Cifras del sistema universitario español (MEC, 2011: 35).
Si bien muchas de estas actividades exigen algún tipo de financiación pública, la canti-
dad global no suele ser muy grande en proporción a los costes totales. Y tanto los centros
como los alumnos se muestran muy eficaces a la hora de conseguir el dinero necesario para lle-
var adelante el proyecto, lo que constituye un efecto positivo secundario de este tipo de
actividades. En conjunto, estas actividades proporcionan a los participantes una imagen nueva
del mundo y una manera práctica de aprender idiomas, y les enseñan a apreciar los aspectos
positivos de los demás. Ofrecen también una perspectiva distinta del proceso de aprendizaje,
y proporciona a los profesores la oportunidad de intercambiar buenas prácticas y conoci-
mientos con colegas extranjeros.
15
Izquierdo, J., Estado y sistemas de bienestar, Madrid, Ediciones Académicas, Madrid, 2010.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 45
Lo que hace falta ahora es ampliar la gama de centros escolares e instituciones de for-
mación que participan en estas actividades, pues las instituciones con los alumnos menos
favorecidos tienden a estas infra-representadas. Esto exige realizar un esfuerzo de forma-
ción en las instituciones y centrar los recursos en ese tipo de centros escolares. Así mismo,
es necesario llevar a cabo una campaña de fomento y motivación en la que se muestren los
beneficios que pueden aportar estas actividades a los centros que realizan la inversión
necesaria.
C. Intensificación de las relaciones con las empresas. Hoy en día se reconoce la necesi-
dad de que los centros escolares y las instituciones de formación se relacionen con el mundo
empresarial. En muchos países, esta relación se pone de manifiesto en la participación de los
interlocutores sociales en la organización de la formación. Para asegurar la empleabilidad, es
esencial que existan este tipo de relaciones.
Sin embargo, las empresas locales también pueden servir, por ejemplo, para ofrecer un
panorama de las capacidades que estarán más solicitadas en el futuro en la zona de que se
trate, e informar a los alumnos sobre el modo en que funciona el mundo empresarial. Los cen-
tros escolares deberían aprovechar los contactos con las empresas de la zona para
proporcionar modelos de empresa eficaz, como parte de sus programas de educación cívica.
Los sistemas educativos deberían plantearse si su actitud para con las empresas, y para
con sus socios fuera del propio sistema de educación, sigue siendo válida en el nuevo milenio.
Anteriormente, la actitud ha sido más bien de protección contra las influencias externas,
debido, entre otros factores a:
El fomento de ese interés, y su no exclusión, puede ser la mejor forma de servir a la socie-
dad. Los sistemas educativos deberían revisar su funcionamiento práctico para ver que
lecciones se pueden extraer de esta participación del sector privado. El fin no es otro que moti-
var a los alumnos e introducir una nueva perspectiva en los centros escolares o de formación.
46 ESTUDIOS
A. Sistemas de aseguramiento de la calidad. Los sistemas de aseguramiento de la calidad
en los centros escolares y las instituciones de formación son esenciales para que el sistema de
educación y formación funcione eficazmente. Permiten evaluar los servicios que se ofrecen e
identificar los puntos débiles o los aspectos que han de mejorarse.
Se dispone de técnicas que permiten medir la calidad, aunque no todos los países tie-
nen la misma experiencia en su uso en el ámbito de la educación.
Aunque la introducción de estas técnicas exige a los profesores y los directores de los
centros un esfuerzo para adquirir la formación adecuada, su aplicación conlleva una mejora de
la calidad en varios terrenos: en el propio aspecto administrativo de la vida escolar; en la expe-
riencia de aprendizaje que se ofrece a los alumnos; en la impresión global que la comunidad
local tiene del centro educativo.
Aumenta así la confianza en los servicios que se ofrecen y las expectativas con respecto
al alumnado. Se crea, pues, un círculo vicioso que permite no sólo un mejor aprovechamiento
de los recursos, sino una mayor contribución del centro educativo a su comunidad.
B. Adaptar los recursos a las necesidades. El aumento de la presión por obtener buenos
resultados exige centrar los recursos en las necesidades reales. Esto implica que las autoridades
competentes han de ser capaces de saber qué centros funcionan bien, cuáles no tan bien y cuá-
les funcionan mal, y de orientar los recursos en las direcciones apropiadas. Aquello en lo que se
basen debe ser transparente para el ciudadano y comprensible para todos los afectados.
Por tanto, las autoridades necesitan contar con unos criterios reconocidos para medir el
éxito de sus centros educativos, que tengan en cuenta los diferentes puntos de partida y el
contexto socioeconómico del área donde se encuentre el centro en cuestión.
En muchos países de nuestro entorno se cuenta con este tipo de sistemas, cuyo perfec-
cionamiento es fundamental para aumentar la transparencia de la educación ante los
ciudadanos y asegurar su eficacia.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 47
5
Nuevas generaciones
de jóvenes para una nueva
sociedad del trabajo
Las sociedades en las que vivimos en esta primera década del S.XXI son sociedades que se
enmarcan en contextos “muy complejos y abiertos, en los que la lógica de pertenencia social
presenta características diferentes a aquellas que eran propias de las sociedades de hace sólo
unas pocas décadas”1. Uno de los segmentos de población protagonistas es el de los jóvenes
quienes están viviendo en una época de grandes cambios y transformaciones.
En esta dirección enmarcaríamos la predicción que realiza Tezanos3 en torno a las ten-
dencias que se adivinan en la configuración de la estructura laboral. La idea de partida para
entender su planteamiento es la necesaria asunción de la existencia de una nueva forma de
organizar la producción y cómo ésta tendrá una gran influencia en las realidades laborales que
han caracterizado el siglo XX. Esas influencias estarán presentes tanto en el caso de las per-
sonas como en el caso de los sistemas sociales considerados en sí mismos. Pero ¿qué
consecuencias tendrán tanto de forma directa o indirecta? Y, ¿en qué aspectos concretos se
materializará? Estimamos interesante recordar buena parte de estos aspectos:
1
Véase Tezanos, J. F., “Las generaciones perdidas. Tendencias de precarización laboral y exclusión social de los jóvenes”
en Tezanos, J. F. (ed.): Juventud y exclusión social. Décimo foro sobre tendencias sociales, Editorial Sistema, Madrid, 2009,
págs. 23-24.
2
Véase Tezanos, J. F., El trabajo perdido. ¿Hacia una civilización postlaboral?, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, pág. 161.
3
Véase Tezanos, J. F., El trabajo perdido. ¿Hacia una civilización postlaboral?, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, págs. 81 y ss.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 49
1. Las modalidades de efectuar las tareas productivas
2. La estructura ocupacional en cuanto tal
3. La oferta de empleo disponible y el paro estructural
4. Las formas de organizar la producción, y sus repercusiones en la estructura social
5. La percepción social sobre el trabajo, y sobre su papel
6. La distribución de los bienes y recursos
7. La formalización de las identidades de clase
8. El sentido vital de realización y pertenencia de las personas
Tezanos indica que esa influencia ha sido diferente según la variable ‘grado de indus-
trialización’ del país4. Así, las llamadas sociedades industriales maduras, como es el caso de
España, se caracterizarán entre otras cosas, por:
4
Véase Tezanos, J. F., El trabajo perdido. ¿Hacia una civilización postlaboral?, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, pág. 83
50 ESTUDIOS
tecnologías son “acompañantes” de la producción y no centrales (como ocurre en
los procesos industriales y agrícolas). De esta forma parece que está deviniendo un
cambio social.
Pero estamos ante escenarios de clara exclusión social de los más jóvenes. La materiali-
zación de esa exclusión social se aprecia si dibujamos el escenario de riesgos que afectan
directamente a los jóvenes y, en concreto, a su ciudadanía social7. Ese escenario de riesgos,
cada vez más claro, lo encontramos en factores como el paro y la precarización laboral.
Si nos detenemos en datos estadísticos, en el caso de nuestro país y en los últimos años,
podemos apreciar una serie transformaciones que merecen ser destacadas en relación al paro.
Pero, en primer lugar analicemos la ocupación para terminar haciéndolo del paro de las gene-
raciones más jóvenes. Como sabemos, el Instituto Nacional de Estadística define a la población
ocupada como la formada por todas aquellas personas de 16 o más años que durante la
semana de referencia han tenido trabajo por cuenta ajena o ejercido una actividad por cuenta
propia.
5
Véase Tezanos, J. F., El trabajo perdido. ¿Hacia una civilización postlaboral?, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, págs. 85-86
6
Véase Tezanos, J. F., “Las generaciones perdidas. Tendencias de precarización laboral y exclusión social de los jóvenes” en
Tezanos, J.F. (ed.): Juventud y exclusión social. Décimo foro sobre tendencias sociales, Editorial Sistema, Madrid, 2009, pág. 33.
7
Véase Tezanos, J. F., “Las generaciones perdidas. Tendencias de precarización laboral y exclusión social de los jóvenes” en
Tezanos, J. F. (ed.): Juventud y exclusión social. Décimo foro sobre tendencias sociales, Editorial Sistema, Madrid, 2009, pág. 37
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 51
Gráfico 5.1. Ocupados por grupos de
edad 16 a 34 años (2005-2009).
Miles de personas
La evolución del número de ocupados por grupo de edad (Gráfico 1) en el período 2005-
2009, tal y como podíamos prever dada la situación del ciclo económico que comprende estos
datos, ha ido en un sentido negativo. En todos los casos según el grupo de edad, el número de
ocupados, habiendo llegado a su máximo en los años 2006-2007, ha caído por debajo de la
cifra inicial salvo para los de 30 a 34 años entre los cuales, habiendo vivido también la ten-
dencia descrita, en la media anual de 2009 aún no se situaba en las cifras de 2005.
Tabla 5.1.
El estudio por rama de actividad (Tabla 5.1) en la que se distribuyen los ocupados jóve-
nes en España nos permite conocer cuáles son las actividades en las que este segmento
52 ESTUDIOS
poblacional tiene mayor presencia. El análisis realizado se presenta con datos de 2008-2009.
La rama de actividad en la que los jóvenes analizados tienen mayor presencia es el de “Comer-
cio al por menor y mayor y Reparación de vehículos”, si bien ésta disminuye a medida que
aumenta la edad. Así, mientras que entre los de 16 a 19 años en el año 2009 el 22,5% de los
ocupados lo estaban en esa rama de actividad, entre los que tienen de 25 a 29 en ese mismo
año el porcentaje se reduce hasta el 17,7%.
Sin embargo ha habido ramas en las que, en términos relativos, se ha producido un incre-
mento del número de ocupados. Este es el caso de la Administración Pública y en las Actividades
Sanitarias y de Servicios Sociales. Lo mismo ha ocurrido en la rama de la Agricultura, de la Pesca,
la Silvicultura y la Ganadería. No en vano, muchos de los ocupados del sector de la construcción
han pasado a engrosar los ocupados del sector agrícola, ganadero y pesquero.
Tabla 5.2.
Por su parte, las tasas de empleo han tenido importantes variaciones en el periodo ana-
lizado y en cada grupo de edad (Tabla 5.2). Sin duda, las tasas que han sufrido una mayor
variación, y a la baja, han sido las de los grupos de 16 a 19 años y de 20 a 24 años, pasando en
el primero del 20,5% de ocupados sobre el total de población de esa edad al 11,1%, y en el
segundo del 55,6% al 44,3%. El segmento de edad que parece haber tenido una menor caída
ha sido el de 30 a 34 años, entre los cuales se ha pasado de una tasa de ocupación del 78,1%
a una del 72,8%. En cualquier caso, indicar que en todos los grupos de edad se ha experimen-
tado una caída de las tasas de empleo superior a la vivida en el conjunto de España. En suma,
estaríamos ante la confirmación de un escenario de incertidumbre en el que los jóvenes des-
arrollan la que denominamos transición al mercado de trabajo. Esta transformación social en la
que los jóvenes actúan ahora como claros protagonistas en riesgo de exclusión se visualiza aún
más si nos centramos en el análisis de la población parada joven.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 53
Población parada o desempleada, según el INE, es aquella persona de 16 o más años que
está sin trabajo, está buscando trabajo y que se encuentre disponible para trabajar Serán, por
tanto, también parados aquellas personas de 16 o más años que cumpliendo las tres condi-
ciones anteriores hayan encontrado un trabajo al que se incorporarán en los tres meses
siguientes a la semana de referencia.
Lo que sí parece claro a la vista de los datos presentados en el Gráfico 5.2 es que la evo-
lución del paro en España en lo que a los grupos de edad jóvenes se refiere está siendo, cuanto
menos, dramática, al menos en los dos últimos años contemplados en el estudio. Si bien desde
2005 a 2007 se aprecia una caída en el volumen de parados de todos los grupos de edad, ese
último año se convierte en el punto de inflexión que lleva a un incremento drástico del número
de parados en menos de 2 años. Así, desde 2007 la subida del volumen de parados del grupo
16 a 19 años ha sido del 58,3%, en el de 20 a 24 esa subida se ha situado desde ese año en un
107,6%, mientras que en el segmento de 25 a 29 y en el de 30 a 34 ha sido del 130.3% y del
141,3% respectivamente. Sin duda las cifras no hacen más que demostrar la salida del sistema
económico de enormes contingentes de población activadas para el trabajo pero que no pue-
den cumplir sus expectativas
A esto podemos sumar que ya en 2011 que “entre los jóvenes parados que buscan empleo
casi hay un millón que lleva más de un año intentándolo”. De ese millón, unos trescientos noventa
mil acumulan más de dos años en esa misma situación y un tercio de ese mismo millón aún que-
dan a la espera de encontrar – lograr un primer trabajo en su vida laboral8.
8
Véase Tezanos, J. F., “El paro juvenil”, en Revista Temas, nº 199, Madrid, 2011, pág. 5.
54 ESTUDIOS
Gráfico 5.3. Evolución de la tasa
de paro por grupos de edad 16 a 34
años (2005-2009) % medio anual
Vista la situación presentada hasta el momento, las tasas de paro de los grupos de edad
más jóvenes no podrían ser más desalentadoras. En el Gráfico 5.3 comprobamos como los
años 2006 – 2007 son un punto de inflexión en relación a la tasa de paro según cada grupo de
edad que estamos analizando. Así, si en 2007 la tasa de paro del grupo de edad de 16 a 19
años era del 28,71%, la media anual de 2009 se sitúa en el 55,31% (habiendo llegado ya en 2011
a más del 60%). En el caso de los que tienen entre 20 y 24 años la inflexión comienza a pro-
ducirse en 2006, donde se la tasa de paro alcanza suelo situándose en el 14,82%, pero finaliza
el periodo analizado en el 33,42%. Por su parte, el segmento de 25 a 29 años comienza a variar
en sentido negativo al igual que el de 30 a 34 años en el año 2007. En el primer caso la tasa
ha alcanzado el 22,12%, mientras que en el segundo se sitúa en el 17,56%, habiendo partido en
ambos casos de tasas por debajo del 10% en el año 2007.
Tabla 5.3.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 55
vistada en la EPA. En la Tabla 5.3 podemos ver un hecho llamativo: si bien al inicio del periodo
las tasas de paro eran mayores entre las mujeres que entre los hombres en todos los grupos de
edad contemplados en el análisis, el incremento de las mismas ha sido menos acusado entre
ellas que entre ellos. Es decir, y al menos durante el tiempo estudiado, el incremento del paro
parece haber afectado más a los hombres que a las mujeres. Además, hemos de indicar que
frente a esa diferencia en cuanto a las tasas en todos los grupos de edad entre hombres y
mujeres del año 2005, en el año 2009, en la media anual, esas diferencias en términos relati-
vos han desaparecido, siendo las tasas de paro muy similares en todos los grupos de edad
tanto para los hombres como para las mujeres.
En este punto cobran sentido los resultados de las Encuestas del GETS (Grupo de Estu-
dios de Tendencias Sociales de la UNED) que han apreciado una tendencia cada vez mayor en
la opinión pública española al considerar que las “nuevas generaciones no van a mejorar, e
incluso estiman que en un futuro inmediato vivirán peor o igual que ahora”9. El pesimismo se
cierne sobre las generaciones jóvenes y sobre sus posibilidades de inclusión social. En este
sentido cobran especial importancia las palabras de Luis Enrique Alonso10 cuando afirma que
la “ruptura generacional implica la fragmentación de los ciclos de vida personales en el tra-
bajo”, lo que está generando importantes desfases en los modelos tradicionales de juventud
donde la visión de la misma “como una situación transitoria entre la infancia y la vida adulta,
en la que ninguna persona debía quedarse, se ha quedado obsoleta”11, puesto que el trabajo
que el mercado laboral proporciona a los jóvenes sirve en la actualidad más para financiar la
dependencia económica de la familia que la emancipación familiar, rompiendo así las posibili-
dades de entrada en el mundo adulto y, con ello, posicionándolos en riesgo de exclusión.
Esta exclusión social, en definitiva, rompe la linealidad que se podía identificar como
momentos y tiempos de preparación y de acceso a la edad adulta, lo que “supone un tácito
compromiso de las generaciones de los progenitores de hacer sitio a las nuevas generacio-
nes”12, algo que garantizaba la estabilidad y reproducción del sistema social y que, en la
situación que venimos describiendo, está en peligro.
A todo esto se une otro aspecto. Sin duda estamos ante generaciones de jóvenes mejor
preparadas que sus antecesoras, no sólo desde el punto de la titulación alcanzada, sino desde
la mejora de la empleabilidad. Sin embargo, la propia formación reglada se ha venido a con-
vertir en un escenario de estancia prolongada de los jóvenes en espera de su oportunidad en
el mercado laboral. Aún tienen sentido afirmaciones como las de Hernández Aristu cuando
señala que la “formación se presenta como acumulación de capital para pujar en el mercado
laboral, en el que la oferta de empleos bien remunerados escasea (…) en definitiva, que la for-
mación es una estrategia más de competitividad”13 por el bien que es un puesto de trabajo. Es
decir, estamos ante un factor de empleabilidad más pero no el único.
9
Véase Tezanos, J. F., “Las generaciones perdidas. Tendencias de precarización laboral y exclusión social de los jóvenes”
en Tezanos, J.F. (ed.): Juventud y exclusión social. Décimo foro sobre tendencias sociales, Editorial Sistema, Madrid, 2009,
pág. 44.
10
Véase Alonso, L. E., Trabajo y postmodernidad: el empleo débil, Fundamentos, Madrid, 2000, pág. 75.
11
Véase Martín Serrano, M., “La prolongación de la etapa juvenil de la vida y sus efectos en la socialización”, Revista Estu-
dios de Juventud, nº 56, Madrid, 2002, pág. 104.
12
Véase Hernández Aristu. J., “Jóvenes entre la familia, la formación y el empleo. Estructuras de apoyo a sus transicio-
nes”, Revista Estudios de Juventud, nº 56, Madrid, 2002, pág. 122.
13
Véase Hernández Aristu. J., “Jóvenes entre la familia, la formación y el empleo. Estructuras de apoyo a sus transiciones”,
Revista Estudios de Juventud, nº 56, Madrid, 2002, pág. 124
56 ESTUDIOS
En este sentido, los datos de que nos aporta el estudio de IVIE14 son muy sugerentes al res-
pecto (Gráfico 5.4). El 67,4% de los jóvenes considera que la falta de experiencia es el principal
dificultador para la obtención de empleo. A la falta de experiencia se le une, en segundo lugar, la
falta de contactos (49,1%), o lo que es lo mismo, no tener red social para el acceso al empleo difi-
culta sobremanera esa entrada al mercado laboral. Los estudios ocupan el tercer lugar (29,3%),
quedando la mala suerte y la falta de adecuación de lo estudiado con un 23,9% y un 21,8% res-
pectivamente. Finalmente estarían el no tener iniciativa y no querer asumir riesgos.
Sin duda, uno de los planteamientos más importantes que podemos encontrar en este
documento, aparece en el preámbulo y está relacionado con el papel que deben jugar las
sociedades europeas en la inserción social de los jóvenes. En este sentido, se afirma que se
14
Véase IVIE y BANCAJA, Los jóvenes y el mercado de trabajo en la España Urbana: resultados del Observatorio de Inser-
ción Laboral 2005 (2006), Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas y Bancaja, Valencia, 2006
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 57
deben crear nuevos empleos con la finalidad de poder asegurar el futuro de las economías
europeas. Es más, se ahonda en la idea de inserción social al indicar que se deben hacer esfuer-
zos para asegurar el porvenir de nuestros hijos, que deben hallar esperanza y motivación en la
perspectiva de participar en la actividad económica y social y de ser parte activa de la socie-
dad en la que viven. Es decir, se apela de forma clara a la necesaria activación de iniciativas de
integración social y de eliminación de los factores de exclusión social asociados al desempleo.
El paro en general y el paro juvenil en particular se adivinan como marcos clave de inter-
pretación de la realidad desde la que nace este importante documento. Se hace necesario, por
tanto, la entrada en escena de la preocupación por la entrada al mercado laboral de los más
jóvenes. Por ello, se indica que la política activa de empleo deberá flanquear un nuevo paso a
favor de los jóvenes, lo que implica asumir el desempleo juvenil y sus consecuencias como uno
de los principales problemas a los que se enfrentan las sociedades europeas.
En el Libro Blanco de Delors aparecen varias prioridades que merecen ser destacadas por
su interés para el tema que estamos tratando de analizar. Esas prioridades son las siguientes:
Así mismo, entre las prioridades encontramos otra que es básica para entender la irrup-
ción como categoría de estudio del concepto de nuevos yacimientos de empleo. Nos referimos
a la idea de “ir al encuentro de nuevas necesidades”. Se parte de una presunción: “son muchas
las necesidades que actualmente siguen insatisfechas. Son necesidades que corresponden a
la evolución de las formas de vivir, a la transformación de las estructuras y de las relaciones
familiares, al aumento de la actividad de las mujeres, a las nuevas aspiraciones de una pobla-
ción anciana e incluso muy anciana (…)”15. Por tanto, estaríamos hablando del nacimiento de
una especie de nichos de mercado laboral que, unidos a la prioridad primera, podrían ser cam-
pos de inserción laboral del segmento de población joven.
15
Véase Libro Blanco Crecimiento, competitividad y empleo. Retos y pistas para entrar en el Siglo XXI, Comisión Euro-
pea, Bruselas, 1993.
58 ESTUDIOS
En el Libro Blanco encontramos un listado definido de cuáles serían esos nuevos yaci-
mientos de empleo y que Cachón16 resume en cuatro grandes bloques:
Como ya hemos indicado, dentro del marco general del Libro Blanco, existe una apuesta
clara por la descentralización y, de forma concreta, una especial incidencia a aquellas iniciati-
vas que, desde ámbito más local, desarrollaran acciones enmarcables en el concepto de Nuevo
Yacimientos de empleo. En este sentido, encontramos dentro del Diario Oficial de las Comu-
nidades Europeas el artículo 10 del Reglamento de los fondos FEDER donde se habla de
Acciones innovadoras: nuevos yacimientos de empleo y empleos de iniciativa local. Aquí se
indica que se persigue un doble objetivo: el de promover la elaboración de estrategias regio-
nales o locales y, por otro, la puesta en marcha de proyectos para la creación de nuevos
empleos de iniciativa local pero relacionados con el aumento de la calidad de vida. En con-
creto, los nuevos tipos de empleo que se relacionan son los siguientes que, como veremos,
recogen de forma clara el espíritu del Libro Blanco de Delors:
En esta misma línea tenemos el Artículo 6 del Fondo Social Europeo donde se establece
que, al tiempo que se debe trabajar por la búsqueda de nuevos modos de organización del
16
Véase Cachón L., “La formación y los nuevos yacimientos de empleo en España”, REIS, nº 77-78, Madrid, 1997, págs.
117-135
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 59
trabajo en relación a las empresas, existe una necesidad clave que es la de cambiar el enfoque
que permita la creación de nuevas actividades empresariales que ayuden y acojan a los grupos
de población que tengan más dificultades para entrar en el mercado de trabajo, uno de esos
grupos es, sin lugar a dudas, el de los jóvenes.
El planteamiento del Libro Blanco sentó las bases del estudio y la acción en el ámbito
del desarrollo sostenible, espacio en el que la población joven podría haber tenido una impor-
tante cabida. Así, desde 1993 hasta el año 1997 se trabajó en el desarrollo de las ideas del Libro
Blanco para culminar en lo que se conoce como Estrategia Europea de empleo: proceso de
Luxemburgo (1997). En la Cumbre de Jefes de Estado o Gobierno de noviembre de 1997 se
pone en marcha la citada Estrategia Europea del Empleo. El objetivo era el de poder articular
una coordinación de las diferentes políticas nacionales en relación al empleo, proponiendo que
los Estados miembros se comprometieran en torno a objetivos y metas conjuntas sobre la base
de cuatro pilares básicos: empleabilidad, el espíritu empresarial, la adaptabilidad y la igualdad
de oportunidades.
60 ESTUDIOS
4. Finalmente tenemos la igualdad de oportunidades. Se indica que esta estrategia
común debe velar por la eliminación de las diferencias entre hombres y mujeres donde
la conciliación laboral y familiar puede ser una de las salidas más importantes.
5.3. Los factores que inducen y que frenan los Nuevos Yacimientos de Empleo
Como ya hemos indicado al hablar de la búsqueda de los ámbitos en los que tienen que impul-
sarse los nuevos yacimientos de empleo, ésta debe estar en la línea de sondear cuáles son las
nuevas necesidades a partir de las cuales desarrollar experiencias laborales en las que, entren
otros, puedan tener cabida perfiles de difícil trayectoria de inserción laboral como es el de los
jóvenes. Son varios los factores que, en este punto, estarían actuando como inductores de nue-
vas necesidades y que deben ser tenidos en cuenta en la interrelación que se produce entre ellos.
Nos estamos refiriendo a factores de tipo socioeconómico, demográfico y cultural. El Boletín
Equal en su número 17 de julio de 2007 apunta que estos tres factores en su interrelación fre-
cuente tienen importantes consecuencias en los modos de vida de la población, ámbito que, por
otra parte, es donde los nuevos yacimientos de empleo se desarrollan de forma más clara.
Así mismo, hemos indicado como factor de desarrollo de los nuevos yacimientos de
empleo el aumento de los niveles de renta y los niveles educativos. En este sentido, las mejo-
ras de las condiciones económicas y de las condiciones educativas de la población tienden a
producir cambios en los valores e inquietudes de los individuos, que empiezan a preocuparse
más por las cuestiones medioambientales y a demandar nuevos servicios relacionados con la
cultura y el ocio. De ahí que aparezcan nuevos yacimientos en servicios culturales, ocio y
medioambiente, algo que, como podemos comprobar, entronca directamente con la filosofía
del Libro Blanco de Delors.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 61
horas semanales trabajadas. De esta forma se produce, llamémosle así, una especie de con-
junción perfecta entre una tendencia al aumento de renta y la disposición de más horas libres
semanales. Esta conjunción se materializa desde el punto de vista de los nuevos yacimientos
de empleo en que los ciudadanos hacen efectivas sus demandas de actividades de ocio, tanto
tradicionales como innovadoras.
Pero, junto a estos factores, encontraríamos otros que podrían obstaculizar el desarrollo
de esos nuevos yacimientos de empleo. Según el Centro de Estudios Económicos (en adelante
CES) y la Fundación Tomillo existen en España una serie de obstáculos de tipo estructural que
supondrían un freno al desarrollo de iniciativas en el marco de los nuevos yacimientos de
empleo17. Esos obstáculos que se señalan, de forma breve, serían los siguientes:
1. Obstáculos de tipo financiero. Dentro de este tipo de obstáculos, y frente a los facto-
res de desarrollo analizados con anterioridad, encontraríamos problemas con la
demanda y, en concreto, con la insolvencia de ésta, puesto que una parte importante
de las necesidades nuevas que surgen se concentran en perfiles de ciudadanos de
menor renta familiar lo que provoca que la necesidad no se puede materializar en
demanda explícita.
Dentro de los obstáculos de tipo financiero encontraríamos también otros factores
como pueden ser el coste de la inversión inicial y la dificultad de acceso al capital para
aquellos individuos que quieren crear sus empresas en el ámbito de estos nuevos
espacios laborales. A esto se uniría la baja rentabilidad de los servicios que se prestan
y que tienen un “alto contenido en empleo y personalización en el servicio”.
2. Un segundo obstáculo, clave para el objetivo de este estudio, sería aquel que aparece
ligado a la formación y a la cualificación profesional. En este sentido se indica que uno
de los graves problemas a los que se puede enfrentar estos nuevos ámbitos de tra-
bajo es el de la “inadecuación de la formación inicial y las competencias que los
nuevos empleo requieren y la carencia de titulaciones que valoricen y difunda los nue-
vos oficial”. Es decir, estamos ante una situación en la que los perfiles profesionales se
deben ajustar a las exigencias de clientes que piden un servicio profesional y perso-
nalizado. Esto obliga a contar con un alto grado de polivalencia y autonomía personal
que, como veremos más adelante, poco o nada tiene que ver con la formación reglada
inicial recibida. Algo que, en el caso de los jóvenes, es aún más acusado. En definitiva
nos enfrentaríamos a un ámbito en el que existe una falta importante de mano de obra
cualificada.
3. El tercer obstáculo sería de tipo jurídico. Las propias clasificaciones profesionales que
son bastante estrictas en su definición, véase para el caso del Impuesto de Sociedades
o Impuesto de Actividades Económicas, impiden el desarrollo de carreras profesiona-
17
Véase Fundación Tomilllo, Nuevos yacimientos de empleo en España. Potencial de crecimiento y desarrollo futuro,
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 1999, págs. 296 y ss.
62 ESTUDIOS
les de tipo polivalente. Así mismo tenemos la ausencia de un estatus jurídico para las
iniciativas que desde lo local establecen una colaboración entre el sector público y el
privado.
4. En cuarto lugar podemos hablar de obstáculos ligados a la intervención pública. Dentro
de este obstáculo podríamos destacar aspectos como el desconocimiento de los pro-
cesos de desarrollo local y su materialización en la creación de empleo, la existencia de
una organización administrativo – burocrática demasiado vertical y sectorial, la indefi-
nición de competencias atribuidas entre las diferentes administraciones y que dificultan
a las iniciativas que estamos analizando el contacto con dichas administraciones.
5. Es de destacar el quinto tipo de obstáculos. Serían obstáculos más de tipo cultural,
casi actuantes como barreras de tipo psicológico. Esas barreras actuarían tanto en el
caso de la demanda como de la oferta. En el caso de la primera, muchos de los servi-
cios que se prestan, como es el caso de los servicios de proximidad, se pueden seguir
percibiendo como servicios de lujo a los que hay que acudir, por ejemplo, si la mujer
se incorpora al mercado laboral. Desde la oferta, la barrera clave de este tipo viene
de la mano de considerar al empleo en estos servicios como empleos de tipo preca-
rio y de escasa o nula cualificación. Ejemplo, en definitiva, del mercado segmentado
dentro del cual los jóvenes participan de forma destacada.
6. Podríamos hablar de otro tipo de obstáculos, entre ellos destacaríamos la excesiva
dependencia del sector público en su puesta en marcha y mantenimiento, lo que nos
llevaría a hablar de casi un sector de nuevos yacimientos de empleo pilarizado en el
Estado al modo del tipo ideal de Tercer Sector pilarizado apuntado por Pérez Díaz y
López Novo18.
18
Véase Pérez Díaz, V. y López Novo, J. P., El Tercer Sector Social en España, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales,
Madrid, 2003
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 63
Como vemos (Gráfico 5.5), el principal de tema de interés de los jóvenes con edades
comprendidas entre los 15 y 29 años es el “Trabajo”, y en relación a él todo aquello que tenga
que ver con contratos, formación para el empleo, ayudas al paro, etc., siendo este un tema que
resulta de interés en un 25,7% de los casos. En segundo lugar estaría la “Educación”, y con ello
la decisión sobre qué estudiar, dónde estudiar, el tipo de estudios, etc. (14,6%). Luego entrarí-
amos en un plano del uso del tiempo más allá de las obligaciones laborales y educativas y
tendríamos los deportes y el uso del tiempo libre (11,5% y 10,9% respectivamente). Continuarí-
amos con el tema de la salud (tanto desde un plano de la sexualidad y las drogas como la
asistencia sanitaria). En un tercer plano vendrían temas más relacionados con la implicación
social más allá del contexto propio individual, esto es, interés por los derechos, la cultura, la
sociedad, los programas de juventud, la administración pública, la participación, etc.
En el Gráfico 5.6 podemos ver cómo casi 9 de cada 10 jóvenes de 15 a 29 años entrevis-
tados en el Estudio 2631 del CIS consideran que el problema del paro en España es muy o
bastante importante. Esto nos empieza a poner sobre la pista de lo trascendental del aspecto
que vamos a tratar en este apartado: el empleo y el desempleo, como un binomio que apa-
rece siempre unido en el imaginario colectivo del segmento de población que conocemos
como joven, y que conceptualizamos en su pluralidad intrínseca.
Pero ese problema tan claramente percibido por el conjunto de la población joven es
visto de forma diferente según una serie de variables socio-demográficas como son el sexo y
el nivel de estudios.
Tabla 5.4.
64 ESTUDIOS
Existe una diferencia entre hombres y mujeres jóvenes (Tabla 5.4) a la hora de catalogar
el nivel de importancia del paro en España ya que, siendo un problema definido como muy o
bastante importante en mayor medida que poco o nada importante, independientemente del
sexo del joven encuestado, las mujeres parecen tener una visión ciertamente más negativa.
Mientras el 88,9% de los hombres considera el paro como muy o bastante importante en nues-
tro país, ese mismo porcentaje sube hasta el 94,6% entre las mujeres. No en vano éstas,
históricamente se han visto más afectadas por el mencionado problema que ellos.
Tabla 5.5.
Según el nivel de estudios máximo finalizado por los jóvenes (Tabla 5.5), comprobamos
que hay una relación directa. En este caso, y al igual que en el del sexo, comentado anterior-
mente, el problema como tal es valorado como muy o bastante importante en un alto
porcentaje en todos los casos, pero lo que sí apreciamos es que, a medida que aumenta el nivel
de estudios y, especialmente en el caso de los jóvenes que han finalizado estudios de Educa-
ción Superior, esa percepción en el sentido que venimos analizando crece en términos
porcentuales llegando a situarse en un 94,2% los jóvenes de este segmento que lo definen
como muy o bastante importante. En cierta medida porque entre ellos podrían estar ocu-
rriendo los mayores desajustes fruto de la gratificación diferida: aquello que se ha perdido
(acceso temprano al mercado de trabajo) por querer mejorar el nivel de formación para acce-
der en unas mejores condiciones, en tanto que cualificación, al mercado laboral, no se alinea
con la realidad de ese mercado en el que, al menos para los jóvenes, no existe ajuste claro
entre la formación recibida, que origina unas expectativas determinadas, y las exigencias del
mundo laboral (incluso en los niveles de estudio más altos), que no siempre consiguen res-
ponder a tales expectativas.
En definitiva, que el problema del paro es muy o bastante importante para los jóvenes
españoles parece claro, pero lo que también parece claro es la tendencia que se viene produ-
ciendo en los últimos años en nuestro país de la mano de la crisis económica y del desempleo,
y que está haciendo que aumente progresivamente el porcentaje de personas que lo consi-
dera como el primer problema de España, algo que se puede apreciar en los resultados de los
Barómetros del CIS desde el año 2007.
Pero, ¿qué razones encuentran los jóvenes para explicar su situación laboral desde el
punto de vista de las dificultades que encuentran para acceder al mercado de trabajo?
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 65
Gráfico 5.7. Razones que explican el
paro juvenil según los jóvenes (%)
Según los datos analizados (Gráfico 5.7) los jóvenes encuentran explicaciones claras y
contundentes al fenómeno del desempleo juvenil. Podemos comprobar cómo casi 4 de 10
jóvenes consideran que la razón principal que explicaría el paro en nuestro país es que los
“empresarios no dan empleo a gente sin experiencia”. En este sentido, hablamos de falta de
adecuación de la masa laboral joven a las necesidades de los empresarios. Falta de adecua-
ción que se complementa perfectamente con el segundo aspecto señalado en el estudio.
En segundo lugar se indica que lo que puede estar sucediendo en nuestro país es que
los jóvenes, cuando eligen los estudios, no son conscientes de las salidas profesionales que
pueden tener estos (así opina el 20,7% de los encuestados por el CIS), lo que unido a que casi
el 18% considera que el problema se explicaría por una formación recibida inadecuada y que el
14,2% entiende que los contenidos de la Formación Profesional no son adecuados, nos lleva a
concluir que, entre los jóvenes, una de las claves fundamentales podría estar en la preparación
que éstos reciban a lo largo de su vida formativa (oficial o no) de cara a su inserción laboral.
Es decir, el paro juvenil, de forma clara, se explica por la conjunción de dos elementos: por un
lado una formación que no es para el empleo (en tanto no hay, como veremos, relación entre
lo aprendido y lo exigido en el mercado laboral) y, por otro lado, clara desinformación en el
colectivo joven de qué es lo que se necesita para acceder al mercado laboral con mayores
garantías de éxito desde el punto de vista de la formación. En suma, son los propios jóvenes
los que no experimentan la utilidad de su formación para el desarrollo de una carrera laboral.
Pero, ¿Dónde podemos encontrar una explicación a estas cifras realmente llamativas de
claro desajuste? La respuesta es sencilla a la par que dramática: las razones que dan los jóve-
nes para justificar el abandono de su formación. En el Gráfico 5.8 podemos encontrar, según
datos del INJUVE19, como la gran mayoría, esto es, casi la mitad de los jóvenes que abando-
nan el sistema educativo (tras éxito o fracaso en el mismo) lo hacen porque habían preferido
trabajar (así lo indica el 48,2%). En segundo lugar, y como razón justificativa de dicho aban-
dono, tenemos las razones económicas, las necesidades de la familia o las propias necesidades
del joven (16,5%).Y, en tercer lugar, nos encontramos con una, cuanto menos, sorprendente res-
puesta, y es que el 15,6% de los jóvenes españoles afirma que dejó los estudios porque alcanzó
su máxima capacidad en relación a ellos, porque ya no se le daban bien los estudios. Junto a
19
Véase INJUVE, Informe de la Juventud en España (2008), Ministerio de Igualdad, Madrid, 2008.
66 ESTUDIOS
estas respuestas aparecen otras con menor incidencia como son: el haber encontrado un buen
trabajo (9,2%), tener que hacerse cargo del cuidado de familiares (3,4%), porque se finaliza-
ron los estudios (sólo un 1,1%) o por enfermedad o problemas de salud (0,3%).
Pero además, estamos ante un abandono ciertamente prematuro, lo que incide de forma
directa en las posibilidades de exclusión social. Como podemos ver en el Gráfico 9, el 62,3% de
los jóvenes que abandona los estudios lo hace entre los 15 y 18 años. Junto a este grupo más
joven tendríamos un 23,6% que los abandona entre los 19 y los 22 años, un 9,3% que lo hace
entre los 23 y 25 años (el colectivo que finaliza con éxito o fracasa la formación universitaria)
y un 4,7% que lo hace con 26 o más años (aquellos que necesitan más años para finalizar la
carrera universitaria, aquellos que continúan su formación hacia un doctorado o aquellos que
se inclinan por la especialización mediante formación de postgrado – máster).
En definitiva, nos encontraríamos ante un segmento de población joven, con altas tasas
de desempleo, como ya hemos visto, y que une a esa situación, una baja cualificación fruto del
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 67
abandono del sistema educativo de forma temprana. La fórmula para la situación exclusión
aparece de forma clara. Es más, son el caldo de cultivo perfecto para ocupar lo que se conoce
como mercado secundario de trabajo fruto de la dualización de dicho mercado.
Este escenario que describimos para la juventud española pone en marcha un proceso en
el que el mercado de trabajo se segmenta y la fuerza de trabajo se termina bipolarizando, en
lo que se han venido a llamar los mercados de trabajo duales. Doeringer y Piore20 señalan que
el enfoque del mercado dual del trabajo entiende éste como segmentado en un sector prima-
rio y en un sector secundario. Dentro del primero estarían aquellos puestos de trabajo con
mejores salarios, con mayor estabilidad y más valorados y destacados en la sociedad. Aquellos
que forman parte de esta parte del mercado laboral tienen más seguridad en el empleo y
mayores posibilidades de promocionar. En cambio, el sector secundario, o mercado laboral
secundario, se caracterizaría por empleos mal pagados, con alto grado de inestabilidad y sin
posibilidades, al menos en teoría, de avanzar, de promocionar. Aquellos trabajadores que defi-
nen trayectorias laborales en este segundo sector viven frecuentes suspensiones en el empleo,
entradas y salidas del mercado laboral. Este es el caso de los jóvenes que, como afirmaba
Casal21, describen cada vez con mayor frecuencia trayectorias de aproximación sucesiva y
obreras, con frecuentes entradas y salidas del mercado laboral y con alto grado de inestabili-
dad e inseguridad en los momentos en los que están insertos laboralmente.
20
Véase Doeringer, P. B. y Piore, M. J., “El paro y el mercado dual de trabajo”, en Toharia, L. El mercado de trabajo: Teo-
rías y aplicaciones. Lecturas seleccionadas, Alianza Editorial, Madrid, 1983, págs. 310-311.
21
Véase Casal, J. “Modos emergentes de transición a la vida adulta en el umbral del siglo XXI: aproximación sucesiva, pre-
cariedad y desestructuración”, REIS, nº 75, Madrid, págs. 295-316.
68 ESTUDIOS
Estos datos confirman altas tasas de temporalidad en el empleo juvenil en España. Con-
firman frecuentes entradas y salidas del mundo del trabajo. Son, así mismo, signos de
inestabilidad laboral, inseguridad y ejemplo de flexibilidad del mercado laboral. Puede que los
jóvenes no tengan la experiencia que, según ellos mismos, les exigen los empresarios, pero lle-
gar a tener más de 6 empleos en un intervalo de edad de apenas 15 años (el que manejan los
estudios analizados) puede ser síntoma de un mercado de trabajo poco especializado, en tanto
que mercado al que acceden los jóvenes, donde no se exige excesiva cualificación porque no
es necesaria, y donde los empresarios puede que tampoco inviertan en la formación de este
tipo de empleado joven, dados los costes que tendría para la empresa tener que formar a tra-
bajadores en tareas de especialización cuando su contrato es temporal y, por tanto, sería una
inversión con pocas posibilidades de retorno a la empresa. Todo esto, como ya lo hemos ana-
lizado con anterioridad, forma parte de los obstáculos que, precisamente, tienen los nuevos
yacimientos de empleo.
Siguiendo a Castell22 podemos apreciar las que para él son las tendencias y el comportamiento
del mercado de trabajo en la sociedad informacional. Concretamente nos puede ayudar a com-
prender si los jóvenes podrán o no integrarse o no en los escenarios que se abren. No
olvidemos que estamos hablando de sociedades basadas en la innovación y en la formación de
trabajadores para ese mercado laboral basado en la sociedad para la información y la comu-
nicación. Como recordaremos, Castell establece una trilogía ocupacional en la sociedad red:
1. Los decisores o trabajadores en red que están conectados entre ellos y que, además,
actuarán como creadores dentro de la red, que cuentan con capacidad para innovar
dentro de la estructura de las nuevas empresas red.
2. Los participantes o trabajadores de la red que, estando conectados en línea, no for-
man parte de la empresa red y, con ello, carecen de capacidad de decisión en las
acciones empresariales de este tipo de nuevas organizaciones.
3. Y, finalmente, los ejecutores o trabajadores desconectados. Es decir, aquellos que no
forman parte ni de manera directa ni indirecta de la empresa red, sino que se encon-
trarían obligados a realizar tareas predeterminadas, con escasa capacidad de
respuesta propia, interactividad y sin autonomía y decisión.
Esta trilogía, ya clásica, pero ilustrativa, nos sirve para tratar de dar respuesta al objetivo
de este trabajo: ¿hay salida en la innovación vía yacimientos de empleo para la situación de
exclusión que parece inevitable en el caso de los jóvenes españoles?
Los datos apuntan a la exclusión de este modelo. Un modelo innovador, de alta tecnolo-
gía, de inversión en I+D+I no parece estar calando en los jóvenes desde el punto de vista de su
empleabilidad de cara al mercado de trabajo. Pero, ¿dónde sitúan los jóvenes el problema prin-
cipal? Sin duda en su formación, más allá de los dificultadores apuntados con anterioridad.
Presentamos algunos datos que sirven para fundamentar nuestra posición pero que, a la vez,
son la base para la respuesta que queremos construir en este trabajo.
22
Véase Castell, M., La era de la información, (3 vol.) Alianza, Madrid, 1997
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 69
Acceder al primer empleo y que éste tenga poca relación con la formación recibida es lo
más frecuente o, al menos, así se desprende del estudio realizado en el que comprobamos que,
tanto en el caso del Estudio 2631 del CIS como en INJUVE23, en torno al 80% de los jóvenes
declara que el primer trabajo poco o nada tenía que ver con lo que se había estudiado (Gráfico
5.11). Por tanto estaríamos ante un claro desajuste entre formación recibida y aplicación práctica
de la misma en el desempeño profesional, al menos, y de momento, en el primer empleo.
FUENTE: (1) “Sondeo sobre la juventud española” – Estudio 2631 (2006) del Centro
de Investigaciones Sociológicas (www.cis.es).
(2) “Economía, empleo y consumo” del Informe Juventud en España (2008),
INJUVE, Ministerio de Igualdad.
Los jóvenes españoles, como hemos visto, puede que no encuentren relación entre la
formación recibida y el puesto de trabajo desempeñado, pero lo que sí ven es que con el nivel
formativo que tienen pueden desempeñar correctamente el puesto de trabajo que desempe-
ñan24 (Gráfico 5.12). Los datos que nos aporta la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo en
su edición de 2009 nos confirman que los jóvenes, en mayor medida conforme aumenta su
edad, consideran que su formación es la correcta para desempeñar la ocupación laboral que
23
Véase INJUVE, Informe de la Juventud en España (2008), Ministerio de Igualdad, Madrid, 2008.
24
En este caso ya no hablamos del primer empleo, sino del empleo actual que tengan, sea o no la primera experiencia
laboral.
70 ESTUDIOS
tienen. En esta línea baste mencionar que el 65,7% de los jóvenes ocupados de 16 a 24 años
considera que su nivel formativo es el correcto para el puesto que ocupan, mientras que ese
mismo porcentaje sube hasta el 71,9% entre los de 25 a 29 años.
No obstante, considerar que se está infra-cualificado, que con la formación que se tiene
no se llega a las necesidades del puesto, no es común entre los jóvenes españoles, ni en el con-
junto de la población analizada. Entre los ocupados de las edades que analizamos se tiene, así
interpretamos los datos, la conciencia de que con la formación que cuentan están más que
capacitados para el desempeño laboral de la ocupación que tengan.
Pero, ¿les resulta a los jóvenes españoles útil la formación académica para el trabajo que
realizan? Ya hemos visto que entre los jóvenes en el acceso al primer empleo aprecian poca
relación entre éste y los estudios realizados. Sin embargo, no lo hemos visto en este otro sen-
tido, en el que indagamos acerca de si la formación que se tiene, tenga o no relación con el
puesto de trabajo, le resulta o no útil en dicho puesto (Gráfico 5.13).
Sin duda volvemos a la idea del progresivo ajuste de expectativas y al ajuste a las necesi-
dades del mercado laboral. Sin embargo, estos jóvenes, ¿trabajan en los mercados laborales que
describía Castell? La respuesta parece ser que no, dado que la inversión en I+D en nuestro país
sigue estando muy por debajo de la media de los países de la OCDE. En este sentido, baste sólo
mencionar que según este organismo internacional, nuestro país en el año 2008 invirtió en este
ámbito productivo el 1,35% del PIB, mientras que Suecia o Finlandia superaron el 3,7%.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 71
Es decir, una estructura ocupacional escasamente tecnificada y con poca inversión puede
hacer que los jóvenes españoles se sitúan, con suerte, como trabajadores desconectados
(siguiendo la trilogía citada) con escasa autonomía, falta de capacidad de decisión y, como ya
hemos afirmado, como nuevos proletarios de escasa cualificación en relación a los escenarios
más competitivos a nivel internacional, con escasa posibilidad de movilidad geográfica.
La solución pasa por tres líneas de acción. Por un lado, un esfuerzo importante y adicio-
nal en formación, capacitación competencial para dar salida al enorme contingente de jóvenes
que se encuentra en una especie de limbo que es el desempleo en espera de acceder al mer-
cado laboral. Por otro lado, la implicación de las empresas en el fenómeno del paro juvenil y su
papel en la formación de estos. Y, finalmente, la puesta en relación efectiva de la formación
que reciben los jóvenes y el mundo del trabajo, el mundo empresarial. Apuntemos brevemente
aspectos a desarrollar en cada uno de los casos.
En este sentido, Cachón25 afirma, como ya hicimos nosotros con anterioridad, que existe
un obstáculo al desarrollo de nuevos campos para el empleo en la “falta de estructuración de
las cualificaciones y carencias formativas de los trabajadores” en estos nuevos ámbitos. Para
él, la formación, la profesionalidad y las cualificaciones son elementos clave en un doble sen-
tido. Por un lado y desde un punto de vista negativo al considerar que la falta de formación y
estructuración de las cualificaciones puede terminar estrangulando esos nuevos mercados de
trabajo. Y, por otro, ya en términos positivos, contar con cualificaciones bien estructuradas y
formaciones bien organizadas “son un estímulo para la articulación de mercados que satisfa-
cen necesidades de distintos colectivos de nuestras sociedades”26.
25
Véase Cachón, L., “La formación y los nuevos yacimientos de empleo en España”, REIS, nº 77-78, Madrid, 1997, págs. 132.
26
Véase Cachón, L., “La formación y los nuevos yacimientos de empleo en España”, REIS, nº 77-78, Madrid, 1997, págs. 132.
27
Véase Cachón, L., “La formación y los nuevos yacimientos de empleo en España”, REIS, nº 77-78, Madrid, 1997, págs.
132-133.
72 ESTUDIOS
4. Mejorar la adecuación entre la formación que reciben los jóvenes y el empleo y, con
especial incidencia, en la profesionalización a nivel local.
5. Establecer ramas de especialización en nuevos yacimientos de empleo, más allá de
formaciones excesivamente genéricas y alejadas de los nuevos contextos que ya
hemos indicado.
6. Con ello, y en relación a los jóvenes, se podría mejorar el carácter precario de algunos
empleos en los nuevos yacimientos. Si hay un campo que pide innovación es éste.
7. Y, para superar las barreras culturales descritas, este tipo de acción de mejora favore-
cería el cambio de mentalidad del consumidor.
Al respecto de los jóvenes se realizan algunas consideraciones que son muy pertinentes
a nuestro objeto de estudio. Recordemos que los jóvenes aducían falta de implicación de los
empresarios que se resisten a contratar personas sin experiencia como una de las razones jus-
tificativas del paro juvenil. Pues bien, a este respecto se indica que, para los empresarios, el
coste en términos económicos y de tiempo del hecho de dar entrada en la empresa a perso-
nas sin experiencia laboral suele ser más alta que el de contratar trabajadores con experiencia.
Apuntan así una conclusión básica para entender parte del desempleo del colectivo joven: hay
una importante brecha entre la productividad de los jóvenes y los costes de su empleo.
Así mismo afirman que el sistema educativo no responde a las necesidades de forma-
ción que tienen los jóvenes para acceder al mercado de trabajo. Se indica que esa dolencia se
presenta, sobre todo, en lo que al uso de nuevas tecnologías se refiere, la enseñanza del espí-
ritu emprendedor, la importancia del trabajo en equipo, la responsabilidad, la capacidad de
análisis y adaptación a entornos que cambian constantemente. En este aspecto de la necesa-
ria conexión entre escuela y trabajo profundizamos a continuación.
Por lo que respecta a la puesta en relación entre formación y empresa, estamos, sin duda,
ante uno de los principales retos que tenemos por delante. Para comprender este hecho debe-
mos asumir que, tanto el ámbito de la formación como el ámbito de la empresa se constituyen
en espacios desde los cuales se adquieren conocimientos complementarios y útiles para ambos.
Los datos aportados demuestran que los jóvenes siguen sintiendo, en el caso de España, que
esa complementariedad aún no se da, al menos, en los términos en que sería deseable.
28
Véase De Miguel, J. M., Estructura y cambio social en España, Alianza, Madrid, 1998.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 73
Como se apunta en el Libro Blanco sobre Educación y Formación de la Comisión Euro-
pea de 1993, tres son las condiciones sobre las que se debe abrir la escuela a la empresa:
1. Una primera es, sin reducir la finalidad del trabajo al empleo, abrir la educación al
mundo del trabajo. En este sentido se deben poner en marcha iniciativas encamina-
das a que desde la escuela se capacite a los jóvenes en la comprensión del mundo del
trabajo, el conocimiento de las empresas y la percepción de los cambios que se pro-
ducen en el modelo y/o sistema de producción
2. Una segunda condición sobre la que se debe construir la relación escuela y empresa
es propiciar medidas que impliquen a las empresas en el esfuerzo de formación, espe-
cialmente para el caso de jóvenes. En este sentido, se indica que la formación en el
ámbito de la empresa no puede concebirse sólo como el medio para dar mano de obra
cualificada a las empresas, sino que éstas tiene también la responsabilidad de crear
oportunidades en forma de empleo, especialmente cuando de adaptación a los nue-
vos procesos tecnológicos se trata.
3. Y, finalmente y como derivación lógica de las anteriores, se hace imprescindible la coo-
peración entre los centros de enseñanza y las empresas, como medio para reforzar y
renovar los contenidos de la formación para el empleo. En este sentido, esfuerzos
como el del Espacio Europeo de Educación Superior puede ser ejemplo de desarrollo
en esta línea pero, aún no contamos con datos longitudinales que nos ayuden a decir
si esa colaboración está siendo o no eficiente y eficaz.
74 ESTUDIOS
6
Conclusiones
El siglo XX ha sido una etapa de profundas transformaciones para las sociedades de Europa.
Los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que se han producido durante esta
centuria han permitido el tránsito de unas sociedades industriales y modernas a unas dinámi-
cas sociedades post-industriales, post-modernas, del conocimiento, de la información,
tecnológicamente avanzadas. Son muchas las denominaciones y, en buena medida, el uso de
una u otra depende del ángulo desde el que las observemos.
Unas sociedades en cuyo horizonte emergen nuevos desafíos tales como la creciente
desestructuración (disgregación) del tejido social, la saturación del modelo de Estado Social
como sistema basado en el compromiso neo-corporativo, por tanto, en sistemas de seguridad
centralizados y con base fiscal, la crisis del Estado-nación, la convivencia de diferentes etnias,
religiones y culturas que están dando lugar a un verdadero pluralismo social, un crecimiento
generalizado de los riesgos sociales de tipo post-moderno, es decir, esencialmente relaciona-
les, y la emergencia de la solicitud de humanización de los ámbitos de vida y de las
organizaciones de trabajo y servicio, con la demanda de nuevos derechos sociales ligados a
los estilos de vida cotidiana y, en concreto, a la asistencia de las personas.
La sociedad española no ha sido ajena a estos cambios, como tampoco lo es a estos nue-
vos desafíos. La España de los inicios del Tercer Milenio no tiene nada que ver con aquella
España que daba sus primeros pasos en el siglo XX afrontando la mítica crisis del 98. Tampoco
se asemeja con la de comienzos de los años 60: una sociedad eminentemente rural, envuelta
por una cultura de marcados tintes tradicionalistas y con un régimen político que era un obs-
táculo para la plena incorporación en el escenario europeo y mundial.
Más que nunca, en el último tercio del siglo XX y en la primera década del siglo XXI, nos
hemos aproximado a las naciones de Occidente, mejor aún, más que nunca somos Occidente.
En un periodo muy corto de tiempo hemos asistido al desarrollo de una serie de procesos de
cambio y modernización en los escenarios social, político, económico y cultural que en otros
países occidentales se prolongaron durante más de un siglo.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 75
Posiblemente unas de las más importantes mutaciones que está afectando a la sociedad
española sean, por una parte, las alusivas a las transformaciones en los sistemas de estratifi-
cación social y, por otra las modificaciones que se están produciendo en las mentalidades y
en las culturas. Merece la pena detenerse un momento. Y el motivo es bien sencillo, dichos
cambios son el marco en el que se insertan las conclusiones de nuestro estudio.
Respecto a las transformaciones en los sistemas de estratificación social decir que sus
rasgos distintivos ya empiezan a perfilarse, y no son otros que la complejidad de los elemen-
tos que afectan a la estratificación y a la diferenciación social, las tendencias dualizadoras, la
preocupación por la emergencia de procesos sociales regresivos que podrían conducir a la
extensión de los fenómenos de exclusión social, y la transformación de la situación de las cla-
ses medias. Tomados en su conjunto, todos ellos abren un nuevo escenario que estará marcado
por nuevos conflictos, reajustes y tensiones sociales. Dicho en otros términos, se configura un
nuevo tipo de sociedad marcada por profundos contrastes. En ella, al mismo tiempo que
amplios sectores progresan en sus oportunidades de vida y condiciones de bienestar, hacen
acto de presencia factores de inseguridad, signos de tensión y desagregación social, y aumen-
tan los índices de criminalidad y violencia.
Pero demos un paso más, y teniendo como telón de fondo las mutaciones anteriormente
expuesta, presentemos las principales conclusiones que se pueden extraer de nuestro estudio.
En materia cultural, las principales tendencias de los jóvenes españoles no son otras que
el fortalecimiento de los vínculos subjetivos integrados en el espacio laboral; mesocratización;
secularización; fragmentación de las tradiciones culturales; centrismo político-ideológico; pre-
dominio de las identidades socio-culturales sin referencias ideológicas (laxas); reducción de la
relevancia de las identidades sociales propias del ciclo histórico de la modernidad en España
referidas a la profesión, la clase, la religión y la ideología; distanciamiento de las instituciones
y asociaciones de representación política modernas.
¿Qué significado esconden tras de sí estas tendencias? No resulta arriesgado decir que,
tras el largo proceso de transformación social que ha atravesado la sociedad española, se ha
producido un cambio que ha dejado relegadas las formas de identificación social básicas típi-
cas de la modernidad (la clase social, la profesión, la religión y las ideologías) así como aquellas
otras que fueron emergiendo en las sociedades mesocráticas vinculadas al consumo, para ir
fortaleciéndose en un contexto de globalización, nuevos modos de identificación social que
aparecen más laxos sociológica y culturalmente en comparación con los modelos referencia-
les propios de la modernidad.
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Estas mutaciones pueden tener algunas de sus causas en las desigualdades de oportu-
nidades vinculadas a la edad y el sexo, que se han acentuado en estos años de cambio
estructural en los procesos selectivos del mercado, y cuyas principales plasmaciones son las
notables disparidades de sueldos entre sexos y entre generaciones, así como las mayores tasas
de temporalidad y de paro que experimentan los activos más jóvenes y las mujeres, en com-
paración con los varones adultos ya asentados en la estructura productiva.
También hemos podido detectar en nuestro estudio que la situación de relegación social
de los jóvenes ha sido producida por un conjunto de cambios socio-históricos ocurridos en un
plazo de menos de veinte años. Entre sus consecuencias destaca un fuerte aumento de la edad
de acceso a las posiciones más estables en la estructura social (política, laboral y familiar) y la
quiebra de las carreras preestablecidas que llevaban a tales posiciones. El resultado no ha sido
otro que el aumento de la experiencia social de vulnerabilidad y exclusión entre jóvenes que
fueron educados en un tipo de sistema social que mantenía unas expectativas de futuro mucho
más halagüeñas.
Y en este contexto, ¿cuáles son los principales problemas del mundo según nuestros
jóvenes? Señalan de manera muy destacada el hambre o falta de alimentos y las guerras. En
tercer lugar aparece la pobreza y las desigualdades sociales. Lo cual conforma una imagen de
conjunto sobre las perspectivas del mundo fuertemente afectada por problemas carenciales y
de desigualdad. Es decir, los tres principales problemas tendenciales que los jóvenes identifi-
can a nivel mundial están conectados con cuestiones de solidaridad y justicia social global.
Ante tales cambios y mutaciones es obvio que los sistemas educativos tienen que poder
adaptarse y desarrollarse para proporcionar las capacidades básicas y las competencias que
cada uno necesita en la sociedad del conocimiento.
Ningún Estado de la Unión Europea puede alcanzar estos objetivos por sí solo. Nuestras
sociedades, al igual que nuestras economías, son hoy en día demasiado interdependientes para
que eso sea posible. Si bien debemos respetar las diferencias en las estructuras y los siste-
mas, que no hacen sino reflejar las identidades de los países y regiones de Europa, hemos
también de reconocer que los resultados que se buscan son extraordinariamente similares.
Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI 77
Debemos basarnos en estas similitudes para aprender unos de otros, compartir los éxitos y los
fracasos, y emplear juntos la educación para que los ciudadanos y la sociedad española y euro-
pea avancen en el nuevo milenio.
En el último capítulo de nuestro estudio hemos podido detectar que el contexto laboral
que se materializa para los jóvenes pasada ya la primera década del S. XXI refleja las disfun-
ciones propias de un sistema económico que, por lo general, no siempre se ajusta a la realidad
social en el que tiene lugar. En este sentido, los jóvenes españoles se enfrentan a una realidad
marcada por el desempleo prolongado, el desajuste constante de expectativas personales
construidas éstas sobre el mercado laboral y, con ello, la falta de esperanzas reales en las que
desarrollar sus trayectorias de entrada al mundo de los adultos, al mundo del trabajo.
Es en este marco general en el que cobran, de nuevo, especial relevancia los denomina-
dos yacimientos de empleo que, como sabemos, coparon el debate en la década de los
noventa del siglo pasado. Hoy, más que nunca, hemos de recuperar la vigencia de ese notable
intento por descubrir nuevas necesidades en las que encajar los perfiles profesionales y com-
petenciales de los jóvenes. Sin duda alguna, son los jóvenes los que mejor encajarían en esos
yacimientos de empleo, siempre y cuando estos permitan el desarrollo de vidas plenas y, con
ello, inserciones sociales plenas.
Pero, también hemos visto que ese esfuerzo de investigación de nuevos campos para el
empleo no debe quedar sólo en mano de las administraciones públicas. Hoy día, no podemos
entender la correlación entre formación y empleo sólo desde lo público sino que se hace nece-
saria la entrada en escena del campo privado. Es el mundo empresarial el que, junto con la
administración y los propios jóvenes, el que debe protagonizar como agente social básico la
definición de perfiles profesionales nuevos, perfiles competenciales ajustados a las nuevas nece-
sidades y, con ello, perfiles flexibles y tremendamente adaptables a la realidad de los jóvenes y
a la realidad del contexto en el que viven. Estos, los jóvenes, cada vez más acostumbrados a la
flexibilidad, desechados planteamientos propios del pasado como la estabilidad laboral sine
die, presentan la disposición más clara a la adaptación a los nuevos contextos laborales de este
siglo, en el marco de las sociedades postindustriales. Sin estas premisas básicas, sin estos plan-
teamientos desarrollados, el riesgo de exclusión pasará a ser la realidad de la exclusión sin
posibilidad de vuelta atrás.
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