TM Dibujo PDF
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Editorial MAD le facilita el presente tema muestra para la preparación de las oposiciones
al Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria.
Todos los contenidos han sido elaborados por profesores expertos en la materia de
cada especialidad y expertos también en la preparación de opositores a estas plazas,
contando con un alto índice de aprobados.
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La forma bidimensional y
tridimensional. Organización
y estructura. Recursos para
su análisis. Interacciones
formales
ÍNDICE SISTEMÁTICO
1. LAS FORMAS
1.1. Definición y clasificaciones
1.2. Cualidades de las formas
2. ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA
2.1. Las formas bidimensionales
2.1.1. Estructuras
2.1.2. Relaciones
2.1.3. Configuradoras de volumen
2.2. Las formas tridimensionales
2.2.1. Atributos formales
2.2.2. Estructuras
4. INTERACCIONES FORMALES
4.1. Las formas bidimensionales en lo tridimensional
4.2. Lo tridimensional en el plano
4.2.1. El claroscuro
4.2.2. Índices de profundidad
4.2.3. Gradientes de profundidad
4.2.4. Perspectiva
5. ANÁLISIS DE FORMAS
RESUMEN
BIBLIOGRAFÍA
1. LAS FORMAS
– La apariencia externa de las cosas, es decir, a la manera en que se distribuyen los ele-
mentos que la constituyen.
– A su estructura intrínseca, es decir, al esqueleto que sujeta todos sus componentes.
La primera de las acepciones vistas viene a definir un concepto variable, en tanto que puede
cambiar atendiendo a muchas circunstancias, como son la luz que recibe, su situación en el espacio, la
orientación que presenta y el punto de vista del observador. Sin embargo, la forma como estructura
es algo que en ningún caso puede cambiar, no es una impresión visual determinada y puntual como
puede serlo la anterior, sino una característica definitoria de su configuración de totalidad o de con-
junto. En este sentido se entiende el principio de la constancia de la forma, característica perceptiva
que consiste en la invariabilidad de las mismas, y cuyo grado depende particularmente tanto de la fa-
miliaridad de las formas como de su contexto al visualizarlas.
La “Ley de la buena forma”, desarrollada por la Gestalt, las definía considerando buenas aque-
llas fácilmente percibidas, reconocidas y reconstituidas. Así eran consideradas como las mejores las
geométricas, y dentro de ellas las regulares y las que presentan simetría. Por otra parte es conocido
cómo el movimiento gestáltico tiene su principal axioma en que las formas no son percibidas como
adición de partes, sino que sus cualidades corresponden al conjunto de las mismas, de donde luego
puede pasarse al estudio particularizado de sus componentes.
En el Tema 5 ya se trató la forma con profundidad, relacionándola con la imagen. No obstante
insistiremos en algunas definiciones en el presente, para hablar de sus aspectos de ente bidimensional
y tridimensional.
Algunos filósofos la han definido atendiendo tanto a su apariencia como a su estructura. Así
Platón la relacionaba con la belleza, entendiendo que las formas geométricas se muestran como la
“belleza absoluta”. Aristóteles dice que las formas, bien sean pintadas o esculpidas, deben su belle-
za a su equilibrio, proporciones y “justa medida”, siendo las del cuerpo humano las más bellas,
manifestando su preferencia, pues, por los cánones antropomórficos. Kant la define como elemen-
to “a priori” de la experiencia, que convierte al fenómeno en objeto de conocimiento. Por último, en
este repaso, Hegel ve en ella una “figura de exterioridad (...), que será el contenido exterior de
una cosa”.
La Psicología define la forma como la característica de un objeto o figura que depende de su es-
tructura perceptiva, y principalmente de su contorno.
Entre las formas pueden establecerse diferentes clasificaciones, según se atienda a parámetros
también distintos. Relacionaremos algunos de ellos:
1. Según su origen, las formas pueden ser:
– Naturales.
– Artificiales.
2. Según su naturaleza:
– Geométricas.
– Orgánicas.
3. Según su apariencia:
– Simples.
– Complejas.
4. Según su configuración:
– Bidimensionales.
– Tridimensionales.
Cualquier forma es susceptible de ser calificada atendiendo a esas diferenciaciones. Centrare-
mos el desarrollo del tema básicamente en las características de este último apartado, aunque es im-
prescindible referirse constantemente a sus valores en atención a las otras.
2. ORGANIZACIÓN Y ESTRUCTURA
En rigor, las formas artísticas bidimensionales no son tales, en tanto que la adición de los mate-
riales técnicos (pinturas, rayados de lápiz, etc.) supone una acumulación o sustracción (grabados) de
material sobre la superficie plana; incluso el formato ha de tener un grosor, pero al no considerarse
esto como significativo en el sentido de intentar crear volumen, se califican como obras en dos di-
mensiones.
La forma bidimensional por excelencia es el plano. Tanto el punto como la línea (desarrollados
en otro tema) pueden ofrecer apariencias y configuraciones diferentes, y sus tamaños, grosores y po-
sibles elementos internos, dan lugar a que puedan llegar a ser catalogados como manchas, que en rea-
lidad no es más que otra manera de definir al plano. Esto se produce cuando su relación de tamaño con
las formas del contexto es significativamente esclarecedora para atribuirle esa denominación.
2.1.1. Estructuras
Las estructuras de las formas, entendidas como la distribución y el orden de las partes, es decir
su organización, puede interpretarse de dos maneras:
Polígonos regulares existen infinitos. Desde el de menor número de lados posibles que es el
triángulo, hasta la propia circunferencia, en la cual cada supuesto lado se correspondería con un punto
de la curva. Así tenemos: cuadrado, pentágono, hexágono, heptágono, octógono, eneágono, decágo-
no, undecágono, etc.
Con los polígonos estrellados ocurre lo mismo, basta con hallar el orden por el cual pueden ir
uniéndose las divisiones, y certificar que se terminará en la misma que se empezó, para poder trazar
también un número infinito. Algunos polígonos convexos tienen más de un estrellado; por ejemplo,
en el heptágono pueden unirse cada dos divisiones, o cada tres, obteniendo estrellados de orden dos y
orden tres respectivamente.
Las características principales de este tipo de formas son precisamente su regularidad y simetría.
Esto les confiere una estructura de conformación rítmica por repetitiva. Así mismo, los vértices crean
tensiones visuales en relación al centro, y los entrantes y salientes determinan un cierto movimiento
visual.
A su vez internamente pueden subdividirse en otras formas menores, regulares e irregulares, y
en el caso de las primeras se consigue con el trazado de líneas también geométricas como son las dia-
gonales y apotemas (segmentos que unen el centro del polígono con el punto medio de cada lado).
Los polígonos geométricos irregulares se diferencian con los anteriores en que no cumplen las
características de igualdad entre sus lados y sus ángulos. Basta con que no se den estas condiciones de
igualdad entre todas sus partes, para que sean considerados así. Por ejemplo, tanto un cuadrado como
un rombo tienen los lados iguales, pero el segundo tiene los ángulos iguales por parejas, dos agudos y
dos obtusos; este por tanto es irregular.
De esta manera, cualquier forma geométrica construida, de cualquier número de lados y ángulos,
cuyo contorno pueda ser convexo o incluso en partes cóncavo, es un polígono irregular. Pueden estar
formadas por lados rectos y curvos. Existen por tanto también infinitos, y pueden ser desde triángulos
hasta curvas cerradas, si consideramos que estas están formadas por infinito número de lados.
Formalmente los polígonos irregulares son más complejos que los regulares, entendiendo
esto en el sentido de que no hay razones matemáticas fijas que relacionen sus componentes, por lo
cual su variedad es infinita, así como el número de disposiciones que puede adquirir una misma canti-
dad de lados.
Precisamente el hecho de que sean muchos en número, hace que los efectos visuales sean tam-
bién muy variados. Las tensiones visuales que proporcionan son diferentes a las de los regulares, por
sus características de no ser formas sujetas a reglas fijas. Internamente, a su vez, pueden ser divididos
atendiendo al trazado de líneas de diferente disposición.
Suele identificarse el concepto de formas orgánicas con aquellas que no tienen apariencia geo-
métrica; serían, si de dibujos habláramos, los que se realizarían a mano alzada, o en todo caso sin utili-
zación de herramientas de apoyo en el trazado como reglas y compás. En este sentido suelen tener
contornos más o menos caprichosos.
La diferenciación que entre ellas establecemos correspondería a su grado de iconicidad.
Aquellas cuya apariencia recuerda algún objeto o forma real serán más icónicas que las que no lo ha-
cen, pues su apariencia está basada, o bien en el accidente (como puede ser la imagen de una nube en
una fotografía), o bien en el interés en representar una abstracta por parte de su autor.
Dos formas orgánicas. La segunda tiene mayor iconicidad al recordar a una hoja
2.1.2. Relaciones
Las formas planas pueden establecer entre ellas una serie variada de relaciones, configurando
diferentes presentaciones visuales dentro del formato.
Estas relaciones están condicionadas por las posiciones que adquieren en el conjunto, y por las
que mantienen unas con otras. Lógicamente esta última posibilidad puede interpretarse en cierto
modo como la primera, pues las relaciones de diferentes formas dan lugar a una percepción visual de
conjunto, en el que las partes vendrían a ser las individualidades.
Las relaciones que pueden establecer las formas bidimensionales entre sí son:
1. De distanciamiento: cuando sobre la superficie del formato se encuentran separadas espacial-
mente.
2. De toque: cuando este se produce por parte de figuras geométricas, y se hace de manera repetida
(fundamentalmente cuando se hace sobre los lados), se da lugar a estructuras modulares llama-
das redes o tramas, sobre las que a su vez pueden representarse otras mayores.
3. De superposición: cuando una está sobre otra, tapando la que aparentemente estaría encima, o
más próxima, a la otra. Dan lugar a una impresión espacial de profundidad.
4. De penetración: cuando una de las formas deja ver parte de ella a través de la otra, como si apa-
rentemente estuviese detrás y la rompiese para mostrarse. Representa como la anterior un cierto
concepto espacial de profundidad.
5. De unión o fusión. Dos formas se unen fundiéndose en una sola, perdiendo cada una de ellas
parte de su contorno y dando lugar a otra combinada de partes de ambas.
6. De transparencia. Una forma deja ver a otra a través de ella. Como las de superposición y pene-
tración dan lugar a la impresión de profundidad.
Estas relaciones tienen mucho que ver con la materialidad de las formas; así, por ejemplo, en
esta última no se consideran las intervinientes como opacas, sino que para dar lugar a ese efecto una
de ellas habría de ser considerada transparente o al menos translúcida.
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Las formas tridimensionales, precisamente por serlo, es decir, por desarrollarse sobre las tres di-
mensiones, son capaces de adquirir un muy elevado grado de iconicidad. A diferencia de, por
ejemplo, la pintura, la escultura es capaz de aproximarse más a las representaciones de otras formas
tridimensionales, pues con ella no es necesario, como ocurre con las representaciones en el plano, en-
gañar al ojo para crear la ilusión de volumen, de profundidad; ella misma lo es.
Como ya ocurría con las planas, las formas de tres dimensiones pueden ser: geométricas (regu-
lares e irregulares) y orgánicas.
Las formas volumétricas regulares se corresponden con los llamados poliedros regulares,
que son cuerpos formados por polígonos regulares, que son sus lados, todos iguales entre sí, y que
forman ángulos también idénticos. Existen los siguientes:
Las formas tridimensionales son capaces de demostrar gran expresividad. Un aspecto conside-
rable en este sentido son sus cualidades superficiales, tanto de textura (como ya se ha visto), generada
por su materia y por las herramientas que han originado su aspecto exterior, como por su composi-
ción estructural y el espacio que abarcan. Las partes llenas, así como el vacío que pueden “conte-
ner” son igualmente significativos. Tan importante es lo que son, como la atmósfera que les
rodea y que incluso pueden tener dentro (con agujeros, concavidades, etc.).
2.2.2. Estructuras
La combinación de formas tridimensionales tiene su ejemplo más utilizado y conocido en las es-
tructuras modulares. Consisten en la disposición de los cuerpos geométricos sobre una red espa-
cial, de manera que el conjunto adquiere una apariencia rítmica debido a la repetición de las partes,
que son esas formas y aquellas menores a las que dan lugar.
Pueden estar formadas por cuerpos geométricos regulares como cubos, tetraedros, esferas, etc.,
pero también por otros no regulares, y además, aunque el conjunto generalmente es el resultado de la
repetición de una única forma y tamaño, esto adquiere una mayor expresividad visual cuando se
transgrede, de forma que también tamaño, forma y color se utilizan en su variedad.
Así mismo es interesante el efecto espacial que crean dejando espacios huecos, recurso que ade-
más de en la escultura, y aplicaciones sobre el plano de estas apariencias, es muy utilizado en la arqui-
tectura moderna.
Los montajes tridimensionales, consisten también en la creación de formas que se combinarán
espacialmente dando apariencia de conjunto, y donde también suelen estar compuestos por indivi-
dualidades cuya combinación los puede hacer aparecer como módulos, o partes de la totalidad.
Algunos movimientos artísticos han desarrollado diferentes tipos de estructuras espaciales basa-
das en la geometría. Quizá uno de los más significativos sea el Arte Cinético, dentro de cuyo campo
las esculturas proporcionan efectos de luz y movimiento muy plásticos. A ello contribuye también la
elección de los materiales: metal, cristal, etc., cuya coloración e iluminación proporciona sombras,
reflejos y movimientos expresivos muy innovadores, y en todo caso diferentes de la concepción ante-
rior de este arte. En España uno de los más importantes es el valenciano Andreu Alfaro.
Otros tipos de estructuras compositivas se fundamentan más que en la adición, como hasta ahora
hemos visto, en la sustracción de material sobre las supuestas formas iniciales. Se trataría de compo-
siciones por subdivisión.
que se ha hecho de las que se consideran como formas arquitectónicas básicas: la columna, el arco, la
bóveda y la cúpula.
La columna evoluciona desde una aplicación eminentemente práctica, sin ornamento, como es
el pie derecho o pilar, hasta un elemento de sofisticación elevadísima. Los primeros pilares de madera
van dando paso a formas trabajadas con sentido estético, en la mayoría de ocasiones sin perder su fun-
ción constructiva, pero en otras siendo utilizadas como objeto decorativo, o con características deco-
rativas. En muchas ocasiones con motivos vegetales, en otros casos con secciones en forma de
paralelepípedo, en otras con aspecto antropomórfico, etc.
Se estudia, de forma geométrico-matemática, una estética más estable y pura, que equilibre el
efecto visual de elevación.
En su utilización clásica se distinguen tres partes: basa, fuste y capitel, que en su conjunto evolu-
cionaron estéticamente, y dentro de los cuales cabe destacar, por lo que después han influido en la
plástica occidental, los órdenes jónico, dórico y corintio.
En la construcción moderna, el uso de la columna ha estado muy condicionado por los nuevos ma-
teriales y tecnologías, así como por las nuevas concepciones estéticas. Las importantes estructuras me-
tálicas, interiores en la mayoría de los casos, han dado lugar a que se relegue prácticamente a la nada su
aplicación funcional, y decorativamente ha dejado de ser también un elemento de primer orden.
El arco, de desarrollo posterior, se corresponde con un elemento lineal, generalmente curvo,
apoyado en dos elementos verticales que suelen ser jambas o columnas.
Es en la civilización romana donde empieza a potenciarse su valor, en muchas ocasiones con fi-
nalidades simbólicas, y con gran importancia técnica y constructiva, y, al igual que en Bizancio, se le
utiliza como elemento ornamental de características estético-simbólicas. En este sentido su consagra-
ción definitiva se produce en la civilización musulmana, donde tanto su forma como su decoración lo
convierten en elemento fundamental de sus construcciones (Mezquita de Córdoba). Por último indi-
car también cómo toda la arquitectura gótica está encaminada a su consagración como forma estética
y constructiva, con la utilización de arcadas, ventanales, nervios, etc.
Tanto la bóveda como la cúpula son elementos que evolucionan desde el arco. La bóveda, en su
desarrollo longitudinal, y la cúpula como bóveda semiesférica, pudiendo adquirir diferentes tipos de
planta, así como de formas exteriores. Tienen mayor dificultad técnica, y simbolizan estéticamente al
cosmos. Tanto el desarrollo de las técnicas como sus decoraciones las han hecho ir evolucionando de
forma similar a lo ocurrido con los anteriores, siendo utilizados durante toda la construcción de ma-
neras muy diversas y con intenciones constructivas y de representación también distintas, eso sí,
siempre decoradas según los estilos dominantes en los momentos históricos de que se trate.
Si en la creación de formas tridimensionales ha influido siempre el material utilizado, en la
arquitectura tanto eso como las tecnologías lo han hecho de manera fundamental. Las construc-
ciones con barro y piedras han evolucionado hasta dejar paso a los plásticos, diferentes metales, etc.;
de los gruesos muros del Románico se pasó a los grandes arcos y vanos del Gótico; de las paredes de
adobe, ladrillo y piedra, a las estructuras metálicas y el cristal.
Así mismo, la concepción compositiva, y por tanto la manera de relacionar los elementos cons-
tructivos, evoluciona con la mentalidad de los arquitectos y las nuevas posibilidades constructivas. El
volumen como espacio arquitectónico se valora tanto en su aspecto de continente como de con-
tenido, pero también con relación al espacio externo, bien con fines simbólicos (muchas veces con
carácter religioso), cósmicos, de poder, urbanísticos y funcionales, etc.
El empleo de la luz se puede relacionar también en este sentido, bien como elemento de resalte
de valores simbólicos, o bien como representador de formas plásticas. Si en muchas ocasiones, al me-
nos actualmente, se ha buscado un aspecto exterior prismático y de conjunto, en otras se intenta favo-
recer expresiones relacionadas con las formas orgánicas, el color, la luz y la textura.