10 Historias de Terror

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10 Historias De Terror

1. Jack, el Linterna.

Dicen por ahí que el diablo se enteró que en la Tierra había un hombre con el alma
negra y decidió que era tiempo de conocerlo, así que se puso el traje de un humano
y lo fue a encontrar. Para comprobar los rumores que giraban alrededor del hombre,
el diablo se hizo pasar por su amigo hasta que le confesó su verdadera identidad y
le dijo que se lo llevaría a pagar por sus pecados. Ante la sorpresa, Jack le pidió
que como último deseo le concediera más tragos; él aceptó. Llegó la hora de irse y
había que pagar, pero ninguno de los dos tenía efectivo, así que Jack retó al diablo
para convertirse en moneda y pagar lo que habían consumido. Lo hizo, pero Jack
no pagó con él, lo puso en su bolsillo al lado de un crucifijo que cargaba y le advirtió
que no lo sacaría a menos de que lo dejara de molestar por un año más.

El tiempo pasó y santanas regresó, pero Jack de nuevo le pidió su última voluntad:
conseguir una manzana situada en lo alto de un árbol como última cena; él aceptó
y cuando subió al árbol, Jack talló en él una cruz y para dejarlo bajar le pidió que no
lo molestara por 10 años más. Lucifer cumplió, pero ese hombre murió esperándolo,
y cuando llegó al cielo no lo dejaron entrar y su segunda opción era el infierno, pero
ahí tampoco lo dejaban pasar por el trato que tenía con el dueño de esos lugares.
Fue entonces cuando Satanás decidió sentenciarlo a deambular por el mundo con
un nabo hueco de carbón ardiendo, como única luz para guiarlo (dicen que de ahí
nace la tradición de las calabazas como lámparas).

Se trataba de Jack O´Lantern, dice la leyenda que confirma que en la noche de


brujas anda por las calles pidiendo Truco o Trato; todos sugieren que aceptes el
trato, sin importar lo que sea, porque el truco sería aceptar una maldición... (Dicen
también, que las calabazas con caras horrorosas se utilizaban para espantar a Jack
y cualquier ente peligroso).

2. La casa embrujada.

En un pequeño y escondido pueblo había una casa abandonada sobre la que se


contaban muchas historias. Un día de Halloween, cuatro amigos: Raúl, Fran,
Carolina y Lorena, se acercaron para inspeccionar, pero antes de entrar escucharon
un grito y decidieron marcharse. Por la noche, a la hora de pedir caramelos, ellos
se seguían preguntando quién podía haber estado en aquél lugar y decidieron
acercarse de nuevo. No era aún las 12 de la noche, pero al llegar sintieron un
escalofrío; entraron y cuando iban caminando, una muñeca de porcelana cayó en
su camino; no pareció espantarles y siguieron el rumbo; encontraron dos sillas frente
a una chimenea donde había una vela y una caja de música que de la nada se abrió
y empezó a sonar.

Asustados, buscaron la forma de salir, pero unas sombras los alcanzaron y ahí
comprendieron todo: como en una película, pudieron ver a una niña de unos once
años jugando a la ouija mientras sus papás estaban abajo haciendo caricias a su
hermano, un bebé; en lo que pareciera un impulso, ella tomó un hacha y bajó a la
sala donde mató a sus padres y hermano. Los cuatro niños comprendieron que la
niña se sentía celosa por el robo de atención y decidió vengarse. Cuando intentaron
salir, dicen que la infanta los maldijo, y desde entonces, cada noche de Halloween,
Raúl, Fran, Carolina y Lorena visitan esa casa y pasan horas "jugando" con el
espíritu.

3. El coleccionista de las historias de Halloween.

A Luis le gustaban las historias que tenían referencia al día de los muertos, así que
decidió que empezaría a recolectar todas las que conociera y haría un libro llamado
Cuentos de Halloween. La idea la tuvo a los 5 años y la continúo por mucho tiempo,
pues cuando tenía 10, ya tenía más de 100 cuentos en su libreta. Al cumplir 15,
seguía fascinado con su colección, pero ese año, al acercarse la fecha que más le
gustaba, Halloween, algo extraño pasó... Luis desapareció.

Sus padres lo encontraron vestido de zombi sobre su cama y con su libro de relatos.
Nadie podía decir lo que le había pasado, sólo murió. Desde entonces, se cuenta
que Luis deambula por las calles cada noche de brujas, esperando conseguir más
y más historias para su libro. ¿Le quieres contar una?

4. La noche de los santos.

En España, celebrando la noche de los Santos, un grupo de amigos decidió


acercarse al panteón para llevar flores a sus muertos, pero esa noche se
encontraron con la sorpresa de que ya no había nadie en el cementerio. Al parecer
ya todos habían regresado a sus hogares, pues pasaban de las 10 de la noche. A
ellos no les importó y siguieron su camino; algunos chicos se sentaron sobre una
vaya, mientras dos chicas más se quedaron paradas frente a ellos mirando por
completo el cementerio.

Una de las adolescentes pudo ver a una mujer anciana flotando, solo se veía de la
cintura para arriba, pero detrás de ella le seguían unas piernas y luego un brazo con
bolsas de supermercado y otro brazo llevando la correa de un perro. Los gritos
fueron de inmediatos y lo chicos salieron huyendo del lugar; en el camino se
encontraron a otros jóvenes más de la escuela que escucharon lo que vivieron y
quienes les confirmaron lo sucedido.

La leyenda cuenta que una mujer anciana cocinaba cuando decidió ir a la tienda,
pero olvidó apagar lo que tenía en la estufa, cuando regresó vio que su casa se
quemaba y al querer llegar más rápido, fue atropellada y partida en dos... ¿Era ella?

5. La masacre.

Era noche de Halloween y había que celebrar, así que un grupo de jóvenes
estudiantes decidieron reunirse en casa de uno de ellos, pues sus padres no
estaban y era el lugar perfecto para una fiesta privada. La noche llegó y era hora de
los juegos; siendo una fecha especial, uno de los adolescentes sacó una tabla de
ouija. En esa casa estaban Claire, April, Curtis, Dominic y Anouk; quienes se
juntaron en círculo para iniciar el juego, cuando alguien insinuó que se necesitaba
una especie de médium que se encargara de dirigir el tablero y todos eligieron a
April, la chica más tímida, conservadora y miedosa del grupo.

Ella, para probarse, aceptó y empezó la noche con de los espíritus, pues se
conectaron con uno que decía llamarse Ruth; era una chica de 16 años que había
muerto asesinada y que les decía que era de la misma ciudad que ellos. El juego
parecía inocente y luego de una larga sesión de preguntas y respuestas, decidieron
que era momento de hacer otra cosa. Posteriormente, April subió al baño sola y
pudo mirar como una sombra se acercaba a ella, en eso escuchó un grito y vio cómo
Curtis, el dueño de la casa, caía frente a ella con un cuchillo clavado en el cuello.
Cuando bajó gritando y llorando, se dio cuenta de que sus amigos habían sido
asesinados de manera brutal; trató de salir corriendo, pero los nervios la traicionaron
y cayó desmayada.

Poco después, la policía, alertada por los vecinos, llegó y encontró a la joven bañada
en sangre. ¿Qué pasó? Un video en la casa de Curtis reveló todo: April mató
fríamente a sus compañeros y fue encarcelada por homicidio, pero siempre lo negó.
La gente dice que no fue April, sino Ruth, quien entró en el cuerpo de la joven para
acabar con todos por simple gusto.

6. La bruja.
Rodrigo era un hombre joven y con la vida resuelta; a sus 27 años era millonario y
vivía solo, porque sus padres murieron y lo dejaron bien acomodado. Era arrogante
y prepotente y no trabajaba; una noche de brujas iba por la calle cuando vio que con
motivo de Halloween, había un mercado donde sobresalía la carpa de una mujer
que decía era una bruja. Él no creía en brujas, pero decidió que era buen momento
para comprobar que todo era una farsa. Cuando llegó se encontró en una carpa
oscura donde unas velas alumbraban una mesa donde se encontraba una anciana
que lo invitó a sentarse. A Rodrigo le pareció una mujer repugnante y cuando ella le
preguntó: ¿Qué es lo que quieres saber? Sólo le contestó: "Vengo a ver cómo te
equivocas".

La bruja respiró y le supo decir quién era él, pero sin olvidar recordarle que siempre
pasaba por encima de todo y todos, sin importarle nada; y sin decirle que nadie se
burlaba de ella, por lo que al día siguiente viviría el día de muertos en carne propia.
Rodrigo se marchó asustado y ni siquiera le pagó a la mujer aquella de nombre
Mandrágora; se resistía a creer en lo que le había dicho, pero no podía evitar sentir
miedo, así que empezó a ingeniar una idea para no morir en esa noche de brujas.

El joven regresó a su casa y se juró a sí mismo que no moriría por un accidente y


que probaría a la mujer estar equivocada. Ordenó a sus sirvientes que quitaran todo
lo que pudiera ser peligroso en la casa; cerró el paso del gas, el agua, se quitaron
lámparas y objetos de vidrio; sintió que solo estaría más seguro, así que ordenó a
todos marcharse y pidió al mayordomo amarrarlo a la cama para que no pudiera
pararse y sufrir algún accidente; su empleado lo hizo.

Llegada la noche y pensando en que ya había salvado su vida, pues sólo faltaba un
minuto para que la noche del 31 de octubre terminara, Rodrigo fue testigo de cómo
del enchufe de la pared salían grandes chispas, ¡había olvidado cortar la luz!
Desesperado pedía ayuda, pero no podía desatarse, el fuego se acercaba y él sólo
lograba escuchar la risa burlona de una mujer que parecía venir desde el mismo
infierno.

7. La venganza.

Una joven adolescente vivía con su madre y su medio hermano en un pequeño


pueblo; llegaron ahí porque su madre padecía de pánico y cada que veía mucha
gente tenía un ataque de ansiedad. A ella no le iba tan mal, pues ya había hecho
amigos en la escuela. Llegó la noche del Halloween y por votación decidieron que
el festejo fuera en casa de la chica; con dudas, ella aceptó.
En la fiesta, decidieron jugar a ouija y todo parecía salir bien, porque
inmediatamente contactaron a un espíritu que les hablaba. Estaban atentos al juego
cuando se escucharon gritos en la parte de arriba de la casa. La adolescente no
sabía qué era lo que estaba sucediendo, porque nunca antes habían pasado cosas
sobrenaturales en su hogar, así que trató de mantener la calma y la de sus
compañeros también, aunque ellos empezaron a desesperarse.

Después de unos minutos, cuando todo parecía calmarse, uno de los amigos
comenzó a hablar en un extraño idioma que nadie entendía, así que el pánico inició
de nuevo. En ese momento la ouija comenzó a moverse por sí misma y formó la
frase: "Fue un gran error". El tablero se movía de manera constante y en eso la
adolescente vio algo que no pudo creer: a su padre. Se dio cuenta que él era quien
estaba asustando a la gente. Subió a buscar a su madre, pero la encontró muerta y
a su hermano, también.

¿Por qué los mató? La chica halló el diario de su madre y en él pudo leer que su
progenitora lo asesinó tanto a él como al padre de su medio hermano. El juró
venganza y la cumplió.

8. Alejandrito.

En 1995, un niño de 13 años y su madre se encontraban en un panteón de México,


cuando ella se quedó dormida. El menor, sin sueño y aburrido, permaneció sentado
sobre una tumba, cuando sintió que una mano le tocaba el hombro. Asustado, volteó
y se dio cuenta de que se trataba de otro niño que le decía: "Soy Alejandrito Chávez,
¿quieres jugar?". Se veía amable, así que aceptó.

Con una lámpara y una bolsa llena de canicas empezaron a jugar; de repente,
Alejandrito le dijo al otro niño: "Tu mamá te ama mucho, tienes suerte, yo siempre
extraño a la mía." - ¿Con quién vienes?, le preguntó. Y respondió que con sus
abuelos. Todo parecía ir bien; siguieron jugando hasta que el sueño los venció.

A la mañana siguiente, cuando estaban sirviendo la comida, en el mismo panteón,


el adolescente se topó con una tumba que decía: "Aquí yace mi querido hijo
Alejandro Chávez". La impresión era grande. Más tarde, cuando una mujer se
acercó a esa tumba, él no pudo resistirse y preguntó por el aspecto del niño, que
según su lápida, había muerto a los 9 años; ella le describió al infante... Era el mismo
con el que había jugado durante la noche.

9. La pérdida de un amigo.
Héctor y Raúl eran buenos compañeros de clase, así que Héctor decidió invitar a
su amigo al pueblo de donde era originario; ahí, la celebración de Halloween era
todo un suceso importante, así que Raúl aceptó.

Llegaron al lugar, se la estaban pasando bien cuando se encontraron a un hombre,


quien creían estaba borracho; él les contó que muchos años atrás, en un día como
ese, había perdido a su mejor amigo. Lo habían encontrado muerto y con una
calabaza en la cabeza. Los chicos rieron y no pusieron atención a la historia, porque
creían que sólo se trataba de un cuento, pero esa misma noche sucedería todo lo
contrario. Héctor y Raúl paseaban con Mariana, la hermana de Héctor, quien se
estaba llevando de maravilla con el amigo de su hermano. Estaban en el centro del
pueblo, donde se reunían la mayoría de las personas.

En el camino, Raúl había visto a un hombre en el bosque todo lleno de sangre, pero
se imaginó que era alguien con un disfraz. Más tarde, Héctor dijo que se sentía
cansado y regresaría a casa. Nunca más lo volvieron a ver. Raúl y Mariana, junto
con los padres de ella, buscaron incansablemente a Héctor, pero nunca lo pudieron
encontrar, sólo hallaron sangre, papeles con señales extrañas y lo que parecían los
restos de una calabaza, en el bosque. ¿Qué pasó? Aún sigue siendo un misterio.

10. La niña.

Una pequeña llamada Raquel salió de la escuela y se dirigió a su casa, pero esta
vez tomó una ruta nueva. En el camino se encontró con una niña que lloraba y se
acercó para ver qué pasaba; la niña le señaló una casa y le explicó que su gato se
había metido ahí y que tenía miedo de irlo a buscar. Raquel, inmediatamente,
decidió ayudar a la menor y se dirigió a la casa; cuando llegó se encontró con la
puerta abierta y el inmueble solo; así que decidió entrar y miró al gato huir por las
escaleras. Lo siguió y cuando creía que lo atraparía éste se metió a un cuarto.

Raquel lo siguió y se encontró en la habitación de una niña; había paredes forradas


de color rosa y muchas muñecas que parecían mirarla. Raquel no se sorprendió ni
al ver que esa habitación parecía en perfecto estado cuando toda la casa lucía
deteriorada. Acto seguido, se topó con la foto de la niña que le había pedido ayuda.
En la imagen parecía estar con su padre. Raquel se asustó, por lo que decidió salir
corriendo sin el gato. Sin más ni más, la niña del bosque se apareció en la
habitación, estaba ensangrentada y gritaba: ¡Ellos me mataron y lo harán contigo!

Raquel salió huyendo, pero al día siguiente fue hallada muerta de la misma manera
que aquella infanta. Dicen que aún sigue pidiendo que le devuelvan a su gato.
10 LEYENDAS

1. Jalisco. El árbol del vampiro. La historia cuenta que a la Guadalajara colonial


llegó un hombre muy rico de Europa, quien todas las noches salía vestido de negro
y con una actitud misteriosa. Se llamaba Don Jorge.

Cada que salía aparecían animales muertos, pero éstos se empezaron a convertir
en humanos. La gente asustada decidió salir en busca del causante, cuando, cerca
del Panteón de Belén, escucharon gritos. Era Don Jorge, atacando con la boca el
cuello de un hombre.

La gente lo persiguió, pero él logró huir, así que el cura de Guadalajara lo fue a
buscar a su hacienda, para hacerle un exorcismo. El Vampiro juró vengarse de
todos, cuando alguien le clavó una estaca en el pecho.

Al morir, lo enterraron en el mismo Panteón de Belén. Pero lo extraño sucedió


cuando un árbol empezó a crecer justo por encima de la lápida de Don Jorge, misma
que se rompió. La leyenda dice que el día que el árbol sea derrumbado o que las
raíces rompan por completo la lápida, Don Jorge, el vampiro, regresará a llevar a
cabo su venganza.

Así que no se olviden de visitar el Panteón de Belén cuando vayan a Guadalajara,


Jalisco.

2. Ciudad de México. El fantasma de la monja. María de Ávila, quien vivió en el


siglo XVI, se enamoró de un mestizo de apellido Arrutia, quien quería casarse con
ella por su dinero y status social.

Los hermanos de María, Daniel y Alfonso se enteraron de lo que estaba pasando y


se opusieron rotundamente a que ese matrimonio se llevara a cabo, así que le
prohibieron a Arrutia ver a María. Al principio él se negó, pero los hermanos le
ofrecieron mucho dinero que él aceptó para marcharse.

Se fue. Sin ninguna explicación a María, quien cayó en una profunda depresión.
Dos años estuvo así, hasta que sus hermanos decidieron enclaustrarla en el Antiguo
Convento de la Concepción, donde se la pasaba rezando y pidiendo por él.

Un día, no pudo más con el dolor y se ahorcó en un árbol de duraznos en el patio


del convento. La enterraron allí mismo y un mes después de su muerte, su fantasma
empezó a aparecer por las noches, reflejándose en las aguas del convento cuando
alguna de las novicias o monjas se veía el rostro. Desde entonces se prohibió la
salida de cualquiera de ellas al jardín cuando anocheciera.

La leyenda cuenta que como no podía soportar estar sin su amado, ya muerta salió
a buscarlo y lo mató para estar con él aunque sea en el más allá.

Visita el convento en la calle Belisario Domínguez número 5 en el Centro Histórico.


Llega con el metro Bellas Artes y Garibaldi. Búscalo entre las calles Lázaro
Cárdenas, Calle 57 y Allende.

3. Veracruz. La Mulata. Cuentan que hace muchos años, en Córdova, existió una
mujer misteriosa, porque vivía aislada del trato social y no se conoció su
procedencia. Se dice que era huraña porque su belleza era tanta que cuando salía
a la calle, era víctima de habladurías. Se le conocía también porque usaba hierbas
para hacer curaciones maravillosas y por predecir sucesos naturales, como
temblores y hasta por conjurar tormentas.

Esa fama empezó a inquietar a los habitantes de Córdova, quienes la empezaron a


acusar de bruja. Todos parecían obsesionados con ella, pero el alcalde era el
principal. Su nombre era Martín de Ocaña, un hombre ya de edad que le confesó
su amor y le ofreció hasta "las perlas de la virgen", con tal de que ella estuviera con
él, pero la mulata no accedió.

Don Martín, despechado y desairado, la acusó de haberlo hecho tomar un brebaje


para que perdiera la razón. La mulata, a la fuerza, fue llevada a la Fortaleza de San
Juan de Ulúa, donde fue juzgada y castigada a morir quemada en leña verde frente
a todo el pueblo.

Mientras esperaba su castigo, logró convencer al guardia para que le regalara un


gis. Él no se pudo resistir y se lo consiguió. La mulata empezó a dibujar en las
paredes de su celda un barco con las velas desplegadas que se mecía sobre las
olas del mar.

Era una obra de arte que dejaba perplejo a cualquiera. Fue entonces cuando la
mulata preguntó: ¿Qué es lo que crees que le hace falta al barco? A lo que el
carcelero le contestó: Andar... En eso ella le dijo: Pues mira como anda... La mulata
dio un salto y se subió al barco, despidiéndose del hombre que la resguardaba,
quien sólo veía lo que sucedía asombrado, el barco se perdió en el horizonte que
ella dibujó.

4. Guanajuato. El callejón del beso. Es conocido por todos, porque apenas mide
68 centímetros de ancho, por lo que los balcones de las casas están casi pegados.
La leyenda de este lugar nace del amor prohibido de una pareja de enamorados,
Carlos y Ana, quienes se citaban clandestinamente en uno de sus balcones, para
demostrarse su amor.

Un día, el padre de ella los descubrió y se opuso por completo a ese amor, al grado
de matar, ahí mismo, al enamorado.

Otra versión de la historia indica que la asesinada fue Doña Ana, quien
murió después de que su padre le enterrara una daga por la espalda.

Don Carlos, al ver la muerte inminente de su amada, besó su mano aún tibia, de ahí
el nombre de este lugar.

Hoy en día, se dice que las parejas que se den un beso en el tercer escalón, tienen
garantizados 7 años de felicidad. Ritual obligado para las parejas que visitan
Guanajuato.

5. Xochimilco. La isla de las Muñecas. En De10.mx, ya hemos hablado de la


leyenda de esta particular isla que se encuentra en el Valle de México. La gente
cuenta que Don Julián Santana, un hombre que vivía en una chinampa, empezó a
recolectar muñecas que se encontraba por doquier, para "espantar al espanto". Y
es que se cuenta que cerca de su chinampa, murió una niña ahogada, quien solía
asustar a Don Julián, así que él, en ofrenda de paz, le regalaba las muñecas para
que juegue con ellas.

A lo largo de muchos años coleccionó miles de muñecas, entre las que él


encontraba y le regalaban. Don Julián murió, solo. Y ahora dicen que es él quien de
repente se aparece a cuidar de sus muñecas. Lee la historia más detallada aquí.

No te pierdas de conocer la Isla de las Muñecas dando un paseo en trajinera por los
canales de Xochimilco.

6. Estado de México. La Llorona. La historia cuenta que una mujer indígena tuvo
un romance con un hombre español; relación de la que nacieron tres hijos, a quien
ella atendía devotamente. Pero, el padre de ellos, no parecía estar muy contento
con la relación, pues cada que ella buscaba formalizar, él se negaba. Pasó el tiempo
y él se terminó casando con una damisela española. Ella no pudo con lo sucedido
y perdió la razón. Aquella mujer indígena se dirigió al Lago de Texcoco y ahí ahogó
a cada uno de sus hijos, para luego suicidarse ella.

Desde entonces, se dice que se escucha el lamento de una mujer joven que viene
del lago; dicen que grita por sus hijos y que se puede ver que es una mujer vestida
de blanco y delgada que deambula sin rumbo hasta esfumarse de nuevo en el lago.

7. Michoacán. La mano de la reja. Se cuenta que en la ciudad de Morelia, en la


calzada de San Diego, existe una casa donde llegó a vivir Don Juan Núñez de
Castro con su esposa Doña Margarita Estrada y su única hija, Leonor, pero sólo de
Don Juan, pues Margarita era su segunda esposa. Mujer que constantemente
humillaba a Leonor, quien tenía una belleza inigualable.

Un día, a Morelia, entonces Valladolid, llegó un noble de la corte del Virrey, quien
en un paseo conoció a Leonor y se enamoró, pidiéndole permiso para cortejarla.
Ella aceptó y se vieron en una ventanilla del sótano de la casa, donde Leonor dormía
porque su madrastra no quería que mostrara su belleza en ningún lugar.

Así pasaron los días de romance, hasta que Doña Margarita los encontró y cerró
toda ventana, dejándolos sin comunicación. Pero él no sabía qué había pasado
porque tuvo que salir corriendo a asuntos del reino. Nadie sabía que Leonor estaba
prisionera. Los días pasaron y ella seguía encerrada.

Buscando comida para mantenerse para su amado, sacaba una mano por la
ventanilla para implorar limosna. La gente ya rumoraba de la mano que salía por la
reja, pero Doña Margarita se había encargado de disipar los rumores.

El enamorado, después de un largo viaje, regresó buscando a Leonor. Cuando llegó


a su casa, se encontró con el padre, quien la mandó a buscar. Fue allí cuando la
encontraron muerta. Su gran amor, le dio sepultura vestida de novia y tanto Doña
Margarita, como su padre y los criados, fueron enviados a prisión.

Se dice que ahora, en la reja del sótano se ve una mano pálida y descarnada que
implora por caridad diciendo: "Un pedazo de pan por el amor de Dios...".

8. Zacatecas. La piedra negra. Dos ambiciosos amigos Misael Galán y Gildardo


Higinio, decidieron que querían hacerse ricos y fueron en busca de una mina, que
se encontraba por la cordillera que separa al municipio de Vetagrande de la capital
Zacatecana.

Durante cinco días buscaron, hasta que encontraron una cueva de aspecto extraño,
a la que se acercaron y donde hallaron una roca brillante semienterrada. Lo que les
llamó la atención y se pusieron a escarbar cerca de ella, pues pensaban que era
oro.
Lograron sacar la roca y se acostaron a descansar. Al día siguiente, los jóvenes
fueron encontrados muertos. El acta de defunción dice que perdieron la vida en una
riña entre ellos mismo. Se cuenta que fue la ambición la que acabó con ellos, porque
al final la piedra no tenía ningún valor.

La gente cuenta que quien se encuentra con ella, se vuelve agresivo y ataca sin
razón aparente. Y es que la piedra servía para afilar cuchillos, lo que muchos
hicieron, antes de transformarse en seres violentos.

Ante la caótica situación, se decidió que la roca fuera llevada lejos del alcance
humano, justo en lo alto de un muro posterior de la catedral Zacatecas, debajo de
la campana chica.

9. Oaxaca. La princesa Donaji. El rey Zapoteca Cosijoeza y la reina Coloyocaltzin,


tuvieron un hijo llamado Cosijpi, a quien mandaron a gobernar el Istmo de
Tehuantepec, donde tuvo una hija llamada Donají.

En esos tiempos, había guerra entre los zapotecas y los Mixtecos, quienes tomaron
a la princesa como rehén de paz. Pero cuando se vieron amenazados, la
decapitaron. Nunca dijeron dónde había puesto la cabeza. De ahí se generó la duda:
¿dónde está la princesa Donaji?

Le leyenda cuenta que un pastor se encontraba cuidando sus animales en lo que


hoy se conoce como San Agustín de las Juntas (cerca del aeropuerto internacional
de Oaxaca), cuando encontró un lirio silvestre, flor que se conoce como Azucena,
el cual decidió arrancar desde la raíz. Al momento de cavar, se dio cuenta de que
había una oreja hasta ver la cabeza humana completa, que se dice permanecía
intacta. Era la princesa Donají. Su cabeza y su cuerpo se juntaron y fueron llevados
al templo de Cuilapam.

10. Guerrero. La leyenda del candil. Cuenta la leyenda que todo esto ocurrió en la
Costa Grande de Guerrero. Una mujer había juntado sus monedas de oro para
visitar al papa en el Vaticano. En ese entonces, no había muchos transportes y la
mujer tenía que caminar por la orilla de la playa hasta llegar a Acapulco; tardaría un
día y medio.

El día de su partida llegó y a las 4 de la mañana, sin luna en el cielo, salió guiándose
por la espuma del mar y un candil de petróleo. Pero nada de lo que había planeado
resultó, porque cuando iba caminando, unos hombres la atracaron, la robaron y la
mataron.
La mujer no logró su cometido y se dice que ahora se pasea por la costa con un
candil. Esto ocurrió entre Carrizal y Mitla.

10 FABULAS

CENICIENTA
Érase una vez un hombre bueno que tuvo la desgracia de quedar viudo al poco
tiempo de haberse casado. Años después conoció a una mujer muy mala y
arrogante, pero que pese a eso, logró enamorarle.

Ambos se casaron y se fueron a vivir con sus hijas. La mujer tenía dos hijas tan
arrogantes como ella, mientras que el hombre tenía una única hija dulce, buena
y hermosa como ninguna otra. Desde el principio las dos hermanas y la
madrastra hicieron la vida imposible a la muchacha. Le obligaban a llevar viejas
y sucias ropas y a hacer todas las tareas de la casa. La pobre se pasaba el día
barriendo el suelo, fregando los cacharros y haciendo las camas, y por si esto
no fuese poco, hasta cuando descansaba sobre las cenizas de la chimenea se
burlaban de ella.

- ¡Cenicienta! ¡Cenicienta! ¡Mírala, otra vez va llena de cenizas!

Pero a pesar de todo ella nunca se quejaba.

Un día oyó a sus hermanas decir que iban a acudir al baile que daba el hijo del
Rey. A Cenicienta le apeteció mucho ir, pero sabía que no estaba hecho para
una muchacha como ella.

Planchó los vestidos de sus hermanas, las ayudó a vestirse y peinarse y las
despidió con tristeza. Cuando estuvo sola rompió a llorar de pena por no poder
ir al baile. Entonces, apareció su hada madrina:

- ¿Qué ocurre Cenicienta? ¿Por qué lloras de esa manera?

- Porque me gustaría ir al baile como mis hermanas, pero no tengo forma.

- Mmmm… creo que puedo solucionarlo, dijo esbozando una amplia sonrisa.

Cenicienta recorrió la casa en busca de lo que le pidió su madrina: una calabaza,


seis ratones, una rata y seis lagartos. Con un golpe de su varita los convirtió en
un magnífico carruaje dorado tirado por seis corceles blancos, un gentil cochero
y seis serviciales lacayos.

- ¡Ah sí, se me olvidaba! - dijo el hada madrina.

Y en un último golpe de varita convirtió sus harapos en un magnífico vestido de


tisú de oro y plata y cubrió sus pies con unos delicados zapatitos de cristal.

- Sólo una cosa más Cenicienta. Recuerda que el hechizo se romperá a las doce
de la noche, por lo que debes volver antes.

Cuando Cenicienta llegó al palacio se hizo un enorme silencio. Todos admiraban


su belleza mientras se preguntaban quién era esa hermosa princesa. El príncipe
no tardó en sacarla a bailar y desde el instante mismo en que pudo contemplar
su belleza de cerca, no pudo dejarla de admirar.

A Cenicienta le ocurría lo mismo y estaba tan a gusto que no se dio cuenta de


que estaban dando las doce. Se levantó y salió corriendo de palacio. El príncipe,
preocupado, salió corriendo también aunque no pudo alcanzarla. Tan sólo a uno
de sus zapatos de cristal, que la joven perdió mientras corría.

Días después llegó a casa de Cenicienta un hombre desde palacio con el zapato
de cristal. El príncipe le había dado orden de que se lo probaran todas las
mujeres del reino hasta que encontrara a su propietaria. Así que se lo probaron
las hermanastras, y aunque hicieron toda clase de esfuerzos, no lograron meter
su pie en él. Cuando llegó el turno de Cenicienta se echaron a reír, y hasta
dijeron que no hacía falta que se lo probara porque de ninguna forma podía ser
ella la princesa que buscaban. Pero Cenicienta se lo probó y el zapatito le quedó
perfecto.

De modo que Cenicienta y el príncipe se casaron y fueron muy felices y la joven


volvió a demostrar su bondad perdonando a sus hermanastras y casándolas con
dos señores de la corte.

HÄNSEL Y GRETEL
Había una vez un leñador y su esposa que vivían en el bosque en una humilde cabaña con
sus dos hijos, Hänsel y Gretel. Trabajaban mucho para darles de comer pero nunca
ganaban lo suficiente. Un día viendo que ya no eran capaces de alimentarlos y que los
niños pasaban mucha hambre, el matrimonio se sentó a la mesa y amargamente tuvo que
tomar una decisión.

- No podemos hacer otra cosa. Los dejaremos en el bosque con la esperanza de que
alguien de buen corazón y mejor situación que nosotros pueda hacerse cargo de ellos, dijo
la madre.

Los niños, que no podían dormir de hambre que tenían, oyeron toda la conversación y
comenzaron a llorar en cuanto supieron el final que les esperaba. Hänsel, el niño, dijo a su
hermana:
- No te preocupes. Encontraré la forma de regresar a casa. Confía en mí.

Así que al día siguiente fueron los cuatro al bosque, los niños se quedaron junto a una
hoguera y no tardaron en quedarse dormidos. Cuando despertaron no había rastro de sus
padres y la pequeña Gretel empezó a llorar.

- No llores Hänsel. He ido dejando trocitos de pan a lo largo de todo el camino. Sólo tenemos
que esperar a que la Luna salga y podremos ver el camino que nos llevará a casa.

Pero la Luna salió y no había rastro de los trozos de pan: se los habían comido las palomas.
Así que los niños anduvieron perdidos por el bosque hasta que estuvieron exhaustos y no
pudieron dar un paso más del hambre que tenían. Justo entonces, se encontraron con una
casa de ensueño hecha de pan y cubierta de bizcocho y cuyas ventanas eran de azúcar.
Tenían tanta hambre, que enseguida se lanzaron a comer sobre ella. De repente se abrió
la puerta de la casa y salió de ella una vieja que parecía amable.

- Hola niños, ¿qué hacéis aquí? ¿Acaso tenéis hambre?

Los pobres niños asintieron con la cabeza.

- Anda, entrad dentro y os prepararé algo muy rico.

La vieja les dio de comer y les ofreció una cama en la que dormir. Pero pese a su bondad,
había algo raro en ella.

Por la mañana temprano, cogió a Hänsel y lo encerró en el establo mientras el pobre no


dejaba de gritar.

- ¡Aquí te quedarás hasta que engordes!, le dijo

Con muy malos modos despertó a su hermana y le dijo que fuese a por agua para preparar
algo de comer, pues su hermano debía engordar cuanto antes para poder comérselo. La
pequeña Gretel se dio cuenta entonces de que no era una vieja, sino una malvada bruja.

Pasaban los días y la bruja se impacientaba porque no veía engordar a Hänsel, ya que este
cuando le decía que le mostrara un dedo para ver si había engordado, siempre la engañaba
con un huesecillo aprovechándose de su ceguera.

De modo un día la bruja se cansó y decidió no esperar más.

- ¡Gretel, prepara el horno que vas a amasar pan! ordenó a la niña.

La niña se imaginó algo terrible, y supo que en cuanto se despistara la bruja la arrojaría
dentro del horno.

- No sé cómo se hace - dijo la niña


- ¡Niña tonta! ¡Quita del medio!

Pero cuando la bruja metió la cabeza dentro del horno, la pequeña le dio un buen empujón
y cerró la puerta. Acto seguido corrió hasta el establo para liberar a su hermano.

Los dos pequeños se abrazaron y lloraron de alegría al ver que habían salido vivos de
aquella horrible situación. Estaban a punto de marcharse cuando se les ocurrió echar un
vistazo por la casa de la bruja y, ¡qué sorpresa! Encontraron cajas llenas de perlas y piedras
preciosas, así que se llenaron los bolsillos y se dispusieron a volver a casa.

Pero cuando llegaron al río y vieron que no había ni una tabla ni una barquita para cruzarlos
creyeron que no lo lograrían. Menos mal que por allí pasó un gentil pato y les ayudó
amablemente a cruzar el río.
Al otro lado de la orilla, continuaron corriendo hasta que vieron a lo lejos la casa de sus
padres, quienes se alegraron muchísimo cuando los vieron aparecer, y más aún, cuando
vieron lo que traían escondido en sus bolsillos. En ese instante supieron que vivirían el resto
de sus días felices los cuatro y sin pasar penuria alguna.

EL GATO CON BOTAS


Había una vez un molinero pobre que cuando murió sólo pudo dejar a sus hijos por herencia
el molino, un asno y un gato. En el reparto el molino fue para el mayor, el asno para el
segundo y el gato para el más pequeño. Éste último se lamentó de su suerte en cuanto
supo cuál era su parte.

- ¿Y ahora qué haré? Mis hermanos trabajarán juntos y harán fortuna, pero yo sólo tengo
un pobre gato.

El gato, que no andaba muy lejos, le contestó:

- No os preocupéis mi señor, estoy seguro de que os seré más valioso de lo que pensáis.

- ¿Ah sí? ¿Cómo?, dijo el amo incrédulo

- Dadme un par de botas y un saco y os lo demostraré.

El amo no acababa de creer del todo en sus palabras, pero como sabía que era un gato
astuto le dio lo que pedía.

El gato fue al monte, llenó el saco de salvado y de trampas y se hizo el muerto junto a él.
Inmediatamente cayó un conejo en el saco y el gato puso rumbo hacia el palacio del Rey.

- Buenos días majestad, os traigo en nombre de mi amo el marqués de Carabás - pues éste
fue el nombre que primero se le ocurrió - este conejo.

- Muchas gracias gato, dadle las gracias también al señor Marqués de mi parte.

Al día siguiente el gato cazó dos perdices y de nuevo fue a ofrecérselas al Rey, quien le dio
una propina en agradecimiento.

Los días fueron pasando y el gato continuó durante meses llevando lo que cazaba al Rey
de parte del Marqués de Carabás.

Un día se enteró de que el monarca iba a salir al río junto con su hija la princesa y le dijo a
su amo:

- Haced lo que os digo amo. Acudid al río y bañaos en el lugar que os diga. Yo me encargaré
del resto.

El amo le hizo caso y cuando pasó junto al río la carroza del Rey, el gato comenzó a gritar
diciendo que el marqués se ahogaba. Al verlo, el Rey ordenó a sus guardias que lo salvaran
y el gato aprovechó para contarle al Rey que unos forajidos habían robado la ropa del
marqués mientras se bañaba. El Rey, en agradecimiento por los regalos que había recibido
de su parte mandó rápidamente que le llevaran su traje más hermoso. Con él puesto, el
marqués resultaba especialmente hermoso y la princesa no tardó en darse cuenta de ello.
De modo que el Rey lo invitó a subir a su carroza para dar un paseo.

El gato se colocó por delante de ellos y en cuanto vio a un par de campesinos segando
corrió hacia ellos.

- Buenas gentes que segáis, si no decís al Rey que el prado que estáis segando pertenece
al señor Marqués de Carabás, os harán picadillo como carne de pastel.

Los campesinos hicieron caso y cuando el Rey pasó junto a ellos y les preguntó de quién
era aquél prado, contestaron que del Marqués de Carabás.

Siguieron camino adelante y se cruzaron con otro par de campesinos a los que se acercó
el gato.

- Buenas gentes que segáis, si no decís al Rey que todos estos trigales pertenecen al señor
Marqués de Carabás, os harán picadillo como carne de pastel.

Y en cuanto el Rey preguntó a los segadores, respondieron sin dudar que aquellos campos
también eran del marqués.

Continuaron su paseo y se encontraron con un majestuoso castillo. El gato sabía que su


dueño era un ogro así que fue a hablar con el.

- He oído que tenéis el don de convertiros en cualquier animal que deseéis. ¿Es eso cierto?

- Pues claro. Veréis cómo me convierto en león

Y el ogro lo hizo. El pobre gato se asustó mucho, pero siguió adelante con su hábil plan.

- Ya veo que están en lo cierto. Pero seguro que no sóis capaces de convertiros en un
animal muy pequeño como un ratón.

- ¿Ah no? ¡Mirad esto!

El ogro cumplió su palabra y se convirtió en un ratón, pero entonces el gato fue más rápido,
lo cazó de un zarpazo y se lo comió.

Así, cuando el Rey y el Marqués llegaron hasta el castillo no había ni rastro del ogro y el
gato pudo decir que se encontraban en el estupendo castillo del Marqués de Carabás.

El Rey quedó fascinado ante tanto esplendor y acabó pensando que se trataba del
candidato perfecto para casarse con su hija.

El Marqués y la princesa se casaron felizmente y el gato sólo volvió a cazar ratones para
entretenerse.

ADIVINO
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente se le acercó un vecino,
anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que había en su
interior.
El adivino levantose de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y suspirando, para ver
lo que había sucedido.
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has previsto lo
que te sucedería a ti?
El adivino no supo qué responder.
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los demás. Tan
sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero.

EL CONGRESO DE LOS RATONES

Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero temiendo siempre
los ataques de un enorme gato, los ratones no querían salir. Ya fuera de día o de noche este terrible
enemigo los tenía vigilados.
Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea a petición del jefe
de los ratones, que era el más viejo de todos.
El jefe de los ratones dijo a los presentes:
- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No podemos vivir así!
- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento-Atemos un cascabel al gato, y así sabremos en todo
momento por dónde anda. El sonido nos pondrá en alerta y podremos escapar a tiempo.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes aplausos y felicidad. Con
el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo avisaría de la llegada del enemigo con el
tiempo para ponerse a salvo.
- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión importante: ¿Quien
de todos le pondrá el cascabel al gato?
Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy callados, porque no podían
contestar a aquella pregunta. De pronto todos comenzaron a sentir miedo. Y todos, absolutamente
todos, corrieron de nuevo a sus cuevas, hambrientos y tristes.

Moraleja: es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo


LA LIEBRE Y LA TORTUGA, SOBRE EL ESFUERZO

En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no
cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se burlaba de ello ante la lentitud
de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre
riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una carrera.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la
carrera.
La liebre, muy ingreída, aceptó la apuesta.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló
los puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en
medio de la incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy confiada en si misma, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se
quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la
tortuga que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a mitad del camino
ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la
carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras
paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta
distancia de la meta. En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero
ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la carrera!

UGA LA TORTUGA. CUENTO INFANTIL SOBRE LA


PERSEVERANCIA

¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que


no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca
consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del
bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas
como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas
de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es
hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor
que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren
tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y
siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos
proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de
lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba:
alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo
intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía
porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles
metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr
grandes fines.
FIN

LAS MOSCAS. FÁBULA

En un frondoso bosque, de un panal se derramó una rica y deliciosa miel, y las


moscas acudieron rápidamente y ansiosas a devorarla. Y la miel era tan dulce y
exquisita que las moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se fueron prendiendo en
la miel y que ya no podían alzar el vuelo de nuevo.
A punto de ahogarse en su exquisito tesoro, las moscas exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de
placer!

BERRINCHES DE LOS NIÑOS

Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio
una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase
un clavo en la cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con
los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio
y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo
a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por
fin, controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día
que controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado
todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la
cerca de detrás de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate
en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y
mal carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa
tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual
que una herida verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes
hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten
una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron
con que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín
colorado, este cuento se ha acabado.
FIN

CUENTO SOBRE LA AMABILIDAD PARA NIÑOS

Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar.
Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas,
imaginarias, y es que Daniel es mágico, es un mago de las palabras.
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos
días, preciosa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te
quiero de color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la
cara de felicidad de la gente cuando las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la
puerta de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres
intentarlo tú y ser un mago de las palabras amables?
FIN
10 POEMAS

1. Ojos claros, serenos...

Ojos claros, serenos,


si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
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2. Tres cosas...

Tres cosas me tienen preso


de amores el corazón:
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.

Esta Inés, amantes, es


quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.

Trájome un año sin seso,


hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

En gusto, medida y peso


no les hallo distinción:
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

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3. La más bella niña...

La más bella niña


De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Pues me distes, madre,


En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Váyanse las noches,


Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.

Dejadme llorar
Orillas del mar.
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4. Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,


como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,


venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,


no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,


pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
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5. Vivo sin vivir en mí

Vivo sin vivir en mí,


y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.

Esta divina prisión


del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!


¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga


do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza


vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte,


vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba


es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle


a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
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6. Cántico espiritual

Cántico espiritual*

Esposa:

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Pastores, los que fuerdes


allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquél que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores,


iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

Pregunta a las criaturas:

¡Oh bosques y espesuras,


plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.

Respuesta de las criaturas:

Mil gracias derramando


pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de fermosura.

Esposa:

¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?


Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras emviarme
de hoy más ya mensajero
que no saben decirme lo que quiero.

Y todos cuantos vagan


de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

Mas, ¿cómo perseveras,


¡oh, vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

¿Por qué, pues has llagado


aqueste corazón, no le sanaste?
Y pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

Apaga mis enojos,


pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

¡Oh cristalina fuente,


si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!

Esposo:

Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.

Esposa:

Mi Amado, las montañas,


los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,

la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

...

Allí me dio su pecho,


allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.

Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya solo en amar es mi ejercicio.

...
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas,
y en un cabello mío entretejidas.

En solo aquel cabello


que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.

...

Esposo:

Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.

Debajo del manzano,


allí conmigo fuiste desposada,
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera vïolada.

...

Esposa:

Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.

...

Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.

7. Miré los muros de la patria mía...

Miré los muros de la patria mía,


si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo; vi que el sol bebía


los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,


de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,


y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

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8. La vida es sueño

¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!


Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratais así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber


para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas


que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corre con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Sueña el rey que es rey, y vive


con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,


que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí


destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son
9. ¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?


¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno obscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,


pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de mis plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:


«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»

¡Y cuánta hermosura soberana:


"mañana le abriremos" respondía
para lo mismo responder mañana!

10. A unas piernas

¡Ay basas de marfil, vivo edificio


obrado del artífice del cielo,
columnas de alabastro que en el suelo
nos dais del bien supremo claro indicio!

¡Hermosos capiteles y artificio


del arco que aun de mí me pone celo!
¡Altar donde el tirano dios mozuelo
hiciera de sí mismo sacrificio!

¡Ay puerta de la gloria de Cupido


y guarda de la flor más estimada
de cuantas en el mundo son ni han sido!

Sepamos hasta cuándo estáis cerrada


y el cristalino cielo es defendido
a quien jamás gustó fruta vedada

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