Aba Tratamiento Autismo
Aba Tratamiento Autismo
Aba Tratamiento Autismo
DEL AUTISMO
M AU R O C O LO M B O
PSYCIENCIA
ABA EN EL TRATAMIENTO
DEL AUTISMO
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CRÉDITOS
Sobre el autor:
Mauro Colombo es psicólogo y analista de conducta. Interesado por la difusión de la
ciencia. Amante de los deportes.
Sobre Psyciencia
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A B A E N E L T R ATA M I E N TO D E L AU T I S M O
Analysis) es una tecnología que aplica los principios del aprendizaje de forma sistemática
bajo la sigla ACA (Matos & Mustaca, 2005), que en realidad sería la traducción exacta al es-
pañol.
Encontramos los inicios del análisis de la conducta alrededor de 1920, con autores tan
destacados como Pavlov, Watson, Thorndike y Skinner, entre otros. Del análisis del compor-
en laboratorio; y por el otro el análisis de la conducta aplicada. Éste último se dedica a apli-
car los principios del aprendizaje para desarrollar conductas específicas, evaluando luego
Si bien desde los años cincuenta ABA se encuentra presente en el ámbito infantil, tra-
bajando en el campo del retraso mental y luego llevando los principios del aprendizaje al
ámbito educativo, hubo que esperar a la década del sesenta para que empiece a aplicarse en
TEA. Fester fue el primero en ocuparse de este trastorno por medio del Análisis Conductual
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como se concebía en ese momento, propuso que los problemas derivados del autismo eran
el resultado de una dificultad para aprender, este hallazgo fue el precursor para un conti-
tesis que, si bien el mismo Kanner (Kanner, 1943) descartó parcialmente, cobró mucha fuer-
za entre las teorías de corte psicodinámico, y es la que afirmaba que el autismo era origina-
do por una fría relación inicial de parte de los padres hacia el niño. Tanta fuerza cobró esta
idea, que en los comienzos se pensó que era preferible separar a los padres de sus hijos, in-
ternándolos, como parte del tratamiento. Actualmente ese enfoque ha sido totalmente deja-
do de lado por la ciencia psicológica. Si bien no hay una respuesta concluyente, hoy en día
está aceptado que el trastorno posee una fuerte carga genética (Morant et al., 2001). Es en
este contexto que las intervenciones conductuales hacen su aparición para el abordaje del
TEA.
Ivar Lovaas (1973) es una de las personas más representativas de ABA en autismo. En
largo de los años, todas las investigaciones han mostrado la eficacia del método para el trata-
miento de los TEA, aunque los resultados originales fueron demasiado optimistas. Esta pri-
mera aproximación, además de su utilidad para sentar las bases teóricas y prácticas sobre
las que se desarrolla, sirvió también para aprender de los errores cometidos, los cuales po-
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En primer lugar, el hecho de trabajar con niños que se encontraban internados. Los
distintos programas de trabajo fueron eficaces, aprendiendo conductas que antes no po-
seían. El problema sin embargo fue la falta de generalización. Los niños aprendían cosas
El segundo error fue excluir a los padres del tratamiento. Inicialmente se pensó que,
dado que estos no eran profesionales, no iban a estar lo suficientemente capacitados para
tratar a los niños. El error fue doble, por un lado los terapeutas no podían seguir con las car-
gas horarias extensas que tenían estos primeros abordajes. Por el otro, si los padres desco-
nocían los principios y los objetivos del tratamiento, los resultados obtenidos eran más difí-
cil de mantener. Los padres debían tanto conocer el tipo de tratamiento, como ser capaces
Por último, otro error importante fue el de esperar resultados rápidos. Los avances da-
dos en los tratamientos fueron siempre lentos y progresivos. Salvo raras excepciones, no hu-
En la actualidad estos errores han sido corregidos. El trabajo se realiza en los ambien-
tes en los que los niños se desenvuelven. A su vez, se asesora y entrena a los padres en los
principios reguladores de la conducta. Éstos están al tanto de todos los detalles del trata-
miento de sus hijos, conociendo además los fundamentos teóricos y prácticos de los mis-
mos. De esta forma, en los momentos en los que no hay terapeutas con los niños, los padres
están capacitados para conocer cómo reforzar comportamientos, también de qué manera
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manejar berrinches y conductas disruptivas. Conocen los objetivos del tratamiento, qué ca-
pacidades tienen sus chicos, sobre cuales aún se trabaja, y aquellas aún no adquiridas. Los
autismo no como una etiqueta diagnóstica global, sino en un sentido preciso, estableciendo
qué comportamientos se poseen y cuáles no. En palabras de Lovaas (1989): Los pasos más
que se denomina línea de base, esto es, el inventario de los comportamientos y habilidades
del sujeto. La misma tarea se hace con los refuerzos (un refuerzo es todo aquello capaz de
son agradables y cuáles no para la persona, porque lo que puede ser reforzador para un suje-
to X, por ejemplo las cosquillas, puede ser molesto para otro. A su vez, el catálogo de reforza-
dores de cada chico debe revisarse periódicamente, ya que los gustos e intereses pueden
cambiar con el paso del tiempo o por estar saciado del mismo: el helado de dulce de leche
me resulta espectacular, pero luego de comer medio kilo ya no tengo tantas ganas de probar-
lo. Esto significa que cada niño tiene una programación de trabajo exclusiva, de acuerdo a
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No se puede hablar de un tiempo estimado en los tratamientos, aunque suelen durar
de meses a años. Esto es así porque hay una serie de variables que pesan en el éxito y los re-
sultados buscados; tales como la edad de comienzo (lo ideal es una atención temprana), la
carga horaria dedicada al tratamiento, las particularidades de cada niño (en autismo, si
bien hay afectadas varias áreas del desarrollo, no todas lo están de la misma manera), etc.
No obstante, hay que matizar esto que a simple vista parece desalentador, con el hecho de
que el autismo es un trastorno para el cual no existe cura, que no hay ningún abordaje tera-
péutico disponible que pueda ser llamado breve, y que el método es de los más eficaces en la
Análisis contextual
Cuando uno o varios terapeutas van a iniciar un tratamiento con un niño con autismo,
deben realizar una evaluación exhaustiva de los excesos y déficits conductuales que posee,
niño, ¿mantiene contacto visual, es capaz de producir sonidos, responde a su nombre, pue-
de seguir una orden simple? Si adquirió el lenguaje verbal, ¿inicia conversaciones, responde
a preguntas sencillas y complejas, hace comentarios sobre el contexto? Esos son solo algu-
solo es necesario saber si un comportamiento existe o no en el repertorio del niño, sino que
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también es necesario conocer la frecuencia con la que se da. Nadie dudará en lo importante
de la capacidad para hablar, pero si la persona evaluada posee 5 años y apenas menciona
unas palabras diarias, presentará un déficit en esta conducta y habrá que diseñar progra-
mas tendientes a incrementar el lenguaje verbal. Por el contrario, si el niño <<habla hasta
por los codos>>, sin discriminar situaciones en las que es mejor mantenerse callado, habrá
que diseñar estrategias para disminuir esa conducta que se presenta en exceso, buscando
que aprenda a diferenciar aquellos contextos en los que no es tan necesario hablar (por
el de ensayo discreto. Cada ensayo está compuesto por tres elementos: el comportamiento
dente es el estímulo o instrucción que se le da al niño, por ejemplo “toca el animal” frente a
(aumenta la probabilidad de que se repita esa conducta), que va a ser algo que al niño le gus-
conoce como modelado, dándole el refuerzo recién cuando responda de manera apropiada.
Una forma eficaz para aumentar la frecuencia de una conducta, consiste en comenzar con
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un programa de reforzamiento continuo (se refuerza positivamente cada respuesta correc-
ta), para pasar luego a un programa de reforzamiento intermitente (por ejemplo, reforzar
Se considera que una conducta está lograda cuando el niño es capaz de responder en
forma adecuada y sin ayuda un porcentaje importante de los ensayos, digamos de un 80%
de las veces en adelante. Una de las opciones a partir de este punto es pasar a otro comporta-
miento de la misma índole, por ejemplo, reconocer medios de transportes en lugar de ani-
ción de las subcategorías animales de tierra, de aire y agua. En tercer lugar, se puede avan-
zar a otro tipo de comportamiento que no podría realizarse sin la habilidad recientemente
adquirida, como sucede por ejemplo con la lectura: para leer la palabra mapa, el niño debe
Antes que nada, hay que tener presente lo que se afirmó sobre este tipo de tratamien-
tos: poseen alta carga horaria, por esta razón muchas veces son varios los terapeutas que tra-
bajan con un mismo niño. Si vemos que con Juan el paciente realiza correctamente ciertos
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programas, pero con Pedro no, habrá que examinar las causas de tal discrepancia, que pue-
den ser muchas, pero que difícilmente habrían sido advertidas sin un método de evaluación
en donde se viera el comportamiento diferencial. Por otro lado, los terapeutas del niño tam-
bién quieren que éste mejore y desarrolle sus capacidades. Mediante un método de registro
fiable se minimiza el sesgo del terapeuta de prestar atención a aquellos indicios favorables a
llas conductas que las personas poseen y las que no. Esto le permite establecer objetivos con-
cretos, los cuales pueden evaluarse para saber si la intervención está siendo eficaz. Pues
bien, el registro constante del tratamiento es una de las patas fundamentales del abordaje,
las sesiones son múltiples, ayudando por un lado a la generalización de los conocimientos, y
por otro forjando un ambiente de trabajo que motive más a los chicos. A su vez, el grado de
estructuración será mayor cuanto más comprometido sea el trastorno. Pero esta condición
puede volverse más “relajada” a medida que los sujetos mejoran en sus respuestas o poseen
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¿Qué nos dicen las revisiones sobre la efectividad
del ABA?
El análisis conductual aplicado en autismo, por sus características, posee estudios em-
píricos desde sus inicios. Presentar todas y cada una de ellas sería además de aburrido, un
los resultados de las investigaciones en ciertos temas, utiliza las revisiones sistemáticas y
los meta- análisis, que justamente son procedimientos de investigación que analizan investi-
En el año 2008, el New Zealand Guidelines Group, publicó una revisión que incluyó a
43 investigaciones realizadas entre los años 1998 y 2007, llegando a la conclusión de que
(principalmente de preescolar) con TEA. De los estudios que compararon ABA con enfo-
ques eclécticos, se hallaron mayores beneficios en ABA en habilidades del lenguaje, CI y con-
ducta adaptativa; aunque las variaciones entre sujetos eran amplias. Esto significa que mien-
El National Autism Center, en el año 2009 realizó un meta-análisis que incluyó 22 in-
vestigaciones de programas intensivos de ABA, realizados entre 1957 y 2007. Los autores de
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esta revisión consideran a las intervenciones tempranas basadas en ABA un tratamiento só-
lido para personas con TEA. Los mejores resultados se vieron en niños de 2 a 9 años de
edad. A su vez, aquellas áreas más favorecidas por las intervenciones fueron: comunicación,
Mudford, Blampied, Phillips, Harper, Foster, Church y otros (2010), incluyendo un to-
tal de 508 estudios realizados entre 1998 y 2007, hallaron fuerte evidencia científica que res-
de autonomía. En forma paralela, aquellos niños que fueron objeto de análisis mejoraron
mismo incluyó a 11 investigaciones con un total de 344 niños. Entre sus conclusiones, pode-
mos mencionar que aquellos niños que recibieron ABA, superaron a los grupos de control
algo que remarcan los investigadores, es que los resultados variaron considerablemente en-
tre los participantes (mientras algunos mejoraban de forma significativa, otros manifiestan
pocos cambios). Las variaciones podrían ser producto de las características personales de
los participantes, del tratamiento y de los procedimientos del grupo control, entre otros fac-
tores. Los autores del meta- análisis sugieren que investigaciones posteriores deberán deter-
minar qué características del niño, junto al coeficiente intelectual de línea base y de edad en
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el comienzo del tratamiento, se relacionan con mejores resultados en respuesta al tratamien-
to.
A partir de la revisión sobre la que se escribe este artículo — recordemos que aquí solo
Existe un acuerdo generalizado en la amplia variabilidad que presentan los niños a ni-
vel individual en los tratamientos ABA. Mientras que algunos mejoran notablemente en di-
versas áreas de su vida (CI, lenguaje, comunicación, flexibilidad, etc.), otros presentan mejo-
ras mucho más modestas e incluso algunos sujetos no muestran mejorías. Esto, comparan-
la actualidad, no existe ningún tratamiento, incluido ABA, que sea eficaz para la totalidad
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Se vuelve prioritario incrementar el acceso que tiene la población a este tipo de trata-
mientos, los cuales suelen ser costosos y duraderos. En algunos países, como Argentina, el
Estado solventa económicamente los tratamientos. Sin embargo, en muchos otros lugares
del mundo, la gente que no posee cierto nivel adquisitivo queda por fuera de abordajes con
respaldo empírico.
mejoras, el consenso existente indica que ABA, como tratamiento global para autismo y
el espectro, con resultados más sólidos comparados a otros enfoques y abordajes eclécticos,
Además de las conclusiones del apartado anterior, las investigaciones y meta- análisis
en TEA han aportado una serie de elementos que, si bien no aseguran la eficacia del progra-
ma a implementar, potencian las posibilidades de éxito terapéutico, por lo que deben ser te-
diagnóstico de autismo. En casos donde la sospecha sea fuerte y sea evidente la necesidad
de abordar ciertos comportamientos (por ejemplo, lenguaje), incluso puede iniciarse antes
de tener un diagnóstico.
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La intervención debe ser intensa. En general, y siempre teniendo en cuenta variables
no es algo estático, sino que varía de acuerdo al momento cronológico del niño, gravedad de
Los familiares deben tener una participación activa en los tratamientos. Todo aborda-
El plan de tratamiento debe ser lo más abarcativo posible, incluyendo las principales
Continua evaluación, seguimiento y registro de los progresos. Esto funciona por un la-
do como verificación objetiva de los avances, a la vez que permite detectar focos donde la in-
tervención no está dando los resultados esperados. Niveles altos de apoyos físico, temporal
y personas. Un error común en los tratamientos, es esperar a que los niños por sí solos siste-
maticen lo aprendido en terapia. La generalización puede y debe ser planificada con cada
plan de trabajo.
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Un enfoque positivo y funcional frente a los problemas de conducta. Los aprendizajes
En la medida en que sea beneficioso para ellos, los niños deben recibir tratamientos o
enseñanza especializada en los contextos donde otros niños sin discapacidad se desenvuel-
ven. Esto es priorizar, siempre que sea posible, la inclusión de las personas con TEA.
Comentarios finales
Ante una creciente oferta de tratamientos para el Trastorno del Espectro Autista nece-
sitamos, como terapeutas y padres, herramientas que nos permitan tomar decisiones a la ho-
ra de elegir como tratar a las personas. La investigación científica nos ayuda con su metodo-
logía a tomar dichas decisiones. Está claro que aún falta mucho por indagar y que no existe
ningún procedimiento que sirva para todas y cada una de las personas. No obstante, el cono-
cimiento actual muestra que —no todo da igual— y que nuestras elecciones (como profesio-
nales) pueden ser guiadas por los diferentes niveles de evidencia que tienen los tratamien-
tos.
Referencias bibliográficas:
Kanner, L., (1943). Trastornos Autistas del Contacto Afectivo. Artículo extraído de la
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Lovaas, I., (1989). The Me Book. Traducción española en PDF.
Matos, M., Mustaca, A., (2005). Análisis Comportamental Aplicado (ACA) y Trastor-
Morant, A., Mulas, F., Hernández, S. (2001). Bases neurobiológicas del autismo.
Mulas, F., Ros- Cervera, G., Millá, Etchepareborda, M., Abad, L., Montserrat Téllez de
Meneses (2010). Modelos de intervención en niños con autismo. Rev. Neurol. (3) 77- 84.
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Valencia, C., García; H., (2005). El autismo: una revisión desde el Análisis Aplicado
de la Conducta. ABA Colombia – Asociación Colombiana para el Avance de las Ciencias del
Comportamiento.
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