Bizancio

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Origen y esplendor.

El nombre surge del historiador alemán Hieronymus Wolf que en 1557 adoptó ese nombre para
denominar lo que se conocía como Imperio Romano de Oriente, según se dice, asiendo alusión
a la antigua ciudad capital Bizancio. Después de que Constantino el Grande unificara el impe-
rio luego de varias trifulcas, fundó una nueva capital en Bizancio (actual Estambul) que llamó
“Nueva Roma” y que luego se conocería como Constantinopla en honor a su nombre.

A pesar de que no está del todo claro el origen del Imperio Bizantino, la mayoría de los histo-
riadores están de acuerdo en datar el mismo en el siglo IV de nuestra era y perduró por casi
un milenio hasta 1453 cuando los turcos otomanos toman por asalto Constantinopla poniendo
fin lo que quedaba del imperio y además cerrando el capítulo de la historia que se conoció co-
mo Edad Media.

Durante ese largo período la geografía del imperio sufrió varias modificaciones merced a las
rivalidades y luchas con sus vecinos de turno, pero seguramente el momento de mayor esplen-
dor del imperio bizantino fue bajo el reinado de Justiniano I en el año 527. Reconquistó parte
de lo que otrora fuera el Imperio Romano de Occidente y una buena parte del territorio del nor-
te de África, se le reconoce además como responsable del apogeo en cuanto al arte y a la cul-
tura bizantina se refiere, él fue quien mandó reconstruir la catedral Haggia Sofía que es un
ícono de la arquitectura de la época y de la historia de las mega construcciones del mundo.
Los mosaicos de San Apolinar de Rávena
Su construcción fue ordenada por el rey ostrogodo Teorodico el Grande por el año 505 d.C.,
luego fue dedicada al culto católico por el imperio bizantino en el 540 d.C., sus mosaicos repre-
sentan uno de los ejemplos más notables del arte bizantino. Los mismos están divididos en tres
franjas horizontales: en la superior se representan escenas de la vida de Cristo en 26 paneles;
en el central, los profetas y patriarcas; y por último, en la zona inferior, a un lado, los mártires
en procesión hacia el palacio de Teodorico, donde está Cristo entronizado. Al otro lado, apare-
ce el cortejo de santas, precedidas por los tres Reyes Magos, que portan sus ofrendas para la
Virgen y el niño. (ArteHistoria, 2014). “La manera en que el tema se halla expresado muestra al
espectador que algo misterioso y sagrado está sucediendo”. (Gombrich, 1995)

Cortejo de mártires

“Fue pues el interés por la luz, el primer elemento de creación, lo que hizo del mosaico el
vehículo técnico perfecto para el arte bizantino, como lo iban a demostrar las iglesias del siglo
VI en adelante. Para ello fue necesario, sin embargo, el descubrimiento de los cubos de vidrio,
más ligeros de peso y más luminosos que los usados para los pavimentos. Los mosaístas cu-
brían la pared con dos o tres capas de mortero, cuyas ondulaciones producían otras tantas
caras en donde brillaba la luz. Alternaban los cubos de pasta vítrea -que podían colorearse o
recubrirse con polvo de oro y plata- con cuadrados de piedra opaca, en los que la luz encendía
vivas y agresivas iridiscencias. Agrupando los cubos en abanico, en hileras regulares o de
cualquier otro modo, creaban otros tantos surcos de sombras o vaciados de luz. Los motivos
decorativos o las escenas figurativas, podían ahora cubrir las paredes y, si se calculaba bien,
su iluminación parecería que no encerraba, sino que expandía el espacio que envolvían.”
(Cortés Arrese, 2014)

Detalle del ábside

La querella iconoclasta
“La Querella Iconoclasta representa uno de
los períodos más álgidos de la historia del
Imperio Bizantino. Esta debe comprenderse
como un conflicto que afectó a la sociedad
bizantina producto de la política imperial
impuesta por el primer emperador de la di-
nastía Isáurica –León III (717-741) –, que
implicaba la destrucción de los iconos reli-
giosos y la persecución de sus adoradores, Iconoclasta blanqueando un mosaico de Cristo, Salterio
Chludov, siglo IX
haciéndose extensiva, de forma intermitente, hasta
843. En esta pugna, se materializaban las diferen-
cias de dos posiciones aparentemente irreconcilia-
bles: los iconoclastas, quienes buscaban la des-
trucción de las imágenes sagradas, y los iconódu-
los, quienes defendían la producción y uso de di-
chas representaciones artísticas”. (Lic. Barbé
Paiva, 2010) (…)

Los iconoclastas defendían el hecho de que las


Destrucción de una iglesia por orden de Contantino V, Miniatura
de Las Crónicas de Manasses, siglo XIV imágenes estaban en contra de las Sagradas Escri-
turas a la vez había un número importante de fieles
que veneraban a las imágenes como si realmente éstas poseyeran un poder especial. Otros,
sin embargo seguían el pensamiento del papa Gregorio que habría visto en las imágenes un
aspecto didáctico para aquellos iletrados que no conocían las escrituras. De esa manera al ver
representaciones podían conocer más de las historias de la Biblia. Las consecuencias de estas
luchas hizo que la iglesia latina se separara definitivamente de la ortodoxa que se hicieron es-
pecialmente violentas luego del Concilio del año 754, durante esos años numerosas pinturas
fueron destruidas hasta el concilio de Nicea en 787 que restauró el culto a las imágenes.

Santa Sofía
Se le considera como el monumento más representativo y característico del arte bizantino. Fue
construida por orden del emperador Justiniano que empleó para ello a un ingeniero y un matemáti-
co, Artemio de Trailles e Isidoro de Mileto quienes en tan solo cinco años terminaron la obra (532-
537). Santa Sofía representa en su estado más puro, la mezcla propuesta por la arquitectura bizan-
tina entre la planta basilical longitudinal y la planta centralizada o de cruz griega, conformándose un
esquema en el que se distin-
gue un núcleo central formado
por un gran cuadrado en el que
cuatro enormes pilares sostie-
nen una monumental cúpula,
cuyo diámetro oscila entre 30 y
31 metros a causa de las repa-
raciones posteriores
Basílica de San Marcos
Construida en el siglo IX en Venecia para albergar
el cuerpo del santo, es uno de los símbolos más
destacado de la arquitectura y arte bizantino. Como
sucedió con Santa Sofía, tuvo varias reconstruccio-
nes, la tercera se data en el año 1063 de nuestra
era. La planta tiene forma de cruz griega y la coro-
nan cinco cúpulas. “Siguiendo los principios de la
arquitectura religiosa bizantina, San Marcos, tam-
bién cumple con el principio de la bipartición en la
zona de terreno, suelo y paredes, y en la parte celestial, con techos abovedados y cúpulas. Propósi-
to y función son subrayados por los diferentes materiales utilizados para cubrir la mampostería. La
parte superior del edificio tiene una sorprendente connotación metafísica y celestial debido a la luz
producida por las teselas de vidrio de color o de pan de oro, que simboliza la luz del paraíso, mien-
tras que en la zona baja destaca lo terrenal con la solidez de los mármoles de las paredes, ricos en
colores y los signos geométricos del suelo”. (es.wikiarquitectura, 2014)
Posible primera construcción
Bibliografía
ArteHistoria. (1 de setiembre de 2014). Obtenido de http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/obras/8908.htm

es.wikiarquitectura. (1 de setiembre de 2014). Obtenido de


http://es.wikiarquitectura.com/index.php/Bas%C3%ADlica_de_San_Marcos

Wikipedia. (1 de setiembre de 2014). Obtenido de


http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_Imperio_bizantino

Cortés Arrese, M. (1 de setiembre de 2014). ArteHistoria. Obtenido de La búsqueda del color:


http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/3483.htm

Gombrich, E. (1995). La Historia del Arte. Mexico D.F.: Editorial Diana S.A.

Lic. Barbé Paiva, J. (2010). LA QUERELLA ICONOCLASTA EN EL IMPERIO. Revista Electrónica Historias del
Orbis Terrarum, 11.

Vincens Vives, J. (1978). Atlas de Historia Universal. Barcelona: Editorial Teide, S.A.

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