C 1287 01
C 1287 01
C 1287 01
PRINCIPIO DE NO INCRIMINACION-Alcance/PRINCIPIO DE
NO INCRIMINACION-Asuntos objeto de aplicación
Constituye una excepción al deber de declarar en juicio, deber que emana del
de colaboración con la justicia. Como tal, el principio de no incriminación es
a su vez expresión concreta del valor superior de la dignidad humana y de los
principios constitucionales de respeto a la autonomía de la voluntad, a la
libertad de conciencia y de protección a la unidad e intimidad familiares. Con
el artículo 33 superior el Constituyente quiso de un lado respetar la dignidad
y garantizar la autonomía de la voluntad del individuo llamado a declarar en
juicio contra sí mismo o contra sus familiares más próximos, y de otro,
proteger la armonía y la unidad familiar que puede verse amenazada si se
impone la obligación de declarar en contra tales parientes, proscribiendo
toda actuación de las autoridades que busque obtener la confesión
involuntaria de quien es parte en un proceso, o la denuncia penal de los
familiares cercanos, en las mismas circunstancias de involuntariedad. La
jurisprudencia de esta Corporación ha precisado que su alcance se restringe
a las declaraciones que deben producirse en asuntos penales, correccionales
y de policía.
ANTINOMIA-Significado
La doctrina coincide en considerar que las normas que reconocen valores son
de naturaleza abstracta e inconcreta; para algunos son normas que orientan
la producción e interpretación de las demás normas, y que en tal condición
fijan criterios de contenido para otras normas; para otros, las normas que
reconocen valores al igual que las que consagran principios, determinan el
contenido de otras normas, y aquéllas sólo se diferencian de éstas por su
menor eficacia directa, aplicándose estrictamente en el momento de la
interpretación. Lo cierto es que en todas las anteriores formulaciones subyace
la idea de que las normas que reconocen valores condicionan las demás
normas, y tienen un contenido abstracto y abierto, es decir, están formuladas
como cláusulas generales que determinan criterios interpretativos del resto
del ordenamiento.
PRINCIPIO CONSTITUCIONAL-Objeto
Los principios serían normas que condicionan las demás normas, pero con
mayor grado de concreción y por lo tanto de eficacia, alcanzando por sí
mismos proyección normativa.
REGLA CONSTITUCIONAL-Significado
DERECHO A LA IGUALDAD-Fundamental
DERECHO A LA IGUALDAD-Alcance/IGUALDAD-Valor y
principio constitucional
ANTINOMIA CONSTITUCIONAL-Armonización/ANTINOMIA
CONSTITUCIONAL-Ponderación
Magistrado Ponente:
Dr. MARCO GERARDO MONROY CABRA
(julio 24)
El Congreso de Colombia
“Este derecho se le hará conocer por el juez respectivo a todo imputado que
vaya a ser interrogado y a toda persona que vaya a rendir testimonio.”
“El servidor público informará de este derecho a toda persona que vaya a
rendir testimonio.”
III. LA DEMANDA
Los demandantes sostienen que la expresión “primero civil” contenida en las normas
acusadas, es violatoria de los artículos 13 y 42 de la Constitución Política, porque a
pesar de reproducir lo establecido en el artículo 33 de la Carta Fundamental,
quebranta la interpretación global que debe dársele al texto constitucional y que se
deriva de armonizar entre sí la totalidad de los artículos que la componen.
Así las cosas, cuando las normas acusadas indican que nadie está obligado a declarar
contra sus parientes en primer grado civil, incurren en discriminación
inconstitucional, porque en el caso del parentesco por consanguinidad el grado hasta
el cual no existe dicha obligación es el cuarto.
IV. INTERVENCION
Intervención del Ministerio de Justicia y del Derecho
En torno al cargo formulado contra las disposiciones acusadas, estima que para
resolverlo es necesario interpretar tales normas no aisladamente, como a su juicio
hacen los actores, sino armónicamente con las que establecen la finalidad y alcance
de la adopción y las obligaciones y derechos de los hijos legítimos, naturales y
adoptivos. Tal finalidad no es otra que la de crear entre el adoptante y el adoptivo una
relación semejante a la que existe entre padres e hijos de sangre, por lo cual el
parentesco que surge de la adopción no se constituye únicamente entre el adoptante y
el adoptivo, sino que se extiende a los parientes consanguíneos o adoptivos del
adoptante.
Considera la vista fiscal que dado que los artículos demandados reproducen el
contenido del artículo 33 superior, en principio podría pensarse que ellos son
constitucionales. No obstante, estima que es necesario hacer un análisis del derecho
de no incriminación familiar frente a todo el contexto constitucional y no solamente
frente al referido artículo, a fin de determinar la congruencia o incongruencia de las
normas acusadas con la Carta.
Finalmente, el Procurador hace ver que los artículos 238 y 358 del Decreto 2700 de
1991 han desaparecido del mundo jurídico por la entrada en vigencia de la Ley 600
de 2000 acaecida el pasado 24 de julio de 2001, lo cual, afirma, hace inocuo el
pronunciamiento de la Corte sobre dichas normas; salvo sí la Corte considera que
para preservar el principio de favorabilidad penal frente a posibles efectos ultractivos
de las disposiciones demandadas, debe hacerse respecto de ellas un pronunciamiento
de fondo.
Competencia
En esta oportunidad, el aparte acusado del artículo 283 del Decreto 2700 de 1991 si
puede estar produciendo efectos jurídicos o ser susceptible de llegar a producirlos,
porque, en cuanto limita el alcance de la excepción al deber de declarar,
restringiéndolo al primer grado de parentesco civil para el caso de la familia adoptiva,
es posible que dentro del trámite de algún proceso penal en curso, obren
declaraciones obtenidas con fundamento en lo prescrito por tal disposición, las cuales
pueden llegar a servir de fundamento probatorio a futuras decisiones judiciales aun no
adoptadas. En tal virtud, es menester que la Corte lleve a cabo el examen de
constitucionalidad que se le pide.
1 La presente demanda fue presentada el 15 de mayo de 2001, antes de la pérdida de vigencia del decreto
2700 de 1991, cosa que ocurrió el 24 de julio siguiente.
control de constitucionalidad de las leyes2, y adoptado igualmente por esta
Corporación3, no debe inhibirse para fallar de fondo.
2 Cfr. Corte Suprema de Justicia. Sala Plena. Sentencia No. 15 de marzo 3 de 1987 y sentencia No. 71 de
mayo 31 de 1990, entre otras.
3 Cf. Sentencia C-541 de 1993, M.P. Hernando Herrera Vergara.
4 Sentencia SU-062 de 1999. M.P Vladimiro Naranjo Mesa
próximos familiares. La libertad moral o libertad de conciencia a que alude el artículo
18 de la Constitución, encuentran una garantía complementaria en el principio de no
incriminación, impidiendo presiones sobre la conciencia de los individuos llamados a
deponer en esas circunstancias.
...
2Sobre la razón de ser de esta norma, escribió don José María Samper:
“En otras Constituciones de la República había figurado esta disposición, y era
necesario mantenerla o restablecerla, dado que es abiertamente inmoral que la
ley obligue a alguna persona, contra natura, a declarar, en asunto de que pueda
resultar pena (criminal, correccional o de policía), contra sí mismo o contra sus
parientes más cercanos, que son los clasificados dentro del cuarto grado civil de
consanguinidad o segundo de afinidad. Innecesario nos parece demostrar, ni aun
brevemente, la justicia de esta prohibición, exigida por los más elementales
principios de moral y de humanidad, y adoptada en la legislación criminal de
todos los pueblos civilizados, y entre las garantías civiles consagradas por gran
número de constituciones. La garantía es de derecho natural.
6 Cf. Sentencia 129 de octubre 17 de 1991, Corte Suprema de Justicia, Sala Plena. En esta sentencia la Corte
Suprema de Justicia hace un pormenorizado examen de las actas de la Asamblea Nacional Constituyente, que
la llevan a afirmar lo siguiente: “Las publicaciones reseñadas no le permiten a la Corte concluir que hubiese
en el Constituyente el ánimo de modificar el texto del antiguo artículo 25 y dejar abierta la posibilidad de
aplicar la prohibición de declarar a asuntos distintos.” (Se refiere a asuntos distintos de los penales,
correccionales y de policía.)
7 Sobre el particular la Sentencia en comento hizo , entre otras las siguientes consideraciones : “Pues bien:
sería un contrasentido sostener que a pesar de que el artículo 83 de la Constitución impone a todos la
obligación de actuar de buena fe, alguien se escudara en el artículo 33, para basar la estrategia de su defensa
en el ocultamiento de la verdad. Quien actúa de buena fe en un proceso civil, ¿cómo podría negarse a
responder preguntas relativas a la cuestión controvertida, preguntas que se suponen encaminadas a establecer
la verdad?
4. Como antes se dijo, el texto de esta norma superior, constituye una excepción al
deber de declarar, deber que emana de la obligación general de colaborar con la
justicia a que se refiere el numeral séptimo del artículo 95 de la Constitución. 8 Como
toda norma exceptiva, es de interpretación restringida, por lo cual debe entenderse
que sólo se está eximido de declarar en los casos taxativamente enumerados por la
disposición, es decir contra uno mismo o contra el “cónyuge, compañero permanente
o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad o
primero civil.”
El Código del Menor, que contiene el régimen legal vigente en materia de adopción,
fue expedido mediante el Decreto 2737 de 1989, y en lo concerniente a este tema
derogó la Ley 5ª de 1975 y reguló íntegramente la materia, suprimiendo la distinción
entre la adopción simple y la adopción plena, conservando únicamente esta última.
Por ello, ahora el adoptivo deja de pertenecer a su familia biológica y se extingue el
parentesco de consanguinidad respecto de ella, (salvo en el caso en que el adoptante
sea el cónyuge del padre o madre de sangre del adoptivo, pues en este evento tales
efectos no se producen respecto de este último). También por ello, como se dijo, la
adopción establece parentesco civil entre el adoptivo, el adoptante y los parientes
consanguíneos o adoptivos de este (Código del Menor, artículo 100).
La actuación de las partes en el proceso civil, al igual que en el laboral y en el administrativo, no puede
basarse en artimañas, reticencias y engaños encaminados a ocultar la verdad. Por esto, “El juez podrá deducir
indicios de la conducta procesal de las partes”, según el artículo 249 del Código de Procedimiento Civil.
Sin que sobre anotar que la ley procesal ha hecho la necesaria salvedad en lo tocante a las preguntas que
puedan comprometer la responsabilidad penal del interrogado. En efecto, el inciso cuarto del artículo 207 del
Código de Procedimiento Civil, establece que “las preguntas relativas a hechos que impliquen
responsabilidad penal se formularán por el juez sin juramento, con la prevención al interrogado de que no
está en el deber de responderlas”.
8
Quien omite declarar la comisión de un delito ajeno, estando obligado a ello, puede incurrir en uno de los
delitos que contempla el Título XVI del Nuevo Código Penal –Ley 599 de 2000-, cuales son los de omisión
de denuncia de particular, falso testimonio o encubrimiento.
Este régimen de la adopción plena es preconstitucional pues data de 1989, por lo cual
cuando el constituyente de 1991 adoptó el artículo 33 superior, sabía que el
parentesco civil no se restringe al primer grado, sino que se extiende a todos los
demás; no obstante lo cual sólo autorizó la excepción al deber de declarar hasta dicho
grado, al paso que, tratándose de la familia consanguínea, dicha excepción la extendió
hasta el grado cuarto.
Frente a esta realidad normativa, aparece de otro lado que la misma Carta en el cuarto
inciso del artículo 42 expresamente prescribe que “(l)os hijos habidos en el
matrimonio o fuera de él, adoptados o procreados naturalmente o con asistencia
científica, tienen iguales derechos y deberes.” Disposición esta que concreta el
principio de igualdad consagrado en el artículo 13 superior, aplicándolo
específicamente a la no discriminación por el origen familiar, y que claramente
indica que no habrá diferencias jurídicas entre los hijos procreados naturalmente, con
asistencia científica o adoptados.
Así las cosas, la Corte detecta la presencia de una antinomia constitucional, es decir
de una contradicción interna de la Constitución, que impone una labor hermenéutica
de las disposiciones superiores implicadas, previa a la definición de exequibilidad de
los artículos acusados.
9 Bobbio, Norberto. TEORÍA GENERAL DEL DERECHO. Ed. Temis, Santa Fe de Bogotá, 1994, pág. 183.
En virtud del anterior postulado, Bobbio afirma que “el derecho no admite
antinomias”, entendiendo por antinomia, propiamente hablando, aquella situación en
la que se dan dos normas incompatibles entre sí, que pertenecen a un mismo
ordenamiento y tienen un mismo ámbito de validez 10. Para resolver las antinomias
acude entonces a ciertos criterios tradicionales, entre los cuales menciona el
cronológico11, el jerárquico12 y el de especialidad13. Sostiene enseguida, que
tratándose de normas del mismo nivel, es decir del mismo rango en la escala
normativa y contemporáneas, es decir que ninguna es posterior a la otra, con igual
grado de generalidad, debe admitirse que ambas tienen igual validez, en el sentido de
que ambas están validamente incorporadas al sistema; Empero, las dos no pueden ser
contemporáneamente eficaces, es decir, no pueden ser aplicadas simultáneamente. En
este caso, y sólo en este, la coherencia no sería condición de validez, mas si de
eficacia14. Bobbio llama a este tipo de antinomias, antinomias insolubles15.
10 Se refiere a ámbitos de validez temporal, espacial, personal y material, es decir a que las normas se
apliquen en el mismo tiempo, en el mismo lugar, a las mismas personas y regulen la misma materia.
11 La norma posterior prevalece sobre la anterior.
12 La norma superior prevalece sobre la inferior
13 La norma especial prevalece sobre la general
14 Entendiendo la eficacia jurídica como la posibilidad de que la disposición produzca efectos jurídicos
15 En este tipo de antinomias, Bobbio sugiere que el interprete tiene la posibilidad de eliminar una de las
normas, eliminar las dos, o conservar las dos, acudiendo principalmente al principio de favorabilidad.
16 Dworkin, Ronald. LOS DERECHOS EN SERIO. Ed. Arial, S.A. Barcelona 1995, pág. 72
17 Cf. Ibídem
18 Dworkin, Ronald. LOS DERECHOS EN SERIO. Ed. Arial, S.A. Barcelona 1995, pág. 75
19 Ibídem
dentro de las constituciones, se ha preocupado por precisar la diferencia que existe
entre los valores, los principios y las reglas constitucionales.
20 Cf. Parejo Alfonso, Luciano. CONSTITUCIÓN Y VALORES DEL ORDENAMIENTO. Artículo incluido
en ESTUDIOS SOBRE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA. HOMENAJE AL PROFESOR EDUARDO
GARCÍA DE ENTRERRÍA. Tomo I págs 122 y siguientes. Ed. Civitas, Madrid 1991. En este artículo, el
autor analiza las posiciones doctrinales de Eduardo García de Entrerría, Gregorio Peces Barba, A. Pérez Luño,
M. Aragón, L. Prieto Sanchiz, y Ronald Dworkin.
1.1.2. Frente a las disposiciones que reconocen valores, las que consagran los
principios también serían normas que condicionan las demás normas, pero
con mayor grado de concreción y por lo tanto de eficacia, alcanzando por
sí mismos proyección normativa. Así, finalmente la distinción entre
principios y valores, sería una diferencia de grado de abstracción y de
apertura normativa. Las normas que reconocen valores serían normas más
abstractas y abiertas que las que consagran principios. Éstas, por ser más
precisas, tendrían proyección normativa, es decir aplicabilidad concreta o
eficacia.21
1.1.3.
1.1.4. En lo que concierne a las reglas, tales serían las disposiciones jurídicas
en las que se “define, en forma general y abstracta, un supuesto de hecho
y se determina la consecuencia o consecuencias jurídicas que se derivan
de la realización del mismo; una disposición, pues, derechamente
construida para regular u ordenar de forma directa la vida humana, la
realidad social”22 Es decir, virtud de esta estructura lógica, las reglas
operan como silogismos.
1.1.5.
2. Sobre la distinción entre reglas y principios, Alexy señala que “las reglas son
normas que, cuando se cumple el tipo de hecho, ordenan una consecuencia
jurídica definitiva, es decir, cuando se cumplen determinadas condiciones,
ordenan, prohíben o permiten algo definitivamente o autorizan definitivamente
hacer algo. Por lo tanto pueden ser llamadas “mandatos definitivos”. Su forma
de aplicación característica es la subsunción. En cambio, los principios son
mandatos de optimización. En tanto tales, son normas que ordenan que algo se
realice en la mayor medida posible según las posibilidades fácticas y jurídicas.
Esto significa que pueden ser realizados en diferente grado y que la medida de su
realización depende no solo de las posibilidades fácticas sino también jurídicas.
Las posibilidades jurídicas de la realización de un principio están determinadas
esencialmente, a más de por las reglas, por los principios opuestos. Esto
significa que los principios dependen de y requieren ponderación. La
ponderación es la forma característica de la aplicación de principios”. 23
(Destaca la Corte)
3.
4. Por su parte, para este mismo autor, la diferencia entre valores y principios viene
dada porque los primeros tienen un carácter axiológico al paso que los segundos lo
tienen deontológico. En tal medida, los principios entendidos como conceptos
deontológicos, expresan un deber ser y se manifiestan bajo la forma de mandatos,
prohibiciones, permisiones o derechos. Los valores, como conceptos axiológicos
expresan en sí mismos algo bueno. Por ello afirma que “lo que en el modelo de
los valores es prima facie lo mejor es, en el modelo de los principios, prima facie
21 Cf. Ibídem
22 Parejo Alfonso, Luciano. CONSTITUCIÓN Y VALORES DEL ORDENAMIENTO. Artículo incluido en
ESTUDIOS SOBRE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA. HOMENAJE AL PROFESOR EDUARDO
GARCÍA DE ENTRERRÍA. Tomo I págs 123
23 Alexy, Robert. EL CONCEPTO Y LA VALIDEZ DEL DERECHO. Editorial Gedisa, S.A. Barcelona
1994. pág 75
lo debido; y lo que en el modelo de los valores es definitivamente lo mejor es, en
el modelo de los principios, definitivamente lo debido”. 24
Ahora bien, como se ha dicho, la doctrina jurídica expuesta propone que cuando
surgen conflictos entre normas que reconocen valores o principios, es decir cuando
parecen contraponerse, es menester acudir a la ponderación para lograr su
armonización. Así las cosas, la distinción entre las nociones mencionadas, acaba
siendo un método de interpretación constitucional válido para lograr la coherencia
interna práctica de las normas superiores, que supera el criterio formalista de
prevalencia de la especialidad sobre la generalidad.
“en los principios se aprobó un derecho a la igualdad que fue considerado, según
tengo entendido, en la Comisión Codificadora, y no se tuvo en cuenta el que había
elaborado la Comisión Primera como derecho. Entonces, en ese sentido, el doctor
Carlos Lleras de la Fuente pide que este artículo que presentamos en este momento
no sea tenido en cuenta porque ya figura en los principios. La Comisión Accidental
estudió este planteamiento, del delegatario Lleras, y llegó a la conclusión de que es
un derecho sumamente importante y es la manera como va a recibir la protección del
recurso de tutela. O sea que se decidirá si queda en principio y en derechos, pero la
comisión solicita que quede en derechos...”
La misma estructura del artículo 13, que como se dijo consagra la igualdad
primordialmente como derecho, en su contenido expresa también las referidas
condiciones de valor y de principio reconocidas a la igualdad. En efecto, si la
igualdad formal radica en la posibilidad que tienen las personas de exigir un mismo
trato jurídico, es decir un mismo trato frente a la ley, de manera que ésta se aplique en
todos los casos que caen bajo sus supuestos de hecho, es evidente que el contenido
del artículo 13 rebasa esta expectativa y presenta a la igualdad como la posibilidad
reconocida a todos de tener las mismas oportunidades vitales, posibilidad por la cual
el Estado debe propender. No a otra cosa puede referirse dicho artículo, cuando
expresa que “(e)l Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y
efectiva”. Sin duda pretende que, por lo menos en lo que se refiere a la primacía de
los derechos fundamentales (artículo 5°), la igualdad no se limite al reconocimiento
formal por parte del ordenamiento jurídico, sino a la efectiva realización de la misma
en el terreno fáctico, es decir a la igualdad sustancial. Se pasa entonces al terreno del
telos o finalidad que persigue el Estado, asunto que rebasa la noción de igualdad
formal como derecho, entendida como facultad radicada en cabeza de las personas de
exigir un trato igual por parte de las autoridades.
Aceptada como principio y como valor, la igualdad no sólo exige que las leyes sean
aplicadas a todos los casos que caen bajo sus supuestos de hecho, (igualdad ante la
ley en sentido estricto), sino que implica también que la igualdad debe estar presente
en la formulación del derecho28. Esto hace que, dirigida al legislador, la igualdad le
imponga no establecer diferenciaciones arbitrarias. Estas son aquellas en las cuales no
existe una razón de rango constitucional para establecer la diferencia de trato. El
mismo artículo 13 superior enuncia algunos de los criterios de diferenciación que
pueden considerarse arbitrarios, cuando dice que todas las personas "gozarán de los
mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones
de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o
María Mercedes Carranza Coronado, Plenaria Primer Debate, 14 de junio de 1991. Tomado de Cepeda E.
Manuel José. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA CONSTITUCIÓN DE 1991. Ed. Temis,
Bogotá 1997.
28 Cf. Alexi, Robert. . TEORÍA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. Centro de Estudios
Constitucionales. Madrid,1997.
filosófica,” enumeración de motivos discriminatorios fundados en cualidades
humanas inmutables como el sexo o la raza, o en otras razones históricas de
discriminación, como la religión o la particular postura política o religiosa .
9. Ahora bien, dentro de las distinciones arbitrarias, el origen familiar como criterio
para establecer un trato desigual, está expresamente prohibido por la Constitución. Ya
se dijo como el artículo 42 superior concreta en una regla el principio de igualdad en
este punto, cuando afirma:
“No es necesario discutir ... por qué la familia es el núcleo, principio o elemento
fundamental de la sociedad. Se reconoce a ella éste lugar de privilegio dentro de
la escala social porque todos deberíamos nacer, vivir y morir dentro de una
familia.
“Las personas unidas entre sí por vínculos naturales, como los diferentes grados
de consanguinidad; o unidas por vínculos jurídicos, que se presentan entre
esposos, afines o entre padres e hijos adoptivos, o por la voluntad responsable
de constituirla, en los casos en que un hombre y una mujer se unen con la
decisión de vivir juntos, tienen pleno derecho a conformar y desarrollar esta
base de la sociedad, aunque no tengan entre sí vínculos de sangre ni
contractuales formales, si llenan los requisitos de la ley, su conciencia, sus
costumbres o tradiciones, su religión o sus creencias.
Visto entonces que la igualdad, como principio y como valor constitucional prohíbe
establecer diferencias legales de trato fundadas en motivos arbitrarios, y que el
29 Informe-Ponencia para Primer Debate en Plenaria. Gaceta Constitucional No. 85. Pág. 5.
artículo 43 superior concreta en una regla la prohibición de discriminación por el
origen familiar, no obstante lo cual el artículo 33 superior lo hace en relación con la
aplicación del principio de no incriminación de familiares, pasa la Corte a realizar el
examen de constitucionalidad de las disposiciones acusadas.
Se ha dicho también, que los valores y principios fundamentales son normas que
orientan la producción, aplicación e interpretación de las demás normas; que
determinan criterios interpretativos del resto del ordenamiento constitucional, y que
en caso de conflicto entre los distintos valores o principios superiores, el intérprete
debe acudir a la ponderación de los mismos a fin de lograr su máxima efectividad.
Respecto de la igualdad, se ha afirmado que ella no es solamente un derecho
fundamental sino un valor y un principio constitucional que implica la proscripción
del trato arbitrario. Estos criterios servirán para llevar a cabo el examen de
constitucionalidad de las normas demandadas.
5.1.7. En el presente caso, la Corte aprecia una colisión entre dos reglas
constitucionales. De un lado está la contenida en el artículo 33 superior, el
cual, aunque está ubicado dentro del capítulo de los Derechos
Fundamentales, se estructura como una típica regla de derecho, y no como
un valor o principio. Su tenor literal indica que “(n)adie podrá ser
obligado a declarar contra sí mismo o contra su cónyuge, compañero
permanente o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad,
segundo de afinidad o primero civil.” Como puede verse, la disposición
contempla: i) un supuesto de hecho –ser pariente en los grados de
consanguinidad, afinidad o parentesco civil que se mencionan, y haber
sido requerido por la autoridad judicial para declarar en contra de tales
parientes-, y ii) una consecuencia jurídica que es la imposibilidad en que
están las autoridades de obligar a declarar en tales circunstancias. En tal
virtud responde exactamente a la definición doctrinaria de regla, que tiene
por tal a aquella disposición que “define, en forma general y abstracta, un
supuesto de hecho y se determina la consecuencia o consecuencias
jurídicas que se derivan de la realización del mismo; una disposición,
pues, derechamente construida para regular u ordenar de forma directa la
vida humana, la realidad social”30
Frente a esta regla está la del inciso 4° del artículo 42 de la Carta, según el cual, “los
hijos habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o procreados naturalmente o
con asistencia científica, tienen iguales derechos y deberes”. Regla esta que también
contempla un supuesto de hecho - la presencia de hijos de cualquier categoría de las
enunciadas – y una consecuencia jurídica cual es la titularidad de los mismos
derechos en cabeza de ellos.
Ahora bien, bajo las dos reglas anteriores subyacen varios principios constitucionales
entendidos como arriba fueron explicados. En efecto, bajo la regla del artículo 43 está
el principio general de igualdad a que se refiere el artículo 13 constitucional,
pudiéndose afirmar, como antes se dijo, que aquella regla no es más que la
concreción, en el terreno de las relaciones familiares, del referido principio de
igualdad contenido en ésta última norma superior. De otro lado, el principio que
motiva la regla del artículo 33 de la Carta es el de no incriminación de familiares,
Así pues, sintetizando el problema que se analiza, puede decirse que en relación con
los hijos adoptivos el artículo 33 de la Constitución ha restringido el alcance de los
principios de no incriminación de familiares, respeto a la intimidad familiar, de
protección a la familia y respeto a la dignidad humana, para hacer prevalecer la
obligación de colaborar con la recta administración de justicia. (C.P artículo 95). De
otro lado, el artículo 43 superior, antes aludido, parece ubicarse en una posición más
garantista del derecho a la igualdad, afirmando categóricamente que en todos casos
los hijos adoptivos tendrán iguales derechos que los demás.
Visto lo anterior, estima la Corte que es necesario llevar a cabo una labor de
interpretación, aplicando el criterio de armonización, que ponderando los distintos
principios constitucionales implicados en el presente asunto, maximice su efectividad
a la hora de aplicar las normas acusadas. Ponderar, a voces del Diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua significa, entre otras cosas, “contrapesar o
equilibrar”. Y justamente eso es lo que el intérprete autorizado de la Constitución
debe hacer en el presente caso: fijar cuál es la interpretación de las normas acusadas,
que permita que al ser aplicadas se equilibre y armonice la aplicación de todos los
principios constitucionales implicados en ellas.
La armonización de los distintos principios constitucionales que están en juego en
este caso, en el momento de aplicar las normas acusadas implica necesariamente
hacer operantes los principios de igualdad, no discriminación por el origen familiar,
dignidad, libertad de conciencia y respeto a la intimidad y unidad familiar. Por lo
tanto tales normas no pueden ser interpretadas únicamente a la luz de la restricción
que para los hijos adoptivos establece la regla del artículo 33 superior. Esta
restricción del alcance de la excepción al deber de colaborar con la recta
administración de justicia, que obliga a declarar en contra de ciertos parientes muy
próximos, si se aplica sin equilibrarla con la regla que fija el artículo 42 de la Carta,
conduce a una restricción desproporcionada del derecho a la igualdad y a la dignidad
de los hijos adoptivos, y cercena la protección a la intimidad y unidad familiar por la
que propende también la Constitución. Por eso los hijos adoptivos deben ser llamados
a declarar contra sus parientes más próximos en las mismas condiciones en que son
llamadas las demás categorías de hijos. Esto, sin duda, significa un recorte de la
obligación de colaborar con la administración de justicia, pero este sacrificio de tal
deber constitucional, (aceptado por las normas superiores en relación con las demás
categorías de hijos), se revela menos lesivo de derechos y principios fundamentales,
que el de la aplicación imponderada de la regla contenida en el artículo 33 en relación
con los hijos adoptivos.
11. No es la primera vez que la Corte armoniza distintos principios constitucionales
implicados en la aplicación de las normas jurídicas. Así lo hizo, por ejemplo, en la
Sentencia C-225 de 199531 cuando ponderó el principio de obediencia debida de los
militares a que se refiere el inciso segundo del artículo 91 32 de la Constitución, con
los principios también superiores de dignidad e integridad de la persona humana. En
esa ocasión se expresó de la siguiente manera:
“En lo que sí le asiste razón al demandante es en que existe una incongruencia de carácter
constitucional entre la disposición que le asigna a la Policía Nacional naturaleza civil (art.
218 C.N.) y la que ordena que los delitos cometidos por sus miembros en servicio activo y
por razón del mismo, sean de conocimiento de las cortes marciales o tribunales militares (art.
221 C.N.) pues, siendo coherentes, tal juzgamiento debería estar a cargo de autoridades
civiles. Sin embargo, esta evidente anomalía no puede ser corregida por la Corte
Constitucional a quien se le ha confiado la guarda de la integridad y supremacía de la
Constitución, en los estrictos y precisos términos a que aluden los artículos 241 y ss. del
Estatuto Máximo, sino mediante una reforma constitucional utilizando cualquiera de los
mecanismos que el Constituyente ha consagrado para ello. (art. 374 ibidem).
De otro lado, cabe aclarar al demandante que la teoría alemana de las "antinomias
constitucionales"35, que considera la posibilidad de que existan normas constitucionales
inconstitucionales, no tiene cabida en este proceso, pues ella se funda en la jerarquía entre
disposiciones constitucionales (v.g. supremacía de normas dogmáticas sobre normas
orgánicas), y está destinada a aplicarse sólo en aquellos casos extremos en los que la
contradicción normativa impide al intérprete aplicar el principio general de armonización.”36
Conforme con todo lo que se ha expuesto hasta ahora, el problema jurídico que se
plantea en la presente oportunidad no es un problema de inconstitucionalidad de las
disposiciones acusadas, porque reproducen el artículo 33 de la Carta, sino de
integración sistemática de las normas constitucionales implicadas en el momento de
su aplicación.
VII- DECISIÓN
HACE CONSTAR:
Magistrado Ponente:
Dr. MARCO GERARDO MONROY
CABRA
El suscrito votó afirmativamente el artículo primero de la parte resolutiva de la
sentencia C-1287, en la que la Corte declaró la constitucionalidad de la
expresión “primero civil” contenida en los artículos 283 del Decreto 2700 de
1991, 431 y 495 de la ley 522 de 1999 y 267 y 337 de la ley 600 de 2000. Sin
embargo, con el debido respeto me permito salvar el voto respecto del artículo
segundo de la decisión, según la cual la corporación ordena “Declarar que en
la aplicación de las normas legales antes mencionadas se deberá hacer una
integración de las mismas con lo previsto en el inciso 4° del artículo 42 de la
Constitución Política.”
Las razones por las cuales me separo de esa decisión mayoritaria son las
siguientes:
Ahora bien, sostener, como hace la mayoría, que una norma de rango legal que
reproduce literalmente una disposición constitucional tiene una interpretación
que se ajusta a la Carta y otra que la contradice, es claramente una forma de
decir que la propia norma constitucional tiene una interpretación que es
exequible y otra que no lo es. Lo anterior es tanto como sostener que la
Constitución, interpretada de cierta manera, puede ser inconstitucional.
Así lo dispone el artículo 241 Superior, según el cual a la Corte “se le confía la
guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, en los estrictos y
precisos términos de este artículo”. Con tal fin, entre otras, cumple la función
de decidir sobre las demandas de inconstitucionalidad que presenten los
ciudadanos contra las leyes y contra los decretos con fuerza de ley, tanto por
su contenido material como por vicios de procedimiento en su formación.
La teoría pura del derecho enseña que el problema que enfrenta esta ciencia no
radica en la disyuntiva basada en juicios de verdad y de falsedad, como ocurre
con los sistemas basados en la lógica formal. En estos sistemas una
disposición X, si es falsa, no puede ser verdadera, así como una disposición Y,
si es verdadera, no puede ser falsa, lo que se conoce como el principio de no
contradicción.
En el derecho, las normas no son falsas y otras verdaderas; de éstas sólo puede
predicarse su validez y su vigencia. Dentro de un sistema jurídico es posible
que dos normas, igualmente válidas y vigentes, se opongan entre sí y por lo
mismo sean contradictorias. Por ejemplo, la norma A puede decir: “El que
vaya al bosque no puede cortar flores” y la norma B, igualmente válida y
vigente, de la misma jerarquía y expedida en el mismo tiempo, puede decir lo
contrario: “El que vaya al bosque puede cortar flores”.
Aquí no se trata de que una norma sea verdadera y la otra falsa, pues no se
aplican las reglas de la lógica formal. Como lo afirma Kelsen, “un conflicto
entre normas no es una contradicción lógica ni ninguna otra cosa que pueda
compararse con ésta.” Citando a Arthur Drew, agrega que “el principio de no
contradicción expresa una relación entre dos juicios. (…) De dos juicios de los
cuales uno afirma aquello que el otro niega, uno de los dos debe ser falso.” Y
concluye que “el principio de no contradicción sólo es aplicable a la relación
entre juicios, no a la relación entre normas”.37
37 KELSEN, Hans. Teoría General de las Normas. Editorial Trillas, México, 1994. Pg. 131.
Cuando se presentan dos normas igualmente válidas que se oponen, como las
del ejemplo, el problema es de aplicación de la norma jurídica. En el caso que
nos ocupa, la contradicción aparente o real de normas constitucionales no hace
inconstitucional a ninguna de las normas que se oponen.
Fecha ut supra.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD-Carácter
abstracto/ANTINOMIA CONSTITUCIONAL-Resolución por
aplicador de la ley frente al caso concreto (Salvamento parcial de voto)
2ª. Con todo, en la parte resolutiva del fallo al cual se refiere este salvamento
de voto se agrega que en la aplicación de dichas normas ha de realizarse por
los encargados de la misma una integración con lo dispuesto por el artículo 42
de la Constitución en cuanto hace referencia a la protección de la integridad
familiar.
Fecha ut supra.