Sharq Al Andalus - 19 PDF
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SHARQ AL-ANDALUS
Estudios Mudéjares y Moriscos
SHARQ AL-ANDALUS
Estudios Mudéjares y Moriscos
ÁREA DE ESTUDIOS
ÁRABES E ISLÁMICOS
Universidad de Alicante
N.o 19
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Co-Director
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Área de Estudios Árabes e Islámicos, Universidad de Alicante
El Centro de Estudios Mudéjares es una institución adscrita al Instituto de Estudios Turolenses
y patrocinada por el Gobierno de Aragón, la Diputación Provincial de Teruel,
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Sharq Al-Andalus
Área de Estudios Árabes e Islámicos, Dpto. de Filologías Integradas
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Suscripciones y pedidos
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Z-3335-98
ISSN
0213-3482
Portada
Fragmento peninsular del portulano árabe de Ibrahim de Murcia, Trípoli, 1463
COLABORADORES DE ESTE NÚMERO
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
3. M.A. LADERO QUESADA, «Los bautismos de los musulmanes granadinos en 1500», en De mu-
déjares a moriscos: una conversión forzada. Actas del VIII Simposio internacional de mudejarismo,
Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2002, pp. 481-542.
4. F. FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ, Estado social y político de los mudéjares de Castilla: considerados en sí mis-
mos y respecto de la civilización española, [1865], Madrid, Libros Hiperión, 1985, p. 200.
5. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, «La conversión de los musulmanes», en L. SUÁREZ FERNÁNDEZ y M.
FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, La España de los Reyes Católicos (1474-1516), vol. 2, Historia de España di-
rigida por don Ramón Menéndez Pidal, t. XVII, Madrid, Espasa Calpe, 1969, pp. 285-301; M.A. LA-
DERO QUESADA, Granada después de la Reconquista: repobladores y mudéjares, 2.ª ed., Granada,
Diputación provincial de Granada, 1993, pp. 350-352.
6. J.E. LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, «Las capitulaciones y la Granada mudéjar», en M.A. LADERO
QUESADA (dir.), La incorporación del reino de Granada a la corona de Castilla, Granada, Diputación
provincial de Granada, 1993, p. 297.
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Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
LA LLAMADA A LA ORACIÓN
Unas disposiciones tocan a la libertad, otorgada a los musulmanes, de
conservar su religión y de practicar su culto. El texto propuesto por Boabdil re-
sume en sus aspectos esenciales la práctica del Islam, a la vez que observancia
cultual materializada por las mezquitas, los alminares y los almuecines, y or-
denamiento jurídico cuyos guardianes son los jueces:
“Otrosy, que sean obligados sus altezas y sus descendientes para siempre de
dejarlos bivir en su ley y en su xaraçunna, y sus mezquitas, y sus alcadís, y sus
almuédanos con sus torres y que les consientan dar vozes á sus almuédanos
como solían antes, con sus costumbres”12.
Las capitulaciones desarrollan más ampliamente las condiciones de la
práctica del Islam y llaman la atención sobre el marco comunitario de la aljama:
“Item es asentado y concordado que sus Altezas e sus descendientes para
siempre jamás dejaran vivir al dicho Rey Muley Bauudili e á los dichos alcaides
e alcadís, e sabios, e moftíes, e alfaquíes, e alguaciles, e caballeros e escuderos, e
viejos e buenos hombres, e comunidad, chicos e grandes, e estar en su ley, e non
les mandaran quitar sus algimas e zumaas, e almuédanos, e torres de los dichos
almuédanos, para que llamen á sus azalaes, e dejarán e mandarán dejar á las
dichos algimas sus propios e rentas como agora los tienen, e que sean juzgados
por su ley xaraçina con consejo de sus alcadís, segund costumbre de los moros,
y les guardarán e mandarán guardar sus buenos usos e costumbres”13.
La institución de la aljama se sitúa en continuidad con la situación ante-
rior a la conquista, en lo que toca a la delegación de poderes al cadí, juez y director
de la comunidad, así como a los bienes de las mezquitas y al personal religioso.
Su mantenimiento facilitó el paso de los musulmanes al estado de grupo mino-
ritario en un Estado cristiano. Este último no tenía inconveniente en aceptar la
aplicación del derecho islámico para arreglar los litigios internos de la comuni-
11. Juan Meseguer Fernández sugirió esta comparación de las cláusulas religiosas: J. MESEGUER
FERNÁNDEZ, «Fernando de Talavera, Cisneros y la Inquisición en Granada», en J. PÉREZ VI-
LLANUEVA (dir.), La Inquisición española. Nueva visión, nuevos horizontes, Madrid, Siglo Veintiu-
no editores, 1980, pp. 396-397.
12. «Proposiciones de Boabdil para la entrega de Granada», en M. GARRIDO ATIENZA, Las capitu-
laciones para la entrega de Granada, ed. facsímil, Granada, Universidad de Granada, 1992, p.
231 (en adelante Proposiciones).
13. “Capitulaciones para la entrega de Granada”, 25 de noviembre 1491: AGS, Patronato Real, leg.
11, fol. 207, en M.A. LADERO QUESADA, Granada…, apéndice documental n. 50, p. 437 (en ade-
lante: Capitulaciones).
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Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
dad musulmana. Sin embargo, mientras Boabdil había pedido que los litigios
entre musulmanes y cristianos fuesen juzgados por el cadí (como lo eran bajo los
gobiernos islámicos), los Reyes estipularon que estos casos tenían que ser re-
sueltos en presencia de un juez cristiano y de un juez musulmán, para evitar las
reclamaciones14. No vamos a profundizar este tema, ya que proponemos llamar
la atención sobre una reformulación de las peticiones de Boabdil que nos pare-
ce muy significativa del trabajo realizado por los redactores del texto.
Se trata de las modalidades de la llamada a salat, la oración musulmana. En
los países islámicos, la voz del almuédano, subido en el minarete de la mez-
quita, llamaba los fieles a la oración cinco veces al día15. El texto de Boabdil
menciona expresamente la voz del almuédano (“dar vozes”), pretendiendo así
mantener una tradición cuyo origen se atribuye al mismo Profeta Mahoma. La
cláusula otorgada por los Reyes Católicos cambia del todo el ambiente sonoro
de la cuidad. Las torres de las mezquitas quedan en pie y se menciona la llamada
a la salat, pero sin la expresión “dar voces”. Esta modificación no parece for-
tuita. En adelante, no se consiente oír las voces de los almuédanos granadinos.
En la época de la Reconquista, por ejemplo en el reino de Valencia con-
quistado en el siglo XIII, ya se había planteado la cuestión de la llamada a la
salat por el canto de los almuédanos. El texto del anuncio de la salat proclama
que “No hay ningún Dios sino Allah” y “Muhammad es el enviado de Allah”.
Para las autoridades cristianas, eran proclamaciones de índole blasfematoria,
hasta tal punto que en 1312, bajo el papa Clemente V, el concilio de Vienne en
Francia había prohibido tajantemente la llamada vocal a la salat para los mu-
sulmanes que vivían en los países cristianos, y había confiado a los príncipes el
deber de hacer respetar esta interdicción:
“Para la ofensa del nombre divino y el oprobio de la fe cristiana, sucede que en
ciertas regiones del mundo sujetas a príncipes cristianos, donde sarracenos moran
con cristianos, ora a parte, ora mezclados con ellos, sus sacerdotes, vulgarmente lla-
mados Zabazala, invocan y anuncian en voz alta el nombre de Mahoma en sus
templos o mezquitas, donde los sarracenos se reúnen para adorar el pérfido Ma-
homa, y eso cada día a ciertas horas, en un puesto elevado, y que profesan públi-
camente ciertas palabras en su honor, lo cual oyen cristianos y sarracenos […].
Como estas prácticas que desagradan a la majestad divina no se deben tolerar
más, con la aprobación del santo concilio, prohibimos con el máximo rigor que se
produzcan en los territorios de los cristianos. Ordenamos con la mayor potencia e
invocando el juicio divino, a todos y a cada uno de los príncipes cristianos bajo el
dominio de los cuales los sarracenos moran y estas cosas se producen, eliminar
totalmente de sus territorios y procurar que se elimine el oprobio que esto conlle-
va para con ellos mismos y con los otros fieles cristianos, pensando como lo deben
14. Ver A. GALÁN SÁNCHEZ, Los Mudéjares del Reino de Granada, Granada, Universidad de Grana-
da, 1991, pp. 154-156.
15. «Adhan», Encyclopédie de l’islam, t. I, Paris-Leiden, Brill-Editions Maisonneuve & Larose, 1991,
pp. 193-194.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
16. “Cedit”, texto latino en G. ALBERIGO et al., Les conciles œcuméniques. Les décrets, t. II-1, Paris, Cerf,
1994, p. 786.
17. Clementinas, tit. “De Iudaeis et Sarracenis”, cap. único.
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Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
18. “Et quelibet mesquita habet unum sacerdotem de primis, et unum ministrum qui vocant
Muetdem, quod sonat preco, qui supplet defectum campanarium, quas licet Sarraceni multum
commendent, quia tunc Christiani in eis habendis prevenerunt, nolunt eis uti. Illius preconis
officium est: quia horis, de quibus infra dicetur, ascendit turrim mesquite quadratam quali-
bet, et parte sui fenestram magnam habentem, et ad illarum quamlibet clamat alta voce ob-
turatis auribus cum digitis ut vox fortius resonet, in sua lingua verba haec sonantiam. Nihil
aliud posse, nisi Deus, et Machometus eius nuncius, venite ad orationem faciendam in reve-
lationem pectorum vestrorum. Et postea submittit, legalil ille halla, quod est dicere, non est
aliud victor nisi Deus. Et haec verba omnes milites Sarraceni portant in scutis suis. Et adhuc
submittit, Deus est omnipotens”, Clementis quinti constituciones, quas Clementinas vocant... cum
summariis, casibus notabilibus, iuris patronatus arborae, ac additionibus tam ex Ioannis Imolae quam
Petri Ancharani, Zabarellae, Barbatiae, Panormitani... Lugduni, 1541, p. 57 v.
19. F. ZABARELLA, In Clementinarum volumen commentaria, Venetiis, 1602, p. 169.
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lo infiel e reprovat nom de Mahomet”20. A falta de la voz, los almuecines tuvieron que
usar varios instrumentos para llamar a la oración, como tambores, cuernos o
añafiles –unas largas trompetas utilizadas en los campos de batalla para llamar
a los soldados–. En la ciudad de Valencia, bajo el reinado de Fernando, se prohi-
bía incluso llamar sonando un cuerno21. La prohibición de la llamada vocal a la
salat planteaba a los musulmanes una dificultad no solamente práctica, sino tam-
bién política, ya que simbolizaba una situación de inferioridad en cuanto a los
cristianos: entre los doctores, se discutía para decidir si era un motivo de emi-
gración de los mudéjares hacia los países islámicos22.
Se debe pensar que la modificación del texto de Boabdil, en tal contexto,
tendía a prohibir el canto de los almuecines. De hecho, en la Granada cristiana,
el nombre de Mahoma dejó de gritarse desde los minaretes y el toque de los
añafiles se substituyó a la voz humana para señalar a los fieles las horas de la
salat. Lo señala un testigo musulmán anónimo, lamentando las vejaciones in-
fligidas por los cristianos después de los primeros años de convivencia: “hasta
se suspendió el pregón del almuédano en las torres”23. Cuando, en diciembre
de 1499, la intervención enérgica del cardenal Cisneros llegó a conseguir la
conversión de las élites musulmanas y la parálisis del culto, los almuédanos de-
pusieron sus instrumentos de trabajo. El cardenal pudo anunciar el hecho al ca-
bildo de Toledo, y enviarle los preciosos añafiles como símbolos del triunfo
de la fe cristiana sobre la infidelidad:
“Entre muchos alfaquies de las mas principales personas de todo este reyno
que se han convertido se han tornado cristianos dos almuédanos que llamavan a
los moros a su oración, o maldición, y nos han traydo los añafiles con que tañían,
las quales mandamos guardar para que se pongan en esa nuestra iglesia en algun
lugar. Desde el dia de Nuestra Senora aca no han llamado ni se ha oydo cosa del
mundo en la mezquita mayor de Albaicín, e en avernos traydo las trompetas et
añafiles con que llamavan a la zala y ser convertidos los que llamavan, recebimos
aquellos añafiles como si nos entregaran las llaves, e sera bien que pongan aque-
llos añafiles, que son muy grandes, de azofar, en el altar de Sant Alifonso”24.
20. M.T. FERRER MALLOL, «Frontera, convivencia y proselitismo entre cristianos y moros en los tex-
tos de Francesc Eiximenis y de San Vicente Ferrer», en J.M. SOTO RÁBANOS (ed.), Pensamiento
medieval hispano. Homenaje a Horacio Santiago Otero, Madrid, C.S.I.C., 1998, pp. 1588-1590; J. HI-
NOJOSA MONTALVO, Los mudéjares. La voz del Islam en la España cristiana, Teruel, Centro de Es-
tudios Mudéjares, 2002, pp. 122-125.
21. M.D. MEYERSON, The Muslims of Valencia in the age of Fernando and Isabel. Between coexistence and
Crusade, Berkeley, University of California Press, 1991, p. 43.
22. P.S. VAN KONINGSVELD y G.A. WIEGERS, op. cit., pp. 25-26.
23. A. BUSTANI (ed.), Fragmento de la época sobre noticias de los reyes Nazaritas o capitulación de Gra-
nada y emigración de los andaluces a Marruecos. Lo presenta, texto árabe con prólogo, notas, co-
mentarios e índices, Alfredo Bustani. La versión española ha sido hecha por D. Carlos Quirós,
Larache, Artes graficas bosca, 1940, p. 51.
24. Carta del arzobispo Francisco Jiménez de Cisneros al deán y al cabildo de la catedral de To-
ledo, 23 de diciembre de 1499, Madrid, BN, Ms. 13020, fol. 95, en M.A. LADERO QUESADA, Gra-
nada…, apéndice documental n. 85, pp. 491-492.
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Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
SEÑALES DE IDENTIFICACIÓN
Con la libertad de practicar su religión, los musulmanes de Granada ob-
tuvieron también un permiso importante:
“Item es asentado que agora nin en tiempo alguno sus Altezas nin el dicho
Señor Principe, ni sus descendientes, no hayan de apremiar ni apremien á los di-
chos moros, así á los que hoy son vivos como los que dellos subcedieren, á que
traigan señales”25.
Esta cláusula de las capitulaciones repite, e incluso acentúa, el texto pro-
puesto por Boabdil:
“Otrosy, que sus altezas y sus descendientes non mandarán poner señales á
los moros, agora ni en ningund tiempo para siempre jamás”26.
Los musulmanes de Granada no tenían la obligación de señalar su per-
tenencia a la comunidad islámica con una señal exterior. Para ellos se trataba de
una cuestión de dignidad. En los países islámicos se imponía a los dhimmis ju-
díos y cristianos diferenciarse de los musulmanes por alguna particularidad en
el vestido, variable según las regiones y las épocas: zunnar o cintura en el Egip-
to del siglo XVI, color de las babuchas en el imperio otomano, en el siglo XVII27.
En la Granada musulmana, los hombres judíos se identificaban con una pieza
de tejido amarillo, y las mujeres con una campanita28. Exentos de tal obliga-
ción por las capitulaciones, los vencidos de Granada evitaban una señal de in-
ferioridad y de humillación.
¿Por qué accedieron los Reyes Católicos a esta petición de Boabdil? Pues
al final de la Edad Media se tendía generalmente, en los países cristianos, a
establecer una serie de discriminaciones entre las minorías religiosas y la ma-
yoría de la población por medio de señales exteriores o de barrios separados.
En 1215, bajo el papa Inocencio III, el IV concilio de Laterano, en su decreto 68,
había decidido que los hombres y mujeres, judíos y sarracenos, debían “dife-
renciarse públicamente de la otra gente por la cualidad de su vestido, en toda
provincia cristiana y en todo tiempo”. Era necesario evitar toda promiscuidad
sexual y todo trato familiar entre los cristianos y los infieles, en aquella época
de severidad dogmática de la Iglesia. Esta disposición, consignada en las De-
cretales, fue integrada en el derecho canónico, formando el canon Nonnullis29. Se
aplicó por ejemplo en la cuidad pontificia de Aviñón, donde los hombres judíos
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
tenían que llevar la rouelle, una pieza en forma de rueda cosida en el vestido, en
el lado izquierdo del pecho30. En Castilla y en Aragón, a partir del siglo XIII, se
establecieron normas siempre más precisas para diferenciar los mudéjares de
los cristianos, lo cual indica que no se identificaban a primera vista. Se prohi-
bió a los musulmanes utilizar adornos y tejidos específicos, festivos y lujosos,
y se les impuso peinados o cortes de cabellos y de barba variables según las
modas. En 1408, Enrique II de Castilla dispuso que llevaran una luneta azul
sobre el hombro derecho, y los varones un capuz de color amarillo-verdoso. En
adelante, la luna azul se conservó como señal distintiva de los musulmanes,
pero no parece que esta norma se observara estrictamente, ya que las Cortes de
Toledo de 1480 insistieron sobre su seguimiento31.
En las capitulaciones de Granada, la exención de señales distintivas deroga
el derecho real de Castilla, y va contra el derecho canónico. Es cierto que en esta ciu-
dad una multitud de usos en el vestido, en la alimentación y en el modo de vida,
así como el idioma, señalaban la diferencia entre los musulmanes y los cristianos.
Los musulmanes de Granada hablaban el árabe y llevaban nombres islámicos,
entre los cuales los más comunes eran Mohammad, Ahmed y Ali para los hombres,
Aïcha, Fátima y Mariem para las mujeres32. Hacia 1499, en los años de la conver-
sión masiva al Cristianismo, el arzobispo Hernando de Talavera insistía en las
profundas modificaciones en el modo de vida que debían acompañar al bautismo:
“Mas para que vuestra conversación sea syn escandalo a los cristianos de na-
ción y non piensen que aun teneys la seta de Mahomad en el coraçon es me-
nester que vos conformeys en todo y por todo a la buena y honesta conversación
de los buenos y honestos cristianos y cristianas en vestir y calçar y afeytar, y en
comer y en mesas y viandas guisadas como comúnmente las guisan, y en vues-
tro andar y en vuestro dar y tomar y mucho y mas que mucho en vuestro hablar,
olvidando quanto pudieredes la lengua arabiga y faziéndola olvidar y que nunca
se hable en vuestras casas”33.
Es probable que, en 1491, no pareciera necesario a los Reyes establecer otras
señales discriminatorias. Las huellas de la cultura islámica estaban bastante vi-
interdum, quod per errorem Christiani, Iudaeorum seu Sarracenorum, et Iudaei seu Sarraceni
Christianorum mulieribus commisceantur. Ne igitur tam damnatae commixionis excessus
per velamentum huiusmodi ulterioris excusationis ulterius possint habere diffugium, statui-
mus, ut tales utriusque sexus in omni christianorum provincia et omni tempore, qualitate
habitus publice ab aliis populis distinguantur”. Decretales de Gregorio IX, 5.6.15.
30. R. MOULINAS, Les juifs du pape. Avignon et le Comtat Venaissin, Paris, Albin Michel, 1992, p. 22.
31. J. HINOJOSA MONTALVO, op. cit., pp. 293-298.
32. M.A. LADERO QUESADA, «Los bautismos...», pp. 494-542. Sobre la sociedad granadina al mo-
mento de la conversión, A. CARRASCO GARCÍA, «Huellas de la sociedad musulmana granadi-
na: la conversión del Albayzín (1499-1500)», En la España medieval, 30, 2007, pp. 335-380.
33. Hernando de TALAVERA, «Instrucción y carta para los vecinos del Albayçin», “en que les amo-
nesta lo que deben hazer”, Div. Castilla, L. 8, fol. 114, en M.A. LADERO QUESADA, Granada…, pp.
545-547, doc. 127.
20
Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
sibles como para diferenciar a los musulmanes en Granada, lo que no era el caso
en regiones de Castilla donde los mudéjares, en posición de minoría desde siglos,
habían adoptado el vestido y el idioma de los cristianos. La imposición de señales
distintivas sólo se entiende en la coexistencia de dos grupos religiosos que se
pretende conservar separados. La exención otorgada en las capitulaciones indi-
ca que, al final de la guerra de Granada, los Reyes Católicos ya se situaban en la
perspectiva de la conversión de los musulmanes, a corto o mediano plazo. Hu-
biera sido absurdo imponer señales vejatorias a una población que estaba desti-
nada a adoptar tanto la religión como los usos y costumbres de los cristianos.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
36. “Catholici rex et regina hispaniarum (quos reffero) se multo magis re quam nomine christianos
esse profitentur: christianum eum nos apellamus qui christi vestigia nititur imitari doctrinam
sequi legem servare: christus neminem unquam ad se invitum adducere aut allicere est conatus.
Vim cuiquam ut christianus efficiatur inferri praecepit nunquam: immo nostra lege cautus est
aperte ne quisquam audeat alienae legis ullius cultorem metu aut vi impellere”, P. Martyris
Angli Mediolanensis Apostolici Regii consiliarii Legatio Babylonica, en L. GARCÍA y GARCÍA, Una
embajada de los Reyes Católicos a Egipto, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
1947, pp. 153 [latin]-158 [trad. cast.]. Sobre este episodio, J.E. LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, «Mame-
lucos, otomanos y caída del reino de Granada», En la España medieval, 28, 2005, pp. 229-258.
22
Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
testar a las quejas de los judíos de la cuidad contra los atentados a sus derechos,
el canon afirma, en su preámbulo, que los medios empleados para atraer a los
paganos hacia la fe cristiana deben ser blandos, y no recios37. Se empleó contra
las conversiones forzadas. Sin embargo, los canonistas no tardaron en mati-
zar su contenido, sustituyendo a la expresión original “medios blandos, y no
medios recios” [“blandimentis... non asperitatibus”] otra más permisiva en cuan-
to a los medios empleados para convertir a los infieles: “medios blandos, antes
que recios” [“blandimentis, potius quam asperitatibus”]. Esta lectura del canon
Qui sincera se presenta, por ejemplo, en dos Sumas de gran influencia hasta el
siglo XVI, la de Ramón de Peñafort y la de Goffredus de Trani38.
Un segundo texto alegado con frecuencia contra las conversiones forza-
das era el canon De Iudeis del Decreto, sacado del IV concilio de Toledo reuni-
do en 633 bajo la presidencia de Isidoro, obispo de Sevilla. Este concilio tenía
que enfrentar las consecuencias de las persecuciones llevadas contra los judíos
por el rey Sisebuto a partir de 616. En cuanto a los judíos que se habían exiliado
para huir de la persecución y habían vuelto a España durante el reinado de
Suintila, el concilio afirma que la recepción de la fe cristiana procede de la
propia responsabilidad del individuo, y no debe imponerse por medios vio-
lentos: “En cuanto a los judíos, el santo sínodo prescribe que nadie les lleve a
la fe por fuerza”39. La alusión al pecado original y al endurecimiento de los ju-
díos muestra que la prohibición de la conversión forzada se funda en una
concepción teológica de la salvación y no, por supuesto, sobre sentimientos de
humanidad hacia los infieles. A continuación, el concilio resolvió el proble-
ma planteado por los judíos que, habiendo recibido el bautismo durante las
persecuciones del “muy piadoso príncipe Sisebuto”, habían vuelto a la ley
mosaica:
“Conviene forzarlos a observar la fe que han recibido por fuerza o por ne-
cesidad, para que no sea blasfemado el nombre del Señor, y que la fe que reci-
bieron no sea tenida por ruin y despreciable”40.
Con esta conclusión, el canon De Iudeis llegaba a asociar la prohibición
de las conversiones forzadas con el pleno reconocimiento de los efectos de
aquellas: la integración de los infieles al cuerpo de Cristo por el bautismo era
un hecho irreversible.
37. “Qui sincera intentione extraneos a Christiana religione ad fidem cupiunt rectam adducere,
blandimentis debent, non asperitatibus studere [...]”, Decretum Gratiani, D.45 c.3.
38. Sobre esta evolución, B.Z. KEDAR, Crusade and mission: European approaches toward the Mus-
lims, Princeton, Princeton University Press, 1984, pp. 73-74.
39. “De Iudeis autem precepit sancta sinodus, nemini deinceps uim ad credendum inferre.[...]”,
Decretum Graciani, D.45, c.5; G. MARTÍNEZ DÍEZ y F. RODRÍGUEZ, La colección canónica hispana, t.
V, Concilios Hispanos, Parte 2, Madrid, C.S.I.C., 1992, p. 235.
40. “Oportet, ut fidem, quam ui uel necessitate susceperint, tenere cogantur, ne nomen Domini
blasphemetur, et fides, quam susceperunt, uilis ac contemptibilis, habeatur”, ibídem, p. 236.
23
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
Inserto en el Decreto, este texto fue empleado en el canon Maiores de las De-
cretales, que es la tercera autoridad habitualmente alegada en este tema41. El
canon Maiores tiene su origen en una carta del papa Inocencio III, escrita en
1201 para contestar a una pregunta del obispo de Arles sobre la validez del
sacramento del bautismo cuando se confería a los niños, punto rechazado, a la
sazón, por los herejes. En su respuesta, el papa extendió su reflexión mucho mas
allá de la pregunta inicial, resolviendo el problema de la validez del bautismo
en varias circunstancias42. Habiendo mostrado la necesidad de bautizar a los
niños, Inocencio III abordó luego el caso de los adultos que no dan su consen-
timiento a la recepción del sacramento, entre los cuales los que lo reciben por
fuerza. La intención del papa era de determinar la doctrina, interviniendo en el
debate sobre el bautismo forzado y sus efectos que, en estos años, dividía a
los doctores de Bolonia. Algunos opinaban que el bautismo era válido incluso
cuando se confería por fuerza. En contra de los más radicales, el papa enunció
la condenación siguiente:
“Por cierto, es contrario a la religión cristiana que sea forzado a recibirla y a
observarla un individuo que expresa siempre su oposición y su rechazo”43.
A continuación, Inocencio III utilizó y simplificó la distinción entre va-
rios tipos de fuerza, distinción elaborada por Rufin, un eminente canonista de
Bolonia que terminó su comentario del Decreto hacia 116444. La fuerza “abso-
luta” o “precisa” es la que se emplea contra un individuo que expresa su opo-
sición entera y constante a la recepción del bautismo: Inocencio III afirmó su ca-
rácter ilícito y su incapacidad a producir un bautismo válido. Al contrario, la
fuerza “condicional” consiste en emplear medios violentos para obtener el
consentimiento del individuo. Inocencio III ratificó la distinción entre fuerza ab-
soluta y fuera condicional y, sin pronunciarse sobre la licitud de la segunda, afir-
mó su capacidad a producir bautismos plenamente válidos, así como la nece-
sidad de obligar a los individuos bautizados en tales circunstancias a “observar
la fe cristiana”. La amenaza de muerte se incluye en la categoría de la fuerza
condicional: la imagen del cuchillo en la garganta, empleada por Rufin, es aún
41. Sobre el empleo de estos textos para afirmar la validez de los bautismos de musulmanes con-
feridos durante la Germanía de Valencia, nos permitimos remitir a nuestro trabajo: «La con-
version des musulmans de Valence (1521-1525) et la doctrine de l’Eglise sur les baptêmes for-
cés», Revue Historique, 648, 2008, pp. 819-855.
42. C. EGGER, «Papst Innocenz III als Theologe», Archivum Historiae Pontificiae, 1992, 30, pp. 5-123; Ch.
de MIRAMON, «Innocent III, Huguccio de Ferrare e Hubert de Pirovano. Droit canonique, théologie
et philosophie dans les années 1180», en W.P. MÜLLER y M.E. SOMMAR (eds.), Medieval Fondations
of the Western Legal Tradition. A Tribute to Kenneth Pennington, Washington, 2006, pp. 320-346.
43. “Verum id est religioni Christianae contrarium, ut semper invitus et penitus contradicens ad
recipiendam et servandam Christianitatem aliquis compellatur”, Decretales de Gregorio IX,
3.42.3.
44. RUFIN, Summa Decretorum (1164), ad C. 22 q. 5 en Die «Summa Decretorum» des Magister Rufi-
nus, herausgegeben von Dr. Heinrich Singer, Paderborn, F. Schöningh, 1902, p. 400.
24
Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
45. Un ejemplo de tal asociación es la respuesta de santo Tomás a la pregunta “¿Débense forzar
los infieles a la fe?” en la Suma Theologica, TOMÁS de AQUINO [Thomas d’Aquin], Somme théo-
logique, IIa IIae, q. 10, art. 8, Editions de la Revue des jeunes, vol. 27-28, Paris Desclée & Cie, 1950,
pp. 101-104.
46. Y.F. BAER, Historia de los judíos en la España cristiana, Barcelona, Riopiedras, 1998, pp. 531-545.
47. I. DUNS SCOTUS, Ordinatio, L. 4, en Opera Omnia, editio minor III/2 Opera theologica (a cura di
Giovanni Lauriola), Bari, Editrice Alberobello, 2001, pp. 529-530; G. BIEL, Gabrielis Biel collec-
torium circa quattuor libros Sententiarum, 4, 1, Libri quarti pars prima: dist. 1-14, Tübingen,
J.C.B. Mohr-P. Siebeck, 1975, p. 203.
25
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
48. M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, «La frontera entre Andalucía y Granada: realidades bélicas, socio-eco-
nómicas y culturales», en M.A. LADERO QUESADA (dir.), La incorporación..., pp. 87-145.
49. F. MAÍLLO SALGADO, De la desaparición de Al-Andalus, Madrid, Abada editores, 2004 [3ª ed.], pp.
23-24.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
57. “[...] debet mulier reputari vir, cum viriliter agat”, E. de SUSO, In Tertium Decretalium librum Com-
mentaria, Venitiis, apud Iuntas, 1581, sobre X, 3.33.2.
58. “Potuisset ergo dominus Greg. hanc materiam plenius, brevius expedire, ut sic dixisset, si
quis duorum coniugum infidelium ad fidem conversus fuerit, in infidelitate alio remanente,
liberi infantes converso adiudicentur, doli tamen capaces suo iudicio relinquantur”, ibídem.
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Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
59. F.N. VELÁZQUEZ BASANTA, «La relación histórica sobre las postrimerías del Reino de Granada,
según Ahmad al-Maqqari (s. XVII)», en C. DEL MORAL (ed.), En el epílogo del Islam andalusí: la
Granada del siglo XV, Granada, Universidad de Granada, 2002, pp. 535-537.
31
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Isabelle Poutrin
CONCLUSIÓN
Al final de la guerra de Granada, los Reyes no optaron por la expulsión de
los musulmanes, si bien con el decreto de marzo de 1492 contra los judíos apor-
taron la prueba de que la evicción de una minoría religiosa se consideraba, a la
sazón, como una medida de gobierno legítima. No siguieron la línea de un tra-
tamiento radical de los vencidos, y prefirieron la vía de la negociación que les
permitía mantener in situ a los habitantes del reino. Pero, entre las proposicio-
nes presentadas por Boabdil para la entrega de Granada y el texto definitivo
de las capitulaciones, los consejeros letrados de los Reyes debieron de realizar
un importante trabajo de reflexión y de redacción. Las libertades religiosas otor-
gadas a los vencidos se quedaban dentro de los límites del derecho canónico,
siendo la exención de señales distintivas la única derogación a éste, lo cual se en-
tiende mejor como una concesión aceptada en la perspectiva de la conversión de
los musulmanes que como un gesto de generosidad hacia las poblaciones con-
quistadas. Las capitulaciones otorgadas por los Reyes Católicos, cuyo celo de
propagar la fe superaba la magnanimidad, establecían la dominación cristiana
sobre el Islam. La reducción de los almuecines al silencio fue el símbolo de este
nuevo orden político-religioso. La cláusula contra las conversiones forzadas,
añadida por iniciativa de los Reyes para aquietar los ánimos de los vencidos, no
ofrecía a éstos sino una protección muy precaria y que, de manera implícita,
no se extendía a los descendientes de cristianos. En consecuencia, las capitula-
ciones dejaban largamente abierta la vía de la conversión por unos “medios
blandos” que no excluían del todo ciertas presiones más recias.
Y en efecto, los acontecimientos posteriores (desde los esfuerzos evange-
lizadores del arzobispo Talavera, hasta la política de captación de las élites con
dádivas y favores que llevó el arzobispo Cisneros en el otoño de 1499) mos-
traron que los Reyes no contaban con una política de persecución masiva y
sistemática para llevar a los musulmanes al bautismo. Hasta que los vencidos,
que no pudieron sino considerar la empresa cisneriana de recuperación de los
elches como una traición de lo pactado en 1491, tomaron las armas contra la
autoridad real a finales de 1499 y cambiaron ipso facto de estatuto jurídico: ya
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Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
no eran los infieles pacíficos que, según el capítulo Dispar del Decreto, podían
permanecer en paz en el territorio cristiano, sino unos sediciosos y rebeldes a
los que se podía castigar con la muerte, la esclavitud o el exilio. Cediendo ante
la fuerza superior de los ejércitos reales, los vencidos consintieron finalmente
al bautismo que se les propuso –con magnanimidad, y para evitar la despo-
blación del reino– como condición de su perdón.
Hoy en día, nosotros vemos en estas conversiones una violación del princi-
pio de la libertad de conciencia (siendo los herederos de la reflexión de los teólo-
gos, juristas y filósofos europeos de los siglos XVI–XVIII en este ámbito) y,
además, una decisión política cargada de peligros, ya que sabemos lo que pasó
después. Los contemporáneos cristianos las juzgaron según sus propios crite-
rios. Para el arzobispo Cisneros, fue un acontecimiento providencial, una vic-
toria de la fe, una anticipación de los tiempos mesiánicos. Para los juristas, la
conversión de los granadinos después de las rebeliones de 1499–1501 fue una
aplicación, entre otras, de la doctrina canónica sobre la recepción del bautismo
en circunstancias de fuerza condicional. Como a los judíos convertidos bajo el
reinado de Sisebuto, a los moriscos convenía en adelante “forzarlos a observar
la fe que [habían] recibido por fuerza o por necesidad”.
RESUMEN
El artículo propone una lectura de las cláusulas religiosas de las capitula-
ciones para la entrega de Granada (25 de noviembre de 1491). Se pone en tela de
juicio la idea, comúnmente aceptada en la historiografía, de que las capitulacio-
nes establecían el respeto a las leyes y a la religión de los vencidos y que, por lo
tanto, las actuaciones que llevaron a la conversión de los musulmanes de Granada
en los años 1499-1501 violaron las mismas capitulaciones. La comparación entre
las peticiones del rey Boabdil y el texto firmado por los Reyes Católicos, apoya-
da sobre el derecho canónico, permite aclarar la posición de los Reyes en puntos
tan decisivos como las modalidades del culto islámico, las señales de identifica-
ción, la prohibición de las conversiones forzadas y el estatuto de los hombres y
mujeres convertidos del Cristianismo al Islam (elches). Se intenta demostrar que
las capitulaciones, lejos de fijar la situación religiosa en Granada, establecían la
dominación cristiana, abriendo el paso a una dinámica de conversión de la po-
blación musulmana y a la recuperación de los elches por la Iglesia.
Palabras clave: Granada, Reyes Católicos, capitulaciones, Islam, adhan,
derecho canónico, conversiones forzadas.
ABSTRACT
The article proposes a reading of the religious clauses of the capitulations for
the surrender of Granada (25 November 1491). It questions the idea, commonly
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 35-68
* Universidad de Alicante.
1. A.J. CAVANILLES, Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del
Reyno de Valencia, Zaragoza, 1958, vol. II, pp. 269-270.
35
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
comarcal, la villa de Denia. Ignoramos con precisión cuál fue la trayectoria del
señorío, aunque no siempre se mantuvo dentro de la órbita de los duques de
Gandía, pues en octubre de 1374 estaba en manos de mosén Bernat de Bonas-
tre, secretario del rey, quien todavía lo conservaba en 1391. A principios del
siglo XV, en 1402 era ya de don Alfonso, duque de Gandía, pasando a la muer-
te de éste, en 1422, como legado suyo, a poder de Hug de Cardona. Así pues,
en 1408, fecha de nuestro estudio, se integraba en el ducado gandiense.
La fuente utilizada para reconstruir los trazos de su historia en la fecha
precisada, aunque de naturaleza fiscal, puede sernos de gran interés para co-
nocer no sólo la renta feudal, sino también aspectos de la estructura social y eco-
nómica de los mudéjares –y en menor medida de los cristianos– de Ondara a
comienzos del Cuatrocientos. Nos encontramos ante un cabreve –en otra oca-
sión lo llama cappatró– procedente del Archivo del Reino del Valencia2, en el que
se anotaron los censos y demás cargas abonadas por los vasallos a su señor, el
ya citado duque de Gandía (cappatró dels censals, rendes e altres drets del loch
d’Ondara), mientras que una segunda parte forma el Libre de la collecta delds
lausmes (sic) de les possessions venudes en lo loch de Ondara, cullites per Abadía
Zale, alamí del dit loch, l’any mill quatrecents setze, es decir, la tasa percibida por
el señor por las ventas de las propiedades mudéjares en 1416. Por último, se in-
cluyen en un par de hojas, al final del cuaderno, las ordenanzas dadas por los
prohombres y jurados cristianos, junto con la aljama de Ondara, en el año de
1410. El notario que realizó la labor amanuense fue Ramón Vidal.
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
3. R. FERRER NAVARRO, «Repoblación de tierras alicantinas por Jaime I», Anales de la Universidad
de Alicante. Historia Medieval, 2, 1983, pp. 33-48.
4. Ante la abundantísima bibliografía sobre demografía medieval remito al lector al último tra-
bajo colectivo: Demografía y sociedad en la España bajomedieval, Zaragoza, Universidad, 2002.
5. M.J. PATERNINA BONO, «Relación de los moros y cristianos sujetos al impuesto del morabatí en
“lo loch de Ondara” en 1404», Sharq al-Andalus, 6, Alicante, 1989, pp. 119-127.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
LA RENTA SEÑORIAL
La exacción señorial tenía como punto de partida las capitulaciones pacta-
das entre el señor y la aljama mudéjar en el momento de la conquista por Jaime
I, pero para Ondara no se ha conservado ningún pacto o carta puebla que nos per-
mita aventurar cuáles fueron estas condiciones. A través del cabreve podemos co-
nocer cuáles eran estas exacciones fiscales a principios del siglo XV, ignorando en
qué momento fueron concertadas y sus posibles modificaciones en el tiempo.
No hay duda que el origen histórico de los señoríos condicionó la diversidad
de las rentas, que en este caso se incluía dentro de la clase feudal, en el más alto
estamento social, el baronial. Para conocer la mayor o menor dureza de la ex-
plotación señorial en el caso de Ondara, necesitaríamos conocer la renta total
producida por todo el territorio señorial y poder compararla además con la de
otras localidades, lo que, por el momento, no es posible. En cualquier caso, el
análisis y clasificación de la renta debe tener como objetivo intentar aproximar-
nos a las bases económicas de la empresa señorial y de sus vasallos.
Es un hecho evidente que la renta feudal del duque de Gandía, don Al-
fonso, en el lugar de Ondara era de naturaleza básicamente agraria, a tenor
de los datos que nos proporcionan los libros de administración, aunque esta rea-
38
Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
6. “Seguexen los besants e drets de cases dels moros del dit loch d’Ondara, ço és que cascuna casa de
moro paga XV sous en aquesta manera, ço és de dret de besant en diners, IIII sous; item, de dret de forn,
II sous; item, per III jornals, a raó de I sou, VI diners lo jorn, IIII sous, VI diners; item, un parell de ga-
llines, II sous, VI diners; item, per II lliures de filaç, II sous, axí que és per tot XV sous per cascuna casa
de moro cascuns anys pagadors en la festa de Nadal de nostre Senyor”.
7. J. ARGENTE VIDAL, «Un libro de cuentas de las morerías del condado de Denia (1379)», Boletín
de la Sociedad Castellonense de Cultura, tomo LXIII, julio-septiembre, 1988, pp. 285-321.
8. E. GUINOT I RODRÍGUEZ, «La gestió dels llocs de reialenc: les rendes de la batlia de Corbera
(1432-1465)», Economía agraria i Història local, p. 295.
9. M.T. FERRER I MALLOL, «La carta de població dels sarraïns de la Vall d’Aiora (1328)», Sharq al-
Andalus, Estudios Árabes, 3, Alicante, 1986, pp. 81-94.
10. A.R.V. Maestre racional, 96003.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
estas fechas, lo que indica una mayor capacidad del señor para, en un mo-
mento que desconocemos, aumentar la fiscalidad sobre sus vasallos mudéjares,
fruto también de una mayor estabilidad social y económica de la aljama, lo
que se tradujo en un incremento de la demografía, como ya vimos.
En este apartado el escribano anotó también el pago de casas acensadas
desde antiguo, que pagaban 3 ó 4 sueldos; casas y un obrador, abonando sumas
variables; casas y tintorería, que pagaron 50 sueldos, la suma más elevada.
También se incluyeron las casas de las viudas, que en lugar de los 15 sueldos ha-
bituales por casa sólo pagaban 6 sueldos y 9 dineros. En algún caso el señor
podía hacer gracia a un particular de abonar sólo medio besante, igual que a las
viudas, como fue el caso de Caat Açet Lorp. Los nuevos vasallos gozaban tam-
bién de un descuento en el besante, y así Mahomat Mundo, del valle de Jalón,
“axí com a estrany e per ço com se era feyt vassall del senyor duch”, abonó sólo 3 suel-
dos y 4 dineros, igual que los tres hijos de Coot Abencot, moros de Pedreguer,
que se instalaron en Ondara.
El dret del forn habitualmente se incluye entre los monopolios señoriales y
presenta numerosas fórmulas de explotación por parte señorial. En Eslida, por
ejemplo, era una especie de cabezaje por el que todas las personas mayores
de tres años abonaban al señor 8 dineros anuales11, mientras que en Cheste se
trataba de una cantidad alzada al año, pudiendo los mudéjares usar libremente
el horno o arrendarlo. Otra fórmula era la de utilizar el horno a cambio del
pago de una cantidad en metálico o en especie (puya), como en Rivesalbes, que
era de treinta panes uno. También estaba muy extendida la fórmula del arren-
damiento anual, en conjunto, o por una cantidad diaria, como en Crevillent, lo
que hacía que las sumas variaran según los años. En Ondara, el señor para
evitarse las fluctuaciones anuales y tener una cantidad segura utilizó el siste-
ma de cobrar una cantidad anual por casa, que fue de dos sueldos, cantidad que
triplicaba a la que veíamos en Eslida.
El mayor gravamen lo constituían las prestaciones personales, lo que co-
nocemos como sofras, fruto de la capitulación inicial o modificaciones poste-
riores, que consistían en tres jornales en las tierras del señor, que se redimían
abonando 4 sueldos y 6 dineros, es decir se pagaba medio sueldo más que en
el besante. Como término de comparación digamos que Ondara se sitúa en
una posición intermedia entre Perputxent, en cuya carta puebla de 1316 se fi-
jaba en cuatro los jornales a prestar por los mudéjares, o la de Catamarruc, en
el término de Cocentaina, en 1490, en que fueron dos jornales por heredad los
estipulados por el señor.
En reconocimiento de su señorío, el vasallo mudéjar venía obligado a en-
tregar al señor un par de gallinas cada año, lo que constituía el dret de les galli-
11. M. GUAL CAMARENA, «Mudéjares valencianos. Aportaciones para su estudio», Saitabi, VII, Va-
lencia, 1949, p. 86.
40
Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
12. J. HINOJOSA MONTALVO, «La renta feudal de los mudéjares alicantinos», Señorío y feudalismo en
la Península Ibérica, Zaragoza, 1993, p. 117.
13. “Seguexesen los censals vells que los moros del dit loch d’Ondara paguen e són tenguts pagar per al-
cunes terres e vinyes e altres possessions cascun any en la festa de Nadal de nostre Senyor”.
14. “Tota la aljama del dit loch e los christians que tenien terres de parta censaren del dit senyor duch per-
petualment totes les terres, vinyes e arbres, de les quals fallen part de fruyts per quatre mil sous cascun
any, pagadors la meyta (sic) en la festa de sent Miquel, e l’altra meytat per tot lo febrer”.
41
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
15. El Diccionario de la Lengua Española define la voz melcocha: “Miel que, estando muy con-
centrada y caliente, se echa en agua fría, y sobándola después, queda muy correosa.//2.
Cualquier pasta comestible compuesta principalmente de esta miel elaborada”.
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
16. F.J. CERVANTES PERIS, La herencia de María de Luna. Una empresa feudal en el tardomedievo valenciano,
Segorbe, 1998, p. 189.
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17. J. SANCHIS SIVERA, Nomenclátor geográfico-eclesiástico de los pueblos de la diócesis de Valencia, Va-
lencia, 1923, p. 321.
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
y 10 sueldos; 80 sueldos por otras casas; o el horno, vendido por 100 sueldos
por Na Corneta a Ramón Salvador; un patio o corral por 40 sueldos; otras casas
por 24 libras, etc. En lo referente a las tierras encontramos también situaciones va-
riadas: un higueral fue vendido por 66 sueldos, mientras que un higueralito (“fi-
gueralet”) lo fue por la ínfima suma de 7 sueldos y medio; un trozo de viña por
8 libras, un trozo de tierra por 70 sueldos, o un trozo de majuelo por 88 sueldos;
o tierra en la huerta por 17 libras y 2 sueldos, es decir un precio superior al de una
vivienda, aunque la comparación no sea válida, ya que no sabemos las cualida-
des de una y otra ni el tamaño del trozo de tierra, pero en cualquier caso siempre
es superior al del secano, viñedo o higueral. La venta más barata fue la de una
viña yerma, hecha por Abrafim Corruma a Jaime Escrivà por 20 dineros, quien
posiblemente la adquiriera para su posterior puesta en cultivo.
Todas las transacciones lo fueron entre individuos de la misma comuni-
dad, salvo la venta de la citada viña yerma y dos trozos de tierra vendidos por
Abdallá Çale a Joan Gençor y Mahomat Jayeni a Joan Cardona, y un trozo de
majuelo de Alí Cuçén vendido a Francesc Palau.
Otra fuente de ingresos para el señor, procedente de la tierra, era l’arren-
dament dels figuerals, el arriendo de los higuerales, un cultivo tradicional en las
comunidades mudéjares, que el duque de Gandía arrendaba cada tres años,
del que conservamos los datos para el año 1416, en que hubo veinticinco mu-
déjares con campos de higueras, por los que abonaban cantidades que oscila-
ban entre los 2 y los 22 sueldos, dependiendo de la extensión del terreno. El
señor percibió por dicho concepto la cantidad de 275 sueldos, pero al tratarse
de una noticia suelta no podemos establecer su importancia dentro del con-
junto de la renta de ese año.
45
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
18. A.R.V. Maestre racional, 9568, fol. 51 v-52 r. J. HINOJOSA MONTALVO, op. cit., p. 115.
19. A.C.A. C, reg. 59, fol. 57 r; V. LLOPIS BERTOMEU, Calpe, Alicante, 1975, p. 258.
20. “Cayt Ciplana, moro del loch d’Ondara, de sa plana vollentat se obliga en donar he librar sots pena del
quart a Allí Allagrat, seray d’Ondara, fachtor he procurador de Cillim Albaten, alfaquí de Beniopa, una
càrega d’amelló, bo e rebedor, librar hi pagar en lo loch d’Ondara per tot lo mes de setembre, la qual li
a venut a raó de LX sous la quàrega. E confesà aver agut hi rebut lo preu de la dita miga càrega, que és
XXXX sous. E per acò atendre hi cumplir si hi sos béns”.
47
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
Aunque lo habitual era que las tierras de los mudéjares limitaran con
campos de otros correligionarios, no era raro que lo hicieran con posesiones de
cristianos de la localidad, sin que hubiera una separación total de la propiedad
de ambas comunidades. Algunos huertos, dado el valor de este tipo de pro-
piedad, estaban cerrados, pues se castigaba con multas a los que entraran en
aquellos que tuvieran dos tapias de altura. Se considera que el tapial más uti-
lizado era el de 84 cm, que tenía como referencia el codo ma’muni.
De las técnicas agrarias utilizadas por los mudéjares encontramos la men-
ción de la labranza, que se hacía con animales, además de las labores de la
poda y la cava, y sabemos que se practicaba la técnica del injerto, ya que los que
destruyeran árboles injertados serían castigados con una multa de tres suel-
dos. Respecto al regadío el cabreve menciona un pozo y una cenia, ambos jun-
tos, en manos de Cayt Azeyn, que tenía a censo junto con tierras de secano y
viñas, siendo un sistema habitual de extracción de agua en esta comarca. El
riego se efectuaba también mediante la utilización de acequias, de la que co-
nocemos el nombre de la “céquia del molí appel·lat d’En Coll”, así como la “céquia
comuna”, de utilización conjunta por todos los vecinos del lugar.
Quedan planteados numerosos interrogantes, que nos impiden conocer el
grado de desarrollo de la agricultura en la localidad, como son el tamaño de las
parcelas, la forma de rotación de los cultivos, la extensión del barbecho, la dis-
tribución de las cosechas, la utilización del abono, instrumental utilizado por
cada familia, la comercialización de estos productos agrarios, o los rendi-
mientos alcanzados.
La ganadería no puede considerarse como una actividad específica entre
los mudéjares de Ondara, pues sólo tres vecinos se dedicaban a ello, a tenor del
derecho del herbaje, con tres rebaños de 150, 80 y 50 ovejas, que totalizaban 280
cabezas.
La mayoría de los habitantes en Ondara a fines de la Edad Media eran
agricultores de profesión, ya fueran musulmanes o cristianos. Más difícil es
conocer otras actividades de los sectores secundario y terciario, aunque en oca-
siones una apostilla junto al nombre del interesado, indicando su profesión,
nos permite conocer otras profesiones de carácter más urbano y habituales en
la mayoría de las comunidades mudéjares, como era caso de Caat Morraxo,
que ejercía como juglar de la localidad. Con su actividad en los acontecimien-
tos públicos y privados de la aljama, en particular las bodas, contribuía a ale-
grar la vida de sus convecinos, y no debemos olvidar que estos juglares moros
valencianos eran muy reputados por todas partes y sus servicios eran reque-
ridos por particulares, incluidos los propios monarcas, que a menudo los lla-
maban a la corte, o las instituciones municipales, para alegrar las fiestas con su
música, juegos y espectáculo. Tampoco faltaron el barbero o el carnicero, arren-
dándose el obrador destinado a barbería.
Pero en Ondara se atisba también la existencia de una actividad artesana
muy interesante, difícil de rastrear al no estar gravada con exacciones directas, y que
se destinaba a satisfacer la demanda de una clientela local e incluso comarcal,
48
Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
como era, por ejemplo la cantarería, en la que se fabricarían piezas de uso domés-
tico, y el propio nombre sugiere que los cántaros serían la pieza que mayoritaria-
mente se fabricara. En 1408 Fumeyt Alvalencí abonaba, junto con tierras –quizá de
donde se aprovisionara de materia prima–, 40 sueldos de censo al señor.
Otra artesanía en la que despuntaron los mudéjares fue la fabricación de
jabón, que en Ondara en 1408 llevaba a cabo un tal Alget, abonando 11 sueldos
al señor como derecho, lo que indica el carácter modesto de la empresa. Otras
profesiones habituales en las aljamas mudéjares, que nunca faltaban, eran la de
herrero, en este caso Yaeix Yhaymet, alias Mequiquo, que tenía su obrador en
la plaza, o la de carpintero, un tal Azmet, de los que desconocemos su grado de
especialización, si se dedicaban a reparar o fabricar aperos de labranza o pro-
ducían artículos más específicos.
No obstante, quizá el testimonio más interesante de esta actividad artesana
sea la mención que se hace de la tintorería, que poseía Abrafim Çale, y junto con
otras casas rentaba al señor 50 sueldos, lo cual testimonia una industria textil de
carácter rural, modesta, pero capaz de llevar a cabo el proceso de fabricación de
paños, incluido el complejo apartado del tinte. Completa la información de esta
pañería la mención de un tal Abrafim Loppo, “pinter”, es decir fabricante de pei-
nes para cardar la lana, que tenía un obrador en la plaza, y de otro personaje, un
tal Hiayhe, dedicado a la misma tarea, lo que sugiere una especialización del tra-
bajo, muy precisa, que indica un cierto volumen de consumo interno de este pro-
ducto o una posible exportación a otros puntos, superando el marco local. Igno-
ramos su alcance y si esta pañería local era controlada por los propios mudéjares
o lo era por los cristianos de la localidad o de la cercana Denia. He encontrado
mención de hasta siete obradores, la mayoría de los cuales se hallaban enclavados
en la plaza del lugar, su punto más céntrico, el corazón de la comunidad.
De las actividades de la comunidad cristiana ondareña, aparte del la-
brantío de las tierras, poco más podemos decir que unas alusiones a unas ac-
tividades secundarias y terciarias muy débiles, al menos a tenor de esta docu-
mentación: dos sastres, Pere Boïl y Joan Gençor; un zapatero, Jaime Roiz; el
capellán, y una actividad transformadora de los productos agrarios en los va-
rios molinos dispersos por el término. La transformación de los productos
agrarios, básicamente el grano, se realizaba en los varios molinos dispersos
por el término, ya citados, de los que sólo uno, el molí d’En Coll, aparece espe-
cificado por su nombre. En el sector servicios se citan el horno, la carnicería, la
taberna y hostal, del que era hostalero Miquel Pérez, y cuatro obradores, indi-
cio de una posible actividad artesana inferior a la de los mudéjares. Pero la
falta de datos impide más precisiones.
En cualquier caso, y aun desconociendo la importancia real y el valor ab-
soluto de estas actividades artesanas en la empresa señorial, no cabe duda que
aportaban un complemento numerario a las economías campesinas, que les per-
mitía hacer frente a las obligaciones fiscales señoriales y municipales, e incluso
obtener unos excedentes para invertir en compras de otros bienes en el mercado
local o en el de la propiedad, pero siempre moviéndonos en un marco local.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
BALANCE FISCAL
Al final del cabreve se hace constar que la renta extraída de la localidad en
este año de 1408 ascendió a la suma de 9.111 sueldos, 7 dineros y mealla, siendo
el alamín del lugar, Cayt Barberí, el encargado de su recaudación, mientras que
el balance final fue presentado al señor por Ramón Vidal, notario y baile de On-
dara, después de reconocer “una e moltes vegades” los libros de cuentas, y de que
el alamín jurara “per Déu e per la quibla de Mahomat” que dicha cuenta era verda-
dera. Recordemos que la misión fundamental de los alamines era la defensa y
conservación de los derechos y bienes de sus señores y de su aljama, encargán-
dose por ello de la recaudación de las contribuciones, pago de gastos, etc., sien-
do presidentes de las aljamas que no contaban con alcadí propio21. El baile cobró
5 sueldos y medio por escribir el cuaderno de las citadas rentas. Esta renta se
desglosa en una serie de apartados, como podemos ver en el siguiente cuadro:
21. M.V. FEBRER ROMAGUERA, «Organización y administración de las aljamas mudéjares valencia-
nas», Crónica de la XVIII Asamblea de Cronistas Oficiales del Reino de Valencia, Valencia, 1990, pp.
184-192; id., «La administración económica e las aljamas mudéjares valencianas a través del ofi-
cio del alamín», Actas del IV Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1993, pp. 261-280.
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Casas de moros
Censales antiguos
de los cristianos
Censales antiguos
de los moros
8% 15% Partición frutos
moros y cristianos
5%
8% 3% 3% Arrendamientos
15%
Sucesos y justicia
Laudemios
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
— Que ningún animal vaya suelto sin guardián, bajo multa de dos dine-
ros de día, o seis de noche.
— El animal que no llevara bozal debería caminar detrás de su dueño,
bajo la pena de 4 dineros.
Las multas, como era habitual, se repartían en tres partidas: un tercio
para el señor, otro para el dueño de la posesión, y la tercera para el acusador.
Como puede apreciarse se trata de unas normas muy sencillas, como las
que encontramos en cualquier otra población del reino, que nos muestran una
comunidad de agricultores, en la que la preocupación esencial era la protec-
ción de la propiedad privada de cualquier intrusión extraña, sea de personas o,
fundamentalmente, de los animales, que tantos daños causaban cuando entra-
ban en los campos de labor, síntoma de que el crecimiento agrario no dejaba
mucho margen para que el ganado paciera por el término, y aunque ya vimos
que éste no era muy numeroso, estaban los animales domésticos, que vagaban
sueltos por los campos, siendo más difíciles de controlar. Particular atención,
como era habitual, merecían las viñas y los árboles, en particular los injertados.
PROSOPOGRAFÍA
Aparecen aquí recogidos los nombres de todos los musulmanes y cris-
tianos de Ondara en los años 1404, a partir del impuesto del morabatín; los ci-
tados en 1408 en el cabreve analizado, y los indicados en los laudemios de
1416, así como los poseedores de higuerales.
ABACHTORA, Azmet, besante de 1408.
ABBEZ, Cayt, en 1416 se cita un trozo de tierra suyo en un deslinde de pro-
piedad en la venta de un trozo de tierra por Pere Martí.
ABDALLÁ, carnicero, besante de 1408.
ABDULEGUI, Çoot, en 1416 poseía un higueral.
ABDUQUEYECH, Çilim, en 1416 poseía un higueral.
ABENAFÉN ALI MAZERANO, Gemé, alias Manzano; arrendador de la car-
nicería en 1408.
ABENAFÉN, Gemé, besante de 1408.
ABENAMER, Hiayhe, en 1416 se cita un trozo de tierra suyo en un deslinde de pro-
piedad en la venta hecha de tierra por Hiayhe Alcocer a Azmet Manorquí.
ABENAYEN, Ayén, besante de 1408, censal.
ABENAYET, Alí, o Abenhayet. Censal en 1408. En 1416 se cita como poseedor
de un trozo de tierra en un deslinde de propiedad en la venta que Alí
Alagraz hizo de un trozo de tierra a Mahomet Abeyale.
ABENCABER, Azmet, arrendador del derecho de la “melcucha” en 1408 por
27 sueldos, 6 dineros.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
ABENCOT, Coot. De Pedreguer, cuyos tres hijos se hicieron vasallos del duque,
por lo que pagan como besante 10 sueldos (1408).
ABENÇALÉ, Çalé, morabatín de 1404, citándose también sus hijos herederos de
la otra mujer; censal en 1408. En 1416 compró un trozo de viña a Benachen,
alias Barberí, por 4 libras. Lindaba con otra viña suya. Poseía un trozo de
tierra que lindaba con otro de Abdallá Zale, alamín.
ABENJALCHAFAR, Caat, en 1416 aparece citado como testigo en la venta de
un trozo de tierra de Ramón Lombart, presbítero.
ABENJAMA, Caat, morabatín de 1404; censal en 1408.
ABENTHAER, Alí, vendió unas casas en 1408.
ABENTHAEZ, Fomdell, besante de 1408.
ABEYALE, Mahomet, en 1416 compró un trozo de tierra a Alí Alagraz por dos
libras.
ABENYAREN, Ayén, morabatín de 1404.
ABEYAYA, Azmet, besante de 1404, censal.
ABDULEGUI, Coot, besante de 1408.
ABOLAIX, Ayet, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. En 1416 se le cita
en una venta de unas casas de Caat Gananeri, de la Vall de Seta.
ABOLAIX, Caat, besante de 1408.
ABOLAN, Ayet, de Ondara. Compró en 1416 un trozo de tierra a Coot Barbe-
rí por 11 sueldos.
ABZEQUENDEL, Mahomat, en el morabatín de 1404 se cita a su mujer; en el
besante de 1408 aparece su viuda, aunque en otro apartado en lugar de
viuda se la califica como “muller de”. Citado en los censales de ese año.
AÇET, Al, morabatín de 1404.
AÇET, Azmet, besante de 1408, censal.
ACET, Mahomat, besante de 1408.
AÇET LORP, Caat, besante de 1408, censal. En 1416 vendió la mitad de su casa
a Coot Xadit por 3 libras.
AJUBA, Abrahim, se le cita una posesión de tierra suya en 1416 en el deslinde de
la venta de un molino en la partida del marjal, hecha por Mahomet Albaçar.
AJUBEYT, Caat, de Albardanera. En 1416 compró una casa a Hiayhe Bexir,
moro de Ondara.
AL MAXITA, Axuix, de Orba. Arrendador en 1408 del derecho de la almaxita de
Ondara por 24 sueldos.
ALACIR, Cayt, besante de 1408.
ALAGRÁS, Alí, o Alagraz. Besante de 1408. En 1416 aparece como testigo en la
venta de un trozo de tierra por Pere Martí a Hiayhe, el pintero. Vendió a
Mahomet Abeyale un trozo de tierra por 2 libras. Vendió a Joan Pelegrí un
trozo de tierra en la huerta por 3 libras y 11 sueldos.
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BAQUA, Azmet, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Tenía un hijo, que
en 1408 fue condenado por sospechoso de robo, junto con Mahomat Al-
cácer y el hijo de Abdallá Nadir, siendo condenados a 33 sueldos de multa.
BARBER, Alí, hermano de Caat, en1408 pagó al duque de Gandía 7 sueldos y
6 dineros como derecho por sus bodas.
BARBER, Caat, en 1408 pagó al duque de Gandía 7 sueldos y 6 dineros como
derecho por sus bodas. Fue condenado ese año a 15 azotes por el baile,
siendo redimido de dicha pena por 11 sueldos.
BARBERÍ, Cayt, era alamín del lugar en 1408; pagó el besante ese año.
BAZQUERI, Caat, besante de 1408.
BAZQUERÍ, Cayt, besante de1408. En 1416 se cita la tierra de Bazchari en un
deslinde de propiedad. No sabemos si sería este personaje, con grafía de-
formada por el escribano.
BAZQRIN, Coaytal, morabatín de 1404.
BAYRINÍ, alias Cacha, Azmet, besante de 1408.
BENACHEN, Coot, alias Barberí, en 1416 vendió un trozo de viña a Zale Aben-
zale por 4 libras, y otro de tierra a Ayet Abolan, de Ondara, por 11 sueldos.
BENEN, Cayt, o Benne. Citado en 1416 como testigo en la venta de unas casas
de Caat Gananeri, de la Vall de Seta.
BENEXEBER, Melich, citado como testigo en 1416 en la venta de un molino
en la partida del marjal.
BENJAMÁ, Caat, besante de 1408. Se casó ese año y abonó 7 sueldos y 6 dine-
ros al duque de Gandía por dichas bodas.
BENXEBELL, Caat, en 1416 se cita una viña suya en un deslinde de propie-
dad, en la venta de un trozo de tierra de Ramón Pelegrí a Cayt Zintar.
BENZABER, Azmet, o Benzeber, Benzober. Citado en 1416 como testigo en la
venta de una viña. Ese año compró a Joan García, de Denia, un trozo de
tierra de riego, que lindaba con tierra de Bocayriní y con una acequia co-
munal, tierra de Ceddi y camino público, por 14 libras. También compró
por 11 sueldos un huertecito al alfaquí Rodová. Poseía una casa que en-
frentaba con la de Mahomat Lopello, luego vendida a Huayhe Maxato.
BENZUQUEYA, Mahomet, en 1416 vendió a Cilim Raffe un trozo de tierra de
secano por 160 sueldos.
BEXIR, Hiayhe, en 1416 vendió una casa a Caat Ajubeyt, de Albardanera, por
3 libras y 10 sueldos.
BOCAIRINI, Caat, citado en 1416 como testigo de la venta de un trozo de tie-
rra de Azmet Connayia.
BOCAIRINÍ, Mahomat, los hijos de, besante de 1408.
BOCHOROÓN, Hiayhe, de Pinela. En 1416 vendió una viña a Cayt Cedela,
de Benissa.
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CORRUMA, Abrafim, en 1408 vendió una viña yerma a Jaume Escrivà, sayón,
por 20 dineros.
CORULI, Açayhet, de Beniarbeig, en 1416 compró un molino en la partida del
marjal de Ondara a Mahomet Albaçar.
CUMAYIA, Azmet, en 1416 vendió a Joan Ruiz de Corella, labrador en Gandía,
una casa en Ondara.
CUZULI, Azmet, morabatín de 1404; besante de 1408.
ÇACAL, Azmet, besante de 1408, censal. Citado en 1416 como testigo en la
venta de una casa de Mahomet “lo pellero”.
ÇAYDÓN, Hiayeix, en 1416 vendió una casa a Cayt Cedela, de Benissa, por
13 libras.
ÇALE, besante de 1408.
ÇALE, Abdallá, o Zale; censal en 1408. Ese año vendió un trozo de tierra a
Joan Gençor por 40 sueldos. En 1416 era el alamín del lugar. Se le docu-
menta como dueño de un trozo de tierra, que lindaba con otro de Zale
Abenzale.
ÇALE, Abrafim, besante de 1408, censal. Citado como testigo en 1416 en una
venta de un trozo de tierra.
ÇALE, Çaat, besante de 1408.
ÇALE, Mahomat, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.
ÇALE, Ubequer, de Pamíes. Citado como testigo en la venta de un trozo de
tierra en 1416. y en un deslinde de propiedad hecho en la venta en 1416 de
unas casas de Azmet Parell.
ÇAMAYÁ, Azmet, besante de 1408, censal. El baile de Ondara lo condenó a
una multa de 20 florines, aunque el duque le perdonó cinco.
ÇAMAYA, Azmet, morabatín de 1404.
ÇATAL, morabatín de 1404. Un Azmet Çatal aparece como testigo en la venta
de una viña de Mahomat Parrell en 1416.
ÇUÇÉN, Alí, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. También Cucén. Ese
año vendió un trozo de majuelo a Francesc Palau, de Denia, por 88 sueldos.
DULEGUI, Coot, morabatín de 1404; besante de 1408. Poseía un rebaño de 80
cabezas.
DUQUEYECH, Azmet, citado en 1416 como testigo en la venta de un trozo de
tierra de Azmet Connayia.
DUQUEYECH, Cilim, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Poseía un re-
baño de 50 cabezas.
DUQUEYECH, Galip, citado en 1416 como testigo en una venta de un trozo de
tierra.
ELLI AL MORIT, Mahomat, besante de 1408. Poesía un rebaño de 150 ovejas.
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CRISTIANOS
AYMERICH, Nicolau, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.
BONANAT, Guillem, pagaba en 1408 3 sueldos por una viña acensada.
BONET, Ramón, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.
BOYL, Pere, sastre, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.
CAPELLÀ, lo, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408 y 12 sueldos por
viñas y huerto.
CARDONA, Joan, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408 y 18 sueldos
por obrador y viña.
CORELLA, Rodrigo de, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.
ESTEVE, Pere, la mujer de, morabatín de 1404.
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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
RESUMEN
A partir de un cabreve de 1416 conservado en el Archivo del Reino de Va-
lencia hemos pretendido reconstruir cuál fue el desarrollo del lugar de Ondara,
en el norte de la actual provincia de Alicante, en particular la renta percibida por
el señor, el duque de Gandía. Ondara tenía una población de mayoría mudéjar,
aunque también vivían en la localidad cristianos. De esta renta era la partición
de frutos de los mudéjares y los cristianos, con sus 4.000 sueldos, la que pro-
porcionaba los mayores ingresos en las arcas señoriales, es decir, el gravamen
sobre la actividad económica de la localidad, seguida por los arrendamientos y
el besante. Además de la agricultura había una actividad artesana en torno a la
cantarería, la fabricación de jabón y el tinte. Se completa el estudio con unas
normas municipales del año 1410 y la prosopografía de los vecinos.
Palabras clave: mudéjares, Ondara, Alicante, renta feudal, señoríos, agri-
cultura, demografía, prosopografía.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) José Hinojosa Montalvo
ABSTRACT
Obtained from a document of 1416 preserved in the Archive of the King-
dom of Valencia, we have pretended to rebuild the Ondara’s place of deve-
lopment, in the north of Alicante’s province, particularly the rent received by
the lord, the Duke of Gandia. Ondara had a population of Mudejar majority,
even though Christians also lived in the locality. From this rent it was the par-
tition of fruits from the Mudejares and Christians, with their 4000 salaries, the
one that produced the most incomes in the lord’s arks; this was the tax over the
economical activity in the locality, followed by the leasing and the besante.
Apart from the agriculture there was an artisan’s activity related with pottery,
the manufacture of soap and dye. The study is completed with some munici-
pal laws from the year 1410 and the prosopography of the neighbours.
Key words: mudejares, Ondara, Alicante, feudal rent, manor, agriculture,
demography, prosopography.
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 69-90
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
12.000 ss. que acreditaba el caballero Pedro Navarro. Véase G. NAVARRO y C. VILLANUEVA, Los
mudéjares de Teruel y Albarracín. Familia, trabajo y riqueza en la Edad Media, 2003, pp. 191-197. Para
el caso de la zona de Castellón, véase el trabajo de M. ROSAS ARTOLA, «Notes sobre la vida
domèstica d’una família de moriscos de Borriol a través d’un inventari de 1551», V Jornades cul-
turals a la Plana de l’Arc, 2003, pp. 45-56. El morisco de Borriol en cuestión era Pere Faraig,
alias Carreres, transcribiéndose el inventario de bienes tras su óbito. Para el caso valenciano
en general véase C. BARCELÓ, Minorías islámicas en el P. Valenciano. Historia y dialecto, 1984, pp.
105-107, donde publica tres inventarios de bienes mudéjares o moriscos, a saber de Çat Al-
catxon (1351, Alfarb), Abdallá Torralbí alias Sardina (junio de 1497, Valencia), y Miquel Gàlip
(1585, Benifairó de Valldigna). Véase también C. BARCELÓ y A. LABARTA, «Indumentaria mo-
risca valenciana», Sharq al-Andalus, 2, 1985, pp. 49-73.
2. Los autores que participan en la obra son M.T. Ferrer i Mallol, I. Montes Romero-Camacho, G.
Navarro Espinach y J.F. Egea Gilaberte. El Centro de Estudios Mudéjares depende del Insti-
tuto de Estudios Turolenses. Además de los libros monográficos de la serie de Estudios Mu-
déjares, el centro organiza y publica las actas de los diferentes Simposia Internacionales de
Mudejarismo que se celebran en Teruel cada tres años.
3. Para el caso de Castellón, hemos utilizado los libros del justicia contenidos en el Archivo His-
tórico Municipal (AHMCs). En el de Onda, los registros del justicia existentes en la sección del
Baile General del Archivo del Reino de Valencia (ARV), y para el caso de Segorbe, los regis-
tros del justicia del Archivo Municipal (AMS), a los que hemos unido los protocolos del Ar-
chivo de la Catedral (ACS).
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
uno de esos grandes apartados se puede encontrar una gran variedad de re-
gistros informativos4. La utilización de esos registros permite un amplio abani-
co de posibilidades y temas a tratar, que pueden ir desde aquellos de tipo eco-
nómico (obligación por compra-venta de productos, préstamos, reconocimiento
de deudas), geográfico (origen de las personas que intervienen, itinerarios y
áreas de influencia), delictivo (agresiones, asesinatos, treguas, calumnias), etc.5,
o como en nuestro caso, de aproximación a la realidad material del interior de
las casas mudéjares a través de la scripció de bens por deudas no satisfechas.
Con respecto al tema que ahora me interesa, los inventarios de bienes, es
cierto que la aproximación sólo puede ser parcial pues la relación de útiles que
se consigna en las actas judiciales no tiene la misma intención como si se tratase
de un acto notarial. En estos últimos, el notario tiene cuidado de anotar pun-
tualmente todos y cada uno de los bienes que se poseen, generalmente por
tratarse de un inventario post mórtem (véase el documento n.º 19), inventario
al que en ocasiones acompaña una posterior almoneda o subasta de bienes,
que nos permite incluso conocer el precio o valor de tasación de dichos útiles.
Sin embargo, mientras para la zona de Segorbe sí se conserva un buen núme-
ro de protocolos o notales, para el área de la Plana de Castellón no se conser-
va documentación notarial del período medieval, existiendo sólo un reduci-
do número de éstos a partir de las primeras décadas del XVI6.
Por ello los actos ante el justicia cobran importancia especial. A instancia de
la parte demandante, ante el justicia se realiza el inventario de bienes de un in-
dividuo hasta que el listado de los mismos equivale al montante global de la
deuda, momento en que se acaba el inventario. Resulta pues algo parcial, con-
dicionado al valor de lo adeudado, por lo que no son inscritos la totalidad de los
bienes. Incluso en ocasiones ni siquiera se llega a anotar dichos bienes, quedan-
4. Así, por ejemplo, en los libros de obligaciones encontramos los nombres, apellidos, alias, ofi-
cio o cargo, procedencia, identificación étnico-religiosa, etc., de las partes. El sujeto activo
acepta el objeto de la obligación, que viene estipulado en el pago de cierta cantidad de dine-
ro, mercancía, etc., dentro de un plazo temporal determinado. Esa obligación nace por una re-
lación contractual de préstamo, compra-venta, o servicios, que garantiza el sujeto pasivo al con-
fesarse deudor del sujeto activo, sometiéndose a la pena del quart, y obligando sus bienes. En
los libros de Actos Comunes aparecen por ejemplo todas las treguas establecidas, todas las re-
ferencias a delitos (agresión, robo), los juramentos de los corredores, procesos judiciales donde
declaran las partes y los testigos, etc.
5. Por ejemplo, la utilización exclusiva de los libros de justicia han servido para el estudio de las
actividades económicas de los judíos castellonenses. Véase J.R. MAGDALENA, Judíos y cristianos
ante la Cort del Justícia de Castellón, 1988, Dip. Castelló. A.J. MIRA JÓDAR, «Els diners dels jueus.
Activitats econòmiques d’una família hebrea al món rural valencià», Revista d’Història Me-
dieval, 4, 1993, pp. 101-126. También han servido para aproximarse al mundo mudéjar a tra-
vés de ciertos conflictos, como C. DÍAZ, «La justicia cristiana ante los mudéjares: los Bocayo,
una familia valenciana del siglo XV», B.S.C.C., 69, 1993, pp. 201-209. O a un análisis más glo-
bal de las posibilidades económicas de los mudéjares, en J. APARICI MARTÍ, «Conexiones co-
merciales de corto radio entre Onda y las morerías cercanas en el transcurso del s. XV», But-
lletí d’Estudis Municipal, 1, 1999, pp. 107-126.
6. Su utilización para el estudio de los bienes moriscos en M. ROSAS ARTOLA, op. cit., pp. 45-56.
71
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
7. El 18 de junio de 1441, en el libro de subastas se consignó: “a instància de Johan Miró, sabater, su-
bastats com a bens de Mahomat Botori moro de la moreria de Castelló los bens mobles de aquell segons son
scrits, qui li diu e et cetera tot hom et cetera…”. A continuación “a instància de Jordi Bago procurador
d’en Francesch Guerau, subastats com a bens de Abdallà Çalom e de Muge sa muller, … qui li diu e et ce-
tera tot hom et cetera…”. Sin embargo, los bienes no fueron escritos ni listados en dicho libro.
Ambos ejemplos en AHMCs, justicia n.º 22, libro de subastas. Todos estos datos resultan tam-
bién muy útiles a nivel de creación de listados prosopográficos de los mudéjares, especialmente
de Castellón, pues la morería de esa localidad se constituyó, materialmente, a fines de 1439,
por lo que los mudéjares documentados en 1440 y 1441 debieron ser de los primeros en habitarla.
8. A este nivel por ejemplo y para la zona de estudio sólo disponemos de una aproximación parcial
referente al mobiliario e indumentaria de los mudéjares castellonenses del siglo XV. Se trata de
unos listados simples en los que se enumeran muebles, útiles de cocina, aperos agrarios, ropa de
vestir y de cama, especificándose en ítem separado aquellos tildados en la documentación como
morisch, pero que en su conjunto no proceden de inventarios listados, sino de obligaciones de com-
pra-venta de un producto ante el justicia. Véase al respecto C. DÍAZ, Los musulmanes del norte va-
lenciano durante el siglo XV: crédito y endeudamiento, Tesis doctoral inédita, Univ. Jaume I, pp. 248-
259. Véase también, para el período morisco, el trabajo ya mencionado de M. Rosas Artola.
9. N. POUNDS, La vida cotidiana. Historia de la cultura material, 1999, p. 246.
10. J.A. EIROA RODRÍGUEZ, «Los inventarios bajomedievales como fuente para el estudio del mo-
biliario doméstico: una aproximación a los límites del registro arqueológico», Actas del II Sim-
posio de Jóvenes Medievalistas, 2006, pp. 23-36.
72
Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Doc. 1
1441, febrero, 16. Inscripción de bienes de casa del mudéjar de Castellón Mahomat
Mogip a instancia de Johan Giner. En fecha 7 de marzo de ese año Çahet Tordello, de Cas-
tellón, caplevó todos los bienes muebles inventariados de Mogip por valor de 3 florines y
medio (AHMCs, justicia n.º 12, act. com).
Primo hun pavés,
item hun mantó blau,
item dos broqués,
item una flaçada ab hun lançol.
Doc. 2
Doc. 3
1441, abril, 7. Inscripción de bienes de la casa alquilada en Castellón por el mudéjar al-
bardero, Alí Marclaní, instando Pere Castell, a quien fueron encomendados los bienes
(AHMCs, justicia n.º 12, act. com).
Primo tres agules de fer albardes,
item hun cabacet ab unes stisores e una agulla spardenyera e una macela,
item unes gerres ab figues,
item hun dader trencat.
11. Véase J. APARICI MARTÍ, «Moreries urbanes a Castelló: la integració del treball artesà musulmà
durant el segle XV», XVII Congrés d’Història de la C. d’Aragó, 2003, vol. I, pp. 171-184.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
Doc. 4
Doc. 5
1442, abril, 17. Relación de bienes del mudéjar castellonense Jucef Gallego que estaban
en poder del judío Samuel Azarilla12, y que han sido requisados por Bernat Johan a instan-
cia del vecino de Valencia Pere Pomar (AHMCs, justicia n.º 12, act. com).
Primo, en la entrada de la casa:
un cub de VIII gerres ab son follador,
item tres gerres bladeres,
item una gerreta ayguadera,
item un manil burell e groch,
item una tauleta de mengar,
item una cadira,
item una gerreta,
item una anab (¿) d’argent,
item quatre gerres buydes,
item dues gerres plenes de vi de XXX,
item una caldera gran,
item una pila de fust,
item hun lit de posts ab sa màrfega,
item hun parell de lançols de tres teles de terme,
item una flaçada burella ab listes blanques,
item un banch de cab,
item una (…) de lana filada,
item un matalaff blanch e vermell,
item un caffís buyt,
item una caixa nova de pi,
item una caxa gran de tenir libres,
item un artibanch.
12. Publicado por J.R. MAGDALENA, op. cit., documento n.º 35, p. 199.
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Doc. 6
Doc. 7
1445, febrero, 24. Inscripción de bienes del mudéjar de Castellón Abdallà Fellení, ins-
tando Berenguer Castell por 22 ss. adeudados (AHMCs, justicia n.º 13, act. com. f. 82r).
Primo una aljuba verda,
item un aradre,
item un lit ab son matalaff blau.
La dita aljuba fonch donada per la muller del dit deutor e fonch presa per Gilabert, saig, que la porta ab sí.
Doc. 8
1445, noviembre, 28. Inscripción de bienes de Çuleymen Alger alias Marrano, mudé-
jar de Castellón, a instancia del castellonense Pere Miró, por razón de deuda de 5 florines
(AHMCs, justicia n.º 13, act. com. f. 96v).
Primo una caxa ab un matalafet chich,
item hun lit de posts ab sa màrfega, flaçada, travesser e llançol,
item una caxa e dos fexos de lii,
item dotze fexos de lii picat.
Doc. 9
1445, diciembre, 11. Inscripción de bienes del mudéjar de Castellón Hamet Alger alias Ma-
rrano, instando Pere Mut por razón de deuda de 17 ss. (AHMCs, justicia n.º 13, act. com. f. 97r).
Primo un lit ab un llançol, matalaffet e un munt de fexos de lii amerat e picat.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
Doc. 10
1447, abril, 12. Inscripción de bienes de casa de Façan Xep, mudéjar de Castellón, a ins-
tancia de Miquel Arrufat. Los bienes serán caplevats por valor de 22 florines por Johan Miró,
mercader, y Berthomeu Agramunt, ambos de Castellón (AHMCs, justicia n.º 14, act. com).
Primo hun mul ab sa albarda,
item tres relles,
item una caldera,
item hun lit de posts ab son matalaf,
item altre lit ab sa màrfega e matalafet,
item hun parell de lançols,
item hun cubertor blau e vermell,
item hun parel de lançols,
item una flaçada listada,
item tres matalafs de lit,
item hun travesser de lana antich,
item hun cubertor de lit vermell e blau, un matalaff de cavalcor,
item una aljubeta verda chica,
item un gonell negre,
item una aljuba vermella de dona,
item tres aljubes de li,
item hun ¿bode? morat e altre negre,
item dos roves d’oli,
item una toca,
item cinch vels xics de mora,
item dos lançols mongills obrats de seda,
item dos tovalloles grans de seda grans ab listes vermelles,
item una aljuba blanca ab listes vermelles de seda,
item dos draps de cap ab listes de seda,
item hun drap de travesser obrat de seda,
item una caxa e una caldereta.
Doc. 11
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Doc. 12
1460, febrero, 28. Inscripción de bienes de casa de Çaat Alexep, tejedor mudéjar de
Segorbe, estimándose el valor de los mismos en 30 ss. (AMS, justicia, asig. n.º 125, f. 14v).
Primo sis greals,
item dos almaraxes e dos anstoles de vidre,
item una marfegueta morischa sotil,
item un matalaf morisch sotil blau ab la botana pintada,
item un parell de lançolets d’estopa,
item una manta de vestir,
hun capell vell,
una capa burella,
item dos caxes velles,
item una bargella,
item un garbell,
hun cedàs,
una tauleta morischa.
Doc. 13
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
Doc. 14
Doc. 15
1473, mayo, 19. Carta instada por Pero Tomás, vecino de Jérica, contra Çat Fello, mu-
déjar de Onda, para que se subasten bienes por valor de 240 ss. debidos del precio de una
mula. Si no hay bastantes bienes, que se subasten los de su fiador, Guillem Castelló (ARV, bai-
lía general n.º 1314, f. 69r).
Primo una mula,
una taula de menjar ab sos peus,
un banch,
una flaçada burella,
una gerra bladera,
un llit de posts, peges, màrfega,
una flaçada de listes blanques e blaves,
un cofre,
dues peces de stopa,
tres petges,
màrfega e matalaff.
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Doc. 16
1488, junio, 7. Inscripción de bienes de Azmet Bocayó, moro de la moreria de la present vila
de Castelló, a instancia de Jaume Campos, pelaire. Los bienes foren acomanats ab sagrament a Axa
Galbes, viuda mora la qual jura a la alquibla de Mahomet segons en sa ley és acostumat jurar, valo-
rándose los bienes en 40 ss. (AHMCs, procesos de corte de justicia n.º 1, act. com).
Primo en la cambra en la entrada de la casa de aquell:
hun lit ab quatre posts ab sos petges e màrfegua morischa,
item mes hun matalaff mig usat,
item mes altre lit ab hun canyiz e dos cabirons per petges ficats en la paret,
item mes hun banch davant lo dit lit ab quatre peus,
item mes hun lançol de dos teles sobre lo lit,
item en la altra cambra hun lit ab cinch posts e màrfega e petges,
item una serra de una ma,
item una pastera mig usada.
Doc. 17
Doc. 18
1495, septiembre, 22. Inscripción de bienes de casa del mudéjar de Castellón Alí Çalio
alias Guordo, a instancia de Anthoni Lançola, por valor de 252 ss. 4 dd. Son caplevats por Bopta
Çalio y Abrafim Ferrer, moros de la morería de Castellón (AHMCs, justicia n.º 20, act. com).
Primo una mulaça negra,
item una somera,
item una rella,
item tres gerres grans plenes de forment,
item quatre fexos de li piquat.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
Doc. 19
1499, marzo, 18. Inventario de bienes de casa del difunto Hamet Alfaquinet, mudéjar
segorbino (ACS, protocolo n.º 718, cuadernillo suelto n.º 8).
Primo en la cambra, item en lo lit hun matalaff negre ab pintures morisques de lana, item hun trave-
ser blanch,
item hun parell de lançols de dos teles cascú,
item hun cobertor vell,
item hun lançol de dos teles vell,
item dues lances,
item una cervelera,
item una spasa,
item hun manill pintat,
item hun cofre vell en lo quall foren trobades les coses següents:
item hun canó (¿) ab listes als caps la una negra e l’altra vermella,
item huna cara de coxí de diverses colors,
item huna cara de luir ab les listes morades,
item altra cara ab listes morades e negres als caps,
item una cara de matalaff de diverses colors,
item unes tovalles velles,
item una cara als caps ab listes vermelles,
item hun lançoll de dos teles obrat als caps,
item tres cares de coxins morishcs obrades de diverses colors,
item hun lançoll de dos teles obrats los caps de seda,
item una almexia ab listes verdes, vermelles e morades, de seda les listes,
item hun alna de lançoll pintat als caps de seda,
item hun albaden vernoy,
item altre albaden morat,
item hun gramalot vell morat e negre,
item huna camisa de home,
item dues lliures de fill poch mes o menys,
item hun cofrenet chiquet vell en lo quall foren trobats los bens següents:
primo una branqua de corall engastada ab cap de argent,
item sis alferides de argent,
item hun real de argent,
item dos anellets de argent,
item una agulla de argent,
item una domina de argent,
item unes mànegues ab listes de grana,
item altres miges mànegues ab listes morades,
item una alquench vermell als caps de or,
item altre alquench morat,
item hun almaysar vermell ab listes verdes e blaves,
item hun alquinal de fill,
item dos alquinalls de lenç prims ab listonets,
item hun banch,
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
Doc. 20
1513, junio, 21. Scripció de bens de la casa de Asmet Alvayet et Mariem sa muller moros vehins
de Castelló, a instancia de Miquel Castell y de la señora na Ysabell Escobar. El mudéjar de
Castellón Abdolasis Mascor los capleva por valor de 21 ss. (AHMCs, justicia n.º 31, act. com).
En la entrada, primo una paella e hun ferro,
item dos escudelles y hun tallador de fust,
item hun capús de pardillo vell.
En la cambra primo una pastera de pastar,
item una taula de sis petges,
item una tauleta de mengar ab una destral,
item una màrfegua plena de palla.
En la cambra de dormir item hun coffre vell ab hun cubertor buyt,
item una cayxa buida,
item hun taulel de pugar al lit,
item hun lit ab sos petges y sa màrfegua,
item hun lançol damunt lo lit.
Doc. 21
1519, agosto, 22. Scripció de bens de la casa de Mahomat Mançor, a instancia de Martí Al-
berich de Castellón. Los bienes son caplevados por Asmet Faraig moro de la moreria de Castelló.
El documento está muy deteriorado (AHMCs, justicia n.º 36, act. com).
Primo hun macho negre,
item hun altre macho pardo,
item hun ase pardo,
item hun parell de albardes.
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Doc. 22
1527, julio, 18. Scripció de bens feta en la casa de Anthoni Bocayó, nou convertit. El propio
Bocayó y su mujer Joana se hacen cargo de los bienes (AHMCs, justicia n.º 40, act. com).
Et primo una taula redona,
item hun bres nou ab hun matalafet,
item hun torn de filar seda nou,
item una somera ab una ruqua.
Doc. 23
1527, julio, 18. Scripció de bens feta en la casa de Yolant Faraga13. Son caplevats por el mer-
cader castellonense Hieroni Guiot por un valor de 7 libras (AHMCs, justicia n.º 40, act. com).
Et primo hun lit ab una màrfega,
item hun teler de texir ab una tela,
item una taula redona,
item hun torn de filar seda,
item dos gerres miganceres ab dos barcelles de forment poch mes o menys,
item hun matalaf rahonable,
item hun cofre nou pintat,
item hun caxó nou,
item una caxeta,
item hun matalaf morisch nou,
item hun lit ab una màrfega hun matalaf y hun lançol,
item una vanova vella blava,
item hun brial de cotonina.
ESTUDIO INICIAL
A través de los inventarios arriba transcritos podemos aproximarnos a la
cultura material del grupo mudéjar en tierras de Castellón. Bien es cierto que
dichos listados son desiguales en amplitud, pero son con todo muy ricos en ma-
tices para escrutar mejor la vida diaria de los miembros de dicha comunidad.
Podríamos atender a temas tan diversos como la posesión de armas, la ali-
mentación, los útiles de cocina, las ropas de la casa, etc. Ahora simplemente
vamos a detenernos en analizar tres aspectos que resultan muy interesantes
para comprender la forma de vida y el trabajo del mudéjar castellonense, a
saber: la propiedad de animales de tiro y transporte, el trabajo de las fibras
textiles, y los elementos “externos” que los diferencian de los cristianos.
13. Era viuda del mercader mudéjar castellonense Abdulaziz Mascor. Véase P. IRADIEL, D. IGUAL, G.
NAVARRO y J. APARICI, Oficios artesanales y comercio en Castellón de la Plana (1371-1527), 1995, p. 103.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
Un rocí blanch 2
Una mulla de pel negre 4
Hun mul ab sa albarda 10
Una mula 15
Una mulaça negra, una somera 18
Una mulla de pell negre 19
Hun macho negre, item hun altre macho pardo, item hun ase pardo 21
Una somera ab una ruqua 22
14. AHMCs, libro de peita n.º 12 (año 1520), f. 88v, Parroquia de S. Nicolau. Figura con el nombre
mudéjar de Abdulasis Bocayo. Declara una casa en la morería, 15 hanegadas de tierra, 2 hane-
gadas de moreral con censo de 4 ss., 2 quartons de olivar y medio quartó de higueras. Se estima
su valor en poco más de 12 libras y media. Libro de peita n.º 13 (año 1527), f. 114v, Parroquia
84
Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
rería de Castellón que en 1440 pagaba el censo debido de unas tierras, y después
se obligaba en el pago del arriendo, a un año, de otra parcela15.
Sin embargo, y a pesar de que tradicionalmente se asocia el trabajo mudéjar
con las labores del agro, no deja de ser menos cierto que también se les asocia
con la profesión de traginers, personas especializadas en el transporte de mer-
cancías no propias, desde un lugar a otro, según el encargo pertinente. Ya lo in-
dicaba M.ªL. Ledesma para los mudéjares de Teruel en el siglo XV, cuando a tra-
vés del impuesto de las Generalidades se deducía que los transportistas del trigo
y fardos de lana desde el sur de Aragón hacia tierras valencianas y castellonenses
eran, en su mayoría, mudéjares. También el profesor J. Hinojosa indicaba que en
Murcia los mudéjares desempeñaron un papel esencial en el desarrollo del co-
mercio entre las ciudades del reino y en el abastecimiento de la capital al hacer del
oficio de transportista casi un monopolio. Incluso en Ávila, en 1488 se afirmaba
que todos los recueros son moros, acentuándose durante el siglo XVI esa situación,
llegando a dedicarse a ese oficio más del 30% de los moriscos abulenses16.
Ciertamente, en tierras castellonenses los indicios apuntan en la misma di-
rección. Mencionemos sólo algunos ejemplos. Jahfar, moro d’Uxó, es un perso-
naje muy activo. Documentado entre 1476 y 1503, aparece a primera vista como
un traginer al servicio del consejo municipal de Vila-real, cuyo clavario le paga
año tras año diversas cantidades por cordes d’espart que portà de València per als
pous, en cert port e compra. Pero Jahfar aprovechará ese trasiego hasta la capital
del reino para actuar a su vez como factor e intermediario entre los mercade-
res italianos afincados en Valencia, distribuidores del pastel colorante, y el ar-
tesanado textil de Vila-real. Así, el tintorero de esta última localidad, Pasqual
Misansa, pagará a varios mercaderes italianos entre 1478 y 1479 con dinero y
con paños acabados a través de nuestro mudéjar17.
85
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
18. AHMCs, justicia n.º 20, act. com (1495, septiembre, 1).
19. Los mudéjares de Geldo prometieron llevar la lana “ab les sues bèsties a costa e messió d’ells, ço
és del loch de Aliaga vint saques de lana, de Fenollosa quaranta-dos saques de lana, de Exarch cin-
quanta-una saques de lana, de les Coves de Exarch vint y set saques de lana, de Mezquita cinquanta-
quatre saques de lana, Sant del Puerto nou saques de lana… la càrregua no puje de X tro a XI roves pes
d’Aragó”. Andrea del Casal pagará a razón de 20 ss. por cada carga que traigan. APPV, prot.
n.º 23903 (1438, agosto, 1).
86
Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
tulaciones se consignaban las exacciones sobre los productos del campo, y a me-
nudo se atestiguaba el cobro de diezmos sobre la cosecha del lino, introdu-
ciéndose en algunas ocasiones informaciones sobre el mismo trabajo artesa-
nal en el ámbito de la comunidad rural20. Estudios puntuales de ámbito
comarcal han permitido observar esa dedicación por parte del grupo mudéjar
en la zona de Cocentaina, las aljamas del entorno de Onda, o aquellas otras
situadas alrededor de Segorbe21.
También la producción de seda fue un sector que atrajo el interés mudé-
jar, no tanto como artesanos cualificados, sino como propietarios de las parce-
las donde se plantaban las moreras y como partícipes en las primeras fases de
elaboración del producto22.
XX fexos de lii poc mes o menys no piquat, XXXX fexos de lii no piquat 6
Dos fexos de lii, dotze fexos de lii picat 8
Un munt de fexos de lii amerat e picat 9
Hun teler dolent de texir, set faixos de lli ben cuyt per piquar, tres faixos de lli
cuyt per piquar 17
Quatre fexos de li piquat 18
Una roda de torn, hun tornet chiquet, hun peu de debanadores, hun teler de texir
lenç, dos fexets de spart, set canyiços de fer seda 19
Un torn de filar seda 22
Un teler de texir ab una tela, un torn de filar seda 23
20. D. IGUAL, J.A. LLIBRER y G. NAVARRO, «Materias primas y manufacturas textiles en las aljamas
rurales valencianas de la Baja Edad Media», VII Simposio Internacional de Mudejarismo, 1996, pp.
320-321. Basan su cuadro en las cartas pueblas compiladas por E. GUINOT, Cartes de Poblament
medievals valencianes, Generalitat, 1991.
21. J.A. LLIBRER, Artesanado y formas de organización de la producción textil rural: Cocentaina (1469-
1487), Memoria de licenciatura inédita, Univ. València, 1995. J.A. LLIBRER y G. NAVARRO, «In-
dústria tèxtil del món rural: la Vall d’Albaida i el Comtat a les darreries del segle XV» Al-
maig, Estudis i Documents, 8, 1992, pp. 17-23. F.J. CERVANTES, El antiguo patrimonio de María de
Luna. Los fundamentos de una empesa feudal, Memoria de licenciatura, Univ. València, 1993, p. 329.
J. APARICI MARTÍ, El Alto Palancia como polo de desarrollo económico en el siglo XV. El sector de la ma-
nufactura textil, 2001, pp. 65-74. J. APARICI MARTÍ, «Conexiones comerciales…», 1999, pp. 107-
126. G. NAVARRO, Industria y artesanado en Valencia, 1450-1525. Las manufacturas de seda, lino, cá-
ñamo y algodón, Tesis doctoral en microficha, Univ. València, 1995.
22. G. NAVARRO, El despegue de la industria sedera en la Valencia del siglo XV, Consell Valencià de Cul-
tura, 1992. Del mismo autor, Los orígenes de la sedería valenciana (ss. XV-XVI), Ajuntament de
València, 1999. Y también «Estat actual de les investigacions sobre la història de la seda a les
comarques castellonenques», VI Congrés d’història i filologia de la Plana, 2001, pp. 177-204.
87
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
como la aljuba, la almexia o el alquinal, por cuanto aunque en origen eran prendas
usadas por el grupo mudéjar, su uso se difundió también entre los cristianos25,
no siendo por tanto un claro elemento diferenciador de carácter “externo” entre
ambas comunidades. Sólo hemos contemplado aquellos elementos que iban acom-
pañados del calificativo de moro o morisch, y que hacen alusión no sólo a prendas
de vestir sino también a elementos del ropaje doméstico o menaje del hogar.
25. M. ASTOR LANDETE, Valencia en los siglos XIV y XV. Indumentaria e imagen, 1999. Véase las voces
correspondientes a aljuba (túnica larga), almexia (variante de la aljuba, con mangas anchas), al-
quinal (velo y tocado en la cabeza), etc.
26. Según J. ALBARRACÍN, «Nueve cartas moriscas…», p. 521, el almaysar era una especie de toca
que generalmente se llevaba enrollada en la cabeza como un turbante, propia de los moriscos.
27. J. HINOJOSA, Los mudéjares…, p. 304, alude al trabajo de M.C. BARCELÓ, Minorías islámicas…, p.
140, quien documentó a un mudéjar de Alfarb al que en 1348 le robaron un libre morisch que
valía 10 ss. O a Jucef, mudéjar castellano, que en 1348 se llevó desde Valencia XX libres morischs.
Incluso se menciona a Alí Gebellí, quien entre 1439 y 1445 era moro llibrer de la morería de Va-
lencia. Este mismo mudéjar aparece como Alí Gibili, lligador de llibres, en un listado proso-
pográfico entre 1440-1451 publicado por M. RUZAFA, «Las actividades industriales de la mo-
rería de Valencia», VI Simposio Internacional de Mudejarismo, 1996, p. 280.
89
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Joaquín Aparici Martí
RESUMEN
Transcripción y estudio de 23 inventarios de bienes muebles de mudéja-
res castellonenses a través de los libros del Corte de Justicia para Castellón,
Segorbe y Onda, fuente de muchos datos de diverso tipo sobre la vida de estos
mudéjares y que generalmente se redactan post mortem para satisfacer deudas
del fallecido. Se centra el análisis en la propiedad de animales de tiro y trans-
porte, el trabajo de las fibras textiles y los elementos externos que los diferen-
cian de los cristianos.
ABSTRACT
Transcription and study of 23 inventoires of personal properties of Mude-
jars from Castellón through the books of the Court of Justice in Castellón,
Segorbe and Onda, which are source of so many different data on the lifes of
these Mudejars. These texts are generally drafted post mortem to pay debts of the
deceased. Analysis focuses on the possession of transport animals, textiles and
the external elements that distinguish them from Christians.
90
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 91-119
“…todavía usando de clemencia con ellos, tengo por bien que puedan durante el
tiempo de 30 días, disponer de sus bienes muebles y semovientes y llevarlos no en
oro, plata, ni joyas, ni letras de cambio, sino en mercadurías no prohibidas, com-
pradas a los naturales destos reynos…, porque los rayces han de quedar por ha-
cienda mía, para aplicarla a buenas obras del servicio de Dios nuestro Señor…”1.
Tanto en el bando de expulsión de los moriscos de Andalucía como en el
promulgado para los moriscos de Castilla se exponía claramente cuáles eran las
intenciones de la monarquía con respecto a los bienes raíces de los moriscos. A
pesar del importante número de trabajos publicados y sus diferentes plantea-
mientos a la hora de abordar la cuestión morisca, sobre todo durante este últi-
mo año del centenario, hay que señalar que son pocos los trabajos que se han
interesado por el aspecto económico de la expulsión o simplemente en estudios
de tipo socio-económico de la minoría. Este enfoque, el socio-económico, fue
transitado durante los años 90 por los estudios locales, en los que se intentaba
hacer hablar a fuentes notariales en contraposición de las llamadas estatales,
fuentes que para muchos de estos autores estaban “envenenadas”2. La expul-
sión, una vez más y como punto de inflexión en la historia de la minoría, nos
permite aproximarnos a la economía morisca gracias al tipo de documenta-
ción producida por el Consejo de Hacienda y su Contaduría Mayor, que tras la
expulsión tuvieron la tarea de administrar los bienes raíces de los moriscos.
La confiscación, tasación, administración, venta y alquiler de dichos bienes,
se encomendaron al Consejo de Hacienda, que pretendió desde los primeros
* E.H.E.S.S. París.
1. Biblioteca Nacional de Madrid, en adelante BNM, VE-36-4 (Córdoba, 17-1-1610).
2. G. COLÁS LATORRE, «Los moriscos aragoneses: una definición más allá de la religión y la po-
lítica», Sharq Al-Andalus, 12, Alicante, 1995, pp. 147-161; el autor nos dice que se “ha otorga-
do a los papeles ‘estatales’ e inquisitoriales una credibilidad que nunca se debió conceder”. Ver
también, «Cristianos y moriscos en Aragón: una nueva lectura de sus relaciones y compor-
tamientos en el marco de la sociedad rural», Mélanges de la Casa de Velázquez, 29 (2), 1993. A.
GARCÍA PEDRAZA, «El otro morisco: algunas reflexiones sobre el estudio de su religiosidad a tra-
vés de fuentes notariales», Sharq al-Andalus, 12, 1995, pp. 223-234. Para estudios sobre comu-
nidades locales más relevantes encontramos a S. TAPIA SÁNCHEZ, La comunidad morisca de Ávila,
Salamanca, 1991. J. ARANDA DONCEL, Los moriscos en tierras de Córdoba, Córdoba, 1984.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
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Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
5. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Consejo y Juntas de Hacienda (en adelante
CJH), Legajo (en adelante Leg.) 503-9-1. “Dos géneros de hacienda ay de los moriscos, una los
bienes raíces que dexaron, y otra las mitades que an dado del dinero y joyas que an registra-
do por que se les permitiese sacar de estos reynos la otra mitad”.
6. Quedaban fundamentalmente los llamados “antiguos” o “mudéjares”, que como veremos a
continuación se les permitirá vender los bienes raíces que tenían.
7. L.F. BERNABÉ PONS y J. GIL HERRERA, «Los moriscos fuera de España: rutas y financiación», en
prensa (Congreso Internacional Los Moriscos. La expulsión y después. Dirigido por Mercedes
García Arenal. Madrid, 3 y 4 septiembre, 2009). L.F. BERNABÉ PONS, «Notas para la cohesión de
la comunidad morisca más allá de su expulsión de España», Al-Qantara, XXIX, 2, 2008, pp. 307-
332. Ver también L.F. BERNABÉ PONS, «Las migraciones moriscas al Magreb: balance biblio-
gráfico y perspectivas», en A.I. PLANET y F. RAMOS (coords.), Relaciones Hispano-Marroquíes:
Una vecindad en construcción, Madrid, 2006, pp. 63-100.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
orden al virrey de Cataluña para que hiciese la vista gorda y permitiese pasar
al otro lado de los Pirineos todo aquél que emprendiese el camino del destie-
rro, sobre todo si eran pobres8. Sabemos que las autoridades aragonesas poco
podían hacer para impedirles el paso hacia Francia, ya que el tránsito a un
reino cristiano no suponía riesgo alguno para los moriscos, sobre todo si estos
procedían del reino de Aragón, ya que no incurrían en ningún delito y no es-
taba castigado por la ley, siempre y cuando no llevaran mercaderías prohibidas,
y no se hiciera para espiar o para renegar de la fe cristiana9.
Dos hechos pudieron acelerar el flujo de salida y el destierro de los mo-
riscos castellanos propiciando el decreto de salida voluntaria. El desalojo de los
moriscos de Madrid en la primavera de 1609 y el comienzo de la expulsión en
Valencia en septiembre de ese mismo año, hicieron pensar a muchos de los
moriscos castellanos que pronto sería su turno, lo que propició un mayor nú-
mero de salidas vía Francia10. El 14 de noviembre de 1609 la monarquía se vio
obligada a dar orden para que los moriscos no pudieran vender sus bienes raí-
ces, algo que era práctica habitual e indicaba que estaban ultimando los pre-
parativos para irse11. La inquietud de la monarquía en esos momentos era que
con estas ventas se le estaba privando del botín tras la expulsión, algo que no
estaba dispuesta a consentir y que propició una serie de órdenes para contro-
8. AGS, Estado (en adelante Est.), Leg. 2025, doc. 119. Carta del comendador de León al virrey de
Cataluña, el duque de Monteleón, en el que le dice que “si entendiese que entre los moriscos
que pasaran por aquella frontera, haviere algunos ricos y que sean cavezas de los otros eche
mano dellos, y avise de los que fueren y de que partes son pero con los que no fueren desta ca-
lidad sino que sea gente común disimule con ellos pues quantos menos hubiere será lo mejor”.
9. AGS, Guerra Antigua (en adelante GA), Leg. 706 y 720. En esos momentos el maestre de Jaca
tenía retenidos a varios de ellos y le recordaba al rey en carta del 29 de diciembre de 1608
que los moriscos de Aragón podían pasar a Francia libremente: “aunque nos a mas que ave-
llos prendidos es contra fuero porque los deste reyno proyben todo genero distorsión o cas-
tigo a los que quieran pasar al de Francia”. Además se ve en la imposibilidad de continuar los
interrogatorios, tal como escribe el virrey de Aragón al rey, ya que no puede torturarles: “los
que están en el Castillo de Jaca detenidos los estarán hasta ver los que V. Mag. mandara que
se haga porque por la vía ordinaria no pueden ser castigados en este Reyno, ni hacerse con li-
bertad las diligencias necesarias para apurar la verdad, y si por ser castellanos se pudiesen, sin
hacer ruido, en este reyno pasar al de Castilla, lo tendría por acertado porque ahí podría V
Mag. mejor mandar averiguar los fines de esta gente…”.
10. Hay innumerables avisos de salida durante los años 1608 y 1609. El más significativo es el dado
por el corregidor de Toledo el 30 de octubre de 1609, donde indica que de los 1.747 vecinos que
estaban censados en 1598 sólo quedaban 989 vecinos. Mirar también AGS, GA, Leg. 721.
11. M. GUADALAJARA XAVIER, op. cit., p. 27 rº. También en F. JANER, Condición social de los moriscos de
España, Barcelona, Alta Fulla, 1987 (fascímil de la de Madrid de 1857) p. 339. “en todas partes
van los moriscos vendiendo sus haziendas, assí las rayzes, como los bienes muebles y semi-
moviente... hagays pregonar en todos los lugares de vuestro distrito que ningún morisco sea
osado de vender sus bienes rayzes, so pena de perdimiento de todos sus bienes, y la misma
pena mando tenga qualquier christiano viejo, o persona, que comprare...”. También existe un
número importante de avisos en distintos legajos de Estado y Consejo y Junta de Hacienda.
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Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
lar y prohibir dichas ventas12. Para controlar los bienes raíces que los moriscos
estaban dejando, y evitar ventas fraudulentas, la monarquía distribuyó a trece
jueces en ámbitos geográficos concretos para su administración y venta. La
orden se cursó a principios de marzo de 1610 y los jueces tenían instrucciones
precisas de cómo habían de inventariar y tasar dichos bienes13.
Entre tanto los moriscos continuaban con la evasión de riqueza del reino, lo
que propició una medida controvertida que supuso una vía de recaudación im-
portante para las arcas reales. El 17 de febrero de 1610, tras haber prorrogado
por dos veces la permisión de salida de los moriscos de Castilla, el rey va a per-
mitir a los moriscos que puedan sacar la mitad del dinero, oro, plata y joyas que
declarasen. Es decir, se va aplicar una medida que contravenía las ordenanzas del
reino y la lógica económica del momento y que sólo se puede explicar por la in-
capacidad de controlar la fuga de capital que se venía realizando de forma ilegal14.
Por suspicacias y desconfianzas a la instalación o paso de moriscos por
Francia, a finales de marzo se cierra oficialmente la frontera pirenaica y se esta-
blece el puerto de Cartagena –ya acababa la expulsión de los granadinos de Mur-
cia– como nuevo punto de salida para los moriscos castellanos15. A mediados
de abril comienzan a llegar los primeros grupos a Cartagena, donde ya existía una
aduana para recoger las mitades de los moriscos granadinos residentes en Mur-
cia. El 10 de julio de 1610 se firmó el decreto de expulsión por el cual se obliga-
ba a todos los moriscos de Castilla a abandonar España. Los puntos de salida se-
rían el puerto de Cartagena, y a petición y demanda de muchos moriscos de
Castilla la Vieja se volvía a abrir la frontera pirenaica en agosto16, estableciendo
la aduana en Vitoria y punto de recogida de los “pasaportes” en Behobia.
A finales de 1610 la expulsión se estancó a causa de una infinidad de
pleitos interpuestos por los moriscos, lo que lleva al conde de Salazar, comi-
12. AGS, Contaduría General (en adelante CG), Leg. 3025. Orden que se volvería a repetir el 14
de febrero, en el que se instaba a los justicias que informaran de las ventas y cesiones que se
habían producido desde entonces que eran ilegales. En distintos legajos de las Contadurías po-
demos encontrar listas de cesiones y ventas ilegales.
13. AGS, CG, Leg. 3025.
14. J. GIL HERRERA, «El Botín de la Expulsión. Proceso de recaudación de las mitades y tasación de
los bienes raíces de los moriscos de Castilla», Chronica Nova, 2010, en prensa. El dinero re-
caudado por este concepto, de las mitades, ascendió a más de 120 millones de maravedíes.
15. AGS, Est., Leg. 228-2. Carta de Sancho Bravo sobre el inconveniente de los moriscos que
pasen a Francia. El conde de Salazar envió una carta con una relación de los que por allí ha-
bían pasado: 8.724 moriscos, que eran 1.701 casas, que en ese momento había en Burgos unos
800 de Toledo y aguardaban muy cerca de Burgos unos 4.000 moriscos más.
16. P. SANTONI, «Le passage des morisques en Provence», Provence historique, Fascicule 185, 1996
pp. 342-379. El 22 de febrero Enrique IV concedió entrada libre a los moriscos. Hay que decir
que los primeros en pasar a Francia fueron ricos, y esto ayudó a que en los primeros mo-
mentos se viera con buenos ojos la llegada de moriscos. El 15 de abril ya había comisarios asig-
nados para organizar el flujo y conducir a los moriscos hacia los puertos.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
El 5 de marzo se firmaron las comisiones para que los trece jueces comi-
sarios fueran a los lugares que les habían sido asignados para recoger los pri-
meros informes elaborados por los justicias, y continuar con el inventario y
tasación de los bienes. El 29 de mayo de 1610, para evitar el deterioro progre-
sivo de los bienes, se les dio comisión para que comenzaran la venta de bienes
raíces de los lugares de realengo que debían realizar según una serie de ins-
trucciones confeccionadas para tal efecto.
Estas instrucciones han sido objeto de estudio por parte de F.J. Moreno
Díaz del Campo, por lo que sólo mencionaremos algunos de los apartados
más relevantes18:
17. O. VILLANUEVA ZUBIZARRETA, «Camino de Berbería. El exilio forzoso de los moriscos valliso-
letanos en 1610», Instituto de Historia, 26, 2006, pp. 61-80.
18. F.J. MORENO DÍAZ DEL CAMPO, «Geografía de la expulsión morisca. Aproximación al análisis de
la administración y venta del patrimonio de los moriscos expulsados de la Corona de Casti-
lla», Chronica Nova, 31, 2005, pp. 379-426.
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Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
1. Los bienes raíces que la monarquía consideraba que podían ser confis-
cados eran aquellos que se encontraban en tierras de “realengo, ordenes
y behetrías, como en señoríos que no fuesen de solariego”, es decir –y
según entendemos solariego–, no se confiscarían aquellos bienes raí-
ces que estuvieran en régimen de señorío territorial.
2. Debían ser inventariados y tasados los bienes frutos que los moriscos
hubieran dejado, además del inmobiliario en casas, heredades, moli-
nos, colmenares, jabonerías o bodegas.
3. Para inventariar y tasar, el juez de la comisión debía de valerse de per-
sonas expertas que fueran nombradas y reconocidas por los cabildos o
ayuntamientos de cada lugar. Contarían con una serie de comisarios
de confianza nombrados por dicho juez que recorrerían el territorio
asignado supervisando dicha tarea. Además, en cada localidad se nom-
braría a fieles que fueran aprobados por los cabildos o ayuntamientos,
y debían ser preferentemente personas hacendadas, ya que serían los en-
cargados de recaudar el dinero de las ventas.
4. La venta se realizaría en subasta pública, con los correspondientes pre-
gones y fechas para las pujas y el remate final. En el pregón debían in-
dicarse las cargas con las que la propiedad se vendía y, en cualquier
caso, ya fueran de censos a quitar, perpetuos o cualquier tipo de “hi-
poteca especial o general”, se venderían con la carga, lo que podía ser
considerado a la hora de la venta para una reducción del precio. Si los
bienes no excedían de 50 ducados no era necesario hacer pregón y se po-
drían vender al mejor postor.
5. No se podía vender por menos de lo tasado y se debía procurar que
en la venta la mayor parte fuera al contado, y que las obligaciones no ex-
cedieran los dos años. Las escrituras de venta las tenía que otorgar el
juez de la comisión y debían recoger el tamaño, los lindes o los censos.
6. Por último se indicaba que se podían vender los bienes confiscados en
los lugares de señorío hasta nueva orden19.
Estas trece primeras comisiones que abarcaron todo el territorio tuvieron
una vigencia de poco más de un año. Transcurrido dicho tiempo se renovaría
o se volverían a nombrar nuevos comisarios para un ámbito territorial más
pequeño. La multiplicación de comisarios se realizó con el fin de reducir cos-
tes, ya que los nuevos nombramientos recayeron en personas que ya desem-
peñaban algún oficio en las localidades asignadas, tales como los corregidores20.
La relación de comisarios y fieles que se nombraron en los años sucesivos a la
expulsión ha sido publicada por Moreno Díaz del Campo21.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
TASACIONES
Lugares de realengo
98
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Lugares de señorío24
23. AGS, CJH, 503-9-6. Todas las tasaciones sobre los lugares de realengo que a continuación se
expondrán han sido tomadas de este legajo, excepto el caso de las comisiones que corres-
ponde a los bienes de los moriscos de Andalucía, que será indicada en su momento.
24. AGS, CJH, 520-14-1-3. Las tasaciones sobre los lugares de señorío están extraídas de las se-
gundas tasaciones realizadas en agosto de 1612. Las siguientes tasaciones sobre los bienes
en lugares de señorío están extraídas de este mismo legajo, por lo que se omitirán las dichas
notas al pie de página.
25. En AGS, CJH, 503-9-6. Existe una copia incompleta donde aparece la cifra de 310 mrs.
99
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
TOTAL 29.130.02629
Lugares de realengo
26. En la relación enviada en febrero de 1611 que se encuentra en AGS, CJH, 503-9-6 aparece este
señorío, no aparece en el segundo mandado del 18 de agosto de 1612 que es el último y más
completo.
27. Igual que el precedente, sólo aparece en la primera relación.
28. Igual que el precedente.
29. El total una vez sumado todos los señoríos, incluidos los que no aparecen en el documento.
En el original aparece la cifra de 28.917.520 mrs.
100
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
“Según lo cual descontadas las deudas que hasta ahora han salido resta-
ran que valen los bienes de estos 23 pueblos 20.665.121 mrs, y que de ellos es-
taban rematados y vendidos 12.187.974 mrs con carga de 2.561.815 mrs de prin-
cipal de censo y deudas que de ellos se han de bajar y bajado que quedaran
horros para su Majestad 9.626.289 mrs”.
101
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
Lugares de señorío
TOTAL 2.251.136
Lugares de realengo
“Los bienes que han dejado los moriscos en los pueblos de realengos de
dicho Reyno y Obispado hasta ahora han salido sin los que están por salir en
el Valle de Ricote y otras partes montan conforme a las tasaciones dellos saca-
dos los censos y deudas: 38.088.456 mrs. Hasta el 20 de julio de 1610 se habían
vendido bienes por valor de 6.951.833 mrs. En Alcaraz y su partido no están
comprendidas en esta tasación, ya que en un principio era jurisdicción del Juez
Hernando Salcedo”.
Lugares de señorío
TOTAL 2.287.348
102
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Lugares de realengo
“Por la relaciones y papeles que embiado parece que los bienes que que-
daron de los moriscos expelidos en la dicha ciudad de Sevilla y su término en-
trando en ellos las mejoras que les pertenecían en casas que tenían de por vidas
de iglesias y obras pías de la dicha ciudad montaron según ventas o tasaciones
que de los que estaban fechas descontados los censos perpetuos estimados a
3.000 (30 millones) y por las redimibles sus principales, 23.712.628 mrs y que de-
llos tenía vendidos hasta el 28 de septiembre 5.487.161 los 3.144.561 a pagar
de contado y los 2.342.600 al fiado y descontados de los de contado 905.856
de principal de censos perpetuos tasados a 3.000 y los de alquitar conforme a
su fundación que daban al contado 2.238.705”30.
“Y que los bienes hasta el dicho día [marzo de 1611] imbetariados y tasa-
dos en la ciudad de Écija montavan conforme a la tasaciones 6.443.438 mrs de
que se an de bajar los tributos que tuviesen que dice son muchos y que no es-
taban averiguados y que estava todo por vender el dicho día, según lo qual
no se pude aquí sacar la suma que líquidamente quedara sacados las deudas.
Y no se an traído relaciones de los bienes que quedan en las ciudades de
Cádiz, Gibraltar y Tarifa y villa de Prieto Real y lugares de sus jurisdicciones y
lo que esto monta en ser”31.
Lugares de realengo
“Por las relaciones que han enviado parece que montan las tasaciones de
los vienes que quedan en los lugares de realengos del distrito su comisión
9.345.138 mrs y aunque no declara si esto es habiendo bajado los censos y deu-
das se entiende que sí por haber enviado algunas relaciones con esta prevención.
103
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
Lugares de señorío
“Los bienes que quedan en lugares de señorío del distrito desta comisión
valen según las tasaciones otros 12.170.198 mrs que también se entiende ser
horros de deudas por la razón dicha y son en esta materia”.
32. Que son de tres moriscos que se fueron. Quedan los demás.
33. Quedan moriscos con pleitos y no están contabilizados.
104
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
TOTAL 12.170.198
Lugares de realengo
“Por los papeles y relaciones que a embiado parece que la hacienda que
a quedado en algunos lugares realengos y de ordenes de su comisión según las
ventas que de algunas dellos tiene fechas y de los que no están vendidos según
las tasaciones y quitadas las deudas que habían parecido valen 14.064.145 y
no ha enviado relaciones de los pueblos siguientes:
Quesada, Albanches, Ubeda, Baeza, Valdepeñas, Porcuna, Pegalajara, Los
Billares, La villa de la Mancha, Axona, Torre de Don Jimena, Fuente del Rey,
Torre del Campo, Villargordo Menjibar, Cazadilla, Jamilena, Lupión, La Torre
Perogil, Solera, Baños, El Lugar de Santiago, Cabra (jurisdicción de Ubeda), la
mitad de los Ibros que es de realengo, Jarafe Cortijo. Y que de los dichos
14.064.145 había vendido hasta el 30 de agosto del año pasado [1610] 4.008.483
las 282.342 dellos de contado y los 3.726.141 restantes al fiado...”.
Lugares de señorío37
“Por los papeles que envió el dicho Juan de Tovar Becerra parece que en
el distrito de su comisión hay 42 villas y lugares de señorío y que en los 24 de-
34. Felipe III creará el condado de Cantillana ese mismo año de 1611, y el primer conde fue Juan
Vicentelo de Leca y Corzo, siendo el segundo señor de Cantilla pues el primero fue Juan An-
tonio Vicentelo de Leca.
35. Marqués de Rianzuela.
36. Aunque no hay certeza pudo ser el presidente de la Casa de Contratación del Consejo de Indias.
37. CJH, 520.
105
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
llos quedaron para su mag. bienes de los moriscos cuyo valor conforme a las ta-
saciones sin sacar dellos las deudas que tienen por no estar averiguadas es en
esta manera”.
TOTAL 19.237.903
38. El Adelantamiento de Cazorla pertenecía al Arzobispado de Toledo, por lo que sus adelantados
son los arzobispos, en este momento es Bernardo de Rojas y Sandoval (1599-1618).
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Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
“Y que las 18 villas, lugares y cortijos restantes en las 6 dellas que son Ji-
mena, Villa Palacios, Cotillas, Bien Servida, Rispal y Villaverde, no había habido
morisco no hay bienes que no a enviado relación de si quedaron algunos bie-
nes no de los que valen en las otras doce que son las siguientes”.
Lugares de realengo
107
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
Lugares de señorío
TOTAL 2.330.061
39. “Los bienes que quedaron conforme a la tasa que dellos se hizo 2.139.375 mrs sobre los cua-
les hay censos que se declara en las relaciones que han venido si son perpetuos o alquitar y pre-
suponiendo que sean de a 14 montara su principal 226.282 mrs según lo cual quedarían
1.913.093, pero se entiende habrá otras deudas sobre ellos que habían salido”.
40. “Se tasaron los bienes y no hay declaradas si hay deudas que bajar dellos”.
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Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Lugares de realengo
“Por las relaciones que ha enviado parece que la hacienda que quedó en
Córdoba, Bujante, Montoro, Cañete, Belalcazar e Inojosa lugares de realengo de
los moriscos así expelidos como de los por expeler que ha inventariado y en-
viado relación de ella junta 5.536.481, de la que han de sacar los censos que
tienen sobre ella. Las Inquisiciones de Córdoba, Granada y otros y muchas
deudas y demandas que estaban pendientes. Y que los censos presentados
hasta el día que se envió las dichas relaciones sin las dichas inquisiciones que
no lo han presentado y sin las dichas demandas dice montaran 861.991 resta-
ran por valor entre tanto que no se disminuye con los demás censos y deudas
4.674.460 y así mismo falta por enviar razón de los valores de otros 2 lugares de
realengos: Santaella y Almodovar del Río. Y de lo que en Córdoba se había
vendido parece tendian en ser poder de los fieles lo siguiente”.
Al contado: 1.269.573 mrs
Al fiado: 1.217.202 mrs
Lugares de señorío
“Las haciendas en los lugares de señorío deste obispado según las tasas
que ha enviado el juez monta a 47.524.744 que están metidos en esta suma lo de
los moriscos que quedan por expeler que es 10.650.592, sin haber sacado las
deudas que deben todos los dichos bienes, que las de los censos presentados
ante el juez hasta el 14 de octubre de 1610 montan en 13.188.884 de mas de
censos de las dichas inquisiciones que no las han presentado.
Según lo cual sacado los dichos 13.188.884 de censos quedan 34.335.860 mrs”.
41. Están incluido 8.643.051 de bienes de moriscos que quedan por expeler. Las deudas y censos
también se incluyen de los que quedan por salir.
109
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
“Será menos si al final no se expelen los moriscos que quedan por expe-
ler y que además no están incluidos los censos que sobre ellos tuviere la In-
quisición y las demandas pendientes y las que salieren de nuevo”.
Lugares de realengo
42. Están incluidos 293.250 de los bienes de los moriscos que quedan por expeler. Los censos co-
rresponden a total, tanto los expelidos como los quedan por salir.
43. Entran 128.125 de los moriscos que quedan por expeler.
44. Entran 6.800 moriscos por expeler.
45. Entran 206.448 de los moriscos que quedan por expeler.
110
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Lugares de señorío
TOTAL 8.207.247
Advierte que hay más lugares de señorío pero que no había moriscos.
46. Se han descontado los censos perpetuos y 31 personas que habían quedado en la dicha villa
que no están incluidas.
111
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
sos perpetuos y otras costas y salarios de manera que a poco mas o menos
habrá de contado en ser en Segovia como 500.000 y allí y en Ávila habrá en
obligaciones las dichas 730.687.
En cuanto a los demás lugares de realengo de los dichos obispados en
muchos dellos no hay moriscos y de los en que los hay no han venido las re-
laciones no están averiguados y por haber muerto el dicho Juan Rodríguez
Daza en 16 de enero está nombrado en su lugar Jerónimo Contreras”.
Lugares de señorío
TOTAL 583.040
47. Olatz Villanueva da una cifra de 11.571.759 para Valladolid, Tordesillas y el lugar de Boecillo.
112
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Valladolid falta mucho por vender en aquella ciudad y de los demás lugares rea-
lengo de su distrito no ha enviado relaciones porque los mas moriscos que hay
en Toro, Zamora, Ciudad Rodrigo, Osma y aquel contorno dice en cartra de 12
de enero son de los más antiguos y que han salido.
Al dicho Juez se mando fuese a los obispados de Salamanca, Valladolid,
Osma y toda la Castilla la Vieja excepto a lo que della entre en los obispados de
Segovia y Ávila”.
Lugares de señorío
TOTAL 1.662.933
113
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
Lugares de realengo
“Por las relaciones que ha enviado de los bienes de algunos moriscos que
han salido de los dichos distritos, y de los colmenares y colmenas y frutos dellas
que en el dejaron moriscos de los de Hornachos para que han montado los de
que ha enviado relación a las tasaciones que dellos se hicieron y a las posturas
de otras q por ser mayor que las tasaciones se ajustan mas a la verdad 6.254.122
horros de los censos y deudas que habían salido. Que no ha enviado relación de
los bienes que han quedado en Llerena, Plasencia, Mérida, Hinojosa y otras
muchas villas y lugares de su comisión por no haber salido los moriscos”.
“Y que lo que ha vendido hasta ahora 3 de febrero deste año monta
3.274.292 mrs las 921.704 de contado y 2.361.488 al fiado y que de los de contado
están gastados en salarios y costas 323.540 se han de bajar ciertos prometidos:
9.821 mrs por lo que quedan 2.352.665 mrs”.
Lugares de señorío
50. 281.852 son en colmenares y colmenas y frutos que eran de los moriscos de Hornachos.
51. En el documento dice que “y porque hay dos villas deste nombre en esta provincia se duda
si es igual”.
114
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
TOTAL 5.045.446
“La hacienda que quedó en todos los lugares de señorío del distrito de su
comisión donde han quedado bienes de moriscos montan conforme a las rela-
ciones que ha enviado 5.045.446 mrs. horros de los censos y deudas que hasta
ahora han aparecido”.
115
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
TOTAL 150.000
“...y esto será más o menos según las relaciones que enviare este corregidor
que serán mas ciertas. Y no se declara quales de los dichos lugares son solariegos
porque el consejo satisfaçio a esto como se dice al principio desta relación”.
116
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
A MODO DE CONCLUSIÓN
De todos estos datos podemos concluir que el total de las tasaciones de los
bienes raíces de los lugares de realengo ascendió a 223.145.487 mrs. y de los bie-
nes en lugar de señorío a 117.408.210 mrs. Estas cifras deben de ser consideradas
como mínimas, ya que habría que sumarles innumerables fraudes en ventas rea-
lizadas antes y después de las prohibiciones dadas el 14 de noviembre de 1609,
por los que los moriscos no podían vender sus bienes raíces63. A lo que habría que
añadir unas 70.000 libras de los bienes de los moriscos de Cataluña64, y el dine-
ro recaudado por la monarquía por la venta de bienes raíces en Aragón cifrada,
según un documento del Consejo y Junta de Hacienda, en 27.075.000 mrs.65.
117
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Jorge Gil Herrera
RESUMEN
La expulsión de los moriscos fue un proceso complejo, a pesar de los in-
numerables trabajos que se han realizado hasta el día de hoy aún quedan as-
pectos por dilucidar. La confiscación y venta de los bienes raíces de los mo-
66. AGS, Est. Leg. 626. Copia del billete original de Lerma al secretario Prada, 15 de enero de 1609. Son
las previsiones de ingreso de la monarquía para dicho año, siendo el total de 4.687.350 ducados.
67. Cifra donde estarían comprendidos, los bienes raíces de los moriscos de Castilla, Aragón y lo
recaudado por las mitades.
68. AGS, CMC, 3º época, Leg. 2603.
69. AGS Dirección General del Tesoro (DGT) INV-24 517-3.
118
Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
riscos generó una inmensa documentación, cuyo estudio nos puede ayudar a
comprender la vertiente económica de la expulsión, así como aspectos socioe-
conómicos de la minoría. En este artículo se presentan los primeros datos glo-
bales sobre la tasación de todos los bienes raíces de los moriscos en Castilla, Ex-
tremadura, Murcia y Andalucía, tanto en lugares de realengo como en lugares
de señorío.
ABSTRACT
The expulsion of the Moriscos was a complex process that despite the
countless works that have been made to this day, still remain aspects to be elu-
cidated. The seizure and sale of real estate of the Moriscos created a vast do-
cumentation whose study can help us understand the economic side of the ex-
pulsion, and also those socioeconomic aspects of the minority. This article
presents the first comprehensive data on the valuation of all real property of the
Moriscos in Castile, Extremadura, Murcia and Andalusia, both in lordships
and in places of royal dominion.
119
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 121-135
121
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Maria Filomena Lopes de Barros
122
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
123
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Maria Filomena Lopes de Barros
obra, resultado de uma tradução (se bem que parcial, fragmentada e abrevia-
da), do tratado jurídico Kitab Al-TafriC, de Ibn Al-Ǧallab (m. 988), largamente di-
fundido entre os mudéjares e, posteriormente, os mouriscos peninsulares10,
comprova cabalmente a continuidade de uma matriz árabe dominada pelos
especialistas muçulmanos de fiqh ao longo da medievalidade. Aspecto corro-
borado por outros elementos documentais. Uma obra de Ibn al-Ǧazari al-
Dimašqi (1350-1429), escrita na Síria em finais do séc. XIV, será traduzida em
Aragão, em romance aljamiado, provavelmente na primeira metade do XV11.
Por outro lado, a biblioteca de um “alfaquí” de Ocaña (de finais da centúria qua-
trocentista), constituída tanto por manuscritos em árabe, como em romance,
em aljamiado e, mesmo, bilingues, revela cabalmente as diferentes adscrições
culturais e consequentemente linguísticas, destas comunidades de fronteira12.
Mais problemática se constitui a questão da formação dos agentes sociais
que dominam e aplicam o direito islâmico. Em diferentes registos ela se po-
derá, contudo, perspectivar. Por uma parte, nas relações com o território do
dar al-Islam, numa direcção biunívoca, implicando quer a saída de muçulma-
nos peninsulares para concretizar os seus estudos13, quer a passagem ou fi-
xação de forâneos pelo território peninsular. A conquista de Ceuta pelos por-
tugueses, em 1415, potencializa, paradoxalmente, os contactos entre os
muçulmanos de um e de outro lado do Estreito, que, de resto, concorrem num
10. Ver, por exemplo, S. ABBOUD-HAGGAR, «Las Leyes de Moros son el libro de Al-TafriC», Cuader-
nos de Historia del Derecho, 4, 1997, pp. 163-201; Idem, El Tratado Jurídico de Al-TafriC Ibn Al-Ğallab.
Manuscrito aljamiado de Almonacid de la Sierra, 2 vols., Zaragoza, Institución “Fernando El Ca-
tólico”, 1999.
11. S. ABBOUD-HAGGAR, «‘Udattu l-hisni l-hasin de Ibn al-Ğazari al-Dimaçqi. Una muestra de la
transmission de los asuntos religiosos islámicos de Oriente al Occidente mudéjar en el XV»,
Anaquel de Estudios Árabes, 16, 2006, pp. 5-63.
12. Neste caso concreto, contudo, estando presentes temáticas tão variadas como a religião, a me-
dicina, a farmacopeia, a moral ou a astrologia, não se registam quaisquer manuscritos directa-
mente relacionados com o direito. A datação do documento mais recente desta biblioteca é de
1500. J. ALBARRACÍN, «Actividades de un faquih mudéjar», en VI Simpósio Internacional de Mu-
dejarismo. Actas, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 1995, pp. 437-444. O termo “alfaquí”
deve, portanto, designar mais um cargo administrativo do que propriamente um especialista de
fiqh. Diferentemente se apresenta outro caso, o do alfaquí Muhammad b. ‘Ali al-Ğ ayyar al-An-
sari, imam da mesquita de Cútar, do território de Comares, de finais do séc. XV. De facto, nos seus
três livros “de ofício”, em árabe, entre uma miscelânea de temáticas, avultam os aspectos jurí-
dicos, quer através de formulários notariais, quer de treslados de obras de jurisconsultos, no-
meadamente da Muwattà de Malik. Trata-se, no entanto, de um neo-mudéjar, no sentido em
que essa alcaçaria foi apenas incorporada no domínio cristão em 1487. M.ª CALERO SECALL, «Los
manuscritos árabes de Málaga: los libros de un alfaquí de Cútar del siglo XV», en M.ªJ. VIGUE-
RA y C. CASTILLO (eds.), Los Manuscritos Árabes en España y Marruecos. Homenaje de Granada y
Fez a Ibn Jaldún, Granada, Junta de Andalucía–Fundación El Legado Andalusí, 2006, pp. 151-174.
13. É o caso de Abdurramen Madçor morador de Valência, que é referenciado, em 1434, numa via-
gem de Almeria para Tlemcén, com o objectivo de “aprender e studiar”, R. SALICRÚ I LLUCH, Do-
cuments per a la Història de Granada del regnat d’Alfons el Magnànim (1416-1458), Barcelona,
CSIC, 1999, doc. 284, pp. 337-338.
124
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
14. A influência da escola malikita entra em retrocesso no séc. X, limitando-se a sua continuida-
de ao Ocidente, durante todo o período medievo, S. ABBOUD-HAGGAR, «Las Leyes de Moros son
el libro de Al-TafriC», p. 171.
15. Em 1488, um pleito que opunha dois muçulmanos pela escrivaninha da comuna de Loulé
(Algarve), será arbitrado por um grupo de notáveis da comuna de Lisboa conjuntamente
com um “cavaleiro da casa de Azamor”, designado como “Acaide Alfacim”, “Caide Alfaquim”
ou “Çaide Alfaim”. O primeiro termo pode traduzir, em árabe, ou o nome próprio Said ou o
título de “Dom”, devendo, o segundo, reflectir, a sua condição, transitória ou permanente, de
juiz (hakim). M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros. A Minoria Muçulmana no Reino Português
(Séculos XII a XV), Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian / Fundação para a Ciência e a Tec-
nologia, 2007, pp. 337-339.
16. Para a descrição do edifício ver: L.F. OLIVEIRA e M. VIANA, «A Mouraria de Lisboa no século
XV», Arqueologia Medieval, 2, 1993, p. 199. É significativa a existência de uma escola (madrasa)
enquanto equipamento colectivo distinto da própria mesquita, o que poderá apontar, de
facto, para uma formação mais especializada do que o simples ensino do Corão às crianças
muçulmanas. Confronte-se, por exemplo, esta realidade com a da mesquita de Sevilha, em que
um acto notarial de 1502, com o levantamento dos respectivos bens, menciona 13 tábuas para
ensinar as crianças, remetendo essa prática para o interior do mesmo edifício, J. HINOJOSA
MONTALVO, Los mudéjares. La voz del Islam en la Espanã cristiana, vol. I, Teruel, Centro de Estu-
dios Mudéjares, 2002, p. 167.
17. M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros…, pp. 393-404.
125
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Maria Filomena Lopes de Barros
126
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
quita de Bebe Iça (Bab Isà)21, exactamente por se encontrar junto de uma porta
(bab) da mouraria, em contraponto à mesquita aljama, designada pela docu-
mentação como mesquita grande. A primeira possuiria pelo menos cinco ten-
das, a ela contíguas22, sendo, provavelmente da segunda, um conjunto de pro-
priedades descritas, apenas, como da mesquita dos mouros, que consistiam em três
courelas de olival, na Panasqueira, plantadas com 127 oliveiras, entre grandes
e pequenas, mencionadas apenas como tendo pertencido à mesquita dos mouros
(1499-VI-12)23, uma casa contígua ao espaço de culto central (1498-IV-4)24, e
um chão no Arrabalde Novo (1504-I-6)25.
Embora a documentação seja omissa sobre a categorização jurídica desse
património, ele deverá, contudo, corresponder aos bens waqf ou hubs26. Estes le-
gados piedosos, definem-se em função de três vectores: constituírem-se como
uma acção livre e voluntária, que integra os actos espontâneos de liberalidade
do muçulmano (tabarrucat), considerada pelo direito islâmico como uma acto re-
comendável (mandub ou mustahabb); a sua finalidade ser, sempre, piedosa, con-
ceptualizando-se como qurba (obra piedosa), o que implica que não contradi-
ga os valores e princípios do Islão; o bem hubs ser inalterável e inalienável,
não podendo ser destinado a uma finalidade distinta da estipulada pelo doa-
dor, nem objecto de venda, doação ou herança27.
Não existe, de resto, uma tipologia explícita das finalidades do hubs, em-
bora ele não possa existir sem a especificação dos objectivos a que se destina.
Em termos gerais, estes incidem sobre tudo o que seja susceptível de caber
dentro do conceito corânico da acção realizada “por mor de Deus” (fi sabil
Allah”). O estudo de Alejandro García Sanjuán sobre Al-Andalus, englobando
tanto a teoria como a prática jurídicas, contemplam uma abrangência dos âm-
bitos de aplicação destes legados, que o autor estrutura da seguinte forma:
127
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Maria Filomena Lopes de Barros
28. A. GARCÍA SANJUÁN, op. cit., p. 173. Para o Egipto mameluco, Adam Sabra categoriza os objecti-
vos dos waqf em cuidados médicos (hospitais), educação (escolas), habitação, comida e água, en-
terro de pobres, morte e caridade (compreendendo, neste item, os complexos funerários que en-
globam diferentes instituições), A. SABRA, Poverty and Charity in Medieval Islam. Mamluk Egypt,
1250-1517, Cambridge, Cambridge University Press, 200, Capítulo 4 “Waqf”, pp. 69-100.
29. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, Livro 2, tit. XXVIII, p. 224.
30. De facto existem também doações em hubs familiares ou privados, ver A. GARCÍA SANJUÁN, op.
cit., pp. 139-168; A.M. CABALLEIRA, Legados píos y fundaciones familiares en Al-Andalus (siglos
IV/X-VI/XII), Madrid, CSIC, 2002. No entanto, a normativa portuguesa não permite tirar
qualquer conclusão sobre este aspecto, com também é omissa na casuística das doações inter
vivos relativamente a estes bens.
31. T.T., Chancelaria de D. Afonso V, Livro 34, fl. 12.
32. T.T., Chancelaria de D. Afonso V, Livro 16, fls. 138-139 v.
33. Ver M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros…, pp. 361-368.
128
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
tariam sobre a alçada efectiva do respectivo imam e/ou de uma organização ad-
ministrativa a ele subordinada. Neste sentido, excluir-se-ia a figura do alcaide,
enquanto o máximo responsável da comuna, da gestão deste património, deli-
neando-se uma demarcação entre o religioso e o secular, atípico das sociedades
islâmicas, mas necessariamente interiorizado nas comunidades mudéjares pe-
ninsulares. De resto, esta perspectiva explicita-se no próprio discurso normativo
produzido pelos muçulmanos sobre o direito sucessório, na denominação dada ao
monarca português, como “o príncipe da terra”34, e na sua diferenciação com a fi-
gura do soberano em Terra de Mouros, onde ele se constituiria como “coisa piedosa”35.
Desta antinomia emerge uma outra categoria jurídica de apreensão sócio-
espacial, a dos bens de raiz comuns, gerais ou al-Muslimin (“dos muçulma-
nos”), que implicam uma titulatura do domínio da comunidade universal, ou
umma, bem comum aberto ao uso e desfrute propriedade colectiva e indivisí-
vel do conjunto de todos os muçulmanos36. Este espaço comum, que sob do-
mínio islâmico, não se subjectiva como bem de domínio público de um tercei-
ro sujeito ou ente abstracto (o Estado ou a administração da cidade), mas como
um domínio de uso e propriedade colectivos, próximo à noção de bens comu-
nais, adquire, nas comunidades mudéjares portuguesas uma especificidade
própria, no contexto particular de subordinação à sociedade cristã.
Deste modo, estes bens surgem numa zona exterior às mourarias, como
património possuído ou de domínio útil, sendo perspectivado, pelo menos no
que ao século XV se refere, menos como um espaço de usufruto colectivo, do
que como uma área susceptível de rentabilização pela comunidade.
Diferentes referentes apontam neste sentido. Em Silves, é numa área con-
tígua ao bairro, que se documenta um “ferregeal foreiro à mouraria”, cujo domí-
nio útil, em 1474, recaía sobre o tabelião Martim Pires37. Mais distantes da mou-
raria, se encontravam as propriedades da comuna de Elvas, num parcelamento
pelo termo da vila que sugere, ao contrário do caso anterior, uma progressiva
apreensão desses espaços. De facto, o próprio posicionamento do ferregeal da
mouraria de Silves parece configurar uma rentabilização tardia do haram ou
marfaq (espaço protector) do bairro38, numa expressão de domínio eminente
34. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, livro II, tit. XXVIII, p. 228.
35. Ibidem, p. 242.
36. J. GARCÍA-BELLIDO y G. DE DIEGO, «Principios y reglas morfogenéticas de la ciudad islâmica»,
Qurtuba, 2, 1997, p. 67.
37. M.ªJ. LEAL (ed.), Livro do Almoxarifado de Silves (Século XV), Lisboa, Arquivo Nacional da Torre
do Tombo, 1989, p. 32.
38. O haram ou marfaq, inserindo-se na norma de dominância dos bens colectivos, é constituído
por uma faixa de terreno indefinida de propriedade comunal que circunda os poços, mes-
quita ou povoado, num conceito de criação de um espaço protector em torno de outro es-
paço, dependendo a sua escala e função do objecto de referência, J. GARCÍA-BELLIDO y G. DE
DIEGO, op. cit., pp. 68-69.
129
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Maria Filomena Lopes de Barros
39. Embora não seja referida a data do aforamento inicial, ele será confirmado por D. Duarte em
1436, J. ALVES DIAS (ed.), Chancelarias Portuguesas. D. Duarte, Lisboa, Universidade Nova de Lis-
boa, 1998, vol. 1, tomo 2, doc. 1040, p. 311. Ver F. CORREIA, Elvas na Idade Média, dissertação de
Mestrado apresentada à Universidade Nova de Lisboa, Lisboa, 1999, vol. II, pp. 583-584.
40. T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 45 v.-47.
41. T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 180 v.-182.
42. T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro 22, fls. 107 v.-108.
43. T.T., Chancelaria de D. Manuel, livro 11, fl. 80; publicado: S. VITERBO, op. cit., pp. 249-251. No en-
tanto, este autor interpreta erroneamente o vocábulo como “acabal”, assimilando-o a um
outro, também de origem árabe, a alcavala.
44. T.T., Inquirições de D. Afonso III, livro 4, fl. 13 v.; publicado Portugalia Monumenta Historica.
Leges et Consuetidinis, Lisboa, Real Academia da História, 1856, pp. 98-100.
45. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, livro II, tit. CI, pp. 534-535.
130
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
46. No contrato estabelecido com Rodrigo Afonso, o pardieiro, “que fora tenda de olaria”, con-
frontava com uma tenda de Mafamede Agudo e com outra de Pêro Afonso - T.T., Livro 9 de Es-
tremadura, fls. 45 v.-47; T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 45 v.-47; do terreno aforado a Ale de Co-
lares, diz-se que limitava com o oleiro João Afonso e com Ale Becar - T.T., Chancelaria de D.
Manuel I, livro 11, fl. 80.
47. T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro 11, fl. 80.
48. T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro 22, fl. 107 v.
49. Um arruamento que se começa a definir em finais do séc. XIV, num espaço a sul, imediata-
mente exterior ao bairro, a Rua de Benfica, constitui-se como outro núcleo de produção olei-
ra com as mesmas características populacionais do Arrabalde Novo, ou seja, indiferente-
mente habitado por artesãos muçulmanos e cristãos, M.ªF. BARROS, «A Rua de Benfica da
Mouraria (actual Rua do Benformoso) – sécs. XIV-XVI», Olisipo, II Série, 8, 1999, pp. 28-38.
50. A.H. DE OLIVEIRA MARQUES, «A persistência do elemento muçulmano na História de Portugal
após a ‘Reconquista’. O exemplo da cidade de Lisboa», en Novos Ensaios de História Medieval
Portuguesa, Lisboa, 1988, pp. 102-103; L.F. OLIVEIRA e M. VIANA, op. cit., p. 199; Mª.F. BARROS, A
Comuna Muçulmana de Lisboa (sécs. XIV e XV), Lisboa, Hugin, 1998, pp. 141-142.
51. T.T., Chancelaria de D. Manuel, livro 11, fl. 80; Idem, Livro 9 de Estremadura, fl. 181.
131
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Maria Filomena Lopes de Barros
132
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
59. A sinonímia entre o tabal e o foro surge claramente plasmada no diploma de Pero Lopes de
Carvalhal, o qual afirmou que queria “pagar o tabal em que os mouros eram obrigados”, sendo-lhe
aforada a propriedade, pelo juiz, com acordo do procurador, Azmede Caciz, com “seu encar-
go de foro asi como os dictos mouros pagavam” - T.T., Livro 9 de Estremadura, fl. 181.
60. Ele não surge, de facto, consignado nos tratados de direito islâmico em castelhano ou em ca-
talão. De resto, também não é recolhido por F. MAÍLLO SALGADO no seu estudo, Los arabismos
del castellano en la Baja Edad Media, 3ª ed., Salamanca, Universidad de Salamanca, 1998.
61. Apud P. GUICHARD, Les Musulmans de Valence et la Reconquête (XIe-XIIe siècles), vol. II, Damas,
1991, p. 272.
62. MUHAMMAD B. CIYAD, La actuación de los jueces en los procesos judiciales, tradução e estudo de D.
SERRANO, Madrid, CSIC, 1998, p. 519 (glossário).
63. V. LAGARDERE, Histoire et Société en Occident Musulman au Moyen Âge. Analyse du Micyâr d’Al-
Wançarisi, Madrid, Casa de Velázquez, 1995, nº 194, p. 267; ver ainda nº 259, p. 285 e nº 266, p. 287.
64. Ver sobre este aspecto: M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros…, pp. 465-474.
133
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Maria Filomena Lopes de Barros
* * *
A um espaço globalmente dominado e controlado pela maioria cristã, con-
trapõem-se, pois, ainda no séc. XV, fórmulas de apreensão muçulmana, estrutu-
radas pelo direito islâmico, fundamentando a solidariedade e a coesão sócio-es-
pacial das comunidades mudéjares. Alguns destes aspectos (que este artigo não
pretende esgotar) apenas muito esporádica e laconicamente assomam o acervo
documental, consubstanciando, contudo, uma sociologia muçulmana assente
no encontro entre os valores universais da ‘umma e os particulares do seu contexto
cultural de vivência. Vectores que, de resto, confluem no registo identitário pró-
prio das comunidades mudéjares peninsulares, numa constante adaptação do di-
reito islâmico ao pragmatismo de um quotidiano cristão, que também era o seu.
RESUMEN
El derecho islámico informa de la identidad de los musulmanes del reino
portugués, desde el período matricial de su integración hasta finales del siglo
XV. De la participación en los moldes de su propia subordinación fiscal y tri-
butaria, a la cuestión del derecho sucesorio, los musulmanes legistas de Lisboa
responden a las sucesivas interpelaciones de la Corona, constituyéndose el
monarca como el principal beneficiario de esa producción legal. Esta manipu-
lación del poder, el aspecto más visible en la documentación, muestra todo el
dominio continuado de ese universo legal y de sus especialistas mudéjares.
Aspecto que tendrá lógicamente su resonancia en la vivencia interna de estas
comunidades, especialmente en lo que a la propiedad se refiere. El principio de
la sunna de la dominación de los bienes colectivos se refleja en los bienes habices
y los colectivos (al-Muslimina), aún documentados en el siglo XV. Por otro
lado, la propia gestión del patrimonio del rey, en la morería de Lisboa, será
dominada, en el mismo período, por una autoridad musulmana, el juez de los
derechos reales, contradiciendo la ley canónica y la territorial que prohibía a los
infieles ejercer poder sobre los cristianos.
134
Propriedade e direito entre os muçulmanos... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
ABSTRACT
Islamic law constitutes part of Portuguese Muslims’ identity, since the
formative period to the end of the 15Th century. The Lisbon’s Muslim jurists
respond to successive appeals from the Crown, contributing as far as their
own fiscal and tax subordination to the definition of succession rights. In any
case the King became the main beneficiary of such legal production. This ma-
nipulation, the most visible feature in the written sources, proves neverthe-
less the persistent mastering of this legal universe and of its mudéjar experts, that
will necessarily have its meaning in the daily life of the Muslim communities.
Property reflects this feature. The dominance of collective goods, one of the
sunna principles, projects itself in the hubs properties and in the collective goods
(al-Muslimin), acknowledged till the 15th century. Moreover, the actual mana-
gement of the King’s properties in the Muslim quarter of Lisbon, in the end of
the same century, was in the hands of a Muslim authority, the judge of the
King’s rights, contradicting the canonical and the territorial law that prohibi-
ted the infidels to exercise power over Christians.
135
SECCIÓN
TEXTOS
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 139-204
LA ONOMÁSTICA DE LA
CONVERSIÓN: SEÑAS DE
IDENTIDAD Y TRANSFORMACIÓN
ANTROPONÍMICA DE LOS
MORISCOS DE GRANADA (1500-1569)*
Gonzalo Carrasco García**
* Este trabajo ha sido posible gracias a la financiación concedida en el marco del XIX Concur-
so de Ayudas a la Investigación para Temas Mudéjares 2007 del Centro de Estudios Mudéja-
res de Teruel. El estudio de las nóminas de bautizos de Granada tiene su origen en el proyecto
del profesor Miguel Ángel Ladero Quesada (BHA 2002-03292, Hacienda real, poder político
y sociedad en Castilla. 1406-1474-1516), a quien quisiera agradecer por haberme animado a par-
ticipar y dirigido en la investigación original, y también a los profesores Cristina Álvarez
Millán, Ana Echevarría Arsuaga y Luis Bernabé Pons por su generosa ayuda y sus valiosas
sugerencias, aunque quedo yo sólo responsable de todo descuido u omisión.
** Doctorando en la Universidad Complutense de Madrid. B.A. Historia, Université de Montréal
(Canadá); M.A. Teoría política, Simon Fraser University (Canadá).
1. Extracto (versos 54 a 57) de una qasida árabe anónima escrita posiblemente en 1501 como
una petición urgente de ayuda por parte de los moriscos a Bayazid II. Se encuentra en el
Azhar ar-Riyad de al-Maqqari. La trascripción completa del texto árabe, su traducción ingle-
sa y su estudio se encuentran en J.T. MONROE, «A Curious Appeal to the Ottoman Empire», Al-
Andalus, 31:1/2, 1966, pp. 281-303; los versos árabes aquí citados en p. 291.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
te cercenados por medidas coercitivas cuyo éxito es cuestionable. Si bien los am-
plios estudios sobre moriscos han logrado dilucidar las claves sobre la evolución
–decadencia o aferramiento cultural– de dicha comunidad, existe al menos un
elemento intrínseco a la cultura islámica que merece mayor atención, en concreto,
el nombre de los granadinos musulmanes antes y después de la conversión.
Gracias, en primer lugar, a una fuente privilegiada y poco común como
son las nóminas de los bautizos masivos de 1499-1500, podemos identificar
tanto los apelativos árabes como el nuevo nombre castellano otorgado al neó-
fito. Este documento ha sido de gran utilidad en otros estudios para extraer pa-
trones sociológicos de la sociedad musulmana del antiguo emirato nazarí,
amén de esclarecer detalles sobre el proceso de conversión forzosa que acaba-
ría arrastrando a toda Granada2.
Nuestro propósito inicial es establecer el retrato onomástico de una mues-
tra representativa de la población granadina al filo de la conversión en el cam-
bio del siglo XV al XVI. No obstante, no se puede lograr un retrato relativa-
mente fiel sin una consideración tanto del objeto principal de estudio –la
onomástica como tal– como de los problemas metodológicos surgidos de las
fuentes de donde se extraen las muestras antroponímicas. Debido a que nues-
tro objeto abarca dos formas de nombrar asociadas a dos ámbitos étnico-reli-
giosos y a dos idiomas vernáculos, es preciso identificar la convivencia antro-
ponímica en un mismo individuo que cruza, adapta y fusiona rasgos de ambos
sistemas onomásticos por una parte, y calibrar, por otra, la pervivencia de ele-
mentos del sistema antroponímico árabe de la comunidad morisca como indi-
cador cultural que se resiste a la asimilación. En otras palabras, es esencial
constatar la existencia de un cierto sincretismo onomástico además de medir
hasta qué grado se ha podido conservar el uso antroponímico tradicional como
reflejo de la supervivencia cultural del elemento árabe-islámico.
Una vez examinadas todas las dudas sobre la metodología, la conceptuali-
zación y el alcance de la onomástica, se desglosarán los distintos repertorios de
nombres y sobrenombres3 árabes dentro de su propia estructura, seguido de los
2. Fue el profesor Ladero Quesada quien primero identificó y analizó estas nóminas, y quien di-
rige el proyecto de su edición y estudio. Ver los siguientes estudios: M.A. LADERO QUESADA,
«Nóminas de conversos granadinos (1499-1500)», en Granada después de la conquista: Repobla-
dores y Mudéjares, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1993, pp. 615-649; M.A. LADERO
QUESADA, «Los bautismos de los musulmanes Granadinos en 1500», Actas del IX Simposio In-
ternacional de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2004, pp. 481-542; y G. CA-
RRASCO GARCÍA, «Huellas de la sociedad musulmana granadina: la conversión del Albayzín
(1499-1500)», En la España Medieval, 2007, Vol. 30, pp. 335-380.
3. En este estudio utilizamos la palabra “sobrenombre” en su sentido más amplio de apelativo
complementario que va unido al nombre de pila cristiano, o en el sistema onomástico árabe
al ism. No se parte del presupuesto de que el sobrenombre ejerza específicamente de apelli-
do en sentido moderno, de patronímico, mote, indicador de linaje, ni de ninguno de los dis-
tintos elementos que integran la cadena onomástica árabe. Es decir, puede ser cualquiera de
estos componentes, pero (con contadas excepciones) damos por hecho que no es ni un se-
gundo nombre personal ni un ism ‘alam.
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La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
LA METODOLOGÍA DE LA ONOMÁSTICA:
ÁMBITOS, ENFOQUES, PROPÓSITOS
A pesar de los numerosos estudios realizados sobre antroponimia desde
hace más de un siglo5, muchos especialistas consideran que este método his-
tórico está aún en su infancia y alberga todavía un gran potencial6. Si limitamos
4. Archivo Histórico Nacional (AHN), Universidades, legajos 720, folios 168-189 (paginación
antigua), o pp. 275-317 (paginación moderna).
5. Un estudio decimonónico que aún resulta útil para el ámbito hispánico es el de J. GODOY AL-
CÁNTARA, Ensayo histórico, etimológico, filológico sobre los apellidos castellanos, Madrid, 1871. Aun-
que ya con más de medio siglo a sus espaldas, otro clásico algo más reciente es el de G. DÍEZ
MELCÓN, Apellidos castellano-leoneses (siglos IX-XIII ambos inclusive), Granada, Universidad de
Granada, 1957. En cuanto a la onomástica árabe contamos con el estudio de J. GARCIN DE
TASSY, «Mémoire sur les noms propres et sur les titres musulmans», Journal Asiatique, série 5,
III, 1854, pp. 422-510; asimismo, sigue siendo referencia obligatoria casi un siglo después el pro-
yecto de corpus onomástico de L. CAETANI y G. GABRIELI, Onomasticon Arabicum, ossia reperto-
ria alfabetica dei nomi di persona, Vols. I y II, Roma, Casa Editrice Italiana, 1915.
6. Esta es la visión que mantienen algunos de los principales difusores del análisis antroponímico
en la Europa medieval, como es el caso de M. BOURIN y B. CHEVALIER, «L’enquête: Buts et mé-
thodes», en M. BOURIN (ed.), Genèse médiéval de l’anthroponymie moderne, Tours, Université de
Tours, 1990, pp. 7-12. En cuanto al estudio onomástico árabe para la Edad Media encontramos el
mismo parecer en P. GUICHARD, «L’anthroponymie des zones de contact entre monde chrétien et
monde musulman: de Palerme à Tolède», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT (eds.),
L’anthroponymie, document de l’histoire sociale des mondes méditerranéens médiévaux. Actes du
Colloque international (Rome, 6-8 octobre, 1994), Roma, Collection de l’École Française de Rome
(226), 1996, pp. 112-113.
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La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
10. Para una sucinta introducción al desarrollo de la onomástica en la historia del Islam ver J.
SUBLET, «Nom et identité dans le monde musulman», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT
(eds.), op. cit., especialmente pp. 98-101.
11. Un claro reflejo es la importante serie que viene publicando el CSIC desde hace varias déca-
das, Estudios onomástico-biográficos de al-Andalus, aunque no todas las contribuciones son es-
tudios propiamente sobre onomástica.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
ANTECEDENTES HISTORIOGRÁFICOS
Este es el caso de las comunidades musulmanas que pasan de un estado
de libertad religiosa y cultural en un contexto político islámico a uno de for-
zosa apostasía, renunciando a características antropológicas fundamentales, ha-
biendo pasado previamente por un estado de vasallaje a un rey cristiano con
la presión social que implica la cultura cristiana, pero sin renunciar a la liber-
tad de confesión. El análisis antroponímico de los musulmanes-mudéjares-
moriscos requiere inevitablemente hacer uso de ambos métodos analíticos de
los estudios onomásticos. Si los foros donde se transmiten las ideas tienden a
obviar los estudios del otro ámbito, aún más difícil es encontrar estudios que in-
corporen el análisis de ambos sistemas antroponímicos. La división discipli-
naria entre arabismo e hispanismo –al igual que la separación algo artificiosa
entre estudios mudéjares y estudios moriscos con frecuencia separados por la
barrera historiográfica temporal entre historia medieval e historia moderna–12
ha creado una cierta carencia de investigadores que hayan dedicado sus pes-
quisas a este tema.
Uno de los pioneros que logró superar estas limitaciones historiográfi-
cas y que ha indagado sobre el tema concreto de la onomástica morisca es Mar-
tínez Ruiz. A partir de censos de bienes habices de Granada y otras fuentes
del siglo XVI ha logrado crear repertorios en varias ocasiones de los vestigios
onomásticos árabes de la comunidad conversa de moro13. Otro importante es-
tudio que organiza el vasto acervo antroponímico morisco, en este caso para el
ámbito levantino y basado en fuentes inquisitoriales, es la investigación de La-
barta14. Algunos estudios de Labarta, así como de otros arabistas, han sabido
aprovechar estas fuentes romances para analizar también la fonética y el dia-
lecto árabe regional, un recurso adicional que nos brinda la onomástica trans-
cultural, pero que evidentemente excede nuestro propósito en este trabajo15.
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La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
16. Si ya de por sí las fuentes cristianas sobre mudéjares –especialmente en el caso castellano–
son escasas (ver M.A. LADERO QUESADA, «Los mudéjares en los reinos de la Corona de Castilla.
Estado actual de su estudio», Actas del III Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1986, pp.
5-20), son aún más pobres las fuentes árabes que han sobrevivido de los mudéjares y el caso más
deficiente, de nuevo, es el castellano: ver M.J. VIGUERA, «Les mudéjars et leurs documents
écrits en arabe», Revue du Monde Musulman et de la Méditerranée, 63-64, 1-2, 1992, pp. 155-164.
17. Además de los títulos citados más abajo, ver por ejemplo, J.-P. MOLÉNAT, «Les musulmans
de Tolède aux XIVe et XVe siècles», Les Espagnes mediévales: aspects économiques et sociaux. Mé-
langes offerts à Jean Gautier Dalché, Paris-Nice, Les Belles Letres, 1983, pp. 175-190; J.-P. MOLÉ-
NAT, «Mudéjars et mozarabes à Tolède du XIIe au XVe siècle», Revue du Monde Musulman et de
la Méditerranée, 63-64, 1-2, 1992, pp. 143-153. Este investigador, además de analizar a los mu-
déjares, también considera la etapa posterior a la conversión, por ejemplo en J.-P. MOLÉNAT, «À
propos des noms et des mosquées des vieux mudéjars de Castille après l’édit de février 1502»,
Actas del IX Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2004,
pp. 543-554. De otros autores ver también, M. GARCÍA-ARENAL, «Dos documentos sobre los
moros de Uclés en 1501», Al-Andalus, 42, 1977, pp. 167-181; F. MATEO LLOPIS, «Nómina de los
musulmanes de las montañas de Coll de Rates del Reino de Valencia, en 1409», Al-Andalus, 7,
1942, pp. 299-335; K. WAGNER, «Un padrón desconocido de los mudéjares de Sevilla y la ex-
pulsión de 1502», Al Andalus, XXXVI, 1971, pp. 373-382; y más recientemente, M.F. LOPES DE
BARROS, «Antroponímia muçulmana», en Tempos e espaços de mouros. A minoria muçulmana no
Reino Português (séculos XII a XV), Lisboa, Fundação Gulbenkian, 2007, pp. 258-299.
18. C. LALIENA CORBERA, «La antroponimia de los mudéjares: resistencia y aculturación de una mi-
noría étnico-religiosa», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT (eds.), op. cit., pp. 143-166.
19. No podemos dejar de mencionar otro estudio relevante que, a pesar de no recurrir al análisis
cuantitativo, aboga por la utilización de la onomástica para dilucidar el proceso de acultura-
ción de la población musulmana granadina antes y después de la conversión: A. ARECES GU-
TIÉRREZ, «Aproximación a la antroponimia mudéjar-morisca de Andalucía oriental reflejada a
través de documentos romances relativos a la repoblación», Actas del VII Simposio Internacio-
nal de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 1999, pp. 663-678.
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28. Sobre la política cisneriana con respecto a la asimilación de la población islámica de Granada
ver F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El problema historiográfico de los moriscos», en El problema
morisco desde otras laderas, Madrid, Libertarias, 1991, pp. 129-141.
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29. Para una buena introducción al sistema onomástico árabe clásico ver M. MARÍN, Individuo y so-
ciedad en al-Andalus, Madrid, Mapfre, 1992, pp. 175-182; o M.J. CERVERA FRAS, «El nombre pro-
pio árabe medieval. Sus elementos, forma y significado», en Aragón en la Edad Media, vol. IX,
Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1991, pp. 225-240.
30. El antropotopónimo árabe a veces se denomina laqab de procedencia en vez de nisba geográ-
fica; M.F. LOPES DE BARROS, «The Identification of Portuguese Muslims. Problems and Me-
thodology», en M. MARÍN (ed.), Medieval Prosopography, número especial de Arabic-Islamic
Medieval Culture, vol. 23, 2002, p. 222.
31. Debido a la trasformación que padecen las palabras árabes al pasar del singular al dual o al
plural indefinido, para evitar confusión, todo término árabe utilizado en el texto y en concreto
el uso de los términos onomásticos se mantendrán en su forma singular aunque en el texto el
sustantivo sea plural (una kunya, varias kunya).
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32. M. GARCÍA-ARENAL, «Documentos árabes de Tudela y Tarazona», Al-Qantara, III, 1982, pp. 27-
72. El aspecto onomástico de estos documentos también ha sido tratado en C. LALIENA COR-
BERA, op. cit., pp. 150-151.
33. Las únicas excepciones son las que nombran al individuo como hijo de su padre (Heiça, filius
de Muza Alazeiri). Se puede defender el caso de que no estamos ante una referencia exclusi-
vamente onomástica sino también de relación, donde el “filius de” no forma parte del nom-
bre del individuo como tal. Sin embargo, debido a que en este momento la onomástica latina
tampoco está fijada, se puede considerar parte del apelativo aunque éste se pueda transfor-
mar como en el caso árabe. Para estas cuestiones metodológicas sobre el nombre en la Plena
Edad Media ver P. MARTÍNEZ SOPENA (coord.), Antroponimia y sociedad.
34. C. LALIENA CORBERA, op. cit., p. 151.
35. El texto fue publicado por F. FITA, «Marjadraque según el fuero de Toledo», Boletín de la Real
Academia de la Historia, tomo VII, diciembre, 1885, pp. 371-376. El texto original se encuentra
en el Archivo Histórico Nacional con la signatura antigua, Cajón toledano 2, Ciudad Real, I,
3, 1, 1. Ver el comentario onomástico en J.-P. MOLÉNAT, «Les musulmans de Tolède…», p. 187,
y «L’onomastique tolédane…», p. 168.
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nombre en árabe en el texto principal, mientras que al dorso hay una pequeña
nota en romance con la fecha, los testigos castellanos y los nombres de los al-
guaciles. Los alguaciles figuran como Ahmad al-Çulmin/Ahamete Xulí y
Muhammad al-Faqih/Mahomad Alfaquí en el texto árabe y en la nota en cas-
tellano respectivamente. No existe empobrecimiento onomástico entre la fór-
mula árabe y la cristiana; simplemente se constata un acoplamiento algo for-
zado típico de la transliteración del árabe al romance (aunque en este caso sólo
desaparece el artículo al del sobrenombre de uno de los alguaciles)36.
Sin embargo de los seis restantes individuos árabes que son reseñados
en el texto principal (pero que no figuran en la nota castellana) ninguno tiene
más de dos elementos en el nombre, a excepción de uno que lleva tres. ¿Esta-
mos ante una reducción consciente del apelativo árabe, hasta en los docu-
mentos escritos en su mismo idioma? ¿Han padecido los granadinos al pasar
de un régimen a otro una mediatización por parte de la administración caste-
llana, aunque el escribano sea árabe y los textos escritos en su propio idioma?
¿O son otros los factores que debemos considerar?
En cuarto lugar, pese a ser expedidos en el periodo bisagra entre el fin
del régimen nazarí en Granada y el de los Reyes Católicos antes de la conver-
sión masiva, otra serie de documentos fechados en 1493 siguen sin distorsión
los patrones árabes de las fórmulas jurídicas islámicas, y encontramos claras
muestras de elasticidad en el sistema onomástico árabe. Estos documentos
están compuestos de una citación al procedimiento de una causa civil escrita en
árabe (con firma autógrafa de dos jueces islámicos) y su traducción castellana
emitida el mismo día37.
Uno de los jueces es identificado en el texto de la citación con el nombre
de Abu ‘Abd Allah Muhammad al Baqanni, pero este juez firma personal-
mente “Muhammad al Baqanni”, obviando la kunya, mientras que en la tra-
ducción romance se transcribe como Mahomad el Pequeñí, limitándose a los
dos elementos de la firma. Algo parecido tiene lugar con el otro juez, Abu
Ya‘far Ahmad ibn ‘Umar, que firma el texto como Ahmad ‘Umar, no sólo pres-
cindiendo de la kunya sino también de la partícula ibn del nasab. De nuevo el pa-
trón castellano sigue la fórmula autógrafa bajo la designación Hamed Omar. Fi-
nalmente, este patrón se repite con otro protagonista colaborador de los Reyes
Católicos en este breve periodo de mudejarismo granadino, Yahya al Nayyar,
cuyos familiares y servidumbre se convierten en la parroquia de San Salvador
del Albayzín en enero de 1500, según indican las nóminas que estudiamos.
Mientras su nombre figura en el cuerpo del texto como Abu Zakariyya Yahya
36. M. ACIÉN ALMANSA, «Dos textos mudéjares de la Serranía de Ronda (1491)», Cuadernos de Es-
tudios Medievales, 2-3, 1974-1975, pp. 245-257.
37. Archivo de la Alhambra, Leg. 390, n.º 42; Leg. 388, n.º 83; y Leg. 388, n.º 8, fechados el 23 de
julio de 1493 y publicados en J.A. GARCÍA LUJÁN y M. LÁZARO DURÁN, «Escrituras árabes gra-
nadinas y firma autógrafa de Abu Zakariyya Yahya al Nayyar», Miscelánea de Estudios árabes
y hebraicos, Sección Árabe-Islam, 54, 2005, pp. 79-99.
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al Nayyar, su firma se reduce al ism y al laqab de oficio, al igual que ocurre con
el traslado del documento al castellano en el que figura como Yaya el Nayar ha-
ciendo desaparecer la kunya y limitando el apelativo a dos elementos.
38. Los documentos fueron traducidos por el oficial Juan Rodríguez. La traducción del nombre a
veces roza una literalidad excesiva, como en el caso de un documento de partición de bienes
de 1348, en el que la firma del alfaquí escribano figura de la siguiente manera: “Yahia hijo de
Abdalla, hijo de Yahia, hijo de Abdalla Abenzacaria”. Archivo del Colegio de San Bartolomé y
Santiago de Granada (A.C.SB y SG), Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2 (19 de febrero de 1561), publica-
do en M.J. OSORIO PÉREZ y E. de SANTIAGO SIMÓN, Documentos arábigo-granadinos romanceados,
Granada, Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 1986, documento I, p.32.
39. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 66r.-67v., ibídem, doc. 3.1, p. 49.
40. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 69v.-71r., ibídem, doc. 3.9, p. 58.
41. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 37r.-39v., ibídem, doc. 4.1, p. 63.
42. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 58r.-58v., ibídem, doc. 6.1, p. 79.
43. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 51v.-52r., ibídem, doc. 8.5, p. 96.
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a un individuo al que se menciona por su kunya + ism, y que los restantes ele-
mentos de la cadena onomástica del individuo figuran en su relación estipulada
como hijo de su padre, cuyo nombre aparece con otros elementos que vienen
a vincularse por la cadena genealógica con el nombre del hijo48.
Sin embargo, en estos documentos nazaríes reparamos en otros casos que
contienen más de dos elementos, e incluso, en otros ejemplos, al individuo se
le denomina por un mero elemento aislado como un laqab o una nisba. Éstos ra-
ramente son los principales sujetos del contrato. Normalmente figuran como re-
ferencias secundarias, y en el caso de contratos de propiedad son los individuos
cuya propiedad linda con aquella en cuestión pero que no se ven afectados
por el trámite notarial49. Por consiguiente, si bien existen largas cadenas ono-
másticas en los documentos nazaríes, el apelativo árabe revela un amplio sur-
tido de combinaciones y sugiere que la expresión onomástica viene determi-
nada por la importancia del individuo, la facilidad con la que se le puede
identificar, y especialmente su relevancia en el seno del documento.
48. Ver por ejemplo el documento 8 de 1458, un pliego particional, en el que siempre se refiere al
hijo de un tal Abu-l-Hasan ‘Ali b. Ahmad b. Abi-l-Hasan, simplemente como el hijo Ahmad; L.
SECO DE LUCENA, Documentos arábigo-granadinos…, pp. 20-22. Cabe esperar un estudio a fondo
de la variabilidad de la onomástica árabe en los documentos nazaríes conservados al consti-
tuir un fondo suficientemente grande y variado para su investigación.
49. En el mismo documento citado anteriormente, dos individuos cuyas propiedades lindan con
la que se pretende partir reciben la designación de Ibn Nusayr, y al-Taçamus; ibídem, p. 21.
50. J. SUBLET, Le voile du nom, pp. 126-130.
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árabe, más que un idioma cotidiano, fue la lengua sagrada, aunque el hecho de
que otras lenguas sean lícitas en el Islam probablemente permitió cierto ajus-
te entre los mudéjares que lentamente perdieron el uso del árabe54.
A pesar de la relativa escasez de documentación sobre individuos mu-
déjares (al menos en el caso castellano) se ha podido recoger cierto acopio ono-
mástico de los súbditos musulmanes de los reyes hispánicos que permite una
relativa aproximación a la antroponimia mudéjar. Constatamos una decaden-
cia lingüística generalizada del antropónimo mudéjar árabe en el caso de los so-
brenombres (los ism ‘alam de los mudéjares se analizarán en contraste con los
de la nómina granadina más adelante). Si examinamos el caso probablemente
más afectado por la pérdida de la lengua autóctona de las comunidades mu-
déjares –el del reino de Castilla– sobresale el hecho de que la inmensa mayoría
de los que constan con sobrenombre utilizan un apelativo en lengua romance.
Sólo constan menos de un 15% con un sobrenombre en lengua árabe para la co-
munidad mudéjar de Uclés55, un cuarto del colectivo musulmán del Campo
de Calatrava56 y algo menos de un tercio de los mudéjares de Sevilla57. Aunque
es preciso ser cauteloso por las limitaciones cuantitativas de estas muestras,
posiblemente la pérdida de la lengua en este caso conlleva una directa rela-
ción con cierta transformación antroponímica.
54. B. VINCENT, «Los moriscos y los idiomas árabe, castellano y catalán», en E. LORENZO SANZ
(coord.), Proyección histórica de España en sus tres culturas: Castilla y León, América y el Medite-
rráneo, I, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1993, pp. 369-378.
55. Se ha calculado a partir de en una muestra de 63 individuos de la nómina publicada en M.
GARCÍA-ARENAL, «Dos documentos sobre los moros…».
56. El cálculo está basado en una muestra de 45 individuos con sobrenombre en el repertorio de
mudéjares publicado en M.F. GÓMEZ VOZMEDIANO, Mudéjares y moriscos en el Campo de Calatrava.
Reductos de convivencia, tiempos de intolerancia (siglos XV-XVII), Ciudad Real, Biblioteca de Au-
tores Manchegos, 2000.
57. El cómputo se ha efectuado siguiendo el padrón de 32 individuos (de los cuales sólo 25 tienen
sobrenombres) publicado en K. WAGNER, op. cit.
58. Existen otros casos interesantes de nóminas de designaciones árabes (sean los individuos
cristianos mozárabes o árabes islámicos), a veces con elementos híbridos, transcritos en do-
cumentos en latín que han sido el objeto de ciertos estudios. Ver por ejemplo, R. HITCHCOCK,
«Arabic proper names in the Becerro de Celanova», en D. HOOK y B. TAYLOR (eds.), Cultures in
Contact in Medieval Spain: Historical and Literary Essays Presented to L.P. Harvey, Londres, King’s
College Medieval Studies, 1990, pp. 111-126.
156
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
59. A. GONZÁLEZ PALENCIA, Los mozárabes de Toledo en los siglos XII y XIII, Madrid, Instituto
Valencia de Don Juan, 1930, vol. preliminar pp. 123-129. Ver también el análisis onomástico
llevado a cabo en J.-P. MOLÉNAT, «L’onomastique tolédane…», pp. 169-173.
60. “Estas fluctuaciones en materia tan fundamental como el nombre [...] quieren decir bien cla-
ramente que los nombres cristianos eran algo como pegadizo, puesto que en la vida familiar
y social, en los casos solemnes cuando había de surtir efecto la personalidad, había que advertir
que aquel hombre era llamado de otra manera, a la arábiga”. L.A. GONZÁLEZ PALENCIA, op. cit.,
p. 124. Ver también, J.-P. MOLÉNAT, «L’onomastique tolédane…», p. 170.
61. A. GONZÁLEZ PALENCIA, op. cit., p. 129.
157
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
62. “Mas para vuestra conversaçion sea syn escandalo a los christianos de naçion y non piensen
que aun teneys la seta de Mahomad en el coraçon es menester que vos conformeys en todo y
por todo a la buena y honesta conversaçion de los buenos y honestos christianos y christianas
en vestir y calçar y afeytar, y en comer y en mesas y viandas guisadas como comunmente
las guisan y en vuestro andar y en vuestro dar y tomar y mucho y mas que mucho en vuestro ha-
blar, olvidando quanto pudieredes la langua araviga y faziendola olvidar y que nunca se hable en vues-
tras casas. Y porque para que algunos guarden las cosas susodichas sera menester alguna pre-
mia...”, Archivo General de Simancas (AGS), Diversos de Castilla, L. 8, fol. 114, publicado en
M.A. LADERO QUESADA, Granada después de la conquista: Repobladores y Mudéjares, Granada, Di-
putación Provincial de Granada, 1993, doc. 127, pp. 545-548.
63. Ver Cédula de la Capilla Real: A.I.C.G., Reales Cédulas, lib. II duplicado, fol. 70, publicado en
A. GALLEGO BURÍN y A. GAMIR SANDOVAL, Los moriscos del reino de Granada según el sínodo de Gua-
dix de 1554, Granada, Universidad de Granada, 1968, p. 202.
64. Según Vincent, las medidas legales no fueron más que amenazas sin consecuencias: B. VINCENT,
op. cit., p. 369.
65. Archivo General de Simancas, Sección: Diversos de Castilla, libro 8, fol. 123, publicado en J.
ALBARRACÍN NAVARRO, «Memorial a propósito de los alfaquíes de la Granada mudéjar», en
C. del MORAL (ed.), En el epílogo del Islam andalusí: La Granada del siglo XV, Granada, al-Mudun,
2002, pp. 303-305.
158
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
66. A. ECHEVARRÍA ARSUAGA, Caballeros en la frontera. La guardia morisca de los reyes de Castilla (1410-
1467), Madrid, UNED, 2006, pp. 147-153; y colección documental, pp. 203-279.
67. Otro ejemplo de conversos del Islam cuya personalidad onomástica árabe es conservada
junto con la cristiana durante un periodo de transición es el caso de Galicia durante el siglo XII
y XIII estudiado por J. GAUTIER DALCHÉ, «Les sarrasins du monastère de Sobrado», en Mino-
rités et marginaux en France et dans la péninsule ibérique (VII-XVIII siècles. Actes du Colloque de Pau
27-29 mai, 1984, Paris, Édition CNRS, 1986, pp.71-88.
68. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría, Ma-
drid, Biblioteca de la Revista de Occidente, 1978, p. 102.
69. La farda menor o farda de la mar, sin embargo, sí fue impuesta a todos los cristianos sin distinción.
Ibídem, p. 23. Ver también la discusión sobre lo que Galán Sánchez denomina una fiscalidad di-
ferencial en A. GALÁN SÁNCHEZ, «De mudéjares a moriscos: los problemas metodológicos de
una transición», en M. BARRIOS AGUILERA y A. GALÁN SÁNCHEZ (eds.), La historia del reino de Gra-
nada a debate. Viejos y nuevos temas. Perspectivas de estudio, Málaga, CEDMA, 2004, pp. 314-317.
159
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
partir de este momento empiezan a recrudecerse las normas contra los signos
externos de pertenencia a un colectivo que será desde sus inicios y sin tregua
sospechoso de prácticas cripto-musulmanas. No obstante, la práctica de las
autoridades castellanas de distinguirlos, por una parte, y aprobar medidas
contra su alteridad para forzar una asimilación total, por otra, refleja una in-
herente contradicción tan categórica que haría cada vez más enrevesada la in-
tegración de los moriscos70. Esta posición irreconciliable llevaría a los moriscos
(y sobre todo a los que no necesariamente fueron cripto-musulmanes de con-
ciencia) hacia una anomia social que, entre otras consecuencias, se traduciría en
una creciente ambigüedad onomástica.
Las normas que se establecieron contra el ism serían acompañadas de
otras contra el sobrenombre por primera vez en 1526, con las medidas de la
Capilla Real. Estas normativas ya no iban expresamente contra lo dictado
por el estamento religioso al ser los sobrenombres meros adiaphora (es decir,
características diferenciales que no atentan contra la ortodoxia cristiana),
sino más bien se insertan en una larga ristra de medidas contra las señas de
identidad más visibles71. El nombre junto con el idioma, las tradiciones, la ves-
timenta y otros signos externos que hacían evidente la alteridad morisca, se
convirtieron en nuevo caballo de batalla de las autoridades castellanas72.
No obstante, el golpe definitivo vino de las recomendaciones de los prela-
dos que surgieron del sínodo provincial de Granada en 1565 y que, junto con
las deliberaciones que tuvieron lugar un año más tarde en Madrid, dieron paso
a la pragmática publicada en 1567. Estas normas volvieron a prohibir todo aque-
llo que se había dispuesto anteriormente y que posteriormente se había aplaza-
do de forma indefinida, pero ya no cabía el tono conciliador que caracterizó a mu-
chos de los dictámenes previos. No obstante, los moriscos no parecen haber
perdido la esperanza de poder lograr aplazar una vez más las medidas con cier-
70. Harvey afirma, “On the Christian side, there was a great theoretical longing to have the conversions
become a reality and, at the same time, no practical desire to have these people in any but a menial
place on the margins of society”, L.P. HARVEY, Muslims in Spain 1500-1614, Chicago, The Uni-
versity of Chicago Press, 2005, p. 238. Ver también, A. GALÁN SÁNCHEZ, «Segregación, coe-
xistencia, y convivencia: algunas notas sobre los musulmanes en la ciudad de Granada (1492-
1570)», en M. BARRIOS AGUILERA y J.S. GONZÁLEZ ALCANTUD (eds.), Granada en el V Centenario.
Granada, Universidad de Granada, pp. 340-342. Sobre los antecedentes medievales de la aco-
metida institucional contra la alteridad, ver, R.I. MOORE, The Formation of a Persecuting Society.
Power and Deviance in Western Europe, 950-1250, Oxford, Blackwell, 1987.
71. “Asimismo somos informados que algunos de los nuevamente convertidos se llaman nombres
y sobrenombres de moros; mandamos que de aquí adelante no se lo llamen, y si alguno de ellos
tiene agora nombre o sobrenombre que suene a moros, lo quite y no se lo llame más y tome
otro nombre de cristiano”, A.I.C.G., Reales Cédulas, lib. II duplicado, folio 70, publicado en A.
GALLEGO BURÍN y A. G ÁMIR SANDOVAL, op. cit., pp. 204-205.
72. A. GALÁN SÁNCHEZ, «Los moriscos del reino de Granada. De las capitulaciones de la conver-
sión a las medidas de la Capilla Real», Actas del III Coloquio de Historia Medieval Andaluza,
Jaén, 1984, pp. 90-98.
160
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
ta maña negociadora y alguna concesión financiera73. Una vez más, tanto los
nombres como los sobrenombres de moros fueron explícitamente proscritos74.
Es en este momento cuando el portavoz por excelencia de los agravios
moriscos, Francisco Núñez Muley, lanzará su última elocuente protesta contra
estas restricciones, incluyendo las onomásticas. Al margen de la radicalidad
de su discurso (no hay que perder de vista que pone en tela de juicio la misma
licitud de los bautizos forzados contra lo capitulado por los Reyes Católicos,
aunque acepte la irreversibilidad de la conversión), clamará en todo momen-
to por el derecho de llevar el sobrenombre árabe al no verse éste reñido con nin-
gún presupuesto teológico. En ningún momento cuestiona abiertamente la
prohibición del uso del ism árabe, pero al final de su memorial, el portavoz
morisco hará un tour de force discursivo apelando a la compasión tanto como a
la razón de los cristianos viejos pidiéndoles que se metan en la piel de los mo-
riscos por un instante. Núñez Muley les pregunta cómo se sentirían si fueran
expuestos a las mismas medidas coercitivas que ellos padecían, en donde se les
exigía que cambiaran toda su forma de ser, de hablar, de celebrar, de identifi-
carse, de relacionarse de la noche a la mañana... Es en su conclusión donde el
antiguo paje del arzobispo Talavera menciona lo absurdo que supone ser obli-
gado a cambiar de sobrenombre y de nombre75. Sin necesidad de leer más allá de
lo que explicita el texto, es relevante destacar que la crítica –velada o incons-
ciente– de la negación de la identidad expresada a través de todos los ele-
mentos onomásticos árabes, incluyendo el ism, sea insinuada por un morisco
cuya sincera adscripción al cristianismo nunca se había puesto en duda.
161
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
77. Por ejemplo, en el asiento 151 encontramos, “Mahomad Xibili alvardero llamose Juan”; en el
asiento 779, “Maçoda negra llamose Francisca”; en el 1254, “Hamete Yaça ollero casado de 28
años, Bartolomé”; y en el 1283, “Axa muger de Juan Molinero, ella de 35 años, María”.
78. B. NEUNHEUSER, Historia de los dogmas. Bautismo y confirmación, Tomo IV, Cuaderno 2, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 1974, pp. 90-106.
79. El caso del nombre de Muhammad es excepcional debido en parte al carácter sagrado del
nombre del profeta y la necesidad que existía de evitar la pronunciación formal de este ism para
no invocar directamente al mensajero del Islam. Sobre esta cuestión y las variantes del nom-
bre Muhammad ver F. de la GRANJA, «A propósito del nombre Muhammad y sus variantes en
occidente», Al-Andalus, 33, 1968, pp. 231-240. Ver también la discusión de esta cuestión en
M. de EPALZA, «Bibliografía hispànica sobre Aràbia, Mahoma (Muhammad) i l’Alcorà», en
M. de EPALZA, L’Alcorà. Traducció de l’àrab al català, introducció a la lectura i cinc estudis alcorànics,
Barcelona, Proa, 2001, pp. 1008-1013.
162
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
do de Parra). Es muy probable que fueran estos individuos los que otorgaron
la inmensa mayoría de los nombres cristianos.
En algunos casos, encontramos ciertos comentarios que revelan la expre-
sa voluntad del neófito de elegir su nombre: cinco en el elenco de nombres
masculinos80, y ocho en el femenino81. Además, se puede constatar que en cua-
tro casos los nombres están tachados en la nómina y se especifica otro en su
lugar82. Esta corrección no indica necesariamente que el bautizado no estuvie-
ra conforme con el nombre y propusiera una alternativa en última instancia,
pero es muy probable. De cualquier manera, son tan escasos los indicios de la
intervención de los neófitos que, en líneas generales, induce a concluir que en
la mayoría de los casos los nombres no eran elegidos por ellos mismos.
Debemos también considerar el relativo desconocimiento del idioma cas-
tellano habida cuenta de la esporádica interacción que habrían tenido los gra-
nadinos con los castellanos en los escasos ocho años transcurridos desde la
conquista y en un contexto –el de Granada capital– donde los musulmanes se-
guían siendo demográficamente mayoritarios. Estos factores habrían favorecido
un exiguo conocimiento de la onomástica cristiana por los oriundos de la ciu-
dad y, debido a la relativa variedad de nombres castellanos que figuran en las
nóminas, debemos dar por hecho que los nombres de pila fueron impuestos casi
exclusivamente por los castellanos que administraron el bautismo.
Al margen del nombre, en algunos asientos de la nómina también se pro-
porcionó información –como hemos mencionado– relativa a otras característi-
cas personales de los granadinos. Estos datos (sobre todo, los relacionados con
los oficios) no hubieran podido ser recabados sin que alguien mediara como
traductor, teniendo en cuenta que el castellano era desconocido hasta por al-
gunos de los más estrechos colaboradores granadinos de los Reyes Católicos83.
No hay mención a ningún trujamán en las nóminas de bautizos, pero éstas no
siempre recogían la noticia de todos los que estaban presentes en el sacramen-
to. Posiblemente algunos de los que administraron el bautismo pudieron haber
formado parte del equipo del arzobispo Talavera, quien se ocupó de que apren-
dieran al menos los rudimentos de la lengua árabe para las misiones en Granada.
De cualquier modo, no parece haber mediado una barrera lingüística adversa-
mente en este multitudinario proceso que se llevó a cabo en muy pocos días.
Sin duda, el problema sobre la mediatización del nombre musulmán, sea
en este caso de la conversión general de los granadinos o en las referencias de
80. Los asientos masculinos corresponden a [833], [954], [1137], [1143], [1162].
81. Los asientos femeninos corresponden a [919], [934], [1126], [1139], [1140], [1149], [1160], [1234].
82. Los cuatro asientos donde se encuentra el nombre tachado y reemplazado por otro corres-
ponden a [155], [412], [440], [978].
83. A. GALÁN SÁNCHEZ, Los mudéjares del Reino de Granada, Granada, Universidad de Granada,
1991, p. 272.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
84. J.-P. MOLÉNAT, «L’onomastique tolédane…», p. 168; P. GUICHARD, op. cit., p. 121; y C. LALIENA
CORBERA, op. cit., p. 146.
85. M.A. LADERO QUESADA, Los mudéjares de Castilla en tiempos de Isabel I, Valladolid, Instituto “Isa-
bel la Católica” de Historia Eclesiástica, 1969, p. 34.
86. Pese a esta cautela metodológica, el estudio de las referencias sobre los oficios de los indivi-
duos de esta muestra proporciona un cuadro laboral muy variado donde predomina el ramo
artesanal como era de esperar en una urbe musulmana de finales del siglo XV. Para el estudio
detallado de los oficios de esta población ver G. CARRASCO GARCÍA, op. cit., pp. 356-361.
164
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
87. Los nombres que figuran en el cuadro incluyen las siguientes variaciones en la transliteración
del árabe al castellano: Abraen incluye Abrahen, Abrahin, Abrahym, Abrayn. Hamete inclu-
ye Hamet, Hamed, Amet, Amete. Abdalla incluye Avdal, Avdala, Avdalafe, Avdalla. Azen
incluye Façen. Abulcaçin incluye Abulaçin, Bulcaçin, Bularçin, Bulcacim. Caçin incluye Caçen,
Caçini. Çayd incluye Çayit. Çad incluye Çadi. Çali incluye Çale. Maçot incluye Maçod, Maçar,
Maçote. Muça incluye Muza. Ubecar incluye Ubeque, Hobeque, Obacar. Yusuf incluye Yuçef.
Yça incluye Ynça, Ynçafa. Mahomad incluye Mahama, Mahamad, Mahamat, Mahame, Ma-
hamed, Mahamen, Mahamet, Mahoma, Mahomat, Mahomed, Mahomet, Mahuma, Mo-
hamad, Mohamed, Muhamad, Muhamed, Muhamet, Muhoma. Se ha optado en el cuadro
por la forma más común reflejada en las nóminas y entre paréntesis se ha incluido la versión
árabe más próxima, aunque algunas equivalencias no dejan de ser dudosas.
165
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
nombres que figuran una sola vez –los hapax89– en algún caso pueden ser ape-
llidos, sobrenombres, o incluso apodos. La concentración onomástica masculina
que resulta del cómputo es de un nombre por algo menos que cada 14 varones.
88. Los siguientes 28 nombres aparecen exclusivamente en una sola ocasión (equivalen cada uno
al 0,14% del total de los nombres de varón en la nómina): Abdulazis [‘Abd al-‘Aziz], Abelud
[Abu’l-yumm?], Abrax [Abu ra’s?], Ala [‘Ala], Almoran [Marwan?], Anbar [‘Amr?], Azenez
[¿?], Bancaliz [Bahiliz?], Bati [Badi?], Çuleman [Sulayman], Fala [¿?], Fuçey [Husayn?], Galid
[Walid], Gedarreya [¿?], Hadan [Haddad?], Halib [Galib?], Hamerlen [¿?], Hay [Hayy?],
Hubey [Hubab?], Macael [Mikayil], Mochs [¿?], Mulad [Mu‘ad?], Patra [Badr?], Ximon
¯
[Sim‘an], Xuay [Çuhayb?], Yala [Ya‘la], Yayey [Yahyà] y Yeyça [Ya‘iç?].
89. El uso del concepto de hápax (o hapax legomenon) se utiliza en este estudio no en el sentido de
identificar un término –en este caso un antropónimo– único y desconocido por la tradición cul-
tural de la que dimana, sino en el sentido más amplio de identificar un término que surge una
sola vez dentro del corpus o la muestra que se maneja en un estudio concreto.
90. Los nombres que figuran en el cuadro incluyen las siguientes variaciones en la transliteración
del árabe al castellano. Fatima incluye Fatyma. Axa incluye Ahaja, Aixa, Aja, Axe, Haxa,
Haxe, Fax y Faxa. Omalfata incluye Omarfata, Omalfaate, Omarfate, Omalfate, Malfate, Mal-
fad y Marfata. Marien incluye Merien y Mary. Omaleoli incluye Omale Oli, Omalaoli, Oma-
roli, Omalioli, Omali, Omareoli, Omalyoli y Mabanli. Omalhazen incluye Omalfaçen, Omal-
hasçen, Omalfazen, Omalazen, Omalaçen, Omalaçin Umafaçin, Malhaçen, Malfaze y
Malfaçen. Zara incluye Sahara. Xança incluye Xançi, Xançe, Xençi, Xeunçe, Xemeçi y Xe-
meçia. Çayda incluye Çeyda y Çayde. Bubarica incluye Bobarica y Buvalica. Mahabuva incluye
Muhabuva y Mafabuba. Equebil incluye Yquibil. Maçota incluye Maçoda. Omalhany contie-
ne Homalfany y Mafany. Se ha optado en el cuadro por la forma más común reflejada en las
nóminas y se ha incluido entre paréntesis la correspondencia árabe más próxima.
166
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
91. Hay 24 nombres que figuran una sola vez (0,15% cada uno): Acorretalayny [Qurrat al-‘ayn],
Afia [‘Afiya], Anesuna [‘Ayçuna], Auli [‘Alla], Bubaran [¿?], Çadaba [¿?], Cuesma [Qusayma?],
Fafa [¿?], Fata [Fadl?], Fatia [Fatyan?], Fay [Fajr?], Foçayn [Futayma?], Guebiça [Kabira?], Hara
[Hawr?], Humalez [Umm al-‘ayç], Jofar [Ya‘fara?], Muça [Muzna?], Munina [Maymuna?],
Omaçat [Umm Sa‘d], Xiran [Çirin?], Xofuma [¿?], Zeny [Zaynab?], Zidal [¿?], y Zohor [Zuhayr?].
92. Los datos del cuadro han sido extraídos del listado onomástico efectuado por M.L. ÁVILA, La so-
ciedad hispanomusulmana al final del califato (Aproximación a un estudio demográfico), Madrid, CSIC,
1985, pp. 93-180. Son 1.132 nombres masculinos árabes de la época califal de al-Andalus desde
la segunda mitad del siglo X al XI, extraídos de las obras de Ibn al-Faradi, Ibn Baçkuwal e ‘Iyad.
Se han eliminado de la muestra los escasos nombres femeninos que figuran en el elenco.
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93. Los datos están tomados del cuadro de J.-P. MOLÉNAT, «Mudéjars et mozarabes à Tolède du XIIe
au XVe siècle», Revue du Monde Musulman et de la Méditerranée, 63-64, 1-2, 1992, p. 147, para los
años que van desde 1401-1425, 1426-1450, 1451-1475 y 1476 a 1500 (las últimas cuatro co-
lumnas). Se ha optado por incorporar todo el siglo XV en vez del último cuarto de siglo por
la exigüidad de la muestra en cada una de las franjas temporales.
94. Los nombres que figuran una sola vez son, Omar, Lope, Hasis, Abdelasis, Haçan, Farax y Çayde.
95. Para el caso de Ávila el dato está tomado de S. de TAPIA SÁNCHEZ, La comunidad morisca de
Ávila, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991, p. 90. La muestra aragonesa viene de C.
LALIENA CORBERA, op. cit., pp. 158-159. Ver el cuadro 3 para el dato andalusí, y el cuadro 4
para el caso de los mudéjares toledanos que tampoco sobrepasan el 20%. El caso lisboeta
puede resultar algo distorsionado al ser recabado el repertorio del ism también de los padres
y abuelos que figuran en el nasab de los individuos en cuestión: ver F. LOPES DE BARROS, «The
Identification of Portuguese…», p. 223.
169
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96. Los mudéjares de Ávila son los que muestran menos incidencia de estos dos nombres (21%):
S. de TAPIA SÁNCHEZ, op. cit. La excepción, de nuevo, la encontramos en el cómputo especial
del ism de los mudéjares lisboetas con un 41,26% del total: F. LOPES DE BARROS, «The Identifi-
cation of Portuguese…». Asimismo, la muestra de Aragón supera ligeramente el tercio con un
36,90%: C. LALIENA CORBERA, op. cit.
97. El caso aragonés es el único que se aproxima algo a la concentración granadina, aunque no
llega a superarla. Los cuatro nombres más frecuentes de la muestra de Aragón alcanzan una
tasa del 72,84%: C. LALIENA CORBERA, op. cit.
98. Los repertorios onomásticos árabes de mujeres mudéjares publicados son limitadísimos y
normalmente basados en una muestra insuficiente, por lo que de poco nos sirve utilizarlos
como contraste con la nómina de 1500. Por ejemplo, ver el caso de las mujeres mudéjares de
Lisboa y Évora en F. LOPES DE BARROS, «The Identification of Portuguese…», p. 225; o el caso
de Ávila con una muestra de 36 mujeres en S. de TAPIA SÁNCHEZ, op. cit., p. 80. Para la ono-
mástica femenina andalusí como referente previo ver M. MARÍN, «Notas sobre onomástica y
denominaciones femeninas en al-Andalus (siglos VIII-XI)», Homenaje al profesor Darío Cabanelas
Rodríguez, I, Granada, Universidad de Granada, 1987, pp. 37-52.
170
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99. Esta mayor concentración antroponímica femenina de la nómina granadina se repite hasta
entre los cinco nombres más comunes (85,49% acumulado) comparado con el repertorio mo-
risco valenciano (80,33% acumulado). A partir del sexto nombre la concentración relativa se
va igualando y luego se ve superada por la nómina valenciana: A. LABARTA, La onomástica de
los moriscos…, p. 61.
100. R. ARIÉ, L’Espagne musulmane au temps des Nasrides (1232-1492), Paris, 1973, pp. 417-420.
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101. R.W. BULLIET, Conversion to Islam in the Medieval Period. An Essay in Quantitative History, Bos-
ton, Harvard University Press, 1979, especialmente los capítulos IV y VI.
102. Para el caso del Islam peninsular, Bulliet argumenta que el último aumento de estos cinco ape-
lativos islámicos se debe a “...a second surge of popularity resulting from the accelerating Christian
reconquest of Spain and the strong feeling it aroused that one should openly proclaim one’s Muslim iden-
tity”, ibídem, p. 119.
103. Ibídem, capítulo X, y específicamente el gráfico 21, p. 118.
104. Ver referencias en nota 95.
105. M.A. LADERO QUESADA, Los mudéjares de Castilla y otros estudios de historia medieval andaluza, Gra-
nada, Universidad de Granada, 1989, pp. 80-81.
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106. M.C. AGUILERA CASTRO, «Los nombres de los cordobeses en la segunda mitad del siglo XV»,
en La Vida Cotidiana en la España Medieval. Actas del VI Curso de Cultura Medieval, Madrid,
1998, pp. 247-257.
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107. Seis son los nombres que figuran tres veces cada uno (0,38%): Adan, Álvaro, García, Gaspar,
Myguel y Sancho. Sólo un nombre, Geronymo, figura dos veces (0,26%). Asimismo, contamos
con otros 11 nombres cristianos que se conceden en una sola ocasión (equivale al 0,13% del total
de nombres varones): Benyto, Bernardino, Carlos, Domingo, Jorje, Lope, Lorenzo, Marcos,
Nuño, Sebastian e Yñigo.
108. Figuran otros seis nombres con una sola mención (equivalente al 0,14%): Antonia, Barbara, Bio-
lante, Giomar, Luzia y Ursula.
174
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Esa elevada concentración se acentúa aún más entre los nombres de pila
de las mujeres granadinas. Sólo los dos primeros nombres, Leonor y María,
acaparan más de la mitad de la población de la muestra, mientras que para
alcanzar ese mismo porcentaje entre los cristianos viejos se precisan cuatro
nombres en el caso sevillano y cinco para la muestra de Córdoba. La ratio de
concentración antroponímica es de un nombre por cada diez mujeres de la
muestra cordobesa, mientras que alcanza un nombre por cada 34 mujeres entre
los nombres otorgados durante la conversión de Granada.
Es indudable que las modas onomásticas de la población cristiana fue-
ron consciente o inconscientemente reproducidas por los que oficiaron el bau-
tismo de esta primera generación de moriscos granadinos. El caso más singu-
lar es el de los nombres más frecuentes de las mujeres que reflejan –como ya
remarcó Ladero Quesada– el de la familia real, incluyendo la reina Isabel y las
infantas Juana, Catalina, Isabel y María109.
Si bien el orden de los nombres proporcionados a los granadinos y a las
granadinas no coinciden exactamente con la onomástica cristiana tradicional de
finales del siglo XV, tienden a ser los habituales si hacemos caso omiso de ciertos
hapax anecdóticos. La reducción onomástica probablemente responde al factor re-
petitivo causado por el hecho de que uno o pocos individuos fueran responsables
de adjudicar un nombre para cada neófito que asistiera al bautismo a lo largo de
uno o varios días. Pese a contar con otros responsables del bautismo, la conver-
sión en la parroquia granadina de San Gregorio estudiada por Ladero Quesada
muestra un acervo y frecuencias relativamente similares a las que se han calcu-
lado en nuestra nómina de las parroquias de Santa Isabel y San Salvador, por lo
que el proceso de cambio antroponímico parece haber sido constante en la ciu-
dad de Granada a inicios de 1500110. Asimismo, no hay constancia de una tasa des-
proporcionada del nombre del propio padrino (en las escasas ocasiones que se co-
noce) en las distintas parroquias de la nómina, como sin embargo insisten
algunos investigadores para otros procesos de conversión111.
109. M.A. LADERO QUESADA, «Los bautismos de los musulmanes…», p. 504. Aunque el nombre
más común entre las moriscas –el de Leonor– no se encuentre entre las hijas de los Reyes Ca-
tólicos, no hay que perder de vista que fue un nombre muy habitual entre la realeza hispánica
durante gran parte de la Edad Media, y en 1498 nacería la primogénita de la infanta Juana y
el Archiduque de Austria, Felipe, y recibiría precisamente el nombre de Leonor.
110. Ibídem, pp. 502-503.
111. B. VINCENT, «El nombre cristiano de los moriscos», en Minorías y marginados en la España del siglo
XVI, Granada, Diputación provincial de Granada, 1987, pp. 39-40; M. ROMERO SÁIZ, Mudéjares y mo-
riscos en Castilla-La Mancha. Aproximación a su estudio, Cuenca, Editorial Llanura, 2007, pp. 136-
137. El caso más claro donde el nombre de uno de los testigos del bautismo influye decisivamente
en la selección antroponímica y distorsiona los porcentajes con respecto a otras nóminas es la de
la diócesis de Guadix en 1501. El nombre de Luys (poco frecuente entre los castellanos) es el más
común entre los conversos, y Luysa (aún más raro) es el segundo en proporción entre las conversas.
No es de extrañar que uno de los tres testigos se llame Luis Biamonte: ver C.J. GARRIDO GARCÍA, «El
establecimiento de la estructura eclesiástica en el Reino de Granada como condicionante de las con-
versiones mudéjares. El caso de la Diócesis de Guadix», Actas del VIII Simposio Internacional de
Mudejarismo, vol. I, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2002, pp. 596 y 600-604.
175
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
112. Los datos del cuadro han sido extraídos de F. GARCÍA FITZ y J.M. MIURA ANDRADES, «Los ana-
les de don Diego Ortiz de Zúñiga. Un análisis de la onomástica medieval sevillana», Actas del
II Congreso de Historia de Andalucía, Historia Medieval, Córdoba, 1994, p. 194. Se han utilizado
los datos de la columna 10 del cuadro I-1, correspondientes a los nombres masculinos sevi-
llanos de 1475 a 1500 y se han reordenado de mayor a menor frecuencia.
113. Desgraciadamente los datos sobre los nombres y las frecuencias del elenco antroponímico
restante no han sido divulgados en la publicación de García Fitz y Miura Andrades.
114. Un individuo con el ism de Çayda tiene un 50% de posibilidades de que le otorguen el nom-
bre de Catalina, mientras que en la nómina general este nombre de pila apenas supera el
18%. Asimismo, un individuo con el ism de Yça tiene un 60% de probabilidades de que le
bauticen con el nombre de Juan cuando éste apenas supera el 25% en la nómina. No obstan-
te, debido a la exigua frecuencia de estos ism, las discrepancias se pueden achacar al azar.
176
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
la elección del nombre por parte del oficial cristiano en función de la edad del
granadino, aunque de nuevo no parece formar parte de un plan premedita-
do, sino del poder sugestivo personal del oficial que media en dicha elección115.
Hasta cierto punto, parece que sí rechazaron la trasnominación, es decir,
pasar de un ism árabe a su equivalente castellano, a pesar de ser teológica-
mente lícito. Por ejemplo, nombres como Ibrahim, Yusuf, Yahyà y Maryam te-
nían sus equivalentes castellanos en Abrahán, José, Juan o María respectiva-
mente. Las autoridades eclesiásticas probablemente eran conscientes de la
importancia que escondía el nombre como poderoso receptor de identidad.
En este caso, puede verse la expresa voluntad por romper todo vínculo entre el
antiguo nombre y el nuevo, o de borrar toda conciencia religiosa y evitar la
metonimia, es decir, impedir que el nuevo nombre evocara de alguna forma el
original arraigado en la tradición islámica116.
Más adelante, abordaremos el análisis de los sobrenombres castellanos y
árabes de la nómina de 1500 y los compararemos con las nóminas de 1569 para
poder aprehender la evolución onomástica y avanzar alguna hipótesis sobre
la autenticidad del uso onomástico árabe según se reconoce y transmite en la
documentación cristiana.
115. Los individuos que llevan el nombre de Juan tienen una media de 36 años, mientras que los
que portan el nombre de Fernando tienen una media de sólo 18 años. Asimismo, para la ono-
mástica femenina, los individuos que adquieren el nombre de Juana tienen una media de 69
años, y sin embargo a los que se les impone el nombre de Catalina no superan los 24 años.
116. Vincent ya se inclinó originalmente por esta hipótesis: “...obtengo la impresión, a confirmar
o no, de que el nombre cristiano impuesto a los moriscos está desligado casi por completo de
la fe musulmana y de la herencia familiar”. B. VINCENT, «El nombre cristiano…», p. 41. No obs-
tante, en el contexto de la conversión de los mudéjares de Castilla, Molénat sí considera que
pudo existir cierta metonimia al menos entre aquellos individuos que pudieron elegir su pro-
pio nombre. La evocación antroponímica en el ejemplo que presenta de los conversos de
Ávila no hace referencia al nombre original del individuo que recibe el bautismo, sino más
bien a un nombre que evoca otro nombre musulmán como es el caso de Lope/Lubb (aunque
a nuestro modo de ver no deja de ser un caso aislado que pudiera explicarse por otros facto-
res): J.-P MOLÉNAT, «À propos des noms…», pp. 548-549.
117. B. VINCENT, «El nombre cristiano…», pp. 41-43.
177
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
118. Ciertos casos muestran duda al pedirles durante el proceso su nombre cristiano: “Catalina
Payot... declara que su hija se llama Futey y de cristiana no sabe el nombre y luego dixo que se
llama Esperança...”, ibídem, p. 41.
119. C. KLAPISCH-ZUBER, «Quel Moyen Âge pour le nom?», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT,
L’anthroponymie..., pp. 475-476.
120. “C’est pour préparer l’enfant au moment où il sortira du milieu familial que les parents ont le souci de
lui donner des noms qui serviront de <substituts> au ‘ism’, en particulier ‘kunya’ et, pour les garçons
des surnoms à résonance religieuse composé avec al-dîn, et pour les filles parfois un surnom composé
avec sitt (<dame>) ou des noms de substitution, c’est-à-dire plusieurs sortes de ‘ism’”, J. SUBLET, Le voile
du nom, pp. 191-192.
178
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
sifica teóricamente como un acto religioso121. Esto venía a ser conocido por los
moriscos como las fadas122, basadas en una serie de rituales que incluían no
sólo la elección del nombre del neonato, sino también su consagración a Dios
como en el caso del bautismo cristiano123. De hecho, los moriscos cripto-mu-
sulmanes reconocían que el ritual de las fadas era preceptivo según la tradi-
ción y que existía un paralelismo con el bautismo cristiano, tal como nos rela-
ta el Mancebo de Arévalo en sus enseñanzas aljamiadas124. No obstante, Bulliet
asevera que en el mundo musulmán no hubo un rito de adopción del credo con
la importancia y solemnidad del bautismo cristiano. Un individuo se convier-
te al Islam pronunciando las ocho palabras de la profesión de fe –la šahāda– sin
necesidad de la presencia específica de una autoridad espiritual125.
Lo que los mudéjares y moriscos llamaban fadas era aquello que se co-
nocía desde época pre-islámica como tasmiyat al mawlūd, la imposición del
nombre al neonato seguido de la profesión de la fe en tiempos islámicos, que
se dividía originariamente en dos ceremonias: el tah· nik, en que se frotaba un
dátil en el paladar del neonato –práctica que, con el tiempo, cayó en desuso en
el mundo islámico– y la ‘aqiqa, donde se cortaba un mechón de pelo del bebé
y se donaba su peso en plata u oro, se sacrificaba un animal y se celebraba
un banquete126.
En la Castilla medieval las autoridades de las aljamas islámicas hicieron
hincapié en la importancia de no perder estas tradiciones, que fueron roman-
ceadas al menos desde el siglo XV debido al escaso conocimiento de árabe por
parte de los mudéjares asentados en tierras castellanas. Esto es lo que difunde
el preeminente alfaquí de Segovia, Iça de Gebir, que entre otras cuestiones
sobre el Islam nos habla de la importancia de imponer el nombre musulmán al
121. Aunque el rito como tal no figura en el Corán, sí encontramos referencias atribuidas al profeta
Mahoma en el hadit sobre la necesidad de otorgar el ism y él mismo se ocupó de elegir los
¯
ism de los recién nacidos y de los conversos al Islam; ver J. SUBLET, Le voile du nom, p. 23. Asi-
mismo, se atribuye también al profeta la siguiente frase: “El día del Juicio Final se os llamará
por vuestros nombres y por los nombres de vuestros padres –por lo tanto elijan nombres be-
llos y llenos de gracia–”, traducción española de la cita publicada en A. SCHIMMEL, op. cit., p. 14.
122. Para la etimología del término fadas, Bramón argumenta que proviene del latín fatum, an-
tes que del árabe hadîya, regalo: D. BRAMÓN, «El rito de las fadas, pervivencia de la ceremonia
pre-islámica de la ‘Aqiqa», en A. TEMIMI (ed.), Las prácticas musulmanas de los moriscos andalu-
ces (1492-1609), Zaghouan, Centre d’Études et de Recherches Ottomanes, Morisques, de Do-
cumentation et d’Information, 1989, p. 37.
123. P. LONGÁS, La vida religiosa de los moriscos (facsímil de la edición de 1915), Granada, Archi-
vum, 1990, pp. 256-261.
124. “Loš kirištiyanoš kedaron kon-el batišmo i la bendissiyyón rrélika. I loš mmusliymeš dan laš buwenaš
fadaš keš la beštiduwra alrrah
· moša y-eš akto de peresebto ssūnal...”, Mancebo de Arévalo, Tratado
[Tafsira], edición y estudio de M.T. Narváez Córdova, Madrid, Editorial Trotta, 2003, p. 153.
125. R.W. BULLIET, op. cit., p. 33.
126. L. CAETANI y G. GABRIELI, op. cit., pp. 62-65; y F. PAREJA, Islamología, 2 vols., Madrid, Razón y Fe,
1952-1954, p. 547.
179
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
recién nacido al octavo día después del parto: “...es la orden de como se han de
fazer las fadas de las criaturas y el meter el nombre al nascido y á quien se
hará muzlim ó á quien no le an metido nombre”127.
A pesar de que a menudo las indicaciones sobre la tasmiya iban seguidas
de la obligación de la circuncisión masculina, y a pesar de que a veces llegaban
a fundirse en un mismo precepto128, estas dos ceremonias eran independien-
tes129. Bien es cierto que en la época morisca se siguió celebrando la tasmiya
pues algunos testimonios han llegado hasta nosotros; sin embargo, ya no se
efectuaba en la mezquita como era tradición, sino en el seno de las casas mo-
riscas. El ritual se adaptó ligeramente para contrarrestar el bautismo cristiano
previo, por el que la mayoría de neonatos tuvieron que pasar. A la tasmiya se le
añadió un ritual para purificar al niño limpiando la crisma ungida con el fin de
contrarrestar el aura del agua bendita impuesta por el sacerdote cristiano, antes
de llevar a cabo la ceremonia islámica propiamente dicha.
En su estudio sobre los procesos de la Inquisición de Cuenca contra los mo-
riscos, García-Arenal llega a constatar que las fadas se convierten en un acto cuyo
propósito principal es deshacer los efectos del bautismo además de elegir el nuevo
nombre islámico del neófito130. Asimismo, Caro Baroja ya había avanzado en su es-
tudio clásico sobre los moriscos granadinos que, después del bautismo, al niño
le hacían pasar por un “rito moruno” para “descristianizarle”131. Contamos igual-
mente con la concepción escorada –pero no por ello menos reveladora– que tenían
127. “...Tomarás al nascido á tu mano, la izquierda i tú de cara del alquibla y dezirle es el pergüe-
no en el oido derecho y el alicama en el isquierdo y despues tomale alguaddo y ataharalo y me-
tanle rropas linpias y pregunten que nonbre a de tener y dezirle an el pregüeno otra vez en el
oido derecho y á cada palabra responderán los que estarán presentes con el nonbre del nasci-
do ó nascida. Despues dezirle an el alicama en su oido el esquierdo y por lo mesmo responde-
rán los que estan presentes con el nonbre de la criatura; y despues leerán sobre la cabesa de la
criatura el hizbe de Yas una vez y inna inzilnahu...” en Iça de Gebir, «Suma de los principales
mandamientos y devedamientos de la ley y çunna», en P. de GAYANGOS (ed.), Memorial Histó-
rico Español. Colección de documentos, opúsculos y antigüedades, Tomo V, Madrid, RAH, 1853, p. 331.
128. Ibídem, pp. 331-332: Iça de Gebir titula el capítulo XXXIV, «De las fadas buenas y çircunsiçio-
nes». También es el caso de la visión cristiana vieja del siglo XVI, de la que contamos con el tes-
timonio de Mármol Carvajal en el que asocia el otorgamiento del nombre con la circuncisión:
“Cuando habian baptizado algunas criaturas, las lavaban secretamente con agua caliente
para quitarles la crisma y el olio santo, y hacian sus cerimonias de retajarlas y les ponían
nombres de moros...”. Ver L. del MÁRMOL CARVAJAL, Historia del rebelión y castigo de los moris-
cos del reino de Granada, 1600 (ed. facsimil de 1991), p. 60.
129. Longás constata que los procesos inquisitoriales mencionan que la circuncisión que tradicio-
nalmente se efectuaba al bebé a los ocho días, es decir al tiempo de las fadas, se pospuso hasta
los ocho años: ver P. LONGÁS, op. cit., pp. 262-63.
130. M. GARCÍA-ARENAL, Inquisición y moriscos. Los procesos del tribunal de Cuenca, Madrid, Siglo
XXI, 1978, p. 57.
131. J. CARO BAROJA, Los moriscos del reino de Granada, Madrid, Alianza Editorial, 2003 (obra publi-
cada originalmente en 1957), p. 113.
180
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
132. Un buen ejemplo lo encontramos en la obra de teatro clásico, Los moriscos de Hornachos, donde
varios personajes usan el término desbautizar para referirse a las fadas: ver J. FERNÁNDEZ NIEVA,
«La comedia Los moriscos de Hornachos. Contenidos ideológico-rituales», en A. TEMIMI (ed.), op.
cit., p. 84.
133. M. de EPALZA, «Rites musulmans opposés aux rites chrétiens dans deux textes de morisques
tunisiens: Ibrahim Taybili et Ahmad al-Hanafi», en A. TEMIMI (ed.), op. cit., p. 73. Esta dicoto-
mía también fue remarcada previamente por L. CARDAILLAC, Morisques et chrétiens. Un affron-
tement polémique (1492-1640), Paris, Klincksieck, 1977, pp. 314-315.
134. Ver los diversos repertorios recogidos en este estudio.
181
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
135. En 1500, el 90% de las mujeres llevaban sólo cinco nombres y en 1569 se alcanza esa tasa con
nueve nombres. Sin embargo, el 90% de los varones saltan de nueve apelativos en 1500 a 22
nombres 69 años más tarde (ver cuadros 1, 2, 5 y 6).
136. En 1500, Leonor (29,86%) y María (22,17%) son los nombres que se les otorga al 52,03% de las
mujeres durante el bautizo masivo, mientras que en 1569 los dos nombres castellanos más uti-
lizados por las mujeres son María (31,50%) e Isabel (27,11%), que alcanzan un asombroso
58,61% en las moriscas.
137. En la década de 1560 hay un nombre por cada 11 viejo-cristianos, mientras que se reseña un
nombre por cada 11,6 moriscos en Granada.
182
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
138. El cómputo onomástico se ha efectuado a partir de las nóminas del Legajo L-6-57 del Archivo de
la Alhambra, titulado “Visita a todas las casas del Albaicín para registro de armas” y fechado en
1569; transcrito por J. MARTÍNEZ RUIZ, «Visita a todas las casas del Albaicín en el año 1569 (An-
troponimia, etnología y lingüística)», Cuadernos de la Alhambra, 15-17, 1979-1981, pp. 255-298; 18,
1982, pp. 239-273; 19-20, 1983-1984, pp. 247-283; 22, 1986, pp. 101-135. Se han elegido los nombres
de las nóminas de dos parroquias granadinas donde la población era casi exclusivamente (por no
decir totalmente) morisca en esta fecha previa a su expulsión y que constituían una muestra nu-
mérica suficiente para el análisis antroponímico masculino: San Gregorio y San Nicolás.
139. Hay dos nombres que ocurren cuatro veces (0,73%) cada uno: Benito y Gonzalo; dos nombres,
Felipe y Gaspar, con tres casos (0,55%); siete nombres con dos casos (0,36): Gómez, Iñigo, Je-
rónimo, Jorge, Lucas, Marcos y Pedro; y 12 casos singulares (0,18%): Ambrosio, Clemente,
Damien, Ginés, Graviel, Gregorio, Nicolás, Pablo, Rafael, Rodrigo, Salvador y Tomás.
183
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
140. Por ejemplo, entre los cristianos viejos, Juan es el nombre más común con una frecuencia de
20,41%, mientras que ocupa el puesto séptimo entre los moriscos con un escaso 5,84% de la
muestra de nombres de varones. Asimismo, Lorenzo es el segundo apelativo más común
entre los moriscos con el 12,77% del elenco masculino, mientras que apenas alcanza el 0,51%
de la nómina masculina cristiano-vieja y no figura ni entre los 20 nombres más populares.
141. A partir de las nóminas del Legajo L-6-57 del Archivo de la Alhambra trascrito en J. MARTÍNEZ
RUIZ, «Visita a todas las casas…», 1986, pp. 107-135, se ha podido efectuar el cómputo ono-
mástico. A diferencia del cuadro de los nombres masculinos de los moriscos, se ha tenido
que ampliar la muestra de parroquias para el caso femenino debido a la escasa mención de mu-
jeres comparada con la de los hombres. Los 273 nombres femeninos han sido cribados a par-
tir de las nóminas de las parroquias exclusivamente moriscas: San Blas, San Martín, San Il-
defonso, San Bartolomé y San Lorenzo, San Salvador, San Pedro y San Pablo, San José, San
Gregorio, San Luis y San Nicolás.
184
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
142. Los 16 nombres moriscos que no se ven reflejados entre la población cristiano-vieja son Agus-
tín, Ambrosio, Benito, Clemente, Felipe, Graviel, Gómez (como nombre de pila), Íñigo, Jorge,
Lope, Lucas, Pablo, Rafael, Salvador, Tomás y Zacarías.
143. El cómputo onomástico se ha efectuado a partir de las nóminas del Legajo L-6-58 del Archi-
vo de la Alhambra trascrito por J. MARTÍNEZ RUIZ, «Visita a todas las casas de cristianos viejos
de Granada en 1965. Inventario de armas (Hidalguía, profesiones, oficios) II», Cuadernos de la
Alhambra, 27, 1991, pp. 263-309. Se han seleccionado las parroquias cuya población era com-
pletamente cristiano-vieja: San Matías, Santiago, de la Magdalena, Santa Ana.
144. Baltasar, García y Jerónimo figuran cinco veces cada uno (0,86% de la muestra por nombre);
Mateo consta cuatro veces (0,69%); Bernardino, Lázaro, Lorenzo, Marcos y Ramón se reseñan tres
veces cada uno (0,51%); Domingo, Alberto, Álvaro, Blas, Esteban, Gil, Gregorio, Martín, Nico-
lás figuran dos veces cada uno (0,34%); y Alejo, Aparicio, Asensio, Bernabé, César, Damián,
Ginés, Julián, Leandro, Nuño, Santos, Simón, Tello y Tomé aparecen una sola vez (0,17%).
185
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
145. Como hemos dicho más arriba, se ha afirmado que a muchos moriscos se les asignó el nom-
bre de un supuesto padrino viejo-cristiano (debido a las múltiples normativas que lo exhor-
taban). Éste no fue el caso para la inmensa mayoría de los musulmanes del Albayzín con-
vertidos en 1500, como ya se ha mostrado, y probablemente, a lo largo del siglo XVI, el
mismo nombre del padrino viejo-cristiano –suponiendo que lo hubiera en la mayoría de los
casos– le sería dado a pocos neófitos. Si fuera de otra manera, la población morisca reflejaría
mejor la onomástica castellana de su ciudad, aunque con una mayor concentración y menor
variedad, algo que no se constata en las nóminas de 1569.
146. C. LALIENA CORBERA, op. cit., pp. 164-165.
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La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
147. Es preciso recalcar de nuevo que el hecho de querer disimular de esta manera no implica
que todos –ni siquiera la mayoría– de los moriscos de Granada fueran cripto-musulmanes,
pero sí entraña una conciencia por parte de dicho colectivo de que eran sospechosos de no ser
buenos cristianos y que había que actuar para combatir el recelo de los cristianos viejos.
148. Por el momento, no contamos con ninguna nómina de cristianas viejas de Granada que pudie-
ra utilizarse como punto de referencia para la segunda mitad del siglo XVI. En su estudio sobre
el nombre cristiano de los moriscos, B. Vincent utilizó una nómina de bautizos de 1569 de la pa-
rroquia de San Cecilio. Desafortunadamente, por una parte, no se trata de un elenco onomásti-
co completo; por otra, la parroquia de San Cecilio es mixta y no siempre es posible distinguir a
un cristiano viejo de uno nuevo; por último, la muestra se refiere a un segmento demográfico de
recién nacidos, de una generación posterior a la que se analiza en nuestras nóminas moriscas de
adultos cabeza de familia. Ver B. VINCENT, «El nombre cristiano de los moriscos…», pp. 35-38.
149. El propio Francisco Núñez Muley en su memorial hace una alusión indirecta a la diferencia
de las actividades entre mujeres y hombres moriscos: “...son de los varones que andan en las
calles y negoçian de contino entre cristianos viejos y sus naturales...”, F. NÚÑEZ MULEY, «Me-
moria», p. XLI.
150. En nuestra nómina de 1500, existen sólo cuatro casos de trabajos atribuidos a mujeres y todos
en el sector del servicio doméstico. Esto no es óbice para que otras mujeres participaran en los
talleres que regentaba la familia aunque el titular fuera un varón; G. CARRASCO GARCÍA, op. cit.,
pp. 360-361. Tenemos constancia de que las mujeres ejercían la profesión de parteras en la Gra-
nada morisca, que a partir de 1511 le sería vedada –en teoría– por las autoridades castellanas:
A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, op. cit., p. 101. Asimismo, hay constancia de la importancia
del papel de la mujer en la industria textil. Todas las casas moriscas de Granada tenían un telar.
Además de esta aportación complementaria al salario doméstico, las mujeres también están
presentes en los talleres artesanales del sector textil de la seda en concreto, así como en la agri-
cultura y especialmente en el sector azucarero: B. VINCENT, «Las mujeres moriscas», en G. DUBY
y M. PERROT (eds.), Historia de las mujeres en occidente, Madrid, Taurus, 1992, p. 587.
187
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
sólo fuera psicológica, para esquivar a los cristianos viejos y evitar comuni-
carse con ellos151.
Generalmente, se ha hablado del hogar como el lugar privilegiado de la
mujer morisca. Es un espacio que en principio está al margen de las miradas sospe-
chosas. Al ser el ámbito donde se crían los niños, es igualmente un espacio de
transmisión de cultura, y quien dice cultura dice también credo. Muchos de los
ritos musulmanes que se atribuían a la comunidad morisca se efectuaban en el
seno de una morada privada. Por una parte, los procesos inquisitoriales no sólo
delatan a los individuos sospechosos de prácticas no-cristianas sino que tam-
bién revelan los espacios donde se acometían estos ritos vinculados al pasado
islámico. Aranda Doncel, en su estudio sobre los procesos inquisitoriales de
los moriscos de Córdoba procesados en el último tercio del siglo XVI (proba-
blemente muchos de origen granadino) saca a colación un caso prototipo de
entre tantos: el de Ángela Hernández la Hardona, que fue “maestra y dogmatista
de la secta de Mahoma y su casa era como una mezquita y que avisaba a los
demás cuando caia el ayuno del Ramadán y las pascuas de moros”152.
Vincent asevera que las mujeres son las auténticas custodias de la tradición
musulmana, así cultural como espiritualmente153. Tanto en el caso valenciano
como en el granadino, se revela un doble patrón sexual también en la lengua ha-
blada: ellas son más reacias que ellos a adoptar el romance de los cristianos
viejos. Las moriscas se mantuvieron aferradas al árabe (esencialmente hablado,
al ser la mayoría de la comunidad morisca analfabeta), aunque fuera sólo fruto
del escaso contacto que mantenían las moriscas con los cristianos viejos154.
Igualmente, Vincent afirma que las mujeres moriscas son responsables de pasar
el testigo del saber de una generación a otra155.
151. En la Cédula Real del 7 de diciembre de 1526 que recoge las recomendaciones expuestas en la
Congregación de la Capilla Real (Archivo de la Iglesia Catedral de Granada, Reales Cédulas,
lib. II duplicado, fol. 70) se prohíbe el uso de la almalafa o cualquier otra prenda que oculte la
cara. Tan extendido era este uso que la misma cédula exhorta a las mujeres viejo-cristianas a
que no sigan esta moda. La aculturación aquí iba en dirección inversa a la que pretendían
las autoridades castellanas: A. GALLEGO BURÍN y A. GÁMIR SANDOVAL, op. cit., pp. 202-203. Asi-
mismo, el alegato de Francisco Núñez Muley contra estas medidas que se oponían a los há-
bitos tradicionales y en concreto al velo de la mujer ocupa gran parte de su memorial. Además
de argumentar sobre el carácter intrínsecamente regional del traje, desvinculado de cualquier
significado religioso, arremete contra el escarnio público que tienen que soportar las moris-
cas: “...mandan que desde que se pregono vayan las caras descubiertas para que todos hagan
bulla dellas...”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», p. XLIII.
152. Archivo Histórico Nacional, Inquisición, Legajo 1856, Expediente 33, citado en J. ARANDA
DONCEL, «Las prácticas musulmanas de los moriscos andaluces a través de las relaciones de
causas del Tribunal de la Inquisición de Córdoba», en A. TEMIMI (ed.), op. cit., pp. 20-21. Aran-
da Doncel concluye que los casos que él ha podido identificar en las fuentes “ratifican el im-
portante papel de la mujer en el plano religioso”, ibídem, p. 21.
153. B. VINCENT, «Las mujeres moriscas…», p. 588.
154. Ibídem, p. 589.
155. Ibídem, pp. 592-593.
188
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
156. M.E. PERRY, «Moriscas and the Limits of Assimilation», en M.D. MEYERSON y E.D. ENGLISH
(eds.), Christians, Muslims, and Jews in Medieval and Early Modern Spain. Interaction and Cultu-
ral Change, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 2000, pp. 274-289; y M.E. PERRY,
The Handless Maiden. Moriscos and the Politics of Religion in Early Modern Spain, Princeton, Prin-
ceton University Press, 2005, capítulo 3, y especialmente pp. 66-73.
157. Ibídem, pp. 79-80. Cabe también destacar el papel –ya no relegado al ámbito familiar sino de
trascendencia más amplia– de la famosa Mora de Úbeda descrita por el Mancebo de Aréva-
lo en varias de sus obras aljamiadas. Esta sabia mujer desempeñó cargos en la propia corte na-
zarí antes de la conquista de los Reyes Católicos y luego mantuvo un enorme prestigio entre
los cripto-musulmanes estudiosos del Corán: ver NARVÁEZ CÓRDOVA, «Estudio Preliminar», de
su edición del Tratado [Tafsira], pp. 51-55; y L.P. HARVEY, «El Mancebo de Arévalo and his Trea-
tises on Islamic Faith and Practice», Journal of Islamic Studies, 10:3, 1999, pp. 268-270.
158. Esta normativa queda reflejada en la Pragmática de 1566: “...y que en los días de bodas y ve-
laciones tuviesen las puertas de las casas abiertas, y lo mismo hiciesen los viernes en la tarde
y todos los días de fiesta”, en A. GALLEGO BURÍN y A. G ÁMIR SANDOVAL, op. cit., p. 274.
159. “...pues quedando las puertas aviertas y las dichas casa sin çerraduras, viene muy gran daño
y suelta y livertad que se da a los ladrones y personas de poca conçençia, por çerrar las puer-
tas no es para ofender a la santa fee católica... para el que tiene danada su yntinción, que lo
puede hazer en qualquier tienpo que quiere secretamente y para el que hiziere lo que no
deve contra la santa fee catolica, para esto son los señores ynquisidores para lo castigar como
lo castigan”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», pp. XLV.
189
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
cercenan la libertad de hábito de las moriscas160. Queda bien claro que esta
medida se dirige esencialmente a las mujeres, debido a que los varones adop-
taron de forma generalizada el hábito castellano durante el reinado de Carlos
I161. Núñez Muley procura convencer a las autoridades castellanas de que el
cambio que importa es el del varón, quien sería el único responsable de la con-
servación de un supuesto criptoislamismo: “pues los varones an de mirar en
esto y no las mugeres”162. La mujer morisca queda, según la astuta argumen-
tación del portavoz de los moriscos, al margen de las sospechas, porque es el
varón el que marca la pauta. Es plausible que ésta fuera la estrategia que uti-
lizaron los moriscos para conservar sus últimas señas de identidad innegocia-
bles al quedar teóricamente inadvertidas las acciones de las mujeres163. Una
lógica que de poco les serviría al verse desdeñadas las protestas de esta co-
munidad. Posiblemente, ésta fue la misma lógica que influyó en la diver-
gencia onomástica entre moriscos y moriscas.
Esta diferenciación de género habla por una parte de un mayor apego atá-
vico de las moriscas a las tradiciones culturales, y por otra de una menor inte-
racción entre moriscas y cristianos viejos. Con todas las reservas que implica
el uso de datos antroponímicos basados en una muestra parcial de la sociedad
granadina, se puede avanzar la hipótesis de una cierta taqiyya onomástica por
parte de los miembros masculinos de la comunidad, que son los que están en
mayor medida expuestos a –y entran más en contacto con– la sociedad viejo-cris-
tiana. Esta tendencia sugiere que, sin renunciar a su identidad árabe, al perma-
necer un alto porcentaje de sobrenombres que recuerdan su pertenencia a una
160. No es baladí el hecho de que a menudo hayan existido normas que, a la vez de restringir las
formas de vestir, imponer un atuendo o exigir un distintivo sobre la ropa, también regulen el
tipo de apelativo. El nombre es entendido como una seña imbuido de contenido socio-se-
mántico, como el hábito que recubre el individuo y comunica unas características identitarias.
En la Castilla bajo-medieval encontramos varios casos de normativas que aúnan al mismo
tiempo restricciones en el vestir y en el apelativo de las minorías étnicas judías y mudéjares
(como en las Cortes de Jerez de 1268 y las Cortes de Valladolid de 1351). Ver J.D. GONZÁLEZ
ARCE, Apariencia y poder. La legislación suntuaria castellana en los siglos XIII-XV, Jaén, Universi-
dad de Jaén, 1998, pp. 170-177.
161. R. ARIÉ, «Acerca del traje musulmán en España desde la caída de Granada hasta la expulsión
de los Moriscos», Revista del Instituto de Estudios Islámicos en Madrid, vol. XIII, 1965-1966, ree-
dición en R. ARIÉ, Études sur la civilisation de l’Espagne musulmane, Leiden, Brill, 1990, p. 137.
162. “...y para que vuestra señoria reberendisima este mas satisfecho e ynformado... en lo que toca
a el avito y traxe o calçado de las mugeres naturales deste rreyno, si es avito o traxe o calçado
que toca en fauor de la seta, o no coligirá vuestra señoria de que todos los onbres barones,
viejos y moços y niños, an tomado y bestido y calçado todo el avito castellano; pues si fueran
dañados sus corazones, avian de pensar que, mudado el avito dellos, avia de danar a su seta,
pues los varones ende mirar en esto y no las mugeres”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», p. XLI.
163. Probablemente éste fue el mismo razonamiento que hicieron los musulmanes granadinos en
1499-1500 al bautizarse primero algunos varones, según atestiguan las nóminas estudiadas
aquí, quizás como tanteo inicial, con la esperanza de que el resto de la familia (mujeres e
hijos) se mantuvieran al margen de los dramáticos cambios.
190
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
cultura previa, los moriscos pudieron justificar su ortodoxia cristiana con la os-
tentación de una respetable plétora de nombres cristianos. La otra cara de la
moneda sería el limitado uso de los nombres cristianos por parte de las mujeres
que veían menos necesidad de utilizarlos al estar relativamente recluidas en
un contexto cultural (y religioso) morisco. Fueron, en gran medida, ellas las
responsables de la transmisión de ese legado que se podía perpetuar dentro de
los intersticios privados, auténtico dominio de las mujeres, pudiendo luchar
por conservar las señas de identidad de las formas más inusitadas.
Si bien las nóminas de 1500 demuestran una gran riqueza onomástica del
ism y del correspondiente nombre cristiano de cada individuo, no es menos
relevante el importante elenco de sobrenombres árabes y cristianos que se re-
señan en algo menos de un tercio de los casos164. Este indicador nos permitirá
ver en primer lugar –en contraste con los sobrenombres de la nómina de mo-
riscos de 1569– la realidad de los usos antroponímicos tal y como figuran en las
nóminas originales de bautizos, en donde la reducción de la cadena onomás-
tica árabe ha puesto en tela de juicio la autenticidad del apelativo árabe tal
como fue reseñado por escribanos castellanos. En segundo lugar, nos permi-
tirá evaluar ese proceso de aculturación que afectó a la comunidad morisca
al cabo de dos o tres generaciones.
164. Hay 501 individuos (30,76%) en la nómina de 1500 que llevan, bien un sobrenombre árabe, bien
un sobrenombre castellano, o ambos, aunque si eliminamos los ausentes aludidos sin nombre
cristiano –y por tanto sin certeza de conversión– el número de individuos con sobrenombre
desciende a 455.
191
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
165. G. CARRASCO GARCÍA, op. cit., pp. 373-379. Con respecto a la esclavitud en la Granada mo-
risca, ver A. MARTÍN CASARES, La esclavitud en la Granada del siglo XVI: género, raza y
religión, Granada, Universidad de Granada, 2000.
166. Ibídem, pp. 366-373. Ver también, sobre las cuestiones relacionadas con la onomástica de los es-
clavos y la consideración social del colectivo negro, R. GONZÁLEZ ARÉVALO, La esclavitud en
Málaga a fines de la Edad Media, Jaen, Universidad de Jaen, 2005, pp. 106-115.
167. N. CABRILLANA, Almería morisca, Granada, Universidad de Granada, 1982, pp. 23-24; y J. CARO
BAROJA, op. cit., p. 94.
168. “Asimismo mandamos y defendemos que de aquí adelante ninguno de los gazís que haya sido
o sea cautivo o rescatado, ni viva ni more ni esté ni ande por las dichas Alpujarras ni por la
dicha costa de mar ni con diez leguas en derredor de ella, so pena de ser cautivo, porque te-
nemos información que son espías de los moros e hacen otros daños...”, Archivo de la Iglesia
Catedral de Granada, Reales Cédulas, lib. II duplicado, folio 70, doc. XXIV; publicado en A.
GALLEGO BURÍN y A. G ÁMIR SANDOVAL, op. cit., p. 203.
192
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
monios mixtos en la sociedad granadina169. Cabe preguntarse por qué los gazíes
no cambiaron el sobrenombre que hacía de ellos un objetivo destacable para las
autoridades civiles y eclesiásticas170. ¿Eran menos susceptibles a la acultura-
ción –como indican las fuentes oficiales– y por consiguiente más reacios a re-
nunciar a su identidad como orgullosa minoría entre los moriscos, a pesar de
las consecuencias que su visibilidad onomástica pudiera conllevar? No fue-
ron, sin embargo, los únicos en renunciar a una mayor ocultación onomás-
tica.
169. “Y en lo que dize la dicha prematica sobre lo de los gazies y alarabes que se avian de salir deste
rreybno por los ynconvinientes de su conversaçion con los naturales, y esto fue mandado al-
gunas vezes e no se efectuo ni se cumplio ni se executo... agora... seria gran cargo de con-
siençia, porque la mayor parte de los susodichos son ya naturales y medios naturales que
casaron y les naçieron hijos e nyetos e casados, y esto es muy notorio”, F. NÚÑEZ MULEY, «Me-
moria», p. XLVIII.
170. Esta tendencia ya fue señalada en J. MARTÍNEZ RUIZ, «Antroponimia morisca…», p. 1948.
171. Bajo la categoría onomástica nasab se ha computado también los segundos ism. Pese a que
no es raro, como hemos visto, que los árabes llevaran varios ism, se ha considerado estos ism
como un nasab cuya partícula patronímica, ibn, se ha omitido, como es frecuente ver en la
onomástica tradicional árabe.
172. Ha sido de gran utilidad la magnífica obra monográfica sobre los oficios a través del mundo is-
lámico medieval de M. SHATZMILLER, Labour in the Medieval Islamic World, Leiden, E.J. Brill, 1994.
Para otro repertorio de laqab relacionado con la Granada morisca ver J. MARTÍNEZ RUIZ, «Los laqab
de oficio en la Granada morisca y en la tradición andalusí», Al-Qantara, XI, 1990, pp. 343-365.
173. Los casos donde no se ha podido identificar el tipo de componente onomástico quedan re-
flejados entre paréntesis, y el porcentaje de los componentes identificados se ha calculado
sin tener en cuenta los casos indeterminados para poder contrastar proporcionalmente las
frecuencias de las dos nóminas.
193
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
194
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
174. Esto también se ha constatado en el caso de los mudéjares portugueses; F. LOPES DE BARROS,
«The Identification…», p. 219.
175. Por ejemplo, encontramos en el asiento [358] a Mahamed Alarife/Pedro que es labrador; en
el asiento [438], Hamed el Najar/Françisco que es espadador; o en el asiento [904], Maha-
mad Adaraz/Fernando que es labrador.
176. Martínez Ruiz constata el hecho de que los laqab no siempre hicieron referencia a los oficios
verdaderos de los individuos que lo utilizaban como apelativo en la época morisca, ni entre
la sociedad andalusí: J. MARTÍNEZ RUIZ, «Los laqab de oficio…», p. 357.
195
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
Si, a lo largo del siglo XVI los moriscos granadinos eligieron los distintos
tipos de componentes onomásticos en una proporción constante, cabe pensar
que la cultura –al menos aquella reflejada en la seña de identidad onomástica–
de 1569 había cambiado muy poco desde antes de las conversiones de 1500.
Aunque Caro Baroja postuló una transformación del sobrenombre morisco en-
focado hacia un mayor uso de la nisba y el laqab como apellidos, no pudo contar
con este valioso punto de comparación que nos permite matizar ahora las
transformaciones y las permanencias culturales177.
Al considerar la proporción de sobrenombres árabes y castellanos entre los
moriscos constatamos que hubo cierta variación en las siete décadas que separan
las muestras. En 1500 hubo un 32% de sobrenombres propiamente cristianos
entre los conversos que portaban algún tipo de sobrenombre (148 casos)178 y un
67% de individuos con sobrenombres árabes (307 casos) pero sin apellido cristia-
no. En 1569 el porcentaje de sobrenombres castellanos o catalanes es de un 44%,
mientras que el 56% de individuos (334 casos) llevan sobrenombres árabes de
forma exclusiva (y otro 6,5%, o 39 casos, lo llevan junto a sobrenombres roman-
ces). Solamente un 12% más de la población morisca ha incorporado un sobre-
nombre cristiano, mientras que un 4,5% menos mantiene un apellido árabe. De-
bemos precisar que el aumento en el uso del apellido castellano del 12% es un
mínimo, pudiendo ser factible una tasa algo más elevada según la interpreta-
ción de los datos estadísticos179. Aunque leve, este cambio puede ser indicativo
de cierta aculturación por parte de un sector de la población morisca. No obstante,
después de varias generaciones y tantas medidas contra el uso del sobrenombre
árabe puede igualmente considerarse representativo del fracaso castellano en
su afán por asimilar a los moriscos granadinos180. Es más, si consideramos el
hecho de que algunos de los sobrenombres cristianos eran –al igual que muchos
nombres personales– nada más que máscaras o velos para cubrir el verdadero so-
brenombre árabe, el porcentaje de la población morisca que se ve sinceramente
reflejada en el sobrenombre castellano sería posiblemente más exiguo.
196
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
181. La onomástica específicamente de la jāšša sigue una lógica ligeramente diversa que aquí no
ha sido considerada debido a la naturaleza de las fuentes que se han utilizado y la ausencia
de un repertorio más amplio para este segmento demográfico.
182. La nómina de 1500 apenas cuenta con algunos sobrenombres dobles, aunque estas nóminas
no muestran la elección de sobrenombres mixtos o con componentes árabes, debido a que
figuran separados los nombres y sobrenombres árabes por una parte y los nombres y sobre-
nombres castellanos por otra.
197
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
mente una decantación ideológica. Por una parte, podría interpretarse como
una actitud cauta que, a la vez que garantiza las señas de linaje árabe que los
ubican dentro de la comunidad morisca, les permite ostentar adicionalmente
un apellido castellano que los vincula firmemente a la grey cristiana. Por otra
parte, puede interpretarse como una manifestación de aculturación mestiza
donde la adopción de nuevas señas no tiene por qué borrar las originales.
No obstante, la lógica que regía la elección del sobrenombre castellano y la
del sobrenombre árabe era independiente. El sincretismo se manifestó en la uti-
lización yuxtapuesta de dos sistemas onomásticos autónomos, sin que se detecte
un trasvase de uno al otro, es decir, sin que un único sobrenombre incluya ele-
mentos de ambos sistemas onomásticos. Si bien se ha identificado este híbrido
onomástico en limitadísimos sobrenombres del censo morisco de 1569 –por
ejemplo pueden incorporar la partícula de filiación del nasab junto a un apelli-
do castellano (como Miguel Beni Mendoça, Alonso Beni Pérez)– no constitu-
yen más del 0,3% de los apelativos, por lo que debe ser considerado excepcio-
nal y nada representativo de los patrones dominantes. Ciertos tipos de
sincretismo onomástico estuvieron más difundidos entre las poblaciones mu-
déjares castellanas, portuguesas o aragonesas en la Baja Edad Media. Estas co-
munidades mudéjares habían perdido parcial o completamente su idioma árabe
y fueron compelidas a adaptar el sistema onomástico a la lengua hegemónica por
necesidad de conservar ciertos vestigios de sus señas culturales árabes. Por el
contrario, la comunidad morisca de Granada aún no había sucumbido a la im-
posición lingüística castellana y la aculturación se limitó a integrar elementos aje-
nos a sus señas sin necesariamente transformar los componentes originales183.
198
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
187. “...pues lo que toca en el sobrenombre castellano, e no mas perderse an las personas y los li-
najes moriscos, no sabran con quien tratan ni conpran ni casan, no conoçiendo el linaxe de
rrayz; pues de que se sirve querer perderse tales memorias ansi en los abitos o traxes, como
en los sobrenonbres, como en todo lo susodicho?”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», p. XLVII.
188. Aunque aún en el caso mozárabe toledano, el uso del nombre podría haber resistido a la de-
saparición del idioma árabe: ver A. GONZÁLEZ PALENCIA, op. cit., pp. 129-130.
189. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, op. cit., p. 135.
200
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
te ese efecto colateral perverso, todo sugiere que el nombre también estaría
destinado a sucumbir, en mayor o menor grado, a las ineludibles pre-siones
del patrón cultural hegemónico.
CONCLUSIONES
El análisis onomástico de una sociedad proporciona la posibilidad de de-
terminar, en primer lugar, la manera en que son utilizados los apelativos por un
colectivo en un momento dado y, en segundo lugar, permite establecer un modelo
de evolución antroponímica como producto de otras manifestaciones sociales
subyacentes. Pese a la cautela metodológica que se requiere a la hora de abordar
un análisis histórico con este utensilio auxiliar, el estudio onomástico es valioso
para ponderar transformaciones sociológicas difícilmente mensurables. La an-
troponimia ofrece nuevos derroteros para responder a las preguntas de siem-
pre y permite formular nuevos interrogantes sobre cuestiones nada evidentes.
Es preciso replantearse cuál es el nombre de uso público y habitual de los
musulmanes de cualquier estrato social en un contexto documental adminis-
trativo. A la luz de un sondeo de antropónimos árabes que figuran en una gran
variedad de fuentes sobre musulmanes de la Península Ibérica (tanto en textos
en lengua árabe, latín o romance) y teniendo en cuenta la perspectiva de ara-
bistas, como Sublet, que preconizan la variabilidad del antropónimo árabe
según el sujeto histórico y su contexto, la tradicional cadena onomástica árabe
no es necesariamente la norma, sino todo lo contrario. La antroponimia árabe da
fe de una gran flexibilidad con la que los individuos seleccionan distintas formas
onomásticas (que en muchos casos no superan los dos elementos). La historio-
grafía ha llamado la atención sobre la posible distorsión de los nombres árabes
en las fuentes hispánicas sobre mudéjares. Sin embargo, si se acepta la premisa
de la elasticidad onomástica de los apelativos islámicos, los antropónimos ára-
bes supuestamente mediatizados en la documentación cristiana no tienen por
qué estar a priori adulterados. Este es el caso de la muestra de las nóminas de
bautizos de musulmanes granadinos en 1500 que se ha analizado aquí.
El estudio de la onomástica ofrece pistas muy sugerentes en cuanto a la
cuestión fundamental de la aculturación de los moriscos granadinos, cuya an-
dadura examinada nos lleva desde esos primeros momentos del siglo XVI
hasta 1569, cuando iban a ser desterrados a otros paraderos castellanos lejos de
su tierra natal. En la nómina de 1500 se constata una alta concentración ono-
mástica del ism, que supera aun la de las propias muestras mudéjares. Esta
elevada concentración de los ism asociados a los primeros momentos del Islam,
según la teoría de la conversión de Bulliet, podría reflejar un mayor afán por re-
forzar sus señas etno-religiosas ante el ominoso predicamento de una inmi-
nente y definitiva conquista castellana de Granada a lo largo del siglo XV.
La conversión religiosa forzada de finales de 1499 y 1500 en Granada se
concretaba en una nueva identidad expresada a través de un cambio antropo-
201
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
202
La onomástica de la conversión: señas de identidad... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
190. N. GRIFFIN, «‘Un muro invisible’: Moriscos and Cristianos Viejos in Granada», en F.W. HODCROFT
et al. (eds.), Mediaeval and Renaissance Studies on Spain and Portugal in Honour of P.E. Russell, Ox-
ford, The Society for the Study of Mediaeval Languages and Literature, 1981, pp. 133-154.
203
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Gonzalo Carrasco García
RESUMEN
Las transformaciones padecidas por los musulmanes de Granada a raíz
de la conversión masiva de 1499-1500 se reflejan en el cambio antroponímico ini-
cial y su evolución durante el siglo XVI. En este estudio se evalúa la autentici-
dad de los nombres árabes en los documentos castellanos y se propone una
metodología onomástica que abarca dos sistemas diversos (el árabe y el caste-
llano) y que permite un cierto grado de sincretismo. La onomástica comparati-
va (sincrónica y diacrónica) desde la Edad Media hasta la Moderna, con
muestras de otros colectivos permite calibrar el grado de aculturación de los
moriscos y descubrir patrones de comportamiento cultural que resultan
difícilmente discernibles por otros medios.
Palabras clave: conversión religiosa, aculturación, onomástica árabe, ono-
mástica castellana, antroponimia, mudéjares, moriscos, Granada, reino nazarí.
ABSTRACT
The Muslims of Granada experienced a series of transformations due to
the widespread conversions of 1499-1500 which is mirrored in the initial an-
throponymic change and its subsequent evolution in the sixteenth century.
This study assesses the authenticity of Arabic names in Castilian records and
proposes an onomastic methodology that bridges two diverse systems (Arabic
and Spanish) and manifests a certain degree of synchretism. A comparative
onomastic study (both synchronic and diachronic) from medieval to early
modern times, using various samples of other social groups allows us to
gauge the degree of acculturation of the Moriscos and to discover patterns
of cultural behaviour that would otherwise be difficult to discern.
Key words: religious conversion, acculturation, Arabic onomastics,
Spa-nish onomastics, anthroponymy, Mudejar, Morisco, Granada, Nasrid
kingdom.
204
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 205-233
205
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
dría haber sido alcalde de Segovia en algún momento, y que estuvo en contacto
con sabios cristianos, como Juan de Segovia4.
Debió ser una obra muy importante en la época, ya que trata sobre mo-
ralidad, las obligaciones de un buen musulmán y acerca del derecho civil y
penal; elementos muy importantes para aquellos moriscos que trataban de lle-
var una vida “correcta”, dentro de un ambiente hostil y complicado. Explica
además qué hace esta obra en la “lengua de los infieles”, por qué los moriscos
españoles habían olvidado la lengua de sus antepasados, y que era necesario
volverles a explicar “su ley en la lengua que usaban entonces”5.
Wiegers nos dice que hay cinco copias de esta obra: dos de la Junta, CSIC
(ésta y la número LX6); dos en la Biblioteca Nacional de Madrid (2076 y 6016)
y la de la Real Academia de la Historia, número S 37.
El número J. III de esta colección es una obra de miscelánea con azoras al-
coránicas, textos profanos y de derecho y moral, como la historia de `Umar,
gran compañero fiel del profeta, famoso por su “austeridad y rígida justicia” o
la historia de Carcayona, una chica que su fidelidad a Dios la llevó a la felicidad
total8. Datado hacia el siglo XVI. Letras en tinta negra y epígrafes en rojo y ama-
rillo. Escrito de forma bilingüe. Igualmente, el J. IV es un códice de miscelánea,
con obras moralizantes, de la vida y muerte del profeta, el Día del Juicio, etc. Así
como la famosa obra del “Baño de Zarieb”, estudiado por Saavedra como el
“El alhadiz del Baño de Zarieb”9, donde vemos una historia mundana, am-
bientada en la sociedad andalusí, exactamente en la Córdoba del siglo X acon-
dicionada a los gustos moriscos. Realizado entre los siglos XV y XVI, tinta negra,
epígrafes en rojo y, algo que nos interesa, los encabezamientos en varios colores.
El J. VI es un manuscrito que enlaza con la tradición oriental. Se trata de
una copia del libro del gran sabio al-Samarqandi. Es exactamente la traducción
a la lengua castellana, en aljamiado, de algunos de los capítulos. Realizado en
una fecha muy significativa, en 1601, a punto de ser decretada la expulsión de
los moriscos de Aragón. Editada por Brockelmann, dice al principio “que la
copia está hecha por un tal Mohammed, escribano mayor”. Fue una obra que
4. Parece que Juan de Segovia pidió a `Isà B. Yabir que tradujera el Corán, para más información
ver D. CABANELAS, «Juan de Segovia y el primer Alcorán trilingüe», Al-Andalus, XIV, 1949. Y
del mismo autor Juan de Segovia y el problema islámico, Madrid, 1952.
5. M. ASÍN PALACIOS y J. RIBERA Y TARRAGÓ, op. cit., pp. 1-2.
6. Esta obra está escrita en castellano, con caracteres latinos y algunas decoraciones que des-
pués citaremos.
7. G. WIEGERS, op. cit., p. 156.
8. A.G. GHEJNE, «La Literatura Aljamiada», pp. 350-352. Ver SAAVEDRA, Discurso en la Real Aca-
demia de la Historia, Madrid, 1878, pp. 164-168.
9. En Mundo Ilustrado, 86, 1881. También Galmés de Fuentes hace una edición crítica de la obra,
donde habla de la historia de “París y Viana”. Y Asín Palacios nos informa de un posible ori-
ginal oriental, árabe.
206
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
debió de ser casi un best seller, ya que tras ser traducida por un morisco arago-
nés en el siglo XVI, y ser una obra que habla de los buenos comportamientos, las
prácticas y la ley religiosas, resultaría ser muy valorado por los moriscos, vi-
niendo estos “consejos” de un sabio del oriente islámico. Este erudito oriental era
especialista en el arte de la discusión, pero también escribe obras de geometría,
lógica o astronomía; fue fundador de una escuela de teología que después se con-
sideró precursora de una de las dos escuelas sunni de Kala¯m.
El J. VIII es una obra habitual de la literatura aljamiada y que, a nuestro
parecer, es una muestra de la búsqueda de autenticidad y rectitud del musulmán.
Se llama “Castigos para lax gentex”, estudiado por María José Fernández en su
Tesis Doctoral10. Galmés de Fuentes nos explica que este tipo de literatura sobre
castigos sirve para encaminar al buen musulmán, advertirle de lo que le puede
pasar si no lleva una vida correcta, justa y prudente. Pertenece al género de la
“wasiyya”, que significa “testamento, recomendación o consejo”; Luzman al-
Hakim fue uno de los escritores más importantes de este género, sus consejos lle-
garon de forma oral hasta que aparece escrito en la literatura aljamiada11.
En el J. XII, del siglo XVI, encontramos otra obra de miscelánea, en la que
destaca un tratado al principio12 en el que explica cómo leyendo, copiando y lle-
vando consigo fragmentos o partes del Corán, devociones, alabanzas, etc., se
conseguirá una mejor vida y beneficios13; además de consejos para una co-
rrecta lectura del Corán, según el método naftí. Sus características son: tinta
en negro con los epígrafes en trazo más grueso, sin colores, en aljamiado; en
cambio el J. XIV14 es en árabe, traducido al aljamiado, donde además se nos
informa incluso de los copistas.
Algunas azoras del Corán se encuentran en esta copia del siglo XVI, J.
XVI, en epigrafía árabe, en tinta negra con las vocales en rojo y epígrafes en
amarillo. La pregunta es cómo mantener el Islam en estos territorios ya no go-
bernados por musulmanes, cómo hacer llegar la doctrina y no perder adep-
tos. Los escritos debieron tener, y nunca mejor dicho, un papel muy impor-
tante a la hora de mantener el espíritu musulmán, a través de tradiciones,
consejos y por supuesto, copias del Corán. En la guarda nos da un dato curio-
so: “En el año de mil quinientos y treinta y trex y medio, el rey Don Calrrox
mandó que se hiciesen lox morox del reino de Balançia y de Aragón Cristianox
o se fuesen de la tierra”. El J. XXXIV, del siglo XVI, también consta de azoras al-
coránicas, de él traeremos algunas de sus decoraciones.
10. Libro de los Castigos (ms. n.º 8 de la Biblioteca de la Junta), Oviedo, 1987.
11. A. GALMÉS DE FUENTES, «Castigos», Estudios sobre la literatura aljamiado-morisca, p. 123.
12. Al igual que el existente en la Biblioteca Nacional de Madrid (5081).
13. A.G. GHEJNE, op. cit., p. 347.
14. M.J. CERVERA FRAS, «Rasgos lingüísticos aragoneses en el texto aljamiado del ms. J.14», en
Hommage à l’Ecole d’Oviedo d’Etudes Aljamiado, dirección prof. Abdeljelil Temimi, Túnez, Fon-
dation Temimi pour la Recherche Scientifique et l’Information, 2003.
207
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
El J. XVII, escrito en árabe todo en tinta negra, se trata de una obra sobre
temas religiosos, como los nombres de Dios. Sin datar, parece ser mudéjar, de
finales del siglo XIV. El J. XVIII contiene azoras alcoránicas del siglo XVI, bi-
lingüe árabe y aljamiada, cuya letra es más fina. Los comentarios de los alfa-
quíes parecen ser en este Corán más amplios que en otros manuscritos simila-
res de la misma colección. Codera nos dice que “este códice, cuyas partes llevan
los números 18 y 92, es el segundo tomo de una obra de Derecho, extractada de
los libros de los jurisconsultos Mohammad ben Abd-Allah beli Abu Zamanin
(español), Mohammad ben Ahmed ben Al-Aththar, Ahmed ben Çaîd Al-Hindi
y Muza ben Ahmed conocido por Al-Watid: coleccionó esta obra el faquih Abu-
Mohammad Abd-Allah ben Abde-l-Wahid el fihri”15.
El “Libro de Dichox Marabillosox”, J. XXII, es una obra que podríamos en-
marcar dentro de la literatura más popular. Escrita en aljamiado en tinta negra
y epígrafes rojos. Dentro de un mundo adverso, donde el día a día se empieza
a hacer más complicado y duro de llevar, las esperanzas de una vida mejor se
van a afianzando en las mentes moriscas. Así las supersticiones, las creencias
en elementos superiores, las cábalas, etc., se convierten en elementos que ayu-
dan a la esperanza y a aliviar los males. Este manuscrito ha sido estudiado
por Ana Labarta; contiene muchos dichos, refranes, sortilegios, fórmulas má-
gicas, también sobre astrología y sus posibles pronósticos, y en general, meca-
nismos que, a veces, se mantienen en la historia de la vida popular. Sirven
para conseguir bien de amores, echar la mala suerte o los demonios de casa,
sanar animales, conseguir lo que uno quiera, etc.
El manuscrito J. XXIII (al igual que el J. XXX) se enmarca también dentro
de las creencias populares, ya que trata de una “letanía para pedir agua”. Da-
tado en el siglo XVI, podemos plantearnos si quizás habría problemas de se-
quías como en la época actual. Está escrito en aljamiado con los mismos colo-
res que el J. XII. Es una obra de rogativas, muy habituales en el mundo árabe,
lo que Galmés de Fuentes denomina “Remedios contra la Naturaleza”.
El siguiente manuscrito en la catalogación, el J. XXIV, es un códice de
miscelánea de varias materias. Contiene desde cuentas de un ganadero, ora-
ciones, azoras alcoránicas, tradiciones, consejos para la oración, etc. Está es-
crito en aljamiado y árabe, en negro con vocales rojas. El J. XXV también es un
códice de miscelánea con “azoras alcoránicas bilingües y predicaciones en al-
jamiado”, escrito con el típico formato de letra negra, vocales rojas y epígrafes
en amarillo. Ambos son del siglo XVI, aunque sin fechar.
El J. XXIX fue estudiado por Brokelmann, data del siglo XVI y está escri-
to en bilingüe árabe y aljamiado interlineal.
208
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
16. S. ABBOUD HAGGAR, El tratado jurídico de al-tafrî´ de Ibn al-Djallâb. Manuscrito aljamiado de Al-
monacid de la Sierra, edición, estudio, glosario y confrontación con el original árabe, Zaragoza,
Institución Fernando el Católico, 1999.
17. Como ya hemos dicho, del análisis de las obras aljamiadas se ocupó este alumno de Asín Pa-
lacios y de Ribera.
18. J. VERNET y C. LÓPEZ LILLO, «Un manuscrito morisco del Corán», B. de la Real Academia de Bue-
nas Letras de Barcelona, XXXV, 1973-1974. Además lo comparan con el J. XXV, por sus pareci-
dos en la traducción del texto coránico en algunas aleyas.
19. Ibídem, p. 186.
209
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Parece que inéditas aún son las dos obras sobre devocionarios, J. LV y
LVI. Junto con las traducciones del Corán, los comentarios de algunas de sus
partes y las tradiciones del profeta, los devocionarios son otras de las obras
aljamiadas más habituales, hay bastantes en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Los dos manuscritos de la Junta son del siglo XVI, en tinta negra y roja, escri-
ta en árabe y aljamiado. La primera es una obra que parece haberla escrito un
personaje no habituado a estas escrituras y en la segunda parece haber puesto
más cuidado en su escritura.
El J. LVII es un conjunto de hadices, empezando por el hadiz de Nuh. La
parte de debajo se conserva bastante mal, afectada por la humedad. En la última
guarda del códice se nos informa: “principióse a doce días de la luna de chumedi le-
gual que se contaba a beinte y uno de abril”. Y termina con el día del juicio, tema que
también aparece en el J. IV y II.
El manuscrito J. LXII es una obra bien conocida, estudiada y citada por va-
rios investigadores, se titula “Tafçira”, y es una copia de la obra del Mancebo de
Arévalo20; para Wiegers la influencia en su Breve Compendio de la santa ley y
sunna le viene dada por el Breviario Sunni, del que anteriormente hemos ha-
blado. Se trata de un manuscrito copiado por un autor que no es citado, en
lengua aljamiada con tinta negra y epígrafes rojos y amarillos. Procede de Al-
calá del Ebro, también de la provincia de Zaragoza, no de Almonacid de la
Sierra, aunque se debió de llevar allí por alguna razón. Asín y Ribera dicen de
esta obra: “Pero donde se muestra más evidente el prestigio que el nombre y las
doctrinas místicas de Algazel llegaron a alcanzar en España, es en los nutri-
dos folios de la Tafçria (ms. LXII) del Mancebo de Arévalo”21, y admiran el gran
esfuerzo y valor de este mancebo, que no conoce el árabe ni puede leer los tex-
tos de Algazel, con el que escribe una obra de este tipo, citando al gran maes-
tro, al que invoca constantemente.
Los siguientes manuscritos de la colección son en general folios sueltos
que proceden de las tapas22 de los manuscritos, muchas están muy deteriora-
das e ilegibles de forma digital, así que sólo citaremos algunas por contener cier-
ta decoración que nos haya llamado la atención: el J. LXXXVII, que corres-
ponde a las hojas que daban forma a las tapas del manuscrito XXIV, son
fragmentos alcoránicos, de religión, en árabe. El J. XCIII lo forman los folios del
J. XXIX, en lengua castellana, árabe y aljamiada, bastante ilegible. Después el J.
XCIV son los folios de las tapas del J. XXX, y contienen cuentas de gastos con
20. L.P. HARVEY, «El Mancebo de Arévalo y la literatura Aljamiada», Actas del Coloquio Internacional
sobre literatura aljamiada y morisca, Oviedo, 1978, pp. 21-41.
21. M. ASÍN PALACIOS y J. RIBERA Y TARRAGÓ, op. cit., p. XVI.
22. Las encuadernaciones moriscas de algunos manuscritos estaban formadas con hojas de li-
bros y con papeles documentales más antiguos y en una nota al pie citan cómo el conocido mo-
risco Mancebo de Arévalo cuenta este procedimiento en el manuscrito J. LXVII: “vio en Si-
güenza que un encuadernador lo hacía”, ibídem, p. XXVI.
210
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
letra aragonesa del siglo XVI. Hay varios folios impresos sobre doctrina y sobre
la historia de la conquista de Rodas.
En resumen, hemos tratado de explicar cada uno de los manuscritos de los
que vamos a desglosar sus elementos decorativos. Podemos ver que la gran ma-
yoría de los manuscritos decorados son de tema religioso, lo que nos acerca
aún más a aquellos antecedentes andalusíes antes expuestos.
En el capítulo siguiente también haremos referencias a manuscritos alja-
miados de otras colecciones, como algunas de Cataluña o la Real Academia
de Madrid, por sus semejanzas decorativas y artísticas.
ELEMENTOS DECORATIVOS
Partiendo del formato de estudio que manejó Basilio Pavón Maldonado en
sus obras sobre decoración geométrica y floral del arte hispanomusulmán23,
en los que recoge multitud de elementos decorativos de arquitecturas, pintu-
ras, maderas, yeserías, incluso de manuscritos, y los agrupa por sus formas, ya
sean palmetas, flores, estrellas, etc., tomamos esta idea y lo que hacemos es
separar cada uno de los elementos decorativos de estos manuscritos aljamiados-
moriscos, para relacionarlos entre sí y darles una denominación común para su
mejor entendimiento y estudio.
Pretendemos así que cada una de las imágenes y elementos que mostre-
mos ayude a los historiadores del arte a ver nuevas formas artísticas en un so-
porte casi olvidado por los especialistas en arte andalusí, y también a otros es-
pecialistas de otras disciplinas, que puedan ver y descubrir en este análisis
formas que les sean familiares en sus manuscritos o que les puedan ayudar
de alguna manera.
Fragmentaremos las imágenes según su forma y su función en el texto, así
hablaremos de páginas completas, cartuchos, rosetones, manos, tréboles y ce-
rezas, epígrafes adornados, símbolos y amuletos.
Sobre el arte de esta época se ha escrito bastante, lo que se ha denomina-
do arte mudéjar24. El problema de esta denominación ha traído consigo bas-
23. B. PAVÓN MALDONADO, El arte hispanomusulmán en su decoración floral, 2ª ed., Madrid, Institu-
to de Cooperación con el Mundo Árabe, Instituto de Conservación y Restauración de Bienes
Culturales, 1990. Id., El arte hispanomusulmán en su decoración geométrica, 2ª ed., Madrid, Instituto
de Cooperación con el Mundo Árabe, Instituto de Conservación y Restauración de Bienes
Culturales, 1989.
24. Se pueden consultar los tres volúmenes de G. BORRÁS GUALIS, El Arte mudéjar aragonés, Zara-
goza, Ibercaja, 1983. Ver también M. VALDÉS FERNÁNDEZ, M.ªT. PÉREZ HIGUERA y P.J. LAVADO PA-
RADINAS, «Arte Mudéjar», Historia del Arte de Castilla y León, tomo IV, Valladolid, Junta Casti-
lla y León, 1994, así como algunos de los artículos de las diferentes Actas del Simposio
Internacional de Mudejarismo, organizado por el Centro de Estudios Mudéjares de Teruel.
211
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración I.
212
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
25. A. RAMÍREZ y C. USÓN, «Claves geométricas y decorativas para una lectura ideológica de las
decoraciones mudéjares», Actas del IX Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, Centro
de Estudios Mudéjares, 2002, p. 369.
213
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
26. J. GIRALT (ed.), Joyas escritas. Los fondos bibliográficos árabes en Cataluña, Barcelona, Ed. Lun-
werg, 2002, p. 204.
214
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
215
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración II.
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Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Ilustración III.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración IV.
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Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Ilustración V.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración VI.
220
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
28. S. KHEMIR, «Las artes del Libro»; J. DODDS y otros, Al-Andalus. Las Artes Islámicas en España, p. 116.
29. J.A. SOUTO LASALA, «Algunos signos mágicos musulmanes en la cerámica verde y morada
de Termal (siglos XIII-XIV)», Actas del Colloque Internacional de Glyptographie de Saragosse, 1982,
pp. 469-476.
221
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración VII.
222
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración VIII.
224
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
MANOS. ILUSTRACIÓN IX
Un elemento de gran originalidad que aparece en los manuscritos mu-
déjares o moriscos es el de las manos. Habitualmente se sitúan en los márgenes
de las obras para marcar frases o palabras concretas. Las encontramos en obras
de muy diversa temática y de formas muy diversas.
Es un símbolo muy llamativo, porque sus significaciones son variadas. En
la tradición bíblica y cristiana la mano es símbolo de poderío y supremacía. Tam-
bién se la suele relacionar con la tradición de Abraham. Se compara con el ojo, “ve
también”; y según San Gregorio Niseno, las manos del hombre están igualmen-
te ligadas al conocimiento, a la visión, pues tienen por fin el lenguaje. La mano
es símbolo de acción diferenciadora: “su significación se junta con el de la flecha
y recuerda que el nombre Quirón, el Sagitario, cuyo ideograma es una flecha,
viene de la palabra mano” (VIRI, 193). La mano es como una síntesis exclusiva-
mente humana de lo masculino y lo femenino, es pasiva en lo que contiene.
Sirve de arma y utensilio; se prolonga por sus instrumentos31. Sin olvidar la re-
lación directa con la mano de Fátima, que se nos aparece tanto con la palma to-
talmente abierta o con el dedo índice señalando algo, como en estos manuscritos.
Parece un elemento introducido por los almohades en la Península, traí-
do del norte de África, “siendo las cerámicas esgrafiadas de la primera mitad
del siglo XIII las que más tempranamente la documentan en la Península”32.
Traemos varios ejemplos en un mismo grupo, Ilustración IX, de manos de
varios manuscritos, las funciones de casi todas ellas son las mismas, aunque en
algunos ejemplos encontraremos que se sitúan junto al texto, sustituyendo las
funciones de los elementos separadores y complementándolo, como la mano
con el brazo alargado del manuscrito J. VIII (Ilustración IX.b).
Las características básicas de estas manos moriscas son la constante pos-
tura de señalar con el índice, el puño o muñeca que resalta tras la mano con una
forma de red (ver imágenes del grupo IX.a) o con un motivo floral como las
manos del J. LI (Ilustración IX.c).
Pavón Maldonado dice al hablar de los símbolos en el arte hispanomu-
sulmán33, aunque en los ejemplos que él pone (mano de la Puerta de la Justicia
de la Alhambra, mano del vaso granadino conservado en Leningrado, de ce-
rámica de Talavera de la Reina, etc., todas de palma abierta con los cinco dedos
a la vista), no hay ninguna mano similar a las de los manuscritos de la Junta,
pero puede guiarnos un poco: “Para comprender mejor el significado de las
31. J. CHEVALIER, Diccionario de los símbolos, colab. de A. Gheerbrant, Barcelona, Herder, 1991, pp.
684-685.
32. J.A. SOUTO LASALA, op. cit., p. 465.
33. B. PAVÓN MALDONADO, «Arte, símbolo y emblemas en la España musulmana», Al-Qantara,
VI, 1985, pp. 397-449.
225
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración IX.
226
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
manos hispanomusulmanas no está de más traer aquí una breve tabla de aque-
llas interpretaciones más generalizadas que ha tenido la mano en la Antigüe-
dad, ya sea exenta o con el brazo”, es entonces cuando numera unas cuantas,
pero continúa después: “a la llegada del Islam serían adoptadas las interpre-
taciones 2 (y cito: mano como símbolo de la divinidad que beneficia o da pro-
tección a sus adoradores) y 3 (cito: mano talismán que libera de los malos es-
píritus y del mal ojo)”.
Y como decíamos antes es un elemento habitual, encontramos manos en
algunos manuscritos moriscos en la Biblioteca de Cataluña (680)34, hay un “có-
dice Religioso aljamiado”, de finales del siglo XVI o principios del XVII, donde
hay manos marginales del mismo tipo que las que acabamos de ver en la Bi-
blioteca de la Junta, desde donde reafirmamos la originalidad.
227
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración X.
228
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
37. Según la catalogación que nos ofrece E. Terés Sádaba, Los Manuscritos árabes de la colección de
la Real Academia de la Historia: la Colección Pascual Gayangos, discurso leído en el acto de re-
cepción pública, contestado por Emilio García Gómez, Madrid, 1975.
229
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Parece utilizarse más en libros de cuentas, poesías, para separar los versos o en
libros religiosos sobre comentarios o estudios del Corán, en cambio el trébol y
la gota se encuentran, junto al círculo simple, más en textos coránicos. Las ce-
rezas, que tienen un significado más simbólico en Oriente, se utilizan en estos
manuscritos casi siempre al final de las frases, como puede verse en la Ilus-
tración XII, donde reagrupamos algunos de los ejemplos para que se pueda
ver el formato habitual o posición normal de este elemento decorativo.
Para Hipólito Escolar, el libro aljamiado entra dentro de los libros curio-
sos, pero quizás debería de empezar a tenerse en cuenta, para poder conocer
mejor, no sólo la sociedad de los siglos XV; XVI y XVII, sino también la litera-
tura que manejan en el momento, sus conocimientos de libros antiguos o an-
teriores de sus antepasados andalusíes.
La realidad es que aún queda trabajo filológico por hacer sobre algunos de
estos manuscritos aljamiados, trabajo que se está iniciando poco a poco, y que
esperamos nos ayude un poco más a comprender estos libros, sus decoraciones
y sus intenciones decorativas.
Como solución previa, para nosotros la decoración de los libros responde
a unas claras intenciones estéticas y prácticas. Por un lado las estéticas respon-
den directamente a una búsqueda del honor y el orgullo musulmán por seguir
considerándose como tales, al igual que sus antepasados, ya que podemos cons-
tatar que conservarían libros andalusíes, los estudiarían y los copiarían, no hay
más que ver la continuidad artística de los elementos mostrados. Y la función
práctica, ahora más que nunca, acompaña la función didáctica de copiar y, sobre
todo, de traducir estas obras al castellano romance para acercarlas a los musul-
manes moriscos españoles, en este caso aragoneses, que tanto sufrían por poder
conservar su religión de la forma más auténtica. Ese sentimiento de pesar y
profunda pena que parece que le produce al Mancebo de Arévalo, cuando “vi-
sitó el perdido sur de al-Andalus en el siglo XV al contemplar la que describe
como dulce y hermosa tierra, rica en pan y aceitunas, agua y oro”38.
Además la conclusión primera que sacamos de este estudio es la idea bá-
sica de una continuación en la decoración de manuscritos, en formas y en so-
luciones prácticas, como antes apuntamos. Una continuidad que podremos ir
demostrando más adelante con el descubrimiento y estudio de otros manus-
critos aún inéditos en este tipo de tesis. Así que podemos también asegurar
que los moriscos de los siglos XVI y XVII tenían en sus manos libros de sus
antepasados o conocían aquellos libros, a los que admiraban y copiaban para
perpetuar su cultura, como una identidad única, que sentían y que mostraban
decorando y embelleciendo sus libros a pesar de las complejas condiciones de
vida que sufrieron en muchas ocasiones.
230
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Ilustración XI.
231
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Ana Isabel Beneyto Lozano
Ilustración XII.
232
Los manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
RESUMEN
El hallazgo de más de un centenar de manuscritos de origen mudéjar y
morisco al tirar una de las paredes de una casa de la población de Almonacid
de la Sierra, situada en la provincia de Zaragoza, ha sido uno de los más im-
portantes descubrimientos de manuscritos hispano-árabes, hasta ahora. En
este artículo se analizan las ilustraciones de dichos manuscritos, sus funcio-
nes y posiciones del texto. Así se quiere mostrar la importancia del ornamen-
to y decoración de manuscritos en la Península durante la dominación árabe,
y cómo este concepto se ve reforzado por la continuidad de los moriscos en de-
corar sus libros; una continuidad que se puede ver estilística y formalmente,
desde los andalusíes hasta los últimos moriscos antes de ser expulsados.
ABSTRACT
The discovery of more than a hundred of mudejar and morisco manus-
cripts when the wall of a house in Almonacid de la Sierra (Saragossa) were
knock down, has been one of the most important. In the article the ilustrations
of these manuscripts will be analyse, also its functions and position in the text.
So we want to show the importance of the ornament and decoration in the
Iberian Peninsula under Arab rule, and this concept will be reinforce by the
moriscos continuity decorating their books; a continuity that could be seen in
a stylistic way, from the andalusians to the last moriscos before been expelt.
233
SECCIÓN
ARTE MUDÉJAR
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 237-275
DERIVACIONES DE LA
ARQUITECTURA MUDÉJAR EN EL
ESTADO DE MICHOACÁN, MÉXICO
Inés Ortiz Bobadilla
INTRODUCCIÓN
La conquista del Nuevo Mundo marcó el inicio de la evangelización de los
indios de la Nueva España. Con ella se inició la llegada de las principales ór-
denes mendicantes, siendo los franciscanos los primeros en llegar en el año
1524; posteriormente, en 1526, arribaron los frailes dominicos y por último los
agustinos en 1533. Cada una de las órdenes mendicantes, franciscanos, domi-
nicos y agustinos, desarrollaron programas arquitectónicos de acuerdo a su
intuición, necesidades y recursos de la localidad, tanto humanos como mate-
riales. Se generó un acelerado proceso constructivo. Llegaron de España car-
pinteros, arquitectos, canteros, etc., para dar inicio a la vasta construcción de
iglesias y conventos; sin embargo, estos esfuerzos no fueron suficientes. Kubler
menciona la falta de personal cualificado para la construcción de los edificios:
“A mediados del siglo XVI, las altas autoridades de la Iglesia y el estado se
quejaban de la falta de personal capacitado”1. Debido a esto se construyeron es-
cuelas de artes y oficios para instruir a los indios, inclusive se enviaban a éstos
a la capital, para que aprendiesen las nuevas técnicas constructivas.
Se aplicaron las Ordenanzas de México para los gremios de carpinteros,
entalladores, ensambladores y violeros (1568) y las Ordenanzas de Puebla para
los gremios de carpintería y albañilería (1570), donde se efectuaban diferen-
tes tipos de exámenes según el grupo del que se tratase; pero a diferencia de Es-
paña, no se exigía a los postulantes haber cumplido un tiempo determinado de
aprendizaje. Lo anterior se debe probablemente a la elevada producción cons-
tructiva de principios del virreinato, lo que ocasionó una preparación menos es-
pecializada de los alarifes.
La mano de obra que edificó los grandes complejos conventuales fue la
de los indígenas, destacándose éstos por ser buenos trabajadores, que apren-
1. George KUBLER, Arquitectura mexicana del siglo XVI, México, Fondo de Cultura Económica,
1982, p. 114.
237
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
2. Fray Juan de TORQUEMADA, Monarquía Indiana, México, Editorial Porrúa, 1975, p. 212.
3. Fray Gerónimo de MENDIETA, Historia Eclesiástica Indiana, p. 422, en Justino FERNÁNDEZ, Catá-
logo de construcciones religiosas del estado de Hidalgo, vol. 1, México, Talleres gráficos de la nación,
1940, p. XXVII.
4. Juan Benito ARTIGAS, Capillas abiertas aisladas de México, México, Facultad de Arquitectura,
UNAM, 1983, p. 138.
238
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
periencia an parecido que de los que an pasado se han seguido, y porque se es-
cusen los daños que podrían hazer los que ovieren pasado y de aquí adelante
pasaren, porque en vna tierra nueva como esa, donde nuevamente plántase
la fee, conviene que se quite toda ocasión para que no se pueda sembrar e pu-
blicar en ella la seta de Mahoma, ni otra alguna ofensa de Dios Nuestro Señor
y perjuicio de nuestra sancta fee católica, visto y platicado en el nuestro Con-
sejo de las Indias, fue acordado que debíamos mandar que todos los esclavos
y esclavas berberiscos y personas nuevamente convertidas de moros o sus
hijos, como dicho es, que en esas partes oviere, sean echados de la isla o pro-
vincia donde estuvieren e ynbiados a estos Reynos, de manera que en ningu-
na forma queden en esas partes…”5.
En México no se puede hablar de un edificio propiamente mudéjar a la ma-
nera de muchos de los españoles, pero sí de diferentes elementos mudéjares,
tanto formales como estructurales, que se incorporaron a la arquitectura virreinal.
Una de las aportaciones mudéjares estructurales más importantes es el
sistema de cubiertas de madera. Existe evidencia escrita en las fuentes históri-
cas, de que había un conocimiento preciso para realizar este tipo de cubiertas
en Nueva España. Desafortunadamente son pocas las que han sobrevivido.
Los primeros templos fueron construidos con cubiertas de madera por
ser dicho material ligero, abundante, y de cierta facilidad constructiva. Asi-
mismo por estar en una zona sísmica, las cubiertas de madera tenían una mejor
respuesta a los temblores.
Estas cubiertas tenían como acabado final tanto teja como plomo, este úl-
timo probablemente debido a su alto costo se utilizó por lo general sólo en los
edificios más importantes, sobre todo en la ciudad de México. En algunos casos
se empleaba una sobrecubierta o segunda cubierta que protegía de la intemperie
a la armadura decorada.
Otro elemento que perdura hasta nuestros días, relacionado con las cu-
biertas de madera, son los canes. Estos se usaron principalmente como apo-
yos de las vigas en alfarjes de madera usando soluciones de uno, dos y hasta
tres canes sobrepuestos, como en el caso de Erongarícuaro en Michoacán. Entre
los canes generalmente hay aliceres o tableros, en algunas ocasiones decorados.
En los casos de las fundaciones franciscanas existen, rematando los canes en la
parte inferior y superior, molduras de madera en forma de cordón franciscano,
que corren perimetralmente entre can y can.
Los pies derechos de madera son otro elemento importante de la arqui-
tectura mudéjar que se encuentran en los edificios de la época virreinal, utili-
zados como apoyos verticales, generalmente rematados con zapatas que reci-
ben las vigas a manera de capitel. Existen ejemplos que sostienen los entrepisos
239
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
MICHOACÁN
Michoacán (fig. 1) es una región rica en bosques, por lo que existe una
importante cultura maderera desde la época prehispánica. Sahagún relata acer-
ca de los buenos carpinteros que había en este lugar: “sus casas eran lindas
aunque todas eran de paja; los hombres lindos y primos oficiales, carpinteros,
entalladores, pintores y lapidarios…”6. Alonso de la Rea también los alaba,
“Justamente, son tan eminentes pintores con tan linda gala y primor, que todas
las iglesias de esta provincia están adornadas de lienzos y láminas hechas de los
mismos indios, sin que tengan que envidiar al pincel de Roma”7.
Existe evidencia de algunos lugares donde había techumbres de madera,
ya sean alfarjes o armaduras, como por ejemplo en el convento de Tiripetío.
Construido hacia 1549, tuvo una cubierta de armadura, probablemente de par
y nudillo, “La iglesia fue toda de cal y canto, con una portada tan ilustre de co-
lumnas, que hasta hoy no se ha hecho otra como ella; una torre con muy lindas
campanas y relox castellano. Todo era de muy buena obra, pero lo que más se
aventajaba era la cubierta, que era de media tixera, toda llena de artesones,
tan primos y obra tan delicada, que nadie la vía que no se admirara, y su gran-
6. Fray Bernardino de SAHAGÚN, Historia general de las cosas de la Nueva España, México, Editorial
Porrúa, 1969, p. 207.
7. Alonso DE LA REA, Chronica de la orden de N. Seraphico P.S. Francisco, Provincia de S. Pedro y S.
Pablo de Mechoacán, en Federico GÓMEZ DE OROZCO, Crónicas de Michoacán, México, UNAM,
1972, p. 51.
240
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
deza se colegirá de que no se imitó en otro pueblo, por su costa”8. Este convento
se destruyó por un incendio en 1640. Fray Matías de Escobar también habla de
ella: “…jamás pudo imitarse la techumbre, o cielo de la iglesia, así como en la
gran fábrica del mundo, lo más lucido y primoroso es el cielo, o bóveda celes-
tial. Era todo de media tijera sobre la cual descansaban primorosos artesones,
pedazos de aquel cielo, de que pendían multitud de doradas piñas, que como
estrellas fijas se ascendían en aquel firmamento”9.
El convento de Tacámbaro, construido en 1553, poseía un artesonado que
también fue destruido por un incendio.
Respecto a la iglesia de Pátzcuaro, menciona Baselenque que se quiso
hacer una iglesia de cinco naves que concurrirían todas al altar central. Las
8. Fray Diego de BASELENQUE, Historia de la Provincia de San Nicolás Tolentino de Mechoacán del
Orden de S. Agustín, en F. GÓMEZ DE OROZCO, op. cit., p. 62.
9. Fray Matías de ESCOBAR, Americana Thebaida, Vitas patrum. De los religiosos hermitaños de N.P. San
Agustín de la Provincia de San Nicolás Tolentino de Mechoacán, escrita por Fr. Matías de Escobar su
cronista, año 1729, Michoacán, México, Ed. Balsal, 1970, p. 114.
241
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
10. Diego de BASELENQUE, op. cit., capítulo XX, en Heriberto MORENO, introducción y notas, Los
agustinos, aquellos misioneros hacendados. Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Mi-
choacán, escrita por Fray Diego de Baselenque, México, SEP, 1985, p. 178.
11. Ibídem, capítulo XVI, p. 143.
12. Ibídem, capítulo XVII, p. 147.
13. Antonio DE CIUDAD REAL, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976, vol. II, p. 166.
242
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
pobres enfermos, todos los indios eran socorridos así en sus ansiedades materiales
como en la vida del alma. El primer hospital que fundó fue el de Santa Fe, cerca
de México, entre los años de 1531 y 1532. Todavía existe un recuerdo de lo que fue
aquel hospital: “la organización del hospital, como había sido concebida por
Don Vasco, abarcaba no solamente la curación de los enfermos, sino la vida de
todos los que se relacionaban con ellos. Las Ordenanzas que dejó para los hos-
pitales parecen inspiradas, como lo han descubierto los eruditos, en la célebre Uto-
pía de Santo Tomás Moro, es decir, que aquello que pareció aún utópico para la
Europa del Renacimiento, fue viable para el Nuevo Mundo”14.
Juan de Grijalva habla de estos hospitales, “En el reino de Michoacán se
fundaron todos los conventos de nuestra Orden con un santo estatuto: que arri-
mado a las iglesias y a los conventos están edificados hospitales, donde traen
todos los indios que enferman de cualquier condición que sean, y allí son cu-
rados y regalados mucho mejor en sus casas… Lo que ayudó mucho a estas
fundaciones, y el principal motor y patrón de santa obra, fue aquel santo prelado
y singular varón llamado Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán…”15.
En Santa Fe de la ciudad de México, ya había construido Vasco de Quiroga
un hospital, que también tenía escuela y algo parecido a un internado para
niños. “Edificó un hospital de la cuna en este mismo pueblo de Santa Fe donde
los indios que quisiesen así de la ciudad de México, como de otra cualquiera
parte, pudiesen llevar a sus hijos, para que allí se los criasen… junto a este
hospital, hizo un colegio donde los muchachos y adultos aprendían a leer, y es-
cribir, canto llano, y canto de órgano, y todo género de instrumentos músi-
cos… pegado a este hizo un hospital donde se curasen los enfermos…”16.
Aunque existía la idea de comenzar estos hospitales, únicamente fue en
Michoacán donde realmente funcionaron, “que en los hospitales de Nueva Es-
paña no se ha podido ni puede acabar con ellos que acudan al hospital a curarse
cuando están enfermos, y así no han servido ni sirven los dichos hospitales
sino para dos ó tres mancos ó paralíticos, cuando mucho, y á veces sólo uno,
que sirve allí de cabeza de lobo para que los principales hagan sus mangas;
excepto en la provincia de Mechoacán solamente, adonde parece que ha cua-
drado más este negocio y tenido mejor suceso…”17.
Torquemada escribe también del fracaso de los hospitales en la mayoría
de los lugares, excepto en Michoacán y Jalisco, “En la provincia de Mechoacán,
y Jalisco, lo reciben todos, por tener tal concierto, que todos ellos, desde el
243
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
244
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
19. Juan Benito ARTIGAS, Pueblos, Hospitales y Guatáperas de Michoacán, las realizaciones arquitectónicas
de Vasco de Quiroga y Fray Juan de San Miguel, México, UNAM, Gobierno del estado de Mi-
choacán, 2001.
20. Luis Alberto TORRES GARIBAY, Tecnología constructiva en la zona lacustre de Pátzcuaro y región
Morelia, Tesis para obtener el grado de Doctor en Arquitectura, México, UNAM, 1999.
21. Gloria A. ÁLVAREZ, Los artesones michoacanos, Tesis presentada para obtener el grado de Doc-
tor en Arquitectura, México, UNAM, 1998.
245
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
Figura 3. Alfarje de un solo orden de vigas apoyado sobre uno, dos y tres canes. Inés
Ortiz Bobadilla.
246
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
biertas de la región, donde se puede encontrar una lista muy completa de los
diferentes inmuebles que poseen cubiertas de madera, diferenciadas según su
sistema estructural.
En este artículo se han incluido los inmuebles mencionados por los cro-
nistas y que en su conjunto dan una muestra panorámica de los diferentes
tipos de cubiertas que se realizaron en Michoacán.
247
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
tamaño en el segundo cuerpo, donde no sólo se le esculpe en las jambas, sino que
se subraya su importancia colocándola sobre varias hojas de tamaño grande”26.
El convento, como la mayoría del siglo XVI, tiene entrepisos de alfarjes de
un solo orden de vigas. Lo que nos ocupa en este sitio es la decoración de lazo
en las esquinas del claustro de clara influencia mudéjar (véase figura 8).
Tiene una estrella de doce puntas con un florón al centro, pintado el lazo
en tonos azules. El lazo es ataujerado, es decir, la lacería se sobrepone a la ar-
madura, esto supone menor trabajo de precisión que cuando la lacería es apei-
nazada, más complicada porque van entremezcladas la estructura misma de la
armadura con la decoración.
El templo de la Tercera orden (véase figura 10) como indica Ciudad Real
tenía “entablados el pavimento y el cielo”, actualmente posee una bóveda de
madera (véase figura 11).
La capilla del hospital (véase figura 12), que según la Inspección Ocular de
Michoacán “es la menos aseada y capaz, y las ruinas a ella vecinas, manifiestan
hubo en otro tiempo formales enfermerías…”, formada por tres arquerías de
medio punto, tiene una cubierta de un alfarje de un solo orden de vigas y en la
zona del presbiterio una cubierta de madera en forma de artesa invertida (véanse
figuras 13 y 14). Conserva restos de pintura en sus muros.
26. Diego ANGULO IÑIGUEZ, Historia del arte Hispanoamericano, Barcelona, Salvat, 1950, p. 362.
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 8. San Francisco, Tzintzuntzan. Decoración de lazo en las esquinas del conven-
to. Inés Ortiz Bobadilla.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
Figura 10. Fachada principal del templo de Figura 11. Interior del templo de la tercera
la tercera orden, Tzintzuntzan, Michoacán. orden, Tzintzuntzan, Michoacán. Inés Ortiz
Inés Ortiz Bobadilla. Bobadilla.
Figura 12. Vista de la fachada de la capilla abierta del hospital de Tzintzuntzan, Mi-
choacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 13. Vista de la cubierta de la capilla Figura 14. Vista de la cubierta de la capilla
abierta del hospital de Tzintzuntzan, Mi- abierta del hospital de Tzintzuntzan, Mi-
choacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz. choacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
18). El coro se encuentra al inicio de la nave con tribunas laterales en los dos
lados y está apoyado sobre pies derechos y vigas. El entrepiso es de un alfarje
de un solo orden de vigas apeado sobre canes sencillos (véase figura 19).
Al igual que el coro, la cubierta de la nave es de un alfarje de un solo
orden de vigas, pero en este caso apoyado sobre triples zapatas que dan un
apoyo de 2,20 m a cada lado a las vigas (véase figura 20). Cada nivel de canes
está decorado con un cordón franciscano. Los muros de piedra y lodo tienen un
espesor de 1,85 a 1,95 m33. Protegiendo a la techumbre interior tiene una cu-
bierta de una armadura de madera (véanse figuras 16 y 17).
253
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 19. Detalle del coro de Nuestra Se- Figura 20. Detalle de los triples canes en la
ñora de la Asunción, Erongarícuaro. Ro- zona del presbiterio de Nuestra Señora de la
drigo Floresvillar Ortiz. Asunción, Erongarícuaro. Rodrigo Flores-
villar Ortiz.
URUAPAN
Uruapan fue fundado por Fray Juan de San Miguel, quien construyó una
iglesia, el hospital y dividió la ciudad en nueve barrios donde edificó nueve ca-
pillas, “En donde dejó más señaladas las huellas de su fervoroso espíritu, y en
lo material más perpetuas memorias de su aplicación a lo político, fue en el
pueblo de Uruapan… repartiendo la población en sus calles, plazas y barrios,
con tan linda disposición que pudiera emular la aristocracia de Roma… trató
el Siervo de Dios de fabricar una iglesia a todo costo, pues la que antes tenían
aunque era muy capaz, era toda de tablas y madera… comenzaron a juntar
materiales y a poner por otra iglesia muy grande, suntuosa, como para concurso
tan crecido, siendo su labor de calicanto, y tan costosa, que pudiera consumir
un patrimonio… Después de esto emprendió la obra de un Hospital para la cu-
ración de los indios enfermos… Fundado el pueblo, hecha la iglesia, y acaba-
do el Hospital, repartió él la población en sus barrios, dándole a cada uno de
ellos su capilla con el retablo del Santo… como cada capilla está en los remates
de las calles, unas a otras se están mirando y hermoseando la disposición del
255
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
Pueblo; y como está dividido en nueve barrios, son nueve las capillas…” 34
(véase figura 21). Las capillas que quedan ya no se pueden ver una a la otra por
el crecimiento de la ciudad. A finales del siglo XVIII, según la Inspección Ocu-
lar de Michoacán, las capillas estaban en ruinas y ya no se utilizaban: “Com-
pónese este pueblo de siete barrios y en cada uno de ellos existe una capilla en
tan mal estado, que en ninguna se dice ya misa”35.
Figura 21. Uruapan. Planta de la población en el siglo XVI, según el trazado de Fray Juan
de San Miguel. Basado en la reconstitución de Aldo Zurita en Juan B. ARTIGAS, Pueblos,
Hospitales y Guatáperas de Michoacán, p. 52.
34. Fray Isidro Félix de ESPINOSA, Crónica de la Provincia franciscana de los Apóstoles, San Pedro y San
Pablo de Michoacán, en Federico GÓMEZ DE OROZCO, op. cit., p. 158.
35. José BRAVO UGARTE, op. cit., p. 111.
256
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 24. Detalle de uno de los accesos a la medersa, Marrakech, Marruecos. Inés Ortiz
Bobadilla.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 27. Fachada principal de San Francisco, Uruapan. Inés Ortiz Bobadilla.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 29. Interior de la capilla de San Francisco, Uruapan. Inés Ortiz Boba-
dilla.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
Figura 30. Plano de la capilla de San Miguel Arcángel, Uruapan. Basado en G.A.R.
Figura 31. Fachada principal de la capilla de San Miguel Arcángel, Uruapan. Inés Ortiz
Bobadilla.
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 32. Fachada principal de la capilla de Santiago Apóstol, Uruapan. Rodrigo Flo-
resvillar Ortiz.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
Figura 33. Fachada principal de la iglesia de Santa Ana, Zacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 35. Vista del coro, Santa Ana, Zacán. Rodrigo Floresvi-
llar Ortiz.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
43. Ibídem.
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 37. Vista del interior de la capilla de la guatápera, Zacán. Inés Ortiz Bobadilla.
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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Figura 39. Plano del Hospital, Zacán. Ba- Figura 40. Fachada principal del templo de
sado en Juan B. Artigas. Santiago Apóstol, Angahuan, Michoacán.
Leonardo Floresvillar Ortiz.
un arrocabe o friso con inscripción que semeja escritura cúfica y al final, una
fecha que puede corresponder al edificio: 1577”49.
Según Gloria A. Álvarez, la cubierta de la iglesia estaba hecha con un
cañón corrido que fue sustituida a mediados del siglo XVIII por una bóveda de
cañón escarzano. Sin embargo el presbiterio no se modificó, éste tiene la forma
de una gran artesa invertida, apoyada sobre triples canes, divididos con mol-
duras en forma de cordones, con tablillas decoradas entre cada can. En lo que
vendría a ser el almizate está decorado con cuatro estrellas de doce puntas y an-
gelitos en cada esquina. El coro, al inicio de la nave, está apoyado sobre un al-
farje de un solo orden de vigas que apea sobre canes sencillos.
La capilla del hospital, construida probablemente en 1570 por una ins-
cripción en la fachada, también es referida por la Inspección Ocular de Mi-
choacán, “La capilla del Hospital es también de piedra y mezcla con piso en-
tablado, coro alto y artesón, feos, antiguos y poco seguros, y un solo altar con
su retablo dorado semejante a los de la iglesia”50. Tiene una portada sobria,
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
Figura 41. Planta del templo de Santiago Apóstol, Angahuan, Michoacán. Basado en Glo-
ria A. Álvarez.
con un arco de medio punto, enmarcado por un alfiz. En la parte superior al ac-
ceso, una pequeña ventana de medio punto. Se trata de una nave rasa de pe-
queñas dimensiones, con presbiterio del mismo ancho que la nave, diferen-
ciado por un escalón. La cubierta está realizada por un alfarje de un solo orden
de vigas apoyado sobre canes, de reciente manufactura. Ya no posee coro.
Cubre el alfarje una armadura de madera a dos aguas.
Se hizo una restauración en el inmueble “inyectando morteros expansivos
en las fisuras y restituyendo las piezas de sillería faltantes. El alfiz de la portada
se junteó utilizando resinas epóxicas, la bóveda de mampostería se consolidó
después de corregir las pendientes y, finalmente, se procedió a recuperar los ni-
veles del atrio”51.
51. SAHOP, Secretaria de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, México, Ed. Miguel Galas
S.A., 1982, p. 82.
272
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Inés Ortiz Bobadilla
Figura 45. Planta de la capilla del hospital, Angahuan. Basado en Juan B. Artigas.
274
Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
CONCLUSIONES
Durante el virreinato hubo una acelerada construcción en la Nueva Es-
paña, principalmente en lo referente a los edificios religiosos. Había un interés
por convertir a la población a la religión que tenían los conquistadores.
La arquitectura que se efectuó durante este tiempo tiene elementos que re-
flejan su vínculo con el arte mudéjar. Hubo una gran proliferación de estruc-
turas de madera, sobre todo en las cubiertas, ya que era el sistema estructural
que conocían los españoles y de algún modo era un sistema más sencillo y
más rápido que la elaboración de bóvedas. En la región de Michoacán existie-
ron, según las fuentes históricas, verdaderas cubiertas mudéjares, como fue el
caso de Tiripetío. Desafortunadamente un gran número de cubiertas de madera
se perdieron a causa de incendio, falta de mantenimiento y abandono. En esta
región, por tratarse de una zona maderera, las cubiertas siguieron sustituyén-
dose por otras de madera, pero ya sin seguir las técnicas estructurales mudé-
jares, sino incorporando las técnicas indígenas propias de la zona, creando cu-
biertas trapezoidales, que a la vista parecen armaduras de par y nudillo.
RESUMEN
El presente trabajo forma parte de una investigación acerca de la arqui-
tectura mudéjar en la Nueva España en la que se analizan los elementos es-
tructurales y arquitectónicos que influyeron en esta arquitectura. En este caso
se hablará del estado de Michoacán. La incorporación de los sistemas estruc-
turales, principalmente las cubiertas de madera, tienen semejanzas significati-
vas que los relacionan con la arquitectura mudéjar de la Península Ibérica. Sin
embargo, en el estado de Michoacán surgen cubiertas con ciertas particulari-
dades que, si bien siguen la misma tectónica de las armaduras de par y nudi-
llo, estructuralmente tienen soluciones diferentes.
Palabras clave: mudéjar, carpintería de lo blanco, virreinato, Michoacán,
Nueva España.
ABSTRACT
The present work forms part of a research about the mudejar architectu-
re in New Spain in which the structural and architectonical elements that in-
fluenced this architecture are analyzed. In this case it will be spoken about the
state of Michoacán. The incorporation of the structural systems, mainly the
wood covers, have significant similarities that relate them to the mudejar ar-
chitecture of the Iberian Peninsula. Nevertheless, in the state of Michoacán,
they arise covers with certain particularities that follow the same tectonic that
the armors of “par y nudillo”, but structurally they have different solutions.
Key words: Mudejar, carpentry of white, viceroyalty, Michoacán, New
Spain.
275
NOTAS Y DOCUMENTOS
Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 279-293
CARTA ABIERTA A
BERNARD VINCENT
Francisco Márquez Villanueva*
Distinguido colega:
La presente es para darle noticia de mis lecturas de su volumen El río mo-
risco1, y acerca del cual he de empezar por agradecer la atención que concede
a mis modestos trabajos, como parte de una común ruptura generacional con
los planteamientos del problema histórico de los moriscos (heredados del ocho-
cientos y aun antes) en la segunda mitad del siglo XX. No puedo estar más de
acuerdo en la oportunidad de realizar un balance de los resultados y de poner
algún orden en los criterios valorativos que en este momento tenemos sobre el
campo. Como el estado de los conocimientos creo ofrece hoy margen para una
legítima diversidad de puntos de vista, me sumo aquí al mismo intento con
miras a poner bajo otra luz las divergencias que nos separan a modo de islas en
medio de tantos espacios como compartimos no en el río, sino en lo que hoy es
el mar de los estudios moriscos.
Comenzaré, pues, por mi sorpresa ante su declaración de que el problema
morisco sea de naturaleza histórica y no literaria, como si el difunto Alvaro
Galmés y este servidor hubiéramos dicho nunca lo contrario y como si a estas
alturas la interdisciplinaridad heurística fuera ningún motivo de escándalo.
Defiende su Río morisco una primacía absoluta para los documentos de archi-
vo, con no oculto desdén para cualquier otra modalidad de acceso metodoló-
gico2. Documentos, claro, y en eso estamos todos de acuerdo. Pero “docu-
mento” (de docere) es también un fragmento de cerámica, un testimonio
pictórico, un texto literario o un cultema antropológico que, lo mismo que el
papel de un archivo, habrán de ser sometidos en cada caso a la peculiar exégesis
metodológica que lo haga ”hablar” o asumir un significado para nuestra en-
cuesta. Y sea esto dicho sin perder de vista que el error material, el prejuicio y
* Harward University.
1. Estudio originalmente publicado en La expulsión de los moriscos, Fundación Bancaja, 1998, pp.
125-142. Acogido con otros trabajos por Bernard Vincent en El río morisco, Universidad de
Granada, 2006, pp. 131-143.
2. No falta quien lamente todo lo contrario: los documentos de archivo no son clave universal, pues
ignoran los resortes humanos más profundos, que habrán de documentarse por otros caminos
a juicio de Joan FUSTER, Poetas, moriscos y curas, Madrid, editorial Ciencia Nueva, 1969, p. 150.
279
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Francisco Márquez Villanueva
el patinazo nos acechan en todo momento. Ud. lo ha dicho bien, haciéndose eco
de una frase mía: todas las fuentes (incluso las archivísticas por tanto) están “en-
venenadas” y por lo mismo (agrego aquí) comienzan por requerir de la crítica
el tratamiento depurador en que consiste nuestro oficio.
En materia de literatura, su libro sólo hace mención de la literatura alja-
miada que acto seguido descalifica como “muy poca cosa”3, como si el escollo
fuera simplemente cuantitativo y no en todo caso de orden conceptual y me-
todológico. Aun así, no creo que su juicio resulte aceptable para la constela-
ción de estudiosos que últimamente vienen extrayendo de aquella literatura
tanta información privilegiada como no llegó nunca a figurar en los papeles del
Santo Oficio ni del Consejo de Estado, en cuanto voceros confesados del crite-
rio oficial. El problema morisco, debemos entender, fue mucho más que la his-
toria de una minoría, así como tampoco la de un pueblo bárbaro ni advenedi-
zo. Por sus inmediatas implicaciones sociales, políticas y religiosas y por
situarse, catalizador, en un presente interpuesto entre un pasado y un futuro,
no era ajeno a ningún español de cualquier casta e inquietaba con razón la
conciencia de los más responsables. De donde la marcha paralela de un discurso
de reflexión y debate en que directamente participan gobernantes, cronistas y
jerarquías eclesiásticas, pero dentro del cual figura asimismo, como específica
voz morisca, el bloque testimonial e irreductible de la literatura aljamiada. A
pesar de un hispano clima que no es sólo Antiguo Régimen y contrarrefor-
mista, sino temprana manifestación del fenómeno moderno del pensamiento
controlado, se ha dado además un extrarradio de alternativa presencia por po-
deres, en el que colectivamente se personan también moriscos más o menos
camuflados como Ginés Pérez de Hita, Miguel de Luna o hasta el humanista to-
ledano Alejo Venegas4. Reforzados por aliados judeoconversos, acotan el am-
plio despliegue de la llamada maurofilia literaria y la rica y matizada materia
de moros, moriscos y turcos en el terreno de la ficción y de la escena. Un
mundo sugestivo hasta lo fascinante, donde es preciso leer las entrelíneas y
que la inercia crítica, añadida a la imposibilidad de una lectura contextualiza-
da, sólo han vuelto accesible a partir de 1950. Ahí tenemos al Abencerraje, a Ri-
cote, a Ozmín y Daraja, al Tuzaní, a Zoraida, al Maestre de Calatrava, a Marcos
de Obregón y hasta el mendigo judeo-árabe Almudena de Galdós, entre tantos
otros como nos invitan a la lectura histórica que los poetas deseaban plantear
para buenos entendedores de la época y que se halla hoy iniciada a cargo de
una crítica de última hora. Por otra parte, un texto del valor del Tratado de los mo-
3. El río morisco, p. 133. Es el mismo argumento (“... son al fin y al cabo pocos”) de Ricardo GAR-
CÍA CÁRCEL respecto al fenómeno maurófilo, «Los moriscos y la Inquisición», La expulsión de
los moriscos, Bancaja, 1998, 145-166 (p. 155).
4. Alvaro GALMÉS DE FUENTES, «Alejo de Venegas y la tradición morisca», Estudios románicos de-
dicados al Prof. Andrés Soria Ortega, 2 vols., Granada, 1985, II, pp. 175-192. Mensaje literario de
comprensión y respeto a lo morisco explicado por Juan I. GUTIÉRREZ NIETO, «Inquisición y
culturas marginadas: conversos, moriscos y gitanos», Historia de España. El siglo del ‘Quijote
(1580-680), J.M. Jover Zamora (dir.), Madrid, Espasa-Calpe, 1986, 647-792 (p. 758).
280
Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
5. Edición de Juan Gil Sanjuán, Málaga, Editorial Algazara, 1997. Ha seguido a poco la de Rafael
González Cañas, con estudio preliminar de Rafael Carrasco en Pedro de VALENCIA, Obras
completas, 4 vols., Ediciones Lancia, León, 1999, IV, 1, pp. 15-139.
6. Granadino (1550-1608), cubre con su esfuerzo y críticas acerca de la siempre fracasada evan-
gelización de los moriscos, casi la totalidad de la actividad de su Orden hacia estos. Estudios
de Francisco de BORJA MEDINA, «La Compañía de Jesús y la minoría morisca (1545-1614)»,
Archivum Historicum Societatis Iesu, 57, 1988, pp. 3-136. Youssef EL ALAOUI, «Ignacio de las
Casas, jesuita y morisco», Sharq al-Andalus, 14-15, 1997-1998, pp. 317-339.
7. El río morisco, p. 133.
8. Fernand BRAUDEL, «Conflits et refus de civilizations: Espagnols et Morisques au XVIe siècle»,
Anales. Economies, Sociétés, Civilisations, 2, 1947, pp. 397-410. Se equivoca aquí la fecha de la
conquista de Toledo, que se da como 1047. El texto carece de todo aparato crítico y presenta bas-
tantes errores en materia de nomenclatura española. El estudio aparece más depurado en su pre-
sentación posterior como parte del magnum opus braudeliano sobre historia del Mediterráneo.
9. “¿Sería temerario pensar, una vez más, que en aquellos países demasiado poblados para sus
recursos... la religión era más bien el pretexto que la verdadera causa de la persecución y de
la migración? Es la misma ley del número que, andando el tiempo, se volvería también con-
tra los moriscos, en la España de Felipe III y, más tarde, en Francia, contra los protestantes de
la época de Luis XIV...” (El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2 vols.,
México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1953, I, p. 386).
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Francisco Márquez Villanueva
10. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El problema historiográfico de los moriscos», Bulletin His-
panique, 86, 1984, pp. 61-35. Incluido en El problema morisco (desde otras laderas), Madrid, Li-
bertarias/Prodhufi, 1991, pp. 98-195.
11. La expulsión se ha realizado “parce que le Morisque est resté résolument inassimilable”
(«Conflits et refus de civilizations», p. 409).
12. Míkel de Epalza, «Le milieu hispano-moresque de l’évangile de Barnabé», Islamochristiana, 8,
1982, pp. 159-183. Luis F. BERNABÉ PONS, El texto morisco del Evangelio de san Bernabé, Granada,
Universidad de Granada, 1998. L.P. HARVEY, Muslims in Spain 1500-1614, Chicago y Londres,
U. of Chicago P., 2005, pp. 287-290.
13. Ricardo GARCÍA CÁRCEL, «Estudio crítico al catecismo Ribera-Ayala», Les Morisques et leur
temps, París, CNRS, 1983, pp. 161-168.
14. De obligado recuerdo Robert RICARD, La conquête spirituelle du Mexique, París, Institut d’Eth-
nologie, 1933. Antonio GARRIDO ARANDA, Moriscos e indios: precedentes hispánicos de la evange-
lización en México, México, UNAM, 1980. Mercedes GARCÍA ARENAL, «Moriscos e indios: para
un estudio comparado de métodos de conquista y evangelización», Chronica Nova, Granada,
1992, pp. 153-175.
282
Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
15. Se acerca a serlo el citado estudio de F. de B. MEDINA, «La Compañía de Jesús y la minoría mo-
risca». Aunque la Compañía nunca considerase primordial su labor entre los moriscos, sería
injusto no reconocer que sólo ella se les acercó con alguna sensatez y buena voluntad, por lo
cual alcanzó en consecuencia una correlativa aunque siempre pequeña medida de éxito.
16. Conforme a su tradición mudéjar, los moriscos “no podían estar a merced de las disposicio-
nes gubernativas” de la Corona ni de los Consejos (Pedro LONGÁS, Vida religiosa de los moris-
cos, Madrid, 1915, p. LXXV). Para el sentido de propiedad legítima del pueblo musulmán,
frente a lo que consideraban usurpación transitoria, Míkel DE EPALZA, «Caracterización del exi-
lio musulmán: la voz de mudéjares y moriscos», Destierros aragoneses, Zaragoza, Diputación
Provincial, 1988, pp. 217-227 (p. 218).
283
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Francisco Márquez Villanueva
sidencia más o menos activa su violada identidad religiosa. Con Felipe II (prag-
mática de 1566)17 el bautismo impuesto le trae como propina la renuncia completa
a su lengua, indumentaria, patronímico y costumbres, además de verse sujeto a
la jurisdicción del Santo Oficio. El conflicto se origina en una violencia que es-
tataliza el fuero de las conciencias y cuyo estudio moderno corresponde a la his-
toria civil y religiosa, así como a la antropología cultural y con la historia eco-
nómica o medio-ambiental a su remolque. Los factores supuestos por el
planteamiento inquisitorial y el cortocircuito sociológico de la limpieza de san-
gre creaban, frente al medievo, un cuadro que se diría idealmente calculado para
frustrar todo proceso asimilador. Dejo caer aquí, pues, la modesta sugerencia
de que la opresión y los palos de ciego no suelen ser nunca instrumentos ideales
para tal fin. Sobre todo si se recuerda que el alternativo modelo islámico proce-
día en el sentido más contrario, atrayendo la conversión libre de individuos y no
de grupos, conformándose con una práctica puramente exterior y, sobre todo,
dando paso libre a oficios y honores públicos. El que, con todo, se diera como
fondo una no despreciable medida de asimilación es en estas condiciones lo no-
table, y no al contrario. No cabe hablar en consecuencia de un fracaso asimilador
del morisco, porque ni siquiera se llegó a tanto: lo que hubo fue la inevitable
bancarrota de una tosca política descerebrada de arriba abajo, lo mismo en lo
civil que en lo religioso y hasta lo económico, y eso fue todo. La idea histórica-
mente descontextualizada del morisco inasimilable es mito redolente de un sutil
estereotipo demonizador prolongado hasta la susodicha formulación de Braudel.
La triste suerte del pueblo morisco no se perfila así como una contienda
religiosa, sino que por el contrario asume la fisonomía de una institucionalizada
guerra civil, en que la rebelión de Granada fue el fogonazo de una cruel con-
tienda entre españoles, según diagnóstico de don Diego Hurtado de Mendoza y
Luis del Mármol Carvajal acerca de la tragedia bélica que les tocó vivir y después
(no menos dolorosamente) historiar. El conflicto devenía de ese modo una ardua
cuestión de conciencia en que todos podían sentirse personal e igualmente in-
volucrados. La situación que se vivía no podía menos de ser para ambas comu-
nidades tensa y propicia a cotidianos roces, protestas y mutuas acusaciones que
ni yo ni nadie oculta, y que por ambas partes nunca se acabarán de documentar
ad nauseam. Nada más lógico que el reflujo simultáneo de una fuerte preocupa-
ción colectiva objetivada en una diversidad de discursos de común signo bien in-
quisitorial o bien arbitrista, que no retrocedían ante la paranoia, el odio o la vio-
lencia y circulantes lo mismo en instancias callejeras que en los más altos niveles
de la jerarquía eclesiástica o del Consejo de Estado. No faltaron quienes acerba-
mente tildaran de pusilánime o aún peor a Felipe II18, mientras por su mesa pa-
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Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Francisco Márquez Villanueva
24. Luis GÓMEZ CANSECO, El humanismo después de 1600: Pedro de Valencia, Sevilla, Universidad
de Sevilla, 1993. Juan Luis SUÁREZ SÁNCHEZ DE LEÓN, «El humanismo después de 1600: entre
la ética religiosa y la teoría económica», La Ciudad de Dios, 109, 1996, pp. 5-47.
25. “Pero estando estos convertidos y en disposición de que, siendo instruidos en la fe, pueden
ser perfectos, nuestro Rey Católico, como Cristianísimo, ha de procurar conservar su gente y
henchir sus Reinos, atrayendo a todos al verdadero conocimiento de la fe” (Memorial de la
política necesaria y útil restauración a la república de España, J.L. PÉREZ DE AYALA, Madrid, Instituto
de Cooperación Iberoamericana, 1992, p. 67).
26. José A. MARAVALL, «La crítica de la ociosidad en la época del primer capitalismo», Homenaje a
Pedro Sáinz Rodríguez, 4 vols., Madrid, Fundación Universitaria Española, 1986, IV, pp. 521-538.
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Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
sivo arbitrio de abrir las barreras a los matrimonios mixtos, idea que por cier-
to encantó, porque para algo era un poeta, a Miguel de Cervantes. La opinión
moderada se movió siempre dentro de una estricta ortodoxia y no es que esta
profesara nunca ideas inconcebibles antes de 1789. Pero es que, sobre un terreno
práctico, el clima intelectual del momento tampoco había madurado hasta el
punto de que, por ejemplo, Pedro de Valencia propugnara el derecho de los
moriscos a la “habitación” en España. No habla (nótese) de un privilegio real
como el que en precario asistía a los judíos y que se les retiró en 1492, sino de
un concepto de ciudadanía por entero ya moderno y, aunque tácito, inaliena-
ble a lo Jefferson. Quiérase o no, la opinión moderada estuvo allí y, por ella, se
habría evitado el desastre histórico de la expulsión, que es lo que cuenta. Ud.,
querido colega, agrega: “Y los que no la deseaban, se callaron”27. No puedo
estar más de acuerdo, pero yo ahora le pregunto: ¿qué quería Ud. que hicieran?
¿acaso poner bombas?
El Consejo de Estado acordaba la expulsión en 1602, pero ello fue sólo
señal para un debate de urgencia, marcado por una frondosa sucesión de jun-
tas, pareceres y memoriales, porque incluso las supremas instancias de gobier-
no se hallaban dominadas por las dudas y la discusión de posibles alternati-
vas, consecuencias y responsabilidades. Es el momento del P. Ignacio de las
Casas en la instancia eclesiástica y de Pedro de Valencia en la civil, dicotomía
algo artificial, porque uno y otro se mueven en un mismo terreno religioso, que
es la transgresión moral (léase pecado) supuesta por la sentencia sin preceden-
te contra la totalidad de un pueblo que ha recibido el bautismo. Se trata de un
claro desborde o hemorragia dialéctica del conflicto: para Pedro de Valencia,
visiblemente angustiado, el problema no son ya los moriscos, sino una Monar-
quía dispuesta a marginarse de toda responsabilidad moral cristiana con una po-
lítica de aquella clase y una entrega sin retorno al maquiavelismo invertido de
la ragione di Stato. El corazón del conflicto no es para Pedro de Valencia la infi-
delidad de aquel pueblo, sino la conciencia de unos gobernantes en trance de
tomar decisiones irrevocables para sí mismos y para generaciones venideras.
El río morisco me reprocha después inflar o exagerar la simple existencia y,
no se diga, el peso o interés histórico de la opinion moderada, reducido por su
autor a unas cuantas golondrinas que no hacen verano. Y de ahí, claro está, el
paso a poner en tela de juicio mi tesis de la expulsión como todo lo contrario de
un asumido clamor universal, que en 1978 Ud. mismo suscribía en colaboración
con nuestro llorado Antonio Domínguez Ortiz28. Me sorprende ahora, pues, la
impugnación de la opinion moderada como reducida a la insignificancia de
media docena de nombres como otros cualquiera, y no como cabezas rectoras
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Francisco Márquez Villanueva
de un discurso político que sin duda contaba con una medida de eco o apoyo
colectivo y que la literatura respaldaba con amplia resonancia. Ahí estarían si no,
para confirmarlo, tanto las copias manuscritas de sus escritos como los furi-
bundos ataques a objetores o descontentos “políticos” como son objeto de la
campaña de propaganda lanzada tras la expulsión por el duque de Lerma y
cuyos ecos no se han apagado aún del todo. Y lo mismo también, por ejemplo,
el escrito dirigido a Felipe III por don Manuel Ponce de León el 28 de agosto de
1609, desaconsejando la expulsión con la base reconocible de las ideas de Pedro
de Valencia29. En el transcurso de unos años hemos sabido que el mismo Con-
sejo de Estado era escenario de una dura pugna entre el sector eclesiástico-mi-
litar y otro nobiliario bajo el duque del Infantado30, con los confesores reales, úl-
timos responsables de un concepto moral del poder, danzando en el medio
sobre la cuerda floja. Contra repetidas acusaciones de proyectar criterios ana-
crónicos, me veo ahora obligado a rechazar toda imagen de la opinión mode-
rada a modo de un partido político de nuestros días. Sin buscar por cuestión de
principios ningún apoyo popular (y al contrario de lo que se intentaría des-
pués de 1609), la opinión moderada proviene no de enemigos, sino de aliados
del poder (Pedro de Valencia, cronista real). Sus escritos se dirigen a sus más
altos titulares a modo de documentos privados que se difunden, sin pasar por
la imprenta, de modo muy restringido, bajo instancia semi-oficial y asumiendo
un carácter ni aún lejanamente de oposición militante o en regla. Una opinión
no “pública” sino propia de altos círculos del establishment y que, conforme a los
más puros estilos del Antiguo Régimen, no proceden de lo que hoy llamaríamos
ninguna estrategia abierta de pública presencia, sino de la callada circulación de
voces privilegiadas en un estrecho ámbito oficial y jerárquico. Le confieso que
no tuve nunca la menor sospecha de tener que dar alguna vez explicaciones
sobre algo tan obvio. No abrigué nunca in mentem ninguna otra cosa y no me
duelen por tanto prendas para conceder que la opinión moderada no se mani-
festó nunca con pancartas por las calles madrileñas.
Se me acusa asimismo de negar la actividad conspiratoria de los moriscos,
cuando sólo me he venido limitando a señalar su invocación a modo de co-
modín para énfasis manipulatorio de una permanente y mitificada amenaza
mortal. Invito nada más a releer mis páginas sobre el particular31, donde em-
piezo por caracterizar su presencia como típico factor o resorte psicológico en
29. Publicado por Florencio JANER, Condición social de los moriscos de España, causas de su expulsión y
consecuencias que ésta produjo en el orden político y económico, Madrid, 1857, pp. 285-291. Lo re-
produce Mercedes GARCÍA-ARENAL, Los moriscos, Madrid, Editora Nacional, 1975, pp. 237-246.
30. Trevor J. DADSON, «Official Rhetoric versus Local Reality: Propaganda and the Expulsion of the
‘Moriscos’», Rhetoric and Reality in Early Modern Spain, R.J. Pym ed., Londres, Tamesis, 2006,
pp. 1-24.
31. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El problema historiográfico de los moriscos», en El proble-
ma morisco, pp. 141-166. Id., «El mito de la gran conspiración morisca», Religion, identité et
sources documentaries sur les Morisques andalous, 2 vols., A. Temimi ed., Túnez, Institut Supérieur
de Documentation, 1984, II, pp. 267-284.
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Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
32. Louis CARDAILLAC, Morisques et Chrétiens. Un affrointement polémique (1492-1640), París, Klinc-
sieck, 1977, pp. 49-56. Luce LÓPEZ BARALT, «Las problemáticas ‘profecías’ de san Isidoro de Se-
villa y de ‘Ali Ibn Yelis Alferesiyo en torno al islam español del siglo XVI: tres aljofores del ms.
aljamiado 744 de la Biblioteca Nacional de París», Nueva Revista de Filología Hispánica, 29,
1980, pp. 343-366.
33. Ricardo GARCÍA CÁRCEL, «La psicosis del turco en la España del Siglo de Oro», Actas de las XVI
jornadas de teatro clásico, Ciudad Real, Universidad de Castilla-La Mancha, 1994, pp. 15-28.
34. Luce LÓPEZ-BARALT, «Crónica de la destrucción de un mundo: la literatura aljamiadomorisca»,
Bulletin Hispanique, 82, 1980, pp. 16-58.
35. Youssef EL ALAOUI, op. cit., p. 320.
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Francisco Márquez Villanueva
apenas hizo ninguna mella, mientras los turcos aprovechaban la ocasión para
lo que de veras tenía para ellos sentido, que era la conquista de Chipre. La
amenaza de una invasión otomana de la Península había sido desde el primer
momento desechada por Felipe II por las razones puramente técnicas expues-
tas en un informe del duque de Alba, supremo talento militar del siglo. Sí es
verdad que la psique popular estuvo siempre dispuesta hasta un punto in-
cendiario a darle crédito, como ocurrió con el pánico de 1580 en Sevilla, des-
proporcionado hasta un punto de extrema e increíble exageración36. Clave real
de la situación militar fue siempre el callado pero eficaz control del estrecho de
Sicilia, así como la defensa y conservación de Malta en manos cristianas. La
paranoia conspiratoria se hace aún más remota tras la tregua hispano-turca
de 1580, cuando la alternativa del Xarife marroquí (protegido o semi-aliado a
veces de Portugal o de España) como sucesor del Turco en el reparto de pape-
les se vuelve poco menos que risible. Nada de aquello evitó sin embargo que,
conforme a la rutina de siempre, el Patriarca Ribera inventara en su sermón
de la Seo el 27 de septiembre de 1609 el anticipo de la expulsión a la arremeti-
da de una liga del Turco con otros príncipes herejes, a quienes los moriscos
ofrecían “ciento y cinquenta mil soldados pagados” para la primavera del año
siguiente “y assí de oy en seys meses, tuuiéramos por estos mares la armada del
Turco, y las de los demás enemigos; y se viera España en miserable estado”37.
La mentira oficial del Patriarca se despachaba a su gusto con la bajada
del Turco, sempiterna plática de desocupados reforzada esta vez, por la opor-
tunidad del caso, con la propina de un levantamiento general del pueblo mo-
risco38. Y de nuevo la guerra de Granada viene a poner las cosas en su sitio
con el fracaso de la solidaridad islámica en su adicional aspecto interno o pe-
ninsular, porque el fuego alpujarreño distó de sobrepasar las fronteras del
reino. Era naturalmente una contingencia obvia y muy temida, por lo cual se
hizo un gran esfuerzo por impermeabilizar sus fronteras, muy en especial la
murciana, también con cierta densidad morisca y corredor geográfico colin-
dante con el polvorín valenciano, cuyo estallido habría provocado una irre-
misible catástrofe. Ahora bien, los temores no se realizaron y las complicacio-
nes en tal sentido fueron leves, teniendo en cuenta que de haber existido una
36. “Parece difícil que creyeran en el éxito de un plan tan disparatado”, comenta Antonio DO-
MÍNGUEZ ORTIZ, «Los moriscos granadinos antes de su definitiva expulsión», Miscelánea de
Estudios Árabes y Hebraicos, 12-13, 1963-1964, pp. 113-128 (p. 120).
37. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El ‘nunc dimittis’ del patriarca Ribera», El problema moris-
co (desde otras laderas), Madrid, Libertarias-Prodhufi, 1991, 196-318 (p. 304).
38. De nuevo, no es momento de seguir aquí el hilo usualmente emparejado. Me limito a una
cala ocasional en las octavas del poeta-mílite Francisco de Aldana (1537-1578) a Felipe II:
“Entonces la morisma que está dentro / de nuestra España temo que a la clara / ha de salir
con belicoso encuentro, / haciendo junta y pública algazara, / y al mismo punto el aquitáneo
centro / volver de Francia, la enemiga cara, / bajando el Pirineo, aunque no sea / a más que
a divertir nuestra pelea” (Poesías castellanas completas, J. Lara Garrido ed., Madrid, Cátedra,
1985, p. 410, vv. 361-369).
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Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
291
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Francisco Márquez Villanueva
44. Ronald E. SURTZ, «Trois ‘villancicos’ de fray Hernando de Talavera», Bulletin Hispanique, 80,
1978, pp. 277-285. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «Ideas de la ‘Católica impugnación’», Las
tomas: tropología histórica de la ocupación territorial del reino de Granada, J.A. González Alcantud
y M. Barrios Aguilera eds., Granada, Diputación de Granada, 2000, pp. 13-22.
45. Resonancia en el primero de las tesis del Defensorium de don Alonso de Cartagena en Francisco
CANTERA, «Fernando de Pulgar y los conversos», Sefarad, 4, 1944, pp. 297-347 (p. 333). Francisco
MÁRQUEZ VILLANUEVA, «Cárcel de amor, novela política», Relecciones de literatura medieval, Se-
villa, Universidad de Sevilla, 1977, pp. 75-94.
46. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «La ‘Trivagia’ y el problema de la conciencia religiosa de Juan
del Encina», La Torre, nueva época, Estudios en honor de Albert A. Sicroff, 1, 1987, pp. 473-500.
David M. GITLITZ, «Conversos and the Fusion of Worlds in Micael de Carvajal’s ‘Tragedia Jo-
sephina’», Hispanic Review, 40, 1972, pp. 260-270; id., «La actitud cristiano-nueva en ‘Las cortes de
la muerte’», Segismundo, 9, 1973, pp. 141-164. Y en especial el libro de Elaine C. WERTHEIMER,
Honor, Love, and Religion in the Theater Before Lope de Vega, Newark, Del., Juan de la Cuesta, 2003.
47. Aunque, por su oda A Santiago, puesto a veces en la columna de anti-moriscos, su lamentación
estribaba en el error de haberlos forzado al bautismo que rechazaban.
48. Ben REKERS, Benito Arias Montano, Londres, Warburg Institute-University of London, 1972.
Su catecismo Dictatum Christianum (Amberes, Plantino,1575) ha sido traducido por Pedro de
Valencia e impreso en Madrid, 1739, por Mayans y Siscar, con edición moderna de Melquía-
des Andrés Martín, Badajoz, Diputación Provincial, 1983.
292
Carta abierta a Bernard Vincent Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
49. Marcel BATAILLON, Erasmo y España. Estudios sobre la España espiritual del siglo XVI, México-
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1950, pp. 264-265.
293
Carta abierta a Francisco Márquez Villanueva Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 295-304
Estimado amigo:
En su amabilísima carta, empieza dándome las gracias por la atención pres-
tada a sus trabajos. Esta atención no es obviamente otra cosa que lo debido a una
empresa científica que hace reflexionar sobre problemas de suma importancia.
Y en estas páginas busco simplemente prolongar el diálogo que su iniciativa pro-
pone, iniciativa que, no lo puedo esconder, me ha alegrado enormemente. Formulo
deseos para que nuestros intercambios sean aclaratorios de nuestras posturas e in-
terpretaciones y sean útiles para la comunidad de investigadores interesada por
esta materia y, por qué no, para todos los ciudadanos preocupados por las rela-
ciones entre hombres de creencias y de formaciones distintas.
Es necesario primero explicar unas palabras cuyo empleo ha provocado
posibles malentendidos. Usted está sorprendido ante mi declaración de que
“el problema morisco sea de naturaleza histórica y no literaria”.
Creo no haber dicho eso. En ningún momento he tenido la pretensión de
hacer del tema morisco un coto reservado al historiador. Como usted, estoy
convencido de que muchos tipos de documentos pueden ser útiles a la histo-
ria de los moriscos, “un fragmento de cerámica, un testimonio pictórico, un
texto literario o una cultura antropológica, etc…”, como lo son para cualquier
otra parcela de la historia de la humanidad. Y en ningún momento he querido
establecer una jerarquía que hubiera dado al documento archivístico un lugar
eminente y al documento impreso un papel menor. No hago ninguna diferen-
cia en su utilización y, por ejemplo, admiro profundamente Los moriscos del
reino de Granada de Julio Caro Baroja, libro que fue probablemente elaborado sin
que don Julio hubiera entrado en un archivo1. No cabe duda de que los pro-
gresos en el campo tan complejo, tan rico y tan comprometido del estudio de
las minorías resultan de las aportaciones de especialistas que pertenecen a dis-
ciplinas y a culturas distintas, y de las confrontaciones entre ellas.
Retomo, pues, la frase tal como figura en El río morisco: “la cuestión mo-
risca es, ante todo, un problema histórico, el de la existencia de una comunidad
295
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Bernard Vincent
2. El río morisco.
3. Encontramos una larga e interesante reflexión sobre el manejo de las fuentes, principalmen-
te inquisitoriales y notariales, en el capítulo I del libro de Amalia GARCÍA PEDRAZA, Actitudes
ante la muerte en la Granada del siglo XVI. Los moriscos que quisieron salvarse, Granada, Univer-
sidad de Granada, 2002. El título del capítulo es «La vida religiosa de los moriscos granadi-
nos. ¿Sólo una historia de criptoislamismo?».
4. Convivencia difícil en Santiago CASTILLO y Pedro OLIVER (coords.), Las figuras del desorden, he-
terodoxos, proscritos y marginados, Madrid, Siglo XXI, 2006, pp. 57-80.
5. La expulsión de los moriscos del reino de Granada, Valencia, Fundación Bancaja, 1977.
296
Carta abierta a Francisco Márquez Villanueva Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
1613, antes de que fuera acabada la expulsión en otros territorios de España. Las
interpretaciones que podemos dar del conjunto de los cuadros dependen en
parte de aquel momento tan significativo. No podrían ser las mismas si Felipe
IV hubiera sido el promotor de la empresa y no su padre.
El examen de la literatura aplicada a los moriscos, sea aljamiada, sea mau-
rófila, no debe escapar a la exigencia de la criba temporal y espacial. Nuestro
acercamiento al Abencerraje no puede ser el mismo que a Ricote y menos aún a
Marcos de Obregón o al Tuzaní de Calderón. No es idéntico ser maurófilo en
1570, en 1645, 1618 o en 1633. Y si efectivamente el despliegue de la maurofilia li-
teraria es amplio ya en el siglo XVI y a principios del XVII, ésta presta entonces
poca atención al hecho morisco en sí mismo. Sus personajes evolucionan en su
mayoría en el mundo inmediatamente anterior a 1492, tanto Abindarráez como
los Zegríes y Abencerrajes, Ozmín y Daraja o Álvaro Tarfe. Los finalmente pocos
héroes propiamente moriscos de la literatura, principalmente Ricote y el Tuzaní,
vieron la luz después de la expulsión. La segunda parte de las Guerras Civiles de
Granada, terminada en 1597, no fue publicada antes de 1619, como subrayó María
Soledad Carrasco Urgoiti6. De esta forma, ninguno ha podido tener influencia
sobre el debate acerca de la suerte reservada a los moriscos.
Y en cuanto a mi apreciación de la literatura aljamiada, reconozco que la
fórmula “poca cosa” es excesiva porque esta literatura constituye un capítulo
original e interesante de los estudios moriscos. Pero no comparto el énfasis
con el cual la ha considerado Álvaro Galmés de Fuentes. Al aspecto cuantita-
tivo se añade un contenido reiterativo, salvo en el caso del Mancebo de Arévalo,
verdadera joya que es a la literatura aljamiada lo que representa el Quijote para
la literatura universal. De hecho hoy, a pesar de los esfuerzos de los equipos as-
turiano, madrileño, puertorriqueño y de otros investigadores, este campo se re-
nueva poco. Quizás, como tantas veces en nuestros dominios, es una situación
pasajera. Pero, sin grandes hallazgos recientes, el panorama es poco alenta-
dor. Los mismos especialistas no son optimistas.
Y una vez más conviene preguntarse a qué época pertenecen los textos al-
jamiados. Los comentarios que hizo Míkel de Epalza al respecto hace veinte
años merecen ser meditados7. Subrayaba que tanto el léxico como la métrica de
los poemas o sus temas narrativos corresponden al siglo XV o a los principios
del XVI. Concluía que la llamada literatura aljamiado-morisca está repartida en
297
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Bernard Vincent
dos bloques: el del aljamiado anterior a 1525 y el del alfabeto latino, después de
la expulsión. Está en medio “el periodo morisco u inquisitorial, para el cual
quedan textos fragmentarios o tradicionales, textos redactados por cristianos
viejos sobre las creencias islámicas o textos de moriscos muy cristianizados”. En
estas circunstancias la literatura aljamiada no sería la voz de los moriscos es-
pañoles que tanto apuntó Álvaro Galmés de Fuentes, sino principalmente la voz
de los mudéjares y la voz de los moriscos exiliados de habla castellana. Perso-
nalmente, veo más huellas de las voces moriscas en el siglo XVI, en Francisco
Núñez Muley, Miguel de Luna y Alonso del Castillo, Ginés Pérez de Hita o
Ignacio de las Casas8.
En El río morisco, no me paré mucho en el mito del morisco inasimilable
porque en el fondo comparto su visión de este aspecto. Y puse el acento en lo
que diferenciaba la interpretación de Álvaro Galmés de Fuentes de la suya al
respecto. Pero me recuerda usted en su carta que el blanco de su argumento no
era Galmés de Fuentes sino Braudel. Me ha incitado a mirar detenidamente
todo lo que el profesor del Collège de France ha escrito sobre los moriscos y el
papel que les atribuye en la difusión del mito. La descalificación consecuente
de su trabajo me parece excesiva, por no decir injusta. Voy a intentar dar una
interpretación ponderada de sus páginas después de haber precisado que
nunca he sido alumno de Fernand Braudel (sí de Pierre Vilar ¡que no era par-
ticularmente su mejor amigo!). El haber leído y releído toda su obra y el haber
podido acercarme a él en varias ocasiones me permiten, al menos así creo,
hacer comentarios oportunos.
Glosar el famoso artículo de Braudel, «Espagnols et morisques», publicado
en 1947, las páginas “moriscas” del Méditerranée de la primera edición france-
sa de 1949, de la segunda de 1966 y de las traducciones al castellano de 1953 y
1967 no es tarea fácil. Puede haber distorsiones entre el original y la traducción.
Eso ocurre precisamente con la cita de la nota 8 de su carta abierta. Braudel
escribe “la religion a été le prétexte autant que la cause de ses persécutions”, po-
niendo pretexto y causa al mismo nivel, mientras que la versión española da
más peso al pretexto que a la causa9. No es naturalmente lo mismo, y posible-
mente Braudel no ha prestado suficiente atención a la traducción.
Usted, estimado amigo, considera que Braudel es indeferente a los as-
pectos intelectuales y que elimina virtualmente el factor humano al frente de la
historia. Me permitirá matizar bastante esta opinión. Basta para darse cuenta
de que no es ajeno al papel del individuo en la historia con leer sus sugestivas
8. Para la figura de Miguel de Luna ver Mercedes GARCÍA ARENAL y Fernando RODRÍGUEZ ME-
DIANO, «Miguel de Luna, cristiano arábigo de Granada», en Manuel BARRIOS AGUILERA y Mer-
cedes GARCÍA-ARENAL (eds.), ¿La historia inventada? Los libros plúmbeos y el legado sacromontano
Granada, Fundación el legado Andalusí, 2008, pp. 83-136.
9. Fernand BRAUDEL, La Méditerranée et le monde méditerranéen à l’époque de Philippe II, Paris, Ar-
mand Colin, 1949, p. 357.
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Carta abierta a Francisco Márquez Villanueva Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
10. Las dos biografías han sido luego traducidas al francés en Fernand BRAUDEL, Ecrits sur l’His-
toire, Paris, Arthaud, 1990, tomo II, pp. 171-257.
11. F. BRAUDEL, La Méditerranée et le monde méditerranéen à l’époque de Philippe II, ed. de 1949, ed. de
1966, tomo II, p. 118.
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12. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, El problema morisco (desde otras laderas), Madrid, Libertarias,
1991, p. 129.
13. Tulio HALPERIN DONGHI, Un conflicto nacional, Moriscos y cristianos viejos en Valencia, Valencia,
Universidades de Valencia, Granada y Zaragoza, 2008, con una nueva introducción del autor.
La primera versión completa de este trabajo se publicó en la revista Cuadernos de Historia de Es-
paña, 1955, pp. 5-115 y 1957, pp. 83-250. Henri LAPEYRE, Géographie de l’Espagne morisque, Paris,
S.E.V.P.E.N, 1959.
14. Louis CARDAILLAC, Morisques et chrétiens, un affrontement polémique (1492-1640), Paris, Klinck-
sieck, 1977.
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Carta abierta a Francisco Márquez Villanueva Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
negar una larga atención, que llegó hasta las aspectos religiosos en principio tan
alejados de sus inquietudes, y una fecunda preocupación por los aspectos so-
cioeconómicos que tendemos hoy demasiado a abandonar.
Seré mucho más breve acerca del segundo mito que estuvo detectando en
la historiografía, el del complot permanente de los moriscos. El mito conspiratorio
–como el mito del morisco inasimilable– estaba en la mente de muchos de los cris-
tianos viejos del siglo XVI. Aquí radica el desfase que existe entre la realidad de
los hechos y la construcción de los imaginarios. Del lado de la realidad no hay que
menospreciar las numerosas formas de resistencia activa, las más de las veces vio-
lentas, de los moriscos (operaciones de monfies, ayuda a empresas corsarias, re-
vueltas o conatos de revueltas). Fueron suficientemente reiterativas para entre-
tejer un clima de inquietud en buena parte de la sociedad viejo-cristiana. Este
clima es notablemente palpable después de la rebelión de las Alpujarras de 1568-
1570. Es impresionante comprobar hasta qué punto la sublevación de los mo-
riscos ha marcado los espíritus hasta el momento de la expulsión. Se pueden
acumular centenares de referencias que indican el verdadero pavor que suscita
el recuerdo del acontecimiento. Sobre esta base cualquier rumor puede tomar
cuerpo como en el caso de la ¿conspiración? de Sevilla de 158015.
Sabemos nosotros que en ningún momento el sultán otomano pensó en co-
laborar decididamente con los moriscos. Tenemos la ventaja de conocer los
pormenores y el desenlace de la tragedia, pero ni los moriscos ni los cristia-
nos viejos podían adivinarlos. A través de unos indicios tenues, unos contactos,
unas cartas, unas profecías, los unos y los otros creían en una posible enorme
operación que hubiera reunido a otomanos, berberiscos y moriscos. Se veía
también a los moriscos en el centro de una conspiración urdida con la ayuda de
los protestantes franceses o de los portugueses partidarios del Prior de Crato.
El mito conspiratorio es una construcción de los hombres del siglo XVI, no de
los historiadores del XIX o del XX.
El potencial conspiratorio que se prestaba a los moriscos no ha sido nunca
suficientemente valorado. Con la rebelión (es el término exacto, muy bien ele-
gido por Mármol Carvajal, que se debe utilizar) de 1568, han sumado al deli-
to de herejía el de traición. Son malos españoles que han tomado las armas
contra su rey y que son capaces de volver a hacerlo. En el Archivo General de
Simancas abundan, en vísperas de la decisión de expulsión, los avisos de la
organización de un complot, aquí o allá.
Tenemos que trabajar sobre la representación del peligro morisco entre
1570 y 1610, sobre su difusión y sobre su eventual manipulación. Es difícil
saber si Felipe III o Lerma daban crédito a los avisos que recibían, pero el tema
del peligro amenazando a la monarquía está presente en los bandos de expul-
15. Bernard VINCENT, «Les rumeurs de Séville», en Vivir el siglo de oro. Poder, cultura e historia en la
época moderna, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2003, pp. 165-178.
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16. Santiago TALAVERA y Francisco Javier MORENO DÍAZ DEL CAMPO, Juan Ripol y la expulsión de
los moriscos de España, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2008.
17. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, op. cit., p. 120.
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Carta abierta a Francisco Márquez Villanueva Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
que difunde sus ideas. Algo que no veo. Y más arriba he indicado que la lite-
ratura no tenía, por desfases cronológicos, la eficiencia práctica que le atribu-
ye. Lo que me molesta es la concepción de una vía, o tendencia, u opinión, o co-
rriente organizada. Sería partidario en el actual estado de la investigación del
uso del plural: opiniones moderadas que ciertamente tienden al mismo fin, el
mantenimiento de los moriscos en España, pero que no llegan a constituir di-
gamos un frente capaz de hacerse oír por el monarca y su valido. Los parti-
darios de la “opinión moderada” actúan de manera desordenada en función de
preocupaciones e intereses distintos. Por ejemplo, no sigo a Trevor Dadson
cuando ve una clara pugna en los años precedentes a la expulsión en el Consejo
Real entre un sector eclesiástico-militar y un sector nobiliario18. Las cosas no son
tan nítidas. Es necesaria la realización de un estudio minucioso de todos los de-
bates del Consejo para saber si las alianzas son duraderas u ocasionales, si son
o no son socialmente homogéneas, cuáles son los argumentos esgrimidos a
favor y en contra de la expulsión, en qué condiciones estos argumentos están
presentados. Y espero su próximo libro y particularmente su análisis de la obra
de Pedro de Valencia. Ve usted una relación entre la postura de Manuel Ponce
de León y el pensamiento del humanista extremeño. ¿Hay más conexiones?
¿Qué difusión ha tenido el Tratado de los Moriscos19? De momento creo que las
opiniones moderadas no constituyen una tendencia o una corriente. Y posi-
blemente esta debilidad constituyó un factor importante de su fracaso.
Me permitirá al final volver sobre su conclusión acerca del mito de la
unanimidad. Ve a la expulsión “como obra de una archiminoría de eclesiásti-
cos y políticos en ejercicio del poder”. Primero, si no hay unanimidad entre
las elites del poder sí podemos afirmar que los partidarios de la expulsión
eran, entre ellas, numerosos. No digo mayoría porque no lo sé, pero sí nume-
rosos. A este respecto el análisis que han hecho Manuel Fernández Chaves y Ra-
fael Pérez García de los debates internos del ayuntamiento sevillano son par-
ticularmente reveladores para el nivel local. Las reticencias a la expulsión son
fuertes, pero no todos los ediles las comparten20. Habrá que multiplicar las
monografías para extraer una visión de conjunto.
Los artífices de la decisión de la expulsión, muy preocupados por la re-
putación de la monarquía, se sabían respaldados por gran parte de la sociedad
18. Trevor J. DADSON, «Official Rhetoric versus Local Reality: Propaganda and the Expulsion of the
Moriscos», en R.J. PYM (ed.), Rhetoric and Reality in Early Modern Spain, Londres, Tamesis,
2006, pp. 1-24. Es un trabajo que usted cita en la nota 28.
19. Tengo que reconocer mi deuda con un trabajo pionero raramente citado en los estudios mo-
riscos: Chantal COLLONGE, «Reflets littéraires de la question morisque entre la guerre des Al-
pujarras et l’expusion (1571-1610)», Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona,
XXXIII, 1969-1970, pp. 137-243. Es casi un libro donde por primera vez vi analizado el Trata-
do de los moriscos de Pedro de Valencia. Ver concretamente pp. 213-232.
20. Manuel FERNÁNDEZ CHAVES y Rafael PÉREZ GARCÍA, En los márgenes de la ciudad de Dios: moris-
cos en Sevilla, Valencia, Universidad de Valencia, Universidad de Granada, Universidad de Za-
ragoza, 2010 (Biblioteca de Estudios Moriscos, 6).
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Necrológica. Míkel de Epalza Ferrer (1938-2008) Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 305-335
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–que fue medido hasta el extremo– del cardenal Vicente Enrique y Tarancón:
“Aprecio positivo de Jesús y de Mahoma en el Cristianismo y en el Islam”.
Fue ésta una postura que le granjeó la simpatía de muchos hombres de religión,
musulmanes y cristianos. También la confusión –sea todo dicho– de muchos
que alegremente le adjudicaron (scripta manent) una conversión al islam. Cier-
tas desilusiones y una propia evolución, unidas a su desvinculación de los je-
suitas, le hicieron alejarse de la primera línea del diálogo islamo-cristiano, aun-
que durante toda su vida siguió muy de cerca su evolución, a través de su
relación con la revista Islamochristiana, de los Padres Blancos, y sus contactos con
religiosos comprometidos en ese terreno. Lo que nunca abandonaría fue esa ca-
pacidad de acercarse al islam desde una óptica no confesional, intentando com-
prenderlo en sus propias explicaciones para después transmitir sus propias
reflexiones. Toda su obra islamológica se tiñe de esa visión, irreligiosa en sí, de
positividad y de acercamiento a la vivencia religiosa del otro: desde sus expli-
caciones acerca de los nombres de Dios hasta su particular forma de concebir
la traducción del Corán, pasando por la figura de Jesús contemplada por las tres
religiones o por la caracterización de lo permanente en el islam.
Junto con el análisis del islam, fue la Historia otro de los grandes vectores
de las ocupaciones científicas de Epalza. La Historia referida a los árabes y al
islam en sus distintas manifestaciones en todas las orillas del Mediterráneo. Es-
tudioso de las relaciones entre los países del Magreb y de Europa desde la Edad
Media a nuestros días, su curiosidad le llevó a explorar terrenos poco transita-
dos por los especialistas de las relaciones euroárabes como los tratados de paz,
la cartografía o los estudios árabes sobre España. En esa Historia mediterrá-
nea, en la que se insertó en primera instancia siguiendo las huellas de la vida y
la polémica religiosa de Anselm Turmeda, Míkel de Epalza encontró algunos re-
flejos de su propia existencia en los exilios, la trashumancia, las polémicas en
nombre de la religión o el acogimiento de los exiliados. Un buen ejemplo de
ello es uno de sus temas fundamentales, los moriscos, comunidad hispánica
expulsada a la que se había aproximado en su tesis doctoral pero que en Túnez
conocerá de forma más detenida a través de la lectura y del contacto con Sli-
mane-Mustafa Zbiss, director del Centre d’Etudes Andalouses y epicentro del
estudio de la huella morisca en Túnez en los años setenta. Aunque Epalza ya
había transitado el mundo intelectual de los moriscos a través de la posible au-
toría de un texto fascinante, el Evangelio de Bernabé, fue a su llegada a Túnez
cuando comenzó a estudiar de forma sistemática a los moriscos emigrados,
analizando los archivos del consulado francés, sistematizando sus huellas ono-
másticas, toponímicas, literarias y culturales en general e introduciendo a al-
gunos estudiosos tunecinos (M. Boughanmi y especialmente Abdel-Hakim
Gafsi Slama) en el estudio científico de los moriscos y sus descendientes en
Túnez. Epalza estudió a los moriscos primero en su extrañamiento en el XVII y
en su descendencia en el XVIII y XIX, con los textos del trinitario Francisco Xi-
ménez, y más tarde, en un viaje cronológico hacia atrás, en su presencia en la Es-
paña del XVI. Le impresionó especialmente en Túnez tanto la ordenada acogi-
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da que las autoridades políticas y religiosas dieron a los moriscos como la con-
ciencia positiva de los tunecinos acerca del elemento morisco en su pasado na-
cional. En Túnez actuó como catalizador de diversas iniciativas a favor del es-
tudio científico de los moriscos: dos libros colectivos sobre los moriscos en
Túnez, en 1973 y 1983, organizados por él junto con otros colaboradores, pu-
sieron el punto de partida del interés moderno de los investigadores magrebíes
por los moriscos. En Túnez, asimismo, Míkel de Epalza se convirtió en un per-
sonaje conocidísimo y casi imprescindible del ambiente intelectual de la época,
hasta el punto de que aún hoy su figura allí sigue siendo enormemente popu-
lar (…y un día llegó a parar un avión en el aeropuerto de Túnez-Cartago…).
Estudiando a los moriscos como “los últimos musulmanes de la Península
Ibérica”, Epalza dio cuenta de su continuidad estructural con los mudéjares
de la Edad Media en tanto comunidad islámica viviendo bajo poder cristiano.
Con esta visión de continuidad espiritual enfocará su conocido manual sobre
los moriscos, Los moriscos antes y después de la expulsión, tomando como eje cro-
nológico el de su alejamiento forzoso de la tierra de sus antepasados, previo a
unos nuevos asentamientos fuera de España. Aunque su labor científica se
ocupó de otros muchos campos, los moriscos fueron una línea que le acom-
pañó toda su vida, y que llegará a dar frutos póstumos. Fue sin duda uno de los
grandes animadores intelectuales del estudio de los moriscos en España, or-
ganizador de dos congresos internacionales, director de trabajos académicos y
fundador y director, junto con María Jesús Rubiera, de la única revista cientí-
fica dedicada al tema, Sharq Al-Andalus, que tras una andadura dedicada a los
estudios árabes en general, fue reorientada con la colaboración del Centro de
Estudios Mudéjares de Teruel, en revista dedicada a los mudéjares y moris-
cos. Se hace inevitable señalar que en 2009, año del aniversario de la expul-
sión de los moriscos, su figura fue recordada y evocada en todos aquellos con-
gresos reunidos para abordar el tema del que había sido gran especialista.
El estudio de la Historia árabe-islámica mediterránea y peninsular le llevó
asimismo a campos en los que su conocimiento de las realidades musulmanas
podía ser aplicado: como el urbanismo musulmán y sus diferentes manifestacio-
nes institucionales, con un esbozo de “modelo operativo” que todavía sigue sien-
do usado con efectividad por investigadores del pasado físico árabe de las ciu-
dades; o bien las estructuras, físicas y espirituales, de las mezquitas, o también el
desarrollo y uso de los baños en las ciudades árabes del País Valenciano. Una
mención especial merece su dedicación al campo de las rábitas en la Península. Or-
ganizador de encuentros interdisciplinares, coeditor con F. Franco Sánchez de
dos magníficos libros de actas e inspirador y estudioso del fabuloso yacimiento ar-
queológico de Guardamar del Segura, puede con justicia afirmarse que hay un
antes y un después de Míkel de Epalza en el estudio de las rábitas en España.
Este estudio de las realidades urbanas andalusíes iba a unirse con otro al
que también se dedicó de forma intensa: el de la toponimia. Estudiada la to-
ponimia no de forma aislada, desde un aspecto puramente lingüístico, sino
insertada en su realidad física, histórica y social, Míkel de Epalza se ocupó en
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Luis F. Bernabé Pons y José F. Cutillas Ferrer
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Necrológica. María Jesús Rubiera Mata (1942-2009) Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Recensiones Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 353-373
RECENSIONES
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2. Como no se trata de resultar exhaustivo, véanse las consideraciones que sobre el asunto hizo
dicho autor ya en Gregorio COLÁS LATORRE, «Los moriscos aragoneses y su expulsión», en
Destierros aragoneses. I. Judíos y moriscos, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico», 1988, pp.
189-215.
3. Juan Ramón ROYO GARCÍA, La Bula Salviática en el condado de Morata, Zaragoza, Institución
“Fernando el Católico”, 2005, p. 7, n. 6. La obra a la que se refiere es la de Rafael BENÍTEZ SÁN-
CHEZ-BLANCO y Eugenio CISCAR PALLARÉS, «La Iglesia ante la conversión y expulsión de los mo-
riscos», en Historia de la Iglesia en España, Madrid, La Editorial Católica, 1979, t. IV, pp. 253-307.
4. Hace ya años que Teófanes Egido explicó que en los memoriales de las Cortes castellanas del
siglo XVI “se percibe el paso a la fabricación y difusión del mito de la peligrosidad temible de
la minoría [...] El mito está perfectamente trazado ya desde el decenio de 1590: los moriscos
buscan la destrucción de los reinos” (Teófanes EGIDO LÓPEZ, «Las Cortes y la cultura», en Las
Cortes de Castilla y León en la Edad Moderna. Actas de la Segunda Etapa del Congreso Científico
sobre la Historia de las Cortes de Castilla y León. Salamanca, del 7 al 10 de Abril de 1987, Valladolid,
Cortes de Castilla y León, 1989, p. 424).
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5. A este asunto dedica el autor uno de sus trabajos precedentes: Jorge DEL OLIVO FERREIRO, «Re-
ligiosidad morisca. Los nuevos convertidos de Calatayud y la Comunidad de Calatayud ante
su nueva religión», en Actas del X Simposio Internacional de Mudejarismo: 30 años de Mudejaris-
mo, memoria y futuro [1975-2005], Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2007, pp. 413-432.
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6. Jesús GASCÓN PÉREZ, «El “vulgo ciego” en la rebelión aragonesa de 1591», Revista de Historia
Jerónimo Zurita, n.º 69-70, 1994, pp. 112-113. La confesión del diputado le fue tomada el 20 de
abril de 1592 en el castillo de Santorcaz, donde se encontraba preso, y hoy se conserva en el
Archivo General de Simancas, sección Estado, 1. 37, f. 40v.-41.
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7. Ambos juicios se expusieron en el acto de presentación del libro de Conte Cazcarro mencio-
nado líneas atrás, según se informa en Diario del Altoaragón, 26 de febrero de 2009, p. 41.
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LOMAS CORTÉS, Manuel, La expulsión de los moriscos del Reino de Aragón. Política
y administración de una deportación (1609-1611), Teruel, Centro de Estudios Mu-
déjares, 2008, 358 pp., ISBN: 978-84-96053-31-1.
Como anticipo a los numerosos actos con los que este año 2009 se con-
memora el 400 aniversario de la expulsión de los moriscos, el Centro de Estu-
dios Mudéjares ha publicado esta obra donde se analiza la expulsión de los
moriscos del reino de Aragón y las decisiones políticas y administrativas que
se adoptaron para llevarla a cabo.
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no acaba de quedar del todo claro cuál fue la decisión que finalmente se adop-
tó. En este sentido, la valoración de las casas y tierras abandonadas por los
moriscos, independientemente de la cantidad resultante que fuera, no casa
con la asignación que de ellas se hizo a la Inquisición, para paliar sus déficits
de recursos, y al Ejército de Aragón, para solucionar también los graves pro-
blemas económicos que padecía esta institución.
Concluye el libro analizando sumariamente dos aspectos que, aunque
fundamentales, no entran de lleno en el objetivo del tema planteado. Nos re-
ferimos a los grupos de moriscos que permanecieron en Aragón después de la
expulsión y a aquellos otros moriscos que una vez expulsados decidieron re-
gresar. Sorprende en ambos casos la ínfima minoría de moriscos implicados
con el eco social que adquirieron, lo que redundaría en la gravedad y dureza
con que fueron tratados, sin tenerse en consideración atenuantes como la edad,
las circunstancias personales y otros factores. Del análisis que Manuel Lomas
hace de estos casos, se desprende la actitud inmisericorde con la que se trata-
ron de eliminar por todos los medios: condena a galeras, esclavitud, extraña-
miento e incluso condenas a muerte. En definitiva se trató por todos los medios
de que no quedara en Aragón ningún resquicio de la presencia de los moriscos.
Para concluir, permítaseme manifiestar que el que esto suscribe tiene la
oportunidad de conocer personalmente al autor de libro y está convencido de
que, a pesar de su juventud, Manuel Lomas se acabará convirtiendo, creo que
ya lo va siendo, en uno de los mejores conocedores españoles de la problemá-
tica de los moriscos. La seriedad y amplitud de sus investigaciones, la riguro-
sidad que demuestra en el manejo de las fuentes y su curiosidad desmedida por
rastrear los archivos son pruebas fehacientes de que nos encontramos ante un
apasionado del estudio de la Historia. El trabajo que ahora reseñamos es una
prueba manifiesta de lo que afirmamos y que además viene refrendado por
otras publicaciones en revistas especializadas y por un nuevo libro (El puerto de
Dénia y el destierro morisco (1609-1610), PUV, València, 2009) publicado por la
Universidad de Valencia. Si esto ha sido capaz de hacerlo cuando todavía no ha
presentado su tesis doctoral, que tiene en la fase final de su redacción, podemos
aventurar lo que puede ser capaz de hacer en el futuro.
La rigurosidad del que esto reseña le ha permitido apreciar detalles que
deben mejorarse: juicios que es más conveniente matizar, afirmaciones dema-
siado categóricas y excesivo entusiasmo por profundizar en cuestiones un
tanto alejadas del tema a tratar. En el fondo, ligeras acotaciones a un trabajo ri-
guroso, de fácil lectura y con un lenguaje maduro, que despeja muchas dudas
y aclara ciertas lagunas que podían subsistir sobre la expulsión de los moriscos
de Aragón y, más concretamente, sobre las cuestiones referidas a la política y a
la administración de su deportación. Del acierto de la publicación de esta obra
no tenemos sino que felicitar al Centro de Estudios Mudéjares y encomiar el tra-
bajo que realiza con sus publicaciones.
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ECHEVARRÍA ARSUAGA, Ana, Knights on the frontier. The Moorish Guard of the Kings
of Castile (1410-1467), Leiden-Boston, Brill, 20091.
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concretos: las relaciones políticas entre Castilla y Granada con sus repercusiones
sobre la minoría mudéjar castellana, los mecanismos que facilitaron la llegada
de los caballeros moriscos a la corte, sus pautas de inserción en la casa real, la ten-
dencia a la conversión entre los caballeros y el final de la guardia con su diso-
lución en torno a 1467. A lo largo de todos ellos, la autora pone de manifiesto que
factores de tipo político, tanto internos como externos, fueron determinantes
para la formación, el mantenimiento y la desaparición de este grupo de hombres
de armas. Se trata fundamentalmente del estado de las relaciones de la monar-
quía castellana con respecto a dos elites bien distintas: por un lado, los gober-
nantes granadinos; y, por otro, la alta nobleza de la propia Corona.
Desde el punto de vista externo, el interés de la monarquía castellana por
tener Granada bajo su control contribuyó, sin duda, a la consolidación de la
guardia morisca. Dicho objetivo pasaba por el ejercicio de la guerra en la fron-
tera, pero también por la capacidad de intervenir directamente sobre las es-
tructuras de gobierno del reino vecino. Por ello, tanto Juan II como Enrique
IV se aseguraron la presencia en la corte de un grupo de hombres de armas
capaz no sólo de reforzar su propio potencial militar, mediante su vinculación
personal, sino también de proporcionar recursos de tipo diplomático y ejercer
así una cierta influencia sobre las elites granadinas. Para ello, la corte castella-
na se mostró como un destino propicio ante aquellos caballeros desvincula-
dos de la dinastía granadina, beneficiándose así de su experiencia militar y
política. En este sentido, numerosos ejemplos muestran que la existencia de
cuerpos de guardia de origen islámico fue habitual en aquellos Estados cris-
tianos que sostuvieron una intensa relación con el Islam y en los que la con-
frontación fue, generalmente, la pauta dominante. El fenómeno se observa en
Hungría, el Imperio Bizantino e Italia y también se comprueba, con sus propios
matices, a la inversa, de modo que entre los califatos del Este de Europa y el
norte de África existieron cuerpos de este tipo de religión no islámica.
Por otro lado, la presencia de la guardia morisca en el entorno más in-
mediato de los monarcas ofrecía una serie de ventajas a nivel interno, comen-
zando por la fidelidad incondicional que sus integrantes debían manifestar
hacia la persona del rey. La instauración de un cuerpo de guardia de estas ca-
racterísticas fue un objetivo de Álvaro de Luna desde su época como valido de
Juan II, debido a su enfrentamiento con la facción de los infantes Enrique y
Juan de Aragón. De hecho, durante todo el periodo estudiado tan sólo fueron
tres las campañas militares de cierta envergadura que se llevaron a cabo con-
tra Granada: la dirigida por el infante Fernando contra Antequera (1407-1411),
la encabezada por Álvaro de Luna en nombre de Juan II contra La Higuerue-
la (1431) y la que dirigió Enrique IV contra la Vega granadina (1455-1457). En
este sentido, los caballeros moriscos prestaban además una serie de ventajas
operativas, ya que se trataba de un contingente de caballería ligera entrenado
en los procedimientos de la guerra fronteriza.
El análisis de la integración de estos caballeros en el entorno regio es fruto
de un completo estudio prosopográfico de los caballeros mudéjares que for-
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
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Recensiones Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
El veterano profesor Ánchel Conte Cazcarro acumula en este último año re-
conocimientos en todas las facetas que ha cultivado mientras ha sido docente en
activo, particularmente como recuperador del folclore y de la lengua de Aragón.
Esta obra que nos ocupa aquí recoge su bagaje de tantos años de estudios de-
dicados a otro de sus temas preferidos: la presencia del Islam en Huesca.
En 1992 publicó La aljama de moros de Huesca, momento al que se puede re-
trotraer este Los moriscos de la ciudad de Huesca. Una convivencia rota, no sólo
porque en buena medida el objeto de estudio, el grupo humano objeto de su
atención, sea el mismo sino también porque la aproximación que se realiza en
esta obra muy bien podría haberse firmado en ese mismo momento.
En esta obra aborda cada uno de los aspectos que tradicionalmente se
han venido estudiando desde la historiografía local, lo que supone primar el as-
pecto social dedicándole un mayor número de páginas a los capítulos dedica-
dos a la cuestión demográfica, el sentimiento de pertenencia al grupo, la fa-
milia, el barrio de la Nueva Cristiandad, la casa: dependencias y enseres y, por
último, los moriscos y el aparato de justicia. Otro gran bloque temático estaría
aglutinado en torno a su economía, en sendos capítulos dedicados a la trans-
misión de bienes y al trabajo y la economía. Finalmente, el apartado dedicado
a la aristocracia morisca: los descendientes de Jucé Compañero son las noven-
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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
ta últimas páginas de la obra en las que Ánchel Conte vuelca toda su atención
y aborda su estudio prosopográfico.
El autor asegura haber estudiado más de 2.000 documentos para realizar
este “estudio científico, que no relato”. Este crítico puede dar fe de que son in-
numerables los que se citan, pero no del resultado. La epistemología de las
ciencias sociales puede ser una cuestión abierta a las más variadas inquietudes
de los investigadores: todos debemos tener la duda de si lo que estamos ha-
ciendo en un momento dado produce conocimiento científico. Para Ánchel
Conte se trata de transmitir “sus nombres, sus personas y los hechos que de
ellos conocemos”, concediéndoles el papel que la historiografía les había negado
sistemáticamente. Por eso no hay interpretación estadística ni una valoración
global de ningún tema concreto ni una atención constante a la especificidad
morisca. Por eso es un libro que no puede faltar en la biblioteca de ningún os-
cense interesado en la historia de su ciudad, aunque el lugar que ocupe en la de
cualquier interesado en la temática morisca es harina de otro costal.
La apuesta que hace el autor por no incluir los aspectos más novedosos y re-
levantes de las investigaciones más recientes, que temáticamente podrían re-
presentar Amalia García Pedraza y su Actitudes ante la muerte en la Granada del siglo
XVI. Los moriscos que quisieron salvarse, o geográficamente los estudios que en
los últimos años Francisco Javier Moreno Díaz realiza de los moriscos de La
Mancha, supone una oportunidad perdida para vincular el estudio de la comu-
nidad morisca de Huesca y que su resultado supusiese un conocimiento más
profundo de la minoría en Aragón y, por extensión, en la Península Ibérica.
Lo escrito hasta ahora no debe entenderse como una desacreditación del
trabajo realizado por el autor. No sólo porque el demonio se encuentre en los de-
talles que abundantemente ilustran este libro sino porque las intuiciones que ex-
presa en el texto son una forma verdadera y muy válida de conocimiento.
Afirmar que “no hay que olvidar que la supervivencia de las creencias
religiosas y los ritos propios musulmanes no pudieron borrarse de golpe, de
manera que lo más creíble es que, sin dudar de la sinceridad de algunos con-
versos, el Islam continuase siendo un punto de unión entre los miembros de la
comunidad”, deducir que “si cristianos viejos enfrentados recurren en 1553 al
arbitraje de Juan Compañero para dirimir sus diferencias, ¿no hay que ver en
ello una aceptación plena y una confianza total en la persona de un morisco, en
este caso perteneciente a la aristocracia?” o señalar cómo “el vestido, el mobi-
liario y los enseres de una casa, nos están hablando de que no había diferencias
visibles entre cristianos viejos y moriscos, lo que significa que artesanos y pro-
fesiones liberales cristianos trabajaban para los conversos y viceversa” se puede
colocar en el haber del investigador. En el debe, el apartado dedicado a “La
aristocracia morisca: los descendientes de Jucé Compañero”. Simplemente
debe ser hecho de nuevo para que el estudio de estas biografías pueda suscitar
problemáticas históricas específicas y relevantes de sus protagonistas.
372
Recensiones Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010)
Concluyendo. Este libro se sitúa entre las dos orillas por las que tradicio-
nalmente ha transcurrido el estudio de los moriscos durante los últimos cua-
renta años. Por eso, tras su lectura, el horizonte que aparece reflejado ante el lec-
tor puede que no le parezca novedoso aunque sin duda se tratará de una pieza
que le ayudará a completar el puzzle que supone el conocimiento de la mino-
ría morisca.
373
Índice Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 375-376
ÍNDICE GENERAL
Comité de redacción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
ISABELLE POUTRIN
Los derechos de los vencidos: las capitulaciones de Granada (1491) . . . . . . . . . . . . . . 11
SECCIÓN “TEXTOS”
375
Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Índice
NOTAS Y DOCUMENTOS
BERNARD VINCENT
Carta abierta a Márquez Villanueva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
RECENSIONES
ECHEVARRÍA ARSUAGA, Ana, Knights on the frontier. The Moorish Guard of the
Kings of Castile (1410-1467), Leiden-Boston, Brill, 2009 (Mario Lafuente Gómez) . . 368
376
NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES
Los trabajos, que habrán de ser inéditos y no estar comprometidos para
publicación en ninguna otra revista o libro, se enviarán a: Sharq Al-Andalus,
Área de Estudios Árabes e Islámicos, Dpto. de Filologías Integradas, Univer-
sidad de Alicante, Apartado de Correos 99, E-03080 Alicante.
La impresión será en hojas DIN A-4, por una sola cara, con 35 ó 40 líneas por
página y entre 65 y 70 caracteres por línea. La letra será Times New Roman, tamaño
12, con interlineado simple y márgenes de 3 cm, en todas las direcciones. Ade-
más de la impresión escrita, los originales irán acompañados de una copia en so-
porte magnético (disquete de 3’5 o CD para PC) y se indicará el programa utili-
zado. Se ruega igualmente que los gráficos e ilustraciones vayan en soporte
magnético si es posible o en diapositiva. Estos se entregarán montados, nume-
rados correlativamente y aparte del texto. Si se desea que vayan intercalados
se marcará en el texto el lugar que se prefiera. Los pies y leyendas se presenta-
rán en hoja aparte, haciendo referencia a la ilustración correspondiente.
Los originales no excederán las veinticinco páginas, incluyendo notas,
ilustraciones y documentos. El comité de redacción podrá, en su caso, solicitar
al autor la reducción de aquellos trabajos que puedan acortarse y sólo excep-
cionalmente admitirá los que superen la extensión requerida. Las notas irán a
pie de página, con las citas bibliográficas completas en su primer uso, puesto
que no se admitirá bibliografía al final del trabajo.
Las referencias bibliográficas en las notas se realizarán según los siguien-
tes ejemplos:
– M. de EPALZA, Los moriscos antes y después de la expulsión, Madrid, MAP-
FRE, 1992, 19942.
– M.S. CARRASCO URGOITI, «Dos cuentecillos sobre moriscos recogidos en
Túnez», Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XXXVI, 1981,
pp. 177-180.
– M. BARRIOS AGUILERA, «Historia, leyenda y mito en la Alpujarra: de la
guerra de los moriscos a la repoblación viejo-cristiana», en J.A. Gon-
zález Alcantud (ed.), Pensar la Alpujarra, Granada, Diputación Provin-
cial de Granada, 1996, pp. 13-36.
Cuando en una nota se vuelva a citar una obra ya referenciada, y no haya
aún otras del mismo autor, se pondrán la inicial o iniciales del nombre segui-
do del apellido en versalitas, una coma y op. cit. (en cursiva), añadiendo las
páginas si corresponde. Cuando haya más de una obra del mismo autor o au-
tores se repetirán las tres o cuatro primeras palabras de la obra (en cursiva o
entre comillas según sea el caso) seguidas de puntos suspensivos y la página o
páginas correspondientes (p. o pp.). Si una nota se refiere exactamente a lo
mismo de la nota anterior, se pondrá Ibídem.
377
En el texto las citas literales irán en recta si es en castellano, y en cursiva
si se trata de otros idiomas, entre comillas inglesas (“ ”). La llamada de las
notas se colocará en voladito, detrás de las comillas si es el caso y siempre
antes del punto o de coma según sea la frase.
El Consejo de Redacción, con la ayuda del Consejo Asesor y, al menos, dos
evaluadores externos, analizará todos los artículos y recensiones enviados y
decidirá acerca de su publicación. El Consejo podrá proponer a los autores las
modificaciones formales que estime oportunas con el fin de que los trabajos
se ajusten a las presentes normas. De la misma forma, podrá consultar con los
autores cuantas dudas surjan en el proceso de edición de los trabajos.
Los artículos en español utilizarán la transcripción árabe tradicional de los
arabistas españoles (Revista Al-Andalus). Se admitirán textos y citas en árabe
siempre que estén acompañados de su respectivo soporte magnético.
El texto de los artículos irá acompañado, en la primera página, de un re-
sumen en español y en inglés de 200 palabras como máximo. También apare-
cerán las palabras clave (máximo ocho) en español y en inglés.
La revista admite colaboraciones para su sección de Noticias, así como
recensiones bibliográficas, que, como los artículos, serán sometidos a la valo-
ración del Comité de Redacción.
La publicación de artículos en Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y
Moriscos no está sujeta a remuneración alguna, perteneciendo los derechos
de la edición a la revista y siendo necesario su permiso para cualquier re-
producción. Los autores recibirán gratuitamente un ejemplar de la revista,
así como una copia en PDF de su artículo si así lo solicitan.
La responsabilidad de las opiniones emitidas en los artículos, notas y
reseñas de la revista Sharq Al-Andalus corresponde únicamente a sus respec-
tivos autores, pero no se admitirán, en ningún caso, opiniones ad hominem.
378
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