Exteriorizacion de La Motilidad de Rochas PDF

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'

LO MARAVILLOSO POSITIVO

EXTERIORIZACIÓN DE LA

OBSERVACIONES Y EXPERIENCIAS
RECOPILADAS POR EL CONDE

ALBERTO DE ROCHAS
Coronel de Ingenieros,
Administrador de la ellecuela Politécnica» de Paris
y Miembro honorario del Comité de trabajos Históricos y Cientlficos del
Ministerio de Instrucción pública

VERSIÓN ESPAÑOLA
POR

VÍCTOR MELCIOR Y FARRÉ


Médico Cirujano,
Académico corresponsal de la Real Academia de Medicina de Barcelona

CON UN PRÓLOGO DEL

DR. D. ABDÖN SÁNCHEZ HERRERO


Catedrittico de Medicina de la Universidad Central, etc.

BARCELONA
IMPRENTA DE PUJOI.. Y O.'
CALLE DE TALLERS, NÚM. 45
1897
1XTU111011IZACIÓN DU LA ICTIIdIDAD

OBSERVACIONES Y EXPERIENCIAS

RECOPILADAS POR EL CONDE

ALBERTO DE ROCHAS
Coronel de Ingenieros,
Administrador de la «Escuela Politécnica.)
y Miembro honorario del Comité de trabajos Históricos y Cientiflcos del
Ministerio de Instrucción pública

VERSIÓN ESPAÑOLA
POR

VÍCTOR MELCIOR Y FARRA


Medico Cirujano,
Académico corresponsal de la Real Academia de Medicina de Barcelona

CON UN PRÓLOGO DEL

DR. D. ABDÖN SÁNCHEZ HERRERO


Catedrätico de Medicina de la Universidad Central, etc.

BARCELONA

IMPRENTA DE PITJOI, "Y C.
CALLE DE TALLERS, NÚM. 45
1897
9"T
Alberto de Roeluls

AL CONDE

Alberto g e Zocizaa
Coronel de Ingenieros, Administrador de la Escuela Politécnica
de Paris, miembro honorario del Comité de trabajos históricos
y científicos en el Ministerio de Instrucción publica, de la Aca-
demia del Delfinado, de la de Saboya, Oficial de la legión de ho-
nor, etc., etc.

Sois el heraldo de la ciencia futura que ha


de establecer la fraternidad entre los humanos.
Habeis encendido la antorcha que guía á los
estudiosos por la senda de la Verdad.
Planteais y resolveis el transcendental proble-
ma del SER á del NO SER.
C. ái7/0, pues, no admiraros y estimaros?
Permitid que me declare defensor de la noble
causa que patrocinais, y que cí la veç, os el é una
insignificante nzuestra de consideración, dediccin-
doos la labor que tengo puesta en este libro.
VÍCTOR MELC1OR.
PROLOGO

Mi excelente amigo el Dr. Melcior, al traducir este libro,


el una prueba concluyente de la independencia de su es-
píritu, y se afirma en el puesto de honor á la vanguardia,
tan reducida como heróica, de la falange indagadora de la
verdad; puesto bien conquistado por anteriores merecimien-
tos. Porque no se traduce un libro de esta clase sin compar-
tir la responsabilidad de su publicación con el autor, ni sin
aceptar la realidad de los hechos que refiere, aunque en la
interpretación racional de los mismos se mantenga distinto
criterio.
Y compartir la responsabilidad de un tal libro, y aceptar
la realidad de tales hechos ante la sociedad española, es
afrontar el aterrador fantasma de sonrisa desdeñosa y es-
tñpida, que los niega por sistema, formado por las fuerzas
psíquicas esclavas de la ignorante rutina: y es además de-
safiar al peligro de un estigma estampado por los domi-
nadores representantes de la falsa ciencia, materialista y
-atea unas veces, y otras panteista y fanática, en el rostro de
los que pelean en primera fila y ä pecho descubierto, por la
;santa causa de la razón y de la dignidad humanas: el estig-
ma de la incurable locura.
La valentía con que mi amigo ha arremetido contra el
enemigo, es prenda segura de su triunfo, y hace mi concur-
so innecesario. Pero es que yo tengo singular placer en
prestárselo, valga lo que valiere, diciéndole A los lectores
de este lihro: los fenómenos que Bochas ha visto, yo los he
visto.; los que otros observadores declaran, yo los declaro, la
realidad de los hechos proclamada tácitamente por Melcior

VIII PIt1;LOGO

al traducir la obra que los consigna, yo la proclamo de un.


modo expreso y terminante.
Ahora: que los hechos en cuestión sean realizados por-
exteriorizaciones del alma ú de las almas, de la energía 6
de las energías de los seres humanos vivos; que lo sean por-
una especial supervivencia y ayuda de los muertos, 6 por la
intervención del diablo, eso ya lo veremos A, su tiempo y sa-
zón. En el primer caso, aprenderemos a exteriorizamos y ä
señorear los espacios infinitos; en el segundo, nuestras sú-
plicas y conjuros obligaran a los difuntos a descorrer los.
negros velos del ignoto ultratumba; y en el tercero, cojere-
mos al diablo por los cuernos, y quieras que no, le haremos
ser buena persona á fuerza de preces al Dios Grande, de-
mandando su redención, 6 cuando menos, pidiéndole que
nos conceda, juntamente con la Gracia, el permiso para
aprovechar la diabólica sabiduría.
Mientras llega el momento de indagar las causas y los
mecanismos de semejantes fenómenos, hagamos su resnmen
y discurramos un poco sobre la categoría lógica que les co-
rresponde, porque se inicia la tendencia a considerarlos pro-
ducto de fuerzas físicas brutas, y es menester oponerse des-
de luego á esta irracional dirección de las investigaciones..
Hay sujetos, llamados mMiums. que, sin averiguadas
señales objetivas de un cambio del estado ordinario de su
vida, ó con previa autoprovocaciún de. un estado de semi-
inconsciencia (5 de inconsciencia completa, frecuentemente
doloroso, y siempre agotador de sus fuerzas, al cual se nom-
bra trance; unas veces con intervención de su voluntad
otras sin que esta facultad intervenga, y aun otras á despe-
cho de la misma, dan lugar á fenómenos fisicos, químicos,.
fisiológicos y psicológicos, contrarios a las leyes conocidas.
de la estática y de la dinámica de los cuerpos inanimados,.
éter inclusive, contrarios'a las leyes . conocidas del funcio-
namiento fisiológico de los seres vivientes, y contrarios ä.
las leyes conocidas tlel funcionamiento psicológico de loa
seres humanos. La facultad de provocación ó de realización,
voluntaria ó involuntaria de dichos fenómenos, se denomi-
na mediumnidad.
Esta facultad, que aparece expontáneamente en tales su-
jetos, parece desarrollable en muchos y acaso en todos loa
PRÓLOGO IX

individuos de nuestra especie, sufre intermitencias de ac-


tividad y descenso, desaparece en algunos, y puede mani-
festarse en todas las edades del médium, sin relación nin-
guna con su cultura ni con sus creencias.
Los fenómenos físicos que provocan ó realizan volunta-
ria 6 involuntariamente, contrarios ü las leyes conocidas de
la estática y de la dinamica de los cuerpos inanimados, son:
1." La variación del peso de estos cuerpos, aumentan—
dolo (') disminuyéndolo, sin contacto material averiguado,
ni por el presente averiguable.
2." Movimientos ordenados é inteligentes de los mismos
cuerpos, también sin contacto apreciable, obedeciendo a un
deseo mental ó expreso de cualquier persona presente. ó sin
finalidad conocida.
3." La escritura directa en condiciones absolutamente
inexplicables sin la admisión de un ser racional invisible é
impalpable que la realice, y para el cual no sean obstaculos,
los obstäculos materiales que ó su realización se opongan.
4." La impresión de huellas humanas sobre arcilla tí
otra substancia apropiada, aunque esté encerrada en una
caja clavada y sellada, sin detrimento del cierre ni (le los
sellos.
5." Producción de sonidos sin significación precisa, y
con significación intelectiva, estableciendo una comunica-
ción psíquica con el experimentador 6 experimentadores y
cbn la propia ordinaria conciencia del sujeto, unas veces en
forma de golpes, cuyo agente no se descubre, en los mue-
bles, paredes, techo ó suelo (le la habitación. otras veces en
forma de ruidos en el espacio. sin cuervos visibles ni palpa-
bles que choquen, otras haciendo sonar instrumentos de
música con tí sin acordes armónicos, siempre sin contacto
de ser perceptible.
6." Desarrollo de calor y de frío sin substancias Morí-
genas ni frigoríficas conocidas.
7." Desarrollo de luz sin cuerpos luminosos averigua-
dos, y con las cualidades y acciones (le la luz sobre las pla-
cas fotogrófica s.
8." Desarrollo de electricidad positiva y negativa ac-
tuante sobre el electróscopo, sin auxilio de ninguna de las
fuentes conocidas de electricidad.
X PRÓLOGO

9.° Desarrollo de magnetismo positivo y negativo ac-


tuante sobre la aguja imantada.
10. 0 Desagregación y reag,regación de los cuerpos, ha-
ciéndolos penetrables sin detrimento de su constitución fí-
sica.
Los fenómenos químicos de la mediumnidad contrarios
lt las leyes conocidas de la génesis, composición y descom-
posición de los cuerpos inanimados, son:
I.° Aparición de estos cuerpos donde no pueden descu-
brirse substancias tomadoras.
2.° Composiciones químicas con falta absoluta de sus
condiciones conocidas.
3 •0 Descomposiciones químicas sin influencia directa
ni indirecta perceptible.
Los fenómenos fisiológicos de la mediumnidad, contra-
rios lt las leyes conocidas de la generación, de la vida, y de
la muerte, son:
1. 0 La percepción de contactos, dolorosos ó no, sin agen-
te visible que los cause.
2.° Formación momentánea de fantasmas visibles yfo-
tografiables, aunque impalpables, dotados de movimientos
intencionales.
3 • " Formación de seres humanos, ó de alguna de sus
partes, visibles, palpables y fotografiables, que se mueven
con inteligencia, que hablan racionalmente, que tocan, aca-
rician y castigan, que significan por boca del médium, ye
contactos, movimientos mímicos. ó sonidos inarticulados,
sus temores y deseos, nombrándose representaciones de
personas difuntas. discilviéndose y evaporándose de la mis-
ma inexplicable manera como aparecieron.
4.0 Aceleración de la germinación, crecimiento, flores-
cencia y fructificación de las plantas.
5. 0 Auto-supresión del dolor y de todas las sensibili-
dades.
6.° Auto-exaltación de todas las sensibilidades, hasta
ver á través de los cuerpos opacos, oir lo inaudito, oler lo
inodoro, gustar lo insípido. y tactar lo intangible.
7.° Auto-supresión casi completa de las funciones de
nutrición, consintiendo la permanencia del médium ente-
rrado por algunos meses.
PRÓLOGO
8.° Auto-mantenimiento del modo nutritivo, con retar-
do de su evolución hacia la senilidad, consintiendo una
longevidad extraordinaria.
9.0 Auto-exaltación nutritiva, hasta reparar instantá-
neamente lesiones considerables.
10." La escritura automática.
11." El cambio de personalidad, hasta representar va-
rias personas completamente diferentes, por muchos carac-
teres tisio-psicológicos.
12." Ascensiones del mismo médium ó de otras perso-
nas, por impulso ignorado.
Y por último; los fenómenos psicológicos de la medium-
nidad, contrarios ä las leyes conocidas de la percepción,
memoria, pensamiento, juicio, afecto, volición y determi-
nación, son:
1." Percepción y diferenciación de impresiones sin con-
tacto directo 6 inmediato del agente impresionante, con el
organismo del médium.
2." Percepción distinta del pensamiento de las personas
próximas, y de personas alejadas hasta por miles de leguas.
3." Recuerdos inverosímiles de la propia existencia y
de otras pretendidas existencias anteriores.
4. 0 Clarividencia ä través del tiempo y del espacio.
5." Manifestación de conocimientos no adquiridos.
6." Resolución de problemas sin base matemática apren-
dida.
7." Juicios exactos sin elementos averiguables de cono-
cimiento.
8.° Simpatías y antipatías inexplicables.
9." Voluntad férrea, é hipobulia extrema.
10." Valor heróico y pusilanimidad cobarde.
Me parece que con solo este resúmen, se dä cuenta cual-
quiera de que los que andamos en semejantes pesquisas y
averiguaciones, y además lo declaramos urbi el orbi, co-
rremos el peligro de la sonrisa burlona de los positivistas
equilibrados, y de que nos vean con un pié en el manico-
mio.
No todos los hechos resumidos se atestiguan en el pre-
sente libro: pero quien desee ámplias enseñanzas sobre
ellos, lea la ya numerosa biblioteca, desde Jacolliot y Wi-

XII PRÓLOGO

lliams Crookes, hasta Otero Acevedo, y los otros libros del


insigne Bochas; y si no le hasta con tantos testimonios, ex-
perimente y vea por sus propios ojos, y luego vayase ä
India ä completar su instrucción relativa al para nosotros
nuevo inundo fenomenal, que es tan viejo, como el univer-
so. Y de todas suertes, con los en este libro atestiguados,
bastan para informarle, de que las existencias comportan
misterios fuera del alcance de esos topos materialistas, que
estän alpiste de lo que es materia, y que son, sin embargo,
los maestros prestigiosos de la actual generación pseudo
cientifica.
Es tan poderoso todavía el vendabal levantado por los
enciclopedistas del siglo último. que hasta inteligencias de
primer orden, creyentes allá en el Punto de sus conciencias,
en el hecho de que tras el fenómeno se oculta un noumeao,
tras de la substancia tangible. una energía intangible y se-
ñora de útomos y 'moléculas, y tras las apariencias físico-
químicas de los seres vivos, un alma libre y creadora, son
arrastradas. en sus publicaciones, al pensar limitadísimo, y
al decir grosero del infecundo y desolador materialismo.
«¡Por qué la célula medular produce movimientos y la célu-
la cerebral elabora ideas?», pregunta una eminencia espa-
fiola en cierto prólogo ó libro todavía non nato sobre amito-
mía (le la médula, de un su colega. Y quiere contestar con
conjeturas basadas en las relaciones anótomo-sensoriales (le
cada foco gangliónico; pero manteniendo el'error, de que en
las sensaciones celulares, estón las ideas simples, luego
combinailas y elaboradas para formar las complejas por las
células materialmente relacionadas, y llegando así ó la con-
ciencia cerebral ó de conjunto, ignorante de las conciencias
ganylidnicas subordinadas. Es decir, que entre el movi-
miento signo, única cosa que puede (lar de si una célula,
aunque tenga inAs células conexas por sus patas de arafut
que arenas tienen las playas. y la interpretación de este
movimiento signo, no hay puente, y la célula cerebral es
terreno y planta al mismo tiempo del hecho de conciencia,
y el hecho de conciencia, algo resulta`nte por modo directo
de la asimilación y desasimilación celular, sin mils substra-
tum, que el substratinn anatómico, ni müs formas, que las
anatómicas, que se suponen iguales en el vivo y en el ca-
PitóLocto xut
dáver, puesto que del cadáver nacen tan extrañas e irracio-
n ales inducciones y conclusiones.
Nada más cómodo, ni elemental, ni inocente en presen-
cia de un fenómeno, que atribuirlo a cuerpo ponderable
en que se realiza; y para atribuir la vida y la conciencia al
organismo ponderable (le los seres vivos, no han necesita-
do ciertamente los materialistas, calentarse los easeos. Lás-
tima grande es. que los mismos fenómenos del mundo físi-
co les hayan impuesto. con imposición incontrastable la ad-
misión (le algo imponderable ä que llaman éter. necesario
para darse cuenta del calor, de la luz. de la electricidad,
del magnetismo, y hasta (le la atracción universal, y de la
armonia dinámica de los mundos.
Más hasta aquí llegan sus concesiones. y todo lo que no
sea materia ponderable 1') éter, no es, y todo lo que no sea
transformación de substancia ponderable regida por inmu-
tables leyes, ó movimientos del éter. sujetos ä leyes mecá-
nicas subordinadas ä la primordial de la conservación y
equivalencia de la fuerza, y de la eternidad y eterna cuan-
tía de la materia ponderable y conocida ó cognoscible, no
es tampoco; la libertad humana queda reducida á la excla-
vitud del mundo físico; la conciencia, ä mero movimiento
del éter circulante por los nervios y las células nerviosas,
en virtud del impulso cósmico; la vida. ä resultancias de
cambios químicos; la muerte, al acabamiento y al no ser.
La misma exisfencia de Dios es un sueño de los ignorantes,
que ignoran que con materia ponderable y éter, Dios no
toca ningún pito en el universo; y el alma humana, otra
ilusión de los mentecatos que no han llegado ä descubrir
ciertas fibras colaterales de comunicación celular, en las
cuales reside, y cuyo conjunto enmarañado, es la esencia
de esto qué llamamos y o. El universo viene á ser una nube
de agua turbia, sin límites ni contornos, sembrada de pun-
tos brillantes donde no hay ni puede haber más que atrac-
ciones y repulsiones atómicas, bodas y divorcios continuos
por apetitos y hartazgos intermitentes, sin expontáneidad,
con la fatalidad por ley, sin moralidad ni finalidad, ni otro
régimen que el derivado de las intrínsecas propiedades ató-
micas 1, moleculares. En suma: una podredumbre de ce-
menterio iluminada por fuegos fatuos.

XIV PRÓLOGO

Para combatir esas tristezas desoladoras, y esas mentiras


desfachatadas del materialismo, vamos A razonar en su mis-
mo terreno. A la constitución de todo cuerpo, dicen, concu-
rren dos substancias: la ponderable, específica ó especifica-
da, y la imponderable 1) éter, idéntica ä si misma, y en la
cual no se dan mAs que diversas condensaciones ó intensi-
dades de movimiento. La primera se limita para formar los
cuerpos, la segunda es continua en el universo, y así llena
los espacios interatómicos. como los interplanetarios, esta-
bleciendo las relaciones universales intercorpóreas, cuya
manifestación mAs evidente, es la atracción recíproca en ra-
zón directa de las masas, A inversa (lel cuadrado de las dis-
thcias.
El éter es una substancia en movimiento, y la materia
ponderable otra substancia la mbien en movimiento, los dos
diferentes, y el de la materia ponderable. diferente en cada
cuerpo simple, segän la naturaleza ó la forma de sus tito—
mos. A partir de estas verdddex fundamentales, todos 'los
fenómenos del inundo fisico-quimico, forma de los cuerpos,
densidad. gravedad, transformaciones, calor, luz, electrici-
dad. magnetismo, atracciones y repulsiones, dependen de
las condiciones de conflicto de las substancias en movi-
miento, ó sea del modo de relación de estas substancias,
siendo. por tanto, el fenómeno, un movimiento resultante, en
el cual el etéreo, que se supone de expansión, artim en fun-
ción de causa influyente, rel material, que se supone de
. concentración y tendencia A la n'acidez y al reposo, actna
en función de causa influida.
Con estos elementos, surgentes de la eternidad y del
caos, se explicaría el momento creador de los cuerpos físi-
cos, el orden universal (') coste de conflagraciones inmensas,
pero nada mAs. Establecidas las relaciones definitivas, ven-
drían las diferenciaciones corpóreas permanentes, las rota-
ciones uniformes, las órbitas invariables, la imposibilidad
de todo cambio y de toda evolución, el absurdo de toda ex-
pontaneidad y de toda nueva variación.
Es así que se descubre una evolución en el universo y
un cambiar continuo: luego ä esa evolución y esos cam-
bios, los preside una Idea. Es así que surgen continuamente,
hasta en nuestro misérrimo planeta, por procedimientos es-
PRÓLOGO Ycv
pecialísimos, cuerpos dotados de expontäneidad, capaces de
crear nuevos movimientos, cambiando la disposición de las
substancias y determinando nuevos conflictos; cuerpos do-
tados de percepción, de conciencia, de pensamiento, de afec-
tos y de voluntad, que ya no son solamente cuerpos, sino
también séres dros dominadores de las substancias material
y etérea: luego en estos cuerpos, hay algo más que materia
y éter.
Es una inconsecuencia lógica, el que porque aparezcan
fenómenos calóricos, lumínicos, eléctricos y magnéticos, se
admita para ellos, un éter-substratum, y cuando aparecen
los fenómenos de conciencia y de volición, se niegue el
alma-substratum de los mismos, y cuando se presencia la
vida y la evolución universal, se niegue ñ Dios omnisciente'
y omnipotente; que se admita el éter que alumbra, y no el
alma que lo enciende y que lo apaga cuando quiere, el éter
que se repele A sí mismo. y no el Dios que lo sujeta al cum-
plimiento de sus inescrutables designios.
De otra parté, suponer que entre los Atomos etéreos se-
parados por repulsión esencial, no hay nada, es el colmo de
las suposiciones brutales.
De manera que ä la constitución de los seres vivos, con-
curren, citando menos, tres substancias: la corpórea ó pon-
derable. substratum de los cambios nutritivos: la etérea,
substratum de los fenómenos calóricos. lumínicos, eléctricos
y magnéticos; y la anímica. substratum de los fenómenos
mentales. Y si la concurrencia de las tres es necesaria !para
formar un ser humano, la relación .de dependencia resulta
bien evidente. Jamás el étery la materia podrán formar más
que un cuerpo físico, y si concurren ä formar los seres vivos,
es que el alma coje y domina al éter y A la materia, apro-
vecha ó contraría A sus propiedades, y les obliga al concur-
so, hasta que cansada de la lucha ó perfeccionada en fuerza
de dolores, abandona en detritus aquellas substancias que
le sirvieron para vivir esta vida terrenal.
Una cosa es que durante su encarnación no tenga con-
ciencia de todo lo que hace, y otra cosa es que deje de ha-
cerlo; con conciencia y sin conciencia lo hace, como lo prue-
ban los hechos enumerados antes, y los que en este libro
aprenderá el lector.
XVI pitóL000
Y si la materia y el éter proceden de la creación ó de la
eternidad, de la creación ó de la eternidad procede la subs-
tancia anímico., que es de seguro universal y forma las al-
mas, como el éter forma los cuerpos físicos con el concurso
del éter mismo, acaso con el concurso de otros éteres, diri-
gida ella misma y sus congéneres, por la dominación emi-
nente del Dios creador. La supremacía de los fenómenos
anímicos sobre los materiales y etéreos, hasta el punto de
determinarlos, acredita su distinta y superior categoría ló-
gica, y toda explicación de los primeros por los segundos, es
irracional ad absurdum.
Probado esto, no hay más que hacer que continuar la
indagación fenomenal en el inundo psicológico, no para
demostrar la inmortalidad de las almas, hecho en que co-
mulgan los mismos ateos y los materialistas más empeder-
nidos—siendo, por tanto, su campaña una campaña de bi-
pocresía,—sino para averiguar los destinos de nuestras al-
mas y de nuestra personalidad psíquica, en el tiempo y en
el espacio, para convertir nuestras creencias en conocimien-
tos positivos, para admirar más de cerca y , más pronto, la
magnificencia de Dios.
A. SÁNCHEZ HERRERO.

Madrid, Diciembre 1896.


PREFACIO

En 1837, al recibir, Guizot en la Academia Francesa h


J. B. Blut, le felicitó por haber sabido hacer admitir algu-
nos años antes en la Academia de Cieneias, la realidad de
la existencia de los aerolitos, deserhada hasta entonces como
un prejuicio popular en virtud (lel siguiente razonamiento
atribuido t Lavoisier: No pueden caer piedras del cielo puesto
que alli no existen.
«La Academia, decía Guizot, os designó para dictaminar
si efectivamente era cierto, según se aseguraba, que en el
departamento del Orne, en los alrededores de Laigle hubie-
se caldo una lluvia de piedras, y en caso afirmativo, estu-
diar la autenticidad y naturaleza del fenómeno. Extraño
parece que del seno de una Asamblea tan familiar con las
novedades de la ciencia, surjieran muchos miembros opo-
niéndose ä ocuparse públicamente de este asunto, por temor
de Comprometer su dignidad. La sabia é independiente cu-
riosidad de Laplace decidió ä la Academia a. pasar por enci-
ma de estas indecisiones, y el dictamen que distéis dos
meses después, demostró plenamente la eficacia y oportu-
nidad de la misión que se os encargó. Este dictamen es tm
modelo de sagacidad ingeniosa y prudente en la investiga-
ción de un hecho. Ninguno de nuestros mas habiles jueces .
de instrucción ha puesto jamäs mayor penetración, finura,
y paciencia en desentrañar un crimen, que vos pusistéis en
esta circunstancia en la averiguación de un trastorno apa-
rente de la naturaleza.»
Me propongo demostrar en este libro la realidad de un
hecho que se separa de los (latos de la ciencia oficial, pero
que tiene la ventaja, sobre la lluvia de piedras, de poder ob-
2
18 PREFACIO

servarse y experimentarse. Este hecho es el de poner en


movimiento, SIN CONTACTO, objetos inertes, por medio de
una fuerza que emana del organismo de ciertas personas.
En un libro precedente he desarrollo la Exteriorización
de la sensibilidad. Este fenómeno puede asimismo experi-
mentarse; mas, por desgracia, el experimentador no siempre
es capaz de percibir las sensaciones descritas, debiendo, por
lo tanto, referirse al testimonio (le un sujeto.
Aquí no ocurre lo mismo; puesto que cualquiera persona
que desee tomarse el trabajo de investigar, si encuentra fa-
vorables ocasiones, se convencerá por el testimonio concor-
dante de todos los sentidos, que el fenómeno de la Exterio-
rkaCühl de la motilidad presenta igual grado de certitud que
uno cualquiera de los fenómenos sobre que se apoyan las
ciencias físicas.
Si todo el mundo no lo ha admitido ya. es porque es re-
lativamente raro y de una observación difícil. El dominio
de la ciencia. Hin itado en su origen A hechos groseros y cons-
tantes, se ha. ido agrandando paulatinamente por medio (lel
estudio de aquellos que por su delicadeza é instabilidad,
escaparon á nuestros predecesores. Pero digamos como Karl
de Prel. «Las fuerzas de la Naturaleza no esperan, para en-
trar en actividad, que se las descubra y dé nombre; ellas
actúan desde mucho tiempo antes, dando lugar á fenómenos
de una física desconocida, que se niega durante muchos si-
glos, hasta el momento en que se imponen por la frecuen-
cia de sus manifestaciones.»
La antigüedad conocía ya las mesas giratorias, las vari-
llas adivinatorias y los péndulos exploradores. En tanto es-
tos fenómenos no pudieron ser observados más que al con-
tacto, y empleando las fuerzas reunidas de muchos experi-
mentadores, la hipótesis de la superchería se presentaba
naturalmente A la inteligencia, y en otros casos, sobre todo
cuando los movimientos eran muy pequeños, era permitido
atribuirles ä causas accidentales, como la trepidación del
suelo, la corriente de aire que partía de la nariz, etc.
Cuando la fuerza desarrollada ha sido muy grande para
obrar it distancia y producir movimientos considerables, en-
tonces, ó se ha negado el hecho, A se ha atribuido al dia-
blo, e) se ha ensayado un estudio de , los fenómenos; pero
-

PREFACIO 19
-como se ignoraban las circunstancias favorables A su pro-
ducción, se detuvieron los observadores por no querer so-
meterse ä condicione:4 que parecían favorecer el fraude.
Desde cuarenta años ä esta parte se han hecho esfuer-
zos considerables, tanto en el antiguo como en el nuevo
mundo, A fin de ventilar estas cuestiones que tienen el pri-
vilegio de apasionar los espíritus independientes y Av hlos
de verdad. No haré aquí mío.; que un resumen de los prin-
cipales trabajos verificados acerca del asunto, refiriendo,
sobre todo, aquellos que parten de autores cuyo nombre
ocupa eminente lugar en la ciencia ortodi n xa.
A fin de no asustar demasiado ä iiiiiIios lectores no ini-
ciados en estos estudios. sobre los que se np(tyarit la ciencia
del siglo XX (1), hubiera preferido limitarme á exponer fe-
nómenos específicos por su título; pero ya se veril que si
alguna vez se producen sólos, lo mits frecuente es que va-
yan acompañados ile man i l'estaciones todavía mas extrañas,
qiw según teorías que aquí no inc parece oportuno des-
arrollar, sido serían la ctnisecuencia normal de un aumento
en intensidad. Dejar de hacer estas manifestaciones y em-
peñarse el experimentzubir en recorrer nuevos carainos,.
hubiera sido muy expuesto A críticas.
Ruego, pues. ä mis lectores, que sólo consideren como
simples noticias las menciones que acabo de hacer. hasta que
llegue el día en que pueda discutirlas ilota adamente. Por
el momento, solicito que concentren toda su atención en el
hecho, relativamente simple, de poner en moviniiento, sin
contacto, un cuerpo inerte, lo cual he podido establecer con
pruebas de toda índole, y que no podrän dejar ningún gé-
nero de duda en el Animo de las personas que no se hallen
cegadas por prejuicios.
En estas experiencias inc he limitado mäs ä demostrar
las suspicacias de que han sido objeto. de que manera se
llega .A imitarlas, qué clase de circunstancias pueden hacer
presumir injustamente que existe fraude, y de cuAntas ma-
neras han sido comprobadas, que no circunscribirme ú pre-
sentar los hechos haciendo resaltar su encadenamiento.
(1) Los que deseen ponerse al corriente de estas investigacio-
nes, deben leer el notable libro de M. Alisaliof, titulado Animis-
mo et Spiritisme.
20 PREFACIO

Por esto he procurado reproducir con la mayor exacti-


tud los procesos verbales extendidos por testimonios ocula-
res, llamando, seguramente, la atención, la similitud con
que todos los médiums llegan á cumplir los mismos actos
' bajo la influencia de igual impulsión física.
Habría podido multiplicar los argumentos en apoyo de
mi tesis, sobre todo por los fenómenos de levitación y casas
encantadas, apelando ä la historia de todos los tiempos y
lugares; pero he preferido limitarme á los hechos más re-
cientes, que son los más apropiados para llevar la convicción
ä los espíritus amoldados á la ciencia actual. Así es cuino la
balanza ha permitido demostrar el enunento ó disminución
de peso en los cuerpos sometidos la influencia de una fuer-
za emanada del organismo humano; y hasta las variaciones
de esta fuerza han sido inscritas en aparatos registradores,
de tal manera, que cualquier explicación basada sobre la
alucinación, debe ser desechada.
Rehusar creer en afirmaciones tan numerosas, tan cla-
ras y precisas, sería convertir en imposible el estableci-
miento de una ciencia física cualquiera, pues el estudiante
no puede exijir ser testigo de cuantos hechos se le enseñan,
y cuya‘ observación es con frecuencia difícil.
Rehusar ocuparse de ciertos fenómenos, cuando se está
convencido de su realidad, por temor al qué dirdn, es de-
mostrar una debilidad le carácter despreciable, y traicionar
los intereses de lit humanidad.
Nadie puede, en efecto, prever las consecuencias de un
descubrimiento, cuando se trata de fuerzas nuevas; lo que
hace cien años se manifestaba por la contracción de los
muslos de la rana suspendidos en el balcón de Galvani, ¿no
es el maravilloso manantial de movimiento y de luz que
hoy anima nuestras más poderosas locomotoras 6 ilumina
ambos continentes?
ALBERTO DE BOCHAS.
Prirriera, parte

LA UXTE1110111212 Y'A-4
DE LA 111122
CAPITULO PRIMERO
Eusapia Paladino

L SUS «DEBUTS»

El gran público fué puesto al corriente por primera vez


de las maravilloMs facultades de Eusapia, en virtud de una
carta inserta en un periódico de Roma el 9 de Agosto de
1888. Esta carta iba dirigida al profesor Lombroso. Véase la
traducción.
Sefior:
En vuestro articulo Influencia de la cieilizacicign sobre el Genio
publicado en el número 20 de la Fanfulla della Dominica, entre
incontestables bellezas de estilo y lógica, he visto una frase feliz,
que me parece la síntesis del movimiento científico (a partir del
momento en que el hombre inventó el rompe-cabezas llamado al-
fabeto) hasta nuestra epoca. He aquí la frase:
«Cada siglo es precoz por los descubrimientos que no vé nacer,
porque no se apercibe de su propia incapacidad y de los medios
22 PRIME RA PART E

que le faltan para hacer los demás descubrimientos. La repetición


• de una misma manifestación, imprimiéndose en los cérebros, pre-
para los espíritus y los hace cada día más capaces de descubrir
las leyes ä las cuales esta manifestación va sometida. Quince ó
veinte arios bastan para hacer admirar por todo el mundo un des-
cubrimiento calificado de locura en el momento en que fué hecho;
al presente, las sociedades académicas se ríen del hipnotismo y
de la homeopatía; quién sabe si mis amigos y yo, que nos reímos
del espiritismo, no nos encontramos en el error, precisamente
como ocurre en los hipnotizados? Gracias á la ilusión que nos en-
vuelve, tal vez somos incapaces de reconocer nuestro engaño, y
como muchos alienados, colocándonos en el lado opuesto de la
verdad, nos reímos de los que no están con nosotros.»
Impresionado de esta frase espiritual y que por azar hallo apro-
piada á un hecho del que hace algún tiempo vengo ocupándome,
la recojí con gozo y sin comentario, y conformándome ä las re-
glas caballerescas, me serví de ella como de un reto.
Las consecuencias de este desafío no serán ni peligrosas ni
sangrientas; combatiremos lealmente, y sean los que fueren los
resultados del encuentro, tanto si sucumbo, como si rindo al ad-
versario, habrá de ser con benevolencia; el final llevará consigo
la enmienda de uno de am4os adversarios, y será de todos modos
útil á la gran causa de la verdad.
Actualmente se habla mucho de una enfermedad particular,
que se encuentra en el organismo humano; se la observa cada día,
aunque ignorando la causa y sin saber qué nombre darle. Esta
enfermedad es evidente; sus efectos sensibles se prueban por la
experiencia, relacionándose, sobre todo, con el sentido del tacto,
es decir, con la inspección general de todo conocimiento.
A su sujeto, se le reclama encarecidamente • un examen por
parte de la ciencia contemporánea, mas ésta, por única respues-
ta, se mofa con la risa irónica de Pyrron, precisamente porque,
según se ha dicho, el siglo no está dispuesto.
Mas el autor de la frase citada más arriba, seguramente no la
ha escrito por el placer de escribirla; pues me parece que no son-
reirá desdeñosamente si se le invita ä observar un caso particular,
digno de atraer la atención y de ocupar seriamente el espíritu de
u n Lo m broso.
Me refiero á una enferma de unos 311 años de edad que perte-
nece a la clase más humilde de la sociedad, y que es bastante ig-
norante. Su mirada no es ni fascinadora, ni dotada de aquella
fuerza que los criminalistas modernos denominan irresistible; pe-
ro en virtud de fenómenos sorprendentes propios de su enferme-
dad, puede, si es que lo desea, divertir durante una hora, tanto de
IIUSAPIA PALADINO 23
noche como de dia, ä un grupo de curiosos más ó menos escépti-
cos, más 6 menos fáciles de contentar.
Atada ä una silla, 6 sostenida con fuerza por los brazos de
los curiosos, atrae los muebles que le rodean, los levanta, los sos-
tiene en el aire como el sepulcro de Mahoma, y los hace descen-
der con movimientos ondulatorios cual si obedecieran á una vo-
luntad extraña; aumenta 6 disminuye su peso; golpea las paredes,
el techo y el suelo, con ritmo y cadencia, respondiendo á las invi-
taciones de los asistentes; resplandores parecidos á los de la elec-
tricidad salen de su cuerpo, la envuelven 6 rodean á los asistentes
ä estas escenas maravillosas; dibuja lo que se desee sobre el pa-
pel, cifras, firmas, nombres, frases, extendiendo sólo la mano ha-
cia el sitio indicado; si se coloca en un rincón de la habitación un
vaso con arcilla húmeda, se encuentra después de algunos instan-
tes la impresión de una mano, grande 6 pequeña, la impresión de
un rostro de admirable precisión, visto de frente 6 de perfil, y del
cual puede sacarse una mascarilla.
Esta mujer se eleva en el aire, sean los que fueren los lazos
que la retengan, quedando como acostada en el vacío, contrarian-
do todas las leyes de la estática, y pareciendo franquear las de la
gravedad; hace sonar instrumentos de música, órganos, campa-
nas, tambores, cual si estuvieran tocados por manos, Ó agitados
por el soplo de gnomos invisibles.
Vos denominareis á esto un caso particular de hipnotismo; di-
reis que esta enferma es un fakir con enaguas, que lo encerraríais
en un hospital... Os ruego, eminente profesor, que no cambieis la
cuestión.
El hipnotismo no causa más que la ilusión de un momento;
desput"..s de la sesión, todo adquiere su forma primitiva. Más aqui
el caso es diferente: durante los días que siguen á estas escenas
maravillosas, quedan rastros, documentos dignos de conside-
ración.
. ¡Qué pensais de todo esto?
Pero permitidme continuar; esta mujer, en ciertas condiciones,
puede agrandarse más de diez centímetros; es como una muñeca
de gutapercha, como un autómata de nuevo género; adquiere for-
mas raras; ¡cuántas piernas y brazos tiene? no lo sabemos.
En tanto sus miembros están retenidos por los asistentes más
incrédulos, vemos aparecer otros sin saber de dónde salen. Su
calzado es muy pequeño para contener los pies hechizados, y esta
circunstancia hace suponer la intervención de un poder miste-
rioso.
No riáis porque diga hace suponer. Yo nada afirmo. Vos, en
todo caso, Podréis reir cuando llegue la ocasión.
24 PRIMERA PARTE

Cuando se ata ä esta mujer, vese aparecer un tercer brazo, que-


nadie sabe de dónde viene, el cual quita sombreros, relojes, dine-
ro y demás joyas, devolviéndolas con alegre familiaridad.
Algunas piezas de la indumentaria de los concurrentes las
cambia de lugar, acaricia y retuerce los bigotes, dando ocasión ä
que reparta algún puñetazo, pues también tiene sus momentos de
mal humor.
Es siempre una mano grosera y callosa (ya se ha dicho que la
de Eusapia es pequeña), con largas uñas y humedecida, haciendo.
estremecer su contacto, porque pasa del calor natural al frío glacial
del cadáver. Esta mano se deja apretar y observar con atención,
tanto como lo permite la luz de la estancia, y acaba por elevarse,
quedando suspendida en el aire, cual si estuviera amputada ä raíz
del antebrazo, pareciendo ä las manos de madera que están ex-
puestas en los escaparates de las guanterías.
Os juro que salgo con el espíritu tranquilo del antro de Circé;,
una vez liberado de sus encantos, paso revista á mis impresiones
y acabo por no creer en mi mismo, aunque el testimonio de los
sentidos me acusa no haber sido víctima de un error ó ilusión.
Un montón de volúmenes compuestos por los mas ilustres ex-
perimentadores antiguos y modernos, atestiguan la verdad de es-
ta paradógica charlatanería.
En estas experiencias se presentan siempre cosas nuevas 6
inesperadas. Se cambian saludos y apretones de manos entre per-
sonajes vestidos de ropajes, que se presentan y desaparecen como
sombras en el espacio de algunos instantes.
No se pueden atribuir á la prestidigitación estas maniobras ex-
traordinarias. Vos diréis que es preciso estar en guardia contra.
toda superchería, hacer una indaghción escrupulosa sobre la per-
sona de que hablo, ä fin de impedir el engaño. Sabed que los hechos
no responden siempre ä la atención inquieta de los concurrentes,
lo que por otra parte es un misterio, y que bien considerado, de-
muestra que el individuo que opera no procede arbitrariamente.
Sin duda el sujeto posee la exclusiva facultad de estos actos pro-
digiosos, pero ellos no pueden producirse más que con el con-
curso de un agente ignorado, un ser que denominamos el Deus ex
mciehina.
De cuanto se ha dicho, resulta la gran dificultad de estudiar el
fondo de esta cuestión, y la necesidad de verificar una serie de
experiencias hasta reunir un número que sea capaz de aclarar las
dudas y vencer las suposiciones de los pendencieros, los cuales,
como es sabido, niegan el privilegio de I os espíritus observadores.
Esos pendencieros, á partir de un indicio, descubren la eviden-
cia de las fuerzas ocultas en la naturaleza; de la caída de una


EUSAPIA PALADINO 25
manzana, del movimiento de un péndulo, deducen las grandes le-
yes que gobiernan el universo.
He aquí mi provocación. Si vos no habeis escrito la frase cita-
da por el sólo placer de escribirla, si teneis verdadero amor ä la
ciencia, si estais desposeído de prejuicios, vos, el primer alienista
de Italia, teneis obligación de acudir al terreno en que se os invi-
ta, y estad persuadido que medireis las fuerzas con un hombre
honrado.
Cuando dispongais de una semana de licencia, dejad vuestros
estudios, y en lugar de dirijiros al campo, designadme un sitio en
que nos podamos encontrar, escojed el momento que os Plazca, y
os presentaré mi maga.
Tendréis á vuestra disposición un gabinete donde entraréis an-
tes de la experiencia. Colocaréis los muebles y los instrumentos
de música del modo que os agrade, y cerraréis la puerta con llave.
Creo inútil presentaros la dama siguiendo la costumbre adoptada
en el paraíso terrenal, porque esta nueva Eva, es incapaz de to-
mar revancha sobre la serpiente.
Cuatro señores nos acompatiarán, tal como se hace en los en-
cuentros caballerescos; vos elejiréis dos, que sólo podré ver en el
momento del encuentro, y yo llevaré los dos restantes.
Jamäs en mejores condiciones habrán podido reunirse los Ca-
balleros de la mesa redonda. Es evidente que si la experiencia no
dé resultado, sólo podré acusar ä los rigores del destino; pudien-
do entonces juzgarme por vuestra parle como un alucinado que
anhela curarse de sus extravagancias. Más si el éxito corona la
obra, la lealtad os impondrä el deber de escribir un at líenlo, en el
cual, sin circunloquios, reticencias, ni errores, atestiguaréis la
realidad de los misteriosos fenómenos, prometiendo inquirir las
causas.
Si rehusais el encuentro, servíos explicarme esta frase: el siglo
no está dispuesto. Sin duda que esto puede aplicarse ä las inteli-
gencias vulgares, pero no á un Lombroso, al cual se dirije este
consejo del Dante: Con la verdad, el honor debe cerrar los labios
al error. ••
Vuestro dedicado y respetuoso, Profesor ERCOLE CIIIAIA.

Esta brillante introducción, destinada á despertar la cu-


riosidad del lector, parece una exposición más ó menos
fantástica de lo que la imaginación puede atribuir ä las fa-
cultades de Eusapia, exaltadas hasta el supremo grado;
muchos de los hechos extraordinarios que se han relatado,
no han podido ser observados por los sabios cuyas experien-.
26 PRIMERA PARTE

.cias voy á exponer. Sin embargo, antes de formar un juicio


definitivo, es preciso hacer notar que la inspección rigurosa
ä la que se sometió la médium, le imponía una sujeción
física y moral que podía perjudicar al desarrollo de los fe-
nómenos.
Sea lo que fuere, Lombroso no aceptó este ruidoso reto,
y algunos meses después (junio 1889), M. Chinin dirigió al
Congreso espiritista de París la siguiente comunicación, to-
davía más maravillosa, pero cuya forma propende á ins-
pirar mas confianza al lector.

Nos reunimos cuatro amigos alrededor de la mesa de ri-


gor, junto ä la médium Eusapia Paladino. Los asientos de honor
estaban repartidos de este modo: á la izquierda de la médium,
M. Tassi de Pérouze; ä la derecha, el Dr. D. Manuel Otero Ace-
vedo,de Madrid, quien vino expresamente á Nápoles para estudiar
de risu los fenómenos que he mencionado en otras ocasiones.
El Dr. Otero estaba acorazado de incredulidad, pero es un ob-
servador escrupuloso, y casi tengo el derecho de suponer que es
la reencarnación de un inquisidor de los tiempos de Torquemada,
á juzgar por la manera de atar á la médium y ponerla en la imposi-
bilidad de hacer el menor movimiento. Debo añadir que para con-
vencerle de la sinceridad de los fenómenos, exiil practicar la
experiencia, no en mi casa, sino en la habitación que aquél ocu-
paba en la fonda.
Después de los habituales preludios, tales como levantamiento
de la mesa, golpes en el centro de ésta, cambios de saludos y re-
verencias dirigidas al Dr. Otero, el espíritu familiar, que siempre
se ha revelado bajo el nombre de John King, se manifestó muy
dichoso de liabérsele Presentado la ocasión de convertir ä un ma-
terialista de tan buen temple.
Fiel ä su promesa, empezó por aproximar las sillas (t la mesa,
imprimiéndoles diversos movimientos. Se dejó entrever algunas
veces un brazo mistericw que salía por debajo de la ropa de la
médium, brazo que se podía tocar ä fin de asegurarse no ser vio-
tima de una alucinación. Este fenómeno, que se produjo hasta en
plena luz, fud uno de los más evidentes, bastando por sí sólo á
destrozar la coraza del más obstinado Santo Tomás.
El espíritu de John nos rogó bajásemos la luz de la lámpara.
Esta orden (que siempre es sospechosa para el que asiste por pri-
mera vez á las experiencias) di() motivo á esperar que los fenóme-
nos que vendrían, serian extraordinarios. Al cabo de pocos mo-
mentos, durante los cuales n3 se oía más que el rechinar de los
ECTSAPIA PALADINO 2'7
dientes de la médium, que se hallaba en letargia, empezó á ha-
blar en puro italiano, en vez del mal patué napolitano que ha-
bitualmente habla, y rogó ä las personas sentadas ä ambos lados,
que le sostuvieran las manos y pies. Luego, y sin percibirse el
menor frote, ni movimiento rápido de su persona, ni la más lijera
ondulación de la mesa, los Sres. Otero y Tassi se sintieron levan-
tar muy dulcemente los brazos, y no queriendo abandonar las ma-
nos de la médium, tuvieron que acompañarla en su ascensión. Este
.explendido caso de levitación, es más digno de notar porque tuvo
lugar bajo la más rigurosa vigilancia, y con tal ligereza, que pare-
cía levantarse una pluma. Lo que más sorprendió ä dichos seño-
res, fué sentir ambos pies de la médium aplicados sobre la peque-
ña superficie de la mesa (O rn 80 por O na 60) ya en parte cubierta
por las manos de cuatro concurrentes, sin que ninguna de estas
manos fuese tocada, ä pesar de hallarnos en la obscuridad más
• ompleta.
Aunque aturdidos por un hecho tan extraordinario é imprevis-
to, uno de nosotros preguntó ä John si sería posible levantar un
poco á la médium desde la mesa y ä pies juntillas, de manera que
nos fuera permitido cerciorarnos mejor del ascenso. Seguida-
mente, y sin discutir la demanda exigente y maliciosa, fue levan-
tada Eusapia de 10 ä 15 centímetros, pudiendo cada uno de nos-
otros pasar con toda libertad la mano por debajo de los pies de la
maga suspendida en el aire.
Al l'aceros esta relación, yo no sé cuál sentimiento me domi-
na; ¿es la satisfacción de haber obtenido un fenómeno tan magni-
fico, tan maravilloso, ó es la penosa suposición de ser tenido por
visionario, aun entre mis íntimos amigos? Por fortuna éramos
cuatro, comprendiendo al español, siempre desconfiado, y dos se-
micreyentes, dispuestos ä aceptar la evidencia de los hechos.
Cuando nuestra maga quiso descender de la mesa sin nuestra
ayuda, con una destreza no menos admirable que la empleada para
ascender, fuimos nuevamente asombrados. Encontramos ä la
médium extendida, apoyando la cabeza 'y una pequeña parte del
dorso sobre el borde de la mesa, el resto del cuerpo horizontal-
mente recto como una barra y sin apoyo, en la parte inferior; en
tanto que la ropa estaba adherida á las piernas cual si estuviese
atada ó cosida. Aunque este importante hecho fué producido en la
obscuridad, no obstante, estuvo escrupulosamente vigilado por to-
dos, de manera ä hacerlo más evidente que si hubiese tenido
efecto en pleno día.
Además; he tenido ocasión de ser testigo de una cosa más ex-
traordinaria. Una tarde ví ä la médium en completo estado de
catalepsia, sosteniendose en posición horizontal, con sólo la cabeza
28 PRIMERA PARTE

apoyada en el borde de la mesa, por espacio de cinco minutos y ä


la luz del gas, en presencia de los profesores de Cintiés, Dr. Ca-
puano, escritor bien conocido, D. Federico Verdinois y otras
personas.
Lo que aumentó nuestra sorpresa después de habernos reunida
alrededor de la mesa y haber dejado la habitación ä obscuras, se-
gún orden de John, fue encontrar debajo la cabeza de la médium,
un colchón arrollado, que antes estaba en un rincón del cuarto.
Menos asombroso nos pareció hallar el colchón en este sitio, trans-
portado por un invisible, que pensar en que dicha voluminosa
masa pudiera pasar entre nuestros brazos sin tocarlos.
Después de haber colocado las cosas en su sitio, y encendido
nuevamente el gas, nos reunimos alrededor de la mesa Muy
pronto vimos emanar del cuerpo de Eusapia una porción de chis-
pas azuladas, que eran lanzadas por el aire en diferentes direccio-
nes, llegando algunas ä crecida altura, y separándose en tres
cuatro más pequeñas. Presa de profunda emoción, el profesor
español tuvo la idea de pedir ä John si quería iluminar con aque-
llas llamas el cuadrante de su reloj colocado encima de la mesa.
De repente Eusapia se puso ä soplar con toda la fuerza de sus
pulmones hacia el reloj, y después de algunos segundos, un disco
de luz, largo como el cristal del reloj, se puso encima de éste, per-
mitiendo ver claramente la hora; y en seguida, el reloj iluminado
dió una vuelta en el aire, colocándose de nuevo sobre la mesa.
Animado por esta complacencia, el profesor español tuvo otra
idea: «Puedes, estimado John, ensayar de !multar mi reloj.» Ape-
nas dijo estas palabras, la cadena y el reloj se elevaron con cierto
estrépito hasta tocar el techo, y entendimos perfectamente el
ruido que se produce cuando una mano experta dä cuerda ä un
remontoir.
Pero, ¡euäl era esa mano misteriosa que verificaba dicha ope-
ración? Este problema, asaz dificil, trastornará, sobre todo, el espí-
ritu de aquel que con malicia lo habrá planteado. El hecho es que
debían existir, cuando menos, dos manos en el aire, ayudándose
mútuamente para aquella maniobra, puesto que el invisible opera-
dor respondió ä nuestra aclamación, aplaudiendo con ambas ma-
nos fuertemente, repitiéndose este hecho muchas veces y con una
rapidez que debla apartar la duda al escéptico más contumaz.
Después de esto, Eusapia dijo que se hallaba fatigada, pare-
ciéndonos esto muy verosímil, ya que con la llama aplicada a
reloj, pudimos ver que eran las dos de la madrugada. Tan sólo
Dr. Otero, tan exigente y atento, como difícil ,de contentar, recordó
á John una promesa hecha al iniciar la sesión, es decir, una im-
presión sobre la arcilla ya preparada en un vaso situado en un
ELSAPIA PALADINO 29
rincón de la habitación. Se le contestó que le atendería otra no-
che, pues la médium había gastado mucho fluido.
Mientras la mesa contestaba tiptológicamente de este modo y
en plena luz, Eusapia, sugerida de improviso, dijo á Otero:
«Toma ese caso lleno de arcilla; colócale enfrente de mi, sobre esta
silla, é indica la dirección donde quieres que el fenómeno se pro-
duzca.» La arcilla fue situada á unos dos metros de la médium, el
Dr. Otero la examinó, cubriéndola luego con un pañuelo blanco,
e indicó el sitio donde deseaba se produjese el fenómeno. Miramos
todos á Ensapia, que, con el brazo derecho convulso, volvió la
mano Inicia la arcilla, extendió tres dedos, e imprimiendo un inde-
finible movimiento, dijo: «Ya esta.»
Quitado el pañuelo, encontramos la impresión de tres dedos en
el precisó punto indicado por el Dr. Otero (1).
A esta prueba evidente de una potencia sobrenatural, de una
fuerza duidica invisible que emana de esta mujer, que se despren-
de de todos sus poros y de sus dedos de maga, pero que se halla
sometida a. una voluntad extraña á nuestra humanidad, el doctor
Otero, el Sr. Tassi y el ingeniero Agrise, quedaron estupefactos, y
dieron respetuosamente las gracias al invisible John, que respon-
dió al instante saludando por medio de cuatro golpes muy fuertes
en la mesa que estaba aislada en medio del cuarto. As( terminó
la sesión.

Antes de empezar la exposición (le las experiencias he-


chas con Ensapia por otros sabios, me parece útil dar algu-
nos detalles referentes á su persona.

II. SU HISTOMA, SU PERSONA


M. de Kranz, ponente de la comisión que ha estudiado ä
Eusapia en Varsovia durante el invierno de 1893 ä 94, ha
reasumido los documentos que diferentes observadores le
han suminiStrado, y especialmente el Dr. Harusewicz. Aña-
do á este trabajo mis propias observaciones hechas en Agné-
las en septiembre de 1895, cuyo proceso verbal se consigna
más adelante.
(1) M. Alisakof, que relata esta experiencia en su libro A ni-
misme et Spiriasme (p. 509) dice que el Dr. Otero le aseguró que
no conservaba ninguna duda acerca de la realidad de los hechos,
por mas que abordé estas sesiones con las ideas preconcebidas de
un materialista enrayó, según su propia expresión.

30 PRIMERA PARTE

Eusapia se aproxima A los cuarenta arios, y según pue-


de verse en la fido,tira fía adjunta, no estä envejecida. Su

cabellera espesa y negra, presenta en la parte anterior de


la región temporal izquierda, una banda blanca, que cubre
una cicatriz procedente de una herida que se produjo en un
acceso de delirio, cuando tuvo el tifus. Los brazos y piernas
son mas desarrollad.ls que lo que de ordinario se observa en
las mujeres de la misma complexión. La talla es baja, la
gordura bastante considerable, y como las piernas son rela-
tivamente cortas, aparenta ser pesada y torpe en sus movi-
mientos, pero desde el instante que se anima durante las-
sesiones, su cuerpo y extremidades se mueven con mayor
flexibilidad y soltura.
A pesar de su aspecto sano, algunos médicos que la han
examinado con detención, le han diagnosticado la histeria
con tendencia erótica. Por lo denlas, tina ligera paresia de la
mitad derecha del cuerpo, explica la superioridad muscular
de las extremidades izquierdas sobre las derechas (la mano
derecha desarrolla en el (linamómetro 45, la izquierda 50)
sin que Eusapia sea zurda. La sensibilidad al dolor es nor-
mal. Con frecuencia dice que experimenta constricciones as-
EISAPIA PALADINO 31
cendentes del esófago (bola histérica). A pesar de lo dicho,
las funciones fisiológicas son regulares, aunque las fuertes
emociones le provocan trastornos 'n'opios de la histeria eró-
tica.
«Eusapia, dice el Dr. Harusewicz, produce la impresión
de una mujer dotada de una i nteligencia notable. aunque
poco desarrollada y aun desviada por malas influencias; se
orienta : con facilidad aun desconociendo nuestra lengua;
comprende muchas veces de lo que se le habla fijändose en
la gesticulación y los rasgos fisiognomónicos del interlocu-
tor (1). Ailädase á esto un temperamento variable é irrita-
ble, una desmesurada ambición, una cierta embriaguez de
«gloria medianímica», un gran desinterés, y tendremos una
idea del caräcter de esta italiana, mezcla curiosa de fran-
queza y de disimulación.
Nació cerca de Nirpoles en una obscura familia de campe-
sinos, habiendo sido testigo de escenas terroríficas ó partir
de su infancia. Su padre murió asesinado por los ladrones.
Al regresar de sus viajes por Varsovia, le robaron el dinero
y los numerosos regalos que consigo llevaba, volviéndose
desde entonces muy temerosa.
En Agnélas dejaba todas las noches la puerta de su ha-
bitación abierta, ä fin de que se la pudiera auxiliar inme-
diatamente en caso de apuro. Desde 'la edad de ocho años
estuvo sujeta ä una alucinación obsesora en estado de vigi-
lia; dos ojos expresivos la miraban desde detrús de un.
de piedras ú de un iirbol, fijändole la vista hacia su lado
derecho. También tuvo frecuentes sueños.
Las primeras manifestaciones medianimicas coincidieron
con la aparición de la menstruación, hacia la edad de 13 ó 14
hilos, y esta concordancia, se encuentra en casi todos los ca-
sos que han poseído la singular propiedad de producir mo-
vimientos ä distancia.
En este momento de su vida pudo notar que su presen-
cia en las sesiones espiritas favorecía el éxito de las mis-
mas. A causa de desagradarle esta clase de reuniones, se
(1) Imita admirablemente á los sabios italianos, franceses,
ingleses, alemanes y poloneses que la han estudiado„y dice con
'cierto gracejo que tiene amigos de toda especie: en sí, en <mi, en,
yes, en ia y en tac.
32 Humille. PARTE
abstuvo de concurrir, y aun de someterse ä la experimenta-
ción durante un plazo de 8 ó 9 años. Hasta la edad de 22 6
23 arios no empezó la cultura espirita de Eusapia, dirijida
por M. Damiani, espiritista ferviente. En esta época apare-
ció la personalidad de John King que se poseía de ella cuan-
do estaba en «trance.»
Este John King decía ser el hermano de la Katja King de
Crookes y padre de Eusapia en otra existencia. Al encon-
trarse Eusapia en «trance,» John la alude, llamándola su
hija, y da consejos acerca del modo de tratarla. M. Ochorowicz
cree que este John es una personalidad creada en el espíri-
tu de Eusapia por la reunión de un cierto ntimero de im-
presiones recogidas en diversos sitios. Esta seria, poco más
ó menos, la misma explicación que se da para las personali-
dades sujeridas, que han sido estudiadas sucesivamente por
M. Richet y.por mi, y para las variaciones expontimeas de
personalidad observadas por MM. Azam, Bourrn, Burot, etc.
Ensapia ha sido magnetizada con frecuencia por 'el doc-
tor Ochorowicz. Al someterse ä mi influencia magnética por
medio (1(• pases que di sobre su mano, logré determinar la
exteriorización de la sensibilidad; pero al reconocer la exis-
tencia de una primera capa sensible sobre la piel, alejé mis
dedos para buscar otra capa, y entonces su mano_seguia ä
la mía.
El fenómeno de la sensibilidad se transformó en el de
atracción pasiva. Esta suerte de atracción, estaba en ella
muy desarrollada hasta en estado de vigilia. Alguna vez me
ocurrió aplicar mi pie junto al suyo sin tocarle, mientras
estaba sentada con las piernas cruzadas y un pie en el aire;
y aprovechando su distracción, conseguía atraerme una de
sus extremidades inferiores con sólo separar mi pié.
A pesar de lo temerosa que esta desde que los sabios la
han martirizado tanto, un día accedió á que se le magneti-
zara en presencia de la Sra. Rochas. Rápidamente llegó á
los estados profundos de la hipnosis, viendo aparecer, con
gran asombro de su parte, un fantasma azul ä su derecha.
Yo le pregunté si era John, contestándome que no, pero
que era esto lo que John utilizaba. Luego tuvo miedo, y me
pidió qué' la despertasJ, lo cual hice enseguida, aunque sin-
tiendo no haber podido continuar esta experiencia.
EUSAPIA PALADINO :33
El día 24 de septiembre se quejaba de hemicränea el
'conde de Gramont, y yo le rogué que cogiera ambas manos
de Eusapia. Hice algunos pases desde el conde â ella, y
los breves segundos se latnentaba Eusapia que yo le daba
dolor de cabeza, añadiendo que el dolor le venía desde
M. de Gramont por la mano y el brazo, «como por ondas su-
cesivas.»
El mismo día, deseando asegurarme si era sujestible, y
si la sujestibilidad obedecía en ella a las mismas leyes que
en los (lemas sujetos, la conduje al vestíbulo, cerca de la
puerta de entrada de la casa, en aquel entonces al n ierta, y
apretando en su frente el punto de la memoria sonambóli-
ca, le (lije que M. Richet, á quien tanto quiere, acababa (le
llegar, y se encontraba en la gradería exterior. Inmediata-
mente se precipitó con violencia hacia la puerta, con los
ojos fijos cual si le estuviese viendo, eostAndome mucho
trabajo persuadirla de que había sido juguete de una alu-
cinación.
Algunos instantes después, M. de Gramont puso en ca-
talepsia el brazo de Eusapia por medio de algunos pases
longitudidales, de lo cual pareció quedar muy sorprendida.
La insuflación y algunos pases laterales volvieron el brazo
al estado normal.
Se ha creído notar que Eusapia se preparaba consciente
ó inconscientemente para las sesiones, moderando su respi-
ración, mientras el pulso se eleva gradualmente de 88 á 120
pulsaciones por minuto, y aumenta también en vigor. ¿Es
una practica imaloga k la que emplean los fakires (le la In-
dia, ó un simple efecto de la emoción, por no estar jamas se-
gura de la producción de los fenómenos?
Estos fenómenos estan unidos a los síntomas convulsivos
histéricos, y guardan con ellos una proporcionalidad tanto
cuantitativa como cualitativa; aparecen im intervalos que va-
rían entre tres y diez minutos ó mas, y tan pronto dejan la
conciencia intacta como la trastornan ó anulan.
A Ensapia no se la duerme en las sesiones; es ella misma
la que entra en «trance» cuando forma parte de la cadena
magnética. Luego empieza a suspirar profundamente, bos-
teza y tiene hipo. El rostro pasa enseguida por una serie de
expresiones diferentes. Tan pronto adquiere tina expresión
3
34 PRIME R A PARTE

demoníaca, acompañada de una risa áspera como la que


Gounod da Mefistófeles en el Faust, y que por lo regular
precede á fenómenos importantes, como se enciende su ros-
tro, los ojos se ponen brillantes, húmedos y muy abiertos;
la sonrisa y los movimientos caracterizan el éxtasis erótico,
dice «nzio caro», se apoya en la espalda de su vecino, y busca
caricias cuando le cree simpático. Entonces .es cuando al
producirse los fenómenos, le causan extremecimientos agra-
dables, voluptuosos. Durante ese tiempo, las piernas y bra-
zos se hallan en estado de fuerte tensión, casi ríjidos, 6 bien
experimentan contracciones convulsivas, y á veces una tre-
pidación que se propaga ä todo el cuerpo.
A los mencionados estados de sobreactividad nerviosa,
sucede un período de depresión caracterizadò por la palidez
casi cadavérica del rostro, que se cubre de sudor, y la iner-
s cia casi completa de los miembros. Si se le levanta una ma-
no, le cae por su propio peso.
Estos síntomas, se reproducen alternativamente muchas
veces durante las sesiones, después de las cuales queda
Eusapia completamente agotada, casi inconsciente, y aun
parece envejecida. Apenas puede sostenerse, y ilresenta la
apatía más completa, de modo que para trasladarla al co-
medor, es preciso conducirla apoyada del brazo.
Mientras se celebran las sesiones, pide con insistencia
agua pura, que se rehusa darle, porque John King había
prescrito no darle más que vino mientras se halla en «tran-
ce.» En las comidas bebe ordinariamente vino puro. El doc-
tor Haruzewicz, el Dr. Higier y M. Siemiradki han observa-
do que en aquel estado presenta el fenómeno del tacto Ti
distancia, es decir, la exteriorización de la sensibilidad.
Yo no he tenido ocasión de demostrarlo, aunque en otras
circunstancias lo he podido reconocer. El agotamiento dura
desde 10 minutos ä un cuarto de hora, Y luego se desvanece
gradualmente. Cuando se intenta despejarla por medio de
pases transversales ó soplos, apenas se consigue el intento.
Después de las sesiones con buen éxito, tiene el sueño
tranquilo; después de las sesiones difíciles 6 negativas,
duerme mal.
Durante el «trance,» ofrece los ojos convulsos y mirando
hacia arriba. La presencia de espíritu y la conciencia en
EUSAPIA PA LADINO • 35

general están disminuidas (') anuladas, no contestando it las


preguntas ó haciéndolo con retardo. El recuerdo de las se-
siones únicamente lo conserva para aquellas escenas veci-
nas al estado normal.
Con frecuencia, para ayudar si las manifestaciones, pide
se le proporcione fuerza, añadiendo con ese objeto una per-
sona más á la cadena. Alguna vez ha ocurrido que al no
formar yo parte de ella, me ha llamado, y luego apretaba
mis dedos como si quisiera extraer algo, y it continuación
los repelía bruscamente diciendo que tenia demasiada fuer-
za «magnètica» y que lo que deseaba era fuerza «mediani-
mica.» En una de las sesiones de levitación, uno de los con-
currentes se encontró sumamente desfallecido.
A medida que se acentúa el g ranee, la sensibilidad í).
luz aumenta. El paso de una liimpara encendida por una
habitación contigua y cuya puerta esté abierta, llega a
provocar en Eusapia verdaderos espasmos de todo el cuer-
po, vuelve la cabeza gimiendo, y su rostro expresa el sufri-
miento. Dice que la luz súbita le causa dificultad de respi-
rar, palpitacione's cardíacas, sensación de bola histérica,
irritación generable los nervios, dolor en la cabeza y en los
ojos, temblor general en el cuerpo, y convulsiones, excep-
tuando cuando ella pide la luz (lo que sucede cuando hay
necesidad de verificar comprobaciones interesantes), en cuyo
caso su atención se dirije con fuerza hacia la experiencia.
Durante el período activo de hs sesiones, se agita cons-
tantemente, lo que podría atribuirse ü las crisis histéricas;
pero yo entiendo que son necesarias á la producción de los
fenómenos. Ya veremos en el proceso verbal de las expe-
riencias de Agnelas, que cuantas veces debía producirse un
movimiento ú distincia, ella lo simulaba, bien con las ma-
nos ó con los pies, desarrollando mayor fuerza que la nece-
saria para producir el movimiento al contacto.
He aquí lo que hace (según ella nos dice) cuando quiere
producir un movimiento ú distancia.
«Por de pronto, desea ardientemente ejecutar el fenó-
meno; después experimenta obtusión y horripilación en los
dedos. Estas sensaciones van en aumento, ñ la vez que nota
en la región inferior de la columna vertebral, como una co-
rriente que se extiende con rapidez por el brerio, hasta Ile-
36 PRIMERA PARTE

gar al codo, donde se detiene dulcemente. En este caso es


cuando se produce el fenómeno.»
Durante la levitación, y después de ella, siente dolor en
las rodillas; cuando se producen otros fenómenos, el dolor
es en los codos y brazos. _
e

EXP. DE NÁPOLES. - 1891 37

CAPITULO II

Las experiencias de Nápoles en 189 1

A últimos de febrero de 1891, el profesor Lombroso, excitado


vivamente en su curiosidad, se decidió á ir á Näpoles con objeto
de ver á Eusapia Paladino, de quien todo Italia hablaba.
En ausencia del caballero Chiaia, le p.resent6 a. la médium
M. Ciolfi, verificándose dos sesiones en el hotel de Génova, donde
se hospedaba Lombroso, y teniendo aquéllas lugar el sábado 28
de febrero y el lunes 2 de marzo.
Algún tiempo después, M. Ciolti publicó en un periódico de
Nápoles las dos cartas que escribió á M. Chiaia, á fin de darle
cuenta de las experiencias.

I. RELACIÓN PRESENTADA POR M. CIOLFI

PRIMERA SESIÓN

Lombroso y los amigos que le acompañaban elijieron un


vasto salón en el primer piso del hotel, y después de exa-
minar con detenimiento á la médium, nos colocamos alre-
dedor de una mesa, Mme. Paladino, á un extremo; å su
izquierda, los Sres. Lombroso y Gigli; yo, enfrente de la
médium, entre MM. Gigli y Vizioli, viniendo luego MM. As-
censi y Tamburini, que cerraban el circule, habiéndose co-
locado el último á la derecha de la médium.
Dos bujías colocadas sobre un mueble situado detrás de
Mme. Paladino, iluminaban la habitación; MM. Tamburini
y Lombroso sostenían una mano de la médium cada uno;
sus rodillas contactaban con las de Eusapia, y los pies de
aquellos señores se apoyaban en los de la médium.
e

38 PRIMERA PARTE

Después de largo rato, la mesa empezó á moverse, pri-


mero, con lentitud, lo que explica el escepticismo, ó la opo-
sición declarada de los que componen el círculo por la pri-
mera vez; luego fueron aumentando los movimientos en
intensidad.
El Dr. Lombroso se cercioró del levantamiento de la
mesa, y evaluó en 5 tí 6 kilógramos la resistencia á la pre-
sión que oponía la mesa. Este fenómeno de un cuerpo pesa-
do que se sostiene en el aire por fuera de su centro de gra-
vedad, y resiste á una presión de cinco á seis kilógramos,
sorprendió Mucho ä los doctos asistentes, que hy atribuyeron
á una fuerza magnética desconocida.
A petición mía se produjeron varios golpes y otros rui-
dos 'sobre la mesa, asombrando de nuevo á los concurrentes,
quienes pidieron se apagasen las luces.
En medio de una:obscuridad que no impedía vigilar aten-
tamente, se oyeron primero golpes violentos en el centro de
la mesa, y después sonó una campanilla que estaba situada
sobre un trípode ä un metro de distancia de la médium, y
detrás y á la derecha del Dr. Lombroso. Dicha campanilla
se elevó en el aire, tocando poi; encima de la cabeza de los
concurrentes, describiendo un círculo alrededor de nuestra
mesa y acabando por situarse encima de ella.
En me;dio de las frases de estupor profundo proferidas
por estos sabios testigos, el Dr. Lombroso, muy impresiona-
do, manifestó el vivo deseo de observar una vez más este
extraordinario suceso, repitiéndose de idéntica manera, y
aun golpeando fuertemente la mesa, hasta el punto que
M. Ascensi, dominado por el asombro y el Miedo de que no
se le lastimaran los dedos (pues la campanilla pesaba unos
300 gramos), se levantó rápidamente, yendo á sentarse en
un sofá situado detrás de mí.
No temo en afirmar que nada debíamos -temer, puesto
que las maniobraS eran producidas por una fuerza inteli-
gente. M. Ascensi rehusó ocupar el sitio que tenía designa-
do. Entonces manifesté que el círculo quedaba roto, puesto
que uno de los experimentadores se había separado, y que
si se deseaba observar los fenómenos con seriedad, preciso
era que guardase M. Ascensi el mayor silencio é inmovili-
dad. Entonces este señor manifestó deseos de agregarse.
EXP. DE NÁPOLES. - 1891 39
Apagada la luz y reconstituida la cadena, se reanudaron
las experiencias, quedando M. Ascensi sentado en el diván.
En tanto la campanilla se agitaba en el aire describien-
do círculos. M. Ascensi, avisado por Teunburini, se puso en
pié á la derecha de la méditun, sin que lo notáramos, á cau-
sa de la obscuridad, y en esta situación surgió rápidamente
una luz que iluminó la campanilla mientras se agitaba en
el aire, cayendo bruscamente sobre una cama situada dos
metros detrás de la Paladino.
Después de mis observaciones acerca de la intervención
de M. Ascensi, que era muy á propósito para trastornar se-
riamente el organismo de la médium, se apagó la luz, con-
tinuando las experiencias.
En un principio se puso en movimiento una mesa peque-
ña, aunque pesada, situada á la izquierda de Wiapia. Dicho
mueble tropezó con la silla del Dr. Lombroso, y ensayó su-
bir hasta nuestra mesa.
En presencia de este nuevo fenómeno, M. Vizioli se hizo
reemplazar por M. Ascensi, yendo aquél á colocarse, de es-
paldas y de pie, entre la mesa y Eusapia. Esto resulta de sus
declaraciones, pues la obscuridad no permitía que lo vié-
ramos.
Cojiú el Sr. Vizioli la mesa con sus dos manos, esforzán-
dose por retenerla; mas á pesar de sus esfuerzos, la mesa se
desprendió, rodando por el suelo á unos tres metros de dis-
tancia.
Punto importante que notar. A pesar que los Sres. Lom-
broso y Tamburini no cesaron de retener las manos de
Eusapia, el profesor Vizioli manifestó que le pellizcaban en
el dorso. Una risa general acojile esta declaración.
M. Vizioli añadió que bajo su manera de ver, la hipóte-
sis de la corriente magnética no bastaba á explicar el movi-
miento de la mesa, que, aunque pequeña, era pesada, y por
más esfuerzos que hizo para retenerla, no lo pudo conseguir.
Lombroso, por su parte, hizo constar que sintió elevarse
su silla, por lo cual se vió obligado á sostenerse en pie, y
que después de haberse fijado nuevamente, el asiento, se
sentó otra vez. También sintió que le tiraban de la ropa, así
como experimentó el contacto de una mano invisible sobre
sus dedos y mejillas. Lo propio le ocurrió á Tamburini.
40 PRIMERA PARTE

No han creído tomar por lo serio estos contactos, atribu-


yéndolos sólo ä movimientos voluntarios, por más que afir-
man no haberse desprendido ni un momento de la cadena.
En definitiva: lo que atrae la atención de todos, y en par-
ticular de Lombroso, son los hechos relativos ä la mesa y ä
la campanilla. El célebre profesor los ha juzgado tan impor-
tantes, que ha demorado un día más la partida de Nápoles.
Accediendo á su invitación, convenimos en celebrar otra
sesión el lunes, en el hotel de Génova.

SEGUNDA SESIÓN

El lunes 2 del corriente, ä las ocho de la noche, llegué al


hotel de Génova, acompañado de Eusapia Paladino. Nos re-
cibieron en él peristilo los Sres. Lumbroso, Taniburini, As-
censi, Gigli, Limoncelli, Vizioli Bianchi, director del mani-
comio de Sales, el Dr. Penta y un sobrino de Lumbroso, que
habita en Nápoles.
Después de las presentaciones de rtíbrica, nos dirigimos.
al piso mas elevado del hotel, haciéndonos entrar en una
espaciosa habitación con alcoba.
Por la mañana ya había sido examinada la médium por
el Dr. Lombroso, pero se repitió un nuevo examen psiquiá-
trico en unión de sus colegas y amigos.
Terminado el examen y antes de sentarse al rededor de
una pesada mesa situada en la habitación, se bajaron los
grandes cortinajes de tela que tapaban la alcoba, y ä la
distancia de un metro detrás de los cortinajes, se colocó un
trípode con un platito de porcelana lleno de harina, con la
esperanza de conseguir impresiones, una trompetilla de es-
taño, papel y un sobre cerrado conteniendo una hoja de papel
blanco, por si acaso se produjera la. escritura directa. Des-
pués de estos preliminares, todos los asistentes (excepto yo)
visitaron minuciosamente la alcoba, ä fin de asegurarse que
no existía ninguna preparación.
Eusapia se sentó al rededor de la mesa, ä cincuenta cen-
tímetros de los cortinajes y de espalda ä ellos, y luego, ä,
petición suya, se le ató el cuerpo y los pies á la silla por
medio de vendas aplicadas por tres profesores, dejándole
sólo los brazos en libertad. Hecho lo que se acaba (le decir,
EXP. DE NÁPOLES. -1891 41
nos sentamos á la mesa por el orden siguiente: ä la izquier-
da de Eusapia, el Dr. Lombroso, al que seguían MM. Vi-
zioli, yo, el sobrino de Lombroso, MM. Gigli, Limoncelli,
Tamburini, y por último el Dr. Penta, que completaba el
círculo y se encontraba ä la derecha de la médium.
A petición mía, los señores concurrentes se daban mú-
tuamente las manos, contactándose además por los pies y las
MM. Ascensi y Bianchi rehusaron formar parte del
círculo, y se quedaron en pie, detrás de Tamburini y Penta.
Yo dejé hacer, porque supuse se trataba de una combi-
nación premeditada á fin de redoblar la vigilancia. Limite-
me ä aconsejar la mayor tranquilidad.
Las experiencias dieron principio (i la luz de varias
bujías, algunas de las cuales se apagaron por creer inútil
tanta iluminación.
Después de largo tiempo de espera, empezó la mesa á
moverse, primero con lentitud, después con más energía;
sin embargo, los movimientos fueron más intermitentes y
laboriosos que en la sesión del sábado.
La mesa reclamó espontáneamente, por medio de un
alfabeto convencional representado por golpes dados con
una pata, que los Sres. Limoncelli y Penta variasen res-
pectivamente de sitio. Hecha esta mutación, indicó la mesa
que se apagasen las luces.
Un instante después, se reanudaron los movimientos de
la mesa, oyéndose golpes violentos en medio de la misma.
Una silla, colocada á la derecha de Lombroso, intentó ascen-
der, y quedó suspendida en el brazo del sabio profesor. De
repente las cortinas de la alcoba se agitaron y fueron pro-
yectadas sobre la mesa, envolviendo ä Lombroso, que ,se
emocionó vivamente, según declaración propia.
Todos estos fenómenos, ocurridos ä largos intervalos, en
la obscuridad y en medio del ruido de la conversación, no
fueron tomados s en serio. Se creían efectos del azar ö juga-
rretas de alguno de los asistentes.
Mientras se estaba ä la espectativa discutiendo el valor
de los fenómenos, se percibió el ruido de la caída de un
objeto. Encendida la luz, se encontró it nuestros pies la
trompetilla que se colocó encima del trípode situado en la
alcoba.
42 PRIMERA PARTE

Este hecho, que hizo reir mucho á los Sres. Bianchi y


Ascensi, sorprendió ä los experimentadores, haciéndoles fijar
mucho la atención. Se apagó nuevamente la luz, y pudimos
ver algunos resplandores fujitivos que aparecían á largos
intervalos. Este fenómeno impresionó ä los Sres. Bianchi y
Ascensi, y puso término ä sus chanzas incesantes, agregán-
dose entonces á la cadena.
En el momento de la aparición de los resplandores y
después de haberse manifestado, los Sres. Limoncelli y
Tamburini dijeron queZuna mano les había tocado en di-
ferentes puntos. El sobrino del Dr. Lombroso, absolutamen-
te exceptico, declaró que sentía el contacto de una mano de
carne, y preguntó con insistencia quién era el que le toca-
ba. Olvidaba, en medio de su duda: ingenua, que todos los
presentes, incluso él, se hallaban en 'contacto recíproco. •
En virtud de la hora avanzada y que la poca homogenei-
dad del círculo estorbaba la realización de fenómenos, creí
prudente levantar la sesión é iluminar la estancia.
Mientras los Sres. Limonelli y Vizioli descansaban, la
médium permanecía sentada y atada, y los demás estába-
mos en pié al rededor de la mesa, hablando de los fenóme-
nos luminosos y comparando los efectos producidos con los
que se desarrollaron el precedente sábado; oímos ruido en
la alcoba, los cortinajes se agitaron fuertemente, y el trípo-
de se dirigió hacia Eusapia, que continuaba sentada y ata-
da. 'Enfrente de este fenómeno extraño, inesperado y en
plena luz, se apoderó de todos el estupor. El Sr. Bianchi y el
sobrino del Dr. Lombroso še precipitaron hacia la alcoba con
la idea de encontrar oculta alguna persona. Su asombro no
tuvo límites después de cerciorarse que no había nadie, y
que ante sus ojos el trípode continuaba avanzando en direc-
ción de la médium. No pararon aquí las cosas. El Dr. Lom-
broso hizo notar que sobre el trípode en movimiento, estaba
volcado el platito, sin que de la harina que contenía se hu-
biese escapado ni una partícula siquiera, añadiendo que
ningtín prestidigitador sería capaz de hacer semejante
juego.
En presencia de tales fenómenos, ocurridos después de
romper la cadena, el profesor Bianchi, obedeciendo al amor
ä la verdad y ä la ciencia, confesó que él fue quien había
EXP. DE NÁPOLES. -1891 43
tirado la trompetilla para bromear; pero que ante los 'hechos
de que acababa de ser testigo, ya no podía negar su eviden-
cia, prometiendo estudiarlos con objeto de averiguar sus
causas.
El profesor Lombroso se lamentó de semejante proceder,
é lizo observar al Sr. Bianchi que entre profesores reuni-
dos para hacer investigaciones científicas„una mistificación,
partiendo de un colega como él, no podia por menos que
lastimar el respeto que se debe á la ciencia.
' El Dr. Lombroso, torturado en su espíritu por lo que aca-
baba de ocurrir, prometió volver ä Nápoles el próximo ve-
rano, para asistir á nuevas reuniones espiritas.
Más tarde líe visto al profe gor Bianchi, quien demostró
vivos deseos de asistir ä otra sesión con la Paladino, así
como de examinarla con detención en el manicomio que
dirije.
M. Ciolfi envió al Dr. Lombroso las actas do estas sesiones re-
dactadas en los mismos terminos que se han descrito, y el emi-
nente profesor Turines le contestó con la siguiente carta, fecha-
da en 25 de junio de 1891:

Muy señor mío: Las dos actas que me envía son comple-
tamente exactas. A ellas debe añadirse, que antés de haber
visto volcada la harina, la médium anunció que con ella
nos salpicaría la cara, y es de creer que era ésta su inten-
ción y que no pudo realizar miis que en parte, lo cual prue-
ba, en mi concepto, la honradez de la sujeto y su estado de
semi-inconsciencia.
Me hallo confundido de haber combatido con tanta per-
sistencia la posibilidad de los hechos espiritistas, y digo de
los hechos, porque todavía me opongo it la teoría.
Ruego saludeis ä M. E. Chiaia, y haced examinar, si es
posible, por M. Albini, el campo visual y fondo del ojo de la
médium, agradeciendo inc comuniqueis el resultado.
Vuestro dedicado
C. LOMBROSO.

El eminente italiano no tardó en publicar sus experiencias y


reflexiones en un artículo que voy á reproducir de los Annales
des Sciences physiques.
44 raimmtA. l'A ItTE

II. RELATO DEL DR. LOMBROSO

Pocos sabios han sido más incrédulos que yo en asuntos


de espiritismo. Para convencerse de ello, basta consultar
mi obra Pazzi ed Anomali (Los locos y los anormales) como
también mis Studi.sull' Ipnolismo (Estudios sobre el hipno-
tismo), en cuyas producciones casi llegué á insultará los es-
piritistas. Encontraba: en éstos muchas aserciones inadmi-
sibles; así, por ejemplo, la posibilidad de hacer ha b lar e
mover ä los muertos, ya que no siendo el cadáver más que
un conjunto de substancias inorgánicas, era como pretender
que las piedras hablen y piensen.
Otro motivo (le mi incredulidad era debido á que esta
clase de experiencias requieren casi siempre la obscuridad,
y un fisiólogo no admite más que los hechos de que 'puede
darse cuenta en plena luz. Pero después de haber oído ne-
gar á algunos sabios los hechos de hipnotismo, tales como
transmisión del pensamiento y transposición de los sentidos,
que no por ser raros dejan de ser positivos, según he com-
probado de visu, tuve necesidad (le preguntarme si el ex-
cepticismo que yo poseía sobre los fenómenos espiritas, no
era de la misma índole que el de algunos sabios acerca de
los fenómenos hipnóticos.
Habiendöseme ofrecido ocasión (le estudiar los hechos
producidos por la extraordinaria médium Eusapia, acepté
la invitación, con tanto mayor gusto cuanto podía hacerlo
acompañado de distingüidos alienistas (Tamburini, Virgi-
lio, Bianchi, Vizcoli), tan escépticos como yo.
Tomamos las mayores precauciones. Se exam i it la su-
jeto según el método de la psiquiátria moderna, hallándole
una notable obtusión del tacto, (3, 6) trastornos histéricos y
tal vez epilépticos, y una cicatriz muy marcada en el parie-
tal izquierdo.
Los pies y manos de Eusapia fueron inmovilizados por
el Dr. Tamburini y por mí, con ayuda de nuestros pies • y
manos.
Las experiencias comenzaron y terminaron con la luz
encendida, y durante el curso de ellas, se iluminaba el gru-
po de vez en cuando con una cerilla, para evitar el fraude.
?

EXP. DE NIPOLES. - 1891


Los hechos observados fueron muy singulares; vimos en
plena luz levantarse una mesa y nuestras sillas, teniendo
necesidad de hacer un esfuerzo de 5 â 6 kilógramos para
hacerlas descender. A petición de M. Ciolfi, que conoce á la
médium desde hace tiempo, se produjeron varios golpes
encima de la mesa. Estos golpes respondían, por medio de
un alfabeto convencional, á las preguntas que hacíamos re-
ferentes ã la edad .de los allí reunidos.
Con la luz apagada oímos fuertes golpes dados en mitad
dse la mesa, y poco después una campanilla, colocada sobre
un trípode, se agitó en el aire pasando por encima de la ca-
beza de los reunidos, yendo después á colocarse sobre la
mesa. A los pocos momentos fué á parar sobre una cama
situada 2 metrgs de la médium. Mientras se verificaba el
fenómeno, el Dr. Ascensi se colocó detrás de Eusapia, y en-
cendiendo una cerilla, vió á la campanilla suspendida en el
aire y caer poro después sobre una cama situada detrás de
las cortinas. Luego oímos el movimiento de una mesa, y el
Dr. Vizioli sintió que le tiraban (lel bigote, y una mano pe-
queria y fria le tocaba las rodillas. A todo esto, las manos
de la médium estaban retenidas por mí y por el Dr. Tam-
burini. Al propio tiempo percibí que mi silla se elevaba.
Un pesado cortinaje colocado en la aicoba á más de un
metro de In médium, se transportó de repente hasta mi, en-
volviéndome del todo. Traté de librarme del embozo, y sólo
pude lograrlo con dificultad.
Los demás concurrentes percibieron á diez centímetros
por encima de mi cabeza y la del Dr. Tamburini, varias lu-
cecitas amarillas.
Pero lo que mayor asombro me produjo, fue el transpor-
te de un plato lleno de harina desde la alcoba, la que quedó
coagulada como gelatina. La médium había pensado espol-
voreamos el rostro, y lo manifestó durante las convulsiones
con las siguientes palabras: «Estad alerta, pues quiero sal-
picaros la cara con la harina que se encuentra aquí.» Ilu-
minada la estancia, encontramos el_plato .y la harina trans-
portados.
Poco después, vimos aproximarse un pesado mueble que
parecía un gigantesco paquidermo.
Recientemente he visto, en unión de los profesores de
46 PRIMERA PARTE

Amicis, Chiaia y Verdinois, saltar un taburete desde el . sue-


lo ó la mesa y vice-versa.
Hice sostener ä Eusapia dos dinamómetros que marcaron
37 y 36 kilógramos. Durante la sesión, ascendii3 esta cifra ä
42 kilógramos.
Ana logas experiencias han hecho los Dres. Barth y De-
fiosa, quienes me han escrito haber visto y oído muchas
veces, una campanilla que se agitaba en el aire sin ser toca-
da por nadie. El banquero Hirch, que se encontraba entre
ellos, pidió hablar con una persona que le fue, muy querida,
y llegó it ver su imagen, oyéndola hablar en francés (dicha
persona era francesa y murió hace 20 años). (1) Del mismo
mudo el Dr. Barth vió it su padre muerto, y sintió que le
abrazó dos veces consecutivas.
Ninguno de estos hechos, que es preciso admitir, porque
se han visto, implica la necesidad de explicarlos por un
mundo diferente que el admitido por los neuropatólogos.
Ante todo, no se pierda de vista que Eusapia es neuró-
pata, que durante su infancia recibió un golpe en el parie-
tal izquierdo que le produjo una herida profunda, después
de lo cual estuvo sujeta it ataques de epilepsia, catalepsia é
histeria, que se manifiestan, sobre todo, durante los fenóme-
nos medianímicos, y por último, que presenta una notable
obtusión del tacto.
Los admirables médiums Hume, Slade, etc., eran tam-
bién neurópatas.
1Qué se deduce de ello? Yo sno veo nada de inadmisible
en que las histéricas y los hipnotizados presenten una exci-
tación poderosa en ciertos centros ä causa de la paralisis de
otros, ocurriendo una transposición y transmisión de fuerzas
psíquicas que de lugar it fuerza luminosa ó motriz. Se com-
prende asimismo que la fuerza que denominaré cortical
cerebral de un médium, pueda, por ejemplo, levantar una
mesa, tirar la barba ä alguno, acariciarle, etc.
Cuando en el hipnotismo se realiza el fenómeno de trans-

(1) Eusapia ha permanecido doce dias en mi casa, y jamás ha


conseguido hablarme en franc4 á pesar del deseo evidente que
tenia de hablar conmigo, que t omprendo difícilmente el italia-
no —A. R.
EXP. DE NÁPOLES. -1891 47
posición de los sentidos, y se llega ä rer por la nariz y el
mentón (hecho que he comprobado), los demiis sentidos se
paralizan, y en cambio el :centro cortical de la visión, que
tiene su asiento en el cérebro, adquiere una energía tal, (1110
viene ä sustituir al ojo.
Esta comprobación la hice con Ottolenglii en tres hipno-
tizados, sirviéndonos de la lente y del prisma.
48 PRIMERA PARTE

CAPITULO III

Las experiencias de Milán en Octubre


de 1 8 9 2

I DICTAMEN DE LA COMISIÓN
PRIUMBULO
Tomando en consideración el testimonio del profesor Lombro-
so A propósito de los fenómenos medianimicos que se prodtcen
por intermed•iación de Eusapia Paladino, los que suscriben se han
reunido en Milän al objeto de estudiar dichos fenómenos con la
mayor escrupulosidad. Las diecisiete sesiones que se han celebra•
do' han tenido lugar en casa de M. Finzi (calle del Monte de Pie-
dad), entre nueve y doce de la noche.
Invitada la médium á estas sesiones por M. Aksakof, se encargó
de presentarla el Sr. Chiaia, quien asistió únicamente ä las prime-
ras sesiones. •
En vista de la emoción que produjo entre la prensa el anuncio
de estas sesiones, y las variadas opiniones emitidas ä propósito de
Eusapia y de Chiaia, creemos un deber dar pronta publicación
este informe.
Antes de entrar en materia, debemos hacer notar que los re-
sultados obtenidos no correspondieron siempre ä lo que esperá-
bamos, no porque dejasen de producirse fenómenos muy impor-
tantes, sino porque en la mayoría de casos, no fuó posible aplicar
las reglas del arte experimental, que en otros campos de observa-
ción son miradas como indispensables para llegar ä resultados
positivos.
EXP. DE MILÁN. - 1892 49
La mas importante de estas reglas consiste en variar continua-
mente los modos de experimentación, hasta llegará poseer la cau-
sa, ó ä lo menos las verdaderas condiciones de todos lis hechos.
Bien es verdad que la médium, para acreditar su buena fe,
propone tt veces cambiar alguna particularidad de las experiencias;
pero esto se relaciona á circunstancias que á nuestro modo de ver
son indiferentes. Los cambios que creemos necesarios para apar-
tar dudas, ó no fueron aceptados como posibles por la médium,
si se realizaron, llegaron á influir en el desarrollo de las expe-
riencias, obscureciéndolas sobradamente.
No nos hallamos poseídos del derecho de atribuir estas de-
ficencias á suposiciones injuriosas, según han 'lecho algunos
periódicos. Nosotros, por el contrario, creemos que aquí se trata
de fenómenos de naturaleza desconocida, cuyas condiciones de
producción ignoramos por completo. Querer fijar, por nuestra
parte, estas condiciones, seria tan extravagante como pretender
hacer la experiencia del barómetro de Torricelli con un tubo ce-
rrado por abajo, las experiencias electroestáticas en una atmósfera
saturada de humedad, ó las pruebas fotográficas exponiendo la
placa sensible en plena luz antes de situarla en la cámara obscura.
Admitiendo todo esto. que es muy de razOii, precisa también ad-
mitir que la imposibilidad de poder variar las experiencias á nues-
tro modo, ha disminuido el valor é intern:Is de los resultados obte-
nidos, quitándoles ese rigor de demostración que,estamos en el
caso de exijir, 6 siquiera de aspirar, para hechos de esta natu-
raleza.
Por estos motivos, entre las itinúmeras experiencias verificadas,
dejaremos de mencionar, 6 sólo lo haremos rápidamente, aque-
llas que nos parecen poco evidentes, consignando con los mayores
detalles las que alcanzaron un grado suficiente de probabilidad (1).

(1) A esta relación se han afiadido algunas observaciones en-


viadas posteriormente por M. Alzsaliof.

4
50 PRIMERA PARTE

DESCRIPCIÓN DE LAS EXPERIENCIAS

§A
FENÓMENOS OBSERVADOS EN PLENA LUZ

Art. 1." Movimientos mecánicos no explicables por el sólo


contacto de las manos.
a) Elevación lateral de la mesa bajo las manos del mé-
dium sentado en una de sus cabeceras.
Para esta experiencia nos servimos de una mesa de abeto
construida expresamente por el Sr. Finzi, de 1 . 10 largo por.
Om 70 ancho, 0. 80 alto y de 8 kilógramos de peso. Entre los
diversos movimientos producidos por la mesa, llamaron par-
ticularmente la atención los golpes dados por dos de sus pa-
tas para contestar ñ la pregunta, sin que fueran precedidos de •
niejlín movimiento lateral, cuyos golpes los daba con fuerza
y rapidez; y resultaban más notables, porque la médium
jamas se movía de su asiento, ni dejábamos de sostenerle
las manos y los pies. Como estos fenómenos se producen
siempre con la mayor facilidad, en la sesión del 3 de Octu-
bre dejamos á la médium sola en la mesa, con las mangas
alzadas hasta los codos, siéndonos así posible una mejor
vigilancia. Nos colocamos en pié formando círculo, y la mesa
se levantó, inclinandose con un angulo de 30 i 40 grados,
manteniéndose en esta situación algunos minutos, mien-
tras la médium, con las piernas . extendidas, golpeaba un
pié contra otro. Ejerciendo presión con la-mano sobre el
extremo levantado de la ine a. sentimos una resistencia
considerable.
h) Medida de la frier - a aplicada á la elevación lateral de
la mesa.
En esta experiencia, la mesa fué suspendida por uno de
sus extremos á un dinainómetro atado it una cuerda, y ésta
se hallaba fijada en un poste apoyado por dos armarios. En
estas condiciones quedó la mesa levantada a 15 centímetros
del suelo, señalando el dinainómetro 35 kilos. Sentada la
médium cerca de la mesa, corocó las palmas de las manos
EXP. DE M1LN. - 1892 51 .
encima de ella y en ambos lados del dinamúmetro, mientras
nosotros formalamos cadena aplicando nuestras manos en
la mesa sin hacer presión. En el supuesto de haberla ejer-
cido, se habría contribuido ä hacer descender la mesa. Al
poco rato, fue elevändose hasta el punto que el señor Gero-
sa, que vigilaba el aparato, indicó la disminución de pre-
sión por las sucesivas cifras de 3. 2, 1 0 kilógramos. siendo
tal la elevación, que el dinamómetro quedó lignizontalmente
sobre la mesa.
Entonces pusimos las manos debajo de g licho mueble. y la
médium, en particular. las situó en el punto de arranque de
las patas, aplicando dichas manos por la región dorsal, ante
cuya disposición debíamos favorecer la disminución de trac-
ción en el diniunómetro: mas al breve rato anunció el señor
Gerosa. que las indicaciones crecían desde 3" 5 a 5" 6.
Durante estas experiencias se vigilaron rigurosamente
los pies de la medium.
Elerachin completa de la mesa.
Era 'natural concluir, que si la mesa podía levantarse en
parte. tambien podría hacerlo en su totalidad: y efectiva-
mente, fue así.
Este fenómeno se jira ltfre habitualmente del lindo que
sigue: sentadas las personas alrededor de la mesa, forman
cadena, dándose mutuamente las manos. Cada mano de la
medium es sujetada por la mano adyacente de los vecinos,
y cada pie bajo el de estos, que juntan. ademas. sus rodillas
Cali las de aquélla. A los pocos minutos la mesa se ladea,
tan pronto á la derecha como á la izquierda. y luego se le-
vanta horizontalmente, sosteniéndose en el aire como si
flotase en un liquido.
De ordinario asciende a una altura g le 10 a 20 centíme-
tros, aunque excepcionalmente llega hasta 60 ó 70, y des-
pués, cae simultaneamente sobre sus cuatro patas. (Véase
el grabado número 1.)
Con frecuencia se sostiene en el aire durante breves
segundos, verificando algunos movimientos ondulangrios
que permiten examinar los pies de la mesa. Durante la as-
censión; la meditnn separa alguna vez su mano y la de su
vecino, y las mantiene en el aire.
Mientras se realiza el experimento, el rostro de 1;1 me-
. 52 PRIMERA PARTE

dill111 se pone convulso, sus manos se contraen, gime, y


parece sufrir.
Al objeto de examinar mejor el hecho en cuestión, he-
mos eliminado poco â poco las personas que rodeaban la
mesa, habiendo reconocido que no precisaba mucho núme-
mero de personas para realizar este fenómeno y los demás.
Por este motivo, dejamos al lado izquierdo de la médium un
sólo individuo, quien, mientras apoyaba una mano sobre las
rodillas de aquélla, sostenía con la otra la izquierda de En-
sapia. cuya derecha se apoyaba en la mesa, ó la tenía en el
aire durante la ascensión (lel mueble (Grabado número 3.)
Como este permanecía muchos segundos en el aire, fué
posible sacar algunas fotografías del fenómeno, lo cual cons-
tituye una novedad (Grabado número 2.)
En todas las experiencias que preceden, dirijimos prin-
cipalmente nuestra atención á vigilar la posición de las
manos y los pies de la medium, y bajo este punto de vista,
creemos hallarnos al abrigo de toda objeción.
Sin embargo; por escrúpulo de sinceridad, no podernos
pasar en silencio un hecho que empezó â llamarnos la aten-
ción el día 5 de octubre, pero que probablemente debió pro-
ducirse en las experiencias precedentes. El hecho consiste
en que los cuatro pies de la mesa no podían considerarse
como perfectamente aislados, porque uno de ellos, cuando
menos, estaba en contacto con el borde inferior (lel vestido
de la médium. Aquella noche se hizo observar que poco
antes de levantarse la mesa, la falda del lado izquierdo del
vestido de Eusapia, se hinchaba hasta venir á tocar el pié
vecino de la mesa. Habiéndose encargado uno de nosotros
de impedir el contacto, la mesa no pudo levantarse como
otras veces, y sólo tuvo lugar cuando el observador dejó
producir intencionalmente el contacto, que es manifiesto en
Ins fotografías sacadas de esta experiencia, y también en
aquellas que resulta visible el pié en cuestión.
Se observó igualmente que la médium tenía apoyada so-
bre la mesa la mano del mismo lado, de suerte que el pié
estaba bajo la influencia de la médium, tanto en su parte
superior como en la inferior.
No se pudo .averiguar el grado de 'presión ejercida en
este momento por la médium, así como tampoco se deter-
EXP. DE MILÁN. - 1892 53
minó el influjo que pudo tener el contacto de la ropa para
hacer contrapeso ä la mesa (1).
Para evitar este contacto, se propuso verificar la levi-
tación mientras la médium y sus cooperadores permanecie-
ran en pié, pero no dió resultados la prueba (2). Se intentó
situar ü la médium en uno de los mayores Angulos de la
mesa, pero se opuso ü ello, diciendo que era iimp),silde. Nos
encontramos, por consiguiente, obligados ü declarar que no
hemos conseguido una levitación completa de la mesa. con
los cuatro pies absolutamente libres de todo contacto) por
parte de la médium.
Ahora bien: ¿cómo puede contribuir A la levitación el con-
tacto de una tela ligera con la extremidad inferior del pié
de la mesa? Esto es lo que ignoramos. La hipótesis de que
la tela puede ocultar un apoyo sólido, es poco aceptable.
Cuando Eusapia levanta la mesa, lo hace de un modo sui-
generis, que jamás he visto repetir en los diferentes médiums
que he observado. Para estudiar debidamente el hecho, in-
vité en 1876 ü Mary Marshall (St. Clair), quien obtuvo con
facilidad y en plena luz la levitación de la mesa. Para dar
ü este fenómeno la más absoluta validez, hice construir un
tablero de madera, ä fin de cubrir las rodillas y los pies de la
médium; era como una caja abierta por uno de sus lados, y
en el momento de la experiencia, venia A cubrir los pies,
los guardapiés, las rodillas y la silla. En la parte anterior
del guarda-pies dejé una abertura de dos pulgadas, para

(1) Por mi parte debo advertir que en toda la primera sesión,


cuando la mesa permanecía completamente elevada, las dos ma-
nos de Eusapia permanecieron elevadas ), extendidas por encima
de la mesa, SIN TOCARLA; y á una altura de mas de 5 centímetros,
podían verse sus pufios convulsivamente cerrados, y los brazos
en torsiAn. Recalco bien estas particularidades, porque jamás ha-
bía visto una levitación de mesa en estas condiciones. Por otra
pule, en la sesión de 1.° de Octubre, según me afirmó el doctor
Riehet, la médium Eusapia apenas tocó la mesa en la primera ex-
periencia de levitación, y a partir de la segunda, puede afirmar
que no la tocó.—A. AKSAROF.
(2) Preguntando á Eusapia por qué la levitación de la mesa no
tenía efecto cuando trabajaba de pié, contestóme que mientras se
produce este fenómeno, no puede sostenerse derecha, causa del
temblor que agita sus piernas y pies.
54 PRIMERA PARTE
que la supuesta acción fluídica pudiera quedar libre. En
ambos lados de la caja, y al nivel del suelo, descansaban
dos planchas para que las personas inmediatas al médium
apoyasen sus piés, y así evitar cualquier movimiento. En
estas condiciones obtuvimos muchas veces la levitación
completa de la mesa. Son testigos de ello los doctores Bout-
le ro ff y Wagn e r.
Debo añadir todavía que *en una de las sesiones á que
asistió el doctor Richet, se produjo la levitación completa
de la mesa, hallándose sujetos con cuerdas ambos piés de
la médium, y los extremos de las cuerdas, pegados con la-
cre al pavimento.
Los únicos movimientos de la mesa exentos de esta cau-
sa de incertitud, serían aquellos que se producen cuando la
médium levanta los . piés, pero esta suerte de levitación es
fácil de producir por medio de una ligera presión de la
mano del médium sobre la mesa. Lo mismo decimos por lo
que se refiere á los movimientos laterales.
d) Sentada la médium en una bal«nza, hace variar la
presión.
Esta experiencia presenta mucho interés y dificultad,
porque, como se comprende, cualquier movimiento, volun-
tario ó no, por parte de la médium, puede causar oscilaciones
en la balanza. Para lograr una buena conclusión, es indlis-
pensable que la palanca, una vez en su llueva posición, per-
manezca fija durante algunos segundos, á fin de medir el
peso por desplazamiento del contrapeso.
Sentada la médium sobre una silla, y descansando Asta
en la báscula, dió el indicador un peso total de 62 kilógra-
mos. Después de algunas oscilaciones, descendió a 32 kiló-
gramos, ó sea una disminución de presión equivalente á 10
kilos.
Deseando nosotros obtener el fenómeno inverso, no tar-
dó mucho en elevarse la palanca, señalando un aumento de
10 kilos.
Esta experiencia se repitió muchas veces en el trans-
curso de cinco sesiones. Una vez no dió resultado, y en la
última experiencia, se registraron, por medio de un aparato,
dos curvas del fenómeno.
Intentamos reproducir por nosotros mismos semejantes
EX -P. DE MILÁN. - 1892 55
depresiones, sin conseguirlo; solamente pudimos lograr el
descenso colocándonos de pie sobre la plataforma, é impri-
miendo movimientos ä nuestro cuerpo, tan pronto de un lado
-como de otro. Sin embargo, no quedando completamente
satisfechos de estas experimicias, las completamos • con lo
que se describe en el art. 3.°
Algünos de los observadores manifestaron que el éxito
del experimento tal vez dependia del contacto del vestido de
la médium sobre la plataforma. Esta hipótesis fué demos-
trada en la sesión (lel 9 de Octubre.
Situada la médium sobre la báscula, y vigilada atenta-
mente por uno de nosotros, vióse que la parte inferior del
vestido se hinchaba con rapidez hasta tocar la plataforma.
En tanto nos opusimos ä este movimiento, la levitación no
tuvo lugar; pero desde el instante que el vestido de Eusapia
tocaba it la plataforma, se verificó la levitación, repetida y
evidente.
En otra ocasión ensayamos obtener la levitación de la
médium, colocando á ésta sobre una larga tabla descansan-
do en la plataforma. La tabla impedía el contacto del vesti-
do sobre la plataforma, y la levitación no tuvo lugar.
Por Ultimo, el día 12 de Octubre se preparó otra balanza
romana con una plataforma bien aislada del suelo y distante
de éste unos 30 centímetros. Al realizar este experimento, se
tuvo buen cuidado de impedir que rozase el suelo, tanto la
plataforma como el vestido de Eusapia, y la experiencia no
tuvo éxito. En esta situación esperábamos los resultados de
la sesión del 18 de Octubre, para sentar conclusiones; mas
tampoco esta sesión nos alejó la duda, toda vez que Eusapia
llevaba mantilla, y estamos en la incertidumbre de si tocó
-con ella el extremo de la balanza.
En resumen: podemos decir que no hemos conseguido el
fenómeno de la levitación. cuando la médium estaba per-
fectamente aislada de la plataforma.
Art. 2.° Movimientos mecdnicos C011 contacto indirecto del
médium, y en condiciones tales, que era imposible su acción,
mecdnica..
a) Movimiento fiorizontal de la mesa, te)tiendo la médium
•plicadas sus manos sobre una tablilla que se apoyaba en tres
bolas 6 cuatro ruedas.
56 PRIMERA PARTE

Para verificar este experimento, tan dificil como conclu-


3-ente, se colocaron pequeñas ruedas en los piés de la mesa_
Encima de ésta, se dispuso una tablilla de 42 centímetros de
largo por 32 de ancho, que se apoyaba en tres bolas de ma-
dera de cuatro centímetros de diámetro. A invitación de los
concurrentes, la médium aplicó las manos en medio de la
tablilla, después de haberle levantado las mangas del ves-
tido hasta los codos. Tanto los piés como las rodillas de la
médium, contactaban con las rodillas y piés de las personas
inmediatas, y en esta disposición se movió diferentes veces
la mesa en todas direcciones, sin que la tablilla se apar-
tara en lo más mínimo de su sitio.
En una segunda experiencia fueron reemplazadas las-
bolas por cuatro ruedecitas móviles, unidas por medio de
ejes ä los cuatro ángulos de la tablilla. El resultado fué el
mismo que en el caso anterior.
b) Elevación lateral de la mesa con las manos de la médiu rn
aplicadas d una tablilla, con tres bolas 6 cuatro ruedas.
Este fenómeno, ya descrito anteriormente, se repitió con
la tablilla de ruedas, en las condiciones mencionadas más
arriba. La mesa se levantó completamente del lado de la
médium, á una altura de 10 ä 15 centímetros, sin la menor
separación de la tablilla.
Con este experimento adquirimos la prueba incontestable'
de la posibilidad de obtener movimientos laterales y verti-
cales de la mesa, independientemente de los esfuerzos del
médium.
En este caso la vigilancia se ejercía únicamente sobre
las manos de la médium; pero como la mesa estaba rodeada
de varias personas, no era fácil comprobar si entre los piés
de la mesa y el vestido de la médium se producía algún
contacto. La misma observadön se aplica å la experiencia
descrita en el art. 3 °
Al objeto de alejar cualquiera duda, se dispuso un aparat &
de cartón para envolver á la médium y su silla, y de este
modo quedaba protejida de todo contacto exterior; mas tan
pronto como la médium viö el 'aparato, dijo que la sujeción
que trataban de imponerle quitaríale todo poder. Solamente
se hizo uso del aparato una vez, pero en circunstancias ta-
les, que hicieron su empleo casi supérfluo.
EXP. DE MILÁN. - 1892 57'
Art. 3.° Movimientos de objetos d distancia, sin ningún
contacto con las personas presentes.
a) Movimientos expon tdneos de objetos.
Estos fenómenos se han repetido muchas veces en nues-
tras sesiones.
Con gran frecuencia hemos visto ponerse en movimien-
to una silla separada de la mesa, y aproximarse á ella. En
la sesión segunda vimos aproximarse, hacia I. Schiaparelli,
una pesada silla (10 kilogr.) que estaba situada á un metro
de la mesa y detrás de la médium.
Dicho señor se levantó con ánimo de retirarla al sitio de
donde partía, y en el instante continuó la silla el movimien-
to de avance. Este fenómeno se obtuvo en plena luz.
b) Movimientos de la mesa sin contacto.
Se colocaron ruedecitas en los piés de la mesa, y todos
los asistentes formaron la cadena, comprendiendo en ella ä
'la médium, que fué vigilada atentamente.
Cuando la mesa empezó ä moverse, levantamos todos
las manos sin romper la cadena, continuando aquella su
movimiento, á pesar de hallarse aislada de todo conteicto.
Este fenómeno se repitió varias veces.
c) Movimiento del brazo de la bdscula.
Este experimento se hizo por primera vez en la sesión
del 21 de septiembre.
Después de haber comprobado la influencia que el peso
de la médium ejercía sobre la báscula, quedaba por de-
mostrar si dicha influencia podía ejercerse á distancia. Para
esto se situó la médium de espaldas á la báscula, de suerte
que la silla en que estaba sentada, se hallaba A 10 centíme-
tros de la platafórma.
Primeramente dejóse rozar el borde de su vestido sobre
la plataforma, y en el instante empezó im moverse la palanca.
Entonces M. Brofferio sostuvo el vestido con la mano, pero
se le volvía á su sitio primitivo; y como los movimientos
continuaban siendo intensos, se colocó M. Aksakoff detrás
de la médium, y después de separarle perfectamente el
vestido de todo contacto con la báscula, continuó movién-
dose la palanca, golpeando seguidamente im la vista de
todos.
Esta experiencia se repitió el día 26 de septiembre en pre-
58 PRIMERA PARTE
sencia del doctor Richet, quien se convenció de que el fenó-
meno estaba libre de todo artificio.
Art. 4. Golpes y rtproducción de sonidos et la mesa.
Estos golpes han sido producidos en las sesiones para
expresar si ó no; alguna vez se han desarrollado con fuerza
y limpieza, pareciendo resonar en el interior de la mesa.

§ B.

FENÓMENOS OBSERVADOS EN LA OBSCURIDAD

Estos fenómenos se producían mientras permanecíamos


sentados alrededor de la mesa formando cadena (a, lo me-
nos en los primeros minutos). Las manos y piés de la mé-
dium quedaban sostenidos por las personas inmediatas á.
ella.
La obscuridad aumenta evidentemente la facilidad de es-
tas manifestaciones, que pueden clasificarse como sigue:
1. Golpes sobre la mesa, sensiblemente mas fuertes que
los que se perciben en plena luz.
2. Golpes y repiqueteo contra las sillas próximas á la
médium, a veces tan fuertes, que llegan á derribar la silla,
con la persona que en ella está sentada.
3. Transporte sobre la mesa de objetos que pesaban
muchos kilógramos, y que se hallaban situados it la distan-
cia de algunos metros.
4. Transporte en el aire de diversos objetos, instrumen-
tos de música, por ejemplo. Percusiones y sonidos produci-
dos por estos objetos.
5. Transporte de la médium sobre la mesa, junto con
la silla en que estaba sentada.
6. Aparición de puntos fosforescentes de corta dura-
ción (una fracción de segundo), y resplandores, que con
frecuencia se desdoblan.
7. Ruido de dos manos que aplauden por'encima de las
cabezas.
8. Soplos sensibles.
9. Contactos producidos sobre distintos sitios del cuer-
po, por una mano misteriosa. Cuando tienen lugar directa-
,
~17trr-72:';'. 774) ev•

1892
EXD. DE MILiN. - 59
mente sobre la piel. se experimenta una sensación de con-
tacto y calor, como el producido por una mano humana.
10. Visión de una ó dos manos proyectadas sobre un
papel fosforescente, ó sobre una ventana débilmente ilu-
minada.
11. Dichas manos dejan impresiones sobre una hoja de
papel ennegrecido, hacen y deshacen nudos, y según toda
apariencia, rasguean con el lapiz sobre el papel, dejando
trazos persistentes.
12. Contacto de nuestras manos con una figura miste-
riosa, «que con seguridad no es la médium.»
Cuantos niegan la posibilidad de los fenómenos media-
nímicos, tratan de explicarlos suponiendo que la médium
tiene la facultad (declarada imposible por el Dr. IticheD de
ver en la obscuridad mas completa, y que por un habil arti-
ficio, se desprende una de las manos que tiene sujetas. que-
dando libre la otra para los contactos.
Cuantos hemos tenido ocasión de vigilarle las manos,
debemos decir que en el acto de producir los fenómenos, la
agitación de la médium es mucha, y no siempre permite
que sus manos queden cuidadosamente vigiladas entre las
nuestras. Por esta razón, muchos de los fenómenos observa-
dos en la obscuridad han sido considerados de un valor in-
suficiente, aunque de probable realidad. y por lo mismo,
sólo nos ocuparemos de aquellos que no dejan lugar a duda,
sea porque han podido comprobarse rigurosamente, (") por la
imposibilidad manifiesta de poderlos achacar ir obra de la
médium.
a) Aportes de diferentes objetos, mientras bis manos de
la médium quedaban unidas (i las de las personas inmedia-
tas.
Con objeto de asegurarnos de que no éramos víctimas de
una ilusión, se ataron las manos de la médium:y las de sus
vecinos, con un bramante de tres milímetros de diametro.
Nos sentamos alrededor de la mesa formando cadena, después
de haber situado una campanilla sobre una silla, im la dere-
cha de la médium. Apagada la luz, expresamos el deseo de
que la campanilla tocara inmediatamente, y al instante
Oímos desplazarse la silla, 'describir una 'curva en el suelo,
aproximarse á.la mesa y subir hasta ella. En esta situación,
60 PRIMERA PARTE

empezó la campanilla ä agitarse, cayendo luego sobre la-


mesa.
Habiendo iluminado instantáneamente la habitación, nos
cercioramos de que los nudos de la atadura de la médium
se conservaban intactos, por lo cual deducimos que este fe-
nómeno, cuya duración fué tan sólo de diez minutos, no po-
día haber sido producido por la médium (1).
b) Impresiones de dedos obtenidas sobre papel ahumado.
A fin de asegurarnos que no intervenía una mano.
humana en la producción del hecho, fijamos sobre la mesa,
y en el lado opuesto al de la médium, una hoja de papel
ennegrecida con negro de humo, expresando el deseó de
que la mano se imprimiera en el papel, que la de la médium
quedase intacta, y que el negro de humo se transportase ä
nuestras manos.
Los Dres. Schiaparelli y Prel sostenían las manos de la
médium-. Se apagó la luz, formamos cadena, y ä los breves
momentos oímos el ligero golpear (le una mano sobre la
mesa, anunciando el Dr. Prel que le habían rozado los dedos
de la mano con la que estaba unida al Dr. Finzi.
Iluminada la estancia, encontramos algunas impresiones
de dedos sobre el papel, y el dorso de la mano del Dr. Prel
apareció teñido (le negro de humo, no existiendo ninguna
mancha en las manos de la médium.
Se insistió en la experiencia durante tres veces conse-
cutivas, obteniéndose, en la segunda, la impresión de tres
dedos sobre el papel, y en la tercera, la impresión de una
mano izquierda.

(1) Como ejemplo de aporte á distancia, desarrollado en con-


diciones las mas justificadas, mencionaré el hecho siguiente:
En la sesión del 26-de septiembre. primera á la cual asistió el
Dr. Riehet, tenia la médium el mayor empeño en acreditar su
buena fe en estos trabajos. La sesión era á obscuras, y al empezar,
se quitó la médium sus zapatos, apoyó los pies sobre las rodillas
del Dr. Riehet, y las manos quedaron sujetas entre las de este se-
ñor. En estas condiciones se obtuvieron, entre otras cosas, movi-
mientos de sillas, contactos, etc. Un tamboril, situado sobre una
silla detrás de la médium y a. unos 75 centimetros, fué elevado en
el aire, y después de Pecorrer el circulo. tocando por encima de
nuestras cabezas, se situé un momento sobre la del Dr. Richet,
cayendo luego sobre la mesa.—A. A KSAKOF.
EXP. DE MILÁN. — 1892 61
Tanto en las últimas experiencias como en las primeras,
-aparecieron las manos de la médium completamente limpias,
y las del Dr. Prel, ennegrecidas.
cl Aparición de manos sobre un fondo ligeramente ilumi-
nado.
Situamos encima de la mesa un cartón revestido de una
substancia fosforescente (sulfuro de calcio), y nos sentamos
en sillas, distribuidos por diferentes puntos de la habitación.
En esta actitud, vimos el perfil de una mano que se coloca-
ba sobre el cartón de la mesa; y en el fondo, constituido por
otros cartones, se vi6 la sombra de la mano, pasando y vol-
viendo ä pasar por delante de nosotros.
En la sesión del 21 de septiembre, uno de los concurren-
tes vió, en diversas ocasiones, dos manos d un tiempo, que se
' proyectaban sobre la mortecina luz que entraba por una
-ventana, cerrada sólo con cristales.
Dichas manos se movían con rapidez y eran completa-
mente opacas (1), no pudiendo precisar nada los observado-
res tocante ä los brazos que correspondían á dichas manos.
Estos fenómenos de aparición simultánea de dos manos,
son muy significativos, porque no se les puede atribuir A su-
perchería por parte de la médium, pOr hallarse cohibida su
.libertad de acción. La misma conclusión se aplica á las pal-

(1) En la sesión á obscuras celebrada el día 23 de septiembre,


.sostenía el doctor Schiaparelli la mano izquierda de la médium,
mientras yo sujetaba con mi izquierda la mano derecha de dicha
médium. La mano misteriosa me colocó en la extremidad que
me unía con la médium, un reloj, y al tratar de recojerlo, se esta-
bleció una lucha interesante entre mis dedos que sujetaban el re-
loj, y los dedos de aquella mano. Al contacto, parecióme que se
trataba del doble de la mano de la médium, lo que pareció con-
firmarlo la aparición de dicha extremidad en plena luz, ocurrida
en la sesión del 6 de octubre. Mientras se sostenía la mencionada
lucha, interrogué diversas veces al doctor Schiaparelli por si con-
tinuaba sujetando la mano de la médium, á lo que me contestó
afirmativamente; y noté, á la luz de la ventana, algo así como un
brazo que bajaba hacia la mesa, y luego una cosa grande y redon-
da como una cabeza, preguntándome la médium frecuentemente:
¿Lo vé Vd.? Pero lo curioso del caso es que este cayo no era negro
ni opaco, sino senzi-transparente, vaporoso, ó apropiándonos la
terminología espirita, diremos que era lluídico con colores indo-
.finidos.—A. AKSAKOF.
62 PRIMERA PARTE

madas que se oyeron varias veces por encima de nuestras


cabezas.
d) Levitación de la médium sobre la mesa.
Colocamos este fenómeno entre los más importantes y
significativos,- y tuvo realización el dia 23 de septiembre y el
3 de octubre, ascendiendo la médium, sentada en la silla,
hasta la parte superior de la mesa, y sin desprender sus.
manos de las manos de las personas inmediatas.
En la sesión del 28 de septiembre, mientras los doctores-
Richet y Lombroso sujetaban las manos de la médium, dijo
ésta, con la voz peculiar que acostumbra cuando se halla
en trance: «Ahora pondré mi médium sobre la mesa.» A los
dos 6 tres segundos fué levantada con precaución la mé-
dium y la silla en que estaba sentada, quedando colocadas
sobre la mesa. Los doctores Richet y Lombroso aseguraron
no haber contribuido con la menor parte á esta ascensión.
Luego anunció su descenso, verificándose éste con la ma-
yor seguridad y precisión.
Los doctores Richet y Finzi (éste sustituyendo á Lom-
broso), vigilaron todos sus movimientos, y arribos sintieron
el contacto de una mano que les tocaba en la cabeza.
El dia 3 de octubre se produjo nuevamente el fenómeno
con circunstancias análogas.
e) Contactos.
Algunos merece n. ser notados particularmente, á causa
de una circunstancia capaz de suministrar alguna noción
interesante acerca de su posible origen.
En la sesión del 6 de octubre, hallándose M. Gerosa
un 1 in 20 de la médium, sintió que le tocaban repetidas ve-
ces su mano, tratando de apartársela de la mesa; y como in-
sistiera en mantenerla en su sitio, recibió algan golpe con
una trompetilla que momentos antes había sonado en el
aire. Estos contactos, realizados en la obscuridad, constitu-
yen operaciones delicadas por la precisión con que se veri-
fican.
En las sesiones del 16 y 21 septiembre, le quitaron al
doctor Schiaparelli sus anteojos, colocándolos sobre la mesa
y enfrente de otra persona. Dichos anteojos se mantenían
fijos en ambas orejas por medio de dos resortes, precisand o .
mucha atención para quitarlos, aunque fuere en plena luz.
"e, ','",nr.V7e

EXP. DE MILÁN. — 1892 63

Al mencionar dicho fenómeno, decía que no se apercibió


de la falta de los anteojos más que por la ausencia de los
habituales contactos s'obre la nariz, oreja y temporales; pero
que en cuanto al acto de la sustracción, debió ser sumamen-
te' pronto y delicado, para no darse cuenta del mismo.
En tmlas las innumerables maniobras ejecutadas por las
manos misteriosas, no podría consignarse ni un solo acto de
torpeza,-que por otra parte resulta casi inevitable para ek
que trabaja en, la obscuridad.
A lo dicho puede agregarse, que cuantas veces fueron
depositados vasos llenos de arcilla y sillas sobre la mesa,
jamás tropezar(-,n con ninguna de las numerosas manos allí
apoyadas.
79 Contactos con una figura humana.
Habiendo expresado, uno de los concurrentes, el deseo de
recibir un abrazo, sintió ante su propia boca el ruido de un
beso, sin acompañarle el contacto de los labios. Esto s7e pro-
dujo en la sesión del 21 (le septiembre y en la (lel 1." de oc-
tubre.
En tres ocasiones diferentes tocó, uno de los allí reuni-
dos, 1111£1 figura humana con barba y cabellos.
El contactoide la piel era idéntico al de una figura hu-
mana, con los cabellos algo más ásperos que los de la mé-
dium y con la sbarba algo más fina (1).
t» Sonidos de trompeta.
• En la sesión del 6 de Octubre, colocamos una corneta
detrás de la médium y de la cortina. A los breves momen-
tos se oyeron algunas notas en la inmediación de nuestras
cabezas, asegurando, los que estaban al lado de la méditun,
que el sonido no se percibió desde el sitio en que estaban
situados. La corneta se encontr6 transportada sobre la mesa,
en lugar opuesto al (le la médium.
II) Experiencias de Zöllner acerca la penetración de un
sólido d través de otro sólido.
Conocidas son las experiencias por medio de las cuales

(1) La mano del observador, que lo era el doctor Schiaparelli,


fue levantada en el aire por la mano misteriosa, habiendome co-
municado dicho serio, el detalle interesante de que aquella mano,
vibró continuamente mientras le tuvo asido.
.64 PRIMERA PARTE

ha intentado demostrar experimentalmente el astrónomo


.Zöllner, la existencia de una cuarta dimensión del espacio,
y que en su concepto, puede servir de base para establecer
una teoría aceptable que explique muchos fenómenos me-
dianímicos.
Aunque, segán una opinión muy difundida, sabemos
que Zöllner pudo ser víctima de una mistificación muy há-
bil, liemos creído de utilidad ensayar una parte de sus ex-
periencias con la médium Eusapia.
Las experiencias de Zöllner, que sucesivamente liemos
ensayado, fueron las siguientes:
l. El entrecruzamiento de dos anillos sólidos ((le ma-
dera ó cartón) antes separados.
2.' La formación de un sencillo nudo en una cuerda
sin fin.
3. La penetración de un objeto sólido desde el exterior
-al interior de una caja cerrada, cuya llave estaba guardada
en lugar seguro.
Ninguna de estas tentativas dió resultados eficaces, como
tampoco logramos el molde de la mano misteriosa, hecho
con parafina fundida. Unicamente podemos dar cuenta de
un hecho, que, ä resultar cierto, se podría colocar entre
aquella categoría de fenómenos; pero su obtención se rea-
lizó sin previo aviso, y de ahí que la vigilancia no fuera
todo lo continua y escrupulosa que es de rigor en casos
tales.
El hecho se desari.olló del modo que vamos á expresar.
Al empezar la sesión, uno de los concurrentes dejó el
pardessus encima de una silla, lejos del alcance de la mé-
dium; y cuando llegäbamos al final de nuestros trabajos,
vimos aportar sobre un cartón fosforescente, que se colocó
encima de la • mesa, diversos objetos, que el propietario del
pardessus reconoció conyi suyos y procedentes del bolsillo
interior de aquella prenda de vestir.
Inmediatamente empezó la médium .á quejarse, diciendo
que le habían puesto un objeto al cuello que le extrangula-
ba. Se encendió la luz, y encontramos it la médium de muy
mal humor, con el pardessus en cuestión colgado sobre sus
hombros, llevando metidos los brazos en las mangas del
mismo.
EXP. DE MILÁN. - 1892 65
Mientras duró la sesión, no 'se dejó de vigilar ni un sólo
-instante las manos y piés de la médium.
Lo inesperado del fenómeno hizo que lo admitiéramos
-como posibk, pero no como probable, puesto que, apesar de
la vigilancia que se ejerció, cabe admitir una distracción por
parte de los encargados de vigilar á la médium (1).

§C

-FENÓMENOS PRECEDENTEMENTE OBSERVADOS EN . LA OBSCURIDAD


Y OBTENIDOS MIS TARDE EN PLENA LUZ Y EN PRESENCIA DE
LA 1\IDIUM.

Para llegar ä una entera convicción, precisaba obtener


Ios fenómenos importantes desarrollados en la obscuridad,
sin perder de vista á la médium. Puesto que la obscuridad
.según parece, resulta muy favorable á los fenómenos, con-
venía dejar á éstos en la obscuridad, y conservar la luz
para nosotros y para la médium.
Véase cómo procedimos en la sesión del 6 de octubre.
Dividimos la habitación en (los partes por medio de una
'cortina. Uno de los compartimentos quedaba á obscuras, y la
médium se colocó de espaldas al sitio obscuro, mientras la
parte anterior del cuerpo estaba iluminada por la luz de una
linterna con cristales rojos, situada encima de una mesa.
Detrás de la cortina, y :I 50 centímetros de la médium,
'colocamos una silla pequeña con una campanilla, y en otra
'silla más lejana, un vaso lleno de arcilla humedecida. Situa-
mos delante de la médium una mesa, y á su derredor for-
mamos circulo. La médium daba sus manos á los doctores
Schiaparelli y Prel.
Era la primera vez que la mülium se sometía á tales con-
diciones.
Pronto se desarrollaron los fenómenos. A la luz de una
'bujía sin pantalla, vimos hincharse la cortina, dirigiéndose

(1) Es algo más que improbable que las dos manos de la mé-
dium fueran abandonadas ä un tiempo por los encargados de vi-
gilar, y esta improbabilidad aumenta, teniendo presente que la
médium debla levantarse de su silla para ir en busca del pardessus.
—A. AKSAKOF.
5
66. PRIMERA PARTE

hacia el círculo. Las personas inmediatas á la médium opo-


nían sus manos á la cortina, sintiendo una marcada resisten-
cia. La silla de uno de ellos, fué echada al suelo con violen-
cia, dando cinco golpes, que significaban haber exceso de luz.
Entonces cambiamos la bujía por la linterna, prótejiéndola
en parte con una pantalla, y quitando luego ésta, dejamos
la linterna sobre la mesa enfrente de la médium. Los bordes
de la cortina se fijaron en los ángulos de la mesa, y ä peti-
ción de la médium, se les aproximó encima de su cabeza por
medio de pinzas. Muy pronto apareció en este sitio una cosa.
que llamó la atención de todos. Levantóse el Sr. Aksakof,
puso la mano en la hendidura de la cortina, y dijo que unos
dedos le tocaban repetidamente. Insistió en esta situación,
y su mano fué atraída á través de la hendidura, sintiendo
un contacto duro, que resultó ser la silla pequeña; la sostu-
vo un momento, y se separó cayendo al suelo.
Todos los concurrentes • dirigieron la mano á la hendi-
dura, percibiendo el contacto de unas manos. En el fondo ne-
gro de la abertura de la cortina, por encima de la cabeza de,
la médium, aparecieron los habituales resplandores azula-
dos. El Sr. Schiaparelli fue tocado con firmeza en el dorso y
un Costado: su cabeza estaba atrafda hacia la parte obscura,
y durante los sucesos que se mencionan, no abandonó ni la
mano derecha de la médium, ni la izquierda del Sr. Finzi.
En esta posición se sintió tocado por unos dedos desnu-
dos y calientes, vió las luces describiendo curvas en el aire
y alumbrando un poco la mano ó el cuerpo que las trans-
portaba.
. Al recobrar su asiento, apareció en la hendidura de la
cortina una mano que fué vista con bastante claridad; y
como la médium levántase la cabeza ä fin de observar el fe-
nómeno, la mano misteriosa le tocó la cara. El doctor Prel,
sin soltar la mano de Eusapia, pasó la cabeza por la abertu-
ra de la cortina, y al instante sintió que le tocaban varias
manos en diversos puntos del cuerpo. Durante esta manio-
bra de contactos, continuó haciéndose visible la mano, que
se manifestó encima de la cabeza de là médium.
El doctor Prel volvió'á, sentarse, y entonces Aksakof pre-
sentó un lápiz en la hendidura, que de momento fué atraí-
do, y después fué proyectado sobre la mesa.

EXP. DE MIL.N. - 1892 67

Grabado núm. 2
LEVITACIÓN DE LA MESA EN MII:ÁN “O 1892
SEGÚN UNA FOTOGRAFÍA INSTANTÁNEA.

Médium: Eusapia
Celadores: los profesores Lombroso y Richet.
68 PRIMERA PARTE

Una vez apareció una mano • cerrada sobre la cabeza de


la médium, y paulatinamente se abrió hasta presentar los
dedos bien separados. Es imposible manifestar el número
de veces que esta mano apareció y fué tocada por alguno
de nosotros; basta decir que toda posibilidad de duda que-
dó descartada. Era una mano lítunana y viviente, que veía-
mos y toeábamos, mientras el cuerpo y las extremidades de
la médium, quedaban retenidas por las personas inme-
diatas.
Al terminar la sesión, el doctor Prel fué el primero que
entró en el compartimento obscuro, y nos anunció una im-
presión en la arcilla; en efecto: observamos que estaba de-
formada por un profundo arañazo de cinco dedos, pertene-
cientes á la mano derecha. Este hecho, y el de que al final
de la sesión fué proyectado sobre la mesa un pedazo de ar-
cilla por la hendidura de la cortina, demuestra que no fui-
mos juguetes de una alucinación.
Los hechos que acabamos de mencionar se repitieron
muchas veces en las sesiones de los días 9, 13, 15, 17 y 18
de octubre.
Aunque la posición de la mano misteriosa no permitía
suponer que perteneciera ä la médium, á pesar de ello, en
la sesión del día 15 fijamos por separado los dedos de la
mano izquierda de la médium por medio de una cinta de
goma elástica.
Las apariciones se produjeron en el curso de las sesiones
del 15 y del 18 (aunque con menor intensidad), siendo vigi-
ladas rigurosamente por los doctores Richet y Schiaparelli.

CONCLUSIÓN.

Los maravillosos fenómenos observados en la obscuridad


más completa ó casi completa (sillas atraídas con la perso-
na que en ella descansaba, contacto de manos, luces, im-
presión de dedos, etc.), los hemos obtenido sin perder ni un
momento de vista'á la médium. La sesión del 6 de octubre,
fué para nosotros la comprobación evidente y absoluta de
la justicia de nuestras 'observaciones verificadas anterior-
mente en la obscuridad. Fué la prueba incontestable que nos
hizo rechazar la hipótesis de una superchería por parte de
EXP. DE MILÁN. - 1892 69
In médium, probándonos que dichos fenómenos podían re-
sultar de idéntica causa ä la que deben atribuirse cuando
se desarrollan en plena luz y con la médium en nuestra
presencia.
Al publicar este corto é incompleto dictamen, tenemos
el deber de decir, que nuestras convicciones son las si-
guientes:
1.° Que en las circunstancias mencionadas, ninguno de
los fenómenos obtenidos en plena luz podía desato dlarse
por medio de artificio.
2.° Que la misma opinión tenemos formada por lo que
respecta á la mayoría de los fenómenos obtenidos en la más
completa obscuridad. Para un cierto número de ellos, podría-
mos admitir (extremando el rigor de la duda) la posibilidad
de una imitación, aunque esta hipótesis no solamente es
improbable, sino
Reconocemos, sin embargo, que bajo el punto de vista
de las ciencias exactas, nuestras experiencias no satisfarán
del todo, pero cuando menos probarán que son dignas de la
atención de los hombrés de ciencia.
Consideramos como un deber expresar públicamente
nuestro profundo agradecimiento hacia el señor ErcoJe
Chiaia, quien ha estudiado largos años con el mayor celo y
paciencia la facultad medianímica, á pesar del clamoreo y
la denigración levantada contra él.
A lejandro Aksakof, Consejero de Estado de S. M. el Em-
perador de Rusia, Director del periódico Eludes pyckigues
de Leipzig.
Juan Schiaparelli, Director del Observatorio Astronómi-
co de Milán.
Carlos de Prel, Doctor en filosofía por la Universidad de
Munich.
. Angel Brofferio, profesor de filosofía.
José Gerosa, Catedrático de física en la Real escuela su-
perior de agricultura de Portici.
G. B. Ermacora, doctor en física.
El doctor Carlos Richet, Catedrático dé Medicina en Pa-
rís, y Director de la Revue scientlfigue, asistió á cinco sesio-
nes, y el doctor César Lombroso, Catedrático de Medicina en
Turín, ä dos sesiones.
70 ' PRIMERA PARTE

II. NOTAS DEL DOCTOR CÁRLÓS RICHET

No sin cierta indecisión voy ä dar cuenta de las experiencias


que, gracias ä los Sres. Al(saliof, E. Chiaia, y Finzi, he podido
presenciar en Milán, pues aunque el ilustre colega doctor Lom-
broso nos ha dado á todos un ejemplo de valor científico, al mani-
festar su opinión, sin embargo, yo no puedo ser tan categórico en
mis afirmaciones como él; así es, que mencionaré los hechos por
mi presenciados, á la vez que las conclusiones que de los mismos
puedo deducir.
Cuantos me conocen, saben que al dar mi opinión, lo haré de
un modo sincero y completo, sin dejarme intimidar por el temor
del ridículo, ó por cualquier otro motivo extra-científico.

§A
Las experiencias que realiza Eusapia Paladino, son muy sen-
cillas.
Véase en que consisten:
A media luz, en plena luz, ó en la mayor obscuridad, se sienta
delante de una mesa; luego esta mesa (que toca ligeramente) se
entrega ä una suerte de gimnasia extravagante, que nada tiene de
anómalo para cuantos conocen esta suerte de ejercicios, debidos
sin duda, ä movimientos musculares inconscientes. Algunas ve-
ces la mesa se levanta por sus cuatro piés. En algunos momentos
de la experiencia, Eusapia cambia de tono y de acento (en estado
normal se expresa en un patué napolitano muy pronunciado), y
entonces ya no es Eusapia quien habla, es su yttia, según la ex-
presión corriente, un cierto John, quien parece que puede dis-
minuir el peso de Eusapia, levantarla y llevarla hasta una mesa,
aportar diversos objetos, y á veces, aparecer parcialmente bajo
la forma de una mano. Esta mano ha sido sentida en la obscuri-
dad, por los individuos del círculo.
Estos son hechos que no temería calificar de absurdos, como
lo mas absurdo que se pueda sofíar. Pero la cuestión no estriba en
saber si estos hechos son absurdos, lo cual no es dudoso; lo que
se trata de saber es, si los hechos existen, y si pueden explicarse
por el fraude 6 la superchería.
Estudiemos primeramente la levitación total de la mesa. El
punto interesante de este experimento es que se realiza en plena
luz. La mesa que se eleva no tiene ningún artificio. Es sencilla-
EXP. DE MIL.N. - 1892 71
mente una vulgar mesa, de madera blanca con cuatro piés. En
ninguna parte se observan ranuras, tornillos ni marcas. Pesa 8
kilógramos y tiene 01E170 de latitud por I n110 de altura
Las personas que han asistido conmigo ä las experiencias, son,
el doctor Brofferio, el doctor Gerosa, el doctor Schiaparelli, ilus-
tre director del Observatorio de Milán, y el doctor Finzi. Hablo
tan sólo de las personas que han asistido á todas las sesiones,
pues algunas veces han concurrido los seilores siguientes: Solo-
vovo, á la primera y décima; Chiaia Lt la primera y quinta; Alcsa-
liof, á la primera, y- Ermacora á las cuatro primeras.
El fenómeno que he presenciado una docena de veces, se pro-
duce de la manera siguiente: Sentada Eusapia delante del lado
estrecho de la mesa, dä respectivamente sus manos ä la persona
más inmediata á su lado izquierdo y derecho. Generalmente en la
mayoría de las experiencias en que he tomado parte, el doctor
Schiaparelli sostenía la mano derecha de la médium y yo la iz-
<pierda. Las demás personas quedaban más ó meno alejadas de
da mesa, de suerte que se podían vigilar muy bien los dos piés de
la mesa más distantes de la médium, y en la mayor parte de las
veces, hasta los más inmediatos.
Después de algunos movimientos parciales, tan pronto sobre
un pié como sobre otro, se elevaba bruscamente por sus cuatro
piés á una altura de 8 ä 12 centímetros del suelo. En ciertos casos
me ha parecido que alcanzaba una altura de 20 á 25 centímetros,
permaneciendo en el aire uno ó dos segundos. Sin embargo, en la
segunda sesión, y habiendo luz en la estancia, la duración del fe-
nómeno fué de unos tres segundos, balanceándose la mesa en
el aire.
Procuremos ahora explicar el fenómeno:
Un periodista italiano, el Sr. Torelli, en unos ruidosos artícu-
los publicados en el Corriere della sera de los días 7,9 y 11 Octubre
1892, declaró sin poderlo afirmar, que la mesa se levantaba ä cau-
sa del movimiento de uno de los pies . de Eusapia. Examinemos
esta suposición, y otras que haremos por nuestra cuenta.
1.° La mesa es levantada por medio de aparatos sostenidos en
las manos.
He aquí una hipótesis que no puede aceptarse, por las siguien-
tes razones: porque las manos de Eusapia se hallan en plena luz;
porque las mangas de su vestido las tiene vueltas hasta los codos,
y por último, porque no existe ningún aparato en la mesa. Ade-
más, en el instante que asciende «la mesa, las manos de Eusapia
apenas llegan ä tocarla, limitándose ä apretar con fuerza las ma-
nos de sus vecinos.
Acuérdome muy bien que en la tercera sesión, y en el momen-
'72 PRIMERA PARTE

IO que se producía la levitación de la mesa, abandonó Eusapia


mano de la persona situada ä la derecha, cojiendo mi izquierda,.
y hallándose por consiguiente sus dos manos entre las mías. En
esta disposición, una de sus manos no tocaba la mesa, y la otra.
mano contactaba el mueble con dificultad.
Me parece (aunque no estoy muy seguro), que la levitación de-
is mesa ha tenido lugar algunas veces, mientras Eusapia perma-
necía con las manos levantadas, sin contactar con la mesa.
La hipótesis de que la levitación se realiza con las manos, ea
completamente absurda, porque la fuerza muscular es impotente-
para levantar una mesa por su reborde lateral.
2.° La levitación de la mesa se verifica por medio de las ro-
dillas.
Nos hallamos enfrente de una hipótesis insostenible, porque.
Eusapia es de pequeña estatura, y al sentarse en una silla, quedan
sus rodillas muy lejos de la mesa Además, existe el comprobante
de la inspección ocular, y el testimonio de la palpación, pues yo.
estoy completamente seguro, que una de mis manos, apoyada en.
sus rodillas, no se ha separado ni un momento de esta posición. y
puedo asegurar por lo mismo, que ni los muslos, ni las rodillas,
han contribuido en nada ä la levitación de la mesa.
3. 0 La mesa es levantada por uno de los pit,s de Eusapia.
Esta es la única explicación mecánica, racional, que presenta
alguna verosimilitud. Y no obstante debe rechazarse, después de.
maduras reflexiones.
Recordemos que durante la experiencia, cada una de las per-
sonas inmediatas á Eusapia le sostiene uno ó dos piés; por con-
siguiente, es imposible que mueva dichas extremidades sin que se-
den cuenta. Sin embargo, la vigilancia de los piés de Eusapia es.
más ó menos ilusoria, pues ä través de la suela de nuestros zapa-
tos, es imposible reconocer si es el pié derecho, ó el izquierdo,.
acrbel que sujetamos.
Hacemos esta observación porque no podemos afirmar si se
produce la sustitución del pié un momento antes de la levitación,
y si vuelve ä su posición primera cuando el fenómeno ha ter-
minado.
A fin de ir borrando dudas, sujeté con mis manos los piés de.
Eusapia mientras se celebró la sesión, y á pesar de esto, la mesa
se elevó por sus cuatro pies. Comprobaron el fenómeno los doc-
tores Scliiaparelli y Finzi, no pudiendo hacerlo yo por hallarme
ocupado en la vigilancia de los piés.
Todavía existen otros motivos para considerar como de escaso.
valor la hipótesis de que uno de los piés de Eusapia produce la le-
vitación de la mesa. En efecto: ni el Sr. Torelli, ni yo, ni nadie, ha
EXP. DE MILÁN. - 1892 '73
podido sorprender ningún movimiento sospechoso en los pies de
la médium cuando se ha desarrollado el fenómeno en plena luz.
Ademäs, las rodillas de Eusapia quedan muy por delante de los
pies de la mesa, y suponiendo que tratase de hacer una patrafia
semejante, habría de mover indefectiblemente una de sus rodi-
llas, pudiendo yo afirmar, que en la segunda sesión, la mesa as-
cendió á una notable altura, sin que las rodillas de la médium hi-
cieran ningún movimiento apreciable.
Y aun suponiendo que uno de los pies de Eusapia se deslizase
hasta una de las patas de la mesa, fuera preciso desarrollar una
fuerza muscular muy considerable, no solamente en el pié que
levanta, sino en la mano que debería apoyarse en la mesa para
hacer la contrapresión, y según hemos visto, las manos de Eusa-
pia apenas rozan la mesa. ¿Cómo conciliar este débil contacto, con
la vigorosa contra-presión que fuera necesaria para levantar, por
una extremidad, una mesa de lit3 50 y 8 Izilegramos de peso?
Debo, sin embargo, mencionar un experimento que resulta un
poco contradictorio (á lo menos en apariencia), con lo que acabo
de decir. Preocupado, lo mismo que el Sr. Finzi, con la hipótesis
de sí podría levantar Eusapia la mesa con uno de sus pies, to-
mamos el partido de observar los pies de la mesa sin dar cuenta
de nuestros propósitos á la médium, y desentendiéndonos de vi-
gilar las manos, rodillas y el resto del fenómeno. En estas condi-
ciones, la mesa no se levantó, quedando reducidos sus movimien-
tos ä los habituales de oscilación.
A decir verdad, yo no creo que pueda sentarse la conclusión
de que la levitación de la mesa se debe ä un fraude (consciente ó
inconsciente) por parte de Eusapia. En opinión de todos los ex-
perimentadores que se han ocupado de Eusapia, l a obscuridad es
un factor de monta para la producción de cualquier ; fenómeno. El
resto del cuerpo y de la habitación, pueden estar iluminados, pero
el sitio en que actúa la fuerza desconocida (si es que hay alguna)
debe quedar en la sombra. Este es uno de los datos del proble-
ma que debemos aceptar, por más absurdo e incómodo que nos
parezca.
Lo que me hace admitir, aunque con cierta reserva, esta nece-
sidad de la sombra, tiene por fundamento la observación silencio-
sa que verifiqué en la primera y segunda sesión.
Me hallaba ä la izquierda de Eusapia, sosteniendo su mano
homóloga y apoyando mi pié sobre los suyos; y en esta situación,
me di cuenta de que las puntas de sus pies se introducían debajo
de su vestido, creyendo haber visto como aquel se henchía, cual
si tuviera tendencia A dirigirse hacia el pié izquierdo de la mesa,
situado muy atrás de las rodillas y pies de Eusapia, pareciendo
74 PRIMERA PARTE

que en los movimientos de oscilación preliminares, la mesa tenía


tendencia á aproximarse al vestido, y éste por su parte se hen-
chía, tratando de aproximarse al pié de la mesa, rodeándole de
sombra.
Después de algunos días, hablé de este fenómeno al Sr. Chiaia,
quien me contestó haber comprobado, que cuantas veces se reali-
zaba la levitación del cuarto pié de la mesa, la ropa se henchía.
Digamos, en resúmen:
1." Que la hipótesis de una maquinación ó complicidad cual-
quiera, debe ser absolutamente rechazada.
2.° La hipótesis de la levitacrón producida con las manos ,6 las
rodillas de Eusapia, es absolutamente absurda.
3.° La hipótesis de la levitación por medio de los piés, no es
absurda, y aunque resulta inverosímil, siempre tiene más valor
que la conclusión absurda de que una mesa se eleva sin la inter-
vención de una fuerza mecánica que lo justifique.
En efecto; yo no he visto elevarse la mesa por sus cuatro pies,
cuando las extremidades inferiores de Eusapia se mantenían en
una situación irreprochable, esto es, cuando los piés de Eusapia
podían verse libres de todo contacto con los piés de la mesa.

Mencionaré otras experiencias verificadas en plena luz. Llamo


plena luz, á la claridad que permite leer fácilmente.
Se colocó Eusapia sentada en una silla, en la plataforma de una
báscula, sujetos ambos pies con >un pañuelo. El Dr. Finzi estaba
encargado de anotar el peso. El Dr. Schiaparelli y yo vigilábamos
los contornos de la balanza, á fin de cerciorarnos que la médium
no tocaba ningún punto del suelo, ni los objetos vecinos.
Habiendo alcanzado su peso la cifra de 58 kilógramos, se colo-
caron en el platillo 500 gramos, equivalentes al peso de 50 kilógra-
mos, situándose el travesaño de contención en la cifra 8. En este
momento la bascula estaba equilibrada. Seguidamente, y sin que
Eusapia abandonase la silla, se tuvo que cambiar el travesaño de
contención, primero á 6, y sucesivamente á 4, 2 y 0, siendo aun
preciso quitar algo de los 500 gramos, que representaban 50
gramos.
Por consiguiente hay que advertir, que en esta experiencia
disminuyó Eusapia 8 liilógramos.
Estamos seguros qne la médium no lanzó nada desde la báscu-
la, ni se apoyó en parte alguna; pero a. pesar de la evidencia del
hecho, no lo dimos por concluyente. Fundábase nuestro recelo en
EXP. DE MILÁN. - 1892 75
las variaciones de que es susceptible el peso en la báscula (aun-
que ciertamente en limite más restringido) según la dirección por
donde pasa el centro de gravedad. A fin de orillar este inconve-
niente, utilizamos una balanza de un solo platillo suspendilo por
sus cuatro ängulos. Las variaciones de peso se registraban por
medio de un aparato gráfico construido por el Dr. Finzi.
A la quinta sesión, se realizó esta experiencia, habiendo que-
dado encargados de la vigilancia el Dr. Schiaparelli y yo. El pla.-
tillo se elevó ligeramente, y aunque el indicador señaló una dis-
minución notable por espacio de 15 segundos, no me atrevo a
asegurar que esta oscilación pudiera responder al momento en
que Eusapia, para tener mas fuerza, dió la mano á uno de los pre-
sentes, dejándola poco después.
En el caso de intentarse la experiencia de la levitación parcial,
convendría realizarla con la balanza que acabo de mencionar, y
no con una bascula.
Una tercera prueba del mismo género se realizó en plena luz.
Situada la médium de espaldas, it 25 centímetros de la báscula,
me coloqué it su derecha, disponiendo mi pié entre sus do a pies, y
mi rodilla entre las suyas. El Dr. Schiaparelli le sostenía con
fuerza la mano derecha, y yo, de igual manera, le sujetaba la iz-
quierda. A una contracción enérgica de sus dos manos, vi clara-
mente oscilar y caer con ruido el travesaño de contención de la
balanza, como si un objeto pesado hubiera sido echado sobre la
plataforma. Se repitió el fenómeno por segunda vez con más lim-
pieza y fuerza que la primera. En esta segunda sesión, mientras
oscilaba todavía el travesaño, desprendí rápidamente mi mano,
y comprobé tentando el suelo y la bascula, que entre ésta y la
médium no existía ningún artificio. Esta experiencia me parece
muy notable; sólo tiene la desgracia de ser única. Si se la agrega
á los demás fenómenos de levitación parcial, nos permitirá tener
una presunción en favor de la realidad de estos fenómenos.

§D

Las experiencias de la segunda serie, se realizaron en la obscu-


ridad, y por eso no dejan de ser tan curiosas como las verificadas
en plena luz. Algunas de ellas se desarrollaron en medio de la luz
débil que da una linterna con cristal encarnado, idéntica á la que
utilizan los fotógrafos en el desarrollo de sus clichés.
Dividiré las experiencias realizadas en la obscuridad, en tres
grupos: experiencias de contacto de la mano, de aparición de la
mano, y de movimiento de objetos.
76 PRIMERA PARTE

Las sesiones en que se verifican contactos de una mano, son


muy notables. Cuando todos los que constituyen el circulo han
formado la cadena, con la buena fe que no admite recelos, y mien-
tras los que están mas próximos Ét Eusapia le sujetan las manos,
percibense contactos de una mano viviente, dotada de calor y hu-
medad. Para darse cuenta del fenómeno, cabe apelará las siguien-
tes hipótesis. ¿Es la mano de uno de los concurrentes? ¿Es la ma-
no de Eusapia? 6 bien ges la mano de un ser sobrenatural?
Desde luego no puedo aceptar que la mano misteriosa perte-
nezca á uno de los presentes, porque, entre otros motivos, re-
cuerdo las circunstancias que concurrieron en la cuarta sesión, y
ellas me dan la seguridad de quo los experimentadores no pro-
ducen los contactos.
En la sesión á que me refiero, sentí muy bien los contactos, y
me hallaba con suficiente luz en la estancia para ser posible ob-
servar cualquier movimiento. Ademas, ¿puede admitirse por par-
te de hombres tan eminentes como los que me rodeaban, la supo-
sición de que pudieran cometer un tan infame fraude?
Estó es inadmisible, y su buena t'e debe ser aceptada et priori.
Analicemos el delicado punto referente á si es la mano de Eu-
sapia quien produce los contactos.
Durante las sesiones de experimentación, Eusapia no presen-
ta sus manos en idéntica actitud, puesto que mientras permite
que una de dichas manos se le sostenga con fuerza, se limita
dejar que la mano opuesta contacte suavemente con la de su veci-
no, lo cual permite distinguir con que mano nos relacionamos.
Esta extremidad que queda más libre (siempre la derecha), se
muestra movible en extremo, separándose á cada instante de su
posición, y transcurriendo fracciones minúsculas de segundo sin
percibir su contacto.
¿Qué puede ocurrir durante esta fracción de segundo? Qué la
mano derecha de Eusapia, hallándose en libertad, toque á los con-
currentes.
Además, también es posible que la mano izquierda contacto
con el dorso de la mano de la persona situada a la derecha, quien
puede continuar creyendo que se halla en relación con la mano
derecha, cuando en realidad seria la izquierda la que tocara, que-
dando perfectamente libre la mano opuesta.
Del mismo modo que al hablar de la levitación de la mesa, lle-
gué 6. convencerme que el único artificio posible deberla ser pro-
ducido por el pié de Eusapia, así también, para el contacto de una
mano humana, el único secreto posible es, que Eusapia desprende
una de sus manos, y toca á los concurrentes.
Me parece inútil discutir cualquiera otra hipótesis, como la de
EXP. DE MILIN. - 1892 '77
compradazgo entre los reunidos 6 con una persona introducida
en la habitación.
Antes de entrar en el detalle de las experiencias, debo hacer
mención de una advertencia que nos hizo el Sr. Chiaia, y es, que
frecuentemente la mano que toca la espalda 6 las mejillas de los
concurrentes, es la propia mano de Eusapia. Sin embargo de ser
esto así, existiria materialización de una mano, quedando libre la
de Eusapia, porque ' la mano de John materializada, ocuparía el
lugar de la de Eusapia.
Me abstengo de juzgar esta interpretación, limitándome sólo
á dar cuenta de ella.
Voy ahora á exponer las razones que me colocan entre la afir-
mación y la negación, y asi podrá darse cuenta cada uno del
motivo de mis dudas.
Dejo á un lado las experiencias ordinarias verificadas en la
obscuridad completa, y daré cuenta de aquellas que se han reali-
zado con exquisita vigilancia por nuestra parte.
Núm. 1. En completa obscuridad. Después de una tentación
que no describiré, se encuentra á Eusapia con su silla sobre la
mesa y en estado de trance. A fin de comprobar este fenómeno,
se iluminó debidamente el circulo para no provocar una crisis
peligrosa. El Dr. Finzi se encontraba á su derecha, y yo á su iz-
quierda. Nos dice la médium que le ayudemos á bajar, y volvemos
ä apagar la luz.
Le sostengo con fuerza su mano izquierda con mi homónima,
mientras paso mi derecha sobre el dorso de la médium, como para
ayudarla á descender de la mesa. Repetidamente pregunto al se-
flor Finzi: «Sostiene V. la mano derecha?» y me contesta afirmati-
vamente. Mientras responde á mi pregunta, siento una mano que
se pasea por mi cabeza y me coje los cabellos (que llevo muy cortos)
como si intentara levantarme, aunque sin hacerme darlo. Casi en
el mismo instante, una mano que me pareció muy caliente y más
grande que la mano de Eusapia, acaricióme el dorso de la mano
derecha que tenía situada detrás de la médium.
La mano izquierda de Eusapia, que está junto á la mía, se halla
muy distanciada del Dr. Finzi, y como la sostengo con fuerza, es
casi imposible que aquél perciba un i contacto de esta mano de la
médium, sin que simultáneamente sienta el contacto de la mía.
Núm. 2. Copio textualmente las notas que redacté algunas
horas después de las sesión. Mientras duró ésta, hubo luz roja de
la lámpara fotográfica, que permitía distinguir los movimientos
generales de Eusapia, la que se colocó enfrente de la hendidura
de una cortina, que separaba á la pieza principal de una alcoba en
donde me situé o. La médium tenia sus manos debajo de la mesa.
78 PRIMERA PARTE

«Se atan mis manos con un pañuelo, y se coloca mi silla adosa-


da á la de Eusapia. Los Sres. Brotferio y Gerosa se hallan casi en
plena luz; el último toma notas. El Sr. Schiaparelli, situado á la de-
recha, sostiene la mano derecha de la, médium, y el Dr. Finzi, co-
locado A la i zquierda, sostiene la mano izquierda. Este ha tenido
la precaución de pasar un hilo de cobre alrededor de tres dedos de
Eusapia, para hallarse seguro de que la mano que tiene cojida es
siempre la misma. Su pié, descalzo, se coloca entre ambos pies de
la médium, y esta, que lleva calzado con lacones, golpea constan-
temente el pavimento para indicar qne se halla en el mismo sitio.
»En estas condiciones, fué tocado tres veces; dos en el codo,
y una en la región renal.
»Repentinamente se puso ríjida la médium, y dijo: «iTenedme
fuerte, tenedme fuerte!»
Entonces los Dies. Schiaparelli y Finzi la sostuvieron con to-
das sus fuerzas, mientras el Sr. Gerosa contaba los minutos y to-
maba notas. Al preguntar al Dr. Finzi si tiene la mano izquierda y
toca ambos piés de la médium, me contesta afirmativamente, y en
igual sentido lo hace el Dr. Schiaparelli cuando le interrogo si
sostiene la mano derecha.
«Entonces veo henchirse la cortina, pareciendo aproximarse
á Eusapia como para hacer más profunda la sombra. Enseguida
fui tocado en la espalda derecha por una mano que me pareció
correspondía á un brazo derecho, y casi en el mismo instante, dos
dedos me tiraron con fuerza de los cabellos, aunque sin hacerme.
daño; de suerte que me convencí, de que una mano había tocado
mi espalda y la nuca.
('Al mismo tiempo, el Dr. Finzi fué tocado en la frente, oreja y
región temporal, por unos dedos que salían de detrás de la corti-
na, en tanto que la mano que me tocaba, estaba apartada de aquélla.
Los concurrentes no vieron producir á Eusapia ningún movi-
miento anormal. Yo que me encontraba detrás de ella, sólo senil
una contorsión general en el momento de aquel ataque, por el
cual pidió auxilio la médium.»
Esta experiencia parece de todo punto excelente, no viendo por
mi parte lo que se le pueda reprochar. En efecto: el doctor Schia-
parelli no abandonó la mano derecha de Eusapia, y el Dr. Finzi
no pudo abandonar la izquierda, porque al arrollar el hilo de co-
bre en los dedos de Eusapia, fijó también uno de los suyos con el
mencionado hilo. Y aun admitiendo que el doctor Schiaparelli
abandonara la mano de Eusapia. es casi imposible que esta mano
pudiera tocar al Dr. Finzi pasando por detrás de la cortina, pues
yo tenia aplicadas mis espaldas junto ä las espaldas de la médium,
y el complicado movimiento que habría tenido que hacer, para Ile-
EXP. DE MILÁN. - 1892 79
var dicha mano hacia atrás, era casi del todo impracticable. Por
otra parte, Eusapia no podía dirijir la mano hacia delante sin que
los concurrentes distinguiéramos este movimiento.
Tal es el hecho, que me parece demostrativo, de la existencia
de la materialización de una mano, á menos que se trate de atri-
buir á los Dres. Schiaparelli, Finzi, y á mi, un grande error expe-
rimental.
Sin embargo, ciertas observaciones que voy a. hacer, sin que
prueben la menor dosis de superchería, nos incitan á ciertas re-
servas en las conclusiones.
1.0 Jamas se ha sentido contacto de una mano cuando las ma-
nos de Eusapia estaban á la vista de todos; siempre ha sido preci-
sa la obscuridad mas completa, 6 que las manos estuviesen ocul-
tas debajo de la mesa.
Se responde á esto que la obscuridad es una de las condiciones
principales para producirse el fenómeno. Esto será cierto, pero
disminuye el valor del mismo.
En una de las experiencias me hallaba al lado de Eusapia,
quien tenía las manos en plena luz, y en esta situación, sentí dos
contactos que no pude apreciar fuesen producidos por una mano.
Eran contactos ligeros, semejantes á una sensación de presión
sobre la pelvis y parte inferior de la región renal, de suerte, que
admitiendo una intervención directa por parte de Eusapia, ésta
debía tocarme con sus pies.
2.° Habiendo propuesto ti la médium atar cada uno de sus pu-
fios al de la persona mas inmediata, contestó hallándose en tran-
ce, que esta doble ligadura haría imposible el experimento. Esta
restricción nos pareció evidentemente desfavorable, porque ex-
tremando la sospecha, vendríamos ti parar en que la libertad de las
manos es una condición necesaria para realizar el fenómeno.
3. 0 Propusímosle asimismo reemplazar la cadena (constituida
por los concurrentes dándose las manos) por una cadena formada
por un sólo individtio, el cual apoyaría recíprocamente sus manos
ti las opuestas manos de la médium. También rehusó esta propo-
sición.
En la segunda sesión de estudio, me coloqué en la disposición
mencionada, para estar á solas con la médium en /a estancia;
pero no percibí ningún contacto de la mano de John.
Bien es verdad que en esta misma Sesión, y cuando se encon-
traban reunidas algunas personas en la habitación, creí muy bien
sentir el contacto de una mano, apesar de sostener las manos de
la médium entre las mias; pero no estoy tan seguro que pueda
sentar una afirmación.
4 • " Una de las manos de Eusapia, en lugar de ser aprisiona-
80 PRIMERA PARTE

da con fuerza é inmovilizada, descansa suavemente sobre el dor-


so de la mano de su vecino, separándose sin cesar, y haciendo
dificil la distinción entre ambas manos. Apesar de todo, debo afir-
mar, que ni Finzi, ni Schiaparelli, ni yo, hemos observado nunca,
ningún cambio de mano.
Por otra parte, debo señalar un carácter muy importante en el
momento de estas experiencias.
Los mediaras fraudulentos y los prestidigitadores, distraen la
aleación del público, y realizan el juego cuando menos se vigilan.
Mas aquí sucede todo lo contrario. Cuando Eusapia se contrae
fuertemente y lanza profundos gemidos, entonces se produce el
fenómeno, lo cual es motivo de que en estos instantes, se active en
gran manera la vigilancia. Podrá esto no ser una prueba absoluta
en favor de su autenticidad, pero habrá que convenir, en que esta
p articularidad, hace muy difícil toda superchería.
En todo caso, las malas experiencias no deben hacernos injus-
tos para las experiencias que han dado certeza. De ests últimas
no hay muchas; pero cuando menos existe una, cuya importancia
primordial de ningún modo puedo ocultar.
Tampoco pasaré en silencio que jamás he sentido el contacto de
una mano citando las de Eusapia se hallaban en plena luz, asidas
por un hilo, () sostenidas por la misma persona.

§E

He insistido tal vez demasiado acerca de las experiencias de


contactos, pero procuraré ser breve al tratar del fenómeno de apa-
rición de una mano.
La habitación se hallaba ä media luz. Yo sostenia con fuerza la
mano derecha de Eusapia, mientras que su izquierda se apoyaba
en la del Dr. Finzi. Por mi parte estoy seguro que la mano dere-
cha de Eusapia no se ha separado de mi, y el Sr. Finzi tiene la casi
absoluta seguridad de que la mano izquierda de la médium, tam-
poco ha abandonado la suya.
En un momento de la experiencia, nos dice Eusapia que apre-
temos sus manos con fuerza, y miremos por encima de su cabeza.
Apenas acabó de hablar, cuando vimos una mano que se abría y
cerraba por encima de la cabeza de la médium, sin que á ésta le
sorprendiéramos ningún movimiento.
Al abrirse y cerrarse aquella mano, lo hizo con gran rapidez,
por todo lo cual nos es imposible decir si se trataba de una mano
derecha ó izquierda, pudiendo, en cambio, afirmar, tanto el doctor
Schiaparelli como el Dr. Gerosa y yo, que la mentada m Lao era
EXP. DE MILÁN. - 1892 81
muy diferente de la de Eusapia. Esta, tiene las manos pequeñas,
finas y gruesas, en tanto que la mano que creímos ver sobre su
.cabeza, nos pareció mucho más larga y adelgazada.
La cuestión aquí estriba en saber si en el momento de realizar-
se el fenómeno, el Dr. Finzi está seguro de no haber abandonado
la mano de Eusapia.
Durante la misma sesión volvimos ä ver por dos veces conse-
cutivas aquella mano. En una de ellas, fue la visión tau rápida
.como un relámpago. La última vez ocurrió el fenómeno en con-
diciones muy interesantes.
Me hallaba situado á la derecha de Eusapia, y el Dr. Finzi ä su
izquierda; pero en este momento mi mano no sostenía la de la
médium con la fuerza de otras veces, lo cual despertó en mí la
duda de si pudo escapárseme sin que me diera cuenta. De repen-
te empieza Eusapia ti gemir y se pone convulsa, y en el mismo
momento, aparece una mano por la hendidura de la cortina, y con
la velocidad de una flecha, se dirijo hacia mí como si intentara
tocarme, retirándose enseguida sin haberlo realizado.
El fenómeno fue tan rápido, que escasamente duraría medio
segundo. A pesar de su manifestación instantánea, parechime di-
cha mano más larga y adelgazada que la primera vez, dirigiendo
sus movimientos en sentido rectilíneo y como partiendo de la
sombra de la alcoba.
Dicha mano estaba unida á un brazo que no pude distinguir
bien, aunque me pareció muy prolongado, casi interminable, como
envuelto de un velo blanco ó de an resplandor blanquizco (estos
últimos detalles son inciertos). Durante el movimiento rectilíneo
de aquella mano, no he podido descubrir ningún movimiento
anormal en Eusapia.
A la quinta sesión, tuvimos asimismo la aparición de una mano,
análoga ä la de la médium.
Esto confirmaría la opinión del Sr. Chiaia, fundada en una lar-
ga serie de experiencias con la médium, el cual dice, que en cier-
tos casos, la mano que toca y aparece, es la verdadera mano de
Eusapia; en tanto que la mano sostenida por los concurrentes en-
cargados de vigilar á la médium, es la mano materializada deJohn.
Por absurda que sea esta interpretación, me parece que expli-
ca la gran diferencia que existe entre ambas manos.

§
Debemos hacer mención de algunas experiencias referentes á
movimientos de objetos, porque permiten conclusiones más posi-
tivas que las experiencias de contactos y apariciones de manos.
6
82 PRIMERA PARTE

En la segunda sesión, apagamos la luz é. hicimos cadena. Mien-


tras yo sostenía la mano izquierda de Eusapia y el doctor Schia-
parelli la mano derecha, nos dice la médium que apretemos fuer-
te. Esto fué motivo para que redobláramos la atención, siendo
testigos del transporte de un tamboril que se hallaba ä medio me-
tro de la mesa, y fué depositado encima de ella, segun pudimos
apreciar ä la luz de una cerilla. Pocos instantes después de apa-
gar la luz, vino el tamboril ä golpearme ligeramente sobre la ca-
beza, siendo después echado con violencia en la habitación.
Yo creo que en aquel momento la cadena se interrumpió, y
mientras el tamboril me tocaba n la cabeza, ambos piés de la
médium se apoyaban sobre mis rodillas, mientras Con las manos.
sosteníalas manos opuestas de Eusapia.
El mismo día se produjo otro fenómeno en condiciones que
puedo precisar mejor. Mientras hacíamos la cadena alrededor
de la mesa, sentí el peso de un objeto que se apoyaba suavemente
sobre mi brazo derecho.
Al comprobar de qué se trataba, vimos que era una silla que-
vino ä colocarse entre la mesa y mi brazo.
Apagada de nuevo la luz, hecha la cadena, y sujetada la mano
derecha de la médium pór el Dr. Finzi, y la izquierda por mí, atra-
vesó violentamente por encima de nuestras cabezas una silla, que-
fué á parar á dos metros de la mesa sin tocar á nadie.
Por importante que parezca esta experiencia, todavía me pare-
ce menos decisiva que la que referiré enseguida, y casi la consi-
dero como el famoso experimentum crucis, en pos del cual hace-
mucho tiempo que voy.
Dicha experiencia tuvo lugar el lunes 17 Octubre. 11 las 11 ho-
ras y media de la noche, en presencia del doctor Schiaparelli,
J. Gerosa, Finzi, Brofferio y yo.
La habitación estaba á media luz. El Dr. Finzi sostenía laman°.
izquierda de Eusapia, que podía identificarla continuamente, por-
que situó un hilo de cobre alrededor de tres dedos de aquélla
mano. Yo tenía asida con fuerza la mano derecha de la médium,
estando seguro de que no se podía desprender. La luz de la estan-
cia iluminaba débilmente ä Eusapia, y en mayor grado ä los seño-
res Schiaparelli, Brofferio y Gerosa, que estaban colocados alre-
dedor de la mesa. Una cortina espesa, rígida y tendida como un
velo, nos separaba de una alcoba estrecha, con una puerta en el
fondo, cerrada con cadenas y perfectamente sellada.
De 9 á 10 y permanecí sentado en este pequeño comparti-
mento, en el cual había una silla que pesaba unos 4 kilogramos, y
estaba oculta detrás de la cortina, ä medio metro de la silla de Eu-
sapia. El Dr. Finzi sostenía sobre sus rodillas ambos piés de Eusa-
EXP. DE MILIN. - 1892 83
pia, y las manos de esta quedaron situadas debajo de la mesa. En
esta disposición empezó la médium á gemir y contraerse. Todos
redoblarnos la atención, y vimos henchirse la cortina en dirección
al Sr. Finzi, á la vez que un objeto se dirigía con lentitud hacia la
mesa. El objeto aludido era la silla que se encontraba detrás de la
cortina, la cual vino á colocarse encima de la mesa, apoyándose
entre el brazo izquierdo de Eusapia, y la mano derecha del doctor
Finzi. Una observación notable tenemos que hacer, y es que la
silla fué colocada de tal man e ra, que hacia sombra á las manos de
Eusapia. En efecto: el respaldo estaba situado de plano sobre la
mesa, y el asiento interceptaba la luz 15, modo de pantalla, entre la
lámpara y el rostro de la médium.
¡Cómo se explica este fenómeno?
Es absurdo suponer la presencia de una persona extraña en la
habitación. Esta es reducida, completamente cerrada, y con luz
suficiente para inspeccionar debidamente. Por lo mismo, y tenien-
do en cuenta todas las circunstancias que concurrieron en el he-
cho que se acaba de mencionar, no puede atribuirse á Eusapia la
atracción de la silla.
Nos hallamos pues, en presencia de un hecho absolutamente
inexplicable, y que apenas admite restricciones.
Digo apenas, por un extremo escrúpulo.
Mientras tuvo lugar la experiencia, se limitó el Dr. Finzi á to-
car y sentir el hilo de cobre arrollado en los dedos de Eusapia, lo
que en rigor podía permitir á esta, verificar algunos movimientos.
De todos modos, si la experiencia que acabamos de relatar se
repitiera con éxito, bastaría por si sola á desvanecer toda clase de
dudas.

§G
Todavía podría hacer mención de algunas experiencias, como
aportes de flores, levitación de Eusapia con su silla hasta la mesa,
fenómenos luminosos, etc.; pero la relación de estos hechos no
llevaría la convicción, porque sus causas podrían atribuirse á una
extrema destreza. Creo por lo mismo inútil, insistir en ello.

CONCLUSIÓN

¡Qué conclusión podemos hacer?


Si en todos los casos se hubiese obtenido un resultado absolu-
tamente decisivo, no experimentaría ninguna dificultad en emitir
altamente mi opinión.
' 7 ,ï,7:,-,174rP7

84 PRIMERA PARTE

El desaire público no me inquieta mucho, puesto que no será


la primera vez que me encuentre en desacuerdo con la mayoría.
Las dudas que yo experimento, no son dudas de timidez 6 de in-
coherencia en mi pensamiento; son dudas reales.
Si se tratase de probar algún hecho simple y natural, casi evi-
dente a priori, 6 que no resultase en contradicción con las vulga-
res nociones científicas, me encontraría plenamente satisfecho;
pero se trata de demostrar /a realidad de fenómenos absurdos,
contrarios ä cuanto el vulgo y los sabios han admitido desde
millares de arios. Se trata de un radical trastorno del pensamiento
y de la experiencia humana; es un mundo nuevo que se nos abre,
y por consiguiente, no es posible mostrarse demasiado afirmativo
en la conclusión de estos extrafios y sorprendentes fenómenos.
Sé muy bien que los mentados hechos, en el supuesto de que
se justifiquen, podrán hallarse de acuerdo con algunas verdades
que ya son patrimonio de la ciencia; pero entretanto, debemos ser
prudentes no aceptando estas novedades sin venir precedidas de
un escrupuloso examen.
En el terreno de las pruebas, se aceptarán con menos dificul-
tad los fenómenos químicos, fisiológicos y astronómicos, que los
espiritas, pues para estos últimos, habrán muchas más exigencias
para su admisión.
Sentados estos precedentes, veamos las pruebas que pueden
invocarse en favor de la realidad de los fenómenos, juzgándolas
en su estricto valor.
Consignemos de momento la evidente sencillez de la experi-
mentación. Es manifiesto que la médium usapia, no se halla al
corriente de todas las supercherías que han realizado con gran
perfección los médiums de más allá del Atlántico. Dicha Eusapia
es de una inteligencia ordinaria, apenas sabe leer, y su cultura
manual parece muy mediana. Afiadamos que el provecho que saca
de estas experiencias es insignificante, y que en resumen de cuen-
tas, ha sacado más inconvenientes que ventajas. Jamás la liemos
sorprendido en ninguna contradicción, y después de semejantes
antecedentes, preciso es confesar, que sería necesaria una mara-
villosa dosis de astucia y habilidad para mantenerse ä tan buena
altura durante ocho afios.
Además, consiente con corta diferencia, cuantas experiencias
se le proponen; acepta que se ilumine la habitación sin prevenir-
la, y admite 6 poco menos, ä cuantos:desean concurrirá las sesio-
nes, incluso algunos observadores severos, dotados de muy mala
voluntad.
Los fenómenos que produce son sencillos, y ofrecen poca di-
versidad. Si estos fenómenos fueran pura superchería, ¿por qué
EXP. DE MILÁN. - 1892 85
limitar el espectáculo? Con la habilidad que supondría un fraude
semejante. podría aumentar el repertorio, asombrándonos cada
día mas.
Por último, ciertas personas de indiscutible honradez, están
plenamente convencidas de la sinceridad de Eusapia, y se hallan
prontas en atestiguar las irreprochables demostraciones que han
presenciado.
La psicología de estos médiums, no es la psicología del hombre
normal, y es posible que actúen en ellos ciertas fuerzas que nos-
otros conocemos con imperfección. Por otra parte, existe en la
producción de estos fenómenos, una parte de inconsciencia suma-
mente notable. En mi concepto, aun suponiendo que Eusapia
propusiera engañar, lo haría sin saberlo.
En cuanto ä la opinión de las personas que han estudiado
Eusapia durante varios arios, entiendo 'que podría apreciarse en
mucho si se tratase de fenómenos vulgares; pero tratándose de he-
chos tan sorprendentes como los que se mencionan, no puedo con-
tentarme con su afirmación, y poi . lo mismo, necesito conocer los
procedimientos adoptados en las experiencias. De ningún modo
puedo dudar de la buena fe del Sr. Chiaia y otros distinguidos se-
ñores que han estudiado á Eusapia por espacio de meses y años;
más sin ánimo de ofenderles, debo decir, que su perspicacia no se
me ha demostrado; y hablo en este sentido, porque desconfío de
mi propia agudeza, y aun trato de eliminar mis razonamientos,
dejando que los fenómenos se produzcan por sí mismos. En una
palabra, desde el momento que se analiza la experiencia, olvido
hechos anteriores y me atengo al presente, estudiándolo con de-
tención.
Reanudando mis conclusiones, manifestaré, que la hipótesis de
un compadrazgo, debe desecharse, no por absurda, sino porque no
existe. En todo caso seríamos compadres Alzsalzof, Chiaia, Schia-
parelli, Finzi, Brofferio, Gerosa y yo, que hemos asistido cons-
tantemente á las sesiones.
He dicho en otro lugar que no es posible demostrar por A + B
la buena fe de una persona. Preciso es admitirla sin pruebas, y
cuando un sabio afirma un hecho, se puede tener la seguridad de
que no miente. Podrá engañarse, pero no tratará de engañar.
En cuanto It la intervención de una persona extraña, es igual-
mente imposible. Las puertas estaban cerradas con llave; la luz
se daba inopinadamente; y muchas veces se celebraron sesiones
con luz, que permitía distinguir bien las personas y objetos situa-
dos en la habitación.
Admitiendo que existe superchería, hay que convenir que se
realiza por medios muy isencillos, casi infantiles. Eusapia no Ile-
86 PRIMERA PARTE

va ningún objeto en los bolsillos, ni en el vestido. Cuando se ex-


perimenta en plena ó media luz, se comprueba que Eusapia no
utiliza ningún artificio. Queda solamente en pié la hipótesis de
que Eusapia engaña á los circunstantes moviendo los objetos con
sus pies 6 con sus manos, después de haber conseguido separarse
de los pies y manos de las personas que le vigilan; pero tamaña
explicación es poco satisfactoria.
En algunas experiencias, como por ejemplo, en la de la balan-
za movida Ii distancia, 6 en la de la silla que desde la alcoba viene
situarse en el brazo del Dr. Finzi, y en otros experimentos de
que hemos dado cuenta, no comprendo cómo la mano de Eusapia
ha podido separarse y realizar los movimientos en cuestión. Más
por otra parte, se trata de hechos tan absurdos, que no pueden
convencer con facilidad. Las pruebas que menciono serían muy
satisfactorias er. asuntos de química; pero no lo son tanto en ma-
teria de espiritismo.
En efecto: en las experiencias de espiritismo no puede repe-
tirse el fenómeno á voluntad, y'esto origina en nuestra alma una
duda, ligera si se quiere, pero que al proponernos desvanecerla
por medio de una comprobación rigurosa, no nos es dable realizar-
la, porque el fenómeno deja de producirse.
A medida que las condiciones se hacen más precisas, los resul-
tados son más medianos.
Aquí sucede todo lo contrario que en la verdadera experimen-
tación científica, y por mi parte, no encuentro otra comparación
para explicar la incertidumbre del que observa esta clase de fe-
nómenos, que lo que ocurre al químico cuando supone haber en-
contrado un nuevo cuerpo en una mezcla, y proponiéndose eli-
minar todos los cuerpos extraños por medio de la purificación,
vé desaparecer las propiedades del cuerpo que creyó encontrar.
De purificación en purificación, se ha quedado con nada.
Yo no quiero decir que el resultado de las experiencias sea nulo,
porque cometería una injusticia al expresarme así. Lo que debo
afirmar es, que para admitir como un hecho científico indiscutible
el movimiento de objetos sin contacto, materializaciones, aportes,
etc., precisan pruebas sin réplica, repetidas por millares de veces.
En resumen:
Por absurdas é ineptas que sean las experiencias realimdas con
Eusapia, me es muy dificil atribuirlas á una superchería conscien-
te 6 inconsciente, ó á una serie de supercherías. Sin embargo; hace
Jalea la prueba formal, irrecusable, de que no existe fraude por
parte de Eusapia, ó ilusión por nuestra parte.
Precisa pues, que busquemos esta prueba irrecusable.
CA RLOS RICHET.
CAPITULO IV

Las experiencias de Nápoles en Enero de


1893

RELACIÓN HECHA POR EL DR. WAGNER


Catedralico de Zoología en el Instituto anabíntico de San
Petersburgo.

Con objeto de restablecer mi salud, tuve necesidad de


pasar el invierno de 1893 en Näpoles. Ningún deseo me ani-
maba por ver á la famosa médium napolitana Eusapia Pa-
ladino, limitándome á dejar una carta al Sr. Chiaia, que se
encontraba en aquella fecha en Milán. La suerte quiso, no
obstante, que asistiera ä las sesiones, y aceptando la invi-
tación de una señora rusa domiciliada en Nápoles, me tras-
ladé ä su casa el día 24 de febrero.
Allí nos reunimos 10 personas en heterogéneo círculo.
Entre ellas existían espiritistas convencidos, incrédulos y
excépticos.
La casa tenía doš pisos que se comunicaban por una es-
calera de piedra, inclinada y estrecha. Las sesiones tuvie-
ron lugar en una habitación del segundo piso, pequeña,
obscura y sin ventanas, aunque con una abertura en la bó-
veda, que comunicaba con una estancia igualmente exi-
gua. Este departamento estaba iluminado por una linterna
con cristales rojos pendiente del techo, mientras que la ha-
bitación primeramente descrita, lo estaba por una linterna
exin cristales verdes. La escalera conducía directamente h
▪▪

88 PRIMERA PARTE

esta habitación por medio de"una puerta con cristales, fil-


trándose ä través de los mismos mientras se celebraban las
sesiones, una débil claridad. Ambas lámparas permanecían
apagadas durante las experiencias.
A izquierda de la puerta con cristales, existía otra que
conducía å un pequeño corredor, desde el cual se penetra-
ba ó un gabinete reducido, que no tenia otra salida que la
cocina.
La dueña de la casa invitó á dos de sus huéspedes (los
más excépticos) á reconocer el departamento en que se ha-
bían de celebrar las sesiones. Yo propuse que el círculo fue-
se constituido en un principio, por un número restringido
de personas elejidas entre las que creen en los fenómenos
medianímicos, ó á lo menos, en la existencia de otro mun-
do. Los demás miembros debían quedar provisionalmente
en espectación. La propuesta fuée aceptada.
Eusapia Paladino entró acompañada de cuatro personas>
las cuales tomaron asiento alrededor de una mesa de ma-
dera en forma cuadrada. He aquí algunos detalles de la per-
sona de Eusapia Paladino.
De cuantos médiums he conocido en mi vida, ninguno.
me ha sido tan simpático como Eusapia. Su mirada es la de
una buena campesina, sencilla y franca; durante las sesio-
nes, se coloca enteramente á la disposición de lbs concu-
rrentes, esforzándose en convencerles de que su voluntad
no interviene para nada en las manifestaciones que se pro-
ducen.
Durante los fenómenos de materialización, sufre visible-
mente, y no rechaza de ningún modo las comprobaciones y
registros que se practican.
Cuando le pregunté qué cosa sentía cuan do afectada de
convulsiones se ponía ä gemir,.contestöme: Oppresione.
Nos colocamos alrededor de la mesa formando cadena,
correspondiendo mi asiento al lado de la médium. En la ha-
qitación existía luz suficiente para distinguir todos los ob-
retos; además de las linternas roja y verde, se colocó una.
bujía encendida sobre un pequeño armario próximo á la
mesa.
En el momento de .quedar sentados y formar cadena, la
mesa empezó å moverse, elevándose con facilidad y fuerza
EXP. DE NÁPOLES. - 1893 89.
los dos pies del mueble mas inmediatos á Eusapia. Esta, le-
vantó las manos, rogandonos que apoyóramos las nuestras
con toda suavidad, y pocos minutos después, rf anudó la me-
sa sus movimientos, inclinändose tan pronto de un ladocomo
de otro, llegando por fin ä elevarse por sus cuatro piés con
un movimiento pausado y regular. En el mismo instante
entró en la sala de experiencias la dut Ña de la casa con cua-
tro personas mas, y examinaron toda la habitación con una
bujía, sin descuidarse de inspecciGnar los piés y vestido de
la médium.
En su misma presencia se elevó nuevamente la mesa
basta la altura de un pié, y después de sostenerse un se-
gundo en el aire, descendió bruscamente hasta chocar con
fuerza en el suelo. Después de este fenómeno, que se repitió
dos veces, sucedió un momento de calma, durante el cual
'sufría Eusapia visiblemente.
AcordAndome de las condiciones en que se realizaron
laS sesiones de Eusapia en 111i lAn, en presencia del Sr. Aksa-
kof y vatios sabios italianos y franceses, propuse transpor-
tar la mesa hasta la puerta que comunicaba con el corre-
dor, ó fin de que le médium pudiera hallarse ä la vista de
todos.
Yo me coloqué junto A la mesa con dos personas mas, y
las restantes, se situaron al lado de la médium por el orden
que se les indicó.
Esta disposición duró poco, pues desde el instante que
los fenÓMenos se reanudaron, cuantos se hallaban presentes
se aproximaron á la mesa. Enfrente de mí se situó el señor
Pessino, hijo de un renombrado abogado de Näpoles.
Al poco rato, empezaron las cortinas ó henchirse y sepa-
rarse, de un modo visible para todos. Los concurrentes pi-
dieron que los fenómenos se acentuasen. El espíritu guía,
que dijo llamarse ' John-King (antiguo conocido mío), hizo
saber por medio de cinco golpes, que precisaba disminuir la
luz. Se apagaron las lAmparas, y casi en el preciso instante,
vimos desprenderse de Eusapia una masa obscura que se
parecía vagamente i una mano. Yo vi con gran precisión
esta forma, que se destacaba sobre el fondo iluminado de la
puerta..
Encima de la.mcsa existía una trompetilla y un cuerno
• 90 PRIMERA PARTE

de Caza, previamente colocados por mí antes de principiar


la seSión. John-King cogió el cuerno sin que nos apercibié-
ramos, y produjo algunas notas; sopló luego suavemente
en la trompetilla, y depositó ambos objetos sobre la mesa.
Después de las manifestaciones que se acaban de relatar,
sentí sobre mi mano izquierda el contacto de dedos perte-
necientes ä una mano pequeña., Este incidente ocurrió
mientras sostenía la mano de mi vecino de la izquierda, no
pudiendo atribuirse dicho contacto á la mano de Eusapia,
por cuanto sus manos, estaban retenidas por dos de las per-
sonas más inmediatas.
Poco después,, sentí de nuevo el contacto de la pequeña
mano, aunque en sentido inverso, es decir, como si viniera
en dirección de mi vecino de la derecha. Me di perfecta
cuenta de que el mencionado contacto no pudo realizarlo
mi vecino, porque éste era hombre de talla alta y manos
vigorosas. Con todo, esta suposición es puramente subjeti-
va, y me atengo á la observación del Sr. Aksakof.
Además de estos contactos superficiales, John Fing me
apretó suavemente el brazo, golpeándome asimismo en la
espalda.
Seguramente el invisible no resultó simpático á mi ve-
cino de enfrente, porque se levantó súbitamente diciendo,
que no podía permanecer más tiempo en el lugar que ocu-
paba. Interrogado acerca de los motivos que tenía para se-
mejante decisión, contestó que alguien le había tocado. Vi-
siblemente aturdido, cambió de sitio, colocándose á mi lado;
pero muy pronto se separó del círculo donde se daban los
golpes medianímicos. Entonces se colocaron ä la izquierda
de Eusapia dos de los concurrentes, excépticos implacables.
El más inmediato á la médium, podemos decir que sufrió la
prueba del martirio. Cuanto más apretaba la mano de Eusa-
pia y con mayor fuerza comprimía su pié, mayores eran los
golpes que le propinaba John King. No queriendo darse
por vencido, soportaba valerosamente el ataque. Aquello
parecía el juego del gana-pierde.
Serían próximamente las 9 cuando la atención de los
concurrentes converji6 hacia uno de los pliegues de la cor-
tina inmediato ä la médium. En el obscuro espacio situado
detrás del cortinaje, se producía la materialización de una
ngelk7r.,7e!--'777.7v',7`31:4:'-.
.

E XP. ÐI N ÁPOL ES - 1893 91


mano. Dicha mano empujó la cortina hacia adelante, mien-
tras las manos de la Paladino eran visibles para todos. Una
persona sujirió . la idea de que uno de los presentes pasase
la mano por detrás de la cortina â fin de tocar la mano ma-
terializada, pero nadie se atrevió á realizar la experiencia.
Conviene hacer observar, que John King, se comporta
siempre de un modo correcto comm aquellos que en el tie-
nen fe.
Se pidió al invisible que diera algunos golpes sobre la
puerta del armario, y el invisible satisfizo los deseos de los
reunidos, .echando la cortina sobre el tablero derecho de
aquel mueble, y abriéndolo y cerrándolo con violencia acto
seguido.
Esta fue la última manifestación que se obtuvo en mi
presencia. Las exigencias del público que concurrió á estas
sesiones, trajeron á mi memoria las severas condiciones
impuestas á los hermanos Eddys, médiums americanos, ä
quienes se les ataban las manos á una cruz, ó ä sus pies.
Aunque en la sesión de que acabo de ocuparme no se
emplearon ligaduras de ninguna clase, es preciso convenir,
que Eusapia, con su carácter meridional, tuvo que sufrir
mucho con las violentas fantasías de los incrédulos.
Abandoné la sesión, porque me lastimaba ver tanta exi-
gencia partiendo de personas incompetentes. Después (le
mi partida, continuaron todavía los fenómenos. John King
cubrió la cabeza de dos excépticos, con, endebles sillas de
junco, no pudiendo decir si este fenómeno ha hecho bam-
bolear su incredulidad.
Uno de los motivos que particularmente me indujo t't
presenciar alguna sesión con Eusapia, fué la cuestión de
saber, si un médium de efectos físicos, podía ser méditun de
materialización. En San Petersburgo conozco un médium
escribiente que se transforma en notable médium de mate-
rializaciön.,Esta facultad, es evidentemente la más elevada
á que puede llegar todo médium de efectos físicos. Otro de
los motivos porque deseaba ver trabajar ä Eusapia, era para
convencer al Profesor K. de la realidad de los hechos me-
dianímicos. El mencionado Profesor residía en Nápoles ocu-
pando dos habitaciones inmediatas á la mía.
Antes de pasar adelante en mi relación, debo confesar,

92 PRIMERA PARTE

aunque con pena, que en el curso de la segunda sesión me


convencí una vez más, de que la creencia en el hombre, es
independiente de su razonamiento.
Bajo este punto de vista, fué la mentada sesión una ex-
celente materia de estudio. Tuvo aquélla lugar el día 2 de
Marzo en un espacioso salón provisto de anchurosa ventana,
que se cerró herméticamente. Los concurrentes éramos seis:
La señora P., mi esposa, el Profesor K..., el Doctor B., la
médium, y yo. Siguiendo mi colega las indicaciones que le
di, situóse ä la derecha de la médium, en tanto que yo me
coloqué á la izquierda de la misma. La mesa alrededor de
la cual nos sentamos, era redonda, de un solo pié, y muy
incómoda para las experiencias.
Al dar principio ä la sesión, iluminaba la estancia una
bujía con pantalla encarnada, que se situó encima de la
mesa redonda; y una lámpara, que descansaba en una mesa
inmediata; pero habiendo pedido John King que se dismi-
nuyese la luz, trasladamos la bujía á la otra mesa, y apaga-
mos la luz de la lámpara.
Pocos minutos después, se puso la mesa en movimiento,
balanceándose y elevándose por el extremo opuesto al sitio
que ocupaba la médium. Reconociendo que la mesa resul-
taba incómoda, la reemplazamos por una mesa de juego que
estaba situada en una habitación inmediata. Esta mesa, se
elevó completamente en el aire, más el Profesor K... no se
dió por satisfecho, por no haberle sido posible observar los
pies de la médium, á pesar de que en el transcurso del ex-
perimento, los piés del Profesor contactaron siempre con los
de Eusapia.
Entonces propuse utilizar un trípode, pero los continua-
dos cambios que realizamos, y el desacuerdo que reinaba
entre el grupo. dieron por resultado la interrupción de los
fenómenos. Por último; impacientada Eusapia por nuestra
incredulidad, se levantó, y cogiendo la mano del Profesor
K...,:le dijo: ¡Cuándo los verdaderos experimentadores se
limitarán ä estudiar en un medio homogéneo, sin la intru-
sión de personas que traten de someter el fenómeno ä sus
caprichos? ¡No quereis creereues bien; vais á ver una ma-
nifestación Medianimica y os convenceréis. Y conduciéndo-
le hacia la ventana cerrada, plegó la mano como el que
EXP. DE NÁPOLES. - 1893 93
trata de escribir, y la apoyó contra el postigo. A. los breves
segundos, tomó Eusapia la mano del Profesor K..., con la
cual trazó un rasgo bastante extenso, que, comprobado it la
luz de la bujía, resultó un dibujo hecho con lápiz, imitando
la letra C.
De la forma del rasgo se deducía, 6 bien que había sido
trazado en dos veces, ó realizado simultáneamente por dos
manos.
Interrogué al Profesor K... acerca de lo que pensaba de
este hecho, contestándome, que no habiendo examinado pre-
viamente la ventana, cabía la suposición de admitir que el
dibujo ya estaba trazado.
Desmenuzando la idea, cree el Profesor K... que en la
ventana, existía una señal conocida por la médium, y que al
acompañarle la mano, quedó ennegrecido uno de los dedos
del Profesor, y con este (ledo habría trazado la línea suple-
mentaria. Esta suposición cree poder fundarla en el hecho,
de que la línea trazada con el dedo, borraba por abajo la lí-
nea dibujada con el lápiz, que terminaba con un rasgo des-
cendente.
Sin embargo, resulta muy difícil admitir que el dedo del
Profesor K..., conducido por la mano de Eusapia, siguiera
correctamente la línea dibujada previamente por ésta.
Así que la médium se hubo enterado de esta opinión, nos
rogó que examináramos el otro postigo.
Nada encontramos de particular.
Entonces se sirvió de mi mano como antes se sirvió de
la del Profesor K..., y después de algunos segundos, quedó
marcada una línea con lápiz, imitando la letra C.
Solicitando del Profesor K... una explicación de lo que
acababa de obtenerse, manifestó éste, que la línea no que-
dó dibujada en la misma dirección que teníamos aplicadas
las manos, sino un poco más abajo, dejando por resolver el
punto concerniente al autor de la línea, y el momento en
que se dibujó.
El Profesor K... manifestó claramente su incredulidad
respecto á las manifestaciones medianímicas, así como la
desconfianza que le merecía la médium.
Con ánimo de desvanecer sus dudas, le propuse que se
retirara por unos momentos en unión del doctor B...,. hasta
94 PRIMERA PARTE

que las manifestaciones adquiriesen un marcado desarrollo.


Ambos consintieron gustosamente.
Al reanudarse la sesión, se elevó la mesa pequefia hasta
la altura de un pié. Mi mujer suplicó Eusapia que se co-
locara de lado, apoyando ambos piés sobre una silla. En es-
tas condiciones, se repitió el fenómeno de levitación de la
mesa. Entonces invite al Profesor K... para que fuese testi-
go del fenómeno, y en su presencia, continuaron las mani-
festationes. A pesar de cuanto se desarrollaba ante sus ojos,
no se (lió por convencido, alegando que los piés de la mesa
quedaban envueltas en el vestido de Eusapia. Este detalle,
le hizo concebir como es natural, ciertas sospechas, pero,
reflexionando detenidamente debía comprender, que aun
separando la médium sus piés de la silla, había de serle
imposible levantar ta mesa.
Los investigadores que en el año 1872 estudiaron en Mi-
län estos fenómenos, ya notaron la particularidad de hin-
charse el vestido de la médium cada vez que se desarrolla-
ba una manifestación del género que acabamos de referir,
sin que se pueda atribuir ä intervención voluntaria por par-
te de aquélla.
Bajo el punto de vista medianimico, puede esto explicar-
se por la emanación de los flúidos del cuerpo (lela médium,
los cuales se materializan. Pero si debemos aceptar los ar-
gumentos del buen sentido, es decir, los que proceden de
ideas materialistas, no nos queda otro recurso que aceptar
la combinación de resortes ocultos que se ponen en activi-
dad cuando se opera el fenómeno. Probablemente el Profe-
sor K... llegó ä esta conclusión, por mäs que sus deseos no
eran (según manifestó), los de entregarse ä ninguna conje-
tura.
La manifestación que acabo de referir, fué la última que
observó el Profesor pues ä pesar de que los fenómenos
continuaban, se levantó bruscamente, y se marchó sin des-
pedirse.
Este extraño proceder, dä cuenta de la extrema irritación
del sabio excéptico que se vé encerrado en el siguiente di-
lema: ó admitir que los fenómenos de que acaba de ser tes-
tigo son tan notables, que necesariamente han de convertir
ä cuantas personas los ven, ó suponer que se trata de jue-

r%
EXP. DE ÁPOLIS. - 1893 95
gos de prestidigitación, para los que es inútil y estúpido de-
tenerse.
Probablemente la segunda alternativa se ofreció A su
espíritu, y prefirió huir la tentación.
CAPITULO V

Las experiencias de Roma en 1893 y 94

El Sr. Enrique de Siemiradski (1) que ha asistido en Roma


y Varsovia á unas 50 sesiones, es una de las personas que
mejor han podido observar los fenómenos que produce Eu-
sapia. El resúmen de las experiencias que ha realizado en
Roma, y de las que no ha dado cuenta en público, es un do-
cumento precioso, porque nos presenta una revista de con-
junto de los fenómenos comprobados por él, y por diversos
observadores.
A continuación lo reproducimos íntegramente.

EXPERIENCIAS EN MAYO DE .1893


A. PRIMER GRUP0. — Movimieitlo de objetos C011, ó Silt con-
tacto por parle dejas manos de la médium.

Una pequeña mesa de madera blanca, sin bordes salientes,


se levanta sobre sus dos piés, tan pronto del lado de la mé-
dium, como del opuesto, y luego se balancea acompasada-
mente. A medida que se prolonga la sesión, los movimientos

(1) El Sr. de Siemiradslii, miembro correspondiente de nues-


tro Instituto, y de las Academias de Bellas Artes de San Peters-
burgo, Berlín, Roma, Stolzolnao, etc., es no solamente un gran
pintor que obtuvo medalla de honor en la Exposición Universal
de París del año 1878. sino un gran experimentador habituado a
los mötodos precisos de investigación, en virtud de los estudios
que tiene realizados con gran brillantez en la Facultad de Ciencias
Naturales de Kliarliof.
EXP. DE ROMA. — 1893 44 97
8e acentúan, elevándose la mesa y sosteniéndose en el aire
durante 2 ó 3 segundos. Tanto durante la levitación como
.en el curso de las experiencias, las manos y pies de Eusapia
se apoyan en nuestros pies y manos. Esta es la regla.
El grado de luz varía, desde la obscuridad más completa,
hasta la luz de dos bujías ó de una lámpara de petróleo.
La obscuridad facilita á la médium entrar en trance.
Una vez en dicho estado, se producen los fenómenos
-aunque sea en plena luz. En estas condiciones, puede com-
probarse la imposibilidad en que se encuentra la médium
.de producir mecánicamente los mencionados movimientos.
A la luz del magnesio, hemos obtenido tres fotografías
instantáneas que reproducen la levitación de la mesa. En
una de ellas, se puede observar que ninguno de los concu-
rrentes contacta con dicho mueble (Véase la lámina IV).
Se ha notado, con gran frecuencia, que al producirse la
levitación, se henchían los bajos del vestido de Ensapia,
dirigiéndose hacia el pié de la mesa. Este relieve del vesti-
• do produce al tacto una impresión como el de la tela hen-
chida por el viento. Jamás se ha encontrado entre los
pliegues de la ropa ningún objeto sólido. Tampoco ha sido
posible sorprender (ä, pesar de minuciosos registros), movi-
miento alguno en los pies y rodillas de la médium.
En diferentes ocasiones se les quitaron ä los concurrentes
• sus sillas, y fueron colocadas encima de la mesa. General-
mente ocurría esto, ä la persona situada en el lado izquierdo
de Eusapia. Dicho lado es asiento de mayor irritabilidad
nerviosa que el lado opuesto, y de la extensa cicatriz que
radica en la región temporal, se desprende un intenso soplo
.en ciertas ocasiones'.
Ordinariamente se producen las manifestaciones bajo el
'siguiente orden: Mi mano derecha mantiene asida la mano
izquierda de la médium, y ésta, apoya el pié izquierdo sobre
el mío, rozándose su pierna Con la mía. El celador de la de-
recha hace lo propio en su correspondiente lago.
En tales condiciones, sentí uno ó dos golpes en el pié de
mi silla, la cual empezó ä moverse. Me levanté del asiento
sin dejar de vigilar los movimientos de la médium, y á, todo
esto, la silla parecía esforzarse por ascender hasta mi brazo
y el de Eusapia, rozando Mi espalda y la cabeza, y situä,n-
7
98 PRIMERA PARTE

dose por último, encima de la mesa. Comprobamos su pre-


sencia, ä la luz de una cerilla que encendió uno de los pre-
sentes, y al quedarnos nuevamente ä obscuras, descendió.
la silla por el mismo camino.
En cierta ocasión asistió mi primo L. Proszynski á una
de estas sesiones experimentales, viéndose sorprendido por-
el peso de una silla que le subió hasta la cabeza. Dicha silla
descendió de la misma manera, sin que en el transcurso del
fenómeno, las manos de la médium cambiaran de posición.
Una noche se me ocurrió la idea de dejar sobre la Mesa
un pequeño herófono y una diminuta caja de música. Al
cabo de breves minutos de espera, el herófono empezó ä to-
car, dando vueltas sobre nuestras cabezas. Palpando encima
de la mesa, nos aseguramos que el instrumento había des-
aparecido. Pocos instantes después, apareció en el mismo
sitio, oyéndose un ruido sordo, como si manosearan el he-
rófono, subsiguiéndole otró ruido parecido al de un cuerpo
sólido que cayera de plano sobre el pavimento. Breves se-
gundos después, se oía un ronquido sordo como si partiese
del instrumento. Iluminamos la habitación, sin 'cine los en-
cargados de vigilar ä la médium abandonasen su puesto, y
contemplamos, á un metro de distancia, el disco de cartón
agujereado que determina en el herófono el aire musical.
' Dando vueltas al manubrio del órgano, obtuvimos los soni-
dos monótonos que antes habían llamado nuestra atención.
La cajita de música fue objeto de una manifestación análo-
ga. Volteó alrededor de la mesa, dejando oir los sonidos
argentinos de un aire escocés, y apoyándose de vez en cuan-
do en la frente de los 'concurrentes.
Al examinar poco después la cajita, vimos alrededor de
la manivela, algunos cabellos de señora, que indudablemen-
te se desprendieron al rozar contra su frente.
Voy ahora á dar cuentá de algunos experimentos que-
presencié en unión de Ochorówicz.
1. 0 Una balanza de resorte fué situada sobre la mesa, y
encima del platillo, colocamos un electroscopio compuesto
de dos bolas de saúco Unidas por hilos de seda á una co-
lumna de cristal.
Pocos minutos después de apagar las luces, se oyó un
formidable ruido procedente de la balanza, y comprobamos
'

EXP. DE ROMA. - 1893-94 99


que el electroscopio había desaparecido de su sitio, yendo
Colocarse encima (le!
Repetimos la experiencia, y esta vez, el instrumento,
con los hilos de seda arrollados en el soporte, Vi l o á colo-
carse entre las manos del doctor Ochorowicz. Parecía que
una fuerza oculta quería mofarse . del sabio, y le sus instru-
mentos de precisión.
2." Las experiencias se realizaban en mi comedor, en el
que había una lámpara apagada, suspendida en el techo
por encima (le una grande y pesada mesa. Eusapia. Ocho-
rowicz, algunos amigos, y yo, estábamos sentados junto e't
una mesa de madera blanca que se dispuso en un extremo
del comedor. Ente todos formamos la cadena, siendo im-
posible alcanzar la lámpara desde el sitio que ocupábamos.
Un ruido bastante perceptible nos avisó de que algo se
realizaba, y después de un breve rato de espera, se nos ad-
virtió por medio de golpecitos dados en la mesa, que el ex-
perimento estaba terminado. Encendimos una bujía, y vi-
mos que se había hecho descender la lámpara (que era (le
contrapeso) hasta hacerla apoyar en una pesada silla trans-
portada sobre la mesa.
3 •0 En un ángulo del comedor que correspondía algo
detrás y ä la izquierda de Ochorowicz y Eusapia, existía un
piano, y como manifestásemos deseos de oirlo tocar, nos fué
atendida la súplica.
Antes (le producir ningún sonido, oímos perfectamente
cómo el piano cambiaba de sitio, y aun el Dr. Ochorowicz
viö el fenómeno, gracias á un rayo de luz, que partiendo (le
una rendija (le la ventana, se reflejó en la superficie bruñi-
da del instrumento.
Este fué abierto, y empezaron ä °irse algunas notas gra-
ves„pero en el instante expresé en voz alta el deseo de que
se tocaran á la vez las notas graves y agudas, lo cual fué
inmediatamente ejecutado. Terminado este número de la
sesión, púsose el instrumento en marcha rozando con nues-
tros asientos; y acompañando ä nuestra mesa de experien-
cias, que también se puso en movimiento, recorrimos algu-
nos metros de la estancia.
4.° Un vaso conteniendo agua hasta su mitad, y que
se hallaba sobre al bufet, lejos del alcance de nuestras ma-
loo PRIMERA PARTE

nos, fué llevado por una fuerza desconocida hasta los labios
del Dr. Ochorowicz.
La operación tuvo lugar en plena obscuridad, con una
precisión prodigiosa.

B. SEGUNDO GRUPO. — Contacto de manos invisibles.

Estos contactos que se perciben con gran limpieza, pare-


cen ser producidos por una mano humana, que tan pronto
roza suavemente la cabeza, cara y extremidades de las per-
sonas inmediatas ä la médium, como les sujeta las manos,
llevändolas hasta el borde superior de la mesa.
Alguna vez ha ocurrido que dicha mano misteriosa ha de-
jado sobre nuestros brazos y espaldas, trazos blancos hechos
con tiza, como si tratase de apartarnos la idea de una sujes-
tión ó alucinación colectiva.
La demostración de la objetividad del fenómeno, ha ido
todavía mäs lejos. La misteriosa mano, ha dejado impresio-
nes de dedos con su epidermis sobre superficies cubiertas
de negro de humo.
Por medio del moldaje, heillos conseguido comprobar la
existencia de una mano que no pertenece ä ninguno de los
reunidos. Para ello colocamos encima de la mesa gran-
de del comedor, una pesada vasija llena de tierra de mo-
delar, sentändon,os todos, incluso Eusapia, alrededor de
otra mesa situada ä un metro de distancia. Después de es-
perar unos minutos, la vasija fué ä colocarse sobre nuestra
mesa.
A todo esto, no abandonamos ni un momento las manos
de la médium, y después de un corto periodo de convulsio-
nes y gemidos, dijo: «E falto» (ya estä hecho). Encendimos
la bujía, y encontramos dentro de la vasija una cavidad
irregular, que, después de haberla llenado de yeso, nos dió
un molde perfecto de dedos crispados y como envueltos de
una tela fina, por entre cuyos pliegues se veía con la mayor
claridad la epidermis. (Lamina V). Dos moldes menos per-
fectos se obtuvieron en las mismas condiciones.
Seguidamente intentamos obtener el moldaje de John
King, pero no obtuvimos mäs que la impresión de una su-
perficie ligeramente ondulada y envuelta de tela, opinando
EXP. DE ROMA. — 1893-94 101
que se trata del rostro del personaje invisible, á juzgar por
los moldajes que otros experimentadores han obtenido.
Tengo en mi poder algunas muestras de moldajes de
esta índole, obtenidos por el señor Chiaia con ayuda de la
médium Eusapia. Los más perfectos, presentan una singular
particularidad; el rostro se halla envuelto de un velo, soste-
nido por encima de la cabeza por una mano crispada. Dicha
mano parece pertenecer al fantasma.
Recientemente, el doctor Vizani Scozzi, de Florencia,
- que era muy escéptico al principiar esta clase de estudios,
obtuvo en Nápoles un moldaje análogo al que hemos dicho.
y cuya fotografía conserva el Sr. Hoffmann, de Roma.

C. TERCER ORUP0. — Apariciones luminosas.

Se forman en la más completa obscuridad, y consisten


en pequeños globos luminosos, fosforecescentes, que revo-
lotean por encima de nuestras cabezas. El mencionado fe-
nómeno acompaña de ordinario ä los contactos de manos,
aunque se trata de un orden distinto.

D. CUARTO GRUP0. — Fenómenos auditivos.

El fenómeno más común, es el de ligeros crujidos en la


madera de la mesa, 6 bien se trata de golpes que pueden
ser muy débiles ó sumamente intensos. Otras veces, se oye
alrededor de los concurrentes, chasquido de dedos, aplau-
sos, ó ruido de pasos, como si alguien nadase por la habi-
tación.
Una noche percibimos el sonido de una voz hueca que
hacía esfuerzos por formular una palabra; en otra sesión,
estalló sobre nuestras cabezas una carcajada festiva.

EXPERIENCIAS DE 1894

En la primavera de 1894 tuve ocasión de tomar parte en


una nueva serie de experiencias con Eusapia, en colabo-
ración con los Doctores Richet, Schrenck-Notzing ((le Mu-
nich), Lombroso (que asistió ä una sesión), Danilewski ((le
,Tresjr.'7":"

102 PRIMERA PARTE

la Facultad ile• Medicina • (le San Petersburgo) y Dobrzycki


(redactor de . La Gaceta de Medicina, de Varsovia.)
r Los resultados fueron poco más (5, • menos los mismos, y
siempre -muy concluyentes. .
• He aquí algunas experiencias que merecen consignarse.
Con objeto de hacer mover un cuerpo sin tocarlo, encon-
trándose aislado, se .colocó • un trocito de papel plegado en
forma de choza A , sobre un trozo de cartulina que se cortó
de una tarjeta del doctor Dobrzycki, cubriendo ambos cuer-
pos con un vaso invertido. Al observar que la médium se fati-
gaba inútilmente, decidimos abandonar sobre la mesa gran-
de, dicho aparato, trasladándonos los concurrentes ä la mesa
pequeña. Después de haber cerrado cuidadosamente con
llave las puertas de la sala, rogué ä mis huéspedes que
guardaran en sus bolsillos las llaves, ä fin de que no pu-
diera acusárseme de poco previsor.
Apagamos la bujía, y á los pocos momentos, percibimos
sobre nuestra mesa el ruido (lel vaso. Inmediatamente en-
cendimos la luz, viendo con sorpresa, que el vaso se hallaba
sobre nuestra mesa, guardando la misma disposición con
que lo dejamos en la mesa grande, aunque faltaba el dis-
co de cartulina. Cuantas pesquisas hicimos para encontrar-
lo, resultaron vanas.
Terminada la sesión, hice pasar ä mis huéspedes ä la
antecámara. El doctor Richet estuvo encargado de abrir la
puerta de entrada, que fué cerrada por dentro durante
la sesión, viéndose sorprendido sobremanera al encontrar
en la parte exterior de la puerta, junto ä la escalera, el dis-
co de cartulina que inútilmente habíamos buscado.
En otra sesión colocamos sobre la mesa un plato lleno
de negro de humo, y la mano misteriosa dejó allí la impre-
sión de sus dedos. Habiendo reconocido inmediatamente
las manos de los concurrentes, incluso las de Eusapia, se
encontraron con el color normal. Invitada entonces la mé-
dium ä reproducir con su mano, una impresión idéntica en
otro plato lleno de igual substancia, quedó con los dedos
ennegrecidos. Comparando ambas impresiones, observamos
una semejanza notable, ó por mejor decir, una completa
identidad en la disposición de las espirales epidérmicas, que,
como es sabido, varían en cada invidividuo. La particula-
EXP. DE ROMA. - 1893-94 103
lidad mencionada, habla de una manera elocuente en favor de
la hipótesis del desdoblamiento del médium.
También obtuvimos el moldaje de la mano fluídica en-
vuelta con su velo. He aquí las particularidades de la expe-
riencia.
Las manos de Eusapia se hallaban aprisionadas como de
ostumbre, no quedändole en libertad niós que la punta de
los dedos, que estaban envueltos con el pañuelo del doctor
.Schrenck-NOtzing. Ei plato de arcilla se hallaba fuera de su
alcance. En un momento dado, empezó la médium ä gemir,
-apoyando entre tanto las puntas de sus dedos sobre el dorso
de mi mano. Parecía sufrir mucho, y se lamentaba de que la
arcilla era. muy dura, pareciendo evidente que su sensibili-
dad estaba exteriorizada con el doble de su mano; afectán-
dose dolorosamente la médium, por la resistencia que ofre-
cía la greda ä la mano (le! fantasma.
Antes de terminar, debo hacer mención (le! «soplo frío»
'que sienten muchas veces los concurrentes durante las
sesiones. Este soplo es muy sensible cuando se desprende
de la cabeza de la médium, y corresponde precisamente ä la
región temporal izquierda, en donde tiene una extensa ci-
c atriz.
werw-Arnirevemon9Wiew"'

CAPITULO VI

Las experiencias de Varsovia desde el 25


Noviembre al 15 Enero de 1894

Al asistir el doctor Ochorowicz ä las experiencias que se


verificaron en Roma, obtuvo de Eusapia la promesa de que
iría unas cuantas semanas ä Varsovia para someterse á las
observaciones del doctor polonés y de sus amigos. El día 25
de Noviembre de 1893 cumplió Eusapia la promesa, llegan-
do ä Varsovia y alojándose en casa del doctor Ochorowicz,
donde podía ser examinada á cada momento, no tan sólo
por el doctor, si que también por su señora. La médium Eu-
sapia permaneció en la capital de Polonia hasta el día 15 de
Enero de 1894.
Durante estos 52 días, diö 40 sesiones, en las cuales toma-
ron parte alternativamente de 120 ä 25 personas elejidas en-
tre las más notables de la ciudad, como el general Sócrates
Starynkiewcz, antiguo presidente de Varsovia, y los señores.
Watraszewski,,Héring, Higier, Harusewicz, doctores en me—:
(Reina, Swiencicki, Glovacki Prus, Matuszewski (1), célebres.
literatos, y el señor Bronislas Reichman, ingeniero elec-
tricista.
Otros experimentadores combatieron semejantes asercio-
nes en una serie de artículos diseminados en diferentes.
periódicos. Don Casimir° de Kranz redactó una declaración

(1) El sefior Matuszewski ha publicado recientemente un li-


bro muy interesante titulado La módiumnité et la sorcellerie,
el cual expone las experiencias realizadas con Eusapia.
EXP. DE VARSOVIA. - 1894 105
de cuanto había observado en las sesiones, la que se tradujo
al francés, siendo publicada en la Rente d'Hypnotisme, co-
rrespondiente ä los meses de Julio ä Diciembre de 1894. Con
los datos que me he proporcionado leyendo dicha traducción,
y algunas notas que se ha servido remitirme el señor Sie-
miradzki, he compuesto el siguiente resUmen, fijándome
principalmente en los fenómenos físicos, y dejando aparte
los fenómenos inteligentes.

I. ANÁLISIS DE LA DECLARACIÓN DEL SR: DE KRANZ


A. Clasificación de los fenómenos.
El señor de Kranz lía clasificado en diez categorías, los
fenómenos obtenidos, ä saber:
1. 0 Elevación total ó parcial de una mesa. Disminución 6 au-
mento de peso en una mesa suspendida en un dinam6metro.
2.' Movimiento de objetos no tocados por la médium.
a) de tablillas. Observado por 5 personas.
b) de una campanilla suspendida en un arco iluminado; 14
personas.
c) de la misma campanilla cubierta por una delgada red me-
tálica; 3 personas.
d) de una cortina. A media luz; 15 personas.
e) de una mesa pe(lueiia colocada detrás de la cortina; 13
personas.
f) de un tamboril y de una campanilla sonando en el aire por
encima de la cabeza de los concurrentes: en la obscuridad; 10
personas.
g) de una mesa grande; a. la luz, 8 personas.
h) de sillas y otros objetos elevados hasta la mesa, y descen-
didos al suelo: en la obscuridad; 10 personas.
i) de anteojos sustraídos á las personas presentes: en la obs-
curidad; 8 personas.
k) de una mesa muy pequetia: á la luz; 6 personas. "
1) de una campanilla detrás de la cortina; 14 personas.
In) Encender una 'ampara eléctrica á distancia.
n) Elevación de una tablilla situada sobre la mesa.
o) de dos tablillas unidas por medio de una visagra.
3. 0 Contactos á las personas reunidas, que pudieron observarse
en la obscuridad por 15 personas, y á la luz por 9 personas. Visión
.de una mano materializada que no era la de la médium.
4. 0 Sonidos diversos no producidos por la médium.
106 PRIMERA PARTE
a) Castafieteos, ruido de papirotes y besos. Percibidos por 10
personas.
1)) Fuertes golpes sobre la mesa en que estaba sentada la mé-
diunn; 8 personas.
c) Idénticos golpes sobre una puerta y mesa alejadas de la
médium; 10 personas.
d) Sonidos de un instrumento á embocadura; 4 personas.
f) voces, ronquidos; 6 personas.
y) Sonido de un acordeón; 4 personas.
5.° Levitación de la médium sobre la mesa; 5 personas.
6.° Fenómenos luminosos; 13 personas.
7.° Signos que aparecen de una manera anormal:
a) sobre el papel; 6 personas.
1)) sobre una tablilla 6 dos tablillas selladas; 7 personas.
c) en los puiios de la camisa de los concurrentes; 7 personas.
8.° Soplo frío; 10 personas.
9. 0 Exteriorización de la sensibilidad.
10. Adivinación de números por la médium.

B.—LEVITACION DE LA MESA

La levitación de la mesa y los contactos, son dos fenó-


menos típicos de la médiumnidad.
La levitación empieza y termina siempre la série de fe-
nómenos que se desarrollan en las sesiones; habiéndose
manifestado alguna vez en plena luz, sin tocar Eusapia ä la
mesa, y ä presencia de 12 personas.
El doctor Ochorowicz mandó construir exprofeso una
mesa de madera sin pintar, oblonga, de una altura ordina-
ria, y capaz para 6 personas. La tabla no ofrecía ningún
borde saliente, y descansaba sobre cuatro patas unidas por
travesaños. Su peso era de 25 libras.
Al principiar la sesión, se sentaba la médium casi siem-
pre, frente al ángulo estrecho de la mesa, con las manos
apoyadas en ella, aunque aprisionadas por las de las per-
sonas inmediatas. Los demás, cierran el círculo formando
cadena, y Eusapia apoya sus pies sobre los pies de los cela-
dores.
En esta disposición, se permanece unos 15 ó 30 minutos
y ä veces más, durante cuyo intérvalo, y ä petición de la
EXP. DE VARSOVIA. - 1894 107
médium , se habla, se canta un aire popular napolitano
(Santa Lucía) etc. Mientras esto ocurre, permanece Eusapia
en continua agitación. Luego se desarrollan los síntomas
histéricos.
Después de algunas oscilaciones realizadas por la mesa,
ésta se eleva á una altura de :30 ó 40 centímetros, balan-
ceándose en el aire durante algunos segundos, .y cayendo
con estrépito sobre sus cuatro pies. Su posición en el aire es
casi horizontal, aunque los piés opuestos á la médium se
elevan visiblemente algunos centímetros más.
Antes, durante, 6 después de las oscilaciones de la mesa,
frecuentemente se vé henchirse el vestido de Eusapia (cuan-
(lo está sentada) prolongándose hasta llegar it cubrir un pié
de la mesa.
Sin embargo, no siempre las cosas ocurren de idéntico
modo, según podrá verse por el relato que hace el señor
Mathuszewski y que vamos á copiar:
«He visto más de diez veces sostenerse la mesa en el aire,
sin que la médium la tocase, ni con los pies, ni con las ma-
nos. Comprobando con mis manos los pies de Eusapia, siem-
pre he sentido en ellos una fuerte tensión y como un es-
fuerzo violento aunque reprimido, por efectuar el movi-
miento necesario para levantar la mesa por el procedimien-
to usual, aunque jamás se ha valido de él. Dicho esfuerzo
parece proporcional ä la intensidad del fenómeno.» El doc-
tor Higier tratando del mismo asunto, dice así: «Una sola
vez he visto la levitación de la mesa» habiendo concurrido
las circunstancias siguientes: escasa luz; la médium lleva-
ba puestas enaguas blancas; estaba sentada enfrente del lado
ancho de la mesa; los censores apoyaban sus manos sobre
las rodillas de la médium, y yo me hallaba sentado vis á vis
de ella.» Por último, el doctor Ochorowicz se expresa de
este modo:
«En la sesión del día 20 Diciembre, se sentó Ensapia so-
bre un diván acolchonado, teniendo enfrente uno de los
costados más largos de la mesa. Llevaba la médium unas
enaguas de mi mujer, é iba descalza. Sus. rodillas juntas,
distaban unos 25 centímetros de los inmediatos pies de la
mesa. Yo me senté á la izquierda de la médium, Swiencicki,
á la derecha, y los demás concurrentes, formaron una cade-
108 PRIMERA PARTE

na en forma de semi-círculo, dejando enteramente al des-


cubierto, uno de los lados más extensos de la mesa.
Las menos de Eusapia descansaban sobre sus rodillas, y
cada uno de los censores (Swiencicki y yo,) se encargó de
vigilar con atención, la mano, rodilla y pié correspon-
diente.
Nadie (y especialmente Eusapia), tocó la mesa; y en estas
condiciones, se elevó dicho mueble por sus cuatro piés, sin
oscilaciones prévias. El fenómeno se repitió tres veces con-
secutivas.
«En la misma sesión nos dijo, Eusapia que realizaría la
levitación con'ayuda de la rodilla izquierda; y poniendo en
práctica sus propósitos, adelantó la pierna por debajo de la
mesa, elevando la rodilla hasta aproximarse ä un palmo de
la tabla, y verificándose la elevación de la mesa ä una altu-
ra de 20 centímetros. Animada por el éxito, quiso probar
con ambas rodillas, y extendiendo las dos piernas hasta sa-
lirse del otro extremo de la mesa, inclinó su cuerpo hacia
atrás, verificando un movimiento de ascenso con ambas
piernas, que estaban totalmente rígidas. Este movimiento,
fué acompañado de la levitación de la mesa, pudiendo ase-
gurar que nadie absolutamente tocó el mueble mientras se
desarrolló la experiencia. De cuanto ocurrió en esto g mo-
mentos, Eusapia no conservó ningún recuerdo ä causa de
hallarse en estado hipnótico.»
A fin (le comprobar los movimientos de los piés de Eu-
sepia, empleó el doctor Ochorowicz ei siguiente aparato. De-
bajo de la mesa de experiencias, se colocaron dos cajas gran-
des con doble fondo, en las que situaba la médium sus piés
descalzos. La anchura de las cajas permitíale mover en to-
das direcciones ambos piés, pero desde el instante que tra-
taba de levantarlos, un aparato eléctrico se encargaba de
denunciar el hecho, haciendo vibrar un timbre, que no ce-
saba de tocar, hasta haber situado los piés en el lugar debi-
do. De esta manera quedaba imposibilitada de servirse de
las piernas para levantar la mesa.
En estas condiciones, se levantó dos veces la mesa, cuyo
peso era de 25 libras, sin que en los dos actos de levitación
el timbre se dejase oir.
En el momento de elevarse por segunda vez, se sacó
,
77:19717.-'17731;r Iffr.,77Z7e7 7

EXP. DE VARSOVIA. - 1894 109


una fotografía instantánea del fenómeno, quedando visibles
1oš cuatro piés del mueble; el pié izquierdo está en contacto
del vestido de Eusapia, según es costumbre cuando la luz es
muy viva; pero tanto las cajas, como los pies de la médium,
ocupan su verdadero lugar.
Inmediatamente después de la experiencia, los concu-
rrentes probaron el aparato eléctrico, convenciéndose de la
imposibilidad de levantar los piés de las cajas sin que el
timbre diera aviso.
El doctor Ochorowicz menciona algunas levitacione's de
mesa obtenidas por Eusapia, hallándose con los piés atados
y sostenidos por una persona.
Otra de las variantes del fenómeno se produjo estando la
médium de pié, y en tanto, se elevaban las dos patas de la
mesa inmediatas ä Eusapia, llegando á describir con el sue-
lo un ángulo de 450 . Durante la elevación, las manos de los
concurrentes no tocaban la mesa, á excepción de los cen-
sores y la médium, que las apoyaban muy cerca de los
bordes.
Con objeto de medir el aumento ó disminución de pdso
. en la mesa bajo la influencia de la médium, se suspendió el
mueble á un dinantómetro fijado en el techo por medio de
una cuerda. Con dicho aparato, se realizaron dos clases de
experiencias. En una de ellas, se relacionaba la mesa al di-
namómetro, por medio de un gancho que quedaba fijo en
uno de los bordes de la mesa, y en la otra experiencia, la va-
riación consistía en fijar el gancho en el centro de la mesa.
En el primer caso, los dos pies de la mesa opuestos al dina-
mómetro, se apoyaban en el suelo, y la médium, de pié, junto
al borde levantado, aplicaba sus dedos por debajo del trave-
saño.
Al empezar la experiencia, verifica la mesa algunos mo-
vimientos, después de lo cual, acusa el dinamúmetro un
aumento de peso de 7 ä 8 libras. Igual resultado se obtiene
cuando Eusapia apoya los dedos en la parte superior del
travesaño; aunque su vestido no roce con el mueble, y la
estancia esté iluminada con suficiencia.
También se ha obtenido un aumento en 6 ó 7 libras
cuando la médium coloca su mano sobre la mesa; mas en-
tonces se observa, que el vestido se desliza por debajo de
110 . PRIMERA PARTE
uno de los pies del mueble. Esta categoría dé fenómenos
los han presenciado 8 personas. (1)
En el caso de suspender la„ mesa por el centro, se obtie-
nen levitaciónes y gravitaciones que han sido presenciadas
por siete personas. Esta experiencia, ha dado lugar á la si-
guiente observación por parte del señor Reichman.
« Eusapia coloca las manos sobre la mesa. Después de
mucho rato de esperar, la mesa se eleva, y el dinamömetro
indica una disminución de peso. Situándome en el lado
opuesto, y mirando debajo de la mesa, comprobé que la mé-
dium ejecutaba algunos movimientos involuntarios, seme-
jantes al que busca el equilibrio, notando además que el
vestido contactaba con dicho mueble.))
El señor Matuszewski menciona algunas variaciones de
peso que tuvieron lugar sin que el mueble fuese tocado.
Con relación ä estos hechos, el doctor Ochorowicz se expresa
del modo siguiente:
« La sesión del 31 de Diciembre se celebró con luz en la
habitación.
Se ataron con un bramante blanco los pies de la mé-
dium, á través de sus botas completamente desabrochadas,
quedando el extremo libre del bramante en poder de un
censor, quien impedía que los piés de la médium, se diri-
giesen hacia la pata izquierda de la mesa.
En estas condiciones, y sin que la mesa verificase ningún
movimiento previo, la presión en el dinamömetio disminu-
yó desde 7'5 hasta 0, luego volvió ä ascender, llegando ä
6'5; permaneció estacionaria algunos instantes, para termi-
nar remontándose hasta 9'5 y 10.
Durante la experiencia, permaneció Eusapia con las ma-

(1) Hä aquí como me describe esta experiencia el seijor Sie-


mi
Previamente iluminada la habitación por medio de dos bujías
que se colocaron en el suelo, Eusapia se adelantó repetidas veces
hacia la mesa, como para comunicarle su flúido. Levantó sus ma-
nos ä una altura de 10 ä 15 centímetros, y la mesa empezó ä ba-
lancearse siguiendo el movimiento de sus manos. Quedamos su-
mamente convencidos de que entre las manos de la médium, y la
mesa, no existía ningún lazo material (hilo, cabellos, etc.) Cuando
la operación se veritica en sentido inverso, dä igualmente buenos
resultados.
EXP. DE VARSOVIA. - 1894 111
nos levantadas sin tocar á la mesa, y entretanto, los bajos
de su vestido se henchían en dirección â la mesa.
" El doctor Ochorowicz, depositó encima de ella un (tina-
mómetro registrador elíptico, con el cual midieron su fuerza
todos los espectadores, incluso Eusapia.
A los pocos instantes rechinó intensamente el aparato, y
comprobamos, que la fuerza desplegada para situar la saeta
al punto indicado, era muy superior ä la que anteriormen-
te había desarrollado Eusapia, y más considerable que la
del doctor Ochorowitz, ó sea el mit,s fuerte de los concur-
rentes.
C. Experiencias con la campanilla y el arco.
Este experimento tuvo lugar á la sombra del cuerpo de
Eusapia, detrás de la cual (á unos 2 ó 3 metros), ardía una
bujía. Se utilizó una campanilla ordinaria. de 35 milímetros
de altura, que suspendimos por el mango, en un arco de
alambre de 10 centímetros de altura, montado en un zócalo.
de madera.
« Previamente, examiné varias veces este instrumento
(dice el doctor Harusewicz), convenciéndome de que no era
fácil ponerle en movimiento, y mucho menos, si se trataba
de hacerlo soplando, sin darse cuenta los concurrentes.
Después que la médium hubo exhalado algunos suspiros
profundos y un ligero hipo, adquirió su rostro nna expresión
meditabunda. Enseguida aproximó los dedos reunidos en
cono, ä la distancia de tres centimetros de cada lado del
arco, y los mantuvo inmóviles en semejante disposición du-
rante un minuto. A continuación, apoyó los codos encima
de la mesa, y paseó horizontalmente las manos sobre la cam-
panilla, la que se puso ä tocar débilmente, siguiendo los
movimientos de la mano de Eusapia, como si un hilo invisi-
ble la atrajera.
Esta experiencia duró de 15 ä 20 segundos, y al quedar
terminada, empezó la médium it frotarse los dedos, diciendo
que los tenía entumecidos y le dolían. Examinando de nue-
vo sus manos, nada se encontró de anormal.
En otra ocasión vi realizar ä Eusapia la misma experien-
cia ít la luz de una 'lámpara; y en otras cuatro veces, ä pesar
de los esfuerzos de contracción que hizo, no lo pudo con-
seguir. »
112 PRIMERA PARTE

D. Fenómenos realizados detrás de la cortina.


En el segundo piso de la casa del doctor Ochorowicz se
improvisó un departamento obscuro en el alféizar de una
ventana de Om 75 de profundidad, cerrándolo Con pesados
cortinajes de color negruzco.
Los concurrentes comprobaron que la ventana era doble,
que estaba bien cerrada, y que nadie, por consiguiente, po-
día entrar por dicho sitio.
Se colocó en el departamento una mesita, y encima de
ella, una campanilla; además, dos sillas y una mesita de es-
cribir.
Después de que la médium hubo arreglado la hendidura
de la cortina en la forma que juzgó conveniente para el
caso, se sentó delante de una mesa y de espaldas al corti-
naje.
Al poco rato se levantó para cambiarse la ropa, que en-
contraba pesada. Los doctores Heryng y Watraszewski la
registraron y desnudaron completamente, volviendo después
todos ä su respectivo asiento.
La médium tenía unidas las manos con una venda elás-
tica, á las de los doctores Watraszewski y Heryng, y anibos
piés, apoyados en los de dichos señores. Una bujía provista
de pantalla, y situada en una mesa ä tres metros de distan-
cia, iluminaba el cuadro.
Después de media hora de espera, y de haber ejecutado la
mesa diversos movimientos, fué atacada la médium de un
acceso de risa espasmódica, ofreciendo su rostro los carac-
teres del éxtasis. Coincidiendo con semejante cuadro histé-
rico, se manifestó en .el lado izquierdo de la cortina una
hinchazón, que se dirigió hacia el doctor Watraszewski, y
después de tocarle rápidamente, volvió á su sitio.
Este fenómeno, se repitió cuatro veces en el lado derecho,
y tres en el izquierdo.
El doctor Heryng, observando el departamento obscuro,
anunció, que la mesita se había caído, y la campanilla ro-
daba por el suelo.
Una de las sillas de detrás de la cortina se aproximó
hacia el doctor Watraszewski, la otra se inclinába, y la me-
sita de escribir se levantó, apoyándose por uno de sus bor-
des en el muro. -
EXP. DE VAItSOVIA. - 1894 113
Los censores aseguraron no haber dejado ni un momento
-II la médium (1).
En otra sesión la luz era algo más débil, pero las condi-
ciones de investigación fueron las mismas.
Sentada Eusapia de espaldas al departamento, situó el
'doctor Ha rusewicz un trípode (letras de la cortina y á 50 cen-
tímetros de la médium, asegurandose de que ésta no podía
'de ningan modo tocar la mesita con sus piernas.
« Después de largo tiempo de esperar (dice el doctor), y
por más que los espasmos histéricos se manifestaron osten-
siblemente, ningan fenómeno se realizó. Entonces me su-
plicó Eusapia que durante unos instantes, pusiera mi mano
en la mesa que se hallaba muy lejos. Realizado su deseo,
cogió convulsivamente mi mano, estalló en risa espasmó-
dica, y gritando, dijo: « ;Por fin vienes, John! », y poniendo
,e1 rostro en tensión acentuada, percibimos la aproximación
del trípode. Un momento de calina, un profundo suspiro, el
hipo, la tos histérica y la elevación del brazo en dirección a
la sombra del departamento, fueron las señales que prece-
'dieron á la reproducción del movimiento del trípode.
En cinco veces que se repitieron estas fases de la sesión,
cada una de las cuales duró de 15 á 20 minutos, el trípode
se aproximó tanto, que pude apoyarme en el á través de la
'cortina y sin adelantarme un paso.
En este momento se leía en el rostro de Eusapia el ago-
tamiento de que estaba poseída.
Después de unos minutos de reposo, se repitió la risa es-
pasmódica, y enseguida cogió Eusapia mi mano y la del
'compañero que me auxiliaba en la vigilancia, haciéndolas
-verificar ciertos movimientos cual si intentara repeler algo,
lo que efectivamente resultó así, puesto que la mesa se di-
rigió hacia atrás. Esta maniobra se repitió tres veces conse-
-cutivas, apartándose cada vez unos 10 centímetros. Al rea-
lizar la mesa uno de sus movimientos, cayó al suelo la
.campanilla, no llegando a sonar, a pesar de los esfuerzos que

(1) En este momento hizo retirar Eusapia ä uno de los con-


currentes (que estaba colocado muy cerca de la cortina, ä fin de
observar la pierna izquierda de la médium) diciéndole, que con su
cuerpo, le cortaba la corriente.
8
114 PRIMERA PARTE

hizo la médium para conseguirlo, y encontrándola ä los po-


cos momentos encima de su silla.»
En una nueva sesión, se sentaron alrededor de la mesa
unas 12 personas, y Eusapia, que estaba vigilada por los:
doctores Starynkiewicz y Watrasewski, se situó de espaldas
ä la cortina.
«Yo me hallaba sentado (escribe el señor Glowacki-Prus).
vis-á-vis de la médium é inmediato á la señorita X.., persona
muy nerviosa y fácil de hipnotizar. La sesión duró aproxi-
madamente una hora, y en el transcurso de ella, se desper-
tó de improviso la médium, y la señorita X... lanzó un _gri-
to. Sabiendo lo que esto significaba, le apreté con fuerza la
mano izquierda, mientras con la otra mano le sujetaba la,
cintura. Cada vez que los músculos de la señorita X... se
contraían con más fuerza, la cortina, que distaba de dos ä
cuatro metros, verificaba un movimiento.
Hé aquí los detalles de semejante correlación observada,
en plena luz.
Débil tensión muscular.—La cortina se extremece.
Tensión fuerte.—La cortina se hincha como una cela.
Mayor tensión, gritos.—La hinchazón de la cortina es tan
acentuada, que los celadores de Eusapia se cen cubiertos por sus.
pliegues.
Reposo.—Reposo.
Tensión muscular.— Movimiento de la cortina.
Fuerte tensión.—Gran hinchazón de la cortina, etc.

»Según hemos observado, existe una marcada proporción.


entre la tensión muscular (le la médium (que en este caso.
fué la señorita X), y el trahajo mecánico de la cortina pues-
ta en movimiento.
»El general Starynkiewcz me (lijo al siguiente día, que.
los movimientos de la cortina le hacían experimentar una
sensación de corriente eléctrica.»
El doctor Ochorowicz describe el siguiente fenómeno:
El día 3 de Enero nos aentamos ä la mesa los íntimos de la
casa. Eusapia daba sus espaldas ä la cortina, detrás de la cual, y
ä una distancia no accesible por la médium, coloqué en el suelo
una batería con cuatro elementos, conteniendo solución de bicro-
EXP. DE VARSOVIA. - 1894 115
mato potásico y ácido sulfúrico. La caja era alta y estrecha, loe
vasos estaban abiertos y llenos de liquido, de suerte que al trans-
portarlos, debía hacerse con muchas precauciones ä fin de no de-
rramar liquido.
En la cubierta de la caja había una lámpara eléctrica con re-
flector (que se podía quitar ä voluntad) y muy cerca de ella, una
espiga vertical terminada por un botón. Al comprimir éste con
fuerza suficiente, se hundía la espiga en la caja, sumerjiendo el zinc
en los cuatro recipientes de la solución. En el instante se encen-
día la lámpara y continuaba brillando en tanto se apretaba el bo-
tón. En la parte exterior de la cortina y lado opuesto á la batería,
situamos en el suelo una lámpara de petróleo con la mecha baja.
Después de sentarnos, quedó encargado de vigilar, el lado de-
recho de Eusapia, el doctor Swiencicki, y yo me encargué del
lado izquierdo.
Al poco rato fue poniéndose rígida la médium.
Oyöse un ruido misterioso cual si rascasen en la caja de las
pilas. Mi mano y mi pie no abandonaron á la médium. Swiencicld
vigiló también con gran cuidado. Se percibieron tres golpes en la
madera de la caja, Eusapia gimió, y la lámpara continué ilumi-
nando.
Breves instantes transcurrieron, y el ruido de una cosa que se
deslizaba por el suelo, traspasando de izquierda ä derecha, desper-
tó nuestra atención. La médium hizo un nuevo esfuerzo, y en el
instante salió la caja de detrás de la cortina, aproximándose á la
lámpara de petróleo.
Todos los presentes nos inclinamos á aceptar la manipulación
siguiente: una mano desconocida eleva la cortina por dentro, y la
atrae hasta cubrir el botón, dejando la lámpara al descubierto,
instantáneamente brilla con fuerza la luz eléctrica iluminando á
todos.
Medi la distancia que existía desde Eusapia al botón de la lám-
para, y encontré que ascendía á un metro 16 centimetro3, y desde
la punta del pié dirigido todo lo posible hacia atrás, hasta la caja
de la lámpara, todavía distaba 38 centímetros.
Repèti ei,t a experiencia en dos nuevas sesiones, y en tina de
ellas fue transportada la caja hasta la mesa de experiencias, pa-
sando por sobre la cabeza de Eusapia.
La presión del botón la realizó una mano que procedía del si-
tio próximo á Eusapia, aunque descendiendo de mayor altura.»
El día 7 de Enero de 1894, organizó el doctor Ochorowicz
una sesión sin mesa para que la fuerza de la médium no se
dispersase en fenómenos mecánicos. Eusapia, que estaba
116 PRIMERA PARTE

sentada de espaldas A la cortina, pareció quedar contrariada


de semejante novedad, y á los pocos momentos de quedar en
trance, (lijo en tono irónico y á nombre de John. «Habeis
quitado la mesa para descubrir las piernas de la médium,
pues bien; voy á demostraros que todo lo hago con ayuda
de dichas piernas.»
Y así diciendo, extendió sus piernas, apoyando los piés
en las rodillas del señor Prus-Glowacki, exclamando: «Mi-
rad como golpeo la mesa con mi pierna izquierda,» y efec-
tivamente; ä compas que golpeaba la rodilla del señor
Prus-Glowacki, se producían fuertes golpes en la mesa que
se hallaba detrás de la cortina, a dos metros de la médium.
E. Transporte de una mesa en el aire.

RELACIÓN DEL SESOR TILOVACKI-PRUS

Componíamos el círculo unas diez personas. A la izquierda, y


detrás de Eusapia, colocamos una mesa de 28 libras de peso, pro-
vista de un gran barrerlo con arcilla, y una campanilla.
Después de las levitaciones y algunos golpes en la mesa, Eu-
sepia pidió: «meno luce.»
Se bajaron tanto las luces, que yo no distinguía ningún objeto.
A los pocos minutos, el barrejlo y la campanilla de la otra mesa
pasaron ä la nuestra. La señora Szadkowslia, que estaba junto ä
mi, fué tocada ligeramente, y en el momento que extendí la mano
para averiguar el origen del contacto, pude reconocer que entre
la señora Szadkowslia y yo, se deslizaban en el aire los piés de la
mesa situada detrás de la médium al empezar la sesión, según ya
liemos dicho. Al poco rato, la mesa ä que nos referimos invirtió
su posición, apoyándose el tablero sobre el barrerla y la campani-
lla, permaneciendo algunos minutos así, y volviendo ä su primiti-
vo lugar.
Es imposible que una persona sentada pudiera practicar seme-
jantes ejercicios, ä pesar de tener las manos libres; y debo hacer
constar, que mientras se realizó el fenómeno, nadie de nosotros
varió de posición.

F. Levitación de la médium.
Se han publicado algunos casos de levitación, cuyo rela-
to no siempre ha sido hecho con claridad.
El que refiere el señor Matuzewski, es bastante preciso.
EXP. DE VARSOVIA. -1894 117
«Una vez fui testigo de la levitación de la médium en medio de
la habitación. Se hallaba en . ¿mitre y fué elevándose lenta y gra-
dualmente en el aire (estando de pié) bajando con idéntica lenti-
tud y graduación, hasta apoyarse en el suelo. Eusapia quedó
algunos segundos en el aire, llegando á ascender algunas pul ga-
das. El fenómeno se repitió cuatro veces.»
He aquí en qué términos describe Ochorowicz, en la
Ilustración de Varsovia, una de estas levitaciones:
«Otro de los hechos sorprendentes y extraordinarios, fué la
levitación completa de la Médium, la cual, aprisionada de manos
y de piés, fué elevada con su silla hasta encima de la mesa en es-
tado de catalepsia.
... «Yo levantaré mi médium en el aire», (lijo Eusapia en fran-
cés muy correcto (idioma que en estado normal no conoce), y,
efectivamente, fué levantada. Al pasar mi mano por debajo de sus
botas, comprobé, que entre éstas y la mesa, había una distancia de
cuatro ä cinco pulgadas.»
'En otra ocasión fijé leva nimia bruscamente estando de
pié, y el doctor Ochorowiez tuvo tiempo de pasar su mano
entre los piés de Eusapia y el pavimento. Una vez termina-
da la levitación, la médium, semi-inconsciente, se dirigió
la mesa, y apoyando sus manos en ella, ensayó levantarla.
«Conviene anotar esta particularidad, dice el señor Sie-
miradski, porque ä análogos movimientos automäticos, fit-
cilmente distinguibles de los verdaderos fenómenos, es ä lo
que en muchos casos debe atribuirse el fraude aparente de
que tanto se ha acusado ä Eusapia.»
G. Fenómenos luminosos.
Los resplandores han aparecido bajo las mäs diversas
formas, sea porque éstas cambien con frecuencia, sea por la
diferente descripOión que cada cual hace de ellas.
La Mayoría de los observadores las comparan h chispas
doradas.
El general Starynkiewics dice que ha visto en la obscu-
ridad, y contemplado durante algunos segundos, un círcu-
lo luciente del tamaño de un ojo humano. (En las experien-
cias de Mac-Nah, volveremos ä encontrar dicha comparación).
H. Contactog.
Los contactos tuvieron lugar varias veces ä través de la
cortina, que en estos casos se hincha.
118 PRIMERA PARTE

Cuando los asistentes eran tocados directamente, expe-


rimentaban, ó la impresión de una horquilla que les asiera
entre sus puntas, ó la de una mano ligera y fina.
El doctor Harusewicz dice, que en la sesión del 14 de Di-
ciembre, se tenían muy vigilados los pies y manos de Eusa-
pie, y que á pesar del rigor de observación, sintió simultá-
neamente los contactos, en unión del doctor Matuzewski.
La primera vez fué una mano grande que le tocó en el
espinazo, pero al poco rato le golpearon entre las espaldas,
oyendo los golpes todos los concurrentes, aunque el contac-
to de los dedos fué apenas sensible.
Compara ;ficho doctor los cofitactos medianimicos, á la
impresión que produciría la planta de un pié descalzo.
El señor Glowacki fue tocado en el espinazo mientras
sostenía las manos de Eusapia con las suyas.
El señor Loth hace mención de que cada vez que sentía
un contacto, Eusepia le contraía con fuerza la mano.
El doctor Ochorowicz ha imaginado un aparato eléctrico
provisto de un timbre, que se pone á tocar desde el momento
que las .manos de Eusapia dejan de contactar con las de sus
censores.
El timbre también entra en vibración cuando es tan solo
una mano la que se desprende.
En estas condiciones, los observadores sintieron varios
contactos y el timbre eléctrico no se dejó oir.
I. Materialización de manos.

Cinco personas han visto con luz suficiente, una gran


mano izquierda, mientras cojía la mano dl señor Prus-Glo-
waki, quien ä la vez sostenía la mano izquierda de Eaisapia.
La mano misteriosa era blanca con tinte azulado, emitía
un cierto resplandor, y pasaba por encima de la cabeza de
la médium. En una de las sesiones celebradas en Milán, se
vió una mano parecida.
El señor Prus refiere que en la sesión del 7 Enero de 1894,
desempeñaban el cargo de censores de Eusapia los señores
Ochorowicz y Swiencicki.
La médium se sentó de espaldas ä la cortina, y enfrente
de aquélla tomaron asiento tres señoras, entre las cuales se
EXP. DE VARSOVIA. - 1894 119
•encontraba la señorita X..., médium también. El señor Prus
permaneció de pié.
En tal situación, la lámpara eléctrica se encendió dos
veces consecutivas, y al poco rato, apareció por entre la
abertura de la cortina y algo por encima de la cabeza de
Eusapia, una mano confusa, que fué distinguiéndose gra-
dualmente con más claridad, hasta reconocerse una gran
mano de hombre.
Un instante después, apareció otra mano mucho más pe-
queña, y blanca como la nieve. El señor Prous, à causa de
su miopía, fué el único de los concurrentes que nada vió,
por lo cual se decidió â colocarse cerca de la cortina, apo-
.yando las manos en las espaldas del doctor Ochorowicz. Al
cambiar de puesto, dice que reconoció las dos piernas de
Eusapia, con los piés descalzos, que se apoyaban en las ro-
dillas del doctor Ochorowicz. A los pocos minutos salió de de-
trás de la cortina, á un metro por encima y á la derecha de
la cabeza de Eusapia, un objeto de color claro, semejante
una mano cerrada cubierta de un velo blanco y con el an-
tebrazo desnudo. La aparición de este objeto duró pocos se-
gundos, y se retiró hacia atrás. Sumamente emocionado el
señor Prus, pidió se le concediera tocar dicha mano, res-
pondiéndose afirmativamente á su petición, por medio de
tres golpes convencionales producidos en la mesa situada
detrás de la cortina. El momento era extraordinario. De
pronto sintió el ruido característico de los dedos detrás de
la cabeza de Eusapia, y medio minuto después, sintió junto
.4 su oído derecho, un ruido como si restregaran papel.
Transcurrido medio minuto, una mano izquierda de hom-
bre salió, lenta y horizontalmente, del lado derecho de Eusa-
pia, apretó la mano del mencionado señor Prus, tiró ligera-
mente de sus dedos, y se retiró con lentitud. Los concurren-
-tes gritaron: «¡Una mano, una mano grande!»
Era una mano completamente viva, de forma oblonga, de
color algo obscuro, y de una temperatura y densidad nor-
males.
• 1. Signos que aparecen de una manera anormal.
«Entre ei número de los fenómenos producidos por Eusapia
en un grado de luz que permite ver (aunque no distintamente) su
120 PRIMERA PARTE

rostro y manos, se encuentra el de escribir sobre un papel, puño.


tablilla, sin auxilio de lápiz, sirviéndose tan sólo de uno de sus.
dedos, de alguno de los dedos de los concurrentes, ó de un porta-
lápiz en cuyo extremo vá adicionada una goma. En mi presencia,
y en plena luz, no se ha producido jamás el fenómeno, A pesar de-
las muchas tentativas que se han hecho para conseguirlo.
Desde la antepenúltima sesión, he observado los detalles del
hecho, el cual se realiza del siguiente modo: uno de los mèdiums
toma un lápiz con borrador, y sirviéndose del lado de la goma,.
traza algunos signos sobre una hoja de papel blanco puesto á la.
sombra de algunas personas que cubren ligeramente la lámpara.
El resultado fué nulo; mas desde el instante que Eusapia apo-
yó su mano izquierda sobre la del médium que escribía, sin tocar
el papel con los dedos, aparecieron algunos signos visibles traza-
dos con lápiz.» (Dr. Harusiemicz. —La Vos.)
«En algunas sesiones se colocaron no lejos de la médium dos.
pizarras, atadas entre si, esperando que en el interior aparecieran
algunas inscripciones. La experiencia no dió resultado.» (B. Reich-
man.—El Correo de Varsocia.)
Sentado en la obscuridad al lado de Eusapia y tocando su
mano y pierna izquierda, sentí (Inc rascaban mi manga, y habién-
dome levantado de la mesa, vi trazados sobre el puño derecho de-
mi camisa, algunos informes zig-zags, hechos seguramente, por"
medio del lápiz que salió del bolsillo de mi chaleco sin darme
cuenta de ello.» (Matuzewski).
«En mi presencia trazó la médium algunas líneas gruesas, pa-
sando los dedos de los doctores 1-1. y D. sobre los puños de la ,
camisa del doctor M. Liì otra ocasión produjo Eusapia un signo
rojo en el puño de la camisa de uno de los concurrentes, practi-
cando un movimiento con la mano, á la distancia de más de dos.
metros.
El doctor Ochorowicz y yo, presenciamos en Roma y Varsovia
el fenómeno de la escritura directa, que puede considerarse como.
un desarrollo de las seriales impresas por los contactos en el ves-
tido de los concurrentes.
La médium traza en plena luz (Eusapia no sabe'escribir)
signo que dirije con su dedo sobre ulk pizarra 6 papel, sin tocar-
los; y el signo aparece escrito en dichos objetos con caracteres.
blancos 6 rojos. Esta experiencia no dä siempre buen resultado,
En cierta ocasión hizo aparecer Eusapia, en plena luz, un signo.
de color rojo sobre el puño de la camisa de uno de los concurren-
tes, situado S. un metro de distancia » (H. de Sierniradld, carta af
coronel de Rochas).
EXP. DE VARSOVIA. — 1894 121
L. El soplo /*n'o

«Conviene distinguir aquí.


El enfriamiento general de la atmósfera que frecuentemente
se observa en las acciones medianimicas, y que parece ser una
transformación del calor ambiente en movimiento, y el soplo que
se escapa por la cicatriz de la región temporal izquierda de Eusa-
pia cuando ésta se halla en tronce.
En las observaciones de Varsovia se han confundido ambos.
El doctor Higier ha sentido tres veces un soplo frío, y cada vez,
á una distancia que excluye la suposición del soplo mecánico. En
cierta ocasión lo sintió en ambos lados, otra vez en la mano de-
recha, y la última, al mismo tiempo que lo experimentaba el se-
ñor Matuzewsld.
El señor Siemiradslii lo ha sentido con más frecuencia en el
rostro que en las mano, y como si partiera de la cicatriz de la
cabeza de Eusapia.
En cierta ocasión levantó la médium mi mano por encima de
la reiión temporal izquierda de su cabeza, y entonces sentí un so-
plo frío que partía de la cabeza de Eusapia dirigiéndose hacia
am riba.» (Doctor Watraszenslii).
«Eusapia paseé uni mano, que estaba caliente y sudorosa, por
encima de su cabeza, produciéndome una impresión idéntica ä la
del soplo eléctrico. A l in de examinar este soplo, me proveí en
la siguiente sesión de una hoja de latón con punta, creyendo que
si se trataba de un soplo eléctrico, se produciría alguna chispa;
pero no obtuve ningún resultado. En la misma noche aplicó Eu-
sepia mi mano por encima de su cabeza; prodújome sensación de
frío, pero no sentí el soplo de otras veces.» (Reichmann. —El Cor-
reo tic Varsocia.)

M. Una sesión improvisada.


En los intervalos de las sesiones oficiales, que causan fatiga y
exasperación ä la médium por causa de que urna gran »arte de los
concurrentes son absolutarnente extraños á este género de estu-
dios, se propuso hacer alguna sesión en familia.
El excelente resultado de estas sesiones levanta su estado mo-
ral y le restaura las fuerzas.
«Durante una de las mencionadas sesiones improvisadas que
se celebraron en una pequeña estancia separada del salón por una
puerta, llegamos á encontrarnos frente ä frente de una verdade-
ra barricada erigida sobre nuestra mesa. Allí había otra mesa con
las patas al aire, un trípode, una silla, una campanilla, etc., y toda
122 PRIMERA PARTE

esta aglomeración de muebles se verificó en sitio de tal manera es-


trecho, que á una persona de carne y hueso había de serle absolu-
tamente imposible hacerlo, sin tropezar ó desarreglar el grupo. La
mesa que formaba parte de la barricada, se encontraba detrás de
Eusapia y junto al alféizar de una ventana separada de la estancia
por un portier muy pesado.» (H. de Siemiradslti, carta al coronel
de Rochas).

II. CONCLUSIONES DEL DOCTOR OCHOROWICZ

Habiendo escrito al doctor Ochorowicz rogándole me co-


municara su opinión respecto ä las experiencias celebradas
con Eusapia, contestóme el día 15 de Noviembre de 1895,
que su opinión, escrita en polonés, todavía estaba sin publi-
car; pero tuvo la deferencia de remitirme las conclusiones
de su trabajo, las cuales insertamos ä continuación, tal
como las formuló el eminente Doctor:
1.° No he hallado pruebas en favor de la hipótesis espirita, 6
sea de la intervención de una inteligencia extraña.
«John» no es para mí otra cosa, que un desdoblamiento psíquico
de la médium. Por consiguiente, yo soy «mediumnista» y no «espi-
ritista.»
2.° Los fenómenos medianímicos confirman el magnetismo
contra el hipnotismo; es decir, implican la existencia de una ac-
ción fluidica aparte de la sujestión.
3.° Sin embargo: la sujestión desempeña un papel importante,
y el médium no es más que un espejo que refleja las fuerzas y las
ideas de los asistentes, poseyendo igualmente la facultad de reali-
zar, por medio de la exteriorización, sus propios sueños sonam-
búlicos, 6 los sujeridos por los asistentes.
4.° Ninguna fuerza puramente física es capaz de explicar
estos fenómenos, que siempre son de naturaleza psico-física, te-
niendo un cen1 ro de acción en el espíritu del médium.
5.° Los fenómenos comprobados no contradicen la mecánica
en general, ni la ley de conservación de las fuerzas en particular.
El.médium obra á expensas de sus propias fuerzas y de las de los
concurrentes.
6 ° Existe una serie de transiciones entre la mediumnidad de
orden inferior (automatismo, fraude inconsciente) y la mediumni-
dad de orden superior ó exteriorización de la motilidad (acción á
distancia, sin lazo visible y palpable\.
EXP. DE VARSOVIA. - 1894 123
7 •° La hipótesis de un doble fluídico (cuerpo astral) que en
.ciertas condiciones se separa del cuerpo del médium, parece nece-
saria para la explicación de la mayoría de los fenómenos. Confor-
me á esta concepción, el movimiento de objetos sin contacto sería
producido por los miembros fluídicos del médium.
CAP ITU LO VII

Las experiencias realizadas el año 1894


en Carqueiranne y en la isla Roubaud

Estas experiencias han durado dos meses y medio, du-


rante cuyo tiempo se han celebrado 35 sesiones que tuvie-
ron gran importancia, tanto ä causa de las eminencias
científicas que en ellas tomaron parte, como por las exce-
lentes condiciones en que se realizaron.
El doctor D. Carlos Richet, catedrätico de fisiología en la
Facultad de Medicina de París, posee cerca de Tolón dos
propiedades; una de ellas es el castillo de Carqueiranne, y
la otra es la isla Roubaud, una de las islas Hieres.
Durante las vacaciones del ario 1894 reunió en dichas
propiedades ä Eusapia, y ä varios amigos, tales como al se-
ñor Sigdwick y su esposa, al doctor J. Ochorowicz, al señor
Fr. Myers, al señor O. Lodge y su esposa, al barón de
Schrenck-Notzing ((le Munich), y por último, al doctor Sé-
gard, -médico primero de la Armada.
Eusapia produjo fenómenos notables en dichas sesiones,
probablemente favorecidos por el medio simpätico en que
se encontraba. El resultado de las mismas no se ha publi-
cado detalladamente en ninguna parte. Unicamente el se-
ñor Lodge leyó en la 68.' reunión general de la Sociedad de
Estudios psíquicos de Londres un informe basado en las
observaciones que realizó personalmente, y además, un ar-
tículo del señor Hodgson, doctor en derecho y miembro de
la misma Sociedad, quien sin haber asistido ä ninguna de
las experiencias, trata de probar que todos los fenómenos
EXP. D CARQUEIRANNE. - 1894 125
producidos por Eusapia, no son más que juegos de prestidi-
gitación.
Los doctores Richet, Myers y Ochorowicz replicaron.
Mas como la polémica se sostuvo en un periódico destinado
exclusivamente ä los miembros de la sociedad, y no estaba
permitida su reproducción, hemos tenido que limitarnos de
momento á extractar lo esencial que sobre dicho asunto se
publicó en otras revistas, dando cuenta, en el capítulo si-
guiente, de las notables experiencias realizadas en Cama-
bridge por el doctor Ochorowicz, las cuales vienen ä ilustrar
muchos conceptos tan sólo bosquejados de momento.

I. ANÁLISIS DE LA COMUNICACIÓN DEL SR. LODGE

El Sr. Lodge declara, que invitado por el profesor Carlos Ri-


. chet, ha pasado seis días en su casa, en las Islas Hyeres, á fin de
ser testigo de fenómenos físicos que aseguran realizarse en pre-
sencia de una mujer de Nápoles, sin instrucción, llamada Eusapia
Paladino.
Los Sres. Richet, Myers, y Ochorowicz, estuvieron presentes,
como igualmente el Sr. Bellier, secretario del profesor Richet. El
mencionado Bellier tornaba nota de las sesiones á medida que se
le dictaban por la ventana, pues no estaba dentro de la habitación
• en que se celebraban. Tres 6 cuatro horas antes de celebrarse las
dos últimas, el mismo profesor Lodge arregló los müebles del
cuarto, y es positico, que nadie los tocó después.
Mas tarde, el profesor tuvo otra serie de diez sesiones con el
mismo médium, el profesor Richet, profesor Sidwick y su esposa,
doctores Ochorowicz, y el baron Schrenk Motzing de Munich.
El profesor .declaró que había estado en duda, y muy escéptico
propósito de los movimientos psíquicos sin contacto: pero que la
realidad de los hechos se ha impuesto á sus dudas, y que los fenó-
menos de este género pueden en ciertas condiciones tener una
.existencia real y objetiva.

DETALLES PRELIMINARES

Las sesiones tuvieron efecto por la noche desde las 10 á la una


de la madrugada, en una habitación del piso bajo de la casa del
Dr. Riehet, única que hay en la Isla, además del faro.
A un colgadizo daban las dos ventanas y la única puerta, cuya
llave se entregó al profesor Lodge.
126 PRIMERA PARTE

Por fuera y cerca de una de estas ventanas, que estaban casi


cerradas, estaba sentado el Si . . Bellier, tornando á la luz de una
lámpara las notas que se le daban.
Hablaba de tiempo en tiempo con los asistentes, quienes de
este modo podían observar su posición.
En la habitación, alumbrada en plena luz, estaba Eusapia y los
asistentes sentados alrededor de una mesa.
Pr-nrto empezó la mesa á moverse: habiendo disminuido la luz,
la médium pareció entrar en trance. y como media hora después,
fueron presentándose fenómenos más marcados.
Cada marrana, después de la sesión, se consignaba cuanto ha-
bía sucedido, sirviendo de base las notas, pero examinando y dis-
cutiendo cuidadosamente cada detalle, y no dejando sin absoluta y
y perfecta aclaración cualquier punto dudoso.
Había en el cuarto una mesa grande, de sencilla fabricación,
sin tableros; una especie de mesa de cocina de campo, pesando 22
kilos (I). Otra más pequefia que nos servia para las sesiones, be-
saba 9 kilos. Sobre una tercera mesa de caoba, estaban colocados
los objetos que nos servían para las experiencias.
En trance, la médium respondía con preferencia al nombre de
John, pero hablaba italiano solamente; cuando el estado de trance
no era completo, los fenómenos eran elementales y poco satisfac-
torios.
Había en la habitación un juguete mecánico, una cajita de mú-
sica con resorte; dando vueltas á la chimenea, se abría la puerta
y tocaba la música.
Había también un acordeón ordinario perteneciente al Dr. Ri-
ehet. Al breve rato de estar sentados dice el profesor Lodge que
le han empujado y pellizcado: que se han apoyado en su cabeza,
en su espalda, en sus brazos y en sus rodillas, mientras tenia las
manos del médium en las suyas y sigilados los pies y la cabeza de
Eusapia.
En estas condiciones, su mano ha sido aprisionada momentá-
neamente por algo que se parecía á una mano humana, sintiendo
la impresión de dedos con ufias.
Ha visto una mano grande, y más vagamente, sombras que pa-
saban, destacándose en la débil claridad del cielo. La médium se-
guía vigilada y completamente sujeta.
Ha visto una silla, colocada cerca de la ventana a algunos pies

(1) Esta mesa fué construida expresamente para las experien-


cias: era cuadrada y sin rebordes, los pies tenían Om 75 de altura
y terminaban en punta, de modo que se hacía imposible levantar
la mesa ejerciendo presión sobre dichas puntas.
EXP. CARQUEIRANNE. - 1894 127
de distancia de la medium, deslizarse sobre el pavimento varias ve-
ces, horizontalmente, y por fin, levantarse perpendicularmente,
golpeando el suelo al caer.
No había nadie cerca de la silla.
A pesar de no entrar ninguna brisa del exterior, hinchó:se una
pesada cortina, como si hubiese alguien detrás, y así permaneció
durante un buen rato.
Sin embargo, nadie había detrás, y el médium estaba it más de
dos metros de distancia.
Otra vez, la cortina cayó encima de la mesa y de los asistentes:
vióse el contorno de una cara destacarse sobre la ventana, y algo
como una mano levantarse hacia ella.
Quizás, dice el profesor, la explicación más simple en este caso,
es que las apariciones visibles, son arreglos de materiales ya exis_
tentes, pero es indudable que son precedidos de un fin precon-
cebido.
La pesada mesa, it cuyo lado no había nadie, era á veces no
sólo movida, sino vuelta del revés y volcada en el suelo, y esto era
hecho con cuidado, para no romper una batería voltaica y otros
objetos que estaban encima de ella. El Dr. Ochorowicz ha podido
ver desde su sitio, la mesa, en el momento de ser vuelta.
Se ha visto varias veces el juguete mecánico atravesar el cuar-
to, oyéndose claramente dar cuerda á la música, y it ésta, tocar en
diferentes sitios de la habitación, y algunas veces, ti dos metros de
distancia del médium.
He oído, dice el profesor Lodge, algunas notas de acordeón,
lejos de nosotros, apesar de estar el instrumento sobre la mesa, y
las manos del médium it la vista. En otra sesión ha oído los acor-
des de un piano estando el médium lejos de él y 'completamente
sujeto.
Veíase el teclado, pero no lo bastante para poder apreciar el
movimiento de las teclas.

Esta experiencia tia muy interesante. Tuvo realización en


Carqueiranne, estando sujeta la médium por sus piés y ma-
nos. En vista de lo irreprochable del fenómeno, , declaró el
Sr. Sidgwick que únicamente le faltaba desvaner una duda,
cual era, la de que la médium podía producir los sonidos
por medio de un pequeño aparato contenido en la boca. En-
tonces el Dr. Richet, contuvo con su mano la boca de Eusa-
pia, y á pesar de esta precaución, se repitieron por dos veces
y con fuerza, los sonidos en el piano.
Lodge ha oído no solamente golpes en una mesa lejana,
128 PRIMEKA PARTE

sino golpes fuertísimos como si fuesen dados con una maza.


Ha visto con otros asistentes, luces que atravesaban rá-
pidamente el cuarto; ha oído el ruido de una llave en la
cerradura de una puerta (1), cual llave, fué á colocarse en la
mesa de sesiones, donde pudo tocarse, volviéndose después
ä la puerta, y entrando en la cerradura, dió vuelta al pesti-
llo, concluyendo por ir ä ponerse en manos del profesor.
Ha visto producirse la escritura directa con la uña de un
dedo, visible A la luz de una bujía, y dejando trazos azules
sobre un papel blanco.
La mesa grande fué levantada completamente del suélo
unos 20 centímetros de altura; los asistentes estaban de
pié alrededor, el médium sujetado, apoyaba sus dos manos
ligeramente sobre ella, y aun cuando hubiera estado libre,
no le habría sido posible levantar la mesa en la posición que
ocupaba, aun admitiendo que su fuerza fuera diez veces
mayor en aquel momento, debido á un estado anormal his-
térico.
El Sr. Lodge ha oído el ruido que producía la médium
mientras bebía agua ä sorbo, de una botella que había de-
jado anticipadamente en el bufes, cuya botella pasó luego ä
la mesa de sesiones, mientras los concurrentes estaban sen-
tados á su derredor formando cadena.
En resumen; los hechos de que sale garante, y que pue-
den comprobarse fácilmente, son:
1.° Los movimientos de unwsilla lejana, visibles ä la luz
de la luna, y en circunstancias tales, que alejan toda supo-
sición de intervención mecánica.
2.° La hinchazón y movimiento de una cortina, sin me-
diar el viento ú otra causa ostensible.
3.° La levitación y locomoCión sin contacto, de una ca-
jita de música.
4.° Producción de sonidos sin contacto, en un piano y
acordeón.
5. 0 Introducción de una llave en la cerradura, la cual

(1) No se ha comprobado si la médium podía alcanzar la puer-


ta extendiendo el brazo, pero á simple vista parec e cosa muy difi-
cil. El cuarto estaba iluminado por un rayo de luna que atravesaba
las hendiduras de las persianas.—A. R.
EXP. DE CALIQUEIRAXNE. - 1894 129
. se situó sobre la mesa, y volvió ñ introducirse en la cerra-
dura.
6.° Movimientos é inversión por medio de evoluciones
lentas y correctas, de una mesa bastante pesada.
7.° Levitación de una mesa muy pesada, que en las con-
diciones ordinarias no se había podido levantar.
8.° Aparición de señales azules sobre una mesa que an-
tes no tenia ninguna marca ni señal, cuyo fenómeno se
realizó sin el ausilio de los medios ordinarios (1).
9. 0 La sensación de golpes dados en diversas partes del
, cuerpo, mientras la médium permanece vigilada junto ä los
.asistentes.
El Sr. Lodge expone enseguida los fenómenos que se
atribuyen ä Eusapia, y que divide en tres clases, lt saber:
Clase A; operaciones que resultan fitriles dentro los limi-
tes ordinarios del cuerpo humano, siempre y cuando lt este
cuerpo, se le conceda la mayor libertad de acción.
Clase B; operaciones que apesar de hallarse dentro los
limites del cuerpo humano, no pueden tener lugar sin que
se realicen algunas preparaciones ó manipulaciones espe-
ciales.
Clase C; operaciones que ti juicio del entendimiento hu-
mano, son imposibles.
Así, dentro la clase A, pueden incluirse: la levitación y
transporte de algunos objetos ligeros, tales como sillas, lla-
ves, candeleros, botas, botellas, etr., producir sonidos en
acordeones sin tocarlos, palpar it los concurrentes, hacer
aparecer manos y cabezas.
En la clase B, pueden comprenderse; la levitación de ob-
jetos muy pesados que exijan mayor fuerza que la que de
ordinario posee el hombre; la producción de luces y olores;
mostrar manos más fuertes que las del médium; escribir sin
lapiz sobre objetos lejanos; hacer salir objetos de una caja
cerrada con llave.

( l) El Dr. Ségard en una carta (fue se ha dignado enviarme,


insiste en reconocer como admirable, el fenómeno de escritura
• directa con rasgos azules que se obtuvo en las experiencias con
Eusapia. Esta experiencia se realizó en plena luz, sin pluma ni
¿api;, y de igual manera sobre una hoja de papel, cuino ä través
de muchas hojas superpuestas.
9
130 PRIMERA PARTE •

En la clase C, se incluyen; la suspensión de la accióe


comburente de cuerpos calentados al rojo; hacer salir obje-
tos de una caja ó de un tubo cerrados herméticamente; ha-
cer nudos en una cuerda sin fin; producir un cambio de-
temperatura sin causa artificial y visible; separar en sus
diversos componentes, una solución perfectamente hecha,
y cerrada herméticamente.
Dice el Sr. Lodge, que como no ha podido comprobar to-
dos estos fenómenos, tampoco puede salir garante de su rea-
lidad, así p. e. no puede afirmar de un modo absoluto, que
las manos misteriosas fuesen mds grandes que las de la mé-
dium, toda vez que no las midió, añadiendo, que cuanto se
hizo con ayuda de la médium, podía realizarlo un ser hu-
mano libre de toda traba (1).
La primera hipótesis que puede sentar el observador, es,.
que dicho ser humano se hallara presente. Siendo esto así,
existiría fraude por parte de la médium, de uno ó varios de,
los asistentes, ó de una persona extraña, introducida en la
habitación para dicho objeto.
Para precaverse del fraude por parte de la médium, se
han tomado siempre las mayores precauciones; así, sus pie s.
se hacen descansar sobre un aparato que hace vibrar un
timbre eléctrico en el instante que una de dichas extremi-
dades se levanta; y muchas veces, se sostienen las rodillas,
manos, pies y cabeza, mientras duran las experiencias.
Todas estas precauciones fueron tomadas para avalorar
los fenómenos, pues aunque no había ningún motivo para
sospechar de la buena fé de la médium, se creyeron necesa-
rias, porque una persona en estado de trance, debe vigilarse
mucho.
En cuanto ä la connivencia por parte de los asistentes,
dice con razón el Sr. Lodge:
«En los círculos frecuentados por personas que se desco-
nocen entre sí, una semejante hipótesis puede bastar para

(1) Riehet opina también, que todos los fenómenos que ha


presenciado estudiando á Ensapia, podrian explicarse, admitiendo
que aquella hubiese tenido libres las manos. En esta explicación,
no involucra el fenómeno de la escritura directa con lapiz azul.
Esto prueba sencillamente que la acción de la fuerza que se des-
prende de Eusapia, no llega más allá de un metro.
EXP. DE CARQUEIRANNE. 1894 131
destruir el valor de la evidencia, más en nuestro círculo
compuesto de 4 personas, cada cual tenía á 10 menos un
amigo presente, y los cuatro, estábamos seriamente oculta-
dos en el estudio de estos fenómenos. En semejante caso,
es absurda la hipótesis de fraude.»
Además; el mencionado profesor asegura que ha com-
probado fenómenos en ciertos momentos que se hallaba solo
con la médium, habiendo ocurrido lo propio ä sus compa-
ñeros de estudio.
Queda por analizar la hipótesis grotesca (le que el doctor
Richet hubiese preparado el engaño; pero los Dres. Lom-
broso, Schiaparelli, Finzi y otros, han observado los mismos
fenómenos en Polonia é Italia, :Tesar de no hallarse pre-
sente el Dr. Hieltet.
Ante la hipótesis de fraude, habría que sospechar de todo
el mundo, y suponer que toda la humanidad se halla de
acuerdo para engañar. El profesor Lodge hace observar, que
en este caso, su propia reläción formaría parte del plan (le
fraude, y en consecuencia, no trata de buscar defensa res-
pecto ä este punto.
Más admitiendo que los asistentes sean honrados é inte-
ligentes, y que la médium esté cohibida en su libertad de
acción ¿qué debemos pensar apropósito de la posibilidad de
dichos fenómenos?
So se olvide que estas sesiones tuvieron lugar en una
isla casi inhabitada, donde no había otras personas que los
experimentadores, el guarda del faro con su familia, y los
criados del Dr. Hieltet.
El faro se encuentra it 500 metros de la casa del Dr. Ri-
chet, y los criados se retiraban en las lloras de las sesiones,
en una quinta separada de nuestro punto de reunión.
En la sala de experiencias existía una sola puerta que el
Sr. Lodge cerraba con llave, y la guardaba en su bolsillo.
Antes de empezar las sesiones, se separaba el sofá, para ase-
gurarse de que nadie permanecía allí oculto, y siempre se
(lió principio ä los trabajos de investigación, helándose bien
iluminada la estancia, terminando el Sr. Lodge por declarar
firmemente, que nadie entró en el lugar de experimenta-
ción, porque de haber ocurrido, lo ha bría visto y sabido.
132 • PRIMERA PARTE

II. EXTRACTOS DE LA REPLICA POR EL DR. RICHET


AL DR. HODGSON

El Dr. Richel hace observar, que toda la argumentación del


Dr. Ilodyson estd basada sobre la hipótesis de que Los CONCU-
RRENTES CREÍAN SOSTENER LAS M4NOS DE ECSAPIA, PER FUE-
RON VÍCTIMAS DE UNA ILUSIÓN. A semejante salida, contesta el
catedrético francés en los siguientes términos:
Las manos de la médium testaban bien cógidas por las nuestras?
El Dr. Hodgson no lo cree así, mas en cambio los Sres. Lodge.
Myers, Ochorowicz y yo, estamos bien persuadidos de ello.
Analicemos este punto.
Por de pronto parece que el Dr. Hodgson comete una injusti-
cia, reprochando al Sr. Lodge de no (lar más detalles. Es evidente
que cuando decimos, la mano esta bien sujeta, cualquier detalle
más circunstanciado resulta inútil. Como esto se repite cien veces
en cada sesión, creemos, que par» dar cuenta del hecho de suje-
tar las manos, basta mencionarlo con las palabras antedichas.
Si mientras se produce un fenómeno, no estoy absolutamente se-
guro de que sostengo la mano derecha del médium (suponiendo
que se me haya impuesto la vigilancia de dicha mano) entonces
digo en alta voz «he soltado la mano» y los demás experimentado-
res, suspenden de momento los trabajos.
Además; en todas las sesiones hemos procurado que los dedos
de las manos de Eusapia, é• el puño y parte de los dedos, se apoya-
sen en las palmas de sus censores.
Con mucha frecuencia contactaba mi antebrazo con el de Eu-
sapia, á la vez que una de mis manos, se hallaba estrechamente
unida con una de las suyas. Y por último; durante el curso de las
sesiones, dábamos cuenta de nuestras relaciones de contacto, con
una constancia casi insoportable, repitiendo constantemente «yo
tengo la mano derecha» «yo tengo la mano izquierda.»
Si se hubiese tratado de experimentadores novicios, asombra-
dos por la novedad de los fenómenos, comprendería las dudas del
Dr. Hodgson, pero se trata de experimentadores que han sabido
conservar su serenidad, y que no sueñan mas que en realizar ex-
periencias en buenas condiciones.
Si me es permitido hablar de lo que personalmente me atarle,
diré; que he estudiado ä Eusapia, 5 veces en Milán, lo en Roma, y
EXP. DE CARQUE1RANNE. - 1894 133
40 en Carqueiranne é isla Roubaud, donde ha permanecido tres
meses.
Durante estos tres meses, prepanado como estaba por las expe-
riencias de Roma y Milán, no sofid en otra cosa que en el punto
importante de sujetar bien la mano, de modo que no pudiera des-
prenderse, y por lo mismo, (Ttjer objetos y realizar contactos. El
Dr. Ochorowicz tampoco tenía otra preocupación que evitar se es-
capase la mano de la médium.
Pues bien; esta constante preocupación, esta idea fija, parece
que debe garantimos de haber procedido ligeramente.
Creo que con tres meses de ejercicio y meditaciones, hay tiem-
po mas que suficiente para asegurarse de si se ha cojido el no sc
ha cojido, una mano humana.
En una de las sesiones (creo que fué la última) sostenía la mano
izquierda de Ensapia la Sra. Sidgwick, mientras que mi sabio
amigo el Dr. Ségard que ya había asistido A muchas sesiones, te-
nia cojida la mano derecha de dicha médium. En el curso de la
sesión, les interrogué lo menos quince veces acerca de si tenían
asidas las manos de Eusapia, contestándome siempre de un modo
afirmativo.
Al objeto de reemplazar el proceder elemental de sujetar las
manos de la médium entre las nuestras, imaginamos con el doctor
Ochorowicz, diversos aparatos eléctricos, de cuya descripción haré
gracia al lector. Aunque resultaban muy ingeniosos, no me inspi-
raban ninguna confianza. por lo cual di siempre la preferencia
mi mano.
También tratamos de apoyar nuestros pies descalzos sobre los
pies de la medium igualmente desprovistos de calzado, pero este
detalle, no llega á proporcionar una seguridad absoluta, toda vez
que la sensibilidad tactil de los pies, es bastante grosera.
Las continuadas observaciones nos revelaron, que el mejor
medio de comprobación, era sostener los pies de Eusapia con las
manos de uno de los asistentes, y á este propósito, se colocaba uno
de nosotros en el suelo, con el exclusivo objeto de vigilar los ex-
tremos inferiores.
El método que acabo de mencionar, me parece preferible
cualquier otro, y estoy convencido, que si el Dr. Hodgson se en-
conträra en parecidas circunstancias, le reconocería superior á •
cualquier otro.
Sentados estos precedentes, conviene digamos, que no siempre
se obtiene el fenómeno, y que precisa ä veces mucha paciencia
para lograr resultados provechosos.
Se trata de sostener ambas manos de la médium, y ser tocado
por una mano muy distinta de las de aquélla.
134 PRIMERA PART
Es natural que al referirme á una mano muy distinta, descarto
toda suposición de superchería. Así, un contacto vago, no es una
mano; la sensación de un muñón ó de una palma, tampoco es su-
ficiente. Una mano bien distinta, es una mano perfectamente for-
mada, y que es capaz de pellizcar, de tirar los pelos de la cabeza
de la barba, de hacer sentir el contacto de sus dedos, de producir
en una palabra la sensación que una mano viva, humana, es capaz
de ocasionar.
Pues bien; esta experiencia yo la he realizado cuatro veces en
la isla de Roubaud.
Una vez, entre otras, sostenía con una de mis manos las dos
de Eusapia, mientras la que me quedaba libre, la levante tanto como
me fue posible. Esta mano que sostenía en el aire, fue cojida vi-
gorosamente por una mano que tiró con fuerza de mis dedos, y
luego me die, un golpe bastante fuerte sobre el dorso de ella, golpe
que fue percibido por todos los circunstantes.
Desgraciadamente, según he dicho, esta experiencia esencial,
importante, fundamental, no puede obtenerse siempre. Se logra
muy raras veces, y esta misma rareza, es una causa de duda de-
masiado grave.
Porque es más fácil obtener un contacto cuando cada mano
del médium se halla sujeta por diferente persona, que cuando es
la misma persona la que sostiene ambos manos?
No obstante, ha ocurrido en diversas ocasiones, que ä pesar de
ser una sola persona la que sostenía las manos de la médium, los
demás asistentes han sentido los toques de la mano misteriosa.
El día 9 Julio fue tocado en la espalda el Dr. Ochorowicz unen-
sujetaba ambas manos de Eusapia.
El 21 Julio, experimentó el Dr. Lodge igual fenómeno, concu-
rriendo las mismas condiciones, y el 26 de Julio, mientras yo
sostenía ambas manos de la medium, una mano grande me tocó ä
la cabeza.
Lo que hace muy instructiva esta experiencia y le dá en mi
concepto un carácter absolutamente decisivo, es, que para expli-
carla, debemos apelar ö á la alucinación tactil, lo cual me parece
absurdo, ó á una pesada broma de parte de uno de los concurren-
tes, lo que resulta imposible admitir, 6 á la materialización de una
mano viva; concldsión que admito, y ä la cual no me resigno sin
dolor.
Son muy numerosos los casos en que mientras un experimen-
tador sostiene las manos de la médium, otro experimentador siente
algunos contactos.
El 1.° Julio fui tocado por una mano, en los momentos que el
Dr. Ochorowicz sujetaba ambas manos de la médium. El mismo
EXP. DE CARQUEIRANNE. - 1894 '135
alfa sustuve un rato las manos de Eusapia; el Dr. Ochorowicz, co-
locado de rodillas debajo de la mesa, mantenía fijos los pies de la
médium, y á pesar de tantas precauciones, percibía el doctor po l o-
nés sobre su cabeza, el contacto de cinco dedos.
El 9 de Julio sujetaba yo las manos, y Ochorowicz fué tocado
por la mano misteriosa.
El :28 Julio, sostenía Lodge las manos, y Myers fué tocado por
otra, etc.
En cuanto á los casos en que intervienen dos experimentadores
para sujetar las manos de Eusapia, y en tales condiciones se pro-
duce movimiento de objetos en la habitaeión, al mismo tiempo que
se ve, y se siente, el contacto de una mano, debo manifestar: que
tales casos han sido muy numerosos.
Sé perfectamente, que la atención no puede prolongarse más
allá de una hora si se desea que aquel poder resulte muy eficaz
en su ejercicio.
Mas en nuestros estudios, hemos tenido muy presente esta par-
ticularidad.
Según han hecho notar los Sres. Lodge y Myers, y saben muy
-bien cuantas personas han asistido á las experiencias de Eusapia,
los fenómenos no se producen por sorpresa.
Todos se hallan prevenidos por la agitación, por la tensión vi-
bratoria de todo el cuerpo de la médium. Es por consiguiente en
este momento, cuando se redobla la atención y se sujetan con más
'fuerza las manos de Eusapia.
A menos de ser un detestable experimentador, nadie escojerá
el decisivo momento de la experiencia para soltar las manos.
Y aún en el supuesto de que la mano quedase libre (lo cual no
puedo creer) sería preciso que volviese á su lugar primitivo, y al
hacerlo, necesariamente habríamos de darnos cuenta de su susti-
tución, ä menos de suponer una dösis de perturbación y negligen-
cia, que me parece un poquito crecida.
Podría admitir que he cometido esta negligencia una, dos, diez,
'veinte veces, pero lo que no puedo admitir es, que dominado por
la preocupación única de no abandonar la mano, haya sido dos
tres cientas veces tan ligero, que no me haya advertido el momen-
to de escapárseme la mano de Eusapia, y el de volver á su primiti-
va posición. Y esta ligereza imperdonable, no seria yo solo quien
la hubiese cometido. Los Sres. Aksaliof, Schiaparelli, G. Finzi,
Siemiradsky, Schrencli-Notzing, Ochorowicz, Ségard, Lodge,
Myers, y la Sra. Sidgwicli, todos habrían dejado sustituirse su
.mano más de 40 veces, precisamente en los momentos en que su
mtención se hallaba más despierta.
Además; cuando un hábil prestidigitador ha hecho un juego
136 PRIMERA PARTE
ingenioso, no trata de volverlo It hacer, porque sabe que al repe-
tirlo por segunda, tercera ó cuarta vez, se expone á que el público.
descubra el amarto.
Aquí ocurre todo lo contrario, puesto que Eusapia consiente
en procurar que los mismos fenómenos se reproduzcan, ante un
público que sigue minuciosamente la marcha de la experiencia.
Numerosas fotografías obtenidas á la luz del magnesio, objeti-
van la levitación de la mesa. (1)
La única hipótesis discutible entre las que se han enunciado
para dar explicación del fenómeno, consiste, en que Eusapia colo-
ca su pié derecho por debajo de la pata izquierda de la mesa, y
verifica contrapresión con la mano, para conseguir que la mesa se
levante. Pero según demuestra el testimonio fotográfico, semejante
hipótesis no puede admitirse; por ejemplo, cuando la mesa se le-
vanta hallándose sentada la médium en el costado largo, ó cuando.
descansasus manos sobre las.rodillas que se le mantienen sujetas,
por último, cuando se realiza el fenómeno mientras Eusapia
permanece en pié.
Recuérdese que en las condiciones que se acaban de exponer,
se ha realizado la levitación de una mesa cuyo peso ascendía ä
22 kilos, y esto tiene un valor preponderante para el observador.
Las experiencias de que acabamos de dar cuenta, son las mas
comunes, aunque se realizan muchas mas que resultan inexplica-
bles con la hipótesis de la prestidigitación.
Por ejemplo; iluminada la habitación lo bastante, para llegar á
distinguir los objetos que en ella había, apoyó Eusapia sus dos
manos sobre la mesa, en presencia del Sr. Sidgwick y de su espo-
sa. Uno de los concurrentes vigilaba la cabeza y boca de la mé-
dium, y otro se encargó de sostenerle los pies, situándose de ro-
dillas en el suelo para cumplir con mas escrupulosidad su misión.
A pesar del lujo de precauciones adoptadas. se produjeron al-
gunos sonidos en un piano inmediato, y un objeto voluminoso.
(un melón) cuyo peso era de 7 kilos 200 gramos, y que ocupaba
parte del asiento de una silla colocada detrás de Eusapia, fué á pa-
rar encima de la mesa.

(1) Ademas de las fotografías obtenidas á la luz del magnesio,


el Dr. Ségard ha logrado reproducir la levitación de una mesa por
medio de fotografía que se obtuvo á la luz del día entre 4 y 5 ho-
ras de la tarde, en la terraza del chalet de la isla de Rouhatid.
En todas estas fotografías, se ven las manos y pies de Eusapia
contenidas por los asistentes.
Las dos fotografías que contiene la lámina núm. VI obtenidas.
en el intervalo de algunos segundos, ponen en evidencia la movi-
lidad de las actitudes de Eusapia en estado de trance.
EXP. DE CARQUEIRANNE. — 1894 137
Se dispuso el aparato eléctrico en los pies de la médium, de
modo, que al tratar de levantarlos, el timbre debía tocar, y ä pesar
de que el aparato funcionaba con regularidad, y ambas manos de
la médium estaban sostenidas en el aire ä la vista de todos, se
produjo el fenómeno de producir notas aisladas un armonium in-
mediato, percibiendo los concurrentes el chasquido de las teclas,
sin que á todo esto el timbre eléctrico diera señal.
También se adaptó un aparato eléctrico ä una báscula, de modo
que al romper su estabilidad (era necesario el peso de 8 kilos para
conseguirlo) el aparato eléctrico produjese una luz intensa. Vimos
la báscula como se movía, y la relación con el aparato eléctrico no
se estableció.
Y por ultimo, en medio de tantas cosas sorprendentes, debemos
mencionar los rasgos hechos al lápiz, que aparecieron en la man-
ga de la camisa de uno de los concurrentes mientras llevaba
puesto el vestido, y lo que es más extraordinario aún, la una de
nuestro dedo, trazó en plena luz y sobre una página ell blanco,.
algunas seriales que parecían hechas con lápiz.
CAPITULO VIII

Las experiencias de Cambridge en 1895

L-ANÁLISIS DE UNA COMUNICACIÓN REMITIDA LA 75* ASAM-


BLEA GENERAL DE LA SOCIEDAD DE INVESTIGACIONES PSÍ-
QUICAS DE LONDRES.

En el mes de Agosto del año 1895 llegó Eusapia Paladi-


no ä Cambridge, permaneciendo muchas semanas en la casa
del señor Myers con objeto de ser estudiada por varios miem-
bros de la Sociedad de investigaciones psíquicas de Lon-
dres.
Eusapia estuvo enferma, y las experiencias dieron mal
resultado. •
Los señores Sidgwig y Hodgson, insistieron acerca de
la posibilidad de reproducir por medio de ciertos recursos,
algunos de los fenómenos observados con Eusapia, consi-
derando como uno de los principales secretos, la liberación
de una de las manos que los censores creen sujetar.
A este propósito el señor Sidgwig presentó una comuni-
cación el 11 Octubre de 1895 ä la Asamblea general de la so-
ciedad de investigaciones psíquicas, afirmando que la mé-
dium, había empleado ó intentado emplear estos diversos re-
cursos en las experiencias de Cambridge, que debían ser
consideradas como fraudulentas, y que por lo mismo, no
había lugar ä que se insertasen entre las Memorias de la
Sociedad.
El señor Myers confirmó las apreciaciones del señor Sidg-
wig, aunque añadiendo:
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 139
Por lo que se refiere á las manifestaciones más notables que he
-visto en la isla de Roubaud el ario 1894, son en mi opinión inex-
plicables, atendiendo á los procederes empleados en Cambridge.
Sin embargo, conviene manifestar, que el doctor Richet cuya es-
crupulosidad en las comprobaciones es muy notoria, observó en
las experiencias de Milán esta clase de secretos. Por mi parte no
llevo intención de utilizar como armas de defensa, ninguno de los
hechos realizados anteriormente por Eusapia, y que resultan con-
cluyentes.
La confianza que tienen la mayoría de los principales experi-
mentadores del continente, en la autenticidad de los fenómenos
producidos con Eusapia, no Ita sido destruida.
Un grupo francés, cerca del cual ha trabajado Eusapia después
de nuestras últimas experiencias, me participa haber obtenido al-
gunos fenómenos que consideran aun:m .ticos. En tanto se vayan
realizando. nuevos experimentos por personas de competencia
científica reconocida, las personas no iniciadas en estos estudios,
-deberán atenderse á los informes proporcionados por aquellos, que
habiendo estudiado detenidamente los fenómenos, gozan en la es-
fera científica de justa reputación.

El doctor Myers procedió ä dar lectura de la siguiente


.carta del doctor Lodge que se viö privado de asistir la reu-
2' 1

nión.

No asistí en Cambridge mas que á dos sesiones que tuvieron


lugar después del descubrimiento del fraude. En la primera, he
creído ver algunos fenómenos de buena ley; la segunda, ha sido
-completamente fraudulenta.
He procurado examinar con la mayor atención dicho fraude, y
estoy convencido de su existencia, aunque no puedo determinar
si Eusapia procede consciente 45 inconscientemente.
Sean las que fueren las condiciones fisiológicas en que la mé-
dium se encuentra, el hecho material es, que en la sesión que nos
ocupa, quedó en libertad una de sus manos. •
Queda ahora por examinar hasta que punto puede modificarse
mi primera comunicación inserta en el Journal Soc. Ps. Res. del
mes de Noviembre de 1894. A los ojos del público (si es que el pit-
blico lo ha leído) parecerá una nota de descrédito, pero ante el
juicio de todo hombre prudente é investigador de la verdad, los
principales hechos determinados en dicho documento, no pueden
aparecer como fantasías de mi espíritu. Hasta me atrevo á decir,
que algunos de los fenómenos observados en Cambridge, no creo
140 PRIMERA PARTE
puedan explicarse científicamente por una hipótesis tan sencilla.
como la de una mano libre, desposeída de algún mecanismo. Ad-
mito sin embargo la conveniencia de apurar hasta lo último cual-
quier explicación normal, y por esta razón, considero que la deci-
sión más prudente, es dejar en el abandono muchos hechos que
no pueden explicarse racionalmente.
Probablemente el mejor partido, sería colocar en esta categoría
cuantos fenómenos se producen, cuando intervienen dos personas
para sujetar las manos de la médium.
Sin embargo; si olvidamos las condiciones en que se colocaba
Eusapia en la isla de Roubaud, dentro de las cuales resultaba di-
ficilísima la sustitución de manos, nos expondremos ä sacrificar
muchos hechos auténticos.
Y cuando me acuerdo del hecho de la llave metida en la cerra-
dura, de la cantidad de luz que penetraba por la ventana, y de la
atención con que todos dirigíamos las miradas en P I espacio que
quedaba libre entre la puerta y Eusapia; cuando acude á mi mente
el transporte de la llave desde la puerta á la mesa y vice-versa, no
puedo menos que considerar muy absurda, la suposición de que
Eusapia llegase á realizar estos transportes, sin que ninguno de
nosotros se diera cuenta.
Cuando recuerdo la levitación de la cajita de música mientras
Eusapia se apoyaba en mí, hallándose fuera de alcance del instru-
mento; cuando pienso en los movimientos de aquella silla percep-
tibles å la luz de la luna; la hinchazón de la cortina, el tintero que
se apartaba gradualmente de nuestro circulo, etc., no puedo ver
de ningún modo semejanza alguna, entre las miserables sesiones
fraudulentas de Cambridge, y las manifestaciones de la isla de
Bou band.
gY la personalidad nombrada John, que se revela en el trance
de la médium? En la sesión de Cambridge apenas se manifestó,
mientras que en la isla de Roubaud tuvimos ocasión de reconocer
una dirección invisible que daba testimonio de su celo, haciendo
que se repitieran los fenómenos, cuando alguno de los concurren-
tes expresaba sus dudas.
En la isla de Roubaud senti diferentes veces el contacto de una
mano, mientras tenía cojidas las de la médium.
La comprobación de los pies, no se ha realizado siempre apli-
cando uno de los observadores su pié sobre el de Eusapia, sino
que se ha.titilizado un procedimiento, que permite estar seguro de
que los piés de la médium no pueden moverse de su sitio.
Mi té para los fenómenos que se obtuvieron en la isla, no ha
sufrido el menor golpe.
He considerado detenidamente las criticas que pueden recaer-
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 141
sobre mi, por virtud de la posición que adopto, pero del mismo
modo que doy como auténticos los fenómenos producidos en la
isla de Roubaud, considero fraudulentas las últimas sesiones á que
•asistí en Cambridge.
El orden con que se manifestaron los hechos, pareciórne ex-
travagante, aunque es justo consignar, que la observación que se
acaba de hacer respecto ä tentativas de fraude por parte de Eusa-
pia, no resulta una novedad. La posibilidad de este género de en-
gafo, ha sido perfectamente indicada por el doctor Richet; la
comprobación de un fraude en el transcurso de malas sesiones,
ha sido igualmente sefialada por el doctor Ochorowicz, por no ci-
tar al sefior Torelli, testimonio más hostil. Yo espero, por consi-
guiente, que el estado de decadencia actual de la médiumnidad de
F.usapia, será pasajero, y que testigos competentes y me¡or [pre-
parados, podrán certificar más adelante, la continuación de los
hechos extraordinarios que produce dicha mujer, por medio de sus
anormales poderes.

II. LA CUESTION DEL FRAUDE EN LAS EXPERIENCIAS CON Eu-


SANA PALADINO, por J. Ochoroiricz.
( Docnmento inédito)

§ 1.°—Buenas y malas sesiones.


Los experimentadores de Cambridge han llegado ä la
conclusión de que «todo era fraude.»Esta afirmación la hi-
cieron después de veinte sesiones de estudio con Eusapia.
Es cierto que semejante noticia propagada por la prensa
inglesa y continental con lujo de falsos detalles, podía de-
tener el estudio apenas empezado de los fenómenos media-
nimicos, y desilusionar ä muchos hombres que estaban en
vísperas de abordarlos, mäxime si se tiene en cuenta, que
tanto las experiencias de Varsovia (1893) como las de la isla
de Roubaud (1894) están por publicar, y que el protocolo de
Milán (1892) no hace mención del fraude.
Habiendo tomado parte en las experiencias de Varsovia
y de la isla de Roubaud, sin contar con algunas sesiones
preparatorias celebradas en Roma (1893), y habiendo estu-
diado especialmente la cuestión del fraude en los fenóme-
nos medianímicos, me propongo comentar el resultado ne-
s

142 PRIMERA PARTE

gativo de Cambridge, con ayuda de los (latos adquiridos en


precedentes experimentos.
De momento, procuremos entendernos con respecto al
punto capital. Los experimentadores de Cambridge hablan
de un descubrimiento. M. F. W. H. Myers ha tenido la ga-
lantería de enviarme las principales actas, de las que sola-
mente se han publicado algunos extractos en el periódico
de la S. P. R. correspondiente al mes de Noviembre. Los he
leído con gran atención, y en ellos encontré muchos hechos
interesantes, aunque ningún descubrimiento. Por esta razón
empiezo á creer, que los experimentadores de Cambridge,
no tenían conocimiento ni de descubrimientos semejantes
á los que había realizado el señor Torelli en Milán, (1892) ni
de las observaciones y detalladas discusiones sostenidas
con el sefibr Bronislas Reichman en Varsovia (1893-94) que
contienen todo, absolutamente todo lo que ha sido descu-
bierto en Cambridge, desde la sustitución de manos y piés,
hasta el pequeño aparato «con una preparación fosforescente»
de que habla todavía el doctor Hodgson.
Solamente existe la diferencia, de que en Cambridge, no
se contesta ä la suposición del doctor sin comprobar prévia-
mente lo supuesto, en tanto que en Varsovia, el doctor
Reichman se tomó la molestia (le registrar concienzuda-
mente ñ la médium, comprobando la ausencia del aparato.
Por consiguiente, no hay tal descubrimiento, y en el su-
puesto de haberlo, sería (lel todo inconsciente según más
adelante probaremos. Entre tanto pasemos A las sesiones.
Contestando al doctor Hodgson ( Journal of tue S. P. R.
Marzo y Abril 1895) ya manifesté, que con la médium E. P.
se habían obtenido, buenas y malas sesiones, es decir, más.
menos fraudulentas.
Los tres siguientes ejemplos aclararán la cuestión.

A. —Una mala sesión.


(La XXIII en la isla de Roubau del día 4 Agosto 1894).

Desde hace algunos días que se encuentra la médium:


visiblemente agotada. Las tres últimas sesiones han sido
débiles y en gran parte fraudulentas. El excepticismo se

EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 143


apodera de nosotros, aunque ocultando nuestros sentimientos,
delante de E. P.
Esta tarde se encontraba de mal humor y enfadada con
el doctor Richét (esta mañana envió la médium una cesta
de frutas ä la hija del guardian de la isla, s„in autorización
del doctor, el cual le hizo con este motivo una pequeña ob-
servación).
A una advertencia mía, se retiró pa ra quitarse el corsé,
volviendo vestida con una bata blanca, contrariando las
prescripciones dadas por John, que parece tener mucha afi-
ción al color negro (1).
Estamos en guardia por lo que pueda ocurrir, y nuestra
desconfianza se refleja visiblemente sobre la médium.
Habiendo observado que al tomar una silla, la eligia de
preferencia con el respaldo abierto, lo cual permitía alargar
insensiblemente el brazo hacia aträs, se la cambié por otra
que tenía el respaldo cubierto, y la aceptó sin protesta.
Formamos cadena, y ca.si instantäneamente quedó E. P.
en trance.
E La luz de la habitación era suficiente.
«John» comenzó por lamentarse, de que dos
concurrentes (estäbamos solos con el doctor
II O Richet) son pocos para darle fuerza «Poco
forza ;Poco forza» repetía ä cada instante.
Pocos minutos después, observé una hin-
chazón de la parte izquierda del vestido de E. P.
Rompí la cadena con R., puse en relación mi mano iz-
quierda con la homóloga de la médium, y alargué mi brazo
derecho hasta el borde inferior de su vestido. Casi inmedia-
mente, fui tocado cerca del suelo y ti través de la ropa, por
una cosa que me pareció un dedo. En este momento vi con
gran claridad sus dos piés debajo de la mesa, descansando
separadamente sobre nuestros piés. Permanecí atento en la
misma posición, y dije en voz alta, ä fin de calmar ä la mé-
dium que lloriqueaba:
«Procuremos que no se fatigue, y dejemos ä John la li-
bertad de hacer lo que pueda.»

(1) Cuantas veces mencionaré el nombre de John, deberá en-


tenderse que me refiero ä un estado psíquico especial del médium.
144 PRIMERA PARTE

Al terminar estas palabras, sentí nuevamente un con-


tacto como de una mano sin consistencia, que se insinuara al
través de - su ropa. Este contacto, en el lenguaje de John,
significaba Si, contestando ä mis palabras.
Después de este interesante intermedio, E. P. nos invita
á inspeccionar las posiciones, preguntando así mismo, si nos
hallaríamos satisfechos de que se realizara la levitación de
la mesa, situando encima de ella las manos; como al princi-
pio de la sesión. Contestamos afirmativamente.
Entonces, bajo la presión automática de sus manos, la
mesa se inclinó un poco hacia la derecha é izquierda, levan-
tándose luego lateralmente del lado de E. P.
En aquel momento, vi y sentí cerca de mi pantorrilla
derecha, algo que ú través del vestido de E. venía aproxi-
mándose hacia el pié izquierdo de la mesa; diríase que se
trataba de una mano impotente que deseaba cojer dicho pié
y levantar el mueble, pero no fué posible conseguirlo.
En aquel momento, se escapó el pié izquierdo de la mé-
dium de debajo de mi pié derecho, dirigiéndose hacia la
pata izquierda de la mesa que estaba un poco levantada, al
mismo tiempo que con el tacón de su pié derecho, vino ä
reemplazar el contacto que ejercía con el pié que se había
escapado. Entonces practiqué un movimiento con mi pié
derecho, para indicar que el pié izquierdo de la médium,
había desaparecido de su sitio, y én el instante, volvió este
ä su primitivo sitio, no teniendo efecto la levitación prome-
tida.
John pidió que se disminuyese la luz de E
la estancia. Accedimos ä la petición, aunque
cambiándonos de lugar.
La habitación quedó excasamente ilurni- O
nada, y E. pidió que se examinasen sus bol-
sillos y vestidos. Con este objeto se levantó
y sostuvo en pié, y. entre tanto, le registré atentamente, no
encontrando nada que pudiera infundir sospechas; pero en
el instante que E. P. tomaba asiento (siempre en trance)
aproximó bruscamente con su codo derecho un abanico que se
encontraba sobre una mesa inmediata.
La dejé hacer sin decirle nada. Breves segundos después,
alargó su mano derecha junto con la mía que la sujeta-
EXP. Di: CAMBRIDGE. - 1895 145
ha 1 /, (1) y entonces sentí perfectamente que con los extre-
mos libres de sus dedos, cofia el abanico y lo tiraba sobre
nuestra mesa.
Era un aporte realizado con ingénito descaro. Yo nada
.dije, y el fraude continuó
M. R. sintió que le tocaban en el costado, al parecer con um
pid. observando que el contacto coincidió con la desaparición
del pié izquierdo de la médium, de cuya vigilancia estaba
encargado.
Oyese golpear el pavimento con una doble escalera de mano
situada detrás y á la izquierda de la médiunt.
Observo que el pié izquierdo de la médium que se había
separado antes de ce irse el ruido, vuelve á su primitivo lugar.
«Me tocan en la espalda derecha con un cuerpo bastante
voluminoso» dijo IL, y corno yo estaba sentado casi de frente
a la ventana, pude ver, ó mejor diré, pude sentir, que el
contacto se realizó con la cabeza de la médium que se bajó
en aquella dirección.
Algunos minutos después dijo R. que alguien rodeaba su
mano derecha con un cordón. En este momento, tenía lt. de
una parte, la mano izquierda de la médium, y de otra, la
palma de la mano derecha, cuyo puño yo sujetaba. En esta
disposición, sentí los movimientos que realizaban los tendo-
nes, correspondiendo ä la acción de enrollar algo. Esto no
era una prueba de fraude, porque los movimientos simpäticos
acompañan con frecuencia al fenómeno puro; pero de todos
modos, resultaba un hecho sospechoso.
Comuniqué mis impresiones ä R., mas E. P. adivinó mi
pensamiento y demostró estar enfadada, tirando el cordón
por el suelo, y declarando que ya no quería servir mas de
instrumento de experimentación.
Entonces le declaramos que cuanto había hecho era jraude.
De repente se animó, haciéndose mas sensible ä las ob-
jeciones, mäs ambiciosa, mäs dueña de si misma, y en estas
condiciones obtuvimos algunos fenómenos cOrrectos. Se ha-

(1) Convenimos en designar por medio de fracciones, el gene-


ro de vigilancia que se ejercía en las manos y pies; asi 3/,, signi-
ficaba: sostengo el puño y la palma de la mano con las puntas de
los dedos.
'10
146 PRIMERA PARTE

brin dicho que la excitación determinó el despertamiento de


sus fuerzas soñolientas, de idéntica manera que el látigo
excita al caballo perezoso.
Antes de la sesión y sin saberlo la médium, colocó el
doctor Richet sobre una silla situada detrás de la cortina y
ä espaldas de la médium, ocho piezas de 5 francos apiladas.
Cada una de ellas pertenecía á diferente año y estaban co-
colocadas por orden de antigüedad.
En estado de profundo trance E. exclama retorciéndose:
«Jo prendero! lo prendero! ...» y luego con cólera «Non
posso prenderle!»
Por último; vigilada con especial cuidado, y apoyada en
nuestros brazos, diö un grito, después del cual una pieza de
5 francos (la de la cúspide de la columna) vino d caer encima
de nuestra mesa.
Repetimos el experimento aplicando la frente de la mé-
dium en contacto de la mía; una de sus manos la sujeté en-
teramente, é hice lo propio con las rodillas por medio de la
mano que me quedaba libre.
Su pierna derecha rozaba con la mía, y de la vigilancia
de la pierna opuesta, quedó encargado el señor R. En seme-
jante disposición, fué transportada sobre la mesa otra mone-
da de 5 francos.
Por tercera vez se repitió la experiencia, no sin haber
examinado préviamente y con la mayor atención las man-
gas del vestido y las manos de la médium, levantando éstas.
ä mayor altura que su cabeza, y sosteniéndolas R. y yo en
actitud de plegaria. La moneda fue transportada por el aire
llegando caliente d la mesa.
Otras dos monedas fueron transportadas de un modo se-
mejante, guardando el orden con que fueron apiladas. Lue-
go después, E. hizo caer con un rápido movimiento ejecuta-
do con su mano izquierda sostenida por el doctor Richet,
cuantas monedas quedaban sobre la silla. Mas esto se veri-
ficó cuando la médium había agotado visiblemente sus
fuerzas, por cuyo motivo aconsejé interrumpir la sesión que
duró hora y media.
Antes de terminar, pidió John que diera á E. la sujestión
de que se mantuviera más calmosa, y que procurase domi-
nar sus impulsos, así como olvidar los resentimientos.
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 147
Así lo hice, imponiéndole las manos sobre la cabeza.
Al despertar, se mostró afectuosa con R. asombrandose
de semejante cambio, y cumpliéndose en todas sus partes
la sugestión impuesta.
'A pesar de algunos fenómenos auténticos realizados al
principio y fin de la sesión, todo lo demäs fué falso, y como
la série hacía mas de una semana que duraba, anoté en mi
diario de observaciones:
«Estoy tan lleno de vacilaciones por la frecuencia con
que se repiten los fraudes, que empiezo ä dudar de todo;
tengo gran necesidad de una prueba irreprochable para
destruir el e7(cepticismo que inc obsesa.»
Opino que el doctor Richét pensaba de idéntico modo.

B.— Una buena sesión.


(La XXIV en la isla, el día 6 de Agosto 1894).

Tiempo bello. E. P. se halla bien dispuesta después de


dos días de reposo y distracciones (1). El señor Bellier debía
permanecer entre nosotros, pero ú última hora acordamos
que se fuera ä colocar deträs de la ventana para tomar
notas.
Semejante acuerdo me causó satisfacción, porque de ha-
ber permanecido en nuestra compañía, hubiera inducido,
que el favorable cambio en las sesiones, lo producía el nú-
mero de concurrentes.

(1) El día 6 de Agosto, dejamos ä E. en reposo, y ä fin de dis-


traerla, 4. le dió 10 francos para que se dirigiera ä ilyeres donde
debía celebrarse una fiesta. Regresó sumamente contenta, dán-
donos detalles infantiles de la sala de baile en la que fué muy aga-
sajada
7 de Agosto. Teníamos la costumbre de ir todas las mañanas ä
pescar en una barca, pero E. no venia porque se mareaba con fa-
cilidad. No obstante; dicho día la invitamos, porque además de es-
tar el mar muy tranquilo, nos convenía disponerla en favor nues-
tro, pues la experiencia nos tiene enseñado, que sienipre son ma-
las las sesiones, cuando ella se enfada. La satisfacción de podernos
acompañar, la hizo refractaria á los balanceos de la barca, y quedó
alegre por el resto del dia. R. le perdonó sus pequeños excesos
para evitar un choque, é impedir que pudiera desmerecer la se-
sión que tu yo lugar por la noche.
148 PRIMERA PARTE

Se vistió ä E. P. toda de blanco, lo cual permitía distin-


guirla en medio de la relativa obscuridad en que nos ha-
llábamos.
Aprovechando su ausencia, construimos un aparato para
iluminar eléctricamente en un instante la habitación, si-
tuando el aparato detrüs de la cortina. y no dando cuenta
de estos preparativos ü E. Le ofrecí para tomar asiento una
silla de madera con el respaldo lleno, y la aceptó sin mur
murar, pero una vez en trance, John pidió que se-cambiara,
fundündose en que el cuerpo de la 'médium debía estar lodo
lo posible al descubierto. Nada dijo con referencia ä la ropa
blanca.
9 h. 33.—E. P. se sienta ä 10 ó 15 centime-
E tros de la cortina, descansando los pies en un
aparato registrador. Este consiste en una
caja eléctrica de doble fondo, dividida en
O 11 dos compartimentos por medio de un tabi-
que sólido que rebaja sensiblemente los bor-
des ä fin de impedir toda comunicación me
cánica entre ambas mitades de la caja, y los dos pedales.
Ambos piés (descalzos) de E. P., se lían situado por separa-
do en ambos compartimentos de la caja. Cada pedal se pone
en comunicación eléctrica con el fondo de la caja, y con un
timbre eléctrico colocado á distancia. Para cerrar la corrien-
te en derivación, y evitar que el timbre suene, precisa una
fuerte presión sobre los pedales, más desde el instante que
se trata de levantar uno A ambos piés encerrados en la caja,
el timbre no deja de sonar hasta que- los piés han vuelto á
su sitio. La inspección por medio del tacto, hecha de vez en
cuando, completa las indicaciones del aparato.
Las manos de la médium quedan sujetas por lós puños.
Este es un medio muy.sencillo y cómodo, que ä la vez que
impide cualquier sustitución de manos, dit una relativa li-
bertad al médium. Si ä esto se agrega el roce suave entre
los codos del celador y los de la médium, se podrá estar al
tanto de todos los movimientos que aquella verifique, sin
llegar A irritarla, en los momentos de hiperestesia (que se
manifiesta sobre todo en la región dorsal de las manos y
dedos).
Una lámpara de petróleo cubierta con una pantalla de
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 149
papel blanco, ilumina la estancia. La tinica puerta que en
ella existe, está cerrada con llave, y ä través de la hendidu-
ra de la ventana, óyese preparar ul señor Bellier sus uten-
silios de secretario. Se ensaya el aparato de los piés, obser-
vando que funciona bien.
A las 9 y 57, ó sea á los 4 minutos de espera, la mesa em-
pieza ä inclinarse hacia la derecha é izquierda, bajo la pre-
sión mecánica (seguramente inconsciente) de las manos de
la médium que están visibles. Dichos movimientos son los
«saludos de John». La mesa empieza por saludar primera-
mente al doctor Richét, después ä mi, y por último it la
médium.
9 h. 39. Decimos en alta voz que por esta noche dejamos
en libertad á John para que dirija la sesión, manifestando
que hemos preparado alguna cosa detrás de la cortina, que
puede utilizarse para las manifestaciones.
10 h. Verificación del aparato registrador para los piés.
10 h. 2. La mesa se [nueve ligeramente. Levantamos
las manos junto con las de la médium, y la mesa se mueve
sin tocarla. R. inspecciona las rodillas de la médium con
una mano y una rodilla. No hacemos cadena.
10 h. 3. Se producen dos movimientos de la mesa sin con-
tacto. Todo es visible. La mesa se eleva lateralmente del lado
de E. y queda suspendida en el aire. Se comprueba que no se
realiza contacto ni con las manos, ni con los piés, ni con el ves-
tido de la médium.
E. P. coje mi mano derecha, y simula un movimiento de
atracción en el aire; la mesa se aproxima.
El experimento de los movimientos y levitaciones de la
mesa, se repite lo menos una docena de veces, siempre con luz
suficiente, y comprobando que nadie loca la mesa.
10 h 10. La luz está muy baja. Se reconoce el aparato de
los piés, y funciona bien.
10 h 12. Como los brazos de la médium (sostenidos sepa-
radamente en el aire) demuestran cierta tendencia á di-
rigirse hacia delante, estamos en acecho por si se realiza
un transporte de objetos.
Después de examinar atentamente las-manos de la médium,
las sujetamos enteramente con las nuestras.
En estas condiciones, un gran mazo do-madera que pesaba
150 PRIMERA PARTE

muchas libras, cayó sobre nuestra mesa. Este mazo se hallaba


en una mesa situada ä O m 60 de distancia de la silla de E. y
á su lado derecho. El doctor Richet, dictó las siguientes pa-
labras á su secretario: «Antes que el mazo se desplomase,
habíamos inspeccionado rigurosamente las manos, antebra-
zos, etc. Mientras duró la experiencia estuvieron las manos
admirablemente sostenidas, sin ningún esfuerzo.»
Hasta este momento E. P. se encontró en un estado de
trance superficial, que se declaró gradual é insensiblemente.
El trance profundo empezó en el momento que la cabeza
de E. vino ü apoyarse sobre mi frente, y una de sus manos
sobre la cabeza de R.
Hasta aquí, no hemos hecho la cadena, así es que siempre
nos ha quedado libre una mano para completar los registros.
(La cadena solo es necesaria cuando concurren á la sesión
personas nuevas, ó en el momento de realizarse fenómenos
excepcionalmente difíciles, y aún así, caben algunas excep-
ciones, pues en Varsovia ;e produjo la levitación de la mé-
dium en medio de la estancia, en presencia (lel señor Ma-
tuszewski y sin formar cadena.)
10 h 20. E. ensaya de dirigir sus esfuerzos hacia atrás, y
nos pide permiso de tocar la cortina, lo cual realiza sin que
abandonemos sus manos. (Es un häbito de la médium que
se presta ä suposiciones no muy favorables; antes de produ-
cir un movimiento á distancia, toca el sitio en cuestión,
tanto para medir las distancias, como por «magnetizar» el
objeto, que su mano dinámica (la de John) debe cojer.)
Es evidente que la mano que debe ponerse en juego, ha
de ser la derecha, porque hacomuchos esfuerzos por liberar-
se. De pronto, se desprende, quedando asida por el índice ä
la mano izquierda del doctor Richet.
Este incidente nó nos causa ninguna inquietud, porque
mantengo bien aprisionada la mano izquierda de E.
Sin embargo; para alejar todo indicio de sospecha, me
dirijo hacia la cortina, y paso entre ella y la médium, á fin
de cerciorarme de que no existe ningún hilo ó cosa se-
mejante.
Mientras dura esta comprobación, mi compañero sostie-
ne ambas manos de la médium.
10 h 24. Vuelvo-á mi sitio. R. no ha abandonado las dos
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 151
manos de E. El aparato de los pies funciona bien, y en la
mesa no se encuentra nada de particular.
10 h 26. E. dirije su mano derecha acompañada de la
izquierda del doctor Richet lateralmente hacia arriba. R.
observa que ningún objeto trae en dicha mano, y breves
,segundos después, recibe un martillo por el mango como si
una persona se lo entregara.
Durante este incidente, la mano izquierda de E. P. per-
manece alejada, descansando, unas veces sobre mi hombro
y otras veces, en una de mis manos. (Antes de principiar la
sesión, el martillo estaba situado en la mesa grande, ú la
derecha de la médium y junto al mazo). Enseguida sintió R.
durante seis segundos, el contacto de unos dedos gruesos, pero
este fenómeno no nos pareció bastante evidente, porque en
aquel momento, aunque yo sostenía la mano izquierda de
E. P. no tenía aprisionados sus dedos por los extremos.
10 h 34. E. P. aplica mi mano izquierda sobre el lado iz-
quierdo de su cabeza que dice dolerle. (Esto significaba que
no debíamos esperar ningún fenómeno de momento, porque
en el supuesto de realizarse, no habría permitido John se-
mejante contacto). En el período álgido de la realización de
los fenómenos, aquella región de la cabeza de E. P. es asien-
to de vivo dolor, y tan pronto como se aproxima una mano,
percíbese con gran precisión un soplo frío. Solamente en los
intérvalos de las manifestaciones, permite John que se le
aplique una mano en aquel sitio, con objeto de calmarle el
sufrimient9.
10 h 37. E. P. dice ha comprendido una Aujestión men-
tal que le he dado. (Esto era exacto; se trataba de ordenará
E. P. para que, å pesar de sus protestas, almorzase en la
cocina). John dice que E. P. se encuentra hoy en buena
disposición, y anuncia que cuando el señor Sidgwick y su se-
ñora lleguen, las experiencias darán resultado, porque
«cambiará el tipo de su hija.» (Quería significar con estas
palabras, que E. P. ya no se portaría como niña mimada,
-sino que se presentaría séria, y con las apariencias de una
gran señora). Aunque no se cumplió el vaticinio en todas
us partes, justo es decir que durante las sesiones, E. P. es-
-tuvo seria y tranquila.
10 h 44. Verificación del aparato.

,
152 PRIMERA PARTE

10 h 47. E. P. levanta un poco su vestido. R. ha investi-


gado el brazo derecho de E. para cerciorarse de si llevaba
algún objeto oculto. Ambas manos quedan bien separadas
y sujetas, E. P. gime, y se contrae. (Verificación del aparato
de los piés). Hacemos cadena. Siento que me tocan en el
costado, é inmediatamente averiguo si los piés de la médium
se hallan en su sitio, encontrándolos en perfecta disposición,
así como el aparato registrador. -
10 h 54. R. sostiene la mano derecha y la cabeza de la
médium, yo la mano izquierda y ambas piernas. En esta
posición, se enciende la lampara eléctrica colocada detras de
la cortina, llegando d nuestros ()idos el choque de la balanza
que ocasiond este fenómeno.
En vista (le la importancia de esta manifestación que ca-
lificamos de excelente, vengo obligado ä indicar las condi-
ciones en que se realizó:
R. sostenía la mano derecha de E. P. ä la vez que apoyaba
su frente con fuerza, á la frente de aquélla.
Yo me encargué de sujetar con la mano izquierda, la
homónima de E. P., en tanto que con la derecha, recogía su
vestido por detrás de las pantorrillas, haciendo de manera,
que tanto los talones, como las rodillas, quedasen envuel tos-
y apretados con los pliegues de la ropa.
Con semejantes precauciones, desearía saber como se las
compondría el doctor Hodgson para sujestionar á sus cole-
gas de Cambridge. Por desgracia resulta cierto que em-
pleando su sistema, jamás puede haber ninguna experiencia.
decisiva.
La fuerza desarrollada detrás de la cortina, ascendió á
800 gramos, y como la lámpara no cesó de iluminar el cua-
dro, nos hallábamos en disposición de averiguar ä cada
momento las posiciones.
En una experiencia semejante realizada en Varsovia, fué-
posible medir exactamente las distancias.
Se trataba de encender una lámpara ejerciendo presión
sobre un botón movido por un resorte. El aparato estaba co-
locado en el suelo y detrás de la cortina. La experiencia se
realizaba con luz suficiente. (Una lámpara de petróleo cu-
bierta de una gran pantallas descansaba en el suelo al lado
de la cortina).
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 153
El resorte del botón descendió, y la lämpara eléctrica
fué encendida. (Desde el botón, hasta la cintura de Eusapia,
mediaba, 1 ni 16; y hasta la punta de su pié derecho 1 in 32).
Estirando cuanto fué posible la pierna de Eusapia, todavía
faltaban 38 centímetros para alcanzar el botón.
Si en Cembridge se hubiesen tomado la molestia de ins-
peccionar ä cada momento los piés y manos de la médium,
de medir las distancias y la longitud de sus miembros, po-
siblemente habría variado la manera de apreciar las cosas.
Mas no se procedió así. Los experimentadores se limitaron
ä determinar que la médium había liberado una de sus ma-
nos, ó uno de sus piés. No se olvide que E. P. es gruesa y de
estatura baja; su talla no pasa de P u 55; la longitud de sus
piernas es de 85 centímetros; la de sus brazos 62, y la de sus
piés 22. (El método seguido en la isla Roubaud, ofrece sobre
el de Varsovia, la ventaja, de que en Roubaud, se trabajó
con la lámpara encendida, en tanto que en Varsovia, la läm-
para se apagaba desde el instante que cesaba la presión.)
Sería interesante saber como se las habría arreglado
John para apagar la luz. Hubiera sido preciso arrancar una
pequeña placa en hierro dulce, adherida a su imán. En di-
versas ocasiones oímos crujir la placa, pero como la atrac-
ción era fuerte, la distancia muy pequeña, y la placa móvil,
y suspendida por su parte media, ocurría, que al despren-
derla de un lado, se adhería del lado opuesto, acabando
John por reconocer su incapacidad, no sin dejarnos algunas
pruebas de su fuerza.
11 h 3. R. es tocado ligeramente d través de la cortina como
para atraer la atención. La cortina se entreabre afrontando la
luz. A la médium la tenemos enteramente sujeta. La lám-
para eléctrica continua encendida.
11 h 5. Las mismas condiciones.
De nuevo vuelve d separarse la cortina.
11 h 8. John disminuye la luz cerrando la cortina,y ä todo
esto, sigue la médium perfectamente sujetada por nos-
otros.
11 h 10. Dice E. P. que vé las monedas de 5 francos so-
bre la balanza. Se engaña en parte, porque las monedas se
encuentran en el suelo muy cerca de la balanza. Es sin em-
bargo un curioso ejemplo de visión «sin el auxilio de los
154 PRIMEHA PARTE

ojos» pues las monedas se colocaron en un rincón obscuro


de la cortina, sin saberlo la médium. (1)
En los intérvalos de esta sesión, John nos dice que si se
han obtenido buenos resultados en estas experiencias, es
debido, ä que «en la hora del almuerzo, hizo que su hija (la
médium) comiera en abundancia, puesto que "tes de las
sesiones, tiene por costumbre no comer nada». En efecto;
tengo observado que las sesiones celebradas después de co-
mer, y cuando la médium ha tomado solamente bebidas,
han sido medianas y trabajosas.
Esta sesión ha durado 1 h. 30. John se hallaba dispuesto
ä continuar, pero nosotros no hemos accedido, porque la
experiencia nos ha enseñado, que las sesiones muy largas
disminuyen el valor de los fenómenos. Ignoro la duración de
las sesiones de Cambridge, pero la única que se ha des-
crito con detalles, encuentro que principió ä las 6 h. 30, y
duró hasta las 9 h. 8.
Es cierto que en la isla de Roubaud nos habernos permi-
tido prolongar alguna vez las sesiones (sobre todo durante
la permanencia de los miembros de la S. P. R.) pero enton-
ces, ó se dejaba en descanso ä la médium por espacio de
dos días, ó bien la dormía hipnóticamente durante varias
horas.

(1) En Varsovia realicé con E. P., tapada de ojos y en la obs-


curidad, muchas experiencias de visión de letras y números, ha-
biendo obtenido buen resultado en muchas de ellas.
La sujestión mental no intervino para nada en varios casos.
Es evidente para los que se dan cuenta del conjunto de sesiones
ordinarias celebradas con E. P., que aún considerándolas como
enteramente fraudulentas, hay que reconocer en aquélla. una ex-
traña y «anormal» facultad de ver en la obscuridad. Si la mitad de
los juegos de destreza que le reprocha el doctor Hodgson fuera
verdad, subsistiría el hecho de que dicha médium, vé á obscuras.
No me cansaré de decir que esta facultad se halla muy lejos de
poseerla en estado normal, y que no aparece mas que en el trance,
tomando dos formas diferentes; 1. 0 una simple hiperestesia visual,
y 2.° una hiperestesia tactil que hace sensible por un momento su
piel, á la acción de la luz. Para demostrar algún vestigio de esta
facultad durante las sesiones, basta cubrirle los ojos y dirigir un
rayo de luz sobre su piel para excitada, con lo que se consigue
provocarle muchas veces vivo dolor.—J. O.
EXP. DE CAMISHIDGE. — 1895 155
Siempre que termina una buena sesión, queda E. P. sen-
tada en su silla y presa del mayor abatimiento (1).
Deseando el doctor Richet hacerla respirar el aire fres-
co, la tomó por las manos y la condujo hacia la galería ex-
terior. Mientras atravesábamos la ante-camara, pasó ~pie-
dra por enCiiila de nuestras cabauts, rebotando contra una ces-
ta, y cayendo por último en el suelo. Estoy seguro que en
este momento no ha realizado la médium ningún movi-
miento sospechoso y en la casa no había nadie más que no-
sotros.

C.—Una sesión de iniitaciún.


('7 Agosto 1894).

Al día siguiente, mientras E. P. se dirigía it acostarse en


su habitación del piso primero, quedamos nosotros discu-
tiendo en los bajos de la casa la cuestión del fraude. El se-
ñor Bellier quedó asombrado al oir hablar tan fríamente de
fraude, ä pesar de que admitíamos la realidad (le los fenó-
menos, así es, que emitió sus (ludas con respecto ä la posi-
bilidad de producir fraudulentamente unas manifestaciones
tan brillantes.
Yo le contesté que lodo depende de las condiciones. Y como
el señor-B. debía tomar parte en las sucesivas sesiones, ä
fin de aumentar el número de los concurrentes, le propuse
iniciarle con objeto de hacerlo más apto en los experimen-
tos, determinando celebrar una sesión de imitación, en la
cual, yo desempeñaría el papel de médium, el señor B. se-
ria el censor de la izquierda, y R. el de la derecha.
Empecé por una levitación de mesa ä media luz. Des-
pués de haber sustituido los piés sin que el señor B. se däse
cuenta, y que R. toleró sonriendo, basculé la mesa hacia la
derecha por medio de una presión lateral, deslicé mi pié

(1) Su fuerza muscular que normalmente es de 20 kilos á la


derecha, y de 25 a la izquierda, y que durante las experiencias
«ayudada de John» aumenta considerablemente, desciende des-
pués casi A O. para reconstituirse gradualmente al cabo de un
cuarto de hora ó media hora.—J. O.
156 PRIMERA PA RTE

libre por debajo (le la pata izquierda y con ayuda de una


contra-presión con la mano izquierda por encima de la mesa,
quedó realizada la levitación.
Pedí «Meno luce» dando primeramente cuatro «golpes
íntimos» sobre la mesa con las puntas de los dedos, y gol-
peando luego con más fuerza por medio de mi pié libre. En
la oscuridad cojí el martillo que retuve entre los dientes, y
dejé caer luego sobre la mesa, después de haber tocado tres
veces en el costado ä B., con mi pié libre. Por último, cono-
ciendo bien la situación de los objetos colocados detrás de
la cortina, y habiéndome aproximado algo hacia dicho sitio,
moví la balanza y encendí la luz eléctrica...
En este momento, un ruido formidable procedente del
primer piso, nos estremeció á los tres.
Dicho ruido era comparable al producido por una perso-
na colérica que diera puñetazos en una puerta. Esto ocurría
en medio del silencio de la noche.
Subimos precipitadamente; entramos en la habitación de
E. P. y vimos que dormía tranquilamente en la 'cama. A los
breves momentos se volvió un poco en dirección é nosotros
y en voz (le trance, dijo:
Sono io... (esto es, John).
Después pareció despertarse, aunque sólo pasó al estada
de sonambulismo ordinario, y nos rogó que dejásemos una
bujía encendida «porque tenía miedo». En este nuevo esta-
do de hipnösis, ya no interviene John, y tampoco se acuerda
de lo ocurrido.
¿Se trató de un puro fenómeno medianimico, ó bien fué
ella misma quien en estado de noctambulismo había gol-
peado la puerta, acostándose enseguida antes de que tuvié-
ramos tiempo de llegar?
¿Sintió realmente por telepatía, el choque moral de la
chanza que verificábamos en la sesión de imitación, ó fué
una casualidad?
En Varsovia tuvimos muchos hechos expontäneos de este
género, dando cuenta de alguno de ellos cuando trate del
fraude inconsciente.
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1893 157

§I1.—Las dos mediumnidades y los orígenes del fraude.

Los experimentadores de Cambridge no admiten en su


informe más que dos alternativas; el verdadero /enrimeno, y
el 'mude consc?enle.
Esto es muy sencillo, aunque para el vulgo es suficiente,
pero en una asamblea científica, debería saberse que la cosa
es más complicada.
Ante semejante negligencia de los sabios de Cambridge,
me permitirá el lector que precise algunas nociones funda-
mentales.
En el vasto campo de los fenómenos denominados espi-
ritas, es preciso distinguir las categorías siguientes:
a) Fraude consciente ä la William.
h) Fraude inconsciente al estado de vil Media anidad de orden
gilia en estado de trance . . inferior.
c) Fraude parcial, automático. ) Mediumnidad de orden
fl) El fenómeno puro 1superior.
Los experimentadores de Cambridge no han encontrado
en E. P. más que la primera categoría. Yo opino muy al
contrario, ó sea, que en E. P. han concurrido todas las cate-
gorías, excepto la primera. Entremos en detalles.
(a El fraude consciente no pertenece á, la ciencia, y
cuando no se trata de un espectáculo público que deba mi-
rarse de léjos, es fácil de comprobar. Basta para ello prac-
ticar un buen registro antes y después de la sesión, no ad-
mitir compadres, y vigilar atentamente los movimientos del
pr3stidigitador.
En los casos sencillos (sin aparatos) puede sin embargo
confundirse con el fraude inconsciente.
b) ¿El fraude inconsciente puede hacerse con astucia al
igual que la simulación premeditada? Sí.
El señor Hartmamn al decir que el inconsciente no se
engaña, ha proferido una gran verdad. Y realmente; la pre-
cisión, la destreza, la finura, la misma previsión de las ac-
ciones inStintivas, revisten en general triiis perfección que
las de las acciones conscientes. Y aun pretendiendo que E. P.
engañe â sabiendas ¿se ha dado una prueba cualquiera de
esta acusación?
158 PRIMERA PARTE

Ninguna. En las decraraciones publicadas por el Journal


of Me S. P. R. (Octubre y Noviembre de 1895), solamente
encuentro en materia de pruebas, la siguiente observación:
«El fraude ha sido empleado tanto antes, como después
del trance (verdadero ó simulado) haciéndolo con tanta des-
treza, que seguramente la pobre mujer habrá tenido nece-
sidad de muchos ensayos.»
Los experimentadores no saben si el trance fué verdadero
6 simulado, lo cual no es asombroso, toda vez que no han
hecho ningún estudio médico de la médium, y si no me en-
gaño, tampoco había entre ellos ninguna persona habituada
ä las prácticas del hipnotismo.
Pero desde el instante que admiten la posibilidad (tel
trance verdadero, deberán calcular asimismo, que es ilógico
suponer el fraude consciente en estado de trance.
El fraude inconsciente ofrece la particularidad de no de-
jar ningún recuerdo en el estado normal? Se ha ensayado
en Cambridge de averiguar si E. P. conservaba después de
las sesiones algún recuerdo de los fenómenos? No. Pues
bien; aunque así fuera, no podría aceptarse como prueba de
premeditación, porque la médium puede acordarse de los
efectos producidos, y olvidar completamente las causas que
los originaron.
Cuando varias personas se sientan alrededor de una
mesa y tienen la paciencia de esperar ä que las manos apli-
cadas sobre la misma se fatiguen, teniendo además la idea
fija de obtener el movimiento del mueble, acabarán siempre
por obtener una danza completa de la mesa, en razón de las
contracciones involuntarias é inconscientes de sus múscu-
los. Los concurrentes se acusarán recíprocamente de fraude,
y es posible que todos vayan de buena t'A. En la experiencia
del péndulo sostenido entre los dedos, es el mismo sujeto
quien se engaña, creyendo que el péndulo oscila por sí
solo. (1)
En las interesantes experiencias de Cumberlandismo 6

(1) El doctor Ochorowicz tal vez se muestra aquí un tanto ex-


clusivo.
El lector que sea amante de profundizar esta cuestión. deberá
leer los trabajos de Reichembach, los cuales he traducido y va
publicar el editor Carré.—A. R.
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 159
adivinación aparente del pensamiento, no es el mago quien
engaña. Este adivina la dirección, ó la persona, según las
indicaciones inconscientes de nuestros músculos. Esta in-
consciencia vá algunas veces más lejos. Una señora que me
había jurado no hacer el menor signo inconsciente, mien-
tras realizábamos experimentos de Cumberlandismo, inc in-
dicó con un dedo el sitio donde se escondía el objeto que
buscaba.
Fingí no darme cuenta de la indicacióe, buscando un
poco más arriba, pero su dedo hizo un signo de negación.
Me bajé un poco, y la mano dijo Si. Por último, encogió
el dedo como si tratase de levantar el vaso bajo el cual se
escondía un trocito de papel. Inútil es decir que lo en-
contré.
—Esto es extraordinario!—decía la señora,—pues estoy
cierta de no haber hecho la menor indicación.
Fue una dicha para esta señora, persona inteligente y de
conciencia, no' haberse sometido ä un estudio semejante al
de Cambridge, porque la habrían calificado de trapacera.
El doctor Lodge recuerda un pequeño incidente ocurrido
en la isla de Roubaud acerca del cual daré algunos detalles,
pues á pesar de su carácter infantil, es muy instructivo, y no
se ha llegado á comprender lo suficiente.
El día siguiente á una sesión pesada (22 Julio) llamó pre-
cipitadamente E. P. á los doctores Lodge, Myers y á mí, di-
ciéndonos «que había oído golpes en la mesa.» Nos trasla-
damos donde estaba la médium, y al llegar allí, se puso al
lado de una mesa grande invertida, repitiéndose los golpes.
Nos fué dificil comprobar si era la misma E. P. quien daba
los golpes con su botina, y cuando la interrogamos acerca
del particular, retrocedió un poco, á la vez que negaba él
hecho.
«Es extraño, decía; algo conduce mi pié hacia la mesa.
Escuchad! Escuchad!...» De tal manera estaba segura del
«fenómeno» que insistió para que yo atase mi pié junto al
suyo por medio de un cordón, y tan pronto se hubo realiza-
do la atadura, sentí que tiraba del cordón, torciendo su pié
para golpear con el tacón en la mesa.
Esto era evidente para todos, menos para ella, y cuando
le dije que no tenía importancia, y que apenas valía la pena
160 PRIMERA EA RT E

de continuar, por toda contestación se encogió de hombros


como si realizase una broma.
En Varsovia observé por medio de aparatos eléctricos,
que cuando E. P. permanece algunos minutos inmóvil,
pierde la sensibilidad en sus piés, y en este caso, ejecuta
diversos movimientos desarreglados sin que se dé cuenta.
Cuando estos movimientos se verifican en el transcurso
de una sesión, podrän parecer sospechosos, puesto que sub-
siguen d las representaciones motrices que en un momento dado
imperan en la imaginación del médiunt.
He visto algunos médiums (lar puüetazos en la pared,
pretendiendo que era el «espíritu» quien los daba.
Un estudiante en derecho, médium de orden inferior, se
diö un bofetón A la presencia de varias personas, y se obs-
tinó en convencernos que era el espíritu de Xantipa, mujer
de Sócrates, el que se lo propinó.
Serän estas cosas muy chuscas si se quiere, pero son he-
chos psicológicos que interesa conocer antes de abordar el
estudio de la mediumnidad superior.
Una noche dormía E. P. en Varsovia, en una habitación
inmediata ä la nuestra. Yo no dormía aún, y de pronto oí que
se levantó, y con los piés descalzos vino hasta la puerta de
nuestro cuarto. Llamé sigilosamente A, mi señora que estaba
dormida, y ambos nos pusimos de acecho.
Momentos después, abrió con suavidad la puerta, se
aproximó al tocador de mi esposa, abrió un cajón, volvió ä
cerrarlo, y se marchó sin hacer ruido.
Inmediatamente nos vestimos, y entramos en su habita-
ción, hallando ä la médium completamente dormida. La
luz de nuestra bujía pareció despertarla, y entonces le pre-
guntamos: «¡Qué lías venido ä. buscar en nuestro cuarto?»
conteständonos con aire de sorpresa que no se había movido
de su sitio.
Viendo la inutilidad de un inzis largo interrogatorio, nos
volvimos ä la cama, recomendändole que durmiese tran-
qbila.
Al día siguiente le planteé la misma cuestión, y con evi-
dente asombro y hasta coloreändose sus mejillas contestöme:
«¡Cómo he de atreverme á penetrar por la noche en sq,
dormitorio!»
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 161
Esta acusación le resultó muy penosa, y trató de persua-
• dirnos con toda suerte de razones, de que estábamos en un
-error. Lo negó todo; y reconozco que ni se acordó de haber-
se levantado, ni de haber hablado con nosotros.
Tomé una pequeña mesa, disponiendo que E. P. aplicase
• sus manos encima.
—« Está, bien (dijo); John os dirá que no miento. »
Las preguntas que hice, fueron las siguientes:
—«¡Fuíste tú, John, quien penetró la noche pasada en
nuestro dormitorio?
—No.
— Fué /a camarera? (Sujerí expresamente esta idea para
:poner A prueba la veracidad de Johni.
—No; (repitió).
—Jué la médium?
—Si; (dijo la mesa). «•No, esto no es verdad:» exclamó E.
P. viendo defraudadas sus esperanzas.—« ¡Sí!» respondió
•-con fuerza la mesa.
--iYué en estado de trance?
—No.
—.En su estado normal?
—No.
- estado de sonambulismo expontäneo?
—;.Con qué objeto?
—Para ir (i buscar cerillas, pues tenia miedo mientras so-
;7aba, y no quería dormir sin luz.
Y en efecto; en el cajón que E. P. abrió, sien) pie había
una caja de cerillas, excepto dicha noche, por Clly0 motivo
tuvo que salirse del cuarto sin conseguir su objeto.
A las explicaciones que diö la msa, E. P. no protestó.
Hé ahí pues una mujer que es capaz de encontrarse de
un momento ä otro, en un estado psíquico del todo diferente.
justo acusar á una semejante criatura, de haber co-
metido fraude premeditado, sin hacer antes un exiimen
médico y psicológico de la misma?
e) Veamos ahora una categoría que nos debe interesar
-especialmente. Trátase del fraude aparente, parcial 6 in-
c ompleto, de los movimientos automáticos sospechosos aun-
-que no fraudulentos.
11
162 PRIMERA PARTE

En Cambridge comprobaron, que cuando se deja hacer ä.


E. P., ésta procura liberar su mano. Esto era conocido ya,_
por más que no se la dejó usar de semejante libertad du-
rante mucho tiempo.
Después de haber liberado su mano ¡hace siempre de•
ella un uso fraudulento? Los experimentadores de Cambrid-
ge tratan de hacérnoslo creer, aunque sin darnos suficientes..
pruebas, y sufriendo así mismo un engaño.
Así, algunas veces, la mano liberada llega hasta el objeto •
que tiene en mira, el cual toca, levanta ó transporta previa-
mente, pero wo siempre. En el primer caso, es el fraude
inconsciente completo, en el segundo, es el fraude incons-
ciente incompleto, comprobado en Varsovia, en la isla de
Roubaud y desconocido en Cambridge. Véanse algunos
ejemplos:
1. 0 En la sesión celebrada en Varsovia el 17 Diciembre
de 1893, se le quitaron al doctor Mayzel, sus anteojos, mien-
tras celaba á la médium por el lado izquierdo. Dichos anteo-
jos llegaron hasta el doctor Dunin, sentado igualmente ä
la izquierda, aunque un poco mes distante que aquél. En el
momento que el doctor Dunin trató de cojer los anteojos,
alargó su m'ano, y atrapó la izquierda de E. P. Esta, sin dis-
cutir, pidió luz, y una vez encendida, se averiguó lo si-
guiente:
Que el doctor Dunin, sostenía la mano izquierda de E. P.
con la derecha del doctor Mayzel, quien no la separó un
instante.
Que la mano derecha estaba muy separada y sujeta por
el celador de la derecha, doctor Harusewicz.
Que en el momento de quitar los anteojos, hizo la mano
de E. P. un pequeño movimiento hacia arriba, aunque SIN
ABANDONAR LA MESA y sin dejar á su celador.
• Que en el momento de pasar los anteojos al doctor Du-
nin, avanzó la mano izquierda de la meditun en dicha direc-
ción, aunque sin alcanzar al doctor D. ni dejar al doctor M.
En esta ocasión fue atrapada por el doctor D.
Por consiguiente, ha existido aproximación dé la mano de
la médium hacia el objeto de mira, aunque sin posibilidad de
un contacto inmediato.
2.° El 27 Diciembre me tendí debajo de la mesa y sos-

o
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 163
tuve ambos piés de E. P. Momentos antes de la levitación de
la mesa, el pié realizó un movimiento para liberarse. Lo
apreté algo más, y se detuvo, demostrando hallarse hipe-
restesiado. Se alejó nuevamente sin que yo lo impidiera, y
al llegar á la pata izquierda de la mesa, regresó inmediata-
mente á su primitivo lugar, produciéndose entonces la levi-
tación. El pié de la médium estaba frío.
3.° En la sesión celebrada el 25 Septiembre en Carquei-
ranne me situé igualmente debajo -de la mesa. El piano es-
taba colocado detrás y á la izquierda de la médium. En un
momento dado, ensayó de liberarse el pié izquierdo, y aun-
que no puse á ello obstáculo, continué sujetandole
mente. Recorrió el pié algunos centímetros en di rerción al
piano, y al volver ä su sitio, estaba frío (anuncié entonces
un fenómeno a la izquierda). El pié se contrajo con fuerza;
y á cada movimiento del talón, correspondió una nota emi-
tida por el piano. Si yo hubiese dejado en libertad el pié,
tal como hacían en Cambridge, podía creer que E. P. era la
que golpeaba con el mismo las teclas.
Existe todavía en E. P. otro género de fraude inconscien-
te parcial y es, el desdoblamiento de su mano, entendiendo
con ésto, que la mano que actúa en los fenómenos, es su
mano material, mientras que su mano medianímica, es la
que está en relación con su celador.
En cierta ocasión, el doctor Riehet y yo, estuvimos en
contacto prolongado con tres manos de la médium. John se
puso ä reir, significando, que lo que habíamos tomado por la
tercera mano de la médium, era una mano suya. Este he-
cho fué observado una vez en Varsovia, y mas tarde se re-
pitió en Näpoles, en presencia del señor Chitan.
Hé aquí lo que dicho señor me ha escrito: «En 10 años
de experiencias realizadas casi diariamente con E., he obte-
nido algunas veces resultados nulos y aun contradictorios.
En el principio de mis estudios, sufrió mi fe duras pruebas,
hasta que pude convencerme de la buena fé de E. que no es
más que un instrumento absolutamente pasivo de la fuerza
oculta é inteligente que le asiste, y que se hace llamar
John (1).
(1) En mi concepto no es ni una persona extraña al médium,
ni una fuerza independiente, nueva y oculta, sino un estado psi—
164 PRIMERA PARTE.

Esta fuerza ó espíritu, llamadla como queráis, puede


producir directamente los diversos fenómenos físicos, tan
pronto halla las condiciones median/micas favorables: en caso
contrario, se sirve ä veces de los brazos y manos de la mé-
dium d fin de no cansarla demasiado.»
El señor Chiaia cita entre varios hechos, el siguiente:
Creyendo sentir la mano de E. P. entre la suya, viú el
brazo de la médium en libertad. Lo coje; y en el instante,
sufre E. una sacudida momentánea, pero queda enseguida,
é impasible, pretendiendo hacer creer que no se ha
movido.
El señor Chiaia le dirije algunos reproches, amenaza con
abandonarla, etc., entonces cae eln. trance, y John explica
que fue su mano tluídica la que estaba en contacto de la del
señor Chiaia, en tanto que la mano material de la médium,
le sirvió para producir los contactos, ahorrandose asi el irti-
bajo de materializar sic mano. Entonces me propuso (dice
Chiaia) sostener ambas manos de E. entre una de las mías,
y levantar mi brazo en el aire, más tan pronto lo realicé,
senti que una mano tiraba con fuerza por las puntas de mis
dedos atrayéndolos hacia arriba. (Escrito el 2 Octubre 1895).
La declaración franca del señor Chiaia, excitó la ambi-
ción de la médium, impidiendo que John produjese un fe-
m'alieno correcto.
Precisemos ahora la cuestión esencial? Porqué el médium
trata alguna vez de desprender su mano?
En opinión de los experimentadores de Cambridge, la
causa es muy sencilla y siempre la misma; desprende su
mano para hacer trampas, más en realidad, las causas son
mültiples y complicadas:
1. 0 Digamos en primer lugar, que E. P. pone algunas
veces en libertad su mano, para tocar su cabeza, que en los
momentos de las manifestaciones, es asiento de dolor. Di-
cho movimiento que es un reflejo natural, constituye en E.
un hábito inveterado.
2.° Inmediatamente antes del desdoblamiento media-
quico especial que permite al dinamismo vital de la médium (cuer-
po astral de los ocultistas) obrar á distancia en condiciones excep-
cionales. Esta es la única hipótesis que me parece necesaria, en
el estado actual de u5 conocimientos. —J. O.

EXP. D CAMBRIDGE. - 1895 165
nímico, su mano se pone hiperestésica, y por consiguiente,
: la presión de una mano extraña, le causa dolor, sobretodo
en la región dorsal. Por lo mismo, procura situar la mano
que medianímicamente ha de ser activa, por encima de la
del celador, evitando todo lo posible el contacto. Cuando el
desdoblamiento es completo, y la mano dinamica se ha ma-
terializado más ó menos, la del médium se crispa y apoya
con fuerza sobre la del celador, hasta que llega el momento
del fenómeno.
En este caso, queda casi insensible y contract tirada Cua !i-
do concurren buenas condiciones medianímicas, el desdo-
blamiento es fácil, y la hiperestesia inicial, de corta dura-
ción, eft cuya circunstancia permite la médium que su mano
y pies, queden por entero sujetos.
3.° Conforme á las leyes psicológicas, la mano va siem-
pre automáticamente en la dirección de nuestros pensa-
mientos (Cumberlandismo). El médium obra por auto-suges-
tión, y la orden de dirigirla hacia un punto determinado, la
comunica su cerebro, tanto á la mano dinamica, como a la
corporal, puesto que en estado normal, ambas manos no
forman más que una.
Y como inmediatamente después de la hiperestesia ini-
cial, su sentido muscular se entumece, y la mano queda em-
botada, sucede, que la mano dinámica queda en su sitio,
mientras que la mano corporal va en dirección al objeto de
In ira.
Como la primera mano no está materializada, solo pro-
duce un simulacro de presión, y cualquier persona distin-
guirá por medio del tacto, la ausencia de la mano del mé-
dium junto a la del celador. Al propio tiempo, la mano del
Médium vä en dirección al objeto, y aunque realmente no lle-
gue 4 tocarlo, podrá actuar 4 distancia por medio de una pro-
longación dinámica.
Es así como me explico los casos en que habiendo que-
dado libre la mano, no ha podido llegar hasta el objeto de
mira, porque resultaba físicamente inaccesible, y sin em-
• bargo, se realizaba el fenómeno, pareciendo que su brazo
se prolongaba obrando invisible y mecánicamente.
Las numerosas experiencias hechas en Varsovia, en ple-
na luz, con una campanilla suspendida, con brújula de for-
166 PRIMERA PARTE

mas diferentes, con una mesita de algunos centímetros,
etcétera, se realizaron teniendo la médium separadas las
manos de aquellos objetos, habiéndose probado, que no in-
tervino ni corriente eléctrica, ni cabellos, ni hilos, ni nada
que pudiese dar una explicación mecánica del hecho.
Aproximar la mano hacia el punto indicado con el pen-
samiento, es todavía una acción refleja, instintiva é inevita-
ble, si no existen obstáculos. Para lograr detenerla, es ne-
cesario; ó un obstáculo mecánico (el celador), ó una barrera
psíquica (la atención del médium suficientemente exci-
tada).
4. 0 Independiente de la hiperestesia cutánea inicial, el
proceso de desdoblamiento se acompaña de dolor, y exije un
cierto acúmulo de fuerzas nerviosas. Cuando el médium
está aniquilado, ó tan solo si está negligente, es decir, cuan-
do no verifica un esjuerzo especial con su voluntad sonam-
bälica, procurará poner su mano en libertad haciéndolo con
la mayor destreza, y cometerá fraude, porque este Ze ocasiona
menos fatiga, y porqué se le permite.
Puesto que el verdadero fenómeno se acompaña de do-
lor, ¿porqué no evitarlo, cuando existen celadores tan com-
placientes como el doctor Hodgson?
Tal es la lógica del inconsciente del médium, que aun-
que no es moral, se halla de acuerdo con la fisiología. Con-
viene digamos de una vez para siempre, que, sin una exci-
tación especial contraria, propia ó agena, el médium engaíiard
siempre, automáticamente, lo mismo en estado de vigilia,
que en un estado mixto:
Cuando en Varsovia seguimos los consejos de nuestro
amigo el doctor Glowacki que se propuso dejar en libertad
ä la médium para mejor descubrirla, perdimos inútilmente
el tiempo; y en la isla de Roubaud obtuvimos buenos fenó-
menos después de haber declarado á E. que nos engañaba.

§ 111.—De que depende el valor de las sesiones.


Es imposible analizar en un estudio relativamente suma-
rio, las influencias que pueden modificar la acción de un
médium. Espero no obstante poner en evidencia los princi-
pales agentes que á ello contribuyen.
EXP. DE CAMBRIDGE.- 1895 167

A) Los concurrentes.

1) El mejor número de concurrentes en las sesiones de


E., es de 5 á 8. Si mis ensayos dinamométricos no me enga-
ñan, la razón consiste en que en toda sesión, los concurren-
tes pierden una parte de su fuerza. La suma de las pérdidas
individuales, corresponde poco nuis ó menos d la fuerza media
.de un hombre, creándose de este modo a expensas de los con-
currentes y de la médium, un organismo dinámico aparte.
.Con una sola persona, apenas se obtiene ningún resultado
(en Eusapia), dos se fatigan mucho, y fatigan igualmente a
la médium; con 5-8 la pérdida se reparte moderadamente y
la médium se agota menos. Un número mayor, es perjudi-
cial, por las dificultades en lograr una cierta armonía entre
los concurrentes (6 lo que los magnetiza(lores denominan,
estado de relación). Un grupo numeroso, dificulta la unidad
en la comprobación.
En las sesiones medianímicas, la persona más experi-
mentada debe convertirse en director de los estudios.
2) Los concurrentes no deben estar enfermos, fatiga-
dos, soñolientos, etc. Una persona débil 6 agotada, se apro-
pia energía de los que forman la cadena, en vez de sumi-
nistrarla á John para producir fenómenos. Este acostumbra
eliminar a aquellas personas que tienen sueño, y, sin em-
bargo, bajo el punto de vista del fraude, debería convenirle
•su presencia.
Una actividad moderada (hablar) favorece las manifesta-
ciones. Se pueden evitar las exclamaciones, las discusiones
vivas, y cuanto pueda trastornar el estado psíquico del iné-
•dium por virtud de elementos emotivos. En general no con-
viene dirigir la palabrK al médium, ä menos que no sea por
hechos importantes de investigación.
3) La fé no es de todo punto necesaria. Lo que es indis-
pensble, es una cierta benevolencia, y sobre todo la im-
parcialidad (1). No puede negarse por eso, que la fé favorez-
ca las manifestaciones.

(1) Durante los varios arios qne venimos dedicándonos á los


estudios teórico-prácticos de psicología trascendental, hemos teni-
168 PRIMERA PARTE

Me acuerdo de los resultados obtenidos en dos sesiones:


consecutivas celebradas en Varsovia; en la una concurriú
un grupo (le médicos excépticos, en la otra, una agrupa-
ción de espiritistas. -
La última, sobresalió por la riqueza, fuerza y evidencia.
de los fenómenos.
El médium exclama con frecuencia «gyudadmel» y es.
preciso ser muy débil observador para dudar de la sinceri--
dad de este grito. Y ¡cómo (lebe ayudärsele? Por medio del
pensamiento y sentimiento benévolos, unificando los esfuer-
zos mentales hacia un mismo objeto. ¿La mediumnidad su-
perior, es otra cosa que una creación psicofisica colectiva?
4) Un punto muy importante que conviene tener pre-
sente en las sesiones, es que no conviene forzar demasiado la
investigación en los primeros momentos. El médiurn tiene ne-
cesidad de cierta libertad para entrar en trance y desarro-
llar su acción. Si desde los comienzos se le inmoviliza de-
masiado, si se le sitia con miradas, siguiendo sus menores
movimientos, córrese el riesgo de perder el tiempo, porque
el médium se asusta y enerva inútilmente. Por otra parte;.
semejante modo de obrar, prueba la completa ignorancia de
la médiumnidad, pues los primeros fenómenos inedianiniicos,.
son siempre de orden inferior, es decir, no consisten liáis que
en contracciones inconscientes de los músculos. Conviene
por lo mismo otorgar al médium todo el tiempo necesario.

do ocasión de observar, que el medio moral que se respira en el•


círculo, influye sobremanera en la producción de fenómenos.
Un grupo exento de prejuicios, amante de la verdad ante todo,.
y dispuesto ä practicar observaciones de buena fé, se halla en muy
buenas condiciones para obtener sorprendentes manifestaciones,
Esto en el supuesto de que el instrumento (médium) no resulte de.
cuerdafloja.
Conviene que los que se dediquen ä esta clase de esiudios,.
no rindan culto ä la egolatría, se acoracen de sencillez y jmodes-
tia, y no abandonen jamäs el libro de la lógica.
Aunque los fenómenos revisten algunas veces un aspecto físi-
co, el motor que los produce es de orden moral. Búsquese la gé-
nesis de estas manifestaciones, y se encontrará en la energía ra-
diante que no siempre pertenece a los asistentes, sino que ä veces.
demuestra ser patrimonio de un invisible, quien se hace visible,.
tangible, y experimentable, con sus admirables testimonios de su-.
perior inteligencia.—V. MELciort.
EXP. DE CAMBRIDGE. — 1895 169
• para atravesar las diversas fases de desdoblamiento fisioló-
gico, que constituyen el proceso de la mediumnidad y son:
a) Desdoblamiento entre el cerebro y los centros auto-
mäticos.
b) Desdoblamiento entre la conciencia y las represen-
taciones ó auto-sugestiones sonamlnilicas.
e) Desdoblamiento entre sus miembros y el dinamismo
correspondiente.
Antes de llegar á este último punto que constituye el
nudo de la médiumnidad superior, debe el médium necesa-
riamente engañar, puesto que ni se dá cuenta de sus miem-
bros, tan pronto hiperestésicos, como insensibles, ni de la
diferencia que existe entre un movimiento ejecutado á dis-
tancia, y un movimiento directo. Poco ä poco aumenta el
desdoblamiento, las diferencias sul)jetivas se acentúan, y
entonces, ya se pueden vigilar los reflejos y las extremida-
des. Cuando se procede así, el desarrollo de los fenómenos
se produce con mäs limpieza.
En el instante qué aparecen los verdaderos fenómenos, el
médium aprieta convulsivamente la mano de su celador ä
fin de que no se le escape. Sin embargo; alguna vez se halla
su atención distraída en la producción del fenómeno, y So-
lamente ejerce presión después, para demostrar que su mano
se halla en su verdadero lugar, pero esto, no es una prueba
de sustitución.
Desde que parece que han dado principio las verdaderas.
manifestaciones medianímicas no es prudente soltar la Ilia910.
porque además de exponerse 4 no obtener ningún resulta-
do serio, se favorece en la médium el desarrollo de ciertas
costumbres que tienden á repetirse indefinidamente.
Es asi como se ha procedido en Cambridge. Después de
haberla viciado por una larga aplicación del método de los
señores Torelli, Reichmann y Hodgson, se asombran de que
no se obtengan felices resultados poniendo en práctica los
métodos sérios de investigación.
Ciertos médicos de los que en Varsovia sujetaron las ma-
nos de E. P. lo hicieron con tanto rigor, que al día siguien-
te de la sesión, tenía aquella estampados en su mano los
cinco dedos del celador. Semejante . exageración, además de.
brutal, es inútil. .
170 PRIMERA PARTE

5) Después de haber viciado ä la médium concediéndo-


le un permiso sistemático de hacer trampas, todavía se les
• ocurrió á los sabios de Cambridge un medio de elevar el ni-
vel de los fenómenos. Este medio era la franquezcz. Desgra-
ciadamente no pudieron aprovecharse, y E. P. abandonó
Cambridge.
Dije ya, al tratar de las experiencias de Varsovia y de la
isla de Roubaud, que si después de una mala série, tuvi-
mos sesiones excelentes, fué debido á !a llaneza que usa-
mos con E. P. diciéndole que hacía trampas. Esta sinceridad
de parte nuestra, fué el aguijón que despertó su ambición
y celo, y• desde entonces, estuvo más alerta para con sus
movimientos reflejos.
No debe olvidarse que hasta estos momentos, no hemos
tenido médiums educados ó dirigidos de un modo científico
por personas competentes y de reconocida probidad. Todos
los médiums se han desarrollado en los círculos espiritistas,
más 6 menos crédulos, y los procedimientos
r, de observación
empleados en aquetlas asambleas, no se han acreditado por
-su severidad.
No tiene por lo mismo nada de extraño, que la medium-
nidad de orden inferior, es decir, el fraude inconsciente,
domine en el repertorio y en los hábitos del sistema nervio-
so de los médiums. Extirpar estos malos hábitos, cultivar
el sentimiento de probidad y exactitud, tales son los fines
que deben proponerse los hombres sérios que traten de ocu-
parse de la meditnnnidad. Pero semejantes fines no podrán
nunca obtenerse con el método empleado en Cambridge.
6) Después de reconocer que el médium no es más que
un espejo que refleja y dirige las ideas y fgerzas nerviosas
de los concurrentes hacia un fin ideo-plástico, nadie podrá
asombrarse de que la sugestión desempeñe en este asunto un
papel de importancia. No es dudoso que los concurrentes
puedan sujerir al médium el acto deseado, y tampoco es
difícil que las manifestaciones tomen el carácter de las
-creencias que dominan en el círculo.
He visto á «John» en una sociedad de materialistas, di-
solverse en una fuerza impersonal que la médium llamaba
sencillamente «esta fuerza», en tanto que en los círculos
espiritistas íntimos, tomaba la forma de personas difuntas.
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 171
De igual manera, en medio de investigadores imbuidos de la
idea de fraude, tales como los señores Hodgson y Maskelyne,
médium,se hallara sometido al imperio de una sugestión de
fraude. J. Page Hopps que ya había entrevisto esta influen-
cia, no se hallaba léjos de la verdad.
Por las razones que preceden, podemos explicarnos en
.gran parte las desgraciadas sesiones de Cambridge.
Al leer el famoso protocolo del doctor Hodgson, quedé
impresionado por la regularidad mecánica de su contenido.
He relebrado 80 sesiones con E. P. y jamás he visto en nin-
zuna de ellas, cosa parecida.
El doctor Hodgson dice, que al sentir escapársele la mano
,de la médium, anunciaba el fenómeno, y que este se pro-
ducía inmediatamente, volviendo luego la mano ú su pri-
mitivo lugar. Lo mismo ocurría con el pié.
Más es preciso decir, que las profecías del doctor Hodg-
son iban acompañadas de complicidad; en primer lugar,
porque toleraba el fraude, y luego después, porque lo suje-
ria con sus ideas preconcebidas.
Pero ¡se puede admitir que E. P. sea capaz de sentir la
influencia de la sugestión mental?
Indudablemente que sí, y los sabios de Cambridge per-
dieron una magnífica ocasión de experimentar en un inte-
resante sujeto.
Véanse entre otras, las siguientes pruebas que anoté en
mis apuntes de Varsovia.
6 Diciembre 1893.
Después de la sesión celebrada ayer por la noche, dice
E. P. que se halla muy rendida. «Me hacen daño hasta los
'cabellos» repetía, y con objeto de darle algún reposo, traté
'de dormirla en un sillón.
Mientras una de mis manos se apoyaba en su cabeza, sen-
tí un soplo frío. Igual impresión me produjo la aproxima-
ción de una de mis manos en sus rodillas. (Signo de agota-
miento).
A los 10 minutos quedó tranquilamente dormida, aun-
,que mostrándose muy sensible ä la luz, según es propio del
estado mixto.
—Habeis tenido un disgusto, me dijo. (Era exacto).
172 PRIMERA PARTE

Entonces pasé mis mans por detrás de su cabeza, apro-


ximándose, esta hacia el sitio que las tenía colocadas. Dis-
minuí la luz, y cubrí los ojos de la médium con un pañue-
lo. Cuantos movimientos hice, fueron reproducidos por E. P.
a) Apoyé mi mano sobre la frente (E. repitió el movi-
miento).
b) Crucé los brazos. (Igual imitación).
c) Separé los brazos, y la médium realizó lo propio, en
el preciso momento que acababa de formular este acto en mi
• espirito.
d) Golpeé suavemente el dorso de mi mano con un (ledo.
de la opuesta. No hubo imitación -completa, pero su mano
siguió los movimientos de la mía.
— «Ya es lo bastante, (dijo), despertadme, porqué me en-
cuentro bien.»
La desperté, dándole pases transversales por encima de
la cabeza. No conservó ninglin recuerdo de las experiencias-
' practicadas, ignorando que se la hubiese dormido. Creía sola-
mente que había tenido aplicada s'obre su cabeza una de mis.
manos para calmarle el dolor.
24 Diciembre.
La duermo, y entretanto pienso «dentro de algunos mi-
nutos le ordenaré mentalmente que se levante, pero de mo-
%
mento conviene ocuparse de su salud.» Al breve rato de
continuar con los pases, E. P. se levanta y dice: Bario... algo
frío... 16.° 17.° (cuenta con los dedos)... 15 minutos; después
frotar muy bien el cuerpo... bien... contenta... dormir...
Sigo pensando. «¿Puedes levantar una mesa en ese es-
tado?
Pocos minutos después extiende su brazo y aproxima un
pequeño trípode; aplica su mano encima, provoca algunos.
movimientos por presión mecánica inconsciente, y rechaza
con disgusto el trípode.
Sabiendo lo fácil que es provocar el fraude por sujestión
en la mediumnidad de orden inferior, me preguntó el señor
Aksakof si creía posible que le pudiesen realizar los fenó-
menos puros por igual mecanismo. Le respondí que en este
último caso, la sujestión directa y particular es peligrosa, y
que los resultados positivos que he obtenido, han sido en et
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 173
sentido defraude. Obligada la médium por sujestión, enga-
ña. Sin embargo; cuando se la sujestiona para una futura
sesión, sin precisar la época que ha de tener lugar el fenó-
meno, la experiencia da casi siempre buen resultado.
7) Una vez formado y harmonizado el círculo de con-
currentes, no debe sufrir variacirin alguna durante una serie
de sesiones. Siguiendo este método, las manifestaciones se
desarrollan cada día más, progresando en fuerza é intensi-
dad. Por consiguiente; si los individuos que componen el
círculo tienen la paciencia de esperar, podrán ahorrarse
una porción de medidas que resultan penosas para ellos, y
para la médium.
Hice ya esta observación, primeramente en Roma, y des-
pués en Varsovia, aunque los experimentadores de Milán
(1892) ya notaron, que persistiendo las mismas personas en
el círculo, se obtenían fenómenos en plena luz, mientras
que en el principio de las sesiones, solo era dable obtenerlos
en la oscuridad.
Cuando se introduce una nueva persona en el círculo,
ha de procurarse, que cuando se aproxima al médium, lo
haga gradualmente, porqué de otro modo, se corre el riesgo
de que los fenómenos disminuyan en importancia.
Si se introduce con frecuencia algún nuevo concurrente
en el círculo, en lugar de adelantar desde A. á Z., se repite
el A. B. C. etc.
En Cambridge se varió diferentes veces la composición
del círculo.
8) Considero que en estas sesiones, constituye una me-
dida muy acertada la de averiguar si entre los asistentes,
.existe alguno que sea sensible al hipnoscopo. Procediendo
de este modo, se elimina la posibilidad de las alucinaciones,
y se tiene buen criterio para juzgar del valor relativo de las
sensaciones experimentadas en el círculo.
Así p. e.; en Varsovia se comprobó que las personas hip-
notizables, sintieron el contacto de una mano, allí donde no
se realizó más que un contacto indefinido, y vice-versa, se-
gún las sujestiones ambientes ó las auto-sujestiones. Cuan-
do en el círculo domina una idea preconcebida, la persona
.sujestible, vera y sentirá conforme á esta idea.
Si uno de los concurrentes es fácilmente hipnotizable,
174 PRIMERA PARTE

gará con frecuencia it, dormirse, y entonces será convenien-


te eliminarlo de la cadena, Ò. menos que se trate de hacerlo
un auxiliar sensitivo, en cuyo caso no debe permanecer cerca
del médium más que momentáneamente, porqué absorve-
ría las fuerzas destinadas al último (1). Cuando la asistencia
es muy numerosa (6-8) se le puede colocar al otro extremo
de la cadena vis-á-vis del médium.
Dos mediums no deben permanecer jamás uno al lado del
otro, porqué seguramente engairiarian.
Conviene notar que los sensitivos tienen mucha aptitud
para los contactos medianímicos, y que entre los refracta-
rios', existen algunos que aparte de su buena ó mala dispo-
sición teórica, no han experimentado ningún contacto.

B.—El niédim.

1) El desarrollo de los fenómenos superiores, exije bue-


na salud por parte (lel médium.
La menstruación es causa de retardo en la aparición de
los fenómenos, y de gran laxitud una vez se han obtenido.
2) Lo mismo debe decirse de la fatiga muscular.
3) El agotamiento nervioso, suprime los fenómenos pu-
ros y predispone al fraude reflejo. Las sesiones no deben
durar mäs allá de hora y inedia ä dos horas, dejando entre
sesión y sesión, un intérvalo•de 1 á 3 días.
4) El fastidio provoca el fraude por negligencia, y de
ahí la necesidad de procurar distracciones que pongan en
buena disposición el espíritu.
5) Inmediatamente antes de una sesión, parece que es.
perjudicial dormir con sueño natural. El sueño hipnótico
dispone bien. No se confunda la hipnósis con el trance, por-
que son diferentes.
6) La dieta. Antes de una sesión, el médium no debe.
comer ni beber nada. Todas las sesiones continuadas des-
pués de un intermedio consagrado ä la comida, fueron tan
solo medianas.

(1) Esta afirmación no la creo completamente exacta puesto


que he observado muchas veces lo contrario.—A. R.
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 • 175
7) El vestido debe ser ligero y cómodo. Conviene supri-
mir todo lo que constriñe la piel (corsé, botinas abrocha-
das, etc.) porqué en el momento de las hiperestesias, el mé-
dium sufre, y para disminuir el sufrimiento, engaña instin-
tivamente.

C.—Condiciones exteriores.

1) Tanto la temperatura, como las condiciones atmos-


féricas, no parece que influyan más que en los casos extre-
mos, ó bien, indirectamente por la influencia psíquica. La
luna llena, parece que es favorable.
2) La influencia de la luz roja ó amarilla sobre la me-
diumnidad, es nula ó poco menos.
En Varsovia se realizaron experiencias con la luz azul
obteniéndose buenos resultados.

§ IV.— La obra de Cambridge.


Analizando las condiciones indicadas, inc parece impo-
sible qne no se obtengan buenas sesiones con E. P.
Más no debe olvidarse, que el fraude es tan anejo d la
mediuntnidad, como la simulación lo es al hipnotismo.
Para dormirse, es preciso en primer lugar, simular el
sueño, y tanto en las alucinaciones provocadas, positivas y
negativas, como en los cambios de personalidad y crímenes
de laboratorio, existe una gran parte de simulación.
Las parálisis y anestesias sujeridas, en tanto que psiqui-
cas ¿no son en el fondo simuladas?
Esto no obsta para que exista gran diferencia entre la—
simulación inconsciente y la—consciente.
Del mismo modo, la médiumnidad de orden inferior no.
es más que una manera de engañarse á sí mismo, y â los
demás. En la escritura automática p. e., una parte de nues-
tra conciencia propone las cuestiones, y la otra, contesta;
una parte de nuestro entendimiento pide un movimiento, y
la otra lo ejecuta; la una es alegre, la otra melancólica; la
una cree en todo; la otra se burla de todo; la una engaña
y simula, más la otra permanece sincera.
Esta mezcla, aparece lo mismo en las manifestaciones
176 PRIMERA PARTE

-elevadas del hipnotismo que en las de la rnédiumnidad,


pero esto no impide que al lado de la Rujeslión, mental apa-
rente, figure la sujestión mental verdadera, y al lado de la
.escritura automdlica, su grado más elevado, ó sea la escritura
direcia.
Saber descomponer los elementos; tal es el problema del
observador que asiste ä sesiones medianímicas.
¡Han realizado en Camtridge algún esfuerzo en este sen-
tido?
No por desgracia, pues mientras que en Milán, Varsovia
'A isla de Roubaud se procuró introducir algún perfecciona-
miento en el estudio de estos difíciles problemas, en Cam-
bridge se encontró solamente el medio de tener con E. P.
una série de sesiones fraudulentas «desde el principio hasta
el fin» y este desgraciado resultado, no ha sido obtenido ni
por sus predecesores, ni por los sucesores.
Sin embargo; si los informes que poseo son exactos, al-
gunas de las primeras sesiones (antes de la llegada del (loc-
tor Hodgson) fueron en apariencia buenas, llegando ä pro-
vocar el entusiasmo (le cierto número de concurrentes.
¡Porqué el informe no hace mención (le esta circunstancia?
Por otra parte; el doctor Lodge que estuvo presente ä dos
(le las sesiones subsiguientes al descubrimiento del doctor
Hodgson, declaró, que en una de ellas, le pareció comprobar
• algún fenómeno verdadero. ¡Porqué no se han comunicado
'detalles de la experiencia?
¡Misterios de la sujestión! La sujestión del doctor Hodg-
son es de tal manera fuerte, que no vé, no piensa, ni re-
cuerda, más que aquello que viene confirmado por ella.
Véanse algunos ejemplos:
1) Se situa una cajita de música en el suelo, detrás de
E. P. y muy cerca de uno de sus talones (aporqué muy cer-
ca?) Las manos de la médium, quedan sujetas por el doctor
Hodgson ä la derecha, ypor et doctor Sidgwick ä la izquier-
da. Este último sostiene además, la cabeza de E. P., y la es-
posa, del doctor Sidgwick colocada en el suelo, le sujeta am-
bos piés con las manos.
La cajita empieza d tocar, y la señora Sidgwick anuncia
que percibe la mano de «John» mientras dit vueltas al ma-
nubrio.
EXP. DE CAMBRIDGE. - 1895 177
Hasta aquí todo resulta claro, pero desgraciadamente
'esta relación consignada en el documento primitivo, con-
tradice la teoría del doctor Hodgson.
Al día siguiente (en la introducción del artículo consta
que los paréntesis han sido adicionados uno y dos días des-
pués) el doctor Hodgson agrega el siguiente paréntesis:
«(aller 1/te phenomenon.)»
Este paréntesis fué añadido después de una frase que
hace creer al lector, que la mano derecha de E. P. no se mo-
vió de sitio, mas con esta adición, sujiere que la mano de-
recluí de E. P. no ocupó su verdadero lugar mientras se
verificó el fenómeno, sino que la ocupó después de haberse
realizado.
Inmediatamente, la señora S. añade una nota en la que
'supone que fué tocada accidentalmente por una mano, (ya no
menciona la mano de John).
Y en una tercera nota (ift los dos (lías?) el doctor Hodg-
• son declara, que se viú inclinarse á E. P., y como si fuera su
mano derecha la que daba vueltas al manubrio.
Se han olvidado que el documento primitivo dictado
mientras se celebraba la sesión, decía: «Las manos bien so-
jetas. (Hands vell hell) y que si E. P. inclinaba su cabeza
hacia el doctor Sidgwick situado á la izquierda, no era po-
sible que al mismo tiempo se inclinase hacia la derecha. (1)
2) Inmediatamente después: «9, 8.—La señora S. que
permanecía debajo de la mesa, sintió el conducto de dos manos
sobre su cabeza.»
Pero como la sujestión del doctor Hodgson no habla mas
, quede una mano libre, añade:
«Puede que no fuera mas que una sola mano,» y al día
'siguiente, explica que la tocaron en ambos lados de la cabe-

(1) No se tomaron la molestia de medir las distancias y expli-


.carnos como podía la médium alcanzar el manubrio. En general,
el señor 1-1. que ha sido muy severo para los demäs, lo es poco
Para si mismo, y nos obliga ä pedirle con frecuencia «the di}Gails
theses holdings.» La misma confusión se observa ä propósito
'del caoutchou que se utilizO para atar una de las manos de E. P.
lile aun se ignora si fué la derecha ò si fué la izquierda. Tampoco
se dice en que momento de lasesión fue aplicado. Para el señor H.
este detalle no tiene importancia.
178 PRIMERA PARTE

za ä la vez, aunque la sensación no se parecía completamen-


te ä la de un contacto de dos manos.
3) « Una mano enorme (enormous hand» ) movió la cabeza
de la seüora M. Era efectivamente una mano (hand clearly
J'ele) pág. 153.
Pero el doctor Hodgson sujiere que la mano derecha de.
E. P. se ausentaba por momentos._ é inmediatamente s e .
ponen de acuerdo ambos sexos de Cambridge para recono— •
cer que el «enormons hand» fue la pequeña mano de E..
P. (1)
4) La seiiorita Alicia .1. sintió el contacto como de una
mano, en el costado izquierdo (pág. 158). Dicha »tano parecía.
irregular, con dedos incompletos, y tocaba (i la vez en tres.
puntos diferentes.
Como las manos de E. P. estaban en aquel momento co--
jidas por dos de los concurrentes, la señorita A. J. vino â
concluir, que el contacto, fue realizado con la planta del pié
derecho de E. P., recubierto de un modo especial, formando.
tres puntos distintos de contacto; el dedo gordo, el talón, y
los demás dedos...
5) La señorita A. J. (pág. 158) 'rió la cabeza de «John», en
itno de los extremos de la mesa opuesto al sitio que ocupaba la •
médium...
A fin de no oponerse á las sujestiones del doctor Hodg-
son, y quedar á la vez en paz con su conciencia, la señorita
A. J. añade modestamente:
«Yo no me explico esta curiosa ilusión.»
Por último; cuando alguien no se apresura mi determinar
las condiciones del documento primitivo en sentido de la
sujestión dominante, el doctor Hodgson añade al día si-
guiente ó á los dos días, su pequeño paréntesis («afier phe-
nomenon») y el asunto queda arreglado.
No es mi ánimo ofender im ninguna de las personas que
intervinieron en las sesiones de Cambridge, pero interesa
hacer constar la atmósfera que se respiró en tan desgracia-
das experiendias, y bendigo al cielo porque ha proporciona-
do ä mis amigos y á mí, las ocasiones de reconocer fraudes.

(1) La longitud de la mano derecha de E. P. es de 15 centíme-


tros. No pod r á. decirse que sea enorme.
EXP. DE CAMISH I UUE. — 1895 119
inconscientes en E. P., pues de otro modo, era muy posible
que también nosotros hubiésemos dudado de una p ihre
criatura que no habría tenido medios i le defensa ante los
ataques injustos que se la dirijieran.

§ .— Un método por descubrir

Los sabios de Cambridge pueden alegar una excusa, y


de ella me voy ä ocupar.
No han reflexionado que para el estudio de una nueva
clase de fenómenos, es preciso emplear 1111 nuevo método
de observación. En semejantes circunstancias, se intenta
aplicar el método del sentido común, y así viene el engaño,
puesto que el sentido común de nuestra épo ( a. no tiene
nada que ver con la médiumnidad. ( El doetor Hieltet nos
ha recordado, que el sentido común, `111 . 1. e transformaeiones
con el tiempo).
Conviene por lo mismo emplear un método cientifico
apropiado á la naturaleza de los fenOmettos, y como esta no
se revela más que gradualmente, de ahí que el método que
poseemos, no esté lo suficiente adecuado it las circunstan-
cias.
Cuando se descubrió el Galbanismo, no se estuvo en po-
sesión de métodos y aparatos para estudiarlo, hasta que
hubo transcurrido algún tiempo. Hoy mismo. el que em-
plea un galvanómetro, ha de saberlo equilibrar y regular.
separando todo motivo de error, y si el que experimenta
trae consigo algún fragmento de hierro, no tiene razOn en
decir que el aparato le engaña.
La experiencia de Galvani, que había de demostrar más
tarde la existencia de la «electricidad animal» no fué más
que una ilusión, ya que para evidenciar las corrientes de los
nervios y músculos, han tenido que inventarse nuevos apa-
ratos.
Si se hubiera hecho aplicación de los aparatos antiguos,
insuficientemente sensibles, habríase llegado ii la conclu-
sión fatal, de que las corrientes en los nervios y músculos,
no existían.
Después del descubrimiento del hipnotismo, ha sido pre-
ciso cambiar completamente el método de observación fisio-
180 PRIMERA PARTE

lógica para este dominio especial. Utilizando el método del


sentido común, habríase llegado ä suponer que todo era si-
mulación. Hoy sabemos que experimentando en sujetos
muy sensibles, conviene ponerse en guardia, no solamente
para con la sujestión involuntariamente expresada, sino
con la sujestión mental, y el que se halla poseído de pre-
concebidos sistemas concernientes ti diferentes estados, como
la polaridad, hipno-frenolOgia, etc., correrá el riesgo de en-
contrarlos artificialmente, en las reacciones del sujeto.
Reconocida la complexidad y extrañeza de los fenóme-
nos medianímicos, es preciso admitir la necesidad de cam-
biar los procederes de observación.
Con el sentido común de nuestra época, llegaremos ne-
cesariamente ä concluir que todo es fraude.
En la médiumnidad de orden superior, no basta observar,
sino que es preciso ayudar ä crear el objeto de observacion.
El médium no es un profesor que nos enseña sus conoci-
mientos; es un instrumento, é instrumento delicado que
conviene saber equilibrar y regular, separando cualquier
influencia que podría viciar su manera de funcionar.

§ VI.— Conclusiones

1. 0 No solamente no se ha. probado en Cambridge el


fraude consciente de E. P., sino que no se ha hecho el menor
esfuerzo en aquel sentido.
2." Han probado que el fraude inconsciente, se ha produ-
cido en mayor escala que en las precedentes sesiones.
3.° Este resultado negativo, queda justificado por haber
empleado un método torpe, y poco apropiado á la naturale-
za de los fenómenos.
4. 0 El único resultado positivo de esta série de expe-
riencias, será el de atraer la atención de los sabios acerca
la cuestión del fraude en los fenómenos medianímicos.

JULIÁN OCHOROWICZ.

Varsovia 12 de Diciembre de 1895.


CAPITULO IN

Las experiencias de A.gnélas en 1895

INroitmE DE L. COMISIDN

Desde el día 20 (le Septiembre de 1895 hasta el 29 (lel


propio mes, permaneció una comisión en li casa que el co-
ronel de Rochas posee en la villa de AgnMas. Su objeto al
reunirse, era para estudiar los fenómenos producidos por la
Mehre mli um Eusapia Paladino.
La comisión se componía (le los señores siguientes:
Doctor Dariex, director de los A nnales des Scicnces psychiques.
El conde Arnaldo de Gramola, doctor en ciencias jisicas.
Maxwell, sustituto del procurador general en la Ccimara
apelación de Limo,yes.
El coronel de Rochas, antiguo discipulo de la escuela politc-
nica, miembro honorario del Comitó de trabajos históricos y cien-
gijicos en el Ministerio de Instrucción pública.
Sabatier, Catedrático de zooloyia y anatomia comparadas en la
Facultad de ciencias de Montpeller.
El barón C. de Watteville, licenciado en derecho y ciencias
Además, tomaron partó excepcionalmente en estas experien-
cias, tres individuos de la familia de Bochas.

Obsérvese la gran semejanza que existe entre las consideracio-


nes hechas por el doctor Ochorowicz en el precedente articulo, y
las que hacemos en el presente informe, ä pesar de que ambos do-
cumentos fueron redactados antes de que sus autores se pusieran
en comunicación Para que el lector pueda explicarse la mayoría
de los movimientos sospechosos realizados en las sesiones de
Agnélas, remitímosle ä las observaciones del doctor Ochorowicz,
consignadas anteriormente.
182 PRIMERA PARTE

Antes de dar cuenta de las experiencias realizadas, con-


viene indicar cual fué el punto de vista en que se colocaron
los observadores, la intención que á presidió sus trabajos, las
disposiciones mentales que aportaron, y por último, los me-
dios de que hicieron uso para evitar los fraudes y superche-
rías, sin poner un notable obstáculo á la producción de los
fenómenos.
Los miembros de la Comisión admiten la posibilidad de
los fenómenos obtenidos por Eusapia ante las agrupaciones
(le sabios que han estudiado á dicha médium, pero ninguna
de las personas que componen la comisión citada, ha sido
testigo de semejantes experiencias. Todos desean asegurarse
de si la producción de aquellos fenómenos, corresponde ä
una realidad fisiológica desprovista de fraude.
Con marcada intención, hablamos de realidad fisiológica,
pues los individuos de la Comisión se hallan completamente
agenos á toda preocupación de orden oculto ó espirita, y
desean estudiar los fenómenos extraordinarios que se atri-
buyen á Eusapia, como hechos psico-fisiológicos.
Para (lar comienzo á este género de estudios, la Comisión
ha debido elejir uno de los varios procedimientos de inves-
tigación, optando por el que ha juzgado mejor, bajo todos
los puntos de vista.
Podía manifestar confin liza ó desconfianza hacia la
médi um.
Podía tenderle algunos lazos relajando la vigilancia, ó
bien podía observarla valiéndose de procedimientos de in-
vestigación mas ó menos rigurosos; pero existían funda-
dos motivos para no decidirse á admitir ciertos procederes.
Así p. e., si desde el primer momento se hubiese manifes-
tado gran desconfianza hacia la médium, necesariamente
se habría resentido su estado mental, y nos exponíamos á
perder una parte de sus medios naturales, mientras que
otorgándole excesiva confianza, favorecíamos la introduc-
ción de la superchería en la producción de los fenómenos.
Relajando la vigilancia se corría igual peligro, y hacién-
dola muy rigurosa, se llegaba á cohibir con exceso ä la
médium, impidiendo realizar ciertas manifestaciones que,
aunque exijen cierta libertad de movimientos, en nada
comprometen el valor de los fenómenos.
EXP. DE AGNELAS. - 1895 183
La Comisión ha procurado asociarse de una manera le-
gítima y lógica á las exigencias del sujeto y á las de los
-observadores. En cuanto ä lo que se refiere al sujeto, se ha
- procurado no olvidar que se trata de un ser fisiológico y
moral, y por consiguiente sensible; que la parte moral ejer-
ce gran influencia sobre la parte fisiológica, y que conviene,
no tan sólo dejar al sujeto en posesión de sus energías, sí
'que también acrecentarlas por medio de testimonios de
.confianza, de gratitud, y benevolencia.
Aun orador se le acrecentan sus recursos oratorios cuan-
do un auditorio simpótico, y se vé deprimido y para-
lizado, cuando existe hostilidad por parte de los que le escu-
-chan, y ä pesar de todo, el valor virtual de su talento
, oratorio, no ha cambiado.
Un soldado, un artesano ó un lidiador, tienen un poder
proporcional ä su estado moral, y de ahí que todo autorice
• ít pensar, que semejantes influencias, desempeñan un papel
.importante en los fenómenos que se atribuyen ó Eusapia.
En el caso actual, se trata de una médium de educación
'sencilla, pero de una susceptibilidad bravía que e pone de
relieve almenor signo de desconfianza. Su situaciótl de mé-
dium pagada (que no deja de humillarla) es una eircuns-
' tancia suficiente para mantener su susceptibilidad, para
hacerla huraña, y tal vez para arrastrarla ó realizar por cual-
quier medio, los fenómenos esperados, cuando las circuns-
tancias no favorecen su manifestación por las vías le-
Eusapia es además sensitiva, y como tal, eminentemente
• sujestible. Esta sujestibilidad que se aumenta en el estado
'de trance, puede ser motivo para que su voluntad esté in-
fluenciada por los deseos, prevenciones, y suspicacias de
los experimentadores. ¿No es cierto que un grupo de expe-
rimentadores puede modificar la voluntad y el poder de un
'médium?
Teniendo en cuenta los antecedentes que se acaban de
mencionar, se ha procurado evitar toda causa que impida
la buena marcha de las experiencias, suprimiendo así Mis-
mo, cualquier posibilidad de fraude 1) superchería.
La Comisión no ignora que cualquier sujeto llamado ä
- producir fenómenos que exijan de su parte dolorosos esfuer-
184 PRIMERA PARTE

zos, puede ser tentado consciente ó inconscientemente ä hacer -


-uso de medios que faciliten sus propósitos. Es una disposi-
ción esencialmente humana y natural, con la que hay que
contar desde-el instante que nos encontramos en presencia
de personas habituadas desde larga fecha, ä servir de suje-
tos de experiencia. Son häbitos de pensar y obrar, que poco
ä poco llegan ä arraigarse en el sujeto, y que con el tiempo..
y la repetición, pueden originar tentativas inconscientes y
casi inocentes de engallo.
Esta consideración tiene suma importancia, porque en
el supuesto de sorprender á un médium en tentativa de
fraude, debemos acordarnos que existen causas que en de-
terminados momentos, impiden la realización de un fenó-
meno auténtico, y una sorpresa de fraude, no acredita para
negar la existencia de fenómenos positivos.
Al lado de estos ensayos de superchería, pueden real-
mente existir los fenómenos sinceros y positivos, y cuando.
se quiere observar en el orden de hechos que nos ocupa,
conviene no olvidar, que un fenómeno obtenido por vía ile-
gítima, puede ir á veces asociado á hechos serios y dignos
de crédito.
Importa por consiguiente, que los experimentadores pro-.
curen distinguir las observaciones dudosas ó sospechosas,'
de aquéllas que están hechas con la limpieza y rigor de un
buen método científico.
Inspirändonos en estas consideraciones que derivan ló-
gicamente de la naturaleza física, fisiológica y moral del
asunto en estudio, la Comisión ha creído deber adoptar la
actitud moral, y las precauciones que vamos á exponer. Así,„
la Comisión ha dicho ä Eusapia:
«Sabemos que por vuestra mediación se producen fenó-
menos extraordinarios, que algunos hombres de ciencia han
observado y comprobado. Nosotros estamos animados de los
mejores deseos para estudiarlos, agradeciendo infinito que
procuréis reproducirlos ä nuestra presencia. Somos perso-
nas de buena fe, y deseamos conocer la verdad, para pro-
pagarla. El caräcter sorprendente de los hechos que reali-.
zäis, el respeto que la verdad nos merece, así como nuestra
dignidad, y la situación científica que ocupamos, exijen de,
nuestra parte el mayor cuidado en las observaciones que-
EXP. D AGNALAS. - 1895 185
liaremos, â fin de que no se nos califique de superficiales en
la manera de estudiar los fenómenos.
Un celo moderado en la investigación de los hechos, po-
dría no satisfacer á cuantos se enteren de cuanto aquí se
produzca. Por este motivo deseamos tomar las mayores pre-
cauciones, debiendo participaros, que solo adm itiremos como
hechos probados, aquellos que Labran pasad(( por el tamiz
de una buena investigación.»
A las palabras de benevolencia que dirigimos á Eusapia,
agregamos los testimonios de consideración, por cuya vir-
tud su serenidad moral, fue afirmándose de día en día.
Apesar de esta actitud, jamás hicimos renuncia de nues-
tros derechos de experimentador, teniendo constantemente
fija la atención en la posibilidad de una superchería.
Antes de terminar estas consideraciones preliminares
debemos hacer constar, que en medio de las experiencias.
realizadas, la mayoría complexas y difíciles de observar,
consideramos de importancia capital la obtención de un
hecho simple, demostrativo, que pueda comprobarse con
todo rigor, y que de ningún modo pueda atribuirse ä frau-
de; hecho que sea posible observar individualMente y sin el
concurso de los demás experimentadores. Este hecho, se ha
obtenido y repetido muchas veces ante los ojos de muchos
observadores, sin que hayamos tenido el menor motivo para
dudar de su legitimidad. ,S'u certitud nos autoriza á admitir
la posibilidad de hechos del mismo género, en los cuales no ha
sido posible una comprobación tan segura:
Más adelante describiremos con todos sus detalles el
modo como se obtuvo esta manifestación, que se realizó con
un pesa-cartas.
Durante el curso de los experimentos, un individuo de.
la Coinisión que se relevaba según los días, y ít veces en la
misma sesión, se instalaba en el vestíbulo que precedía al
salón, y cuya puerta permanecía siempre entreabierta.
El secretario nada veía de cuanto se desarrollaba en el
lugar de experiencias, limitándose ä escribir el relato que.
se le hacía de las manifestaciones, ä medida que se desa-
rrollaban, comprendiéndose también en el relato, todos los
detalles del. fenómeno, y los medios de comprobación pues-
tos en práctica. Cuando terminaban las sesiones, se leían
186 ii 'ERA PARTE

las cuartillas ä presencia de todos, con objeto de comprobar


si se habían consignado todos los pormenores, y ä continua-
ción, se redactaba un informe que era leído al día siguien-
te por cada uno de los miembros de la Comisión, anotandó
en el márgen, todas las observaciones y reflexiones que se
creían necesarias. Reunidos de nuevo los comisionados, se
procedía ä la redacción definitiva del informe.
Con este conjunto de precauciones, hemos creído asegu-
rar la sinceridad y el valor del relato que sigue:

II

Se celebraron seis sesiones de experimentación que du-


raron de dos ä tres horas cada una, excepto la penúltima
que solamente duró media hora.
Dichas sesiones tuvieron lugar en la casa de campo de
D. Alberto de Bochas, situada en Agnélas, ä 3 kilómetros de-
Voiron (Isére), y separada de las demás casas por muchos
centenares de metros.
Alrededor de la tinca existe una valla que la aisla com-
pletamente.
Eusapia llegó ú Agnélas procedente de Paris, el 21 de
Septiembre , acompañada por el doctor Dariex, individuo de
la Comisión.
El día 22 de Septiembre tuvo lugar la primera sesión, en
presenria de los señores de Bochas, Ditriex y Watteville. A
la segunda sesión celebrada el día siguiente, se agregó el
doctor Sabatier que llegó por la túrde. Todas las sesiones
principiaron de 8 á 9 de la noche.
Las dos prhneras, á pesar de su importancia, no se con-
signaron en el informe, porque la Comisión no quedaba
completa.
La lámina número VII reproduce en fotografía obtenida
ú la luz del magnesio, dos escenas de la segunda sesión. En
dicha fotografía se manifiesta it Ensapia en trance, y se indi-
ca la disposición de los celadores. El primero, sostenía la
mano derecha de la médium; el segundo, la mano izquierda,
y el tercero, sentado en un pequeño taburete, estrechaba
entre sus piernas las piernas de Eusapia, sosteniéndole los
EXP. DE AGNELAS. - 1893 187
pies descalzos, con la mano izquierda, vigilandole al mismo
tiempo la cabeza.
En el grupo de la parte superior, se ha retirado el cuarto
experimentador con objeto de dejar ver á la médium.
Para obtener la fotografía de la parte inferior, se quitó
la mesa a fin de poner de manifiesto el modo como se veri-
ficaba la vigilancia de los piés.

III

3. sesión. — 25 Septiembre 1895

Principia la sesión ii las ocho y media.


Los experimentadores toman asiento alrededor de una
.sencilla mesa de cocina, cuyo cajón se quitó previamente.
La mesa es de forma rectangular, y sus I limensiones son:
O m 80 de longitud, O m 53 de latitud y wh 75 de altura. Su
peso es de 10 kilos.
Dicha mesa se ha colocado enfrente de una ventana
provista de dos pares de cortinas, las unas son en reps de
lana, muy pesadas y resistentes, forradas de tela, y llevando
una franja de arambeles en madera.
Detras de estas cortinas óportieres, existen otras de en-
caje, blancas y muy ligeras.
Unos y otros cortinajes se hallan desprendidos de sus
abrazaderas, y lo suficiente entreabiertos para permitir ob-
servar los postigos que se hallan sólidamente cerrados, de
tal suerte, que toda comunicación con el exterior es imposi-
ble. Por lo demüs, se hallan igualmente cerradas todas las
- puertas y ventanas del salón. a excepción de la puerta que
comunica con el vestíbulo. en el que se encuentra el se-
cretario.
En el espacio comprendido entre la ventana y las corti-
nas, se ha colocado un sillón ron ruedecitas y de mucho peso.
Sobre el mismo, se ha ilepositado un piano de juguete,
-de 900 gramos de peso, con un teclado de doce notas. Su
lo ngitud es de 0". :34, la altura 0", 2115 y la lalitud 0". 11.
Examinado atentamente el hueco de la ventana, 210 se en-
«entra ningún otro objeto.
188 PRIME HA PARTE

A 2 m 50 ó 3 m de la mesa de experiencias, se encuentra


otra mesa mas grande, sobre la cual descansa una lámpara

-Ver 9,n cl

MIIMMIMMEL•

Y_i hle

5
ron (1)

A. Mesa sobre la cual descansa la lampara L. al principio de,


las experiencias.
B. Mesa ligera que se utiliza para los experimentos.
C. Mesa del secretario situada en el vestíbulo.
I). Silla de Eusapia. En el alféizar de la ventana y detrás de
las cortinas, se encuentra el sillón sobre el cual se colocan los pe-
querios objetos que. han de servir durante las sesiones.
F.

de petróleo con pantalla de muselina blanca y transparente.


En un ángulo del salón y próximo ó la mesa, se encuentra.
un bau!. (2)
La mMium se sienta en uno de los extremos de la mesa,
correspondiendo el dorso de su silla á la linea de unión de
los dos pares de cortinajes.
(1) La explicación del adjunto grabado está hecha en francés
pesar nuestro. Cuando recibimos de Paris los clichés, se hallaba
muy adelantada la impresión de esta obra y ya no era posible la
enmienda. Esperamos que el buen sentido de • nuestros lectores_
subsanara este pequen° defecto.—V. NIELCIOR
(2) Véase el anterior grabado.
EXP. DE AGNELAS. - 1895 189
En este momento queda iluminada la habitación por una
lámpara de petróleo situada á unos tres metros de los obser-
vadores, habiendo luz suficiente para poder distinguir cual-
quier movimiento realizado por los concurrentes, ó por la
médium. Esta lleva un vestido negro y liso que dibuja con
exactitud sus formas. El doctor Sabatier se sienta ä su de-
Dar. recha, sujetando con la mano izquier-
Eus. da la derecha de la médium; el señor
Maxwell toma asiento ä la izquierda
de la médium, y ron su mano dere-
'Maxw. cha, sostiene la izquierda de E. P.; el
señor Gramont se sitúa al otro extre-
mo de la mesa, enfrente de la mé-
Gram. dium. El doctor Dariex se coloca en
el suelo, al lado derecho de E., con objeto de vigilar sus
piés y rodillas, aSi como tres patas de la mesa, corriendo la
vigilancia de la cuarta pata A cargo del señor Maxwell.
Tanto las manos de E. como las de los observadores, se
mantienen levantadas, procurando no rozar de ningún modo
con la mesa.
La médium entra en trance, gime, se contrae, y parece
sufrir dolores análogos ä los del parto.
A medida que se acentúa el trance, pide que se baje gra-
dualmente la luz, hasta distinguir tan sólo la silueta de los
objetos. En este momento la mesa se inclina, elevándose
las dos patas del lado izquierdo, y rapidamente, se despren-
den sus cuatro patas del suelo permaneciendo tres segundos
en posición horizontal, ä la altura de O in 30, y cayendo brus-
camente hasta dtscansar en el suelo.
Mientras permanecía en el aire, los señores Maxwell, Sa-
batier y Dariex, comprobaron, que las manos y piés de la
médium permanecieron en su sitio, sin rozar ni aún lige-
ramente los bordes de la mesa.
Al realizarse las primeras levitaciones de la mesa, la
médium apoyó respectivamente sus pies derecho é izquier-
do, en el izquierdo del señor Sabatier, y en el derecho del
'señor Maxwell. Ambos señores aseguran haber comprobado
con la vista y el tacto, que los pies de la médium no se mo-
vieron de su sitio.
En este momento el doctor Dariex pasa á la izquierda
190 PRIMERA PARTE

de la médium, y torna asiento en un taburete de O m 20 de-


altura.. A petición de la médium bajamos la luz, vigilando,
los piés y las manos (lel modo que precedentemente se ha
consignado. Eusapia sujeta con fuerza la mano derecha del
señor Maxwell, aplicando la palma de su mano por debajo
de la del observador. Este se muestra muy atento en vigilar
la posición del pulgar de la médium. Cada vez que se pro-
duce un fenómeno, la presión de la mano de Eusapia au-
menta considerablemente.
El doctor Dariex aplica su mano derecha sobre ambas
rodillas de la médium, mientras la palma de su mano iz-
quierda la tiene colocada sobre el dorso de los piés de aque-
lla. En estas condiciones, se produce la levitación horizontal
de la mesa prévias ligeras oscilaciones, situándose las patas
(lel mueble A una altura de O in 25 â O n1 30 del suelo. Nada
sospechoso se ha observado.
A indicación de la médium, transportamos el quinqué
hacia el vestíbulo, y aunque solamente recibimos la luz por
reflexión, la tenemos en cantidad suficiente para poder
apreciar Cuantos movimientos realice la médium.
El sillón colocado detras de las cortinas, es separado con
ruido. El piano produce tres notas sucesivas, mientras el
pié izquierdo de la médium realiza movimientos. que corres-
ponden A los golpes dados en el piano. Hemos comprobado
que entre la médium y el piano, no existe ninguna comuni-
cación tangible.
A las 8 h. '/, vuelve el doctor Dariex å ocupar su primi-
tivo sitio. invitado por la médium, y toma asiento en un pe-
queño taburete situado en el angulo formado por la médium
y el señor Sabatier. Tan pronto como el doctor Dariex que-
dó sentado, Eusapia colocó sus piernas entre las de este,
apoyando los piés sobre el taburete. El brazo y mano dere-
chos del citado doctor, sostenían la rodilla y muslos de la
médium, pudiendo darnos cuenta entre todos, de cualquier
movimiento que aquella trate de hacer, pues por una parte
el señor Dariex, â la vez que sostiene con su cabeza la ca-
beza de la médium, esta encargado ademas, de la vigilancia
de los miembros inferiores, brazo, y mano derecha; el señor
Maxwell sostiene la mano izquierda de Eusapia, y el señor
Sabatier, la derecha.
EXP. DE AGNELAS. - 1895 191
Apesar de hallarse la habitación tan ä oscuras que sol o.
pueden distinguirse los objetos voluminosos ó de color
blanco, la médium se lamenta de que hay mucha luz.
El sillón es cambiado con rapidez del sitio que ocupa,
según deducimos (lel ruido intenso que producen sus rue-
das al deslizarse por el pavimento. El porlier se hincha ä la
altura de o m 95 por encima de la cabeza de Eusapia, y lue-
go es arrojado con violencia sobre la mesa.
El señor Maxwell siente que dicho porlier le roza la cara,
semejando su contacto, al de un cuerpo duro recubierto por
la tela del cortinaje. Al mismo tiempo recibe tres golpes
perfectamente localizados en el lado derecho (lel pecho; el
pié del sillón golpea por tres veces el suelo; y se realiza el
transporte del piano sobre la mesa, después de haber pro-
ducido algunas notas räpidas.
El sefun. Gramola ha visto un objeto blanco que acom-
paiinbit al piano en su transporte, pareciéndole que se tra-
taba del cortinaje blanco. Ha visto como el piano adelanta-
ba entre Eusapia y el señor Maxwell, pareciendo como si
una mano lo sostuviera envuelto entre los pliegues del cor-
tinaje, y lo depositara encima (le la mesa. El señor Sabatier
ha visto igualmente esta última parte del fenómeno, distin-
guiendo el piano por el color blanco de sus teclas. El señor
Dariex solamente percibió el rindo (lel piano en el instan-
te de colocarse en la mesa, pues absorvido como estaba en
la vigilancia de los piés de la médium, no le fué posible
precisar mäs detalles. El señor Maxwell vió ademüs lo si-
guiente: cuando el piano fué colocado sobre la mesa, una
forma blanca semejante ä una mano, apareció en la oscuri-
dad, retirändose con rapidez hacia el alfeizar de la ventana.
¡Era el cortinaje blanco?
El señor Maxwell que no abandonó ni un momento la
mano de Eusapia, no lo cree así.
A las 9 11.—E1 señor Sabatier sujeta la mano derecha de
la médium. Esta apoya con fuerza la mano derecha del se-
ñor Maxwell sobre su muslo izquierdo, y así puede vigilar-
se la mano y rodilla izquierda de Eusapia.
Apesar de ser escasa la luz, el doctor Dariex distingue
la cabeza de la médium, y estä en condiciones (le precisar
cuantos movimientos realice aquella.
192 PRIMERA PARTE

De pronto las patas de la mesa golpean el suelo tres ve-


ces con fuerza; y el sillón cambia de lugar sin que las ma-
nos, cabeza, y miembros inferiores de Eusapia, realicen nin-
gún movimiento.
El señor Maxwell investiga las relaciones de contacto
'que tiene con la médium, y comprueba que son las mismas
que al principiar la experiencia. El señor Sabatier se halla
muy seguro de que la mano derecha de Eusapia, no se ha
•separado un momento de su lugar.
9 h. 10. Con las mismas condiciones de vigilancia, el
señor Maxwell sintió un golpe seco y brusco en el espinazo
como si fuera producido por una mano que presentase los
•dedos de punta y separados.
El doctor Dariex siente sobre la cabeza el contacto de
una mano con los dedos separados.
No puede establecer diferencia entre este contacto y el
•que produciría la mano de la médium.
Las manos de la médium, según expresan los observa-
dores, no han cambiado de sitio.
El doctor Dariex declara por su parte, que las extremida-
des de la médium que estuvo encargado de vigilar, han
permanecido en su sitio durante la experiencia.
El señor Sabatier, siente que le pellizcan en la espalda
izquierda por dos veces consecutivas. En todos estos casos
de pellizcamiento, la acción es viva, directa, y ä pesar de
realizarse en la obscuridad, no se demuestra por ningún
signo de perplejidad.
Los señores Dariex, Maxwell y Sabatier, sienten que les
•cojen con decisión y destreza.
El señor Maxwell percibe el roce del por lier sobre su
mano.
Sigue la vigilancia de la médium sin haberse comproba-
do ningún movimiento sospechoso.
Con motivo de encontrarse el señor Maxwell un tanto
fatigado, invita al señor de Rochas para que se una al cír-
culo, y aceptada por éste la invitación, se coloca entre
aquél, y el señor de Gramont. Siguen las mismas condicio-
nes de vigilancia de la méditun.
El piano que estaba sobre la mesa, se levanta de impro-
viso y cae otra vez con estrépito como si lo hubiera lanzado

EXP. DE AGNELAS. - 1893 193


un brazo vigoroso. Enseguida se pone ä tocar un aire de 10
-ä 12 notas representando un tema sencillo y repetido como
el de Au clair de la lune mon ami Pierrot. El señor de Gra-
mont vé moverse las teclas, sin distinguir mano alguna que
las haga mover. Luego se levanta, el piano, y después de
un pequeño balanceo, va ä colocarse sobre la mano izquier-
da del señor Dariex, y por consiguiente, muy inmediato al
'cuello de Eusapia.
Durante el desarrollo del fenómeno que se acaba de
mencionar, Eusapia no ha realizado ningtin movimiento, ni
-tampoco se ha visto ninguna mano ni cuerpo extraño sobre
las teclas del piano, ä pesar de que la atención de los asis-
tentes estaba muy despierta, y la luz de la estancia era su-
ficiente.
Dar. A petición de la nit'di u in, los se_
• Eus. ores Sabatier y Gramont cambian
respectivamente de sitio, quedan-
do organizado el grupo en la dis-
Gram. Maxw. posición que se observa en el ad-
junto dibujo.
Sab. Roch. Los primeros fenómenos se ob-
tuvieron sin formar cadena, pero poco después, pidió la
médium que se le diera fuerza, uniéndose todos por medio
de las manos.
Dijo que en ciertos momentos, sentíase llegar como un
-fluido que procedía, primero del señor Maxwell, y mits tarde
del señor de Rochas cuando aquél se encontraba fatigado.
El señor de Gramont sujeta la mano derecha de la
médium con su mano izquierda dirigida hacia arriba por su
.cara palmar, y apretando bien durante el curso de los ex-
perimentos. El señor Maxwell declara asimismo, que la
vigilancia ejercida sobre la mano izquierda de Eusapia, es
irreprochable. El señor Dariex dice lo mismo por lo que
respecta ä las extremidades inferiores y ä la cabeza de la
médium, que se mantiene apoyada entre la espalda del se-
ñor de Gramont, y la del señor Dariex. (1)

(1) Eusapia pidió que se la dejara apoyar su cabeza sobre la


del seflor de Gramont, con objeto de ser más completa la vigi-
lancia.
13
194 PRIMERA PARTE

En este momento, el señor de Gramont que tiene la mano


derecha de la médium, siente que una cosa semejante ä
una mano, le dä un fuerte tirón en la parte derecha del
vestido, ó sea en el sitio mds lejano de la médium.
El piano le golpea en su cabeza y espalda derecha, pro-
duciéndose algunas notas musicales. Afanoso de saber.
quien es el causante de este fenómeno, desprende el señor
de Gramont la mano que le une al señor Sabatier, y trata de
alcanzar la mano ó el cuerpo material que toca el instru-
mento, pero sus pesquisas resultan infructuosas.
No se ha producido alteración en la actitud de la mé-
dium. Esta acompaña la mano del señor de Gramont hasta
dos centímetros por encima de su cabeza, y el mencionado
observador siente la impresión de una corriente fria que
parte de los cabellos de Eusapia, cuya corriente es semejan-
te ä la que produce una máquina eléctrica de inducción.
9 h. 45.—«Contintian las mismas condiciones de situación
y vigilancia. A petición de Eusapia se disminuye la luz de
la habitación, entornando la puerta del vestibulo. No se per-
ciben mas que los objetos blancos, tales como las teclas y los
dibujos que de aquel color existen en el piano.
El señor Sabatier ha sentido el roce del instrumento con-
tra su indice, en el momento que aquél se ha elevado.
El señor do Gramont experimenta durante breves segun-
dos la impresión de tener apoyado el piano sobre su mano,
aunque sin sentir peso.
En esta posición sonaron varias notas, y el señor de
-Gramont rechaza el instrumento hilcia la mesa.
En el brazo izquierdo siente un contacto, y por dos veces
consecutivas, le tiran con suavidad de la manga por la
parte anterior del brazo.
Los tres experimentadores encargados de celar ä la mé-
dium, están plenamente convencidos de haber desempeña-
do bien su misión, como están igualmente persuadidos de
que ninguna de las extremidades de Eusapia se ha sépara-
do de su sitio.
El doctor Dariex es tocado en la nariz, y acariciado en la
barba y mentón por unos dedos misteriosos. Al señor Max-
well le pellizcan suavemente, y hacen cosquillas en la axila
derecha.

EXP. DE AGNELAS. - 1895 195


A continuación se le aproxima el porlier, y su contacto
le desarrolla una sensación parecida a la de un suave pe-
llizco.
El pesado sillón situado detrás de los cortinajes. viene á
chocar diferentes veces junto á la silla del señor Maxwell,
y este comprueba, que en el momento de producirse el re-
nómeno, la mano izquierda n le Eusapia queda como helada,
agitándose sincrónicamente con los movimientos del sillón.
En el momento que el señor Maxwell ha notado que la
temperatura de la mano de Eusapia descendía notaldemen-
te, la ha comprimido con el pulgar, observando que rapi-
(lamente adquiría su calor habitual. Por este motivo puede
asegurar, que fué la mano izquierda de la médium la que
realizó semejantes variaciones de temperatura.
El piano se levanta, y va ä situarse sobre la mano del
señor de Gramont sin ejercer apenas peso. y se producen
algunos sonidos. Luego es transportado sobre la cabeza del
doctor Dariex, y á continuación cae sobre la mesa.
Todos los observadores convienen en que la vigilanvia
ha ' sido rigurosa mientras se han verificado los fenóme-
nos.
Eusapia inclina la cabeza hacia delante con objeto de
soplar en el piano, y este se separa de su sitio como si fue-
ra impulsado por el soplo. Enseguida levanta la mano (14.1
señor de Gramont por encima de su cabeza, y el observador
percibe el contacto de una tercera mano que tiene gran pa-
recido con la de una mujer.
Al mismo tiempo, el portier s agita por encima de la
cabeza de la médium.
Algunos experimentadores cambian de sitio, quedando
constituido el círculo „del modo que expresa el adjunto di-
bujo, y estando la médium de pié.
Dar. Después que la médium liubo le-
• Eus. vantado por encima del piano la ma-
no del señor de Gramont, despren-
diOse de ella por un momento, a fin
Gr. Roch. de tomar el pañuelo que llevaba en
su bolsillo y secarse el sudor que le
Sal). Maxw- inundaba el rostro, más en el ins-
tante que hubo concluido, volvió el señor Gramont ä cojer
196 PRIMERA PARTE

de nuevo la mano de la médium, inclinando esta su cabeza


sobre la de (helio observador.
En este momento, ambos cortinajes del lado izquierdo
41e la médium son proyectados violentamente contra la mesa,
cubriendo una parte de ella, y la cabeza y espalda derecha
del señor do ;ramont.
La médium en trance profundo, sejretuerce, gime, y em-
puja hacia aträs y ä la izquierda la silla (ni que estä senta-
da. Esta silla que pesa 2 kil., 500 se eleva con leo litad, pa-
sando im la izquierda de su cabeza y por encima de la espal-
da izquierda, l'As luego es dirigida hacia la parte anterior,
y realizando movimientos de bäsrula, se invierte su situa-
ción colocändose patas arriba, apoyando el asiento en el
brazo derecho del señor de Gramont, y el travesaño superior
(1e1 respaldo, sobre las rodillas del señor Sabatier (1).
Los cortinajes son agitados nuevamente, viniendo ä cu-
brir la cabeza y espalda derecha del señor de (;ramont, el
vital siente que le tocan al través de ellas, sin dejar de agi-
tarse.
Se trae por un momento el quinqué en la sala de sesio-
nes, al objeto de darnos cuenta de la situación que ocupan
las cosas. Al propio tiempo tomamos una fotografía ä la luz
del magnesio, en la que aparecen los observadores guar-
dando rigurosamente las mismas posiciones que en el trans-
curso de las últimas experiencias. Solamente se ha elimi-
nado del grupo al señor Sabatier, porque con la situación
que ocupaba ä la derecha del señor de Gramont, quedaban
ocultos una porción de detalles.
No se ha descubierto ningún artifició, y la médium esta-
ba debidamente relacionada con sus celadores. Se ha dicho
que en las últimas experiencias permaneció la médium de
pié, y por consiguiente, la observación directa de la cabeza
no pudo hacerse, pero de todos modos, se ha realizado indi-
rectamente ó por continuidad de brazos y piernas, los cua-
les no han revelado ningún movimiento general é impor-

(1) La médium hizo reemplazar antes de !a experiencia, la pe-


sada silla en que tenía costumbre de sentarse, por otra silla Illä2
ligera. Se debe suponer que teniendo intención de producir el fe-
nómeno, quiso disminuir e! esfuerzo que tenla necesidad de ha-
cer.
EXP. DE AGNELAS. - 1895 197
tante de la cabeza • y del tronco, como necesariamente ha-
bría ocurrido si Eusapia hubiese tenido que levantar y trans-
portar la mesa con la boca.
Igual consideración debemos hacer con respeto al movi-
miento de los cortinajes. Por otra parte; la vi•gilanciii se ha
realizado en excelentes condiciones, facilitatolola la misma
Eusapia, puesto que antes de producirse un fenómeno, siem-
pre ha veo ido anunciándolo con la palabra, y con las ma-
nifestaciones de un doloroso trance (suspiros, gemidos, con-
tracciones musculares, sudor abundante , tos espasmódi-
ca, etc.)
Conviene no se olvide, que antes de producirse ciertos
fenómenos, la médium los esboza; más este esta izo, se reali-
za solamente con movimientos de poca amplitud. y vial los
cuales seria imposible transportar los objetos, ni a un si-
quiera darles alcance. Son movimientos que recuerdan los
que instintivamente realizamos cuando observamos á una
persona que desarrolla un gran esfuerzo. Asi, cuando Eu-
sapia quiere atraer y poner en movimiento un sillón inme-
diato, conduce su mano ó aun mejor el puño, hacia dicho
sillón, retirándolo enseguida como si lo atrajera con un lazo
material.
En ninguna ocasión se ha podido comprobar la existen-
cia del mencionado lazo.
En el curso de las experiencias, se ha separado un mo-
mento la mano de Ensapia de la del observador de la dere-
cha y ha probado de tocar el piano que estaba encima (lo la
mesa, previniendo ü los experimentadores que ha procedi(lo
de este modo ä fin de saber donde debia obrar.

4. sesión.-27 Septiembre.

Empezó la sesión â las 811. 58'


La mesa que pesa 10 kilógramos, está situada en el mis-
mo lugar que en la precedente sesión. El sillón se encuen-
tra detrás de la mesa, junto al alféizar de la ventana; y el
pequeño piano, descansa sobre el sillón. Eusapia se sienta
en una silla, y toma la misma posición.
El señor Sabatier, sujeta su mano derecha. El señor
Maxwell la izquierda. El doctor Dariex se sienta en el suelo
198 PRIMERA PARTE

ä la derecha de Eusapia, mientras que el coronel de Rochas


y su hijo Carlos, se sitúan en el opuesto extremo de la mesa
formando la cadena con los señores Sabatier, Maxwell y
Eusapia. Li habitación queda bien iluminada por una lam-
Da r. para de petróleo colocada en una
Eus. mesa inmediata.
A las 9.—Eusapia aprieta con
Max. fuerza las manos de los señores
Sal).
Maxwell y Sabatier, pasándolas
Cor. de Carl. de de izquierda ä derecha y vice-ver-
Roch. Roch. sa, á 10 centímetros por encima
de la mesa, y por consiguiente, sin rozarla. La mesa se di-
rijo con fuerza en el sentido que se realizan dichos movi-
mientos. Durante esta experiencia, el pié izquierdo de la
médium, se apoya sobre el pié derecho del señor Maxwell, y
su pié derecho, sobre el izquierdo (le! señor Sabatier. Las
piernas contactan con las de los observadores. Ademas de
esto, nos hallamos en plena luz, lo cual permite vigilar de
visu las extremidades inferiores de la médium, que no ve-
rifican ningún movimiento, ni tocan á la mesa.
Eusapia dirije la mano del señor Maxwell, á O m 30 por
encima de la mesa, y después de una pequeña oscilación,
se produjo la levitación por dicho lado. El señor Maxwell,
comprime la mesa con su mano izquierda para hacerla des-
cender, pero las tentativas resultan inútiles.
9 h. 3'.—La mesa se eleva horizontalmente por sus cuatro
pies, y permanece así, durante algunos segundos. No se ob-
serva ninguna señal sospechosa por parte de la médium.
Mientras se verificaba la levitación que ha sido en plena luz,
Eusapia dió muestras de hacer penosos esfuerzos, y tan pron-
to como el mueble cayó bruscamente, expresó la médium
por medio de un profundo suspiro, el alivio que sentía.
9 h. 6".—Se repite la levitación horizontal de la mesa, en
las mismas condiciones, y sosteniendo las manos de la mé-
dium á O m 10 por encima de la mesa.
La lámpara que ilumina el circulo, es trasladada junto
á la puerta del vestíbulo, dejándola en el suelo. Queda luz
suficiente para distinguir las personas que componen la
cadena.
Se oyen tres golpes en el baúl situado detrás del señor
EXP. DE AGNaA.S. - 1895 199
-Maxwell, y separado de Eusapia por el mencionado obser-
vador.
A cada golpe, corresponde un ligero movimiento sincró-
nico de la mano izquierda de Eusapia, que es sujetada por
el señor Maxwell. Este, siente algunos contactos en el cos-
tado izquierdo. Se djsminuye la cantidad de luz entornando
• un poco la puerta, hasta quedar una abertura de 0 25, sien-
do aún posible distinguir las siluetas de los objetos, y de las
personas.
De pronto la médium se pone en pM, acompañándole en
la misma posición los señores Maxwell y Sabatier que le
:sujetan las manos, las cuales descansan en uno de los bor-
des de la mesa. Se verifica la levitación del mueble, empe-
zando por el lado en que se encuentra Eusapia, y luego
después, asciende horizontalmente hasta 0' 90 del suelo.
Los señores Sabatier y de Bochas se apoyan con fuerza en
la mesa para hacerla descender, pero sus esfuerzos resultan
estériles. Breves segundos después, desciende por sí sola.
Vuelven á sentarse todos, ocupando los mismos puestos
de antes, y sometiendo la médium á las mismas condicio-
nes de vigilancia.
A 30 centímetros por encima de la mesa, sei7ala Eusapia
algunos golpes en el aire con su mano izquierda sujetada
por el señor Maxwell, cuyos golpes repercuten simultánea-
mente en la mesa con bastante intensidad.
Después dirige dicha mano siempre acompañada de la
del señor Maxwell, hacia detrás del porfi r sin tocar al si-
llón, y tan pronto como se puso ä retirarla, el sillón siguió
los movimientos de la mano, de igual manera que si fuese
atraído por un imán.
9 h. 15'.—Eusapia se quita el calzado y coloca cada uno de
.sus piés sobre el pié inmediato de los celadores. Se despren-
de de las manos de estos, y toma de nuevo la mano derecha
-del señor Maxwell frotándola entre las suyas. A continua-
ción realiza la misma maniobra con la mano izquierda del
propio observador, y los movimientos del sillón se reprodu-
cen sin que dicho señor experimente la menor resistencia.
El señor Sabatier sujeta de nuevo la mano derecha de
Eusapia con su mano izquierda, y apoya la derecha sobre
las rodillas de la médium. Vé perfectamente la mano dere-
200 PRIMERA PARTE

cha de Eusapia sobre la mesa, y está seguro de que no ha,


cambiado de lugar.
Los movimientos del sillón echan al piano por el suelo,.
y el doctor Dariex lo recoje, volviendo á colocarle sobre el.
sillón.
9 h. 20'—Eusapia frota vigorosamente la mano del se-
ñor Maxwell entre las suyas, y el sillón se precipita contra. .
la mesa.
La médium se une de nuevo á los señores Maxwell y Sa-
batier por medio de las manos, y descansa sus piés sobre los.
del señor Maxwell; pero este último, no se dd por satisfecha
de la actitud en, que aquella ha colocado sus pies.
9 h. 25'—A petición de la médium se quita la lámpara del
suelo, de modo que la habitación se halla casi á oscuras,
Continúa relacionada la médium con sus celadores del mo-
do que ha venido haciéndose en el principio de la sesión..
De pronto la silla en que estaba sentado el señor Sabatier,
describe bruscamente un arco horizontal de 45 0, que ha he--
cho caer en el suelo á dicho observador, quien ha sentido al
mismo tiempo un pellizco en la espalda.
9 h. 30'.—El señor Sabatier ha sentido tres contactos y.
tres violentos tirones, On el faldón izquierdo de su levita.
A cada uno de dichos contactos, correspondió un movi-
miento sincrónico del pié izquierdo de la médium, cuyo pié
sujetaba el señor de Bochas por debajo de la mesa. El señor'
Sabatier, ha sentido durante tres veces el frote como de una.
mano que le pasara por la región occipital, notando igual-
mente que le tiraban con fuerza de su silla. El porlier es.
lanzado con violencia sobre la mesa, pasando por encima
de los observadores.
Se ilumina por un momento la habitación al objeto de-
darnos cuenta de las posiciones y de los hechos, no habien-
do observado ninguna señal sospechosa.
9 h. 40'.—En este momento el señor de Gramont reem-
plaza al coronel de Emitas en la cadena, y se sitúa, entre el
señor Maxwell, y don Carlos de Bochas.
La mano derecha de la médium es sujetada por el señor
Sabätier, y la izquierda, por el señor Maxwell. Los piés de.
Eusapia los vigila el doctor Dariex que se halla sentado en
un pequeño taburete á la derecha del señor Sabatier.
EXP. DE AGNliLAS. - 1895 201
Los observadores han colocado un plato de arcilla Mime-
da sobre la mesa, con el objeto de recojer alguna impresión.
Al breve rato, se levanta la cortina y cubre al señor Max-
well.
Se oyen varios ruidos sobre la mesa, y el señor Maxwell
es tocado once veces seguidas en el 'vértice de la cabeza. Los
golpes son reproducidos sincrónicamente por el pié izquier-
do de la médium. La silla en que está sentado el señor Sa-
batier, es separada con violencia de su sitio, y dicho señor
cae al suelo.
La vigilancia es rigurosa, y ninguno de los miembros
de la médium ha realizado un movimiento capaz de justifi-
car tal efecto.
9 11. 50'.—La silla del señor Sabatier se levanta, yendo
colocarse, primero, sobre su cabeza, y después, sobre er
brazo.
El señor de Bochas (Eduardo) reemplaza en la cadena a
don Carlos de.Rochas.
El piano abandona el sillón colocado detrás de Eusapia,
y viene it situarse encima de la mesa.
Para hacer este camit, ha pasado por entre Eusapia y
el señor Maxwell, habiéndose dado cuenta este último, del
transporte. El señor Maxwell puede asegurar que el piano
guardaba una posición horizontal cuando fue transportado
sobre la mesa, no teniendo por lo mismo ninguna semejan-
za con la posición que habría guardado un objeto movido por
un bramante ó alambre.
El señor Maxwell ve las teclas blancas del piano, mien-
tras dicho instrumento emite dos notas acompañadas de
movimientos sincrónicos de los piés de Eusapia. Esta reco-
mienda que miremos el piano, y en el instante que ponemos
en práctica este encargo, vemos aproximarse el instrumento
hacia el señor Sabatier, y después de haber dado dos saltos,
cae de nuevo sobre la mesa. Al poco rato se eleva, pasando
por delante del rostro del señor Sabatier.
La médium hace algunos movimientos con la mano que
le sujeta el señor Maxwell, y á compás que va moviéndose,
el piano produce sonidos.
10 h. 5'.—Los señores Maxwell, de Gramont y Dariex,
sienten diversos contactos en varios puntos de su cuerpo.
202 PRIMERA PARTE

10 h. 10'.—Eusapia aconseja que miremos el piano. Este


.salta dos veces seguidas sobre la mesa; desde aquí se eleva
hasta encima de la cabeza del señor Sabatier, y suenan al-
gunas . notas.
El señor Sabatier declara, que desde hace algunos mo-
mentos, viene observando en las manos de la médium algún
cambio de situación que le obliga á manifestarse reservado
respecto d garantizar la vigilancia de las manos. Explicará
sus dudas cuando termine la sesión.
El plato lleno de arcilla vá á situarse sobre la cabeza del
señor 3.1axwell, pero antes de llegar, cae y se rompe. Al se-
ñor Sabatier se le acentúan las dudas respecto á las manos
de la médium.
10 h. 15'.—Eusapia anuncia que vä á formar una cabeza.
«Mirad (dice) vais ä ver la cabeza.» El señor Maxwell mira;
y á la distancia de O m 10 ha visto una silueta negra que
se delinea sobre la pared del salón, y está iluminada por una
faja de luz qne entra por la hendidura de la puerta. Parece
la silueta de un cráneo llevando una masa de cabellos riza-
dos. Proyectada en un principi9 hacia la derecha, estuvo
breve rato en reposo, y luego pasó hacia la izquierda con
movimiento rápido.
A una nueva indicación de Eusapia, el señor Maxwell
dirige una mirada hacia el señor Sabatier, y vé la silueta de
una mano y un antebrazo largo y delgado, por encima de su
cabeza.
El mencionado señor Sabatier ha sentido diversos contac-
tos que coinciden con los movimientos de descenso y eleva-
ción de la mano misteriosa. Nadie más que el señor Maxwell
ha podido observar este hecho, si bien es verdad que por el
lugar que ocupaba en el círculo, era la única persona que
podía percibir la mencionada silueta sobre fondo iluminado.
10 h. 20'.—El señor de Gramont se sienta en el pequeño
taburete, entre el señor Sabatier y Eusapia.
Encargado de vigilar los piés de la médium, los sostiene
(mientras dura la experiencia) entre sus piernas entrecru-
zadas, en, tanto que con una de sus manos, los mantiene
unidos, y con la otra mano, se apoya sobre las rodillas de
Eusapia. Esta tiene apoyada su cabeza sobre la del citado
señor de Gramont.
EXP. DE AGNhAS. - 1895 203
Durante el tiempo que ha durado la experiencia, ha ob-
servado el señor de Gramont, que cada vez que se producía
una manifestación, venía precedida ó acompañada de un
movimiento correlativo del pié de la médium, correspon-
diente al lado que debía producirse el fenómeno. Dicho mo-
vimiento vit acompañado de un esfuerzo muscular violento,
que se revela por el endurecimiento de 11)s, músculos que
entran en función. Así p. e., cuando Eusapia agita la pierna
6 el pié izquierdo, éstos se contraen, y al mismo tiempo se
separa acompasadamente el sillón colocado detrás de la cor-
tina, cual si fuera mecanicamente solidario del pié izquierdo
tiue el s' eñor de Grramont retiene con una de $ us 11111110S. Por
lo demás se ha comprobado con toda exactitud, no haber
ningún lazo material entre la médium y el sillón.
Empleando la rigurosa vigilancia de siempre, se han
dejado oir algunos intensos golpes sobre la mesa, acompa-
ñados de movimientos sincrónicos de la pierna izquierda.
Varios concurrentes experimentan contactos en las manos.
El sillón se mueve, y el porlier es proyectado sobre la
mesa.
10 h. 35'.—Bajo las mismas condicionesje vigilancia que
hemos manifestado anteriormente, se produce el transporte
de un plato de harina.
Desde encima de la mesa en que estaba colocado, fijé
it rozar la barba del señor Sabatier, y desde allí, pasó it tocar
la cabeza del señor de Gramont. El señor Maxwell percibió
la silueta blanca del plato de harina, que después de haber
permanecido algún tiempo debajo de su mentín, fue trans-
portado en dirección al señor Sabatier. Al pasar por entre
este experimentador y Eusapia, lo perdió de vista.
El señor Sabatier continúa receloso respecto a los movi-
mientos de las manos de la médium. Mas tarde dará una
explicación.
10 h. 50'.—Los señores de Gramont, Sabatier y de Ro-
Eus. chas, son tocados sucesiva-
mente en la cabeza, espalda,
Gram. Ed. de Roch. espinazo y brazo. En este mo-
mento el doctor Dariex preso
Sab. Maxw. de fatiga, abandona la sesión.
Eduardo de Rochas ocupa
204 PRIMERA PARTE

el puesto del señor Maxwell, y el señor de Gramont reem-


plaza al señor Sabatier.
Eusapia pide que la mesa de sesiones se aparte de la ven-
tana y se sittie en medio del salón. El pié derecho de la
médium, descansa sobre el pié izquierdo del señor de Gra-
mont, y el izquierdo de aquella, sobre el derecho del señor
Eduardo de Rochas.
Estos contactos son insuficientes.
Eusapia repite varias veces. «Aliare, Aliare» es decir.
«Elevarse elevarse», como indicando que intenta una levi-
tación.
Acompañada de las manos de sus celadores, epite el,
movimiento de acompaZarlas en el aire, aunque sin operar
tracción ó resistencia notable.
A los pocos minutos, en medio de una obscuridad casi
completa, y sin apoyarse en parle alguna, Eusapia se elevó,
como si estuviera en un ascensor.
A la vez que la médium, se elevó la silla en que perma-
necía sentada, llegando sus piés casi á la altura de la mesa.
Los observadores se levantaron al mismo tiempo, para acom-
pañarla en su ascensión.
A partir de este momento, se desprende de las manos de
los observadores.
El señor Sabatier intenta _darse cuenta por medio del
tacto, de si Eusapia mientras se eleva, coloca una rodilla
sobre la mesa para utilizarla como palanca, pero nada ha
podido comprobar con exactitud.
Los señores de Gr'ramont y Eduardo de Rochas afirman,.
que Eusapia se ha elevado con su silla casi it la altura de la
mesa, sin hacer presión en ellos.
Este fenómeno extraordinario nos causa tanta sorpresa,
que solamente podemos comprobar que Eusapia se encuen-
tra en pié sobre la mesa, al lado de su silla. .
Todavía ensaya de elevarse verticalmente. El señor Sa-
batier pasa con rapidez la mano por debajo de la planta de
los piés de Eusapia, y comprueba que los talones estén le-
vantados, pero que la médium se apoya sobre la extremi-
dad .de los dedos.
La médium se desploma; y enseguida se la recibe en
brazos sentándola en el suelo.
EXP. DE AGNhAS. - 1895 205
Respecto á esta sesión, merece que demos las explicacio-
nes que ya hemos hecho presentir.
Así resulta, que la vigilancia de las extremidades infe-
riores de Eusapia, ha dejado que desear, siempre y cuando
se ha limitado á tener apoyados respectivamente sus piés,
sobre los inmediatos piés de los celadores, encargados igual-
mente de sujetarle las manos.
No puede deducirse de esto, que cuantos fenómenos se
han producido mientras resultó defectuosa la vigilancia de
las extremidades inferiores, deben ser tachados de fraudu-
lentos. Muy léjos de eso. Existen un cierto niimero, que no
podia realizarlos la médium con sus piés, á pesar de quedar
enteramente libres.
Por otra parte: la vigilancia de las manos no se ha podi-
do ejercer con gran exactitud en aquellos momentos que
permanecimos del todo á oscuras. Al señor Sabatier que su-
jetaba la mano derecha de Etsapia, le han llamado la aten-
ción los siguientes hechos:
1." Que la médium rehusaba dejarse cojer la mano de-
recha con toda la inane de dicho observador: 2.° Que poco ä
poco iba retirándola hasta dejar tan solo sujetos, la palma y
el puño. 3." Qué dicha mano la movía constantemente, diri-
giéndola hacia su izquierda y 4.", que con frecuencia dirigía
la extremidad de los dedos de la mano derecha, hacia su
mano izquierda sostenida por el señor Maxwell.
Estas maniobras le han inducido ä pensar, que Eusapia
podía obrar de este modo, al objeto de reemplazar la mano
izquierda, con las puntas de los dedos de la mano derecha,
y una vez conseguido esto, realizar los movimientos del
piano, del plato de arcilla, de los contactos, del plato de ha-
rina, etc.
Suponiendo cierta esta superchería, no seria bastante
para explicar el resto de fenómenos, puesto que con la mano
izquierda, no se podría alcanzar el faldón de la levita del se-
ñor Sabatier colocado ä la derecha, ni aun menos separar de
su sitio la silla del mencionado observador, etc. Por todo lo
•cual debemos deducir, que en medio de hechos fraudulen-
tos, existen otros hechos de notoria sinceridad.
Es posible que deseando la médium producir un efecto,
.y teniendo á su disposición medios fáciles y medios difíci-


206 PRIMERA PARTE

les para conseguirlo, utilice


consciente, ó inconscientemenle,
aquellos medios que exijen me-
nos esfuerzos.
Sin embargo: el resultado ge-
neral de esta sesión, ha sido
para nosotros menos afirmativo
y satisfactorio que el de la se-
sión precedente, en la que la vi-
gilancia fué- correcta, por cuyo
motivo la Comisión ha he—
(1) La presente lämina que representa ä Eusapia en sus diver-
sas posiciones de manos, demuestra de que modo ä beneficio de
la obscuridad y de una serie de moviwientos häbilmente combi-
nados, puede el celador de la derecha seguir creyendo que está
sujetando la mano derecha de la médium, cuando en realidad lo
que siente, es el contacto de la mano izquierda de la sujeto, soste-
nida por el celador de la izquierda. Una vez en libertad la mano
derecha, puede producir una série de movimientos que tienen
como es consiguiente, su limitación.
EXP. DE AGNELAS. - 1895 207
cho el propósito de mostrarse más exigente en la sesión in-
mediata.

6. Sesión (1).-28 Septiembre 1895.


Tuvo lugar á las 8 '1, de la noche en el local de siempre,
asistiendo los mismos observadores, excepto el señor Max-
well que tuvo necesidad de ausentarse.
Se ha prevenido á Eusapia, que aunque no tenemos sos-
pecha de que verifique fraude, deseamos con todo que la
vigilancia pueda hacerse con mayor escrupulosidad que en
la sesión precedente, conceptuando que es necesario un ma-
yor grado de luz en el salón de experiencias.
La médium promete hacer cuanto pueda á fin de obte-
ner buenos resultados, autorizando á sus celadores, para
que la vigilen con el mayor rigor.
Se observa en ella muy buenos deseos, y verdadero afán
de que los trabajos vayan coronados de éxito.
A las 6 de la tarde, antes de comer, en estado natural y
á la luz de una lámpara de petróleo, nos ha producido mani-
festaciones notables, tuyo relato reservamos para la última
parte de esta memoria.
Eusapia se sitúa en el extremo de la mesa inmediato ä
la ventana. Para, ofrecer una prueba demostrativa de que
sus manos no tocan á la mesa, pide dos vasos llenos de agua,
que se sitúan encima de dicho mueble.
A la distancia de 2' 50 existe otra mesa, sobre la cual
descansa una lámpara de petróleo con pantalla de museli-
na blanca, cuyo foco brilla con todo su esplendor. Eusapia
sumerje cada una de sus manos en el correspondiente vaso
lleno de agua (2).
El coronel de Rochas mantiene aplicada una de sus ma-
nos sobre las rodillas de Eusapia, para asegurarse de que
esta no ejerce ninguna presión hacia arriba de la mesa. Los.

(1) Esta sesión fué precedida de otra que se celebró á las seis
de la tarde y de la cual nos ocuparemos mas adelante.
(2) Desde el primer instante trató de producir la levitación de
la mesa, elevando sencillamente las manos que tenia sumergidas
en el liquido, pero no pudo conseguir su intento, por mas que se-
gún ella dice, consiguió producir este fenómeno en Italia.
208 PRIMERA PARTE

señores Sabatier y de Gramont, se aseguran de que los piés


de la médium no contactan con las patas de la mesa.
Eusapia ejerce una presión excéntrica con las manos in-
troducidas en los vasos, y ä beneficio de esta presión, tras-
lada ambos recipientes por fuera del perímetro de la mesa,
tan pronto hacia la derecha, como ä la izquierda, sin ejercer
el menor contacto con dicho mueble. Este ejecuta movi-
mientos laterales siguiendo la dirección de las manos.
Déjanse oir algunos golpes en la mesa.
Eusapia levanta las manos que tiene sumergidas en los
vasos, sin que llegue ñ rozar en lo mäs mínimo la mesa.
El señor de Watteville sujeta las rodillas de la médium,
quedando los piés ó la vista de los observadores. En las con-
diciones descritas, la mesa se eleva horizontalmente ä 0" 25
del suelo, siguiendo el movimiento de elevación de las ma-
nos de Eusapia.
Permanece en el aire durante algunos segundos, y des-
ciende con rapidez hasta el suelo.
Al repetir esta experiencia, la mesa se ha elevado ä la
'altura de O m 30, con la particularidad, de que ambas levita-
ciones se han producido en plena luz.
9 h. 30'.—Trasladamos la lámpara fuera del salón, pero
á través de la puerta penetra luz suficiente para distinguir
los objetos. Las manos de Easapia continúan dentro de los
vasos sin haber vertido una gota de agua, lo que demues-
tra que las ha mantenido en posición constantemente ver-
tical, posición que no le permite obrar por prehensión.
El señor Sabatier se acuesta en el suelo y mantiene fir-
memente sujetos entre sus brazos, los piés y piernas de la
médium.
A continuación de un movimiento hecho por Eusapia
con las manos introducidas en los vasos, la mesa es derri-
bada junto ä las piernas del señor Sabatier. En este mo-
mento la médium se desprende de los vasos, y sus manos
quedan sujetadas por el coronel de Rochas ä la derecha, y
por el señor Watteville ä la izquierda. El señor Sabatier se
coloca de nuevo debajo de la mesa, después de situar dicho
mueble en su posición natural.
Eusapia vä vestida con sayas negras muy sencillas, ju-
bón claro, y sin corsé. Antes de empezar la sesión, la señora
EXP. DE AGNELAS. - 1895 209
•de Rochas ha inspeccionado minuciosamente y con toda aten-
.Ción it la médium mientras se vestía, habiendo comprobado,
.que ni en su traje ni en su cuerpo, llevaba objeto alguno
• sospechoso.
Por otra parte; el señor Sabatier ha palpado con tiran li-
bertad it la médium antes de la sesión, compréndiendo en
el reconocimiento, el tronco y las extremidades en casi (1)
toda su extensión, y tampoco ha podido comprobar la pre-
sencia de artificio alguno. Esta inspección se había reali-
zado ya en las precedentes sesiones, pero no con tanto ri-
gor y libertad como en la de hoy.
A petición de la médium, se sitíta la lámpara en el ves-
tíbulo, y como la puerta estjt cerrada, reina la mayor obs-
curidad en la sala de sesiones. Eusapia apoya su cabeza en
el codo del coronel de Hochas; su mano izquierda la man-
tiene inmóvil sobre la mesa el señor de Watteville, y con la
mano derecha que sostiene el mencionado señor de Rodios,
empieza it palpar el brazo derecho del mismo, diciendo en
idioma italiano. «Yo busco, yo busco», y después de un rato.
«He encontrado».
Mientras tanto, la mano izquierda de la médium per-
manece sujeta sobre la mesa con la mano del señor Watte—
vil le.
Eus•,apia gime, y se agita mucho. A los pocos instantes
se deja oir un golpe muy violento sobre la mesa, que retum-
ba con fuerza en la cabeza (lel señor Sabatier, quien conti-
núa acostado en el suelo, manteniendo inmovilizados los
extremos inferiores de la médium.
Transportamos por un instante la !ampara en el salón, y
encontramos en medio de la mesa, un voluminoso guijarro
calcare°, mamelonado de una parte, y hendido por la otra,
de unos 500 gramos de peso, y muy semejante it los que se

(1) El serior Sabatier dice casi, porque naturalmente ha sen-


tido cierta perplejidad en llevar la mano a ciertos sitios, como por
ejemplo, en la fosa inter-mamaria, donde en rigor podria haberse
ocultado algún objeto, pero conviene advertir, que Eusapia no lle-
vaba corsé, y que la seiiora. de Rochas la inspeccionó cuidadosa-
mente en todas las regiones del cuerpo, mien t ras aquella se vestía.
210 PRIMERA PARTE

encuentran en las murallas donde está edificada la casa de-


Agnélas. (1)
Retiramos de nuevo la lámpara dejando entreabierta la
puerta, y de esta manera' conseguimos distinguir con cla-
ridad los objetos, hasta a fin de la sesión.
Los miembros inferiores de la médium están sujetados.
con ambas manos por el señor Wattewille.
El señor Sabatier le reemplaza para sostener la mano de-
recha de Eusapia.
El sillón que se encuentra â un metro de distancia de-.
trás de la médium, se eleva varias veces, y golpea con
viveza el suelo.
A un ademán hecho por la médium con su mano derecha
que en este momento sostiene el señor (le Bochas, el sillón
realiza violentos saltos.
Por indicación (le Eusapia, el señor Sabatier abandonó
el contacto de la mano derecha, situándose á la derecha del
señor de Rochas.
El señor Sabatier levanta la pierna derecha de la mé-
dium hasta hacerla descansar en su rodilla, sujetando el
pié con su mano derecha. El señor de Wattewille sostiene
la mano izquierda de la médium con su derecha, y la pierna
izquierda, con su mano homónima.
Se ven claramente las manos y cabeza de Eusapia.
El sillón se eleva, y ä continuación, golpea varias veces
el pavimento.
9 h. 40'.—Eusapia pide que se forme cadena al objeto de
comunicarle fuerza. El señor Carlos de Rochas se coloca
entre los señores Sabatier y Wattewille, constituyéndose la
cadena. El pié derecho de Eusapia es visto y sujetado por
el señor Sabatier, mientras que de la sujeción del izquierdo,
queda encargado el señor Wattewille.
El sillón se levanta por sus dos piés, y se inclina. El se-
ñor Wattewille siente un contacto.
Eusapia se inclina un poco hacia adelante y á la dere-
cha, es decir, del lado opuesto al que ocupa el sillón, y pre-
viene al señor Sabatier que le tirará con suavidad de los.

(1) El doctor Dariex se retira en este momento porque se en-


cuentra fatigado.
EXP. DE AGNELAS. — 1895 211
cabellos, y que mientras esto se realice, el sillón que perma-
nece ä nn maro de distancia, avanzará con lentitud.
El fenómeno se opera con toda exactitud.
Seguidamente la médium aparta la cabeza del señor
Sabatier, y el sillón acompaña este acto dirigiéndose hacia
atrás. La luz es del todo suficiente para que los observado-
res se den exacta cuenta de todo lo que ocurre.
A continuación nos dice la médium que va ó sacar 11 llave
del baúl, que se encuentra bastante separado de su asiento.
Las condiciones de iluminación y vigilancia son las
mismas de antes. De repente se oye rechinar con gran cla-
ridad la llave en la cerradura, pero á causa de estar mal
colocada, no se llega á desprender.
Eusapia coje con una de SUS manos el puño izquierdo
(lel señor Sabatier, y con dos dedos de la mano opuesta, le
rodea el indice, produciendo movimientos alternativos de
rotación, á los que corresponden rechinamientos sincróni-
cos de la llave dando vueltas, tan pronto en uno, como en
otro sentido.
9 h. 45'.—La señora de linchas entra á formar parte de
la cadena, situándose entre los señores de liochas y Sa-
batier.
La vigilancia se realiza elidas mismas condiciones.
De pronto Eusapia desprende sus manos de las de sus
celadores, y leranliindol«s por encima de la mesa la vista
de todos, empieza ä frotarlas con actividad. A la mímica de
las mantos de Eusapia, corresponde sincrónictunente el si-
llón por medio de golpes y saltos.
A continuación coje la médium con sus dos manos, la
mano del señor Sabatier, y verifica una serie de gestos de
va-y-ven, como si quiera abrir el baúl situado ó un metro de
distancia. De repente la tapa del baúl empieza ñ agitarse,
produciendo un ruido tumultuoso comparable al de una
puerta que se intenta abrir, pero que ofrece marcada re-
sistencia.
En este momento el señor de Wattewille se dirige al
grupo, manifestando; que toda vez que la médium ha hecho
dar vueltas á la llave sin conseguir abrir el baúl, es de opi-
nión que uno de los presentes lo abra, aunque sin levantar
la tapa.
212 PRIMERA PARTE

Estando conformes los observadores con la proposición


de Wattewille, procede éste ä (lar vuelta ä la cerradura.
Repite Eusapia la mímica anterior, y la tapa del baúl se
levanta por completo. Enseguida inclina su cabeza hacia el
señor Sabatier colocado ä su derecha, y aplica cada una de
sus manos sobre la correspondiente mejilla del mencionado
observador, dAndole cadenciosos golpes que se relacionan
con los movimientos (le la tapa del cofre. Un golpe sobre las
mejillas, levanta la tapa; el golpe siguiente la cierra.
Este fenómeno es completamente auténtico, y todos los
concurrentes lo han visto y oído con suma exactitud. La vi-
vacidad de los movimientos de la tapa, guarda proporción
con la de los golpes. Después que estos se han reproducido
varias veces, Eusapia empuja con energía la cabeza del se-
ñor Sabatier en dirección al baúl, y la tapa del mismo se
cierra con estrépito.
El desarrollo de estos fenómenos Até anunciado con anti-
cipación por la médium, así es que las observaciones pudie-
ron realizarse con precisión. No puede caber la menor som-
bra de duda respecto ä los hechos que se acaban de expo-
ner, porque ademäs de que la vigilancia se hizo con gran
escrupulosidad, el fraude hubiera sido imposible, porque
desde el sitio que ocupaba Eusapia, no se podía llegar hasta
el baúl, habiéndose comprobado, que entre ella y dicho mue-
ble, no existía ningún medio de transmisión.
Los concurrentes han quedado excelentemente impre-
sionados de los resultados que se han obtenido.
' Sin embargo; la médium ha sacudido alguna vez sus
manos, intentando ejecutar movimientos semejantes d los que
en la sesión precedente nos hicieron pensar en maniobras frau-
dulentas. -
Estos movimientos pueden dar lugar ä dos explicaciones
diferentes; ó bien son tentativas de fraude ejecutadas incons-
cientemente por la médium después de estar habituada ä
realizarlas siempre que las condiciones le resultan favora-
bles, ó son movimientos inocentes que el estado de trance,
sufrimiento, y esfuerzo, provoca involuntariamente en la
médium yendo en busca de un alivio fisiológico.
La sesión última presenta sobre las anteriores, la singu-
lar ventaja de haber obtenido variados fenómenos produ-.
EXT. D AGN1:LAS. - 1895 213
ciclos con diversos objetos que estaban situados en direc-
ciones muy diferentes. Es evidente que si intentáramos ad-
mitir el fraude para todos los fenómenos, sería preciso ad-
mitir así mismo una combinación de procederes muy varia-
dos, y una maquinaria muy complicada y múltiple, todo lo
cual había de ser difícil que pasase desapercibido á la des-
pierta atención de los observadores.
En cuanto al único hecho producido en la obscuridad,
es decir, al aporte del guijarro de 500 gramos sobre la mesa,
la Comisión se reserva emitir juicio respecto al mismo, por
más que no tiene ningún motivo para atribuirlo h. super-
chería.
. Con todo: la explicación del mencionado hecho, vi com-
prendida en una de las hipótesis siguientes:
1. El guijarro lo llevaba oculto la médium y fué hábil-
mente lanzado por ella, sobre la mesa. Pero el exitmen aten-
to que la señora de Rochas y el señor Sabatier hicieron so-
bre Eusapia antes de principiar la sesión, no puso en evi-
dencia semejante cuerpo, y después de todo, quedaría sin
explicación el mnodo como Eusapia habría conseguido pro-
yectar el guijarro sobre la mesa, si II darse cuenta las per-
sonas que le sujetaban las milanos. Sin embargo; es preciso
insistir en los tanteos ejecutados por Eusapia con la mano
que sostenía el señor de Bochas, y que la obscuridad no per-
mitió precisar á que iban encaminados, pero sea como fue-
re, es muy difícil comprender como esos tanteos realizados
sobre el brazo derecho de dicho señor de Huchas, podían per-,
mitir á Eusapia cojer una voluminosa piedra disimulada-
mente oculta entre sus vestidos.
2.° El guijarro fué traído desde el exterior, en virtud de
una fuerza propia de Eusapia. La Comisión no niega la po-
sibilidad de que el aporte se haya producido de esta mane-
ra, pero antes de formular opinión, es indispensable que el
hecho esté mejor establecido.
3.° Por último; Eusapia podía guardar el guijarro en el
salón desde el día antes, y haberlo tirado sobre la mesa
con ayuda del ntismo agente que le permite levantar me-
sas, etc.
Tal vez sea esta la explicación más racional, pero la Co-
misión se limita ä registrar el hecho sin apreciarlo; espe-
214 • PRIMERA PA RT E

mido nuevas experiencias para salir de una reserva que la


cree muy justificada y legítima.
En cuanto á los demás fenómenos, y en particular ä los
movimientos realizados por la mesa, mientras las manos de
Eusapia permanecían dentro de los vasos llenos de agua, y
ä los hechos concernientes al baúl, todos los observadores
presentes, los consideran perfectamente auténticos.
Semejantes fenómenos demuestran que Eusapia puede
obrar sobre los cuerpos materiales, á distancia, y sin ningún
contacto.

5. sesión.-28 Septiembre d las 6 de la tarde.

En uno de los extremos de la pesada mesa de 1 metro de


largo que se encuentra en el salón, colocamos una potente
lámpara de petróleo con pantalla de muselina blanca, que
ilumina brillantemente el grupo.
Son las 6 y media de la tarde. Eusapia se halla en su es-
tado normal. Se hallan presentes los señores de Rochas, Sa-
batier, de Gramont, de Watteville, y la señora y señorita de
Rochas. El doctor Dariex presenció la 2.' experiencia hecha
con el pesa-cartas, y de la cual vamos ä dar cuenta.
El señor de Gramont pregunta á Eusapia si en estado
normal y plena luz, se siente capaz de actuar por simple
imposición de manos sobre una pesa-cartas que trae en su
maletín de viaje. Eusapia contesta que se halla dispuesta ä
, ensayarlo, y los miembros de la Comisión son de parecer
que se realice inmediatamente semejante experiencia, por-
que su carácter improvisado, alejará toda hipótesis de pre-
paración.
El señor de Crramont se dirije á buscar el pesa-cartas en
su habitación, y una vez el instrumento en su poder, se le
ha colocado encima de la mesa, ä O na 60 de la lámpara, y ä
la vista de los concurrentes. Dicho pesa-cartas, se halla pro-
visto de un platillo y de un contrapeso situado al extremo
de una palanca acodada. El peso correspondiente al descen-
so del platillo, viene indicado por una larga aguja que re-
corre un cuadrante. El limite mayor de descenso del platillo,
corresponde A, un peso de 50 gramos.
(Véase la lámina correspondiente).
EXP. DE AGN1n:LAS. - 1895 215
La médium se pone en pié delante del pesa-cartas, cuya
-aguja señala el O. Los concurrentes se sitúan _alrededor de
la mesa, vigilando con la mayor atención las manos de Eu-
sapia y el instrumento. De pronto ensaya aquélla de hacer
descender el platillo, situando una de sus manos á pocos
centímetros por encima del mismo, pero el experimento no
da resultado. Entonces reune ambas manos en forma de
cono, situändolas una á la izquierda, y otra ä la derecha del
platillo, concentrando su voluntad hacia aquel punto.
Las puntas de los dedos se hallan ú 3 6 -1 centimetros del
pesa-cartas, y por consiguiente no contactan lo mas mínimó
con él.
Eusapia diseña algunos movimientos con las manos, di-
rigiéndolas hacia arriba y hacia abajo, y ä los pocos minu-
tos, el platillo empieza á oscilar sincrónicamente con las
manos. Por último, el descenso del platillo se realiza hasta
.su límite iriaximo, y en seguida vuelve a ascender.
, Este experhnento se ha realizado estando la mesa com-
pletamente fija.
Breves momentos después, repetimos la experiencia en
las mismas condiciones de luz y vigilancia que antes.
Eusapia se coloca cerca de un angulo de la mesa, y al
cabo de algunos instantes de preludiar los movimientos con
Eus. Hoch sus manos, pide al co—
• • ronel de Bochas y al
Wat .* señor de Gramont, que
le toquen las espaldas.
• 411 En el mismo instante
Pesa-cartas Lampara
que se realizan los con-
(ira, tactos, el platillo des-
• dende al O.
Todos los observa—
Dar. dores han reconocido
Sab.Q • que los dedos de la
-méditun estaban distanciados del pesa-cartas por lo menos
tres centímetros, y que con una iluminación tan perfecta, el
'engaño había de resultar muy difícil. .
Por otra parte, el experimento se ha repetido en presencia
.de los mismos concurrentes y empleando si aabe, un mayor
rigor en la observación. Así p. e., para asegurar el movi-
216 PRIMERA PARTE

miento de las manos y mantenerlas ä distancia del pesa-


cartas, el señor Sabatier se colocó deträs de la médium, y
pasando los brazos por los lados de su talle, le tomó las ma-
nos entre las suyas, no dejándole libres mas que sus ex-
tremos.
En estas condiciones acompañaba los movimientos de-
las manos de la médium, y pudo comprobar que aquéllas,.
no tocaron el pesa-cartas.
La experiencia fué coronada de éxito, llegando el plati-
llo á su límite de descenso.
Por último; habiéndose disuelto la reunión, quedaron en
compañía de Eusapia, los señores Sabatier, y el coronel de-
Rochas con su esposa é hija. En presencia de estas personas
realizó Eusapia la siguiente experiencia:
En primer lugar se situó el pesa-cartas á O m 30 (lel borde
de la mesa perfectamente iluminada. El señor Sabatier
colocó enfrente, con objeto de abrazar con una mirada, el.
pesa-cartas, y las manos de Eusapia.
A petición de dicho señor Sabatier, colocó la médium sus,
manos abiertas en dirección de los planos verticales de am-
bos lados del pesa-cartas, practicando movimientos en di-
rección horizontal, cual si quisiera imprimir al instrumento.
un movimiento total de progresión.
Después de uno ó dos movimientos realizados por las
manos en aquel sentido, distanciadas 50 centímetros del
pesa-cartas, fué deslizándose éste sobre la mesa, primero con
lentitud, y después con bastante rapidez, hasta caer en el.
suelo á regular distancia del pié de la mesa. El peso de
aquel instrumento era de 125 gramos.
Termina aquí la relación de nuestras experiencias.
Tal vez se nos reproche no haber descrito con gran mi-
nuciosidad todas las circunstancias que han concurrido en
la producción (le los fenómenos; pero ¿cómo es posible com-
placer en un todo á un espíritu fértil en objeciones?
Las discusiones que fueron promovidas acerca la vigi-
lancia de los piés y manos de la médium, después de las
experiencias de Milán, Carqueiranne, Varsovia y Cambrid-
ge, no han cambiado la opinión de nadie, puesto que unas
y otras partes se apoyan en afirmaciones que no pueden
probarse de un modo absoluto.
EXP. DE AGNELAS. - 1895 217
Por nuestra parte no tenemos la pretensión de suponer.
que no hayamos podido ser engañados, ni tratar de llevar
un juicio definitivo sobre cuestiones tan vastas y delicadas,
pero debemos declarar; que â pesar de los antecedentes que
poseemos respecto á supuestos fraudes, y haber tenido siem-
pre la atención muy despierta, jamas hemos cojido á la mé-
dium en fragante delito de engaño.
Nuestras conclusiones resaltan, de la exposición misma
de los hechos. Su concordancia con las de los numerosos y
eminentes experimentadores que nos han precedido, ope-
rando con métodos diferentes, y ausiliados de aparatos re-
gistradores, contribuirá seguramente á formar opinión en
aquella parte del público que se toma el trabajo de ir en
busca de la verdad.
A. Sabatier; A. de Bochas; A. de Grp.mont; Maxwell; X.
Dariex; C. de Wattewille. (1)

(1) Lös sefiores de Rochas, de Gramont y de Wattewille, se


han reunido de nuevo este afio (1896) para estudiar ä Eusapia
Paladino en el castillo de Choisy, propiedad del sefior Maxwell,
sustituto del Procurador general de Burdeos.
Desde el día 1.° al 15 de Octubre, tuvieron lugar seis segiones,
durante las cuales se realizaron un gran número de veces los dos
siguientes fenómenos, mientras las manos de Eusapia estaban su-
jetadas y eran cistas por los concurrentes.
1. 0 Producción de movimientos sin contacto.
2 0 Formación de manos fluídicas que se pudieron tocar y ver
durante algunos segundos.
Los experimentadores están de acuerdo en afirmar del modo
más absoluto los hechos percibidos por sus sentidos, pero nada de
lo que ellos han observado les permite decidir, si las manos fluídi-
cas, son sierrrpre debidas al cuerpo astral de Eusapia y dirigidas
por su espíritu, ó si la materia astral desprendida de la médium,
adquiere forMas y movimientos bajo la acción de una inteligencia
independiente, según lo pretende Ettsapia cuando se halla en
trance.
Esta inteligencia independiente ¿será la de John King que an-
tiguamente habría vivido en Egipto?
La explicación más sencilla y conforme ä los datos proporcio-
nados ä la ciencia por los experimentos de los seriores Richet y
Rochas, consistía en desechar toda intervención extra-humana, y
no ver en esta especie de posesión, mäs que un cambio de perso-
nalidad debido ä la anto-sugestión, después de haber pasado Eusa-
pia por varios grupos espiritas. A pesar de todo, ciertos fenóme-
nos se explican difícilmente con ayuda de esta hipótesis, y sería
muy interesante hacer la historia de la entidad enigmática que.
partir de 50 afíos atrás, interviene en los fenómenos de materiali-
218 PRIMERA PARTE
.zación bajo el nombre John King, pero con historias difigrentes,
otorgandose tan pronto el titulo de reg de los elementales, como
pasando por un inglés, un indio, ó un egipcio.
(Comun icación enviada por D. Alberto de Rochas á L'H UM A NIT
INTÉGRALE. Decionbre, 189 ( .)
;";747227.19"'r7."'',7 ' "2-• sf

Saguricia, parte

CAPITULO PRIMERO
:Experiencias del Conde de G-asparin
en 1854

En 1854, el Conde Agénor de Gasparín publicó (1) el re-


sultado de las experiencias que realizó en Suiza por espacio
de cinco meses y en compañia de doce personas, ä propósi-
to de los movimientos que se pueden imprimir ä los objetos
inanimados por medio de la cadena magnética.
HA aquí del modo que el señor de Clasparin describe la
primera manifestación que se obtuvo, de movimiento ä

La mesa se separó de nosotros por medio de una rotación enér-


gica, en el momento que ä una serial convenida levantamos todos
las manos, continuando después formando cadena por encima de
la mesa sin tocarla, y dando vueltas ä su derredor. Mientras con-
tinuamos en esta posición, todavía dió la mesa tres ó cuatro vuel-
tas. Una ó dos veces se suspendió el movimiento de dicho mueble,
porque en los accidentes de la marcha, desprendimos las manos de
su regular posición, ó sea de encima de los bordes de la mesa, con-
tinuando el movimiento, desde el instante que la cadena quedó si-
tuada en el lugar conveniente. Todos los concurrentes estábamos

(1) Des Tables tournantes. Paris 1854; 2 vol. En 1888 se pu-


blicó la 3.a edición.
220 SEGUNDA PARTE

persuadidos de que cada mano ejercía una suerte de atracción r


sobre la porción de mesa con que estaba relacionada. (Sesión del
26 Diciembre).
Sentíamos como es natural, una cierta impaciencia por some-
ter de nuevo la mesa ä la prueba de rotación sin contacto, así es
que ni siquiera soñamos en variar el procedimiento, por más que
reconocíamos la necesidad de repetir la experiencia con más aten-
ción, y en presencia de menos testigos...
Puedo asegurar que una vez puesta en movimiento la mesa,
conservaba una cierta impulsión, á la cual obedecía mecánicamen-
te. Convenía por lo mismo producir la rotación partiendo de un
completo reposo, y esto es lo que realizamos.
Estando" la mesa inmóvil al igual que nosotros, constituimos la
cadena separándonos algunas líneas por encima de los bordes del
mueble, y á los pocos instantes, empezarnos ä dar vueltas con len-
titud alrededor del mismo.
Transcurrido un momento, realizó aquél un ligero movimien-
to, y entonces procuramos atraernos con la fuerza de la voluntad,
la porción de mesa que teníamos delante de la mano, consiguiendo
nuestros propósitos.
A causa de la dificultad que existe en mantener la cadena en el
aire, sin romperla, y sobre todo, sin que se suprima la relación es-
tablecida, ocurre alguna vez que la rotación se detiene. (Sesión
del 29 Septiembre)
Hemos conseguido producir y continuar la rotación, partiendo
de un estado de reposo. A impulso de nuestra voluntad y hallán-
donos enteramente inmóviles, liemos logrado hacer dar ä la mesa
una cuarta parte de vuelta. (Sesión del 6 de Octubre). . . .
Del interior- de una cubeta llena de agua parte un eje sobre el
cual gira un platillo. Dos observadores y yo sumerjimos las ma-
nos en el agua de la cubeta, y luego formamos cadena, dando vuel-
tas alrededor de la misma, aunque sin tocarla.
Al poco rato se puso á voltear, acompañando nuestros movi-
mientos. Esta experiencia se repitió varias veces. . . .
Como podría suponerse que la impulsión comunicada al agua,
habría sido capaz de propagar el movimiento ä la cubeta, proce-
dimos inmediatamente á la contraprueba.
Agitamos circularmente el agua con más rapidez que antes, y
ni pesar de ello, la cubeta no se movió
Volvamos ä la demostración por excelencia, á la levitación sin
contacto.
Con el fin de ejercer una vigilancia bien rigurosa, decidimos
emplear un trípode de abeto, el cual pusimos en movimiento cinco
personas reunidas en cadena.
EXP. DEL C. DE GASPARÍN. - 1854 221
Luego después, lo hicimos levantar hasta siete veces, por medio
de esfuerzos de voluntad y sin tocarlo. (Sesión del 7 Octubre). .
Entre las nuevas tentativas que se han hecho, citare la que
tenía por objeto suspender por completo en el aire una mesa, col-
gada ä una polea, y equilibrada por un contrapeso. Solamente
tocaba en el suelo uno de sus pies, y tan pronto como constituimos
.cadena, se 'produjo la levitación.
La obra del señor de Gasparin escrita hace 40 años, no
ha envejecido aún, por lo cual aconsejo su lectura las
personas amantes del buen sentido, pues en ella se flajelan
los prejuicios de los pedantes y necios, en un estilo elegante
.é ingenioso.
En el momento, dice, (1) que el orgullo de las ciencias exactas
estalla como jamás haya hocho; en el momento en que aquellas
multiplican sus descubrimientos y pueden haber penetrado todos
los secretos de la creación, sobreviene una pequefia observación,
impertinente é imprevista, que no se deja clasificar en ninguna
.de las categorías oficiales. i, Se volverán á hacer las categorías por
tan poca cosa? Es posible que los sabios renuncien ä su infali-
bilidad? gConfesarán su ignorancia y sus limites?
No. Es más sencillo negar por anticipado la realidad del he-
cho. No debe existir; por consiguiente no existe. Para él, no hay
sitio en este mundo. Las academias que todo lo saben y compren-
den, no sabrían que hacer con el hecho nuevo. ¡Juzgad cuán dificil
es pedir auxilio para él, y amotinar la masa de ignorantes que os-
tentan la pretensión de ser «personas sensatas» por excelencia;
gente cuya profesión consiste en «no andarse por las ramas» se-
gún la expresión de Bassompiúrre, y no abandonar jamás sus
opiniones ortodoxas, afirmando más, cuanto menos piensan, y
manifestando su superioridad por medio de un arrogante rigoris-
mo con respecto á las ideas sospechosas!

II. — LOS COMENTARIOS DEL DR. THURY


.E1 doctor Thury, catedrAtico en la Universidad de Géno-
va, y uno de los observadores que concürriö á las experien-
cias del señor de Gasparín en Valleyres, publicó el ario 1855
un folleto de 64 páginas, in. 8.° con el titulo:
Les rabies tournantes, considérées au point de vue de la
question de ph,ysique générale qui s'y rattacke.

(1) 3.' edición, pág. 262.



222 SEGUNDA PARTE

Este folleto es muy dificil de encontiar, pero el doctor


Thury ha reasumido los puntos principales en un anexo á
la 3. edición de la obra de Gasparin, impresa en 1888.
Durante los 33 arios (dice) que nos separan del tiempo de la
epidemia de las mesas giratorias, y de la primera publicación del
concienzudo libro de' señor Afjénor de Gasparin, no se ha ade-
lantado nada respecto al conocimiento de los fenómenos sobre los
cuales se esforzó aquél, en llamar la atención de los físicos. Sin
embargo, la cuestión está palpitante aún.
Su hora no ha llegado, porque en la ciencia actual no existen
hechos que puedan servir de puntos de apoyo para aquellos fenó-
menos. Llegará un tiempo en que se construirá el edificio con las
adarajas puestas en 1854.
Treinta arios son un corto espacio; otros descubrimientos han
tardado más, en ser desarrollados con toda su plenitud.

Thury pasa enseguida ä la descripción de gran número


de experiencias, entre las cuales solo reproduzco las refe-
rentes á movimientos sin contacto.
El señor Figuier se cree autorizado á negar á priori la posibi-
lidad del resultado principal de las experiencias de Valleyres. El
movimiento de los cuerpos inertes sin el contacto de las manos,
es en su concepto, una manifiesta imposibilidad.
Pero á nosotros se nos ocurre una pregunta. ¿No es cierto que
los hechos nuevos se muestran siempre con el carácter de una
imposibilidad aparente, y sin que tengan evidente conexión con
hechos anteriores? Esta pregunta merece ser meditada por el se-
ñor Figuier, que tan impuesto se halla en la historia de las
ciencias.
Por otra parte, ignoramos cual es el verdadero criterio que
permite reconocer la imposibilidad de una cosa, y Como la impo-
sibilidad no se puede demostrar, es preciso reconocer que solo
es un simple prejuicio.
En el caso actual ¿dónde estaria la demostración de la imposi-
bilidad de los movimientos sin contacto? Existen fuerzas que mtie-
ven los cuerpos ä distancia (lo que no equivale á decir, sin inter-
mediarios), tales son la electricidad y el magnetismo. La voluntad
que es una fuerza de determinación, actúa sobre algunas partes
del sistema nervioso, sin que se sepa su manera de obrar.
Como consecuencia de la ignorancia en que nos hallamos res-
pecto al modo de obrar de la voluntad, nadie puede afirmar la
imposibilidad de que dicha fuerza actúe• sobre la materia, en de-
EXP. DEL C. DE GASPARÍN. - 1854 223
terminadas condiciones. Se podrá objetar que esta acción no
puede comprobarse de una manera cierta, pero ¿estamos autori-
zados ä negar la posibilidad de un hecho que no ha podido obser-
varse con toda evidencia? Semejante proceder, sería la muerte de
todo progreso científico.
Si se afirmára que es posible el movimiento sin contacto, ajeno
ä toda fuerza, habría razón para considerar imposible el hecho;
pero la fatiga que experimentan los operadores cuando producen
aquel fenómeno, fatiga que es mucho mayor que la que se produce
cuando tan solo interviene la acción muscular, es ya una demos-
tración de que se exterioriza la energía.
- Los nervios y los músculos, que por otra parte no existen en los
animales muy inferiores, representan sencillamente la materia
especializada, en espectatica de la mejor utilización posible de la
fuerza.
Admito que los hechos nuevos deben establecerse del modo
más claro que sea posible; y dado el supuesto que en el caso actual
no se hubiese llenado aquella condición, estaría justificado un
examen atento, científico é inteligente, pero nunca un lacónico
desdén.
La investigación científica es siempre gradual, y de ahí que el
conocimiento perfecto no se alcance en el primer salto.
Las condiciones precisas, necesarias, y suficientes, en que se
produce un fenómeno, tal vez no se sepan hasta llegar al último
resultado de las investigaciones. No es por consiguiente razonable
exigir, bajo el pretexto de determinismo, que todo hecho nuevo
pueda ser dirigido ä voluntad por el experimentador. Cuando el
hecho se produce, se le comprueba y estudia. Si no se tuviera en
cuenta el resultado de las primeras observaciones, cualquier in-
vestigación ulterior seria imposible, y las ciencias de observación
no existirían.
Es por lo mismo injustificado el reproche que dirige el sefior
Figuier al sefior de Gasparín, por no haber podido reproducir en
ciertas circunstancias, el fenómeno del movimiento de cuerpos
inertes sin el contacto de las manos.
Dos factores importantes podían impedir su reproducción; el
conocimiento exacto de las condiciones del fenómeno, y la fuerza
necesaria para producirlo.
Pero estos resultados negativos, dejan intactos los hechos po-
sitivos anteriormente comprobados.
Mas ¿son realmente ciertos semejantes hechos?
Séame permitido consignar solamente tres experiencias, que
me parecen bastante suficientes para establecer el hecho del mo...
vimiento de los cuerpos inertes, sin el contacto de las manos.
224 SEGUNDA PARTE

Las experiencias en que la acción de las manos se ejerce ä


distancia, y las de levitación, son muy difíciles de producir. Siem-
pre deben estar precedidas de ejercicios preparatorios, en los que
se hace intervenir el contacto de las manos sobre la mesa, puesto
que así, se desarrolla cierto estado particular, que es una de las
condiciones de aparición del fenómeno. Por otra parte, es indife-
rente que la preparación se haga sobre cualquier mesa.
Primera experiencia. —Trípode de 82 centímetros de diámetro,
con plataforma poco lisa y sin ruedecitas. Para imprimir á este
mueble un movimiento de rotación, es preciso desarrollar sobre
uno de sus bordes un esfuerzo de 2 á 3.1:ilógramos•
Reunidas 8 ó 10 personas, sostienen sus manos ä dos ó tres
centímetros de la superficie de la mesa. Yo me encargo de vigilar
sus movimientos, y el señor Edmundo Boissier, vigila las patas de
la mesa y la superficie inferior de la tabla.
No hemos sorprendido ningún contacto de los operadores so-
bre la mesa, la cual tan pronto se balanceaba, como daba media,
una, y hasta dos vueltas sobre sí misma. Sin embargo; hemos
roconocido alguna dificultad en vigilar un número tan crecido de
operadores. Este inconveniente lo hemos zanjado en la siguiente
experiencia.
Seyunda experiencia.—Dos solas personas, la señora de Gas-
parin y la de Doxat, atraen un pequeño trípode sin tocarlo. Colo-
cando su manos á dos ó tres centímetros por encima de la mesa,
consiguen hacerla girar y balancearse.
Esta experiencia me ha impresionado tanto, que aún después
de haber transcurrido 33 arios, conservo el recuerdo tan vivo,
como el día que la presencié. La duda ya no es posible; el movi-
miento de los cuerpos'inertes por efecto de la voluntad humana y
sin acción mecánica directa, es un hecho. Y puesto que el hecho
existe,l es posible, ä pesar de cuantas objeciones se hagan a priori.
Tercera experiencia. Se ha extendido una delgada capa de
harina sobre la mesa, en estado de reposo. La acción de las manos
colocadas á distancia, ha logrado atraer ei mueble. Inmediatamen-
te se ha inspeccionado la capa de harina, no encontrando en ella
el menor vestigio.
Hemos comprobado que el más insignificante contacto, deja
huellas visibles sobre la harina, y que las sacudidas que se impri-
men á la mesa durante el curso del experimento, no son bastantes
para que aquéllas desaparezcan. Esta tercera experiencia fué pre-
senciada por el Conde de Gasparin, miembro de la Academia de
ciencias de Paris, y ex-ministro.
En diferentes ocasiones intentó reproducir el fenómeno, y
siempre dió los mismos resultados
P. DEL C. DE GASPARÍN. - 1854 225
El seilor de Rougemont (Federico), obtuvo semejantes efectos
-durante los meses de Mayo y Junio de 1853. En Valentin, locali-
dad inmediata á Iverdön, se situaron cinco personas alrededor de
una mesa, formando cadena ã tres cuartos de pulgada sobre la
misma.
El mueble did vueltas, mientras los operadores permartecian
inmóciles. Se repitió la experiencia diferentes veces, y siempre
fue seguida de éxito.
El seiior de Rougemont era un hombre de gran valía intelec-
cual y moral, y una de las mejores glorias de la Suiza, siendo por
lo mismo de gran peso sus afirmaciones.
Por otra parte, el autor de estas líneas que jamas Jiu explotado
por ningún concepto la buena fe de nadie, se cree obligado á de-
clarar, que es cierto el fenómeno del movimiento sin contacto, y
hace esta declaración expontänea, porque reconoce que el primer
deber de un hombre de ciencia, es el de rendir testimonio á la
verdad.

15
CAPITULO Il

Informe de la Sociedad Dialéctica de


Londres en 1869

En el mes de Agosto del ario 1855, el doctor Hare Cate-


drático de Química en la Universidad de Pensilvania, ma-
nifestó al Congreso de la Asociación americana para el
adelanto de las ciencias, la manera como se originó una
presión de 18 libras sobre una balanza de resorte, con la
cual comunicaba un médium á través del agua.
El dibujo del aparato y su descripción, se encuentran en
la obra que el doctor Hare publicó el ario siguiente en New-
York bajo el título Expérimental investigation. Me limito tan
solo á citarla, porque en el capítulo III la volveremos á en-
contrar perfeccionada por el doctor Crookes.
El ario 1868 y en ocasión de encontrarse en Londres el
médium Home, estudiaron los fenómenos que éste producía,
varias eminencias científicas, y en especial, el doctor Crom—
well Fleewod Varley, hoy miembro de la Sociedad real de
Londres.
El señor Varley escribió al doctor Tyndall una extensa
carta abierta ä propósito de los hechos estudiados, de cuya
carta copio los siguientes párrafos:
Deseoso de corresponder á sus solicitaciones, le haré una bre-
ve descripción de los fenómenos físicos que he presenciado en
dos diferentes ocasiones delante de Dome, así como de las pre-
cauciones que tomé para evitar toda superchería.
Algunas personas bien informadas, me hablaron de las mani-
festaciones extraordinarias que se producían con el mencionado
INFORME DE LA S. D. DE LONDRES. — 1869 227
sujeto, y esta fue la causa de haberme decidido ä explorar perso-
nalmente la naturaleza de aquellas manifestaciones. . . .
segunda sesión tuvo lugar en mi casa, donde Home jamás
había estado.
Se produjeron un gran número de fenórnenodsemejantes ä los
descritos. Durante el transcurso de la sesión, el sefior Home.se
puso nervioso, rogándome que le sujetara las manos y diciendo en
alta vor: «10111 vuelva usted hacia aträs la mirada.» Enseguida co-
locó ambas piernas sobre mí rodilla izquierda, y sus manos que-
daron asidas entre las mfas.
Dirigiendo una mirada hacia el sitio designado por Home, vi-
mos aproximarse como movida por fuerza invisible, una mesita
con ruedas que al principiar la sesión ocupaba un sitio inmediato
ä la ventana.
Un largo sofá capaz para ocho personas, atravesé de parte ä
parte la habitación en que nos hallältamos reunidos.
El engarzo era imposible
Tal vez se oš ocurra preguntarme por qué no he dado antes
cuenta de estos hechos, mas la respuesta es sencilla.
Sabeis perfectamente de que manera son acogidos en este
mundo de discordia, los nuevos descubrimientos.
He trabajado todo lo que me han permitido las ocasiones, mi
salud, y mis quehaceres, ä fin de investigar la naturaleza de la
fuerza que dä lugar ä dichos fenómenos, mas hasta el presente,
sólo he podido descubrir, que el manantial de donde parte esta
fuerzafisica, hay que buscarlo en los sistemas vitales de los con-
currentes, y sobre todo del médium.
El día 6 de Eneró de 1869, la Sociedad dialéctica de Lan-
dres constituida hacía dos años bajo la presidencia del se-
ñor John Lubbock, y compuesta de los principales sabios
ingleses, decidió, que «Conforme al artículo VII, procediese
el Consejo al nombramiento de un comité para examinar
pretendidos fenómenos espiritas, y redactar un informe res-
pecto lt dicha cuestión.
Véase cual fué el informe del Comité.
Se flores:
«El Comité designado por vosotros para investigar los fenóme-
nos atribuidos ä manifestaciones de espíritus, informa sobre este
asunto lo que sigue:
Vuestro comité ha celebrado 50 sesiones, durante las cuales
recibió pruebas de treinta y tres personas, que describieron los fe-
nómenos ocurridos en sus propios experimentos.

228 SEGUNDA PARTE

Vuestro comité ha recibido documentos escritos relativos ä


esos hechos, de treinta y una personas.
Vuestro comité pidió también la asistencia de personas que
han atribuído esos fenómenos ä fraudes 6 engaños.
Por lo mismo, vuestro comité, en tanto que obtenía buen éxi-
to.en las pruebas de los fenómenos y de su origen espiritual, casi
nunca pudo lograr que concurrieran á ellas los partidarios del úl-
timo sistema.
Como pareció á vuestro comité ser de la mayor importancia el
investigar los fenómenos en cuestión, por medio de experimentos
y pruebas personales, se dividió en sub-comités para la mejor
consecución del objeto, distribuyéndose de Común acuerdo, en
seis fracciones.
Cada uno de estos sub-comités ha enviado informes, de los
cuales resulta, que una gran mayoría de los miembros de vuestro
comité, son actualmente testigos de varias clases de fenómenos,
«sin ayuda ni presencia de médiums de profesión,» aunque casi
todos hayan comenzado sus investigaciones llenos de las más ex-
cépticas ideas.
Estos informes, que os adjuntamos. se corroboran en el fondo
mútuamente, y parecen establecer las siguientes proposiciones:
L a Que ocurren sonidos de muy diverso carácter, procedentes
en apariencia de los muebles, el piso, y las paredes de las habita-
ciones, sin que sean producidos por acción muscular alguna, 6 ar-
tificio mecánico; siendo las vibraciones que acompañan ä los soni-
dos, muy perceptibles con frecuencia, al tacto.
2.' Que tienen lugar movimientos de cuerpos pesados, sin
artificio mecánico de ningún género, ni ejercicio de fuerza muscu-
lar alguna de parte de los circunstantes, y á menudo sin contacto e
ni proximidad de persona alguna.
3. a Que estos sonidos y movimientos, ocurren frecuentemente
en el tiempo y de la manera pedidos por los experimentadores, y
que por medio de un sencillo código de señales, responden á las
preguntas, y deletrean comúnicaciones coherentes.
4. Que las respuestas y comunicaciones obtenidas, ofrecen
por lo general un lenguaje corriente; pero ä veces son tan extra-
ñas, que solo una de las personas presentes sabe á lo que se re-
fieren.
5 • a Que las circunstancias en que estos fenómenos se veri-
fican, son invariables, y es de notarse que parece necesaria la
presencia de ciertas personas para su producción, y que la de
otras, es generalmente desfavorable; pero esta diferencia, no pare-
ce depender de la fe ô de la incredulidad en los fenómenos.
6.a Que ä pesar de esto, no está garantizada la manifestación
INFORME DE LA S. D. DE LONDR. S. - 1869 229
de los fenómenos por la presencia 6 ausencia de personas deter-
minadas.
Las pruebas verbales y escritas recibidas por el comité, no
solamente se refieren ä fenómenos de naturaleza igual ä los ates-
tiguados por los sub-comités, sino ä otros de más diverso y extraor-
dinario carácter.
Trece testigos afirman haber visto cuerpos pesados (algunas
veces hombres), elevarse lentamente en el aire, y permanecer al-
gún tiempo en dicha situación, sin utilizar soporte alguno, visible
6 palpable.
Catorce testigos aseguran haber visto manos 6 rostros, no per-
tenecientes ä sér humano alguno, pero vivientes por su aparien-
cia y movilidad, y que ä veces los han tocado 6 rozado, estando
perfectamente seguros de que no eran resultado de imposturas
alucinaciones.
Cinco testigos afirman que han sido tocados por algunos agen-
tes invisibles en varias partes del cuerpo, y amenudo donde pedían,
estando visibles las manos de todos los presentes.
Trece testigos dicen que han oído piezas de música bien toca-
das. en . instrumentos que ningún agente visible 6 tangible ma-
nejaba
Cinco testigos declaran que han visto carbones incandescentes
aplicados ä las manos 6 cabezas de varias personas, sin sufrir és-
tas dolor ó quemaduras; y otros tres testifican, que han hecho
igual experiencia sobre sí mismos con la propia impunidad.
Ocho testigos certifican que han recibido informes precisos por
medio de golpes, escrituras, ü otras vías de comunicación, sobre
hechos desconocidos para todos, inclusos ellos mismos, y que las
subsecuentes averiguaciones confirmaron plenamente.
Un testigo declara haber tenido una información precisa y de-
tallada, que resultó enteramente errónea.
Tres testigos aseguran haber estado presentes ä la producción
de unos dibujos al lápiz y con colores, obtenidos en tan corto
tiempo y bajo tales condiciones, que haciAn imposible la inter-
vención humana.
Seis testigos declaran haber recibido informes sobre aconteci-
mientos futuros, y que en muchos casos, la hora y el minuto de su
ocurrencia fueron predichos con excrupulosa exactitud, días y aún
semanas antes.
AdernAs de todo lo anterior, se han recibido pruebas de discur-
sos en estado de éxtasis, de audiciones, de escrituras automáticas,
introducción de flores 6 frutos en aposentos herméticamente cer-
rados, voces en el aire, visiones en cristales y vasos, y de la trans-
figuración del cuerpo humano.
23 0 SEGUNDA PARTE.

Muchos de los testigos han dado su opiniOn respecto del ori-


gen de esos fenómenos. Algunos los atribuyen á la intervención
de seres humanos deser.carnados, otros á la influencia satánico,
otros ä causas psicológicas, etc.
La literatura del espiritismo ha merecido también la atención
de vuestro comité, y adjunta vä una lista de obras, para conoci-
miento ó servicio de los que en adelante estudien el asunto.
Al presentar su informe vuestro comité, teniendo en conside-
ración el alto carácter y grande inteligencia de muchos de los
testigos presenciales de tan extraordinarios hechos, la circunstan-
cia de que sus testimonios son confirmados por los informes de
los subcómités, y la ausencia de toda prueba de impostura ó aluci-
nación en esos fenómenos; considerando el carácter excepcional
de dichos efectos, el gran número de personas que en todos los
rangos de la sociedad, y por todo el orbe civilizado, están más 6
menos influidos por una fé viva en su origen extra-humano; y el
hecho de que hasta aquí, no ha sido dada oficialmente ninguna
explicación científica, ha creído oportuno afirmar su convicción,
de que el asunto, es digno de más seria atención y mas cuidadosas
investigaciones, que las que hasta hoy se le han consagrado.

Memoria del sub-comité núm. 1

Desde su creación, es decir, desde el 11 de Febrero do 1869,


vuestro subcomité ha celebrado cuarenta sesiones, con objeto de
hacer experiencias y pruebas rigurosas.
Todas estas reuniones se han verificado en los domicilios pri-
vados de los miembros del comité, á fin de excluir toda posibilidad
de mecanismo dispuesto con antelación, ó de artificio de cualquier
clase que fuese.
El mueblaje de las habitaciones en que se han hecho las expe-
riencias, ha sido en cada circunstancia, su mueblaje ordinario.
Las mesas de que itrio hemos servido, han sido siempre mesas
de comedor, pesadas, que exigían un esfuerzo considerable para
ser puestas en movimiento. La mas pequeña tenía 5 piés, 9 pulga-
das de largo, por 4 piés de ancho, y la ,mayor, 9 pies 3 pulgadas de
largo, por 4 y med:o piés de ancho; su peso era proporcional.
Las habitaciones, las mesas, y todos los muebles en general, han
sido examinados cuidadosamente muchas veces, antes y después
de las experiencias, para obtener la certeza de que no existía nin-
gún artificio, .instrumento, ó cualquier aparato, con cuya ayuda,
los sonidos 6 los movimientos más ade'ante mencionados, pudie-
sen ser producidos.
INFORME DE LA S. D. DE LONDRES. - 1869 231
Las experiencias han sido hechas con luz de gas, exceptuando
muy contadas ocasiones, especialmente anotadas en las minutas.
Vuestro comité ha evitado servirse de mediums de profesión
médiums pagados, siendo el médium, uno de los miembros de vues-
tro subcomité, persona que goza de buena posición social, de inte-
gridad perfecta, que no tiene objetivo alguno pecuniario, y no po-
dría sacar provecho alguno de una superchería
Vuestro comité ha celebrado algunas reuniones sin la presencia
de ningún médium (bien entendido, que en esta Memoria, la pala-
bra «médium» se emplea sencillamente para designar un individuo
sin cuya presencia los fenómenos descritos no se verifican, ó se
producen con menos intensidad y frecuencia), para intentar obte-
ner por cualquier medio, efectos semejantes á los que se observan
cuando está presente un médium.
Ningún esfuerzo fué capaz de obtener nada semejante á las
manifestaciones que tienen lugar en presencia del médium.
Cada una de las pruebas que la inteligencia combinada de los
miembros de vuestro comité podía imaginar, ha sido hecha con
paciencia y perseverancia. Las experiencias han sido dirigidas con
gran variedad de condiciones, y todo el ingenio posible ha sido
puesto en tortura, para inventar medios que permitiesen á vuestro
comité comprobar sus observaciones, y descartar toda posibilidad
de impostura ó de ilusión.
Próximamente los cuatro quintos de los miembros de vuestro
subcomité, han debutado en la via de las investigaciones por el ex-
cepticismo mas completo referente á la realidad de los fenómenos
anunciados, con la firme creencia de que eran resultado, ya de la
impostura, ya de la ilusión, ya de una acción involuntaria de los
músculos. Sólo después de irresistible evidencia, en condiciones
-que excluían una ú otra hipótesis, y después de experiencias y
pruebas rigurosas frecuentemente repetidas, fué cuando los miem-
bros de vuestro subcomité, á la larga y a. pesar suyo, quedaron
convencidos de que los fenómenos que se hablan producido du-
rante esta prolongada investigación, eran verdaderamente tales.
El resultado de sus experiencias, largo tiempo continuadas y
dirigidas con cuidado, ha permitido después de multitud de prue-
bas comprobadas bajo todas las formas posibles, establecer las
-conclusiones siguientes:
Primera: En ciertas disposiciones de cuerpo ó de espirito en
.que se encuentran una 6 muchas personas presentes, se produce
una fuerza suficiente para poner en movimiento objetos pesados,
sin el empleo de ningún esfuerzo muscular, sin contacto, ni cone-
xión material de ninguna clase, entre dichos objetos, y el cuerpo de
alguna persona presente.

-73
'

232 SEGUNDA PARTE

Segunda: Esta fuerza puede hacer producir sonidos que todos


pueden oir distintamente, á objetos sólidos que no tienen ningún
contacto ni conexión visible ó material con el cuerpo de alguna
persona presente; y está demostrado, que dichos sonidos provie-
nen de estos objetos, por vibraciones que son perfectamente distin-
guidas por el tacto.
Tercera: La fuerza en cuestión, está frecuentemente dirigida
con inteligencia.
Algunos de estos fenómenos se han producido en treinta y cua-
tro sesiones, de las cuarenta que vuestro subcomité ha celebrado..
La descripción de una de estas experiencias, y la manera cómo ha
sido dirigida, demostrarán mejor el cuidado y la circunspección
con que se han realizado las investigaciones.
Mientras que había contacto ó posibilidad de contacto por las
manos 45 por los piés, 6 siquiera por los vestidos de una de las per-
sonas que estaban en la habitación, con el objeto puesto en movi-
miento, ó dando sonidos, no se podía estar perfectamente seguro-
de que estos movimientos 6 sonidos, no eran producidos por la pe>
sona puesta en contacto. La experiencia siguiente, fué pues, in-
tentada:
En una ocasión en que once miembros de vuestro subcomité,
estaban sentados desde hacía cuarenta minutos alrededor de una
de las mesas de comedor descritas precedentemente, y cuando ya
se habían producido movimientos y sonidos varios, volvieron (con
el objeto de hacer la investigación más rigurosa) los respaldos de-
las sillas hacia la mesa, ä nueve pulgadas próximamente de ésta;
después se arrodillaron sobre las sillas, colocando sus brazos so-
bre el respaldo de éstas.
En esta posición, sus pies estaban necesariamente vueltos ha-
cia atrás, lejos de la mesa, y, por consiguiente, ni podían colocar-
se debajo, ni tocar el suelo. Las manos de todos, estaban extendidas.
por encima de la mesa ä unas cuatro pulgadas de su superficie..
Ningún contacto con parte alguna de la mesa podía realizarse sil}
ser apercibido.
En menos de un minuto, la mesa, sin haber sido tocada, sedes-
plazó cuatro veces; la primera vez, unas cinco pulgadas por un lado;.
después, doce pulgadas por el costado opues t.o; luego. de igual ma-
nera y respectivamente, cuatro y seis pulgadas.
Las manos de todas las personas presentes, se colocaron des-
pués sobre los respaldos de las sillas, ä un pié cerca de la mesa,
que fué puesta en movimiento como anteriormente, cinco veces,.
con desplazamientos que variaron, entre cuatro y seis pulgadas.
En fin, todas las sillas fueron separadas de la mesa á la distan-
cia de doce pulgadas, y cada uno se arrodilló sobre su silla como.
INFORME DE LA S. D. DE LONDIUS. - 1869 233 -
anteriormente, pero esta vez, teniendo las manos a. la espalda, y
por consiguiente, el cuerpo estaba situado próximamente á diez y
ocho pulgadas de la mesa, encontrándose el respaldo de la silla,
entre el experimentador, y la mesa. Esta se desplazó cuatro veces
en direcciones variadas.
Durante esta experiencia decisiva, y en menos de media hora,
la mesa se movió trece veces, sin contacto ti posibilidad de contac-
to con alguna persona presente, habiendo tenido lugar los mo-
vimientos, en direcciones diferentes, y algunos de éstos, respon-
diendo á la petición de diversos miembros de vuestro comité.
La mesa ha sido examinada con cuidado, vuelta en todos senti-
dos, y escrutada pieza por pieza; pero nada se ha descubierto que
pueda explicar los fenómenos. La experiencia se ha hecho en ple-
na luz de gas, colgada encima de la mesa.
En resümen; vuestro subcomité ha sido testigo más de cin •
cuenta veces, de movimientos semejantes sin contacto, en ocho tar-
des diferentes, en las casas de los miembros de vuestro subcomi-
té, y cada vez, se ha apelado á las pruebas mas rigurosas.
En todas estas experiencias, se ha descartado completamente
la hipótesis de un movimiento mecánico ü otro cualquiera, por el
hecho de que los movimientos, han tenido lugar en muchas direc-
ciones, tan pronto hacia un lado, como á otro, ya remontando ha-
cia lo alto de la sala, ya descendiendo; movimientos que habrían
exigido la cooperación de grao número de manos r de pies, y quo
en razón de su volúmen considerable, y de la pesadez de las me-
sas, no hubieran podido producirse sin el empleo visible de un es.
fuerzo muscular.
Cada mano y cada pié, estaban perfectamente á la vista, y nin-
guno hubiera podido estremecerse sin que inmediatamente hu-
biera sido percibido.
La ilusión ha sido descartada. Los movimientos han tenido lu-
gar en diferentes direcciones, y todas las personas presentes han
sido testigos simultáneamente. Es asunto de medida y no de opi-
nión ó de imaginación.
Estos movimientos se han reproducido tantas veces, en condi-
ciones tau diversas y numerosas, con tantas garantías contra el
error 6 la superchería,. y con resultados tan variables, que los
miembros de vuestro subcomité, que habían comenzado estas ex-
periencias después de haber sido en su mayoría, anteriormente
escépticos, al final de sus investigaciones han quedado convenci-
dos, de que existe una fuerza capaz de mover cuerpos pesados, sin
contacto materialdnerza que depende, de modo desconocido, de la
presencia de seres humanos.
Vuestro subcomité no ha podido obtener colectivamente nin-
234 SEGUNDA PARTE

guna certidumbre relativa á la naturaleza y origen de esta fuerza,


sino que sencillamente ha adquirido la prueba del hecho de su
existencia.
Vuestro subcomité opina, que no tiene fundamento alguno la
creencia popular que pretende, que la presencia de personas es-
cépticas, contraría la producción 6 la acción de esa fuerza.
En resúmen: vuestro subcomité expresa unánimemente la opi-
nión de que la existencia de un hecho físico importante, queda así
demostrada, á saber: que pueden producirse movimientos en
cuerpos sólidos, sin contacto material, por una fuerza desconoci-
da hasta el presente, actuando ä distancia indeterminada del or-
ganismo humano, y completamente independiente de la acción
muscular. fuerza que debe someterse á un examen científico más
profundo, con objeto de descubrir su verdadero origen, su natu-
raleza y su potencia.»

Informe del segundo sub-comité


Este informe comprende 41 párrafos, de los que reproducire-
mos lo más esencial.
Tuvieron lugar las sesiones en casa de los señores A... y B...
miembros de la Sociedad dialéctica, agregándose al Comité, las
señoras de los individuos que componían aquél, y el hermano de
uno de los miembros.
La luz del gas fue siempre suficiente, permitiendo leer y es-
cribir con facilidad. Se obtuvieron movimientos y golpes en la
mesa, á partir do la primera sesión. La mesa oscilaba, se elevaba,
y daba golpes en el suelo con una de sus patas.
Mientras la mesa se movía, levantamos las manos en alto para
evitar todo contacto, y á pesar de ello, la mesa continuó mo-
viéndose.
Después de transcurrir algunas sesiones, cesaron los movi-
mientos de la mesa, siendo reemplazados por golpes, que tan
pronto partían de la mesa, como de las paredes, del techo, 6 del
suelo. Alguna vez se produjeron en sitios designados de antema-
no por nosotros. Tenían un sonido especial, pareciendo que se
producían en el interior de la materia, y en alguna ocasión, tenían
semejanza con una detonación.
Una vez ensayamos de golpear ritmicamente sobre la mesa,
solicitando que se imitaran nuestros golpes, siendo atendida nues-
tra demanda con la mayor exactitud.
Estos fenómenos creemos que tienen por base una inteligen-
cia, y la prueba de ello existe en las contestaciones pertinentes é
- INFORME DE LA S. D. DE LONDRES. - 1869 233
inesperadas, y aún en las comunicaciones originales que se nos
han dado.
El alfabeto de que nos valíamos era convencional, y cada letra
se significaba por un número determinado de golpes. Tres golpes
significaban «sí» dos golpes «dudoso» un solo golpe «no». Alguna
vez cambiamos expresamente estas convenciones sin salir per-
judicadas por esto läs respuestas. De esta manera conseguimos
(según parece) establecer comunicación con varios espíritus
inteligencias, algunas de las cuales, manifiestan haber estado
relacionados con vínculos de parentesco con alguno de los reu-
nidos.
Cada titulado espíritu, demostraba una individualidad distinta,
tenla su manera de golpear, ya delicada, ya fuerte ó con decisión,
cual si quisiera expresar de esta manera el estado de su ánimo.
Cuando ensayábamos de terminar las frases que habían sido
empezadas con el alfabeto tiptológico, se de si echaban con bastante
frecuencia nuestras explicaciones, sustituyéndolas la mesa con
palabras más adecuadas 6 de significación muy distinta.
La introducción de una persona extraña mientras se desarro-
llaban los fenómenos, en nada perjudicaba las manifestaciones, y
esta persona no sujestionada, veía, lo que veíamos nosotros.
En cierta ocasión, tratábamos de los golpes que se produjeron
sobre un piano en una sesión que asistió la señora Marshall, y de
reper.te, en medio de la conversación, oímos producirse varios so-
nidos en un piano inmediato, sin que ninguna persona se hallase
próxima al instrumento. Los sonidos se repitieron dos 6 tres ve-
ces con bastante intensidad. Examinamos el piano por dentro y
por fuera, y riada encontrarnos en él de particular. Esta manifes-
tación no se repitió por segunda vez.
. En otra ocasión nos hallábamos tomando un refresco después
de terminar las experiencias, y de pronto, se oyeron fuertes y re-
petidos golpes en diversos puntos de la habitación.
Interrogadas las «supuestas» inteligencias, contestaron; que
aquellos golpes, eran producidos por los espíritus que se acaba-
ban de comunicar, los cuales evidenciaban de este modo su buen
humor. Uno de los concurrentes bebió ä la salud de los invisibles,
y éstos contestaron batiendo palmas en el aire, indicando su deseo
de fraternizar.
No hemos conseguido descubrir las condiciones que resultan
favorables á la producción de los fenómenos. Todo lo que pode-
mos decir es, que el desarrollo de los fenómenos, es favorecido,
a) por la regularidad en la manera de dirigir las sesiones, b) por
una conversación tranquila y sostenida, c) por la calma que reine
en la casa donde se celebre la sesión, d) por una luz débil.
236 SEGUNDA PARTE

A pesar de lo dicho, se realizaron sorprendentes manifestacio-


nes sin concurrir las condiciones precitadas.
Hemos observado que en la obscuridad completa, las experien-
cias no 1/an tenido mejor éxito que en plena luz del día; que ha
sido indispensable la presencia de dos sefioras en la reunión, y por
último, que cuantas veces nos liemos conformado con las iiidica-
ciones de los supuestos espíritus, han sido . más sorprendentes las
manifestaciones. (1)

(1) No quedaría tranquila mi conciencia si dejase de referir


algunos fenómenos que he presenciado. y que pueden clasiticarse•
entre los más colosales que han tenido lugar dentro el género de
observaciones que se mencionan en este libro.
Afronto con la mayor tranquilidad las críticas que puedan ha-
cérseme, y me someto gustoso al tribunal de la opinión, ä pesar
de correr gran riesgo en no sei'comprelidido, pues la ignorancia
en que nos hallamos acerca de las leyes que presiden al desarrollo
de ciertos fenómenos, me colocan en la situación del explorador
que se ha internado en las profundidades del mar, y ha contem-
plado misteriosas escenas que no puede explicar con las nociones
que posee.
La historia de los hechos á que aludo, es la siguiente:
Después de algunos meses de experiencias con el médium J. y
haber éste demostrado con múltiples manifestaciones, que su po-
der medianimico se extendía lo mismo ä la comunicación inteli-
gente, que al desarrollo de fenómenos de orden físico, el gula
invisible de las sesiones nos anunció, que deseaba darnos una
prueba evidente del poder que dimana del mundo espiritual, á
cuyo efecto, anulará la fuerza expansiva de la pólvora. Nos acon-
seja construyamos en sitio apartado de la Ciudad, algún barreno,
y prácticamente se harán las demostraciones.
Provistos de un paquete de pólvora que se adquirió en la acre-
ditada casa Tarruella y Berch, nos dirigimos ä la vecina población
de Moncada, y al llegar allí, elegimos como laboratorio de expe-
riencias, la cima del montículo en donde \liben las ruinas del que
fué castillo de la noble familia que d'i nombre á esta población. El
grupo de observadores To constituían cinco personas. Todos está-
bamos dispuestos ä trabajar y estudiar de buena té, aunque some-
tiendo las experiencias ä la más rigurosa investigación. Hablando
con franiueza, diré; que considerabamos bastante dificil que el
guía invisible saliese airoso en su promesa.
Primeramente se constru y eron sobre dura roca. dos barrenos
de treinta centímetros de profundidad por dos de diámetro, diri-
gidos por persona entendida en esta clase de trabajos. La carga
de cada uno de dichos barrenos consistió, en seis centlmetros cú-
bicos de pólvora perfectamente atacada con el polvo procedente
del hoyo. Encendimos la mecha, y nos retiramos á la distancia de
unos veinte pasos. Al breve rato se dejó oir una trepidación sorda,
indicio de y ue la sustancia explosiva se había inflamado.
Nos dirigimos al sirio de las experiencias, quedando sorpren-
didos al ver que la explosión no habla arrancado la menor piedra,
ni resquebrajado la roca, ni el terreno inmediato.
INFORME DE LA S. D. DE LONDRES. - 1869 237
Nada liemos visto que tenga analogía con los fenómenos elec-
tro-biológicos ú mesméricos.
Asi, el deseo de que se produzca un fenómeno, es más perju-
dicial que útil á su producción, y las mejores sesiones, son las
que debutan por fenómenos inmediatos ó casi inmediatos.
Nuestra facultad de observar y juzgar no se ha perturbado un
solo instante, puesto que los recuerdos que hemos conservado de
las sesiones, concuerdan con las notas tomadas en el momento de
realizarse un hecho, y además, están aseveradas por testigos ex-
trarlos.

Seguidamente construimos un nuevo barreno, cargándolo con


ocho centímetros cúbicos de pólvora, y esta vez, la detonación fue
-como de un disparo de Lscopeta, sin arrancar piedra alguna ni
agrietar el terreno limítrofe.
Por comunicación escrita que nos diö el invisible valiéndose
del médium, dijo, que ya teníamos realizada la promesa, faltando
únicamente comprobar, si la pólvora era excelente, y los barre-
nos estaban bien fabricados, á cuy" fin nos invita ä cargar de
nuevo el segúndo hoyo, participándonos, que esta vez, se realizará
una explosión Armal. Efectivamente; a los pocos segundos de ha-
ber encendido la mecha, percibimos una intensa detonación acom-
paliada de un levantamiento de cascotes de piedra y considerable
masa de tierra, que fueron proyectados á más de tres metros sobre
el nivel del suelo. Reconocido el terreno debidamente, encontra-
mos varias grietas esquirlas, y muchas piedras arrancadas.
Estas experiencias tuvieron lugar el (hit 10 de Mayo de 1893 ä
las tres de la tarde.
Un sentimiento de curiosidad nos impulsé á preguntar si tam-
bién surtirían efecto estas experiencias utilizande la dinamita,
contestando el guía, que de igual manera aniquilarían la dinamita,
que la melinita
Puestos de acuerdo, me dirigí á la casa Tarruella y Berch, y
adquirí dos paquetes de dinamita, de la que se emplea en las can-
teras.
Allí mismo compré los indispensables pistones y mecha.
Reunido de nuevo el grupo en Moncada el dia 17 Mayo 1893,
construimos un hoyo de cuarenta y cinco centímetros de profun-
didad por dos de diámetro, empleando en la carga ciento veinte
gramos de dinamita. A los breves seguridos de encender la me-
cha, se produjo una pequefia detonación semejante ä la de un dis-
paro de fusil, pero el agujero en que se depositó la carga, así como
el terreno inmediato, estaban intactos.
Se prepara un nuevo barreno en idénticas condiciones, y suce-
de lo mismo de antes.
No habla para qué insistir ante pruebas tan convincentes, so
pena de declararse imbécil de solemnidad.
Termino haciendo constar, que el químico invisible nos parti-
cipó que podían haber evitado la pequefia detonación, pero que no
lo hicieron, porque así anunciaban la conclusión del experimento.
—V. MELCIOR.
238 SEGUNDA PARTE

Sea la que fuere la fuerza manifestada, ea notorio, que esta


fuerza, tiene tendencia á economizarse.
Eii resümen:
a) Sería dificil obtener una repetición de los mismos hechos
empezando por la primera sesión.
b) Las comunicaciones estaban hechas en términos concisos,
no empleando en ellas palabras supérfluas:
c) Con dificultad e produjo un golpe inútil. Todos tenían un
objeto determinado, ó expresaban comunicaciones originales, 6
contestaban á preguntas.
La salud, el tiempo, y la temperatura, no han ejercido ninguna
influencia.

Informe del sub-comité tercero (1)


Las personas que se unieron á nosotros, salvo en un solo caso,
las conocéis muy bien; por consiguiente, no podemos dudar de la
providad y buena fé de los asistentes... Nos hemos concretado ä
establecer una comparación, entre la fuerza de origen desconocido
que se necesita para producir los movimientos, y la fuerza mus-
co,nsciente que se ha de desarrollar para obtener idénticos
resultados...—
Después de algunas experiencias realizadas con la mayor aten-
ción, liemos comprobado, que para lograr que la mesa más peque-
fía (2) llegue á inclinase en la dirección más favorable, 6 sea for-
mando con las patas un ángulo de 900 , precisa desarrollar una
fuerza de 21 libras y inedia. Aún así, es de todo punto indispen-
sable que exista algo que sujete las patas, pues de otro modo, la
mesa resbalará facilmente.
Aunque el ángulo formado, sea de 45°, todavía existirá más
tendencia ä resbalar, que ä inclinarse y volcar, y en el supuesto
de que se desee obtener el último efecto, deberá ejercerse una
presión de 43 libras y media, sin que el ángulo que forme la mesa,
rebase los 300 .
Un hombre dotado de una fuerza ordinaria y que tenga sus

(1) Este sub-comité no pudo celebrar más que 10 sesiones.


Sus resultados no fueron tan importantes como en las preceden-
tes. Sin embargo, algunas de las circunstancias que en ellas con-
currieron, han sido estudiadas ccln gran cuidado Nos limitamos
á dar un extracto del informe.
(2) Sus dimensiones son: 3 piés, 9 pulgadas y media de longi-
tud; 2 pies de ancho; pesa de 50 ä 60 libras; es de roble, y descansa
sobre cuatro patas desprovistas de ruedas.
INFORME DE LA S. D. DE LONDRES. - 1869 239
manos aplicadas sobre la mesa, podrá dar impulso ä dicho mueble
haciéndolo deslizar sobre el pavimento; pero desde el instante que
trate de imprimirle un movimiento de atracción, ya no le será tan
fácil conseguir su propósito, y la dificultad irá en aumento, si se
propone hacer mover la mesa de derecha á izquierda. y en sentido
longitudinal. Si coloca sus-manos en un extremo de la mesa, tam-
poco conseguirá que se levante por la extremidad opuesta. Dos
hombres podrán lograrlo, pero su acción quedara paralizada des-
de el momento que en el extremo contrario se haga una ligera
presión con la mano.
Cuando los lados de la mesa están ocupados por tres personas
según venia ocurriendo en las sesiones, entonces existirá un im-
pedimento considerable para lograr que la mesa .se mueva, y para
vencerlo, será preciso verificar un esfuerzo extraordinario y vi-
sible.
Y no obstante; mientras tenían lugar las sesiones, se meneaba
la mesa en todos sentidos, y tan pronto el movimiento era dulce y
regular, como precipitado y brusco. Algunas veces los movimien-
tos se producen con tanta facilidad, que parecen indicar la existen-
cia de mucha fuerza latente. Otras al contrario, apenas eran per-
ceptibles. Al producirse los movimientos, se dejaba oir alguna vez
un ruido especial como si las patas de la mesa rozaran y se des-
prendieran del suelo. Los concurrentes supusieron que semejante
ruido era debido ä una presión inconsciente que desarrollaban los
módiums, pero más tarde comprobamos, que si al apoyar nuestras
manos sobre la mesa ejercíamos presión hacia abajo, el mueble
resbalaba sin ruido, y se producía este, cuando la mesa iba ä la
rastra con movimiento agitado. Esto nos demostró, que las fuerzas
en acción, deben aplicárse para levantar y conducir la mesa hacia
delante; en tanto que las fuerzas que podían proceder de los mús-
culos de los mÓdiums, no podían ser dirigidas más que hacia abajo
y adelante.
La más grande manifestación de fuerza que se produjo por me-
dio de la mesa, tuvo lugar un dia en que estaban sentadas tres per
sonas ä su derredor, según indica la figura siguiente:

Señora (1) Caballero (3)

Señora (2)
240 SEGUNDA PARTE

El señor Myers se sentó enfrente de la. Señora (2) sin tocar ä


la mesa, y con el exclusivo obieto de observar lo que pudiera ocu-
rrir.
Los movimientos de báscula producidos por el mueble, fueron
muy violentos, y la calda era de tal modo brusca, que el pavimen-
to se extremecia intensamente, percibiéndose el ruido en toda la
casa y aun fuera de ella.
La sesión del dia 8 de Abril fue muy notable. La mesa de expe-
riencias pesaba más de 90 libras, no siendo fácil evaluar con exac-
titud el esfuerzo necesario para producir el rápido movimiento de
rotación de que fue animada. Si por medio de la fuerza muscular
se hubiese tratado de volcar la mesa, no s e. habría conseguido sin
desarrollar un considerable esfuerzo, pero tratándose de situar la
mesa en equilibrio, apoyándola Con uno de sus bordes (como en la
sesión se realizó dos veces) sin resbalar en el pavimento, la fuerza
desplegada para lograr este efecto, no bajarla de 85 libras. Aplica-
da con precaución la fuerza en el ángulo derecho, para evitar el
deslizamiento, solamente habría tenido que desarrollarse en can-
tidad de 42 libras.
En la experiencia de imitación del fenómeno, encontramos ser
precisa, además de la fuerza para levantar, una gran atención y
fuerza considerable para guardar el equilibrio sobre un punto del
borde de la mesa, á fin de que esta no resbale ú se derriba.
Durante la sesión, y ä pesar de los variados movimientos del
mueble, se mantuvo este en perfecto estado de equilibrio. Ningu-
no de los concurrentes cree haber contribuido con Aus fuerzas á
semejantes manifestaciones, habiéndose limitado á tener aplicadas
ligeramente sus manos sobre el mueble.
Creemos así mismo haber comprobado, que la fuerza que ac-
túa en estas experiencias, está dirigida por una inteligencia.
La presencia de ciertas personas fue necesaria, particularmen-
te la de dos amigos nuestros.

Los informes de los comités 4.°, 5." y 6.° nada ofrecen de


interesante. El médium Home se puso enfermo, y los fenó-
menos resultaban débiles 6 incompletos.
Después de haber publicado estos informes, las personas
que tomaron parte en las experiencias manifestaron parti-
cularmente y por escrito sus impresiones. Así el. doctor
Augusto de Morgän, Presidente de la Sociedad matemätica
de Londres y secretario de la Real Sociedad Astronómica,
decía en un libro titulado. From master of
«Estay perfectamente convencido de cuanto he visto y
INFORME DE LA S. D. DE LONDRES. - 1869 241
.oído. La duda seria imposible. Los espiritualistas se hallan
en el camino que conduce al progreso de las ciencias fisi-
eas;los contrarios, son los representantes de aquellos que han
puesto trabas 4 todo adelanto.»

16
CAPITULO III

Las' experiencias del Dr. Crookes

Son tan conocidos los experimentos del doctor Crookes


sobre lo que el ha denominado fuerza psiquica, que me
limitaré ä hacer una simple mención de ellos (I).

I—ALTERACIÓN DE PESO EN LOS CUERPOS.

En diversas ocasiones había sido solicitado el eminente


químico para que estudiara los fenómenos atribuidos A al-
gunas personas que residían accidentalmente en Londres.
En el mes de Julio del año 1870, contestó á tales demandas
por medio de un artículo que se insertó en el Quaterl y jour-
nal of seience (2), y del que voy ä copiar algunos párrafos
que demuestran la desconfianza que le merecían esta clase
de estudios:
He leido la relación de un gran número de observaciones, y
por lo que se desprende de su contenido, deduzco, que existen
pocos ejemplos de reuniones en que se hayan sometido los fenó-
menos lt una comprobación inteligente lt imparcial (3).

(1) El lector que desee conocer en detalle dichos estudios,


puede consultar el libro «Recherches sur les phénomenes du spiri-
tualisme» por William Croolics. J. R. S. miembro de la Sociedad
Real de Londres.—París, libia tríe des Sciences psycholeiques,
14, rue du Sommerard.
(2) Vol. 7. pág. 316.—Julio de 1870.
(3) En esta época no se habían publicado aun las experiencias
de la Sociedad dialéctica de Londres.
EXP. DEL DR. CROOKES 243
Las únicas experiencias bien justificadas y de que yo tengo no-
ticia, han sido intentadas por el conde de Gasparín, quien apesar
de admitir la realidad de los fenómenos, llegó a la conclusión de
que no eran debidos á causas sobrenaturales.

«El espiritualista habla de cuerpos que pesan 50 ó 100 libras,


que son levantados en el aire sin la intervención de fuerza cono-
cida; pero el sabio químico está acostumbrado á usar una balanza
sensible A un peso tan pequerio, que se necesitarían diez mil como
él para hacer un grano. Está pues en razón al pedir que ese po-
der, que se dice guiado por una inteligencia que eleva hasta el te-
cho un cuerpo pesado, haga mover en determinadas condiciones
su balanza tan delicadamente equilibrada.
»El espiritualista habla de habitaciones y de casas sacudidas,
hasta el punto de producir desperfectos, por un poder sobrehuma-
no. El hombre de ciencia pide sencillamente que un péndulo, co-
locado bajo una campana de vidrio y descansando sobre una sóli-
da mamposteria, sea puesto en vibración.
»El espiritualista habla de pesados muebles que se trasladan de
una habitación A otra sin la acción del hombre. Pero el sabio ha
construido instrumentos que dividirán una pulgada en un millón
de partes, y tiene fundamento para dudar de la exactitud de las ob-
servaciones efectuadas, si la misma fuerza, es impotente para ha-
cer mover en un simple grado, el indicador de su instrumento.
»El espiritualista habla de flores humedecidas por fresco rocío,
de frutos y también de seres vivientes aportados á través de sóli-
dos muros de ladrillo. El investigador científico pide naturalmen-
te que un peso adicional (aunque sólo fuese la milésima parte de
un grano) sea depositado en uno de los platillos de su balanza
cuando la caja esté cerrada con llave; y el químico pide, que se in-
troduzca la milésima parte de un grano de arsénico á través de las
paredes de un tubo de vidrio, en el que esté herméticamente en-
cerrada agua pura.
»El espiritualista habla de manifestaciones de una potencia
equivalente á millares de libras, y que se producen sin causa co-
nocida. El hombre de ciencia que cree firmemente en la conser-
vación de la fuerza, y que piensa que jamás se produce sin un
agotamiento de algo que la reemplaza, pide que dichas manifesta-
ciones se produzcan en su laboratorio, donde podrá pesarlas, me-
dirlas, y someterlasá sus propios ensayos.
Fundado en las razones antedichas, voy A principiar mis tra-
bajos de investigación, cuya idea me ha sido sujerida por algunos
hombres eminentes que ejercen marcada influencia en el movi-
miento intelectual de su país.


244 SEGUNDA PARTE

Antes de disponer de instrumentos especiales, quiso el


doctor Crookes ponerse en relacióh con cierto número de
sujetos, y asegurarse de la naturaleza y realidad de los fe-
nómenos que iba ä estudiar.
He visto, (1) (dice) en cinco diferentes ocasiones, ser influen-
ciados varios objetos cuyo peso era de 25 á 100 libras, y deseando
establecer de modo inconcuso si el fenómeno era debido á un he-
cho fleje°, 6 á influencia de la imaginación, le sometí por dos veces
la prueba de una balanza. La primera vez probé sucesivamente
con pesos de 36, 48, y 46 libras, y en cada ensayo aumentó el peso
ocho libras.
Quince días más tarde, y en presencia de nuevos observadores,
se hicieron tres experiencias sucesivas con pesos de 23, 43, y 27
libras, y cada vez el aumento de peso fué de ocho libras. Para rea-
lizar estos experimentos me procuré un instrumento de gran
exactitud, evitando con el mayor cuidado todos los incidentes que
pudieran enmastarar la verdad.

Durante los dos años que el sabio inglés dedicó á esta


clase de estudios, se ha relacionado con nueve ó diez per-
sonas dotadas de lo que él denomina poder psíquico, com-
prendiendo en dicho número al médium Home, y á la señora
X... con quienes ejecutó en su laboratorio las experiencias
de que vamos á hacer mención.

PRIMERA DISPOSICIÓN

El aparato destinado it experimentar la alteración de peso


de un cuerpo, consistía en una tabla caoba de O"' 90 de lon-
gitud, por 0' 24 de ancho, y dos centímetros y medio de
grueso. (Fig.
A cada extremo de la tabla existía un listón de la misma
madera, de cuatro centímetros de largo, y formando pié.
Uno de los extremos de la tabla descansaba sobre una mesa
muy sólida, en tanto que el otro extremo, se hallaba en re-
lación con un dinamömetro de resorte suspendido en un
trípode. Dicho dinamömetro estaba provisto de un indice re-
gistrador-automotor que señalaba el máximum de peso ano-

(1) Recherches sur les phénoménes du spiritualisme, pág. 37.


EXP. DEL DR. CROOKES 245
tado por el fiel. (Fig. 2.). Cuando el aparato estaba bien
ajustado, el indice de la balanza sefialaba tres libras in-
glesas.

Flg 1

A B1
, ,./230/
"ffli»121111111~ .

Fig. 1.'

En presencia del doctor Crookes, de su hermano, del


ayudante de química, y de los doctores William
miembro de la Sociedad real de Londres, y Sergeant Cox
Doctor en derecho, se sentó el médium en una silla, y apli-
có ligeramente la punta de sus dedos en A, ó sea en el ex-
tremo de la tabla de caoba opuesta al dinamómetro; räpida-
mente el fiel descendió en presencia de los observadores,

Fi g. 2

volviendo ä ascender ä los pocos segundos. Este movimiento


se repitió varias veces como obedeciendo ä sucesivas ema-
246 SEGUNDA PARTE

naciones de fue'rza psíquica, y se percibió con claridad el


movimiento de oscilación de la extremidad B, de la tabla,
correspondiente al dinamómetro.
En seguida colocó el médium en A, una campanilla y
una caja de cerillas ordinaria, aplicando log dedos encima,
para demostrar que no ejercía ninguna presión. Al breve
rato, indicó el dinamómetro que la presión habla sufrido un
aumento de seis libras.
El doctor Crookes quiso entonces probar si era posible
Producir un efecto análogo al que se acababa de obtener,
ejerciendo una intensa presión en el sitio que el médium
aplicó sus dedos, y It este propósito, subió sobre la mesa, y
apoyó uno de sus piés en la extremidad de la tabla. El doc-
tor Huggins, encargado de vigilar el índice del instrumento,
manifestó que la gravitación del cuerpo del doctor Crookes
sobre la tabla (cuyo peso era de 140 libras), hacía descender
el índice tan solo una libra y media, ó dos, y aún para lograr .
este resultado, era preciso que diese una sacudida.

SEGUNDA DISPOSICIÓN

El doctor Crookes quiso comprobar con mas rigurosidad


el fenómeno, y á este efecto, tomó una tabla de caoba A, B,
semejante á la del precedente aparato, aunque desprovista
de los listones situados en ambas puntas. Cerca de la extre-
midad A, fijó un apéndice F, cortado, de modo que venía
, desempeñar la función de un cuchillo de balanza, descan-
sando sobre sólido sustentáculo H, G:, (Fig. 3.). La extremi-
dad B. pendía de un dinamúmetro, cuyo índice móvil ter-
minaba en punta afilada, trazando ésta sobre un cristal
ahumado, las variaciones de presión del instrumento. Dicho
cristal venía á situarse horizontalmente delante del dina-
mómetro, bajo la acción de un mecanismo de relojería.
Cuando ese mecanismo se pone en marcha, prodúcese
en la placa de cristal una raya blanca, perfectamente hori-
zontal.
Si el movimiento se detiene y se colocan pesos en la
extremidad de la tabla, se producirá una línea vertical, cuya
longitud dependerá del peso que en ella se aplique. Si en el
momento que el mecanismo de relojería arrastra la placa,
EXP. DEL DR. CROOKES 247
sufre alguna variante la tensión de la balanza, quedará tra-
zada en el cristal una linea curva; que permitirá calcular la
tensión en gramos.

• Fig.
En la extremidad A, se colocó (Fig. 4?) un gran barreño
lleno de agua E, de modo que su centro de gravedad estaba
situado en el plano vertical que pasa por la arista del cuchi-

Fig 4.
lb o F. En dicho barreño se introdujo un recipiente de cobre
N, de forma hemisférica, agujereado en su fondo, y unido
'

248 SEGUNDA PARTE

á un soporte inmóvil, por medio de un brazo rígido M. Entre


los bordes del barreño y el recipiente de cobre, había un -
espacio de cinco centímetros por lo menos.
Tales disposiciones tenían por objeto, evitar que el mé-
dium pudiera ejercer influencia mecánica sobre el dinamó-
metro, al sumergir la mano en el recipiente de cobre.
Dispuesto de este modo el aparato, fué introducido Home-
en la habitación, y una vez allí, le rogamos que sumergiera
una mano en el• recipiente N. Mientras el médium llevaba
ä la práctica nuestro ruego, mantuvimos sujeta la otra ma-
no y los piés, y en el preciso momento que dijo sentir que
se le escapaba una influencia de su mano, el doctor Croo-
kes puso en marcha el aparato de relojería, y casi instantá-
neamente, se viö oscilar la extremidad (le la tabla, y el
indice del dinamömetro trazó sobre la placa de cristal la
curva siguiente. (Fig. 5.).

Fig

TERCERA DISPOSICIÓN

Habiéndose demostrado que el contacto por medio det


agua resultaba tan eficaz como el Contacto directo, quiso el
doctor Crookes probar, si la fuerza en cuestión, era capaz de
ejercer influencia en el dinamómetro, ya sea tocando uno
de los objetos que forma parte del aparato, ó bien colocán-
dose el médium en su proximidad.
Se conservó la disposición precedente, suprimiendo el
barreño y el recipiente de cobre.
Home aplicó sus manos sobre el soporte fijo, á unos diez.
centímetros del aparato móvil. Uno de los concurrentes se
encargó de sujetarle las manos, y de apoyar uno de sus pié&
sobre ambos piés del médium.
EXP. DEL DR. CROOKES 249
Al poco rato, quede) trazada sobre la placa, la curva de la
figura 62.

. lo 10

6.•

En cierta ocasión que Home se encontraba mejor dis-


puesto que de Costumbre, se colocó á la distancia de tres
piés del aparato, teniendo sólidamente sujetas las manos y
pies.
Tan pronto como el médium dió la señal, puse el meca-
nismo en marcha, y rápidamente descendió la extremidad
de la tabla, remontando enseguida de un modo irregular
'como_ lo demuestra la figura V.

en

10

Fig. I.'

Las curvas de las figuras 5', 6", y 7, están ligeramente


reducidas; la escala vertical que las acompaña, representa
la tensión en granos; (1) y la escala horizontal, el tiempo en
segundos.
Según puede verse, las tensiones máximas han sido res-
pectivamente en cada experiencia, de 5,500 granos (33 gra-
mos), 9,000 granos (58 gramos) y 10,000 granos (64 gramos).

(1) Cada división corresponde á mil granos, es decir, á 6 gra-


mos 4 decfgramos.

250 SEGUNDA PARTE

CUARTA DISPOSICIÓN

Convencido el doctor Crookes que la fuerza psíquica existe


más 6 menos desarrollada en todos los sujetos, imaginó un
aparato mucho más sensible, á fin de comprobar sus mani-
festaciones.

Fig. 8..—E1 sparato visto de frente.

Fig. S. —Plano del mismo.


El aparato se componía de un aro de madera, dentro del
cual estaba colocado un delgado trozo de pergamino suma-
mente tenso (Fig. 8.' A.). Una ligera palanca B, C, perfec-
tamente equilibrada, daba vueltas en D, alrededor de un eje
horizontal.
En el punto B. había un indicador vertical en forma de
saetilla de reloj, tocando a la membrana A; en . el punto C.
EXP. DEL DR. CROOKES 2M
existía otro indicador formando relieve, y en contacto con
una lámina de cristal ahumado. Este cristal es llevado pa-
ralelamente hacia el plano vertical, por medio de un meca-
nismo de relojería K. En la parte superior del aro se prac-
ticaron algunos agujeros, con objeto de que el aire pudiese
circular libremente por la parte inferior de la membrana.
Algunas personas verificaron experiencias prévias, las
que permitieron comprobar, que los choques impresos en el
soporte fijo, no se comunicaban ti la palanca, y las líneas
trazadas por el indicador, eran rectas á pesar de golpear el
pavimento con el pié, y sacudir el soporte.
La señora X... fué introdiicida en el laboratorio. Sin dar-
le explicación del aparato que acabamos de reseñar, se le
rogó que aplicase las manos sobre el soporte que estaba fijo
en el punto ML. de la figura 8. y en el N O., de la figura
inferior.
Hízolo así dicha señora, y entretanto, el doctor Crookes le
sujetaba las manos, reproduciéndose al breve rato, curvas
análogas ä las obtenidas en precedentes experimentos. Al
propio tiempo partían del pergamino, ruidos semejantes â
los que producirían algunos granos de arena que se arroja-
sen sobre su superficie. A cada golpe, vejase proyectar en el
aire un fragmento del grafito colocado sobre la membrana,
y la extremidad de la palanca, realizaba un ligero movi-
miento de descenso. Alguna vez los ruidos se sucedían rá-
pidamente como los de una máquina de inducción, mientras
que otras veces, existía más de un segundo de intérvalo.
Pocos días después se probó el aparato con Home.
La experiencia tuvo lugar, tomando el doctor Crookes el
brazo derecho del médium, por la muñeca, y sosteniendo su
mano por encima de la membrana, á unos 20 centímetros
de su superficie. Otro testigo sujetaba el brazo izquierdo
del médium.
Después de permanecer cerca de medio minuto en esta
posición, dijo Home que sentía pasar el fluido. Entonces se
puso en marcha el aparato de relojería, y todos los concu-
rrentes vieron subir y bajar el índice. Los movimientos eran
mucho más. lentos que en el caso precedente, y no todos
estaban acompañados de los golpes vibrantes de que se ha
hablado.
252 SEGUNDA PARTE

El doctor Crookes hizo observar, que los fenómenos de


esta índole, van generalmente precedidos de un enfria-
miento particular del aire.
Bajo su influencia (dice) he visto moverse las hojas de papel,
y descender el termómetro algunos grados. En otras ocasiones no
he notado ningún movimiento real del aire, pero el frío ha sido
tan intenso, que solo puedo compararlo al que se siente cuando se
sumerje la mano er) un recipiente que contenga mercurio he-
lado. (1)
Después de haber sido testigo del penoso estado de postración
nerviosa en que quedó Home después de haber realizado alguna
de estas experiencias; después de haberle visto en un estado de
desfallecimiento casi completo, pálido, y sin voz, ya no me cabe
duda, de que la emisión de la tuerza psíquica, va acomparlada de
un agotamiento correspondiente de la fuerza vital. (21
Es posible que ä algún lector se le ocurra preguntar, por-
que otros hombres de ciencia no han realizado experiencias
anälogas.
A semejante pregunta, aontestaré; que además de mis
observaciones, existen las del doctor Boutlerow, catedrätico
de química en la Universidad de San Petersburgo. (3)
En estas experiencias, la tensión del dinamtímetro que
normalmente era de 100 libras, ascendió ä 150 libras, des-
pués de haber aplicado Home sus manos junto al instru-
mento, con la circustancia, que toda tentativa de esfuerzo
por parte del médium, habría disminuido la tensión en lu-
gar de aumentarla.
La facultad de que nos ocupamos, es una rareza que se
manifieste en grado muy elevado.
Es asimismo muy; variable en sus efectos, y resulta di-
ficil, no sólo de encontrar sujetos que la tengan muy des-
arrollada, si qué también de lograr la ocasión de expe-
rimentar en ellos con los aparatos preparados de antemano,
que se hacen necesarios si se quieren obtener los fenóme-
nos con limpieza; y por último; que los que poseen un buen
laboratorio gracias ä la munificencia del Estado, ó no se

(1) Reck. sur le spirit... pág. 151.


(2) L. e , pág. 67.
(3) Croolces.—Recherches sur le spiritualisme, pág. 32.
EXP. DEL DR. citooKEs 253
atreven á emprender estos delicados estudios, ó se ven obli-
gados á interrumpirlos.
Y no obstante, como ha dicho Crookes, «esta fuerza la
poseen con toda probabilidad todos los seres humanos, aun-
que sean raros los individuos que están dotados de extraor-
dinaria energia. Durante el año último encontré en la
intimidad de algunas familias, cinco ó seis personas que
poseen esta fuerza en grado suficiente para inspirarme con-
fianza á obtener por su mediación, algunos de los fenómenos
que acaban de ser descritos, pero deberían utilizarse como
comprobantes, aparatos muy delicados y susceptibles de
señalar hasta una fracción de grano.» (1)

H.—FENÓMENOS DIVERSOS
El doctor Crookes relata en el precitado libro (2) las ob-
servaciones que ha hecho acerca de otros fenómenos, entre
los cuales existen algunos que tienen gran similitud con los
que se obtuvieron en Agnélas.
Dichos fenómenos son los siguientes:
a) Movimientos de objetos colocados d cierta distancia del
médium.
Muy numerosos son los ejemplos, de haberse puesto en movi-
miento sin el contacto del médium, cuerpos pesados, tales como
mesas, sillas, canapés, etc ; indicaré sucintamente algunos de los
más sorprendentes. Mi propia silla describió en parte un círculo,
sin que mis piès tocasen el suelo. A la vista de todos los asisten-
tes, una silla vino lentamente desde un rincón apartado de la ha-
bitación; y en otra circunstancia, un sillón llegó hasta el sitio
donde estábamos sentados, y ä petición mía, se volvió lentamente
tí una distancia de unos tres pies. (3)

(1) Véase á propósito de estos pequeflos movimientos, la obra


de Reichenbach, titulada Les effittoes ()diques, de cuya obra el edi-
tor Carré (Paris, Ruc Hacine 5), hace imprimir actualmente la
primera traducción francesa
(2) Recherches, págs. 150 á 173
(3) Este párrafo recuerda los siguientes versos de Homero
(Iliada, canto XVIII).
«Entretanto Thétis llega al palacio de Vulcano, vivienda de
bronce, indestructible, centelleante, suntuosa entre las de los in-
mortales y obra del Dios disforme. Thétis le encuentra activo, cu-
bierto de sudor, y moviéndose alrededor de sus fuelles. Ha fabri-.
254 SEGUNDA PARTE

Durante tres veladas consecutivas, una mesita se movió lenta-


mente ä través de la habitación, en condiciones que de antemano
había yo preparado, con objeto de contestar ä cualquier objeción
que se hubiera podido llevar contra aquel hecho.
Varias veces he obtenido la repetición de un experimento que
el Comité de la Sociedad Dialéctica ha considerado como conclu-
yente, ä saber: el movimiento de una pesada mesa, en plena luz,
con todas las sillas colocadas de espaldas ä la misma, y estando
cada persona arrodillada encima de una de dichas sillas, con las
manos apoyadas en el respaldo, pero sin tocar ä la mesa. Este he-
cho se produjo mientras yo iba y venía por la habitación exami-
nando la disposición de los concurrentes.

b) Mesa y sillas levantadas del suelo sin el contacto de


nadie.
Cuando se exponen manifestaciones de este género, se hace
generalmente esta observación. «gPorqué no hay más que las
mesas y las sillas que produzcan estos efectos? ¿Cómo es que esta
propiedad es peculiar ä los muebles?» (1)

cado veinte trípodes que ha colocado alrededor de la muralla de


su sólido palacio, los cuales van provistos de ruedas de oro para
que por si solos cosa maravillosa) asistan <1 la Asamblea de los
Dioses, y regresen, por si mismos á su sitio.
(1) Cuando el doctor Pares, hoy Jefe del Hospital militar de
Figueras, residía en Barcelona durante los años 1890 y 91, orga-
nizamos en su domicilio varias sesiones de experimentación que
dieron lugar ä trascendentales manifestaciones.
El número (le concurrentes que tomaron parte en dichas se-
siones, estaba reducido, al Vizconde de Torres Solanot. esposos
Grau, doctor Baratau, doctor Pares, y el que suscribe. Alguna vez
dejó de asistir alguno de dichos señores. Actuaron de médiums, la
esposa del doctor Pares, y un hijo de los esposos Grau, llamado
Juanito.
La personalidad de los médiums se separaba por aquel enton-
ces del común de las gentes. Ambos eran sensitivos hasta el extre-
mo, con filiación histero•epiléptica, y dotados de un grado de
idealismo, que pugnaba con el medio ambiente positivista en que
vivimos.
Se realizaron las observaciones con suma imparcialidad, sin
que deba ocultar, que por mi parte, existía gran dósis de descon-
fianza en la producción de los fenómenos. Entré en el grupo ro
yendo mi alma la incredulidad, y salí del grupo, convencido de la
autenticidad de las manifestaciones
La relación de los hechos que allí se produjeron, quedó cuida-
dosamente escrita en una serie de actas que en la fecha actual se
publican en el periódico La Estrella Polar de Mahón.
La síntesis de los fenómenos obtenidos se reduce ä lo siguien-
te: chispas, lucecitas, vapores luminosos como nubes (corrientes
EXP. DEL DR. CROOKES 255
Yo podría contestar que no hago mas que observar y relatar
los hechos, y que no he de entrar en el cómo, ni en el porque de
ellos, pero claro está que si en un comedor habitual tiene que le-.
vantarse del suelo un cuerpo pesado é inanimado, este no puede casi
ser otro, que una mesa ó una silla. Tengo numerosas pruebas de
que esta propiedad no es exclusiva de los muebles; pero como para
las otras demostraciones experimentales, la inteligencia ó la fuer-
za, (sea la que fuere) que produce estos fenómenos, no puede ser-
virse más que de los objetos que encuentra apropiados á su
objeto.
En cinco ocasiones distintas, una pesada mesa de comedor se
levantó del suelo, desde algunas pulgadas, á pié y medio, y en
condiciones especiales que hacían imposible el fraude.
En otra circunstancia se levantó del suelo en plena luz, mien-
tras yo retenía las manos y los pies del médium.
Repetida la experiencia, la mesa se levank, del suelo, no sola-
mente sin que nadie la tocase, sino también en condiciones que yo
había arreglado de antemano, de modo que venían á demostrar
palmariamente la autenticidad del hecho. (1)

ödicas) y luces del tamailo de una cabeza humana. que poseían la


característica de no proyectarse sobre los objetos de la sala de
estudios.—Bicorporeidad probada (salida del cuerpo astral). —
Cuerpo fantásmico materializado que se comprobó en innumera-
bles ataduras.—Desatomización del cuerpo de tela interior que
llevaba la médium, precisamente imposibilitada por las ataduras,
así como en otra ocasión, por pase de las enaguas sobre el vestido.
—Ruidos muy variados, golpes fuertes, campanilla agitada en el
aire, ruido especialísimo como el de rasgar una pieza de seda en
la porción de un metro de largo.- Dibujos sorprendentes hechos
en un par de minutos, hallándose el médium J. en el periodo con-
vulsivo.—Comunicación precipitada sobre un papel, en plena luz,
y en un abrir y cerrar de ojos, resultando un trascendental pen-
samiento (místico) en nueve idiomas distintos.— Escritura directa,
aportes, transportes, visiones de manos grandes y pequerias, tiro-
nes del pelo y las sillas de los asistentes, y otros fenómenos de
gran significación.— y. MELCIOR.
(I) El barón de Guldenstubbé (Pneurnatoloyie positive. pág. 83)
manifiesta, que ha hecho varias experiencias con mesas, en unión
de su anfitrión, el conde de Ourches. «Conseguimos (dice) poner
en movimiento las mesas sin tocarlas.»
El Conde de Ourches llegó á levantarlas sin realizar ningún
contacto.
El serior de Guldenstubbé hizo correr las mesas con gran velo-
cidad, sin realizar ningún contacto, ni apelar al auxilio de la cade-
na magnética. Asimismo consiguió producir vibraciones en las
cuerdas de un piano, el día 20 Enero 1856, en presencia de los con-
des de Szapary y de Ourches.
256 SEGUNDA PARTE

e) Movimiento de diversos objetos pequetios, sin el contac-


to de nadie.
Bajo este título me propongo describir algunos fenómenos es-
peciales de que he sido testigo.
Apenas si puedo indicar algunos de los hechos mas salientes,
todos los cuales, téngase bien presente, han tenido lugar et, con-
diciones tales, que hacían imposible toda superchería. Atribuir
estos resultados al fraude, es absurdo, pues recordaré todavía a.
mis lectores, que todo lo que aquí refiero, no se ha verificado en el
domicilio de un médium, sino en mi propio domicilio, donde ha
sido totalmente imposible hacer preparativo alguno.
Un médium discurriendo por mi comedor, no podía (cuando
yo estaba sentado en otro lado de la pieza con varias personas que
le observaban atentamente) hacer tocar por trampa un acordeón
que yo tenía et) mis manos con las teclas abajo, ni hacer flotar
ese mismo acordeón de un lado para otro en la habitación, tocan-
do durante mucho tiempo. No podía traer consigo un aparato para
agitar las cortinas de la ventana, ó elevar celosías venecianas
hasta una altura de ocho piés; hacer un nudo en un pañuelo, y po-
nerlo en un rincón apartado de la habitación; hacer resonar notas
desde lejos, enun piano: hacer volar un tarjetero por la habitación;
levantar una botella y un vaso, A un pié por encima de la mesa;
hacer levantar un collar de coral apoyándole en uno de sus extre-
mos; hacer mover un abanico y abanicar á los concurrentes, ó bien
poner en movimiento un reloj encer r ado en un escaparate sólida-
mente adherido á la pared.
El doctor Crookes, describe (1) ademäs de esto, una ex-
periencia del mismo género realizada en el comedor de su
casa, iluminado con luz de gas, y ä la que asistieron, su ayu-
dante, un doctor en derecho muy conocido en Londres, y
un eminente físico de la 'ociedad Real. El médium que se
utilizó para la experiencia fué Daniel D. Home.
Se tomaron dos aros de madera, el uno de O m 55, y el
otro de O m 60 de diämetro; y con doce tablas estrechas, y de
o 55 de longitud, se formó el armazón de una especie de
tambor, abierto por ambos extremos. Alrededor de este ar-
mazón, se dispusieron 50 metros de alambre en 24 vueltas,
cada una de las cuales distaba dos centímetros de su inme-
diata. Las vueltas del alambre fueron sólidamente unidas

(1) Recherches pp. 15 y sig.


EXP. DEL DR. CROOKr.S 257
centre sí por medio de un hilo de callana°, que veníalt for-
mar unas mallas de cinco centímetros de largo, por dos de
;alto.

Home tomó el acordeón con la punta (le los dedos por


el lado opuesto a las teclas (1), y . lo iutro n lujo con una ma-
no en el armazón, mientras que la mano libre descansaba
• sobre la mesa.
No tardaron los que estaban lt cada lado de Home en
ver balancearse el acordeón de un modo curioso, después
• salieron sonidos de él. y por último, se dejaron oir sucesiva-
mente varias notas.
Al poco rato se vió al acordeón. moverse, oscilar, girar
por todo el rededor de la jaula, y ponerse a tocar mientras
realizaba dichas evoluciones. El doctor Crookes quiso pro-
bar el efecto que se produciría haciendo pasar una corriente
(1) Dicho instrumento fue adquirido por el doctor Crookes un
'día antes de realizarse el experimento.
17
258 SEGUNDA PARTE

eléctrica alrededor del hilo aislado de la jaula. En su con-


secuencia, se estableció la comunicación con la batería si--
tuada en la inmediata habitación. Home sostuvo de nuevo.
el instrumento en la jaula, del mismo modo que antes, é
inmediatamente resonó y se agitó vigorosamente de uno
otro lado, pero no fue posible comprobar si la corriente eléc-
trica que pasó alrededor de la jaula, vino en auxilio de l a .
fuerza que se manifestaba en el interior de la misma, sin.
conductor visible.

d) Levitación de cuerpos humanos.


Estos hechos los he presenciado cuatro veces en la obscuridad..
La comprobación fijé completamente satisfactoria, pero es tan:
necesaria la demostración de un hecho semejante por medio de
la vista, para destruir ideas preconcebidas sobre lo que es natural-.
mente posible, u lo que no lo es, que no mencionare aquí más que
los casos en que las deducciones de la razón fueron con firmadas.
por el sentido de la vista.
En cierta ocasión vi elevarse ä cuatro pulgadas del suelo, una
silla en la cual estaba seotada una sefiora. Otra vez, para alejar •
toda sospecha de que fuese ella misma la que producía esta ele-
vación, se arrodilló encima de la silla, de manera que quedasen
visibles para nosotros, los cuatro piés de la mencionada silla. En-
tonces se elevó tres pulgadas, permaneció en el aire durante unos.
diez segundos, y luego descendió lentamente. En otra ocasión dos.
;tinos en circunstancias distintas, se elevaron del suelo con sus.
respectivas sillas, en plena luz. y bajo las condiciones para mi más
satisfactorias, pues yo estaba arrodillado y no perdía de vista los.
pies de la silla, procurando que nadie los tocase.
Los casos más sorprendentes de levitación de que he sido tes-
tigo, han tenido lugar con el médium Home. En tres circunstan-
cias distintas le he visto elevarse completamente por encima del'
pavimento de la habitación. La primera vez estaba sentado en una
silla alta; la segunda, estaba arrodillado encima de su silla, y la,
tercera, estaba de pié. En cada ocasión pude perfectamente obser-
var el hecho, en el momento en que se producía.
Cien casos hay por lo menos bien comprobados de la ascensión.
de Home, producidos en presencia de muchas personas; y por con-
dueto (lel conde de Dunraven, del lord Lindsay, y del capitán C.
Wynne, he tenido detalles de los más sorprendentes hechos de-
este género.
Rechazar la evidencia de estas manifestaciones, equivale á re--
EXP.. DEL DR. CROOKES 259
chazar todo testimonio humano, sea el que sea, incluso el de la
historia sagrada y el de la profana.
La acumulación de pruebas testimoniales que establecen las
ascensiones de Home, es enorme.
Mucho sería de desear que älguien, cuyo testimonio fuera re-
conocido como concluyente por el mundo científico. (si es que exis-
te una persona cuyo testimonio en pró de semejantes fenómenos
pueda ser admitido) quisiera estudiar concienzuda y pacientemen-
te esta clase de hechos.
Muchos testigos ' oculares de estas ascensiones viven todavía,
y de seguro que no se negarían á atestiguarlas; pero dentro de al-
gunos arios, será muy difícil, si no imposible, obtener directamen-
te estas pruebas.
Hé aquí como describe Home sus impresiones (1):
Durante estas levitaciones, nada experimentaba de particular,
excepto una sensación ordinaria que atribuyo á una gran abun-
dancia de electricidad en mis piés; no sentía ninguna mano que
me aguantase, y desde mi primera ascensión citada más arriba, (2)
ya no experimenté ningún temor.
En general asciendo perpendicularmente, con los brazos rígi-
dos y recogidos sobre mi cabeza, cual si quisieran cojer al ser in-
visible que me levanta. Con frecuencia hie permanecido suspen-
dido durante cuatro (5 cinco minutos. En una relación de las se-
siones que tuvieron lugar el ario 1857 en un castillo inmediato á
Burdeos, se encuentra un ejemplo de lo que acabo de mencionar.
Una sola vez se verificó mi ascensión en pleno dia, y tuvo lugar
en América. En Londres realicé una levitación en presencia de
cinco personas que se hallan prontas á atestiguar el hecho, ha-
llándose iluminada por cuatro mecheros de gas, la habitación en
que se produjo el fenómeno.

(1) Itecelations sur n1a eje surnaturelle. Paris, 186-1 p. 52-53.


(2) Tuvo lugar en América patria de Heme, en la obscuridad,
y al terminar la sesión del día 8 de Agosto 1852 en la que se obtu-
vieron movimientos de mesas, y otras marsilestaciones espiritas.
(Home tenía en aquella fecha 18 anos.) Uno de los testigos presen-
ciales se expi esa del siguiente modo. «De repente, y con gran sor-
presa por parte de la Asamblea, vimos elevarse ä Home en el aire.
E.'n aquel momento sujetaba yo una de sus manos, y pude distin-
guir, así como mis compañeros, que los pies del médium estaban
suspendidos á doce pulgadas del suelo. Todo su cuerpo se estre-
mecía, seguramente debido á las contrarias emociones de gozo y
temor.
Dos veces más repitió la levitación, y en la última, llegó á to-
car el techo con la cabeza y la mano.» (Revel. pág. 52).
260 SEGUNDA PARTE
En algunas ocasiones cede la rigidez de mis brazos, y enton-
ces he producido algunos signos y letras con lápiz, en el techo,
conservándose todavía estas inscripciones en algunas casas de
Londres.
El señor Stainton Moses (1) cita igualmente sus impre-
siones de la primera vez que realizó la levitación.
Un día (el 30 Agosto 1870)... sentí que la silla en que estaba
sentado iba alejándose de la mesa, y despues de dar una vuelta,
me colocó de espaldas á los concurrentes. Enseguida fue eleván-
dose ä una altura de 30 6 40 centímetros, permaneciendo suspen-
dida algunos instantes, y entonces sentí que se separaba. á la vez
que yo seguía ascendiendo con un movimiento suave y lento. Ape-
sar de tener perfecta noción de lo que ocurría, no experimente
ninguna aprensión. Al hallarme cer3a de la pared, hice en ella
tina señal con el lápiz apoyado contra mi pecho, serial que despues
di . haberse medido, resultó estar á 1 tu 80 del suelo.
No sentí ninguna presión sobre el cuerpo, y mientras me ele-
N. alta, parecía que estaba en un ascensor..

Riecuerdo solamente haber tenido una ligera dificultad de res-


pirar, y luego descendí suavemente hasta colocarme en la silla
ne ya halda recobrado su posición primitiva. Dijeronme que mi
-s ö'. resonaba como si procediera de un ángulo del techo.

Esta experiencia se repitió con más 6 menos exito durante


ttueve veces.
e) Apariciones luminosas.
Estas manifestaciones siendo algo débiles, exijen en general
que la habitación no tenga luz. Apenas tengo necesidad de recor-
dar ä mis lectores, que en semejantes condiciones, tome todas las
precauciones convenientes para evitar que se me sorprendiera por
medio del aceite fosforado, 6 por algún otro medio. Más aun; mu-

(1) M. William Stainton Moses nació en LinconIshire el día 5


Noviembre 1839, y murió en 5 Septiembre 1892. Desempeñaba una
cátedra en la Untrersity Collüge School. Estudió seis meses teolo-
gía en un monasterio del Monte Athos. A partir del afro 1870, fué
objeto de fenómenos extraordinarios, de los que ha dado cuenta
en los A nnales (les sciences psychiques, Fr. Myers (de Cambridge),
miembro de la Sociedad de investigaciones psíquicas de Londres.
El señor Myers fue su amigo intimo por espacio de 17 años, y ma-
nifiesta, que dicho señor Stainton Moses, era persona honorabi-
I isima. El señor Moses ha publicado la mayoría de sus libros bajo
el pseudónimo de Oxon, que significa, agregado á la Universidad
de Oxford.
EXP. DEL DR. CROOKES 261
chas de esas luces eran de una naturaleza tal, que no he podido
llegar á imitarlas por medios artificiales
Bajo las condiciones de la comprobación más rigurosa, he rie:to
un cuerpo sólido, luminoso por si propio, del grueso y forma apro-
ximadamente de un huevo de pava, flotar sin ruido por la habita-
ción, elevarse por momentos, más de lo que habría podido ha-
cer ninguno de los asistentes sosteniéndose sobre la punta de los
pis, y luego descender suavemente hasta volver á tocar el suelo.
Este objeto fue visible durante más de 10 minutos, y antes de des-
vanecerse, golpeó tres veces la mesa con un ruido parecido al de
un cuerpo duro.
Durante'este tiempo, el médium estaba tendido en un silla alta,
y parecía completamente insensible.
He visto brotar puntos luminosos de uno y otro lado, é ir á po-
sarse encima de la cabeza de varias personas; he recibido contes-
tación por medio de destellos de luz brillante, á preguntas que ha-
bía hecho, cuyos destellos se produjeron ante mis ojos el número
de veces que yo había fijado. He visto chispas de luz lanzarse de
la mesa al techo, y volver luego á caer encima de la mesa, con un
roído muy perceptible He obtenido una comunicación alfitbética
por medio de destellos luminosos, n t ue se producían en. el aire,
ante mis ojos, y por enmedio de los cuales paseaba yo mi mano.
He visto una nube luminosa flotar por encima de un cuadro. Siem-
pre bajo las condiciones de la más rigurosa comprobación, me ha
Sucedido más de una vez, que un cuerpo sólido, cristalino, fosfo-
rescente, ha sido puesto en mi mano por otra mano que no perte-
necía ä ninguna de las personas presentes. En plena luz he visto
una nube luminosa cernerse sobre un heliótropo colocado encima
de una mesa,á nuestro lado, romper una rama de aquel, y traérsela
á una sefiora; y en algunas circunstancias, he visto una nube pare-
cida, condensarse á nuestra vista tomando la forma de una mano,
y trasportar objetos pequefíos. Pero esto más bien pertenece á la
clase de los fenómenos que siguen.
O Apariciones de manos luminosas por si mismas,
d la luz común.
Durante las sesiones negras, ó en condiciones que no se pue-
de ver lo que se produce, siéntese con frecuencia el contacto de
manos; dichas manos yo las he visto, aun cuando muy raras ve-
ces. No presentare aquí ejemplos de ocasiones et) loe ,se han pro-
ducido los fenómenos en la obscuridad, sino que escojeré simple-
mente algunos de los numerosos casos en que he visto estas manos
en plena luz.
Una manecita de muy bonita forma, elevóse de una mesa del
262 SEGUNDA PARTE

comedor, y me dió una flor; apareció y desapareció por tres veces


consecutivas, facilitándome la ocasión de convencerme, de que
aquella aparición, era tan real como mi propia mano. Esto tuvo
lugar en plena luz, en mi habitación, mientras tenia sujetos entre
mis manos, las manos y pies del médium.
En otra circunstancia aparecieron una mano y un brazo peque-
fiitos, pareciendo los de un niño, y jugueteando encima de una
señora que estaba sentada á mi lado. Después vino hacia mi la
aparición, diöme un golpe en el brazo, y tiró varias veces de mi
traje. Otra vez viéronse un índice y un pulgar que arrancaban los
pétalos de una flor que Home traía en el ojal de su levita, y los
dejaban enfrente de varias personas sentadas junto al mismo.
Numerosas veces he visto en unión de varias personas, una
mano que apretaba las teclas de un acordeón, mientras teníamos
tk la vista las manos del médium, que á veces eran sostenidas por
los que se hallaban A su lado.
Las manos y los dedos no siempre me han parecido sólidos y do-
tados de vida. Algunas veces ofrecían más bien la apariencia de
una vaporosa nube, en parte condensada bajo la forma de una ma-
no. De todos los presentes, no había uno que la viese distintamente.
Por ejemplo; se vé moverse una flor ü otro pequeño objeto cual-
quiera, y uno de los presentes verá cernerse encima de afitiel ob-
jeto, un vapor luminoso; otro descubrirá una mano de apariencia
luminosa, mientras que otros, no verán otra cosa más que el obje-
to ó la flor que se mueven. Yo he visto más de una vez, primero
moverse el objeto, después una nube luminosa que parecía for-
marse en torno de él, y por último, condensarse la nube, tomar
una forma, y convertirse en una mano perfectamente hecha. En
aquel momento, todos los asistentes podían ver aquella mano. A
veces no es una simple forma, sino que está perfectamente anima-
da y es sumamente graciosa; los dedos se mueven, y la piel parece
tan humana como la de todos los circunstantes; en la muñeca ó en
el brazo se vuelve vaporosa, y se pierde en una nube luminosa.
Al tacto, esas manos parecen it veces frias como el hielo, y
muertas; otras veces me han parecido calientes y vivas, y han
apretado la mía con el firme apretón de un amigo antiguo.
He retenido una de estas manos entre las mías, bien resuelto
no dejarla escapar.
Ninguna tentativa ni esfuerzo alguno se hizo para obligarme á
soltar mi presa, más paulatinamente, aquella mano pareció redu-
cirse ä vapor, y así fué como se desprendió de la mía.
g) Formas y figuras de fantasmas.
Estos fenómenos son los más raros de todos los que he sido tes-
EXP. DEL DR. CROOKES 263
ligo. Las condiciones necesarias para su aparición demuestran ser
, tan delicadas, y se necesita tan poca cosa para contrariar su ma-
nifestación, que solo he tenido muy raras ocasiones de verlos, en
-condiciones satisfactorias de comprobación. Citaré dos de estos
-casos. A la caída de la tarde, durante una sesión dada por Home
.en mi casa, vi agitarse las cortinas de una ventana que estaba
unos ocho pies de distancia del médium. Todos los asistentes dis-
tinguieron una forma sombría, obscura y semi-transparente, pare-
-cida á una forma humana que se hallaba de pié junto á la venta-
na, y agitando con su mano la cortina. Mientras la estábamos mi-
•'ando, se desvaneció, y las corlinas cesaron de moverse.
Mas sorprendente es aun el caso que sigue. Con la interven-
ción del mismo médium Home, una forma fantástica se adelantó
, desde un ángulo de la habitación, fm á cojer un acordeón, y ense-
guida se deslizó por la pieza, tocando aquel instrumento. Aquella
forma fué visible para todos los concurrentes durante muchos mi-
nutos, viéndose al mismo tiempo el médium. El fantasma se apro-
ximó A una señora que estaba sentada ä cierta distancia de los de-
más concurrentes; aquella señora lanzó un pequeño grito, A con-
secuencia del cual, la sombra desapareció.

In-ALGUNAS DIFERENCIAS ENTRE LOS FENÓMENOS PRODUCI-


DOS POR LA MEDIUMNIDAD DE DANIEL D. HOME, Y LOS QUE
SE HAN OBTENIDO CON EuexPIA PALADINO. (1)

En primer lugar Eusapia Paladino ha producido casi todos los


fenómenos en estado de sonambulismo, siendo aquéllos mas nota-
bles, cuanto mas profundo era el sueño. No sucedía de igual ma-
nera con Horne, pues su mediumnidad era tan original, que no era
fácil distinguir cuando se hallaba en estado soaambúlico. Sin em-
bargo, se ha podido observar que desde el momento que entraba
en alguna de las fases de la hipnosis, tenía mas decisión, se ex-
presaba con mas solemnidad, y cuando hablaba de el, lo hacia
.siempre en tercera persona.
Antes de ir A Francia, había observado que en diferentes oca-
•iones, algunos de los objetos que existían en la habitación se
movían, y alguna vez vió diferentes manos que llevaban flores.
Un día me invitó á mirar un acordeón que tocaba solo, debajo
.cle la mesa, hallándose la habitación A media luz. Vi una mano de

(1) Articulo del doctor Crookes publicado el ano 1890 en el


:periódico Lux, y traducido por el señor Descombes.
264 SEGUNDA PARTE

aspecto delicado, que levantaba el instrumento, en tanto que las:


teclas situadas en la parte inferior, se levantaban y descendían
como movidas por unos dedos invisibles. La mano que sujetaba et
instrumento parecióme identica. á la de tina persona de mjefamilia,
que asistía ä la sesión, pero me asegure enseguida de que mi su-
posición eim, infundada, por cuanto las manos de las persona alu-
dida, continuaban encima de la mesa.
Los más sorprendentes casos de levitación que realizó Home,_
tuvieron lugar en mi casa. Una vez entre varias, se situó en la
parte más visible del salón, y al cabo de un minuto, dijo que s e .
sentía elevarse. Yo presencie peefectamente esta levitación que.
fué muy pausada, y con un movitniento continuo en sentido obli-
cuo. Permaneció algunos segundos á seis pulgadas del suelo, y
descendió lentamente. Ninguno de los concurrentes . se movió d e .
su sitio.
Este poder de elevarse, apenas se comunica á las personas pró-
ximas al médium; sin embargo, una vez fue elevada mi esposa.
junto con la silla en que estaba sentada.
Home sentía gran aversión ä la obscuridad.
En las experiencias que realicé con luces especiales, ninguna
dió tan buenos resultados como la que se verificó á la luz de la.
luna.
Los tubos de Geissler obraron mal, y la llama de alcohol con
sosa, que dä color amarillo, permitió obtener fenómenos inten-
sos. (1)
Una de las cosas más sorprendentes que he visto en Materia
de movimiento de objetos pequeños, fué la levitación de un jarro.
y un vaso llenos de agua.
La habitación estaba intensamente iluminada por dos grandes.
llamas de alcohol sudado, y las manos de Homo estaban bastante.
alejadas de aquellos objetos.
Pregunte si era posible obtener contestación ä algunas pre-.
guntas utilizando el choque del jarro y el vaso, é inmediatamente.
chocaron ambos objetos por tres veces consecutivas, lo que en el

(1) El doctor Croolies trató en sus Recherches (pág. 149) del


importante asunto de la iluminación.
«He dicho que la obscuridad no es esencial Sin embargo, es.
un hecho reconocido, que cuando la fuerza es debil, una luz viva
ejerce acción contraria en la producción de los fenómenos.
El poder de Home es bastante intenso para sobreponerse ä esta
influencia contraria, así es. que ä excepción de dos sesiones, en
todas las demás se han producido los fenómenos en plena luz. Los.
rayos que parecen más contrarios ä las manifestaciones, son los.
de la extremidad del espectro.»
EXP. DEL DR. CROOKES 265
lenguaje convenido significaba «Si». Vaso y jarro permanecieron
stispendidos ä unas seis ú ocho pulgadas por encima de la mesa,
situándose enfrente de los concurrentes, y contestando ä las pre-
guntas que se hacían.
Este fenómeno duró cinco minutos, siendo reconocido como
auténtico por todos los concurrentes.
Jamás he podido comprobar en Home, ninguno de los movi-
mientos sospechosos que el Profesor Lodge ha observado en Eusa-
pia, y ese seguro, que cuando Home no se halla en trance, igno-
ra al igual que los asistentes cuanto vä ä ocurrir.
Frecuentemente se producían los primeros movimientos de
objetos, cuando el médium se hallaba conversando animosamente
con su vecino.
En cuanto á las personas extrafias ä la reunión, soy del mismo
parecer que el doctor Lodge.
Algunas sesione*: han fracasado, por causa de las evidentes y
fútiles tentativas de engallo producidas por algunas personas que
solicitaron una invitación.
Un distinguido caballero asistía ä una de estas sesiones que
prometía ser muy buena; al cabo de una hora de esperar, aún no
se había producido ninguna manifestación, excepto diversos mo-
vimientos y ruidos causados evidentemente por mi huésped. Por
último , dicho caballero se marchó, é inmediatamente obtuvimos
una comunicación en la que se nos decía, que ellos (los agentes),
esperaban ä que M. X... acabase de hacer el necio. La continua-.
ción de la sesión fué excelente.
La poca luz con que debían celebrarse las sesiones con Eusa-
pia, parece que ha sido el motivo de la dificultad en la observación
de los fenómenos. Si la luz hubiese sido más intensa, podía pres-
cindirse de la vigilancia de las manos y pies, y por consiguiente,
se evitaban las suposiciones que más tarde se forjaron.
Home rehusaba siempre las sesiones ä obscuras. Decíanue
con voluntad y perseverancia, podían obtenerse los fenómenos en
plena luz, y que si algunos no se producen con tanta intensidad
corno en las sesiones ä obscuras, la comprobación más exacta vie-
ne á compensar este pequefio inconveniente.
Era tal el deseo que Home tenia por convencer ä los concu-
rrentes, que con mucha frecuencia se dirigía ä los incrédulos
rogándoles sujetasen sus manos y pies, aunque esto perjucleca casi
siempre el desarrollo de los fenómenos.
Durante mis relaciones con Home, que duraron varios arios,
jamás vi ningún hecho que pudiera hacerme sospechar en un
fraude. Home era concienzudo hasta el escrúpulo , y jamás se
ofendía por las precauciones que se tomaban. En los últimos días
266 SEGUNDA PARTE

acostumbraba á decirle en broma: «Sentémonos cerca del fuego,


y hablando tranquilamente esperaremos si nuestros amigos están
allá, y quieren dar alguna manifestación. No exigimos ninguna
prueba, ni vamos á tomar ninguna precaución.»
En estas ocasiones, cuando me hallaba solo ó acompaiiado de
mi familia junto al médium. se producian los fenómenos más
convincentes.
Creemos que bien vale la pena ocuparsede la demostración de
la verdad ó falsedad de estos hechos, y á pesar de que Home ha
vivido muchos afios en Londres, y se ha mostrado siempre leal y
complaciente en la manifestación de sus extraordinarias faculta-
des, pocos han sido los que las han estudiado.
A los convencidos, se les ha tratado de locos ó poco menos.
CAPITULO IV

Experiencias con Enrique Slade

Slade nació el afio 1836 en la América del Norte. Desde


la infancia se observó, que en distintas ocasiones crujían los
muebles situados á su derredor. En 1860 obtuvo por prime-
ra vez el fenómeno de la escritura directa entre dos piza-
rras. A partir de esta época realizó varios viajes por Améri-
ca, Inglaterra y Rusia, con objeto de demostrar sus faculta-
des extraordinarias. En 1877 hallándose en Berlín. le fue ex-
pedido el siguiente certificado por el prestidigitador de la
corte alemana:
Hecho en Berlin, el dia 6 Diciembre 1877, inscrito en los re -
gistros de la oficina, con el número 482 de dicho arlo, firmado y
rubricado por Gustavo Hargen consejero y notario.
A instancia de muchos gentiles hombres, altamente considera-
dos por su rango y posición, procedí á estudiar con la mayor aten
ción la médiumnidad física de don Enrique Slade en una série de
sesiones realizadas á diferentes horas del día y de la noche; y en
interés de la verdad, certifico; que en los fenómenos producidos por
Slade, no interviene ningún aparato ni artificio de los que se em-
plean en los juegos de manos, y por consiguiente, debe descartar-
se toda suposición que tienda á incluir estas experiencias, entre las
que realizan los prestidigitadores.
He aquí mi deelaración escrita y firmada ante notario y testi-
gos, el día 6 de Diciembre de 1877.—SAMUEL BELLACHINI.
Desde Berlín, pasó Slade á Leipzig, donde fué estudiado
por el doctor Zcellner, Catedrático de astronomía en la Uni-
versidad de dicha capital. quien publicó detalles de sus ex-
268 SEGUNDA PARTE
periencias, en el segundo volúmen de sus Wissenschaftliche
Abhandlungen del cual copio algunos párrafos (1).
El 15 Noviembre 1877 vino Slade á Leipzig. Después de los es-
tudios hechos por Crookes y Wallace, no podía desperdiciar una
ocasión tan favorable para convencerme de cuanto se decía. Me
dirigí en compafiía de dos amigos, hacia la casa del médium, sin
intención de preparar sesión alguna.
La impresión que me hizo Slade fué favorable. Su actitud era
modesta aunque reservada, y su conversación, pausada y discreta,
en correcto inglés, que es el único idioma que posee... Le pregunté
si había influenciado alguna vez una aguja imantada (hecho que lo
considero de gran interés para todo hombre de ciencia) respon-
diéndome Slade negativamente.
Un día que estábamos reunidos varios amigos. invité á Stade
tomar el thé con nosotros, y le dije, que nos daríamos por muy
satisfechos si conseguía desviar una aguja imantada en condicio-
nes que no dieran lugar á duda.
Traje un globo celeste provisto de brújula. y lo situé sobre la
mesa. A una indicación nuestra, Slade paseé horizontalmente su
mano por encima del cristal que cubría la brújula, y al cabo de un
segundo, empezó dicha brújula á agitarse con violencia, cual si
estuviera bajo la acción de un poder magnético. Reconocí hasta la
piel del médium, y me convencí que no traía consigo ningún imán.
Semejante fenómeno confirmaba los experimentos verificados por
el Catedrático Fechner.
A la noche siguiente, (viernes 16 de Noviembre de 1877) coloqué
una mesita de juego con cuatrd sillas, en una habitación que
Slade no había entrAo todavía. Después que Fechner, el profesor
Braune, Slade, y yo, nos hubimos colocado con las manos unidas
sobre la mesa, se oyeron golpes en este mueble.
Había yo comprado una pizarra que habíamos marcado; se puso
sobre ella un trozo de lápiz, y Slade la colocó parcialmente bajo el
borde de la mesa; mi cortaplumas fué súbitamente proyectado á la
altura de un pié, y volvió á caer después sobre la mesa... Repi-
tiendo la experiencia, se vió que el fragmento de lápiz cuya posi-
ción habíamos marcado con una seftal, permanecía en su sitio, so-
bre la pizarra. Después de haber limpiado bien la d:ble pizarra,
y haberle puesto dentro, un trozo de lápiz, fué sostenida por Slade
sobre la cabeza del profesor Braune. Se oyó el 4irrido, y, cuando
se abrió la pizarra, se encontraron en ella muchas lineas de escri-
tura.

(1) M. E. Nus. Choses de I' atare monde pp. 335 y sigs.


EXP. CON E. SLADE 269
Inopinadamente un lecho situado en la habitación, detrás de
un biombo, se transportó á dos piés de la pared. empujando el
biombo hacia afuera. Slade estaba léjos del lecho, al que daba la
.espatda, teniendo además las piernas cruzadas; siendo esto visi-
ble por todos.
Inmediatamente se organizó en mi casa una segunda sesión
con los profesores Weber, Schreibner y yo. Una vez allí, oímos un
.crujido violento, tal como si fuera la descarga de una fuerte batería
de botellas de Leyden; al volvernos, bastante alarmados, el biombo
mencionado se abrió en dos piezas; la armadura de madera, grue-
sa de media pulgada, estaba desgarrada de alto a bajo, sin contac-
to alguno visible de Slade con el biombo. Los trozos rotos estaban
• '1 cinco piés del médium, colocado de espaldas al biombo.
Todos nos asombramos de esta manifestación inesperada de
una fuerza mecánica enorme, y yo pregunti á Slade que signifi-
caba todo aquello. Me respondió, que este fenómeno sucedía mu-
ellas veces en su presencia.
Permaneciendo el médium de pié, colocó un trozo de pizarrín
sobre la superficie lisa de la mesa, lo cubrió con una pizarra que
fué comprada y limpiada por mí, y oprimió la superficie con los
-cinco dedos abiertos de la mano derecha, mientras que su iz-
quier4la continuaba en el centro de la mesa. Comenzó la escritura
sobre la superficie interior, y cuando Slade la volvió, se encontró
escrita en inglés la frase siguiente: «No es nuestra intención ha-
cer dailo; perdonad lo que ha sucedido.» La producción de la es-
critura en estas condiciones, se realizó mientras las dos manos de
Slade permanecían inmóviles.
Los fenómenos obtenidos nos parecieron tan extraordinarios,
que resolvimos invitar para una sesión inmediata ã nuestros co-
legas los seflores C. Ludwig, Fiersch y Wundt.
A las tres de la tarde del domingo 18 de Noviembre, estábamos
ya reunidos para celebrar sesión. Yo habla comprado una mesita
, de nogal y algunas pizarras que fueron marcadas por mis amigos.
El médium sostuvo las pizarras por encima de la mesa, á la vista
de todos, y muy pronto quedaron escritas tres frases en inglés,
francés y alemán, cada una con diferente escritura.
Todavía relata el doctor Zoiffiner un mayor número de
.experiencias, de las que daremos solo un extracto.
De un cordón: de seda, se suspendió una bola de metal
, en el interior d'e un globo de vidrio; colocado bajo la mesa,
se le iluminó por encima por medio de bujías preparadas al
.efecto, y mientras los profesores Weber y Schreiber, lo
misme, que el profesor Zofflner, observaban atentamente, la
e

270 SEGUNDA PARTE

bola comenzó ä oscilar y golpear ä intérvalos regulares


contra las paredes interiores del globo de vidrio.
Dos brújulas, una grande y otra pequeña, fueron cu-
biertas respectivamente por un vaso de cristal y colocadas
delante del doctor Weber. Las manos del médium entrela-
zadas con las de los profesores, fueron situadas encima de la
mesa, ä un pié de distancia de las brújulas. Súbitamente
empezó la pequeña por balancearse, y terminó por adquirir
un movimiento constante.
La brújula mayor solamente produjo algunas oscila-
ciones.
Realizado este fenómeno, preguntó el doctor Zoellner, ä
Slade, si quería probar con una aguja no imantada, y ha-
llándose conforme, se le presentó una de dichas agujas.
Entonces el médium colocó la mencionada aguja sobre una
pizarra, situándola contra la parte inferior de la mesa. Cua-
tro minutos después, la dispuso de nuevo sobre la mesa, y
se pudo probar que estaba imantada, porque atraía las li-
maduras de hierro, alfileres, etc. La punta imantada era un
polo sud.
En un vaso lleno de flor de harina, se encontró la impre-
sión de una mano, con todas las sinuosidades de la epider-
mis perfectamente visibles. Al propio tiempo apareció en
el pantalón del doctor ZoMlner, y en el sitio inmediato ä la
rodilla, la huella de min mano grande, impresa igualmente
en harina.
Un minuto antes habia sentido dicho doctor la presión
de una mano en el mencionado sitio. Las manos de Sla-
de no se apartaron de la mesa, y al examinarlas, no se
les encontró rastro alguno de la harina. La huella era de
una mano más grande que la de Slade.
Se obtuvo una huella más duradera, por medio de papel
ennegrecido con el humo de una lámpara de petróleo sujeto
ä una tablilla, y sobre el cual apareció la huella de un pié
descalzo; ä petición de los concurrentes, Slade se levantó,
descalzóse, enserió sus piés, y no se encontró rastro alguno
de negro de humo. Su pié una vez medido, tenía cuatro
centímetros menos que la huella.
En otra ocasión el doctor Zu-Ilner situó en el interior de
una pizarra plegable, algunas hojas de papel ennegrecidas
EXP. CON E. SLADE 271
con negro de humo. Inmediatamente apoyó la pizarra con-
tra sus rodillas, vigilándola con el mayor cuidado. Cinco
minutos más tarde experimentó dos presiones sucesivas so-
bre la pizarra, y ä continuación, se dejaron oir tres golpes
sobre la mesa en serial de haberse terminado el fenómeno.
Se abrió la pizarra, y en dos de las hojas de papel Cnnegre-
cido, se encontró respectivamente la huella del pié derecho
y la del izquierdo.
Pasaré en silencio los fenómenos todavía más incompren-
sibles, de nudos practicados en nna cuerda sellada por am-
bos extremos, â lo cual ha aludido el señor Lodge en su
informe acerca las experiencias de Carqueiranne, limitán-
dome á citar, que se han comunicado reacciones acidas
las sales neutras, reproduciendo los experimentos que tie-
nen semejanza con la luz polarizada, tal y conforme los ha
descrito Zeellner en el 2." volúmen de los Tri.s.senchallliehe
Abhandbungen,
... Sentía vivos deseos de reatizar las experiencias fundadas en
mis investigaciones sobre la teoria de un espacio de cuatro di-
mensiones.
Las experiencias magnéticas habían demostrado, que bajo la
acción de las influencias invisibles de que Stade estaba rodeado,
las corrientes moleculares que existen en el interior de los cuer-
pos, podían invertirse; tenia por lo mismo la esperanza de lograr
que el ácido tartárico que hace girar hacia la derecha el plano de
polarización de la luz, podría cambiarse en ácido paratártrico le-
vógiro (que desvía á la izquierda la luz polarizada) por una inver-
sión molecular operada en la cuarta dimensión del espacio.
A este fin preparé un pequeño sacarimetro polarizador de
Mitscherlich, cuyo tubo contenía una solución concentrada de
ácido tartárico dextrógiro. La rotación del plano de polarización •
era de unos cinco grados.
Yo llevaba el propósito de colocar el tubo de cristal (1) con la
solución concentrada, sobre una pizarra, y hacerla sostener por
Stade sobre la mesa; mas antes de realizar el experimento, quise
explicarle su significación. En primer lugar le enseñé la acción de
los dos prismas cruzados de nicol, después de haber separado el
tubo de cristal con la solución, y enseguida le invité á que se fija-
ra en el nicol anterior, y que mirase hacia el cielo á través del

(1) Dicho tubo tenia 200 milímetros de largo, por 15 milíme-


tros de ancho.
272 SEGUNDA PARTE

instrumento. Hice girar lentamente el nicol anterior, hallándose


ambos nicols en sus planos perpendiculares, y pregunté á Stade si
notaba un obscurecimiento gradual del campo visual. y con asom-
bro de mi parte, contestó negativamente. Yo creí que este resul-
tado era debido á que el médium habría sido engañado por la luz
lateral, así es que situé en el ángulo derecho ambos prismas, de
manera que ni mis amigos ni yo, los pudiésemos distinguir.
Slade repetía que seguía viendo la bóveda celeste con la misma
claridad de antes, y para probárnoslo, se tapó el ojo izquierdo, y
leyó con el derecho ä través de ambos nicols, unos párrafos de
una obra inglesa que estaba en su inmediación
Este hecho no me pareció suficiente probatorio.
Esta experiencia tuvo lugar en mi casa el día 14 de Diciembre
de 1877, ä las 11 horas y 3/, de la mañana.
Al día siguiente tuve preparados dos grandes prismas de nicol
á fin de tener un campo visual mayor, cuyos prismas estaban tau!'
aproximados, y podían girar «no sobre otro.
Los envolví con una pantalla circular que venía ä cubrir ente-
ramente los ojos del observador.
Esta pantalla se hallaba estrechamente unida á los prismas, de
inanera que el observador no podia ver los objetos exteriores mas
que ä través de aquéllos. Enseguida tomé el libro inglés «Faraday
«s a Discorerer» por Tyndall, y cuando Slade estaba ausente, sub-
rayé las palabras de la página 81 que dicen así:
«The barst of potcer utrich had tillad the Azar precediny years
with an anzount o/ experimental work anparalleled in the history
of science...»
Terminados estos preparativos, hice mirar ä Slade ä través de
los prismas cruzados, á los que imprimí un movimiento de rota-.
ción, y al igual que el día anterior, no sufrió alteración el campo
visual. Entonces invité al médium á sentarse en una silla, y leer á
dos pies de distancia y ä través de los prismas, el párrafo que sub-
rayé. Slade leyó sin la menor interrupción las frases señaladas.
Entonces hice notar con satisfacción á mis amigos, que la ob-
servación que acabábamos de hacer, podía utilizarse como reactivo
óptico jara reconocer á los verdaderos médiums.
Diez minutos después se repitió el experimento, y ya no le
fue posible distinguir los objetos ä través de los prismas. Tampoco
le fue posible apreciarlos por la noche, ä la luz de una bujía.
Dijóme, que por la mañana, y en la hora que se realizaban los
preparativos del experimento, se sintió poseído de una «influencias
á la cual atribuye el cambio producido en su personalidad.
Junto á las observaciones del doctor Fechner sobre la variabi-
lidad del estado magnético de un sensitivo, debe colocarse esta
EXP. CON E. SLADE 273
'modificación de las facultades ópticas de Slade, constituyendo
,ambas, una prueba del carácter transitorio de estas funciones or-
gánicas anormales. Las observaciones extraordinarias que hice,
fueron la causa de que abandonase la proyectada experiencia con
el acido tartárico, proponiéndome hacerla más tarde.
Desde Alemania se dirigió Slade hacia Australia, y des-
pués ä Francia, donde el doctor Gibier lo estudió atenta-
mente por espacio de :33 sesiones.
Mfts de la mitad de estas, dieron resultados nulos; en
algunas se obtuvieron fenómenos de poca monta, y en un
pequeño nnmero, los resultados fueron muy brillantes. (1)
Todas estas sesiones h excepción de tres, se celebraron
de día, y en la habitación que ocupaba Slade frente al Arco
de Triunfo.
Las tres sesiones restantes tuvieron lugar en casa del
doctor Gibier.
El médium Slade presenta en el estado de vigilia, una
hiperestesia cuthnea muy acentuada, quedando casi insen-
sible cuando entra en trance.
El doctor Gibier comprobó, que en esta situación, la
mano derecha del médium hace descender el dinamómetro
ä 63 kilos, y la izquierda h 50, en lugar de 27 y 33 kilos que
señala el instrumento cuando el médium hace la prueba en
estado de vigilia.
Slade solo entra en trance cuando va ä producir fenóme-
nos muy intensos.
Dejaré h un lado los fenómenos de escritura directa que
llenaron el mayor tiempo de las sesiones, para no ocuparme
mas que de los fenómenos puramente físicos. (2)

(1) En una de estas sesiones celebrada en casa de S'arte,


las once de la maiiana, y con luz natural, fui testigo de ia escritura
producida entre dos pizarras. Percibí con gran claridad el contac-
lo de una mano suave que acariciaba el dorso de la mía; vi apro-
ximarse un sillón que estaba á 1 in 50 del médium, llegando á cho-
car c,on tra mi silla; con la particularidad, que este fenómeno, se pro-
dujo algunos instantes después de haber yo manifestado el deseo
de comprobar el movimiento expontáneo de un mueble, y por úl-
timo, recibí una pizarra por debajo de la mesa en condiciones que
más adelante diremos.—A. R.
(2) El doctor Gibier ha dado extensa cuenta de aquellos fenó-
menos en Le spiritisme.—París, 1882; p. 313 y siguientes.
18
274 SEGUNDA PARTE

A) Fenómenos de percusión.
Sonidos diversos.
En la mayoría de experiencias que hemos practicado con dife-
rentes médiums. se han dejado oir ligeros crujidos y pequeños
golpes secos en el mueble que aplicábamos las manos, 6 en otros
muebles próximos. Algunas veces se producían á petición nuestra,
siendo muy intensos en ciertos casos. En la actualidad seria pue-
ril, atribuir estos ruidos á la contracción de los músculos peróneos
de Slade.
Cuando nuestras manos se hallaban aplicadas sobre la mesa, se
oían y sentían en ella algunos golpes sordos.
Dichos golpes se percibían también en la silla de Slade, y al-
gunas veces les oímos en nuestra propia silla, como si alguien,
dara puñetazos en el respaldo.
Frecuentemente se produjeron estos golpes á petición nuestra,
habiéndonos cerciorado que no medió contacto entre nosotros, y el
médium.
En la sesión que se celebró el dia 11 Mayo 1886 á las 10 y me-
dia de la mañana, se produjo un violento golpe en medio de la
mesa, estando el médium completamente quieto.
En la misma sesión, y it petición de los asistentes, se produjo
un ruido que imitaba á un lápiz escribiendo debajo de la mesa.
El dia 27 de Mayo los fenómenos de percusión fueron mas cu-
riosos. Parecía que en el pavimento del comedor en que nos ha-
llábamos, y en el cual entraba Slade por primera vez, picoteaba un •
grupo de pollos, y algunos de los concurrentes sintieron golpes no
muy agradables en la suela de los zapatos. El comedor estaba ilu-
minado por dos lámparas, y el médium, sentado y aislado.

B) Movimiento de cuerpos con contacto del medium.


El fenómeno más curioso de este grupo, fué la levitación com-
pleta de la mesa que utilizamos en las sesiones (1). Con la simple
imposición de las manos, la mesa se levantó por encima de nues-
tras cabezas, volviendo después á su sitio en menos tiempo del
que se emplea para contarlo. Sin tratar de hacer ostentación de
fuerza y destreza, diremos; que hallándonos mejor dotados que el
médium, nos fué imposible imitar el mismo fenómeno.

(1) Era una mesa de abeto, pintada de negro, de O in 74 de al-


tura, por 1 In 08 y 1 in 02 de superficie, y sin ningún mecanismo.
EXP. CON E. SLADE 275

C) Movimiento de cuerpos mas ó menos pesados, sin con-


tacto con el médium.
Hemos presenciado este fenómeno diferentes veces. El dia 29
Abril 1886 por la mañana, estaba sentado Slade frente á una ven-
tana con los piés dirigidos hacia nosotros. De repente, una silla
situada á 1 In 20 de distancia, die) media vuelta, y vino ä echarse
sobre la mesa como atraída por un imán.
El 11 de Mayo del mismo ario, á las 3 y media de la tarde, ha-
llándose sentado Slade en su posición ordinaria, se desplazó un
baúl colocado á 75 centímetros de su silla, con movimiento lento al
principio, viniendo luego hasta la mesa que rodeábamos, golpeán-
dola con violencia. Stade estaba sentado de espaldas al baúl, mien-
tras que M. A. y yo, nos hallábamos de frente al mismo.
El mismo día, una silla colocada al lado del mueble en cues-
tión, fué volcada á más de dos metros del médium.
Al día siguiente, una silla fue lanzada como por un resorte, á
1 rn 50 de altura.
Inmediatamente de haberse realizado el fenómeno, examina-
mos detenidamente los muebles, paredes y suelo, y nos convenci-
mos, de que ninguna hipótesis física podia dar de él una explica-
ción satisfactoria.
En varias sesiones hemos visto separarse de la mano de Stade
una pizarra encuadrada (modelo Faber número 7) y venir ä colo-
carse en nuestra mano, después de haber recorrido la mesa por
debajo, y en toda su longitud (1 tn , 08). En el instante que tratába-
mos de cojerla, experimentábamos una sensación de resistencia,
como si älguien sujetase la pizarra entre sus manos. Mientras te-
nía lugar esta manifestación, el médium mantenía quietas sus ma-
nos y extremidades inferiores. Teniendo Stade un lápiz apoyado
sobre la pizarra, hemos visto en diversas ocasiones corno el lápiz
describía un semi-circulo, que iba á parar en la parte inferior del
centro de la mesa, y por último, venía á caer en medio de la pi-
zarra.
En muchas circunstancias vimos, que la pizarra, antes de colo-
carse directamente en la mano de la persona que estaba enfrente
de Slade, se manifestaba en la extremidad opuesta de la mesa,
la cual el médium daba la espalda, y una vez en dicho sitio, pro-
ducía algunos golpes como si quisiera llamar la atención; de tal
modo, que parecía sostenerla una mano invisible por la extremi-
dad superior.
En estas diversas experiencias, no solamente no ha producido
el médium movimiento alguno sospechoso, sino que ha procurado
276 SEGUNDA PARTE
reprimir sus movimientos reflejos, á los que se halla muy predis-
puesto.
Entre el género de fenómenos comprendidos en este articulo,
puede incluirse el hecho siguiente que hemos observado en medio
de toda clase de precauciones. Slade pasó la mano por encima de
una cajita cubierta de cristal, que contenía una aguja imantada.
En la primera tentativa, nada se produjo, pero al repetir la manio-
bra por segunda vez, pronunció en inglés las siguientes palabras.
«¡Queréis hacer el obsequio de hacer dar vueltas a la brújula?» y
en el momento que acabó de pronunciar dichas palabras, la brú-
jula se agitó violentamente, dando varias vueltas sobre su eje.
Este fenómeno tuvo lugar en un entresuelo que no tenia nin-
guna instalación eléctrica, y sabemos, que las habitaciones situadas
por encima del piso en que se realizó la experiencia, no estaban
alquiladas por el médium.
Por otra parte, esta manifestación que fué intentada otras ve-
ces aünque sin resultado, no podía tener preparación, porque Sta-
de ¿y iteraba nuestros propósitos.

D) Objetos que se rompen al simple contacto del médium.


En seis ocasiones diferentes, hemos presenciado la rotura en
varios pedazos, de una pizarra en que Slade aplicó su mano. Este
fenómeno, iba precedido de una sensación de dolor, en el brazo co-
rrespondiente ú la mano que contactaba con la pizarra.
En este momento tenemos ante nuestros ojos cuatro de estas
pizarras rotas, con sus correspondientes marcos de boj. Varias
veces hemos intentado romper pizarras análogas, dando muchos
golpes sobre la mesa, ó tratando de doblarlas, y nunca lo pudimos
conseguir.

E) Materializaciones. Aparición de manos visibles d la


luz natural. Contactos.
El día 12 Mayo 1886 lt las 11 de la mañana, asistimos á una se-
sión en casa de Slade. Mientras este y nosotros teníamos las
manos sobre la mesa, vimos con toda claridad los dedos y la par-
te anterior de una mano, que avanzaba hácia nosotros. No cree-
mos haber sido víctimas de una alucinación, porque permaneci-
mos tan serenos, como si nos halláramos en una sesión de patolo-
gía experimental. M. N. que asistía lt la sesión, vió así mismo este
fenómeno.
Slade nos invitó entonces It colocar la mano encima de la mesa,
para sentir un contacto, pero no sentimos nada.
EXP. CON E. SLADE 277
Enseguida tomó el médium una pizarra, y nos invitó á sujetarla
por uno de sus extremos; de repente sentirnos el contacto de una
mano fría que paseó sus dedos sobre la parte anterior de nuestro
antebrazo derecho. Dejamos la pizarra, y cogiendo la mano de Sla-
de nos convencimos, de que la misteriosa extremidad no pertene-
cía al médium, porque las manos de este, tenían la temperatura
normal. Miramos debajo de la mesa, y nada encontramos que pu-
diera explicarnos el hecho.
CAPITULO y
Experiencias de Donald Mac-Nab, realiza-
das el ario 1888, en París.
(Extraet. del «Lotus rouge.»—Oct. y Noviembr. 1888).

I.—CONDICIONES DE EXPERIMENTACIÓN
Mis observaciones abrazan un período de tres meses, durante
los cuales apenas realicé una sesión semanal. Siempre he opera-
do en el mismo local, y en todas las sesiones, han asistido casi los
mismos concurrentes. En una sesión que se celebró fuera de mi
casa y ä la que concurrieron 15 personas, no se obtuvo ningún fe-
nómeno; otra sesión celebrada en mi casa con asistencia de 14 per-
sonas, también dió nulos resultados, yen una tercera ä la que asis-
tieron 5 ó 6 personas, los resultados fueron bastante medianos.
Regularmente asistían en las sesiones de mi casa, cinco 6 seis
personas, y en todas, salvo en una, se realizó alguna manifes-
tación.
Atribuyo esta falta de éxito, á un tiempo frío y lluvioso.
... Siempre me serví del mismo médium, excepto en dos sesio-
nes, habiendo obtenido los mismos efectos ä pesar de la sustitu-
ción que hubo de hacerse.
Se denomina módittni, aquella persona por cuya mediación se
producen los fenómenos. Su papel estriba en suministrar la fuerza
néurica, ó psíquica. Con frecuencia es un instrumento completa-
mente pasivo. Aquel de que me serví, (M. F.) no es pasivo; su vo-
luntad entra en función, y difícilmente se pone cataléptico. Si
alguna vez ocurre esto, suspendo la experimentación; de manera,
que cuantos fenómenos se han producido, han tenido lugar, ha-
llándose, 6 pareciendo hallarse el médium en estado de vigilia, así
es que se comporta como cualquiera de los concurrentes.
El médium es un histérico bien caracterizado y profundamente
EXP. DE DONALD MAC-NAH. - 1888 279
meurósico; se duerme expontátteamente cuando quiere, y después
.de corta letargia, alcanza rápidamente el estado que los psicólogos
denominan, de percepción transcendente, y que el señor de Ro
.chas llama estado de relación. Alguna vez es objeto de incarna-
ciones, aunque procuro evitar tanto como es posible este peligroso
•estado. El médium es músico y tiene excelente temperamento de
artista, reuniendo esta última cualidad casi todos los médiums que
.que conozco.
Apesar de que por su mediación se ha hecho mucho espiritismo
fenomenal, no cree en el espiritismo, y está persuadido que la
causa de los fenómenos, es debida á fluidos ó esencias que salen de
.él, y que un teósofo llamaría su cuerpo astral. Con todo: es presa
.de entidades vampíricas que viven á sus expensas, absorviéndole
la fuerza vital que evoluciona en su organismo, y le sugieren ideas
.de suicidio. De ahí el estar enfermo física y moralmente. Se pone
muy nervioso cuando hace música. He visto salir con frecuencia
.chispas de sus dedos, cuando toca el piano en la obscuridad, y cu-
brirse las teclas de nubes luminosas. Jamás le he sorprendido en
fraude, aunque ningún interés podría tener en ello. Es amigo
mío; desde hace algunos meses vivo íntimamente con él, y me
'hallo completamente seguro de que procede con la mayor buena
(1) Por último; en su ausencia he obtenido los mismos fenóme-
nos con uno de mis amigos (M. C.) que por primera vez asistía
la sesión, y estaba ignorante de mis propósitos.
Nótese que algunos fenómenos parecen juegos de prestidigita-
ción, lo cual no debe asombrar, toda vez que los prestidigitadores
procuran imitar los fenómenos reales, pero basta asistir á una de
estas sesiones, para convencerse de que en ellas no interviene
para nada el artificio.
He carecido de los medios necesarios para experimentar en las
.condiciones rigurosas que exige la ciencia moderna, habiendo
procurado sobre todo, darme cuenta de los hechos, esperando que
los sabios harán más adelante experiencias definitivas.
Estas investigaciones aprovecharán ä la ciencia positiva ha-
ciéndole conocer nuevas leyes, dándole bases más extensas, y
sobre todo, evidenciando que los hechosadmitidos como sobrena-
turales, son del dominio de la naturaleza.

(1) Después de haber escrito Mac-Nab este artículo, encontró


'en su habitación una figura de cartón que no podía haber sido
aportada mas que por el médium, aunque éste pareció quedar sor-
prendido así que la viö. ¿Se trataría de un ensayo de fraude más
menos consciente, del que la mayoría de los médiums suministran
ejemplos?—A. R.
280 SEGUNDA PARTE

Los fenómenos producidos, pueden clasificarse de la manera


siguiente:
1.° Movimientos expontáneos de objetos, sin contacto; levita-
ción; escritura directa.
2.° Huidos y golpes.
3. 0 Fenómenos luminosos.
4.' Transporte de objetos.
5.° Aporte de objetos por desintegración.
6.° Materialización de fantasmas.
7.° Comunicación de pensamientos en estado de vigilia.

II. —MOVIMIENTOS EXPONTÄNEOS DE OBJETOS, SIN


CONTACTO.

El fenómeno de la cana me parece de los más curiosos, tanta


porque resulta fácil de comprobar ä causa de realizarse en plena.
luz, como por dar la clave de todos los movimientos de objetos sin.
contacto.
Sentado el médium, sostiene una caña entre sus piernas. AL
poco rato las separa con lentitud, y la caña permanece en su sitia
aunque inclinada un poco hacia el pecho del médium, y movién-
dose como lo hacen las agujas imantadas.
El médium estaba completamente inmóvil, y ä impulso de su,
voluntad hacía inclinar fa caña en todas direcciones, llegando a
tocarle el pecho, su extremidad superior, y en esta situación, for-
maba con el suelo un ángulo de unos 60". A impulso de la volun-
tad del médium, volvía la caña ä su posición primitiva.
Le hice repetir muchas veces la misma expe.riencia con tres.
cartas diferentes; una muy ligera, otra conteniendo un espigón,
de acero, y la última era un junco algo pesado. Esta diö los mejo-
res resultados.
Sabiendo que este fenómeno puede imitarse por medio de un,
cabello ó de un hilo muy fino, mis primeros cuidados fueron de-
asegurarme si existia semejante amaño, habiendo comprobado,.
que el fenómeno era completamente auténtico.
Coloqué luego á 10 centimetros de aquella carta, otra de bam-
bú muy ligera, y al instante fué avanzando hasta tocar con la pri-
mera.
Mientras se realizaba esta experiencia, el médium permaneció.
del todo inmóvil.
En virtud de lo que acababa de observar, hice las siguientes
conclusiones que las creo muy legítimas:
El equilibrio instantáneo que guardaba la caria durante su mo-
EXP. DE DONALD MAC-NAB. - 1888 281
vimiento, estaba mantenido; 1.° por la acción de la gravedad. 2."
por las fuerzas magnéticas del campo neurico del médium, y
por la voluntad consciente. En otros términos; las líneas de fuer-
za del campo neúrico, actuaban como un mecanismo de unión, en-
tre la caria, y la voluntad localizada en el cerebro.
Entre las muchas veces que se ha repetido la experiencia, ca-
sos ha habido en los que no (lió resultado.
Los señores Montorgueil, redactor del periódico Paris; de Ra-
chas comandante de Ingenieros; Gaboriati, director del Lotus, y
Froment, secretario del antiguo Isis, han sido testigos presenciales
de los fenómenos que acabo de reseñar. Esta experiencia es rigu-
rosamente científica, porque se produce siempre que se llenan
las condiciones requeridas.
Cuantas veces el médium exterioriza su campo néurico con un
esfuerzo de voluntad, siente enorme fatiga. Un hecho idéntico
ocurre en física.
Una máquina que desarrolla electricidad por el frote, no siem-
pre está en condiciones de desprender flúido; para que funcione
con regularidad, precisa que el disco de vueltas, que las superfi-
cies receptoras estén aisladas, que el aire no esté húmedo, etc.
El equilibrio de la caria tiene gran parecido con el equilibrio de
una muñeca de médula de saúco en un campo eléctrico, con la
sola diferencia, de que aquella, es impulsada en sus movimientos
por la voluntad.
Generalizando estas consideraciones se puede decir, que la vo-
luntad es una fuerza mngnética que actúa expontáneamente en tres
direcciones del espacio, en tanto que los centros de fuerza eléctri-
ca, obran solamente en una dirección.
Cuando la física y la química salgan de su peculiar rutina, con-
sideraran los centros de fuerza molecular, como expontaneidades
de grado 1, y las voluntades libres, como expontaneidades de un
grado 3.
Continuemos generalizando. Hemos visto como una caña se
movía expontäneamente en un campo psíquico, bajo la influencia
de una voluntad. Parece evidente que el mismo efecto debería
producirse con cualquier otro objeto, una mesa por ejemplo, uti-
lizando la voluntad de una persona que no fuera el médium, toda
vez que este, no hace otra cosa que suministrar el campo néu-
rico (1).

(1) Véase como se expresaba seis años más tarde, en medio


del sueño magnético, una señora amiga mía que jamás había leído
ni visto á Mac-Nab.
Un animal se compone de tres partes: el cuerpo material, el
282 SEGUNDA. PA RT E
g Cuáles son las demás voluntades que pueden actuar? Parece
demostrado después de las experiencias realizadas por los señores
Janet, de Bochas, etc., acerca del segundo estado, que en el hom-
bre existe cuando menos, una doble personalidad (1). Buscando
bien, encontraremos un gran número. Basta interrogar al sentido
íntimo, para asegurarse de que somos una colección de volunta-
des diferentes en lucha continua. Cada deseo que reprimimos, es
una voluntad reconocida; algunas veces forma parte del incons-
ciente. Cada una de estas voluntades puede desarrollarse momen-
táneamente de una manera anormal, y obrar en nuestro puesto si
se le deja el campo libre. Esto ocurre en los sonámbulos, y en el
estado segundo. Puede ocurrir que los movimientos expontäneos
del objeto, estén guiados por una voluntad que nos parece exterior,
y que momentáneamente adquiere un alto grado de conciencia.
Dicha voluntad, debidamente exteriorizada, constituye una parte
de nosotros mismos.
Todo el mundo sabe que una corriente eléctrica puede ser pro-
ducida sin aparato ad hoc, tal como pila, 6 maquina dinamo. A esta
clase de corrientes se las denomina inducidas, porque representan
un movimiento inducido por otro movimiento, en un medio apro-
piado.
Es así como puede entenderse una conversación telefónica en
un hilo, en cuyo extremo no existe ningún teléfono.

espíritu, y el flúido nervioso, que relaciona el espíritu con el cuer-


po. Para que el animal pueda moverse, es preciso que la materia
esté impregnada de una cantidad suficiente de flúido, para triunfar
de su inercia.
Cuando un médium se exterioriza, y carga con su flúido un
cuerpo exterior, una mesa p. e., constituye en esta mesa, una pro-
longación artificial de su cuerpo, que obedecerá á su espíritu, tan
pronto como esté lo suficiente vivificada. Mientras esto no ocurra,
la mesa no obedecerá mejor que un brazo más 6 menos parali-
zado.
La mesa no podrá ejecutar más que los movimientos compati-
bles con su estructura, pero si en lugar de una mesa, el médium
satura una inufieca articulada p. e., podrá hacer ejecutár ti esta
muñeca, todos los movimientos que toleran sus articulaciones. Si
se tratase de un cadáver, podría hacerle mover cual se mueve un
hombre vivo. La experiencia se ha realizado con éxito satisfacto-
rio por Horacio Pelletier, sobre un insecto muerto.
Por último; puede suceder que al espíritu del médium le sus-
tituya otra entidad inteligente 6 invisible.—A. R.
(1) Del resultado de mis experiencias, 'he venido á concluir
sencillamente la posibilidad de crear en un mismo sujeto diversas
personalidades ficticias, suprimiendo por un momento algunos re-
cuerdos, y exaltando otros.—A. R.
EXP. DE DONALD MAC-NAH. - 1888 283
Si el pensamiento es un movimiento, no deberá sorprendernos
que doquier se produce este movimiento, allí debe existir el pen-
samiento y la conciencia.
Para que se desarrolle una conciencia inducida, es preciso que
la conciencia inductiva dirigida por un ser vivo, ponga en movi-
miento dentro de un medio especial que es el campo neurico, los
centros de energía potencial. Si el movimiento inductor es muy
intenso, no deberá sorprendernos que el movimiento inducido
subsista más tiempo que la causa inductora, porque las pérdidas
de energía por inercia y resistencia pasivas, son casi nulas. La
causa inductora es por otra parte, una voluntad libre, y lo induci-
do, lo es también. Los centros de energía sobre los cuales actúa la
inducción, son llamados elementales por los teósofos.
Todavía existen otros centros de energia que podemos conver-
tir momentáneamente en centros conscientes é inteligentes. Estos
son, los residuos vitales de los difuntos, cuya potencia viva todavía
no se ha anulado. Llevan el nombre de elemen,tatios, y aportan en
la conciencia que momentáneamente les damos, cie' rtos elemen-
tos, tendencias, instintos propios ä los que han pertenecido, y
cuya interpretación irreflexiva, ha dado lugar al formidable error
de los espiritistas.
Ahora nadie debe asombrarse si digo que un objeto, una mesa,
en movimiento al parecer expontáneo, dé lugar ä manifestaciones
intelectuales, exteriores ä los asistentes, aunque sin serles del
todo extrañas.
He observado un gran número de veces estos movimientos, y
me limitaré ä citar algunos. -
En la primera sesión á que asistí, hice colocar al médium en-
tre M. R. y yo, porque á decir verdad, me hallaba dominado por
un gran excepticismo. La habitación en que estábamos reunidos,
se hallaba ä obscuras, y en tales condiciones, un velador situado
enfrente de nosotros aunque bastante alejado, se deslizó por el sue-
lo, contestando por medio de golpes, á muchas preguntas que le
dirigimos.
En otra ocasión y en presencia del ingeniero seruir Labro, se
reprodujo el mismo fenómeno en la obscuridad, y se agitaron ade-
más todos los muebles de la estancia. El velador se precipitó hacia
el suelo, la cama fue arrastrada, y todas las sillas que amueblaban
la habitación, fueron trasladadas de sitio y derribadas. Todo esto
se realizó en un momento, y en medio de una zambra espantosa.
Encendí la luz, y rápidamente cesó la agitación de los muebles.
Mientras tenían lugar dichas manifestaciones, el médium per-
maneció inmóvil y sentado en el sofá, entre M. Ft. y yo.
Apagada de nuevo la luz, oímos algunos golpes fuertes que
284 SEGUNDA PARTE

partían del piano, y á los breves instantes tocó este instrumento-


una melodía.
La obscuridad es una condición favorable á la producción de
los fenómenos, aunque suprime el testimonio de los sentidos.
Mucho deseaba obtener estos moyimientos en plena luz, y una
tarde, mientras nos hallábamos conversando enfrente de una ven-
tana, M. R., el médium y yo, oímos algunos golpes que partían
del piano. Dirigimos la vista hacia aquel sitio, y vimos con toda
claridad, que un trozo de bujía introducida en una palmatoria,
saltó como movida por un resorte hacia detrás del piano, de cuyo
punto la retiramos.
La experiencia que sigue, la verifiqué al resplandor de una
!ampara de fotografía, cuya luz roja permite distinguir bastante
bien los objetos. La primera vez tuvo lugar en presencia y con la
cooperación de los señores Labro y Geffroy, ingenieros de artes y
manufacturas, y la segunda, con los señores Labro y M... Th...
también ingenieros.
Nos colocarnos en pié alrededor de un velador, contactando
mútuamente los pies; apoyando la mano izquierda sobre el hombro
del vecino, y teniendo reunidas en paquete las manos derechas, en
un borde de la mesa. A una señal convenida, elevamos á un tiem-
po dichas manos a. la altura de 40 centímetros, y el velador se
elevó hasta tocarlas, cayendo nuevamente al suelo.
De nuevo colocamos las manos derechas en paquete, á 40 cen-
tímetros del velador, y á petición nuestra, se elevó hasta tocarnos
las manos, descendiendo enseguida con lentitud hasta descansar
en el suelo sin hacer ruido.
He sido testigo de muchos más movimientos de objetos, aun-
que se realizaron en la obscuridad.
Sin embargo; los concurrentes teníamos la costumbre de estar
relacionados por contactos; estábamos atentos al menor ruido, y
encendía la luz cuando lo creía conveniente, sin prevenir á nadie.
Un día fué desenvainado un sable de caballería que estaba en
un rincón de la estancia, y se encontró luego á mis pies; en otra
ocasión fué una campanilla...
Otro día fué levantada la cama á la altura de 50 centímetros,
permaneciendo suspendida durante medio minuto, con la particu-
laridad, de que el médium y yo, estábamos sentados en ella.
En casi todas las sesiones, el velador se eleva y queda suspen-
dido en el aire durante mucho tiempo. Su construcción es muy
sencilla, de suerte que al menor movimiento, cruje por encima
de nuestras cabezas.
Una vez se elevó, y percibimos el ruido de un lápiz que previa-
mente habíamos colocado sobre la tabla. Esta se hallaba rodeada

EXP. DE DONALD MAC-NAB. - 1888 285


de una pequeña galería, que era un obstáculo para que el 'lápiz ca-
yera. Cuando el velador llegó al techo, el lápiz escribió en él, es-
tas palabras; la muerte. En la actualidad todavía pueden leérse.
... No quise encender la luz mientras el velador estaba en el
techo, porque temía que se desprendiese sobre la cabeza de algu-
no de los concurrentes, mas á falta de una prueba de risa, empleé
el tacto como medio de comprobación.
Así, en una sesión ä obscuras, y cuando el velador estaba eleva-
-do hasta la altura- de mi pecho, lo palpé en toda.s direcciones sin
encontrar ninguna mano. Después traté de aproximarlo junto á
mí, experimentando gran resistencia. La fuerza no estaba aplica-
da en el eje, sino en el borde superior opuesto ä mi.
Una tarde se realizó en plEna luz la levitación del velador, per-
maneciendo suspendido algunos segundos, á la altura de 20 á :30
centímetros. El médium y yo teníamos aplicadas las manos enci-
ma del mueble, pero tengo la seguridad de que nuestros piés no
‚ejercieron el menor contacto.

II "—LAS LUCES

En todas las sesiones un poco notables, he observado siempre


algunos puntos luminosos semejantes á fuegos fatuos.
Se les vé aparecer en diversos sitios, como en el aire, en el sue-
lo, en las inmediaciones del médium, etc.
Algunas veces están dotados de vivo explendor, con cierto tinte
blanquizco semejante á la luz del magnesio. No iluminan los cuer-
pos que le rodean, pasan de un punto á otro corno pequeños co-
metas, y corren cual si fueran mariposas.
El día 8 Julio 1888, en presencia de los señores Gaboriau, La-
bro, Picard, y R... coloqué en la obscuridad tres placas gelatino-
bromuradas, sobre la mesa, y junto á mi. A petición mia, uno de
los resplandores vino ä colocarse de repente sobre una placa. Di-
cho resplandor era muy vivo, de color blanco, y corton9do por un
penacho semejante ä un remolino de humo blanquizco.
Tenía la forma de una pequeña lengua, y se dirigió á la placa
describiendo un zig-zag en forma de M, y al retirarse, aun ofrecía
mucho brillo.
Otra llama menos brillante se depositó por un momento en las
dos restantes placas.
Al desarrollar los clichés por medio del oxalato de hierro, pre-
sentaron la particularidad de cubrirse de efluvios análogos á los
que se obtienen con las descargas obscuras de electricidad. (Expe-
riencias del doctor Boudet de París) manifestándose de color vio-

286 SEGUNDA PARTE


leta, en lugar de los trazos negros que deja una simple impresión.
luminosa.
Como en las sucesivas placas que impresioné, siempre he en-
contrado trazos violetas, llego á suponer que independientemente
de la acción luminosa, se produjo en las placas una alteración
anormal de la sal de plata, debida á la acción química de aquella
sustancia luminosa.
Con objeto de asegurarme de que dichos efluvios no procedían
de una mala composición del bafio revelador, desarrollé al mismo
tiempo una placa nueva, que resultó absolutamente transparente
después de haberla fijado. Accidentalmente se me rompió una de
aquellas placas, pero aun conservo las dos restantes, en las que se
ve el zig-zag trazado por el pincel luminoso.
En una sesión hice llegar una de estas luces junto á mi nariz,
y senti un fuerte olor de ozono.
Las numerosas observaciones que tengo hechas acerca de este
particular, me permiten dividir estas luces en dos categorías.
Las unas son algo amarillas, y presentan un humo fosforescen
te bastante parecido al que emite el fósforo durante su oxidación
lenta.
La substancia de estas luces, ni es fósforo, ni ácido fosfórico.
Es lo que se denomina en química un estado naciente.
Otras luces, son blancas, no emiten humo, y tienen contornos
bien definidos.
En las condiciones con que yo las he observado, resulta impo-
sible imitarlas, puesto que se producen simultáneamente en di-
versos puntos bastante separados entre sf, cambian deforma, se
trasladan de un sitio á otro, y se manifiestan ante los ojos de los
asistentes.
Las formas que pude ver con limpieza, fueron; un ojo luminoso
coronado de un penacho; la mitad de una cara, y dedos lumi-
nosos.
Muchos indicios me obligan á pensar, que estos resplandores,
sirven para hacer visibles las formas que se materializan en la
obscuridad.
Una tarde hallándome alejado del médium, vi dos dedos; un
índice y un pulgar, amasando un cilindro luminoso.
En la sesión del 20 de Julio á la que concurrieron los señores
Labro, Th... y M... impresioné diferentes placas hallándome ale-
jado del médium. Este se sentó al piano, nosotros en el canapé, te-
niendo el velador enfrente, y la placa se colocó encima del vela-
dor. Las luces vinieron hasta la placa, retirándose inmediatamen-
te, y á continuación, se derribó la placa y el velador. Un poco más
tarde observamos que las luces revoloteaban á nuestro derredor.
EXP. DE DONALD MAC-NAH. - 1888 287
Suponiendo que se había roto el cliché, expresé mi disgusto por
semejante acontecimiento, y en el mismo instante que esto hacia,
una mano comprimió con fuerza mi hombro derecho, y el vela-
dor, con la placa intacta, se colocaron ä mi lado sin•hacer el me-
nor ruido.
Al desarrollar el cliché, se manifestaron efluvios violáceos é
impresiones negras, debidas seguramente ä dedos luminosos. Las
líneas dela mano quedaron perfectamente grabadas, tanto las que
corresponden ä los dedos, como á la palma.
Cuántas veces he intentado tocar estos resplandores, siempre
senti el contacto de dedos. En diferentes ocasiones he visto salir
manchas luminosas de los dedos del médium, por cuyo motivo no
puedo atribuir importancia ä las que se manifestaban léjos del
mismo, lo cual ha ocurrido innúmeras veces.
Con frecuencia he visto manchas fosforescentes en el suelo de
la habitación, persistiendo su presencia ä pesar de encontrarme en
una semi-obscuridad, y cuando trataba de tocarlas, huían delante
de mis dedos.
En los clichés que he conservado, se observa alrededor de la
huella de los dedos, una auréola especial que no existiría si se
tratase sencillamente de vestigios de dedos súcios. Por otra parte;
al examinar las placas antes de su desarrollo, siempre las encon-
tré muy limpias.
Aunque las mencionadas luces pueden ser imitadas frotándose
los dedos con fósforo, no es posible imitar sus cambios de forma y de
brillo, ni producirlas artificialmente en tan crecido número como
aparecen en las sesiones. Estas observaciones las he realizado con
cuatro médiums diferentes, y en condiciones de hallarnos ocupa-
dos en la obtención de fenómenos, interesantes por otros concep-
tos. No se trató pues de una alucinación, ya que además de no
haber sido yo solo quien presenció los hechos que acabo de na-
rrar, queda corno testimonio permanente, la impresión de mis
placas.

IV.—LA LEVITACIÓN DEL 'MÉDIUM.

Con frecuencia se produce la levitación del médium durante


las sesiones.
A uno de mis amigos, escultor de profesión que también es
médium, le ha ocurrido varias veces este fenómeno. Una vez nos
dijo que se sentía ascender junto con la silla en que estaba senta-
do. En efecto; el cambio de voz nos indicaba que iba separandose
de nuestro lado, y al encender la luz, le encontramos sentado en
la silla, encima de la cama.
17,

288 SEGUNDA PARTE

En otra ocasión quise iluminar la estancia en el momento que


se elevaba, sentado en el taburete del piano, pero inmediatamente
cayó al suelo desde unos 50 ó 60 centímetros de altura, rompiéndo-
se una pata del taburete. Presenciaron el hecho, los tres ingenie-
ros, señores Labro, Th. y M.
Conceptuando de mocita importancia poseer una prueba palpa-
ble de la levitación, pude conseguirlo colocando en el suelo un
trozo de tela indiana poco resistente, y en el centro de ella, situa-
mos una silla en la que se sentó M. C. El otro médium M. F. no
estaba presente.
Cada uno de los concurrentes cogió un ángulo de la tela, y
como éramos cinco, se situaran dos personas en uno de dichos
ángulos. Apagamos la luz, y casi en el instante percibimos que la
silla se elevaba, volviendo luego á descender con lentitud.
La tela no estaba tirante, y al menor esfuerzo se habría rasgado.
Esta experiencia dejó estupefacto á M. C., y la presenciaron
M. R., dos señoras, y yo.
No creo que pueda objetarse nada á esta experiencia, porque
del modo que estábamos colocados, era imposible nos pasara des-
apercibido el curso de esta manifestación.
La levitación no es precisamente según algunos creen, la mani-
festación de una fuerza que actúa en sentido vertical.
En presencia del señor de Rochas se produjo el hecho siguiente,
que he observado en casi todas las sesiones.
«M. C. estaba sentado de espaldas á la ventana, hallándose la
habitación á obscuras. De repente fué trasladado con su silla cerca
.del piano, en donde permanecía el señor Gaboriau. 1) El acto fué
tan rápido, que el roído que hizo la silla al elevarse y descender,
fué casi simultáneo, inclinándose la silla durante el transporte,
unos 180°.
Los señores Montorgueil y de Rochas, comprobaron en diferen-
tes sesiones, que el médium, no empleaba ningún proceder gim-
nástico en su ascensión.

(1) El señor Gaboriau, dice lo siguiente ä propósito de este


hecho: «Habiendo el señor Mac-Nah iluminado de improviso la
habitación, vi al médium fatigado y cubierto de sudor, como si
acabase de levantar un gran peso. Estoy persuadido de que pasó
por encima de la mesa con su silla, puesto que la habitación era
muy reducida, y casi la ocupábamos por completo. En el supuesto
de que hubiese pasado por detrás de nosotros, debía forzosamente
rozarnos, máxime hallándonos ä obscuras.
EXP. DE DONALD MAC-NAD. - 1888 289

y .—MATERIALIZACIÖN DE FORMAS HUMANAS

Con bastante frecuencia, han recibido los médiums fuertes


'bofetones, en plena luz.
Se oye el ruido, queda impresa en el rostro la forma de los de-
-dos y el aumento de coloración, pero nada más se observa...
Cuando los toques y contactos se producen en la obscuridad,
.es dificil decir á quien pertenecen las manos que tocan. En dife-
rentes ocasiones hallándome solo con el médium y sentado en su
inmediación, he sentido contactos de cabezas encubiertas, y toques
de manos, cabellos, y velos de gasa, que no podían ser producidos
pär el médium ; dada la posición que ocupaba.
En lascondicionesde mediumnidad débil en que he operado, no
duran mucho tiempo los contactos, siendo éstos de corta duración
'y ligeros, como sucede al tocar un objeto que quema t Cuando hay
interposición de ropa, el contacto es mas prolongado, y en el ins-
tante que se enciende la luz, desaparecen las incompletas formas
que producen las manifestaciones, sea porqué la luz las disuelva
instantáneamente, ó bien porque la materia de que se componen,
no proyecte elementos visibles,..
Hallándonos en una habitación cerrada con llave, sentados en
semicírculo enfrente del médium, y éste con las manos apoyadas
.en las rodillas, vimos a media luz como se materialiM una mano,
sobre el hombro del mediata.
Se bajó de nuevo la luz, y apareció una mano pequefia, calien-
'te y húmeda, que no tenía ningún parecido con las manos de los
.concurrentes.
En el momento que se retiraba, toqué por tut instante un pe-
dazo de gasa blanca, que probablemente envolvía la parte superior
del antebrazo. (1)

(1) El artículo de Mac-Nah contiene muchas mas experiencias


referenles a materializaciones completas, aportes, y escritura di-
recta, así como un interesante ensayo de explicación de estos
fenómenos.—A.

19
CAPITULO VI

Experiencias del senor F'elletier

(Extracto„cle la relación inserta en L'Initiation de Julio 1891,


por el señor Lernerle, ingeniero y antiguo discípulo de la Escuela
politécnica).

... En una pintoresca aldea de las márgenes del Loire, realizó


el señor Pelletier sus pacientes estudio, rodeado de sencillos y
honrados labradores...
A pesar de que no contaba más que con tres sensitivos, y las
sesiones tuvieron que realizarse al mediodía, acompañándolas
intenso calor, se llegó á obtener resultados muy notables.
El primer fenómeno que se produjo fué el siguiente:
Se situó encima de una mesa, un recipiente con agua; varios
sensitivos pasaban sus manos á la distancia de 5 6 10 centnnentros
de la superficie, evitando el menor contacto con el mueble. Al
poco rato, el líquido empezó ä dar sacudidas, según ocurre cuando
un pez salta fuera del agua. Todos los concurrentes estaban in-
móviles, quedando, persuadidos de que era preciso golpear con
fuerza en el suelo, para conseguir un efecto análogo al menciona-
do. El movimiento impreso al agua por medio del soplo, dä lugar
ondas que no tienen este carácter de impulsión brusca. Estos
hechos, se producen algunas veces ä un mandato del señor Pelle-
tier, y en otras ocasiones, tienen efecto en medio del más absoluto
silencio.
Dichas sacudidas se presentan por intérvalos, habiendo obser-
vado, que entre la extremidad de las manos y el agua, se producía
una corriente que daba la sensacióu muy limpia de un aire fresco.
En ciertos momentos los sensitivos decían tener frío, lo cual
contrastaba cop el intenso calor de la estancia. Creyendo aumen-
tar la intensidad del fenómeno, dispusimos que los sensitivos se-
EXP. DEL SESOR PELLETWIt 291
colocaran uno detrás de otro, en isónomo, y el resultado fué con-
traproducente.
Enseguida experimentamos sobre una aguja imantada, de unos
doce centímetros de longitud, y colocada sobre un eje vertical.
Tan pronto como la aguja estuvo orientada, pasaron los sensi-
tivos sus manos, juntos y aisladamente, por diversos puntos de la
aguja, y ésta ejecutó algunos movimientos que no dejaron satisfe-
chos ä los concurrentes, porque sospechábamos que podían ser
debidos á la agitación de las capas de aire, provocada por los mo-
vimientos de las manos.
Para solventar esta duda, tomamos un hilo de plomo montado
sobre un poste metálico, el cual situamos en el meridiano magné-
tico, ä fin de determinar exactamente el plano de este meridiano,
con el eje de la aguja. Estando las manos completamente inmóvi-
les, comprobamos algunas desviaciones en declinación, aunque no
constantes, pues se trataba de impulsiones, después de las cuales
renacía el equilibrio, 41ue iba precedido de las oscilaciones ordi»a-
rias.
A falta de aparato para medir el valor de estas impulsiones, es-
timamos en 20" cuando menos, la amplitud de la desviación, ä par-
tir del equilibrio.
Inútil es decir, que el fenómeno se produjo de igual manera
cuando la mano se hallaba en el meridiano, que al hallarse perpen-
dicular á este plano. Hemos observado que durante el ex perimen-
to, las oscilaciones hechas por la aguja al recobrar su equilibrio
estaban como amortiguadas, pareciendo que se movía en un medio
más resistente.

Lo que precede solo concierne á los movimientos en declina-


ción, por más que la aguja puede adquirir algunos movimientos
en inclinación, según el modo de suspensión; pero aquellos, no los
hemos creído lo suficiente precisos, toda vez que la movilidad en
el piano vertical era mucho mayor, y podían zttribuirse al sitnple
movimiento respiratorio de un concurrente inmediato.
Con el péndulo de médula de saúco, las manifestaciones no fue-
ron muy caracterizadas.
Más tarde situamos sobre el velador, dos porta-läpiz; uno de
plata, bastante pesado, y otro de aluminio muy ligero. Los sensi-
tivos permanecían sentados enfrente de la mesa sin tocarla, y á
los pocos minutos, dió el portalapiz de aluminio diferentes vuel-
tas sobre sí mismo, inclinándose tan pronto en un sentido, como
en otro. Un porta-plumas de madera ordinaria, y una caja redon-
da de tres centímetros de diámetro, fueron trasladadas por la fuer-
za invisible, desde un borde de la mesa, hasta el opuesto.
292 SEGUNDA PARTE

Unos tapones colocados en el mismo sitio, realizaron de igual


manera los diversos movimientos mencionados en las comunica-
ciones del señor Pelletier, excepto saltar por fuera del velador, y
separarse una vez estaban juntos.
Estos movimientos ya habían sido obtenidos el día anterior, y
no debe causar asombro que no se haya repetido la serie, si se
atiende ä las muchas horas que duraba la sesión, y hallarse bajo
la acción de un calor sofocante.
La manera de ser de estos fenómenos, conduce ä asignarles
una causa de naturaleza intermitente, y que procede como por
emisiones separadas. Ningún hecho de los que se han observado
viene en apoyo de la existencia de una fuerza continua, por débil
que sea. Todo se realiza como por choques. El señor Pelletier ha
notado, que cuando se dirije ä los sensitivos con voz fuerte y man-
dato brusco, la emisión del flujo de fuerza psíquica es mayor. Esto
nos ha hecho pensar, que si el mandato brusco aumenta el flujo de
fuerza, es ä causa de la conmoción que experimenta el médium, y
para probarlo, rogamos en voz baja al experimentador para que
diese un mandato en cierto modo negativo, y en el instante que
en el tono que tenía por costumbre usar, dijo, «No se mueve», el
sujeto tuvo un sobresalto, y el objeto se movió.
Por lo que se refiere ä los movimientos de objetos muy ligeros,
nos permitiremos formular un deseo, y es el de que se hagan las
experiencias absolutamente concluyentes, tomando para ello las
mayores precauciones contra la acción del soplo, ó de la simple
respiración de los sujetos. Esta es la primera idea que acude ä
toda persona que presencia estos movimientos.
Estamos completamente seguros que la mayoría de los fenó-
menos que acabamos de mencionar, eran completamente inde-
pendientes de esta causa, pero muchos otros que hemos pasado en
silencio, podían en rigor haberse atribuído ä ella.
Antes de terminar estos apuntes, daremos cuenta del movi-
miento de la mesa, sin contacto.
Sentados los sensitivos alrededor del velador, (1) apoyaron sus
manos encima con objeto .de saturarlo, y ä los pocos minutos las
levantaron ó la altura de 10 centímetros. En tal situación, y com-
pletamente aislados de la mesa, esta se elevó algunos centímetros,
volviendo enseguida ä descender (2).

(1) Estaba construido de madera de encina, y pesaba 10 kiló-


gramos.
(2) En un articulo publicado en la Initiation (marzo de 1893),
el señor Lemerle vuelve ä tratar de esta experiencia, apropósito
de los estudios hechos en Milän, por los señores Richet y Aksakof,
EXP. DEL SEÑOR PELLETIER 293
Esta experiencia se reprodujo 4 ó 5 veces en idénticas condi-
ciones, es decir, recargando cada vez el mueble por medio del
contacto, pues el serior-Pelletief opinaba, que en cada movimien-
to obtenido, se producía una suerte de descarga. Con todo; des-
pués de haberse producido un movimiento, quedamos con las
manos en el aire, reproduciéndose aquel por dos veces, sin nuevo
contacto.
Es imposible ver nada más limpio y cierto.

con Eusapia, y dice; que en su producción concurrieron todas las


circunstancias que dichos sertores juzgan necesarias para estable-
cer la certitud del fenómeno. En electo' , este se produjo á las 3 (le
la tarde de un dia del mes de Junio.
El velador pesaba 12 kilógramos, y rué proyectado diversas ve-
' ces á unos 7 ú 8 centímetros del suelo.
«Los sujetos estaban de pié, y yo me hallaba ii 2 m 50 del grupo,
con objeto de tener en mi campo visual, las patas del velador, y los
sensitivos. Nadie más había próximo al grupo. Este se hallaba si-
tuado enfrente de la ventana, lo cual me permitía asegurarme de
que no realizaba ningún contacto con el mueble, . tti con las ma-
nos, que estaban colocadas en un plano horizontal á 10 centíme-
tros del velador, ni con el cuerpo de los sujetos, que estaba lo me-
nos á 20 centímetros del borde de la mesa, ni menos con los piés
y piernas, que todavía estaban mas separados Entre los 3 sujetos,
había dos hombres, cuyos pantalones no podían henchi rse, y una
señora, a, la que se le separó hacia atrás, la falda de su vestido. Nin-
guno de estos sujetos entró en trance y tampoco presentaban la
agitación acusada por Eusaida. Todos estuvieron absolutamente
inmóviles durante el experimento.»
CAPITULO VII

Experiencias del doctor Pablo Joire

(Extrac(o de la Tfl:vw im HYPNOTISN1E Octubre de 1895.)

I.—Estado primitivo
Para producir el estado medianimico pasivo ó inducido, (1)
pongo en práctica habitualmente los procedimientos que siguen.
Hago colocar de pie al sujeto, y después de vendarle los ojos
con un pariuelo, le aconsejo que cierre los párpados, y procure
aislarse de toda preocupación. Enseguida empiezo á darle pases,
desde la cabeza å lo largo de los brazos, y á los pocos minutos ob-
servo un cambio en la fisonomía del sujeto, en la que se refleja la
impasibilidad. Muy pronto se nota un ligero parpadeo, menos pro-
nunciado y convulsivo que el que caracteriza la letargia.
En la actitud general del cuerpo del sujeto se observan ligeras
oscilaciones, pareciendo que guarda un equilibrio instable, cuyas
oscilaciones se asemejan it las que produce un arbusto cuando es
impelido por una brisa ligera.
Durante este tiempo, los reflejos no son abolidos ni modificados;
la hiperexcitabilidad neuro-muscular no existe; la sensibilidad cu-
tánea es normal, tanto al tacto, como al dolor, y temperatura.
Las funciones de los sentidos no están abolidas, pero su sensi-
bilidad, á la vez que está muy desarrollada para todo lo que proce-
de del hipnotizador, es al contrario aminorada para las impresiones

(1) El doctor Joire, distingue el estado medianimieo pasivo


en que el sujeto es movido por una acción exterior, del estado
medianímico activo, en que el sujeto actúa sobre los objetos exte-
riores.—A. R.
295
EXP. DEL Dit. PABL9 JUME
-exteriores. Los movimientos del corazón no se modifican; la res-
piración es lenta y profunda.
Las extremidades no se hallan relajadas como en la letargia.
Cuando se trata de cambiarlas de sitio, no ofrecen ninguna resis-
tencia. Si se levanta una mano y luego se la abandona, cae por su
propio peso.
En este estado, el sujeto no es sujestible, ni por la palabra, ni
por intermedio del sentido muscular.
Si los fenómenos somáticos son negativos y revisten poco in-
terés, no sucede así con los de otra categoría. Esta categoría de
fenómenos se distingue particularmente, por impulsos de un ca-
rácter especial que los comunica ä voluntad el hipnotizador, sobre
el sujeto.
Los más sencillos se obtienen, dando pases magnéticos con
lentitud ä lo largo de un miembro, sin tocarlo. Con este procedi-
miento se obtiene la elevación, movimiento, y flexión de una extre-
midad, la que obedece duna manera absoluta á los movimientos
de la mano directriz, hasta provocar los más complicadcs ac-
tos. (p
...Cuando se produce la elevación de un miembro por medio
-de este proceder. y luego se le abandona ä la posición que Acaba
de adoptar, permanecerá en dicha actitud durante largo rato, sin
.que el sujeto experimente la menor fatiga...
El esto de una extremidad, puesta en movimiento por medio
.cle los pases hechos á distancia, no es el mismo que cuando aqué-
lla se levanta con la mano.
Estos movimientos de traslación se pueden obtener, lo mismo
para la totalidad del cuerpo de un sujeto, que para un miembro
'en particular. Así, cuando me sitúo ä cierta distancia del sujeto,
puedo hacer inclittar su cuerpo ä la derecha ó á la izquierda, hacia
'delante, ó hacia atrás, según la ruta que le indico por medio de
mis manos en el aire...
Devuelvo el individuo ä su estado normal. dándole pases trans-
versales delante de su cara, y soplándole los ojos. Con frecuencia
recuerda el sujeto cuantos actos ha verificado durante el estado
median ímico pasivo. (2)

(1) En concepto del sefior Joire, se obtienen en este estado


rnedianímico, los fenómenos de transmisión del pensamiento y
.sujestión mental.—A. R.
(2) Tanto esta clase de memoria, como la conservación de la
.sensibilidad cutánea y ausencia de sujestibilidad, parecen indicar
un estado más próximo ä la vigilia, que el designado por mi, con..
el nombre de estado de credulidad.—A. R.
296 SEGUNDA PARTE

Con el fin de conocer las impresiones que sentia el sujeto du-


rante semejante estado, y saber el cómo y por qué obedecía ä
órdenes que se le comunicaban, le desperté algunas veces brus-
camente, en el instante que acababa de cumplir un acto deter-
minado.
... Los sujetos se muestran unánimes en declarar, que antes de-
realizar el acto, sienten una impulsión muy bien determinada que-
les obliga A cumplirlo.
«Experimentamos (decían) una sensación indefinible. como.
jamás hemos sentido en ninguna circunstancia.-«Yo sentí (dijo
uno de ellos) una ligereza extraordinaria en los brazos, que pare-
cía habían perdido su pesantez; después sentí que in i brazo se se-
paraba de mi cuerpo, y se elevaba en el aire A pesar mío.»
Otro me dijo que sus brazos se dirigían hacia delante, contra
su voluntad, y de un modo irresistible, y efectivamente, al princi-
cio de la experiencia, dirigí sus brazos hacia delante, cruzándolos.
sobre el pecho. •
Otros sujetos me han dicho, que la impulsión era tan fuerte,
que parecía les tiraban por la manga de su vestido.
En los movimientos de locomoción total, todos afirman que se
sienten atraídos hacia delante, de un modo irresistible.
... Todas estas experiencias las he realizado en medio de dis-
cípulos desprovistos de prejuicios, aunque algo excépticos, pero.
que sin embargo estaban animados de los mejores desees de estu-
diar y analizar los fenómenos.
Por otra parte, se trataba de jóvenes inteligentes, elegidos entre.
los que estaban acostumbrados ä las observaciones fisiológicas.
He experimentado con sujetos de ambos sexos, y los resultados.
que he obtenido, han sido absolutamente idénticos.
El estado de la temperatura y las variacienes atmosféricas,
ejercen una influeneia considerable en los resultados que se pue-
dan obtener.
Una temperatura elevada, con tiempo claro y apacible, facilita.
el desarrollo de los fenómenos, en tanto que un tiempo frío, hú-
medo y agitado, lo dificulta.

1 1—Estado activo
... Por de pronto (1) se observa una moderación en los movi-
mientos respiratorios, los que asimismo se hacen más profundos,
el pulso es más fuerte y rápido.

(1) Dice el doctor Joire, que el estado en que se producen es-


tos fenómenos y que denomina estado medianinitco inductor,
texT. DEL DB. PABLO JOIRE
De vez en cuando, después de algunos suspiros, aparece el,
bostezo, al que acompaiía el hipo, y éste es reemplazado con fre-
cuencia por simples contracciones de la faringe, 6 por espasmos de
risa. La mirada expresa el éxtasis, y el rostro cubierto de sudor,
tan pronto adquiere el color encarnado, como se vuelve Olido.
Poco ä poco los ojos se ponen brillantes, húmedos, y muy
abiertos, los labios se animan con una sonrisa especial, y la fisio-
nomía expresa el éxtasis voluptuoso.
Durante estas crisis, se observa una hiperestesia general muy
pronunciada, sobre todo, una sensibilidad muy viva para la luz.
Una luz viva tí que se produzca bruscamente, ocasiona profun-
dos trastornos en el sujeto, tales como palpitaciones, respiración
acelerada, temblor general, y á veces convulsiones.
Cuando el sujeto se encuentra en el estado medianimico activo,
ejerce una influencia sobre los seres que le rodean, tanto animados,
como inanimados.
Nos limitaremos it enumerar los principales fenómenos que
dicha influencia puede producir, los cuales pueden ser infinita-
mente variados en sus combinaciones.
1." El sujeto puede hacer sentir su influencia sobre las per-
sonas inmediatas, atrayeadolas, repeliéndolas, ó tocándolas á
distancia.
2.° Sobre los objetos inanimados, produce movimientos de
atracción, repulsión, y levitación.
Conviene hacer notar, que al producirse estos últimos fenóme-
nos, las extremidades del sujeto se ponen rígidas, y el cuerpo con-
vulso.
Aún tratando de producir un movimiento á distancia, el sujeto
se inclina hacia dicho objeto, colocándose en la posición más fa-
vorable al desarrollo de todas las potencias de su organismo, y por

puede determinarse expontäneamente bajo la influencia de una


magnetización, que lleva al sujeto á lo qué yo denomino 3." esta-
do, en mi libro sobre la exteriorización de la sensibilidad. El autor
afIade, que los sujetos que poseen la propiedad de actuar á distan-
cia sobre objetos inanimados, es muy rara. A pesar de ello, ha
podido encontrar algunos sujetos que tienen semejante poder.
La mayoría pertenecen al sexo femenino, tienen trazas de his-
téricos, y se hallan entre las personas de 18 á 40 arios de edad. «Con
gran frecuencia se observa, que la histeria que padecen estos su-
jetos, es de forma erótica, y en todas ocasiones se puede observar
la preponderancia más 6 menos grande de las funciones de la mé-
dula espinal, sobre las del cerebro, es decir, de la esfera de los
centros nerviosos de automatismo, sobre la esfera de los centros
nerviosos de la voluntfol y de la conciencia.—A. R.
298
SEGUNDA PA RT E
ultimo, gasta en realidad una suma de fuerzas más considerables,
que la que exige el efecto producido de una manera normal.
3." También puede actuar el sujeto por medio de la sujestión
mental, sobre las personas que le rodean, provocando en ellas
verdaderas alucinaciones, y estando relacionada su intensidad,
con la disposición particular de las personas que reciben la sujes-
tión. Estos diferentes fenómenos pueden combinarse de muchas
maneras, y ocasionar fenómenos complexo.
Al terminar la crisis, el estado del sujeto cambia completamen-
te; la excitación es reemplazada por un agotamiento considera-
ble del sistema nervioso; el rostro adquiere una expresión de
•sufrimiento y fatiga, existe gran decaimiento, del que logra resta-
blecerse el sujeto, después de un sueño más 6 menos profundo. La
sensibilidad de la vista y del tacto, se conserva, pero el recuerdo
-de cuanto ocurrió durante la crisis, generalmente se borra ..
CAPITULO VIII

Las mujeres eléctricas

Un estudio más profundo de la electricideul animal, y


una comparación entre sus efectos y los de la electricidad
atmosférica, permitirá algún día que nos demos en parte
cuenta, de los hechos extraordinarios expuestos en capítu-
los precedentes.
He verificado algunas investigaciones y experiencias to-
cante á este asunto, pero todavía no he conseguido resulta-
dos precisos. Entretanto referiré algunos hechos notables
citados por testimonios de valía.
En las Experiences sur le Galvanisme de Humbold (1), se
cita el nombre de varios individuos cuyo cuerpo despren-
día fuego, al andar.
Mussey (2) refiere el hecho de una mujer de :30 años, de
un temperamento nervioso, quien durante una aurora bo-
real se cargó súbitamente de electricidad, y cuya presencia
se manifestó por medio de chispas, en un momento que por
casualidad tocó con un dedo el rostro de su hermaño. Este
fenómeno persistió durante dos meses y medio, con inten-
sidad variable.
Cuando 'se encontraba en las condiciones más favorables
y dirigía su dedo hacia una bola de cobre, entonces llegaba
ä despedir cuatro chispas de 3 centímetros de largo, cada
minuto.

(1) París, 1799, pág. 428.


(2) Extraordinari, case of Yntnial electricety (American jouru.
of. med. Sc. 1837. T. XXI p 377 )
300 SEGUNDA PARTE
• En el Libéral du Nord (lel día 4 Abril 1837, apareció la
siguiente noticia que fué reproducida más tarde por varios
periódicos.
Una mujer parió ayer un nino, que produce descargas eléctri-
cas como un torpedo.
Dicho niño es de constitución robusta, y en el momento de
nacer, ha sido colocado en una cuna de mimbre, aislada por media
de piés de cristal. Por espacio de 24 horas ha conservado esta no-
table propiedad, hasta el punto, que el médico que asistió al parto,
pudo cargar una botella de Leyden y.realizar una porción de ex-
periencias.
El Pelil Moniteur unirersel du soir, del 8 de Marzo 1869,
relata un hecho análogo, segän el Memorial de la Loire.
Se trata de un niño que nació en el pueblo de Saint-Urbain,
íluien parecía rodeado de un resplandor blanquizco. Los objetos
de pequeño volúmen, tales como cucharas, cuchillos, etc., se po-
nían ä vibrar en el momento de situarlas en las inmediaciones,de
los pies ó manos del mencionado niño, quien murió ä los 9 meses.
desprendiendo efluvios luminosos (1).
En 1839, dos muchabhas de 18 á 20 anos que se hallaban
en el pleno goce de su salud, producían en Smirna fenó-
menos extraordinarios, de los cuales dä cuenta en el «Echo
de l' Orina» correspondiente al 9 de Marzo, un escritor poco
familiarizado con el lenguaje científico.
Colocadas en el centro de una mesa recubierta de cera, se per-
cibían inmediatamente una série de crujidos semejantes ä un mo-
vimiento de dislocación; ä estos crujidos seguían vivas conmocio-
nes y sensibles detonaciones, estando las puertas de la habitación
perfectamente cerradas. Se ha visto moverse sola, la tabla encues-
, tión, ä pesar de estar separada de todo contacto, y recorrer así
cerca de un paso, como impulsada por pequeñas sacudidas. Cuan-
do una de dichas jóvenes cambiaba de sitio, la mesa adquiría una
dirección análoga.
Una vez separada la tela encerada que recubria la mesa, el
movimiento moderó sensiblemente.
Todo esto se produjo en presencia de muchos médicos respe-
tables, y de personas recomendables por su elevado grado de ins-
trucción. Tratando de explicar estos hechos se ba creído recono-
cer, que las dos jóvenes están dotados de fluido eléctrico expon-

(1) L' Act dc magnHiser.—Paris 1886 p. 270.


LAS MUJERES ELECTRICAS 301
. täneo, en un grado desconocid0 hasta hoy, y que pueden compa-
rarse ä una botella de Leyden. En la una, su flúido elActrico seria
positivo, y en la otra negativo.
El célebre magnetizador Ch. Lafontaine dice, (1) que en
1833 ó 1834, uno de sus amigos se di rigió it Carcasonne en
compañía del señor Berthe, profesor de física en el semina-
rio de esta villa, con objeto de ver á una muchacha de 8 ä
9 años, que en ciertas ocasiones, por su sola presencia en la
, cocina hacía danzar las Cacerolas, badilas y tenazas. Trata-
ron de experimentar el hecho, y 1Ì pesar de haber permane-
cido con ella durante 6 ú 8 horas, nada ocurrió. Se marcha-
ron creyendo en una mistificación, pero aun no habían (lado
cien pasos, cuando la muchacha les llamó: . regresaron inme-
diatamente, y la vieron en el cent ro de la cocina, y todas las
cacerolas, tenazas, palas y cuanto era de metal, saltaba y
danzaba por el departamento.
El día 15 Enero dr 1846, se observó por primera vez en
el pueblo de Bouvigny, que una pequeña y robusta joven de
13 años llamada Angela Cottin, apática, física y moralmen-
te, presentaba de improviso fenómenos muy extraños; cuan-
tos objetos tocaba directamente, 1, por medio de sus vesti-
dos, eran violentamente rechazados. Algunas veces produ-
cía conmociones intensas en las personas que le rodeaban,
conservando esta propiedad con más ó menos intensidad,
durante un mes, ofreciendo intermitencias de 2 1) 3 días.
Este fenómeno fué'comprobado por grah número de per-
sonas, habiéndose realizado algunas experiencias, de cuyo
resultado ha dado cuenta el doctor Tauchon, (2). Dicho se-
flor vió por primera vez á Angela Cottin, el 12 Febrero, en
París, donde se la exhibía como una curiosidad.
En una nota que se leyó en la Academia de Ciencias, el
17 Febrero, el doctor Tauchou decía lo siguiente:

(1) Cornetio Agrippa (Epistol. XLIV. liv. II) mencioni una


observación hecha por uno de sus amigos, cura párroco de Sain-
le-Croix en Metz, acerca de un nulo sobrino suyo, que apareció
de repente envuelto en llamas, mientras que el seno de su madre
estaba cubierto de una auróola de fuego. Estas llamas no produ-
clan ninguna quemadura.
(2) Enquüte sur l' authentieW des phünoménes ele ,ctriques (1'
Anoelique Cottin.—París.—Germer Bailliere 1845. Folleto de 54
páginas.
7177'91"

302 SEGUNDA PAUTE

En las dos veces que vi ä la niffa eléctrica, produjo algunos fe-


nómenos que merecen consignarse.
Asi, una silla que yo sujetaba fuertemente con las dos manos y
un pie, fue 'Tila, en el instante que la niña tomó asiento en ella.
Una tirilla de papel que situé, en equilibrio sobre uno de mis
dedos, fue llevada como por una racha de viento.
Una mesa de mediano grandor, y bastante pesada, fue cambia-
da de lugar diferentes veces, ;il solo contacto de sus vestidos,
Una pequeña rueda de papel colocada vertical it horizontal-
mente sobre su ej(,, recibió un movimiento rápido, á causa de las
emanaciones desprendidas del puño y pliegue del brazo, de la niña
eléctrica (1).
Un sofá grande y pesado, sobre el cual me hallaba tendido,
fué llevado violentamente contra la pared, en el momento que la
niña vino ä mi lado.
Una silla fijada en el suelo por robustos brazos, y en la que yo
estaba sentado no ocupando más que la mitad, me fue arrancada
con violencia en el instante que la jóven se sentó en el sitio libre,
y cosa singular; cada vez que se separaba la silla, parecia adherir-
se á los vestidos de la jöven, siguiéndola por un instante.
Dos pequeñas bolas de corcho ó pluma, suspendidas por un hilo
de seda, son agitadas, atraídas, y ä veces separadas una de otra.
Las emanaciones de esta niña no son continuas, mostrándose
especialmente de 7 á 9 de la noche.
El punto de partida de estos eflubios, es la parte anterior del
cuerpo, y en particular, el puño y pliegue del brazo. Solo tienen
lugar en el lado izquierdo, apareciendo el brazo de este lado, bas-
tante caliente y tembloroso.
Durante el tiempo que observé ä la mencionada joven, su pulso
varié, desde 105, á 120 Pulsaciones por minuto, notándose además
alguna irregulafoidad en el mismo.
Cuando se la hace sentar en una silla sin tocar con los pies en
el suelo, ti bien cuando apoya los pies en alguna persona inmedia-
ta, el fenómeno deja de producirse. Tampoco se produce, cuando
sus pies se apoyan sobre un pavimento encerado, una lámina d e.
cristal, ó un pedazo de tafetán engomado. (2)

(1) Lafontaine que también fue uno de los observadores, dice,


(«pie cuando la niña eléctrica aproximaba su puño izquierdo á
una bujía encendida, la llama se ponia horizomal, como si la hu-
bieran soplado continuamente » (L' avt de matineti&u . p. 273).
El señor Pelletier ha observado el mismo fenómeno con al-
gunos de sus sujetos.
(2) El doctor Lemonier, médico en Saint Maurice (Orne), in-
siste en su informe, acerca de lo mismo.

LAS MUJERES F.Li:urateAs 303
Durante el paroxismo, d cha joven no puede ejercer con-
tactos con la mano izquierda, teniendo que dirigir el brazo ä
distancia, como si el cuerpo ardiera; cuando sus cestidos tocan los
muebles, los atrae, desplaza y cuelca. A cada descarga eléctrica,
procura huir, porque le ocasiona dolor, y dice sentir picor en el
puño y pliegue del codo. Buscando el pulso en la arteria temporal,
no pudiéndole apreciar en el brazo izquierdo, mis dedos tocaron
por azar la nuca, y en el instante, (lió la jöven un grito, y se alejó
'de mi.
... En la región del cerebelo y en el sitio de inserción superior
de los músculos del cuello, existe un punto tan sensible, que no
permite se le toque, y en el cual repercuten las sensaciones del
brazo izquierdo. Las emanaciones eléctricas de esta niña parece
que tienen lugar por ondas, de una manera intermitente, y proce-
diendo de la parte anterior de su cuerpo, siendo ä la altura de la
pelvis el sitio de mayor potencia.
Estas emanaciones se manifiestan como una corriente gaseoa,
produciendo una sensaciön de/rio en la mano, cuando la aproxi-
mamos ä la piel
La irregularidad que se observa en la emisión del flúido. parece •
depender de varias causas; en primer lugar. de las continuas
preocupaciones de esta niña, quien siempre mira hacia 'aträs por
ver si alguien la toca; en segundo lugar, n le la fatiga. y luego, de
la atención.
Cuando está distraída. el fenómeno se realiza con mayor in-
tensidad
Cada fenómeno que produce, le ocasiona espanto. Cuando apro-
xima el extremo de un dedo hacia el polo norte de un hierro
imantado, recibe una fuerte sacudida; el polo sur, no le produce
ningún efecto.
Aunque sabe leer y escribir, su inteligencia es poco desarrolla-
da, habiendose dedicado ä la confección de guantes de hilo para
las señoras.
No ha experiment«do ningún sintoma de menstruación, tenien-
do en la actualidad 13 arios.
Voy it dar cuenta de algunos detalles miis, consignados
en otros informes.
El 17 Enero, 6 sea en el segundo día de aparición de los fenó-
menos, le fueron arrancadas las tijeras que llevaba pendientes de

«Colocada sobre una silla, aislada del suelo por cuatro vasos de
cristal, y situando sus pies encima de dichos vasos, no produce
ningún fenómeno. Puesta en contacto con el depósito común, vuel-
ve ä adquirir la propiedad eléctrica, partiendo del lado izquierdo.»
304 SEGUNDA PARTE

su cintura por medio de un cordón, sin que este sufriera el menor


quebranto. Este hecho, el mas increíble por su analogía con los
eftctos del rayo, ha hecho pensar; en que la electricidad debía
desempeñar un gran papel en la producción de estos fenómenos.
Mas esta via de observación no pudo seguirse mucho tiempo, pues-
to que el fenómeno solamente se produjo dos veces; la una, en
presencia de un cura, quien me garantió la autenticidad, bajo pa-
labra de honor.
Los efectos, casi nulos en mitad del día, redoblaron su activi-
dad por la noche, y ä la hora de costumbre. Se produjo la acción
sin contacto, sobre cuerpos organizados vivos, debutando por vio-
lentas sacudidas impresas ä la parte posterior de la rodilla de una
-obrera que se hallaba enfrente de Angélica, y á la distancia de un
decímetro. Los mismos objetos que eran repelidos por la mañana
ä beneficio del simplo contacto, lo eran entonces ä la sola aproxi-
mación del vestido.
(Informe del señor Hebert).
El informe suministrado por el doctor Beamont Chardon, mé-
dico en Mortagne, dice así:
I.° Repulsión, atracción y traslación de varias mesas bastan-
te pesadas, y un sillón de caoba muy sólido. El movimiento de
estos objetos tuvo Jugar por medio del contacto voluntario 6 invo-
luntario de dos vestidos de la . joven Cottin. sobre dichos muebles.
2.° Al sentarse en una silla, ésta es repelida instantáneamente,
no ocurriendo así, cuando los pies del asiento descansan sobre
cristal ó tela encerada, ó cuando los piés de la jóven no descansan
en el suelo. Diferentes reces se ha observado una suerte de adhe-
rencia, entre la silla, y sus vestidos.
3 •0 En el momento que se . aproxima ä su columna vertebral,
un pedazo de madera, un bastón, (f) unas tenacitas de hierro, su
cuerpo experimenta una conmoción que recuerda la que produce
una descarga eléctrica. El mismo efecto produce la aplicación de
un dedo sobre su frente, en el vértiee de la cabeza, en la región
occipital, 6 bien en la flexura del brazo izquierdo.
4." Poniendo en contacto, 6 aproximando ä pequeña distancia
-de la cabeza, 6 de la flexura del brazo, una barra de lacre 6 un
tubo de cristal convenientemente frotados, se producen en la su-
jeto de que nos ocupamos; varias sensaciones de violentas pica-
duras. Dichos efectos no tienen lugar cuando el lacre ó el cristal
están humedecidos.
5 • ° Cuando se aproxima cualquier polo de un imán, ä algunos
centímetros de su cabeza 6 mano izquierda, experimenta una pe-
nosa é insoportable sensación de picor.
Una aguja imantada suspendida horizontalmente del techo, por
LAS MUJERES ELRCTRICAS 305
medio de un hilo, ha sido desviada de la dirección magnética te-
rrestre, tan pronto corno la sujeto aproximó su brazo izquierdo.
Tengo observado, que cuando se hulla libre de cualquier preocu-
pación, y está alegre, su poder eléctrico aumenta.
El señor de Farémont, hombre inteligente y respetado
'que habitaba en "un castillo inmediato ä la choza de Angé-
lica, de cuya jöven era protector, fué testigo de hechos to-
davía más extraordinarios, cuando estaban en su apogeo
las facultades de la mencionada jóven.
Renovando mis experiencias (escribe á un amigo , las badilas y
morrillos del hogar, fueron A su vez proyectados, y lo mas sor-
prendente del caso, fue lo que se obtuvo con una artesa que pesaba
lo menos ciento cincuenta libras. En uno de sus extremos, se in-
trodujo un clavo en el que fijó la jöven su seda, y tan pronto como
las sayas tocaban la artesa, ,ésta se elevaba instantáneamente a.
tres 6 cuatro pulgadas del suelo, renovándose esta manifestación
-de Cuatro á cinco veces por minuto, y luego descansaba.
Yo me coloqué sobre la artesa, y fui levantado con la misma
-violencia y regularidad: tres personas hicieron lo mismo, y de
igual manera fueron levantadas, debiendo manifestar, que tres
-de los concurrentes, no eran capaces de levantar dicha artesa
pesar de sus esfuerzos.
¿Podrá suponerse que la muchacha levantaba el mueble con
sus rodillas?
No cabe tal suposición, pues aparte de su enorme peso, con
dificultad quedaba espacio para deslizar el pié entre la artesa, y
-el suelo, y ademas, yo sostenía sus sayas y vigilaba sus pies, los
cuales estaban separados de la artesa.
No acaba aquí la narración de los fenómenos asombrosos pro-
. ducidos por mediación de dicha jóven.
En los momentos que estaba muy saturada, no podía permane-
cer sentada en una silla, porque en el instante se le escapaba
perdiendo su centro de gravedad.
Cuando trataba de acostarse en una pesada cama, cuyo peso
sería de unas trescientas > libras, se meneaba dicho mueble de
una manera increíble, no existiendo otra fuerza capaz de producir
este movimiento.
Al aproximarse fi otra cama, que estaba montada sobre ruedas
-de madera, de seis pulgadas de elevación, realizó dicha cama un
vuelco completo.
Palpando ti esta muchacha, se nota una pulsación interna en
todas las partes de su cuerpo. Su pulso no es regular, pues lleva
el ritmo de las pulsaciones nerviosas.
29
306 SEGUNDA PARTE
Cuando la llevé ä Marners en cuyo punto entró por la tarde, to--
dos los muebles que estaban impregnados de su flúido, parecían
formar una misma agrupación con ella; tan pronto como los toca-
ba, empezaban por estremecerse, y seguían moviéndose con vive-
za, cual si se alegrasen de tenerla ä su lado.

El señor 011ivier, antiguo discípulo de la Escuela Poli-


técnica, é ingeniero de puentes y caminos en Mortagne, ha
sido testigo de la mayoria de fenómenos relatados más arri-
ba, habiendo experimentado especialmente las que tenían
relación con la electricidad y el magnetismo.
Aproximando nuestra mano junto tI brazo de la joven, sentía-
mos horripilación.
Las cuatro patas de una silla fueron situadas dentro de vasos.
de cristal muy secos, y la joven Cottin, ha conseguido sentarse
sin experimentar la menor sacudida, quedando del todo trauquila
cuando descansó los piés sobre una botella. Después de haberla
dejado en esta posición durante algún tiempo, aproximamos la.
mano junto ä su codo, y entonces experimentó una sacudida.
Sentada en la silla aislada, se colocó delante un velador, con
los útiles necesarios para confeccionar guantes de hilo. El vela-.
dor se aisló igualmente por medio de vasos de cristal, y en tal si-.
tuación, consiguió trabajar, aunque doliéndole algo una muela ...
El señor Beautnont se trajo una brújula de bolsillo con la cual
tratamos de hacer alguna experiencia con el brazo de Angélica,
pero nada conseguimos En cambio, al presentar su codo junto ä
una gran aguja suspendida de un hilo, esta se desvió por repul-.
sión hasta unos 900 .

El eminente físico Aragó en unión de los señores Ma-


thieu Laugier y Guyón, obtuvieron en el Observatorio los
fenómenos siguientes. Habiendo presentado Angélica una
de sus manos frente ä una hoja de papel colocada en el bor-
de de una mesa, fué atraído dicho papel por su mano. Un
velador al que se le raspó la tabla, fue repelido ä los breves
instantes. Habiéndose sentado en una silla tocando el suelo
con los pies, fué proyectado violentamente el asiento por
una parte, y la jöven por otra. Esta última experiencia fué
repetida muchas veces, y siempre díö resultado, ä pesar de
que los señores Aragó, Guyón, y Laugier, se propusieron
mantener inmóvil la silla.
El señor Guyön se sentó en la mitad de la silla, y en el.
LAS MUJERES ELECTRWAS 307
preciso instante que Angélica se sentaba en la otra mitad,
fué lanzado del asiento.
Después de un favorable informe del ilustre secretario
de la Academia de Ciencias, se nombró una comisión de su
seno para examinar á Angélica. Esta comisión se ocupó casi
exclusivamente en averiguar la analogía que pudiera exis-
tir, entre la electricidad de dicha jóven. y la de las mitquinas,
del torpedo.
Noese pudo llegar â ningún resultado, probablemente
por la emoción desarrollada en Angélica cuando estuvo en
presencia de los aparatos de física, y posiblemente contri-
buyó al fracaso, la circunstancia de hallarse en declinación
las facultades de dicha jóven. En su virtud, la Academia
declaró nulas cuantas comunicaciones se le habían hecho
precedentemente, y apropósito de este asunto.
De ahi surgió viva polémica y grande emoción entre los
que declaraban haber visto, y los que les trataban de ne-
cios.
El día 4 Marzo del mismo ano, apareció en el ASiécle el si-
guiente artículo.
Debemos citar un hecho reciente y todavía inédito, que tiene
notable analogia con la historia de la joven Angélica, y cuyas par-
ticularidades reales, se resuelven con toda probabilidad en una
afección nerviosa, tal como la del baile de San Vito.
Este hecho se halla atestiguado por un distinguido profesor de
enseñanza superior, en uno de los colegios reales de Paris.
Préviamente autorizados, vamos á reproducir una síntesis de
lo ocurrido. «El día 2 de Diciembre último, una jóven de unos 14
años poco menos, aprendiz colorista, se hallaba ocupada en su ta-
ller de la calle Descartes, cuando inesperadamente, • la mesa de
trabajo produjo ruidos insólitos y variables, que causaron asom-
bro á cuantas personas se hallaban en su inmediación. Muy lue-
go se le escapó el pincel que tenia entre sus dedos, y en el ins-
tante que trató de cojerlo. huyó ante ella.
El pupitre sobre el cual trabajaba, retrocedia ó se levantaba en
su presencia, siendo tan riotalde el movimiento de retroceso, que
dicho mueble llegó á chocar contra una mesa próxima. Igual mo-
vimiento de retroceso verificó la silla en que estaba sentada.
El simple roce de su vestido, era siViciente para atraer, repeler
leeantar una tiesa. El testigo que suscribe esta relación, dice;
que habiéndose sentado en la proximidad de dicha jöven, fué le-
vantado junto con la silla en que descansaba..
308 SEGUNDA PARTE

Algunas veces exclama que le tiran de las medias, y efectiva-


mente, se ha comprobado que sus ligas se desprendían expontä-
neamente, y las medias estaban prontas á salirse de sus pies, hasta
que por una reacción súbita, volvían por si mismas ä su sitio. Es-
tos fenómenos se han reproducido constantemente durante una -
docena de días.
En el momento presente, experimenta violentas sacudidas in-
teriores que no le permiten permanecer sentada. A cada momen-
to se levanta y vuelve á tornar asiento, semejándose en e us mo-
vimientos, á un caballero montado á la inglesa, y marchando al
trote »
En 1858, el doctor Pineau, médico ien Péluies (Cher) tuvo
ocasión de ver ä una jöven de trece anos y medio, habitante
en La Haya (Indre-et Loire), cuya »ven se llamaba Hono-
rina Seguin, y estaba dotada de análogas propiedades.
Al igual que Angélica Cottin, los fenómenos se iniciaron
inopinadamente al principio del mes de Diciembre de 1857,
aumentaron de intensidad durante algún tiempo, y á los
dos ó tres meses, desaparecieron. El señor Figuier dá una
relación de este caso en la Hisloire du merveilleux (tomo IV,
p. 211-214) la cual dice así:
Al Pegar el doctor, tomó asiento en una silla al lado de la jó-
ven, colocando enseguida otra silla, en contacto con el borde in-
ferior del vestido de aquell.
Después de transcurrir media hora, vióse que el mencionado
borde del vestido se hinchaba, dirigiéndose hacia uno de los trave-
saños de la silla vacía, el que muy pronto verificó un movimiento
de rotación, acompafiado de un crujido característico. A partir de
este momento, la silla obedeció cuantas órdenes le comunicaba
Honorina. así es, que á una indicación de esta jóven, la silla se
deslizó por el pavimento, golpeaba, elevaba dos de sus patas per-
maneciendo en equilibrio, llevaba el compás mientras Honorina
cantaba, y por último, se invertía con violencia.
Si en aquellos momentos se aproximaba una mano hacia el
punto hinchado del vestido, este perdía rápidamente su estado de
rigidez, pero un instante después se le vela hinchar de nueco,
aproximarse á la silla, y adherirse ci la misma, como si estuviese
atraído por una fuerza análoga á la de la electricidad. Durante
las dos horas que duró la experiencia, los piés y manos de la j6-
ven permanecieron inmóviles y visibles, lo cual aleja toda hipóte-
sis de superchería.
Cuando el doctor Pineau se decidió á estudiar las facul-
Et.k.raicAs
LAS MUJERES 309
tades de Honorina Seguín, el día 10 Febrero 1858, hallA-
banse ya en declinación, pues hacía 13 días que no se habían
manifestado, y para hacerlas reaparecer, habría sido preciso
un esfuerzo prolohgado departe de la sujeto.
Un aparato compuesto de dos bolas de corcho suspendi-
das de un hilo de seda, no fue influenciado, y no obstante,
en el preciso momento, acababa de derribar con sus ena-
guas, una silla muy pesada.
Otro ejemplo curioso de la mediumnidad que nos ocu-
pa, fué observado durante los años 1852 y 1853 en la Bavie-
ra rlténana por los doctores Beutner, Depping y Franken-
thal. Tratäbase de una jöven de 11 ä 12 años llamada Sin-
ger, la que producía movimientos expontäneos de objetos
pesados, y realizaba ademäs un fenómeno de atracción su-
mamente original.
El día 26 Octubre de 1852, se entreluvo en adherir un trozo de
papel á sus dedos, y luego á la pared. haciéndolo desprender sin
causa aparente.
Al día siguiente por la tarde, se le proporcionaron llaves, mo-
nedas, relojes, sortijas de oro y de plata, y todos estos objetos sin
excepción, quedaron suspendidos en su mano; con la particulari-
dad, que los objetos de plata se adherían mucho mas que los com-
puestos de otras materias, y le causaban dolor cuando se trataba
de desprenderlos.
El sábado, día 11 Noviembre, un oficial del ejército que se ha-
llaba presente, le entregó su sable con el cinturon, que pesaba en
conjunto 4 libras, y la jóven Singer lo adhirió al dedo medio de su
mano, y lo mantuvo suspendido durante mucho rato. Lo singular
del caso, es, que todos los objetos quedaban adheridos á pesar de
estar formados de diferente materia.
Esta propiedad magnética, se comunicaba por el simple contac-
to de las manos, á aquellas personas que eran susceptibles de trans-
mitir el flúido.
El capitán caballero de Zentner, que en esta época se encon-
traba de guarnición en Bergzabern, y fue testigo de estos fenóme-
nos, tuvo la idea de situar un brújula cerça de la »ven.
Al primer ensayo, se desvió 15 0 , pero al repetirse la experiencia,
permaneció la aguja inmóvil, á pesar de que la jöven Singer sos-
tenía el estuche con la brújula, en una mano, mientras con la otra
le acariciaba.
Habitualmente cuando la pequeña sonámbula se dispone
comenzar la sesión, llama á todas las personas que se hallan en su
310 SEGUNDA PARTE

casa para que pasen ä su habitaciOn. No está tranquila hasta que


logra tenerlas junto ä su cama, y entonces pide con impaciencia
un objeto cualquiera, que fija en sus dedos tan pronto como se le
acaba de entregar. Con frecuencia han estado presentes más de
doce personas, cada una de las cuales le ha hecho entrega de va-
rios objetos, que indefectiblemente lia adherido en su mano. Al
terminar la sesión, examina los objetos con los ojos cerrados, y
los devuelve ä sus propietarios sin equivocarse nunca. (1)
Aunque se le quite de las manos alguno de los objetos que le
han entregado, no por eso experimenta sufrimiento.
... Mientras verifica las experiencias, no tolera que nadie se
sitúe ä los piés de la cama, junto á un armario distante un pié de
la misma. En cierta ocasión recomendó á los concurrentes que
jamás se colocasen en el sitio prohibido, pues no quería que les
ocurriese alguna desgracia.
En el presente caso, el armario viene á desempeñar el
papel de gabinete obscuro, como ocurría en las sesiones con
Eusapia y demás médiums de materialización. Parece que
en estos sitios se condensan los efltivios del sujeto, al abri-
go de la luz, y de ahí que eviten cuanto puedan, ä que se
les corte la comunicación.
Es injusto por lo mismo considerar ä este procedimiento
como un medio de favorecer el fraude, que por otra parte
sería imposible de explicar. (2)
El doctor Feré (médico-director de Bicétre), asistió á una
señora de 29 años que presentaba análogas propiedades,
aunque en menor grado.
Los dedos de la señora N... (nos dice (3), atraen los cuerpos lige-

(1) La mayor parte de sujetos magnéticos presentan fenóme-


nos análogos. Cuando en estado de vigilia se les entrega un objeto,
y lo han apretado con fuerza en su mano, como para impregnarlo
de flúido, experimentan cierta dificultad en desprenderlo, así que
lo intentan. Parece que al cojerlo han absorvido flúido, y esta
absorción, ha producido una adherencia. Cuando ä estos sujetos se
les conduce al quinto estado de la hipnosis (estado de lucidez) re-
conocen palpando á las personas presentes, la pertenencia de los
objetos, suponiendo desde luego que los propietarios estén entre
los reunidos.
(2) A falta de espacio me limitaré ä citar tan solo la vidente
de Prévorst, cuya historia ha sido escrita por el doctor Kerner,
ilustre poeta y médico. Esta mujer presentaba reunidas en grado
muy elevado, todas las facultades que hemos encontrado disemi-
nadas entre diferentes sujetos.
(3) Le Proyrc,s médical, 1884.
LAS MUJERES ELECTRICAS 311
TOS, tales como fragmentos de tela, de papel, etc. Sus cabellos des-
piden chispas al contacto del peine, y cuando se aproxima la ropa
interior a. su piel, se adhiere intensamente y produce una crepita-
ción luminosa. Cuando la señora N... frota una docena de veces
con ambas manos, un tejido de lana, ó simplemente una serville-
ta extendida sobre un mueble de madera (cuerpo aislador imper-
fecto), el tejido se satura de electricidad, y se adhiere con fuerza
la madera, pudiendo sacar chispas de un centímetro de longitud.
Esta aparente producción anormal de electricidad, varia según
los casos. La señora N... produce descargas mas intensas después
.de sufrir emociones morales muy vivas. Ha observado que después
de oir un trozo de música que la haya conmovido, la crepitación
aumenta, manifestándose en todo el cuerpo y particularmente en
las piernas, en cuyos sitios le ocasiona una desagradable sensación
de picor.
El tiempo seco favorece el desarrollo de estos fenómenos eléc-
tricos, los que se hacen particularmente intensos en épocas de
riguroso frío. Los tiempos húmedos y brumosos producen un efec-
to contrario, así es que esta señora, anuncia las variaciones at-
mosféricas con algunos días de anticipación, por medio de su
tensión eléctrica, que es nula en épocas lluviosas y de viento Sur.
La tensión extrema, coincide con un estado de excitabilidad, y
la disminución de tensión, con un estado de laxitud general,
Cuando se le descarga por medio del frote una parte de su cuerpo,
experimenta una fatiga penosa de dicha parte.
Diferentes veces hemos observado con el electrómetro de bola
de sanco, que la señora N... estaba cargada de electricidad po-
sitiva.
La piel de esta enferma es extremadamente seca, por cuyo
motivo se le agrietan fácilmente las piernas.
Las propiedades anormales de que acabamos de hacer
mención, se manifiestan casi siempre en el momento que el
organismo se prepara á la crisis menstrual. Por lo demás, se
ha observado en varias mujeres, que cuando se les presenta
el flujo menstrual, rompen las agujas mientras trabajan, y
esto lo realizan sin choque, y de un modo involuntario.
La época de la menopausia desarrolla manifestaciones
eléctricas de género diferente.
Una amiga mia, señora de 53 años, experimentó por pri-
mera vez hace dos años, el fenómeno siguiente. En el ins-
tante de separar las cubiertas de la cama para levantarse,
se apercibió que las sábanas presentaban una adherencia
312 SEGUNDA PARTE

extraordinaria, y al hacer un esfuerzo para desprenderse de


ellas, vióse envuelta en una red de fuego que le causó gran
espanto. Algunos meses más tarde se repitió el mismo fenó-
meno á bordo del buque en que viajaba, en dirección a.
Algeria.
Un hecho semejante se consigna en la obra (Acl. phys_
med. germ., vol. III, obs. 3).
«Una señora habitante en Milán, dormía una noche tran-
quilamente, cuando de repente la despertó un dolor fuerte-
en el puño. Al abrir los ojos, se apercibió de que sobre su
cama y su cuerpo, se desprendia una llama,; á los gritos.
que dió, despertöse su marido, quien al ver una llama tan
intensa que con su resplandor iluminaba los objetos de la
estancia, dirigió kt mano hacia aquélla, observando que se
aproximaba y separaba, ä compás de los movimientos de su
mano.
Repitió la maniobra durante seis ó siete minutos; al cabo
de los cuales, desapareció el fuego.»
A los hechos relativos ä la electricidad animal citados
al principio de este capitulo, todavla pueden agregarse al-
gunos más.
En América, tierra clásica de los médiums, es tal el esta-
do del aire, que en ciertas ocasiones consiguen aquéllos des-
prender chispas de sus dedos, con sólo frotar un rato sus
pies en la alfombra de una habitación, siendo aquéllas lo
suficiente intensas, para encender un mechero de gas. (I>
... El Journal économigue, correspondiente á Julio de 1753,.
menciona el hecho de una sirvienta que durante la época
de frío, veía salir de sus enaguas gran cantidad de chispas
semejantes ä las que parten de los carbones cuando se en-
cienden, y una luz semejante á la de una llama cuando
se apaga.
El abate Bertholon en su EleclriciM animale, refiere la
observación de un sacerdote florentino, que inopinadamente
experimentó una conmoción eléctrica expontánea, y se vió
envuelto de una llama que quemó su traje y aún dejó rastro
en la piel. «Sus padres y sirvientes, acudieron en su auxilio,

(1) Guillemin.—Le nutgnélisme et l'éle.ctricité, pág. 555.
LAS MUJERES ELÜCTIIICAS 313
pero murió al cabo de tres días, después de una progresiva
disminución de fuerzas.»
En las Mémoires de l' Acadéntie des sciences de Ponis (año
1777, pág. 538), existe una nota de Cassini, apropósito de un
señor ruso que encontró en Florencia, el cual durante mu-
chos [dios «estuvo dotado de un poder eléctrico parecido al
del torpedo.»
CAPITULO IX

Las casas encantadas

Todo el mundo ha oído hablar de casas encantadas, en las que


se producen movimientos expontäneos de objetos, ruidos, y demás
manifestaciones desagradables para los habitantes, y en particular
para el que está dotado de facultades medianímicas.
Generalmente, la policía practica algunos registros que no dan
resultado; y como al cabo de poco tiempo cesan los fenómenos, el
público supone que ha existido algún hábil mistificador, y ya no se
ocupa mas de ello.
Que la mistificación puede desempefiar un papel importante en
esta clase de hechos, no hay que ponerlo en duda; pero con fre-
cuencia se trata de fenómenos reales, que se presentan bajo forma
de una verdadera epidemia.
Esto es lo que ocurrió en América el ario 1850, por cuyo motivo
se elevó al Congreso de los Estados Unidos una solicitud redac-
tada por el senador Tallmadge, ex-gobernador de Visconsin, y fir-
mada por catorce mil personas algunas de ellas muy eminentes,
pidiendo que se nombrase una comisión compuesta de personas
competentes para que estudiasen el caso.
Los hechos de este género son tan numerosos, que su
relación llenaría de sobras un volúmen. Las personas que
deseen estudiar zi fondo la cuestión, pueden consultar la
Histoire dit merveilleux, por Luis Figuier; Animisme et spi-
ritisme, por. Aksakof, y los Annales des Sciences Ps gchiques,
en los que el doctor Dariex consignó en 1892, algunas obser-
vaciones muy precisas.
Me limitaré aquí á dar cuenta, de una reciente é inédita
investigación practicada en Limoges.
LAS CASAS ENCANTADAS 315

EL CASO DE LA CONSTANTINIA
(Carta del señor Maxwell, sustituto del procurador general.)
Mi estimado coronel: Cumplo gustoso la petición que me
habeis hecho con referencia á los extraños fenómenos de que
ha sido teatro una casa de éampo situada en el departamen-
to de Objat (Coréze), i cuyo objeto os envio cuantos datos
me he podido proporcionar.

La Constantinia es una propiedad muy importante. La


casa destinada para habitación, se halla edificada en la la-
dera de un ribazo, y se compone de construcciones en forma
de escuadra.
El piso bajo contiene una gran cocina E. (1) que abraza
toda la longitud del edificio; á la derecha de la cocina existe
un salón F. y un dormitorio G. A la izquierda se encuentra
el ala del edificio que comprende el piso bajo, y un granero
mansarda. El piso bajo de esta parte de la casa, es mas ele-
vado que el suelo de la cocina y las demás piezas.
En la mencionada ala existen cuatro habitaciones; un
dormitorio D. con dos camas, iluminado por dos ventanas;
una antecámara 6 corredor C.; otro dormitorio B. mas pe-
queño, conocido por el aposento de la señora • Faure, y por
último, una habitación A., iluminada por cuatro ventanas.
Esta habitación contiene dos camas, y comunica con el
patio que ocupa la servidumbre.
El personal de la Constantinia comprende ademas de
cierto número de criados para las labores del campo, la se-
ñora Faure, su suegra de 85 arios, y una pequeña criada
de 17 años, llamada María Paseare'.
La señora Faure es una mujer bien educada, inteligente,
enérgica, y está encargada de dirigir la explotación.

(1) Véase el plano.


316 si.:GunNA PARTE
Su familia es de las ms honorables.
La suegra de la señora Faure se halla atontada, por razón
de los años.
La joven María Pascarel es inteligente, animosa, y de
ademanes algo libres, ä pesar de que bajo el punto de vista
(le la probidad, no se le puede dirigir el menor reproche. Es
de estatura baja y de apariencia delicada, y al producirse
los hechos de que voy ä hacer mención, todavía era impú-
ber. Tiene una hermana sonámbula, y á su familia se le
tiene en el concepto de extravagante.
Los criados de la Constantinia comen en la cocina senta-
dos junto ä una sólida mesa de madera, de tres metros de lar-
go por uno de ancho. La cocina tiene adernits un hornillo,
algunos aparadores, y una inmensa chimenea cuya campana
abriga un pequeño banco situado ä la izquierda, y dos sillas
á la derecha.
Los fenómenos debutaron en la segunda quincena del
mes de Mayo de 1895, por medio de golpes en la pared que
separa el comedor, del dormitorio que ocupa la suegra de
la señora Faure. (Estas habitaciones van señaladas en el
plano, con las letras F. y G.).
El día 21 Mayo ä las nueve de la mañana, la anciana
Faure dijo ä su nuera, que la cama de su dormitorio, golpea-
ba contra el tabique, pero la señora Faure (joven) no (lió
gran importancia al hecho, atribuyéndolo ä un error. El
día siguiente A. la misma hora, se reprodujo el ruido en el
mismo sitio, pero esta vez, la nuera de la anciana Faure lo
percibió con gran claridad. El dia 23 de Mayo, nada de par-
ticular observaron. El viernes día 24 se repitió el ruido con
más intensidad. Una hora después entró la señora Faure
en la habitación de donde partía el ruido, ó sea la que está
señalada en el plano con la letra G., encontrando en el suelo
y en la mayor confusión, el plumón, las sábanas, el almoha-
dón, y las cubiertas de la cama.
Otros desórdenes ocurrieron en la casa. Tres toneles va-
cíos situados en la bodega, estaban cambiados de lugar. La
cama de la habitación señalada con la letra B., estaba des-
hecha; las cubiertas por el suelo, una estätua pequeña de la
virgen, y un bote de café lleno hasta los bordes, habían sido
transportados desde la cómoda, hasta el centro de la habi-
LAS CASAS HNCANTA DAS 317
tación. Al lado de estos objetos yacía un Cristo que fué des-
colgado de la pared.
Estos hechos asustaron mucho ä la señora Faure. Er la
noche. (lel viernes al sábado, se quedó ä descansar en el dor-
mitorio A., con su suegra y María Pasea rel, y como de cos-
tumbre, pasaron la noche (en la mayor tranquilidad; pero
en la mañana del sábado, se oyeron tres fuertes golpes como
si partieran de la puerta del granero. (La escalera que it Al
conduce, estaba cerrada por medio de una puerta que comu-
nica con el vestíbulo C.).
Las señoras Faure y su sirvienta se dirigieron enseguida
en el dormitorio B., encontrando revueltos por el suelo, las
cubiertas de la cama, y roto el bote de cate. Incontinenti
pasaron á la cocina, y en el preciso momento que acababan
de llegar, oyeron en el dormitorio B. una zambra espantosa.
Pasaron de nuevo á esta habitación, encontrando por el
suelo y hechos añicos, tres azucareros, una docena de ta-
zas, y algunos cuadros de retratos y grabados. El espanto de
las tres mujeres no tuvo límite, hallándose persuadidas que
los hechos producidos eran sobrenaturales, y aunque las
visitas que les hicieron sus vecinos calmaron algo su exal-
tación, esta calma duró poco, porque al breve rato se repro-
dujeron las manifestaciones en presencia de los mismos
vecinos.
Amelia Bayle, esposa de Madrias, mujer de 30 años, in-
teligente y razonable, estuvo ,en casa de las señoras Faure
á las siete y media de la mañana. En su presencia, la tapa
de una sopera que se hallaba junio al hogar, fué proyectada
con violencia en medio de la cocina.
La señora Madrias ' se encontraba en aquel momento
sentada delante de la chimenea, y de espaldas al fuego; la
señora Faure, María Pascarel, y un pequeño pastor, se ha-
llaban en la cocina; por consiguiente, la señora IvIadrias es-
taba colocada entre la sopera, y las demás personas pre-
sentes.
Este fenómeno la extremeció, por cuyo motivo se marchó
enseguida, pero ä las once y media estaba (le vuelta, en-
contrando ä María Pascarel recogiendo los pedazos de vajilla
que había en el suelo, pues ä cada instante eran lanzados
como por manos invisibles, botellas, platos, etc. La señora
318 SEGUNDA PARTE

Madrias vió proyectarse con violencia á. sus pies, una botella


de madera que estaba colocada en un aparador.
Dicha señora podía distinguir perfectamente todos los
movimientos realizados por las personas que se hallaban en
la cocina, de modo que no puede explicarse como fue lanza-
da la botella.
Otros desórdenes se comprobaron en la habitación A. La
cama de la señora Faure estaba revuelta; un espejo descol-
gado; varios periódicos colocados sobre un aparador (3) que
descansaba en una mesa inmediata á la pared (2), estaban
esparcidos por el suelo, y en uno de est -)s periódicos. titn-

Plano de la Constantinia
LAS CASAS ENCANTADAS 319

Explicación del plazo de la Conslanlinia


A.—Habitación en que duermen la señora Faure y María Pas-
carel.
1. Cama de la señora Faure.
2. Mesa.
3. Aparador.
4. Cama de Maria Pascarel.
5. 6 y.7. Baúles.
9. Lugar en que fueron encontrados los periódicos mancha-
dos de sangre.
B.—Habitación de la señora Faure.
1. Cama.
2. Guardaropa.
3. Baúl.
4. Lugar en donde fué trasladado el bote de café.
C.—Vestibulo.
1. Armario.
D.—Dormitorio habitualmente desocupado.
E.—Cocina.
1. Chimenea.
2. Banco pequeño sobre el cual se deslizó el fuelle.
3. Sillas.
4. Armario.
5. Mesa.
6. Hornillo.
7. Sitio en el cual se rompió el vaso arrojado desde el arma-
rio 4.
8. Lugar en que cayó el fuelle, procedente del banco 2.
9 y 10. Sillas en que estaban sentados el alcalde de Objat y la
señora Faure.
11. Lugar en que cayó el bastón lanzado sobre Marta Pascarel.
12. Parte de la habitación en que se hallaba Maria Pascarel
durante la visita del alcalde.
13. Sitio que ocupaba la sopera.
14. Silla en que estaba sentada la señora Madrias cuando fué
lanzada la tapa de la sopera.
15. Morrillos del hogar.
16. Eminencias formadas sobre el banco, por la prolongación
de las patas; el fuelle deslizó entre aquéllas.
F.—Salón.
G.—Habitación de la anciana Faure.
1. Cama.
320 • • SEGUNDA PARTE

lado Le poli( centre de Linuves, existían dos gotas de sangre


húmeda. Cinco minutos después, entró de nuevo en la habi-
tación María Paseare', quien observó que las gotas de san-
gre se elevaban al número de seis.
Por último, fité rota una marmita de fundición, y ä la sir-
vienta le quitaron un plato de las manos. A las 3 de la tar-
de cesaron los desórdenes.
Desde el domingo 26, al miércoles 29 inclusive, no se pro-
dujo ningún fenómeno; más el jueves 30, se repitieron los
desórdenes con intensidad creciente.
Las marmitas colgadas en las cremalleras de la cocina,
fueron lanzadas al suelo con violencia.
A las 6 de la tarde la anciana Faure rió como su cama
se movía sola; la silla en que estaba sentada, fué retirada un
poco, y en el momento que trató de levantarse, dicha silla
fué derribada. María Pascarel estaba con la anciana Faure
en la habitación. Entre 7 y 8 de la noche, hora en que da-
ban principio á la cena, cayeron sobre las señoras Faure,
dos troncos de madera que estaban en la cocina. Además; ä
la anciana Faure le echaron un libro á la cara, y el criado
Bosche recibió un golpe mientras estaba cenando.
El espanto de los habitantes de la casa creció hasta tal
punto, que las señoras Faure, y María Pascarel, decidieron
irse ä descansar en casa de unos vecinos.
El viernes 31 Mayo decidieron comunicar lo que ocurría
al Alcalde de Objat señor Delmas, persona de muy buena
reputación. El señor Delmas quiso darse cuenta de los acon-
tecimientos, procurando estudiar sus causas, aunque en prin-
cipio se resistía å creer que ningún (Neto pudiera ser tras-
ladado de sitio, sin contacto aparente. Entró en la cocina, y
dispuso encima de la mesa algunos platos al lado de una
pequeña escoba, tomando enseguida asiento delante de la
chimenea, á la derecha de la señora Faure.
La joven sirvienta andaba de un sitio ä otro, ocupada en
sus faenas. De pronto, y ä la presencia del señor Delmas,
Até lanzada con gran violencia la escoba hasta la chimenea.
La sirvienta estaba en aquel momento bastante alejada de
la mesa, y por consiguiente no podía alcanzar la escoba.
Poco tiempo después, se dispuso que la sirvienta sacara
manteca de un armario situado ä la derecha de la chime-
LAS CASAS EscANTADAs 321
nea (E. 4.) Apenas lo hubo abierto, vino A romperse en mi-
tad de la cocina, un cristal que se hallaba situado en uno
de los estantes del armario. El señor 'Minas se convenció
-de que María Pascarel no lanzó el cristal, ya que la vigiló
.en todos sus movimientos.
Las ideas del honorable alcalde de ()Wat, se encontraron
ä partir de entonces completamente modificadas, pues an-
tes creía que se trataba de algún amaño, creciendo su asom-
bro al ver como se deslizaba un fuelle por enciina de un
-banco de cocina, (E. 2.) hasta vunir A caer en el centro de la
misma con gran ruido, debiendo hacer constar. ( i le mien-
tras se deslizaba por el banco, procuraba evitar los relieves
• constituidos por el extremo superior de las patas.
El alcalde hizo desalojar inmediatamente la casa, y en
el preciso momento que se cumplía la orden, fin' lanzado
.con fuerza contra las espaldas de María Pasearel, ulli bastón
de 0'40 centímetros de largo.
Apenas acabó de llegar A Objat el señor Debitas, fueron
: {1, participarle que en la Constantinia estallaba un incendio.
La jóven Maria Paseare' observó que salía una espesa co-
lumna de humo de la habitación utilizada como dormitorio,
por ella, y la señora Faure.
Al penetrar en dicha habitación se comprobó, que 1 humo
salía de la ruina de la señora Faure (jóven), sin poder reco-
nocer la existencia de llamas ni de Ascuas (sic). La misma
. señora Faure empleó en su relato esta singular expresión,
«el fuego entraba en la cama,» En diversas ocasiones ya
habían observado, tanto Maria Pascarel, como la anciana
Faure, que de las enaguas de esta, parecía salir espeso
!Huno.
Al día siguiente, María Pascarel abandonó el servicio de
las señoras Faure sin darles el menor aviso; estas volvieron
A ocupar su casa, y la calma reinó ó partir le aquel mo-
mento.
Estos datos me los proporcionó M. de N. empleado del
Banco de Francia en Limoges, quien forma parte de una fa-,
milia que tiene propiedades en ()Wat.
Por otra parte; uno de mis amigos, M. B. juez de paz de
D. y amigo del alcalde de Objat, inc dió imlicaciones tan in-
teresantes acerca de lo ocurrido, que las considero suticien-
21
322 SEGUNDA PA RTE

tes para decidirme ú ir A Constantinia, á fin estudiar los fe-


nómenos, acompañándome el mencionado magistrado, y el
alcalde de Objat.
Antes me dirijí iL casa de María Pascarel, logrando de
esta y de su hermano y tutor, que me acompañarían en la
visita que iba á emprender.
Efectivamente, así lo hicieron, pero al llegar A Constan—.
tinia y después que hube explicado á las señoras Faure el
motivo de mi viaje, manifestaron algunos escrúpulos en
aceptar de nuevo A su antigua sirviente, accediendo por úl-
timo ä mis ruegos, y dändome todas las facilidades para que
pudiera hacer las experiencias que creyese oportunas. Re-
corrí la casa, me informé de todos los detalles ocurridos, y .
levanté un plano de las habitaciones. El resultado de mis
estudios ha sido compendiado en el precedente capítulo, no.
mencionando mAs que los principales hechos, pues durante
muchos días, se produjeron A, cada instante movimientos de
objetos, sin contacto aparente.
El gato de la casa fue lanzado un día sobre la anciana
Faure, y en otra ocasión, fué ligeramente herida en la ca-
beza por uno de los ganchos de lacremallera.

¿La circunstancia de tratarse de fenómenos singular-


mente extraños, es motivo bastante para desecharlos?
La prudencia aconseja que nunca se nieguen las cosas
ti priori, aunque le momento resulten inexplicables.
Todavía conocemos de modo insuficiente las fuerzas na-
turales que hemos puesto A nuestro servicio. ¿Podemos por
ventura afirmar, que en el laboratorio de la naturaleza no
existen otra clase fuerzas que aun ignoramos? Yo me incli-
no ä creer en su existencia, y espero que el porvenir nos
revelará muchos secretos. La naturaleza es infinita, y noso-
tros apenas la conocemos.
Bajo este punto de vista, el estudio de los fenómenos de
la Constantinia ofrece un interés considerable. He creído,
útil describirlos, pero opino que no e menos útil discutir
su realidad. Esta discusión puede teducirse al exämen de,
LAS CASAS ENCANTADAS 323
las hipótesis siguientes: ¿Hubo fraude? Existió error de ob-
servación por parte de los testigos?
La segunda hipótesis es inadmisible. porque las compro-
baciones materiales son irrefutables. Los objetos se destro-
zaron ante los ojos de los testigos; han quedado restos de
aquellos, en la inmediación del sitio en que cayeron, y por
último, al caer en el suelo, produjeron ruido bastante fuer-
te para . con ti lunar el hecho.
Estas circunstaneias no permiten suponer que los testi-
gos estaban alucinados.
Queda la hipótesis del fraude, más en el supuesto de ha-
ber existido, ¿A quién podía atribuirse?
Unicamente á. las señoras Fatuo y ä María Pascarel. En
efecto; la mayoría de fenómenos han tenido luffitr en pre-
sencia de estas tres personas. Se han comprobado un gran
m'ollero de casos de movimientos de objetos sin contacto,
cuando los demás habitantes de la Constantinia se hallaban
ausentes, y no podían por lo mismo, pensionarios; tales son
los fenómenos observados por el Alcalde de Objat, los rui-
dos, el desórden en las camas, etc, y que se produjeron es-
tando en la casa las señoras Faure y su sirvienta. pero si se
tiene en cuenta la excelente reputación de las señoras nut-
re, el espanto de que estabekri poseídas cada vez que ocurría
alguna manifestación. la enfermedad física de la anciana
Faure, y la ausencia completa de relación entre ellas y los
fenómenos, debemos forzosamente deseartarlas de toda su-
puesta intervención. Por otra parte, las manifestaciones ce-
saron desde la partida de Maria Paseare], y en cambio, no
tuvo lugar ninguna manifestación, sin que se hallara pre-
sente dicha jóven.
Razonablemente debería atribuirse el fraude ó María Pas-
carel. Sin embargo; esta hipótesis es difícil de admitir, pues
si por una parte existen circunstancias que la hacen posible,
en cambio otras, alejan semejante suposición.
Las primeras pueden reasumirse del modo siguiente:
Siempre que se ha producido un fenómeno inexplicable,
ha estado María Pascarel en la Constantinin.
El carácter de dicha YA-en deja algo que desear, pues
aunque es inteligente y honrada, no se muestra siempre
cortés con la señora Faure y ä veces se mezcla en asuntos
324 SEGUNDA PARTE
que no le conciernen, y por último; ella es quien anunció el
incendio.
1,0s motivos que alejan In hipótesis de fraude son los si-
guientes:
1." Ausencia de móvil . intel
Así resulta, que María Pasea rel desempeñaba en la Cons-
tantinia un cargo con el que podía atender a sus necesida-
des, habiéndole P.ido dificil encontrar colocación en otras
partes. dadas las costumbres que dominan en la campiña del
Limousin. Por lo mismo es de suponer, que no estaría dis-
puesta a jugar semejantes bromas. ,
Tampoco es probable que obrara instigada jr o la male-
volencia, puesto que jamas demostró tener sentimientos per-
versos, y aun aceptando que sus intenciones fueran enca-
minadas A perjudicar A las señoras Faure, no se concibe que
diera el grito de alarma en el momento que se apercibió del
incendio. Si sus deseos eran de perjudicar ¿porqué pedir au-
xilio en el instante mas favorable para ella?
Por lo denlas; habría sido una temeridad muy grande
pegar fuego a la cama de la señora Faure, en el momento
que la atención de todos se hallaba mas despierta, y cuando
recaían sobre la Pascarel algunas suposiciones de participa-
ción directa ó indirecta, en los hechos que mencionamos.
A fiadese ä estas consideraciones la de que los fenómenos
solo tenían lugar de día, y se deducirá fácilmente, que si
una persona estuviera animada de malas intenciones ó de
deseos de mistificación, habría elegido de preferencia la no-
che. para poner en obra sus propósitos, pues sabido es que
las tinieblas, predisponen al miedo y a la credulidad, y esto
da seguridad al actor. Ar

;.Es qué su intención iba encaminada ir mistificar, ó bien


A hacer suponer que poseía poderes sobrenaturales? En el
primer caso, las mistificaciones le habrían dado por resul-
tado 1111 aumento sensible de trabajo, pues estaba obligada
A recojer los restos de objetos quebrados, ä rehacer las ca-
mas. y por fin, ä reparar el desórden causado en los depar-
tamentos donde tenían lugar los fenómenos, exponiéndose
A ser descubierta y despedida de la Constantinia, en condi-
ciones que habrían herido su reputaciÓn, y dificultándole de
encontrar nueva casa para servir.
LAS CASAS ENCANTADAS 325
En el segundo caso se la habría tenido como hechicera,
y esto no podía desearlo la Pascarel, porque los campesinos
Ihnosinos sienten verdadera repugnancia hacia los hechi-
ceros.
2.° Necesidad de una destreza poco común.
Esta circunstancia es indispensable para hacer el fraude
admisible. Recuérdese que durante muchos días y itriala
instante, se producían movimientos de objetos sin contacto
aparente, en presencia de numerosos testigos.
Un fraude grosero habría sido descubierto en el acto,
máxime si se tiene en cuenta la prevención que sentían al-
gunas personas, y en particular el alcalde de ()Wat.
El testimonio de este magistrado, el de las señoras Fan-
re, de. la señora Madrias, y del criado Hasche, son justi-
ficados.
El alcalde situó algunos objetos encima de la mesa, y
junto á ellos, una pequeña escoba. Esta fué proyectada con
violencia hacia la chimenea.
¿Pudo lanzarla María Pascarel, que estaba muy vigilada?
¿Puede suponerse que en el acto de abrir un armario de
la cocina, y cuando el alcalde vigilaba los menores movi-
mientos de la Pascarel, fuese esta quien lanzase un vaso (le
cristal situado dentro de aquel armario?¿Cómo puede expli-
carse que fliese la autora (lel lanzamiento del fuelle, desde
un banco de la chimenea, hasta el centro de la cocina? Este
último hecho se realizó encontrándose la Pascarel ú muchos
metros de distancia, mientras que el alcalde estaba situado
entre aquélla, y el fuelle. ;Yudo lanzarlo por medio de un
hilo? No, porque se habría vista.
Es inverosímil, por lo demás, que una jóven campesina
de 16 años de edad, realice en pleno día y en presencia de
muchas personas, tan hábiles juegos de manos, que el pres-
tidigitador mas hábil no podría realizar durante tres veces
consecutivas, sin ser descubierto.
El examen de las circunstancias en que se han produci-
do los fenómenos relatados por la señora Madrias, confirma
este punto de vista especial.
La noche del 30 de Mayo, mientras se hallaban cenando
en la cocina, le fue quitado bruscamente el plato ú Maria
Pascarel, y la misma fuerza se lo lanzó en medio de la es-
326 SEGUNDA PARTE
tancia. Cuanto había encima de la mesa, alrededor de la
cual estaban sentadas las señoras Faure y los criados, fue
igualmente derribado.
Una canasta llena de astillas de madera que estaba si-
tuada en un ángulo del hogar, también fué derribada, y
las astillas empezaron á voltear por la habitación, cayendo
sobre las señoras Faure y los domésticos, y aún llegando á
herir ligeramente en la cabeza de un tal Bosche. ¡,Cabe en
esto, engaño posible?
Sin entrar en mayores detalles es preciso reconocer, que
la hipótesis del fraude es inadmisible, y que si el testimo-
nio humano merece algún crédito, débense aceptar como
ciertos, los fenómenos que se acaban de mencionar. Las de-
claraciones de tantos testigos sinceros, y que gozan de exce-
lente reputación, seguramente llevarían el convencimiento
ä un jurado, y á los magistrados de un Tribunal supremo.
En restimen; ó se ha de admitir la realidad de estos fe-
nómenos inexplicables, ó bien se ha de declarar, que siendo
imposibles a priori, necesariamente ha existido el fraude
que los testigos no han sabido ver.
Por mi parte creo haber dado suficientes razones, de-
mostrando la improbabilidad de la existencia del fraude.

III

Si el caso de la Constantinia fuera un caso aislado, yo


sería el primero en considerarlo indigno de atención, pero
no es así, puesto que hechos de la misma índole han sido
observados por múltiples personas, y en diferentes parajes.
Sin embargo; el caso de la Constantinia lo he conceptuado
de gran interés, por la variación y complexidad de los fenó-
menos ocurridos.
Nuestros lectores podrán hacer una distinción entre las
manifestaciones ocurridas en presencia de testigos tan for-
males como el alcalde de Objat, las señoras Faure, y la serio-
ra Madrias, y las que tuvieron lugar en ausencia de testi-
gos, según ocurrió con las manchas de sangre y el incendio.
En esta segunda parte de mis observaciones, me ocuparé
solamente de la comparación general, entre los hechos

LAS CASAS ENCAN rADAS 327


. ocurridos en la Constantinia, y otros hechos análogos que
he seüalado.
• Los fenómenos comprobados en la Constantinia, han sido
los siguientes:
1. 0 Golpes repetidos.
2.° Desórden en las camas y en el mobiliario.
3 •0 Transporte de diversos objetos.
4." Movimiento de objetos, sin contacto aparente.
5 • " Rotura de dichos objetos.
6." Manchas de sangre.
7." Incendio.
No conozco la literatura que se ocupa especialmente de
este asunto, y por lo mismo no hart una historia completa
-de los casos análogos al de Constantinia, por lo que me li-
mitaré á exponer algunas observaciones de género idéntico.
Antes de dar cuenta de dichas observaciones, conviene
recordar, que los caracteres clásicos que se encuentran en
las demás casas encantadas, no han concurrido en la Cons-
tantinia.
Aquí las manifestaciones tuvieron casi siempre lugar
de día, y revistieron un aspecto puramente físico, (1) mien-
tras que en las demás casas encantadas, se producen los
fenómenos por la noche, y se complican con ruidos de pasos,
y de cerrojos, movimientos de puertas que se abren y cie-
rran, y sonidos de voces humanas.
1. 0 GOLPES REPdfIDOS. —En la habitación de la anciana
Faure se percibió un ruido semejante al que haría la cama
golpeando el tabique, y además se produjeron algunos
golpes en los postigos. También resonaron algunos, en la
puerta del granero.
Este fenómeno es el más frecuentemente observado.
Las compilaciones especiales abundan en hechos de este
género. (Véanse en los Psychische S'Urdiera, de 1889, las no-
tas apropósito del caso de Resau).
2.° DESORDEN EN LA. CAMA Y EN EL MOBILI ARIO. — Este fe-

(1) En el Pechische Studien. 1881, pg. .1, el proresor Bout-


Ierow, miembro de la Academia de Ciencias de San Petersburgo.
refiere un caso observado en 188U, el cual presentaba idénticlos
caracteres.
328 SEGUNDA PARTE

nömeno es ya mas raro. M. d'Assier en su Runianilé pos-


thume cita varios casos recientes que le han comunicado
personas dignas de todo crédito. Véase en particular el caso
de la Bastida de Sérou. (Cap. I, ',ag. 30) y el relato de los
fenómenos comprobados en el castillo de T. (Anuales des-
sciences psychiques, 1892 y 1893).
3. 0 TkZANSPORTE DE D n VERSOS OBJETOS.—El doctor Dariex
cita un ejemplo en los Annales des sciences psychigues 1893,.
pág. 32, y 1892, pag. 192. Casos del mismo género han sido
comprobados en el castillo de T. (Anna/es des scieuces psy-
guigues, 1892 et 1893).
4. 0 MOVIMIENTO DE OBJr;TOS SIN coNrAc ro ArA RENTE.—En
este grupo incluyo el transporte de objetos sin contacto
aparente, y en presencia de testigos. Se han comprobado,
este género de manifestaciones, en el castillo de T. (Ännales
des seien ces psychignes, 1892 y 1893). En los Proceedings de,
la Sociedad de investigaciones psíquicas de Londres (vol. VII„
pag. 384), se da cuenta del extraordihario hecho ocurrido.
en un taller de carpintería, en el que las virutas y astillas
dispersadas por el suelo, se trasladaban de uu sitio á otro
sin contacto aparente, y en presencia de los obreros.
5 •0 ROTURA DE VARluS OBJöTOS. — Existen varios ejem-
plos. Véanse los fenómenos ocuridos en el castillo T.
6.° MANCHAS DE SANGitE. — Esta manifestación no es.
frecuente. D'Assier (Humanité poslhume, chap. 1.1, dice,
que fué comprobada el año 1830 en la Bastida de Sérou.
Consúltese también el Conde de Larmandié en su obra.
Eoraha, pág. 137, y Bodisco, Trails de Luntière, pág. 40.
7.° INchrado k;XPONTÄNE0.—También es un fenómeno.
raro. En el Pychische Studien he leído una observación de,
este género hecha en Holanda hace pocos años.
El señor Aksakof (Animisme et spirilisme, pag. 298), cita.
segan el Modern spiritnalisme, (le! señor Capron, el caso de,
una combustión expontänea que se produjo el año 1850 en
Stratfort (Estados Unidos). Un caso semejante tuvo lugar.
dentro de un cajón cerrado con llave, propiedad del director
de uno de los principales establecimientos de instrucción
en Paris. (1)

(1) Entre los varios casos de producción expontänea de luces.


LAS CASAS ENCANTADAS 329

IV

Los fenómenos comprobados en Objat, no son pues úni-


cos en su género, toda vez que se citan numerosos ejemplos
de hechos idénticos.
¿Qué conclusión cabe hacer?
Después de las observaciones que se han realizado, en-
tiendo que podemos deducir las circunstancias siguientes:
1.° Relación entre los fenómenos y Maria Paseare!.
2.° Los objetos se dirigen con frecuencia aunque no
siempre, hacia el sitio en que ella se encuentra.
3.° El movimiento que desarrollan, es sumamente rá-
pido; «eléctrico» dicen los observadores.
4 • * El ruido que hacen al caer, no guarda generalmente
proporción con su masa. Este fenómeno impresionó bastante
al alcalde de Objat.
Por lo demás, la dirección de estos movimientos no pa-
rece que esté presidida por una inteligencia. Tienen más
carácter de travesura, que de maldad, excepción sea hecha
del incendio. (Véase en el Sphynx un articulo de Kieseieeller,
titulado Der Spirk im Munehenkon.
Podriase suponer que existe algún enlace entre los mo-
vimientos de la Pascarel, y los fenómenos, ya que solamente
tienen lugar cuando se halla en estado de vigilia.
Para terminar debo anadir, que en el viaje que he rea-
lizado ä la Constantinia, he ensayado de celebrar una sesión
en el aposento donde se desarrollaron los fenómenos más

y llamas mencionados por el sefior Aksakof (A nimisme et spiri-


t¡ätne), referiré el de unan mujer del distrito de Ouralsk, quien du-
lente el periodo de seis meses, fué objeto de diferentes manifesta-
ciones, tales como repetidos golpes, transporte de objetos, aparición
de globos luminosos (págs. 301, 309 y 310) y principio de incendio
(págs. 309 y 310).
El 25 Julio 1853 estalló un incendio en la villa de Lipzy, el cual
fué precedido de análogas manifestaciones, y dando lugar á una
investigación administrativa y judicial, de la cual conserva la do-
cumentación auténtica, el señor Aksakof.
El estudio de semejantes hechos tiene gran importancia bajo
el punto de vista de las investigaciones judiciales.—A. R.
."''',"-','7,'"."--77r.rer •

330 ' SEGUNDA PARTE


notables. (Habitación A.; manchas de sangre é incendio).
Hallábanse presentes, el alcalde y Juez municipal de Objat,
María Paseare' y otra persona. Ninguna manifestación evi-
dente se obtuvo; oyéronse algunos crujidos, y pequeños
golpes que partían de la mesa (1), siendo fácilmente expli-
cables por la presión que ejercían nuestros dedos, sobre la
vetusta y desunida tabla del mueble.
Las experiencias tuvieron que interrumpirse, porque el
hermano de María Paseare' quiso agregarse al grupo, y muy
pronto lo desarmonizó. Reanudadas las sesiones en el de-
partamento D., tampoco dieron resultado.
Previa autorización del hermano y tutor de la Paseare',
intenté dormirla, más al cabo de un cuarto de hora, tuve
que suspender mi trabajo de hipnotización, porque el herma-
no de María se colocó detrás de mí, y distraía continuamente
ä dicha jóven. Ni uno ni otro accedieron en dejarme emplear
el método de Braid, habiendo tenido que limitarme á la fija-
ción de la mirada, y al contacto de las manos.
María Pascarel me pareció muy fácil de hipnotizar, y
creo que á partir del primer ensayo se hubiese logrado el
sueño, ä no haberse prestado de tan mala gana ä esta clase
de experiencias.

(I) Nos servimos de un antiguo trípode, de Om 80 de alto, con


tabla circular de Oin 50 de diametro.
e

CONCLUSIONES

De lo que precede se pueden deducir las siguientes con-


clusiones:
1." Los fenómenos observados en los diferentes mé-
diums, presentan gran semejanza con los producidos por
los místicos de todos los tiempos y países. La única diferen-
cia que existe, depende del grado de intensidad, y del obs-
táculo más ó menos grande que la luz opone h su produc-
ción. Se puede observar la progresión continua, partiendo
de la atracción de los sujetos por el magnetizador ó la ac-
ción de los efluvios digitales (1) sobre los cuerpos muy lige-
ros, hasta los más estupendos milagros.
2.° Algunos de estos fenómenos, tales como globos lu-
minosos, guardan cierta analogía con las manifestaciones
todavía inexplicadas de la electricidad atmosférica (relám-
pagos en bola); otros parecen debidos ä Un desarrollo anor-
mal de electricidad en el organismo, desarrollo que se pro-
duce de un modo expontäneo en algunas jóvenes, y en la
época de la pubertad (2).
3." Todos tienen su origen en unos eflúvios que se des-
prenden de ciertas partes del cuerpo de algunas personas,

(1) Véase «Les Chives °diques de Reichenbach. —París, Carré


1896.
(2) Estos fenómenos son muy complexos, y aunque parece que
la electricidad desempefia un importante papel en los más senci-
llos, no sucede así en los más trascendentales.
El célebre electricista inglés Varley, ha realizado varias expe-
riencias que la Sociedad dialéctica de Londres dió á conocer en
1871, pero la cuestión dista. mucho de estar dilucidada. y es de
gran necesidad que los esfuerzos de los hombres de ciencia, se
realicen en este sentido.
332 SEGUNDA ¡'ARTE

de preferencia en ciertas horas, bajo una forma comparable


á un viento eléctrico. Estos ethivios pueden ser dirigidos
por la voluntad del sujeto. hacia el punto que tratan de pro-
ducir algún efecto, y se escapan por ondas, cuya intensi-
dad corresponde al esfuerzo que las produce. Su emisión se
acompaña de dolores más ó menos violentos que el sujeto
procura mitigar, disminuyendo el esfuerzo, y aproximándo-
se hacia el objeto con el que trata de relacionarse. La luz
ejerce una acción disolvente, y parece que los fenómenos
resultan más intensos, cuando el sujeto estä directamente
en contacto , con el suelo, sin interposición de substancias
aisladoras de la electricidad.
Hé ahí una fuerza no estudiada, pero en parte definida
por las propiedades que acabo de indicar.
¿Qué acciones recíprocas se ejercen entre esta fuerza, y
las fuerzas antiguamente conocidas? Qué relación hay en-
tre estas, y el efltivio cuya existencia he demostrado en mis
experiencias acerca la exteriorización de la sensibilidad?
¿De qué manera se aumenta y transforma esta fuerza, para
dar nacimiento ä las manifestaciones trascendentales que
tanto objetivas, como subjetivas, constituyen un problema
de tanto interés (I)?
Tales son las cuestiones que me propongo estudiar en un
próximo libro titulado. «Fantontes des vivants» en el cual ex-
pondré la teoría del cuerpo t'indico, teoría que admitida ya
por los filósofos de Oriente, "y por los Padres de la Iglesia,
parece confirmarse hoy con pruebas.
No me olvido que voy alejandome del dominio en el cual

M. Pouchet, profeeor del Museo, y uno de los más encar-


nizados adversarios de nuestras ideas, escribía en «Le Teles» del
dia 12 Agosto 1993.
«Demostrar que un cerebro, por una suerte de gravitación,
obra ä distancia sobre otro cerebro, como el imán sobre el imán,
el sol sobre los planetas, la tierra sobre el cuerpo que cae. ;Llegar
al descubrimiento de una influencia, de una eibractön nerviosa que
se propaga sin conductor material.... ¡El prodigio es que muchos
de los que creen en esto, no zareceit de ningún modo ignoran-
tes!... Pero demostrádnoslo. y vuestro nombre figurará en la in-
mortalidad, mucho más que el de Newton, y yo os respondo, que
los Berthelot y los Pasteur, echarán su sombrero á vuestras plan-
tas!»
No pedimos tanto.
CONCLUSIONES 333
un espíritu POSITIVO debería encerrarse, según los escolás-
ticos que tienen la pretensión de limitar la ciencia ä los he-
chos que estudian, y ä los 'métodos que emplean, pero esta
ciencia, no es la Ciencia por excelencia, aquella hacia la cual
se dirijen cuantos han entrevisto, que del cuerpo del hom-
bre, puede desprenderse ALGO que piensa y siente. Por esto,
cuando se han llevado las investigaciones hacia estas fuer-
zas sútiles, se llega ä concluir, que aquel ALGO, puede so-
brevivir ä la destrucción de la carne, y ya en este terreno
colocados, reemplazamos el vacilante acto de , fe de las reli-
giones positivas, por una inquebrantable convicción en la
vida futura.
INDICE

PÁG1Ne8.

Dedicatoria 5
Prólogo. 7
Prefacio 17

PRIMERA PARTE
Experiencias con Eusapia
CAPÍTULO PHIMER0. — Eusapia Paladino.
I.—Sus debuts. . . . .. 21
11.—Su historia y su persona. 29
CAriTut.o_IL-----Llas experiencias de Nápoles en 1891.
1.—Relación presentada por el señor Ciolfi . , . 37
II.— Relato del doctor Lombroso. 44
CAPÍTULO 111.—Las experiencias de Milán en Octubre
de 1892.
I —Dictamen de la Comisión. . . 48
II.—Notas del doctor Carlos Richet 70
CAPÍTULO IV.—Las experiencias de Nápoles en Enero de
1893.
1.— Relación hecha por el doctor Wagner, Catedrático
de Zoología en la Universidad de S. Petersburgo. .
CAPÍTULO V.— Les experiencias de Roma rit 1893-94.
I.—Experiencias de Mayo de 1893. . . 96
11.—Experiencias de 1894. 0 101
CAPÍTULO VI.—Las experiencias de Varsovia, realiza-
das desde el 25 Noviembre 1893 al 15 Enero 1894.
1. —Análisis de la declaración del señor de Kranz. . . 105
II.—Conclusiones del doctor Ochorowicz. . . . 122
1159777fre,7717,757-

PÁGINAS.

CAPÍTULO VII. -Las experiencias de 1894 en Carquei-


lnnne y la isla de 1?onbaud
1.-4-Analis' is de la comunicación del señor Lodge. . . 125
11.-Extractos de la réplica por el doctor Richet, al doc-
tor Hodgson 132
CAPÍTULO VIII.- Las experiencias de Cambriee en
1895.
1.-Analisis de una comunicación remitida Ét la 75.'
Asamblea Ceneral de la Sociedad de investigaciones
psíquicas de Londres 133
11.-La cuestión del fraude en las experiencias con Eu-
sapia Paladino (por J. Ochorowicz). 141
CAPÍTULO IX.-Las experiencias de Aunélas en 1895.
1.-Informe de la Comisión 181

SEGUNDA PARTE
Experiencias y observaciones diversas
CAPÍTULO PFUME110.—Las experiencias de Gasparin
1854.
1. -Experiencias del conde de Gasparin. 219
11.-Los comentarios del doctor Thury 221
CAPÍTULO II -Informe de la Sociedad Dialéctica de Lon-
dres en 1869 226
CAPÍTULO 111.-Las experiencias del doctor Croo/ces. 242
CAPÍTULO IV. -Las experiencias con Enrique Slade. 267
CAPÍTULO V. — Experiencias de Donald Mac-Na!) realiza-
das en Paris, el año 1888 278
CAPÍTULO VI.-Experiencias del señor Pelletier. . 290
CAPÍTULO VII.-Experiencias del doctor Pablo Joire en
1895. 214
CAPÍTULO V111.-Las mujeres
elc;.ctricas 299
CAPÍTULO IX. -Las casas encantadas. 314
CONCLUSIONES 331
Lev itacion de la mesa.
192.

Medium : EUSAPIA.
Celador : Sr AKSAKOF.
Levitation de la mesa
Mit in

Mediotoj:,ErsAPIA.
Colador : D r Karl de Pm 1.
Contun'tontes : D'' Bimill.:lall (en prié).
jr SCHIAPARELLI (sentado en el suelo).
[
Ii

Levitacion de la inua sin contacto por parle de 1s cuiv• [in oir • luna 1
Moldaje de manos. liorna 1831

Moldaje de la mano ihndie:1 ile Ensaph. Nloldaje de la mann ealual d Eusapia


Notese la longittill anormal de la uiri del previamente envuelta con su pannelo. Com-
pulgar. con Cl moldaje de la 111:1110 iill;diCa.
Levitzwirn' de la iisa
('arqueirnnno l89')

Niedirne : PIA .
Celador de la derecha : D r J. OCHOROWICZ.
Celador de la irquierda :Dr Sia;m11).

;.N.

)::.
••••'«,

Disposicion de los celadores.


r_rtu l as 1895 .

Medium : Eu:Acht.
Celador de la derecha : RounAs.
Celador de irquierda : D r SABATIER.
Celador de los pies : D r DARIEX.

AguMas 1895.

Transporte sobre lit
mesa de objetos que es-
taban colocados de tras
de la medium.

Celadores
Esta situado de perfil,
El Sr MAXWELL.
De trente,
El S r DE RoCHAS,
Sortiene el brazo debajo
de la villa.
El 1) r DE GRAmosT,
Esta colocado de tras
t le la cortina,
El D r DAmEx.

La medium EISAPIA
se halla completamente
oculta por la cortina.
r
.1guélas 1895.

El pesa-cartas en tama im natural.


t

11
.Crej ..
LO MARAVILLOSO POSITIVO'

La exteriorización 0000
0000 de la motilidad
CON VARIOS GRABADOS Y FOTOGRABADOS

SE VENDE A

5 pesetas en Barcelona y 6 en Provincias


PUNTOS DE VENTA
En Barcelona, casa del traductor Diputación, 185, 1:, 1:
Y EN LAS PRINCIPALES LIBRERÍAS

.0
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