Tesis
Tesis
Tesis
La produccin novelstica de la
"generacin ausente" en el
contexto de las memorias del
pasado reciente argentino
(1973-1983)
Cita sugerida:
Castro, M.V. (2015). La produccin novelstica de la "generacin ausente" en el contexto
de las memorias del pasado reciente argentino (1973-1983). Tesis de posgrado.
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educacin. En Memoria Acadmica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1239/te.1239.pdf
RESUMEN
Ansgar Nnning y Astrid Erll (2003; 2005) y Astrid Erll (2005) han desarrollado las
relaciones entre memoria y literatura introduciendo los conceptos de memoria en la
literatura: puestas en escena, memoria de la literatura I: topoi e intertextualidad,
memoria de la literatura II: canon e historia de la literatura y literatura como medio
de la memoria colectiva. Adoptando esta cudruple distincin, la presente tesis
doctoral se propone dar cuenta de la produccin narrativa de la auto denominada
generacin ausente conformada por autores nacidos alrededor del ao 1960-, que
tuvo entre sus preocupaciones principales tematizar el decenio 1973-1983, eligiendo
para hacerlo la forma novela. Algunos de los escritores del corpus son: Carlos Gamerro,
Matilde Snchez, Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Sergio Chejfec, Miguel
Vitagliano, Gustavo Nielsen, Juan Forn, Carlos E. Feiling, Sergio Bizzio, Daniel Link,
Martn Kohan, Damin Tabarovsky, Marcelo Figueras, Rodrigo Fresn y Ricardo
Strafacce.
Al respecto, el primer captulo de este trabajo est dedicado a debatir las diversas
utilizaciones del concepto de generacin en la sociologa de la literatura argentina,
concepto que, a partir de la dcada del ochenta cayera en general descrdito. En efecto:
luego del triunfo de lo que Miguel Dalmaroni entiende como la operacin Raymond
Williams en Punto de Vista, se privilegiaron los conceptos de grupo cultural o
formacin de Raymond Williams para pensar colectivos culturales frente al de
generacin. En nuestro trabajo, redefinimos generacin como construccin
identitaria (Cf. Jureit/ Wildt 2005) y categora de memoria (Cf. Weigel 2005), esto
es: entendida siempre como un constructo y en clave memorial, y en las antpodas de las
formulaciones de matriz biologicista o embebidas de un afn matemtico cercanas a la
primitiva definicin del concepto dada por Jos Ortega y Gasset.
En un contexto de publicacin de sus primeras novelas donde las llamadas narrativas
sobre los aos setenta comienzan a proliferar y con un marco de crisis del mercado
editorial (1976-1989) y concentracin y polarizacin de la industrial editorial (1990-
2000), los escritores estudiados se proponen volver a narrar la ltima dictadura, cuando
la literatura ya no llenara como s lo habra hecho en 1980- un vaco de discurso
(Cf. Sarlo 2006). Sobre dicho contexto de publicacin y numerosos anlisis de la
memoria en la literatura y la memoria de la literatura I observables en las novelas
reseadas versan los captulos dos y tres de la presente tesis.
Una de las hiptesis fundamentales de nuestro trabajo es que los novelistas del corpus
no slo intervinieron en el campo literario en calidad de escritores, sino que fueron
crticos-estrategas (en el sentido de Walter Benjamin) y productores culturales (en
el sentido de Raymond Williams). As, fueron miembros del staff de diversas revistas
2
Palabras clave
MEMORIA PASADO RECIENTE ARGENTINO NOVELA ARGENTINA
GENERACIN AUSENTE
3
NDICE GENERAL
AGRADECIMIENTOS [pg. 6]
INTRODUCCIN [pp. 7-35]
Captulo 1. La generacin ausente [pp. 36-90]
1.1. La generacin ausente segn Lucas Rubinich (1985) y como tpico polmico en
Los das del viaje
1.2. El concepto de generacin en la sociologa de la literatura argentina
1.3. Generacin como construccin identitaria (Jureit/ Wildt 2005) y categora de
memoria (Weigel 2005)
1.4. Lecturas de las memorias del pasado reciente en la novela argentina: Sarlo (1987),
Reati (1992), Pia (1993), Avellaneda (1997), Gramuglio (2002) y Dalmaroni ([2003]
2004)
1.5. Tres intentos de periodizacin de las memorias del pasado reciente en la novela
argentina dependientes del factor generacional: Ruiz (2005), Gundermann (2007) y
Drucaroff (2011)
CODA. Memoria en la literatura y memoria de la literatura I: la generacin
ausente en modo autoficcional
Conclusiones del captulo
Captulo 2. Nosotros, los del ochenta: por una poltica de la literatura [pp. 91-
162]
2.1. El Grupo Shangai y el surgimiento de Babel, revista de libros (n 1: abril de 1988
- n 22: marzo de 1991)
2.2. Tres notas metodolgicas sobre el trabajo con publicaciones peridicas
2.3. Por una poltica de la literatura: Rodolfo Walsh - Manuel Puig - Osvaldo
Lamborghini (Link 1989) Una amalgama imposible?
2.4. Un contexto de publicacin adverso y comn: la crisis del mercado editorial (1976-
1989) y el alejamiento del lector nativo de la ficcin (1985-1990)
2.5. Escribir, publicar y editar en un contexto de concentracin y polarizacin de la
industria editorial (1990-2000)
2.6. Diversas acepciones de lo nuevo. La experiencia cooperativa de Ediciones
Tantalia en el contexto del surgimiento de las nuevas editoriales independientes de los
aos noventa
2.7. Con V de Vian contra Babel, revista de libros. Tres herederas dismiles de Babel:
La Giralda, el perseguidor/ revista de letras y Magazn Literario
CODA. Ni bablicos, ni planetarios. Memoria en la literatura de la Operacin
Raymond Williams
Conclusiones del captulo
BIBLIOGRAFA GENERAL
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIN
Hablar hoy de narrativas sobre el pasado reciente es aludir a una considerable cantidad
de discursos que desde hace casi cuarenta aos participan de las luchas por las
representaciones del pasado y las cambiantes polticas de la memoria en nuestro pas. 1
Habra por lo menos- tres instancias en que el pasado cercano se transforma en objeto
de asedio: durante los primeros cuatro aos del gobierno alfonsinista (bajo la forma del
llamado show del horror, VER Gonzlez Bombal/ Landi 1995 y Feld 2010), y
alrededor del vigsimo (1996) y trigsimo (2006) aniversarios del golpe militar del 24
de marzo de 1976, ya que como seala Elizabeth Jelin, las fechas redondas son
coyunturas de activacin de la memoria y tienen el poder de interpelar tanto a la
comunidad cientfica como a la sociedad en general, transformndose en momentos de
intenso debate sobre las interpretaciones aparentemente ya consolidadas sobre una
experiencia histrica para el otorgamiento de nuevos sentidos (Cf. 2000: 6-13).
Este trabajo se propone analizar cierta zona de la produccin literaria argentina
que apuesta a volver a narrar lo ocurrido en Argentina entre los aos 1973-1983,
contribuyendo a estatuir dicho perodo histrico en privilegiada memoria en la
literatura. 2 Ms precisamente: las novelas escritas por narradores, que, habiendo
nacido alrededor de 1960, comenzaron a publicar en un contexto entre 1985 y 1990- de
crisis del mercado editorial, bajo la discutida coyuntura del alejamiento del lector
nativo de la ficcin, y entre 1990 y 2000- de quiebra de editoriales locales y/o
desnacionalizacin de las principales para la formacin de grandes Grupos, proceso que,
tanto en los aos noventa como alrededor de las crisis econmicas de los aos 2001 y
2008, se vio acompaado del surgimiento de las llamadas editoriales independientes y
editoriales artesanales.
Algunos de los nombres sobresalientes de este grupo de narradores son: Carlos
Gamerro, Matilde Snchez, Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Sergio Chejfec,
1
Las luchas por las representaciones del pasado, como las define Elizabeth Jelin, implican, por parte
de los diversos actores, estrategias para oficializar o institucionalizar una (su) narrativa del pasado.
Lograr posiciones de autoridad, o lograr que quienes las ocupan acepten y hagan propia la narrativa que
se intenta difundir [] implica una estrategia para ganar adeptos, ampliar el crculo que acepta y
legitima una narrativa, que la incorpora como propia, identificndose con ella (2002: 36).
2
Los conceptos de memoria en la literatura; memoria de la literatura I; memoria de la literatura II;
y literatura como medio de la memoria colectiva que proponen Ansgar Nnning, Marion Gymnich y
Astrid Erll (2003); Ansgar Nnning y Astrid Erll (2003; 2005) y Astrid Erll (2005) sern desarrollados en
el marco de esta Introduccin y utilizados a lo largo de nuestro trabajo. En todos los casos y a menos que
se especifique lo contrario, las traducciones del alemn al castellano son propias.
8
Miguel Vitagliano, Gustavo Nielsen, Carlos E. Feiling, Sergio Bizzio, Daniel Link,
Martn Kohan, Juan Forn, Marcelo Figueras, Rodrigo Fresn y Ricardo Strafacce.
En un momento en el que claramente la literatura ya no operaba en una suerte de
vaco de discurso si se acepta que aquel haba sido el caso en el ao 1980, cuando se
publican las novelas Nadie nada nunca, de Juan Jos Saer; Respiracin artificial, de
Ricardo Piglia; Flores robadas en los jardines de Quilmes, de Jorge Ass; Soy paciente,
de Ana Mara Shua (Cf. Sarlo 2006), los narradores de nuestro corpus buscaron
legitimarse a partir de la construccin de una autoimagen de escritor colectiva de tipo
generacional especfica, esto es, la transformacin de un mero dato biolgico el haber
nacido alrededor de 1960: la formulacin vuelve a ser deliberadamente laxa- en marca
identitaria y prerrogativa para ser escuchados. 3
5
Roberto Quieto, miembro de la conduccin nacional de Montoneros, es secuestrado el 28 de diciembre
de 1975. Inmediatamente luego de su captura, se produce una seguidilla de secuestros, detenciones,
desapariciones y prdidas de infraestructura que permiten inferir que Quieto se ha quebrado y
entregado informacin a las llamadas fuerzas de seguridad. En febrero de 1976, un Tribunal
Revolucionario acusa en ausencia a Quieto de traicin, y lo condena a muerte, lo que suscita una enorme
conmocin en el seno militante (Gillespie [1982] 1997: 266ss). El n 12 de Evita Montonera de febrero-
marzo de 1976 dedica el artculo Juicio revolucionario Roberto Quieto y la contratapa La conducta
revolucionaria a analizar este caso. Asimismo, el editorial del n 13, que expresa la necesidad de, frente
a la delacin de Quieto, abrir un proceso de crtica y autocrtica dentro de Montoneros, que trate de
encontrar las tendencias negativas que la hicieron posible (Evita Montonera 13 1976: 2).
6
Para una antologa comentada de las intervenciones que conformaron la polmica que acompa la
publicacin de El fin de la historia de Liliana Heker, VER Demarchi 2003.
10
Entre los sentidos que Los planetas propone, sera posible leer una toma de
posicin personalsima frente al debate que rode la reivindicacin de la llamada
generacin del setenta, ocurrida a partir de mediados de los aos noventa hasta hoy.
Es indudable que las confesiones del ex capitn de marina Rodolfo Scilingo sobre
su participacin en los llamados vuelos de la muerte en febrero de 1995 (Verbitsky
1995) resultaron un hito en lo que hace a la autocrtica y asuncin de responsabilidades
castrenses (Canelo 2011). No obstante, la creacin en abril de 1995 de la agrupacin
Hijos por la Identidad y la Justicia Contra el Olvido y el Silencio se revelara en
retrospectiva como el acontecimiento de la dcada. Desde su constitucin como red con
alcance nacional en octubre de 1995, H.I.J.O.S. se propuso intervenir activamente en el
trabajo de memoria, asumiendo un doble desafo. 7
Por un lado, el deber de no traicionar las lealtades familiares y polticas que los
unen a Abuelas y ex compaeros de militancia de sus padres asesinados. Por otro lado,
el de no renunciar por ello a proponer narrativas subversivas, que apuesten
conscientemente a hacer estallar los relatos familiares meramente luctuosos, censurados
o incompletos, o bien artificiosamente montados sobre la figura de la vctima inocente
o el militante ejemplar que otros familiares, ex compaeros de militancia de sus
padres y dems agentes histricos han ido construyendo sobre los detenidos-
desaparecidos.
7
En Los trabajos de la memoria, Elizabeth Jelin explica que la nocin de trabajo de [la] memoria
remite a los conceptos freudianos de trabajo de duelo y trabajo de elaboracin, pero extendidos al
plano social. Interesa que Jelin coloque el concepto de trabajo en el centro de su planteo, dado que con
esto y tal como ella misma se encarga de explicar- la capacidad de agencia del colectivo social es puesta
en primer plano En palabras de Jelin: El trabajo como rasgo distintivo de la condicin humana pone a la
persona y a la sociedad en un lugar activo y productivo. Uno es agente de transformacin, y en el proceso
se transforma a s mismo y al mundo. La actividad agrega valor. Referirse entonces a que la memoria
implica trabajo es incorporarla al quehacer que genera y transforma el mundo social (2002: 14). Sobre
el concepto de trabajo de memoria, Hugo Vezzetti escribe lo siguiente: Desde mi ptica, significa
resaltar que la memoria es una prctica social y que, en tanto trabajo, requiere de materiales, de
instrumentos, de soportes [] Antes que en la mente de las personas, la memoria social reside en
artefactos materiales y pblicos: ceremonias, libros, filmes, monumentos, aniversarios, lugares. Y la idea
de trabajo debe ser tomada tambin en un sentido bien concreto: ese trabajo de la memoria tiene como
condicin para su desarrollo el hecho de que existan actores, iniciativas, esfuerzos, tiempo y recursos
(2000: 19).
11
8
Con el trmino posmemoria, Marianne Hirsch designa por primera vez en su artculo Family
Pictures: Maus, Mourning and Post-Memory la memoria de la generacin siguiente a la que padeci o
protagoniz los acontecimientos. Mediante el comic Maus. Historia de un sobreviviente de Art
Spiegelman (en dos partes: Maus I. Mi padre sangra historia de 1973 y Maus II. Y aqu comenzaron mis
problemas, cuya primera edicin es de 1986), Hirsch ejemplifica el concepto de posmemoria, que
define como la del hijo del superviviente cuya vida est dominada por las memorias de aquello que
precedi su nacimiento (1992/ 93: 8). El prefijo post no implica que estemos ms all de la memoria,
sino que es utilizado por Hirsch para distinguir esta posmemoria de la otra memoria (fruto de una
experiencia directa). Son sus caractersitcas el carcter ineludiblemente mediado de los recuerdos y el
distinguirse de la Historia por la conexin emocional que mantiene con los hechos. El 1997, Hirsch
publica el estudio Family Frames. Photography, Narrative and Postmemory, cuyo primer captulo repite
casi textualmente los conceptos desplegados cinco aos antes. A la definicin original de posmemoria,
se agrega ahora la siguiente precisin: a diferencia de la memoria, est conectada a su objeto o fuente no
mediante el recuerdo, sino mediante una investidura imaginaria y la creacin (Hirsch 1997: 22). Para una
conceptualizacin de toda memoria en trminos de posmemoria, VER Sarlo (2005). Sobre la recepcin
de Los rubios, VER: Kohan (2004a; 2004b) y Macn (2004). Otras realizaciones cinematogrficas de
hijos sobre sus padres detenidos/ desaparecidos, tanto en registro documental como ficcional: Pap Ivn
(2000), de Mara Ins Roqu; Encontrando a Vctor (2004), de Natalia Bruchstein; El tiempo y la sangre
(2003), de Alejandra Almirn; (H) Historias cotidianas (2001), de Andrs Habegger; M (2007), de
Martn Prividera; El premio (2012), de Paula Markovitch e Infancia clandestina (2012), de Benjamn
vila.
12
9
Tambin Cristina Feijo, ex presa poltica, asume en La casa operativa (2007) la perspectiva de un
hijo para narrar la cada en 1972 de un grupo de militantes. Seis aos antes, en Memorias del ro
inmvil, la autora ya haba hecho mimesis de la voz de un hijo para aproximarse al fenmeno de la
apropiacin de bebs y el robo de identidades. Tambin lo hace Elsa Osorio en su novela A veinte aos
luz (2006), que tuvo un ao antes una primera versin como guin cinematogrfico (Cautiva, con
direccin de Gustavo Biraben). Por ltimo, Mara Teresa Andruetto construye una tercera persona
cercansima a Julieta, protagonista e hija de una militante-popular en Lengua madre (2010).
10
Con el adjetivo tempranos se hace referencia a aquellos hijos de militantes populares nacidos unos
quince aos antes del Golpe de Estado de 1976, que perdieron durante la adolescencia a sus padres
vctimas del terrorismo de Estado, o debieron exiliarse con ellos. Recordemos que en su pgina web, la
agrupacin Abuelas de Plaza de Mayo interpela en su bsqueda de nietos apropiados a aquellos nacidos
entre 1975 y 1980.
11
Para un estudio documentado y crtico sobre el Ejrcito Guerrillero del Pueblo, VER Rot [2000] 2010.
13
12
El 14 de junio de 2012, la presidente Cristina Kirchner lleva por primera vez el planteo de la soberana
argentina en las Islas ante el Comit de Descolonizacin de la ONU. Sobre la importancia de esta gestin,
VER Ginzberg 2012.
14
tensin de la literatura con el mercado reemplaza a la tensin con la poltica (1991: 7).
La formulacin de Caparrs no es inocente, sino que entrara en dilogo polmico con
aquella que postula que la tensin entre literatura y poltica fue la que predomin
durante la dcada del setenta (tensin que se resolvera, incluso, con la disolucin de la
primera en la segunda, VER Sigal 1991: 249 y Gilman 2003: 158-187). Contra esto,
Caparrs postula el surgimiento de una nueva tensin: literatura-mercado, que
persistira hasta la actualidad.
De tomarse la hiptesis para su indagacin, nuestro trabajo debera analizar las
relaciones que las novelas del corpus establecen con el mercado editorial y el best
sellerismo, en un contexto que determinados autores han caracterizado como de
proliferacin de materiales sobre la ltima dictadura y los llamados aos setenta
(Cf. Romero 1997; Lorenz 2001; Cerrutti 2004; Levn 2005; Basualdo 2006/ 2007).
El antecedente ms evidente de esta problemtica es el caso Jorge Ass, cuya
novela Flores robadas en los jardines de Quilmes fue un verdadero xito de ventas,
alcanzado en 1984 los 100.000 ejemplares vendidos en catorce ediciones por la editorial
Losada, a los que se le sumaron los 80.000 ejemplares de la edicin de bolsillo que
lanz la revista La Semana (Cf. Burgos 2003). En este contexto, la impugnacin de Ass
por parte de cierta zona de la crtica acadmica durante la dcada del ochenta
(Avellaneda 1983; Marimn 1982; Sarlo 1987) y la polmica suscitada por su tardo
rescate como el maldito total de nuestra literatura (Ludmer 2001) deberan ser ledas
no slo en trminos literarios (se atacara a Ass por ser un mimtico, un populista),
sino tambin polticos: se atacara a Ass por ser un ejemplo pionero de la
mercantilizacin de la memoria.
A su vez, el debate alrededor del caso Ass nos alerta sobre la necesidad de
difereciar en nuestro anlisis entre consagracin literaria y xito editoral,
retomando para ello el espesor conceptual que despliega Nora Catelli en Circuitos de la
consagracin en castellano: mercado y valor ([2009] 2010).
Si bien coincidimos con Catelli en que el mercado no debe ser entendido como
monoltico, sino que dejara zonas anrquicas fuera de l y tambin dentro, es
importante no soslayar en nuestro anlisis las nuevas condiciones en las que los autores
estudiados publican, las que aparentemente disuelven la cuestin del valor y tambin
atenan o neutralizan las posibilidades de una jerarquizacin no ligada al mercado (Op.
Cit. Catelli [2009] 2010: 6).
Por lo mismo, cabra hacer una evaluacin matizada del rol que les cabe en la
promocin de determinadas memorias en la literatura para la novela argentina (entre
ellas y de forma acusada: la ltima dictadura militar) a los premios literarios, tanto a los
organizados a nivel local (Premio Clarn de Novela y Planeta de Argentina) como a
aquellos gestionados por editoriales espaolas (Premio Herralde) y los grandes holdings
(Premio Alfaguara de Novela).
13
Sobre el concepto de bienes simblicos: la propuesta de Bourdieu desplegada en El mercado de los
bienes simblicos (1971) fue retomada en La distincin (1979) y en Las reglas del arte, cuya primera
edicin francesa est fechada en 1992, extenso trabajo que revisa y ampla algunos de los conceptos
mencionados en Campo intelectual y proyecto creador (1966). Uno de los planteos centrales de
Bourdieu en esta serie de ensayos puede reducirse a una formulacin matemtica: libro (bien simblico) =
valor cultural + valor comercial. Segn Bourdieu, el libro es un bien simblico que circula en nuestra
sociedad y que es susceptible de recibir dos valores las ms de las veces- absolutamente divergentes: un
capital cultural (obtenido a partir de buenas crticas en los medios, evaluaciones positivas por parte de
otros escritores o figuras respetadas dentro del campo literario, otorgamiento de algn premio importante,
inscripcin en un catlogo editorial de prestigio), y un capital comercial (obtenido a partir de las cifras
de venta, posicin del libro en el ranking de los ms vendidos, reediciones, etc.).
16
14
Coincidimos con Cecilia N. Lesgart en que 1976-1983 ya no parece ser la temporalidad con la cual
revisitar el pasado reciente en la Argentina. Ni 1976 significa el nico y/ o primer momento de instalacin
de la violencia poltica, y 1983 se desvanece como gran lnea inaugural de la poltica (2006: 195).
15
Jorgelina Corbatta, al hablar de narrativas de la guerra sucia adoptara inadvertidamente la
perspectiva de los perpetradores. Mientras las FFAA utilizan el sintagma de la guerra sucia, las
diferentes agrupaciones poltico-militares en sus documentos internos y publicaciones refieren a una
guerra revolucionaria (PRT-ERP), guerra del pueblo (FAR), o bien guerra popular (Montoneros).
Ya para 1978, los Organismos de DDHH tabuizaron el uso de la palabra guerra para aludir a lo
sucedido, y lo plantearon en trminos de genocidio. Sobre los debates acerca de la pertinencia o no de
utilizar el trmino genocidio, VER Sigal 2001. En trminos estrictamente jurdicos, el uso del trmino
genocidio ha sido desestimado por Rafecas (2011).
18
16
Cf. Franco 2012: 316ss. Para un anlisis de la faceta econmica del autodenominado Proceso de
Reorganizacin Nacional, VER Basualdo 2005; Damill 2005 y Morresi 2007.
19
toma parte en la formacin y reflexin de memorias e identidades de manera considerable. Las obras
literarias siempre y cuando encuentren lectores- modelan de manera conjunta y activa las versiones
del pasado y las auto imgenes (tanto de tipo individual como colectivo). (Erll/ Gymnich/ Nnning
2003: iv-v)
17
En su artculo Para una teora del discurso narrativo (1980), que adelanta las tesis que sern
desarrolladas en los tres tomos de Tiempo y narracin (1983/ 85), Ricoeur sealaba un importante
malentendido: tendemos a traducir mimesis por imitacin, en el sentido de copia de un modelo
preexistente. Pero Aristteles tena en mente un tipo de imitacin completamente diferente, pensaba en
una imitacin creadora ([1980] 1999: 140). Para apoyar esta afirmacin, se recuerda al lector que la
tragedia segn la define Aristteles- trata de representar a los hombres mejores (belones) de los que
son en realidad, por lo que la mimesis no es un mera reduplicacin de la realidad (Op. Cit. Ricoeur
1980] 1999: 140).
18
El proceso literario aparece entonces como un suceso activo y constructivo, del cual participan en la
misma medida sistemas culturales dadores de sentido, procedimientos literarios y prcticas de recepcin y
en el cual la realidad no es simplemente reflejada, sino primero creada poiticamente y luego
enriquecida icnicamente [] El orden simblico de la realidad extratextual y los mundos creados en el
medio de la ficcin entran en una relacin de influencia e intercambio mutuos. El modelo de la triple
mimesis de Ricoeur puede contribuir a una diferenciacin de los diferentes niveles de la relacin entre
literatura y memoria: las obras literarias refieren en primer lugar a la memoria extraliteraria, representan
en segundo lugar sus contenidos y funciones en el medio de la ficcin y pueden, en tercer lugar, marcar
las memorias individuales y las culturas de la memoria. (Erll/ Nnning 2003: 17)
20
21
En su ensayo Was sind kulturelle Texte? [Qu son los textos culturales?] publicado en 1995,
Aleida Assmann diferencia entre dos marcos de recepcin [] dentro de los cuales los textos se
constituyen o bien como literarios, o bien como culturales (1995: 234). Se trata de maneras
diferentes de ingreso a textos que bien pueden ser idnticos (Ibid.). El otorgarle status de cultural o
literario a un determinado texto se basa en el acto decisionista del receptor. De los tantos textos
literarios que una sociedad produce y conserva, slo a algunos se les otorga el status de textos
cannicos (y esto significa para los Assmann status de textos culturales). Los textos culturales se
distinguen de los textos literarios por medio de una forma diferenciada de aproximacin y exgesis
textual: en vez de la lectura privada, la distancia esttica y la demanda de novedad propias de los textos
literarios, la recepcin de los textos culturales se caracteriza por la veneracin, el estudio repetido y la
emocin (Op. Cit. A. Assmann 1995: 242). La Biblia es para Aleida Assmann el paradigma del texto
cultural (1995: 237).
22
En 1992, Jan Assmann publica Das kulturelle Gedchtnis. Schrift, Erinnerung und politische Identitt
in frhen Hochkulturen [La memoria cultural. Escritura, recuerdo e identidad poltica en culturas
desarrolladas de la Antigedad] dedicado a fundamentar la pertinencia del concepto de memoria
cultural, que aplica al anlisis de tres culturas de la Antigedad: Egipto, Israel y Grecia. El concepto de
memoria cultural es expuesto en contraposicin con un segundo concepto: el de memoria
comunicativa, que se apoya aunque con una importante diferencia en el de memoria colectiva de
Maurice Halbwachs ([1925] 1992). Mientras que para Halbwachs es central el concepto de marco
(familia, religin, clase social) para establecer la matriz social dentro de la cual se insertan los recuerdos
22
individuales, la memoria comunicativa que proponen los Assmann se relaciona con las prcticas del
recuerdo y la memoria individual, que circulan mediante la interaccin de tipo cara-a-cara y que, por lo
tanto, no se remontan ms all del miembro ms anciano de la comunidad. El primer captulo de Das
kulturelle Gedchtnis. Schrift, Erinnerung und politische Identitt in frhen Hochkulturen [La memoria
cultural. Escritura, recuerdo e identidad poltica en culturas desarrolladas de la Antigedad] se destina a
contraponer memoria comunicativa a memoria cultural, explicitndose sus respectivas caractersticas:
(1) mientras la memoria comunicativa refiere experiencias histricas contenidas en el contexto de una
biografa individual, la memoria cultural tiene como contenido historias de tipo mtico, o
acontecimientos de un pasado remoto; (2) mientras la memoria comunicativa se transmite mediante la
interaccin entre individuos, de manera informal y espontnea en el seno de una comunidad viva, la
memoria cultural lo hace con un alto grado de formalismo mediante objetivaciones, rituales,
escenificaciones, danzas o secuencias de acciones de tipo simblico; (3) mientras la memoria
comunicativa se remonta unos ochenta, mximo cien aos atrs (dentro del horizonte temporal de tres o
cuatro generaciones), la memoria cultural remite a un pasado remoto, una temporalidad mtica; (4)
mientras la memoria comunicativa es detentada por testigos directos pertenecientes a una comunidad
determinada, la memoria cultural lo es por especialistas en la transmisin cultural, que se encargan de
promover determinados textos el trmino debe entenderse en sentido amplio- a la categora de texto
cultural (Cf. Assmann 1992: 48-86). Existe traduccin al castellano del artculo de Jan Assmann Qu
es la memoria cultural ? en el n 21 de Pensamiento de los Confines (diciembre de 2007).
23
23
Como seala Hctor Libertella en Nueva escritura en Latinoamrica (1977), remitindose a Edoardo
Sanguineti (1969) el proceso de museificacin de las vanguardias da un golpe irreversible a la creencia en
la factibilidad de una revolucin en el arte (y en el lenguaje). Para los autores de Literal y los
representantes continentales del Neobarroco, se trata ahora de la consecucin de una vanguardia en el
caballo de Troya: hacer cosas nuevas con cosas viejas. En una formulacin que confluye con sta,
Giorgio Agamben redefini a la vanguardia consciente en trminos de un esfuerzo extremo por
recuperar una relacin con el pasado ([1978] 2007: 201). Volveremos sobre estas definiciones en el
captulo cuatro.
24
En Poesa y ontologa (1993), Vattimo define potica como los programas de arte propuestos,
discutidos o combatidos por los artistas no slo en sus obras de arte, sino con escritos y tomas de posicin
tericas (1993: 47). El siglo XX es segn Vattimo el siglo de las poticas: la enunciacin programtica
ha prevalecido sobre la produccin de obras, de modo que las obras son ilustraciones provisorias de las
poticas.
24
25
Habida cuenta de que la bibliografa secundaria que estudi el perodo lo hizo dividiendo los agentes en
dos grupos culturales antagnicos (bablicos VS. planetarios) utilizando Babel, revista de libros
como un polo, y la coleccin dirigida por Juan Forn como su opuesto (VER Berg 1996; Satta 2004 y
2005; Botto 2006; Patio 2006; Sager 2007), en la coda correspondiente al captulo dos analizaremos
cmo algunas novelas hicieron memoria en la literatura de este supuesto conflicto, lo que habra dado
pbulo desde la ficcin- a dicha visin del campo literario.
26
La intervencin de Link pide leda dentro del conjunto de autores que conforman
la tradicin selectiva que se dejara inferir de la lectura de Babel, revista de libros
(n 1: abril de 1988 n 22: marzo de 1991): Juan Jos Saer, Ricardo Piglia, Csar Aira,
Rodolfo Fogwill, Alberto Laiseca, Ral Damonte Botana (Copi) y Marcelo Cohen (y
tambin, aunque de manera no tan relevante para nuestro trabajo: Arturo Carrera y
Hctor Libertella). 26
26
En la definicin clsica de Raymond Williams: la tradicin selectiva es una versin
intencionalmente selectiva de un pasado configurativo y de un presente preconfigurado, que resulta
entonces poderosamente operativa en el proceso de definicin e identificacin cultural y social ([1977]
2009: 159).
27
27
Una revista surgida en los 90 pareci querer colocarse en la vereda de enfrente de Babel, revista de
libros, reivindicando por lo mismo Libro de Manuel (1972), de Julio Cortzar y desestimando la
propuesta de Csar Aira: Con V de Vian (n 1: diciembre de 1991 n 42: noviembre/ diciembre de
1999). Por ltimo, Babel tuvo como continuadoras tres revistas de muy diferente tenor: La Giralda
(nmero nico publicado en abril de 1995), el perseguidor/ revista de letras (n 1: mayo 1995 n 12:
Primavera/ Verano 2005) y Magazn Literario. Mapa mensual de cultura (n 1: julio 1997 n 6:
diciembre de 1997). Muchos de los integrantes de las publicaciones mencionadas coincidieron
tempranamente en los staff del suplemento literario de Pgina/12, llamado inicialmente Culturas del
diario Pgina/12, luego Primer Plano, ms tarde Radar, y, por ltimo Radarlibros (n 1: 16 de
noviembre de 1997 hoy, con un cambio de formato en el n 358 correspondiente al 12 de septiembre de
2004; entre 1998 y 2004 Daniel Link asume las funciones de editor, mantenindose Juan Forn en la
direccin hasta el ao 2002).
28
Los aos noventa fueron tambin ocasin del surgimiento de las llamadas
editoriales independientes, en un arco temporal que va de la rosarina Beatriz Viterbo
(surgida en 1990, sus editoras son Adriana Astutti, Sandra Contreras y Marcela Zann) a
Adriana Hidalgo (surgida en 1999, sus editora general es Adriana Hidalgo y sus
directores editoriales, Edgardo Russo y Fabin Lebenglik). Al respecto, cabe enfatizar
que uno de los espacios privilegiados para la formulacin de una tradicin selectiva,
es la construccin de un catlogo editorial.
28
La sobreinterpretacin es definida por Umberto Eco como: la sobreestimacin de la importancia de los
indicios que nace con frecuencia de una propensin a considerar significativos los elementos ms
inmediatamente aparentes, cuando el mismo hecho de que son aparentes nos permitira reconocer que son
explicables en trminos mucho ms econmicos (Eco [1992] 1995: 52-53).
29
Por desgracia, un ttulo ya es una clave interpretativa. Es imposible sustraerse a las sugerencias que
generan Rojo y negro o La guerra y la paz. Los ttulos que ms respetan al lector son aquellos que se
reducen al nombre del hroe epnimo, como David Copperfield o Robinson Crusoe, pero incluso esa
30
(1996), de Miguel Vitagliano apelan a los saberes del lector aprendidos en, para dar un
ejemplo paradigmtico, la lectura de Respiracin artificial.
Por ltimo, la indagacin de la supuesta cualidad diferencias de las novelas
escritas por la generacin ausente se cierra en el captulo tres con algunas notas sobre
la articulacin memoria y bestsellerismo y memoria y sistema de premios.
Sobre el primer punto y ms all de la calidad o disvalor de su prosa- se procede
a indagar la condicin de mejor vendida de la novela Muertos de amor (2007) del
periodista-escritor Jorge Lanata. Asimismo, qu podra inferirse de la publicacin en la
coleccin Narrativas Histricas de Sudamericana de Los cautivos. El exilio de
Echeverra (2000), de Martn Kohan. Este ltimo escritor aprovechara el auge de la
novela histrica bestsellerista para usar la hiptesis de Martn Caparrs (Op. Cit. 1991)
a favor del trabajo de memoria. Por ltimo, el captulo tres incluye algunas notas sobre
el Apndice 1: Nombres de la generacin ausente dentro la nmina de ganadores de
los premios Clarn de Novela, Planeta de Argentina, Herralde de Novela y Alfaguara de
novela. Dado el carcter parcial de la muestra (porque slo se compilan datos sobre
cuatro premios de novela de los tantos existentes), no aspiramos aqu ms que hacer
algunos aportes preliminares a la problemtica memoria y sistema de premios.
Sobre el cambio de siglo, habida cuenta del capital simblico acumulado por
nuestros crticos-estrategas, stos apuntarn a imponer una memoria de la literatura
II especfica, con su concomitante y frreo sistema de exclusiones. En otras palabras:
no ya una tradicin selectiva determinada, sino un canon. 30
Por lo mismo, el captulo cuatro tiene como eje la memoria de la literatura II:
canon e historia de la literatura desde la perspectiva y agencia de la generacin
ausente. Asimismo, se introduce el concepto de canon de mercado, que Marcos
Mayer en su trabajo Qu es el canon? publicado en el n 189 de . Revista de
Cultura del 12 de mayo de 2007 define como la contra-cara del canon acadmico []
mencin puede constituir una injerencia indebida por parte del autor. Pap Goriot centra la atencin del
lector en la figura del viejo padre, mientras que la novela tambin es la epopeya de Rastignac o de
Vautrin, alias Collin. Quizs habra que ser honestamente deshonestos, como Dumas, porque es evidente
que Los tres mosqueteros es, de hecho, la historia del cuarto. (Eco 1986: 10)
30
Mientras el canon se propone como un modelo definitivo y supone procesos de seleccin, atribucin de
propiedades y modelizacin, que transforman a los textos en modlicos, esto es, en obras sublimes y
representativas que conviven en el seno de la institucin literaria como modelos positivos y patrimonio
de la Humanidad (VER Bloom [1994] 2005: 11-14), la tradicin selectiva es menos universalista y un
poco ms polmica. Supone zonas de friccin con otras tradiciones, exclusiones y/ o alianzas tcticas.
Cuando un escritor mira hacia atrs y elige una tradicin, esa tradicin marca el camino que l mismo
habr de seguir.
31
31
Tambin entre 1985 y 1990 Abelardo Castillo reinscribe a Leopoldo Marechal y Ricardo Piglia suma a
Macedonio Fernndez. De todas formas, estos dos nombres no tienen especial relevancia en el marco de
nuestro trabajo, que focaliza en las polticas de la literatura en relacin a la memoria del pasado
reciente argentino. S la tienen los nombres de Andrs Rivera, Juan Carlos Martini y Hctor Tizn:
aunque no ostentan el estatuto de escritores cannicos, fueron repetidas veces mencionados en relacin
a las poticas de la negatividad de Ricardo Piglia y Juan Jos Saer.
32
como un estado de la cuestin en lo que hace a cules son los nombres del consenso
sobre el cambio de siglo. Al respecto, no es casual que tanto la obra de Juan Jos Saer
como la de Ricardo Piglia y Manuel Puig sean merecedoras de artculos extensos que
las toman como objeto de anlisis exclusivo (mientras que Rodolfo Walsh haba
detentado el mismo espacio en el tomo publicado en 1999, La irrupcin de la crtica,
compilado por Susana Cella). En el marco del anlisis del onceavo tomo de esta
Historia, se pone especial atencin a dos aportes firmados por miembros de la
generacin ausente: Luis Chitarroni (Continuidad de las partes, relato de los
lmites) y Martn Kohan (Historia y literatura: la verdad de la narracin), y a la
manera en que dichos aportes crticos articularan con sus propios proyectos literarios.
Como contraste, se indaga qu tipo intervencin supondra la publicacin en 2006
de una Breve historia de la literatura argentina en un nico volumen, firmada por el
poeta (aunque tambin novelista ocasional) Martn Prieto. Por ltimo, se analiza De
Alfonsn al menemato (1983-2001), sptimo tomo en el plan general y cierre por el
momento de la accidentada Literatura Argentina del siglo XX, cuyo director fue David
Vias. Concebida no como mera historia de la literatura sino como historia crtica,
imbrincada en su contexto socio-poltico (en su contorno, para usar un trmino caro a su
director), el volumen publicado en 2010 est nuevamente construido como mosaico de
voces e intervenciones, y en l tambin se plasma una posible respuesta a la pregunta de
cules son los nombres del canon, que tiene puntos de contacto pero tambin de
divergencia con la respuesta dada diez aos antes en el onceavo tomo de la Historia
crtica de la literatura argentina, compilado por Drucaroff.
Una doble polmica sobre canon y mercado signa los primeros aos del siglo
XXI, que tuvo como disparador el ensayo Literatura de izquierda (2004), de Damin
Tabarovsky. La trada Libertella-Fogwill-Aira es subrayada dentro de un contra-
canon que incluye a Osvaldo Lamborghini, Nstor Snchez, Puig, Copi, Zelarayn,
Perlongher, Viel Temperley, Saer (con mucha buena voluntad) y a la desdichada
Pizarnik (Cf. Op. Cit. Tabarovsky 2004: 26). De esta nmina, por lejos lo ms
sorpresivo es la relativa poca importancia otorgada a la potica saeriana.
su aporte para el tomo El efecto Libertella, compilado por Marcelo Damiani en 2010,
Tabarovsky alerta que el principal problema al que se enfrentara el contra-canon no
es ya la reaccin (como lo haba sealado seis aos antes en Literatura de izquierda),
sino su neutralizacin por medio de un dispositivo consagratorio. 32
32
En el tomo Dominios de la literatura. Acerca del canon (1998), compilado por Susana Cella, se revisa
de manera independiente al desarrollo de Harold Bloom la productividad crtica del concepto de canon.
Uno de las hiptesis que recoge nuestro trabajo es la contenida en el artculo Cannica, regulatoria y
transgresiva, de No Jitrik, donde ste afirma que no es posible pensar lo cannico
independientemente de lo marginal (Cf. Jitrik 1998: 19-41).
34
comenzado el siglo XXI. En marzo de 2012, se lanza la Serie del Recienvenido (en
Fondo de Cultura Econmica: dirigida por Ricardo Piglia). En las tres Colecciones
nombradas se destaca la presencia de determinados miembros de la generacin
ausente, sobre cuya inclusin hipotetizamos algunas razones en el ltimo captulo de
nuestro trabajo. Para la fundamentacin de las mismas, se incluyen datos vertidos en los
Apndices 2 y 3.
Para responder la sexta pregunta (por qu poner en duda la pretensin de los
narradores de nuestro corpus de encarnar la nueva literatura [poltica] y qu podra
entenderse bajo este rtulo?) se vuelve imperioso sealar que prcticamente todos los
autores analizados pretendieron nimbar su produccin literaria con la etiqueta de nueva
narrativa, algo que por lo mismo debe ser objeto de cuidadoso anlisis, para no
confundir expresiones de los propios agentes con puntos de partida vlidos para la
investigacin.
Dado que desde el inicio hemos puesto entre signos de pregunta el sintagma de
nueva narrativa, ya es momento de adelantar que la especificidad de las novelas del
corpus residira en que en ellas se deja traslucir una muy acertada lectura de las
estrategias de reconfiguracin del canon que se estaban dando de manera
contempornea a su escritura y publicacin. Por lo mismo, las aleaciones de poticas
presentes en las novelas estudiadas deberan repensarse como parte de la creacin de
espacios transversales en el medio de los espacios que distribuyen e imponen las
polticas mayores ([micro]polticas de la literatura, en el sentido que le da al trmino
Flix Guattari). Asimismo, la aspiracin a lo nuevo se vinculara, ms que con una
cualidad textual constatable, con el afn de activar una lgica propia del mercado de
los bienes simblicos, precisamente en momentos en que ste se encontraba sumido en
una profunda crisis.
Por todo lo dicho, los autores estudiados elegiran presentarse como generacin
ausente, con un alto nivel de consciencia de que la construccin de un espacio
generacional especfico les permitir no slo tomar la voz, sino tambin disputar en
mejores condiciones por un lugar en el campo literario. Al hacerlo, operan no slo como
novelistas, sino tambin como editores, periodistas culturales, expositores en congresos
y firmantes de artculos acadmicos.
casi naturalizacin de la operacin crtica que haba hecho de las escrituras elusivas
de Juan Jos Saer y Ricardo Piglia la forma modlica de referir lo ocurrido en Argentina
durante la dictadura, los autores estudiados apostaron a la construccin de un lugar
generacional especfico que les permitiera no slo tomar la voz, sino tambin postularse
en trminos de una (quiz) novedosa poltica de la literatura.
La generacin ausente sali de un no lugar, tanto poltico como literario. Lo
hizo con un alto grado de consciencia de las interrelaciones entre la intervencin crtica
y la produccin ficcional. Para ello, sus miembros se autoconstruyeron identitariamente
a partir de la negacin de las posibilidades que en trminos de franja etaria- les eran
perfectamente posibles: los que no fuimos a Malvinas, los que no militamos. Frente
a otros colectivos poderosos, eligieron el lugar de la carencia. En este sentido, la toma
de voz (tanto poltica como literaria) fue necesariamente colectiva y generacional.
36
CAPTULO UNO
LA GENERACIN AUSENTE
1.1. La generacin ausente segn Lucas Rubinich (1985) y como tpico polmico
en Los das del viaje
Uno de los episodios quiz menos estudiados de la ltima dictadura militar fue la
pretensin de los militares involucrados en el llamado Proceso de Reorganizacin
Nacional de recrear una nueva generacin del ochenta y el contexto de modernizacin
del pas que los hombres de 1880 plasmaron a su imagen y semejanza. El Proceso no
slo se plante como poder desaparecedor (Calveiro 1998; 2005), sino tambin quiso
formular las bases de una generacin del 80 nueva, dando por agotada la anterior.
De estas aspiraciones refundacionales, nos quedan por lo menos- dos expresiones
orgnicas: La segunda fundacin de la Repblica (1976), de Ricardo Zinn y Derecho a
la esperanza (1978), de Carlos Conrado Helbling. Mientras el primero buscaba
inspiracin en las ideas de Jos Ortega y Gasset para anunciar el advenimiento
(matemticamente inevitable) de una nueva generacin del 80, el segundo prefigur esa
generacin como resultado de la conjuncin entre miembros de las Fuerzas Armadas y
los sectores ms lcidos de la civilidad, un proyecto en cuyo marco cobrara sentido el
programa de recuperacin de prisioneros llevado a cabo por el ex Almirante Emilio
Eduardo Massera en la Escuela de Mecnica de la Armada. 33
En respuesta, el suplemento cultural del diario La Opinin (dirigido entre agosto
de 1975 y julio de 1979 por Luis Gregorich y, ms tarde, por Ral Vera Ocampo)
public entre diciembre de 1977 y diciembre de 1980 una serie de cinco artculos sobre
la generacin del 80, denunciando de manera asordinada a causa de la censura
33
Como se seala en el Informe de la CONADEP, la ESMA era una excepcin a la poltica de las FFAA
de no dejar a ningn detenido libre (ni vivo). En este campo de recuperacin se distinguan tres grupos
de prisioneros: (1) la inmensa mayora, que sigui el destino secuestro tortura permanencia en
capucha traslado; (2) una nfima minora de los secuestrados, que fueron seleccionados y aceptaron
la oferta de seguir vivos a cambio de convertirse en fuerza propia del Grupo de Tareas. Colaboraban
directamente con la represin y fueron llamados mini-staff; (3) otra insignificante cantidad de
secuestrados en relacin al total- que por su historia poltica, capacidad personal o nivel intelectual
cumplieron funciones de diversa utilidad para el GT. Entre ellas: recopilacin y traduccin de recortes
periodsticos de la prensa nacional y extranjera; elaboracin de sntesis informativas; realizacin de
trabajos monogrficos sobre problemas diplomticos, limtrofes y polticos; elaboracin de documentos
de anlisis de coyuntura; clasificacin y mantenimiento de los objetos robados en los operativos y tareas
de mantenimiento del campo (electricidad, plomera, carpintera, etc.). Este tercer grupo, formado a
principios de 1977, fue llamado staff. (Para una distincin ms completa entre las funciones del mini-
staff y el staff, y una sesgada defensa del staff como espacio de resistencia dentro de la ESMA, VER
Calveiro 1998: 118-124.)
37
imperante y apostando a que el lector sabra cotejar las dos pocas y sacar sus propias
conclusiones- esta apropiacin por parte de los militares. A saber: Estanislao S.
Zeballos: el hombre mltiple; Joaqun V. Gonzlez: el activo meditador de Samay
Huasi; Lucio V. Mansilla: gran seor del 80; Eduardo Wilde (positivismo con
humor y ternura) y Garca Merou: el joven crtico. En la serie es significativa la
ausencia de un trabajo sobre Miguel Can, el ms xenfobo, reaccionario y racista de
los miembros de la generacin del 80. 34
Ya en democracia, el sintagma generacin del 80 para referir a los jvenes
menores cuando se produjo el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 comenz a
circular de manera aproblemtica dentro del periodismo cultural. Al respecto, ya
finalizando la dcada, Claudia Feld y Mariela Govea sealaban humorsticamente lo
siguiente:
Hablar de generaciones es un viejo truco de crticos desocupados, editores desesperados o escritores
sin texto. Como hace mucho que no haba una, ltimamente hubo que inventar la del 80. Es bien
sabido que Pasteur acab no slo con la leche sino tambin con el mito de la generacin espontnea:
as que sta, como cualquier otra, es una trabajosa construccin de la poiesis, una ficcin casi
detectivesca, un mito innecesario. (Feld/ Govea 1987: 72)
Dos aos antes, desde las pginas del n 23 de Punto de Vista, Lucas Rubinich
haba hecho en Retrato de la generacin ausente un uso mixto del trmino: en tanto
categora analtica (con pretensin explicativa) y como categora nativa (puesto que
l mismo se coloca como informante y dentro de la generacin del ochenta que
pretende delimitar).
Segn Rubinich, los miembros de la generacin ausente ostentan las siguientes
caractersticas: (1) una condicin etaria laxamente comn, dado que se trata de una
generacin conformada por los que hoy tenemos un poco ms o poco menos de
treinta; (2) la duda sobre la pertinencia de autoproclamarse y/ o dejarse etiquetar como
los nuevos intelectuales de la dcada del 80; (3) la dificultad para ganar la
condicin de ditos, en un contexto de crisis del mercado editorial; (4) la condicin de
viejos prematuros (la carencia de fervor); (5) la imposibilidad de cometer
parricidio contra la generacin precedente, dada el rea de vacancia en el campo
intelectual argentino provocada por el exilio de muchos intelectuales y escritores, la
desaparicin y el silenciamiento de otros, y el desmantelamiento de los cuerpos
34
Para una antologa comentada de los artculos publicados en La Opinin, VER Montergous 1985.
38
Contra la idea de que la relacin de los intelectuales del los aos sesenta con la poltica
fue radicalmente diferente a la propia, Ollier y Thompson postulan entonces una cierta
continuidad, aunque marcando al mismo tiempo la aparicin de un elemento novedoso:
Nuestra identidad sufre pues este doble condicionamiento: marcada por una vivencia
35
Sobre esta cuestin, VER Zubietta 2009 http://conti.derhuman.jus.gov.ar/_pdf/seminario2-
09/programa.pdf (consultado el 3.5.2013).
39
Para plantear esta cuestin, se reproduce en Los das del viaje el artculo de
Rubinich publicado en el n 23 de abril de 1985 de Punto de Vista. A l le siguen las
intervenciones de Sergio Chejfec (Mirada retrospectiva); Eduardo Antn (Progreso)
y Lucio Schwarzberg (Elogio de la prosodia del maestro). Finalmente, Rubinich tiene
la oportunidad de volver a pronunciarse en Notas grises sobre una esperanza.
Chejfec elabora su respuesta a partir de la ficcin de la reproduccin (post
mortem) de un supuesto reportaje realizado por Rita Fonseca al autor Sergio
Chejfec. 37 La afirmacin inicial de que Mi generacin [entendida como generacin
literaria] no exista, ni ausente ni presente es matizada cuando Chejfec trae a su
argumentacin una conversacin sostenida con Carlos Mangone y admite de manera
coincidente con aqul- que s considera vlido el concepto de generacin poltica,
entendida como aquella que ha sido marcada por un determinado acontecimiento, que
toma las ms de las veces la forma de una cesura histrica. Ya sobre el cierre de su
trabajo y de manera contradictoria con la afirmacin inicial, Chejfec adjudica tres
rasgos a su generacin [literaria] de pertenencia: la libertad con la que nos dirigamos a
36
El Consejo Editorial de Los das del viaje. Revista de poltica y cultura, que publica un nico nmero
en otoo de 1988, est conformado por Patricia Angel, Laura Aparici, Daniel Bravo, Mariana Carol,
Andrs Delich, Anala del Franco, Lucas Luchilo, Rubn Noiosi, Mariana Podetti, Mara Elena Ques y
Cecilia Sagol. Su director, Lucio Schwarzberg, dedica el editorial del primer nmero a describir (con
irona) el carcter heterogno del staff no en trminos de pluralismo, sino de arribismo: sta es una
revista realizada por un grupo de amigos (el staff es delator) que, a su vez, invitan a otros que podran ser
sus amigos, o de los que quisieran hacerse amigos. Slo por esto ltimo, la revista, ms que una revista
pluralista debera sera una revista arribista (Schwarzberg: 1988: 1). Tambin sorprende que en el mismo
editorial se haga mencin explcita el origen de los fondos que permitieron la publicacin: Este nmero
fue financiado por FUCADE [Fundacin para el cambio en democracia], una fundacin vinculada al
radicalismo, que, a su vez, recibi el apoyo de la fundacin alemana Friedrich Neumann. El Consejo
Editorial, entonces, est integrado por radicales. (Alemanes no conseguimos.) Libramos a nuestros
colaboradores y amigos de un estigma tan pesado (Ibid.).
37
El nombre de la entrevistadora elegido por Chejfec constituye un homenaje a Juan Jos Saer, en cuya
saga novelstica Rita Fonseca es una de las figuras de autor se trata, en verdad, de una pintora- de
mayor relevancia.
40
los materiales, el escribir por fuera de los modelos aceptados por el mercado y el
desprecio por toda idea de epigonalismo y cobijamiento bajo paternidad alguna (Cf.
Op. Cit. Chejfec 1988: 9-10).
En su intervencin, Eduardo Antn elige desestimar a Rubinich de manera
explcita en tanto lo define como el tpico exponente del nuevo intelectual especialista
del alfonsinismo o, en trminos de Horacio Gonzlez (a quien cita), el Intelectual
Becado de Escritorio (maysculas en el original). 38
Schwarzberg es el nico de los tres polemistas que focaliza su respuesta en ajustar
las conclusiones a las que haba arribado Rubinich en su artculo para Punto de Vista,
habida cuenta de que ya han pasado tres aos desde su aparicin.
El primer ajuste tiene que ver con la idea misma de generacin ausente, dado
que varios sus miembros ya han logrado publicar. Por lo mismo, Schwarzberg propone
rebautizarla como generacin emergente.
El segundo ajuste se opone a la idea de que el vnculo planteado con la generacin
anterior pueda entenderse como una relacin de idlica hermandad (la figura de los
hermanos mayores), puesto que stos, con el advenimiento de la democracia, han
copado todos los espacios de poder del campo cultural e ignoran ostentosamente a los
miembros de la generacin emergente:
Creo que la metfora es incierta; y ya que de metforas genealgicas se trata, preferira referirme a
ellos como padres putativos, padres que han sido elegidos por sus hijos.
Pero, adems, tengo la impresin de que ellos no se han enterado, razn por la cual los nuevos seran
hijos bastardos. []
Los hijos bastardos quedaron acorralados como si fueran enanos del pas de Gulliver. Desde esa
estatura, los padres putativos, instalados en la totalidad del campo intelectual con la plenitud de sus
patas inflamadas, parecen los dueos de la justicia y de la verdad. Qu parricidio ni qu ocho cuartos!
Ms vale, con astuta negligencia, hacerse el distrado. (Op. Cit. Schwarzberg 1988: 17)
Por ltimo, Schwarzberg propone otra figura de escritor (de intelectual?) para
oponerla tanto a la del especialista surgida con el alfonsinismo, como a la del
38
De manera ms o menos explcita, los tres polemistas coinciden en acusar a Rubinich de ser becario de
CONICET (al momento de firmar su nota para Punto de Vista y Notas grises sobre una esperanza ste
era efectivamente becario de CONICET, tal como se especifica en el epgrafe que acompaa la
reproduccin de La generacin ausente en Los das del viaje). La acusacin se vuelve menos
anecdtica leda en el contexto del debate alrededor del definitivo ocaso de la figura del intelectual
revolucionario propia de la dcada anterior, y el surgimiento en los ochenta de la nueva figura del
intelectual especialista.
41
intelectual vano, epgono o mudo: el polgrafo (el ensayista), cuyo modelo sera
Csar Aira. 39
La rplica de Rubinich publicada en Los das del viaje tiene un tono conciliador
que parece apuntar a abrir sentidos que en su primera intervencin en Punto de Vista
aparecan como excesivamente cerrados. Ahora se trata de caracterizar a la generacin
ausente no en tanto generacin intelectual, sino de proponer [] el desarrollo de
un estilo intelectual [] una posible voz entre las mltiples que construyen, no sin
dificultad, los miembros de esta peculiar franja generacional (Rubinich 1988: 19;
nuestro nfasis).
Rubinich constata para la generacin ausente tres modos de encarar la
actividad intelectual:
En primer trmino, el que se expresa a travs de discursos donde persisten elementos (no siempre de
manera categrica, contundente) de visiones maniquestas, de un estilo contestario, degradado,
arreflexivo. Quizs sea ste un estilo residual, aunque en los ltimos aos, discursos con estas
caractersticas pudieron ser fcilmente asociados a el discurso de la izquierda. Un segundo modo,
podra ser consistente en la construccin de proyectos intelectuales marcados por una actitud
estrictamente profesional, por cierto tecnicismo que tiene diversas manifestaciones. []
Finalmente, sobre todo en el caso de algunos escritores y poetas, es perceptible una actitud por
encontrar respuestas a travs de su obra, con una preocupacin fuerte por conocer y manejar del mejor
modo posible sus herramientas de trabajo [] a la par que ensayan, no en su escritura sino en el
discurso pblico, un estilo irreverente, burln [] sostienen una mirada crtica acompaada de un
tono humorstico con algn grado de pesimismo. (Op. Cit. Rubinich 1988: 20; nfasis del autor)
La caracterizacin del primer modo que realiza Rubinich es un tiro por elevacin
al conjunto de revistas que, surgidas luego de la instauracin democrtica, se ubicaron
dentro de las consignas de una izquierda si se quiere, resiliente: Pie de Pgina (n 1:
Primavera 1982 n 3: Verano 1984/ 85); Mascar. Revista de literatura (n 1:
diciembre de 1984 n 7: abril de 1987); Praxis. Estudios, debates, documentos (n 1:
Primavera 1983 n 6: Verano 1986) y La Bizca (n 1: diciembre 1985 n 3:
39
Oponer el polgrafo al especialista: ensayar. Ensayar sobre todas las cosas.Y no estoy pensando slo
en la escritura. No distingo, en este caso, por oficios. Pienso, ms bien, en la mirada. Quien aparece
ensayando es Csar Aira, uno de los ms silenciosos escritores argentinos. Lo vi de lejos, una sola vez, en
una conferencia. Yo no lo conoca, y me desagrad la impiedad de sus opiniones sobre escritores que a m
me gustan. Monocorde, impoltico, ausente de afectacin polmica, Aira rompi los libros expuestos en
los anaqueles de las libreras cultas. Das despus, con la insidia de romperlo a l, sal a buscar sus libros.
No los encontr en ningn lado, y tuve que encargarlos. Arranqu a leer La luz argentina embargado de
mala fe. Y ya no dej de leer a Aira. A l le debo mi conviccin de que, desde cualquier oficio de la
inteligencia y de la imaginacin, se debe proceder como un polgrafo. El oficio provee el punto de fuga, y
todo el resto es ensayar. (Schwarzberg 1988: 18)
42
40
Pie de Pgina tuvo como director a Alberto Castro y como Secretario de Redaccin (se retira para el
tercer nmero) a Lucas Rubinich. El proyecto de Pie de Pgina ver su continuacin en La Bizca. Revista
de crtica cultural, dirigida por un colectivo conformado por Maite Alvarado, Gustavo Aprea, Roberto
Bein, Alberto Castro, Alicia Garca Tun, Laura Mango, Carlos Mangone, Ariana Vacchieri, Graciela
Villanueva y Jorge Warley. Mascar. Revista de Literatura tuvo en su Consejo de Direccin a Ricardo
Mario (figura como director a partir de n 3), Leonor Garca Hernando, Susana Silvestre y Juano
Villafae. Praxis. Estudios, Debates, Documentos tuvo un Consejo de Redaccin conformado por Laura
Rossi (seud. de Laura Klein), Gabriel Rot (seud. de Gabriel Miguens) y Horacio Tarcus (seud. de Horacio
Paglione). A partir del n 2, Emilio Caffasi figura como director.
41
Fahrenheit 450 (n 1: noviembre-diciembre 1986 - n 4: 1987/ 88). Tuvo en su Grupo Editor a A.
Lamas, Christian Ferrer, A. Lorenzetti, C. Morillo, R. Calvio, entre otros.
43
mayores de cuarenta y cinco aos tienen una obra de la que se habla y se escribe, casi nadie se
atrevera a caracterizar las obras de los escritores de cuarenta aos. (Op. Cit. Link [1999] 2004: 215)
Si bien en los usos del trmino generacin que hemos reseado prevalece lo
autorrepresentacional, en la sociologa de la literatura argentina el concepto ostenta un
desarrollo considerable, que ser tema del prximo pargrafo.
44
42
Nos referimos al clsico estudio El mtodo histrico de las generaciones (1949), donde Maras seala
el error de interpretar las generaciones desde el punto de vista de la edad, entendiendo sta de manera
biolgica, cuando advertimos, an en ella, una componente histrica decisiva ([1949] 1967: 15). Otros
herederos tardos de la teora de las generaciones orteguiana son el cubano Jos Juan Arrom, autor de
Esquema generacional de letras hispanoamericanas (1963) y el chileno Cedomil Goic, autor de Historia
de la novela hispanoamericana (1972). ste ltimo, junto a Ortega y Gasset, fue uno de los tericos
enseados bajo dictadura en la Universidad de Buenos Aires, lo que tambin sera un factor que explicara
el total descrdito del concepto de generacin ya para la transicin democrtica. En el mismo sentido,
no es un dato irrelevante que Maras resultara el intelectual extranjero ms asiduamente citado en diarios
45
renovacin del arsenal terico que llev a cabo la llamada Nueva Izquierda, que
desech los aportes de Ortega, tanto por su posicin ideolgica como por su endeblez
conceptual. 43 No obstante, en 1954 Emilio Carrilla publica Literatura argentina, 1800-
1950 (Esquema generacional), donde, en explcita adhesin al mtodo de las
generaciones, enumera y caracteriza diez generaciones de escritores, que van de 1810 a
1940.
Un ejemplo pionero del desdn hacia la herencia orteguiana es el libro El caso
Ortega y Gasset, de Patricio Canto (hermano de Estela Canto, el fallido amor de
Borges), que se define a s mismo como un ex admirador de Ortega (1958: 36). Aqu, a
escaso ao de su muerte, el madrileo es tomado como emblema de la figura del
intelectual vil, y se alimenta la sospecha sobre su aparente neutralidad frente al
franquismo (Canto 1958: 9; 26 y 15). Ortega es comparado con Mussolini, en tanto
creador de una filosofa de balcn y su obra caracterizada en trminos de miscelnea
prescindible (Op. Cit. Canto 1958: 38 y 28, respectivamente). La impugnacin de
Ortega y Gasset es total:
La realidad ltima se encarg de desmentir cualquier semejanza ocasional que hubiera habido entre
literatura, poltica y religin y lo que Ortega nos deca de ellas. Sus puntos de vista parecan falsos a
los hombres de la generacin anterior a la suya, y vuelven a parecerlo a las nuevas generaciones. (Op.
Cit. Canto 1958: 11)
y revistas durante la ltima dictadura y que Jaime Perriaux el intelectual con mayor influencia dentro del
gobierno dictatorial- fuera no slo discpulo del pensador madrileo, sino tambin autor de Las
generaciones argentinas (1970), escrito bajo la influencia directa de su maestro.
43
Sobre la llamada Nueva Izquierda [cultural], VER Hilb y Lutzky (1984); Tern (1991) y Tortti
(2007).
46
tal desajuste no existe [] Para los lectores de veinte a treinta aos la desproporcin es evidente y
remite a las diferencias de clima que separan una generacin de la otra. (Prieto 1954: 14)
Otro ejemplo acabado de este uso lo constituye el libro El juicio de los parricidas.
La nueva generacin argentina y sus maestros (1956), de Emir Rodrguez Monegal,
donde se seala la aparicin hacia 1945 de una nueva generacin en la literatura
argentina, a la que se define a partir de el modelo de conflicto (de all el nombre de
parricidas) respecto a la generacin de 1925 (o martinfierristas). Seran los padres
de dicha generacin: Ezequiel Martnez Estrada; Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea y
Leopoldo Marechal. Asimismo, Rodrguez Monegal seala la importancia del
peronismo como principal fuerza actuante sobre la generacin del 45 y su rol de
introductora del existencialismo francs: los parricidas adhieren a la doctrina del
compromiso segn Jean-Paul Sartre. 44
De 1958 a 1960, Rafael Alberto Arrieta dirige y publica una Historia de la
Literatura Argentina en seis tomos (el ltimo contiene un ndice analtico de los cinco
tomos precedentes). La Historia tiene como colaboradores a Julio Caillet-Bois, Roberto
F. Giusti, Ricardo Sanz-Hayes, Ezequiel Martnez Estrada, ngel J. Battistessa, Juan
P. Ramos; Julio No, Luis Emilio Soto, Carmelo Bonet, Csar Fernndez Moreno,
Augusto Ral Cortzar, Luis Franco y Domingo Buonocuore.
En el Prefacio del editor y el Prlogo contenidos en el primer volumen,
Arrieta explica que su Historia viene a completar el trabajo realizado por Ricardo Rojas,
aunque con inclusin de los autores vivientes (la Historia avanza hasta 1950). El plan
general de la obra (si bien por momentos es traicionado por una organizacin segn
gneros discursivos y/ o por la presencia de artculos extensos que dan cuenta de la obra
completa de un nico autor, y, tambin, por conatos de ordenacin geogrfica), es
principalmente cronolgico.
44
Se llam parricidas o denuncialistas a los intelectuales agrupados alrededor de la revista Contorno
(noviembre de 1955 a abril de 1959; diez nmeros en total, los tres ltimos son nmeros dobles). Escriben
para Contorno: Ismael y David Vias, Juan Jos Sebreli, Adelaida Gigli, No Jitrik, Adolfo Prieto,
Rodolfo Kusch, Oscar Masotta, Regina Gibaja, Len Rozitchner, Ramn Alcalde (los otros nombres que
aparecen en la publicacin son seudnimos adoptados por sus miembros para dar la impresin de
disponer de un staff ms numeroso). Hasta el n 6 predominan las consideraciones literarias en torno al
gnero novela (relectura consagratoria de Roberto Arlt; relectura positiva de Leopoldo Marechal; ataques
a Eduardo Mallea, el gran novelista del grupo nucleado alrededor de la revista Sur; solapada hostilidad
hacia el grupo Martn Fierro y J. L. Borges), y la reflexin poltica aparece muy espordicamente. Esta
tendencia se invierte completamente en los dos ltimos nmeros, dedicados al peronismo y al
frondizismo, respectivamente. Para un estudio de Contorno y los denuncialistas que completa el trabajo
pionero de Rodrguez Monegal, VER Avaro/ Capdevila 2004.
47
El primer tomo abarca tres siglos: desde las cartas de conquistadores hasta la
poesa de Bartolom Hidalgo, pasando por los poetas de la Revolucin. El segundo
tomo se inicia con la introduccin del Romanticismo por Esteban Echeverra hasta la
batalla de Caseros, aunque la temporalidad se extiende en los estudios individuales
consagrados a Jos Mrmol, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi y Juan
Mara Gutirrez. El tercer tomo abarca desde la segunda mitad del siglo XIX (el
regreso de los proscritos) hasta el Modernismo, dando cuenta de la prosa y la
poesa de la generacin del ochenta (pero tambin en artculos que las tienen como
objeto exclusivo- de la biografa y obra de Hilario Ascasubi, Estanislao del Campo y
Jos Hernndez).
El cuarto tomo tiene a Leopoldo Lugones como objeto de estudio privilegiado,
aunque en su segunda parte a partir de un ordenamiento genrico se ofrece un
panorama de los conjuntos paralelos de la poesa, el teatro, el cuento, la novela, la
crtica y el ensayo de la mitad del siglo XX [] las corrientes estticas posteriores a la
primera y segunda de las guerras mundiales (Arrieta 1958: XXI), con especial nfasis
en el gnero lrico. Los dos ltimos tomos son definidos como cuerpos aislados
respecto al plan general (Ibid.). Si bien el tomo quinto se dedica a el folklore literario
(segn un ordenamiento por regiones geogrficas), se cierra con un artculo sobre
Guillermo Enrique Hudson (escritor argentino en lengua inglesa). El sexto y ltimo
tomo es, por lejos, el ms heterclito: adems del ndice analtico ya mencionado,
contiene un estudio sobre los aportes historiogrficos de Pedro de ngelis, Bartolom
Mitre y Fidel Lpez (entre varios otros nombres de menor relevancia), reseas y
comentarios a las colecciones y antologas poticas disponibles (partiendo de La Lira,
de 1824), un captulo sobre la traduccin potica y varios artculos sobre manuscritos,
archivos, historia del libro y mundo editorial, que se extienden temporalmente ms all
del ao 1950. A lo largo de esta Historia, el factor generacional no aparece
problematizado, adoptndose las denominaciones ya cristalizadas de generacin de
1830 y generacin de 1880.
En 1959, No Jitrik despliega en Seis novelistas argentinos de la nueva
promocin su propia versin del anlisis generacional (el planteo est indudablemente
influenciado por El juicio de los parricidas. La Nueva Generacin Argentina y sus
Maestros). Partiendo de un diagnstico sobre el extraordinario florecimiento de la
literatura de ficcin y, en especial, de la novela (Jitrik 1959: 11), focaliza en la obra de
48
seis novelistas: Alberto Rodrguez (h), Antonio di Benedetto, Beatriz Guido, Hctor A.
Murena, Juan Jos Manauta y David Vias.
Jitrik toma el modelo de conflicto para caracterizar la relacin que vincula la
nueva promocin con la generacin anterior: Hay algo casi fatal en el despertar de
una nueva promocin: su enemistad con las anteriores, en muchos casos sin
reconciliaciones de ningn matiz (1959: 28).
En todo el volumen Seis novelistas argentinos de la nueva promocin se percibe
una oscilacin entre el uso del concepto de generacin y el de promocin, sobre la
cual recin se darn razones en el libro El problema de las generaciones literarias
(Esquema de las ltimas promociones literarias), escrito y publicado por Arturo
Cambours Ocampo en 1963, que tiene como antecedentes los trabajos Indagaciones
sobre literatura argentina (1952) y Lugones: el escritor y su lenguaje (1957).
Si bien Cambours Ocampo no se remonta a Ortega, sino a autores de la lnea
alemana que desarrollaron el concepto (especialmente a Julius Petersen, ledo de mala
fe segn l- por Ortega y Maras), no reniega del autor de la teora de las
generaciones ni mucho menos. En El problema de las generaciones literarias se
retoman los conceptos orteguianos de sensibilidad vital (1963: 7) y de generaciones
beligerantes o pacifistas (Cambours Ocampo 1963: 21-22). Aunque tambin podra
pensarse esta voluntad de no circunscribirse a Ortega en trminos polticos, dado que
Cambours Ocampo, por su extraccin peronista, estara ms prximo al tipo de
sociologa de la literatura que practica la llamada izquierda nacional de un Juan Jos
Hernndez Arregui (e incluso a la teora del imperialismo cultural de un Abelardo
Ramos), que a la practicada por Ortega y Gasset.
De todas formas, al momento de intentar una definicin no matemtica del
concepto de generacin, Cambours Ocampo recupera a Hnri Peyre, autor de Les
gnrations Littraires (1948), que define generacin en trminos de la manera de
ver en conjunto [] a los hombres nacidos aproximadamente en la misma fecha y que
crecen en la misma atmsfera intelectual (Op. Cit. Cambours Ocampo 1963: 9).
El problema de las generaciones literarias se propone demostrar la existencia de
seis generaciones literarias argentinas:
La de 1810, que inaugura nuestra independencia poltica y nuestra dependencia cultural. Literatura
declamatoria, de cara al Atlntico y de espaldas al pas. La de 1830, romntica y poltica; la de 1880,
con el culto del talento, apasionada por el ferrocarril y que asisti al delirio del progreso de nuestro
pas, segn la definicin de Rojas Paz (la generacin de Cambaceres, Can, Garca Mrou, Olegario
49
V. Andrade, Calixto Oyuela); la de 1907, con la voz tutelar de Rubn Daro y el modernismo (la
generacin de Lugones, Banchs, Carriego, Capdevila, Fernndez Moreno, Alfonsina Storni); la
generacin de 1922, la del peridico Martn Fierro, dirigido por Evar Mndez, entre cuyos
redactores fundadores figuraron Oliverio Girondo, Luis L. Franco, Nal Roxlo y Ernesto Palacio; y
por ltimo, la generacin de 1930, a la que pertenecemos. (Op. Cit. Cambours Ocampo 1963: 13)
A lo largo del estudio, se observa que Cambours Ocampo oscila entre un uso que
se quiere analtico del concepto de generacin y un uso de tipo autorrepresentacional,
especialmente, cuando defiende la existencia de la tambin llamada novsima
generacin o generacin del treinta, a la cual l mismo pertenecera en tanto poeta
(Cf. Op. Cit. Cambours Ocampo 1963: 18; 35-42 y 53ss).
El uso pretendidamente analtico del concepto de generacin encuentra su lmite
cuando el autoren el marco de lo que haba definido en la Advertencia como una
literatura crtica de anticipaciones- intenta postular la existencia de una generacin de
1940, y aclara que se ve obligado a reemplazar el trmino de generacin por el de
promocin, dado que faltara perspectiva histrica para probar fehacientemente la
existencia de una generacin de 1940 (Cambours Ocampo 1963: 13 y 43).
Al ao siguiente, desde las pginas del n 66 de Cuadernos de Cultura (nmero
publicado inmediatamente despus de que varios de sus ms jvenes integrantes
abandonaran la revista al romper con el Partido), Berta Perelstein impugna el trmino
orteguiano en tanto categora analtica vlida, sealando que las primeras
teorizaciones (Comte, Dilthey) sobre la generacin se dan en un contexto
reaccionario. De manera coincidente con Patricio Canto, Perelstein seala para el caso
de Ortega y Gasset el montaje de una verdadera empresa publicitaria, que confundi a
muchos (1964: 99). En su intervencin, denuncia que la idea de la generacin como
agente de la dinmica social escamotea deliberadamente la verdadera clave del cambio:
la lucha de clases (Op. Cit. Perelstein 1964: 103-104). Perelstein acusa a los
desertores del PCA (que para entonces haban sacado el primer nmero de Pasado y
Presente) de adherir a la historiografa generacional, deudora de las formulaciones
orteguianas, caracterizada precisamente por un subjetivismo extremo y por una actitud
irracional que termina por negar explcitamente la posibilidad de conocimiento
cientfico de la Historia (1964: 112 y 103). 45
45
Pasado y Presente (n 1: abril/ junio 1963- n 9: septiembre 1965) fue una revista cordobesa fundada
por jvenes disidentes del PCA y dirigida en su primer ao de vida por Oscar del Barco y Anbal
Arcondo, y a partir del segundo, por stos y Jos Aric, Samuel Kieczkovsky, Juan Carlos Torre, Hctor
50
Schmucler, Csar Guiaz, Carlos Assadourian, Francisco Delich (a los que tambin se suman Luis J.
Prieto y Carlos R. Giordano). Tuvo como rasgos sobresalientes la crtica al partido comunista, la difusin
del pensamiento de Antonio Gramsci (que haba sido traducido al espaol por Hctor P. Agosti, figura
histrica del PCA), la traduccin de numerosos artculos firmados por intelectuales de la izquierda
italiana contempornea, la discusin en torno a la lucha armada y el mundo obrero cordobs y la relacin
entre cultura y poltica. A partir de 1968, los miembros de Pasado y Presente publican los Cuadernos de
Pasado y Presente, que resultaran fundamentales para la renovacin del pensamiento marxista en
Latinoamrica. Luego de publicados sus nueve nmeros, Pasado y Presente tiene una breve segunda
poca (n 1: abril/ junio 1973 n 2/ 3: julio/ diciembre 1973), donde se evidencia el acercamiento del
grupo a la izquierda peronista. Sobre los llamados gramscianos argentinos, VER Aric (1988) y Burgos
(2004).
51
pese a la importancia de la revolucin de 1930- que los haya marcado indeleblemente a todos.
(Gregorich 1968: 1201)
Como nico rasgo propio de esta generacin que casi no es una generacin,
Gregorich da el mrito de haber fijado la autonoma y la importancia del gnero
novelstico dentro de una literatura nacional no completamente desarrollada [] que las
generaciones posteriores ya han empezado a provechar (Op. Cit. Gregorich 1968:
1201). A vuelta de pgina, en el cuadro Cronologa de la novela de la generacin
intermedia, se dan los siguientes nombres: Adolfo Bioy Casares, Jos Bianco, Ernesto
L. Castro, Alfredo Varela, Roger Pla, Ernesto Sbato, Antonio Di Benedetto, Bernardo
Verbitsky, Silvina Bullrich, Joaqun Gmez Bas, Estela Canto, Manuel Mujica Linez,
Enrique Wernicke, Abelardo Arias, Arturo Cerretani y Julio Cortzar.
En el mismo tercer tomo se incluye el trabajo Teatro: desde la generacin
intermedia hasta la actualidad, que firma Luis Ordaz, que como ya es patente desde el
ttulo- adopta la nomenclatura y el enfoque de Gregorich. Por ltimo, con algunos
agregados y bajo el nuevo ttulo de Las nuevas promociones: la narrativa y la poesa,
se reedita el fascculo 55 co-escrito por Gregorich y Delgado que ya hemos reseado.
En 1972, Adolfo Prieto publica Conflictos de generaciones, ensayo terico
donde se sopesan las ventajas y problemas del anlisis generacional. Especficamente,
sobre el modelo de conflicto, Prieto alerta que:
El concepto de conflicto generacional no debe sobrevalorarse al extremo de resumir en l la dinmica
que moviliza el curso de la historia o de atribuirle el carcter configurador de las ms profundas
agitaciones sociales. El conflicto generacional a veces acompaa y expresa en su verdadera
potencialidad un proceso de cambio; a veces indica, en niveles muy limitados, los desajustes de
algunos grupos sociales; a veces materializa, simplemente, la disputa por la imposicin o
53
ocupa de enfatizar que sin duda el ms influyente de todos ellos es Cortzar (Ibid.).
Por ltimo, Avellaneda se dedica a explicar quines seran los nuevos:
estos narradores propiciaron decididamente la experimentacin con el lenguaje y la estructura, y
atendieron con mayor asiduidad a lo que de un modo un poco simplista puede resumirse en el
concepto de forma literaria. A la inversa, tambin desconfiaron de la literatura ante la presin de los
hechos poltico-sociales y tendieron a subordinar o a transformar su expresin en una bsqueda de
sntesis entre la historia y la Historia, entre la ficcin (la literatura) y la realidad (el referente) []
La vasta produccin narrativa de estos autores podra ser ordenada en dos grandes tendencias
generales: el realismo y la experimentacin. (Op. Cit. Avellaneda 1977: 114)
Si bien Avellaneda matiza el trmino realismo (puesto que como alguna vez
precisara Roman Jakobson, posee ms categoras que la acuada en el siglo XIX),
termina sealando a Daniel Moyano y Manuel Puig como las dos cumbres de la
tendencia realista dentro del colectivo de los nuevos (Op. Cit. Avellaneda 1977:
114-115). Asimismo, ejemplifica la tendencia experimental propiamente dicha con
los narradores que confluyen en la revista Literal, sobre los cuales seala con acierto
la construccin de una voz ininteligible, que desborda la produccin literaria y trasvasa
al gnero ensaystico e, incluso, se hace presente cuando son entrevistados. Frente a esta
voz, tanto Hctor Libertella como Juan Jos Saer (entre otros), quedan redefinidos como
experimentalistas atenuados (Cf. Op. Cit Avellaneda 1977: 116). Germn Garca
queda (inadvertidamente) en ambos grupos: como realista con Nanina (1968) y como
experimental propiamente dicho con Cancha rayada (1973).
Por ltimo, en el pargrafo dedicado a la poesa escrita por los nuevos y
novsimos, Avellaneda prefiere el trmino de promocin y/ o grupo para armar el
mapa de la produccin lrica de aquellos que comenzaron a publicar a principios de la
dcada del 60 y se caracterizaron por una marcada tendencia hacia el uso de niveles
coloquiales de lengua; el tema urbano (Buenos Aires), la preocupacin social y la
poltica (Op. Cit. Avellaneda 1977: 115 y 118, respectivamente), y entre los cuales
Lenidas Lamborghini sera el caso ms demostrativo. 46
Con la introduccin de las teoras de Raymond Williams y Richard Hoggart que
realiza el grupo Punto de Vista a partir de 1979, el concepto de generacin literaria
comienza a perder prestigio crtico-terico frente a los conceptos de formacin y
grupo, que se vuelven dominantes para pensar colectivos de productores culturales.
46
Si bien lo cita, Avellaneda no adopta la denominacin de generacin potica del 60 presente en el
libro homnimo de Horacio Salas (1975).
55
Dos son los trabajos con los que Punto de Vista presenta el materialismo cultural
en la Argentina.
El primero (Raymond Williams y Richard Hoggart: sobre cultura y sociedad),
publicado en julio de 1979, es, en verdad, una mera introduccin a las entrevistas
realizadas por Beatriz Sarlo a Williams y Hoggart, cuando ninguno de los dos haba
sido traducido an al castellano. En el caso de Williams, Sarlo parece estar interesada en
facilitarle al lector local la comprensin de una serie de palabras clave, validando su
sentido correcto en dilogo con el mismo autor: la estructura de sentimiento
aparece como la ms destacada.
El segundo trabajo (Raymond Williams: proposiciones para una teora social de
la cultura), que firma Carlos Altarmirano para el n 11 de Punto de Vista de marzo de
1981, vuelve a insistir sobre los conceptos clave del materialismo cultural, pero
apoyndose ahora para la exposicin en la traduccin del libro Cultura y sociedad,
publicada el ao anterior por la editorial Pennsula, de Barcelona. Por ltimo, es
fundamental dentro del temprano proceso de difusin de Williams la publicacin en
1980 de Conceptos de sociologa literaria, que firman Beatriz Sarlo y Juan Carlos
Altamirano, organizado como un lxico. 47
A partir de 1979, tambin se publican los fascculos para la reedicin (aumentada)
de la Historia de la literatura argentina dirigida ahora por Susana Zanetti y que consta,
en su formato libro (1980/ 86), de cuatro volmenes: De la Colonia hasta el
Romanticismo; Del Romanticismo al Naturalismo; Las primeras dcadas del siglo y Los
proyectos de la vanguardia. Mientras en Panorama de la novela, artculo que firma
Josefina Delgado como aporte original para el primer tomo, sta retoma la
caracterizacin de Luis Gregorich de generacin intermedia (aunque con un agregado
que tiende a precisar la colocacin poltica de dicha generacin), en su trabajo
Panorama del teatro Jorge Lafforgue prefiere utilizar el sintagma promocin del
sesenta
El proyecto de escribir una memoria de la literatura II de corte sociolgico tuvo
bajo la direccin de David Vias dos formulaciones. Mientras la primera (bajo el
significativo ttulo general de Historia social de la literatura argentina) pareca tener
como ambicin emular la Historia de la Literatura Argentina de Ricardo Rojas y
constaba de catorce tomos que abarcaban un lapso temporal amplsimo (desde la
47
Es llamativo que Sarlo y Altamirano dediquen este trabajo a El Turco (Juan Jos Saer), como una
suerte de tarda respuesta a su intervencin La novela y la crtica sociolgica, de 1967.
56
La idea es que toda historia es menos una metodologa de la constatacin que un relato de hechos que
se presumen significativos [] como relato, lo que importa son los momentos de inflexin, los ms
dramticos [] las situaciones en que lo acumulado se concentra sobre s mismo y da origen a nuevas
estructuras, a nuevas modulaciones. (Jitrik 1999: 501)
48
Al da de la fecha no han sido publicados De Frondizi al camporato (1955-1973) ni El llamado
Proceso (1976-1983), ttulos correspondientes a los tomos cinco y seis del plan de obra definitivo. En el
captulo cuatro del presente trabajo, se analiza en detalle De Alfonsn al menemato (1983-2001).
49
Si bien los tomos diez, once y doce tienen como eje diferentes problemticas observables en un lapso
temporal que va aproximadamente desde mediados de la dcada del sesenta hasta la actualidad, la
literatura publicada de la transicin democrtica a hoy no es objeto de un anlisis diferenciado. El ltimo
tomo, anunciado para cubrir esta falencia y cuyo compilador es Jorge Monteleone, an no ha sido
publicado.
58
50
La inevitable sucesin de generaciones en su concatenacin fctica y temporal que continuamente se
engendra a s misma, conduce siempre a nuevas exclusiones, a determinaciones diacrnicas internas y
externas, a lo prematuro o lo tardo respecto a las unidades de experiencia especficas en trminos
generacionales. Sin estas exclusiones no es pensable ninguna Historia. El cambio generacional y las
hornadas de generaciones son, por antonomasia, constitutivas del horizonte temporal finito en trminos
temporales. (Koselleck 2000: 107; mi traduccin)
61
51
Bienes, conocimiento, caractersticas tanto culturales como nacionales son transmitidas en bloque
generacin tras generacin. Cada generacin constituye una unidad histrica perfectamente definida y
est en condiciones de cambiar su legado. La sociedad no puede ser concebida sino como una
manifestacin de estas relaciones intergeneracionales como el resultado de la actividad de una larga
serie de generaciones, cada una parada sobre los hombros de la que la precedi. (Marx/ Engels 1969:
43).
62
52
Con una distancia temporal considerable entre sus intervenciones crticas, tanto Hans Jaeger (1977)
como Andreas Schulz (2003) han desestimado consecuentemente el uso matemtico del concepto de
generacin (esto es: a la manera de Ortega), dado que su valor interpretativo recin se desplegara con
los cortes ocasionados por los sucesos histricos ms espectaculares, que abarcan y dividen a toda la
sociedad, tales como guerras, revoluciones o colapsos econmicos, cuya periodicidad, claro est, es
imposible de predecir.
63
crticos de la cultura crean haber descubierto una nueva generacin, en una utilizacin
quiz abusiva del concepto. Como sealan Jureit y Wildt:
El uso entretanto inflacionario de las caracterizaciones generacionales, como la generacin Golf, la
generacin Ally, la generacin del 68, la del 89, la generacin Berln, la generacin de la guerra
del Golfo, muestra la necesidad de reflexionar en el sentido y sinsentido de la investigacin de tipo
generacional. (Jureit/ Wildt 2005: 8)
53
En su trabajo Ambivalenz Eine Annherung an das Problem der Generationen [Ambivalencia.
Una aproximacin al problema de las generaciones], Kurt Lscher propone diferenciar entre tres tipos de
discursos sobre generacin: (1) el genealgico (ms especficamente: el de parentesco); (2) el
pedaggico; (3) el histrico-cultural. Dentro del tercero, se ubicaran Karl Mannheim y sus herederos
crticos (Cf. Lscher 2005: 53-58).
64
1.4. Lecturas de las memorias del pasado reciente en la novela argentina: Sarlo
(1987), Reati (1992), Pia (1993), Avellaneda (1997), Gramuglio (2002) y
Dalmaroni ([2003] 2004)
La intervencin de Beatriz Sarlo en la reunin organizada por los profesores Ren Jara y
Hernn Vidal a fines de marzo de 1986 en Minneapolis bajo el auspicio del Institute for
the Study of Ideologies and Literature y el Department of Spanish and Portuguese de la
65
tiempo que resea algunos debates sobre la funcin de la literatura y la figura del
intelectual en la dcada del sesenta, contraponindolas a las propias de la del ochenta),
el artculo plantea una tipologa de los relatos de la poca (en verdad, se trata
exclusivamente de novelas) segn los siguientes tems: (1) cmo significar y cmo
narrar; (2) el presente en clave de pasado remoto; (3) el presente en clave alusiva;
(4) mimesis, alegora, mezclas genricas y (5) escrituras hiperliterarias. Contra el
ordenamiento meramente tpico realizado por Reati, se percibe en el caso de
Avellaneda una apuesta por ordenar el corpus a partir de los procedimientos y principios
constructivos de las novelas que hacen memoria en la literatura de por el llamada
dictadura militar terrorista.
En diciembre de 2002, Gramuglio publica en Punto de Vista el artculo Polticas
del decir y formas de la ficcin. Novelas de la dictadura militar, donde hipotetiza que
la investigacin de la CONADEP y el Juicio a las Juntas son hechos que habran
modificado profundamente las condiciones discursivas de las novelas que buscan dar
forma a aquella experiencia (2000: 9). En su anlisis, seala la aparicin en 1984 de la
novela testimonial, que perseguira revelar tramos hasta entonces desconocidos, o
conocidos slo a medias, del funcionamiento de las organizaciones guerrilleras y de la
experiencia de sus miembros en la lucha, en la clandestinidad o en los campos de
concentracin (Gramuglio 2002: 10). 54
En la segunda parte de su trabajo, Gramuglio se detiene en lo que postula como un
cambio de potica en la obra de Luis Gusmn, observable a partir de su novela Villa
(1995), que (de un modo riguroso pero no convencional) trabaja con procedimientos
propios de la representacin realista (2002: 12), modo que tendra su continuidad en la
novela Dos veces junio (2002), de Martn Kohan.
En Ro Gallegos, durante el XII Congreso Nacional de Literatura Argentina
celebrado en octubre de 2003, Miguel Dalmaroni seala la emergencia a mediados de
los noventa de una nueva novelstica sobre la dictadura, cuya potica contrastara con
los rasgos de oblicuidad, ciframiento alegrico y fragmentacin de la novelstica escrita
bajo dictadura (entre cuyos exponentes ms acabados estaran Respiracin artificial y
Nadie nada nunca). Contra la imposibilidad de nombrar lo innombrable de los
novelistas del perodo 1975-1985 que describiera Fernando Reati en Nombrar lo
innombrable (y del cual ste desprenda una renuncia lgica a la simulacin mimtica
54
Segn Mara Teresa Gramuglio, Recuerdos de la muerte (1984), de Miguel Bonasso sera el primer
exponente de la novela testimonial.
69
55
En un trabajo publicado en 1983 en el n 18 de Punto de Vista (La vuelta a la narracin) Nora Catelli
diagnostica el agotamiento de la experimentacin y la vuelta a la narracin, cuyos ejemplos por
antonomasia seran El nombre de la rosa (traducida al castellano en 1982 y editada por Bruguera), de
Umberto Eco y La guerra del fin del mundo (1981), de Mario Vargas Llosa. Catelli se sirve de la parbola
bblica para pergear la figura de el novelista prdigo como aquel que vuelve a la narracin (aunque
de manera no ingenua: el novelista prdigo desconfa de los protocolos de representacin realista) y se
pregunta si esta vuelta a la narracin no podra ser considerada un experimentalismo al revs.
70
enunciada por Luis Gusmn diez aos antes por una mayor linealidad en el relato, de
la cual la reescritura de En el corazn de junio, vuelta a editar con importantes cambios
en 1999, podra considerarse el punto clmine. 56
De todas formas, ms all de las posibles objeciones que hemos explicitado, los
aportes reseados revistan entre los ms sugerentes al da de hoy, y constituyen un
horizonte ineludible para la indagacin de la memoria en y de la literatura que propone
la generacin ausente. 57
Esta cita es interesante porque en ella se vuelve explcita la influencia que las
opiniones del mismo objeto de estudio ejercen sobre el investigador. En otras palabras:
que Agresti o Ricagno elijan autodenominarse como generacin sndwich no debera
hacernos perder de vista las otras poderosas construcciones generacionales que agentes
de edades prcticamente idnticas (esto es: coetneos) hicieron sobre su propia
trayectoria vital.
56
Sobre esto, en verano de 1984/ 85 y en el marco de la entrevista que le realizan Alberto Castro con la
asistencia de Daniel Link y Carlos Mangone para el n 3 de Pie de Pgina, Luis Gusmn plantea algunas
dudas sobre la conveniencia de continuar con la esttica anti populista o experimental, cuyo ejemplo
paradigmtico sera Brillos: Sucede que empec de algn modo por el final y no por el principio. Romp
con el personaje cuando an no lo haba creado. Ahora quiz quiero crearlo (Gusmn [Entrevistado por
Castro] 1984/ 85: 17). Asimismo, anuncia que tiene en obra una novela titulada Desierta, segn este
nuevo patrn. Recin en 2012, con la publicacin de La casa del Dios oculto, Gusmn concretar el
proyecto de Desierta.
57
En el Apndice Aportes para el estudio de la novela (1976-1986). Estado de la cuestin con que se
clausura el libro Quin de nosotros escribir el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970-
1986), Jos Luis de Diego resea otros intentos de dar cuenta de la produccin novelstica publicada
(tanto en el exilio como en nuestro pas) entre 1970 y 1986.
71
58
Para las Naciones Unidas, es joven quien tiene entre 15 y 24 aos de edad. Dentro de los jvenes,
se distinguen dos subgrupos: jvenes menores (aqullos que cuentan entre 15 y 19 aos) y jvenes
mayores (entre 20 y 24 aos). De manera coincidente con Martn Caparrs, en el testimonio que da para
el documental Errep. La historia del PRT-ERP (2000), dirigido por Gabriel Corvi y Gustavo de Jess,
Eduardo Anguita afirma: Yo ya llevaba tres aos de preso, tena veintitrs aos y me consideraba a m
mismo un cuadro. Me consideraba un tipo indestructible. La verdad, en esos aos, nada me daba miedo.
72
59
Los que firman los materiales conmemorativos, englobados bajo el ttulo de tapa Che y despus, son:
Osvaldo Soriano, Miguel Briante y Eduardo Galeano. Adems, se incluyen el documento histrico
Testimonio de la captura y asesinato del Che y la historieta La vida del Che (guionista: Hctor
Oesterheld; dibujantes: Alberto y Enrique Breccia), publicada originalmente en Espaa en 1968.
60
Dice Caparrs: Ernesto Guevara se muri, fue fusilado una maana, en un pueblito boliviano, despus
de su derrota y al da siguiente de lo que luego sera su efemrides, y eso parece darle cierta impunidad
diplomtica. Oh muerte, que todo lo lavas, que todo lo purificas. No me alcanza. Muchos amigos mos
tambin se murieron en las guerras [] eran intento pensarlo gente como yo que, simplemente, se
empecin ms, se equivoc ms, tuvo menos suerte. [] Qu culpa, qu parte de culpa tiene Ernesto
Guevara en la muerte de ellos? [] Guevara fue un hroe por inconveniencia, por derrota, por error de
clculo: l se propona como modelo, y la idea de modelo presupone su imitacin, su reproduccin []
Guevara exige sus seguidores la semejanza, el esfuerzo supremo de la similitud, los compele a que sean
como l [] Crear dos, tres, muchos Guevara, sa fue la consigna (1987: 6; nfasis del autor).
61
La explicacin (Desaparecieron por luchar por el boleto escolar) insiste as en la inocencia: cunto
de subversivo esconda la reivindicacin? Adems, convoca a la adhesin mayoritaria: quin podra
estar en desacuerdo con tal reclamo? Elude, as, cualquier controversia en torno a las posiciones polticas
de las vctimas, lo cual facilita la empata. En este sentido, la tesis alcanza un alto grado de eficacia en la
transmisin de la experiencia a las generaciones que no vivieron la poca (Op. Cit. Raggio 2010: 159)
73
De todas formas, Ruiz finalmente define su corpus en trminos de los autores que
nacieron entre 1961 y 1967 y al momento de dar nombres, cree imprescindible incluir
las respectivas fechas de nacimiento entre parntesis: los autores considerados en este
captulo [en el captulo dos] son Ral Vieytes (1961), Marcelo Figueras (1962),
Federico Andahazi (1963), Rodrigo Fresn (1963), Leopoldo Brizuela (1963), Pablo de
Santis (1963), Claudio Zeiger (1964), Eduardo Muslip (1965), Marcos Herrera (1966) y
Martn Kohan (1967) (2005: 40 y 43, respectivamente).
La insistencia en la fecha de nacimiento soslayara precisamente la dimensin
entre imaginaria y objetiva que tiene toda generacin, entendida como construccin.
A esta tensin (fundamental en nuestro trabajo para delimitar la generacin ausente)
pareciera estar haciendo referencia Martn Kohan en Los ojos de la infancia ([2009]
2013), cuando pone en (paradjica) relacin su edad con la posibilidad de una memoria
oblicua del pasado reciente:
Cuando Pedro Eugenio Aramburu fue ajusticiado en la Argentina fue ejecutado por la agrupacin
Montoneros- yo tena tres aos. Cuando los peronistas se mataron entre s en el aeropuerto de Ezeiza,
yo tena seis. Siete tena cuando se muri Pern. Nueve cuando se produjo el ltimo golpe de Estado.
Once cuando la seleccin argentina gan el mundial de ftbol en tiempo suplementario []
Interrogada desde el saber y la experiencia cabal, mi presencia en ese mundo lejos estaba de la
plenitud de alguna clase de protagonismo. Si se la quisiera resolver, sin embargo, desde la
formulacin de una ausencia, hay algo que se resiste: el hecho de que yo estaba ah.
De todo esto se deriva, segn lo razono ahora, una especie de oblicuidad. Oblicuidad en la experiencia
y oblicuidad en la memoria. El reparto posible de recuerdo y olvido, en las dosis y en los modos que
puedan convenir, se produce de manera diferente bajo la marca de lo que visto en diagonal o visto
desde un costado, no es menos palpable sino ms. Se altera la lnea de continuidad entre las causas y
las consecuencias y es muy otro el equilibrio de lo que se entiende o se deja de entender. (Kohan
[2009] 2013: 238)
De esta cita, interesa destacar que su corta edad no es esgrimida como Kohan
como coartada para afirmar como s lo hacen otros coetneos- que nada poda saber
sobre los hechos. Como en el caso de Martn Caparrs (al que volveremos en detalle en
el captulo tres), Kohan es un ejemplo de cmo el factor etario no es el determinante,
sino qu tipo de construccin identitaria se realiza a partir de l.
Al respecto, es justo sealar que, ya promediando su exposicin, Ruiz relativiza su
adhesin inicial a la teora de las generaciones de Ortega:
75
Esto ltimo es incorrecto. A los poetas de los noventa dedica Marina Yuszczuk
su tesis doctoral Lecturas de la tradicin en la poesa argentina de los noventa (2011),
donde demuestra fehacientemente la emergencia alrededor de 2001 de, por lo menos,
dos estticas poderosas que, por un lado, se plantan frente a las dos lneas (neobarroso y
neorromanticismo) dominantes dentro de la llamada poesa de los ochenta, y, por el
otro, al objetivismo potico (al cual adscriben en una amalgama intergeneracional-
Daniel Freidemberg, Jorge Aulicino, Daniel Samoilovich, Daniel Garca Helder, Jorge
Fondebrider y Martn Prieto): la lnea pueril, kitsch y pop del grupo Belleza y
Felicidad (Gabriela Bejerman, Fernanda Laguna y Cecilia Pavn) y la lnea analfabeta,
marginal y maldita (cuyo mximo exponente sera Washington Cucurto, fundador de
Elosa Cartonera).
Si bien Yuszczuk dedica una parte considerable de su trabajo al objetivismo y su
rgano de difusin, Diario de Poesa, aclara que coincide con Emiliano Bustos (2000) y
Ana Porra (2005) en la necesidad de partir la dcada del noventa, sealando que la
poesa de los noventa en sentido restringido sera aquella donde literatura y cultura
de masas se nivelan definitivamente (Yuszczuk 2011: 204).
De la lectura de la descripcin del campo a fines de los ochenta y noventa que
realiza Yuszczuk, se desprende la conclusin de que el objetivismo potico es
precisamente, la potica bisagra entre la poesa de los ochenta y la poesa de los
noventa propiamente dicha. 62 En este sentido, su trabajo confluye con el nuestro (lee
62
Tal como se explicit en la Introduccin, el corpus que aqu se trabaja est formado por aquellos
poetas cuyos primeros libros surgen en los noventa, por eso si bien Daniel Samoilovich, Daniel
Freidemberg y Jorge Aulicino son parte de la formacin que estamos analizando, en cuanto a textos
76
poticos nos centraremos en los de Martn Prieto y Daniel Garca Helder, que a nuestro juicio tienen
continuidad en otras lneas de escritura de la dcada (el primer libro de Aulicino, Vuelo bajo, es de 1974;
el de Freidemberg, Blues del que vuelve solo a casa, es de 1973, y la primera publicacin de Samoilovich,
Prpado, pertenece a ese mismo ao). (Yuszczuk 2011: 53-54)
77
63
La formulacin de Drucaroff sobre lo nuevo es llamativamente poco rigurosa: Cuando hablo de
nueva narrativa para la obra de las generaciones de postdictadura me refiero a que encuentro en ella
cierta entonacin, ciertas manchas temticas y ciertos procedimientos que en general no aparecen as en
otra parte, al menos como tendencia generalizada (2011: 18).
64
... creo que hay que entender la existencia de al menos dos [generaciones militantes], integradas por
argentinos que tenan, aproximadamente, entre 13 y 45 aos al 25 de mayo de 1973, probablemente la
efemrides que seala su apogeo generacional, con su potente sensacin de inminencia y alegra [] Si
78
extiendo los dos perodos a treinta y dos aos, es porque la fiebre, la pasin y la fiesta que signific el
auge de la militancia arrastr a gente muy joven [] (Op. Cit. Drucaroff 2011: 177)
65
2001 [] se presentaba como la oportunidad para lograr aquello que los demcratas de 1983 no
haban podido o no haban querido hacer: regenerar las condiciones sociales, econmicas y culturales para
que la democracia poltica no fuera puramente formal [] 2001 es la oportunidad para corregir el 83.
(Novaro/ Palermo 2004: 15) Tomando el perodo 1983-1986 en trminos de transicin democrtica y
caracterizando el 2001 como setentismo y nueva transistologa, los autores sealan la existencia de
una continuidad ideolgica considerable entre 2001 y 1983: El setentismo y la nueva transistologa,
ms que una reivindicacin de los aos setenta o una superacin de los marcos del pensamiento heredado
de 1983, consisten, en suma, en esfuerzos por reeditar (redefiniendo) el consenso forjado entonces, en
claves que suponen muy poca innovacin, y apenas variaciones en la combinacin y/ o contraposicin de
sus mismos elementos republicanos y populistas [] el setentismo y los nuevos transistlogos mezclan
los mismos elementos manipulados por aquellos que critican, incluyendo no slo el populismo
79
Por otra parte, coincidimos con Drucaroff cuando seala repetidas veces que uno
de los acontecimientos histricos que significaron en nuestro pas una cesura
indiscutible, tal como la entendieron Mannheim y Petersen respecto a la primera guerra
mundial en Europa, fue la ltima dictadura militar. Pero con una importante aclaracin:
la ltima dictadura se constituy en cesura histrica porque tanto los agentes
histricos como los cientistas sociales eligieron construirla en tanto tal. Esto es: en la
dinmica entre sus caractersticas intrnsecas objetivas y sus marcos sociales de
recepcin (en trminos de memoria colectiva de Halbwachs). Porque, tal como lo
seala Elizabeth Jelin:
Hay un hecho evidente: an como miembro de un mismo grupo social desde la familia a la
humanidad toda- la vivencia de un acontecimiento histrico es absolutamente diferente segn la edad
que tiene la persona en cuestin. Vivir una guerra a los cinco, a los veinticinco o a los setenta son
fenmenos subjetivos distintos [] La edad, el momento de la vida en que suceden los
acontecimientos, deja marcas especficas, porque afecta a las condiciones de vida, experiencias y
horizontes futuros. En trminos sociales o colectivos, la edad o en trminos tcnicos de la
demografa, la cohorte de nacimiento tiene tambin otra caracterstica: define un colectivo, que
puede ser imaginario, de personas que comparten oportunidades y limitaciones histricas que les
deparan un destino comn. (Op. Cit. Jelin 2002: 119; nuestro nfasis)
papel jugado por la literatura escrita en Argentina o relacionada con nuestro pas en la
discusin del concepto de la autoficcin moderna, y la necesidad de ejercer una sana
desconfianza crtica al momento de adoptar sin ms nuevas etiquetas. 66
Lo que es indudable, tal como se desprende de los anlisis textuales desplegados
por Amcola en Autobiografa como autofiguracin. Estrategias discursivas del Yo y
cuestiones de gnero (2007) y Autoficcin, una polmica literaria vista desde los
mrgenes (Borges, Gombrowicz, Copi, Aira), es que los llamados gneros del Yo
son extremadamente populares dentro de la literatura argentina, con exponentes
(Borges, Gombrowicz, Copi, Aira) que ya forman parte de nuestra memoria de la
litertura II.
Al respecto, cabra postular como uno de los subgneros de la novela argentina
aquel que elige ficcionalizar una generacin literaria efectivamente existente mediante
las convenciones de la novela clef francesa, la llamada novela biogrfica y/o el
modo autoficcional. El ejemplo clebre es Adan Buenosayres (1948), de Leopoldo
Marechal, memoria en la literatura de la generacin martinfierrista.
Sobre la llamada generacin parricida en colisin con la generacin del
sesenta, el fresco epocal por lejos ms corrosivo es el relato Sbado de gloria en la
capital (socialista) de Amrica Latina, incluido en el volumen Buenos Aires: de la
fundacin a la angustia, publicado por David Vias en 1968. All aparecen
problematizados el exilio de Pern, la herencia intelectual de Jean Paul Sartre (el
maestro de mi generacin), la revolucin cubana, EUDEBA, el Boom y Primera
Plana, el Instituto Di Tella con sus happenings, la jerga, las guerrillas de la dcada
(Uturuncos, los focos rurales de inspiracin guevarista en el Noroeste argentino), y,
fundamentalmente, la revolucin sexual. En este relato, la cuidada construccin de una
voz en primera (por momentos bastante cnica, pero siempre lcida) permite escenificar
la propia posicin generacional del autor.
66
En La batalla de los gneros. Novela gtica versus novela de educacin (2003), Jos Amcola seala el
libro Der deutsche Bildungsroman (1992) de Gerhart Mayer como ejemplo claro de un esencialismo
crtico que es preciso a evitar en toda aproximacin al tema del gnero que pretenda ser consistente,
sealando que Mayer da por sentada la esencia primordial y atemporal de la novela de aprendizaje, como
entelequia libre de cualquier atadura de tiempo y espacio (Amcola 2003: 151). Similar crtica podra
hacrsele al libro de Vincent Colonna, Autofiction et autres mythomanies littraires (2004). En su libro,
Colonna lee escritores pertenecientes a tradiciones literarias y pocas harto diferentes desde una misma
etiqueta genrica: la por l llamada autoficcin. Como seala Amcola en su artculo Autoficcin, una
polmica literaria vista desde los mrgenes (Borges, Gombrowicz, Copi, Aira) (2009), Colonna olvida
contemplar en su anlisis que la autoficcin necesita del gnero de la autobiografa (aparecido recin en el
siglo XVIII) para existir como tal, dado que sin verdadera autobiografa no habra posibilidades ni para
la novela autobiogrfica ni para la autoficcin, que dependen de la primera para su constitucin
(Amcola 2009: 189 y 184, respectivamente).
81
67
En la biblioteca reconoc la tapa de un libro. Se lo mostr. -Dnde est ese tipo? pregunt-.
Escribi algo ms? Lo mataron -me contest Luis. (Dal Masetto 1991: 151)
68
Lucina lvarez, poeta y periodista, y su eposo Oscar Barros, periodista y escritor, fueron secuestrados
el 7 de mayo de 1976, y desde entonces se encuentran desaparecidos.
82
una ciudad, una tragona insaciable, una mquina de picar carne, de picar
generaciones. Las alusiones al exterminio de las mejores cabezas de mi
generacin abundan en cada una de las novelas que conforman la serie. Asimismo, las
menciones precisas a determinadas figuras del campo literario porteo de la dcada del
setenta.
A mero ttulo de ejemplo: en Carne picada Rodolfo Zalim, alter ego del autor,
se jacta de haber estado en la misma lista de escritores de la subversin marxista que
Francisco Urondo y Rodolfo Walsh, sealando que conmigo solamente no
cumplieron (Ass [1981] 2007: 241). Una adivina, Olga, profetiza a Rodolfo un futuro
[literario] esplndido: tendr mejor estilo que Fogwill y ms dinero que Bioy Casares
(Op. Cit. Ass [1981] 2007: 254). Tambin se vuelve a hacer mencin a la desaparicin
de mi amigo Haroldo, que crea que porque era escritor lo iban a respetar, no se la
iban a dar (Ass [1981] 2007: 284).
El lugar altamente inestable de la generacin que nos ocupa explicara por qu
determinados miembros de la generacin ausente se ocuparon desde muy temprano de
crear una memoria en la literatura de su propia generacin. Con esto nos referimos a la
novela Posdata para las flores, de Miguel Vitagliano, publicada en 1991 por Ediciones
ltimo Reino. Tambin cabra mencionar algunos cuentos incluidos en Nadar de noche
(1991), de Juan Forn y La mafia rusa (2008), de Daniel Link. Por ltimo, en 2007, se
publican las novelas Historia del llanto, de Alan Pauls y El desperdicio, de Matilde
Snchez.
Antecedente directo de estas memorias sera Con el trapo en la boca. Una cruda
indagacin de las incertidumbres, conflictos y esperanzas de la juventud de hoy (1983),
de Enrique Medina. La novela se abre con una dedicatoria: A la mujer, a los amigos,
entraablemente. Esto es: los resultados de la cruda indagacin a la que alude el
subttulo estn dedicados a la otra generacin (esto es: a la generacin anterior, a la que
pertenece Medina). La impostacin de la voz generacional es no slo etaria, sino
tambin de gnero: para mejor acusar a la juventud de hoy, el autor construye la voz
narrativa de Laura, estudiante secundaria durante la guerra de Malvinas. 69
69
La ignorancia que Enrique Medina adjudica a Laura sobre el contexto poltico en el que vive es
directamente inverosmil: En esa poca el Macho empez a usar las camisolas tipo hind y se rap la
cabeza. No tena un mango y se tiraba de tener mucha guita. En ese tiempo fue que lo mataron a Pico, que
jugaba al jockey en G.E.B.A. Y tambin mataron a otros dos enfrente de G.E.B.A. Los encontraron
atados y cagados a golpes con cadenas, hechos mierda. Siempre se rumore en el Normal que el
responsable habra sido el Macho. Era peleador nato. Por donde iba dejaba el tendal (1983: 19).
83
Carlos arma un colectivo que engloba a su amigo y a su novia Ana: los que
nacimos demasiado viejos, los condenados a escribir monografas, a no ser nunca
protagonistas que contrasta con un ellos, que lo haban probado todo, haban estado
cerca de tenerlo todo [] [los que] haban tomado todos los trenes, que se haban
mandado por todos los caminos, por todos los desvos para llegar, esto es, la
generacin del hermano de Carlos (Op. Cit. Vitagliano 1991: 78 y 107-108). 70
Se ha explicado el xito editorial de la antologa de cuentos Nadar de noche (que
en octubre de 1993 saca la cuarta edicin de 11.000 ejemplares, y que ser reeditada por
Alfaguara en 2002 y por Emec en 2008,) por la identificacin de tipo generacional que
fue capaz de suscitar en su momento entre sus lectores. Los relatos a la manera
70
Apenas un ao ms tarde, Damin Tabarovsky publica Fotos movidas. Como en el caso de la novela de
Vitagliano, una persistente sensacin de futilidad signa el destino de los personajes, que ni siquiera
detentan nombres propios, sino genricos (aunque el escritor es indudablemente una autoimagen del
propio Tabarovsky). Las menciones a ciertos consumos culturales (la telenovela Mara de nadie), a
determinadas marcas de psicofrmacos y a la terapia psicoanaltica como solucin por dems fallida-
para la angustia existencial, permiten fechar el tiempo narrado de esta enrarecida novela de iniciacin
en los aos del gobierno alfonsinista. (Las comillas van a cuenta de que en su primera novela Tabarovsky
parece estar empeado en demostrar la imposibilidad de toda pica y todo aprendizaje.)
84
las que la putrefaccin es el nico estado de existencia posible. Como es natural, su padre no tarda en
caer en la volada (Pauls 2007: 47)
Como en El beso de la mujer araa (1976), de Manuel Puig, en Historia del llanto
los fluidos corporales se politizan. En el extranjero, enamorado de una erpia (sic!) que
se ha exiliado, el protagonista es incapaz de penetrarla y/ o hacerla gozar. En otras
palabras: de dejar de lado su conocimiento libresco sobre la poca y poner el cuerpo
(Op. Cit. Pauls 2007: 99-100). Al mismo tiempo, la inminencia de leer La causa
peronista (comprada de manera clandestina), resulta para l lo ms parecido a alcanzar
el clmax sexual (Pauls 2007: 118-120).
Por ltimo, la resolucin disparatada a la manera de Csar Aira de la historia del
vecino militar a quien su madre sola usar de improvisado niero (que resulta ser la
Comandante montonera Silvia arriba mencionada, camuflada bajo ropas de hombre),
y la fantasa sexual de tintes lamborghinescos con la que protagonista intenta consolarse
de su ignorancia cuando afirma que no ha sabido lo que haba que saber (pero no
aludiendo precisamente a la realidad atroz del terrorismo de Estado, sino a esta
identidad femenina secreta), colocaran Historia del llanto en dilogo desafiante con
aquella herencia imposible que, desde las pginas de Babel, revista de libros, se haba
propuesto como posible frmula para continuar escribiendo literatura poltica: en la
interseccin de las poticas de Rodolfo Walsh, Osvaldo Lamborghini y Manuel Puig
(Link 1989), sobre la cual volveremos extensamente en el prximo captulo.
En ocasin de promocionar Historia del pelo (2010a), segunda entrega de su
triloga sobre los setenta, Pauls afirma lo siguiente:
Nunca tuve militancia poltica, nunca tuve relacin directa con la prctica poltica, y a su vez era un
consumidor bulmico de toda la literatura poltica de la poca [] A los trece aos ya lea a Althusser.
No entenda un carajo, pero haba tres cosas que me impresionaban de esos textos y con eso armaba
un mapa que me permita leer al mismo tiempo Estrella Roja o El Combatiente, o La causa peronista,
El descamisado o el diario Noticias. (Pauls 2010b: 26)
liquidada; vea que la cosa vena mal, pero me senta bastante ms joven que muchos de los que
protestaban. Me senta incmodo. No era un setentista golpeado por la historia y odiaba la fiesta de los
ochenta: qued a mitad de camino en el momento en que empezaba a publicar. (Op. Cit. Pauls 2010b:
27)
71
Ustedes dos en qu andan, pregunt el jefe quizs dijo a vos quin te manda, no me acuerdo. Qu me
vens a m con Roberto Mario, me vens con la psicopata, yo estoy jugando tranquilamente al truco y me
vens a amargar con el cuento de Robi, o no sabs con quin ests hablando. (Snchez 2000: 32)
88
Estas tres citas condensan y anticipan en gran parte lo que se tratar en el prximo
captulo: la relacin (no siempre apacible) con Miguel Briante, las adversas condiciones
del mercado editorial al momento de publicar las primeras novelas, el impacto que
signific en la dcada del ochenta para el mundo editorial en agona la aparicin de la
nueva tecnologa de la reprografa ilegal y la facilidad con la que los miembros de la
generacin ausente lograron tejer redes de amistad y colaboracin (con sus mayores y
entre ellos), que sobrevivieron en el tiempo.
89
algunos de ellos se ocuparon desde muy temprano de dejar asentada en la literatura una
memoria de la generacin de pertenencia, tanto ms dbil frente a otros colectivos de
coetneos tales como los ex combatientes de Malvinas y ya alrededor del 2000,
dentro de la general reivindicacin de los detenidos-desaparecidos en tanto militantes
los jvenes cuadros de las organizaciones poltico-militares.
91
CAPTULO DOS
NOSOTROS, LOS DEL OCHENTA: POR UNA POLTICA DE LA
LITERATURA
72
El manifiesto del Grupo Shangai fue publicado en la contratapa del n 6 de Diario de Poesa de
septiembre de 1987 bajo el ttulo Shangai en Buenos Aires con el siguiente epgrafe: Circula por esta
ciudad ms especficamente por bares, redacciones y alguna librera una octavilla redactada con un
procesador de palabras, posiblemente con una commodore 64. El panfleto no lleva firma, mas s ttulo. El
ttulo es Shangai y reza as (Diario de Poesa 6: 6). Se lo cita casi en su totalidad en el marco del
artculo Nuevos avances y retrocesos de la nueva novela argentina en lo que va del mes de abril, de
Martn Caparrs, publicado en la seccin Caprichos del nmero 10 de Babel (julio de 1989).
92
libros del Proceso: ideas de cuando las ideas se mataban, que firma el socilogo
Ricardo Sidicaro).
La publicacin destina un gran espacio a dar cuenta de todos los libros publicados
en el pas: no slo en las secciones ya mencionadas El libro del mes; La mesa de
luz y Anticipos, sino tambin en Recienvenidos (micro-reseas), Anticipos y
Narrativas. De todas ellas, quizs El libro del mes y La esfinge sean los espacios
ms jerrquicos que cooperan en catapultar al centro del campo literario determinados
nombres de la literatura argentina.
Babel, revista de libros contiene ilustraciones en blanco y negro, y tambin
vietas, que identifican las diferentes secciones (por ejemplo: el elefante hind que
encabeza la seccin Caprichos). Una de sus particularidades es la presencia de
aforismos de disposicin vertical al margen de pgina, que las ms de las veces
establecen un dilogo polmico con el cuerpo del texto. Por ejemplo: los aforismos Ya
no hay arte popular porque ya no hay pueblo, de Andr Malraux y Ningn artista
tolera lo real, de Friedrich Nietzsche que arman un interesante contrapunto con lo que
se afirma en la nota Nuevos avances y retrocesos de la nueva novela argentina en lo
que va del mes de abril, firmada por Martn Caparrs para el n 10. Las tapas son
ilustradas. O bien ostentan retratos fotogrficos de desconocidos (la misteriosa mujer de
velo negro del primer nmero), o bien de escritores y artistas (Francis Ponge y Jeanne
Moreau, entre otros). El nico escritor argentino que obtiene una foto de tapa en Babel
es Fogwill (para el n 20).
Sobre la conformacin del primitivo grupo Shangai, nuevamente en palabras de
Martn Caparrs para Cuadernos Hispanoamericanos: ste habra sido ms una lnea
defensiva que una fuerza de choque, ms un fruto de las circunstancias que de la
voluntad. Habran sido los otros (y no nosotros) los que habran provocado el
aglutinamiento y forzado, en verdad, su marca identitaria:
Shangai fue un grupo literario que no existi cuando exista; s antes, y quizs despus. Shangai se
haba formado casi como un acto de defensa, cuando un grupo de escritores jvenes y ligeramente
ditos, un poco amigos, descubrimos que solamos ser blanco de ataques sorprendentes. Nos tildaban
de dandies, posmodernos, exquisitos y/ o trolebuses [...] Como nos ofendan en conjunto supusimos
que debamos defendernos en conjunto. (Caparrs 1993: 526)
polmica que en junio de 1984 enfrent a Sergio Chejfec, Daniel Guebel, Luis
Chitarroni, Alan Pauls y l mismo con Miguel Briante, quien en ocasin de comentar
las intervenciones en la mesa redonda Narradores inditos de ayer, de hoy y de
siempre, organizada por el Centro Cultural San Martn el 8 de junio del mismo ao-
haba impugnado a los cinco protagonistas desde las pginas del suplemento Cultura
de Tiempo Argentino. En el contexto del evento, Jorge Dorio (segn otras versiones,
habra sido Martn Caparrs) desat un pequeo gran escndalo al afirmar que La
sangre derramada slo sirve para hacer morcillas. 73 Dicho exabrupto, por supuesto, dio
pbulo a la acusacin de posmodernos, que, en sentido ms lato, se volvera una
constante en aos posteriores. 74
En su nota Ya no es lo mismo ser indito que olvidarse, publicada el 13 de junio
de 1984, Briante hace una sardnica resea de lo ocurrido en el Centro Cultural San
Martn y afirma que estos chicos no hacen ms que repetir teoras y modos de
entender la literatura que eran tpicos de los jvenes de 18 aos en los aos sesenta, pero
con diez aos ms de edad.
La respuesta a estas acusaciones, en forma de carta y firmada por los cinco
integrantes de la mesa Narradores inditos de ayer, de hoy y de siempre permaneci
indita hasta junio de 2011, cuando fue publicada en el suplemento de Clarn, cuya
nota de tapa lleva el ttulo de ltimas noticias de Babel. 75 En la carta, titulada
Hablando de mi generacin, se lee claramente que tanto el ataque de Briante como la
defensa por parte de Chejfec, Guebel, Chitarroni, Pauls y Caparrs se realizan en
trminos generacionales:
Briante define el lugar desde el cual nos mira: el del paternalismo perdonavidas (estos chicos, suele
rezongar en su escrito), el del joven mayor temeroso de la inversin [] que lo arrancara junto con
sus coetneos- del dudoso privilegio de ser los ltimos escritores jvenes que nuestras letras han
escrito. Curiosamente, nosotros no invocamos la juventud como un atributo [] Las obsesivas
referencias a nuestras edades pertenecen exclusivamente al antao joven escritor Briante. l, desde la
cuarentena que hoy trajina junto con sus compaeros de la llamada generacin del 60, parece
73
En la definicin de Cristophe Charle: El escndalo, deliberado o no, es un proceso clsico de
conquista de notoriedad en el campo intelectual o poltico ([1990] 2009: 8).
74
Con posmodernismo en sentido ms lato nos referimos a la lectura que cierta zona de la izquierda
hace del posmodernismo en tanto arte afirmativo que puede coexistir pacficamente con el
neoconservadurismo cultural y poltico. Sin embargo, no todo el posmodernismo es afirmativo, ya que
como bien seala Andreas Huyssen: descartar al posmodernismo como sntoma de la cultura capitalista
en su etapa de declinacin es reduccionista, ahistrico y demasiado parecido al ataque lukacsiano contra
el modernismo (Huyssen [1984] 1987: xx-xxi).
75
Fueron entrevistados para dar su balance veinte aos despus sobre la experiencia de Babel, revista
de libros Martn Caparrs, Luis Chitarroni y Alan Pauls, incluyndose la misiva a Briante como apndice
documental.
95
temer, entre horrorizado y distante, que una nueva generacin est tomando el relevo de lo juvenil.
(Caparrs/ Chejfec/ Chitarroni/ Guebel/ Pauls [1984] 2011: 9)
76
Si bien la obra literaria de Miguel Briante no obtuvo un reconocimiento masivo, fue una figura
importante del campo cultural. En los aos sesenta trabaj como periodista para Confirmado, Primera
Plana, Panorama y La Opinin. Su cuento Kincn fue premiado por la revista El Escarabajo de Oro y
su novela homnima, finalista del premio de la editorial Monte vila (que la public en 1975). Ocup el
puesto de Jefe de Redaccin de El Porteo entre 1982 y 1984. Entre 1985 y su muerte (25 de enero de
1995) estuvo a cargo de la seccin Artes Plsticas de Pgina/ 12. Se le realiz la muestra-homenaje El
ojo en la palabra (21 de noviembre de 1996 al 20 de enero de 1997), de la cual participaron Enrique
Aguirrezabala, Carlos Alonso, Lbero Baadi, Jacques Bedel, Luis Fernando Benedit, Antonio Berni,
Alberto Cedrn, Ignacio Columbres, Jorge de la Vega, Juan Carlos Distfano, Omar Estela, Roberto
Fernndez, Len Ferrari, Norberto Gmez, Luis Gorriarena, Vctor Grippo, Alberto Heredia, Keneth
Kemble, Martn Kovensky, Juan Lecuona, Rmulo Macci, Liliana Maresca, Luis Felipe No, Jorge
Pietra, Felipe Pino, Jorge Pirozzi, Rogelio Pelesello, Liliana Porter, Vctor Quiroga, Juan Pablo Renzi,
Rep, Marcia Schvartz, Oscar Smoje, Oscar Surez, Pablo Surez, Clorindo Testa y Luis Wells (damos la
nmina completa para demostrar su importancia). La exhibicin, de carcter itinerante, inaugur en el
Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires y viaj a Rosario, San Juan, Mendoza y Mar del Plata. El
suplemento Radar, en su edicin del 17 de noviembre de 1996, le dedica a la misma un gran espacio y
una separata. Sobre la gravitacin de Miguel Briante en el campo intelectual durante las dcadas del
sesenta, setenta y ochenta, VER Calabrese/ Martnez 2001.
96
77
Tampoco podra motejarse de parricidas a los crticos de Los libros, tal como lo seala acertadamente
Jos Luis De Diego en su libro Quin de nosotros escribir el Facundo? Intelectuales y escritores en
Argentina (1970-1986) (Cf. De Diego 2001: 99), ni a los intelectuales y artistas nucleados alrededor de la
revista Literal (n 1: noviembre 1973- n 4/ 5: noviembre 1977).
78
Mientras El coloquio, de Alan Pauls, recibi como distincin el Premio Antorchas, La perla del
emperador, de Daniel Guebel, fue premiada con el Premio Emec Novela (1989-1990), por el voto
unnime de un Jurado integrado por Csar Aira, Toms Eloy Martnez y Abel Posse. Dos aos ms tarde,
la edicin corregida de La perla del emperador fue adems merecedora del Premio Municipal de
Literatura (edicin 1993).
97
En Sur, por ejemplo, los ensayos de Borges sobre la literatura gauchesca o sobre las inscripciones en
los carros aparecieron en cuerpo menor, apretados en las ltimas pginas del nmero, mientras que la
distincin de la letra grande y las primeras pginas correspondan a textos sobre el ser latinoamericano
de Waldo Frank o Valry-Larbaud, hoy olvidados. [] el tipo de letra y el lugar en las pginas de una
revista pertenecieron a un conjunto de decisiones tomadas que, bsicamente, son la revista misma.
[] Que Waldo Frank pareciera ms interesante que Borges, segn la disposicin que cada uno
merece en Sur, tiene que ver con la sintaxis de la forma revista y sus efectos. (Sarlo 1992: 10)
80
Esta pretensin tiene como lmite lgico la enseanza que deja la parbola borgiana (esto es: la
diferencia entre dibujar el mapa de China o dibujar China).
99
2.3. Por una poltica de la literatura: Rodolfo Walsh - Manuel Puig - Osvaldo
Lamborghini (Link 1989) Una amalgama imposible?
En Quin de nosotros escribir el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina
(1970-1986), trabajo que result fundamental por su rigurosidad y detalle para armar la
red de revistas que intentaremos desplegar aqu, Jos Luis De Diego sealaba
acertadamente que la novelstica de Manuel Puig ocupaba en la primera y segunda
etapas de la publicacin Punto de Vista un lugar marginal, lo que contrastaba con el
espacio de privilegio otorgado a Juan Jos Saer (Cf. Op. Cit. De Diego 2001: 150). En
efecto: en la resea publicada a Pubis angelical en el n 8 de Punto de Vista, Mara
Teresa Gramuglio impugna a Puig desde un doble frente. Por un lado, seala la
enajenacin de los personajes de Puig, que son hablados por los cdigos culturales
(1980: 33). Por otro lado, mira a Puig con cierta suspicacia en tanto pertenece a un jet
set de escritores latinoamericanos que gozan de altos ndices de ventas (el xito
comercial, para esta zona de la crtica, siempre es sospechoso). Esta actitud hacia Puig
tiene su antecedente directo en Los libros.
Si repasamos los artculos de esta ltima publicacin que refieren a Manuel Puig
(a quien se dedican trabajos en los nmeros 4; 25 y 36), se percibe claramente la
oscilacin entre leer en el autor de La traicin de Rita Hayworth una literatura alienada
o una literatura de denuncia de dicha alienacin, presente de manera paradigmtica en la
resea que Hctor Schmucler escribe sobre Boquitas pintadas para el n 4 de Los libros
(octubre de 1969), en cuyo desarrollo parece inicialmente adherir a la primera hiptesis
(los personajes no tienen nada para decir: son atravesados por el lenguaje de la
sociedad constituida), para, al recuperar la instancia autoral en tanto instancia crtica,
cerrar con la hiptesis exactamente contraria: Boquitas pintadas denuncia el lenguaje
que utiliza (la ideologa que comporta) cuando simula creer en l (Schmucler 1969: 8 y
9, respectivamente). 81
81
Esta desconfianza por parte de los crticos de Los libros debera ser considerada en contrapunto con la
opinin de los escritores sobre Manuel Puig: en la encuesta incluida en el n 5 de la revista, cuya cuarta
100
En el n 25 de Los libros, Beatriz Sarlo firma una nota titulada Novela argentina
actual: cdigos de los verosmil, donde, apoyndose sobre una definicin matizada de
dicho concepto, esboza un estado de la cuestin de la novela argentina contempornea.
Sarlo plantea una tipologa: a los textos que creen en lo verosmil (que
ejemplifica con novelas de David Vias y Ernesto Sbato, aunque estableciendo una
diferencia de calidad a favor del primero) les contrapone aquellos que se despreocupan
del verosmil y apuestan a lo real narrativo, ejemplo de lo cual seran las crnicas
Operacin masacre y Quien mat a Rosendo?, de Rodolfo Walsh, definidas como la
propuesta de la dcada. Esta tipologa no incluye la novela Boquitas pintadas, de
Manuel Puig, que, si bien merece un elogio inicial (en tanto practicante de un verosmil
de segundo grado [que] consiste en la fijeza con que se repite el juego de lo verosmil
cinematogrfico, la tica del consejero sentimental, el maniquesmo obsesivo dentro de
cuyos lmites se verbaliza), es finalmente desestimada en tanto engancha con toda la
corriente del revival de los aos treinta y cuarenta, vinculada con la devocin hacia el
camp, orquestada como una de las varias formas de snobismo de los medios (Sarlo
1972: 18 y 19, respectivamente).
pregunta es Cul es para usted el mejor libro de ficcin publicado en la Argentina en 1969?, Boquitas
pintadas resulta la novela ganadora.
101
sntoma de una mirada que contempla desde afuera y que fracasa en su intento de
narrar lo poltico (Op. Cit. Sarlo 1974: 33; nuestro nfasis). Hay, por ltimo,
nuevamente una impugnacin del autor desde la demonizacin del bestsellerismo (y
callando por lo mismo que El caso Satanowsky comparti espacio con The Buenos Aires
Affair en la lista de best-sellers del ao 1973): Puig, como, por otra parte, Cortzar,
respondera a la demanda del mercado de una novedad legible (Sarlo 1974: 33;
nfasis en el original).
Lo expuesto podra llevar a suponer que siendo Los libros y Punto de Vista
antecesoras directas de la propuesta de Babel, revista de libros- el nico escritor
reivindicado por los llamados bablicos de manera impermeable a la prdica negativa
de determinados hermanos mayores, habra sido Manuel Puig. Esta suposicin, sin
embargo, se revela errnea si recabamos que ya en agosto de 1981, desde las pginas de
la revista Vigencia editada por la Universidad de Belgrano, Csar Aira seala como los
mejores entre los novelistas argentinos a Manuel Puig, Nicols Peycer, Juan Jos Saer
y Osvaldo Lamborghini (la inclusin de este ltimo, habida cuenta de que debern pasar
catorce aos hasta la edicin por Ediciones del Serbal de Tadeys lo ms parecido a
una novela dentro de la escritura lamborghiana- es claramente una provocacin).
Tambin Juan Sasturain, con motivo de resear Maldicin eterna a quien lea estas
pginas para la seccin Literatura argentina 1981 de Humor registrado ensalza la
propuesta de Manuel Puig: la descripcin [dada por Juan Carlos Onetti de que Puig
carece de estilo] es correcta. Pero no describe una carencia sino [] una modalidad tan
ardua como fabricarse un estilo o un gestuario (Sasturain 1981: 130). Sin embargo,
parece adherir a la lectura realizada sobre Manuel Puig en trminos de una literatura
alienada cuando seala la incapacidad de los personajes de verse y pensarse por fuera
de los medios artificiales del radioteatro (Op. Cit. Sasturain 1981: 132).
En su trabajo Intelectuales en transicin. Las revistas culturales argentinas (1981-
1987), publicado en 1997 en Cuadernos de Recienvenido de la Universidad de San
Pablo, Roxana Patio seala acertadamente que Pie de Pgina es la publicacin que se
planta con mayor virulencia frente al discurso hegemnico de Punto de Vista, poniendo
como ejemplo la nota firmada por su director: Los nuevos tecncratas (o el crculo de
tiza), que asume los tonos y la disposicin grfica de un editorial clsico. All, Castro
se pronuncia en contra de nuestros nuevos demcratas radicalizados (nfasis en el
original: clara alusin al explcito apoyo al alfonsinismo prestado por miembros del
102
82
La seccin Premios del primer nmero de Pie de Pgina denuncia el deliberado silencio por parte de
los medios hegemnicos alrededor del premio Boris Vian (considerado como una mencin de repudio a
los premios oficiales, y a la poltica cultural del silencio que se proclama digitando autores y listas
negras), cuya Edicin 1982 favoreci a Nadie nada nunca. En el n 2, Sergio Racuzzi y Mnica
Tamborenea entrevistan a Juan Jos Saer, cuya novelstica es caracterizada como una propuesta potica
de alternativa que posee y reivindica su espacio natural de ocupacin dentro de nuestro sistema literario,
dotada de contundencia poltica y esttica (1983: 3). En el mismo nmero, en la seccin
Bibliogrficas, Jorge Panesi resea Cicatrices (1969) con motivo de su reedicin por el Centro Editor
de Amrica Latina, enfatizando la diferencia cualitativa que su autor mantendra con Julio Cortzar y
Ernesto Sbado (a quien se acusa de tener una actitud gazmoa y pequeo burguesa). Panesi termina
este razonamiento (y la resea) afirmando que Cicatrices no refracta lo histrico con la facilidad
especular de un realismo populista (1983: 28). Finalmente, en la misma seccin del ltimo nmero de
Pie de Pgina, Daniel Link resea El entenado, sealando la tentacin inevitable de la lectura que,
aplicando patrones alegricos, revelaran la equivalencia indios/ sociedad civil argentina de determinado
perodo (1984/ 85: 29; nuestro nfasis).
83
En la misma seccin Premios mencionada en la nota anterior, se hace referencia a que Respiracin
artificial gan el Premio Boris Vian en la edicin 1981. El n 2 de Pie de Pgina incluye la encuesta
Literatura y situacin nacional, que son convocados a responder Beatriz Sarlo, Jorge Di Paola, Luis
Gusmn, Jorge Lafforgue y Juan Sasturain. Las preguntas planteadas son tres: De qu manera afect al
sector del campo intelectual la situacin vivida a partir de 1976?; Cmo puede leerse la situacin
vigente en las obras publicadas en el pas durante el perodo? y Cules son sus expectativas ante el
proceso de democratizacin?. En su respuesta, Beatriz Sarlo arma un arco, en cuyos extremos coloca a
Jorge Ass y Ricardo Piglia. Mientras el primero padece la coyuntura de los aos setenta con una
cercana a los hechos y las experiencias sociales que da como resultado el efecto de la mimesis absoluta,
el segundo plantea, ms bien, cmo la literatura puede interrogar a la historia [] negndosele toda
posibilidad de mimesis (Sarlo 1983: 14).
103
De Puig pienso que es el mejor de todos, el mejor despus de Arlt. Despus, lo digo
cronolgicamente. Cuntos novelistas vivos, en actividad, hay tan buenos como l? No llegan a diez:
Patricia Highsmith, Joseph Heller, Marguerite Duras, Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute (que es
viejsima), Grass y Onetti y Copi. (Aira 1982: 3)
84
A ttulo de ejemplo: el staff del nmero doble 4/ 5 de Sitio de mayo de 1985 mantiene en la direccin a
Ramn Alcalde, Eduardo Grner, Luis Gusmn y Jorge Jinkis. Participan en el nmero como
colaboradores: Luis Chitarroni, Jorge Monteleone y Daniel Link.
104
Puig, que en sus narraciones siempre ha estado preocupado por insertar la historia poltica argentina
(el centro es el peronismo), a partir de Pubis angelical la hace girar en torno a personajes enfermos,
que determinan la trama [] La escritura se piensa en Puig como un producto material [] Cumple
siempre una funcin develadora, aclaratoria, desalienante, echa luz sobre la confusin o la ceguera en
que se mueven los personajes de clase media. (Panesi 1985: 130-131)
All donde la lectura de la alienacin se empea en localizar los instrumentos de la opresin [] Puig
ve la posibilidad de tomar la palabra y la alternativa de un plan de resistencia. All donde esa
concepcin [] descubre uno de los principios de homogeneizacin de la ideologa dominante, Puig
encuentra el territorio de una experimentacin que es poltica precisamente porque pone en juego
heterogeneidades y contradicciones [] En Puig no existe esa ideologa de la zona franca donde los
sometidos podran gritar su sumisin, los homosexuales hablar su condicin perseguida, las mujeres
denunciar su esclavitud: tierra de nadie, al reparo de la dominacin ejercida por los medios y el poder
[] Mientras la lectura de la alienacin los piensa como medios de manipulacin, Puig los trabaja
como aparatos de reproduccin: no objetos malos de los que habra que desprenderse para resistir y
luchar, sino escenario y arsenal de toda lucha y resistencia. (Pauls 1986: 82-83)
85
En calidad de directores del suplemento Culturas de Pgina/ 12 (que tena una organizacin
monotemtica, con una extensin mxima de seis pginas), Jorge Dorio y Martn Caparrs optan por la
105
Las literaturas de Osvaldo Lamborghini y de Manuel Puig se gustaban. Pero, cul es el secreto de
esta confesada afinidad entre el prosista cortado y el zar de la narracin, entre el msico abarrocado y
el adalid de la sencillez, entre el maldito y la estrella? Tal vez, arriesgo, el estereotipo, ese cristal de
lengua que est en el principio de ambas literaturas, y que las condujo a una fascinacin recproca.
Para Puig y para Lamborghini, el estereotipo no es un oropel kitsch de la lengua ni un objeto parcial
del costumbrismo; es esa formacin donde la lengua hace oir su poder, su formidable facultad de
decir-hacer: un pequeo aparato de estado. Hacer sonar la lengua (lo que los dos hacen acaso como
nadie) es lanzar una asonada sobre ese punto, asediar esa ciudadela tan de todos. (Pauls 1989: 5)
publicacin barcelonesa de Novelas y cuentos como tema del nmero publicado el 27 de noviembre de
1988, bajo el provocativo ttulo de tapa (una cita del mismo autor) Lean, che. A lo largo de cinco
pginas (que incluyen tres fotos de Lamborghini) se reproducen partes del prlogo firmado por Aira para
Ediciones del Serbal, Miguel Briante cuenta ancdotas que alimentan el mito de el escritor tan genial
como maldito (Agarrarlo vivo) y se adelantan fragmentos de La novia del gendarme, Las hijas de
Hegel y Sebregondi se excede (en el epgrafe se dice errneamente que el fragmento pertenece a Las hijas
de Hegel). Por ltimo, sin firma, aparece la nota biogrfica Osvaldo Lamborghini.
86
El trabajo firmado por Link tuvo una primera versin como ponencia, leda en julio de 1986 en el
Primer Congreso de Estudios de Literatura Iberoamericana organizado por la Facultad de Filosofa y
Letras de la UBA. No hemos encontrado Actas. Con posterioridad a su aparicin como resea en el n 6
de Babel, la hiptesis principal fue reproducida en El boom, Manuel Puig, la realidad: aspectos de una
teora de la representacin incluido en La chancha con cadenas (1994). Con algunas modificaciones
(entre ellas, el ttulo) fue includo en Cmo se lee y otras intervenciones crticas (2003). Volveremos a la
produccin crtica de Daniel Link en el captulo cuatro.
106
87
Elegimos ex profeso El fiord (fechado por Lamborghini entre octubre de 1966 y marzo de 1967, pero
escrito segn Strafacce en marzo de 1968 y publicado por Ediciones Chinatown en 1969); Quin mat a
Rosendo? (publicado a mediados de 1968 en el semanario CGT) y La traicin de Rita Hayworth
(publicado por Jorge lvarez en 1968) como posibles componentes de dicha amalgama, dado que los
tres textos se escriben (y publican) en el contexto del Cordobazo.
107
Ediciones Chinatown, el nacimiento de una voz literaria inaudita, que se manifiesta por
primera vez. 88
Una evaluacin ms detenida del programa enunciado por Daniel Link nos
obliga a repensar la posible relacin entre Osvaldo Lamborghini y Rodolfo Walsh por la
contraria: El fiord como anti Quin mat a Rosendo?, Lamborghini como un anti-
Walsh. En otras palabras: El fiord se propondra manifestar en trminos de alegora
desquiciada lo mismo que denuncia Quin mat a Rosendo? en trminos de un
discurso eficaz cuyo grado cero es el discurso forense y el informe balstico que con su
correspondiente grfico- Walsh no duda en incluir para demostrar cabalmente la
culpabilidad de Vandor en la muerte de Rosendo Garca.
la Novela es el ltimo avatar de mi personalidad burguesa, al mismo tiempo que el propio gnero es
la ltima forma del arte burgus en transicin hacia otra etapa en que lo documental recupera su
primaca. Pero tampoco estoy seguro de esto, que puede ser una excusa para mi momentneo fracaso.
(Walsh [1969] 2007: 126)
88
festeja un nacimiento, el de la escritura. Es la escritura quien mata a la autoridad, quien realiza el
nacimiento y el festejo [] (Garca [1969] 2003: 16-17)
108
Tal como seala Ariel Idez en Literal. La vanguardia intrigante, Literal impugna
la prctica literaria al servicio de fines polticos (2010: 64). En este marco, los
literalistas tuvieron como uno de sus blancos favoritos el discurso periodstico, al que
acusaron de querer arrogarse un plus de valor por su carga informativa de potencial
revolucionario. En el trabajo que inaugura la publicacin No matar la palabra, no
dejarse matar por ella, que podra ser considerado el manifiesto ideolgico-esttico del
grupo y que (aunque se publica sin firma) sabemos hoy que redactaron Quinteros,
Garca y Lamborghini, los literalistas explicaban que: La informacin en un texto es
un beneficio secundario que no justifica la existencia de una escritura literaria. A
diferencia de una noticia, la verdad de un texto no puede someterse a una prueba de
realidad (Literal 1: 5). Dos pginas ms adelante, el planteo es expandido en tesitura
lacaniana, colocando la literatura del lado del goce, y el periodismo del lado de su
imposibilidad. A la figura del escritor (el gran masturbador, para citar el clebre ttulo
de Salvador Dal) se le contrapone la del periodista, el gran frgido:
La noticia es una cama donde cualquiera puede acostarse sin que se le mueva el piso. Se entiende que
alguien sea periodista porque hay diarios que pagan la funcin, hay ruinas cotidianas y reuniones de
ministros. No se entiende que alguien escriba unas palabras no demandadas por nadie, cuyo valor es
siempre dudoso a priori aunque pueda exaltarse a posteriori. Por eso todo escritor es materia dispuesta
89
En cuanto a lo que llamaba lo ms complejo para entender el alcance de este tema, se dira, para
empezar, que el hecho de escribir y la literatura es escritura- es violento; pareciera que no lo es y que, a
partir de un don o de un saber, se ejecuta pacficamente porque trabaja slo con palabras; pero las
palabras son signos que, a su vez, provienen de la violencia que el significante ejerce sobre la cosa y le
crea un significado. La cosa es lo que es: la designacin la pone en otra parte y en esa otra parte nos
movemos. Todo lenguaje, en suma, descansa sobre una violencia arcaica, olvidada, que si bien comunica
y sirve para comunicar, no es sentida aunque reaparece con toda su fuerza en la escritura. (Jitrik 2010:
37-38)
109
para cualquier misin que d un sentido social a esa prctica compulsiva, siempre cercana a los
fantasmas de la masturbacin; segn el tpico que asegura una relacin ntima entre este placer
solitario y el goce de escribir. El periodista que cambia un sueldo por palabras que remiten a una
realidad conocida por otros, pareciera no haberse masturbado nunca. (Literal 1 1973: 7; nfasis en el
original)
Contra esto, y desde las pginas de Babel, Christian Ferrer apuntar precisamente
a rescatar a Rodolfo Walsh en tanto gran estilista (en otras palabras: no en tanto
periodista-militante, sino en tanto escritor). Para Ferrer, el estilo de Walsh es inimitable,
carece de discpulos y herederos literarios:
El realismo mgico, es, entonces, otro de los blancos que los escritores nucleados
alrededor de Babel heredan de sus hermanos mayores. En la seccin Narrativas del
nmero nueve, Daniel Link resea El general en su laberinto con una extensa primera
frase que parodia el clebre arranque de Cien aos de soledad. 90
90
Muchos aos despus, frente al jurado que le otorgara el Premio Nobel de literatura, Gabriel Garca
Mrquez habra de recordar aquella maana remota de 1967, cuando la prestigiosa Editorial
Sudamericana de Buenos Aires distribua los primeros tmidos ejemplares de su novela, que se perderan,
aos ms tarde, en las cifras de vrtigo del inventario de libros salido de un delirio de multiplicacin
bblica antes que de un plan de produccin editorial. (Link 1989b: 10)
110
de Juan Jos Ser, que opera por fuera de el latinoamericanismo de los Garca
Mrquez, los Fuentes, los Vargas Llosa, los Roa Bastos (1988: 4), como la necesidad
de Carlos E. Feiling de aclarar el error de filiar Los fantasmas de Csar Aira con las
morisquetas del realismo mgico (1990: 5).
La dcada del ochenta nos introdujo en nuevos modos de organizacin social. Todo comenz con una
separacin brutal: Alfonsn separaba la poltica (entendida como debate cvico) de la violencia []
Descubramos lo que habamos perdido durante todos esos aos y aprendamos a leer la literatura de
otro modo. Es ms: la literatura cambiaba: ya no haba tanto epgono de Onetti dando vuelta por ah;
Walsh, Puig y Lamborghini (Osvaldo) representaban modelos ciertamente escandalosos pero
precisamente por el carcter de modelos que tenan en la dcada del ochenta es que hay que
interpretar sus obras como ya hechas y ledas: toda la dcada del ochenta es el trazo de ese ya. (Link
1995: 52)
Nada de representacin. Toda la literatura de los setenta se piensa a s misma en la interseccin de dos
transgresiones: los modelos clsicos de la representacin y los modelos genricos de la percepcin:
Puig, Walsh, Lamborghini. Un poco despus (y de otro modo), Piglia, Saer y Gusmn. (Op. Cit. Link
1995: 56)
En efecto: la trada suma nombres: Ricardo Piglia, Juan Jos Saer, Marcelo
Cohen, Copi, Rodolfo Fogwill, Alberto Laiseca y Csar Aira. Con excepcin de Piglia y
Cohen, todos los ellos tuvieron su espacio en la secin El libro del mes: Juan Jos
Saer en el n 4, con motivo de la reedicin de La ocasin; Alberto Laiseca en el n 12,
con motivo de la publicacin de La hija de Kheops; Copi en el n 15, con motivo de la
traduccin al espaol de La internacional argentina; Rodolfo Fogwill en el n 20, con
motivo de la publicacin de La buena nueva de Los Libros del Caminante, y Csar Aira
en el ltimo nmero de Babel, con Los fantasmas. No obstante, Piglia fue entrevistado
en la seccin La esfinge correspondiente al n 21. Marcelo Cohen tuvo su propia
columna como corresponsal desde Barcelona (Batidore Libero: lunfardesco juego
de palabras: batir novedades editoriales internacionales). En el n 11, Cohen escribi
sobre Italo Calvino. En el n 12, sobre Paul Auster. En el n 13, sobre Clarice Lispector.
111
En el n 14, sobre William Gibson. En el n 16, sobre Charles Doyle, padre de Arthur
Conan Doyle. Su ltima participacin como columnista fue para el n 19, donde rese
novelas de Peter Handke. 91
91
Las notas de Marcelo Cohen para el n 10 (El efecto Vonnegut) y n 15 (Cuando el relato
comienza), si bien enmarcadas dentro de la seccin Batidore Libero tienen un cariz diferente, puesto
que no son reseas, sino ensayos de carcter ms general.
92
Para una narracin detallada de este conflicto, VER Link Osvaldo y sus amigos (2012).
112
del presente captulo, no parece casual que en su diatriba Feiling vuelva a la vieja
acusacin de posmodernos lanzada en 1984 por Miguel Briante, y repetida aos ms
tarde por, entre otros, Toms Eloy Martnez en el n 62 de Crisis.93 Feiling afirma que
este supuesto posmodernismo constituira un rasgo positivo frente al anti-
intelectualismo militante de Soriano, el escritor que segn su propia leyenda personal
practicaba boxeo, jugaba al ftbol y haba aprendido a escribir en Redacciones y bares.
Desde las pginas de Babel, la acusacin de posmodernos realizada por Toms
Eloy Martnez fue refutada con energa por Alan Pauls en su resea a La ocasin, de
Juan Jos Saer, ya mencionada. Tambin en el n 14, cuyo un dossier es sobre El fin de
la Historia y el ltimo hombre (1992; traducido al castellano y editado por Planeta en
1994), de Francis Fukuyama, que una primera lectura podra considerar la principal
prueba incriminatoria de esta acusacin. (El dossier incluye una traduccin de El fin
de la Historia?, artculo seminal publicado por Fukuyama en el n 16 de la revista The
National Interest.) La publicacin de estos materiales, sin embargo, no significa
adhesin.
En trminos de sintaxis de revista (Cf. Op. Cit. Sarlo 1992), es de destacar que
el nmero catorce de Babel se inaugura con sendas reseas a El hombre y la
democracia, de Gyrgy Lukcs (libro del mes), que firman Horacio Gonzlez y
Horacio Tarcus (seud. de Horacio Pagliani). Al mismo tiempo, el dossier Fukuyama
consta del apartado Disparen contra Fukuyama, donde se traducen intervenciones de
Irving Kristol, Andr Fontaine, Gertrude Himmelfarb, Pierre Hassnet y Alan Bloom,
que refutan de manera total o parcial las tesis vertidas en El fin de la historia y el ltimo
hombre. En este contexto, tambin es importante la presencia de Claudio Uriarte, ex
militante trotskista que hace una evolucin matizada del libro de Fukuyama. Por ltimo,
no parece casual la inclusin en la pgina veintinueve de este nmero de un artculo que
se posiciona claramente en contra del discurso poltico de Menem basado en la
doctrina de la reconciliacin nacional (Postales argentinas), que firman Telma
Luzzani y, nuevamente, Claudio Uriarte. 94
93
En su intervencin, Martnez diagnostica tres lneas para la literatura argentina: la lnea Saer (cuya
perversiones se estn dando en las imitaciones de Thomas Bernhard y del nouveau roman; la lnea
realista (un espectro amplio que va de Ass a Laiseca, pasando por Fogwill) y una tercera lnea, que
podramos llamar de los posmodernos, que suponen que hay que burlarse de todo, que nada tiene sentido,
cuya figura central sera Aira, y donde estn Guebel, Dippy, etc. Es en gran medida el terror al referente
concreto, a la identificacin con la realidad. (Martnez 1988: 35). Dippy es Jorge Di Paola, autor de
Minga! (1987).
94
Autor de Almirante Cero: biografa no autorizada de Emilio Eduardo Massera (1992), Uriarte
terminara como confeso admirador de George W. Bush.
113
DANIEL GUEBEL: 1956, Capital Federal. OBRA: indito. Dos novelas, en espera de ser publicadas:
Arnulfo o los infortunios de un Prncipe y El avestruz que Clamaba en el Desierto. (Pie de Pgina
1 1982: 13)
95
Para una genealoga de la prdica anti-populista en el campo literario argentino, VER La injuria
populista (episodios literarios de un combate potico, primera parte de La palabra justa. Literatura,
crtica y memoria en la Argentina 1960-2002 (2004), de Miguel Dalmaroni.
114
(Torres Fierro 1987: 6). Doce son los nombres que se incluyen: Daniel Guebel, Luis
Thonis, Matilde Snchez, Sergio Bizzio, Jorge Dorio, Luis Chitarroni, Telma Luzzani,
Marcos Lucio Victoria y Mara Martoccia, entre los cuales se cuelan los ya no tan
jvenes Jorge Panesi, Martn Caparrs y Elsa Osorio. En los casos de Guebel, Bizzio,
Victoria, Martoccia y Chitarroni, se enfatiza especialmente el hecho de poseer obra
indita.
Es una redundancia sealar que el estado del mercado de libros durante la dcada
del 80 poco tiene que ver con el contexto de de publicacin de El fiord (1969). 96 La
alusin a la condicin de indito voluntario de Osvaldo Lamborghini funcionara
entonces no como un trmino de comparacin real, sino como smbolo de un gran estilo
que hace caer el sentido (Cf. Op. Cit. Aira 1982). Es, adems, el mito fundante de la
mafia neobarroca (Saavedra 1988), conformada por Hctor Libertella, Arturo Carrera,
Nstor Perlongher, Emeterio Cerro, Csar Roberto Echavarren, Eduardo Miln y
Tamara Kamenszain, con la inclusin (algo forzada, como lo admite el mismo Saavedra
en su nota publicada sobre dicha mafia en el n 212 de El nuevo periodista) de Csar
Aira, practicante de un estilo lmpido que coincidimos con Saavedra- es el que peor
resiste el sayo neobarroco (Saavedra 1988: 42). 97
96
Entre 1960 y 1969, la produccin editorial en nuestro pas fue de 238 millones de libros, representando
el 50% de todos los libros producidos en idioma castellano en el mundo (Cf. Getino 2008: 66).
Recuperada de su cada en el perodo 1954-1958, la industria del libro argentino creci notablemente
durante el perodo 1962-1968 (primavera de los aos sesenta). Con el fondo del boom latinoamericano,
fueron muchos los editores argentinos que volvieron a apostar por publicar (o reeditar) autores locales. El
fenmeno, tambin llamado boom del libro argentino tuvo, por un lado, un apoyo propagandstico en
semanarios como Primera Plana, Panorama y Anlisis, y, por el otro, encontr un importante impulso en
los nuevos mtodos de comercializacin fascculos- y lneas de venta kioscos de revistas-, de los cuales
fueron pioneros la editorial Codex y el Centro Editor de Amrica Latina. El fenmeno recin declin a
partir del ao 1970 (Cf. Rivera 1980/ 86).
97
En su trabajo La barroquizacin, publicado en marzo de 1988 en la Folha de So Paulo, Nstor
Perlongher haba sealado que Sebregondi retrocede (1973) detona por dentro de la literatura argentina,
cierto flujo que cabra denominar, antes que neobarroco, neobarroso ([1988] 2008: 117). Osvaldo
Lamborghini resultara as el co-fundador de la mafia neobarrosa, si aceptamos la formulacin de
Perlongher en Caribe transplatino, segn la cual el neobarroso transplatino tendra, en verdad, dos
115
De todas formas, si bien la prosa de Aira est lejos del estilo definido por Severo
Sarduy en 1972 en trminos de extrema artificializacin con sus mecanismos de la
sustitucin, la proliferacin y la condensacin (Cf. Sarduy 1972: 167-184), s parece
andar ms prxima a la definicin de barroco que Sarduy, entrevistado en Pars por
Alicia Dujovne Ortiz para la revista Vigencia, dar ocho aos ms tarde para
caracterizar como lujo barroco su propia apuesta narrativa:
Hay un barroco en el sentido ms estricto del trmino, es decir, en se que adopt la Contrarreforma y
que practicaron con regocijo las saturadas capillas de Churriguera, el arte colonial sudamericano, los
sonetos ureos de Gngora y, ms recientemente, en la calle Trocadero, Lezama Lima. Quiero decir:
lo importante es atraer, fascinar, seducir (Me dice el autor: Las tres cosas subrayadas. Cuidado,
amigo tipgrafo!). Y todo con un simple propsito: convencer. En la India, y valga la ancdota, ante
el templo de Khajuraho, que, como es sabido, es una proliferacin incontenible y deliciosa de parejas
fornicando, los especialistas se plantean con frecuencia el dilema de saber a qu obedece ese
despliegue de placer. La respuesta, que me apareci all, es, por demasiado sencilla, informulable:
para atraer. Maitreya [ltima novela por entonces dita de Sarduy] practica, pues, ese lujo barroco, ese
erotismo, esa suave risa, y esa pulsin sin lmites de decorados, de escenografas, de fasto, como un
biombo chino iluminado con garzas, cofres laqueados de rojo y cerezos de invierno a la luz de la luna.
(El autor observa el aspecto kitsch de la cosa). (Sarduy 1980: 31; nfasis del autor)
As, Csar Aira operara para los escritores nucleados alrededor de Babel ms
como modelo de novelista extico que en tanto miembro de la llamada mafia
neobarroca. Lo ms obvio: Csar Aira nunca public poesa, y si bien tanto Sergio
Bizzio como Carlos E. Feiling y Jorge Dorio empezaron sus trayectorias de escritor
como poetas, los dos primeros se pasaran luego al gnero novela. 98 Asimismo, el
anlisis cuantitativo de la seccin El libro del mes (considerada el lugar central de la
crtica literaria dentro de la revista, tal como se explicita en el editorial del n 9) arroja
como resultado una marcada preferencia por este gnero frente al lrico. Y an ms: se
trata, por holgada mayora, de escritores argentinos.
nacimientos. Uno, el de El fiord; otro, el de La partera canta ([1991]: 2008: 99), quedando reservado el
trmino neobarroco para Severo Sarduy. En Ondas en el fiord. Barroco y corporalidad en Osvaldo
Lamborghini (1991), Perlongher explota la idea de escribir a tajos de gillette presente en DILOGO
CON UN LIBERAL INTELIGENTE incluido en Sebregondi retrocede para oponer Sarduy a
Lamborghini, entendiendo que el primero practica una escritura como tatuaje mientras el segundo, una
escritura como tajo ([1991] 2008: 135). Por ltimo, en Breteles para Puig (1988), Perlongher inscribe
al escritor oriundo de General Villegas en su propia mafia neobarrosa, en tanto El beso de la mujer
araa evoca [] cierto clima lamborghiano, cierto fiord, irreductible, si bien decorado, como un living-
room kitsch, con las pavadas de todos los das [] muy disimulado, s, muy en el fondo- un dejo
desteido de barroco ([1988] 2008: 128-129).
98
Tambin Chejfec incursion en el gnero lrico en Tres poemas y una merced (2002) y Gallos y huesos
(2003).
116
De los 22 ttulos seleccionados para los 22 nmeros de Babel, slo dos pertenecen
al gnero lrico (El ala de la gaviota, de Enrique Molina en el n 11 y Childrens
corner, de Arturo Carrera, en el n 13); dos al gnero memorias (Peregrinaciones
argentinas, de Witold Gombrowicz en el n 2 y El sobrino de Wittgenstein, de Thomas
Bernhard en el n 3); nueve al ensaystico (El arte de la novela, de Milan Kundera en el
primer nmero; De los espejos y otros ensayos, de Umberto Eco en el n 5; El gnero
gauchesco. Un tratado sobre la patria, de Josefina Ludmer en el n 6; Michelet, de
Roland Barthes en el n 7; Historia social de la literatura argentina, compilada por
Graciela Montaldo en el n 8; Historia del tiempo, de Stephen Hawking en el n 10; El
hombre y la democracia, de Gyrgy Lukcs en el n 14; Memorias para Paul de Man,
de Jacques Derrida en el n 16 y Crtica de la razn cnica, de Peter Sloterdijk en el n
22), y nueve al gnero novela (La ocasin, de Juan Jos Saer en el n 4; Novelas y
cuentos, de Osvaldo Lamborghini en el n 9; La hija de Kheops, de Alberto Laiseca en
el n 12; La internacional argentina, de Copi en el n 15; Lenta biografa, de Sergio
Chejfec en el n 17; La perla del emperador, de Sergio Guebel en el n 18; El coloquio,
de Alan Pauls en el n 19; La buena nueva de Los Libros del Caminante, de Rodolfo
Fogwill en el n 20 y Los fantasmas, de Csar Aira en el n 21).
Lo primero que salta a la vista sobre las novelas seleccionadas como libro del
mes es que se trata exclusivamente de novelas argentinas. Dentro de la nmina, es
notorio el espacio otorgado a la promocin de la propia obra: de las nueve novelas
seleccionadas, tres fueron escritas por miembros del staff de Babel: Lenta biografa, de
Chejfec; La perla del emperador, de Guebel y El coloquio, de Pauls. Las dos ltimas, a
su vez, son exponentes de la muy promocionada novela extica, cuya paradjica
novedad se despliega en el editorial Nuevos avances y retrocesos de la nueva novela
argentina en lo que va del mes de abril, firmado por Martn Caparrs y publicado en la
seccin Caprichos correspondiente al n 10 de la revista.
cautiva), cuyos ms altos exponentes seran Aira (con Una novela china), Marcelo
Cohen (con El odo absoluto) y Alberto Laisea (con La hija de Kheops).
Dos aos antes, en una resea de Daniel Garca Helder sobre Poemas Chinos
(Libros de Tierra Firme, 1987) para el n 6 de Diario de Poesa, la apuesta por el
exotismo en Laiseca ya haba sido puesta en relacin con las tesis vertidas en el ensayo
El escritor argentino y la tradicin, de J. L. Borges. 99 Segn Helder, Poemas chinos
hace usufructo de las teorizaciones borgianas sobre el apcrifo: el poemario de Laiseca
publicado en 1987 se presenta como la compilacin realizada por un tal Lai Ts Chi
de 103 poemas de autores inexistentes.
Por todo esto, Alberto Laiseca no sera tanto el escritor secreto del grupo Babel
(Cf. Satta 2004: 248), sino el escritor secreto de Fogwill, que en la seccin
Bibliogrficas del primer nmero de Pie de Pgina haba escrito una resea
sumamente elogiosa a Las aventuras de un novelista atonal (Sudamericana 1982) y
99
Diario de Poesa (n 1: julio de 1986 - n 83: 2011; frecuencia inicial trimestral), tuvo como fundador y
director a Daniel Samoilovich, con un Consejo de Redaccin integrado por Daniel Freidemberg, Jorge
Fondebrider (secretario de redaccin), Diana Bellesi, Elvio E. Gandolfo, Daniel Garca Helder, Mirta
Rosenberg y Martn Prieto. En el n 9 se incorporan Ricardo Ibarluca y Jorge Ricardo Aulicino. De
formato tabloide y aproximadamente 40 pginas, tuvo un tiraje de 5000 ejemplares. Fueron encargados de
su diseo los artistas plsticos Juan Pablo Renzi y Eduardo Stupia (a partir del n 23 del ao 1992). En el
ao 2003 tuvo una etapa de transicin. A partir de 2006 mantuvo una periodicidad bianual. En el ao
2007 se reorganiza el Consejo de Direccin, siendo integrado por Osvaldo Aguirre, Edgardo Dobry,
Pablo Gianera (secretario de redaccin), Ricardo Ibarluca, Mirta Rosenberg, Matas Serra Bradford y
Eduardo Stupa (director de arte), mantenindose Daniel Samoilovich en la Direccin. Sobre Diario de
Poesa, VER Porra (2004) y Usabiaga (2012)
100
El Porteo fue fundado en 1981 por Gabriel Levinas, con un staff donde estuvieron Daniel Molina,
Enrique Symns, Mara Eugenia Stenssoro y Ernesto Tiffenberg. Lleg a vender 30.000 ejemplares por
nmero y fue, junto con Humor registrado, uno de los pocos espacios crticos a la dictadura. Tuvo una
refundacin (con cambio de formato) en febrero de 1982, con la asesora de Rodolfo Enrique Fogwill
(que tena en la prctica un rol de subdirector, aunque no figuraba en el staff) y public su ltimo nmero
134 en febrero de 1993. Para febrero de 1985 (que es cuando comienza a ser publicado por la Cooperativa
de Periodistas Independientes), figuran Jorge Lanata como Jefe de Redaccin, Ernesto Tiffenberg como
Asesor Editorial y Eduardo Blaustein como Secretario de Redaccin. Son sus colaboradores frecuentes
Csar Aira, Horacio Gonzlez, Jorge Fondebrider, Osvaldo Baigorria, Mara Moreno (seud. de Cristina
Forero), Ricardo Ibarluca, Jorge Warley, Rolando Graa, Martn Caparrs y Guillermo Saavedra.
118
afirmado que Alberto Laiseca ha sido hasta ahora un secreto a voces entre crticos y
autores de vanguardia (Fogwill 1982: 27). 101 Tambin Ricardo Piglia, desde las
pginas del n 16 de Punto de Vista haba alertado que ya es hora de hablar de este
libro misterioso y largusimo [Los Sorias] que es con seguridad uno de los textos
fundamentales de la literatura argentina (1982: 132). En efecto: pensando la cuestin
en trminos de la tensin literatura-mercado, Los Sorias es una novela que por su
desmesurada extensin- se coloca tanto en las antpodas de lo publicable, como de lo
vendible. Esto es: una respuesta desde la vanguardia a la crisis del mercado editoral.
101
En la seccin Los Libros de Los libros de la guerra ([2008] 2010) se vuelve patente el temprano
inters por parte de Fogwill hacia la obra de Alberto Laiseca. A la resea en el primer nmero de Pie de
Pgina ya mencionada, cabra agregar los artculos Las aventuras de la escuela de Viena (publicado
originalmente en la revista Vigencia, tambin en el ao 1982); Fractal: una lectura de Los Sorias de
Alberto Laiseca (en Tiempo Argentino, septiembre de 1983); Poltica pblica y literatura confidencial
(en el n 54 de Primera Plana de mayo de 1984) y La otra literatura: los inditos de Laiseca (Tiempo
Argentino, junio de 1986).
119
las cuales Saer haba sido un frecuente colaborador, ya no era vlida para inteligir la
literatura de la dcada del ochenta.
En el informe especial que es nota de tapa del n 30 de El periodista de Buenos
Aires (5 al 11 de abril de 1985) firmado por Jorge Madrazo y titulado Crisis de la
industria editorial se dan las siguientes cifras:
Mientras en 1974 se editaron 49.640.000 ejemplares, con una exportacin de 16.657.011 y una
importacin de 9.397.158 unidades, en 1981 la produccin interna total a duras penas alcanz los
14.190.401 volmenes; contrariamente la importacin bati ese ao todos los rcords: 55.086.208
ejemplares; al exterior, en cambio, slo se enviaron 7.727.494 [] en 1983 se sigui tocando fondo:
se produjeron apenas 13.525.515 ejemplares y se export un lote insignificante de 5.302.341. Y como
la era de la plata dulce y las aduanas abiertas de Jos Alfredo Martnez de Hoz haban quedado
forzosamente atrs, las importaciones tambin cayeron en picada: slo 3.754.253 volmenes entraron
al pas. (Madrazo 1985: 29-30)
La explicacin de dicho salto radica en la mentalidad especuladora que gui buena parte del
empresariado en esos aos, estimulada a su vez por la poltica econmica del gobierno de facto. De
esa manera, numerosos exportadores locales se aprovecharon del sbito proteccionismo
gubernamental que elev hasta un 25% el reembolso, en efectivo, de los montos facturados por
exportacin.
Toneladas de material impreso, o no impreso guas telefnicas, papel de desecho y todo lo que
pudiera ingresar en los contenedores fueron beneficiadas por dicho porcentaje, en cargas que podan
desaparecer en el mar porque no necesitaban llegar a ningn otro punto de destino. Esta realidad era
simultnea, adems de la sobrefacturacin ejercitada por el sector, como manera de contrarrestar los
efectos del doble cambio monetario y la inseguridad econmica, factores todos ellos que atentaron
contra el desarrollo de la industria. (Getino 2008: 68)
del que extraemos los datos correspondientes a los aos 1974, 1976 y 1984. En 1974,
los ttulos registrados fueron 4.906, con un tiraje de 46.640.619 ejemplares; en 1976, los
ttulos registrados fueron 6.674, con un tiraje de 31.508.099 ejemplares, y en 1984, los
ttulos registrados fueron 4.591, con un tiraje de 16.844.220 (Cf. Chirom 1986: 28).
Sobre el tiraje por ttulo (en el caso especfico de la novela): en una entrevista para
el suplemento Cultura y Nacin, de Clarn publicada el 15 de abril de 1988, Jorge
Naveiro (Presidente de la Cmara Argentina del Libro) redondea cifras para sealar que
si en 1974 se editaban 20.000 ejemplares de una novela y hasta 60.000 de un best-seller,
en 1984 un best-seller llega a 10.000 ejemplares y un autor argentino a 5.000
ejemplares. Las cifras correspondientes al ao 1988 que dan Jos Luis Reyna y Ernesto
Ferrando (de Grfica Yanina), entrevistados en el mismo Suplemento, son an ms
dramticas: los pedidos en general rondan los dos mil o tres mil ejemplares [] en la
poca del Rodrigazo, haba tiradas de 20, 30 y 50.000 ejemplares (1988: 9).
102
Celulosa Argentina produce, junto con Ledesma y Massuh, el total del papel nacional necesario para
cualquier edicin; las tres cuartas partes de este lote los distribuye papelera Sarand, mientras que el 20%
restante lo canalizan Copagra SA y Koch-Polito y Ca. (Madrazo 1985: 32)
121
tiraje de 3000 o 4000 ejemplares por obras que puedan demorar de ocho o diez meses en
venderse, limitndose por lo mismo a la reedicin de ttulos de salida rpida.
En 1987, los libros ms vendidos llegan en promedio a 8000 ejemplares y los ms
importantes autores argentinos merecen tirajes de 3000 a 4000 ejemplares (en 1988,
Sudamericana reedita Respiracin artificial con un tiraje de 4000 ejemplares, lo que es
ruidosamente celebrado por Daniel Samoilovich en el primer nmero de Babel). Daniel
Divinsky, editor de Ediciones de la Flor, seala que el tiraje para un autor indito es de
apenas 2000 ejemplares. A este contexto, se le suma el auge del libro de auto-ayuda:
entre diciembre de 1985 y marzo de 1986, Vivir, amar y aprender, de Leo Buscaglia
(editorial Emec) vende 28.000 ejemplares, lo que da un promedio de venta de 7000
ejemplares por mes (Cf. Op. Cit. Chirom 1986: 28).
El suplemento Culturas de Pgina/12 del 27 de diciembre de 1987 tiene como
nota de tapa Los libros del 87 y gira sobre la pregunta de cules fueron los libros ms
vendidos. Un dato llama la atencin: contra el predominio del ensayo poltico
coyuntural y el gnero testimonial entre los aos 1983-1987, se observara el relativo
repunte del gnero novela durante los meses de noviembre-diciembre 1987. En una
nota firmada por Norberto Noares, ste recoge el testimonio de Jorge Guiraud, jefe de
ventas de Puntosur (que para entonces cuenta con un ao y medio de vida) y de Matas
Ayerza, jefe de prensa de la editorial Sudamericana, y seala los siguientes hitos de
venta para la ficcin: 35.000 ejemplares vendidos de A sus plantas rendido un len, de
Osvaldo Soriano (que edita Sudamericana); 8000 ejemplares agotados de Partes de
inteligencia, de Jorge Ass y 3000, tambin agotados, de Cuentos para tahres, de
Rodolfo Walsh (ambos editados por Puntosur).
Las comillas utilizadas para hitos de venta van a cuenta de que en trminos
absolutos la auto-ayuda y el ensayo poltico siguen ostentado las cifras ms altas:
Soares seala que Sexualidad femenina, de Luisa Leres lleva 70.000 ejemplares
vendidos, mientras que la editorial Contrapunto contabiliza tres ediciones de 3000
ejemplares cada una de Civiles y militares, de Horacio Verbitsky.
An ms: el tenue avance de la narrativa que seala Soares no significa la
reversin del fenmeno, observable entre los aos 1985 y 1990, del alejamiento del
lector nativo de la ficcin [argentina]. Como sealan Alberto Castro y Jorge Warley,
firmantes de La escasez austral y la moda, tambin incluido en el suplemento
Culturas de diciembre de 1987: si bien quedan an lectores para la ficcin, stos se
han volcado a los midcult, una suerte de hbridos que adaptaran ciertos recursos de la
122
literatura alta a los gustos de un lector masivo, y que se benefician con un aura
prestigiosa que [] los convierte en los ms vendidos (1987: 3). Los autores sealan
que El nombre de la rosa, de Umberto Eco (que es precisamente quien inventa el
concepto de midcult, retomando el concepto de poshlust de Vladimir Nabokov),
volvi a ser en 1987 la novela extranjera ms vendida, a la que le siguen los textos de
Milan Kundera La insoportable levedad del ser y El libro de los amores ridculos. 103
Tambin en 1987, Juan Forn publica la novela Corazones cautivos ms arriba por
la editorial Emec, con un tiraje de 2000 ejemplares. Situada en La Cumbre, Crdoba,
transcurre en el invierno de 1972 y est protagonizada por un adolescente porteo que,
al quedar hurfano de padre, es enviado a la provincia para que viva con su abuelo y una
empleada domstica, que tiene una hija de su misma edad. Las visitas traen noticias del
mundo exterior: el hecho ms crucial parece ser la inminente vuelta de Pern al pas. Lo
poltico, entonces, ingresa por desplazamiento (todo parece ocurrir en Buenos Aires y
en el seno del mundo adulto) aunque tambin est presente en la historia ntima: la
fallida historia de amor que une al protagonista con la hija de la mucama.
Como seala el mismo Juan Forn en su Nota final para la reedicin por la
editorial Alfaguara en octubre de 2001 de Corazones cautivos ms arriba (que pasa a
llamarse solamente Corazones), lo ms llamativo en la novela es el uso de la segunda
persona para evitar el apelmazamiento del yo y la distancia y falsa imparcialidad de
la tercera (Forn 2001: 227), artificio copiado de Bright lights, big city, novela de Jan
McInerney (que el autor haba traducido al espaol para la editorial Emec). Corazones
cautivos ms arriba (que toma su ttulo de un verso de Roberto Juarroz) es bsicamente
una Bildungsroman que se corresponde punto por punto a la potica que, tres aos ms
tarde, entrevistado para El Porteo por Jorge Warley, Forn va a caracterizar (tomando la
expresin de Adolfo Bioy Casares) como de gentileza para con el lector:
La novela funciona en dos planos: el del argumento y el de los personajes en s; uno y otro crecen y se
transforman desde la primera a la ltima pgina del libro. Si esto funciona, creo que un libro consigue
el nico objetivo que para m importa: conmover al lector. (Forn [Entrevistado por Jorge Warley]
1990: 38)
103
En su respuesta a las Tres preguntas clave a seis editores planteadas por Juan Jacobo Bajarla como
parte de la investigacin para la nota de tapa La novela y la crisis en el suplemento Cultura y Nacin
de Clarn del 15 de abril de 1988, el editor de El nombre de la rosa, Daniel Divinsky, seala que entre
marzo de 1985 y abril de 1988 ha vendido 100.000 ejemplares de la novela firmada por Umberto Eco, en
un rea que abarca Argentina, Chile y Uruguay. (Cf. Divinsky [Entrevistado por Juan Jacobo Bajarla]
1988: 2).
123
Podra pensarse que este concepto fue el que gui (al menos en sus comienzos) el
criterio de seleccin de autores para la coleccin Biblioteca del Sur de Planeta, que
Forn dirigi entre 1990 y 1995, y cuya aparicin marcara precisamente un fugaz
regreso del lector nativo a la ficcin. En el prximo pargrafo precisaremos el
contexto de aparicin de dicha coleccin, confrontando su lnea editorial con la de
Narrativas argentinas de Sudamericana (cuyo asesor y editor fue Luis Chitarroni). En
segundo lugar, nos detendremos en opiniones vertidas a comienzos de los noventa
alrededor del gnero novela por parte de un hermano mayor: Guillermo
Saccomanno, que tambin ensay una posible frmula para los narradores argentinos
frente a la adversa coyuntura editorial.
signific que se generaran nuevos o ms lectores, ni que subiera el nivel cultural de la poblacin.
(Schavelzon 2002: 25)
Precisamente, este cambio de perfil del lector durante la dcada del noventa del
siglo pasado (contrastndolo con el de los aos 60-70) es uno de los cuatro rasgos que
segn Sealtiel Alatriste en El mercado editorial en lengua espaola (1999)
caracterizaran al perodo.
A saber: (1) la desaparicin del mercado homogneo de libros en lengua
castellana por la concomitante desaparicin del sistema de distribucin argentino, que
durante la poca dorada de la industria editorial abasteca de libros tanto al resto de
Amrica como a Espaa (el ejemplo por antonomasia es la distribuidora Tres Amricas,
dirigida por Isay Klasse entre 1958 y 1994); (2) la transformacin del lector: del lector
de estirpe proustiana al lector consumidor; (3) la concentracin de la produccin
editorial en grandes Grupos, con la concomitante desaparicin de la figura tradicional
del editor, que es reemplazado por un consejo editorial donde llevan la voz cantante los
expertos en marketing (y la simultnea aparicin de una serie de editoriales
independientes, que, ajenas a esta lgica, apuestan a publicar nueva narrativa); y (4)
el ingreso a fines de los noventa de la moda de las megalibreras, que son manejadas por
los mismos grupos, lo que marca una diferenciacin muy importante en el consumo de
libros en tanto se especializan en libros de inters general y sobre todo novedades []
un sistema que debe mantener altos stocks para responder a una demanda efmera y de
ciclo muy corto (Rama 2003: 128), fenmeno que, a su vez, significa la extincin del
la figura del librero tradicional, capaz de proponer lecturas a sus clientes.
Sobre el punto tres, Octavio Getino agrega que, una vez fagocitadas por los
grandes Grupos, el prestigio de las editoriales tradicionales deja de depender de su
catlogo y seleccin de autores, pasndose a aplicar la lgica propia de los holdings:
Los holdings exigen que la rentabilidad del negocio de la industria editorial sea parecida o idntica a
la de las otras industrias y medios que maneja, en trminos generales, ms lucrativos que la industria
del libro, por lo cual, sitan las nuevas tasas de ganancias en una franja comprendida entre 10% y
15%, o sea, tres o cuatro veces ms de lo que era tradicionalmente la actividad editorial. En
consecuencia, el libro aparece en sus estrategias econmicas como una simple manufactura industrial,
a la cual hay que exprimir econmicamente, aunque ello no represente ningn aporte significativo al
desarrollo de la cultura local y menos an, de la literatura o de la educacin y la cultura en general.
(Op. Cit. Getino 2008: 77)
125
En este contexto adverso, los narradores argentinos, tanto los nveles como los ya
publicados, se ven constreidos a ofertar sus manuscritos a los pocos conglomerados
que van comprando prcticamente todas las editoriales: el grupo colombiano Carvajal,
que desembarca en 1992 travs de la editorial Norma y que en 1991 haba comprado la
editorial Tesis y que, tres aos ms tarde, comprar Kapelusz; el Grupo Planeta de
Barcelona, pionero en el proceso de concentracin editorial (en 1982 haba comprado
Seix Barral y Ariel y en 1989, Ediciones Deusto), que en 1991 compra Espasa-Calpe, y
el Grupo Bertelsmann, que en abril de 1996 a travs de su divisin editorial Plaza y
Jans- adquiere el 80% del sello Lumen, una pequea editorial fundada en 1962 por la
escritora catalana Esther Tusquets y en 1997, Random House, la casa ms prestigiosa de
Estados Unidos, y se asocia en un 50% para la edicin de libros en espaol con
Mondadori, propiedad de Silvio Berlusconi, que controla un tercio del sector editorial
italiano (Cf. Op. Cit. Ruiz 2005: 24). Finalmente, el Grupo Bertelsmann adquiere en
febrero de 1998 el 60% de Sudamericana, por 5, 4 millones de dlares. 104
Entrevistado en 2011 por Silvina Friera con motivo de la celebracin de la tercera
edicin del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), Luis Chitarroni
resume la supuesta confrontacin entre bablicos y planetarios a una cuestin de
editoriales:
Como toda dicotoma, fue ms aparente que real. Babel era una revista amplia de criterios; los
bablicos ramos internacionalistas, pero tal vez el ms bablico de todos era un escritor que no
estaba en Babel, Rodrigo Fresn, el mejor lector de lectura anglosajona. En realidad, la pelea fue entre
el grupo Planeta y la coleccin de Sudamericana, entre Juan Forn y yo. Creo que este tipo de
dicotomas favorecen mucho. (Chitarroni [Entrevistado por Silvina Friera] 2011: 31)
105
Antes de entrar a trabajar en Sudamericana, Chitarroni escribi la contratapa a El pudor del
porngrafo (Sudamericana 1984), primera novela en ser publicada de Alan Pauls (en momentos en que
Enrique Pezzoni era editor de dicha Editorial). En abril de 2014, la novela fue reeditada por Anagrama. A
dicha reedicin se le dedica un espacio considerable en el Radarlibros correspondiente al 27 de abril de
2014, donde Pauls hace una reconstruccin (30 aos despus) de los avatares de escritura y publicacin
de su novela. All tambin confiesa que escribi El pudor del porngrafo para ganar un premio literario,
mencionando una aspiracin que fue compartida por todos los escritores de la generacin ausente en un
contexto editorial adverso, donde las nicas posibilidades para lograr la condicin de autor dito eran
un premio, un subsidio o la autoedicin. Sobre las desventuras del escritor indito, Jorge Warley
coguion con Eduardo Berti el cmic El hombre que quera publicar para el n 61 de El Porteo (enero
de 1987).
127
mantenan hasta entonces su condicin de inditos. El hecho de que los grandes grupos
admitan un pequeo margen de prdida explica cmo Rodrigu, miembro de la familia
fundadora de la primitiva Editorial Sudamericana, haya podido mantener activa hasta
2004 inclusive la deficitaria coleccin Narrativas Argentinas, con tirajes que oscilaron
entre los 2000 y 3000 ejemplares.
La coleccin Biblioteca del Sur tuvo el financiamiento del grupo Planeta. Bajo
la direccin de Juan Forn, se publicaron o reeditaron: La buena nueva de los Libros del
Caminante y Muchacha punk, de Fogwill; Maluco, de Napolen Baccino Ponce de
Len; Esa maldia lujuria, de Antonio Elvio Brailovsky; La guerra del amor, de Toms
Abraham; La muerte de un hombrecito, de Juan Carlos Martelli; Acerca de Roderer, de
Guillermo Martnez; El factor sentimental y La vida brillante, de Rodolfo Rabanal;
Polaroids e Historia de Teller, de Jorge Lanata; La mujer en la Muralla y El jardn de
las mquinas parlantes, de Alberto Laiseca; Oscuramente fuerte es la vida, Fuego a
discrecin, Siete de oro, La tierra incomparable y Gente del bajo, de Antonio Dal
Masetto; Historia argentina, Vidas de santos y Trabajos manuales, de Rodrigo Fresn;
Obra completa, de Roberto Arlt; La mano del amo, La novela de Pern y Santa Evita
(1995: con diez ediciones [i.e. reimpr.] el mismo ao de su publicacin), de Toms Eloy
Martnez; El muchacho peronista, de Marcelo Figueras; Rapado, de Martn Rejtman;
Teora del cielo, de Arturo Carrera y Teresa Arijn; Son cuentos chinos y Urracas de
Luisa Futoransky; Konfidenz, de Ariel Dorfman; Los crmenes de Van Gogh, de Jos
Pablo Feinmann; Sucesos Argentinos, de Battista Vicente; Imposible equilibrio, de
Mempo Giardinelli; Mujeres de ojos grandes y Puerto libre, de ngeles Mastretta; Don
Galaz de Buenos Aires, El brazalete, Invitados en el paraso, El viaje de los siete
demonios, Los dolos, El escarabajo, Cuentos inditos y Cecil, de Manuel Mujica
Linez; Bajo bandera y Animales domsticos, de Guillermo Saccomanno; La patria
equivocada, de Dalmiro Saenz; El dock, de Matilde Snchez; Tigre hotel, de Alejandro
Manara; Crcel de rboles, de Rodrigo Rey Rosa; El jardn de las dudas, de Fernando
Savater; Ciudad sin noche, de Ernesto Schoo; Cuando digo Magdalena y Msicos y
relojeros, de Alicia Steimberg; El ahijado y Manucho. Una vida de Mjica Lainez, de
Oscar Hermes Villordo, y Prontuario y Claudia conversa, de David Vias. Al
abandonar sus funciones, Forn deja aprobados y en prensa Velcro y yo, de Rejtman y El
mal menor, de Carlos E. Feiling, que salen en 1996.
Si bien los tres primeros aos de existencia de Biblioteca del Sur son realmente
exitosos (volviendo a Nadar de noche: su cuarta reedicin, fechada en octubre de 1993,
128
tiene una tirada de 11.000 ejemplares), en 1994 la coleccin ve mermar sus ventas y
cambia su diseo intentando recuperarse, aunque no lo logra. Finalmente, poco antes de
verse forzado a renunciar, Forn republica Santa Evita (1995), de Toms Eloy Martnez
dentro de la Coleccin, un best-seller inevitable, habida cuenta del efecto arrastre
de La novela de Pern (publicada en 1985 y reeditada por Planeta en 1991, traducida a
nueve idiomas y tambin una mejor vendida).
Segn Elsa Drucaroff en Los prisioneros de la torre. Poltica, relatos y jvenes en
la postdictadura (2011), el fracaso de la coleccin Biblioteca del Sur se debe a que
defrauda las expectativas del lector (puesto que no mantendra su promesa de dar a
conocer los nuevos valores de la literatura local). En efecto: el mismo ao en que
tiene lugar el primer gran xito de ventas con Historia argentina, de Fresn (un autor
que indudablemente responde a la lnea editorial propuesta), Forn publica una biografa
(Manucho, una vida de Mujica Linez, de Oscar Hermes Villordo), coedita las obras
completas de Roberto Arlt junto a Ediciones Carlos Lohl y reedita a Mjica Lainez
(autor histrico de Seix Barral, lo que explica su fuerte presencia a primera vista
totalmente extempornea- en la Coleccin).
Por lo general, la estrategia editorial de los grandes grupos consiste en comprar la
segunda o tercera obra de un escritor de xito probado, sin arriesgarse con autores
nuevos. Como seala Getino:
para las finalidades de los grandes conglomerados, cada ttulo debe ser rentable por s mismo,
dejando atrs los criterios de que un libro pudiera subvencionar a otros libros [] los concursos y
premios literarios [] suman su cuota de marketing para incrementar la rentabilidad de determinados
ttulos, aunque muchos de los autores beneficiados desaparezcan luego del mercado, sin que se
produzca una verdadera renovacin de valores literarios. (Op. Cit. Getino 2008: 77)
Dos son las instancias en que desde Primer Plano se intenta claramente influir
en el pblico lector: desde la seccin Carnets (definida como las obras que el lector
no se debe perder: libros, films, plstica, espectculos de teatro o televisin, conciertos
[] no sobra ninguno de los que est) y mediante la Lista de best-sellers, que se
publica acompaada por las Recomendaciones del editor, que adoptan la forma de
breves reseas.
130
dlares por una novela y un libro de ensayos, que vende a Sudamericana). Contra estas
cifras, Garganta Profunda seala que: Planeta, por su parte, adelanta contra-entrega
de manuscrito costumbre poco frecuentada en estas latitudes, donde se supone que la
edicin es suficiente recompensa para el novato- unos 500 dlares a escritores novatos
y no tanto.
En este contexto econmicamente muy adverso, se vuelve inteligible la
preocupacin por marcar el deseable derrotero que debera tomar la narrativa nacional,
que se vuelve explcita en el desvo que sufre el debate La Argentina como escenario,
inicialmente planteado con eje en la novela extica (tema del 1 Encuentro de
Escritores Argentinos celebrado en Miramar, reseado en el suplemento Primer Plano
correspondiente al 1 de diciembre de 1991). Frente a las tres preguntas que se formulan
como punto de partida para el mismo (Qu le resulta ms fcil de representar en su
literatura: lo conocido o lo desconocido, lo familiar o lo extico?; Si tuviera que
establecer una corriente afn o simptica de obras argentinas en las que el pas est
representado, qu obras mencionara? y Hay un idioma de los argentinos?), tanto
Martn Caparrs como Luis Gusmn eligen focalizar en el aspecto econmico,
quedando por lo mismo soslayado el tema de la novela extica.
Mientras Caparrs aventura la hiptesis de que la tensin de la literatura con el
mercado reemplaza a la tensin con la poltica (ya citada en la Introduccin a nuestro
trabajo), Gusmn vuelve a la vieja antinomia en Literal (nueva escritura o
populismo), aunque reformulndola en trminos econmicos:
Cuando surge un idioma que se caracteriza por la homogeneidad y hace que el escritor sea
reemplazado por los comunicadores sociales, es necesario que la literatura le devuelva a la palabra ese
lugar fundante, que perdi en la economa de la devaluacin. (Gusmn 1991: 7)
106
La Maga (n 1: septiembre de 1991- n 249: septiembre de 1998) naci en el seno de la Escuela de
Periodismo TEA y tuvo como director a Carlos Ares. Su ltimo dueo, el dirigente racinguista Daniel
Laln, resolvi cerrarla por motivos econmicos. Haba empezado como un emprendimiento
prcticamente dedicado a notas y eventos vinculados con el arte y la cultura, aunque luego se
transformara en una suerte de rgano de denuncia contra los desmanes del menemismo, hecho que
seguramente alej a muchos anunciantes, propiciando el desenlace final. Fue relanzada en octubre de
2011 con un tiraje de 15.000 ejemplares, aunque apenas logr sacar tres nmeros, y cerr definitivamente
en enero de 2012.
132
[Esta falsa opcin de escribir o no para el mercado] tiene que ver con aquellos intelectuales que
adscribieron al alfonsinismo en el 83. Ah empez la truchada [] Los jvenes posmodernos
adoptaron una actitud dandinstica al afirmar que haba llegado una nueva poca y por lo tanto una
nueva forma de narrar y de usar los artilugios del lenguaje. Por entonces se esperaba que aparecieran
sus obras, sus grandes novelas, y result que los que aparecieron con obras importantes eran todos
veteranos: Fogwill con los Pychy Cyegos (sic!), Toms Eloy Martnez con La novela de Pern,
Andrs Rivera con La revolucin es un sueo eterno y Miguel Bonasso con Recuerdos de la muerte.
Cuatro novelas paradigmticas de veteranos y uno se preguntaba dnde estaba la nueva narrativa []
Estn los que cuentan y los que no tienen nada que contar. (Saccomanno 1992: 29; nuestro nfasis)
Entrevistado por Miguel Russo, el gerente de Planeta Ricardo Sabanes explica que
cada producto-libro que se publica tiene un plan de marketing (venta, promocin y
publicidad) predefinido (1994: 2). En concordancia con lo dicho (como mea culpa)
por Juan Forn en su reconstruccin retrospectiva del perodo antes citada, Sabanes
seala que nuestras campaas no se montan en los libros, sino en los autores [...]
vendemos al autor y la imagen que tiene ante su pblico (Ibid.). En sus palabras:
El marketing tiene, en mundo de la cultura, una fama de segunda. Se cree que cualquier cosa se puede
marketinear menos la cultura, ya que todava se tiene el concepto romntico de cultura. Nosotros en
Planeta suponemos que los autores quieren vivir de lo que escriben. Para eso, entre otras cosas, hay
133
que vender muchos ejemplares. En el mundo competitivo de hoy, hasta autores como Garca Mrquez,
Osvaldo Soriano o Vctor Sueiro, que venden muchsimo, tienen detrs un marketing especfico y
arrasador. La investigacin de mercado no es slo para gaseosas o pantalones. Un libro tambin es un
producto posible de marketinear. (Sabanes [Entrevistado por Miguel Russo] 1994: 2)
Los elegidos son: Daniel Ares, Sergio Bizzio, Esteban Buch, Martn Caparrs,
Emilio Ccaro, Esther Cross, Sergio Chejfec, Luis Chitarroni, Pablo de Santis, Carlos
E. Feiling, Marcelo Figueras, Juan Forn, Rodrigo Fresn, Edgardo Gonzlez Amer,
Daniel Guebel, Daniel Gutman, Federico Jeanmaire, Jorge Lanata, Guillermo Martnez,
Alan Pauls, Martn Rejtman, Matilde Snchez y Miguel Vitagliano. 107
A estos hacedores de la nueva narrativa argentina se les plantean las siguientes
preguntas: (1) Qu esperaba de la literatura cuando era lector y qu espera ahora que
es, adems, escritor?; (2) Reconoce alguna tradicin literaria? Cul es el libro de
autor nacional que ms influy en su escritura? Cul no querra escribir nunca?; (3)
Ley a los dems escritores de su generacin? Se siente partcipe o al margen de lo
que escriben?; (4) Cuando escribe, piensa a veces en algn tipo de lector? Y en su
editor?; (5) Establece relaciones entre sus textos y su ideologa? Considera
necesario ese vnculo?.
Dos mayores comentan las respuestas dadas por los jvenes escritores: Alicia
Steimberg (Lo bueno, si nuevo: en la primera entrega del diccionario) y Miguel
Briante (Una visin de mundo: el 14 de febrero de 1993). Ambos coinciden en poner
en duda los criterios sobre los que se ha construido el diccionario.
En su intervencin, Briante insiste en sealar que el escepticismo en general y
esa distancia con el mundo de las pasiones, polticas o de las otras- es una de las
constantes de los nuevos narradores (1993: 8), al mismo tiempo que da un ments a la
idea de que existe una nueva narrativa argentina (segn Briante, se tratara de una
mera maniobra publicitaria del mercado editorial). Del comentario de Steimberg,
interesa la explcita puesta en cuestin del (casi naturalizado) vnculo entre los trminos
jvenes narradores y nueva narrativa: No sera ms lgico esperar que las cosas,
literariamente nuevas, las aporten los que tienen ms experiencia, ms aos encima de
este menoscabado acto de escribir? (Steimberg 1993: 8).
En sintona con esta polmica, Miguel Russo titula Un debate sobre las nuevas
tendencias en literatura argentina su resea sobre el 1 Encuentro Nacional de
Narradores, celebrado en Villa Gesell el 1 de abril de 1993. De la mesa Nuevas
107
En el apartado Los ms nuevitos se incorporan ocho nombres ms al diccionario (aunque stos no
son convocados a responder preguntas ni se les publica fragmentos de obra): Carlos Antognazzi, Marcelo
Birjamer, Leopoldo Brizuela, Manuel Lozano, Andrea Nacho, Ingrid Proietto, Damin Tabarovsky y
Gustavo Nielsen. La inclusin est motivada porque junto con Buch, de Santis, Figueras y Martnez-
todos ellos han sido invitados a Espaa a participar del seminario de intercambio Literatura y
compromiso: nuevos desafos, nuevas respuestas, organizado por el Instituto de la Juventud de Espaa y
el Instituto Nacional de la Juventud argentino, con el objetivo de propiciar el encuentro y la cooperacin
entre jvenes espaoles y jvenes de otros pases de Europa y Amrica Latina.
135
Trazando una genealoga que arranca con Siberia Blues (1968), de Nstor
Snchez, la novela que inaugura el trnsito hacia lo nuevo (1993: 437), Chitarroni
realiza una seleccin de autores que publicaron en el mtico ao 1973: Osvaldo
Lamborghini (Sebregondi retrocede); Manuel Puig (The Buenos Aires-Affair) y Luis
Gusmn (El frasquito). 108 Si la tradicin a reivindicar es lo nuevo, el ensayista se
vuelve magnnimo al momento de definir cules seran los herederos: Alan Pauls
(con El pudor del porngrafo y El coloquio: Pauls libra su batalla privada contra las
influencias y sale victorioso); Daniel Guebel (de su produccin, Chitarroni slo rescata
La perla del emperador: una de las texturas ms ricas del arte de narrar que conozca la
literatura de la dcada del ochenta); Rodrigo Fresn (Historia argentina: un punto
alto de la nueva narrativa); Juan Forn (Memorndum Almazn y Nadar de noche:
un proyecto riguroso y feliz); Carlos E. Feiling (El agua electrizada: una sugestin
108
Chitarroni tambin seala (aunque muy al pasar) que 1973 fue tambin el ao de publicacin de Triste,
solitario y final, de Osvaldo Soriano. Por otro lado, ste es tambin el ao de publicacin de otro best-
seller: Mal don, de Beatriz Guido (que Chitarroni ni siquiera menciona).
136
muy convincente); Matilde Snchez (La ingratitud); Sergio Chejfec (Lenta biografa,
Moral y El aire); Sergio Bizzio (El divino convertible, Infierno albino): novelas de
primera magnitud (Cf. Op. Cit. Chitarroni 1993: 442-444).
109
La mineta (1987-1990: periodicidad irregular), fue una publicacin dirigida por el poeta Rodolfo
Edwards, de distribucin gratuita. La publicacin consista en una hoja oficio fotocopiada a doble faz en
donde se incluan poemas de distintos autores entre los que se destacan Fabin Casas, Carlos Battilana,
Daniel Durand, Daro Rojo, Mario Varela, Jos Villa y Juan Desiderio. Los poemas eran
mecanografiados, recortados y luego pegados en el original, al igual que las imgenes. En algunos
nmeros aparecen, adems, intervenciones manuscritas. Trompa de Falopo, dirigida por Leandro Gado
pero asociada fuertemente a la figura del poeta Juan Desiderio, circul entre 1989 y 1993, en seis
nmeros. Antiguos integrantes de La mineta trasvasaron a Trompa de Falopo: Juan Desiderio, Jos Villa,
Mario Varela, Fabin Casas, Daniel Durand y Daro Rojo, e incorporndose, en ocasiones, David
Wapner, Sebastin Bianchi y Nstor Coln. Toma el formato de la plaqueta y no slo incluye poemas,
sino tambin ensayos, cartas, entrevistas y letras de rock, con similar modalidad artesanal de produccin
que su antecesora (fotocopias, collage, intervenciones manuscritas).
137
como cuidada (formato de 12x12), se destaca dentro del conjunto Editorial Mate
(surgida en 1996, su director editorial es Arturo Carrera y sus editores Juan
Lagomarsino y Vanesa Viudes). Asimismo, cabra mencionar Zapatos rojos (a partir de
1999 como espacio de lectura de poesa a micrfono abierto, gestionado por Romina
Freschi, Ximena Espeche y Karina Maccio: publican en el ao 2001 la Antologa
Zapatos Rojos 2000, en editorial La Bohemia), ts-ts (la revista comienza publicarse
en 1995; en 1998 los editores Reynaldo Jimnez y Gabriela Giusti publican el primer
libro) y la cooperativa editorial Nusud (a partir de 1994, sus fundadoras son Diana
Bellesi, Mnica Efrn y Mara Cristina Santiago).
110
Carlos Gamerro dedic a Rubn Mira su novela Un yuppie en la columna del Che Guevara (2011), y
ya a comienzos del 2000 impuls la reedicin de Guerrilleros desde las pginas de Radarlibros. La
novela de Mira fue finalmente reeditada en 2007 en la editorial independiente Diada.
139
Herralde de Novela Edicin 2007 con Ciencias morales, queda como integrante del
catlogo de Anagrama, donde publica Cuentas pendientes (2010) y Baha Blanca
(2012), siempre dentro de la coleccin Narrativas hispnicas.
En el marco de nuestro trabajo, que focaliza en algunas incidiencias que
determinadas polticas editoriales tuvieron sobre la produccin novelstica local,
interesan las colecciones Ficciones (Beatriz Viterbo) y La lengua/ novela (Adriana
Hidalgo). Por ltimo, creemos necesario contextualizar la concrecin en 1998 de la
quijotesca empresa de publicar Los Sorias dentro de la coleccin Cuadernos de
extramuros de Simurg, lanzada en el ao 1995 con Gastn Gallo como editor general.
La rosarina Beatriz Viterbo Editora (fundada en 1990 por las crticas y profesoras
de la UNR Adriana Astutti, Sandra Contreras y Marcela Zann: a partir del ao 1994
quedan a cargo slo las dos primeras) inaugura en 1991 con la publicacin de Copi, de
Csar Aira y Por favor: plgienme!, de Alberto Laiseca. Hasta el ao 2000 inclusive,
su coleccin Biblioteca Ficciones logra editar los siguientes ttulos: Los elementales,
de Daniel Guebel; Quin, que no era yo, te haba marcado el cuello de esa forma, de
Alejandro Margulis; 40 watt, de Oscar Taborda; Santo, de Juan Jos Becerra; Muero
contento, de Martn Kohan; Dos obras extraordinarias, de Sergio Bizzio y Daniel
Guebel; La resaca, de Hernn Lpez Echage; Antes de la ventura, de Rodrigo Lara;
Gravedad, de Sergio Bizzio; El alejamiento, de Sergio Delgado; El encuentro, de Mario
Herrero; La deriva, de Osvaldo Aguirre; La creciente, de Carlos Dmaso Martnez; El
llamado de la especie, de Sergio Chejfec; Bingo y Kafka de vacaciones, de Damin
Tabarovsky; El intrprete, de Nstor Ponce; La temporada, de Esteban Lpez Brusa;
Millas, de Pedro F. Moujn; El antlope, de Mariano Fiszman; Seor/ Triste como mi
pas, de Carlos lvarez Insa; Juan y la loca por la milonga, de Walter Motto; Los
pelados, de Sergio Rigazio; Ntida esa euforia!, de Marcelo Eckhardt; Zaira y el
profesor, de Bettina Keizman y El crimen de la negra Reguera, de Ricardo Strafacce. 111
111
Tomamos el ao 2000 como lmite, debido a los efectos que tuvo la crisis econmica del 2001 sobre el
mundo editorial. La crisis no slo fue ocasin del surgimiento de las llamadas editoriales artesanales (o
alternativas), sino tambin de una breve primavera editorial (2002-2004). Daremos cuenta de esta
coyuntura en la coda correspondiente al captulo cuatro.
140
ausencia en esta lista de novelas firmadas por Astutti, Contreras o Zann no debe
llevarnos a pensar que Beatriz Viterbo contradice la lgica comn a todas las
editoriales independientes, esto es: el armado de una lnea editorial que funcione
como encuadre ptimo para la publicacin de la obra de los mismos editores.
112
Tambin Ezequiel Martnez Estrada ostenta una coleccin exclusiva dentro de Beatriz Viterbo Editora.
141
Hasta el ao 2000, esta ltima slo contaba con los ttulos: El silenciero y Los
suicidas, de Antonio Di Benedetto; Los pasos previos, de Francisco Paco Urondo;
Reina Amelia, de la uruguaya Marosa Di Giorgio; La piel del caballo, de Ricardo
Zelarayn; Guerra conyugal, de Edgardo Russo y Rutas argentinas, de Carlos Bernatek.
Es importante destacar la labor de reedicin de la obra de Di Benedetto, que era para
entonces con la excepcin de Zama, que fue reeditado en 2001 en formato econmico
por el Grupo Clarn dentro de la coleccin La Biblioteca Argentina. Serie Clsicos y
vendida en kioscos de revistas- un autor que slo se consegua en libreras de viejo.
113
Tambin (de manera quizs sorpresiva, dado el carcter de su propia novelstica) Osvaldo Soriano
cumple funciones de protector y mentor para con Laiseca, como ste lo ha sealado en numerosas
entrevistas.
114
En el ao 2010, Laura Jurez public en Simurg Roberto Arlt en los aos treinta, versin-libro de su
tesis doctoral dirigida por Sylvia Satta.
143
El 19 de julio de 1998, Daniel Link escribe para Radar una nota sobre la
aparicin de Los Sorias, donde traza un paralelismo entre las apuestas literarias de
Hctor Libertella (que en simultneo a Los Sorias publica en la editorial Perfil
Memorias de un semidis) y Alberto Laiseca. Como seala Link: no se trata, nunca,
del realismo. Tan lejos de la vanguardia como del realismo de almacn, Libertella y
Laiseca definen su literatura con palabras como sueo y delirio
(http://www.pagina12.com.ar/1998/suple/libros/98-07/98-07-19/nota1.htm, consultado
el 7.5.2013)
2.7. Con V de Vian contra Babel, revista de libros. Tres herederas dismiles de
Babel: La Giralda, el perseguidor/ revista de letras y Magazn Literario
En diciembre de 1990 sale a la calle el primer nmero V de Vian, con el subttulo de
revista anacrnica. En este primer nmero, Sergio Olgun figura como Director y
Pedro B. Rey, como Secretario de Redaccin. Entre los miembros de su Redaccin
aparecen Karina Galpern y Javier Vandenberg. Tiene como secciones ms o menos
fijas: Apertura (el editorial); Biografa; Inditos (donde aparecen no slo textos
literarios de los firmantes de la publicacin, sino tambin de los ganadores del concurso
anual que organiza la revista); Click!; Poesa; ficcin; zona crtica; una
entrevista (a veces bajo el rtulo de testimonio); y desde su primer nmero hasta el
n 11 de abril/ mayo de 1993- Folletn, donde se publica por entregas la novela Que
se mueran los feos, de Boris Vian traducida al espaol por Galpern. Mencin aparte
merece la seccin Cunto vale tu silencio? que escribe Sergio Olgun bajo el
seudnimo de Santiago Pazos, espacio de crtica (que muchas veces roza la injuria),
que encontrar sus blancos privilegiados en Daniel Guebel y Alan Pauls. 115 Otros
escritores atacados son Luis Chitarroni, Guillermo Saavedra, Juan Martini y Csar
Aira. 116
115
Sergio Olgun mantiene este lugar de enunciacin (con una entonacin apenas un poco menos
escandalosa) como firmante del suplemento Radar, bajo el ttulo de Vale decir.
116
En la seccin Click! correspondiente al n 6 de la revista (febrero-marzo 1992), se expresa un
desagrado tan profundo como jocoso porque el Premio Boris Vian le fue otorgado a Juan Martini por El
144
Vian es una excusa para hacer una revista que se relaciona confusamente con la literatura, para hacer
literatura y para hablar de literatura. El debate intelectual en la Argentina es inexistente. El nico
intento en estos aos fue un conato de discusin entre algunos integrantes de las llamadas
generaciones del 60 y 80. Debate totalmente improductivo porque pareca la discusin entre un
grupo de castrados y otro de onanistas. No es intil marcar que entre las dos generaciones estuvo la
dictadura que hizo de los intelectuales un conjunto de incapaces para observar crticamente a la
sociedad y, lo que es mucho peor, incapaces para crear una obra de verdadero valor literario. Hay
excepciones, pocas. Los escritores ms representativos de la dcada pasada escriben para los
profesores de literatura y robndoles ideas ya no a poetas u otros escritores, como antes tan
sabiamente se estilaba, sino a tericos y crticos. Estos escritores, para seguir con las imgenes
sexuales, podrn llegar a ser buenos gineclogos, pero nunca buenos amantes. (Con V de Vian 1:
1990: 3)
La metfora sexual se pone en serie con las llamativas fotos de desnudos femeninos que
ilustran las tapas de Con V de Vian (que a partir del n 14 de marzo-abril de 1994 pasa a
llamarse simplemente V de Vian; sus nmeros 4 y 5 adoptan el subttulo Una revista
casi de literatura). La profesin de fe antiacademicista encuentra en el escritor Boris
Vian la figura de autor por antonomasia:
enigma de la realidad y a Csar Aira por La liebre: Cmo puede ser que obras as sean premiadas en
el nombre de Boris Vian?! Debemos alertar al jurado (y si quieren pueden tomarlo como una amenaza)
que si en la prxima entrega del premio deciden drselo a libros tan poco significativos, impugnaremos el
premio de alguna manera o formaremos el comando Vernen Sullivan encargado de depositar en las
puertas de los jurados y premiados un cargamento de materia fecal de origen nacional. Estn avisados
(Con V de Vian 6 1992: 5).
145
el destino de Boris Vian es una paradoja: el menos francs de los escritores franceses [] es el
continuador de una literatura que se remonta a Franois Rabelais, y que contina en los escritores
transgresivos de los dos ltimos siglos (los llamados escritores malditos, Alfred Jarry, los
surrealistas) [] Vian, de alguna manera, empieza a vivir de nuevo despus de su muerte,
convirtindose en referente obligado de otro tiempo explosivo, los 60. (Olgun 1990: 4)
Por ltimo, cabe sealar que el encono de Con V de Vian contra la Academia no
encontr demasiado eco. Desaparecida Babel, revista de libros (hecho que es objeto de
un sentido lamento en la seccin Click! del n 3 de Con V de Vian de junio/ julio de
1991) y con una presencia prcticamente nula por parte de sus miembros en la
Universidad de Buenos Aires, resulta lgico que los blancos elegidos no estuvieran
particularmente interesados en responder a los ataques. Como seala Sergio Olgun en
una reconstruccin retrospectiva: Eramos petardistas, pero estbamos solos, no
tenamos ninguna vereda de enfrente (Olgun [Entrevistado por Sebastin Hernaiz y
Juan Pablo Liefeld para el interpretador-literatura, arte y pensamiento 32]: 2007). De
todas formas, las cabezas principales del staff de Con V de Vian, tal como lo sealamos
anteriormente, tambin pasaran a ser parte de Primer Plano y luego, de Radar.
Otra revista cuyo staff surgio del seno mismo de la Facultad de Filosofa y Letras
de la Universidad de Buenos Aires fue el perseguidor/ revista de letras (n 1: mayo
1995 n 12: Primavera/ Verano 2005), para la cual tambin escribieron docentes,
estudiantes y graduados de la Facultad de Ciencias Sociales. Con una frecuencia
trimestral, fue su editor y responsable Diego Viniarsky. Aparecen conformando su
147
Yo me acuerdo de que cuando nosotros empezamos con Los libros nuestro objetivo era hacer una
revista que fuera en contra de los suplementos de los diarios [] Queramos hacer una revista en la
que el tratamiento de la literatura no fuera tan estrictamente periodstico []. Sera muy bueno,
tambin, que el magazn literario (sic!) tuviera como punto de referencia un espacio diferente al
espacio de circulacin de la cultura y de la literatura de los suplementos literarios que, por una serie de
motivos, es un espacio muy degradado desde el punto de vista de lo que seran los debates verdaderos
de la literatura argentina, de la literatura contempornea. (Piglia 1997: 16)
Piglia traza una deseable lnea de continuidad entre Los libros, Babel y Magazn
Literario:
me parece que todos los escritores esperamos siempre que las revistas ayuden a crear esos espacios
donde la cultura puede ser discutida con un sentido ms interno, ms epecfico. Instantneamente
pienso, porque veo aqu algunos amigos que tuvieron que ver con ese proyecto, en lo que fue la
experiencia de Babel, por ejemplo. Una revista que, me parece, tambin marc un momento y tambin
dio lugar a la aparicin de una serie de nuevas poticas y nuevas discusiones sobre la cultura y la
literatura. (Op. Cit. Piglia 1997: 16-17)
El vnculo de Magazn con Babel no sera slo de proyecto, sino tambin afectivo.
El segundo nmero tiene como tapa una cara pop femenina de tres cuartos perfil (una
lgrima cae de uno de sus ojos), que parece recortada de un cuadro de Roy Lichtenstein,
e incorpora por nica vez la seccin Homenaje para dar cuenta de la prematura
muerte de Carlos E. Feiling. En la sentida semblanza que inaugura este nmero,
Guillermo Saavedra seala el valor superior de la poesa (Amor a Roma) de Feiling por
sobre su diestro dominio de los gneros (policial, aventuras, terror gtico), demostrado
en sus tres novelas publicadas (El agua electrizada, Un poeta nacional y El mal menor,
respectivamente):
[Con sus novelas] sacaba la punta al lpiz del estilo, dejaba sospechar all que, detrs de la voz que
ocultaba a fuerza de transparencias, haba un poeta. En algn momento permiti que esa presuncin
fuera certeza de sus lectores: Amor a Roma (1995), un libro de poemas inslito en la literatura
argentina. La construccin de una suerte de lingua franca, la bsqueda de una entonacin por un
temperamento iluminado doblemente por el rencor y la erudicin. El resultado es un cruce de ritmos,
150
metros y palabras de tradicin doble, inglesa y argentina, que confluyen en la ciudad de todos los
caminos. (Saavedra 1997: 8)
Forn, Guillermo Saccomanno, Marcelo Figueras y Rodrigo Fresn. Dentro del segundo:
Martn Caparrs, Jorge Dorio, Guillermo Saavedra, Ricardo Ibarluca, Matilde Snchez,
Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Sergio Chejfec, Carlos E. Feiling, Sergio
Bizzio, Graciela Speranza y Daniel Link (Cf. Satta 2004 y 2005; Botto 2006; Patio
2006 y Sager 2007).
Esta pretendida antinomia fue puesta en cuestin por Hernn Sassi (2006), Diego
Molina (2010) y Elsa Drucaroff (2011), que, para mejor atacarla, focalizan en, por un
lado, la potica de Rodrigo Fresn, ms afn a la descripcin que se hace de aquella
practicada por los llamados bablicos, que a la prototpicamente adjudicada a los
planetarios (en la misma tesitura, desconfan de la condicin bablica de Martn
Caparrs). Por otro lado, se detienen en los cruces entre ambos supuestos grupos a partir
del relevo de lo publicado por Juan Forn en la Biblioteca del Sur (no slo Teora del
cielo, de Arijn/ Carrera y La mujer en la Muralla, de Laiseca, sino tambin El dock, de
Matilde Snchez). A estas observaciones cabra agregar el hecho de que El mal menor
(1996), de Feiling, fue finalista del Premio Planeta Edicin 1995, y que la mezcla
entre bablicos y planetarios ya se haba producido hacia el interior de Babel,
revista de libros.
Algunos ejemplos: Rodrigo Fresn (El hombre que caminaba demasiado)
coincide con Arturo Carrera (La bonne nouvelle de Fogwill) al momento de comentar
elogiosamente La buena nueva de Los Libros del Caminante (libro del mes
correspondiente al n 20 de Babel), de Fogwill. Los supuestos narrativistas
internacionales y/ o neo-dickesianos Paul Auster, John Irving y Raymond Carver son
reseados de manera positiva por Marcelo Cohen (Paul Auster y el ciruja que hay en
todos nosotros, en el n 12); Guillermo Piro (Oracin por Owen. John Irving, en el
n 16), Graciela Speranza y Guillermo Saavedra (La vida es breve, las ficciones
tambin y La luz que sucede al trueno, tambin en el n 16). Por ltimo, en el n 18
de Babel, Adriana Amante escribe una resea sobre Roberto y Eva (1989), de Guillermo
Saccomanno, donde da fe de su placentera lectura al mismo tiempo que recuerda las
excelentes Prohibido escupir sangre y Situacin de peligro.
Las notas sobre Julio Cortzar publicadas en el ejemplar de Primer Plano
correspondiente al 30 de junio de 1991, que tiene como nota de tapa Cortzar veinte
aos despus, son una prueba temprana de cmo se dio la convivencia pacfica entre
sostenedores de opiniones totalmente divergentes. Mientras Jorge Lanata hace una
entusiasta defensa de la potica cortazariana en Ahora dicen que escriba mal, Luis
152
Dos aos ms tarde, el Grupo Editorial Norma publicar Los cuatro elementos,
que rene las tres novelas ditas (El agua electrizada, Un poeta nacional y El mal
menor) de Feiling, y el primer captulo de una cuarta, que dej inconclusa. En este caso,
Luis Chitarroni y Gabriela Esquivada (quien fuera su mujer) ofician de presentadores
del volumen.
El escritor, como figura que durante los aos sesenta generaba visiones de la realidad y del futuro se
fue diluyendo dictaduras y cada de utopas mediante en un aparente objeto comerciable al que no
154
se le exigen compromisos polticos. Primer Plano pidi la opinin de seis escritores representativos
de distintas generaciones y perspectivas estticas como una forma de abrir un necesario debate sobre
el lugar social de la actividad literaria en la Argentina. (s/ firma [en Primer Plano 14.1.1996: 2-3])
Walsh en una punta y Puig en la otra tensan el arco de expresiones de lo que se escriba y publicaba en
los 60 y los 70. Desde la denuncia poltica hasta el uso de tcnicas provenientes del cine y del
folletn, la literatura de esos aos no teme arriesgar las teclas de la mquina de escribir en una
ansiedad por reflejar lo social. Abelardo Castillo, Miguel Briante, Germn Garca, y en una
complementariedad marginal, Osvaldo Lamborghini [] daba impresin de que la literatura y la
realidad, en el decir de Vias, se planteaban inseparables [] se pensaba que la literatura tena una
utilidad [] Haba, s, compromiso [] (Saccomanno 1996: 2)
En los aos del exilio exterior e interior se publican afuera dos textos clave: No habr ms penas ni
olvido y Cuarteles de invierno. Por ac la ficcin estaba condenada a la alusin de la alusin de la
realidad. Ms tarde, con la primavera alfonsinista, se aguardaba la aparicin de ficciones que dieran
cuenta de lo ocurrido en los aos negros, textos de jvenes y la juventud es una categora
burguesa-, agazapados en algn ropero. Slo aparecieron textos de veteranos: La novela de Pern, Los
Pichy Ciegos (sic!), Recuerdo de la muerte, Fuego a discrecin y La revolucin es un sueo eterno.
(Op. Cit. Saccomanno 1996: 2)
117
La idea sartreana de compromiso slo le cabra a Abelardo Castillo, quien la retom explcitamente en
editoriales firmados para El escarabajo de oro (n 1: mayo-junio de 1961- n 48: julio-septiembre de
1974), publicacin peridica de la que fue director.
155
En los 90, cuando Planeta irrumpe en el mercado y se empieza a usar la palabra mercado- con
autores nuevos, se plantea una polmica banal entre lo que se supone una literatura de venta masiva y
una literatura de elite. El maniquesmo de esta discusin de gallinero esconde con su alboroto la
ausencia de una actitud que representaba los 60, los 70: la literatura en trminos de Briante- como
pasin, como espacio a rodear, a construir, pero tambin un oficio [] Literatura y realidad, en estos
90, pasan por otro lado, al igual que la atencin de los lectores. (Saccomanno 1996: 2)
Podra afirmarse que la forma que tiene Saccomanno de analizar el campo literario
de la primera mitad de los aos noventa es tan anacrnica como la utilizada por Luis
Gusmn y sus hermanos menores Daniel Guebel y Luis Chitarroni, cuando piensan el
campo desde la antinomia populismo o vanguardia.
En 1981 public su primer libro de poemas, Gran saln con piano [En verdad, Gran saln con
piano se public en 1982], y en 1988 Mnimo figurado, nuevo libro de poemas o, como l mismo
prefiere, un solo poema fragmentario pasajes- de aguda belleza y con un error que los recorre: la
perfeccin [En verdad, Minimo figurado se publicar un ao ms tarde]. De ms est decir que estos
libros pasaron completamente desapercibidos, excepto, en el corto circuito literario de sus amigos,
lectores exigentes y malignos que los cerraban abriendo los ojos en seal de aprobacin antes de pasar
a otra cosa, segn refiere Bizzio con una risita. Pero, cuando a fines de 1980 aparece su primera
novela, Ms all del bien y lentamente [En verdad, la novela recin se publica en 1995], unas voces
se alzaron, repitindose en revistas y en los suplementos culturales de los diarios (comentarios
estpidos, buensima propaganda) desviando la atencin desde sus maestros innombrados- hacia l,
atencin acentuada pocos meses despus con la aparicin de sus relatos bajo el ttulo singular de
Relato [Se trata de un volumen de cuentos inexistente, o bien indito]. El suceso estaba en marcha.
Lo traducen al ingls y ocupa rpidamente los primeros puestos de venta y los elogios de los ms
prestigiosos crticos, que se vuelven a su poesa como a un tesoro oculto. De ah en ms, sus libros se
traducen a una decena de idiomas [] en 1989 publica su segunda novela, Los tres ministros [Se
trata de una novela inexistente, o bien indita]. En tanto, poemas suyos, sueltos, que, segn dice,
piensa reunir en un volumen titulado Paraguay [Volumen efectivamente existente, aunque recin se
publica en 1991], producen en cierta crtica especializada escndalos de pudor, ponindolos al derecho
y de revs bajo el grueso cristal de sus lupas empaadas. (Bizzio 1990: 17-18)
La disputa con Aira en El divino convertible posee otro cariz: Tambin romp
un cuento fantstico titulado Escatologa de Facundo, y una nouvelle, Ocampo, que
an conservo, y que algn da publicar para llenar, como hizo Aira con Moreira,
aunque la ma es evidentemente superior (Op. Cit. Bizzio 1990: 34).
En 1992, Csar Aira publica El volante, novela corta fechada el 17 de diciembre
de 1989, claro ndice de que el grupo Shangai, a escaso ao de la aparicin de su
rgano de expresin, ya era lo suficientemente visible en la escena literaria local como
para ser ficcionalizado. (Es significativo, adems, que Aira publique El volante dos aos
antes que Los misterios de Rosario, memoria impiadosa en su literatura del Grupo de
Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Rosario: Alberto Giordano, Daro
Gonzlez, Sergio Cueto, Nora varo, Marcela Zann y Anala Gerbaudo, entre otros.)
El volante ridiculiza la ambicin literaria de los jvenes del grupo Calcutti (en
clara alusin al autodenominado Grupo Shangai). Aira no solo se burla de la idolatra
que sienten Fejfec, Hitarroney y Beguel (esto es: Chejfec, Chitarroni y Guebel)
por el autor Cedar Pringle, sino que tambin en un arranque de modestia- define a
dicho autor como un gran escritor, grande entre los grandes, a la altura de un Henry
James, un Flaubert, un Laforgue (1992: 62).
Esta supuesta idolatra, valga la aclaracin, ya haba mostrado sus fisuras. En el
n 20 de Babel, revista de libros (noviembre de 1990), se publican dos intervenciones
en contra de la prdica de Csar Aira sobre el valor literario de la obra de Emeterio
Cerro: El cencerro y las vacas, de Carlos E. Feiling (en la seccin Polmicas) y una
nota de Martn Caparrs en su seccin La Vernica, donde seala lo siguiente: Csar
Aira, abanderado-chasco de tan espaciosos bros, trabaja una literatura de la
displicencia: palabras que se proponen como la tradicin de los gestos ms banales: una
estatizacin de lo vulgar [] Una literatura entonces, del accidente? (1990: 17). De
manera ms asordinada, tambin Matilde Snchez desconfa del valor literario de otro
de los escritores reivindicados por Aira: Copi. 118
118
Hace un par de aos asist a una serie de charlas de Csar Aira sobre Copi en el Centro Cultural
Ricardo Rojas. Durante esos encuentros Aira nos convenci [] de que estbamos ante un autor
sencillamente genial, nico y extraordinario, juicio con el que hoy yo no coincidira del todo. (Snchez
1990: 4)
159
El cruce de los nombres propios reales para armar los seudnimos (Csar
Quaglia y Ricardo Neira, en vez de los ms fcilmente descifrables Ricardo
Quaglia y Csar Neria), habida cuenta del desprecio que Aira siempre profes por el
autor de Respiracin artificial, no puede ser tomado ms que como una broma
maligna. 119
En 2007 aparece Peripecias del no. Diario de una novela inconclusa: el eco ms
tardo de la memoria del llamado grupo Babel en la literatura de Chitarroni.
Prcticamente, todos los seudnimos y anagramas que plagan esta novela esconden
identidades reales (Nicasio Urlihrt es, para dar un ejemplo, el mismo Luis
Chitarroni). Por otra parte, abandonando las convenciones de la roman clef, el autor
no se priva de escribir con nombre y apellido:
Escrib Temprano para una reunin de La causa, un grupo que no fundamos o una revista que no
hicimos, cumpliendo el mandato de constituirnos como grupo de la revista (rencor cacofnico) El
periodista (me acord!). Antes?
Creo que esa vez fui el nico que hizo los deberes. La reunin fue en el departamento de Charlie de la
calle Independencia (el de El mal menor). Charlie, Alan, Chejfec, Guebel, Bizzio, yo. Los recuerdo a
119
En agosto de 1981, en su artculo Novela argentina: nada ms que una idea para Vigencia, Aira
afirmaba que: Ricardo Piglia logra con Respiracin Artificial (Pomaire, 1980) una de las peores novelas
de su generacin gracias, en parte, a esta sordidez profesional, que en l deriva del temor infantil de que
no lo comparen con Arlt (la otra cara de esta identificacin es la escritura vigilada hasta la aridez, por
temor de que s lo comparen con Arlt). En realidad Piglia no proviene en absoluto de Arlt, que fue un
verdadero novelista [] Su maestro es Sbato (1981: 58). Contra este juicio de valor va a pronunciarse
Fogwill en la nota Jardn de letras robadas, publicada en diciembre de 1981 en la misma revista (y
antologizada en Los libros de la guerra), donde seala que: Desde las pginas de Vigencia se ha
dictaminado que Respiracin artificial es la peor novela de su generacin, olvidando sealar que es la
peor novela del mejor escritor de su generacin, lo que hubiese contribuido al diagnstico de la narrativa
actual [1981] 2010: 97). Durante la entrevista que Castro y Borgna realizan a Csar Aira para el primer
nmero de Pie de Pgina ya citada, el escritor oriundo de Pringles vuelve a algunos de los exabruptos
presentes en Novela argentina: nada ms que una idea: La gran influencia de los novelistas recientes,
de Ass a Piglia, ida y vuelta, es Sbato: ese gesto de ciudadano responsable, de hombre serio, entre cura
y cana. Por supuesto, los leo poco. Me resultan deprimentes a ms no poder, lo que seguramente es culpa
ma. Pero yo nunca usara a la literatura para pasar por una buena persona (Op. Cit. Aira 1982: 3).
160
todos pasndose las hojas mecanografiadas en la Hermes de metal mientras yo no s qu haca. Hasta
que el polaco, el primero o el nico que termin de leer, dijo: A m me gusta. Es muy sentimental.
Veleidad absoluta de mi memoria. No es imaginable siquiera que Sergio y Danny pudieran
concentrarse. (Chitarroni 2007: 13)
CAPTULO TRES
LAS NOVELAS
3.1. Los militantes populares como vctimas absolutas en Los planetas, de Sergio
Chejfec
En 1999 se publica Los planetas, de Sergio Chejfec, ejemplo enrarecido de una
memoria de la militancia de los jvenes menores que contrara el contexto de
recuperacin del pasado militante de los detenidos-desaparecidos, y que tiene uno de
sus hitos en la publicacin en tres tomos de La Voluntad. Una historia de la militancia
revolucionaria en la Argentina, de Eduardo Anguita y Martn Caparrs. 121
La novela de Chejfec narra la historia de M, adolescente secuestrado por las
llamadas fuerzas del orden sobre cuya posible participacin en algn tipo de
organizacin revolucionaria no se da ninguna referencia precisa. Al respecto, el
narrador S, su mejor amigo desde la niez en dilogo con Sito, otro amigo del barrio
a quien reencuentra de manera casual a comienzos de la dcada del noventa- slo
expresa lo siguiente:
mientras tombamos ese caf, advert el tenor de las dudas de Sito. En su memoria la figura de M,
siempre distrado hasta el punto de parecer indiferente, conservaba un aura de inocencia [] y en este
sentido la desaparicin constitua, adems de una interrogacin acerca de su destino, tambin una
incgnita sobre su pasado. El pasado de M, segn lo entenda Sito, poda haber sido susceptible de
propiciar el secuestro o todo lo contrario, acaso fuera totalmente ajeno a la poltica, y por lo tanto
vctima de una situacin imprevista ni buscada-. [] Sito entenda que la conducta era capaz de
incidir en la fortuna de las personas [] necesitaba saber si M era absolutamente inocente, o sea,
segn su criterio, una vctima absoluta. Lo era, dije al responder No a su pregunta. (Chejfec 1999a:
119-120)
121
La Voluntad volvi a reeditarse corregida y aumentada en el mes de febrero del ao 2006, esta vez por
la editorial Booket (sello de bolsillo del Grupo Planeta), en cinco tomos y con un tiraje de 4000
ejemplares. En 2013 se public la versin definitiva, nuevamente en tres tomos, y con un tiraje de 5000
ejemplares para el primer volumen (en orden decreciente, el volumen dos tiene un tiraje de 4000 y el
tercero y ltimo, de 3000 ejemplares). En el prlogo que Martn Caparrs escribe para la misma, ensaya
una tipologa de militantes, que constituye al mismo tiempo un ensayo de periodizacin y una
provocacin: 1977-1995: el militante como vctima; 1996-2003: el militante como militante; 2004-
2010: el militante como hroe indefinido y 2010: el militante como monto patotero (Cf. Caparrs
2013: XIX-XXI).
164
122
La figura del testigo tiene en latn una doble acepcin: testis/ superstes. Por un lado, testis alude a
que su desempeo tiene que ver con el establecimiento de los hechos con vistas a un proceso judicial; la
segunda acepcin de testigo, superstes, hace referencia al que ha transitado una determinada experiencia
y est en condiciones de ofrecer un testimonio sobre ella. La respuesta a la pregunta sobre el sujeto del
testimonio implica sin embargo una paradoja, ya que, como seala Primo Levi en Los hundidos y los
salvados (1989), no son los sobrevivientes los verdaderos testigos de la Shoah: no somos nosotros, los
supervivientes, los verdaderos testigos... Los que hemos sobrevivido somos una minora anmala, adems
de exigua: somos aquellos que por sus prevaricaciones, o su habilidad, o su suerte, no han tocado fondo.
Quien lo ha hecho, quien ha visto a la Gorgona, no ha vuelto para contarlo, o se ha vuelto mudo; son
ellos, los musulmanes, los hundidos, los testigos integrales, aquellos cuya declaracin habra podido
tener un significado general. Ellos son la regla, nosotros la excepcin... Los que tuvimos suerte hemos
intentado, con mayor o menor discrecin, contar no solamente nuestro destino sino tambin el de los
dems, precisamente el de los hundidos; pero se ha tratado de una narracin por cuenta de terceros, el
relato de cosas vistas de cerca pero no experimentadas por uno mismo. La demolicin terminada, la obra
cumplida, no hay quien la haya contado, como no hay nadie que haya vuelto para contar su muerte (Levi
1989: 72-73).
165
123
Los sobrevivientes viven ocupando el puesto de otro (del que ha muerto en vida o en la cmara de
gas), y hablan por el llamado musulmn en la jerga de los campos de concentracin nazis, en el sentido
jurdico tcnico de por cuenta de o por delegacin. La paradoja de Levi consiste en sostener como
testigos integrales de la experiencia de la Shoah a los no-hombres, a aquellos cuya humanidad ha sido
destruida. A la figura del musulmn, Giorgio Agamben dedica el tercer captulo de Lo que queda de
Auschwitz. Homo Saccer III (2002: 41-89).
124
Si bien en Marcas en el laberinto. Literatura juda y territorios ([1995] 2005), Sergio Chejfec ha
argumentado con fundamento contra la idea de una literatura juda latinoamericana, consideramos
pertinente retomar algunos conceptos vertidos por Primo Levi y Giorgio Agamben para analizar Los
planetas. El artculo Marcas en el laberinto integra la antologa de intervenciones crticas El punto
vacilante. Literatura, ideas y mundo privado (2005).
166
dictatorial en el que S lee esta noticia periodstica- a los cuerpos deshechos despus de
haber sufrido, separados en trozos y dispersos (Ibid.), y hace de la historia de Grino
que inaugura la novela un falso incipit, porque de lo que en verdad se trata, es de
recuperar la memoria de la amistad con M.
Hemos sealado que M es un detenido-desaparecido atpico y por lo mismo- su
identidad es voltil (M de Miguel, o de Mauricio; tambin podra decir M de Daniel).
Sin embargo, en el primer relato oral que S recupera (PRIMERA HISTORIA DE M),
esta identidad parece quedar fijada a la primera posibilidad. En ella se cuenta la broma
que dos amigos (Sergio y Miguel) deciden jugarle a sus respectivos padres,
intercambiando identidades a la salida del colegio para marchar a casa del otro, y asumir
su vida como si fuera la propia. Los burladores finalmente terminan burlados, porque
los progenitores ignoran ostentosamente la nueva situacin. Esta primera historia de
M podra ser tomada como pesadilla anticipatoria del trmite que, promediando la
dcada menemista, realiza S en el Registro Nacional de Personas para cambiarse el
nombre por el de su amigo desaparecido:
No s lo que pueda parecer curioso, ridculo, insensato-, pero s lo que fue: vano; lo concreto es que
durante un tiempo intent cambiar mi nombre, quise adoptar el de M [] Ya que l haba tenido la
desdicha de ser muerto, ya que era l quien haba sufrido el martirio, me pareci justo que yo,
habiendo quedado vivo, compensara su ausencia volcando su nombre en el mo. (Chejfec 1999a: 213)
125
En una entrevista de Mnica Sifrim publicada por Clarn el 7 del noviembre de 1999 como parte de la
campaa de promocin de la novela, Chejfec afirmaba lo siguiente: Quise trabajar con la idea de que, si
algo podemos hacer para recuperar la entidad humana de quienes han desaparecido, es pensar en ellos
167
No velas a tus muertos ensaya con xito una modesta experimentacin formal.
Tres son los puntos de vista que se utilizan para narrar los avatares de una clula
montonera que planea realizar un atentado: Carlos Montana, escritor de treinta y dos
aos para cuando ocurre el golpe del 76, que luego de la muerte de Pern decidi
unirse al Frente Barrial de la Organizacin Montoneros para entre otras cosas-
desquitarse de no haber participado en el mayo francs; Hernn, alumno del Nacional
Buenos Aires y joven militante de la UES-Montoneros que recibe su bautismo de fuego
en la llamada masacre de Ezeiza, y Estela, estudiante universitaria y la responsable
de la clula.
La figura de Hernn establece un claro paralelismo con la trayectoria poltica
del autor, que tambin fue alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires (entre 1969 y
1974) y miembro de dicho sector de la llamada Tendencia. 126 En la novela, la voz de
como muertos, ms que como desaparecidos. Porque el desaparecido es vctima de una accin: lo
secuestran, lo torturan, o ponen una bomba y lo destrozan, y nunca se vuelve a saber de l. Pero en la
Argentina, de tanto utilizar la palabra, se perdi un poco la dimensin humana de esa gente. Cuando me
puse a pensar cmo tratar a un personaje que es desaparecido, pens que era ms justo con la historia, con
la novela, con la literatura y con mi forma de ver las cosas tratarlo como muerto. Y esto vuelve como una
mayor responsabilidad sobre los culpables de esa muerte, en tanto no realizaron una operacin ms o
menos ilegal, militar, poltica: ejecutaron un asesinato (1999b:
http://edant.clarin.com/suplementos/cultura/1999/11/07/e-00501d.htm, consultado el 10.1.2013)
126
El 18 de abril de 1973 se cre en el Colegio Nacional la agrupacin Ateneo Ramn Cesario de la
Unin de Estudiantes Secundarios (UES), que inmediatamente despus comenz a funcionar en otros
establecimientos educativos. Su responsable poltico nacional era un ex alumno que haba hablado en el
acto de asuncin del rector Ral Aragn el 4 de junio de 1973, Claudio El Barba Slemenson. Fue una
de las organizaciones de masas creadas por Montoneros, que junto con otras organizaciones polticas,
168
como la Juventud Universitaria Peronista (JUP), formaban parte de la Tendencia Revolucionaria. Buena
memoria. Un ensayo fotogrfico (1996), de Marcelo Brodsky es al da de la fecha el ms sugerente
intento de dar cuenta de la militancia estudiantil en el Colegio Nacional, que tuvo 106 alumnos
asesinados. La exhibicin Buena memoria fue presentada por Martn Caparrs, cuyas palabras se
reprodujeron en la publicacin de Buena memoria como libro (1997).
127
El personaje de Carlos Montana reaparece en La noche anterior (1990), novela de exilio que
empalma temporalmente con No velas a tus muertos y donde se cuenta la desercin de Carlos en 1979 del
Frente Barrial, y su huda al extranjero. Tambin Carlos es el hroe de A quien corresponda (2008),
donde Caparrs denuncia la utilizacin de la bandera de los DDHH por parte del gobierno kirchnerista y
la reificacin de la memoria (La memoria se volvi hoy una obligacin moral social), al mismo tiempo
que se propone derribar algunos mitos: No es que furamos mejores que otros, ms generosos, ms
decididos, y por eso nos entregamos a la revolucin (Caparrs 2008: 263). A quien corresponda se abre
con tres epgrafes. Dice el ltimo: Este relato debera ser pura ficcin. Sera fantstico, e invitara a leer
la novela como no ficcin (o mejor: como autoficcin).
169
128
En clave tanto ms ambigua, Rodrigo Fresn tematiza la opcin por las armas de los jvenes
menores en Esperanto (1995).
129
Otto Dietrich zur Linde es melmano y lector de Shakesperare. No admira a Richard Wagner el
compositor del nacionalsocialismo- sino a Johannes Brahms, que fue el oponente musical de Wagner y
que en 1868 haba compuesto una misa de difuntos llamada, como el cuento argentino, Deutsches
Requiem.
170
130
La fiesta del monstruo ficcionaliza un episodio efectivamente ocurrido el 4 de octubre de 1945,
cuando por la noche, en los alrededores de la Facultad de Ingeniera un grupo de aliancistas tirote a un
grupo democrtico y un estudiante, Aarm Salmn Feijo, fue asesinado por negarse a vivar a Pern
(Luna [1971] 2005: 222).
171
Ludmer arma una serie: de La refalosa a La fiesta del monstruo, pasando por
El matadero, de Esteban Echeverra (escrito alrededor de 1839, pero publicado recin
en 1871). La culminacin de este gesto de cesin de la palabra al otro enemigo sera
El nio proletario incluido en Sebregondi retrocede (1973), de Osvaldo Lamborghini
(Cf. Ludmer [1988] 2000: 149-158).
De manera convergente a este planteo, en su ensayo Echeverra y el lugar del
ficcin incluido en La Argentina en pedazos (1993), Ricardo Piglia seala que la
excepcionalidad de El matadero consistira en el registro de la lengua popular,
rasgo que hara de l un acontecimiento histrico en el corpus de la literatura
argentina alta del siglo XIX. Segn Piglia, esta apuesta en un texto en prosa marcara
nada menos que el nacimiento de nuestra literatura:
La ficcin como tal en la Argentina nace, habra que decir, en el intento de representar el mundo del
enemigo, del distinto, del otro (se llame brbaro, gaucho, indio o inmigrante). Esa representacin
supone y exige la ficcin. Para narrar a su grupo y a su clase desde adentro, para narrar el mundo de la
civilizacin, el gran gnero de la literatura argentina (el gnero narrativo por excelencia, habra que
decir: que nace, por lo dems, con Sarmiento) es la autobiografa. La clase se cuenta a s misma bajo
la forma de la autobiografa y cuenta al otro con la ficcin. (Piglia 1993: 9; nfasis del autor)
el ejemplo que importa para pensar cmo esta herencia entra en las novelas de nuestro
corpus, estara presente en la figura del editor que, a nota al pie, aparece comentando la
narracin de Otto Dietrich zur Linde. La voz del editor relativiza el gesto de cesin de
la voz al otro enemigo, cumpliendo una funcin de encuadre anloga a la que tena el
ttulo-subttulo en La refalosa, tal como seala Josefina Ludmer para el caso de
Ascasubi (Op. Cit. Ludmer 1988: 56-74).
En otras palabras: el editor de Deutsches Requiem impide que, en un arranque
de empata por esa voz aviesamente (auto) exculpatoria y refinada, nosotros los lectores
olvidemos que Otto Dietrich zur Linde tuvo un rol activo en la mquina de exterminio
nazi:
Ni en los archivos ni en la obra de Soergel figura el nombre de Jerusalem. Tampoco lo registran las
historias de la literatura alemana. No creo, sin embargo, que se trate de un personaje falso. Por orden
de Otto Dietrich zur Linde fueron torturados en Tarnowitz muchos intelectuales judos, entre ellos la
pianista Emma Rosenzweig. David Jerusalem es tal vez un smbolo de varios individuos. Nos dicen
que muri el 1 de marzo de 1943; el 1 de marzo de 1939, el narrador fue herido en Tilsit. (Nota del
editor.) (Borges 1946: 12)
Hay, entonces, otro aspecto de la ficcin calculada en Villa, que consiste como
ocurra en Deutsches Requiem, pero tambin en La refalosa y El matadero- en
tomar recaudos para que el lector no quede enteramente subyugado por la voz del otro
enemigo. La cesin de la palabra efectivamente se produce, pero manteniendo una
instancia de enunciacin externa (llmese sistema de ttulo-subttulo, editor a nota al pie
o construccin de la trama), que permite, en definitiva, que el lector est en condiciones
de tomar posicin frente a los hechos narrados.
175
En 2002, Martn Kohan public Dos veces junio, escrita al pie de la novela de
Gusmn (algo que, ya desde el epgrafe que la inaugura, el mismo autor se encarg de
hacer explcito). El que habla ahora es un colimba: las ms de las veces, cumple
funciones de chofer para el Doctor Mesiano, mdico en funciones en un centro
clandestino de detencin.
En la novela de Kohan, el clculo matemtico de la ficcin no estara tan slo a
nivel de los algoritmos que dan nombre a los captulos, sino tambin en la manera en
que se digita la trama, sus resonancias y recurrencias alrededor de la figura de la
duplicacin: la seleccin argentina pierde estrepitosamente por dos veces en el mes de
junio durante dos mundiales de ftbol celebrados respectivamente en los aos 1978 y
1982 (y de all el ttulo de la obra); dos son las prostitutas que contrata el Doctor
Mesiano para salvar la noche; dos las pelculas pornogrficas cuyas tramas se narran;
dos las mujeres que le dicen mi soldadito al narrador; dos los mdicos que realizan
tareas en sendos centros clandestinos de detencin (los doctores Mesiano y Padilla); dos
las ocasiones en que los verdugos a cargo de la prisionera terminan entregndole su
beb recin nacido para que lo calme (con el objetivo de poder ver jugar al seleccionado
argentino en paz); dos las veces en que la prisionera, en su desesperado pedido de
auxilio, repite al conscripto el telfono del abogado a quien debe llamar para denunciar
su desaparicin y dos los abrazos que el narrador recibe por parte del Doctor Mesiano
en ocasin de darle el psame por su hijo cado en Malvinas.
En La peor conversacin argentina, resea de Miguel Dalmaroni (2002) a la
novela de Kohan publicada en BazarAmericano (sitio web de Punto de Vista abierto en
agosto de 2001), ste sealaba el momentneo abandono del punto de vista del
conscripto y la asuncin de la narracin por parte de una voz que podramos entender
como de tipo omnisciente:
Mientas espera, solo en el pasillo de la mazamorra, a que Mesiano resuelva el dilema por el que ha
sido consultado, el narrador es interpelado desde el interior de una celda por el murmullo de la voz de
la madre secuestrada (cuyo ntimo discurrir ya ha interferido en el texto mediante las intervenciones
fragmentarias de otro punto de vista, tan otro que ha cortado el registro predominantemente instalado
por el narrador principal; por esa voz marginal y divergente ya sabemos que la madre ha decidido que
el nio se llame Guillermo, y que Casi no le quedaba cuerpo donde pudiesen matarla). (Dalmaroni
2002 http://bazaramericano.com/buscador.php?cod=276&tabla=resenas&que=miguel%20dalmaroni,
consultado el 2.2.2010)
176
3.3. Volver a contar la guerra de Malvinas: Las Islas, de Carlos Gamerro como
memoria de la literatura I de Los pichiciegos y Los pasajeros del tren de la
noche
En trminos de memoria de la literatura I, la novela Los pichiciegos. Visiones de una
batalla subterrnea (1983), de Fogwill, escrita en simultneo con la guerra y terminada
antes de la derrota argentina, obtuvo un alto acatamiento a su propuesta de contar el
conflicto blico en el Atlntico Sur vaciado de toda pica y utilizando ciertos elementos
tomados de la picaresca. Ejemplos de los dicho son las novelas Historia argentina (El
aprendiz de brujo y La soberana nacional), de Rodrigo Fresn, publicada en 1991;
Latas de cerveza en el Ro de la Plata (1995), de Jorge Stamadianos y La flor azteca
(1997), de Gustavo Nielsen.
Sobre las llamadas novelas de Malvinas, que reconocen su piedra fundacional
en Los pichiciegos, existira al da de hoy cierto consenso crtico, resumido
ejemplarmente en dos trabajos firmados por el tambin novelista de Malvinas: Martn
Kohan (1994; 1999). Entre los rasgos ms repetidos atribuidos a dicha novelstica: su
carcter antirrealista, su tono muchas veces farsesco, su buscado contraste con el
registro glorificante caracterstico del discurso militar, o bien con la entonacin
conmiserativa presente en las intervenciones de Daniel Kon que rodean los testimonios
de ex combatientes en su ya clsico Los chicos de la guerra. Hablan los soldados que
estuvieron en Malvinas, publicado en 1982.
A estos rasgos cabra agregar otros dos: la asuncin de una perspectiva
generacional especfica para la narracin de la guerra (focalizaciones mximas, o bien
narradores en primera persona, o narradores testigo que nunca son militares de carrera,
sino conscriptos: la guerra se narra desde la voz de los soldados rasos) y nulas o muy
escasas secuencias blicas propiamente dichas (la accin se limita a la espera
interminable en los pozos, o se consuma, asordinada, en espacios cerrados: la
pichicera en la novela de Fogwill; el fondo de los hornos del restaurante Savoy Fair
adonde es confinado el narrador por el desptico chef Roderick Shastri en El aprendiz
de brujo, de Fresn; el despacho de Bienestar Social donde un conscripto que nunca es
movilizado sirve caf en La flor azteca, de Nielsen; los baos del Colegio Nacional de
Buenos Aires en Ciencias morales, de Martn Kohan; o, como ejemplo extremo de este
rasgo, en la panza del submarino que nunca entra en acciones militares en la novela
Trasfondo, de Patricia Ratto, publicada en 2012). 131
131
Mencin aparte merece Acerca de Roderer (1992), de Guillermo Martnez, lograda memoria de la
literatura I de Demian (1919), de Hermann Hesse, y uno de los mejor vendidos de la coleccin dirigida
178
por Forn. El narrador en primera es destinado a Malvinas, pero su participacin en la guerra se resuelve
en unas pocas frases: Nuestro batalln fue asignado a la defensa de Monte Harriet, en la isla Soledad.
Son curiosos los registros del tiempo; se supone que estuvimos all apenas un mes y medio. El da de la
rendicin, por la noche, camos prisioneros y durante casi una semana, hasta que terminaron las
negociaciones, estuvimos encerrados en la iglesia de Puerto Argentino; luego nos embarcaron en el
Canberra con los restos de los dems destacamentos. All en cubierta, por primera vez en setenta das
pudimos baarnos, pero tuvimos que ponernos la misma ropa destrozada. Nos desembarcaron a la altura
de Puerto Madryn donde nos esperaba un equipo de enfermera con comida caliente y ropa limpia. Recin
entonces sent que todo haba terminado. Yo, que no estaba herido, volv por tierra, en uno de los
camiones de Gendarmera (Martnez [1992] 1999: 109-110).
132
La novela tuvo tambin su versin teatral en el ao 2011, con texto de Carlos Gamerro y direccin de
Alejandro Tantanin. Fue representada en la Temporada 2011 del Teatro Presidente Alvear (parte del
Complejo Teatral de Buenos Aires). Gamerro escribi una breve presentacin para el programa de mano,
donde sealaba que: En su proteica simetra especular, todo lo desdoblan, todo lo reflejan: las Malvinas
como el espejo roto y escindido de la Argentina de las ltimas dcadas, un espejo que nos devuelve el
rostro que no queramos ver, una prolongada pesadilla regida por el nmero dos.
133
Fogwill hace dos guios al lector: menciona las compras en el almacn de campo de Santiago Nasar
que realizan los pueblerinos (1982: 9) y bautiza a uno de los conscriptos que trae el tren de la noche con
el nombre de Mrquez (Fogwill 1982: 14). El cuento fue reeditado en el volumen Restos diurnos
(1993).
179
siguieron yendo al andn de la estacin a esperar y esperar, muchas veces con los maridos, o con los
otros hijos civiles o con nueras y nietos, y as los jueves desde temprano se producan montones de
gente esperando la llegada del tren de la noche.
Aunque las ltimas semanas, para marzo, o abril, cuando vino la poca de las lluvias, muy pocas
madres esperaban porque ya a casi todas les haba vuelto el hijo. (Fogwill 1982: 11)
Sobre la tercera cuestin: el episodio de las monjas francesas asesinadas que se les
aparecen a los pichis podra pensarse como una repeticin del gesto de aparecer
conscriptos en Los pasajeros del tren de la noche. (Otros que se nos aparecen en Los
pichiciegos son el pichi Dorio en alusin a Jorge Dorio- y el pichi Manuel en
alusin a Manuel Puig-, dos reapariciones que, habida cuenta de que Fogwill se
desdobla para mejor autorrepresentarse- en la figura del socilogo/ entrevistador y el
Pichi Quiquito, se vincularan en este caso con la problemtica de las novelas que
escenifican un estado del campo literario a partir de la ficcionalizacin de un grupo
cultural efectivamente existente, ya analizada en el captulo anterior.)
No slo ocurre la aparicin de Lonie Henriette Duquet y Alice Domon, sino
tambin, al narrarla, de un tono que no condice con el registro farsesco predominante en
la novela:
Los Magos decan que Pugliese se estaba volviendo loco porque una noche, volviendo con Acosta de
un viaje a la Intendencia, contaron que mientras esperaban la oscuridad para entrar al tobogn sin
delatar el sitio donde lo haban disimulado, cuando estaban todava enterrados en la sierra, haban
sentido voces de mujeres. Que no eran malvineras, dijo Acosta, y que hablaban casi como argentinas,
con acento francs. l no las vio, las escuch. Pero Pugliese dijo que l corri a verlas, que se
desenterr de la arenilla para verlas porque sinti que estaban cerca, y se asom entre las piedras y vio
dos monjas, vestidas as noms de monjas, en el fro, repartiendo papeles en medio de las ovejas que
les caminaban alrededor. (Op. Cit. Fogwill [1983] 2007: 74)
brutalidad simplificadora, la que permite emitir un inequvoco juicio de valor sobre los
asesinos nazifascistas del Continente que invadieron las Islas en 1982 (esto es: sobre
los militares argentinos).
Los premios Clarn de novela favorecieron en tres oportunidades a novelas que
hacen memoria en la literatura del pasado reciente argentino: Memorias del ro inmvil,
de Cristina Feijo (ganadora de la Edicin 2001); Composicin (ganadora de la Edicin
2007), de Norma Huidobro; y Sobrevivientes, de Fernando Monacelli (ganadora de la
Edicin 2012).
Sobrevivientes toma como punto de arranque una noticia periodstica ficticia: el
hallazgo el 2 de enero de 2007 (de manera coincidente con el 25 aniversario de la
guerra) de tres cadveres quemados por el fro en una balsa a la deriva, que resultan ser
tres hroes del Crucero General Belgrano: un oficial, un suboficial y un conscripto. 134
Este ltimo esconde entre sus ropas congeladas un diario ntimo, gracias al cual su
madre entra en conocimiento de que, para la poca del conflicto blico en el Atlntico
Sur, la novia adolescente de su hijo estaba embarazada.
A partir de all, sta inicia una larga pesquisa para dar con su nieto, con la ayuda
del personaje de Celina Figueroa, periodista estrella del diario local. A lo largo de la
misma, las mujeres descubren que el beb fue apropiado por el intendente del pueblo,
que termin por abandonarlo al descubrir que padeca de autismo. La bsqueda llega a
su fin en Espaa, donde encuentran tanto a la mujer que finalmente lo tom en adopcin
(de nacionalidad espaola y libre por lo mismo de cualquier sospecha de complicidad
con el rgimen militar argentino), como a Iaki, el nieto robado.
Como Carlos Gamerro, Monacelli tampoco se priva de repetir el gesto onettiano
de fundar un pueblo Mar Calmo- para su ficcin. Tambin, como Manuel Puig, el
autor incorpora materiales en bruto: gran parte de la novela es una transcripcin del
monlogo-confesin de Figueroa frente a la madre adoptiva espaola de Iaki, y de los
sucesivos mails que intercambian antes y despus del primer encuentro cara a cara para
ultimar los detalles de la reunin entre ste y su familia biolgica. Sin embargo,
Monacelli no logra hacer mimesis de las voces femeninas. Su utilizacin del thriller
en alianza con el melodrama para hacer memoria del pasado reciente argentino
134
El ARA General Belgrano fue torpeteado el domingo 2 de mayo de 1982 (a las 15:57 y 16:01 hs) con
1093 tripulantes a bordo. En el naufragio murieron 323 hombres y sobrevivieron 770. El General
Belgrano fue el primer barco hundido durante la guerra de Malvinas por un submarino nuclear de ataque,
el Conqueror. El hundimiento es considerado por muchos un crimen de guerra, porque la nave fue
atacada cuando se encontraba fuera del rea de exclusin de 150 millas alrededor de las Islas, que haba
sido impuesta unilateralmente por los britnicos.
182
137
Cuando los hijos de los detenidos-desaparecidos decidieron agruparse, la Comisin de Escrache fue
una de las primeras que organizaron. Tena entonces otro nombre (Comisin de Reconstruccin Histrica
y Condena Moral), pero en la intimidad todos hablaban de escrachar, un trmino lunfardo que significa
poner en evidencia. El escrache fue el modo que la asociacin H.I.J.O.S. encontr para denunciar la
impunidad de miembros del aparato represivo, beneficiados por las llamadas leyes de impunidad
promulgadas en 1986 (Ley de Obediencia Debida) y 1987 (Ley de Punto Final) bajo el gobierno de
Ral Alfonsn, y, escasos aos ms tarde, por los indultos (1989/ 90), otorgados por el ex presidente
Carlos Sal Menem. El escrache se inicia con la colocacin de fotos del genocida-torturador en el espacio
pblico con la leyenda Aqu vive un genocida, para as lograr el repudio social. Luego, miembros de
H.I.J.O.S. manifiestan con un altavoz frente a la casa del ex represor. El escrache culmina cuando varias
bombuchas (bombitas de carnaval rellenas de pintura roja) son arrojadas contra la fachada, para
simbolizar que esa casa est manchada de sangre.
138
El primer volumen de la coleccin fue Versos aparecidos, libro de poemas del profesor y militante del
MIR-17 Carlos Aiub, secuestrado el 10 de junio de 1977 en la ciudad de La Plata.
184
militantes excepcionales, pero yo los sufr como padres ausentes. La segunda: una
resignificacin de la figura del detenido-desaparecido que va ms all de la figura del
militante ejemplar, rescatando por lo mismo la dimensin ms subjetiva e ntima de
los progenitores asesinados. Este cambio de nfasis, que coloca en un segundo plano la
trayectoria militante (y/ o cualquier reivindicacin de la misma), toma algunas veces la
forma de proyectos de tipo colectivo (algo que se vuelve patente en el Proyecto
Tesoros). 139
139
El Proyecto Tesoros, una iniciativa del Colectivo de hijos lanzada en 2010 que cuenta con el apoyo del
Fondo Nacional de las Artes, tiene por objetivo principal, segn el texto de presentacin en su pgina
WEB, la creacin de un archivo que contenga los registros de aquellos objetos y documentos que
pertenecan a nuestros padres, detenidos-desaparecidos y asesinados por el ltimo genocidio en nuestro
pas [] es a travs de estos fragmentos que podemos hoy hablar de nuestra propia condicin, la de ser
hurfanos producidos por el genocidio. El Proyecto intenta dar visibilidad a estas experiencias, y es por
eso que elegimos una herramienta virtual para extender lazos hasta donde nos sea posible
(http://www.proyectotesoros.org/proyecto.html, consultado el 10/8/2013). Al da de la fecha, once son los
tesoros que constituyen este archivo digital, que se presentan acompaados por una filmacin de unos
dos minutos de duracin en cuyo marco se escuchan los testimonios de hijos e hijas que dan cuenta del
origen e historia de cada uno de los objetos seleccionados, al mismo tiempo que se muestra el momento
mismo en que ste es fotografiado para pasar a formar parte del Proyecto. La serie parece conformada a
partir del deseo casi animista de, por medio de objetos pertenecientes a los padres, estar un poco ms
cerca de ellos (testimonio de la hija Mara Giuffra). En otras palabras: hacer hablar a los objetos para
acercarse a los que no estn (testimonio de la hija Ana Adjiman) y [hacer] que la energa [que emana
de ellos] no quede estancada, que permanezca en uso (testimonio de la hija Dbora Villanueva).
140
Al conocer la identidad del genocida-torturador que asesinara a uno o ambos progenitores (y que ha
sido dejado en libertada y circula libremente en la Argentina post indultos), los hijos Fernado, Raquel II y
Mariano II afirman no saber qu hacer con esta informacin: si usar a su vez la violencia contra los
perpetradores, o perdonar. Ninguna de las dos posibilidades les resulta satisfactoria. Como seala
Mariano II, a quien contacta el genocida-torturador Juan Carlos Solis (alias Miguel) para hacerle un
relato moroso de los ltimos das de su madre en Campo de Mayo, que venga [el perpetrador] y te lo
cuente, tambin forma parte de la impunidad. La condicin excepcional de hijo hace que contina su
razonamiento Mariano II- el deseo normal de (por lo menos) golpear al hombre que asesin a tu madre
sea mal visto por una sociedad que prefiri adherir sin ms a la llamada teora de los dos demonios
(y/ o al discurso de la reconciliacin nacional menemista), porque seramos los pichones asesinos que
nuevamente atacan (Mariano II [Entrevistado por Juan Gelman/ Mara La Madrid] 1997: 398).
185
la sola idea de que te hayas puesto a escribir una novela, me parece como de, por un lado, una
pulsin narcisista, hacer alarde de una cosa que, creo yo, estaba para nosotros perfectamente
recortada, y por otro, una propuesta de proyecto poltico, salgan todos, busquen a su torturador...
(Prieto 1999: 20)
La fantasa de hacer justicia por mano propia tambin asume una forma
esencialmente libresca en El secreto y las voces (2002), de Carlos Gamerro, donde narra
nuevamente Fefe, el hroe de Las Islas, que vuelve a Malihuel para averiguar qu
pas exactamente con su padre, asesinado frente a los ojos de todo el pueblo durante un
multitudinario festival de msica al que Sandro, su estrella invitada, nunca se
present. 141 Apelando a la memoria de aquellas novelas que trabajan con la
responsabilidad grupal ante la violencia y con la construccin social de un victimario
colectivo (Cf. Op. Cit. Reati 1992: 88), cuyo ejemplo paradigmtico sera Cuarteles de
invierno (1983), de Osvaldo Soriano, Gamerro construye una novela coral, donde cada
personalidad de Malihuel, a solicitud de Fefe, da su propia versin de los hechos.
Para obtener testimonios, Fefe oscila entre dos mentiras: afirma que l mismo
va a redactar una novela policial situada en el pueblo, o bien que tiene un amigo
novelista que ya ha escrito una novela (El sueo del seor juez), a quien su trabajo de
compilador de testimonios podra llegar a interesarle. El juego por parte de Gamerro de
atribuir a una de sus criaturas ficcionales la autora de El sueo del seor juez, colocara
a El secreto y las voces en fugaz interseccin con el conjunto de novelas que tienen por
objetivo principal desplegar una determinada autoimagen de escritor.
En El secreto y las voces el gnero es otra vez un hbrido. 142 La novela resulta de
la amalgama entre la recopilacin por alguien que viene de afuera de diversos
141
Que el ex combatiente y hacker Fefe de Las Islas reaparezca en El secreto y sus voces nos reenvia,
nuevamente, al universo narrativo de Fogwill, que en Vivir afuera (1998) volvi a Los pichiciegos
mediante el personaje de El pichi (Quiquito).
142
Es la contra-ley, ley de impureza o principio de contaminacin, que Derrida formula como
contrapartida indisoluble a la ley del gnero (no mezclar los gneros). La hiptesis merece ser citada in
187
extenso: un texto no pertenecera a ningn gnero. Todo texto participa de uno o varios gneros, no hay
texto sin gnero, siempre hay gnero y gneros, pero esta participacin no es jams una pertenencia. Y
esto no ocurre a causa de un desborde de riqueza o libre productividad anrquica o inclasificable, sino a
causa del mismo rasgo de participacin, del efecto de cdigo y de la marca genrica. Marcndose con la
marca de gnero, un texto se demarca (Derrida 1980: 186; nuestra traduccin). Sobre la hibridez
genrica en el caso especfico de Rodolfo Walsh, VER Alabarces [en Jorge Lafforge, comp.] 2000.
143
Por estas calles malignas caminan hombres que no son malignos ni estn comprometidos ni
asustados. El detective de una historia as tiene que ser un hombre de sos. Es el protagonista, el hroe,
todo. Debe ser un hombre completo, un hombre comn y al mismo tiempo extraordinario. Debe ser, para
usar una frase remanida, un hombre de honor. Por instinto, por inevitabilidad. Sin pensarlo y por cierto,
sin decirlo. Debe ser el mejor hombre del mundo y lo suficientemente bueno para cualquier mundo
(Chandler 1989: 341)
188
Con la novela Historia del pelo, aparecida en 2010, Pauls complet la segunda
entrega de su triloga sobre los setenta, proyecto segn el autor- articulado
alrededor de tres fsiles: llanto, pelo y dinero (2010b: 24). Historia del pelo apunta,
144
Gamerro reproducir este trabajo con muy pocas modificaciones en El nacimiento de la literatura
argentina y otros ensayos (2006), bajo el ttulo de Para una reformulacin del gnero policial argentino.
Tambin en su artculo Policial, peronismo y dictadura, que publica en el n 454 de . Revista de
Cultura correspondiente al 9 de junio de 2012, volver a insistir con que el policial es el gnero narrativo
que ms acusa el impacto de la ltima dictadura.
189
La cita devela que, tres aos antes de publicar su Historia del pelo, Pauls ya estaba
pensando en la posibilidad de colocar el eje en la interseccin entre poltica y banalidad.
De manera coherente con este planteo, elige contar el asesinato de Aramburu y sus
efectos desde la historia de la peluca (rubia con claritos) utilizada por Norma
Arrostito durante el secuestro. 145 El hroe, construido de manera descaradamente
autoficcional como en Historia del llanto, es otra vez alguien descolocado de su tiempo,
145
La publicidad del negocio Pelucas y Minipelucas Fontaine, de Felipe Sinpoli, situado en la calle
Arenales 1473, que publica por aquel entonces la revista dominical de Clarn, deca lo siguiente:
Preprese a cambiar de la noche a la maana, o de la maana a la noche, o en cualquier momento. Un
peinado diferente la transforma Fontaine es la clave para las travesuras ms femeninas y los cambios
ms amorosos. Vale la pena curiosear la ltima novedad Fontaine: la peluca que se peina con o sin
flequillo. Fue en Fontaine donde la Organizacin Montoneros compr la peluca que usara Arrostito
para el secuestro (Cf. Saidn 2005: 10-11). En Historia del pelo, el anuncio publicitario de Pelucas y
Minipelucas Fontaine aparece parafraseado en la pgina 185.
190
un manitico del pelo, obsesionado por una poca que venera y que siente que no
vivi, o que hubiera podido vivir de otro modo, con otra edad, o quizs slo con otro
corte de pelo (Op. Cit. Pauls 2010a: 146; nuestro nfasis).
En esta segunda entrega de su triloga, Pauls ensaya la focalizacin mxima en el
llamado veterano de guerra, un hijo temprano al que vemos en el exilio y la
postdictadura sacar provecho de su condicin de ser hijo de y transformarse en un
dealer de poca monta, para luego terminar vendiendo a un coleccionista los escasos
objetos personales que le dejara su padre. Entre ellos, la peluca utilizada por Norma
Arrostito:
Como le sucede con todo, no slo con lo que tiene sino con lo que es y hace, la peluca de Arrostito le
llega a travs de su padre, primero militante montonero, como Arrostito, despus, con el correr del
tiempo, fantico, mesinico enfermo, kamikaze sin remedio. La peluca es de hecho la herencia que su
padre le deja, la nica, aparte de una brjula, un par de botas de montaa y la libreta con las notas que
toma en mil novecientos setenta y uno en la selva misionera, mientras encabeza la Operacin Ortiga,
excursin suicida disfrazada de operativo guerrillero (Op. Cit. Pauls 2010a: 186)
146
Una excepcin a la casi unnime reivindicacin de la militancia de los padres lo constituye Cmo
enterrar a un padre desaparecido (2012), de Sebastin Hacher, donde la hija del detenido-desaparecido
Manuel Javier Corral afirma que le tiene absolutamente sin cuidado cul fue exactamente la trayectoria
militante de su progenitor.
191
una versin a escala ciudad del tren fantasma, su juego preferido del Italpark (Pauls 2010a: 166-
167)
Con motivo del estreno en los cines argentinos de la versin reducida del
docudrama Carlos (2011) de Oliver Assayas sobre la vida del miembro de la Frente
Popular para la Liberacin de Palestina Illich Ramrez Snchez, Fresn vuelve a exhibir
su pasado como hijo temprano [exiliado]:
El pasado es un pas extranjero, all siempre hacen las cosas de manera diferente y, en este caso, el
pas extranjero en ese pasado se llama Venezuela. All voy: rapidito y sin aviso. Malos aires en
Buenos Aires, atmsfera irrespirable, mediados de los aos 70. Y all aterrizo junto a mis padres: en
la tierra a la que lleg el Corto Malts y de la que sali Illich Ramrez Snchez alias Carlos alias El
192
Chacal [] Y Carlos es una de las noticias que marcan el fin de mi infancia. Un titular que permanece
impreso en mi memoria. (Fresn 2011: 4)
A qu se refera mi padre cuando caa en esos trances profticos? [] O tal vez ya intua las
disonancias del 68, donde los jvenes dejaran de ser dandies para salir a las calles o quemar sus
propias escuelas en las pantallas de los cines? Habr sido mi padre un torpe Nostradamus de la
msica pop o un idelogo que como suele ocurrir con los idelogos- tena ms visin que autntico
talento? []
Siempre hay un instante de encandilante omnisciencia en la cada. El premio consuelo para quien
comprende que no alcanzar la lnea de llegada. Tal vez mi padre intuyera que toda esa ropa extraa
no demorara en ser canjeada por trajes de Yves Saint-Laurent y Pierre Cardin y que la nueva
transgresin pasara por otros territorios: protestas, guerras, asesinatos, revueltas, revoluciones.
Londres no tena nada de eso. Londres no poda competir. Londres era una ciudad satisfecha. Lo nico
que le quedaba a Londres eran las drogas y un puado de pelculas que haban envejecido demasiado
rpido. (Fresn 2003: 134-136)
147
La polmica fue trabajada en mi ponencia Trivializacin de la poltica o politizacin de lo trivial?
Historia del pelo (2010), de Alan Pauls (ISBN 978-987-544-517-8), presentada en el Cuarto Congreso
Internacional CELEHIS (Mar del Plata, 7, 8 y 9 de noviembre de 2011). En trminos de memoria de la
literatura I, el personaje del veterano de guerra de Pauls recuerda a la Princesa de Informe de Pars
(1990), de Paula Wajsman, figura ficcional que tambin sobrevive en el exilio como dealer. Toda la
novela de Wajsman resulta altamente disruptora en tanto no escenifica las penurias del exiliado poltico,
194
Varios privilegios atienden a la prctica de la crtica de autor: el derecho a la primera persona y, por
consiguiente, a hablar desde los sentimientos y las emociones; un relativo derecho a la ignorancia o
por lo menos a la irresponsabilidad bibliogrfica (el crtico acadmico, en cambio, es aquel que debe
leer toda la literatura anterior sobre determinado tema antes de permitirse decir una palabra propia) y
aqu sutilmente pasamos del terreno de los derechos al de los deberes- la decisin de escribir no en
jerga de especialistas o iniciados sino en un lenguaje accesible a los lectores cultos en general.
(Gamerro 2006: 11-12)
Gamerro inaugura Esta orilla con el ensayo que da ttulo a todo el volumen,
donde hipotetiza un doble origen para la literatura argentina, recuperable en sendos
textos firmados por Esteban Echeverra: La cautiva (el poema malo) y El matadero
(el cuento bueno). La formulacin de Carlos Gamerro abreva en una hiptesis ms
general, formulada por David Vias en Literatura argentina y poltica. De los jacobinos
su deseo de regresar a la patria y la tristeza por los amigos desaparecidos, sino que pone el foco en la
picaresca del exilio, vivido como joda en una sociedad tanto ms permisiva que la de origen.
195
porteos a la bohemia anarquista ([1964] 2005): aquella que sostiene que la literatura
argentina emerge alrededor de la violacin como metfora (El matadero, de Esteban
Echeverra).
Por ltimo, la seccin la otra orilla abre con un trabajo sobre la vida y obra de
Nathaniel Hawthorne (el formato con su correspondiente tono y principio adjetivador-
parece calcado del de Borges en sus reseas para El Hogar). La tercera seccin, que
incluye trabajos sobre determinadas obras firmadas por Truman Capote, J. D. Salinger,
John Cheever, William Burroughs y Aldous Huxley, es la menos lograda en su
pretensin de tender puentes con la literatura argentina.
Haber tenido un abuelo en Gibraltar (es decir, de sangre espaola y cultura inglesa), haber recibido
una educacin inglesa en un pas sudamericano, ensear una literatura en lengua extranjera, mientras
practicaba otra en la propia, nativa (materna, en cambio, para m fueron ambas), son dones o estigmas
que no se borran fcilmente porque resultan tan constitutivos de la identidad cultural como de la fsica
de los genes. (Gamerro Op. Cit. 2006: 12-13).
Sobre Julio Cortzar, Gamerro seala que fue probablemente el primer escritor
en entender a Borges, esto es, en estar en condiciones de mitigar la angustia de las
influencias suscitada por l en los trminos (creativos) de una mala lectura (aqu el
conferencista retoma explcitamente los conceptos de Harold Bloom, sobre quien el
mismo ao 2003 publica el volumen Harold Bloom y el canon literario).
cortazarianos por sobre las novelas, el nico cuento del que se elige hacer memoria de
la literatura I en Las Islas es Esa mujer, de Rodolfo Walsh. 148
148
La siguiente descripcin de Rodolfo Walsh, en Esa mujer: Oscurece por grados, como en el teatro.
La cara del coronel est casi invisible. Slo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga
despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan ruidos remotos. La puerta del ascensor se ha
cerrado en la planta baja, se ha abierto ms cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus
caeras, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas. Y ahora el coronel se
ha parado, empua una metralleta que no lo vi sacar de ninguna parte ([1965] 1985: 166-167). Y su
memoria en Las Islas: Mir hacia el patio, a travs de la persiana entreabierta: noche cerrada, un cielo de
lacre fundido, una delgada pelcula de humedad extendida sobre todo, como si la respiracin del edificio
caeras, elsticos de camas, un perro gruendo en sueos, un viejo tosiendo, el zumbido de mis
mquinas, un telfono sonando en un departamento vaco- circulara por las habitaciones y pasillos y por
el fro se condensara sobre sus paredes, macetas, baldosas, puertas, ventanas (Op. Cit. Gamerro 1998:
104).
149
Marrn, apellido falsamente afrancesado de Ernesto, en verdad alude al color oscuro de su piel de
hijo adoptado: el marrn caca, marrn villa! con el que lo torturan sus compaeritos de colegio ingls.
198
150
A ttulo anecdtico: Michael Franks fue tambin profesor en la Universidad de California en Los
ngeles (UCLA), donde Gamerro realiz estudios de cine.
151
Uno de los micro relatos ms bellos de Cien aos de soledad es la historia de amor prohibido entre
Meme Buenda y Mauricio Babilonia, con su explcito trasfondo social: la nia rica que se enamora de un
aprendiz de mecnico, y se le entrega a escondidas en la propia casa paterna. Como se sabe, cada
aparicin de Mauricio Babilonia es precedida por una nube de mariposas amarillas, las mismas que
revolotean por ltima vez cuando los amantes son descubiertos, y Mauricio abatido de un escopetazo que
lo deja paraltico de por vida
199
de los bustos de Eva, Gamerro eligira (como Fogwill en Los pasajeros del tren de la
noche) parodiar el realismo mgico, pero no en sentido antiguo, sino bajtiniano. 152
152
Ac retomamos la distincin entre parodia en sentido antiguo y parodia en sentido moderno que
despliega Linda Hutcheon en Ironie et parodie: stratgie et structure [Irona y parodia: estrategia y
estructura]: Y el uso moderno de la parodia no parece, en ningn caso, apuntar al ridculo y la
destruccin. Dentro de este uso moderno, la parodia implica ms bien una distancia crtica entre el texto
en segundo plano que es parodiado y el nuevo texto que est cincelndose, una distancia sealada
ordinariamente por la irona. Pero esta irona es ms euforizante que desvalorizante, o ms crtica en
trminos analticos que destructora (1978: 468; nuestra traduccin).
200
Prez Gil es rebautizado X-9 (al prisionero Mario Villani le dan la letra X y
el nmero 96), cambia numerosas veces de CCDTyE, se le adjudican tareas de
mantenimiento en el (inexistente) Pozo Coto para, finalmente y a pedido de sus
captores, arreglar una picana averiada. En su declaracin, pide a los jueces que lo
escuchan lo mismo que haba pedido Villani durante su testimonio dado el 22 y 23 de
mayo de 1985: utilizar el trmino mudanza para referirse a un cambio de CCDTyE y
reservar la palabra traslado tal como ocurra en la jerga de los campos- como
sinnimo de asesinato.
Y de este modo llegamos al final de nuestra charla. No voy a decir nada en particular sobre los autores
de mi generacin, dado que probablemente ustedes los conocern por s mismos y no quiero
influenciar en su mejor juicio. Pero hay una cosa que me gustara decir sobre nosotros, considerados
como un grupo. Si lo que dije al comienzo no es enteramente falso, entonces los autores de mi edad
han de enfrentar el desafo mayor, puesto que no hay monstruos en la historia argentina que se
comparen con la mayor campaa del terror que este pas conoci jams. Ricardo Piglia, uno de los
crticos y escritores sobresalientes de la actualidad, sostiene en su estimulante primera novela,
Respiracin artificial, que no podemos decir nada sobre el mundo de Auschwitz un mundo ms all
del lenguaje. Auschwitz, claro est, era su modo de nombrar la ltima dictadura militar cuando
todava estaba en funciones, en la poca en que su novela fue escrita y publicada. La literatura para
no decir sus escritores- se siente impotente frente a la magnitud de esta tarea. Haremos todo lo
153
En el ao 2011, Fernando Reati public Desaparecido. Memorias de un cautiverio. Club Atltico, El
Banco, El Olimpo, El Pozo de Quilmes y ESMA, conjunto de entrevistas realizadas a Mario Villani, donde
ste cuenta su experiencia.
201
posible, y ojal lo poco que podamos lograr sea recogido y continuado por otros que sigan nuestros
pasos. (Gamerro 2003: mimeo, mi traduccin)
154
La topografa de animales (Puma, Pingino, etc.), desplegada en las cartas del to Nelson que
aparece en Los ojos as alude a: el ex Capitn de Corbeta Jorge Perrn (alias Puma); el ex Teniente de
Navo Ral Enrique Scheller (alias Pingino); el ex Capitn de Corbeta Jorge Eduardo Acosta (alias
Tigre); el ex Teniente de Fragata Alfredo Ignacio Astiz (alias Cuervo); el ex Teniente de Navo
Antonio Pernas (alias Rata) y el ex Capitn de Fragata Nstor Omar Savio (alias Halcn o
Pantera).
202
disparador de las primeras conjeturas, operara para el caso de las novelas de Guebel
como catalizador de la sobreinterpretacin del lector. 155
En el captulo anterior hemos visto que una de las propuestas que traen los
narradores nucleados alrededor de la revista Babel es la novela extica (deudora de la
formulacin de Severo Sarduy), que esgrimen como un posible antdoto contra los
excesos de color local y postulan como una paradjica novedad literaria. En el editorial
Nuevos avances y retrocesos de la nueva novela argentina en lo que va del mes de
abril, que firma Martn Caparrs y donde son desarrollados estos conceptos, se
empalma la imagen del desierto pampeano con la idea de poblarlo por medio de
ficciones novelescas hipercivilizadas:
Al principio de estos ochenta, escritores cuarentones que nunca trabajaron la narrativa Roger Rabbit
intentaron, quizs inadvertidamente, una operacin: hacer del desierto, del vaco pampeano, un
demasiado lleno, un lugar de la hipercivilizacin. Estn los ltimos cuentos de Fin de juego, de
Miguel Briante, que hacen de la pampa un campo de la metafsica, o algo as. En El entenado, de
Juan Jos Saer, los indios se lanzan a bebercios y comercios que llenan el espacio con los ecos de una
cultura del pacer y el placer. Y, sobre todo, en Ema la cautiva, de Csar Aira, los indios pampeanos
aparecen como refinados mandarines, seores de la guerra que comen pavos braseados en coac y
acicalan cuidadosamente sus dispendiosas sedas.
Revertir el mito. Hacer del vaco un exceso fue una forma de extraamiento. Ahora, ltimamente, el
extraamiento parece tomar caractersticas ms directas: el mismo Aira con su novela china [Una
novela china, 1987], la novela egipcia de Laiseca [La hija de Kheops, 1989], el Lorelei de M.
Cohen. [El odo absoluto, 1989], el ambiente caballeresco de Daniel Guebel [Arnulfo o los infortunios
de un prncipe, 1987], el ligero tinte germano de Alan Pauls [El coloquio, an indita para ese
entonces], mi novela griega [La noche anterior, tambin indita] (Caparrs 1989: 44)
155
Por desgracia, un ttulo ya es una clave interpretativa. Es imposible sustraerse a las sugerencias que
generan Rojo y negro o La guerra y la paz. Los ttulos que ms respetan al lector son aquellos que se
reducen al nombre del hroe epnimo, como David Copperfield o Robinson Crusoe, pero incluso esa
mencin puede constituir una injerencia indebida por parte del autor. Pap Goriot centra la atencin del
lector en la figura del viejo padre, mientras que la novela tambin es la epopeya de Rastignac o de
Vautrin, alias Collin. Quizs habra que ser honestamente deshonestos, como Dumas, porque es evidente
que Los tres mosqueteros es, de hecho, la historia del cuarto. (Eco 1986: 10)
205
calles ostentan el nombre de Praga y Dek). 156 Cuando el lector recaba que otro de
los policas se llama Mossalini (Mussolini?) y el mdico forense, doctor Kalewska
(por Galewski, el personaje de Sebregondi se excede?), comienza a sospechar que
toda la novela funciona como una desquiciada alegora del fascismo.
Pauls no se priva de repetir la pregunta que J. L. Borges haba planteado en
Deutsches Requiem (pueden los asesinos ser melmanos y amar la poesa?),
deslizando los sentidos de esta supuesta novela policial hacia la historia argentina
reciente. Aqu tambin, como en Respiracin artificial, sta aparece tramada con el
pasado nacionalsocialista.
En efecto: los criminales que asolan Ciudad del Este tienen para sus vctimas un
tratamiento que mezcla por partes iguales el comportamiento propio de un grupo de
tareas (vejaciones, quemaduras con cigarrillos, golpes con cachiporras) y el de los
Sonderkommandos de los campos de exterminio nazis (los hombres son incinerados
como una pia de leos secos). A diferencia de lo que ocurre en las novelas de
Guebel antes reseadas, aqu la clave de lectura que propone el ttulo (El coloquio) s
arma sistema con aquello contenido en el cuerpo de la novela: un intento de reescribir
en clave poltica la novela extica.
Si, como hemos expuesto en el captulo anterior, el modo en que los miembros de
la generacin ausente eligieron para relacionarse con la generacin de sus mayores no
fue el modelo de conflicto, sino el de un dilogo posible, el ttulo El coloquio de la
novela de Pauls aludira a esa modalidad, aunque ahora en trminos de memoria de la
literatura I. Por ltimo: todas las novelas de los autores estudiados se construiran a
partir de la figura del coloquio, por lo que su aspiracin a ser encuadradas como lo
nuevo no estara relacionada con una cualidad textual constatable, sino con el afn de
activar una lgica propia del mercado de los bienes simblicos, precisamente en
momentos en que ste se encontraba sumido en una profunda crisis.
156
El Odradek es una criatura imaginaria que aparece en el cuento Las Preocupaciones de un padre de
familia, incluido en el volumen Un medico rural (1920), de Franz Kafka. Tambin se hace presente en el
bestiario El libro de los seres imaginarios (1967), de Jorge Luis Borges.
206
diciembre de 1987, aunque recin publicada en 1992). En ella, los peridicos traen
noticias de citaciones y procesos a militares, que son ledas obsesivamente por el
hroe, Martn. Se aclara sobre el mismo que era apoltico, la mera idea del
totalitarismo lo pona fuera de s, le causaba un espanto inimaginable, un pavor que lo
asfixiaba (Op. Cit. Aira 1992: 93 y 204, respectivamente).
Con un arranque taimadamente realista (Martn, su esposa Adriana y sus dos
hijos vacacionan en la provincia de Crdoba, donde conocen -cuando no!- a Csar
Aira, un distinguido escritor que pronto muestra la hilacha: padre de familia,
homosexual reprimido, millonario, cocainmano, comete el peor de los pecados: le
faltaba lo principal: la simplicidad), la trama de Embalse pronto desva hacia la ciencia
ficcin ms extrema. El apacible pueblo cordobs se revela como laboratorio de
confusos experimentos sobre humanos y animales, cruzas kafkianas que contradicen
toda biotica. Frente a la inminente aparicin de la liebre giniebrina, los generales
(que no precisan ms identificacin que sta) desatan una ofensiva nuclear contra la
provincia. Sabindose condenado por la radioactividad, el hroe reflexiona que:
Haba algo peor que morir: que murieran tambin los nicos que podan llorarlo, los nicos que lo
extraaran, que lo amaban Era una inmensa nostalgia [] No es que Martn no hubiese pensado en
su muerte, y en las cosas peores que la muerte, como piensa todo el mundo. Ms de una vez,
reflexionando sobre el tema, haba llegado a la conclusin de que lo peor de todo sera caer en manos
de los militares que haban gobernado el pas, y sufrir las torturas: la electricidad, las uas arrancadas,
las inmersiones, las mutilaciones. (Op. Cit. Aira 1992: 219).
En las antpodas del trabajo sobre el pasado reciente en los trminos adornianos de la
negatividad (tal como lo hicieran, por ejemplo, Ricardo Piglia y Juan Jos Saer), la
ltima frase de Embalse mientras Martn se hunde en las aguas del lago para intentar
vanamente aplacar la calvarie de los efectos de la explosin sobre su cuerpo- es
directamente estentrea:
El agua le azot los ojos ciegos. Trat de levantar la cabeza como un ltimo gesto Ya no tena boca
para gritar, y es dudoso que lo hubiera hecho de todos modos, pero algo en l alcanz a pensar unas
palabras todava: Muero por la Argentina y por el presidente Alfonsn. (Op. Cit. Aira 1992: 222)
La nica novela de Aira que podra ser llegada a leer en trminos de la elipsis, la
alusin y la figuracin como estrategias [para] rodear el ncleo resistente y terrible que
se denominaba lo real (Op. Cit. Sarlo 1987: 35) es Los fantasmas, con fecha de
escritura el 13 de febrero de 1987, pero publicada por Grupo Editor Latinoamericano en
207
lo ya ensayado por Daniel Guebel y Gustavo Nielsen: hacer del disparate una instancia
tica. Lo logra utilizando los procedimientos airianos prototpicos de la fuga hacia
delante (Cf. Speranza 2001) y el continuo (Cf. Contreras 2002) y a los fines de dar
una reversin particularmente iconoclasta de un tpico considerado intocable en el
plano de la memoria social: la apropiacin de nios.
Dcima novela de Strafacce en ser publicada, Ricardo y Mercedes (2013) tiene
como marco la dictadura de los herederos ideolgicos del fallecido general Jos
Cosmelli Lanzzeta (una alusin directa a Jorge Rafael Videla). Atravesados por ella
desfilan personajes reales Hebe de Bonafini, Rodolfo Enrique Fogwill, Antonio
Carrizo, Susana Jimnez- y figuras de nombres regocijantes Mecha, Gofieguito, la
modista Puntilla , el psicoanalista Licenciado Tortolo, los Lpez Pagiola, Don
Bienvenido-, que dan carnadura a bsquedas identitarias y vocacionales, enredos
amorosos y aventurillas sexuales.
La escena donde Mecha se entrevista con Hebe con motivo de la desaparicin
de sus padres, Don Bienvenido y Doa Filomena, y sta la deriva con un gesto
imperial a la oficina de H.I.J.O.S. (una organizacin rival con la que, sin embargo,
mantena acuerdos) es una de las ms logradas (Cf. Op. Cit. Strafacce 2013: 76-80).
Mencin aparte merece la descripcin de la fiesta (que degenera en fiesta hiperbrea,
en el sentido que le da al trmino Hctor Libertella) celebrada a raz del embarazo de
Mecha. Traemos una nica y extensa cita para ilustrar el logrado manejo del tono
airiano por parte de Strafacce:
Caviar y langosta, cochinillo y centolla, tocino, panceta, ojo de bife, pastel de papa, arroz con pollo,
puchero, carbonada, sushi, fetuchini, polenta, mondongo, liebre, cerdo, corderito, bola de lomo,
radicheta, milanesa, en fin: para qu describir (hasta la extica y deliciosa carne de seso de mono
vivo formaba parte del men) los manjares que los camareros, que surcaban los jardines con las
bandejas en ristre y la sonrisa pletrica de eficacia y conviccin, depositaban en las mesas?
La noche, para colmo, no poda mostrarse ms de acuerdo con la celebracin. No haca ni fro ni calor.
O haca las dos cosas a la vez. Distribuidos por los matres en mesas de cinco o seis participantes,
segn una lista confeccionada de acuerdo a las afinidades existentes entre los invitados (los deportistas
con los deportistas, los de la farndula con los de la farndula, los polticos con los militares y los
eclesisticos), todos la pasaban brbaro. Se departa, se disfrutaba, se coma a cuatro manos y se beba
a lo loco. Los trabajadores de sexo que, oliendo el dinero, se haban infiltrado en la fiesta (chongos,
putas, dominatrices Hasta algunos travestis haban logrado colarse) no estaban, lgicamente,
previstos en el protocolo. De todas maneras, se las arreglaron para acomodarse cada uno en alguna
mesa donde, discretos y empecinados a la vez, no cesaban de ofrecer sus voluptuosos servicios para el
fin de la velada. (Strafacce 2013: 39-40)
210
157
En el triste destino de los restos de Esteban Echeverra, cuyos huesos, durante el sitio de
Montevideo, se mezclan en el cementario con los de los otros muertos, resuena el destino de los
detenidos-desaparecidos. Al respecto, el autor seala que Esteban Echeverra nunca fue encontrado. Su
cuerpo itinerante, lo que qued de l, nunca apareci (Kohan 2000: 170; nuestro nfasis).
212
trrido romance con el poeta, discurre con su padre de esta forma sobre la pureza de
sus sentimientos para con Echeverra. Dice el padre: De qu espritu me habls, puta
del orto, si yo veo cada noche como te garcha ese cretino?. Y as se defiende Luciana:
Gaucho bruto y afiebrado [] ciego a las delicadas sutilezas del amor bien hecho
(Kohan 2000: 87).
En Los cautivos, Kohan aprovechara adems el auge de la novela histrica
bestsellerista (que tuvo su pico mximo en el ao 2000, con los 70.000 ejemplares
vendidos de Don Jos, de Jos Ignacio Garca Hamilton) para obligar al lector a
consumir otra cosa.
Similar amalgama de memorias de la literatura I (novela histrica
bestsellerista en conjuncin con novela histrica a la manera de Aira), parece estar
realizando Carlos Gamerro en El sueo del seor juez (tambin publicada en el ao
2000 en la editorial Sudamericana, aunque en la coleccin narrativas argentinas),
donde despliega la (pre)historia del pueblo de Malihuel. (Mal y well? El mal y el
bien?)
Se trata de una verdadera fundacin espacio-temporal para su ficcin: el eje
Buenos Aires-Malihuel y los aos 1877 y 1977, aos clave en las temporalidades en
que se desarrollan, respectivamente, la dictadura onrica del Juez en El sueo del
seor juez y la dictadura (caracterizada como cvico-militar) que propicia la
desaparicin de Daro Ezcurra en El secreto y las voces (puestas en sutil paralelo segn
la lgica del eterno retorno).
El sueo del seor juez sorprende nuevamente por el uso pardico (en sentido
bajtiniano) del tono y los tpicos del realismo mgico. Gamerro, como Kohan en Los
cautivos, retrocede hasta el siglo XIX para referir la dictadura en clave de pasado (Cf.
Op. Cit. Avellanera 1997). En trminos de memoria de la literatura I, la apuesta de
Gamerro parece ser la de amalgamar dicha frmula con una peculiar inflexin del
gnero novela de dictador, sumando a todo ello la disparatada torsin perpetrada por
Csar Aira sobre el gnero de la novela histrica.
De todas formas, Los cautivos avanzara un poco ms all que la novela de
Gamerro, puesto que el contexto mismo de publicacin es usado aqu a favor del
trabajo de la memoria. De manera slo aparentemente paradjica, la tensin
literatura-mercado que Caparrs denunciaba como una defeccin, es ganada por
Kohan para la poltica.
213
Por todo lo dicho, en Los cautivos, se dejara leer no slo una poltica de la
literatura, sino tambin una poltica de edicin, que de manera subrepticia- socava
desde adentro el discurso omnvoro y acrtico del mercado.
158
El Ojo Mocho. Revista de Cultura y Crtica Cultural (n 1: Verano 1991- n 20: Invierno/ Primavera
2006) tiene en su Grupo Editor a Emilio Bernini, Christian Ferrer, Horacio Gonzlez (que en algunos
nmeros figura como director), Jung Ha Kang, Guillermo Korn, Mara Pa Lpez, Facundo Martnez,
Eduardo Rinersi y Esteban Vernik. Ya desde el ttulo (pensado segn Gonzlez como una humorada) se
coloca en la vereda de enfrente de Punto de Vista.
214
159
La revista milpalabras (n 1: otoo 2000 - n 5: otoo de 2003), que aparece cada tres meses, tiene en
su direccin a Alejandra Laera, Graciela Speranza, Marcelo Cohen y Gonzalo Aguilar. Martn Kohan
participa de la direccin slo en los dos primeros nmeros, luego de los cuales se retira del proyecto.
Cada nmero est armado sobre un eje temtico. Contra el discurso acadmico prototpico, los artculos
tienen un marcado tono ensaystico y carecen de notas al pie (la bibliografa utilizada se ordena bajo el
rtulo lecturas y nunca supera los seis ttulos). El corpus literario elegido es casi siempre narrativo.
Mantiene las secciones: plstica; entrevista; burrillo e ideas.
215
reconocimiento, furioso o entristecido, de que las cosas se degradan y que muy difcilmente la accin
humana pueda hacerlas cambiar (en el caso de Fogwill). El otro cinismo, el que practica Ass, hunde
sus races en el poder y no nada contra la corriente sino que celebra el estado de cosas sosteniendo que
es el nico posible. Como posee intuiciones certeras, puede fabricar brillantes baratijas (el maldito soy
yo), que algunos intelectuales con tal de parecer raros, corren a comprar. (Aguilar 2002: 62)
A nota al pie, Lafforgue aclara que Las tumbas (1972), de Enrique Medina se
trata del libro ms vendido en el pas de un escritor de su generacin: sobrepasa los
250.000 ejemplares en 1986 (Op. Cit. Lafforgue 1988: 165). Frente a esto, cabra
160
En Nuestro modo de vida, novela cuya ltima versin es de 1981, pero que permaneci indita hasta
junio de 2014, el personaje de Fernando se entusiasma con la novela La farsa, un best-seller ficticio que
remite a Flores robadas en los jardines de Quilmes.
216
Los posibles puntos de cruce que se intentan esbozar en este pargrafo entre Jorge
Ass y Jorge Lanata comenzaran a volverse algo menos aventurados si se los piensa en
trminos de construccin de una similar autoimagen de escritor.
Ambos han sido o continan siendo periodistas de alta visibilidad, por lo que
reciben un importante apoyo por parte de los medios para los cuales trabajan en la
instancia de promocionarse como escritores. Ambos gozan, en consecuencia, de una
considerable popularidad entre el pblico lector no especializado, hecho que slo se ve
empaado por la nula aceptacin que sus proyectos narrativos encuentran en el seno de
la Academia. (En trminos de Nora Catelli: detentan un considerable xito editorial
contra una prcticamente nula consagracin literaria.) Por ltimo, ambos reivindican el
ejercicio del cinismo como una forma de aproximacin vlida para revisitar el pasado
reciente.
En el caso de Muertos de amor habra, adems, una explcita voluntad por parte de
su autor de intervenir desde una posicin autoconstruida en trminos generacionales en
un debate que hasta entonces haba sido prcticamente monopolizado por los coetneos
y/ o partcipes directos de la experiencia foquista liderada en la provincia Salta entre los
meses de junio de 1963 y abril de 1964 por el Comandante Jorge Ricardo Segundo
Masetti.
161
Entrevistado por Daniel Molina para El Porteo en febrero de 1985 (Yo soy un clsico), Ass haba
afirmado sobre su condicin de mejor vendido: Nadie me perdonaba haber tenido xito. Lo que
tendra que haber hecho era no haber existido, haberme callado la boca o haberme exiliado. O haber ido
en cana o tendra que haberme hecho matar. Como soy tan pelotudo que no me prend en ninguna de esas
opciones, met la mano en el tacho de porquera, banqu muchsimas cosas, creo que mantuve la
dignidad... (Ass [Entrevistado por Daniel Molina] 1985: 82).
217
Ya desde el ttulo, que cita uno de los versos del poema egep de Alberto
Spunzberg, publicado originalmente en el apartado Poemas a los guerrilleros del n 4
de marzo de 1965 de La Rosa Blindada, 162 en el cual coexisten los homenajes a Ral
Gonzlez Tun por su 60 aniversario y al EGP (a un ao de su aniquilacin por parte
de la Gendarmera), Lanata elige colocarse en dilogo desafiante con la llamada
generacin militante. Lejos de cualquier tono reivindicativo, reduce la experiencia
foquista a un delirio sangriento, y utiliza la experiencia fallida del EGP (que no logr el
apoyo popular y cuya presencia en el monte como la del Che en Bolivia- termin
siendo denunciada por los mismos campesinos) como parbola del fracaso de toda la
izquierda revolucionaria en la Argentina
Que Muertos de amor de Jorge Lanata haya logrado mantenerse en la lista de best-
sellers (oscilando entre el segundo y el quinto puesto de los libros ms vendidos)
durante todo el invierno de 2007) nos retrotrae a un problema que sobrevolaba todos los
interrogantes planteados por Andrs Avellaneda en el artculo que escribe sobre Flores
robadas en los jardines de Quilmes para el n 125 de la Revista Iberoamericana,
publicado en diciembre de 1983 ( Best-seller y cdigo represivo en la narrativa
argentina del ochenta: el caso Ass): por qu el gran pblico prefiere leer una versin
tergiversada y/ o tendenciosa (aunque tranquilizadora) de la historia reciente?
162
La aparicin de la revista La Rosa Blindada (octubre de 1964 a septiembre de 1966: nueve nmeros en
total), es sintomtica del conflicto generacional y cultural, pero tambin poltico, que enfrent a la
Nueva Izquierda Intelectual con la llamada izquierda tradicional en el seno del Partido Comunista
Argentino. La Rosa Blindada toma el nombre del poemario homnimo de Ral Gonzlez Tun (1905-
1974) dedicado a la insurreccin de los mineros de Asturias. Si bien pretende tener una frecuencia
mensual (y lo expresa bajo la forma del subttulo: Aparece el primero de cada mes), sufre
interrupciones en los meses de verano (enero-febrero) a partir del cuarto nmero, volvindose bimensual
a partir del n 6 (septiembre-octubre de 1965). En su Direccin aparece como director de honor el poeta
Ral Gonzlez Tun (hasta el n 5 inclusive) y los tambin poetas Carlos Alberto Brocato y Jos Luis
Mangieri. En el rubro Narrativa, aparecen Andrs Rivera, Horacio Nstor Casal, Estela Canto y
Octavio Getino; en Teatro, Roberto Cossa, Andrs Lizarraga y Susana Valls; en Literatura Infantil,
Javier Villafae; en Poesa, Juan Gelman, Guillermo B. Harispe y Ramn Plaza; en Historia, Len
Pomer; en Cine, Roberto Raschella, Roberto Aizemberg y Nemesio Jurez; en Plstica, Oscar Daz,
Carlos Gorriarena, Hugo Griffoi y Norberto Onofrio, y en Diagramacin, Oscar Daz. En el n 6 se
incorporan a la revista Oscar Tern y Carlos Olmedo. En el mismo nmero, Andrs Rivera pasa a formar
parte de la Secretara de Redaccin y se agregan en el rubro Poesa Julio Huasi, Eduardo Romano,
Juana Bignozzi y Alberto Szpunberg. Si bien el grupo La Rosa Blindada no brind apoyo logstico al
EGP, como s lo hizo el grupo Pasado y Presente, ya desde la portada, todo el n 4 de La Rosa Blindada
es un sentido homenaje a la experiencia foquista liderada por Jorge Ricardo Masetti. En efecto: la
ilustracin de tapa (en amarillo) es un grabado de Carlos Giambagi que muestra un grupo de tres
guerrilleros descansando (o muertos?) bajos los rboles. En el n 4, adems de egep, se incluyen
hechos, de Juan Gelman y Orn, del mismo Alberto Szpunberg en el apartado titulado Poemas a los
guerrilleros.
218
La respuesta ms obvia tiene que ver con cuestiones a las que ya hemos hecho
referencia: la exitosa construccin de una autoimagen de autor a caballo entre el
periodista estrella y el escritor novel realizada por Lanata desde Polaroids (1990) e,
indudablemente, el publicar Muertos de amor respaldado por todo el aparato de
promocin y distribucin de Alfaguara (parte entonces del grupo espaol PRISA). La
otra respuesta tiene que ver con que la publicacin se presenta por parte de Lanata
acompaada de dos certeras operaciones.
163
Dos son los testimonios de Hctor Jouv que aparecen en Muertos de amor: las entrevistas con Daniel
valos para su libro La guerrilla del Che y Masetti en Salta, 1964. Ideologa y mito en el Ejrcito
Guerrillero del Pueblo. Testimonio de Hctor Jouve ([2003] 2005) y su testimonio para la revista
cordobesa La Intemperie.
219
En la cita es clara la voluntad por parte del autor de Muertos de amor de apelar al
sentido comn de la gente, deshistorizando por completo la experiencia foquista
liderada por Masetti y la lgica interna del EGP, que podramos homologar a la de la
secta religiosa. Tal como lo seala Horacio Tarcus en La secta poltica. Ensayo acerca
de la pervivencia de lo sagrado en la modernidad, sta es una forma parcialmente
secularizada de la secta religiosa, cuya identidad ideal propugna la cuasi disolucin del
individuo en el todo grupal (Cf. Tarcus 1998: 28-31).
Por lo mismo, las afirmaciones del tipo No se hace una revolucin secuestrando a
un empresario ni fusilando a un colimba en la calle que abundan en las entrevistas de
promocin de la novela seran un tiro por elevacin contra las organizaciones poltico-
militares Montoneros y Partido Revolucionario del Pueblo, que ejercieron estas
prcticas en contextos histricos especficos (y que nada tenan que ver con la lgica por
detrs de los fusilamientos internos en el EGP). 164
Como seala Gabriel Rot en una columna de opinin publicada en . Revista de
Cultura el 12 de mayo de 2007:
Lanata no slo se desinteresa de la historia de los guerrilleros del EGP y su contexto poltico y
cultural, sino que cae en un pseudo historicismo para legitimar una posicin poltica: muerte,
autoritarismo, irrealidad son parte indivisible de la revolucin. Para ello recurre a episodios tan
verdicos como lamentables, manipulndolos para que certifiquen su posicin. El atajo que tom fue
ocuparse de los fusilamientos en el monte y extraer a partir de ellos su teora acerca de la psicopata de
los jefes y la ingenuidad suicida de sus seguidores [] As resume Lanata la intrincada trama
revolucionaria: una empresa de ilusiones que no encuentra compradores. Y si propios y extraos no
compran, algo hay que hacer. Es hora entonces de escarmientos. Todo para demostrar que la
revolucin se come a sus hijos y que el sueo eterno revolucionario no es ms que un peligroso
entramado de locura, violencia y soberbia de unos pocos. [Lanata] est en su derecho de hacer lo que
ms le venga en ganas, pero llamemos las cosas por su nombre: recuperar la historia para contar otra
no es novela histrica, sino una oportunista ficcin o peor an, amarillismo poltico-literario. (Rot
2007: 13)
164
Luego de un juicio sumario, Adolfo Gustavo Pupi Rotblat fue fusilado por mano del propio
Comandante Segundo el 5 de noviembre de 1963. Bernardo Groswald, un ex empleado de banco
cordobs, fue ejecutado frente a sus compaeros el 19 de febrero de 1964.
220
En efecto: Lanata afirma falazmente que [Masetti] termin cercado por las
autoridades del Partido Comunista cubano (2007: 34), cuando en verdad ste fue
fundado recin el 3 de octubre de 1965, cuando ya haca tiempo que el Comandante
Segundo haba desaparecido en el monte salteo. Tambin se equivoca al dar la
adscripcin militante del hijo del General Julio Alsogaray (que no era guerrillero del
ERP, como el autor afirma en la pgina 136 de la novela, sino oficial de una escuadra
de Montoneros).
No saben lo que son, no saben lo que quieren, no saben cmo lograrlo. Son una manga de nenes de
mam y pap, dbiles, enfermos y suavecitos. Todo sera distinto de haber trado hombres. El Cubano
los mira como si fueran parte de un experimento cientfico. Yo ya ni los miro. Todo el tiempo quieren
estar vivos, no entienden que ya estn muertos. Lo dijo el Che: ya estamos muertos. Pero no lo
entienden. Creen que, por algn motivo, van a sobrevivir. Nadie sobrevivir. La manera de sobrevivir
es vencer, y la mejor manera de vencer es disponerse a morir. Vivimos tiempo de descuento. No lo
entienden. Hay momentos en los que sueo con adelantarme e ir yo solo a enfrentar a las patrullas.
Siento realmente que el hecho de que alguien me acompae no hace demasiada diferencia. Puedo
enfrentarlas solo. Y si no pudiera, nadie puede matarme dos veces. (Lanata 2007: 116)
165
Suspendiendo la sospecha sobre su transparencia que envuelve con mayor o menor grado de intensidad
a prcticamente todos los premios literarios existentes, en el Apndice 1 constan los ganadores de cada
uno de los cuatro. En el caso de los Premios Herralde y Alfaguara, se repone la nacionalidad de los
premiados entre corchetes. Por ltimo, se sealan con asterisco simple las novelas cuyos autores fueron
ganadores ex aequo, y con doble asterisco las novelas premiadas que hacen centralmente memoria en la
literatura del decenio 1973-1983.
166
Otra novela premiada por el Grupo Clarn (Edicin 2005) llevada al cine fue Las viudas de los jueves,
de Claudia Pieiro. La pelcula homnima fue rodada por Marcelo Pieyro (que escribi el guin junto a
Marcelo Figueras) y estrenada en septiembre de 2009.
222
2006), de Cristina Feijo. Luego de la novena edicin del Premio que favorece a
Escliar, el premio queda suspendido hasta el ao 2005, en que vuelve a ser convocado
con un Jurado integrado por los escritores Marcos Aguinis, Federico Andahazi, Carmen
Posadas y Marcela Serrano, y por Ricardo Sabanes. Finalmente, la versin local del
premio es suspendida por tiempo indeterminado a partir del ao 2007. 167
De todos los premios existentes, quiz el Planeta sea el de peor fama en lo que
hace a su transparencia.
El primer nmero del suplemento Radarlibros, publicado el 16 de noviembre de
1997, tiene como nota de tapa Plata quemada y se ocupa con morosidad de dar cuenta
del escndalo que suscitara la premiacin de la novela de Ricardo Piglia. La nota
principal, firmada por Gabriela Esquivada, da dos razones para la desconfianza. Por un
lado, la edicin de Plata quemada ya haba sido anunciada para diciembre de 1996 en
Seix Barral (uno de los sellos de Espasa Calpe, integrante del Grupo Planeta). Por otra
parte, al momento del concurso, Guillermo Schavelzon estaba empleado como director
general de la Divisin de Libros del Grupo Editorial Planeta, lo que constituira un
grave impedimento para cumplir con imparcialidad su rol de Jurado. De las dos, la
primera razn se sostiene ms que la segunda, puesto que en todos los staffs de los
sucesivos Jurados que hemos mencionado hay un integrante que ocupa un puesto
gerencial en el Grupo.
Al respecto, Esquivada no gasta tiempo en rodeos: La clave est en las bases
mismas del concurso: un evento hecho a medida de una gran operacin de publicidad
(1997: 1). De manera ms sutil que la tapa acusatoria de Radarlibros, el n 6 de
Magazn Literario de diciembre de 1997 elige opinar sobre la premiacin mediante una
serie de fotos. El copete correspondiente a la que retrata el momento mismo de
otorgamiento de la distincin al autor de Plata quemada dice lo siguiente: Ricardo
Piglia y el bochornoso cheque gigante que ao a ao entrega Planeta. Esas cosas no se
hacen (Magazn Literario 6 1997: 5; nuestro nfasis).
Gustavo Nielsen, uno de los diez finalistas de la fraudulenta Edicin 1997 del
Premio, es el nico participante que iniciar acciones legales: en 2005 logra un
resarcimiento econmico (a pagar por el escritor Ricardo Piglia, el editor Guillermo
167
En la Edicin 2006 resulta ganador Federico Andahazi con El conquistador. La premiacin de
Andahazi, un autor histrico de Planeta, termina definitivamente con la credibilidad del Premio.
224
Schavelzon y la Editorial) de diez mil pesos ms intereses. 168 El descargo realizado por
Piglia en el suplemento Radarlibros correspondiente al 13 de marzo de 2005, donde
denomina a Nielsen el nuevo Carlos Daneri en tanto: como el personaje de Borges
[] piensa que la justicia literaria slo es justa si es l quien gana el concurso, porque
cualquier otro resultado es prueba de una manipulacin y de un fraude, encontrar una
considerable adhesin.
En marzo de 2005, ms de cincuenta intelectuales (entre ellos, Juan Jos Saer,
Hctor Tizn, Len Rozitchner, Juan Carlos Romero, Alan Pauls, Luis Felipe No, No
Jitrik, Carlos Altamirano, Anbal Ford, Horacio Gonzlez, Jos Luis Mangieri, Alvaro
Abs y Alfredo Prior) firman un texto de apoyo, en el que subrayan que la infundada
acusacin contra la probidad de Ricardo Piglia responde a una sola causa: se lo acusa de
ser quien es en nuestra literatura, en la cultura nacional y en el plano internacional y
acadmico. 169
Contra esto, interesa recabar en la lectura que realiza Martn Prieto en el marco del
debate que inaugura el n 66 de Punto de Vista (abril de 2000), titulado precisamente
Literatura, mercado y crtica, donde expresa su repudio por la cualidad comercial de
Plata quemada y desestima por lo mismo la defensa de la novela ensayada por el propio
Piglia en la entrevista de promocin (Crtica y ficcin) publicada en el nmero de
Radarlibros correspondiente al 19 de diciembre de 1999 en trminos de cruce entre
populismo y vanguardia en la lnea de Osvaldo Lamborghini y Ricardo Zelarayn.
168
Sobre los detalles del juicio, VER http://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/7-47897.html y
http://edant.clarin.com/diario/2005/03/01/sociedad/s-03015.htm (consultados el 12.2.2013). El amor
enfermo, la novela finalista de Nielsen, fue publicada en el ao 2000 por Alfaguara. El juicio perdido es
causa, entre otros efectos, de que Piglia se vea imposibilitado de firmar Algunas precisiones sobre esta
edicin que cierra la edicin de La grande (2005), de Juan Jos Saer, si bien es sabido que no fue A.
D. (Alberto Daz, editor de Seix Barral) el autor de este posfacio, sino Piglia.
169
Para la versin completa de la polmica, VER la intervencin de Ricardo Piglia en
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-2094-2005-03-13.html, consultado el 12.2.2013)
170
En el n 1 de Babel, en medio de una resea celebratoria a la reedicin con un tiraje excepcional de
4000 ejemplares en Sudamericana de Respiracin artificial, Daniel Samoilovich afirma que el libro
tendra el san benito del best-seller de prestigio (Samoilovich 1988: 11). El epgrafe que acompaa la
225
An en Plata quemada, Piglia se reconoce como un escritor experimental y asume los riesgos de
jugar con los mecanismos del neopopulismo de mercado []
Del otro lado est Toms Eloy Martnez, slidamente apoyado en la cultura industrial. [] cuando
Toms Eloy Martnez escribe que ese hombre mayor que se masturba ante una ventana, escuchando la
sonata de Csar Franck que Proust hizo famosa, oye los sordos ciegos ojos del deseo abrindose en
lo ms hondo de lo que l es (pg. 16) est dejndose devorar precisamente por ese estilo medio
(bien fait, kitsch hasta la nusea) que la cultura industrial reclama para s. (Link 2003: 330-331;
nfasis del autor)
seccin Anticipos del n 2, que adelanta el relato sobre la hija de Friedrich Nietzsche (El fluir de la
vida) incluido en Prisin perpetua, suena, a su vez, algo irnico: Mientras las primeras letras del
nombre verdadero de Ricardo Piglia empiezan a esculpirse en el bronce aleatorio de suplementos
literarios y listas de best-sellers, Sudamericana publica una nueva recopilacin de sus relatos, Prisin
perpetua (Babel 2 1988: 42). Por ltimo, tambin en el n 2, desde la seccin Vanidades, se parodian
las principales hiptesis sobre el campo literario argentino del autor de Respiracin artificial: Narrar es
como jugar al pker, dijo el padre de Steve. Todo el secreto consiste en fingir que se miente cuando en
realidad se est diciendo la verdad. Batista, vestido de blanco, dice que el citado trozo prueba que Piglia
segrega ms Borges que Arlt: fro, europeo, cerebral y terico, y no clido, latino, pasional como Roberto
Godofredo Christophersen. Eso, siguiendo a Batista, prueba que es Piglia, y no otro, el ltimo escritor
argentino de vanguardia del siglo XIX. Sin embargo, a juzgar por lo ledo, eso es literatura
norteamericana. Pruebas al canto! (Babel 2 1988: 6).
226
ofrecer el futuro producto para hacerlo atractivo. Un ejemplo claro de ello ha sido la aparicin del
Crack narrativo mexicano (1996) [] Hasta ahora, la alfaguarizacin ha afectado principalmente
a la narrativa (el gnero masivo por antonomasia); aunque ya el ensayo ha experimentado algunos
cambios que empiezan a afectar la produccin de conocimiento hecha desde Latinoamrica. (Barrera
Enderle 2002: http://sincronia.cucsh.udg.mx/alfaguar.htm, consultado el 3.3.2013)
De las novelas argentinas premiadas, Una misma noche es la nica que hace
memoria en la literatura del pasado reciente, focalizando en el tpico de la mayora
silenciosa y su responsabilidad en el terrorismo de Estado. Lo hace de manera
coincidente con los ltimos debates historiogrficos, que plantean la necesidad de
evaluar la pertinencia del trmino dictadura cvico-militar para describir lo ocurrido
en nuestro pas entre 1976 y 1983. 171
Las caractersticas del Premio Herralde de Novela son reseadas en detalle por
Daniel Link en su artculo monogrfico Amrica, incluido en Fantasmas.
Imaginacin y sociedad (2009). 172 Aunque escrito a partir de la consigna una ponencia
171
En clave sociolgica, cabra sealar el estudio Los aos setenta de la gente comn. La naturalizacin
de la violencia (Siglo Veintiuno Editores 2013), de Sebastin Carassai.
172
Dotado con 18.000 euros, el Premio tiene su primera edicin en 1983 y lo concede anualmente la
editorial Anagrama a una novela indita en lengua castellana, pudiendo concurrir a l los escritores de
esta lengua, cualquiera sea su nacionalidad.
227
donde exprese sus puntos de vista en torno al impacto que los Premios Herralde y la
reciente designacin de los 39 mejores escritores hispanoamericanos menores de 39
aos tienen en la difusin de la literatura hispanoamericana en el contexto de la lengua,
en su segunda parte arriesga hiptesis que avanzan sobre el espritu mismo del Premio:
Qu poltica podramos deducir del Premio de Narrativa Jorge Herralde? En principio, se trata de un
premio espaol cuyo mbito de eficacia es el mercado europeo del libro, en primer trmino. Los
diferentes jurados del Premio han ido, a lo largo del tiempo, construyendo una figura de la literatura
en lengua castellana que la editorial Anagrama gusta de patrocinar []
Volviendo a la representacin de los escritores novomundanos en los Premios Jorge Herralde la nueva
tendencia, si se consolida en el tiempo, no implicar sino una reconsideracin del campo de actuacin
de editorial Anagrama, es decir su mercado, cada vez menos espaol y cada vez ms
hispanoamericano, o, para evitar palabras cuyos equvocos ya he sealado, cada vez menos nacional
y cada vez ms global. (Link 2009: 302-303)
173
El pasado, una produccin argentino-brasilea dirigida por Hctor Babenco y protagonizada por Gael
Garca Bernal, Moro Anghileri, Anala Couceyro, Ana Celentano, Mabi Abele y Carlos Portaluppi, fue
estrenada el 26 de octubre de 2007 en Brasil. Ciencias morales fue adaptada al cine por Diego Lerman
bajo el ttulo de La mirada invisible (estreno: 19 de agosto de 2010), con una activa participacin del
autor en la escritura del guin. (Kohan tambin aparece fugazmente como actor.)
174
Mientras 1976 es el ao hasta donde lleg nuestra juventud, el personaje de Javier de El pasado se
queja amargamente al ser acusado de traidor con harta liviandad por la gur Frida y su grupo de
discpulos, puesto que l [] muy joven, secuestrado por las fuerzas de seguridad, haba resistido dos
meses de interrogatorios y tormentos sin abrir la boca, sin entregar uno solo de los nombres que le
reclamaban sus verdugos (Pauls 2003: 507 y 147, respectivamente). Por ltimo, mientras aguarda que su
mujer comience el trabajo de parto, el protagonista fantasea con que se iba y Carmen era raptada y para
en cautiverio y los secuestradores se apropiaban del beb para venderlo (Op. Cit. Pauls 2003: 261). Si
bien Rmini baraja otras posibilidades igualmente tpicas de un padre primerizo (que su mujer muera
durante el parto, que su hijo nazca muerto o deforme), no hay dudas que el primero de los terrores
228
Ciencias morales pedira ser leda como parte de la novelstica de Malvinas, Los
Living entrara en dilogo desapacible con la novelstica de hijos, en tanto defrauda
las expectativas del lector. El hroe de esta novela nace en 1974, justo el da de la
muerte de Pern. Pero este schifter no reenva a ninguna parte, puesto que: mi padre no
se meta en poltica, deca, ni quera tener nada que ver con eso: la poltica es para los
que no saben hacer nada bueno, deca y yo, mucho despus, recordara tantas veces esa
frase (Caparrs 2011: 25).
mencionados ancla la novela en suelo local. Lo sealado obligara a revisar la hiptesis de lectura
formulada por Beatriz Sarlo desde las pginas de Punto de Vista, segn la cual: Pauls, de modo
programtico, explora cmo puede ser una ficcin sin poltica y sin historia, que prescinda de sus
alegoras o de sus representaciones. Claro est, no lo hace para suscribir una versin banal de que todo es
poltico (y en consecuencia esa historia del poder del deseo y del amor tambin lo es). Dira, en cambio,
que lo hace porque no encuentra en lo poltico algo que le resulte narrativamente interesante: no hay una
afinidad intelectual entre este narrador y lo poltico. Quien quiera pensar que esta distancia es
radicalmente posmoderna, est en su derecho. Tambin convendra pensar por qu, en una literatura que
pas veinte aos mordiendo lo poltico de diversos modos, un escritor construye un espacio ficcional
independiente y una sociedad de personajes que logran sostener esa independencia. La distancia de lo
poltico es una extranjera radical, una decisin en contra (2004: 18; nfasis en el original).
229
175
Herralde es un ser deleznable, es deleznable la editorial y es deleznable lo que hace con los autores
argentinos. Les obliga a poner un desaparecido por novela. (Fogwill [entrevistado por Patricio Zunini]
http://blog.eternacadencia.com.ar/archives/2010/7627, consultado el 3.5.2013)
230
CAPTULO CUATRO
MEMORIAS DE LA LITERATURA II:
LA FORMULACIN DE UN CANON
una fuerte connotacin negativa) el mercado, ahora debera decirse los lectores.
Segn su explicacin:
Si bien sera ingenuo pensar que las elecciones de los lectores son impermeables a
la influencia del aparato de propaganda que despliegan los grandes Grupos para
imponer determinadas novedades editoriales, el concepto de canon de mercado
interesa para indagar de manera no mecnica (esto en: siempre en trminos
inversamente proporcionales) la relacin entre valor literario y cifras de venta. O, en
trminos de Pierre Bourdieu, entre el valor cultural del libro y su valor comercial.
La lgica que rige la conformacin del canon de mercado, adems, pedira ser
recontextualizada en trminos transnacionales, puesto que muchas veces determinados
autores circulan de manera ms fluida por el mercado extranjero hispanohablante y/ o
en traduccin que en su pas de pertenencia. (Siendo, incluso, mejor recepcionados por
determinada Academia extranjera que por la local. Ejemplo de lo dicho sera Luisa
Valenzuela, una autora cuya novelstica tematiza el pasado reciente.)
(tambin para el caso del binomio Saer-Piglia): el importante rol que tuvo la Academia
en su proceso de consagracin. (Contra esto, el proyecto de Manuel Puig articul desde
muy temprano con la fe anti academicista de los literalistas, encontrando en Severo
Sarduy y Emir Rodrguez Monegal dos de sus ms importantes propagadores a nivel
continental.) Tercero: la importancia de determinados sellos editoriales en la
consolidacin de la presencia de dichos autores en el campo, o bien de determinados
agentes en el proceso de exhumacin de materiales que modifican parcialmente su
recepcin.
Ricardo Piglia es el que logra el ingreso al canon ms temprano de los tres, gracias
al impacto que causa Respiracin artificial (Cf. Sarlo 2006). Tanto en la Encuesta a la
literatura argentina contempornea que gestionan Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano en
1982 como en la encuesta que lanza la revista Humor registrado y cuyos resultados se
publican entre los nmeros 196 y 205 (mayo-septiembre de 1987), la novela publicada
en 1980 recibe un amplio reconocimiento de sus pares. Mientras los sesenta y cinco
escritores pertenecientes a la literatura argentina contempornea interrogados en el
marco de la primera Encuesta mencionan a Piglia tres veces (contra las diecisis veces
en que es nombrado Jorge Luis Borges), los cincuenta escritores y acadmicos que
responden a la pregunta planteada por Humor ubican a Respiracin artificial entre las
diez mejores novelas de la historia argentina del gnero.
Mientras que en Narrathon esta afirmacin aparece acorde con los tiempos que
corran entonces- inficionada de poltica (la cultura, entendida por Saer como la suma
de nuestras representaciones, sera una construccin arbitraria de la opresin, que,
encarnada bajo la forma de la narracin tradicional, es preciso abandonar), ya para
1979, en La selva espesa de lo real, estas convicciones son argumentadas en trminos
de adhesin a la teora macedoniana de la novela.
Respiracin Artificial es la nica narracin argentina de los ltimos tiempos que me interesa discutir
porque plantea seriamente los problemas narrativos: cmo entrar en relacin con lo real, cmo
resolver problemas de referente, de tipo gnoseolgico, epistemolgico, no macanear, no decir me
encontr con fulanita y la quiero mucho y somos guerrilleros los dos. Son todas nociones que hay
que poner en tela de juicio. Lo real es espeso. (Saer [Entrevistado por Mnica Tamborenea y Sergio
Racuzzi] 1983: 6)
Alrededor de 1995, las poticas de Saer y Piglia sufren un casi simultneo punto
de inflexin (Piglia con Plata quemada; Saer con La pesquisa, publicada en 1994). Es
altamente significativo que Saer dedique La pesquisa a Piglia, y subtitule novela
policial (a la manera de Manuel Puig) este ejercicio de las convenciones genricas. Al
respecto, podra aventurarse que algo tuvo que ver con este coincidente abandono de la
239
Las secciones Historia del texto y Lectura del texto de la edicin crtica
incluyen trabajos del coordinador (en coautora con Diego Vecchio y Graciela
Villanueva), Mara Bermdez Martnez, Miguel Dalmaroni, Florencia Abbate, Daniel
Balderston (en coautora con Nicols Lucero), Sergio Delgado, Florencia Garramuo,
Mara Teresa Gramuglio, Graciela Montaldo, Beatriz Sarlo y Dardo Scavino. La
subseccin Testimonios y lecturas de escritores (dentro de Dossier de la obra)
consta de trabajos firmados por Arturo Carrera, Bernardo Carlvalho, Sergio Chejfec,
Milton Hatoum, Martn Kohan, Juan Carlos Mondragn, Alan Pauls y Alain Robbe-
Grillet.
Del 28 al 30 de junio de 2011 toman lugar las Jornadas Juan Jos Saer en la
Biblioteca Nacional. Varias de las intervenciones son reproducidas en el volumen Zona
de prlogos (compilador Paulo Ricci), publicado el mismo ao. Tambin en 2011, en el
n 6 de los cuadernos L.I.R.I.CO. (cuyo director es Julio Premat), se publica una
seleccin de las ponencias ledas durante el coloquio internacional Juan Jos Saer:
archives, mmoire, critique, celebradas entre el 4 y 5 de junio de 2010, organizadas
conjuntamente por la Universidad Paris 8- Vincennes-Saint Denis, la Universidad de
Bretagne Sud-Lorient y la Universidad Nacional de La Plata.
Durante el bienio 2012/ 2013 son editados sus papeles de trabajo (en dos tomos)
y un volumen de sus poemas inditos, nuevamente bajo el cuidado de Julio Premat
(Seix Barral 2012a; 2012b y 2013). La publicacin del primer tomo de los papeles de
trabajo es tema de tapa del n 453 de . Revista de Cultura, para el que escribe una
extensa nota Beatriz Sarlo. En ella, define a Saer como el escritor decisivo de la
segunda mitad del siglo XX:
240
Los Cuadernos confirman lo que, de algn modo, sabamos. La literatura de Saer responde a la
esttica de la resistencia. Sin embargo, no es contorsionada. Es bella y serena, aunque casi siempre
desesperada. La misma textura tienen esas pginas preliminares o desechadas, que no son
filosficamente diferentes a las que se publicaron. Las obras juveniles de Saer lo son por su
cronologa, no por torpezas o indecisiones. Hubo cambios, sin duda, y esos cambios tienen que ver
con su historia. Pero el gran escritor, el escritor decisivo de la segunda mitad del siglo XX, estaba all
desde el principio (Sarlo 2012: 8)
Por ltimo, Saer junto con Juan Gelman y Julio Cortzar, del que se cumple el
centenario de su nacimiento- es objeto de homenaje en el Saln del Libro en Pars
dedicado a la Argentina (21 al 24 de marzo de 2014). En la seccin Cultura y
espectculos de Pgina/ 12 del 23 de marzo de 2014 Silvina Friera (que asiste al
evento como corresponsal) reproduce el juicio emitido en este marco por Martn Kohan:
Saer lo hizo de manera perfecta. l nos plantea un desafo slo comparable al de
Borges, que es el dilema de cmo escribir despus de ellos (Kohan [Entrevistado por
Silvina Friera] 2014: 35).
Dos aos antes, Puig haba adaptado su novela para la escena teatral, tanto en
idioma castellano (el estreno se realiz en 1981, en Espaa) como en ingls, siendo
estrenada en dicho idioma en 1985, en el Bush Theatre de Londres. Como musical, Kiss
of the Spider Woman (libreto de Terrence McNally; msica de John Kander y Fred Ebb;
coreografa de Rob Marshall y direccin de Harold Prince, con Mark Rylance y Simon
Callow en los roles principales) fue estrenada en Broadway el 3 de Mayo de 1993,
donde super las 900 representaciones y consigui once nominaciones a los premios
241
Tony, de los que obtuvo siete (Mejor Musical, Mejor Libreto, Mejor Partitura, Mejor
Actor Principal, Mejor Actriz principal y Mejor Actor Secundario).
177
Es importante aclarar que Manuel Puig ya haba sido tapa (y tema nico, dada la lgica de la
publicacin) del suplemento Primer Plano correspondiente al 21 de julio de 1991 bajo el ttulo de Los
ltimos das de un expatriado. Sobre Puig escriben el editor Toms Eloy Martnez (El que no quera
morir) y Tununa Mercado (No me digas adis). Tambin se publica el cuento indito de Puig
Humedad relativa 95% y La trastienda de una novela, breve texto del autor sobre el proceso
escriturario de Maldicin eterna a quien lea estas pginas (1981).
242
178
Otra importante lectura que plantea Graciela Speranza en Manuel Puig. Despus del fin de la
literatura es que el autor de La traicin de Rita Hayworth se erige en la condicin de posibilidad de las
escrituras-sin-estilo de las ficciones de los noventa, aunque de all extrae la conclusin de que su
escritura es inimitable (Op. Cit. 2000: 224-225), lo que desestimara a Alejandro Lpez (La asesina de
Lady Di), Daniel Link (Los aos noventa y La ansiedad) y/ o Ricardo Strafacce (El crmen de la negra
Reguera) como posibles herederos de Puig.
179
A pesar de esto, Manuel Puig mantiene la primitiva fecha de detencin de Valentn Aguirre (esto es:
el ao 1972), lo que segn coinciden Graciela Goldchluk y Julia Romero en El contorno del fantasma.
Las huellas de la historia en El beso de la mujer araa de Manuel Puig (1997)- se tratara de un error
243
voluntario, que apuntara a la inteligencia de un lector capaz ms all del anacronismo- de leer entre
lneas una crtica a las polticas de seguridad interior del ltimo gobierno peronista.
180
Sobre esta ltima cuestin: Puig tampoco adhiere sin ms al discurso feminista entonces vigente, sino
que, como seala Graciela Goldchluk en La travesa de Valentn: de la vida real a El beso de la mujer
araa, est particularmente interesado en investigar qu ventajas poda tener para la mujer (y para los
romnticos incurables como Molina) el rol de oprimida (Goldchluk 1998: 52).
181
En su aporte para la edicin crtico-gentica de El beso de la mujer araa ( Los posibles narrativos.
Estudio crtico gentico de la fase prerredaccional), Julia Romero trabaja, entre otras cuestiones, las
Anotaciones de la crcel (once pginas manuscritas que registran entrevistas mantenidas en Buenos
Aires por Puig con presos polticos, liberados por el presidente Cmpora en 1973 durante el llamado
Devotazo) en vnculo con el proceso de textualizacin, a lo largo del cual se observa la estilizacin de
la primitiva transcripcin de la oralidad, hasta la casi supresin del lunfardo carcelario. Tambin Graciela
Goldchluk en Distancia y contaminacin. Estudio crtico gentico de la fase redaccional (2002) da
ejemplos puntuales del proceso por el cual Puig modifica en dos sentidos el habla del cuadro del PRT-
ERP: menor frecuencia de aparicin de lexemas propios del argot carcelario y mayor pacatera a la hora
244
182
Para la nmina completa de lo publicado en vida por Lamborghini, VER Strafacce (2008: 829-830).
183
Por lo mismo, en el caso de Osvaldo Lamborghini hemos elegido como mojones de su proceso de
canonizacin las sucesivas versiones de sus obras completas, ms all del impacto que hayan tenido
algunas exgesis crticas. Para una lista de las intervenciones crticas sobre Osvaldo Lamborghini
realizadas hasta el ao 2001, VER Andares clancos. Fbulas de menor en Osvaldo Lamborghini, J. C.
Onetti, Rubn Daro, J. L. Borges, Silvina Ocampo y Manuel Puig, de Adriana Astutti (2001: 86-87). Con
posterioridad a esta fecha, cabe mencionar la aproximacin al autor de El fiord desde las sexualidades
disidentes en Sueos de exterminio. Homosexualidad y representacin en la literatura argentina
contempornea (Beatriz Viterbo 2004), de Gabriel Giorgi.
246
184
En Copi reaparecen la idea de escribir en continuo en trminos de la necesidad de la continuacin
(Aira [1991] 2003: 36) y a la de escritura automtica, se le suma la idea de trama (concepto siempre
caro para el escritor oriundo de Pringles): basta imaginarse un posible desarrollo de la novela para que
ya est sucediendo. Es su aproximacin a la escritura automtica. Salvo que l [Copi] la precede de una
historia (Aira [1991] 2003: 55; nfasis del autor).
247
185
En este marco, interesa recabar en la relativamente temprana traduccin al francs (ao 2005) de los
dos textos ms clebres de Osvaldo Lamborghini en una edicin conjunta de Sudamericana con ditions
du Rocher (Le Fjord suivi de Sebregondi recule, traductores Isabelle Gugnon y Laurence Viallet). La
contratapa del volumen es compartida por el cineasta franco-argentino Gaspard No y Csar Aira, de
quien se traduce un fragmento al francs de su Prlogo a Novelas y cuentos (1988). Como contraste,
recin en enero de 2013 la editorial italiana Libri Schweiwiller public una antologa potica titulada Il
ritorno di Hartz e altre poesie (versin bilinge, con traduccin al italiano de Massimo Rizzante).
249
Los editores Esteban Prado y Esteban Quirs de Puente Areo eligen la ltima
vieta del ltimo episodio de Marc! (sin reproducir la frase del personaje de Blanche
Y a m qu me conts?) para darle una tapa (amarilla, de esttica pop) a la reedicin
del cmic en formato libro. Si bien no reproducen las publicidades (por lo que se ven
obligados a cambiar la composicin de pgina), s se ocupan de sealar y reproducir el
cambio de disposicin (de vertical a apaisada) a partir del episodio de Lina Luna,
mrtir (n 10 de abril de 1972). No obstante, el cambio de formato (de un
preponderante 20x28 cm en la historieta original, los editores eligen darle a todo Marc!
un formato 20x14, que es el que tiene la Top entre los nmeros 10 y 15, apaisados)
encoge sensiblemente las vietas reproducidas como libro.
En verdad, si comparamos la edicin original (esto es: las quebradizas Top en las
que Lamborghini/ Trigo publican los once episodios de Marc!) con el libro sacado por
Puente Areo, este ltimo impresiona como lujoso (papel alto gramaje, tapa a color, con
solapas). Por lo mismo, aparece como perfectamente capaz de incorporarse a las obras
completas, y de articular con el resto de la hasta el momento obra dita de
Lamborghini.
Las arbitrariedades con las que fue encarado el pasaje de Marc! a formato libro
(sin capitalizar para el mismo el cambio de criterio editorial que signific la aparicin
en 2012 de El Eternauta Vintage de Oesterheld y Solano Lpez en Doedytores, que
incluy por primera vez no slo las vietas capitulares con el ttulo de la serie y el
resumen de los episodios anteriores, sino tambin el pie de imprenta editorial y las
publicidades) son si se quiere- una puesta en abismo de todo el trabajo editor
realizado hasta el momento. 186 Contra el deseo de Osvaldo Lamborghini de ser un
Macedonio de los setenta y proliferar en libros indigentes (pero que hacen de dicha
condicin una paradjica fuente de contrapoder), la obra de edicin realizada hasta el
momento deja traslucir un carcter marcadamente monumentalista, algo que ya fue
observado por Alan Pauls en Maldito mito (2003).
186
Se ha sealado repetidas veces que la historieta es el gnero que pone en mayor evidencia el problema
de la materialidad de la edicin (en otras palabras: en qu medida la instancia de edicin modifica el
manuscrito original). En efecto: si bien este hecho est prcticamente naturalizado, la historieta que
compramos difiere notablemente de la obra que sali del tablero del dibujante y el escritorio del
guionista: mientras la disposicin original de la pgina fue modificada por la inclusin de las vietas
capitulares con el ttulo de la serie, el pie de imprenta editorial y/o las publicidades, se han producido
adems importantes cambios a nivel del color (grisados y/ o reduccin de la paleta por motivos de
economa).
250
Pocas semanas antes de cumplir los cincuenta aos haba nacido el 9 de enero del 27- quiso definir
dos apuestas para el 24 de marzo del 77, aniversario del primer ao de gobierno de la Junta Militar:
terminar el cuento Juan se iba por el ro y difundir un documento que denunciara los crmenes de la
dictadura []
Pero esa carta, deba tener un autor? [] Rodolfo era un militante revolucionario, pero elige escribir
la carta desde su lugar como intelectual y con su propia identidad. Vuelvo a ser Rodolfo Walsh,
dice. Y titula el texto Carta de un Escritor a la Junta Militar. (Ferreyra 1999: 5-6)
Por primera vez, Ferreyra se permite insistir sobre el carcter literario de la escritura
militante de Walsh:
Despus de varios borradores, fue encontrando el tono, el ritmo, la tensin de las frases. Con el caf
de la maana o la ginebra de la tarde, declamaba en latn frases de las Catilinarias que haba traducido
minuciosamente en un cuaderno Avon. Quera trabajar ese estilo: Como las invectivas latinas, la
palabra escrita con la contundencia de la palabra oral. (Op. Cit. Ferreyra 1999: 6)
187
Ya en 1985, Verbitsky haba sentado las bases de una lectura poltica en Rodolfo Walsh y la prensa
clandestina: 1976-1978, publicado en Ediciones de la Urraca. En 1992, Ana Mara Amar Snchez publica
en Beatriz Viterbo su tesis doctoral El relato de los hechos: Rodolfo Walsh: testimonio y escritura,
indagacin de la obra narrativa walshiana en trminos de experimentacin con los gneros, con eje en
la novela de no ficcin.
252
De tal manera, Leto va constituyendo la contracara del periodista que narra en el texto de Walsh. Y
por lo tanto, ampliando la perspectiva, todo Cicatrices puede ser pensado como sosteniendo un debate
con Quin mato a Rosendo? Es evidente que Juan Jos Saer tiende a cerrar a los textos sobre s
mismos y a situar a la literatura en una zona de autosuficiencia; no menos evidente, claro est, es que
Rodolfo Walsh se vuelca al registro poltico. Pero ser dcil con la lectura que los textos desean y
prefiguran implica postergar uno de los rdenes, el poltico o el literario, o bien someter a uno a la
determinacin vertical y unidireccional del otro. Se lee poltica o se lee literatura, y en la disyuntiva
excluyente que as se plantea se diluye la posibilidad de leer el dilogo, horizontal, entrecruzado,
mltiple, de doble circulacin, de literatura y poltica. La categora de representacin es el punto de
cruce o de pasaje de ambas lgicas: Saer aplica al cuestionamiento de la representacin literaria para
elaborar el cuestionamiento de la representacin sindical; Walsh, en cambio, necesita ratificar toda
certeza en lo que hace a la representacin del discurso, para otorgarse una voz eficaz en la denuncia de
la ilegitimidad de la representacin de los sindicalistas. Uno y otro, dialogando entre s, se plantean
una misma cuestin: cmo discutir la poltica desde la literatura. (Kohan 2000: 128)
1965 en la editorial Jorge lvarez. (Es importante sealar que las obras tambin haban
sido incluidas en el volumen Obra literaria completa, publicado en 1981 por Siglo
XXI.) Por ltimo, en el marco de la 39 Feria del Libro de abril de 2013, se presenta una
edicin corregida y aumentada de los Cuentos completos de Walsh, con prlogo de
Ricardo Piglia. Esta reedicin rescata (hasta superar las 500 pginas) no slo cuentos
publicados en prensa peridica y nunca antes antologizados, sino tambin incluye el
cuento indito Quiromancia, una carta a Donald Yates y dos entrevistas al autor,
realizadas en la dcada del 70.
La aparicin de esta nueva versin de los cuentos completos es nota del tapa del
n 498 de . Revista de Cultura correspondiente al 13 de abril de 2013. En su prlogo,
Piglia termina de cerrar la lectura literaria de Walsh, subsumiendo la idea walshiana de
eficacia a un imperativo de poca:
Este volumen incluye los cuentos publicados por Rodolfo Walsh entre 1950 y 1968. Permite por lo
tanto seguir el itinerario de un escritor cuyas decisiones polticas (y en esto, su caso se parece al de
Borges) han sido usadas muchas veces como marco demaggico de lecturas distorsionadas o triviales.
Walsh era demasiado consciente de la particularidad de la ficcin como para intentar definir su
eficacia de un modo directo y explcito. Pero a la vez su conciencia de las exigencias sociales y la
urgencia de la intervencin poltica lo hicieron poner en cuestin rpidamente la autonoma del mundo
literario y la figura del hombre de letras. (Piglia 2013: 9)
Hemos sealado el comienzo del segundo milenio como momento clave para
delimitar el tercer ciclo de canonizacin, que involucra a Csar Aira, Alberto Laiseca,
Luis Gusmn y Copi.
Por qu Aira, a esta altura temprana del partido? Muchos blandieron la pregunta para neutralizar esos
colores pstumos que suelen contraer los escritores tan pronto los roza la institucin coloquio [] A
los 55 aos, con la usina literaria funcionando a pleno y un contagio internacional que crece a pasos
agigantados, Aira parece muy lejos del estado ms o menos taxidrmico que exigen los coloquios para
ser unipersonales. (Pauls 2004: 3)
Aira est [] en ese punto crtico en que el escritor empieza a confundirse con sus efectos, un punto
inestable, ambivalente, en que los sntomas de la vitalidad [] pueden volverse indistinguibles de
peligros como la irradiacin epignica o la consolidacin de un nuevo sentido comn, excntrico,
problablemente, y saludablemente esquizo, pero tan homogneo y omnvoro como cualquier otro.
(Pauls 2004: 3)
A partir de 2008, Aira comienza a ser reeditado en la coleccin Cruz del Sur de
Emec/ Grupo Planeta (el primer ttulo es La abeja, cuya primera edicin en Emec
data de 1996). En 2012, es lanzada en Alfaguara (tambin parte del Grupo Planeta) la
Biblioteca Csar Aira, que se anuncia como la reedicin de su obra narrativa completa
(con excepcin de La luz argentina). Si bien esto no es bice para que Aira continue
publicando en editoriales independientes (para dar un ejemplo: Yo era una mujer
casada, publicada en Blatt y Ros en 2010), interesa como ndice del lmite que habra
188
Las actas de Csar Aira: un episodio en la literatura argentina del fin de siglo son publicadas en 2005
en la revista Tigre (n 1: 1984-hoy) del Centre d tudes et de Recherches Hispaniques, dependiente de la
Universidad Stendhal de Grenoble - Grenoble III. Dentro del conjunto destacan los aportes de Luis
Chitarroni y Martn Kohan, que fueron antologizados respectivamente en los volmenes Mil tazas de t
(2008) y Fuga de materiales (2013), a los que volveremos a referirnos en el pargrafo 4.4.
255
alcanzado su colocacin desviada irnica- con la industria cultural cuando sta ocupa
un lugar central en la organizacin ficcional (Montaldo 1998: 13).
Sus novelas hacen eso: comienzan en lo cualquiera y derivan hacia lo excepcional. Hasta fundir una
cosa con la otra: esas novelas, contingentes, tocan a la vez algo del orden de lo imprescindible; al
disponerse en forma de serie, derivan hacia lo fuera de serie. Cada una de esas novelas puede gustar o
no gustar, leerse o saltearse, atesorarse u olvidarse; la desmesura de la obra genial hace de cualquiera
de ellas una obra maestra eventual. (Kohan 2013b: 7)
volumen facetado, un cadver exquisito 3D, que tambin quiere ser un tablero de
juego, y un retrato. El libro, construido mediante la aleacin de fragmentos breves que
giran sobre una determinada intuicin crtica, exhibe entre sus preocupaciones
recurrentes la pregunta por la factibilidad de un arte vanguardista y el gnero novela.
Esta compilacin confirma lo que ya sospechbamos: bajo la fachada de sus
novelitas, Aira es el ms borgiano de sus contemporneos, un artista con un grado
altsimo de autoconsciencia en lo que hace a su proyecto escriturario y a su (posible)
lugar en la tradicin literaria.
189
El 28 de mayo de 2009, Gastn Duprat y Mariano Cohn haban estrenado El artista, donde Laiseca
junto a Fogwill, Horacio Gonzlez y Len Ferrari- asuma funciones como actor. Un ao ms tarde, el
autor de Los Sorias publicara en Mondadori El artista, adaptacin libre de la pelcula homnima.
190
La Gupe Cartonnire, fundada en abril de 2010 por los escritores Guillermo Bravo, Jorge Harmodio y
Mailyn Baudeneau, publica en su primer ao de vida a los autores Pedro Mairal (Consumidor final:
poemas en edicin bilinge), Jorge Harmodio (Musophobie: novelas cortas), Dani Umpi (Nio rico:
257
un novelista atonal ostentar un lugar importante en el Saln del Libro de Pars Edicin
2014, que ya hemos sealado tiene como invitada de honor a la Argentina.
Tal como lo afirma en la entrevista que le realiza Javier Alemin con motivo de la
publicacin de La casa del dios oculto (que es tema de tapa de la . Revista de Cultura
correspondiente al 31 de marzo de 2012) Luis Gusmn haba participado de la
circulacin prestigiosa de Nanina y El fiord (Gusmn [Entrevistado por Javier
Alemin] 2012: 6). No obstante, su impacto siempre fue ms mdico que el de para
decir una obviedad- Osvaldo Lamborghini. O bien se lo consider como parte de un
colectivo (los literalistas), o bien se lo ley a la sombra de otro escritor ms prestigioso,
como es el caso en el artculo acadmico El significado latente en Respiracin
artificial de Ricardo Piglia y En el corazn de junio de Luis Gumn que publica Daniel
Balderston en la antologa Ficcin y poltica. La narrativa argentina durante el proceso
militar.
No obstante lo dicho, la centralidad que ostenta Villa (1995) en las lecturas de las
memorias en y de la literatura que realizan Mara Teresa Gramuglio (2002) y Dalmaroni
([2003] 2004) a las que ya hemos referencia en el marco del captulo uno, podra
pensarse como un primer punto de inflexin en la recepcin acadmica de la obra de
cuentos), Alberto Laiseca (Manual sadomasoporno: novelas cortas) y Washington Cucurto (Zelarayn
poesa- y Panam novela-).
258
Gusmn, que tiene su hito en el ao 2004 con la publicacin de Escrito por otros.
Ensayos sobre los libros de Luis Gusmn, compilacin de reseas crticas y artculos
acadmicos que abarcan tres dcadas: desde la resea a El frasquito firmada por Oscar
Steimberg en marzo-abril de 1973 para Los libros hasta tres trabajos redactados
especialmente para el volumen: Antes y despus de Frankie, de Fernando Fagnani;
Luis Gusmn. Trgicos clamores, de Antonio Oviedo y A ver si nos
entendemos Poltica(s) de la potica en La ficcin calculada (sin otros ensayos), de
Eduardo Grner. Es de destacar que los trabajos que constituyen Escrito por los otros
no estn ordenados cronolgicamente (si bien a pie de pgina se aclara su primitivo
lugar y fecha de edicin) y que Daniel Link es el nico de los firmantes que ostenta dos
aportes: la reproduccin de Luis Gusmn , la realidad y sus parientes (resultado de
una amalgama de tres artculos diferentes: dos de ellos publicados en 1985, que a su vez
haban confluido en una tercera versin para el libro La chancha con cadenas, antologa
de viejos trabajos crticos que aparece en 1994) y una nota publicada originariamente el
12 de julio de 1999 en Radarlibros, que toma las funciones de eplogo (La soledad).
Ral Natalio Roque Damonte Botana (Copi), como Gusmn, tendra un primer
ingreso en el canon por efecto arrastre, acoplado al mito Laiseca. En su resea Las
aventuras de la Escuela de Viena publicada en Vigencia en 1982, Rodolfo Fogwill
evala El uruguayo en los mismos trminos ensalzatorios que Aventuras de un
Novelista Atonal, para terminar hipotetizando que tanto Laiseca como Copi
participaran de una idntica revolucin vienesa de la literatura (Fogwill [1982] 2010:
105). (El adjetivo vienesa remite aqu al dodecafonismo del compositor nacido en la
capital de Austria Arnold Schnberg, y pide ser entendido como sinnimo de
vanguardista.)
A comienzos de los noventa se realizan las primeras puestas porteas de sus obras
teatrales: La noche de la rata (ao 1991 en el Teatro Payr, con la direccin de
Maricarmen Arn); Una visita inoportuna (ao 1992 en el Teatro San Martn, con la
misma directora) y Las viejas putas (1994 en el Centro Cultural Ricardo Rojas, con la
direccin de Miguel Pittier). En el ao 2000, Adriana Hidalgo da a conocer Eva Pern,
con traduccin de Jorge Monteleone. De 2004 son las puestas en escena de dos
versiones de Eva Pern en Buenos Aires (hubo una anterior en Tandil) presentadas en el
marco del encuentro Tintas Frescas: la versin nacional (en castellano), dirigida por
Gabo Correa y con la actriz Alejandra Flechner en el protagnico, y la versin francesa,
dirigida e interpretada por Marcial di Fonzo Bo, argentino residente en Pars desde 1987
y sobrino de Facundo Bo, integrante del mtico grupo TSE liderado por Alfredo Arias,
260
Tal como seala Daniel Link en su artculo 1988, antologizado dentro del
volumen Fantasmas, imaginacin y sociedad (2009), Copi no es un argentino en
Pars, sino un argentino de Pars (nfasis en el original), por lo que la labor editora
aunque por razones diferentes a las esgrimidas en el caso de Osvaldo Lamborghini-
resulta fundamental para explicar el lugar que ocupara hoy Damonte Botana en el
canon literario. Puesto que Copi escribi excepto las obras teatrales Cachafaz y La
sombra de Wenceslao y, y la novela La vida es un tango- en francs, la instancia de la
traduccin se presenta como decisiva.
Copi es considerado un autor de elite. Habr que escucharlo recitar las marcas populares que declara:
Oski, cronista de una fantstica fundacin de Buenos Aires dibujada; Carlos Warnes, el irreverente
autor de otro autor; Csar Bruto, a su vez autor de textos como Esplicasiones de una Seora que
191
Cachafaz ya haba sido estrenada en Quimper, Francia, el 5 de noviembre de 2010, con puesta de
Benjamin Lazar y direccin musical de Geoffroy Jourdain.
261
sescapa con otro (Adis negro, no mechs la culpa de nada y pens que todo lo hago para que
triunfs con una cancin en contra ma..! Ha, y apurate que te van a desalojar antes del 30!), y donde
la incorreccin ortogrfica es slo la forma de una incorreccin de sentido. (Moreno 2010: 10)
192
El inters por Copi tiene su correlato lgico en la temprana traduccin del autor al italiano. En 1988, la
editorial Ubulibri de Miln publica el extenso tomo Teatro/ Copi, que consta de: La giornata di una
sognatrice, Eva Peron, Lomosessuale o la difficolta di esprimersi, Le quattro gemelle, Loretta Strong,
La Piramide, La Torre della Defense, Il frigo, La notte di madame Lucienne, Le scale del Sacre Cuore y
Una visita inopportuna.
193
Los libros de la guerra es reeditado en 2010, con un segundo prlogo firmado por el autor donde ste
seala que ha agregado catorce textos a la compilacin original.
263
despacha contra El pasado, de Alan Pauls (yo escribo mejor que l) y el lobby del
Holocausto (su entrevistador, recordemos, es judo).
194
En 2007, la novela haba sido traducida al ingls por Nick Caistor y Amanda Hopkinson y publicada
en la editorial Serpent's Tail con el ttulo de Malvinas Requiem.
264
La ventana de los sueos, libro que organiza una serie de cuadernos con registros
onricos que el autor haba entregado en vida al colectivo de artistas plsticos
Mondongo, es la punta de lanza del proceso de reedicin de la totalidad de la obra de
Fogwill en Alfaguara. En agosto de 2013, este sello reedita La buena nueva de los
Libros del Caminante. En noviembre del mismo ao, Una plida historia de amor. En
mayo de 2014, la misma editorial (ya para entonces parte de Penguin Random House
del Grupo Bertelsmann) publica Nuestro modo de vida, novela indita cuyo manuscrito
data del ao 1981. Por ltimo, el 26 de mayo de 2014 se presenta en la Biblioteca
Nacional Fogwill, una memoria coral, conjunto de testimonios de amigos, colegas,
editores y discpulos de Fogwill, compilados por Patricio Zunini (administrador del blog
de Eterna Cadencia) y que publica Mansalva. En dicho marco, tambin se anuncian dos
biografas, encomendadas a Mara Moreno y Diego Erln, y la pronta publicacin de
una segunda novela indita, La introduccin.
195
Sobre esta relacin, Speranza ya haba publicado el trabajo Magias parciales del realismo en el n 2
de la revista milpalabras (Verano de 2001).
265
Parte, se publica el texto La firma, de Tamara Kamenszain, que ser parte del
volumen El efecto Libertella, compilado por Marcelo Damiani y publicado en Beatriz
Viterbo tres aos ms tarde. Tambin se reproducir all la resea de Pauls.
196
Recordemos que en 2002 Libertella haba prologado y anotado la antologa Literal (1973-1977) para
Santiago Arcos editor.
266
Puig donde los discursos sociales adquieren raudamente la testarudez del referente. Libertella no
denuncia la cristalizacin ideolgica, la costra sedimentada de los discursos [] Los textos que
componen este libro dan cuenta de una escritura cuyo deseo es plenamente paragramatical: burlar el
significado de la ley, el padre, lo reprimido; es decir: escribir a merced de lo mltiple, de lo plural, de
lo ambiguo. (Crespi 2011: 6)
Hay un perodo, entonces, que habra comenzado hacia la segunda mitad de los sesenta, se volvi
intenso durante los setenta y sin duda mantiene efectos fuertes hasta ahora, en el que la narracin se
impuso con una legitimidad particular, adquiri un prestigio especfico en un imaginario de
expectativas ligadas a una gran expansin de la escritura y a una no menos fuerte problematizacin de
la lectura [] Hacer la novela, no una novela (y no por ejemplo poesa), fue durante los setenta
casi una cifra de lo que defina a un (verdadero) gran escritor. (Drucaroff 2000: 8)
Dentro de La narracin gana la partida, los nicos tres autores que son
merecedores de artculos extensos son Manuel Puig (Manuel Puig y la narracin
infinita, que firma Jos Amcola); Juan Jos Saer ( Un azar convertido en don. Juan
Jos Saer y el relato de la perecepcin, que firman Miguel Dalmaroni y Margarita
268
Si bien hay otros dos artculos que toman como corpus de anlisis las novelsticas
de Osvaldo Soriano y Toms Eloy Martnez (Absurdo y derrota. Literatura y poltica
en la narrativa de Osvaldo Soriano y Toms Eloy Martnez, que firman Claudia Romn
y Silvia Santamara) y las narrativas de Luisa Valenzuela, Elvio E. Gandolfo y Anglica
Gorodischer (Tpicas atracciones genricas: fantstico y ciencia ficcin, que firma
Sandra Gasparini), es importante destacar que los tres nicos autores que son objeto de
estudio exclusivo y de los que se da cuenta de la totalidad de su obra hasta entonces
dita, son Manuel Puig, Juan Jos Saer y Ricardo Piglia. 197
El artculo que firman Miguel Dalmaroni y Margarita Merbilha sobre Juan Jos
Saer para el onceavo tomo compilado por Drucaroff coincide en colocar el foco en la
peculiar manera en que lo poltico ingresa en la obra del autor santafesino. De manera
concordante con los lineamientos generales desarrollados por Mara Teresa Gramuglio
en su pionero El lugar de Saer (1986), los autores sostienen que:
su tratamiento de la historia poltica, o su actitud frente a ella, consiste en un modo de significar los
hechos desde un borramiento de los lmites entre sujeto y mundo. Lo histrico, entonces, puede
entenderse como un detalle o una contingencia ms de la selva espesa de lo real, que si
reaparece con insistencia, produce una oscilacin entre la incertidumbre y el reconocimiento de
significados socialmente estabilizados, entre la multiplicacin del sentido y su fijacin []
(Dalmaroni/ Merbilha 2000: 338)
Segn los autores, la historia poltica ingresara en la obra saeriana sin alterar su
condicin bsica de indagacin obsesiva [] sobre las posibilidades de la percepcin
197
En el tomo diez, publicado en 1999 y cuyo recorte cronolgico es 1955-1976, tambin Rodolfo Walsh
es merecedor de un trabajo que lo tiene como objeto exclusivo: La literatura en el banquillo. Walsh y la
fuerza del testimonio, que firma Roberto Ferro.
269
para aprehender lo real (Op. Cit. Dalmaroni/ Merbilha 2000: 321). Lo dicho es
ejemplificado mediante el pasaje en Glosa (1985) donde se hace alusin a la delegacin
de exiliados argentinos que es recibida por los diputados socialistas franceses para
hablar de el asunto (sic) de las masacres, las desapariciones, las torturas, los
asesinatos en plena calle y en pleno da, etc., etc., en fin, como decamos (Saer 1986:
153-154). Segn la lectura que se propone en el artculo:
tales hechos han sido apropiados por la escritura, que los vuelve funcionales a su lgica interna. En
este sentido, lo poltico se torna tan fragmentario como cualquier otro estmulo el trmino es de
Saer- proveniente de la realidad. Adems, su materia se subjetiviza en la medida en que adquiere la
forma de la memoria [] Dicho de otro modo, la referencia a la historia poltica, en la medida en que
otorga funcin y sentido, se narra menos como suceso que como reconstruccin de la memoria de la
experiencia. (Op. Cit. Dalmaroni/ Merbilha 2000: 339)
Dos son las colaboraciones escritas por miembros de la generacin ausente para
el tomo compilado por Drucaroff, en las que nuevamente se lee la voluntad de intervenir
en la reorganizacin de las jerarquas del sistema literario desde su doble rol de
acadmicos y escritores (crticos-estrategas): Continuidad de los parques, relato de
los lmites, que firma Luis Chitarroni e Historia y literatura: la verdad de la
narracin, de Martn Kohan.
en cuyos textos se observaba una resistencia que, sin acuartelarlos en una vanguardia [] ni
amotinarlos dentro de una mentida marginalidad (ya que algunos publicaban en editoriales
importantes y eran tratados con generosidad por los medios), los pona en una situacin que
designamos de lmite, porque se ubicaban precisamente all, en los bordes, los lindes, las fronteras
[] El lmite [] no tiene que ver con la ilegibilidad, sino con la tensin, con un llevar hasta un
extremo las posibilidades del lenguaje. (Chitarroni 2000: 161)
Segn Chitarroni, cabran dentro de esta caracterizacin Nstor Snchez (de quien
se seala la superioridad literaria por sobre su precursor, Julio Cortzar); Alejandro
Losada; Horacio Pepe Romeu; Hctor Libertella; Oscar Steimberg; Ricardo
Zelarayn; Osvaldo Lamborghini; Luis Gusmn y Manuel Puig. Todos ellos seran
autores de obras en proceso de desarrollo, que pasan por alto los modelos y
antinomias vigentes en el tiempo de su tiempo, en otras palabras: el boom (Op. Cit.
Chitarroni 2000: 171 y 172). Los autores ms sobresalientes de esta lista son
Lamborghini y Gusmn: no hay en la literatura argentina de la dcada del setenta un
texto ms pleno (exceptuando Sebregondi), ms rico que El frasquito (Chitarroni 2000:
177). Sobre el final de su artculo, al comparar la dcada del setenta con la del ochenta,
Chitarroni afirma que Todas las definiciones exitosas a las que llegaran los ochenta se
probaron y experimentaron en los setenta (2000: 181).
Dentro del conjunto, destacara la novela Respiracin artificial, en tanto en ella se elige
volver explcito el interrogante de cmo narrar los hechos reales. Kohan insiste en la
paradoja de que la Historia (el siglo XIX) entrara en estas novelas no para intensificar
sus posibilidades de contruir una representancin ms inmediata de lo real, sino, por el
contrario, como una forma de acentuar la mediacin (2000: 245).
Los trminos con los que Rivera caracteriza el absolutismo rosista pretenden proyectarse en el futuro
hasta tocar el presente de la escritura, como se evidencia ya en el cruce que proponen los epgrafes de
la novela [] Otras marcas, no tan explcitas, se diseminan en el texto; por ejemplo, al definir a la
represin como aniquilamiento del terrorismo, o a los opositores a Rosas como imberbes, remite a
ciertas expresiones reconocibles en discursos polticos ms o menos cercanos. (Op. Cit. Kohan 2000:
249; nuestro nfasis)
198
Ro de las congojas fue ganadora del Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires (edicin
1981) y del Premio Boris Vian (edicin 1997).
199
Si bien Kohan no lo seala, Demitrpulos tambin afirma que el odio de las mujeres decentes contra
las prostitutas Mara Muratore y Ana Rodrguez es todava ms enconado que el odio contra la
subversin (Demitrpulos 1981: 38). Asimismo, el poema de Yannis Ritsos (perteneciente al poemario
Grecidad y otros poemas) que sirve de epgrafe a la novela remite de forma difana a la ltima dictadura
(especficamente, a la figura del desaparecido): Conviene que guardemos a nuestros muertos y su
fuerza,/ no sea que alguna vez/ nuestros enemigos los desentierren y se los lleven/ consigo [] Tal como
se han puesto las cosas en nuestros tiempos/ quien sabe-,/ puede que hasta nosotros mismos los
desenterrramos/ y los tirramos algn da.
272
sus ms entusiastas proslitos, Csar Aira y Alan Pauls, si lo siguen, lo hacen en sentido opuesto.
Aira, convirtiendo lo simultneo y yuxtapuesto marca registrada de la prosa de Lamborghini- en
sucesivo y lineal, y Pauls vaciando de poltica y contexto el mismo escenario que en Lamborghini se
estremeca alrededor de sus claves poltica y contextual. (Prieto 2006: 436)
200
Las excepciones a la regla seran dos fragmentos muy breves. El primero se encuentra en La luz
argentina, donde Aira cita Die Verneinung: Si haba algo que odiaba era la msica (1983: 48). El
segundo, en su novela El bautismo: Lo malo es el clima, pero de eso siempre se puede hacer abstraccin,
si estamos de acuerdo en que lo importante es el alma. Tan importante es, que para esta gente sencilla ser
273
como seala Tulio Halpern Donghi, la complejidad de los asuntos tratados parecera requerir
tratamientos ms sistemticos que el propio de una conversacin nerviosa entre intelectuales [] la
enunciacin de esas ideas, a partir de una frmula contra-determinante cuyo efecto es siempre la
sorpresa o el asombro y donde el ingenio funciona como un eficaz reforzador de la verdad del
enunciado, ha intensificado su perduracin, de modo que, desarrolladas despus en ensayos o en
escritos de crtica literaria, tuvieron mayores consecuencias en la literatura argentina que la misma
novela de Piglia, la cual paulatinamente, y a medida que se congela su valor novelesco, va
adquiriendo una importancia sobre todo ensaystica, histrica y testimonial, con relacin a los temas
tratados y a sus hiptesis polticas y literarias. (Op. Cit. Prieto 2006: 443)
Prieto elige concluir su Breve historia con dos extensos pargrafos que dan
cuenta, respectivamente, de la poesa neobarroca en suelo local y la experiencia
potica de los llamados objetivistas.
Cuatro aos ms tarde (y uno antes del fallecimiento de su director, David Vias)
se publica el VII tomo de la Literatura Argentina Siglo XX con el ttulo de De Alfonsn
al menemato (1983-2001). Son sus compiladores Roco Carbone y Ana Ojeda. El
enfoque sociolgico persiste y ya alcanza ribetes problemticos, porque aqu la
literatura parece ser entendida como mero epifenmeno de la serie poltico-social:
No se puede arrancar el producto literario de la historia como si fuera un yuyo [] Porque el producto
literario surge de ella. Y porque se nutre de su materia. Entonces, si bien es posible leer un texto
literario aisladamente, como mera construccin lingstica [] es imposible soslayar la
representatividad histrica que todo texto literario tiene. (Op. Cit. Carbone/ Ojeda 2010: 12)
De todas formas, este prlogo no da el tono a la totalidad del volumen, donde los
autores que resultan merecedores de artculos extensos que los tienen como objeto de
anlisis exclusivo son Griselda Gambaro, Juan Jos Saer, Csar Aira, Miguel Bonasso,
Toms Eloy Martnez, Sergio Chejfec, Anglica Gorodischer y Federico Andahazi.
En efecto: en Freud o la glorificacin del poeta (1973), Juan Jos Saer explicaba
la deferencia de ste por la poesa en tanto del mismo modo que la psicosis, la
poesa, con su poder de concentracin significante, muestra [] ciertos procesos de la
psiquis que son universales, pero que en el contexto de la normalidad e incluso de la
neurosis, pasan desapercibidos (Saer [1973] 2004: 152-153). E insista, ms adelante:
La literatura, al trabajar en la dimensin de los afectos y de las emociones, no ha hecho
ms que adelantarse, segn Freud, al psicoanlisis: toda la imaginera conceptual de la
ciencia naciente est implcita en la obra de los grandes poetas (Ibid.).
Si Juan Jos Saer es sealado como precursor de Sergio Chejfec (Cf. Op. Cit.
Carbone/ Ojeda 2010: 26), en el fragmento El abandono de la trama: entre Aira y
Guebel, extrado del n 86 de Punto de Vista que firma Beatriz Sarlo (y que, segn el
efecto collage perseguido en esta Historia, sucede al artculo de Montaldo), Sergio
Guebel es nombrado heredero literario de Csar Aira, en tanto lo igualara en su
pericia para abandonar la trama (Cf. Sarlo [2006] 2010: 107).
201
Los aos noventa hicieron pensar la poltica como hechos policiales: como si la conspiracin
delictiva fuera el fondo verdadero de las palabras, su razn ltima, pero tambin aquello que las volva
cuentos. El policial es la gramtica que organiza los cuentos de Las Islas, al tiempo que fue la gramtica
de la poltica de la poca. (Op. Cit. Lpez 2010: 163)
277
A partir de la segunda mitad de la dcada del ochenta, Punto de Vista comenz a publicar a una nueva
generacin de crticos literarios: Graciela Montaldo, Alberto Giordano, Gonzalo Aguilar, Sergio
Chejfec, Sergio Delgado, Graciela Speranza, Renata Rocco-Cuzzi, D. G. Helder, Anbal Jarkowski,
Marcos Mayer, Carlos Mangone, Delfina Muschietti, Jorge Warley, Matilde Snchez, Sylvia Satta,
Sergio Pastormerlo, Daniel Link y, ms adelante, Miguel Dalmaroni y Ana Porra, quienes aunque no
siempre compartieron el instrumental terico ni el recorte de la literatura argentina propiciados por la
publicacin, contribuyeron sin embargo a su vigencia. (Op. Cit. Prieto 2006: 438)
Entre los listados es notoria la ausencia de Damin Tabarovsky, que si bien como
novelista parece haber sido afectado por la irradacin epignica originada en Csar
Aira (Op. Cit. Pauls 2004: 3), tiene peso propio como editor y animador cultural.
Mientras el segundo de estos roles es central para el desarrollo del prximo pargrafo,
su labor editora ser someramente analizada en la coda que clausura el presente
captulo.
4.3. Por una Literatura de izquierda: un contra-canon sin Juan Jos Saer. La
polmica por el canon (2005)
Habiendo publicado las novelas Coney Island (1996), Bingo (1997) y Kafka de
vacaciones (1998), en 2004 Damin Tabarovsky da a conocer un pequeo volumen
titulado Literatura de izquierda, donde propone un deseable rumbo para las letras
argentinas: la literatura de izquierda, que sera precisamente una tercera opcin
superadora frente a la (para l falaz) antinomia mercado/ Academia. Tabarovsky da
sus razones:
Mientras que el mercado y la academia escriben a favor de sus convenciones, la literatura que me
interesa la literatura de izquierda- sospecha de toda convencin, incluidas las propias. No busca
inaugurar un nuevo paradigma, sino poner en cuestin la idea misma de paradigma [] Es una
literatura que escribe siempre pensando en el afuera, pero en un afuera que no es real [] Ese afuera
ni siquiera es la tradicin, la angustia de las influencias, otros libros [] la literatura de izquierda est
escrita por el escritor sin pblico, por el escritor que escribe para nadie, en nombre de nadie, sin ms
red que el deseo loco de novedad. (Tabarovsky 2004: 15)
278
Ese lugar en el que se escribe y se inscribe la literatura de izquierda, ese otro lugar que no es la
academia ni el mercado, no existe. O mejor dicho: existe, pero no es visible, ni nunca lo ser.
Instalado en la pura negatividad, la visibilidad es su atributo ausente. Fuera del mercado, lejos de la
academia, en otro mundo, en el mundo del buceo del lenguaje, en su balbuceo, se instituye una
comunidad imaginaria, una comunidad negativa, la comunidad inoperante de la literatura. (Op. Cit.
Tabarovsky 2004: 17)
lo largo del tiempo de su autor, quien fuera firmante de ttulos como Nueva escritura en
Latinomrica (1977), Ensayos o pruebas sobre una red hermtica (1990), Pathografeia.
Los juegos desviados de la literatura (1991) y Las sagradas escrituras (1993). El otro
hermano mayor que resuena en los planteos de Tabarovsky es Josefina Ludmer, que
en octubre de 2000 haba sido invitada por el Centro de Estudios de Teora y Crtica
Literaria de la Universidad Nacional de Rosario a inaugurar el II Congreso Internacional
de Teora y Crtica Literaria. De todas formas, la piedra fundacional de las
intervenciones de Tabarovsky que hemos reseado es, indudablemente, Hctor
Libertella.
202
La vanguardia en el caballo de Troya es definida como aquella que mientras espera el momento
ilusorio de estallar se va comprendiendo en su disfraz, reinstaura el mito griego de la astucia, hace su
negocio, incluyndose en un campo convencional de posibles negocios, invierte a largo plazo indiferente
al mecanismo de las prdidas o las ganancias, y que ajena a la conquista de rpidos efectos en el mercado,
280
Si bien El rbol de Saussure es el libro que con mayor xito logra volver
indiscernibles el discurso terico del literario, el rbol ya haba sido plantado como
clave de lectura en El camino de los hiperbreos (1968), que lo utiliza tanto como
signo (en vez de los clsicos asteriscos) para separar secciones, como para cerrar la
ltima parte de la novela, titulada premonitoriamente LLEGADA DEL ARTISTA A
BUENOS AIRES, y que se inaugura con el aforismo El estilo es el rbol (Libertella
1968: 300). A esto se le suma que el rbol es el ejemplo aducido por Ferdinand de
slo funciona pica, graba, talla- compulsivamente en las cuevas (Op. Cit. Libertella 1977: 28; nfasis
en el original).
203
Con esto nos referimos al epgrafe que acompaa la nota La flexin literal con que se cierra el n
doble 2/ 3 de Literal: La apologa del ojo que ve y refleja el mundo funda el imperialismo de la
representacin realista (Literal 2/ 3 1975: 145).
281
El segundo eje (que Ludmer afirma que apenas va a esbozar, pero termina
ocupando un espacio considerable en la argumentacin) es la relacin entre los
cdigos literarios de las ficciones es decir, qu ideas sobre la literatura exhiban- y el
mercado. Y las posiciones diferentes de esos cdigos en el mercado literario (Op. Cit.
Ludmer [2000] 2002: 95).
Publicadas y ledas en presente, esas ficciones parecan configurar diferentes versiones del tiempo, y
giraban alrededor de ciertos sujetos y posiciones en los diagramas temporales. El camino hacia la
204
El camino de los hiperbreos fue ganadora del Premio Novela Paids, edicin 1968, dotado con
500.000 pesos, por veredicto de un Jurado conformado por Leopoldo Marechal, Bernardo Verbitsky y
David Vias. Al momento de ganar el Premio (que le vali una fama instantnea), el autor contaba con
apenas 22 aos de edad.
282
literatura era el deseo de poder ver en ficcin las temporalidades del presente vividas por algunas
subjetividades. (Op. Cit. Ludmer [2000] 2002: 94)
De las seis temporalidades (que sern rebautizadas como teoras del tiempo en
la versin de 2010), Ludmer seala que:
La utopa del 2000 es una formacin cultural y literaria contra el mercado (la nica utopa posible
hoy) y aparece en El rbol de Saussure. Una utopa de Hctor Libertella []. Se trata de una utopa
hermtica (tradicin que el mismo Libertella ha instaurado, la de la red hermtica) que pasa por la
Cbala y el trovar clus y por las vanguardias de los 60 y 70; un texto difcil y enigmtico que es un
205
Ludmer opta por dejar afuera de su argumentacin Un episodio en la vida del pintor viajero, publicado
por Aira en junio de 2000 en Beatriz Viterbo, donde se observa la voluntad de edificar una auto-imagen
de escritor por medio del anacronismo, el desplazamiento y la tergiversacin de la biografa real del
pintor fisonomista alemn del siglo XIX Johann Moritz Rugendas.
283
manifiesto antimercado sobre el signo lingstico (representado por el rbol), ante la amenaza de su
desaparicin en el ocano de redes, puntos y vacos. Est escrita en presente, con citas falsas,
traducidas de varias lenguas, escritores apcrifos, descripciones, reflexiones tericas, preguntas en
futuro. Tiene grficos y dibujos. No narra sino que, como en toda utopa, inventa y describe un mundo
desde cero [] (Op. Cit. Ludmer [2000] 2002: 105; nfasis en el original)
Los valores que Ludmer rescata de El rbol de Saussure son dos. Por un lado, su
carcter autorreferencial, marca de toda literatura que se postula como autnoma,
rasgo que seala Ludmer- compartira con Boca de lobo y El juego de los mundos,
escritas por autores que estaran en el lmite entre autonoma y postautonoma (Cf.
Ludmer [2000] 2002: 90-93). Por otro lado, la coherencia entre la utopia lingstica
que propone Libertella y la editorial elegida para hacerla circular: Esta formacin
cultural de una comunidad hermtica como resistencia al mercado cultural [] apareci
en una editorial culta y exquisita, nacional (Op. Cit. Ludmer [2000] 2002: 106), esto
es: Adriana Hidalgo.
Pero qu hacer con el nuevo canon? Qu hacer con Libertella, Fogwill, Aira? Hay que correrlos por
izquierda. Se trata de una literatura que escribe con Lamborghini contra Lamborghini, con Puig contra
206
Sobre el texto de Aira, Ludmer seala que se pone totalmente al margen del mercado [] porque fue
editado por un grupo de estudiantes y jvenes escritores de La Plata y no circulaba en las libreras de
Buenos Aires ni tuvo reseas ([2000] 2002: 106).
284
Puig, con Nstor Snchez contra Nstor Snchez. Hay que demostrar que la literatura de Libertella es
poco hermtica, que la de Fogwill es poco sociolgica, que la de Aira es demasiado lenta. (Op. Cit.
Tabarovsky 2004: 35)
207
En el artculo Despus de Borges: apuntes sobre la nueva narrativa, publicado por Sylvia Satta en
2002, se plantea una antinomia entre la nueva narrativa y la narrativa que tiene como consigna escribir
para el mercado. La primera es definida por en trminos de: una literatura que circula de un modo
casi secreto y cuyos libros son poco reseados en los diarios de circulacin masiva o se publican en
pequeas editoriales alternativas [] comparte la preocupacin por el lenguaje, la desconfianza ante las
diversas modalidades de la representacin realista y la prevencin frente a las reglas del mercado. La
segunda: una literatura que no cuestiona ni altera presupuestos estticos ya probados, que busca el
impacto y la venta masiva a travs de temas escandalosos, que parece poco preocupada por los riesgos de
la experimentacin formal que implica (que debera implicar) la literatura. Los ejemplos aducidos
pertenecen exclusivamente al gnero novela. Bajo la nueva narrativa alistan: Atlntida, de Juan Jos
Becerra; El amparo y Gineceo, de Gustavo Ferreyra; Ropa de Fuego, de Marcos Herrera; La temporada,
de Esteban Lpez Brusa; Tres, de Anbal Jarkowski; Inglaterra, de Leopoldo Brizuela; Montevideo, de
Federico Jeanmaire; Los cautivos. El exilio de Echeverra, de Martn Kohan; Las Islas, de Carlos
Gamerro; Nadie alzaba la voz, de Paula Varsavsky; La asesina de Lady Di, de Alejandro Lpez y La
laguna, de Sergio Delgado. Bajo la narrativa que tiene como consigna escribir para el mercado: El
Anatomista, de Federico Andahazi; Historias de hombres casados, de Marcelo Birmajer; las novelas de
Rodrigo Fresn (sic!) y Una noche con Sabrina Love, de Pedro Mairal
(http://www.revistatodavia.com.ar/notas2/Saitta/textosaitta.htm; consultado el 7.2.2007).
286
La antinomia planteada por Kohan tiene como antecedente los libros que
cualquiera puede escribir (en el ensayo Tres respuestas sin preguntas, publicado en
el n 1 de milpalabras de primavera de 2001) y su continuacin en el concepto de lo
poco escrito (en el artculo Ms ac del bien y del mal. La novela hoy, publicado en
Punto de Vista en diciembre de 2005). 208
Este ltimo punto ser central en Ms ac del bien y del mal. La novela hoy,
donde Kohan denuncia la neutralizacin del aforismo Primero, publicar; despus,
escribir de Osvaldo Lamborghini: hoy podra decirse de veras que ha llegado a ser
preferible publicar que escribir (Kohan 2005: 7). 209 Contra los libros que asumen la
apariencia de lo poco escrito, Kohan va a proponer la ecualizacin Borges-Puig:
208
La intervencin Ms ac del bien y del mal. La novela hoy est antologizada en Fuga de materiales
(2013).
209
La primera lectura del conocido aforismo de primero, publicar; despus escribir lo interpreta en
trminos del sueo utpico de un arte capaz de encontrar resultados con prescindencia de las fatigas del
trabajo creador. La segunda, como inversin de la mxima borgiana hay que publicar para dejar de
escribir (en el sentido de dejar de corregir) que Jorge Luis Borges toma prestada de Alfonso Reyes.
Que Lamborghini invierta dicha mxima podra ser interpretado como un abierto desafo al indiscutido
maestro de estilo de nuestra tradicin literaria: porque yo (Osvaldo Lamborghini) no necesito (como s
lo necesitaba Borges) corregir, puedo pasar directamente a la instancia de publicacin. Segn la tercera
287
Esa especie de ecualizacin Borges-Puig permite crear un nuevo lugar para el estilo (haciendo chocar
la plenitud del estilo de Borges con el vaciamiento del estilo de Puig), un nuevo horizonte cultural
para la escritura (haciendo chocar el prestigio de las referencias de Borges con el desprestigio de las
referencias de Puig), un nuevo criterio del buen gusto y el mal gusto (haciendo chocar los materiales
del mal gusto de Puig, que la operacin camp salva del kitsch, con la altisonancia de cierta solemnidad
cultural de Borges, que la comicidad y la falsificacin salvan de un efecto que tambin sera kitsch).
(Op. Cit. Kohan 2005: 8)
del polo Puig es que se desprende el autor como reproductor, el que corta y pega materiales sin
prestigio; slo que ahora lo hace bajo el amparo de un prestigio garantido que obtiene justamente de la
preexistencia de Puig. Y del polo Borges es que se deprende el autor como redactor, con novelas
tramitadas en una mediana sin sobresaltos, que sin embargo aspiran, en la impostacin de un
borgismo apocado, al aura de la alta cultura, la hondura del pensamiento filosfico y una austera
seriedad que se quiere sesuda. (Op. Cit. Kohan 2005: 9)
La observacin sobre el borgismo apocado es, claro est, un tiro por elevacin
para Guillermo Martnez, al que se alude (sin nombrarlo) como productor de textos de
la ms neta midcult [que] se camuflan de cultura alta, y a menudo logran ser tomados
como tal (siguiendo esa lnea de bestsellerismo donde Umberto Eco acert) (Kohan
2005: 9). En efecto: dos aos antes, Martnez haba publicado Crmenes imperceptibles,
que fue un best-seller, se tradujo (entre otros idiomas) al alemn, ingls, francs y
polaco, y que en 2008 tendra su versin cinematogrfica bajo el ttulo Los crmenes de
lectura, se tratara en verdad de una inversin del principio macedoniano: No escribir para publicar, lo
que empalmara directamente con la cuarta interpretacin de la frmula, que focaliza en la contradiccin
entre el discurso de Lamborghini y sus actos, y seala que, por lo menos en los inicios de su trayectoria
como escritor, otro habra sido el vnculo con la instancia de publicacin y los mecanismos del
reconocimiento literario (Cf. Strafacce 1998). Segn esta ltima lectura, el desatenderse de la publicacin
y/ o difusin de la obra habra sido una decisin tomada luego de la publicacin del poema Die
Verneinung (diciembre de 1978, en el n 4 de la neoyorquina Escandalar), que significa no slo la
recuperacin de la capacidad de escribir luego de un importante bloqueo creativo, sino tambin la
negacin a sucumbir a la tentacin mundana del prestigio, y la apuesta final (a la manera de Macedonio)
por el reconocimiento pstumo. A la luz del epistolario que Lamborghini mantiene entre junio de 1976 y
diciembre de 1978 con sus amigos Tamara Kamenszain, Hctor Libertella, Paula Wajsman y Csar Aira,
donde fabula continuamente una productividad frentica para encubrir su imposibilidad de escribir, cabra
agregar a las posibles interpretaciones del primero publicar; despus escribir una quinta, del orden de la
auto irona: porque siempre me fue (casi) imposible publicar, encubro con esta imposibilidad la
incapacidad (tanto ms aterradora) de escribir.
288
Oxford, con la direccin de Alex de la Iglesia, y Elijah Wood, John Hurt y Leonor
Watling en los roles principales.
intraducible/ lo no-exportable se erige para algunos como piedra de toque para dirimir
el valor de una apuesta literaria (y al respecto, los ejemplos por antonomasia son
Osvaldo Lamborghini y Hctor Libertella). El otro criterio es la capacidad para sabotear
el mercado. O bien ignorando su demanda constante de novedad como lo hizo Miguel
Briante, con su tambin clebre aforismo Yo no escribo, reedito- o bien fingiendo
responder a dicha demanda para hacer estallar el mercado por saturacin y el ejemplo
paradigmtico es Csar Aira-.
Al respecto, no parece casual que estos cuatro nombres tengan un espacio
privilegiado en las antologas de intervenciones crticas de las que se dar cuenta en el
prximo pargrafo.
4.4. Algunas notas sobre el canon argentino en las antologas La tierra elegida, de
Juan Forn; El punto vacilante, de Sergio Chejfec; Con toda intencin, de Carlos E.
Feiling; Leyenda, de Daniel Link; Mil tazas de t, de Luis Chitarroni; Temas lentos,
de Alan Pauls y Fuga de materiales, de Martn Kohan
Si bien tanto Luis Chitarroni como Daniel Link son pioneros en el gesto
antologizador que hace libro de materiales que inicialmente haban sido pensados para
soportes menos duraderos (artculos y reseas en revistas culturales y prensa,
conferencias, clases, ponencias en congresos e intervenciones en blogs), el resto de los
libros que, firmados por algunos integrantes de la generacin ausente, reseamos en
este marco, aparecen luego del cambio de siglo. 210
Se observa, no obstante, una unidad lograda a partir del tono, que se mantiene
homogneo a pesar de la heterogeneidad de los motivos que disparan la escritura.
Tambin la unidad est dada por la construccin en secreto que asumen muchos de
estos veintisiete textos (El misterio de la piedra lquida es un ejemplo claro de cmo
la promesa de una develacin sostiene la lectura desde la primera frase).
211
En 2010, Forn publica una segunda antologa de textos publicados los das viernes en la contratapa de
Pgina/ 12 bajo el ttulo de Ningn hombre es una isla, donde subraya la veta narrativa ya presente en La
tierra elegida.
212
La entrevista, titulada Intimidad, es nota de tapa del suplemento Radarlibros correspondiente al 27
de marzo de 2005.
291
encanto infeccioso del estilo de Gabriel Garca Mrquez, donde Forn aprovecha para
ajustar cuentas aunque sin siquiera mencionar su nombre- con Fogwill); La parbola
del cuchillo (sobre la edicin como libro-arte imposible de conseguir entonces de La
puadada/ El tango de la vuelta, de Julio Cortzar y Pat Andrea) y Sueo con
serpiente (semblanza de Miguel Briante su extraordinaria respiracin narrativa []
es uno de los milagros de la literatura argentina del ltimo medio siglo- con motivo de
la reedicin en agosto de 2002 en Sudamericana de Ley de juego). 213
En el primero de estos tres trabajos Chejfec aboga por la nueva legibilidad, que
define en trminos cercanos a la literatura de izquierda de Tabarovksy como obras
resistentes a la lectura, ejemplificando mediante los recientes casos notorios de
Oscar Taborda, Esteban Lpez Brusa y Emeterio Cerro (Chejfec [2000] 2005: 17-18).
213
La pualada/ El tango de la vuelta, el libro pstumo de Julio Cortzar y el artista Pat Andrea, fue
publicado un da despus del entierro del escritor, el 15 de febrero de 1984. La galerista belga Elisabeth
Franck, a cargo de la edicin en castellano e ingls, nunca se ocup de su distribucin. Recin en el ao
2000, fueron descubiertos 240 ejemplares de la edicin en castellano en muy malas condiciones de
conservacin en un almacn de Miami. En septiembre de 2014, Libros del Zorro Rojo reedit el libro
respetando el formato original, con un eplogo de Enrique Vila-Matas.
292
El segundo (Por qu escribo tan mal) es una feroz diatriba contra la nueva
historia oficial de la literatura argentina instaurada en la transicin democrtica por,
principalmente, Ricardo Piglia (con la ayuda de Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano), que
siempre segn Feiling- adolecera de dos grandes defectos: no slo deja afuera a
autores como Jos Bianco, Miguel Briante, Fogwill y Ezequiel Martnez Estrada []
sino que prescinde por completo del placer y del gusto (Feiling 2005: 66-65). La
perspectiva del crtico-estratega se hace explcita al final, cuando seala que tengo
toda la intencin de seguir escribiendo mal [] a contrapelo de la versin dominante de
la literatura argentina [] Luis Chitarroni y Rodrigo Fresn, no me dejan hacerlo
completamente solo (Feiling [1994] 2005: 66). Que el ttulo de esta antologa
293
(prologada por Rodrigo Fresn) se titule precisamente Con toda intencin es muestra
cabal no slo del fuerte sistema de lealtades interpersonales que motorizaron la
publicacin, sino tambin de cmo se sirven de ella algunos agentes para plantarse
como un colectivo generacional frente a determinados hermanos mayores, cuya
gravitacin en el campo comienza a volverse agobiante.
El cuarto trabajo, La zona incandescente, es una muy clebre broma realizada por
Feiling, memoria de la literatura I de El acercamiento a Almotsim (1936), de Jorge
Luis Borges. Este trabajo, fechado en 1990, enfatiza la importancia para las letras
argentinas de la edicin del primer tomo de la Obra completa de Jorge Washington
Noriega (que es, como sabemos, una de las principales figuras del sistema de
personajes del universo saeriano). Feiling consigue imitar, parodindola, la respiracin
de la prosa borgiana (con inclusin del procedimiento de la falsa atribucin y un
manuscrito apcrifo final):
Decir que Washington Noriega eligi un mal momento para morir es una afectacin del estilo.
Pronosticar que esta Obra completa marca el comienzo de una merecida y tarda fama es conducta de
astrlogo (sobre todo en un pas que se jacta de haber ganado dos campeonatos de ftbol). Afirmar, en
294
cambio, que los poemas y la prosa de Noriega constituyen uno de los proyectos estticos de mayor
densidad filosfica de la literatura argentina, es simplemente informar al pblico de un hecho. La
justificacin de este aserto puede obtenerse leyendo Colastin, Mississippi, ensayo sobre Faulkner
en que Noriega argumenta que slo la fidelidad a una zona, el registro puntual de sus objetos
(animales, minerales, plantas, personas, instituciones), garantiza que la escritura no se vuelva un
quehacer inmoral. Sin esa fidelidad, dice Noriega, ms vale administrar un burdel o poner un
supermercado. (Feiling [1990] 2005: 72-73)
Mencin aparte merece la seccin Sin Miguel Briante, que agrupa tres trabajos
publicados en Pgina/ 12 luego de la muerte el 25 de enero de 1995 del autor de
Kincn: los dos primeros con fecha de 1995 y el tercero, de 1996. En El fin Feiling
afirma que Briante era para m el ltimo de la familia Hernndez-Lugones-Borges, el
sobrino que dilapida la herencia porque para eso estn las herencias (Feiling [1995]
2005: 130). En Este milagro pobrecito se insiste nuevamente sobre la importancia del
legado literario de Briante. Por ltimo, El chancho en el cuadro es una resea sobre la
muestra-homenaje a Briante El ojo en la palabra (con la curadura de Michlle
Guillemont, Fabin Lebenglik, Omar Stela, Liliana Pieiro, Len Ferrari, Luis Felipe
No y Oscar Smoje), que se expuso entre el 21 de noviembre de 1996 y el 20 de enero
de 1997 en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Que tanto Forn como
Feiling coloquen a Briante en un lugar de privilegio en tanto escritor- dentro del
conjunto de sus intervenciones crticas es tambin una nueva razn para desestimar la
existencia de dos grupos culturales enfrentados (VER coda correspondiente al
captulo dos).
como cortes retrospectivos: parto del presente para entender de dnde nos viene [] una determinada
relacin (una relacin actual) entre literatura y cultura industrial, crtica y verdad, arte y poltica. (Link
2006: 16)
De manera coherente con lo propuesto desde las pginas de Babel, Link propone
los siguientes herederos de dicha potica de la transgresin : un poco despus (y de
otro modo), Piglia, Saer, Gusmn, Fogwill (Op. Cit. 2006: 112), a quienes se les
dedican trabajos en la seccin Milenio. 214
Segn Link, los que mejor han resuelto su relacin con la cultura industrial son
Manuel Puig, Rodolfo Walsh, Juan Jos Saer, Fogwill, Ricardo Piglia y Csar Aira (Cf.
214
Sobre Luis Gusmn no hay ningn texto en Leyenda, pero recordemos que Link haba participado dos
aos antes en el tomo Escrito por otros.
296
215
Aprovechamos para sealar una errata en Nota del autor, donde Chitarroni da fecha y lugar de
publicacin originales de los cinco textos que constituyen Mil tazas de t: Los extranjeros definitivos
debi ser publicado en la revista Tigre de Grenoble en 2005 (no en el ao 2000), puesto que es en ese ao
que se realiza la traduccin al francs de Osvaldo Lamborghini por Sudamericana/ ditions du Rocher.
297
El libro, que compila varias de las intervenciones crticas de Alan Pauls a lo largo
de las ltimas tres dcadas, est organizado en los apartados Arte, Literatura,
Viajes, Intervenciones, Cine, Monedas y Mi vida y yo. Es notorio el inters
de Pauls por la fotografa, las artes plsticas y, por sobre todas las cosas, el lenguaje del
cine. (Pauls, como leemos en Yo como actor es, adems de crtico de cine, ocasional
intrprete.) En Literatura e Intervenciones, Temas lentos incluye lecturas sobre
Csar Aira, Manuel Puig, Roberto Bolao, Roland Barthes, Sigmund Freud, Robert
Walter, Fernando Vallejo, Samuel Beckett, Ricardo Piglia, Fogwill, Jorge Luis Borges,
Mario Bellatin y Hctor Libertella.
en la aparente variedad taxonmica de Temas lentos hay una insistencia, una idea fija que parasita
el libro entero: la relacin entre literatura y experiencia, entre hechos y obra artstica, ancdota
ejemplar y texto, a condicin de que se dinamite la conjuncin copulativa en nombre de lo que Pauls
bautiza como literatura expandida. (Moreno 2012
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4809-2012-10-06.html, consultado el
2.11.2012)
216
La encuesta sobre los libros del ao gestionada por . Revista de Cultura, interroga en su Edicin
2012 a un total de 100 crticos, acadmicos y escritores, pidindoles esta vez que elijan tres novedades
editoriales, en cualquier gnero y de cualquier nacionalidad. Los resultados son nota de tapa del n 481 de
la revista correspondiente al 15 de diciembre de 2012, y arrojan como ganador en la categora ensayo a
Temas lentos, junto a la traduccin al espaol que publica Eterna Cadencia de El absoluto literario, de
Philippe Lacou-Labarthe y Jean-Luc Nancy; Textos de ocasin, de Daniel Link y Rebeldes y
confabulados, de Dardo Scavino
298
Hay un antes y un despus de Puig para m y para la literatura latinoamericana. Despus de Puig
(gracias a l) dejamos de creer en ciertos valores literarios, como la imaginacin, el estilo (o buen
escribir) y la importancia (es decir: la trascendencia, el compromiso, los temas de peso), y
descubrimos y nos entusiasmamos con otros: lo trivial como msica y campo de batalla; la
productividad de toda forma de parasitismo (ventriloquia, playback, karaoke); las potencias del
montaje (contra las continuidades narrativas, el arte de la transicin, etc.); la posibilidad de hacer todo
con nada (lo que l llama la cocina del pobre). El nico que tuvo (y tiene) en m un efecto parecido es
Borges. (Pauls [Entrevistado por Marcela Fuentealba] 2012 http://www.paula.cl/tendencia/los-temas-
lentos-de-alan-pauls/, consultado el 16.7.2012)
Tambin Martn Kohan hara de Borges la piedra de toque del nuevo canon,
segn lo que podra inferirse de la lectura conjunta de las intervenciones que
constituyen el volumen Fuga de materiales. En Lo que entiendo por Borges
(publicado originalmente en 2010, en el n 4 de Agora. Journal for metafysisk
spekulasjon, de Oslo), termina afirmando que: Lo que entiendo por Borges es lo que
tuvieron que escribir Manuel Puig, Juan Jos Saer, Ricardo Piglia, Rodolfo Fogwill,
299
Csar Aira, y etctera, etctera, etctera, etctera, etctera, para que se pudiese seguir
escribiendo en Argentina despus de Borges (Kohan 2013: 64).
De todas formas, los trabajos que tienen como objeto exclusivo la potica de un
autor antologizados en Fuga de materiales son nicamente dos: Hctor Libertella,
sigiloso y a destiempo (originalmente el prlogo a la reedicin de Nueva escritura en
Latinoamrica que realiza en 2008 Ediciones El Andariego) y Lo ms breve de los
breve: las novelas nfimas de Csar Aira (ponencia presentada en el coloquio
internacional Csar Aira: un episodio en la literatura argentina del fin de siglo). Si bien
hay otros trabajos que giran sobre un autor determinado, en ellos se procede ms que a
dar cuenta de un proyecto esttico- a sopesar los efectos producidos por una
determinada figura de escritor (Una cosa ms sobre Fogwill). Un texto de inclusin
enigmtica es Cortzar inesperado, que Kohan ley por primera vez en la Feria del
Libro de Buenos Aires Edicin 2009, con motivo de la presentacin del volumen
homnimo que bajo el cuidado de Aurora Bernrdez y Carles lvarez Garriga- edita
ese ao Alfaguara. En el marco de la misma, Kohan invita (irnicamente?) a
preguntarse por la actualidad de la inactualidad [de Cortzar] (2013: 159).
sobre respuestas a la pregunta que formulan cul es el sitio del escritor?: Chejfec
[1997] 2005: 65). En Con toda intencin, se reproducen dos reseas encomisticas,
ambas fechadas en 1990: La novela, la amistad (sobre Lenta biografa, de Sergio
Chejfec: tan sutil como un soneto de Wilcock) y El escritor como personaje (sobre
El divino convertible, de Sergio Bizzio: demasiado maravillosa siempre segn
Feiling- para ser una primera novela).
Contra la promesa de arriesgar los nombres de la literatura del segundo
centenario presente en la Introduccin a Literatura argentina. Cuatro cortes antes
citada, Link slo reivindica tres autores nuevos: Matilde Snchez (una resea
planteada en trminos de crtica a la novela de gnero para La cancin de las
ciudades); Alejandro Lpez (Hope over all: traduccin del posfacio escrito por Link a
la traduccin al ingls de La asesina de Lady Di, publicada en la editorial
norteamericana Alisform Publishing en 2005 bajo el ttulo de Die, Lady, Die) y Gabriela
Bejerman (con motivo de resear las dos novelas cortas que constituyen Presente
perfecto).
En la resea a Sierra Padre con que se clausura Mil tazas de t, Chitarroni utiliza
esta novela como un acabado ments a la coartada del slo quise contar una historia
utilizada por escritores, periodistas, cineastas y hasta filsofos- en el momento en que
tienen que defender la insuficiencia de su desempeo con la escasez de sus argumentos
(2008: 82). Contra esto, destaca el aticismo de la prosa de Mara Martoccia. El
principio de ingenuidad y la artesana ejercitada con las ambiciones y los poderes-
del arte presentes en Sierra Padre son incluso comparados (a favor de la autora) con
los de Manuel Puig (Cf. Chitarroni 2008: 83-85).
Por ltimo, en el artculo La novela argentina: ms all del bien y del mal ya
citado en el pargrafo 4.3. en el marco de la indagacin sobre la literatura de
izquierda, Martn Kohan hermana a Pauls y Chejfec en tanto ejemplos de cmo frente
a las condiciones impuestas por la publicacin de lo poco escrito [] recuperan y
validan, para la literatura argentina del presente, la centralidad de la escritura ([2005]
2013: 70).
De la auto-promocin a fines de los ochenta de las propias novelas presente de
manera paradigmtica en la seccin El libro del mes de Babel, revista de libros (ya
analizada en el captulo dos) a conatos de auto-canonizacin luego del cambio de
milenio: es indudable que el tiempo juega a favor de determinados miembros de la
generacin ausente. Sin embargo, hay algunos hermanos mayores que al parecer
301
217
Mientras Escritos sobre literatura argentina compila no slo trabajos publicados en diversos medios
sino tambin ponencias en congresos (y hasta un indito fechado en 1989 sobre La hija de Kheops, de
Laiseca) abarcando un arco temporal amplsimo (de 1980 a diciembre de 2006), Ficciones argentinas
antologiza todas las notas publicadas por Sarlo en el suplemento cultural del diario Perfil entre octubre de
2007 y mayo de 2012.
302
Un contrito Daniel Link enmienda esta falta para la reedicin de 2007, y admite
lo siguiente:
Lo que yo no haba entendido todava es que la obra de un escritor (de un escritor de verdad, como
en este caso) nunca es palabra muerta: por eso es difcil (y peligroso) pretender apoderarse de la
palabra de los escritores a los que amamos []
Cuando edit el Diario de Walsh comet varios errores [] Pero comet, sobre todo, ste [] Pens
que la literatura era una cosa separada de la vida. Olvid hace falta decirlo?- un fundamento y
una tensin constitutiva de la literatura de Walsh: que no hay separacin posible entre literatura y
vida. (Link 2007: 6)
En 2014, El Cuenco de Plata reedita los cuatro tomos de Antologa del cuento
extrao (seleccionados, traducidos y anotados por Rodolfo Walsh en el ao 1956 para la
editorial Hachette: hay una reedicin en 1976), con prlogo de Daniel Link. All se
enfatiza que 1956 no es slo el ao de publicacin de esta antologa: es el encuentro de
Walsh con el que ser su destino literario y poltico [] Operacin masacre (Link
2014: ). No obstante, el prologuista cierra ahora su intervencin afirmando que, hasta
el mismo da de su muerte, Walsh quiso volver encarnizadamente a la prctica de la
ficcin.
Siete aos antes, en la entrada del blog Linkillo. Cosas mas correspondiente al 6
de agosto de 2007 (Leyendo Operacin masacre) y antologizada en Textos de
304
ocasin (2012), que tambin publica en el El Cuenco de Plata, Link haba logrado una
formulacin ms ajustada:
El modo en que se resiste a toda clasificacin (es decir: a toda normalizacin) es lo ms caracterstico
de Operacin masacre y de quienes insistimos en su participacin respecto de las grandes lneas de
debate que atraviesan la literatura contempornea. Leer Operacin masacre como literatura es
violentar las ideas que hemos heredado de la antigua cultura burguesa (y que la prensa cotidiana
reproduce todava hoy con un cinismo apabullante) sobre el ejercicio con pretensiones artsticas de la
escritura.
En nuestra perspectiva, Operacin masacre representa ese momento (necesario para la existencia de
algo as como la literatura) en que lo literario se vuelve en su contra, incluyendo lo que al mismo
tiempo excluye. Dicho de otro modo: Operacin masacre demuestra, como pocos otros textos, que la
literatura sobrevive solamente en un instante de peligro, es ese instante de peligro en que todas las
certezas se deshacen. (Link [2007] 2012: 172; nfasis del autor)
Las Jornadas Saer, que culminan con la colocacin de una placa conmemorativa
en el hall de entrada de la Biblioteca Nacional, a seis aos del fallecimiento del autor de
La grande, son tema de tapa del suplemento Cultura y espectculos de Pgina/12
correspondiente al martes 28 de junio de 2011 (da en el que Saer, de no haber muerto el
5 de junio de 2005, hubiera cumplido 74 aos). La periodista Silvina Friera entrevista a
Paulo Ricci (organizador de las Jornadas) y Hernn Ronsino (uno de los expositores de
la mesa La poltica). Ambos coinciden en sealar la peculiar forma de relacionar
literatura y poltica en Saer (narrar lo poltico sin estridencias, en la frmula de
Ronsino), aunque es Martn Kohan, desde la columna de opinin Otra forma de contar
lo poltico que acompaa la entrevista, el que se finalmente se explayar sobre esta
cuestin:
Saer apost, sobre una tradicin que podra provenir de Macedonio Fernndez, a liberar la novela
argentina del mandato de ceder al realismo, a la referencialidad documental, al testimonialismo
305
vivencial o a las certezas ideolgicas, para poder as decir lo poltico o narrar lo poltico [] Se abren
as nuevas posibilidades para la novela. Y al mismo tiempo se establece la exigencia implcita de leer
de otra manera. Sin tener que leer mensaje ni realidad para poder leer poltica. Y declinando esa
tan arraigada antinomia que tiende a desconfiar, en funcin de lo poltico, de la esmerada perfeccin
moral que pueda perseguir un texto. Porque Saer ha revelado justamente eso: que la literatura puede
decir lo poltico mucho mejor cuando se sabe lenguaje, mejor an cuando se vale de la potencia del
cuidado de la forma. (Kohan [Entrevistado por Silvina Friera] 2011: 28)
El relato poltico se consuma en Glosa (o, dicho de otro modo, Glosa se consuma como novela
poltica) mediante esta produccin narrativa de diferentes intensidades. No se trata de una ilusin
referencial, no se trata de apelar a una serie de deixis eficaces, no se trata de un efecto de realidad por
los detalles que parecen no significar nada, no se trata de desplegar el poder de representacin de la
literatura para aprehender el mundo: se trata de lograr, mediante un juego de debilitamientos y
contrastes, un aumento de intensidad en ciertos pasajes del texto, secuencias ms intensas que por
serlo sugieren un grado de realidad ms acentuado, para, en los tramos as producidos, contar lo
poltico. (Op. Cit. Kohan 2011: 159)
Dos son las secuencias narrativas con las que Kohan ejemplifica este grado de
realidad ms alto: el suicidio de Leto con la pastilla de cianuro y el comienzo del exilio
en Pars en 1979 de El Matemtico luego de que su mujer cayera en manos de las
llamadas fuerzas de seguridad, que irrumpen en el tiempo narrado (ao 1961) como
futuro. No hay duda, sostiene Kohan, de que Leto eligi suicidarse con la pastilla. El
grado mximo de referencialidad (podramos decir: de certeza) que se le da a este
hecho, escapara a la lgica general de la indagacin de lo real.
Y an ms: su lectura no slo se aparta de la lnea crtica trazada por Mara Teresa
Gramuglio (y a la que Dalmaroni/ Merbilha en su aporte para el onceavo tomo de la
Historia crtica de la literatura argentina adhieren explcitamente), sino tambin
contrara los trminos en los que el propio autor santafesino pretendi ser ledo. Esta
306
nueva lectura de Glosa como novela poltica constituira por todo lo dicho el ms
importante ndice de la libertad de criterio (e inventiva crtica) que determinados
miembros de la generacin ausente comenzaran a ganar frente a la tutela de sus
hermanos mayores.
Otro exponente de esta inventiva y libertad crticas es sin duda Ricardo Strafacce,
autor de Osvaldo Lamborghini, una biografa.
Por un lado, el gesto demitificador por parte del bigrafo de darle un contexto
histrico, poltico y cultural preciso al biografiado va en contra de las construcciones
iniciadas inmediatamente luego de su muerte- de El Maestro (Csar Aira, Fogwill) o
el escritor maldito (Germn Garca). Por otro lado, Strafacce no slo recontextualiza
las supuestas lecturas excepcionales a las que aludiera Aira en su prlogo para
Ediciones del Serbal dentro de la tpica biblioteca de los setenta, sino que tambin
muestra los baches en la formacin del autor de Sebregondi retrocede (y alterna la
transcripcin de algunos de sus mticos subrayados perfectos en los ejemplares
conservados en la casa natal de Mar del Plata de su Biblioteca Personal con los que
hiciera en Barcelona sobre ignotas novelitas pornogrficas espaolas). Por ltimo, se
observa la prctica una crtica gentica que podramos definir como de tipo
biograficista: las fechaciones de los manuscritos aparecen las ms de las veces
justificadas por su vnculo directo con los avatares familiares, domiciliarios, psquicos y
sexuales del biografiado.
La publicacin de Osvaldo Lamborghini, una biografa es tapa de adnCULTURA.
La revista cultural de los sbados del diario La Nacin correspondiente al 23 de agosto
de 2008, que incluye como anticipo exclusivo cuatro fragmentos del texto firmado
por Strafacce. Tambin, las notas Un genio exasperado, de Pedro B. Rey; una
entrevista al bigrafo (La literatura de verdad no es cosa de este mundo), que tambin
realiza Rey, y el trabajo Sintaxis mayor, de Fogwill, que no solamente comenta la
publicacin conjunta de Y todo el resto es literatura y Osvaldo Lamborghini, una
biografa, sino que toma la segunda como reaseguro para la inclusin definitiva de
Osvaldo Lamborghini en una Antologa de los Mayores:
Durante cada una de las once dcadas que que sucedieron al siglo XIX, la Argentina tuvo una masa
crtica de poco ms de un centenar de escritores y, en cada dcada, tres o cuatro de ellos, entonces
considerados los mejores, pudieron distinguirse por una gran virtud o un gran defecto, y, entre ambos,
por su estilo particular que hoy permite identificar su autora teniendo a la vista unos pocos renglones
de cualquier pgina de esa plausible e imaginaria Antologa de los Mayores. En ella el poeta Lenidas
307
y el polgrafo Osvaldo Lamborghini convivirn con Aira, Arlt, Bioy, Borges, Copi, Fijman, Gelman,
Manucho, Juan L. Ortiz, Puig, Saer, Silvina y una veintena ms que quedar librada al azar de los
antlogos y de los vientos de la poca. (Fogwill 2008: 8)
218
Osvaldo Lamborghini: una biografa cuenta con el espaldarazo de Fogwill, que junto a Patricio B. Rey
es uno de los oradores de la presentacin, realizada el 25 de noviembre de 2008 en el Centro Cultural
Recoleta. En el marco de la misma, el autor de Los pichiciegos cita a Walt Whitman para sealar que
quien lea la biografa de Strafacce, tocar a un hombre. Contra esto, tanto la nota Maldito mito que
Alan Pauls firma el 4 de mayo de 2003 para Radarlibros celebrando la aparicin del primer tomo de
Novelas y cuentos en Sudamericana, como las intervenciones de Julio Premat y Luis Chitarroni en Y todo
el resto es literatura pasan por alto el rol principal que tuvo Strafacce en la reedicin corregida y
aumentada de las Obras Completas que aparecen en Sudamericana a partir de 2003.
308
4.6. Nueva encuesta a la literatura argentina (2000-2009). 200 aos, 200 libros.
Recorridos por la cultura argentina: ingreso de tres miembros de la generacin
ausente en el Canon del Bicentenario
El n 325 de . Revista de Cultura tiene como nota de tapa los resultados de la Nueva
encuesta a la literatura argentina (gestionada por Alejandra R. Ballester y Jorgelina
Nez, de la Redaccin de Clarn), que, a partir de una muestra de sesenta casos entre
escritores y crticos, apunta a responder qu nos dej esta primera dcada del siglo
mediante un cuestionario fijo de cinco preguntas: Cules son, para usted, los libros de
autores argentinos ms significativos de la dcada? (Mencione cinco ttulos en orden de
prioridad); Qu autores, argentinos y extranjeros, tienen gravitacin en su obra?;
Para usted, qu es hoy lo actual y lo caduco en la literatura argentina?; Cmo
percibe las relaciones entre literatura y mercado? y Cules considera que son las
principales instancias de legitimacin literaria: la publicacin en determinada editorial,
el aval de escritores de prestigio, la universidad, la crtica periodstica o acadmica, los
suplementos literarios, los blogs, los premios, la presencia en mesas redondas y eventos
culturales, la aceptacin de los lectores? (Nez/ Rodrguez Ballester 2009: 12).
El escritor ms votado resulta ser Csar Aira (con 12 votos por Cumpleaos). A l
le siguen: Juan Jos Saer (11 votos por La grande), Diana Bellesi (8 votos por Tener lo
que se tiene. Poesa reunida), Arturo Carrera (8 votos por Potlach), Sergio Chejfec (7
votos por Boca de lobo), Ricardo Piglia (7 votos por El ltimo lector), Fogwill (6 votos
por Cuentos completos), Alan Pauls (6 votos por El pasado), Irene Gruss (5 votos por
La mitad de la verdad), Marcelo Cohen (cinco votos por Donde yo no estaba), Joaqun
Gianuzzi (cinco votos por Un arte callado), Juan Gelman (cinco votos por Mundar),
Washington Cucurto (cinco votos por Cosa de negros), Flix Bruzzone (cinco votos por
Los topos) y Anbal Jarkowski (cinco votos por El trabajo).
El destino de los escritores que admiro es inexorablemente la universidad, que necesita siempre de un
marginal, un maldito para estar a la vanguardia. Y no me refiero a personas en particular, las hay muy
talentosas que trabajan de profesores y con su lectura han sido correas transmisoras muy importantes.
Me refiero a un funcionamiento discursivo. Podra nombrar autores que admiro y que han corrido ese
destino: Osvaldo Lamborghini, Ricardo Zelarayn, Nstor Perlongher. (Gusmn 2009: 16)
219
Vale aclarar que Giordano elige en verdad un libro sobre Aira (no de Aira): Las vueltas de Csar Aira,
de Sandra Contreras. Como destacados de no ficcin, Ballester y Nez sealan como ms votados a
Borges, de Adolfo Bioy Casares y Osvaldo Lamborghini, una biografa, de Ricardo Strafacce.
310
Como parte de los festejos del Bicentenario, fue lanzada el cinco de mayo de 2010
en EUDEBA la coleccin Serie de los Dos Siglos (bajo la direccin de Sylvia Satta y
Jos Luis de Diego y con un Consejo Asesor integrado por Jorge Lafforgue, Luis
Alberto Romero y Beatriz Sarlo), con el objetivo de proseguir el camino iniciado por la
propia editorial en 1960, con la Serie del Siglo y Medio. El catlogo editorial trasunta el
deseo de hacer circular no slo clsicos aparecidos originalmente en los primeros
doscientos aos de la Nacin, sino tambin, mediante lo que podramos entender como
un movimiento canonizador, incluir textos literarios o ensaysticos que podran aspirar a
serlo.
La literatura argentina empez muy bien y muy mal al mismo tiempo, y en manos de la misma
persona. El matadero es un buen candidato a ser considerado uno de nuestros mejores relatos de
ficcin, y es sin duda el primero que vale la pena. El poema narrativo La cautiva, en cambio, a pesar
del encono de pedagogos e historiadores de la literatura por promover o imponer su lectura, es tan
malo que el nico goce que puede producir es el de la risotada incrdula. (Gamerro 2010: 8)
Para llegar a esta red, se pidi a Juana Bignozzi, Jos Emilio Buruca, Arturo
Carrera, Jos Carlos Chiaramonte, ngela Di Tullio, Leonora Djament, Jorge Dotti,
Jos Pablo Feinmann, Norberto Galasso, Griselda Gambaro, Germn Garca, No Jitrik,
Jorge Lafforgue, Laura Malosetti Costa, Alan Pauls, Eduardo Rinesi, Andrs Rivera,
Len Rozitchner, Beatriz Sarlo, Alberto Szpunzberg, David Vias, Eduardo Jozami y
Horacio Gonzlez que eligieran diez ttulos incluyendo poesa, ensayo, narrativa e
historia.
En lo que hace a los resultados sobre literatura argentina del siglo XX, stos se
dividen entre los previsibles (siete ttulos de Borges, cuatro de Arlt, cuatro de Piglia,
tres de Cortzar, tres de Walsh, tres de Saer, tres de Gelman, dos de Puig, dos de Vias,
dos de Conti, uno de Gusmn, uno de Aira, uno de Fogwill, uno de Gombrowicz) y los
312
Ms all de su calidad literaria, las novelas firmadas por Gamerro, Kohan y Pauls
tienen tres importantes puntos en comn. En primer lugar, fueron bendecidas casi al
momento mismo de su publicacin tanto por la crtica acadmica como por la
periodstica. En segundo lugar, son novelas premiadas (Premio Herralde para El pasado
y Ciencias morales). En tercer lugar, han traspasado las fronteras de su lengua de
origen: o bien ya han sido traducidas a lenguas extranjeras (El pasado, Ciencias
morales), o bien su traduccin (an en proceso) se anuncia como inminente (Las Islas).
Por ltimo, para el caso especfico de El pasado, es de destacar el rol que jug la
adaptacin cinematogrfica (y la alta visibilidad de su protagonista, Gael Garca Bernal,
que forma parte del star-system latino de Hollywood) en su proyeccin internacional.
Para octubre de 2005, ya se haban vendido en suelo local 9500 ejemplares de El
pasado.
220
A partir de la traduccin de El pasado, la editorial Klett-Cotta encomienda a Christian Hansen los
siguientes ttulos: Historia del llanto (aparece en 2010 como Historia de las lgrimas) e Historia del
pelo (2012). Es interesante detenerse en cmo se acorta cada vez ms el intervalo de tiempo entre la
publicacin del original castellano y su traduccin al alemn.
221
Dentro de la nmina de novelas a ser traducidas que la Cancillera informa a Prensa con el n de
despacho 194/ 09, destacan algunos ttulos: Operacin Masacre, para ser traducido al francs (por la
editorial Christian Bourgois) y al alemn (por la editorial Rotpunktverlag); El entenado y Los pichiciegos,
313
Entre marzo y mayo de 2012, la Serie del Recienvenido (dirigida por Ricardo
Piglia para Fondo de Cultura Econmica) se presenta en sociedad con los ttulos
Nanina, de Germn Garca y En breve crcel, de Sylvia Molloy. Segn su editor, esta
es una coleccin que incluye libros que me parecen importantes, y que por motivos que
obedecen a una lgica hermtica que tambin es la del mercado- tardan en ser
reeditados o no se reeditan nunca (Piglia 2012a
http://elliberal.com.ar/ampliada.php?ID=41047, consultado el 9.12.2012). El ttulo de la
coleccin es, claro est, un homenaje a Macedonio Fernndez, autor de Papeles de
recienvenido (1929). Entrevistado el 31 de marzo de 2012 para el diario Perfil, Piglia
seala al respecto que:
hay que leer lo que no se ve en la superficie y eso no quiere decir buscar los textos en las
profundidades En la circulacin rpida del mercado, la arqueologa podra entenderse como una
pausa, un cambio de velocidad. La crtica de por s es un cambio de marcha en la lectura, uno pasa
mucho tiempo trabajando sobre algunos libros. En la edicin imagino que la arqueologa consiste en
aspirar a que los libros encuentren un tiempo propio, cierta persistencia y que los eventuales lectores
sigan, o se interesen, en la continuidad. [] Ya sabemos que Macedonio reaparece siempre como si
fuera la primera vez. Un clsico imposible, podramos decir, nunca est fijo. Es el anticanon, es como
si todos sus libros fueran primeros libros. (Piglia 2012b http://www.perfil.com/ediciones/cultura/-
20124-664-0005.html, consultado el 9.12.2012)
para ser traducidos al hebreo (por la Editorial Carmel); y Auschwitz, para ser traducido al polaco (por la
editorial Muchaniesiada).
314
Cul sera la lnea editorial? Por un lado, se trata recuperar ciertos textos: o
bien aquellos que estaban prcticamente fuera de circulacin (por ejemplo,
Caverncolas!, que hasta su reedicin en 2014 se mantena inconseguible en la primera
y nica edicin en Editorial Per Abbat, de 1985), o bien aquellos que permanecan en la
periferia del canon (Minga!, de Di Paola). Por otro lado, se trata de propiciar la
relectura de determinados autores en un horizonte interpretativo diferente al de su
contexto de recepcin original. Un ejemplo: hacer colisionar en la misma serie una
correcta novela policial publicada por primera vez en la Coleccin Sptimo Crculo
dirigida por Borges y Bioy (La muerte baja en el ascensor, de Mara Anglica Bosco)
con cierta zona de la vanguardia setentista (Garca, Libertella). Respecto al segundo
punto, son fundamentales los prlogos firmados por Piglia, que consigue leer apuestas
escriturarias y/ o operaciones vanguardistas en los textos ms insospechados.
Dentro los ttulos que conforman la Coleccin, destaca El mal menor, nico ttulo
firmado por un miembro de la generacin ausente. En su prlogo, Piglia afirma que:
El mal menor es una novela memorable no slo por su elaboracin de la temtica del
gnero o la intensidad de su intriga sino por la calidad de su prosa (2012c: 11). A
continuacin, traza una filiacin que impresiona como algo forzada (porque, en rigor de
verdad, esta novela de terror parece ms prxima a la imaginera espiritista de Luis
Gusmn que al trabajo con el registro de la doxa de Manuel Puig):
Escrita en una prosa cuya precisin y serenidad garantiza la verdad de cualquier escena (o situacin
extrema) que se narre, en El mal menor los detalles, los matices, los tonos, las resonancias verbales
son la materia en la que se teje la trama apasionante de la novela. El cruce entre un clsico narrador en
tercera persona, irnico y mordaz, con el relato escrito por una mujer cuya lucidez creciente le permite
visiones y registros mltiples hace recordar las inolvidables iluminaciones de la prosa de Manuel
Puig. (Op. Cit. Piglia 2012c: 11)
A la lista de especies en peligro de extincin, la recesin sum las libreras argentinas [] Con una
cadena de comercializacin quebrada libreras que no venden y por ende no pagan a editoriales que
no cobran y retienen ttulos o declinan importar debido a la incertidumbre cambiaria-, el mercado
editorial entr en terapia intensiva [] Desde 1999 las ventas cayeron un 50%. Entre 2000 y fines de
2001, 250 libreras cerraron sus puertas. Muchas de las que an sobreviven, trabajan por debajo del
punto de equilibrio, esto es, a prdida, cancelando slo gastos fijos y financindose con una
bicicleta a las editoriales: algunas estn pagando recin hoy libros vendidos en el 2000. Muchas ya
tienen el crdito cortado y no reciben libros nuevos [] El panorama en el Interior es de una
desculturizacin vertiginosa: en la provincia de La Rioja quedan 4 libreras; 3, en toda Catamarca []
Las libreras de calle Corrientes ya registran alzas de hasta un 35% en el precio de libros trados de
Espaa, y las nuevas listas de algunas editoriales prometen aumentos promedio del 20% en los
argentinos, originados en la suba de la tinta y el papel extranjeros. (Garzn 2002: 3)
En su nota El futuro del mercado editorial para el mismo Suplemento, Ana Laura
Prez seala que todas las editoriales (tambin los mgaholdings) estn embarcadas
en planes de ajuste. Random-House-Mondadori-Sudamericana, que despidi empleados
en diciembre, ocultara un sobrante de devolucin en sus depsitos de tres millones de
ejemplares. El Grupo Planeta anuncia que durante enero-febrero no distribuir ningn
libro en nuestro pas, y que, a partir de marzo de 2002, slo editar por mes un mximo
de diez nuevos ttulos, reduciendo las tiradas de 5000 a 3000 ejemplares para los libros
de narrativa y ensayo firmados por autores argentinos. Todo esto, por supuesto, impacta
sobre la calidad de la oferta, que se simplifica al mximo en aras de recuperar una
mnima rentabilidad mediante la reedicin de autores europeos ya consagrados en
ediciones bolsillo (que entre julio y diciembre de 2001 ha visto crecer en un 100% su
318
222
Entre febrero y marzo de 2001, el grupo Bertelsmann termina de adquirir el 100% de Sudamericana
mediante su compaa editorial Random House y de su brazo en Amrica Latina, Plaza & Jans. En
diciembre de 2012, Bertelsmann finalizar la adquisicin del 100% del capital social del sello Random
House-Mondadori (formado en julio de 2001), tras haber recibido la aprobacin de las autoridades
espaolas de defensa de la competencia. De este modo, se autoriza a Bertelsmann a comprar la
participacin de Mondadori en la antigua joint-venture espaola participada al 50% por Random House y
la italiana Mondadori.
319
2001-, con tirajes de 50 ejemplares); Funesiana (surgida en 2007, gestionada por Lucas
Oliveira, con tirajes de 40 ejemplares); Editorial Mancha de Aceite (a partir de
septiembre de 2009, la primera editorial independiente de San Francisco Solano,
gestionada por Walter Lezcano y Patricia Jimnez con tirajes de 20 ejemplares); La
Gota (a partir de 2009, gestionada por Gonzalo Geller, Cande Rivero y Pablo Escudero,
se jacta de ser la editorial ms chica de Sudamrica, con tirajes de 12 ejemplares).
224
Luego del derrumbe econmico de diciembre 2001-febrero 2002, entre los aos 2002 y 2004 se da un
incremento relativo acumulado del 86%. Si bien ste se halla sostenido por los nmeros de los grandes
grupos editoriales, que redisean sus estrategias para el nuevo escenario, el informe del Centro de
Estudios para la Produccin del ao 2005 sobre la industria editorial seala que fueron las firmas que
facturan menos de 500.000 pesos anuales las que registraron, en promedio, un mayor aumento en la
productividad (de un 47, 7%, frente al 25% en el caso de las grandes editoriales).
321
225
El 18 de julio de 2013, el Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional lanz el Mapa
Celeste de Editoriales Argentinas, inmenso trabajo de relevamiento de todos los sellos editoriales activos
en el pas, desde 1764 a la actualidad. La bsqueda puede realizarse por orden alfabtico o por categoras,
a travs de una pantalla tctil instalada en el primer piso de Av. Las Heras 2555. De dicho banco de datos
hemos seleccionado algunas de las editoriales ms relevantes para el planteamiento de nuestras hiptesis.
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Los problemas que enfrentan las ms pequeas entre las llamadas editoriales
independientes (esto es: las que sacan dos o tres libros por ao) son: (1) el
financiamiento: del xito de ventas de un ttulo depende la posibilidad de publicar el
prximo; (2) la distribucin, sealada como el principal escollo a superar; (3) la no
profesionalizacin del staff: editores que son tambin diseadores grficos ad hoc, lo
que repercute en la calidad del arte de tapa. Puesto que el libro es un bien simblico
inmerso en una cultura de la imagen y el packaging, que sea poco atractivo visualmente
lo volvera inmediatamente un objeto no vendible.
Por ltimo, Enzo Maqueira elige autodefinirse menos como editor que como
agitador cultural. En su testimonio, describe el proyecto de Ediciones Outsider en
trminos de un colectivo cultural y performtico. De los tres editores, Maqueira es el
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Si los tres editores cuyos posicionamientos hemos reseado dirigen proyectos que
bien podran ser caracterizados como los ms chicos entre los independientes, en la
nota de investigacin Los nuevos audaces que realiza Carolina Menndez Trucco para
ADNCultura de La Nacin (publicada el 9 de agosto de 2008) se dan las caractersticas
de cinco editoriales cuyos tirajes oscilan entre 1000 y 2000 ejemplares. Para ello,
Menndez Trucco entrevista a los editores de Eterna Cadencia (Leonora Djament y
Pablo Braun), Ediciones Winograd (Alejando Winograd), La Bestia Equiltera (Diego
DOnofrio, Natalia Meta y Luis Chitarroni), La Compaa (Eduardo Berti), y Negro
Absoluto (Juan Sasturain).
En tercer lugar, los editores coinciden en que la especificad y calidad del material
es el nico mtodo fiable para asegurarse la supervivencia econmica. O bien se
dedican a un gnero especfico (el policial en Negro Absoluto, que adems tiene la
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Al da de la fecha, Eterna Cadencia y La Bestia Equiltera son distribuidas por Waldhutter.
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particularidad de editar tres ttulos por autor, brindndole a ste segn el testimonio de
Sasturain- una autonoma absoluta en lo relativo a los contenidos y el estilo), o bien
se dedican a exhumar rarezas en cuidadsimas traducciones al espaol realizadas por
escritores argentinos (La Compaa, La Bestia Equiltera), o bien proponen catlogos
que giran alrededor de determinados escritores de culto (la escocesa Muriel Spark en
el caso de La Bestia Equiltera).
Uno de los sellos ms poderosos dentro de los adquiridos por el Grupo Penguin es,
sin lugar a dudas, Alfaguara, que ese ao celebra el 50 aniversario de su fundacin, y
que publica entre otros- a Mario Vargas Llosa, Jos Saramago, Carlos Fuentes o
Gnter Grass, adems de a los autores ganadores del Premio Clarn de Novela, algunos
de los cuales (como Claudia Pieiro) terminan siendo parte del catlogo editorial.
Contra este vnculo con el mercado de libros por momentos errtico, el anlisis del
tercer apndice de este trabajo (Traducciones a lenguas extranjeras de las novelas
escritas por la generacin ausente reseadas en el marco de la presente tesis) llevara
a inducir una muy temprana (y, a partir de la diversidad de lenguas en que son vertidas
las novelas escritas por determinados miembros de la generacin ausente, ya casi
podramos decir diversificada) insercin en la escena literaria internacional.
Si bien la traduccin al ingls es la condicin sine qua non para que un libro
efectivamente circule por fuera de las fronteras de su pas y/ o idioma, son por lo mismo
particularmente llamativas la traduccin al polaco de la novela Auschwitz, de Gustavo
Nielsen (aunque aqu cabra sospechar que fueron las ominosas resonancias del ttulo el
factor que ms pes a la hora de tomar la decisin de verter a una lengua tan extica un
texto que ni siquiera haba sido traducido previamente al, contradiciendo lo dicho
anteriormente, idioma ingls) y las traducciones al chino, francs, portugus, griego,
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De todas formas, constatar el mero hecho de que una novela ha sido publicada en
una lengua extranjera determinada no dice nada sobre sus efectos de lectura y recepcin
allende sus fronteras nacionales y/ o lingsticas. A dicha constatacin le faltara
precisar qu tipo de editorial se hizo cargo de la traduccin (como siempre: es muy
distinto aparecer publicado tambin en traduccin- en una editorial independiente, o
en una editorial que es parte de un Grupo) y con qu campaa promocional fue
acompaada dicha traduccin en su lanzamiento.
De todas formas, bien vale destacar algunas lecturas recientes que escapan a la
prdica de los hermanos mayores: la lectura de Glosa en tanto novela poltica
realizada por Martn Kohan y la lectura fuertemente epocal y contextualista (en el buen
sentido del trmino) que propone Ricardo Strafacce de la supuesta excepcionalidad de la
figura y escritura de Osvaldo Lamborghini (que, a su vez, el estilo del biografiado sea
plagiable tal como se pretende demostrar La novelita triste de Osvaldo
Lamborghini- sera precisamente un argumento extra en contra del mito impulsado por
Csar Aira de su supuesta genialidad).
CONCLUSIONES GENERALES
Si bien afirma que esta narrativa joven se habra liberado de la Angustia de las
influencias (maysculas en el original), Chitarroni se ocupa de subrayar la existencia
de precursores. Segn su lectura, El miedo, de Gonzalo Garcs, slo habra sido posible
luego de Derrumbe, de Daniel Guebel. Asimismo, se distinguira una lnea de
continuidad entre la novelstica de Marcelo Cohen y la genialidad sintctica del autor
227
En Conversando con Freud y Dostoievski, Pola Oloixarac coincide en la primera parte de este
diagnstico, al afirmar que mis contemporneos estn preocupados por documentar la realidad. Bucean
sus clases sociales, sus gneros sexuales, para dar con el diamante de su expresin verbal. Son etngrafos
de su tiempo, son (somos?) testigos de lo real [] En este reverso del canon, los dilogos tendran un rol
preeminente: son una garanta de un odo para el conurbano y la ciudad (2012: 12).
334
228
Eso s: la nueva crtica, los nuevos narradores y los nuevos poetas siguen dando entrevistas a los
suplementos de los diarios y aspirando a publicar sus libritos en las multinacionales de turno, una vez que
la visibilidad lograda gracias a algn blog afortunado consigui llamar la atencin de los asesores
literarios de los grandes medios editoriales. (Link 2012: 18)
229
Lo que pasa tambin con la intelectualizacin que yo reclamo es que se lee de un modo muy vago y
parcial la tradicin. Me molesta por ejemplo cierta literatura contempornea que lee a Aira entendindolo
slo como el escritor pop, Yo era una chica de siete aos, sin ver que detrs de Aira est toda la literatura
latinoamericana, todo Mansilla, una gran lectura poltica, etc Ah los efectos de recepcin son
triviales. (Tabarovsky [Entrevistado por Mauro Libertella] 2012: 26)
335
230
Yo leo muchos blogs y ah encuentro un montn de crticos, voces que hablan de libros que estn
siendo publicados, cosas mejores y peores. Muchas veces no s quines son los que escriben, y eso
tambin me parece seductor. (Vanoli [Entrevistado por Mauro Libertella] 2012: 27)
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tiempo, como el sostenido desempeo del rol del crtico-estratega, que se despleg
inicialmente desde las pginas de determinadas revistas literarias y suplementos
culturales en trminos de adhesin a una tradicin selectiva ya en disponibilidad,
hasta llegar a la participacin directa en la conformacin de la memoria de la literatura
II, pasando por la fundacin y sostenimiento de proyectos editoriales de distinto tenor.
Pensada desde ac, la novela DAF (por la sigla Deficiente Aptitud Fsica, que
equivala hasta su derogacin en enero de 1995 por la Ley 24.429 a la exencin del
Servicio Militar Obligatorio), de Beatriz Vignoli podra ser tomada como una puesta en
abismo de los derroteros personales y editoriales de la generacin ausente.
Ambientada entre 1981 y 1999 y situada en la ciudad imaginaria de Atopia, la novela
fue publicada como folletn entre 1992 y 1999 en la contratapa del suplemento Rosario/
12 de Pgina/ 12 dirigido por Pablo Feldman (para el cual trabaj como colaboradora
Vignoli entre 1998 y 2000). De ella se publicaron adems tres fragmentos en El Litoral
de Santa Fe y uno en El ciudadano (la escena en tiempo real fechada el 31 de
diciembre de 1999, que terminara clausurando la novela).
Recin en el ao 2014, DAF fue publicada como libro por la editorial Bajo La
Luna en una versin harto diferente a la que estuvo colgada del sitio WEB
poesia.com entre los aos 2000 y 2002-. DAF, por ltimo, contituye una memoria en la
literatura de la generacin ausente (que la autora bautiza como generacin intil en
el primer captulo publicado el 29 de enero de 1992 en Rosario/ 12), que, por lo mismo,
entrara tardamente a armar sistema con las narrativas de Miguel Vitagliano, Juan Forn,
Daniel Link, Alan Pauls y Matilde Snchez que hemos reseado en la coda
correspondiente al captulo uno.
Si a fines de la dcada del ochenta y durante toda la dcada del noventa las
revistas literarias y suplementos culturales fueron la tribuna privilegiada para apuntalar
proyectos narrativos an incipientes, la revista Otra parte podra ser tomada como el
ltimo intento de conformar un nosotros esttico y generacional. 231 Al respecto,
231
Otra parte (n 1: primavera-verano 2003 n 30: otoo-invierno 2014) tuvo en su direccin a Graciela
Speranza y Marcelo Cohen. Integraban el Consejo Asesor del primer nmero: Damin Tabarovsky, Alan
Pauls, Alejandra Lpez, Guillermo Kuitca, Ins Katzenstein y Fabin Casas. En la contratapa del ltimo
nmero anuncian la disolucin de la publicacin en los siguientes trminos: Lectores: al cabo de doce
aos, los que hacemos OTRA PARTE queremos acordar con la impermanencia de todas las cosas,
despedir una etapa y ponernos a trabajar en otra. Este nmero es el ltimo con el formato al que ya
estbamos habituados. OTRA PARTE Semanal, nuestra revista virtual de reseas, seguir publicndose
en la web todos los jueves, como prueba de que el espacio de disidencias que compartimos con ustedes
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repetimos la importancia del gesto de hacer libro por parte de varios miembros de la
generacin ausente al antologizar trabajos pensados en su origen para soportes ms
efmeros (artculos y reseas de libros en la prensa peridica, ponencias en congresos,
conferencias).
Si, como sealbamos en la Introduccin de este trabajo, las ltimas tres dcadas
estuvieron signadas por cuatro grandes debates (la acusacin a los sobrevivientes de los
campos clandestinos de detencin y exterminio de haber salvado sus vidas
convirtindose en traidores; la aparicin disruptora del discurso de H.I.J.O.S; la
resignificacin de los detenidos-desaparecidos en trminos de combatientes y la
polmica sobre los efectos que el uso de la violencia tuvo sobre las prcticas y valores
sostenidos por las organizaciones poltico-militares de los aos 60 y 70), finalizando la
primera dcada del siglo XXI se percibiran nuevos nudos problemticos.
En primer trmino, la reconsideracin de la violencia represiva de Estado en
trminos de continuidades, y, de manera interrelacionada, la redefinicin de la dictadura
en trminos de dictadura cvico-militar (con el concomitante debate sobre los
llamados cmplices civiles).
En otras palabras: la puesta en duda de la visin instaurada en 1983, que parte de
una lgica binaria de dictadura-actor militar VS. democracia-actor civil. Al respecto,
es importante destacar el amplio espectro en que el sintagma dictadura cvico-militar
circula hoy: desde los libros de divulgacin 1976. El golpe civil. Una historia del mal
en la Argentina (2011), del periodista Vicente Muleiro, hasta el activismo cultural de la
agrupacin H.I.J.O.S. (que el 23 de mayo de este ao realizaron un escrache contra los
empresarios Vicente Massot y Carlos Blaquier, para denunciarlos pblicamente como
ejemplares de genocidas civiles), pasando por documentadas indagaciones de corte
acadmico, como, por ejemplo, Un enemigo para la nacin. Orden Interno, violencia y
subversin, 1973-1976 de la historiadora Marina Franco que hemos reseado al
comienzo de este trabajo, y Cuentas pendientes. Los cmplices econmicos de la
dictadura (2013), que compilan Horacio Verbistsky y Juan Pablo Bohoslavsky.
Lejos del facilismo del nuevo prlogo del Nunca ms, que, persiguiendo dar un
ments definitivo a la teora de los dos demonios, termina postulando la relacin de la
sociedad con el horror desde una mirada perfectamente inversa a la del prlogo original
(pero igual de totalizante, segn la cual el pueblo, sin fisuras, habra enfrentado el terror
sigue activo. Sabemos que en el deseo de diferentes formas de vida y la atencin a la poca ya se esbozan
formatos nuevos.
338
232
La antologa Los malditos (compilada y prologada por Leila Guerriero) incluye un perfil de diecisiete
autores latinoamericanos, que, por razones tanto de ndole personal como literaria, son englobados bajo la
categora de malditos. Ellos son: Jorge Barn Biza, Alejandra Pizarnik e Ignacio Anzotegui, de
Argentina; Teresa Wilms Montt, Rodrigo Lira y Joaqun Edwards Bello, de Chile; Bernardo Arias
Trujillo y Porfirio Barba Jacob, de Colombia; Jaime Saenz, de Bolivia; Samuel Rawet, polaco radicado en
Brasil; Pablo Palacio, de Ecuador; Jorge Cuesta, de Mxico; Calvet Cassey, nacido en EEUU pero cubano
por eleccin; Rafael Jos Muz, de Venezuela; Csar Moro, de Per y Gustavo Escanlar, de Uruguay.
340
Escasos dos aos antes de este reposicionamiento, en el marco de una entrevista dada a
Silvina Friera con motivo de la inauguracin del III Festival Internacional de Literatura
de Buenos Aires, Luis Chitarroni recordaba que tuvo la mala suerte de ser conscripto
en 1976, y que vivi la experiencia en estado de paranoia redundante. Al pasar,
341
como en los casos de Martn Kohan y Juan Forn, para dar dos ejemplos
deliberadamente dismiles- haban sabido mostrar desde sus orgenes una acusada
tendencia a hacer memoria del decenio 1973-1983 comenzaron a darme un sentido de
final. Sin soslayar que esta tesis es tambin un producto memorial de la sociedad en que
fue producida, he intentado en el marco de la misma repensar determinadas cuestiones
de manera crtica, complejizando nuestra comprensin de lo ocurrido en cierta zona del
campo literario argentino durante los ltimos treinta aos. *
*
En su quinta versin, esta tesis doctoral fue registrada el 12 de septiembre de 2014 en la Direccin Nacional del
Derechos de Autor (Expediente N 5193005). Fue ingresada para su Defensa por mesa de entrada al Doctorado de la
FAHCE/ UNLP el 7/7/2015 y defendida el 10/11/2015 ante un Jurado conformado por los doctores Jos Luis de
Diego (UNLP), Marina Franco (UNSAM) y Martn Kohan (UBA), que la calificaron con diez sobresaliente con
recomendacin de publicacin. Agradezco nuevamente la lectura erudita y exigente de mis tres Jurados, algunas de
cuyas sugerencias he conseguido incorporar a esta nueva versin, destinada al repositorio digital de Memoria
Acadmica administrado por la FAHCE/ UNLP.
343
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