Josefina Plá Ñanduti

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JOSEFINA PL

PARAGUAY: EL ANDUT, 1983 - Textos: JOSEFINA PL


y GUSTAVO GONZLEZ

PARAGUAY: EL ANDUT

Textos: JOSEFINA PL y GUSTAVO GONZLEZ

Fotografa: JOS LUIS DE TONE


y GUSTAVO GONZLEZ

Diseo grfico: OSVALDO SALERNO

CUADERNOS DE DIVULGACIN

MUSEO PARAGUAYO DE ARTE CONTEMPORANEO

Asuncin Paraguay

1983 (66 pginas)

Dentro de los objetivos generales de esta coleccin, este volumen recoge estudios de
JOSEFINA PL y GUSTAVO GONZLEZ acerca del andut, sus fuentes posibles,
su desarrollo y sus formas.

Basado en antiguos encajes espaoles y adaptado a la cultura criolla con un sello propio,
el andut corresponde a una de las expresiones populares caractersticas del
Paraguay; su origen incierto, sus esquemas complejos y su ininterrumpida prctica
desenvuelta en torno a Itaugu plantean una serie de interrogantes y permiten a los
autores fecundas interpretaciones.

El registro grfico del Dr. Gonzlez, sobre el que se basa fundamentalmente la


ilustracin del texto, constituye un documento indispensable para el conocimiento de
las pautas bsicas y tradicionales del andut. Con la publicacin conjunta del trabajo
de Josefina Pl y del Dr. Gonzlez (publicacin parcial en este caso) se pretende
promover la difusin de aportes valiosos para la comprensin de nuestra cultura.
PROSAPIA Y MAGIA DEL ANDUTI

Por JOSEFINA PL

La inmigracin canaria en el Paraguay, si juzgamos por los poqusimos datos reunidos


no alcanz en ningn momento las proporciones, ni an porcentuales, que en otros
pases hispanoamericanos. No hay noticia de la llegada de canarios en grupo desde las
islas, ni en los aos heroicos (1537-1600) ni en los siguientes que llegaron gentes de esta
procedencia, desde luego; uno de los primeros canarios en llegar fue el Padre Lebrn,
compaero del Padre Martn Armenta en peripecias religiosas y profanas durante el
gobierno de Cabeza de Vaca (aunque ellos llegaron temprano, con el veedor Cabrera,
quedaron hasta 1542 en Santa Catalina) y entre los hombres de barco o de armas que
vinieron en las primeras armadas, hay tambin noticia de algn canario; pero es muy
dudoso que entre los expedicionarios se contase alguna mujer canaria.

Nada, en las costumbres coloniales, parece recordar -una afirmacin rotunda exigira
tambin un estudio a fondo, no realizado ni fcilmente realizable ya- de los orgenes y
cronologa de muchos de los aspectos del material folklrico paraguayo, un aporte
sensible de lo canario en ellas, a no ser el uso del man tostado, pisado o molido, con
leche, en forma que recuerda al "gofio"; pero esto no puede asegurarse sea una
prctica antigua, y podra tambin ser una coincidencia. Y, sin embargo, por otra
parto la huella canaria aparece profunda, indeleble, en algo ton sutil, como lo es el
patrn de un encaje que por sus caractersticas podra calificarse de "nacional".

En efecto, cuando se habla del Paraguay en el exterior, en Amrica en general y en la


meridional en particular, surge de inmediato para caracterizar a este pas -antes que
sus grandes ros, sus cataratas magnficas (de las cuales, la imponente Canendiy
quedar en seco en breve plazo, debido a las obras hidroelctricas de Itaip) sus selvas
(hoy ya bastante raleadas) o su flora increble- el esquema solar del encaje tpico: el
ANDUT.

ANDUTI es palabra guaran. Significa "tela de araa. Este nombre revelador alude a
las lneas generales del patrn bsico, que recuerdan el trabajo de la "epeira", la
husped infaltable de los huertos y espesuras de todos los climas templados. Y quiz
un poco a su tcnica (a menos en sus fases iniciales).

Ninguno de los cronistas de los primeros siglos de la historia colonial paraguaya


menciona para nada el origen o desarrollo de esta artesana en el Paraguay. Los
inventarios de las sucesiones en los siglos XVI y XVII nada nos dicen del andut;
aunque s dan pattico testimonio de la lastimosa pobreza en que vivan los
conquistadores, y que de por s descarta la posibilidad de delicadezas y filigranas
encajeras.

Cuando terminando el siglo XVI o comenzando el XVII Ruiz Daz de Guzmn (Ruiz Diaz
de Guzmn. La Argentina. Col. Estrada. Buenos Aires, 1962, pgina 111.) habla de la
destreza de las mujeres paraguayas -criollas o mestizas- en labores de aguja, no
menciona cules fuesen stas; pero ah estn, apenas unos aos despus, las Anuas
Jesuticas primeras (1610) para informarnos de que se trataba de "paos de manos";
toallas "bordadas": una labor domstica que se hizo tradicional y se prolong
floreciente hasta pasado el medio siglo XIX (Los ingleses residentes, en dicha poca, en
el Paraguay, hacan gran compra de ellas para enviarlas a sus familias en Inglaterra).
De otras cosas prescindira seguramente el conquistador: renunci pronto -a la fuerza
ahorcan- a las calzas acuchilladas; pero no renunci al servicio de "aguamanos"
aunque fuese en rsticos utensilios de mano indgena: ya que otra cosa no, abundaba
el servicio domstico.

Otras labores femeninas constituyen hasta hoy en el Paraguay caudal


tradicional, o por lo menos por tal tenido: el encaje-y (malla o filet as
llamado porque se haca con aguja enhebrada a causa de la ausencia de
navetas) de mallas o puntos sueltos; crochet corriente, crochet
tunecino, y hasta encaje de bolillos (ste actualmente desaparecido).
Estas formas de encaje es de notarse que aparecen centradas en
pueblecitos que formaron parte de las Misiones, o aledaos. Y tanto es
as, que algunas prendas de las trabajadas en esos lugares se llaman,
por ejemplo, chales, ponchos o colchas "de Misiones", por el
departamento de que proceden.

En cambio, no aparece en esos pueblos el andut. Esto se explica, en


parte al menos, porque esas otras labores habran sido tradas por los
emigrantes instalados en esas zonas en los aos inmediatos a la guerra
del 70; franceses, suizos, alemanes, italianos; en otras palabras, son de
origen ms moderno.

Tarea espinosa, sin que por ello garantice xito, fijar la fecha en que este
encaje canario prendi, como la "hoja maravillosa" (Planta local as
llamada porque cualquier hoja de ella arrancada y tirada al suelo,
arraiga inmediatamente y brota) y ech races en la colonia.

Dada la pobreza de la colonia, prolongada durante casi dos siglos, es


lgico pensar, como ya se dijo, que ciertas formas de encaje de
laboriosa ejecucin y no menos laborioso mantenimiento no tuviesen
oportunidad de mucho uso, en los primeros lustros sobre todo; aunque
las amplias disponibilidades de mano de obra (esclavas) pudieran por
otro lado aligerar escrpulos y preocupaciones respecto al tiempo
perdido, con tal de satisfacer un prurito de adorno o arreglo domstico.

Es evidente que mucha ms amplia oportunidad para el despliegue de


estos lujos ornamentales la podan ofrecer las Reducciones; en las
cuales, si la vida comunitaria era en cierto modo asctica, en cambio
ningn adorno era considerado excesivo para el culto. Decimos las
Reducciones, y no las iglesias en general, porque los pueblos coloniales
encomendados al patronazgo espiritual de clrigos y frailes
(franciscanos y otros) participaron forzosamente de la pobreza de su
rea.

Slo all y en la magnificencia que en todo momento se asign al culto


divino, podan haber adquirido vuelo estas labores, cuyo preciosismo y
delicadeza las encomendaba de por s para complemento de vestiduras
y ornamentos sagrados. Y sin embargo, no poseemos por el momento
datos, no digamos suficientes; apenas los iniciales, precisos para esa
atribucin, al menos en forma definitiva.

De haber nacido en las Misiones este encaje, en efecto, sus maestros


tendran que haber sido los propios misioneros: y aunque hay noticia
de que a las Reducciones lleg algn Padre o Hermano canario
(poqusimos, por cierto, quiz no pasasen de dos o tres) no hay dato
alguno que permita atribuirles la enseanza de este encaje; el nico
encaje que mencionan los cronistas es el de Flandes.

En presencia -o en ausencia- de otros datos, algunos llegaron a suponer


que el andut pudo llegar al Paraguay interpsitamente desde el
Brasil, aunque no explican cmo. Es verdad que hay una regin de ese
pas donde el andut es conocido y practicado con cierta amplitud:
concretamente en el Estado de Santa Catalina, en Florianpolis, donde
en una "Bolsa de Rendeiras" o "Bolsa de Encajeras", se vende
andut.

Pero es significativo: a) que este encaje sea all conocido como "encaje del
Paraguay"; b) que en el mismo folklore que se organiza en torno a esta
artesana en Santa Catalina, aparezca el encaje como procedente del
Paraguay. Queda, pues, fuera de duda que el proceso fue inverso: el
andut brasileo -como el que poda practicarse en regiones cercanas
o fronterizas de la Argentina- es una trasculturacin o simple extensin
de la artesana paraguaya. A su vez, y dada la contigidad geogrfica,
parecera esta difusin corroborar la existencia del andut como
objeto de cultivo en los talleres misioneros, ya que slo de stos podra
haber pasado a esas otras regiones.

Esta hiptesis desde luego no sera aplicable a otras regiones de Amrica,


el Per y Bolivia, por ejemplo, donde el "encaje de soles" debi llegar
por otras vas, y seguramente en fecha ms antigua. Y a este propsito
podra emitirse otra hiptesis, lista para retraerse, como antena de
caracol, al ms leve amago polmico; en el Paraguay hubo, en la
primera mitad del siglo XVIII, un contacto con el Altiplano cuyas
dimensiones y sentido no hemos podido an discernir suficientemente,
que dio lugar a la infiltracin de formas en la imaginera y escultura
(pintura cuzquea, planos de la ornamentacin de iglesias, como la de
Tobat). Podra el "encaje de soles" haber formado parte de esta
infiltracin?

Pero dejando esta espinosa hiptesis, busquemos todava en testimonios


locales algn posible indicio.
Una de las primeras noticias de encajera en las Misiones se hallan en el Padre Sepp
(Sepp, Padre Antonio. T. 11, pgs. 261-262 (cap. XXXII)). "Seis o ms indiecitas
(muchachas) se ocupan de hacer encajes. Son tan hbiles, que pueden competir con las
encajeras holandesas... Mis nuevas albas, de las cuales tengo tres y me las pongo
solamente en las ms altas fiestas, estn guarnecidas desde la cintura hasta el ms
ltimo ribete con los ms finos y hermosos encajes, y es difcil decir si son de origen
holands o paracuario... Llevan a cabo este trabajo sin maestro, solamente deben
tener constantemente el modelo bajo los ojos. Si es complicado, lo deshacen" (se
entiende, para analizar la forma en que est realizado)...

Como se ve, se refiere aqu el Padre Sepp al encaje holands (a no ser que la comparacin
se aplique slo a la perfeccin del acabado y no especficamente al encaje, pero el
contexto no estimula esta interpretacin). El encaje holands, o sea el de Flandes,
viene a ser el de bolillos, cuyo predicamento parece haber terminado en el pas con la
Guerra Grande; y no el de Tenerife. Tanto ms que el Padre Sepp no era espaol, y en
sus actividades artsticas y docentes, segn l mismo da a entender en sus libros, se
inspir ms directamente en modelos de su patria o pases cercanos (como, por
ejemplo, al realizar la Virgen del retablo de la iglesia para la Misin de San Juan
Bautista por l fundada, de acuerdo al modelo de una Virgen bvara: la Virgen de
Altoettingen).

Podra, sin embargo, objetarse que nada se opone a suponer que el Padre Sepp hallase ya
instituido el ejercicio del encaje entre las indias de las Misiones, no las por l fundadas,
sino las en funcionamiento ya, y que esas obreras continuasen bajo su adoctrinamiento
dicho ejercicio. Pero tampoco hay en el texto nada que pueda apoyar objetivamente
esta versin.

En las Anuas y algunos cronistas se encuentran, como ya se dijo, alusiones al ejercicio de


labores a mano -las nicas posibles en aquel tiempo y lugar- en Asuncin misma,
cuando Guzmn se refiere a la habilidad de las doncellas de la tierra en labores de
aguja o los Padres de las primeras Anuas a las toallas bordadas que se confeccionaban
en Asuncin. Pero esas toallas bordadas, cuya tradicin se prolong hasta la poca de
don Carlos, a la orilla de la Guerra Grande, no eran sino caladas (Caladas al modo
que an ahora se ve en las camisas de aopo: sacando hilos en una superficie
previamente circunscripta; no sacando hilos a lo ancho para luego urdir en los hilos de
la trama, desnudos, diseos diversos (geomtricos, florales, etc.)) y bordadas (toallas
de aopo). No con encajes, de andut u otros.

En las listas artesanales misioneras que se dan en Anuas y cronistas hallamos entre los
numerosos trabajadores enumerados el oficio de "encajero" como el de bordador. No
se habla de bordadoras ni encajeras, aunque es perfectamente posible que ello fuese
un resultado de la forma misma en que se hace la enumeracin; las noticias de Sepp
no dejan duda acerca de que las mujeres tambin tejan encajes.

Uno de los aspectos notables misioneros fue el cambio que en la distribucin de oficios se
realiz al estructurar el rgimen laboral y distribucin de los trabajos: el hombre en
Misiones debi adoptar actividades que en la vida tribal estaban reservadas a las
mujeres, como el tejido, la cermica (aunque hay noticia de que las mujeres seguan
participando domsticamente en este trabajo). Oficios como el de bordador y
restaurador de ropas de altar o de ornamentos estaban reservados a los varones.

En suma, nada hallamos en la historia o la crnica que nos ilumine acerca de la manera
en que lleg ac ese encaje, hasta que el Padre Snchez Labrador, ya cercana la
expulsin de los jesuitas, sin saber el bien que iba a hacer a los desesperados
investigadores de dos siglos despus, se decide a encendernos una tenue luz.

Al Padre Snchez Labrador le toc actuar en Beln (regin llamada del Tarum) sobre el
ro Ypan, catequizando a los mbay-guaicures. Durante su tarea evanglica viaj
ro abajo hasta Asuncin, y pudo asistir en esta capital "a la escena de las seoras
espaolas que enseaban a las indias de su Reduccin -con fines prcticos enderezados
a la suntuaria religiosa de la misma- a tejer encajes con soles y cribos (calados)"
(Snchez Labrador, Padre Jos: El Paraguay Catlico. T. I., Captulo CCCXXIII,
pg. 299. Ed. Universidad de la Plata. Buenos Aires, 1910. El "cribo" tom su nombre
de su semejanza con el tejido (de paja) de las "cribas" o cernedores). Pero dado lo
adelantado de la fecha, no podan ya actuar en ellas los contingentes femeninos que
llegaron durante el siglo XVI; habra que buscar su origen en alguna familia canaria
llegada a fines del XVII (aunque tampoco ningn documento avala esta presuncin) o
a otras llegadas al principio o durante la primera mitad del XVIII. Ello concuerda
adems cronolgicamente con las noticias del Padre Sepp; aunque, lo repetimos, ste
no alude para nada al encaje Tenerife. Un detalle muy interesante -que encaja por lo
dems perfectamente en el rgimen misionero- es que las indias bajaron a la capital a
recibir all la enseanza del encaje; las maestras no habran sido admitidas en las
Misiones.

Desde luego, la falta de documentos explcitos no es de por s un argumento decisivo: son


tantas las cosas que esos documentos callan, unas veces intencionadamente y otras
porque no alcanzaron los que los escribieron a pensar que tal cual dato poda resultar
necesario y precioso a los que despus vendran.

Que la mujer canaria, por escaso que fuese su nmero, y tal vez por esto mismo,
trasladada de pronto a estas regiones tan diferentes de las suyas, solicitada por tantas
dificultades y problemas como supona la adaptacin en aquellos tiempos, se diese a
cultivar su encaje tpico, es algo tan natural y lgico, que no precisa comentario.

Seguir realizando en pas extrao una artesana consustanciada con un modo regional, es
una manera de continuar sentimental, nostlgica y subconscientemente unido a lo que
se ha dejado. As esas mujeres canarias -no se precisaba fuesen muchas, repetimos,
bastara inclusive con slo una- se encargaran de extenderlo localmente con su
ejemplo: la belleza del encaje es de por s misma un desafo.

Su centro de produccin preferente podran, a pesar de todo ello, haber sido las
Misiones. No hay, como se dijo, contradiccin entre este hecho y el de la aparicin
primera del encaje en la colonia. El testimonio de Snchez Labrador es, a este
respecto, significativo.

En la colonia, como ya se indic, el encaje hallara menos fcil un cultivo extenso, sin que
ello quiera decir que no formase parte de los pequeos lujos hogareos.

En cambio, en las Doctrinas, donde el culto mantena en constante alerta a los talleres
para el mantenimiento y embellecimiento del templo, el encaje era una artesana
indispensable. Los manteles de altar eran siempre numerosos y ricos; la lencera de
sacrista, y sobre todo las albas, se cuajaban de encajes (como lo sabemos por
testimonio del Padre Sepp; las vestiduras sagradas se procuraba fuesen lo ms vistosas
y ricas para impresionar al nefito, aunque luego el mismo sacerdote llevase a diario
una sotana hecha pedazos). Los encajeros eran as artesanos vinculados al culto.
Despus de la expulsin, al decaer verticalmente la atencin al culto, y por tanto
carecer del estmulo de la exigencia inmediata, el encaje desapareci en las Misiones,
ces de ser necesario para cubrir las exigencias del ornato y dignidad clticos; en
cambio, experimentara un acrecimiento en la colonia, amplindose su uso en las
prendas domsticas, a favor tambin del repunte econmico a que dio lugar en la
colonia la expulsin jesutica, acompaada de otros factores. Como se ve, son escasos
los indicios concretos acerca de la fecha y forma en que el andut -el encaje de
Tenerife- lleg al Paraguay.

Lo ms interesante en esta artesana, como ya se ha indicado, es la forma en que ella se


ha consustanciado con el espritu femenino local, que le dio la preferencia sobre otros
encajes tambin realmente bellos, como el de bolillos, y de ms fcil ejecucin y ms
prcticos en su manejo domstico. La adaptabilidad del andut a prendas destinadas
al trajn diario es sumamente dudosa. Es un adorno de uso excepcional. Pero es tan
bello, que nadie resiste a la tentacin de poseerlo y lucirlo en alguna ocasin.

Es cierto que ltimamente los typois o blusas de tradicin indgena (en el nombre, no en
su glibo), usadas como prenda tpica en los vestuarios escnicos ("danzas
folklricas") han adoptado las mangas de andut, pero se trata de una sofisticacin,
excusable, si no desde el punto de vista del tipismo, s de la vistosidad teatral. Los
typois tradicionales llevaban las mangas de "encaje-y", o sea filet, en el cual cada
malla entera es acompaada por una malla suelta, que constituye su nico
complemento, ya que ese flet ya no se borda, pero luce a manera de un tul con motas
o nudos, que complementa bien el carcter de la prenda. La compenetracin del
andut con el espritu de la mujer indgena se manifiesta en varios hechos a cul ms
significativo. El primero es el nombre.

Ninguna de las otras labores femeninas practicadas localmente desde la poca colonial ha
merecido una metamorfosis semejante. El famoso aopo o tela bordada no lleva este
nombre sino en razn de ser el aopo el tejido soporte; aopo, "tela delgada" de
algodn (tejida a mano) en oposicin al tejido grueso obtenido con fibras asimismo de
algodn, y tambin de caraguat; distincin que hayamos desde los primeros tiempos
coloniales. Y su bordado -tcnica y motivos- no ha merecido un ttulo.

Esa transfiguracin nominal ha dado lugar a que algunos hayan credo -segundo hecho
interesante- en la efectiva existencia de andut como creacin indgena: cuestin que
resultara inane discutir, pero interesante como indicio psicolgico. Se han creado
leyendas en torno al origen del andut; ninguna otra labor de mujer, ni an la
cermica (la otra ala espiritual femenina, y sta s de raz prehispnica) ha merecido
tampoco preocupacin alguna en ese sentido.

En esas leyendas algunas sitan sus personajes en la poca prehispnica: hijos e hijas de
caciques figuran en ellas, al lado del tigre, la fiera temida por excelencia, y de la araa,
animal de difusin universal, y cuya vinculacin con el encaje tiene ineluctable raz
analgica. Ninguna de esas leyendas alude al origen hispnico del encaje. Contadas en
una u otra forma, en las leyendas aparece siempre una pareja enamorada, y el tigre y
la araa son elementos constantes, como el asunto. El cazador enamorado que sale en
busca de la piel de tigre; sus restos ms tarde son hallados cubierto por una fina tela
de araa, que la novia obsesa trata de reproducir (En alguna ocasin (excepcional) la
tejedora obsesa es la madre. Sin embargo, cabe anotar que aunque los elementos de la
leyenda son indgenas, las pautas de conducta de los personajes no lo son sino muy
parcialmente). En una leyenda menos difundida, una india encerrada por la duea o el
dueo cruel en un stano o cueva, entretiene sus penas imitando la tela que una araa
teji en un rincn.

Pero como se ha insinuado ya, es muy difcil sealar poca a estas leyendas, as como el
sitio del pas en el cual se originaron. Las ms han sido "recreadas"; pertenecen al
acervo de lo que Bertoni llam "un deporte literario", en pleno auge durante las
primeras dcadas del siglo. La tercera circunstancia notable es la extraordinaria
vitalidad de esta artesana, que atraviesa prcticamente sin menoscabo alguno el
incendio, digmoslo as, en el cual desaparecieron tantos rastros del pasado cultural
indohispnico: la llamada Guerra Grande.

Es cierto que merced a una simple proporcin demogrfica en los supervivientes -250.000
mujeres y nios contra 28.000 hombres- las artesanas femeninas sufrieron
considerablemente menos que las propias del sexo masculino, que salieron del trance
mutiladas o disminuidas en su repertorio de tcnicas y motivos. Sin embargo, la
difusin, prestigio y amplio cultivo del andut a partir de la guerra del 70, y sobre
todo de 1950 ac, es una prueba fehaciente de ese arraigo, aunque l reconoce adems
otros factores, muchos de los cuales no podemos analizar aqu.

El ltimo de ellos es el turismo, que absorbe un considerable volumen de la produccin.


Pero si el turismo explica que haya ms bordadoras, sigue sin explicar el hecho de la
consustanciacin del andut con el espritu de la mujer paraguaya, y sobre todo su
fidelidad a la tradicin ante las mismas solicitudes fciles de la copiosa demanda.

Ahora bien: cuando el andut resurge, lo hace en una regin de la cual ignoramos hasta
qu punto fuese previamente asiento preferente antes de la guerra, pero resulta
curiosa la neta delimitacin del rea en la cual esta artesana reaparece, firmemente
arraigada, despus de la guerra, en esa regin cuyo centro es Itaugu. Son localidades
que distan relativa-mente poco de la capital, apartadas del rea misionera.

La explicacin de este asiento, en disidencia con muchos de los indicios que acerca de su
cultivo preferencial se han expuesto, no es sin embargo incompatible con ellos.

Itaugu parece haber sido -no se han hecho investigaciones especficas al respecto- uno
de los lugares del interior del pas en donde se concentr (esta palabra tiene un sentido
demogrfico muy relativo dada la escasa poblacin del Paraguay en la colonia, cuando
los censos de Misiones daban una cifra a veces doble de la del rea de encomiendas)
cierto nmero de familias patricias dueas de estancias o comercios. Escritores de hoy
(Gonzlez, Gustavo: andut. Col. Biblioteca del Centro de Estudios Antropolgicos
del Ateneo Paraguayo, 1967) afirman que an actualmente, tras los azares de la
devastadora guerra de 1864-1870, las mujeres de Itaugu conservan en su tipo rasgos
que las caracterizan como de dominante ascendencia hispnica. La familia patricia
supona, al estilo patriarcal propio de la colonia, la concentracin hogarea de una
suma de actividades femeninas: hilado, tejido, bordado, encajera, confeccin de
dulces, canastillas, etc., una preocupacin por la comodidad del hogar, y a partir de la
fecha varias veces mencionada (mediados del XVIII), tambin una preocupacin
suntuaria creciente. En esas preocupaciones suntuarias no es aventurado suponer
llegase a tener un papel el andut, sobre todo en los chales y mantillas de abolengo
espaol; las famosas mantillas "de blonda", por ejemplo, podran haber encontrado
un sucedneo en el andut (la mantilla de andut tuvo hace tiempo rango de prenda
tradicional).

En 1868, la poblacin de Itaugu, donde segn esos indicios se practicaba con cierta
amplitud el andut, se vio obligada a abandonar sus hogares y seguir como las dems
por turno los pasos del ejrcito (fue la estrategia de tierra asolada, que dio lugar a la
llamada Residenta). La artesana se desintegr.

Pasada la guerra, afirman esas referencias orales, slo una de todas las tejedoras de
andut itaugeas sobrevivi para regresar a su pueblo; pero la dedicacin y
entusiasmo puestos en el trabajo por esa nica encajera bastaron para encender en
torno suyo el inters y el fervor -justificado adems por el estmulo econmico-, que
revitalizaron la artesana, hasta hacer de ella ocupacin y blasn de Itaugu y
extenderse inclusive a poblaciones cercanas, como Altos. En esa poca, en la cual
familias del ms brillante apellido se vieron obligadas a subsistir median-te el trabajo
manual, cuyos productos vendan ex esclavas fieles a esos antiguos dueos, el andut
hall rpido mercado en la poblacin inmigrante, constituida por gente de empresa y
caudales, que acudi al pas ya desde 1869. Es tambin entonces la poca en la cual la
fantasa y el capricho de la porcin femenina de la poblacin extranjera urge la
aparicin de prendas como sombrillas y abanicos de andut.

Las interrogantes expuestas y otras relacionadas con esta artesana seguirn sin embargo
sindolo y quiz para siempre, ya que hay poca esperanza de que aparezcan ms datos
sobre el particular.

Slo podemos, en suma, afirmar, como hecho categrico y caracterizante, el arraigo


profundo, entraable, de esta artesana barroca y sutil en la mujer paraguaya. Una
artesana que por esas mismas caractersticas pareciera poco afin a sus coordenadas
espirituales. Su arraigo es algo paradjicamente idiosincrsico. Ms de una vez al
referirme a este encaje he sealado como el rasgo ms interesante de su misma
existencia y prctica ese hecho, digno de que en l se detengan psiclogos y
antroplogos. La perfecta compenetracin de estas formas artesanales con el espritu
de la mujer paraguaya, o viceversa, si se quiere.

Por un tiempo quiz esta predileccin -es una simple hiptesis, como otras ya enunciadas
anteriormente- pudo ser compartida con el bordado a hilos contados, digno ste
tambin de un estudio. Pero hoy, desnaturalizado este trabajo ante la invasin de los
ms heterogneos diseos, que desplazan ante la solicitacin turstica, a los de
abolengo tradicional, es el andut, sin duda, el que ms ntidamente refleja un
temperamento, una sensibilidad y hasta quiz complejos sociolgicos que ataen a la
mujer paraguaya.

El andut -es algo fuera de discusin- es el encaje de Tenerife; sus esquemas bsicos, su
logotipo, son inconfundibles. Pero es al propio tiempo algo sustancialmente
representativo de lo femenino paraguayo. La araa que teje su tela en perfecta
soledad para amparar, proteger y alimentar su prole, halla en l su paradigma, y la
propia mujer paraguaya, "padre y madre de sus hijos", al decir de un poeta
argentino, duplica la imagen. Pocas mujeres hispanoamericanas podrn ofrecer ms
copioso caudal de homenajes verbales -poesa y prosa- a ella dedicado por el varn de
su pas. Pero tampoco quiz otra ms sola que ella en los trances cruciales de la vida.

Nunca estuvo esta mujer acompaada por el hombre (con todas las espirituales
connotaciones que la palabra compaero supone) en el discurrir de su existencia tribal
o cristiana durante siglos: menos an lo estuvo quiz despus de la guerra del 64 al 70,
por las razones que se apuntaron. Una guerra en la cual, sin embargo, ella dio a la
patria ms an que el hombre. Porque ste dio su vida, pero ella dio la de sus hijos y
no regate la propia. Y si la patria volvi a levantarse, fue en realidad por su esfuerzo
y no por el del hombre; entretenido ste, escaso como era su nmero, en pelear entre s
y matarse en las "montoneras" los pocos que a la guerra haban sobrevivido.

El andut es la geografa-laberinto de la perfecta soledad. El sol o rueda bsica repite en


el encaje, como en la vida, la ronda cotidiana, iluminando das iguales, que la mujer
trata de diversificar, entretejiendo y engalanando sus radios, y dando origen -con el
nico recurso de la urdimbre- a infinitas figuras inevitablemente estilizadas, a veces en
grado un tanto fantstico, pero que en el subconsciente de la tejedora disean su
perfecta identidad.

Estos motivos configuran un mundo vivencial, y en l un panorama imagstico y


psicolgico femenino, donde halla su mbito la creatividad aherrojada o simplemente
no solicitada o estimulada por otras motivaciones extrnsecas. Un mundo de imgenes
familiares e inmediatas que dan la medida pattica y acariciada secretamente de sus
experiencias, de sus nostalgias, de su inmolacin cotidiana. Intentemos una divisin de
ellos segn su naturaleza:

Mundo vegetal.Flor de maz, margarita, flor de guayabo, romero, jarrn de flores,


palmera, cardo, pasionaria, flor de jazmn, espiga de cebada.

Mundo animal:Pajarito, garza, pico de loro, huella de vaca, alacrn, pisada de buey, piky
(pececito), rebao de ovejas, tela de araa, cola de cabra, cola de zorro, garrapata,
caracol, abeja, golondrina, murcilago.

Mundo domstico:Horno de chipa, chipa dulce, abanico, nicho, mortero, cepillo, horno,
pequea arca o cajn, farolito, canastilla.

Mundo de leyenda:Leyenda de la cruz, leyenda del cara vos (Cara-bos: hombre de la


bolsa o saco: robanios).

Puntos de remate o de relleno:Flor de guayaba, punto arroz, cadenilla, caoto, filete,


filigrana.

Afirman los conocedores que existen ms motivos an: no los hemos podido encontrar en
las enumeraciones corrientes, pero el doctor Gustavo Gonzlez, que dedic mucho de
su tiempo al estudio del andut, menciona algunos ms.

A stos hay que aadir algunos que configuran el mundo exterior: tocn (raign), tacur
(termitera) simple o doble.

Un mundo no slo limitado, sino desolado. Pues el tocn o sea el raign de rbol que se
eleva como un pedestal arrasado sobre las tierras del rozado (devastadas para el
cultivo) seala la mutilacin emocional, renuncia a todo lo que es libertad en florecer,
para sujetarse a la dura ley de la siembra y la cosecha. Los tacurs o termiteras
sealan la tierra inculta donde el arado no puede penetrar, porque lo impiden esos
torreones duros como el granito construidos con arcilla y saliva de hormiga. El
smbolo de la desesperanza. Slo un smbolo se salva en esta serie desoladora: la
palmera, oteadora de horizontes. Pero la palmera o el cocotero, que proporciona
tantos elementos para la vida cotidiana, techo, paredes, frutas, comida para las vacas y
hasta fibras para hilar, puede muy bien ser a la vez un smbolo de ella misma, de la
tejedora, generosa y sola siempre en sus mltiples providencias.

El mundo domstico es tan reducido como el de los objetos, que son otras tantas letras
del alfabeto de su servidumbre hogarea. El farolito parco para el alumbrado de las
veladas breves; el nicho o vitrina religiosa familiar, que ocupa sitio de privilegio en la
casa con el Santo Patrono ms popular o querido: San Francisco, San Antonio, La
Inmaculada Concepcin ("La Limpia"), Santa Luca, San Blas... Figuras entre cuya
muchedumbre, reciente tajada a cortaplumas y pintada con pintura comn, se
encuentra a veces alguna pequea imagen antigua, con el oro original intacto an en el
estofado; reliquia de familia salvada de peripecias innumerables. El ventalle, que
acaricia con su rfaga ms la llama del fogn que los rostros encendidos de calor,
porque abanicarse lleva consigo el lujo del tiempo vaco. El mortero, que repica ya
temprano su tambor alimentario. El horno, que representa el ms alto triunfo del ama
de casa, depositaria de la receta tradicional del chip (Bollos de harina de mandioca
con queso y manteca).

El mundo animal es un mundo de humildad y de pequeas compaas: la huella que deja


el buey -imagen sustituto de la carreta que se va, llevndose al hombre-, la cola del
zorro o de la cabra, imgenes de fuga. El rebao de ovejas mansas, el pajarito que
canta en el alero; la araa tejedora -una imagen iterante de ella misma-, el pico de loro
(no el loro entero), aquella parte del ave en que se simboliza la nostalgia de una
compaa, la nostalgia de una voz, aunque nada diga, o quiz la irnica alusin a las
palabras una vez y otra vacas del hombre que siempre les minti. El alacrn y el
mbop o murcilago, criaturas cada cual en su escala nada grata, pero con las cuales
est acostumbrada a encontrarse a menudo: insertarlas en la lista de sus imgenes
estilizadas quiz tiene algo de liberacin de una obsesiva presencia o de una
propiciacin.
El mundo vegetal es tambin familiar y prximo. La margarita, devanadora de sueos; el
cardo, que pincha, pero cuya fibra tambin sirve para tejer (sirvi en la preconquista
y sirvi despus en pocas en las cuales falt el algodn y quien lo cultivase); la
pasionaria... No hay en la lista flores triunfales. Flor de guayabo, simtrica y modesta.
Asctico -y tambin extico- romero, que perfuma. Flor de maz, fea y prvida. Y el
mundo de las leyendas... Tan conmovedor en su escasez. El milagro de la cruz..., algo a
lo cual su fe humilde se prende para seguir luchando todos los das. Y el cuento del
robanios, que es el que puede llevarse lo nico que tiene para ella sola y que el
hombre, sin embargo, a veces viene a quitarle: el hijo.

Tal vez estas interpretaciones de la raz subconsciente o simplemente selectiva de los


motivos suenen para muchos como fantasas romnticas o simplemente tradas de los
pelos. Pero no lo sern para quien conozca a esta mujer paraguaya y se haya
aproximado a su mundo de soledad pronto encontrada y jams perdida; a su tiempo
repetido, hasta calcar un da sobre otro; a su vida girando en torno a una serie
siempre igual de trabajos, como la sombra girando en torno a su rancho, y que de lo
diverso y de la alegra slo alcanza a captar casi siempre la vaga estela: la "cola"
fugitiva del animal furtivo o caprichoso, la pisada que se aleja.

El encaje, en su realizacin, tiene caractersticas operativas discontinuas -distintas de


otros encajes, como el crochet o los bolillos. Cada elemento de l, aun los ms
contiguos, es decir, los soles, se ejecuta por separado, sobre un diseo elemental
"dechado", esbozado sobre un gnero fino, que cubre una tela de fondo,
perfectamente estirada en un bastidor, sobre el cual -ayudndose con alfileres- la
encajera tiende una y otra vez las radios de sus "soles". (Alguna vez hemos visto
ejecutar piezas pequeas sobre almohadillas). Sobre los tensos hilos radiales de estos
soles, que forman el contorno exterior de la prenda y sus eventuales divisiones
ornamentales internas, la encajera "teje" los diseos elegidos sobre la lista que se dio.

No por eso ofrece dificultad alguna al armaje de cualquier clase de prendas, desde
pauelos a sombrillas, desde manteles a blusas y desde mantillas a sombreros, y hasta
velos y trajes de novia. Un escritor paraguayo describi a Lpez usando en Pars una
capa forrada de andutes; esto nos parece una fantasa del escritor, pero sera
tambin un ejemplo de lo que con este encaje se puede hacer; como tcnica, un forro
semejante o ms complicado, no planteara dificultad alguna.
Una vez establecidos los lmites del diseo mediante un nmero dado de ruedas o soles,
que tanto pueden ser todas iguales como combinadas simtricamente e inclusive
distintas todas entre s (este contorno puede tambin recibir el aadido de una puntilla
o festn igualmente tejido mediante los puntos de remate citados), se tiene la forma
global de la prenda (o de cada una de sus piezas, que luego se unen como las cortadas
en tela). Pero hay que rellenar los espacios vacos as delimitados, y ello se hace
directamente con los puntos que reciben a su vez nombres diversos (estrella, flor de
guayaba, filigrana), ya mencionados, y que son totalmente iguales a los empleados en
los calados canarios o en el punto de Venecia, segn los casos. Esto se realiza sin otro
proceso intermedio si la pieza es pequea, pero si se trata de una pieza de cierto
tamao, como un mantel de t, por ejemplo, en adelante, e inclusive piezas mayores
(colchas), entonces se distribuyen las superficies, siempre mediante ruedas tejidas y
organizadas en nmero y forma suficientes para que resulten los necesarios diseos o
esquemas internos. Simtricos stos, cuando la prenda lo es; pero cuando la prenda lo
permite o exige por su tamao, se echa mano de combinaciones inagotables en su
nmero, disposicin o conjugacin de motivos.

As, un mantel para t puede estar formado por un crculo central inserto en un
cuadrado, que a su vez aparece inscripto en un crculo, y ste a su vez en un cuadrado,
etc. Ninguna forma geomtrica ofrece dificultades obviamente para su diseo, nico o
distribuido en superficies simtricas. Si eventualmente la realizacin de una pieza
asimtrica o irregular puede ofrecer mayor atencin o trabajo, no la hace por cierto
imposible, como lo demuestra la realizacin de vestidos de novia, por ejemplo.

El resultado es un encaje de transparencia delicada a la vez que de una increble riqueza


en su visualidad (no simple vistosidad), riqueza en su arquitectura global, como en los
detalles. Si hay un defecto de l, como ya se insinu, es su misma delicadeza: es decir,
sus limitaciones prcticas. Cada pieza de andut es un noli me tangere. Aun tejido
con hilos gruesos, no es para usar con frecuencia. Tejido con hilo fino o seda es algo
para ver y no tocar, es un encaje hecho con los cristales de la nieve. Lavar el encaje y
hacerlo regresar a su estado prstino de exquisita tersura es labor de romanos. Claro
que para ello existe una tcnica, pero es una tcnica que exige minuciosa atencin,
esmero y tiempo. Sin embargo, no son las cosas que ms empeo y trabajo cuestan
las ms codiciadas?

El turismo, con sus solicitaciones, ha ejercido su influencia deletrea en ms de una de las


artesanas locales. El andut hasta ahora es uno de los menos afectados, aunque no ha
dejado de experimentar esa influencia, sensible en varios aspectos. Uno de ellos es la
multiplicacin de las prendas u objetos a los cuales se aplica; esto no afecta al tipismo
de puntos o motivos, pero s vulgariza un poco la labor. La influencia ms sensible se
pone en evidencia en la introduccin -que ya data de algunos lustros- de los hilos
ordinarios y sobre todo del color. El andut de hilos de colores -a veces combinados-
pierde jerarqua a todas luces. Afortunadamente, el andut en blanco o crudo y en
hilo fino domina el panorama con su seoro.

El andut, repitmoslo, es el encaje de Tenerife, que trasladado a estas latitudes, halla


eco y resonancia sutil en el espritu de la mujer del pueblo. Esta lo adopta como un
lenguaje por mucho tiempo esperado, en el cual expresar aoranzas, sueos, soledad.
"Es el encaje de Canarias, que aqu sufre o experimenta las inevitables modificaciones
tcnicas y ecolgicas", dicen los antroplogos. Pero los antroplogos no explican
porqu la mujer paraguaya acoge ese encaje como un mensaje inagotable y en l
deposita su ansia de transfiguracin, de sublimacin, que es la poesa. Son muchos los
signos de la espaolidad en esta tierra que se enorgullece de su carcter mestizo. Pero
si hubiese que elegir uno que sea logotipo de esa espiritual dualidad floreciendo
integrada, yo elegira una mantilla de andut.
ANDUTI

GUSTAVO GONZLEZ

HISTORIA DE UNA ACULTURACIN

andut, palabra guaran que significa "blanco de araa" es el nombre que se dio en el
Paraguay a un encaje de agujas tejido por las mujeres del pueblo.

No fue mucho lo que pude averiguar respecto a su origen. En libros y publicaciones


peridicas que se ocupan del proceso de nuestra cultura no hall referencias
sustanciales. Cabe suponer empero su origen colonial. Ciertamente no ha sido un
legado de la cultura guaran-tup pre-colombina pues la fina labor de agujas fue
introducida por los espaoles en el Paraguay y los portugueses en el Brasil. Los ms
antiguos cronistas e historiadores, Ulrico Schmidl (31), Hans Staden (33), Alvar Nez
Cabeza de Vaca (7), D. Martnez de Irala (16), Jean de Lery (17), Thevet (34), Abevile
(20), Soarez de Sousa (26), Lozano (18), Guevara (14), del Techo (10), Flix de Azara
(5), Francisco Aguirre (1-2, 3, 4), Ruz de Montoya (23-24), Snchez Labrador (30),
Perams (25),... recuerdan solamente mallas, redes y tejidos toscos de Karaguat,
Yvyra', Ysyp y amandyi (algodn).

Los grabados que ilustran las obras de Schmidl, Staden, Thevet, Lery, Debry,... exhiben
el nudismo completo de las mujeres guaran-tup. Schmidl dice explcitamente que los
carios guaran de ambos sexos "andan completamente desnudos tal como Dios los
ech al mundo" y que sus mujeres llevan typoi, una camisa grande de algodn que no
tiene mangas. Son, dice, "mujeres hermosas y no hacen ms que coser para la casa y
quedarse all".

En los grabados de Staden (33), Thevet (34), Debry (20) se ve la red "porte-enfant" en
que la mujer desnuda carga al hijo en la espalda. Y contrastando con esta ausencia
absoluta de vestidos y adornos femeninos, el rico atuendo plumario de los hombres en
las fiestas del Kauy, en las celebraciones de triunfos blicos, en las ceremonias de
antropofagia ritual y otras escenas guerreras y domsticas. La hamaca, Kyhva o In,
y las mallas de fibras retorcidas de Karaguat, las diademas de plumas abigarradas,
akangar o Yeguak; las rosetas de pluma de avestruz que los guerreros llevan al
dorso, anduap; las ajorcas y pulseras, poapy ky'i; los suntuosos mantos de plumas
polcromas de tucanos, loros y garzas que a modo de casulla sacerdotal catlica
vestan los Pa' avar y Pay en las ceremonias mgico-religiosas, es todo cuanto fue
inventariado y grficamente representado por los cronistas de la primera centuria
colonial. Los guaran primitivos del Paraguay actual, Mby' Yeguak, Ava chirip y
Yvypyt tampoco conocen el encaje andut.

Los tejidos ordinarios de algodn se llamaban en la poca misionera amandy-y a, ropa


de algodn, palabra que recoge el Diccionario guaran de Montoya (1639-40). Parece
que los primeros lienzos fueron fabricados por los espaoles y sus mujeres indgenas
poco tiempo despus del arribo de Len Pancaldo al Ro de la Plata (1538) entre cuyas
mercancas venan gran cantidad de agujas de coser, agujetas de filadizo, agujas de
cabeza y agujetas de medio armar (36).

Francisco Aguirre afirma que "no tardaron los espaoles en fabricar lienzo de algodn".
Este sirvi para las velas de los bergantines de Irala en 1544 (2); y en 1556, el
gobernador remiti a los Oficiales Reales de Sevilla "como muestra de los productos
de la tierra", 3.786 varas de lienzo (2).
Hasta aquel momento no se mencionan en las crnicas coloniales encajes bordados ni
tejidos finos.

Desvanecida la quimera del oro que mantuvo a los primeros conquistadores y sus
meznadas guaranes en constante trajn hacia la Sierra de la Plata (Per) comenz la
etapa fundacional de la colonia. Los envejecidos soldados-colonos y sus hijos mestizos
de Asuncin "mancebos de la tierra" fundaron Santa Cruz de la Sierra (Bolivia);
Santa F de la Vera Cruz en la actual provincia argentina que conserva aquel nombre
(1573); Buenos Aires (1580) y Corrientes (1588), como jalones de su camino al mar. Y
siguiendo la poltica del patriarca Irala, Ruidiaz de Melgarejo, Alonso Riquelme de
Guzmn, Ruidiaz de Guzmn, Juan de Garay, fundaron Villa Rica del Espritu Santo
(1577) en el actual estado brasileo de Paran, Ciudad Real, Ontiveros y Jerz hacia el
este y el norte del Guair para detener la expansin "bandeirante" de Portugal en la
ruta de Alvar Nez.

Mientras tanto en todo el Paraguay se dorma con el arcabuz al alcance de la mano y el


caballo en el piquete, en guardia permanente contra los asaltos indios que acechaban
desde la orilla derecha del Ro Paraguay. Por entonces la poblacin espaola y mestiza
se diluye. La agricultura guaran a cargo de mujeres y "cuados" indios alimenta
lejanas expediciones y no puede remediar la pobreza crnica del ncleo fundador. En
aquella frontera blica o marca militar de la conquista rioplatense que se debate en la
indigencia desde su origen, no caben lujos del vestido.

Fue significativa la recepcin dispensada por los viejos hroes al primer grupo de
espaolas seleccionadas entre la pequea hidalgua de Espaa, que trajo la expedicin
de Doa Mencia Caldern viuda de Sanabria por orden del Rey, para que contrajeran
enlace con los fundadores de la colonia del Paraguay (1550). Los veteranos de la
Conquista lavaran sus harapos, bruiran sus ltimos botones de metal, peinaran sus
barbas encanecidas, compondran con afn de mozalbetes los airones de sus chapeos
de karanda'y. Y en el encuentro maravilloso quiz ensayaran viejas cortesanas
olvidadas (1555). Es posible que en el squito de las Sanabria vinieran varias seoras
de rueca y agujas, ms no se guarda memoria de este evento (12).

La Provincia con su poblacin espaola algo acrecentada y aquel leve soplo civilizador de
la Metrpoli, sigui tan pobre como antes. Prcticamente, sin importacin de gneros
europeos y mucho menos de artculos suntuarios. Tan pobre que usaba a guisa de
moneda hachitas de hierro enteras o fraccionadas (cuas), varas de lienzo, azumbres
de miel, fanegas de maz o frijoles y otras mercaderas pesadas y medidas. Los
testamentos obrantes en el Archivo Nacional de Asuncin muestran la indigencia
franciscana de aquellos hombres que cruzaron sufriendo, combatiendo y muriendo,
todas las lontananzas de la Provincia Gigante, a quienes el azar neg la plata y el oro,
nicos valores que entonces movan a los hombres (13).

Chorreras, gorgueras, pauelos de encaje eran lujos desconocidos en este sobrio pueblo
descendiente de soldados hispanos y mujeres guaranes. La industria domstica segua
elaborando nicamente lienzos burdos teidos con jugos vegetales, quiz en mayor
escala y algo mejorados desde el arribo de las mujeres espaolas.

Sergio Reinares en su libro "Santa F de la Vera Cruz" (27) dice que fue una tendencia
sobresaliente, la labor femenina de tejidos, hilados y bordados que en la poca colonial
adquirieron celebridad principalmente en Asuncin y Santa F. Eran primorosos los
tejidos y bordados a mano en los hogares de toda la regin, segn este autor.

No es probable que este auge del tejido se produjera durante la primera centuria de la
colonizacin. Reinares no aclara este punto.

El inventario de tiendas y almacenes ordenado por el Cabildo de Asuncin en 1597, para


imponer precios moderados a los gneros, no menciona encajes importados ni encajes
de la tierra, (4) de donde se colige que an no se conoca el andut en el Paraguay.

El Padre Antonio Ruiz de Montoya cuando compuso su celebrado Diccionario de la


Lengua guaran (1639-40) no conoca otro significado de la palabra andut que el de
cierta especie de araa "el alguazil de las moscas" y la tela que elabora. Es evidente
que si ya tejan andut, Montoya lo hubiera consignado en el artculo correspondiente
donde leemos: and = araa, andup = araa chata, andykyhva =tela de araa,
hamaca, lecho de araa, andy-yvy-kura = tierra de cultivo abandonada pues sus
ovos estn cubiertos de tela de araa, andu-t =alguazil de las moscas (24).

Perams en su descripcin de las Misiones Jesuticas ignora el andut. Es imposible que


lo omitiera si ya se lo teja en las Misiones, desde 1755 hasta 1767, durante su misin
en el Paraguay. Dedica varios prrafos a la industria del hilado y del tejido en las
Misiones jesuticas sin ninguna referencia a encajes y labores ornamentales (25).

Snchez Labrador, autor del caudaloso libro Paraguay Catlico (1770) habla de cierto
encaje copiado por una india guaikur, sin mencionar su especie ni su nombre" dos
seoras hermanas del prroco labraban "una hermosa alba para el ilustrsimo obispo
de aquella dicesis. La "obra era primorosa en "cribos", "soles" y randas. Dije a una
de las "guaikur que cundo hara otra para nuestra iglesia de Beln. No es "cosa
dificultosa me respondi. Y te atreves a hacer lo que labran estas "seoras? Estas
para la prueba le alargaron la aguja; cogi una la india "y sigui el dibujo tan
ligeramente y con tanto acierto que protest la "misma espaola que no tena que
enmendar nada en lo hecho por la "guaikur. Esta, vuelta a m dijo, ya ves como
puedo hacer obras como "sta. Lleva a nuestra Reduccin lo necesario que yo har
una ropa "para que sirva en la Santa Misa". (30).

Del relato de Snchez Labrador se infiere que los aborgenes de la Provincia del
Paraguay no tejan encajes antes de aprenderlo de las espaolas, que las pequeas
ciudades y pueblos dispersos en la vastedad de aquellos dominios eran ya centros de
esta manufactura domstica espaola, y que los encajes como el andut an no se
conocan en las Misiones Jesuticas propiamente dichas. Diremos de paso, para ubicar
la escena del relato, que Beln, donde el Padre Snchez Labrador catequisaba a
Mbay, guaikur y guaranes, al norte del Ro Ypan, estaba en la dicesis de
Asuncin. Aquellos indios del Chaco Boreal concurran hasta muy avanzada la era
independiente a los mercados de Asuncin, donde trocaban plumeros de avestruz,
mallas y redes de karaguat, arcos y flechas por anzuelos, gneros y otros abalorios
europeos. Es interesante consignar que Snchez Labrador habla de "soles" y
"cribos", y que las seoras espaolas tejan para el alba del Seor Obispo, indicio de
que en la segunda mitad del siglo XVIII comenzaba la aculturacin de los encajes con
"cribos" y "soles".

Flix de Azara, (1790) al describir las araas, dice ..."existe otra que se "encuentra en el
Paraguay hasta el grado 39; hace capullos esfricos de "una pulgada de dimetro de
color anaranjado y que se hila porque el "color es permanente; pero se nota que lloran
abundantemente los ojos "y destila la nariz de las hilanderas mientras hilan sin que no
obstante sientan mal olor ni ninguna otra incomodidad, ni que experimenten
"ninguna mala consecuencia" (6). Diramos a la luz de los conocimientos actuales,
alergiaculo nasal por seda de araa.

Parece pues evidente, que antes no se teja andut en el Paraguay.

Es posible que luego, al nuclearse la poblacin colonial en torno a los pequeos centros
urbanos de Asuncin, Villarrica, Kaasap, Itaugu... libre ya de afanes y aprestos
blicos, la nueva clase de funcionarios, militares, comerciantes y ganaderos que
emerga de la homogeneidad social y econmica de las primeras centurias, comenzara
a sentir la necesidad burguesa de cierto boato en el vestido y en el mobiliario de sus
casonas de adobe y tejas.

En un inventario de mercancas de Asuncin hecho a ruego de Don Felix de Azara en


1784, que ya demuestra cierto anhelo de lujo en el mercado, no se incluyen an
andutes ni otros encajes de fabricacin local. (4)

Los hermosos grabados que ilustran libros de viajeros, escritos en el trnsito de los siglos
XVIII y XIX demuestran esta estratificacin de clases sociales y sus prendas de vestir.
Las damas de la sociedad espaola y criolla no diferan por su atuendo de las de
Buenos Aires. Hay un grabado que representa a un estanciero hispano-paraguayo de
recia estampa, con sombrero karanday moldeado a la manera espaola de la poca,
chirip, calzoncillo cribado con encajes y randas que se derraman sobre las botas,
poncho cebrado de "cien listas" o "poncho para'" que as se llama ahora, y en la
mano un rebenque de mango plateado. Los encajes de su calzoncillo cribado no son de
andut, pero sin duda, la camisa de pechera bordada era de a po' que es una tela de
algodn finamente hilada y bordada. (8) Hay otro grabado de la misma coleccin que
representa a una criolla paraguaya de tipo espaol, una rada pot diramos ahora,
que luce typoi de escote bordado y amplia pollera con ruedos de encaje. Tampoco se
ve el andut en este vestido (9).

La primera noticia histrica clara y precisa se lee en una de las cartas de J. y P.


Robertson escritas en Asuncin y publicadas en Londres bajo el ttulo de Letters on
Paraguay 1838. Cuenta el autor que Doa Juana de Esquivel, rica anciana que lo
hosped en su casa de Campo de Tapu'a-mi, en el linde de Campo Grande, no lejos de
Asuncin, le haba regalado un encaje llamado andut tejido por las mujeres del
pueblo y famoso por su belleza y alto precio. (28).

En la "Descripcin Histrica y Geogrfica de la Antigua Provincia del Paraguay" que el


prcer de la independencia Mariano Antonio Molas compuso en la crcel francista en
1839, (21) ni en La Republique du Paraguay de Alfred Du Gratty, editado en tiempos
de Carlos Antonio Lpez, no hay referencias al tema a pesar de la minuciosa
descripcin de la estructura econmica y cultural del Paraguay que hacen ambos
autores. (11)

Hemos deslindado cinco etapas de la evolucin de los tejidos en el Paraguay.

El perodo precolonial indgena, con sus toscos tejidos de fibras de ortiga, palmeras,
karaguat y algodn sin hilos finos ni agujas.

El perodo protocolonial que comienza cuando la nave de Pancaldo naufraga en el Ro de


la Plata y su cargamento de agujas e hilo fino es transferido con los espaoles de
Buenos Aires a la Asuncin (1538). Los primeros lienzos de algodn fabricados en el
pas sirven para velas de los bergantines de Irala, y algunas piezas se envan a Espaa
como muestra de esta industria incipiente.

En 1550 llegan a la Asuncin las mujeres de la expedicin de las Sanabria, entre las
cuales cabe suponer, vendran algunas seoras de rueca y agujas.

El perodo telecolonial de los tejidos, se iniciara durante el ltimo tercio del siglo XVI,
cuando algunas seoras espaolas ensean a mujeres indgenas el tejido de encajes,
"soles" y "cribos" destinados a vestidos ceremoniales religiosos. Es probable que la
noticia del misionero jesuita Snchez Labrador fuese la primera de esta aculturacin
incipiente.

Por fin en los albores de la poca republicana, el obsequio de una valiosa pieza de
andut que hace Doa Juana de Esquivel a uno de los hermanos Robertson, en
Tapu' mi cerca de Asuncin, (1838), seala el tiempo de una aculturacin
consumada.

Jaime Molins, periodista argentino que cultivaba el "grand reportaje", supo reflejar con
gracia y simpata muchas modalidades paraguayas. Y en una de sus Crnicas
Americanas, Paraguay, publicada en 1915 (22) imagina que el andut naci en la
mente de la mujer paraguaya como evocacin de la "tela de un arcnido de las selvas,
que ella fij en las lneas geomtricas de esta preciosa lencera".

"La "Epeira socialis", dice, es una araa que labra su hogar en los troncos viejos de la
selva. En seda amarilla extendida sobre una ligera concavidad de la corteza tira sus
radios con una geometra impecable y "en el centro mismo cubre con una tupida
filigrana la alcoba pudorosa "en que ha de eclosionar la prole futura"... "la mujer del
pas recogi "el modelo y como si sto no fuera suficiente para perpetuar un arte
"manual que envidiaran las manufacturas de Brujas y Malinas, combin con una flor
silvestre, la del guayabo el motivo de aquel arte nuevo... que la sencillez popular
design en su lengua nativa "tejido de "araa". La interpretacin del nombre es
exacta, aunque los orgenes "del andut quedan en la sombra.

Indicio sugestivo de que este encaje es una aculturacin introducida por las espaolas de
la poca colonial es el Punto de Tenerife de las islas Canarias, en que ciertamente los
motivos decorativos son distintos. Recordemos que en el "alba" tejida para el seor
obispo por las espaolas a quienes se refiri el Padre Snchez Labrador (30) haba
"soles" y "cribos" como los hay en el Punto Tenerife y en nuestro andut.

Segn Hoyos Sainz y Hoyos Sancho, en su manual del folklore (1947) "de encaje de
agujas son tambin los "soles" cultivados en Espaa durante los siglos XVI y XVII,
con foco peninsular en los "Soles Salmantinos"... "los encontramos en las camisas
caladas de Huelva formando "la tireta con los soles de a real"... "irradian hasta el
ednico archipilago Canario en el "Encaje de Tenerife" y llega a Sud Amrica en
"los encajes brasileos, bolivianos y del Paraguay". (15).

Mas en Bolivia no se cultiva el andut y tanto en Brasil como en la Argentina es una


infiltracin paraguaya como se ver despus.

Berta Schweter en Renda de Tenerife o Nhandut (1946) dice que ste se llamaba tambin
"Encaje de sol" nombre que justifica su diseo formado por "rayos". Por ms
"variadas que sean las formas aisladas, redondas, ovaladas, estrelladas o triangulares,
ellas muestran siempre una "corona de rayos salidas del centro" (32).

Alfred Toullard (1949) repite las informaciones de Hoyos; que un tejido hecho en Espaa
all por los siglos XVI y XVII llamado "soles" era muy parecido al andut. (37).

Hemos andado un largo camino de centurias para comprobar por fin evidencias del
origen hispano de este arte popular, que con la cancin guaran acompaada de arpa y
guitarras y la poesa en guaran, constituyen la ms delicada expresin del alma
paraguaya en trance de alumbrar belleza. Milagro folklrico de creacin y factura
femeninas, que destaca como tantos otros, el rango de la mujer, depositaria durante
milenios del tesoro cultural de la humanidad. Mientras el hombre luchaba y mataba,
construa ella para los suyos y la posteridad, inventando todas las artes domsticas
(19). He aqu el mito griego de Arakn; la doncella que compitiera con Palas Atenea y
la venciera en el tejido de las mallas y encajes a quien la diosa resentida convirti en
araa y conden a tejer eternamente.

IDEOGRAFA DEL ANDUT

Este es un repertorio de la ideografa del andut de Roquette Pinto, el primero que ha


recogido y clasificado sus motivos elementales en un trabajo de campo desarrollado en
Itaugu, patria de esta artesana. Lo hemos ampliado con observaciones propias.

Los nombres guaranes apuntados por el ilustre antroplogo brasileo, son transcriptos
con ortografa que ms se aproxima a la propuesta por el penltimo Congreso de
Lengua y Cultura guaran, realizado en Montevideo. Se ha respetado la clasificacin
de Roquette Pinto (29).

La etimologa de las voces guaran es, cuando ella es asequible, se expone en el glosario
etimolgico.

MOTIVOS FITOMORFOS

Amambai: helecho (Roquette Pinto)

Aras poty: flor de guayabo (R. P.)

Arroz, en su espiga (R. P.)

Avat poty: flor de maz.

Avena: espiga.

Guavir. fruta de mirtcea y no guair como apunt Roquette Pinto que poco habituado
al guaran, probablemente oy mal esta palabra de boca de las tejedoras.

Yagu rov: raz tuberosa de una planta de la Medicina folklrica, que as se llama por
su parecido remoto a la cabeza del jaguar o del perro. Roquette Pinto tradujo: cara de
perro e incluy el "dechado" entre los motivos zoomorfos.

Jasmn poty: flor de ...

Kapiat: un abrojo. (R. P.)

Madreselva: flor de. . . (R. P.)

Mbokay poty: flor del coco mbocay (R. P.)

Mburukuy poty: flor de pasionaria.

Poty kur: pimpollo.

Pensamiento: flor de... (R. P.)


Yvira'-ty-Yovai: una especie de bromelia (R. P.)

MOTIVOS ZOOMORFOS

Alacrn: (forficulidae) (R. P.)

Buey pypor: huellas de buey. Tambin se llama este motivo

Vak pysp: pezua de vaca. Roquette Pinto incluy este motivo entre los fitomorfos,
creyendo que representaba hojas de "pata de buey" un arbusto medicinal y
decorativo, especie de Bauhinia.

Gyra': pajarillo.

Gyrat: garza.

Guapy Yek: sentada a horcajada o en cuclillas (R. P.)

Yatev apes: sarta de garrapatas (R. P.)

Yapeus: cangrejo (R. P.)

Karu': una especie de ave de pantanos y esteros. Roquette Pinto lo designa Karu.

Karu retym: pata de Karu.

Kavar ruguai: (Bilinge) Cola de cabra.

Kupi' ray ty: nido de termitas (R. P.)

Mbarakay py'ap: uas de gato, Roquette Pinto designa este motivo solamente pyap:
ua.

Mbop: murcilago.

Mbiyu': golondrina

and o and guas: araa (R. P.) y avestruz americano.

Ovech ruguai: (hispanismo) cola de oveja (R. P.)

Panamb: mariposa.
Piky: alevino.

Pir costilla: (bilinge) costilla de pescado (R. P.)

Puru': ombligo (R. P.) y puru' kar: ombligo oblicuo o torcido (R.P.)

y Puru' v: ombligo hendido (R. P.)

Py'ap: ua segn R. P. En realidad mbaracay pyap: ua de gato.

Takur: termitero (sinnimo de Kupi' ray ty) (R.P.): nido de termitas.

Takur-rama: (bilinge) planta o rama enclavada en un termitero (R. P.)

Takur kurus: (bilinge) Crucifijo enclavado en termitero (R. P.).

Tu' yur: pico de cotorra (R. P.)

Tuk-yur: pico de tukn (R. P.)

Tyvyt: eminencia superciliar y ceja (R. P.).

MOTIVOS ESKEIOMORFOS

(Representan objetos manufacturados)

Abanico.

Altar.

Apyt: centro de un circulo del andut (R. P.).

Arapah: un manjar dulce (R. P.)

Cadenilla: parte conectiva de las labores de andut (R. P.)

Canastilla:

Caoto: parte conectiva de las labores de andut.

Farol: (F. P.)

Filete: parte conectiva de la labor (R. P.)


Filigrana: (R. P.)

Kurus: crucifijo

Kurus a: estola de una cruz; a: ropa, vestido, tela.

Ladrillo: (R. P.)

Martillo: (R. P.)

Pan guapy ovapyvo: pan apoyado o sentado, al revs (R. P.)

Tataku: horno (R. P.)

MISCELANEA

Aa yur: boca del diablo (R. P.)

Ysapy: roco (R. P.)


UN PROBLEMA DE ACULTURACIN

Los antroplogos culturales suelen decir que la urdimbre es un patrn de la cultura


autctona y la trama producto de la cultura adventicia; que la urdimbre es fija,
resistente a los cambios, porque configura un viejo producto cultural estereotipado;
que la trama o "dechado" es verstil, muy variada y cambiante, porque representa el
aluvin de la cultura nueva, de la "aposicin" que cubre lo antiguo.

En el caso del andut el apyt o (centro) y la urdimbre, la red radiada o reticulada,


representaran segn esta tesis la cultura guaran y la trama o "dechado" lo forneo,
lo adventicio, la cultura hispana.

Estos conceptos parcennos prejuicios lgicos, "tres de raissn" apriorsticos, siquiera


se apliquen al andut del Paraguay.

Dijimos ya que la cultura guaran prehispnica no conoci la fina labor de agujas. Sus
redes o mallas toscas de Karaguat y Yvra nunca tuvieron urdimbre radiada,
"crculos" o "soles", que fueron una contribucin de la cultura importada, de la
aculturacin o aposicin cultural. Los "puntos de Tenerife" o "Soles de Canarias",
"Soles de Espaa" o "Soles Salmantinos" y remontndonos ms an en el tiempo, los
encajes arbigos que pueden homologarse por su diseo policclico a los arabescos de
su arquitectura y de su maylica vidriada, no son guaranes. El esquema del andut
evoca ciertamente la representacin de un arabesco morisco-andaluz.

En cuanto a la trama constituida por los motivos ornamentales insertos en la urdimbre,


casi todas son representaciones estilizadas y simples que a veces colindan con la pura
abstraccin, de animales y vegetales de la comarca. Hay en verdad algunos elementos
extraos, no muchos, que representan productos culturales incorporados, crucifijos,
faroles, abanicos, nichos, rama de romero o espiga de cebada, espiga de arroz. Sin
embargo predominan los elementos indgenas.

En sntesis aqu la urdimbre es la aculturacin y la trama lo autctono. El andut es por


tanto un producto cultural mestizo como toda la cultura rural del Paraguay. E. y H.
Service en su precioso libro "Tobat: Paraguayan Town" (35), han visto lcidamente
la subcultura hispnica de este pas. Agregamos que es una cultura hispnica
condicionada por circunstancias histricas y ecolgicas.

En la etografa del Paraguay rural son ms prominentes el rancho, el mobiliario, la


cocina, la chacra, el caballo, la lechera, el corral que se guaraniza en Kor, la
tranquera, el arado de madera y la azada de hierro (los guaranes usaban para
sembrar, el palo aguzado a fuego yvyr haku y la esptula o syp de animales
grandes que usaban a guisa de pala) el vestido de tipo europeo; el sombrero de fibras
de karanda'y; la pollera amplia con blondas, de evocacin gitana (sai, guaranizacin
de saya); la peineta y los zarcillos de ramales; el mate y la bombilla de plata u
hojalata; los collares de oro y coral que tomaron el nombre guaran de mbo'y; las
danzas polca-galopa y Santa F (nunca la danza ritual indgena que se baila en ronda
o cadena); las canciones con acompaamiento de arpa, guitarra y violn...; el "toro
candil", la carrera de sortija, el yvyr sy-in palo enjabonado o cucaa de las fiestas
patronales, etc, etc. ... que evidentemente no son guaranes sino europeos, espaoles o
mestizos.

En el andut, pues, la trama o "dechado" representa generalmente, no siempre, lo


vernculo y la urdimbre la aculturacin..

El encaje andut contemplado como un todo, es similar al encaje de Tenerife modificado


por los factores ecolgicos y etogrficos del Paraguay.

ECONOMA DEL ANDUTI

En la comarca de Itaugu, pueblo y circunscripcin poltica, se estima en 2.500 el nmero


de tejedoras, entre una poblacin de 12.000 habitantes. Las tierras esquilmadas por
400 aos de cultivo en minifundios que nunca fueron preservados o restaurados en su
fertilidad primigenia, ya no pueden sustentar con holgura a la poblacin que aferrada
a su "valle" es renuente a la migracin. En 1942 el Ingeniero Agrnomo Guerrero
Insfrn de la Facultad de Agronoma y del Rotary Club de Asuncin, levant un censo
agrcola y propuso a los agricultores de Itaugu el cambio de sus tierras por otras
mejores y ms extensas del Kaaguas. Rechazaron amablemente la proposicin
alegando el perjuicio eventual que sufriran las tejedoras alejndose de la Capital de la
Repblica.

El andut y los palmares de coco mbokay que cubrieron espontneamente las viejas
tierras labrantas, han complementado en alguna medida el dficit econmico
determinado por aquella mengua de fertilidad del suelo.

Como industria domstica y exclusivamente femenina, quiz tenga el andut alguna


relacin con el rgimen matriarcal que reina an en sectores considerables de la
poblacin paraguaya.

El patriarcado poligmico espaol de los orgenes se convirti prontamente en


promiscuidad y desenfreno sexual denunciados por memorialistas y sacerdotes. Fue
causa de una expedicin de mujeres espaolas al Paraguay ordenada por el Rey de
Espaa y dirigida segn convenio o "capitulacin" por Doa Mencia Caldern V. de
Sanabria y Don Juan de Salazar de Espinosa fundador de la Asuncin (1550-55).

Paso a paso la mujer rural y suburbana generalmente mestiza asumi la jefatura de la


familia hispano-guaran.

La movilidad social del hombre, soldado, expedicionario, fundador de lejanos pueblos


fronterizos, "encomendados" a los jefes militares de la conquista que lo mandaban a
extraer yerbamate lejos de sus comunidades, lo convirti en un "arribeo" del pueblo,
en un elemento fugaz y adventicio del hogar. En tales condiciones la nica filiacin
incontrovertible fue la uterina.

La Guerra de la Triple Alianza (1865-70) reagrav el desequilibrio familiar con el


exterminio de los varones en edad constructiva y responsable de la vida. La mujer,
ms que antes, fue madre, jefe de hogar y obrera laboriosa sustentadora de la familia.

Aunque esta desorganizacin social viene corrigindose lentamente, subsiste la primaca


de la mujer en el hogar suburbano y campesino. Sin duda su labor, el andut en este
caso, soporta en proporcin considerable los gastos familiares.
ARTESANA DEL ANDUT

Carecemos de conocimientos sistematizados que nos permitan describir la artesana del


andut como lo hara un especialista en folklore material. Apenas si podremos
bosquejar en trminos generales, lo que hemos visto en algunos talleres del pueblo
donde una patrona manda hacer por tejedoras asalariadas y bajo su direccin, labores
parciales que luego ella ensambla para integrar manteles, blusas, mantillas, mantos,
albas sacerdotales, etc.; y lo que vimos en casi todas las casitas del pueblo y de la
campia circundante, donde las tejedoras independientes labran para ofrecer su obra
al pblico, a las revendedoras y a las "patronas" o mayoristas del pueblo.

Las tejedoras tienden un lienzo transparente de algodn a modo de caamazo en un


bastidor cuadriltero, redondeado u ovalado, al cual lo fijan con una costura corrida
de un grueso hilo que llaman "tia".

Los bastidores son de dimensiones variadas segn la magnitud de la labor, de madera


liviana y resistente, cedro sazonado y seco, para que no se tuerzan ni alabeen.

Las varas del bastidor se unen en los ngulos mediante tornillos fijos o tuercas de
mariposa. En los bastidores pequeos se tejen pauelos, asientos de plato, de jarrones
o vasos. Los bastidores grandes de dos a tres metros se destinan a la conjugacin de las
partes que han de componer una pieza grande, manteles de altar o de una mesa
grande de comedor.

Sobre el lienzo tirante en el cuadro del bastidor, se dibujan a punta de lpiz en


lineamientos esquemticos, los crculos aislados o tangentes que formarn el "centro",
las "cabeceras", las "esquinas" y "blondas" o contornos festoneados de las grandes
piezas. Sus contactos tangenciales encierran espacios triangulares o cuadrangulares
curvilneos. Estos espacios y aquellos "crculos" sern colmados de urdimbre y de
trama. El esquema es similar por su forma a los arabescos policclicos de la
ornamentacin argibo-morisco-espaola. Sobre este diseo esquemtico, la tejedora
borda a vuelo de mano y aguja la urdimbre radiada de los crculos, los "soles" de
Espaa que llaman aqu "apyt" o "armaje". Y sobre esta urdimbre abstracta y ms
o menos tupida, inserta luego con el vaivn de sus puntadas perforantes la "trama" de
los antroplogos o "dechados" de las tejedoras. Estas dibujan a lpiz en un papel
transparente sobrepuesto al lienzo los dechados, si la morfologa es compleja o la
tejedora inexperta. Las veteranas tejen de memoria.

El mariposeo de las manos sobre el bastidor es fascinante para quienes lo contemplan por
primera vez.

La urdimbreque cubre el rea de los "crculos" es radiada y la que cubre los espacios
intermedios es cuadriculada con retculo de lneas rectas simples o dobles
entrecruzadas en ngulo recto, como en los caa-mazos prefabricados.
Excepcionalmente esta urdimbre cuadriculada se teje dentro de los crculos.

Casi todos los motivos ornamentales de la trama -"dechados"- se insertan dentro de los
crculos: flor de maz, flor de cocotero, plantas de yvyra', espigas de arroz, espigas de
cebada, flor de romero, costillas de pescado, garzas, pajarillos, alevinos, alacranes,
huellas de buey o pezuas de vaca, farolitos, canastillas, altares, crucifijos, etc. La
urdimbre cuadriculada admite solamente flores de guayabo, pimpollos y la finsima
filigrana de la orfebrera. Las aves en vuelo, los abanicos, las ramas de romero y
espigas rectilneas de arroz, son "dechados" que habitualmente estn en los ngulos y
ribetes de soles y espacios tangenciales.
Se teje el encaje con hilo de algodn, lino o seda, blanco o negro, fino en las labores de
calidad superior y grueso en las ordinarias y baratas. En los ltimos diez aos se
emplean hilos rojos, verdes, rojo-ladrillo, azules...

Esta policroma estridente es una excepcin poco ortodoxa que desluce la obra y
amengua el relieve de las formas. El deseo de darle ms atractivo y valor comercial ha
determinado esta concesin al mal gusto.
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS Y APOSTILLAS

1) AGUIRRE, JUAN FRANCISCO. Discurso histrico que comprende el


descubrimiento, conquista y establecimiento de los espaoles en las Provincias de la
Nueva Vizcaya generalmente conocidas por el nombre de Ro de la Plata ...1793.
Biblioteca Nacional de B. Aires. T. I., N 1, pg. 45, Buenos Aires, 1937.

2) ................ Discurso Hist. Bibl. Nac. Bs. Aires. T. I -N 2- pg. 316: Irala y los primeros
telares y taneras para fabricar lienzos y curtidos de cueros de ciervos y venados
destinados al vestido de los conquistadores. pg. 341: Las dos primeras naves
construdas en Asuncin durante la gobernacin de Irala; con maderas, cordajes,
velas de fibras de karaguat y de algodn, estopas de karaguat, breas de Ysy del
Paraguay. pg. 376: Las muestras enviadas a Espaa de los productos de la tierra en
la primera nave construida en Asuncin -1556- entre ellos 3.786 varas de lienzo de
algodn.

3) ................ Discurso histrico. Bibl. Nac. Bs. Aires. T. I -N 3-1937, pg. 535: "Slo el
regin del vestuario fue generalmente pobre, reducido a lencera de algodn y al uso
de la peletera"...

4) ................ Discurso histrico. Bibl. Nac. de Bs. Aires. T. I I -N 45 y N 46- 1 y 2


trimestre 1948 - p. 128: primera exportacin de productos de la tierra a Espaa, como
muestrario. Entre otros productos - 1556. (3.786 varas de lienzo de algodn). pg. 138:
Lencera de algodn y peletera en el vestuario, durante el gobierno de Irala. pg. 339:
Estados del Comercio de la Real hacienda y Ramos municipales. Los gneros que
haba de venta en la Asuncin, en 1537. Pg. 445: todos los pueblos saben tejer
canastas, esteras, sombreros (probablemente en Limpio, de fibras de karanday...) Pg.
435: vestido y calzado, casaca, chupa, calzn.

El 14-X-1597, el Cabildo de Asuncin realiz un inventario de gneros de las tiendas,


para poner precios moderados. En la primera tienda revisada haba, entre otras
mercancas:

40 o 50 varas de pao pardo, blanco y frailesco y negro.

27 varas de cordellate amarillo, pardo y blanco.

3 varas de damasco morado.

1 1/2 varas de terciopelo pardo para cuellos.

30 libras de galn de Castilla.

Unas medias de galera de lana.

Unos chapines dorados.

3 escofietas de Holanda, calzadas con seda.

6 docenas de botones vaciados.


1 libra de pasamano de Alquimia.

20 millares de chaquira.

8 docenas de botones de Alquimia.

7 a 8 libras de seda aparnilla.

Declar que tena ms gneros, que el pao era de Crdoba y que le cost 10 pesos la
vara... no venda nada hasta que se le pongan precios.

En la segunda tienda revisada haba:

28 varas de bayeta blanca.

5 varas de pao colorado.

9 sombreros pardos y negros, aforrados por dentro con tafetn.

15 varas de pao pardo de Chile.

1 cuvija de la India bordada.

4 varas de canigu.

6 varas de telilla para jubones.

3 badanas coloradas.

2 1/2 varas de raso amarillo.

1 faldelln de tameneta.

3 varas de bayeta azul.

3 cuellos de Holanda, llanos.

26 docenas de botones de alquimia dorados.

6 docenas de botones vaciados.

4 varas y 1 sesma de pao pardo de Chile.

Declar que el pao y la bayeta vinieron de Chile.


En la tercera tienda haba:

8 varas de reja de Mesilla.

6 sombreros abatidos pardos.

6 1/2 varas de raso de la China.

1 1/2 varas de tela.

Declar haber trado del Per.

En la cuarta tienda haba:

Una partida de cinta (o cintal).

1 partida de guantes de mujer.

Una partida de botones de alquimia, acero y peltre.

Una partida de alfileres.

Una partida de cuentas de Chaquira.

En ninguno de estos inventarios se mencionan los encajes de andut.

En 1784 se toma razn del consumo general de la Provincia, donde se anotan entre otras
mercaderas: bayetas paos, ponchos cordobeses, ropa de la tierra (bayeta de los
obrajes), sargas, tripes, saredies, lilas, monfores, rasos de lana, gorros, medias,
sombreros ordinarios, o sombreros de medio castor, paos, Bretaas, pontevies,
cacerillos, bramante, ruanes, estopillas, cambrai, clarines, encajes, pauelos, medias
de sarasa, coletas, gasas, bayetilla, telas para vestidos, cintas, listonera, tafetn, seda
de coser, gorros, ceidores, tapetados y cordobanes, lienzo del pas que se teje en
pueblos de indios y misiones, de una calidad muy ordinaria y solo para negros y
peones.

En este inventario hecho en las postrimeras de la era hispnica, an no figuran encajes


de andut. pg. 343 - T. II. parte la del Discurso.

5) AZARA, FELIX DE: Descripcin e Historia del Paraguay y Ro de la Plata.


Escrita en Asuncin (1720), impresa en Madrid (1874); reimpresa en Biblioteca
paraguaya - Uribe - 1896 y en Biblioteca Histrica Cultural (pg. 78) Buenos Aires,
1953.

6) ................ Viajes por la Amrica Meridional. T. I. p.p. 201, 202. Espasa Calpe. Madrid,
1934.

7) CABEZA DE VACA, ALVAR NUEZ.- Naufragio y Comentarios. Espasa - Calpe,


Buenos Aires - Mjico, 1942.

8) D'HASTREL. Amerique N 22 - Gaucho de la Republique du Paraguay. (Amerique du


Sud). Moine Impre. de la Montagne Ste. Genevieve. Ancienne Mon Aubert, 20, Rue
Bergere.

9) ................ Amerique 16. La Moza de I'Assomptin. id. id. Esta estampa como la
anterior, pertenece a una numerosa coleccin que dibuj el autor durante su viaje a la
Amrica. Estuvo en el Paraguay durante el gobierno de Carlos Antonio Lpez. En
ninguna hay encajes de andut.

10) DEL TECHO, NICOLAS. Historia de la Provincia del Paraguay y de la Compaa de


Jess, con prlogo de Bls Garay, Biblioteca paraguaya. Edit. Uribe y Ca. Madrid -
Asuncin 1897.

11) DU GRATTY, ALFRED.. La Republique du Paraguay. Londres 1862.

12) GANDIA, ENRIQUE DE . Indios y conquistadores en el Paraguay. Una expedicin


de mujeres espaolas al Ro de la Plata en el siglo XVI, p.p. 117-147 - Libr. Garca
Santos. Buenos Aires, 1932.

13) ................ Indios y Conquistadores. . El hogar del conquistador asunceno p.p. 58-71 B.
Aires 1932.

................ "Dentro de las humildes casas de los conquistadores de "la Asuncin poda
verse entre los zapatos rotos y los trapos sucios, "alguna capa de grana, una rica
colcha, o un almuadn de seda, una "cortina de raso colgada ante una pequea
ventana, calzas de terciopelo, por lo comn desparejas, trozos de telas preciosas. Y
hasta "dagas de artstica empuadura. No eran restos de los ricos trajes "trados de
Espaa, que ya se haban perdido cien veces durante la "primera fundacin de Buenos
Aires y las expediciones por el ro "Paraguay. Aquellos objetos de lujo, cuya presencia
pareca inexplicable entre las mseras ropas de los conquistadores, provenan "de la
nave del genovs Len Pancaldo .............. cuyo rico cargamento se haba vendido al
plazo ilusorio del primer cargamento "de oro que conquistase y repartiese.................

"Salvo algunas rarsimas excepciones, como por ejemplo la del Gobernador Alvar Nez
y muy pocos de sus allegados, los conquistadores asuncenos fuera de sus armas - una
espada, un arcabuz y "uno o dos cuchillos - y la ropa que llevaban puesta, no posean
"como fortuna a lo sumo ms que la morada que habitaban, un terreno en que
sembrar, algunas pobres indias esclavas que se encargaban de los sembrados, tejer,
preparar la comida y dar hijos a sus "dueos, y alguna ropa de repuesto en psimo
grado de conservacin. Por medio de testamentos y otros escritos notariales, es fcil
"darse una idea de la pobreza franciscana en que vivan los conquistadores del
Paraguay. As por ejemplo, Hernando de Balbuena, "que segn el inventario que se
hizo de sus bienes, al entregarlos a "su heredero universal, Juan Pabn, deba ser uno
de los pobladores ms acomodados de la ciudad, slo dispona como fortuna de "una
serie de objetos cuyo valor hoy sera insignificante, pero que "entonces representaba
una envidiable posesin. Constitua la herencia........................ en una vallesta con su
aljaba e gafas a tres docenas de zaras...... ........ .... un capote de lienzo de algodn, unos
"calzones de lienzos de algodn cortos................ una espada guarnecida ................. un
pedazo de lienzo de algodn en que habr "dos varas................ un cuero de
venado................ un jubn de "algodn viejo.................... un talabarte de lobo, diez a
nueve zaras "encasquilladas y otros diez a nueve sin casquillos, un cuchillo de "cortar,
unas tijeras de cortar e dos hierros de hacer cuerdas e un "escoplo para encabar
armas e otro................ e dos pares de zapatos "viejos.................. cinco pares de verga
de mandis, cinco ovillos pequeos de hilo colorado de algodn e uno de hilo azul que
avrn "hasta una libra y media............. un cabo de machete e una taleguilla con un
poco de sebo e piedra cofre.................. dos cuas que pesarn cada una hasta siete u
ocho onzas.................. un cuero de venado e hasta medio celemin de sal, una poca de
manteca de puerco e una botija hasta un azumbre cuatro ollas de podrir, las dos de
ellas quebradas, un corral cerrado de varas.......... ochenta aves............... de manteca de
pescado, hasta un quintal de algodn ..................e hasta dos fanegas y media de
frijoles, 4 ollas de podrir las dos de ellas quebradas, un corral cerrado de varas...........
ochenta aves grandes e chicas............ una puerca que andaba por el pueblo e ansi
mismo un cochino que diz que tendra hasta ocho "meses e ocho cochinillos chicos que
estn encerrados, una rroca que declar estar en urna................ y plantada de rrama
parte della e cierto maz que est por cojer e una casa en ello pequea, de tapias, con
la tierra que pareciere pertenecerle............. tres esclavas pequeas e un muchacho, la
una de ellas de la generacin juacano que ser de veinte aos poco ms o menos, e la
otra de la generacin paizano que ser de edad de diez aos poco ms o menos, e "la
otra de la generacin porotero que ser de edad de siete aos "poco ms o menos, e el
muchacho de la generacin urececoja, que "ser de diez aos. Una engrijuela con dos
lengetas de hierro e un "cepillo de hierro, dos cuas encabadas que ser cada una de
ellas "de hasta ocho onzas poco ms o menos, doscientas enjertas de paja, tres
cochinos que declar que hay e que ser cada uno de hasta cinco meses. 29-XII-1549".
(Archivo Nacional de Asuncin - ao II - N XVII - pp. 629 y siguientes).

"El inventario transcripto era el de uno de los ricos pobladores de Asuncin. Podemos
por lo tanto imaginar cmo viviran los conquistadores pobres". En general todos iban
vestidos de cueros de animales o lienzos de algodn que tejan las indias.

14) GUEVARA, JOSE. Historia del Paraguay, Ro de la Plata Tucumn. Buenos


Aires. 1908-1910.

15) HOYOS ZAINZ Y HOYOS SANCHO. Manual de Folklore. Rev. de Occidente.


Madrid, 1947.

16) LA FUENTE MACHAIN, R. DE. El Gobernador Domingo Martnez de Irala. La


Facultad. Buenos Aires, 1939.
17) LERY, JEAN DE. Histoire de um voyage faict en la terre de Brasil - 1a edicin. Pars
1880. Citada por A. Metraux en "La Religin des Tupinamb et ces rapports avec
celle des autres tribus tup-guaran. Libraire E. Leroux. Pars 1928.

18) LOZANO, PEDRO. Historia de la Conquista del Paraguay, Ro de la Plata y


Tucumn. Buenos Aires 1874-75.

19) MASSON, O. T. Womans share in primitive culture. N. York 1894. Cit. por Ramos
L. y A. en "Renda de Bilro e seus aculturaao no Brasil" en Soc. Brasileira de
Anthrop. e Ethnologa. N 4 - oct. 1948, Ro de Janeiro, 1948.

20) METRAUX, ALFRED. La Religin des Tupi avec celle des autres tribus tup-
guaran. Liv. Leroux, Pars 1928.

21) MOLAS, MARIANO A. Descripcin histrica de la Antigua Provincia del Paraguay.


3 Edic. Nizza. Argentina - Paraguay. 1957.

22) MOLINS, JAIME. Paraguay. Crnicas Americanas. pg. 17. Buenos Aires, 1915.

23) MONTOYA, ANTONIO RUIZ DE. Conquista espiritual hecha por los religiosos de
la Compaa de Jess en las Provincias del Paraguay, Paran, Uruguay y Tape.
Madrid 1639. Bilbao 1892.

24) .............. Arte, Vocabulario y Tesoro de la lengua guaran o tup. Edicin y Prlogo
del Vizconde de Porto Seguro, (F. A. de Vernhagen) Viena - Pars 1876. Es una
reedicin en un cuerpo del Tesoro (1639) y del Arte y Vocabulario (1640).

25) PERAMAS, J. M., S. I. La Repblica de Platn y los Guaranes. (1791) Reedicin


Emece. Prlogo del P. Guillermo Furlong. S. I. - p.p. 95 y 145. Buenos Aires, 1946.

Perams edit su libro en 1791. Dice que en cada pueblo de las Misiones Jesuticas haba
gran nmero de tejedoras dedicadas a tejer telas que eran distribuidas en la
comunidad para la confeccin de ropas. Las mujeres casadas hilaban en sus hogares el
algodn que los jefes de familia cultivaban en sus campos. Cuando reunan una
cantidad apreciable lo entregaban al ecnomo del pueblo quien anotaba en su registro
el nombre de la portadora y la cantidad entregada. Este hilado se confiaba a uno de
aquellos cuatro o seis tejedores mencionados. Eran lienzos de algodn. Perams no
menciona encajes ni bordados. Snchez Labrador que actu en el Paraguay desde
1746 hasta 1758 en la misma poca, da la primera noticia respecto a la labor de
encajes que cultivaban y enseaban las seoras de Asuncin a mujeres indgenas.

26) PUBLICACIN DE LA CASA NHANDUTI de Campo Grande, Matto Grosso,


Brasil, Como nasceu no Paraguay a Nhandut. Reproduccin en Publicaciones del C.
E. A., de la Facultad de Filosofa y Letras de Asuncin. VII serie Docum. 7 - Asuncin
28-X-1950.
27) REINARES, SERGIO. Santa F de la Vera Cruz. Edic. Colmagna. Santa F -
Argentina 1946.

En un acta del Cabildo de Santa F, del ao 1575, consta que "en "los hogares se
efectuaba un provechoso ensayo de rutinaria industria que las costumbres nativas del
Paraguay estimuladas por la vieja tradicin de las familias castellanas, tansplantaron
a esta regin del litoral................. Fue una tendencia sobresaliente la labor "femenina
de tejidos, hilados y bordados, principalmente en Asuncin y en Santa F. Eran
primorosos los tejidos y bordados a mano en los hogares de la regin................ Pero a
falta de metal, traa la moneda entre la trama, la fidelidad, el calor del sentimiento y la
gracia estampada en aquellas varas de lienzo............. (Cita de Carvalho Netto en
"Folklore del Paraguay").

Santa F fue fundada en 1573 por Juan de Garay con mestizos hispano-guaranes que se
trasladaron con su ganado bovino y equino desde Asuncin, dos aos antes del acta
capitular mencionada por Reinares, y 18 aos despus del arribo de la expedicin de
mujeres espaolas a la Asuncin, que posiblemente incrementaron all la industria
domstica del hilado y de los tejidos de lienzos. Es improbable que ya se tejieran
entonces encajes de andut, como sospecha Carvalho Netto.

28) ROBERTSON, J. P. y G. P. Letters on Paraguay. Londres 1838. Traducidas por


Carlos Aldao bajo el ttulo "La Argentina en la poca de la Revolucin". pg. 115 -
Biblioteca de la Cultura Argentina. Buenos Aires, 1920.

29) ROQUETTE PINTO, E. Nota sobre o andut do Paraguai. Bolet. do Museu


Nacional do Ro de Janeiro. Vol. III - N 1 - Marzo 1927.

Nota de los compiladores

Por razones de dificultad en la consecucin de caracteres tipogrficos adecuados,


utilizamos en el texto la "y" en vez de la "i" latina mayscula usada en el original.

30) SANCHEZ LABRADOR, JOSE., El Paraguay Catlico. T. I. Cap. CCCXXIII - pg.


299. Edic. Universidad La Plata. Imp. Coni Hnos. Buenos Aires 1910.

Este autor vivi en el Paraguay desde 1746 hasta 1776, cuando la expulsin de los
Jesutas. Entre 1746 y 1758 en las Reducciones guaranes y desde 1760 en Beln, sobre
el Ro Ypan donde catequizaba a los Mbaia-guaikur. Fue durante este ltimo
perodo, que ro abajo naveg hasta Asuncin, donde asisti a la escena de las seoras
espaolas que enseaban a las indias de su Reduccin de Beln a tejer encajes con
"soles" y "cribos".

31) SCHMIDL, ULRICO. Derrotero y viaje a Espaa y las Indias. Manuscrito original
de Stuttgar, Traducido por E. Weernicke. Espasa -Calpe. Buenos Aires - Mjico 1944.

32) SCHWETER, BERTA. Enciclopedia de travalhos manuais. Cap. Renda de Tenerife


ou andut. pg. 342. Livr. de Globo - Porto Alegre 1946.

33) STADEN HANS. Viajes y Cautiverios entre los Canbales. (traduccin de Verdadera
Historia y descripcin de un pas de salvajes feroces, desnudos y canbales situado en
el Nuevo Mundo Amrica..... Marburgo...... ......... 1556) por Mara E.
Fernndez. Edit. Nova. Buenos Aires 1945.

34) THEVET, ANDRE. Les sngularites de la France antarstique. Publ. por P. Gaffarel
1878 - Pars - Citado por Alfred Metraux. La religin des Tupinamb...

35) SERVICE E., SERVICE H. Tobat. Paraguayan Town. University of Chicago. pres.
1954.

36) PANCALDO, LEON. Registro de la nave Santa Mara piloteada por Len Pancaldo
y destinada al Per, pero obligada a arribar al Ro de la Plata por abril de 1538. Las
primeras mercaderas llegadas al Ro de la Plata. Rev. de I Biblioteca Nacional -T. I.
N 1 (Enero-Marzo). Buenos Aires, 1937.

Entre dichas mercaderas se destacan: 4 mazos de agujas de coser, 5 mazos de hilo negro
de coser, 2 mazos de agujas de coser, 10 mazos de agujas de filadizo, 7 mazos de hilo
de coser, 7 mazos de hilo blanco, 8 mazos de hilo de coser, 20 mazos de hilo de coser,
20 mazos de aguja de cabeza, 2 mazos de aguja de filadizo, 2 mazos de agujetas de
medio armar (150 y 44 docenas), 2 mazos de agujas de seda, etc. etc. El naufragio de la
nave fue causa de la desviacin del cargamento hacia Buenos Aires y Asuncin.

37) TUILLARD, ALFRED. Tejidos y ponchos indgenas de Sud Amrica. pg. 131. Edit.
Guillermo Kfraft - Buenos Aires, 1949.

INDICE

Presentacin

PROSAPIA Y MAGIA DEL ANDUTI: JOSEFINA PL

ANDUTI: GUSTAVO GONZLEZ

HISTORIA DE UNA ACULTURACIN

IDEOGRAFA DEL ANDUT

UN PROBLEMA DE ACULTURACIN

ECONOMA DEL ANDUT


ARTESANA DEL ANDUT

REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS Y APOSTILLAS

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