Juicios de Valor y Juicios de Realidad

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Juicios de valor y juicios de realidad (fragmento)

Por otra parte, si el valor de las cosas se midiera verdaderamente segn el grado de su
utilidad social (o individual), el sistema de los valores humanos debera ser revisado y
cambiada de arriba abajo, pues el lugar que en l tienen los valores de lujo sera, desde
ese punto de vista, incomprensible e injustificable.

Por definicin, en efecto, todo aquello que es superfluo o es intil, o es, al menos,
menos til que cuanto es necesario. Lo supernumerario puede faltar sin afectar
gravemente el desenvolvimiento de las funciones vitales. En una palabra: los valores de
lujo son dispendiosos por naturaleza, es decir, cuestan ms que los beneficios que
aportan.

Se explica, pues, que se encuentren doctrinarios que miren tales valores de lujo con
mirada desafiante y que se esfuercen por reducirlos a una porcin congrua.

Pero no se trata, en verdad, que tales valores tengan un precio ms elevado a la vista
de los hombres.

As, el arte todo es cosa de lujo; la actividad esttica no se subordina a ningn fin
utilitario, sino que se manifiesta por el solo placer de la expresin misma, del mismo
modo que la especulacin pura, es decir, el pensamiento libre de todo propsito
mercenario, desenvolvindose por el placer de desarrollarse. Quin puede discutir, no
obstante, que la humanidad ha colocado en todos los tiempos los valores artsticos y
especulativos por encima de los valores econmicos?

Tal como la vida intelectual, la vida moral tiene tambin su esttica, que le es propia.

En efecto, las virtudes ms altas consisten en el cumplimiento regular y estricto de los


actos ms inmediatamente necesarios para el buen orden social, sino que estn
formadas por movimientos libres y espontneos, sacrificios que nadie exige y que, en
ocasiones, son aun contrarios a los preceptos de una prudente economa.

As, hay virtudes que son locuras, y es precisamente esa locura lo que hace su
grandeza.

Spencer ha podido demostrar que la filantropa es a menudo contraria al inters bien


entendido de la sociedad; pero su demostracin no impedir a los hombres seguir
colocando bien alto en su estimacin la virtud que l condena.

La misma vida econmica no se cie estrictamente a la regla de la economa. Si bien


las cosas de lujo son aquellas que cuestan ms caras, no ocurre as tan slo porque,
como sucede en general, sean las ms raras, ni impide que cosas comunes sean las ms
estimadas.

Es que la vida, tal como la han concebido los hombres de todos los tiempos, no consiste
simplemente en establecer el presupuesto del organismo individual o social, con el
objeto de responder con el menor gasto posible a las excitaciones llegadas de afuera, o
sea, proporcionar adecuadamente los recursos para las reparaciones necesarias. Vivir
es ante todo influir, influir sin lmites, por el placer de influir. Y si ciertamente la vida
no ha de ir, en ciertos casos, ms all de la economa, es entonces menester acumular
para poder gastar y, en tales casos, son los gastos el fin de todo, es decir, que la
administracin es la accin.

(Traduccin de Jos Mara Bolao (hijo). Revisin a cargo de Jos Luis Monereo Prez)

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