Guía Tema e Idea Principal + Solucionario
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Actividades
I. Redacta la idea principal contenida en los siguientes fragmentos. Recuerda aplicar el esquema presentado
II. Lee atentamente cada texto e identica el tema. Luego, redacta la idea principal de cada prrafo.
Texto N1
El n de la humanidad no ser esa fantasmagora ideada por San Juan de Patmos. Ni ngeles con trompetas,
ni monstruos ni batallas en el cielo y en la tierra. El n de la humanidad ser lento, gradual, sin ruido, sin
patetismo: una agona progresiva. Los hombres se extinguirn uno a uno.
Los aniquilarn las cosas, la rebelin de las cosas, la resistencia, la desobediencia de las cosas. Las cosas,
despus de desalojar a los animales y a las plantas e instalarse en todos los sitios y ocupar todo el espacio
disponible, comenzarn a mostrarse arrogantes, despticas, volubles, de humor caprichoso. Su
funcionamiento no se ajustar a las instrucciones de los manuales. Modicarn, por s solas, sus
mecanismos. Luego funcionarn cuando se les antoje. Por ltimo, se insubordinarn, se declararn en franca
rebelda, se desmandarn, harn caso omiso de las rdenes del hombre.
El hombre querr que una mquina sume y la mquina restar. El hombre intentar poner en marcha un
motor y el motor se negar. Operaciones simples y cotidianas como encender la televisin o conducir un
automvil se convertirn en maniobras complicadsimas, costosas, plagadas de sorpresas y de riesgos.
Y no solo las mquinas y los motores se amotinarn: tambin los simples objetos. El hombre no podr
sostener ningn objeto entre las manos porque se le escapar, se le caer al suelo, se esconder en un rincn
donde nunca lo encuentre. Las cerraduras se trabarn. Los cajones se aferrarn a los montantes y nadie
lograr abrirlos.
El exterminio de la raza de los hombres sobrevendr a consecuencia del triunfo de las cosas. Cuando el
ltimo hombre desaparezca, las cosas fras, bruidas, relucientes, duras, metlicas, sordas, mudas, insensibles,
seguirn brillando a la luz del sol, a la luz de la luna, por toda la eternidad.
Si atendemos a la evolucin de la historia del hombre y, por consiguiente, del lenguaje, observamos que
la palabra ha variado su funcin desde que, al nombrar el objeto fundaba a la palabra que, dentro de un
sistema convencional designaba, hasta desembocar en un vocablo que, de tanto usar y abusar, hemos
desacralizado de tal forma que ha perdido el valor ritual, mgico, develador de un mundo y se ha convertido
en un artefacto, un objeto ms de un cosmos de objetos que dice lo pequeo, lo intrascendente, lo
excesivamente rutinario.
Vivimos en un entorno limitado por las instrucciones: doble a la derecha, siga recto, rmese de este modo,
preste atencin a lo que se dice, siga las indicaciones al pie de la letra, entre otras.
Esta realidad afecta a todos los rdenes de la vida, incluyendo la creacin literaria: a veces, pareciera que la
literatura en la actualidad no permite el libre juego entre la conciencia de un lector y ese otro mundo en la
obra. Cuando ello ocurre, no se devela la otredad.
En nuestro mundo no es necesario el viaje a espacios desconocidos, exticos o lejanos, como lo requiri el
escritor romntico o modernista; lo desconocido reside entre nosotros porque el mundo cotidiano, de tan
construido, armado y fabricado (relojes, calculadoras, robots, computadoras, contestadores y portones
automticos, alimento chatarra, instrucciones para preparar sopas, purs, jugos, tortas, etc.) se ha vuelto
un enigma que nos ahoga en su articialidad y no nos permite construir desde nuestro propio yo, sino repetir
en un lenguaje espejo de la multiplicidad uniforme y laberntica de lo que se reitera sin sentido, sin n ni
meta.
De aqu que el lenguaje que designa las cosas de nuestro mundo contemporneo se caracteriza por nominar
lo intrascendente, lo opaco, lo fugaz; pero tambin lo inesperado, lo inslito, lo fantstico; igualmente, lo
terrorco y lo vaco que, en su inasibilidad, frustra y angustia.