El Rol Del Padre Laura Gutman PDF
El Rol Del Padre Laura Gutman PDF
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Los roles que cada uno asume son hechos culturales. O personajes que repartimos
entre todos para que una escena pueda ser representada. De modo que, cuando un nio
entra en escena (o nace), se nos desacomodan todos los roles que tenamos asignados.
Las mujeres nos encontramos en lugares que no habamos dispuesto para nosotras
mismas, nos sentimos afuera del mundo, solas, exageradamente demandadas,
desgarradas entre permanecer en los lugares donde habamos forjado nuestra identidad,
o pendientes de las necesidades del nio pequeo. Frente a este panorama, observamos
al varn que no est ni desgarrado, ni peleado entre nuevas y viejas identidades, ni
malherido, ni agotado. Por lo tanto, nos resulta evidente que tendra que asumir parte de
las tareas que por carcter transitivo de gnero, hemos asumido las que hemos devenido
madres. Y ah se ponen de manifiesto los desacuerdos ocultos de la pareja.
Pues bien. Sobre todo esto vale la pena conversar. Porque la presencia de un nio nos
obliga a pensar cmo vivimos, qu esperamos unos de otros, qu organizacin familiar
estamos dispuestos a construir y cunta generosidad tenemos disponible. Por otra parte,
los roles que asumamos, sern funcionales de acuerdo a si los hemos planeado
juntos o no. Por ejemplo, si asumimos que la madre se har cargo emocionalmente del
nio, necesitar que alguien se haga cargo emocionalmente de ella. Y el varn que
tiene al lado posiblemente sea el mejor postulante para ese rol. En ese caso, no
importa qu es lo que hace en funcin de su paternidad, no importa si baa al nio o si
se despierta por las noches para calmarlo. Porque es padre en la medida en que
sostiene emocionalmente a la madre para que sta tenga fuerzas afectivas suficientes
para acunar al nio. En cambio, si la madre no tiene disponibilidad emocional para el
nio, o no tiene posibilidades de permanecer a su lado porque la economa familiar
depende de ella; posiblemente haya un varn ms carioso y en apariencia buen
padre que se ocupa del hijo. Sin embargo, de un modo poco visible est obligando a su
mujer a abandonar su despliegue maternante y desviando su preocupacin hacia la
adquisicin del alimento. En estos casos, el varn no posibilita ni facilita una
permanencia suave y dedicada de la madre hacia su hijo. Y este no es un dato menor,
aunque las mujeres modernas creamos que la igualdad de derechos se basa en que tanto
las mujeres como los varones asumamos indistintamente la crianza de los nios; desde
el punto de vista del nio, no es lo mismo recibir cuidados maternantes femeninos
que cuidados paternantes masculinos. Y eso que ni siquiera estamos hablando de
lactancia, hecho que requiere una permanencia y disponibilidad irremplazables por parte
de la madre.
Lo ideal sera que los roles estn todos asignados para jugar el juego de la familia. La
mayora de las veces, esto no ocurre. Hay un rol que pocas veces asumimos, seamos
mujeres o varones. Es el rol de quien se despoja de sus propias necesidades a favor de
las necesidades bsicas, impostergables, urgentes e irremplazables de los nios
pequeos. Cuando desestimamos los tiempos lentos de los nios, la necesidad de
contacto, de brazos, de presencia fsica y de escucha genuina; nadie asume su rol.
Hablar de lo que le toca hacer al padre o de lo que corresponde hacer a la madre nos
coloca en la lucha interminable por quien logra resguardarse ms a s mismo. Es verdad
que nos faltan jugadores para la escena familiar. En la mayora de los casos nos hemos
quedado sin familia extendida, sin barrio, sin aldea, sin mujeres experimentadas ni
grupos de pares para hacernos cargo mancomunadamente de los nios pequeos.
Estamos todos muy solos y exigidos. En ese sentido, los varones que desean ser
buenos padres tampoco logran responder a las expectativas. Fallan. Estn cansados.
Reciben palabras de desprecio. Se sienten poco valiosos. Escasamente potentes. Y se
supone que deberan hacer lo que no hacen, es decir, llegar temprano a casa, hacerse
cargo del nio, calmarlo, jugar con l, ser paciente.
Pensar el rol del padre dentro de la familia moderna tiene que coincidir con un
pensamiento ms generalizado sobre cmo vivimos todos nosotros, cmo y dnde
trabajamos, cmo circula el dinero, quin administra, cmo nos manejamos respecto al
poder dentro de las relaciones, cmo circula el amor y el dilogo dentro de la pareja y
sobre todo qu importancia le asignamos a la libertad y a la autonoma personales.
Porque es importante tener en cuenta que si estamos apegados a la propia autonoma, el
nio no lograr recibir lo que necesita. Y si recibe el tiempo y la dedicacin, ser en
detrimento de la libertad de la madre. Y desde ese lugar de prdida de libertad, las
mujeres nos ponemos exigentes con los varones, queriendo definir claramente qu roles
deberan asumir. Con lo cual, estamos todos enfadados unos con otros. Por eso, el tema
no pasa por luchar para determinar quin pierde ms libertad, asignando deberes a
diestra y siniestra, sino por revisar qu capacidad de entrega tenemos unos y otros. La
maternidad y la paternidad no se llevan bien con la autonoma y la libertad personal.
Tenemos que estar dispuestos a perderlas, si nos interesa el confort de los nios
pequeos. Y en este punto, es lo mismo ser varones o mujeres.
Tal vez sea tiempo de mirarnos honestamente y reconocer qu es lo que cada uno de
nosotros est dispuesto a dar. Comprometernos a eso y no ms. Aceptar nuestras
limitaciones y darnos cuenta que nos complementamos. Que hay algo que el otro ofrece
que uno mismo no sera capaz. Y que si no da todo lo que quisiramos, no lo coloca
en un lugar donde no da nada sino que da algo diferente. De ese modo pierden
sentido todas las discusiones sobre los roles adecuados, lo que se debe o no se debe
hacer frente a algo tan difcil como criar nios pequeos.
Laura Gutman