Cesar Vallejo Pasion de America
Cesar Vallejo Pasion de America
Cesar Vallejo Pasion de America
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a la m e n o r posibilidad de esperanza para la persona h u m a n a , se en-
treg a esa nueva y delgada luz que sus ojos y su alma descubran y
que lo llev a consumir su vida, despus, j u n t o con el agnico d r a m a
espaol cifra angustiosa de la tragedia contempornea.
Los que ven en la poesa u n ejercicio supremo del ser a travs de la
palabra, por revelarse y revelar al h o m b r e que se es en su ms emocio-
n a d a plenitud y h o n d u r a y en su lacinante condicin, encuentran en
este poeta una comprobacin de sus ideales artsticos y h u m a n o s , por-
que l representaba en su poesa y en su existencia el acontecimiento
profundo, social y metafsico del h o m b r e . Los valores estticos y per-
sonales que su obra potica resuma y con los que ella estaba com-
prometida hasta las races-, eran la expresin del alma h u m a n a en todo
su desamparo y su tristeza, el a b a n d o n o que padece el h o m b r e frente
a una sociedad poderosa y opresora, el sentimiento oscuro de Dios y
el ms all y, al mismo tiempo, una inconmensurable solidaridad con
el dolor de los dems.
De tal manera; este tipo d e poesa constituye el ms sobrecogedor
testimonio de la desdicha del h o m b r e . T o d o su fondo indescifrable-
m e n t e sombro,. su h a m b r e fsica y espiritual, su constante dolencia
por esta tierra injusta y por este trnsito amargo, su vasto sufrimiento,
en fin, por u n m u n d o tal vez maravilloso, pero hostil y ajeno, se re-
velan en esta lrica original como las muestras ms irrefutables, si no
totalmente de la triste condicin del h o m b r e , s de aquellas 1 poderosas
y negativas circunstancias que operan sobre l. Ejemplo conmovedor
de este presupuesto es el que configura la poesa dramtica de Csar
Vallejo, cuya propia experiencia aparece consustanciada con aqulla
como u n a unidad indestructible y nica, prolongando en nosotros su
sufrimiento universal. N o sabemos cundo la creacin potica h a
ofrecido u n testimonio tan desgarrador de la fluencia interior del in-
dividuo, de su terrible destino de testigo del h o m b r e y del m u n d o .
Prueba de la inmensa y desconocida subjetividad de la persona, de
su profunda antena emocional y de su ms oscuro contenido metafsi-
co es esta obra, casi sin semejantes si se la mira como un pleamar
doloroso, de heroico acento, expresado con la palabra h u m a n a .
Por ello, insistir hoy en la frecuentacin de Csar Vallejo, cuando
en las arenas movedizas de la literatura m o d e r n a se pierde a veces
el sentido del arte potico contemporneo, es acudir a u n a fuente de
autntica poesa, que es a la vez u n venero sustancialmente america-
no. Porque l representa, de m o d o m u y particular, la sntesis vida-
poesa y resume de m a n e r a sustantiva en su c a n t o . el ser latinoame-
ricano o, en su caso, con ms precisin, indoamericano, hacia el
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cual tiende esforzadamente el pensamiento de nuestro tiempo, en los
pueblos que van desde el Ro Grande mejicano a la Tierra del Fuego.
Con tal espritu, asomarse a Vallejo es retomar el hilo que ten-
diera Daro proclamando a la Amrica nuestra, que tena poetas /
desde los viejos tiempos de Netzahualcyotl, para situarnos de nuevo
ante ese tipo de aeda que, continuando a aqullos, representa hoy a
nuestro segregado continente.
De esta forma, Vallejo se perfila ciertamente como el poeta ms
peculiar del m u n d o latinoamericano, como su voz ms personal y dis-
tinta. El autor de Los heraldos negros se d a como sntesis perfecta
del espaol y del indgena, manifestndose en la misteriosa lengua
de la poesa, y cuyo resultado vital es u n doloroso sentimiento de la
vida, un complejo de humillacin y de frustrado destino^ que arranca
de la conquista impuesta a sangre y fuego. Y esta pasin, con todo
su h o n d o sentido, se impone como el dolor del primitivo h o m b r e in-
doamericano, en forma especfica, si se quiere, el mestizo de nuestro
continente:
Yo soy el coraquenque ciego
que mira por la lente de una Haiga.
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miento mismo, ms que por las penosas circunstancias que le toc
vivir, por la forma de padecerlas, sin atenuantes y sin limitaciones,
como se evidencia a partir de su ausencia del hogar para residir en
Trujillo, primero, donde estudia, y despus en Lima, con el mismo
inters, y a d o n d e le llega la noticia de la m u e r t e de su m a d r e , que
le h a r manifestar en una carta a su h e r m a n o M a n u e l (i bis): Yo vivo
m u n d o m e ; y no s a dnde m e dejar ir esta vida miserable y trai-
dora. E n este m u n d o no me queda nada ya. Apenas el bien de la
vida de nuestro papacho. Y el da que esto haya terminado, m e h a b r
m u e r t o yo t a m b i n para la vida y el porvenir, y mi camino se ir
cuesta abajo. Estoy desquiciado y sin saber qu hacer, ni para qu
vivir. As paso .mis das hurfanos lejos de todo y loco de dolor.
Este trance vallejiano es seguido por su afrentosa crcel, d u r a n t e
casi cuatro meses, en la ciudad de Trujillo:
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sonales y escritos1 d e sus amigos, como el d e A r m a n d o Bazn, que
expresa en u n a carta (4): A veces m e d a b a la impresin de q u e pre-
m e d i t a d a m e n t e buscaba la tortura del da siguiente. Despus d e m u -
chos aos b e venido a pensar en q u e sta era su forma, tal vez, de
solidaridad con el sufrimiento d e su raza. Y m s adelante agrega:
Yo creo q u e t a m b i n existe u n estrecho paralelismo entre la vida de
Vallejo y la agona en que se debate an el pueblo americano. Alcides
Spelucn, por su parte, h a dicho (5): . . . u n a vida heroica como la de
Vallejo, t a n constantemente zaherida por la desgracia y t a n h e n c h i d a
de zozobras angustiantes. J u a n Larrea afirma al respecto (6): Al odio
de Dios... opone... el dolor absoluto. Y Jos Carlos Maritegui ano-
ta (7): Vallejo siente el dolor h u m a n o : su pena no es personal. Su
alma est triste hasta la muerte d e la tristeza d e todos los h o m b r e s
y d e la tristeza de Dios. Porque para el poeta no slo existe la pena d e
los hombres. Leopoldo Panero le haba escrito estos versos postu-
mos (8):
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CUADERNOS. 262.- 6
Y haca bien, porque l pareca amasado con los tres. Y el propio
Vallejo lo dice inequvocamente en estos versos:
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entero. Su verso es integral e integrador, porque se confunde con el
propio ser i n d o a m e r i c a n o a u n q u e h o y lo llamemos, p o r otro sentido
ms bien, latinoamericano y resulta su voz esencial. Por eso, h a b l a r
de Vallejo es remitirse al ser americano, a su e n t r a a y contenido. Y
por eso t a m b i n la extraordinaria particularidad del caso Vallejo en
la poesa del continente. Para entenderlo y apreciarlo en profundidad,
en su meollo, debemos comenzar por reconocer la singularidad d e su
poesa y d e su tipo h u m a n o . Vallejo se d a como u n a expresin inslita
y genial del mestizo d e nuestra Amrica. Su voz es la voz de una raza
que se expresa contenida y enigmticamente, sustantivamente, sin adje-
tivacin casi, con u n a desnudez esencial que a veces puede resultar
oscura o i m p r e g n a d a de misterio, como en m u c h o s poemas d e Trtlce.
Es la raza que lleva sobre s u n a afrenta hasta ahora incurable, u n a
humillacin sin remedio, a n o ser la que se vislumbra en el p a n o r a m a
social d e u n a revolucin profunda y plena y en la cual Vallejo vio la
posible redencin de s mismo o ms bien de su caso como ser que
representaba y m e d i u n i z a b a al h o m b r e . Por lo dicho p r i m e r a m e n t e es
por lo que Vallejo se diferencia de muchos escritores y poetas impor-
tantes de A m r i c a latina que t r a t a n lo que se llama la problemtica
del continente con temas, ambientes y personajes latinoamericanos:
que sai expresin no posee el gusto americano que tiene la de Vallejo;
que esa expresin de los dems no se d a desde el ser americano, desde
adentro de eso que es A m r i c a latina. Poetas y narradores famosos
ven y revelan este fabuloso m u n d o nativo tronchado en su vida particu-
lar por la devastadora conquista. Y esa literatura es latinoamericana
y m u y valiosa en ciertos casos. Pero Vallejo es otra cosa. E n algunos de
aquellos 1 casos se podra decir que usan u n lenguaje europeo para tratar
situaciones, idiosincrasias y fuentes americanas. E n el poeta peruano
el lenguaje, la h e r r a m i e n t a parlante es sustancialmente americana. Y
por ms que se destierre a Europa y acabe all con sus huesos de
h a m b r e y d e miseria, por ms que asimile el marxismo y se h a g a
comunista, sigue siendo sustantivamente americano su ser y su lenguaje,
y su estructura anmica que es lo importante- contina siendo lo
mismo. Vallejo tiene u n a m a n e r a m u y particular d e darse como el
ser m i s m o de A m r i c a : enigmtico, oscuro, visceralmente misterioso,
orgnicamente metafsico. Y al mismo tiempo es el ser universal. Y por
eso su p a l a b r a es sustantivamente creadora, renovadora. Y p o r eso tam-
bin su necesidad de inventar vocablos o de dislocar las palabras o de
alterar su funcin gramatical. Es u n retorcimiento del ser por expre-
sarse con plenitud y con verdad profunda. Es u n vaciamiento d e la
entraable modalidad del ser. U n a forma desgarradora de morir a tra-
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vs de la poesa, del verbo potico y proftico, del verbo original. Y si
bien Vallejo consult y sigui las evoluciones de la poesa lrica de
nuestro tiempo, no comulg, finalmente, con los diversos movimientos
que se produjeron ni comparti la suerte y el destino del surrealismo,
con el que podra haber estado vinculado a partir de Trilce. El les dijo
a sus epgonos* en evidente referencia (15): Hacedores de imgenes,
devolved las palabras a los hombres. / Hacedores de metforas 1 , no ol-
vidis, etc. Porque Vallejo vea en la palabra al ser mismo expresn-
dose, no el juego retrico por medio de ella, no la mera escritura auto-
mtica o la revelacin potica del m u n d o onrico. Vea a la palabra
como el m d i u m para llegar al Ser. El surrealismo poda haber sido
una fuente o u n estmulo para el avance y desenvolvimiento de su
poesa hacia sus cauces definitivos, hasta su expresin l t i m a ; pero la
expresin que a Vallejo le preocupaba era sustancialmente creadora, y
con esa actitud vital y artstica estimaba el lenguaje. De ah que el
autor de Trilce su obra clave sea todava u n poeta del futuro, u n
poeta de m a a n a , no suficientemente asimilado ni advertido en todo su
caudal, en su torrencial manifestacin lrica. Por lo apuntado anterior-
m e n t e escribi t a m b i n : Amigo Alfonso Reyes, seor ministro ple-
nipotenciario: T e n g o el gusto de afirmar a usted que hoy y siempre
toda obra de tesis, en arte como en vida, m e mortifica (16).
H a y u n soneto d o n d e el gran poeta peruano h a expresado el pro-
blema f u n d a m e n t a l del escritor y del h o m b r e y que es a la vez un
modelo d e lenguaje a m e r i c a n o : la lucha dramtica por la expresin
total que descubra a c a b a d a m e n t e su pensamiento y su sentimiento ante
la vida y el m u n d o y, p o r ende, su ubicacin y su destino h u m a n o ;
u n a expresin d o n d e se ponga a fondo el h o m b r e que se es y a la vez
el h o m b r e que se quiere ser y t a m b i n el ser que no se alcanza a ser,
donde la poesa se d como medio trascendente del espritu revelador,
como suma del individuo, como cifra del h o m b r e absoluto. N o en vano
el ttulo del soneto es Intensidad y altura:
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Vamonos, pues, por eso a comer yerba,
carne de lldnto, fruta de gemido,
nuestra alma melanclica en conserva.
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camente expresa y representa, despus de mediados del siglo anterior,
el desenvolvimiento democrtico y la expansin mercantilista de los
Estados Unidos, Valle jo, al sur, encarna el sufrimiento y la pasin
amarga del h o m b r e latinoamericano de nuestro siglo; vive el des-
tino del mestizo de nuestra Amrica. Este destino nace con l m i s m o ;
se lo h a n transmitido sus ascendientes peruanos y espaoles 1 , lo que
le hace decir a Pablo A n t o n i o Cuadra (18): Vallejo, adems, ince-
santemente, descubre la dolorosa ecuacin del h o m b r e americano.
Descendiendo d e abuela quechua p u r a y de abuelo espaol, e n todo
su canto pueden seguirse las dos huellas ancestrales, acercndose a
cada tema para volver a d r a m a t i z a r su fusin; es el mestizo que siente
como indio y piensa como espaol, o viceversa, que en eso est su
agona.
Este destino de sufrimiento, decimos, lo h a experimentado Vallejo
tal vez desde su infancia y adolescencia en Santiago de Chuco, segn
puede verse en algunos poemas familiares de Los heraldos negros y lo
h a reiterado despus a m a r g a m e n t e d u r a n t e cuatro meses en u n calabozo
de Trujillocorno lo sealamos en pginas anteriores, y m s tarde,
en medio d e u n a m b i e n t e desdeoso u hostil, tanto en la ciudad nom-
b r a d a como luego en Lima, llevndolo siempre adherido a los1 huesos
en su posterior exilio europeo, para morir finalmente de ese dolor, que,
consustanciado con el sentimiento de la tragedia espaola, lo h a sobre-
vivido lacerante en sus poemas. Csar Vallejo se descubre as como la
pasin descarnada d e Amrica latina, su derrota, su humillacin,
desde la noche de la conquista hasta la opresin de nuestros das.
Antenor Orrego explica la antinomia casi irreductible que proviene de
la negacin m u t u a d e las dos culturas que chocan en Amrica al pro-
ducirse la conquista: la americana y la europea, sealando cmo final-
m e n t e de esas dos negaciones que se oponen surge una nueva realidad
americana como sntesis de ambas, dndose la obra de Vallejo como
u n producto d e la m i s m a (19). Y como esa sntesis, agregamos nosotros,
contina siendo conflictual y lastimera, la vida y la obra de Vallejo
se manifiestan como expresin del dolor mismo.
El Cristo Vallejo vive la pasin que venimos comprobando, como
u n a cruz cotidiana que l lleva en la carne y en el alma. Los heraldos
negros y Trilce lo confirman patticamente. Son esos golpes ciegos y
sangrientos del clebre poema que abre su primer libro y que de otro
m o d o expresivo o a travs de otras situaciones poticas se exponen con
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igual o menor intensidad antes de llegar a su culminacin en los Poe-
mas humanos;
Hdy golpes en la vida, tan fuertes... Yo no s!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no s! (20).
Y se apolilld mi paciencia,
y me vuelvo a exclamar: Cundo vendr
el domingo bocn y mudo del sepulcro (26);
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la gleba que alimenta el espritu de su pueblo, con esa compasin
y solidaridad de Vallejo, que lo hacen precisamente poeta del dolor,
poeta-mdium del dolor h u m a n o . Vase si no, entre tantos ejemplos
posibles, La de a mil (28):
(28) dem.
(29) Aula Vdllejo, 2-3-4, p. 213.
(30) Vallejo, por XAVIER A B R I L (Edic, Front, 1958), p. 108.
(31) Poesas Completas, p. 66.
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fatal; se retrae hacia el ser americano que l personifica, castigado,
humillado en su desolacin y su p o b r e z a :
Yo nac un da
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qu en mi verso chirran
oscuro sinsabor de fretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto (32).
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podr enumerar a nuestra Amrica con versos1 rtmicos y exactos, sin
alcanzar la hondura y gravedad que venimos sealando;
Ms la Amrica nuestra que tena poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcyotl,
esa Amrica
que tiembla de huracanes y que vive de amor (34);
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adversa, y, sin embargo, creyendo desesperadamente en su redencin
social y h u m a n a , en u n vivir absolutamente como pasin. Y este ser
t a n denso y pleno se vierte en los versos de Valle]o de u n m o d o espon-
tneo, orgnico; si se quiere, hemorrgico como en los Poemas huma-
nos y Espaa, aparta de m este cliz, con u n lenguaje clsico y
completamente nuevo a la vez, esencialmente propio, ms all d e todas
las influencias y ascendencias que pudieron hallrsele. Con ese estilo de
vida y de poesa que se resume y r e z u m a en el ser a que nos hemos
venido refiriendo, Vallejo no h a hecho otra cosa -es lcito decir- que
trasladar a sus poemas la intensidad s'ubjetiva de su experiencia hu-
m a n a y de su intuicin visionaria. Y lo h a hecho f u n d a m e n t a l m e n t e a
travs d e las formas d e u n a emocin exacerbada y de u n a i n d o m a b l e
angustia motivada por las profundas causas de la existencia, sintin-
dose al mismo tiempo u n instrumento subjetivo, como lo son a veces
los grandes poetas sociales, los profetas del pueblo. De ah que el b a r d o
peruano pudiera decir: Yo n o . s u f r o este dolor como Csar Vallejo.
Yo no m e duelo ahora como artista, como h o m b r e ni como simple
ser vivo siquiera... M e duelo ahora sin explicaciones. M i dolor es tan
h o n d o , que no tuvo la causa ni carece de causa... H o y sufro, suceda
lo que suceda. H o y sufro solamente (36). Es decir, Vallejo padece
como encarnacin del h o m b r e , como esencia y conciencia del m u n d o ,
y como i n s t r u m e n t o subjetivo que l era del mismo, deba expresarlo.
Sin d u d a que en esta caracterizacin de Csar Vallejo, su pathos ge-
nial juega un papel difcil de d e t e r m i n a r en su extensin y profun-
d i d a d ; pero esto es evidente y est poticamente configurado en aque-
llos intensos versos suyos:
Yo nac un da
que Dios estuvo enfermo,
grave (37).
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resumindolas al mismo tiempo producen u n impacto que sacude el
ser, dndole u n a imagen del h o m b r e desolada y cruel, a u n q u e u n a
ternura fraternal las riegue. Y ese lenguaje, desgarrador a veces, espe-
cialmente en los Poemas humanos, contenido y sobrio, enigmtico,
sustantivo siempre, es el lenguaje del mestizo hispanoamericano o indo-
americano en este caso. Csar Vallejo se ofrece, sin duda, como la ex-
presin acabada y agobiadora insistimos en ellodel maridaje vio-
lento de las dos r a z a s : la india y la espaola. T o d a la tristeza de sus
antepasados, sometidos a sangre y fuego, humillados en las- noches en
que se confundan los siglos xv y xvi, crepita como un fuego a m a r g o
en los versos de Los heraldos negros:
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m o d o virginal, el fatalismo, el misticismo sombro, el sometimiento a
lo desconocido, que no es otra cosa que la opresin de mil causas
conocidas que operan diversamente, desde distintos ngulos, sobre el
h o m b r e que transita secularmente estas tierras'. Y como f u n d a m e n t o de
todo ese bagaje potico-vital, del ser que se retrae hacia su esencia ori-
ginaria, como dira A n t e n o r Orrego, se complota contra l esa pobreza,
inevitable slo en apariencia, propia del sujeto hispanoamericano, in-
hbil a veces para asegurarse el debido futuro unido esto a u n amargo
sentimiento d e frustracin y de culpa mtica, para abrirse paso en
el m u n d o de la fuerza y del podero econmico, que le h a r n decir
con reminiscencias infantiles:
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un nio
que a media noche, llora desvelado... (43).
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de lo literario, d e los comunes recursos 1 estticos, de las teoras poticas
(Amigo Alfonso Reyes, seor ministro, etc.). Su lenguaje es despia-
dado, implacablemente h u m a n o :
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Un hombre pasa con un pan al hombro.
Voy a escribir, despus, sobre mi doble? (53).
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Sin embargo, luego, un da cualquiera, su ternura estallar inconte-
nible en un fraternal deseo de entregarse a los h o m b r e s :
Me viene, hay das, una gana\ ubrrima, poltica,
de querer, de besar al cario en sus dos rostros (58).
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como signado por el dolorsegn lo hemos manifestado con insisten-
cia a lo largo d e todo este trabajo, se expresa a la vez como resumen
de la pasin de Amrica. Su destino se descubre corporizando la mayor
plenitud h u m a n a para trasladar ntegramente esa totalidad de su perso-
na lacerada al campo profundo de la poesa. Consecuente con este pen-
samiento, vemos cmo Vallejo se vierte caudalosamente en sus Poe-
mas humanos y en Kspaa, aparta de m este cliz. N o h a y en estos
dos libros u n verso, u n a sola lnea que no den testimonio cabal de este
h o m b r e ntegro en el ms pleno sentido d e la p a l a b r a ; ntegro porque
responda a una totalidad de la persona, a una plenitud del ser, que
era en s el ser americano y al mismo tiempo el h o m b r e universal.
Su poesa aparece as comprometida con el ser h o n d o , con el seno
metafsico del h o m b r e , que alternativamente oscurece e ilumina su tras-
fondo. Esa condicin tan verdadera y trascendente en nuestro autor,
como otro ser d e n t r o de l mismo A lo mejor soy otro, dice (6o),
es inseparable de sus piezas seas, de su organismo completo, de sus
entraas y de sus sueos. Por esa razn l conceba el p o e m a que
era la revelacin de su vida y del m u n d o como u n a totalidad impo-
sible de ser m u t i l a d a sin destrursela por esta operacin: si a u n poema
se le a m p u t a u n verso, u n a palabra, u n a letra, u n signo ortogrfico,
M U E R E (61). Por concebir la poesa como el h o m b r e mismo, su tras-
mutacin en trminos de imgenes, Vallejo h a encontrado tan amplia
respuesta en las generaciones actuales, que seguirn extendindose en
tan vasta admiracin e identificacin trascendente. Su gran voz (Ah
querer, ste, el mo, ste, el m u n d i a l , i n t e r h u m a n o y parroquial, pro-
vecto !) comienza a expandirse y a ensancharse su n o m b r e hacia el
m u n d o , en busca de aquellos a quienes dirigiera su clido mensaje:
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CUADERNOS. 262.7
teoremas vlidos, sino por u n instante no ms, y luego se vuelven
falsos o equvocos. El nico teorema real es la dualidad de la razn
h u m a n a y del espritu. Esta contradiccin polmica y este absurdo
races metafsicas del alma de Csar Vallejo se d a n a cada m o m e n t o
en su desgarradora poesa, y ya en Trilce lo llevan a expresar: Ab-
surdo, slo t eres puro (63). T a n t o que a veces esta misteriosa fluen-
cia lrica parece existir slo por ellos; sobrevivir por esta chanza oscura
del destino que la est inspirando, por este dialctico contrapunto entre
el no va ms y el.ms all.
Pero no h a y en esto, ni falta hace decirlo, u n simple juego potico.
Es una condicin indefinible, profunda, metafsica del alma del poeta
y d e los dos rostros de la verdad. Y tienen otra vez que ver con el
aqu tan comentado pensamiento de Orrego. De la contradiccin y
el absurdo se va hacia el conocimiento verdadero, hacia la razn ltima,
hacia la luz final. T o d a s las nuestras son verdades y razones de doble
filo que t e r m i n a n siempre por cortar la malla que apresa el espritu y
le impide volar hacia la soberana verdad.
H a y , por ltimo, en la contradiccin y el absurdo ms all de un
sabio h u m o r paradjicola bsqueda irracional pero lcida de una
conciencia esclarecedora de los enigmas esenciales de la existencia, de
la esfinge p r e g u n t o n a del desierto. Es, en fin, u n a desesperada inqui-
sicin de la luz, u n ensayo del espritu por otras vas...
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a u n q u e l no fuera n u n c a u n poltico, y d a u n curso adecuado a su
idealismo redentor, que se canaliza generosamente hacia la causa del
pueblo espaol. Es sta la culminacin, para las ideas sociales de Va-
llejo, de la etapa que se iniciara con su primer viaje a Rusia en 1928.
Pero esta etapa, que, como u n a rbita dramtica, viene a. cerrarse luego
del primer ao de la guerra civil, d a cuenta antes de ello del aparente
agotamiento del poeta Vallejo. Es decir, que d u r a n t e todo este tiempo,
que se sepa, Csar Vallejo h a b a dejado d e escribir poesa. H a s t a que
se produce la catstrofe espaola, y entonces, luego, en septiembre d e
e n ias
X
937 clamorosas tierras 1 peninsulares, y ms tarde en la expec-
tativa angustiosa de Pars, estalla en poemas el corazn desgarrado del
aeda peruano. Como u n a herida caudalosa, su canto se vierte gota a
gota, verso a verso, da a da para acusar todo su dolor, para revelarle
al m u n d o el d r a m a que, como u n rayo, lo hiere m o r t a l m e n t e en las
races mismas d e su vida. Y con los patticos Poemas humanos y los
epopyicos versos de Espaa, aparta de m este cliz, se va t a m b i n
la existencia de Vallejo. El h o m b r e m u e r e asesinado por la tragedia
espaola, por la tragedia del h o m b r e contemporneo, resumida en el
d r a m a de ese heroico pueblo. El poeta se h a desangrado exhaustiva-
m e n t e e n estas dos obras, y esa consuncin h a significado la inmediata
m u e r t e sin causa cientfica conocida del h o m b r e . Y Csar Vallejo
m u e r e como u n Cristo crucificado en este calvario. El no poda sobre-
vivir a esta tragedia. Espaa h a b a constituido su gran esperanza; el
sueo por el cual el mismo Vallejo tornaba al seno de su m a d r e se
realizaba magnficamente en la nueva realidad que Espaa prometa.
La fusin de las dos negaciones, como dira A n t e n o r Orrego, se repro-
duca en u n a sntesis emocionada y h o n d a . E n ella sus ideales reden-
tores iban a convertirse en razn vital, en u n a formidable constancia
social que a sus ojos, por fin, les iba a ser d a d o contemplar. Sus afanes
de u n a sociedad justiciera y en u n pueblo como aquel que lo retrotraa
a su mismo entraable ser estaban en vas de lograrse. Y Vallejo muere
con la Repblica espaola, a u n q u e la agona d e sta lo sobreviva algu-
nos meses ms.,. Otra vez Amrica se sacrifica, agoniza por Espaa,
pero ahora por los ms nobles ideales del h o m b r e . M a s al morir, el
indoamericano genial deja su conmovedor poemario, sus transidos can-
tos espaoles, d o n d e , por encima de la plvora de los combates, por
detrs de la m u e r t e multitudinaria, la destrozada voz del poeta quiere
salvar a Espaa, levantarla, hacer triunfar a su pueblo. T i e m b l a por
ella, llora por su causa, m u e r e , en fin, por este pas, por esta espe-
ranza, que a m a tanto.
99
H a y en estos poemas u n lenguaje m u c h a s veces delirante, loco de
amor, de ira, de desesperacin esperanzada que n o cede, salpicado de
versos geniales:
100
Su voz se enternece para situarle al lado de ]os menos fuertes, de
los ms desheredados:
Tcitos defensores de Guernica,
oh dbiles
oh suaves ofendidos
que os elevis, crecis y llenis de poderosos dbiles el mundo! (66)
(66) dem.
(67) dem.
(68) Poesas Completas, pp. 260 a 270.
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matando con tan slo ser mendigos.
El poeta saluda al sufrimiento armado! (69).
(69) dem.
(70) dem.
(71) dem.
(72) dem.
(73) dem.
(74) dem,
102
Y luego de este Redoble fnebre, finalmente, su desesperacin,
que se resiste a aceptar la brutal realidad:
Y con esta epopeya del pueblo espaol, Csar Vallejo libr su lti-
ma batalla potica y h u m a n a . Con ella concluy su doloroso trnsito
terrestre. Pero su palabra verdadera y trascendente queda. Su poesa es
la poesa del h o m b r e ante el negativo destino. Para nosotros, criatura
de Amrica latina, es un smbolo y un ejemplo. El simboliza el dolor
y la pasin de la persona latinoamericana volcndose fraternamente
hacia el h o m b r e universal, jugndose entero por ste y consumindose
en su d r a m a . Su ejemplo es el amor de los? seres h u m a n o s y su adhe-
sin viva y profunda al ideal de la justicia social revolucionaria. Vallejo
se consustanci como pocos con la verdad del h o m b r e y fue perma-
n e n t e m e n t e leal a s mismo a travs de todas sus crueles' vicisitudes.
Arquetipo de una ternura redentora, m u r i de una fiebre social y
h u m a n a misteriosa, cuya razn se intuye asocindola a la tragedia es-
paola. Su veracidad virginal y proftica y la sinceridad de su rai-
g a m b r e metafsica lo configuraron como u n rebelde a todo lo impues-
to y coercitivo, a m a n t e de una mayscula libertad d o n d e el h o m b r e
se diera totalmente a sus profundas e indeclinables causas: cd3ueno es,
en todos los tiempos escribi Vallejo alguna vez en L,a dicha en la
libertad (76), los modos y las personas, recordar a los h o m b r e s en
su ley de h a b e r nacido nicamente para ser dichosos. C u a n t o los h o m -
bres hacen o suean va a su dicha. N a d a se pierde en s mismo, por-
que todo sirve o debe servir a la dicha de los hombres... Pero la fe-
licidad slo es posible por la libertad absoluta. Pobre del h o m b r e que
pretende buscar la dicha fuera de esta condicin. Pobre de aquel que
pretende invertir esta ley, erigiendo a las obras de la naturaleza y a las
obras h u m a n a s en objeto de servidumbre por parte de los hombres.
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donndolo con u n a fraterna generosidad. Del caudaloso mensaje valle-
jiano, henchido de ternura y sufrimiento h u m a n o s , se levanta, al tiempo
que u n a poderosa voz de poeta y de protesta genrica y trascendente,
u n sentimiento t a m b i n de esperanza en los hombres y en la transfor-
macin social de los pueblos: su obra final y su vida lo certifican as.
Las juventudes de Amrica latina que h a n percibido con emocin
estos estmulos, conuyen vidamente hacia su obra. Ella los i l u m i n a r
en la verdad y en el espritu de la raza, que se acongoja y, sin embar-
go, proyecta ser esperanzada hacia el futuro y, por su conducto, se di-
rigir hacia los das redentores' del h o m b r e .
F L I X GABRIEL F L O R E S
Avda. Ro B a m b a , 466
Quebrada de las Rosas
CRDOBA (Argentina)
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