Los Ismos de Kafka
Los Ismos de Kafka
Los Ismos de Kafka
Guillermo Hctor
Sin entrar a discutir aspectos biogrficos que pudieran haber motivado un sentimiento
de sometimiento y consecuente angustia en su relacin paterno-filial (asunto que, en
gran medida, aclara y desvanece Jordi Llovet, sealando las distorsiones de la realidad
que parecan afectar a Kafka en su apreciacin de estas cuestiones1) e ignorando los
numerosos testimonios recogidos por Hans-Gerd Koch2 que vendran a desmontar la
imagen del autor torturado, lacnico e introvertido que la tradicin ha convertido en
estereotipo, s parece innegable que la obra del autor de origen judo muestra a unos
personajes angustiados, que luchan por ser dueos de sus destinos, y que con frecuencia
acaban admitiendo su fracaso para transformarlo en un auto-reproche culpable. El hecho
de que estos sentimientos, rayanos en la depresin y el trauma, sean un motivo
recurrente en sus diarios personales no hace sino contradecir el retrato creado por los
testimonios de quienes le trataron, en una vuelta de tuerca ms que convertira dichos
diarios (as como su correspondencia personal, sentimental o amistosa) en un apndice
nada desdeable a su obra literaria.
As, por la dificultad para separar vida y obra en el caso del autor checo, y aun a riesgo
de caer en el positivismo que Kafka tanto pareca temer, examinaremos tanto el
contenido de sus obras como sus abundantes anotaciones personales, en un intento de
discernir su posicin con respecto al movimiento artstico Expresionista. Un
movimiento que, a diferencia de Futurismo, Surrealismo y otros -ismos vanguardistas,
carece de un manifiesto fundacional que lo codifique, lo que dificulta su definicin
terica. Asimismo, la falta de una cohesin interna del movimiento hace problemtica la
bsqueda de un ncleo expresionista, por lo que cabra recurrir a una aproximacin
espacio-temporal para tratar de delimitar qu es el Expresionismo.
En esta inversin de los roles que Kafka realiza puede, sin embargo, apreciarse un cierto
punto de conflicto con respecto al ideario expresionista. Pues si ya en Nietzsche se
encuentran antecedentes de una voluntad transformadora, de un afn por trascender el
yo en pos del advenimiento de un nuevo hombre que el Expresionismo abrazar, no
cabe afirmar que la transformacin estilstica operada por Kafka resulte en el ideal del
filsofo alemn: el acento del joven Nietzsche sobre el sufrimiento como motor para la
superacin (y, por ende, para la revalorizacin), la exploracin patolgica de la
conciencia que Dostoievsky lleva a cabo en sus obras para narrar cmo desde la
alienacin se llega al xtasis, pueden considerarse contribuciones a la mentalidad
expresionista, pero difieren en su resultado respecto a la obra kafkiana. Cuando
Nietzsche, Dostoievsky o Strindberg enfatizan el rechazo a los cnones normales de
pensamiento y la necesidad de osar transgredir los valores para conseguir un
renacimiento espiritual, sin duda abren la puerta a la posibilidad de que el subconsciente
se asome a la superficie y la expresividad subjetiva adquiera el control creativo para
negar la tradicin y subvertir la realidad. No obstante, las alteraciones que se aprecian
en la obra de Kafka configuran una nueva realidad en un sentido opuesto: ms que
renacimiento espiritual hay hundimiento, en una suerte de huda hacia adelante que
nicamente posterga el fatal desenlace sin posibilidad para la redencin.
La interpretacin teolgica de El castillo hecha por Brod6, en este sentido, propone una
visin de la realidad dividida entre la aldea, representante del mundo que habita el
hombre, y el castillo, smbolo de la realizacin divina. Una realizacin manifiestamente
imposible, y que sin embargo no puede dejar de intentarse. He aqu uno de los
argumentos principales en la obra kafkiana: una determinacin racional que compele a
sacrificarse en aras de un bien superior cuya implacable inviabilidad resulta evidente.
En palabras de Adorno, lo que choca no es lo monstruoso, sino su evidencia7. Unas
evidencias que Kafka nunca justifica ni explica, confiriendo as mayor verosimilitud a
sus relatos mientras el lector, como los personajes protagonistas, acaba por asumir
dcilmente la normalidad de lo absurdo.
3.1. La ley.
La maraa formal y burocrtica, as como el temor reverencial ante la ley, son motivos
recurrentes en la produccin de Kafka, quien sin duda deba de conocer bien estos
aspectos por su formacin jurdica y su labor diaria en la oficina de seguros donde
trabaj toda su vida. As, cabe suponer que la creciente influencia del positivismo
jurdico de principios de siglo, promovido en especial por el alemn Rodolfo Stammler
y el austraco Hans Kelsen, tuviera tambin su reflejo en la continua representacin
irracional e inalcanzable de la ley que Kafka desarrolla en sus obras, y que suele
provocar el aislamiento de sus personajes principales.
Son reiteradas las referencias a tribunales, jueces, secretarios, ujieres y empleados que
imponen la Ley, entendida sta como un ente supremo eternamente distante y difuso
ante el cual los personajes fracasarn necesaria y reiteradamente. La naturaleza
omnicomprensiva que el autor checo otorga a esta Ley desconocida sugiere una
referencia metafsica, un cuestionamiento ms all de la capacidad cognoscitiva del
hombre.
3.2. La autoridad.
La difcil relacin de Kafka con su padre es referida, directa o indirectamente, en
muchas de sus obras, desde relatos breves como El juicio o Regreso al hogar hasta
novelas como La transformacin. Sin embargo, numerosos expertos afirman que
Hermann Kafka no fue un padre particularmente malo ni un ciudadano impopular8, por
lo que parece claro que Kafka usa la figura paterna como metfora del poder,
exagerando su influencia como reflejo del conflicto generacional entre el mundo
moderno emergente y la sociedad establecida (que empezaba a resquebrajarse a
principios del siglo XX, poco antes de la I Guerra Mundial).
3.3. Lo extrao.
El subjetivismo extremo, creador de realidades ajenas a la lgica racional, fue definido
como uno de los principales rasgos del Expresionismo. En el caso de Kafka, esta
libertad artstica es irnicamente utilizada para retratar el aprisionamiento (fsico o
mental) de sus personajes, y ello mediante la construccin de escenarios grotescos,
bizarros e irracionales, cuya verosimilitud se obtiene precisamente por el tratamiento
formal del autor, que con una prosa aparentemente simple reviste de normalidad lo que
escapa a todo sentido racional. En el mismo sentido, sus personajes aceptan inicialmente
las extraas circunstancias que les acechan con desdn: Qu pasara si yo siguiese
durmiendo un rato y me olvidase de todas las fantasas?, se pregunta Gregor Samsa al
despertar de su intranquilo sueo. Una indiferencia hacia lo inslito y misterioso que se
ve en el resto de su obra, y que paulatinamente se transforma en resignacin (como el
mdico rural del relato homnimo, que acepta los sucesos acaecidos en inexplicables
circunstancias e incluso se permite rer con su criada al decir que nunca sabe uno lo
que tiene en su propia casa10).
Uno de los grandes rasgos del estilo kafkiano (sea entendido como limitacin o como
virtud) es su extraa monotona: Kafka escribe creando una sensacin de falta de
variedad, sin permitirse trampas o juegos gramaticales; centrndose en una sintaxis
sobria que se resquebraja sutilmente a base de pequeos matices, de forma que su prosa
se conduce al modo de sus personajes. Con un realismo que excede el de Zola, Flaubert
o Balzac, resulta ms verdico y ms pattico (como los guardias de El proceso,
supuestamente funcionarios judiciales, que roban a Josef K. sus camisas). No estamos
ante una reproduccin mimtica de la realidad, sino ante un modo de reproduccin
imaginativa. Como afirma Adorno, sus novelas responden a una constitucin del
mundo en la que la actitud contemplativa se ha convertido en falseamiento sangriento,
porque la permanente amenaza de la catstrofe no permite ya a ningn hombre la
contemplacin sin intervencin de su parte11.
3.4. La paradoja.
El estilo caracterstico del escritor checo es apreciable desde sus primera obras. Su
editor Kurt Wolff explica que no hay en l evolucin alguna: no se convirti en nada
[]. Su primer libro en prosa poda ser el ltimo. Y el ltimo, el primero13. La
formulacin de antinomias y su identificacin hacen casi imposible la expresin; la
profusin de contradicciones confieren a su narrativa un aspecto destructivo. De igual
forma, las anotaciones de su diario personal (ya fueran referidas a cuestiones
sentimentales, religiosas, literarias, artsticas o simplemente mundanas) muestran un
cariz semejante. Su clebre Yo soy fin o principio parece sugerir el sufrimiento de una
inestabilidad vital slo atenuada mediante la escritura, a travs de una literatura que
pudiera salvar su alma. As, el 28 de marzo de 1911 escribe a Max Brod: Mi felicidad,
mi habilidad y cualquier posibilidad de ser til de alguna forma, se encuentran desde
siempre en lo literario14. En el mismo sentido, en una carta del 3 de enero siguiente
describe a Brod su abandono en lo relativo al sexo, la comida, la bebida, la reflexin
filosfica o la msica por mor de la tarea de escribir.
Los ejemplos son abundantes, y muestran que, aun a pesar del severo carcter
autocrtico de Kafka, escribir es su nico consuelo vital, la nica forma de liberarse de
ese mundo inmenso que afirma tener en su cabeza y que no desea retener ni arrastrar
consigo (as se justifica ante Felice en otra carta el 21 de junio de 1913). La paradoja se
encuentra precisamente en la actitud del propio autor para con su resultado: tras el envo
de una de sus obras al editor Ernst Rowohlt (quien haba mostrado un genuino inters
por su publicacin), Kafka le escribe en agosto de 1912 para manifestarle su deseo de
que aqul se la devolviera para encerrarlo todo y deshacer lo hecho, para que slo fuera
tan desgraciado como antes. Meses despus, escribir a Felice para anunciarle que el
libro, librito, cuadernito ha sido felizmente aceptado. Pero no es muy bueno, es preciso
escribir cosas mejores17. De nuevo una autocrtica pesimista, casi masoquista, como la
que muchos de sus protagonistas mostrarn en su obra.
3.5. La mujer.
La tormentosa relacin de Kafka con las mujeres tiene asimismo su plasmacin en la
obra del escritor checo. En La condena, por ejemplo, la novia de Georg es una joven
acomodada, de carcter rgido y posesivo, que hace pensar inmediatamente en la dos
veces prometida en matrimonio con Kafka, Felice Bauer. Sin embargo, no deben
entenderse los rasgos mencionados de forma negativa; antes bien, los personajes de
Kafka (como l mismo en gran parte de su vida) buscan un cierto refugio y comprensin
en el sexo femenino, por ms que sus relaciones eventualmente se deterioren hasta la
separacin. As se ve tambin en La transformacin, donde Gregor (la significativa
similitud del nombre de los protagonistas en ambas historias acenta la hiptesis de un
carcter semibiogrfico de los relatos) recibe nicamente la ayuda de su hermana.
De nuevo aqu podemos recurrir al paralelismo de la vida del autor con su obra: criado
al amparo de mujeres, es conocida la debilidad que Kafka senta por su hermana Ottla;
es ella quien le cuidar durante su enfermedad y a ella dirige Kafka abundante
correspondencia. De su importancia en la vida del autor checo da fe la decena de veces
que es mencionada en la conocida Carta al padre, donde significativamente escribe
dirigindose a su progenitor: Acerca de Ottla () cuando no se halla en peligro ni
padece ningn sufrimiento especial, t sientes odio por ella, lo que unira
solidariamente a su hermana en su oposicin al padre. Kafka ve en ella la terquedad, la
susceptibilidad, el sentido de la justicia, la inquietud caracterstica de los Lwy18, y todo
ello apoyado por la conciencia de la fuerza de los Kafka, es decir, todo aquello a lo que
l crea un deber aspirar y el origen de su ansiedad.
Una ansiedad familiar que Kafka pens en aliviar mediante el matrimonio, en tanto que
posibilidad de salir del influjo paterno. As, es conocido su doble compromiso con la
mencionada Felice Bauer, cancelado ambas ocasiones ante la reticencia del escritor a
dedicar a una esposa el tiempo que prefera consagrar a la literatura. Una cuestin que
posiblemente no hizo sino aadir desasosiego al carcter de Kafka, dada la importancia
de la institucin matrimonial para la tradicin juda (cuya fe era precisamente otro de
los elementos de discordancia entre el autor y la figura de su padre).
Un tipo de atraccin entre sexos que bien podra aplicarse en algunos casos al universo
de Kafka, cuyo continuo debate interno entre deber y placer sirve para inundar toda su
produccin de contradicciones. A este respecto, resultan significativos en El proceso los
personajes de Frulein Brstner y Leni. La primera, cuyas iniciales coinciden con las de
Felice Bauer, es una vecina de Josef K. (ambos habitan en la misma pensin): foco de
atraccin para el protagonista desde el inicio, llegan a compartir un breve y superficial
romance. No obstante, su relacin nunca llegar a prosperar, sumido como se encuentra
K. en el esclarecimiento de su proceso. En cuanto a Leni, enfermera del viejo abogado
que le asiste en su causa, K. se convierte en su amante movido por el inters, con la
esperanza de obtener de ella informaciones relevantes que contribuyan a su causa
judicial.
3.6. La muerte.
La muerte ser, para Kafka como para sus personajes, una posibilidad considerable (y a
menudo la elegida) para terminar con el sufrimiento. El deseo de morir es para el autor
checo sinnimo de comprensin de la existencia; un deseo del que no se avergenza
segn se desprende de sus diarios. Morir no sera nada ms que entregar una nada a la
nada, escribe el 4 de diciembre de 1913, sin lamentar en absoluto la fugacidad de lo
terrenal como ocurre con tantos otros poetas anteriores a l. Para Kafka, a cada instante
corresponde asimismo algo atemporal, y estar muerto equivale para l, en cierto sentido,
a seguir vivo. As lo expone en El cazador Gracchus, un difunto que, por equivocar su
rumbo la barca de la Muerte, sigue en tierra, navegando aguas terrenales mientras viaja
por todos los pases del mundo. Un viaje que no controla, pues su barca no tiene timn y
se mueve a merced del viento, condenado a vagar eternamente sin posibilidad de
auxilio: nadie vendr a ayudarme; y si fuera un deber ayudarme, todas las puertas de
todas las casas permaneceran cerradas, todas las ventanas cerradas, todos se meteran
en las camas cubiertos con las mantas hasta la cabeza, toda la tierra se convertira en
una oscura posada. Nadie sabe de m y, aun cuando alguien supiera, no sabra mi
paradero, y si supiera el paradero, no sabra cmo retenerme all, cmo ayudarme.
Esta descripcin de la muerte remite al estado al que llegan habitualmente los
personajes de Kafka a travs de la metamorfosis en lo extrao, pues en quienes la
experimentan se disuelve cualquier resquicio de comunicacin humana. Gracchus,
como Gregor Samsa, puede todava comprender a los dems, pero asiste impotente a la
incomprensin por parte de un mundo que le abandona. Metamorfosis y muerte
presentan pues trazos semejantes y equivalentes, sealando de esta forma la liquidacin
del yo terrenal, que es despreciado. As parece sugerirse en el breve relato Olvdalo!,
cuando un narrador en primera persona explica cmo, jadeante y apurado, pide ayuda a
un polica para poder encontrar su camino. El polica, tras sonrer con desaire, se gira
bruscamente dando la espalda al protagonista y conminndole a ignorar la cuestin.
Se dira, pues, que los animales ofrecen a Kafka el simbolismo metafrico que le
permite representar la inhumanidad del hombre, encarnando temores que afligen a sus
personajes (como, de modo similar, hace Strindberg en La sonata de los espectros y
anteriormente Shakespeare en algunas escenas de El rey Lear). En el caso de Kafka,
dichos temores tienen un mbito ms social y as, en Un mdico rural, los caballos que
observan por la ventana mientras el protagonista examina al paciente parecen escrutar
su trabajo, alegora de la comunidad que le acecha y le tiene a su merced; en Una
pequea fbula, el gato aconseja a un desorientado ratn justo antes de comrselo. Una
vez ms, aparece aqu otra idea caracterstica de la obra kafkiana: justo antes de su
trgico fin, los personajes avistan un pequeo rayo de esperanza, como Josef K. al final
de El proceso (cuando cree vislumbrar la posibilidad de una salvacin de ltima hora, al
ver a alguien asomado a una ventana con los brazos extendidos mientras l espera su
ejecucin en la cantera). Una esperanza que se desvanece inexorablemente.
Una actitud esttica que acaso incluira una deliberada irona o juego ambiguo para
consigo mismo como gnesis de sus personajes, palpable cuando apreciamos en sus
anotaciones diarias construcciones estilsticas e imgenes similares a las de sus obras:
Hace dos das y medio que, aunque no del todo, estoy solo y, si no me he transformado
ya, voy en camino de hacerlo. La soledad tiene sobre m un poder que nunca falla. Mi
interioridad se diluye (por el momento slo superficialmente) y est dispuesta a dar
salida a lo profundo, escribe el 26 de diciembre de 1910; la entrada del 19 de febrero
de 1911 seala: Hoy, cuando iba a dejar la cama, me he doblado simplemente sobre m
mismo. La razn es muy sencilla; estoy totalmente agotado por exceso de trabajo22.
Dos meros ejemplos cuya importancia significativa cabe sealar en base a la
mencionada reticencia del autor checo a la hora de hacer pblicos sus escritos: un diario
personal suele representar el espacio de mayor intimidad individual, la liberacin que
toda persona ofrece a su espritu para manifestarse en todo su identidad. Cabe por lo
tanto suponer la sinceridad de estas anotaciones, lo que, en el caso de Kafka, destaca por
la notable similitud con sus creaciones literarias.
As pues, Kafka usa su vida para hacer literatura, o hace literatura de su vida; en
cualquier caso, parece existir una analoga ambivalente que no hace sino mostrar lo
absurdo (por incomprensible) de ambas, ante la imposibilidad de alcanzar una seguridad
duradera. Tratar de distinguir, por tanto, al Kafka escritor de sus propios personajes es
una tarea que puede sugerir infinidad de matices enriquecedores a la hora de interpretar
su obra, pero cuyo resultado parece condenado a no poder pasar de la mera conjetura
hipottica: tal vez un ltimo guio perverso de Kafka, que hace que acabemos
confundiendo ambos planos al conformar con el conjunto de sus creaciones y
vicisitudes un gran corpus que escapa a toda definicin lgica o concluyente.
Pero ms que buscar causas en los traumas que pudiera sufrir un ciudadano judo no
practicante, nacido en el dual y decadente imperio Austro-hngaro, educado en alemn,
de salud extremadamente dbil y reticente al matrimonio, parece evidente que su obra
merece destacarse tanto como embrin del existencialismo que se desarrollara durante
el siglo XX, como por su capacidad para ofrecer nuevas interpretaciones en el tiempo.
Ms que conclusa e inmutable, la de Kafka es una produccin que no deja de ofrecer
nuevas perspectivas para el hombre en su relacin consigo mismo y con el mundo que
le rodea.
5. Conclusin.
En el voltil universo de Kafka, la experiencia no puede contra la ilusin, as como la
exaltacin momentnea no puede con el pesimismo vital. En 1916, Hermann Bahr
define el Expresionismo como el grito del hombre desde las profundidades de su
alma, mientras el arte grita tambin, en la profunda oscuridad, pidiendo ayuda para el
espritu23. Nunca el hombre se sinti tan pequeo ni tuvo tanto miedo, y el grito
expresionista lleva aparejado una sensacin apocalptica, oscilante entre el xtasis y la
desesperacin. De forma similar recuerda Ernst Popper a Kafka: Caa demasiado
deprisa en el xtasis, mientras los dems slo se excitaban. En la desesperacin,
mientras otros simplemente se sentan desanimados. En un estado de embriaguez, sin
haber rozado una sola gota de vino24. Una inestabilidad apreciable en su obra literaria:
mientras Josef K. es dirigido hacia su muerte no duda en colaborar con sus verdugos
(reanud su camino y sinti algo de la alegra de sus acompaantes por haberlo
hecho), comenzando entonces, a pesar de su intento de mantener el sentido comn
hasta el final, otra de sus digresiones plagadas de interrogaciones retricas y
contradicciones, cuya nica finalidad es hacer manifiesto un sentimiento de culpa tan
injustificado como ineludible. No obstante, a tenor de algunas anotaciones del propio
Kafka en su diario, se hace difcil distinguir qu porcentaje hay de artificiosidad esttica
y cunto de vivencias propias en sus personajes25.
Notas:
1
Llovet, J. Prlogo y notas, en Kafka, F., Carta al padre. Barcelona: Galaxia
Gutenberg, 2003.
2
Koch, H.G. Cuando Kafka vino hacia m,Barcelona: Acantilado, 2009.
3
Furness, R.S. Expressionism. London: Methuen, 1973.
4
Furness, R.S. Ibdem.
5
Willet, John (citado por Furness)
6
Brod, M. Kafka. Madrid: Alianza Editorial, 1974.
7
Adorno, Th.W. Prismas. Barcelona: Ariel, 1962.
8
Llovet, J., Ibdem.
9
Kafka, F. La metamorfosis. Madrid: Alianza, 1966.
10
Kafka, F. Un Mdico rural y otros relatos pequeos. Madrid: Impedimenta, 2009.
11
Adorno, Th. W., El narrador en la novela contempornea, en Notas de literatura.
Barcelona: Ariel, 1962.
12
Kafka, F. Cuentos completos. Madrid: Valdemar, 2000.
13
Koch, H.G. Ibdem.
14
Kafka, F. Escritos sobre sus escritos. Barcelona: Anagrama, 1974.
15
Kafka, F. Ibdem. p. 146.
16
Kafka, F. Ibdem. p. 129.
17
Kafka, F. Ibdem. p. 74.
18
El apellido materno (N. del A.)
19
Kafka, F., Aforismos. Barcelona: Debolsillo, 2006.
20
En este sentido, anota en su diario el 21 de agosto de 1913: () mi nico anhelo y
mi nica profesin, que es la literatura. Puesto que no soy otra cosa que literatura, y no
puedo ni quiero ser otra cosa. Kafka, F. Diarios (1910-1923). Barcelona: Tusquets
Editores, 1995.
21
Sobre los tres relatos, escribi Kafka a su editor Kurt Wolff: Los tres textos estn
relacionados interior y exteriormente. Entre ellos existe una conexin evidente, ms
an, una conexin secreta, y como no quisiera renunciar a ella, deseara su publicacin
en un libro titulado Los hijos. Hernndez Arias, J.R.Prlogo, en Kafka, F. Cuentos
completos. Madrid: Valdemar, 2000.
22
Kafka, F. Diarios (1910-1923). Barcelona: Tusquets Editores, 1995.
23
Bahr, H. (citado por Furness)
24
Koch, H.G. Ibdem.
25
El 13 de diciembre de 1914, escribe: lo mejor que he escrito tiene su sazn en esta
facultad de poder morir contento. Todos esos pasajes buenos y convincentes siempre
tienen por tema que alguien est moribundo, que todo se le hace difcil, que esta
circunstancia significa para l una injusticia o por lo menos, un rigor que conmover al
lector. Pero para m, que creo poder estar contento en el lecho de muerte, tales
narraciones constituyen secretamente un juego, pues de hecho me alegro de morir en el
personaje moribundo.
Bibliografa.
Adorno, Th.W. Prismas. Barcelona: Ariel, 1962.
Brod, M. Kafka. Madrid: Alianza Editorial, 1974.
Falk, W. Impresionismo y Expresionismo. Madrid: Guadarrama, 1963.
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Hopenhayn, M. Por qu Kafka? Poder, mala consciencia y literatura. Chile: LOM,
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Koch, H.G. Cuando Kafka vino hacia m Barcelona: Acantilado, 2009.
Conferencia de Vladimir Nabokov sobre La metamorfosis
(http://www.kafka.org/index.php?id=191,209,0,0,1,0)
2017 gllrmhctr
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