Apocalíptica y Escatología - Paul O'Callaghan
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10. Ibid.
11. R. OTTO, The Kingdom of God and the Son of Man, London 1938, 32.
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12. D.D. WILLIAMS, Response to Pannenberg, en E . W. COUSINS (ed.), Hope and the Future of
M a n, Philadelphia 1972, 86ss. Segn A.N. Whitehead, el futuro es indeterminado, porque no
habr ningn fin del surgir de nuevas ocasiones, ningn significado definitivo de la ocasin J . B .
COBB, Pannenberg and Process Theology, en C.E. BRAATEN, P. CLAYTON (eds.), The Theology of
Wolfhart Pannenberg, Minneapolis 1988, 54-74, aqu 60.
13. Cfr. mi estudio The Christological Assimilation, o.c., 23-60.
14. Cfr. J. WEISS, Die Predigt Jesu vom Reiche Gottes, Gttingen 21900 (orig. 1892); A.
SCHWEITZER, Geschichte der Leben-Jesu-Forschung, Tbingen 91984. El original, publicado en el
ao 1906, tuvo por ttulo Von Reimarus zu Wrede. Eine Geschichte der Leben-Jesu-Forschung. Tr a-
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duccin al castellano: Investigaciones sobre la vida de Jess, Valencia 1990. Cfr. tambin M. WER-
NER, Die Entstehung des christlichen Dogmas, Bern 1941.
15. Cfr. R. BULTMANN, Theologie des Neuen Testaments, Tbingen 21954; ID., The Christian
Hope and the Problem of Demythologizing, en Expository Times 65 (1954) 228-30; 276-8; ID.,
Geschichte und Eschatologie, Tbingen 21964 (orig. ingls, Gi f f o rd Lectures 1957).
16. Cfr. C.H. DODD, The Parables of the Kingdom , London 61960, y otras obras posteriores
como por ejemplo: The Apostolic Preaching and its Developments, London 21944; History and the
G o s p e l,London 1938; The Interpretation of the Fourth Gospel, London 1950.
17. Cfr. por ejemplo R.H. CHARLES, A Critical History of the Doctrine of a Future Life in Israel,
in Judaism, and in Christianity, London 21913; H.H. ROW L EY, The Relevance of Apocalyptic. A
Study of Jewish and Christian Apocalypses from Daniel to Revelation, London 1944; D.S. RUSSELL,
The Method and Message of Jewish Apocalyptic, London-Philadelphia 31964; P.D. HANSON, The
Dawn of Apocalyptic, Philadelphia 1975; P. SAC C H I, Lapocalittica giudaica e la sua storia, Bre s c i a
1990; G. ARANDA-PREZ, El destierro de Babilonia y las races de la apocalptica, en Estudios bbli-
cos 56 (1998) 335-355.
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18. Cfr. por ejemplo G. VO N RAD, Theologie des Alten Testaments, vol. 2, Mnchen 1962,
316-31; C. ROWLAND, The Open Heaven. A Study of Apocalyptic in Judaism and Early Christianity,
New Yo rk 1982; J.J. COLLINS, Apocalyptic Eschatology as the Transcendence of Death, en Catholic
Biblical Qu a rterly 36 (1974) 21-43; ID., Seers, Sibyls and Sages in Hellenistic-Roman Judaism, Lei-
den-New York-London 1997, 157-65, 351-67; J.C. VANDERKAM, Enoch and the Growth of an
Apocalyptic Tradition, Washington (DC) 1984.
19. J.J. COLLINS, Apocalyptic Eschatology, o . c ., afirma que la apocalptica no implica necesaria-
mente la idea de un fin de los tiempos apocalptico. Dice: There are important apocalyptic
texts [habla especialmente de Daniel] which do not refer to an end of the world, ibid., 25. El
mismo autor mantiene que la escatologa de los apocalpticos consiste no en dos etapas temporal-
mente sucesivas, con la segunda que eventualmente reemplaza a la primera en un momento tem-
poralmente futuro, sino ms bien en una re p resentacin en dos planos de una experiencia y una
decisin hechas en el momento presente. Para afirmarlo, se apoya en la escatologa existencialista
de VON RAD (i b i d., 28), BULTMANN (i b i d., 41), RAHNER (i b i d., 41, 43), y tambin en la escato-
loga realizada de DODD (i b i d., 27).
20. En t re los estudios de obras patrsticas sobre la escatologa cristiana, cfr. por ejemplo L.
ATZBERGER, Geschichte der christlichen Eschatologie innerhalb der vorniznischen Zeit, Freiburg i.B.
1896; G. FLO ROVSKY, Eschatology in the Patristic Age: An Introduction, en F.L. CROSS (ed.), S t u d i a
P a t r i s t i c a, vol. 2, Oxford 1957, 235-250; E. BENZ, Evolution and Christian Hope: Mans Concept
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of the Future from the Early Fathers to Teilhard de Chardin, London 1967; A. FERNNDEZ, La es -
catologa en el siglo II, Burgos 1979; S. FELICI (ed.), Morte e immortalit nella catechesi dei Padri del
III-V secolo, Roma 1985; B.E. DA L EY, J. SCHREINER, H.E. LONA, Eschatologie in der Schrift und
P a t r i s t i k,en M. SCHMAUS, A. GRILLMEIER, L. SCHEFFCZYK (eds.), Handbuch der Dogmengeschichte
IV, 7, a, Basel/Wien 1986; E. KELLER, Eucharistie und Parusie: Liturgie- und theologiegeschichtliche
Untersuchungen zur eschatologischen Dimension der Eucharistie anhand ausgewhlter Zeugnisse aus
frhchristlicher und patristischer Zeit, Fribourg (Suisse) 1989; B.E. DA L EY, The Hope of the Early
Church. A Handbook of Patristic Eschatology, Cambridge 31995; C.E. HILL, Regnum caelorum: Pat -
terns of Future Hope in early Christianity, Oxford 1992; M. RIZZI, Lescatologia degli apologisti: giu -
dizio, rivelazione e teodicea nella seconda met del II secolo, en Annali di Storia dellEsegesi 16
(1999) 161-178; J.-N. GUINOT, Eschatologie et criture en milieu antiochien partir du IIe s i c l e,
en Annali di Storia dellEsegesi 17 (2000) 9-46; D.J. BINGHAM, Hope in Ireneus, en Ep h e m e r i-
des theologicae Lovanienses 76 (2000) 265-282. El estudio de BINGHAM demuestra, contra el es-
fuerzo de HO U S S I AU de quitar toda escatologa de la doctrina de Ireneo, que la P a r o u s a futura es
central en la teologa del obispo de Lyon, en el sentido que se entiende como la extensin y con-
sumacin de la encarnacin del Verbo.
21. Cfr. por ejemplo N. WICKI, Die Lehre von der himmlischen Seligkeit in der mittelalterlichen
Scholastik von Petrus Lombardus bis Thomas von Aquin, Freiburg (SZ) 1954; C . W. BYNUM, P. FRE-
EDMAN (eds.), Last Things. Death and the Apocalypse in the Middle Ages, Philadelphia 2000. Re s-
pecto al pensamiento judo, cfr. A. HYMAN, Eschatological Themes in Medieval Jewish Philosophy,
Milwaukee 2002. So b re la cuestin del miedo de la Parousa durante el medioevo, cfr. J. DELUME-
AU, La peur en Occident, XIVe-XVIIIe sicles. Une cit assige, Paris 1978.
22. Cfr. F.V. CUMONT, La fin du monde selon les images occidentaux, en Revued h i s t o i re et de
philosophie religieuses (1931); A.M. COCAGNAC, Le jugement dernier dans lart, Paris 1955.
23. Cfr. J. MOLTMANN, Das Kommen Gottes. Christliche Eschatologie, Gtersloh 1995, 44ss. La
posicin de Moltmann permanece sustancialmente la misma que la de su obra influyente La Teo -
loga de la esperanza, originalmente del 1964. De PANNENBERG, cfr. sus ensayos Theology and the
Kingdom of God, y Appearance as the Arrival of the Future, en Theology and the Kingdom of God
( Philadelphia: Westminster 1969), 51-71 & 127-43; Constructive and Critical Functions of Chris -
tian Eschatology, en Ha rva rd Theological Review 77 (1984) 119-39; y especialmente Systematis -
che Theologie, vol. 3, o.c., 527-646. Cfr. mi estudio Whose Future? Pannenbergs Eschatological Ve -
rification of Theological Truth, en Irish Theological Qu a rterly 66 (2001) 19-49.
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3. APOCALIPSIS Y SALVACIN
Mientras la caracterstica principal de la apocalptica es su carcter pura-
mente futuro (se refiere a la intervencin que Dios ha prometido, pero que to-
dava no ha realizado), lo que caracteriza la soteriologa cristiana es ms bien el
presente de la salva c i n. Con la venida de Cristo, el poder divino salvador y re-
creador se ha hecho presente ya en la tierra y en la vida de los hombres. Como
vimos antes, varios autores, a lo largo del siglo XX, han enseado que la fuerz a
salvadora de Cristo ya se ha hecho completamente disponible a los cre yentes, y
ha sido manifestada en el momento actual de tal modo que no necesita ningn
complemento apocalptico de plenitud futura y universal. De todas formas,
este modo de considerar la re velacin cristiana no tiene en cuenta el hecho de
que la salvacin cristiana consiste no solo en el perdn de los pecados, sino
tambin en la donacin de parte de Dios de la vida eterna (regeneracin, divi-
nizacin), la cual no puede ser acogida por el hombre en esta vida, y la re c a p i-
tulacin de todas las cosas en Cr i s t o. Adems, hay que tener en cuenta que el
perdn y la purificacin del pecado es un proceso dinmico y a veces ambiva-
lente, que ser completado solamente en la otra vida. Desde el punto de vista
de la fe cristiana, la pura apocalptica, sin el complemento de una soteriologa
previa, sera abiertamente injusta y a fin de cuentas inhumana. Al mismo tiem-
po una soteriologa que no contemple una consumacin apocalptica definitiva
ser necesariamente individualista y a-csmica, no respetuosa del impulso hu-
mano hacia una inmortalidad integral y, por esta misma razn, algo menos que
humana. El hecho es que el pecado consiste no slo en el mal que el pecador se
inflige a s mismo, sino tambin en la ofensa que perpetra al Creador, y en el
dao a los dems hombres y al cosmos entero. Claramente, mientras el mal que
el hombre se hace a s mismo apunta sencillamente hacia el castigo, la ofensa a
Dios y a los dems apela al juicio y a la reparacin.
De todas formas, el hecho de que la salvacin no sea completa mientras
estamos en la tierra, y necesite una confirmacin y complemento ulterior para
que tenga toda la definitividad que caracteriza la vida eterna, no implica ne-
cesariamente que el complemento definitivo deba ser de naturaleza estricta-
mente apocalptica. Para que el individuo participe plenamente en la vida
24. Para una presentacin de estos autores, cfr. mi estudio The Christological Assimilation, o.c.,
48-56.
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eterna, debera ser suficiente que el hombre reciba este don de Dios despus
de la muerte por medio de un juicio final de tipo personal. Como ya deca
Bu l t m a n n25, no hace falta una consumacin definitiva del cosmos entero, de
la humanidad entera, con re s u r reccin corprea y juicio final, ms all del fin
de cada individuo humano (la t h n a t o s).
Para responder adecuadamente a esta cuestin, no basta considerarla
desde un punto de vista meramente antropolgico y soteriolgico, entre otras
r a zones porque la antropologa y la tica cristianas se han determinado de un
modo crtico a partir de la doctrina del cumplimiento escatolgico, y no al
contrario26. Mas bien habr que hacer la siguiente pregunta: la doctrina de un
fin apocalptico se encuentra en el Nu e vo Testamento? Como ya vimos, textos
cristianos de tipo patrstico y litrgico, escritos a lo largo del perodo en que se
estableca el canon del Nu e vo Testamento, parecen indicarlo27. La pregunta
que se debe hacer es ms especfica: a partir del Nu e vo Testamento, es com-
patible teolgicamente la soteriologa cristiana (el corazn del Evangelio) con
un cumplimiento apocalptico de rango universal y definitivo? El uno re q u i e-
re del otro para ser autntico? La respuesta debe ser substancialmente positiva.
El hecho es que los motivos apocalpticos se encuentran en abundancia
a lo largo de los escritos del Nu e vo Testamento. Dejando por el momento la
cuestin de su interpretacin, parece cierto que en la mente de Jess y en la fe
de los cristianos, la doctrina apocalptica iba a la par con el resto del Eva n g e-
l i o. No era un aadido, sino una parte integral. Los sinpticos en particular
recogen y re-elaboran mucho material apocalptico, y sirven como enlace vivo
e n t re la apocalptica pre-cristiana y la pos-cristiana. De los tres sinpticos, el
de Mateo, como veremos, es el ms explcito y amplio en su tratamiento y asi-
milacin de los temas apocalpticos. Con palabras de Frederick C. Grant, Ma-
teo es el ms apocalptico-escatolgico de los cuatro evangelios en su visin
general28. Adems es comnmente sostenido que, en la Iglesia de los prime-
ros siglos, el evangelio de Mateo era el ms influyente de los cuatro, tal como
p a rece indicar su colocacin al inicio del canon del Nu e vo Te s t a m e n t o. En lo
que se re f i e re a nuestro tema, tiene particular inters el hecho de que, por ra-
zones cristolgicas, en la escatologa apocalptica de Mateo aparezca una serie
de diferencias respecto a la visin tipificada en las obras apocalpticas no-can-
nicas (que en adelante ser llamada apocalptica clsica). El evangelista ofre-
ce lo que Donald Hagner llama una apocalptica alterada29. Como veremos,
25. Cfr. R. BULTMANN, A Reply to the Theses of J. Schniewind, en H.-W. BARTS C H (ed.), K e r y g -
ma and Myth, New Yo rk 1961, 114.
26. Para ver cmo la doctrina de la resurreccin determina la antropologa cristiana, cfr. C.
POZO, La teologa del ms all, Madrid 1992, 351-9.
27. Cfr. nota 20.
28. F.C. GRANT, The Gospels. Their Origin and their Growth, London 1957, 137.
29. D.A. HAGNER, Apocalyptic Motifs in the Gospel of Matthew: Continuity and Discontinuity,
en Ho r i zons in Biblical Theology 7 (1985) 53-82, especialmente 68ss.
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30. Los principales comentarios sobre el evangelio de Mateo incluyen, en orden ms o menos
c ronolgico: M.J. L AGRANGE, vangile selon saint Matthieu, Paris 51941; J. SCHMID, Das Evange -
lium nach Matthus, Regensberg 21952; P. BENOIT, Lvangile selon Saint Matthieu, Paris 31961;
J. GNILKA, Das Matthusevangelium, Freiburg i.B./Basel 1988; W.D. DAVIES, D.C. ALLISON, A
Critical and Exegetical Commentary on the Gospel according to Saint Matthew, Edinburgh 1988-97;
D.A. HAGNER, M a t t h e w,Dallas (TX), 2 vols, 1993-95.
31. Cfr. por ejemplo, M. QUESNEL, Jsus Christ selon saint Matthieu. Synthse thologique, Paris
1991, 101-8.
32. Cfr. mi estudio The Christological Assimilation, o . c ., 187ss., que reflexiona sobre la cristo-
loga de Mateo en clave narrativa.
33. Dan 7 habla solamente de gloria, victoria y poder. No se mencionan ni sumisin, ni escla-
vitud. Cfr. especialmente W.D. DAVIES, D.C. ALLISON, M a t t h e w, o . c ., vol. 3, 97-9; estos autores
buscan textos fundamento para Mt 20, 29. Apenas se mencionan textos apocalpticos. Los que
hay tienen una relacin tenue con el tema (por ejemplo, Test. Ben. 3:8). Adems,Da v i e s - A l l i s o n
rechazan la hiptesis de S.K. WILLIAMS (Jesus Death as Saving Event the Background and Origin of
a Concept, Missoula, MT 1975) que defiende la idea de un origen griego. Concluyen, razonable-
mente, que M t 20, 28 se basa en I s 43 o 53. De todas formas se puede notar que la idea de la san-
g re de los mrt i res que trae la salvacin a todas las generaciones de Israel se encuentra en algunos
textos apocalpticos, por ejemplo, J u b 7, 35; Sib. Or. 2, 311-13.
34. 1 Enoc es una antologa de escritos apocalpticos cubriendo un perodo de ms de dos si-
glos. Es llamado tambin el Libro Etope de En o c .
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estos textos. Estos autores pueden expresarse sin hacer re f e rencia al culto sacri-
ficial en Je rusaln, y no emplean terminologa soteriolgica de re l i e ve, tan
central en los textos del Antiguo y del Nu e vo Testamento: perdn, reconcilia-
cin, justificacin, expiacin, etc. La soteriologa de E n o c se re f i e re al conoci-
miento, es decir, a una sabidura divinamente re velada respecto a los entresijos
del cosmos y al fin de la historia35. Desde luego, si la intervencin de Dios en
la historia fuese de tipo apocalptico, si Dios viene con poder para juzgar a la
humanidad, una vez por siempre, para premiar a los justos y castigar a los pe-
c a d o res, no hay lugar, en el sentido estricto, para la s a l v a c i n de los pecadores,
sino solamente para su castigo. Y mucho menos hay lugar para que el En v i a d o
de Dios, su Cristo, se deje libremente afligir, aun parcialmente, por los casti-
gos destinados a los pecadores. La centralidad y autenticidad del motivo del
rescate en Mateo, en sus diversas expresiones, ofrece una indicacin clara del
hecho de la radical re-interpretacin de la escatologa apocalptica presente a
lo largo de todo este evangelio.
Dejando aparte los elementos estrictamente apocalpticos de Mateo, este
e vangelio tambin tiene una escatologa realizada bien desarrollada36. De he-
cho, la diferencia principal entre la apocalptica clsica y la de Mateo est en el
hecho de que con la venida del Cristo (el Hijo del hombre), el reino de Di o s
ya se ha hecho presente y operativo en la esfera humana. Como consecuencia,
el evangelio de Mateo constituira una forma de literatura sapiencial, pues la
sabidura cristiana implica en primer lugar la re velacin del amor paterno de
Dios, as como una invitacin insistente a la conversin, destinada a suscitar
una respuesta plena y activa entre los hombres, tanto a nivel individual (la
conversin personal) como colectivo (la misin universal de la Ig l e s i a ) .
De todas formas, habr que tener en cuenta que la re - i n t e r p retacin de
la apocalptica por parte de Mateo en modo sapiencial, o realizado, no re-
q u i e re la eliminacin de los aspectos profticos y futuristas tpicos de estos
textos37. Para demostrarlo, diversas caractersticas tpicas de la escatologa apo-
calptica sern consideradas en las prximas pginas: el predeterminismo divi-
no; la inminencia del fin escatolgico; los signos y portentos escatolgicos; la
35. Cfr. G.W.E. NICKELSBURG, 1 Enoch 1. A Commentary on the Book of 1 Enoch, Chapters 1-
36; 81-108, Augsburg, Minneapolis 2001, 5ss.
36. Cfr. D.A. HAGNER, Matthews Eschatology, o . c ., pp. 50-4.
37. In t e resa citar el siguiente texto de G.R. BEASLEY-MURRAY: These acts of the Son of Ma n
for the accomplishment of Go ds salvific purpose for mankind may be described as apocalyptic in
the sense qualified by the uniqueness of the divine intervention embodied in them. We may, if we
wish, prefer to speak of it as Christian apocalyptic, or more specifically Jesus apocalyptic, to in-
dicate the unique modification of the term which the proclamation and acts of Jesus entail. Any
category of Jewish thought applied to the re velation of God in him would re q u i re a comparable
qualification, for in the last re s o rt Jesus is sui generis, Jesus and the Apocalyptic. With Special Refe -
rence to Mark 14:62, en LApocalypse Johannique et lApocalyptique dans le Nouveau Testament, J .
LAMBRECHT (ed. ), Leuven 1980, 429.
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40. Cfr. R. SCHNACKENBURG, Kirche und Parusie, en J.B. METZ et al. (eds.), Gott in Welt: Fes -
tgabe fr Karl Rahner, Freiburg i.B. 1964.
41. Cfr. el estudio de D.D. KUPP, Matthews Emmanuel. Divine Presence and Gods People in
First Gospel, Cambridge 1996.
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42. D.C. ALLISON, Matt. 23:39 = Luke 12:35b as a Conditional Prophecy, en Journal for the
Study of the New Testament 18 (1983) 75-84, 77.80. Allison defiende esta interpretacin de
c u a t romaneras. P r i m e r o,muchas fuentes judas del segundo siglo y despus indican que el tiem-
po de la redencin final es contingente; s e g u n d o, el trmino hasta ( o s) puede indicar una situa-
cin contingente en frases griegas en las que la realizacin de la a p o d o s i depende de la realizacin
de la p o r t a s i,por esto quizs os significa ms bien a no ser y no tanto hasta; t e r c e r o, la estru c-
tura de Mt 23, 39 indica una interpretacin condicional segn las tradiciones rabnicas; c u a r t o y
finalmente, el contexto no parece indicar ni un anuncio sin ms de la salvacin, ni su re c h a zo
completo, sino una interpretacin que media entre los dos.
43. Los siguientes ejemplos pueden serv i r. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; y
si en sta os persiguen, huid a una tercera. En ve rdad os digo que no acabaris las ciudades de Is-
rael antes de que venga el Hijo del Ho m b re (Mt 10, 23). Po rque el Hijo del hombre ha de venir
en la gloria de su Padre, con sus ngeles, y entonces dar a cada uno segn sus obras (Mt 16, 27).
En verdad os digo que no pasar esta generacin antes que todo esto suceda (Mt 24, 34).
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44. Algunos padres de la Iglesia conectan textos de este tipo, por ejemplo, a la reunin pre -
pascual de Jess con sus discpulos cuando vo l v i e ron de su misin; otros a la Transfiguracin,
muerte o Re s u r reccin de Jess, o quizs a la venida del Espritu Santo el da de Pentecosts. Tr a-
dicionalmente se han aplicado las palabras de Jess a la consolidacin de la misin cristiana y de
la Iglesia, como signos de la presencia activa del Seor resucitado; a veces esta ltima posicin se
ha expresado en una identificacin no justificada entre reino de Dios e Iglesia. Algunos autores
han hecho una interpretacin exc l u s i vamente espiritual, hablando de la presencia del reino de
Dios solo en los corazones de los cristianos, sin ninguna manifestacin externa. En los ltimos si-
glos se ha sugerido que las predicciones de Jess hacen re f e rencia directa a la profanacin del Te m-
plo y la destruccin de Je rusaln en al ao 70 d.C. Cfr. mi estudio The Christological Assimilation,
o . c ., 142-9.
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47. Se trata de la intuicin clave de sanAt a n a s i o. Si el Hijo fuese una criatura, el hombre se-
ra puramente mortal y nunca estara unido con Dios; pues una criatura nunca podra unir a otras
criaturas con el Creador si esa misma criatura tuviese necesidad de una unin tal. Del mismo
modo, una parte de la creacin no podra salvar lo dems si tuviese necesidad de ser salvada O r a -
tio II contra Arianos, 69 (PG 26:293a).
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sin ha sido concedido. Por lo tanto no hay ninguna razn a priori para que
un premio o castigo perpetuos no sean considerados como una posibilidad
real a nivel personal. Los santos obtienen la salvacin por haber respondido a
la gracia sirviendo a Jess en estos pequeos, es decir, en obras de servicio
que, en principio, cualquier persona es capaz de desempear. Del mismo
modo, los malvados pierden la salvacin quizs porque han despreciado esas
menudas oportunidades que se les brindaron. El discurso del juicio en Mateo
a b re espacio para la sorpresa, pero no para la excusa. La muerte de Jess en la
Cruz no deja dudas respecto a la benevolencia misericordiosa de Dios hacia
todos los pecadores. Adems, como hemos visto ya, santos y pecadores no han
sido constituidos como tales; Mateo ensea con firmeza y coherencia la libre
voluntad y la correspondiente responsabilidad de los hombres, no solo respecto
a la salvacin personal, sino tambin respecto a la posibilidad de colaborar en
la comunicacin del don de la salvacin a otras personas, contribuyendo re a l-
mente de este modo al crecimiento y consolidacin del reino de Di o s .
Como hemos visto, no es difcil presentar argumentos favorables a la in-
t e r p retacin existencial o sapiencial de algunos textos apocalpticos. Sin em-
bargo, no puede decirse lo mismo de la apocalptica de Ma t e o. Mientras asi-
mila y re-interpreta sobriamente la apocalptica, el primer evangelista lo hace
(1) coherentemente con la tradicin proftica, (2) plausible a nivel sustancial-
mente literal, y (3) plenamente de acuerdo con los tradicionales atributos de
la Divinidad (justicia y misericordia), y con la dignidad y libertad de cada
hombre.
Quizs la Iglesia en los primeros tiempos, en el proceso de acoger rpida,
entusistica y unnimemente el primer evangelio, se dio cuenta de que la al-
t e r n a t i va de reemplazar una escatologa proftica-apocalptica por una plena-
mente realizada llevara consigo la necesidad de hacer una opcin difcil: entre
un Cristo como Salvador real del mundo mediante la fe, y sencillamente su
re c h a zo. Ciertamente si la Iglesia perdiese su escatologa, como Jean Danilou
ha demostrado de modo convincente 50, tendra que renunciar tambin a su
Redentor y Sa l va d o r, Jesucristo, y por ende a toda su antropologa y tica.
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